Expte. N° 15955/18 "GCBA S/ Queja Por Recurso de Inconstitucionalidad Denegado En: Sironi, María Victoria C/ GCBA S/ Amparo - Educación - Vacante"
Expte. N° 15955/18 "GCBA S/ Queja Por Recurso de Inconstitucionalidad Denegado En: Sironi, María Victoria C/ GCBA S/ Amparo - Educación - Vacante"
Resulta:
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miento dentro de un radio razonable del domicilio particular de la amparista.
Y finalmente, si ello no fuera posible, en un establecimiento público ubicado
dentro de los distritos escolares aledaños. Para resolver de esta forma, citó
jurisprudencia de las tres salas del fuero, según la cual se sostuvo que la
Ciudad había asumido constitucionalmente el deber de garantizar la educa-
ción a partir de los 45 días y hasta el nivel superior; y que alegar el funciona-
miento del mecanismo de asignación de vacantes previsto en el reglamento
escolar era contradictorio, en principio, con postular que el GCBA había cum-
plido con la normativa vigente cuando el menor se encontraba en lista de es-
pera (fs. 3/5 vuelta).
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7. La Asesoría General Tutelar opinó que correspondía rechazar la
queja (fs. 70/73). Por su parte, el Fiscal General Adjunto propició en su dicta-
men hacer lugar a la queja del GCBA, hacer lugar al recurso de inconstitu-
cionalidad y, en consecuencia, revocar la sentencia recurrida (fs. 75/78).
Fundamentos:
1. La queja del GCBA fue presentada dentro del plazo de ley y contie-
ne una crítica suficiente de la resolución interlocutoria que declaró inadmisi-
ble el remedio extraordinario que pretende sostener.
La sentencia contra la que se alza este último recurso es la definitiva
y fue dictada por el superior tribunal de la causa. Asimismo, el recurrente lo-
gra fundar un caso constitucional, ya que sus agravios se sustentan en el de-
recho de defensa en juicio, el principio de legalidad, de división de poderes,
de propiedad y el alcance que cabe dar a la garantía al acceso a la educa-
ción (art. 32 de la Ley 402, texto consolidado por Ley 6017). En consecuen-
cia, corresponde dar tratamiento al recurso de inconstitucionalidad interpues-
to por la demandada.
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tados Partes en el presente Pacto reconocen que, con objeto de lograr el
pleno ejercicio de este derecho: a) La enseñanza primaria debe ser obligato -
ria y asequible a todos gratuitamente; b) La enseñanza secundaria en sus
diferentes formas, incluso la enseñanza secundaria técnica y profesional,
debe ser generalizada y hacerse accesible a todos por cuantos medios sean
apropiados y, en particular, por la implantación progresiva de la enseñanza
gratuita; c) La enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a to-
dos, sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean
apropiados, y en particular, por la implantación progresiva de la enseñanza
gratuita (…)”. La Convención sobre los Derechos del Niño afirma, en su
artículo 28, que “Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la edu-
cación y, a fin de que se pueda ejercer progresivamente, y en condiciones
de igualdad de oportunidades ese derecho, deberán en particular: a) Implan-
tar la enseñanza primaria obligatoria y gratuita para todos; b) Fomentar el
desarrollo, en sus distintas formas, de la enseñanza secundaria, incluida la
enseñanza general y profesional, hacer que todos los niños dispongan de
ella y tengan acceso a ella y adoptar medidas apropiadas tales como la im-
plantación de la enseñanza gratuita y la concesión de asistencia financiera
en caso de necesidad…”
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asegurando la gratuidad de los servicios de gestión estatal, en todos los ni-
veles y modalidades”.
Por otra parte, el artículo 14 consigna que “el Sistema Educativo Na-
cional es el conjunto organizado de servicios y acciones educativas regula-
das por el Estado que posibilitan el ejercicio del derecho a la educación. Lo
integran los servicios educativos de gestión estatal y privada, gestión coope -
rativa y gestión social, de todas las jurisdicciones del país, que abarcan los
distintos niveles, ciclos y modalidades de la educación”
Más adelante, el artículo 16 de la ley establece que “la obligatoriedad
escolar en todo el país se extiende desde la edad de cuatro (4) años hasta
la finalización del nivel de la educación secundaria”, y el artículo 18 —confor-
me el texto aprobado por la ley 27.045— afirma que “la educación inicial
constituye una unidad pedagógica y comprende a los/as niños/as desde los
cuarenta y cinco (45) días hasta los cinco (5) años de edad inclusive, siendo
obligatorios los dos (2) últimos años”. El artículo 19 agrega que “El Estado
Nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen la
obligación de universalizar los servicios educativos para los/as niños/as de
tres (3) años de edad, priorizando la atención educativa de los sectores me-
nos favorecidos de la población”. En el mismo sentido, el artículo 21 consa-
gra que “El Estado Nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires tienen la responsabilidad de: a) Expandir los servicios de educa-
ción inicial (…) c) Asegurar el acceso y la permanencia con igualdad de
oportunidades, atendiendo especialmente a los sectores menos favorecidos
de la población”.
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za desde los cinco (5) años de edad y se extiende como mínimo hasta com-
pletar los trece (13) años de escolaridad” (conf. art. 1).
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En el tramo de la educación obligatoria existe, entonces, una obliga-
ción actual e inmediata de provisión universal de vacantes, entendiendo que
la universalidad comprende a todos los niños, niñas y adolescentes que resi-
dan en la CABA y soliciten su incorporación al sistema público de educación.
En la Ciudad, la obligatoriedad de la educación está prevista en el ar-
tículo 24 de la CCABA y en la ley 898. La primera de estas normas asevera
que la educación es obligatoria “desde el preescolar hasta completar diez
años de escolaridad o el período mayor que la legislación determine”, y la
segunda de las normas amplió este período al establecer que la obligatorie-
dad de la educación comienza a los cinco años y se extiende hasta la finali-
zación del nivel medio (conf. art. 1 de la Ley 898).
Posteriormente, la Ley de Educación Nacional N° 26.206 contempló,
en su artículo 16, que la educación obligatoria se extiende desde los cuatro
años hasta el fin de la escuela media, y el artículo 18 reitera que son obliga-
torios los dos últimos años de educación inicial (4 y 5 años).
b) Educación no obligatoria. En los restantes tramos del sistema
educativo, la educación es no obligatoria. Esto implica en primer lugar que
familias e individuos no están sujetos a la obligación de escolarización, sino
que pueden optar por la incorporación al sistema educativo; esto se verifica
para los primeros años de la educación inicial y para la educación superior,
ya que la obligatoriedad se extiende hasta el fin de la escuela media.
Como ya se señaló, el Estado también tiene obligaciones respecto al
mantenimiento del sistema de educación no obligatoria. En consecuencia, el
estado local debe organizar un servicio público de educación laica y gratuita
no obligatoria desde los cuarenta y cinco días hasta los tres años y para el
nivel superior y no puede optar por dejar de brindar este servicio, ni puede
imponer aranceles en su prestación.
Ahora bien, el marco jurídico reseñado más arriba contiene numero-
sas referencias a los criterios que deben utilizarse para ponderar el acceso
de los alumnos a los niveles no obligatorios, criterios que están ausentes en
las referencias a la educación obligatoria porque, justamente, aquí el acceso
ha de ser universal. Así, en relación a la educación superior no obligatoria, el
artículo 26 de la DUDH establece que “el acceso a los estudios superiores
será igual para todos, en función de los méritos respectivos”; el artículo 13
del PIDESC consagra que “La enseñanza superior debe hacerse igualmente
accesible a todos, sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos
medios sean apropiados, y en particular, por la implantación progresiva de
la enseñanza gratuita”; el artículo 28 inciso c) de la Convención sobre los
Derechos del Niño afirma que los Estados deben, progresivamente, “Hacer
la enseñanza superior accesible a todos, sobre la base de la capacidad, por
cuantos medios sean apropiados”. En resumen, las normas consagran el cri-
terio coincidente conforme el cual en la educación superior, la asignación de
vacantes debe efectuarse exclusivamente en función al mérito individual de
los estudiantes.
