La Acción General de Competencia Desleal
Introducción
Luego de un siglo de debate y confrontación, podemos afirmar que las ideas
liberales o neoliberales se han impuesto, al menos por el momento. Este hecho trae
consigo una serie de efectos que se desarrollan en la sociedad, sobre todo en el aspecto
jurídico. Es esta la forma en que la economía determina la superestructura jurídica.
En el orden jurídico, las teorías económicas liberales o neoliberales han logrado
revalorizar el principio de la autonomía de la voluntad, el cual se impone entonces por
su utilidad social. Según esta doctrina, la justicia contractual no puede estar
determinada desde el exterior y de manera objetiva. Son las convenciones ellas mismas,
por el libre juego de la oferta y de la demanda que crean lo justo.
La justicia contractual es un hecho natural determinado por la libertad ella
misma. No obstante, una libertad absoluta se convierte en un arma de destrucción. Por
ello, se entiende que deben existir límites a las posibilidades, con el fin de eliminar los
excesos. De esta forma, se concibe una nueva forma de acción del Estado.
1. Una nueva forma de control o de intervención estatal
En efecto, la competencia rara vez es realmente libre. En un estado puramente
libre ella es salvaje entre fuertes y poderosos y los pobres y débiles que no se “adaptan”,
tienden a desaparecer. Bajo esta premisa nos hemos visto en la necesidad de reconocer
que la transparencia del mercado existe raramente entre competidores.
En este extremo, el ejercicio en extremo y abusivo de la libertad causa la
autodestrucción por la generación de monopolios, reduciendo el pretendido beneficio
social de la competencia, lo cual justifica su reglamentación.
El deseo de reglamentar la competencia y sus efectos ha dado nacimiento de
una serie de reglas nuevas. Desde otro lado, hemos podido observar que las ideas
socialistas han incidido en la humanización de las reglas jurídicas, cuya convergencia
con las ideas de libre competencia han generado una concepción nueva en el Derecho,
dando nacimiento, por ejemplo, al Derecho de los Consumidores y al Derecho
Antimonopólico o de la Competencia, para proteger a los más débiles1.
A partir de este nuevo fenómeno se intenta garantizar la libertad de competencia
como medio de lograr un mayor beneficio social. Esta libertad tiene como contenido
“la posibilidad o facultad de ser rival. Esto implica, de paso, varias cosas; por un lado,
la existencia de una libertad de acceso o de entrada a un mercado determinado, es decir,
al ejercicio de la libertad económica, y, por el otro lado, a la libertad de permanecer o
sobrevivir dentro del mercado correspondiente.”2
2. Evolución General de la Competencia Desleal
Asumiendo el estudio de la evolución de la competencia desleal, podremos
darnos cuenta que la noción de comercio y la de competencia no están vinculadas
irremediablemente. Al contrario, su vinculación es de origen reciente. La competencia
sólo puede darse en una economía de mercado fundada sobre la intensidad de los
intercambios, la libertad de escogencia individual de los compradores, la autonomía de
acción y de organización de las empresas productoras de bienes y de servicios.
a. Evolución en la Edad Antigua y en la Edad Media
1
GHESTIN, Jacques y FONTAINE, Marcel. “La Protection de la Partie la Plus Faible dans les Rapports
Contractuels”, LGDJ., París, 1996.
2
MOLINA MENDOZA, Jorge. “Libre Competencia e Intervención del Estado”, Editorial Portobelo,
Panamá, 1998, p. 19.
La competencia se encuentra separada en sus inicios del tráfico comercial. En la
edad antigua, los Fenicios y los Cartagineses se esforzaban por eliminar la competencia.
La fortuna de los Griegos fueron fundadas sobre la explotación de una concesión de
exclusividad, sobre monopolios y sobre reglas corporativas, no sobre puertos abiertos,
si sobre la practica del libre cambio.3 Este hecho es patente en todos los imperios de la
edad antigua, como por ejemplo: el Romano.
De igual forma, en el Medievo, del siglo XIII al siglo XVI, el renacimiento de
los intercambios económicos internacionales y la resurrección del comercio urbano no
se cumplieron bajo la regla de la libre competencia, sino sobre los carteles,
corporaciones y privilegios.
b. Evolución luego de la Revolución Francesa
Con la revolución francesa se vio el triunfo de los principios de equidad, de
solidaridad, de libertad y se dio vigencia a las reglas canónicas de respeto a la palabra
dada y la reparación del daño que se ha causado por el hecho propio o el ajeno. Estos
principios se tradujeron en la exigencia de buena fe contractual entre las partes.
En virtud de la regla de reparación del daño causado a otro injustmente, se dio
inicio a la protección de la libre competencia como traducción de la lealtad de la
competencia, de la buena fe4.
Estos principios fundamentales de la libre competencia fueron recogidos en el
“Decreto Allarde” del 14 y 17 de marzo de 1791 y en la “Ley Le Chapelier” del 14 y 21
de junio de 1791, los cuales constituyen los ancestros del Derecho Francés de la
Competencia.
3
CHAMPAUD, Claude. “Les Sources du Droit de la Concurrence au Regard du Droit Commercial et des
Autres Brances du Droit Applicable en France”, Etudes Houin, París, 1985, p. 61
4
Trabajos de la Asociación Henri Capitant, “La Bonne Foi dans les Contrats”, Litec, París, 1994.
Promulgados por la Constituyente el 14 y el 17 de marzo de 1791, “El Decreto
Allarde” dispuso que toda persona sería libre de ejercer tal profesión, arte u oficio que
ella encontrara buena. Esta libertad, así concebida, no podría estar limitada que por
leyes o reglamentos inspirados por motivos de orden público y por la obligación de
pagar los impuestos ligados al ejercicio de la actividad.5
La “Ley Le Chapelier” prohibía las practicas anticoncurrenciales fundadas sobre
los carteles de productores y de comerciantes. Este es el antecedente esencial del
Derecho de la Competencia hasta la promulgación del Código Penal de 1810, luego, sus
principios se vieron diluidos a través de las circunstancias históricas que han marcado la
historia de Francia.
A pesar de tal evolución, la sanción del ejercicio abusivo de la competencia no
fue legislativamente establecida. A falta de una legislación especial, han sido los
tribunales judiciales los encargados de definir los contornos de la responsabilidad
generada por una práctica desleal, a través de los instrumentos jurídicos a su alcance: el
Código Civil.
De esta forma, podemos afirmar que los orígenes del derecho francés de la
competencia nacen de la practica judicial. Los tribunales consideraron que competencia
desleal constituía una culpa en el sentido del artículo 1382 del Código civil (artículo
1644 del Código Civil panameño).
No hubo inicialmente una noción precisa de competencia desleal, sino un
conjunto de casos que enriquecieron el concepto. Esto sucedió de forma parecida en
países como Bélgica, Italia y Holanda que siguieron de cerca la evolución del Código
Civil francés.
c. Nacimiento de la Noción de Competencia Desleal
5
CHAMPAUD, Cl. Op. Cit., p. 70.
Con posterioridad a la legislación revolucionaria, nace en Francia en los
alrededores de 1850 la noción de “concurrence deloyale”6. El Derecho Moderno de la
“concurrence” es una creación de la cultura jurídica francesa.7 La protección moderna
contra la competencia desleal nació de la proclamación de la libertad de comercio y de
la industria y del desarrollo de la industria y del comercio que se presenta en el siglo
XIX.
