CURSO: COMERCIAL III SECCIÓN: A
LA CONVENCIÓN DE VIENA
I. ÁMBITO DE APLICACIÓN Y DISPOSICIONES GENERALES
La Convención de Viena, en su Parte I -Capítulo I-, formula un cierto número de disposiciones relativas a su
ámbito de aplicación espacial, temporal y material. Esta normativa uniforme confiere a las partes la facultad
de descartar en todo o en parte su aplicación, reconociendo su carácter dispositivo. Además, en esta Parte de
la Convención, en su capítulo II, se fijan determinadas disposiciones que se aplican dependiendo de que la
Convención resuelva o no expresamente las cuestiones incluidas en su ámbito de aplicación.
Para finalizar el estudio de las disposiciones generales, se hace referencia a la jerarquía de las normas
aplicables a un contrato de compraventa internacional incluido en su ámbito de aplicación y a las cuestiones
de forma del contrato
1.1. Ámbito espacial de aplicación (ARTICULO 1 CV)
La Convención condiciona su aplicación a que los establecimientos de las partes se encuentren localizados
en estados diferentes. Si esos estados son contratantes, la aplicación será directa. Si uno de tales estados no
es contratante o, incluso, ambos no son contratantes, pero en virtud de las normas de Derecho internacional
privado que correspondan se remite a la ley de un Estado contratante se aplicará indirectamente la
Convención.
a) Carácter internacional de las compraventas objeto de regulación de la Convención de Viena
La Convención de Viena se aplica a las compraventas de mercaderías entre personas con establecimientos
en distintos Estados (Art.1.1), con independencia de la nacionalidad del comprador y del vendedor (Art.1.3).
No obstante, no se tendrá en cuenta el hecho de que las partes tengan sus establecimientos en Estados
diferentes cuando ello no resulte del contrato, ni de los tratos entre ellas ni de información revelada por las
partes en cualquier momento antes de la celebración del contrato o en el momento de su celebración
(Art.1.2).
El objetivo de esta norma es proteger la buena fe y, en general, la seguridad del tráfico, evitando que se
aplique la Convención de Viena y se sorprenda así a la parte que contrató con la creencia de que se trataba
de un supuesto de puro tráfico interno. Habrá que determinar, caso por caso, si de las circunstancias
concretas en que se hayan desenvuelto las relaciones entre las partes, éstas conocieron de la
internacionalidad de la situación o si objetivamente debieron conocerla.
EJEJMPLO No se regulará, por tanto, por la Convención de Viena una compraventa celebrada entre
un comprador francés y un vendedor alemán cuyo lugar de entrega de las mercancías sea Portugal
si los contratantes tienen ambos sus establecimientos en Francia; a pesar de que objetivamente sí
sea una compraventa internacional. Por el contrario, sí está regida por la Convención de Viena la
compraventa concluida por el comprador y el vendedor en el mismo Estado en el que se encuentran
situados los bienes y en el que deben ser entregados, si una de las partes tiene su establecimiento
en el extranjero.
b) Presupuestos de aplicabilidad de la Convención de Viena
Una vez determinado el carácter internacional de las compraventas incluidas en el ámbito de aplicación de la
Convención de Viena es necesario determinar en qué casos dichas compraventas internacionales quedan
sujetas al régimen convencional previsto en la Convención de Viena, pues no se aplica por parte de los
Estados contratantes indistintamente a todas las compraventas internacionales, tal y como han sido definidas
anteriormente, sino sólo a aquellas compraventas que tengan una conexión suficiente con los Estados
contratantes. En concreto, la Convención de Viena establece dos situaciones distintas de aplicabilidad.
b.1. Aplicabilidad directa
En primer lugar, la Convención de Viena se aplica cuando el vendedor y el comprador tengan sus respectivos
establecimientos en un Estado contratante (Art.1.1.a)
Es el sistema de la reciprocidad. Según este criterio, la Convención de Viena de 1980 es directamente
aplicable a todas las compraventas internacionales en que las partes tengan sus establecimientos en diversos
Estados contratantes, si se satisfacen las exigencias de los Arts.1 a 6 del texto uniforme. Por tanto, un
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acuerdo por el que las partes decidan someter un contrato de compraventa internacional a la Convención de
Viena, al que se le pueda aplicar directamente la normativa uniforme, no tiene más valor que el de evitar que
pueda entenderse excluida la aplicación de la misma, puesto que se debe aplicar de oficio por los jueces de
los Estados parte siempre que la compraventa cumpla con las exigencias estipuladas en los Arts.1 a 6 de la
Convención de Viena.
b.2. Aplicabilidad indirecta
Si las partes no tienen algún establecimiento en un Estado contratante, la Convención de Viena será de
aplicación cuando las normas de Derecho Internacional Privado prevean la aplicación de la ley de un Estado
contratante (Art. 1.1.b)
1.2. Ámbito temporal de aplicación (ARTICULO 1 CV)
En cuanto a la aplicación de la Convención en el tiempo conviene distinguir, de una parte, la aplicación de la
Convención con respecto a los Estados que la han ratificado, y, de otra parte, su aplicación a un contrato
determinado en función del momento de su entrada en vigor en cada uno de los Estados parte. La
Convención, no obstante haber sido firmada el 11 de abril de 1980, solamente vino a entrar en vigor
internacionalmente a partir del primero de enero de 1988. En relación con el Perú, lo ratifico con posterioridad,
en 1999.
