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Carandini-Historias en La Tierra

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UNIVEAS/DAD DE BUAGDS (L ¡'ti

UBU·
ANDREA CARANDINI

UNIVERSIDAD DE BURGOS HISTORIAS


BIBLIOTECA

EN LA TIERRA
Conforme a lo que dispone el Reglamento de préstamo,
este libro debe devolverse en la última de la fechas que
constan a continuación.
Manual de excavación arqueológica

l 3 MAYU 1005
14 MI. 7005
2 8 JUILZIlIl Traducción castellana y prólogo de
O4 ABR. 7IlIl6 XAVIER DUPRÉ RAVENTÓS
2 ":1 2001 '78_
1~) Di L 2001 24 MAyn 700
() 6 sn. 700Ii
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26 HiJ •. iUU3 O6 DIC. Z006


a3 DIC. ZDU3 o9 pi" :m07
o9 DIC. 2003
Z ofl'" 2004
1 o MAR. 2004
Z g ABR. 2D04
n¡i t1AYU 2004
a¡,JUN. 2004
'17 SH. 2004

CRÍTICA
GRLJALBO MONDADOR!
BARCELONA
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

La traducción española de Storie dalla terra. Manuale di scavo archeolo-


gico aparece, aparentemente, con algunos años de retraso ya que la primera
edición italiana vio la luz en 1981. En realidad, el lector se halla frente a la
traducción de una nueva edición, de 1991, ampliamente renovada y que con-
llevó no sólo una actualización de sus contenidos, sino el volver a escribir el
original, la eliminación de los apéndices finales de la primera edición y la in-
corporación de una serie de J,1uevos textos del autor.! También hay que tener
en cuenta que la primera versión de esta obra no es desconocida para los ar-
queólogos de nuestro país, más bien al contrario: muchos somos quienes la
leímos hace ya bastantes años en su versión originaL Pero también es cierto
que la riqueza y profundidad de las reflexiones del autor y, especialmente, su
perfecto uso de la lengua italiana -Carandini no utiliza un italiano fácil, sino
que hace gala de un dominio extremadamente culto del mismo~ dificultan
al lector extra:njero que no tenga un óptimo conocimiento del idioma de
Dante la comprensión total, en profundidad, de los conceptos en este texto
expresados.2
A través de las páginas de este libro se da respuesta a todos o casi todos
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright bajo
las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier los temas sobre los que el investigador se interroga al afrontar el trabajo de
medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribu- campo y por ello su lectura, necesaria para los estudiantes universitarios, es,
ción de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. en mi opínión, imprescindible para aquellos arqueólogos que no se plantean
muchas preguntas, que no dudan, y se convierte en especialmente recomen-
Título original:
STORIE DALLA TERRA dada para aquellos, por suerte cada vez menos, que ven en la arqueología de
Manuale di scavo archeologico campo y en las cuestiones estratigráficas un mero divertimento que, aunque
a veces pueda ser útil, poco afecta a los verdaderos problemas de la «Histo-
Cubierta: Enrie Satué ria».
Ilustración de la cubierta: Templo de los Castores y Macellurn, Nápoles. Muestra del Proyecto Este manual, que es fruto de y, al mismo tiempo, incorpora las experien-
Eubea en el Museo Nacional de Nápoles. Reconstrucción del Proyecto Eubea (Campi Flegrei,
1990, y Eubea, 1990). Contracubierta: dibujo de Giancarlo Moscara. cias y los progresos de la arqueología anglosajona, se enriquece gracias a la
Dibujos de GIANCARLO MOSCARA experiencia personal del autor al que, aparte de otros méritos, hay que reco-
© 1991 Y 1996: Giulio Einaudi editore s.p.a., Turín
© 1997 de la traducción castellana para España y América:
CRÍTICA (Grijalbo Mondadori, S. A.), Aragó, 385, 08013 Barcelona 1. Esta segunda edición ha sido publicada recientemente, en un formato más económico,
ISBN, 84-7423-764-5 en la colección «Biblioteca Studio» (número 25) de Einaudi, Thrín, 1996.
DepóslÍo legal: B.1282-1997 2. Los errores en el título de este manual (Storia della terra, Stone della terra en vez de Sto-
Impreso en España rie dalla terra), observados en diversas referencias al mismo en la bibliografía española, son una
1997.-HUROPE, S. L., Recared, 2, 08005 Barcelona buena prueba de lo dicho.

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VID HISTORIAS EN LA TIERRA
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA IX

nocerle el de haber creado una verdadera escuela que ha revolucionado la que afronta también aspectos tan necesarios como la interpretación de los
arqueología italiana. La simple comparación entre la edición de 1981 y la de indicios y la reconstrucción de las diversas historias. Historias cuyos pocos in-
1991 permite obselVar cómo, durante la década de los ochenta, una parte de la dicios, contenidos en los estratos, tan sólo pueden captarse a partir de una ex-
arqueología italiana, aglutinada en tomo a Carandini y al del?art~ento de, ar- cavación metodológicamente correcta y de una justa lectura de la secuencia
queología de la Universidad de Siena y más tarde al de la UmversIdad de PIsa, estratigráfica. Carandini ilustra un modo concreto de pensar la arqueología,
ha sido capaz de desarrollar muchos de los aspectos metodológicos que, en un modo de reflexionar sobre las cosas y, en la parte final del libro, expone
1981, habían sido sólo meramente esbozados. A esta labor progresiva, fru- con gran profundidad los fundamentos intelectuales de este nuevo modo de
to de un intenso debate teórico -aún en curso--3 y de una experimentación afrontar el estudio de los restos del pasado. La estratigrafía arqueológica y la
constante en el trabajo de campo, hay que sumar algo tan importante como cultura de los indicios constituyen, para el autor, una unidad.?
el haber luchado para que la arqueología oficial --siempre con tendencia al Para comprender en su justa medida el texto de Andrea Carandini, el
inmovilismo- incorporase a sus procedimientos los resultados obtenidos lector español debe ser consciente de algunas de las muchas diferencias que
por la práctica. Los progresos de la interdisciplinaria escuela de Carandini, existen entre el panorama arql:1eológico italiano y el de nuestro país. Deseo
quien actualmente es catedrático de la Universidad de Roma «La Sapienza», por ello, someram'ente, ilustrar mi opinión -por lo tanto, subjetiva- sobre
se reflejan en una rica serie de publicaciones que se hallan incorporadas en algunos de los aspectos que distinguen la arqueología española de la italiana.
la bibliografía final de este volumen.4 En esta ocasión creo que debe desta- En lo que respecta a la administración del patrimonio arqueológico hay que
carse, por su carácter de ejemplo de aplicación de los presupuestos exp~es­ tener en cuenta que la realidad italiana es, por ahora, muy distinta de la es-
tos por el autor en la primera edición (1981) de Storie dalla terra, la publica- pañola. La competencia exclusiva, de derecho y de hecho, del Ministero per
ción de sus excavaciones en la villa romana de Settefinestre. 5 Sin duda alguna i Beni Culturali e Ambientali contrasta claramente con la estructura dellla-
dicha experiencia de trabajo de campo contribuyó a la gestación de la edición mado Estado de las Autonomías y con la capacidad normativa y ejecutiva de
(1991) que ahora se traduce al español y cuya aplicación práctica se ha ma- las diecisiete regiones y nacionalidades españolas en materia de cultura y,
terializado en las excavaciones realizadas por Carandini y su equipo en la consecuentemente, en el campo de la gestión y pro:tección del patrimonio ar-
ladera septentrional del Palat~o; la inminente publicación de esta nueva ex- queológico. La omnipresencia de las soprintendenze archeologiche, estruc-
cavación experimental. de gran importancia para el conocimiento de los orí- turas estatales de ámbito regional adscritas al ministerio,8 tiene defensores y
genes de Roma, sin duda perfeccionará y completará, desde una óptica me- detractores 9 pero, sin duda alguna, contrasta con la realidad española por el
todológica, los contenidos de este manual. 6 reconocimiento soc;ial, en tanto que autoridad en la materia, de que dispone
Pero la verdadera aportación de este libro consiste en no ser solamente la figura del soprintendente y. en muchos casos, por su prestigio científico. 10
un manual de excavación arqueológica. El lector se halla frente a un texto Pero, al margen de lo dicho. el elemento más significativo es la existencia de
un Estado central que gestiona directamente su patrimonio y que dispone de
3. Un reciente congreso celebrado en Roma (1 materiali residui nello scavo archeologico, instrumentos para coordinar aspectos tan 'importantes como el inventario del
Roma, 16~III~1996), fue un excelente ejemplo de cómo aquella arqueología italiana que se sien~ patrimonio arqueológico (Istituto Centrale per il Catalogo e la Documenta-
te discípula de Carandini, sigue debatiendo acerca de los más diversos aspectos relativos a la
comprensión de los procesos de formación de los depósitos estratigráficos, del valor de los ma~ 7. Ilustran esta cuestión los tres ensayos finales (<<Lo ordinario y 10 importante» I «Proce-
teriales arqueológicos estratificados y de los caminos que deben seguirse para llegar a su co- der hacia atrás» I «Análisis de lo sumergidQ)~), incorporados en la edición italiana de 199L
rrecta interpretación. La masiva participación de los integrantes de los equipos, italianos y ex- 8. En algunas regiones como el Lacio coexisten diversas soprintendenze arqueológicas
tranjeros, que excavan en Roma contrastaba con importantes ausencias de un sector del mundo (Lacio, Etruria Meridional, Roma, Ostia) mientras que en las regiones autónomas (Sicilia, Va-
universitario, más interesado en una arqueología que.podríamos definir tradicional. . lle de Aosta ... ) las competencias son regionales.
4. Véanse además las obras recientes de Franco Cambi y Nicola Terrenato, lntroduzlone 9. El monopolio casi total que sobre la arqueología de un detenninado territorio ejercen
all'archeologia dei paesaggi, «La Nuova Italia Scientifica», Roma, 1994, y de Tiziano Mannoní ciertos soprintendenti es justamente criticado por aquellos profesionales, muchas veces prove-
y Enrico Giannichedda, Archeologia della produzwne, «Biblioteca Studio», 36, Einaudi, 1\1- nientes de la universidad, que ven como se les niega el acceso a determinados conjuntos de ma-
tin, 1996. Los autores de este último e interesante libro pertenecen a un instituto de la Univer- teriales, cerrados bajo llave incluso durante decenios, o se les impide con falsas excusas interve~
sidad de Génova, significativamente llamado «Instituto de Historia de la Cultura Material de nir en ciertos yacimientos.
Génova». 10. Si tomamos como ejemplo la ciudad de Roma, veremos que al frente de las soprinten-
5. Andrea Carandini, ed., Settefinestre. Una villa schiavistica nelL'Etruna romana, Móde~ denze arqueológicas de la antigua Urbs se encuentran Adriano La Regina (Ministerio) y Euge-
na, 1985, 2 v. Reflejo de las expectativas despertadas en España por la publicación de esta obra nio La Rocca (Ayuntamiento). La figura equivalente en la estructura administrativa española
fue el seminario «Estrategia i Analisi Estratigrafica,oen l'Arqueología del anys 80», impartido por sería un jefe del Servicio de Arqueología de una Comunidad Autónoma. Salvo pocas -poquí-
Andrea Carandini en la Universidad de Lleida (Estudi General de Lleida) en 1985. simas- excepciones estos puestos se hallan ocupados por funcionarios con incipientes carreras
6. Andrea Carandini, ed., Palatium e Sacra lila- 1, monografía del BollettUw di Archeolo- en el campo de la investigación, en ningún caso catedráticos, y cuyas opiniones tienen poca in-
gia, Roma (en prensa). cidencia en la sociedad.

il
VIII HISTORIAS EN LA TIERRA
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA IX

nocerle el de haber creado una verdadera escuela que ha revolucionado la que afronta también aspectos tan necesarios como la interpretación de los
arqueología italiana. La simple comparación entre la edición de 1981 y la de indicios y la reconstrucción de las diversas historias. Historias cuyos pocos in-
1991 permite observar cómo, durante la década de los ochenta, una parte de la dicios, contenidos en los estra~os, tan sólo pueden captarse a partir de una ex-
arqueología italiana, aglutinada en tomo a Carandini y al departamento de ar- cavación metodológicamente correcta y de una justa lectura de la secuencia
queología de la Universidad de Siena y más tarde al de la Universidad de Pisa, estratigráfica. Carandini ilustra un modo concreto de pensar la arqueología,
ha sido capaz de desarrollar muchos de los aspectos metodológicos que, en un modo de reflexionar sobre las cosas y, en la pa,rte final del libro, expone
1981 habían sido sólo meramente esbozados. A esta labor progresiva, fru- con gran profundidad los fundamentos 'intelectuales de este nuevo modo de
to d~ un intenso debate teórico -aún en curso-3 y de una experimentación afrontar el estudio de los restos del pasado. La estratigrafía arqueológica y la
constante en el trabajo de campo, hay que sumar algo tan importante como cultura de los indicios constituyen, para el autor, una unidad.7
el haber luchado para que la arqueología oficial -siempre con tendencia al Para comprender en su justa medida el texto de Andrea Carandini, el
inmovilismo-- incorporase a sus procedimientos los resultados obtenidos lector español debe ser consciente de algunas de las muchas diferencias que
por la práctica. Los progresos de la interdisciplinaria escuela de Carandini, existen entre el panorama arqueológico italiano y el de nuestro país. Deseo
quien actualmente es catedrático de la Universidad de Roma «La Sapienza», por ello, someramente, ilustrar mi opinión -por lo tanto, subjetiva- sobre
se reflejan en una rica serie de publicaciones que se haIlan incorporadas en algunos de los aspectos qne distinguen la arqueología española de la italiana.
la bibliografía final de este volumen.4 En esta ocasión creo que debe desta- En lo que respecta a la administración del patrimonio arqueológíco hay que
carse, por su carácter de ejemplo de aplicación de los presupuestos exp~es­ tener en cuenta que la realidad italiana es, por ahora, muy distinta de la es-
tos por el autor en la primera edición (1981) de Storie dalla terra, la publica- pañola. La competencia exclusiva, de derecho y de hecho, del Ministero per
ción de sus excavaciones en la villa romana de Settefinestre.5 Sin duda alguna i Beni Culturali e Ambientali contrasta claramente con la estructura dellla-
dicha experiencia de trabajo de campo contribuyó a la gestación de la edición mado Estado de las Autonomías y con la capacidad normativa y ejecutiva de
(1991) que ahora se tradnce al español y cuya aplicación práctica se ha ma- las diecisiete regiones y nacionalidades españolas en materia de cultura y,
terializado en las excavaciones realizadas por Carandini y su equipo en la consecuentemente, en el campo de la gestión y prQtección del patrimonio ar-
ladera septentrional del Palatino; la inminente publicación de esta nueva ex- queológico. La omnipresencia de las soprintendenze archeologiche, estruc-
cavación experimental, de gran importancia para el conocimiento de los orí- turas estatales de ámbito regional adscritas al ministerio,8 tiene defensores y
genes de Roma, sin duda perfeccionará y completará, desde una óptica -me- detractores9 pero, sin duda alguna, contrasta con la realidad española por el
todológica, los contenidos de este manua1.6 reconocimiento social, en tanto que autoridad en la materia, de que dispone
Pero la verdadera aportación de este libro consiste en no ser solamente la figura del sopnntendente y, en muchos casos, por su prestigio científico. lO
un manual de excavación arqueológica. El lector se halla frente a un texto Pero, al margen de lo dicho, el elemento más significativo es la existencia de
un Estado central que gestiona directame?-te su patrimonio y que dispone de
3. Un reciente congreso celebrado en Roma (l materiali residui nello scavo archeologico, instrumentos para coordinar aspectos tan importantes como el inventario del
Roma, 16-IlI-1996), fue un excelente ejemplo de cómo aquella arqueología ítaliana qu~ se sien- patrimonio arqueológico (Istituto Centrale per il Catalogo e la Documenta-
te discípula de Carandini, sigue debatiendo acerca de los más diversos aspectos relatIvos a la
comprensión de los procesos de formación de los depósitos estratigráficos, del valor de los ma- 7. llustran esta cuestión los tres ensayos finales (<<Lo ordinario y lo importante» ! «Proce-
teriales arqueológicos estratificados y de los caminos que deben seguirse para llegar a su co- der hacia atrás» ! «Análisis de lo sumergido»), incorporados en la edición italiana de 1991.
rrecta interpretación. La masiva participación de los integrantes de los equipos, italianos y ex- 8. En algunas regiones como el Lacio coexisten diversas soprintendenze arqueológicas
tranjeros, que excavan en Roma contrastaba con importantes ausencias de un sector del mundo (Lacio, Etruria Meridional, Roma, Ostia) mientras que en las ,regiones autónomas (Sicilia, Va-
universitario, más interesado en una arqueología que...podriamos definir tradicional. . lle de Aosta ... ) las competencias son regionales.
4. Véanse además las obras recientes de Franco Cambi y Nicola Terrenato, Introduzwne 9. El monopolio casi total que sobre la arqueología de un determinado territorio ejercen
all'archeologia dei paesaggi, «La Nuova Italia Scientifica», Roma, 1994, y de TlZiano M~oni ciertos soprintendenti. es justamente criticado por aquellos profesionales, muchas veces prove-
y Enrico Giannichedda, Archeologia delta produzione, «Biblioteca Studio», 36, Einaudl, Tu- nientes de la universidad, que ven como se les niega el acceso a detenrunados conjuntos de ma-
rín, 1996. Los autores de este último e Íllteresante libro pertenecen a un instituto de la Univer- teriales, cerrados bajo llave incluso durante decenios, o se les impide con falsas excusas interve-
sidad de Génova, significativamente llamado «Instituto de Historia de la Cultura Material de nir en ciertos yacimientos.
Génova». 10. Si tomamos como ejemplo la ciudad de Roma, veremos que al frente de las soprinten-
5. Andrea Carandini, ed., Settefinestre. Una villa schiavistica nell'Etruria romana, Móde- denze arqueológicas de la antigua Urbs se encuentran Adriano La Regina (Ministerio) y Euge-
na, 1985, 2 v. Reflejo de las expectativas despertadas en España por la publicación de esta obra nio La Rocca (Ayuntamiento). La figura equivalente en la estructura administrativa española
fue el seminario «Estrategia i AnaIisi Estratigrafica 'en l'Arqueología del anys 80», impartido por sería un jefe del Servicio de Arqueología de una Comunidad Autónoma. Salvo pocas -poquf-
Andrea Carandini en la Universidad de Lleida (Estudi General de Lleida) en 1985. simas-- excepciones estos puestos se hallan ocupados por funcionarios con incipientes caITe:as
6. Andrea Carandini, ed., Palatium e Sacra Via l, monografía del Bollettino di Archeolo- en el campo de la investigación, en ningún caso catedráticos, y cuyas opiniones tienen poca m-
gia, Roma (en prensa).
cidencia en la sociedad.
x HISTORIAS EN LA TIERRA PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA XI

zione). Este instituto fue el que, en colaboración con el equipo de Carandini, la investigación. De la misma manera que Nino Lamboglia tuvo que sufrir los
elaboró los diversos tipos de fichas de registro que, desde 1984, utilizan todas duros ataques que personajes como Giuseppe Lugli --el hombre de la técni-
las administraciones italianas. En España, el Ministerio de Cultura -ahora ca edilicia- hacían al metodo estratigráfico, Andrea Carandini y los repre-
ya englobado en un nuevo Ministerio de Educación y Cultura- ha dejado sentantes de su escuela han sido objeto de críticas por parte de aquellos que
desde hace mucho tiempo de ejercer buena parte de las pocas pero necesa- creen que la obsesión por la metodología lleva a olvidar los objetivos finales
rias competencias que le reserva la Ley del Patrimonio Histórico Español de una intervención arqueológica o por aquellos que dan más valor al cono-
(Ley 16/1985) y, en el ejemplo concreto del inventario, no existe una verda- cimiento de las fuentes clásicas que a la utilización de una adecuada meto-
dera colaboración y complementación entre las diversas Comunidades Autó- dología en el trabajo de campo. Una correcta lectura de este libro permite
nomas para catalogar nuestro patrimonio arqueológico.u La realidad de la observar como Carandini defiende la realización de excavaciones metodoló-
gestión del patrimonio arqueológico hispánico es muy heterogénea y existen gicamente correctas sin por ello menospreciar, más bien lo contrario, ni a los
grandes diferencias entre los planteamientos y las medidas adoptadas por las autores clásicos ni a las otras muchas fuentes de información histórica. A pe-
diversas comunidades. Destaca en este panorama la labor desarrollada por la sar de ello, los detractores de la llamémosle «cultura material» han llegado a
Junta de Andalucía --en mi opinión, la única región española que cuenta acusar al propio Carandini --creo que injustamente- de haber traicionado
desde hace más de diez años con una verdadera política de patrimoni(}------ a la a Ranuccio Bianchi Bandinelli, el gran maestro de una generación de impor-
que Carandini dedica las únicas referencias a nuestro país en este manual. 12 tantes arqueólogos italianos -incluido el propio autor de este libr(}------. Ca-
Sirva como ejemplo de lo dicho el Programa Especial de Arqueología Urba- randini y su escuela no han despreciado en nada la tradición de estudios so-
na, promovido por la Junta de Andalucía en colaboración con las universi- bre lo bello de la antigüedad, simplemente los han complementado con el
dades de dicha comunidad, para el que se ha diseñado y desarrollado un sis- estudio y el análisis de lo menos bello, de lo cotidiano, incluso de lo sórdido
tema de documentación específico. 13 pero igualmente importante para la comprensión del pasado, para la com-
Otro factor de diversidad entre los ambientes arqueológicos italianos y prensión de las historias conservadas en la tierra.
españoles reside en el elevado espíritu crítico y la predisposición al debate de Sin embargo, la propensión a la crítica y al debate de nuestros colegas ita-
la 'comunidad científica italiana. Uno de los primeros preceptos que la uni- lianos, tan positiva en ámbitos científicos, se convierte en un factor negativo
versidad de aqúel país inculca al estudiante de arqueología es el escepticismo cua.ndo las discusiones se centran en aspectos de tipo práctico u organizati-
y el espíritu crítico con el que debe analizar todas las noticias que se le trans- vo. Pongan......:-s un ejemplo. A pesar de lo mucho que ---creo---- se ha discuti-
mitan. No basta que un insigne profesor dictamine que la interpretación de do al respecto, todavía no se ha encontrado una fórmula para articular unos
un determinado número de indicios sea x: debe demostrarlo. 14 Esta situación mecanismos de coordinación entre el mundo de la gestión del patrimonio ar-
generalizada es la causa del rico debate científico, a veces exagerado, exis- queológico, representado por las soprintendenze, y los estamentos universi-
tente en Italia y cuyos resultados son altamente positivos para el mundo de tarios que, a parte de sus tareas docentes, se dedican fundamentalmente a la
investigación: la colaboración generalizada entre los profesionales de ambos
campos de actividad representaría un avance importante en el buen gobier-
11. Pienso que, sin menoscabar las competencias de las diversas Comunidades Autóno-
mas, el Ministerio debería promover, como hacía en los años ochenta, foros de discusión enca-
no del extraordinario patrimonio arqueológico italiano. 15
minados a la coordinación de criterios y lineas de actuación. A propósito de los inventarios: A Contrasta con esta realidad el poco debate existente en España16 y que,
Jimeno Martínez, J. del Val Recio y J. J. Femández Moreno, eds., Inventarios y' cartas arqueo- en el caso que nos ocupa, explica la escasez de una crítica metodológica o que
lógicas (Soria 1991), Valladolid, 1993; AAVV., Catalogación del Patrimonio Histórico, Instituto las sucesivas ediciones italianas de Storie dalla terra no hayan sido objeto de
Andaluz del Patrimonio Histórico, Junta de Andalucía, Sevilla, 1996. Véase también M.A Que-
rol y B. Martínez, La gestión del Patrimonio Arqueológico en España, Alianza Editorial, Ma-
drid,1996. 15. Evidentemente se dan algunas excepciones, debidas a la existencia de una buena rela-
12. V éanse los trabajos de Fernando Molina y Fernando Contreras en la bibliografía final ción a nivel personal. En la propia ciudad de Roma, por ejemplo, no existe un marco institucio-
de este volumen. A propósito de la opinión de Carandini sobre la situación de la arqueología en nal en el que los representantes (ministeriales y municipales) de la gestión del patrimonio ar-
Andalucía, que en este libro califica de «Paraíso científico e institucional ... », véase también La q~eológico, de la universidad y del mundo de la investigación puedan debatir conjuntamente los
laurea non fa /'archeologo (Tavola rotonda, Roma, 8 maggio 1992), Padus s.c.a., Padua, 1993, es- problemas que afectan al patrimonio arqueológico de la capital del Imperio.
pecialmente las intervenciones de A. Carandini (pp. 106-107) Y X. Dupré (p. 108). 16. «Arqritica nace como consecuencia de una reflexión sobre el panorama de las publica-
13. Fernando Molina el al., «Un sistema de infonnación arqueológica para Andalucía», en ciones arqueológicas en España, que advierte dos hechos claros: por un lado, la escasa atención
Catalogación del Patrimonio Histórico, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Junta de que las revistas especializadas dedican a la recensión ... Por otro lado, la falta de crítica en las
Andalucía, Sevilla, 1996, pp. 76-85. escasas publicaciones que se consagran a esta parcela tan importante de la divulgación científi"
14. Quien haya tenido la oportunidad de enseñar una excavación a un arqueólogo italiano ca ... Ante el patente vacío de la discusión arqueológica española ... », Editorial de Arqrilica, 1,
recordará una serie interminable de preguntas que pueden llegar a sorprender. En 'fealidad no Madrid, 1991. Una buena prueba de lo dicho ha sido el fracaso editorial de Arqntica que no ha
es más que una consecuencia de este, en mi opinión positivo, espíritu critico. superado los 5 años de vida.
XII HISTORIAS EN LA TIERRA PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA XIII

recensiones -al menos yo las desconozco-- en revistas españolas especiali- peración científica,20 reunieron en los meses de verano, en un marco medite-
zadas. Tenemos que aceptar que, en el campo de la arqueología clásica y me- rráneo de excepción, a arqueólogos españoles, italianos, franceses y de otros
dieval, la escasa bibliografía peninsular sobre aspectos metodológicos gene- paises. El Istituto Intemazionale di Studi Liguri, organismo desde el que
rada a partir de la generalización en el uso del llamado método Harris se Lamboglia realizaba su intensa labor, fue desde 1947 una de las instituciones
limita a la difusión del mismo, sin aportaciones críticas y, mucho menos, me- organizadoras. Martín Almagro Basch, director del curso de Ampurias junto
todológicas. 17 El panorama arqueológico hispánico no ha sido ni es especial- con Lluís Pericot durante veinte años, rendía homenaje, años más tarde, a la
mente rico en trabajos de tipo teórico o metodolOgico y, si nos referimos COll- aportación de Lamboglia a dichos cursos y explicaba cómo sus preocupacio-
cretan:tente a manuales de excavación, resulta claro que los únicos textos nes por la estratigrafía y por la tipología hicieron mella en los asistentes a los
autóctonos que el arqueólogo español ha podido utilizar son la Introducción mismos;21 fruto de ello fue el primer estudio de una estratigrafía ampuritana,
al estudio de la prehistoria y de la arqueología de campo de Martfu Almagro publicado por Almagro y Lamboglia.'2 El propio Lamboglia, a partir de esta
y la aportación de MaIIuel Riu al manual de arqueología medieval de Michel experiencia hispánica, realizó otros sondeos estratigráficos en otros yaci-
de Bouard.18 Ambas obras dan su justa importancia a las cuestiones estrati- mientas. españoles.23 Aquellos cursos ampuritanos estaban plenamente aso-
gráficas, siguiendo aquella línea que empezó a abrirse camino en nuestra pe- ciados al concepto de cata estratigráfica y buena muestra de ello era el énfa-
nínsula en el periodo de la posguerra partiendo de dos hechos concretos: la sis qUe ;: ,... ;-~nía en las crónicas de los mismos, al indicar el lugar en el que se
apertura en Madrid de una sede del Instituto Arqueológico Alemán (1945) y había hecho la cata y quién había sido el director de la misma.24 Recuerdo
la participación de Nino Lamboglia en los cursos de Ampurias (1947). que cuando asistí por primera vez al curso, en 1973, todavía se mantenía lo
Desconozco, aunque sería interesante investigar al respecto, cuáles fue- que entonces ya era sólo un ritual: el primer día se procedía a la elección de
ron las repercusiones en España de la publicación en 1954 de la primera edi- los puntos en los que se abrirían las diversas catas estratigráficas. Lo limita-
ción de Archaeology from the Earth de sir Mortimer Wheeler, traducido al do y puntual de las mismas, hacía que los resultados de dichas excavaciones
castellano en 1961. 19 Pero creo no equivocarme al pensar que el llamado mé- fuesen también limitados y no contribuyesen a un progreso en el conoci-
todo Wheeler empezó a difundirse en nuestro país filtrado por la experien- miento de la evolución de la antigua ciudad. Las caracteristicas de los cursos,
cia y enriquecido por las aportaciones personales de -Nino Lamboglia, a con profesores invitados que impartían sus lecciones teóricas por la tarde y
quien Carandini define como poswheeleriano. La presencia de Lamboglia, con alumnos de muchas universidades españolas y algunas extranjeras,25 pro-
durante más de veinte años, en Ampurias hizo que dicho yacimiento, por las movieron en gran manera que lo que de nuevo se hacía en Ampurias se di-
especiales características de los cursOS allí organizados, se convirtiera en el fundiese rápidamente por todo el territorio peninsular.26
núcleo de irradiación de una nueva preocupación por el valor de los estratos
en la excavación arqueológica y, también, por la importancia de los estudios
tipológicos cerámicos como instrumento para el mejor conocimiento de la 20. Son los mismos afios en los que, en Roma, se crean la Associazione Internazionale di
Archeologia Classica (1945) y la Unione Intemazionale degli Istituti di Archeologia, Storia e
cronología a atribuir a la formación de dichos estratos. Los cursos de Ampu-
Storia dell'Arte in Roma (1946). Massimo Pallottino, en Speculum Mundi. Roma centro inter-
rias, nacidos en el momento en que Europa quería olvidar su trágico pasado nazionale di ricerche umanistiche, Roma, 1992, pp. 9-13 Y 47-52.
inmediato y en el que se volvían a poner en marcha los mecanismos de coo- 21. Martín Almagro Basch, «El recuerdo desde España del profesor Nino Lamboglia», Ri-
vista di Studi Liguri, 43, Bordighera, 1977, pp. 17 ss.
22. Martín Almagro Basch y Nino Lamboglia, «La estratigrafía del decumano A de Am-
1? Víctor M. Femández Martínez, Teoría y método de la arqueologfa, Editorial Síntesis, purias», Ampwios, XXI, Barcelona, 1959, pp. 1 ss.
Madnd, 1989; Martí Mas Comella,- «La aplicación del método Harris», en Gisella Ripoll, ed., Ar- 23. La excavación estratigráfica realizada por Lamboglia, con la colaboración de José Sán-
qu.eología. hoy, Madrid, 1992, pp. 61 ss.; Germán Prieto Vázquez, «Sobre el Método Harris de ex- chez Real, en el relleno interno de la muralla republicana de Tarraco, a principios de los años
cavación arqueológica», en Carpetania, pp. 145 ss.; Juan Zozaya, «Aproximación a una metodo- cincuenta, suministró las pruebas definitivas de la plena romanidad del recinto defensivo de
Jogía de la arqueología medieval», en Actas del I Congreso de Arqueologia Medieval &pañola aquella ciudad, demostrando la validez de la tesis de Joan Serra VIlaró. Nino Lamboglia, «ll pro-
(Huesca 1985), Zaragoza, 1986, 1, pp. 67 ss. Especialmente interesante el prólogo a Miquel Barceló blema delle mura e delle origini di Tarragona», Miscelánea Arqueol6gica, 1, Barcelona, 1974, pp.
et al., ¿rq~ol0l!ia. medieval En las afueras del «medievalismo», Crítica, Barcelona, 1988, pp. 9 ss. 397 ss.
Una SltuaClón s1milar a la española se da también en Portugal: Amilcar Guerra, «Escavar? .. Sim 24. Véase, por ejemplo, «Crónica de los Cursos Internacionales de Prehistoria y Arqueo-
Obrigado! a resposta de Harris», en Almadan, O, Almada, 1982, pp. 8-10; «Algims aspectos de logía en Ampurias», Miscelánea Arqueológica, 1, Barcelona, 1974, p. xvm.
u~ escavaf,(ao: método, técnica e registo», enAlmadan, 2, Alrnada, 1984, pp. 8-10; Métodos e Téc- 25. En los años sesenta, el propio Andrea Carandini participó como alumno.
meas de escava~iío: eontribuitos para um debate, «Clio/Arqueologia», 2 (en prensa). 26. Un buen ejemplo en Jo~n Maluquer, El yacimiento hallstáttico de Cortes de Navarra.
18. Martín Almagro Bascb, Introducción al estudio de la prehistoria y de -la arqueología de Estudio critico, «Excavaciones en Navarra», 4 y 6, Institución Príncipe de Viana, Pamplona, 1954
campo, Barcelona, 1960; Michel de Bouard y Manuel Riu, Manual de arqueología medieval. De y 1958 (en especial el tomo segundo), y Joan Maiuquer, Cata estratigráfica en el poblado de «La
la prospección a la historia, Barcelona, 1977. _' - Pedrera» en Vallfogona de Balaguer, Lérida, «Publicaciones Eventuales», 2, Universidad de Bar;. <"',."'J-.
19. Mortimer Wheeler, Arqueologia de campo, México, 1961. celona, Barcelona, 1960. ;:~::;.--v'
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XIV HISTORIAS,EN LA TIERRA PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA XV

La instalación en España del Deutsches Archeologísches Institut, con la romana de VIlauba en 197929 e inmediatamente en las excavaciones del veci-
apertura de una sede en Madrid, creo que no incidió, en los primeros años, no coójunto ampuritano. El mismo año, gracias a la participación del britá-
en la difusión en nuestro país del valor del análisis estratigráfico. Pero sí es nico Phil Banks, Juan Zozaya aplicaba el nuevo método en el yacimiento me-
cierto que, en un segundo momento, cuando las excavaciones del Instituto se dieval de Gormaz.30
extendieron por diversas zonas de la penÚlsula y empezó a publicarse Ma- Los primeros años de la década de los ochenta, marcan el período en el
drider Mitteilungen (1960), buena parte de la comunidad arqueológica hispá- que una parte de la arqueología española, el sector más dinámico y sensible
nica quiso emular la pulcritud de las excavaciones «de los alemanes», exca- a los progresos metodológicos, asistió a la aparición de los conceptos de dia-
vaciones en las que se aplicaba el método Wheeler y en cuyas publicaciones grama estratigráfico (Harris Matrix) y de excavación en extensión (Open
se podían observar secciones y cortes estratigráficos dibujados con gran ma- Area) y en el que, especialmente, se vivió una especie de fiebre que, en algu-
estría. No se trata aquí de hablar de la influencia, claramente positiva, que en nos ambientes arqueológicos, llevaba a una multiplicación de fichas. 3I Quien
la arqueología española ha tenido el Instituto Arqueológico Alemán; deseo tenia acceso a la ficha tipo de un yacimiento determinado, la copiaba inme-
solamente destacar que, durante muchos afios, sus excavaciones y, especial- diatamente, modificándola en su formato, para adaptarla a las necesidades de
mente, sus publicaciones han sido un modelo a seguir.27 su excavación. Estos primeros reflejos de la revolución que, en los sistemas
La arqueología clásica española de los años setenta, en lo que a exca- de registro arqueológico, se había producido en otros países europeos, estu-
vaciones arqueológicas se refiere, era, en parte, fruto de estas influencias y vieron, afortunadamente, acompañados por un proceso serio de implanta-
continuaba su evolución perleccionándose en la aplicación del método Whee- ción del llamado sistema Harris en una parte significativa de las excavacio-
ler/Lamboglia y rellenando los más o menos caóticos diarios de excavación. nes que se realizaban en nuestro país. Aparecieron publicadas las primeras
La arqueología urbana apenas había hecho acto de presencia y, en conse- intervenciones en las que se habían utilizado fichas de registro, se habían rea-
cuencia, no se habían producido aquellos cambios que, en otros países, esta- lizado diagramas estratigráficos y habían sido planteadas bajo los criterios de
ban poniendo en cuestión la utilidad del método vigente. La verdad es que la excavación en extensión, siendo pionera en este sentido la publicación de las
poco se ha escrito en España acerca de la introducción y difusión en nuestro excavaciones realizadas en 1982 en el conjunto forense de Ampurias, yaci-
país del uso de los nuevos sistemas de registro de datos arqueológicos com- miento que había recuperado ya para usos oficiales y científicos su topónimo
pletados con la elaboración del diagrama estratigráfico de Harris.28 Pero todo catalán: Empúries. 32 De nuevo esta vez, los ya citados cursos de Ampurias,
parece indicar que, paralelamente a cuanto había ocurrido, años antes, con el sirvieron de instrumento de difusión del nuevo método que, al mismo tiem-
método Wheeler/Lamboglia, introducido en España a través de Ampurias de po, se difuodía también en el centro de la península y que, a partir de expe-
la mano de uo italiano (Nino Lamboglia), fue de uuevo gracias a la expe- riencias en yacimientos de época medieval, arraigaba en el País Vasco en la
riencia italiana (excavación de Andrea Carandini en Settefinestre) que el segunda mitad de la década de los ochenta. 33
método Harris llegó a la península a través de Ampurias, esta vez gracias a Pero esta conversión al «harrisianismo» adolecía de una falta de refle-
un británico (Simon J. Keay) que había participado en la excavación de Set-
tefinestre. Recordando aquellos carteles que bajo la dictadura llenaban las 29. Assumpta Roure, «La primera experiencia amb l'escola anglesa: Vilauha», en Harris
carreteras de la provincia de Girona y que" rezaban «Ampurias puerta de Matrix. Sistemes de registre ..., 1, pp. 19 ss.; AA.VV, La vil·la romana de Vilauba (Camós), «Se~
griegos y romanos en España» podríamos decir que Ampurias también fue la rie Monogr3.fica», 8, Girona, 1988, pp. 12-13.
puerta de entrada de los métodos WheelerlLamboglia y Harris/Carandini en 30. Phil Banks y Juan Zozaya, «Excavations in the Caliphal Fortress of Gormaz (Soria),
1979-1981: a summary», en Papers in Iberian archaeology, «B.A.R, International Series», 193,
la península ibérica. Para ser exactos, la primera excavación española en la 1984, pp. 674 ss.; Juan Zozaya, «Evolución de un yacimiento: el castillo de Gormaz (Soria)>>, en
que se utilizaron fichas de registro arqueológico fue la excavación de la villa André Bazzana, ed., Castrum 3, Guerre, fortification et habitat dans le nwnde méditerranéen au
moyen áge (Madrid, 24-27 novembre 1985), Madrid-Roma, 1988, pp. 173 ss.
31. Una parte del colectivo profesional, desinteresada en los progresos metodológicos apli-
27, Una visión de los cincuenta años del Instituto Arqueológico Alemán en España en cados al trabajo de campo, sigue todavía pensando que «excavar en extensión» significa afectar
José Maria Luzón, «Arqueología alemana en España y Portugal. Una visión retrospectiva», Ma- grandes superficies de un yacimiento.
drider Mitteilungen, 36, Maguncia, 1995, pp. 1 ss. 32. AA.VV., El Fórum romli. d'Empúrres, Barcelona, 1984; véase especialmente el aparta-
28. Véase el prólogo de Emili J unyent a Edward C. Harris, Principios de estratigrajta ar- do dedicado a metodología y al sistema de registro utilizado, pp. 25 ss.
queológica, Crítica, Barcelona, 1991, pp. VII SS.; en lo que respecta a Cataluña, véase Isabel G. 33. Mercedes Urteaga, que había colaborado con el Department of Urban Archaeology del
Tr6coli y Rafel Sospedra, eds., HarrÍS Matrix. Sistemes de registre en arqueologia / Recording Sys- Museo de Londres, fue quien lo introdujo en Euskadi; generalizándose a partir del Curso de Ar-
tems in Archaeology, «Col. El Fil d'Ariadna. Historia», 9, Publicacions de l'Estudi General de queología de Intervención (San Sebastián, 1987). Años más tarde (1991), el propio Edward C.
Ueida, Ueida, 1992, 2 vols. Mi gratitud por las informaciones facilitadas en relación a esta cues- Harris participaría en las «Jornadas Internacionales Arqueología de Intervención», celebradas
tión por Luis Caballero (Madrid), Alberto López (Barcelona), Fernando Molina (Granada), Ju- también en San Sebastián: AA.VV., Jornadas Internacionales Arqueologfa de Intervención, Go-
lio Núñez (Vitoria), Raquel VIlasa (Coimbra) y Juan Zozaya (Madrid). _ bierno Vasco, Bilbao, 1992, 508 pp.
XVI HISTORIAS EN LA TIERRA PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA XVII

xión y de una puesta en común de experiencias. Una primera iniciativa en di- aunque fructífera existencia, el TED' A desarrolló un programa exhaustivo
cho sentido fue la reunión sobre «Nous metodes de registre i analisi de da- de organización del archivo de datos y aplicó una metodología coherente. La
des en arqueologia classica», celebrada en Tarragona en 1983, que contó con experimentación y la· reflexión pennitieron, también, hacer contribuciones
una nutrida participación.34 Años más tarde (1989), un seminario celebrado en este último campo.37
en Girona, dio como resultado una excelente publicación que, entre otros El segundo episodio digno de mención es el relativo a la aportación es-
muchos méritos, incluye una valoración de la aplicación de los nuevos plan- pañola a la llamada «Arqueología de la Arquitectura» o aplicación del mé-
teamientos en diversos yacimientos peninsulares ~básicamente en -Cata- todo estratigráfico a la lectura de paramentos_ Esta nueva faceta del análisis
luña-, un artículo del propio Harris y una prepublicación de la segunda arqueológico, desarrollada en Italia a partir de mediados de la década de los
edición, a cargo de Craig Spence, del Site Manual del Departamento de Ar- ochenta,38 se halla, en la actualidad, en plena fase de expansión. Expansión
queología Urbana del Museo de Londres.35 que se refleja en la aparición de nuevas líneas de investigación (análisis es-
Para finalizar esta mi modesta contribución destinada a aclarar al lector tratigráfico de los alzados, estudio de técnicas constructivas, mensioCTono-
cuál es el contexto en el que debe enmarcarse la publicación en España del logía, reconstrucción de ciclos productivos ... ) y en la individualización de
libro que tiene en sus manos, deseo detenerme, brevemente, en dos episodios distintas metodologías para cada una de dichas líneas.39 La contribución es-
dignos de mención. pañola a esta nueva disciplina arqueológica,4o que no se ha limitado a la apli-
En 1986, el Ayuntamiento de Tarragona creó el Taller Escola d' Arqueo- cación práctica de sus presupuestos, se refleja en trabajos como Leer el
logia (TED'A). Este hecho representó para la arqueología española la pri- documento construido,41 en el que se puede observar la solidez de plantea-
mera experiencia en la que un numeroso e interdisciplinar equipo afrontaba mientos, la validez metodológica y los excelentes resultados obtenidos por
el estudio del pasado de una ciudad - Tarragona- a través, básicamente, de
intervenciones arqueológicas que, en muchos casos, eran generadas por la
propia dinámica de la ciudad. Se creaba pues un primer gran equipo de ar- 37. TED'A, «Registro informático y arqueología urbana», en actas del congreso Archeo-
logia e Informatica (Roma, 3-5 marzo 1988), Roma, 1988, pp. 177 ss.; «Arqueología y Restaura-
queología urbana que, en sus planteamientos y en su organización, recogía la ción», en Conservation-Restauration des biens culturels. Traitement des supports. Travaux inter-
rica experiencia británica y francesa. No pretendo aquí extenderme sobre las disciplinaires (Paris, 2-4 novembre 1989), París, 1989, pp. 91 ss.; Xavier Dupre Raventós, «La
características de este centro -sería difícil en mi cas-o mantenerme en los lí- organización de los archivos arqueológicos: la experiencia del TED'A», en Interbentzio Arkeo-
mites de la objetividad-,36 pero deseo destacar que, a lo largo de su corta logia. Jornadas Internacionales Arqueologia de Intervención (San Sebastián, diciembre de 1991),
Bilbao, 1992, pp. 279 ss.; Joaquín Ruiz de Arbulo, «El registre de dades en I'arqueologia urba-
na: l'experiencia del TED'A», en Harns MatrU. Sistemes de registre ... , 1, pp. 41 ss.
34. Esta reunión se organizó de forma improvisada y no ha sido ni será jamás publicada. 38. Véase, en la bibliograiía final de este libro, los trabajos de Oían Pietro Brogiolo, Tizia-
A este mismo período corresponde la aparición de la traducción española de Archeologia e cul- no Mannoni y Roberto Parenti, entre otros.
tura materiale, la primera obra de Carandini traducida a nuestro idioma: Andrea Carandini, Ar- 39. Gian Pietro Brogiolo, «Prospettive per l'archeologia dell'architettura», Archeologia
queología y cultura material, Mitre, Barcelona, 1984. dell'Architeuura, 1 (suplemento a Archeologia Medievale, XXII) Florencia, 1996, pp. 11 ss. En
35. Isabel G. Trócoli y Rafel Sospedra, eds., Harris Matrix. Sistemes de registre en arqueo- esta misma monografía véase una interesante contribución de un joven arqueólogo español:
logia / Recording Systems in Archaeology, «Col. El Fil d' Ariadna. Historia», 9, Publicacions de Juan Antonio Quirós, «Produzione di laterizi nella provincia di Pistoia e nalla Toscana medie-
I'Estudi General de Ueida, Ueida, 1992, 2 vols. Todas las contribuciones a esta reunión se ha- vale e postmedievale», pp. 41 ss.
llan publicadas en catalán y en inglés. Aprovechando su presencia en nuestro país, Edward C. 40. Diversos son los equipos de investigación que se ocupan de esta disciplina: Luis Caba-
Hanis fue entrevistado por Isabel G. Trócoli y Joaqufu Ruiz de Arbulo para la Revista de Ar- llero en el Centro de Estudios Históricos del CSIC (Madrid); Antoni González y Alberto López
queologia (109, mayo de 1990, pp. 56-58). en el Servei del PatrimoniArquitectOnic Local (Barcelona) y Agustín Azcarate y Julio Núñez en
36. A propósito de las características y objetivos del centro, véase Taller Escola d'Arqueo- la Universidad del País Vasco (Vitoria).
logia, 1987-1990, Tarragona, 1990", Xavier Dupré Raventós, «El Taller Escola d'Arqueologia 41. Luis CaballerO y Pablo Latorre, eds., Leer el documento construido, número monográ-
(lED' A) de Tarragona», en actas de las 1 Jornades sobre la situaci6 professional en ['arqueolo- fico de Infonnes de la Construcción, n.O 435 (enero-febrero), CSIC, Madrid, 1995. A destacar
gia (Barcelona, 1987), Col-Iegí Oficial de Doctors i Llicenciats en Filosofia i Lletres i en Cien- también: Luis Caballero, «El método arqueológico en la comprensión del edificio (sustrato y és-
cies de Catalunya, Barcelona, 1992, pp. 201 ss.; «La ricerca scientifica come strumento di tutela tructura)>>, en Curso de mecánica y tecnología de los edificios antiguos, Colegio Oficial de Ar~
dei beni archeologici: l'esperienza di Tarragona» (actas del congreso Roma e le capitali europe- quitectos de Madrid, Madrid, 1987, pp. 13 ss.; Antoni González, «Por una metodología de la in-
ee dell'archeologia, Roma, 12/15-6-1991), en Eutopia, 1.2, Roma, 1992, pp. 43 ss.; «Organizzazio- tervención en el patrimonio arquitectónico (El monumento como documento y como objeto
ne dell'archeologia in ambito urbano: il Taller Escola d'Arqueologia (TED'A) in Tarragona arquitectónico)>>, en Monumentos y Proyecto. Jornadas sobre criterios de intervención en el Pa-
(Spagna)>>, Ocnus, 2, Universíta degli Studi di Bologna, Bolonia, 1994, pp. 53 ss. Valoraciones trimonio Arquitectónico, Ministerio de Cultura, Madrid, 1987, pp. 37 ss.; Agustín Azcárate,
críticas en Josep M. Nolla «El TED'A i l'arqueologia urbana a Catalunya», Revista d'Arqueolo- «Aportaciones al debate sobre la arquitectura prerrománica peninsrilar: la iglesia de San Román
gia de Ponent, 1, Lleida, 1991, pp. 326 ss.; Simon J. Keay, «New light on the colonia lulia Urbs de 'lbbillas (Alava)}}, Archivo Español de Arqueología, 68, Madrid, 1995, pp. 188 ss.; Alberto
Triumphalis Tarraco (Thrragona) during the late empire}>, Journal of Roman Archaeology, 4, López, ed., Investigacions arqueologiques i histónques al Berguedii (lI). Sant Llorenr; de Pedret
Michigan, 1991, pp. 387 ss.; Cannen Aranegui y Vicente Lerma, «Archéologie urbaine: évolu- prop Bagti Sant Quirze de Pedret, «Quadems Científics i Tecnics», 6, Servei del Patrimoni Ar-
tion recente de la situation en Espagne», Nouvelles de l'Archéologie, 55, París, 1994, pp. 30 ss. quitectonic Local, Barcelona, 1995.
XVIII HISTORlAS EN LA TIERRA

los arqueólogos, y también arquitectos, que en nuestro país dedican sus es-
fuerzos a la comprensión de la evolución histórica de edificios.
Estoy convencido que la lectura de Historias en la tierra. Manual de ex-
cavación arqueológica, ayudará a resolver muchas dudas a quienes dedican
sus esfuerzos a recuperar el pasado mediante, pero no solo, el trabajo de cam-
po. También servirá para que --creo haber enten':iido que este es uno de los
objetivos de Andrea Carandiru- los jóvenes arqueólogos y los estudiantes
de arqueología asimilen las muchas y magistrales lecciones contenidas en las
páginas de este libro que -el lector se dará cuenta de ello- es mucho más PREFACIO
que un manual de excavación arqueológica. De ellos también se espera que
reflexionen sobre los numerosOS temas planteados y se cuestionen acerca de
importantes problemas como -por poner un ejemplo- el hecho que, mien- Estratigrafía y técnica de excavación
tras en cualquier ciencia «seria» los avances metodológicos son inmediata-
mente aplicados o criticados en publicaciones especializadas; en arqueología, Este libro es, en su primera parte, un manual de estratigrafía arqueológi-
ciertos colectivos profesionales pueden permitirse el lujo y la veleidad de no ca (el adjetivo es necesario para distinguirla de la geológica, que ha sido su
aplicar a sus trabajos los nueVOS métodos de investigación sin ni tan siquiera creadora). En él se trata de la filología y del método histórico aplicados al
exponer las razones que les han inducido a una tal decisión. Si la publicación mundo de los objetos. La crítica de las cosas se fundamenta en los principios
de este libro contribuye a mejorar algunas de las situaciones aquí brevemen- que permiten la excavación de monumentos sumergidos en la tierra o en el
te expuestas, la arqueología española estará en deuda con su autor. mar, la lectura en profundidad de los que están a la vista y en uso y permite
relacionar entre sí las partes cubiertas y las descubiertas de cualquier edifi-
Xavier Dupré Raventós cio, tumba u otro tipo de estructura. Estas páginas no contienen una historia
concreta, pero explican cómo se pueden llegar a narrar muchas historias de-
Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma (CSIC) sentrañando el universo material.
Noviembre de 1996 Los principios de la estratigrafía han sido inventados por una tradición
de estudios reciente, principalmente de nuestro siglo, que ha alcanzado su
punto culminante en la arqueología británica de la última generación. Adop-
té por primera vez el método de excavación británico en Cartago en 1973 y
lo apliqué en Italia en la excavación de Settefinestre desde 1976 (Carandini
el al., 1983; Carandini, 1985a). Una primera edición de este manual se publi-
có en 1981 (Carandini, 1981), contemporáneamente a la traducción del de
Barker (Barker, 1977) y antes de que se desarrollase en Italia una verdadera
«arqueología urbana». Esta segunda edición es una reelaboración completa
y una actualización de la anterior, fruto de contaminaciones entre experien-
cias del mundo septentrional y del Mediterráneo (de Italia al África septen-
trional) que ha durado más de quince años (mis experiencias de excavación
&nteriores, entre la segunda mitad de los años sesenta y los primeros setenta,
se guiaban por el método de N. Lamboglia, entonces el mejor que había en
Italia pero que ahora debe considerarse superado).
Ahora -puedo tener en cuenta las primeras experiencias de arqueología
urbana en Italia (pp. 23, 30), la edición de la excavación de Settefinestre, que
ha permitido comprobar los enunciados originales y que representa a su vez
un primer manual en lengua italiana de cómo se puede publicar una excava-
ción, la excavación casi acabada de la vertiente septentrional del Palatino,
uno de los lugares estratigráficamente más complejos (siglos VID a.C.-XVI
d.C.): en consecuencia, un campo perfecto para una ulterior precisión meto-
2 HISTORlAS EN LA TIERRA PREFACIO 3
dológica, y, fmahnente, los últimos avances de la propia arqueología brit~­ La exposición de las reglas del juego estratigráfico, acompañada por fi-
ca que sigue todavía en la vanguardia. El lector perdonará las abundantes CI- guras concebidas por mí y realizadas por G. Moscara, ahora revisadas y am-
tas relativas a nuestro grupo de investigación, por ejemplo a la edición de la pliadas, ofrece una guía lógica a los problemas de la estratificación. Cada
excavación de Settefinestre, necesarias por la voluntad de mantenemos en el guía constituye una traición a la realidad concreta y como cualquier abstrac-
ámbito de una propuesta orgánica de formas y de procedimientos estratigrá- ción de la práctica presupone una tolerancia al menos provisional con la teo-
ficos. Este manual no incluye una historia de las excavaciones ni de sus mé- ría, que se convierte frecuentemente en brújula indispensable para orientar-
todos, pero sí la exposición de una tradición metodológica, que tiene sus orí- se cuando nos hallamos inmersos en el laberinto de las cosas. N o he incluido
genes en Gran Bretaña y que está conquistando Francia e Italia. gráficos ilustrativos de- estratigrafías reales, para lo que invito a consultar
Mientras tanto, el clima cultura! ha cambiado en Italia. En 1981 la ar- otras publicaciones y, en particular, la edición de la excavación de Settefi-
queología de campo moderna comenzaba a desarrollarse con dificultades. nestre, que constituye la verdadera ilustración de este manual en lo que res-
Hoy, en cambio, se halla oficialmente aceptada (pienso en el sistema d~ ca- pecta a cosas concretas.
talogación de los bienes arqueológicos finalmente elaborado por el InstItut? Para poder extraer excavando el máximo de información y para podet
centra! del catálogo) y se difunde cada vez más, elevando notablemente el nI- comparar los resultados de diferentes excavaciones se requiere un mínimo
vel de estos estudios en las diferentes regiones e incluso en Roma, graCIas a común denominador en el método que se usará en el trabajo de campo, por
los programas de la Soprintendenza arqueológica estatal, ideados por A. La debajo del cual se está fuera del procedimiento útil para la reconstrucción
Regina. Se han iniciado incluso las excavaciones en los Foros imperiales, an- histórica y se entra a formar parte de lo que, hasta hace poco, era el grupo de
tes bloqueadas por un enfrentamiento ideológico, ahora menos furibund? los destructores de la documentación arqueológica depositada en el territo-
(aunque no desvanecido) gracias a una conciencia más difusa de las neceSI- rio, grupo en el que había que incluir no sólo a los excavadores clandestinos,
dades urbanísticas de la capital y de la nueva memoria que la actual arqueo- sino también a los propios arqueólogos. Se trata, por lo tanto, de identificar
logía urbana se halla en grado de ofrecer. . . reglas de conducta para aplicar en la excavación, de fonna más sistemática o
El libro conserva algunas limitaciones presentes ya, en el texto ongmal. concisa según las circunstancias, para individualizar el mayor número posible
Es un manual válido para los hábitats rurales y urbanos y algo menos útil de acciones naturales y humanas, de acumulación o de sustracción, intencio-
para las estructwas o los restos submarinos (Gianfrotta-Pomey, 1981) y para nadas o casuales. Para ello es necesario analizar tales acciones en el orden
las necrópolis. Dedica, voluntariamente, mayor atención a los estratos que a inverso a aquel en que se han producido, como ocurre en el juego de los pa-
los bienes muebles y a los restos paleoecológicos contenidos en aquéllos. Ha lillos chinos. Por otro lado, sin reglas no se crea una verdadera comunidad
sido escrito por un arqueólogo clásico (no por un geoarqueólogo), por lo que científica, que es la premisa esencial para cualquier avance serio en la inves-
es válido para la Antigüedad y también para la protohistoria, la Baja Edad tigación. El talento se muestra cada vez menos enemigo de la norma, espe-
Media y la época moderna, pero es insuficiente para la prehistoria y qUIZás cialmente en un trabajo que es también manual. ¿Quizás no es el excavador
también para la Alta Edad Media. De hecho, son diferentes las circunstan- un artesano al servicio de la memoria?
cias en las que la actividad humana es la principal generadora de la estratifi-
cación de aquellas en las que, al contrario, la naturaleza es la que desempe-
ña el papel primordial. En estas últimas el estudio de las sedimentaciones, de Estratigrafía y cultura de los indicios
las erosiones, de los transportes y de las pedogénesis es esenciaL Por ot:o
lado, la ciencia de la historia no podrá jamás reducirse a la ciencia de l~ tie- Pero la excavación implica no sólo desmontar sino también remontar, es
rra. Pondría incluso en guardia a los jóvenes arqueólogos protohistóncos, decir, la construcción de una historia en las tres dimensiones del espacio, lo
clásicos y posclásicos contra el peligro de descuidar los estudios tradicionale~ que no es un hecho exclusivamente instrumental o una cuestión de mera téc-
para dedicarse desmesuradamente a los cambios biogenéticos. Con toda mI nica estratigráfica. Por otro lado, cada técnica se relaciona con una cultura
admiración por este tipo de estudios, tengo que admít~ una limitación: cam- particular, con un sistema de pensamiento más amplio. La estratigrafía es
biaría tres geoarqueólogos por un historiador del arte o de la arquitectura además urt método científico bastante joven respecto a la tradición humanis-
cautivado por la estratigrafía. ta de la arqueología histórico-anticuaría e históricp-artística. Es natural que,
La primera edición concluía con apéndices, debidos a otros autores, so- en el intento de acreditarse, incluso ante las resistencias de quien la querría
bre materias específicas o afines al tema principal, materias que aquí se subalterna, la estratigrafía vaya en busca de las disciplinas hermanas consoli-
han suprimido porque merecen por sí solas un manual: de la topografía, dadas, de su propio contexto ideal. Se trata de parecidos en las fonnas y de
a! dibujo, la tipología, la ecología, la geología y la restauración arqueoló- contactos reales que unen los diversos conocimientos indiciarios hijos -de la
gicos. sintomatología médica (Ginzburg, 1979). Por dicha razón, el libro contiene
4 HISTORIAS EN LA TIERRA PREFACIO 5

en su segunda parte tres ensayos dedicados a argumentos de carácter más siempre cosa de italianos y de spaghettanti del espíritu; algo sin nada de
general. Se trata también en este caso de reflexiones abstractas, pero que alemán. En esta esfera [alemana] la ética prevalece sobre la estética o más
surgen de experiencias de campo y se refieren a cuestiones muy concretas. exactamente en ella se sopesan dos conceptos, por lo que a lo feo se dedica
¿Cómo reflexionar sobre Longhi o Bianchi Bandinelli describiendo un alma- honor, amor y cuidado».3 Incluso una fealdad o una patología pueden repre-
cén de la Roma imperial, cómo analizar el método de Sherlock Hohnes en- sentar una verdad. Más allá de la estética de las cosas hay una ética de los
trando en las casas de los cónsules de la República y cómo entender el signi- contextos.
ficado de las metáforas arqueológicas de Freud entre los lagartos de las Si el pasado nos parece todavía vivo es también porque el tiempo de la
fortificaciones palatinas? La narración histórica requiere fluidez más que historia puede siempre encarnarse de nuevo en el espacio de las cosas y así
excursus metodológicos. Pero no siempre conviene renunciar al género me- retomar alguna forma de existencia terrenal. No se trata tanto de extraer
todológico, por muy imperfecto que éste sea, convencidos de que «la perfec- pensamientos de los objetos, como piensan algunos historiadores sólo litera-
ción del filosofar está en haber superado la fanna provisional de la "teoría" tos. La fábrica de las cosas es de hecho uno de los modos en que los pensa-
abstracta y en pensar la filosofía de los hechos particulares narrando la his- mientos y los sentimientos humanos alcanzan autónomamente a expresarse,
toria, la historia pensada».l materializarse y conservarse. Dar prioridad al mundo de lo escrito respecto
Tras haber expuesto las reglas para el desciframiento del universo de los al de la materia elaborada (Momigliano, 1962) o viceversa, estar abiertos a lo
objetos, ha llegado el momento de encontrar alguna incertidumbre. ¿Qué es bello y ciegos ante lo feo o al contrario, son unilateralidades que nos quitan
la arqueología? Quizás su secreto reside en la superficie que la separa de las lo mejor de la vida, es decir, la compenetrabilidad entre los diferentes len-
otras disciplinas indiciarias, que con ella jamás se habían realmente compa- guajes que se derivan de nuestras diversas percepciones.
rado: desde la historia del arte, a la investigación y al psicoanálisis. El estu- Casi todo el pensamiento del siglo XIX, de matriz liberal o marxista, no
dio vienés de Freud -pero no su casa, que estaba en el mismo piso--- se mos- supo impedirse jerarquizar. Pero la cultura que podemos llamar de la mecá-
traba como un gabinete de maravillas arqueológicas clásicas y orientales. El nica del es y de los quanta siente y razona de forma diversa, difundida en
paciente se tumbaba bajo una reproducción del templo de Ramsés II en Abu nuestra cultura, si bien con un retraso de dos generaciones sobre los descu-
Simbel, mientras el analista se sentaba en el sillón vigilado por un retrato ro- brimientos del primer cuarto de siglo (Pais, 1986). Sólo rozando el año 2000
mano. En aquellas habitaciones no había ningún objeto medieval o moderno se tiene la sensación de vivir plenamente el espíritu del siglo xx: y la nueva
porque allí la cuestión era sumergirse en los tiempos antiguos y omnipresen- perspectiva nos obliga a considerar las obras del ingenio y del esfuerzo bajo
tes de las civilizaciones y de los inconscientes-. una nueva luz.
Aclaradas las relaciones de parentesco entre los diferentes conocimien- Este libro debe mucho a Riccardo Francovich, Daniele Manacorda,
tos indiciarios, se perfilan nuevas colaboraciones culturales que podrían con- Maura Medri, Emanuele Papi, Nicola Terrenato y a los otros arqueólogos
tribuir a recobrar y preservar la materia de nuestro patrimonio cultural. En- con los que trabajo. No habría nacido nunca sin la curiosidad de Salvatore
tre estos diversos conocimientos la arqueología, siendo como es curiosa de Settis y de Walter Barberis.
lo bello y de lo feo, ávida del placer estético y del histórico, representa un
puente entre los diferentes mundos del arte, del trabajo y de la naturaleza. A.C.
Es quizás la disciplina más isomorfa a la vida, en la que el orden y el desor- Julio de 1991
den surgen y mueren continuamente, como pasa, por cierto, en la estratifica-
ción.
Los hechos y las cosas de la vida, nuestro primer objeto de indagación,
son en sí mismos inertes y opacos como las piedras,2 pero mientras que sola-
mente la escritura literaria puede dar un toque final de liviandad, también la
reconstrucción histórica, que no es una reproducción, sino una reinvención
verosímil y formal de la realidad, puede aportar ligereia a la gravedad.
Allí donde se halla confinada sólo la belleza segmentada de los valores
del contexto, como en tantas colecciones de museos, la admiración por lo su-
blime inerte se acompaña frecuentemente con un sentimiento de tristeza. En
este querer aislar la belleza y el lujo del tejido polimorfo de la existencia, los
italianos han superado a cualquier otro pueblo, con todas las ventajas y tam-
bién las distorsiones que tal inclinación conlleva: «la belleza para mí ha sido
A Ignacio Matte Blanco y a los excavadores de Roma
ESTRATIGRAFÍA
Y TÉCNICA DE LA EXCAVACIÓN

El estudio de la antigüedad debe saber hacer hablar


a los documentos arqueológicos, desde las estatuas y los
arcos de triunfo hasta los más humildes fragmentos ce-
rámicos, su elocuente lenguaje. Y a los jóvenes se les
debe enseñar no ya a dirimir con Mornmsen la paleoet-
nología como «ciencia de los analfabetos» o a insultar
junto con algunos seguidores italianos de Mommsen a
los «buscadores de cerámica», sino a integrar el análisis
de la tradición con el estudio de las tumbas y de las es-
taciones.

GAETANO DE SANCTIS

Dado que existen infinitos modos desordenados las


cosas irán siempre hacia la confusión. - No me veis en
realidad sino que veis un montón de información sobre
mí. - Las cosas pueden entrar en el mundo de la co-
municación sólo por medio de informes. - El número
de diferencias potenciales en un objeto es 5nfii1ito. -
Sólo poquísimas se convierten en diferencias eficaces,
en informaciones. - La información está concentrada
en los contornos. - El claroscuro es una cosa óptima,
pero los hombres sabios ven los contornos y por esto los
trazan.

G. BATESON

~~"""""""""""""""",,""""""""""""""""""""""""lIlIelm§fIl'~'1[~'I'lílrl'-IFIF§f§fIlIlIlIlIlIlIlIlIlIlIl"II"""II.-I-.-.-.-I--.·I-.--"·I-.-1·I-..··a-.-. .~
- .. - . - _--o
---oo,~,==-=_--

INTRODUCCIÓN

Una conquista moderna

En las culturas campesinas el hombre aparece todavía relativamente uni-


do a la madre tierra. Mira al subsuelo con ingenuo y ancestral respeto pero al
mismo tiempo lo profana arrebatándole sus tesoros escondidos. Desde me-
diados del siglo VID a.C., en las ciudades griegas en formación se descubren y
se veneran' tumbas principescas de época anterior como si fueran de héroes
(Berard, 1982). Durante la purificación de Delos en el 426 a.C., lo que conlle-
vó la remoción dé todas las tumbas existentes, se descubrió que la mitad de las
mismas eran carias por el tipo de annas y por la forma de enterrar, entonces
todavía en uso en dicha población anatólica (Tucídides, 1.8.1). Al volver a Co-
rinto un siglo después de su destrucción, los romanos saquearon su necrópolis
recuperando terracotas y bronces con los que llenaron Roma (Estrabón,
VIIL6.23). Desde la época homérica los descubrimientos casuales o la bús-
queda de objetos preciosos han sido las únicas formas de una arqueología em-
brionaria (Manacorda, 1988; Pucci, 1988). Las excavaciones en Miseno y en
Sanguigna de Fabrizio del Dongo, en La cartuja de Parma, reflejo de las del
propio Stendhal en Italia, todavía forman parte, aunque nos hallemos en la se-
gunda generación del siglo XIX, de esta misma mentalidad.
Con el desarrollo de la industrialización y el predominio de la ciudad so-
bre el campo el hombre se aparta de la tierra y puede moverse hacia un libre
conocimiento del subsuelo, así como de las cimas montañosas (el alpinismo
es tan joven como la arqueología). Las actividades productivas hieren la tie-
rra cada vez con mayor profundidad y la investigación científica desvela los
secretos más impenetrables de las cosas. La sección de un terreno se con-
vierte en imagen habitual y por todas partes emergen los restos de los hom-
bres más antiguos. Solamente a partir de mediados del siglo pasado los pocos
milenios de historia que la Biblia avaramente nos concedía se han dilata-
do en un tiempo inabarcable. Algún fanático religioso protesta todavía hoy,
como ocurre en Jerusalén, contra la profanación arqueológica de las tumbas
de los antepasados, así como en Roma lo hacen los amantes de la belleza, por
temor a las heridas infligidas por la excavación al paisaje urbano conservado.
Es como el retraerse ante la disección de un cuerpo, las extravagancias del
alma o la rareza de los elementos. Al encerrarse en los viejos ritos y recorri-
l'
!
12 HISTORIAS EN LA TIERRA INTRODUCCIÓN 13

dos mentales afloran, en el contexto frenéticamente analítico de nuestra épo- Cuestiones disciplinarias
. ca, formas de sentir propias de pasadas y más espontáneas culturas. «Vene-
rar» e «indagar» son fonnas diversas y rivales de amar la tierra en la que se La arqueología de la excavación se basa en principios peculiares y autó-
vive. El arqueólogo estratígrafo, fruto típico de la modernidad, inspecciona nomos que sólo en un segundo momento se relacionan con los otros modos
cajones del mundo jamás abiertos, queriendo saber de los muertos más de más tradicionales de entender esta disciplina, como el histórico-anticuario y
cuanto ellos supieron o dejaron entender que sabían de su propia vida. Re- el histórico-artístico. No se puede leer un epígrafe romano sin conocer el la-
sucitar el pasado, no sólo en su palabra sino también en su apariencia -«me- tm, ni una obra de arte sin estar familiarizado con las imágenes. De la misma
jor una cosa vista que cien relatadas»-, ya no es la perversión de pocos es- manera no se puede indagar en el subsuelo sin conocer las reglas de la estra-
pecialistas sino la tendencia de una época, que mientras aún se esfuerza en tigrafía. Esto parece -obvio pero mientras que interpretar mal un texto o el
seguir al progreso llora siempre con mayor amargura los paraísos que ha per- estilo de un pliegue desacredita a un investigador, destruir una estratificación
dido. La sensación de haber estropeado el mundo, que lo mejor de la vida so- todavía no ha creado problemas de conciencia o retrasado la carrera de na-
bre la tierra haya ya pasado, ha desarrollado la capacidad de razonar hacia die. Esta situación deriva del hecho de que tras la idea corriente de interdis-
atrás, refiriéndose a los primeros dolores, a los primeros autores, a los estra- ciplinariedad se esconden todavía saberes que predominan sobre otros y que
tos más antiguos de la existencia. En la sociedad en la que los viejos son más las filologías nobles, descubiertas ya en el Renacimiento, quieren continuar
numerosos que los jóvenes se desarrolla una atención nueva hacia desencan- mandando sobre las innobles de formación más reciente. Por otro lado, so-
tos y ruinas. La Oudad Prohibida de Pekín resurge espléndida en la proyec- mos cada vez más conscientes de que la calidad de un muro o de una tierra
ción cinematográfica y el palacio del Louvre, el mayor museo del mundo, no y la naturaleza de una semilla poco tienen que ver directamente -con el tradi-
se ha olvidado de excavar ningún detalle del París subyacente, exponiéndo- cional método histórico y de que todas las fuentes, sean literarias o estrati-
lo como museo del mismo museo. He aquí un rasgo típico de esta nuestra gráficas, tienen igual dignidad, aunque no igual línaje, porque facilitan datos
época. de género diverso, en el buen uso de los cuales existe un mismo deber. Bajo
esta perspectiva ,las diferentes filologías aparecen como lenguas diversas, que
no pueden estr:í subordinadas las unas a las otras, ni ser unificadas en un úni-
Proceder hacia atrás co idioma, P(fO si comparadas y traducidas las unas en las otras. Las compa-
raciones y Lis versiones son operaciones delicadas en las que hay siempre
Una casa debe ser continuamente objeto de mantenimiento si se quiere algo que ganar y también que perder.
conservarla, al igual que se sustituyen las células de un organismo, de lo con-
trario inicia su degradación. Las rocas duras y los castillos fortificados tien-
den a convertirse en polvo (hay plantas que saben nutrirse de cal descal- Preguntas y respuestas
zando los ladrillos de los muros). Metrópolis enteras duennen ahora bajo
campos de trigo. La tierra lo gana todo y es de la tierra que el arqueólogo es- Las pr~guntas que siempre preceden y acompañan a una excavaClOn
tratígrafo fundamentalmente se ocupa, como si fuera un campesino de la his- -la tabula rasa es siempre imposible e indeseable- deberían nacer no sólo
toria. Mirando haciendas y fábricas con los techos hundidos sobre restos de del diálogo entre el historiador excavador y las fuentes literarias o arqueoló-
utensilios él aprende los procedimientos de la ruina, como la vida clara y gicas ya conocidas, es decir, ajenas a la investigación de campo, sino también
multiforme tiende naturalmente hacia una única dura oscuridad. Observar del coloquio directo con las estructuras, el terreno y los objetos de la exca-
las razones progresivas de un hundimiento no es difícil, porque se trata en vación en curso. Sería necesario por tanto que el estratígrafo supiera silenciar
cualquier caso de proceder hacia delante, que es la dirección de la vida a la de vez en cuando su elaborada memoria histórica para poder captar las im-
que _estamos acostumbrados. Arduo es al contrario seguir el camino inverso, previsibles novedades que cualquier porción de terreno guarda en su inte-
es decir, penetrar en las espigas de trigo para reconstruir en la imaginación rior. Mucha documentación estratigráfica ha sido destruida desenterrando
la ciudad destruida subyacente, porque la ruina oblitera y cubre los frag- porque no respondía a las cuestiones planteadas previamente y desde fuera
mentos de todo lo todavía conservado, de tal modo que el investigador está de la excavación. Evidencias más tardías han sido sacrificadas para alcanzar
obligado a descender de forma antinatural, hacia atrás, en lo desconocido. con rapidez aquellas subyacentes, testimonios evidentes han hecho descartar
Pero para utilizar la destrucción a favor de la reconstrucción haY'que agudi- aquellos más recónditos y documentos juzgados niás importantes han lleva-
zar el ingenio, como quien ha perdido un objeto y debe volver a reconstruir do a la destrucción de otros considerados menospreciables. En la arqueo-
la jornada en tiempos y lugares invertidos. Por dicho motivo hay que desa- logía del territorio debería, en cambio, interesar cualquier cosa que pudiera
rrollar el arte de la estratigrafía. encontrarse y sólo una minuciosa programación de la investigación podría
------_.-:,-~

14 HISTORIAS EN LA TIERRA INTRODUCCIÓN 15

consentir acelerar la excavación en algunas circunstancias más obvias pa- la posibilidad de dar' una forma al movimiento casual de la vida, de trans-
ra poder recoger mejor otras más insólitas y llegar así a conocer a fondo formar la tierra en un libro.
la estratificación, en toda su duración. Toda eK-caYación-tiene-.!ie, hecho _una
limitación ,9-~ ~ielllPo y _ele _1:ll-<;!4iosr por-lo"'q-~~'dc:b~ _[~~_yp~plX eJ ~4ximo de
Í~formaciÓn p()_sibl~._"C1.Hi,n~q,-ID-á,s-,-~mJ?Jio se~ et-esp~ctro_ de las fuentes to- Construcción, ruina y estratificación
madas ~n consiaer~q.iÓ_:q,i! par.tir, di, la., propia excavacjóri;,más __ampJiQ"t!l cit:.
lás cuestiºv~y_~,_jii.~tÚ~.rkªs..JiJ..~j()r_, s~~c.onducir~stigación y con mayor El IlJQdgen '!~~ la vida.se~t;;".Il~f9I'l''Ul..94'1¡¡j¡;~a¡''!._.¡'''.i~Jj.2-
nqueza--ap~~cerá, al :final"lé!- !econstrucc;ión históricQ-moIl_llIll~nt~. :No ,~!';~s­ rra _~~-.\l,ga~¡'a~~G.Ipales~l*ªrqnoo]qgp. Las construccIones
te--llná~~~~stiQñ 'h!Si~9C~:'p~i'_ITit¡y~!ún~am~~rq~~ sea,~qu_e: R~#da_JustÍfi'Car se''liaéen de aportaciones y sus-tracciones de materiales que se suceden pe-
el"- a6iuldono,_.deLpxocedi~tQ~~~tfjj¡g¡1ñ9li;L~traSe ':d~~~~_~!~~~~~!í~ación riódicamente en el tiempo interfiriendo las unas en las otras en una misma
de una e~cav~ciól1 _ en el, col~j~tC!".!?2,~~,,~lio d~¡:G:gjjg,,~~~_JJj:9~Lqqquiri­ porción de espacio. Así es la vida en el mundo de los objetos. Las construc-
dg_~ __ es" esenci~ -P,~.~ ~a ?u~n_a rE~~:g,~~E~,i2!tJ;ientífica, -pero""dicha .fase ciones acaban sepultadas e inmovilizadas en el terreno. Esta es la condición
re~~Ja_mucho m;ís _efi91iti~f1J-~tq ,menos-ha-interfel1.9:9 en lª, f~~ ql!e Jó~a­ final de las_cosas en su muerte. Pero ¿có1l1_()_s_~ ha clesarr_{)ll~cl?}~ agonía y la
nient~ lapr.eced",'¡a-de.la~amp.re.!}§i9g!,leJa e:>.t!l'Jigrafia..Ellatín Y las len- descomposición .9J'\lR.íl.IiiR<;j.\!..?A ve~ 1¡¡§~éOñstrucéi6rtes """,ban bajptie" >

~gua.-s románicas permiten una mejor comprensión del italiano, solamente a ~!i.8ia¡¡i.y,>.e!?r~1'2.."t!!.p,.!9~.&iStmiactas:c¡;~om¡;eya lSa]o·]¡í. erup-
partir del momento en que se ha estudiado su gramática peculiar. De lo-con- ci,~.Gtr~.v.es¡;~.~en-di""",os.gi-ad9i:i'!U~~ªI:,!e)!é5.rii.¡;geQé¡Z~éI¿IÍ,
trario se comparan confusiones en vez de cosas diversas. La especialización, por __<,l.g!~P..9;t:Q ,'üsiW y "alt.~raci6tlAe-l~~~,~~,!acioIl_(!~ espaciales, ha~t.fLc.ouyextir-..
más que un mal necesario, es el presupuesto de cualquier saber general de ,~,~~.4.~9!~~_~!e._ ~o~.Rrensible~ o incl~?'per(f~rse-f?úl1Irieª?, __Esto ocurre
tipo moderno. c;.l!.anto Ijlás ampliQ,.profund.¡Ur sistemátic.o.haya.sido.e1.aná- cuando ele.@ficio es aba!1ºRnad,o y permarlecf:~M§!:M lii"Íntemperie, caso
li~!~ d~_ l_?~_ det_~n~~~~~aiiT(}~más a~dt;~1?-~_J;9_"t~ffi~l~=n~~_5~!.~_1~, E<?:q~~~C?9,ón ~.e..se~~la _!~ansici6hoeTacoñdiéión ~~_~E-s~·éciolra-hrcJe-de­
~)'!.~~j~tesis¿ap".z(f~"om¡;reíi<Ié~I,?s,.1'.@J¿,!!~do E~!!.W_u!!!pli,a,I las pre=... pOSICIón. ErosIOnes, aCllI!!fIlaS!2:nes y trañsformaciones, Oebi"tl~K~fffieiiasña­
guntas, ~1' _e}~Jíalfgr;ifQ-ª:Vªri~a~~ _Yrecllazará-,1-as.,respue_~t~" a, medida que,Ja -tuiiíJ:e[iJi"IjjJáiías> arteran~Ciolarcom(}"ra:<m"1<u-últffiilll.'ilse-~:.xi.Qa.
eV~cléncl~- (as c()nv~~rta ,en )liás _o "meno& plªJ:l~ib~e_~" ~vitarig,()j)lt;roduciJ:_.~u Sr entramos en una granja, en u;';;iá'6rlca"crén ll:naiiia:ilzana-ae-casas aban-
pr_9pla _ sl!~jetividád ant-es~-d~" cíue los datQs más ü};jetivos'hayan sido comp!~,:-_ donadas podremos observar los diversos estadios de esta ruina progresiva.
tamente ap-roveClüldós'. . Nada hay -más instructivo que conocer estos procedimientos de deterioro en
curso por razonel) de introspección arquitectónica y estratigráfica. ~~p­
~_~_~~~~,~,? J~_~nt_o .,q,~_yis!,~~~~ la~J?!.cEE.~~,~~es ,~_~S.I~~~ de un~
Calidad y cantidad ~~~o (Carandini, í989d). .... _ .._-

Si lo escrito y las imágenes no son ya los únicos lugares del valor his-
tórico, entonces resulta claro que no se excava para encontrar estatuas ni Deberes del excavador
papiros, es decir, para colonizar lo subterráneo con nuestros conocimientos
inveterados. La excavación enriquece cualitativamente la evidencia, acer-
cándose cada vez más a la vida pretérita. El subsuelo no es sólo una reser-
va de sobresuelo sumergido que sacar -a la luz, así como un ahna no es sólo
un arlliario que forzar. En la ruina y en la tierra las cosas se degradan en
modo~ particulares, que son distintos de los .destinos de los edificios con-
1I
servados todavía en uso. Lo «enterrado» es más bien «lo enterrado». Al
descender entre los contextos estratificados la evidencia frágil, latente, in-
coherente y heterogénea se revela de forma sorprendente y más difícil-
mente integrable en nuestros conocimientos habituales de aquello. que es ya
literaria, artística y anticuariamente conocido. Se trata de saber manejar
sustancias pesadas y opacas, que se levantan al plano aéreo del conoci-
miento, con todos los riesgos de empobrecimiento e imprecisión que se co-
rren cuando se quiere traducir un texto o una dimensión, pero también con
16 HISTORIAS EN LA TIERRA INTRODUCCIÓN 17
emerger los acontecimientos. El relato secundario deviene entonces prota- p: e.E'lorad'?~7~~9..1!~,,~~!~b!:n ,:3.: lo~ mal?,~,s islas '-!.P~~Q.ªL4iyisadas.:..,.~erQ.,~!J!Ll!Q­
gonista, pero siempre dentro de los ámbitos razonables de la secuencia, que aoUeTaS estructuras y de Tos .2llJ~to~"~lWllllJ'-'y.ar:iJ;¡bl\:"sin Ull'Lanatomía fi-
constituye el imprescindible cañamazo. Historias_QJ~:t~JJj_c!~_,,ªpr-@Surª-4aI!l~n­ Ja,'~)On6-quées-iiifpoS!§fe§!,~¡.!tli§!'Lde 1~~.J!lanut~Q~1iS.~_
te de monto~~ cje"ID_ate;riales desorganiz:adOs~_en el espac;_io .Y en ,el tiempo ~ocas:.~~ª~~t.~QS lugar~, Esto no significa, gracias a la universalidad del
Gºn~tItii,y'en- proyecCiones
,sob_re _aqu:eila··pot)i~_·eVíde~c.ia de '6tra~-' e:Xj:>~fi~n­ mefúdó estratigráfico, que en la excavación de un lugar pluriestratificado el
CÜl~)7~_ conocidas, _~:n"l:>,usc~,de ufiél ul~erior_ c()nfi~_~<;i9_I),.,"De aquí no provie- director deba irse sustituyendo en función de las épocas que se encuentren al
nen ñis'fÜflas orlilnales 'y sméerameiite' dirigidas hacia la verdad. Cuántas ex- descender. Es en el laboratorio, contemporánea o posteriormente a la exca-
cavaciones y sus respectivas publicaciones, con unas pobres metodologías vación, donde deben confluir las competencias de los diferentes especialistas
topográfica, estratigráfica y tipológica, se han visto sacrificadas a las necesi- llamados a intervenir.1 Conocemos excavacioneL~~~W~J?2!J~,N_at.f:o
dades repetitivas de los demasiado desenvueltos hacedores de historias. N o ~~~9~e .oC! eran ~speci~?_~,~!~.§..f~9Et~xtos exp!or~dos. NO_~l)._Q~~
existen fases preparatorias e instrumentales de la investigación subordinadas en cam~~~x_~va~!S@~J?!~~...,4ingtggt~~.RQi~lls[ór~, hIstoriadores del
a otras _más nobles y determinantes, siendo cada fase de la investigación pre- . a~rt,-,x_~ntiq,li!~º,s,.,e¡¡W;,\iLa!j;;Jfl,¡;d.~,¡jqy¡:llº;¡,qm!$),I'!OS pero ;g¡¡oraIil~(Je!ñ!~:'··
supuesto de la siguiente. Un excavador analfabet().~~s tan p.~~~~~'?S>E.12_J,tn 10a,?~!?§.~[~!:!:@-"gt<;-2; Las peores destruCCIones se deben a la presunCIón lnver-
historiador que no sabe leefe1 mundo·deros·obj~jgs (iéáseel pasaje de De -'sá."Pienso en el joven H. Hurst que había destacado como un óptimo exca-
SanCtis-----eñel epígrare").l:o's-iíesgosde-preparaciones unilaterales y mera- vador en Gloucester y había sido sabiamente nombrado director de la misión
me.nte tecnicistas se van multiplicando hoy en día en cada uno de los campos arqueológica británica en Cartago, aunque no estaba particularmente fami-
de la investigación científica. Pero no se escapa a la paradoja de la moderni- liariza,do con la cerámica, el arte y la arquitectura norteafricanas. Los gran-
dad, por la que cuanto más se estudia una cosa más ignorante uno se con- des resultados de su excavación se debieron sin duda a su capacidad de cap-
vierte en los campos limítrofes, escondiendo las propias carencias detrás de tar los problemas fundamentales del yacimiento, pero quizás también al
las de los dem~s. Ya no serán las relaciones jerárquicas, globales o superfi- parcial desconocimiento de aquellos lugares y de las preguntas de los inves-
ciales, las que reconduzcan la angosta técnica de las disciplinas en el álveo tigadores de la tradición poscolonial franco-italiana y a su familiaridad con la
unitario de la cultura histórica, sinq más bien el respeto recíproco entre los arqueología provincial de la Europa septentrional, habituada a buscar forti-
saberes especializados y la habilidad de convertirlos el uno en el otro en ficaciones, edificios de madera, muros expoliados y otras realidades que muy
los modos y momentos más apropiados. poco habían interesado a los viejos amantes de aquellas materias (Hurst-
Roskams, 1984), Si hubiese sido un topógrafo de Roma, un etruscólogo o un
especialista de historia arcaica habría investigado de forma diversa las ver-
Un juego universal tientes septentrionales del Palatino, condicionado por mis intereses prece-
.dentes, mientras que en las condiciones en las que me hallaba pude excavar
En su aspecto__ más ffsico _l_~ ,excavación sigue prQ~&dimientos válidos para con mayor ingenuidad aquella colina como si hubiese sido un oppidum cual-
§.dÜu¡¡¡¡ryY6ñpo(lói¡ueinüYditTc¡fníente~sucede e-;:'la Investigación IÚs- quiera. Fue así como alcancé a encontrar las trazas de lo que me pareció era
tórica tradicional). Las características de, _ ~na fosa, por las que su S-º!t~~~n los la fortificación ritual palatina y quizás también las de su pomeriwn, lo que en
~!~~!<.?§'J!!~E~~~~.f~::Lsieilipi~'_:'?~J!t~fioL ,~sui~Ií~gª:'}Qn.YiÜj.d~-ª.-"~p_~o~~, los círculos especializados más acreditados resulta todavía de buen gusto
con Pekín, bajfrJos-Flavios-YJ21lj(}J(}s.M¡ll,&..EQ! ..e.&to-lácar~"'!lÍ'L,'<~~l­ cuestionar.
~~.!.~~~~~ntº!?,,_'2Q!P-...n.nnas*cciQ!!;..,~_e bel!0!i_~~.~~-l-.:.;i!:l,? ~omo
una concatenación continua de acontecimientos _en espacios y tiempos CI~t~r-
-~~ª2i~~tr~::í)'ttái~ÓiiHGªs=ªrll~~olS?~as~fucal1zan"ma~!,~~~~~~.~ul- Objetividad y subjetividad
tu.§s y lug~:r~~~ncr~_~~~e crean de este moaOTa"'"Elfiíñi etrusca, la Mag-
'"iá Grecia griega, étc, (Carandini, 1985b), El desarrollo, reciente en Italia, de No debe creerse, no obstante, que la construcción de la secuencia estra-
la arqueología urbana (pp, 20, 30) ha reforzado el punto de vista de la con- tigráfica sea una actividad científica completamente objetiva y exacta. La es-
tinuidad diacrónica, propio de la cultura estratigráfica. El_"~!9Ye_ó!2K.<?~tra­ tratigrafía no es la estratificación. El procedimiento de extraer acciones y sus
tígrELfo _,apa~ec~ (;(l~a" '!.~~,}:Qª.S ~Cº!ll0 un tipólogo de las ñitervencion~~ }~~tu­ relaciones de una estratificación es, al menos en teona, interminable, porque
rál_~s y ,liúm~iiaS' en
"U1:1 _ffiop.umentü-y unaespeCíe-"de-iC6ñ6grafOdé~sus ,Con: un viento más fuerte transporta partículas más pesadas que pueden formar un
- secúei:iCias'"s-ü6're'"eIJ.ibiie.p.S>"':'Es·uñservtdlfTd'el mtrírd("f"delas--~as~-ffiás" que estrato diferente del anterior, compuesto por particulas similares pero más
d"rdeiasdÍscÍplJ1;", académicas, Para él es irnpofla"te.idenlifj8!r,,%e§g!'i!?~ir ligeras, porque un estrato de relleno puede distinguirse según se haya for-
y poner en relación estas int~rve:ns:iop._~~_",~_ntes de comprenderlas,
~,_. ,,___ _ ,_ .'_ '_" __ " ._~", k"",.""".A ,- - , "-"
epIDO los
.<''"---__ "___."....-
"c__ '.~,_ "_,,.~_"" __A~_.. __ .. ~" _ _ ~_~ __
mado utilizando una carretilla o una pala y una palada repleta puede distin-
••
•• 18 HISTORlAS EN LA TIERRA INTRODUCCIÓN 19

•• guirse de una escasa, y así indeftnidamente. Incluso un hecho tan concre-


to como la unidad estratigráfica, es decir, una sola acción de la 'naturaleza o
Augusto en el Palatino, bien conservada bajo el relleno del palacio de época
de Domiciano, sólo se ha podido excayar muy lentamente y por desgracia to-