La libertad de comercio, como regla básica del sistema de economía liberal tiene
por consecuencia la licitud del daño concurrencial. El solo hecho de desviar la clientela
de otro competidor no constituye un acto ilícito en si mismo. El liberalismo postula que
las empresas puedan luchar por la clientela bajo al amparo de reglas claras y ciertas para
todos los participantes
La Competencia Desleal es una actividad que afecta el mercado, no solamente
atenta contra la lealtad de la competencia, sino que afecta su libertad y su equilibrio.
Este fenómeno llevó al nacimiento al final del siglo XIX de una legislación destinada a
proteger la libertad y el equilibrio de la competencia en los Estados Unidos donde, con
el Sherman Act de 1890 y después con el Clayton Act de 1914, se pusieron las bases de
la legislación “antitrust” que se desarrolla rápidamente encontrando acogida en la
mayor parte de los sistemas jurídicos de orientación liberal.
3. Evolución Histórica en Panamá
Desde la Constitución de 1941 (artículo 153) y de 1946 en su artículos 225 y
236, Panamá reconoce la libertad de la Competencia. Nuestra Constitución Política de
6
SCHRICKER, Gerhard. “La Répresion de la Concurrence Déloyale dans les Etats Membres de la
Communauté Economique Européenne”, Gazete du Palais du 23 octobre 1970, p. 171 y s.
7
Idem
1972 consagra dentro de sus artículos 277 y 279 las definiciones del sistema económico
panameño y el marco general de intervención estatal en la economía8.
No es sino en los artículos 290 y 293 que la Constitución Política de 1972 da
tutela a la libre competencia, prohibiendo cualquier convenio que esté dirigido a
restringir o a obstaculizar el libre comercio y la competencia en perjuicio del
consumidor.
a. Primera Legislación contra la Competencia Desleal
En un principio, sólo el Derecho Penal sancionó expresamente algunos actos de
Competencia Desleal. El Código aprobado mediante la Ley N° 8 de 22 de septiembre
de 1982, en los artículos 380 y 381 sancionaron la competencia desleal como una
práctica ilícita.
b. Sanción Civil de la Competencia Desleal
En otras palabras, la competencia desleal fue sancionada inicialmente como un
delito. Nuestra legislación civil o comercial no reconoció expresamente la noción o el
concepto de Competencia Desleal.
Debimos esperar hasta la promulgación de la ley 25 de 1994 para encontrar la
primera norma que definiera más o menos con claridad lo que debiéramos de entender
por actos de competencia desleal. Con la ley 25 de 1994 se inaugura una nueva etapa en
el desarrollo de la teoría de la Competencia Desleal, a través de la tipificación de la
conducta en forma autónoma e independiente, aunque limitada a los comerciantes.
8
MOLINA MENDOZA, J. Op. Cit., p. 30
4. Noción de Competencia Desleal
La Competencia Desleal tiene un carácter sancionador de actos violatorios de
aquella obligación general de prudencia y diligencia, lo cual evoca la teoría de la
responsabilidad. Aún frente a la ausencia de perjuicio, la mala fe del demandado
permite de sancionar las conductas contrarias a los usos honestos. La acción de
competencia desleal tiene, además, un fin protector del interés del medio profesional, de
donde nace un aspecto disciplinario y represivo de la acción.
Esto nos lleva a enfocarnos sobre los intereses que ella intenta proteger, es decir,
el objeto de su protección. Por un lado encontramos el interés de los propios
comerciantes, o de los industriales considerados individualmente.
En otros países el carácter de la competencia desleal se modificó. 9 Así, en
Bélgica y en Alemania, la doctrina y la jurisprudencia admiten de manera general que la
ley contra la competencia desleal está destinada a proteger a los consumidores y
defender el interés de la colectividad. En el momento de decidir que un acto es leal o
desleal será necesario tomar en consideración todos los intereses en presencia y de
confrontarlos.10
5. Definición de la Competencia Desleal.
La competencia Desleal ha sido definida, remontándonos a su fundamento como
los actos contrarios a los usos practicados en los medios comerciales honestos 11.
Definición esta que podemos encontrar en el artículo 10bis del Convenio de París para
9
Ver SCHRICKER, G. Op. Cit., p. 171
10
Idem.
11
PLAISANT, Robert. “L’évolution de l’action en concurrence déloyale” en 10 años de Derecho de la
Empresa, París 1978. GUYON, Yves. “Droit des Affaires”, T. I, 7ª. Edición, Económica, París, 1992,
la protección de la Propiedad Industrial, revisado en 1925. Sin embargo, esta definición
al abarcar en forma más general, pero imprecisa la competencia desleal, deja así mismo
de lado, la deslealtad que se puede dar en la competencia profesional, de un individuo
que ejerce sus actividades económicas en un sector que no es catalogado como
comercial.
Ahora bien, el asimilar la competencia desleal a la propiedad industrial, tal como
la hecho un autor12, es un error, su relación es innegable, pero limitarlo al campo de la
Propiedad Industrial sería limitar injustificadamente su alcance.
Clásicamente, para algunos autores13 el acento de la competencia desleal lo
podemos hacer en la utilización de métodos abusivos que desvíen la clientela de otro
comerciante. Para otros, el objeto de la sanción de la competencia desleal se encuentra
en un contexto más amplio del derecho de la competencia, donde la relación de
competencia se da en un plano de tres direcciones: empresario, cliente, competidor.14
Por consiguiente, y a manera de síntesis, la competencia desleal será, entonces,
el desarrollo de los actos que signifiquen la violación de los usos, principios y
costumbres del comercio, de la industria, o de la profesión caracterizados por la
buena fe y la honestidad y cuya violación compromete la responsabilidad del
infractor.
El bien jurídico tutelado, o bien el derecho sustantivo protegido, será la libertad
que se traduce en la libertad de la industria y del comercio, ejercidos en forma leal y
honesta frente a un competidor cuyos efectos es la pureza de la competencia en el
mercado como una Institución socialmente protegida.
12
LOPEZ MARTINEZ, A. Op. Cit. p. 47 y s.
13
GUYON, Y. Op. Cit.N° 839, ha dicho que la competencia desleal supone que un comerciante utilice
procedimientos abusivos para desviar o intentar de desviar la clientela de otro comerciante, que ejerce su
actividad en el mismo dominio que él. La competencia es calificada de desleal cuando ella es realizada
utilizando métodos irregulares
14
PIROVANO, A. Op. Cit., p. 471
6. Justificación del estudio
En la protección de la libre competencia, la lealtad aparece como una condición
sin la cual no puede existir y desarrollarse. Es por ello que ha la Ley 15 de 1994 que
regula el Derecho de Autor, en su artículo 28, se dispuso que no puede emplearse el
título de una obra sin el consentimiento del autor que la designe y la identifique, para
identificar otra obra del mismo género, cuando exista riesgo de confusión entre ellas.
En materia de Propiedad Industrial también el concepto de competencia desleal
encuentra aplicación. Se considera que es desleal crear un riesgo de confusión con el
comercio de un concurrente, en particular imitando los nombres comerciales, marcas y
otros signos distintivos, o imitando la envoltura o la presentación de las mercancías. En
el fondo encontramos un atentado contra el derecho de propiedad.
