Cuadernos de Psicoanálisis XLVIII: 1, 2, 3 y 4, enero-diciembre, 2015
Eficacia de los tratamientos psicológicos
en el manejo de pacientes con TCA
Dr. Antonio Tena Suck1
Dr. Javier de la Fuente Zepeda2
Universidad Iberoamericana, Ciudad de México
Introducción
En lo que respecta a los tratamientos de cada uno de los trastornos
alimenticios, estos son diversos y pretenden cubrir todas y cada una de
las áreas afectadas e involucradas. Sin embargo, al hablar sobre la eficacia
de los distintos tratamientos nos encontramos con que la investigación es
escasa y presenta importantes lagunas metodológicas. Es explicable por una
parte, por la gravedad del trastorno y por la singularidad de los mismos,
entre otros es muy habitual que los pacientes abandonen los tratamientos,
y por la otra el establecer grupos “control” o placebo, en el que habría que
asignar a personas enfermas con alto riesgo vital durante meses para que
sirviera de comparación con los grupos sometidos a diferentes modalidades
de tratamiento, resulta imposible que una comisión de bioética pasara estos
cuestionamientos de tipo ético-legal y los permitieran en ensayos clínicos
propuestos de esta manera.
Basándonos en las revisiones más recientes de la literatura científica
sobre la eficacia de los tratamientos en TCA, se puede concluir que no
existe un consenso sobre cuál es la mejor terapia o la más eficaz.
Brown y Keel (2012) han encontrado evidencia de una cierta eficacia en
el tratamiento de la anorexia nervosa con:
a. Tratamiento psicofarmacológico con olanzapina en individuos adul-
tos como coadyuvante a otros tratamientos.
b. Terapia Familiar con adolescentes.
Saldaña (2010) abona que al abordaje multidisciplinar es el enfoque
psicoterapéutico más recomendable en AN.
1 Director del Departamento de Psicología. Doctor en Psicología. Universidad Iberoameri-
cana. Ciudad de México.
2 Director en Investigación Psicológica. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México.
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Según Touyz, LeGrange, Lacey, Hay, Smith, Maguire et al. (2013)
citado en Baile y González (2014), los enfoques cognitivo-conductuales
han recibido mayor apoyo en relación a su eficacia según diversas
investigaciones recientes con estudios controlados.
El paso más importante es que las personas que sufren estos trastornos
reconozcan su problema y se sometan a un tratamiento. Por lo que la
mejor forma de cambiar una actitud, es comunicar de manera persuasiva
las creencias más destacadas del comportamiento, para que los cambios
sean permanentes y profundos, es muy importante un cambio en la propia
filosofía y un enfoque autónomo de la vida.
Dentro de los obstáculos más frecuentes para buscar ayuda, nos
encontramos:
1. La persona que sufre un trastorno no lo ve como un problema.
2. La esperanza que el problema se vaya “solito”.
3. El trastorno de alimentación no es suficientemente severo para
ameritar tratamiento.
4. Pena, culpa, “secreto”.
5. Dificultad para decírselo al médico y que lo entienda.
6. Miedo al tratamiento.
7. Problemas financieros.
Por lo que, una prioridad debe ser el darse cuenta y tomar consciencia de la
naturaleza y de las características tempranas de los TCA y sus problemáticas
asociadas, para que puedan ser reconocidas por otros, destacan: síntomas
como comer vorazmente, atascarse de comida, exagerado control del
peso, actitudes estereotipadas hacia el peso, la imagen corporal, etc. O
características psicológicas como: baja autoestima, perfeccionismo, miedo
a madurar psico-biológicamente, pobre control de impulsos, reacciones a
abuso sexual, depresión, ansiedad o pobre funcionamiento social.
La práctica clínica en los Trastornos de la Conducta Alimentaria reco-
mienda los siguientes objetivos en el tratamiento de los TCA (MSC, 2009):
1. Restaurar o normalizar el peso y estado nutricional a un nivel salu-
dable.
