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Ensayo Mexicano Moderno I II (Martínez Vasconcelos Reyes Novo)

Enasyo mexicano
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LA CRÍTICA LITERARIA EN MÉXICO 14 josé luis martínez

EL ENSAYO MEXICANO
MODERNO I

Coordinación de Difusión Cultural


Dirección de Literatura
Universidad Nacional Autónoma de México

~
~11
Universidad de Colima
México, 1988
PRÓLOGO

Orígenes y definición del ensayo

"La palabra es reciente pero lo que nombra es antiguo" ,1 de-


cía Bacon a propósito del término ensayo. Tan antiguo que pue-
den reconocerse esbozos ensayísticos en libros orientales y del
Antiguo Testamento y en varios textos griegos y latinos." Sin
embargo, el ensayo aislado, con su propio nombre y no mez-
clado ya entre meditaciones religiosas o filosóficas, narraciones
históricas o preceptivas literarias, aparecerá plenamente y con
todos sus matices y posibilidades en los Ensayos de Montaigne
Coedición: U'niver'sidari
. Nacional Autónoma de M' . cuya primera versión es de 1580.
Y Universidad de Colima exico Entre tantos pasajes en que Montaigne reflexiona sobre la
naturaleza de sus propios escritos, uno me parece singularmen-
DR © 1958, 1971, Fondo de Cultura Económica
te ilustrativo ya que define no sólo el ánimo peculiar de que nace
DRU.© 1988. por 1as características
' . de esta edición-
~Iversldad Nacional Autónoma de M" .
CIUdad Universitaria 04510 M" DexIFco 1 "The word is late, but the thing is ancient." Bacon, Essays, Dedication to Prince
C di " ,eXlCO,
oor macron de Difusión Cultural . . Henry, 1612.
2 Por ejemplo en Los proverbios, La sabiduría y El eclesiástico del Antiguo Testamen-
. I?~ © Universidad de Colima to; en las sentencias de Confucio y en las enseñanzas de Lao-tsé; en varios textos grie-
CoordmaclOn General de Extensión Universitaria gos y singularmente en los Memorabilia dejenofonte, las Vidas paralelas de Plutarco, los
Diálogos de Platón, la Poética de Aristóteles y los Caracteres de Teofrasto; y en pasajes
Impreso y hecho en México del Arte poética de Horacio, las Instituciones oratorias de Quintiliano, las cartas de Plinio
el joven, Los oficios de Cicerón, los Soliloquios de Marco Aurelio -acaso, junto con los
ISBN 968-837-966-2, Obra completa Tratados morales de Séneca, los dos libros de la antigüedad que más cabalmente merecen
ISBN 968-837-967-0, Tomo I considerarse ensayos-, las Confesiones de San Agustín y la Consolación de la filosofía de
Boecio.

7
el en~~yo-si'Qotambién la mayor parte de sus características.
de profundidad en el examen de los asuntos;. mé~odo caprichoso
"El juicio -dice Montaigne- es un instrumento necesario
y divagante, y preferencia por los aspectos Inus~tados de las co-
en el examen de toda clase de asuntos, por eso yo lo ejercito
sas. Recordemos que Bacon, en sus Ensayos pubhcados poco.des-
en tod~ ocasión en estos Ensayos. Si se trata de una materia que
pués que los de Montaigne (1597), definiría el género naCIe?t.e
no entiendo, con mayor razón me sirvo de él, sondeando el vado
como dispersed meditations. 4 Pero además de :stos rasgos explíci-
de. muy lejos; luego, si lo encuentro demasiado profundo para
tos existen , tanto en los ensayos de Montaigne como en los de ,
mIS alcances, me detengo en la orilla. El convencimiento de no
Bacon, otros implícitos que acaban de conformar las c~r.a.cter~s-
poder ir más allá es un signo del valor del juicio, y de los de
ticas del nuevo género. Los nuevos rasgos son: exposlclOn ~IS-
mayor consideración. A veces imagino dar cuerpo a un asunto
cursiva, en prosa.> su extensión, muy variable, puede OSCIlar
baladí e insignificante, buscando en qué apoyarlo y consolidar-
entre pocas líneas y algunos centenares de páginas, mas parece
lo; otras, mis reflexiones pasan a un asunto noble y discutido
presuponer que pueda ser leído ?e un.a s~l~ vez: finalmente, es
en que nada nuevo puede hallarse, puesto que el camino está un producto típico de la mentalidad individualista que crea. el
tan tri~lado que no hay más recurso que seguir la pista que otros
Renacimiento y que determina -según lo. h~ .descrIto
recorneron. En los primeros el juicio se encuentra como a sus Burckhardt- "un múltiple conocimiento de lo individual en
r anchas, escoge el camino que mejor se le antoja, y entre mil sen-
todos sus matices y gradaciones" ,6 en forma de descripciones
, deros decid.e que éste o aquél son los más convenientes. Elijo espirituales, biografías y descripciones externas del ser humano
al azar el pnrner argumento. Todos para mí son igualmente bue-
y de escenas animadas de la vida. , .
nos y nunca me propongo agotarlos, porque a ninguno contemplo
La exp..r~si§~.Ill~s c?~cis~~.exacta que corre a proposito ~?l
por entero: no declaran otro tanto quienes nos prometen tratar ensayo eS:"literatura de Ideas .,7 En efecto, el ensayo es un ge-
t?dos los aspectos de las cosas. De cien miembros y rostros que nero híbrido en cuanto participan en él elementos de dos cate-
nene cada cosa, escojo uno, ya para acariciarlo, ya para desflo-
gorías diferentes. Por una parte es didáctico y lógico e~ ~~ex-
rarlo y a veces para penetrar hasta el hueso. Reflexiono sobre
posición de las nociones o ideas; pero, además, por su flexibilidad
las cosas, no con amplitud sino con toda la profundidad de que
efusiva, por su libertad ideológica y formal, .en s~ma, ~or su
soy capaz, y las más de las veces me gusta examinarlas por su calidad subjetiva, suele tener también un reheve literario. De
aspecto más inusitado. Atreveríame a tratar a fondo alguna ma- acuerdo con los esquemas y denominaciones establecidos por Al-
t~ria si me conociera menos y me engañara sobre mi impoten-
fonso Reyes en El deslinde,8 el ensayo s::ía gna fo~ma de e~p~e-
CIa. Sol~ando aquí una frase, allá otra, como partes separadas
sión ancilar, es decir, que en él hay ur(ínterca~~l~e servl~lOs
del conjunto, desviadas, sin designio ni plan, no se espera de entre la literatura y otras disciplinas 'Ctet--pensamiento escntoJ
mí que lo haga bien ni que me concentre en mí mismo. Varío
Icuando me place y me entrego a la duda y a la incertidumbre
el a mi manera habitual que es la ignorancia.":' ' 4
5
Bacon, Ibidem.
Sin embargo, los poetas ingleses Dryden y Pope escribieron auténticos e~sayos
Los rasgos peculiares del ensayo que explícitamente decla- en verso sobre temas preceptivos y filosóficos. Las metamorfosis de las plantas de Goethe
ra Montaigne en este pasaje pueden reducirse a falta voluntaria es también un ensayo en verso.
6 Jacob Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Italia, Trad. de Ramón de la Ser-
na Editorial Losada, Buenos Aires, 1942, pp. 250 ss.
, 7 Xavier Villaurrutia llamó al ensayo "producto equidistante del periodismo y
.~ Montaigne, ~nsayos, L~b. I, cap. L, "De Demócrito y Heráclito". Sigo la tra-
del sistema filosófico": Textosy pretextos, La Casa de España en México, 1940, p. 1.04.
duc.clOn de Constantmo Roman y Salamero (Garnier, París, 1912), aunque retocada
y ajustada al texto original. 8 Alfonso Reyes, El deslinde. Prolegómenos a la teoría literaria, El Colegio de MéXICO,
1944, pp. 30 ss.
8
9
Por su forma o ejecución verbal, puede tener una dimensión Formas afines y modalidades del ensayo
estética er: la calidad de su estilo, pero requiere, al mismo tiem-
po, una dimensión lógica, no literaria, en la exposición de sus Semejante flexibilidad y amplitud en la acepción de esta "lite-
t~mas. Por. su m.ateria significada, puede referirse a temas pro- ratura de ideas" ha determinado que, en el curso de su histo-
p}amente literarios, como son los de ficción, pero, en la mayo- ria, se ramifique en varias formas afines al ensayo, las cuales
na de. los :aso.s, s: ocupa de asuntos propios de otras discipli- no designan ni diversas funciones del espíritu ni formas deter-
nas: historia, :~enCla, ~tc. Es pues, ante todo, una peculiar forma minadas del pensamiento escrito, sino en general simples estra-
de comumcaClOn cordial de ideas en la cual éstas abandonan toda uficaciones de la prosa no narrativa que siguen leyes vagamen-
pretensión de impersa.na1idad e .irr:parcialidad para adoptar re- te convencionales y se acercan o se alejan en distintos grados
sueltame~t: las ventajas y las lImitaciones de su personalidad de la literatura o del tratado didáctico. El artículo, por ejemplo."
y s~ parcialidad. En los ensayos más puros y característicos cual- nace y permanece ligado al periodismo; es por lo común más
quier tema o asunto se convierte en problema íntimo, indivi- breve que el ensayo, su tema más inmediato o "de actualidad",
dual; se penetra de resonancias humanas, se anima a menudo y su nivel de estilo, "periodístico". El estudio crítico "es trabajo
con ~n toque humorístico o cierta coquetería intelectual y, re- de examen frío, de indispensable erudición y de método se-
nuncI.ando c~and~ es posible a la falacia de la objetividad y de vero", aunque existan también ensayos-críticos. En la monogra-
la senedad didáctica y a la exposición exhaustiva entra de lle- fía la intención es cabalmente didáctica y se aplica sobre un tema <V
no en un "historicismo" y se presenta como testimonio como preciso con propósitos exhaustivos; pero -según o~serva ~e-
voto personal y provisional. Sin embargo, hasta el juego men- dardo Vitier- "el propio asunto da de sí ensayo SI la actitud
tal mas dlvaga~te y caprichoso requiere, en mayor o menor gra- del autor es contemplativa, sin mengua de los materiales cientí-
do, ~: algún ngor expositivo; y justamente, en la variada dosi- ficos que le interese manejar". La crítica literaria, artística, his-
\ ficaclOn de estos ~os elem:ntos: originalidad en los modos y tórica, filosófica o científica es, en general, una función del es-
,-) formas d~l pensanuemo y sIstematización lógica, radican los di- píritu por la que éste se enfrenta con diferentes propósitos,
ferentes tipos de ensayo. A la línea subjetiva, libre y caprichosa alcances y rigor, a los productos culturales. A su vez puede ele-
del ensayo ~u: n.ace en Montaigne, emigra a Inglaterra con los gir entre la amplia gama de formas que van desde la iIlCis!ental
~nsayos periodísticos de Adisson y Steele, florece con Lamb, Haz- opinión impresionista hasta la monografía, pero la ~rítica!in-
litt y Stevenson y v~e.lve a Fr~'r:cia con Gide y Alain , pronto gresa en el campo del ensayo cuando, cualquiera que sea su ín-
se opone otr~, exposItIva, orgamca e impersonal, cuyos oríge- dole, tiene además esas cualidades de flexibilidad y libertad for- ,)
nes pueden fiJ~rse en Bacon. A esta última, cuyo mayor apogeo mal e ideológica, el acento subjetivo y la naturaleza interpretativax
ocurre e.n lo~ ~I~los XVIII y XIX, pertenecen las elaboradas y ex- que distinguen al ensayo. El tratado, en fin, queda situado en
tensas dIsqulSlclOnes dieciochescas -como el Ensayo sobre las cos- el extremo opuesto al breve artículo o a la divagación ensayísti-
tum,b:esy el espírz'~ude las naciones (1756) de Voltaire o el Ensayo ca; es el estudio completo, arquitecturado y riguroso que pre-
politico s~bre el rezno de la Nueva España (1811) de Humboldt- tende entregar toda la sabiduría existente sobre un tema; un gé-
y en el sIglo del Romanticismo, los macizos ensayos críticos fi~' nero que la especialización de nuestro tiempo ha hecho casi
lo~óficos o históricos de Macaulay, Emerson, Thiers, Saint- desaparecer.
Victor, Brunetiere y Menéndez Pelayo.
9 En esta clasificación sigo parcialmente a Medardo Vitier, Del ensayo americano,
Tierra Firme, Fondo de Cultura Económica, México, 1945, pp. 47 ss.