La Convención de Viena no se opone, sin embargo, a que los Estados que tengan reglas jurídicas comunes a
los contratos de compraventa y a su formación las apliquen siempre que las partes tengan sus
establecimientos en esos Estados (Art. 94.1). La unificación es innecesaria en tales casos, puesto que ya
existía con anterioridad un régimen uniforme entre Estados vecinos.
Conforme se establece en el Art. 99.1 de la Convención de Viena, respecto a los Estados, la Convención
ha entrado en vigor con el depósito de diez instrumentos de ratificación, aceptación, aprobación o
adhesión. Cuando un Estado ratifique la Convención de Viena después de haber sido depositado el
décimo instrumento de ratificación, la Convención de Viena entrará en vigor, respecto de ese Estado, el
primer día del mes siguiente a la expiración de un plazo de doce meses, contados desde la fecha del
depósito del instrumento de ratificación (Art. 99.2).
La Convención de Viena se aplica a los contratos de compraventa de mercaderías entre partes que
tengan sus establecimientos en Estados diferentes, según su Art. 1.1, distinguiendo entre la formación y
los efectos del contrato de compraventa (Art. 4). La Convención de Viena se aplica a la formación del
contrato sólo cuando la propuesta de celebración del contrato se haga en la fecha de entrada en vigor de
la Convención respecto de los Estados contratantes a que se refiere el apartado del Art. 1.1 de la
Convención –es decir, el del comprador o el del vendedor-, o respecto del Estado contratante a que se
refiere el apartado
1.3. Reserva en su aplicación (ARTICULO 1 CV)
Reserva del Art. 95 en relación al Art. 1.1. Dada la resistencia de algunos países a ampliar, por la vía del Art.
1.1.b) de la Convención de Viena, el ámbito de aplicación de la normativa convencional, se permite la
posibilidad de presentar una reserva a este precepto, declarando que el Estado que la formule no quedará
obligado a aplicar la Convención de Viena cuando las partes no tengan establecimientos en distintos Estados
contratantes (Art. 95).
Al momento de firmarla, ratificarla, aceptarla, aprobarla o de adherirse a ella, los estados contratantes pueden
reservarse la aplicación de la Convención en su parte II (Formación del Contrato) o en su parte III
(Compraventa de Mercaderías). En el mismo sentido, los Estados pluri-legislativos pueden hacer la salvedad
de aplicación de la misma a una o varias de sus unidades territoriales, así como los que participen de una
codificación regional que regule idénticas materias.
También, según lo dispone el artículo 95, es permitido a los estados formular una reserva en relación con el
contenido del artículo 1 numeral 1 letra b) sobre la aplicación indirecta de la Convención.
1.4. Compraventas excluidas (ARTICULO 2 CV)
El Art. 2 de la Convención delimita aún más las mercancías objeto de compraventa a los efectos de aplicar la
normativa uniforme. La Convención no distingue entre el carácter civil o mercantil del contrato.
Pero, aun tratándose de bienes muebles se excluyen, en primer lugar, las compraventas de
mercaderías para uso personal, familiar o doméstico (Art. 2.a). Normalmente las compraventas de
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consumidores son compraventas internas, pero son susceptibles de revestir carácter internacional en
ciertos casos, como ad ex., las compras efectuadas en las fronteras, las compras de turistas o las
compras por correspondencia. Este tipo de compraventas para uso no profesional quedan reguladas
por las normas de Derecho Internacional Privado del juez que está conociendo del caso.
En segundo lugar, la Convención excluye de su ámbito de aplicación las compraventas en subastas
(Art. 2.b), principalmente por dos razones: a) Son objeto de disposiciones especiales en los sistemas
jurídicos nacionales que muy difícilmente hubieran podido compatibilizarse con el régimen previsto
en la normativa uniforme. Dentro de la exclusión de las compraventas en subastas hay que entender
comprendidas tanto las subastas por orden judicial como las subastas privadas. b) Es imposible
saber de antemano quién será el comprador y, por consiguiente, si se reunirían los requisitos
exigidos por la Convención de Viena a toda compraventa internacional para poder incluirla dentro del
ámbito de aplicabilidad de la Convención de Viena ex Art. 1.1 de la Convención.
En tercer lugar, la Convención no se aplica a las compraventas judiciales (Art. 2.c). Se trata de
compraventas que no son negocios y, por tanto, se regulan de forma imperativa por cada uno de los
Estados. Se trata de compraventas que sólo pueden ser reguladas por la lex fori porque se
caracterizan por su ejecución forzosa.
En cuarto lugar, la Convención excluye, por razón de su objeto las compraventas de valores
mobiliarios, títulos o efectos de comercio y dinero (Art. 2.d). Esta exclusión obedece a la existencia
en los ordenamientos nacionales de disposiciones específicas para los títulos valores y los medios
de pago que imprimen un carácter autónomo a estas parcelas jurídicas y las dotan, de ordinario, de
una reglamentación de carácter imperativo, como ad ex., las normas de control de cambios.
Igualmente, en quinto lugar, se exceptúan del ámbito de aplicación de la Convención de Viena las
compraventas de buques, embarcaciones, aerodeslizadores y aeronaves (Art. 2.e). El fundamento
de esta excepción es que la mayoría de las legislaciones nacionales someten a registro la
compraventa de buques y aeronaves. La extensión de la exclusión a los objetos no matriculados se
justifica por la disparidad existente de un Estado a otro en cuanto a la exigencia de registrar los
objetos apuntados.
