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Moreno García - El Ocaso Del Reino Antiguo

MORENO GARCÍA, JUAN CARLOS. Egipto en el Imperio Antiguo (2650-2150 a.C.). Bellaterra, Barcelona, 2004: Capítulo 8: El ocaso. La crisis de la monarquía en el Primer Período Intermedio.

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Moreno García - El Ocaso Del Reino Antiguo

MORENO GARCÍA, JUAN CARLOS. Egipto en el Imperio Antiguo (2650-2150 a.C.). Bellaterra, Barcelona, 2004: Capítulo 8: El ocaso. La crisis de la monarquía en el Primer Período Intermedio.

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8. EL OCASO.

LA CRISIS DE LA
l\10NARQUÍA EN EL PRIMER
PERÍODO 1NTERJ\1EDI0


1
1

11 -
Pr<.'p :i.:re rn.i tro pa de jóvenes y putí a le. lucha con mi
ciudad. Fu i ro quien actu6 como su retaguardia{ ::: <le la

ciudad ] en Shedy1.sha. ;\adíe m.ii.s estaca a mi lado, ex­ �
cept•.1 mi $.€,quito, miencras que !as genies del pais de
;vlcd ya, del país rk Uauat, l()s nubios y los asiáticos, los

h, 1hinrntr;s dd Alto y d<>I íl;; j 0 Egipto estaban (todos) coa­
lig ados 1.:tnnra mí. .:-iin embar go, volví ,·ir.-t . orio,;o [,,.j y
to<la rn i ciudo:d. cor,mi (;o sin p �rdi<l<:ts. Fui yo quien pro­
. �
wgi<J. a! d.,'-�.,il de! poder ,:;$()[., . ] e hke qt¡e mi casa fuese
:on;o un r:':fu o .ra todo a quéi que llegaba t�meroso el 1 �

1
, ;,¡-í y:
!
I
diado? la b<::all�.

(!ns,;;ri pción del gobernador Neheri I en Hatnub, �
grafito n!' 16)

La inscripción de l\eherí J, gobE!rnador del nomo 15 del Alto Egipto, es un


ejempl o, entre otros, de un tipo C!e narración frecuente en las inscripciones �
,
privad¡is del Primer Perí odo Intermedio. Las luchas internas, el cantonalis� �
mo, la;'consideración de que el enemigo ya no es sólo el extranjero, sino tam­
bién -Y sobre todo- los gobern.adores de las provincias vecinas, rompen con
i/1$

¡
el mo1elo de narración estudiado en el capitulo precedente, donde la única �
ameniza susceptible <le alten>s el orden vigilado por el faraón sólo podia

proceder del exterior, de los pueblos y países foráneos, cuyos valo-res y carac­
,{ tcrisücas eran exactamente los c0ntrarios a los imperantes en Egipto 1 lo que �

l
e:xplic;a.rí;, el esndo endémico de desorden, belícosidad y miseria dominante �
ell. ellos, de acuerdo con la persper :tiva ideológica e gipcia.

''

1
El final <ld lrnperl o Antiguo y el Primer Período Intermedio, además, se
caracteri;;an por la división dd p�is en dos reinos rivales: uno situado al nor- 1

,. _J
1
;
. .1

272 E!tlPTO E'.\ i�L blPF.!\lO A:-;TIGUO

� te, con capital en la localidad de Heracleópolis, en las inmediacíones del Fa­ casez de documenH,:; que han sQbrevivido del período que siguió al final del
yum, y otro_ centrado en Tebas, al sur del país. La frontera entre ambos po­ Imperio Antiguo.
� dría situarse en torno a la localidad de A birl os, al menos en lo que r�specta Sin embargo, la$ i.nVestigaciones recientes, el. análisis de l� s característi­
� al último periodo de luchas entre ambos. cv3 grJmaücates de Ia. lengua en que fueron redactados esos textos lit.erarios,
Pero si la división política y la ruptura del Estado unitario del Imperio la continua·publicF-ción de inscripciones, y la acumulación de datos históri­
� cos procedentes de las nue\.'as fuentes descubiertas o de las excavaciones ar­
Antiguo es un h�cho evidente durante el Primer Período Intermedio, eS más
� que discutible que esta época haya sido tan oscura y catastrófica como han queológicas, hn.r� contr.i buido a matizar considerablemente el carácter histó­
supuesto aigunos investigadores a partir de una lectura demasiado literal de rico de la d':.teratuia catastrófica». Por ello, textos como los Larnentos de

las fuentes conservadas. Por un lado, la ruptura de la hegemonía cultural de Ipuur, la Profrc fo de. Neferti o la Enseñanza para lvlerika ré no son ya con­
� íos círculos palatinos y la ausencia de un fuerte poder central permi tieron un siderados corno reliquias �históricas supervivientes del tumultuoso Primer
¡¡¡fjj cierto protag.o nismo cultural de las provincias. Así, tras una apariencia tor­ Peri..:1 do Intermedio, sin� como creaciones culturales del Imperío Medio,
pe, los monumentos de esta época también se caracterizan por numerosa$ complementarias de las «e'nseñanzas», y que· proponen un nuevo marco ideo­
ri:• innovaciones en los campos artístico o de la cultura escrita. Además, esta lógico y legitimador para los vencedores tebanos:· los textos «catastróficos»
ruptura permitió que capas más amplias de la población tuvieran acceso al proporcionan el fondo negativo sobre el que brillan, . por contraste, los nue·

1• tipo de bienes prestigiosos antes reservados en exclusiva a los funcionarios vos valores socin.lt:s prornoy idos por medio de las «enseñanzas >), con lo que
del Estado -como estelas, estatuas, sarcófagos u objetos inscritos-, a imita­ ambos tipos de narración aluden a\' mismo orden deseable n�staurado por los
� c.:iones de los m ismos realizados localmente en materiales más modestos, o faraones tebanos, bien describiendo las actitudes convenientes para asegurar
1
bien a un equi.parai.ento funerario más rico y susceptible de servir de sopor­ su perdurabilidad, , bien p resentando las consecuencias negativas que entra­
� te a h :·gos textos e�:critos, como sucederá con la gent).ralíza,Q.ón del uso de ñada su ausencia . · ¡
!. sarcófag os de maden:i. repletos de formulas funerarias. Estas C6�dicione:, tra­

·'�
jeron c:ons�go !a rntroJ ucción de ternas nuevos en las inscripciones, temas
!� íp;e rr:flejan los rar:.bios sociale,s y poli.úcos que wvien:1. lugar entonces, al E L FI;\ DEL 1:vu1 E.RIO ANTIGUO: CAUSAS SOCIALES
tir)riqJ1) que <hn cabida, por primera vez, a algu que podría denom inarse, con
d
1
todas ias precauciones debidas, da opinión pública>) o, al menos, los puntos Las fuentes de fir! ;;i.les <lei Imperio Anüguo son mucho más parcas en m'.:.me­
de vista y los valores de grupos sociales que no habían formado parte de la ro y en informo.ción que las de los siglos anteriores, con graves desequilibrios
� élite administrativa del país durante el Imperio Anti g uo. regio nales por afü!didura. Así, por ejemplo, la destrucción sistemática de
,4

Por otro lado, también ha tenido lugar recientemente una revisión del los monumentos el.;:; los reyes heracleopolitanos emprendida por sus ri'1ales, los
faraones tebanos. al término de la guerra civil que enfrentó a ambos, supo­


supuesto contenido histórico de algunas narraciones conocidas mediar)te co­
pias del Imperio Medio o posteriores, y que podrían agruparse bajo el rótulo ne un grave o bst{i.culo p ara alcanzar una comprensión más rica y matizada

• genérico de ((literatura catastrófica>), Estos textos presentan un cuadro nega­ de las circunstancias que rodearon el enfrentamiento entre ambos estados .


tivo de la sociedad egipcia, una auténtica subversión de sus valores tradicio­ Sin embargo, a la luz de los descubrimientos recientes, van quedando de ma­
nales, que contrastan con las exhortaciones al orden y a la aceptación de la nifiesto algunas circunstancias nuevas que caracterizan esta época, y que es

•• tradición y de la jerarquía social que aparecen en otros textos del Imperio preciso señalar por cuanto rompen con la historiografía tradicional. Una de

••
Medio, y que suelen ser conocidos como «sabidurías» o <(enseñanzas». Tradi­ ellas es que el pretendido hundimiento de las tradiciones artísticas y cultu­
cionalmente se ha establecido una división tajante entre ambos !<géneros li­ rales durante los reinados de los últimos faraones del Imperio Antiguo no

• terarios», y así se supuso que los primeros habrían conservado el recuerdo de


un período dP. desórdenes, de crisis social y de falta de autoridad, lo que con�
tuvo lugar. Un buen ejemplo es la excelente factura del cenotafio de la fa­
milia de Sekuasjet o la calidad de los.relieves que recuerdan a un reyezuelo

- '­
dujo a suponer que reflejaban fiel:mente la situación dominante en Egipto local, Uni, inh timado e?1 Ezbet Rushdi, en el delta oriental, y que revelan la
.!llll'ti durante el Primer Período Intermedio y que habrían sido compuestos en vitalidlld de las tradiciones artesanales de los talleres menfitas entre finales
esta época. Esta solución era bastante cómoda a la hora de proponer una re­ del Imp erio A nüguo y corni�nzos del Imperio Medio. Por ello, empieza a
construcción histórica para esta época, sobre todo si tenemos en cuenta la es- cundir la so� p echa entre los especialistas de que muchos monumentos -por



27 4 EGIPTO E..1" EL IMPERIO A�'TIGUO EL OCASO 275
e
@
ejemplo, parte de los hallados en las inmediaciones del cementerio del fa­ de que hayan provocado la ruina de la vida urbana en la región. De hecho, 19
raón Teti- atribuidos al Imperio Antiguo, al prej llzgarse que su excelente cabe preguntarse más bien si el final del Imperio Antiguo no trajo co�sigo {I

•e
calidad hacía imposible una datación en el Primer Período hHermedio, dt::­
bierz.11 ser fechados en realidad en esta época.
una revitalización de la vida u:rbana en el Bajo Egipto por iniciativa de las
autoridades norteñas, con la fundaciOn de nuevas localidades, como parece
1
Los decretos reales tampoco dejan traslucir en un principie n.lnguna cri­ haber sucedido en Ezbet Rushdi y en otros puntos del delta. E incluso cabe
sis política a finales del Imperio Antiguo. Los gobernadores del fura6n con­

'
p�ns'ar q�e ciertas zOnas del país hayan disfrutado de una mayor prosperi�
tinuaron ejerciendo sus activid.ades en el Alto Egipto, y los agem.es de la co­ dad, debido a que los potentt..dos locales desviaron los recursos antes desti­
rona siguierOn llegando sin novedad hasta Coptos, la nueva sede de lps nados al fisco central para ({invertirlos» en las zonas situadas bajo su autó­
ti
,,
representantes de la autoridad real en el sur durante parte ·de 1a VIII dinas­ ridad, aprovechando la falta de un poder sólido en Menfis. Esto explicaría
tía. Tamblén en el caso de la fundación de una nueva explotació.n ag:dcola la majestuosidad de monumentos como·la pirámide o gran mastaba de Jui,
destinada al templo del dios Min1 en Coptos, los decretos aluden a la llegada un reyezuelo local, en Dara, en el Egipto Medio, o la excelente factura de

"
de funcionarios -escribas de los campos- desde otras provincias del Su.r. In­ • "' los relieves de los monumentos de Uni, otro reyezuelo local documentado Clí
cluso prosiguió la política de alianzas matrimoniales de la monarquía con los �n Ezbet Rushdi, en el Bajo Egipto. También se ha detectado el auge de las
miembros de la nobleza provincial, es ahora la familia dOminani:e en Coptos comunidades rurales e:c. algunas z.onas del país, mediante las excavaciones


quien parece haber resultado especialmente beneficiada de la situación al recientes emprendidas en el oasi� de Dajla y en la zona de Asuán.
instalar a algunos de sus miembros en puestos clave en el templo de Min en Tampóco parece que se haya iniciado una etapa de hostilidad entre Nubia
Coptos o a la cabeza de las provincias más meridionales del país.'· La misma y Egipto o que se hayan recrudecido los enfrentamientos entre ambas zonas