10
11
Mezclán?ose, confundiéndose o apartándose de estas for- en defensa del indio mexicano y Deber y honra del escritor de J ai-
mas afines VIve en el pensamiento moderno este cuerpo fluido me Torres Bodet.
que es el ensayo. Desentendiéndonos del hecho de que se en- 5. Ensayo interpretativo. Es la forma que puede considerarse
cuentra o no en su improbable pureza, el ensayo, por otra par- normal y más común del ensayo: exposición breve de una ma-
t:, se presenta con mayor frecuencia en las siguientes moda- teria que contiene una interpretación original. Entre muchos
Iidades."?
ejemplos posibles, he aquÍ algunos: Pesimismo alegre deJosé Vas-
1: Ensayo como género de creación literaria. Es la forma más no- concelos, Parrasio o de la pintura moral de Alfonso Reyes, Arte ame-
ble e.Ilustre del ensayo, a la vez invención, teoría y poema. Pue- ricano de Manuel Toussaint, Los problemas de América de Daniel
~en I.lustrarlo, dentro de la producción mexicana moderna, Pa- Cosío Villegas, Meditaciones sobre el alma indígena de Agustín Y á-
lz~odza del polvo de Al.fanso Reyes, Novedad de la Patria de Ramón ñez, y Cortés y Cuauhtémoc; hispanismo, indigenismo de Andrés
Lopez Velarde o Pzntura sin mancha de Xavier Villaurrutia. Iduarte.
2. Ensayo breve, poemático. Semejante al anterior aunque más 6. Ensayo teórico. Un matiz lo diferencia del ensayo interpre-
b;eve y men?s articulado; a la manera de apuntes líricos, filo- tativo, pues mientras las proposiciones de aquél discurren más
soficos o de simple obse~vación .curiosa. Memorables ejemplos, libremente y se ocupan por lo general de personalidades o acon-
los en~ayos breves deJuho Torn, los ensayos-epigramas de Car- tecimientos históricos o culturales, las de éste, más ceñidas,
los Díaz Dufoo Jr. y Obra maestra de Ramón López Velarde. discurren por el campo puro de los conceptos. Ejemplos, Psi-
3. E~sayo dejantasía, ingenio o divagación, de clara estirpe in- coanálisis del mexicano de Samuel Ramos, El clasicismo mexicano de
g~esa. ~~Ige fre~cura graciosa e ingenio, o ese arte sutil de la Jorge Cuesta, Filosojía y lenguaje de Antonio Gómez Robledo y
divagación cordial y honda sin que se pierda la fluidez y la apa- El verbo desencarnado de Octavio Paz,
rente l~gereza, como en Matrícula 89 de Alfonso Reyes, Tristeza 7. Ensayo de crítica literaria. Ya se apuntó más arriba que cuan-
de J ose Vasconcelos o De las ventajas de no estar a la moda de Sal- do la crítica literaria, cualquiera que sea su índole, tiene ade-
vador Novo.
más las características del ensayo, ingresa en su campo, como
. 4. Ensayo-discurso u oración (doctrinario). Expresión de los rnen- lo atestiguaron dos estudios magistrales, el de Justo Sierra sobre
saJ:s cultu.rales y civilizadores. Formalmente oscila entre la ora- Gutiérrez Nájera o el de Xavier Villaurrutia sobre Ramón López
t~na del discurso y la disertación académica, pero lo liga al pro- Velarde.
pIame~te llamado e?sayo la meditación y la interpretación de 8. Ensayo expositivo. Exposición de tipo mono gráfico y de vi-
la~ realIdades. maten~~s o espirit~ale.s. Por ejemplo, el magno sión sintética que contiene al mismo tiempo una interpretación
Discurso en la inauguracum de la Umverszdad Nacional de Justo Sie- original, como ocurre en La "Utopia" de Tomás Moro en la Nueva
rra, Los c.uatropoetas modernos de Antonio Caso las Meditaciones España de Silvio Zavala, en Humanistas mexicanos del siglo XVIII
sobre Méxzco de Jesús Silva Herzog, la homilía de Alfonso Caso de Gabriel Méndez Plancarte, en Carácter del mexicano de José
1turriaga y en Panorama de México de Arturo Arnaiz y Freg.
9. Ensayo-crónica o memorias. Aquí el ensayo se alía con re-
AlE. 10~go el cua~ro de tipos ensayísticos que apliqué inicialmente a los ensayos de memoraciones históricas o autobiográficas. En el primer caso
,onso :y:s en mi estudio "La obr<l;de Alfonso Reyes" publicado en Cuadernos Ame- se encuentra la evocación de Artemio de V alle- Arizpe sobre Don
ncanos, México, enero-febrero 1952. Angel del Río y MJ B di'
ción a El o • _ " enar ete, en a Introduc-
e neept,o eontemporaneo de Espana, Antología de ensayos (1895-1931) (Edit 'al L _
Victoriano Salado Alvarez y la conversación en México, en el segundo
sada, Buenos AIres 1946 p 31 32) , '. 10rI o tantos pasajes admirables de las memorias deJosé Vas~oncelos,
, l " p,., - , proponen una c1aslficaclOnde los ensayos en tres
grupos, e ensayo puro, el poetlco-descriptivo y el crítico-erudito, 10. Ensayo breve, periodístico. Es, finalmente, el registro leve
12
13
y pasajero de las incitaciones temas " h pública y el carácter de los mexicanos; numerosos pasajes ensa-
mento, consignados al ' , opiniones y echos del mo-
., paso, pero con una agud yísticos hay en la obra que Lorenzo de Zavala llamó, siguiendo
Clan que lo rescaten del si 1 . di eza o una emo- a Humboldt, Ensayo histórico de las revoluciones de México, y ensa-
Imp e peno ismo 1
El amargado de Jose' VI' como os muestran yistas fueron también, en sus textos más sustanciosos, Fray Ser-
asconce os Los 1 Id J 1 "
Rafael López o Tren d. d. d' a c~ . es ae a provincia de vando Teresa de Mier, José María Gutiérrez de Estrada, Ma-
e segun a e Mauricio Magdalena.
riano Otero y Lucas Alamán. A todos ellos, por otra parte, es
común un tono cultural caracterizado por una intensa concien-
Antecedentes del ensayo m exicano
. cia histórica y por un afán de analizar y valorar la realidad so-
cial en aquella dramática encrucijada que vivían, notas éstas que,
Pasajes en los que se formulan reflexion ' aparte las reacciones o desvíos de ciertas épDcas, persistirán como
hay en casi todos nuestros hist . d es de I~dole ensayística distintivas-dcl'~nsayo ~exicá;o~"--'--
ona ores y cron t " .
y en los humanistas de lo . 1 IS as prrrrutrvos Durante los años siguientes del siglo pasado, el ensayo, aun
briel Méndez Plancart S
11 s SIg.a XVI y XVIII que estudió Ga-
informe, entendido principalmente como expresión de la con-
tolomé de las Casas F e, l?artI~la~mente en las obras de Bar- ciencia histórica y valoración de la realidad social, aparecerá en
y Pedro José Márqi rancisco avier Clavijero, Andrés Cavo
uez. algunos de los escritos de Luis Gonzaga Cuevas, Francisco Zarco,
A principios del siglo XIX do la i Ignacio Ramírez, Ignacio L. Vallarta, Vicente Riva Palacio,
ea de México hizo posible la li~uan o ~ mdel?:ndencia políti- Ignacio M. Altamirano, Francisco Bulnes y Carlos Pereyra; se
una de las formas de exp ., re mamfestaclOn de las ideas, concretará a temas de historia cultural en pasajes de las obras
resion que se enco t '
das para dar salida a aquel er l' n. raron mas adecua- deJosé Fernando Ramírez, de Bernardo Cauto, Manuel Oroz-
do fluir de los pensamiento;so~~~a , mter~Iter:te y desasosega- co y Berra, Joaquín Garda Icazbalceta, Victoriano Agüeros,
se estaba en desacuerdo b 1tantas sIt~aclOnes con las que Francisco Pimentel, José María Vigil y Luis González Obre-
y so re os remedi luci
se proyectaban fue un tipo d' os Y so uciories que gón, y sólo en las postrimerías del siglo, la sensibilidad que des-
e escntos muy a . d 1
yo, aunque el nombre no . próxima o a ensa- pierta el Modernismo por una prosa más ceñida y elegante, por
110s textos. apareciera todavía aplicado a aque-
una expresión más intencionada y original, llevará a nuestros
Insinuaciones de ensayo o cabales escritores a realizar plenamente la incierta forma literaria que
to, la mayor parte de 1 . ensayos fueron, en efec- se llama ensayo. _ .
. os escntos no novel F'
de Lizardi publicaba asidu escos que ernandez
amente en sus ., di
ensayos fueron plenamente 1 ., ,peno ICOSpersonales;
. a porcion mas i d
tudios que José Marfa L . M . mportante e los es- Un tema persistente: México
UIS ora reunió Ob
los apartados de la primera arte de M' . en sus ra~ sueltas y
descnben con tan agud bP . extco y sus revoluczones, que U n repertorio representativo de ensayos franceses o ingleses nos',
as o servaClOnes la población de la Re-
ofrecerían reflexiones sobre cuestiones estéticas, filosóficas, po.l
líticas o morales o creaciones y juegos puros de la inteligencia
IIH .
, umarusmn mexicano del siglo XVI Introduc ., ., y el ingenio, y sólo en casos excepcionales estos ensayos se limi-
Mendez Plancarte, Ediciones de la U '. id cion, selección y versiones de Gabriel
Biblio.t;ca del Estudiante Universitari~IV~;~1 ad Nacional Autónoma, México, 1946, tarían a los problemas nacionales, sin duda porque sus autores
selección de Gabriel Ménd PI " Humamstas del Siglo XVIII Jntroducci encuentran sus países ya hechos y cultivados y tienen por ello
ez ancarte Edici dI' . IOn y
ma, México, 1941, Biblioteca del E t 'd' IOnes. e a.Umversidad Nacional Autóno-
s u iante Umversltano, 24. la libertad de volverse hacia los temas generales o personales que

