0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 288 vistas36 páginasCuenta Cuentos SALVAT 38
Fascículo 38 de la Colección (39 Producidos)
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OS
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DIVISION DE PUBLICACIONES INFANTILES
Y PEDAGOGICAS DE SALVAT =
«ORGANIZACION MUNDO DE LOS NINOS»
Direccién: Juan Salvat
Direccién de la Division: Ramén Nieto
Edicion y Grabacién: José Gaya
Direccién Antistica: Francese Espluga
Equipo Editorial: Isabel Gortizar, Camila Batlles,
José Luis Sanchez, Edistudio
Canciones: Rosa Leén; coro «La Trepan;
Coro infantil dirigido por M. Sanuy.
Sonorizacién: Gritos y Susurros, S.A.
Publicado por:
SALVAT EDITORES, S.A.
Mallorca, 41-49. Barcelona, 29. Espafia,
© SALVAT EDITORES, S.A., Barcelona, 1984
© MARSHALL CAVENDISH, London, i984
Impreso por:
Cayfosa
Sta. Perpétua de Mogoda (Barcelona), 1984
Depésito legal: B. 2.956-1983
ISBN: 84-345-6148-4
Printed in Spain
Distribucién:
"Marco Ibérica, Distribucién de Ediciones, S. A.
Carretera de Irin, Km. 13,350
Variante de Fuencarral ~ Madrid (34)
Direceién en Argentina:
Salvat Editores Argentina, S.A.
Corrientes, 2777. BUENOS AIRES,
Distribuidor para la Capital Federal y el Gran Buenos Aires:
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el interior: Distribuidora SADYE, S.A. Belgrano, 355,
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Casilla 2957. QUITO,
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Gran Avenida, Edificio Arauca. CARACAS.
Titulo Mustrador Narrador 2
El bail de los ladrones Claire Mumford ‘Marta Martorell 4
Los desafios del toro ‘Malcolm Livingstone Rafael Turia
Con un pie (cancién) Irene Bordoy Coro infantil,
La bruja que consiguié flotar‘? Tony Ross Marta Angelat
Grogro, el ogro dorado Peter Dennis José Gaya
El regalo invernal de Bernabé® Mike Atkinson Marta Angelat
El sapo vanidoso Richard Hook Rafael Turia
(0) Ann Burnet; 2) © Pam Ramage
Administracién de suseri
Salvat, S.A. de Distribuc
Arrieta, 25 - Pamplona (1
jones:
Navarra)arta se habia quedado sola en Al fin dio con una
casa y estaba muy aburrida. vieja llave de cobre
“Ya sé”, pensd, “subiré a por micasa que encajaba en la
de mufiecas y jugaré con ella”. cerradura. Al abrir la
Conque subié al desvan, que estaba
Ileno de cajas, bates, viejas alfombras, susto enorme,
muebles y ropa, y hallé su casa de pues del baul
mufiecas en un rincon.
Pero cuando iba a cogerla, se fijé en
el negro bauil de madera que su tio
Enrique habia enviado de Italia. Sus
padres le habian dicho que no tenia
Ilave, porque su tio no queria que
nadie lo abriera. 4
Era un bail muy grande, tachonado?
con clavos. Marta se moria de ganas
de ver lo que habia dentro, g
y penso: “Ojala tuviera la Ilaye.”
De pronto record6 que,en ely
armario de la ropa blanca
habia una cesta con _
llaves, yrtd no saliade su asombro: del “
bauif surgié un segundo individuo,
_ de mediana estatura y moreno como
“el primero, y luego“un tercero, tan
moreno como los otros dos; pero mas
bajito y grueso.
Los tres llevaban largas casacas
de terciopelo carmesi, con galones
dorados, y calzones de satén azul.
Lucian sombreros de ala ancha
adornados con cintas, aretes de oro
en las orejas y cuchillos y espadas en
el cinto. Tenian los ojos negros y
4
“ prillantés y unos bigotes muy larg:
iCaramba, qué pesados sois!
—dijo el mas gordo—. Me habéis dejado
planchado.
‘Ahorrate esos comentarios
—replicé el de mediana estatura.
—Permite que nos presentemos
—tercid el mas delgado—. Este e:
fialando al gordo—
presage al mediano
‘No hay en el mundo bandidos
temibles que nosotros.SSS = =
—iEs terrible! -exelamo Marta.