1
impresión de estabilidad queda patente en un i nventario de bienes del tem� del valle del Nilo. Los test.imonic,s disponibles revelan más b�en la incorpora­ �
plo de Min, en Copt(':s, ·fechado en la VII l d inastía, y q�1e enum·era los hi_enes ción como mercenarios, durante e t Primer Período Intermedio, de elememos �
asignados a la presentación de ofren das as.í com e el equipamiento dt: objetos nubios q�e tern� p.aron integránd0se en la sociedad egipcia y que inclusq pu�
rituáles depositado::; en el recinto. Por último, algunas imcópciones de fu_n" �
e
dieron terminar-'1Í"'esempi;fümdo un importante papel político en los avatares
cionarios de finales del 'Imperio Antiguo mencionan la cominuidad de las que precedieron �1 conflicto entre heracleopolitanos y tebanos. P.�í. por �jem­
prácticas administrativas y fiscales más carc.cteristica.s de la realeza. como la plo: se ha de::ectado el recurso a rituales funerarios nubios en la tumba del
¡¡
realizaci6n de evaluaciones periódicas de los recursos del país, o el €:!}VÍO de �
l! expediciones a las canteras situadas ·en los márgent:':s del •:ali e del Kilo. si­
gobernador Ini de Gebelein. Teniendo en cuenta que Gebeieín fue la base de
una importante colonia de mercena!'los nul;,ios, y que muchos d.e el.los termi­ �
guiendo de este módo las pautas ert v'igor d�:rante las dinastias anteriores. Ni naro.n asimilando la cultura egipcia, como lo demuestran sus es�elas y sus ins­

1
siquiera las tum bas provinciales dejan entrever aún una ruptura cor1 el po­ cripciones funerarias, compue!:ótas siguiendo las tradicion�s egipcias, . cabe
der menfita o un abandono dd sistema de rangos y jerarquías entre los pregunt.�rse sj íni no procedía dE: este medio social llegando a ocupar final­ �


.
miembros de la administración·.. . ménte la' posición d e gobernador local. No olvidemos que numerosas inscrip­ @
Ante esta situación de aparente estabilidad, anterior al estallido de los ciones en Nubia recuerdan a un faraón, Ini, que r.o aparece reconocid<:> como
conflictos que caracterizarán al Prim-er Per.iodo foterrnedio, se ha querido tal en las tradiciones históricas tebanas o heracleopolitana:s. Muy bien pudo
buscar las causas que habrían precipitado· la crisis dd Esta.do en circunstan­ tratarse de un asp�rante al trono refugiado en· esta zona al sur de Egipto o de ti;11
cias ajenas a la sociedad egipcia. Tales causas serian o bien la infi ltración de ün usurpador cuya base social estaba situada en esta región. Pero !ni no es un
elementos foráneos en el delta, o bien la ruptura de lo� lazos e;omuciales caso aislado, ya que, quizás de manera significativa, las inscripciones rupes� �
con Nubia ante el fortalecimiento de Iá.s entidades políticas surg!da5 en esta tres del Primer Período Intermedio encontradas en Nu_b ia se 1:-efieren a otros �

1
régión al sur de Egipto o, por· último, una sú bita alteración en el nivel de his personajes que también se titulan reyes d.el Alto y del. Bajo Egipto, y que son
crecidas del Nil o que habría arruin::i.do la agricultm a egipci.a, provocando la
@il
desc onocidos en cualquier otro tipo de fuentes: es el caso de Iyb-jenetré o de
d esorganización del sistema fiscal en vigor en Egipto y la crisis de la mo­ Menejk?..ré-s1=gerseny. Es llamativa esta concentn,ción de testimonios de su- �
narquía. Sin embargo, ninguna de estas ca�sas cueuta t.:o?, argumentns con· ,t puestos faraones en las fuentes n abias, lo que sugi ere que el control de con­ �
cluyemes en su apoyo. Por un lado, no ' hay indicios de la penetración en tingentes mil¡tares nubios pudo ser una de las bases de panida para los aspi­
masa de pueblos en el delta o r.i ental, procedentes de Asia, ni. mucho men os ra ntes al trono de Egipto durante el Primer Periodo Intermedio. �
ilJi!$

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�¡
d¡ El, 00.SO 277
�!
276 EGIP'fO E:,; E L b·!!>t-'.RJO A:STJGt;O

�! Por úh:imo, no hay constancia de que se hayan prodUci.clo alteraciones ca­ pósito era aurnentr�r lo� recursos provinciales en provecho del rey y de sus
tastróficas en el nivei de la inund ación a nual o que hayan tenldü lug:.:>. r ham. adminisn·adores. U n.i, gohemador del .-\lto Egipto a comienzos de la VI di*

brunas devastadoras. Las escasas menciones de hambres en las fuentes de fi. nastia, se Jacta en su <lHt<Jbiografía de haber recaudado el doble de irrmues­
� nales del III mileni.o persiguen un propósito ideológico, al ensalzar el buen tos de lo previsto. Qar de Edfú presume de haber aumentado :los iec�rsos
� gobierno de la amoridad local median te el motivo literario del fu ncionario gnn::!.deros de su provincia siguiendo las instrucciones de la corona. Los de*
competente que eviw a sus gob<':!rnados las pen uri.::i.s, inc1uldas las alimenti­ cretos de CoptOS erúü'fl�ti'r(·i.th amplio repertorio d e funcionarios, departa­
� cias, que asolarían en cambio el resto de Egipw. Esto, naturalmente, no sig­ mentos gubernamen tales y cargas e impuestos cuyo peso debió ser co:isidc ­
� ni.fi�a que no se pr•..l d�j eserí malas cosechas en es'te período, del mismo modo rable sobre e l mundo rural. Tarnbíén aumentó espectacularmente
. el número
¡ .
que tales dificultades también tenían lugar durante los periodos históricos de funcionarios encargados de la gestión de los hut, una in stah¡.ción de la co­
de brillante cultura; las malas cosechas periódicas, y las crisis sociales aso­ rona que cumplía las funciones de 1ep6sito gubernamental y centro de ges+
ciadas a ellas, son un fenómeno recurrente en todas las sociedades preindus� tión de las explotaciones agrícolas de la corona en provincias. Los productos
.� tria les. Sin embargo, de ahí a elevar talf!s acontecimientos a la condición de
causas históricas determinantes media un amplio trecho que ni las fuentes
que almacenaban, de acuerdo con la autobiografía de Herjuf de Asuán, esta­
ban a disposición de los agentes del rey en misión, previa presentaci6n de un
� conservadas -máxime el contexto ideológico en que aparecen-, ni los cono· salvoconducto expedido por el rey. Y, por último, hay constancia de la exis­
i� tencia de funcionarios encargados de evaluar los recursos del país y de reali-
cimientos actuales en paleoclimatología africana, perm iten colmar.
Si los factores externos carecen de entidad suficiente com o pc.rn haber zar censos.
� prorncod ;> una alr.eración sign ificati.va en el ordenamiento pe.lítico egipcio, La presión eco nóm:ca de esta n:d d.e agentes e instalacioJ,Cs de la c·ornna
� huy que busi.:n. r l,Js posibles df)WC:': tos de cri.si.1 en fas circ!rnstaüci;;s �nterr::.as, mvo que ser cor:.side�a:012 sobre h poblac:ón egipcia. A juzgar ·por los rnonu­
\' aqtÜ les texto� dP. ·! ,)5 r;articulares revelan la i:tr.roducción de formulas rwe­ rnen tos conservctdo-.;, parece que aum!::'ntó con siderablemente el número de
\�
¡ . :.-as:que é.o rrespond�,n frobubier.:1ente a trar.sformaciones sociait'S y a nhera­ em pleados de la ad m:n!straci.ón así como m . capacidlld de r:Oitearse monu­

lt:.
1
;d i
c.::iones er.-.el equdibr:.o de po rL.'!r entre los diversos scctor�s de l;:. s<:1·iedatl. La mentos y objetos ,·al (c,5os tales corno estelas. tumbas o mes;;,s de o frendas.
'-
� autot.liogi:-afia de Qar, gobernador de Edfú duruate la Y í dinastía, alude, por Teniendo en cuenra que el crecimiento demográfico de bs sociedades de!
ejemplo, a la devolución a cuenta de sus propios bienes de los préstamos que Bronce Antiguo era :nuy lento -como hemos indicado e n el capítulo 1-, es
gravaban a ciertos segmentos de la sociedad provincial dirigida por este fun­ posible que el incremenco de los efectivos de los funcionarios haya ido muy
cionario. Esta alusión, excepcional, a los préstamos y al crédito rural, revela­ por delante del aumento de la población �-. por tanto, la presión fiscal sobre
rían una p olariz:i.ción -cuyo alcance e intensidad desconocemos- del mundo los canpesi'nos haya sido más intensa que a comienzos del Imperio Antiguo.
l.. rural en dos grupos: por un lado, los prestamistas, q ue serian los individuos A todo ello hay que a f'.adir la carga adic�onal que representaba para los cam ­
más pudientes de las comunidades campesinas, y, por otro lado, los deudores, pesinos el mantenimier..to, a partir de la \.I dinastía. de las co:rtes de los go­

..:•

sometidos a la amenaza de pérdida de :m s bienes en caso de insolvencia. bernadores provinciales y sus séquitos, o la difusión e ntre las élites provin­
;11118 ciales de un estilo de vida cortesano inspirado en e l vigente en :Vlenfis -ei
U tros textos de la VI dinastia aluden, indi rectamente, a la m lsma si tuación,
al introducir en las autobiografías de los funcionarios e1 motívo del dignata* elemento más visible del mismo serían las tumbas decoradas-, y presumi­
d rio que protege al débil de los abusos de, los poderosos o que no somete a ser­ blemente costoso.
v idumbre a las hi.jas de los deudores (sobre las desigual.dades sociales en el Los efectos de esta hipotética presión fiscal, acrecentada a finales del Im­
campesinado y el papel de los magnates rurales, véanse los capítulos 1 y 2). perio Antiguo, habrían sido particularmente perjudiciales para los sectores
� ¿Qué circunstancias provocaron estos cambios? ¿Se trata de un fenómeno más pobres del campesinado, que habrian podido caer en un proceso de en­
cíclico típico del mundo rurnl o, por ei contrario, es el indicio de un largo deudamiento y pérdida. de bienes por insoh·encia, al que se referiría la auto­

;� ,1
_
proceso de deterioro gradual de las condicio nes de vida del campesinado biografía de Qar de Edfú y que hemos mencionado en el capí tulo l. Pern el
liiilll egipcio? Los escasos testimonios disponibles parecen apuntar a esta segunda empo brecimiento de u nos habría cohido parejo al enriquecimierito de otros.
posibilidad. Hay que recordar la instauración por parte de la corona, duran­ los acreedores. Numerosas inscripciones privadas del Primer Período Inter�
te la VI dinastía, de una tupida red de gobernadore::, provinciales y de admi­ medio aluden, por primera vez, a la adquisición de tierras, ganado y siervos,
nistradores territoriales -como los gobernadores del Alto·-Egipco- cuyo pro: a veC!=S en cantidades notables, lo que resulta significativo a la luz del con-

278 EGIPTO E!\ E.L h!PEII.IO A::,."TIGCO

tex'to evocado. Probablemente se trata de lo$ bienes -y ir:. lib�rtad personal..:.;


de los deudores, los abusos, en definitiya, citados en las autobiografías de los
funcionarios. Otros textos mencionar.. como prueba de integridad personal,
1 papel seria el de intermedi arios entre ambos grupos:· hacíendo posible
EL OCASO

aplicación efectiva de las órdenes del rey y de sus dignatarios en provincias,


pero encabezando a la vez redes locales de clientelismo y de patronazgo ca­
279

la

el hecho de no haber arrebatado los campos o las hijas de otras personas, 0 paces de proporcio nar una cierta protección a los campesinos frente a la in
fi

bien el haber cedido animales de tiro. casas o tierras a quienes carecían· de tervención de la burocraci a estatal. Documen tos posteriore :i, como el papiro
estos bienes. De hecho, la pose::.ién o la formación de un patrimonio que per­ Brooklyn 35.1 446, de la .XIII dinastía, indican cómo ciertos individuos eran
mitiese la autosuficiencia personal se co:r..-ierte en motivo de orgullo en las considerados, sin serlo realmente, como los hijos de ci ertos potentados loca­
inscripciones de los particulares, al igual que el haber sabido conservar inte­ les, lo que revela la existencia de tales lazos de clienteliSmo Y de patronazgo
gro el patri:rooüio familiar, o el obrar por iniciativa propia. y hablar en nom­ que viriculaban a poteq�adoS rurales con otros mieml:5ros de la sociedad loeal.
bre propio, y no el actuar cumpliendo órdenes del faraó!l, como sucedía en el En todo caso, la arqueol0g ía revela, precisamente, la existencia de tum