En sexto lugar, están también excluidas las compraventas de electricidad (Art. 2.f). El objeto del
contrato de suministro de electricidad posee una naturaleza peculiar, que deriva tanto de las
características físicas de la electricidad como de las de su comercio.
1.5. Ámbito material de aplicación (ARTICULO 3 CV)
El '...ámbito objetivo o material de aplicación...' de la Convención lo configuran los contratos de compraventa
de mercaderías, a pesar de que en ella no se definen los términos compraventa ni mercaderías. En cuanto al
ámbito de aplicación material, la Convención de Viena no define qué debe entenderse por contrato de
compraventa. Del contenido de la reglamentación convencional se infiere, sin duda, que se refiere a todo
contrato sinalagmático en virtud del cual una parte entrega a otra la propiedad de una mercancía a cambio del
pago de un precio
Tal indeterminación permitiría asimilar a compraventa una variedad de negocios jurídicos de índole
internacional, tales como los contratos llave en mano o el leasing internacional.
La Convención igualmente prevé que los contratos de suministro de mercaderías que hayan de ser
manufacturadas o producidas se considerarán como contratos de compraventa, lo mismo que los contratos
mixtos en los que la parte principal de las obligaciones de la parte que proporciona las mercaderías no
radique en suministrar mano de obra o prestar otros servicios.
Contratos de suministro El Art. 3.1 precisa que la Convención se aplica a los contratos de suministro de
mercaderías siempre que la parte que las encargue no asuma la obligación de proporcionar una parte
sustancial de los materiales necesarios para su manufactura o producción. Si se trata de un contrato de
suministro independiente del contrato de compraventa está excluido, en virtud del Art. 4.a), de la CV.
Sin embargo, la Convención no se aplica a los contratos en los que la parte principal de las obligaciones de la
parte que proporcione las mercaderías consista en suministrar mano de obra o prestar otros servicios (Art.
3.2).
1.6. Asuntos a los que no se aplica la Convención (ARTICULO 4-5 CV)
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Viena por razón de su objeto (Art. 2), el Art. 4 de la Convención delimita las cuestiones no reguladas por
la Convención de los contratos de compraventa de bienes muebles incluidos en el ámbito de aplicación
de dicha normativa. Según el Art. 4 la Convención regula exclusivamente la formación del contrato de
compraventa y los derechos y obligaciones del vendedor y del comprador, dimanantes de ese contrato
1. Compraventas a consumidores.
2. Compraventas en subastas o judiciales.
3. Compraventas por razón de la naturaleza del objeto del contrato.
4. Compraventas de valores mobiliarios, título, dinero, buques y aeronaves.
5. Los contratos de suministro de mercaderías que han de ser manufacturadas o producidas, en los
que la parte que las encarga asume la obligación de proporcionar una parte sustancial de los
materiales necesarios para esa manufactura o producción.
6. Los contratos en los que la parte principal de las obligaciones de la parte que proporciona las
mercaderías consiste en suministrar mano de obra o prestar otros servicios.
7. La responsabilidad del vendedor por la muerte o lesiones corporales causadas a una persona por las
mercaderías vendidas.
8. La validez del contrato ni la de ninguna de sus estipulaciones ni la de cualquier uso ni los efectos que
el contrato pueda producir sobre la propiedad de las mercaderías, salvo disposición expresa en
contrario de la Convención.
La Convención no se aplica a la responsabilidad del vendedor por la muerte o las lesiones corporales
causadas a una persona por las mercaderías (Art. 5). En efecto, de una parte, esta cuestión desborda las
relaciones entre el vendedor y el comprador; de otra parte, las normas en vigor en cada uno de los Estados,
relativas a la responsabilidad de los productos por los daños causados a las personas, son en general
consideradas como de orden público. Son, por tanto, inaplicables en esta materia las disposiciones de la
Convención relativas a los daños y perjuicios o al plazo para denunciar la falta de conformidad. Las
consecuencias de esta situación deberán ser apreciadas por el Derecho aplicable según el sistema de
Derecho Internacional Privado correspondiente.
1.7. Carácter dispositivo (ARTICULO 6 CV)
La Convención tiene carácter dispositivo, o sea que ella puede dejar de aplicarse de manera total o parcial si
las partes del respectivo contrato internacional así lo estipulan o si los usos que ellas empleen tienen un
alcance normativo distinto de lo previsto en la propia Convención.
Por increíble que parezca el régimen jurídico establecido en la Convención de Viena es dispositivo. Así lo
señala su Art. 6 cuando establece que las partes podrán excluir la aplicación de la Convención o, sin perjuicio
de lo establecido en el Art. 12, establecer excepciones a cualquiera de sus disposiciones o modificar sus
efectos. Ha sido considerado, incluso, el precepto más importante de la Convención, pues basta, para excluir
una compraventa internacional incluida en su ámbito de aplicación, que las partes así lo decidan.
1.8. Internacionalidad de las compraventas (DISPOSICIONES GENERALES)
La Convención solamente se aplica a contratos de compraventa que estén vinculados a transacciones de
carácter internacional. Las transacciones internas se encuentran excluidas de su regulación.