ID • del hombre, puede convertirse en algo ulterior o diversamente divisible, se-


gún el grado y el tipo de análisis que se haya querido escoger. De hecho, po-
demos individualizar sólo lo que nos parece reconocIble y dIferente, pero la
davía sabemos poco de lo que se esconde debajo de la misma, por culpa de
los importantes trabajos de restauración a los que ha sido sometida y que han
absorbido gran parte de los medios disponibles. En la excavación de la ver-

ID
• propia capacidad de reconocer depende de la de sa,?er captar diferencias y
de la potencia de los instrument'?s q~e se ~ay'a qu.endo adopt~r para obser-
var los fenómenos. Excavar con mteligencIa SIgnifica ser conSCIentes de esta
tiente septentrional del Palatino, en cambio, hemos conseguido alcanzar sin
mucha dificultad los niveles del siglo VID a. C. y el suelo virgen de aquella co-
lina por el mal estado de conservación de los edificios más tardíos y de sU de-
!ti relatividad, de este abismo que se abre siempre bajo nuestros pies, y al mis- coración, motivado por el incendio ner"oniano y por las excavaciones de épo-


I
ill
mo tiempo superar el espanto que provoca escogiendo dónde separar en
aquel desorden y dónde impedir continuar separ~do. É~ __ !?~~~"~~~_~_y_a~.'?r
pennanece siempre perplejo ant~}~~~ piezas (~~4~4~~.~~tr~~g,~~~asLC:!-:q.
taS"<¡tl<n:livtd"é-ersi:11m~"t¡¡:LiiSpéEci1>.~c(jlíioun,~~~ct.~s;~~" .l':'.-~~_ll!r:"f'~~l"s
ca moderna. En dichas condiciones, privilegiadas desde el punto de vista de
la estratigrafía y desafortunadas desde el de la restauración, ha sido fácil re-
mover alguna preparación, cloaca y muro, además de los normales estratos
de tierra, para llegar a leer hasta el primer capítulo de aquel enclave (Terre-
·1
I mstIñgutrfa")'-"nIT~15asaña'-eh~elf~_ su cons~~-cc~?~ ,_?"::~illca2J?er<?_~ IDl~O 01 nato, 1988). La arqueología de excavación aspira a conocer, donde ello es po-
ID !!~~~~~~~~~=~~§~ª-~!,~~~P.ª,!"~_:~~É~?-aer el se~~to de ~ fo~ª­ sible, la secuencia estratigráfica total y para un área lo más- amplia posible,
~ié)fi"._>y_.sL. d(:!scub.!e, __ .4JJ~_!~I!f!~, _alteman_~~~~.:.J?~~Eq_~_ª~!~~~_,.X·.se~~~J!Clas <1 con el fin de reconstruir la historia de un barrio entero. Pero para leer una
D qué',,1~_p~_e~~_~,~~~gmfi9~tj~asJe~~~,~~~ª~o~:_~~~~!~~~~~..~L!!E~mo ~~a-
!
estratificación se necesita mucho más tiempo que para leer un libro. Las lo-
lit to-ó"ante uno nuevo?». Se halla contradictonamente empujado a englobar y sas son más pesadas e impenetrables que las páginas. La excavación es, por
I
-',neút-~aliZar~áquenas- diferencias divisadas en el ~strato considerado y al mis- lo tanto, un proceso largo y arduo, y sólo la documentación analítica de las
mo tiempo tiende a se~~~las c~m~ ~~o ajeno\ cre~ndo así otros estratos.
D
¡,
En este vaivén entre dIVISIble e rndIV1sIble el arqueologo reconoce su tor-
mento, sin darse cuenta quizás de que se trata del mismo de cualquier otra
L
I
unidades estratigráficas y su recompo'sición en la reconstrucción ideal pue-
den reparar el daño de la destrucción que aquélla inevitablemente conlleva.
Así la excavación traduce forzada e irreversiblemente la pesadez de los ma-
t disciplina. ¿I;g~~§~,!:!ste~~!~~~ªxªd01.':.los.l5192.~_~~ c~~."~~?r ~_~e­
~or,~~~_~~~!,!1~~_~~~ e! e~cav~~~~~1:1~",,~~os'r'~zas se,~_~Ier­
j teriales y de la tierra en la ligereza de las palabras, de los dibujos y de las fo-
tografías. Por otro lado, sin esta transformación la estratificación sería sólo
~ tos alllbos puntos ,re-V1sta:'La vIrtud esta en el ténmno ~I!?_;Yo~!,~f.eo~á I
I silencio y oscuridad, existiendo para nosotros solamente en potencia.
I la' u.;¡id~d"estrangr.tftt1C-'«PérpIeTáiñeñré-corlv·eíicmo~>~-;y.:~I~:g!_~lP",~.ntJ~,JjRr.~~,u­
--faa-os»'-sonloSñi~ejóren~"srndns~aItlfuOCTIfft(Js-<9Sí[l!Q~emo~ inten~~r.ª-I!§­
~ fúiñíru>laC;p~'~acaestratifícacio'ñ"eñillía"'Cl~¡_~á#grafífl:~--'" ' ,~.~-- ,"" Monwnentos e indicios
~. ------~---"<-".,.~~.~~~--"~ - ~

~ Ingenuamente se podria pensar que sólo pueden ser interpretados con un 1

~ Destrucción y documentación cierto grado de verosimilitud los grandes monumentos y que los frágiles in- l'
~
~
Cada fuente debe ser usada con anál0J\.~.sigencias ..peIQ_J:.Q.l~>J;!i§!m..!o
grado' dc~ rigo:~~i;i~~~~~~,<I~~~=~_§}!~~_~:,t?2_.~!;~,!?:~,~!!~~,~~!~~~~~es­
dicios están condenados a la incomprensión. ¿Qué decir de los restos de mu-
ros aparecidos a lo largo de la vertiente oriental del Foro y que han sido I
~ ~gasta ll:!!!L!!P.-ll..,g~1]>~p"~.E2"_ ~~ eXS~~~~"?7~_~~l~E~>,<?'::~ª<:t 9~ qnª_.te._mºJ~l~~~: ~1itru­
interpretados como la basílica Emilia, mientras la hasta ahora así identifica-
da sería, en cambio, la basílica Pauli? (Stemby, 1988). De la autigüedad queda I
~
yet[P~ª-~kmp~~ 1~~y1g~;~iéF~~:,~~!~?!,~a. ~q~y,~.Je ,ª_ 9.l!~~?:~,_l~~"p_~g¡~?s ,~t~l todo, pero en diversos estados de conservación. Limitarse sólo a interpretar,
, -\íiiico ejemplar existente de ~n librgJ!un~ll:I~>tanle.:~~~~4,?~p~~~,,,4,~,.~~co!~::~~ra. especialmente en el centro de Roma, los edificios con plantas claras y sig-
~ \:' ¿Qué'quedanaael'mllimo""""Síñ-Uil"a-transcripcióii--ó, a1 ~:n6s. un res~en fi- nificativos alzados significa seguir las vías de la suerte en vez de las de la to-
~ <\dedigno? No se puede levantar un estrato, la pr~p~acIo~ .de .~n p~VIIDento, pografía. Rechazar la toma en consideración de los pequeños indicios sería
una cloaca o un muro sin destruirlos. Sólo revestumentos SIgnificatIvOs como como para un detective interesarse solamente por aquellos homicidios de los
~
mosaicos, frescos y estu_cos merecen las complicadas y costos.as extracciones que se dispusiera casualmente de la película. No se trata de descartar las tra-
~ no destructivas realizadas por los restauradores. Cuanto mejor es el estado zas frágiles, sino de utilizarlas en interpretaciones provisionales, útiles hasta
~ de conservación de una fase de un monumento, más difí~l se convierte el que no se dispone de otras mejores. La vieja arqueología monumental no
descender a las fases precedentes subyacentes. No se puede ver una cosa cu- puede aCéptar ~ste relativismo, al no haberse todavía implicado en los cam-
~

,, I
bierta por otra sin extraerla, y, si resulta incoherente, destruirla. La casa de >·"~bios de la moderna hermenéutica, por lo que continúa creyendo ingenua-

,
20 HISTORIAS EN LA TIERRA
1I
INTRODUCCI6N 21
·1 Un monumento puede ser tomado legítimamente en consideración des-
1
mente en la simple objetividad de lo.real. Desgraciadamente, lós propios mo- de el punto de vista histórico-anticuario, prefiriendo la tradición literaria
numentos de Roma, entre los menos conocidos-y publicados de ~odo el mun- (textos, inscripciones, monedas) a l~ I~CÍl~ra analítica de la realidad mater~al.
do romano, demuestran que la conspicuidad volumétrica no sIempre es la Cada óptica consiste de hecho en pnvilegIar un aspecto respecto a otro y solo
causa de los mejores estudios y de las interpretaciones más. seguras. ~o que el ojo de Dios sabe ver cada cosa de forma ilimitada. Por dicho motivo, tam-
aparece más evidente puede revelarse especialme~te oscuro,. como bIen e~­ bién es respetable tomar en consideración un monumento desde el único
tiende Dupin en La carta robada de Poe, tanto mejor escon<i~da cuan~o mas punto de vista de su decoración arquitectónica. Mosaicos, pinturas, capiteles,
ampliamente expuesta. Las dificultades.de la.esc~sa conservacIón agudlZa~ el arquitrabes y estucos tienen sus tipologías, su historia interna, que es esencial
ingenio y obligan a aprovechar cu~lqm~r mmUCIa, c~mo sab.e hacer el lIsto para comprender la mentalidad de los constructores de aquellos edificios. Lo
mercader mientras las fastuosas rumas tIenden a relajar a qUIen las observa, mismo puede decirse de las técnicas edilicias, a través de las cuales podemos
como las 'rentas enflaquecen al señor, a no ser que se las trate con el mismo comprender los diversos modos de trabaj ar de los albañiles anti~os. ~~tos
rigor aprendido 'al indagar el más pobre ~e .los. indicios. Tampoco se puede son los diversos estratos de piel y de músculos del esqueleto arqUltectoOlco,
distinguir entre indicios significativos e mSlgmficantes, desde el m?~ento sin los cuales un edificio antiguo no podría existir. Otro punto de vista es el
que el más insignificante detalle unido a otros puede llegar a constitUlr un estratigr~, ... !l'!\!jº."l!.tit¡~ª~las-,dill.e=S_ll.ar1es-d~,las-que-s"-compon"-!Ula
elemento importante (de otra opinión es Giuliani, 1990). Cada gran monu- CQiiSti.=Ucción (estratos 9~_J!~.:r;r.a._}LSUS_couespan.dientes-.-materiaJe.s)...IlªIªJ~Q:_
mento está siempre formado por un cúmulo de detalles y solamente el reco- üeñasaT6daseñ3ªí(¡;tQ!Ltemp.oraLent.re..5Í._Existe.iina1.mente.la...ó.Ptil;lI"Qpe
rrido lógico a través de cada uno de ellos puede permitir su co~mprensión glo- i~.!![á e[fs'gu.'lh~!~u!~ u~_~.?l?-~~J?J9.~§!Llqgj.s~.§!!.I!~n~nlj,S~.~.u.eB.tática.
bal. Ha sido a través de los pequeños y desagradables smtomas de las Solañ'lente la toma en consideración conjunta de todos estos puntos de
enfermedades que se ha comprendido el funcionamiento del cuerp~ huma- vista, sin considerar aquella en que se está más especializado como la más im-
no, funcionamiento que el hermoso físico del atleta no revela. Es gracias a los portante, permite esperar acercarse a la verdad de un monumento. Sería por
pequeños lapsus que puede entenderse el fim~ionamiento del ~erebro. El an- otro lado deshonesto no reconocer que nuestra arqueología está especial-
ticuarismo monumental sólo puede ser demasiado prudente o lffiprudente en mente rezagada en lo que respecta a los dos últimos puntos de vista (el es-
demasía. La arqueología estratigráfica puede ser, en cambio, prudentís~a X tratigráfico y el estructural), porque el estratigráfico es un conocimiento re-
audaz al mismo tiempo, desde el momento en que el abandono de una hlpO- ciente sin una gran tradición y porque el estructural es un saber tan antiguo
tesis no impide la presentación filológica de un monumento que solamente como el hombre pero lamentablemente olvidado por culpa del predominio
aquélla sabe plenamente comprender. Ya no h.a)' p~es razón de inhibirn.?s el del cemento armado, que ha sustituido a todos los sistemas tradicionales de
deseo de historia y la necesidad de interpretaClon SI ponemos a los demas en construir. Para recuperar los conocimientos de un capataz antiguo, mejor que
condición de contradecirnos a través de nuestro propio análisis y si acepta- el ingeniero moderno y sus cálculos, sirven documentos y tratados sobre este
mos que nuestras verdades sean en gran parte sólo probables y provisionales tema, a partir de época medieval. De nada serviría la experiencia en la obra
(Carandini,1989b). sin la comprensión estratigráfica, esto es tan cierto que los monumentos de
época moderna históricamente comprendidos y publicados se cuentan con
los dedos de una mano, aunque no falten arquitectos restauradores e histo-
Regreso a la arquitectura riadores de la arquitectura que los hayan estudiado. Al mismo tiempo nin-
guna, relación estratigráfica, por esencial que sea, es capaz de explicar por
La verdad es que los arq~eólogos, siguiendo las huellas de los historia- qué _una construcción permanece en pie o se derrumba. Bienvenidos sean
dores del arte (al menos. desde Longhi en adelante), han traicionado a la por lo tanto los estudios histórico-anticuarios, iconográficos y tipológicos de
arquitectura. Es bastante raro que en una facultad de letra~ se .enseñe de cualquier tipo, pero la lectura histórico-estructural de un monumento no
forma satisfactoria «Dibujo y análisis de monumentos» o «Histona de la ar- puede prescindir de las lógicas estratigráficas ni de las estáticas. 2
quitectura». A pesar de ello todas las disciplinas arqueológicas en muchas
ocasiones se ocupan de edificios antiguos y deben prepararse para poder
afrontar los problemas que éstos plantean, a partir de las enseñanza~ funda- ¿Dejar de excavar?
mentales de la arqueología clásica y medievaL No se trata de enfat1z~ e~­
c1usivamente el lado técnico o ingenierístico o de exaltar solamente lo hlsto- Hay quien piensa, especialmente entre los historiadores del arte, que no
rico-artístico y cultural. Más bien el problema consiste en.comb~ar del mo?o se debería excavar más, limitándose a conservar y conocer lo que se halla a
más satisfactorio la precisión cuantitativa de las cuatro dimenSIOnes espaClo- " la vista. Es como decirle a alguien: «reordena tu memoria y no aprendas
temporales con la precisión cualitativa de la investigación histórica.
22 HISTORIAS EN LA TIERRA
INTRODUCCIÓN 23
más». Conservar una biblioteca significa estudiar en ella, reordenada, incre-
mentarla y no limitarse a qUitar el polvo de los estantes. La excavación es la sional es e,l de1_SQ.lJl$omiso in~~Ótahl~; al Pº~,p.ºi!~! ~a~er .dos_ cos(iS e.q. el mis-
premisa necesaria de cualquier estudio y restauración de lo visible y conoci- morUgai'y-n~,~~~~~,~?~rja -tr.a,uspa rente , Ro¿~il:O~lldn::iiº -iodas.1ás~ex:
do. Solamente sometiendo un edificio a análisis antes de su conservación, se cavaéiones:S4ilieriari.ser:&Q~Q~.ru,ªd<!~",abier:tas. "LOS-_SQJ!.deo_s Qued;;-relreñ~­
entiende ya su última fase de vida e inmediatamente afloran, entrelazadas en se,~~~~§,~~J~J2ig.ª~9~-,Bru-'ª;~,~E}~e.~~~H"~~. R1:lS<l@-S~t·~ny:~~e~oc~sI.Qs
una misma porción de espacio, sus fases precedentes y las construcciones que \ií1~menós en los edificIOS aun en uso y 1 el !:",sul!;[email protected]
lo han precedido en aquel lugar. Mientras en superficie las construcciones puede !~!.~~f~~~~9_ c~~g.i,a.~!~_,!~~g!?-'.gr~tfiSg§,JQ1Qg[afia.s.JUJJ~q.R~JA§~}~~Q,ª-.~r­
aparecen diferenciadas unas de otras, en el subsuelo esto no ocurre y todo qüOOTogos lre~l.!~~~!~!ll:_~~~~", !t~!1E$~~ sobr~y.ijJp.taU_~~..eOcQntradOw~
está fragmentariamente preservado en un formidable enredo. Por otro lado, ~0nieí~ñ-esiru~!"~c;:',,!~!~~ ~~}!:~<:H~~:X,'~g~~tQ.§,M..tf.$taJlTaciQnes~jandQ mu-
un edificio sólo es comprensible si se halla inscrito en la serie de sus períodos 'dias v.l;í::l)$-jii1Íl9.rtanW_Ü¡;~.!JlS...J;~J!&iQl1.Jli..e.xpliJ:;adºo es 1,a ~,,9Qn
de existencia y en el contexto de las otras construcciones que le han precedi- -cogii?sc;:tiva (en la que al conocimiento no sigue la conservación material de
do y seguído en su mismo espacio. No existe una capa de rebozado o una su- las estructuras) tie'l~.sl!§,!iy§go§ pero tal!!91é!LS!\S,y<:IItaills".Ha,.pgmiti!.!QJl
perficie pavimental en la que uno puede legítimamente pararse y decir: <<uo Lond~~s~ _~i~da~ en la qU,e _se-l?nlcJ~~-K~iamenier,el.can9cimientn.~­
quiero saber más». La investigación es como una desmalladura que avanza y 'tieó de ca~i un,tercio dé l~cilJªa!!.ªl'li¡>,1,l'l,JleE,!!Q,§m.IJ~IQ, El frenesí por
que no se sabe dónde acabará. Dejar de excavar !ófWW,ca.ñª.,dej.ar"de"conocer el p'antÍipsesto tiene tan poco sentido como la fe en la inviolabilidad de los
!~ "~~~P~.1,!~~~_A~!.},n~.n1ª9,, p1,~_~~_rial~<,-~.ii§vs~c-Q~t~~~¡'s. ,~9u( sen_~~o tie!1,~"P3!La suelos. Era de justicia excavar la Piazza della Signoria de Florencia. Para le-
~9~?tr9.s __ ~!}ª" ~p.mª_.~1=lt~I?-_~~,~, ,~~~_WJrttYªP!,~.l2-~~t y~ _p()~, ,19_- t.anto, spperticial- gitimar una excavación basta sólo la información histórica que mediante ella
ment~? ]31 ~~je!9.qusU~:n.~!!19~ _d~lante"no,-e._$Jflm_á~ JI,;rtP"SQ!Q."pueEi, siempre se se obtiene, y no tiene sentido pretender resultados espectaculares desde la
1"¡llaco1ñff1,l,;:sio...nOL'lIl~pluralidad decos~s "OIlc¡;tac;I"$de Jorma divérSi) y óptica histórico-artística. Ha sido también correcta la pretensión de conser-
??I?pren~~d~s en poS? €?sI?-acio, ~<?Wp.. _l?,~_ t,yji~º-s, ~_~" llIl __o:r:g~is.~o~,r.2~ªf~un
var en cierta forma visibles los restos por medio de solu,ciones subterráneas.
eslabón Slgn¡!'ica hallarse lnmediat'\"''int",an!e toda. la cac;I.cnaa la q\leésle Ha sido un error, en cambio, prolongar excesivamente las investigaciones,
,p~rte1,1,~~~>A _~o ~er-qiie ~o___~e, ~9J1forme",con be1l0s"paü;aj~~, rtljn_gs__ l;>grs!~a- desdeñar el contacto con el público y prever la posibilidad de una visión
da~ de aC:m~os )' fachac:l?;s_~~A.~:r:.~1?J.~~s~,~~_ u!1~ty!~_i_~~_ ~~canta,da .que se l~J!!~I­
transparente del subsuelo, porque aquella plaza es un lugar que no puede
t<?J:ll.1::D~s!lrl\q¡íc;Iilmellte las carrozas c;Iel g/:andtour ya han salido togas. La aceptar acciones comunes y soluciones incongruentes. Al no tratarse de una
e]ica:VACión_es,ine:vitabl~-por ,ser uno de 10s_111odos de conociI1,1ient9 <le .la IDO- excavación cualquiera, era necesario establecer acuerdos de cooperación con
derni?_a~, ,la ,_~u~, ,si _se- vive:, ple~amente~ _.hace, aLencanto Q.yl de~;n­
aniigq._ otras instituciones con competencias diferenciadas para elevar el nivel de la
ca.~_to,Ati~~~Lf!.~tiÍo :mane <;lE( lo_prQ~aicQ__ y a, la iconografía"buena cPlURa:fi~&a investigación y ampliar las posibilidades de consenso_ Debía haber sido una
d.eJa"ana,~9m!~__'y,,_(;te 1a,apariencia,.entendida con todo lo,_que ,~§:co~d~. _Así, verdadera «excavación urbana», en el sentido actual del términQ, (p. 30). Al
explicación y fantasía alcanzan a ,f-Quvivir por primera vez. .,.",,"'= 'o'
supervalorar el resultado de la intervención arqueológica, sin tomar en cuen-
__ •_____ '_.'''____ __ "______
~~'"_----'.~, __ ._, - "
'_'~ ,_",,_ -,,-0<--' ,_ __ ' __
j ta los aspectos estéticos, arquitectónicos y urbanísticos, se corre el riesgo de
J desencadenar reacciones negativas, que luego resultan difíciles de frenar_ Di-
Excavación y ahorro ferente es el caso de los foros imperiales en Roma, excavados sólo en parte
(respecto a las propias intenciones de los años treinta) y que esperan salir de
~se quiere con2f_~L.~~º__!!ªy..q.ue...e~~.eY_~E!SL ~o~g.?,_ P~~Jº JLU~fªd..~~vi­ sus estrechas fosas para confluir en el amplio paisaje del Capitolio, del Pala- i I
'.
dencIar~SIl'l!adevoradapgrpropjg._deseo <!~.,.coll!prendedª'. Donde antes tino, del Foro romano y del «Paseo arqueológico». Esta es la única creación
Ifabía estratTgt=atill'preoonllnaría el vacío Incontrastable. Sin embargo, la c'on- de la Roma umbertina verdaderamente bella (Lanciani, 1876-1913), univer-
gruencia y lo placentero de -los testimonios no siempre permiten esta des- salmente acogida como una gran conquista a favor del conocimiento y del
trucción impune para el saber. Resulta inútil destruir estructuras si no hay paisaje arqueológico urbano, que tras esta legitimización qebemos completar
una estratificación importante para inspeccionar, así como es absurdo demo- con coherencia y prudencia en sus presupuestos.
ler muros cuyas cimentaciones hubieran cortado toda la estratificación. Se
trata de escoger, caso por caso, si debe prevalecer la lógica de la excavación
(porque lo más importante está debajo) o la de la valorización (porque lo Méritos de una generación
más importante ya ha sido descubierto). ~~~~s>_el ~Q,~~5~:~~~",g,2..~1!l~to
y~!~QllQ.~nto~~~,,@_s~Jjminacióikde.l.~~q~m_,~ElL.est~CaIll1W &mt;a- Cada generación conoce sus propios méritos, mientras que la generación
mente se puede re~ una elec:d:º,~_W1Ív.oca,..J?1..reino.~deLespaciu.,tri4itnep.- precedente tiende a infravalorarlos, sosteniendo que la siguiente se ha limi-
- "--- "__
._,p.><,_"",,''''>< __-__,~''_''~"'r.~''~~'·,,'~ 'e ,.' -,- - L:
tado a derribar puertas abiertas. La arqueología no se ha desarrollado gra-
'iI
.~
INTRODUCCIÓN 25 ~
24 HISTORIAS EN LA TIERRA
+-- ha acabado_ ¡Qué tranquila debe ser la vida para quien considera que todo ~
dualmente, sino en fases, especialmente en países como Italia donde, entre es obvio, previsible y dado de una vez por todas! ¿Sabremos nosotros enten- ~
las dos guerras, el trabajo de campo decayó significativamente. Esto ha difi- der las quejas ya existentes de los más jóvenes mejor de cuanto hemos sido ~
cultado la comprensión entre los que se formaron entre los años treinta y los capaces de tolerar el descrédito de los mayores? Los jóvenes ue nacen -
sesenta y los que lo hicieron entre los setenta y los noventa. La primera de ~
destos nacen ya viejos, porque la potens~~~~iv~ qu~~se embar:~~r
estas dos generaciones es la que en Europa ha generalizado el descubri- -prittl:ef1!~O puede dejar ~ enorgullec.~~ qlllen la pose:, yno ~
miento de la estratigrafía, que se remonta a fmales del siglo pasado, y que ha terltara-qíñeñseñlilIá~naa~~2jero I~as ~~S<Itlt1ttm1íacIa ~
visto en Italia los primeros arqueólogos de campo verdaderamente moder- fos Jdv~2[@~~!,~ jaShflc'ES"2~g""R~~ ~a:r nu!!~a neu~li­ ~
nos, como Lamboglia y Bernabb Brea: figuras, junto a pocas más, tan ejem- zar-sus mérit.ps- y~n&..ru:seCIfl~~1íg~nc~~~!52~t1¡arta Vlcla.'i:a ID<2.-
plares como aisladas en un mar de escasa competencia. La segunda genera- ~~~r~EJ2safios. ~
ción es la que ha asistido y participado en aquel enonne desarrollo y difusión ~
en todos los sentidos de la disciplina que los más conservadores se obsti-
nan en negar.
~
De oscuro y personal pequeño artesanado, cuyos secretos conocía sola- ~
mente quien lo practicaba, la arqueología se ha convertido en los últimos de- ~
cenios en un gran juego universal, con sus reglas y sus conocimientos, sus ~
prácticas y sus teorias, su ciencia y su profesionalidad. Esta maduración no se ¡;¡.ij
puede comprender en términos de continuidad, como todo desarrollo huma-
no que pasa por estadios muy diversos: infancia, adolescencia, juventud... ~
Hoy en día, también en Italiá, la arqueología ha madurado gracias a incom- ~
prensiones y esfuerzos dolorosos. El cambio de mentalidad con la época an-
~

~
terior, especialmente en el centro de la península y sobre tódo en Roma (en
el norte estaba Lambogliá y en el sur Bernabo Brea), era verdaderamente
enorme. Para superarlo éra necesaria una sacudida.
Los jóvenes que han participado en la transformación, penalizados por el
aislamiento y el retraso en su carrera, han sido alguhas veces intempestivos y ~
presuntuosos (el clima todavía era el del 68), pero han tenido el mérito de ~
traer Europa a Italia en lo que respecta a la arqueología de campo, impor- ~
tando nuevas técnic_as, adaptándolas y replanteándoselas desde el punto de ~
vista culturaL Sus teorías, ideas y conciencias han sido consideradas por los
¡

=
defensores del pasado como pura ideología_ Sus escritos sobre la historia de ::'
la historiografía arqueológica, los primeros que han arrojado luz sobre la era
fascista y la posguerra, han generado escándalo y se han tomado como un ~
ataque a la nación_ Las simpatías por la arqueología británica han desperta-
do resentimientos contra la pérfida Albión_ Los nuevos descubrimientos han ~
sido considerados como banalidades_ Y, sin embargo, aquellos jóvenes no ~
han negado jamás los méritos de la generación precedente, incluso la han va- ~
lorado en lo posible, para fundar sobre dichos principios las bases de su más
moderna arqueología. . ~
,,,,,,
.:7
¿Qué sentido puede tener un manual de excavación para los que piensan ~

que cada monumento debería ser excavado a su manera? Proliferaban los ~


manuales de excavación más allá de los Alpes_ Éramos tan buenos que ni uno
~
solo ha sido escrito por nosotros. Historias en la tierra es, por lo tanto, uno de
los muchos resultados de aquella segunda generación, harta del desorden sin ~
genio como norma de investigación_ Quiere explicar las razones de dicha ge- ~
neración, valorizarla y defenderla, porque el ataque en su contra todavía no ,~
~

~
d
Jj
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l'
l'
le
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11

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¡;
~ 1. HISTORIA Y PRINCIPIOS

iI
DE LA ESTRATIGRAFÍA
ID
~ Geología y arqueología
~
La estratigrafía arqueológica, inicialmente y durante un cierto tiempo, se
ID ha servido de los principios de la estratigrafía geológica. Esto ha ocurrido con
~ especial intensidad en aquel centro del poder mundial que era Gran Bretaña
~ ~l en el siglo pasado e incluso en la primera mitad del presente siglo. Siguiendo
las huellas de los estudios promovidos por los investigador_es,;d,e,la tierra, es-
~ pecialmente de CharlesLyéll, que en 1830 publicó sus Principies oJ Geology,
~ aparecía en 1865 Prehistoric Times de J. Lubbock, el primer libro en la línea
~ de la moderna arqueología. Desde la segunda mitad del siglo pasado los ar-
queólogos europeos habían comenzado a fechar los estratos de origen antró-
~ pico con las manufacturas, así como los geólogos habían fechado, desde el si-
~ glo xvm, los estratos de origen natural con los fósiles contenidos en los
ft mismos.
~
-En Italia este aspecto más científico de la arqueología se desarrolló con
retraso. Tras una breve y rápidamente truncada temporada positivista, inspi- .
~ rada én la cultura del otro tado de los Alpes, floreció el idealismo, que no e

!t supo valorar adecuadamente, por ejemplo, todo lo que los museos londinen-
~ ses habían ido recogiendo y sometiendo a tipologías desde época victoriana:
desde los objetos naturales a las manufacturas de todo tipo y especie (Ca-
~ randini, 1979a; Peroni, 1976-1977). Las colecciones de nuestros museos re-
~ flejan todavía hoy una cultura sustancialmente premoderna. Nuestras revis-
~ tas científicas, aun siendo meritorias en otros aspectos, tienen una impronta
análoga, como por ejemplo el Anmiario delta Scuola Italiana di Atene, que
~ pone en primer plano los estudios de carácter histórico-científico e histórico-
~ anticuario y recoge los infolTIles de las excavaciones en la parte final y su-
~ bordinada a los «Atti». Compárese con el paralelo Annual oJ the British
School oJ Athens, en el que los trabajos de campo constituyen el objeto prin-
~
cipal de la revista (véanse, por ejemplo, las excavaciones ejemplares en la
~ vieja Esmima: Nicholls, 1958-1959).
~ No' es fácil explicar las causas de este retraso en Italia, siendo todavía ra-
ros (por el riesgo que implican para la propia carrera) los estud,ios sobre la

,•
~
.,
1
28 HISTORIAS EN LA TIERRA HISTORIA Y PRINCIPIOS DE LA ESTRATIGRAFÍA

historia de la historiografía arqueológica contemporánea en lo que respecta tructuras arquitectónicas aparecen, excepto en dos ocasiones (Maiuri, 197::
a. las actividades de campo.1 Téngase en cuenta que el primer congreso na- figuras 28, 56), completamente liberadas de los estratos, por lo que las rela
CIOnal celebrado en Italia (en Siena) sobre Come l'archeologo opera sul cam- ciones entre muros, estratos y materiales se han perdido. Este y otros defec
po. Per un minimo comune denominatore nei metodi dell'archeologia degli in- tos de la arqueología de excavación italiana y mediterránea explican la de~
sediamenti fue en 1981, el mismo año en que apareció la primera edición de confianza sustancial en este ámbito geográfico hacia la estratigrafía, por 11
Storie dalla terra, el primer manual de arqueología estratigráfica escrito por que hasta hace pocos .años ha prevalecido la datación de los monumentos
un arqueólogo italiano, por muy extraño que parezca.2 través de las técnicas edilicias (Lugli, 1957) en vez de utilizar los materiale
Des~e un primer momento las estratificaciones en los yacimientos huma- procedentes de los estratos. Dos casos ejemplifican este modo de ver. El pri
nos debIeron presentarse más complejas que las producidas por los agentes mero es el de G. Lugli, quien a las justas críticas de N. Lamboglia (la polé
naturales, al menos por el carácter incoherente y frágil de los estratos acumu- mica había surgido a raíz de la datación del teatro de Ventimiglia) respondí
lados por los hombres respecto a las sólidas sedimentaciones rocosas. Tam- despreciando sin duda el método estratigráfico: «con dos cacharros [Lani
bién las manufacturas humanas debieron parecer menos constantes y extra- boglia] hace la historia del monumento» (Lamboglia, 1958; Lugli, 1959).' E
vagantes respecto a la evolución regular de los vegetales y de los animales, al segundo caso es el de P. Romanelli, quien en los años sesenta todavía re~
menos p~r la ausencia de todo tipo de selección natural y por la presencia de pondía a R. Meiggs (1960), incluso demasiado airosamente crítico con las h
los ~blantes ~stos del hombre, que sustituye un objeto más elemental por bores de excavación en Ostia entre 1938 y 1942, defendiendo que en Ostia la
otro mas perfecclOnado y otras veces hace lo contrario por amor a la tradición. excavaciones estratigráficas no eran posibles o eran mucho menos deterni
A p~sar .de ello, los arqueólogos se han dado cuenta con notable retraso que nantes que en otros lugares (Romanelli, 1961). Incluso M. Pallottino (196"
su CIenCIa era por diversas razones diferente de la de los geólogos (Harris, se alineó poco después contra la «sobrevaloración» de la estratigrafia (él pre
1979). Pero aquel mimetismo casi a la letra. con un siglo de retraso. de lo que movió las excavaciones de necrópolis más que las de hábitats). Entre finalt:
daneses, norteamericanos e ingleses habían ido descubriendo sobre la historia de los años cincuenta e inicios de los sesenta la arqueología oficial italian
de la ~ierra no fue inútil para la arqueología de campo, que conservó un nexo era contraria o no veía con buenos ojos el nuevo método (Manacorda, 1982b
esenCIal con el paradigma de los indicios. En tal clima desfavorable se excavaron en Ostia (desde 1966) las Tennas d,
!--a mejo~ arque.ología de la primera mitad de nuestro siglo pertenece to- Nuotatore (Carandini-Panella, 1968-1977). Recuerdo todavía las acusaciom
davIa a la P~::~~,cr.ra epoca del saber estratigráfico moderno. Alcanza su vérti- que se nos hicieron (no sólo por parte de los arqueólogos más ancianos) d
ce con M;;:W1f~¡,.,.(1954) y K. M. Kenyon (1956). cuyos trabajos se concen- excesiva minuciosidad y de extrema lentitud en la distinción de estratos y e
traron entre los años treinta y cincuenta. En los años veinte la excavación la clasificación de los materiales. Pero con el paso de los años aquellas pl
p..o~a consistir todavía en desenterrar, como indican los principios metodo- blicaciones se han convertido en puntos de referencia de la arqueología re
IOglCOS de L. Woolley publicados en 1930 y reeditados a principios de los cin- mana en el Mediterráneo y nadie plantearía ahora las reservas de entonce
cu~n~a ~n 1<: siguiente ~ significativa nota del autor: «me he ocupado aquí de La defensa de la cultura estratigráfica fue en aquellos años especialmente d
pnnCIplOs y estos cambIan poco o nada»;· Las excavaciones en Oriente esta- fícil, más de lo que los jóvenes puedan imaginar.
ban especiaimente mal dirigidas, funcionaban a base de propinas (baksheesh) Este desfase en la arqueología de campo se originó en Italia entre las d<
y era ya una conquista si el arqueólogo se ocupaba de plantas de edificios guerras mundiales. Antes la situación era diferente. Piénsese en el Museo E
ademá~ de los objetos muebles (Woolley, 1954). La primera arqueología es- nográfico creado por L. Pigorini en el Collegio Romano (más tarde traslad,
tratIgrafica no nace pues en las ciudades soleadas de Oriente y del Medite- do al Eur por el Ministero dei Beni culturali que, mientras tanto, ocupó I
rráneo, sino en los grises centros fortificados prerromanos de Inglaterra, para , San Michele, la mejor sede para un nuevo museo arqueológico de la ciudad
ser exportada a todas partes, como ha ocurrido con el método Wheeler rá- en el Bullettino di Paletnologia Italiana, en el que desde 1882 aparecían se'
pidame~~e divulga~o y ad.optado a nivel internacional. Marcó una épo~a la ciones de yacimientos, en las investigaciones pioneras de P. Orsi y en los iJ
e:,-cavaclOn en los anos tremta de Maiden Castle (Wheeler, 1943). En las sec- formes de excavación de G. Boni y de algunos más publicados en las Notiz
clOne.s de este Hillfort las unidades estratigráficas aparecen perfectamente degli Scavi de los tres primeros lustros de este siglo (Boni, 1900, 1913) Y qt
defmIdas y numeradas, incluso para certificar la procedencia de los materia- se interrumpieron (D'Errico-Panto, 1985). La imagen de la base de la O
les. ~sto ocurría por primera vez, es decir, que aquellas secciones marcaron lumna Trajana seccionada, con las cimentaciones y los respectivos estrat4
una epoca y crearon escuela, lo que desgraciadamente no ocurrió con el son- (Boni, 1907), representa un magnífico prólogo sin continuidad y una acus
deo de Boni en el Comicio, a los pies del Capitolio (Boni, 1900). ción a las destrucciones y remociones de las que después Roma fue escen
,.E~ estas sutilezas de importancia fundamental no pensaba en cambio A. rio .preferido. Esta regresión de la arqueología es una realidad que se inie
Mamfi (1938), el gran excavador de Pompeya. En sus publicaciones, las es- antes del fascismo (implicando al propio G. Boni, de quien se conocen ar
-, '---..,

30 HISTORIAS EN LA TIERRA HISTORIA Y PRINCIPIOS DE LA ESTRATIGRAFíA 31

~/:/II
plias excavaciones sin publicar y que consistieron en desenterrar restos: Ca-
randini el al, 1986) y se extiende casi hasta nuestros días (condicionando la
mentalidad de quienes, tan sólo partidarios de la arqueología histórico-artís- //1 .
,
tica y monumental, todavía rechazan la estratigráfica considerándola como
un componente puramente técnico y secundario de esta disciplina).
No es una casualidad que la xecuperación de la arqueología estratigráfi-
ca tenga lugar en Italia una generación más tarde, discretamente y en una
zona marginal de la península, con las excavaciones de N. Lamboglia en Al-
bintimilium (Ventimiglia), en los años 1939-1940, y las de L. Bernabb Brea
en las AreneCanclide, cerca de Finale Ligure, en los años 1940-1942, Ambos FIGURA 1. Erosión, movimiento, deposición.
están influenciados por la arqueología de más allá de los Alpes y por la pa-
leontología italiana, especialmente de la escuela florentina, a la que se debe
el mérito de la primera excavación sistemática del paleolítico superior italia- decir, la transiCión del análisis de la secuencia estratigráfica a la síntesis del
no, publicada por G, A Blanc en 1920 (Bietti,199O), La .ex~avación de Ven- discurso histórico. El método estratigráfico, entendido en un sentido amplio,
tinriglia (Lamboglia, 1950) es la primera de época clásica que puede compe- es todavía un campo de investigación en expansión y el Museo de Londres
1
tir con las de Wheeler -si bien Lamboglia nunca siguió dicho método, en aún es un punto de referencia fundamental (Site manual, 1990), II
realidad se convirtió en un poswheeleriano ante litteram-, y la de las Arene
Candide (Bemaba Brea, 1946) es la primera que, con iguales características, 1I I
se ocupó de nuestra prehisto"ria menos remota. Estas dos excavaciones ligu- Estratificación en general I
res, ambas publicadas en Bordighera, dedicaban una especial atención a las 1I
secciones, algo natural para aquella época, dibujadas además con criterios Todas las 'formas de estratificación, geológicas o arqueológicas, son el re- I
'1

gráficos muy parecidos (Lamboglia, 1950, figura 2; Bemabb Brea, 1946, figu- snltado de 1) erosión/destrucción, 2) movimiento/transporte, 3) deposición/
ra 4), acumulación (figura 1), Pero mientras que la estratificación geológica se ¡II
Tan sólo durante la última generación la arqueología estratigráfica ha debe exclusivamente a fuerzas naturales, la arqueológica es el resultado de
conseguido emanciparse de la geología y de la paleontología para autodefi- fu?rzas naturales y' humanas, separadas o combinadas entre sí. por lo que
nirse como una disciplina histórica específica. Esta última revolución ha te- erosión, movimiento y deposición se entremezclan con obras de destrucción. I
nido lugar, una vez más, en Inglaterra, donde ya a finales de los cincuenta se transporte y acumulación o construcción (figura 2), El fenómeno de la estra-
comenzaba a superar el método de M. Wheeler y se inventaban nuevos prin- tificación tiene siempre, por lo tanto. una doble faz, presuponiendo siempre
cipios y prácticas, que se aírrmaron a lo largo de los setenta y gue todavía son la ruina del equilibrio anterior y la fonnación de uno nuevo. Una cabaña im-
sustancialmente válidos. Pensemos en las excavaciones de S. S. Frere (1971- plica un corte de leña, un muro de tierra-la excavación de unas arcillas y un
1983) en Verulamium, de B, Cunliffe (1971a, 1971b, 1975-1976) en Fishbour- muro de piedra una cantera (figura 3),
ne y en Porchester, de M, Biddle (1975) en Winchester y de p, Barker (1975, En la naturaleza se dan erosiones, abrasiones, desprendimientos y depo-
1980) en Wroxeter, sólo por citar los más famosos de aquel afortunado mo- siciones, aluviones, caídas de detritus, morrenas. dunas y deslizamientos, y to-
mento.
Entre la segunda mitad de los' añ'ds sete·nta y los ochenta los nuevos mé-
todos británicos cruzaron el canal de la Mancha estableciéndose desde el
Louvre al Palatino. De las excavaciones en Cartago y en Settefinestre en
Etruria se ha hablado ya en el prefacio (p, 1) Y otras similares también se po-
drían citar, incluso de época medieval (Francovich, 1986; Francovich-Paren-
ti, 1987). Después llegó la experiencia de las excavaciones urbanas en Italia,
decisiva para el progreso de estos estudios en nuestro país.4
En estos últimos ..a:ños los procedimientos de excavación no han hecho
grandes progresos. Los temas sobre los que la arqueología británica está aho-
ratrabajando se refieren a otros aspectos, como el uso de los ordenadores, la FIGURA 2. Alternancia de estratos de origen natural (con trama) y antrópico (en 1;
paleoecología, la arqueometría y los sistemas de archivo y de publicación, es blanco),
32 HISTORIAS EN LA TIERRA HISTORIA Y PRINCIPIOS DE LA ESTRATIGRAFíA 33

-5

FIGURA 4. 3 Y 5: superpuestos; 2: acción de corte (la separación de 3 implica su re-


numeración); 2: resultado del corte (la separación de 5 implica su renumeración);
2: comienza a llenarse; 2: está rellenado por 1. Para la numeración, cf. figuras 55-63.

FIGURA 5. La superficie de 2, aunque frecuentada y, por lo tanto, al menos mínima-


mente alterada o consumida, no muestra sustanciales transformaciones en el curso de
su vida, antes de la formación de 1.
FIGURA 3. Destrucción y construcción.

dos ellos conllevan desplazamientos de materiales. Por dicbo motivo, las cir-
cunstancias estratigráficas de los yacimientos ubicados en colinas o en mon-
+~
tañas son diferentes de las de los yacimientos en llanuras sedimentarias, por-
que cambian, por ejemplo, los criterios interpretativos en lo relativo a la a b e
deposición de los materiales. El flujo de las aguas superficiales arrastra los d e
materiales hacia abajo y las cerámicas aparecen rodadas (Mannoni, 1970).
Se conocen también modificaciones de materiales preexistentes sin que FIGURA 6. Lft superficie de 2 ha sido frecuentada y su volumen ha disminuido sensi-
se hayan desplazado, debidas a compresiones, cocciones, perturbaciones bio- blemente durante su vida, antes de la formación de 1, pero de foana tan uniforme que
genéticas y metabolismo inducido. 5 El análisis de una estratificación. presu- resulta irreconocible.
pone siempre el análisis de los procesos naturales y/o antrópicos que la han
detenrunádo, con el fm de reconocer las condiciones históricas y paleoam-
bientales que han provocado su formación. la documentación estratigráfjca e imaginar incluso lo que, habiendo existido,
La formación de una estratificación tiene lugar por ciclos, es decir, a tra- no ha llegado a convertirse en una estratificación positiva.
vés de períodos de actividad y de menor actividad o de pausa. Durante las Una acción de-erosjóIilg~~~~~)nunca conlleva un estrato, pero sí una
pausas pueden acaecer muchos fenól)1e,n9,~, Pt:ro no procesos de crecimiento faltª,,º,e_ eStrªt&9_º,e.J''Ltrl!!Ps (el dato material ha sido desplazado a otro lu-
de la estratificación. La acción está representada por los 'estratos, y la pausa gar) que podemos denominar interfacies o superficie en sí. La superficie que
por las superficies de los estratos. Dichas superficies son películas intangibles no presupone un estrato representa la acción de erosión/destrucción y tam-
a las que los geólogos han llamado inte!1.acie~ y representan el período (que bién la vida de la superficie misma (figura 4). Por todo ello resulta funda-
puede ser muy corto) de exposición de Un estrato, es decir, el lapso de tIem- mental saber distinguir en cualquier estratificación los estratos de las superfi-
po transcurrido 'entre un estrato formado y uno que comienza a formarse en- cies de 'estrato y de las superficies en sí.
cima del primero, algo así com~,_~E__ yidª~, . Unas' veces el resultado de las acciones de erosión/destrucción y de trans-
Una '·áG..~2ñ~deaep~oSícíóiiJicumulacíÓpYoonlleva siempre un estrato,.,(el formación es tan mínimo o uniforme que ~º. ~~ :r~~2g2~1~9lt!u~u!e. (Arnol-
dato materialfysu 'supeffiC1e01itteiíaCies (el dato inmaterial), Generalmen- dus Huyzenveld-Maetzke, 1988), mientras__'iue__otras veces "s__"yic:tente y sig-
te se presta mayor atención al primero que al segundo, pero se trata de un nificativo y debe ser<i"-"-umeJlJadQ_(figuras 5-7). Los estrátos, sus superficies
error, porque la reconstrucción histórica debe tener en cuenta las lagunas de y las superficies en sí pueden ser a su vez objeto de ·acciones de deposi-
34 HISTORIAS EN LA TIERRA HISTORIA Y PRINCIPIOS DE LA ESTRATIGRAFÍA 35

FIGURA 7. La superficie de 6 ha sido frecuentada y su volumen se ha alterado en


vida, antes de la formación de 1, por los cortes 4 y 5, perfectamente identificables,
FIGURA 11. Superficies de estratos horizontales y verticales.
posteriormente rellenados por 2 y 3.

FIGURA 8. 5 Y 7 han sido cortados por 4, más tarde rellenados por 3; posteriormente
se ha efectuado el segundo corte 2, después rellenado por 1.
FIGURA 12.
tadas.
o
Perímetro y relieve de la superficie de un estrato con curvas de nivel aco-

<2 100a.,
.,,' 4 "100 a.c. -100 a.c. Ó
6 20() (J.C. 2008.C. i'
FIGURA 9. Diversas cuencas de deposición, naturales y artificiales, contienen distin-
tas estratificaciones (a y b).
FIGURA 13. 1 es posterior a 2, a·pesar de que los materiales indiquen lo contrario, ya
que en este caso deben considerarse materiales residuales procedentes de 4 = 5 Y de
6~7.

Pt;tra determinar si una realidad estratigráfica concreta es de origen natu-


ral o antrópico hay que tener presente: 1) el tipo de material estratificado; 2)
el modo en que ha sido erosionado o excavado; 3) el modo en que ha sido des-
plazadootransportado; 4) el modo en que ha sido depositado o acumulado.
FIGURA 10. Diversas formas de depósito, natural y artificial. Las :¿arª~.t~jí~(i,~~;principa1es de un estrato son las siguientes. 1) El es- i ii
trato posee una superficie, que puede ser horizontal, inclinada o vertical (fi- .
gura 11). 2) La superficie de un estrato está delimitada por un perímetro y po-,
ción/acumulación y de erosión/destrucción (figura 8). Esto puede suceder du- see un relieve que puede representarse con curvas de nivel acotadas (figura '
o rante su formación, durante su vida y también después de ella. 12). 3) Del relieve de la superficie de un estrato, combinado con el de los es-
Los estratos se acumulan en un área determinada que se llama cuenca de tratos subyacentes y adyacentes. se obtiene su volumen (figura 68). 4) Todo
deposición, formada normalmente por una depresión nat1.lTal o artificial y estrato tiene una propia posición topográfica en las tres dimensiones espa-
también por un espacio cerrado por muros o terraplenes. Cuencas diferentes ciales. 5) Todo estrato tiene una propia posición estratigráfica, es decir, una
presuponen estratigrafías diversas (figura 9). La forma de la deposición de- propia posición relativa en el tiempo en relación a los otros estratos, posición
pende de los materiales depositados y del tipo de fuerza ejercida por la na- que se obtiene de las relaciones entre las superficies o las interfacies y no de
turaleza o por el hombre al moverlos (figuras 10.21-23). los materiales en él contenidos (figura 13). 6) Todo estrato tiene una propia
36 HISTORIAS EN LA TIERRA
HISTORIA Y PRINCIPIOS DE LA ESTRATIGRAFíA 37
, 'll
el
~
~
~
e
FIGURA 14. (a) Material residual de otro estrato más antiguo (triángulo); (b) mate-
3~
rial coetáneo a la formación del estrato (círculo); (e) material de intrusión proceden-
te de otro estrato más tardío (rectángulo). e
~
FIGURA16. Secciones vistas revelan una continuidad original interrumpida en un se-
gundo momento.

~ ",*,

~
E!J

FIGURA 15. Secuencia estratigráfica de un muIO. Si no se numera y distingue la trin- 2 ~€ilj


chera de fu~dación 7 de los estratos 4 y 5 que la rellenan, el conjunto resultante pue-
de ser conSIderado anterior al cimiento 6 (lo que es cierto para 7 pero no para 4 y 5) 17. Una estratigrafía geológica invertida. E
4
FIGURA
o posterior (lo que es cierto para 4 y 5 pero no para 7).

en condiciones sedimentarias son las siguientes: 1) Jey--de I~ '''originaria su- ~


~
cronología absoluta, que se establece en función del material datable más perposic~ón, por la que el estrato más alto es también el más reciente, bajo ~.'
moderno contenido en sí mismo y que le es coetáneo, siempre que no se tra- el presupuesto de que los estratos no hayan sido alterados y se hallen en su ~
te de un residuo o de una intrusión (figura 14), y gracias a la cronología ab- forma de yacer original; 2) ley de la originaria horizontalidad, por la que los E!J
soluta de los estratos que le preceden y le siguen en la sucesión estratigráfi- estr.atos que se han formado bajo el agua tienen generalmente superficies ~
honzontales; las superficies de estrato inclinadas comportan modificaciones" ~
ca (pp. 153 ss.).
Es justo recordar que los geólogos siempre han reconocido las superficies
de los estratos (llamándoles interfacies), mientras que los arqueólogos sólo
sucesivas de su ubicaci~n primitiva; 3) ley de la originaria continuidad, por ,"
la que· los estratos no tIenen bordes visibles; en el caso de existir se deben
!. ,~.'
~
y....•.•

en los últimos años las han tomado sistemáticamente en consideración (Ha- a sucesivas acciones de erosión (figura 16); 4) ley de'la sucesión faunística, ~
rris, 1979). Antes de que esto acaeciera no se podía transformar integral- por la que los estratos ,se fechan en función de los fósiles que contienen; e!.:!.'
mente una estratificación en una secuencia estratigráfica y, por lo tanto, en ello conlleva que los estratos desplazados o invertidos se fechan más bien ~
una estratigrafía (figura 15). por los fósiles que contienen que por su superposición en la estratificación ~
(figura 17). I!!i
. Al igual que la estratigrafia geológica, la arqueológica se basa en princi-
plO~ aplicables en cualquier parte, ya que conciernen al aspecto físico de las
4 '"
Estáitos 'naturales y antrópicos
~CClOfll~S .h.umanas, y é~te s~gue a la regularidad de la naturaleza más que la '. a ~
lITepetáfilbllldlad ddis l~ ~stona. Esta es la razón por la que en arqueología es- ~
Con el danés Steno, el inglés Smith y los escoceses Hutton y Lyell
t ratl~r ca as
7trnC10nes disciplinarias acaban por revestir un. significado ~
(1830), que vivieron entre los siglos xvm Y XIX, la geologia ha adquirido las
nociones fundamentales necesarias para establecer las estratigrafías de la relativo. El excavador es un especialista en estratigrafía en sentido general, "-1

tierra: fósiles, estratos, intedacies, relación fósiles-estratos y datación de los capaz de actuar en los más diversos contextos, al estar las relaciones estrati- ~
estratos con los fósiles (a partir de la evolución de las especies). Las leyes
que permiten reconstruir la secuencia de los estratos rocosos depositados
gráficas determinadas-por la contigüidad entre las superficies o interfacies y
~o por los materiales contenidos en los estratos (figura 13), de forma contra-
!q¡¡_
~
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. . ••.._:.....,•:.,

na a lo que ocurre en geología por la ley de la sucesión faunÍstica. Esta dife-

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msTORIA y PRINCIPIOS DE LA ESTRATIGRAFÍA 39
38 mSTORIAS EN LA TIERRA

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6 TIL~'?¿
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FIGURA 20. En el estrato natural 1 se hallan contenidas huellas de la presencia hu-

FIGURA 18. Los estratos arqueológicos de tierra no pueden ser iifveTtid'~s: 1 y 2 son
mana: 1.1. y 1.2. (1.1. parece más reciente que 1.2. porque se encuentra a una cota más I
elevada).
estratos nuevos respecto a 4 = 5 Y 6 = 7. :1
11

puntos de vista la creación de estratificación por parte del hombre se parece


i
o difiere, en mayor o menor grado, de la generada por las fuerzas naturales. ,JI
Donde la naturaleza prevalece sobre el hombre, como en las excavaciones !
l'
prehistóricas (por ejemplo en los yacimientos paleolíticos al aire libre), se ha-
lla a nivel de estrato lo que se encuentra a nivel de territorio (sobre las exca-
vaciones del paleolítico, véase Bietti, 1990). Las evidencias de la vida humana
i
aparecen aisladas entre sí, como sumergidas en la uniformidad del estrato na- li
tural. Al no poderse establecer relaciones estratigráficas entre estas evidencias
aisladas es imposible la reconstrucción de una secuencia estratigráfica en sen- :!
·,1

FIGURA 19. La estratigrafía de un yacimiento es como una isla en el mar de la estra-


tido estricto, es decir, basada en las relaciones físicas entre los diversos resul-
tados de las acciones humanas combinados entre sí. La sucesión relativa en el ! ~
tigrafía natural.
tiempo puede, en dichos casos, solamente obtenerse a partir de la posición tri-
dimensional de dichas evidencias en el contexto del estrato natural. Aunque
dicho estrato aparezca homogéneo, al menos a simple vista, se puede haber
rencia entre estratigrafía geológica y arqueológica se debe a la naturaleza in- ido acumulando durante un período de tiempo muy largo y en circunstancias
coherente de los estratos de tierra que, aunque hayan sido excavados o in- no siempre idénticas. De ello se deduce que las porciones horizontales, artifi-
vertidos, siempre forman nuevos estratos, al margen de la cronología de los cialmente establecidas, más altas de dicho estrato son, con toda probabilidad,
materiales en ellos contenidos (figura 18). La historicidad de nuestro sub- más modernas que aquellas situadas más abajo. En la condición de una real o
suelo consiste en esta constante posibilidad de que un estrato se transforme aparente incapacidad para distinguir, típica de los grandes fenómenos natura-
en otro y en la actitud humana de crear continuamente estructuras verticales les, faltando evidentes relaciones espacio-temporales, la posición tridimensio-
nal de cada una de las evidencias en el contexto del estrato adquiere una
capaces de multiplicar las cuencas de deposición y de infringir la horizontali- importancia fundamental, convirtiéndose en el único débil criterio de discri-
dad de las deposiciones, que es una característica de la estratificación naÚi- minación en el ámbito de la deposición unifonne de los materiales. En dicho
ral. El comportamiento de los estratos coherentes es diferente. Se dan casos caso las evidencias humanas acaban por convertirse en subconjuntos de la se-
en los que estratos constructivos pueden transformarse y presentarse como cuencia estratigráfica natural (figuras 20 y 28; Cremaschi, 1990). Incluso en
estratos rocosos, como por ejemplo en el derrumbe de estructuras en opus épocas históricas se pueden dar condiciones estratigráficas vagamente análo-
caementicium. gas, por ejemplo en época alto-medieval, cuando en las antiguas ciudades ya
Si pensamos en los yacimientos arqueológicos urbanos y rurales, veremos no funcionan las cloacas y los espacios públicos se ven invadidos por estratos
que se presentan como islas estratigráficas humanas en un mar de estratos de barro que acaban por albergar las míseras cabañas de aquellos que todavía
naturales. En los alrededores o en el fondo de un yacimiento hallari:J.os siem- no habían abandonado el yacimiento (Ward Perkins, 1981). Se pueden dar
pre la estratificación obra de la naturaleza (figura 19). Desde este punto de también estratos de ocupación de época protohistórica considerablemente ho-
mogéneos, en los que la distribución de microestructuras (como los hogares) y
vista, subrayar la originalidad de los procesos de sedimentación en los yaci- de materiales acaba por ser más significativa que la distinción de estratos, di-
mientos arqueológicos respecto a los naturales entraña el riesgo de separar fícilmente documentables.
aquello que en realidad se muestra de forma continua y, por lb tanto, de ais-
lar el yacimiento arqueológico de su contexto ambiental. Por dicho motivo, Allí donde, en cambío, las acciones humanas se intensifican y entrelazan,
algunos especialistas en estratigrafía consideran que la actividad antrópica superponiéndose y estableciendo sus propias cuencas de deposición, como en
genera estratificación al igual que cualquier agente sedimentario y geomórfi- las primeras formas de vida concentrada y continua, la estratificación natural
ca (Brogiolo-Cremaschi-Gelichi, 1988; Cremaschi, 1990). Según los diversos
40 HISTORIAS EN LA TIERRA HISTORIA Y PRINCIPIOS DE LA ESTRATIGRAFíA 41

FIGURA 21. Con las primeras formas de vida concentrada en un yacimiento prevale-
cen los estratos artificiales sobre los naturales.
FIGURA 23. Formación de estratos artificiales (en época preindustrial).

FIGURA 22. Formación de estratos naturales.

t1
~
queda al margen del yacimiento y acaba por jugar un papel subalterno. Des-
de este punto de vista la ciudad se presenta como un conjunto intensamente FIGURA 24. Formación de estratos artificiales (en época industrial). ~

~E'·/.
interrelacionado de acciones humanas que excluye fundamentalmente el
predominio de la naturaleza dentro de sus límites. Las estructuras verticales
construidas por el hombre (fosos, terraplenes, empalizadas y muros) estable- dad de la estratigrafía arqueológica se debe pues a la concentración de la .:,',,"
cen conjuntos estratigráficos completamente artificiales, fortificados, no sólo vida en un lugar detenninado y a la capacidad de divulir y de transformar ","
contra el enemigo, sino también contra la lluvia y los torrentes (figura 21). ]' que posee la alta energía que el hombre sabe generar incluso cuando sólo usa J': "

Los diferentes modos de actuar de la naturaleza y del hombre pueden !


sus propias manos. . . " ,
comprenderse en términos de energía. La naturaleza emplea normalmente Incluso en los estratos homogéneos prodUCIdos por las bajas ~nergIas na-
energías bastante más bajas que las usadas por el hombre incluso cuando uti- turales o en otras condiciones particulares antrópicas (acumulaClones le~tas
liza sólo el pico y la pala. Las precipitaciones, los cursos de agua y los vien- en c'abañas en las que se vive sin limpiar o renovar) pueden darse cambIOS,
tos desplazan poco a poco y con poca fuerza partículas mínimas. Así se for- más o menos graduales, debidos a variacio~es de e~ergía de los a~entes. !?re-
man los estratos homogéneos de los que se ha hablado (figura 22). Con sus cuentemente, al no alcanzar a captarlos a snnple VIsta, es necesarIO analizar-
músculos y herramientas el hombre transfonna situaciones precedentes, los con mayor profundidad para descubrir las variaciones de fuerza que han
transporta materiales pesados, construye monumentos que, una vez abando- permitido el transporte seleccionado de ~artículas ro~ o men~s grandes. I?e
nados, se hunden formando grandiosas ruinas, e incluso éstas son la expre- tal founa se hace posible articular, a partJr de pequenos cambIOS d~e. e.nergta,
sión de la alta energía atesorada en aquellas construcciones y, por lo tanto, se lo que en un principio no se podía distin~ir. La cap,acidad de analislS de la
convierten en monumentos de monumentos (figura 23). Por no hablar de las visión y, por lo tanto, de la reconstruCCIOn e~tratIgráfica .depende de la po-
convulsiones que el hombre llega a producir con sus máquinas y sus artefac- tencia del ojo indagador. Nos quedamos atómtos cuando m~gamos la natu-
tos, desde los diques a los rascacielos (figura 24), cuya fuerza es casi similar raleza al microscopio y descubrimos formas que nunca habnamo~ sosp.echa-
a la de la naturaleza cuando se desencadena en un cataclismo. La compleji- do. De aquí deriva la necesidad de excavar dichos estratos con eVidenCias de
~..
~~ 42 HISTORIAS EN LA TIERRA

vida humana procediendo por finos niveles artificiales y tomando de los mis-
!t mos muestras de tierra para analizar en el laboratorio.
.~ Se piensa siempre en el hombre como productor de instrumentos obras
de arte y arquitecturas. Con menor frecuencia se le considera tambié~ como
~
ex~v~dor ? constructor, creador de cuencas de deposición y acumulador de
!t estr~tlficaC1o~es. Por 10 tanto, no sorprende que las unidades estratigráficas
~ p.or el produCIdas sean,. en muchos ~spectos, diferentes de las naturales, espe-
C1a1ment~ po.rque ref1~Jan ~u complIcada forma de proyectar y sus imprevisi-
!t bles mO~IvaclOnes. E~ste SIn duda una relación entre complejidad cultural y 2. DE LA ESTRATIFICACIÓN
.~
prod~~~a. La relatIva sencillez de las manufacturas y de los yacimientos
~ p~ehistoncos se corresponde perfectamente con un mundo que no escribe y,
A LA ESTRATIGRAFÍA
!ll VIceversa, la creación de las obras de arte y de los monumentos refleja fiel-
~:nte ~ mundo que sabe escribir. Desde este punto de vista la documenta-
~ CIQn esenta se muestra como el complemento natural de la rica producción ESTRATEGIAS y MÉTODOS DE EXCAVACIÓN
~ a.rt,e,sanal y man~facturada de una sociedad de época histórica. La contrapo-
~ SIClon entre esentura y materia trabajada no tiene pues ningún sentido, ya Prospecciones
que cada una ~e estas dos fuentes puede expresar mejor 10 que la otra a du-
~ ras penas consIgue susurrar. De la misma fonna que la mente no sustituye al Mientras el arqueólogo connaisseur se recrea en encontrar confirma-
~ cuerpo humano, lo escrito no sustituye a lo manufacturado. Estratificaciones ciones y negaciones indagando en múltiples lugares y tejiendo horizontal-
.~ y archivos son dos expresiones de una misma faz. mente su trama de conjeturas, el arqueólogo que quiere, trabajar sistemáti- i

~.
Hasta ahora se ha reflexionado bastante poco acerca de los diferentes ti- camente en el campo se comportarle forma diversa. QJlieI~Ji~ª--~il(feiliaaa 1:1
pos de estratificación. En las épocas prehistórica y protohistórica e incluso en niveles..cada~ más de.L&J1!,,~o~y~a comprender, en el marco de la ~ñOTma' I

~ otras ~ás tardías, como la altomedieval, puede predominar o manifestarse histórica más general o fuera de ella, el aspecto local, individual y concreto I
~ consplcuamente ~ estratificación de origen natural o de carácter homogé- de un único contexto que frecuentemente confIrma, pero con mayor fre-
neo. En la.:' otras ep?cas p~evalec~, en cambio, la estratificación arqueológi- cuencia desmiente, las certezas existentes en las grandes síntesis. Las tenden-
~
~a c<,>mpleJa. En la epoca mdustrial el desarrollo de la mecanización, de la cias y las cesuras históricas fundamentales no son ajenas a quien está traba-
~ limpIeza urbana y de la protección de los monwnentos ha modificado el ca- jando en algo tan concreto como un yacimiento y su territorio. Éstas se
~ r~~er de la estratificación, a veces complicándola aún más y a veces simpli- presentan al topógrafo y al estratígrafo de forma mucho más viva y diversiJi-
~ ficand?l~ hasta el extremo. Este libro trata, sobre todo, de la estratigrafía ar- cada que en las fuentes literarias, las cuales, leídas sin una contrastación con
queologlCa de la época preindustrial, cuando acaba el predominio del campo, los monumentos, difícilmente pueden ser comprobadas y pueden llevar a vi-
~ se esta~l~ce .un ant~gonismo entre éste y la ciudad y no se ha.llegado todavía siones falaces como, por ejemplo, aquella según la cual el mundo clásico po-
~ al dOmInIO IncuestIonable de ésta (Carandini, 1979b). Se intentará indivi- dría ser considerado como algo sustancialmente unitario, desde Homero a
~ dualizar los principios que permiten leer la estratificación creada artesanal- san AgUStÚ1 (Carandini, 1988a, pp. 323 ss.). Las dinámicas y las crisis históri-
mente por el hombre. Existen una serie de constantes en su comportamien- cas adquieren perfiles más difuminados y conjuntos más individuales a me-
~ to sob~e el terreno que deben conocerse si se quiere afrontar de forma dida que uno se acerca a tocar tierra desde el empíreo del mundo escrito con-
!\! metódIca el conocimiento de la tierra y de las materias plasmadas por el siderado en sí mismo.
~ ~ombre. Las reglas de la estratigrafía son, en esta especie de descenso a los No se trata aquí de enfrentarse a los problemas de la investigación topo-
mfiernos, nuestro único Virgilio. gráfica, que lógicamente precede a la de la excavación, ya que éstos merecen
~ un manual propio. 1 Pero una vez que dicha investigación haya suficiente-
~ mente avanzado hacia una unidad geomorfológica, que el paisaje agrario o
~ urbano haya sido comprendido en grandes períodos y que los yacimientos se
[!! hayan comparado éntre sí para dibujar una primera tipología de los yaci-
mientos, se podrá entrar más en el detalle escogiendo al menos una unidad-
[!! 1-.............. "'"-'.;{~_~ ______ ..J_ .. ~~_ -"- •• .'

[!!
~
~
~
~
44 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIF1CACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 45 ~
~
nar un proyecto eminentemente topográfico que prevea también sondeos, o ~
un proyecto eminentemente de excavación que prevea también una investiga-
ción topográfica de la zona circundante. Si no existe la posibilidad de con- ~
trolar una cierta extensión topográfica los datos obtenidos de la estratificación ~
quedan aislados y sin ninguna posibilidad de generalización. La investiga- ~
_=ción topográfica valoriza al máximo una excavación al contextualizarla a ni-
vel territorial y, por lo tanto, multiplicar su relevancia científica. Se puede
~
comparar al topógrafo con el médico, que ausculta al paciente para determi- FIGURA 25. Desarrollo diferenciado de los cereales ante la presencia de muros y fo- ~
nar la enfermedad por medio de los síntomas más diversos, y al excavador sos enterrados (Webster, 1964, figura 1). t!b,Ct~ . . ~ ~~ . . Z,::''2.v<'AZ¿'l::z '~Q"@,¿'",,_ ~
con el cirujano, que, a partir de la diagnosis médica, actúa en un determina- ~
do punto del cuerpo. Pero-incluso la labor del médico es cada vez menos sub-
jetiva gracias a la contribución de diversos tipos de análisis'no destructivos, y ticas del suelo (un suelo ácido no conserva, por ejemplo, los restos orgáni- ~
al topógrafo no le queda otra alternativa que no sea reducir la importancia cos). Para medir previamente la potencialidad arqueológica de una estratifi- ~
del olfato en favor de una investigación más precisa. cación (el único dato objetivo sobre el que se puede basar una programación ..;....'.;;
'I'f'!::"
~ El primer objetivo de la investigación topográfica es el de identificar el de la investigación) y calibrar la estrategia a seguir en la excavación podemos
mayor número posible de yacimientos y recorridos (o unidades topográficas) ayudamos con sondeos, trincheras y calicatas, o con análisis no destructivos '""'
~

para describirlos de forma adecuada, al igual que el primer objetivo del ex- como el estudio de la documentación iconográfica, gráfica, escrita y relativa ~
cavador es el de identificar y documentar el mayor número de unidades es- a investigaciones anteriores, como la interpretación de las fotografías aéreas, ~
tratigráficas. En segundo lugar, el topógrafo debe intentar conectar entre sí las prospecciones (con recogida de materiales en la superficie cuadriculada
las diversas unidades topográficas con el fin de reconstruir conjuntos de ya- del yacimiento), los cambios en la vegetación debidos a la presencia de es- ~

i
cimientos y de recorridos para cada uno de los períodos históricos, exacta- tructuras subterráneas (figura 25), la elaboración de plantas con curvas de ni-
mente como el excavador debe agrupar en actividades las simples unidades vel, las prospecciones geofísicas y los análisis químicos (Carver, 1983, 1986-
estratigráficas consecutivas, En tercer lugar, el topógrafo debe hacer planos 1989; Barker, 1986), Algunos de estos análisis se realizan desde hace años: a
de paisajes agrarios o urbanos reconstruidos por períodos y por territorios, al principios del siglo XVII, en Richborough, Camden observaba los cambios en
igual que el estratígrafo debe elaborar gráficos reconstructivos del monu- la vegetación (Daniel, 1976), Otros han sido adoptados sólo recientemente, G
mento o del conjunto arqueológico en fimción de sus fases y de la configura-
ción de sus estructuras.
como los experimentados en York (Carver, 1991b; cÍ, también Clark, 1990),
_ ' Existe un punto en el que la labor del excavador, la del topógrafo y la del "'~"
Si nos liniitamos a identificar con precisión yacimientos y unidades estra- paleoecólogo coinciden materialmente. El primero debería unir la estratifi-
tigráficas compilamos listas de datos útiles sobre todo desde el punto de vista cación artificial con la natural que la rodea. Los segundos deberían recons-
«patrimonial» y de la protección. Si nos contentamos con esbozar síntesis te- truir la configuración de los terrenos en las diversas épocas históricas: caídas
rritoriales y urbanas basándonos en una documentación e'scasa y parcial, co- de detritus y aluviones plasman y alteran continuamente el suelo, por lo que
rremos el riesgo de subordinar aquellos pocos datos a preguntas y respuestas sin su estudio no se puede saber si un vaCÍo de yacimientos es real o se debe
preestablecidas, por lo que no disponemos de comprobaciones, negaciones y a que dichos agentes naturales han enterrado o erosionado aquellos hábitats.
verdaderos enriquecimientos de los conocimientos previos. Se trataría pues de En dichos casos, se puede recurrir, allí donde termina el yacimiento y co-
superar este anticuarismo territorial para llegar a reconstruir históricamente mienza el campo circundante, a lo que puede llamarse una trinchera paleoe-
fragmentos de paisajes urbanos y rurales (Carandini, 1989f), Un planteamien- cológica, experimentada en Italia con éxito a los pies de la colina de Settefi-
to correcto presupondría una elección razonada y realista del área en la que se nestre (Carandini, 1985a, 1*, pp. 40 ss.). Una excavación mecánica permitió
pretende actuar, un análisis formal de la misma que permita establecer series sacar a la luz y documentar allí un perfil de la estratificación del Valle d'O-
de acontecimientos y sus mutuas relaciones y, finalmente, una síntesis que no ro, en cuyo centro se halla la colina de Settefinestre, útil para comprender los
fuera arbitraria, sino el resultado de datos concretos y de hipótesis planteadas modos y los tiempos de la formación de los terrenos. La excavación manual
en contacto con el terreno, considerado éste de forma arqueológicamente sis- de un sector de la sección, con la ubicación tridimensional de los materiales
temática y no selectiva. --como debe realizarse en presencia de estratos naturales-, permitió datar
¡, Dehen
Es necesario escoger de forma responsable los puntos en los que excavar.
tener~p. en C".l1f".nt::l f".1 t l n A " 1<> "1"<>"1""'7<:> "¡",1 ,,"""'"',......:;""' ........... ",,1 ""co ... "'A ..... A'" ........ ~
su sucesión. Esencial para datar es la presencia de manufacturas en los es-
.f-__ .f-~~ ~ ..... ]~ ~ ................ ~ ............ o ... .." rlo oCOTO ............ rl"",h", <l'p.rnnrp P.Vf"~V:::ar<;:f". l11nt{) ~
46 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIF1CACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 47

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8 8
Tte.fNCHEJ:A

FIGURA 26. Trinchera paleoecológica a los pies de un yacimiento.

FIGURA 29.

Forma de la excavación

Se dice que la peor estr.ategia o forma de una excavación es la de buscar


muros y seguir su tr~zado. A pesar de ello, es lícito hacerlo si las crestas de los
mismos sólo están cubiertas por el humus y si este tipo de excavación se limi-
ta a este primer estrato. De 10 contrario, el daño es irreparable ya que se pier- I
den las unidades estratigráficas y sus relaciones con el propio muro (figura 29). i
l·;
Por desgracia. fotografías de este bárbaro procedimi~nto se encuentran en las
propias Notizie degli Scavi y son el fruto de una falta total de directrices en di- ¡,1
cho sentido en Italia. De hecho. en el Ministero de; B.eni Culturali hay un Ins-
tituto central del catálogo y un Instituto central para la restauración. pero no
FIGURA 27. Trinchera paleoecológica excavada con máquina Y. en parte, a mano.
existe un instituto para la topografía, la estratigrafía, la arqueometría o la pa-
leoecología, a pesar de que serían nece~arios (Carandini, 1986a).
l'
Varios son los modos según los cuales el arqueólogo puede plantear su
excavación superando el humus: una trinchera larga y estrecha, un sondeo,
I
una serie de sondeos regulares y cuadrangulares (sistema Wheeler) y una I
gran área (sistema Barker).
Las trincheras representan la forma más antigua de excavación: «los
obreros cortaban la llanura con una larga trinchera de ocho pies de profun-
didad y lo más estrecha posible» (ex¡:avación en Sangnigna dirigida por Fa-
brizio del Dongo en La Cartuja de Parma de Stendhal). Hoy en día, las trin-
cheras sólo se consideran útiles par;! las estructuras lineales: muros, fosos y
calles. Pero incluso en dichos casos los datos obtenidos s610 se refieren a las
propias trincheras y son diñci.lmente generalizables, especialmente en los de-
talles, a todo el recorrido de la estructura hipotéticfi.. Poco más allá de la ex-
cavación, la calle podría haber sido ocupada por edificios o pavimentada en
forma diversa y las fortifiCaciones podrían haberse hecho de forma comple-
tamente diferente. Por dicha razón, las estructuras halladas en dos sectores a
FIGURA 28. Trinchera paleoecológica, en parte excavada a mano, con ubicación tri- los pies de la vertiente septentrional ~l Palatino, interpretadas como muros
. .
con fosos (Carandini, 1989a, 1990a, 1990b), merecen ser objeto de ulteriores

I
I
,

1,
48 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 49
• b • d

FrGURA 30. Excavación en forma de trinchera de una fortificación.


Fr9URA 32. Sondeos cuadrados dispuestos regulannente y separados por testigos
(sistema Wheeler).

p
es ;~

-'-',
4": La multiplicación sistemática de sondeos regulares separados por testigos
G
, combina la exigencia de no abandonar el sondeo con la de excavar en exten-
,1 sión (figura 32). La idea fue elaborada por Wheeler (1954) y Kenyon (1956).
fI
No se trata aquí de explicar este tipo de excavación, bien ilustrada por sus in-
G 11
't
~f.
ventores, perfeccionadores y epígonos (Alexander, 1970; Joukowsky, 1980).
Si bien representó una etapa fundamental de la arqueología de campo y el
~ inicio de las excavaciones modernas en Europa, en Oriente y en América,
G G
este tipo de excavación tiene también sus limitaciones. Dicho método no se
utilizó bien ni con gran difusión en Italia, sea porque presuponía una exca-
vación estratigráfica cnidadosa y la perfecta regularidad y verticalidad de los
FIGURA 31. Sondeos preliminares en una villa romana (V), con patio (C), jardines
cortes (gran inconveniente para quien está acostumbrado a desenterrar), sea
(G), celdas para los esclavos (CS), pocilga (P) y granero (GR). Ejemplo de Settefi-
nestte (Ca¡;andini, 1985a, 1 *, figura 139).
por la difusión del método de N. Lamboglia, que superaba tales geometrías
en la intervención limitando la difusión del sistema en Italia, Francia, Espa-
ña e, indirectamente, en el África septentrional. Lamboglia nunca formalizó
su método pero suplió dicho vacío cpn sus cursos en Ventimiglia, Roma y
interpretación. Las ventajas de la trinchera consisten en que permiten plan- Ampurias, seguidos apasionadamente por los jóvenes de entonces (Carandi-
tear rápidamente un problema y obtener de inmediato los primeros datos (fi- ni,1985c).
gura 30). A la luz de las experiencias de excavación más avanzadas de la última
""_ Los sondeos pueden proporcionar indicaciones útiles en relación a la po- generación, desarrolladas en la propia patria de Wheeler, el sistema de
tencialidad del yacimiento. Situados en función de una estrategia concreta multiplicar los sondeos regulares con precisión militar ya no puede con-
pueden dar respuesta a problemas topográficos fundamentales, tanto a nivel siderarse aconsejable. Esto no significa que quien todavía lo practica no
de ciudad como de monumento. En lo que respecta 'a la ciudad y a su perife- pueda llevar a cabo un buen trabajo. Significa solamente que se puede ex-
ria, pueden ofrecer informaciones relativas a la regularidad de la ocupación, cavar mejor y con mayor eficacia de otra forma. Tampoco puede conside-
a las fortificaciones, a las necrópolis, a los barrios suburbanos, a la centuria- rarse que el método Wheeler represente una fase de formación indispensa-
ción y a los yacimientos rurales (Carandini el al., 1983). En lo que se refiere ble para el arqueólogo militante, de hecho, muchos arqueólogos excavan
a un único monumento, los sondeos pueden facilitar datos sobre las relacio- hoy perfectamente sin haberlo experimentado jamás. Es fácilmente com-
nes entre las estructuras principales y las técnicas edilicias (figura 31). Tanto prensible, por otro lado, que el arqueólogo habituado a trabajar bajo la
los sondeos como las trincheras pueden ser de utilidad en las labores de pro- .protección de los vecinos cortes del sondeo pueda sentirse perdido en
tección. Pero cuanto más articulada en sondeos se halla la excavación, más la excavación de grandes áreas abiertas y tenga dificultades para aceptar
difíciles se convierten los alzados 1_'_
."r.. __
planimétricos,
..J. ..J~_.
________
la correlación
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de...........
,.l _ _ _ _
las
~_~_
dife-
;A..... .-1",1
este nuevo planteamiento (quien escribe ha conocido esta sensación en
r'I_-<- ___ '\
~ 51
~ 50 mSTORIAS EN LA TIERRA DE -LA ES1RATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA

!t
~
~
~
!'
FIGURA 33. (a) Secciones con testigos preestablecidos que eventualmente pueden
~ quitarse (sistema Wbeeler). (b1-3) Sección acumulativa con testigos provisionales y
l' móviles (sistema Barker).
FIGURA 35. Un mismo estrato o una fila de agujeros para postes separados y par-
l' cialmente tapados por los testigos resultan más difíciles de comprender (crítica al sis-
~
~
¡ "-. [ tema Wheeler).

~
~ ¡V/J--i-¡- -
~ ---,k¿.jrt-I- -
1 ;
~
~ FIGURA 34. Bajo los testigos se esconden sorpresas incluso cuando, a ambos lados, la
~ estratificación parece regular y sencilla (crítica al sistema Wheeler).

~
~ 1)El testigo preestableddo~ acabando muchas veces por hallarse en una po-
~ sición no deseada, puede ser removido con dificultad pero no desplazado, FIGURA 36. La visión en sección de 10 que se ha excavado no corresponde a la visión
especialmente en el marco de un rígido sistema de sondeos (figura 33), en planta de lo que hay que excavar (crítica al sistema Wheeler). ~
~
mientras que el sistema de la sección acumulativa (pp. 109 ss.) hace inútil
~ la presencia de testigos y permite desplazar o añadir secciones en cual-
~ quier punto y momento de la excavación. poder ser examinadas con facilidad, en planimetrías de grandes áreas,
2) Los testigos impiden documentar las relaciones estratigráficas existentes como en un laboratorio al aire libre.
~ en su interior y sólo permiten establecer relaciones hipotéticas entre son- 4) La visión constante en sección, facilitada por los testigos, es d.e poca utili-

,
I deo y sondeo, las cuales, de hecho, podrían revelarse erróneas. La exca-
vación de los testigos en una segunda fase es difícil tanto para la identifi-
cación de las unidades estratigráficas y de sus relaciones como para su
dad durante la excavación al poder observarse en la pared lo que ya se ha
excavado y no lo que todavía hay que excavar y que podría configurarse
de forma completamente diversa poco más allá (figura 36). Por otro lado,
~ documentación en planta (figura 34). Conservando los testigos regulares el diagrama de fa secuencia estratigráfica elaborado sobre el terreno per-
no se llega a construir una secuencia estratigráfica continua para una gran mite un control mucho más riguroso y lógico que las visiones selectivas
~
superficie de intervención. que ofrecen los cortes (pp. 82 ss.).'
~ 3) Los testigos impiden la visión de conjunto de las unidades estratigráficas 5) Encerrado en el cuadrado que se le ha aSignado, el excavador actúa den-
en planta y aumentan las dificultades a la hora de distinguirlas y docu- tro de unos límites artificiales en vez de hacerlo en conformidad con las
mentarlas, compartimentando de forma mecánica la excavación. Unos superficies de las unidades estratigráficas. En función de la velocidad a la
~ mismos estratos pueden ser separados y numerados varias veces compli- que avanza se halla además en situaciones estratigráficas diversas de las
~ cando inútilmente lo que en la realidad es bastante sencillo. Muchas rea- de sus vecinos, encerrados en los sondeos contiguos, por lo que resulta di-
lidades que podrían comprenderse si se tomasen en consideración de fícil conducir la excavación de forma paralela y por fases (figura 37).
• forma unitaria, dándoles una ojeada, se quedan sin comprender y fre-
cuentemente se excavan mal. La visión Teducidá del "conjunto hace que
6) Cuando a los testigos preestablecidos se añaden los que subyacen en mu-
ros y en cloacas no excavados (figura 38) y que aguantan las obras de pro-
sea, por ejemplo, más complicada la comprensión de agujeros de postes tección (~gu:~ 39), la excavación se reduce significativamente, las relacio-
alineados o de muros (fjpnr;:¡ 1';:' T Á'I!': h..-unhr""", .............. .,,1..... ., .... i-.. ~,,~,~~ n~1.. __
52 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFí~ 53

7) Cuanto más numerosos son los testigos y su excavación, más se retrasa la


investigación y se multiplican las posibilidades de intrusiones, es decir, la
caída e incorporación en un estrato más antiguo de materiales provenien-
tes de estratos más tardíos. 2

Hasta hace poco el arqueólogo ha deseado rodearse, por exceso de pru-


dencia, de demasiados apoyos (diafragmas y testigos), haciéndose ilusiones
de poder volver hacia atrás o .de poder prever lo que deberá afrontar al ex-
FIGURA 37. Diferentes niveles debidos a distintos ritmos de excavación en cada uno cavar. Pero la excavación es una operación irrepetible, irreversible y sólo de
de los sondeos (crítica al sistema Wheeler). forma muy limitada previsible, al no existir en un yacimiento arqueológico
un lugar físico idéntico a otro. El excavador acaba pues encerrado entre in-
numerables partes .no excavadas que le impiden la visión de lo que él tellÚa
no poder ver o de lo que debería haber visto para poder actuar coherente-
mente. Más que unos bastones para poder caminar, involuntariamente se ha
puesto bastones entre las ruedas. Tras un adecuado aprendizaje en excava-
ciones bien dirigidas, el arqueólogo consigue generalmente llevar a cabo su
labor contando con sus propios medios, como cualquier artesano. Quien des-
• pués de tal aprendizaje no alcance todavía dichos resultados, será mejor que

~
se abstenga de excavar e investigue en los fondos de los museos, donde se
pueden hacer, aún en nuestros días, descubrimientos excepcionales (como el
frontón griego reutilizado en el templo de Apolo Sosíano de Roma, brillan- ..
•.•...•••.•...•.•....•...

temente recuperado y reconstruido por E. La Rocca). Desgraciadamente ar-


• queólogos no capacitados para la excavación e historiadores y filólogos no ",
arqueólogos se obstinan en promover excavaciones, a pesar de que la máxi-
ma virtud de un científico debería ser la de conocer sus propios límites. Para ~
excavar bien es necesaria una preparación de carácter profesional. ~
En lo que respecta a la fonna de la excavación hay que plantearse una ~
estrategia flexible por zonas, que permita conciliar el rigor estratigráfico con
la visión amplia de los fenómenos indagados, mediante la cual captar siste- ~
FIGURA 38. (a) Excavación de un muro; (b) excavación de la trinchera de expolio de
un muro; (e) muro sin excavar, con el correspondiente testigo para su estabilidad.
mas de estructuras y de estratos de tierra 10 más complejos y continuos po- """.
~

sible. Las· grandes remociones de tierra (metropolitanas y coloniales) han


destruido un número incalculable de unidades estratigráficas pero, en com-
~
pensación, han descubierto barrios enteros de ciudades antiguas. La excava-
~
ción en grandes áreas que aquí se propone quiere conservar de las citadas re- ~
mociones la idea de que un edificio o un conjunto de edificios se llegan a ~
comprender investigándolos en su totalidad en vez de sondearlos -por bien ~.
~
que se haga- parcialmente. pero quiere al mismo tiempo actuar con un con-
trol estratigráfico tan riguroso como el que puede darse, con mayor facilidad, ~
en un sondeo. G. Boni conseguía excavar mediante sondeos estratigráficos, ~
pero cuando se ponía frente a grandes áreas desenterraba y enterraba de
nuevo, como hizo en la ladera septentrional del Palatino, lo que obliga a re-
~
dimensionar su papel de precursor (Carandini et aL, 1986). En el fondo, se ~
FIGURA 39. Los testigos para sostener los muros se suman a los testigos preestable- trata de la gran excavación del siglo pasado, al estilo de Lanciani o al de Pitt- €!o'l
~
.... ..-1" .., 1.......... '" ..",..t" ... ~..-l .. -f............................. ;.rl.,._.. 1-.1~ ,,1 ,.., ... ~ ....... ;~ ,.l,.., 1...... ~ ..... n .. ....:Á_ í......:.,.;; .... .. 1 ... ; ... n: _____ ~1 ..... _..1_ ~ •• • ~ • ,. •

~
~
;1
54 HISTORlAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 55

1921
1989

FIGURA 40. Sondeos arqueológicos más antiguos en un área de ~xcavación más re-
ciente.

arqueológicos de las principales ciudades británicas y, por lo tanto, con el mé-


todo Barker. A.l final de esta evolución metodológica la atención se desplaza FIGURA 41. La excavación y los materiales que produce forman las unidades estrati-
desde lo que se ve en los cortes del sondeo (en sección) a lo que se ve en la gráficas más recientes del lugar (en algunos casos puede ser útil separar la tierra, las
superficie de la excavación (en planta~. Las planimetrías acotadas de cada piedras, los ladrillos y la tierra ya cribada).
unidad estratigráfica permiten la recons~tf:icción de una sección a posteriori
en el pW1tO deseado. Además se dispone de las secciones en los cortes (pp.
111 ss.) y de las añadidas o acumulativas (pp. 109 ss.), a las que no se trata de
renunciar. Por lo tanto, ya no es necesario concentrar preferentemente la do- ~--~--~. -. -.
cumentación en las secciones.
La forma de la excavación, es decir, el modo de cortar verticalmente el " ./'>"
terreno, deja claras evidencias. Muchas excavaciones sucesivas a intervencio-
nes más antiguas han revelado la forma de investigar de sus predecesores. En
Roma, y en otras muchas ciudades, el inicio de una excavación consiste siem-
pre en el vaciado de los rellenos debidos a intervenciones precedentes, obra
r;'~~~~::::::::~!I¡¡~~~íí~~~~7Z: ""
de arqueólogos o de cavadores. Sus cortes verticales deben ser considerados
como verdaderas unidades estratigráficas de la nueva zona de excavación. In-
cluso nuestros propios cortes no son más que las unidades más modernas del
. " A~'
--
~"'. " .. ,

yacimiento (figura 40). Identificar los cortes de las viejas intervenciones y ex-
cavar los correspondientes niveles de relleno es un modo insólito y eficaz de ,
retomar cuestiones arqueológicas no resueltas y de escribir de forma bastan-
te concreta la historia de las excavaciones, teniendo en cuenta que en los in- FIGURA 42. Identificación y excavación de fosas agrícolas.
formes publicados los cortes en el terreno no aparet::en nunca documentado~
(Carandini et al., 1986). En Pompeya, Maiuri hacía sondeos limitados que
dan información sobre las fases constructivas anteriores a los inicios de la reconocer) y a veces más dispersa y superficial (por lo tanto, más difícil de
época imperial, pero que no permiten reconstruir la planta de estos edificios identificar). No sólo existen yacimientos, acueductos y carreteras, sino tam-
más antiguos. Pero, al contrario que Boni, generalmente aquél ubicaba su es- bién pequeños núcleos de habitación, campos, fosos y bosques. Se ha desarro-
trategia de excavación (Maiuri, 1973). Una planta de las unidades estratigrá- llado una arqueología de los campos que prevé la remoción mecánica del te-
ficas creadas al excavar no debería faltar en ninguna publicación de una ex- rreno superficial siguiendo un único nivel artificial y la documentación del
cavación (figuras 40, 41; Carandini, 1985a, 1**, figura 6). sistema de fosos, que se excavan sólo en parte para fecharlos y relacionarlos
Al concentrar la atención en los yacimientos no debe olvidarse que el ~n~re sí (fi_gur~ 42). En ~glaterra, con tal finalidad se han aprovechado los tra-
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56 ~
HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 57
~
en colaboración con los arqueólogos, ha permitido descubrir amplios tramos tratigráficas, reservando el término «contexto» a aquellos grupos de unidades ~
de paisajes antiguos, con fosos, carreteras, recintos, casas de campo y pueblos, estratigráficas que constituyen conjuntos de acciones, o las actividades, los ~
que a continuación se excavan selectivamente. 3 La excavación en grandes grupoS de actividades y los acontecimientos, a considerar dentro de determi-
áreas se ha revelado también útil para la recuperación de jardines y campos nadas fases y períodos (pp. 139 ss.). ~
de cultivo (pp. 209 ss.). Se ha ido desarrollando también una arqueología de Así como muchas veces cada estrato parece ulteriormente divisible en ~
los bosques, que partiendo del análisis de amplios sectores de la vegetación ac- porciones más pequeñas de materia, también la energía o la acción que en él ~
tual reconstruye la del pasado: los oleastros, por ejemplo, permiten presu- se ha materializado se puede dividir ulteriormente en segmentos más peque-
poner la existencia de antiguos olivares (Carandini, 1985a, 1*, pp. 36 ss., figu- ños de actos, por lo que podemos imaginar una o más porciones de materia ~
ras 16-17). para un solo acto o una porción de materia para uno o más modos de hacer. ~
Un estrato de derrumbe está formado generalmente por un cúmulo de pie-
~
Procedimiento de la excavación
dras y por la tierra que en un segundo momento se ha infiltrado trans-
fonnando la composición del propio estrato, pero aunque se trate de dos ~
porciones de material y de dos acciones el arqueólogo las considera conven- ~
Más importante que la forma es el método o procedimiento de la exca- cionalmente como un único estrato y una sola acción (Amoldus Huyzenveld- ~
v~ción. Por procedimiento se entiende el modo de identificar, de definir (con Maetzke, 1988). Existen, por lo tanto, estratos que en su interior son palimp-
numeras) y de excavar cada una de las porciones de material coherente
~
sestos cronológicos, espaciales y de comportamiento, pero la construcción
(como los muros) o incoherente (como la tierra) que llamamos estratos y de arqueológica no puede tomar en cuenta, más allá de un cierto límite, esta ili- ~
documentar cortes y remociones de estratos (de lo que trataremos seguida- mitada divisibilidad de la materia y de los actos, esta procesualidad sin lí- ~
m~nte: pp. 77 ss.). Al contrario que la forma, el proceder o procedimiento no mites, debiendo llegar en cualquier caso a definir los «ladrillos» con los que
deja rastro en el terreno y puede comprenderse solamente a partir de la pu-
~
dicha construcción ha sido realizada. Está obligada a reconocer el valor rela-
blicación. Se puede realizar una labor útil a través de fonnas de excavación tivo de la identificación de estas realidades, individualización que depende ~
ya superadas, pero no existe una forma de excavación correcta que pueda del tipo de información (físico-química, biológica o antropológica) que de di- ~
subsanar los daños derivados de un erróneo proceder en la excavación. En chas realidades se espera obtener, por lo que en teoría se pueden imaginar ~
estratos de origen natural y en algún otro caso raro conviene excavar por ni- diversos tipos de estratigrafía para una misma estratificación, en función de
veles artificiales o planos, indicando la posición tridimensional de las eviden- los intereses del observador (De Guio, 1988). Estas realidades materiales bá- ~
cias de vida o de los materiales (pp. 36 ss. y 45 ss.). Allí donde la homoge- sicas que no podemos dejar de identificar al separar la tierra son las unida- ~
~~ldad parece haber cancelado cualquier superficie visible sólo se pueden des estratigráficas que, de ahora en adelante y por razones de tipo práctico, ~
fijar puntos en el espacio, como hacen los navegantes en alta mar. Un estra- consideraremos de forma convencional que corresponden a otras tantas uni-
to de origen antrópico que tenga una gran potencia, al no poder excavarse dades del hacer o unidades de acción. Estas son, al mismo tiempo, realida- ~
todo a la vez, se puede dividir en estratos horizontales lo cual no es necesa- des objetivas 'y resultado de nuestro análisis 'O clasificación del terreno. Hay t'!I
rio docume~tar porque se trata de una subdivisión ~or motivos prácticos. quien considera el subsuelo como un universo unitario, que sólo el arqueó- t'!I
~uera de dichas excepciones, la ex~vación arque()lócica d~be r~alizars~
s$}:npre por estratos y superficies reales, nunc~L1?9r ~.plªnos abstractos (una
logo articula en porciones distintas, no jerárquicas y no intersecantes entre sí,
cuya suma coincide con todo aquel universo. En dicho caso, las unidades de
~
e~cepción, cf. pp. 74-75, figura7OC)'J'~!gl!;~05'~,Of,de~;;ID,~~~soaaquetse,_ la estratificación no serían más que las decisiones analíticas del excavador ~
!.UD el cual se han fonnado, como debe haceii¡;e-'en- éüarquier"tipode~recon-s-: (De Guio, 1988). Pero este es un punto de vista extremo. Al igual que se pue- ~
trucc16n por IndíclOs. .. de considerar extremista contraponer el concepto relativo de unidad estrati- ",;.1
~
.,."'"'""'--- M-terid q-de "iecoífOee.r en el terreno realidades diversas como muros re- gráfica con el de procesualidad en la formación de un estrato. Sean los que
vestimientos arquitectónicos, pavimentos, estratos de tierra y superficie~ de sean los progresos en el campo del conocimiento de los secretos que inter-
destrucción, es necesario encontrar un término general que las abarque a to- vienen en la formación de los estrato~, la estratigrafía siempre se basará en
d~s. Los arqueólogos ingleses han llegado a llamarlas contextos, pero el tér- unidades y a éstas jamás se les podrá dar menos importancia que a las finas
mmo ~o es el adecuado, desde el momento en que estratos y superficies son multiplicidades que existen en su interior y que parecen contradecirlas, ya
las umdades elementales de la excavación, las acciones mínimas identifica- que unas presuponen a las otras.
bles o que se ha querido identificar, por lo que es contradictorio definirlas Desde el momento en que las unidades estratigráficas y sus superficies
C".iln no t~rrn;¡nn .... n'" ... ; ........ ;-C:~~ ___ ! h _ " _ _ l n .. _1· _. 1 1 ~ .c\..,.~. ,1--."'''" .' . . l. . .... . .
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58 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 59

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FIGURA 43. Si se excava 1 y luego 2 todo va bien. Pero si se excava primero 2, 1 cae
sobre 2 mezclándose con él y contaminándolo (a no ser que se apuntale 1 ... ).