Los pactos internacionales no contemplan disposiciones específicas
aplicables a la educación inicial; sin embargo estas sí están previstas en las
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Ley de Educación Nacional N° 26.206. En primer lugar la ley establece en su
artículo 11 que es un objetivo de la política pública en materia de educación
“Garantizar la inclusión educativa a través de políticas universales y de es-
trategias pedagógicas y de asignación de recursos que otorguen prioridad a
los sectores más desfavorecidos de la sociedad”; a continuación el artículo
19 establece que los Estados federal y locales tienen la obligación de univer-
salizar los servicios educativos para los/as niños/as de tres (3) años “priori-
zando la atención educativa de los sectores menos favorecidos de la pobla-
ción”; en el mismo sentido, el artículo 21 consagra la obligación para los go-
biernos mencionados de “expandir los servicios de educación inicial” y ase-
gurar el acceso y permanencia con igualdad de oportunidades “atendiendo
especialmente a los sectores menos favorecidos de la población”.
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sea de un incremento de la masa de recursos de la ciudad o de la reasigna-
ción de los fondos destinados a otras políticas públicas. La elección entre es-
tas dos decisiones compete única y exclusivamente al Poder Legislativo
[conf. arts. 9 inciso 1, arts. 51, 53, 80 inciso 2 ap. a), 80 incisos 12 y 15, 81
inciso 9 de la CCABA].
Esto no equivale a afirmar que sea una decisión discrecional de la Le-
gislatura el financiar o no un sistema de educación inicial; no puede eliminar
el servicio ni reducir sus vacantes mientras los habitantes de la Ciudad sigan
optando por utilizarlo, y debe tender al cumplimiento progresivo del mandato
de ampliación del sistema en tanto exista demanda insatisfecha, pero para
cumplir esto debe decidir en qué plazo se lleva a cabo la ampliación del ser-
vicio y en qué prioridad se coloca esta política respecto al resto de las políti-
cas y los servicios que se nutren con el presupuesto público. En otras pala-
bras, el Poder Legislativo debe decidir quién y en qué plazo asumirá los cos-
tos de la ampliación del sistema de educación inicial, si lo harán ciertos con-
tribuyentes a través de una mayor recaudación tributaria o si lo harán los
destinatarios de otras políticas públicas menos prioritarias, cuyos recursos
se verán reorientados hacia la ampliación del sistema educativo.
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aquellos en estado de vulnerabilidad social y/o emergencia a las prestacio-
nes de las políticas sociales que brinde el Gobierno de la Ciudad de acuerdo
con los principios establecidos en los artículos 17 y 18 de la Constitución de
la Ciudad de Buenos Aires”.
Asimismo, estas normas concuerdan con lo establecido en la Ley de
Educación Nacional, que al referirse específicamente a la educación inicial
consagra en diversos artículos una prioridad a favor de los grupos más vul -
nerables [conf. arts. 11, 19 y 21 de la ley 26.206, ver punto 3.2 apartado b) in
fine de este voto].
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“Artículo 42. Las vacantes se asignarán de acuerdo a las prioridades
de ingreso que se indican a continuación:
Prioridades de ingreso de primer orden:
1. Responsable principal del aspirante trabaja en una institución bajo
convenio.
2. Aspirantes que tienen hermanos/as que son alumnos/as regulares
de una escuela que funciona en el mismo edificio educativo y que: 2.a. Asis-
ten al mismo Jardín al que se preinscribe. 2.b. Asisten a la escuela primaria
que comparte edificio con el Jardín al que se preinscribe.
3. Aspirantes cuyo responsable principal se desempeña como Perso-
nal: 3.a. En el jardín al que se preinscribe. 3.b. En la escuela primaria que
comparte edificio con el Jardín al que se preinscribe.
4. En Jardines Maternales y Escuelas Infantiles, aspirantes cuyo res-
ponsable principal es alumna/o inscripta/o en el Programa Alumnas/os Ma-
dres/Padres (Resolución Nº 1729/06), siempre que el aspirante se preinscri-
ba en el mismo horario al que el responsable concurre a la Escuela Primaria
o Secundaria (en cualquiera de sus modalidades).
5. Aspirante cuyo responsable principal se desempeña como Docen-
te: 5.a. En algún establecimiento educativo de Gestión Estatal del Ministerio
de Educación con una carga horaria no menor a dieciséis (16) horas cáte -
dra, sea Titular o Interino y con un mínimo de antigüedad en la jurisdicción
no inferior a dos (2) años, en el mismo distrito escolar al que se preinscribe.
En el caso de los docentes Suplentes, con una carga horaria no menor a
dieciséis (16) horas cátedra, y un mínimo de antigüedad en el mismo
cargo/horas no inferior a tres (3) años y en el mismo establecimiento educa-
tivo, en el mismo distrito escolar al que se preinscribe. 5.b. En algún estable-
cimiento educativo de Gestión Estatal del Ministerio de Educación con una
carga horaria no menor a dieciséis (16) horas cátedra, sea Titular o Interino
y con un mínimo de antigüedad en la jurisdicción no inferior a dos (2) años,
cuyo domicilio particular declarado sea en el mismo distrito escolar al que se
preinscribe. En el caso de los Suplentes, con una carga horaria no menor a
dieciséis (16) horas cátedra, y un mínimo de antigüedad en el mismo
cargo/horas no inferior a tres (3) años y en el mismo establecimiento educa-
tivo, cuyo domicilio particular declarado sea en el mismo distrito escolar al
que se preinscribe.
Cubierto el segmento de aspirantes, de acuerdo al orden dispuesto
por las prioridades de primer orden, con el excedente de vacantes (si las hu-
biera) ingresa el resto de los aspirantes según el siguiente orden de priorida-
des:
6. Dentro del universo de aspirantes que declaran domicilio en el ra-
dio de 10 cuadras de la escuela: 6.a. En establecimientos de Jornada Com-
pleta y/o Extendida, aspirantes domiciliados en hoteles familiares o pensio-
nes. En establecimientos de Jornada Completa, Maternales y/o Escuelas In-
fantiles, aspirantes con necesidades básicas insatisfechas (NBI). 6.b. Res-
ponsable principal es único sostén de familia, con domicilio de trabajo en el
radio de la escuela, para Jornada Simple o Completa. 6.c. El resto de los as-
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pirantes que declaran domicilio en el radio de la escuela y no declaran una
situación particular.
7. Aspirantes con domicilio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y
cuyo responsable principal tenga su sede de trabajo en un radio de diez (10)
cuadras de la escuela.
8. Aspirantes con domicilio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
9. Aspirantes con domicilio en la Provincia de Buenos Aires, cuyo res-
ponsable principal tenga su sede de trabajo en un radio de 10 cuadras de la
escuela.
10. Aspirantes con domicilio en la Provincia de Buenos Aires.
Artículo 43. A los efectos de la aplicación de las reglas de priorización,
se entiende por institución bajo convenio, aquella que tiene vinculación insti-
tucional con el Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
En este sentido, los convenios establecidos implican un acuerdo entre
el Ministerio de Educación y un organismo del Gobierno de la Ciudad, de
Provincia o de la Nación, o bien, un organismo no gubernamental, por el
cual el Ministerio de Educación se compromete a prestar servicios educati-
vos y, por otro lado, la institución que es parte del acuerdo se compromete a
brindar o procurar el espacio físico para ofrecer los servicios de jardín.