14 15
ejor
n: acomoden a.su propia Índole. En México, por el contra- Dentro de sus propios límites, el ensayo mexicano moder-
no, nuestros ens.aylstas se inclinan insistente y tenazmente a ex- no es en buena parte la historia del pensamiento mexicano y,
p.lorar una sol~ mterrogante, la realidad y la problemática na- por ello mismo, una historia de la cultura y un inventario .de
cíonal, cualqUl~r~ 9ue s:a s~ perso~al perspectiva y disciplina nuestros problemas. Quiero decir que en nuestros ensayos la m-
filosofica o hIstonca, ClentIfica o hteraria- y su ideología. El teligencia y la sensibilidad pocas veces se despliegan para ~olaz
t~ma co~s~ante en la mayoría de los ensayos modernos será Mé- gratuito o puramente : ntelectual o estético, sino que se aplican,
XICO;México en s~ totalidad o algunos de los asuntos que inte- en cambio , al servicio de revisiones fundamentales, ya de. ea-
resan a la f~r~acIón de.l país: su historia, su cultura, sus pro- rácter cultural: la expresión literaria o artística, el pensamiento
blemas economICOS y sociales, sus creaciones literarias y artísticas filosófico, el carácter del mexicano o los grandes conflictos his-
su pasado y su presente. '
tóricos y espirituales, o ya de carácter social y económico.
Esta peculiari?a.d d~ nuestros ensayos, por otra parte, no
es exclusI~a de México smo propia de todo el pensamiento his-
panoamencan~" propia de países que se encuentran aún en pro- Etapas del pensamiento ensayístico mexicano moderno
ceso de for~ac.lOn, con más esperanzas que pasado y menos ri-
;,os en reahZaCl?~eS y conquistas que en proyectos y esfuerzos. La historia de las ideas en México, como antes señalaba, no pue-
Toda la ensayisnca contmental-apunta Alberto Zum Felde- de identificarse sino parcialmente con la historia del ensayo, por-
apa:e~e, ~~2mayor o menor grado, vinculada a su realidad so- que aquéllas adoptan diferentes formas que no siempre pueden
cIOlogIca. , Desde los años de Sarmiento, Bello y Altamira- considerarse ensayos. El pensamiento económico, por ejemplo,
ly ~sta la epoca presente, el ensayo hispanoamericano ahon- casi nunca se expresa con la originalidad y flexibilidad que pide
dará tres cauc:s princip,a~es: 13 la cultura de nuestros países; los el ensayo; ciertas corrientes filosóficas, como el neokantismo o
p:o~l:mas raciales, polfticos y económicos y la emoción de 10 el tomismo, no han llegado a tener manifestaciones de esta ín-
~Istonc~, cauces que confluyen en el más vasto de la problemá- dole y otro tanto ocurre con los temas científicos. En ciertos mo-
tica nacional.
mentos, la historia del ensayo se liga con la historia de la litera-
.En ~asos .exc~~cionales aparecerán temas de teoría pura o tura, pero en ocasiones la ensayística toma su propio camino
d,e ~Ibre Imagma~IO~ o ,divagación intelectual, poética o humo- aliándose con la historia del pensamiento sociológico o filosófico.
nsnca. y en casr rnngun caso, como 10 hizo notar Una
d . muno, Por otra parte, el escritor mexicano que escribe ensayos po-
pue en regIstrarse temas morales, religiosos o metafísicos sal- cas veces hace sólo eso. Lo común es que su ejercicio principal
vo en las plumas de escritores clérigos cuyas obras por 10 gene- sea la poesía, el teatro, la novela o la crítica, o bien que cultive
ral quedan fuera ~el campo del ensayo. Pero las reflexiones de otra disciplina del pensamiento, como la historia, la economía,
caracter I~dependIente sobre temas morales, tan frecuentes en la antropología o la filosofía y que ocasionalmente se exprese
el pens~mIento francés, y las de temas metafísicos, queprefie- en forma de ensayos.
ren los m~leses, no parecen tener campo en la mente de nues- Pese a lo movedizo de estos planos en que se mueve el ensa-
tros ensayIstas.
yo, puede proponerse tentativamente la siguiente guía de las prin-
cipales etapas del ensayo mexicano moderno.
. 12 A1bert~ Zu~ Felde, Índice crítico de la literatura hispanoamericana. Los ensayistas Edi- En las postrimerías del porfiriato, los escritores expresan las
torial Guarama, México, 1954, p. 9. ' l

13 Vitier, op. cit., p. 7. teorías estéticas y la sensibilidad del Modernismo o bien le opo-
nen la continuidad de la doctrina nacionalista que privó duran-
16
17
11

te el siglo XIX. Justo Sierra funda la Universidad Nacional en luego, grupos aislados discuten vanamente sobre nacionalismo A
1910 Y le propone una norma espiritual. ., . o universalismo en la expresión literaria. Otros escritores siguen
A partir de entonces y paralelamente a l~ revoluClOn ,soCial su propio camino: el humanismo cristiano, la meditación esté-
de 1910, el grupo de los ateneístas, con Ar:tomo Caso, Jo.s: Vas- tica o el análisis literario, el pensamiento social o la reflexión
concelos y Alfonso Reyes a la cabeza, realiza una revolución cul- histórica.
tural cuyos objetivos son el retorno al espiritualism.o ~losófic~, Estas sumarias etapas del pensamiento ensayístico nos per- 1

, el ejercicio intelectual disciplinado y una alerta cur;osldad uni- miten advertir algunos hechos significativos. En primer lugar,
e_yersal. Bergson y Boutroux principalmente son la gUla del grupo. en el campo de las ideas a que pertenece el ensayo existe una
El impacto de la Revolución, alrededor de 1915 y has~a los relación con los acontecimientos políticos y sociales mucho más
años finales de los veintes, provoca el retorno ~l :onoClmlent,o estrecha que la que se manifiesta en el ejercicio puro de las le-
de los orígenes nacionales, como un redescubnmIent~ de :vre- tras o las ciencias. Aun en sus manifestaciones más desprendi-
das de la circunstancia histórica, el ensayo es siempre reflexión,
xico cuando no una huida nostálgica al pasado. Ramon Lopez
V elarde revela la novedad de una patria más íntim~, y los colo- testimonio; y en los casos más frecuentes, esta reflexión tiene
nialistas descubren el encanto de las épocas preténtas de nue~- por tema sucesos históricos o culturales inmediatos, actúa de he-
tro país. Una generación, la de 1915 (Alfons~,Cas?, Antomo cho como una alerta conciencia de la realidad.
Castro Leal, etc.), sobreponiéndose a la confuslOn.' SIente la ne- Por otra parte, justamente en este periodo y en este campo,
cesidad de hacer fructífero, mediante el pen~amIento '! la ac- ocurre en México la transformación del hombre culto -de co-
ción, aquel terrible vuelco que sufría la reahdad meXIcana. nocimientos e intereses en un vasto campo del saber humano-
Una nueva sensibilidad asoma, con el llamado "van.guar- en el especialista. Los escritores de la primera generación ca-
dismo", en la década que va de 1928 a 1938. Pasada la violen- balmente moderna, los ateneístas, aún aspiran a abarcar el campo
cia, el grupo de escritores llamado de Contemporáneos se ~ntrega completo de una o varias disciplinas: Antonio Caso, el vasto con-
al ejercicio puro, gratuito, de la literat~ra y a la conqUlsta del tinente de la filosofía; Alfonso Reyes, todas las cuerdas de la
nuevo arte, lo mismo en las letras y la pintura que en el teatro. lira, la teoría literaria y el humanismo; José Vasconcelos, la fi-
Por los mismos años, escritores de diferentes generacio~es losofía, la literatura y la política. En cambio, los escritores de
las promociones siguientes van avanzando progresivamente hacia
y disciplinas intelectuales emprende~ una :ast~,tarea -=-~?m-
terrumpida hasta nuestros días- de mvestIgaclOn y .anal~sls de las especializaciones culturales: Manuel Toussaint, arte colonial;
la realidad mexicana, lo mismo en el campo de l~ hIstona cu;- Alfonso Caso, antropología; Jesús Silva Herzog, economía; Da-
tural que por medio de estudios y valoraciones sO~lales y econo- niel Cosío Villegas, economía, ya partir de 1950, cambio radi-
micas. Se inicia entonces la indagación del mexicano -:-~spe- cal hacia la historia; Samuel Ramos, filosofía mexicana y esté-
cialmente con el libro El perfil del hombre y la cultura en México de tica; Francisco Monterde, literatura mexicana, y toda la
Samue1 Ramos- y, en general, se artic~la.en el camp~ ?e las generación de Contemporáneos, ejercicio literario exclusivo.
disciplinas filosóficas y sociales el conocímiento de México. No tiene sentido suponer que esta reducción del ámbito cul-
A partir de 1940 se suceden corrient.es filosóficas como el tural implique al mismo tiempo una reducción de la calidad in-
historicismo y el existencialismo que dominan por un mome~to telectual. Ni siquiera puede afirmarse que lo que se ha perdido
el pensamiento mexicano. Una generación c?n numeroso.s alia- en extensión se ganó en profundidad. Se trata simplemente de
dos se da a la tarea de meditar sobre México y lo mexicano; un cambio de perspectiva típico de la época moderna, y los es-