2. Tratar las complicaciones físicas.
3. Proporcionar educación sobre patrones de alimentación y nutricio-
nales sanos.
4. Modificar las disfunciones previas o adquiridas a consecuencia
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de los TCA por ejemplo: pensamientos, actitudes, sentimientos,
conductas inadecuadas. Incrementar el peso, reducir o eliminar los
atracones o purgas o mejorar la sintomatología depresiva.
5. Tratar las comorbilidades tanto psiquiátricas, la baja autoestima o
los problemas de conducta como físicos (diabetes mellitus….).
6. Conseguir el apoyo familiar de las personas afectadas por el TCA,
proporcionar ayuda terapéutica.
7. Prevenir las recaídas.
Los objetivos terapéuticos recomendados en base a la experiencia
clínica y la investigación, se pueden resumir en los siguientes:
1.- Psico-educación. Fue originalmente conceptualizado como un
componente integral de la terapia cognitivo-conductual. Basado en la
premisa que algunos pensamientos mal adaptativos, crecen incorrectamente
por la ausencia de información adecuada y pertinente. Potencialmente existe
una gran información, sin embargo debe incluir:
a. La naturaleza multideterminada de los trastornos alimenticios.
b. Complicaciones médicas y los efectos de vomitar, uso y abuso de
laxantes y diuréticos.
c. Consecuencias hacer dietas.
d. Información nutricional: mitos sobre alimentos.
e. Factores socio-culturales y conveniencias de la imagen corporal.
f. Estrategias cognitivas y conductuales.
g. Prevención de recaídas.
La eficacia de utilizar solamente información psico-educativa es
limitada y no se ha visto sus efectos a largo plazo, sin embargo es un
componente esencial en un tratamiento multifactorial, muy necesario y
altamente valorado por los clínicos cuando se utiliza conjuntamente con
otras modalidades, entre las que destacan:
2.- Modificación de hábitos de alimentación. Es un mito muy peligroso,
asumir que los pacientes con TCA están bien informados acerca de los
factores nutricionales o que incluso son unos expertos en el tema. Ya que
comer saludable implica una alimentación balanceada que contenga todos
los nutrientes esenciales y las suficientes calorías que el cuerpo necesita.
Entre otras, es deseable:
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a. Atender y mantener un estatus nutricional normal en adultos y
jóvenes.
b. Establecer un comportamiento normal para comer
c. Promover actitudes normales hacia la comida.
d. Promover respuestas “pistas” normales hacia el hambre y saciedad.
3.- Modificación de hábitos de actividad física. Combinando ejercicio
e intervención dietética se logran resultados muy favorables, dado que el
individuo activo físicamente es más saludable y son menos probables las
enfermedades crónicas que en los individuos sedentarios, su condición
física y su composición corporal son mejores. La actividad física incluye
cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos
que resulta en gasto energético. Incluye la práctica de algún deporte, tareas
caseras y otras actividades.
4.-Modificación de pensamientos, actitudes y sentimientos. El equilibrio
racional emotivo se fundamenta en hechos, no en opiniones subjetivas, “yo
puedo cambiar mi forma de pensar y las emociones al respecto”, “yo puedo
observar y modificar las creencias arraigadas que fundamentan mis acciones
para pensar más claramente”. Necesito cambiar ideas irracionales que me
afectan y aferro a ellas, y trabajar con ahínco en nuevas ideas más útiles”.
5.- Tratamiento de psicopatología asociada. Es muy importante deter-
minar la presencia de comorbilidades médicas antes del tratamiento multi-
disciplinario, se debe valorar el estado metabólico, el estado psicopatológi-
co y el estado nutricio de las pacientes con TCA.
6.- Tratamiento en el núcleo familiar de la paciente. Si bien se reconoce
y observa clínicamente, como la formación de experiencias tempranas en
la interacción de la madre con su hija/o como insuficiente e insatisfactoria,
con una pobre capacidad interoceptiva y percepción de sí misma, así como
una sensación creciente de inefectividad y como estos factores contribuyen
al desarrollo y mantenimiento del trastorno, la evaluación de la efectividad
terapéutica de algún enfoque en particular sigue siendo actualmente débil y
no contundente en estudios basados en evidencias empíricas.
