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Maria Telleria Solari116 Harry BELEVAN
MARIA TELLERIA SOLARI (1926)
Obra: Juan Volatin; (teatro).
Mi amiga Paquifia; (cuentos).
La amante herida; (prosa).
La magia de Don Rico; (teatro).
Escritora que se inicia en la literatura en los afios sesenta, Te
Ilerfa Solari escapa, sin embargo, a esa generacién crucial de Ia
poesia y Ia narrativa peruanas, mediante una obra de gran int:
midad personal, paseista, en la que destaca Juan Volatin, poema
teatral basado en el homénimo de José Maria Eguren.
La contundencia de Ia trama de "La apoteosis de la maestra",
cuento hasta hoy inédito, se le presenta al lector desde el primer
parrafo: el cuento trata de una profesora de colegio devorada por
sus alumnas...
Situada en estos términos, Ia monstruosidad de Ia anécdota
—daireada por una naturalidad secretamente Iirica— permite a la
autora el desarrollo de una fabula cuya metdfora consiste en un
planteamiento inductivo, en donde nacen sus sintomas fantdsticos:
en vez de desembocar en la aberracién que ilusira el relato, el
lector se inicia en la perpleja realidad —la de unas alumnas que,
Juego de matar a su maestra, “se comieron antropéfagamente sus
restos”— de donde asciende a esa cotidianeidad en la que, diria-
se, se mueve nuestro diario existir, acostumbrado como lo esté a
Ja convivencia pacifica de lo bueno y lo bello con lo monstruoso
y aberrante. Es esta “narrativa a contrapelo” la que suscita el me
canismo fantastico del cuento, en el momento en que lo grotesco
se destliza fuera de si mismo y el lector queda como abandonado
a una inexplicabilidad en la que, sin embargo, intuye y hasta re
conoce una normalidad diaria.
Este cuento, que se publica por primera vez, gané en 1970 el
Premio Internacional de] Circulo de Escritores y Poetas Iberoame-
ticanos de Nueva York.AntoLocfa peL Cuento FanTAstico PERUANO 17
LA APOTEOSIS DE LA MAESTRA
La maestra habia muerto, habia sido despedazada por sus
alumnas que, luego de matarla, se comieron antropéfagamente sus
restos. La maestra era una poetisa, de fina sensibilidad y roman-
tico temperamento, que comenzara su labor a los 20 afios siendo
sorprendida por la muerte a los 35. Se realizaba la investigacién
ocular. A todas las alumnas se les consideraba presuntas culpa-
bles. Se interrogaba ahora a la que por su aplicacién ocupaba el
primer lugar en el cuadro de méritos:
—Haga el favor de relatarnos la escena con todos los detalles.
La muchacha, una criatura de rostro inexpresivo, se cogid un
pie, con un ademdn entre cémico y cruel, diciendo una sola pa-
lobra:
—Aaui.
—tQué cosa es aqui? 4Por qué se coge Ud. el pie? (Déjese
de bromas estipidas!
—Nada, que empecé a comerme su cuerpo por el pie. Le qui-
té la media y mordi el talén.
—jEsta Ud. local
La directora no sabia a dénde mirar. Efectivamente, sdlo se
encontraron los huesos roidos y mordisqueados. Encima de esos
restos macabros habian colocado un letrero: “leccion de ana-
tomia”,
Uno de los poemas de la maestra asesinada decia:
Oh juventud dulce y amarga
a Ia que he dedicado mi triste vida...