FIGURA 46. (a) Para identificar las relaciones de superposición física entre los estra-
tos 1 y 2 hay que incidir en planta con la trowel en el límite entre 1 y 2. Entonces se
ve que 1 sigue por debajo de 2, que, por lo tanto, lo cubre. (b) Puede ocurrir que se
FIGURA 44. 1,2 Y4 cubren pero no están cubiertos por otros estratos, por lo que pue- incida de forma errónea, hacia el estrato cubierto. Hay que repetir la operación en la
den ser excavados; luego le toca el tumo a 6 y a 7; después a 8 y, finalmente,. a 9 (3, 5 dirección adecuada, que es la inversa.
Y 10 no son excavables porque Son interfacies intangibles o superficies en sí).

---,------ 8

b
FIG~A 45. Superfic~es sucias; superficies limpias; superficies distintas (pero que to-
davIa no se han relaclOnado entre sí gracias a las superposiciones físicas). FIGURA 47. En la estratificación arqueológica una pieza recuperada a una cota más
baja (cuadrado) puede pertenecer a un estrato más reciente que aquel al que perte-
nece una pieza (asterisco) recuperada a una cota superior. La posición tridimensional
de los materiales no tiene aquí ningún significado (contrariamente a lo que ocurre en
¡ ----el único que permite evitar confusiones (figura 43)- es necesario seguir la la estratificacíón natural con vestigios de presencia humana).
si?Uiente regla: «solamente se pueden excavar las unidades que no se hallan~
ru tan sólo parcialmente, "cubiertas" (desde el punto de vista estratigráfico)
por otras unidades estratigráficas» (pp. 120 ss.). Pero mientras es relativa- jidos de una preparación anatómica. Incluso los muros deben descarnarse
mente fácil identificar en sección las unidades que no cubren y que no están para purificarlos de la tierra. Tras haber distinguido las superficies de los di-
cubiertas por otras (figura 44) -por dicho motivo en el pasado se privilegió versos estratos, con la punta de Un paletín O trowel (figura 143) hay que es-
este tipo de visión y de documentación-, resulta más difícil hacerlo hori- tablecer las relaciones entre los estratos a partir de sus superposiciones físi-
wntalmente en planta y cuando se excavan grandes superficies. Esta es una cas, determinar su cronología relativa y, finalmente, el orden en que deben
de las mayores dificultades con las que se encuentra uno que está apren- ser excavados y comprendidos (figura 46).
diendo. Hay que saber distinguir los estratos por su consistencia, su color su Para los materiales contenidos en los estratos no es tan importante su po- ;
composición y por lo que contienen. Pero estas características sólo pueden sición tridimensional en el seno de los mismos, como la segura adscripción al !¡
ser observadas por un ojo experimentado, tras haber limpiado perfectamen- estrato del que proceden. La excavación por niveles crea, desde 'este punto .:
te las superficies de los estratos (figura 45) y en las condiciones justas de hu- de vista, grandes confusiones, al presuponer -erróneamente en una excava- '
in~dad_ (en el Mediterráneo nos obstinamos en excavar durante los meses ción arqueológica- que lo que se halla más abajo es más antiguo que lo que
P:(¡.t~ nClT p:nr:lma -lo aue ouede ser. en cambio, cierto en una estratificaci9...rh ,I;.,.!)
60 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ES'IRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 61

Resulta fundamental, a parte de la procedencia de un estrato preciso, la


posición tridimensional en el interior del propio estrato de los materiales de
construcción, de la decoración arquitectónica y de las esculturas caídas, que
no forman un estrato pero han sido englobados en uno: clavos, parhileras, te-
jas, terracotas arquitectónicas, columnas, capiteles, estatuas y otros materia-
les. Su ubicación en el espacio tridimensional no tiene en este caso un valor
estratigráfico, sino más bien topográfico, para la reconstrucción del edificio
excavado. Lo mismo se puede decir para otros bienes muebles útiles para re- a
construir la utilización de los espacios internos de un edificio y, por lo tanto,
su función: concentraciones de materiales que disminuyen el grado de ho-
mogeneidad del estrato al que pertenecen o pequeños restos que pasan por d
alto en las limpiezas domésticas, cuya distribución puede indicar el períme-
tro dentro del cual se han desarrollado ciertas actividades laborales o do-
mésticas (Leroi Gourhan, 1974; para una representación gráfica del proble-
ma a través de ordenador, véase Molina González et al., 1986; cf. también pp.
186 ss. y figuras 153-154). Para documentar la posición de los materiales es
. •
necesaria una cuadrícula (p. 102), pero no hace falta ni es aconsejable exca- FIGURA 48. Secuencia del derrumbe de un techo, muros y estucos pintados. De un
var por cuadrículas, por ejemplo de un metro, porque dicho proceder acaba- dibujo de E. Fentress (Carandini-Settis. 1979, panel 44).
ría por dar a la superficie de la excavación el aspecto de un tablero de aje-
drez y la retícula proyectada sobre el suelo dificultaría la visión de los límites
irregulares de los diversos estratos.
Existen, por otro lado, estratos poco homogéneos hasta el punto de que
pueden identificarse a simple vista las diversas fases de su fonnación. Se tra-
ta de los estratos que no se puede decir que incluyan materiales porque es-
tán exclusivamente formados por materiales, -independientemente de que
sean grandes o pequeños, como por ejemplo los estratos formados por el de- ,
rrumbe de bóvedas de mortero de cal o de estucos pintados.
3

Centremos nuestra atención sobre estos últimos, aunque lo que sigue


puede ser válido también para otros casos análogos {figura 48). Los estucos • b

pintados que nos interesa restaurar caen por placas que acaban por formar mi- FIGURA 49. El estrato 1 contiene conjuntos de estucos pintados caídos y tres mate-
croestratos en el seno del estrato de derrumbe. Dichos microestratos estable- riales cerámicos. Si una vez acabada la excavación los conjuntos se restauran y se co-
cen relaciones estratigráficas entre sí, motivo por el que es posible reconstruir locan revistiendo el muro 4, se desplazan de la unidad estratigráfica 1 a la 2, de for-
la cronología relativa de su caída. De ahí la necesidad de excavar los conjun- ma que en la caja del estrato 1 sólo quedan los tres fragmentos cerámicos.
tos de derrumbe microestratigráficamente. Ante este caso la excavación por
niveles o cuadrículas también es perjudicial para la sucesiva restauración de
las pinturas. Se debe descubrir la superficie de las placas, documentándolas seno del estrato, las placas de estuco se numeran progresivamente y cada pla-
y excavándolas una tras otra como si se tratara de estratos nonnales. Trans- ca (relativamente coherente o incoherente) se subdivide en subplacas corres-
portados sin que se pierdan las conexiones originales entre los fragmentos, pondientes a las cajas en las que la subplaca se coloca.4
restaurados y en algunos casos vueltos a poner en su lugar, estos materiales
especiales pueden ser separados del estrato de derrumbe en el que se han
hallado para pasar a formar parte de la unidad estratigráfica de revestimiento A veces se oye decir que no se ha podido excavar estratigráficamente
a la que en origen pertenecían. Este es un caso de transmigración de materia- porque el terreno estaba «alterado», pero la alteración -sea la que sea- no
les de un estrato horizontal de derrumbe a uno vertical de revestimiento (fi- justifica jamás el abandono del método estratigráfico, dado que cada una de
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62 HISTORIAS EN LA T1ERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 63
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2
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LC-,
ración casi exclusivamente histórico-anticuaría e histórico-artística, en cual-
quier caso preferentemente literaria y poco habituada al territorio y al terre-
no, de los inspectores de las soprintendenze, * debida a la unilateralidad en
sentido tradicional de la preparación facilitada por las universidades y a la di-
¡.Il,
,

II!
? 8 ficultad que tienen las administraciones responsables de la tutela a colaborar
4-
-to <2. con aquéllas. Sólo un cirujano que sabe realizar una determinada operación
11 <J en el bien dotado quirófano de un hospital urbano sería capaz de culminar
1+ con éxito la misma intervención apresuradamente en una sala de un hospital
1'J 3
rura1. 5

11/
lD
1G

b 0 En Italia hay una tendencia a hacer sondeos aquí y allá, en función de un


difundido espíritu de protección del patrimonio que, aunque sea burocráti-
camente correcto y ventajoso (cada inspector tiene su pequeña excavación,
etc.), se ha revelado completamente improductivo. Sin duda sería mucho más
útil excavar sólo en dos de cada diez yacimientos, haciendo veloces sondeos
FIGURA 5Q-;i7(a) Excavación analítica (1,2 Y 4 abandono, 3 y 5 roderas, 6 enlosado, 7 en los restantes, que excavar parcialmente los diez, pero ello implicaría que
massicciii¡;;, 8-15 estratos de preparación, 16 abanaono, 17-18 tumba); (b) excavación
los ,funcionarios y los universitarios fueran capaces de colaborar entre sí y,
sintética (1 abandono, 2 y 3 roderas, 4 calle enlosada, 5 abandono, 6-7 tumba).
posiblemente, unos con otros. La elección de las prioridades debería hallar-
se, en cierto modo, en relación con las cuestiones historiográficas planteadas
a nivel internacional y debería realizarse conjuntamente por las soprinten-
tratigráfico y no hay justificaciones posibles para eludirlo. Las intervenciones denze, las universidades y las regiones (sobre las dificultades en dicho sen-
a base de cuadriculas o de niveles artificiales confieren la forma de la ele- tido, cf. pp. 163 ss.). Una lista previa de cuestiones científicas no estaría libre
gancia estratigráfica a lo que son puras remociones de tierra. Hay que sa- de peligros, pero ayudaría a programar y a marginar las intervenciones aisla-
ber navegar entre los estratos siguiendo las reglas establecidas por las olas de das, ajenas a un proyecto y a un interrogante histórico, que todavía carac-
dicho mar. Quien quiera evitar los vaivenes de la barca deberá renunciar al terizan la situacióIl actual. El único camino posible para aunar protección e
viaje. investigación es escoger y -programar: qué debe excavarse totalmente, qué
parcialmente, dónde hacer sondeos, dónde no se debe excavar y qué debe
dejarse para futuras excavaciones (p. 65).
Excavación ,experimental, de urgencia y el público No existe un lugar igual a .otro. La anatomía de los yacimientos humanos
no se repite como la de los animales. Por dicho motivo resulta difícil, pero
La excavación experimental, en la que se desarrollan las metodologías posible, jerarquizar las intervenciones, porque ínc1uso las particularidades
científicas, sirve de referencia para medir la información que se pierde en las arqueológicas pueden encuadrarse en tipologías y no faltan repeticiones y si-
excavaciones realizadas con prisas y ofrece un modelo para recordar cuándo metrías arquitectónicas en los edificios que permitan reducir de forma inteli- 1,

se está obligado a simplificar el procedimiento por motivos de urgencia. Sólo gente las intervenciones (figuras 51-53).
se puede simplificar lo que previamente parece más complejo y se conoce.
En teoría la excavación de protección debería facilitar una menor cantidad
de información, pero no debería ser una operación diversa desde el punto de
En el congreso de Siena de 1981 sobre Come l'archeologo opera sul cam-
po (p. 37), T. Mannoni ilustró el modelo estratégico para las intervenciones de I
"

vista cualitativo. El problema reside en saber resumir procedimientos modé- protección utilizado entonces en Liguria poda Soprintendenza, el Instituto de Ij,
licos consiguiendo, al mismo tiempo, recóger los datos principales de cons- historia de la cultura material y los entes locales. Este modelo se articulaba en
tres niveles.
trucciones, vida, reutilización, expolio, destrucción, abandono, presencia es-
En el primer nivel estaba la arqueología de superficie o la excavación de 11
porádica y reocupación de un detenniriado yacimiento. Es lo contrario que
seleccionar sin un criterio, creyend'O que lo que se deja de lado sólo son de-
talles inútiles. Muchas veces es precisamente en algunas minucias donde se
urgencia. Además de la obvia documentación horizontal (prospección, fotoin-
terpretación, etc.), se usaba también la documentación vertical (prospecciones ¡
esconde lo esencial de una estratificación (figura 50). Para enfrentarse a ex- j'
.,
c~v~c:i()np.!,! nnp. n{'lrlrí~mo!'! ll~rn~r rl,o. llT(T,o.nMO;¡ ,0.1 ~rrlll,o.Álr\{Tn rl,o.h,P:r1O;¡ c.',o.r
I
r
64 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 65

FIGURA 51. Una habitación excavada por cuadros alternos (se obtienel,1 dos seccio-
nes normales entre sí).

FIGURA 54. Imagen ideal de una excavación urbana entendida como laboratorio
abiert9 al público (obsérvese la entrada, el recorrido, los paneles explicativos y la sala
didáctica).

tales, realizadas en puntos amenazados por intervenciones modernas. Para di-


chas excavaciones hay que tener una notable capacidad de previsión. Deben
llevarse a cabo estratigráficamente. Respecto a las excavaciones programadas
(véase el nivel sucesivo), éstas tienen la desventaja de que deben realizarse
dentro de un plazo determinado.
En el tercer nivel se hallaban las excavaciones programadas, para realizar
en general en yacimientos abandonados. Son la sede ideal para las excavacio-
nes experimentales. En estas y en otras excavaciones, como en los policlínicas,
FIGURA 52. Un conjunto regular puede ser excavado por cuadros, como si se tratase deberían fonnarse profesionalmente los jóvenes arqueólogos y ponerse al día
de una sola habitación (figura 51). Ejemplo s-acado de la pocilga de Settefinestre (Ca- los menos jóvenes.
randini, 1985a, 1**, figura 284). En los tres niveles propuestos se observa una interesante variación en la
dosificación de investigación y de protección, pero la investigación está pre-
sente en todos ellos.6

h~JIII
Sea cual sea la naturaleza de la excavación, experimental o de urgencia,
deben siempre eliminarse los recintos que la hagan impenetrable a la visión
exterior. Las excavaciones urbanas, especialmente, deben ser visibles y, en
grandes líneas, comprensibles para los transeúntes. Las excavaciones gene-
ran incomodidades, deben ser objeto de consenso más que de debate y no
FIGURA 53. Un complejo simétrico puede excavarse en su mitad, de forma que se co- tienen otra finalidad que la de ampliar, profundizar y preservar la memoria
nozca- al menos una habitación de cada tipo. Ejemplo sacado del peristilo de Settefi- colectiva mejorando la vida en la ciudad. En Inglaterra se ha consolidado la
nestre (Carandini, 1985a, 1**, figura 95). costumbre de abrir las excavaciones a los visitantes, de hacerles pagar una
entrada (que ayuda a costear las investigaciones), de distribuirles folletos, de
geofísicas, calicatas, remociones de humus, limpiezas, excavaciones de urgen- preparar recorridos con paneles explicativos que remiten a números ubica-
cia no estratigráficas, etc.). Un caso interesante a este respecto es el de la Tal- dos en la excavación visibles desde lejos, de preparar puntos de audición con
bot Street de Worcester (Barker, 1977, figuras 44-45), donde a causa de una grabaciones explicativas de corta duración accionables mediante un botón,
nueva construcción se excavó mecánicamente una trinchera detrás de la mu-
ralla de la ciudad, trinchera cuya sección se limpió y dibujó caracterizando to-
de organizar pequeñas exposiciones con audiovisuales y de prever la venta de
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66 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 67 11
Roma en diversas excavaciones de la Soprintendenza arqueológica). Pero a
dichas actividades debería dar continuidad un museo histórico-topográfico
en el que presentar maquetas con las reconstrucciones de las estructuras ar-
0=G
quitectónicas, si fuera posible a tamaño natural. Desde esta óptica resulta li
FIGURA 55. Relación «igual a» (una fosa ha separado en las unidades 3 y 4 un estra-
ejemplar la excavación de Coppergate en York, en un principio visitada por
un millón de personas y a la que ha seguido el Viking Centre con la recons-
trucción de una parte de la York vikinga y de su excavación, visitado por casi
to originalmente unitario).
I!
un millón de personas al año. 7 El concepto es el de implicar al público en el
problema básico de la reconstrucción arqueológica, utilizando incluso me- L
dios espectaculares. Pero en Italia se está todavía lejos de todo esto, prevale-
ciendo aún la idea de que los restos materiales antiguos hablan por sí solos y
que explicaciones y reconstrucciones son de tnal gusto y restan encanto a los I
originales, lo que no es cierto si las explicaciones se hacen de forma adecua- 1,
da y en la justa medida. Colecciones de ruinas como nuestras áreas arqueo-
lógicas y colecciones de objetos como nuestros museos, no pueden ser, a fi- i
nales de este siglo, el único modo de presentar el pasado. FIGURA 56. Relación «se une a» (dos muros que forman up,áng~h;'9an sido cons- 1I
truidos juntos sin que uno se apoye en el otro). "------,.--./'
1I

LAS UNIDADES DE LA EXCAVACIÓN


I1
,

Identificar acciones y sus relaciones

Pasar de la tierra por excavar a la tierra excavada significa pasar de una GJI
realidad en origen inerte, indistinta y desconocida a su representación divi-
dida en partes, relaci6nada en el espacio y en el tiempo. Las partes son las
, que consideramos las acciones básicas materialmente reconocibles y recono-
~ cidas, es decir, las unidades estratigráficas (p. 57). Una acción o una unidad
GJ
" estratigráfica se convierte en interpretable sólo cuando se inserta en el siste- FIGURA 57. Relación «cubre/ cubierto por» (el estrato 1 cubre parcialmente al 2, por
N ina de relaciones que la une a las otras. Dichas relaciones se presentan en un lo que tiene que haberse formado con posterioridad al 2).
primer momento como relaciones físicas que pueden ser reconducidas sim-'
plificándolas y abstrayéndolas en relaciones relativas en el tiempo dentro de
una secuencia estratigráfica. 1;;0 Rr!m~LJllgar VelllO&<eL%CMºre¿cJ1.J2!~» Y só-
lo a continuación comprendemos el «después y el antes» que le siguen.
Las relaciones estratigráficas captadas en su aspecto físico son las si-
guientes. 1) Relaciones de contemporaneidad: ,«.~.1!~l.~ . ~~I?~~_~n~_J\~~ (figuras
55, 56). 2) Relaciones de sucesión en el tiempo: «cubre/cubierto pOT», «se
apoya en/se le apoya», «corta/cortado por», «rellena/rellenado por» (figuras 1
57-60).3) Existen finalmente casos de relación inexistente, por la que en au-
sencia de una contigüidad física la relación en el tiempo entre dos acciones
puede ser solamente intuida escogiendo a ojo lo más verosímil en función de
las oportunidades brindadas por la secuencia estratigráfica (figura 61).
En este último caso nos hallamos fuera de las relaciones estratigráficas en
sentido estricto y dentro de las relaciones de las llamadas correlaciones in- FIGURA 58. Relación «se apoya en} se le· apoya» (el muro 1 se ha apoyado al 2 in-
• ,. ., .' . • ____ ,-,_ . ___ 1 _ _ _ _ _ _ _

, ,

I
68 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIF1CACIÓN A LA ESTRATIGRAFíA 69

¿s¿jVs? o,
a o
FIGURA 59. Relación «corta! cortado por» (la fosa 2 ha cortado los estratos 3 = 4, que,
por lo tanto, son anteriores).

FIGURA 63. (a) Numeración equivocada. (b) Numeración correcta. La identificación


entre las dos partes separadas de una sola unidad original (3 = 4) se reconstruye des-
pués de haberlas numerado, excavado y documentado separadamente, como si se tra-
tase de dos unidades distintas.

FIGURA 60. Relación «rellena! rellenado por» (el estrato 1 ha rellenado la fosa 2, que,

~~~
por lo tanto, es anterior).
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o,

®Q¿)&
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I I eI<_ ..
2 3

tJ
FIGURA 64. Algunos ejemplos de las infinitas relaciones topográficas posibles.

enredadas en una aleatoriedad circunscrita por las relaciones estratigráficas


6 1 estrictas, pueden incluirse también en las relaciones estratigráficas entendi-
das en un sentido amplio (figura 62; pp. 140 ss.).
FIGURA 61. Ejemplos de diversas correlaciones entre la unidad 3 y las 2, 4 Y 5 en un
~-=""~ Ha llegado quizás el momento de aclarar las diferencias existentes entre
diagrama estratigráfico.
relaciones estratigráficas y relaciones topográficas. La relación estratigráfica
en sentido estricto sólo se da sustancialmente en un caso: el de la sucesión tem-
poral (del tipo «cubre/cubierto por»). La relación de contemporaneidad, en
cambio, consiste fundamentalmente en una relación de identidad restablecida
entre partes distintas de una sola unidad original, separada después por otras
acciones sucesivas (figura 63). por lo que debe considerarse, al igual que en el
caso de la relación inexistente, como una relación estratigráfica sui generis.
9 10 Así pues, mientras la relación estratigráfica estricta es tan sólo una, es de-
_ _-",--8 cir, «cubre/cubierto por» = «después/antes», las relaciones topográficas son
configuraciones espaciales potencialmente infinitas (figura 64). Por dicho
FIGURA 62. Faltan relaciones físicas entre los estratos 3 y 4, pero dadas sus caracte-
motivo al editar una excavación, la documentación de las relaciones estrati-
gráficas puede ser integral o bastante amplia, mientras que la de las relacio-
rísticas de estratos de derrumbe muy similares y apoyándose ambos sobre los pavi- ,~. .
70 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 71

En la excavaClOll se establecen relaciones espaciales (topográficas) y


temporales (estratigráficas) entre las diferentes -partes de materia en las que
se han concretado las acciones y de las que queremos reconstruir su configu- La materia objeto de excavación es discontinua, mostrándose unas veces
ración espacial y su secuencia cronológica. Una excavación correcta se deno- más homogénea y otras más diversificada. Excavar correctamente significa
mina estratigráfica y no topográfico-estratigráfica, porque una excavación no captar los planos regulares e irregulares que separan estas homogeneidades
estratigráfica puede ofrecer también representaciones topográficas, aunque relativas y diversas, como si tuvieran menor resistencia o parcial exfoliación
escogidas arbitrariamente fuera de la secuencia cronológica, es decir, sin ha- respecto de la compactabilidad de la materia estratificada, para poder sepa-
ber sido filtradas por las relaciones estratigráficas -piénsese en los grabados rarla netamente en partes. No es suficiente distinguir una zona de transición
de tema arqueológico de Piranesi o los dibujos de ruinas de la Écale des Be- más o menos gruesa entre las varias indivisibilidades, aunque en algún caso
aux Arts;t_ entre finales del siglo XVIII y principios de nuestro siglo-, mientras también puede darse. Hay que distinguir, sea como sea, un plano de distin-
que una excavación estratigráfica presupone siempre representaciones topo- ción o de cambio principal si se quiere avanzar en la excavación. Las dudas
gráficas seleccionadas en relación con las necesidades de la reconstrucción a este respecto son altamente perjudiciales. Las zonas de materia relativa-
científica y, por lo tanto, de las relaciones estratigráficas y de su periodiza- mente homogéneas y las zonas de transición constituyen los estratos, y los
~~n síntesis, una excavación no estratigráfica se mueve en tres dimen- planos de cambio sus interfacies o superficies. A veces se interviene allí don-
siones, mientras que la estratigráfica lo hace en cuatro dimensiones; es la de la separación se muestra implícita y lo que debe hacerse es actuar decidi-
cuarta dimensión -el tiempo- la que especialmente distingue a un tipo de damente y distinguirla. En tal caso, el reconocimiento del plano de distinción
excavación del otro. es sencillo, como cuando se quiere separar el polvo de la superficie brillante
La arqueología monumental, en cambio, era esencialmente topográfica. de una mesa. Otras veces el reconocimiento del límite es más complejo, por
Sólo se ocupaba de grandes monumentos relativamente bien conservados, de la presencia de una zona de transición, debida a un cambio general de las ca-
los que quería recuperar su configuración global o, al menos, la de su fase racterísticas de la estratificación que se interpone entre dos homogeneidades
constructiva «principal» (pp. 18 ss.). No se preocupaba de las acciones indi- relativas, poniéndolas en crisis (figura 65). Sean cuales sean las característi-
viduales ni de las unidades estratigráficas, como el pintor que abandona los cas del límite, debidas a menor intensidad o lentitud en el proceso de acu-
detalles en busca del efecto de conjunto, porque no estaba verdaderamente mulación, de corte o de erosión, sea cual sea el tipo de transición, de mayor
interesada en captar el desarrollo cronológico, que sólo se puede restablecer o menor grosor, y sea cual sea la diferencia entre los estratos en contacto, la
correctamente prestando atención a cada momento y dándole una importan- excavación no se autodivide y, por 10 tanto, es el excavador quien la divide
cia similar a la que cada fotograma tiene en una secuencia cinematográfica. .en función de la realidad objetiva y de la información que de ella quiere ob-
Una película proyectada en una pantalla proporciona una visión continua y
nítida de la realidad, precisamente gracias a la fatigosa y aparentemente ob-
sesiva labor de filmar el mínimo movimiento y enfocar todas las cosas, visión
cubierta por el efecto realista de la globalidad (algo parecido a lo que ocurre -------J
-------
-------
ESTK.AT01 ______ _
-------
en las vistas de Canaletto). Opuesta es, en cambio, la óptica del impresionis-
ta, sustancialmente antiarqueológica, porque sacrifica los detalles al efecto INTEK.FACIESk2~ == ====:.::::::]
EST'(CAT02 ____________ _
global, entendido más bien como una sensación. -------------
-------------
Cada avance en el conocimiento presupone la capacidad del pensamien-
to de dividir el mundo en partes y la de recomponerlo por tipologlas y con-
a
textos, superando en la síntesis la meticulosidad del análisis. El método es-
tratigráfico se parece al modo en que se nos muestra la realidad y al modo en ======== ]
INTEK.:::,::;~=:=:··::-·T=:~:
que la mente llega a comprenderla. Su fuerza descriptiva e interpretativa re-
side en su isomorfismo con la vida, sólo que, tratándose de una reconstruc- ..... -.. ......_
. .
... .-...... -. ...... )]
EST'(CAT(J2 ...................... ""
ción a posteriori de la existencia, ha perdido la pesadez de la vida adquirien- ............
do la ligereza contenida en el arte del relato.
b
FIGURA 65. I?~stin~ión de los estratos: (a) sencilla; (b) compleja (la flecha indica el
72 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 73

HOMOfENEllIAlll!ELATlYA PE ESPACIO
YPETIEM1'tJ
INTEtf..FAClE$
OLIIMEN PI$T/NCI6N
HPACItJ. TIE",'O

b
a
FIGURA 66. El volumen de un estrato se caracteriza por una relativa homogeneidad
y por la superficie o interfacies de la distinción.

e
FIGURA 67. Posición estratigráficamente intercambiable (por lo,tanto, equivalente)
de los materiales de un estrato. FIGURA 68. (a) La distinción de los estratos posteriores y la forma del estrato 3 vie-
nen dadas por su interlacies, mientras que su volumen está comprendido entre su in-
terfacies y parte de las de los estratos 4 y 5. (b) La formación del volumen del estra-
to 3 está comprendida entre la superficie del estrato 4 y su propia superficie y ha
tener (Arnoldus Huyzenvel-Maetzke, 1988; De Guio, 1988). Esto no quiere durado aproximadamente un día (31 de diciembre de 1980). (e) La vida del estrato 3
decir que las divisiones sean siempre subjetivamente arbitrarias. está comprendida entre su interfacies y la formación del volumen de 2 y ha durado
Los estratos aparecen, por lo tanto, desde el punto de vista estratigráfico, aproximadamente un día (2 de enero de 1981).
como porciones de materia relativam~nte homogénea e indivisible (figura 66),
por lo que componentes como los materiales arqueológicos son equivalentes
y su posición se convierte en intercambiable en el seno de aquéllos. La opor- La capacidad que tiene un estrato de tierra de ser distinguido de aquellos
tunidad de determinar la posición tridimensional de algunos materiales espe- que lo cubren y su propia forma vienen determinadas por la interfacies o su-
ciales dentro de un estrato, para comprender mejor la naturaleza del mismo o perficie, mientras que su volumen se halla comprendido entre dicha superfi-
para reconstruir la arquitectura de un edificio o el uso de sus salas, no se ha- cie y la de los estratos que éste cubre físicamente (figura 68a). El tiempo de
lla en contradicción con lo dicho, que se refería, más que a la estratigrafía, a la !2¡;!!]gción de un estrato es posterior a la superficie del estrato más tardío
dinámica de la formación de un estrato o a la reconstrucción de un monumen- - de los que cubre y anterior a su propia superficie (figura 68b). EIJiempo de _
to, cuestiones, estas últimas, eminentemente topográficas. El volumen de un la vida de un estrato es posterior a su superficie y anterior al inicio de la for-
estrato puede pues compararse a una bolsa relativamente homogénea, en el mación del volumen del estrato más antiguo de los que lo cubren físicamen-
sentido de que la posición de los objetos· que se hallan en su interior es estra- t~ (figura 68c). El estrato puede pues ser considerado como un ser vivo. Se
tigráficamente equivalente, como la de la calderilla en un portamonedas. El puede hablar de su formación como de una gestación. Un estrato en forma-
interior de dicha bolsa es, por lo tanto, pobre de espacio y de tiempo signifi- ción todavía no ha creado su superficie, que sería como su piel, pero puede
cativos (desde el punto de vista estratigráfico), mientras que su interfacies o ya sufrir malformaciones como ocurre con las patologías en los fetos. Com-
superficie está constituida por una película plenamente distinguible en el es- pletada su superficie, el estrato ha culminado su fase prenatal. Después está
pacio y en el tiempo. Lo que importa no es la disposición de la calderilla en el su vida, más o menos larga y afectada por rebajes y destrucciones. Llega fi-
portamonedas, sino el hecho de que ésta no salga para pasar, quizás, a otro nalmente la muerte cuando el estrato es cubierto, total o parciahnente, por
monedero (figura 67). Pero si tomamos en consideración los estratos desde el estratos más modernos, aunque ulterior.es daños pueden producirse tras la
punto de vista de la geoarqueología, en especial donde prevalecen los proce- muerte, durante su sepultura. Dos estratos mezclados entre sí pierden sus
sos naturales (yacimientos paleolíticos al aire libre, estratos de hábitat y de superficies originarias para adquirir una nueva, que configura un nuevo es-
abandono de tipo especial, etc.), en dichos casos incluso la realidad interior del trato (figura 69). En la superficie de un estrato de tierra se concentra buena
estrato es significativa, ya que puede permitir elaborar un diagnóstico de los parte de su identidad. Cada estrato de tierra tiene una sola superficie, la su-
procesos de erosión, sedimentación y pedogénesis que la han originado (Cre- perior, desde el momento en que la inferior coincide con la superior de los
maschi, 1990), pero se trata de un significado que no supera los lúnites del es- estratos que han sido físicamente cubiertos por éste (figura 68a). Podríamos
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74 fIISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ES'IRATIGRAFÍA 75

~::" ~---
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a ----.. . 4.
=L...AI_t.-_........3
b

FIGURA 69. Mezclados y desplazados los estratos 1 y 2 pierden sus superficies y, por
lo tanto, su identidad y se homogeneizan en el nuevo estrato 3, identificable gracias a
su superficie.

ojos hacia arriba, mientras su mitad inferior está limitada por una membra-
na clara que no es una verdadera epidermis. FIGURA 70. (a) Las tres piezas dispuestas entre los estratos 1 y 3 pueden atribuir~e al
volumen del estrato 1 y, también, (b) a la vida y/o abandono_del estrato 3 y, en dicho
La metáfora del «nacimiento, vida y muerte» de un estrato no debe to- caso detenninan, incluso' en ausencia de la tierra, el estrato intermedio 2. (e) Si pie-
marse, como ya hemos visto, como una verdad absoluta, pues éste puede ser zas ~rrespondientes a la vida y/o al abandono del estrato 3 (por lo tanto, originaria-
objeto de alteraciones (aportaciones, remociones, traslados y modificaciones mente de un teórico estrato 2) han sido englobadas por apisonamiento en el nivel su-
físico-químicas) en cualquier momento sucesivo a una primera aportación de perior'del estrato 3, este último deberá ser excavado en dos niveles: 3a (que contiene
materia y, por lo tanto" incluso durante su formación. Los ciclos de deposi- las piezas del estrato teórico 2) y 3b (la parte no contami~ada de 3). r "
ción y de posdeposición no tienen que ser sucesivos en el tiempo y pueden
combinarse entre sí: un topo no espera para cavar su mad:figuera a que un es-
trato haya acabado de formarse, como ocurre frecuentemente en el humus. Uk17\W-( "A ~~f:

Desde esta óptica el suelo no debe verse como algo estático, sino como una
realidad en continua transformación a causa de los procesos de alteración de
posdeposición causados por la fauna, la flora, el hielo/deshielo, los movi- a TI e \\f)

-.
mientos de materiales en pendientes debidos a la gravedad, la expansiónlcon-
tracción de las arcillas, los gases del suelo, el viento, los fenómenos artesia-
nos, el crecimiento y rotura de cristales, la resolución y precipitación de sales
en el suelo, los fenómenos telúricos, las formas de degradación/cambio del es-
tado físico-quúnico, la erosión natural, el corte/remoción por parte del hom-
bre y el paso de animales y hombres (De Guio, 1988). d f
Los materiales que aparecen sobre la superficie de un estrato y bajo el vo-
FIGURA 71. TipOS de estrato (unidades estratigráficas positivas): (a) horizontal; (bHf)
lumen del que se le superpone son, con frecuencia, de difícil interpretación. Se verticales (rellenos unitarios de fosas, montones, terraplenes, empalizadas y muros).
pueden atribuir al estrato superior con la ventaja de no contaminar con mate-
riales posiblemente más tardíos el inferior, como pasa con las intrusiones.
También se pueden atribuir a la vida y/o al abandono del estrato inferior y sim-
bolizar, en sí mismos, una especie de unidad estratigráfica sin tierra. A veces Hasta ahora hemos hablado de estratos horizontales y concretamente de
los materiales correspondientes a la vida y/o al abandono se superponen y los que son incoherentes y están fonnados mayoritariamente por tierra. Pero
quedan englobados en el nivel superior de un estrato que ha cumplido las fun- si un estrato es cualquier acumulación de materia, debemos aceptar también
ciones de un pavimento de tierra batida (pp. 186 ss.). En tal caso, lo más pru- la existencia de estratos más o menos coherentes y, por lo tanto, también más
dente sería excavar el estrato en dos niveles, el primero con una limpieza enér- o menos verticales: rellenos unitarios de fosas, montones, terraplenes, empali-
gica de la parte superior del volumen y el segundo retirando la parte más baja zadas y muros (figura 71). Estos últimos con sus propias características. Cuan-
(porlo tanto, no contaminada) del volumen del estrato (figura 70). Este es uno do se trata de muros, generalmente son compactos como piedras y tienen en
de los casos raros en los que un estrato arqueológico debe ser excavado en dos los lados bordes expuestos que no interrumpen una original continuidad al
niveles por motivos que no son meramente prácticos, porque es uno de los po- ser superficies originales del estrato (figura 11). Su volumen difícilmente pue-
cos casos en que dos acciones radicalmente diferentes pueden confundirse en de ser homogéneo dada la distribución diferenciada de sus componentes en-
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76 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 77

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• b e
A
FIGURA 73. La estratificación (a) puede interpretarse de forma más homogénea (b)
b o menos homogénea, hasta el punto de identificar una distinción (e).

_/c \
e Superficies en sí ~ U i/ ..... ~(2 '<::,-""L":J"ZS
O
Tenemos tendencia a creer que las piezas en las que desmontamos el sub-
suelo son solamente aquellas bolsadas de relativa indistinción que constitu-
d yen los estratos con sus volúmenes y sus superficies. Se trata de un errOr por-
FIGURA 72. (a) Un estrato se deposita en la depresión A; (b)"los muros de una casa que conocemos acciones materialmente reconocibles que no son estratos. De
detenrunan la cavidad B en la que se depositan estratos; (e) en las cavidades A y B se hecho, tanto el hombre como la naturaleza, aparte de depositar y acumular,
depositan. otros estratos que modifican su fonna; (d) la cavidad B está satur.ada y erosionan, gastan, desmontan, expolian y destruyen. La propia excavación es
queda oblIterada por un estrato de la depresión A, que está también casi llena y, por una de estas actividades. Podemos definir estas acciones como negativas, y
lo tanto, cercana a la obliteración. son tan importantes como las positivas, que reconocemos con mayor facili-
dad. Una empalizada es tan importante como un terraplén.
Para el excavador la dificultad reside en el hecho de que cada remoción
de material se hace evidente mediante la ausencia del mismo, habiéndose
Cuanto más altos, continuos y compactos son los estratos verticales, en convertido el volwnen de estratificación removido en una o más unidades es-
m~y.or grado tienen la particularidad de formar cuencas de depósito estrati- tratigráficas en otro lugar, y lo que ya no está no se puede tocar, excavar ni
grafico (figura 9), al contrario de lo que ocurre con los horizontales que pue- limpiar pero sí identificar, dibujar y fotografiar. Al limpiar la «superficie» de
den modificar ti obliterar cuencas de depósito, pero generalmente no forman un estrato se extrae en realidad el nivel inferior del volumen del estrato su-
otras cuencas nuevas (figura 72). perior o se raspa ligeramente la capa superior del volumen del estrato infe-
Aclaradas las características y la tipología de los estratos, se ve clara la rior, por lo que, en realidad, nunca se limpia una superficie, se pone en evi-
razón por la que hay que separar los depósitos siguiendo su superficie. En dencia por el contacto correctamente identificado entre los dos volúmenes de
ella se ~ncentra, de hecho, su plano de separación de los estratos superiores, dos estratos. Dichas superficies negativas son, por lo tanto, un no ser en cuan-
su configuración espacial y su tiempo de vida; en dos palabras: su fisonomía to a su volumen, una laguna de la estratificación, interfacies o superficies en
y su historia. Resulta también obvio el motivo por el que hay que evitar cor- sí, donde las diferentes superficies (el «techo» y el «lecho») confluyen en una
tar o contaminar aquellas bolsas de homogeneidad relativa que son sus volú- única superficie de discontinnidad (De Guio, 1988).
menes. Finalmente, se entiende la diferencia entre excavar y desenterrar, ya Estas superficies de unidades estratigráficas negativas deben distinguirse
que esta última actividad no es más que- -una caza de objetos aislados de los de las superficies de las unidades estratigráficas positivas, de las que ya he-
volúmenes y de las superficies en las que se hallan estratigráficamente archi- mos hablado. Estas últimas sirven para distinguir en el espacio y en el tiem-
vados, destruidos mediante este absurdo ejercicio venatorio. po los volúmenes de los estratos y constituyen un aspecto de su esencia, dado
Podemos excavar el volumen más o menos homogéneo de los estratos que mantienen sus mismas relaciones estratigráficas, por lo que no tiene sen-
~ando, de fonna subjetiva, mayor o menor importancia a las desigualdades tido numerar el volumen y la superficie de un estrato. ya que esta última no
mtemas de dicha homogeneidad (figura 73), pero no podemos excavar sus constituye una verdadera unidad estratigráfica. Las transformaciones sin des-
superficies. Estas películas intangibles en las que reside gran parte del valor plazamiento o aportación de materia, debidas a compresión, cocción o qui-
espacio-temporal implícito en la estratificación tan sólo se pueden reconocer mismo inducido, tampoco modifican la secuencia de la estratigrafía, por lo
y. d<.>cumentar. Se presentan como int~rsticios a través de los cuales el cono- que resulta absurdo distinguirlas como unidades estratigráficas, aunque sir-
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78 HISTORIAS EN LA -TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESlRATIGRAFÍA 79
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FIGURA 74. Tipos de superficies en sí (unidades estratigráficas negativas): verticales
~ (a-e) y horizontales (d-e). Si el desgaste .o el rebaje de un estrato horizontal (d) es
FIGURA 76. Unidades estratigráficas negativas verticales (a-b) y horizontales (c-d)
destruyen unidades estratigráficas negativas verticales (a-b) y horizontales (c-d).

" completo y uniforme puede resultar difícil de reconocer (figura 6).

"~
~ -----~-------\:;-----~---
t .
VfijlJcales son las fosas, los fosos y los propios cortes de una excavación arqueo-
16gica (figura 74). Horizontales son las erosiones y las remociones a nivel de
estratos horizontales (figura 75d) y los arrasamientos o destrucciones de es-
A

" ~
~
tratbs verticales, como las crestas de los muros (figura 75e). Las unidades es-
tratigráficas negativas verticales (figuras 75a-c) pueden destruir a su vez uni-
dades estratigráficas positivas horizontales y verticales (figura 75) y unidades
estratigráficas negativas verticales y horizontales (figura 76).
~ Debemos recordar que además de las unidades estratigráficas positivas y
~ negativas, debidas a la sedimentación y a la erosión, se dan también, en ca-
~ sos de superficies expuestas, obliteraciones de los caracteres sedimentarios
por obra de los procesos pedogenéticos (Cremaschi, 1990).
~
~
~ Numerar las acciones
~ FIGURA 75. Unidades estratigráficas negativas verticales (B, e, D, F) Y horizontales Se ha dicho que excavar significa dividir en partes, pero ¿dónde está la
~ (A, E, G) destruyen unidades estratigráficas positivas verticales (B-G) y horizontales ir división y dónde la parte? El muy abstracto concepto de unidad estratigráfi-
(A). ti.
~ ca traspasa las características precisas de una simple acción que se ha ma-
~ terializado (muro, agujero de poste, etc.) y ayuda así a concentrarse en las ,
relaciones entre las unidades, que si no quedarían en un segundo plano res-
~ Las superficies de unidades estratigráficas negativas se hallan en cambio pecto a la seductora e ilimitadaconfiguración topográfica de lo real. El con- ,,.
•,
"

repletas de información propia, tienen una validez en sí mismas, desde el mo- cepto de unidad estratigráfica tiende pues a reducir las diferentes acciones y
mento que mantienen relaciones estratigráficas propias, que nada tienen que sus relaciones en el espacio al mismo grado de abstracción de las relaciones
,1':1'1 ,
,
~
ver con las de los estratos que las delimitan. Este último tipo de superficies
son, por lo tanto, unidades estratigráficas (aunque negativas) a todos los
efectos y deben reconocerse, nurnerarse y documentarse adecuadamente si !
i
-;¡
estratigráficas, es decir, de la cronología relativa. Lo que equivale a reducir
un muro o una cl~~¿f-al mismo nivel de sencillez de un antes y un después.
Para ello es necesario pasar de la identificación topográfica de Wla acción a
!

se quiere reconstruir la secuencia estratigráfica íntegramente. , su identificación numérica. El muro se convierte en el número 1.003 y la cloa-
Se puede establecer una tipología de las unidades estratigráficas negati- ca en el número 1.027. Dar::! nmP:T ]1PrTo:.r o;> ~"" ......... _ n ~ ...l __! _ - ... ·0· •• i
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80 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFíA 81 ~
VE
(n UNPU ~ÁUA PE EI(t;¡!'AcM~) Al numerar las unidades estratigráficas se debe evitar 10 siguiente. 1)
Prever series separadas de números y/o de letras para diversos tipos de uni-
>-¡
dades, por ejemplo una para estratos y otra para muros y demás estructuras
NEfATIVA
(hubo un tiempo que en Gran Bretaña y en Italia se distinguían los layers =
W'ErJl6IHIHI
«estratos»~ de las features = «elementos», en la actualidad todos ellos com-
prendidos por el concepto de context = «unidad estratigráfica»). 2) Incluir en
H01:.IZOf{TAL VEK,TICAL YEK.TlCAL HOK.IZONTA!
(UtlE!l~ UIff1A~lqPE F~JA. (~50, ~SA EU.HA~I9H)
("HfMTE Y U'A)E
la serie numérica de las unidades estratigráficas números relativos a conjun-
M~Nl~~. TEUAfltN,
EMPALllAPA. /IIU~~J
UE EHI:An. U!:AMIIIIENTa
"EMu~aJ
tos de unidades o actividades, como las habitaciones, etc., que deben perte-
necer a otra serie; en el caso que se quiera indicar a qué actividad o a qué
grupo de actividades pertenece una unidad estratigráfica se pueden agrupar
CAPA UNA PE LA': VE números de diferentes series separados por un punto: 1.1.1. = grupo de ac-
PENE ENVMEKAVE
aNNfÍMEKOSÁKAIIB tividad 1, actividad 1, unidad estratigráfica 1 (pp, 139 ss_)_ 3) Usar letras de
cualquier tipo, porque son numéricamente demasiado limitadas, o números
FIGURA 77. Tipología de las unidades estratigráficas (UE). romanos, porque son demasiado complicados. 4) Combinar números árabes
o romanos con letras, porque dicha combinación establece una. jerarquía in-
terpretativa, operación en sí misma legítima, pero que debe realizarse inde-
pendientemente y después de la identificación numérica de las diversas uni-
dades; lUla de las pocas excepciones es la de las letras a y b ocasionalmente
añadidas al número de un pavimento de tierra batida que se va a excavar en
dos niveles para evitar intrusiones de materiales relativos a la vida y/o al
FIGURA 78. Hay tres soluciones gráficas para numerar el estrato 68: (a) solución a abandono, englobados por acción de las pisadas en la propia tierra batida
descartar por reiterativa; (b) solución para las secciones; (e) solución para las plantas. (pp, 74-75), 5) Reutilizar un número ya atribuido a una unidad cancelada; los
números suprimidos deben permanecer como tales. 6) Atribuir el mismo nú-
mero a partes separadas de una misma unidad originaria (figura 63). 7) Ha-
Los arqueólogos han comenzado a numerar regularmente los estratos des- cer coincidir premeditadamente una serie numérica con la sucesión estra-
de los años treinta, pero todavía son muchos los estratos sin numerar en las ex- tigráfica; los números se atribuyen de hecho sin un orden establecido, a me-
trañas secciones publicadas, incluso recientemente, en las Notizie degli Scavi dida que se identifican las unidades. Este criterio no ha sido seguido en los
(entre ellas las, por otro lado bien dibujadas, de la excavación de Pir~os en el dibujos ilustrativos que acompañan a este texto por la necesidad de hacer ex-
Supplemento IIII de 1970), por lo que este criterio se puede considerar en Ita- plícito de forma inmediata el orden de la secuencia estratigráfica, evitando
lia de nueva adquisición. Todavía parecía más raro numerar los muros, mien- tener que añadir a cada imagen el correspondiente diagrama estratigráfico.
tras que muchas veces se han numerado en las plantas las habitaciones de un 8) Dar dos veces el mismo número o renumerar. 9) Numerar una unidad es-
edificio, operación justa pero que no suple la falta de numeración de los mu- tratigráfica negativa con el número de la unidad más moderna cortada por
TOS, ya que las habitaciones no son unidades estratigráficas, sino conjuntos de aquélla, asociado al de la unidad más antigua que la rellena (Galiberti, 1989),
éstas y, en consecuencia, actividades ya interpretadas (pp. 145 ss.). Tan s6lo re- porque de hacerlo así no sería posible numerar durante la excavación una
cientemente se ha comenzado a numera).' las superficies en sí de las unidades fosa antes de haberla vaciado completamente yeso es algo que se hace de
estratigráficas negativas: fosas, fosos, rebajes de estratos y arrasamientos de fonna gradual en el caso de unidades muy profundas o que puede no llegar
muros. La experiencia enseña que es justo uniformarse a la norma siguiente: a realizarse, como sucede frecuentemente con los ,pozos.
«toda unidad estratigráfica positiva o negativa, horizontal o vertical, natural o Una atención especial debe dedicarse al punto 4, dado que dicho error se
artificial, casual o intencionada, además de ser identificada, relacionada con remonta al propio origen de la arqueología estratigráfica moderna en Italia
las demás y documentada, debe ser numerada en una única serie progresiva de y, en concreto, a la excavación de Ventirniglia (Lamboglia, 1950), Lamboglia
números árabes, sin que sea necesario que el orden de la serie numérica co- había elaborado un sistema mediante el cual se numeraban los estratos de
rresponda al orden de la secuencia estratigráfica». Se pueden ilustrar los dife- aquel yacimiento teniendo en cuenta tina periodización previamente esta-
rentes tipos de u~idade~ estratigráfic~s a..numerar en un diagr:una (fi~ra 77). blecida, por lo que un determinado número romano correspondía siempre a
--- _~-:;~..l~ .... ;~+Á ... ; ... ~ "''''' ... .....-'''-t-ro. rl"" 1", ,.~"A~A '" "" ... ~n 19 " 1ptr~" nll¡o>, ~{'f'lrnn:::lñ:::l-
!ir...
1)

~ 82 HISTORIAS EN LA TIERRA DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 83


~
defecto de este método consiste en la confusión a priori del análisis con la
~
síntesis. Hay que convertir, en cambio, en algo sencillo y flexible la identifi-
~ cación de las unidades estratigráficas eliminando cualquier tipo de agrupa-
~ ción o de periodización previo. El art~de excavar y de interpretar una exca-
~ vación reside en no introducir los aspectos más subjetivos y de síntesis antes
de que el análisis más objetivo haya evidenciado ya todos los datos y, por lo
~ tanto, las aportaciones que puede ofrecer al relato (pp. 139 ss.). Además
~ Lamboglia numeraba sólo los estratos, como era normal-en aquella época, y ji
~ no los cortes en los mismos ni tampoco los muros, pero estos últimos los in-
I
dicaba con letras. Otro sistema de numeración se adoptó en la excavación de FIGURA 79. La sección ilustra diacrónicamente una secuencia estratigráfica a lo lar-
~ li
Frattesina di Fratta Polesine (Bietti Sestieri, 1980). go de un solo plano vertical: las plantas ilustran sincrónicamente un período o una de ¡i,
!t La tradición británica pretendía que el número de las unídades estrati- sus fases. Los puntos de 'interrogación indican las lagunas en la documentación, tanto i;
en planta como en sección.
~ gráficas se representara dentro de un círculo para distinguirlo de otros tipos
de numeraciones; pero ello no es necesario porque son más bien las otras nu-
~ I1
meraciones las que deben distinguirse de la serie numérica principal, como
~ por ejemplo la de los materiales especiales (smal! finds), cuyo número puede m I I
I
m cp e I
~
~
representarse, por ejemplo, dentro de un triángulo.
La numeración de las unídades estratigráficas de un 'monumento en gran
[D=ill
e
I m
parte excavado puede articularse por medio de dos series numéricas, la pri-
~ mera relativa a las partes del monumento que se hallan ya a la vista y la se- b
~ gunda a la posible excavación del mismo. Pero desde un 'punto de vista es-
fiGURA 80. (a) Relación de igualdad (1 y 2 representan la misma unidad); (b) rela-
~ trictamente lógico deberían identificarse todas las unidades estratigráficas, a ción en el tiempo (la unidad 2 bajo la unidad 1 significa que la precede en el tiempQ);
la vista y por excavar, en una única serie de números (p. 91). Los responsa- (e) correlaciones (las unidades 1 y 2 puestas a un mismo nivel se consideran conte~.,.
~ bles de diferentes sectores de una misma área de excavación pueden utilizar

,,
poráneas).
~ también una misma serie numérica~ Para no correr el rieSgo de utilizar más'
de una vez el mismo número, basta con' prenumerar las fichas que se van a

,, utilizar (estas son las opciones escogidas en la excavación en la vertiente sep-


tentrional del Palatino). Otra posible solución es la de asignar a cada sondeo
o sector un conjunto de números predeterminados, del 1 al 999, del 1.000 al
este fin. De hecho, las seccio.nes y las plantas seleccionan siempre un: aspec'-
to diacrónico o sincrónico. de la realidad que se quiere representar y ~o per-
miten la visión global de todas las unidades estratigráficas, de sus relaciones·

, 1.999, etc. Al primer responsable que agota los 999 números se le pone a dis-
posición un nuevo millar de números.
Se ha dicho que el propio sondeo o área de excavación constituye una
y correlaciones esenciales, la única que permite contro.lar de forma Sintética
toda la estratificación traducida en estratigrafía (figura 79).
Una representación global de la estratigrafía no puede ser topográfica, es
unidad estratigráfica negativa, por lo que se le podría reservar el número decir, realista, sino so.lamente estratigráfica, es decir, reducida a la unica di-
cero, al que debería corresponder una ficha de documentación, del tipo de la mensión del tiempo relativo, lo qu.e conlleva el paso del verismo al sjmbolis-
SAS (pp. 91 ss.). En dicho caso el número uno correspondería al humus. IDO, como. por ejemplo un diagrama en el que aparezcan todas las unidades es-
Para el registro de las unidades estratigráficas, véase la p. 161 ss. tratigráficas reducidas a números. En el diagrama dichos números se inscriben
en un rectángulo y las relaciones esenciales que se establecen entre ellos se re-
presentan por líneas de conexión entre lGS rectángulos que contienen lGS nú.,.
Secuencia estratigráfiCa meros. Este diagrama se parece a un árbol genealógico (figura 80) en el que las
tres dimensiones de la topografía, intraducibles en la bidimensionalidad del
La excavación presupone la articulación del pesado subsuelo en partes papel, pueden ser introducidas reduciéndolas a la bidimerisionalidad crDnoló-
discrecionales y su recomposición en un modelo que le devuelva su sentido gica de un «antes» y de un «después», y, por ID tánto, a la cuarta dimensión del
unitario original, pero impregnado por el perfume de la interpretación. Sin
.."' .... ""~~+~ .......... ;.,.:;~ ~"" ... ~ .... _;¡ .... ~~_~ ....... _ _ 1 _ _ _ _ _ _ _ _ _ ..1_ 1 _____ ~..1_ ..1 _ _ _ _ ... ___ ... , _ •• ~
I tiempo, la cual se puede representar en una hoja aunque recurriendo en algu-
..~

~
DE LA ESTRATIF1CACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 85
~
84 mSTORIAS EN LA TIERRA

1 largo esfuerzo. Frente a la necesidad de controlar las cerca de diez mil ª


d.
~

~
2 3
unidades estratigráficas identificadas en la excavación de la Lower Brook
Street, en Winchester, sin tener que consultar miles de fichas y de gráficos, E. ~
e Harris inventó en 1973 el matra o diagrama estratigráfico (Harris, 1979).
~
I

FIGURA 81. (a) La unidad 1 precede estratigráficamente a la2 y a la 3 (se baja por las
Se trata de la mayor conquista de la arqueología estratigráfica contemporá-
líneas de 1 a 2 y a 3), que no mantienen entre sí ninguna relación estratigráfica propia- nea (en 1972, había aparecido en Londres el volumen de J. Hayes Late Ro-
man Pottery, que facilitaba los mejores fósiles directores para datar estratos
~
~
mente dicha (no se puede subir ni desplazarse lateralmente de 2 a 3 o viceversa).
para más de medio milenio de historia romana). Las sucesivas críticas y pro-

H
4 6 4

H
:5
6

.,

FrGURA 82. La unidad 4 estratigráficamente es más tardía que la 5 y la 7. La unidad


7 tiene una relación estratigráfica directa con la 4, demostrada por las dos líneas que
puestas alternativas al matrix, aunque útiles, no han conseguido devaluar la
importancia del descubrimiento ni perfeccionar sustancialmente las solucio-
nes prácticas (Carver, 1983-1990). Con el diagrama estratigráfico de Hams se
cierra definitivamente a principios de los setenta la fase wheeleriana iniciada
en Maiden Castle en 1934 y la lambogliana iniciada en Ventimiglia en 1938,
y se abre la de la arqueología de campo de nuestros días, que pronto alcan-
i~
f'!I
separadamente conectan la unidad 4 con la 5 y la 7, lo que sirve para ilustrar que nin-
zará los veinte años de vida.
ií!
~
guna relación estratigráfica directa conecta la unidad 6 con la 5 (al no poderse desde
Las reglas necesarias para construir un diagrama estratigráfico son las
6 subir a 4 para después bajar a 5), como podría erróneamente pensarse si el diagra- siguientes. 1) La relación estratigráfica entre dos unidades se expresa con
ma se hubiese hecho en fonna de H: véase la segunda solución propuesta (en la que líneas de conexión entre sus dos números; dicha relación se sigue sólo re-
corriendo las líneas de arriba hacia abajo y nunca al contrario (figura 81). ~
de 6 se baja a 5, lo que implica una relación inexistente entre ambas unidades). ~

t
2) Las conexiones en fonna de H son equívocas, y expresan relaciones en-
I trecruzadas que nO existen (figura 82). 3) Contrariamente a lo que ocurre en
2 geología, la secuencia estratigráfica arqueológica no puede equipararse al or-

,-q
4 ;¡
den físico de la estratificación, por lo que hay que evitar transferir inmedia-
tamente las relaciones físicas al diagrama (figura 83). Por lo que sólo se de-
ben expresar las relaciones esenciales entre las unidades, descartando líneas
~

de conexión redundantes. Esto se obtiene aplicando rigurosamente la ley de


FIGURA 83. Si bien existe una relación física de superposición entre la unidad 2 y la la sucesión estratigráfica: «la relación esencial de cualquier unidad estratigrá-
5, la línea que las conecta directamente es reiterativa, dado que esta misma relación fica a) con las más antiguas o b) con las más recientes es: a) en el primer caso
se halla ya indicada por la línea que pasa por la unidad 3, que en la secuencia asume la relación entre la unidad estratigráfica en cuestión -y la unidad estratigráfi-
una posición intermedia entre ambas unidades. ca más tardía de todas las más antiguas; b) en el segundo caso la relación en-
tre la unidad estratigráfica en cuestión y la unidad estratigráfica más antigua
de todas las más recientes» (Hams, 1979; figura 84). 4) Al construir el dia-
grama hay que estudiar la disposición más conveniente de las diversa& ramas
para evitar inútiles mezclas de líneas (figura 85). El orden ideal sería el que ~
~

,
hace corresponder la serie de ramas de la secuencia de izquierda a derecha
~
6
I
1
I 6 1
~
I I I I I
7 8 2 3 I ,I •I •I
1 I I I
8
~
• 1 { I I n

•~
b
9 4
I
9
I
+ ~.
FIGURA 84. La ley de la sucesión estratigráfica pennite pasar de la estratigrafía (a)

i
86 HISTORIAS EN LA TIERRA
DE LA ESTRATIFICACIÓN A LA ESTRATIGRAFÍA 87
I
121 128 f27 122

~y 1~~
1
f3~
+ 1 1!l i.
'1

135
I
I
FIGURA 86. La línea que va de la unidad 129 a la 134 pasa por debajo (indicándolo

con u.o semicírculo) de la línea que une las unidades 130 y 135, por lo que se evita 'que
la umdad 129 aparezca en relación directa, de hecho inexistente, con la unidad 135.

cOn la de una visita guiada al monumento que tenga una propia lógica, fase
por fase. Pero _en un yacimiento complicado ocurre inevitablemente que, in-
cluso después de haber estudiado las mejores disposiC;ibnes de las ramas del
árbol estratigráfico, un cierto número de unidades estratigráficas se hallen
rn
I ; \
I

entrelazadas de forma tan compleja que hace 'madecuada la representación


bidimensional del diagrama. En dicho caso, es
necesario servirse de una so-
lución que sugiera un elemento tridimensional, lo que se obtiene introdu,..
dendo en el diagrama semicírculos de conexión o puentes, que permiten a las
líIieas horizontale~ cruzar:se con otras verticales evitando, gracias a esta es-
pecie de <<paso s~bterráneo», cruz~las perpendicularmente y crear relacio-
W
I

t<2
I
I
10

nes inexistentes a los niveles estratigráficos subyacentes (figura 86). En cual-


I
,
15 - ...I
I b
quier c~q, es necesario reducir los puentes a lo estrictamente imprescindible I
";
para ob!ener un diagrama claro. 5) Al fina! del diagrama deberían aparecer c
~os siglas: FE = Final de la excavación), que indica el punto en el que la ex-
FIGURA 87. (a) Sección; (b) axonometría desgajada de la sección; (c) diagrama es-
qlY~ción ha debido interrumpirse; o FEA = Final de la excavación arqueo-
tratigráfico de la sección.
lógic~, que significa que se ha llegado a lo que en lenguaje convencional se :1
llam.a la tierra «virgen». \1
'.1
Lil utilidad del diagrama estratigráfico se puede comprender aplicándo- I, edificio o a un conjunto de edificios, se adjunta finalmente a la documenta-
lo tan sólo a! dibujo de una sección (figura 87), pero resulta todavía más evi- " ción global de la excavación, es decir, a 'la ficha SAB.
dente si incluimos en él todas las unidades estratigráficas, aparezcan o no en ! ,
El diagrama elaborado durante la excavación indica el orden según el
las secciones y las plantas del período. cual deben excavarse las unidades estratigráficas (figura 88), pone en evi-
La elaboración del diagrama estratigráfico corre paralela a la excavación. dencia eventuales incongruencias y errores cuando todavia se está a tiempo
Más exactamente sigue a la identificación con la trowel de las relaciones en- de subsanarlos y ayuda a programar la investigación. Desde este punto de
tre las unidades estratigráficas (figura 46) previa a la propia excavación, si vista sustituye la función que anteriormente cumplían los testigos. Pero en
bien finalizada ésta debe ser recontrolada. Al tiria! de cada jornada hay que vez de ocultar las relaciones estratigráficas las pone todas en evidencia de
verificar y reorganizar el diagrama para c-ontinuarlo al día siguiente. Una vez forma simultánea.
e;n el laboratorio se debe proceder a 'unificar los diversos diagramas del área En el caso de un edificio de una sola planta puede valer la pena subdivi-
de excavación. inicialmente éUiborados Dor los resnons::Jhles ele los diversos dir el conjunto objeto de análisis en conjuntos más funcionales y li.t;nitados
88 HISTORIAS EN LA TIERRA

a
FIGURA 88. (a) Se identifican con la trowellas relaciones de superposición física en- 3. LA DOCUMENTACIÓN
tre las unidades estratigráficas que se han diferenciado en superficie; (h) se elabora el
diagrama que indica el orden bajo el cual excavar dichas unidades (1, 3, 6 Y 8 pueden
ser excavadas simultáneamente en primer lugar, después le llega el turno a 5 y, final- LAS FICHAS
mente, a 10).
Fichas de las unidades estratigráficas y de sus materiales
nación de los alzados se obtiene en este caso un alzado general interior que Después de haber identificado y numerado. las unidades e~tratigrá?~s y
puede relacionarse con el ex.terior por medio de las aperturas. Más tarde se- de haber establecido sus relaciones estratigráficas es necesarIO descnbrrlas.
rán los pavimentos los que conecten las cuatro paredes de los alza:dos de de- Resulta difícil decir si la descripción debe preceder a la redacción del dia-
talle (Francovich-Parenti, 1988, p. 278, fignras 14-15). La estratigrafía de los grama estratigráfico o v~c~versa, al. ser una pre~up~~sto de la 0-t:ra .. En una
edificios tiene algunas características propias en lo relativo al «cubre/cubier- época no lejana se descnbIan las urudades estratIgraficas en el «diarIO de ex-
to», las correlaciones y la repetibilidad de los experimentos estratigráficos, cavación». Esto se realizaba sin un orden preciso ni unas normas concretas,
características que deberían identificarse y describirse mejor. por lo que las noticias se acumulab~ de forma parci~ y arbitraria. Actual-
A continuación veremos cómo el diagrama desarrolla una función de mente, la descripción se recoge en fIchas preestablecIdas en las que se pre-
guía esencial en todas las operaciones de síntesis que siguen a la excavación, vén los apartados que hay que rellenar y después completar y controlar tras
del estudio de los materiales a la determinacion de las actividades o de los haber documentado gráficamente la unidad, al menos con una planta acota-
grupos de actividades a la periodización y a la elaboración de las plantas da (pp. 116 ss.), tras haberla excavado. Sin una documentación objetiva,. el
compuestas o de período, que son el presupuesto fundamental de las recons- diario de excavación puede servir como máximo para registrar las reflexIO-
trucciones finales. nes interpretativas y estratégicas de la dirección de la excavación. Las fichas
son para el método Barker-Harris lo que el diario de excavación era para
el de Wheeler-Lamboglia.
;¡ Quien escribe ha introducido en Italia, a partir de 1976, las primeras fi-
~1 chas de sondeo o área de excavación, de unidad estratigráfica, de unidad es-
tratigráfica de revestimiento y de unidad topográfica. 1 Las fichas fueron pre-
sentadas, discutidas y mejoradas por una comisión creada e.n· el seno del
Instituto central del catálogo, en la que estaba presente el eqUipo de Settefi-
nestre, y también en el congreso de Siena Come l'archeologo opera sul ca.n:-
po de 1981 (Carandini, 1981, pp. 103 ss.). El Instituto central del catálogo dIO
a conocer a continuación las Norme per la redazione della scheda dl saggzo
stratigrafico (SAE) (Parise Badoni-Ruggeri, 1984) y las normas para la re-
dacción de las otras fichas relativas a aquélla, de unidad estratigráfica (VE),
de unidad estratigráfica de revestimiento (VER) y las tablas para los mate-
riales de las unidades estratigráficas (TMA). El mismo Instituto difundió a
continuación la Strutturazione dei dati delle schede del catalogo. Beni archeo-
I .... n; ... ; ;...,. __ .... J..;I; ... .¡-.......;.¡-,-, ... ;nl; (P""ri",p R""rinn;_Rl1CTlTP"'¡ 1 QRR'\ nonrlp. ~n~rp.C":l¡;¡n
~

"
~
il'
90 HISTORIAS EN LA TIERRA

pletaban así el sistema de fichas principales necesarias para la arqueología de


LA DOCUMENTACIÓN

----.--::---..
91

IJ
l' campo. lil
La jerarquía con la que dichas fichas fueron concebidas es la siguiente. ,,~. .~ $ONPEO~
"
~
l\')
De las fichas de Yacimiento (SI) dependen por un lado (sector topográfico)
Ia f'ch
1 a d e e on¡unto
' arqueo1"OglCO (CA) ,de Ia que d ependen las de Monu",'i-
mento arqueológico (MA) y de Monumento arqueológico-hija (MAR), y PO~'7-_ _-'
,-.;~

7(1B~~;¿~~~~-~~~-~ ~,c-,
~-~~

.. - / "
~..:.::.ii? ~"'~
_ _ .:<~c,'_
/'

-
l,',l,

I!'
¡
i1
1",

"" el otro (sector estratigráfico), la ficha de Sondeo arqueológico estratigráfico ,,-- 1,


(SAE); de ambas partes (sectores topográfico y estratigráfico) dependen las
,j,
l\') fichas de Unidad estratigráfica (UE), de Unidad estratigráfica mural (UEM)
y de Unidad estratigráfica de revestimiento (UER); de estas últimas dependen
!t finalmente las Tablas de los materiales (TMA), la ficha de Material arqueoló-
!t gico (RA) y la ficha para la Numismática (N), Las fichas de SI, CA, MA Y FIGURA 89. Sondeos y áreas de excavación dentro de las diversas zonas en las que se
MAR deberían estar descritas en manuales de topografía y de dibujo ar- ha subdividido el yacimiento.
!t queológico, lo que se echa verdaderamente en falta. En este sistema la ficha
l\') MA representa el documento en el que se deben describir las unidades to-
l\') pográficas o de yacimiento halladas en la investigación topográfica y la lec- blicaciones arqueológicas, que deberían estar mejor coordinadas a nivel na-
tu~a estratigráfica de un monumento no excavado. Esto conlleva que para un
cional. Dicha actitud conlleva una absurda separación entre catalogación y ,

l\') edición que consiente perpetu~r de forma temporalmente ilimitada las «pro- ,
IDlsmo monumento las unidades estratigráficas observadas, pero no excava- "

~ das, sigan una numeración especial y formen parte de la ficha MA, mientras piedades» institucionales y privadas de bienes. arq~J.eoló~cos, Y que impone
¡; que las excavadas tengan otra numeración y consten en la ficha SAE. Para . límite a la libertad de investIgar, y el culto a lo médito, lDlentras que cada vez
resolver esta dicotomía de la documentación, debida al sistema informático somos más conscientes de que los comentarios que se pueden hacer de un
11 monumento son poÚmciahnente infinitos, por lo que hay que redefinir cuál
utilizado, hay que hacer referencia a las fichas SAE en la MA. Queda, por
~ otro lado, que las unidades estratigráficas relativas· a un solo monumento, debe ser el papel d~ la primera publicación de cada uno de ellos.
¡; leídas en alzado o excavadas, pertenecen a "nivel ideal a un único conjunto El manual del D,epartamento de Arqueología Urbana del Museo de Lon-
por lo que, en principio, podrían numerarse dentro" de una única serie numé- dres presenta fichas todavía no incluidas en el sistema del Instituto central
!I del catálogo y que deben tomarse en consideración para completarlo: la ficha
rica (p, 82 ).
~
,
"

El hecho de que el Instituto central del catálogo haya sabido captar la de unidad estratigráfica lígnea, la de unidad estratigráfica de deposición fu-
¡;
"

novedad de la arqueología experimental, coordinar los resultados de las neraria y aquellas para muestras paleoambientales (Sile manual, 1990),
El sistema de fichado se debería poder actualizar y difundir teniendo en
~ mejores experiencias de excavación y llegar, antes de 1988, a un sistema re-
lativamente orgánico de fichas topográficas, estratigráficas y tipológicas, lo cuenta las investigaciones de vanguardia italianas y extranjeras. La cristaliza-
~ ción podría ser el límite de un fichado entendido de forma demasiado buro-
que no tiene paralelo en las otras parcelas de los bienes culturales, artísti-
e cos, arquitectónicos y etnoantropológicos, es sin duda algo verdaderamente crática y el sistema informático debería garantizar una ductilidad razonable.
~ relevante. Las fichas aumentarán, se mejorarán y se completarán. Faltan al- Al relacionar las voces de las fichas del InstiJuto central del catálogo se
gunas fichas y estamos especialmente retrasados en el campo del glosario y indican los títulos de los párrafos, de los campos y, sólo en algunos casos, de
~ los subcampos. para los cuales se remite a las normas anteriormente citadas.
en el del dibujo arqueológico, Pero las fichas disponibles son más que sufi-
~ cientes para considerar cerrado, al menos para la administración central de
~ los bienes arqueológicos, el período de desfase, que ha durado unas dos ge-

,
~ neraciones, de la arqueología italiana en el sector de la arqueología de cam-
po. Hay que esperar que los arqueólogos que excavan estén a la altura de
este conjunto de fichas, se adapten a ellas de forma inmediata y compren-
Ficha de sondeo arqueológico (SAE)

Las voces previstas son las siguientes:


~ dan su importancia. Los años ochenta han -sido fundamentales a este res-
1. Códigos de catalogación: 1.1. Ficha SAE, 1.2. Código unívoco, 1.3. Enti-
~ pecto y abren sin duda las puertas a la arqueologia de campo del próximo
milenio. dad que ~cha.l.4. :-~tida..?~co...mpe~~nt~.. _,,... .... ~~~,;;~
~
T ___ .: __ ...!.<: _ _

~
~
~
~
92 HISTORIAS EN LA TIERRA
LA.DOCUMENTACIÓN 93

3. Referencia a otras fichas.


4. Localización: 4.1. Habitación, 4.2. Sector, 4.3. Cuadrícula, 4.4. Objeto.
5. Cronología: 5.1. Relaciones estratigráficas, 5.2 Cronología genérica, 5.3. "
Cronología específica, 5.4. Período o fase estratigráfica, 5.5. Elementos
que -fechan.
6. Datos técnicos: 6.1. Medidas, 6.2. Cotas, 6.3. Estado de conservación, 6.4.
Fiabilidad estratigráfica.
SECT()/{2
7. Descripción del estrato/Datos analíticos: 7.1. Criterios de distinción, 7.2.
Modo de formación, 7.3. Componentes, 7.4. Consistencia, 7.5. Color, 7.6.
FIGURA ?O.
~l sec:or 1 del sondeo 12 realizado en la zona B no se ha completado Descripción, 7.7. Interpretación, 7.8. Materiales presentes, 7.9. Muestras,
por motivos científicos o prácticos, mientras que se ha avanzado en el sector 2. ' 7.10. Flotación, 7.11. Cribado, 7.12. Análisis en laboratorio, 7.13 Observa-
ciones.
8. Documentación: 8.1. Documentación fotográfica, 8.2. Documentación grá-
bano, 2.1.5. IGM (NT. Mapa del Istituto Geografico Militate), 2.1.6. Par- fica, 8.3~ Videodisco, 8.4. Bibliografía específica, 8.5. Referencia a viejas fi-
cela ::atastral, 2.1.7. Datos de excavación: Entidad responsable, Entidad fi- chas, 8.6. Redactor, 8.7. Funcionario responsable) 8.8. Revisión e informa-
nancIadora, Autor de la excavación, Fecha de la excavación Colabora- tización, 8.9. Fecha de registro, 8.10. Actualización.
dor/es de excavación, Bibliografía). '
Oblajetos: 3.1. Sondeo, 3.2. Habitación, 3.3. Sector (figura 90), 3.4. Cuadrí-
cu . Nos parece adecuado hacer algunos comentarios y proponer algunas ["
Crc:nología: 4:1. Cronología genérica, 4.2. Cronología específica, 4.3. Cri- mejoras. En la voz Unidad estratigráfica (1) habría que precisar si es "po- .
tena de datación. sitiva» o «negativa». Las subvoces relativas a las Relaciones estratigráficas
~a.tos téc~ico~: 5.1. Posición del sondeo, 5.2. Medidas, 5.3. Cot(4 5.4. Con- (5_1.) deberían ser, para la secuencia física: «se une a», «se apoya a/se le !
diCIOnes fmahzada la excavación, 5.5. Restauraciones a realizar, 5.6. Pro- apoya», «cubre/cubierto por», «corta/cortado por», «rellena/rellenado por», ,
puesta de excavaciones a realizar. y para la secuencia estratigráfica: «igual a», «comparable a», «más antigua
Dat~~ analí:icos: 6.1. Geomorlología, 6.2. Geología, 6.3. Pedología, 6.4. Si- que» (precisar ,la UE más antigua de las más tardías) y «más tardía que»
tuaClon agncola y nat~al, 6.5. Uso actu~l del terreno, 6.6. Investigaciones (precisar la UE más tardía de las más antiguas). La voz Período o fase es-
pr~cedentes, 6.7. Motivo de la excavación, 6.8. Observaciones acerca del tratigráfica (5.4.) debería contemplar también el número de actividad o del
metodo, 6.~. !nterpretación, 6.10. Secuencia cultural, 6.11. Observaciones. grupo de actividades. En cuanto a las cotas (6.2) en la ficha de Londres se
Datos admmlstrativos: 7.1. Situación jurídica, 7.2. Condicionantes existen-
ha previsto, en la cara posterior, una tabla y un espacio para croquis relati-
tes, 7.3. Uso ~~ctuaI, 7.4. Propuestas para la protección y la revalorización.
vos a las cotas y, por delante, un pequeño rectángulo en el que poner una
n,0cumenta.cwn: 8.1. Documentación fotográfica (8.1.1. Tipo, 8.1.2. Orga-
msmo/propletano, 8.1.3. Colocación, 8.1.4. Número de negativo, 8.1.5. x cuando las cotas se han tomado en relación al nivel del mar y se han in-
A~t?r, 8.1.6. Fecha, 8.1.7. Cota, 8.1.8. Bibliograña), 8.2. Documentación dicado en la planta de la unidad estratigráfica (p. 116 ). En los Datos ana-
grafi~a, (8.2.1. Ti~o, 8.2.2. Escala, 8.2.3. Organismo/propietario, 8.2.4. Co- líticos (7) se deberían indicar también los instrumentos utilizados en la ex-
lo~clón: 8.2.5. Numero de inventario, 8.2.6. Autor, 8.2.7. Fecha, 8.2.8. Bi-' cavación. En relación a los Componentes (7.3), las voces previstas para
bhografía),. 8.3. ~epresenta~i~n grá~ca del matrix (diagrama estratigráfi- describir la unidad estratigráfica positiva en la ficha de Londres son: 1. ,""
~o), 8.4. Vldeodlsco, 8.5. BIbliografía específica, 8.6. Referencia a viejas Consistencia, 2. Color, 3. Composición/dimensión de las partículas (por en-
fichas, .8.7 .. ~laboración, 8.8. Funcionario respomable, 8.9. Revisión e in- cima del 10 por 100), 4. Inclusiones (por debajo del 10 por 100), 5. Grosor ,
fonnatizaClOD., 8.10. Fecha de registro, 8.11. Actualización. y extensión, 6. Otros comentarios. Para describir la unidad estratigráfica
negativa las voces son: 1. Forma en planta, 2. Ángulos, 3. Dimensiones/pro- ~
fundidad, 4. Borde (arriba), 5. Lados, 6. Borde (en el fondo), 7. Fondo, 8.
FicJu¡ de unidad estratigráfica (UE) Orientación, 9. Inclinación del eje, 10. Modificaciones de la forma original,
11. Estratos que rellenan, 12. Otros comentarios. En Londres se ofrece la
Las voces previstas son las siguientes: siguiente guía para la descripción de la composición de un estrato: «Frota
entre el pulgar y los dedos el sedimento mojado. ¿El sedimento es predo-
1. Unidad estratigráfica. minantemente arenoso y granuloso? 1. No. ¿El sedimento se pega como la
2. rlidip-n... np rntnlnanrih ... · ') 1 r'A...¡ .......... ...... .;"............. '1 '1 P~~A~.-1 ,.. .. ~ ~_1.._ ' l '">
nh<.!t;lin~? 1 1 Si' ; F.l ~f",ciimento es muv viscoso V difícil de deformar? 1.1.1.

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,
1\1.

LA DOCl.JMENTACIÓN 95
~ 94 HISTORIAS EN LA TIERRA

~ 1.1.1.1. No = Arcilla limosa. 1.1.1.2. Sí = Arcilla arenosa. 1.2. No. ¿El sedi- elaboración, 8.9. Elementos decorativos de las caras vistas, 8.10. Descrip-
~ ción 8.11. Inscripciones, 8.12. Escudos, emblemas, etc., 8.13. Interpreta-
mento tiene una consistencia lisa como la seda? 1.2.1. No = Limo arenoso.
ción: 8.14. Muestras, 8.15. Análisis de laboratorio, 8.16. Observaciones.
~ 1.2.2. Sí. ¿El sedimento tiene también una consistencia viscosa? 1.2.2.1. Sí = 9. Documentación: 9.1. Documentación fotográfica, 9.2. Documentación grá-
Ii! Limo arcilloso. 1.2.2.2. No = Limo. 2. Sí. ¿El sedimento mancha los dedos? fica, 9.3. Videodisco, 9.4. Bibliografía específica, 9.5. Paralelos bibliográ~
2.1. Sí. ¿El sedimento adquiere la forma de nna bola adherente? 2.1.1. Sí = ficos; 9.6. Referenciá a viejas fichas, 9.7. Redactor, 9.8. Funcionario res-
~ Arena arcillosa. 2.1.2. No = Arena limosa. 2.2. No. ¿Los granos de arena ponsable, 9.9. Revisión e informatización, 9.10. Fecha de registro, 9.11.
[:1 son iguales o mayores que los de azúcar? 2.2.1. Sí = Arena gruesa. 2.2.2. No. Actualización.
[:1 ¿Los granos de arena son como los de la arena marina o de las dunas?
2.2.2.1. Sí = Arena mediana. 2.2.2.2. No = Arena fina». La ficha tiene que hacer referencia a una tipología de materiales y de téc- : ;

¡¡, ¡'
Hay que tomar seriamente en consideración las observaciones hechas a nicas constructivas previamente establecida (Lugli, 1957; Brogiolo, 1988; Pa- i!

""
~
la ficha de DE por Balista et al. (1988), aunque el tipo de documentación for~
malizada que éstos proponen es complicado, difícil y largo, por lo que hurta
mucho tiempo a la propia excavación. Nos parece justo profundizar en la lec-
tura analítica de los fenómenos sedimentarios y pedogenéticos (una de las
renti 1988b). No debe olvidarse la descripción de las cimentaciones «en trin-
cher~», «Vistas», etc.' y del tipo de alzado que se deduce también de l~s
estratos de degradación y de derrumbe. Es importante indicar el resegm-
miento de las juntas. Véase también la ficha de UEM elaborada por R. Pa-

"
~
Iii
mayores carencias actuales de la arqueología de excavación), pero hacer hin-
capié de forma demasiado unilateral en esta dirección corre el riesgo de ha-
cer olvidar que es el abc estratigráfico elemental el que frecuentemente se ol-
vida en las excavaciones y que un exceso de tecnicismo en dicha línea puede
renti (Francovich-Parenti, 1988, p. 253).

Ficha de unidad estratigráfica de revestimiento (UER)


!i desmotivar a los excavadores o distraerles de los otros aspectos del conoci-
~ miento que también son importantes para la comprensión de la excavación. Si se excava un estrato formado por estucos caídos, deberán describirse
~ Una nueva propuesta de ficha de UE para la prehistoria ha sido planteada sus características globales en la ficha de DE, acompañada con la descripción,
por Galiberti (1989). Sin negar la utilidad de dichas contribuciones, la nece- en un cuaderno o ficha específica, de las diversas placas de estuco pintado
~ sidad de separar la arqueología prehistórica de la histórica es algo más la- caído.
~ tente en el Mediterráneo que al otro lado de los Alpes y este interés en mar- Esta descripción se articula según las voces siguientes, elaboradas por E.
~ car las diferencias petjudica, a veces, a las dos. Fentress para la excavación de Settefinestre (Fentress-Filippi-Paoletti, 1981;
Fentress, 1982).
~
~ Ficha de unidad estratigráfica mural (UEM) 1. Conjunto (número árabe).
~ 2. Coherentelincoherente (subrayar).
3. Bandejas de subconjunto (números romanos en minúscula de las bandejas
~
Las voces previstas son las siguientes: ,;;;'

utilizadas para colocar los subconjuntos en los que se ha subdividido el


~ 1. Unidad estratigráfica mural.
conjunto para comodidad en su transporte).
4. Bandejas de fragmentos esporádicos del conjunto (número total).
~ 2. Códigos de catalogación: 2.1. Código unívoco, 2.2. Organismo que ficha,
5. Cara arriba/abajo (subrayar).
2.3. Organismo competente.
~ 3. Referencia a otras ftchas.
6. Cubre /cubierto por (relaciones físicas de los conjuntos entre sí).
7. Pared (indicar la pared Norte, Sur, Este u Oeste a la que probablemente
~ 4. Localización: 4.1. Habitación, 4.2. Sector, 4.3. Cuadrícula.
el" conjunto pertenecía). .
r 5. Objeto. 8. Bandejas de esporádicos (numeradas aparte con números romanos en IDl-

,
r 6. Cronología: 6.1. Relaciones estratigráficas, 6.2. Cronología genérica, 6.3.
Cronología específica, 6.4. Período o fase estratigráfica, 6.5. Elementos
que fechan.
núscula porque no se pueden asociar a ningún conjunto coherente o inco-
herente).

,,
í 7.

8.
Datos técnicos: 7.1. Medidas, 7.2. Cotas, 7.3. Orientación, 7.4. Estado de
conservación, 7.5. Restauraciones modernas, 7.6. Fiabilidad estratigráfica.
Descripción de la estructura/Datos analíticos: 8.1. TIpología de la estructu-
ra, 8.2. Técnica constructiva, 8.3. Material constructivo que la forma, 8.4.
Para esta parte, d. pp. 60 ss. Mientras que la ficha de UE resulta en par-
te insuficiente para la descripción de estratos cuyo interior deba excavarse
...... ~ ...,.......... ~~~ .. ;~..:h ... ~_~_ ..... f ...... _ _ ___ 1 ____ ..3 _ __ -L _ _ _ _ _ _ !_4._ ..J _ _ _ _ -,,"..J __ \ -- .... - .
Material con!<trnr.tiví't (1111' 1::0 11"nl' R" r,....,f; ........... ,.;A.~ .-I~1 ~~_~ ___ .. _ n '"
~

,,
~
......-._--~~----~--

96 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 97

miento arquitectónico in situ (VER) O restauradas y reconstituibles in situ 2.Posición (vertical, diagonal, horizontal).
(pavimentos que no sean de tierra, pinturas y estucos). De ahí la necesidad 3.Orientación.
de elaborar una ficha de UER con la aportación fundamental de M. de Vos 4. Sección (con espacio para el dibujo, en el que se indican incluso los de-
(en Carandini. 1981, pp. 325 ss.). talles naturales de la madera, corteza, anillos de crecimiento, meollo, nu-
Las voces previstas son las siguientes: dos, etc.).
5. Estado de conservación.
6. Dimensiones (inmediatamente después del hallazgo).
1. Unidad estratigráfica de revestimiento.
7. TIpo de elaboración (tronco escuadrado, cortado en dos mitades, en cua-
2. Códigos de catalogación: 2.1. Código unívoco, 2.2. Organismo que ficha, tro partes, serrado de forma radial o paralela).
2.3. Organismo responsable.
8. Trazas de elaboración.
3. Estructura del complejo: 3.1. Referencia vertical. 9. Juntas y anclajes.
4. Referencia a otras fichas. 10. Signos intencionados o grafitos.
5. Localizaciones: 5.1. Localización geográfica (colocación), 5.2. Coloca- 11. Otras observaciones (variaciones de color y otras trazas).
ción específica, 5.3. Inventario del Museo o de la Soprintendenza, 5.4. 12. Método de la documentación (en relación a las condiciones de la made-
Localización geográfica (del hallazgo), 5.5. Modalidad del hallazgo, 5.6. ra, si se ha dibujado y fotografiado antes o después de la excavación,
Habitación, 5.7. Sector, 5.8. Cuadrícula, 5.9. Datos de excavación. etc.).
6. Objeto: 6.1. Definición (6.1.1. Pared, 6.1.2. Pavimento, 6.1.3. Techo). 13. Reutilizaciones (trazas de usos precedentes).
7. Cronología: 7.1. Relaciones estratigráficas, 7.2. Cronología genérica, 7.3. 14. Diagrama estratigráfico.
Cronología específica, 7.4. Fase estilística, 7.5. Período o fase estratigrá- 15. Interpretación: referencia a un edificio, a un medio de transporte o a otra
fica, 7.6. Elementos que fechan. cosa (y a las correspondientes fichas de DE).
8. Datos técnicos: 8.1. Medidas, 8.2. Perfiles/ángulos, 8.3. Estado de conser- 16. Documentación.
vación, 8.4. Restauraciones modernas, 8.5. Fiabilidad estratigráfica. 17. Cotas (indicadas en el reverso).
9. Descripción de la estructura/Datos anal[ticos: 9.1. Estratos preparatorios 18. Muestras.
(9.1.1. Número del estrato, 9.1.2 Grosor, 9.1.3. Color, 9.1.4. Componen-
tes inorgánicos, 9.1.5. Componentes orgánicos, 9.1.6. Dibujos guía, 9.1.7. En el sistema londinense el edificio o el medio de transporte de madera
Improntas posteriores), 9.2. Superficie, 9.3. Relación entre el revesti-
deberían ilustrarse en conjunto en una ficha de UE que debería hacer refe-
miento y la estructura arquitectónica,- 9.4. Descripción y/o esquema de-
corativo, 9.5. Inscripciones, 9.6. InterpretacíónINoticias histórico-críticas, rencia a cada lIDO de los elementos de madera, y describir cada uno en su co-
9.7. Dibujos, 9.8. Muestras, 9.9. Análisis de laboratorio, 9.10. Observacio- rrespondiente ficha de UEL (Site manual, 1990). Una correcta descripción de
nes. las maderas implica disponer de un glosario de carpintería (sobre las diver-
10. Documentación: 10.1 Documentación fotográfica, 10.2. Documentación sas formas de serrar un tronco de árbol, cf. ibid., 1990 Y Donati, 1990, figura
gráfica, 10.3. Videodisco, 10.4. Manuscritos, 10.5. Bibliografía específica, 39, de donde hemos sacado la figura 157c).
10.6. Paralelos bibliográficos, 10.7. Exposiciones, 10.8. Referencia a vie- La numeración de los díversos tipos de unidades estratigráficas (VE,
jas fichas, 10.9. Redactor, 10.10. Funcionario responsable, 10.11. Revisión UEM, UER, UEL) debe ser una sola. Las fichas anuladas deben conser-
e informatización, 10.12. Fecha de registro, 10.13. Actualización. varse. Las unidades identificadas en sección pero no durante la excavación,
o no excavadas pero en parte visibles, pueden describirse en las fichas pre-
cisando las circunstancias de su identificación. Antes de rellenar cada ficha
Ficha de unidad estratigráfica ,!gne~.a
(UEL) .I habría que indicar en el correspondiente registro: 1) el número de la unidad,
f2~ v,"«::_cl9A~, _ 2) su definición, 3) a qué sector de la excavación se refiere, 4) la fecha, 5)
Una ficha para la madera todavía no ha sido elaborada por el Instituto la firma del responsable. Las fichas deberían conservarse en lID clasifica-
central del catálogo. La madera se conserva en los terrenos embebidos de dor por orden numérico, en el que poderlas controlar y consultar fácilmen-
agua y, por lo tanto, anaeróbicos. En Inglaterra esta"situación se da frecuen- te. La copias de las fichas pueden organizarse de otra fonna (por sondeos
temente, como en los casos ya famosos de York y de Londres. o sectores) .para uso de los responsables de los diferentes sectores de la ex-
La ficha en uso .en Londres, además del número de la lIDidad y los códi- cavación. Para rellenar las fichas hay que escribir con letra clara y utili-
gos de catalogación, prevé las siguientes voces: zar una tenninología estándar para facilitar la memorización e informatiza-
ción de los datos. Para ello hay que elaborar lID glosario. Un intento en
-_... _ --~.<.-: ... ___ 1.: _ _ _ _ _ 1 _~ ___ ..1_1 ~",_~T_~"", "D .. h",,,,,, ..."'l ... .,.~", ...... ." 1", .... ."t."ln_
98 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 99 1,

Es urgente la elaboración de una nonnativa en dicho sentido por parte del


Instituto central del catálogo.
Tablas de materiales (TMA) l'
Los materiales localizados durante la prospección, en la excavación y los
conservados en los almacenes, quizás sin una procedencia precisa pero aso-
Ficha de unidad estratigráfica de deposición funeraria (UED) ciables a tipos bien conocidos, se describen en las tablas de materiales ar-
queológicos (TMA) preparadas por el Instituto central del catálogo.
Una ficha para las deposiciones funerarias no ha sido todavía elaborada Las voces previstas son las siguientes:
por el Institnto central del catálogo.
En Londres se usa Ulla ficha para el contenedor funerario (Site manual, L Tabla de materiales.
1990), la cual, además del número de la unidad y los códigos de catalogación, 2. Códigos de catalogación: 2.1. Código unívoco, 2.2. Organismo que ficha,
prevé las siguientes voces: 2.3. Organismo responsable.
3. Referencia a otras fichas.
1. Unidades que rellenan el corte de la tumba. 4. Localizaciones: 4.1. Localización geográfica (colocación), 4.2. Coloca~
2. Corte de la tumba. ción específica, 4.3. Inventario del Museo o de la Soprintendenza, 4.4.
3. Esqueleto. Localización geográfica (del hallazgo), 4.5. Modalidad del hallazgo, 4.6.
4. Ponna, dimensiones y características del contenedor funerario. Datos de excavación.
5. Descripción y diagrama estratigráfico (del que debe excluirse el número 5. Objeto: 5.1. Objeto (5.1.1. Definición del material, 5.1.2. Clase/Varie-
del esqueleto). dad/Representación, 5.1.3. Producción, 5.1.4. Forma, 5.1.5. Definición,
6. Estado de conservación. 5.1.6. TIpo).
7. Tratamiento conservativo. 6. Cronología: 6.1. Cronología genérica, 62. Cronología específica.
8. Documentación. 7. Datos técnicos: 7.1. Material y técnica (7.1.1. Técnica de elaboración,
9. Cotas (en el reverso). 7.1.2. Superficie externa [tratamiento], 7.1.3. Superficie externa [color],
10. Materiales (en relación con el contenedor: clavos y otros materiales a in- 7.1.4. Superficie interna [tratamiento], 7.1.5. Superficie interna [color],
cluir en la planta). 7.1.6. Pasta), 7.2. Decoración (7.2.1. Definición/Molduras, 722. Técnica,
11. Muestras. 7.2.3. Posición, 7.2.4. Descripción).
8. Datos cuantitativos: 8.1. Ejemplares enteros (8.1.1. Número [total], 8.1.2.
En Londres se usa también una ficha para esqueletos humaoos (Broth- Diámetro del borde, 8.1.3. Diámetro del fondo, 8.1.4. Altura, 8.15. Peso
weU, 1972; Site manual, 1990) que incluye, además del número de la unidad total, 8.1.6. Inventario), 8.2. Ejemplares reconstruidos (8.2.1. Número
y los códigos de catalogación, las siguientes voces: [total], 822. Diámetro del borde, 8.2.3. Diámetro del fondo, 8.2.4. Altu-
ra, 8.2.5. Porcentaje de circunferencia, 8.2.6. Peso total, 8.2.7. Inventario),
8.3. Fragmentos (8.3.1. Parte conservada, 8.32. Número, 8.3.3. Peso,
1. Tipo de tumba.
8.3.4. Diámetro del borde, 8.3.5. Porcentaje de circunferencia, 8.3.6. In-
2. Corte de la tumba.
ventario).
3. Contenedor funerario.
9. Datos analíticos: 9.1. Datos epigráficos, 9.2: Análisis de laboratorio, 93.
4. Gráfico del esqueleto (colorear los huesos conservados).
Observaciones.
5. Cotas (cráneo, sacro, pies).
10. Documentación: 10.1. Documentación fotográfica, 10.2. Documentación
6. Orientación.
gráfica, 10.3. Paralelos bibliográficos; IDA. Referencia a viejas fichas,
7. Posición del esqueleto.
10.5. Redactor, 10.6 Funcionario responsable, 10.7. Revisión e informati-
8. Estado de conservación.
zación, 10.8. Actualización.
9. Descripción (medidas, posición de las extremidades, patologías, etc.).
10. Relaciones físicas.
11. Diagrama estratigráfico (s610 si no hay contenedor funerario, ya que la Para cuestiones de método en el estudio de los materiales, véase el volu-
posición estratigráfica es idéntica a la de este último).
men segundo de la edición de la excavación de Settefinestre (Ricei, 1985).
12. Calidad de la excavación y de la recogida de materiales.
13. Tratamiento conservativo. Es aconsejable redactar para cada estrato una ficha de síntesis relativa a
14. Materiales asociados con el esqueleto (precisando también cómo se han los materiales, que tenga en la parte frontal la lista de las clases y, detrás, el
recogido). detalle de las producciones, formas y tipos.
100 mSTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 101

mento de Prehistoria de la Universidad de Granada (Registro Arqueológico, Ficha de las muestras paleoambientales (FMP)
1986).
Una ficha para las muestras de suelo todavía no se ha elaborado por par-
te del Instituto central del catálogo. "
Ficha de material arqueológico (RA) La que se usa en Londres (Site manual, 1990), ademas del numero de
unidad estratigráfica y de muestra (a numerar en un regIstro espeCial) y de
Los materiales únicos o especiales y los tipos de las diversas clasificacio- los códigos de catalogación, prevé las voces siguientes.
nes de los productos en serie se describen en fichas de bien arqueológico
mueble elaboradas por el Instituto central del catálogo (Papaldo-Ruggeri- 1. Porcentaje de todo el estrato. .
Signore, 1988). Se trata de las fichas de material arqueológico (RA) y nu- 2. Medidas y cantidad en litros (llll cubo = más o menos 15 litros).
mismático (N). 3. Recogida de la muestra (en planta o en sección).
Para la ficha RA las voces previstas son las siguientes: 4. Grado de contaminación.
5. Inc1usion~s (huesos, cerámica, madera, materiales orgánicos, etc.).
1. Códigos de catalogación: 1.1. Tipo de ficha, 1.2. Código unívoco, 1.3. Or- 6. Carácter del estrato.
ganismo que ficha, 1.4. Organismo responsable. 7. Cronología del estrato. .,
2. Estructura global: 2.1. Referencia vertical, 2.2. Referencia horiwntal. 8. Motivo de la muestra (comprendidas las cuestIOnes mas concretas).
3. Localización: 3.l. Localización geográfica/Ubicación de la colección, 3.2 9. Croquis para localizar la posición de la muestra.
Colocación específica, 3.3. Ubicación original, 3.4. Referencia a la ficha
del contenedor, 3.5. Tipo de colocación, 3.6. Inventario del Museo o de
la Soprintendenza, 3.7. Localización geográfica/Lugar de procedencia, Una ficha para cada material o muestra paleoambiental con el,fin de ob-
3.8. Colocación específica, 3.9. Fecha, 3.10. Localización geográficaJLu- tener identificaciones o precisar cronologías (C14, dendrocronologla, etc.) no
gar donde se conserva, 3.11. IGM, 3.12. Parcela catastral, 3.13. Modali- ha sido todavía elaborada por el Instituto central del catálogo. Se usa, en cam-
dad del hallazgo, 3.14. Datos de excavación, 3.15. Referencia a la ficha 3
bio, en el Departamento de Arqueología Urbana del Museo de Londres
del contenedor, 3.16. Área geográfico-cultural, 3.17. Referencia a objetos
del mismo contexto. .
4. Objeto: 4.1. Objeto (4.1.1. Definición, 4,1.2. Detalle definición tipológica,
4.1.3. DenonllnaciónIDedicación, 4.1.4. ClaselProducción), 4.2. Cantidad, Los GRÁFICOS Y LAS FOTOGRAFÍAS
4.3. Tema, 4.4. Relación con obra original final, 4.5. Reutilización.
5. Cronología: 5.1. Cronología genérica, 5.2. Cronología específica, 5.3. Medidas tridimensionales
Fase estilística, 5.4. Período o fase estratigráfica.
6. Definición cultural: 6.1. Autor, 6.2. Contexto cultural, 6.3. Localización Para elaborar secciones y plantas es necesario disponer de puntos ~egu­
geográfica, 6.4. Área geográfico-cultural de ejecución. ros en el espacio en los que anclar la represent~ci~n dibu~ad~ de la ~e.alidad.
7. Datos técnicos: 7.1. Material y técnica, 7.2. Medidas, 7.3. Estado de con- Se"podria creer que la fotogrametría puede sustItUIr los dlbuJo~ tradicionales
servación, 7.4. Exámenes del objeto, 7.5. Restauraciones. pero no es así (Caciagli, 1981, pp. 351 ss.). El dibujo arqueológtco ,se cm;acte-
8. Datos analfticos: 8.1. Descripción, 8.2. Inscripciones, 8.3. Escudos, emble- riza por la ventaja inigualable de ser una mezcla ~e representaClon objetIva
mas y marcas, 804. Noticias histórico-críticas.
y de selección e interpretación subjetiva de la .r7ahdad; pensemos en el alza-
9. Datos administrativos: 9.1. Compra, 9.2. Condición juridica, 9.3. Notifica-
ciones, 9.4. Enajenaciones, 9.5. Exportaciones.
do de un muro, en el que aparezcan las superÍlCles subrayadas y se hayan. co-
10. Docwnentación: 10.1. Fotografías adjuntas, 10.2. Fotografías existentes, loreado los diversos materiales constructivos y los diferentes morte~os (fIgu-
10.3. Radiografías, IDA. Diapositivas, 10.5. Documentación gráfica, 10.6. ra 109). El dibujo arqueológico no es una imagen m~s o menos re~lsta.de la
Videodisco, 10.7. Fuentes manuscritas, 10.8. Bibliografía específica, 10.9. realidad, sino una representación más o menos realIsta de la.realidad mter-
Paralelos bibliográficos, 10.10. Exposiciones, 10.11. Referencia a viejas fi- pretada en sus componentes y en las relaciones entre los ffilsmos. Se trata
chas, 10.12. Redactor, 10.13. FunCionario responsable, 10.14. Revisión e pues de un dibujo más científico q':le ar.!ístico o ~ocume~tal, que debe adap-
infonnatización, 10.15. Fecha de registro, 10.16. Actualización. tarse a las necesidades de la estratlgrafla. Por dicho motIVO gran parte de la
documentación gráfica no debería delegarse en dibuj~tes o arq~~ectos,
Para no alargamos no ilustramos la ficha numismática (N) elaborada si- siendo los arqueólogos capacitados para dibujar con ex~ctitud. y t~blen con
rrnipniJn 1~ fi ...h!'l R A u ~ñ'~iJipniJn 1no;: ....... ~"""nno;:~~ p<O!np,...-ífi ...n<O! Pnr ~hnr!'l po;: inp._ ., ~ _._1.. ____._ T""I.~ 1....... ..." ... n.. ",1 n.hnlC\ ~P. !ó:llner-
-f. ... .." ...
LA DoCUMENTACIÓN 103
102 HISTORIAS EN LA TIERRA

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FIGuRA 92. Teoría del sistema de coorpenadas. (a) Punto teórico d~ origen (O/~). (b)
FIGURA 91. Sistema de triangulación a partir de piquetas situadas en los bordes del Falso punto de origen, seleccionado con el fin de tener en la excavaCIón secuenCIas de
área de excavación (las líneas discontinuas indican algunas mediciones de control). ÚIneros en las centenas y en las decenas para las abscisas y las ordenadas (1201200)
~_ara evitar posibles confusiones (Biddle-Kjolbye Biddle, 1%9).
presentación de su proceder. En aquellos casos en 'los que no puedan evitar-
se los dibujantes externos, éstos deben conocer las reglas del juego estrati-
NOf.TE
,+,
gráfico. Ya no se trata de imitar a los dibujantes del siglo XIX o de principios 2517 ~
de este siglo, que con hábiles trazos intentaban hacer las plantas más atracti- ,,
vas y perspicuas. Se trata más bien de conjugar el aspecto arquitectónico con ",
el estratigráfico, sin temer que los detalles analíticos del segundo puedan 2,O¡I
fragmentar la organicidad de visión sintética del primero. No faltan especia- I
listas que trabajen en esta línea como M. Medri y R. Parenti (Medri, 1981 y 4,,
1988; Parenti, 1988a; pp. 20-21 Y 119-120). Especialmente urgente sería dis- 21° -!
poner de un manual arquitectónico-estratigráfico de dibujo arqueológico I d e
L-- r -- T -- T -- r - -r+~~~~
(para un dibujo de tipo arquitectónico, cf. Giuliani, 1976). Aquí sólo pode- % 1'5tJ VD 170
mos dar algunas indicaciones de carácter general.
FIGURA 93. Una aplicación del sistema de coordenadas a un área de excavación. Las
En una excavación se pueden usar tanto la técnica del dibujo indirecto, píquetas'{d) 'se han colocado alrededor de la excavación a intervalos de un metro y
que se sirve de instrumentos ópticos, como el dibujo directo, que se sirve de las varillas metálicas (e) en la excavación a intervalos de dos o cuatro metros. 135/237
medidas tomadas con dobles cintas métricas aplicando el sistema de la trian- iildica un punto y también, precedido por M (M 135/237), el ángulo suroeste de. ~n
gulaci6n (figura 91). Dicho sistema consiste en individualizar la posición de nietro cuadrado (a). 147.51/2388.49 indica un centímetro cuadrado. (~). Una S~CCIon
puede, por lo tanto, identificarse indicando ~os dos puntos que delImItan la línea de
un punto en el espacio partiendo de la posición de dos puntos ya conocidos.
sección (e) (Biddle-Kjolbye Biddle, 1969).
El ideal reside en la combinación de ambas técnicas: la primera válida para
el encuadramiento general y la segunda para la documentaci6n de detalle.
Un modo sencillo para establecer un sistema de referencia para las nie- se obtiene imaginando el área de la excavación colocada asimétrí~amente
didas tomadas en horizontal en la excavación es el de crear una cuadrícula respecto a las coordenadas, de tal manera, por ejemplo, qu~ en el eje de las
del yacimiento. Se pueden así identificar los puntos a definir en el espacio abscisas tengamos valores cercanos a 200 m y en el de la~ orde~a~s valores
por medio de coordenadas. Imaginemos una excavación orientada norte-SUf. cercanos a 100 m (figura 92). Las subdivisiones de los el.es se mdlcan colo-
Se escoge al suroeste de la excavación un punto de origen O/O que se halle cando alrededor de la excavación una serie de piquetas a mtervalos regulares
fuera de la misma y que servirá solamente como punto abstracto de referen- de 1 a 5 metros, según las necesidades. En el interior de la excav~ción l~ in-
cia. Partiendo de dicho punto se establece un sistema de -coordenadas sobre tersecciones de las coordenadas se evidencian con varillas metáltcas. Plque-
la excavación, de forma que los ejes se dispongan paralelamente a los ejes t::t~ v V:-.lrin:::¡,~ tlp.nl".n Ol1l". l"_'d::.r tn~rl":::¡,r1~<;1 p ..... n QTl<;: nr..... n:¡n<;: pn .... rrJpn!lrl!l<;: inrli ..... !ln_
nrinri:n~lPQ tip) ... ,.,. ..... ; ...... ~"" .... -I-~ ~ -~-----" ",
104 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 105

Ú /,>~!;c....-
FIGURA 94. Partilla para dibujar las plantas en la excavación (Barker, 1977, figu-
ra 50).

cuadrado o un punto en la excavación se pueden identificar con la sola refe-


FIGURA 95. El nivel óptico.
rencia a las coordenadas. Si se añade su cota, cada punto está perfectamente
localizado en el espacio tridllnensional.
Con el sistema de coordenadas indicadas en el terreno se pueden utilizar
parrillas de un metro de lado y subdivididas en cuadrados de 20 centímetros
de lado (figura 94). Las parrillas facilitan el dibujo rápido de cualquier deta-
lle sobre película sin necesidad de tomar nuevas medidas (es decir, aojo),
desde el momento que, a escala 1:20,20 cm corresponden a los lados de los
cuadrados del papel milimetrado. El marco de la parrilla puede ser de made-
ra o metal y las divisiones internas de hilo de nylon. La parrilla se debe utili-
zar bien nivelada, motivo por el que debería apoyarse en varillas móviles que
permitieran mantener su horizontalidad incluso en superficies desiguales,
evitando las piedras sobresalientes de los estratos (Biddle-Kjolbye Biddle,
1969). Con el sistema de coordenadas los posibles errores no se suman, como
puede ocurrir con la triangulación, porque el error en un cuadrado se descu- FIGURA 96. La mira y quien-la sostiene vistos desde el nivel óptico. La medida que
bre inmediatamente al pasar al siguiente. También es posible utilizar la trian- se lee en la mira es 162,5 cm.
gulación en el marco del sistema de coordenadas.
En lo relativo a las medidas verticales, se escoge un punto fijo fuera de
la excavación y se le considera como cota cero e, inmediatamente, se calcu- cima o por debajo del punto cero. Cuando el punto a acotar se hal~ fuera
la la relación entre dicho punto y el nivel del mar. Para medir la cota de un de la visión del instrumento, por estar demasiado alto respecto de este, se
punto de la excavación tan sólo se necesita un nivel óptico estacionado (fi- puede utilizar la mira invertida, haciendo coincid~r su cero con el p~nto a
gura 95) y una mira. La primera operación consiste en medir la altura de acotar y sumando en vez de restar a la altura delIDstrumento la medIda le-
estación del instrumento respecto al punto cero. En la práctica se coloca el ída sobre el punto a acotar (figura 97).
nivel óptico donde resulta más cómodo para poder observar, simultánea-
mente, los puntos de los que se debe calcular la cota y el punto cero. Su-
En el Departamento de Arqueología Urbana del. Museo de. L~ndres las
cesivamente se dirige la visual a la mira colocada en el punto cero y se lee cotas se indican en la parte posterior de la ficha de urudad estraugrafica, pre-
la medida que coincide con la altura del instrumento (figura 96). Se des- cisando la cota del punto cero respecto al nivel del mar, .el valor de su lect:rra
plaza la mira sobre el punto a medir y se lee la nueva medida. Para esta- en la mira y la suma de ambos valores, de la que se obu:ne la altura dell.~­
blecer la relación aItimétrica entre ambos puntos hay que restar a la altura trumento sobre el nivel del mar. A continuación hay una 11sta, con numeraClOn
del instrumento la medida leida en el nunto a acotar. Así se obtienen cotas ~~'"' ....... ..,,<'~~,<> rt", I",,~ Ip-...tnr~~ rlp. lo,," mmtos acotados. lecturas que se restan de la
106 f{,-'<z :\P"'~fh:Jc­ HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 107
-l;ilrfo
, ca y serie y se coloree un determinado tipo de material con el mismo núme-
ro de lápiz.

Secciones y alzados

Las secciones son cortes- o roturas a través de la estratificación que per-


miten apreciar la dimensión vertical del yacimiento de la fonna ~n que se ha
ido acumulando a través del tiempo. Muestran secuencias de urudades estra-
tigráficas, a! contrario de las plantas que ilustran momentos específicos y, me-
diante éstos, períodos de un determinado monumento.
b
Los métodos de Wheeler y de Lamboglia no se preocupaban de la docu-
mentación de las unidades que no quedaban cortadas por una sección. La
FIGURA 97. Uso del nivel óptico y de la mira para tomar cotas. (a) Punto cero: + 120 sección había sido elevada a la categoría de reina de la documentación, pero
cm (altura del instrumento). (h) Punto a tomar: 120 cm (altura del instrumento) _ 220 el método de las grandes áreas ha redimensionado su importancia compen-
cm (medida leída sobre el punto a tomar) == -100 cm (cota del punto). (e) Punto a to- sándola con la de la planta, hasta entonces infravalorada (Barker, 1977 y
mar: 120 cm (altura del instrumento) - 90 cm (medida leída sobre el punto a tomar) 1986). .
== + 30 cm (cota del punto). (d) Punto a tomar: 120 cm (altura del instrumento) + 350 Hasta los' años veinte en Inglaterra y los cuarenta, o quizás más, en Ita-
cm (medida leída sobre el punto a tomar con la mira invertida) == 470 cm (cota del lia las secciones eran. en primer lugar, cortes arquitectónicos, dibujados al
punto).
ac~bar la excavación, o sea perfiles de estructuras o ilustraciones de situa-
ciones topográficas y arquitectónicas (Maiuri, 1973) Y no imágenes del con-
junto de la estratificación, o sea de muros y de estratos tomados en cuenta
mar, Cuando las cotas sobre el nivel del mar se calculan y se trasladan a las también a través de sus relaciones recíprocas.
plantas de unidad estratigráfica ello se indica en la voz relativa a las cotas, que El uso de la sección se difundió de forma preferente para los cortes en
se halla en la parte posterior de la ficha de unidad estratigráfica. los que se documentaban estratos horizontales, norrrialmente aislados de las
correspondientes estructuras constructivas, por lo que parecían estrechos po-
Los dibujos (secciones, alzados y plantas) se pueden numerar progresi- zos estratigráficos, casi calicatas. Estos análisis angostos y profundos del te-
vamente en una sola serie, o en dos series, sin un orden especial, y escogien- rreno pueden ser útiles en geología, campo en el que la superposición físi~a
do una serie para las plantas (colocando antes del número la letra P) y otra coincide en general con la secuencia cronológica, y para valorar la potencIa
para las secciones y alzados (colocando antes del número la letra S). En Lon- arqueológica de un yacimiento, pero son completamente inadecuados para
dres, tanto las plantas como las secciones de una unidad estratigráfica llevan documentar las estratificaciones arqueológicas complejas que no presentan,
el número de ésta, lo que facilita mucho su localización. Por otro lado, con- como es de todos conocido, superposiciones regulares. Cuanto más limitada
viene indicar en el dibujo el lugar, el año, el número del sondeo o del área, es la sección, más se alcanza la ilusión de hallarse- ante una estratificación ho-
la escala, la fecha, el autor del dibujo y, a veces, el diagrama estratigráfico. rizonta! y de poseer, por lo tanto, la llave para la comprensión de la estrati-
Para los dibujos que no corresponden a una sola unidad estratigráfica todos .grafía del yacimiento. Dichas secciones profundas y estrechas son hij~ de
estos datos deben anotarse en un registro de la documentación gráfica para una arqueología de campo dubitativa, que frente a las grandes remOCIones
no dar dos veces el mismo número y para disponer de una lista completa de de tierra tradicionales reacciona atrincherándose en labores teóricamente
la documentación. Este registro corresponde, evidentemente, a! registro de correctas pero' tan 'limitadas que hacen que sus resultados carezcan de valor
las fichas de unidad estratigráfica (p. 160 ss.) y al registro de los materiales sig- real (figura 98).
nificativos (pp. 118, 212). Cada excavación debería tener su propio estilo de De la ausencia de secciones o de las secciones reducidísimas hay que pa-
documentación con criterios gráficos uniformes. Piedras, ímbrices, tejas y.la- sar a las amplias y profundas, repletas de uniruides estratigráficas interrela-
drillos deben dibujarse de forma realista y a escala, pero esto no puede ha- Cionadas entre sí que son la verdadera imagen de las cuencas estratigráficas
cerse con el mortero y con otros componentes menores de un estrato, que de- . crea~as por el hombre, especialiriente desde que vive en grandes centros ha-
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108 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 109

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f!GURA 98. La ~:cavación y la,sección «a pozo» simplifican la estratigrafía oscure-
cIendo la compleJIdad de la realIdad (en línea discontinua). FIGURA 100. (a-e) Excavación incorrecta según la imagen de la sección (las unidades
2 y 4 se mezclan).

FIGU~ 101. (A-F) Excavación correcta según la planta (la sección de los estratos en
curso de excavación se indica con un punteado).

FIGU~ 99.. Dos secciones paralelas de un limón ofrecen dos imágenes diversas en-
tre SI. Lo mIsmo ocurre en una estratificación.
los estratos antes de ser excavados y no el volumen de los mismos. La venta-
ja consistía en disponer de un sistema dúctil de secciones que los testigos de
Wheeler impedían obtener, el riesgo estaba en la multiplicación de secciones.
a lo larg<;> de un determinado plano vertical, cuya posición en el espacio tie- De hecho, éstas nunca eran suficientes porque las unidades estratigráficas
n.e que fIgurar en planta. Inmediatamente después de dicho plano la situa- que no pasaban por una sección no quedaban reflejadas en la documentación
CIÓn puede cambiar incluso de forma drástica (figura 99). En este sentido se detallada. Al tener que realizar muchas secciones, la excavación se retrasaba
pue~~ afirmar que la sección ofrece una visión muy selectiva de una estrati- sin que a cambio se obtuviera una documentación analítica de todas las uni-
ficacron pero capaz de ilustrar su complejidad y su profundidad.5 La sección dades estratigráficas. Por este y por otros motivos el método de Lamboglia
rep,resenta a sí misma y poco más. Por lo tanto, considerar la sección como la no llegó a superar el nivel alcanzado por la mejor arqueología de campo del
mejor guía para una correcta actuación en la excavación tiene poco senti- período comprendido entre las dos grandes guerras europeas. A pesar de ello,
do, porque se excava inmerso en un espacio tridimensional y la sección sólo quien aprendió de él las primeras nociones en una época claramente contra-
comprende dos. dimensiones. Solamente la planta acotada consigue, en cier- ria a la cultura estratigráfica, no le estará jamás suficientemente agradecido
ta forma, sugeru las tres dimensiones dentro de la limitación bidimensional (Carandini, 1985c y 1987a).
d.e,l papel'l?~r lo que parece más isomorfa a la estratificación y a su excava- Si se colocan en planta, se acotan y se fichan todas las unidades estrati-
ClOno Tamblen por este motivo el excavador debe excavar como si fuese un gráficas ya no es necesario multiplicar las secciones. Son suficientes las del
helicóptero que aterriza verticalmente y no como un avión que vuela en ho- perímetro de la excavación ,y alguna otra más especialmente significativa,
rizontal (figuras 100, 101). que se puede obtener quizás de las propias plantas acotadas de las unidades
., Allí donde predominan los intereses sedimentarios y pedológicos la sec- estratigráficas, siempre que las cotas se hayan tomado frecuentemente y si-
C10~ es. la base de la documentación (Balista et aL, 1988; Brogiolo-Cremaschi- guiendo una serie de alineaciones preferenciales.
GehchI, 19~8; Cr~mascbi, 1990), por lo que la preferencia por un tipo de do- Conocemos diferentes tipos de secciones: acumulativa, en el corte, oca-
cumentaclOn gráfica depende también de las características de la excavación sional e interpretada (de la móvil ya hemos hablado).
y de los intereses preferentes de los excavadores.
. Lamboglia dio. un paso adelante respecto a la rígida cuadrícula wheele- Secciones acumulativas. Pueden ser de una sola unidad estratigráfica,
n~~ al eVItar realizar sondeos. demasiado pequeños y al disponer secciones de una habitación, de un sondeo o de un área de excavación (figura 102).
movlles a lo largo de los puntos cruciales de la excavación. Las cotas se to- En este último caso se presenta como una sección en el corte añadida en el
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~ 110 HISTORIAS EN LA TIERRA 111
LA DOCUMENTAC1ÓN
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~ FIGURA 102. Secciones'acumulativas de unidades, habitaciones y sondeos o áreas de
excavación. En (a) y (h) la excavación se ha planteado también por cuacI:ros alternos. FIGURA 104. Cartelitos con los números de los estratos, sujetados con clavos, en las
~
superficies de los estratos, en planta y en sección.
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~ obstante, el humus tiene que ser acotado para poder añadir su petfil a las sec-
¡, ciones que se planteen sucesivamente.
~ e Secciones en los cortes. Las secciones en los cortes son primordialmen-
El FIGURA 103. El testigo estrecho y temporal no es una solución aconsejable. te las de los cortes del sondeo o del área de excavación y, ocasionalmente, las
¡, de algunos testigos. Deberían dibujarse a medida que avanza la excavación y
compararse, al fmal, con lo que se ve de forma globa: en el corte. Para ganar
I!! dos lfueas de sección, como se hace en la excavación por cuadrículas. Des- tiempo muchas veces se dibujan al acabar la excavaCIón, J?ero puede su~,:der
~ pués de haber dibujado el estrato según el perfil de su superficie y según que la lluvia u otros incidentes· hayan dañado su su-?erfiCle. Puede ser util el
I!! las características internas de su volumen (10 que no se podía hacer en la uso de cartelitos con los números de los estr~tos,. fijados durante la excava-
sección móvil), se excava la parte restante del estrato de tal manera que de- ción en las supe;ficies de las correspondientes unidades estratigráfica~ (figu-
~ saparece materialmente la línea de sección. Con este sistema se pueden ob- ra 104). En Gran Bretaña se utilizan los «white water prooflabels WIth one
1'. tener pequeñas o grandes secciones en el corte que se superponen pero que hole». La visión de conjunto del corte puede revelar a postertoTl unIdades es-
~ no dejan trazas físicas, sin tener que dejar permanentemente franjas estre- tratigráficas o relaciones entre sí mismas no vistas o mal ~terpretadas. du-
chas o anchas de tierra que interrumpen la continuidad de la información rante la excavación. En tal caso, se pueden numerar las urndades estratIgr~­
~ estratigráfica. Los testigos, aunque sean largos, estrechos y se quiten rápi- ficas no identificadas, rellenar sus correspondientes fichas de UE y corr~glT
~ damente, complican de forma significativa las labores de excavación (figu- las que se habían ya redactado (sin anular las indicaciones primitiv.as f~­ r
e ra 103).
Las ventajas de la sección acumulativa consisten en ser al mismo tiempo
chando las correcciones). Las modificaciones deben aparecer en el dibUJO fi-
nal de la sección. NO hay que olvidarse de actualizar los cartelitos que certi-
~ como una sección en el corte y una móvil, en que puede ser planteada des- fican la procedencia de los materiales.
~ viada o abol.ida en cualquier momento y en que conlleva una perfecta co-
~ rrespondencia entre planta y sección. Su defensor es Barker (1977) que, jus- Secciones ocasionales. Se tr~.ta de secciones que aparecen en el corte
pero que no han sido planteadas por el excavador. Se.debe~ al vaciado de an-
~ tam,:nte, recomienda hacerlas con el nivel óptico, ya que las gomas elásticas
del SIstema tradicional fácilmente se destensan. tiguas destrucciones o a cortes modernos de estratificaclOnes precedentes.
Las secciones sólo se pueden plantear después de haber alcanzado el pri- Este es el caso que se da cuando se excava el relleno de una· fosa o de u.na
= __ 1: _ _ =__ --- -""'" ... -,"'".. •
J mer estrato de abandono, expolio o destrucción y, por lo tanto. las crp.~t~<;! ,..{'"
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112
HISTORIAS EN LA TIERRA
LA DOCUMENTACIÓN 113

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6 6

FIGURA 105. Pared de una fosa excavada incorre . .


tamente, a la derecha. Solamente 1 d h ctamente, a la IZqmerda, y correc-
los estratos 3-6 cortados por 2. a a eree a puede aparecer la sección que muestra

FIGURA 107. La excavación de una gran trinchera para una cloaca urbana pone a la
vista una sección ocasional.

Secciones interpretadas. La sección interpretada puede ser útil en di-


versas circunstancias, para simplificar secciones complicadas de cara a re-
construir mentalmente lo ocurrido6 o para elaborar secciones simplificadas
FIGURA 106. Trincheras entrecruzadas de ex oH . de realidades complicadas, documentadas en intervenciones de urgencia
sionales que penniten conocer al ~ o de mUTOS mOstrando secciones oca- (Barker, 1977, figuras 44-45).
necesidad de excavarla: ,menos parcIalmente, la estratificación del lugar, sin En ocasiones las secciones pueden resultar demasiado complicadas y re-
pletas de unidades estratigráficas, por lo que puede considerarse adecuado
desdoblarlas en dos dibujos: uno más veraz en lo referente al volumen de los
aparece en el corte y que no se tiene' t ., estratos y el otro más e.squemático e interpretativo, solamente con los núme-
merar las unidades rellenando la ID enClOn de excavar es conveniente DU- ros de las unidades estratigráficas y algunos pies de figura explicativos (Bar-
do sus secciones co~ el fin de haceS correspon?ientes fichas de DE y dibujan- ker, 1977, figura 16).
gura 106). r una espeCIe de excavación sin excavar (fi- Frente, a un corte con estratos relativos a diversos períodos se puede con-
En oca:;iones los medios mecánicos que .. siderar útil representar, junto a la sección detallada, otra articulada en fun-
fas o en áreas al aire libre dejan 1 : t se. utilIZan para hacer trinche- ción de grupos de estratos caracterizados con una trama o con un color para
chas secciones deberían dib' a a. VIS a secclOne~ de notable interés. Di- cada período. Un dibujo de este tipo permite una visión interpretada del con-
máximo rendimiento desde :~ar::~ mterpreta:se !. se les debería sacar el junto de la estratificación, que puede ser eficaz para los más variados niveles
años en Cagliari una t ' Ph de VIsta Clenti:t1co. Este autor vio hace de comunicación y que puede perfectamente acompañarse con la sección re-
gran nnc era excavada m ".
especialmente nítidos a lo largo de una all ec~camente y con cortes constructiva en la que se debe basar.7 La sección interpretada corresponde,
dían distinguir el antiguo muelle I c e perpendicular al puerto. Se po- en cuanto al nivel de elaboración, al de las plantas compuestas.
mente las casas, pero allí no hab" as ~~anas, un~. zona de respeto y final-
ción, probablemente una de las la, ?-Iugun arqueologo para dibujar la sec- Criterios gráficos. Se aconseja evitar el dibujo de las secciones llamado
obtener de dicha ciudad (figura l~is r:presentativas que)amás se podrá realista, es decir, con matices entre los diferentes estratos que en realidad no
Slones las obras de iniciativa privada'o ~ ~~.ntablem~~te solo e? raras oca- aportan nada "a su definición. La estratificación no está constituida sólo por
el conocimiento histórico de .. p lea se utilizan para Incrementar el volumen de los estratos, por sus composiciones pluriformes, sino también
"".-'1"..1 __ ~..,J___
_ un yaClIDlento, desde la nrp.h-j(;!tnr'''' h"'''+~ ,_ . , .
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mSTORIAS EN LA TIERRA

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LA DOCUMENTACIÓN 115

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!l' FIGURA 108. Diversos modos de dibujar una sección. (a) Las superficies no se indi- 2
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can con líneas. (b) S610 se indican con líneas las superficies de las unidades estrati-
~ 1
gráficas negativas. (e) Se indican con líneas todas las superficies. (d) Se indican con lí-
~ neas todas las superficies y las de las unidades estratigráficas negativas con un trazo d e F
más grueso.
~ Interpretación de la secuencia estratigráfica de una pared..(~ ~l m(~o
109
~ n m (siglo II a e) (b) El muro 2, en opus retie a um -
el1 (c) L~s muros 1 y 2 son cortados para abrir la
FIGURA ---' .
1 está hecho en opus mee u
!i! queológica son las relaciones entre las diferentes superficies, ya que de ellas naIes del s~glo 1 a.c.~~~e (¿;°l~se~uro~ 1-3 se arruinan formándose las superficies 4 y
!i! se puede obtener la secuencia física de la estratificación. De ahí la necesidad puerta 3 (epoca flaVIu¡. d e ueños sillares de piedra calcárea, se superpone
5 (siglo v d.C.). (e) El murod \ e ~~ pero dándole mayor altura (siglo XII d.C.). (f)
de dibujar con precisión los contornos de los estratos. Hay que determinar
í' mediante la excavación dónde acaba un estrato y dónde comienza el si-
-los muros 1 y 2, restauran o a p . de)
~I muro' se abandona y se forma la superficie 7 (SIglO XVI . . .
í' guiente. Tal decisión debe tener un paralelismo gráfico en las líneas que per-
t!. miten reconocer las superficies de la unidad estratigráfica en sección. Los es-
tratos tienen una individualidad propia y nosotros no podemos renunciar a
~i"
tr tos de tierra o que no han sido nunca completamente englobadlos en
separarlos mediante la excavación. La 'sección no es el retrato fisonómico es a , .. La pinturas y os es-
sino la documentación de una estratigrafía en un plano vertical, no como se el subsuelo P?r haber pennaneCId~ ~~:r~:cl~nU~~~an :a ilusión de que se
muestra sino como se ha comprendido: objetiva y al mismo tiempo impreg- tucos :uere:"~~~~n~~e:'~t:~o~ero con sólo quitar ese piadoso di- v~lo
nada de interpretación. Wheeler y Lamboglia bacían bien al separar con lí-
neas continuas los límites de los estratos. La solución de indicar solamente
t~~eunied~~ se desmorona frente a la aparición de lagunas, rotura1St. taPlad~,
c ... uturas ue son las heridas que normalmente e lempo _
. con líneas las superficies de las unidades negativas (Harris, 1979, figura 15) ~ubdiv~~n:~c:os Tr~n~fOrmar estas alteraciones de cimentaciones, ?ode-
es visualmente desafortunada, al igual que aquella antinaturalista de indicar ere a uert~ ventanas techos; revestimientos, bóvedas y cubIertas
con una linea más delgada las superficies de los estratos y con una más grue-
sa las superficies en sí (figura 108). g:s:n:~~;li~ación ~onstrueeión
de toda la por fases es el objeti;o de la. e~:
terati'grafía de los alzados (algunos ejemplos SIgnificatIvos en ranlcovltC
Cada excavación debe adoptar una simbología para caracterizar la com- ";.¡:;lca h ay q u e acompañarla l
Parenti 1988). Esta lectura estratlgraJ
• conb a es
' ra-

~!~;~~~~~~:1~:~:}::~I2~::~li~~ri~:~:~~:i~~r~E~1;~
posición y las inclusiones de los diversos estratos que resultaría difícil de ha-
cer de forma realista, como humus, estructura constructiva seccionada, arci-
lla, arena, tierra mezclada con mortero, cenizas, tierra, preparación de pared,
pavimento de mosaico, pavimento en spicatum, pavimento de cal y fragmen- . a de la Cripta de Balbo, sm mqmlinos, penm e com .
tos de cerámica, batido de cal, preparación de pavimento, firme de piedras y Cllll d tr tigrafía con el objetivo de la restauración. ImpreslOna ver exca-
argamasa, mortero y fragmentos de opus caementicium, estucos, carbón, pie- -ros h e 'es a iba liberando de los estucos l as pared es medievales y modernas
dras, desechos.8
var aCIa arr d' 1 e n dichos muros se ocultaban.
En el Departamento de Arqueología Urbana del Museo de Londres las y verd reap~ecer~asp:r;e~en:~s I;~aa~o;~ d: las iglesias de Italia se ~stu­
secciones se dibujan a escala 1:10, indicando los puntos cardinales y las coor- Por esgracIa gr . . . d d l arte y de la arqmtec-
denadas espaciales en los extremos de la línea de sección. Pero no hay que dian sólo de forma superficial por histona ores e tr tigrafía Por dicho
sólo en raras ocasiones, son expertos en es a .
respetar siempre dicha escala, corrientemente se utiliza la 1:20. Resulta có-
modo que la escala de las secciones se corresponda con la de las plantas.
:~~elas restauraciones de edificios adolecen frecuentemente de un ~!-
,
lisis previo. Tampoco es qu.e. se tra t e d e.dejar losdemonumentos en un Pero
un edificio vivido. es -
Alzados. do de palimpsesto más propIO de ~a ruma q~: __ ..J _ _____ ~L_ •••.•

tarnhiP:n n!'lr", ...El método estratigráfico sirve para leer el


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SllhSlIpJo nprn l1n!:l ........ ,,"" """ ."na ..... "O~T ... ............... ...1 ... _~~+n __ ~.T_
LA DOCUMENTACIÓN 117
116 HISTORIAS EN LA TIERRA

que recubre un objeto finalmente comprendido en sus diversas partes (Ca-


randini, 1987b; Francovich-Parenti, 1988).
El dibujo en alzado de una pared supone, además de la sección de los
muros perpendiculares a la misma, el dibujó piedra a piedra o ladrillo a la-
drillo del muro de fondo, distinguiendo los diferentes tipos de mortero. Sólo
en aIglillos casos es correcto utilizar convenciones gráficas que simbolicen di-
ferentes tipos de técnicas constructivas. Líneas bien evidenciadas deberían
definir el contorno de cada una de las unidades constructivas delimitando las 1~
superficies originales y de distribución, verticales y horizontales. Con colo- !olj>Ut_""',fS
res düerentes se pueden indicar en el dibujo los diversos tipos de materiales .1.'_ _
'i'-, -+-__.-1'
utilizados (piedra calcárea, arenisca, ladrillo, mortero, estuco, etc.). Para no
deformar demasiado un buen dibujo con líneas marcadas de superficies y
números de unidad resulta útil prever, junto al dibujo realista, dibujos es-
quemáticos que acentúen los aspectos estratigráficos e interpretativos (figu-
ra 109), como en la iglesia de San Osvaldo 'im Gloucester (Carver, 1987, fi-
gura 31; RodweIl, 1981). También se pueden hacer alzados de cada una de las
fases o de lQs períodos, como los realizados por M. Serlorenzi para Santa Lu-
cia in Selci en Roma (figura I-VI).
La fotogrametría ayuda a r~alizar y completar este tipo de documenta-
ción. Pero nada podrá jamás sustituir la paciente labor de análisis y de razo-
namiento en contacto directo con las estructuras. Para que una idea (una uIlÍ-
dad de información) pueda infiltrarse en una imagen hay que dibujarla.
La decoración arquitectónica debería estudiarse en relación con la lectu-
ra estratigráfica de las preparaciones de los pavimentos y de los muros. Por IV 7J'S-1i1/oXII

desgracia esto no se ha podido llevar a cabo ni en Pompeya, donde la merito-


ria documentación fotográfica de los mosaicos y de las pinturas ~urgente por
la rapidez con la que dichos revestimientos se degradan~ se halla todavía es-
cindida de la documentación de las estructuras constructivas (Pompei, 1990).

Planimetrías 1
Plantas de las unidades estratigráficas. Parece evidente que deba elabo-
rarse de cada unidad estratigráfica la correspondiente planta acotada y que
dichas plantas formen parte de la documentación analítica normal de toda
excavación estratigráfica. A pesar de 'ello todavía sobrevive la idea de que las
plantas tengan que corresponder solamente a los estratos verticales (como
I 'I11786-17!>lJ 1'
T1

los muros), a una selección de los estratos horizontales (como los pavimen- \
tos decorados) ya un grupo concreto de superficies en sí (como las tumbas). Roma, Santa Lucia in Selci, Alzado de período de M. Serlorenzi. Fa-
FIGURAS I -VI.
Esta óptica discriminatoria ha llevado a elaborar planimetrías con muros ses I-VII.
descarnados y sin fundamento, con excepción de las habitaciones con mosai-
cos u otros pavimentos de lujo. Pero según la viSión de la arqueología estra-
tigráfica, un estrato de tierra, una fosa o cualquier otro tipo de unidad estrati-
gráfica tienen el mismo derecho de aparecer en una planta que un muro, un
pavimento de mármol el lln~ t" ........ h"
118 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 119

Antes de excavar una unidad estratigráfica hay que dibujar en planta el


contorno de su superficie, ligándola a estructuras murales ya dibujadas y/o a • + +
la retícula del sistema de coordenadas (pp. 101 ss.). En este segundo caso,
p.ueden utilizarse hojas previamente impresas que, además de las intersec-
CIones de las coordenadas, prevean en su parte inferior una serie de casillas
que se deberán rellenar. Esto no excluye, naturahnente, que pueda conside- +
rarse conveniente representar algunos estratos, no sólo en calidad de su- su
p~::B-cies, sino también por las características materiales de la parte superior
V:S1b1e de sus volúmenes (pavimentos decorados, estratos de ocupación con
distribución significativa de los materiales, etc.). El borde de la unidad se in- +
+
dica con una línea continua, mientras que posibles superficies de destrucción
que hayan afectado al estrato se deben indicar con una línea discontinua. Si ~

~
V""/
(
la visión de una superficie queda interrumpida por el límite de la excavación,
este último se indica con punto-línea-punto (pp. 125 ss.). Además de rellenar ~ +
l~s diversas voces previstas en las casillas de la hoja impresa no hay que ol- , J1\\'-
VIdarse de dar los números de -las coordenadas a una de las intersecciones de
la retícula para poder situar la planta en el espacio. La planta debe incluir un ~-"
número adecuado de cotas que se trasladan al dibujo a partir de la ficha de + ( j +

unidad estratigráfica. El punto acotado se indica con un triángulo con el vér-


tice hacia abajo. A mayor desnivel de la superficie, tanto mayor debe ser el
número de puntos acotados. Éstos sirven también, más tarde, para poder re-
+
constnrir secciones. En una planta no puede aparecer más de una unidad a • + +
no ser que diversas unidades colindantes se hallen en la misma posición es-
u:a~igTáfica. Puede indicarse la posición de los materiales arqueológicos sig-
nificativos por sí mismos o por su distribución preferente (Registro arqueo-
lógico, 1986). Los materiales significativos dibujados en planta tienen que
estar numerados con cifras árabes insertas en triángulbs, para no confundir- I
las con las de las unidades estratigráficas, y deben recopilarse en un listado FIGURA 110. Hoja preimpresa para plantas y secciones a utilizar en áreas de excava-
en el correspondiente registro de los materiales significativos. ción con cuadricula (modelo en uso en el Departamento de Arqueología Urbana del 1

Museo de Londres). I1
I
Las hojas impresas por el Departamento de Arqueología Urbana del Mu-
seo de Londres, que en su parte posterior tienen una cuadrícula milimetrada ciones). Las voces que_ aparecen en la parte inferior de la hoja son: dibujo de, I
para secciones y plantas, se han concebido de este modo. TIenen unas dimen-
siones de 29 X 32 cm y un espacio reservado para el dibujo, de 25 X 25 cm,
control, fecha y yacimiento. La intersección inferior-izquierda (suroeste) debe
contener los datos de las coordenadas. En esta misma parte de la hoja, dos lí-
I
que en cada uno de sus lados está limitado por seis pequeñas cruces colocadas
a 5 cm de distancia para la intersección de las coordenadas. Trabajando a es-
cala 1:20 los cuadrados de 5 X 5 cm corresponden a una superficie real de 1 X
neas vertical~s y dos horizontales determinan nueve cuadrados de los que hay
que indicar con una x el central, correspondiente a la hoja en cuestión, y los
adyacentes si por ellos se extiende la misma unidad estratigráfica, documen-
I
1 m que se hace corresponder con el sistema de coordenadas implantado en la tada en otras hojas. En el espacio destinado al diagrama estratigráfico sólo
zona de excavación. Si una unidad estratigráfica se extiende hacia otros cua-
drados limítrofes (más de 10 cm), ésta se dibuja en otras hojas correspondien-
tes a los cuadrados citados. Encima de triángulos invertidos se indican las co-
se indican las unidades excavadas y ya dibujadas en el mismo cuadrado. En el
espacio destinado a observacibnes se indican ocasionales símbolos especiales
utilizados para caracterizar el dibujo u otras eventualidades. El número de
I,
I
tas sobre el nivel del mar que se registran también en la ficha de unidad planta/unidad se repite en la hoja, arriba a la derecha, para facilitar su locali-
I
estratigráfica. Las plantas (y las secciones) tienen el mismo número de la uni- zación en el clasificador (figura 110).
dad estratigráfica
L _
a la-'que
_=_"- ____
_ _ _ _ •• _ _ •
corresponden.
_____ -" ___ -" ____ 4.'- No hay necesidad de indicar
.. __ - ! __ ,,-_.l _ _ _ _ _ • _ _
-4- _ _
el nor-
-----!L_ Y_
T~rp;~ f>.~p.ncial del araueólogo exca-
I
[1,
,Ir
,11
I
120 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 121

gráficas y la construcción de la secuencia estratigráfica por períodos, es la de


dar cuenta del aspecto topográfico del monumento. Dicho fin no se puede al-
canzar sólo con las plantas y las secciones de cada una de las unidades estra-
tigráficas.
l:~ mejor~s p~antas de hace. años destacaban más por el realismo y la
precISIón del dIbUJO que por el ngor de los principios en los que se inspira- ¡;
ban. En e.l siglo pasado y a principios del presente siglo las plantas ilustraban '1
,
la situaClon en un momento determinado de la excavación, muchas veces se "
}~
so~br:aban para obtener un rudimentario efecto axonométrico y las carac-
tenzaclOnes adolecían de leyendas explicativas. En el mejor de los casos se
trataba de plantas arquitectónicas y no arqueológicas, en las que el arte de-
tallado del dibujo prevalecía por encima de las reglas del juego estratigráfi- FIGURA 111. Cinco estratos vistos en transparencia. Solo el estrato 1 cubre y no es
~: Este tipo de plantas se realizan todavía y son ejemplo de una tradición cubierto. La vida del estrato 1 es la que data la planta.
mmterrumpida (Giuliani- Verduch~ 1987). Teniendo que reconstruir la Roma
de los Tarquinios entre el Aventino y el Esquilino, con el fin de hacer una
m~~ueta para una exposición inaugurada en Roma en 1990, recibí algunas
cntlca~ porq~e repro~~cía no s610 los edificios construidos ex novo por los plantas de las unidades estratigráficas, coetáneamente e"?- uso en un ~s~o
Tar~umlOs, SInO tamblen aquellos más antiguos que habían reutilizado, como período, que se quieren componer entre si y ~ostrarlas ju~ta~ en una UIl~ca
o~vIa~e~te era mi obligación. En la maqueta de toda Roma, a cargo del co- imagen planimétrica. Las otras plantas de unldades estratlgraficas ~e dejan
rrusano CIe.ntífico de la exposición, no aparecían los edificios anteriores al pe- aparte y pueden aparecer o no en otras plant~ compuestas o de penado. De
ríodo consIderado y entonces en uso, había sólo una selección de los edificios ahí la idea de la planta compuesta, en el sentIdo de que ~e co;npon~ ~e va-
construidos por los Tarquinios (no estaba, por ejemplo, el Circo Máximo), rias plantas de unidades estratigráficas conectadas entre SI segun la IO~lca de
con grandes incongruencias cronológicas, como la presencia simultánea de la historia del monumento al que pertenecen. En una p1a~ta ~~ este ..tlpO un
los templos de Fortuna y Mater Matuta y los de Saturno y de los Cástores porcentaje elevado de las superficies de las unidades estratIgraficas so~o apa-
que, en cambio, se excluían mutuamente (Carandini, 1990a; las maquetas se recen parcialmente, ya que se hallan en parte .cubie~as por otras unIdades.
hallan ahora en el Museo della Civilta Romana de Roma). Esto indica que Tan sólo la unidad más reciente de todo el conjunto sm duda alguna aparece
l~s plantas por períodos es un concepto que en Italia todavía no está sufi- en su totalidad. La fecha de esta última marca también la fecha de la plan-
Cientemente claro ni difundido. ta, en el sentido de que su cronología más real coincide siempre con el perio~o
La prop~a idea.. de planta se ha ido precisando gracias a las excavaciones de vida de la unidad más reciente contenida en la planta, aunque la propia
en. grandes .areas. Esta ~p~~ce como documentación de conjuntos de super- planta puede ilustrar unidades estratigráficas ~ormadas.. en un.marco crono-
fiCIes ~e umdades estratlgráficas construidas, vividas, reutilizadas, expoliadas, lógico precedente y reutilizadas durante ese nnsmo penado (flgura 111).
dest~das y abandonadas dentro de unos determinados períodos de tiempo, Al no poder verse completamente en estas plantas l~s contornos de las
es deCIr, una planta compuesta de superficies de un mismo período. En teo- superficies de las diversas unidade~, no se pu~den d~duCIT de. ~llas las rel~­
ría podríamos tener tantas secciones como planos verticales fuésemos ca- ciones estratigráficas ni las secuencIaS, 10 que SI pernute la seCClon q~~, en di-
paces de imagínar en el área de una excavación. En teoría podríamos tener cha ventaja, justifica su razón de ser. Mientras la.vali~ez y la d~raclon de la
t~ntas plantas compuestas o de período como unidades estratigráficas identi- planta está limitada por una sola unidad estratlgráfica (la mas moderna),
fIcadas. Por lo tanto, las plantas podrían considerarse como una serie de fo- aunque en aquélla se representen parciahnente otras unid~des de la mIsma
togramas (unidad por unida9.) que ilustraran sucesivamente la acumulación fase, la sección tiene la validez y la duración de todas las umdades en ~lla r..e-
de .la estratificación a través del tiempo. Pero al igual que no se pueden di- presentadas y, por lo tanto, también de todos los período~ de la estratlgrafm.
bUJar todas las secciones imaginables, tampoco se pueden dibujar todas las Lo que antes era importante en una planta era el CUIdado ~ la preClslón
plantas de una excavación. El dibujo animado" de la secuencia de las diversas del detalle más que la lógica del dibujo. Aparecían muros de dIVersas fases,
acci<;>nes materiales se puede hacer una vez, con fines experimentales o di- adosados y superpuestos en los modos más diversos (figura 112). En dichos
dáctIcos, pero no más. Se debe pues escoger el momento· a representar si- casos, más que de plantas arqueológicas se trataba de repertonos gráficos. ~e
_ _ ~ _ _ ._l_ -.~_.------ - _ ! .• _ , - , - . . , --;- _ _ _ _ .. _.'--" ... --:.,.. ..!-:: _____ ... _, :-c--- _! _ _ _ _ _ _ _ _ 1-_
""dro;¡Ti"'o<;1. vp.rtiel'lles. en varte útiles pero inaceptables como documentaCIon
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122 ~{~.,,",('..... ~L-?
~ HISTORIAS EN LA TIERRA LA D0<;UMENTACIÓN 123

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C+~+8 FIGURA 113. Dos fases sucesivas de un mismo edificio. El estrato 5 ha cubierto y, p~r
10 tanto, borrado los muros de la habitación 1, mientras que se apoya e~ lo~ de la. habI-
tación 4 que constituyen un añadido a los muros de la precedente habItaCión 2, mme-
~
, 1 diatamente anterior a la formación del estrato 5. La representación de los estratos ho-

·c·
rizontales impide materialmente la elaboración de plantas diacrónicas acumulativas_

,,
~

e =
FIGURA 112.. Tres grupos de tres fases constructivas sucesivas, representadas de for-
ma acumula1:1v~ al, fi.nal de cada serie. Dichos edificios, constituidos por la suma de to-
das sus fases, hlstoncamente no han coexistido jamás a excepción hecha de la visión
que de ellos tiene el arqueólogo una vez acabada la excavación. ~
+t ~

amasijos ~ est~u~tura~ q.?-~ frecuentemente representaban realidades que ~ d g, 1 ;;


m
nunca hablan eXIstIdo hlStoncamente y que eran simplemente el resultado de
I~ Suma de mu~~s de diferent.es ,períodos. Lo que el arqueólogo veía al fma- FIGURA 114. Dos muros superpuestos en una planta diacrónica pueden interpretar-
se de tres formas diversas (un muro se superpone a otro, o 10 corta, dos muros se °
IIzar la excavaclO~ una vez elImmados los estratos de tierra y conservadas las apoyan en un tercero).
e~t~cturas, se presentaba como el resultado de la investigación. Este tipo de
dibuJos se ~eahz~b~ porque sólo los muros, que por su forma larga y estre-
cha se podlan anadir y sl~.perponer fácilmente, tenían derecho a aparecer en jugar un papel de síntesis didáctica de los principales acontecimientos c~ns­
planta. Una vez establecIdo que todas las unidades tienen derecho a ser re- tructivos que se han sucedido en el tiempo, pero en los casos más comp~:a­
presentadas en ~lanta, este tipo de plantas absurdas ya no se pueden repetir. dos resultan incomprensibles incluso para el arqueólogo que no esté famIlia-
Los estratos honzontales cancelan con su propia extensión los muros oblite- rizado con dicha excavación. En la excavacion de la vertiente norte del
rados de las. fases precedentes, obligando así a razonar histórica y no ya glo- Palatino, al final se elaboró una planta global de las estructuras a escala 1:20,
balmente ({¡gura 113). Por otro lado. incluso las superposiciones de muros en hojas separadas, que fueron reducidas y conectadas entre sí a es~a1a 1:?0.
acababan por oculta~ import~tes realidades, aunque fuese por poco, hasta el Las plantas de estrato, al igual que las secciones a escala 1:20, se realizan bIen
punto ~ue no se podía deduclf de aquellas plantas si un muro cortaba o se su- triangulando desde las estructuras, bien utilizando la cuadrícula. especial-
perpoma a uno precedente, o si dos muros se apoyaban en un tercero (figu- mente útil cuando las estructuras son poco accesibles por estar lejos, más pro-
ra 114).
fundas o invisibles por no haberse descubierto todavía. Cada estructura mu-
. Aunqu~ este tipo de plantas diacrónicas y arbitrariamente selectivas no ral que se excava se borra del dibujo a lápiz de la planta de interfase y se
bene~. sentIdo en el campo de la documentación científica, pueden resultar traslada a plantas de estructuras articuladas en grandes períodos cronológi-
de utilidad para fines prácticos siempre que los mUTOS de las diferentes fases cos. El espacio que de este modo queda libre en la planta de interfase sirve
Se carac!erice~ .?e fo~a .dive~a. ~s ~lantas de final.de excavación pueden para insertar posibles nuevas estructuras subyacentes, por lo que dicha plan-
• • _ --'-'''-- --_._- !_-<._-
ta es siempre lUl espejo real y actualizado de la excavación. El contorno es-
"". •• ~._-'----~-"'~ rlL>oC'''-''~p,:~ np nne
124 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 125

•I •I ~
SEU'ÓN

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I ~~
3 ~

L
I , 1

O
I
O OD
FIGURA 116. En la planta compuesta las superlici~s de destrucci~n deben n~presen­
. '

tarse tal como son, sin substituidas por punteados mtegradores o mterpretatlvos. (a)

8ÉJ
PE OPOr2
Sección. (b-el ) Plantas. (e2 ) Versión tradicional y errónea de el.

ticamente documentadas Y la planta reconstructiva con sus recorridos. Es


r: 115. Elabo!aciónparadeque
GURA
eJempl? ,elemental
una planta compuesta o de período (la elección de un
se comprenda el procedimiento aunque no su utili-
aconsejable que esta última se elabore a una escala no .~uy alta, ya que me;
SlIVe rece reflejar un determinado número de detalles cuya VISIón debe ser global.
dad, utilidad que se pone en evidencia ante estratigrafías más complicadas).
Criterios gráficos. Si queremos pasar de la planta con diver~as fases de
la excavación o de las excavaciones terminadas -de la que el ejemplo más
aparezcan, pero su caracterización no se realiza hasta que les llega su «tllr- famoso son las láminas de la Fonna Urbis de Lanciani (1893-1898)- a las
no» en la secuencia estratigráfica de la excavación. plantas compuestas por períodos o fases, si queremos pasar ~ues de la repre-
Así Se evitan los bordes de planta superpuestos a la planta general de las sentación narcisista del resultado final de la labor del arqueologo a plam.n::e-
estructuras, que siempre creaban problemas de lectura. En el caso de estruc- trías lo más objetivas posible de las diversas fases en las que se p~ede peno-
tura~ que no ~e excavan, es suficiente la planta 1:50 (esta forma de proceder dizar un monumento, un barrio o una ciudad, hay que traduClI la pl~:r:ta
ha sIdo expenmentada por N. Terrenato y M. Serlorenzi). . arquitectónica del estado real de las cosas en plantas reple~~s de,.. ~amat1ca
Solamente en contextos especialmente sencillos se pueden elaborar las estratigráfica, es decir, susceptibles de aunar la representaclOn cnuca de las
plantas compuestas directamente en la excavación, ya que en los restantes unidades, fase a fase, período a período. .
~os se aconseja reconstruirlas en el laboratorio. El punto de partida es el Es necesario establecer una filología de los elementos mmuebles que lle-
dIagrama estratigráfico por períodos, ya que a un determinado número de gue a concretarse en crit~rio~ gráfic~s. específicos. La p~opuest~ ,!u~ pres~n­
períodos y fases principales debe corresponder igual número de plantas com- tamos se basa en la expenenCla adqumda en las excavaCIones bntamcas ~ ~t.?-­
puestas, así como a un determinado número de unidades estratigráficas pre- lianas en Cartago (Hurst-Roskams, 1984; Carandini el al., 1983), en la .edIcIon
sentes en el diagrama para un período o fase debe corresponder igual núme- de la excavación de Settefinestre (Carandini, 1985a, 1*, pp. 26 ss., fIg,;"a 6;
ro de plantas- de unidad a tener en cuenta al elaborar la planta de dicho 1**, passim) y en una reflexión sintética y crítica sobre ~bas y tambIe~ so-
período o fase (figura 115; Hams, 1979, figura 29). Evidentemente, en las bre la experiencia adquirida en la excavación de la vertIente septentnonal
plantas no aparecen las unidades estratigráficas que se hallan completamen- del Palatino por M. Medrí (Medrí, 1988).
te cubiertas por otras unidades que se les superponen.
La planta compuesta es un docwnento filológico con aparato crítico pero Unidades estratigráficas de otra fase. No están en las plantas C?mpuestas a
no todavía una reconstrucción, motivo por el qúe las superficies- de las uni- no ser que tapen o hayan destruido unidades de la fase, aparecl~ndo en tal
dades presentes en aquélla deben aparecer en su estado de conservación real caso como una sombra vacía en los límites no originales de las umdades de la
s~ haber sido completadas COn líneas discontinuas fruto de la interpretación fase tapadas o destruidas. .
(fIgura 116). La planta compuesta reoresenta un nllntn intp_rTTlprlin p-nrrp 1.,. TT_;A,.A,,« ....-¡ ..nhrr ..h.¡:¡,.n ... A~ In frHIP MI1r(l~ ITlos::tu'..os. enlosados. etc.. se ca-
...--~--~~~---~ ..
~~_._._ ..
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~.

~ 126 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 127


~
~. rTT T T _'~+----'-T~LA~N';LA'~'~N~/METK.íA
$UCI6N pe-+- PEK/(JPO 111
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--J-- PEft.{OPO 111
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PLANTA CoM1'/JE~
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PLANTA COMPUES-
TA PEI. PEVOPO IJ/

~
FIGURA 118. Alzado y plantas "compuestas de muros de tres fases constructivas; con
~
--[TIT-r-
~ --rrT ~
línea discontinua las estructuras reutilizadas (Medri, 1988, figura 3).
~ I I
~
~ FIGURA 117. Diferentes tipos de hachures según el perfil de la unidad estratigráfica
+ 8 ya/opo IV

PE1:./0PO 111

,
negativa (indicaciones del Departamento de Arqueología Urbana del Museo de Lon-
~ dres). T-;--,;-+-- ¡'~'LA¡:!~~"~~' 'T'
+1'E1:./oPOII
y
,
.., ALZAPO
~ lutas sobre el nivel del mar (indicadas sobre triángulos con el vértice hacia Ó I'E1:.{OPOI
abajo) y números de unidad estratigráfica (precedidos, si es necesario, por el
número de sondeo o área- seguido de un punto). Los muros y los paramentos

,
~ determinan unidades funcionales o habitaciones que. tienen un número propio
(precedido por la letra A), que debe indicarse en el Registro de las habitacio-

,
nes. ~s muros existentes bajo el plano de sección, por lo ta:J;lto vistos de for-
~ ma virtual, se caracterizan de forma naturalista para documentar la técnica 1'LANTA COMI'UE$- PLANTA COM1'UES-
.,. TAPE!1'Elo/OPO/l TA PEL 1'Elo{OPO /ti
constructiva a nivel de su coronamiento. En realidad "estas" crestas de muros
son superficies de destrucción, que deberían ilustrarse en otra fase, ya que la
superficie original de un muro es la que se hanaba a nivel del techo. Pero si- FIGURA 119. Alzado y plantas compuestas de muros de dos fases constructivas; con
guiendo este criterio nos hallaóamos ante la paradoja de representar de for- "" , línea discontinua los muros reutilizados (Medri, 1988, ÍIgura 4).
ma realista los muros sólo en su fase de obliteración, por lo que hay que re-
presentar la técnica en la fase de construcción, dejando para la obliteración
solamente el límite sin caracterizar de las correspondientes interfacies de des-
trucción. Los muros conservados en alzado por encima del plano de sección y, un punteado irregular en el interior. Líneas continuas representan los límites
por 10 tanto, seccionados por éste se pueden representar con una línea conti- originales de las unidades. Si están interrumpidas por los límites de la excava-
nua para los paramentos, ya que el núcleo, a dicho nivel invisible, puede apa- ción se usa la línea-punta-línea que sirve para definir sondeos, áreas y testigos
recer entre lfueas discontinuas. Para indicar la calidad de los materiales de en la excavación. Los límites no originales de las unidades, debidos a destruc-
construcción se pueden utilizar simbologías de trazos que, por el nivel de abs- ciones poster:j.ores o al hecho de estar cubiertas por unidades más modernas y
tracción, deben explicarse en una leyenda. También se pueden caracterizar conservadas, se indican con una línea discontinua. Es preferible indicar las re-
con colores o trazos diversos tipos de unidades estratigráficas: pavimentos de laciones de apoyo entre dos muros con ambos límites de dichas estructuras.
calles, preparaciones de cal y cerámica, argamasa y cal, preparaciones y suelos Las depresiones y fosas se indican con hachures (figura 117). Elementos espe-
de tierra, estratos de desechos, muros de arcilla, derrumbes de muros de cra- ciales de los muros de la fase (ventanas, vanos, etc.), que no aparecen en las
ticium, de arcilla y de piedra, derrumbes de techos y estucos y derrumbes de caracterizaciones de los muros por hallarse por· debajo de la cota de sección,
tejados. Los pavimentos en opus spicatum pueden representarse con una cier- se indican con líneas de puntos en la caracterización. Los muros que prosiguen
o'" l ... O' 1 ...... t-..... l~ ..... -:I-.."'.f'<>o<" ,,"" ; ... .-1.,........ h .."'''o ...... '''-.f'.,. ,......... ..."'..,1-"'...... "' .. "';¡<>O 1-{... ",,, ..." ... 1-,-..
ta caracterización Dara indicar la orientación nf':l motivo T J"l<: TPvPd;-rn-;pnt-..... ., ....
128 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 129

Unidades estratigráficas reutilizadas. Dichas unidades aparecen en planta Los· detalles. Se deben fotografiar aquellos estratos cuya composición o
Con sus límites pero sin caracterización naturalista interna ni cotas ni números color tiene un interés especial o características de difícil reproducción me-
de unidad. Se puede dar el caso de unidades de poca entidad que para sinteti- diante un dibujo, por motivos técnicos o de tiempo: derrumbes de piedras,
zar aparezcan en planta sólo como reutilizadas. En dicho caso deben identifi- conjuntos de tejas o de estucos, niveles de ocupación, muros de arcilla, agu-
carse con su número de unidad estratigráfica entre paréntesis. Los límites no jeros para postes, unidades incomprensibles, estructuras por excavar, esque-
originales se indican con líneas discontinuas. Para destacar los diversos tipos
de unidades reutilizadas se pueden usar colores u otros símbolos, como en el
letos, etc. u Resulta útil fotografiar los alzados de los muros (especialmente
caso de pavimentos, batidos y suelos, preparaciones de pavimentos, revesti- cuando no hay tiempo para dibujarlos o detallarlos), partes significativas de
mientos murales (estucos, mármoles, conducciones) y pulvinos, umbrales, es- secciones Y materiales significativos in situ, especialmente aquellos que co-
calones, bases, conducciones, muros y estratos (figuras 118-119). rren el riesgo de estropearse al ser levantados. En las fotografías de seccio-
nes los cartelitos con los números de las unidades estratigráficas no molestan,
pero hay que evitar enfatizar con el paletín las superficies de los estratos para
hacerlas más visibles. Hay que quitar todas las gomas elásticas.
Fotografías Para estas fotos generalmente hacen falta: 1) pequeñas pizarras en las
que indicar el lugar, el sondeo/área (si es necesario) y el número de unidad
Damos unas pocas y sumarias indicaciones ya que el tema merece un tra- en la que se ha puesto la pizarra, que no debería ser la protagonista de la fo-
tamiento especial. tografía; 2) decÚTIetros de color blanco y rojo, a colocar bajo la pizarra; 3) pe-
Las fotografías de excavación frecuentemente se hacen mal (como se ve queñas flechas de color blanco y rojo para indicar el norte, a colocar sobre la
ojeando las Notizie degli Scavi). Ya que una máquina fotográfica normal es un pizarra. La disposición de estos tres elementos debe ser ordenada y estar
instrumento que fácilmente puede estar a disposición de cualquier excavación, bien orientada en relación al punto de vista. A veces toda esta parafernalia
es importante saber usarla en función de las necesidades de la estratigrafía. complica y desluce inútilmente las imágenes, especialmente cuando son para
La documentación fotográfica puede ser mucho más exacta y detallada publicar. En dicho caso, es aconsejable hacer también fotografías sin los ele-
que un dibujo. En muchos casos, especialmente en las excavaciones de ur- mentos citados.
gencia, puede llegar a sustituir a algunos gráficos. Pero la fotografía dismi- El encuadramiento debe estudiarse bien, privilegiando las orientaciones
nuye inexorablemente la capacidad de observación mientras que el dibujo la paralelas o perpendiculares a las superficies que se quiere documentar y, en
agudiza. Lo ideal es complementar ambos tipos de documentación. especial, a los muros. La luz difusa es generalmente la ideal. Un trozo de
Las máquinas fotográficas «formato Leica» (24 X 36) sirven para este fin, plástico utilizado como pantalla puede hacer las funciones de una nube.
aunque el resultado del formato 6 X 6 es mejor. Habría que tener, al menos, Otras veces puede ser más adecuada la luz rasante, en especial para eviden-
dos máquinas para blanco y negro y para las diapositivas en color. En este úl- ciar pequeños detalles. Las superficies que quedan dentro del encuadra-
timo caso hay que disparar tres veces, una para el archivo y las otras dos para miento deben haber sido perfectamente limpiadas poco antes, de manera que
las conferencias y la prensa. Es mejor no utilizar películas muy sensibles, a no los estratos no se sequen y adquieran una tonalidad grisácea uniforme. La
ser que se trate de casos especiales. Cuanto más cerrado está el diafragma, utilización de un gran angular basculante puede ser útil para encuadrar efi-
mayor es la profundidad del campo enfocado. El objetivo normal es el más cazmente alzados y mosaicos u otras superficies pavimentales de una cierta
fiel, pero el gran angular encuadra más estructuras, por lo que frecuente- extensión. Mejor pocas fotos bien escogidas, cuidadas y clasificadas que mu-
mente es el más adecuado para dar una idea de conjunto de un contexto es- chas mal hechas y desordenadas.
tructural. Los carretes de una excavación deben nUmerarse y cada fotografía
debe identificarse mediante el número de carrete y de fotogr~a. El uso del Los conjuntos. Muy útiles resultan las fotos que encuadran toda el área
fotómetro perinite al director y a los responsables de la excavación tomar fo- de excavación y el paisaje en el que ésta se encuentra. Para obtener tal re-
tografías de ésta con unas ciertas garantías de éxito. El fotómetro debe en- sultado hay que subir al lugar más alto que se pueda: un edificio o una coli-
focarse a unos 15 cm del objeto que se va a fotografiar. Si las luminosidades na. Una o más fotografías montadas juntas de un barrio de una ciudad o de
son diversas en diferentes puntos de la excavación hay que escoger una o es- una zona de campo se pueden después tranquilamente transformar en un di-
tablecer una media. bujo con la reconstrucción de los edificios antiguos en el contexto de la geo-
Antes de fotografiar hay que limpiar la excavación siguiendo un orden. morfología de la zona, como se hizo en la villa de Settefinestre (Carandini,
Hay que empezar por las superficies verticales (Ipuros) para baj~r a las hori- 1985a, 1 *, figuras 38, 114), en un barrio de Bolonia y en Comaccruo (Gelicru-
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~ 130 HISTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 131
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LA INFORMÁTICA

El uso del ordenador

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Utilizar un ordenador en la excavación para la documentación escrita
(fichas) sirve para comprobar y controlar los contenidos de la información
mientras Se sigue excavando. Si se hace así se puede disponer y acceder con
!!I facilidad a una gran cantidad de datos relativos, por ejemplo, a campañas
~ anteriores o a trabajos de otros grupos de investigación. Esta visión puede
~ parecer limitativa si tenemos en cuenta las múltiples posibilidades .de ~n­
~ vestigaciones matemático-estadísticas y de elaboración que los medios ID-
FIGURA 120. _ La fotografía de conjunto de un área de excavación no tiene que ser formáticos ponen a nuestra disposición. Pero todo esto corresponde ya a
~ una fase posterior de la investigación, más allá de la propia excavación. La
una imagen de las excavaciones, SIDO una reproducción de superficies de unidades es-
~ tratigráficas de un período detenninado, limpias y libres de cualquier objeto (obsér- posibilidad de crear listados, de establecer comprobaciones entrecruzadas
~ vese el uso del metro, de la pizarra y de la flecha para indica: el norte). entre los materiales presentes en los estratos y la secuencia estratigráfica,
~.
de calcular porcentajes de cualquier componente de los estratos y muchas
otras más, son objetivos fácilmente alcanzables si se decide estandarizar el
~ contenido de las fichas de papel y archivarlas mediante un ordenador. Des-
~
dad las fotografías tomadas desde un globo (en Italia las primeras son de G. de este punto de vista el tiempo que se ahorra es mucho, incluso si se toma
Boni: Carandini et al., 1986, figura 127), desde una cometa, desde un ala del- en consideración el esfuerzo que representa la inserción de los datos: pién-
~ ta, desde un helicóptero o desde un avión, pero aquí se entra ya en el campo sese solamente en las repercusiones que para las fichas tienen las sucesivas
~ de la topografía arqueológica. 12 comprobaciones manuales cuando la documentación de la excavación as- .I
~ A falta de sistemas sofisticados para tomar fotografías desde arriba hay ciende a miles de unidades estratigráficas. En algunos casos se plantea el
que confonnarse con escaleras ligeras de dos hojas con prolongación o con problema de no poder recuperar los datos omitidos o equivocados si las
~ andamios diversos. También para las fotograñas de conjunto hay que tener fichas no se comparan, pasado un cierto tiempo, con otros tipos de docu-
~ en cuenta todos los detalles. En este caso también son más aconsejables los mentación gráfica y fotográfica. Sometiéndose a un procedimiento de re-
~ encuadramientos paralelos o perpendiculares a los ejes principales de las es- cogida, archivo y comprobación de los datos de forma simultánea a la ex-
tructuras a documentar y el uso del gran angular basculante, porque la ven- cavación, todos estos riesgos se reducen considerablemente. El uso de un
~ taja de poder encuadrar un gran sector de excavación es superior a las des- ordenador, que por naturaleza está rigurosamente estructurado, obliga de
~ ventajas de las deformaciones ópticas. Tanto la limpieza de 'la excavación hecho al usuario a una corrección formal y, por lo tanto, lógica, que difícil-

,
I como la lui difusa son también aquí requisitos fundamentales. La aurora, el
crepúsculo y el cielo nublado son circunstancias favorables para fotografiar
conjuntos. Los estratos deben estar bien expuestos, los muros descarnados,
mente se puede alcanzar con el procedimiento-tradicional de rellenar las fi-
cbas de papel.
En Italia hay pocas experiencias en este campo,13 contrariamente a lo
las fosas vaciadas, los cortes verticales, los bordes de la excavación limpios, que ocurre en otros países, como Gran Bretaña (un buen ejemplo son las ac-
sin gomas elásticas ni trastos (figura 120): no tiene que haber personas, ni ins- tas de numerosos congresos sobre Computer Applications in Archaeology),
trumentos de trabajo, ni cajas de materiales, etc. Una de las buenas razones en ios que los grupos de investigación se han agrupado hace ya años para de-
para excavar grandes áreas por fases es la de poder representar en una foto- sarrollar su actividad de campo con la ayuda del ordenador. La única inicia-
grafía una realidad más o menos sincrónica, aunque una fotografía nunca po- tiva concreta en este sentido a nivel nacional es la del Instituto central para
drá sustituir a una planta compuesta de período o de fase. el catálogo, que desde hace años ha iniciado un estudio de viabilidad para la
También puede resultar útil hacer una mosaico de fotografías verticales infonnatización de las fichas de inventario, en colaboración con el Cnuce
de forma que se cubra todo el área de la excavación. Dichas imágenes am- (Centro Nazionale Universitario di Calcolo Elettronico) de Pisa (Parise Ba-
pliadas a la misma escala de la planta general pueden servir para compro- doni-Ruggeri, 1988). Recientemente, dicho Instituto ha presentado una pro-
barla y completarla en sus detalles (Barker, 1977 y 1986). En toda fotografía puesta para la estructuración de los datos que incluye también todas las fi-
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132 mSTORIAS EN LA TIERRA LA DOCUMENTACIÓN 133

~uto de la colaboración entre el Instituto del catálogo e mM y ha sido rea- adecuadas y aprobadas tras las correcciones pasaban a formar parte definiti-
lIzado por A. Cipollini. vamente del banco de datos.
Gran parte de la experimentación ha sido concedida por este Instituto a Se trata de un procedimiento muy articulado creado para gestionar un
los proyectos financiados por el artículo 15 de la ley 41 de 1986, entre los cua- sistema de información bastante complejo. Pero no siempre es posible o ne-
les el proyecto «Eubea» (para la catalogación de los bienes arqueológicos de cesario plantearse las cosas bajo una óptica tan global. En una excavación,
Nápoles y de los Campos Flegreos) ha sido el único que se ha beneficiado puede ser útil poner en marcha tan sólo un segmento de todo el procedimien-
de todo el conjunto de fichas arqueológicas y ha colaborado activamente para to, como' por ejemplo la introducción de los datos para registrar los datos
introducirlas en el programa Saxa. En este proyecto el trabajo de campo se de las fichas de papel, estableciendo previamente una cantidad de comproba-
ha desarrollado contemporáneamente a la infonnatización de los datos rela- ciones en diccionarios, relaciones estratigráficas y todo lo que se considere
tivos al análisis y a la docwnentación de los monumentos (asimilable en mu- oportuno.
cho~ aspectos a la investigación estratigráfica de la excavación), a la topo- Mucho más amplio y diñcilmente limitable a la excavación es el tema de
grañ~ urbana y rural y al fichado de los materiales, mientras que en lo los gráficos y de las imágenes elaboradas con ordenador. Las posibilidades
relatIvo a la excavación el sistema se ha utilizado para la reelaboración y la que se ofrecen al usuario en este campo son muy numerosas: desde sistemas
documentación de excavaciones realizadas en los últimos años en el centro sencillos y de relativo bajo coste a sistemas sofisticados y costosos, creados
histórico de NápoIes (Campi Flegrei, 1990). para dar respuesta a exigencias concretas en el campo de la imagen. Desde
La organización del trabajo se ha estructurado de esta forma. Cada gru_ el punto de vista gráfico, la excavación tiene su lugar adecuado en el mar-
po disponía en el laboratorio de uno o más ordenadores personales de la co de los programas de cartografía numérica, en los que se ofrece la posibili-
Bull, co~ disco duro de 30 Mb, con una capacidad media, en relación a las di- dad de establecer un nexo concreto entre territorio y evidencias aisladas por
versas directrices del Instituto del catálogo, de unas 3.000 fichas cada uno. medio de sistemas de referencia en coordenadas geográficas. Problemas más
Todos los ordenadores utilizan el sistema de entrada de datos del programa concretos de representación gráfica de la excavación se pueden resolver con
Saxa y el grupo de trabajo se encargaba de introducir las fichas según las nor- programas Cad' (Computer Assisted Design).
mas establecidas por el proyecto. Como complemento del data entry se dis- Por lo que respecta a las imágenes, preferentemente fotográficas pero
puso de un sistema de programas para hacer algunas comprobaciones. De he- también gráficas, las' posibilidades principales son dos: el archivo de imáge-
cho, Saxa no pennite hacer todas las comprobaciones que serian necesarias nes fijas no elaborables y el archivo de imágenes digitalizadas elaborables.
para la creación de un banco de datos, ya que se trata de un programa de pa- Hay también sistemas interactivos que permiten la posibilidad de comproba-
rámetros limitados. En cambio, se ha aprovechado a fondo la posibilidad de ciones entrecruzadas con datos de tipo diverso, texto e imagen.14
S.a::a de gestionar diccionarios controlados, estableciendo a priori una selec-
Clan de vocablos considerados idóneos para la- variedad de evidencias que
había que catalogar. Los principales controles externos al proyecto Saxa se
han oc~pado de la congruencia de las relaciones estratigráficas, de la com-
probacIón de la elaboración en los campos correspondientes a las diversas
voces de la ficha considerados obligatorios, de las relaciones estructurales en-
tre las diversas fichas y del desarrollo de las abreviaciones bibliográficas. To-
dos estos controles se realizaban en un momento inmediatamente sucesivo a
la introducción de los datos, según un procedimiento establecido por normas
internas y bajo la responsabilidad directa de cada grupo de trabajo. A ~nti­
nuación los datos pasaban de las sedes periféricas a la central, mediante dis-
quettes o lmeas telefónicas, siendo almacenados en un ordenador (Main tra-
me DPS 7000, modelo 50, memoria hard 4{) Mb) capaz de contener todo el
banco de datos del proyecto, que asciende a unas 50.000 fichas. En dicha sede
se repetían los controles efectuados en las sedes periféricas y se comprobaba
la congruencia de las relaciones estructurales entre todas las fichas que for-
man l~ base"'! de
-Ó-~A~~ _ _ •
datos y la síntesis y el contenido formal de los campos obje-
___ '-" __
__ T ' , . . • _ • ~ • _ r,1
NARRACIÓN Y EDICIÓN 135

1.1
Búsqueda del
sitio por exca- Paleoambiente, Reconstrucciones,
encuadramiento análisis no des- Preguntas
,& históricas
topográfico tructivos, sondeos

1.2
Planteamiento Sistema de refe-
4. NARRACIÓN Y EDICIÓN de la excava-
ción
Forma
de la excavación
Procedimiento
de la excavación
rencias para las
planimetrías
de la excavación

De las cosas allwmbre :::;-


1.3 Fichas de VE,
Las operaciones que, de la prospección y de la excavación, llevan a la n~­ Las unidades de muestras, Secciones y alza-
Plantas de VE y Fot~as
estratigráficas de materiales, dos de VE
rración histórica se pueden representar sintéticamente en un diagrama arti:. y tablas y de sus conjuntos de sus conjuntos de etalle
culada en seis niveles, tres analíticos y tres sintéticos (véase la p. 135). Es en de materiales
los niveles sintéticos donde tenemos que detenemos ahora, ya que Son és-
tos los relativos a la interpretación y a la edición de una excavación.
Se ha dicho que las unidades estratigráficas son realidades físicas positi- Planta de son- Tipologías Textos de pre-
vas o negativas que deben ser interpretadas como resultados de .acciones (pp. FichaSAE deos, áreas Diagrama de constructivas, sentación
yde lasUE ~uitectónicas del sondeo/área
56 ss.). Pero para poder comprender dichos resultados individuales de accio- las secciones y e los suelos de excavación
nes hay que llegar a definir el conjunto al que pertenece cada acción, el seg-
mento de acci9ues que tienen un mismo fin y que se hallan en una misma
secuencia temporal. Algo parecido a que sólo se puede comprender el signi-
21 Diagramas de Texto descripti-
ficado concreto de una palabra si ésta se halla inmersa en el contexto al que Actividades, Secciones actividad, grupos vo de periodos,
generales Plantas Fotografías de de actividades grupos de
pertenece, es decir, a una frase. Justamente porque nos falta el hombre, con gTU,Po de de período conjunto
acuvidades, interpretadas y de periodo actividades
su mentalidad y sus gestos, las consecuencias de sus acciones materiales no periodos (fuclrndos) y actividades
pueden explicarse si no se toman en consideración por grupos y en series. Un
estrato se muestra ininteligible en sí mismo si no se considera, por ejemplo,
parte de la preparación de una carretera, formada por tantos otros estratos 22 Restauración
Con análogas funciones (figura 50). Secciones Dibujos re- Texto narrati-

"'.-
Reconstrucción Plo- Axonometrlas de los mate-
y narración yalza~ reconstructivas constructivos riales inmue- va de conelu-
Tales grupos de acciones aparecen a nuestros ojos como una acción in- reconstruct\vos reconstructivas sión
ble>
sistente, o un grupo secuencial de acciones que tienen el mismo fin, es decir,
como una actividad. Mientras que la unidad de acción es una realidad estra-
tigráfica con una propia carga de objetividad, lo que no quiere decir privada
de subjetividad (tan sólo la estratificación es completamente objetiva pero la 2.3
Comunicación Publicación de Publicación de
estratigrafía no), la unidad de actividad es una realidad COn un carácter más Archivo
las estructuras los materiales
subjetivo, aunque se base en unos fundamentos bastante objetivos. Mucho
más subjetivos son los grupos de actividad (véase más adelante).
Las unidades de acción se ha dicho que constituyen las verdaderas y pro;
pias unidades estratigráficas, ya que son las realidades físicas más elemen-
tales que se ha considerado adecuado individualizar al excavar. Cuando Folletos ~quetas Proyectos
y publicaciones e nnagenes Exposición de valorización
decimos que en un área de excavación se han encontrado 6.000 unidades tridimensionales o museo
estratil?ráficas_ Ol1f"'.Tf"'mno;:. np ...-i r nllP ~,,+~CO co""..... 1 ........~ ... ~ ... ~"~
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divulgativas informatizadas del monumento
136 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN Y EDICIÓN 137

aspecto subjetivo reside solamente en el hecho de que distinguiendo las uni- que se manifiesta una pasión. Pero estos golpes de intuición iniciales también
dades el excavador puede no haber sido «suficientemente» analítico en lo son peligrosos, pudiendo conducir a errores tan inútiles cuanto clamorosos,
que respecta a la identificación de todas las acciones «significativas» de una por lo cual es mucho más inteligente fijarse con la mente en blanco a la nor-
est.ra~fica~ión. Se~a muy interesante que dos arqueólogos cuya pericia fue- ma del árbol estratigráfico, para que los frutos nazcan de éste tras la madu-
ra l:r:dlSCutIble pudieran excavar a su manera la misma porción de espacio es- ración y no se cuelguen al mismo desde fuera, como se hace con los árboles
tratificado para comparar al final el número de unidades halladas por ambos de Navidad. Todo esto significa que, a cada paso hacia la interpretación libre
al excavar. Sólo de esta tanna se podría medir el grado de subjetividad en y personal, debemos asegurarnos de haber exprimido la linfa estratigráfica
una excavación arqueológica. Pero este experimento no puede realizarse en cada una de sus gotas de relativa objetiva necesidad. Sólo entonces nues-
dado ~u~ .dos lugru;es estratigráficamente idénticos no existen, visto que re- tra audacia reconstructiva provendrá de la esencia de las cosas y, cuando se
sulta dIfícil determmar que dos arqueólogos tienen la misma pericia y acep- vea obligada a separarse momentáneamente de ellas, representará en cual-
tado que cada excavador se mueve por intereses diversos. quier caso su espíritu en la forma más consecuente. En esta fantasía al hu-
L~s unidades de actividad, a su vez constituidas por segmentos de se- milde servicio de la verdad, dentro de los límites en los que ésta pueda ma-
cuenCia de unidades de acción, conllevan un ulterior deslizamiento hacia la nifestarse, reside la parte éticamente mejor y estéticamente más bella del
subjetividad interpretativa. El solo hecho de decidir el modo de articular la trabajo del excavador.
secuencia estratigráfica se convierte en algo que no puede considerarse neu- Hay que tener buena capacidad de sÚltesis para dominar una avalancha
tral. Es como alterar la puntuación de un texto que puede conllevar cambios de hechos aislados que puede aplastamos antes de que hayamos sido capa-
en su significado. Por otro lado, el trabajar COn ramas de secuencias en cier- ces de extraer la porción de discurso en aquéllos implícita. Pero si no experi-
to modo conectadas entre sí es menos arriesgado, en el sentido de pérdida mentamos el drama de la pérdida de objetividad no estaremos nunca seguros
del grad? de objetividad, que conectar ramas secuenciales separadas entre sí de haber utilizado cada uno de los indicios mínimos como un ladrillo para
por medio de las frágiles lianas de las correlaciones, porque éstas se basan en erigir nuestra construcción histórica. Por otro lado, ¿qué edificio erigiríamos
p~alelismos ent~e objetos separados, en cronologías afines y en posiciones si no sintiéramos el deseo de liberarnos razonablemente de aquellos ladrillos
analogas en el dIagrama, pero no en obligadas relaciones estratigráficas. Al para imaginamos la futura arquitectura y para proyectar el modelo Con el
pasar de l~s acciones a los grupos de acciones el grado de objetividad dismi- que capturar lo que queda de la verdad después de haberla desmontado para
nuye ultenormente y crece, en compensación, el de la narrativa es decir: el sacarla a la luz? Sin la obsesión divisora del detalle y el delirio unificador de
del significado histórico que nosotros damos a las cosas. ' , la teona (vicios mentales extremos· templados por su continua alternancia)
Si.no.e~p::amos a reunificar lo que antes hemos distinguido en la apa- no existe una investigación profunda, pero es difícil mantener en equilibrio
rente mdIstlll.ClOn del suelo, con la cautela de quien sabe que pierde seguri- estas dos tendencias opuestas.
da~ y.el coraje de quien busca el significado de los objetos, toda la labor de En el momento en que se pasa del reino de la secuencia estratigráfica de
anal1SIS previa. p:erde su fi.nalidad. Imaginémonos a una araña que teje una las unidades de acción al de la ·secuencia de las unidades de actividad, el ex-
tela espesa, mmuscula y bIen anclada a objetos cercanos. Probablemente se cavador cruza el límite que separa la materialidad de la documentación de la
morirá de hambre porque la posibilidad de que un insecto pueda caer en su nauación de las vicisitudes humanas. Las unidades de actividad ya no son
tr~pa es.mÍnima. Pero si, en c~bio, ensancha su tela en polígonos cada vez de hecho realidades estratigráficas, sino grumos de problemas y, por lo tan-
mas amplios: aguantados ~or. tIrantes fijados a apoyos lejanos, no dejará de to, de narraciones: núcleos de existencia traducidos en artefactos. Habiendo
cazar ca~a día a su presa, SI bIen habrá aumentado el riesgo de ver: destruida partido de los «átomos» de la materia documental, entrevemos ya a este ni-
su gr.andlOsa construcción. Quien quiera desplegar su red de conocimiento vel una historia que va tomando forma. Nada hay más fascinante que este
relacIOnando las cosas entre sí con el arma de la abstracción e insertándolas proceso de destilación que traduce el desorden indefinible de los mundos pa-
en clases cada vez más amplias corre riesgos análogos. El constante dividir y sados en estados de cosas organizadas y configuradas. Aquí reside la capaci-
reagrupar del estratÍgrafo no es más que el proceso del conocimiento en el dad de revivificación de la arqueología.
modo en que éste se refleja en el mundo terrenal de las cosas. Como en todo buen proceso de destilación, se dan diferentes momentos
. No no~ p.odemos impedir el avanzar hipótesis ni el pretender una capa- en los que tienen que acaecer cosas diversas. Anticipar el después o retrasar
CIdad asocIatIva desde el principio, cuando estamos todavía en la fase de di- el antes no lleva a buenos resultados, al igual que la entrada a destiempo de
vidir para suscitar las cosas como elementos distintos de las tinieblas. unifi- un instrumento musical. Una intervención con un grado excesivo de subjeti-
cantes de lo subterráneo. Muchas de las más brillant~s ideas que leemos en vidad desentona en una fase inicial de la recons1rq.cción, mientras que puede
p-l rf'.1::Jtn nf'. un::!; pvr::!;v~r:¡A.n n,,-r<> .... u,> ""..-. 1 .. ", ..... ....;"""''''_~~ ...·;u....... ....1~1 __ ~ ______ _ -im!prb-rc:.p. ::!;rrnnn'¡n<;;.amp,nt~ p-n lln~ fase final. La discusión a un cierto nivel
138 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN -Y EDICIÓN 139

cedentes, sin anticipar otras consideraciones que deberán exponerse en aque- cimas de los grandes acontecimientos, pero, sin la expansión y acumulación
llos sucesivos. De todos es bien conocida la fragilidad de las hipótesis. Son gradual de las colinas, ¿qué serían aquellas montañas?
como pequeños tiranos que reinan, tras haber matado a su antecesor, a la es-
pera de morir ellos mismos asesinados. Si una estratificación se ha traducido
en relato siguiendo estas reglas, hipótesis concretas o piezas de reconstruc- Actividades, grupos de actividades y acontecimientos/periodos
ción pueden sucumbir ante los ataques de la crítica, pero la herida produci-
da por esta falsificación rápidamente se rinde ante otros datos más difícil- La secuencia estratigráfica es, ante todo, una serie de resultados mate-
mente cuestionables. De esta forma, la raíz del organismo científico no se ve riales de acciones ordenada en el tiempo relativo: <<primero esto, después
afectada y el daño puede repararse fácilmente, como una vía de agua en una áfíq.ello». En el campo de las acciones mínimas lo que cuenta es «el antes y el
nave construída con compartimentos estancos. "después», es decir, la concatenación continua de los acontecimientos. Inten-
Cuanto más radicalmente profundo es el nivel de la investigación y _más tar fechar de forma absoluta cada mínima acción individual es una operación
se acerca a las partículas que nos interesa considerar «últimas» de la materia irrelevante y técnicamente bastante difícil. Ha habido una etapa caracteriza-
histórica, más desconcertante nos parece la naturaleza humana; igual que al da por el culto a la unidad estratigráfica en sí misma, reacción comprensible a
observar cualquier objeto al microscopio, cuando las fonnas más banales y la costumbre precedente de desenterrar (Lamboglia, 1950; Carandini-Panella,
razonables parecen de improviso tan extravagantes que convierten en razo- 1968-1977). Pero ahora ya hemos entrado en una nueva etapa de la arqueo-
nables las más abstractas inspiraciones de los pintores. La invención arbitraria logía, diferente y más avanzada, que sabe indagar en la formación de cada es-
y la incursión furtiva pueden revitalizar una aburrida realidad ya sabida, pero trato sin perderse en él, sabiendo que el significado histórico más estimado
quien no se canse de excavar y de pensar no tendrá necesidad de drogas esti- reside en la arquitectura de conjunto de la estratificación, en un hábitat o en
mulantes para experimentar el placer de lo desconocido. Lo habían ya com- una necrópolis.
prendido los grandes novelistas del siglo pasado, desde Balzac que en Béatrix A medida que se pasa de los segmentos secuenciales de acciones a las ac-
mira a Guéronde como una «Herculanum de la Féodalité, moins le linceul de tividades, a los grupos de actividades y a los acontecimientos/períodos, se en-
lave». Esta «archéologie morale» suya es la que le permite prescindir de la tra en el reino de la transformación, del tiempo absoluto, del «cuando». Si la
remoción de los estratos de tierra para descubrir el aspecto antiguo incluso unidad interpretativa de base no es la unidad de acción- o estratigráfica, sino
del más reciente pasado, que merece ser estudiado en sus mínimos residuos la unidad de actividad, es esta última a la que hay que atribuir una cronolo-
como si se tratara de una nueva civilización enterrada. En esto difiere el no- gía absoluta y la que se convierte en núcleo primario de la descripción y de
velista de los historiadores normales, «plus occupés des faits et des dates que la interpretación. La datación absoluta de una actividad es bastante más se-
des moeurs». ¿No son las costumbres enterradas de los hombres la cultura de gura que la datación absoluta de una sola acción. Esta última, de hecho, ra-
la materia por ellos transformada en vida? Toda la Comédie no es más que ramente dispone de recursos suficientes para poder fecharse por sí sola,
una «archéologie du mobilier social»,] una antropología ~los campesinos mientras que en el caso de la actividad son varios los estratos cuyos materia-
franceses son vistos como pieles rojas: «il n'y a pas besoin d'aller en Ameri- les concurren en la datación, por lo que ésta se basa en una documentación
que pour observer des sauvages»_2 que sabe transformar la estratificación más amplia. El paso de las acciones a las actividades simplifica notoriamen-
(<<le mobilier»), a través de la estratigrafía (<<l'archéologie»), en un relato hu:.. te la estratificación, permitiendo tomarla en un nivel considerable de sínte-
mano (<<social») que sea verosímil: «Je vais vous faire rever avec du vrai».3 sis. En el caso de Settefinestre se pasó de 4.064 unidades estratigráficas a 450
El arqueólogo estratígrafo de hoy y este género de novelista ya extingui- actividades en sentido amplio, por lo que en término medio se necesitaron en
do dejan frecuentemente los grandes acontecimientos en un segundo plano aquella reconstrucción nueve acciones para constituir una actividad (Caran-
para aventurarse en la oscuridad de las pequeñas acciones, emociones y ob- dini 1985a, 1", índices).
sesiones, que por su cantidad y encadenarse determinan una gran parte de Una vez determinadas las actividades hay que subir otro escalón en la
nuestra vida, quizás mayor que la fijada por los grandes acontecimientos que síntesis, aglutinando las propias actividades en grupos de actividades y en
siempre han hecho historia. Ambas partes saben que la explicación del desa- acontecimientos/períodos. Los grupos de actividades designan grupos de ha-
rrollo histórico es infinitamente más compleja de cuanto creen los que de la bitaciones que fonnan un barrio o grupos de tumbas correspondientes a una
historia se consideran profesionales. Prefieren tomar desde una cierta dis- unidad familiar-social. Los acontecimientos/periodos se refieren a soluciones
tancia la «comedia humana» y afrontan con paciencia, podríamos decir que de continuidad relativas a un edificio, una manzana, una necrópolis, y articu-
a cámara lenta, la descripción de los detalles, evitando especialmente preci- lan de fonna signifIcativa un segmento de historia distinto. En casos espe-
pitarse sobre la solución del relato. Para ello~ la ~~~nr.-i;:¡, Cll1F'. hns.C".:m rpo:;:-irlF'_ F'n .....;",1 ......... ,....+= "'o........:;n ...." { ..................... 01 ..lo ~""-t--t-""f1-n"" .... -t--r""\ .....uprlP -rp .... ll11"o;:¡r i'it'¡l fp_rh~T Ins.
140 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN Y EDICIÓN 141

b,anas el problema se puede plantear de forma diversa. Con la fase y el pe- grupos de actividades; secuenciales o correlativos, constituyen el diagrama-
nado estamos ante el mismo nivel de síntesis que con las plantas compues- estratigráfico de una unidad topográfica o de un edificio. A un nivel todavía
tas, de hecho, la deternrinación de las fases y de los períodos es la condición superior pueden imaginarse conjuntos de grupos de actividades pertenecien-
previa de las plantas relativas a éstos. Hay que recordar que, mientras exis- tes incluso a edificios distintos, que determinan acontecimientos importantes
ten plantas de unidades de acción o estratigráficas y de fases o períodos, no relativos a un conjunto de unidades topográficas o de edificios. Si todos los
se prevén las plantas de actividad o de grupos de actividades, al menos en grupos de diferentes diagramas relativos a un conjunto arqueológico pueden
cuanto se refiere a la documentación básica de la excavación. Es a nivel de ponerse en correlación entre sí, se obtienen fases y períodos, es decir, unida-
las fases y de los períodos donde las unidades de la excavación conectan con des de tiempo que se hallan en relación con la globalidad del objeto en estu-
los grandes acontecimientos históricos, por lo que «una» destrucción de Car- dio. Por lo tanto, pueden imaginarse dos tipos distintos de diagramas: 1) es-
t~go se convierte en «la» destrucción de Cartago del 146 a.C. y «un» incen- tratigráfico, o de unidades estratigráficas, y 2) interpretativo, o de actividades
dIO de Roma se convierte en «el» incendio del 64 d.C. y de grupos de actividades. En este último caso, el número de cada actividad
En tomo a este proceso, que ve la materia prima del relato desplegarse va precedido por el número de grupo de actividades. Las relaciones a un ni-
gradualmente a través de diversos y progresivos niveles de síntesis hasta lle- vel superior entre grupo y grupo o entre actividades de grupos diferentes
gar a la narración histórica, se ha reflexionado mucho en Inglaterra y, parti- pueden superar las dimensiones del diagrama y pueden presentarse como re-
cularmente, en el Departamento de Arqueología Urbana del Museo de Lon- alidades correlativas entre diferentes árboles estratigráficos. Dichas correla-
dres, que ha redactado un manual (en 1986, con sucesivas actualizaciones) ciones no constituyen, no obstante, ulteriores unidades de síntesis que deban
para la r~dacción de los informes de las excavaciones a archivar. A partir de ser numeradas.
estas reCIentes reflexiones y adaptándolas a nuestras circunstancias expone- Llegados a este punto, puede resultar útil individualizar la jerarquía de
mos cómo desde el punto de vista práctico se puede pasar de las unidades es- las estructuras que se pueden identificar en una excavación. Los estratos (mu-
tratigráficas al diagrama interpretado y periodizado. ros, pavimentos, etc.) son como las hojas del árbol estratigráfico. Conjuntos
. Para empezar hay que aclarar algunos conceptos. El diagrama estratigrá- de estratos. que forman divisiones funcionales de estancias (alcobas, implu-
fico e.s. . como Un árbol. Los recorridos a través de las ramas, formados por la vios, hogares, etc.) son como las pequeñas ramas. Las estancias son las ramas.
suce~lOn temporal de las acciones interrelacionadas estratigráficamente, de- Diversas estancias que forman un sector (del atrio, del peristilo, de los baños,
termInan las secuencías. Allí -donde convergen todas las secuencias hay un etc.) son los troncos. Uno o más sectores constituyen una unidad topográfi-
pu.nto nada!' Donde lo hacen solamente algunas secuencias hay un punto se- ca, es decir, un edificio, como una casa, y corresponden a un árbol estrati-
mznodal, cuya eficacia en la determinación de la secuencia es menor a la del gráfico. Un conjunto de edificios constituyen una parte de un complejo, un
~unto n~dal, porque en aquél no confluyen todas las secuencias estratigrá- grupo de árboles, y todos los edificios, como los distintos edificios de una mis-
ficas vecmas al mismo. La longitud de recorrido de una secuencia viene de- ma villa.o las casas de una misma insula, forman el conjunto arqueológico de
terminada por la distancia entre los puntos nodales y los seminodales. Un un yacimiento determinado, es decir, el bosque. Los diagramas estratigráficos
tramo del recorrido de una misma secuencia, compuesto por dos o más uni- elaborados en la propia excavación o ya en el laboratorio pueden correspon-
dades estratigráficas, se llama segmento. Cuando unidades de diferentes se- der a más de un edificio, pero resulta oportuno hacer coincidir los diferentes
cuencias se reagrupan en una sola unidad de interpretación se dice que se in- sectores de una excavación con los diversos edificios de un conjunto, de for-
corporan a ésta. Cuando unidades de interpretación se colocan al mismo ma que a los distintos edificios puedan corresponder, al editar el estudio,
nivel del diagrama significa que sus cronologías son correlativas entre sí. Una cada uno de los diagramas interpretativos (como se hizo en la villa de Sette-
actividad puede incorporar diversos segmentos de una misma secuencia o de finestre).
diversas ramas secuenciales conectadas a un mismo punto nodal. Los seg- Al interpretar un diagrama estratigráfico es aconsejable seguir los si-
mentos de secuencia y las actividades son, tras la definición interpretativa de guientes criterios, actualmente en uso en el Departamento de Arqueología
c~.?a una de las ~dades estratigráficas (estrato de construcción, de ocupa- Urbana del Museo de Londres. 1) Es necesario, ante todo, articular el árbol
cl~m, ?-e d~struCClón, etc.), los primeros núcleos sintéticos de interpretación, del diagrama en troncos y ramas, es decir, en diferentes bloques estratigráfi-
aun ~)Ien li~ados a los criterios estratigráficos: son, por lo tanto, unidades pri- cos delimitados por los puntos nodales y seminodales, y acompañar el núme-
man.as de mte:pre~ación. Los grupos de actividades, en los que pueden in- ro de las unidades estratigráficas con su interpretación o definición. 2) En el
corporarse actIvidades diversas relativas a las mismas_o a diferentes ramas de marco del primer bloque estratigráfico tomado en cuenta hay que individua-
secuencias ligadas a varios puntos nodales, son, en cambio unidades secun- lizar la secuencia primaria, la compuesta por el mayor número de wridades
darias de. intprnrpfnrinn "l'I flllP t"\rp<,:,..:¡nrl""n -rn'''rru-'i-t'''...;''' ....... "....'+<>- ..t ... 1 ... ~ _ ... 1 ......~~ "" ... +... <>+.;n--r<'i-fi ....."c. n'<l"''<l nnn",,,. nrm:lIn-i'7l'1rl~ f'n _<i'P(71'YJpn.tn<i' intprnrp.tativns. en la aue

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~ 142 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN Y EDICIÓN 143 I
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vidades. 3) Es necesario, por lo tanto, identificar en el propio bloque estra- --------
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tigráfico las secuencias secundarias, terciarias, etc., compuestas por un núme- ? .{ 1 f1J ~11t""ei6" , II
ro decreciente de unidades estratigráficas, para organizarlas en segmentos ,,
!.I interpretativos, en los que formar actividades independientes o partes de ac- . />/ "1.1 (2) ~,It""ei6"
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tividádes a incorporar en los núcleos de actividades ya identificados en la se-
cuencia primaria. 4) Hay que hacer lo mismo con los otros bloques estrati-
gráficos y si se quiere incorporar actividades pertenecientes a los mismos
bloques estratigráficos o a bloques distintos hay que formar grupos de acti-
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ACTIVIPAPES 1
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~ vidades (figura 121; Carandini, 1990), ?


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Las reconstrucciones gráficas ?

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Toda la documentación gráfica de una excavación no se publica, ya que , I [
i 2.3 (6) ~rstrl/.ui6"
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es objeto de un proceso de condensación sintética similar al que se ha visto I
~ en relación al diagrama. Las plantas de las unidades estratigráficas se dividen I

Ii> en dos grupos. El primer grupo sirve para elaborar las plantas compuestas y ,r-',, ,
~ el segundo acaba, tras haber sido utilizado, en el archivo-donde, en el futuro, fK..VPO PE , , I
servirá para el control general de los datos. Las secciones de cada una de las ACTIVIPAPES2
iI> unidades estratigiáficas también se dividen en dos grupos, el primero de los 2.4 (10)
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!4J1l;:)lfUIxt~ ACTIVIPAP4- ,,/
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~ cuales, formado por las unidades estratigráficas más significativas, será el úni- 2.4 (11) t4ri.wunú

1I co que llegará a la imprenta. También en dos grupos se dividen las grandes -- -==-=.::::..--=--=--
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secciones y los alzados, editándose sólo el primero, formado por los gráficos
más elocuentes. La documentación más importante a elaborar en forma de 61$tntU~
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ACTIYIPAP 5 ..... -.. '- "

!i) dibujo la constituyen, como ya se ha dicho, las plantas compuestas y de pe-


ríodo que, por norma, tienen que publicarse todas. Las secciones interpreta- ,
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das con unidades estratigráficas caracterizadas por períodos- y las plantas es- ;j,,(, (1/-) nfUJlru:Ux 3.1 (11) _!",j,x
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quemáticas caracterizadas por fases de las estructuras constructivas pueden I 3.6 mu,.r¡u;U" 31 (18) _t4dMJt,
t facilitar ulteriormente la lectura de la excavación, permitiendo su compren- ,,
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ACTlVIPA96
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ACTIVIPAP7
t sión a los historiadores y a todos aquellos que estén interesados en ella_
Pero si queremos tomar en consideración los edificios como realidades ~~V'D UE '

~
globales, la documentación gráfica hasta aquí descrita resulta insuficiente.
Faltan las reconstrucciones en las que el arqueólogo restaura la integridad de-
ACTIVJPAPEV .... -.. ...............

ACí/V/PAP8
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"i los restos a 'partir de pruebas, indicios y comparaciones.- Éstas pueden pre-
sentarse en forma de plantas (basadas en la planta compuesta), de seccióu-
alzado (basada en la sección interpretada), de axonometría (basada en las FIGURA 121. El primer número se refiere al grupo de actividades, el segundo a la ac-
lit anteriores) y de dibujos en perspectiva, que pueden hacerse también a partir tividad y el tercero (ent:t;e paréntesis) a la acción o unidad estratigráfica. Las activi-
le de fotografías (Carandini, 1985a, 1 **, figuras 55 y 88; Merlo, 1990, fíguras 7, dades 6 y 7 son posteriores a la 8 y anteriores a la 5, pero no existe una relación de
precedencia entre ellas. La secuencia primaria es la de la izquierda porque tiene dos
te 23 Y 27), El punto culminante de la reconstrucción arqueológica es la crea-
unidades estratigráficas más, mientras que la secundariá es la de la derecha, que tie-
ción de objetos tridimensionales como las maquetas, cuya publicación, en ne dos 'unidades estratigráficas menos. En este bloque estratigráfico son frecuentes
lit forma de fotografía, puede ser de gran utilidad, los puntos-nodales (1-3, 10-12, 19-20). Como puede observarse, las actividades pue-
I Una vez relegado el aparato filológico a los correspondientes gráficos den tener secuencias diversas (primaria y secundaria) porque se refieren a los mismos
le (como las plantas compuestas), uno tiene ya la libertad de recrear la realidad puntos'nodales. En 'dicho caso, los grupos de actividad se refieren a un mismo bloque
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144 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN Y EDICIÓN 145

llamar los proyectos arquitectónicos originarios, tienen que ser no ya esque- posibles errores que podamos cometer, considerándolos no como desviacio-
máticas sino naturalistas y, mucho mejor, si están enriquecidas con el color nes de la verdad, sino como elementos productores de movimiento hacia una
(Carandini, 1985a, 1* Y 1 **, passim). Por dicho motivo, las reconstrucciones verdad, en cualquier caso, inalcanzable.
pueden ser de parte de una habitación, de una estancia, de un grupo de éstas Puede resultar aquí de utilidad una experiencia personal. Al preparar
o sector, del conjunto de un edificio o de una parte o la totalidad de un con- con S. Settis la exposición relativa a la excavación de la villa de Settefinestre
junto. En las plantas reconstructivas hay que indicar los recorridos (de los (Carandini-Settis, 1979) tuve la ocasión de reflexionar por primera vez sobre
propietarios, del servicio, etc.), es decir, la circulación entre las diferentes sa- las reconstrucciones para ayudar al público a entender la naturaleza del mo-
las, aunque sólo sea para mostrar en la reconstrucción del periodo sucesivo numento. Al levantar gráficamente muros, pilares y columnas y al prever co-
cómo el tapiado de algIDlas puertas y la apertura de otras es suficiente para berturas surgían problemas arquitectónicos que acabaron por constituir el
alterar el significado de toda la planimetría. En los correspondientes pies de patrimonio de preguntas a partir del cual se planteó la sucesiva campaña de
figura se explican las funciones de cada una de las estancias, que pueden va~ excavación. De ello se deduce que excavar en la forma más rigurosa y re-
riar en los períodos sucesivos (Carandini, 1985a, 1**, figuras 97, 134 Y 138). construir gráficamente en la forma más completa, en vez de, contradecirse,
Pero las reconstrucciones en su conjunto no presuponen solamente la totali- constituyen fases opuestas y complementarias de una misma investigación.
dad del aparato filológico aplicado a lo relativo a la excavación, sino también Las hipótesis reconstructivas constituyen un medio fundamental para com-
un amplio conocimiento de la historia, del arte y de la antigüedad, que es el prender, mediante lo que ha desaparecido parcial o totalmente, lo que, en
que permite establecer los paralelismos necesarios. La altura de las diversas cambio, todavía existe. Así se explican finalmente las realidades estratigráfi-
estancias de la villa de Settefinestre se ha reconstruido, por ejemplo, a:partir cas en un contexto más amplio y problemático y se busca de tal manera cada
de la media de las medidas que se pueden obtener en las estancias análogas uno de los indicios que permitan reconstruir una estructura lo menos arbi-
mejor conservadas en la zona del Vesuvio (Carandini, 1985a, 1 **, figuras 164 trariamente posible. 5
ss.) y una casa aristocrática de la Roma arcaica se ha reconstruido, decorado Por otro lado, sin reconstrucciones gráficas no se puede pensar en ma-
y amueblado inspirándose en las tumbas etruscas coetáneas de Cerveteri y quetas ni en imágenes tridimensionales en el ordenador para exposiciones y
Tarquinia (Carandini, 1990a, la maqueta se conserva en el Museo della Ci- museos,6 ni en valorizaciones al aire libre en los parques arqueológicos. No
viltii Romana de Roma). es siempre conveniente restaut~ar de forma radical un edificio porque algunos
En el siglo pasado y a principios del presente se documenta una verda- derrumbes especialmente significativos, hermosos y famosos constituyen en
dera pasión por las reconstrucciones gráficas, las maquetas y las casas de ta- sí mismos un documento de la historia del monumento, un monumento del
maño natural hechas siguiendo modelos antiguos, como la del arqueólogo S. monumento, y son parte integrante de un paisaje de ruinas clásico del que no
Reinach en Beaulieu-sur-Mer, y por todo lo que pueda servir para facilitar la sabríamos prescindir, aunque la pasión romántica por la ruina sea para no-
comprensión de los monumentos del pasado.4 Después de la última guerra sotros algo ya superado. Es aconsejable no manipular demasiado las ruinas,
mundial este interés ha sido eliminado, sustituido por propósitos de equí- haciendo, en cambio, gráficos reconstructivos o maquetas junto a ellas o, aún
voco cientificismo (Carandini, 1987b). Nada hay más mezquino y perjudicial mejor, en el museo local.
que este culto fetichista por lo que queda, sea Un fragmento o Una ruina, Un cierto retraso en las reconstrucciones arqueológicas explica por qué
y que prohIbe la hipótesis reconstructiva incluso sobre el papel. Para recons- en Italia faltan libros de divulgación arqueológica seria, con ilustraciones re.:.
truir es necesario basarse en una infinidad de datos detallados y en una vas- constructivas del tipo de las realizadas por Connolly (1979), Hoepfner (re-
ta cultura. Tan sólo quien no dispone de aquélla puede simular que los anti- construcción de las casas de Priene del Antikenmuseum de Berlin) y Case-
guos vivían entre muros de dos pahnos de altura y al aire libre. Carece de lli.1
sentido opinar que una hipótesis no merece una reconstrucción p~)fque otras
hipótesis también sean posibles o porque haya sido formulada en un mo-
mento demasiado reciente. No es justo que tan sólo deban publicarse o dar- L.a edición de las estructuras
se a conocer las soluciones ya consolidadas o unívocas. Los lectores y los
observadores tienen el derecho de conocer las diversas tendencias interpre- No es económicamente posible ni, en prinCIpIO, aconsejable publicar
tativas y lo que está ocurriendo en el campo de la investigación. Existe un te- todo el continuwn que de los pequeños detalles conduce a las grandes evi-
mor paralizante y autodestructivo a equivocarse, por lo que se evitan las re- dencias. Una parte de la documentación debe reservarse para el archivo de
construcciones injustamente consideradas demasiado audaces o se las acepta la excavación, si puede ser bien organizado y consultable, dejando sólo lo
tTtP'¡OT n~T~ h pnirjtln {n.rin~p.n_R:;¡ht7_Wi11i:;¡ms. 19741. T ,::1. narte aue debe de-
• -' •• • • • • • . __ 1_~_-1 __
146 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN Y bDICIÓN 147
tratigráficas (fichas y documentación correspondiente). Por otro la~o, resul- propio diagrama por períodos y articulado en grupos de actividades y activi-
ta útil que todas las unidades estratigráficas identificadas se menCIOnen, al dades. Para compensar la falta del diagrama estratigráfico por acciones, que
menos una vez, en la publicación para poder, si se diera el caso, acceder al.ar- en muchos casoS no se puede publicar a causa de sus dimensiones, se puede
chivo mediante cada ladrillo (unidad de información) de la construccIón recurrir a la solución de publicar los segmentos de dicho diagrama que hacen
científica y permitir el control de la publicación en cada uno de sus puntos. referencia a las diversas actividades. Pero esta solución también es costosa.
Las microfichas, en un sobre al final del volumen, pueden ser un puente en- Un resultado parecido se puede obtener, con un coste mínimo, utilizando al-
tre archivo y edición, que permite aligerar notablemente la publicación (en gunas habilidades y signos diacríticos en la escritura. El texto que ilustra una
Italia muchos editores rechazan esta solución). actividad debe, en dicho caso, mencionar las acciones que la componen según
No se puede publicar un conjunto arqueológico sin subdividirlo en uni- el orden establecido en el diagrama. Para poder obtener el diagrama estrati-
dades topográficas o monumentos. Los diferentes edificios o cuerpos de fá- gráfico del texto basta seguir las reglas siguientes: 1) cada vez que se sube de
brica o sus diversos pisos se convierten en los apartados naturales de la pu- nivel en el diagrama por acciones, se debe poner detrás del punto un guión;
blicación. A veces incluso un único edificio puede parecer demasiado grande 2) cuando hay que volver hacia atrás en el diagrama con el fin de comenzar
para poder entrar en una sola planta compu~sta, por lo que con,?e~e subdi- a explicar la secuencia, a partir de otra rama del diagrama, hay que poner un
vidirlo en partes o sectores (parte urbana/atno, parte urbana/penstilo, parte punto y aparte. Cuando diversas actividades se encuentran en el mismo nivel
rústica, basis, etc.). Estas divisiones después pueden aparecer recompu~stas en el diagrama interpretativo, deben describirse siguiendo el orden (de iz-
en el diagrama interpretativo, en el texto y en las plantas reconstructIvas. quierda a derecha) del diagrama de actividades, que d_ebería coincidir'con el
El texto relativo a los diversos cuerpos de fábrica debería comenzar con de llila visita didáctica ideal al monumento. Dicho orden puede cambiar, na-
una introducción con noticias sobre la estrategia y la táctica de la excavación, turalmente, según los períodos.
sobre los excavadores y sobre otros aspectos generales de la investigación. Una unidad estratigráfica se puede identificar así: NAS, 3.24 (4.114) =
Las diferentes actividades de cada cuerpo se deberían exponer-articulándo- Edificio de los nuevos alojamientos para el servicio, grupo de actividades 3,
las en períodos, fases y grupos de actividades, los mismos "que figuran en el actividad 24 (sondeo/área 4, unidad estratigráfica 114). En la excavación de
diagrama interpretativo del edificio. Períodos/fases y eventualmente grup~s un conjunto resulta conveniente utilizar una única serie numérica para no te-
de actividades deberían tener sus propias introducciones. A veces resulta útil ner que especificar, como ahora, el número de sondeo/área, lo que complica
fechar cada una de las actividades citando los materiales más significativos, notablemente el texto. Cuando aparece una misma unidad- estratigráfica en
desde el punto de vista cronológico. Otras veces se pueden fechar mejor los diversas áreas, sondeos o sectores se identifica con diversos números, por lo
grupos de actividades y no faltan ocasiones en las que basta fechar fase~ ~ pe- que resulta necesario establecer equivalencias. En el texto deben aparecer, al
ríodos. Cada actividad debería estar definida por un número de actIVIdad menos una vez, todas las equivalencias, mientras que en los otros puntos o en
precedido por el de grupo de actividades, a continuación de los cuales debe los dibujos puede aparecer sólo el número más bajo de las diversas identifi-
haber un título que ilustre su interpretación, acompañado por el número de caciones. Al describir las acciones hay que ser claros y concisos. Cuando se
la habitación o de las habitaciones implicadas: 3.27 Reestructuración de los repiten unidades estratigráficas o materiales estructurales resulta útil hacer
baños pequeños (A. 48, 57 Y 33) = Grupo de actividades 3, Actividad 27, Re- referencia a diversas tipologías que deben ilustrarse al inicio de la publica-
estructuración de los baños pequeílos (Habitaciones 48, 57 Y 33). En el dia- ción: técnica de construcción de los muros (cuyos números de tipo pueden es-
grama del edificio y en el texto deberían aparecer t~bién los grup?S de ac- tar precedidos por 1: 1.1, 1.2, etc.), umbrales (2.1,2.2, etc.), revestimientos
tividades y las actividades «fantasma», que son conjuntos de aCCiOnes no pavimentales (3.1, 3.2, etc.) y parietales (4.1,4.2, etc.), revestimientos de te-
excavados o sólo razonablemente previstos (como el revestimiento desapa- rracota (5.1, 5.2, etc.), y seguir de este modo (incluso para los revestimientos
recido de una habitación que ha sido totalmente sustituido en una fase suce- de los techos, para los estratos de tierra, etc.). Los bienes muebles de interés
siva, o como las habitaciones de un primer piso razonadamente hipotetizado, estructural (vidrios de ventana, clavos, ladrillos, etc.) se pueden tratar inde-
etc.). Dejar de lado estos grupos de actividades «fantasma» significa no ser pendientemente en- el texto relativo a los bienes muebles, pero deberían
lógicos y crear lagunas inexplicables en la secuencia de la narración, que para mencionarse en las descripciones de las actividades. Al principio de los gru-
ser continua y no desconcertar debería evitar cualquier tipo de bloqueo y de pos de actividades relativos a los revestimientos o a las preparaciones hay
salto. Si bien crear unidades estratigráficas «fantasma» sería un error imper- que ilustrar los elementos extraídos de la excavación (materiales muebles in-
donable, los grupos de actividades y las actividades «fantasma» están permi- cluidos) y del estudio comparativo de carácter literario y monumental, que
tidas en cuanto que unidades interpretativaS encaminadas a convertirse en s~e han utilizado P?-Ta la~.Tec??s~c~iones gr~~as .de ~etalle y de conjunto,
...... "" ... 1-"" .... .,. ....,. "" ....."' ....,.-.- 1...." n"' .....n" rl.,. 1.,. rl ......."TnP-nt<>,...¡A.-n
148 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN Y EDICIÓN 149

de toda investigación arqueológica. En la descripción de las actividades se puesta ·se basa en la publicación esencial de los materiales muebles, presen-
puede unificar la descripción con la interpretación e incluso llevar esta últi- tados al fmal de los textos relativos a los grupos de actividad o a las activi-
ma al final del texto, después de un punto y aparte. Lo ideal sería una escri- dades, con el objetivo de datarlos de forma absoluta y .comprender sus fun-
tura fluida y comprensible incluso para el lector no especializado. ciones. Resulta controvertido saber si se deben incluir también los materiales
Las restauraciones de las decoraciones arquitectónicas deberían publi- significativos s610 desde un punto de vista tipológico. Se prevén ilustraciones
carse aparte, después del texto relativo al último cuerpo de fábrica, haciendo selectivas de piezas importantes desde una óptica tipológico-cronológica y
referencia a las diferentes actividades. También pueden preverse aparte otras funcional" con pies de figura de una cierta consistencia Muchos estratos ar-
elaboraciones críticas de carácter especial (ilustraciones de maquinaria, arti- queológicos tienen un interés meramente instrumental y sólo algunos de
lugios técnicos, etc.). Al final de la investigación debería publicarse un pro- ellos incluyen depósitos de gran interés ceramológico o de otro tipo. En di-
yecto de valorización del conjunto arqueológico. cho caso, se puede recurrira apéndices, o incluso a publicaciones separadas
Las diferentes reconstrucciones y las diversas narraciones de aconteci- e independientes de núcleos de materiales importantes por sí mismos, al mar-
mientos por cuerpos constructivos deberían confluir en el modelo interpre- gen de la relación con las estructuras con las que se hallaban asociados en la
tativo final, que constituye la elaboración concluyente de la publicación de la estratificación. También resulta controvertida la conveniencia o no de inter-
excavación. La descripción de las actividades corresponde realizarla a los res- calar, período por período, las síntesis histórico-topográficas, reservadas a
ponsables y vicerresponsables de cada sector de la excavación, mientras que quien ha dirigido la investigación, entendidas como introducciones -a las ilus-
. la elaboración final se reserva al director de la excavación, al igual que el traciones de los grupos de actividades y de las actividades, reservadas en
control de toda la edición. cambio a los responsables y a los vicerresponsables de la excavación. La pu-
El índice de la publicación de una excavación podría articularse en los si- blicación de documentos ajenos a la excavación pero directamente relacio-
guientes apartados: 1) Introducción. 2) Cuestiones históricas y conocimien- nados con el yacimiento o interesantes como paralelos, según este modelo,
tos adquiridos. 3) Estrategia de la excavación. 4) Método utilizado en la do- debería -incluirse en los textos de síntesis.
cumentación (escrita y gráfica)_ 5) Paleoambiente y COntexto topográfico del Una vez que se ha decidido que la publicación de los materiales esté en
conjunto. 6) Tipología de las técnicas constructivas, de los revestimientos ar- función del objetivo que se considera principal de la publicación, es decir, de
quitectónicos y de los suelos. 7) ,Descripción de la secuencia interpretada y de las estructuras topográfico-arquitectónicas,8 es mejor eliminar de la publica-
las reconstrucciones de los diversos edificios del conjunto por períodos, fases, ción los materiales aislados que tienen un mero valor tipológico, con el fin de
grupos de actividades y actividades. 8) Restauraciones. 9) Otros estudios crí- no incrementar la exposición de los acontecimientos histórico-estructurales
ticos. 10) Proyecto de valorización. 11) Interpretación final. 12) Índices (Ha- con aportaciones de carácter eminentemente erudito. Esta suma de diversas
bitaciones, Grupos de actividades/actividades, Unidades estratigráficas). 13) contribuciones específicas puede colocarse mejor en sedes más especializa-
Bibliografía (Carandini, 1985a, 1*, 1**, sumario de los dos tomos). Este das. Diferente puede ser el destino de contextos consistentes y orgánicos de
modo de entender la publicación de la excavación puede servir para publicar materiales muebles más directamente relacionables con la historia del yaci-
en el mejor modo incluso excavaciones realizadas con métodos estratigráfi- miento. Pero nada impide que se publiquen en otro lugar. Quizás resulta más
cos superados y también viejas excavaciones (Carandini-Panella, 1977, pp. adecuado mantener separados los diversos niveles de síntesis, empezando
415 ss.; Carandini et aL, 1989). por el relativo a los grupos de actividades y a las actividades y siguiendo con
También es posible pensar en publicaciones de excavaciones más ágiles el de la síntesis histórico-topográfica, de fonna que la lectura de los dos ni-
que se limiten a ilustrar sintéticamente los grupos de actividades estratigráfi- veles se pueda desarrollar consecutivamente, nivel a nivel, sin tener que sal-
cas relativas a una sola excavación o a diversas excavaciones y para -uno o tar fragmentos de texto para poder reemprender el discurso que se había
más períodos históricos. Esto se puede realizar especialmente cuando en un
departamento de arqueología urbana la metodología utilizada está, desde
elegido seguir. Parecería lógico ilustrar las actividades con las imágenes de
las estructuras, dejando para las láminas finales las figuras de los materiales ~
~
.•..••.

hace tiempo, unificada, es de alto nivel y se halla perfectamente archivada, importantes desde el punto de vista tipológico-cronológico y funcional. Du-
rante muchos años la arqueología se ha interesado primordialmente por los
~
como ocurre en el departamento del Museo de Londres (Aspects of Saxo-
Norman London, 1988). Depósitos y archivos inadecuados constituyen los materiales bellos considerándolos aisladamente de sus contextos topográfi- ~
presupuestos de publicaciones mastodónticas, porque lo que no se incluye en cos. La ceramología actual corre el riesgo de repetir el mismo error: dejar en
la publicación corre el riesgo de perderse irremediablemente. un segundo lugar el aspecto arquitectónico y decorativo, que debería ser,
Una propuesta ~t~~esante, :el~t~va a la :r:ublic~ci~~~~~ excavaciones, ha en cambio, el objetivo principal. La cerámica puede convertirse por sí mis-
nul. pn pI nh¡pt{) nrínr-in~l np: lln~ nllhlir.~f':ión nnr plf>:mnln p:n 11n::. 'Ínvpstip"::,-
150 HISTORIAS EN LA TIERRA NARRACIÓN Y EDICIÓN 151

duetos, pero en dicho caso el enfoque prescinde completamente de las es- ción intelectual de la publicación corresponda en esencia a lo que se ha. ha-
tructuras entre cuyos restos se han hallado dichos materiales. De hecho, no llado y sea funcional a su inteligencia. La traducción de la tierra en un lIbro
cambiaría nada si hubieran sido hallados en otro lugar cercano: la relación puede resultar una digna reparación ~ ~anális~ ~estructivo que toda excava-
entre materiales y estructuras es en la mayoría de los casos completamente ción conlleva. Para que la reconstrucCIOn sea agl1 debe ser exacta pero tam-
casual. La decisión que debe tomarse antes de publicar una excavación es la bién apasionada. Quien no se haya sentido e~?erador o .e.sclavo y no ha~a
de distinguir el punto de vista que da prioridad a los objetos inmuebles de vivido entre las ruinas de las casas y de_las pnslOnes reedificadas por medIO
la topografía, de la arquitectura y de la decoración de aquel que da prioridad de la razón y de la fantasía no habrá puesto verdaderamente a p~eba la -va- ,
a los objetos muebles relativos a los productos, cuyo nexo con los objetos in- lidez de sus recons'trucciones. En dicho caso, su reposición de tejas y de bó-
muebles no sea de carácter cronológico o funcional. Estos dos diferentes re- vedas sobre las cabezas de los antiguos se convertirá en algo inerte que nun-
gistros de lectura de los hallazgos de un lugar sólo pueden, de hecho, combi- ca llegará a rozar la ligereza, la frescura y el encanto que posee la vida
narse en una publicación desde una óptica de anticuario, pero no desde una reconquistada (Carandini, 1986b).
óptica propiamente histórica.
Sean cuales sean las opciones, más anaJiticas o sintéticas, que se tomen en
relación a la publicación de una excavación, ésta no puede acabar siendo una El catálogo y la publicación
narración brillante de un atraco ni una aburrida descripción de una secuen-
cia estratigráfica. En el primer caso nos hallamos ante un historiador o un an- Hace años la documentación arqueológica era poca y entre ella y la pu-
ticuario que 'ímprovisadamente se transforma en arqueólogo de campo. En el blicación de una excavación había una gran diferencia. La catalogación pre-
segundo el arqueólogo de campo se resiste a convertirse en historiador. Re- veía, de hecho, pocos apartados y el dibujo de los monumentos no conlleva-
sulta, por lo tanto, oportuno que nazca y se desarrolle una nueva figura pro- ba ni grandes investigaciones ni preocupaciones. Hoy en día, en cambio, las
fesional, la de alguien' que sepa ser artesano, científico de la estratigrafía e fichas son extremadamente analíticas y el dibujo presupone la comprensión
historiador, aunque de forma particular, al ser él mismo también un buen co- estratigráfica del monumento. Se puede decir, por lo tanto, que si la docu-
nocedor analítico de las estratificaciones. Cualquier conocimiento de tipo mentación de un monumento se realiza correctamente, su reconstrucción y,
histórico-anticuario es IDcompleto si no se basa en el conocimiento detallado en consecuencia, el alma de su publicación está ya prácticamente realizada.
de los edificios antiguos -y viceversa. Estas dos competencias del arqueólo- Por desgracia los métodos arqueológicos se desarrollan con mayor rapi-
go de campo no pueden y no deben considerarse excluyentes, subordinadas dez que la experiencia práctioa y que la mentalidad burocrática. Aún en
o incompatibles. En realidad son modos diversos de investigar confonnes a nuestros días, algunas soprintendenze conceden la ejecución de catálogos y
evidencias de distinto género, traducibles entre sí, aunque se pague en ello documentación gráfica a profesionales externos a los que, sin embargo, se les
cada vez un cierto precio: la historia también tiene sus aduanas. La estrati- niega cualquier tipo de derecho de publicación. Ello no es de extrañar si se
grafía, por ejemplo, puede ser plenamente traducida en historia a condición piensa que los monumentos excavados desde el siglo pasado por las soprin-
de perder mucho de su oscura e ilimitada complejidad original. Esto signifi- tendenze se hallan vetados sin limite de tiempo a la investigación.
ca que una publicación arqueológica con fines históricos representa sólo una Esto conlleva una _expropiación de trabajo científico, una grave limita-
parte de la estratificación y es así, no sólo porque en una publicación se está ción de la libertad de investigación, la difusión ele una mentalidad polariza-
obligado a simplificar la realidad indagada, sino también porque una parte de da y propietaria en relación a los monumentos convertidos en feudos perso-
lo que se ha excavado, encerrada en la masa de los estratos y en el vaCÍo nales y, .por lo tanto, una multiplicación de lo inédito. Resulta fácil hacer
de las superficies, puede no llegar a percibirse o resistirse, incluso, a nuestro inaccesible un bien público, perQ mucho más difícil resulta analizarlo y pu-
deseo de comprender. Entre los hechos y la relación entre los hechos poten- blicarlo (porque las grandes cantidades de datos acaban por dificultar su asi-
cialmente contenidos en la tierra y en los muros antes de la excavación y la milación). Todos los hallazgos pasados deberian liberalizarse y los derechos
publicación de la excavación, por muy perfecta que pueda ser, existe siempre sobre las excavaciones de los funcionarios y de cualquier otro tipo de exca-
una distancia, que al mismo tiempo debemos aceptar e intentar reducir al re- vador deberían limitarse a un plazo máximo de cinco-diez años. La publica-
latar y reconstruir el mundo de las cosas. ción de los monumentos debería ser el objetivo real de todo catálogo y de
De la excavación se saca sustancialmente un modelo, una iconografía, es toda documentación, que, al margen de las recomposiciones contextuales y
decir, un empobrecimiento de la realidad multiforme; pero este es el precio de las reconstrucciones, no tienen ningún significapo, si no es el de llenar inú-
que hay que pagar para entender un fragmento de mundo muerto, el cual, de tilmente los almacenes de las soprintendenze con montones de papeles.
no ';':PT ~.;,:f ron';':PTV~Tfo::l. into::l.rt ..... c: C:11C: o::I.Trh-i" ..... c: np.TO no py'¡c.:ti"o::I. no::l.To::I. noc.:otT ..... c.: L_ ,._ .. _ " . _ _ : _ .. _..1 _ _ ~_~~. _____ .. ~ ____ ...l _ _ _ _ _ _ .... ...l~~,..1~ u ~~
NARRACIÓN Y EDICIÓN 153
152 HISTORIAS EN LA TIERRA

M."

,¡ FIGURAS VII-VIII. Castillo de Hen Domen, Montgomery, Gran Bretaña. Fase X


I
I
,1 (1150 d.C.). Reconstrucción de P. Barker (P. Barker - R. Higham, Hen Domen, Mont-
gomery, A Timber Castle on the English-Welsh Border, Royal Archaeological Institu-
te, 1988), planimetría y reconstrucción.
~
f)

,111

~
154 HISTORIAS EN LA TIERRA

nes de territorio sobre el que pretender derechos exclusivos y de salvaguar-


NARRACIÓN Y EDICIÓN

b dos de ventanas y de muebles, Enseres de la parte rustica y 'elementos


155

acaa
d la decoración de la parte urbana, Instrumentos de trab· ajo agnco 1a. caza,
~ .. dar escrupulosamente 10 inédito, sin lúnite de tiempo., resulta un . indicador
inequívoco de pobreza crítica y de incapacidad historiográfica. En dicho e y medidas Instrumentos de trabajo doméstico, Contenedores de alma-
pesca , ,,··U d El
~ caso, la «protección» de los bienes arqueológicos se traduce en su perversión. céii y de transporte, Objetos d~ ~ocina y de despensa, V~JI a e .mesa, e-
!i} tos para iluminación, ReClpIentes para el lavado e IllcensarlOS, Instru-
men ntos para la preparación de sustancias, Objetos para escn·b·d Id
1I, e eu to, e
.It· meo de ornamento de farmacia y de juego, Objetos de diverso uso Y Restos
La publicación de los materiales ase, ' . . ~ 9 El
!i} orgánicos. Para el. fichado d~ matenales ~en s~ne, veanse l~s pp. 9 ss.. n as
!i} La excavación arqueológica es como un J anQ bifronte, del que una cara es conclusiones de dicho estudIO hay una sInteslS sobre los SIs~emas d~ alimen-
~. la actividad de campo y la otra la actividad de laboratorio para el estudio de tación patronal y de los esclavos. En los apéndices están los mvent~nos de las
los materiales, al que aquí sólo se hace una _menc~ón dado que el tema merece pastas, de las pastas vítreas, de los revestimientos, de las de~raC1ones .y de
~ ser objeto de un manual específico. El estudio sistemático de los bienes mue- los sellos; allí se estudia, también el lugar en el que se producIan los l~drillos,
~ bles, los llamados materiales arqueológicos, se está difundiendo cada vez más las cazuelas y las ánforas utilizados en la vill~, y finalmente se anahzan los
~i y con ello se va afinando el método de clasificación tipológica necesario para huesos trabajados. Concluye la bibliografía. Diagramas estadísticos, map~s
el estudio de las producciones, especialmente de aquellas en serie-o La ilustra- de distribución y tablas facilitan la percepción sintética, cuantitativa y cualI-
~.
ción caótica de la cultura material, con los dibujos inútiles de tipos cerámicos tativa, de los fenómenos documentados. Pero este no es más que uno de l~s
~ incluso demasiado conocidos, deja paso ya a la publicación simplificada de la tantos modos según los cuales los materiales pueden ser tratados en la publi-
~ esencia de la documentación. La publicación de los materiales puede consti- cación de un conjunto monumental.9
tuir un segundo momento de la edición de una excavació~ contribuyendo a la
~
historia de la producción artesanal y manufacturera y de la circulación de mer-
~ caderías en un determillado lugar (Giardina-Schiavone, 1981; Giardina, 1986). Los materiales y la cronología absoluta
~ El progreso de los estudios ha cerrado ya la fase en que la publicación de
cualquier conjunto de mat,eriales_ pro'C:_e~entes de cualquier estrato constituía Una moneda o cualquier otra pieza datable hallada en un ~strato no o~e­
~ ce más que un terminus post quem para la unidad estratigr~f~ca en cuestIOn,
un acontecimiento importante- y -:gay -qri~ Jlegar a tomar, incluso para la edi-
~ ción de los materiales, decisiones de carácter sintético. No deben publicarse siempre que sea la más tardía de las coetáneas a la formaClon del estrato y
~.
todos los contextos, aunque todos deben conservarse en el depósito de los que, por lo tanto, no sea residual o una intrusión. Si la .moneda es del 73 d.C.,
~ .. objetos procedentes de la excavación. Hay estratos en los que sus materiales el estrato se habrá formado en el 73 d.C. o en cualqUIer otro momento pos-
proporcionan poca información, por lo que pueden excluirse de la publi- terior incluso muy alejado de aquel año. En la excavación de la base de los
~.
cación; otros contienen, en cambio, objetos interesantes por sí mismos por- pilares de la catedral de Worcester, cuya fundación se data sin duda alguna
~ que comprenden objetos desconocidos, realidades productivas especiales y en el 1084 d.C., tan sólo se encontró cerámica romana, pero no por ello se
~ circunstancias paleoambientales interesantes (como el instrumentum y los pensó en retroceder la fecha de aquel edificio a la edad antigua (Barker,
desechos alimentarios de un barrio servil, o las semillas que atestiguan una 1986, p. 141). La ley del terminus post quem tiene que respet,arse SIempre.
~ Otra leyes la del terminus ante quem, por la que, SI la cronologra de una uru-
vegetación de marismas en un determinado lugar, permitiendo así pensar en
e el abandono de los canales de la centuriación, etc.) o dan información sobre dad estratigráfica nos es conocida, todas las otras que la preceden en la se-
e la circulación de mercaderías especiales (como un vertedero de ánforas). En cuencia son más antiguas. La cerámica del siglo II d.C. hallada en un estrato
más reciente que otro que contiene cerámica del siglo III d.C. pierde todo v~­
e dicho caso comparar con otros contextos más o menos coetáneos resulta de
gran importancia. Incluso en muchos casos esto resulta más importante que lor cronológico: incluso si se halla documentada en cantida~ debe ser ~onsI­
e el propio contexto estructural en que los objetos han sido hallados. derada como un simple residuo. Si cuatro estratos presentan, desde abaJO, ce-
e Una aclaración metodológica sobre clases, formas, tipos, tipos de pasta, rámica del siglo IV a.C., del m, del n y del 1, ello no significa que sean de época
e tratamiento de las superficies y de los revestimientos, tipos de decoración,
criterios de cuantificación, elaboración de los datos, presentación gráfica,
romana. Podría tratarse de estratos medievales e incluso modernos (Barker,
1977, pp. 192 ss., Y 1986, figura 76). . ,
e etc., se encuentra en la introducción al segundo volumen de la publicación de
\
No es posible en estas páginas afrontar los diversos métodos Clentific.?s
e la excavación de Settefinestre (Ricci, 1985). En dicho trabajo hay también un de datación, de los que puede disponer el arqueólogo (dendrocron.?~ogIa,
e _1 ____ : _ _ _ _ 1 __ .. __ -1~_ ..]_ 1_~ _~ .. ~_:~1~.., ..._~ ... ~~ .... "'A..--. ... ... ." ....,<j., lA" " ....... lp-nfpc;: O"rll_ r'1 A p t l ' '\ A fp.r.t::tn H nToblemas especializados completamente espeCIfIcas y

e
e
r:Il
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 157

de expresión y de experimentación debe articul~se en una gestió~ uni}.aria, ~


que corresponde al d~rector establecer y garant1Z~r en f.avor del mteTes. ge- ~
neral de Ja investigacIón. Se trata de saber armonIZar dIversas personahda- ~
des diversos conocimientos, tiempos diversos y diversos sondeos, áreas y sec- <\c:
tor~s. En una excavación surgen continuamente intereses particulares, que ~
sólo pueden satisfacerse si responden al proyecto común en el que participa fi
la comunidad científica que forma la excavación. Por dicha razón, el director ~
debe saber resolver los problemas puntuales, previendo lo que pueda acae- ~.'
5. LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA cer sucesivamente a partir de los primeros indicios y del conocimiento que él ~
posee de la totalidad del proceso científico que se está llevando a cabo. ~
La creación de un equipo, una comunidad científica, conlleva problemas ~
EL EXCAVADOR
psicológicos no menospreciables, especialmente en países en los que no hay t.:;,;¡;¡¡¡
una tendencia al espíritu comunitario y a la identificación con las institucio- ~1
El director de la excavación nes. El director debe saber limitarlos, sin mezclar los propios problemas con ~
los de los demás, colocándose por encima de las partes e impidiendo con vi- ~
No puede haber más de una persona dirigiendo la excavación y en ella gor que la agresividad supere un cierto nivel. En las excavaciones de Sette- ~
deben recaer las mayores responsabilidades. Las direcciones colegiadas ge- finestre y del Palatino, en las que han participado entre 40 y 120 investiga-
neralmente no conducen a buenos resultados. Dado que existen tantos mo- dores, evidentemente ha habido problemas, pero siempre ha sido posible ~
d?~ ~e ver las cosas como personas participan en una investigación, resulta neutralizarlos en favor del éxito de la investigación. Una gran comunidad ~
dlfíCl~ avanzar en los e~tud~os sin dar una prioridad en las decisiones a aquel científica con un justo nivel de competitividad, pero esen~ia~entedPfa.cffulica, ~
qu~ :lene mayor expenenCla, lo cual implica, inevitablemente, una jerarqui- es un objetivo alcanzable, si b ien algunas veces ello entrana Ciertas 1 IC ta- ~
zaClOn del poder.
des.
El director de una excavación puede recibir indicaciones del director de El director de la excavación debe poseer también dotes de organizador y ~
un proyecto o de un comité científico, pero su autonomía operativa debe ha- de empresario. De hecho, puede tener que coordinar rula comunidad cientÍ- ~
~ars~ plenamente garantizada. El director, en definitiva, no debe convertirse fica, un grupo considerable de hombres y de mujeres competentes en diver- ~.<,,'.
jamas e~ el brazo técnico de una mente histórica considerada superior. so modo y medida, que cooperan para alcanzar una misma finalidad científi- ~
~ drrecto~ __de la excavación corresponden no sólo los aspectos científi- ca. El problema no reside en el hecho de coordinar un grupo «artesanal» de ~
cos SInO tamblen aquellos prácticos de la investigación. Por dicho motivo pocos arqueólogos, sino en el de dirigir decenas de investigadores en una es- ~
debe e~t.ar en la excavación lo más posible. En razón del conjunto de res~ pecie de empresa científica. El que dirige no debe estar capacitado para todo, ~
~~n:sabilidades que sobre él recaen, su autoridad no debe ponerse en tela de pero debe saber ser el intermediario entre las düerentes habilidades, todas
jWCIO excepto en ~~os ex~emos. Representa algo más que el primus inter ellas necesarias para obtener el objetivo final, como hace el director de OT- !~
p.a;es. l!na e.xcavaclOn gestwnada de forma asamblearia es como una opera- questa o cinematográfico. ,~
Clon qU1~rglca en la que las decisiones se tomen por votación. Debemos te- Una excavación debe ser eficiente y productiva, dado su elevado coste {~
n e r.:l In1Smo respeto hacia la tierra que hacia el cuerpo humano. Una exca- económico. Los ritmós no deben ser demasiado lentos: un exceso de minu-
vaClOn en la que reina el desorden es una excavación que no funciona. POr ciosidad resulta claramente perjudicial. La lentitud no es sinónimo de exca- '~
otro lado, ~llí donde la autoridad no se respeta espontáneamente y, especial- vación bien hecha y acaba por privilegiar fatalmente las fases más tardías de r~
mente, allí donde uno no se recrea trabajando la excavación tampoco fun- la estratificación en detrimento de las más antiguas, a las que también hay ,.- ,
ciona. El director no es un dictador ni un comandante (aunque debamos re- que llegar. Hay que distinguir las diferentes unidades estratigráficas, pero re- .~
c~nocer que la arqueología de campo debe mucho a militares como Pitt sulta inútil indagadas con perplejidad y «acariciándolas» con los instrumen- {~
Rivers y Wheeler). Su autoridad debe basarse, por lo tanto, en el diálogo con tos. En las excavaciones británicas se oyen bromas del tipo: «if in doubt, have (~
los ~olaboradores que él ha escogido y en el consenso. Debe saber dirigir, es it out», «if still in doubt, put it back», «if you still don't understand it, get rid ~
deCIr, dar la oportuna prioridad a unas decisiones en detrimento de otras. of it fast, before tedious discussion is generated» y también: «a layer is a load :,~,'"
Debe ser él quien marque el ritmo de la investigación. Pero una excavación
___ 1 ______ .,' ., ,., • • 1_ _. _______ •_ _ _ _ _ _
of dirt of no importance whatever, until proved otherwise». La duda puede I.~
disminuir el volumen de información al igual que el exceso d~ :el?ci~ad. La(~
(1,ooiI
{~
rí;,.;oi
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~
158 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 159

El director de una excavación debe, pot 10 tanto, decidir- _con rapidez El director de la excavación tiene que preocuparse de obtener fondos y
cómo excavar y evitar atrincherarse en un laberinto de testigos. El excesivo hallar el mejor modo para gastarlos. El modo en que se transmiten los resul-
temor a la ,subjetividad en la interpretación y fantasear sobre una inexisten- tados de la investigación a los medios de comunicación no resulta indüeren-
te objetividad absoluta de la estratigrafía resulta inoperante. Es más temible te desde este punto de' vista. Las administraciones locales pueden facilitar im-
la falta de habilidad. La capacidad de excavar está ligada a la inteligencia y portantes ayudas de tipo logístico e instrumental (uso de escuelas y casas de
a la experiencia, pero no a la edad y mucho menos al nivel académico o fun- colonias para alojar a los investigadores, prepara~ón de comedores y labo-
cionariaL Hay que tener una gran elasticidad para plantear y retirar hipóte- ratorios, trabajos de carpintería, uso de excavadoras y camiones). A cambio
sis, sugeridas primero y desmentidas más tarde por la evidencia. se pueden presentar los resultados científicos de las excavaciones en una ex-
Pero la eficiencia no debe transfonnar tampoco la empresa científica en posición y asesorar acerca de los problemas de los bienes culturales arqueo-
una industria taylorística. Las cadenas de montaje en las que los anillos están lógicos de la zona en la que se realiza la investigación. Se debe informar acer-
demasiado separados entre sí son perjudiciales. Debe existir una relación en- ca de la investigación a la comunidad locaL Con dicha finalidad, resulta útil
tre productividad profesional y razonamiento científico. Los excavadores de preparar visitas a los laboratorios y a las excavaciones, conferencias y pane-
un área deben poder conocer también las otras áreas de la excavación. Los les didácticos al aire libre.
que clasifican los materiales deben poder conocer la excavación, y los exca- Corresponde al director la elección de sus colaboradores. Ante todo se
vadores, los materiales. Se trata, al fin y al cabo, de evitar que la alienación plantea el problema de reclutar a jovenes excavadores. Para ello puede utili-
se apropie de la excavación, sin que por ello se ten~a que renunciar a lUla efi- zarse una ficha que se envía, por ejemplo, a las universidades, ficha en la que
caz cooperación., Este difícil equilibrio resulta más fácil de mantener en las se incluyen los siguientes apartados: nombre, apellidos, lugar de nacimiento,
excaváciones experimfmtales en yacimientos abandonados o en áreas ar- dirección y teléfono particulares y del lugar de trabajo, disponibilidad de ve-
queológicas protegidas que en las excavaciones urbanas o de salvamento, en hículo (tipo y matrícula), vacuna antitetánica (vacunado/sin vacunar), curri-
las que el tiempo apremia y la eficiencia debe ser mayor. culwn (estudiante/licenciado, universidad, curso académico, título y director
El director de la excavación y sus colaboradores pueden tener un «diario de la tesis, universidad y fecha en la que ha leído la tesis, experiencia prece-
de excavación», en el que anotar observaciones, probJemas de método, es- dente en excavación, clasificación y restauración de materiales, otras activi-
trategias, tácticas e hipótesis. Puede ser una especie de historia de la excava- dades).
ción, la excavación de la excavación. Este mismo manual nació de un diario Especialmente delicada resulta la elección de los respopsables de la ex-
científico de este tipo. cavación' de los materiales y de la documentación gráfica. Estos constituyen
Al director de la excavación corresponde más que distinguir las unidades la espina dorsal de la investigación. El director no debe dirigirse directa-
estratigráficas el recomponerlas en un dibujo de conjilnto. :El direct9r es el mente a los excavadores, sino que siempre tiene que comunicar con los res-
único que pUlede siempre moverse libremente por la excavación, sin otra ma- pons~bles, evitando así directrice~ contradictorias.
yor competencia que la de suturar, reunificar, reagrupar y -sintetizar. Debe_ El director de la excava,ción puede prever otros responsables: para la pa-
comportarse no como deus ex machina, qúe tras una breve ojeada resuelve leoecologÍa, la topografía, las tipologías, la restauración, las relaciones públi-
cada uno de los problemas, sino como aquel al cual, inmerso con los otros in- cas y las exposiciones, la administración, la logística, el instrumental y las
vestigadores en el proceso de análisis, corresponde la tarea de propiciar y compras, la informática y los archivos de documentación (gráficos, fichas, fo-
realizar la recomposición de las unidades estratigráficas en la dirección de la tografías y registros). Debe hallaxse en contacto también con los especialis-
narración histórica y de la reconstrucción monumentaL tas en los diversos tipos de materiales arqueológicos y con los geólogos, los
Corresponde primordialmente al director ocuparse de las relaciones pú- pedólogos, los botánicos, los zoólogos, los antropólogos, los geógrafos, los cli-
blicas y del contacto con las instituciones y los medios de comunicación. Los matólogos, los historiadores de la agricultura, etc.
que son titulares de un permíso de excavación se hallan ante el problema de El director debe continuar su labor con sus más estrechos colaboradores,
las solicitudes de permiso para excavar, de las ocupaciones temporales, del durante los meses en los que la excavación se interrumpe, organizando semi-
estado del yacimiento, de las primas por hallazgos, de los informes finales de narios relativos a la investigación. Es en el marco de esta escuela en el que
cada campaña (informe, fichas, gráficos, fotografías e inventario de los ma- debe surgir la edición de la excavación, de la que debe responsabilizarse el
teriales). La diligencia debe ser máxima porque los procesoS burocráticos son director.
lentos y existe el riesgo de no cumplir los plazos previstos para el inicio de la Generalmente, en las grandes excavaciones urbanas, los responsables,
excavación. Las relaciones con los propietarios no son- sencillas. General- los ayudantes, y los excavadores reciben un salario, mientras que los jóvenes
mente. éstos son menos comorensivos cuanto má." acomod::tdm: e inst.T1rirlo~_ -inpYnprln« ("nlahnr::l" tip fnrrn::l vnlllntaTl::1 A fnrtnnan::tmf".nte:_ se va iYenerali-
160 LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 161
critos a los cursos de especialización~ * deban haber participado- en activi-
dades de campo. Pero hasta que los departamentos de arqueología y, en es-
pecial, las escuelas de especialización no dispongan de «policlÚlicos», labo-
ratorios e investigaciones de campo-garantizados mediante acuerdos con el
Ministero dei Beni Culturali, la enseñanza de la profesión de arqueólogo se-
guirá siendo abstracta e ineficaz. Hay que ver con buenos ojos la creación de
un colegio profesional de arqueólogos, siempre que el examen de acceso al
mismo sea severo e incluya las nuevas metodologías topográficas, estratigrá-
ficas, tipológicas y paleobotánicas del trabajo de campo.
Corresponde al director de la excavación idear exposiciones y proyectos
de valorización relativos al área de excavación.
Todo director de excavación desea poder disponer de una organización y
de estructuras como las que se han descrito anteriormente (figuras 122 y 123).
Generalmente este deseo está destinado a verse sólo en parte satisfecho.

Los responsables de la excavación

El director de la excavación tiene que poder contar con la pericia de los


responsables de sondeo o mejor de sector. Éstos participan directamente FIGURA 122. Dirección y sectores de actividad y de responsabílidad previsibles en '
una excavación.
en la excavación coordinando y controlando de forma amistosa pero firme la
labor de los otros excavadores menos expertos (ayudantes, excavadores,
aprendices y eventuales peones). Las operaciones que el responsable de la
excavación debe controlar son, por orden, las siguientes: 1) Controlar la for-
ma de la excavación, acordar con el director posibles modificaciones, con-
trolar la verticalidad de los cortes de la excavación. 2) Controlar la limpieza
de las superficies de los estratos, su identificación y las relaciones estratigrá-
ficas existentes, individualizando sucesivamente los estratos que hay que ex-
cavar. 3) Hacer las fotografías necesarias. 4) Asignar un número de unidad
estratigráfica al estrato que se va a excavar o describir, indicándolo en el re-
gistro de las unidades estratigráficas. 5) Controlar la planta del estrato y las
cotas. 6) Escoger las secciones y los alzados que se van a documentar, de .................
acuerdo con el responsable del dibujo, ocupándose de su realización, de la
numeración y de su inserción en el registro de documentación gráfica.
s
7) Controlar la primera redacción de las fichas de USo 8) Controlar que las
cajas y las bolsas para los materiales tengan la etiqueta de referencia. 9) De- FIGURA 123. Esquema de la excavación ideal. (A) Área para fragmentos arquitectó-
cidir los 'instrumentos que se van a: utilizar, en qué dirección-y de qué modo nicos. (B) Cocina y comedor. (C) Alojamientos y baños. (D) Dirección, administración
se van a recoger los materiales; controlar la ejecución de la excavación y la y archivo. (E) Responsables de los sectores de la excavación y archivo correspondien-
recogida de los materiales; ocuparse de la eficiencia y la seguridad de los exca- te. (F) Responsables de los materiales, muestras y clasificaciones, con archivo. (G) La--
vadores; controlar que la tierra restante se lleve al punto acordado y que los boratorio para materiales, tipologías y clasificaciones, con archivo. (H) Responsable y
materiales acaben en el almacén. 10) Mantener, el contacto con el responsa- laboratorio de dibujo, maquetas y exposiciones, con archivo. (1) Responsable y labora-
ble de los materiales y, si hay, con el de la paleoecología para las restaura- torio de fotograña, con archivo. (L) Responsable y laboratorio de restauración, con ar-
chivo. (M) Responsable y laboratorio de paleoecología, con archivo. (N) Responsable
ciones urgentes, la toma' de muestras y el tratamiento de materiales -particu- .y laboratorio de topografía, con archivo. (O) Biblioteca y seminario para proyectar ex-
• • • ,.. ., • • ___ ~ _____ ' ' ' ' _ ..1_1.. _ _ _ _ : __ + __
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~
i} 162 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁcTICA 163
!;
lares. 11). Encargarse de completar las fichas de US finalizada la excavación. síd9, desde este punto de vista;- una auténtica novedad. Que fuera posible lle-

"
~
12) Elaborar el diagrama estratigráfico (controlando las referencias a las fi-
ch~s y a las plantas) y delinear, nnmerándolas y registrándolas, las primeras
var a cabo en Italia una excavación sólo con el trabajo manual de estudian-
tes y licenciados se demostró por primera vez, a gran escala, en la investiga-

,
i} actIVIdades. 13) Atribuir números a las habitaciones indicándolas en el re- ción italobritáuica de Settefinestre (1976-1981) y, posteriormente, en las
~ gistro correspondiente. 14) Controlar que dibujos yfi~has se hallen perfecta- sucesivas experiencias en el campo de la arqueología urbana, en el que el tra-
mente archivados. 15) Colocar, si -es necesario, los' cartelitos con los números bajo profesional y el de los voluntari~s han sabido integrarse con el de los
de las US en l~s cortes de la excavación. 16) Seguir la didáctica del propio obreros, especialmente necesario allí donde el volumen de cada estrato es
~ grup~ de trabaJo. 17) Controlar que, al final de cada jornada, se deje la ex- apreciable (a partir de algunas excavaciones urbanas en Roma se ha calcula-
~ cavaCIón ordenada y preparar los instrumentos necesarios para el día sucesi- do que sería necesario un obrero por cada seis arqueólogos). En estos casos
vo. 18) Entregar al final de la campaña de excavación toda la documentación no se- ha observado jamás ningún tipo de oposición del arqueólogo al traba-
l' al director de la misma.
e jo manual, oposición que se ha dado en el caso de algunos restauradores
acostumbrados a trabajar sólo con objetos ya extraídos del terreno y en la os-
~ curidad del laboratorio. Una restauración de urgencia en la excavación re-
¡; Los excavadores sulta todavía rara en Italia, aW1que materiales estructurales como estucos
¡; pintados o materiales muebles cuya recuperación resulte particularmente de-
Hasta hace poco tiempo la excavación estaba considerada como una obra licada constituyen W1a realidad cotidiana en las excavaciones (Carandini,
¡; llena de peones, en la que 'sólo de vez en cuando aparecía el arqueólogo o un 1986a; Melucco Vaccaro, 1989).
tt ayudante suyo para controlar la investigación. De hecho la excavación se ad- Problemas como la capacidad física de soportar esfuerzos, el seguro (ga-
judi.ca~~ a empresas privadas inexpertas en excavacio~es arqueológicas es- rantizado por la universidad para los estudiantes), la vacuna antitetánica, la
t tr. at~gráficas,
. .que no funcionaban por unidades estratigráficas sino por metros seguridad (uso de escaleras, vestuario correcto, cascos, fonnas de moverse, de
~ cubICaS de tierra excavada o por niveles de profundidad abstractos. Esta levantar pesos y de usar los instrumentos), las dotaciones y 19s conocimien-
~ prác~ica reprobable, que por desgracia no ha desaparecido completamente, tos de curas de urgencia, el uso de instrumentos mecánicos, las obras de pro-
r~fleJaba la concepción según la cual la excavación era una operación exclu- tección, etc., son de una importancia fundamental y están adecuadamente
~
SIVamente de carácter práctico y, por lo tanto, esencialmente un movimiento tratados en el manual del Departamento de Arqueología Urbana del Museo
i!I de tierras. de Londres (diciembre de 1988). Una cierta experiencia en trabajo de cam-
i!I Pero ahora la excavación se presenta cada vez más como la actividad de po es fundamental para el arqueólogo profesional, especialmente desde que
investigación de una comunidad científica en una porción de estratificación no excavan sólo los obreros. También resultan útiles los «reglament()s» de las
~
o en un monumento transformados en laboratorio al aire libre, en el que se excavaciones, en los que la obviedad de algunas normas sólo puede irritar
i!I desarrollan ~~tivida~es científicas complejas. Una comunidad de este tipo a quienes están habituados a trabajar sobre todo con mano de obra asala-
~ puede tambIen servrrse de obreros, pero estudiantes y licenciados en ar- riada y no con un gran número de estudiantes y licenciados (Manacorda,
~ queología son los que, en cualquier caso, deberían jugar un papel principal. 1982a).
¡¡; Al menos una tercera parte del presupuesto global de una excavación debe- N o existen muchas oportunidades en la civilización industrial para fundir
ría estar destinado al trabajo de los arqueólogos (como se desprende de la manualidad y cultura, esfuerzo e ingenio. Desde este punto de vista la exca-
~ experIenCIa de las excavaciones urbanas en Roma). En cirugía es el médico, vación arqueológica es un lugar ideal de formación en el sentido de una re-
It y no el enfermero, quien opera. Por dicha razón es fundamental-poder retri- composición entre mente y cuerpo y de una reunificación del conocimiento
buir a .los jóvenes por el trabajo de excavación (lo cual por ahora todavía no histórico (los más reacios entre los antiquistas a lo que representa la excava-
It es posIble), por la documentación realizada (esto es, en cambio, posible) y ción son los jóvenes filólogos clásicos y es con ellos con quienes los arqueó-
!J por publicar .10 que se ha encontrado" (sólo ocurre en casos excepcionales). logos tienen mayores problemas para colaborar) .
!J .I:ambogha excluía una participación -directa del arqueólogo en la exca-
vaClOn. Podía entrar en el sondeo para dirigir desde más cerca al obrero para
lit recoger materiales y para documentar las estructuras. No han faltado ~n los La excavación y las instituciones
~


años pasados casos especiales en que arqueólogos han trabajado incluso de
forma manual en sus excavaciones. Pero la participación normal del arqu.eó- -Desgraciadamente las soprintendenze arqueológicas están demasiado
1opo pon tor1~~ 1!:1~ ro.... "" ... "''''' ..... .,''''''' -n'Io"' .... ~ ... l",.., ri ..... 1 ... "~~"'7.~....!Á ____ ~ _ _ _ _ _ _ ._,_..0._ .. ~ ..-lo .,;' ..... .,.; ......... 0<" 'h......,.",...... ;;t.,..,.'" u
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164 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 165

inadecuados, la competencia científica de sus' miembros no se reconoce de brear y valorizar los monumentos, hay quC? replantear de nuevo
forma suficiente y no se les da permisos por motivos de estudio. Por dichas po, par~ PUe~re 1M soprintendenze Y la universidad. Estas deben poder ha-
razones estas instituciones se encierran frecuentemente en sí -mismas y no l~ relaclOn ndición de formar historiadores y arqueólogos profesionales,
llarse en l a ca . . . al tI'
desarrollan suficientemente colaboraciones con las universidades y los mu- ·es posI'ble si no se abren campos mstItuclOn es y norma vos,
seos locales, haciendo difícil, además de la catalogación y la publicación de P ero e no n O . . , , '
. tan solamente en la simpatía y la buena dlSposlclOn m IVI u ,
d' 'd al
q ue no conSIS boración sustancial en el conocumento
. . 1 d
y la sa yaguar a e os d I
los monumentos, la investigación arqueológica de campo en un sentido ac- I
tual y a gran escala, que difícilmente puede llevarse a cabo por los diver- P .ara unaulturales
coa . . . . t t d be
arqueológicos. Para ello los nnrustenos campe en es e -
blenesc ' a l
departamentos de arqueolog¡a o, menos, a as escue l id as e
sos inspectores, aunque estén capacitados, que trabajan fundamentahnente rían dotar a I o S . ' .
solos. .aliza . ~ n con laboratorios Y con medIOS para mvestlgar en museos Y en
En un contexto institucional y normativo diferente, el inspector podría elspecI eCls°decir «polic1ínicos» arqueológicos (Francovich, 1981, pp. 357 ss.;
e campo, "
ser el alma en tomo a la cual formar y hacer girar una amplia comunidad Francovich-Parenti, 1988, pp. 13 ss.). .
científica. Patriotismos burocráticos o académicos, con las correspondientes U araíso científico e institucional se creó en 1984 en la comunIdad au-
'rivalidades, son desde este punto de vista perjudiciales para los bienes cultu- , ama
ton n Pde Andalucía , donde la arqueología
. ' de .protección
~
es ágil, ,todavía
. no .
rales, que no piden ser salvados por esta o aquella estructura administrativa h burocratizado Y participa de la mvestIgaclOn, y la arqueolOgIa unlVerSI-
o científica y reclaman la más amplia colaboración entre las diferentes insti- ~:ri: se halla implicada en la protección del patrimonio. Las dos arqueolo-
tuciones del Estado y, entre éstas, las empresas con capital público o privado , cuentran anualmente en congresos en los cuales los proyectos fi-
glas se en ' . -tifi l' "
(construcción, informática, etc.) ocasionalmente implicadas. El grado de bu- nanciados por la comunidad autónoma se ilu:tran para JUs lcar a lflver~lOn
rocracia de cualquier decisióIl se mide según el grado de defensa del privile- · d con dinero público. Se excava en anos alternos para poder publIcar
realIZa a . fi ." 'bli
gio corporativo y de la «propiedad» 'sobre los monumentos respecto -de las e incluso el trabajo de publicación se paga graClas a la InanC13ClOn pu ca
posibilidades reales de combinar fuerzas diversas con el fin del conocimien- que, en general, es sustanciosa.
to y de la protección (las opciones de la Soprintendenza Archeologica di
Roma en este sentido han adquirido el valor de ejemplares).
La utilización de cooperativas debe considerarse positivo, aunque 'resul- El responsable de los materiales
te completamente desafortunado que las soprintendenze concedan la realiza-
ción de trabajos de excavaci6n a una sola o a unas pocas cooperativas, ex- U na figura importante en la excavación es el responsable de los materia-
cluyendo así la colaboración de las universidades y los museos locales, los les recuperados al excavar y cribar la tierra. Debe ser una. persona experta en
sujetos más cualificados y con mayores derechos. Una tal situación de sus- tipologías de materiales arqueológicos y ~~paz. ?e organIZar t~mos de exca-
tancial monopolio ofrecido a pequeños grupos privados, por llamarlo de al- vatiores para el lavado, el siglado, la c1asificacIon y ~l embalaje o la .coloca-
guna manera cooptados en la arqueología de Estado, conlleva altos costes, ción de los materiales en el almacén. Debe saber aplicar a los matenales un
empleo de jóveJles no suficientemente preparados para hacer frente a traba- primer tratamiento conservativo, vigilar que éstos estén .separados ~str~t?
jos demasiado numerosos e insuficiente control científico. Dicho monopolio por estrato y dividirlos en clases y, después, en formas y tipos. Debena VISI-
da una imagen aparente de apertura y de cooperación modernas en la ar- tar, al menos una vez por semana, la excavación. ~ falta de u,? ~xperto en
queología de campo, pero' en realidad consolida viejas prácticas burocráticas malacología debería ocuparse también de los matenales osteologlcos, de las
y cerrazones corporativas. Desprovistos de una autonomía real, los jóvenes muestras y de la flotación, a realizar de acuerd? con los respo~sables d~ la
de dichas cooperativas acaban por ser explotados por la institución que les excavación. Una especial atención hay que dedIcar a ~~s matenales partlc~­
otorga los trabajos en exclusiva de forma clíentelar y subalterna, fávorecien- lares, que deben tratarse aparte por motivo de su fragilidad, r~eza Y se.gun-
do perfiles profesionales anómalos y técnicamente unilaterales. El trabajo, en dad. Debería haber una lista de los mismos en el correspondIente reglstr~.
cierta forma garantizado, se paga con la expropiación de los derechos cientí- Resulta útil elaborar para cada estrato una ficha en la que se resuman lo.s di-
ficos y, por lo tanto, con una especie de proletarización dd excavador. Sepa- versos géneros de materiales recuperados. El responsable de los matenales
rar las tareas de excavación y de documentación de la publicación de los re- contribuye junto con los responsables de la excavaci~n a definir los estratos
sultados en ellas obtenidos debe ser considerado, en principio, como algo o las actividades cuyos materiales valga la pena pubhcar, a controlar las co-
perverso. rrespondencias y a fechar las actividades. Pero pa:a tratar a fondo este :ema
Para permitir investigar a los funcionarios y que los investigadores dis- sería necesario un manual de tipología arqueológIca, manual que todaV13 no
~~~~~~ ..-1 .... 1~ ............. '1-"'....; ... 1""'" ... 7" . . . . . "'..---.1...; ........ ,.,.'" <;> ",,,,tnA'<;>T '...... !>oT!>o llPCT!>oT \lo .... !>o't,;¡lílO"\loT poJ
166 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 167