Fuera del marco de la propiedad intelecutal, la competencia desleal atenta contra
otros bienes de la víctima. Aquí aplicamos con mayor claridad el principio que aquel
que causa un daño debe repararlo. En otras palabras, se recurre a la responsabilidad
civil.
La competencia entraña necesariamente un desvío de clientela, sin que exista
algún tipo de responsabilidad15. Solamente se sanciona la competencia indebida,
injusta, realizada por mecanismos al margen de los usos regulares de los competidores.
7. Alcance de la Competencia Desleal
Para la determinación de los límites de la competencia desleal tal como la define
nuestro sistema jurídico habremos de preguntarnos si la competencia desleal se restringe
al ámbito de los comerciantes o si ella alcanza a otros no comerciantes, tales como los
15
Ver por ejemplo Sentencia de la Corte de Casación francesa de la Cámara Comercial del 12 de febrero
de 1964, Boletín civil, III, N° 73; Com. 18 de febrero de 1969, Dalloz, 1969.383
profesionales, médicos, abogados, ingenieros u otras personas dedicadas a una actividad
profesional.
En efecto, porque en nuestros ramos todos somos competidores, el ejercicio
honesto de la profesión, arte u oficio debe permitir que todos obtengan sanamente los
medios necesarios de subsistencia. Por ello, la acción de competencia desleal debe
alcanzarnos a todos. El problema se reduce a establecer los diferentes regímenes que
gobernaran cada responsabilidad circunscrita a cada profesión, arte u oficio.
8. Plan
Puesto que la competencia desleal en sentido estricto, de acuerdo a nuestra tesis,
mantiene, en esencia, el mismo régimen bien que ella se aplique a comerciantes o a no
comerciantes. El estudio de la noción aplicable a los comerciantes y a los no
comerciantes será abordado conjuntamente con el desarrollo de cada noción.
Dividiremos el contenido en tres partes esenciales que tratarán sobre las
condiciones de ejercicio de la acción (I) , sobre los efectos técnicos derivados de su
ejercicio (II) y sobre la competencia desleal por extensión (III).
I. Condiciones de la Acción
La Competencia Desleal en sentido estricto se inspira en las técnicas de la
responsabilidad civil. Por lo tanto, tres condiciones deben estar reunidas: una culpa (A),
un vínculo de causalidad (B) y un daño (C).
A. La Culpa.
La Culpa es un elemento esencial de la responsabilidad, ya sea esta de origen
contractual o delictual (extracontractual). Su estudio es parte inseparable del análisis de
las condiciones de responsabilidad derivadas del hecho de la acción desleal. La culpa es
definida siempre como un error de conducta. Esta definición, ahora clásica, no se
acomoda a las nuevas orientaciones de la Teoría General de la Responsabilidad Civil.
Para nosotros, la culpa será vista desde el ángulo de la definición de Planiol,
como una violación de una obligación predeterminada que en el caso de la
responsabilidad extracontractual que es el dominio de la competencia desleal, se refiere
a la violación de la obligación de prudencia y diligencia que obliga a no causar daño
injusto a otros.
En materia de competencia desleal deberemos estudiar la tipificación de la culpa,
la gravedad de la culpa y las diversas conductas que constituyen por sí culpa en el
sentido de la competencia desleal.
1. Tipificación de la Culpa.
Para comprometer la responsabilidad de una persona es necesaria la
demostración de una culpa. Dos grandes sistemas han sido concebidos para determinar
la noción de culpa en materia de competencia desleal. De un lado, podemos encontrar
el sistema francés que parte de las reglas de la responsabilidad civil, bajo el gobierno de
una regla única aplicable de modo general y amplio. Del otro lado, se encuentra el
sistema alemán que contiene una enumeración de los casos culpables como en el
Derecho Romano: el derecho romano conocía la injuria, el furtum, el damnum injuria
datum, etc.16
16
STARCK, Boris. “Obligations - Responsabilité Délictuelle”, 4ª edición, Litec., París, 1991, N° 278.
Nuestro sistema de sanción de la competencia desleal utiliza, a nuestro juicio,
los dos sistemas antes expuestos, lo cual significa que hemos acogido en nuestro
Derecho Positivo las dos tendencias de la competencia desleal: la alemana y la
francesa17.
Esto es así por cuanto que a los profesionales no comerciantes les aplicaremos
las reglas de la responsabilidad civil extracontractual del artículo 1644 del Código Civil.
A los comerciantes les aplicaremos la Ley 25/94 que ha establecido una lista de
conductas consideradas como culpables de concurrencia desleal.
Esta dicotomía, causada por la no elaboración de una regla general que sancione
la competencia desleal aplicable a todos los comerciantes y los no comerciantes, tiene
efectos importantes a la hora de valorar la culpa que generaría la responsabilidad del
demandado.
2. Gravedad de la Culpa
Como es sabido, en la responsabilidad civil, la culpa del demandado no es
calificada, lo que quiere decir que en los términos del artículo 1644 del Código Civil la
culpa leve (artículo 34c del Código Civil) es suficiente para generar la obligación de
reparar el daño. Desde el Derecho Romano se declara que la culpa más ligera es
suficiente para generar la responsabilidad civil: esta consiste en el error de conducta al
cual todo individuo está expuesto. Ella es frecuentemente una negligencia, relevante de
una deficiencia de atención, o una imprudencia, reveladora de una falta o de una
insuficiencia de reflexión sobre las consecuencias de sus actos.18
17
Ve la explicación en la página 14.
18
STARCK, B. Op. Cit. N° 314.
Por consiguiente, cuando se trate de no comerciantes, podemos afirmar que la
gravedad de la culpa es inocua para la determinación de la obligación de reparar el daño
causado. Por ello cualquier tipo de culpa es suficiente, aún, la más leve.
En cuanto a los comerciantes se ha establecido un “menú” o una lista de actos
que pueden configurar competencia desleal. La comisión de una de estas conductas
hace presumir la culpa del demandado. En efecto, el artículo 23 de la Ley 25 de 1994
lo ha dispuesto en la forma que sigue:
“Artículo 23. El ejercicio del comercio y la industria queda sujeto a
principios de lealtad y buena fe mercantil. Son actos de competencia
desleal los siguientes:
1. Cualquier acto intencional y doloso que sea capaz de crear
confusión, por cualquier medio, respecto del establecimiento,
productos, servicios o actividad comercial o industrial de un
competidor.
2. Toda aseveración falsa en el ejercicio del comercio, capaz de
desacreditar el establecimiento, los productos, servicios o la
actividad comercial o industrial de un competidor.
3. Cualquier acto fraudulento tendiente a desviar, en provecho
propio de un tercero, la clientela de un establecimiento comercial
o industrial.
4. La indicación o aseveración que fraudulentamente pudiere inducir
al público consumidor a error o engaño sobre el origen,
naturaleza, modo de fabricación, características, actitud en el
empleo o calidad, cantidad o precio de los productos o servicios
de un comerciante.
5. Todo acto de colusión que por cualquier medio resulte en la
fijación de precios o tarifas similares a bienes y servicios, en
perjuicio de la libre competencia y del bienestar de los
consumidores.
