Tantrayana
Milarepa y la Ogresa
“Cuando Milarepa vivía en la cueva de La fortaleza del Garuda, el rey de los creadores
de obstáculos, Vinayaka, produjo una ilusión sobrenatural. Aparecieron 5 demonios con
ojos tan grandes como boles. Milarepa le rezó a su Maestro y a su yidam, pero los
demonios no desaparecieron. Meditó en la visualización de su deidad y recitó mantras
airados pero tampoco se fueron. Entonces se dijo: “Marpa me enseño que todos los
fenómenos y lo seres son mi propia mente. Y que esta mente es vacía y luminosa. Creer
que esos demonios y creadores de obstáculos son algo externo y querer que se vayan
no tiene sentido”.
Sintiendo una profunda confianza en la visión que reconoce que esos demonios son
nuestras propias proyecciones, regresó intrépidamente a su cueva. Los demonios
aterrorizados y girando los ojos desaparecieron.
Esto Cantó la Ogresa de la Roca:
Ese demonio de tus propias tendencias surge de tu mente.
Si no reconoces la naturaleza de tu mente,
No me iré porque tú me digas que me vaya.
Si no comprendes que tu mente es vacía;
Hay muchos otros demonios además de mí.
Pero si reconoces la naturaleza de tu mente,
Las circunstancias adversas te serán favorables.
E incluso yo, la Ogresa de la Roca, estaré a tu servicio.”
MEDITACION
Donde no hay meditador, no hay nada en que meditar
La meditación no es una forma de actividad mental o física. Tampoco
podemos decir que la meditación se sitúe en el campo del conocimiento
objetivo. No es algo perceptible. No se expresa en el ámbito de la
existencia, la energía o el movimiento, sin embargo es un no-estado más allá
de todos los estados. La meditación es la fuente, el origen de todo lo
dinámico y lo no dinámico. Así que, claramente, no es una función, no es
algo que uno pueda hacer.
La meditación trae consigo un nuevo modo de vivir de instante en
instante, un vivir que no puede dividirse en compartimentos: un tiempo
para el trabajo, un tiempo para comer, un tiempo para la meditación y así
sucesivamente. No se puede entrar y salir de la meditación. Ella es el
soporte de toda actividad. En la diversidad de la vida diaria, el fondo sigue
siendo siempre el mismo y todas las actividades son expresiones
espontáneas de este fondo.
En la meditación, el vivir es espontáneo. La vida discurre sin referencia a
un centro controlador, un ego. La imagen de “yo” busca la supervivencia en
las situaciones. Busca seguridad en la repetición y los esquemas adquiridos
de comportamiento. Se esfuerza por hacer de todo lo nuevo y desconocido
algo conocido. En tanto que este sentido de individualidad “controlador”
esté funcionando, jamás podremos llegar a un vivir espontáneo, al no-
estado del que mana todo estado.
La meditación es el fondo de todo hacer, de toda actividad. A menudo se
interpreta como un renunciar a la actividad. Pero detener la mente no es
meditación. Esta misma renuncia no deja de ser una actividad. La
meditación es la quietud que hay más allá de toda actividad y la así llamada
no-actividad.
La meditación lo incluye todo: todas sus expresiones están dentro de sí
misma.
P. Dices que somos meditación y que proceder a meditar es alejarse de la
meditación. Si no es algo que yo pueda hacer, ¿Cómo puedo estar más allá de
toda acción?
R. Simplemente sé consciente de que casi siempre estás en el hacer, de
que controlas, produces, juzgas, interpretas. Date cuenta también de que,
cuando intentas evitar algo, esto sigue siendo una actividad y pertenece a
aquello mismo que estás intentado evitar. No puede haber transformación
mediante el intento. La meditación no es tranquilidad mental. Puedes
detener tu pensamiento mediante la disciplina, pero eso no es una mente
libre. Tan pronto como llegas a ver esto de verdad, has salido del proceso.