—Cierto dijo Victor—\Somos
terribles.
—Unos bandidos de lo mas
perversos— afiadid Beni.
—Pero podriais dejar de serlo.,
Luigi se sentd en\una vieja butaca y
se enjugo la frente con un pafiuelo de
seda amarillo, mientras Beni y Victor
miraban asombrados a Marta.
iY de qué ibamos a vivir?
—preguntaron los tres a un tiempo.
—Podriais conducir un autobus,
SSS ——
o ser Oficinistasyo, botones; 0 policia
—(Polidias, dice8%iPero silo
nuestro es robar!
—Sé que es dificil, pero podriais
intentarlo,
—iNi hablar! —exclamo Beni—.
Somos bandidos y lo seguiremos siendo’
mientras haya gente a quien robar.
—iHermanos! ~dijo Victor dé
pronto—),ya que estamos aqui, robentos
en esta casa.
—iEso! -convinieron 10s otros.
Beni se volvio a Marta y le dijo:
—No te muevas de aqui. Si dasun paso, date por muerta. Pero no
te inquietes, no lo he dicho en serio;
jamés hariamos dafio a una nifia
tan encantadora como tu.
Los tres ladrones bajaron
sigilosamente las escaleras, pistola
_ en mano y con el cuchillo entre los
dientes.
Cuando regresaron, Luigi llevaba
un monton de los mejores vestidos de
Marta; Victor, un candelabro de bronce
y un reloj de cocina, y Beni, un
estuche de cubiertos y un viejo abrigo.
_ -—iEs estupendo volver a robar!
—dijo Victor.
Ne Luego se sentaron en el suelo y
» dieton buena cuenta de los pasteles
el vino que habian robado en la
- despensa.
En aquel momento sond
el timbre de la puerta y los
_ ladrones se levantaron de
un salto empufiando sus
shillos. Marta corrié a la
entana y vio que sdlo se
a del cartero, pero
le dio una idea.
~ Los ladrones se
echaron a temblar y
p mn:—Serd eso —dijo
Luigi.
_ Marta se sent
+ entonces sobre la
tapa y el baul se
cerré con un clic.
Luego, con una
sonrisa de
satisfaccion, gird la
Ilave en la cerradura.
Este cuento viene a
demostrar que mas vale
* no meterse en lo que no nos
incumbe, porque si Marta no
hubiera abierto el baul de tio
- P - Enrique, ahora no tendria que
% cargar con el botin de los ladrones
(Son muchos? ;
i ara Ilevarlo abajo.
—Ciento doce —contest6 Marta, para llevarlo abajo.
fingiendo que los contaba.
—iEstamos perdidos! —dijo Beni.
—éVan armados?
—Uy, si, con pistolas, espadas,
fusiles, hachas y hasta cafiones.
—iNo tenemos salvacién! —volvi
a decir Beni.
—No os preocupéis, que yo os
salvaré. Volved a meteros en el baul
para que no os encuentren. iRapido,
que se acercan! =
Luigi se metié de un salto en el bath;
y se tumb6, seguido de Beni y por
ultimo de Victor, quien, tras besar la
1 mano de Marta, se tumbo sobre los
otros. Marta intent cerrar la tapa
- del baul, pero no pudo y dijo:
—Tenéis que encogeros mas.
—Yo hago lo que puedo
—respondio Victor—. Sera que
hemos comido demasiados paste!
porque antes bien que cabiamos.1 toro correteaba por la Ilanura
contento y satisfecho de si mismo,
pese a estar muy gordo, porque era
demasiado perezoso para gastar sus
energias, y pese a ser muy tonto,
porque era demasiado perezoso para
hacer trabajar el cerebro.
Cuando se encontr6 al elefante, dio
unas coces y exclamé:
“Soy el toro mas fuerte e inteligente
de la llanura.
Nadie, ni en tierra firme ni en el mar,
me puede ganar.
Yo te desafio.”
8
—iY a qué me desafias? —preguntd
el elefante.
—A que te sostengas sobre la cabeza.
El elefante se arrodillé sobre sus
gruesas rodillas delanteras, apoyo la
cabeza en tierra e intentd sostenerse
sobre ella, pero fue inutil.
El toro rompio a reir tan fuerte,
que se quedo sin resuello. El elefantese levanté y dijo con gran decision:
—Demuéstrame como te sostienes
tu sobre la cabeza.
