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Los Judios Colombianos, Historia de Un Pueblo Escondido

Este documento resume la historia de dos grupos judíos en Colombia. Un grupo son los judíos sefardíes que llegaron como conversos durante la conquista para escapar la Inquisición en España. El otro grupo son los judíos askenazis que llegaron durante la segunda guerra mundial. Se enfoca en la comunidad judía en Antioquia, que desciende de los conversos sefardíes, y cómo han mantenido tradiciones judías a través de las generaciones a pesar de no practicar abiertamente el judaísmo.

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Los Judios Colombianos, Historia de Un Pueblo Escondido

Este documento resume la historia de dos grupos judíos en Colombia. Un grupo son los judíos sefardíes que llegaron como conversos durante la conquista para escapar la Inquisición en España. El otro grupo son los judíos askenazis que llegaron durante la segunda guerra mundial. Se enfoca en la comunidad judía en Antioquia, que desciende de los conversos sefardíes, y cómo han mantenido tradiciones judías a través de las generaciones a pesar de no practicar abiertamente el judaísmo.

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Los judíos colombianos: La historia de un pueblo escondido

Ariane Osterwald

University Honors in Spanish Studies

Department of World Languages and Cultures

Professors Olga Rojer and Ludy Grandas

College of Arts and Sciences

Spring 2013
Resumen

Este ensayo repasa la historia de dos grupos judíos que viven hoy en día en Colombia.

Un grupo, los judíos sefardíes, tiene una larga historia con el país por la conquista de las

Américas. Muchos de estos judíos llegaron al país como conversos, o judíos que se habían

convertido al catolicismo para escapar la Inquisición. El otro grupo, los judíos askenazis,

llegaron a Colombia durante la segunda guerra mundial. Este ensayo compara a los dos grupos e

investiga sus propias historias.

Introducción

El mundo conoce al hispanohablante como un católico, pero en Colombia hay una

minoría importante. Esta minoría lleva una historia en el país que empieza durante la conquista,

igual a la influencia de la mayoría católica. Hablo del pueblo judío. Hoy en día, las dos

comunidades más grandes en Colombia están en Antioquia, afuera de Medellín, y en Bogotá,

pero las dos comunidades se fundaron de maneras diferentes con casi cuatrocientos años en

medio de ellos.

El pueblo antioqueño

Los judíos antioqueños son parte de una historia larga que empieza en España, antes de la

conquista de las Américas. Durante la ocupación musulmana en la península ibérica, los judíos

vivían más o menos con una libertad religiosa. Tenían que pagar impuestos a los reyes

musulmanes, pero no servían en obligaciones militares, y podían seguir sus propias leyes, incluso

utilizar a los tribunales que decidían los castigos (Merriman, 2009). Este estilo de vida se acabó

muy pronto cuando los cristianos del norte empezaron reconquistar a la península.
Los católicos restringían los privilegios y los permisos para los judíos en los territorios

reconquistados. Al principio, los judíos podían practicar su religión y sus costumbres sin ser

castigados, pero no podían construir sinagogas u otros edificios religiosos (Londoño de Franco,

1989). Tampoco podían convertir a prosélitos. Muy pronto los católicos empezaron a limitar las

maneras en que los judíos podían practicar su fe. “Se prohibía santificar el sábado: si los judíos

lo guardaban, recibían cien azotes,” (Londoño de Franco, 1989, p. 92). Había separación de

padres y sus hijos para que no pudieran enseñar el judaísmo a los niños; en lugar de eso, los

niños fueron llevados a los conventos. Allí los monjes les enseñaron la doctrina de la fe católica.

En el caso de un matrimonio mixto, la persona judía tenía que convertirse al catolicismo o

separarse del cónyuge (Londoño de Franco, 1989).