Para ello la Convención decidió adoptar un criterio objetivo al señalar que el carácter internacional de la
transacción lo determina, con exclusividad, el hecho de que los establecimientos de las partes, comprador y
vendedor, se encuentren localizados en diferentes estados, sin que la nacionalidad de los contratantes o la
del mismo contrato influya en esa calificación.
Es irrelevante, para los efectos de aplicación de la Convención, que el carácter del contrato, o el carácter de
las propias partes, sea civil o comercial.
1.9. Noción de establecimiento (DISPOSICIONES GENERALES)
A pesar de que la Convención tampoco define el concepto de establecimiento, según criterio unánime de la
doctrina, se afirma que por él se entiende el lugar permanente y habitual donde el contratante desarrolla sus
negocios. No se considera como establecimiento la residencia temporal de un contratante durante el tiempo
en el cual se verifique la negociación.
Ahora bien, ante la presencia de establecimientos múltiples, la Convención establece que se tendrá por tal el
que guarde la relación más estrecha con el contrato y su cumplimiento, habida cuenta de las circunstancias
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conocidas o previstas por las partes en cualquier momento antes o en el momento de la celebración del
contrato.
Los establecimientos de las partes, en todo caso, como ya se expresó, deben estar localizados en Estados
distintos, circunstancia de la cual aquéllas deben ser conscientes, ya sea porque ello se derive del contrato, o
de los tratos habidos entre ellas, o de cualquier tipo de información que se hayan revelado en cualquier
instante previo a la celebración del contrato o incluso en el mismo momento de su celebración.
Finalmente, para que se aplique directamente la Convención, los estados en donde se encuentren ubicados
los establecimientos de las partes deben ser Contratantes o que, encontrándose dichos establecimientos en
estados no contratantes, las normas de Derecho Internacional Privado prevean que se aplique la ley de un
estado contratante.
1.10. Principios de interpretación de sus normas (DISPOSICIONES GENERALES)
Para la interpretación de la Convención '...se tendrán en cuenta su carácter internacional y la necesidad de
promover la uniformidad en su aplicación y de asegurar la observancia de la buena fe en el comercio
internacional...'
En cuanto hace al cubrimiento e integración de las lagunas de su texto, la Convención dispone que tales
cuestiones '...se dirimirán de conformidad con los principios generales...' en los que ella se basa, aspecto
respecto del cual la doctrina internacional y los laudos arbitrales internacionales se han encargado de analizar
con suficiencia.
El artículo 8 de la Convención establece algunas disposiciones relativas a las declaraciones y otros actos de
las partes, en cuanto que deben interpretarse, en primer término, de conformidad con su intención o, de no
ser ello posible, '...conforme al sentido que les habría dado una persona razonable de la misma condición que
la otra parte...'
II. FORMACIÓN DEL CONTRATO
La formación del contrato es una de las partes más importantes de la estructura contractual; es la columna
vertebral de todo este sistema. Los redactores de la LUVI y de los CV conscientes de ello, consideraron
necesario dotarla de una regulación uniforme por entender que, en este lugar, podían producirse notables
discrepancias entre las partes contratantes y, probablemente, lo más importante, sensibles diferencias entre
los Derechos nacionales.
Surgió de este modo, la LUFC y, sobre la base de ésta, se elaboró la regulación de la formación del contrato
que contiene la CV La Convención de Viena, en una forma que contrasta con muchas leyes nacionales,
regula de manera muy completa la formación del contrato de compraventa de mercaderías en la parte II,
compuesta por once artículos: cuatro que regulan la oferta (arts. 14° al 1 7), seis que se ocupan de la
aceptación (arts. 18° al 23°) y uno que norma la efectividad de las declaraciones de voluntad (Art. 24°).
2.1. La oferta (ARTICULO 14 CV)
La Convención, en su Art. 14 o, señala que «la propuesta de celebrar un contrato, dirigida a una o varias
personas determinadas, constituirá oferta si es suficientemente precisa e indica la intención del oferente de
quedar obligado en caso de aceptación». Esta norma, se ha dicho, se inspira en una concepción que
distingue la propuesta contractual de la oferta propiamente dicha. La primera constituye el género y, dentro de
ella, como una especie particular, se sitúa la oferta, que es una propuesta que reúne unos determinados y
estrictos requisitos. La propuesta contractual es una declaración que manifiesta la intención de llegar en lo
sucesivo a establecer un contrato que queda inicialmente diseñado en alguno de sus elementos. Es un
proyecto cuya finalidad se limita a abrir el proceso que conducirá, eventualmente, a la formación del contrato.
Es la propuesta de celebrar un contrato, dirigida a una o varias personas determinadas, en la medida en que
sea suficientemente precisa e indique la intención del oferente de quedar obligado en caso de aceptación.
Una propuesta será suficientemente precisa si indica las mercaderías y, expresa o tácitamente, señala el
precio o prevé un medio para determinarlos. Así pues, se distinguen los elementos siguientes:
1. La determinación del sujeto o sujetos a los cuales se dirige.
2. La precisión de la oferta.
3. La intención del oferente de quedar vinculado si existe aceptación.
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La Convención prevé el principio de revocabilidad de la oferta, en sentido contrario a como acontece en
Colombia. En tal virtud, la oferta puede ser revocada con anterioridad al momento en que se perfeccione el
contrato, es decir, cuando la indicación de la aceptación llega al oferente.