—Te lo habria demostrado ayer, y
quiza te lo demostraré mafiana, pero
hoy no, porque he pasado mucho rato
tumbado al sol y me duele mucho la
cabeza.
Y con esto se dio media vuelta y se
fue. Al llegar al borde de la ciénaga
y toparse con el rinoceronte, el toro
alz6 la cabeza muy alto y exclamé
con arrogancia:
“Soy el toro mas fuerte e inteligente
de la llanura.
Nadie, ni en tierra firme ni en el mar,
me puede ganar.
Yo te desafio.”
—/Y a qué me desafias? —pregunto
el rinoceronte.
—A que brinques sobre tres patas.
El rinoceronte encogié su pata
delantera izquierda, dio un brinco,
se tambale6 y. cayé de bruces en el
lodo. El toro rompié a reir tan fuerte,
que hasta le dolian las costillas.
El rinoceronte se levanté y dijo:
—Demuéstrame como brincas tu
sobre tres patas.
—Te lo habria demostrado ayer, ymi oreja! Apuesto a que no puedes
sostenerte sobre la cabeza.
—Si puedo.
quiza te lo demostraré mafiana, pero Y el raton se puso boca abajo,
hoy no, porque me duelen las patas de _—_agitando las patas en el aire y
tanto correr. sonriendo de oreja a oreja.
Y con esto se dio media vuelta y se —Es muy facil cuando no te duele
fue. Lleg6 a la cima de una colina, la cabeza como a mi. Pero apuesto a
donde no habia un alma a la vista, y que no puedes brincar sobre tres
dijo muy satisfecho: patas.
—Todos se esconden, porque temen —Si puedo.
que yo les desafie. Y el ratén encogio su pata delantera
En esto, de un agujero salié un derecha y empezo a brincar como
raton colorado y le dijo: una pelota de goma.
—iPor qué no me desafias a mi? —Es muy facil cuando no te duelen
El toro solté una sonora carcajada. las patas como a mi, pero apuesto a que
—A ti? iSi no eres mds grande que no puedes...—iQué dices, hombre?
El toro se devano inutilmente
sus sesos de mosquito, tratando de dar
con la respuesta. Entonces, al mirar
hacia abajo, vio un gigantesco arbol
cuyas ramas parecian los brazos de
un gigante.
—Apuesto a que no puedes derribar
ese Arbol.
El raton colorado suspiré y dijo,
sin aparentar asombro:
—Eso es mucho para un ratoncito
como yo, pero puesto que eres tan
grandote, épor qué no lo intentas
tu? A ver...
Sin pensarlo dos veces, el toro
contesto:
—Lo derribaré de un cabezazo.
Y se lanzo por la colina y arremetié
de cabeza contra el arbol. Pero éste
ni siquiera se estremeci6, conque
el toro subid de nuevo la cuesta y dijo:
—Eso ha sido para aflojarle las
raices.
Y volvié a arremeter de cabeza
contra él drbol, logrando esta vez
desprender una hoja de sus ramas.
Cuando regreso a la cima de la
colina, jadeante y agotado, el toro dijo:
—Me siento muy mal.Y cayé sobre la hierba,
inconsciente y con los ojos cerrados.
El raton descendi6 entonces hasta
el Arbol y se puso a mordisquear el
recio tronco. En esto aparecieron el
elefante y el rinoceronte, que se
sentaron para observar lo que hacia
el raton.
Tras varias horas, el arbol dio
un suspiro, agitd sus hojas e incliné sus
ramas hacia el cielo; pasado un rato,
cuando el sol se puso y las sombras se
alargaron, el drbol gimié y se inclind
hacia la ladera. El raton, el elefante y el
rinoceronte corrieron a ponerse a
2
salvo, pero el toro, que seguia
inconsciente, no se movid. Por espacio
de un minuto, el arbol quedé como
suspendido en el aire, y por ultimo se
desplom6 estrepitosamente.
Nadie se movio ni dijo una palabra.
De pronto, las hojas y las ramas del
Arbol se estremecieron y el toro asomo.
la cara, anonadado y cubierto de tierra.
El elefante, el rinoceronte y el rat6n
rompieron a reir tan fuerte que se
quedaron sin resuello y hasta les
dolian las costillas, mientras el toro les
miraba indignado, pues aquello no
le hizo la menor gracia.
BD ea,Con un pie, con un pie,
con un pie, yo bailo;
con un pie, con un pie,
yo bailo con un pie.
