El pensamiento educativo de Zuleta vive 30 años
después
El intelectual, el pensador, el educador, creía que la educación era una de las mayores
tragedias colombianas. Su pregunta siempre fue ¿por qué nuestra educación no enseña a
pensar?
Por: Hernán Suárez | febrero 12, 2020
La vida de Estanislao Zuleta estuvo consagrada a la noble tarea de enseñar a
pensar
Estanislao Zuleta es quizá el intelectual de izquierda que más ha influido en la vida
cultural e intelectual de nuestro país. Su prolífica obra y su agudo pensamiento
siguen teniendo plena vigencia 30 años después de su muerte (febrero 17 de
1990) y 85 de su nacimiento (febrero 3 de 1935).
Zuleta fue ante todo un pensador y un educador que ejercicio notable influencia en
la vida intelectual y política desde los años 70 hasta su muerte, tiempo durante el
cual ejercicio la docencia universitaria de manera ininterrumpida. Sus “clases” en
la Universidad Nacional, de Antioquia o del Valle, en sindicatos o en campamentos
guerrilleros, eran la negación de la educación tradicional y formal. A ellas asistían
centenares de estudiantes motivados por el afán de aprender a pensar, antes que
por cumplir un requisito académico. El salón de clase resultaba insuficiente
siempre para acoger a los estudiantes interesados en escuchar ávida y
placenteramente su palabra y sus agudas reflexiones sobre diversos tópicos de la
vida nacional.
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En sus clases, que en realidad eran una suerte de ágora o foro del pensamiento,
se ocupó de aspectos como la lectura del Quijote, el análisis de la obra de Tomas
Mann, Shakespeare y Dostoievski, el psicoanálisis de Simón Freud, el
pensamiento económico y social de Marx, la obra de Nietzsche, la pintura
de Van Gogh, el proceso de paz con el M-19, la democracia y los derechos
humanos, entre otros. Conferencias que fueron el origen de las decenas de libros
que conforman su obra “escrita”, gracias al trabajo de transcripción, edición y
compilación de sus “charlas” que realizaron profesores universitarios y aplicados
estudiantes.
La educación fue el centro de sus más agudas críticas al establecimiento
político y cultural del país
La educación fue una de sus grandes preocupaciones y el centro de sus más
agudas críticas al establecimiento político y cultural del país. Tuve la fortuna de
entrevistarlo en 1985, una larga, fructífera e inolvidable conversación en la cual
quedaron plasmadas en extenso sus inquietudes y preocupaciones por lo que
él llamó “una de las mayores tragedias colombianas”. La entrevista fue publicada,
junto con otros artículos, en el libro Educación y democracia: un campo de
combate.
Su vida estuvo consagrada a la noble tarea de enseñar a pensar. Un maestro en
el sentido más clásico y significativo del término, dedicado a despertar la pasión
por el conocimiento, nada que ver con el saber libresco, enciclopédico, para pasar
en el examen del Icfes, o “para formar cajeros”.
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Para Zuleta la educación era una de las mayores tragedias colombianas. Su gran
pregunta siempre fue ¿por qué nuestra educación no enseña a pensar? Entre las
múltiples respuestas al interrogante que lo obsesionaba se destacan:
Desde la primaria al estudiante se le educa en función de un examen, sin que la
enseñanza y el saber le interesen o se relacionen con sus expectativas personales.
Esta situación se repite una vez terminados los estudios ya que es lo que la
persona encuentra en la vida. Cuando termina los estudios, el individuo no sale a
expresar sus inquietudes, sus tendencias o sus aspiraciones, sino a engancharse
en un aparato o sistema burocrático que ya tiene su propio movimiento, y que le
exige la realización de determinadas tareas o actividades sin preguntarle si está de
acuerdo o no con los fines que se persiguen. En nuestro sistema educativo la gente
adquiere la disciplina desgraciada de hacer lo que no le interesa; de competir por
una nota, de estudiar por miedo a perder el año. Más adelante trabaja por miedo a
perder el puesto. Desde la niñez el individuo aprende a estudiar por miedo, a
resolver problemas que a él no le interesan. El capital ha puesto bajo su servicio y
control la iniciativa, la creatividad y la voluntad de los individuos. Puede que el tipo
de educación actual sea muy mala desde el punto de vista del conocimiento, pero
es ideal para producir un "buen estudiante", al que no le interesa aprender pero sí
sacar cinco, y que solo estudia por el miedo a perder el año. Una educación así es
ideal para el sistema y sus intereses.
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La educación, tal como ella existe en la actualidad (1985), reprime el
pensamiento, trasmite datos, conocimientos, saberes y resultados de procesos que
otros pensaron, pero no enseña ni permite pensar. A ello se debe que el estudiante
adquiere un respeto por el maestro y la educación que procede simplemente de la
intimidación. Por eso el maestro con frecuencia subraya: "usted no sabe nada";
"todavía no hemos llegado a ese punto"; "eso lo entenderá o se verá más adelante
o el año entrante, mientras tanto tome nota"; "esto es así porque lo dijeron gentes
que saben más que usted, etc.
El bachillerato es la cosa más vaga, confusa y profusa de la educación colombiana.
Es una ensalada extraordinaria de materias diversas (geografía, geometría,
"leyenda patria", etc.) que el estudiante consume durante seis años hasta que en
el examen de Estado o del ICFES, se libera por fortuna de toda aquella pesada
carga de información y confusión”. “Paradójicamente, el bachillerato es una
educación al mismo tiempo muy elemental y muy especializada. Lo que se enseña
en matemáticas o en geografía es, por una parte, tan elemental, que cuando el
estudiante termina sus estudios los conocimientos supuestamente adquiridos ya no
le sirven para nada práctico en la vida, ni en sus actividades educativas
posteriores, cuando no ele ocurrir que olvide todo lo visto.
El fracaso de nuestra educación que advirtió Zuleta hace cuarenta años, enseñar a
pensar y despertar el interés y la pasión por el conocimiento, quedó en evidencia
con las pruebas PISA 2019 donde obtuvimos entre malos y pésimos resultados en
lectura, matemáticas y ciencias. Como lo ha señalado la pedagoga e investigadora
Yolanda Reyes, los jóvenes examinados por PISA nacieron, se educaron y fueron
evaluados durante los gobiernos de Uribe y Santos (2003-2019). La evidencia de
un fracaso manifiesto.
Zuleta fue un gran pedagogo porque descubrió un especial sujeto de la educación,
el joven. Sus lecciones y su enseñanza se dirigieron al joven, Zuleta no le habló al
adulto, al hombre entrado en razón, a los hombres y mujeres que han aprendido
algo en la vida. Su preocupación fue por ese ser que todavía no es. Ese paso,
quizás el más difícil de la vida,
fue el objeto de sus inquietudes y a ella le dedicó sus mayores
esfuerzos, como profesor y educador. Pensar era para Zuleta aprender
a dejar la infancia, superar la minoría de edad que proponía Kant a los
individuos y a las sociedades, aprender a ser joven. Hoy recordamos esa
inquietud de Zuleta y nos asombra que haya advertido,
muy temprano, que en Colombia el joven no ha existido o ha sido
desconocido, como lo pudimos ver en las movilizaciones del año pasado. Si
Zuleta hubiera presenciado las marchas de finales del año, se habría dado cuenta
que en sus palabras estaban no solo esas luchas, sino ese ser, la mujer joven y el
hombre joven. Que su pensamiento sigue teniendo vigencia y actualidad. Que
sigue siendo un maestro que nos enseña a pensar con cabeza propia.
Colofón: “En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los
proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con
automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no
aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la
insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se
les ha fabricado.” (El elogio de la dificultad, Estanislao Zuleta, 1980).