P. Muchas tradiciones enfatizan una práctica sistemática de la meditación.
¿Hay algún valor en esto?
R. La meditación no es algo que se practica de siete a ocho de la mañana
y de cinco a seis de la tarde. Para aprender algo práctico como una lengua o
un instrumento musical, uno necesita práctica. Pero no puedes practicar lo
que eres. Uno practica en pos de un resultado en el espacio y el tiempo,
pero nuestra naturaleza fundamental no tiene causa ni tiempo. En el
momento en que intentas meditar hay una sutil proyección de energía y tú
te identificas con esta proyección.
Cuando te haces sensible a las solicitaciones del silencio, puedes ser
llamado a explorar la invitación. Esta exploración es una especie de
laboratorio. Puedes sentarte y observar el ir y venir de las percepciones.
Sigues estando presente a ellas pero no las sigues. Seguir un pensamiento
es lo que le mantiene. Si sigues presente sin hacerte cómplice, la agitación
disminuye por falta de combustible. En la ausencia de agitación te ves
arrebatado por la resonancia de la quietud.
Es como estar solo en el desierto. Al principio escuchas la ausencia de
sonidos y la llamas silencio. Después, tal vez te veas súbitamente
arrebatado por la presencia de la quietud, donde tú y el escuchador sois la
misma cosa. Este cambio de perspectiva muestra ante ti de primera mano lo
que hasta ahora aceptabas de segunda mano como una posibilidad: que no
hay meditador, que la idea de un meditador que medita es sólo un producto
de la mente, una quimera de la memoria. Este descubrimiento es el punto
en que el intelecto llega a un punto muerto y tú te ves capturado por ese
silencio que es el lienzo para toda la paleta de percepción. En este momento
ya no sentirás la necesidad de experimentar en tu laboratorio. La
tranquilidad se integra cada vez más en la vida cotidiana.
P. Entonces, ¿hay un lugar en la vida cotidiana para sentarse a meditar?
R. Nuestro estado natural es la quietud, pero tú sólo te conoces a ti
mismo en el hacer, que oculta el fondo de tranquilidad. Toma nota del
deseo de sentarte a meditar. No lo detengas, apartes, evites ni controles.
Contémplalo como contemplas las olas del océano. Pero ten cuidado.
Puede que pienses que estás mirando a las olas cuando el mirar es todavía
una idea. En la contemplación completa no hay interferencia psicológica
bajo la forma de interpretación, emotividad o distanciamiento. No hay
introversión de los sentidos. Estos siguen estando ahí mientras tengas
oídos, ojos y nariz. Si te propones liberarte de los sentidos, de la agitación,
sigues proyectando un “afuera”, un otro. Ello refuerza la relación sujeto-
objeto.
Cuando estés alerta verás que hay en tu vida cotidiana breves momentos
en que la tranquilidad aparece. Si no ignoras esta quietud y te dejas llevar
por ella, cada vez te solicitará más y aflorará en ti el deseo de ser esta
quietud conscientemente, es decir, continuamente. De este modo, la
meditación te atrae hacia sí. Llegarás a ver que, aunque ocasionalmente la
mente pueda estar quieta, su naturaleza es movimiento, y esa tranquilidad
real es la fuente de la función y la no-función por igual.
P. Mi vida es tan ajetreada que ni siquiera me doy cuenta de estos
momentos tranquilos de los que hablas. ¿Cómo entonces puedo comenzar a
ser arrebatado por ellos?
R. Es importante, en un principio, que aceptes la posibilidad de que tu
verdadera naturaleza sea tranquilidad, silencio. Entonces estarás abierto a
una nueva perspectiva.
Empieza a darte cuenta de que, en el instante en que un deseo se
cumple, hay un momento fugaz de ausencia de deseo en que no queda
ningún pensamiento. Este momento libre de deseo es de la misma
naturaleza que el silencio que continuamente eres. Es una pequeña ventana
a cuyo través, si miras, afluye luz a tu habitación sombría. La misma quietud
aparece en el espacio que hay entre dos pensamientos o cuando se ha
llevado a cabo una acción y no hay nada que hacer inmediatamente
después. Esta quietud es realización.
En la vida diaria hay momentos en el que el proceso de pensar se detiene
de un modo natural. Pero no se trata de una ausencia de producción. Uno
se siente completo porque no ha habido ninguna voluntad involucrada.
Toma nota justo antes de dormir, cuando el cuerpo renuncia a ser un
cuerpo. Es como el sol poniente. Tú observas el sol y te sientes a ti mismo
como el que ve. Así, si observas cómo tu cuerpo se disuelve en la totalidad,
tal vez haya momentos en que te sientas todavía despierto. Por la mañana,
cuando el cuerpo se despierta, es como el sol naciente. Deja que el cuerpo
se despierte lentamente. Entonces verás que ya estás despierto antes de
que el cuerpo reaparezca. Esta conciencia que no está asociada con el
cuerpo-mente es la misma que aquélla que hay entre pensamientos y
deseos.
P. Cuando sigo las solicitaciones de estar quieto y me siento en silencio, me
quedo dormido. ¿Qué puedo hacer para evitarlo?
R. Primero, has de ver que estás dormido en la vida diaria, que tu mirar
es más que nada memoria, que no investigas, no exploras de verdad. Los
objetos que se ven a través de la memoria se vuelven aburridos porque la
memoria es lo ya conocido. Date cuenta de esto. En la realidad, cada
aparición es nueva pero la imagen de “yo”, que halla seguridad en la
repetición, es la causa de la anticipación en tu mirar. Cuando realmente ves
un árbol, todo tu ser está en ello. No sólo ves las hojas y las ramas; sientes
supervivencia en el árbol, su dinamismo, el deseo de tomar luz, su
sufrimiento tal vez. El árbol se convierte en un secreto abierto que tú
encuentras fascinante. Si no estás despierto y alerta, dormirás con tu
proyección.
P. En el laboratorio de la meditación, ¿hay una buena postura para llegar a
una mente tranquila?
R. Ten esto claro. Ninguna postura puede ayudar o dificultar el estar en
quietud pero, del mismo modo que cuerpo y mente son todo uno, un
cuerpo relajado te lleva a una mente tranquila. Toda postura que sea
cómoda es la postura correcta.
P. ¿Qué hay de las técnicas que emplean objetos para la meditación?
R. Todas las técnicas apuntan a aquietar la mente. Pero, de hecho,
embota la mente el fijarla en un objeto. La mente pierde su alerta y sutilidad
naturales. Deja de ser una mente abierta. La meditación no consiste en
meditar en algo. El centrarte en un objeto te mantiene preso en lo
conocido. La meditación pertenece a lo incognoscible.
Tranquilizar la mente mediante técnicas puede proporcionarte un cierto
estado de relax pero, en el momento en que lo dejas, el problema de la vida
diaria continúa. La práctica de meditación regular tal vez te familiarice con
un estado de paz que recuerdes en la vida cotidiana. Aparentemente vives
con menos agitación, pero esta relajación sigue siendo un estado del que tú
eres consciente. Es un estado de dualidad. Si bien posee valor terapéutico,
nada tiene que ver con nuestra verdadera quietud. Ya que sigue
perteneciendo a una función.
Una mente tranquila, un estado relajado, es un objeto de la consciencia,
una fracción, y una fracción nunca puede llevarte al todo. Tal vez te
proporcione un vislumbre de tranquilidad, pero existe el gran peligro de
que, si procedes de esta manera, te quedes fijado en la percepción. Para
todas las enseñanzas progresivas, la transición del sutil estado de profunda
relajación al no-estado permanente sigue siendo un enigma.
P. Cuando me siento en silencio, afloran muchos pensamientos y
sentimientos. ¿Cómo debo afrontarlos?
R. Lo que aflora son residuos del pasado acumulados mediante la
ensoñación. Permanece presente a ellos, libre de todo motivo para
suprimirlos. Si los pensamientos que surgen se remiten a un centro serán
empujados al inconsciente o remitidos a lo ya conocido. Los residuos cobran
vida mediante asociación de ideas.
Todo lo que surge es conflicto, creado por el reflejo de tomarse a sí
mismo como una fracción, una entidad separada. Cuando deja de haber un
centro de referencia, estos conflictos emergen como burbujas desde el
fondo del océano y, no hallado ningún obstáculo en la superficie,
desaparecen para siempre en el espacio vacío de tu estar presente.
La eliminación jamás puede tener lugar a través del análisis. Sólo puede
tener lugar en tu plena conciencia sin la obstrucción de la mente. La
transmutación sólo puede tener lugar en la Presencia.
P. ¿Quién es aquél que quiere meditar?
R. El objeto de sentarse a meditar no es otro que encontrar al
meditador. Cuanto más busques, más te convencerás de que no se puede
encontrar.
Primero, investiga sobre tu necesidad de meditar. ¿De dónde viene
realmente esta necesidad? Del deseo de estar realizado, de estar tranquilo.
De modo que la necesidad de meditar proviene de un sentimiento de falta.
Haz de esta falta un objeto de investigación. ¿Qué es? Una falta de totalidad.
Te tomas a ti mismo por un meditador, una entidad en el espacio y el
tiempo, y tratas de llenar este aislamiento meditando. Pero el meditador
solamente puede meditar sobre lo que ya conoce y él mismo pertenece a lo
conocido. Es un círculo vicioso.
Fundamentalmente, tú no eres nada, pero no te das cuenta de ello y
proyectas energía en buscar lo que eres. Es un movimiento centrífugo que
te aleja de tu propio terreno.
Cuando, mediante la auto-investigación descubres que el meditador no
existe, toda actividad deja de tener objeto y tú llegas a un estado de no
persecución de objetivos, una apertura a lo incognoscible. El dinamismo de
producir se detiene y toda la energía proyectada y dispersada en la
persecución de fines se libera y vuelve a su estado natural, libre de fijación o
límites. Te encuentras entonces a ti mismo en un estado en el que todos los
puntos de referencia se han desvanecido.
P. Yo he sentido la necesidad de entrar en un retiro silencioso. ¿De dónde
viene esta necesidad?
R. Del mismo silencio. Profundiza en la necesidad de estar en silencio y
no en la interferencia mental de cómo, dónde y cuándo. Si sigues el silencio
hasta su fuente, puedes ser arrebatado por él en un momento.
P. Tengo un deseo de quedar en silencio durante largo tiempo, porque no
hablar me ayuda a ver más claramente la agitación de la mente.
R. Silencio es estar libre de producir. ¿Qué necesidad hay de renunciar al
habla durante unos meses? No llegarás a entender más, con ello, la
naturaleza de la mente y de toda la existencia. La abstinencia de producir
voz no es silencio porque el pensamiento continúa todavía su agitada
marcha. Muchas personas, en la India, se entregan a la abstinencia de habla,
pero la maquina sigue funcionando. Sólo podemos pensar mediante
palabras. El pensar es una sutil pronunciación en la que el sonido se siente
pero no se articula, de modo que abstenerse de hablar no tiene sentido.
Hablar es hermoso. Nuestro cuerpo está construido de habla. Cada parte,
cada materia, tiene su propio sonido, su propia vibración.
Un brahmacharya no llega al verdadero silencio renunciando
voluntariamente a las funciones naturales del cuerpo, sino tomando nota de
toda actuación mecánica para que no se desperdicie la energía. Cuando te
acostumbras a escuchar, a observar, comienzas a tomar tus sentidos y tus
facultades de pensamiento como vehículos. Lo importante es llegar a saber
cómo funcionas. Detener voluntariamente la voz o los pensamientos es
violencia. No tiene nada que ver con la verdadera tranquilidad.