·1
fi

Imperio Antiguo. has provistas .de un rico ajuar funerario y que pertenecí an a individuo s que
Otra circunstancia importante Yinculada _a esta situación es la aparición no formaban parte de la administración del Estado. Tales tumbas aparecen
en el ámbito pri\·ado de nue\·cs géneros escritos, como las cartas a los muer· rod�adas por otras de menor tamaño en lo. que ha sido interpretado como la
tos o ciertcs textos de execración, 11ega..'1dose en arnb6S· casos a recurrir al uso plas�i ación material, en las necrópoli s, de las redes de clientelismo existen­
de procedimientos mágicos para resoh·er problemas d_oméstic0s. En el caso tes en la sociedad egipcia del Primer Período Intermedio Y que estaban cen­
de algunas de las cartas a lo.s muertos conserYadas se alud.e. precisamente, a tradas en torno a individuos poderosos activos en· el medio rural. En este
los problemas de disolución de los patrimonios privados coµ19 consecue:ncia
de las deudas contraídas, como ocurrof' en el caso de Chepsi descrito en el ca· 1 miS�o sentido cabe interpretar la aparición de ciertos monumentos presti­
gioso;, amaño utiliza?,qs en· exclusiva por !'os miembros dB la élite adminis­
pitulo 1 . En cuanto a los textos ,de execración, tradicionahne.n-r.e h abían sido i trativa -estelas, mesas de ofrendas, estatuas, et:c.-, en manos de personas
utilizados para llevar la desgracia a los enemigo� de Egipto, mediante pro· despro\·istas de títulos y que probabfomente no eran funcionarios f)ero q\le
c�diJn ientcs dandi:: inteivenia la magia. Sin einbargo, algunos text os de este adquiriernn tales objetos porque expresaban la elevada posición social de su:::
tipót datados en ei Pxiw.er Período lntermedio, se refi�_ r en a personas que miembros. También se produjo la difusión de objetos que imitaban; en ma­
llev a1:1 nombres egipcios y aUe, presumiblemente, vivian en EO'bt.o1 a l.::. vez teriales modesto s, los producidos anteriormen te por los talleres reales y que
que"�vocan también a los ;iembros de sus familias1 io que p:d�ia a1udir a iban de:Stinados a los funcionar ios: amuletos , sarcófagos, etc. De hecho, los
conflictos internos, a una cierta crisis de Yalor 1s y de cohesión socia.l, aunque sa,rcófagos decorado s y provistos de textos rituales, los Textos de los Sarcófa­
�a fal�a de más datos, así como de un estudio aP,eCuado de estos. documentos, gos conocieron una amplia difusión en provincia s durante el Primér .PerÍO··
·aconsejan ser p rudentes a la hora de Yalorarlos. do inter.med io. Los textos de esta épo.c a indican que l a sociedad provincial
Est'e aCTecentamiento de las desigualdadeS en el mundo rura.!, no lo ol­ est�ba formada por dos sectores, dos grandes» y los nedyé7 (l�te:i-almente,
Yidemos� aparece indicado en in.scripciones procedentes de una zona restrin­ dos pequeños>,). Y algunos funcionarios se vanaglorian en sus inscripciones,
gida del Alto Egipto, concrétamente la comprendida por las provincias como hemos visto en otros capítulos , de haber trabajado para taies «gran·
más meridionalés y de donde surgirá d futuro reino tebano. En todo caso, se de�))' pero también para los <<íefes», <<administradores» Y. «gobernadores» lo-
aprecia un mayor dinamismo entre ciertos sectores sociales que no formi3.ban . éalbs. , 1

parte de la administración ni del funcionariado, pero que ocupaban un� po­ 'La política de creación de instalaci ones de la cOrona en provincia_s tl.lvo
sición importante en las sociedades pro,·inciales. Tales sectores estaban for­ que contribu ir a reforzar el papel de estos potentad os rurales allí donde fue­
mados por lo que podríamos denominar como «potentados rurales>>. Y qui­ ron establecidas, ya que tales individuo $ podían pro porcionar la mano de
zás quepa ver en ellos un grupo heterogéneo por su composición pero clave obra n�cesada para trabajar los campos dependientes de tales instalaciones,
en el funci onamiento del Estado durante el Imperio Antiguo. Sus miembrOs o incluso tomar e.stas tierras en arriendo a r.ambio del pago de una renta, de
serían jefes de aldeas, administradores locales de los bienes de los funciona­ acue.rd9 con práctica� bien d ocumenta das en épocas rosterioies, como suce­
rios palatinos o provinciales, campesinos enriquecidos, etc. Es decir, se tr ata­ de co'n los ihuti del Imperio NueV01 un térmlno que designa en muchos casos
ría de individuos que ocU:parian una posición intermedia entre los no marcás a verdaderos {<empresa rios)) agrícolas que ase guraban el cultivo de gra?,des
y los f1:,1ncionarios del Estado, por un lado, y· el campesin�do por otro. Y su �xtensiones de tierr_as p ertenecientes a los templos o a. la corona -a juzgar
02c.8�Ü__cEccGcclc. R"
PT°'O'--E"·�c·.:ceccL.c!c.c;,.íc.?�E'- I O�A
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i G�U�O'--------------�-- S�w1;•l · EL OCASO 281

por las cantidades de cereal entregadas a los representantes de la adminis­ : leg itimidad, a la auto:,uficiencia de 1os nedyés que viven d e sus propios bie­
tración-, y que entregaban ctwtas de cereal a la administración. Los decre. nes y que no dependen de los circuitos redi5tribntivos controlados por la co ­
tos <le Coptos, por ejemplo, se refieren al papel desempeñado por los jefes de rona, taobién proclaman, por otro lado, la importancia que adquieren, en­
aldea a la hora de ase:gurar el suministro de los trabajadores n ecesarios para tre los mi embros más eminentes de las sociedades provinciales"', el linaje y el
cultivar ios campos del templo del dios Mi n. Textos posteriores, del Imperio hecho de descenckr de f�mibas prestigiosas. También las fuentes aluden a la
Nuevo, revelan que l os jefes de aldea organizaban la explotación de la:s tie­ importanci o. de \;., f:i�:·id:-1 ·1:úensa median�e fórmulas donde los actos p ios d,e
rras de la corona situadas en las proximidades d.e las circunscripciones que un particub.r no �fectan ya sól2.meme a su familia próxima, como los padres
dirigían, a la vez que aluden a personajes l? suficientemente ricos como para y los hermanos. sino -i:ambién a la familia extensa, abet. En definitiva, tanto
evitar participar en los trabajos obligatorios · impuestos por la corona a cam­ los documentos administrativos como estas fórmulas permi:ten percibir for­
bio del pago de ciertas cantidades de oro. También los textos del II milenio mas de organización social más complejas de l-o que cabría suponer a partir
arites de Crísto se refieren a la existencia de ind ivid uos que cultivaban gran­ de la iconografía de 1a� tumbas, una iconografía fuertemente modelada por
des parcelas pertenecientes a los templos pero sin formar parte del personal consideraciones de indole ideológica que i:npiden considerarla como una re­
de los mismos ni de la administración . del Estado. Estos escasos testimonios presentación «natural :sta>) y fidedigna de la realidad. Elementos tales como
escritos son muy valiosoS . porque muestran la existencia de un sector sc.cial las redes de cliemelim10, la familia extensa, la precariedad de los patrimo­
clave en la explotación de las tierras institucionales a pesar de no haber· de­ nios familiares o los procesos de desigualdad y de cambio en - el medio rural
j ado apenas vestigios de su existencia en las excavaciones arqueológicas co­ constituyen, por tn.nco, un ingrediente fundamental de la_.;ociedad egipcia:
noci.das hast.a aho ra.
En este con texro, la simbiosis et!tre las inst.alacionei; dt: la c.:ororrn y los po­ Yo era uno arna.dv o;;r su oad r.::. alabado p,;r Scl madre, amad o_ - PM s:1s hermanos.
u�nt:d o:; rurafe.., ¡)l:ch haber contribuido ll refonar ,�,¡ papel de e;;tos últimos agrn<l:;ble p<>n ;u f�,rndia 'exi:ensa (E.ste!a. El Cairn GC l6+B).
y a •·screch«.:r sus la1.os con el faraó n y con los dignatarios d<· la id:n in.istra·
,; ión. en· una relación muttrnmcnte provechosa pe.rs. a.m ba:; pan:e-s: lz. co:ro na Yü era Hn ned;:?.o ii:.:c;,;lente qu� c:c,uab<'. co:: se: brazo. Yo era ui �; :-unad:; po r su p<:1. ·
.se a5eg\mi.ba del Cllitivo de los campos dependienteS d-: sus insrnhciones, del dre, alabado po� �u madre, am.1do por !>U5 :Cermanos, <'\gradablé para loo: \·;vr;s �ne
cobro de las rentas o impuestos procedentes de lo.,; mismos, del cumplimien� habitáis en !a t\':!:-r.?.. c¡ua amii.is la dda :,- que abominái:, la muene (Estela El Cai­
to de los trabajos forzados asignados a las poblaciones provinciales, del in­ ro, registro especial n.'' 15675).
cremento de los recursos puestos a su disposición, y de la transmisión eficaz
de sus órdenes entre los habitantes de las aldeas o de las provincias; y, por El orgul lo por el E�1aje y por el prestigio familiar se manifiesta, precisa­
otra parte, ciertos potentados rurales podían incrementar sus riquezas ac­ men�e, desde la \-I dinastía, cuando se advierte la creació n de cultos pro\·in­
tuando como intermediarios que aseguraban la explotación de los bienes de ciales centrados en un antepasado prestigioso. Es el caso de Heqaib de Ele­
la corona, a la vez que podían establecer relaciones provechosas con miem­ fantina, objeto de n::neración en un samuario provincial donde los miembros
bros de la co'rte o con funcionarios de la corona, o llegar a introducirse en el de la élite local depositaron monumentos inscritos durante siglos. Descubri­
cuerpo de funcionarios y el"! el aparato administrativo encargado de la ges­ mientos recientes ban revelado que, además del santuario de Heqaib, hubo
ti.ón de las instalaciones de la corona en provincias, a la vez que refonaban en la provincia, dmar:.te la VI dinastía. otro recinto cultural en las inmedia­
su propia posición en el seno de sus comu;üdades. de . origen. Hay que recor­ ciones del palaci o de ios gobernadores. donde se veneraba al linaje de pro­
dar, a este respecto. los textos ya citados que aluden a la educación de los hi­ hombres focales al que pertenecía Heqaib. y que incluía a dignatarios de alto
jos de los <�grandes:.> en la capital, junto a 10s príncipes y los hijos de los altos rango como Sobekhor.ep, Sabnl y :\Ieju. También es el caso de la tumba de
dignatarios del reino, o al control ej ercido por ciertas familias provinciales lsi de EJ.fu, del. santu2,rio de }ledunefe: de Balat o d� Shemai de Coptos. En
sobre los templos situados en sus nomos. rndos estos casos un miembro emineme del sector d irigente del norno, o de
El enriquec.:imiento y el reforzamiento de la importancia de las élites ru­ la región donde se ha ilan estos santuarios, fue objeto de culto por parte de la
rales es perceptible no sólo en la posesión de objetos prestigiosos sino en una élite local, aunque no del pueblo en general. Probablemente se trataba de
mayor conciencia. de su peso en la sociedad local. Si las inscripciones aluden, buscar un antepasad{) -real o supuesto- prestigioso, que pudiera ser invoca­
por un lado, a la importancia que cobran la ciudad y el mimo como fuente de do por las autoridades locales posterior-es como fuente de legitimidad me-
282 EGIPTO E�> EL h1PERJO A'.\l!Gro
--- 1 EL OCASO 283

