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Larriva de Lona - El Rey Herodes - Cuentos
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Lastonia Larrita de Liona —Hasta pronto, dijo ésta, despidiéndose te sus amigos. "= Hasta matiana, —contesté Valentina, impri- miendo an eatitioso beso en la frente de su amiga. —iHasta matiana! Hasta siempre! —agregd Oc- tavio, con semblante en que se revelaba el goz infi- nnito que Henaba sa corazén, mientras rozaba con sus labios trémulos la mano enguantaita de la mojer ‘a quien por largos aos, desile que estaba ella solte- 1a, habia él amado sin esperanza. EL Rey Herodes (cuexto px AVIDAD)¥ le atraia hawia i, suarvemente, Sus einen primavoras habia cumpliso Lolita de Jestis Valencia aquel 25 de Diciembre en que acae- cid el suiceso que voy a referir, En ninguno de loscuatro aniversavios anteriones habia sido la nifia tan festejada como en el preven: te, La easa de sus pautres, —el bizarra y eaballerosos Gereral don Jaime Valencia, actual Ministro de la Guerra, y In virtuosa y bella dofia Dolores Salinas de Valencia,~ a pesat ile ser una de las mis sun tnosas de Lima, pues Lima fué el teatro de las esee 39Lastenia Larfiva de Llona nas que vais presenciar—resulté estrecha para contener a Ins damas, a los caballeros, y sobre todo, a los nifos de ambos sexos que en ese dia de su campleanos habjanse apresurado a cuir a felic- tar a Lolita, EL pequefio ‘dormitorio de ésta, su pieza de es tudio y aun algunas otras habitaciones se veian lite- ralmente atestadas de juguetes, de libros, de cajas de dalees ie los nil diversos objetos con que sus nu- merosos parientes y amigos y muchas ntras personas que, sin ser lo uno nl 10 otro, deseaban congraciarse con el General Ministro, hubfan obsequiado a la ni fia, Habfa una verdadera coleceién «le mufiecas, sles: de las que, modestas por su tamiNo y por su calisai, constituian la humilde cuelya de nas primas po- bres, favorecidas por la sefiora de Valencia y Ins que, segiin toda probabilitiad, habrian tenido que robar algunas horas a su cotidiano trabaji de modistas pa- raconfeccionar, —utilizando las retazos de buenas telas que como gaje les dejaba sti offcio,~ los ele- gantes trajes con que ins engalanaron; hasta Ins e& plénidas enviadas dle Paris por otras privmas ri mufiecas de noble alournia, que venian dentro de st emundon, ad hoc, con ajnar completo de ropa y de casa, y que sabian dormir, hablar, mover el wbanico yellente con graciosa ooqueteria y dar una vuelta sin necesidad de ajenos pies, por el salén. Una de las principales habitaciones de la casa con infalas dle palacio que ocupaba el General Var lencia, se habia destinalo coma de costumbre, para el magnifico Nacimiento; pues Dolores, que siempre habia tenido especial devocién al Nino Jesus, le tri- -40- Cuentos bataba an culto fervorosisimo desile que, por favor ‘el Divino Infante, —segin ella erefa flrmemente,— hhubia venido a1 mundo su hija Lolita en el dia dela gran flesta del Nacimiento del Hijo de Dios. Porque hay que saber que el matrimonio del General Valencia y Dolores habia sido estéril, -y s6lo por esto desdicharto,— hasta aquella Noche Bue: na en que, al sonar precisamente la hora en que na: 6i6 el Redlentor de los hombres, macié también ta hermosa nifia que fué, desie entonces, encanto y ale- aria de su hogar. De aflo en afo, pues, y mercod a esa ardiente devocidn de Dolo:es, se enriquecia mas y mas el Na- imiento, de tal manera que ya era justamente con: siderado en la eiadat como una verdadera maravi- Ia por