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La Deidad de Cristo

1) El documento discute la deidad de Cristo y proporciona evidencia bíblica para demostrar que Cristo es Dios. 2) Señala que Cristo existió desde la eternidad y que los nombres divinos como "Verbo" y "Hijo de Dios" indican su deidad. 3) Explica que la duda sobre la deidad de Cristo surgió debido a su encarnación humana, pero que las Escrituras afirman claramente tanto su naturaleza humana como su deidad.

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1) El documento discute la deidad de Cristo y proporciona evidencia bíblica para demostrar que Cristo es Dios. 2) Señala que Cristo existió desde la eternidad y que los nombres divinos como "Verbo" y "Hijo de Dios" indican su deidad. 3) Explica que la duda sobre la deidad de Cristo surgió debido a su encarnación humana, pero que las Escrituras afirman claramente tanto su naturaleza humana como su deidad.

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LA DEIDAD DE CRISTO

Las evidencias que demuestran la preexistencia de Cristo, cuando


se trata de la verdad de que El es Dios, tal como se indica en la
división anotada, no tienen ninguna complicación. Siendo Dios, El ha
existido desde la eternidad y es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
Para el creyente en Cristo que tiene mente espiritual, el
procedimiento que trata de probar la Deidad de Cristo es redundante.
Para el que no es creyente, sin embargo, la reconsideración de la
456 CRISTOLOGIA
abrumadora evidencia que hay sobre el particular, le será siempre
muy provechosa, si por ventura tiene suficiente sinceridad para
aceptarle. Tal afirmación de la Deidad de Cristo es indispensable en
cualquier intento de formular una cristología verdadera. El
argumento que se escoja tiene que ser claro, es decir, que a medida
que verifique la Deidad de Cristo afirme tanto su preexistencia como
su eterna existencia. En esta forma queda refutada la afirmación
arriana, que sostiene que Cristo sí fue preexistente, pero que fue una
Criatura de Dios y, por tanto, no es igual a Dios. La Confesión de fe
de Westminster declara con respecto a Dios:
"Hay sólo un Dios viviente y verdadero, que es infinito en su Ser y
perfección, el más puro Espíritu, invisible, que no tiene cuerpo, ni partes, ni
pasiones; que es inmutable, inmenso, eterno, incomprensible, todopoderoso,
omnisapiente, santísimo, absolutamente libre y completamente absoluto, que
hace todas las cosas según el consejo de su propia voluntad inmutable y justa,
para su gloria; que es amantísimo, bondadoso, misericordioso, paciente,
abundante en bondad y verdad; que perdona la iniquidad, la transgresión y el
pecado; que es galardonador de los que diligentemente lo buscan; y que, por otra
parte, es justísimo y terrible en sus juicios, que odia el pecado y que, por ningún
motivo, dará por inocente al culpable. Dios tiene la vida, la gloria, la bondad y la
bendición, en Sí y por Sí mismo; El es por Sí solo suficiente, y no tiene ninguna
necesidad de las criaturas que ha hecho, ni de derivar de ellas ninguna clase de
gloria, sino que manifiesta su gloria en ellas, por ellas, para ellas y sobre ellas: El
es la única fuente de existencia, de Quien son todas las cosas, por Quien son y a
Quien pertenecen; y El tiene el más soberano dominio sobre todas ellas, para
hacer por medio de ellas, para ellas y sobre ellas, lo que a Elle plazca. A su vista,
todas las cosas están abiertas y manifiestas; su conocimiento es infinito, infalible
e independiente de las criaturas, y nada es para El contingente ni incierto. El es
absolutamente santo en todos sus consejos, en todas sus obras, en todos sus
mandamientos. A El le deben adoración, servicio y obediencia, los ángeles, los
hombres y todas las criaturas; y El se complace en exigírselos ... "
Es probable que no se haya hecho otra declaración tan amplia con
respecto a Dios como ésta; sin embargo, esta infinidad de Ser es la
que predica la Escritura con respecto a Cristo. No hay nada que sea
cierto con respecto a Dios, que no sea cierto con respecto a Cristo en
el mismo grado de infinita perfección. Es verdad que El tomó forma
humana, y que por ello surgen importantes problemas relacionados
con su personalidad, que a la vez fue de Dios y de hombre. Hemos
considerado estos problemas en la teología propiamente dicha, y los
volveremos a considerar cuando estudiemos la encarnación y la vida
terrenal del Salvador. El asunto fundamental es que Cristo es Dios.