6. cualquier otro acto contrario a la buena fe en materia comercial o
industrial que, por su naturaleza o finalidad pudiese considerarse
análogo o similar a los mencionados anteriormente.”
Por su redacción generalista y por lo establecido tanto en el encabezado como en
el ordinal 6° del artículo 23 nos animan a pensar que esta lista es meramente enunciativa
comprendiendo a cualquier otro acto no determinado en la lista que sea contrario al
ejercicio leal del comercio y de la industria o que sean contrarios a la buena fe mercantil
y que por su naturaleza (causa) o finalidad (resultado) pudiesen considerarse análogos o
similares a los mencionados, se consideran como actos de competencia desleal.
En todo caso, la realización de cada una de estas conductas exige una ejecución
consciente, con conocimiento de causa, con dolo, es decir, con culpa intencional.
Debemos entender por culpa intencional aquella que se caracteriza, en general, por la
intención malsana del autor del daño: él ha deseado la realización de este daño.19 En
materia extracontractual ella es denominada culpa delictual o delito civil. Y en materia
contractual, culpa dolosa o dolo civil. La culpa grave, bien que ella no sea intencional,
porque ella es particularmente grosera, es asimilada en términos regulares a la culpa
dolosa.
El artículo 34c del Código Civil define culpa grave, negligencia grave, culpa
lata, como aquella que consiste (en materia contractual) en no manejar los negocios
ajenos con aquel cuidado que aun las personas negligentes o de poca prudencia suelen
emplear en sus negocios propios. Este mismo párrafo expresa que en materias civiles,
esta culpa equivale al dolo, el cual consiste en la intención positiva de inferir injuria (o
daño) a la persona o propiedad de otro.
Ahora bien, quien comete un acto de competencia desleal puede estar animado
de una doble intención: sea reducir o suprimir la clientela de sus competidores, sin por
tanto beneficiarse directamente y exclusivamente, sea, al contrario, desarrollar su propia
clientela, atrayendo aquella de sus competidores.
19
MAZEAUD y CHABAS. Op. Cit. N°p. 435
Pero no todo acto de competencia es desleal, por el contrario, la competencia
implica la realización de una serie de actos que necesariamente afectan al competidor.
La sanción de la competencia desleal no debe entorpecer la competencia, por lo cual la
libertad de competencia requiere que sólo los actos que entrañen una intención dañina
sean sancionados.
En 1958, la Corte de Casación en una Sentencia de principio, afirmó que “el
empleo por un comerciante de un homónimo, en condiciones creando una confusión
entre dos establecimientos, es constitutiva de un cuasidelito que no requiere un
elemento intencional.20
Esta sanción es aplicada aún en la ausencia de toda valoración intencional. Esta
sentencia francesa marca una nueva evolución que busca evitar toda referencia a la idea
de culpa, a fin de aproximarse a la noción de idea privativa, acercándonos por esta razón
a los principios del derecho de propiedad, disolviéndose la noción de culpa y quedando
cerca de la idea de una responsabilidad objetiva.
3. Actos de Competencia Desleal constitutivos de culpa
a. Denigramiento
El denigramiento consiste esencialmente en causar descrédito sobre los
productos, servicios o sobre la persona de un competidor. Si comprendemos que la
libertad de opinión sufra algunos atentados justificados por el solo cuidado de una
20
Sentencia de la Sala comercial del 18 de abril de 1958, Dalloz, 1959, p. 87, nota Derrida, Comercial del
29 de mayo de 1967, Gazette du Palais, 1967, segunda parte, p. 141. Ver PIROVANO, A. Op. Cit. p.,
491 y s.
coexistencia pacífica entre competidores, ello es admisible en la medida en que dicha
preserve el derecho de crítica.21
Será sancionado como acto constitutivo de competencia desleal toda critica
injustificada, falsa o abusiva dirigida contra un competidor, exigiéndose, además la
condición que dicha crítica tenga la intención de dañar.
El derecho de crítica es libre, aunque provenga de un competidor. El
denigramiento no se produciría si el demandado aportara la prueba de la exactitud de los
hechos revelados.
El artículo 23 sanciona los actos de denigramiento afirmando que constituyen
tales actos “toda aseveración falsa en el ejercicio del comercio, capaz de desacreditar
el establecimiento, los productos, servicios o la actividad comercial o industrial de un
competidor.”
A su vez, el denigramiento puede constituir un delito penal. El Código Penal
define el denigramiento como:
“Artículo 380. El que falsifique o divulgue, con el afán de lucro,
información falsa sobre el competidor, siempre que resulte perjuicio
de ello, o el que utilice medios fraudulentos para desviar en provecho
propio o de un tercero la clientela de otro, será sancionado con 6
meses a 1 año de prisión o de 20 a 200 días-multas.”
b. Publicidad Comparativa.22
La publicidad comparativa consiste en la presentación comparativa de las
cualidades de su propia mercancía con aquellas de sus competidores, o sus propios
productos con aquellos de la competencia. Doctrinalmente, la publicidad comparativa
21
El derecho de crítica es preservado en los delitos contra el honor en el artículo 178 del Código Penal
22
Ver MOLINA MENDOZA, J. Op. Cit. P. 16, cuando afirma que actos de denigramiento y de critica
excesiva consiste en publicar apreciaciones subjetivas o afirmaciones sobre la persona, productos o
servicios, o el establecimiento de un competidor que tengan la aptitud de desacreditarlo e influir sobre la
clientela.
es aceptable en la medida en que ella sea objetiva en consideración del consumidor y
leal en consideración de los competidores.
Cuando ella recae sobre los precios, la comparación debe contemplar los
productos idénticos, vendidos en las mismas condiciones. Cuando la publicidad
comparativa recae sobre las cualidades, ella debe limitarse a las características
esenciales, significativas, pertinentes y verificables. El competidor no debe hacerse juez
de su propia causa y el competidor no debe verse denigrado por tales comparaciones.
Para la publicidad comparativa, poco importa que las marcas, los productos o los
competidores se encuentren abiertamente mencionados, o que se haga simple alusión de
manera más o menos clara.
El artículo 50 de la Ley 29 de 1° de febrero de 1996 en el particular, desde el
punto de vista de los consumidores, ha dispuesto:
“Artículo 50. Veracidad en la publicidad. Todo anuncio
publicitario referente a las transacciones de que trata este título,
deberá ajustarse a la verdad, cuidando el anunciante que no se
tergiversen los hechos y que el anuncio o la publicidad no induzca a
error o confusión. Las afirmaciones que se refieran a la naturaleza,
composición, origen, cualidades sustanciales o propiedades de los
productos o servicios, deberán ser siempre exactas y susceptibles de
comprobación en cualquier momento.”
El artículo 50 de la ley 29 regula la publicidad desde el punto de vista del
consumidor, pero no hay que olvidar que el consumidor es la piedra angular de la
compleja institución que estudiamos, por lo que una publicidad falsa, aún frente a un
competidor, puede permitir, en nuestro concepto, la retención de la responsabilidad del
autor, ya sea a partir de la aplicación de este artículo o de las reglas generales, o bien,
frente a la aplicación del numeral 2° del artículo 23 de la Ley 25/94.