Con dos pies, con dos pies,
con dos pies, yo bailo;
con dos pies, con dos pies,
yo bailo con dos pies.
Con un brazo, con un brazo,
con un brazo, bailo;
con un brazo, con un brazo,
con un brazo bailo yo.
Con dos brazos, con dos brazos,
con dos brazos bailo;
con dos brazos, con dos brazos,
con dos brazos bailo yo.
“€ON UN PIE
Con Ia cabeza, con la cabeza,
con la cabeza bailo;
con la cabeza, con la cabeza,
con la cabeza bailo yo.
Con todo el cuerpo, con todo el cuerpo,
con todo el cuerpo bailo;
con todo el cuerpo, con todo el cuerpo,
yo bailo y lo paso bien.
Cuando estamos contentos,
nosotros bailamos (bis).
Bailamos con los amigos,
bailamos con las amigas,
bailamos con el novio,
bailamos con la novia,
bailamos con el marido,
bailamos con la mujer.
Y asia todos juntos
ustedes nos pueden ver (bis).
Con un pie, con un pie,
con un pie yo bailo,
con un pie...a bruja Calixta se hallaba tendida luna, échese en un puchero jugo de
en la hierba junto al rio, repasando ~—murciélago...
su libro de encantamientos. La jefa Calixta se tumb6 sobre la hierba
de las brujas le habia ordenado que y observ6 las algodonosas nubecillas =
practicara algunos hechizos, pero que flotaban en el cielo.
hacia mucho calor y a ella no le —iCémo me gustaria ser una nube
apetecia ponerse a trabajar. De todas y flotar...! Pues eso es lo que haré:
formas, como estaba muy aburrida, aprender a flotar.
casi sin querer empezo a leer... Volvio las hojas del libro, hasta
—Como transformar una rana en dar con un encantamiento que tenia
un principe —ley6 entre bostezos—... por titulo: “Cémo convertirse en una
Témense tres cucharadas de polvo de nube”.
14“Como una nube de algodon,
que flota en el firmamento,
asi quiero ser yo.
Abracadabra.”
Subitamente, Calixta empez6é a
elevarse hacia las nubes y se quedd
flotando suavemente entre ellas.
—iQué sensacién tan agradable!
iOjala pudiera verme ahora mi jefa!
—iQué es esa manchita negra
tan curiosa? —preguntaba la gente que
veia a Calixta flotar en el espacio.
En aquel preciso momento el
hechizo se desvanecié y Calixta
comenzo a caer y a caer... hasta
aterrizar en el rio.
—iSocorro! iMe ahogo!
—iPor qué no aprendes a nadar?
—pregunté una rana que observaba los
esfuerzos de Calixta por salir del
agua.
—No quiero aprender a nadar,ge é /
lo que quiero es flotar. Veamos, équé Pero de pronto noté que algo
otra cosa flota aparte de las nubes? humedo y frio bafiaba sus pies, y al
iClaro, un barco! Pues buscaré un incorporarse vio que el bote se llenaba
encantamiento para un barco. de agua.
Volvié a mirar en su libro de Calixta intent6 achicar el agua
hechizos y hallé uno que decia asi: con su sombrero, pero el nivel del agua
no paraba de subir y el bote se hundia
mas y mas, hasta que desaparecié por
completo.
—iSocorro! iSocorro!
“Haz que aparezca un barco
en medio del ancho rio,
pues en él me tenderé
y de esta manera flotaré.”
WYIVL
Al instante aparecié ante sus ojos
una barquita roja, junto a la orilla.
Calixta subi6 a ella y se alejé hacia
el centro del rio.
—iQué delicia! —exclamé mientras
flotaba comodamente. on
typ
16—Siempre terminas en el agua Calixta cerr6 los ojos y escuchd
—se mof6 la rana—. éPor qué no el suave murmullo del agua, mientras
aprendes de una vez a flotar en la orilla yacia olvidado su libro
como yo? de encantamientos.
—Eso es justamente lo que
pretendo, pero no resulta nada facil,
al menos para mi.
—Solo tienes que imitarme. iAnda,
sé valiente!
La rana se tendid de espaldas y
Calixta hizo lo mismo, y como la
rana era buena maestra, pronto
aprendio a flotar.