La Convención consagra una serie de excepciones en relación con la irrevocabilidad de la oferta:
1. La oferta será irrevocable si tiene un plazo fijo para su aceptación.
2. Existe irrevocabilidad en el evento en que el destinatario de la oferta considere que esta es
irrevocable y que ha actuado basándose en ella.
2.2. Elementos de la oferta (ARTICULO 14 CV)
De la lectura del Art. 14° CV se deduce que se necesita la concurrencia de dos elementos esenciales para
que una declaración de voluntad pueda considerarse como una oferta, a saber: a) indicar la intención de
oferente de quedar obligado en caso de aceptación; b) ser suficientemente precisa.
a. Intención del oferente. La voluntad del oferente de quedar obligado o vinculado con la sola aceptación es
una intención caracterizable como una genuina voluntad negocial. El Art. 14.1 CV requiere, además, que
esta voluntad o intención del oferente esté indicada en la propia oferta. Esto exige que en la declaración
de la oferta se encuentre la intención de obligarse o que, dados los términos en que la oferta se
produzca, deba entenderse objetivamente que en ella se encuentra implícita tal voluntad.
b. Precisión de la oferta. Para favorecer la celebración de los contratos, la CV ha sustituido el tradicional
requisito del carácter completo de la declaración del oferente por el más matizado de la suficiente
precisión. Así, dispone el Art. 14.1 CV que para que la oferta sea suficientemente precisa basta que
indique las mercaderías y que, expresa o tácitamente, señale la cantidad y el precio o provea un medio
para determinarlos.
2.3. Retirada y revocación de la oferta (ARTICULOS 15-17 CV)
En la Convención se utilizan dos términos que a simple vista parecerían tener el mismo significado y los
mismos efectos; sin embargo, esto no es verdad, ya que la CV acuña una terminología suficiente para
distinguir ambos conceptos. Así, en el texto inglés la idea de retirada se expresa utilizando el término
withdrawal, mientras que para la revocación se utiliza el término latino revocation. No cabe duda que se trata
de expresiones con significado diferente, que deben ser mantenidas como distintas, toda vez que esta
distinción es clave para la interpretación de los arts. 15 o y 16° CV.
La retirada es una declaración de voluntad del oferente que indica su voluntad de dejar sin efecto una anterior
declaración emitida, cuando ésta todavía no ha alcanzado efectividad. Se permite la retirada en el período de
tiempo o en la fase de formación que media entre la emisión de la oferta y la recepción o llegada de la misma
al destinatario. En cambio, revocación es la declaración de voluntad de cancelación de la oferta y de sus
efectos, en el período que media entre la recepción de la oferta y la perfección del contrato.
La consecuencia práctica más importante de la distinción es permitir la retirada de las ofertas aun cuando
éstas tengan el carácter de irrevocables (Art. 15.1 CV). La retirada de la oferta es, lógicamente, libre y está
sometida únicamente al requisito de temporalidad: que llegue antes o al mismo tiempo que la oferta. Como es
una declaración que no ha alcanzado efectividad alguna, el destinatario de la retirada no puede alegar ningún
justo motivo para impedir dicha retirada, puesto que ningún tipo de confianza, ni de interés atendible podrá
haberse creado en él,
El plazo para retirar la oferta, como hemos visto, concluye en el momento de la llegada de la oferta al
destinatario. Si la retirada se ha llevado a cabo antes de la llegada de la oferta, utilizando un medio de
comunicación más rápido y el destinatario la recibe antes, nada podrá reclamar ni alegar. Esto, naturalmente,
ocurre también cuando se produce una coincidencia temporal en la llegada de ambas comunicaciones. Pero,
si la declaración de retirada llega fuera de este plazo, nada impide que pueda o deba valer como revocación.
A diferencia de la retirada, que se produce en la primera fase de formación del contrato, esto es, antes que
llegue la oferta; la revocación se produce en la segunda, es decir, en el tiempo que media entre la llegada de
la oferta al destinatario y el momento de la aceptación o rechazo de la misma. Reza el Art. 16.1 CV, “La oferta
podrá ser revocada hasta que se perfeccione el contrato si la revocación llega al destinatario antes que éste
haya enviado la aceptación”.
Ahora bien, si la regla es que el oferente tiene la facultad o poder de revocar porque no ha quedado todavía
vinculado contractualmente, el efecto lógico es que la revocación quede impedida una vez que se ha dado la
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aceptación del destinatario y, por consiguiente, formado el contrato. Esta regla se encuentra expresamente
recogida en el Art. 16.1 CV, que establece un límite temporal condicionado. De acuerdo con la primera parte
de la norma, el límite temporal de la facultad de revocación es el momento de la perfección del contrato; esto
supone, en aplicación de las normas generales de la Convención, que el momento en que la aceptación surte
efectos y el momento de efectividad de la misma es la recepción de ésta por el oferente (Art. 24° CV).
Cabe agregar que, en la discusión entre oferta revocable y oferta irrevocable, planteada en la legislación y
jurisprudencia comparadas, la Convención se ha inclinado, en línea de principio, por la revocabilidad de la
oferta, modificando el sentido del derecho alemán, así como de la jurisprudencia belga y holandesa, que
parece inclinada a considerar, como regla general, la irrevocabilidad de la oferta, a menos que exista expresa
reserva de la facultad revocatoria.