Cada comerciante o industrial puede intentar una acción de cesación de tal
publicidad sin que sea necesario de aportar la prueba de algún tipo de perjuicio, así
como los sindicatos de comerciantes o de industriales y las asociaciones de
consumidores.23
En Europa, la tendencia actual gira hacia una autorización de la publicidad
comparativa siempre que ella sea objetiva y conforma a la verdad. El motivo invocado
es el derecho de los consumidores a estar bien informados 24, afirmando que la
publicidad comparativa favorece la transparencia del mercado y sirve a la información
de los clientes.25
c. Confusión.26
Es ampliamente conocido que la utilización de ciertos signos distintivos
parecidos, similares o racionalmente idénticos a otra marca, producen confusión en el
mercado, en especial, en el público consumidor. Es el medio más frecuente de desviar
la clientela. El consiste en crear una idea falsa de la relación con el competidor de
manera que los clientes piensen en dirigirse o en adquirir sus productos o servicios
donde el competidor causante de la confusión.
La confusión puede recaer sobre los establecimientos, en esta hipótesis la
confusión recae sobre la imitación del nombre comercial y de los símbolos, sino
23
Ver SCHRICKER, G. Op. Cit., p. 173.
24
Al respecto ver FOURGOUX, Jean Claude. “L’Information du Consommateur, la Contre-publicité et
le Rôle du Juge des Referes”, Gazette du Palais, N° 2, 4 de marzo, París, 1975, p. 107 y s.
25
SECHRICKER, G. Op. Cit. p. 173.
26
Para MOLINA MENDOZA, J. Op. Cit. p. 16, actos de confusión implica el empleo de métodos que
tienden a crear confusión con respecto al nombre y denominación de establecimientos y/o signos
distintivos; por ejemplo, la similitud en el aspecto exterior de establecimientos comerciales, o la imitación
de la publicidad de un competidor rival.
también de la imitación de los medios publicitarios, de la similitud del aspecto exterior
y de la unión discreta a una firma competidora.27
La confusión puede recaer también sobre los productos, imitación de signos
distintivos de los productos, imitación de publicidad, substitución de mercancía. En fin,
la confusión puede también recaer sobre el personal. Cuando se utiliza el anterior nexo
laboral para desviar la clientela del competidor.28
La ley de Propiedad Industrial dispuso que el titular de una marca tiene el
derecho de impedir que terceros utilicen sin su autorización un signo distintivo idéntico
o similar a la marca registrada, cuando el uso de ese signo pudiese causar confusión o
un riesgo de asociación con la marca registrada (Ley 35 de 10 de mayo de 1996, artículo
99 ord. 4°).
La Ley de Derecho de autor establece que no puede utilizarse sin el
consentimiento del autor el título de una obra para identificar otra obra del mismo
género, cuando exista peligro de confusión entre ambas obras (Ley 15 de agosto de
1994, artículo 28).
La confusión es difícil de demostrarla para ello será necesario de utilizar la
prueba pericial comparativa, estableciendo que existe confusión cuando “cotejando una
marca después de la otra dejan el mismo recuerdo, la misma impresión, aún cuando
en los detalles existan diferencias”29
La ley 25 de 1994 definió los contornos de la confusión estableciendo: “la
indicación o aseveración que fraudulentamente pudiere inducir al público consumidor
a error o engaño sobre el origen, naturaleza, modo de fabricación, características,
actitud en el empleo o calidad, cantidad o precio de los productos o servicios de un
comerciante.” (artículo 23, ord. 4°).
27
PIROVANO. A. Op. Cit. p. 485.
28
Idem.
29
OTAMENDI, Jorge. “Derecho de marcas”, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1995, p. 158.
d. Desorganización.30
La competencia desleal puede consistir también en una desorganización interna
del competidor. Esta actividad puede adoptar diversas formas. Las más frecuentes se
dirigen a la desorganización de la producción, a través de la revelación de secretos de
fábrica del competidor, ejecutando el llamado “espionaje industrial” donde el
competidor desorganiza la producción de su rival revelando los secretos de fabricación.
La Ley 25 no sanciona expresamente el espionaje industrial. Ello sólo se puede
lograr utilizando el texto del numeral 6° del artículo 23 de la ley 25 que tipifica como
acto de competencia desleal todo acto análogo o similar por su naturaleza o finalidad
que sea contrario a la buena fe en materia comercial o industrial, idóneo para causar
competencia desleal.
En materia de Propiedad Industrial, el artículo 83 de la Ley 35 de 10 de mayo de
1996 protege los secretos industriales o comerciales (toda información de aplicación
industrial o comercial que, con carácter confidencial, guarde una persona natural o
jurídica, que le signifique obtener o mantener ventaja competitiva o económica frente a
terceros en la realización de actividades económicas). El artículo 87 y 88 sanciona a la
persona a quien le ha sido confiado el secreto y al competidor desleal, la cual deberá
pagar la indemnización de daños y perjuicios que corresponda. El afectado tendrá
derecho, además a exigir la suspensión inmediata de la divulgación del secreto.
También la competencia desleal, se puede presentar a través de la
desorganización del personal de un competidor, cuando un comerciante soborne al
30
Para MOLINA MENDOZA, J. Op. Cit. p. 16, constituyen actos de desorganización interna de una
empresa rival, la divulgación y utilización de secretos comerciales, extracción de empleados u obreros
ajenos a través de prácticas incorrectas, supresión de la publicidad o de signos distintivos de las
mercancías de un competidor.
personal del competidor. El Código Penal, por su parte, sanciona penalmente con
prisión de 6 a 18 meses de prisión al que prometa o entregue dinero u otra recompensa
al trabajador de un competidor para que falte a su deber de lealtad con el empleador y le
proporcione una ventaja indebida.
Para que esta actividad de contratación sea reprensible, esta debe haber sido
causada por maniobras o por conductas fraudulentas y haber sido cumplidas con un fin
determinado, tal como la utilización de conocimientos particulares adquiridos por el
empleado.31
En la ausencia de una cláusula de no-competencia, es necesario que algún tipo
de irregularidades se presenten, especialmente la violación de plazos o términos de
preaviso impuestos a los asalariados.32
e. Necesidad de Violación de los usos profesionales honestos.
La acción de competencia desleal supone una culpa diferente a la violación de
una regla de Propiedad Industrial o de usurpación de nombres comerciales o marcas.
Ellas no son aplicaciones de la competencia desleal en sentido estricto, sino la
aplicación reforzada aplicable de los principios de propiedad.
En este punto hacemos alusión a dos normas de carácter general y abierto, tal
como lo es el ordinal 5° y 6° del Artículo 23 de la Ley 25/94. En el primer caso se
sanciona como competencia desleal la fijación de precios o tarifas similares de bienes y
servicios, en perjuicio de la libre competencia y del bienestar de los consumidores.
La fijación de precios no es técnicamente un acto de competencia desleal, sino
un atentado contra la libertad de la competencia. Estos comportamientos son en si
31
PIROVANO, A. Op, Cit. p. 485
32
CASALONGA, P. “Protection du Secret de Fabrique et Espionnage Industriel”, en Mélanges Bastian,
t. II., París, 1974, p. 199.
mismos perjudiciales, lo que justifica su sanción por medio de la sanción de los abusos
de la posición dominante o del monopolio.