1
diante el establecin;iiento de
YÍnculÓs COn el. Es lo que ·ccurre tamblén con queZa del país en provechó de los potentados rurales y de las provincias que
algunas inscripciones añadidas por di gn atarios del Primer Período Interme­ habitaban, enriquecidos con la nueva situaci6n, y la consolidaci6n gradual
dio de Sheij Said y el-Bersheh, comq Dyutinajt, en las . tumbas de sus prede­ de es_tos últimos �Ómo un contrapoder potencial, poseedor además, en el pla­
cesores en el cargo durante el Imperio Antiguo. El proJ)6sitc, similar, era es­ no ideol6gico, de valores alternativos a los promovidos tra dicionalmente des­
tablecer un ,·inculo con las autoridades que destacaron en un pasado lejano, de la corte. Estas circun�tancias explicarían el empobrecimiento de los mo­
pero prestigioso, al objeto de reforzar y legitimar el po/j,e:r d-e los administra­ llumentos de los agep.tes del faraón en provincias.
dores pro,·inciales en una época de crisis de la monarquí� r de las fuer!tes Desconocemos el alcance de estos fen6menos, aunque la mayor parte de
tradicionales de autoridad y de legitimidad: los indicios materiales y epigráficos proced�n de las provincias situadas al
sur de Abidos, es d��ir, la zona más meridional de Egipto. Parece ser que esta
Fu<:;- para sus ante pasados que se hallan en la necrópolis, los señores de este cemen­ región era una de las de densidad de poblaci6n más e le,·ada del país, lo que
terio, para quienes él edific6 su monumento, reforzandO cuanto encontró en ruinas también explicaría gue la crisis se haya m anifestado aguí antes y con mayor
y reconstruyendo cuanto estaba demolido. );°ada si.inilar habia sido efectuado por intensidad que en otras zonas de Egif)to -como el Egípto Medio o el delta-,
cual quiera de los antepasados q ue habían goberriado con antetioridad (l\'. de G. Da­ 4onde la mayor disponibilidad de tierras de cultivo y la menor densidad de­
\·ies, Sheik.h Saül, lám. 30). :rhográfica hubieran podido atenuar las consecuencias de la pérdida de tie­
rras por las capas más humildes del campesinado. :Ko hay que olvidar que,
Tampoco se dud6 en usurpar atributos de la realeza con el objetivo de le� precisamente, el Egipto Medio y quizás también el deha, zonas tradicional­
gitimar el poder ejercido por las autoridades locales como, por ejemplo, es­ . ment� administradas de manera directa desde Menfis, fueron los centros de
tableciendo como criterio de dataci6n el período de mandato de un goberna� pode:- d�� :eino n_oz teño de Heracle6p0iis, continuador de las tradiciones
dor loca� y no del faraón1 proclamando la aséend�mcia divina de un simple t;le la monarquía menfita del Imp�;:"Ío Antiguo.
ind�yiduo, pres�ntando sus �Ctos como si estuvi«::rnn inspir<>,dos por los diosei:; En car:i:lbio, los prirrieros reyes tebanos 'del Primer Período intermedio
1
o como si fuer�n comparables a las inten·encio1.1es divin.as, o reemplazando .Parecen proceder dd medio social de los magnates rurn les o de los nedyés a
al soberano en ·activid.ades anteriormente características de b. realeza, COJTJO juzgar por los primeros monumentos conservados de los mismos. En ellos
la ié;staura:::i6n de los santuarios locales. Incluso la .t Op_onimia ha (;Onservado �on rep resentados como si fueran simples }?árticularcs1 sin algunos de los
el ·re.cuerdo de la importancia de algunos dirigentes locales, ya que hay zonas á.tributos caracleristicos de la realeza como la inclusi6n. de su nombre en un
del país que fueron denominadas mediante topóniillos formados por el ele­ �artucho. Parece, pues, que su origen no está en la realeza o en los miembros
m erito per «casa>> más el nóinbre de un individuo. de la élite admini�rativa pr�vincial del Imperio Antiguo, sino en ::iectores
En defillitiva, los pÍ'otagónistás" de los cambios sociales producidos a fina­ enriquecidos del carnpestnado local que, po�o a pOco, co1.1siguieron hacerse
les del Imperio Antiguo, y quienes más se. beneficia:ron de los mismos, pare­ con el controi"de las provincias de Tebas y de Coptos, ames_ de lanzarse a un
cen haber si_do los magnates rurales, mientras que los sectores más amena� proceso de luchas y alianzas que terininó por proporciona_rl:-s el ·co:r:itrol de
zados serían tanto los set:tores más humildes del cárnpesinado como los �odo el pais a finales de la XI dinastía: Al trata:rs�,. en definitiva, de usurpa�
n�dyés, una ¿atégoría social de difícil definici6n pero que parece estar com­ ·dores sin ninguna conex.i6n con la realeza, la necesidad de legitimar el poder
pu�sta sobre todo por· granjeros autosuficientes, cuyos ,;alares dominan en de la nueva dinastía teb.ina explicaría el amplió esfueizo desarrolla�o du­
las inscripciones del Prime! Perío!!o Intermedio, y que fi guran como objeto rante la XII dinastía en eJ 'terreno d_e ia literatura para promover valores de
de las medid.as de Protección de los fun,cionarios ante el riesgo de caer en ser­ adhesión a la corona1 de resp eto a la jerarquía social en curso de consolida­
. vidumbre o de perder sus tierras (sobre la oposición e,mre nedyés y magna· · ción, y de combate de cualq uier po_sible val?r alternativo a los imp ul�ados
tes rurales véanse 1os capítulos 1 y 2). -
·_
-

por la nueva dinastía1 como por ejemplo loS valores de autosuficiencia mate­
· Este enriql:lecirp.Íeu"tó de ciertos sectores del carppesinado, unido ar em­ 1
·
.
-
rial y autonomía de acción defendidos en uri principio por los nedyés al ini�
pobrecimiento de otros sectores de la población rural, obligados a despren­ cio de este prot:eso histórico.
derse de sus bienes, a conve'rtirse en siervos o a ent,ar en redes de cl-i.entelisrno
controladas por .los magnates rurales, podr�a haber t€nido. como consecuen­
cia el debilitamiento de la. autoridad del faraón, una.redistribuc�ón �e la ri�
Q8,t f.GTPTO E:S EL b·IP !:JUO ANTIGUO ------------------------"'E""'-
L OC ,\SO 285

POLÍTICA y PODER EN EL PirnvmR PERÍODO I "lTERMEDIO ca e n el momento oportuno, o bien de:;entendiéndose de tales procesos y con­
centrando todo su interés en la gestión de les asuntos de su circunscri pción y
En las páginas anteriores hemos tratado de evocar las causas sor.iales que pu­ en refqrzJ.r su legitimidad a los ojos de sus subordinados, a falta de un poder
dieron haber precipitado el final de la monarquía unitaria del Imperio An ­ central sólido. El motivo literario del dignatario provincial que reorganiza su
ti guo, pero tampoco hay que olvidar las circunstancias politicas que pudie­ norno es habitual en es ta época, como lo demuestran tanto la inscrip ción de
ron haber concurrido a es te desenlace. En este caso la documentació n es Anj ti.fi de i\-'I oalla com ,1 .ótfoS relatos de la misma época:
mucho más abundante, p 11es incluye las inscri pciones autobiogáficas de al­
gu!los de lo,s protagonistás que participaron en los acontecimientos. Textos Entregué raciones a todo aquel que pasat}a hambre en el nomo XII del Alto Egip·
to, y vestÍduras a quien estaba desnudo en él. Llené suS riberas co� ganado vacuno
posterio.r es, como las listas de faraones, revelan un período de gran in estabi­
y sus pastizales con ganado menor, y alimenté a lt?s chacales de la montaña y a los
lidad política al término de la VI dinastía, así como una rápida sucesión de
milanos del cie\o con ias pieles del ganado menor para p.rocurar que sus gentes se
faraones en un p eríodo de tiempo muy breve antes de apárecer dos reinos sintieran a salvo. Actné como jefe y como intendente de gnino del Alto Egipto en
consolidados: uno al norte, con capital en Heracleópo1is, y otro en el sur, cen­ este nomo, sin que nunca [ ... ] ¡Quienquiera de voso tros que sea de�asiado joven
trado en Tebas.. El Imperio Antiguo parece haber concluido con luchas por el para (conocer) e,s to:; asuntos. que p re�nte a su p·adre y él le responderá! También
p·Oder entie diversos candidatos al trono y entre facciones de la nobleza pro­ repoblé las localida<les que estaban debilitadas en esta provincia con gentes de
vincial, sin que tales conflictos de naturalez.a política hayan tenido quizás otras provincias. Y convertí en dignatarios a quienes habian sido siervos. Jamás
gran trascendencia fuera de palacio y de los círculos de la_ nobleza local. Más despojé a nadie de sus bienes de modo que tuviera que quejar�� de mí por tal mo­
bien pü_d ieron contribuir <, deteriorar la leg itimidaci de la realeza entre los tivo ante el dios local, p11es soy alguien que di.ce y repite lo qui(es b1..teno. Tampo­
potent1ú;l05 locales, dand'.) lugar a un periodo de luchas entre facciones don­ co difamC nunca a ,,adre &nte su sup erior ¿e modo que tuvi�r.i. que que)2. rse por
<l l� cualquier n1iembro de !a corte o de la nobleza provincial con ambiciones eUo ante dios. sino q'..!e e)ercí como gohernador del nomo XII del Al to Egi¡:i w j un·
y contactos ader::uados podía aspirar a ,nariejar los hilos del pod er. to cor: mi herrr«1no, el bor.:ado, A.migo Cn�co y ritualista-tec co_r .flemn}, el ho:ira ,
Fen{?menos s i milo.re.;; ocurrieron, posiblemente, e n. o �ros pe:dc-dos de la do. Fui be::.-¿fac:or p;,.rci ella [ :::: la provinClaj (creando� establo� para las n.'se;; y
asentamien::as pa,,1 lo3 pescadores. .\d.em;is. he ?revino todas ,ms colinas con g�n·
historia: de .Egipw. El r;omienzo de la VI dinastía, sin 'ir más lejos, pued,� ser
te .y ganado, con � .. j '/ ganado menor -de \·era:>, no miento acerca de esto- ( Urk I
un buen ejernpio . La sucesión de destituciones de altos dignatarios de la
77 -79).
corte, juicios a una reina sobre un trasfondo de complots palaciegos, la des­
trucción de los monumentos funerarios de ciertOs funcionarios palatinos, la El intendente de nro fotas Dyefi me envió a Iushenshen. Lo hallé en ruinas pero lo
rápida circubción del título de visir entre un número considerable de corte­ reorganicé. recup,ere su ganado y efectué un recuento de absolutamente todo (Es­
sanos -algunos de ellos sorprendentemente j óvenes-, o los matrimonios de tela Chicago Oriental Institute 1 2 ! 05).
los faraones de la VI dinastía con mujeres que no p ertenecían a la familia
real o que eran oriundas de provincias -piénsese en los numerosos matrimo­ Algunos indicios p onen de man ifiesto el deterioro del papel ideológico
n ios de Pepi I y en su alianza con una poderosa familia .d e Abidos-, sugieren del faraón entre los rr:.iembros de la nobleza provincial. Uno de ellos con­
un proceso de reorganización de las élites egipcias, de luchas políticas, de cierne al ritual e fectuado en los templos. En las escenas de los relieves conser­
una mayor participación de los magnates provinciales, que ofrece una ima­ vados en los templos del Im p erio Antiguo, el faraón ap arece como el único
gen aparente de inestabilidad, aún cuando; desde eLpunto de vista adminis­ intermediario emre los dioses y Eg ip to. Pero ya desde finales de la VI dinas­
trativo y económíco, sería erróneo atribuir a la VI dinastía el atributo de de­ tía se advierte ur1. cambio de actitud. cuando algunos gobernadores locales
cadente, especíalmen,te en las provincias. comienzan a p roclamar la existencia de lazos estrechos entre ellos mismos y
En tales circunstancias, el peso y la influencia de la nobleza local apo­ las divinidades tu�dares de las provi;icia5 qi_;,e admlnistraban:
yando a uno u otro candidato podrían haber aumentado considerablemente,
pero al precio de que cada nuevo faraón no contaría con el reconocimiento Yo he pasad � la mayor parte de 11:i existencia ejerciendo como intendente de sa­
unánime de todo el país, acelerando así el debilitamiento político de Menfis cerdotes de la diosa Bathor, la señora de Cusae, y cuando accedía ante Hathor, la
y el reforzamiento de unas autoridades locales que se mantendrían a la ex­ señora de Cusae. yo la contemp laba y oficiaba para ella ios rituales con mis (p ro ­
pectativa1 bien a la espera de una ocasión para inter,;enir en la arena poli ti- oias) manos ( Crk I 922: t-2).
286 EGIPTO EJ\ EL IMPERIO Ah'TJGUO

l Et. OCASO 287

1
Yo era uno honrado por el rey y por dios¡,y todo cuarido estaba a mi cargo era ex­ También datan de la VI dinastía algunos fragmentos de textos rituales,
celente d_ebido a que ejercí como sacerdote-uab.de la .diosa Hathor, }a señora de descubiertos en Baiat en las tumbas de los gobernadores del oasis de Daj ­
Cusae, y a que protegí a la divinidad de a.cuerdo con sus deseos (Urh I 224;9-1 1 ). la, y que han sido id entificados com o los vestigios más antiguos conocidos
de �os Textos de los Sarcófagos, prueba de la plasmación por escrito de com ­
Jefe .de secretos del tesoro divino en los dominiós,[llt. «casas.» j del di0s Mam (N. de pilaciones d e textos rituales e n las tumbas d e los simples particulares,
G. Davies, The Rock Tombs o/Dei.'r el- Gebrdwi, vol. II, láms. 16-21).
cuÁndo hasta entonces este tipo de material había estado reservado a las
tumbas de los faraones -los célebres Texios de las Pirámi'4es-. El siguien­
El intendente de los lugares sec.::.etos del interior del santuario (N'. Kanawati, The
Rock Tombs o/El-Hawawish. The Cemelery ojAkhmim, vol. I, figs. 23-26).
te paso, durante el Primer Períod o Intermedio, con�istió en afirmar que
era el propio dios qu_i';!n guiaba los pasos de un gobernador o una autoridad
pr?vincial:

.- l
Este titulo de Bején, funcionario del nomo 9 ·del Alto Egipto, pone de ma­
nifiesto la desaparición gradual del papel del rey como único interlocutor
El dios Horus me em·ió a la provincia de Edfu por su bien, al 9bjeto de reorgani­
ante la divinidad, y parece inspirado en los titulas de la corte del Imperio
'zarla, cosa que hice. El dios Horus deseaba que yo la reorganizase y por eso me en­
Antiguo donde se expresaba que el acceso a los lugares secretos de palacio
vió a este nomo, para instaurar en él el orden (Moalla, inscripción n." 2).
era una prueba del favor real y de la confianza disfrutada ante el soberano:
Yo era alguien que labraba su reputación y que era alabado por el dios Mont�, se·

1
Jefe de se(!retos del rey en el interior (de los lugaI'es) secretos de palacio (A. M. ñor del nomo tebano (.M. el-Khadragy, SA.K 27 ( 1999), pp. 223-2 3 1 , lám. 5).
Roth, A Cemetery ofPala.ce Attendams, figs. 78-79).
En algunos casos· se fue más allá, procCdiéndose a la divinización de un
Este papel principal de los notables locales en los templos provinciales gobernador provincial y convirtiendo su tumba -o la s c:apillas construidas en
· '
:;_ aparece expres�do con rotundidad en las inscripciones· de numerosas autori # su honor- en ·centros de culto y de depósito de objetos votivos, suplantando
.dades del Prin¡.er Períoclo.Intermedio: de este modo el papel tradicional del faraó n·. Los casos más conocidc,s son los
de'Isi de Edfú, I'vledunefer de Balat y Heqaib de E.le fá.n tina 1 divinizados a fi�
... u·n s�cerd�te dé p'ie· firme, de manos puras, fe::;tivo en d patio [...) que proporcio·
nales del Imperio Antiguo. Sjn embargq, f:l anilisis de los objetos d eposita�
·naba ofrendas por miles, abundante en sacrificios, que endulzaba el olor del tem·
dos en los monumentos consagrad a:s a su· cu.lto revela ·que nunca fueron el
plo, que revelaba el rostro [d.�1 dios loc�l al abrir la capilla] y que fenovaba el sello
.de arcilla [al cerrada], que aprovisionaba los altar.es de los diose� en el nomo XV objeto de la veneración popular; sino sólamente de la éli'te .de las provincias
ciel Alto Egipto [ ... ] Yo era un saceidote-uab, libre de quejas, [... } que.sacrificaba que habían gob�rnado en el pasa�o. Si, en el caso de Isi y de Heqaib, añadi­
ca.d a toro el dla de ih,1miriar (¿a la .diosa Satet?J, que alimentaba a las multitudes, mos l�s fechas en que se inició su culto -finales del Imperio A.ntiguo- y las
rico en presentes,. abundante en carn�, de manos puras con el vá.so del dios, que zop.as .donde surgió -las provincias 1 y 2 del Alto Egipto , rebeldes de acuer­
aprovisionaba las dependencias del templo (F. :i..l. Griffith, P. E. Newberry, El dd con el relato de Anjtífi cie Moalla, quien las sometió de nuevo al poder de
Bersheh, I�, lám. 13). los reyes heracleopoli tanos-, podemos deducir que la promoción de Isi o
de Heqaib a la condición de seres objeto de culto o,hedecía a planteamientos

l
Yo realicé cuanto .éra bueno en el templo de la Señora del Universo, habiendo pa­ po'líti�os. Su divinización servía p8.ra legitimar el poder de las autoridádes
sado todos los años (como) inspector de quienes acudían al templo, y habien do lo cales en cuanto descendientes de uri antepasado prestigioso y de condición
efectuado cuanto alaban los sacerdotes, sin permitir que nadie ent�blase disputas so!,):rehumana -suplantando de este modo el papel del faraón en · una época
con sus iguales. Y en cuanto a todo aquel sacerdote a quien inícié, también inicik
d� debilitamiento de la re;,,leza- y como cent.fo de redes de clientelismo, re-
a �u hijo (G. Gabra, MDAIK 32 (1 976), lám. 14).

�:·i.·::;··­ igual dad frente a los lejanos reyes d e He:racleópoÜs,· suc0sores de los farao­
,�r . de:s detectables en otra5 necrópolis provi.6.c'i ale·s del Alto Egipto como ya he�
El rr:.�tarife e intendente de sacrificadort!s dt todo el dominio de Juu, Merer, de­ r:nos mencionado .interiormente. Al mismc- tiempo, se sí�uaban en pie d e
clara: Yo estaba purificado para efectuar sacrificio,;: y ofrendas en dos templos en
'

' ,;i : \ .

nombre del gobernador, y realicé ofrendas para trect gobernadores sin corne ter
·,:E "'-'ln. ·
nes del Imperio Antiguo aunque de autoridad . mucho más precaria. Hay que
'tl nunca ninguna falta (Estela Cracovia MKK-X� -999), :. . �eñalar a este .;:especto que ..en la inscripción de Anjt.ifi las provincias 1 y g del

'
�· !;
!
�' 288 EGIPTO EN El. LV!PER!O ANTIGUO EL OCASO 289
l'ia
Alto Egipto son der1ominadas con el término per «casa» -Edfú apare ce corno asp ecto más sobres8.liente de lni es que es. el único de estos reyezuel os que ha

da casa de Juu», Juu era el nombre de un gobernador que vivió a finales del dej ado un pro t� G,olo real completo:
� Imperio Antiguo-1 término utilizado también para designar al reino de H
racleópolis bajo la forma de «casa de Jety,>, ya que Jety fu� el nombre de v:. Horus: Snefertauref, Las Dos Diosas: Snefertauyef, Horus de Oro: Qakaré, Rey del
f.il!fj Alto y del B,.;je> Eg:ip!:,:.: Q_akará, H:jo de Ré: Ini (G. Roeder, Debod bi's Bah Kalabs·
rios soberanos heracleopolitanos. Este uso del término per parece i ndic . ar �1 che, lám. s i (b'j\
.
área d omrnada por un magnate local y sus descendientes, como lo s�gi ere
el <.;aso de per Juu.. En todo caso, la. importancia adquirida por el santu� rio de
Heqaib en Elefantina-fue tal que los reyes tebanos de la XI dinastía, qJe reu­ Dado que las iescripcio nes nubias conservan el testimon io de otros d os
«reyes del Alto y del Bajo Egipto)) desconocidos en otras foentes, cabe pen­

...
nificó el país, depositaron en el mismo obj etos votivos.
:d Er siguiente paso, lógicamente, consistía en usurpar la realeza. LasJuen., sar que esta abundan cia relativa de reyezuelos documentados en Nubia co�
tes del Primer Período Intermedio o las listas posteriores de faraones confir. rrespond e, quizás, a individu os con un fuerte enraizam iento en la región y
: man que el acceso a la realeza o a su simbologia parece haber estado al al . capaces de contar con ios .recursos necesarios -¿direcci ón de contingen tes de
.� mercenarios nubio'.>'.!- como para recla,rnar la realeza. En este contexto, nada
.

cance de numerosos magnates locales. En una lista de reyes comf)ilada
durante el reino del faraón Seti I, en el Imperio Nuevo, y conservada en el tiene de extáño aue los hombres fuertes de Tébas -la provincia 4 del Alto
templo de Abidos, se puede comprobar cómo algunos de los faraones de la Egipto- también Íia;:an dado el paso de atrever�e a optar a1 trono de Egipto1
VIII dínastí a llevan nombres frecuentes en provincias, como Ibi o Shemai. y que se hayan proclama do reyes dando lugai: a la dinastía· �I, rival de los fa­
lg1; También las fuentes epigráficas han conscr\-·ado el recuerdo de varios reye­ raones de Heracleó po1is, y de donde surgiría el linaje de só_beranos llamado
lllft zuel0s cuyo� no mb res tan sólo perduran E'n monume ntos provi nciales, sin e. inaugura r e1 Imperio Medio.
h ad:nini.str ación nrov-incia l .•..¡
que hayan atcanz,�do el honor de ser recogidos en las tist?.s (<canón icas>> de . de la"- conseci..:.enc.ias del desarrollo de
Cna . '
'!$ con�rolab ari campos y recur­

::•�
nes de le. corona que
'

de la creaciói� d e ifüt-dacio

-••
faraones compil.:!. das a partir del Imperio '.\fodio. Se trata, seguramente 0
bier, de magnr,.tes loC'ales aspira tnes al trono, pero cuya amoridn.d no fue :e. sos producti\·os. pudo ser el exacerba...rn iento de las desiguald ades sociales en
conocida más nllil det ámbito de sus provincias de' oi·igen, o bien de usurpa­ el interior de }as co munidades campesin as, entre aquellos q'ue se enriquecíe­
dores o de faraones efímeros que llegaron al poder al margen de la línea di­ ron colaboran do con la corona en la gestión y explotaci ón: de estos recursos,
¡\@ nástica (<oficial», sin que su condición real haya sido reconocida por los y aquellos o tros que p udieron sufrir un aumento de las cárgas fiscales y de
i circulas letrados de palacio encargados de consignar por escrito la memoria trabajo forzado. Cna posible consecuer!cia pudo ser el debilitamiento relati­
vo del papel local de la corona al quedar una parte de las rentas e impuestos
.� de los ocupantes del trono de Egipto. Pero, en todo caso, su misma existencia
revela el vigor del mundo provincial y de su capacidad para influir en la vida que le eran debidos en manos de los gestores locales, con la consolidación de
un posible foco alternativo de po¿er entre los campesin os enriquecidos, las

...
de la corte. Incluso la calidad o las dimensiones de sus m onumentos procla­


man los amplios recursos con que contaron a su disposición. familias de los nomarcas y los administ radores de los bienes de la corona. La
Entre estos faraones cuya existencia está atestiguada localmente de�taca difusión de los productos culrnrale s presügio sos de la corte en provincia s
Juy de Dara, que edificó una enorme mastaba -(/pirámide inconclusa- a -tumbas decorada s, estelas, estarnas. mesas de ofrendas, amuletos , sarcófa­
cuyo alrededor los miembros de la aristocracia local construveron varias gos decorados, etc.- indican clararneme que nuevos sectores sociales tenían
11,t mastabas. aunque todos estos monumen·tos .sufrieron· una destr�cción inten­ acceso a bienes de lujo antes reservado s únicamente a la élite palatina. La
cionada. También cabe cítar a Cni de Ezbet Rushdi, en el delta oriental, en pérdida relativa de recursos en roanos de la administración central hubo de
afectar también a la posibilida d de remunerar a los miembros de la corte y a


.� el emplazamiento de la futura capital de los hicsos, un reyezuelo conocido
por algunos bloques decorados de excelente· factura. O Iti e Imhotep, dos fa­ los altos dignatarios del reino qu-e reúdian en :\Ienfis, en la medida en que

• raones conocidos por las inscripciones grabadas en el Gadi Hamamat por los se consolida ban polos de enriquecimien to situados fuera de la capital, en
provincia s. Es posible que la política matrimo nial de los faraones de la \l]I

-:
miembros de las expediciones enviadas a esta zona rica en canteras. Tampo�

"
co hay que olvidar a Ini, un faraón mencionado por numerosas inscripciones dinastía, buscando. estrechar t'a;tos con la familia dominan te en Coptos -el
en Nubia y gue pudo haber sido más o menos contemporáneo de los reyes te· núcleo, j unto con Tebas, del futuro reino tebano-, haya pretendido consoli­
. banos que reunificaron Egipto al término del Primer Período Intermedio. El dar de este modó la autoridad de la corona sobre una región que comenzaba
f�
290 EGIPTO E.."i" EL hIPER.iO A.:,;'TJGt'O EL OC.I\.SO 291

a mostrar graves indicios de descomposici{m política y-de crisis social. Varias Imby y la vanguardia hast.a· l <?s Campos de Sega-. Asediamos sus muros [::::: de
inscripciones procedentes del nomo tebano revelan, en efecto, la fragmenta­ Sega� después que hubiera cerrado sus puertas por miedo. Entonces estos bravos y
ción de la provincia en varios centros de poder y la existencia erl ia misma de fieles reclutas formaron patrullas y_recorrieron las zonas situadas al este y al oes­
numerosos jefes lÓcales -o de una ritpida sucesión de los mismos- y de una te del nomo tebano, buscando el combate, pero nadie salió (a su encuentro) por te­
gran inestabilidad en la direcci6n de·sus asuntos: mor a ellos (Moalla, inscripción n." 7).

L ... } yo alcancé la condición de \·enerable en el nomo tebano \" serví como escriha En otro pasaje de su rélato, Anjtifi reconoce la autoridad del gobernador
para siete jefes (Esi:ela El Cairo CGC 1 759). dél Alto Egipto, que residía entonces en el nomo tini�a. Pero la autoridad de
este .representante.,...del rey era prácticamente nominal, ya que Anjtifi debió
Yo actue como administrador para seis gobernadores, sin que nunca cometiese una llevar a cabo en sOlltario la tarea de enfrentarse a los rebeldes, después de
falta (Estela El Cairo CGC 20005). haber restaurado el orden en otra provincia cercana, la de Edfú. Parece ser
que el nombramiento de Anjtifi �om9 gobernador de varias provincias en el
Yo estaba purificado para efectuar sacrificios y ofrendas en dos .templos en nombre
Alto Egipto no era un fenómeno aislado. Lps monumentos conservados evo­
del gobernador, y realice ofrendas pare trece gobernadores sin cometer nunca una
can ca:::os similares, como el de Abihu de Dendera, que controlaba las pro­
falta (Estela Cracovia �í);K-XI-999).
vincias 6, 7 y 8 del Alto Egipto, o como Onurisnajt, gobernador de las provin­
Cias 8 y 1 O y gobernador también del Alto. Egipto, lo que sugiere que la
Las autobiografias de Anjtifi.de.:Oloalla y de Merér de G_ebelein sugieren
Corona hi:z.o quizás un últímo esfuerzo asignando jefes a varias provincias si­
que uno de estos mágnates locales, Juu, posiblemente el gOhernador hom6-
tuadas en el extrelt1;0 sur del país para asegurar su control sobre las mismas.
nimq__c;le Edfú, consiguió ejercer durante algún tiempo un poder lo suficien­
temeu,te sólido en la :z.Oua comprendida entre GebeÍein y Edfú -provincias 2, Esta situación coritraSta con la existente en la VIII dinastía, cuando la fami·
3 y, p?,.rcíalmente, 4 del Alto Egipto- Como para que el término «casa de lia de Shemai de Coptos estaba vinculada por lazos matrimoniales a los fa�
�uu» desig'.nasé·esta región. Otros te:>.::t�s e\·ocan-la riválidad existente entre raones menfü.as, y cuando él y su hijo ejercían el control sobre el Alto Egip­
·varios ·centros situados en el nopio tebano o en su entorno inmediato, como to. A.hora, en cambio, Coptos aparece c�mo una pr�vincia rebelde, junto con
Teba.S,·. Ar�ant y Gebelein. A continuación, las provincias de Tebas y de Cop· Tebas, mientras que el Alto Egipto aparee� (ragroentado, con varios hom­
tos apa�ecen unidás y sublevadas contra el poder ·del rey, la lucha contra los bres fuertes -Anjtifi, Abihu, Onurisnaj t- a cargo, cada. uno de ellos, de va­
rebeldes fue e:pco'mendada a ·Anjtifi de Hieracómpolis, ·un goberÍiador leal rios nomos. Pero los esfuerzos de A..."ljti� fueron efímeros, y� que a continua­
1
.. que dirigía las provincias vecinas y que era el hombre fuerte de la corona en ci6l1 los protagonh;tas de las inscripciones son los rebeldes tebanos, que
· el extremo sur de Egipto: fueron consolidando poco a poco su poder sobre el Alto Egipto, quizás respe·
tanda nóminalmente la autoridad de los reyes heracleÚpolitanos. Así, un
El jefe de 13:s tropas de Armant Yino para decirme: «¡Ven, valiente! ¡Baja por eÍ río funcionario anónimo de Dendera afirma haber realizado una misión para el
hasta las fortalezas de [ ...]!»: Entonces desc.endí por el río hasta llegar al oeste de jefe Antef el Grande, precursor detlinaje real tebano, donde la ausencia de
Armant, y d�scubrí que Tebas y Coptos al completo ( ... habían tornado al 'asalto?] calificativos reales sugiere que éste aún se presentaba a sí mismo co.mo un
las fortalezas de Armatlt (ubicadas) en la Colina de Sej�msen. Esa era la raz6n por simple funcionario a l_as 6rdenes de Heracle6polis:
la que se había acudido a mí [ ... ] Entonces remonté la corriente para arí-asar sus
fortalezas con mis \•alientes tropas de Hefat, pues yo era un heroe �¡'n par (Moalla, Realice una misión [ ... para] el gran 1efe ·del Alto Egipto Antef el Grande y para el
inscripción n." 6). sacei:dote de la diosa Hathor, Señora de Dendera ( ...] {Estela El �airo 1 1/5( 18/1 7).

Tras haber descendido por el río con mis fieles y valientes reclutas, toque tierra en
Otro di_gna1:ari o, Antefiquer de Abidos, que vivió a comiel).zos del Im p e �
la orilla occidental del nomo tebano -la van guardia de.mi flota llegú1a hasta la
Colina de Sejemsen y la retaguardia de la ilota hasta los Dominios de Chemy-. rio Medio, durar1t0 el reinado de Sesostris I, recuerda en su autobiografía
l'vlis fieles reclutas buscaron el combate al oeste del nomo tebano, pero nadie .se cómo sus antepasados estuvieron al servicio de Aritef Ir'de Tebas en las tres
atrevía a salir por temor a ellos. Entonces, bajé por el rio y desembarqué en la ori­ · provincias situadas. inmediatamente al norte dé Tebas y ·coptos:
Ua oriental del nomo teba l:1;º. -la.retaguardia de la flota llegaba hasta la Tumba de
2.9:2 EGI PTO E:-- EJ. b:PEP. [0 ANTIGL:O
--"--------------== .EL OCASO 293

Ofrendas de invocaciór. que dan el rey, e! dios Anubís que esta sobre su mo ntaña, cipiente reino tebano: la,s provi ncias 6, 7 y 8 ap �rec�n formando u �1 conj un­
el im!Ut seño, de laS ti.erras desértica!>. Que ellos entreguen ofrendas Íunerar ias al to territorial bajo el control del gobernador Abihu Justo a ntes de la expan­
bienaventurado, el escriba del catastro (?), el intendente de lós campos en la pro­ sión de Tebas. En cambio, durante el reinado de Antef II, pasaron a formar
vincia tinita -en 1� Cabez� del Sur-, Imsu, desde Dendera en el sur hasta Ajmixn a la inscripción de
por el norte [= prnvinc_ias -6_-9 del Alto EgipcoJ. Yo ejercí como escriba de los cam­ parte del reino tebano, como hemos comprobado gracias
Antefiquerde Ahi.do �:·.. .... .,
¡
pos en las �guas de AbidoS, en la provincia tinita (c6mo mi) padre 'f el padre de mi
Esrn politic'ii 't'.eha�·a ·a.e'ü\.i n ar los apoyos d e los reyes riv?.les herncl,�o po-
padre desde los tú:mpos clP.l Horus Gaanj, el rey de! Alto y del Bajo Egipto, ei hi.jo
de Re, Antef [II] (Estela,Leiden V.3).
i htanos mediante el procedimiento de establecer contactos con las autorida­
des locales o de ganar-se el apoyo de sus representantes en pr?vin?ias p arece
Estas mismas p rovinci,?-/ aparecen controladas por un funcionario con deducirse de otras inscripciones:
atribuciones militares enterrado en el no:mo de Coptos, y que actuó siguien­
do los dictados de los soberanos tebanos: ' El tesorero del rey Jel Bajo Egipto, el Amigo Único, el ihtendente de intérpretes e
lntendel".te del ei.;:-cito, Antef, dice: Yo naYegue hacia el norte y el sur en misión
para el príncipe, ·go!)f::mador y gran jefe del Alto Egipto Antef, hacia el lugar don­
El gobernah) r. Amigo Cnico, chambelán, de rnngo preeminente [ . . J, intendente de acudieron. los gobernadores del Alto y del Bajo Egipto. Cada gobernador, una
de todo tipo de disputas, intendente de todos los policías pm- tierra o por agua, in­ vez llegado allí. Se alegró de encontrarme, pues yo era uno bueno en el discurso,
tendente de todos los cazadores d el Oeste (¿y <lei füte?J, A.ntef, hijo de Senebet, que que sobresalía en la oratoria y cuyos consejos eran sensatos, d�.-palabra dominante
afirW:a: yo actué como oficial-achu de las loc.B.lidades [ ... J de De,,dera (?), de Batiu el día de la asamblea. que profería declaraciones y que era c� inedido en ei dí.i de
[en la·provinc!a í del _.\ Ir.O Egipto) y de fo:1,:mct-:\Iin [en la provincia 9 del .-\lto la cor.ferencia, et vr:nflro. b ie Antef (E.stt:las Estrasburgo 3-1-5 '/ Florencí?. 7595).
EgiptO] (Ene!a \{useL:lll cf Fi�"-' .\ns, !k,�t.)t!, t:.') 25.6S 1)).

i� 1�
f . . . "¡ m! brnzo con mis tropas. En cuanrn a todas l �. s trnpas cr.i..nsportadas en :)¡¡n:o
P(J r úkmo. un terce:r oficial, Hetepi de Ei K::b, r,finna habe r p uesw la.s
�iL:: :�::.'.):: :���-�: �r;:;?.:a,:e���t��:�·e:;: :� t��ee:::.:�l:i;���;.:,p:'.�\:; ��:s�· ódr�
'!!11.;\t tre$ pro,ii ncia5 rr:. ás mc:-id lon;:i.ies dd pa\$ b.:1. jo el ..:oat:rf:1 del mismo rey, An ­
1

·� tef II de Tebas: denesj conf<:•:-��e ; mi r,lar:. y actuaba por mis propios r.ied;?s· Emonces. ent?.blé
combate con [la iocaiidad/província... ) pero alimenté a sus f;Obernadores y a sus
.@ Este humilde servidor aplicó sus dictados [= del reyJ en las siete provincias de jefes de ejercito [ ... } (D. .\rnold. Gra.ber des Alt.m und :vfiulef'en Reiches im El Ta­
i
� Hen -�ejen, así como en Abídos, en el.nomo tinira, en una epoca en que nadie apli­ rif. láms. 42 y 52).

'� caba sus dictados en las provincias de Hierat.:Ompo!i3. Edfú y Elefantina, flxcepto
este humilde servidor (S. Gabra, .HDAIK 32 ( 1976). pp. 45- 56). En el primero de estos textos un jefe militar de Antef acude a una asam�
.lllll!!lt

..
blea de gobernadores del ..\lto y del Baj o Egipto, mientras que en el segundo
En definiti\·a, la situación parece haberse invertido con respecto a la épo­ Antef declara haber alimentado a los gobernadores y j efes militares de una
'l!!lllit
!� ca en que vivió Anj tifi, p ues los reyes tebanos aparecen -�hora extendiendo su región recién incorp orada a su reino tras una campaña militar victoriosa.