—Esto es mucho mejor que esos
estupidos encantamientos que siempre
salen mal. No sabes bien lo feliz que
me siento. " = 7 |
7C ‘6mo llegaré a la ciudad de los ogros ae ?
negros? —pregunté Grogro. 5 Me
—Més allé de las montaiieseammes! nadie
conoce,eheaiiiine —respondid Boren
=Yo iré contigo —dijo su padre—, y juntos
hallaremos el camino:
Bogro, muy enfadado consigo mismo~. Bueno,
0 lo diré. Existe un camino,
pero antes iremos a mi casa.
La casa de Bogro parecia una inmensa cabeza
con cuernos.
De ae ae
Meee eu ese erred
ee ae eee
Ra Cea tute
—Estas espadas estan manchadas con la san;
de un dragén rojo. En cuanto ce }Bogro cogié una jaula en cuyo interior gemia un
ser blanco y diminuto con seis patas, tentaculos
en vez de brazos y una cabeza con un solo ojo
y un afilado cuerno.
—iCércholis! —exclamé el padre de Grogro.
Grogro sintié léstima de aquel animalito
enjaulado.
—A que no adivindis qué es —dijo Bogro.
—No sé... —contesté el padre de Grogro.
—Uno de esos bicharracos de que me hablaste
jo Grogro.
—En efecto. Como véis, es muy joven 2Queréis
saber cémo lo consegui? Pues se lo robé a su
madre cuando los bicharracos nos atacaron.
Yo no conozco el camino que se extiende mds
alla de las montafias, pero el bicharraco nos
lo mostraré.
Parfieron al anochecer y al llegar al empinado
sendero que atravesaba las montafias carmesi,
donde sélo habitaban dragones azules
y gigantescos pdjaros de tres cabezas, los
nubarrones se habian disipado.
Bogro preparé un estofado rarisimo, sobre el que
danzaban unas llamitas verdes y coloradas
y que era una receta de los dragones colorados.
Esto nos dard fuerzas para el camino.
Tres dias tardaren en cruzar las montafias, y ol
fin llegaron a una llanura azul cubierta por una
especie de melaza en la que se ocultaban
extrafias criaturas que parecian pece:
El bicharraco nos indicaré el camino —dijo
Bogro, y abrié la jaula.LG SAA
Grogro habia intentado hacerse amigo del SAS
bicharraco y éste le habia picado y mordido: z ‘i gy” Dnvayp
pero ahora que la javla estaba abierta, parecia KS a
que no queria separarse de Grogro. LRT .
Bogro le propiné un puntapié y dijo: ce Gy GY |
—Hala, vete con tu madre, bicharraco.
Grogro, y cogié al bicharraco
para murmurarle unas palabras al ofdo. Luego
volvié a depositarlo en el suelo y el animal eché
a correr hacia la llanura azul.
Bogro, Grogro y su padre siguieron al
bicharraco por unos senderos tortuosos
y cubiertos por una espesa niebla negra.
Lentamente, la llanura de melaza azul se fue
transformando en un terreno rocoso, negro y
reluciente. Al séptimo dia de haber
emprendido el viaje, oyeron alo lejos
unos rugidos y alaridos que se h
potentes a medida que avanzaban.
Stbitamente se despejé la niebla y vieron ante
ellos un gigantesco risco que se elevaba sobre
un rio de fuego, rojo y burbujeante, en el que
unos monstruos arrojaban llamas y espumas rojas
y amarillas entre gritos y rugidos. Grogro y sus
acompafiantes intuian que el final de su aventura
se acercaba.
allé del rio, sobre unas negras y afiladas d
rocas, se alzaba una ciudad de torres negras
como la noche, retorcidas, inclinadas y unidas
entre s/ por cientos de puentes sobre los que
flotaban extrafios globos rojos. Las tres torres
"*.
més altas tenian forma de espiral y sus cimas
parecian rozar los negros nubarrones.
Wea—iSe va a matar! —grité el padre de Grogro.
Grogro salté de manera subi
Su padre corrié,
hacia el borde del
acantilado y miré hacia
abojo, viendo a Grogro
y al bicharraco flotar
sobre la ardiente marea.
Los ogfos se quedaron pasmados. Al parecer,
no existia medio de llegar a la ciudad, pues
no habia puentes, ni caminos, sino sélo el
rio en llamas.