Además, el paradigma dominante se centra en los fenómenos investigados
en psicoterapia, en ciertas cualidades abstractas o características de los
pacientes y terapeutas. El objetivo del tratamiento no es en realidad el
paciente como un individuo, sino más bien un desorden específicamente
diagnosticado como puede pasar fácilmente en los TCA.
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Se tiene que proponer un modelo de investigación que se base en un
paradigma que coincida con la experiencia real estudiada, evaluar la eficacia,
adoptar criterios de diagnóstico internacionales, instrumentos adecuados
y protocolos de tratamiento. Ya que esta información nos permitirá tomar
decisiones basadas en datos concretos de realidades concretas, para optimizar
los escasos recursos humanos de nuestros servicios de salud mental y que
redunde en el bienestar a largo plazo de los usuarios de dichos sistemas.
Factores comunes al proceso psicoterapéutico. Revisión histórica.
La psicoterapia, expresada en forma amplia, aborda sólo el comportamiento
humano en las manifestaciones físicas y mentales, instintivas e intencionales,
individuales y sociales, bien sean éstas normales o anormales, aplicando en
cada caso tecnología específica de intervención terapéutica.
El área clínica de la Psicología pretende comprender la conducta humana
y los conflictos internos en términos psicológicos para poder ayudar a las
personas (Bernstein & Nietzel, 1980). La psicoterapia, como disciplina, se
propone utilizar la comprensión de los procesos psicológicos para facilitar
y promover los cambios deseados en los pacientes (Fernández-Álvarez &
Opazo, 2004).
De acuerdo con Fernández-Álvarez y Opazo (2004) la psicoterapia ha
experimentado un proceso de expansión en cuanto al número de usuarios, la
cantidad de procedimientos disponibles y el número de áreas de aplicación
a lo largo de los últimos 100 años. Durante las etapas iniciales del desarrollo
de la psicoterapia, diversos enfoques fueron generando avances teóricos
relevantes para explicar los aspectos que consideraban de interés y, a la vez,
se fueron separando entre sí en distintos aspectos.
En la década de los cincuenta del siglo XX, se inició una polémica acerca
de la eficacia de la psicoterapia a partir de un artículo de Eysenck (1952);
este autor planteaba, de acuerdo con los datos que analizó, que éstos no
demostraban que la psicoterapia facilitara la recuperación de los pacientes
neuróticos. Asimismo, en función de sus datos, Eysenck planteaba que
alrededor de dos tercios de los pacientes mejorarían a lo largo de un periodo
de dos años, aunque no fueran atendidos en psicoterapia. El cuestionamiento
de la eficacia en la psicoterapia promovió un proceso de investigación que
continuó con los años (Castro, 2001; Eysenck, 1952).
Según Berzins (1984) y Shulman (1990), antes de la década de los 50s, la
investigación de la Psicoterapia estaba limitada a los registros de tratamiento
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de pacientes, guardados por algunos practicantes en sus archivos personales.
Sin embargo, lo que ocurría en esa época en el consultorio de los terapeutas
dinámicos, era algo envuelto en misterio. La idea de grabar sesiones, a
juicio de los terapeutas psicoanalíticamente orientados, significaba efectos
perjudiciales para la transferencia y contratransferencia.
Bergin (1971) en un análisis sobre los resultados terapéuticos de 1953-
1969 llega a las siguientes conclusiones:
1. Los estudios reportados sobre este período generalmente no
especifican de manera precisa la naturaleza del tratamiento ni los
límites de su aplicación en su mayoría sólo probaban si la terapia
había tenido algún efecto.
2. Aunque mejoró la precisión y sofisticación metodológica con el
paso del tiempo, la conclusión general fue que en promedio se
produjeron solo pequeñas mejoras.