De ahí, son prohibidos todos los acuerdos que tengan por objetivo o por efecto
de impedir la baja de precios de venta o de reventa.
El mismo carácter ilícito podemos encontrar frente a las aumento de tarifas
realizadas sistemáticamente en una misma fecha que revelan que las empresas han
renunciado a una política comercial autónoma. En el mismo sentido se desarrolla la
sanción de baja de precios artificiales dirigidas a arruinar a los productores, sobre todo
cuando es concertada, la cual tiene por efectos de eliminar a los competidores
(dumping33), ella es seguida frecuentemente de altas recuperaciones desde que los
miembros del acuerdo hubiesen dominado el mercado.
Por otro lado, el numeral 6° del artículo 23 de la Ley 25/94 es la puerta abierta
por la cual los tribunales podrán sancionar conductas que sin estar catalogadas dentro de
los ordinales anteriores, puedan ser calificados como contrarios a la buena fe mercantil.
La amplitud de este numeral es tal que el mismo podría ser objeto de alabanzas o
críticas del mismo grado y profundidad.
B. Vínculo de Causalidad.
El vínculo es determinado por la relación de causa a efecto que debe
corresponder a la culpa con el daño. El vínculo es determinado por dos elementos. El
primero es la relación de competencia.
El nexo causal estará determinado, entonces, por la relación que existe entre
personas que ejercen una misma o similar actividad económica, y que buscan captar la
33
CABANELLAS DE LAS CUEVAS, G. “El Dumping - Legislación Argentina y Derecho Comparado”,
Editorial Heliasta S.R.L., Buenos Aires, 1981.
misma clientela y que realizan actos de competencia, es decir, actividades desarrolladas
por “personas que tratan de satisfacer una misma necesidad por medio de un mismo
productos o servicio, en un mismo lugar o territorio.”34
El segundo elemento se refiere a la noción de “mercado pertinente” para revelar
en los productos ofrecidos “la capacidad de sustituirse” remitiéndonos a la Ley 29/96, al
artículo 16, para confirmar en cada caso específico si se está o no ante efectivas
relaciones de competencia35.
De esta forma, habrá competencia desleal cuando un competidor utilice prácticas
desleales dentro del marco del mercado pertinente. Esta noción es válida tanto para
comerciantes, como para no comerciantes.
El problema del vínculo de causalidad se presenta sin dificultades cuando la
acción es el resultado directo de una de las acciones enumeradas en la Ley 25. Este es
el caso de los comerciantes. Pero para los no comerciantes, y aún, en ciertos casos,
también para ellos, el verdadero problema se presenta cuando coexisten pluralidad de
causas.
En este caso tendremos que aplicar las teorías del Derecho Civil, para nosotros,
la más aceptables es la teoría de la causa adecuada del régimen general de la
responsabilidad civil. En aplicación de esta Teoría no podríamos retener como causa
cualquier hecho del hombre, entre aquellos habrá de realizar una selección, reteniendo
como causas directas aquellas que virtualmente podrían convertir el daño en
probable luego del análisis del curso natural de los acontecimientos. Eliminaríamos
aquellos acontecimientos que sólo podrían ser causas del daño bajo el efecto de
circunstancias excepcionales. En pocas palabras, la causa no es adecuada sino
34
LOPEZ MARTINEZ, A. Op. Cit. p. 40.
35
MOLINA MENDOZA, J. Op. Cit., p. 34
cuando ella entraña normalmente la consecuencia observada, cuando se podía
pronosticar la sobreviniencia del daño.36
C. El Daño.
La reparación del daño tiene que determinarse por su real existencia, es decir, el
daño debe ser cierto. En el régimen especial de Competencia Desleal establecido por la
Ley 25/94 no se exige expresamente el establecimiento de un daño. Si mantenemos la
consistencia de nuestra tesis afirmando la existencia de un doble régimen de
responsabilidad aplicable a los comerciantes y a los no comerciantes, aquí podremos
operar una doble distinción.
Para los no comerciantes, la Ley 25/94 no exige la materialización de ningún
daño para comprometer la responsabilidad del causante de la competencia desleal. El
carácter disciplinario de la acción, tal como hemos afirmado, debe ser suficiente para
condenar al concurrente desleal.
No obstante, para establecer el monto de la condena por vía de la reparación del
daño la prueba del perjuicio será necesaria para la condena. En la competencia desleal
el daño consiste en la transferencia de clientela.
La evaluación de este perjuicio es difícil. El método tradicional consiste en
comparar las cifras de negocios realizadas antes y después de los actos de competencia
desleal, reteniendo la diferencia. La baja de las cifras de negocios no es fácil a
determinar, por ello se debe considerar que un perjuicio verdadero o al menos posible al
momento que se demuestra su existencia, siendo ello suficiente.
Otro método posible sería el tomar en cuenta no sólo la disminución o pérdida
en las cifras de negocios, sino el aumento recibido por el demandado. Esta posición
36
STARCK, Boris. “Obligations La Responsabilité Civile”, 4ª edición, Litec, París, 1991, N° 1219
está justificada no sólo por la necesidad de reparar el daño causado, sino por la
intención seria de prevenir cualquier otra actividad del mismo tipo.
En Francia, la demostración efectiva del perjuicio no es condición necesaria para
la condena37, donde se ha emitido una indemnización de principio (cuya naturaleza
responde al carácter disciplinario y sancionador de la acción, más que al carácter
reparador). Los tribunales franceses en la materia han hecho prueba de flexibilidad al
exigir simplemente la prueba de un perjuicio eventual o, al menos, posible.38
II. Efectos de la Acción de Competencia Desleal
Debemos considerar, en primer lugar, la naturaleza jurídica de la acción (A),
para luego continuar con el contenido de la acción (B), para finalizar estudiando la
extensión de la acción de competencia desleal (C).
A. Naturaleza Jurídica de la Acción de competencia Desleal
Sobre la base del carácter tridimensional de la relación competitiva, asimilamos
la noción germánica donde la doctrina y la jurisprudencia admiten de manera general
que la ley contra la competencia desleal no es solamente un instrumento de protección
de los industriales y de los comerciantes, sino que ella debe todavía proteger a los
consumidores así como defender el interés que tiene la colectividad en que la
competencia sea leal. Cuando pensemos en juzgar si un acto de competencia es leal o
37
Ver Sentencia de la Corte de París del 7 de enero de 1955, Annuaire 1955.217 y la Sentencia de la
Corte de Casación, Sala Comercial del 17 de enero de 1967. Así mismo ver los comentarios de
PIROVANO, A. Op. Cit., p. 495.
38
Ver Sentencia del Tribunal del Sena del 18 de febrero de 1941, J.C.P., 1941.1672; Sentencia del
Tribunal de Dunkerque del 3 de junio de 1957, Gazette du Palais, 1957.2.193.
no, será necesario tomar en consideración todos los intereses en presencia y de
confrontarlos.39
Este ha sido el fundamento que han encontrado los Derechos de Bélgica,
Holanda, Suiza, los países Nórdicos como Suecia. 40 La protección del consumidor es
también reconocida como parte del fundamento de la noción de competencia desleal en
el estado actual del Derecho Positivo en Francia, entendiéndose que ella es una
manifestación de una ética, cuya necesidad aparece como necesaria en la vida de los
negocios.41
B. Objeto de la Acción.
La acción de competencia desleal tiene puede perseguir objetivos diferentes
según la jurisdicción donde se presente la demanda, ya sea la jurisdicción administrativa
(1), o la jurisdicción civil ordinaria (2), o bien la jurisdicción penal (3), además habrá de
determinarse la pretensión que se demanda (4).