las muchas obras de arte que contenfa, y co- mo un valiosisimo y real tesoro por la. riqueza de Jas joyas que le ailornaban, Excuso decit que para Lolita comengaban las fiestas de su santo desile el punto y hora en que las habiles manos de verdaderos artistas s0 ponian a Ia complicada obra ie formar los agios cerros, los s6- renos lagos, Ias cascadas bulliciosas, 1os repuestos valles, las sombrias selvas; y a poblar en seguida to- {do aguello, de blancos eorderillos, de plateados pe- ces, de pintadas vacus, de espantables fleras y de reptiles de brillante piel Si aquel pequetio pero prodigioso universo, en euyo centro y sobre pajas de oro, descansaba uh Dios-Nino, milagro deescultura, tenia el poder de mantener por largo rato absortas a Ins personas ‘grandes que le contemplaban, qué mucho que Lo- -41- aLastenia Larriva de Llona ita permaneciera horas enteras extasiada mirando tales primores? ‘Luego, es preciso que os diga que el Nacimien- to era un curso completo de Historia Sagrada para la tierna nina de los esposos Valencia; pues por uno de los curiosos y encantadores anacronismos permiti- dos en es0s adorables retablos, se veinn alli rept sentados todos los mis notables episodios de! An tiguo y del Nuevo Testamento. Por aqui, Eva re biendo de In serpiente Ia fatal manzana y ofrecién- diola asu ver a su ineanto esposo; mas all’, Rebeca dando de beber a Jacnb; por la derecha, un episoitio aterrador del Diluvio Universal; por Ia izquierta, ta huida a Bgipto de la Santa Familia; y a pocas tinews de distancia de los fugitives, —lineas que en este caso debia suponer leguas el espectador,— la copia en balto dealgunos grupos del bellfsimo cuadro de Guido Reni, La Degollacvin de los Inocentes. Bajan- ao pa este ale, los Reyes Magos, resplandecientes do pedrerfas, sobre sus lujosas cabalgadures y Ile. vando en las manos, los presentes que iban a offe- cer al portentoso Nifo; subiendo por el otro, Nuestro Sefior la Calle de la. Amargura, con el pesado mnado- ro acuestas; y alld arriba, en Ia cumbre de una co- Jina que figura el Géigota, expirando ya, enclavailo cen la Cruz y entre dos ladrones, el Rey de los cielos ylatiorra, mientras a sus pies juegan a los dados tunos sayones la wagrada tinicn.... Qué mucho, repito, que Lolita se quedara em: elesada por largas horas delante del histérico Pe- sebre? —49- © Cuentos u Las diez de la noche acababan de dar los relo- Jes de a casa, Con tas postreras campanadas se ha- bian despediio de Lolita sus ultimos amiguitos; ps ro lanifta, a pesar de que debia estar rendida por los Juegos y lus emociones del dia, no pensaba ain en recajerse. ¥ sin embargo, a poco que so la observa- ase comprendia que no era el deseo de seguir con- templancto sus nuevos juguetes, ni de hacer caricias sus mafiecas, 1o que ahuyentaba el suefio de sus~ ‘ojos; pues juguetes y mafiecas yacian diseminados / en derredor suyo sin que la pequefaengreida les | dlirigiera una mirada. Tampoco Ia desvelaba, como | otras veces, el afan de escuctar de los labios de su ~ madre la explicacin de algunas de las oscenas que representaba su querilo Nacimiento. Qué tenia: ues, Lolita? Qué esparuba, para dar las buenas no- ches a sus padres e ir a pedir 4.s1_aya-qneta acos- tara? gEn qué pensaba, qué deseaba esa infantil ca- becita, que atin no podia conocer las tristezas y preo- cupaciones que sin cesar agitan a los seres huma- nos desde que en ellos despunta la luz de ta razén? Qué deseo podia haber formulado el corazén de Lo- lita, que sus iddlatras padres no se hubieran apresu- rado