18 19
cidencias de tipo ideológico, preocupaciones culturales afines o
critores y los pensadores continúan teniendo su mérito propio, ~emejanza en el planteamiento de ciertos problemas. Leopoldo
cualquiera que sea la amplitud de su dominio. Zea, y José E. It~rriaga coinciden en su indagación del ser y del
c.a;a<:ter del mexicano, pero no los une ninguna peculiaridad es-
tIhstlCa: Y aun en el caso de Arternio de Valle-Arizpe, Manuel
¿Existe un estilo del ensayo? Touss.amt y Genaro Estrada, escritores de intención literaria,
aproximadamente contemporáneos y que escriben todos sobre
El prologuista anónimo de la Anthologie des essayistes francais con- tem~s coloniales, sus estilos no tienen nada en común, porque
temporains llamaba la atención sobre el hecho de que "los ensa- el.prll~ero es un novelista y ensayista arcaizante, el segundo un
yistas raras veces pertenecen a una escuela propiamente dicha; historiador y crítico del arte colonial, y el último un historiador
cuando más forman parte de un movimiento de ideas" .14 Aho- que .ironizó sobre la manía arcaizante, esto es, porque tratan
ra bien, un movimiento literario se reconoce sobre todo por sus el mismo tema desde perspectivas o rumbos mentales diversos.
nuevas características de estilo; pero como en el ensayo la fun- . Por t.odas estas razones resulta incongruente hablar de un es-
ción del estilo es menos importante que la corriente ideológica, tilo pro~lO de todas o de cada una de las etapas del pensamiento
sus características sólo excepcionalmente permiten distinguir con ensayístico moderno de México. Acaso las únicas notas válidas
claridad una verdadera escuela literaria. Lo que para el escritor sean algunas de las distintivas del carácter mexicano: la sobrie-
es la forma de los versos o el ritmo de la frase, para el ensayista dad, la delicadeza, el profundo instinto nacionalista, la mesu-
es su modo de expresión, la fuerza de su exposición. De ahí que rada gravedad, el afán de comprensión universal. Y aun en esta
la historia del ensayo no presente, desde el punto de vista for- somera definición pronto se aprecian las fallas, pues 'dónde si-
mal, contornos precisos." tuar el humor y la ironía de Julio Torri o de Salvador Novo?
Cuando sus autores son fundamentalmente escritores lite- Estas encrucijadas que propone el ensayo me decidieron a
rarios -por ejemplo, los casos de Alfonso Reyes, Julio Torri, extenderrne cuanto fue indispensable en la presentación indivi-
Ramón López Velarde o Xavier Villaurrutia-, los ensayos pue- d~al de l~s autores que figuran en la presente antología, a cam-
den representar en forma adecuada el estilo de un periodo y so- bIO d~ evitar este huidizo tratamiento propiamente histórico-li-
bre todo un estilo personal. Pero cuando se trata de profesiona- terario del ensayo mexicano moderno.
les de diversas ramas intelectuales que se expresan por medio De todas maneras, en los ensayos reunidos en esta antolo-
de ensayos, éstos parecen seguir un estilo cuyas únicas preten- ~ía se encuentran algunas de las páginas más brillantes de la
siones de índole literaria son la claridad y la acertada exposi- htera~~ra y ~el. pensamie~to rr;texicanos modernos. Aunque toda
ción de los temas. Siguiendo el esquema de etapas históricas antes creacion artística es en rigor mcomparable, puede establecerse
propuesto, puede afirmarse que hay ciertas notas comunes en una semejanza, un paralelismo de calidad estética entre los en-
los ensayos del periodo modernista, y que otro tanto ocurre en sayos literarios de Antonio Caso, José Vasconcelos, Alfonso Re-
los escritores de la generación de 1910 y en el grupo vanguar- yes, Julio Torri, Ramón López Velarde, Xavier Villaurrutia
dista de 1928. Pero en el resto de las etapas, los rasgos que per- y,Octavio Paz, y dete,rminados momentos de la pintura, la poe-
miten agrupar a los pensadores y escritores son más bien coin- SIa ~ l.a novela de la epoca. En los casos de ensayos ideológicos
o te~rIcos, como el de Justo Sierra en la inauguración de la Uni-
versidad, o los. de Manuel Toussaint, Jesús Silva Herzog, Al-
14 Anthologie des essayistes [rancais contemporaim, Éditions KRA. París, 1929, p. 8. fonso Caso, JaIme Torres Bodet, Daniel Cosío Villegas, Agus-
15 Op. cit., p. 11.

21
20
tín Yáñez Edmundo O'Gorman y Leopoldo Zea, sólo puede
decirse que su rango intelectual es importante para el pensamien-
to mexicano en la medida en que esas meditaciones han expuesto,
con más intensa fuerza expresiva o mayor originalidad, proble-
mas y hechos fundamentales para nuestra cultura.
j.L.M.
JUSTO SIERRA

(Campeche, Camp., 26 de enero de 1843-Madrid,


España, 13 de septíembre de 1912)

HUo del escritor, historiador y jurista yucateco justo Sierra O)Reilly, justo
Sierra Méndez estudió en Mérida y en la Ciudad de México donde se gra-
duó de abogado en 1871. Inició su carrera literaria en 1868, al amparo
del maestro Altamirano )), poco más tarde, su vida política que se conju-
gaba con aquélla en una misma aspiración civilizadora. Diputado, ma-
gistrado de la Suprema Corte de justicia, maestro de Historia en la Es-
cuela Nacional Preparatoria, Ministro de Instrucción Pública y Ministro
Plenipotenciario en España, fue constantemente un animador y un orga-
nizador de la cultura nacional a través de múltiples actividades: la Re-
vista Nacional de Letras y Ciencias (1889-1890), la Academia Me-
xicana de que fue director, sus propias obras históricas y las que dirigid,
sus largos empeños educativos que culminaron con la organización que dio
a la educación pública y con lafundación de la nueva Universidad Necio
nal (1910).
El primer centenario de su nacimiento, en 1948, fue conmemorado
con excepcional solemnidad por la Universidad Nacional de México, qU/:
lo reconoce como fundador. Agustín Yáñez dirigió la publicación de sus
Obras completas; sus restos mortales fueron trasladados con grandes
honores a la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civi!y las uni
uersidades del Continente lo declararon Maestro de América.
Los ensayos, crónicas y artículos de crítica literaria de justo Sierra

22
'1

desnudo el ombligo; el torso, onduloso, serpea. En la frente, una LIBROS (!.,UE LEO SENTADO y LIBROS
toca de encaje; largas las pestañas negras, recta la nariz, y sen- QUE LEO DE PIE *
suales y pecaminosos los labios, que modulan una lengua dulce
y pérfida, incomprensible como sus almas. Sujeto a la nuca, el Para distinguir los libros, hace tiempo que tengo en uso una cla-
pañuelo de seda rojo o amarillo cae en ángulo encubriendo a sificación que responde a las emociones que me causan. Los di-
medias la espalda, los hombros. Comienzan el baile erguidas vido en libros que leo sentado y libros que leo de pie. Los pri-
y voluptuosas, fusión inconsciente de altivez y de sensualidad. meros pueden ser amenos, instructivos, bellos, ilustres, o
Los ritmos violentos les despiertan ardores de sol en canícula.' simplemente necios y aburridos; pero, en todo caso, incapaces
y los pasos lentos fingen dulzuras peligrosas de vena subterrá- de arrancarnos de la actitud normal. En cambio los hay que,
nea, de cenote maya que corre a muchos metros de profundidad, apenas comenzados, nos hacen levantar, como si de la tierra
frío bajo las arenas calcinadas de la superficie. Parece que toda sacasen una fuerza que nos empuja los talones y nos obliga a
la selva acudiese al llamado heroico de los clarines de júbilo; del esforzamos como para subir. En éstos no leemos: declamamos,
suelo mismo nacen ansias de fecundidad que envuelven, estre- alzamos el ademán y la figura, sufrimos una verdadera trans-
mecen las pantorrillas desnudas y suculentas de las bailadoras. figuración. Ejemplos de este género son: la tragedia griega,
El simulacro amoroso desenvuelve su seducción multisecular, Platón, la filosofía indostánica, los Evangelios, Dante, Espi-
se consuma con fuego y estrépito; danzan juntas un instante las nosa, Kant, Schopenhauer, la música de Beethoven, y otros, si
parejas firmemente abrazadas, luego se separan y el ritmo se más modestos, no menos raros.
torna lánguido. Las mismas escenas se repiten largas horas de Al género apacible de lo que se lee sin sobresalto pertene-
la noche serena, bajo las estrellas y sin más interrupción en lo cen todos los demás, innumerables, donde hallamos enseñan-
infinito que la fugaz refulgencia de los bólidos. Una y otra vez za, deleite, gracia, pero no el palpitar de conciencia que nos le-
la magia de los sonidos vuelve a lanzar los cuerpos a la dicha vanta como si sintiésemos revelado un nuevo aspecto de la
de la pasión fingida, más perdurable que la realidad costosa, creación; un nuevo aspecto que nos incita a movernos para lle-
extenuante. Tira el alcohol a los machos y siguen bailando aho- gar a contemplarlo entero.
ra solas las mujeres, incitantes y hieráticas, eternamente victo- Por lo demás, escribir libros es un triste consuelo de la no
riosas en la lid erótica. Los clarines ya no lanzan al viento su adaptación a la vida. Pensar es la más intensa y fecunda fun-
clamor impetuoso; está vencida la intermitente virilidad y so- ción de la vida; pero bajar del pensamiento a la tarea dudosa
brevive el ritmo lánguido. Una voz femenina imperturbable, de escribirlo mengua el orgullo y denota insuficiencia espiritual,
voz de bruja o de Diótima campestre, repite en voz alta la copla denota desconfianza de que la idea no viva si no se la apunta;
intencionada y doliente: vanidad de autor y un poco de fraternal solicitud de caminante
que, para beneficio de futuros viajeros, marca en el árido cami-
¡Ay zandunga, mamá por Dios!
no los puntos donde se ha encontrado el agua ideal, indispensa-
En el idioma zapoteca nativo, dulce y pérfido, cuchichean ble para proseguir la ruta. Un libro, como un viaje, se comien-
las mujeres del coro. A la vera del empalmado, bajo la copa de za con inquietud y se termina con melancolía.
los tamarindos, roncan su fatiga los borrachos. Los cuerpos to- Si se pudiese ser hondo y optimista, nunca se escribirían li-
dos están vencidos y el alma espera con alborozo la aurora, que
limpiará de sombras y endriago s no sólo el contorno y el bos-
que, también el pecho y la mente. • Divagaciones literarias, 2a. ed., México, 1922, pp. 9-13.

