• El contexto histórico del autor
Luis Buñuel Portolés nació en Teruel el 22 de febrero de 1900, y falleció en Ciudad de
México el 29 de julio de 1983.
Desde niño tuvo interés por las artes, ya que al venir de una familia acomodada siempre
tuvo acercamiento a las bellas artes, como el teatro al que siempre acudían en familia,
clases de música, específicamente de violín
En1917 se trasladó a la Residencia de Estudiantes de Madrid, con el objetivo de hacerse
ingeniero agrónomo como deseaba su padre, donde conoció a Federico García Lorca, a
Juan Ramón Jiménez y a Salvador Dalí, con quien más adelante realizara “un perro
andaluz”, la primera película de Buñuel (abril 1929).
En 1924 se licencia en Filosofía y letras, hecho que explica su quehacer literario tanto en
ensayos como cuentos, dejando de lado el plan de titularse como ingeniero agrónomo ya
que se había informado de lo bien pagados que eran los trabajos como lector de español,
y esto suponía cumplir su deseo de salir de España.
La Residencia de Estudiantes significó un parteaguas en los intereses artísticos de
Buñuel, ya que en esta misma tomo parte en las actividades del cine-club, es interesante
destacar que Luis, era asiduo participante de las tertulias ultraístas, que se llevaron a
cabo todos los sábados de 1918 a 1924, las cuales eran dirigidas por Ramón Gómez de
la Serna.
Pero Buñuel siempre tuvo un coqueteo con el surrealismo. Mucho antes de encontrarse
inmerso en el surrealismo francés, siendo pertinente mencionar que muchas imágenes
desarrolladas en sus escritos pasaron a su cinematografía. Una de las anécdotas que nos
sugieren la singular manera de pensar del director, es aquella en 1923, que cuenta que en
el día de San José fundo la paródica Orden de Toledo nombrándose a sí mismo conde, y
el requisito para ser caballero de la orden sugería el emborracharse y permanecer la
noche sin dormir.
París dibuja su aparición en 1925 cuando después de una conferencia de Louis Aragon,
Buñuel se muda a la ciudad del amor. Es en París donde se va construyendo y nutriendo
lo que hoy en día conocemos del director, ya que además de empaparse de cine, viendo
hasta tres filmes por día, Buñuel tuvo acercamiento a producciones cinematográficas
dirigidas, por ejemplo, por Jean Epstein de quien fue ayudante de dirección en las
películas mudas Mauprat (1926) y La caída de la casa Usher (La chute de la maison
Usher), de 1928.
La obra fílmica y escrita del español la realizó mayormente en Francia y México. Buñuel
llega a México con un proyecto fílmico que lastimosamente no se realizaría pero en 1949,
Dacingers le propuso hacerse cargo de la dirección de El gran calavera, ya que Fernando
Soler no podía ser a la vez director y protagonista. El éxito de esta película y la concesión
de la nacionalidad mexicana animaron a Buñuel a plantear a Dacingers un nuevo proyecto
más acorde con sus deseos como cineasta, proponiéndole, bajo el título ¡Mi huerfanito,
jefe!, un argumento sobre las aventuras de un joven vendedor de lotería. A esta oferta
siguió una mejor respuesta por parte de Dacingers, la realización de una historia sobre los
niños pobres mexicanos, siendo en 1950el año en que Buñuel realizó Los olvidados
• El contexto histórico de la obra
En 1962 rodó El ángel exterminador, una de sus películas más importantes y personales,
en la que aludía a varias bromas privadas de su época de la Residencia de Estudiantes y
del periodo surrealista transcurrido en Francia.
A pesar de que la película esta catalogada como una de las 100 mejores películas
mexicanas, El ángel exterminador no fue pensada en esencia para filmarse en México,
hecho que podemos constatar en el libro autobiográfico “Mi último suspiro” A veces he
lamentado haber rodado en México El ángel exterminador. Lo imaginaba más bien en
París o en Londres, con actores europeos y un cierto lujo en el vestuario y los accesorios.
En México, pese a mis esfuerzos por elegir actores cuyo físico no evocara
necesariamente a México, padecí una cierta pobreza en la mediocre calidad de las
servilletas, por ejemplo: no pude mostrar más que una. Y esa era de la maquilladora, que
me la prestó. Buñuel, Luis (1982). Mi último suspiro. p. 288.