LA MUJER sabia edifica su matrimonio
La prioridad de la mujer después del Señor es su marido y no sus hijos. Dios ha hecho del
matrimonio la relación que más une (Génesis 2:24) “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Dios hizo a la mujer con el propósito
de ser “ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). La Biblia deja claro que este propósito divino en
la creación de la mujer en ninguna manera la hace a ella ser un ser inferior. La mujer cristiana
debe ser una ayuda a su marido físicamente, emocionalmente, mentalmente y
espiritualmente. Ella es el complemento del hombre. Ella debe ser su ánimo y la que le
conforta. Cuidado porque la mujer puede hacer o deshacer al hombre: “La mujer virtuosa es
corona de su marido; mas la mala, como carcoma en sus huesos” (Proverbios 12:4).
Según la mujer virtuosa de Proverbios 31 “el corazón de su marido está en ella confiado” v.11,
“Le da ella bien y no mal todos los días de su vida” v.12, “su marido también la alaba” v.28.
Vemos aquí una mujer que ama a su marido, que le es fiel, que busca su bien, le hace sentir
importante. Ahora bien cómo se pone todo esto en práctica:
1. Respetándole y bendiciéndole.
2. No le critiques ni le ridiculices.
3. Sé agradecida.
4. Dile lo que admiras de él y dile que le amas. Estamos muy equivocadas cuando pensamos
que los hombres no necesitan oír que les queremos.
5. Pon atención a los pequeños detalles, algún regalo inesperado, alguna cena sorpresa etc.
6. Arréglate para él, no descuides tu aspecto físico.
7. Busca tiempo para estar a solas con él. Cuando vienen los niños intenta pasar tiempo con él
en intimidad. Hemos de invertir tiempo en nuestra pareja a lo largo de la vida, en todas las
etapas del matrimonio, desde el principio. Si nos volcamos en nuestros hijos como lo más
importante de nuestra casa, lo pasaremos mal cuando llegue el tiempo del nido vacío, por eso
debemos lograr una unidad y acoplamiento para poder disfrutar de la convivencia en la
madurez. Tenemos toda una vida para trabajar la relación, para disfrutar de nuestra pareja a lo
largo del matrimonio hasta que los dos seamos viejecitos. Una de las imágenes más hermosas
para mí es ver a una pareja de ancianos paseando cogidos de la mano.
8. Y por último y no por eso lo menos importante, porque justamente para mí es lo más
importante, ora por él y con él. Leamos en Efesios 4:26: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga
el sol sobre vuestro enojo”. Mirad, yo siempre pongo este ejemplo, si hay alguna discusión o
pelea, que las hay entre la pareja, seamos sinceras, ¿cómo se solucionan? Me diréis que
aplicando el versículo que acabamos de leer, pero ¿cómo, si estamos enfadados? En mi propia
vida la mejor manera es tener la costumbre de orar los dos juntos y así a la fuerza tenemos
que hacer las paces o hablar el asunto y arreglarlo antes de orar. Nos ha funcionado y es una
de las costumbres que más han influido en mi vida y en mi matrimonio para que funcione. Yo
sé que es difícil empezar si no tienes esa costumbre, pero sería bueno que lo hablaras con tu
pareja y buscarais un tiempo de leer la Biblia y orar juntos cada día. Nosotros antes de
casarnos cuando ya estábamos comprometidos y estábamos en el colegio bíblico decidimos
empezar a orar juntos y comenzar cada día poniendo al Señor primero y encomendando
nuestras vidas y las de nuestras hijas e iglesia en manos de Dios. ¡No tiene precio! Descubrimos
la Palabra de Dios juntos, comentamos las obras de Dios y oramos a Dios por los asuntos o
problemas familiares o de iglesia. Sería muy bueno tener un directorio de iglesia, no solo por
tener las direcciones y teléfonos de los hermanos que es muy práctico, sino por orar por ellos
de manera regular y así no se nos olvida nadie. Estamos construyendo nuestro hogar sobre la
roca, que es Cristo y su Palabra.
Me gustaría también mencionar el tema de la “sumisión”, leemos en Efesios 5:22:”Las casadas
estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” “Casadas, estad sujetas a vuestros
maridos, como conviene en el Señor” (Colosenses 3:18); “Asimismo vosotras, mujeres, estad
sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin
palabra por la conducta de sus esposas” (1ª Pedro 3:1).
Sé que no es un tema muy bien recibido hoy día en la sociedad, y que cuando lo tratamos con
gente inconversa se sorprende de que todavía sigamos creyendo este tipo de conducta. Pero
para nosotras, mujeres cristianas, este es el mandato del Señor. Sé que es un tema
complicado, pero hay que ponerlo en práctica. También pienso que muchas veces se ha
malinterpretado y muchos hombres han sido machistas o déspotas con sus mujeres usando
este principio como excusa. Quiero dejar claro que sumisión no es subyugación. Es un asunto
que tiene que ver con los diferentes roles dados por Dios al hombre y a la mujer. El hombre es
nuestra cabeza como Cristo es la cabeza de la iglesia, y por lo tanto, este asunto de la sumisión
tiene que darse cuando hay una situación difícil, donde después de hablar y orar los dos
juntos, aun así no se llega a un acuerdo, y por lo tanto, la mujer por obediencia al Señor se
somete voluntariamente a la decisión de su marido.
Otro tema que es crucial y quizás necesitaríamos un sábado entero para tratarlo, son las
relaciones sexuales con nuestro marido. El objetivo principal del matrimonio instituido por
Dios en un principio era para darse compañía, ayuda idónea, y que los dos fueran una sola
carne, no era la de tener hijos, eso era el fruto. Muchas mujeres con el paso de los años se
piensan que esta área no es tan importante, y es verdad, no lo es, ¡es crucial! No solo eres la
ayuda idónea, su compañera, su mejor amiga, sino que debes ser su amante. Tu cuerpo no te
pertenece, le pertenece a él. Leamos 1º Corintios 7:3-5:”El marido cumpla con la mujer el
deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio
cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la
mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para
ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente
Satanás a causa de vuestra incontinencia”. Muchos matrimonios se han roto por no cuidar la
relación sexual, y muchos han caído en adulterio por descuidar esta área. Por lo tanto cuidar y
disfrutar de la relación sexual. Es una bendición cuando sentimos que después de años de
matrimonio los dos nos seguimos deseando, ¡a pesar de nuestros kilos de más y de nuestras
arrugas!