56 57
bros. Hombres llenos de energías, libres y fértiles, no se dedi- mistas. Pero el sano y alegre de corazón, el valeroso y audaz,
carían a remedar con letra muerta el valor inefable, el remoce se vuelve exigente y reclama lo que aquí no se encuentra. Fren-
perenne de una vida que absorbería y cumpliría sus ímpetus y te al sibarita que me brinda deleite y el profeta que me señala
todos sus anhelos. Un libro noble siempre es fruto de desilusión el valle de lágrimas, acaso vacilo, pero comprendo y respeto al
y signo de protesta. El poeta no cambia sus visiones por sus versos que me dice: "Es preciso", y me río y desprecio, cuando paso
y el héroe prefiere vivir pasiones y heroísmos, más bien que can- a la vera del que exclama: "Qué bello", "Qué bueno" .
tarlos, por más que pudiera hacerlo en tupidas y bravas pági- y es que la verdad sólo se expresa en tono profético, sólo
nas. Escriben el que no puede obrar y el que no se satisface con se percibe en el ambiente trémulo de la catástrofe. Así habla en
la obra. Cada libro dice, expresamente o entre líneas: ¡nada es e! verbo esquiliano, así se teje gloriosamente en e! diálogo pla-
como debiera ser! tónico, así estalla en la opulenta sinfonía moderna.
¡Ay del que toma la pluma y se pone a escribir, mientras También Eurípides, uno de los libres y grandes que por aquí
afuera todo es potencial que atrae e! humano impulso; cuando han pasado, comprendió lo humano con tal claridad, que, mo-
todo lo inconcluso reclama emoción que lo consume en pura y vido de compasión, se puso a escribir sus visiones, cuidando de
perfecta realidad! repetir a cada instante el consejo sabio y sincero, para el que
Pero ¡ay también del que, consagrado a lo de afuera, ni re- somos tan sordos: "Desconfía, no te engrías en tu goce. No te
flexiona, ni se hastía, ni ambiciona todavía más! Éste, no más, llames feliz hasta la hora de tu muerte; antes no sabes lo que
contemplativo, vive para lo exterior, y no renuncia y no mue- e! destino te reserva". "Para qué quieres gloria, hermosura, po-
re; pero porque todavía no nace o renace. Pues nacer no es sólo der. .. Mira la casa de Príamo; escucha los lamentos de Hécu-
venir al mundo, en que juntas persisten y se suceden la vida bao ¡La fiel Andrómaca comparte e! lecho del vencedor! El pe-
y la muerte; nacer es proclamarse inconforme; nacer es arran- queño hijo de Héctor acaba de perecer, y de toda la grey ilustre,
carse de la masa sombría de la especie, rebelarse contra todo queda tan sólo la teoría de las troyanas esclavas, implorando en
humanismo, quererse ir, levantarse con el arranque de los li- vano, mientras caminan al destierro! ¡Para qué tienes hijos!"
bros que se leen de pie, de los libros radicalmente insumisos. Mas como la verdad causa terror y muchos se alarman de
Yo no sé a qué nacemos, cuando, con Buda oJesús, renun- los corolarios que cualquier espíritu implacablemente sincero po-
ciamos al mundo; pero sí es indiscutible la nobleza de una re- dría deducir de estos evangelios inmortales, los representantes
nuncia que se anticipa al dictado fatal de la muerte y desafía del rebaño que no quiere morir, y que todavía, además, se en-
la muerte; sí, es indiscutible que es necesario, después de cono- capricha en engendrar, los representantes del rebaño, los hom-
cer la vida, poder decirle: ¡Basta! Sin esa renuncia y sin esa exi- bres inteligentes, con Aristóteles a la cabeza, nos inventan in-
gencia de algo mejor, parece que no nos vale la vida, parece terpretaciones moderadas como cuando nos dicen que la tragedia
que serán necesarias nuevas encarnaciones para que intentemos alivia porque la representación de! dolor causa alegría, y que
otra vez exceder con el corazón todo lo humano, para alcanzar así el principio de la vida triunfa sobre sus negaciones. [Pare-
la estirpe del semidiós, de! ángel, de! bienaventurado. cen temer que algún día los hombres comprendan, y por eso
Los buenos libros reprueban la vida, sin por ello transigir escriben los libros que nos vuelven a la calma y al buen sentido,
con e! desaliento y la duda. Para comprenderlo, basta leerlos, los libros que nos engañan: los libros que leemos sentados por-
y observar cómo los juzgan los temperamentos sanos y fuertes. que nos apegan a la vida!
Porque el enfermo desea la salud, como el débil venera la fuer-
za y como el mediocre ambiciona la dicha, y los tres son opti-

58 59
r

de ondas, Río de J aneiro, 1932. - Voto por la Universidad de! Nor- serie, 1909-1954, 1954. -Trayectoria de Goethe, 1954. -Los tres
te, Río de Janeiro, 1933. -La caída, Río de Janeiro, 1933. -Trán- tesoros, 1955. -Quince presencias, 1955. -Las burlas veras. Primer
sito de Amado Neroo, Santiago de Chile, 1937. -Idea política de ciento, 1957. -Estudios helénicos, 1957. -Resumen de literatura me-
Goethe, 1937. -Las vísperas de España, Buenos Aires, 1937 (Re- xicana, 1957. -Las burlas veras. Segundo ciento, 1959. -Alyunque,
coge los Cartones de Madrid, En el ventanillo de Toledo, Horas de Burgos, 1959. -A campo traviesa, 1960. -Crónica de Monterrey I. Albores,
La saeta, Fuga de Navidad y otros inéditos). -Monterrey, Correo 1960. -Los nuevos caminos de la lingüística, 1960. -El Polijemo
Literario. Río de Janeiro, Buenos Aires, 14 números, de que sin lágrimas, Madrid, 1961. -Frente a la pantalla. Crítica cinemato-
el penúltimo tiene dos ediciones: una de Río de Janeiro y otra gráfica, 1963 (contiene también artículos de Martín Luis Guz-
de Buenos Aires, 1930 a 1937. -Homilía por la cultura, 1938. mán y Federico de Onís). -Oración de! 9 de febrero, 1963 (Intro-
-Aquellos días, Santiago de Chile, 1938. -Mallarmé entre noso- ducción de Gastón GarcÍa Cantú). -Anecdotario, 1968 (Prólogo
tros, Buenos Aires, 1938; 1955. -Capítulos de literatura española. de Alicia Reyes). -Diario 1911-1930, 1969 (Prólogo de Alicia
Primera serie, 1939. -La crítica en la edad ateniense, 1941. = Pasa- Reyes. Nota de Alfonso Reyes Mota). - Vida yficción, 1970 (Pró-
do inmediato, 1~41. -Los siete sobre Deoa, 1942. -La antigua retó- logo de Ernesto Mejía Sánchez).
rica, 1942. - Ultima Tule, 1942. -La experiencia literaria, Buenos
Aires, 1942, 1952. -El deslinde: prolegómenos a la teoría literaria, OBRAS COMPLETAS: (Fondo de Cultura Económica) 1, 1955;-
1944. - Tentativas y orientaciones, 1944. -Norte y sur, 1945. - Tres II, III y IV, 1956; V y VI, 1957; VII y VIII, 1958; IX y X,
puntos de exegética literaria, 1945. -Capítulos de literatura española. 1959; XI Y XII, 1960; XIII, 1961 (a partir de este volumen lle-
Segunda serie, 1945. -Calendario y tren de ondas, 1945. -Pano- van notas preliminares de Ernesto Mejía Sánchez); XIV, 1962;
rama de! Brasil, 1945. -Juan Ruiz de Alarcón (en inglés), en el Ho- XV, 1963; XVI, 1964; XVII, 1965; XVIII, 1966; XIX, 1968.
menaje a A. Schweitzer, Cambridge, Mass., 1945. -Discursos en
la Academia Mexicana de la Lengua, 1945 (Contiene discursos de ANTOLOGÍAS: Dos o tres mundos, 1944 (Selección y prólogo de
Jaime Torres Bodet y A.R.). -Las letras patrias, en México y la Antonio Castro Leal). -The possition of America, New York, 1950.
cultura, 1946. -Por mayo era, por mayo, 1946. -Los trabajos y los -Antología de Alfonso Reyes, 1963. -Antología de Alfonso Reyes, 1965
días, 1946. -Homenaje del Colegio Nacional al Maestro Antonio (Selección y prólogo de J .L.M.).
Caso, 1946. -A lápiz, 1947. -Burlas literarias (1919-1922), 1947.
-Grata compañía, 1948. -Entre libros, 1948. -De un autor censu-
rado en e! "Qulj'ote": Antonio de Torquemada, 1948. -Panorama de PALINODIA DEL POLVO*
la religión griega, 1948. -Letras de la Nueva España, 1948. -Sir-
tes, 1949. -De viva voz, 1949. -Junta de sombras. Estudios heléni- ¿Es ésta la región más transparente del aire? ¿Qué habéis he-
cos, 1949. -Mi idea de la historia, Monterrey, 1949. - Tertulia cho, entonces, de mi alto valle metafísico? ¿Por qué se empaña,
de Madrid, Buenos Aires, 1950. -Cuatro ingenios, Buenos Aires, por qué amarillece? Corren sobre él como fuegos fatuos los re-
1950. -El horizonte económico en los albores de Grecia, 1950. - Tra- molinillos de tierra. Caen sobre él los mantos de sepia, que ro-
zos de historia literaria, Buenos Aires, 1950. -En torno al estudio ban profundidad al paisaje y precipitan en un solo plano espec-
de la re!igión griega, 1951. -Ancorajes, 1951. -Medallones, Bue- trallejanías y cercanías, dando a sus rasgos y colores la irrealidad
nos Aires, 1951. -La X en la frente, 1952. -Marginalia. Prime-
ra ~erie, 1946-1951, 1952. -Memorias de cocina y bodega, 1953.
-Arbol de pólvora, 1953. -Parentalia, 1954. -Marginalia. Segunda • A ncorajes , Tezontle, México, 1951, pp. 29-33.