3. Hubo una ligera tendencia para mejorar los diseños de intervención.
4. Existe evidencia empírica de que la eficacia terapéutica se debió
principalmente a los aspectos rutinarios de la misma.
5. No parece haber una relación directa entre la duración de la terapia
y los resultados.
6. No hubo una relación entre el tipo de terapia y los resultados.
7. Los terapeutas experimentados produjeron mejores resultados que
los novatos, por lo que se recomienda trabajar con aquéllos para
estudios de efectividad terapéutica.
8. Se recomienda estudiar a fondo las dos variables más importantes
en el estudio de la efectividad terapéutica y que pueden alterar
sus conclusiones: El deterioro en algunos pacientes a pesar de la
psicoterapia y el fenómeno de la remisión espontánea.
De acuerdo con Castro (2001), se podrían describir varias etapas en
la investigación en psicoterapia. Las investigaciones iniciales acerca de la
eficacia de los tratamientos psicológicos buscaban conocer si las terapias
eran superiores a la ausencia de tratamiento; los resultados, confirmados
posteriormente en estudios meta-analíticos, dieron una respuesta afirmativa.
En relación con esto, Lambert (2003) plantea que, con base en la
literatura de la investigación en psicoterapia de varias décadas, en relación
con diversos trastornos y diseños de investigación, se encuentra que una
proporción considerable de personas mejora sin necesidad de psicoterapia.
Esta idea se basa en estudios en los que los participantes no tuvieron una
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terapia o en los que la terapia no fue extensa. A la vez, una proporción
importante de pacientes no mejora en un periodo corto de tiempo si no
recibe atención profesional. De acuerdo con esto, Lambert encuentra que
la salud psicológica puede estar influenciada tanto por elementos de la
psicoterapia como por el apoyo del ambiente (por ejemplo, por parte de
amigos y de la familia; asimismo, puede haber una influencia indirecta de
teorías y técnicas psicológicas (por ejemplo, a través de libros y grupos de
autoayuda, que frecuentemente utilizan elementos retomados de diversos
sistemas de psicoterapias formales). Siguiendo esta línea de ideas, las
psicoterapias formales seguirían siendo necesarias, aún cuando hubiera
personas que pueden mejorar sin tratamiento formal.
Lambert plantea que, en general los tratamientos psicológicos son
benéficos. Asimismo, haciendo referencia a la investigación empírica de
psicoterapia acumulada a lo largo de 60 años, Lambert y Barley (2002)
concluyen que, en términos generales, la psicoterapia es exitosa.
Una segunda etapa de investigación, durante los años sesenta y setenta
del siglo XX, buscaba conocer cuáles eran los tratamientos más eficaces
para atender ciertos tipos de problemas (Castro, 2001).
De acuerdo con Lambert (2003), se ha llevado a cabo investigación
empírica relacionada con los principales sistemas psicoterapéuticos
que indica que, en términos generales, la psicoterapia es eficaz. Se han
encontrado resultados positivos para una amplia gama de enfoques
teóricos y técnicos con base en revisiones y en estudios meta-analíticos,
relacionados con pacientes que presentan sintomatología tanto leve como
grave (personal y socialmente), utilizando distintas medidas de mejoría
desde diversas perspectivas (del paciente, de las familias, de profesionales
de la salud mental y de la sociedad en general).
Adicionalmente, en este punto, Lambert y Barley (2002) concluyen
que, en relación con el cambio de los clientes, los estudios comparativos
de distintas técnicas terapéuticas consistentemente reportan que existe
una equivalencia relativa. En relación con este aspecto, de acuerdo con
lo encontrado por Castonguay y Beutler (2006), exceptuando un número
relativamente pequeño de problemas clínicos, es difícil encontrar un
tratamiento que funcione mejor que los demás.