'.e
poder al norte y al sur del núcleo original formado pó·r Tebas y Coptos. Es Al término de estás escaramuzas el p oder tebano _ap arece s6Edarnente
probable que la política seguida haya consistido e n ir ganando los apoyos de asentado en las ocho orovincias meridionales de Egip to, desde Elefantina
los hombres fuertes locales. Quizás el caso de Hetepi de el Kab sea ej em plar hasta Abidos, con la o;upaci6n temporal de la zona situada inmediatamente
a este respecto, ya que en el pasaje citado de su autobiografía se j acta de ha� al norte:
� ber puesto bajo el control de Tebas exactamente las mismas provincias go�

._.
bernadas antaño por Anjtifi. Si tenemos en cuenta, además, que la tumba de [... ] su frontera septentrional hasta d nomo de _\frcditópolis. Fu!! el"!. ei t:2.di He<;Í
:�

.�
A.njtifi no fue dcsi-.ru ida tras la incorporar;i6n de esc.>.s provincias a Tebas, donde fondeé en el muelie. Tome posesión de todo el nomo tinita. un;i \·ez que
quizás este hecho sugiera que los sucesores de Anj tifi llegaron a algún tipo hube abierto wdas sus fortalezas {Estela E.1 Cairo CGC :20512).
de acuerdo con los jefes tebanos y favorecieron la incorporación p'acífica del
sur del país al naciente reino de los :\.ntef. Lo mismo podría afirmarse a pro ­ Al norte de esta región, en cambio, el poder heracleopolitano contaba con
-� pósito de la zona comprendida entre Dendera y . .\.bidos,justo al norte del in� el sólido apoyo de varios gobernadores locales p oderosos, corno los de Si.ut y

294 EGIPTO E..� EL lMPER.lO A:-..11GCO EL OCA.W 295

El-�er � heh, lo que dificultó el a\·ance fé.banoj q úizáS tras un contraataque · Por parte heracleopo"litana los testimonios son mas escasos e imprecisos,
_
heracleopohtano -podría tratarse de la campaña militar mencionada en ia deb.ido al estado fragmentario de las princip ales inscripciones conservadas,
tumba de Jety de Siut; véase infra-. Parece ser que _dtmmte un tiemp� los es­ qµe se enct,ie,ntran sobre todo en las tÚmbas de los gobernadores de Siut. Estos
fuerzos de los reyes tebano� se centraron en organizar su reino y en mante­ parecen haber repelido un ataque procedente del sur o de haber dirigido con­
ner relaci ones diplomáticas con los soberanos r,h-ales de H�r.aclE::ópolis: tra los tebanos una campaña victoriosa. Los textos de Síut constituyen un tes�
ltimonio inapreciable para conocer el punto de vista del reino del norte acerca
El 1:orus Uahanj, el rey del Alto y del Bajo Egipto, el hijo del dios Re, Antef, hijo del curso de la guerra. Hay que destacar que la calid ad literaria de estas ins�
de l\:efru me envió desp ués que hube luchado
.
. C<H1 la Casa de Jetv- í• = el reino he- cripciol'les fue reconocida desde antiguo, ya que se hán descubierto copias de
, . J a1' oeste de Tinis y se ocupó de que s(.> llevase ·a cabo su mí�ión. A�i
. rae¡eopo .1tano las mismas en mon�¡:nentos de época saíta, mil quinientos años posteriores:
pu �s, el gran gobernante me hizo navégar al norte p·ara obtener alimentos consis­ ¡
tentes en cereal para todo este p�ís, desde Elefantina en el sur hasta Afroditópolis El pais temblaba, el Alto Egipto era como un barco abandonado, todo el mundo es­
_ .
en el norte, d�b1do a m1. conocimiento en la materia y a la excelencia de mi orato­ taba angustiado y las ciudades aterrorizadas, el temor anidaba en su cuerpo, el con�
.
na, p ues yo era alguien influyeme entre los dignatarios y tranquilo en la adversi­ sejo de palacio estaba atemorizado y las tropas llenas de temor hacia Heracléopo*
dad (y me er.vió) para decir: <(¡Yen a mi, oh Je;.)·, tú que has provocado una tor­ lis, pues el pais estaba abrasado por sus llamas (de He'racleópolis] y la pena en el
°:en.ta en_ esta provincia, gobernante poderoso! He establecido mi frontera en el , rostro de quienes se alziil"on contra ella, Grande es su [... ] era como un canal para
Uadi Hesrn (Estela El Caho JE 41 437). el soberano y no se produjo ninguna adversidad. La vanguardia de la flota llegaba
hasta Shasahotep y su retaguardia hasta el Dist,rito del Combatiente. El cielo p�r­
Ella [ � le. reina tebana Nefrukayet] ha o rganizado el Alto Eg.ipto -la vanguardia mitía que soplase el viento del norte, con lo que los barcos pudieron desplazarse
de �os .t10m bres-, desd�. Elefantina en el sur hasta Afrodit ópolis en d norte, co:1 por el agua, Her:icleópolis tomó tierra y la ciudad clamaba «¡bienvenidos !>l, llena
!tlU)eres, con gobt:rnadores de hut y con dignatarios de todo el país (Este!a .El Cai­ de gozo por su c,eñnr, el hijo de su señor, tanto las esposas como los maridos, los an­
ro 20543). cianos como !os j6venes. El hijn del gÓbernador llegó a su ciudad y entró en el do­
minio de su padre. D<'?volvió a los emigrados a sus casas, sepultó a sus ancianos,
Él ( = el rey tebano Mentuhotep U} hizo de mí s� d� ambeHu1 y un sirviente caro cada cual estaba en su posición (habitual ) y 1.os habitantes de 12. cb.dad se encon­
a sn :•,>razón. Yo som etí a cor,tribt?.!:ión pa':ra él el nomo ünit;, Tini.s y e! nomo traron en buenas C(,�dícion::s por toda la ét'ernidad. y la estabilidad perduró.
afrodltopolitano inferior, todo cuanrn crecE:: sobre el dios Geb [= el dios de la tie­ ¡Cuámo te ama el dios de tu localidad, Jety, hij o de Tefib! (Siut III: !2-19 ).
rra], los ja�dines [... ], y �odo. lo que ilumina el dios Re [ ... } préstamos de grano [ ,.. }
como productos del oasis. Además, establecí cuotas de ganado vacuno y de cabras
También las inscri pciones de Hatnub, al norte de Siut, aluden a un con­
en las p�ovincias del Alto Egipto [...] {Estela Mctropolitan A1useum of Arts
flicto donde intervino el rey, pero sin ofrecer más detalles:
26.5. 2 1 7).
Yq recluté sus ( = de la ciudad] trop3:s de j óvenes para que sus productos fuesen
He pasado mucho� años ba!� la Majestad de mi señor, el Horus Uahanj, el rey del
_ abundantes. Pero ahora sus tropas se han transformado en ciudadanos instalados
Alto Y del Ba¡o Egipto, el hiJo de Re, Antef, mientras este 'país estaba a su cuidado,
en sus casas, y no hubo ningún batallón (formadO por) ellOs en tiempos del temor
.d�s�e Elefa� Üna por el sur hasta Tinis, en el n�mo tin!ta, por el norte, pues yo era
de la Casa del Rey. 5?.lvé a mi ciudad el dia del sa queo procedente del temible te�
su siervo �ersonal y su chambélán, en verdad. El me hizo grande, me promocionó
rror de la Casa del Rey. Yo era ciertamente su (= de la ciudad] refugio el día de la
Y me tomo �n co_nfianza en su palacio p"rh-ado. El teso::-o estaba a mi cargo bajo mi
batalla y su escudo en Shedytsha , el hij o de un gobernado r de Unet [ = provincia
sello, Y consistía !='n toda: clase de prod uctos hermosos traídos a la Majestad de mi
15 del Alto Egipto }, muy rico y poderoso. Alimenté a toda mi ciudad durante la
s�iior desde el Alto y'el Bajo Egipto, en todo aquello que alegra el corazón como
. gran hambruna del país, sin es tablecer distinciones entre poderosos y humildes, y
tnbuto de todo este pats -debido al respeto que inspiraba en todo este país-, y en
nadie estaba preocupado en jemenu o en Unet porque abrí mi granero a todo el
lo que es preséntado a la Maj estad de mi señoi por los jides que gobiernan las.tie­
mundo ( � atni.:b, gr&fito n."' 24).
rr¡:,.s foráneas, debido al temor que inspira eu los. paise; e,;t.ra.nj ercs. Él rne entregó
estns productos, Sabedor de la excel encia de mi queli.i.cer. Ye los: in\•entarié parn el
. Sin embargo, tras la r.:onquista tebana, las tumbas de los gobernadores de
si � que nunca se }lroduiese una falta por mi parte merecedora de castigo, dado que
.
mi competencia era grande (Estela British Museun:1 6 1 4-). Siut tampoco fueron destruidas, lo que puede ser un indicio de la alianza en­
tre es.tos y los ! eyes tebanos. En cambio, las tumbas del cementerio de Hera-
:·-�··,,"". r""''rn:
'.
296 EGIPTO ES EL h1PER!O A¡,.;TXGl:O

cleópol is fueron sometidas a una destrucción sistemática e intenci onada tras Mi señor -¡vith, prosperidad, salud!- rne envió para conducir barcos de altura ha-
EL OC,\SO 297

¡;¡¡¡, la ofensiva final tebana, tal y como han revelado las excavaciones arqueoló­ . cia el pais de Pant, con el objetivo de t1 aer para él mirra de los jefes de la tiena
gicas españolas en curso en la necrópolis de esta localidad. Uno de los grafi­ roja ;_ = el extranjeroJ. debido al respeto que inspira en los países extranjeros. En­

-
tos de Abisko, redactado por un militar nubio -Chehemau- al servicio de los tonces me puse en marcha desde Coptos siguiendo la ruta que Su Majestad me ha­
� reye� tebanos, alude a la campaña conducida por Mentuhotep II contra sus bla ordenado, y .acompañado por un ejército del Alto Egipto procedente de las
guarniciones del hotn_o·.. t.eliUno, desde Gebelein hasta Shabét. 10dos los dignatarios
� en emigos hendeopolitanos en la zona del Foyum, núcleo del poder de estos
reales del campo o <le la ciuJad fueron reunidos y m e siguieron, y cuatro destaca­
últimos. Desgraciadamente, el estado fragrneri tario de 1a inscripción impide
¡¡ít rnentos de guardias iban abriendo camino en vanguardia, aplastando a cu2.lquiera
conocer algunos detalle; recogidos en esta sucinta narración:
que se alzase contra el re':/ Cazadores y nativcis del país fuero_n empleado� corno
acompaliantes, y todos los miembros del personal administrativo de Su '.\.lajestad
[ ... ] poniendo en fuga a las gentes del norte. Entonces reunieron su flota y atrave. fueron puestos bñjo mi mando �- me trar:.smitiañ (los informes) de los mensajeros
� saron todas las p rov incias de su país para pro tegerse. Chehemau navegó hacia el a mí, el mando úr;ico a quien obedecen millones. Habiéndome puesto en marcha
norte como un león ( ... en compañía} del sober<'.no (tebano) y del ejército que ha­ con Un ejércit•,1 de tres mii hombres. transforme la ruta en un río, y el desierto en
bia traido cor,sigo. Él (= el faraón tebano] disfrutó con el combate, siendo su bra­ la orilla de uu· campü irrigado, pues proporcioné un pellejo de agua y una bolsa
zo firme debido a (los daños) q'ue infl igió a los norteños (Abisko, grafito n." 5). con pan -dos me(1icias-dyes de aiua y Yeinte panes- a cada uno de ello$ cada día.
.
Y los asnos transportaban (tantas) sandalias que cuaitdo un pie.queda.ha descah.o
� De este modo tuvo fin el período de crisis iniciado tras la ruina de la mo­ otra (sandalia) estaba iista. Construi doce cisternas en el fondo ,i,�l valle, doi; pozos
,¡@ narquh.1;"menfita del Imperio Antiguo. El país q 1.1 erlaba reunificado bajo el en Idahet -uno de veinte codos, el otro de tn:inta- y ottc en Ys.heteb de rli>c1. codos
gobierno de un único fara6n , surgid.o del me dio provi.ncial surc-i:o. El empe­ por diez. ("Odas e;:i toda su profundidad. E:uonces llegué d r:1,n, construí e�ti\. ilOt;!.