1. La Jurisdicción Administrativa
La Competencia Desleal derivada de la Ley 25/94 aplicable únicamente a los
comerciantes autoriza una serie de acciones en favor de la persona afectada. Entre estas
acciones no solamente se encuentran las civiles y las penales, sino las administrativas
dispuestas en la misma ley para los comerciantes autores de las acciones tipificadas.
39
SCHRICKER, G. Op. Cit., p. 171.
40
Idem.
41
LE TOURNEAU, Philippe. “Liberté, égalité, fraternité dans le droit de la concurrence, Gazatte du
Palais, 6 juin, París, 1991, p. 348 y s.
El simple incumplimiento de la ley o su violación genera las sanciones del
artículo 19. Recordemos que la Ley 25/94 regula el otorgamiento de las licencias
comerciales y la misma norma ha extendido su campo de aplicación a todo el contenido
de la Ley sin exclusión. Por tanto, habrá lugar a ellas cada vez que se compruebe la
realización de una de las conductas previstas en el artículo 23 de la Ley 2542.
Estas sanciones pueden ser:
1. Multas a los infractores, cómplices o encubridores que oscilaran entre US $50.00 y
US $10,000.00, según la gravedad de la infracción.
2. Estas multas se podrán aplicar sin perjuicio de la cancelación de la licencia
respectiva, cuando esto proceda (Artículo 20).
3. Cualquier otra sanción tipificada en las leyes (sanciones penales) que fueren
aplicables.
Las sanciones aquí descritas serán aplicadas por la Dirección General de
Comercio Interior o la Dirección Provincial del Ministerio de Comercio e Industrias,
como entes competentes para conocer de las acciones que se presenten por competencia
desleal.
2. La Jurisdicción Civil Ordinaria.
La Ley 25 de 1994 establece que la competencia desleal será de competencia de
los tribunales ordinarios de justicia. En efecto el artículo 24 de la Ley expresa:
“Artículo 24. Todo comerciante que se considere afectado por los
actos de competencia desleal enunciados en el artículo anterior,
tendrá la acción civil para solicitar, a los tribunales ordinarios de
42
Esta pareciera ser la opinión del Magistrado Molina Mendoza, J. quien en su obra expresa que no
encuentra obstáculo para que el artículo 19 tenga una aplicación general que abarque a la Competencia
Desleal. Op. Cit. p. 43
justicia la suspensión de dichos actos y la reparación de los daños y
perjuicios ocasionados, sin que estas acciones excluyan las sanciones
que hubiere lugar.”
El artículo anterior define con claridad que tratándose de comerciantes la vía de
los tribunales ordinarios de justicia es la competente para conocer de las infracciones
por competencia desleal. En sentido contrario, los profesionales que no revisten la
calidad de comerciantes podrán utilizar la vía civil, pero no serán amparados por la ley
25. Para los no comerciantes, la acción deberá intentarse en la Jurisdicción ordinaria en
los juzgados comunes.
3. La Jurisdicción Penal.
Si el comerciante o el profesional exige, no sólo la responsabilidad civil del
autor, sino que presentan querella penal, serán jueces competentes, de acuerdo al
Código Judicial, artículo 159, ord. 15, los Jueces de Circuito Penal.
4. La Pretensión.
Así, en materia de medidas cautelares, ni para comerciantes, ni para los no
comerciantes, la ley 25/94 previó medidas cautelars especiales. Por ello deberemos
utilizar las figuras jurídicas reconocidas en nuestro Derecho Procesal a fin de garantizar
que el proceso no sea ilusorio en sus efectos (Artículo 521 y siguientes).
En el caso en que la acción esté fundada en la Propiedad Industrial se aplicaría la
Ley 35 de 10 de mayo de 1996 cuyo artículo 171 y 172 que preve la posibilidad que el
juez decrete las medidas cautelares más apropiadas, tal como la cesación de los actos de
infracción, la retención de los objetos materia de la infracción, la suspensión de la
exportación de los objetos materia de la infracción, entre otras.43
La misma situación se presenta si la acción es derivada de un derecho de
Propiedad Literaria y Artística o Derecho de Autor, por la utilización indebida de un
título de una obra (artículo 28 de la Ley 15 de 8 de agosto de 1994), donde el autor
podría solicitar como medida cautelar el secuestro de los ingresos, el secuestro de los
ejemplares ilícitamente reproducidos y de los instrumentos utilizados en la
reproducción, la suspensión de la actividad de reproducción, comunicación o
distribución no autorizada (Artículo 119).44
En cuanto a las pretensiones de fondo, en materia civil, el demandante que
revista la calidad de un simple profesional no comerciante, el régimen aplicable es el de
la responsabilidad civil del Derecho Común. El afectado podrá exigir, en base al
artículo 1644 del Código Civil, la reparación económica o patrimonial del perjuicio, es
decir, la correspondiente indemnización y sobre la base del artículo 1644A la reparación
de los daños morales que se hubieren generado, teniendo derecho a pedirse la
publicación de un extracto de la sentencia que refleje adecuadamente la naturaleza y
alcance de la misma, a través de los medios informativos que considere convenientes.
Por otro lado, si el afectado resulta ser un comerciante al cual se le aplique la ley
25/94, este podrá exigir la reparación de los daños y perjuicios ocasionados, aún los
morales, y la suspensión de los actos de competencia desleal.
Lamentamos que la Ley 25/94 hable de suspensión de los actos cuando debió
hablar de prohibición o supresión de dichos actos. Creemos que esta fue la real
intención del Legislador, puesto que no se entendería la suspensión como posible
43
Ver para mayor amplitud sobre el tema de las meidas cautelares en Propiedad Industrial CORBETTI,
Ariel. “Medidas Cautelares en Materia de Propiedad Industrial” en Medidas Cautelares del Profesor
Jorge Fábrega Ponce, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibañez, Santa Fe de Bogotá, 1998, p. 403 y s.
44
Ver GARIBALDI CAMACHO, Vicente. “El Derecho de Autor y las Medidas Cautelares”, en
“Medidas Cautelares” del Profesor Jorge Fábrega Ponce, Santa Fe de Bogotá, 1998, p. 373 y s.
pretensión del afectado si la competencia desleal fuera establecida judicialmente, luego
del proceso.
Nuestra legislación no adoptó un régimen general de competencia desleal, por lo
que tampoco se admitió la existencia de una acción preventiva en competencia desleal
para reprimir actuaciones que aún no se han perfeccionado, o que de permitirse su
perfeccionamiento se eviten que causen daños. Por lo tanto, no podemos pensar en un
recurso preventivo de competencia desleal que representaría una represión acelerada de
la competencia desleal o ilícita dirigida a la protección de los comerciantes, industriales
y artesanos.
El Procedimiento será oral en base al artículo 145 de la Ley 29/96, y se iniciará a
petición de parte, siendo sólo apelables la Resolución que le ponga fin a la instancia, la
que imposibilite su continuación y la que decrete medidas provisionales o cautelares.