Ya se ha probado también esta verdad, pero la demostraremos de
nuevo. No se le impone al estudiante que pase en estas pruebas sin
que haya logrado una profunda convicción con respecto a la Deidad
de Cristo. Si él vacila en esta verdad fundamental, no debe recorrer ni
EL CRISTO PRE-ENCARNADO 457
un paso más a través de los argumentos e intentos de explicación
hasta que haya adquirido definitivamente dicha convicción, pues
aparte de ella, no puede haber ningún progreso verdadero. Por otra
parte, si tal convicción no se logra, el estudiante permanece
fundamentalmente equivocado y pudiera, por cause de esa anormal
incredulidad y falta de responsabilidad hacia las Escrituras, no servir
para ningún propósito digno como exponente del Texto Sagrado. El
mismo Señor Jesucristo declaró: "El que no honra al Hijo, no honra
al Padre que le envió" (Jn.5:23). El Hijo recibe deshonra cuando se le
asigna un lugar inferior al del Padre. Este deshonor para el Hijo
desagrada al Padre; y el ministerio cristiano, aunque sea sincero, es
verdaderamente vano cuando se desarrolla con el conocimiento de
que Dios está desagradado. La Deidad del Padre es admitida
universalmente, y también se admite del mismo modo la Deidad del
Espíritu; pero se le hace el desafío a la Deidad de Cristo.
La duda sobre la Deidad de Cristo no se hubiera presentado si el
Hijo no se hubiera encarnado. El hecho de que El entró en la esfera
humana es el que ha promovido la incredulidad. Por esto, es
necesario que se dé el testimonio exacto de la Palabra de Dios con
toda su autoridad. Pero, como si el Autor divino hubiera previsto que
habría la tentación de la incredulidad por causa de la incomprensión
de esta Persona que es a la vez Dios y hombre, se ha provisto la más
fuerte evidencia con respecto a la Deidad de Cristo. Las Escrituras
son muy claras y conclusivas en sus afirmaciones con respecto a la
Deidad de Cristo, y en la misma forma con respecto a su humanidad.
Su humanidad se revela por el método natural de atribuirle títulos
humanos, atributos humanos, acciones humanas y relaciones
humanas. Similarmente, su Divinidad se revela, atribuyéndole títulos
divinos, atributos divinos, acciones divinas y relaciones divinas.
l. LOS NOMBRES DIVINOS. Los nombres que se hallan en la
Biblia - especialmente los que se aplican a las divinas Personas - no
son simplemente títulos vacíos. Ellos definen y determinan a la
persona a la cual se aplican. El nombre Jesús es aquél con el cual se
designa al Señor humanamente, pero también envuelve todo el
propósito redentor de su encarnación (comp. Mt.1:21). Títulos
similares como "El hijo del hombre", El hijo de María, "El hijo de
Abraham", "El hijo de David", afirman su linaje y sus relaciones
humanas. De la misma manera, los nombres "Verbo" o Lagos,
"Dios", "Señor", "Dios Todopoderoso", "Padre eterno",
"Emanuel", "Hijo de Dios", indican su Deidad. Entre estos nombres,
algunos son determinantes en sus implicaciones.
a. NOMBRES QUE INDICAN RELACION ETERNA. Lagos
(A.ó-yo~). Así como el lenguaje expresa el pensamiento, así Cristo es la
458 CRISTOLOGIA
Expresión, el Revelador, el Manifestador de Dios. El término
Lagos - usado solamente por el apóstol Juan, como nombre de la
Apóstol Juan, como nombre de la Segunda Persona de la Trinidadindica
el carácter eterno de Cristo. Como Lagos, El era en el
principio, El era con Dios, y El era Dios (1 n.l : 1 ). El, además, se hizo
carne (Jn.l: 14 ), y por tanto, es - según sus funciones divinas - la
manifestación de Dios al hombre (comp. Jn.l:l8). En su
manifestación, no sólo estuvo en El todo lo que puede revelarse con
respecto a Dios - " ... en él habita corporalmente toda la plentitud
(1rA.rípw¡.¡.a) de la Deidad" (Col.2:9); sino también toda la
competencia de Dios- que excede a todo entendimiento
verdaderamente - residía en El. No se puede hacer una declaración
más enérgica sobre la Deidad de Cristo que la que se expresa con el
cognomento Lagos. Sin el uso de este título específico el apóstol
Pablo escribió también, tanto en Colosenses como en Hebreos, de la
misma preexistencia de Cristo; y con respecto al origen de este título
y al hecho de que el apóstol Juan lo emplea sin ninguna
explicación - lo cual sugiere que había entendimiento general de su
significado - pueden hallarse explicaciones en diversas obras.
El obispo Light, por ejemplo, en su comentario sobre Colosenses,
capítulo 1, versículos 15 y siguientes, explica el significado de Lagos
y su uso en el Texto Sagrado:
"Como la idea delLogos es la base fundamental de este pasaje, aunque el mismo
término no aparece, es necesario dar alguna explicación sobre este término a
manera de prefacio. La expresión A.áyo<;, que denota a la vez razón y palabra, era
un término filosófico adoptado por el judaísmos alejandrino, antes del tiempo en
que Pablo escribió, para expresar la manifestación del Dios invisible, el Ser
absoluto, en la creación y en el gobierno del mundo. Incluía todos los modos por
medio de los cuales Dios se hace conocer a los hombres. Como razón suya,
significaba su propósito o designio; como palabra suya, se refería a su revelación.
No necesitamos detenernos a averiguar si este A.áyo<; se concebía como la energía
divina personificada, o si tal concepción tenía alguna forma más concreta.
Espero ofrecer un informe más completo sobre esto en un volumen posterior.
Para la comprensión de lo que sigue, es suficiente decir que los maestros
cristianos, cuando adoptaron este término, lo exaltaron y fijaron su significado
de tal modo que tuviera dos ide~ P.recisas: ( 1) El Verbo es una Persona divina, Ó
A.ó-yo<; ~vnpooov0EovKat0EO<:'J1vÓA.ó'Yo<;; ; (2) El Verbo se encarnó en
Jesucristo, o AO'YO<;' aap~ é'YEV€fJ . Es obvio que estas dos proposiciones tienen que
alterar materialmente el significado de todos los términos subordinados,
relacionados con la Deidad del A.áyo<;; y que por tanto, su uso en los escritores
alejandrinos, como Filón, no puede tomarse como definidor, aunque puede
servir para ilustrar su significado en San Pablo y en San Juan. Con estas
precauciones, la fraseología alejandrina aportaría importante ayuda, como una
preparación providencial para la enseñanza del Evangelio, para la comprensión de
los escritos apostólicos."(Octava edición, págs. 141 y 142.)
EL CRISTO PRE-ENCARNADO 459
Hijo Unigénito [JlOV<ryev?Í~] -Juan 1:14 y 18-. Este título, que es
uno de los más elevados que jamás se haya empleado, tiene una
significación de relación eterna entre el Padre y el Hijo. R. Govett
dice en su Exposición sobre el Evangelio de Juan ( Exposition of the
Gospel of St. John):
"Esta gloria correspondía al Unigénito del Padre. Estas palabras, por tanto,
refutan las ideas de algunos hombres de esclarecida inteligencia, según las cuales
hubo muchas emanaciones similares procedentes de Dios. ¡No! El es el Hijo
unigénito. El está relacionado con el Padre en la misma forma como el hijo con
su padre terreno. El no ha sido declarado el unigénito, sino que es el Unigénito,
participante en forma total de la Divinidad del Padre. Pero, siendo así ¿no se
introduce otra dificultad? Si El es el unigénito Hijo de Dios, procedente del
Padre, ¿no se implica en ello que El no es eterno, sino que tuvo un principio
después del Padre? En este punto hay dos errores que buscan infiltrarse.
Primero: Jesucristo es Dios, por tanto, no es Hijo de Dios. Con esto surge el
triteísmo o doctrina de los tres Dioses. Segundo: Jesucristo es Hijo, por tanto,
no es Dios. En este error incurre el arrianismo. Nosotros damos testimonio, por
lo contrario, con la Escritura, de que Jesucristo es el eterno Hijo de Dios, y que
es Dios. Los decretos eternos envuelven tantas dificultades como el Hijo eterno.
La eternidad introduce dificultades más allá de nuestra línea de sondeo. Jesús es
el unigénito Hijo, a diferencia de muchos hijos llamados así en sentido figurado:
hijos de Dios. Los ángeles son hijos de Dios por derecho de creación; pero de
ninguna manera son hijos en el mismo sentido en que lo es Cristo. El es el Unico.
En otro sentido, los que nacen de nuevo por la obra del Espíritu Santo llegan a
ser hijos adoptivos de Dios. Pero ellos comienzan a ser, después de haber sido
hombres. Cristo es el Hijo de Dios desde la eternidad. Aún más: para establecer
este asunto claramente, el Espíritu de Dios agrega que Cristo es el Unigénito del
Padre, que se distingue de El eternamente y que fue enviado por el Padre. Jesús
usa esta expresión con referencia a Sí mismo (Jn.3: 16-18). Por tanto, estas
palabras han de tomarse en el sentido más elevado que sea posible. Mientras más
sublime sea la persona de Cristo, mayor será la gloria de Dios por habemos dado
el Regalo de Su Hijo" (Vol. 1, págs. 23, 24).
Imagen [ ÚKWV ]Colosenses 1: 15. La palabra imagen connota más
que el simple parecido. Indica que hay un prototipo, y que la imagen
es la realidad revelada de dicho prototipo. Dean Alford escribe lo
siguiente sobre este tema:
... "la imagen del Dios invisible -el adjetivo invisible es de suprema
importancia para el entendimiento de esta expresión. El mismo hecho es el
fundamento de todo (Fi1.2:6 y sig.). Aquí se presenta aquella parte del hecho
que indica que el Hijo subsistió en forma de Dios, con lo cual se indica que El es
la manifestación visible de lo que es invisible: la palabra del silencio eterno, el
resplandor de la gloria que ninguna criatura puede tener, la señal expresa de
aquella Persona que es intransferiblemente de Dios; en pocas palabras, el
Declarador del Padre, a Quien nadie ha visto. Así que, en tanto que el adjetivo
invisible incluye, no solo la invisibilidad, sino también la incomunicabilidad de
Dios, el sustantivo imagen no tiene que restringirse al Cristo corporalmente
460 CRISTO LOGIA
visible en la encarnación, sino que debe hacerlo comprender -preexistente y
encarnado- como la manifestación de Dios, tanto en su Persona como en su
obra. Es obvio que en esta expresión, el Apóstol llega muy cerca de la doctrina
alejandrina del Lagos o Verbo. Podemos ver cuán cerca llegó en el siguiente
extracto de Filón: 'Así como aquellos que no pueden mirar el Sol, miran la luz
opuesta a el como si fuera el Sol, y a las fases cambiantes de la Luna como si
fueran el Sol, así los hombres comprenden la imagen de Dios, su Angel, el Verbo,
como si fuera Dios.' En efecto, San Pablo, y posteriormente San Juan, adoptan
un lenguaje de este tipo hasta donde puede representar la verdad divina,
rescatándolo así de la posibilidad de que fuera usado para servir al error" New
Testament for English Readers-, Nueva Ed. p. 446).
Imagen exacta [xapaKTIÍP] -Hebreos 1:3. M.R. Vincent afirma:
"Aquí se entiende que el Ser esencial de Dios se estampa en forma
distintiva en Cristo, llegando a ser así una expresión definida y
característica de su Persona, de tal modo que El tiene la impresión
exacta de la naturaleza divina y de su carácter" (Word Studies in the
New Testament, Vol. IV, p. 383).
Primogénito [1Tpwr6roKoc;]. Este título indica que Cristo es el
Primero, el Anciano, en relación con toda la creación; no la primera
criatura, sino el que fue antes de todas las cosas y que es causa de
ellas (comp. Col.l: 16). El Dr. John F. Walvoord escribe con respecto
a este título:
"Hay dos referencias en el Nuevo Testamento en las cuales este término no se
refiere a Cristo (He.ll: 28; 12:23), y siete en que se usa como uno de sus títulos.
Si examinamos estas referencias, descubriremos que tienen un uso triforme: a)
Antes de la creación (Ro.8:29; Col.l:l5). Como 'Primogénito de toda
creación' , este título se usa obviamente para indicar que Cristo existe antes que
toda criatura, y por tanto, es eterna e independientemente existente. b)
Primogénito de María (Mt.l: 25; Lc.2: 7; He. 1:6 ). En este caso se refiere
concretamente al hecho de que Cristo fue el primer hijo de María en contraste
con la declaración de que El es el Hijo eterno de Dios. Así que, este término se
usa para indicar tanto a la Persona pre-encarnada como a la Persona encarnada.
e) Primogénito en la resurrección (Col.l: 18; Ap.l: 5). El significado, en este caso,
es que Cristo es el primero que se levantó de entre los muertos, y, por tanto, El
es el 'primogénito de entre los muertos' (Col.1: 18). En relación con la
eternidad de Cristo, este título es otra de las pruebas de que El tiene existencia
propia, de que es el Dios increado del cual se nos habla en Romanos 8:29 y
Colosenses 1: 15, y de que, en vista de su Persona eterna, tiene también el honor
de ser ei primero que se levanta de entre los muertos a la vida"-(Outline of
Christology, Obra inédita, ps. 5,6).
La consideración de estas designaciones de Cristo no puede hacer
otra cosa que impresionar a la mente devota con la verdad de que el
Señor Jesucristo ha existido como Dios a través de toda la eternidad
y de que existirá eternamente.

EL CRISTO PRE-ENCARNADO 461
b. NOMBRES QUE INDICAN FUNDAMENTALMENTE
DEIDAD. Dios. Aunque en unos pocos casos, el nombre Dios se usa
con significado inferior, se reconoce casi universalmente como un
nombre que indica Deidad. Cuando se aplica a Cristo, lo cual sucede
muchas veces, declara que El es de la Divinidad y, por tanto, ha
existido desde la eternidad. El uso de esta designación para Cristo
comienza en el Antiguo Testamento y continúa a través de todo el
Nuevo. Se puede citar abundante evidencia para probar que Isaías
40:3 es una predicción del ministerio de Cristo en su primera venida,
de la cual fue heraldo Juan. Así dice el pasaje: "Voz que clama en el
desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad
a nuestro Dios". En esta Escritura, el Espíritu Santo afirma que el
Mesías o Cristo es tanto Jehová como Elohim. En la misma manera,
el mismo profeta escribe por inspiración de Dios con respecto a
Cristo: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el
principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable,
Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de
su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y
sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia
desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará
esto" (ls.9:6,7). Cristo es el único Miembro de la Divinidad de Quien
se podía decir que nacería y que se sentaría sobre el trono de David.
Así, también, Isaías declara que habría de venir Uno que se llamaría
Emanuel, y dice que nacería de una virgen (ls. 7: 14 ). Mateo dice que
el nombre Emanuel significa "Dios con nosotros" (M t.l: 23 ). Este
título significa mucho más que el hecho de que Dios está presente
con su pueblo; es decir, en virtud de la encarnación, Dios ha llegado a
ser parte de la familia humana. Lucas nos informa que un ángel,
refiriéndose a Cristo dijo que Juan haría que muchos se conviertan al
Señor Dios de ellos (Lc.l: 16), es decir, que se vuelvan al Mesías. De
este modo, pues, frente a toda la revelación relativa a la humanidad
de Cristo en el Nuevo Testamento, está la revelación, en el mismo
Testamento, de la verdad de su absoluta Deidad, lo cual se hace
mediante la aplicación del nombre Dios a Jesús en forma repetida.
Como ya se ha dicho, el apóstol Juan, cuando introduce a Cristo
como tema fundamental de su Evangelio, afirma que el Lagos es
Dios, y afirma a la vez que el mismo lagos -que es Dios- fue el que
creó todas las cosas. Cuando Tomás vio las heridas del Salvador, dijo:
¡Señor mío, y Dios mío! (Jn.20: 28). Si tal declaración no hubiese
sido correcta, entonces hubiera sido idolatría digna de reprensión por
parte de Cristo; El, sin embargo, no reprendió a Tomás por haberlo
reconocido como Señor y Dios, sino por haber sido necesaria tanta
demostración para que el discípulo creyera lo que es cierto con
462 CRISTOLOGIA
respecto a su Señor. Por cuanto eso es tan cierto como el hecho de
que Cristo ha de venir otra vez, El lleva el título de "gran Dios y
Salvador" (Tit.2: 13). Fue el mismo Dios quien derramó su sangre
para comprar la Iglesia (comp. Hch.20:28). En el libro de Hebreos se
cita -claramente refiriéndose a Cristo- el mensaje del Salmo 45:6,
en el cual se afirma: "Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo." Así
pues, se dice que Cristo es Dios en los términos más enérgicos; y la
razón nos confirma que, si El es Dios, existió desde la eternidad. El es
"el verdadero Dios", "el Dios bendito por los siglos", y "el Dios que
es sobre todas las cosas".
Jehová. Finalmente, debe observarse que la más elevada de todas
las referencias a la Deidad, la que se expresa con el nombre Jehová, se
le aplica a Cristo libre y constantemente. Con respecto al carácter de
exaltación que tiene ese nombre, dice la Palabra de Dios: "Yo
Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza
a esculturas" (ls.42:8). El nombre Jehová es propio para una sola
Persona; no se le puede aplicar correctamente a otra. Otros títulos de
Deidad, tales como Elohim, sí implican cierta correspondencia con
otras Personas, pero el de Jehová no. "Y conozco que tu nombre es
Jehová; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra" (Sal.83: 18). Jehová es
el que habla en Zacarías 12: 1 O, sin embargo, sólo a Cristo se puede
identificar como el que fue traspasado. Así dice el profeta: "Y
derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén,
espíritu de gracia y de oración; y mirarán a quien traspasaron, y
llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como
quien se aflige por el primogénito". Parece que Juan estuviera
pensando en esta Escritura cuando dijo: "He aquí que viene con las
nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes
de la tierra harán lamentación por él" (Ap.l :7). Por el hecho de que
Jeremías tenía en mente tanto la Deidad como la humanidad de
Cristo, como en Jeremías 23:5,6, hay evidencia cierta de que se
refiere a Cristo, cuando escribe: "He aquí que vienen días, dice
Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey,
el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días
será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con
el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra." Es Cristo el que ha sido
hecho justificación a favor del creyente en El ( 1 Co.l: 30; 2 Co.5: 21 ).
En Salmo 68: 18 aparece otra vez el nombre Jehová: "Subiste a lo
alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones para los hombres, y
también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH DIOS". Y
esta es la misma Escritura que cita el Apóstol en Efesios 4:8-1 O,
donde se refiere definidamente a Cristo. En Hebreos 1: 1 O y
siguientes, se cita el Salmo 102, que nombra a Jehová por lo menos
EL CRISTO PRE-ENCARNADO 463
ocho veces. La cita se relaciona con Cristo: "Y: Tú, oh Señor, en el
principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos." Así
también en Isaías 8: 13,14 se dice que El es la piedra para tropezar:
"A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él
sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas
de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por
lazo y por red al morador de Jerusalén." Pedro escribe con respecto a
esta profecía que se refería a Cristo: "Para vosotros, pues, los que
creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los
edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la
palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados"
(1 P. 2:7,8).
Sobre la relación de Isaías 6: 1-13 con Juan 12:41, escribe el Dr.
William Cooke:
"En Juan 12:41, el Evangelista, hablando de Cristo, dice: "lsaías dijo esto
cuando vio su gloria, y habló acerca de él". Lo que habló Isaías se encuentra en el
versículo anterior, y en el capítulo 6 de Isaías. El Evangelista afirma que Isaías
vio la gloria de Cristo en su visión. Y el capítulo 6 de Isaías nos narra una
sublime manifestación en la cual los serafines, con las caras cubiertas, rendían
alabanza ante su grandiosa majestad. Pero el Evangelista está hablando de Cristo,
en su estado humilde y encarnado, a quien el profeta identifica, en su gloria
preexistente, con JEHOVA, y a quien los serafines adoran con el nombre de
'Jehová de los ejércitos.' El pasaje es tan importante y sublime que no se puede
omitir: 'En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono
alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Y el uno al otro daba voces,
diciendo: Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de
su gloria.' La evidencia de que a Cristo se le llama Jehová en este pasaje es tan
brillante que no puede rechazarse, y la autoridad es tan sagrada que no puede
impugnarse. Ahora, recuerde el lector la declaración a que nos condujo la Palabra
de Dios de que "Aquel cuyo nombre es Jehová es Altísimo sobre toda la tierra";
y compare esta afirmación con el hecho que tenemos delante, que el nombre
Jehová y sus diversas combinaciones: Jehová Dios, Jehová justicia nuestra y
Jehová de los ejércitos, se aplican al Señor Jesucristo. Entonces tendrá una
demostración completa de la propia Deidad de Cristo.
En el Nuevo Testamento, que fue escrito en griego, el nombre Jehová, que es
hebreo, no aparece. No lo utilizan ni los evangelistas ni los apóstoles; ni en
relación con el Padre, ni con el Hijo, ni con el Espíritu. En realidad, se había
dejado de pronunciar ese nombre. Los únicos que lo pronunciaban eran los
sumos sacerdotes del templo. En la Septuaginta se usa la palabra KÚpw<;, SEÑOR,
en vez de Jehová, y así lo hicieron los escritores del Nuevo Testamento. Cuando
ellos citan el Antiguo Testamento, usan la palabra KÚpw<;, SEÑOR, en vez de
Jehová, cada vez que aparece dicho nombre, sea que se aplique al Padre o al Hijo,
o al Espíritu; y en realidad, en sus propios escritos aplican constantemente esta
palabra a la Deidad en cualquiera de las tres Personas. La palabra Señor, en su
sentido radical, significa existencia, como la palabra Jehová; y aunque la
costumbre no la ha separado solamente para Dios, debe entenderse, sin embargo,
cuando se le aplica a Dios, con el mismo sentido que tiene el nombre Jehová.
464 CRISTOLOGIA
Esto no se discute en absoluto con respecto al Padre; pero como hemos indicado
ampliamente que la palabra Jehová, con todas sus implicaciones, se aplica a
Cristo, entonces necesariamente ha de aplicársele la palabra K.Úpwr;, SEÑOR, en
su sentido más elevado -como sustituto de Jehová, en el mismo sentido en que
se le aplica al Padre y, por tanto a El en una multitud de ejemplos. Los numerosos
pasajes del Antiguo Testamento, citados por los apóstoles y aplicados por ellos a
Cristo, establecen tan firmemente este asunto que dejan probado que los
nombres Jehová y Señor son intercambiables; y la palabra Señor se le aplica al
Redentor alrededor de mil veces en el Nuevo Testamento. Algunas veces se usan
ciertas perifrasis, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que
expresan la misma idea del nombre Jehová; es decir, se usan. varias palabras que
explican su significado. Daremos unos pocos ejemplos para aclarar el asunto:
'Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo
también el postrero' (Is.48: 12). Otro ejemplo: '¿Quién llama las generaciones
desde el principio? Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros'
(Is.41 :4). Y uno más; 'Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de
los ejércitos: Yo soy el primero, y yo el postrero, y fuera de mí no hay Dios'
(Is.44:6). Se deduce de estos pasajes que los términos 'EL PRIMERO Y EL
POSTRERO' son sencillamente títulos de la Deidad que explican el nombre
Jehová, y expresan que El es eterno en existencia e inmutable en su naturaleza.
Ahora bien, estos títulos divinos se le atribuyen también al Señor y Salvador
nuestro: "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el
último" (Ap.22: 13). "Yo Jesús he enviado mi angel para daros testimonio de
estas cosas en las iglesias" (v. 16). 'Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin,
dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso ... Cuando
le ví, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No
temas; Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; más he
aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén' (Ap.l :8,17,18). Los pasajes de
Apocalipsis 22:13,16; 1:17,18 se refieren muy claramente a Jesús; y tanto el
contexto como la identidad de la fraseología de Apocalipsis 1:8, llevan a la
conclusión de que también se refiere a El. Puesto que "El primero y el último '
es una perífrasis del nombre Jehová en el Antiguo Testamento, y también se le
aplica a Cristo en el Nuevo, esto constituye una prueba adicional de la Deidad de
Cristo. En estos textos que acabamos de citar se introducen otros términos que
expresan el mismo significado. Se le llama Alfa y Omega. Alfa es la primera letra
del Alfabeto griego, y Omega es la última. Con ello se quiere dar a entender que
El es el origen y el objeto de todas las cosas. A El se le llama 'EL QUE ES Y
QUE ERA Y QUE HA DE VENIR". Y ésta no es otra cosa que una perífrasis de
Jehová; otra manera de expresar su naturaleza eterna e inmutable. También se le
llama el "TODOPODEROSO' , palabra que por sí misma es un calificativo, en el
más alto sentido, de Dios, y que se le ha aplicado a El. La palabra Todopoderoso
[ rraJJToK.párwp] se usa frecuentemente, y significa siempre, como dice Schleusner,
'El Ser Omnipotente que tiene todas las cosas en su poder, y por cuya voluntad
y complacencia fueron creadas todas las cosas, y de quien dependen' . Y este
nombre es propio solamente de Dios (est nomen soliDeo propium). El siguiente
pasaje ilustra y confirma este concepto: "Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los
santos. ¿Quién no te temerá, o Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tu eres
santo" (Ap.l5:3,4).
Se puede decir mucho, también, sobre los títulos Jehová, Dios
del templo y Jehová, Dios del sábado y su aplicación a Cristo. Para el
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judío, el Templo era más grande que todo lo demás, excepto Uno
que era el que moraba en el Templo. Malaquías declaró que Jehová
vendría a su Templo (Mal.3: 1 ), y Cristo cumplió esa predicción. El
dijo del Templo: "Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis
hecho cueva de ladrones." El Templo no podía ser casa de Cristo a
menos que sea cierto que Cristo es Jehová. De la misma manera, el
sábado era el día de Jehová. Ello estableció, y debía ser honrado por
medio de él; pero Cristo se presentó a sí mismo como Señor del
sábado. El sábado era también el día de Jehová en el sentido de que
llegó a ser suyo por ser el que siguió a los seis días de la creación. Así,
cuando Cristo se proclamó como Señor del sábado, asumió el puesto
de Creador de todas las cosas.
Se puede decir, sin embargo, mucho más del nombre de Cristo. La
salvación es por su nombre (comp. Hch.4: 12); y todas las
convocaciones del pueblo de Dios eran dedicadas a su nombre, que es
el nombre de Dios.
Queda demostrado que todo nombre divino se le atribuye tanto al
Hijo como al Padre con entera libertad. Si estos títulos no confirman
la Deidad del Hijo, sinceramente, tampoco confirman la Deidad del
Padre. Puesto que estos nombres declaran que Cristo es Dios, se
~educe que El existió como Dios antes de la encarnación.
: 2. LA EVIDENCIA DE LOS ATRIBUTOS. La evidencia que
procede de los atributos de Cristo es igualmente conclusiva en el
sentido de que Cristo es Dios. Solo necesitamos indicar una parte de
este material.
... , Eternidad. Debe hacerse la distinción entre aquello que es amplio e
indefinido con respecto a tiempo y lo que es eterno en sentido
~bsoluto. Han podido señalarse millones de edades, pero no hay
ninguna multiplicación de edades que pueda calificarse como
e.ternidad. Se dice de Cristo que ". . . sus salidas son desde el
:principio, desde los días de la eternidad" (Miq.S: 2). En nuestra
lel}gua, las palabras "en el principio" sirven para comenzar tanto el
¡)jbro de Génesis como el Evangelio de Juan. Génesis relata el origen
.de las cosas materiales; Juan hace hincapié, en grado sumo de
·~xpresión, en la declaración de lo que es eterno. En el principio que
.precede a todos los actos creadores era el Logos. No es que comienza
,¡a ser, sino que era tan antiguo y completamente suficiente como es
ahora. Hemos identificado a este Logos que era como el Señor
jesucristo. Y Juan lo introduce a El como el tema central de su
Evangelio. Y también mediante la aplicación del nombre de Jehová
"Yo soy" (Jn.8:58), Cristo afirma. de Sí mismo que El es Jehová, y
no podía El hacer ninguna afirmación más enérgica con respecto a su
eternidad que la de declarar suyo el nombre Jehová. Ninguna criatura
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puede tener evidencia conclusiva de la verdad de que El es Jehová. De
modo que, El tiene que dar testimonio de Sí mismo, y ese testimonio
podía ser, y en efecto así fue, confirmado por el Padre y por el
Espíritu Santo. El testimonio propio de Cristo con respecto a Sí
mismo queda confirmado por su intachable carácter. En esto, El no
se engañó ni lo hizo por ignorancia. Similarmente y por la autoridad
de la inspiración del Espíritu Santo, Isaías dice que Cristo es el Padre
eterno, declaración que quedaría mejor traducida si fuera Padre de lq
eternidad. El apóstol afirma que " ... El es antes de todas las cosas, y
todas las cosas en él subsisten" (Col.l: 17). El, que existió antes que
nada fuese creado, es, por necesidad, increado y eterno. Juan afirma
de Cristo que El es "El primero y el último". Esta es una de las más
vigorosas declaraciones de Jehová con respecto a Sí mismo (comp.