Por último, debemos señalar que, además de la facultad de retirar y de revocar la oferta que se concede al
oferente, el destinatario puede rechazar el contenido de la oferta (Art. 17 CV), lo que significa extinción de la
oferta. El rechazo es efectivo cuando llega al oferente, lo que, de nuevo, se enjuicia conforme a la regla
general establecida en el artículo 24° CV El rechazo de la oferta impide que vuelva a revivir, por ejemplo,
porque el destinatario de la oferta se arrepienta de su rechazo y pretenda volver a aceptar la oferta.
2.4. Irrevocabilidad de la oferta (ARTICULO 16 CV)
Tras establecer la Convención la regla general de la revocación de la oferta hasta la perfección del contrato o
el envío de la aceptación, se encarga de indicar expresamente, en el Art. 16.2 CV, las dos excepciones a la
regla.
-En el tráfico mercantil, la forma más habitual de indicar la irrevocabilidad de la oferta es cuando el oferente
expresa que ella es irrevocable, bien mediante el uso de esta expresión u otras de análogo significado. Así, el
oferente puede declarar expresamente que su oferta es irrevocable mediante cláusulas del tipo «garantizo mi
oferta durante quince días», «mantendré esta oferta abierta durante un período de treinta días», «prometo no
revocar esta oferta hasta [ ...]>> y «oferta vinculante durante el período indicado», o finalmente mediante una
frase del oferente en la que declare simplemente que su propuesta es irrevocable
Estas hipótesis - que se corresponden dentro del articulado de la Convención con la frase «la oferta no podrá
revocarse, si indica [ ...] que es irrevocable» (Art. 16.2.a) CV) -constituyen los típicos, deseados y
convenientes ejemplos de ofertas en las que se declara o indica indubitadamente el compromiso del oferente
de no revocar su declaración de voluntad a través de expresiones claras o de palabras que se entienden
generalmente en el tráfico como expresión de la voluntad de vinculación. En la lista de los supuestos
mencionados, con excepción de uno, se ha añadido un plazo expreso durante el cual el oferente no puede
revocar su propuesta. La Convención, sin embargo, no parece haber solucionado la cuestión del tiempo
durante el cual la oferta permanece en situación de irrevocabilidad cuando no se ha fijado un término en la
misma. No obstante, por analogía con el Art. 18.2 CV, ese plazo se determinará en función del estándar
temporal de la razonabilidad.
-Otra forma en que la oferta puede ser considerada irrevocable, aun cuando el oferente no lo haya indicado
en su oferta, deriva de la apariencia que crea en el destinatario de la oferta, de tal forma que éste confía en
que la oferta es irrevocable y por ello lleva a cabo algún tipo de actuación relacionada con la oferta. En estas
situaciones, el oferente no podrá revocar su oferta (Art. 16.2.b) CV)
Muy probablemente las situaciones en las que se conceda un plazo fijo para aceptar, podrían crear esta
apariencia en el destinatario, quien, si realiza alguna actuación relacionada con la oferta, por ejemplo,
inversiones en su empresa o compra de materiales, gastos de asesoramiento de peritos, abogados, etc.,
podrá gozar de la protección que la Convención le otorga. En cualquiera de estos supuestos en que el
oferente ha intentado revocar una oferta sin que pudiese hacerlo, el destinatario de la oferta podrá aceptarla.
2.5. La aceptación (ARTICULO 18)
La aceptación es aquella declaración de voluntad o acto del destinatario de una oferta que manifiesta el
asentimiento o conformidad con ésta. Constituye, en sentido propio, una declaración de voluntad negocial
clara e incondicionada. Como bien apunta Farnsworth, la aceptación es el tramo final del período de
formación del contrato y no puede contener ningún tipo de condicionamiento.
La aceptación puede realizarse de tres formas: mediante una declaración, mediante un acto o, incluso,
mediante su silencio o inacción. A menos que el oferente prescriba alguna forma determinada de aceptación,
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el destinatario de la oferta es libre de aceptarla, sea por escrito (carta, telegrama, télex, fax, e-mail, etc.) o
verbalmente (estando las partes presentes o por teléfono, radio, etc.). En ambas circunstancias, para que la
aceptación sea efectiva y, en consecuencia, perfeccione el contrato, debe llegar al oferente en el plazo
establecido en la oferta o, en su defecto, en un plazo razonable (Art. 18.2 CV). Por plazo razonable, debe
entenderse aquel que resulta del cumplimiento de las reglas de diligencia y buena fe
En resumen, se trata de la manifestación de voluntad que perfecciona el contrato, exigiéndose los siguientes
elementos:
1. Declaración o acto del destinatario.
2. Cumplimiento del plazo para manifestar la aceptación.
2.6. Aceptación verbal (ARTICULO 18 CV)
El Art. 18.2 CV es suficientemente claro en el sentido que la aceptación de las ofertas verbales tiene que ser
inmediata, a menos que de las circunstancias resulte otra cosa. Aquí el carácter inmediato no significa
solamente sin demora, sino también sin solución de continuidad temporal. Son ofertas verbales, en el sentido
de esta norma, todas aquellas en las que no existe un texto escrito de comunicación y en las que, no
encuentran aplicación las reglas sobre el contrato entre ausentes. En efecto, debe tratarse de personas que
se encuentren ante un sistema de comunicación que permita que las mencionadas comunicaciones sean
ininterrumpidas y que no existan intervalos de tiempo entre los diferentes tramos de ella. Por ende, este
precepto resulta aplicable no sólo a los contratos entre personas presentes, sino también a las
comunicaciones telefónicas y a todas aquellas en que se utilice cualquier otro sistema que permita la
respuesta inmediata y la comunicación ininterrumpida. No se aplica, en consecuencia, a aquellas
comunicaciones que, no obstante ser ininterrumpidas, incorporen a su sistema un texto escrito.
2.7. Aceptación mediante actos (ARTICULO 18 CV)
La declaración de aceptación se realiza, en lo habitual, mediante una declaración oral o escrita, pudiendo
igualmente consistir en actos que indiquen asentimiento a una oferta (por ejemplo, mediante el envío de las
mercancías y el pago del precio). En estos casos se establece que no será necesario enviar una declaración,
puesto que el mismo acto del envío o el pago del precio perfecciona el contrato
Ahora bien, para que pueda aceptarse mediante actos de ejecución sin necesidad del envío de una
comunicación al oferente, es necesario que la oferta lo autorice (por ejemplo, comience la fabricación, envíe
inmediatamente, compre en mi nombre sin demora, o indicando una cuenta corriente para que el comprador
pueda hacer efectivo el precio) o que así se permita por virtud de las prácticas establecidas con anterioridad
por los contratantes o por los usos (Art. 18.3 CV). La oferta también se acepta concluyentemente mediante el
recibo de las mercancías sin objeción alguna en cuanto a los términos de la oferta
El silencio o la inacción, por sí solos, no implican aceptación (Art. 18.1 CV). En términos generales, el silencio
es una actitud que, claramente, no posee ninguna significación objetiva. El que guarda silencio no declara
nada y, por ello, no puede decirse que callando se manifieste una voluntad negocial. En rigor, el silencio más
que declaración de voluntad es omisión de declaración
Empero, el silencio o la inacción, junto con otros factores, sí pueden significar aceptación de la oferta en
algunos casos. Esos factores son los siguientes: a) disposiciones legales, como el Art. 19.2 o el Art. 21 o CV;
b) usos y prácticas establecidas entre las partes, por ejemplo, porque habitualmente no se contesta a la
oferta-pedido, sino que se procede al envío de las mercancías; e) la existencia de un deber de hablar o
contestar puede hacer que el silencio o inacción se considere como aceptación.
2.8. La contraoferta (ARTICULO 19)
La declaración de aceptación ha de coincidir en todos y cada uno de sus términos con la oferta para que
pueda perfeccionar el contrato (Art. 19.1 CV); se trata de lo que se conoce como regla del espejo, ya que la
aceptación debe ser como el reflejo de la oferta en el espejo.
Se establece como excepción la posible introducción de términos en la aceptación que no alteren
sustancialmente a la oferta. En este caso, la aceptación valdrá como tal y el contrato comprenderá los
términos de la oferta más aquellos incluidos en la aceptación que no los alteren sustancialmente y siempre
que éstos no hayan sido objetados por el oferente sin demora injustificada, bien verbalmente, bien por el
envío de una notificación (Art. 19.2 CV). Por el contrario, si el elemento que se introduce en la declaración de
aceptación adiciona otros términos, modifica los términos de la oferta o introduce cualquier otro tipo de
CURSO: COMERCIAL III SECCIÓN: A
limitación en la oferta que la altere sustancialmente, entonces el contrato no podrá entenderse perfeccionado,
y la respuesta a la oferta se transforma en contraoferta, si reúne desde luego los requisitos que la Convención
demanda para considerar a una oferta como completa (Art. 14° CV).
2.9. Plazo de Aceptación (ARTICULO 20)
Se advertirá que cuando el oferente ha fijado un plazo para aceptar la oferta, el destinatario ha de aceptarla
dentro de ese plazo. Algún problema se presenta en los casos en que el oferente no especifica el término
inicial (dies a quo) ni el final del cómputo del plazo para aceptar, por ejemplo, que únicamente haya indicado
que la oferta puede aceptarse en un mes. En estos casos, la Convención establece que cuando el plazo de
aceptación se ha fijado en una carta o en un telegrama, el cómputo del mismo comienza desde el momento
de la entrega (en el caso del telegrama) o desde el momento que figure en la carta o, en su defecto, desde la
fecha que figure en el sobre (en el caso de correspondencia postal). Si se trata de medios de comunicación
instantáneos, entonces el plazo comienza desde que la oferta llega al destinatario (Art. 20.1 CV).
Además, en el cómputo se incluyen los días feriados oficiales o no laborables, pero si la aceptación no puede
ser entregada en la dirección del oferente el día del vencimiento del plazo, por ser ese día feriado oficial o no
laborable en el lugar del establecimiento del oferente, el plazo se prorrogará hasta el primer día laborable
siguiente (Art. 20.2 CV). Por último, vale indicar que estas normas relativas al cómputo del plazo de
aceptación pueden ser útiles para aplicarlas analógicamente a cualquier plazo establecido en la parte III de la
Convención, cuyo cómputo no se haya establecido.