Y nada més. Sélo publicé un libro de versos intitulado Des-
lino. Era timida en su conversacién y por momentos parecia no
hallar expresién para sus pensamientos. Y cuando la impacien-
cia se apoderaba de ella, durante esa tortura que eran sus clases,
se ponfa roja y le temblabam los labios. Pero no sabia levantar
la voz. Y el bullicio de la sala, que brotaba de Ia ininterrumpida
conversacién de las alumnas, semejaba envolverla, cogerla como
un torbellino y destronarla. Ella hablaba de poesia. Trataba de
*xplicar el magico poderfo de la palabra poética. El sumo esfuer-zo que significaba para el poeta absiraerse del “mundanal mid,
y crear. Desde el fondo de la clase una muchacha empezé a mq;
llar, eclipsando la poesia del lejano trovador. Las risas adquits
ron un tono muy agudo. Y ya no hubo en la clase mds que y,
gigantesco gato que miraba a la profesora con ojos brillomtes y
tojos. Cuatro chicas en la primera fila canturreaban una cand,
"go-go" que decia:
Cuando te quiero con el alma
stbitamente siento los sesos
con retortijén. . .
La maestra habia salido cabizbaja. Y frente al patio desier ,
to del colegio, pensé en su calvario y en que los poetas ya note
nian ubicacién en este mundo. Por qué entonces se obligaba«
los maestros a cumplir programas sobre poetas y poesia? Todo,
era una irrisi6n y una crueldad. Un pajarillo revoloted suavemer
te y cogié al vuelo una migaja que yacia en la cuneta. E] perm
del colegio moviéd la cola al pasar ella, que sin darse cuenta h
miré tiernamente. Al menos él era sincero. La directora la habia
lamado a su oficina. Cuando entré no pudo menos que mia,
colocados en fila muy diestramente, en un armario sin luna, un
serie de animales disecados. Recordé también que el dia anterior
la directora habia mandado sacar todos estos bichos inertes a que
tomaran el sol, para que no fueran presa facil de la polilla. Yd
conejo con sus ojos de vidrio y el dguila con un ala extendida #
asolearon la mafiana entera. El colegio, pensd, estaba tan muer
to como esos animales y la directora era otra pieza de museo.
—Ud. no parece consciente del lugar que ocupa. Su clase &
un laberinto. Ya me he dado cuenta al pasar. Las alumnas 10
la respetan. No sabe Ud. hacerse respetar. No tiene Ud. concier
cia del principio de autoridad. Basta con poner una cara pad
las circunstancias y un tono de voz fuerte. E infundirles miedo.
Sélo el temor puede manejarlas. Pero, Ud. gqué hace? _|Les he
bla de poesia, de luz, de sutilezas que ellas no van a entende
nunca y sobre todo que no les interesan! jCifiase al programd
jCimplalo fielmente! jMachdqueles datos, eso, datos! [Por ejen :
plo: el poeta nacié en 1506 y murid de tuberculosis en 1526] Pa
lo tanto vivid 20 afios, dejé escritos veinte libros y un dicciona?Anrto.ocia pe Cuenro FantAstico PERUANO 119
de poesia, jNunca tuvo un centavol |Y nadie hizo caso de sus
obras de su tiempo! La primera obra se llamaba Ilusién y la
ultima Desesperanza. Ninguna mujer lo quiso. Y ahora se le
considera un gran poeta. {Nada mds! Es suficiente para que re-
cuerden y pase al siguiente autor!
Cuando salié de la Direccién sentia su alma arrastrarse detraés
guyo, como si fuese un animal, no un animal disecado sino vivo.
El dia del crimen nada hacia preludiar el tremendo suceso.