Siguiendo a Castro (2001), una tercera etapa de la investigación en
psicoterapia se ha centrado en confirmar la eficacia de prácticas psicológicas
contempladas en los manuales de tratamiento, buscando los componentes
específicos relacionados con la eficacia de las intervenciones. Una línea
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de investigación más reciente se interesa en conocer los procesos que se
relacionan con el cambio terapéutico (por ejemplo, durante las interacciones
entre terapeuta y paciente).
Lambert (2003) plantea que, con algunas excepciones, ha habido escasa
evidencia para afirmar que existe superioridad de una escuela o técnica de
psicoterapia sobre las demás. Desde su perspectiva, si bien es posible que
haya diferencias que no han sido detectadas en las investigaciones, otra
posible explicación para la aparente equivalencia encontrada es que existan
factores curativos comunes en las distintas terapias.
Así, la investigación en psicoterapia ha llevado a tomar interés en los
posibles vínculos entre los distintos enfoques y por los factores compartidos
entre ellos. Con base en la revisión histórica hecha por Goldfried (1996),
podemos ver que ya desde los años treinta del siglo XX hubo interés en
buscar puntos de encuentro entre las distintas psicoterapias.
Una de las primeras aproximaciones la llevó a cabo French, en un
encuentro de la Asociación Americana de Psiquiatría, en 1932, al relacionar
conceptos psicodinámicos con el condicionamiento de Pavlov; la propuesta
de French generó tanto reacciones negativas como favorables en distintas
personas que la conocieron. Un poco más adelante, en 1936, Rosenzweig
publicó un artículo acerca de los factores comunes en las psicoterapias en
el que consideraba la posibilidad de atribuir la efectividad de distintos tipos
de terapia a factores en común que compartían (por ejemplo, las diversas
terapias daban una forma distinta de entender los problemas).
Así, durante las décadas siguientes a los años treinta, diversos autores se
interesaron en vincular distintos enfoques terapéuticos. French, Marks, Gel-
der y Brady, por ejemplo, intentaron relacionar el enfoque psicodinámico
con el enfoque conductual. Dollar, Miller, Alexander, Wolf y Marmor, entre
otros, buscaron vínculos entre la teoría psicoanalítica y la teoría del aprendi-
zaje. Asimismo, personas como Strupp, Davison y Karsner intentaron rela-
cionar el enfoque conductual con el humanismo. Por otra parte, en esta mis-
ma línea de ideas, hubo propuestas teóricas como las de Rosenzweig (pre-
viamente comentada), Garfield, Frank y Strupp, interesadas en los factores
comunes (Goldfried, 1996).
Un estudio importante resultó la publicación, en 1961 de Frank. Esta
obra sostiene enfáticamente la existencia de muchas notas comunes entre
las diferentes psicoterapias que resultaban exitosas. Frank concluía que las
notas comunes a todas las psicoterapias eran 4 características:
Eficacia de los tratamientos psicológicos en el manejo de pacientes con TCA 205
1. Una relación particular entre el paciente y el terapeuta, cuyo
ingrediente esencial es la confianza del paciente en la competencia
del terapeuta para ayudarlo.
2. Sus entornos son designados por la sociedad como lugares de
curación, de modo que el ambiente genera por sí solo una expectativa
de alivio.
3. Todas las psicoterapias se basan en el funcionamiento de un mito
sobre la salud y la enfermedad; ese mito debe ser compartido por el
aparato cultural que defiende el paciente y el terapeuta.
4. Toda psicoterapia implica un procedimiento que resulta de una
prescripción teórica.
El mismo Frank (1982) identifica los 6 factores comunes en todas las
psicoterapias:
1. Establecimiento y refuerzo de una importante relación entre
paciente y terapeuta.
2. Provisión de una significativa cuota de confianza y esperanza para
aliviar el sufrimiento.
3. Oferta de nuevas informaciones y por ende, nuevas posibilidades
de aprendizaje.
4. Facilitación de la activación emocional.
5. Aumento de las sensaciones de dominio y autoeficacia.
6. Incremento de las oportunidades de verificar los cambios y los
logros en la práctica.
Siguiendo la explicación de Grencavage y Norcross (1990), se ha
notado que diversos enfoques terapéuticos comparten algunos elementos
fundamentales; esto se ha considerado una posible explicación para la
eficacia encontrada en diversas formas de terapia, como ya se expuso
previamente. Con base en esta idea, el enfoque de los factores comunes se
ha orientado a buscar estos elementos comunes, para implementarlos en el
diseño de terapias más eficaces.
Desde la teoría, algunos autores se han interesado en revisar carac-
terísticas relevantes de los terapeutas. Por ejemplo, Corey (1991) sintetiza
algunas características que relaciona con la efectividad en la terapia; entre
ellas se encuentran el tener una identidad propia, la apertura al cambio, la
capacidad para tolerar la ambigüedad, la capacidad de percibir y conocer
el mundo del cliente, la sinceridad y la disposición para reconocer las
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propias fallas. Asimismo, Corey subraya algunos aspectos relevantes para
el trabajo terapéutico, por ejemplo, evitar el perfeccionismo, ser honestos
acerca de nuestras limitaciones, aceptar la lentitud en los resultados, evitar
el autoengaño, establecer metas realistas y evitar dar consejos.
Lázarus (1996) expone características de psicoterapeutas “altamente
efectivos” (de acuerdo a sus clientes): flexibilidad, respeto genuino por las
personas, autenticidad, no juzgar, calidez, autocrítica constante (sana) y
tener sentido del humor.
La propuesta de los factores comunes ha sido retomada en las investi-
gaciones, con la intención de detectar de los elementos activos en las
psicoterapias. Diversos factores comunes se vinculan con mejores resultados
para los pacientes. Asimismo, desde este enfoque, es posible clasificar los
factores comunes en tres grupos (Lambert, 2003):
a. De Apoyo (con factores como la catarsis, una relación positiva, la
liberación de la tensión y la habilidad del terapeuta).
b. De Aprendizaje (con factores como la asimilación de experiencias
problemáticas, el aprendizaje cognitivo, las experiencias emocio-
nales correctivas y la exploración del marco interno de referencia).
c. De Acción (con factores como la regulación del comportamiento, el
dominio cognitivo, la práctica y la prueba de realidad).
Así, los factores comunes en conjunto aumentarían la confianza y la
seguridad del paciente, generando cambios en su manera de conceptualizar
sus problemas, en su comportamiento y en sus relaciones con otras personas
(Lambert, 2003).
Desde esta visión, los factores comunes comentados podrían aportar
elementos útiles para el trabajo terapéutico con distintos tipos de paciente
(por ejemplo, aquellos con Trastornos de la Conducta Alimentaria) y desde
diversos enfoques teóricos.
Pese a las variadas controversias que quedan por resolver en el área
de las psicoterapias, nos ha permitido entender a la psicoterapia como un
sistema abierto y dinámico, en que cada una de las partes involucradas,
consultante y terapeuta, aportan sus características y de cuya integración
surge la relación terapéutica y se determina su efectividad.
La relevancia que cobra en la psicoterapia el conocimiento de los
factores que intervienen en el éxito o fracaso de ésta, es nuestra motivación
al presentar esta sistematización. No pretende ser exhaustiva, sin embargo,
Eficacia de los tratamientos psicológicos en el manejo de pacientes con TCA 207
consideramos que su lectura y posterior profundización puede ser un aporte
para la formación de mejores y más capaces psicoterapeutas especializados.
Conclusiones
1. Todas las psicoterapias conciben la etiología de los problemas a
nivel multicausal, por lo que es recomendable estudiar de forma
más sistemática la relación existente entre tres factores: las
características del cliente, el tipo de técnicas de cambio utilizadas,
y la clase específica de cambio que se genera.
2. Cabe señalar la conveniencia de integrar medidas de cambio
representativas tanto de los estados internos como de las
manifestaciones conductuales o externas en la evaluación del
proceso terapéutico.