a satisfacer? Medio hundida en un ancho sillén, con las redondas piornas, que las medias cortas dejaban & descubierto desde Ia pantorrilla, cruzadas la una so bre Ia otra, y la mejilln descansando en la mano de- recha, cuyo brazo se apoyaba sobre el del asiento, Lolita parecia. embebida en la contemplacién del te- cho de gasa azul tachonado de diamantes que figu- =43—Lastenia Larriva de Lion raba el firmamento en el Retablo; pero en realidad no miaba eso, ni ninguna otra cosa. No eabia. du- darlo: Ia gentil nifia estaba absorta en un pensa~ miento, tenfa la mente fja en un desco no satisfe- cho, que embargaba todas sus potencias. ~ =Mamé, dijo de pronto, volviendo su lindo |e inteligente semblante hacia aquella a quien se rigfa. gHiasta qué hora no me traerin mi cholito? gPor qué no me lo habré mandado todavia mi pa- daring? Estas preguntas Ins habia hecho eien veces du- rante aquel dia, a su padre, a su madre y a todas Jas gentos do In casa, No le habré sido posible, vida mia, le contes- 6 su madre. Te lo enviaré mafiana, no tengas cui- dado, Ahora vé a accstarte, porque es muy tarde. —No me acuesto hasta que venga el cholite, de- clar6 perentoriamenté Ia voluntariosiiia. —Pero eso es imposible, angel mio, Ya han da- do Ins diez y soguramente no viene esta noche. Ade més, podrias enfermarte permaneciendo en pie has- ta tan tarde, Mi pudrino me dijo que me mandaba un cho- lito de regalo el dia de mi santo, y no puede en- gafiarme. , —No te engafiard, ciertamente, Cuando des- Wertes mafana estara ya en easa el regalo que es peras; te lo aseguro, Pero ahora, ¥ para que se pase mas pronto el tiempo, vete a la cama. —No me acuesto hasta que venga el cholito, repitié Lolita, con exa terquedad de los niftos dema. siado mimados y consentides. a e —4- Cuentos \ —Poro sine, Lolita, hija mia, gpara qué quieres) tun serranito feo, como ha de ser el que te envie tu padrino? gNo tienes abi (antas sefioritas y nifias ° preciosas y elegantes? ls preganté Dolores. sefalin- dole las mafiecas. —Esas no saben jugar, replied Lolita, Yo quier®’)} el cholito, porque es te carne y esté vivo: un serra: nito asi como el qué tiene mi prima Rosita, que ha- ce todo lo que ella quiere. ;Ya nome gustan esas mu-. | ftecas!—continué, golpeando impaciente los pies del sillén con los diminutos suyos, mientras lanzaba ‘una injrada de soberanodesprecio a las arvogantes ¥ tiesas parisionses cuyos ojos inméviles de cristal, ‘que reflejaban las Inces Jel salén, parecian mirar a Lolita con extrafa fijera, comosi se asombraran del mal gusto que revelaban sus palabras. —Ven acé, hijita, y no seas tenaz, volvié a decit- Ja su mare; y trutandode alejarde aquella cabeci- ta pinata] pension que tal obsesién ejercia sobre alla, agregé:—ven acd y te contaré Ia historia de la Degollacidn de lostnocentes que tanto te inte: resa qquieres? La chiguilla volvi6 los ojos hacia su madre, al escuchar esa proposicidn Lan halagadora siempre pa- va ella; dirigié en seguida sus miradas a los conmo- voilores grupos que formaban aquella madre que hu- ye desesperada para salvar al tierno frato de sus en- trafias de la espantosa carniceria y del barbaro sé dado que a detiene por jos cabellos: y a aquella otra que, cobriendo a su hijocon el manto, echa a correr ppresa de indescriptible pavor; los mir6, digo, y pare- 6 vacilar un instante; pero pensdndolo mejor, sin -45-Lastenia Larriva de Llona dada, responiis. “Mf la contards después We que me tnaign a mi eholito. Dolores, a pesur ie que comenzaba a impacien- tarso por la