Los responsables del dibujo, de la paleoecología y dé la restauración con C. F. Giuliani ---catedrático en~Roma de Dibujo y análisis técnico de mo-
numentos antiguos (Giuliani 1976, 1990)~, realizando un trabajo sobre un
Cuanto más grande y complicada es una excavación, mayor es el nú- edificio de Ostia, excavado con el método estratigráfico (Carandini-Panella,
mero de r~sponsables y de especialistas que deben hallarse implicados en 1968-1977)~ Esta combinación de experiencias se ha conectado más tarde, en
ell~. En p.nmer lug:=rr es necesario disponer de un responsable del dibujo ar- Settefinestre, con la habilidad reconstructiva de S. Gibson, formada bajo las
qmtectófilco-estrahgráfico y de un responsable de la paleoecología. Ambos directrices de J. Ward Perkins (Gibson, 1991). Esto ha permitido a M. Medri
campos deberían tratarse en manuales concretos (Medri, 1981; Jones, 1981). y a otros licenciados en Letras realizar con un planteamiento unitario la do-
Por desgraCia nos hallamos ante especializaciones que se encuentran todavía cumentación gráfica para la edición de la excavación de Settefinestre, excep-
e~ sus inicios, ~i~ndo rarísimos los dibujantes que saben conjugar sus conoci- to una serie limitada de gráficos complejos realizados por la propia S. Gib-
~entos específicos con las necesidades de la estratificación arqueológica, e son. En la excavación del Palatino la autonomía de los arqueólogos, desde
19u~ente faros son los arqueólogos paleoecólogos, para los que no está este punto de vista, es ya total, hasta el punto de que M. Medri ha llegado a
preVISta todavía una carrera adecuada en el seno de las instituciones. Se tra- coordinar el dibujo y,el análisis de los principales monumentos de los Cam-
ta de l~s dos mayores lagunas de nuestra arqueología. Sería necesario crear pos Flegreos, encargados por el Ministero dei Beni Culturali al proyecto
un Ins?tuto central para la topografía, la estratigrafía, el dibujo y la paleo- «Eubea>)" (1-987-1990), cuyos resultados fueron expuestos en una exposición
ecologIa arqueolÓgIcos que debería coordinar esta materia a nivel nacional celebrada en Nápoles en 1990 (véase Eubea, 1990, y Campi Flegrei, 1990),
(Carandini, 1986a), Hay también una demanda de restauradores arqueológi- mientras M. Serlorenzi la sustituía en sus respo~abiIidades en el Palatino.
cos de campo que deberían tener conocimientos diversos de los que. poseen Tomemos ahora el caso del restaurador que llega a una excavación. Es
los restauradores de obras de arte antiguas, pero todavía no se es suficiente- necesario que sepa afrontar una pluralidad de material.es y de manufacturas
mente con~~ente de el~o:l Existen también otras espeCializaciones úti1~s para y no se atrinchere en especializaciones como pintura, mosaico, bronce, etc.
la excava~o~ arqueologIc~a como la geología~ la sedimentología, la pedolo- Tiene que interesarse además no sólo en el objeto en 'sí, sino también en su
gía, la botamca, la zoologra, la antropología, la geografía, la climatología, la contexto; no sólo en su materialidad específica, sino también en el método
hIstona de la agncultura y de la urbanística, la archivística y la informática.2 más adecuado para extraerlo de su matriz terrestre. No se trata de que espe-
No es ~osibl~ aquí ilustrar la citada serie de especializaciones, pero re- re a que los estucos lleguen al laboratorio, sino de participar activamente en
sulta esen~IaI d~hnear el modo en que éstas deberían entenderse. Suponga- su recuperación. El restaurador no debería usar solamente el bisturí y tra-
~os .la eXIStenCIa de un grupo de excavadores. Es indispensable que sepan bajar en la oscuridad de una habitación. Debería conocer también el uso de
dIbUjar plantas, secciones, alzados y objetos, fotografiar, realizar operaciones instrumentos más pesados y aprender a soportar el calor del sol a la intempe-
elementales de consolidación y restauración, recoger datos ambientales y rie. De hecho, no hay una solución de continuida,d entre excavación y res-
compr~nder la formación de un estrato de tierra. El arqueólogo debe ser has- tauración. Incluso en el caso en que fuera necesario trazar un límite en.tre ex-
ta un CIerto grado autosuficiente. Más allá de dicho límite se hace necesaria cavación y restauración, habría que ampliar las competencias de ésta. Cuando
~a presenci~ del ~specialista que, ideahnente, debería ser un arqueólogo me- hay que proceder cuidadosamente a la excavación de materiales contenidos
JO~ qu~ un m~~sttgador con uha formación diversa. En vez de multiplicar las en un estrato, esto significa que se pretende reconstruir alguna manufactura.
«CienCIaS auxilIares» de la arqueología, sena mejor ampliar el propio cou- Aquí se plantea el problema de la conservación, como en el caso de la exca-
ce~to de .arq~~ología hasta ~ncluir progresivamente en él todos los campos de vación microestratigráfica de estucos pintados caídos.(Fentress-Filippi-Pao-
la lllVestI~~clO~ que necesI~~. La creciente conciencia ecológica probable- letti, 1981; Fentress, 1982). Cuando en la excavación de Settefinestre nos en-
mente .fa:~tara esta :-voluCl?n ~ se llegará a una idea más integrada de mé- contramos ante el problema de los estucos pintados caidos, descubrimos que
to.do ~~tonco y ~e metodo CIentífico. La arqueología puede aportar una Con- el problema qué planteaba su recuperación no había sido nunca seriamente
tribuclOn deternnnante para la superación de la distancia existente entre las planteado, ni por los arqueólogos ni por los restauradores. En este caso fue-
dos culturas. Pero mientras sean necesarios especialistas externos a una ar- ron los arqueólogos los que resolvieron la cuestión, .aunque en realidad era
queología entendida de forma demasiado limitada, la colaboración deberá de incumbencia de los restauradores. Los conjuntos de estucos de hecho se
desarro~arse en el sentido de adiestrar al arqueólogo de manera que cada encúentran generalmente conservados en un único estrato arqueológico y
vez se SIenta ·más autosuficiente y se reduzca progresivamente la necesidad pertenecen a una única manufactura de artesanía artística (la pintura de una
de una intervención directa del especialista. habitación) que se ha destrozado. Para descubrir el sistema con el que recu-
R~sulta de utilidad citar dos ejemplos relativos al dibujo y a la restaura- perar los fragmentos caídos, l.os arqueólogos utilizaron s~ capacidad de saber
• -ro. •• ~".,. ~..~. •
np(;,:-rnC\nt~r h p:dr;'ltifi~;:H:~ión. ne",:o el restaurador también se ocupa de estra-
169
168 HISTORIAS EN -LA TIERRA LA. EXCAVACIÓN,COMO PRÁctICA

encontrar una vía mediante la microestratificación de los estucos pintados


cáídos ~i solamente hubiese decidido que se tratab~ de un problema suyo y
que debía afrontarlo, Otro ejemplo de colaboración entre arqueólogos y res-
tauradores puede ser el que se presenta cuando hay que 1.iIDpiar con un bis-
turí estructUras'para cla,sificarlas gracias a pequeñas variaciones de color, o
para identificar trazas imperceptibles de otrás estructuras ya perdidas (he
vis~o un caso de est.e tipo. en la excavación de la catedral de Ginebra).3 De
este modo se abren nuevas fronteras para aquella restauración arqueológica
de campo de la que hay una gran necesidad en los centenares -de excavacio-
nes que se abren cada año en Italia.
FIGURA 124. Los límites de la excavació~ ~ indican con gomas elástica~ fijadas en
clavos dispuestos de tal manera que no colflC1dan con los ángulos de la ID1sma.
Los responsables de la logística y de los instrumentos

Cuanto más una excavación se configura como una comunidad científica la excavación. Cada sondeo, área o sector de exca~ación debe tener su pro-
que realiza labores manuales e íntelectuales, tanto más resulta útil que se ia dotación de herramientas. No resulta operatIVO ahorrar. en las herra-
proceda con atención a resolver las necesidades logísticas. No se puede ex- ~entas de excavación, cuyo presupuesto debe calcula~se con tIempo. Para el
cavar con tranquilidad si-no se dispone de comida, alojamiento, transporte e material de dibujo y para la documentación hay que dlSponer de contenedo-
instrumental adecuado, especialmente cuando no se trata de una excavación res adecuados. También hay que buscar un depósito para los lflstrumentos Y
urbana. Es necesario, pues, que una o más personas se dediquen a estas cues- las herramientas, especialmente para los meses en que no se excava.
tiones.
Las situaciones cambian de una excavación a otra, por lo que no se pue-
den dar indicaciones unívocas. 'En verano es posible alojarse en una escuela. EXCAVAR
En dicho caso, hay que pensar en las colchonetas, los colchones, en los tur-
nos de limpieza, en regular los horarios (despertador, comidas, trabajo, se- Sondeos, áreas y sectores
minarios, tiempo libre, silencio), en organizar los laboratorios, en las medi-
das higiénicas (como, lavar la fruta y la verdura) y en las relaciones con la Decidir la forma de una excavación es siempr~ una opera~ión difíc~l, al
gente del lugar. Lo ideal para las comidas es un comedor, organizado si es po- i nal que lo es delimitar el tema de estudio, espeCIalmente alh donde ~hve:­
sible en la escuela. El desayuno pueden prepararlo los excavadores, pero -los s~s construcciones se han superpuesto en un mismo lugar: No se trata J~~s
bocadillos y la fruta para la merienda (cuando se hace horario continuado), de una apuesta, sino del éxito de un razonamiento. La unI~ad d~ excav~C1on
la comida fría al regresar del trabajo y la cena deben ser preparado,s y coci- debe establecerse tras .investigaciones pr~via~ no destructIVas, mdalgac~~e~
nados por personal especializado. También hay que establecer un menú se- documentales Y de archivo y amplias eI1mmaClones ~e .~umus. Tan solo e_
manal y comprar al por mayor. Ante tal experiencia de vida comunitaria re- ar -al primer estrato de destrucción se está ~n condIcIon de_escoger los. pro
sulta útil disponer de nn reglamento (Carandini-Settis, 1979, pp. 27-29). gables límites definitivos de la excavación. Estos pueden senalarse mediante
En caso de que la excavación esté lejos del alojamiento y en un lugar en sondeos o_pequeñas áreas con gomas elásticas fijadas en clavos col~~ado~ en
el que no existan medios de transporte público hay que organizar el traslado el terreno de forma que no coincidan con los ángulos de la exc,,:vaclOn (figu-
diario de forma que se pierda el menor tiempo posible. De gran utilidad son ra 124). A medida que la excavación avanza hay que co.~aI vertIcalmente las
los medios de transporte de los que- disponen los departamentos universita- paredes de tierra a lo largo de .l?s límites de la excaVaClon para poder ~epre­
rios, pero hay que utilizar también los medios propios de los excavadores, re- sentarlas gráficamente en seCCIono
embolsando la gasolína y las posibles reparaciones. No se trata tanto de conocer una superposición de estratos y de se~e~-
Conviene unificar las operaciones relativas a"108 ínstrumentos y herra- tos de muro, cuanto una porción de estructura de háb~tat o .de necropolis
mientas, desde la adquisición a las reparaciones. Resulta beneficioso conser- sufici~ntemente amplia que nos permita entenderla lo mas pOSIble en su co~~ ,
var el· inventario de todos los instrumentos de trabajo, responsabiliz&lldo al 'unto. Al deHmitar la excavación no sólo hay que ten.er en cue~ta las est~ I

. _ ~_! _ _ 1_~_-I-", ... nh.;"'.-..... <>~ ~lT1n t:;¡mhién los esoaClOS descubIertos, qmzas
máximo ~ los ex(".;¡v~rloTPS,· f1o~ n::¡lp.tinp~ ro frnlAlP1 .. 'U pi n1~t-pri""l np r1';h.. ~n. ]
170 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 171

FIGURA 126. Fosas y conStrucciones subterráneas destruyen las estratificaciones pre-


cedentes. Sólo pequeñas parcelas de las mismas se mantienen intactas.