2.10. Aceptación tardía (ARTICULO 21)
Como hemos apuntado, la aceptación, para ser efectiva y, por ende, perfeccione el contrato, debe llevarse a
cabo antes que la oferta haya caducado o deba considerarse caducada por el transcurso del tiempo. En esta
línea, el Art. 18° CV establece una regla de caducidad de la oferta por el transcurso del tiempo, que puede ser
la expiración del plazo fijado por el oferente o el transcurso del tiempo razonable. Según esto, la aceptación
que llegue al oferente fuera de los plazos indicados, no es aceptación eficaz y, como tal, no permite
considerar formado el contrato. En el mejor de los casos tendría que ser considerada como una contraoferta
susceptible de una nueva aceptación por el primitivo oferente; sin embargo, debemos recordar que esta regla
de caducidad está establecida en interés del oferente, de manera que puede constituir
El Art. 21° CV regula los efectos de una declaración de voluntad que en el ámbito del texto uniforme tiene dos
sentidos perfectamente claros y diferenciados que reciben, no obstante, una denominación unitaria:
aceptación tardía. En suma, la Convención, con la inclusión del Art. 21°, busca dar la oportunidad al oferente
de decidir si desea, ante una aceptación retrasada y, por tanto, incapaz de surtir los efectos propios de una
aceptación temporánea, perfeccionar el contrato. Lo contrario sería absurdo desde un punto de vista lógico,
en atención a que si el oferente quiere seguir vinculado no se le debe negar esa posibilidad por un mero
defecto temporal que él está dispuesto a soportar, y jurídico, debido a que prácticamente se llegaría al mismo
resultado aplicando la sistemática sobre la que se asientan las reglas sobre la oferta y la aceptación en la
Convención.
2.11.El perfeccionamiento del contrato (ARTICULOS 23-24)
El momento en el cual el contrato de compraventa internacional de mercaderías se perfecciona en el marco
de la Convención de Viena se recoge en la penúltima de las disposiciones dedicadas a la perfección del
contrato. Señala el Art. 23° CV que «el contrato se perfeccionará en el momento de surtir efecto la aceptación
de la oferta conforme a lo dispuesto en la presente Convención»
El contrato se perfecciona cuando el oferente efectivamente recibe la aceptación de la oferta, excepto si en
virtud de los términos de la oferta o de las prácticas que las partes hayan establecido entre ellas, el
destinatario de la oferta la ha aceptado al momento en que realiza actos ejecutorios del mismo.
La disposición más importante que se relaciona con la citada norma es el Art. 18.2, que se encarga de
establecer la regla general acerca del momento de perfección del contrato en la CV Dice este artículo que «la
aceptación de la oferta surtirá efecto cuando llegue al oferente», bien en el plazo por él fijado o, en su defecto,
dentro de un plazo razonablel6 ; cuestión que el Art. 24° CV se encarga de aclarar a efectos interpretativos,
acogiendo para ello la teoría del conocimiento para las declaraciones realizadas de forma oral y la teoría de la
recepción para las declaraciones escritas. Así, pues, el sistema general del cual parte la Convención es el de
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indicar que las declaraciones de voluntad y en general cualquier manifestación de intención se tornan
perfectas en el momento de su llegada, esto es, cuando son recibidas (entregadas) o conocidas
(comunicadas verbalmente), y no cuando son declaradas o emitidas.
La perfección del contrato, sin embargo, puede truncarse si el aceptante retira su aceptación antes de que
surta efecto o en ese momento (Art. 22° CV). Se evidencia que, al igual que sucede con la retirada de la
oferta, ello sólo es posible cuando la declaración de aceptación se ha enviado por correo o telégrafo. Es
posible, igualmente, que el contrato se perfeccione, no obstante que la aceptación llegue fuera del plazo legal
o contractual. Se trata de aceptaciones tardías que se regulan en el Art. 21° CV Existen a estos efectos dos
posibles situaciones:
a. una aceptación que llega tarde por culpa del destinatario de la oferta- es decir, se presume que el retraso
ha sido causado por el destinatario de la oferta, bien porque envía la aceptación fuera de plazo o sin
tener en cuenta el tiempo necesario para que llegue al oferente (Art. 21.1); y
b. una aceptación que llega tarde por causa de alguna irregularidad conectada al medio de transmisión, por
ejemplo, porque existe una huelga de los empleados de correos (Art. 21.2).
En el primer caso, la aceptación no puede perfeccionar el contrato; no obstante, el oferente puede informar
oralmente al destinatario o enviarle una comunicación validando la aceptación, por lo que el contrato se
entiende perfeccionado desde ese momento. En el segundo caso, la presunción es la contraria a la
establecida para la situación anterior y por ello se considera que la aceptación es capaz de perfeccionar el
contrato, pero se faculta al oferente a que declare que el mismo no se perfecciona, en cuyo caso, ha de
informar de su intención al destinatario de la oferta, sin demora, verbalmente o por escrito.
FUENTES:
AMBITO DE APLICACIÓN
https://webcache.googleusercontent.com/search?
q=cache:ULXddQBipokJ:https://revistas.usergioarboleda.edu.co/index.php/Cuadernos/article/downlo
ad/157/146/+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=pe
FORMACIÓN DEL CONTRATO
http://webcache.googleusercontent.com/search?
q=cache:Ky5S_vRrFbgJ:www.revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechopucp/article/viewFile/6583/667
4+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=pe
GENERAL
http://www.isci.institute/es/herramientas-contratos-internacionales/analisis-del-convenio-de-viena-de-
1980