En el marco del convenio, se otorga a la institución respectiva, un por-
centaje de la distribución de vacantes en el establecimiento educativo que
sea objeto del convenio. El porcentaje es variable, y dependerá del convenio
específico con cada institución”.
Este reglamento administrativo tiene presunción de legitimidad (conf.
art. 12 de la Ley de Procedimientos Administrativos, Decreto 1510/97, texto
consolidado por Ley 6017). Quien esgrima un mejor derecho que el que el
reglamento le otorga deberá demostrar su ilegitimidad.
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8.1. El análisis de esta cuestión puede abordarse de dos modos dis-
tintos: a) Si cualquier habitante de la CABA puede optar entre obtener una
vacante en el sistema público de educación o un subsidio para abonar una
cuota de una institución privada; b) Si existe un derecho de quien no ha ob-
tenido una vacante en una institución pública de educación no obligatoria por
no encontrarse en un grupo prioritario, de recibir un subsidio para abonar
una cuota en una institución privada.
Como se explicará a continuación, ambas cuestiones deben tener una
respuesta negativa.
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8.4. Por otra parte, el otorgamiento de un subsidio en cualquiera de
las dos hipótesis anteriormente analizadas por medio de una sentencia a un
actor determinado configura una violación al principio de igualdad y se cons-
tituye en un privilegio intolerable, ya que es un beneficio económico que no
se ofrece ni otorga en forma generalizada a quienes se encuentran en igua-
les circunstancias. En efecto, para respetar el principio de igualdad, este
subsidio debería extenderse a todos los habitantes de la Ciudad en iguales
condiciones. Ahora bien, pretender que cualquier habitante de la Ciudad que
no integra un grupo prioritario de los antes citados pueda reclamar que el Es-
tado cubra el costo de la educación inicial de los niños o niñas a su cargo en
el sistema educativo privado equivale, en definitiva, a sostener que el Go -
bierno de la Ciudad debería financiar todo el sistema de educación inicial —
el de gestión pública y el de gestión privada— con fondos públicos, ya que
de otro modo, el pago con fondos públicos de las cuotas de sólo algunas fa-
milias consagra una situación de desigualdad inaceptable.
Pero esta definición de política pública —que se sustenten exclusiva-
mente con fondos públicos todos los establecimientos educativos de nivel
inicial de la Ciudad— no sólo no tiene apoyo normativo, sino que se opone a
lo explícitamente previsto en el artículo 25 de la CCABA que consagra que
“la Ciudad puede realizar aportes al funcionamiento de establecimientos pri-
vados de enseñanza, de acuerdo con los criterios que fije la ley, dando prio-
ridad a las instituciones que reciban a los alumnos de menores recursos”.
Esto supone que los aportes que la Ciudad realiza al sistema privado no
abarcan ni a la totalidad de las instituciones, ni cubren la totalidad de los
gastos de funcionamiento, ni garantizan la gratuidad de los establecimientos
privados.
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vacante equivalente en un establecimiento de gestión privada. Al relatar los
hechos explicó que existe un deber constitucional y legal en cabeza del Es-
tado de satisfacer su pretensión en favor de todos los niños a partir de los
cuarenta y cinco días de edad (fs. 1 vuelta/3 de los autos principales, a cuyo
tenor me referiré salvo expresa mención en contrario).
La demandada contestó en su oportunidad que recibió las preinscrip-
ciones, y que su conducta se ajustó a los términos de lo establecido en la re -
solución n° 3.337-MEGC/2013 y sus modificatorias. Sustentó sus dichos en
documentos que acompañó y que indican que la institución seleccionada por
la actora en su preinscripción como su primera opción contaba “con 40 va-
cantes disponibles” para atender las “165 solicitudes como primera prioridad
y 277 inscripciones de personas que la seleccionaron en otro orden de prio-
ridad” (fs. 27). Explicó que todas las vacantes disponibles “fueron asignadas
a aspirantes con domicilio dentro del área del establecimiento”, siendo “18
de ellas asignadas a aspirantes (…con…) alguna condición de prioridad de
ingreso de primer orden” (fs. 27). En cuanto a los demás establecimientos
preseleccionados indicó que “la totalidad de vacantes disponibles se asigna-
ron a aspirantes que seleccionaron las respectivas instituciones como prime-
ra prioridad, no llegando a asignarse a quienes la seleccionaron en otro or-
den de prioridad” (fs. 27). En definitiva afirmó que “conforme el orden de
prioridades mencionado ut supra, han accedido a dichos establecimientos,
niños con mayores prioridades que quien reclama” (fs. 34 vuelta).
El juez de grado hizo lugar al amparo. Así ordenó otorgar la vacante
requerida dentro de un radio razonable del domicilio.
Apelada la decisión, el tribunal de alzada la confirmó en lo sustancial,
si bien precisó que la condena podía cumplirse mediante el otorgamiento de
una vacante fuera del radio de diez cuadras del domicilio garantizando, a su
vez, el traslado del menor con un acompañante, mediando conformidad de
los padres. En caso de imposibilidad, la Cámara condenó al GCBA a afrontar
el pago del costo de las cuotas mensuales de un establecimiento de gestión
privada, previo acuerdo de los padres (fs. 174).
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Por otra parte, la actora no realizó una construcción argumental ten-
diente a explicar las razones por las que sería inconstitucional la priorización
establecida en la norma aplicable al caso, pues tan solo invoca genérica-
mente su derecho a la educación, sin mencionar por qué lo considera frus-
trado en su caso particular.
Es que ni los magistrados de las instancias anteriores ni la actora en
su demanda realizaron un desarrollo crítico de las normas que establecieron
esa prioridad.
Insuficientes y tardías resultan las reflexiones incorporadas por la ac-
tora en su contestación al recurso de inconstitucionalidad, según las cuales
constituiría “un delito […que…] se establezcan prioridades de acceso tenien-
do en cuenta la situación socioeconómica de las personas”. A su juicio, “ello
vulneraría un tendal de tratados internacionales” en orden a la afectación del
derecho a la igualdad y la prohibición de la discriminación. En particular citó
la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de
la Enseñanza de 1960, respecto a la prohibición de “destruir o alterar la
igualdad de trato en la enseñanza”, en especial al “[e]xcluir a una persona o
a un grupo del acceso a los diversos grados y tipos de enseñanza” y, adujo,
al infringir la prohibición de “mantener sistemas o establecimientos de ense-
ñanza separados para personas o grupos” (fs. 206 y vuelta).
El planteo resulta extemporáneo, y no guarda relación con el resto de
los argumentos volcados en la causa, puesto que la pretensión de autos
nunca estuvo dirigida a cuestionar la juridicidad de los establecimientos edu-
cativos no estatales en la Ciudad, y mucho menos a sostener que su exis -
tencia tuviese otra finalidad que la de ampliar la oferta educativa, en especial
no alegó ni probó que estuviese vinculada con la intención estatal de excluir
ilegítimamente del “acceso a los diversos grados y tipos de enseñanza” a un
grupo de la población. Tanto así que la actora incluyó como pretensión subsi-
diaria a la principal que se condenase a la demandada a solventar los gastos
de una vacante en uno de los establecimientos referidos. Por lo demás, ni
aún aquí la actora se esforzó en explicar cuál sería su nivel socioeconómico,
ni por qué —en razón de éste— resultaría concretamente excluida en su ac-
ceso al nivel inicial del sistema educativo.