AÑiJI500 ARo 17(10

FIGURA 12~. Entre el límite de una excavación y un muro paralelo al mismo se ex-
~~a con dificultad por falta de espacio. Puede darse el caso que aparezca en la sec-
Cl?D un segmento de muro poco visible y no documentado en la excavación. Esto ocu-
rnó en Settefinestre (Carandini, 1985a, 1**, figura 257, UE 30.70).

P~r otro lad<.>. tampoco es bueno partir de una excavación limitada para am- FIGURA 127. En contextos urbanos muy estratificados, rebajes y nuevas construccio-
pli:rr1a sucesl,:amente. porque ello supone la pérdida de relaciones estrati- nes pueden cancelar segmentos enteros de estratificaciones (en este ejemplo una in-
~~cas y de tIempo. Una incticación precisa más: no es aconsejable situar los tervención del siglo x':'ll ha eliminado estructuras fechadas entre los siglos xlI.y xv).
IUIlltes de l~ excavación cerca de un muro y paralelamente al mismo porque
en el esp~clO que queda entre el muro y el límite pueden perderse impor-
tantes umdades estratigráficas (figura 125). tructuras murales se han cortado unas a otras de forma que de un IDUI,"O que-
En las excavaciones urbanas el área de excavación debería detenninarse da sólo un pequeño tramo en un punto y otro tramo en otro, por lo que no
tc;unbién en función de la topografía del conjunto y las posibles divisiones en resulta fácil comprender que, en realidad, se trata de la misma unidad estra-
se~t~res de responsabili~ad deberían coincidir COn los diferentes edificios, tigráfica. Al reconstruir la secuencia hay que tener en cuenta estas destruc-
9wzas.de un mIsmo conjunto. Es preferible no subdividir la intervención en ciones, estos vaCÍos y estos mÚlimos restos de estructuras, qu~ quizás fueron
demasl~dos sondeos o áreas de excavación que conllevan el inconveniente de de grandes dimensiones. La importancia de una estructura no puede juzgar-
ten:r dIversas series numéricas, necesarias para identificar las unidades es- se por el grado de conservación con el que ha llegado hasta nosotros: de la
tratIgráficas. La lógica de la excavación requiere un conocimiento global de muralla de Teodosio II en Cartago sólo se conservan algunas pocas piedras
toda el ~ea a-estud~ar pero, a veces, hay que adecuarse a contingencias de ti- (Carandini el al., 1983).
po práctico ~ue obhgan a respetar ciertas zonas (árboles, muros no excava- Un p'roblema especiahnente complejo es el de los cortes de la excava-
dos, condUCCIOnes, obras de protección) y a limitaciones en el avance de la ción, en concreto cuando superan un metro y medio de profundidad. Llega-
excavación (figuras 38, 39). dos a este punto hay que reforzarlos, al igual que se deben apuntalar los mu-
Ha! que int~ntar escoger, especialmente en zonas utbanas, espacios que ros inestables (figura 128). Para que un corte sea seguro debe tener una
no e~ten demaSIado alterados por unidades estratigráficas sucesivas, como , inclinación de -45 grados o ,debe estar escalonado, lo que resulta más aconse-
r:baJes, vertederos o subterráneos~figura 126). En las zonas rurales prevale- jable especialmente para el dibujo de las secciones en los cortes (figura 129).
c la .acumulacIón, y la ~stratificaClon aparece sustancialmente inalterada en En uno de los lados de la excavación resulta útil, si ello es posible, disponer
sus d~~ersas fases, mientras que en las zonas urbanas la acumulación y la des- de una rampa para 'la extracción de la tierra y para permitir el acceso de
~on se mezclan y, frecuentemente, esta última 'prevalece. La consecuen- medios mecánicos: Si la estratificación, en la parte superior, se presenta poco
C1a de ello p_~ lln~ pc;:tT~tiO"T'~fi',;o 11","", A" l .. ...-n .......... T"\", 4=.............. 1.: ....... A._! ... _ .... _ _ _ _ 1_ .. __
.......h"TP-ntp P:~ mp:ior h}lCeT taludes. escalonados u otro tipo de protecciones,
172 HISTORIAS EN LA TIERRA
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 173

i
:. t J
~
FIGURA 131. Dirección en la que debe avanzar la excavación.
~

~
F~GURA 128. (a) Refuerzo de una pared. (b-e) Apuntalado de muros inestables.
Ejemplo de Settefinestre (Carandini, 1985a, 1**, figura 212). Comportamientos

Hay que calcular con atención el número y la fonnación de los ~xcava- ;


dores en relación a las dimensiones y a la naturaleza de la excavaCIón. En ;'.
ciudades abandonadas o en yacimientos rurales pueden organizarse excava-
ciones experimentales y didácticas incluso numeros~ (un centenar de exca- ~
vadores). Pero en excavaciones de urgencia o urbanas, en las que no se co- 1llI.·
noce la naturaleza de la estratificación y en las que hay que proceder con una ~
cierta velocidad, es mejor limitar el número de arqueólogos a tres o cuatro ~
decenas de profesionales, con algún obrero y algún voluntario. e'
FIGUllA 129. (a) Corte apuntalado. (b) Corte en talud (45 grados) ante una estratifi- Resulta oportuno que los excavadores avancen excavando en un único ~
cación frágil. (e) Corte escalonado. frente por razones de «dirección» estratigráfica, de conservación de la lim-
pieza de las superficies ya expuestas y de seguridad. También debe hab~r una ~~
justa distribución de los excavadores más expertos entre aquellos que tIenen ~
menos experiencia. No hay que asignar porciones geométricas de excavación ~
(a no ser que estén delimitadas por estructuras o formen una habit~ción), ¡¡j
procediendo de manera que ésta se wriforme a la naturaleza de las umdades '"l
estratigráficas que aparecerán. No hay que pisar los estratos que ya se han :~
limpiado para no tener que repetir diversas veces la misma labor y para po- :
der comparar en cualquier momento las diferentes superficies que salen a la ,
luz. Por dicho motivo, es mejor que el excavador retroceda, como un cangre-
FIGURA 130. (a) Corte junto a una calle (estratificación compacta). (bl) Corte junto jo (figura 131). Sobre algunos estratos frágiles o fangosos es mejor colocarse ~
al muro de un subterráneo. (b2 ) Corte junto a un estrato frágil, que debe evitarse.
o pasar sobre tablas o tablones. En ciert~s circunstancias delicadas es mejor ~
descalzarse antes de entrar en la excavación. Se aconseja excavar tanta tierra ,~
cuanta uno sea capaz de eliminar progresivamente (no menos de un capazo
cación se.a.~ás co~pacta. En las ciudades, las calles y los mUTOS perimetrales y no más de una carretilla), de forma que la excavación esté siempre limpia -~
de los edIfICIOS veCInOS resultan de gran utilidad para establecer los límites de y todas sus partes _sean visibles. . _~
la excavación (figura 130). También es importante determinar cuál es el lu-
Es un error limpiar y volver a limpiar las superficies de una excavaCIón ~
gar más adecuad~ para acumular ~a tierra procedente de la excavación y es-
para comprender _globalmente la estratificación. Hay que actuar resolviendo ".'
ta~lecer el recorndo de las carretillas para acceder' al mismo. -Los temas re- gradualmeute y en el orden adecnado cada uno de los problemas. Sólo en el 1
lativos a estas cuestiones prácticas, a los que aqlÚ se hace una breve mención
se hallan suficientemente ilustrados, en lo que concierne a los arqueÓlogos:
laboratorio, agrupando las unidades estratigráficas en actividades, grupos de 4
actividades y acontecimientos o períodos se 'puede llegar a una ".isión de ~on- ~
en el manual del Departamento de Arqueología Urbana del Museo de Lon-
dres (rli~ip-rn hrp. elP. 1 QRR\ . junto. Querer comprenderlo todo antes de hempo hace perder ttempo, lTIlen- ;
tr~o;;: 111lP- ~P-j)"lliT las re2:las del luego. con una comprensión gradual, hace ganarr'~-:_'0.~
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LA _EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 175


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~ FIGURA 132. No hay que colocarse ni sentarse junto a los perfiles de la excavación. FIGURA 133. Posición de la espalda: (a) incorrecta; (b) correcta.
~
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It Los principiantes tienden a sentarse en la excavación para descansar e in-
cluso para excavar. Es mejor estar fuera de la excavación y no resulta fácil
~ excavar sentado. Hay que evitar sentarse en los perfiles o sobre los muros,
It por motivos de seguridad y de conservación (fignra 132). La mejor posición
~ para excavar es de pie o arrodillado, utilizando rodilleras o alfombrillas (fi-
gura 145). Pueden usarse guantes, pero es cierto que tras pocos días de tra- , .

~ bajo sin guantes se forman unos callos que los hacen innecesarios.
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~
~ FIGURA 134. Uso «ligero» del pico (en lugar de la alcotana).
El uso de las herramientas*
~
~ Pensar que técnicas especialmente desarrolladas puedan hacer innecesa-
iI ria la habilidad del hombre en la excavación equivale a equiparar la investi-
gación estratigráfica,a un proceso industrial. La excavación será siempre una
iI fonna de artesanía especializada. Inclu~o en las grandes excavaciones britá-
~ nicas no se ve un despliegue de instrumentos sofisticados. Existen- actividades
~ de campo tecnológicamente muy bien dotadas pero cuyos resultados cientí-
~ ficos son bastante modestos.
Para excavar, ante todo, hay que saber mover el propio cuerpo en rela-
~ ción con los instrumentos que uno debe usar. Para ·aquellos que se han for-
~ mado en la universidad este conocimiento no puede darse por descontado.
t La primera cosa que hay que aprender es a no cansar excesivamente la espi-

,
~

~
na dorsal. Para ello, por ejemplo, hay que doblarse hacia adelante partiendo
de la zona de la pelvis sin curvar los hombros ni la espalda, de manera que
toda la zona dorsal se mantenga básicamente plana (fignra 133).
Para algunos trabajos hay que saber usar el pico. Resulta útil para traba-
FIGURA 135. Uso <<pesado» del pico. (a) Cómo levantar la,herranllen~. (b) Cómq
bajar-la herranll_enta:

jos pesados, para preparar perfiles de tierra e, incluso, en trabajos ligeros en


~ los que el pico resulta más adecuado que la alcotana. En este último caso hay Para trabajos de mayor ,dureza hay que levantar el pico hacia arriba, in-
~ que coger el mango del pico con una mano en posición avanzada (figura 134). cluso por encima de los hombros si es necesario (Jouk.owski, 1980, lo prohí-
be). Al bajarlo hay que .aprovechar la fuerza de gr~vedad. Para ello resulta
~ oportuno desplazar, durante la caída, la mano lZqmerda- h~cIa la otra ~ano
~ {fiO-l1r", 1-:t,c;;;\ T"", tipT"r'" rlp.hp t-r"",h~;~~p. pT1 n-rrlpT1,v '" 1", Tnl<;.!n1'" nrnfnncluinil

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176 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCrICA 177

FIGURA 136. Uso erróneo de la pala.

I
vedas el uso del pico no es aconsejable, siendo más adecuado un mallo o, in-
cluso, un martillo neumático. Excavar con el pico entraña la recolección no
I
exhaustiva de los materiales existentes en el estrato. I
Pueden utilizarse dos tipos de palas. La pala de fonna triangular (medi- I
terránea) y la de fonna rectangular (nórdica). Se trata de herramientas bas-
tante distintas entre sí. Los inexpertos cogen la pala de forma triangular de-
I
masiado por abajo y con la mano derecha excesivamente avanzada (figura I
136). La pala debe cogerse más arriba y con la mano izquierda en posición FIGURA 137. Uso co~recto de la pala, articulado en cuatro momentos (a-d). I
avanzada. Para meter la pala en el montón de tierra removida por el pico hay I
que aprovechar todo el peso del propio cuerpo, apoyando la mano izquierda
en la rodilla izquierda. No se debe empujar la pala con el pie, como si fuera I
una laya. Si hay necesidad de hacerlo ello indica que no se ha sabido apro- I
vechar el peso del cuerpo o que la tierra no ha sido suficientemente frag- I
mentada con el pico. Una vez introducida la pala en el terreno hay que bajar
un poco, pero de golpe, el mango con la mano derecha para levantarlo in-
mediatamente después de modo que quede la tierra bien ubicada en la base
de la pala. Aprovechando el propio peso de la pala llena hay que balancear
la herramienta hacia atrás tanto cuanto sea necesario para palear la tierra ha- FIGURA 138. Cómo utilizar la pala para recoger la tierra.
cia el lugar escogido. Al Ralear hacia adelante, cuanto más se baja la mano
derecha más hacia arriba va la tierra, lo que resulta especialmente útil cuan-
do la carretilla se encuentra en un punto elevado. Cuanto más seco es el mo-
vimiento de lanzar la tierra, ésta se mantiene de forma más compacta en el
aire durante su trayecto (figura 137). Hay que evitar caminar con la pala lle-
na yendo hacía la carretilla. Usándola lateralmente la pala puede servir para
recoger tierra (figura 138), pero este movimiento es incómodo y para ello re-
sulta más adecúado utilizar la ázada.
El uso de la pala de forma rectangular (figura 139) es especialmente efi- FIGURA 139. La pala rectangular.
caz. Para' hincarla -en· la tierra tambiéri en este caso -hay que utilizar el peso
del propio cuerpo, haciendo fuerza con la mano izquierda sobre la rodilla iz- I
quierda. Para ello hay que doblarse significativamente, lo que para algunos rar la tierra paleada (figura 140). La pala rectangular desplaza más tierra, la I
resUlta muy fatigoso. Aprovechando el peso de la herramienta llena hay que lanza más arriba y es especialmente útil no sólo para recoger la tierra en un
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LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA
~ 178 HISTOR,IAS EN LA TIERRA
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~ FIGURA 142.
La paleta británica, o trowel, y la paleta mediterránea.
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~ FrGURA 140. Uso de la pala rectangular, articulado en tres momentos (a-e).

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FIGURA 143. posibilidades de uso de la trowel (a-d).

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FIGURA 141. Cómo utilizar la pala rectangular para recoger la tierra y limpiar por
encima la superficie de los estratos antes de utilizar la trowel.

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~
(véase más adelante). En estos casos hay que girar la pala tirándola hacia uno
mismo con la derecha y apretando hacia abajo con la izquierda (figura 141).
Por motivos de seguridad es de importancia fundamental controlar el buen
FIGURA 144. El recogedor.
estado de los mangos de las herramientas citadas.
~ La herramienta reina de la excavación es la paleta inglesa, de forma
~
~
~
triangular, puntiaguda, forjada en un único trozo de acero y con mango. Exis-
ten de diversas medidas pero la más aconsejable tiene 10 cm de longitud. En
inglés se llama pointing trowel. Esta herramienta tiene muy poco que ver con
-~~~~~~~:;:'~~::e~~~~~~:~~~c~:~';~'::':~~;"~~: :;i~~;~~¿! i~
penetra fácilmente en los interstIcIOS de las pIedras. Puede . C· _
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la paleta nonnal que se usa en el Mediterráneo, grande, flexible y sin punta, licadeza 0_ con fuerza s~gún la presión que se ejerza sobre la mIsma. ;:gle~-
~ completamente intitil en una excavación (figura 142). La troweltambién pue- dola por la hoja o utilizándola al revés se incide ~ se rasca ~~:::a:d~a:~:~
~ de fabricarse en Italia: y en las excavaciones se ha generalizado ya el uso del
&
verbo «traulare». * chuando.. nnt
errannen a a_
estrmaotodoesd:pu~ñ~m(rg:~ ~~3)~~v;,n::::~~~:trowel
- . l t
permite la
La trowel sirve para muchos usos pero sobre todo para rebajar el volu-
• ~
men de los estratos no muy consistentes y para completar la excavación de
recolección casi total de los materiales contenIdos en e estra o.
. Es aconsejable utilizar la trowel asociada al recogedor (figura
44
fonna Que_el_movimiento vara extraer la tierra v exvoner la SUDer lele e
1de
), d 1


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* En España el uso de esta herramienta no se ha ~eneralj7.;lcfo
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180 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO pRÁCTICA 181

FIGURA 145. Uso de la alfombrilla para proteger las rodillas y movimiento de la


mano con la trowel para llevar la tierra al recogedor, que se vacía después en el cubo.
FIGURA 147. Criba en suspensión.

Recoger, cribar, flotar


A cada tipo de herramienta corresponde un m~o más o ~enos cuida-
FIGURA 146. Instrumento en fonna de gancho (de jardinería) útil para limpiar los doso de recoger los' materiales. Ante estratos particula.r~ente lffiportantes
muros. (rellenos de trincheras de fundación, estratos de ocupaclO~, estratos quema-
dos, rellenos de fosos, pozos, cloacas, hogares, hornos, letnnas, estercoleros,
etc.) conviene examinar la tierra desplazándola con l~ trowel de un l~do al
145). La tierra contenída en el recogedor debe echarse en un cubo y éste, a tro de la criba usada como contenedor o incluso tannzarla con una cTlba de
su vez, debe vaciarse en la carretilla. :ano. Si la tierra a controlar es mucha o se quiere tamizar. ~ás detallada-
, Para extraer la tierra de los agujeros de postes de pequeñas dimensiones mente con agua puede ser útil el uso de una criba -en s~penslOn. (figura 147).
es mejor utilizar cucharas, modificando según las necesidades la inclinación A veces puede ser necesario tirar materiales como tejas o ladn~los, per<:> en
del mango de las mismas. Algunas herramientas de jardinería pueden ser úti- dicho caso hay que contabilizarlos Y conservar muestras de los dIversos tIpos
les para el arqueólogo, al igual queIas de cirugía y de odontología lo son para descartados. . _
el restaurador. Existe, por ejemplo, una herramienta de jardinería con forma Para recoger de forma sistemática restos de moluscos, Insectos, p,equenos
de gancho que es muy útil para limpiar muros piedra a piedra (figura 146). mamíferos, pájaros, peces Y semillas es oportuno someter a flotaczon m~es­
Dicha labor puede completarse limpiando los paramentos con cepillos, cuyo tras de los estratos del volumen de un cubo (10-15 litros) que no hayan SIdo
uso en cambio se desaconseja para los estratos de tierra. previamente cribadas.
La estratigrafía se inventó en los países húmedos, en los que por esta cir-
cunstancia la tierra revela mejor su_composición y color. En los países cáli- El instrumental necesario para la flotación consiste en .un bidón metálico
dos resulta útil rociar con agua al final de cada jornada las superficies de tie- (de 1,20 X 0,80 m), agua y cribas. La llegada del agua al bIdón se hace a a - n:
rra,. con un pulverizado!,. También se pueden tapar los estratos con plásticos vés de un agujero practicado a unos 90 cm del suelo y conectado .~n una p~e­
za metálica a un tubo de goma. Un grifo a nivel del fondo del bIdon peTIDlte
para conservar la humedad naturaLdel terreno. Lo ideal sería excluir los me-
el vaciado y la limpieza del contenedor. En el interior, a unos 1~0 cm del.sue-
ses demasiadn.,~lurosos, pero ello no es posible por el miedo mediterráneo lo, dos piezas metálicas soldadas a las paredes sostienen una. cnba del mIsmo
a la lluvia. diámetro que el bidón y de mallas anchas (4-? ~). ~u funclón es l~ ~e rete-
Para e~tar accidentes hay que trabajar en p'ar;Uelo, evitando el uso cruza- ner eventuales materiales inorgánicos (cerámica, VIdno, etc.). B.l reClpIente se
do de las herramientas, especialmente del pico y de la pala. Cuando el que usa llena de agua y el acceso de ésta se regula de manera que el ~qU1do afluya l~n­
el pico se halla en acción, el paleador debe alejarse y viceversa. Una carretilla tamente y a una velocidad constante. La tierra a flotar s~ VIerte en una cnb~
co~ocada en el borde. de la excavaci9ll es peligrosa porque podría caer sobre colocada en el agua por encima
• _. ••
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los excavadores (el reborde de la carretilla es cortllntp/) Mp_in.r rn.l ........."' ...I'" '" n-......
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182 HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCITCA 183

para la flotación: 10) Sierras, martillos, tenazas, pinzas, minio, pequeño grupo
electrógeno a motor de explosión y utensilios con él relacionados. 11) Bandejas,
cajas, bolsas y bolsitas para los materiales, cajas de cerillas para las monedas,
etiquetas de plástico y etiquetas para la procedencia de los materiales. 12) Ca-
rruchas, tablones, carretillas, bomba de aire para la rueda de las carretillas,
máquinas para el transporte de la tierra, bomba aspirante. 13) Tablas, puntales
y cufias (para labores de protección), cascos y botas. 14) Sacos de arcilla ex-
pandida (Leka) y red,de plástico tipo mosquitera para proteger pavimentos
y frescos, pequeños bloques de cemento para proteger los límites de la ex-
cavación, argamasa y otros materiales para proteger la parte superior de los
b muros. 15) Libros para clasificar los materiales, código Munsell, mesas y ta-
buretes, barreños grandes, cepillos, tinta china (blanca y negra), plumas con
plumilla, bolsas,' bolsitas y cajas, etiquetas adhesivas, rotuladores indelebles,
La flotación. (a) Sección del bidón. (h) Funcionamiento. tijeras para papel, cinta adhesiva para paquetes, cordeles, fichas, guantes de
goma, grapadora, balanza, plantilla para círculos, pie de rey, lente de 10 au-
mentos. 16) Máquinas fotográficas con un objetivo normal y un gran angular,
se, vierte en pequeñas cantidades. La segunda criba se sostiene con una mano fotómetro, trípode, películas, escalera de varios tramos, pizarra, tiza, goma
rrue~tras que con la otra se remueve la tierra para facilitar su filtrado al final elástica, decímetros, medios metros, flechas para el norte (pintadas en blan-
se VIerte todo en el agua. Con esta simple operación los materiales or~ánicos co-rojo). 17) Fichas SAS, fichas de los diversos tipos de UE, de las tablas
cuyo p:so específico es menor que el del agua, flotan y ayudados por el conti~ materiales, de RA, fichas de muestras paleoecológicas, registros varios y con-
DUO ~u:r del ~gua caen en una tercera criba, iguál a la segunda, colocada fuera tenedores. 18) Mesas, taburetes, maderas para dibujar, cuadrículas, jalones,
del b1dox:, baJO la boca de salida del mismo. Los materiales orgánicos recogi- plomadas, niveles de albañil, niveles de cuerda, niveles ópticos, miras, brúju-
d~s se dejan secar en esta última criba. Entonces se extrae del agua la primera las, cuerdas de albañil, goma elástica de sección circular, cinta adhesiva trans-
cnba de ~alla anc~ ! se recuperan los posibles materiales inorgánicos. Pa- parente vegetal" cinta adhesiva de colores vivos, chinchetas, etiquetas para
ra conclUIr la operaclOo se vacía el recipiente para extraer la tierra deposita- paquetes, clavos de diversas medidas y con gancho para pared, martillos, pin-
da en el fondo, a?riendo el grifo correspondiente (figura 148). Una vez secos, tura rója y pincel, cuchillas, pinzas para la ropa, cintas métricas de 20 m,
los restos orgamcos se envuelven con materiales que impidan la fonnación cintas metálicas de 50 ID, metros plegables de, 2 m, escalimetros, reglas de
de, m?hO, como tela, papel absorbente o «scottex», y se encierran en bolsas de 60 cm, escuadras, goniómetros, compases con alargo, papel de lija, lápices, afi-
plastico con l~ correspondiente etiqueta en la que se indican los datos relati- lalápices, portaminas, minas, gomas, afilaminas, lápices de colores, rotulado-
vos a la localIdad, el año, el área y el estrato (Camaiora, 1981, pp. 299 ss.). res indelebles de punta fina y de punta gruesa, plomadas, contenedores, blo-
ques de papel milimetiado, papel milimetrado en rollo, hojas de papel vegetal
o poliéster de diversos tamaños, papel vegetal en rollo de 95 gr, plástico inde-
Lista de herramientas formable (poliéster) de grosor mediano, plástico' en rollo para dibujos direc-
tos, tubo de plástico para el papel y los dibujos de gran formato, carpeta para
los dibujos de formato pequeño (Medri, 1981, pp. 335-336).
Los instru~entos y herramientas necesarios para la excavación, exclui-
dos los nec,:sanos para la .prospe~ció.n, la rest~uración y la paleoecología, de
A veces resulta esencial el uso de palas mecánicas para eliminar humus,
los que aqUl n<: ,se habla, son los slgUlentes (esta lista puede servir como guía:
en la preparaClon de una excavación): estratos naturales relativamente estériles, estratos muy recientes horizontales
o qüe"rellenan subterráneos y- rellenos de excavaciones-arqueológicas prece-
1) ~refa~ri~dos y su contenido, techos, cubiertas móviles semicirculares
dentes. Nada impide que todo un yacimiento, por ejemplo de las dimensio-
de plástIco (tIpo lllvemadero) p~a e~cavar bajo la lluvia, aseos de campo, ba- nes de un oppidum, pueda ser liberado del humus, revelando así toda su pla-
s.u rero , vallas, cartel y pane~~s didáctIcos. 2) Piquetas, maceta, punteros metá- nimetría y pennitiendo plantear de la forma más eficaz la estrategia de la
li.cos: c.or~el, clavos de albaml. 3) Hoces, rastrillos, tijeras de podar. 4) Medios excavación. La labor de la pala excavadora ·deben seguirla pocos arqueólo-
mecamcos para excavar. 5) Mazas, picos, azadas, palas triangulares y/o rectan- gos que conozcan -el fimcionartliento de estas máquinas y los peligros que su
gulares. 6) Rodilleras o alfombrillas, alcotanas, trowels, ganchos para limpiar uso conlleva. Mientras la pala' descarga la tierra en el camión los arqueólo-
muros, cucharas, recogedores, cubos, pinceles, cepillos y escobillas. 7) Pulveri- gos tienen que limpiar rápidamente las superficies para indicar en qué punto
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184 -HISTORIAS-EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 185

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FIGURA 149. (a) Infraexcavar el estrato 1, con posibilidad de intrusiones (el triángu-
lo) en el estrato 2. (b) Superexcavar el estrato 2 afectando al estrato 3, con posibili-
dad de incluir un residuo (el cuadrado) en el estrato 2.

• lo
FIGURA 151. (a) Excavar «a contrapelo» conlleva riesgos" P~a buscar el estrato 5, ya
diferenciado del estrato 3, el excavador se «come» e~ ~strato ~'. (b) Esto no puede oc~­
rrir si se excava siguiendo el orden de las superposIclones fíSICas d.e los estra:os SI, y
en vez de buscar un estrato determinado, se busca una nueva umdad estratigráfica
cualquiera, como el estrato 2 por debajo del 1.
FIGURA 150. Excavación de un pequeño sondeo para comprobar la relación de su-
perposición entre los estratos 1 y 2, de lo que se deduce, leyéndolo en la sección, que
1 es posterior a 2.
mejor destruir poco. sobre una superficie amplia que mucho en una reducida.
Si nos imaginamos un área perfectamente limpia, ésta se nos presenta como
un conjunto de superficies de divers~ composición y color. Observando esta
en el que se halla la terrera. Tras la acción de la pala excavadora (o «descor- especie de planta cOmpuesta al natural no se pueden obtener direct.a~ente
~ezamiento») comienza el verdadero trabajo arqueológico. Este tema es ob- relaciones entre las diferentes superficies, por 10 que. resulta necesano mda-
!I
Jeto de adecuada atención en el manual del Departamento de Arqueología gar ulteriormente allí donde dichas relaciones son visibles, es decir, insp~c­
'1
Urbana del Museo de Londres (diciembre de 1988). cionar con delicadeza las juntas de las superficies para ver cómo se relaciO-
nan entre sí (figura 44). . .
Hay que ir en busca, no de un estrato concreto, sino de cualq~er" tipo .d~
COSAS QUE EXCAVAR cambio incluso pocos milímetros por debajo de la última superfiCle Identlfi-
cada C~ntrariamente si se busca algo ya conocido, existe el riesgo de perder
Estratos horizontales estratos mientras se v~ en su busca. Por esta razón, es necesario que los ex-
cavadores avancen en dirección de la pendiente y siguiendo la dirección de
Hay que limpiar con atención la parte superior de los volúmenes de los las superposiciones estratigráficas. De hecho, cuando se excava a contrapelo,
es~atos" horizontales para descubrir perfectamente sus superficies. Resulta por llamarlo de algún modo, se corre el riesgo de actuar en dos o n;tás estra-
mas peligroso no excavar completamente un estrato que excavarlo excesiva- tos a la vez al estar obsesionados en buscar un estrato preestablecIdo (figu-
mente afectando al sucesivo. En el primer caso se incurre en el gran riesgo ra 151). Un~ unidad estratigráfica no se presenta inm~diata~e?t~ como una
de la intrusión, mientras que en el segundo se crea la posibilidad de aumen- acción interpretada. Se trata, simplemente, de una aCClón, qUlZas mcompren-
tar artificialmente la proporción de los residuos, lo que no crea problemas sible, pero identificable e interpretable en un segundo momento. . ..
desde el punto de vista de la cronología (figura 149). Cuando la superficie de Se tienen que observar con atención los estratos de. destrucclOn y d~
un estrato no 'se ve clara en sus relaciones estratigráficas es mejor no dejarse abandono considerados genera1mente de poca importanCIa y que, en reah-
llevar pO:f la obsesión de las secciones, que lleva a cortar verticalmente los es- .dad son fundamentales para reconstruir el alzado de un edificio en ruinas.
tratos para obtener una visión de relaciones de los mismos en sección las Dichos estratos pueden revelar que los muros perimetrales de una construc-
(figura 150). Es mejor afrontar el problema desde arriba evitando las des- ción eran de piedra y los internos de arcilla o en opus craticium, que una p~­
trucciones cognoscitivas. Si lo~ estrat,?s"no se distiriguen significa-que las par- te de la construcción tenía un. segundo piso (como puede observarse...l: ____
a partIr
tf':~ ~l1np.TiOTP.~ rlp. ~n., -., .....l.íi ....... o. .... "'............ ~'" 1.. __ i: ___ =_:.:l. _ • . _ ••• ~ '~1 _. _ ~~.~ ___ ~_...l~_\
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 187
186 HISTORIAS EN LA TIERRA

las formas de vida precaria, no siempre fáciles de apreciar, que pueden ha-
berse dado en un edificio a lo largO de su proceso de expolio y de abandono
(Carandini, 1985a, 1 **, pp, 82-99, figuras 157-160), Distribuciones concretas
de materiales aflorantes pueden indicar la presencia de edificios de made-
ra de los que aquellos materiales constituían la preparación o el pavimento,
como en el poblado posc1ásico surgido sobre los niveles de destrucción de la
basílica romana de Wroxeter (Barker, 1977, p, 110; 1986, pp, 106 ss.). Otras
veces, en cambio, son las dimensiones especiales de los estratos o sus colora-
ciones concretas las que indican formas pobres de hábitat (Barker, 1977, fi-
gura 38; 1986).
Hay que poner mucha atención en el estudio de las diferentes fases de un
mismo edificio. Puede haber sido. objeto de variaciones incluso durante su
construcción. Puede haberse degradado en modos y tiempos diferentes en 152. An te el derrumbe de estructuras en alzado sus diversos'6componentes
FrGUllA áfi 1
cada una de sus partes. Puede haber atravesadó por períodos económicos, so- deben colocarse en planta con el fin de que s~? posib~e su :e~nstruccl n gr ca o a
ciales y culturales muy distintos, que se habrían reflejado en diversas mane- restauración de la estructura y de su decoraClon arqwtectornca.
ras de utilizarlo, modificarlo y ampliarlo. Lejos de conformarse cón continui-
dades inexistentes --«el yacimiento ha sido habitado desde el siglo n hasta el
VI d.C.»-, el excavador busca las soluciones de continuidad, incluso los mí-
nimos cambios que afectan a la vida de una estructura (casa de campo, villa
catoniana, varroniana, columeliana, pliniana, pequeño pueblo de campesi-
nos, refugio de pastores y bandidos, etc.}. Una arqueología que se limite a to-
mar nota de la persistencia de -los yacimientos durante largos períodos, que
no sepa captar las interrupciones y alcanzar la esfera de los acontecimientos
(sobre este problema, véase Musti, 1989, p. 80), es una arqueología incipien-
te, inmadura y, en defmitiva, poco útil para la narración histórica.
Hay que intentar comprender la formación de cada estrato. Por dicho
motivo, cada arqueólogo debería tener nociones elementales de sedimento- o
logía y de pedología. La primera estndia los procesos de acumulación y de
erosión: aluvión, deposición de detritus, ·coladura, desplome y hlUldimiento.
La segunda estudia la transformación de las superficies expuestas: formación
de horizonte orgánico, actividad biológica, procesos de fisuración, quúnicos, -de
FIGURA 153. La caída o el abandono de materiales conce~tra~~ en ,un l~gar det~r­
movimiento de arcillas, arado, pisado, infiltraciones de tierra, asentamien-
minado puede indicar el uso de dicho espacio en una habltaClon deterrnmada e m-
tos (Limbrey, 1975; Amoldus Huyzenveld-Maetzke, 1988). Los secretos de la
formación de los estratos, siempre interesantes, son tan necesarios de desve- eluso su función.-
lar cuanto mayor es la influencia de los agentes naturales, cuanto más sim-
ples y efímeras son-las huellas de la vida humana y cuanto más el abanico- de caídas hay que identificar los diversos elementos Y los pe~es de ruptura y
las fuentes se reduce solamente a la información estratigráfica (como en la colocarlos en. planta con una fl~cha,.que indIque la drrecClon del derrumbe y
prehistoria, en la protohistoria y en la época altomedieval). el grado de inclinación. Hay que di~ujar una sección d~ .cada, uno de los ele-
Un simple estrato puede revelar, a veces, su propia dinámica de forma- mentos en la que se destaquel) sus característjcas mas .relevaptes. A cada
ción de forma muy evidente, lo que ocurre en las acumulaciones poco ho- pieza s; le puede dar un nútjlero de conjunto, c~mo se hace :op. los estucos,
mogéneas, como los estratos de estucos, de bóvedas y de elementos arqui- al que pueden referirse las piezas más fragmentanas Y esporádICas (pp. 95 :"s.).
tectónicos y escultóricos caídos (pp. 60 ss.). En dicho caso, el estudio de la Gracias a la superposición de los conjuntos se puede eqmprender la dm~­
formación de los estratos es el presupuesto de cualquier tipo de restauración C,H oel derrumbe de lUla cubierta, llegando de esta fonna a la reconstrucClon
. - . . . ."
189
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA
188 HISTORIAS EN LA TIERRA

1
a b
FIGURA 154. (a) Las piedras y los ladrillos se dejan sobresalir en los cortes, si no se La parte alta de una fosa o de un montón pueden aparecer en planta
FIGURA 155 .
hacen agujeros. (b) Para leer la estructura de los suelos, especialmente de la arcilla,
bajo el mismo aspecto.
no hay que alisarlos en sección, sino trabajarlos con la trowel" primero hincada y des-
pués usada lateralmente.

Rellenos de fosas Y montones


Hay que excavar cuidadosamente los estratos de ocupación, que pueden . . de una fosa puede mostrarse como un estrato de for-

:a:~;g~=E~:~i~~!~;~Zn:~~:!,::~~I(~g~:a~~~):ep~~~~~~~e~
revelar mediante la distribución de los materiales, incluso aquellos más pe-
queños, las actividades que se han desarrollado en un cierto sector de una ha- ma
bitación. Por esto es necesario poner en planta los materiales característicos por no
y especiales que tienen distribuciones preferentes, con el fin de identificar es- efecto de verticalidad acaba p~r de~aparecer. ~ de tierra cuya cima pue-
tructuras o actividades latentes (figura 153). Sobre esta cuestión, resulta sig- Un carácter, en p~rt~ •.ve~tIca1 ti:~~:~=~:o~na fosa, y~ que los bordes
nificativo el caso de los cráneos sin esqueleto, despellejados y untados de
aceite, ballados en Wroxeter (Barker, 1986, pp. 107-108).
~t~:::~:~s~~ ':e~~~~lK'~~~~~~ente ~ser entrantesi!:ol:;::r:~:!~~
rra que rellena una fosa debe_ ser eXcava a en pnmer ,
No siempre resulta fácil identificar los pavimentos de tierra batida, pero ye un montón debe excavarse al final (figura 155).
la diferencia de consistencia respecto de los estratos precedentes o la fácil y
neta separación con los estratos posteriores y los objetos y los materiales caí-
dos sobre su superficie pueden indicar su función de planos de vida. Igual-
mente pueden indicarla la regularidad de la superficie, la abrasión de las Márgenes Y terraplenes

Entre los estratos verticales pueden co~tabiliz:rse;::.ár~:n=~:e:::-~~~;


inclusiones, la presencia de hogares, de agujeros para postes, los desgastes
concretos a lo largo de ciertos recorridos y las relaciones especiales con las
estructuras. A veces, los estratos de ocupación de los yacimientos prehistóri- nes para la contención de aguas o defensIvos, e.s o~a:ra de madera (fi-
cos, protohistóricos y altomedievales resultan difíciles de distinguir, como asOciados a ~~so~e~~:s:~:n~:~~~~e~=~~(:~c~~nsChutz-Ra1ston, 1981, p.
ocurre con los estratos naturales. Finalmente, es importante buscar trazaS de
pavimentos de madera, tales como clavos, cuya distribución regular puede
~:;~~;tiP~IOg¡a de las fortificaciones transa1pma~I)'bLoS terradplenMe:Pduene=
, . d t mo en el cee re caso e
mostrarse claramente en una planta (manual del Departamento de Arqueo- den estratificarse uno enc~a e o ro, c:o UJ.
a el terra lén se obtiene ge-
logía Urbana del Museo de Londres, 1988). CasHe (Alexander, 1970, figura 56). ~a !lerr~ pa~ona la fo!'trncación la tierra
neralmente al excavar el foso. Cuan o se a an 6
Para evitar intrusiones, la regularizaci9n, de los cortes de la excavación del terraplén tiende a rellenar de nuevo el foso (figura 17 ).
debe realizarse inmediatamente después de-la remoción de _un estrato, cuan-
do la tierra está todavía húmeda. -En función de las dimensiones y consisten-
cia del estrato esta tarea se realizará con el pico o con la trowel. Si piedras,
tejas u otros materiales sobresalen en el corte, -hay que dejarlos en su lugar Muros, columnas Y «suspensurae»
cortando el terreno a su alrededor para evitar agujeros. Los cortes de mate- Mientras Que de las construcciones de madera.~o quedan. más q~~_~~~-
rial arcilloso no se deben alisar. sino trahaiarsp. ~nn 1::. frnwul n!;lT!;l nnrlPT h!;l_
LA EXCAVACIÓN- COMO PRÁCTICA
191
190 H)STORIAS EN LA TIERRA

FIGURA 156. Terraplenes (con y sin estructura de madera) asociados a fosos (Webs-
ter, 1%4, figura 7).

tes,los muros tienden, en general, a conservarse. De los muros de arcilla sólo


se conserva, a veées,la parteinferior (Carandini,1985a, 1**, figuras 123-125,
139-142 Y 151 C152), incluso de los muros con banqueta de piedra y alzado de MACHACAS

arcilla se conserva sólo su parte inferior y, raramente, se puede documentar O~===::::==::':¡'I


su alzado de arcilla. Sin. embargo, se conservan Io~ estratos formados por la
arcilla disgregada depositados a los lados de la banqueta de piedra (ibid., fi- FIGURA 157a. Construcción de un murO de ar~illa (de un dibujo de:r. Donati, com-
guras 27, 136, 151 Y 152). Los muros con alzado de arcilla, bien docrunenta- binado con Francovich-Gelichi-Parenti, 1980, figuras 27 y 33).
dos en época arcaica, también son muy frecuentes en época helenística y ro-
mana, incluso en edificios de lujo y con frescos: desde las casas de Delos a la
villa de Settefinestre. El sistema con el que se construían estos muros lo co-
nocemos gracias a Vitruvio (Carandini-Settis, 1979, pp. 49 ss.; Carandini,
1985a, 1 *, pp. 61 ss.), a tratados del siglo xvm (Costruzioni di case in terra,
1793) y a testimonios actuales facilitados por las tribus bereberes, especial-
mente de Marruecos (figura 157a; Donati, 1990). La variedad existente de
muros con annazón de madera, cañizos y arcilla (figura 157b)4 o con anna-
zón de madera y paneles de obra (Carandini,1985a, 1*, figura 62; 1**, figu- 1: I
ras 128 y 146-147; Merlo, 1990) es muy grande. Los propios muros de piedra \' ;
l.' :
o en opus caementicium se pueden construir de muchas maneras, suficiente- \, ¡
mente estudiadas por los especialistas en técnicas edilicias como para ilus-
trarlas de nuevo aquí.s
Hay que conocer los principales tipos de cimentaciones de un muro para
poder comprender a fondo la relación entre los estratos y las estructuras
(Giuliani, 1990). Los tipos de cimentaciones son: 1) vista de frente, es decir,
de trinchera ancha,- con ios obreros trabajando dentro de la trinchera, o vista
por encima. es decir, trinchera estrecha. con los obreros trabajando sobre el
muro o en los bordes de la propia trinchera; las triÍlchera~ después se relle-
nan COn tierra (Parenti. 19RRh -fionT!'l ')\; ')\'h .."',.... "'~.... 1_ ~: ___ r__ ._. r_
192 mSTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 193
1

20

FIGURA 157c. Diversos modos de serrar un árbol (Donati, 1990, figura de la p. 39).
FIGURA 159. Superposición de muros de naturaleza y periodos diversos (Fréderik,
1967, figura 68).

2
chera (c,?mpactada o sin compactar) sólo parcialmente llena de mortero, por
7 , , • 10 que entre el borde de aquélla y el muro, nonnalmente más estrecho que la
,- ,-
8
cimentación, se forman pequeñas trincheras de cimentación llenas de tierra;
6 4) a saco en trinchera (compactada o sin compactar) en la parte inferior y vis-
p ta, con trincheras llenas de tierra, en la parte superior; 5) a saco en trinchera
a b e (compactada o sin compactar) o con trinchera estrecha en un lado y vista en
el otro (figura 158). Cuando nn muro utiliza una cimentación anterior debe
darse un número a esta última y otro distinto a aquéL En ocasiones muros
con tipos de cimentaciones análogos o diversos pued~n encontrarse super-
puestos nnos a .otros (figura 159).
? 7 • Resnlta siempre delicado el definir la relación existente entre los pavi-
mentos y los muros, pero en algunos casos la conexión entre estratos hori-
,"
7
l-
• ----.. zontales y verticales es especiahnente complicada, por ejemplo, en el reves-
timiento arquitectónico de llila habitación, en la que a los estratos verticales
d
-10
~ del muro y de un estrato de mortero se apoyan los estratos horizontales del
e
_sustrato del pavimento, de la preparación y de la base del mosaico, en los
FIGURA 158. Prin~p~es ti~os.~e c!~ntació~: (~) vista; lb) a saco; (e) a saco·con pe- que, finalmente, se apoyan los estratos verticales de cal y de calcita de los es-
. . / ~ ~
tucos (Carandini, 1985a, 1*, figura 87). Otras relaciones complejas entre es-
194 HISTORIAS EN LA TIERRA
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 195
7~INCHElUI VE
CIMENTACiÓN
...!
~
I
, ,...¡:.:::.- EsrK,ATO PE ABANI10NO
MUr.O

a ,os,

FIGURA 161. Una estructura termal con suspensurae presenta problemas a nivel de
.. .~.:.:.-'.
:-: secuencia estratigráfica. '
.
:;
. ..:.;.::.....
"

b
,." pedazos (Carandini, 1985a, 1**, figuras 21, 26-29, nI, 136, 150, 154, 190, 194,
289 Y 305).
En los monumentos antiguos difícilmente se conserva una estratigrafía a
:;:R~ l!O. (a) N!uro
asociado a un terraplén añadido o rehecho en una segunda doble nivel, excepto en el caso frecuente de las suspensurae de los complejos
,() uro asocIado a un terraplén contemporáneo (Webster, 1964,gura.
fi 7) termales, en donde los pilares de ladrillo aguantan el pavimento de la sala
que se halla suspendido por. encima del pavimento real de la construcción.
Este es un típico ejemplo en que la sucesión física de los estratos no corres-
quitectónica (ibid., figuras 90, 91 Y 120; 1**, figuras 220, 221, 225 Y 226) en ponde con la secuencia estratigráfica (figura 161; ibid., figura 130). Otros ca-
las maqUIllanas agrícolas (ibid., pp. 32 ss., figuras 241 ss) en las letrinas sos similares son los tubos de terracota de los muros de las termas (ibid., fi-
Y:.;d., figuras 18 y 119-121), en los pozos y en las cisternas (;bid., figuras 14 y gura 221), las cloacas de época moderna construidas en galería (manual del
• ~n l.as cocmas (lbld., fIguras 36 ss.) y en las pavimentaciones de calles en Departamento de Arqueología Urbana del Museo de Londres, 1988) y las
~u ~e ~Clón( con las cloacas y los muros perimetrales de los edificios que las galerías subterráneas hechas por los expoliadores para recuperar materiales
e illdltan manual del Departamento de Arqueología Urbana del Museo de de construcción, bien documentadas en Roma, especialmente en el Palatino.
L on res, 1988).
1 :e COll?Cen muros de fortificación generalmente asociados a fosos como
os e Esmrrna(Nichplls, 1958-1959), como los supuestos en la base de 'la ver- Desgastes, rebajes y destrucciones
ti~nte septentrional del Palatino, datables entre los siglos Vlll-VI a C (Caran
dl1ll, 1989a, 1990a y 1990b) o como los hallados en el Lacio (Guait~li 1984)- Se trata de superficies en sí de tipo horizontal. Los desgastes, cuanto más
llegando hasta el muro de Teodosio n en Cartago (Carandini et a/ 1983: difundidos se hallan y horizontales son, menos fácilmente se pueden recono-
Hurst-Roskams, 1984; Hurst, 1986b). Se conocen también muros asdciado~ cer (figuras 5 ss.). A veces son mínimos y sólo plantas con curvas de nivel
a terraplenes, en los que el muro puede haber sido añadido o rehecho en muy detalladas pueden ponerlos en evidencia (figura 162). Los desgastes per-
t n s;gundo ~omento o puede formar parte del proyecto inicial (figura 160)
ta~ amaso. ejemplo del primer caso es la muralla serviana de Roma (Gjers~
miten identific~ actividades, recorridos y el aspecto final de habitaciones, in-
cluso la presencia de muebles o elementos decorativos especiales (figura 163;
fi ' 1960, figuras. Ir ss.). Ejemplos del segundo caso son muchas de las forti- Barker, 1986, figuras SO ss.). Algunos desgastes deben. ponerse en relación
ra"';,~~nes de ItalIa central, COmo la muralla de Pompeya (Maiuri, 1929, figu- con maquinaria de tipo agrícola, como los debidos al recorrido del asno al-
rededor de un molino de aceite (Carandini, 1985a, 1**, figuras 96 y 349).
Las colum~as no son todas de piedra ni de mármol. Hay columnas de Otros desgastes han- llevado a reconocer restauraciones antiguas, por ejem-
~a~~;~ y t~~b~~n columnas construidas, para cuya elaboración se han podi- plo de mosaicos (ibid., figura 346).
117~T ~ n 0"'" ....(ln llnn tipo <;'11<;' l",rln~ ...""A ........ A.,..,.A .... 1=1 .... """'+ ................... 1 ~ ........ ... También los rebajes, si han si~o realizados ~e fOlTIla horizontal y en gran-
"-'-'''--- - - - ~_ ........ ", "'", "'n .... upntrp_ po] (Corte ver-
196
HISTORIAS EN LA TIERRA
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 197

ARo 1580

, " FIGURA 164. Rebaje de tumbas y de vertederos con ocasión de trabajos de urbani-
zación. Ejemplo de Cartago (Carandini et al., 1983, figura 4).

FIGUltA 162" Vida y desgaste (1) de la calle 2,


~ffi]DDíD[J]1]
a
• b C d

FIGURA 165. La coronación de un muro a través de una secuencia de plantas com-


puestas. ( a) 1: estrato de destrucción. (b) 2: interfacies de destrucción del muro 5.
(e) 3 y 4: estratos pavimentales. (d) 5: muro y su correspondiente cimentación. (e) 6:
trinchera de cimentación. (f) 7 Y 8: primeros estratos cortados por la trinchera 6.

FIGURA 163, Vida y desgaste (2) d ' !


de la habitación y de form gul e ~n pavunento de .tierra batida 1. En un ángulo
punto se puede suponer la p~::enc::e pavimento no ha sufrido desgaste. En dicho
se pasaba lá. escoba ni se caminaba). un mU~ble de madera (por debajo del cual no
• b

FIGURA 166. Hay que identificar correctamente y limpiar a fondo las superficies de
zonas saneadas y en los movimientos d t destrucción (las crestas) de los muros, eliminando toda traza de otros estratos de des-
a los trabajos de urbanización (fi el~~enos qu~ ~eneralmente preceden trucción más tardíos formados por piedras.
Cuando en una exca " gura , Carandini el aL, 1983, figura 4),
lo que aflora no son 1 svaClOll af1?ran las crestas de los muros, en realidad
165). En el caso en queounn;,,:~s,. s,::o sus ;uperficies de destrucción (figura Agujeros y trazas de estructUras de madera
mismo momento no es n 1 ~lO aya SI o abandonado globalmente en un
gico, numerar cada una ::~::r:te=? d~be~a hace~e por rigor metodoló- La madera, cuando está embebida de agua, se conserva. Casos famosos
muros. Uno puede limi't s eles e estrucclón de cada uno de sus de estructuras de madera conservadas son los waterlogged deposits de las ri-
·
d lente (Carandini 1985 'ar1** e a numerar
8 solamente la ac t"d
lVl a
d correspon-
beras del Támesis en Londres (MillercSchofield-Rhodes, 1986) y las cabañas
con mucha atenci6n las %perfi:~ :es~~~~ur~s 1(i - 8 160 ). H)a q,Ue limpiar
y de la York vikinga,6 por no hablar de Spina y de las terramaras del valle del
ya que puede ocurrir ue u CC! n as crestas de los muros, Po (Saeflnnd, 1939). En el Mediterráneo, esto ocurre muy raramente,
1-.{n~
_____ ._·.-1 __ ::_...l __~ __ ~~_~~~~_ ~e un estrato de destrucción, formado
Las paredes de madera también pueden delimitar depósitos estratigráfi-
- _.-'-_ ...1-

{'no¡: n;fp'rfmtes. A veces, las diferencias entre la estratigrafía interna y la ex-


198
HISTORIAS "EN LA TIERRA
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 199

. ..
••
--
••
b •
FrGURA 167. (a) Tablas de madera de un umbral fijadas con tacos y estacas' clavados b
verticalmente en el suelo. Estructura conservada en situación anaeróbica en York
(B-arker, 1977, figura 81). (h) Elementos que se -hubieran encontrado en planta si la
madera se hubiese descompuesto.

Las construcciones de madera pueden estar simplemente apoyadas en el


- 1 nan de tierra o 4b) puede que se desee restau-
suelo, teniendo solamente algunos postes hlncados en la tierra (figura 167). del poste descompuesto s.:m~e - 1 s restos del poste y que se excave una nue-
Las formas o las coloraciones de los estratos y las concentraciones especiales rar la estructura, que se e men o as dimensiones distintas de la
de materiales (piedras, cerámica, etc.) pueden indicar su presencia. Casos va fosa para el n~e~o poste co~
anterior 5) Esta ultima operaCl nóUllpa:~~::/p:rse
. , . muchas veces. (hasta .quin-
ejemplares de este tipo son Ren Dolmen y Wroxeter, y las construcciones sa- n las puertas
ce veces. e . de algunos hillforts
_ bntarucos).
jonas y normandas de Londres.? Para evidenciar la presencia de estas cons-
trucciones resulta necesario hacer plantas detalladas y caracterizadas en sus
más mínimos detalles~ de manera que se evidencien los diferentes tipos de . . áf muy complicadas que
En dichos casos, se crean situaCIOnes edstreaStIgrqueIcda:ben usar el sistema de
materiales y los diversos componentes de los estratos arqueológicos asocia- . ericia de sus excava or ,
reqmeren una grao p . uadrantes (figura 169). Otras veces, palos
dos a dichas estructuras, que difícilmente pueden observarse a simple vista. las secciones acumulat~vas. o por c en el suelo dentro de trincp.eras, como en
Fases históricas enteras han dejado en la estratificación poco más que la Som- Y vigas pueden haber SIdo lllsertos . . al del Palatino para-
bra de sí mismas. . ar d la vertIente septentnon ,
una empahzada loc ~a a en d fortificación (Carandini, 1989a, 1990a y
En otros casos los postes de las construcciones de madera se han hinca- lela a los muros conSIderados ~ " ti o son difícilmente COdI-
do en el suelo, en agujeros y fosas. El agujero representa el alojamiento del 1990b). Pero las situacion.es estratIgráfl~as de est~e ':nadera y de tipos de ci-
poste y debe distinguirse de la fosa en la que se halla, creada para anclarlo ficables debido a la vanedad de tIpos e muros
en el suelo. Estas trazas se pueden reconocer si se limpian adecuadamente mentaciones exjstentes (figura 170).
los estratos que han sido cortados por estos agujeros y fosas. Un poste pue-
de descomponerse in si/u pero también puede haber sido extraído cuando se
abandonó el edificio (figura 168). Fosas

Al igual que las ~osas par~ ?s P~d~ con atención los estratos a los que
1 tes también los otros tipos de fosas o
La historia de una estructura de madera se puede articular en diversas fa-
ses. 1) Imaginemos que se excave una fosa 2) para insertar en ella un poste. trincheras pueden eVIdencIarse l~p d ' 'lar a la del pri-
. llena una fosa pue e ser snm
3a) Si no se halla en un terreno embebido de agua el poste se puede descom- cortan. A veces,. la tIerra que .r~. or lo ue la fosa se observa ~laramente
poner a niveJ del SIlP.J1O lO ~h\ nnprl", rl""".......... ;_" .... ___ : ___-_-",_ _ ._ •
~~r est~~~~_c~,~a~~~_~?: ~.~~~a'l r~ ...~~p."'Ú~ti~HS claramente diversas (fi-"'1nAD J
200
mSTORIAS EN LA TIERRA
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 201

\
I
r~
\

cr
C2

FIGURA 170. Diversos tipos de cimentaciones de muros de madera (Aspects of Saxo-


Norman Londnn, 1988, figura 61).

FIGURA 171. Se puede pasar por alto la parte superior de una fosa. ( a) Excavación
incorrecta. (b) Excavación correcta.

En las épocas en las que no había servicios de limpieza urbana existía el


problema de dónde tirar la basura. Este problema se resolvía utilizando áreas
y edificios abandonados (Carandini-PaneUa, 1968) o excavando abundantes
fosas. El material orgánico arrojado en una de estas fosas, al disolverse y re-
1!2
ducir su volumen, podía crear el hundimiento de los estratos que cubrían la
FrGUM 169. (al) Excavación de . ( .. propia fosa. El problema se solucionaba echando un nuevo estrato de nive-
ro (planta). (b1) Se introduce el ;::gUJer~ S~lOn); (a2! excavación de un aguje- lación. Con el hundimiento y la reducción de los estratos superiores que re-
poste en el agujero (planta). (el) El ~s~::e ~~Jero (secclón);.(b2) se introduce el llenaban la fosa podía producirse una caída de materiales de los estratos su-
descompone (planta). (dl) El poste s~ uema ( s~~pone (secc:tón);, (e2) el poste se periores del relleno y de los 'lue habían sido cortados por la fosa, por lo 'lue
ta). (el) El poste se sustituye una . q secClon); (d2) el poste se quema (plan-
solamente los estratos inferiores se mantenían sin contaminaciones (figura
(e2) el poste se s,ustituye una Prime~~e~( ~~)ca(;tn) dose otro aguj~.ro (sección); 172). En consecuencia, la excavación de este tipo de fosas puede convertirse
gunda vez excavando un segurido . P .~. El poste se sUStItuye una se-
segunda vez (planta). (g1) La estr :i~~:r?~ (secc:ron); (:t2) el poste se sustituye una en tarea verdaderamente complicada. Los materiales caídos en los intersti-
(sección); (g2) la estratificación (Pl:nta) ~on(f)tal y CO(ffi)? }~ ~n~uentra el. arqueólogo cios de la fosa pueden ser confundidos con sus paredes que, en cambio, se en-
1~~ _....:",;-.: __ , ______________ ... ~_" • n
. .. .
yen g se dIstinguen los agujeros de
-,....
cuentran más atrás, -porque la fosa, mientras tanto, se ha abombado. El es-
trato aue ha colmado el hundimiento del estrato superior de la fosa puede
• • ~'~..:_....! __ ,.t ... H,.....,. f.."co"", Vlc;::t~ 1~
,-
~
ji
202
ji HISTORiAS EN LA TIERRA
ji LA E~CAVACIÓN COMO PRÁCTICA 203
ji 2
Deposiciones funerarias
ji 8
La excavación de las deposiciones funerarias implica el conocimiento de

"
iI
.1\1
11
la- amplísima tipología de estas unidades t?stratigráficas, la cual no entra en
los objetivos de este trabajo. -Resulta evidente que tumbas y necrópolis pue-
den hallarse también en un yacimiento, debido al movimiento de crecimien-
¡, a to y de recesión al que están sujetos los centros urbanos. La Cartago romana
está construida en gran parte sobre las necrópolis púnicas y en época tar-

"
~
~
FIGURA 172. Avatares estratigráf
El
cos). (a) basurero acabado de c~::!.e(~~)b:r-::ero (destacados ,con fines didácti-
El basurero transcurrido más tiempo.' asurero tras un cIerto tiempo. (b2)
dorromana las necrópolis reocupan los espacios que habían perdido (Caran-
dini et al., 1983). Lo mismo ocurre en Roma, por ejemplo en el Esquilino, don-
de una necrópolis tardorromana se extiende por el área que precedentemente
había ocupado la PorticusLiviae (Panella, 1987). Por otro lado, la propia po-
~
sición de las necrópolis alrededor de un hábit¡}t poco conocido puede ayudar
~ a definir su historia y su topografía general (Colonna, 1986,lám. IlI).
~ Acerca del modo de documentar las tumbas en las fichas correspondien-
.~ tes véase la p. 98 (Brothwell, 1972; Barker, 1977, figura 36). La excavación de
las necrópolis es más fácil que la de los hábitats, al tratarse, en el primer caso,
~ de unidades estratigráficas más bien sencillas, repetitivas y previsibles. Lo
~ que puede convertirse en complicado y costoso es la recuperación de los
I ajuares y su posterior conservación. Este tipo de excavación ha atraído des-
~
, FIGURA 173. Fosas cortadas entr
e
"(. .
SI
.
slgwendo el orden cronológico: 6, 4 Y 2).
de siempre a los arqueólogos porque es el único que permite recuperar ob-
jetos Últegros en un contexto cerrado. Por dicho motivo todavía existen en
Italia hábitats antiguos completamente desconocidos y esta situación no

,,
~ cambiará hasta que no se tenga más confhínza en la productivi~d de las ex-
cavaciones en poblados y ciudades. Los ajuares y los restos orgánicos' de la
posibilidad de que haya intrusiones en l · .. tumbas, que informan sobre la edad y el sexo de los individuos, son testimo-
aconsejable datar el corte de la fosa ID ~s mtersticlOs. de una fosa, resulta
tado por los materiales qu e ante el termmus ante quem facili- nios fundamentales para la reconstrucción de las relaciones sociales y de la
fondo de la misma generat se ~ncuentren e:r: los estratos depositados en el mentalidad de las sociedades antiguas, como, por ejemplo, las manifestacio-
plica cuando hay ~uchas fumen e no contanunados. La estratigrafía se COm- nes de las primeras aristocracias en las necrópolis de la Italia central del si-
glo vm a.c.8
diversas los estratos más an~~~se ~an unas a ?~as y perforan de fotnlas
De la misma manera que resulta inviable la cómprensión de-las activida-
compensa por el hecho de q;e ~~es fta destru~lon de la estratificación se
materiales, generalmente bie osas contIenen grupos «cerrados» de des relativas a un edificio si no se consideran por los grupos de actividades
estab.lecer las tipologías ' n .conseErvados, gracias a los cuales se pueden que lo componen, las actividades de las deposiciones funerarias deben tra-
ceranucas- n cambio - ult b . tarse también por los grupos de actividades que componen la necróp'olis, por
cuando corresponden a horizontes ~onoló. ,res a a ll1ndo excavarlas grupos de tumbas, si se quiere comprender la dimensión social de las prácti-
aspectos ceramológicos E . gIcos_de los que conocemos ya los
se cortan unas a-otras y. s Importante establecerla sucesión de las fosas que cas funerarias. Hay que identificar contextos de deposiciones que puedan po-
dentes; para ello hay qU~U~ ~rta~, ~ su ~ez, los estratos horizontales prece- nerse en relaciÓn con segmentos estructurados dé la sociedad y que deben
tratos, Con la complicaci ' ~ lOgwr as diferentes tierras de los diversos es- considerarse como unidades mínimas de análisis estructural y de cronología
estar formada por el es::to eo '\~: ~a ~art~ de la pared de una fosa puede
relativa. Las tablas de asociación, basadas en la tipológía de los materiales,
es toman, en cambio, las tumbas como unidad de análisis. Por dicho motivo, si
cortados a- su vez por una fosa suce . ra(f~s e relleno de una fosa anierior~
Slva 19ura 173). . bien son adecuadas para establecer la cronología media de un período, no
consiguen definir los -grupos que forman sistema y, por lo tanto, la estructura
social ~e la necrópolis. 9
205
LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA
204 mSTORIAS EN LA TIERRA


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~ATh"v .w~
"---,;, F ~

FIGURA 174. Diversos tlpos


. de fosos defensivos (Alexander, 1970, figura 54).
FIGURA 175. Historia de un foso. (a) El primer foso acabado de excavar. (h) En cur-
so de colmatación. ( e) Se excava un segundo foso que corta al precedente y que rápi-
Fosos y trincheras damente comienza también a colmatarse.

los defensivos (figura 174). Gra;;i:' ~s e los de ~os campos (figura 42) a
Existen fosos de muchos t· . d d
que los fosos cambian notable : a arqueologla expenmental, sabemos na es, generalmente, posterior a la construcción de la fundación Y anterior o
1973, figura 13). Poco después ~:n e en nn período de diez años (Coles, contemporáneo a la construcción del muro correspondiente.
foso comienzan a rellenarse co su c:eaclOll el frente del terraplén y el
ello sus perfile n un pnmer estrato de origen natural. Por
, s se presentan ya atenuados D ~ d .
un foso ya obliterado puede ser rt d . espues. e un cIerto tiempo Cortes de muroS
serie de fosos, cortados uno den~~ ~ o por uno SUceSIVO (fig~a 175). Una
mera mitad del VI a C h ' o . e otro y datados en el sIglo vn y pri- Al ignal que todos los tipos de nnidades positivas, los muros también
Palatino, estando r~lacio:~~~o~,:alizados en la ~ertiente septentrional del pueden ser cortados verticalmente por cualquier tipo de unidad negativa. Un
(Carandini, 1989a, 1990a y 1990b)m~allas consIderadas de carácter ritual
muro puede haber sido cortado para modificar una estancia, abrir una puer-
so en una sola trinchera pe o 1 . 0.8 fosos pueden IdentifIcarse- mc1u- ta o una ventana, excavar una fosa, una tumba, un foso o una canalización,
incluso todo el frente de un edificio puede haber sido desplazado, recons-
t~ o corregir la informa~iónrob~e:¡,,:..e~mento debe repetirse .¡;ara aumen- truido o destruido por la inserción de un nuevo edificio (como el palacio de
SlOll puede proporcionar la sec . ' olamente una excavaClOn en exten-
nes_ a lo largo de una misma :encl~ ~om~leta de las diversas intervencio- los reyes musulmanes por el de Carlos V en la Alhambra de Granada). Es-
figura 9). nea e enSIva (Barker, 1977, p. 42, Y 1986, tos cortes verticales deben distinguirse de los horizontales, qne producen nn
rebaje del nivel del muro, determinando las llamadas crestas.
h e ~s muros son muy lIDportantes. Pueden
Las trincheras de fundación d i '
!':.p_r <¡:pn....ill",., n rn ............ "' ....1-""r'I .,
.¡-..."",..:J.,. .. ", ... ""..........1 ..... +~~.:..~+~ . . . ~Ál~ ~ .... -
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LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 207
~
206 HISTORIAS EN LA TIERRA

~ Trincheras de expolio
4

l' 3 6 , "

l' La arqueología tradicional solamente estaba interesada en las grandes


realidades monumentales. Actualmente estamos capacitados para utilizar el
!t más mínimo detalle para nuestros fines reconstructivos e incluso para deli-
ít mitar la planta de estructuras ausentes, es decir, de edificios cuyos muros han
sido «saqueados». Su forma noS la sugiere la forma de las trincheras de ex- ---\,"-'""

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IJ
polio. Por suerte, los ladrones de piedras no hacían excavaciones estratigrá-
ficas y se limitaban a seguir las estructuras que querían expoliar, sin excavar
a los lados. Las trincheras de expolio ofrecen pues noticias sobre el propio
a 11

~ expolio y sobre la alineación de la estructura «saqueada», de la que frecuen-


¡¡¡ temente quedan restos en el fondo de la trinchera. En algunos casos, estas
trincheras afectan a las de cimentación. En dicho caso, existe el riesgo de 4
j
que, excavando la de expolio. la tierra de la de cimentación pueda caer y 2

"
mezclarse con la de aquélla. Ante una tal situación, resulta aconsejable ex- 12
TK.INCHeKA
PE
~
cavar primero la trinchera de cimentación para garantizarse BU integridad, EXPOLIO

aunque debería excavarse primero la de expolio (figura 176).1°


~ Uno de los primeros en excavar trincheras de expolio fue Wheeler en
~ Verulamiwn en los años treinta. La metodología y ]a práctica se han desa-
~ rrollado mucho desde entonces, especialmente en la excavación de] Old b
Minster de Winchester (Biddle-Kjolbye Biddle, 1969). El fondo de la trin-
~
chera es el que indica la dimensión original de] muro expoliado. Debemos TK.INCHEKAS PE CIMENTACiÓN

b presuponer que las cimentaciones de una misma época son aproximada-


~ mente análogas; en consecuencia, las trincheras de expolio deberían ser si- FIGURA 176. Trinchera de expolio (b), con reconstrucción de la estratificación desa-

,
milares en cuanto a su anchura y profundidad. Debemos presuponer que parecida (al (Barker, 1977, figura 13).
b
las cimentaciones de épocas diversas son diferentes y, por lo tanto, sus trin-
cheras de expolio deberían poder distinguirse claramente. Existen excep-
ciones a esta regla, como cuando se observan diversos tipos de cimentacio-
nes para diferentes tipos de estructuras en alzado en un mismo edjficio y en
una misma fase edilicia. Dos cimentaciones que no estén ligadas entre sí
implican la conservación de una fina porción de suelo no excavada por las
trincheras de expolio de las dos cimentaciones, ya que éstas tienen una for-
ma curva en la parte inferior (figuras 180 y 181). Cimentaciones diferentes
y muros que se apoyan los unos en los otros pueden pertenecer a fases dis- FIGURA 177. Muro y su correspondien~e trinc~era de :xpolio; la anchll!a del fondo
tintas pero- también a una misma fase edilicia. Tampoco es obligatorio que de ésta indica la del mUTO expoliado (Blddle-KJolbye Blddle, 1969).
el expolio se realice en un único momento, ya que puede identificarse una
secuencia de expolio. Esta secuencia puede reflejar exclusivamente los tiem-
pos internos del expolio o los tiempos diversos de abandono de cada una ferentes períodos pueden ser expoliados contemporáneamente, uno tras otro
de las partes de un mismo edificio. (figura 179), o en períodos diferentes (figura 180).. _ .
Para captar esta complicada serie de relaciones hay que excavar las trin- En las triucheras de expolio del conjunto del Atno de Callgula, baJO el
cheras de expolio en grandes áreas, cortándolas transversal y longitudinal- aula domiciana situada junto a Santa Maria Antiqua en Roma, se ~ecupera­
mente, y siguiendo una serie de indicacion~s: 1) a un mismo muro corres- ron diversos muros en piedra seca dispuestos trans~ersa1mente, a mterva.k~s
ponde una misma trinchera de expolio (figura 177); 2) dos muros vecinos y regulares construirlos probablemente por los expolIadores duran~e su actlVl-
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contemporáneos pueden ser expoliados conternnOr~np.MnPntp C\ uno .-I",,, ....... ¿;;,,,
208

1
HISTORIAS EN LA TIERRA LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 209

~
~
1
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FIGURA 180. Dos muros vecinos y de diversa época (por la diferencia existente en- ~
tre las trincheras y por las porciones de tierra dejadas entre ellas) pueden ser objeto ~
de expolio en momentos diferentes; el muro de la izqui.erda había si~o ya expoliado ~
antes de la construcción del de la derecha, que también fue expoliado mas tarde
(Biddle-Kjolbye Biddle, 1969)_ I
I
,
/AVt.IL!O
I
FlGU~ 178. Dos muros vecinos y contemporáneos pueden ser expoliados contem- I
poráneamente o Uno tras otro (Biddle-Kjolbye Biddle, 1969). I
I

COUE EN LA ESH:ATlfICAC/ON

FIGURA 181. Canal para fístula (sección). Ejemplo de Settefinestre (Carandini,


___ L 1985.,1**, figuras 183,191)_
I
1 1, ' ~ Las cloacas ocupan mucho espacio en una excavación, más en horizontal
que en profundidad. Por dicho motivo, son las estructuras constructivas más
adecuadas para ser desmontadas con el fin de poder avanzar, donde sea ne-
FIGURA 179. Dos muros vecinos y de época diversa pueden ser expoliados contem- cesario, en las zonas estratigráficas más profundas (Terrenato, 1989)_
poráneamente o uno tras otro (Biddle-Kjolbye Biddle, 1969).

Trincheras agrícolas
el lado sur, lo que indicaba que las tareas de expolio de las estructuras se lle-
varon a cabo avanzando de norte a sur (Hurst, 1986a)_ Raramente los arqueólogos se han ocupado de estudiar las superficies
cultivadas de los vergeles, de los jardines, de los huertos y de los campos_ Im-
portantes resultados se han obtenido, entre otros, en la zona vesubiana (Jas-
Canalizaciones hemski, 1979 y 1987; Cunliffe, 1971b; Carandini, 198ge)_
Cuando afloraba la roca, podía bastar rebajar su nivel en una determina-
Las canalizaciones pueden ser de tipos diversos y presentar diferente gra- da superficie o cortar en la misma trincheras en las que colocar la tierra para
do de complejidad, desde la fistula, al bajante en terracota, o a la c1oaca l1 cultivar. Las formas de dichas trincheras proporcionan informaciones acerca
Las fl:tu1r;!, gen~~a~~~t,...e s~ .~n~entran incorporadas en los estratos hori- del tipo de cultivos practicados (figura 182; Carandini, 1988a, p_ 306),
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.....,- _1 .t" __ ...1~ ...1~ ~.~ "' ... + ... .,.t-.... rl". t'¡prr,;¡ PlllttV::In::l nlle:oe:n encontrarse cavida-
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~. 210 HISTORIAS EN LA TIERRA
~. LA EXCAVACIÓN COMO PRÁCTICA 211
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FIGURA 183. Trazas de la actividad agrícola identificadas en el fondo de un estr~tQ
11 de tierra cultivada (Carandioi, 1985, 1**, figuras 181, 192, 194).
~ b
~
~ FIG~A 182.. (a) Arbori~ultura en Crimea (documentación de S. Strzeleckij). (b)
~ C(dtb1tl~O PctTOffi1SCUO ~e la VId en los alrededores de Roma, cerca de la Via Laurentina
uJo e M. Medri; cí. Carandini, 1988a, p. 306).
~
~
~ que se trabajó el terreno en profundidad (figura 183). En un terreno inade-
cuado para el cu1tl~o se pueden haber excavado surcos en los que colocar tie-
~ a b e
r~a buena pa:a cultivar. No resulta fácil identificar estas unidades, porque son
~ dIversas las tIe:r~s cortadas por dichos surcos y diversas las que los rellenan,
~ ro r lo que ~l unlCO elemento homogéneo y unificador es el propio corte de
rOs surcos (fIgura 184). Muros de piedra seca y cambios de tierras con lúnites
FIGURA 184. Surcos de cultivo. (a) Superficie formada por divetsos estratos antes de
la excavación de los surcos. (b) Surcos excavados. (e) Surcos llenos de tierras diver-
sas, adecuadas para el cultivo (Carandini, 1985, 1**, figuras 203, 204, 207, 208 Y 210).
~

,
I
egulares pueden mdicar los parterres de un jardín (Carandíni, 1985a, 1 **, fi-
guras 193-197). Se puede, por lo tanto, reconstruir buertos y jardínes en cual-
qUIer parte, mc1us? en aquellas zonas que no han sido cubiertas por antiguas para conservar lás secciones. Las crestas de ios muros, si están expuestas a la

,, erupcIOnes volcánicas. intemperie, deberían consolidarse. Los pavimentos de calidad pueden cu- , I
I brirse con arcilla expandida (Leka), teta de mosquitera y tierra. Los estUcos , '

pintados también pueden protegerse con arcilla expandida contenida por un


Lo EXCAVADO mUTO de piedra seca, tela y tierra. Las bfises de columna de obra y de estuco
u otros elementos del género se puedén proteger del mismo mod,o, utiliian-
Cómo dejar la excavación do estructuras de _madera forradas Con tela de mosquitera como .contene·do-
res de la arcilla (figura 185).
d Ant.es de dejar ~na excavación, especialmente si no se ha llegado al final Los estratos horizontales sé pueden tratar con herbicida. L~s unidades
e la nus~a,. . ~eber;ta hacerse la planta de todas las superficies de "las unida- estratigráficas negativas debenan rellenarse con tierra. Sólo en casos espe-
des estrahgraficas. mclmm cI~ :;lnl1P:I1~<;: "'Al ........ ~ .. ,~ _____
ruJA ._L ..- _ ciales puede descartarse el recubrir la excavación y plantearse el problema

'1
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LA EXCAVAéIÓN COMO PRÁCTICA 213
212 HISTORIAS EN LA TIERRA

MU""

FIGURA 185. Protección de arcilla expandida de un estuco pintado, de Wla columna


de obra estucada y de un mosaico. Ejemplo de Settefinestre (solución propuesta por
I el Instituto central para la restauración).
TAUSI1E'()'
LlÉSTER
EST/lC()

verdaderamente importantes. En la valorización de una excavación pueden


FIGURA 186. Embalaje de un estuco pintado una ve~ arrancado de la pared. Ejem-
plantearse cuatro niveles de actuación: 1) panel informativo, protegido por plo de Settefinestre (solución propuesta por el Instituto central para la restaura-
una pequeño tejado, en la excavación cubierta de tierra y con alguna parte
ción).
visible en profundidad; 2) panel informativo y muros bajos visibles, incluso
reconstruidos; 3) panel informativo y restos a la vista con las crestas de los
muros consolidadas; 4) panel informativo y estructuras restauradas y prote-
gidas con una cubierta. Véase el proyecto de valorización de Settefinestre
que, en algunos aspectos, contiene propuestas innovadoras más tarde adop-
tadas en Pompeya (Carandini, 1985a, 1**, pp. 253 ss., figuras 358-360).
El Instituto central para la restauración debería potenciar la investiga-
ción en este campo con el fin de poder proporcionar indicaciones sobre so-
luciones técnicas a adoptar en diversas circunstancias. 12

Tratamiento de los materiales arqueológicos

j, Todo lo que se ha recogido excavando, cribando, flotando, debe lavarse


sin utilizar ácidos para no dafiar los materiales y no perjudicar futuros análi-
sis. Las terracotas arquitectónicas con restos de pintura no deben lavarse.
Debería asegurarse a los bronces un primer tratamiento de conservación
(Dowman, 1970; Leigh, 1981; Donati-Panerai, 1981). Los materiales deben
signarse directamente o de fonna indirecta en sus contenedores, indicando la
excavación, el año, el área (si es necesario), el estrato, en algunos casos el
conjunto y el subconjunto -por ejemplo, los estucos pintados-, y en otros
FIGURA 187. Caja de embalaje para contener las partes en las que se ha dividid? un
casos el número de pieza significativa. Las piezas significativas deben tener- mosaico arrancado. Ejemplo de Settefinestre (solución propuesta por el Instltuto
se aparte para no verse perjudicadas por el predominio de la cerámica y central para la restauración). --:::1
deben indicarse con su número en un registro especial. Posteriormente, ~l
1,

M 1.·.l·
" ...
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~ i!
214 HISTqRIAS EN LA TIERRA

qej-as O cajas. Los fragme~tos de estuco deben conservarse en cajas de ma-


,4era o de poliéster y los que han sido hallados in situ y posteriormente arran-
cados debenan eml?aJarSe para su transporte con conglomerado, poliéster y
tablero (figura 18(í). Las diversas partes en las que se haya dividido un mo-
sJPco arrancado u Ot,r08 materiales frágiles y pesados deberían embalarse en
<¡J.ías de madera (figura 187).
Una vez en el rabaratado, se p:qeden iniciar los trabajos de restauración
(que deben registrarse en la correspondiente ficha de restauración), la clasi-
fÍcación final de los materiales por formas y. tipos, la cuantificación definitiva
-utilizando las Tablas de materiales (Artbur-Ricci, 1981; Ricd, 1985) y las
ESTRATIGRAFÍA
fichas RA y N-y los análisis arqueométricos (Mannoni,Molinari,1990, pp. Y CULTURA DE LOS INDICIOS
43 ss.).
Existen cOl;lvepdones. para la documentación gráfica de la cerámica (Ca-
randini-Panella, 1973) y para la elaboración de tablas y ·dé histogramas (Ric-
ci, 1985; Saguí-¡E>aroJi, 1990).
No forma parte ~:le los objetivos de este trabajo tratar más a fondo este
aspecto de la investig.acíón de campo, tem~ que merecerÍa tratarse en un ma-
nual de tipología de los materiales arq1,leológicos, t,!n necesario pero todavía
por escribir.
LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE

Entre los conocimientos menos violentos y más comprensivos debe in-


c1lrirse la arqueología, que indaga el mundo de fonna ordenada en el tiempo
y en la disposición contextua! de los objetos, curiosa de todo lo que encuen-
tra. Sería necesario entender en profundidad esta voracidªd indagadora, res-
petuosa de las circunstancias, y esta necesidad de descender en profundidad,
sin forzar nada y según el estado de los objetos, para relatar modelos de rea-
lidadlo más concretos posible,
El arqueólogo cree en un mundo en el que el efúnero poder de los pensa-
(i
mientos y de las emociones se ha materializado de forma duradera en los mo-
numentos. Para él los verdaderos paraísos son los perdidos, en los que ya
no hay penas ni placeres, sino simplemente cosas, Esta fuga del hombre hacia
sus cosas -el cleptómano compensa con el hurto un acto de amor inexisten-
te- puede significar miedo de mirar en el ahna -«fuga lejos de nuestra vi-
da real que no tenemos la valentía de mirar, fuga que se llama erudición»--}
pero ¿no es quizás saludable esta huida, si nos enseña a ver lo humano, más
allá de los recovecos del yo, en las entrañas de los soportes materiales de la
exjstencia? \
El secreto de la arqueología no reside tanto en la disciplina cuanto en las ~
relaciones que mantiene con otros saberes similares o, s6lo aparente~ente. 01'
distantes, Arqueología e historia del arte, por ejemplo, podría ser un punto .
de partida útiL Materias diversísimas pero que, al mismo tiempo, se hallan la (
una compenetrada con la otra: la historia del arte estudia cosas, al igual que ~
la arqueología, pero seleccionándolas drásticamente, casi al margen de la his- ~.'.
tona -excepto de la historia de las imágenes-. en un modo que la arqueo-
log¡'a rechazaría utilizar, 2
Ya se vislumbran las etapas de este itinerario entre ambas disciplinas. Pri- ~.(í. "
mera etapa: la arqueología se ha identificado con la historia del arte de tal ~
-manera que la parte histórico-artística ha acabado por convertirse en el todo ~
arqueológicó, perjudicando a este último, Segunda etapa: la arqueología se .'
emancipa de la historia del arte y desarrolla sus propios métodos: tipológico, q
estratigráfico ,y topográfico, Tercera etapa: la arqueología Y la historia del '1
arte podráp conjuntarse de nuevo con ventajas recíprocas. Este itinerario ti
puede interesar a todos los que son conscientes de vivir engarzados a este do- ::1. .
- '. _1 ~__ ~.'''''
<'oC' nnpdTO hábitat. hecho de coo- \.,l

4
1
Q
~
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219
LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE
218 HISTORIAS EN LA TIERRA

. ulsaban ues las producciones del artesanado artístico:


diciones naturales combinadas con productos del esfuerzo y con creaciones poesía figurada se exp " .p t o m o las definió en una recensión
de mercanCIa comen e», c
a la
II . .
del inggruo, Antes se consideraba el entorno como algo externo al hombre, «a~a ... .. " bre los etTllscos.8 A pesar de los límites de aque a lill-
si bien no es más que nuestro último estrato de piel, una dermis impregnada p~era expoSIClon so de los etruscólogos, en equilibrio confuso entre. ~rte e
de todos nuestros humores. ciatlv~ Y de la cul~a tró también en las exposiciones de la generaClon s:u-
De la memoria de lo que queda de nosotros, una vez que desaparecemos, histona (como se emos". . u ura los ataques indiscriminados de los his-
se encargan los arqueólogos y los historiadores del arte, los cuales ven las co- cesiva),9 aquella dura ~t1ca ma'lg s que no se dedican exclusivamente al
sas de dos modos distintos a pesar de tener en la mente un mismo fin: usar tonl' addorels sdtilelo~eú~~~ ~:q~:oc~~es se desencadenó con ocasión de la ex-
los fósiles de la existencia para evaluar el pasado y proyectarlo en el futuro, cuto ee , 10
coItlo cuando en un viaje llevamos la fotografía de uno de nuestros padres, cavación de los foros imperiales de Roma.
ya fallecido. Este es el sistema para utilizar el tiempo escapando a su ley, em- , . arte de algunos historiado-
boscándolo en su opuesto, es decir, el no tiempo. El culto exclusivo de la forma art~stlca :p~)f P t 1» que Nietzsche
Todo hombre siente esta necesidad, pertinencia fatal de su evolución. 1 rte es un aspecto de la «conslderaclOfi monumen a d d .
res d e a . .d .ón monumental del pasa o oroma
Pero en el arqueólogo y en el historiador del arte esta necesidad etológica es valientemente criticaba: «SI la CO~l, eraCl - . d ale perjudicado:
llevada al extremo, según una patología en cierto modo creativa. Estudiar sus bre otras formas de consideraclOfi ... el propIO pas~ o s o un
so '1 l .d despreCian Y pasan com
comportamientos, amplificados y evidentes, ¿no significa acaso analizar y re~ grandes p~~s enteras .dd aqIlli~:n~:.s°q~e
gns' e .
e
':dt::gen
como islas sólo los hechos
componer-las inclinaciones de todos? flúJ'o
_ _ mmterrumpl o, quí como un- precursor deIN ovecen. to
aislados».l1 NIetzsche aparece::; d la importancia del contexto asume
Longhi fue un Croce de los objetos. ¿ Cómo aceptar su «estilo, única mo- D.e hechlo e~ ~~gn:~~~ ~a~~~~~d~ el exordio del Tractatus logico-phi-
ral del arte»?3 Más tarde matizó la cuestión,4 pero su compenetración con el un pnmerp an ,
espíritu de las diversas épocas se parece mucho a la licuefacción _y es dema- losophicus de Wittgenstein (1921):
siado adverso al control de los documentos ajenos al reino de lo bello. En él, e el hecho es el subsistir de estados de las cosas. El estado de
el mostrar la «poesía figurativa» prevalece sobre el demostrar. s .. ' 10 que ocurr, de obJ.'etos Para la cosa resulta esencial poder formar I?ar-
Si el estilo es la única moral del arte, el contexto acaba por jugar un pa- las cosas es un nexo . - d m render ningún objeto
te constitutiva de un estado de cosas. No po e:nos co p . el ob'eto en el
fuera de la posibilidad de su nexO cond~t~~~cS:J~~df::::b~ posi~ilidad de
pel secundario. Sirve, como máximo, para establecer el «valor de conexión
ambiental», más importante cuanto menor es el valor cualitativo intrínseco contexto del estado de cosas, no P?e . 1 e uede ocurrir
de una obra. Un cuadro aislado, juzgado desde el punto de vista estilístico este contexto. La cosa es in.dependiente de la medld,a en :n~~n~ia es una for-
como «mediocre», puede ascender al grado de «importante» si se analiza en en todas las situaciones pOSIbles, pero esta ~orma de ~d:mo en un espacio de
el contexto de sus circunstancias materiales. Ante objetos de gran calidad el roa de conexión con el estado de cos~' Ca a cosa :~sarlo vacío pero no pue-
valor de su contexto acaba por ser algo accidenta1.6 posibles estados de ~sas. Es~e espaCiO ,~:~~ Psu ocurrir en ~stados de, co-
Longhi polemizó con Croce manteniéndose no obstante fiel a su estética. d pensar las cosas SlD espaCIO. La pOSl a e, nfi ción
o 1 f rma del objeto. El objeto es lo fijo, 10 Subslste~te; la ca ,gura
Las artes pictóricas, plásticas y arquitectóuicas para él fonnaban parte de la sas} es a. °d d lo inconstante. En el estado de cosas los objetos se atle?en uno
«poesía figurada» y esta última pertenecía a la «poesía sin ulteriores especi- es a vane a , d dena En el estado de cosas los objetos es-
ficaciones». Longhi parece en esto más «crociano» que el propio Croce, por- a otro, como los eslabones e ~na ca . La t talidad de los estados de
que incluye en las artes mayores a la arquitectura, que Croce en cambio dis- tán en una determinada relaCión uno c,?n,o~o'estad~s de cosas es la realidad.
cosas subsistentes es el mundo. El SU~SlStrr e d . a también qué estados
tinguía prudentemente de la verdadera poesía figurada. Longhi, sin quererlo, L t talidad de estados de cosas subSIstentes eterrnm h h
facilitaba la indistinción entre poesía literaria y artística, que Croce teorizaba a o ' A l b· t' d estados de cosas le llamamos un ec o
de cosaS no subSIsten. su SIS rr e, L' agen presenta la situación en
hasta ellfmite de decretar la muerte de una historia del arte autónoma, que positivo; al no subsistir, u~ ~echol negatl~<>.. : : : estados de cosas. La imagen
Longhi obviamente no podía aceptar? Aboliendo cualquier distinción de gé- el espacio lógico, el subSlstu y e no su SIS
nero entre las artes mayores, el crítico de arte acentuaba el idealismo del fi- es un modelo de la realidad.
lósofo, pero al mismo tiempo_ estaba obligado a atenuarlo, contradiciéndose,
para defender la legitimidad de su disciplina. Este Credo en los objetos ~ en su relació~com.o s:s:~!a ~~~~~:io~~~
Longhi se contradecía además cliartdo' reábsorbía,en 'el concepto de poe- riable del_mundo es l~ mor~ mve:s: ~:!a ~~~~: c~tura ~ue considera las
sía los aspectos prácticos ligados a la ~rq~tectm:a, pe_Tb' no los de las otras ar- moral de la arqueolog m o, aun modeJo , l dimentación- histórica general
tes aolicadas. desolazando nor lo tanto el límite entre noesfa v no noesía_ nara ('fl';:~S. hellas v lUlosas que nos r ean en a se ,
221
LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE
220 HISTORIAS EN LA TIERRA
de maduración el historiador del arte antiguo se había
La mentalidad estética de Longhi ha sido difícil de superar. Se enraizaba E~~~teer:~~~~ito respecto al historiador del a;te ~oderno. De he:o,
en el pensamiento de Flaubert: «la moral del arte consiste en su propia be- conve l O . miento el artista no habla SIdo más que un e·
lleza y estimo sobre todo y ante todo el estilo ... Considero como algo muy hasta pryncipios del R~r;:CI sólo a partir del siglo XVI se independizó de la
secundario el aspecto histórico y exacto de las cosas. Yo busco sobre todo be- s~o ,mas o meno~ ~á , lel segundo Bianchi Bandinelli reside e.u su quer~r
lleza».12 Uno de los primeros avances hacía una mentalidad más moderna en practIca. ~l matena s:o del arte en busca de nexos históricos SIempre mas
el campo de la historia del arte lo ha realizado en Italia Bianchi Bandinelli. salir del SIstema cerra : Coute~tuales cada vez más intensas pr~cedentes
io es
En su incipiente madurez todavía estaba cerca de Longhi, hasta tal punto que numerosos y ,de rel~del arte. Los nexos no debían proponer refle]~s y yux-
fue inducido a separar la crítica de arte de la erudición de los anticuarios, de de m,:~dos a]eu<:,s ~. sino ca tar la esencia de las circunstanCIas, para
los tipólogos y de los excavadores. Para él sólo la cultura del historiador del tapOSIcIones socI,?logJ.cas, artí~tiCO con el histórico y práctico.
arte era riea.en pensamientos, por lo tanto en vida, mientras que la habilidad tundir el aspe~o m~l~;'~i~elli se había dado cuenta de que la arqueología
del arqueólogo no era más que omame-nto, pasatiempo y juego. En el inten- El últImo ¡anc 1 tivo de la historia del arte, que roientr~s tanto ha-
to de redimir el desorden del vasto conjunto de documentos antiguos el y~ ~o era el asp~to. neg'~iéndose en una ciencia histórica, conScIente de ,sus
Bianchi Bandinelli de aquellos años se acerca mucho a la «crítica figurativa btaldomaduran O.•COOVI b'é al traba'o de los prehistoriadores, antenor-
pura» de Longhi. 13 En esta linea él introdujo el histdricisino idealista de Cro- metodologías, gracIas tam In, s de ha~er absorbido toda la arqueología en
ce en los estudios arqueológicos. mente tan desprecmd,?s. Despue alvarla del tecnicismo se dio cuenta de que .
Pero ya en este primer período se pueden encontrar diferencias con la historia del arte antIguo, para Sarte de la más amplia 'arqueología. Cuaren-
Longhi y Croce ricas en desarrollos futuros. Bianchi Bandinelli siempre ha- era esta última l~ que f,:rma~al d' lli s hallaba en las antípodas. Pero es
bía contrastado el sidéreo aislamiento del arte y su explicación en términos ta años antes el Jov~n Bmnc ;. t ano m~tre ~onteras opuestas la que ha abier-
literarios. Las obras de arte para él no eran singularidades irrepetibles, por- precisamente estavI~ c<:,utra IC ona e ra la historia del arte medieval y
que con objetos aislados no se llegaba a una historia del arte, que presuppnía to a la arqueología Italiana puertas que pa
en cambio la relación de las obras maestras con el tejido de conexión que las moderno de este país ahora ya no pueden cerrarse.
habí~ hecho ,posibles. La esencia íntima del arte representada por el estilo " d 1 artista
Bianchi BandineIli creía captar en el estilo el estado de amm~ e b °
«irr~c~o~~~»v~~~a~~;~, ct;i~;:::';:o~~~~
debía, según él, ser convertida en historia, pero no con falacias lingüísticas
sino con argumentos claros. Sabía pues valorar los aspectos
Esta náusea tan poco italiana hacia esteticismo y retórica se debía quizás de:saprob~ba el compone~~ec~:~t~ecadencia putrefacta, de tal manera que
al componente germánico de Bianchi Bandinelli, que ha impedido que su e InconSCIente eran para e . . d d de la mente sobre el corazón. ¿No ha-
amor por la forma se convirtiese en un culto exclusivo. Sin embargo, "era su consideraba indiscutible la s~penon a 1 sión de impulsos Y narraciones mí-
componente italjano el que prefería la creación individual a cualquier esque- bían sido el nazismo Y el fascIsmo una exp o .