126 127
nacentista-, repitiendo acaso con el romántico, cuya voz ya
de una calcomanía grotesca, de una estampa vieja artificial, de apenas se escucha, que la gloria es una fatiga tejida de polvo
una hoja prematuramente marchita. y de sol. _
Mordemos con asco las arenillas. Y el polvo se agarra en ¡Porvenir menguado! ¡Polvo y sopor! No te enganes, gente
la garganta, nos tapa la respiración con las manos. Quiere asfi- que funda en sub suelo blando, donde las casas se hunden, se
xiamos y quiere estrangularnos. Subterráneos alaridos llegan cuartean los muros y se descascan las fachadas. Ríndense uno
solapados en la polvareda, que debajo de su manta la rey mata. a uno tus monumentos. Tu vate, hecho polvo, no podrá sonar
Llegan descargas invisibles, ataque artero y sin defensa; lenta su clarín. Tus iglesias, barcos en resaca, la plomada per~ida,
dinamita microbiana; átomos en sublevación y en despecho con- enseñan ladeadas las cruces. ¡Oh valle, eres mar de parSImo-
tra toda forma organizada; la energía supernumeraria de la crea- nioso vaivén! La medida de tu onda escapa a las generaciones.
ción resentida de saberse inútil; venganza y venganza del pol- ¡Oh figura de los castigos bíblicos, te hundes y te barres! "Cien
vo, lo más viejo del mundo. Último estado de la materia, que pueblos apedrearon este va 11e " , diIce tu poeta. *
nació entre la bendición de las aguas y -a través de la viscosi- Pasen y compren: todo está cuidadosamente envuelto en pol-
dad de la vida- se reduce primero a la estatuaria mineral, para vo. La catástrofe geológica se espera jugando: origen del arte,
estallar finalmente en esta disgregación diminuta de todo lo que que es un hacer burlas con la muerte. Nápoles y México: sucie-
existe. Microscopía de las cosas, camino de la nada; aniquila- dad y canción, decía Caruso. Tierras de disgregación volcáni-
miento sin gloria; desmoronamiento de inercias, "entropía"; ca, hijas del fuego, madres de la ceniza. La pipa de lava es el
venganza y venganza del polvo, lo más bajo del mundo. compendio. Un Odiseo terreno, surcado de cicatrices, fuma en
¡Oh desecadores de lagos, taladores de bosques! ¡Cercena- ella su filosofía disolvente. Stevenson se confiesa un día, horro-
dores de pulmones, rompedores de espejos mágicos! Y cuando rizado, que toda materia produce contaminación p~lverulenta,
las montañas de ande sita se vengan abajo, en el derrumbe pau- que todo se liga por suciedad. ¿Cuál sería, oh Ruskin, la verda-
. latino del circo que nos guarece y ampara, veréis cómo, sorbi- dera "ética del polvo"? En el polvo se nace, en él se muere.
do en el negro embudo giratorio, tromba de basura, nuestro valle El polvo es el alfa y el omega. ¿Y si fuera el verdadero dios?
mismo desaparece. Cansado el desierto de la injuria de las ciu- Acaso el polvo sea el tiempo mismo, sustentáculo de la con-
dades; cansado de la planta humana, que urbaniza por donde ciencia. Acaso el corpúsculo material se confunda con el instan-
pasa, apretando el polvo contra el suelo; cansado de esperar por te. De aquí las aporías de Zenón, que acaba negando el movi-
siglos de siglos, he aquí: arroja contra las graciosas flores de pie- miento, engaño del móvil montado en una trayectoria, Aquiles
dra, contra las moradas y las calles, contra los jardines y las to- de alígeras plantas que jadea en pos de la tortuga. De aqu~ la
rres, las nefastas caballerías de Atila, la ligera tropa salvaje de exasperación de Fausto, entre cuyos dedos se escurre el latido
grises y amarillas pezuñas. Venganza y venganza del polvo. Pla- de felicidad: "Detente. ¡Eras tan bello!" Polvo de instantáneas
neta condenado al desierto, la onda musulmana de la tolvanera que la mente teje en una ilusión de continuidad, como la que
se apercibe a barrer tus rastros. urde el cinematógrafo. Por la ley del menor esfuerzo -el aho-
y cuando ya seamos hormigas -el Estado perfecto- dis- rro de energía, de Fermat-, el ser percibe por unidades, creán-
curriremos por las avenidas de conos hechos de briznas y de dose para sí aquella" aritmética biológica" de que habla Char-
tamo, orgullosos de acumular los tristes residuos y pelusas; in- les Henry, aquella noción de los números cardinales en que
capaces de la unidad, sumandos huérfanos de la suma; incapa-
ces del individuo, incapaces de arte y de espíritu -que sólo se * Carlos PeJlicer, Retórica del paisaje.
dieron entre las repúblicas más insolentes, Grecia y la Italia Re-
129
128
reposa la misma teología de Santo Tomás. El borrón de puntos En sus cuadros provisionales, la ciencia no ha concedido aún
estáticos sucesivos deposita, en los pozos del alma, la ilusión del la dignidad que le corresponde al estado pulverulento, junto al
fluir bergsoniano. Las mónadas irreducibles de Leibniz se tra- gaseoso, al líquido y al sólido. Tiene, sin duna, propiedades ca-
ban como átomos ganchudos. La filosofía natural se debate en racterísticas, como su aptitud para los sistemas dispersos o co-
el conflicto de lo continuo y 10 discontinuo, de la física ondula- loidales -donde acaso nacela vida-, y como también -tal
toria enamorada de su éter-caballo, y la física corpuscular o vez por despliegue de superficie- su disposición para la catáli-
radiante, sólo atenta al átomo-jinete. El polvo ¿cabalga en la sis, esta misteriosa influencia de la materia que tanto se parece
onda o es la onda? El cálculo infinitesimal mide el chorro del ya a la guardia vigilante de un espíritu ordenador. ¿Será que
tiempo, el cálculo de los cuantos clava sus tachuelas inmóviles. el polvo pretende, además, ser espíritu? ¿Y si fuera el verdade-
¿La síntesis? La continuidad, dice Einstein, es una estructura ro dios?
del espacio, es un "campo" a lo Faraday. La unidad es foco
México, 1940
energético, fenómeno, átomo, grano tal vez de polvo. Herácli-
to, maestro del flujo, se deja medir a palmos por Demócrito,
el captador de arenas. El río, diría Góngora, se resuelve en un ARISTARCO O ANATOMÍA DE LA CRÍTICA *
rosario de cuentas.
1. La paradoja de la crítica. ¡La crítica, esta aguafiestas, reci-
¿Por qué no imaginar a Demócrito, en aquella hora de la ma- bida siempre, como el cobrador de alquileres, recelosamente y
ñana, cuando hablan las Musas según pretendían los poetas, con las puertas a medio abrir! La pobre musa, cuando tropieza
reclinado sobre sus estudios, la frente en la mano, pasajeramente con esta hermana bastarda, tuerce los dedos, toca madera, co-
absorto, en uno de aquellos bostezos de la atención que el estro rre en cuanto puede a desinfectarse. ¿De dónde salió esta cria-
aprovecha para alancear la conciencia con partículas de la rea- tura paradójica, a contrapelo en el ingenuo deleite de la vida?
lidad circundante, metralla del polvo del mundo, herida cósmi- ¿Este impuesto usurario que las artes pagan por el capital de
ca que acaso alimenta las ideas? Un rayo de sol, tibio todavía que disfrutan? ¿De suerte que también aquí, como en la Eco-
de amanecer, cruza la estancia como una bandera de luz, como nomía Política, rige el principio de la escasez y se pone un pre-
una vela fantasmal de navío. Red vibratoria que capta, en su cio a la riqueza? Ya se ha dicho tanto que, para el filisteo, el
curso, la vida invisible del espacio, deja ver, a los ojos del filó- poeta es ave de mal agüero, por cuanto lo obliga a interrogarse.
sofo atónito, todo ese enjambre de polvillo que llena el aire. Una ¡Pues lo que el poeta es al filisteo viene a serIo el crítico para
zarabanda de puntos luminosos va y viene, como cardumen azo- el mismo poeta, por donde resulta que la crítica es una insolen-
rado que en vano pretende escapar a la redada de luz. El filóso- cia de segundo grado y un último escollo en la vereda de los
fo hunde la mano en el sol, la agita levemente y organiza torbe- malos encuentros! Incidente del tránsito, siempre viene contra
llinos de polvo. La intuición estalla: nace en su mente la figura la corriente y entra en las calles contra flecha. Anda al revés
del átomo material, que no existiría sin el polvo. El átomo es y se abre paso a codazos. Todo lo ha de contrastar, todo lo
el último término de la divisibilidad en la materia. En la inten- pregunta e inquiere, todo lo echa a perder con su investiga-
ción al menos, porque cada vez admite divisores más íntimos.
Sin el átomo, la materia sería destrozable y no divisible. Todo
conjunto es una suma, un acuerdo de unidades. Por donde uni- * Conferencia leída en el Palacio de Bellas Artes, bajo los auspicios de la Orques-
ta Sinfónica de México, el 26 de agosto de 1941 y publicada en La experiencia literaria
dad y átomo y polvo vuelven a ser la misma cosa. (coordenadas), Editorial Losada, Buenos Aires, 1942, pp. 97-109.