Como se desarrolló en los puntos 3.2 y 3.3 de este voto, el Estado lo-
cal no tiene una obligación inmediata de provisión universal de vacantes en
los niveles no obligatorios del sistema de educación de gestión pública a
cualquier habitante que lo solicite, con independencia de su situación, y la
actora no ha expuesto por qué razones su caso merecía un distinto trata-
miento. Esta circunstancia es suficiente para descartar la proposición de la
actora respecto a que en su caso se conculcó el derecho a la educación.
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Tal como se dijo supra la demandada explicó oportunamente cuántas
preinscripciones recibió para atender con el limitado número de vacantes
disponibles con que se contaba. A su vez señaló que todos los aspirantes a
los que se les adjudicó una vacante tenían prioridad por sobre la pretensión
de la actora (fs. 27) pues todos ellos denunciaron un domicilio dentro del ra-
dio de las 10 cuadras de la escuela (artículo 42 inciso 6).
Así, resulta arbitraria la decisión de los jueces que entendieron que la
demandada había impedido a la actora el acceso al sistema educativo, por
encontrarse tal conclusión desprovista de vinculación con las circunstancias
del caso.
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anteriores, de manera progresiva (conf. art. 24 CCABA, art.1 ley 898, art. 16
y 19 de la ley 26.206).
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y, dentro de estas etapas tempranas, la ley 26.206 estableció el deber
estatal de universalizar los servicios educativos para los niños y niñas de 4
años (art. 19 ley 26.206).
Posteriormente, la ley 27.045 reformó el artículo 16 de la ley 26.206,
el cual quedó redactado de la siguiente forma:
“La obligatoriedad escolar en todo el país se extiende desde la edad de
cuatro (4) años hasta la finalización del nivel de la educación secundaria. El
Ministerio de Educación y las autoridades jurisdiccionales competentes
asegurarán el cumplimiento de la obligatoriedad escolar a través de
alternativas institucionales, pedagógicas y de promoción de derechos, que
se ajusten a los requerimientos locales y comunitarios, urbanos y rurales,
mediante acciones que permitan alcanzar resultados de calidad equivalente
en todo el país y en todas las situaciones sociales”.
A su vez, en el año 2016, tuvo media sanción en la Cámara de
Diputados el proyecto de ley que propugnó establecer la obligatoriedad de la
educación inicial desde los 3 años (Cámara de Diputados, expediente 0013-
PE-2016 orden del día 812, votación de fecha 16/11/2016).
En este orden de cosas, de la evolución legislativa mencionada surge
con claridad la voluntad del legislador nacional de ampliar el piso mínimo de
educación inicial obligatoria que debe garantizar el Estado.
Aquella determinación del alcance de la educación inicial obligatoria
corresponde exclusivamente al Poder Legislativo y ha quedado establecida
en el artículo 16 de la ley 26.206, reformado por la ley 27.045, antes
transcripto.
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normas vigentes; artículo 16 de la ley 26.206 reformado por la ley 27.045, y
la ley local 898.
En suma, de la lectura integrada de las normas aplicables al caso
surge la distinción entre el derecho de acceso a la educación inicial que
debe ser garantizado por el Estado desde el nivel obligatorio a los cuatro
años de edad hasta completar el nivel secundario—como un deber concreto
y normativamente definido de manera expresa en una regla de derecho— y
el deber estatal de asegurar y financiar la educación inicial de manera
progresiva a partir de los cuarenta y cinco días de vida (conf. art. 24 CCABA,
art.1 ley 898, art. 16 y 19 de la ley 26.206).
En el caso no se encuentra debatido que la actora solicitó la
preinscripción de la vacante para su hijo en la sala de 2 años del servicio de
educación inicial pública no obligatoria, y que se encuentra comprendida en
el número de orden 6.c en la asignación de vacantes establecida en el
artículo 42 de la resolución del Ministerio de Educación 3571/2015, cuya
legitimidad tampoco ha sido cuestionada en autos.
En virtud de todo lo expresado, no se ha acreditado una omisión
antijurídica del GCBA y, por lo tanto, la decisión de la Cámara que obliga al
GCBA a proveerle necesariamente la vacante a la parte actora, se inmiscuyó
en el ámbito de actuación propio de los otros dos poderes del estado
(conforme con el reparto de competencias que surge de la CCABA) lo cual
resulta refractario con el principio de división de poderes que estructura el
ordenamiento jurídico de la Ciudad. La Cámara decidió el caso por fuera de
los límites que establecen las leyes que regulan la materia y es por eso que
la sentencia recurrida debe ser dejada sin efecto.
Así lo voto.
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gen a señalar que el acuerdo celebrado entre el GCBA y la Asociación Civil
por la Igualdad y la Justicia en el marco de la referida causa colectiva abarca
y, por ende, proyecta sus efectos sobre la situación del niño que reclama una
vacante escolar en autos.
No desmerezco la complejidad que entraña la cuestión propuesta por
el GCBA atento las particularidades que distinguen al invocado expediente
“ACIJ”. Tampoco pierdo de consideración el elaborado desarrollo argumental
desplegado por mi colega Luis F. Lozano al tratar este agravio. Sin embargo,
soy de la opinión que este planteo, bajo ninguna de las ópticas propuestas
por el GCBA, logra evidenciar razonadamente un supuesto por el cual deba
habilitarse la instancia extraordinaria reclamada.
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1792/1801 vuelta) articulados por el GCBA a las resultas del cumplimiento
de las metas y actividades que las partes han convertido en objeto del ins-
trumento mencionado en el punto anterior”. En este contexto, cualquiera sea
el alcance de las obligaciones a las que voluntariamente se sometió el GCBA
en aquella oportunidad fuera de los estrados judiciales, no resulta evidente
—ni el GCBA explica— por qué aquel convenio debería tener la fuerza inmu-
table de una sentencia judicial pasada en autoridad de cosa juzgada.
Por los motivos expuestos, voto por admitir la queja, hacer lugar al re-
curso de inconstitucionalidad del GCBA, revocar la sentencia impugnada y
rechazar la presente acción de amparo.
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El juez Luis Francisco Lozano dijo:
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zando la prestación del servicio en todos los barrios de
la Ciudad // c) igualdad de condiciones de acceso, per-
manencia y egreso del sistema educativo, instrumen-
tando las medidas necesarias para su retención en el
mismo...”.
B) el artículo 12 de la ley nacional 26.206 dice que:
“[e]l Estado Nacional, las Provincias y la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, de manera concertada y
concurrente, son los responsables de la planificación,
organización, supervisión y financiación del Sistema
Educativo Nacional. Garantizan el acceso a la educa-
ción en todos los niveles y modalidades, mediante la
creación y administración de los establecimientos edu-
cativos de gestión estatal. El Estado Nacional crea y fi-
nancia las Universidades Nacionales”.
C) y por último, el artículo 24 de la CCBA señala que:
“[l]a Ciudad asume la responsabilidad indelega-
ble de asegurar y financiar la educación pública, estatal
laica y gratuita en todos los niveles y modalidades, a
partir de los cuarenta y cinco días de vida hasta el nivel
superior, con carácter obligatorio desde el preescolar
hasta completar diez años de escolaridad, o el período
mayor que la legislación determine”.
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Por último, D) sostiene que no existe un derecho a obtener una va-
cante con el alcance que la Cámara entiende. En este contexto, refiere que
si la pretensión introducida fuera individual, habría que rechazar la demanda.
Los agravios expuestos son de dos órdenes distintos. Los primeros
dos remiten a la vía a través de la cual ha tramitado el proceso, mientras que
los otros apuntan a los alcances del derecho discutido. Comenzaré por
aquellos referidos a la vía, pues la decisión al respecto, como se verá, torna-
rá innecesario pronunciarse sobre los segundos.
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titucional indelegable de asegurar y financiar el acceso a la educación inicial
de los niños y niñas de la Ciudad (art. 24 CCBA)´. Allí “[s]ost[enía] que en la
Ciudad exist[ía]n miles de niños y niñas que no p[o]d[ía]n obtener una vacan-
te para acceder a la educación pública en el nivel inicial, vulnerándose de
ese modo su derecho a la educación y a la autonomía. Por otro lado, otros
niños acced[ía]n a la educación inicial, lo cual implica[ba] una violación al de-
recho a la igualdad de los excluidos…” (cf. fs. 3).
26
como modo supletorio para el supuesto de que el servicio público no prove-
yese la plaza reclamada, y supone un modo de obtener el cumplimiento de
un tercero con cargo al obligado. Por lo demás, una acción colectiva, sus-
ceptible de dar el mejor curso procesal a un objeto compartido en lo sustan-
cial, puede admitir el complemento de decisiones de alcance individual. Por
ejemplo, la atención de un accidente masivo a cuyo respecto no todos los
daños sean comunes.
27
“The judgment is not (…) dispositive of the individual claims the Baxter peti -
tioners have alleged in their separate action”. Palabras más, palabras me-
nos, lo que vino a admitir la Corte fue el principio según el cual la cosa juzga-
da alcanzaba aún a quienes no habían participado personalmente en el pri-
mer pleito, pero que acciones diferentes con pretensiones distintas pueden
perfectamente convivir.
El segundo caso es “Wal-mart Stores Inc v. Dukes”, 564 U.S. 338
(2011). Allí, expuesto resumidamente, se discutía si un grupo de 6 mujeres
podía representar a una clase integrada por aproximadamente un millón y
medio de empleadas y ex empleadas de Wal-mart. En la visión de las acto-
Bank had engaged in a pattern and practice of racial discrimination with respect to employ-
ees in certain specified pay grades, but not with respect to employees above those grades,
and found that the Bank had discriminated against two of the Cooper petitioners, but not
against the others. Thereafter, the Baxter petitioners moved to intervene, but the District
Court denied the motion on the ground, as to one petitioner, that since she was a member of
the class to which relief had been ordered, her rights would be protected in the later relief
stage of the proceedings, and, as to the other petitioners, on the ground that they were em-
ployed in jobs above the specified grades for which relief would be granted. These latter
Baxter petitioners then filed a separate action against the Bank in the District Court, alleging
that each of them had been denied a promotion because of their race in violation of 42
U.S.C. § 1981. The District Court denied the Bank's motion to dismiss but certified its order
for interlocutory appeal, which was then consolidated with the Bank's pending appeal in the
class action. The Court of Appeals reversed on the merits in the class action, holding that
there was insufficient evidence to establish a pattern or practice of racial discrimination in the
specified grades, and that none of the Cooper petitioners had been discriminated against.
The court further held that, under
Page 467 U. S. 868
the doctrine of res judicata, the judgment in the class action precluded the Baxter pe-
titioners from maintaining their individual claims against the Bank.
Held: The Baxter petitioners are not precluded from maintaining their separate action
against the Bank. While the Court of Appeals was correct in generally concluding that the
Baxter petitioners, as members of the class represented in the class action, were bound by
the adverse judgment in that action, the court erred on the preclusive effect it attached to that
judgment. The judgment bars the class members from bringing another class action against
the Bank alleging a pattern or practice of racial discrimination for the same time period, and
precludes the class members in any other litigation with the Bank from relitigating the ques -
tion whether the Bank engaged in such a pattern or practice of racial discrimination during
that same time period. But the judgment is not dispositive of the individual claims of the Bax-
ter petitioners. Assuming that they establish a prima facie case of discrimination, the Bank
will be required to articulate a legitimate reason for each of the challenged employment deci -
sions, and, if it meets that burden, the ultimate question regarding motivation in the Baxter
petitioners' individual cases will be resolved by the District Court. Permitting the Baxter peti-
tioners to bring a separate action will not frustrate the purposes of Rule 23. To deny such
permission would be tantamount to requiring that every class member be permitted to inter -
vene to litigate the merits of his individual claim. Moreover, whether the issues framed by the
named parties should be expanded to encompass the individual claims of additional class
members is a matter that should be decided in the first instance by the District Court. Noth-
ing in Rule 23 requires that the District Court make a finding with respect to each and every
matter on which there is testimony in a class action. Rule 23's purpose in providing a mecha-
nism for the expeditious decision of common questions might be defeated by an attempt to
decide a host of individual claims before any common question relating to liability has been
resolved adversely to the defendant. Pp. 467 U. S. 874-881.
28
ras, la empresa las discriminaba en violación a lo dispuesto por el Titulo VII
de la Civil Rights Act de 1964. En concreto, alegaban que las decisiones to-
madas por los gerentes locales respecto de montos de salarios y promocio-
nes lo habían sido, sistemática y desproporcionadamente, a favor de varo-
nes. La Corte Suprema resolvió revocar la decisión de la Cámara Federal de
Apelaciones para el 9° Circuito que había entendido que las actoras satisfa-
cían la exigencia de commonality prevista en la Regla 23(a)(2) -cuestiones
de hecho o de derecho compartidas por los miembros de la clase-, y sus pre-
tensiones de pago de remuneraciones atrasadas podían ser certificadas
como parte de una clase (b) (2)., Para decidir del modo relatado, la Corte
consideró, por un lado, que la pretensión de las actoras vinculadas al pago
de remuneraciones atrasadas no podía certificarse en los términos de la Re-
gla 23 (b) (2), toda vez que ese remedio, por su carácter divisible, no era
apropiado para la clase en su conjunto 3. Por el otro lado, señaló que la certi-
ficación de la clase no se compadecía con lo dispuesto en la Regla 23 (a) (2)
(“commonality”), en tanto no había en juego cuestiones de derecho o de he-
cho comunes a la clase. Con cita del precedente “Cooper” ya referido, la
Corte observó que la acreditación del carácter común de la pretensión nece-
sariamente se superponía con el mérito del planteo de las actoras de que
Wal-Mart incurría en prácticas discriminatorias. Para la Corte, el quid de un
análisis en términos del Título VII era “la razón, el fundamento de una espe-
“The Court of Appeals was correct in generally concluding that the Baxter petitioners,
as members of the class represented by the intervening plaintiffs in the Cooper litigation, are
bound by the adverse judgment in that case. The court erred, however, in the preclusive ef-
fect it attached to that prior adjudication. That judgment (1) bars the class members from
bringing another class action against the Bank alleging a pattern or practice of discrimination
for the relevant time period and (2) precludes the class members in any other litigation with
the Bank from relitigating the question whether the Bank engaged in a pattern and practice
of discrimination against black employees during the relevant time period. The judgment is
not, however, dispositive of the individual claims the Baxter petitioners have alleged in their
separate action. Assuming they establish a prima facie case of discrimination under McDon-
nell Douglas, the Bank will be required to articulate a legitimate reason for each of the chal-
lenged decisions, and if it meets that burden, the ultimate questions regarding motivation in
their individual cases will be resolved by the District Court. Moreover, the prior adjudication
may well prove beneficial to the Bank in the Baxter action: the determination in the Cooper
action that the Bank had not engaged in a general pattern or practice of discrimination would
be relevant on the issue of pretext. See McDonnell Douglas, 411 U.S. at 411 U. S. 804-805”.
3“The key to the (b)(2) class is “the indivisible nature of the injunctive or declaratory remedy
warranted—the notion that the conduct is such that it can be enjoined or declared unlawful
only as to all of the class members or as to none of them.” (…). In other words, Rule 23(b)(2)
applies only when a single injunction or declaratory judgment would provide relief to each
member of the class. It does not authorize class certification when each individual class
member would be entitled to a different injunction or declaratory judgment against the defen-
dant. Similarly, it does not authorize class certification when each class member would be
entitled to an individualized award of monetary damages” 564 U.S. 338 (2011), 20 - 21.
29
cífica decisión en materia de empleo”, y las actoras buscaban accionar en un
único trámite contra “millones” de decisiones relativas a cuestiones de em-
pleo. Según la Corte, sin ningún vínculo que unificara el criterio de los funda-
mentos invocados para adoptar esas decisiones, resultaba imposible soste-
ner que el examen de todas las pretensiones de los miembros de la clase
diera lugar a una respuesta común a la cuestión de la discriminación.
Estos dos pronunciamientos, ilustran sobre la cuestión aquí debatida:
la cosa juzgada -y, por lo mismo, la litispendencia- en una acción de clase
comprende, desde el ángulo subjetivo, a todas las personas comprendidas
en la clase. Consecuentemente, para que miembros de la clase puedan liti-
gar separadamente deben mostrar que sus acciones no fueron dispuestas o
están siendo dispuestas en otro pleito, es decir, no están dentro de sus lími-
tes objetivos. Agrego que cuando la clase permite separar el reclamo de
cada miembro, puede existir la opción de no quedar alcanzado por el litigio
(opt-out); mientras que cuando el objeto es indivisible, como ocurre en el
caso que nos ocupa, esa posibilidad desaparece. La razón es que no cabe
decidir dos veces la misma cuestión, ni aún cuando se la resolviese en igual
sentido, puesto que la cosa juzgada es inmutable e irrevisable 4. En esto ri-
gen las mismas ideas, recogidas desde antiguo en nuestro medio, acerca del
litisconsorcio necesario. El pleito no se puede llevar adelante si no se vincula
al proceso a todos los litisconsortes, quienes, hayan resuelto participar o se
pongan en situación de rebeldía, quedan alcanzados por la sentencia.
30
berry v. Lee. 311 US 32 (1940) 5. En el mismo orden de ideas, la ley de am-
biente 25.675 limita la estabilidad de la cosa juzgada en materia ambiental
cuando hay rechazo y éste obedece a cuestiones probatorias. En caso con-
trario, la cosa juzgada vale erga omnes (art. 33, párr. 2do.). No es difícil ad-
vertir cómo el legislador ha buscado resguardar el principio precautorio por
esta vía. Pero, lo que interesa es que, en una situación que tiene en común
con la presente el objeto indivisible de la prestación demandada, la senten-
cia que admite la acción vale erga omnes.
En igual orientación, el Proyecto de Procesos Colectivos (Ver Acade-
mia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Proyecto de
Procesos Colectivos, Buenos Aires, 2014, Instituto de Derecho Procesal). En
lo que aquí importa, el art. 38, inc. b, prevé los alcances de la sentencia dic-
tada en el marco de ese tipo de procesos y los efectos de la cosa juzgada. Al
respecto refiere que
“[e]n los procesos colectivos con intereses difu-
sos, la sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto
para el grupo involucrado en la litis ya sea admitida o
rechazada, se aplicará a todos los supuestos que en el
futuro caigan dentro de la misma pretensión colectiva y
se mantenga la situación que dio lugar a la pretensión.
En el caso de los derechos individuales homogéneos la
sentencia igualmente hará cosa juzgada, sea admitida
o rechazada, excepto para quienes se encuentren ex-
cluidos del grupo quienes podrán intentar sus preten-
siones individualmente. Todo ello sin perjuicio de la res-
ponsabilidad que en este caso corresponda al repre-
sentante adecuado y a sus letrados.// Si la pretensión
colectiva fuera acogida, los damnificados podrán solici-
tar la liquidación y ejecución de la sentencia a título
personal, pudiendo optar por promover estos pedidos
ente el tribunal del lugar de la afectación.// La cosa juz-
31
gada recaída en juicio puede ser invocada por sujetos
legitimados que no han intervenido en el proceso,
contra quienes hayan sido condenados, pero no puede
serle opuesta. //En el nuevo proceso que promuevan
los terceros, invocando la sentencia anterior deberán
acreditar la relación de causalidad”.
32
9. Dicho esto, asiste razón al GCBA cuando afirma que la decisión
apelada repercute sobre quienes no fueron incorporados a esta litis.
9.1. Si como parece asumir el tribunal a quo y también las partes, las
vacantes no alcanzan a satisfacer todos los requerimientos, dar al menos
ocasión, sino obligar, según se entienda la sentencia impugnada y sean las
circunstancias de la realidad, a que la parte actora en esta causa reciba una
plaza por fuera de la normativa que determina la distribución de esas plazas,
postergará a la clase de quienes la habrían obtenido en ausencia del men-
cionado pronunciamiento. Aún si el GCBA dispusiere efectivamente de los
medios para solventar estas plazas en establecimientos privados, pronuncia-
mientos individuales generarían una distribución del total de plazas, suma-
das las del servicio estatal y las contratadas a establecimientos privados, de
un modo no guiado por criterios objetivos de acceso y, con un probable re-
sultado de que difícilmente quepa esperar que el servicio a brindar sea
idéntico. Por lo demás, no cabe presumir que la clase de los postergados
sea una clase vacía, especialmente en un escenario en que, según mencio-
na el debate, la demanda de plazas ha crecido mucho más de lo que expli-
caría un crecimiento de la población.
Al respecto, el GCBA señala que “…la demanda de vacantes sobre-
pasa la disponibilidad con la que cuenta la Administración Local…” y que “…
como obligación de carácter progresivo se identifica precisamente la de
adoptar medidas para garantizar progresivamente los DESC en la medida de
los recursos disponibles y a través de medios apropiados” (cf. fs. 34 vuelta).
En efecto, una sentencia de esta especie podría traer aparejado que
dos menores en la misma situación de hecho y cuyas preferencias fueran
idénticas fueran a colegios completamente distintos sin alguna razón que
justifique el diferente trato uno a un colegio público de jornada simple lejos
de su domicilio y otro, en virtud de una sentencia judicial, a un colegio priva-
do jornada completa al lado de su casa, afectando sensiblemente el igual ac-
ceso al servicio. Asimismo, podría muy probablemente alterar la observan-
cia de “prioridad” que ordena el art. 25 CCBA, primer párrafo, con arreglo al
cual la Ciudad puede realizar aportes al funcionamiento de establecimientos
privados de enseñanza, de acuerdo con los criterios que fije la ley, dando
prioridad a las instituciones que reciban a los alumnos de menores recursos.
En ese sentido, sentencias judiciales dictadas en procesos individuales no
podrían asegurar una distribución arreglada a criterios uniformes.
33
una ampliación de las plazas, pero, recurriendo a una distribución no sujeta
a pautas objetivas legítimas, el debate no puede ser llevado a cabo sin la in-
tervención de esos afectados. Un proceso colectivo cuyo objeto es un recla-
mo indivisible supera estas dificultades.
En verdad, lo que se discute es la dimensión del servicio y así queda
ello demostrado cuando se concluye obligando al Gobierno, lo que supone
autorizándolo a contratar prestadores privados del servicio por fuera de toda
previsión legislativa, reglamentaria de las características del servicio, o aún
de habilitaciones presupuestarias.
En el caso que nos ocupa, es visible que si el plus de vacantes se ob-
tiene del sector privado —posibilidad contemplada por la Cámara— por im-
posibilidad de brindarla por medios estatales, lo cierto es que la igualdad de
oportunidades que la CCBA tutela sólo puede lograrse distribuyendo estos
bienes, en sí comparables pero distintos, con arreglo a estándares iguales
para todos los beneficiarios, sin distinción entre quienes llegaron antes o
después de la entrega.
Una vez más, ello muestra que el objeto del pleito es, en realidad, in-
divisible.
9.3. Varias son las razones que llevan a que la discusión deba tener
lugar en el marco de una acción de clase. Sin la conformación del colectivo
de posibles afectados, la sentencia arrojaría resultados incompatibles con el
orden jurídico, lo que imposibilitaría su cumplimiento. De ese modo, yerra la
Cámara cuando afirma que “…los fundamentos jurídicos que justifican el
desplazamiento de la jurisdicción por conexidad (impedir el dictado de sen-
tencias contradictorias y/o favorecer la economía y celeridad procesal al evi-
tar que el nuevo magistrado deba interiorizarse de una cuestión que ya es
conocida por otro), no se verifican entre los autos aquí comprometidos” (cf.
fs. 30 vuelta).
Lo que esta visión soslaya es que no se trata de conexidad entre am-
bas causas sino de superposición o litispendencia.
Cabe aquí recordar que los jueces de la CABA no están sujetos al
procedimiento formulario romano, sino que tienen la potestad de interpretar
las pretensiones de las partes y resolver con arreglo a derecho, investigado
e interpretado dentro de lo que posibilita el iura novit curia. Esta interpreta-
ción incumbe a los jueces de la causa, que tienen amplitud, pero dentro de
límites trazados por el orden jurídico y la razón.
Ritualmente, la frase transcripta en el primer párrafo de este acápite
8.3 dice que la posibilidad de sentencias contradictorias no se verifica en la
causa, pero, no se hace cargo de la invocación de indivisibilidad del objeto,
ni de la representación asignada a la ACIJ por el juez a cargo del juzgado
nro. 5, ni, principalmente, de la desigualdad que genera la solución impugna-
da en el servicio que reciben quienes no son convocados a la litis.
En pocas palabras, la resolución de un caso en forma individual, por
fuera de la causa donde la prestación indivisible tramita, desemboca en una
distribución de plazas que no contempla los estándares fijados para asignar
34
las que brinda el servicio y, por ello, no resguarda la garantía de igualdad en
la asignación reconocida en las normas sobre cuya base los jueces de la Cá-
mara dijeron apoyar la condena (cfr. el punto 2.1. de este voto).
35
presenta una directiva de orden que no puede considerarse infranqueable
(CNCiv., sala F, J.A. 1982-III-116). Incluso, de oficio en la alzada (Capel. De
Junin, J.A. 1982-III-247); en contra PALACIO, ob. cit., vol III, p. 214, nota 29
bis). Ello así, por la naturaleza y alcances de la potestad judicial en cuestión,
en consecuencia con las finalidades del instituto y el objeto —ya destacado
— que se persigue en relación directa con la eficaz prestación de la justicia”
(p. 17).
El mismo autor, refiere que “[l]os poderes-deberes que en orden a la
dirección y ordenación del proceso incumben a los jueces (art. 34, inc. 5º,
CPCCN), son comprensivos de un abanico de posibilidades entre las que se
incluye de modo principal la de sanear los actos del proceso (ap. b, norma
cit.), principio general que tiene aplicación concreta en el artículo 89 en
cuanto impone la verificación oficiosa en los supuestos de litisconsorcio ne-
cesario, de la citación en forma de todos los legitimados sustantivos (Así, la
falta de integración de la litis y la declaración de nulidad de lo actuado siendo
el vicio manifiesto, no constituye tan sólo una facultad del juez sino un deber
jurídico (SCJBA, Ac. y Sent. 1985-III-75, entre otros). No le está asignada al
juez una mera facultad de carácter potestativo, utilizable o no según su arbi-
trio, sino que se le atribuye como poder-deber que está constreñido a reali-
zar necesariamente con independencia de la rogación de las partes (DIAZ,
C.A., Instituciones del derecho procesal, Abeledo Perrot, Buenos Aires,
1986, vol. 1, ps. 240-243. FENOCHIETTO, ob. Cit., vol 1, ps. 139-140.), para
el logro de los fines públicos del proceso. Se le confiere ese potestamiento
para ser actuado en forma activa y no displicente, en cuanto lo demanda el
rendimiento (resultado y eficacia) público del servicio de justica empeñado
para la justa composición del litigio (MORELLO, SOSA y BERIZONCE, ob.
cit., vol. II-A, ps. 561-564)”.
En los procesos colectivos, la necesidad de no retrotraer puede ser
mayor, y hasta puede ser jurídicamente imposible hacerlo. Cuando la mate-
ria del proceso colectivo es un cúmulo de derechos subjetivos homogéneos,
la situación es similar a la del litisconsorcio facultativo. Cabe incorporar al
proceso más avanzado, en tanto los incorporados no pretendan retrotraer el
debate a una etapa superada. En estos supuestos, es admisible la opción de
no incorporarse prevista para quienes no quieren ejercer su derecho o quie-
ren hacerlo (opting out) separadamente.
En cambio, cuando la pretensión es indivisible, la opción es impracti-
cable, porque la situación es la de la litispendencia. En última instancia, la
sentencia primeramente firme será cosa juzgada para la pretensión. Es ilus-
trativa, al respecto, la solución del artículo 6 del Proyecto de Procesos Co-
lectivos al que me referí en el punto 8 de este voto. Dice allí que
“[a]l momento de dictar sentencia, si de acuerdo con las
reglas de la sana crítica, y en protección del interés ge-
neral, el tribunal entiende que la cuestión tiene carácter
colectivo, suspenderá su dictado y procederá conforme
con el art. 5”.
Ese artículo 5, a su vez, reza:
36
“[c]uando el tribunal advierta que una cuestión plantea-
da por el afectado o por una determinada asociación
puede tener alcance colectivo, más allá del sujeto indi-
vidual o de la asociación presentada, citará a los posi-
bles legitimados [...] y resolverá lo que corresponda…”.
Ese mismo artículo continúa diciendo que:
“si [el tribunal] tuviera conocimiento de la existencia de
diversos procesos individuales tramitados contra el mis-
mo demandado, con el mismo fundamento, notificará al
Ministerio Público y, en la medida de lo posible, a otros
representantes adecuados, a fin de que propongan una
pretensión colectiva, si lo estiman pertinente”.
En lo que aquí interesa, Ley General de Ambiente, que trata de una
de las pretensiones indivisibles más típicas, permite a quienes quieren incor-
porarse al debate hacerlo como terceros, sin perjuicio de ejercer por sí las
pretensiones divisibles cuando son damnificados directos. 6
6ARTICULO 30. — Producido el daño ambiental colectivo, tendrán legitimación para obte-
ner la recomposición del ambiente dañado, el afectado, el Defensor del Pueblo y las asocia-
ciones no gubernamentales de defensa ambiental, conforme lo prevé el artículo 43 de la
Constitución Nacional, y el Estado nacional, provincial o municipal; asimismo, quedará legiti-
mado para la acción de recomposición o de indemnización pertinente, la persona directa-
mente damnificada por el hecho dañoso acaecido en su jurisdicción.
Deducida demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares señala-
dos, no podrán interponerla los restantes, lo que no obsta a su derecho a intervenir como
terceros.
Sin perjuicio de lo indicado precedentemente toda persona podrá solicitar, mediante
acción de amparo, la cesación de actividades generadoras de daño ambiental colectivo.