3. Se recomienda diseñar criterios y medidas de cambio específicos
para los sujetos. Si bien es posible utilizar medidas e instrumentos
diseñados con un rango amplio de aplicación, cada caso y sujeto
requieren de un diseño único de evaluación.
4. Existe una fuerte tendencia en la literatura, a estudiar el uso de
medidas de cambio más específicas versus las de tipo global.
5. Hay una relación particular entre el paciente y el terapeuta, con dos
ingredientes importantes: la confianza por parte del paciente y la
competencia del terapeuta.
6. El ambiente terapéutico en sí mismo genera una expectativa de
alivio.
7. En general consideramos que el proceso de psicoterapia actualmente
tiende a reducirse en cuanto a número de sesiones y a la duración
del proceso completo.
8. Dentro de las características encontradas para proveer resultados
positivos destacan las siguientes:
• Relación colaborativa en la que el paciente y el terapeuta
contribuye con ciertas habilidades y actitudes al proceso.
• Comunicar los afectos y las experiencias en el proceso.
• Capacidad para auto-observación.
• Deseo genuino de cambio.
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9. Las contribuciones por parte del terapeuta al proceso incluyen:
• Cualidades personales.
• Manejo técnico.
10. Los profesionales de la salud mental se enfrentan a un reto enorme
al tratar los TCA: los efectos biológicos interactúan con los
aspectos psicológicos alterados, provocando que las intervenciones
sean necesariamente multifacéticas. Diferentes corrientes psico-
terapéuticas defienden su propio modelo, descuidando a la persona
como tal. La farmacología no termina de encontrar un tratamiento
eficaz que permita superar estas enfermedades y las investigaciones
de tratamientos eficaces tampoco determinan claramente un
protocolo de intervención superior a los demás.
Resumen
Un acercamiento multidisciplinar para el tratamiento de los Trastornos
de la Conducta Alimentaria (TCA), es más eficaz, ya que este abordaje
integral, permite responder más adecuadamente a un problema que presenta
facetas tanto biomédicas como psicológicas y psicosociales. Inicialmente,
se mencionan algunos de los obstáculos que enfrentan las personas para
buscar ayuda, se presentan objetivos terapéuticos potencialmente benéficos
relacionados con los TCA. Dentro de estos objetivos terapéuticos se
encuentran aspectos como la psico-educación, consideraciones sobre los
hábitos de alimentación y actividad física de los pacientes, modificación
de pensamientos, sentimientos y actitudes, tratamiento a psicopatologías
asociadas y atención familiar.
También se consideran, algunos puntos relevantes en el proceso histórico
de la investigación en psicoterapia, que han generado interés en conocer los
factores comunes de los procesos terapéuticos, y se comentan algunos de
ellos. Estos factores, junto con el cuidado de ciertos objetivos terapéuticos
pueden ofrecer posibilidades eficaces para la atención de los TCA. Así
como una discusión sobre la vigencia de la investigación en psicoterapia.
Palabras clave: trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA),
psicoterapia, factores comunes, tratamiento multidisciplinar.
Eficacia de los tratamientos psicológicos en el manejo de pacientes con TCA 209
Summary
A multidisciplinary approach to the Eating Disorders’s treatment is more
effective because, from this comprehensive approach, one can respond in
a more adequate way to a problem that includes biomedical, psychological
and psychosocial facets. Initially, some obstacles faced by people to seek
for help are commented, and potential therapeutic targets related to the
Eating Disorders are presented. Within these therapeutic targets, there are
aspects such as psycho-education, considerations about physical activity
and eating habits of the patients, modification of thoughts, feelings and
attitudes, psychopathology treatment and family care.
Some relevant elements about history of psychotherapy research are
also considered. These elements have fostered the interest in searching for
common factors on the therapeutic processes; some of them are commented.
These factors, along with the consideration of certain therapeutic goals,
can provide effective possibilities for the Eating Disorders’s care. The
pertinence of psychotherapy investigation is also discussed.
Key words: eating disorders, psychotherapy, common factors, multi-
disciplinary treatment.
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