obstinacidn lo su hija, no pado reprimir ‘una sonrisa cuafito escuché tal respuesta; mas com- piendiendo que era menester yi aparentar enojo, ceniareé las cejas y dijo con el acento mas formal que Je fué posible: —Pues te irdsalacama sin cholito y sin his- toria, Basta ya de majaderfas; ea! =No voy. = aQué dices? iQue n6, que nd y que nd! Aloir esta categérica respuesta el General, que congolfado en la lectura de los periddicns del dia, no habia tomato hasta entonees parte en el didlogo, 1e- want6 la eabera, y miranda severamente a Lolita le se asfy molestar a en mantacita en un dia como éste por una ligera contrariedad, enandto se ve colmala de Yegalos y se ia ha complacido en cuanto ba silo posi- ble? gQué dird, al verla asi copra al eseu- chageLéspero tono de su vor eT Nino Jestis, ese Nino Sear dularay qv amke dé 80 ma dre el mis love motivo de queja? Lolita, annque caprichosa y a veces obstivada Yorelexcesixe mimo con quela criaban sus padres tenia un-fermoso corazén y los amaba a ellos con todas las fuerzas de su alma, Sus arrebatos soffan calmarse tan pronto como se habfan encendido, siempre quo se apelaba a sus nobles sentimientos. —46- > Cuentos Al escuchar, pues, la metecida reprimenda de los Ia- bios de su partre, le esos labios tan prontos siem- pre para acariciarla, s@ arrepintid de su terquedad y de las desabridas respuesias que Dabia dio a las afoctuosas frases de su madre; y sintiendo que su célera so deshacia en lgrimas, eorris hacia Dolores ¥ abrazandola apretadamente, esconiié su rostro, que Ia vergtienza coloreaba, en el regazo maternal. Pero por un resto «le soterbia, de ese feo pecato, causa de todas las desgrazins ce In Humanidad, que encuentra el medio de destizarse aun en los més pu- ros corazones, exclamé tolavia una vez mas,annque ‘con voz yA muy iWbil y entrecortaila por los Sollozos: Yo quiero... que me traigan..... el cho- lito... .que me hia... ofrecito.... mi paitrino. Te lo traerain, mi alma, te lo traern;, pero ten ‘un poquito le pacigneia. Toso lo que se desea no se aleanza tan fieilmente en el munulo. Tendris tu cho- lito, manana o pasato; y entretunto conférmate con oft la historia de la Degollacién de los Inoventes, que voy arofarirte, Era esta la centésima voz que Lolita, ofa de Los labios de sti madre esa natstica relacién; masno por ello dej6 de escucharlacon Ia atencién de siempre, nile produjo menos interés que de costumbre. ‘Ya hacia el final, el relato se convertin sicinpre en dilogo, o por mejor deeir en un interrogatorio, al- sgunas de cuyas preguutaseran de dificil respuesta, —a¥ por qué perseguia el Rey Herodes al Nino Jess? a —Porque segiin todos los inlicios, este Nifio dra 1 Mesfas esperado hacfa largos aftos, el Redentor de | Jas naciones, repetidas veees anunciade por las pro- | fecins. - -a1-Lastenie Lerrjva de Llona —2lisns profecias se lo habfan dicho @ Herodes? Qué mains serian ellas! = Las profectas no son personas. — sQue n6? Pues gedin hablian entonces? =Decitmos que hablan en sentido figura. Las profecias son las inspiraciones que han tenido cier- tos hombres extaontinarios a quienes Dios daba 1a facultad de leer on Jo futuro; pero ti estés muy chi- quita para comprender estas cosas. —e¥ por qué las madres no se escundieron bien con sus bijos? Porque euanilo tuvieron eonocimiento det ini- ‘cuo decreto de Herodes, era demasiado tare para eseapar. S6lo pudo salvar el Nifto Jesis, buyendo a Egipto, porque un angel avis6 a tiempo a sus padres dol inminente peligro que corvia. =Dios que todo lo pueile, repuso la nifia con égica inexorable, slebfa haber salvado a esor nifios. =No nos toca @ nosotros juzgat los uetos de Dios, sino acatarlos en todo caso, y adorar sus de signios, que suelen ser misteriosos para nuestra es- casa comprensién, Arlemés, el Seflor permite a ve- ces que los malvados triunfen en este mundo; pero ya sabes que después de esta vida hny otraen la {que todos recibiremos el premio 0 el castigo de nues- tras acciones: por es0 es preciso que seamos buenos. Lolita se quedé un momento pensativa. Sin du. a su conciencia no estaba tan perfectamente tran- guila despaés de le rabieta anterior; y el remonti- Tiento atormentabs-ya €0 alma de nifia; pues ena zando sus bracitos al cuello de su madre, le pregun- 6 quedamente y entre dos besos, con acento que re- velaba cierta zozobra: ~48- * — Guontos ~Yo no soy mala, averdad? —N%, hifita mia, no eres mala; pero es menes- ter que seas un poquits menos voluntatiosa y exi- gente. Has el firme propésito de ello, y pide al Nifio Jesiis que te ayude a cumplirlo. Dolores hizo poner de rodillas a su hija, ante ¢| altar, junté sus manecitas, y le dieté la siguiente plegaria que los rosacos y puros Jabigs de la nin repetfan con santa uneisn: —Hazme buena, Nifo Jestis; no me des talen- | to, no me des hermosura, no me des riquezas, no ‘ime des povler munidano; pero dame virtudes, que ast | pobre, desvalida, fea y torpe, puedo alcanzar la di- cha eterna, que vale més que la de esta corta exis: | teneia, que tal vez pueile alquirirse con los otros dones. Yo to dictaré otra plegaria al Nino Jassis que, en rendintoas ts ‘que también calebramos Ja to; ‘ha de concader seguramente la gracia que le pidas, dijo el General a su hija, y prosigni ~Consérvame por muchos afios, oh Divino ho, —que tuviste por Mudre a la mas santa de las initjeres,— n esta madre amorosa, que me bas dado, y qute es mi Providencia en este mundo! Consérva- mela por largo tiempo, y has que la ame siempre con todas las fuerzas «Je mi alma y la respete como debe respetarse a la que es imagen de Dios en la tierral ’ ‘La tempestad habia pasado por completo, y Lo- lita se dirigia a su dormitorio, después de haber re- cibido los besos de sus padres; pero dos cuestiones: que la pasada conferensia habia suscitado en su ce- ~49— :Lona Lastenia Larriv rebro, en ese cerebro en que los instintos femeninos despuntaban yé, par ae TUTE Dime, mama, gno se puede sex buena y tam- vis ont —pogunt,dlnifine ana ete pasar él umbral de la puerta. ~Pues, e6mo no, Perfectamente, Porque yo quisiera petite al Nio Jestis no tuna sola, sinoglns dos cosas. —La pifffera se Je pide, la segunda le da El, si nos conviene. ‘Tal vez no qued6 muy satisfecha* Lolita con la respuesta; mas no seatrevié a replicar, contentén- dose con formular Ja otra cuestién que la preocu- aba, ~Abora nahas eyes erodes Arde mama? No tuvo tiempo Dolores Te satisfucer esta nue- va pregunta, ni Lolita hubiera escuchado la res- paesta, probablemente, Pasos fuertes y apresurados resonaron en los corredores; y antes de que ninguno de los personajes que tenemos en eseena pudiera expresar su sorpre- a por Ja intempestiva visita, abrié, la inampare-y nel Ia figura de un hombre alto, delgado,.de raza mestiza, enyo aire dosembarazailo'y continents mareial, habria basta- do para indicar al menos observador que profesaba Ja carrera militar, si no lo dijera el uniforme que vegtia. ‘Trafa_de ly mano a unindiecito como de seis afios de edad, vestido con elegancia,a a witima made able ‘embarazaio_con la ropa quo Hevaba, y qu ‘ponia por la primera ‘vez en su vida. — * — Cuentos Lolita dié simulténeamente an brineo, una pal- mada y un grito, al ver a los recién Hegados; y Iue- {go qued6 absorta con les manos juntas, y casi sin respirar, aguardando a que hablase el soldasto, 41 Cuadrése ésto y saludando militarmente, dijo: —Buenas noches, sefiora; felices, mi General. Mi coronel Monforte me envia a saludar ala sefiora Dolores y a su Sefloria; 7 a traer este cholite que le tenia ofrecido a su ahijala la nina Lolita, y que le regala ene dia desu Santo. Les.xuega que perdo- ‘nen el enviarlo tan tarde; | trabajo hacerlo ye (0 qusita’ eT picaro abando- nar sus alpargatas y su poncho, ni, dejarse cortar el old, Por Hise Te visti6 a la fuerza; pero aunque le “PUSTMS por delante un espejo para que se viera tan clogante y buen mozo, ro ha casnto de jirtmiguiar, hasta que hemos Ilegade aqui, porque dice que ves, tido de este motto no podra volver a Juliaca, Abi To tiene su Sefloria, con el afade'de Si antigua ropa debajo del brazo, pues no ha habido forma de qui- tarselo, - Y el asistente del-Geronel Monforte, que em- ple6 para ese largo parlamento la mitad del tiempo {que yo he gastado en eritirlo, indicd con un ade- ‘man al chiquillo que, de pie, y con un aire que ala vez expresuba el asombro y el temor y una natural curiosidad, contemplaba 1a lujosa estancia; los j&- guetes esparcidos por 1os muebles y la alfombra; ‘ese gran altar, resplandeciente de luces y de pie- dvas preciosas, que brillaba todo él como una ascua. de oro; y sobre todo, 4g3]inda.nifa de tez blanca.ca™ -51-Lastonia Larriya de Lona pus is-aiee cea sotto? ver en sus montafigss de ojos aie elo que ‘echaba de menus y ‘de cabellos brillantes, setosos ¥ cliros-comio Tas Wel” “wala tlerii6, CUye suavidadl le 1A agiadalyé sentir DAPT-STS Todos, esa nit jue Je-niveba_atemt quiet @, sin dada, 2 ind por In alta de eve suntuaro. & ) Devajo-der braze Tenny"enBfecto, un pequeto. \-—envoltorio, que mantenia estrechamente apretado 7 contra su cuerpo, cual si temiera que se lo quitaran, El. chico era. un bonita tipo de su raza, Peque- ‘fo, gordito, su color atezado y sus ojos y cabellos | iyegros-como-et ata dereuero, revelaban a primera ‘ visterqne-por-eqS” Yanna cna pur y.sin mezcl “atgatia, la sangresle los antiguas hija del Peri. Sus ipjttias Fotondas, tostalas por el hielo de las so- jas, tenian. eboncendido color, de Jas manzanas o de Jos albérehigns.de.su. ties. Ba, Lolita, allf tienes lo que tanto deseabas: dijo sa macro a Ie arrobaila nina; ya ves que tn pa- Grino te ha eumplido su palabra. Acéronte, hijite, —agregé la sefiora dirigiéndase al muchacho.= Esta Sa pitas aerate, godt lamas SASTSTTS pac ec terete tre I soo ra. la nif; pero aunque la expresién de su sem- blante revelaba que habia comprendido todo lo que se le decia, no se movi6, ni contest6 una silaba. —Suelta el guipe y responde, Tomasito, le dijo el asistente; ~mas viendo que su exhortacién tampoco produefa el efecto deseado, — gs.muy_hora- fio, agregé, riéndose. Ya he dicho a fos seftores que . “Geta ho SE COMToTM Gon estar aqui. Todooldis_Ua \. ra por eu sierra; pero ya se ird civilizando, —52- © Cuentos Ditigidle, entonees, algunas palabras en que- chua, pero el chico permanecié tan indiferente a las! frases pronunciadas en su icioma nativo, como a 188 que se le habian dicho en castellano; y ano ser por | Ja intensidad y viveza de su mirada, habria podio | tomarsele por una pequeta estatua de bronce, Lolita’'se acereé a él, Aunque de menos ead ‘que el indiecito, el cuerpo te la nifia era mucho mas alto y erguido que el de Tomasito. Cogié con sns_deljgtdas munos.hlancas_ como jszinines,ona de Tas oscuras s.tegon ‘su ings acariciador acento: PMT SAseriarte el Nacimiento, Es muy Jindo y te va a gustar mucho. Ya verds...... Y le atraia hacia si, suavemente. ‘Tomasitp intent6 resistir en ol primer instante; pero habia tan elocuente axpresién de siplica en los ojos de la nifia, que al fin cedié, y se dejé arrastrar algunos pasos, y colocar frente a frente del suntuo- 80 Retablo, = Después te mostraré mis juguetes, continus {alison Ja encantadorm volubilidad de la infan- Zia. ‘Tengo més «le veinte mufiecas. (Qué veintel Mas de mil! Y ana eoeinita para hacer sien verdad. {No te gusta a ti jugar a las comiditas? Con las mufiecas me fastidia bacer bodas, porque no co-/ men..-. Ati te voy adar cosas muy ricas: conf. tes, caramelos, pasteles, chocolates, pasas. .. jaff. téntas, tantfsimas, fantistsimas cosas!... {Pero hat bla, pues, Tomasito! gPor qué no quieres hablar? La fisonomia de Tomasito habia ido perdiendo ‘su grave taciturnidad conforme ofa esa larga rela- cidn de Lolita, que téntos goces le prometia. En sus —58—Lastenia Larrfva de Lona negros ojos brillé una fugitiva chispa de alegrin, sus labios se entreabrieron por una plicida sonrisa, que puso a descubierto dos hileras de pequefios, uniclos ¥y blanquisimos dientes; y por fin dijo,ep_espafol, aungue.con.mareaio. ‘hu: Alli cocindbamos ane con laMarincha,. ‘Todos se echaron a reir. —a¥ quign os Ja MAriucha? pregunté Dolores. —Serd su hermana, contests el soldado, Siem- pre que él desplega los’ lablas es para hublar de su Suliaea y de su familia. jp. - = Pobrecillo! Se conoes qué tiene buenos sen! mientos, observé la sefiora de’Valencia, g¥ tiene madre? aw —Si, sefior Cosa increible te parecers a ti, mi Dolores, a (ti, tan amante de tu hija, que haya madres que por tunas cuantay monedas vendan a los frutos de sus } entranias, cofno lo hacen frecuentemente esas muje- | res, en quienes la abyeccién e ignorancia en que vi- | vet stmfdas, parece que albogan hasta el instinto iaternal, et mds posleroxo de los instintos en todos (jos sores del sexo femenino, ~observé el General. —glos venslon? — pregunté con asombro Lolita, ‘que aungue ccupwla en mostrar sus tesoros al in- diecito, seguia con el oido atento, la conversacién, Ha vendido su mamé a Tomusito? > ~{N6l ~exclamé con uma energia de que nose Jo habria creido eapaz, el chico. — (Mentiral (Mentirat No ine ha vendido mi mamital (Bllos me robaront {Bllos me trajeron por la fuerzal.... Y con su pe- quefio indice sefialé al asistente. L ot Cuentos = 28s verdad eso? preguoté severamente la se- fora de Valencia al aludido, —Pues si, sefiora, es venta. La india se emp6Ré en no ceder, por mas que le ofreeimos un precio que jams se lm pagaio por un-chico de estos y a pest de que estaba en la mayor miseria; y como no ha i biamos encontrado otro, tan bagito y cis, | no huubo ins remedio que emnpl jencia. (Tie nen Ja cabeza tan dura esig serranas!....Peto nose preocupe 1a sefiora, quo dichas mujeres no saben sentir como ella, Ya ta mastre de Tomasito se habré_} consolato. ; dicho, una mujer muy baena, muy religiosa, de muy rectos sentimientos; inmejorable esposa y mate amantisima; afectuosa y suritativa.con los necesita: dos, como pocas; y sin embargo, tal es-el poder dela | costumbre, que hubitnada desde que nacié a ver 06: mo se recluta a [03 infelioes indiecitos de ambos sexos para dedicarlos a la servidumbre, especie de reancigshamana gate, para vergtlenza nuestra, aoa