—Esos ogros negros sabran volar... >dijo
el padre de Grogro.
| =Sj, pero nosotros no, conque es mejor
que regresemos a casa —contesté Bogro-
Grogro se agaché para acariciar e! cuerno
del bicharraco y éste le condujo con su
| “tentdcule hasta el borde del riste, Luego
se soltd y se preci
—iEstdn vivos! INo se han
quemado ni se han
chogado!
—IEs imposible! —dijo
Bogro.
Entonces, el padre de
Grogro salté también
y Bogro grité:
—IOs atraparén los monstruos!
En aquel instante, un monstruo de fauces inmensas
cayé sobre los tres.
—ISe los ha tragado! —dijo Bogro con tristeza.Pero el monsiruo se alzé sobre el furioso oleaie
¥ arrojé una yaharada de burbujas rojas hacia la
ciudad, En el interior de sendas burbujas se
hallaban Grogro, su padre y el bicharraco,
que desaparecieron entre las negras torres.
=Menuda manera de viajar se dijo Bogro,
sintiéndose més animado.
=4Qué hago, salto o nd salto? Bueno, pues
saltaré.
Y salts. Cuando aterrizé sobre la marejada
de llamas coloradas, le parecié como si
se hallara acostado sobre un mullido lecho tras
un largo viaje. De pronto, la ola de espuma
roja se precipité como una cascada por la
garganta de uno de los monstruos.
Cuando la bestia estuvo saciada, arrojé por sus
fauces una bocanada de burbujas y espuma y
aparecié Bogro, flotando dentro de una burbuja
hacia la ciudad para reunirse con sus leales
amigos.
[Enel niece 39 sign los averted os es compateros ena cdod
Eeibvoges notEl regalo
invernal
de Bernabe
ernabé, el armifio que vivia en
Escocia, estaba muy preocupado
porque el frio arreciaba y todos los
otros animales tenian un hogar
confortable donde pasar el invierno.
El tejon habia cavado con sus
poderosas garras un hoyo profundo
en la ladera. La ardilla, tras ocultar sus
nueces, se habia echado a dormir
en su casita del arbol. El erizo dormia
placidamente bajo un montén de
hojas otofiales.
—Pobre de mi, équé voy a hacer?
éDénde pasaré el invierno? —se
lamentaba Bernabé-. Y ahora se
pone a nevar. iLo que faltaba!
Miro su hermoso pelo castafio
y vio que comenzaba
a volverse blanco.
—Esto es
porque me
preocupo
demasiado.
Tré a pedirle
consejo a la nutria.
La nutria vivia en el
lago, en las raices de un arbol.
—Amiga nutria, despierta,
por favor, necesito tu ayuda.
—(Qué quieres?
—No tengo un hogar donde
pasar el invierno y mi pelo se
vuelve blanco.
© siento, aqui no hay
* sitio. ¢Por qué no acudes al
btiho?
aes no, ése es capa. dePero cuando fue a ver al erizo,
s6lo oy6 sus ronquidos entre las
hojas.
—Ya no se despertara hasta la
primavera.
Bernabé se encamin6 entonces
hacia el arbol donde vivia la ardilla
y grito con todas sus fuerzas:
—iDespierta, ardilla, por favor,
necesito tu ayuda!
—vYa es primavera?
—Atin no, pero no tengo un hogar
confortable donde pasar el invierno
y mi pelo se vuelve blanco.
—Veremos qué se puede hacer.
Pero antes tengo que comer unas
nueces. éDénde las habré metido?
—Las has escondido al pie de ese
abeto.
—Gracias —dijo la ardilla, y eché a
correr por la nieve, que empezaba
a cubrir el bosque como una inmensa
alfombra blanca—. No sé como
resolver tu problema, porque en mi
Arbol no hay sitio, asi que te aconsejo
que te busques un hogar donde pasar
el invierno. Asi dejarés de preocuparte
24
y tu pelo se pondra castafio otra vez.
iBrrr, qué frio hace! Voy a acostarme
en seguida.
“Valiente ayuda”, pensdé Bernabé.
“No sé como hacer para construirme
un hogar donde pasar el
invierno.”
En aquel instante aparecieron
dos caballitos a galope por la mullida
nieve, y al ver a Bernabé se pararon
en seco.
—iSi es un pequefio armifio! —dijo
uno—. Como son tan blancos, apenas
se les ve en la nieve.
—vEs que todos los armifios tienen
el pelo blanco en invierno? —pregunté
asombrado Bernabé.
—Pues claro —dijo el otro
caballito—. Asi los cazadores y las fieras
del bosque no les ven.—En el norte de Escocia todavia son
mas blancos —explico el primero—,
excepto la cola, que es negra.
-iY yo crefa que me volvia blanco
de tanto preocuparme por no saber
donde invernar!
—Tu nuevo pelo blanco es un don
de la madre naturaleza. A nosotros
también nos da un pelo mas calentito
en invierno, para que no tengamos
que invernar.
—éY no tendré que buscar un
hogar donde pasar el invierno, como los
erizos y las ardillas...?
—Asi es, porque tu eres como
nosotros. Ademés, es facil hallar
un refugio de dia o de noche si
hace falta.
—iQué buena noticia! Gracias por
haberme ayudado.
Los caballitos
sonrieron
y dijerona
Bernabé:
—Vente con
nosotros. Te
llevaremosa #
un lugar, que
no esta muy
lejos de aqui,
donde viven
armifios como tu.
Y Bernabé se fue con sus dos
nuevos amigos, muy contento de no |
tener que preocuparse mds, al menos
de momento, acerca de dénde pasar
el invierno.
Una de las mejores cosas de esta
vida es tener buenos amigos. Siempre
te pueden echar una mano.1 sapo se hallaba tumbado en el
suelo de su celda, desesperado
y sin querer probar bocado.
—iAy de mi, jamas volveré a ser
libre!
El carcelero tenia una hija, una nifia
muy bondadosa, que un dia dijo a
su padre:
—No soporto ver a ese pobre
animal tan desgraciado. Yo misma le
daré de comer y haré que se anime.
A medida que pasaban los dias,
el sapo se recupero y casi parecia el
mismo de siempre. Pero una mafiana
que, haciendo gala de su ingenio, le
contaba sus andanzas a la hija del
carcelero, ésta le interrumpio y le dijo:
—Escucha, sapo, tengo una tia
que es lavandera...
—Ah, eso no tiene importancia,
yo tengo varias tias que parecen
lavanderas.
—Calla, me das dolor de cabeza.
Como te decia, tengo una tia que
lava la ropa de los prisioneros en este
castillo. Se lleva la colada el lunes:
y la vuelve a traer el viernes por la
noche. Hoy es jueves, y se me ocurre
que si se lo pides amablemente y le das
unas monedas de oro, quiza te preste
su ropa para que puedas escapar
disfrazado de lavandera. Os parecéis
bastante, sobre todo en el tipo.
—Yo tengo un tipo elegantisimo
—protestdé el sapo—. {Cémo voy a
pasearme por ahi disfrazado de
lavandera?
Pero, tras darle muchas vueltas,
= el sapo acabé por acceder. Conque a latarde siguiente la nifia llevo a su
tia y ésta, a cambio de unas monedas
de oro, dio al sapo su vestido de
algodon, su chal y su gorro negro.
La nifia vistié al sapo con las ropas
de la anciana y le dijo riendo:
—Eres su vivo retrato. Ahora, adiés,
amigo sapo, y buena suerte.
EI sapo partid muy asustado. Al
cabo de un rato, que a él se le hizo
eterno, cruzé el ultimo patio y oyé que
la verja se cerraba tras él. Cuando
sintid el aire fresco del exterior sobre
su frente, comprendié que era libre.
Se encamin6o rapidamente hacia
Ja ciudad, sin saber muy bien lo que
haria una vez alli, y al divisar unas
luces rojas y verdes y oir el ruido de
una locomotora, penso: “iQué suerte
la mia! Una estacion de ferrocarril es
justamente lo que necesito en estos
momentos. Me siento feliz.”
Se arropé, pues, en su chal y se
dirigié a la estacion, donde comprobé
que a la media hora salia un tren que
paraba cerca de su casa. “Mejor
que mejor”, se dijo el sapo, y seacerco a la ventanilla para adquirir un
billete.
Pero entonces record6 horrorizado
que habia olvidado la chaqueta y el
chaleco en su celda y que no tenia
dinero. Desesperado, se paseo arriba y
abajo del andén mientras unas gruesas
lagrimas rodaban por sus mejillas.
No tardarian en descubrir su huida,
saldrian en su busca, le atraparian
y le devolverian a la carcel. {Qué hacer?
Mientras cavilaba, se encontré de
pronto junto a la locomotora.