La Ley 29/96 no distingue entre las características que debe poseer el demandante o
demandado, por lo cual sería, al menos en lo teórico, admisible que un comerciante
demande por competencia desleal a otro comerciante, como sería admisible la demanda
de un profesional no comerciante frente a otro profesional no comerciante.
III. Competencia Desleal por Extensión
Frente a la acción de competencia desleal coexisten hechos de igual naturaleza,
pero que no conllevan necesariamente un desvío de clientela. Ciertos comportamientos
contestables no tienen por resultado transferir al competidor, la clientela de aquel que es
víctima de la competencia desleal.
Estos actos causan una perturbación económica cierta y deben ser sancionados.
Pero la teoría clásica de la competencia desleal no permite de alcanzar este resultado.
Estos actos pueden ser sancionados bajo el numeral 6° del artículo 23 de la Ley 25,
cuyos términos generales y amplios lo permiten. Estudiaremos sucesivamente las
actividades parasitarias (A), la desorganización general del mercado (B) y la para-
comercialidad (C).
A. El parasitismo
En cierto casos los comportamientos concurrenciales no tienen por resultado una
transferencia de clientela de un comerciante a otro, sino una simple disminución de la
clientela del competidor, sin que pueda determinarse ciertamente que la clientela
perdida se dirige hacia el otro competidor.
Este es el caso que se presenta, por ejemplo, dentro del dominio de los productos
de lujo y de gran notoriedad, sucede con regularidad que un comerciante busca a
apropiarse indebidamente de la fama y el renombre de otro comerciante (puede suceder,
de igual forma, en el caso de los profesionales) que no es su competidor porque ejerce
su actividad en un dominio diferente45.
Al contrario, no habría competencia parasitaria si un comerciante buscara a
desviar la clientela de otro comerciante, provocando una confusión entre las dos
empresas, lo cual sería un aspecto de la competencia desleal propiamente dicha, en el
caso de utilización de una marca, las sanciones especiales entran en juego.
El verdadero parasitismo no se confunde con la competencia desleal. Por un
lado, el parásito busca obtener provecho de la notoriedad de otro, sin provocar
confusión en el público consumidor. Por el otro, el riesgo de confusión existe bien,
45
GUYON, Y. Op. Cit., N° 852.
pero él no se acompaña de un desvío de clientela, porque el parásito y su víctima actúan
en sectores de actividad diferentes. Sin embargo puede haber un atentado al nombre de
la víctima46.
El atentado real del parásito está dirigido a la reputación, el público cree
falsamente que el parásito, quien es un comerciante, constituye una nueva rama de
actividad de la víctima.
Comete, entonces, un acto de parasitismo económico culpable el que usurpe,
copie o se inspire sensiblemente de un valor económico de otro, fruto de un “savoir-
faire”, de un trabajo intelectual y de inversiones que presentan un cierto carácter
distintivo, puesto que este acto, que es contrario a los usos honestos del comercio, falsea
el juego normal del mercado y provoca un perjuicio comercial cierto que es en si, un
perjuicio que abre la vía a la reparación.47.
En nuestro Derecho basta con recordar que no existe una parecida evolución y
no conocemos de algún tipo de acción que se haya ejercido bajo estos criterios. Sin
embargo, a partir de la promulgación de la Ley 25/94 es posible que por aplicación del
artículo 23 numerales 4° y 6° podrían, a nuestro juicio, fundamentar en Derecho la
acción de parasitismo en contra de un competidor parasitario.
Algunos han intentado buscar la naturaleza de la acción de competencia
parasitaria en la teoría del enriquecimiento sin causa 48. Esto produce múltiples
inconvenientes, puesto que de un lado, se requiere un enriquecimiento y un
empobrecimiento y, por el otro, la acción de in rem verso es subsidiaria. Carecería de
sentido la subsidiariedad ya que ella no aportaría ninguna protección adicional49.
46
Idem.
47
LE TOURNEAU, Ph. Op. Cit., p. 350.
48
Sobre el Enriquecimiento sin Causa ver el interesante Trabajo de FABREGA PONCE, Jorge. “El
Enriquecimiento Sin Causa”, Plaza & Janes, Santa fe de Bogotá 1996, T. I y II.
49
DUPICHOT, Jacques. “Pour une réflexion doctrinale sur la (nécessaire) sanction du parasitisme
économique”, Gazette du Palais del 9 de mayo, París, 1987, p. 348 y s.
B. Desorganización General del Mercado
En la noción clásica de la competencia desleal, el competidor busca desorganizar
la empresa de un rival determinado. Para desarrollar su propia clientela, ciertos
comerciantes no dudan en portar un atentado a los intereses de todos los miembros de la
profesión, alcanzando a los consumidores, desorganizando el mercado.
Tal desorganización es incontestablemente ilícita cuando ella resulta de actos
que están prohibidos en ellos mismos, como las ventas agresivas donde la venta se
realiza aun bajo precio50, o a precio marcado a pérdidas, pero que por la cantidad
proporcionan al vendedor un buen margen de ganancias, lo cual desorganiza el mercado
constituyendo competencia desleal.
De igual forma, podemos considerar como desorganización general del mercado
los monopolios o carteles o los abusos de posición dominante, la distribución ilícita de
regalos a la clientela (cuando ella se dirige a engañar a la clientela sobre la gratuidad del
regalo), o cuando se realizan los famoso “baratillos” o rebajas de precios donde estas
resultan ser un engaño al consumidor por ser demasiado pequeñas que obligan a la
compra de otro producto de menor calidad. En todos estos últimos casos, el Derecho
del Consumidor puede intervenir en protección de los consumidores.
Las reglas de la competencia permiten a un comerciante e ofrecer sus productos
a un menor precio que el de su competidor. Las ventas a precios irrisorios pueden ser
juzgadas desleales cuando ellas causan un denigramiento al producto, o cuando ella
porta una indicación inexacta de las condiciones de la venta. 51 En efecto, una gran
50
Ver FRISCH PHILLIPP, Walter. “Competencia desleal”, Oxford University Press Harla México,
México, 1996. Este autor nos dice que las normas regulatorias sobre los descuentos no pueden ser
calificadas como relativas a los precios, sino como pertenecientes a la regulación de la competencia
desleal. Estas reglas están justificadas por el interés de evitar un trato desigual para los clientes que en
realidad son compensados por el lucro obtenido frente a otros consumidores, en perjuicio general del
público, por el error generado conscientemente por el comerciante. Lo cual causa el desvío de la clientela
del competidor.
51
DURAND, P. Op. Cit., p. 446.
publicidad desplegada masivamente en los medios de comunicación desvía los clientes
del comercio regular y ejerce una presión particular sobre los precios del competidor a
menos que él consienta una reducción.
La Para-comercialidad
En esta hipótesis nos encontramos frente a personas que escapan a las reglas que
pesan sobre los comerciantes, sea porque ellos no cumplen que ocasionalmente los actos
de comercio, sea porque ellos tienen la calidad de personas morales de derecho público,
cooperativas o asociaciones. El desequilibrio es a veces causado por el otorgamiento de
ciertas ventajas a estas personas tales como subvenciones, bonificaciones, tasas de
interés más bajas, etc.52
52
GUYON, Y. Op. Cit., N° 853.