::
ma iconográfico, distinguiéndose en esto de Warburg, a quien había criticado ticas irracional~s en 1;S 1llil:~as? r la vorágine del abismo de esta barbarie Y
1\ severamente: «partiendo de tales. bases no se contribuye a la historia del arte ... Para no de}ar~e a:;~a~~del socialismo Bianchi Bandinelli quería sal-
La decisión en este campo vendrá siempre dada por la personalidad del artis- para preparars~ a as e . a cultura ara transmitirla al nuevo mundo que
ta, no por el concepto o el argumento que éste trate».1 4 Pertenecía al Bianchi var la parte mejor de la antIgu Púnica bnf ula que quedaba para na-
Bandinelli de Siena esta mentalidad antitécnica, que quería reducir la reali- estaba naciendo, La raclOnah~ad era la. 1 s y su¿imientos del sentimiento,
zación de la obra al momento de la intuición creativa. Pertenecía al Bianchi vegar entre gu~rra;;.' sublev~C1?~~~e s;~;~ ~o los aspectos míticos de la exis-
Bandinelli aristócrata la reacción «espiritual» al dominio de la ciencia y a la
homologación de la cultura industrial. Pero pertenecía al Bianchi Bandinelli
i:J~, ~: !:t~~~~;:r~::e~í::~ramente al universo que precede a Freud y
europeo la aversión hacia el esteticismo y el amor por la historia integral. a los gran~es físicos del Nov~cento'sta y no dejó de expresar a Bianchi Ban-
Los hechos prácticos y materiales del arte, primero entendidos como La actItud de Mann era a opue .' do el elemento inne-
, «trabajo preparatorio» y, por lo tanto, postergados, dier.on gradualmente, a dinelli su inco~gruet;~a: «usted ~~d:~~o~~~:::::d~u:mo un contraste exci-
partir de los años cincuenta, un vuelco, hasta hacerle anteponer la historia de gablemente arIstocratIco de su te ." s polfticas» 15 Esta observación
la cultura artística al juicio de valor formal. De Croce de los objetos, como tante e incluso divertido de sus convIccIone 16'
. h' B din lli que no contestó a Mann.
había ya sido Long4i, Bianchi Bandinelli se transformó gradualmente en un irritó a Bmnc 1 an e. ' _ M t mían la barbarie derivada de la
· hi Bandmelll como aun e
anti-Croce. La cultura.artística se había ya convertido para él en el puente de Tanto B r a n c . , d 1 multitudes pequeño-burguesas.
_~ __ ••:Á _ _ _ ... ___ 1 _",_...:1 _ _ ~_:_:": •• _1 ...... 1 ~ ... .< .... ;_..,. T ... <>co.¡:"' ... ..,. A",l.", ... tA ", ... ",h",h", c-le.cadencia de la_burguesla Y del_auf?~ e ,as ~ .l __ -...:I~ ........... -rl"'-r lo;::¡ mHla historia
1'!
223
LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE
222 mSTORlAS EN LA TIERRA
. . ... d rfi ·alm nte por el nuevo sujeto social: la clase
(la de la pequeña burguesía) para escoger la buena (la del proletariado) y, eu ·d . bien es lflllta a supe C1 e .
reCl o, SI I d humano reciente se ha colocado por enCI-
realidad, escogía, la no historia o mito del comunismo --de ahí la incon- edia. En 198~ este ag omera o . . . . ) 22
m .. lases incluso en Italia (46,4 por 100 . .
gruencia del jacobino racional y aristócrata capturado por la irracionalidad ma de las ~,eJas c . al. ., o había tenido tiempo de manifestarse en el
de una ideología ut6pica-, Mann evitaba cualquier «comparación excitan- d
TodaV1a la ID ustn lZaclon n - . asfaltando el tern-
te», rechazando el bolchevismo y manteniéndose fiel a los valores de la gran ~O?o ,más vistos:: aC:~::~~~e e~e~:~~~ ~=!:~~~ ~n postindustrializa-
burguesía en el ocaso: casi por una «Última recapitulación del mito occiden-
tal ... antes que caiga la noche ... y un profundo olvido».17
tono, cuando ~a m:::
ción, en una ca enc!
acumulativa de tiempos nunca vista, por lo que muchos
., vivido en pocos decenios eras enteras del
En su infalible e irónica dignidad de último burgués, Mann aborrecía la de los d; n;e~tr~ ge::.:~~~nL~~las~s sociales de la burgnesía Y del proleta-
<<profundidad» alemana y su irracionalidad perversa, evitaba esperanzas mÍ- ~esarro o e ~az=e sus lfuntes y erosionarse sus territorio.s, atraídas por el
ticas de igualitarismo salvador, aceptaba el ocaso de su sociedad, pero no por nado ve~ d~sPI humanidad. La sabiduría de esta nueva SOCIedad, que h~ su-
ello se endurecía en el racionalismo humanista en el que se habían encerra- nuevo guo . e a. al _ burguesía es la revolución de la nostalgIa, el
do los últimos ejemplares de la especie burguesa. Mantuvo abierta, en aque-
lla época tremenda, la puerta de la razón inversa juzgando al movimiento psi-
ce~~~o~!~:'~::n~:?:::S~ Desde ,est~
punto de la vi~ta, Prinierad:~~o:e~
ro h 11 do democráticamente al poder conservan
coanalítico como la «única forma de antirracionalismo 'moderno que no bienestante que a eg~ n el cambio de siglo, en la base social del mun-
ofrecía el-más mínimo agarradero a abusos reaccionarios»,18 y considerán- mocraCIa se ~a convertl ?, co.. Han desaparecido las identidades mo-
dolo como una fuerza benéficamente humana de aquel mito «del que en los do posfreudiano Y postemstemlano. h . do una clase que no admite
últimos decenios se había abusado ... como medio de la antirrevolución os-
curantista».19 Antes que comulgar con el mito del nuevo «cristianismo» co-
~:!::o~:g:~:~r~ !:~~;::s~ej:n~~,~~~~a, de placeres trrn::'~:1~sd:=
munista, prefIrió dedicarse, en la tetralogía del relato bíblico, a la «forma pri-
mordial de la vida». De esta manera Mann tuvo "el mérito de salvar, en un
;né~'::e~::~'::":;d~~~~::~~~q~: :t~i:~~ :~t:~ ;;~:~s:'o riguroso de
UCiO al . h b' . ventado la mdustna?
período de profundas heridas, la unidad antinómica de lo humano, entre ra- las viejas clases so;: .:: que. ~e~:o~os han reemplazado ~ los aprendizajes
zón y emoción, consciente e inconsciente, historia y mito, sin que ello le asus-
tara. haci~~:~:~~::cio~eSe~: ¡'~!:,as} ~ ~e::~t~<~:~~oci~:U;';~b~~
Para Bianchi Bandinelli no había mitos buenos cuyo uso fuera benéfico, una pirámide a escalar. Las P. ras e . . .' de mi naturaleza que el
aunque ello pueda extrañar en un lristoriador de la antigñedad clásica. El ins-
tinto primitivo o subconsciente era según él siempre malo. ¿Pero no era el
in~~~t~,:~~~~;:"armr:~~,!e~~~~~~=~~!~ en. el tiemp~1el desor-
~en y de la escisión en el remolino de la movilidad SOCIal sm sen o.
propio comunismo un mito cuyas raíces se hundían en las sociedades comu-

cul~::a~~e~~tr~i~:S~~,a~u~a:~~tr~~:~:
nitarias de los orígenes? Bianchi Bandinelli se liberaba de la ahistoricidad del
mito en el presente mitificando la historia futura. Para entender las ,diferencias
Encerrado en el racionalismo, Bianchi Bandinelli condenaba también la eclipsadas Y la categona actual hay q .dades hoy en día en
cultura burguesa y prevé proféticamente nuevas neceSl ,
cultura figurativa abstracta por irracional, legitimando sólo la realista,20 co- gran parte satisfechas por los actuales detentadores del poder.
mo si el trágiCo destino del arte contemporáneo no mereciese aquel respe-
to que Mann, en cambio, supo tributarle.21 Las formas inorgánicas de los cua- . f d 1 cosas a las que en realidad
dros informales ¿no representaban quizás las fantasías evocadas desde las Existe un desprecio s~u~ado. haCla o ~'::cia iodas las cosas próximas
profundidades del alma, de la materia y del cielo? ¿No parecían las telas de los hombres atribuyen l~ maxlma 1mpon::m=Portantes» no eS casi nunca del
Klee pintadas al microscopio y las de Kandinski al telescopio, imágenes rea- ... Vlceve~sa, la estima d: la:d:~:a~'::cuencia de esta doble hipocresí~ es
todo genwna ... Una ~es gr . 1 comer vivir en una casa, vestrrse,
listas, en tanto que abstractas, de las angustiosas verdades reveladas por como por eJemp ~ d ' fl ., y puesto que
que las cosas próximas, .a l ' héchos objeto e re eXlon... ."
nuestro siglo?
tener relaciones sO?'d es, ~~grSO:dantes si se les retrae la propia seriedad inte-
estas cosas se COnsl eran '
Barridos por la guerra los anacronismos más evidentes y transcurridos 24
lectua! y artística. , as de todas son generalmente mal
numerosos decenios de paz, ahora podemos constatar el resultado de aque- b dmitirs que las cosas mas cercan .
De e a e ad en cuenta Ser ignorantes, no tener los oJos
lla incipiente barbarie temida en la posguerra. La revolución no se ha he- vistas y muy raramente tom as .':' . 1 ue hace que para
cho, pero se ha pasado_·imperceptiblemente a una nueva cultura,alteración dirigidos hacia lo 'que es p;queño y ordal'lna~: l¡egnm~toa:: .~ ¿uras y maeStros y
rnn ....hn.. 1;:¡ tierra no sea mas Que «un v e , . . - .- _.-
profunda de los eouilihrios tT;:¡ilic:inn:::tlp:.~ v f:::ttnhip.n rl"'o;thl11r-.:.-...-iñ.n rilO' ,,""1 ........
1"<>
224 HISTORIAS EN LA TIERRA LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE 225
inculcando al niño que lo que cuenta es otra cosa. _. Ya Sócrates se defendía rías y cuyo ejercicio no se desarrolle durante el tiempo libre. Cuánta seduc-
Con todas sus fuerzas contra esta altiva dejadez de lo humano a favor del hom_ ción «en el encendedor de -puros de sobremesa, en el sabor Pepsodent, en la
~re ~ con un dicho ~ Homero solía llamar la atención acerca del verdadero habitación para los hobbies, en los desodorantes, en el «training» autógeno,
amblto y de la esenCIa de todos los remedios y de los pensamientos: «es esto y
sólo esto --decía-lo que de bueno y de malo me ocurre en casa».25 en la Polaroid, en la parapsicología, en Snoopy yen la camisa informah. 30 El
. Nosotr?s debemos volver a ser buenos vecinos de las cosas próximtl8 y no culto a lo sublime tenía sentido en una sociedad de pocos, pero cuando pre-
d~lar de n:urarlas en modo tan despreciativo como hasta ahora se ha hecho valecela corte de la multitud festiva, las consideraciones de Nietzsche se con-
mrrando a las nubes más allá de aquéllas _.. Quien ha aprendido a desprecia; vierten en anticuadas, en cuanto que sus aspiraciones anticipadoras están ya
el presente y las cosas cercanas y la vida y a sí mismo--- y nosotros ... recibi- completamente realizadas.
mos .todav~a hoy en nuestra sangre por herencia algo de este veneno del des- La ausencia del conflicto básico entre los diversos elementos sociales lle-
preCIO haCIa las cosas cercanas.26 va a lo unívoco, a la homologación y a la nulidad. He aquí uno de los aspec-
Es característico de una cultura superior el apreciar las pequeñas verda- tos ,de la temida barbarie. Sin embargo, hay que reconocer un cierto avan-
des no espectaculares, hall~das con un método severo, más que los errores jo- ce en la superación de: la cultura de la estética, con su insoportable altivez y
co~os y deslu~?rantes, debIdos a épocas y hombres metafísicos y artísticos. La
su obsesión por lo sublime. Sin bien aprecia la estética de las cosas, la nue-
prlI1:~era reaCClOn ante aquellas verdades es un gesto de desprecio, como si nos
hallasemos frente a cosas ilegítimas: cosas modestas, vacías, frias, que se pre- va sociedad no desdeña la 'ética de los contextos y aunque admira las cosas
se?-tan apare~temente tan poco estimulantes cuanto bellos, espléndidos, em- importantes sabe apreciar el valor de aquellas cotidianas. La nueva cultura·
briagado~es, mc1uso beatif~cantes se presentan aquellos ... Los que rinden cul- antropológica que se está formando sabe valorar como ninguna la diversidad
to a las formas, con su criterio de lo bello y de 10 sublime, tendrán en principio de cada una de las obras y, al mismo tiempo, la unidad indistinta de la exis-
buenas ra.z~mes para reír, pero apenas la valoración de las verdades discretas tencia.
y el espíritu científico empezarán a dominar .. .27
Hasta ahora era ... la rareza ... la que ennoblecía. Pero nótese al respec- El saneamiento cultural del gran núinero de documentos que nos ha le-
to que sobre la base de esta norma se ha juzgado injustamente y calumniado gado el pasado no podía iniciarse en Italia sino partiendo de Winckelmann,
en b~oq~ a favor de las excepciones todo aquello que era habituai, inmedia- como hizo Bianchi Bandinelli. Esta opción se explica teniendo en cuenta la
to e lO~ls~ensable, todo lo que, en definitiv~ sel"VÍa para conservar la especie confusión existente en el mundo anticuario de la primera mitad de siglo, tan
Y-. constltUla en general la regla de la humanidad hasta nuestros días. Conver-
tlrse en ~l abogado de la regla: esta podría ser quizás la última forma y la últi- alejado del rigor y la sistematización del siglo pasado. Pero aquella nueva ar-
ma gentileza con la q1,le se manifiesta sobre la tierra el sentido de la nobleza.28 queologia de entonces, que era la historia del arte antiguo, sólo consiguió re-
dimir en parte el conjunto de los monUlllentos; amplios sectores continuaron
sumergidos en el primitivo desorden. ¿Qué hacer con las artes figurativas,
Actualmente los que adoran la forma y desprecian las cosas cercanas 'desde la arquitectura a aquellas cuyo carácter es aún más técnico? Una de las
co~o al~~unos histo~adores del arte, son un residuo de la cultura burgues~ caras del Jano bifronte del mundo de los objetos estaba todavía en la sombra.
esttgmatIzada por Nietzsche. Es la supervivencia de la Italia de la moda, del La opción histórico-artística, que al inicio de la labor de saneamiento había
lUJO y de la aparien~ia estética, que .sucede a aquella industriosa de época ro- constituido un punto básico, acabó por convertirse en lo opuesto: demasiada
mana tardorrepubhcana, tardomedieval y protomodema. Las ideas estéticas documentación quedaba todavía en manos del pernicioso mundo anticuario.
, de Croce representan el vértice de este moderno rechazo de la modernidad La propia exigencia de establecer nexos entre las cosas, sentida fuertemente
antes de la industrialización de la segunda mitad de este siglo o de los gusto~ por el segundo Bianchi Bandinelli, acababa bloqueándose poco más allá de
de la preponderante clase media en el sexto país más industrializado del lós líniites del arte. Cualquier trama de conexión faltaba cuando uno se acer-
mundo. ¿Quién hubiese dicho que el hombre científico, entendido como «de- caba a las estructuras económicas de la sociedad que parecían una oscura e
s~rrollo ulteri~r de aquel estético»,29 habría entrado en el sentir general gra- impenetrable marisma. A falta de_un saneamiento total se hacía real el peli-
CIaS a los que n,!lden culto a las cosas cercanas, desde la gran técnica a los ins- gro de las correspondencias mecánicas entre arte e historia, justamente te-
trume~tos millimos de la vida cotidiana, y que Son los herederos de la midas por Bianchi Bandinelli.
pequena burguesía? . " ¿Cómo-se podía extender el saneamiento a las ignoradas razones de la
Esta nueva clase pretende reforzarse para explorar el más alto de los cie- vida práctica? Esta fue una preocupación del anciano Bianchi Bandinelli.31
los y la fuente de energía más escondida en el fondo de la materia. 'Todo lo Al final de su vida había comprendido que, además de una buena historia del
contrario del desprecio hacia lo ~11:e es_ in~iis~~nsab.ie, ~abitual, ordin~o, cer- arte, podía haber una buena iconografía, un buen interés anticuario, una bue-
na tioología, una buena estratigrafía y una buena topografía. El desarrollo de
, . . _ .. ---+~ ,.1,.,. 1.., ,-,-p-nf'r~_
l'

226 HISTORIAS EN LA TIERRA LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE 227

ción sucesiva permitió finalmente extender el saneamiento a todos los cam- Para el mundo antiguo existe ya una historia arqueológica del arte, pero
pos de la evidencia material y establecer estrechas y vivas relaciones en el no es así todavía para el mundo medieval y el moderno, lo cual también es
conjunto caótico de los documentos, más allá del arte, hasta alcanzar las raí- responsabilidad de los arqueólogos posdásicos que, hasta ahora, no se han
ces más profundas de la existencia humana. A través de la cultura material la preocupado de ~os ~andes monumentos y de sus. decoracione~, temiendo las
cultura figurativa encontraba un fuerte y continuo nexo con la vida y, gracias críticas de los hlstonadores del arte y de la arqll1tectura o qUIZás por un ex-
a ello, tomaba nueva luz. De esta manera se volvía a la arqueología omnívo- cesivo amor por las cosas margifiales-. Si bien es cierto que la arqueología ha
ra del XIX, que miraba de igual manera los fósiles dejados por el hombre y los aprendido mucho de la historia del arte en lo que respecta a la crítica figura-
medIQS de producción y de circulación, pero disponiendo de nuevos instru- tiva (como demuestra la obra de Bianchi Bandinelli) y que en el terreno de
mentos heurísticos entonces sólo intuidos, el primero de los cuales es la lec- las relaciones de producción e iconográficas la arqueología y la historia del
tura estratigráfica de construcciones, estratos, materiales, desarrollada desde arte se han intercambiado experiencias útiles (si bien el arqueólogo, «dumm
los años treinta -pero sobre todo desde los sesenta- de nuestro siglo.32 aber fleissig», ha desarrollado procedimientos y pruebas más certeros), en el
campo de las antigüedades (abandonado para la época poscláSica a los anti-
Las obras de arte, con sus cronologías y sus materialidades, también se cuarios del mercado) y en el de la tipología, de la estratigrafía y de la topo-
colocan, como las obras fruto del esfuerzo físico, en el tiempo y en el espacio grafía la arqueología tiene muchas cosas que enseñar a la historia del arte.
tridimensional, es decir, en el conjunto ilimitado de los contextos documen-
tales. La consecuencia es que las anomalias artísticas acaban dependiendo de La construcción de las diversas tipologías -formales e iconográficas,
las analogías de la vida práctica y viceversa, en una única secuencia de cir- productivas y de disfrute, estratigráficas y topográficas-- necesita reglas de
cunstancias. Para adecuarse a esta constatación no basta con añadir nuevas juego apropiadas a cada una de ellas (no se puede excavar siguiendo el mé-
lente~ al ojo del viejo especialísta en arte capaz de asociar los estilos a las per- todo histórico-artístico), que sepan combinarse entre sí (un retrato encontra-
sonalidades de los artistas. Como máximo se llegaría a una historia social del do en un estrato también debe analizarse estilísticamente) en el ordenado
arte, una historia del arte con un cierto sentimiento de culpabilidad, lo que proceder del análisis, a la síntesis, a la comunicación que representa la narra-
es ya un paso adelante respecto al desentendimiento original, pero así no se ción histórica. En realidad es en el relato y en las reconstrucciones donde se
alcanzaría todavía una historia sin otras especificaciones. La historia social mide la capacidad de aunar el arte con la vida, por medio de series de tipos
del arte ha intentado integrar la historia del arte entendida como historia for- y de tramas. La recomposición social y material de las creaciones culturales
mal con otros dos componentes: un primer componente específicamente so- con la existencia lleva a la totalidad y a la satisfacción, porque el mundo_ de
cial, ~elativo a las condiciones de la producción, del disfrute y de la <?ri'tica los hombres y el de las cosas acaban por presentarse en su unidad naturaL La
(comitentes, artistas, público, historiadores del arte), y un segundo compo- arqueología y la historia del arte se presentan pues como dos aspectos de una
nente más propiamente cultural, relativo a las condiciones del patrimonio misma disciplina.
iconográfico y decorativo (las imágenes despojadas de la manera propia de Abrazar globalmente el multiforme uriiverso de los objetos no es siem-
cada estilo). pre necesario. Pero también hay que saber hacerlo, sin que ello parezca una
Pero tales conexiones, aun siendo fundamentales, no agotan todas las po- excentricidad; cuando se actúa de tal manera ante ciertos objetos deben co-
sibles in.tegr<lciones contextuales, como por ejemplo, la integración, dejada nocerse los límites de dicha tarea, para evitar que se considere como algo ab-
de lado mcluso por la historia social del arte, con las obras no figuradas y con soluto confundiendo la parte (nuestros intereses subjetivos) con el todo. El
los otros objetos de la vida. Sin esta última integración no se puede alcanzar posible objeto de nuestro trabajo es, por lo tanto, cualquier cosa (además de
la deseable continuidad de las relaciones contextuales y reaparece inmedia- cualquier escrito) que se nos presente, no importa que sea mueble o inmue-
tamente aquel deterioro de los tejidos históricos que acaba dividiendo el uni- ble, sencilla o complicada, escogida o descartada. Esta es la ética de la más
verso de los objetos en dos galaxias completamente separadas entre sí. pura investigación, en origen más protestante y europea que católica y me-
Para superar este lamentable estado de cosas hay que decantarse por diterránea, pero que en el proceso de unificación cultural en curso ya no pue-
acompañar a la historia formal, cultural y social del arte (y a la historia de la de limitarse- a una única área de creencias. .
historiografía artística) con una historia arqueológica del arte, lo que signifi- Hay que estar atentos para que esta posible nueva historia de los objetos j.
ca ~adir a los métodos tradicionales del historiador del arte otros dos tipos no sea restrictiva, vértice único de una nueva pirámide, porque en tal caso se
de mvestigación, el anticuario y el tipológico-estratigráfica-topográfico. Esta acabaría neutralizándo la bipolaridad contradictoria entre estilo y contenido, I
es la respuesta debida al interrogante con el que acaba un famoso ensayo so- símbolo y economía, arte y vida, que Constituye el campo magnético revitali-
- ~. ~ • • • -. ----'.- ...l_'-_ ~1~_+,...",....,.<>.-1".
zador de la arqueología y de la historia del arte. Tipologias especiales y na-
228 msTORlAS EN LA TIERRA
LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE 229
más a.mplias, siempr.e ~ue el investi~ador sea consciente de la escala en la que
trabaja y de la relatiVIdad de los diferentes puntos de vista y de los diversos Lo mismo que la de un hermoso vestido de una mujer sin espíritu: algo pa-
mveles de investigación. recido a una máscara».35
. Co~se~~ ~a visión bipolar del trabajo intelectual, en el que disciplina La relación del artista con el comitente tampoco ha sido siempre la mis-
e. ffi:erdlsClplinanedad sean la corriente alterna de la tensión historiográfica, ma, en el sentido que el trabajo técnico y la creación formal~ que son prerro-
sIgnifica preservar en la cultura el sabor de la vida, desde el momento en que gativas típicas del productor y del artista, se han encontrado en los diversos
c~da día actu~os y reflexionamos, por un inevitable mecanismo del pensa- momentos históricos más o menos unidos o separados de la problemática
mIento, procedl;n~o por series de tipos en una misma clase de objetos --«es- cultural y de la formulación de los conteuldos, prerrogativa tradicional del
tas rosa~ son mas V1Sto~as que las otras»- y por tramas de series de tipos en comitente.
c~ases dIferentes de objetos --«y adornan mejor esta habitación vaCÍa». Se- Diferente ha sido, por otro lado, el valor atribuido a la personalidad en-
nes de tipos y series de contextos son pues las abscisas y las ordenadas sobre tendida corno individualidad y, por lo tanto, el grado de relevancia estética
la; que regulamos siempre nuestra existencia. El punto no puede hacerse que se le ha concedido; de hecho, unas veces prevalecen las diferentes per-
solo .con aquellas o viceversa-sólo con éstas, como tampoco se navega a"dis- sonalidades de los grandes maestros y otras la labor artesanal de las maes-
tanCIa o se excava a fondo sin combinarlas, en la historia como en la vida: Las tranzas. Por esto la monografía, COIDO género de la historia del arte, no tiene
tramas no son el fin y los objetos no son los medios o viceversa ambos re- un valor unívoco en función de diferentes circunstancias: en la de las grandes
presentan necesidades de distinció~ y correlación iguahnente im~ortantes y, personalidades la atribución individual de las obras asume un valor crítico de
por lo tanto, que no pueden subordmarse recíprocamente. Cuanto más desa- primer plano, en la de las escuelas la atribución individual asume un valor
rrolle~os dichos p~rámetros, m4s v~rosfmil aparecerá nuestra investigación, atenuado y en la de los talleres no tiene ningún valor.'6 Hay una historia de
parecIendose a la lampara de un qUIrófano,_ que no crea sombras. El cultivar los artistas y de su categoría y hay una historia de los productos artesanales.
de f.orma satisfecha una sola de estas opciones, sin que salga a la luz la nos- Seríá, por lo tanto, insensato convertir la historia del arte en la biografía de
talgI~ po~ la otra, es un signo de pobreza mental. Desde este punto de vista, las diversas personalidades, quizás ante el temor de ver cómo se desdibujan
el emgnusta, el catalogador, el erudito y el anticuario pueden legítimamente la originalidad artística del individuo o de una única obra en las condiciones
p.arecemo~,. como le ,ocurría a Bianchi Bandinelli, privados de armonía espi- de colaboración de la producción, donde resulta problemático distinguir las
ntual, estenles, obstinadamente protervos. El interés nace cuando la sólida manos y donde las más diversas obras tienen un significado propio en tanto
unilateralidad se funde con la curiosidad incierta. que combinadas entre sí en una serie o en un contexto. El universo creativo
de un individuo constituye tejido histórico al igual que el orden contextual de
Si tomamos en consideración aquel síntoma de la creatividad individual cosas creadas por diversas individualidades o por diversos individuos que-co-
que es el estilo, nos damos cuenta de que es refractario a relaciones directas operan con un único fin. La historia de cada uno de los artistas o de cada una
con la realidad social, y que cuando lo queremos doblegar a ésta se estable- de sus escuelas puede acompañarse con las historias de los contextos, orga-
cen vínc~os g~néricos porque la forma es de por sí un factor pers~nal, de cor- nizadas por habitaciones, apartamentos, plantas, edificios, manzanas, ciuda-
ta duraCIón e mdómita a todo lo que le es ajeno. Para poder conectarla con des y territorios. Existe la calidad de las diversas obras pero también la de un
los hec~?s y con la memoria de una comunidad hay que evitar cualquier tipo conjunto de objetos, es decir, de la combinación de muchas obras de género,
de presIOn, superar el obstáculo de la subjetividad y retroceder (o avanzar) nivel, producción y función diversos en un mismo escenario histórico. El va-
~canzando ~ac:Iu~~ente el contenido y el contexto. Un buen' punto de par- lor contextual es independiente del valor estilístico; aún mejor, existe tam-
~da e~ esta .drrecclOn lo constituye la iconografía que, al contrario que el es- bién un estilo del contexto que nos lleva a decir: «este -salón es muy feo aun-
tilo, auna dIversas manos y maneras, dura en el tiempo y se integra fácil- que esté lleno de bellos objetos», o: «este salón es muy bonito aunque su
mente en los aconteceres colectivos de una sociedad. Este es el modo más decoración sea muy modesta». En definitiva, ante un montaje o un conjunto
elegante para llegar desde las superficies elaboradas de la creatividad del in- arquitectónico es posible recrearse al igual que ante una forma aislada.
~ivid~<? a aquellos ~ntenidos de pensamien.to, vruor y significado que han Esta bipolaridad de los paradigmas de la investigación, isomorfa respec.-
sIdo utiles para reabzarlas.34 Por otro lado, la importancia reservada al estilo to a nuestra propia mente y a sus poderes de división y unificación, conlleva
n? es la misma en, todas las épocas: «en Un edificio griego o cristiano todo sig- la superación no sólo de la ética de Croce y de sus sucesivas reencarnaciones,
mficaba algo en relación a un orden de cosas más elevado' esta atmósfera sino también de la propia historia social del arte, entendida como la última
Rlena de infinito significado rodea el edificio _como un velo e~cantado. La be- extensión posible de la disciplina histórico-artística tradicional. Llegados a
- - - ... _-~- _"<1~ H~ ""1 l1 ..... rl""Mn <i:-in nrPlll'Taar !':.l1!':tanclalmente el sÍirrlifi-
............ COO ... este punto, el tema es el de las relaciones entre arqueología e historia del
~ ~ • . - ' - - - - ' - - A ... 1." ................. .,,<;:1"'" r-nn ha nne:!':fa. donde el valor de
LO ORQINARlO y LO IMPORTANTE 231
230 HISTORIAS EN LA TIERRA
D ello se deduce que «la única figura fundamental es la figura de la con-
do tienen pues dos dísciplinas separadas, en las que se desarrollan unilate- r~)~: :d" aedo en un primer gradn.ésta se realiza en metonimia o sinécdoque y en
tlgUl " , E ti" """d d
ralmente sensibilidades opuestas que deberían en cambio recomponerse, si el segundo se multiplica y se espesa en metafora». sta c<:>ll... gud'd a conceP -
queremos comprender las metamorfosis de los objetos y de sus reinos? tual no es más que «la proyección abs~racta de u~a contlgUl a ,?ue p~e.d e
existir de forma preliminar en el espaCIO y en el ~lempo de la realidad físIca
La existencia de estímulos internos que aspiran a la distinción de las co- , " o entre un elemento del mundo matenal
o pSlqUlca ,. y ·un elemento del mun-
sas sublimes y a su fusión con las cosas comunes implica que el investigador do interior».38 , . ' ' -
debería controlar ambos códigos: uno más interior y el otro más externo al Traducido al mundo de las cosas, es como deClI que ~~ el ong~n esta la
arte. Por otro lado, los propios historiadores del arte más ligados al código contigüidad metonímica del contexto y sólo a continuaCI?n,. ~ediante ~.a
heurístico del estilo han utilizado en su investigación concreta el código liga- condensación intuitiva, fantástica e inr:ovadora, ~ora la s~~tud metafon-
do a la contextualidad con el fin de reconstruir las personalidades individua- ca del estilo. El estilo existe porque tIene un sentIdo tan labil del contexto
les de los artistas. le pennite fundir dos o más conjuntos, forzando de tal manera a su pro-
q~e
La necesidad de disponer de un código bipolar no es sólo una cuestión pm geografí"a p ero , al mismo tiempo' exaltándoles en su nueva fusión. Por
, " "
arqueológica o histórico-artística, sino que se fui1damenta en los más comu- ello el tipólogo, el'estratígrafo Y el topógraf~ seran meJo~es cuanto en mayor
nes procedimientos utilizados por cualquiera de nuestras actividades espiri- manera' consigan conectar, de forma inductIva o ded':lctlva y aprovechando
tuales, como han demostrado los lingüistas.37 Éstos han descubierto que las loS- más tenues indicios, actividades aparente,mente aleJa~as que pertenezca~,
principales funciones del lenguaje son dos. La primera consiste en la selec- ' a una rm'sma secuencia productIva, ,
en carob 10, a una InlSma
. cuenca
. estratI-
.
ción entre términos alternativos del que parece más adecuado, y la segunda gráfica o a un mismo paisaje. De tal manera aquellos desvelan ~etoDI1ll1aS VI-
en la combinación de diversas unidades lingüísticas en unidades más amplias vientes, nuevas configuraciones Y circunstancia~ ~el mundo., MIe~tras que el
como las frases. En el caso de la primera función, se trata de escoger, en el de- historiador del arte y el anticuario, metáforas vlv.Ientes, seran m~Jores cuan-
pósito de todas las partes del lenguaje, el morfema que mejor se presta a ser to en mayor manera consigan imaginar abdw~t1vamente cone~<?nes entre
insertado en la combinación contextual del período, para expresar con ma- paisajes, cuencas Y secuencias diversas, y tod~V1a con mayor habih~ad cua~­
yor vivacidad un concepto o una emoción. En el interior de aquel depósito do paisajes, cuencas Y secuencias se hallen dispersas y sea necesano combI-
de partes lingüísticas existen grupos de térnrinos relativamente intercambia- nar las cosas con verosimilitud y fantasía.
bles entre los cuales cada una de las partes se halla emparentada por grados
diferentes de similitud. En el caso de la segunda función, se trata de actuar La bipolaridad del comportamiento verbal ha sido revel~da gracias al es-
fuera del depósito lingüístico para combinar los diversos morfemas en un tudio de áquella disfunción del lenguaje que. se llama af~SIa. S~, han docu-
contexto o frase a través de relaciones gramaticales y sintácticas de contigüi- mentado dos tipos de afasia. El primero conSIste en una dIsf~clOn en ..la se-
dad. Resulta evidente que un signo sólo puede ser interpretado en relación a lección o similitud y esta incapacidad para establecer analog~as o m~taforas
las alternancias posibles en el interior del depósito lingüístico o a los tipos de se suple con la capacidad opuesta para construir, frases, es deCIr, rela~lO~es de
conexiones o secuencias posibles en el contexto. contigüidad y de dependencia de cará~er eS~~C1o-temporal o ~etommIas. El
Esta naturaleza bipolar del comportamiento verbal se encuentra en las fi- segundo tipo de afasia consiste en la disfunclOn opu~s~a, relatIva a :os ne,,;os
guras retóricas de la metáfora y de la metonimia: «mientras que la metoni- de contigüidad, por la cual no se sabe formar proposIcwnes gramatical y Sl~­
mia aprovecha relaciones que realmente existen en el mundo exterior y en tácticamente estructuradas; dicha incapacidad para establecer aquellas .um-
nuestro mundo conceptual ... la metáfora, en cambio, se basa en relaciones dades contextuales complejas que son las frases se suple con la capa~dad
que nacen de la propia intuición que da vida a la metáfora en cuestión». La opuesta para escoger las simples unidades que son las palabras que, en dichas
metáfora fija equivalencias imaginativas que fuerzan lo real y abr'en caminos circunstancias, acaban agrupadas en montones caóticos de morfemas y no en
completamente nuevos, como ocurre por excelencia en la poesía. De hecho, períodos bien e'structurados. ., .
la metonimia «se desarrolla dentro de un único campo sémico», aprovechan- La afasia de la similitud implica una alteraClOn de las ~a~1tades met~-
do «una relación lógica entre dos términos de un mismo campo, expresando _güísticas ·una imposibilidad de decir lo que eS una cosa llldlcando .a" que se
uno en sustitución del otro, y cuanto mayor es la distancia que separa los tér- parece, ~ientras que la afasia de la contigüidad implica una alteraclO~ de la
minos de un mismo campo, mayor es la expresividad de la metoninúa». La capacidad para crear jerarquías entre las d~ferentes partes del.lengu~Je. Ha
metáfora, en cambio, «exige una consideración metonímica dentro de dos sido observado que resulta m~ fác~ estudl.ar (de hecho han sld? .~as estu-
campos sémicos diferentes y una síntesis integradora; y cuanto mayor es la (ll~rlos) los asoectos de la similitud metafÓrIca que los de ~a c~ntJ.gu:~a~.~:-

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232 mSTORlAS EN LA TIERRA


LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE 233
c~ ~a si~o olvidad,,: a fav?r ~e uno solo de los dos polos. Esta orientación
U~dlI~cclO~al de la mvest¡gaclón se explica por la homogeneidad de los me- memorias históricas y en emociones personales, de experiencias prácticas li-
dIOS dIsponIbles p~ra tratar las metáforas, respecto a la heterogeneidad de gadas a la agricultura y de medi~aciones sobre cuestiones artísticas, en las que
lo~ me~lOs n~cesan~s par~ tratar ~s metoniuúas. Llevando la cuestión a tér- el buen conocedor todavía no ha tomado a su presa para llevarla al cielo de
~nos li~eranos equ.n.:a1dna a deCIr que se ha estudiado más la poesía, sede lo sublime escogiendo las cosas importantes de las ordinarias. Finalmente
pnmordIal de la metafo.ra, que la prosa, sede primordial de la metonimia.39 disponemos pues de la narració~ de una casa italiana, de sus arquitecturas y
Estas prepond~ranC1as se observan también en las investigaciones ligadas de sus mobiliarios, que se han sucedido a causa de los cambios aportados por
al mund~ de los o?Jetos, en las .q~~ los investigadores han sufrido con mayor el paso de los años.
frecuenCia la afasia de la conlIgindad, reduciendo labipolaridad funcional Este es un hecho bastante raro, porque la mayoría de los historiadores del
que re~ula aquel mundo a la sola función de 'Similitud. Se ha estudiado más arte, especialmente en Italia, ha delegado el importantisimo tema de la deco-
la poesla d~ ~as. obras de arte que la prosa de las cosas de la vida. Desde este ración y el mobiliario en los anticuarios, es decir, en comerciantes. En realidad
punto de ViSta. se podría decir que el historiador del arte ha sufrido general- son estos mercaderes, a falta de anticuarios de la cultura, los únicos detenta-
mente de afaSia de la contigüidad y el arqueólogo de la de la similitud, in- dores y transmisores de. los conocimientos extendidos a las cosas más o menos
cluso que ~a prop:a eXIstenCia de dIchas disciplinas es fruto de la afasia y, por bellas, sencillas y prácticas que decoraban residencias, palacios e iglesias. No
lo tanto, SI s: 9-Ulere, de una enfermedad. La existencia de una historia del es una casualidad que en nuestro país abunden los museos fonnados por co-
arte ~r~ueologlCa en los estudios clásicos, mucho más rara -en los estudios lecciones, que falten absolutamente los' que ilustren construcciones y sus rela-
p~s,c1aslC~s~ se explica por el hecho de que las lagunas en 'el campo de la si- tivos mobiliarios y que el mejor libro sobre la casa en la edad moderna haya
mlhtud, hpIcas en lo que nos queda del mundo antiguo, nos han inducido a sido escrito por un investigador del Victoria and Albert Musenm,44 tipo de
dar mayor valor a los datos de la contigüidad. . museo aquí inexistente. Triste es el monopolio italiano .de los anticuarios, por-
. El lenguaje y las obras del hombre deberían estudiarse pues en toda la que sus conocimientos analiticos de los objetos se dirigen, con el fin de vender,
van~dad d.e, sus funciones contrapuestas y antes de tomar una de ellas en a desmembrar más que a reconstruir los sucesivos contextos que los conte-
conslderaclOn se debería entender en qué modo se relaciona COn las otras. Si nían en el tiempo agrupados. Los historiadores del arte, abandonando casi
no, nuestro comportam~e.nt~ investigador hacia los objetos parece descom- completamente a los comerciantes el conocimiento de las artes aplicadas, efí-
pensado y falto de reequilibno. De forma diversa se han comportado los gran- meras, menores y de las otras técnicas productivas, han recibido a cambio el
des escritores .del siglo XIX, a partir de las novelas históricas de la primera uú- privilegio, que no es indigno pero tampoco es noble, del expertise. Así, la men-
tad de ~quel Slglo,40 que ,han sabido combinar el componente «fantástico» de talidad patrimonial, que ve los obj etos principalmente como acumulación y
la metafora.con el. «reahsta» de la metonimia,' esforzándose en poner en es- colección de cosas más que como su asociación que el tiempo constantemen-
c~na las acc~ones libre~ de sus,pe:sonajes en atmósferas concretas en el espa- te transforma, se ha difundido pervirtiendo el sentido del entorno material.
~1O y en el tIempo. B,aJo ~sta optica, la novela «realista» presenta 1lll modelo Por ello se ha convertido en más prestigioso el estudiar la biografía y la pro-
Idea: en el qu~ los. hIstonadores de las cosas, prescindiendo de que sean· ar- ducción de un pintor, quizás muy poco significativo, al que poder atribuir un
qu~~logo~ o hIstonadores del arte, deberían inspirarse para superar su inspi- elegante nombre convencional, que seguir el ejemplo de Wackernagel, que en
raClOn unll~teraL41 ~l m~do de los objetos, de hecho, ya no lo imaginamos el primer li"Qro de historia social y de arqueología del arte reconstruía45 con-
como una 11sta patnmorual de obras. maestras, sino como tantas cosas diver- juntos arqilltectónicos, mobiliarios y funciones, por ejemplo los del Palazzo
sas e~ transfonnación combinadas en diferentes series de estados de -cosas Vecchio de Florencia, partiendo no de un artista o de una obra, sino de grupos
sucesIVOS en el tiempo. de artistas y de artesanos que se habían comprometido a realizar para una se-
rie de comitentes una sucesión de escenas históricas tridimensionales en las
EjemI?lo de la cultura unilateral de los investigadores era, para Bianchi que represeI?--tar sus dramas públicos y privados.
Bandinelli, el mal gusto que ~peraba en sus casas', y él se identificaba gus- Bianchi Ban~inelli, en la visita de Geggiano, parte del contexto monu-
tos~~nte con el ~icho «tel le ,logis telle maitre».42 El paseo que el propie- mental: uno de los poquísimos que, a nivel de residencias privadas, se ha con-
tan~ hizo dar un dIa a un so bnno para enseñarle su villa de Geggiano cerca servado casi intacto. En primer lugar se presentan los propietarios~ sus ante-
de Slena,43,es una mu~stra de la originalidad de su-cultura y ofrece un' ejem- pasados y comitentes. Siguen las principales fases constructivas y decorativas:
plo espo~táneo de unlón entre arqueología e historia del arte. En el pas,eo las torres, la residencia del siglo XVI, la fase de 1768 y la de 1911. Clave de la
por las dI~~rsas habitaciones de la casa, se le ve gustosamente en su labor en historia es el bisabuelo de Ranuccio que, habiendo sido desheredado a cau-
u .... '" "'AnA''''.;:'n rli",t",rl", nOT l'"nfl(H...-innp_o;,: {-tE". vic1::l nTP"~nicas_ no condicionadas sa de la primogenitura (a laque pertenecía Geggiano), afortunadamente se
~- _11.<: &_1+ ..... Ao """'''''rlin<;! n!'\r!'\ transformar el con.junto del siglo xvm medi~t~;Df\!c:: ,f):j
234 HISTORIAS EN LA TIERRA LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE 235

La ~aITación ~de la casa se desarrolla en dos líneas: la de la interpretación grabado de Goethe le había sugerido el transformar a Alfieri (el usuario más
espontanea «aqm en casa» y la del hombre culto, conocedor de historias 10- famoso de la villa) en el autor de lfigenia, para aumentar el interés histórico
cale.s y 9-~e se bas~ en l? que se había salvado del archivo· doméstico. En cada del edificio a los ojos de los soldados alemanes que querían dinamitarlo; los
habItaclOll el prOpIetano explica la disposición, el nombre, los personajes que revolucionarios franceses eran para él los bolcheviques del siglo xvrn y así se-
la frecuentaban y las diversas funciones a lo largo de los afias: de sala de bi- guía trazando nexos, entre pasado y presente, p'.lrecidos a los de la novela his-
llar a ~omedor en la última fase (en el siglo xvrn se comía en los salones o en tórica.
la cocl~a). Después la mirada se fija en los componentes fijos, como los pa- Tan sólo una vez recurre Bianchi Bandinelli al teIDa estilistico, al descar-
pel~s pIntados franceses, que le recuerdan aquellos fabricados en Verriere en tar la atribución a Moder de las pintu.ras murales sobre tela del «salón ver-
RoJO y n~gro (e.u Europa la moda relacionada COn la decoración circulaba de». La actividad -de -este pintor en la villa se deduce no de un análisis fonnal
de forma Inmediata). La decoración orgánica de una habitación era en el si- sino de UÍla noticia publicada en una guía de 1840. Es cierto que la casa de
glo X.VIll. una am~ición que presuponía un proyecto unitario elaborado por el Geggiano no contiene obras maestras, aunque sea en conjunto una obra maes-
arq Ultecto, el tapIcero y los otros artesanos o artistas. En Geggiano esto se ve tra, pero este uso limitado del teIDa estilístico quizás indique que, en la vida
clar~ente en l~ ornamentación pictórica de los muebles, acorde Con el pa- cotidiana y frente a objetos que siempre se ha tenido delante, el estilo con sus
pel pmtado, cunosamente fijado sobre bastidores de madera como se hacía inefabilidades y miSterios juega (y probablemente jugaba en la vida de aquec
en aquella época. Con el paso del tiempo los muebles se habían mezclado 110s señores) un papel bastante menos decisivo del que pretende otorgarle el
pero ~ianchi Bandinelli los había vuelto a poner en su lugar gracias a los in~ encarnizamiento científico, mercantil y poco elegante de los atribucionistas,
ventarlOs de la cas~, indicando los añadidos que, como los cuadros del salón, mientras que en aquellas circunstancias más bien adquieren "relevancia las
provenían de la VIlla del Pavone, edificio neoclásico que él vendió rápida- iconografías y los símbolos, a causa de las fantasías y recuerdos que saben
mente. 46 suscitar en los usuarios de la casa. que gracias al arte y a los objetos más di-'
Las relaciones. establecidas entre los diversos objetos son estrechas y di- versos llegan a alcanzar mentalmente pasajes de vida lejanos y ya transcurri-
versas: como la eXIstente en la habitación de Alfieri entre el grabado del aus- dos. .
t~o-ruso Suvorov y un opúsculo sobre el escritorio que ataca a los austro-ru- Relaciones entre objetos que transportan a r~laciones humanas: esta es
sos por haber expulsado a los franceses; como la que hay entre una cama la verdadera arqueología y la más amplia historia del arte. En 1848 el histo-
monumental, en la que había dormido Pío VI, y un embajador de Inglaterra, riador inglés Macaulay escribía: «los lectores .',' lamentarán que historiado-
Alfien y una equívoca señora Mari, una especie de Milady de la época; como res con grandes miras no hayan ahorrado alguna página de acontecimientos
la que' une .a UJ:l retrato de un antepasado suyo con Stendhal, de quien pare- militares o de intrigas políticas para hacemos conocer, en cambio, cual era el
ce fue un nval en asuntos amorosos. aspecto de los salones o de los dormitorios de nuestros antepasados».49 Una
Las i~ono?rafías de las pinturas murales se ha.bían sacado de grabados, observación análoga podía o podría~ hacerse para las aulas y los servicios de
pero h~~Ian SIdo adaptadas a las dimensiones de las paredes y actualizadas los edificios públicos y de las iglesias. Incluso los monumentos más insignes
en funclOn de la moda. También irrumpen en la pintura acontecimientos rea- son de hecho completamente desconocidos y se hallan' sustanciahnente iné-
les, como algunos actores, quizás los que representaron en el teatro hecho ditos-. Bianchi Bandinelli, al presentarse como «humilde topógrafo» de- su
con setos delante de la casa alguna de las tragedias de Alfieri que allí había casa, pone en evidencia la grandeza de_un «historiador con pocas pretensio- -
VIVldo, y entre ellos Porellino, mencionado por el escritor y representado nes» (Macaulay).
premeditadamente, en el breve trozo de pared que queda cubierto por l~ ¿Sólo un -anfitrión que también sea cr:ítico de las obras de arte puede con-
puerta de la casa cuando ésta se abre. También aparece a caballo la mal.fa- seguir una óptima narración? Quizás no, siempre y cuando el historiador del
mada se~or~ Mari relacionad~ al lema antiliberal de «Viva María», a un po- arte y el arqueólogo sean capaces de abandonar su profesionalidad y de sen-
gr~mo sIe?-es con correspondIente cena de celebración, a un poema del ar- tirse, con un poco de imaginación. dueños o usuarios de las arquitecturas y
qmtectoliberal Fantastici (el mismo que había proyectado el eclificio y el de los objet.os que pretenden estudiar. Si no se disponé de una cultura que in- l' i
mobIhano de la VIlla del Pavone) y a la reforma religiosa de Leopoldo de cluso sepa dejar -de lado la espe~ia1ización, n.o es pO,sible volver a activar la ,

Toscana.47 circulación ~anguínea de un monumento. Pueden crearse utilísimas morfolo-


La misa en italiano defendida por Leopoldo anticipaba la reforma aná- gías, tipologías, series y secuencias, pero no se consigue la' tensión necesaria
loga de la época deBianchi Bandinelli; la adaptaciónde los grabados para las para recobrar una vida ya transcurrida.
pmturas de las ha~l~aclOnes le re~ordab~ análo?-os proce~ient?s en la pin- Al construir a través de, la pr.opia conciencia y de la" propia alma la na-
rro;:¡Ñnn hi",tórica. verdadera y al mismo tiempo fantástica, el narrad"or ~e ha-'
(-~-
W!i!l!iI!·_ _ _ _ _ __

236 HISTORIAS EN LA TIERRA LO ORDINARIO Y LO IMPORTANTE 237

ci~n y negaci~n de la autonomía de la forma y negación y afirmación de la dadera, el pensamiento sigue siendo prisionero del modo lingüístico con el
l1:nl~ad de la VI?a. Por este motivo la visita guiada de Geggiano no es una cu- que procura comprender el perfil de los .obj~toS>~.53 Por lo tanto, ll? habría
nosIdad oral fijada por casualidad en un texto, al margen de los escritos im- modos más o menos realistas de hacer hIstona, SIDO solamente opCIOnes de
portantes ~el historiador del arte, y tampoco es un ensayo de erudición local tipo estético y moral. De ahí derivaría el carácter ficticio de cualquier re-
de un anstócrata provrncIano, es el testimonio espontáneo y concreto de cómo construcción. . .
u~ hom?re que es también un investigador ha sabido evitar, por su nacr- En una línea análoga está también Duby. Para él no hay una histona que
tnlento Y: por su esfue:zo personal, l~ mediaciones, las mutilaciones y las ho- pueda ser estudiada de fonna completa, sino m~~erosos discu~so~ que pued~n
mologaCIones q~e afli~n al acadéIDlco normal, consiguiendo de este modo hacerse sobre el pasado y con un valor cOgnoscItIVO bastante limitado. La his-
preserva~ !a parbc~andad, frescura y unidad de su contexto humano, prácti- toria no sería más que una literatura de evasión, y los diversos métodos de
~o y espmtua}: «solo cuando haya renunciado definitivamente a los ideales la investigación, sólo géneros literarios incapaces de garantizar una relación
mtelectuales que todavía me mueven me pondré en marcha, frecuentaré co- con la realidad objetiva. De vez en cuando Duby admite que la historia es una
legas, reuniones, conferencias y ceremonÍas».so . fantasía con. sólidas bases (<<grumos de sueño formados en contacto con los
En est~ épo~a de mediocridad social, ¿quién podría pronunciar una fia~ documentos») y que atraéción y tigor pueden convivir, pero luego vuelve a de-
se de ,este tipo .SIn pro~ocar~~na sonrisa? No existe un recorrido de prestigio fender que una historia puede ser más o menos rica, pero no más o menos ver-
qu.e no s~a ~slOsa y slstematIcamente perseguido. La personalidad de Bian- dadera. Fuentes densas o escasas, en serie o puntuales, no importa: el cientifi-
ChI B~dinelh conocía también límites conspicuos, pero no fronteras prees- cismo no es más que una ilusión. Tan sólo cuenta el «fuego vital» que debe
tablecIdas, y tampoco había orientado su vida utilitariamente hacia faculta- inflamar al historiador cuando se proyecta a sí mismo en el mundo y crea sus
des I~d~V1duales para convertirse en un hábil prestidigitador de una sola imágenes.54
espeClalidad .. Su curiosidad tendía a una educación armónica del caráct~r, Ante esta unilateralidad subjetivista puede contestarse que la «"patolo-
por lo que VIenen a la mente las palabras de Goethe: «en el c'aso en que la gía de la representación" no agota la posibilidad de esta última. Si no hubie-
sana naturaleza del ho~bre actúa como un todo, cuando éste se siente en el se sido capaz d~ corregir las propias ideaciones o ideologías basándose en. las
mundo .como una grandiosa totalidad ... bien podría en dicho caso el univer- indIcaciones procedentes del mundo exterior, la especie del H?mo sapl.ens
so co.~sIderar _su meta alcanzad~». Arqueología e historia del arte: se trata hace mucho que hubiese desaparecido. Entre los instrumentos Intelectuales
tambIen de una cuestión de equilibrio pers'onal. que le han permitido adaptarse al entorno que la circunda debe incluirse
también después de todo, a la historiografía».5s Ciertamente eXIsten factores
A la 'generación qu-e, entre los años treinta y setenta de nuestro siglo sos- emociodales, estéticos y morales 'que condicionan la investigación hlstó~ca,
tuvo el c~entificismo de la historia, desarrollando análisis estructurales d~ cir- pero no se entiende por qué tienen que ser incompatibles co~ la exact1!ud
cuns~cIas históricas co~ectivas, ha sucedido otra que prima la descripción científica y la verosimilitud. Una concepción más tolerante y bIpolar no Im-
narratlv~ c:oloca d~ nuevo ~l hOI?bre en el centro de la investigación y vuel- plica que presuponga un sentido global y final de la historia, ni un deber
~e a escnbrr en el «bello stile». ¿De la ciencia histórica se ha regresado a la emancipador de la ciencia, sino simplemente la capacidad humana de reco-
lIteratura histórica?, '
ger la esencia (el modelo) de un fenóID.eno, incluso má~ al1~ de sus infmitas
:"Bst~ ~e:stauración del relato se debería a la idea de que cuanto mayor e~ representaciones posibles, para perfeCCIOnarla hasta el InfinIto con otras re-
el ClentifiClSlUo de los procedimientos tanto menor es la relevancia de los presentaciones y aproximarla aún más a la inalcanzable verda~ com~leta.
resultados.s ~esul~aría más tranquilo aceptar que en este campo no hay
l
Desde este punto de vista, añadir a la narración literaria las tres dunenslOnes
ven~dores n: vencIdos~ que a una época de polaridad metodológica ha su- espaciales, gracias al conocimiento del mundo de los ~b~~tos, aumenta el
cedIdo otra dIspuesta a aceptar la compatibilidad entre los diversos paradig- efecto de integridad y verdad, porque aumentan las posIbilIdades de obser-
mas, por lo que la analítica y la narrativa, el estudio de las circunstancias y vación y de verificación. Cuando en la excavación de la villa romana de Set-
del ~omb~~, acaban. por potenciarse mutuamente: «una mayor conciencia de tefinestre apareció una pocilga56 idéntica con todo detalle a una descrita por
la dimens~on narra~va no conlleva atenuar las posibilidades de conocimifm- Columella, entendi que Columella no había contado una fantasía, sino un
to de la historiografía, sino al contrario infensificarlas».52 tipo de edificio rústico que entonces existía de verdad y era de uso ~.?mún.
Desde los años setenta se ha desatrolh-tdo Hna tendencia «irónica»" fren- Al mismo tiempo el texto de Columella demostraba que la construcClon que
te a la verdad histórica White había mantenido, por ejemplo, que detrás de habíamos interpretado intuitivamente como una pocilga lo era de verdad.
~~A~ l.~ ...+ ........... h",,,, no cllhdrMn nrec.onceotual. un paradigma metahistórico, Mientras que la pocilga de Columella no podía verse, porque resulta arduo
_1-.+"" .... "' .. nn~ ima2:en de un texto, la pocilga de Settefinestre podía observar-
.- - - ... "",,+.4 .."t"",nrlón el autor
238 HISTORIAS EN LA TIERRA

antiguo). Era una representación total, tanto en sentido cwilitativo (natura-


leza y forma de los materiales; etc.) como cuantitativo (número de establos y
entidad de los almacenes, del patio, etc.), por no hablar de la relación de esta
construcción con los otros cuerpos de la villa, por ejemplo con el muy pare-
cido y vecino alojamiento de los esclavos (noticias que el texto literario no
proporciona). Aquella pocilga acababa por mostrarse, gracias a la binocula-
ridad textual-arqueológica, como un relato ilustrado, una fotografía con pie
explicativo, una película Con banda sonora, una realidad ...
No creo que una reconstrucción retrospectiva en el tiempo pueda coinci- PROCEDER HACIA ATRÁS
dir perfectamente con los acontecimientos tal y como acaecieron, que lo que
escriben los historiadores sea lo que realmente ocurrió, que historia de la his-
toriografía e historia puedan identificarse. Demasiada riqueza original de fe- En un afortunado ensayo, Carla Ginzburg ha demostrado que alrede-
nómenos y de atmósferas se ha desvanecido con el paso del tiempo. Dema- dor de los años setenta del siglo pasado se había ido consolidando en. Eu-
siada es la nueva conciencia y capacidad de sueño con la que nos lanzamos ropa un nuevo modo de investigar, el paradigma indiciario, que se encuen-
sobre los monumentos. Al resucitar el pasado les prestamos parte de nuestra tra en el historiador del arte Morelli, en el psicoanalista Freud y en -el
sangre, haciéndoles vivir con ello otras existencias, como en la metempsico- escritor de novelas policiacas Conan D_oyle. El método procedería de la sin-
sis. Ningún acontecimiento se halla jamas sólo y acabado en el pasado, pero tomatología médica. Morelli, Freud y Conan Doyle en realidad habían es-
siempre está de alguna manera activo en su futuro, por la continua actuali- tudiado medicina. 1
zación a la que le somete el hombre continuamente. Pero algo de la sustan- Ginzburg contraponía entonces el para~gma indiciari-o, capaz de un
cia original permanece siempre a través de las transformaciones de los pun- cientificismo elástico, al de Galileo, cuyo cientificismo es, en cambio, riguro- .
tos de vista. El núcleo de una verdad no se pierde a través de sus varias vidas so. En el paradigma indiciario, interpretado en sentido venatorio y adivina-
sino qúe se expande, tanto en lo que respecta a la cada vez más profund~ torio, él encuadraba también las investjgaciones del historiador, que no segui-
comprensión como en lo relativo a la traici4n. La propia verdad es en el fon- ría reglas formalizables y declarables sino, eminentemente, su olfato. -
do bífida: ella misma y al mismo tiempo también otra, y sólo en esta parado- Intervine inmediatamente en d debate que sobre aquel ensayo surgió
ja podemos decir que no la captamos e incluso que la captamos. 57 sosteniendo que los dos paradigmas (el indiciario y el de Galileo) más que
coincidir con las «dos culturas» se encontraban y enfrentaban en todos los
campos del saber.2 Esta opinión derivaba de mi experiencia de arqueólogo
habituado a trabajar en el campo. ¿Cómo no reconocer en la investigación
estratigráfica el modo de trabajar riguroso del cirujano más allá de aquel más
vago del médico y del adivino? El arqueólogo fundamentalmente es un his-
toriador que utiliza filologías especiales aplicadas a los objetos, que sólo de
forma muy imperfecta pueden reducirse a la habilidad del cazador, en espe-
cial del cazador de tesoros. ¿ O el arqueólogo no es un historiador?
A estas criticas Ginzbll;rg respondió proponiendo de nuevo la contrapo-
sición de los dos paradigmas y su coincidencia con las «dos culturas»: «entre
los paradigmas sigo considerando útil distinguir dos estrategias. una dirigida
a reconstruir la norma más allá de las anomalías individuales (el paradigma
indiciario)>>.3 Así, Ginzburg excluía de nuevo de la investigación histórica,
que es investigación de individualismo, la estrategia científica de la investi-
gación.
Mantuve mis idea~ y continué cqnsiderando más interesante no tanto la
separación teórica de los dos paradigmas (legítima en sí misma, si no se ab-
solutiza) cuanto su imbricación (pragmática, no comprometedora) en cada
rama del saber. Aceptaba c'on Ginzburg que el historiador siempre se -en-
. • .' . ____ ~..-1 ............ ..;.'" .... ."...p_
-'?j

240 mSTORIAS EN LA TIERRA PROCEDER HACIA ATRÁS 241


nos aislados, o conectados entre sí en series y contextos. Los primeros me pa- que S. H. no sabe nada de literatura, de filosofía, de astronomía y de política.
recía que podían captarse mejor con el olfato del cazador, mientras que los Pero conoce drogas, venenos, suelos; es un experto en anatomía y en quími-
segundos mejor con el rigor formal del cientifico.4 ca; es un óptimo espadachfu y un buen violinista. Las fronteras de estos co-
El triunfo de lo adivinatorio en la investigación histórica llevaba fatal- nocimientos y sus relaciones eran lo que sorprendía, todos ellos orientados a
mente a una concepción demasiado tradicional y limitada de la investigación una finalidad práctica, donde los comportamientos humanos valían tanto
histórica, al borde del autolesionismo. Luego llegó un nuevo ensayo de Ginz- como los reactivos (para descubrir, por ejemplo, restos de sangre en un ves-
burg, más equilibrado y aceptable, aunque tuvo menos éxito. que el prece- tido). En la cámara anatómica S. H. hace cosas horribles, como pegar a los ca-
dente. s Un lustro de debate no había pasado en balde. dáveres «para comprobar hasta qué punto pueden provocarse contusiones
después de la muerte» (igual que en la arqueología experimental. cuando se
Unos años más tarde llegó a mis manos Estudio en escarlata de Couan construye y se prende fuego a una cabaña, para comprender el efecto inver-
Dayle, en ll9:a reimpresión de la tercera edición (Londres, 1898). Pensé en- so). Nos hallamos en el límite entre ciencias naturales y ciencias humanas, lo
tonces en-controlar de cerca el método de Sherlock Holmes, que en esta story que ocurre en tantas disciplinas históricas «heterodoxas».
hace su primera aparición. 6 Grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta que
los procedimientos y las aspiraciones del investigador tenían aún menos ql1:e Para que la literatura policiaca pueda estimular la observación -escribe
ver con el método indiciario de Ginzburg de cuanto había pensado en mIS el Dr. J. Bell- aquélla debe ocuparse de los procedimientos además de los
primeras reflexiones. resultados. Las historias tienen que ser breves y bien escritas, de modo que
El libro comienza con una nota sobre el detective finnada por un tal Dr. el lector pueda fácilmente retener las circunstancias, sin olvidar los aconteci-
J. Bell. El editor revela que se trata del médico que había sido el maestro del mientos importantes. La mente del investigador debe estar, por lo tanto,
médico-escritor Conan Doyle, inspirador directo del famoso personaje,: «el abierta al objetivo, despejada de detalles inútiles, libre de cualquier adiposi-
Sherlock Holmes original». No sorprende, pues, que Sherlock Holmes (de dad cultural: «la mente de un hombre es, en origen, como un desván vacío que
aquí en adelante citado por sus iniciales) sea en esencia un quúnico y un es- debe llenarse de mobiliario útil. Un loco la inunda de inútiles chucherías,
pecialista en anatomía y qU({ Watson sea también un médico cirujano. El mé- pero un hombre astuto sólo depositará en ella los instrumentos que puedan
todo de, trabajo de estos médicos que no hacen de médicos se ilustra, aparte servirle en su actividad y tendrá una gran variedad de ellos. Es un error pen-
de la nota citada, en los primf?ros y últimos capítulos de la novela, uno de los sar que las paredes de aquel desván sean elásticas. Llega un momento en el
cuales se titula significativamente «La ciencia de la deducción». Podemos que cada añadido representa olvidar algo que se sabía precedentemente. Por
ahora analizar dicho método recordando que S. H. no buscaba leyes genera- e,llo resulta muy importante no tener hechos inútiles que expulsen a codazos
les 'sino individuos únicos (los autores de los delitos), como ocurre en las in- a los que son útiles». La mente del detective debe estar despejada, especial-
vestigaciones del historiador. Medí entonces el grado de cientificismo de sus mente al comenzar la investigación: «para empezar me acerqué a la casa con
procedimientos y me pareció mucho más alto de lo p~evisto., la mente libre de cualquier impresión». Es el vacío previo con el que uno se
prepara a acoger los hechos sin prejuicios, casi como desinfectar la parte an-
S. H. no es un detective público o privado, con responsabilidades ante ter- tes de cortar con el bisturí o disponerse a escuchar. S. H. es mi maestro en la
ceros, sino un simple asesor, que ofrece opiniones trabajando en el ~o.nima­ ciencia de la deducción y del análisis. La observación aguda y sistemática es
to (como Morelli, velado bajo el seudónimo Lermolieff). Sus conOCllluentos para él como una segunda naturaleza. El arte de la investigación ha alcanza-
son extraños y variopintos: «excéntrico en sus ideas, un entusiasta en algunas do con él su grado más alto de cientificismo.
ramas de la ciencia» . .Los estudios de S. H. son variados, multilaterales y ex-
céntricos respecto de .las profesiones reconocidas de la época: «ha acumula- A S. H. no le interesa una selección de hechos destacados, sino el conjun-
do mucho saber heterodoxo». Era un apasionado del saber definido y exac- to entero de fenómenos. Escribe en un diario londinense un artículo titulado
to, lo que no dejaba de sorprender en aquella época positivista, por el hecho «El libro de la vida», en el que el investigador explica su método que Watson
de que el objeto de la investigación no era un microbio sino el hombre. Wat- desaprueba en parte. En sus páginas puede leerse que al investigador le in-
son, representante del sentir general de yntonces, no deja de expresar su. dis- teresa todo lo que ocurre. La aspiración de conocer la totalidad de las activi-
gusto: «Holmes es demasiado científico y, para mi gusto, tiene demasIada dades humanas y. naturales es la premisa en la que se basan sus procedi-
sangre fría». Se ocupa de individuos, pero con lalc;~.janía <l:el quedisecciona, mientos: «las ideas, si deben interpretar la naturaleza, tienen que ser tan'
sin Pasj9n excepto por la propia investigación: «los mínimos indicios ~e las amplías com? l~ natu~al~z~» .
....; ...... nT'O~.¡."' .... .....,¡ .... '" 1", ..... 1-"" .."''''''''"0 ....,,,,..h;..... ....,,..... '" ... ""t ..... f"",.."'., 11 .... "" ,..H..; ....... ir1~r1 :¡n ... ~r'~hlp
242 HISTORIAS EN LA TIERRA PROCEDER HACIA ATRÁS 243

e! hombre». Al hombre sano se le conoce a partir del enfermo, porque los cian mutuamente, contrariamente. a lo que ocurre en condiciones de «genia-
s~tom~s extraños de este último son el mejor vehículQ para entender el fun- lidad y falta de reglas». A quien le observa con pereza S. H. parece un nigro-
ClOllamlento del normal: «es un error confundir 16 extraño con el misterio». mante y un verdadero científico al obserVador agudo. Cuando cierra el caso
De he~ho: son los elementos nuevos e insólitos los que nutren más fácilmen- y desvela sus procedimientos los mediocres detectives gubernamentales se
te las Il~clOnes del pensamiento, mientras que la obviedad las embota: «lo quedan boquiabiertos. Estos son los verdaderos perros de caza, ajenos a la
que e~t~ fuera de lo normal es más una guía que un obstáculo». Lo común y disciplina mental. .
lo cotIdIano son, por 1.0 tanto, lo más difícil de conocer: «el crimen más común
resulta ser muchas veces el más misterioso». Los fenómenos extraños deben S. H. parte del presupuesto de que «no hay nada nuevo bajo el sol y todo
conocerse con exactitud, al igual que uno conoce las características, los an- hecho tiene su precedente». Lo que cuenta es saber controlar la casuística:
da.res y las costumbres del mejor amigo o como ocurre en la diagnosis del ci- «hay una gran familiaridad entre los diversos crímenes y, si se conocen con
ru~ano. El ~xpe~o ~n el método analítico-deductivo sabe intuir los pensa- precisión los detalles de un millar de .casos, sería extraño no llegar a resolver,
~entos mas recondItos de un hombre, a partir de una expresión o de una el que hace mil uno». De esta manera se vuelve a la imagen del amigó ínti-
mrrada, y es aquél quien aprende del sujeto en cuestión y no al contrario. De mo: «se le reconoce rápidamente, incluso entre una muchedumbre 'de hom-
esta manera accede a las profundidades del mundo interior el más difícil de bres vestidos todos igual, que sólo se distinguen por las péqueñeces, por lo
alcanzar, a partir de las manifestaciones más elementales del mundo exterior: que conociéndolas se puede proceder a la identificación». Para alcanzar sin-
«aunq~~ este ejercicio pueda parecer infantil agudiza las capacidades de ob- gularidad en una muchedumbre hay que buscar extrañezas en lo pequeño,
servaclOn». El método analítico-deductivo se aplica a partir de las uñas, de allí donde todo par~ce uniforme y normaL Las pequeñeces se convierten en-
los c~os, de los zapatos y de los vestidos, para llegar a las más complejas tonces en enormidades. Pero para seleccionar estas pequeñas grandezas, es-
cuestiones morales. tos detalles significativos, es necesario el támiz del método tipológico, que
sabe articular cosas y acontecimientos en grupos, formas y tipos, siguiendo
El que indaga debe -saber apreciar el valor del mínimo detalle: «incalcu- reglas previamente establecidas (como en la clasificación botánica). La pre-
lable es la imp.ortancia de lo infinitamente pequeño». Para una gran mente cisión tipológica lleva al investigador a escribir grandes monograñas sobre
nada es de~asIad<:> pequeño. Ha sido la medicina la que, por primera vez, ha temas aparentemente fútiles. como la de S. H. «sobre las ciento catorce varie-
hecho tangIble la 11llportancia de lo ínfimo, al descubrir el mundo de los mi- dades de ceniza' ~e tabaco». Tipos de zapatos, improntas, manchas y suelos
crobios: «saber identificar y valorar con precisión incluso las menores dife- atraen la atención del detective: «tras largas caminatas me ha 'mostrado
rencias es la virtud esencial de cualquier diagnóstico médico», ha escrito el ----dice Watson- salpicaduras de barro en sus pantalones y por su consÍ?ten-
Dr. J. Bell. Su doble le responde: «para mi ojo experimentadó cada signo so- cia y color sabía decirme en qué parte de Londres se habían producido»
bre. aquella superficie tenía un significado». Freud añade a este interés «mo- (como el arqueólogo cuando clasifica los estratos). Si el test de S. H. sobre las
rt?lliano» por el ~etalle el interés por los «desechos» (El Moisés de Miguel manchas de sangre se hubiese descubierto antes, centenares de criminales no
Angel), en el sen~Ido de que lo que se rechaza puede ser más significativo que estarían libres, confundidos con la gente. El problema réside en identificar en
l~ que se ha elegIdo. Pequeño, roto. feo y descartado, estos son los rasgos tí- el ovillo incoloro de la vida la trama de lo que se quiere identificar: «nuestro
pICOS del detalle. A pesar de que su apariencia no sea exactamente estética deber es devanar, aislar y exponer en su totalidad ... » (como hace el ar-
el buen investigador lo tiene muy en consideración. ' queólogo con los estratos, antes de excavarlos). Para detenninar una crono-
S. H. llega a brillantes resultados gracias a intuiciones que le surgen en logía resulta válido el razonamiento según el cual lo que «cubre» es' más tar-
c~a o en ~l curso de sus pesquisas: «no hay nada mejor que la documenta- dío que lo que está «cubierto»: «botas de cuero habían pisado aquel.súelo y
CIón de prunera mano» .. Esta ~ntuición del detective· recuerda a «un perro de sobre aquellas huellas habían caminado zapatos de punta cuadrada», calza-
caza, de pura sangre. y bIen adIestrado». Pero la intuición de S. H. es sólo apa- dos evidentemente por alguien que había llegado allí en un segundo mo-
~enteme~te venat<:>na: «llegué a la conclusión sin danne cuenta de los pasos mento (un razonamiento estratigráfico típico del excavador).
mtermedlOs que, sm e~bargo, existían». En su intuición pesa, más que un in- .i
cont~ola~le olfato adIVinador (típico de los investigadores mediocres), la Los indicios pueden recogerse en diversas condiciones: en contextos po-
conCIen~Ia de los p~s.os mentales rigurosamente individualizados y relacio- bres o ricos. Los contextos ricos contienen un mayor número de elementos y
nado~, SIempre exhIbIdos con una elegante demostración al" final del relato. 'de relaciones, que facilitan e intensifican el proceso analítico-deduCtivo del i'
La ~hIspa de ~en~alidad es para él una condensacion fulgurante de reglas for- pensamiento: «este delito hubiese sido mucho más difícil de descubrir si el
. . . . . rllP:rno Of': 1:01 víct.ima se hubiera encontrado por la calle, sin el repertorio de
244 HISTORIAS EN LA TIERRA PROceDER HACIA ATRÁS 245

ción en la que se ha cometido el crimen. Si el dato se recoge, en cambio, «por ¿Cómo puede ser interpretado el método analítico-deduLctivo .de S. H.?
la calle», fuera de su contexto original pierde gran parte de su capacidad ex-' En un libro editado por Eco y Sebeok' hay dos respuestas. a pnmera p~­
plicativa (como una pieza privada de su contexto de hábitat o funerario). rece estar en contradicción con lo que acabamos de exponer. S. H. no usana
Cuanto más saturado de relaciones espacio-temporales bien conservadas Se el método deductivo, SIDO el abductivo, cuyo espíritu estaría condensado en
halle un contexto, más rico es en aquellos «extraños detalles» que permiten esta sentencia de Pdree: «debemos conquistar la verdad adivinando»,.Pero
descifrar un cuadro humano y a sus protagonistas. S. H. afirma: «no intento nunca adivinar». Se trata claramente de una mter-
pretación muy forzada. . .~
S. H. otorga la misma importanc~a a las cosas que a las relaciones entre La segunda tesis resulta más convincente.8 S. H. usaría la mducc~on (ob-
éstas. Cuando faltan algunas relaciones y la cadena de los acontecimientos se servación), la abducción (o hipótesis) y la deducción (o consecuenCia nece-
rompe, allí comienza su reconstrucción. Para navegar por una interrupción saria), con un regreso final a la inducción que ~er:ni~a poner a prueba ~s
hay que saber orientarse y, por lo tanto, construir una teoría En cambio, hipótesis y las consecuencias deducidas de las hIpotesls. Estos son los t~es t~
cuando los lazos se conservan, hay que seguirlos con paciencia, incluso en su pos de inferencia usados universalmente, por el ama de casa y pc:>r el cIentl-
trivial obviedad, para no perder el hilo. Hay una. cierta elegancia en este jue- fko. S. H. habla de método analítico-deductivo, en el que «analítIco» parece,
go de acontecimientos, 'a veces banales, que llevan a resultados sorprenden- que comprendería a la inducción y a la abducción, a lo. qu: ~e añade la «de-
tes. Pero hay que manejar al menos uno 4-e los extremos de la madeja para ducción». ¿Cómo explicar entonces que S. H. sea más cIentífIc.o en sus proce-
poder empezar a pensar: «toda la vida es una cadena, cuya naturaleza pode- dimientos que sus despreciados colegas y que el hombre comente?, .
mos conocer sólo con disponer de uno de sus eslabones». El caso -se cierra Las abducciones de nuestro investigador están llenas, además de un cotI-
cuando se identifica el último eslabón y se conecta al resto de la evidencia: diano sentido común, de conocimientos ligados a las ciencias experimentales
«¡el último eslabónl -gritó exultante-. El caso está resuelto». De vez en y a los diversos saberes de carác~e: tiP.ológic? S. H. obse~.a más de ~a vez
cuando S. H. se desalienta, pero inmediatamente recupera su optimismo: «de- que sus hipótesis adolecen de ongmalidad, nesgo y creatiVIdad. Son sl~ples
bería tener más fe y saber que cuando un hecho parece que se opone a una y lineales: «no tienen nada de prodigioso», Se puede llegar a la .c~:mc1u~lOn de
larga secuencia de deducciones siempre acaba demostrándose que puede ser que «Holmes y Peirce exaltan caracteres opuestos de l~ abduccIon: Perrce los
interpretado de otra forma». No hay lugar para una explicación que contra- creativos, originales e innovadores; Holmes, al contrano, los qu~~son con~or­
diga la serie o el contexto en el que se encuentra inserta. El sistema de las cir- mes a los códigos' y a las leyes reconocidas».9 El tipo de abducClo? de Perrce
cunstancias acaba por jugar el papel principal. (se deduce el caso del resultado adivinado) es completame~te diferente del
de Holmes (se deduce el caso del resultado de forma automauca o.seIDlauto-
La secuencia de los acontecimientos y de las cosas se reconstruye invir- mática o seleccionando entre una serie de posibilidades más comentes). Se
tiendo la dirección nonnal del procedimiento, es decir, yendo hacia atrás, trata p~es de una abducción más codüicada que creativa y, por lo .tantc:>, com-
para llegar desde los resultados a sus presupuestos:, «es muy importante sa- pletamente desprovista de riesgo.lO Fracasa de esta forma el últuno wtento
ber razbnar al revés» (también en la excavación se procede desde el después de reducir a S. H. a un perro de caza.
al antes). Este procedimiento elemental es difícil de seguir para quien no esté
habituado a ello, porque en la vida normal resulta más útil _«razonar hacia El método analítico-deductivo de S. H. se parece mucho al de la investi-
adelante». Por esto, «de cincuenta que saben razonar de forma sintética, uno gación arqueológica. El arqueólogo también persigue el «libro de la vida" e
sabe hacerlo de farola analítica». Por lo tanto, el método de S. H. no es sola- intenta alcanzar un grado cada vez mayor de cientificismo. Que después lo
mente deductivo, -sino que procede hacia atrás a través de observaciones ana- consiga no es tan importante como su profunda convicción en ello .. No se tra-
líticas y reconstrucciones hipotéticas. No hay dud,a de que en la vida cotidia- ta de una disciplina con el mismo grado de precisión que las cienCIaS nat,;-ra-
na procedemos espontáneamente hacia adelante (sintéticamente), sin damos les, pero sí con el mayor grado de precisión posi~le en el. c~po de las~ Cien-
cuenta de los pasos -infinitos que damos y que rápidamen~e olvidamos. Pero cias humanas y de la. historia. Más que en paradIgmas distmtos debenamos
en la investigación de lo desconocido hay que evidenciar todos estos pasos, pensar en un continuum entre lo m~~ exact~ y ~o ,menos exa~to, do~de los
reconstruyéndolos en -el sentido contrario a aquel en que _se han producido tres tipos de inferencia que todos utlhzamos mdisttntamente (mduccIo:r:, ab-
pues de lo contrario se pierde el hilo de la concatenación y se pone en en- ducción y deducción) se entrelazan y predominan, arrastrando .conSIgo a
tredicho la propia investigación. _Allí donde los nexos son seguros hay que otros subtipos propios como la abducción «codificada» Y ~a «creativa».
disponerlos -ordenadamente en 1~ secuencia. Allí donde son. inseguros hay Ginzburg no ha descrito los procedimientos de S. ~., SIDO e~ modo en que
~ - .'-,--._~- __ .... __ ..-1~ _~_ ~ ........l., ... ;A ... ...1 ..... ...1<> 1"" -rT1COn""c:' nr('>h~hlp. ~ In p. ...
. _ --.- ---
~A l'"'"rihf>. 1~ historia. cubierto bajo la máscara que tenIa más bIen el nombre
246 HISTORIAS EN LA TIERRA

saba de modo diferente del Ginzburg historiador. El historiador tradicional


utiliza .de hecho los métodos de la tradición humanista más que los derivados
de la smtomatología médica, básicamente ajenos a su cultura. El arqueólogo
de campo está, en cambio, obligado a utilizar todos estos ,métodos, por lo que
es uno de los primeros en tener derecho a sentarse a la misma mesa de di-
sección anatómica que MoreIli, Freud y Conan Doyle.

ANÁLISIS DE LO SUMERGIDO

La historia de la historiografía puede ser considerada.desde el punto de


vista de la creCiente voluntad de indagar niveles cada vez más profundos de
la existencia del hombre, desde las culturas materiales a las emoci(;llles de la
mente, antes más bien dominio del literato: la Comédie huma~ne_de B~ac es
una «archéologie du mobilier social».l Pero cuanto más profunda es la in-
v~tigacióll.deI 4jsto~or, más se ve ~bl~..Q_a at:;:oIQP-~~~;o~n­
tos tradici(;>.!)ale§.....c.<>!!_Q!IQSCqg¡pMa=re..mode=.,.CQlllQ_1!9L~k.n:lJ?!Q.. el
'«estratigráfico». ~ID:igra~Illé.todº~ tanjºY~!!-.22."m~ eSt;l!st~Lp,~ra
quien quier~~!!!rars~Q!~e~~g!~!L~l m:undo de, lo sumergido:~
arqueólogos
----- lo han heredado
- ros
de los geólogos, y - 'Il.siooanahs~as,~aSu
---..---'-
' ..__ V:~~,
-~--, .~~-"

de los arque~Q§,..,Pi:ii.kLqy.~Q2grírunQS atrihuiLaLcn1Wg,mieñtº..s!~Ja t~-


i!Jj:a pateIE}.d~ d~~§?!!6ci~ento deJa..mente... ~ientr2~_~1,~E~~~iol!es
entre arque.."!~áú:'!:,!ogía s~n r~~tiva_""e!!te evicj~Jas.L¡ue...exisleiLen­
tre arqueolo~y psicoaillíITSíS son más osqrr~-E.0rlo q~e val,e la,pena con-
tiñiiiiTeifexionanñó sóOreeSte:eXtraí!Q~kmi~ '~- -~- ~'~<,_.,- ~~=-- -~-.~~
- En CoiiSlTUCc0ndei·;J"ña1.iSE;('i937) Freud establece una comparación en-
tre psicoanálisis y arqueología. De la misma manera que el psicQanalista le-
vanta la barrera de la remoción y resucita en la conciencia lo que estaba rele-
gado a la inconsciencia, el arqueólogo remueve la tierra" y devuelve ,a la luz
todo lo que- estaba enterrado en el subsuelo. El primero resucita ,recuerdos y
el segundo restaura monumentos. Para Freud, Pompeya es el perfecto equi-
valente del inconsciente removido. La elección de Pompeya no es una casua-
lidad. La ciudad vesuviana no ha sufrido una transformación ystratigráfica, no
ha sido completamente digerida por el tiempo, en dirección al desorden, como
ocurre en cambio con la mayor parte de los asentamientos antiguos, solamen-
te ha sido erradicada del paisaje vesuviano a consecuencia de la erupción que
la cubrió con una espesa capa de materiales volcánicos.
En el caso de la Pompeya del 79 d.C., la excavación arqueológica sólo
pretende «liberar» las estructuras del material volcánico y -restaurarlas sin
grandes dificultades, por su excepcional estado de -conservación. Parece que
no se ha perdido nada de la ciudad original: las relaciones espaciales están
.
casi intactas y nosotros podemos pasear por sus calles como .si nos hallásemos
,','
!
~
248 HlSTORlAS EN LA TIERRA ANÁLISIS DE LO SUMERGIDO 249 I
en generar una energía contraria a aquella que produjo la sepultura de los
I
~_bien una g!..~uación de condiciones entre estos dos extremos, por lQBpe
restos, ya que todo lo que se halla debajo es parecido a lo que está encima y debe enten4~&e.A-qué nive~~~~eno se regi~~~tent.e
I
el orden fanual de lo enterrado se ha mantenido sustancialmente inalterado en~~_~ !~'7~J}.jJL~!~~Téaos.,I:naginemos que una I
respecto al orden que antecedía a su cobenura temporal: como a aquel que biblioteca incenchada se transfonne en un estrato de cemzas. Se trata de una
es sepultado en vida por un terremoto y al que se debe y se puede exhumar evidencia estratigráfica completamente diferente de la que ofrece Pompeya.
y salvar. Esto recuerda las condiciones del inconsciente removido. Pero mien- A partir de las lesiones y de las contracciones de la ciudad vesuviana pode-
tras hagamos referencia a esta arqueología de recomposición no podremos mos acercarnos fácilmente a la integridad de la ciudad en época flavia, pero
tener en cuenta la diversidad de lo swnergido, es decir de la verdadera es- desde el estrato de cenizas no podremos reconstruir con fidelidad la biblio-
tratificación. El descenso a los infiernos, con las .infinitas posibilidades que teca incendiada. Podremos, como máximo, comprender que las cenizas son
ofrece el caos, aún no ha comenzado. lo que queda de la biblioteca e intentar obtener de aquel estrato negruzco el
Llegados a este punto nos ayuda Ignacio Matte Blan<jo,' que nos condu- máximo de información sobre una estructura que ha dejado de existir.
ce a un Freud más inquietante y mucho menos conocido, ~ primer descubri- Al transfonnarse en ceniza, una gran cantidad de espacio segmentado y
dor de aquella función irreducible del ser que es el inconkciente no removi- de tiempo narrado se ha perdido ·para siempre al esfumarse irreversiblemen-
do. Las fulgurantes intuiciones de Freud sobre este temaf.-S'e convierten con te las letras, los libros y el propio orden de los mismos. Con la catástrofe su-
Matte Blanco en teoría científica desarrollada. 'Se trata de descubrir la lógi- frida por este cerebro social, la identidad discontinua de la palabra se ha
ca de lo enterrado para poder traducir, con método, aquella realidad más os- transformado en un silencio casi ininterrumpido. La confusión producida es
cura a nuestro modo más claro de razonar. Convertir en consciente al in- enorme pero no total porque ha quedado un estrato de cenizas que tiene, al
conscie~~e no' parece ya, en estos ténnmos, una pura cuestión de energía o menos, W1a fecha y un límite. Queda pues una especie de «bolsa» que con-
de técnIca analítica. Más bien significa descubrir el comportamiento anóma- tiene algo que no parece ser muy interesante. Con el incendio hemos des-
lo de las estructuras que hay más allá de la conciencia antes consideradas cendido con temor al espectro de la morfogénesis, nos hemos acercado allí-:-
c?m~ «in:acionales», para poder transformarlas, dentro de lo posible, en con- mite más allá del cual la homogeneidad deja de ser relativa y tiende a ser
CIenCIa, SID llegar jamás a disolverlas por el hecho de ser una función perma- absoluta. Si no hubiese quedado ni el estrato de cenizas, pero pudiésemos co-
nente del ser.. nocer la realidad de la biblioteca quemada a través de fuentes no estratigrá-
Ma.tte .Blan~ v~ _el inconsciente no removido COmo un conjunto de boi~ ficas, en dicho caso se hubiera superado el límite y nos habríamos hallado en
sas de mdIferenClacIón envueltas por películas de diferenciación. Esta ima- el punto en el que se pierde cualquier tipo de distinción y que nosotros con-
gen re~uerda la de la estratificación arqueológica, en la que los estratos, que sideramos la nada.
s~>n. ~omo bolsas de homogeneidad, se combinan con superficies, que Son pe- Pero volvamos a nuestro estrato de cenizas. El excavador se esforzará
lícu1~s de:ma mayor heterogeneidad. 4 La comparación es sugestiva pero po- para descubrir la mínima diferencia, la más modesta traza de espacio-tiempo,
dría IndUCIr a error si no se aclarase que en las bolsas del inConsciente reina y se aventurará en él como en un infinito intensivo con la esperanza de re-
una homogeneidad absoluta, que adolece de espacia:-tiempo como nosotros cuperar en profundidad todo lo que se ha disuelto en la superficie. Intentará
lo ent,endemos, por lo que las diferentes partes son en su interior idénticas de todas maneras traducir, al contrario que el incendio, las cenizas en estan-
entre sí y al conjunto que las contiene, mientras que -en las bolsas de la es- terías, libros y caracteres y, si tiene suerte, llegará quizás a recuperar briznas
~atifi.cación reina sólo una h?IDogeneidad relativa, llena todavía de espacio- de textos e indicios de su colocación original, pero no podrá jamás pasearse
tIempo, por lo que los matenales de un -estrato son en ciertos aspectos equi- entre los libros como, en cambio, ahor~ puede todavía pasearse por las calles
valentes pero nunca idénticos entre sí: el capitel y los tambores de columna de una Pompeya recientemente excavada y restaurada. En el caso de la bi-
que fannan un estrato de destrucción SOn de hecho equivalentes solamente blioteca se ha producido el desorden y la contracción de una riquísima mul-
respecto a la «función proposicional» de la estratigrafía y no lo son respecto tiplicidad de funciones proposicionales en una sola función, la de su ruina y
a toda~ las funciones proposicionales posibles,_ como por ejemplo la de la res- tendencial reductio ad unum. Por el estrato-bolsa de cenizas se interesarán,
tauración, etc. El capitel no es igual a la columna desde el punto de vista de no ya los bibliotecarios que escaparon al incendio y para los que «todo se ha
la rec~mstrucción arquitectónica (mientras podría serlo en un estrato del in- perdido», sino el arqueólogo que llega mucho tiempo después de la catástro-
conscienté). Pero entonces, ¿~a qué pnptQ p!l~ge ~e..válillªJa fe y al que esta materia informe, pero todavía con algunas briznas de espa-
analogía \;,1:'1':" arg.'!eQ\.Qgͪ"y",.R§.!coan~ . cio-tiempo, le parece aún reveladora y matriz de una historia que si no ha-
___~a~~~~~c~~:~~_~~g¡;f.j,ni.J;,.¡wl'.§immuru1Q..!J;lat~¡jijI sumer¡ido bría desaparecido completamente. ¿Ubicar y dimensionar la biblioteca de
A 1 .... ~ ........ ..-1...,{" ........ C<"'-.-('" ,,'" nn~ h:ahnr lltl1 nl'lr~ nnip,n nni~ie:.rl'l reconstruir el mal
,
250 HISTORIAS EN LA TIERRA ANÁLISIS DE LO SlTh1ERGIDO 251
reduce la ilimitada variedad de la vida son considerados por el arqueólogo no punto de que, incluso ante un pretexto insuficiente, podemos permitirnos de-
como trabas al conocimiento, que hay que remover, sino .como vehículos de dicarle un poco de nuestra atención. Desde el momento en que hemos supe~
comunicación entre lo que ha sido y lo que todavía es. Lg estratificación; hija rade el, error de" suponer que el olvido al que estamos habituados signifique
\Q~__ .~~gacjg.!Lde la ~js~~eI!!.~_ p~es:..~~~l!0tencia1mente, destruir la traza de la memoria, es decir, una anulación, avancemos en la hi-
~~1l~!,~do!J15!"J¡ist=<lJ:m1'lJS!JQm!iUleJ¡¡:W"e¡¡¡oria. pótesis opuesta, es decir, que en la vida "psíquica nada puede morir una vez
. Jii,\lUW.Jll9~..l'JÚl'eJ.Qs..dQ§.!!.!9~'ig¡;~~g¡í¡¡l1atte Blanco, cons- formado, que todo se conserva en algún modo y que, en circunstancias opor~
tunas, por ejemplo a través de W1a regresión que empuje "bastante lejos, todas
t:t.'!~~S~(~U.'!:,dEi§,iblg.y."<;!~4iVͧcix.J~.!!'!Q<io~-S.onstitutivo~n­ las cosas pueden ser sacadas a la luz. Intentemos aclarar el contenido de tal
torno";>:>::t!!m~.. ~al!1!:QR~.ªQ!l.jS)L§.1i,!1.I{¡oo4g.s ..,!),LgWJ,gentel Hasta ahora los hipótesis recurriendo a un parangón procedente de otro campo." Tomemos
.. lñ!~~~e!"s~J:!an oSl!PJ!.stQ-RIef"Ie!l1&IJ!~.,?-!.~d~!~e~.€€ge.!!1e...Y..ª!1s.'!"'e.[gl­ como ejemplo la evolución de la Ciudad Eterna. Los historiádores enseñan
~~vldo1&rnnQ~"~ll''"t?L~so r~?,_;_~~~~nlJ1~~tt;!l~~.,g~e .:eel sllint;,~~do es- que la Roma más antigua era el Septimontium, una federación de'los asenta-
tructural (como el caso noi'iñ31cte la bIblioteca de AleJ.ariCíi1a . l'Je1'Otma aná· mientos" en las diversas colinas, más tarde la ciudad delimitada por las Mura-
ltr¡f'.r:rñtiCños-~sio~sfiis-se1i'1lI1ocir-ado-;;';;Cd '~.~. . . .
~g::'-"""=""''''''-'o~_r.,2§!f",~ _o-,_""~""'_ _ "-",,,,~~,,"R-,.,,"c,- s e.la. conClenCla o el llas Se¡vianas y, to~vía después, tras las transformaciones del período repu-
§~!lSCie~.;~.,YÍqQ~g.,~.¡¡¡:¡!J¡¡¡;@S¡:j,enÍ¡;'.ll.Q¡~!!i~~~e~­ blicano y del alto Imperio, la ciudad que el emperador Aureliano rodeó con
V~-Arulp~~Jg§.4J.l§\'-y'~"~t!p~,5!,,,J'J:e~!llp~~~s\,~~)a esencia una nueva muralla No queremos tomar en consideración las transformacio-
PEgj'\!!l.<l.a..y"~!W,,fi..al.><;IeJ,o.sum"tg¡;r9,n<;L~..,,_l;1AllJ.g¡,nzado~ .... .., , - nes ulteriores de la urbe. Preguntémonos más bien qué puede todaVÍa encon-
También la teoría de los «niveles» de Matte Blanco, según la cual en los trar en la Roma actual dé tales precedentes W1 visitante que, supongamos, esté
más elevados prevalecería el modo divisor y en los inferiores el modo indivi- dotado de vastos conocimientos históricos y topográfico!?_ Exceptu~ndo algu-
sible, parece similar a la secuencia vertical del mundo material, en la que en nas interrupciones, verá casi inalteradas las Murallas Aurelianas. En .algunos
alto prevalece el mundo disperso en las varias distinciones de la vida, y en la puntos podrá encontrar lienzos de las Murallas Semanas exhumados en el
curso de excavaciones. Si tiene datos suficientes ~más que la arqueología c9n-
parte baja, el mundo en el que reina una menor distinción o una indistinción
temporánea- quizás podrá trazar en la planta de la ciudad el recorrido com-
completa como en el mundo de la muerte. Es quizás de esta imagen del uni- pleto de estas murallas y el perímetro de la Roma quadrata. De los edificios
verso material de la que el inconsciente obtiene su tradicional localización en que entonces estaban incluidos en este marco no encontrará nada o algunos
lo «profundo». La pluriespacialidad y l~oralidad de algunas funciones pocos restos: de hecho aquéllDs ya no existen. Lo máximo que un óptimo co-
d~ la~~ha ~eªu,c~~~~en t~~ñSiogJtT5r~lerraantro­ nocimiento de la Roma republicana podría permitirle sería el poder indicar los
plZada: arnba la histona <;lue se co~~u~2,le~,que"'Se va ~s- lugares en los que se alzaban los templos;:~y los edificios públicos de aquel pe-
~O:g(!é(f!!"'~ado, . ríodo. Lo que ahora ocupa aquellos lugares son ruinas. No se trata de las rui-
El ómbre eJa que las fuerzas naturales confundan y homogeneícen las nas de aquellos edificios,'sino de sus reformas posteriDres, tras incendios y des-
realidades ultradistinguidas en los límites consentidos dentro del mundo físi- trucciones. No es necesario recordar que todos estos restos de la antigua
co. De este modo construye un mundo propio material invertido, removido y Roma se hallan diseminados en la complejidad de una gran ciudad surgida en
dotado de" una estructura peculiar, ciertamente diferente de aquel en el que los últimos siglos, a partir del Renacimiento. Sin duda algo ~de antiguo, está to-
davía enterrado en el subsuelo de la ciudad o bajo sus construcciones moder-
vive, sometido en cambio a un proceso incesantemente ordenador, segmen-
nas. Este es el modo en que la conservación del pasado se !los presenta en lu-
tador"'j generador de form~s. ,;Excavar estr~tigr~~:.,~nificaen piimer gares históricos como Roma. Planteemos ahora la hipótesis fantasiosa de que
l~ll!j~112.s,!"edianre:rrª'Vís¡{m toavo guebaSldñ OOñQenadi? a Roma n.o sea un hábitat hum'ano sino una entidad psíquica, con un pasado tan
p~eC1p~~~ fn los P~~~~"'1uíñhcagore, de _ .. e segundo largo y rico, una entidad en la que nada de lo que antes existió haya desapa-
lug~reco.'."poner.,,!'!ev¡r~:.~ni~~.de.ua.d. t::',t'ld'l.lO ue. ha can- recido, en la que junto a la más reciente fase de desarrollo subsistan todas las
~" a:s'!Y!!I:!!""J'~f a lis. ñ;:¿i . i!l~~!J?!!.!¡¡o[~ies.lodav1a
9.!.

fases precedentes. En el caso de Roma, esto significaría que en el Palatino los


~rVa~ ~ñ]lsu JVls:JQ. " ~ pal~cios de los Césares y el Septizonium de Septimio Severo se alzarían toda-
vía con SU antiguo esplendor, que Castel Sant' Angelo tendría aún en su cima
Queda por descubrir qué tipo de relación pueda existir entre la memoria las bellas estatuas con las que estuvo adornado hasta el asedio de los godos,
en el interior de nuestro ser y la memoria en el mundo material exterior, por etc. Pero no es suficiente. En el lugar ocupado por el palacio Caffarelli se al-
ejemplo en una ciudad multiestratificada. El malestar en la cultura (1929) zaría de nuevo, sm que este edificio tuviera que ser derribado, el templo de Jú-
contiene una reflexión de Freud de máxima importancia: piter Capitolino y n.o sólo en su aspecto más reciente, como lo vieron los TO-
manDs de la época imperial, sino también en su aspecto original, cuando
-todavía presentaba formas etrusC(!.s y ,estaba decorado con "atitefijas ~e terra-
"t1.( A~~":¡", .,hnT",- !'::f'> h:;¡l1a el Coliseo podríamos admirar la desaparecida

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252 HISTORIAS EN LA TIERRA ANÁLISIS DE LO SUMERGIDO 253


Panteón actual, como lo dejó Adriano, sino también en el mismo espacio el en las que se destruye casi de forma regular (como en los cuerpos d~ los ani-
edificio de Marco Agripa; un mismo terreno estaría ocupado por la iglesia de rllalesy-/<>8·'¡'tlm=os:l'~-~-_··-·~·---~-···_-_··---····-······· .... .....
Santa Maria s?pra Minerva y por el antiguo templo sobre el que ésta fue cons- "-'---·'''~~opareaaQ·a)Q CUMLQcurre en la ~que puede observarse en algunas
truida. La evocación de una u otra vista dependería s610 de la orientación de institucioneueligiosas y sociales. en las que las nuevasIonnüIas séaéüffiuIau
la mirada o del punto de vista del observador. Evidentemente carece de sen-
tido desarrollar esta fantasía que conduce a algo inimaginable o, mejor dicho,
J'las PJJ<c!'¡;t"ml:S.lruL§Q!2 Il!~ándol'!§.9~ '!lu'y_I~!:'ta, .como en!a
absurdo. Si queremos representar la sucesión histórica en términos de espacio, «estratiJl!~~" de 1,,§..~&l¡j¡;_~m1!1i~de,la.§J?QQJ!S..$1!_~r~_~<!S¡J!t
ello sólo puede obtenerse mediante up.a Yl!Xtaposición en el espacio; de hecho, protohistoria a la época medio re1?;ublicana romana:
-""-,--.<--~-",... _"~-~-""--~-~~-~...--" ,"",,"''--'_.-"",~"-p--
un mismo espacio no puede ocuparse de dos modos diferentes. Nuestro mten-
to parece un juego de ocio y tiene una única justificación: evidenciar lo lejos ... por esto la «estratigrafía» de las fiestas primaverales y de las bodas, posible
que estamos de poder controlar las peculiaridades de la vida psíquica median- gracias al insistente perdurar de ritos y leyendas, tiene un interés extraordina-
te una representación intuitiva. Pero todavía debemos pronunciarnos respec- rio para la historia de la mentalidad y de las estructuras sociales. Pero a dife-
to a una. objeción. Se nos ~ede preguntar por qué hemos elegido el pasado rencia de las estratigrafías arqueológicas, en las que los estratos se distinguen
de una clUdad para compararlo con el pasado psíquico. La hipótesis de la con- claramente y los, materiales más antiguos en ellos contenidos son Una especie
serv3:ció~ de todo el pasado solamente sirve para la vida psíquica a condición de reliquia inútil, la estratigrafía ideológica es así sólo en apariencia: los es-
que el órgano de la psique se haya mantenido intacto, que su tejido no se haya tratos no se definen de forma mecánica y lineal, sino que se muestran como
vistp dañado por un trauma o por una inflamación. Pero influjos destructivos clusters, burdamente definibles en sentido cronológico, de elementos en parte
comparables a estas causas de enfernIedad los hay en la historia de todas las antiguos y en parte recientes y pertenecientes a momentos de llegada diversos,
Ciudades, también en ciudades con un pasado menos ajetreado que el de y así los fósiles no se convierten nunca en tales, sino en épocas muy lejanas de
Roma, incluso ·si, como Londres, no han sido nunca destruidas por un enemi- su nacimiento y de su uso principal, siendo continuamente forjados y pro-
go. El desarrollo de una ciudad, por pacífico que sea, incluye demoliciones y puestos de nuevo en los diversos «estratos», hasta el límite de su consumo.5
sustituciones de edificios; una ciudad es pues, en principio, inadecuada para
una comparación con un organismo psíqUÍco. Aceptamos esta objeción. Re- Ha llegado el momento de establecer qué semejanzas puedan existir entre
nunciando a un vivo efecto de contraste, escojamos un objeto de comparación la psique y los estratos de un asentamiento humano. Como observa Freud, en
más acorde, como el cuerpo de- un animal o de un ser humano. En este caso un mismo lugar de una ciudad podemos tener diferentes refonnas de un mis-
también nos hallamos ante la misma situación. Las fases anteriores del desa- mo edificio, a las que se han superpuesto edificios completamente diversos.
rrollo no se han conservado' de ninguna manera, se han diluido en las poste-
Esto se materializa en un complejo heteróclito de restos que se yuxtaponen
riores, a las que han proporcionado la materia. El embrión no puede identifi-
carse en d adulto. Parece claro pues que sólo en lo psíquico es posible una
superponiéndose en un mismo lugar, porque un mismo espacio no puede ser
conservación de todos los estadios anteriores junto a la estructuración final V ocupado por dos edificios diferentes. La ciudad se devora a sí misma e~ su evo-
que no estamos en condiciones de representar este fenómeno en términos vi- lución, salvando, unas veces más y otras menos, viejas partes de sí misma, por
suales. Quizás llevamos esta hipótesis demasiado lejos. Quizás deberíamos lo que no puede evitarse la destrucción y de esta manera se forma, entre de-
eonfonnarnos con afirmar que en la vida psíquica el pasado se puede conser- moliciones, reconstrucciones y restos intactos, la estratificación ciudadana. Si
var y no se destruye n.ecesariamente. Pero también puede ocurrir que -por la ciudad se asemejase a un organismo psíquico, dotado también de propieda-
norma o excepcionalmente- incluso en el ámbito psíquico algo de lo antiguo des atemporales e hiperespaciales, deberíamos imaginarla como una realidad
se borre o se absorba hasta el punto de no poder ser de ninguna manera res- fantástica, en la que en un mismo lugar podrían alzarse a la vez y en el mismo
taurado o rev,if!ilizado, o que, en general, la conservación dependa de deter- espacio todas las construcciones que enxealidad se sucedieron en aquel lugar,
~na?as condiciones favorables. Es posible, pero nada es lo que sabemos al
a~diversas cotas y en períodos diversos. Pero se trata de una visión que sola-
respecto. Solamente podemos confirmar que en la vida psíquica la conserva-
ción del ~asado es más una regla ,que una sorprendente excepción. mente un sueño puede escenificar, con algún recurso, como los sugeridos por
Freud, del cambio de la mirada o del punto de vista' Tan sólo en la realidad
psíquica puede darse una tan amplia conservación de los estadios anteriores
Mientras que el pasado de las realidades naturales tiende a desaparecer «junto a» (sería mejor «junto coti») la estructuración final, debido a las facul-
---el cuerpo de un anciano no es el de un nifío y de los grandes saurios hoy tades multidimensionales y atemporales que aquélla posee.
ya sólo subsiste el cocodrilo----, en la psique lo primitivo se conserva normal- Los habitantes de una ciudad también quisieran poder comportarse tan li-
mente junto a lo que, en cambio, se ha ido transfonnando. Olvidar no simi- bremente como la psique, pero no pueden hacerlo, porque están obligados por
-Ñro!:r. h~hp.r rlp.sttuid<Lel~Q,Q"...,.por-qy'g...eJ1,,Ja.~~e-~ po- las tres dimensiones espaciales a destruir aquí, a salvar allá, a reutilizar más
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allá y finalmente a construir ex novo. Pero todo esto lo hacen imitando las más
-- - -~ .-t",..; .. ro ...un-nrim-iendo todas estas activida-
5

254 HISTORIAS EN LA TIERRA


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¡,'
...,
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ANÁLISIS DE LO SUMERGIDO 255

des en un mismo lugar, para conservar lo más intacta posible la configuración ciudad se 'parece a la psique (especialmente en la visión del sueño), aunque
topográfica del sitio en el que viven y con el que se identifican: no quieren en comparación juegue el papel del pariente pobre. El encanto de Roma resi-
alejarse de allí por temor a una excesiva dilatación horizontal o crecimiento de pues en la frecuencia y la astucia de los compromisos monumentales y es por
vertical del yacimiento (por dicho motivo Los Ángeles y Nueva York son fun- esta razón' que Freud la eligió como imagen terrenal de la memoria humana.
damentalmente anómalas). El embrollo condensado del yacimiento pluries- En la realidad material exterior existen -diversos grados de conservación
tratificado se debe pues al intento comprometido de tridimensionalizar el o de menor alteración de las relaciones espaciales. Basta con desmontar una
«sueño» imposible de la absoluta compatibilidad espacial, mientras que la rea- calle como Via del Corso para encontrar los pavimentos de la vía romana
li?ad material sólo pernrite como máximo superponer una cosa a otra, y es por precedente. Basta con un pequeño esfuerzo de fantasía o una modesta res-
dIcha razón que el suelo de la ciudad aumenta progresivamente en altUra. La tauración para poder ver el Panteón como un templo pagano. Basta con una
identidad escondida de una ciudad no es pues más que un sueño, consiste en reparación para dar a las casas de Pompeya la vivacidad que la lava ha su-
el valor emocional de la larga duración (Roma ciudad eterna) y de la'ubica- perficialmente alterado. Resulta más difícil imaginar aquellas estructuras que
ción topográfica inalterada (la Roma de las siete colinas). Se desearía una ciu- han sido destruidas de forma más amplia. No es de extrañar pues que un vi-
dad inmutada y al mismo tiempo renovable, con las mismas cualidades que la sitante normal prefiera el Panteón a las cimentaciones fragmentadas de un
psique, -pero se acaba por tener simplemente una ciudad pluriestratificada. templo en ruinas. Se necesita en realidad mucha sabiduría reconstructiva
En verdad nuestra psique tampoco consigue conservarlo todo, aunque para poder apreciar aquellas cimentaciones con el mismo interés que se sien-
sólo 'sea por las fantasías que ulteriormente deforman las' primitivas im- te espontáneamente ante el Panteón. Estando habituados a 19's extraordina-
presiones: «alguna cosa puede no ser restaurable ni revitalizada», admite el rios recursos de nuestra psique, disfrutamos cuando conseguimos encontrar
propio Freud. Por otro lado, la organización material de una ciudad también riquezas análogas frente a nosotros: el Panteón intacto, como la amada casa
tiene permanencias extraordinarias, como el trazado de las Murallas Aure- de nuestros abuelos en el recuerdo. El Panteón es pues un excelente símbo-
lianas, el curso' de la Via Flaminia., que continúa en el de Via del Corso el lo de las prácticas conservadoras del inconsciente, bajo la óptica en la que se
Panteón, templo pagano y después iglesia cristiana, y Pompeya donde, qui- nos muestra lleno de atemporalidad y de multiespacialidad.
'tada la sábana de lava, todavía se puede pasear. Podría observarse, no obs- Este intenso isomorlismo entre el mundo psíquico interior y el mundo
tante, que las Murallas Aurelianas están cortadas en diversos puntos, que la material exterior es necesario, no tanto para el arqueólogo, cuanto para el
cota de la Via Flaminia es más baja que la de la Via del Corso, que la deco:' historiador del arte moderno, acostumbrado como está a moverse en los mis-
ración del Panteón no es la del antiguo templo y que Pompeya, quitados los mos espacios que son 'el objeto de sus investigaciones~ ¡Qué peligro seria un
materiales volcánicos, necesita una restauración para mostrarse inalterada. A arqueólogo que quisiera excavar en aquellos reverendos lugares, interrum-
pesar de ello, cuando se asfalta de nuevo una calle no se "le cambia el nom- piendo la Via del Corso, para encontrar la Via Flaminia, excavando en el
bre" aunque su cota aumente: es la misma y no 'es la misma calle. En las per- Panteón de Adriano para encontrar el de Agripa, sondeando la Pompeya de
duraciones del tejido urbanístico, en las reutilizaciones ininterrumpidas y en los romanos para exhumar la de los samnitas! Los vacíos y las discontinuida-
la protección extraordinaria de los materiales volcánicos se tiene la impre- des creadas por estas investigaciones violarían la escenografía' en la que el
sión de que el tiempo y el espacio, incluso en los compromisos debidos a la historiador del arte puede pasar con desenvoltura de lo antiguo 'a lo moder-
inevitabl~ tridimensionalidad de la'realidad espacial exterior, se han conser- no y viceversa: como si el espacio y el tiempo no hubiesen evolucionado. Esta
vado mejor que en otros sitios, en los que diferentes realidades sucesivas han necesidad de totalidad y de puntos topográficos firmes es tan fuerte en los
sido obliteradas casi por completo. En esta reutilización continuada en esta historiadores del arte que viven los espacios actuales de viejos edificios me-
capacidad de un detenmnado estrato de transmitir al que se'le supe~one el dievales o del Renacimiento como si fuesen idénticos a los espacios origina-
mensaje: «cambia lo menos posible e imítame», estamos en condiciones de les. Quizás por esta razón no existen estudios reconstructivos de arquitectu-
captar, a un nivel pobre, lo que con una riqueza infmitamente mayor consi- ras, decoraciones y mobiliarios de palacios y de iglesias, analizados período
gue realizar la psique. Pero la psique también debe doblegarse a los compro- por período. Y la verdad es que incluso lo que parece menos transformado
misos tridimensionales en el momento en que quiere traducir sus propias "también ha sido objeto de transformaciones, en mayor o menor medida, en
multidimensionalidades en la aparición de un sueño, que para nosotros sólo las diversas fases (basta comparar algurios rincones de Roma con las viej as
puede ser tridimensional: tres hombres diferentes" pueden ser considerados fotografías de los Alinari).* EXiste pues una necesidad de reconstruir la me-
como uno solo por el inconsciente, pero para poder presentarse en esta mis-
tpní'l<;:l't (rno n::lT::l p,l inconsciente!) unidad trinitaria tienen que manifestarse
* Familia de fotógrafos florentinos, en activo en la segunda

mitad• del siglo• •XiX. Documen-
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256 HISTORIAS EN LA TIERRA ANÁLISIS DE LO SUMERGIDO 257 I
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moria en cada lugar y para cada época, en el suelo y en el subsuelo, en la an- vida, aislando lo que se ha salvado y sus nexos para reorganizar lo, como si se I
tigüedad y en la modernidad.? tratase de volver a hidratar una flor seca.
Larvada o evidente, la destrucción está siempre al acecho. Da latigazos a La comparación entre mundo interior y mundo exterior ha puesto en evi- I
la costumbre conservadora de la psique pero activa las facultades restaura- dencia las diferencias y las similitudes existentes entre las ciudades y la psi- I
doras del pensamiento, acostumbrado a tender puentes sobre las lagunas y a que. En los niveles de la ciudad y en los de la psique se ve pues un continuum
hacer conjeturas de lo que falta. Llegados a este punto entra en escena el ar- entre entidades' formadas y entidades deformadas, entre lo que se levanta or-
queólogo. Éste ha aceptado en sí mismo la dualidad existente entre la rique- denadamente en superficie y lo que se encuentra sumergido en el interior de
za conservadora de la psique y la pobreza conservadora del mundo. Es el es- las construcciones o en el subsuelo, entre el mundo luminoso en el que vivi-
pecialista de los modos de la destrucción y de la conservación en los hábitats. mos y el mundo de las tinieblas en el que somos enterrados. El cimiento de
No se asusta ante los organismos monumentales estratificados, al igual que la historia que se construye es siempre la historia destruida. Para quien co-
no lo hace el forense ante el cadáver que va a diseccionar. Consigue estudiar noce el método de la «profecía retrospectiva» resulta posible revivir la anti-
apasionadamente estos pequeños mundos en los que generalmente ya no es güedad no sólo moviéndose por el edificio entero del Panteón, sino tambi~n
posible vivir: pequeñas porciones enterradas y que, en cierto modo, han so- observando una construcción expoliada de la que apenas queda su propia
brevivido a las demoliciones del tiempo. En vez de temer esta descomposi- sombra. Invirtiendo la dirección de nuestra experiencia cotidiana en el mun-
ción, el arqueólogo la afronta para sacarla a la luz y recomponerla, al menos do «entero» --en el que la materia es constantemente reorganizada, por lo
en su científica fantasía: junto a los monumentos más deteriorados coloca re- que el universo de las formas se va multip licando- ll~gamos a entend~~ in-
construcciones gráficas o en relieve para transmitir el sentido de la perdida cluso el descenso a los Infiernos, salvando de la remOCIón, de la alteraclOn y
totalidad. Cuanto más se ha alterado la antigua forma y más raros e incon- de la ilegibilidad lo que una vez tenía contornos y que ha ~ido después con-
gruentes son los indicios, más se esfuerza en su investigación, afinando las re- denado a los procesos disolutivos y unificadores de la ruma. Ver como un
glas del juego estratigráfico y actu.ando como un médico indefenso en busca edificio se descompone a través de los años, degradándose a lo menos formal
del remedio a una enfermedad o como un detective que siglle las pistas de un y a lo casi informe, es tan interesante como observarlo mientras se constru-
crimen que debe ser castigado. El arqueólogo avanza incluso frente a la 00- ye, como un mosaico que tesela a tesela adquiere su ico~o?~afía elaborada, o
forma absoluta, es decir, a la pérdida total, en la que el tiempo y el espacio va perdiéndola gradualmente. Sean las que sean las posIbilida?-es de conser-
han sido engullidos por la homogeneidad absoluta que en el mundo de los vación del pasado por parte de la psique respecto a las propias del asenta-
objetos toma la forma de la desaparición. Apoyándose en este vacío él avan- miento humano, lo importante es este espectro sin solución de continuidad
za comprendiendo lo que queda de lo que ya ha desaparecido. Si entre un es- entre lo que es rico en distinciones y relaciones y lo que es pobre y adolece
trato y el sucesivo hay un vacío de decenios o de siglos, es acerca de éstos que de ello por la intervención, cada vez más frecuente y al final preponderante,
él se hace preguntas, para entender lo que ha ocurrido en la secuencia con- de lo indistinto. Si aceptamos avanzar en esta línea, entendemos que la com-
tinua del tiempo. En los casos con mayor fortuna, a costa de insistir sobre prensión de un determinado lugar urbano, que coincida en superficie con al-
. lo que falta, él se da cuenta de que no falta todo, llegando a captar algún gún edificio todavía en uso, no puede ser justa ni completa si n~ se contr?la
múrimo indicio de lo que, en un primer momento, parecía completamente la superposición y la destrucción de todas las estructuras que alh han surgIdo
perdido. ¡Se dice rápido «no queda nada»! Pero no hay nada tan difícil como a través del tiempo y de las que el edificio todavía en uso no es más que el
borrar todas las huellas, como en un crimen considerado perfecto. La homo- último representante.
geneidad absoluta es absolutamente rara en el mundo material.
Pero para reconstruir estos mundos perdidos en parte es necesaria una Benjamin ha interpretado así el Angelus Novus de Klee: «donde se nos
metodología especiaL que no puede limitarse al sentido común. cotidiano. muestra una cadena de acontecimientos [el ángel] ve una catástrofe que acu-
Hay que saber actuar hacia atrás, reconstruyendo en el orden adecuado cada mula sin tregua las ruinas y las vierte a sus pies. Él quisiera detenerse, des-
uno de los eslabones de la cadena de los acontecimientos. Tan sólo transfor- pertar a los muertos y recomponer lo que se ha roto. Pero una tempc::stad
mando el laberinto en una secuencia lógica podemos llegar' a aclararlo final- proveniente del Paraíso se ha apoderado de sus alas y es tan fu.erte que el no
mente. Con sólo saltarse un nexo, incluso secllildario, uno pierde él hilo y se puede cerrarlas. La tempestad le empuja irresistiblemente haCIa el futuro,. al
queda en aquel extraño mundo de la condensación y la oscuridad. Esta es la que da la espalda, mientras que el montón de ruinas asciende a él en el Cle-
razón de ser del método estratigráfico. Incluso el psicoanalista no consigue 10».8
penetrar en el inconsciente si no conoce las extrañas modalidades del com- Podemos imaginar, junto a éste, a otro ángel que actúe en sentido con-
.1" '.-_ :o.T ______ _ '<:1 _ _ _ _ _ _ .. .0:::_" __ -"_ ":_.f- _ _ t.. __ ~, ... n-.-." .... ""...
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258 HISTORIAS EN LA TIERRA

Con las alas plegadas alcanza a liberarse de la tempestad que proviene del
Paraíso. No desprecia el cúmulo de ruinas que se eleva al cielo y que todo lo
oscurecería si no fuera por su empeño incesante en aclarar. En este recorri-
do hacia atrás los muertos y sus cosas viven una segunda vida, expuestos de
nuevo a la luz y sometidos a la piadosa exégesis del ángel, en un comentario
perpetuo. El pasado se convierte así en actualidad y crece como el presente
hacia un futuro sin limites.
Estos dos ángeles presiden nuestra vida y son fuerzas contradictorias
pero necesarias de la existencia tal y como nos ha sido dada. NOTAS
Prefacio (pp. 1-5)

1. B. Croce, Contributo alta critica di me stesso, 1915. A favor de una separación radical en-
tre filosofía e historia estaba D. Cantimori (cí. p. 157, nota 1).
2. l. Calvino, «Leggetezza», en Lezioni Americane, 1988.
3. T. Mann, Considerazioni di un impolitico, 1918.

Introducción (pp. 11-25)

1. Con una visión en parte distinta, B. D'Agostino, Introduzione a Barker (1977).


2. Sobre estas cuestiones, pero con otra orientación, véase Giuliani (1990) Y Francovich-
Parenti (1988), p. 19, con crítica de R. Francovich a R. Bonelli.

1. Historia y principios de la estratigrafía (pp. 27-42)

1. Manacorda (1982b), (1982c), (1983), (1985a), "(1988); D'Errico-Panto (1985); Archeolo-


gia italiana (1986), en el que las actividades italianas en el Mediterráneo se comparan con el es-
tado de la investigación en la península; Guidi (1988); para la historia de los descubrimientos ar-
queológicos véase Daniel (1976); en relación a la arqueología norteamericana, TOgger (1989) y
Lamberg Karlowsky (1989). '
2. La edición de las actas del congreso se vio paralizada, con galeradas hechas, por el cierre
de la editorial De Donato. Las ponencias presentadas en aquella ocasión fueron las siguientes: T.
Potter, Le indagini topografiche in Gran Bretagna; D. Whitehouse, Le indagini topografiche bri-
tanniche in Italia; P. Gianfrotta, L'esperienza della Forma Italiae; M. G. Celuzza, L'esperimento
dell'Ager Cosanus; M. Torelli, Topografia e epigrafia; M Jones, Paleoecologia archeologica; G.
Gullini, Per un approccio sistematico al territorio; G. Pucci, Scavo e cultura matáiale fra <700 e '800
(Pucci, 1988); D. Manacorda, La stratigrafia in un secolo di ricerche italione (Manacorda, 1982b);
A. Carandini, Metodo di scavo e principi della stratigrafia; H. Hurst; La stratigrafia d,egli elevati;
R. Francovích, Restauro,architettonico e archeologia; F. Donati~E. Fentress, Scavo delta decora~
zione pittorica panetale; A. Melucco, Il restauro sullo scavo; T. Tatton-Brown, 'Lo scavo siratigra-
fico negli interventí di tutela in Inghilterra; T. Mannoni, Lo scavo stratigraftCo negli interventi di tu-
tela in Liguria; A. La Regina, Per una ripresa degli scavi nei Fori a Roma: problemi di metodo; F.
Badoni, La documentazione seritta' delto scavo; A. M. Bietti Sestieri, La scheda di saggío; C. Pane-
TIa, La scheda di unitli. stratigrafica; M. de Vos, La scheda di unitli. stratigrafu:a di rivestimento (pa-
vimenti e decorazione parietale); A. Ricci, Le schede dei reperti di scavo; A. Carandini-M. Medri,
La documentazione grafica; H. Hurst, Come pubblicare uno scavo; G. Ballantini, Per un sistema
museale organico in Toscana; P. Pelagatti, Lo scavo come museo all'aperto; S~ Settis, La moslra ar-
cheologica; G. GuIlini, Scienze archeologiche e istituzioni; L Angle, Per un raccordo fra ricerche
••-~. • - l .....;,"
- _ : . . _ - ; n •• FJwsh;pntali: G. Vallet. Come proseguire il dibattito
¿>
260 HISTORIAS EN LA TIERRA NOTAS (pp. 4-145) 261
El debate an~ciado ~n la arqueología francesa no se llevó a cabo pero la Universidad de 3. La documentaci6n (pp. 89~133)
Siena~ con sus ciclos de lecciones, ha continuado siendo el más importante centro de debate so-
bre estas cuestiones. En 1987 el tema ha sido L'architettura e il restauro dei monumenti (Franco- 1. Inicio de la excavación de Settefinestre en el verano de 1976; Ponencia al congreso del
vich-Parenti, 1988; sobre el tema véase también Carandini, 1977b), en 1988 Le scienze applicate Centro Nazionale per la Ricerca, Scienza e tecnica per la ricerca archeologica, Roma, octubre de
alI'archeologia (Mannoni-Molinari, 1990), en 1989 Lo scavo: dalla diagnosi aLI'edizione (Fran- 1976; Carandini (1977a); Carandini (1977b), pp. 419 ss.; exposición Schiavi e padroni nell'Etru~
oovich-Manacorda, 1990) y en 1991 L'll(cheologia del paesaggio (Francovich-Manacorda, e.p.). ritJ romana realizada en Pisa en 1978, en Roma en 1979 y en París en 1981; Carandini (1979a),
3. Significativo es el episodio relatado por Lugli (1959): «me gusta recordar la sorpresa que pp. 304 ss.; Carandini-Settis (1979); Carandini (1981).
tuve en Una excavación estratigráfica para recuperar algún fragmento del primitivo templo de 2. P. Arthur, G. Gasperetti y M. Medri, «Vocabolario per i beni irnmobili», en Sistema di
Júpiter ICapitolino]. A ocho metros de profundidad se entrevé una pieza de hierro esmaltado, schedatura del progetto «Eubea». Le schede archeologiche, Nápoles, 1989, pp. 200 ss., documen-
de forma redondeada. con asa lateral fácilmente reconocible ' .. Nos miramos atónitos, luego to inédito; Eubea (1990).
empezarnos a reír. Cerramos rápidamente la excavación y del templo de Júpiter de los Tarqui~ 3. Dimbleby (1967); Comwall (1974); Renfrew~Monk-Murphy (1976); Evans (1981); Jones
nios ya no se habló más». La estratigrafía como método para fechar monumentos no está con~ (1981); Site manual (1990).
templada por Giuliani (1990), p. 21. 4. Nichols (1958~1959), figura 7; Carandini el al. (1983); Carandini (1985a), 1**, pas-
4. Hudson (1981); Manacorda (1981), (1982a), (1983), (1985b), (1987); Camndini el al. sim.
(1985); Castagnoli el al (1985); VtSser Travagli~Ward Perkins (1985); La Rocca-Hudson (1986); 5. En la citada excavación de la Lower Brook Street de Winchester, de 30 x 20 X 2 ro
Milanese (1987); Panella (1987) y (1990); Archéologie urbaine (1982); Archeologia urbana in [1.200. m cúbicos], se localizaron más de 10.000 unidades estratigráficas; en la excavación de la
Lombardia (1984); COn un ensayo de M. Carver sobre la arqueología urbana en Europa y la vertiente septentrional del Palatino, de unos 4.000 m cuadrados, con una profundidad media de
bibliografía correspondiente; Archeologia urbana a Napoli (1984); Archeologia urbana e restau- 2,5 m [10.000 m cúbicos] pero con muchos menos estratos de tierra, dada la presencia de gran
ro (1985); Francovich~Parenti (1988); Archeologia urbana a Roma (1989); Morsel1i~Tortorici cantidad de muros y de excavaciones anteriores, se ídentificaron unas 5.000 unidades.
(1989). 6. Por ejemplo, Carandini et al. (1983), figura 19; Carandini (1985a), 1**, figuras' 164-167,
5. Barker (1977), pp. 119 ss.; Leonardi (1982); Devoto (1985); ArnoIdos Huyzenweld~ 197,210,239,240,303.
Maetzke (1988); Balista al aL (1988); De Guio (1988); Brogiolo~Cremaschi-Gelichi (1988); Cre- 7. Nicbols (1958-1959), figura 7; Schofield-Dyson (1980), portada; Carandini el al (1983),
maschi (1990). figura 19; Carandiní (1985a), 1**, figuras 164-167; Miller~Scbofield-Rhodes (1986), passim.
8. Wbeeler (1954); Browne (1975); Joukowski (1980); Carandini et al. (1983), hoja añadida;
Carandini (1985a), 1*, figura 7.
2. De la estratificaci6n a la estratigrafía (pp. 43~88) 9. Carandiní (1985a), 1**, passim; una visión diferente en Giuliani-Verducbi (1987).
10. Para bibliografía, cf. Carandini (1981), p. 283, Y especialmente Bracegirdle (1970), Con-
L Delano Sroith (1979); Potter (1979); Celuzza~Regoli (1981), pp. 301 SS.; Arnmerman Ion (1973) y Dorel (1989).
(1981); Keller-Rupp (1983); Macready-Thompson (1985); Shennan (1985); Haselgrove (1985); 11. Carandini {1985a), 1**, por ejemplo figuras 21, 26, 29, 86, 123, 136, 139, 144-146, 150,
De Guio (1985); Ferdiere-Zadora Rio (1987); Maire Vigueur-Noyé (1988); Carandini-Cel1lZZa~ 151, 192, 203, 204.
F~ntress (1981); Regoli~Terrenato (1989); Barker, e.p.; Fentress, e.p.; Pasquinucci (1989); sobre 12. Bradford (1957); Scbmíedt (1964); Schoder (1974); Piccarreta (1987).
el planteamiento de un proyecto arqueológico topográfico y de excavación, cf. Carandini 13. Cf. Bollettino di informazioni, 10, 1989, n. 1, del Centro de elaboración autontática de
(1988b) y Rego.li (1988); para un debate acerca de la arqueología del paisaje y la Forma Italiae, datos y documentos histórico-artisticos de la «Scuola normale superiore» de Pisa. Véase tam-
cf. Carandini (1989f) y Sommella (1989); véase también Celuzza~Fentress (1990); Redman bién las actas del congreso Archeologia e lnformatica, Roma, 1989.
(1990); Barker~L1oyd (1991), Francovich~Manacorda, e.p. 14. Este texto es un resumen de Medri (1990), en el que se recoge la bibliografía principal;
2. Cuando a la multiplicación de las secciones en los cortes se añade la costumbre de cribar véase también Polese (1990); Mannoni~Molinari (1990), pp. 425 SS.; Moscati (1990); cf. también
la tierra en los limites de los sondeos, como ocurrió en la excavación de Koster Site (Illinois) que la nueva revista Archeologia e calcolatori, l, 1990.
aparece en la portada del manual de Joukowsky (1980), entonces el riesgo de intrusión es exce-
sivo. El manual de Barker (1977) ~s citado por Joukowsky como uno de «los libros más útiles»,
pero no ilustra la técnica de excavación en grandes áreas y propone de nuevo el método Whee- 4. Narración y edición (pp. 134-155)
ler.
3. Véanse los Annual Reports de la Oxfordshire Archaeological Unit; Benson~Miles (1974); 1. Comédie humaine, Avant~propos (1842).
Barker (1986), figuras 26 a-d. 2. Les Paysans (1844).
4. Véase una propuesta de ficha en las pp. 95 ss.; Fentress~Filippi-Paoletti (1981); Fentress 3. lbid.
(1982); Carandini (1985a), 1**, pp. 215 ss. . 4. Pompei (1980~1981); Roma antiquo. (1985); Pison (1988); Getty Museum (1988).
5. B. D'Agostino, «Prefacio» a Barker (1977). 5. Véanse, por ejemplo, las numerosas reconstrucciones en Spin3ZZo1a (1953); Nicholls
6. Mannoni (1985); 1. Ferrando Carboná, en Francovich (1988), pp. 1Í9 ss·.; Carver (1989). (1958-1959); Cunliffe (1971a) y (1985); Grinsell-Rahtz-Williams (1974); Carandini-Ricci-De Vos
7. Véanse los ~<Annua1 Reports» del York Archaeological Trust; la Official Guide de Jorvik. (1982), atlas, hoja JI; Hurst~Roskams (1984); Rak:ob (1984); Renfrew (1985), figuras 9.4-9.5; Ca-
Viking Centre; el St. Saviour's At-chaeological Resource Centre, en el que se implica al público randini (1985a), 1*~1**; Gelichi-Merlo (1987);.Francovich (1988), pp. 39-41; Barker~Higham
en el estudio y conservación de los materiales; el arqueólogo~manager es Addyman (1988); véa- (1988) (figuras VII-VIll); Carandini el al. (1989); Rakob (1990); Barker (1990), figura 14; Pa-
se también Carandini (1989c); la Universidad de York organiza desde 1990 un Master's Degree renti (1990); Merlo (1990); Gtbson (1991); cf. también Brogiolo (1988) (láms. 1;..5).
en «Archaeological Heritage Management». 6. Exposiciones sobre los etruscos en Toscana en 1985: Carandini (1985b); templo dórico y
j~ni~ de Sir!l~sa. en el ~~o_de Si:~sa ~~. ~~~: V~z~ (19~3>L~xposici~~ ~0tm: el ~r~ecto
262 HISTORlAS EN LA TIERRA NOTAS (PP. 145-233) 263

7. Carandini (1985a), 1 **, cubierta, este dibujante publica generalmente en Gran Bretaña; 9. Carandini (198Sb). .' . .
Donatti (1990) es una excepción en el panorama italiano. 10. Censor incansable de la arqueología en Roma es F. Zeri., L'inchiostro variopinto, MIlán
8. En relación a la reunificación de las artes bajo el signo de la arquitectura según Semper, 1985. De su polémica se disocia E. Castelnuovo, en L'Indice, 3, 1986, p. 31. Cí. también los artí-
Morris y Gropius, cf. Carandini (1979a), pp. 54 ss. culos de A. Carandini en l'Unitd, 4,de marzo de 1981, p. 3; Pace e guerra, 10 de marzo de 1983;
9. Publication en archéologie (1986); Molina et al. (1986); resulta ejemplar Saguí-Paroli II Corriere della Sera, 20 de marzo de 1983 (Corriere romano); Rinascita, 3 de junio de 1983; 11
(1990), cuyos principios han sido ilustrados por L Saguí, en Francovich-Manacorda (1990); cf. Messaggero, 26 de octubre de 1983; y Carandini (1985d).
también Gabucci-Tesei (1989); sobre la tecnología cerámica, véase Cuomo di Caprio (1985) y 11. SuÍ'utilitd e il danno deIla storia per gli uomini, 1874.
Mannoni-Molinari (1990); sobre los métodos más modernos para hacer una tipología, cf. Con- 12. Cartas a L. Bonfant, 1877, y aG. Sand, diciembre de 1875.
treras Cortés (1984). 13. Longhi, Mattia Preti, cit. . '
14. R. Bianchi Bandinelli, en La critica, d'arte, 1942, p. ll. G. Agosh, «La fortuna dI Aby
Warburg», Quaderni storici; 1985, p. 40.
5. La excavación como práctica (pp. 156-214) 15. Carta del 3 de mayo de 1953.
16. Como se desprende de una carta a G. Einaudi del 28 -de junio de 1953.
1. Leigh (1981); Donati-Panerai (1981); Carandini (1986a); Melucco-Vaccaro (1989), pp. 17. Carta del 16 de enero de 1952. .
256 ss. 18. Carta del 1 de mayo de 1929.
2. Para algunas de estas especializaciones, véase Mannoni-Molinari (1990), pp. 209 ss. 19. T. Mann, José y sus hermanos, 1933-1943.
3. Un ejemplo español de coordinación entre arqueólogos y restauradores integrados en un 20. R. Bianchi Bandinelli, Organicittl e astrazione, Milán, 1956; id., Archeologia e cultura,
mismo equipo, en Taller Escala d'Arqueologia, «Arqueología y restauración», en Conservation- Roma 19792, p. 197, nota 8. Cf. también A. Carandini, Rinascita, 16 de febrero de 1985.
Restauration des biens culturels, París, 1989, pp. 91 ss. 21. Carta de114 de agosto de 1948.
4. Oestenberg (1975), lám. 132; Aspects of Saxo-Norman London (1988), figura 70, con una 22. P. Sylos Labini, Le classi soCiali negli anni'80, Roma-Bari, 1986. . . .
pequeña tipología; C8randini (1990it); Donati (1990); Merlo (1990). 23. M. Enzensberger, Sulla piccola borghesia, Milán, 1983. G. Ruffolo, La qualtUi socwle,
5. Lugli (1957); Adam (1984); Parenti (1988b), figuras 3-6; sobre el movimiento de los blo- Roma-Bari, 1986. .
ques con levas, sobre los andamios encajados y los medios para levantar, d. Pompei (1981), pp. 24. F. Nietszche, Humano, demasiado humano, 1879, 11.2.5. (trad. cast.: Edaf. Madrid, 1984).
98-99; Giuliani (1990); Donati (1990); sobre las fonnas de cortar el tronco de un árbol, d. Do- 25. [bUl., 11.2.6.
nati (1990), figura de la p. 39 Y aquí figura 157c. 26. Ibid., II.2.16.
6. Hall (1980); sobre la «wet site archaeology>~, d. también Carver (1987), p. 5; sobre las fi- 27. Ibid., 1878, 1.1.3.
chas de USL, d. pp. % ss. 28. Id., La gaya ciencia, 1887, 1.55. (trad. cast.: Akal, Madrid, 1988).
7. Barker (1977), figuras 70-71, 76-77; (1986), figuras 35, 36, 53, 79, 88; Aspects o/ Saxo-Nor- 29. Id., Humano, demasiado hwnano, dI.
man London (1988), figuras 61, 70; para la «trace archaeology», d. también Carver (1987), figu- 30. Enzensberger, -SuJIa piccola borghesia, cit.
ra 6. 31. R. Bianchi Bandinelli, Introduzione all'archeologia, Roma-Bari, ~975.
8. CazzeIla (1982), pp. 173 SS., con problemática y bibliografía. Bieti Sestieri, e.p. 32. Cf. pp. 30 ss.
9. O'Shea (1984); Bietti Sestierl (1986), con bibliografía; Bartoloni (1989), pp. 30 ss., con bi- 33. E. Castelnuovo, «Per una storia sociale d~ll'arte», Paragone, 313, 1976, pp. 3 ss. y 323,
bliografía; D'Agostino (1990); Bietti Sestieri (1990); Bietti Sestieri, e.p. 1977, pp. 3 ss. Cf. también Arte, industria e rivoluzione, :nmn,
1986. .,...
34. S. Settis, «Artisti e conunittenti fra Quattro e Cinquecento», en Storza d ltalla Emaudl,
10. Barker (1977), figura 13, y (1986), figura 10; Carandini et al. (1983), figuras 24-30.
11. Carandini (1985a), 1 **, figuras 14,44, 52, 92, 93, 121, 135, 183, 186, 187, 191, 195, 212- 4, TUrin, 1981; id., Presentación a A. Sesnec, La sopravvivenza degli antichi dei, Thrin, 1981, e
217. =, 223. 235, 264-269, 354 Y 355.
12. Melucco (1989), con bibliografía, en la que, no obstante, no aparece la primera edición
Introducción a F. SaxI, La/ede negli astri, Turin, 1985. .
35. Nietzsche, Humano, demasiado humano, cit. . ..
de este manual ni la publicación de Settefinestre, cuya excavación fue, durante algunos años, 36. A. Carandini, «La cultura e i1 comportamento. professionale delle maestranze artIgIane
campo de prácticas para los alumnos del Instituto central para la restauración. tardo-antiche», en La parola del passato, 1963, pp. 378 ss. .
37. R. Jakobson, Saggi di linguistica generale, Milán, 1986; Ginzb~rg, Mostrare e dl11Wstra-
re, cit.
Lo ordinario y lo importante (pp. 217-238) 38. A. Henry, Metonimia e metafora, Turín, 1975.
39. Jakobson, Saggl, CIt.
1. M. Proust, El tiempo recobrado. 40. VV.AA., Storie su storie. Indagme sui romanZl storict (1814-1840), Vicenza, 1985.
2. Este es un tema sobre el que ya he reflexionado (Carandini, 1979a), pero posterionnen- 41. C. Gmzburg, «Provee possibilitil»,enN. ZemonDavis, 11 ntorno dzMartln Guerre, Thrin,
te el razonamiento se ha desarrollado. En la segunda mitad de los años setenta pretendía refor- 1984, pp. 131 ss. (hay trad. cast. El retorno de Martín Guerre, Antoni Bosch, Barcelona, 1984).
zar la arqueología frente a la preponderante historia del arte. Ahora, en cambio, constato que la 42. Véase M. Pratz, Filosofia dell'arredamento, Milán, 1981.
'@.rqueologta tiene más fuerza y está preparada para renovar sus relaciones con la historia del 43. R. Bianchi Bandinelli, Geggiano, Ed. del Grifo, Montepulciano, 1985. Cf.lám. 37.
arte. 44. P. Thornton, II gusto delta casa (1620-1920), Milán, 1 9 8 4 . . . .'
3. R. Longhi, Mauia Preti, 1913. 45. M. Wackemagel, Il mondo degli arruti nel Rinascimento fwrenttno. CommlttentI, bot-
4. Id., Per una critica d'arte, 1950. thege e mercato delt'arte, Roma, 1994. El Palazzo Vecchio se toma en conside~ción. no acum~­
5. C. Ginzburg, «Mostrare e dimostrare», Quaderni storid, 1982, pp. 7m ss. lativamente como resultado final de una serie de alteraciones, sino como una hlStona de «eqUl-
. . . ___ .J' __ ~_ 10-:10
librios» urb~ticos, arquitectónicos, decorativos, artísticos y funcionales, ~e los qu~ a veces
L ~ F.l nalaClO se analiza como
__ . , _ , _ _ _ ...... ., .... ,,"'....
~
1
NOTAS (PP. 233-257) 265 ~
264 mSTORIAS EN LA TIERRA
I
la plaza, la fachada, los interiores, tanto sus disposiciones como sus decoraciones. Se siguen los Análisis de lo sumergido (pp. 247-258) I
traslados de las estatuas y de los mínimos enseres, fijándose incluso en ias bases para los obje~
tos y en otros mínimos detalles, fundamentales,' no obstante, para b1 reconstrucción de las visio- 1. Avant-propos, 1842: véase aquí la p. 138. I
2. Una primera versión de este texto fue leída en un congreso en Roma sobre 1. Matte
nes de conjunto. Se propone incluso la búsqueda en el mercado de las piezas perdidas. Para cada
fase constructivo-decorativa se estudian las fuentes de financiación, los encargos y los artistas. Blanco, publicada más tarde en Alfabeta, 36, 1982, pp. 19 ss. En esta segunda versión he añadi- I
~cluso para cada una de las habitaciones se dibujan las que en lenguaje arqueológico se llama-
do al final parte de otro texto, relativo a la comparación frendiana entre psique y asentamiento
humano y entre los diversos modos en que se conservan y se destruyen la memoria y los monu-
I
n~ r1antas y alzados «de fase», para poder dibujar los diversos contextos, a las que hay que
anadir lo que falta y eliminar lo que ha sido añadido. Salen a la luz las funciones de las salas e mentos, que era la parte final de un ensayo relativo a las causas primeras de la d~scusión entre I
incl~so el ceremon~ coITesp~>ndiente. Iglesias, palacios, elementos necesarios para fiestas y e5-
arqueólogos e historiadores del arte a propósito de la excavación de los Foros lIUperiales de
I
pect~cu1os se estudian a p~tlI de la secuencia de los assetti y luego se afronta el estudio parti- Roma (Carandini, 1985e).
culanzado de esculturas, pmturas, etc. Wackernagel ha escrito: «debemos actuar con el interés 3. L Matte Blanco, L'inconscio come insremi infiniti, Turín, 1981; id., Thinking, feeling and I
universal puro y objetivo del botánico, que encuentra dignoS'de observación no sólo las flores y beeing. Clinical reflections on the foundamental antinomy of human beeings and world, Lon~res,
los frutos perfumados, sino también toda la estructura del árbol, cada una de las briznas de hier- 1988.
ba e incluso las malas hierbas». 4. Cf. p. 71. .
46. R. Biancru Bandinelli, «Un tempo lontano», Studi Etruschi, 24, 1955-1956, pp. XI ss. 5. M. Torelli, Lavinio e Roma, Roma, 1984, pp. 149 ss.
(texto que me indicó G. Agosti). 6. A propósito del sueño como «hiperespacio del pensamiento», cí. l. Matte Blanco,. «n sog-
47. Id., «Storietta d'ltalia», en Dal diario di un borghese. Milán, 1962, pp. 414 ss. no: struttura bi-Iogica e multidimensionale», en vv.AA., 1 linguaggi del sogno, Florencla, 1984,
48. Id., Storicitii deli'arte classica, Florencia, 1950, pp. 145 ss. pp. 267 ss.
49. Thomton, 11 gusto deUa casa, cit. 7. Cf. M. Wackemagel, 11 monM degli artisti nel Rinas~imento j'iorentirw, Roma, 1-;994.
50. Bianchi Bandinelli, Dal diario, cit. 8. W. Benjamin, Angelus Novus, IX. Tesi di filosofta delLa sloria. '
;')1. Es una idea provocadora de C. Ginzburg, «Spie. Radici di un paradigma indiziario», en
vv.AA Crisi della ragione, Turín, 1979, p. 169 que contrasta con todo lo afirmado de forma más
razonada en Prove e possibiüta, cit.
52. Ibid.
53. H. White, Retorica e storia, Nápoles, 1978.
54. G. Duby, 11 sogrw della storia, Milán, 1986.
55. Ginzburg, Prove e possibiütii, cit.
56. Carandini, 1985a, 1**, pp. 182 ss.
57. Fundamental acerca de la relación entre una cosa en sí misma e informe/ínfonnación es
G. Bateson, Verso una ecologia delia 'mente [1972] y Mente e natura [1979} (eL epígrafe) .

. Proceder hacia atrás (pp. 239-246)

-:. C. Ginzburg, «Spie. Radici di un paradigma indiziario~>, en VVAA., Crisi della ragione,
Tunn, 1979. Para comprender mejor las posiciones de Ginzburg, cí. G. Miccoli, Delio Cantimo-
Ti- La ricerca di una nuova f:ritica storiografica, Turín, 1970, pp. 203 ss.
~. A. Ca:andini, «Quando l'indizio va contro il metodo», Quademi di Storia, n, 1980, pp. 3
ss.; ,d., Paradlgma indiziario e conoscenza storica, ivi, 12, 1980, pp. 30 ss.
3. C. Ginzburg, Quaderni di storia, 12, 1980, pp. 50 ss.
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Site mtlnual (1990), C. Spence, ed, Archaeological Site Manual, Museo de Londres, Leonardi (Padua, 1992) merece un comentario. Según el editor, de poco sirve seg-
Londres (trad. cato en Trócoli-Sospedra, 1992, vol. 1, pp. 125 ss.). mentar los estratos de tierra en función de simples criterios visuales y físicos y acabar
Sommella, P. (1989), Conclusiones, en Pasquinucci, 1989. por interpretarlos como simples contenedores de acontecimientos: «sólo el conoci-
Spinazzola, V. (1953), Pompei. AlZa luce degli scavi nuovi di Via- dell'Abbondanza miento de los procesos que originan las deposiciones arqueológicas permite la desco-
(1910-1923), Roma. dificación de una estratificación y permite su interpretación». Pero obligar al arqueó-
Steinby, E. M. (1988), <dIlato orientale del Foro», Archeologia Laziale, IX, Roma, pp. logo a un análisis sistemático «genético-procesual» de cada uno de los estratos sería
32 ss. como obligar al crítico literario o al historiador a dar la etimología de cada una de las
Terrenato, N. (1989), «Lo scavo delle mura "romulee"», en Archeologia urbana a palabras mencionadas en las fuentes que utiliza, al historiador del arte a encontrar to-
Roma, p. 85. dos los precedentes iconográficos y a cada indiyiduo a analizar su propio inconscien-
Trigger, B. G. (1989), A History of archaeological Thought, Cambridge (Mass.) (hay te tras un sueño, una emoción o una acción. El presupuesto de una tal actitud es que
trad. cast.: Historia del pensamiento arqueológico, Crítica, Barcelona, 1992). se puede y se debe alcanzar el «conocimiento absoluto», como si fuera posible tocar con
Trócoli, 1. G., R. Sospedra, eds. (1992), -Harrís Matrix. Sistemes de registre en arqueo- la mano-la realidad objetiva de las cosas (o sea la verdad) y no estuviéramos natural-
logia. Recording Systerns in Archaeology, 2 vols., Lleida. mente obligados a recoger s610 limitados conjuntos de indicios (los geoarqueólogos
Visser Travagli, A. M., Y B. Ward Perkins (1985), «Scavi a Ferrara», Restauro e citta, deberían leer a este respecto las ob.ras de G. Bateson, publicadas por Adelphi). Se
2, pp. 48 ss. pretende alcanzar la «historia total» partiendo de la más absoluta parcialidad, carga-
Voza, G_ (1987), Museo archeologico regionale Paolo orsi a Siracusa, Siracusa. dos de un lastre de detalles en una sola dirección que impide avanzar: una verdadera
_._- - ~. • .. '--.~ __ .. ! __ TT_ . . ~~:_ T ...... t.,,,
T>_~_ 11 __ . ___ ........ t-. ..... 1... "A .. ~ ....rvl1f; ... ",r-ilín tot~l» ~eria necesario Que en cada una
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276 HISTORIAS EN LA TIERRA

nifica la paralización de las investigaciones o el duplicar unilateralmente el personal


arqueológico, lo cual es imposible. El dato más evidente de este libro es la fealdad del
lenguaje utilizado y la actitud categórica y catequística, elementos que más que esti-
mular hacia la ciencia generan un rechazo hacia la exactitud y una añoranza de las
buenas letras, lo que, sin duda alguna, no formaba parte de los objetivos de los auto-
res. Gran' parte del texto no aporta nuevas ideas, sino que hace reformulaciones ter-
minológicas en jerga de cosas resabidas, lo que equivale a decir de forma complicada
cosas banales con el fin de-darse más importancia de la que se merece. La arqueolo-
gía de excavación es una ciencia histórica y no puede hundirse en las arenas movedi-
zas de los infinitos intensivos sincrónicos, debe moverse en el diacronismo de la se- ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO
cuencia estratigráfica. Es cierto que el resultado final, representado por los estratos,
presupone acciones precedentes, reconstruibles en parte, pero el historiador tiene
que, llegado a un cierto punto, volver a mirar al cielo (los geoarqueólogos se paran AbuSimbel, 4 Cantimori. D., 259 D. 1
generalmente en la metodología y sus resultados concretos son, frecuentemente, de- Adriano, 255 Carandini, Andrea, VII-XVIII, 263 D. 20, 264
cepcionantes). Una cosa es excavar la cabaña del tío Toro y otra Roma. En situacio- Agosti, G., 263 n. 14 0.2,265 n. 2
Agripa,255 Cartago, 17,30, 125, 140, 171, 194,203
nes complejas los materiales se encuentran reelaborados y confundidos hasta el pun- Castelnuovo, E., 263 n. 10, n. 33, 264 D. 6
to de no manifestar. directamente comportamientos humanos significativos y legibles. Agustín, san, 43
Alejandría, 249 Cerveteri, 144
En tales circunstancias, las leyes de la física y de la estática pueden ser de poca utili- Alfieri, Vittorio, 234, 235 Cipollini, A., 132
dad frente a confusas rarezas y a inenarrables trabajos de una sofisticada cultura hu- Alinari, 255 Columella, 237
mana. Las cuencas de origen, las pérdidas y las reelaboraciones de materiales, las Almagro, Martín, xn, XIn Comacchio, 129
transformaciones químicas y biológicas y las alteraciones posdeposicionales existen y Ampurias, 49 Conan Doyle, Arthur, 239-246
deben conocerse, más de lo que se conocen hoy en día, pero para reconocer historias Andalucía, 165 Corinto,l1
en la tierra hacen falta otras cosas, una mayor modestia y unos intereses más amplios. Ángeles, Los, 254 erace, Benedetto, 218, 220, 259 n. 1
Una borrascosa exactitud sin cultura es tan dañina como lo contrario, por lo que no Arene; Candide, 30 Cunliffe, B., 30
deben seguirse mecanismos preestablecidos en la recogida de los datos geopedológi-
cos sin preocuparse por el destino de las observaciones captadas. La mente del exca- D'Agostino, B., 259 n. 1, 260 n. 5
Balzac, Honoré de, 138, 247-249
vador no debe hallarse repleta de detalles inútiles para su reconstrucción. Liberémo- De Sanctis, Gaetano, 9, 16
Banks, Phil, xv
nos pues de las utopías inútiles. busquemos mínimos comunes denominadores en el Barberis, Walter, 5
De Vos, M., 96
proceder de la investigación (cuántos arqueólogos Se han quedado parados en las téc- Barker, Philip, 1, 30, 47, 54, 89, 110 Delos, 11, 190
I
rucas de los años treinta) y que una inteligente práctica, hecha de normas y de intui- Bateson, G., 9, 264 n. 57 Duby, G., 237, 264 D. 54
ciones, reine en las excavaciones. Beaulieu-sur-Mer, 144-
BeD, J., 240-242 Eco, Umberto, 245, 264 n. 7, n. 8
Benjamin, Walter, 257, 265 n. 8 École des Beaux Arts, 70
Berlín,145 Enzensberger, M., 263 n. 23
Bemabo Brea, L., 24, 30 Esmima, 27, 194
Bianchi Bandinelli, R., XI, 220, 221, 225, 227, Estrabón, 11
232, 233-236
Biddle, M., 30
Blanc, G. A., 30 Fantas1:ic4 S., 234
Bolonia, 129 Fentress, E., 60, 61 f.
Bonfantini, M. A., 264 n. 8 Fishboume, 30
Boni, G., 28, 29, 53, 54, 130 Flaubert, Gustave, 220
BordigheFa, 30 Florencia, 23, 233
Bouard, Michel de, xn Francovich, Riccardo, 5, 30
Bullettino di Paletnologia Italiana, 29 Frattesina di Frata Polesine, 82
Frere, S. $., 30
Freud, Sigmund, 221, 239, 246, 247-250
Calvino, ltalo, 259 n. 2
Camden, 45
278 HISTORlAS EN LA TIERRA ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO 279
Gibson, S., 167 Luni., 129 Proni, G., 264 n. 8 Steno, N., 36
Ginebra, 168 Lyell, sir Charles, 27, 36 Proust, Maree!, 262 n. 1 Suvorov, A., 234
Ginzburg, CarIo, 239-246, 264 n. 51, n. 1 Sylos Labini, F., 263 n. 22
Giuliani, C. R, 167
Gloucester, 17, 116 Macaulay, T. B., 235 Ramsés II, 4
Goethe, Johann Wolfgang, 235, 236 Maiden Castle, 28, 85, 189 Reinach, S., 144 Tarquinia, 194
Gran Bretaña, 27, 111, 131 Maiuri, A., 28, 29, 54 Richborough, 45 Tarquinios, 120
Granada, 205; Universidad de, 100 Manacorda, Daniele, 5, 148 Rocca San Silvestro, 129 Teodosio II, 171, 194
Guéronde, 138 Mann, Thomas, 221-222, 259 n. 3 Roma, 11, 16, 23, 54, 66, 140, 251; Circo Má- Terrenato, Nicola, 5, 124
Mannoni, T., 63 ximo, 120; Collegio Romano, 29; Columna Thornton, F., 263 n. 44, 264 n. 49
Marruecos, 190 Trajana, 29; Comicio, 28; Cripta de Balbo, Torelli, M., 265 n. 5
Harris, E. e., XIV, xv, 85 Matte Blanco, Ignacio, 248-250, 265 n. 2, 115; Forma Urbis, 125; Foro romano, 19, Tucídides, 11
Hayes, J., 85 n.3 23; foros imperiales, 2, 23, 219; muralla ser-
Hen Dohnen, 198 Medri, Maura, 5, 102, 125, 166 viana, 194; Murallas Aurelianas, 254; Mu-
Henry, A., 263 n. 38 Meiggs, R., 29 seo della Civilta Romana, 120, 144; Museo Valle d'Oro, 45
Holmes, Sherlock, 240-245 Moder,235 Etnográfico, 29; Palatino, 17, 30, 53, 82, \'enthrUglia,30,49,81,85
Homero, 43 Moreill, G., 239, 246 123, 125, 157, 261 n. 5; Panteón, 254-255; Vertiere, 234
Hurst, H., 17 Moscara, G., 3 Porticus Liviae, 203; San Michele, 29; San- Verulamium, 30, 206
Hutton, James, 36 ta Lucia in Selci, 116; Santa Maria Anti- Vitruvio, 190
gua, 207; templo de Apolo Sosiano, 53;
Nápoles, 97, 132 templo de Fortuna y Mater Matuta, 120;
Nietzsche, Frledrich, 219, 223-224, 263 n. 24 templo de los Cástores, 120; templo de Sa- Wackernagel, M., 233, 263-264 n. 45, 265 n. 7
Inglaterra, 30, 55, 65, 107
Notizie degli Scavi, 29, 47, 80, 127 turno, 120; Via del Corso, 254-255; Via Fla- Warburg, A., 220
Instituto central del catálogo, 89-101, 131 Nueva York, 254 minia, 254 Ward Perkins, J. B., 167
Romanelli., P., 29 Wheeler, M., XII, XIV, 28, 30, 47-54, 89, 107,
Roskamus, 17 114,156,206
Jacobson, R., 263 n. 37 Olimpia, 186 White, H, 235, 264 n. 53
Jerusalén, 11 Orsi, P., 29 Winckelmann, J. J., 225
Joukowsky, manual de, 260 n. 2 Ostia: Termas del Nuotatore, 29 Sanguigna, 11 Winchester, 30, 85, 206, 261 n. 5
Sebeok, Thomas A., 245, 264 n. 7 Wittgenstein, Ludwig, 219
Serlorenzi, M., 116, 124 Woolley, L., 28
Kandinski, Vassili, 222 Pallottino, M., 29 Settefmestre, VIII, 1, 30, 45, 60, 89, 99, 129, Worcester, 64, 155
Keay, Simon J., XlV Papi, Emanuele, 5 139, 141, 144, 145, 154, 157, 163, 166, 190, Wroxeter, 30, 186, 198
Kenyon, K. M., 28, 49 Parenti, R., 102 212, 237, 261 n. 1
KJee, Paul, 222, 257 París: Louvre de, 12, 30 Settis, Salvatore, 5, 145, 263 n. 34
Peirce, J. R., 245 Siena, 28, 89; Universidad de, 260 n. 2; Villa York, 45, 66, 96, 197; Universidad de, 260 n. 7
Koster Site (Illinois), excavación de, 260 n. 2
Pekín" Ciudad Prohibida de, 12 del Pavone, 234
Pericot, Lluís, XIII Spence, Craig, XVI
Pigotini, L, 29 Spina,197 Zeri, F~, 263 n. 10
La Regina, A., 2 Pinelli, A., 264 n. 4 Stendhal, Henri Beyle, 11, 47, 234 Zozaya, Juan, xv
La Rocca, E., 53 Pío VI, papa, 234
Lacio, 194 Piranesi, G. B., 70
Lamboglia, N., XI, Xli, XDI, XIV, 24, 29, 30, 49, Pirgos,80
81,82,89,107,109,114,162 Pisa: Cruce (Centro Nazionale Universitario
Lanciani, R., 53, 125 di Calcoto Elettronico), 131
Leopoldo de Toscana, 234 Pitt-Rivers, Julian, 53, 156
Líguria,63 Po, valle del, 197
Londres, 197, 198; Museo de, 31, 91, 96-97, 98, Poe, Edgar Allan, 20
101, 105-106, 114, 118, 119, 127, 140, 141, Pompeya, 28, 54,. 116, 194, 209, 212, 247, 249,
148,172,184; riberas del Támesis, 197; Vic- 250,254,255
toria and Albert Museum, 233 Porchester, 30
Longhi, R., 218-220 Porellino, 234
r-""~'----,,_
, ,

1
i
ÍNDICE ANAl.ÍTlCO 281 1
90, 100, 214; de monumento arqueológico márgenes, 189
I
(MA), 90; de monumento arqueológico~ materiales: coetáneos, 36 y f.; deposición de I
hija (MAR), 90; de muestras paleoambien- los, 32; especiales, 82, 106, 118; intrusión,
tales (FMP), 101; de sondeo arqueológico, 36; posición y distribución de los, 39, 45, 56,
estratigráfico (SAE), 82, 'i!7, 9(}, 91-92; de 59-60,72,99, 118, 187 f.; publicación de los,
tablas de los materiales (TMA), 90, 99, 214; 149-155; recogida de, 181-182 y f.; residua-
de yacimiento (SI), 90; de unidad estrati- les, 36 y f.; sobre la superficie del estrato,
gráfica (VE), 90, 92-94; de unidad estrati~ 74-76; tratamiento de los, 212-214; Y el flu-
gráfica de deposición funeraria (UBD), 98; jo de las aguas superficiales, 32
ÍNDICE ANALÍTICO de unidad estratigráfica de revestimiento
(VER), 90, 95-96; de unidad estratigráfica
materiales que produce la excavación, 55 f.
medidas tridimensionales, 101-107
lígnea (UEL), 96~98; de unidad estratigráfi- medidas verticales, véase cotas
ca mural (UEM), 90, 94-95; para la Numis- medios mecánicos, 45-46 f., 171, 183-184-
acciones, 56, 66; numerar las, 78-82 decoración arquitectónica, 116 mática (N), 90, 214 método: abductivo, 239-246; ana1ítico~deduc-
acontecimientos, 57, 139-142 dejar la excavación, cómo, 210--212 flotación, 181-182 y f. tivo,239-246; de Baker, 47, 54;"de Larubo-
actividades, 57, 81, 139-142, 143 f. deposición,31-33 forma de la excavación, 47-56, 169-172 glia, 49, 109; de Wheeler. 47~54; inductivo,
acumulación, 31-32 deposiciones funerarias, 203 fosas, 170, 189 Y f., 198, 199-202 239-246; por niveles, 56, 60
agujeros, 197~199 desgastes, 33 f., 195-196 fosos, 40, 45 Y f., 47, 55 Y f., 194; Y trincheras, microestratos, 60-61
alfombrilla para las rodillas, 180 f. destrucción, 31-32 y f., 34, 196 204 y t-205 Y t microfichas, 146
altura de estación, 104-105 diagrama estratigráfico, 51, 80 Y f., 82-88, 89, fotografías, 128-130 mira, 104, 105 f.
alzados, 88, 101, 107, 114-116, 127 f., 128 f., 106, 124, 134, 140, 146, 147 fotogrametría, 101, 116 montones, 189
129 diario de excavación, 89, 159 movimiento, 31~34
alzados de los períodos, 116, 117 f. dibujo, 102-107 muros, 40, 47, 59, 75, SO, 82, 94, 115-116, 121,
áreas de excavación, 53, 169-172 dirección correcta en una excavación, 108-109 geología, 37; Y arqueología, 27-31 122,123 t, 128, 129, 190-195, 1%
arqueología: e historia del arte, 217-238; y geo- Y f., 173 Y f.,185 Y f. globo aerostático, 130
logía, 27-31, 247; Y psicología, 247-258 director de la excavación, 89, 156-160 grupos de actividad, 134-138, 139-142, 146
arqueología de monumentos, 20-21 discurso histórico, 31, 134-138 necrópolis, véase deposiciones funerarias
arqueometría, 30 documentación gráfica, 101-127 nivel óptico, 104, 105 Y f., 106 Y f., 110
habitaciones., 80, 88, 126, 141, 146, 162, 195 niveles de la excavación, 51-52 f., 56
hachures, 126 f., 127
Cad (Computer Assisted Design), programas, ediciones, véase publicaciones herramientas, 174-184-; carretilla, 176, 180; ce-
133 objetivo gran angular, 128-130
edilicias, técnicas, 29, 95, 190-192 f. pillo, 180; criba, 181 y f.; cubo, 180 y f.; cu- obreros, 162-163
canalizaciones, 208-209 embalaje, 213 f. chara, 180; gancho, 180 y f.; lista de, 182~ ordenadores, uso de los, 30, 131-133
cartelitos con los números de los estratos, 111 erosión, 31 y f., 32-34 183; pala, 176 y f.~178 Y f.; paleta, 178, 179
y f. escala de dibujo, 114, 118-119 Y f., 123 Y f.; pico, 174, 175 Y f., 176; trowel (paletín),
catálogo, véase publicaciones espalda, posición de la, 174, 175 f. 59 y t, 86, 178-179 Y t, 181; uso de las, 180 paisaje agrario, 43, 44
cimentaciones, 36 f., 190 especializaciones útiles para la excavación, hillfort, 28 paisaje urbano, 43, 44
cloacas, 79, 195 166 historia arqueológica del arte, 226-227 paleoecología, 30, 160
colegio profesional de arqueólogos, 160 estrategia de la excavación, 45, 47-56 humus, 47, 55, 82 paradigma de Galileo, 239~245
columnas, 194 estrategia de la investigación arqueológica, paradigma indiciario, 28, 56, 239-245
comportamientos, 173-174 239-246 pared de la excavación, 172 f., 174 f., 188
conjunto arqueológico (CA), 90, 141 estrato, véase unidad estratigráfica infraexcavar/superexcavar, 184 Y f., 197 f. parrillas, 104 Y f.
contextos, 56 estucos, 60-61 y f., 95-96, 115, 129 interfacies, 32, 36, 77-78, 195-196 perímetro, 35
coordenadas, 102-104 excavación arqueológica: «a contrapelo», 185 investigación, 239-2A6 periodización, 81-82, 120
cortes de los muros, 205 y f.; de urgencia, 62~66; experimental, 62- períodos, 139-142
cotas, 54,93,104-106 Y f., 118 66; por cuadros, 63, 64 f.; prehistórica, 39, piquetas, 103 y f.
crestas de los muros, 110, 196, 197 f. 42; rural, 170; siguiendo los muros, 47 y f., lectura estratigráfica de las preparaciones de pizarra, 129
criterios gráficos, 113-114, 118-119, 125-127 193; urbana, 23, 30, 169-170 los pavimentos y muros, 116 planimetría, véase plantas
cronología absoluta, 36; y los materiales, 152 excavadores, 159-160, 162-163, 173 leyes geológicas, 36-37 plantas: compuestas o de período, 119-125,
f., 155 expoliadores, 195 límites de la excavación., 169 y f., 170 124 f., 142; de interfase, 123; de las unida-
cronología relativa, 59, 79 des estratigráficas, 116-119, 120-125, 139,
cuadrícula, 60, 102, 119 f. 142, 145-146; reconstructivas, 142-145
........ ~ ion •• 1' 00 " ' H ....... _ .'_
.... ro.,:; .... "n· p.<dnlt;o-r~ñ("51 1"\· re:1~tiv~ en el t1em~
282 HISTORIAS EN LA TIERRA

postes de madera, 198-201 f. superposiciones de muros, 122, 123 f.


potencialidad arqueológica de una estratifica- suspensurae, 195
ción, 45, 54
presentación de Ulla excavación, 65 y f.-66
procedimiento de la excavación, 56-62 terraplenes, 189
prospecciones, 43-46 f. testigos, 49 y f.-53, 87, 110 Y f.
prospecciones preliminares, 45 topografía, 43-45
protección con arcilla expandida, 211 triangulación, 102, 104
publicaciones, 91, 134-138, 145-153, 158 trincheras, 47, 48, 112 f., 113 f., 204-205; agrí-
público en las excavaciones, 65-66 colas, 209-210 f.; de expolio, 112 f., 206-207
punto nodal y seminodal, 140 f., 208 f.; paleoecológicas, 45
tubos de terracota, 195
ÍNDICE
rebajes, 171 f., 195-197 unidad de acción, 56, 134-139
reconstrucción, 32, 60, 70, 72; gráfica, 142-145, unidad de actividad, 134-139
154 f.-155 f. unidad estratigráfica, 56-57, 66, 78, 79 f., 89; ci- Prólogo a la edición española, por XAVIER DUPRÉ RAVENTÓS. VII
refuerzo y apuntalado de una pared, 171-172 clos de deposición y de posdeposición, 74;
y f.
Prefacio 1
color de, 58, 93; composición, 58, 93; consis-
registro: de la documentación gráfica, 106; de tencia, 58, 93; de acción, 57, 134-139; de des-
las fichas, 106; de las unidades estratigráfi- trucción, 185; de ocupación, 188; excavación ESTRATIGRAFÍA Y 1ÉCNICA DE LA EXCAVACIÓN
cas, 82, 162; de los materiales especiales, ordenada de, 57-58 y f., 59 f., 87-88 f.; gra-
106,118 nulometría, 93-94; homogénea, 71, 72 Y f., Introducción 11
relación estratigráfica, 57-60, 66, 67 f., 77-78, 76; humedad, condiciones de, 58; identifica~ Una conquista moderna 11
83 Y f., 85-88; correlativa, 66-68 f., 140; cor- ción de, 57-60, 66-70, 71-72, 185 Y f.; inclu-
tado por, 66, 68 f.; cubierto por, 58 y f., 66, siones, 57, 93; límite de, 35, 59 Y f., 60, 71, Proceder hacia atrás 12
67 f., 69; de apoyo, 66, 67 f.; de contempo- 118; limpieza de, 58, 111, 183, 196, 197 f.; ne- Cuestiones disciplinarias 13
raneidad, 66, 69; de sucesión, 66; igual a, gativa horiwntal, 77, 78 Y f., 80 f., 81; nega- Preguntas y respuestas. 13
66, 67 f.; inexistente, 66, 69; redundante, 85; tiva vertical, 77,78 Y f., 80 f., 81; numeración Calidad y cantidad. 14
rellenado por, 66, 68 f. de, 68 f., 69 Y f., 78-82; planimetría, 54, 89,
relaciones topográficas, 69-70
Construcción, ruina y estratificación 15
92-93, 116-119; posición estratigráfica, 35;
relieve, 35 y f. posición topográfica, 35, 93; positiva hori- Deberes del excavador. 15
rellenos de fosas, 189 zontal, 75 y f., 77, 78-79, 80 f., 184-188; posi- Un juego universal. 16
responsables: de la excavación, 160-162; de la tiva vertical, 75 y f., 77,78 Yf., 80 f., 189; pro- Objetividad y subjetividad 17
logística y de los instrumentos, 168-169; de ceso de formación, 31-34 y f., 39-42, 57, Destrucción y documentación 18
la paleoecología, 166-168; de la restaura- 72-74,77,93; superficie de, 32-33 y f., 57-58
Monumentos e indicios 19
ción, 166-168; de los materiales, 165; del di- Y f., 73-76, 77-78 Y f., 81; volumen de, 72~73,
bujo,166-168 77,80; zona de transición, 71 y f., 93 Regreso a la arquitectura 20
unidad topográfica, 90, 141-142 ¿Dejar de excavar? 21
unidades de interpretación, 140-142 Excavación y ahorro 22
Saxa, programa informático, 131-133 Méritos de una generación 23
secciones, 50 y f., 51 y.f., 58, 83 Y f., 86-87 f., valorización, 148
107-114; acumulativas, 50, 54, 109-111, 118; varillas metálicas, 103
en los cortes, 54, 111; interpretadas, 109, Historia y principios de la estratigrafía 27
volumen, 35
113; móviles, 108; ocasionales, 109, 111-112 Geología y arqueología 27
sectores, 169-172 Estratificación en general . 31
secuencia estratigráfica, 82-88 «white water proof labels», 111
sondeos, 47, 48 Y f., 49 Y f., 50-51, 54 f., 169-
Estratos naturales y antrópicos 36
172 yacimientos, 38, 43, 45, 54-55, 141; en altura,
subterráneos, 170 32; en llanuras, 32 141; fichas de (Sn, 90 {~1j De la estratificación a la estrati~rafía 43
Estrategias y métodos de excavación 43
Prospecciones . . 43
Forma de la excavación 47
56
ÍNDICE 285
284 HISTORIAS EN LA TIERRA

Excavar 169
Las unidades de la excavación. . . 66 169
Identificar acciones y sus relaciones 66 Sondeos, áreas y sectores
Comportamientos . 173
Estratos: volúmenes, superficies y tipos 71 174
Superficies en sí . . . . . . El uso de las herramientas .
77 181
Numerar las acciones . 79 Recoger, cribar, flotar
Lista de herramientas 182
Secuencia estratigráfica 82 184
Cosas que excavar .
?," Estratos horizontales 184
(~» La documentación . 89 189
Las fichas . Rellenos de fosas y montones
89 189
Fichas de las unidades estr~tigrátic';" y de s;'" ~ateriale~ 89 Márgenes y terraplenes
189
Muros, columnas y suspensurae
Ficha de sondeo arqueológico (SAE). . . . . 91 195
Desgastes, rebajes y destrucciones
Ficha de unidad estratigráfica (VE) . . . . . 92 197
Agujeros y trazas de estructuras de madera
Ficha de unidad estratigráfica mural (VEM) . . . 94 199
FICha de unidad estratigráfica de revestimiento (VER) . . 95 Fosas. _"
Deposiciones funerarias 203
Ficha de unidad estratigráfica lignea (VEL) . . . . 96 204
Ficha de unidad estratigráfica de deposición funeraria (VED) Fosos y trincheras .
98 205
Tablas de materiales (TMA) . . . . . 99 Cortes de muros
Trincheras de expolio 206
Ficha de material arqueológico (RA). . . 100 208
Ficha de las muestras paleoambientales (FMP) . ·101 Canalizaciones.
Trincheras agrícolas 209
Los gráficos y las fotografías . 101 210
Medidas tridimensionales 101 Lo excavado
Cómo dejar la excavación 210
Secciones y alzados 107 Tratamiento de los materiales arqueológicos 212
Planimetrías 116
Fotografías. 128 ESTRATIGRAFÍA Y CVLTURA DE LOS INDICIOS
La informática 131
El uso del ordenador 131 217
Lo ordinario y lo importante
Proceder hacia atrás 239
t;~4~:, Narración y edición . 134 247
'->.,-;;: De las cosas al hombre. . _ . . . 134 Análisis de lo sumergido
Actividades, grupos de actividades y acontecimient~s/p~ríodos ~ 139 259
Las reconstrucciones gráficas. . . . . . . . . 142 Notas .
Bibliografía 266
La edición de las estructuras 145 277
Índice onomástico y toponímico
El catálogo y la publicación . 151 280
La publicación de los materiales . . 154 Índice analitico
Los materiales y la cronología absoluta. 155
,,~r'~~ ,
.. <~)~ La excavación como práctica 156
El excavador 156
El director de la excavación . 156
Los responsables de la excavación 160
Los excávadores " 162
La excavación y las instituciones 163
El responsable de los materiales 165
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