ARTICULO 33. — Los dictámenes emitidos por organismos del Estado sobre daño
ambiental, agregados al proceso, tendrán la fuerza probatoria de los informes periciales, sin
perjuicio del derecho de las partes a su impugnación.
La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de que la
acción sea rechazada, aunque sea parcialmente, por cuestiones probatorias.
37
ción, corresponde, si se encontraran reunidos los requisitos necesarios, que
el proceso, de ahora en adelante, tramite como un proceso colectivo.
Aunque con alguna imprecisión, así lo ha solicitado el GCBA cuando,
según el relato que hizo la Cámara, “…se [había] agravi[ado] de que el a-
quo desestim[ara] su pretensión de conexidad con el expediente `Asociación
Civil por la Igualdad y la Justicia c/GCBA s/Amparo” (expte. 23360/0) en trá-
mite por ante el Juzgado del Fuero Nº 3, Secretaría Nº5. [Al respecto había
m]anifest[ado] que el amparo aquí en análisis t[]en[í]a íntima vinculación con
dicha causa por tratarse del requerimiento de una vacante escolar inicial”.
Asimismo, refirió que “…la conexidad se evidencia[ba] porque concurr[ía]n
identidad en sus elementos y porque se halla[ba]n vinculadas las circunstan-
cias del mismo con la naturaleza de las cuestiones [que] aquí [se habían] in-
vocad[o], a fin de [que se] evita[ran] el dictado de sentencias contradictorias”
(cf. fs. 24 vuelta).
Finalmente, nuevamente según el relato de la Cámara, el GCBA ha-
bía postulado que si se rechazaba el pedido de acumulación “…se estaría
haciendo caso omiso a un amparo colectivo como es el de ACIJ” (cf. fs. 24
vuelta). En ese orden de ideas, refiere que la pretensión de la parte actora
estaría alcanzada por el acuerdo al que se arribó en el expediente “ACIJ”
que, según postula, habría pasado en autoridad de cosa juzgada colectiva.
38
12. Acerca de la posibilidad de que se constituya a la demandante
como clase. el Proyecto de Procesos Colectivos (V. punto 8 y 9 de este voto)
refiere en el art. 11 que:
“…el tribunal, de oficio o a pedido de parte, en cual-
quier caso, ante un reclamo individual o colectivo infe-
rior al número indicado, [se encuentra habilitado para]
ent[ender] que corresponde formar un proceso colecti-
vo. En tal supuesto, dará vista al Defensor del Pueblo y
al Ministerio Público. Si alguna de estas instituciones se
integra al proceso con el fin de que el mismo se desa-
rrolle como un proceso colectivo, o se agregue la canti-
dad adecuada de sujetos, la petición inicial o el proceso
ya iniciado se transformarán en proceso colectivo”.
A su turno, al referirse a las notificaciones, el art. 15 prevé
quienes quedarán incluidos en la clase y la forma de quedar ex-
cluido:
“…El tribunal inmediatamente notificará de la mejor forma
posible de acuerdo con las circunstancias a los miembros
del grupo, incluyendo la notificación en forma individual, en
la misma forma que se notifica a los demandados, a todos
los miembros que puedan ser identificados mediante un ra-
zonable esfuerzo. c) Contenido de la notificación a los
miembros del grupo. La notificación a los miembros del gru-
po advertirá a cada uno que: 1º) el tribunal lo excluirá del
grupo, si el miembro lo solicita siempre que se tratase de
derechos individuales homogéneos, 2º) el decisorio, resulte
favorable o no, incluirá a todos los miembros que no re-
quieran exclusión, y 3º) cada miembro que no requiera ex-
clusión podrá, si lo desea, intervenir en el juicio mediante
un abogado, para que controle y lo asista respecto de sus
derechos individuales. d) Exclusión del grupo. En la notifi-
cación se hará constar que los miembros del grupo tienen
la posibilidad de solicitar su exclusión del proceso y de los
efectos de éste produzca dentro del plazo de sesenta días
hábiles. Los miembros del grupo que no hayan pedido la
exclusión serán considerado parte en el proceso. Se infor-
mará que, de no ejercer la opción, sus derechos serán de-
fendidos por el representante que resulte designado. La so-
licitud de exclusión deberá fundarse en una causa relevan-
te y podrá ser denegada por el tribunal. ”.
39
a la necesidad de que el tratamiento judicial responda a la indivisibilidad del
objeto de la litis.
Como ya se dijo, este pleito tiene un objeto indivisible, que, al tiempo
en que la acción fue articulada, ya venía tratado en el proceso promovido por
ACIJ.
En ese escenario, repito, el GCBA demandado tiene derecho a que la
parte oponente se constituya como clase y, en consecuencia, a litigar en un
único proceso. Por una parte, porque es un derecho propio de la acción de
clase cuyo fundamento, ciertamente, es atender al derecho de defensa y ga-
rantizar un pronunciamiento fundado en la ley. Por otra parte, porque se tra-
ta de una situación en que procesos distintos exponen a soluciones consis-
tentes en estándares incompatibles de conducta para el GCBA y suscepti-
bles de afectar a quienes no están representados en el proceso, así como ha
mediado renuencia a litigar en el marco de la clase, a excepción de ACIJ que
lo ha requerido expresamente.
13.1. Los miembros de la clase no pueden optar por ejercer ese dere-
cho colectivo en procesos distintos, puesto que el objeto por indivisible no
admite más que uno. Mientras puedan hacer peticiones útiles a su interés ju-
rídico, los miembros de la clase pueden participar en el proceso en que pri-
meramente se hubiera tenido la clase por configurada. No permitirlo supon-
dría privarlos de su derecho a acceder a la justicia en defensa de ese dere-
cho colectivo. No cabe retrotraer el proceso en que primeramente se hubiera
tenido la clase por configurada, pues hacerlo sería en perjuicio de la clase y
aun de los miembros que se incorporasen tardíamente. En el proceso insta-
do por ACIJ aún pueden formularse peticiones a propósito del acuerdo pre-
sentado en la audiencia del 15 de febrero de 2011.
Conclusión
40
Por ello, voto por i. hacer lugar al recurso de queja y de inconstitucio-
nalidad; ii. acumular estas actuaciones al proceso colectivo instado por la
ACIJ l; y, iii. suspender el trámite de este expediente a las resultas de lo que
ocurra en aquél otro.
5. Por ello, voto por rechazar la queja del GCBA (fs. 52/59).
41
1. Admitir la queja y hacer lugar al recurso de inconstitucionalidad in-
terpuestos por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
2. Revocar la resolución de la Sala I de la Cámara de Apelaciones en
lo Contencioso Administrativo y Tributario de fecha 13 de junio de 2018, ac-
tuación n° 11660899/2018; y rechazar la demanda de amparo promovida
por María Victoria Sironi.
3. Mandar que se registre, se notifique y, oportunamente, se remitan
las actuaciones a la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrati-
vo y Tributario.
42
TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA|EXP:15955/2018-0 CUIJ J-01-00409530-4/2018-0|ACT 16686987/2020
Luis Francisco LOZANO Inés Mónica WEINBERG Marcela Vivian de Alicia Enriqueta Carmen
JUEZ/A JUEZ/A Langhe Ruiz
TRIBUNAL SUPERIOR TRIBUNAL SUPERIOR JUEZ/A JUEZ/A
DE JUSTICIA DE JUSTICIA TRIBUNAL SUPERIOR TRIBUNAL SUPERIOR
DE JUSTICIA DE JUSTICIA
Santiago Otamendi
JUEZ/A
TRIBUNAL SUPERIOR
DE JUSTICIA