—iHola, buena mujer! —le saludé el
maquinista—. (Qué sucede? No
pareces muy alegre.
—Ay, sefior, soy una pobre
lavandera y no puedo sacar billete,
porque he perdido mi dinero. Y esta
noche es preciso que esté de vuelta en
casa. (Qué voy a hacer?
—iConque has perdido el dinero y no
puedes sacar billete? Y supongo que
tus hijos te estaran esperando...
—Si, y los pobres estaran muertos
de hambre y hardn alguna diablura.
iAy de mi! GQué voy a hacer?
—Veo que eres lavandera. Pues bien,
si te comprometes a lavarme unas
camisas en tu casa y a envidrmelas
luego, te llevaré en mi locomotora.
La tristeza del sapo se trocé en
alegria en cuanto pis6 la cabina del
madquinista. Por supuesto, él jamas
habia lavado una camisa ni sabia como
hacerlo, pero penso: “Cuando Ilegue a
casa enviaré a este hombre algun dinero
para que le laven la ropa y con esto
se conformara.”
aEI guardaagujas agité la bandera
y el tren partié de la estacion. De
pronto, mientras el sapo pensaba en
lo que iba a cenar al llegar a casa, el
maquinista saco fuera la cabeza y
dijo:
—Qué raro, éste es el ultimo tren
que sale esta noche y juraria haber oido
otra locomotora que nos seguia. iY
no me equivoco! Se acerca un tren a
toda velocidad, como si nos
persiguiera.
El sapo se qued6 helado y,
agazapado entre el carbon, traté de
encontrar alguna solucién valida.
—iNos van a alcanzar! —grité el
madquinista—. El tren va lleno de
individuos que parecen antiguos
carceleros armados con alabardas,
y policias con porras y otros tipos que
agitan pistolas y garrotes... iMe
ordenan que me detenga!
El sapo cayé de rodillas entre
los carbones y alz6 una pata para
suplicar:
—iSalveme, buen hombre! No soy
una lavandera ni tengo hijos que
me esperen en casa. Soy el sapo, mehe escapado de la carcel y esos tipos
me persiguen. Si vuelven a cazarme,
me condenaran a cadena perpetua.
iQué desgraciado soy!
El maquinista le miré severamente y
dij
—Presiento que eres un bribén,
pero puesto que te hallas en apuros, te
ayudaré. No me gusta que la policia
me ordene detenerme cuando
conduzco mi locomotora. Ademas,
me da ldstima ver a un animal tan
desesperado. Asi pues, no te
desanimes, amigo sapo, que yo haré lo
imposible por librarnos de ellos.
El sapo y el maquinista empezaron
a echar més carbén en la caldera y
el tren aceleré la marcha. Pero no habia
forma de distanciarse de sus
perseguidores.
30——
—Es inutil, amigo sapo. No te
queda mas que una soluci6n, asi que
presta atencién. No lejos de aqui
hay un tunel, pasado el cual la via
atraviesa un bosque. Cuando pasemos
por el ttinel, yo aceleraré todo lo que
pueda y luego frenaré para que saltes y
te ocultes en el bosque. Asi que
preparate para saltar cuando te lo
ordene.
EI tren atraveso el tunel a toda
marcha y cuando se lo ordené el
maquinista, el sapo salté del tren.
Cay6 rodando por un terraplén, se
levantd ileso y corrié a esconderse
en el bosque. Luego asomé la cabeza y
vio que el tren adquiria velocidad y
desaparecia envuelto en una nube de
humo. A continuacién aparecié la
locomotora que lo perseguia, avanzando
a todo vapor y silbando, mientras
sus ocupantes blandian su armas y
gritaban:
—iPara! iPara!
Cuando la locomotora hubo
pasado, de largo, el sapo se echo a reir
por primera vez desde que lo metieran
en la carcel.
Pero entonces se dio cuenta de
que habia anochecido, de que hacia frio
y de que se hallaba en un bosque
deconocido, sin dinero, muerto de
hambre y lejos de sus amigos y de
su casa. Fue a refugiarse en un drbol
hueco, y con unas ramas y unas hojas
se preparé un cémodo lecho donde
acostarse hasta que se hiciera de
dia.
(En el nimero 39 sguen as aventura del sap0)ely
GUENnCS)
interesantes aventuras,
componen un bello relato,
y ‘
completaran el n.* 39, cuyo contrapunto
musical seria cancién fitulada