al presente u ls otra, $a probibida, que se jportaba de las playas efricanas; Dolores, digo, 1a noble y flantrépiea mationa, no habia erefo hacer naita reprochable al encargur a su amigo y compa- dire el Coronel Monforte que le trajese un cholito de regalo para su hija Lolita, ‘Sélo ahora en ese instante en que ofa esa rela- cidn tan sencilla por el tano on que ella 80 hacia, y * tan horriblemente monstruosa por los _hechos que revelaba, fué cuando sintié que se despertaba su conciencia y Ia acusuba enérgicamente como cémpli- ce de un tremendo vrimen. La seffora del Gene! Valencia era, ya lo “| E ~85—Lastonia Larriv \é hiviste eso! {Tid hus robado este chico a su madre, para traérmelo! -dijo eon severidad al onlenanza del coronel Monforte, —Sefora, yo no he hecho mas, que camplir las. rds mi Coronel —respondié el apostrofado, inelindndose respetuosumente ante la esposa del Mi- nistro de la Guerra; pero con un acento en que 80 traslucia la sorpresa que le causaba el que produje- ra tal indignacién a la sefiora de Valencia un acto que él estaba acostumnbrado a ver ejecutar diariamen- te como la cosa mis natural del mando, y sin que a nadie se le ocurriese protestar de él, Y continu Mi Coronel me dijo: - Neoesito absolutamen~ te ese chiquillo para mi ahijada, Cémpraselo a Ia madre, yagindole por él toque te pita. ~2Y sino quiere venitérmelo a ningiin precio? ~ le pregunté. Si no quiere vendértelo, se lo arrebatas a viva fuer- ya, —me contesté;— se lo robas. Y cuando mi Coro- ‘nel manda, sefiora, es para que se le obedezca, —|Mamé! grit6 Lolita, con una voz en la que habia vibraciones hasta entonces desvonocidas, bri- Ildndole en las pupilas una luz que la hacia apare- cer de doble edad de la que tenia, —{Mamé, mi pa- drino es un Rey Heroes! ;Yo no quiero ya a Toma- sito! ;Que se lo devuelvan a sa mamal. Y la generosa nifa que tan noblemente sabia {poner eso sacrifcio a su cornzén, s¢ lanzé con in- | contenible impalso hacia el aténito chiquillo, y | echandole Jos bracitos al euello, cual si con sus cari { cias quisiera indemnizarlo de los tormentos de que ella habia sido causa inocente, janté su blonda y ri- zada cabeza con la cabeza de Tomasito, de cabellos Lona Cuentos negtos y lisos como ta erin de un caballo; y besin | dolo tiernamente en las mejillas, le deeia con mi- | ‘moso acento y voz que la emocién hacia trémul INo estés triste, no estés triste, Tomasito: si no te vas a quedar agui! te vuelves a Julisea al lado de Mariacha y de ta mami, gno lo oyes? a Juliaca. iA Ia casa de tu mami \ es Ciertamente que nunca se habia celebrado en casa del General D. Jaime Valencia la fiesta del Ni- fio Jest de tan espléndida manera como en el dia en que su hija Lolita cumplis los_cinco afios; pues mas que todas las regi¢s joyas y los valiosos objetos de arte que en caila aniversario se agregaban al magnifico altar en que sele tributaba culto, det agradar al Divino Infante, Amigo de los nifios des- validos, la generosa accién que, como joya inesti rable, coloeé aquel dia a nus pies Dolores Salinas de Valencia, adoptando como hijo suyo al pobre To- masito y haciendo venir de ta sierra, y participar de los beneficios que a él concedia, a la madre y a Ja hermana de ese nific, a quien la crueldad, tal vez inconsciente de sus semejantes, condenaba ala mas | { \ misera de las suertes: a la suerte del siervo, en Ia misma hermosa tierra que fué dominio de sus ante- pasados y que ténto alardea hoy de libre a la faz ; del Universo!
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