La unión de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, creyó aún más problemas para los

judíos. Cuando era niña, Isabel había prometido a su cura que liberaría a la península de los

herejes, es decir los musulmanes y los judíos. Se estableció la Inquisición en 1480, y de repente

empezó perseguir a los judíos, actuando por espías adentro de la comunidad:

Quienes caían en sus manos sufrían toda clase de torturas, e incluso la muerte en la

hoguera. Entre los ciudadanos conversos de desató un inmenso temor y fuertes recelos:

la gente empezó a sospecha de sus propios familiares y vecinos. Tal intimidación se debía

a que, muchas veces, los informantes se contaban entre la propia familia. Por

consiguiente, y para protegerse a sí mismos, los conversos empezaron a casarse con sus

parientes. De este modo aspiraban a salvar su identidad con la esperanza de que las

futuras generaciones pudieran viajar a otros países donde se les permitiera practicar

abiertamente su fe. (Londoño de Franco, 1989, p. 126)


En 1492 los Reyes Católicos publicaron un edicto de expulsión (Villegas Botero, 2003); los

judíos en la península tenían que convertirse al catolicismo, salir de la región, o morir. Los que

se convirtieron se llamaban los cristianos nuevos, los marranos o los conversos.

La situación de los conversos era una precaria por la simple existencia de la Inquisición.

Ellos externamente abrazaban el catolicismo, pero muchos seguían fieles al judaísmo en hogar

(Villegas Botero, 2003). Por esta realidad, se formó un conflicto de clase entre los “cristianos

viejos” y los “cristianos nuevos.” Este conflicto, “que deja a la larga resultó arma de doble filo,

dejó inicialmente en sus manos el tribunal terrible de la Inquisición contra ‘judíos’ y ‘marranos’

nacionales y extranjeros, facilitó su paso al nuevo mundo,” (Agudelo Ramírez, 1986, p. 162).

De hecho, algunas veces los conversos recibían ayuda para salir. “La Inquisición expidió

certificados acreditando la pureza del linaje a cambio de fuertes sumas de dinero,” (Londoño de

Franco, 1989, p. 130). Tras dos o tres generaciones, la persecución de sus familias no había

disminuido. Por esto, muchos de los conversos viajaron con los conquistadores a los países

desconocidos de América del sur, y “solían conseguirlo por varios medios: falsificando las

pruebas o informaciones, sobornando a los ministros de la Casa o comprando permisos

falsificados de embarque…como marineros o soldados en una armada…” (Agudelo Ramírez,

1986, p. 176). Había muchas maneras de llegar a América del sur, y contra viento y marea, lo

lograron.

Ya que la comunidad conversa en Antioquia ha sido establecida durante casi

cuatrocientos años, ¿cómo llegó a ser una comunidad judía? Pronto después de la fundación del

Nuevo Reino de Granada, la Inquisición cruzó el Atlántico con los españoles y empezó a

imponer el catolicismo al continente. En vez de quedarse en la capital Santa Fe de Bogotá, los

conversos huyeron a la región que hoy en día se llama Antioquia, afuera de la ciudad de
Medellín, para distanciarse de la Iglesia (Villegas Botero, 2003). Desafortunadamente, la Iglesia

llegó a su región, y los conversos tenían que adaptar sus vidas para camuflarse y seguir viviendo

en paz. “En estas condiciones sólo la tradición podía conservar entre viejas y nuevas

generaciones…,” (Agudelo Ramírez, 1986, p. 189). Son estas tradiciones que llamaron la

atención de mucha gente porque las tradiciones que siguen hoy en día no viene del catolicismo,

sino del judaísmo.

Tzitzis, Tallis y Tefilin

Desde la edad de tres años, un niño judío empieza a ponerse cada día un chal como ropa

interior que lleva franjas en cada de los cuatro rincones de la prenda, el tallis katan. Estas franjas

se llaman tzitzis. Los nudos que se forman en los tzitzis representan los 613 mitzvos, o

mandamientos, de Di-s mandó a los judíos (Chabad, Tzitzis). Los hombres judíos se ponen los

tzitzis cada día para acordarles que necesitan seguir los mandamientos o sufrir la ira de Di-s por

ignorarle. Otra prenda que los hombres se ponen se llama el tallis gadol, una prenda que se lleva

durante las oraciones de la mañana, y también lleva tzitzis en cada rincón.

Al viajar por una comunidad judía ortodoxa, siempre se ven los hombres y los niños

andando por la calle llevando los tzitzis, pero no tanto en Antioquia. Muchos de los antioqueños

no saben qué son unos tzitzis, pero las franjas sí son una parte integral de su vida. Para los

antioqueños, los tzitzis y el tallis gadol son algo que se cuelga en la pared de la casa. Hoy en día

la gente no sabe exactamente por qué se cuelga en la pared, pero algunos piensan que trae buena

suerte (Agudelo Ramírez, 1986). Los antioqueños también se visten con un poncho de cotón que

lleva franjas en los cuatro rincones de la prenda y que se parece al tallis gadol. La gente

responde que llevar el poncho y colgarlo en la pared siempre ha sido una tradición “transmitido

de generación en generación” para las familias de la región (Agudelo Ramírez, 1986, p. 175).
Otro objeto religioso que los hombres judíos usan diariamente se llama tefilin. Los tefilin

vienen en un par de dos, hechos de cuero, con volutas de pergamino adentro inscritas de

oraciones. Uno se ubica en la cabeza, donde el cabello se encuentra con la frente, y el otro se

pone por el brazo superior para llamar la atención del hombre a sus oraciones y recordarle que

debe usar todos sus esfuerzos físicos y mentales para servir a Di-s. Algunas familias antioqueñas

mantienen pares de tefilin que han sido regalados de generación a generación sin saber el

significado.

Purificación Ritual

La cultura judía involucra muchas maneras de purificar la vida, y uno de los rituales

diarios pero importantes. Netilas yadaim, o lavarse las manos, es un ritual que recrea el acto de

lavarse las manos que hicieron los sacerdotes judíos en la época del templo. Se hace este ritual

cada mañana al despertarse, después de ir al baño, después de ensuciarse las manos, o antes de

comer (Chabad, Hand-washing). La intención del ritual no es limpiar a las manos físicamente,

sino espiritualmente por quitar cada mal acto que las manos hayan hecho. Varias familias

antioqueñas siguen practicando el ritual de netilas yadaim por tener un aguamanil o lavamanos al

lado del comedor (Villegas Botero, 2003).

Mientras netilas yadaim ocurre con más frecuencia en la vida del judío, el ritual de

purificación más importante es el de mikvah. Un mikvah es la única estructura que permite

venderse la voluta sagrada del Tora para ganar dinero y construirla (Slonim, Mikvah). ¿Por qué

es tan importante? El mikvah es hecho de agua natural que viene de la lluvia, la nieve o el hielo,

y se usa para purificar el alma judía. Cada mes después del periodo menstrual, la mujer judía

espera siete días para asegurarse que no sangre más, y se sumerge en las aguas del mikvah
(Slonim, Mikvah). Desde el instante en que cae la primera gota de sangre menstrual hasta salir

del agua, la mujer judía no debe tocar a su esposo porque está de luto por perder la oportunidad

de convertirse en ser madre. Sin sumergirse en las aguas del mikvah, contacto entre los sexos se

cesa, y no se pueden nacer más generaciones. La mayoría de las casas en Antioquia tienen un

baño de inmersión, un mikvah, en el patio exterior que colecta agua natural para el uso de la

mujer (Agudelo Ramírez, 1986).

Nombres

El nombre es una parte integral de la persona. En los EUA, la mayoría de la población

lleva un primer nombre y/o un apellido que indica su herencia, aunque sea irlandesa o noruega.

Es el mismo para los antioqueños: muchas veces sus nombres y apellidos pertenecen al pasado

judío. Para los primeros nombres, el tema consiste en llamar a la mayoría de los niños con

nombres procedentes del Antiguo Testamento (Agudelo Ramírez, 1986). Una lista larga de los

nombres masculinos se puede encontrar en el apéndice A, y de los femeninos en el apéndice B.

Unos de los nombres más importantes para los hombres son: Abraham, Isaac, y Jacobo, los tres

nombres de los padres judíos. Igual a los padres judíos, los nombres de las cuatro madres judías

son muy frecuentes: Sara, Rebeca, Lía, y Raquel.

La estructura de los apellidos también nos demuestra evidencia de un pasado judío.

Muchos de los apellidos vienen de la época ibérica pre-latina, y por eso contienen una parte

gramatical que se llama el patronímico. Este parte gramatical se añade al nombre del padre para

demostrar que cada niño lleva un apellido relacionado al primer nombre de su padre; se escriben

–ez, -iz, u –oz (Agudelo Ramírez, 1986). Un niño con el nombre de Adán Gonzalez lleva el

primer nombre de Adán, y el apellido Gonzalez indica que es el hijo de un hombre que se llama

Gonzalo. Los patronímicos indican la probabilidad de tener un ancestro judío porque los judíos
utilizan el mismo sistema en hebreo para nombrar a los niños. El patronímico en hebreo es

“ben,” lo que significa “hijo de.” Un niño que se llama Jacobo ben David tiene el primer nombre

de Jacobo, y su padre se llama David. También en el apéndice C hay una lista más completa de

todos los apellidos con procedencia judía.

Los pueblos de la región de Antioquia también sugieren una conexión al judaísmo. Casi

todos los nombres vienen del Antiguo Testamento: Belén, Jericó, o Sinaí, por ejemplo.

El Ladino

Hace un siglo, el español antioqueño se parecía a un español muy antiguo. Compartía la

misma gramática, el mismo uso del vocabulario, y los mismos refranes. “…es

fundamentalmente el uso y el abuso de arcaísmos la característica que más acerca esta forma de

hablar al ladino de los sefarditas porque no sólo aparece dentro del ambiente campesino y

popular sino también entre los escritores más representativos de la comarca,” (Agudelo Ramírez,

1986, p. 188). En otras regiones donde vive comunidades de judíos sefarditas documentadas,

todavía se habla el ladino, español tan antiguo que se parece al idioma de los Reyes Católicos y

su época de la historia.

Evidencia Genética

Durante los últimos 2 décadas, el Grupo de Genética Molecular de la Universidad de

Antioquia (GENMOL) ha sido estudiando las poblaciones colombianas para identificar los genes

responsables en varias enfermedades degenerativas, como Alzheimer prematuro. Los genetistas

descubrieron evidencia importante y definitiva que relaciona los antioqueños directo a otras

comunidades judías.
Hay dos maneras de investigar el ADN tras generaciones. En las mujeres se usa el ADN

mitocondrial porque las mitocondrias, órganos pequeños adentro de cada célula y que fabrica la

energía necesaria para el metabolismo, llevan su propio ADN. Se usa para investigar el linaje

maternal porque el ADN mitocondrial sólo se transmite de madre a bebé.

La segunda manera se usa para los hombres, y es la que nos proporciona evidencia física

sobre el pasado judío antioqueño. El padre transmite una copia del cromosoma Y a cada hijo que

produce, y es una copia exacta. Análisis de los cromosomas Y en la comunidad antioqueña

demuestra que por lo menos 17% contiene este cromosoma (Villegas Botero, 2003); puesto que

sólo se puede transmitir directo de padre a hijo, la presencia del cromosoma Y de los judíos

sefarditas indica que los antioqueños tenían unos antepasados judíos.

Hoy en día

Hay una organización basada in Jerusalén, Israel, Shavei Israel, que se dedica a ayudar a

las comunidades judías del mundo que no tienen acceso a muchos recursos, y que ha sido

subyugado por el no-judío en la sociedad alrededor de la pequeña comunidad. Uno de las

comunidades con la que Shavei Israel trabaja hoy en día es la comunidad de los Bnei Anousim

(Shavei Israel, 2013), o los conversos obligados por fuerza a practicar el catolicismo. Por eso,

los rabinos de Shavei Israel han sido trabajando con la comunidad antioqueña.

Algunos descendientes de los conversos quieren aprender más so bre el judaísmo, y el

pasado robado de sus ancestros. Ezra Rodríguez es uno de los descendientes que se convirtió al

judaísmo. En una entrevista con NPR, Rodríguez explica que poco a poco se dio cuenta de las

diferencias entre la doctrina católica y lo que vio practicado en su comunidad (Forero, 2012): los
ponchos llevados por los hombres, los mikvahs o baños rituales en las casas, familias que no

comen cerdo.

Gracias a la interacción de personas como Ezra Rodríguez con Shavei Israel, muchas

comunidades descendientes de los conversos se han convertido al judaísmo otra vez. Hay

escuelas de hebreo, sinagogas, y panaderías que se dedican a la comunidad nueva de judíos

viviendo allí, alrededor de Antioquia.

Judíos Bogotanos

Al principio de la historia bogotana, no había una gran cantidad de judíos o conversos

viviendo allí. El gobierno católico y la Inquisición eran más fuertes allí, lo que dio miedo a esta

minoridad. Por un tiempo en el siglo XIX, había una polémica entre los antioqueños y los

bogotanos sobre la existencia de un pasado judío en la región antioqueña, según Villegas Botero.

“En 1892, cuarto centenario del descubrimiento de América, se llega al clímax de los ataques

bogotanos contra los antioqueños,” (2003, p. 29). La polémica se acabó, y hoy la comunidad

bogotana acepta que sí, hay una parte judía en la historia de Antioquia y de Colombia. “Nadie

niega hoy la presencia de conversos entre los acompañantes de Colón…Ni se duda del hecho ya

señalado de que los ministros conversos de la última etapa del rey Fernando tuvieron una

intervención destacada en la administración colonial…,” (Agudelo Ramírez, 1986, p. 176).

Había una gran entrada de judíos a Colombia y Bogotá en los años 20 por razones

económicos y políticos. La Gran Depresión de 1929 afectó mal a mucha gente, y la posibilidad

de otra guerra mundial dio miedo a varias comunidades judías europeas, puesto que inmigraron

al país (Hernandez, 2011). El odio antisemítico mostró su lado oscuro en Europa mientras Hitler

y Mussolini ganaban el poder. Por eso, la mayoría de los judíos inmigrando a Bogotá era

europea, o judíos askenazíes pidiendo asilo político, lo que es un contraste a los descendientes de
los judíos sefarditas centrado en la región de Antioquía desde la conquista. La mayoría de los

inmigrantes llegaron de Checoslovaquia, Polonia, Lituania y Alemania (Hernández, 2011).

Al principio del siglo XX, Bogotá “debía haber alcanzado los ciento veinte mil

habitantes,” (Martínez Ruiz, 2011, p. 199). Todavía no tenía muchos sistemas de transporte, y el

crecimiento de otros aspectos urbanos era muy lento, pero seguía. Muchos de los barrios se

urbanizaron poco a poco, planeados por Joseph Eidelman, un inmigrante judío al país (Martínez

Ruiz, 2011) Esto permitió que la ciudad creciera más.

El pueblo judío colombiano sigue creciendo. En 2011 tenía 4.000 personas (Tesone

Milhem, 2011), pero en menos de un año tiene más de 7.000 habitantes viviendo en seis ciudades

(Forero, 2012). Los judíos sefardíes tenían una ventaja cuando vinieron al país: hablaban el

ladino, un dialecto del español. Los askenazíes hablaban yiddish, alemán, o ruso, pero no les

impidió establecerse y prosperar. Pronto iniciaron la industria del crédito (Tesone Milhem,

2011), cambiando la economía de la ciudad y del país. Se construyeron sinagogas, cementerios,

y panaderías para servir a la comunidad. Ya hay tres comunidades grandes adentro de la ciudad:

el Centro Israelita de Bogotá, la Asociación Israelita Montefiore, y la Comunidad Hebrea

Sefaradí de Bogotá (Tresone Milhem, 2011).

Conclusión

Los judíos tienen una historia larga, y muy involucrada con la formación del estado de

Colombia. Los conversos huyeron de la Inquisición y establecieron la comunidad de Antioquia

y sus pueblos cercanos, creando su propia mezcla del judaísmo y el catolicismo. Por las

diferencias entre el catolicismo y el judaísmo, la comunidad de Antioquia se dio cuenta de que es

parte de una historia larga, una herencia de los hijos de Jacobo. Poco a poco los antioqueños
aprendieron sobre la religión judía, y algunos se han convertido para regresar a la herencia

robada de sus antepasados.

En comparación, la comunidad askenazí, centrada en Bogotá, tiene una historia más corta

en el país. Los bogotanos católicos negaban la existencia de cualquier influencia judía en el país

hasta el siglo XIX, cuando los inmigrantes judíos llegaron al país. Ayudaban urbanizar a Bogotá

y cambiaron su economía a una basada en crédito. Hoy en día hay tres comunidades judías

fuertes en Bogotá, dos askenazíes y uno sefaradí. No tienen ningunos problemas con relación a

la mayoría católica. De hecho, siguen creciendo más cada año. Sólo el futuro sabe lo que

pasaría a este pueblo único adentro de Colombia.


Apéndice A: Nombres Masculinos

Abrahám Helí Joel Rafael

Abel Henoc Lázaro Rubén

Absalón Heliodoro Leví Samuel

Adán Hermógenes Lucas Salomón

Adonaí Isaac Marcos Santiago

Andrés Isaías Moisés Saúl

Ananías Israel Melquisedec Simeón

Eliseo Ismale Misael Simón

Eleázar Jacobo Manuel Sofonías

Eliécer Jafet Miguel Tobías

Esteban Jair Mateo Tomás

Ezequiel Jeremías Nañun Tadeo

Felipe Josué Neftalí Timoteo

Gabriel Jonás Natanael Zacarías

Gedeón Joaquín Pablo

Fuente: Agudelo Ramírez, 1986, p. 188


Apéndice B: Nombres Femeninos

Ana Josefa Marta

Abigaíl Judith Magdalena

Betsabé Diva María

Betulia Lía Raquel

Belén Isabel Rebeca

Carmen Noemí Ruth

Dalila Orfa Salomé

Débora Séfora Sara

Ester Mara Susana

Jael Miriam

Fuente: Agudelo Ramírez, 1986, p. 188.


Apéndice C: Patronímicos Hispanos de los Judíos

Abadiente Acevedo
Acosta Calvo Escobar Lacomba Mogadouro
Acuña Calle Escudero Lagarto Montalto
Aguiar Campos España Laguna Montalvo
Aguilar Carbajal Espinosa La Mar Montalván
Aguirre Carrillo Espileneta Lamego Monte
Alarcón Carmona Estela Lara Montero
Alba Caro Falco León Montecinos
Alcalá Castex Falcón Lerma Morales
Alfaro Castillo Faro Lima Morel
Alonso Castro Fernández Lobato Moreno
Alva Catalán Ferrara Lobo Munilla
Alvarado Chacón Flores Lobos Muñiz
Alvarez Chaparro Francés Lomboso Muñoz
Anchorena Chinet Franco López Murcia
Andrae Chinillo Fresco Loria Naón
Angel Clementes Frías Luiz Navarro
Antúñez Cobo Furtacho Luna Nazar
Añez Coloma Galván Maceda Nieto
Arrellano Conde Garay Magro Nones
Arregui Cordero García Malagrida Núñez
Avelaz Córdoba Garriga Maldonado Ocampo
Atias Coronel Garzón Malgarejo Ojeda
Azevedo Cortes Gil Mancilla Oliva
Báez Costa Girón Manuel Olivera
Barón Cota Godínez Mar Olmos
Barreto Cuenca Gómez Martínez Ona
Barrios Cutino González Matienzo Orgóñez
Barro Curiel Gonzalo Medina Orán
Basurto Dávila Granada Mejía Oro
Belazco Delgado Guerrero Meldola Orobio
Belmonte Diamante Guillán Mello Orolio
Bello Días Guevara Méndez Oropese
Bengolea Diego Gutiérrez Mendoza Ortega
Bernal Diez Heredia Menéndez Ortiz
Blanco Dique Hernández Mercado Osorio
Bocarro Dormido Herrera Mesa Pacheco
Bobadilla Drago Huesca Mesquita adilla
Buenaventura Duarte Illán Mexía Pajón
Bueno Durán Insaurralde Míguez Palache
Caballería Durante Jiménez Millán Palma
Cáceres Enríquez Jorge Millar Palo
Calatayud Ergaz Juárez Miranda Pardo
Calderón Errera Justo Mocato Paredes
Paz Ramos Saavedra Sevilla Vallero
Pedraza Randon Salta Sierra Valls
Pedroso Remedios Salto Sobremonte Vargas
Pendones Ribero Salvador Soler Vázquez
Penso Ricardo Samario Solís Vega
Pena Ríos Samuda Tartas Ventura
Peralta Robles Sánchez Tezanos Vera
Pereira Roca San Toledo Verga
Pérez Rocamora Bernardo Tolosa Vicente
Pesaro Rodrigo San Martín Torre Vidal
Pinchón Rodríguez Santa María Torres Villalba
Pima Roíz San Román Trebiño Villahermosa
Pimente Rojas Santangel Triana Villalobos
Pinedo Romano Santillana Triado Villanueva
Pinel Romero Santos Ulloa Villareal
Pinto Roque Santo Spíritu Ullos Ximénez
Pomar Rona Saraiva Uriburu Zacuto
Prado Rosa Saralbo Usque Zamora
Provenzal Rosales Saravia Valedares Zaportas
Pulgar Rosario Sarmiento Valencia Zavala
Querido Rozas Senor Valenzuela
Ramo Ruiz Serrey Valladolid

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