Is.41 :4; 44:6; 48: 12). Todas las edades pasadas y todas las futuras se
incluyen en esta declaración. ¿Cómo podía el Salvador ser realmente
la Fuente de la vida eterna para todos los que creen en El, si El
mismo no es eterno? Con relación a su principio humano, es verdad
que El está relacionado con el tiempo, pero su humanidad no tendrá
fin.
Inmutabilidad. La inmutabilidad de la Deidad también se le
atribuye a Cristo. Cuando Jehová anuncia: ". . . yo Jehová no
cambio" (Mal.3:6), está afirmando eso solamente con respecto a
todo lo que pertenece a la Divinidad. Todo lo demás está sujeto a
cambio. Es sumamente significativo, por tanto, que se haya escrito
con respecto a Cristo: "Ellos perecerán, más tú permaneces: y todos
ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los
envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no
acabarán. . . Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos"
(He.1: 11, 12; 13: 8).
Omnipotencia. El Todopoderoso es un calificativo que sólo
viene a la Deidad. De Cristo se dice, sin embargo, que El tiene "el
poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas"
(Fil. 3:21 ), y que, al fin de mil años de conquista sobre todos los
seres angélicos, se hará "que todas las cosas le estén sujetas" ( 1
Co.l5: 28). No hay ninguna necesidad de hacer referencia al poder
que El desplegó cuando estuvo sobre la tierra, si se recuerda que de
El se dice en repetidas oportunidades que es el Creador de todas las
cosas.
Omnisciencia. De nuevo estamos ante otro de los atributos que sólo
le corresponden a la Deidad; y en muchos ejemplos, tanto directa
como indirectamente, se predice que esta competencia ilimitada le
corresponde al Señor Jesucristo. En muchos pasajes del Antiguo
Testamento se descubre que la omnisciencia es característica de la
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Deidad. "Porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los
hombres" (1 R.8:39). "Yo Jehová, que es e u d riño la
mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino"
(Jer.l7:10;comp.ll:20;20:12). SedicedeCristoqueElconocióla
mente y los pensamientos de todos los hombres. El no necesitaba que
ningún hombre le dijera qué era lo que había en el hombre." ... él
sabía lo que había en el hombre". No hay contradicción de esta gran
verdad en la siguiente afirmación de Cristo, que la hizo con respecto
a Sí mismo: "Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los
ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre" (Mr.l3:32).
Estaba dentro del reino de acción de esa Persona que es Dios, y a la
vez es hombre, saber esto, en tanto que es Dios; sin embargo, no
podía saberlo, en tanto que es hombre. Está fuera de la comprensión
humana el saber cómo pudo El a la vez saber y no saber, pero eso no
es imposible para Dios. Es probable, sin embargo, que el Señor haya
empleado cierta manera de hablar que es común en la Palabra de
Dios. Pablo, por ejemplo, les dijo a los corintios: "Pues me propuse
no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado" (1 Co.2: 2). Cristo hubiera podido hablar de la misma
manera. En esta declaración a los corintios, el Apóstol les dice que
está determinado a limitar su mensaje a un solo tema. En realidad,
eso no quiere decir que él quería pasar por alto todo lo demás que
había aprendido. Fácilmente puede comprenderse que eso no era lo
que quería decir. Y Dios no tiene el propósito de revelar el día ni la
hora del regreso de Cristo. Cristo, hablando desde la gloria, dijo:
" ... y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriño la mente
y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras" (Ap.2:23).
¡Cuán conclusivos con respecto a la omnisciencia de Cristo son los
versículos que hallamos en Juan 10: 15 y Mateo 11:27. Este último
dice: "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie
conoce al Hijo sino al Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo,
Y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar."

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