l.
ño de lo's nuevos r,�yes de Egipto fue, en un pri rr;.er morn':!nto, J¿. reorg;:i.riizar la cargui con todo tipo drr productos e h:ce en su honor \.l"'- g�.:i.n sar;rif:c�io Ce bue­
.¡@ yes y cabras. Desp...:.és, -..·olvi di':\ mar habier'.do cump!!do lo qu� h.abb •)rder!.3.::i•.) Si.:
iB- administración, proo�der al di.>.sn .rro llo de un extraod in;:crio programa. d e
¡� " :.\fajestad :, b.h!endo traído para el rndo tipo cie produccos q,i't': hub,; encol"..:: rado rn

l•.•
!egit1mác16n d.e su autoridad -del que forn:w. par�.e el florecimiento literario
!as ori.U;;.s Je la üerr¡,. del dio.; [ = ei país de Pumj. F..:-,:.<:.nci:-s, �'.·grn�é pur C ag y R<:·
¡� del Imp,:: rio :Vledio-, integrar a 12.3 autoridades localeS en los aparatos admi­
henu: llevfmdo!e magnlficos bloques ¿e piedra para lc.s emi.tuas del templo n.:adi
nis trativo s del nuevo Estado y, tamb ién , ocupar militarmer..te y organizar el
Hamamat, inscripción n.P 1 1 +).
territorio norteño recién conquistado, como se deduce de las inscripciones de
¡� algunos funcionarios tebanos: Fue el administzador A.ntef, hijo de Ptahshedu. quien vino con la misión de obte ­
ner esta amat.ism. El intendente de i nterpretes . .\ntef.el jefe de la casa de su señor.
;\ili señor me instaló en el nomo de Heracleópolis en calidad de intendente �e la miembro de (su) consejo, uno en quien confia y que goza de su esti. ma y confianza,
fortaleza y como gran gobernador del rey en persona (Estela :VIetropolitan Mu­ Juy (Cadi el- Hudi, inscripción n.0 5).
'o
••
seum of Arts 57.95).
Horus �Cbcaui, El rey del Alto y del Bajo Egipto �ebtauiré. que \"i <:a como Re

••
Pasé un largo periodo de tiempo en la Casa de Jety [ :;:: ·el reino heracleopolitano ].

i.
eter namente. Año l: llegada de la tropa del rey ::::: ).fentuhotep 1\-� -efectiYoS de
:.Vlientras la casa del rey y todas sus dependencias estuvieron a mi cuidado toda la esta tropa: tres mil hombres- para traer turquesa, cobre y todo tipo ¿e productos
� casa del rey prosperó, y los di oses estuviero.r¡. s�tisfechos e_n los santuarios del Alto hermosos del pa;s extranjero (Aín Sujna. inscripción n." +).
.,._.. ,.,, ..,_ · · · '·

••
Egipto (Estela El Cairo 3/6/25/ 1).
Además, las luchas de consolidación del reino tebano también alcanzaron
Otra circunstancia que revela el creciente poder de la monarquía recién al territorio nubio, objeto de incursiones como lo revelan un conjunto de ins�
instaurada es la reanudación de las exped.ióones hacia el exterior, concreta­ cripciones grabadas en Abisko:
'.e mente hacia Asia y el país de Punt:

1
Inscripción realiz_ada por Chetiemau. El año de someter al país foráneo meridio­
llJl)

-rii
Mi señor -¡vida, prosperidad, salud!- me envió para formar una expedición de nal: vo comencé· � luchar en el ejército durante el reinado de ::'\'ebhepetre [= :\fen­
1.000 ( + xJ hombres (...al] pais de los habitan.tes de la arena. y traje para él' ( ... ] tuh�tep H, el unificador tebano] cuando remontó el rio hasta Buhén, 'j mi hijo

1
(Estela Metropolitan Museum of Arts 26.3.2 1 7). acudió conmigo ánte el rey. Él [= el faraón; recorrió todO el pais después que hubo
¡
298 EGIPTO E.."\ EL L\!PERlO A:,.:11orn EL OCASO 299

resueh9 átliq uilar a los Aamu del país de Dnti, ya que cua�do ellos avanzaban Te­ vela la veneración de que era. objeto el precursor de la·línea dinástica de los
has huía. (Pero ahora), son los nubios quienes se repliegan, desp ués que él derrota­ soberanos de Tebas.

l
se al pais de Dyati (Abisko, grafito n,º 1 ). Como concluslén, podemos sugerir que los cambios producidos en el
'11
transcurso del Primer Periodo Intermedio parecen ser la consecuencia lógi­
¡¡
X o menos significativo es el esfuerzo realizado por los reyes tebanos para
1 ca de un largo proceso iniciado mucho antes, a raíz de las reformas adminis­

1
dotarse de un pasado «respetable» con que legitimar su usurpación del po­ trativas y fiscales intrc;,ducidas desde comienzos de l a VI dinastia. Queda, por
der y conferir prestigio a una dinastía surgida en provincias. Este esfuerzo tanto, fuera de lugar recurrir a supuestos factores externo s, como invasiones

I!
por reescribir la hiStori'a se mariifiesta a diversos niveles. Vno de ellos cOn­ o cambios en el nivel de la crecida del Nilo, como causa de estas transforma-
sistió en esculpir listas de reyes en ciertos lugares situados en las fronteras ciones. .,,,
t,
de Egipto o en preparar listas de faraones que son conocidas sobre iodo por Otra consecuenCia es que la ruptura del orden estatal instaurado por los
documeÍ1tos más tardíos. En estos textos se evoca a un antepasado de los Ar;t� faraones del Imperio Antiguo permite atisbar algunos elementos clave de la
tef llamado :\1entuhotep con el titulo de «padre del dios», lo que se ha in­ sociedad egipcia, difíciles de detectar en las épocas en que el poder del rey es
terpretado como una forma de expresar que la dinastía de reyes tebanos fuerte y el peso del discurso oficia! se impone sin alternativas posibles o, me­
panió de él a un cuando este )Ientuhotep nunóa ostentó la reale:1.a. Ahora jor dicho, visibles. Entre estos elementos destacan la existencia de un vigo­
bien, ningún documento contemporáneo · ha podido ser atribuido a este roso mundo provincial, con una gran capacidad de innovación y de iniciati­
:V!entuhotep, y ni siquiera su sucesor1 A.ntef I, aparece designado .como rey va, movido, al parecer, por los intereses de familias locales poderosas y de
en los documentos del Primer Período Intermedio. Por ello, parece ser que sectores sociales cuya base de poder era independiente de la pertenencia a
. fueror. los sucesores de ambos personajes -Antef I( Amef ÍII y Mentuho­ los aparatos del Estai;lo. Por ello, cuando el Estado se debilita. y pierde la ca­
-�ep I1- quienes atri huyeron a posterior,' a sus antepasados el rango de reyes 1 pacidad de integra� a los poderes loca.les, estos surgen como una fuente al­
áun cuando no lo hayan sido eu la reali dad, para dotarse de este modo de un térnativa de autcridad y con la capacidad necesaria para modelar el juego
·pasado <(presentable)> .. �o h ay que oh·idar ñ este respecto que la primitiva p�litico según sus intereses . Nada, pues, más lejos de la imagt:n tópica :-y fal­
· �xpansión del reino teb.ano tm:o lugar e!), dirección a l as pro\·inr.ias vecinas sá- de t1n mundo rural inmóvil y atrasado con respec:to a la briilante cultu­
:'Situadas al norte y al sur del núcleo formado por Teb8.s y Coptos, y que en ra de los círculos palatinos..
·iílgunas de estas provincias -corno Edfú }' Elefantina- las autoridades loca­ Este mundo rural y p:r,ovincial al}arece 1 al contrario, con un fuerte poten­
les habían impulsado otras formas _o;-igin.a�es de legitimación de su poder cial transformador, como un elemento de la '.'.ida del país cuyo concu+so era
mediante la divinización de un antepasado prestigioso --Isi y Heqaib, res- Probablemente fundamental para ei manten �miento de la autoridad del fa*
. pectivamente-. Alguno de e¡tos reyes tebanos no dudó en depositar objetos raón. Los textos de la VI dinastía aluden a la educación de los vástagos de los
votivos en el santuario de Heqaib, quizás como una forma de atraer a las jefes locales en la corte real, antes de convertirse en delegados del soberano
élites locales recién incor poradas a su reino. Es el C?tSO de Antef III, que rea­ en sus provincias de origen. Y la propia realeza contrae matrimonio con mu­
lizó obras de restau.ración'eh la capilla de Heqaib. También es significativo· jeres de provincias o establece sólidos lazos con algunos de estos prohombres
de los tanteos Y de los esfuerzos por reescribir la historia de la dinastía que locales para afianzar su poder, bien sea con la nobleza de Abidos o de Coptos
:\'.ientuhotep, el supuesto ancestro de la dinastía XI tebana, no ap arezca ci­ e:n el Imperio Antiguo, bien sea con los gobern�dores de Siut en· el P:imer
tado en ninguna de las listas reales elaboradas por esta misma dinastía Periodo Intermedio.
-como la que aparece en el templo de Montu en Tod o la que figura en u n En definitiva, aparece ante nuest_ros ojos una sociedad proVinc.ial viva,
relieve rupestre e n Shatt el-Rigal, ambas datadas e n el reinado d e Men­ protagonista de complejas maniobras políticas, capaz de elevar al trono de
tuhotep II- ni en las insé'ripciones de los dignatarios que sirvieron a los re­ Egipto a una oscura familia procedente de una provincia de segunda fila
yes tebanos. Parece ser, por tanto, que la versión (<histórica» defin !tiva sobre -Tebas- eracias a una hábil combinación de luchas, a lianzas y atracción ha­
los orígenes de la dinastía que inauguró el reino tebano no adoptó una for­ cia sus fil:s de otrns prohombres provinciales -como en el caso de Hetepi de
ma canónica hasta comienzÓs del Imperio Medio. De hecho, una est.e la_ aho­ Elkab-1 es decir, si g uiendo las mismas pautas establecíd� s por los faraones
ra perdida, datadi a comienzos ·de la XIII dinastía, evocaba la existencia de �el Imperio Antiguo. La conclusión que se impone es, pues, de evitar caer en
un culto a.das casas/dominios del rey Antef, verdadero de vo:w , lo que re- el error de c9nsiderar el Primer Periodo Intermedio como una época tene-

1-
iij·
.... t


500 EGIPTO :s:-; EL IMPERIO ANTIGUO

� 'l
brasa, de miseria reinando por doquier. Se trata, al contrario, de un periodo·
BIBLIOGRAFÍA COMENTADA

de gran vitalidad, consecuencia de nn proceso histórico iniciad_o en el Irnpe ­
rio Antiguo y cuyas características peculiares -tanto sociales como políticas-:- . ·

� condicionarán la:; formas en que los faraones del Imperio Medio establezban ¡

•'��
las bases de su poder e impulsen la creación de nuevos valores y de me<li�s .¡
más complejos y $Utiles de legitimación ideológica. L,:,. ríca literatura clá�ica !
¡
egipcia será hija, en cierto modo, de las alternativas políticas y cultunHes
surgidas frente a la autofidad faraónica tradicional e11 el Primer Periodo\n�


terinedio, aunque no sea más que como reacción a estas últimas:


@t
i •••.


Las abrevíaturas utilizadas éori'esponden a las publicai:::iones siguientes:

:� AoF .A.ltorien.talische Forschwigen

:!@
ASA& Annale$ du Service dits dntiquités de l'Egypte
A"uL A"g,yptetr. und Lez:ance

:�
·�
BACE Bul!etin of the Ausrralian Center of Eg,yptolog_/
BES B!1Uetin of the Eg_yptoiogical Seminar


BIE4.0Bulletfri d,-; l'lnscitut Frant¡ais d�.J..rchéologie Or.ientale

••�
BiOr Bibliotheca Orienlalis

-
BSFE Bulletin de la Societé Fram;aise d'Egypcologie


CdE Chronique d'Egypte
CRJPEL Cahierde Recherches de llnstitut de Papxrologie et d'Egyptologie
de Lille

••
DE Discussions in Egyptolog_Y
GM Gottinger ivliszellen
JAOS Journal ofthe American Oriental Socie('r'
JARCE Journal of the American Research Center in Egxpt


JEA Journ al ofEgyptian A.rchaeology
JEOL Jaarberi.cht van het Póora::.iatisch-Egyptúch Genootschap <<Ex

•,
'
Oriente Lux),
"11$

-•
JESHO Journal ofthe Economic and Social History ofthe Orienc
JNES Jou.rna.l of LVear Eastern Sw.dies
JSSEd Journal ofthe Societ)fo.r the Stu.dy ofEgptianAnti quities
lÁ Le.7;ticon der Á"gyptologie
MDAIK 1Y1.izteilungen des DwtschenArchiiologischeri lnstituts, 4,bteilu.ng
Kairo
Or Ori.encalia

�.

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