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acomode mejor y no tratáis temas escabrosos. No os exponéis, se cuaje en torno de nosotros, mejor que en los trigales." An-
además, a que vuestro interlocutor os lleve ventaja en las noti- tes, Lot (Génesis, III) hizo una fiesta "e hizo pan". Y Abraham,
cias del arte. cuando recibió a los ángeles, ordenó a la diligente Sara (Génesis,
Claro está que a vuestro regreso a la civilización vais a en- XVIII) que preparara panecillos.
contrar las cosas muy cambiadas. Os habrán llegado veinte vo- Porque en la Edad de Piedra, aunque hacían panes, queda-
lúmenes que tenéis que leer. Los pintores habrán pintado más ban muy duros; y no eran de trigo, sino de bellotas, como los
cuadros, cuyo sentido es necesario que os expliquen. Habrá de- que se han encontrado en Wangen y en Robenhausen. Virgilio
butado un pianista nuevo con música ultravioleta. Vuestro pri- consigna el hecho de que los maridos molían el trigo mientras
mer deber es mirar las notas de sociedad. Bajo la cabeza "res- a las esposas, a cualquiera hora, se les podía encontrar con las
tablecido" se encuentra vuestro nombre en un párrafo de manos en la masa (Geórgicas, 1, 267). Se asombraba Herodoto
bienvenida comprometedor. Os ha pescado de nuevo la moda. de que los egipcios, que llevaron a grande perfección el arte de
Tenéis que haceros ropa y erudición; empieza el martirio del la panadería, amasaran la harina con los pies y el barro con las
diletante ... manos. En Egipto nace la distinción, que prevalece en México,
Si Manuel Acuña ha contradicho a Fray Luis (dos señores de las clases sociales por las de pan que consumían. Los prime-
que ya no se citan) en la vida campestre, yo os aseguro que no ros pambazos los comieron los esclavos y el pan blanco los ri-
tenéis otra escapatoria: el hospital o la casa de campo. Acaso cos, como hoy. También los cocoles nacieron allá. Nos lo dice
quede también el suicidio; pero de éste habrían de hablar tam- la arquitectura y lo confirma el ajonjolí que los decora y sazona.
bién las notas de sociedad. Pero panaderías públicas no las hubo hasta el año de 168
a. C. El pan traía en Roma elJecit de su autor. Mas las capri-
chosas romanas, y más que ellas las pompeyanas, preferían se-
ANTOLOGÍA DEL PAN* guirlo haciendo en su casa, acaso porque sabían que eran, has-
ta el tiempo de Constantino, los esclavos, y después los ladrones
El pan, según la Biblia, resulta ser tan antiguo como el hombre y los criminales, quienes lo hacían.
mismo. Adán, vegetariano, al ser echado de su huerta, no sólo El pan no armoniza con ciertos guisos ni con determinados
fue condenado a ganarlo con el sudor de su frente, sino que iba líquidos. Por eso a las personas inarmónicas se les llama "pan
en lo sucesivo a alimentarse de carnes -caza y pesca- para con atole" y es preferible comer tortillas con los frijoles y pilon-
tragar las cuales necesitaba acompañarse de pan, tal como no- cillo con el atole. Tal hacían los indios, y todavía no aceptan
sotros. Las frutas y las legumbres pasan sin él. Mas para aque- el pan. Es sagrado, he dicho, y es católico. Conformándolo de
llas constantes excursiones de nuestros abuelos prehistóricos, diversas maneras se celebran fechas notables: las roscas de re-
como para las nuestras, era bueno llevar sandwiches. Toda pena yes, el pan de muerto, y luego las torrijas y la capirotada y los
es buena con pan. Y el que tiene hambre, piensa en él. Lo co- chongos ...
men las personas que son como él de buenas. Calma el llanto. El pan es inseparable de la leche. Si incompatible con el atole,
¿A quién le dan pan que llore? Y las personas sinceras le lla- es indispensable con el chocolate o con el café con leche. Niños
man por su nombre, y al vino vino. y viejos lo bendicen porque se reblandece mojándolo en "so-
El pan es sagrado. "¿Manha?, ¿qué es esto? Es el pan que pas". No es menor su interés literario. ¿En qué novela con ca-
labozos no aparece, con un jarro de agua, un pan duro? ¿En
• Ensayos, México, 1925, pp. 26-29. qué novela con altruismo no se habla de los mendrugos o de

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las migajas y no se dice: "nos arrebatan el pan"? ¿Y el amargo Las teleras -bolillos y birotes, según la región- que con-
pan del destierro? sumimos usualmente en la mesa son adecuadamente grandes;
En la Nueva España, por la ordenanza de tenderos dada por parecen encerra~, además, en su forma de puño cerrado, una
el señor Virrey Marqués de Guadalcázar en 17 de agosto de 1619, sorpresa. El pan rebanado, americano -el pan que usted co-
y ejecu toriada por la Real Audiencia en 13 de enero de 1621, merá-, ya se sabe que nada encierra. (¡Oh razas blondas que
se dispuso que "en las tiendas se puede vender todo género de ~rocedéis por partes, por pisos, por años, por capítulos, por ta-
bastimentos, maíz, leña, carbón, jabón, pan, azúcar, miel, ca- jadas, por estadosl) La telera y el bolillo son aristocráticos, to-
cao, vino, vinagre, aceitunas, queso y todas legumbres, pesca- tales e individualistas. Nadie que se respete se comerá delante
do, tocino, manteca, menudo, con postura". En 1718 aprobó de gente una sobra de bolillo como se come una rebanada de
el Marqués de Valero nuevas ordenanzas de la Fiel Executoria pan. Y decid, francamente, ¿no halláis preferibles las tortas com-
y mandaba en ellas "que los panaderos se matriculen dentro puestas a los sandwiches, aun los pambazos compuestos?
de tercero, pena de cien pesos". "Que pongan marca en el pan, , ¡Oh terror de las huelgas de panaderos, terror de comer pan
pena de diez pesos" (elfecit romano), y "que separadamente fno o de que les ocurra en casa hacer pan! Tal es el inconve-
se amase el pan floreado y pambazo", "que todo pan tenga pin- niente de los días festivos. Andarán por las calles, confundibles
tadera y separada la del pambazo, y no teniéndola, se repute con albañiles -la diferencia está en los huaraches y las alpar-
por pambazo". "Que el que amasare trigo pelón no amase can- gatas-, los panaderos, disfrutando su libertad. Los españoles,
deal ni el bizcochero sea panadero" ... con sus blancas batas de médicos y sus gordas caras de ángeles
En la Ordenanza del pan de 5 de febrero de 1580, dada por barrocos se desesperarán de inacción. N o se "hallan" sin la prisa
el Virrey Martín Henríquez, se manda que ninguno sea osado de atender a los gritos corales de las criadas, de llenar, misión
de vender pan en su casa ni pública ni secretamente, sino en santa, su misión de llenar de pan las canastas raídas.
las plazas y partes públicas donde se lleve luego que se saque Mas ya aparecen casas americanas que reparten pan en auto-
del horno, pena de perdido el pan, y diez pesos aplicados por móvil: tostado y de pasas -¡poca imaginación nórdica!-, para
cuartas partes, por la segunda doblada, por la tercera privación todos los usos. Aquellos grandes surtidos de bizcochos para la
de trato y destierro de un año. ~erienda van desapareciendo. En los cumpleaños ya se parten
(Así las penas. Si español, multa. Si negro o indio, azotes birth-day-cakes. El té substituye al chocolate y se toma con pan
y pública vergüenza.) De estas ordenanzas resultó: 1. Que los tostado o con pan de pasas. Los bolillos, grandes trigos, ceden
españoles se hayan especializado en las panaderías, por privile- su puesto a las monótonas rebanadas. México se desmejicani-
gios legales y por gusto racial, y n. El refrán "Se vende como za. Con su pan se lo coma.
pan caliente", ya que el pan se vendía caliente.
En nuestros pueblos, coloniales aún, el pan se vende en las
plazas, en grandes canastos. Todavía las familias, en las "colo- EN DEFENSA DE LO USADO*
nias", tienen su panadero predilecto, aquel que constituye el
flirt de las criadas y el regocijo de los niños, el flirt decorativo Una de las más deplorables características de nuestra época es
que llega a las cinco de la tarde, cuando ellos vuelven del cole- la de n~ ~erm~t!rnos gozar íntegramente de ninguna cosa, per-
gio, con su gran bandeja de chilindrinas, hojaldras, violines, hue- sona, III situación. Apenas adquirida, un nuevo modelo con rna-
sos, cocoles, monjas, empanadas, roscas de canela, cuernos,
chamucos ... * En defensa de lo usado y otros ensayos, Editorial Polis, México, 1938, pp. 5-14.

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yores ventajas viene a tentar nuestra mutable ambición y nos crecer en vehemencia, cierra los ojos a la realidad de su senti-
incita a abandonar el no agotado placer de un idilio, de un co- mentalismo, cree prescindir de él por completo, y cifra la felici-
che, de una corbata, de una casa, trocándolos por aquel que os- dad de todos los hombres en que todos los hombres coman die-
tenta la novedad de convertirse en cama mediante un click ar- tas ra~iona.les, c}e~tíficas y suficientes; vistan trajes
trítico de su asiento trasero; por aquella dotada de clima artificial, revolucionarios, practico s y uniformes; habiten moradas están-
o riel de seda, o líneas mejores. La producción en serie nos arre- dar y practiquen formas monótonas de satisfacción de todos los
bata bruscamente un afecto que apenas empezaba a fructificar instintos.
en el ajuste tibio de nuestra persona, nos quita de las manos Ni libros ni líderes, por iluminados que parezcan, toman
el juguete y nos deja ante el enigma de uno nuevo, frío, cuyas en cuenta otro anhelo de nuestra época que no sea el de invertir
luces no sabemos bien cómo se encienden, cuyo clutch no obe- el esquema de su distribución de la riqueza. Lo que les irrita de
dece a nuestra anterior coordinación motriz -y vuelta a adap- las máquinas no es que existan, sino que permanezcan en ma-
tarnos, para que unos meses después el fenómeno se repita. nos de sus dueños; que sean unos cuantos los que vean sus ar-
En este sentido, la época de la propiedad privada fue más cas reple:as del oro sudado por miles de camaradas al pie de
dichosa que lanuestra. Las gentes tenían su piano, sus mue- l~s m~~umas; colmados sus clósets con los trajes de lana artifi-
bles, su mujer, su caballo -y les duraban todo el tiempo que c~altejida por obreros que visten mezclilla; apoltronada su obe-
sus nimios cuidados se encargaban de prolongar-. En una ver- sld~d en ocho cilindros armados por atléticos compañeros asa-
dadera "calidad" (que la publicidad moderna ha despojado de la~Iados que llegan a la fábrica en desvencijados camiones. Y,
todo sentido como palabra) ponían nuestros antepasados un em- ~I:adas atentamente las cosas, esto que les irrita no es lo más
peño inicial al elegir aquellos objetos de uso diario y moderado Irritante de las máquinas.
de que rodeaban su pacífica vida. No había el riesgo de que un A mitad del camino que va de la estructura a la superes-
cambio de líneas en la corriente de unas modas lenta, orgánica- trU(~:ura;e~:re lo que es desnudamente hambre y lo que es ele-
mente evolucionadas y circunscritas a la ropa, les dejara súbi- :,aclOn espiritual, las máquinas han venido a tender el puente
tamente anticuada a su señora, ni a la cama en que dormían mexorable de sus abrumadores productos, el resultado es que
con su señora. Bastaba que vajilla, buggy, residencia, seres y en- hemos todos de atravesarlo, sin que esté ya nadie en libertad
seres fueran buenos, resistentes y decorosamente presentables. de quedarse en una u otra orilla, o de salvar a nado la distancia
Pero ahí tiene usted nada más que se inventan las máqui- entre su~ deseos de escuchar música y su placer de ejecutarla
nas. El líder o el libro más a mano le pueden explicar a usted en un plano que la moda y el híbrido deseo de oír Londres
todas las terribles implicaciones de la Revolución Industrial para Shanghai y Australia han sustituido por un Philco de doce bulbos:
una clase productora que bajo el feudalismo mantuvo el privi- Mientras la biología nos manda trabajar en el puro sentido
legio de su tallercito privado, en el que hacía a mano las cosas, de e~pl~a~ nuest:~s energías transformándolas en placer últi-
las hacía bonitas y buenas, lograba desarrollar un valioso amor mo e individual, útil por ello sólo, lo útil económico-social -es-
por su oficio, era llamado "maestro" y no había caído, hasta te a~surdo ?e la lógica materialista- es el monstruoso engen-
que aparecieron las máquinas, bajo la férula del "maestro" de dro industrial de una doctrina civilizadora que aspira a olvidar
un taller colectivo y ajeno al que ya no la vocación, sino el ham- que en el universo la identidad de A con A es una abstracción
bre, lo forzaba a ingresar. Pero libros y líderes, preocupados desmentida a cada paso por los hechos, los objetos y los fenó-
por salvar a la humanidad, parten, en sus explicaciones del caos, meno~; q~~ el trabajo no biológico, no vocacional, a que se fuerza
de un principio compasivo hacia las masas explotadas que, al a los individuos en nuestra sociedad mecanizada, le es a cada

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uno de ellos tan ingrato y repulsivo como le es innecesaria y fic- colgar en su sala un sarape de Saltillo, en vez de un tapiz persa,
ticia la felicidad y el placer colectivos que libros y líderes pug- nunca tuvo, como hoy, mayores oportunidades de satisfacción.
nan por garantizarle, con la conquista de una semana de veinte Sus oportunidades nacen de las que los más ricos, o más inge-
horas de trabajo, salarios elevados, vacaciones, congresos sin- nuos, desperdician, víctimas premiosas de una psicosis de inau-
dicales -y la obligación de consumir trajes, automóviles, ra- guración, al prescindir de la nuez apenas desflorada su cáscara.
dios, películas y conferencias colectivas. Coleccionistas y anticuarios escapan a este amplio grupo de
Lo irritante de las máquinas no es la forma como estén ad- compradores de cosas de segunda mano, porque lo que ellos bus-
ministradas las fábricas que integran. Bajo la mano despiadada c~n son libros, cuadros, objetos de arte; es decir, cosas que no
de una corporación capitalista, como cooperativa, o como par- SIrven para nada. Los liga sin embargo con él, sin que 10 perci-
te del revolucionario engranaje de un Gosplan que predetermi- ban unos ni otros, un hecho inherente a todos los objetos de se-
ne su rendimiento (y fusile por trotskistas a qUIenes, destinados gun?~ mano, ya sean útiles como un incunable o un Goya, o
biológicamente a desarrollar un trabajo de jardineros eficaces, serviciales como un Chevrolet 1934 o unos Florsheim adquiridos
sean puestos a trabajar en una máquina despepitadora que' 'sa- en la. Lagunilla: el calor humano de los anteriores propietarios,
botean" al descomponerla), lo lamentable es que pretendan igua- mamfiesto en las huellas digitales que ostentan sus hojas, en el
lamos en una felicidad utilitaria con sus productos; que cada cómodo hundimiento de los cojines anteriores, en 10 amoldado
vez elaboren objetos más perfectos, más desvinculados de noso- que está el calzado o el traje a las peculiaridades de una anato-
tros, más "en lugar nuestro". Porque aparte de limitar cada mía de pobre a quien cualquiera le sienta bien. Sin saberlo, sin
vez más nuestra actividad, impidiéndole a un organismo hecho advertirlo, anticuarios y compradores de objetos de segunda
para adaptarse al frío, al viento, al sol, hacerla directa y glorio- mano se la estrechan en la búsqueda de una huella humana que
samente; y otorgándole en cambio, por módico precio, rayos está ausente de los productos mecánicos nuevos, pero presente
ultravioletas en la alcoba, masajes técnicos y calcetines de lana, ya, tibia, familiar y satisfactoria, en los usados. Cuando el arte-
las cosas nuevas y excelentes han llevado su daño hasta el espí- sano creaba a mano sus obras, trabajaba por ello en el mejor
ritu, engendrando en él una verdadera psicosis insensata de po- sentido biológico y vocacional de su aptitud, se expresaba al ha-
sesión y persecución de lo superfluo-individual que pasa por ser cerlo y comunicaba a su creación un anhelo de inmortalidad que
lo útil-colectivo. y cualquiera que sea el resultado final de la la hacía perdurable, grata, bella, inmediata e imprescindible-
lucha de clases, tanto quienes ahora las poseen como quienes mente útil para aquel espíritu afín al suyo que al adquirirla la
las manejan ahora; quienes mañana las administren y las ha- comprendía y la atesoraba, orgulloso de poseerla permanente-
gan funcionar, tendrían la culpa de que las máquinas hayan des- mente e incapaz de desprenderse de ella por otra más nueva.
truido en el hombre el sentido de lo perdurable. Todo lo contrario ocurre ahora que las cosas las hacen no los
Lo cual, incidentalmente, ha venido a crear el secundario, ~lOmbres, sino las máquinas. Puestos a ver quién gana, con un
pero primordial, problema de los objetos de segunda mano. Las I~pulso uniformemente acelerado, hombres y máquinas com-
divorciadas, los automóviles, los trajes y los zapatos quedan en piten en superar, éstas, su producción de novedades superfluas;
tan buen estado de uso cuando los abandonamos por los del úl- aquéllos, su capacidad de consumirlas conforme aparecen en el
timo modelo, que sería insensato destruirlos por el simple he- mercado.
cho de que a nosotros ya no nos sirven. Hubo siempre quien y lo malo es que los accidentes en las carreteras, los dispa-
se resignara a lo second best, pero esta apreciable porción de la ros y otros varios recursos de que dispone la técnica moderna
humanidad que se da a sí misma razones muy convincentes para para absorber la sobreproducción de cónyuges y coches ven frus-

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trada su eficacia por un correlativo progreso en la construcción
de los caminos, la adopción de frenos en las cuatro ruedas y la
cirugía de urgencia. La Justicia inmanente conspira contra el
afán destructor de los estrenadores, y se muestra fiel aliada de
los amantes de lo usado. Son éstos -sensatos, conservadores-
quienes desdeñan la efímera flor y aguardan el sazonado fruto.
Bien saben ellos que un coche de segunda mano puede ya salir
a todas las carreteras, desarrollar toda la velocidad que alcance
a imprimírsele; que se le puede cerrar la esprea para que no gaste
tanta gasolina, y que no importa una abolladura más en sus ya AGUSTÍN YÁÑEZ
varias veces martilleadas salpicaderas. Y consideraciones -y
tácticas- muy semejantes valen para cualquier otro objeto de
medio uso.
En conclusión, sigue riendo mejor aquella parte de la hu- (Guadalajara, Ja!., 4 de mayo de 1904-17 de enero de 1980)
manidad que lo hace al último, la que lleva en los hombros un
traje originalmente ajeno, en el cerebro una doctrina de segun- En Guadalajara hizo sus estudios hasta obtener, en 1929, el título de
da mano; la que habita una casa cuya ya desaparecida hume- abogado. Por esos años fue uno de los animadores principales del grupo
dad confirió su reumatismo al ansioso que la estrenó, y escucha literario que publicó la excelente revista Bandera de Provincias
en ella un radio 1933 tan bueno, pero mucho más barato, que (1929-1930), que dirigió en unión del poeta Alfonso Gutiérrez Hermosi-
el 1938 que el vecino está pagando en angustiosos abonos: por- llo. Vino a la ciudad de México a estudiar filosofía, y recibió el grado
que, al fin y al cabo, él y su vecino van a oír exactamente las de maestro en 1951. Durante años profesó las cátedras de literatura e his-
mismas tonterías. toria en diversas escuelas de Guadalajara, Tepic y la capital del país,
y esta sensata parte de la humanidad que disfruta los obje- y en la Universidad Nacional y El Colegio de México. Fue presidente
tos usados, y a quien mira con tan injustificado desdén aquella de la Comisión Editorial, Coordinador de Humanidades y presidente del
otra que le monda la fruta, no está necesariamente compuesta Consejo Técnico de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Na-
por entes incapaces de estrenar, sino por individuos que ejerci- cional y vicepresidente del Instituto Internacional de Literatura Iberoame-
tan su voluntad, miden su conveniencia, aguardan su oportu- ricana. Además, estuvo al frente del Departamento de Bibliotecas y Ar-
nidad, aprov=chan la experiencia ajena. Y suelen integrarla per- chivos Económicos de la Secretaríade Hacienda y representóa la Universidad
sonas muy dbc,suidas. El rey Eduardo VIII, por ejemplo ... y al Gobierno de México en reuniones culturales internacionales. Fue tam-
bién secretariogeneral del Comité Organizador de los Festejos del IV Cen-
tenario de la Universidad de México, y tuvo a su cargo la dirección de
las Obras completas deJusto Sierra, que la Universidad público para
conmemorar el centenario del nacimiento de su fundador.
Además de Bandera de Provincias, Yáñez fue director de la revis-
ta Occidente (1944-1945) y colaborador de revistas literarias y cultu-
rales y diarios de la ciudad de México. Perteneció al Seminario de Cul-
tura Mexicana, del que fue su presidente. Fue Académico de la lengua
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