Cuando entré a clase una alumna le obsequié un ramo de rosas
rojas. Cosa totalmente inexplicable. Oiras las arreglaron cuida-
dosamente en un improvisado florero, adornando el pupitre con
é. Una alumna le recité de un solo tirén la rima de Bécquer,
aquella de “Volverém las oscuras golondrinas”. No se ofa ni el
yolor de una mosca en la clase. De pronto una alumna, la mis-
ma que habia recitado, avanzé y sin que ella se diera cuenta, le
clavé el pufial. Murid dulcemente. Y entonces se la comieron
entre todas. La risa era general y la alegria de primavera, tal
como correspondia al mes de octubre. Luego, cuando llegaron a
sus casas, ninguna tuvo hambre y hablaron vagamente de indi-
gestiin. Algunas vomitaron. Pero estaben tronquilas. Habian
pretendido enterrar los huesos junio a un rosal, escogiéndole asi
un lugar poético. Sin embargo el perro, que siempre estaba ham-
briento, los desenterré. Y cuando le avisaron a la directora ésta
no sabia explicarse de dénde procedian, ya que no hacian juego
con ninguno de los que ella poseia en su museo. Como al dia si-
guiente la profesora no acudié a su clase y ella no faltaba nun-
ca, empez6 a tener sospechas. Sospechas que se confirmaron
cuando interrogé a las chicas de ese salén. No lograba explicdr-
selo, jamds habja sucedido algo por el estilo en el colegio. Tra-
to de achacar el crimen a la influencia nefasta de la televisién,
pero el sicdlogo con quien consulté el caso, le dijo que no bas-
taba esa hipdtesis. Debia de existir en las alumnas de esa clase
muchas con inclinaciones criminales congénitas. Se cité con ca-
racter de urgencia a la Asociacién de Padres de Familia para dis-
cutir las medidas que se habrian de tomar. Si se hacia la denun-
cia 0 se optaba por un silencio prudente. Hubo varios padres de120 Harry BELEvaNn
familia que en Ja larga sesién hicieron también largas disquis
ciones sobre lo que iba a significar para sus hijas la pérdida del
affio, el truncamiento de sus estudios, quizé para algunas. Pero
otros més justicieros dijeron que si no se les hacia sentir chora
temprano que habfan cometido una falta, qué sentido de la mo-
ral se les iba a inculcar? Al filo de la media noche pes6 més el
argumento de los justicieros; se sometié al voto y se vo'd por la
denuncia. .Quién iba a decitselo a Ia policia? Se vot6 también
porque fuera el jardinero, el hombre que descubrié los huesos y
al perro lamiéndolos. Asi se hizo. La policia fue la més escan-
dalizada. El proceso adquirié caracteres de tremendo sensaciona-
lismo, sobre todo pericdisticamente, los diarios que escribian se
bre eso se vendian como cancha. Pero al fin y después de un
tiempo se fue haciendo el silencio y se eché tierra sobre el asunto.
Algunos sefiorones influyentes, padres de algunas de les chicas,
se entendieron con la justicia. Corrié dinero. Y luego vino la req
nudacién de las clases y el examen final, prueba que las alum
nas rindieron satisfactoriamente, siendo aprobado 99% de la da
se. El jurado reconocié que en aquel salén las jovencitas tenfan
un muy alto coeficiente de inteligencia. La directora, para evitar
que se pudiera repetir un caso tan desagradable e inoportuno, de
cidié preguntarle a todas las que postularan a ler docencia en su
colegio, si eran poetisas o amaban la poesia, y, para el puesto de
profesora de Literatura que habia quedado vacanie buscé a una
taxidermista, aficionada también a las letras, de paso le disecaria
los animales que siempre necesitaba para aumentar su museo.
Y la directora experiment un breve remordimiento al pensar que
habria sido agradable tener disecuda a la maestra de Literatura
asesinada, le hubiera puesto un letrerito para clasificarla: "Por
tisa’, ensefidmdoles a las alumnas que ése era un espécimen pe-
ligroso, un animal estipido y sin sentido en la admirable Creacién
del Sefior. Decidié también con la nueva profesora de Literatura,
crear un club de Taxidermia y, para: sorpresa suya, encontré que
este club tenfa gran aceptacién entre el alumnado y que varias
que el afio pasado habion sido protagonistas de ese “affaire" se
inscribieron, inclusive la del pufial, que era una chica muy lists
y simpética, y no por cierto la primera de la clase que, sabia ella.
no habia participado sino a la hora del canibalismo.
Teoría y Praxis Comparatista Del Cuento Hispanoamericano en Cinco Autores: Horacio Quiroga, Julio Cortázar, Enrique Anderson-Imbert, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño