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Davila Amparo-Perfil de Soledades

Este documento contiene 8 poemas escritos por María Amparo Dávila. Los poemas exploran temas de soledad, dolor, memoria y olvido. Cada poema usa imágenes sombrías y lenguaje evocador para transmitir emociones de aislamiento y pérdida.

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Edith Ruiz
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Este documento contiene 8 poemas escritos por María Amparo Dávila. Los poemas exploran temas de soledad, dolor, memoria y olvido. Cada poema usa imágenes sombrías y lenguaje evocador para transmitir emociones de aislamiento y pérdida.

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MARÍA AMPARO DÁVILA

PERFIL

DE

SOLEDADES
SAN LUIS POTOSÍ

1954

Digitalización: Innombrable

Revisión y corrección: Innombrable (necroteka)

Agradecimiento a: Hsiang el guardián (Club de Lectores de Libros Inconseguibles)


PERFIL DE SOLEDADES

I
Si alguien hubiera dicho:
la soledad se nutre de párpados caídos,
de silencios dormidos en la noche del ángel;
la soledad es una inválida semilla,
heredad antigua, cadena y mortaja...

Pero nadie lo dijo.

Y yo, que esperaba,


tuve que evadirme
por los cuatro puntos amargos del viento.

II
ME sorprendo cercana de la noche,
en vano pregunto y llamo;
bajo un cielo de ruinas
contemplo mis manos
que se alargan como interrogaciones
y veo, palpo, siento,
la soledad.

III
QUIEN quiera leer en mí
que baje los ojos hasta el musgo,
a la raíz misma del llanto,
donde se nutre y se dibuja el perfil de la angustia.
Es inútil buscarme en el verde árbol
que canta su pródigo verano,
su mediodía de pájaros
y la agilidad niña de una esperanza.

IV
SOY silencio y sombra.
Presentida, pálida neblina de una muerte,
siempre epidermis y tacto,
tan íntima y constante
que su voz expresa mis palabras.
y mis huellas son tan sólo el eco
de su propio paso.

V
DE soledades estoy hecha,
vasija y contenido.

Llevo una voz sin sol


que en vano quiere gritar, en el origen,
el color y la anchura del desierto;
en sí misma se encierra y despedaza
al intentar romper la cáscara del mundo.

VI
LLEGO por subterráneas grutas
al intacto manantial del sueño.
Y he ahí que me fugo
de las manos que me oprimen;
intento la estatura del grito
y avanzo hacia mi sombra;
porque nadie sabe
que este silencio de sepulcros
es sólo un eco
de tormenta en la cumbre.

VIl
NUNCA había estado
más cerca de mi muerte.
—Presencia en la rosa,
sombra sobre el agua—
en mí sentida, cierta,
lenta nostalgia o angustia viva,
esperanza o desesperanza.

VIII
DE nuevo, en mi deshabitado mundo,
contemplo mis manos
que se alargan como interrogaciones
y veo, palpo, siento
la soledad.

Si alguien me hubiera dicho...

Pero todos callaron.


GIMEN LAS FLAUTAS

GIMEN las flautas


en las manos del aire
y en vano las brisas
azotan los cristales.

¡Es tan duro el corazón de la piedra!

Arcilla desolada,
el peso de los astros
lacera tu frágil epidermis
y hace trizas, cenizas y sollozos
la rosa de la luz.

Dejadme gritar y ensordecer


con mi propio grito
hasta escuchar la esquina
más sola de mis venas.

Quiero pensar, creer


y, sin embargo...
están ausentes de ternura
los ojos de la tarde
y lloran solas
las fieras en el monte.

Si lo sabéis, decidme:
¿en dónde está el secreto manantial,
el agua virgen?
Buseo bajo la niebla cuajada de horizontes…
Y ni siquiera lo sabía:
¡soy muda y ciega!
ÁMBITO DEL SILENCIO

"El silencio es un espejo negro


donde se ahogan todas las preguntas".

LA tarde cerró de golpe sus ventanas


al invadir la voz los musgos del silencio.

Hay veces
que una palabra
pesa sobre el mundo
como un astro incendiado
recostado en el hombro de una rosa.

Es preciso callar.
Dejar que el agua ignore
su propio nombre,
sepultar en ataúdes de niebla
las voces de las hojas
y los tumbos del mar,
detenerse a envejecer
como las piedras,
ahogándose en palabras
nunca dichas.

Un muro de sal amarga


se calcina en la garganta
y puñales de luna congelada
mutilan gritos,
dejándonos
en la rama del viento
sin alas y sin voz.

Bien lo sé,
a mitad del sueño
existen muelles sombríos
donde el silencio tiene
potestad de nube.
La voz es una isla,
lágrima ardida
frente al mundo, en suspenso,
cercada por una soledad de multitudes.

¡ Si todos supieran!...

El corazón lastima
como pétalo herido
al rodar del verano,
cuando la voz madura
y el día feliz ahonda
por los rincones de la brisa.

Pero no, olvidemos...

Llueve en el recuerdo
helada lluvia de ceniza
y el rostro de la voz
pálido y ciego
habita los espejos negros
de la ausencia.
Alguien me dice:

hay perlas ancladas


en el polvo de los días,
hay ecos golpeando
ventanas de futuro.

Pero es inútil asirse


a la infancia de la voz,
cuando la noche cubre el corazón
y en el silencio se ahogan las estrellas.

Dejemos que el día se marche


golpeándonos las sienes...
LENTAMENTE CAMINAMOS

LENTAMENTE caminamos, oscuros,


pesados, mordiendo el polvo,
intentando negarnos un descarnado dolor;
de nosotros sólo queda la cáscara
—dolida sombra—
lo demás, se ha ido.

Recordad, ya lo dije:
mis pasos son ecos milenarios,
dejadme transplantada
en cualquier atardecer
en cualquiera calle triste,
¡qué importa!
hay algo más allá
de los endebles huesos,
algo que no termina
y sólo dice su dolor... y crece.

Atrás de la corteza
la pulpa adviene tierna
y la lágrima es dulce, alguna vez.

Caminamos, de pronto surgen ruinas


y el camino es sombrío. Dejadlas,
nos esperan tantas más allá de la noche.

Pero decidme:
¿Es el viento que nos pesa
o es nuestro dolor lastimando al viento?

II
SI dijera:
Hemos caminado juntos
innumerables vías,
entonces recordarías tal vez
largas alamedas solas,
calles estrechas, difíciles,
plazuelas blancas, árboles grises, siluetas;
también recordarías
la orilla de algún mar deshabitado
y la sirena triste de algún barco.

III
ES tan luna, tan sola la tarde
que se va irrecobrable.
Mañana, nuestro dolor, acaso,
sólo queme ceniza.
ALGUIEN BUCEA

ALGUIEN bucea estrellas


en el agua más triste de la tarde
y las transplanta
a una perdida esperanza.

No lo sabe aún...
La noche, prematura, se anticipa,
nos circunda y nos estrecha,
pronto seremos sólo masa oscura,
viviremos la misma,
la eterna soledad del hombre;
los lechos amargos y vacíos,
el nocturno sudor cayendo frío,
goteando sobre los pálidos huesos.

Y la forma se evade entre rosas y larvas


abandonando todo lo que fuimos
con la misma pregunta
insistente y constante, sin respuesta.

Escucho, desde la orilla de la tarde


alguien desdibuja su canción sobre el agua,
buceando, transplantando estrellas
a una perdida esperanza.
CUANDO DESPIERTA EL TACTO

CUANDO despierta el tacto


y se alarga infinito
en el tiempo suspendido,
cuando cada poro
es como tentáculo ávido
de sensaciones, de color,
de sonidos precisos;
cuando las imágenes desleídas
vuelven otra vez, habitadas,
y cruzan en procesión
por el abierto escenario:

pasan ciudades bajo la niebla,


oscuros pueblos cerrados,
sombrías ventanas húmedas;

pasan máscaras, muñecas rotas,


lentos desenterrados sin rumbo,
lágrimas secas y oscuras sonrisas
apenas entreabiertas;

siguen pasando:
mutiladas estatuas,
fragmentos de luna,
esqueletos de rosas,
amarillos papeles con olor
a despedida, a clausuradas esperanzas;
pasan también en agobio
los lejanos horizontes del sueño
y caminos y mares
y mundos imposibles.

Hay cadenas que detienen,


raíces que se aferran
a la tierra que las sustenta
como el hijo a la madre,
y se ahondan, se alargan en el origen
definiendo posiciones:

—Esta es mi casa—
la tierra atormentada;
es mi sustancia, el barro desolado,
el sueño y el agua,
la ceniza y el fuego.
DESTRUCCIÓN Y VIDA DE LA ROSA

AUSENTE del ser, la rosa permanece,


en ámbito transido
de negaciones y torturas.

Desde su sueño,
ante su rostro de silencios
contempla su lenta, larga
transparencia de agua
y se descubre mutilada y sola
en el vacío azul de la inconciencia,
flotando en un angustia renovada,
intacta siempre,
sostenida tan sólo por raíces
de frágiles cristales.

La rosa sueña
la muerte de la rosa.

Preciso es morir,
destruir los castillos edificados en la arena,
las falsas lunas en el telón de la noche,
la muralla del eterno refugio
y la estatua colocada
en el jardín de la infancia.

La rosa sabe
que la rosa ha muerto.
Desprendida de su propia sombra,
al margen mismo del sueño
se encamina al momento
de las verdades sustanciales.

Desnuda, sobre los rescoldos humeantes


de sus murallas rotas,
descubre su propia arquitectura.

La rosa vive
la vida de la rosa.
TRANSITO DEL OLVIDO

PENSE que el olvido venía


al abrirse la rosa negra,
cuando el ángel sombrío inicia
nocturna marcha
de cenizas y llanto.

Pero no, el olvido llega


desafiando la hora
en la vigilia de los relojes
y a lo largo del sueño de la estatua;
en el minuto verde de la yerba,
a la hora inaudita
del durazno y del higo,
y en la mutilada estepa de las nieves.

La hoz del tiempo


mutila lentamente vigilia y sueño,
desenterrando ignoradas islas
y ocultas sementeras
hasta lograr que un día
el hombre se descubra
sumergido en la niebla, sin memoria,
sin tallos y sin flores,
con sus raíces transplantadas
en una tierra extraña
donde los pájaros, los peces
y el agua misma
tienen otro nombre
y otro significado.

Después, la voz de ayer


se sorprende, a la orilla de un crepúsculo
de corales ardientes,
con los cristales del día futuro
quebrados en las manos.

Encontrarse así,
entre líquidos muros,
como isla encarcelada
sin promesa de fuego
sentenciado a la sal y a la ceniza.

Entonces el hombre sabe


que sólo tiene por futuro
fríos cadáveres de astros
y sueños rotos.
Transido de pasado ha de vivir
la muerte del propio olvido.
NO HAY ÁMBITO QUE NOS PROTEJA

I
NO hay ámbito que nos proteja
de los ojos que acechan en la noche

Gimen brazos a mitad del viento


como veleros tristes.

Envenenadas voces recorren


hormigueando las arterias.

II
ES el amor que llega en despedida
cómo sollozo de faro entre la niebla.
Como tibia caricia de ola
que llega, deja su blanca espuma derramada

e irremediablemente retorna al mar.

III
SI tan sólo te detuvieras
y llamaras en mi soledad,

si pudieras oír
lo que no dicen las palabras todas.

Tu corazón en mi silencio latiendo,


cayendo como lenta lluvia
sobre la ardida cárcel
de los sentidos.

Tus ojos y tus labios, bebiendo,


la más pálida caricia,

la que a oscuras crece y se derrama


como queja rota,

como lago extinguido


sobre la luna muerta.

IV
PERO tu seguirás adelante con el viento
amando y olvidando.

Sin embargo, algo de mí se fugará contigo


como la raíz que determina el tallo.

Y no habrá camino ardido, ni relojes de arena


en nuestro espacio.

Quizá un paisaje solo, una melodía perdida


nos tornará presencia en la vital memoria.

Porque nosotros somos


tierra misma

y hablamos el idioma
que no tiene palabras.
Nos nutre la misma savia
y el mismo fuego nos alimenta,

crece y nos consume.


DECIR TU AUSENCIA

AQUI, donde comienza tu ausencia,


en este litoral del olvido
donde una esperanza se consume,
estoy como molino sin aspas;
como barco sin velas,

soy el eco de otros gritos;


amarga sal concentrada de otros llantos,

me circunda un horizonte de ruinas;


me acecha una noche sin luna y sin estrellas.

II
PODRÍA decir: la ausencia
es una lenta presencia, o bien,
la ausencia es florecer bajo la sombra;

coger el aire buscando la forma anhelada


y encontrar tan sólo la imagen de sí mismo.

III
PERO, decir tu ausencia
es gritar sin voces, a solas,
dentro de mí,
caminar sin ojos, a oscuras,
en una playa muerta;
ver pasar los días
desde la ventana más triste de la niebla,
oír la lluvia caer
y sentir frío y miedo y soledad
ESPEJO LENTO

SE irá lento el verano,


con él, amor y canto;
se ira la ilusión niña
que corría
por el verde campo;
se irá el agua de ayer
—espejo de narciso alucinado—.

Todo se irá
y yo seguiré sola,
abierta a la marea
de los llantos,
como plata fría,
como tierra en olvido, vacía.

Correrán lágrimas oscuras


por los hambrientos litorales
del día extinguido;
desde la orilla deshabitada
gritaré tu nombre
y el silencio se poblará
de húmedas espigas.

Hay pájaros heridos,


pétalos muertos
y olor a musgo seco.
Confusa, sin sonido,
golpearé los minutos
con el metal del tacto.

¡Hay un río de angustia


corriendo lento!
Con sordo movimiento
de amor vencido,
cae en el sueño.
FRENTE AL MAR

LA luna, sobre el mar,


es un lento naufragio
de blancos pétalos;
en vasta soledad, la playa,
es una muda queja de ausencia.

Mírame aquí, frente al mar,


vacías las manos de perlas y corales
secas las redes, recogidas las velas.
Mis pies viajeros
han anclado para siempre
en esta playa muerta;

estoy cansada y sola


como perdida isla,
como una voz en el viento derramada,
inmersa en náutica tristeza
de perla humedecida.

Un faro sin luz


gime a lo lejos
ciego como buzo a mitad de la noche,
rodeado de escolleras hostiles
y arrecifes fantasmas.

Mírame aquí, frente al mar,


gritando sin gritar
esta angustia lenta,
esta oceánica tristeza
de caracol nocturno,
este dolor de ola solitaria
y este inmenso cansancio
de mástiles caídos
y remos fatigados.

Como el mar me invadiste


y yo fui playa dócil
a la tibia caricia de tus olas;
por ti aprendí los signos del silencio
y su larga cadena de pausas recortadas,
mientras tus manos
trazaban mapas
sobre la red sumisa
de mis cabellos extendidos.

Mírame aquí, frente al mar,


mínima y sola,
rodeada de sal ensombrecida
y de espumas rotas.
Hay niebla en el mar
y yo sollozo un llanto seco, estéril,
de arenas azotadas
y resacas amargas y salobres.

Ni remos, ni velas, ni gaviotas...


Una quietud sombría
invade de pronto
mientras la luna,
caída sobre el mar,
es como lento naufragio
de blancos pétalos.
NOCTURNA ELEGÍA

MUERDEN las estrellas lento grito


en la noche poblada
de hormigas enlutadas.

En la luna sin fondo, del espejo,


su voz amordazada
—pájaro sin hojas—
se presenta de pronto
como el que vuelve de un largo baile
de disfraces absurdos,
y no hay casa, ni vidrio, ni gemido,
todo es un instante sumergido
de consumados claveles
y espumas rotas;
donde el silencio, desesperado,
baila la danza de los siete velos.

Ahora recuerdo...

La esquina congelada
con grave voz de espanto
y la estatua asesinada
en un mar de amapolas sombrías,
mientras los árboles,
al aire sus raíces
se iban de viaje
con su equipaje etéreo
de cebollas y nardos;
y los pájaros ciegos
sacándose las plumas
jugaban aquel juego
de "me quiere y no me quiere"
con un fondo orquestal de pianos mudos.

Pero todo ha pasado...

Un olor de oxidadas madreselvas


pone histeria en las casas deshabitadas,
aisladas, solas,
flotantes en aceite doloroso
como islas encarceladas
en un frasco sin forma y sin color.

Afuera, en la noche,
las estrellas muerden lento grito
que se traduce en lluvia
de cal y de ceniza.
ÍNDICE

PERFIL DE SOLEDADES 3
GIMEN LAS FLAUTAS 6
ÁMBITO DEL SILENCIO 8
LENTAMENTE CAMINAMOS 11
ALGUIEN BUCEA 13
CUANDO DESPIERTA EL TACTO 14
DESTRUCCIÓN Y VIDA DE LA ROSA 16
TRANSITO DEL OLVIDO 18
NO HAY ÁMBITO QUE NOS PROTEJA 20
DECIR TU AUSENCIA 23
ESPEJO LENTO 25
FRENTE AL MAR 27
NOCTURNA ELEGÍA 30
ESTA edición de 300 ejemplares de "Perfil de
Soledades", se terminó de imprimir en los
Talleres Linotipográficos "El Troquel", el día 21
de febrero de 1954.

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