P. ¿Cómo puedo llevar mis pensamientos a la quietud?
R. No forzándote a guardar silencio. Observa tan sólo que los alimentas
mediante el reflejo mecánico de la imagen de “yo”. Vives
predominantemente en la asociación de ideas y la interpretación. Cuando
veas esto con claridad dejarás de ser un cómplice y el gasto de energía
disminuirá. El pensamiento se volverá menos concreto y, lo que queda, lo
sentirás como energía sutil, una especie de impulso. La energía localizada en
el impulso ya no será llevada a alcanzar el cerebro para encontrar el
símbolo, la palabra. Incluso este mismo impulso terminará reduciéndose en
tu observación. Entonces habrá una súbita transferencia de énfasis que
pasará del observar como percepción al observar como ser. Lo observado
que es energía fija, se disuelve en observación, en energía sin
concentración. Tienes la impresión de que el observar pierde localización y
tú te expandes en un espacio sin centro ni periferia. En esta vacuidad, en
este no-estado, todos los estados aparecen y desaparecen.
Lo primero es acostumbrarte a ver y escuchar sin interpretar. Manténte
apartado de lo ya conocido.
P. ¿Qué es la fijación en un solo punto?
R. Tal como generalmente se entiende es lo mismo que concentración.
Es centrarse en un punto con exclusión de los demás. Esto se combina con
la búsqueda de un resultado. Una mente tranquila no es una mente sin
pensamientos. Es una mente sin agitación. El silencio no está en ninguna
parte y en esta no-localización aparece la función mental.
La mayor parte del tiempo estás concentrado. Siempre está el reflejo de
encontrarte a ti mismo en alguna parte. En la concentración, tomas algo de
la percepción para ti mismo. En la observación real, no surge la necesidad
interna de localizar. Cuando no tomas nada de la percepción, ésta se
disuelve en atención.
Cuando entres en una habitación, deja que los objetos te vean. No lleves
tú la acción de ver contigo. Entonces tu mirar se expandirá y será
multidimensional. Sé consciente de cuán a menudo te concentras, es decir,
llevas contigo esquemas de visión. Tu mirar no es fresco sino condicionado.
Cuando tu funcionamiento no está concentrado, la energía se libera y
despliega. Puede que te sorprendas ante lo que aparezca.
P. ¿Es lo mismo contemplación que meditación?
R. La investigación profunda conduce a la contemplación u oración. Por
medio de una dedicada contemplación podemos armonizar con la
consciencia, la luz que constituye todos los fenómenos. Esta luz es nuestra
naturaleza intrínseca. Nuestro ser está siempre brillando. Nuestra
verdadera naturaleza es la apertura, escuchar, liberación, entrega sin
producción ni voluntad. La oración o contemplación es una aceptación
gustosa, libre de proyección y expectativa, de demanda y formulación.
Invita al objeto a desplegarse en ti y te revela tu propia apertura. Vive con
esta apertura, con esta inmensidad. Armonízate con ella. Es amor. La
ardiente contemplación te lleva a vivir la meditación tan esencialmente que
son una misma cosa.
P. ¿De dónde viene el deseo de ser el silencio conscientemente?
R. El deseo proviene de lo que se desea. Es quietud atraída a sí mima en
todas sus expresiones. Es Amor que se ama a sí mismo en el Amado. No hay
nada personal en este deseo original.
El silencio es el continuo en los tres estados, vigilia, sueño y sueño
profundo. En el sueño profundo se refleja la verdadera quietud. Cuando el
cuerpo se despierta por la mañana, decimos: “He dormido bien”. Dado que
el cuerpo no estaba presente en nuestra consciencia el dicho no se refiere al
cuerpo. Pertenece a la profunda quietud impresa en nosotros. De esta
manera el sueño profundo despierta el anhelo de paz y meditación en todos
los estados.
P. Si uno vive en este no-estado del que hablas, ¿cómo funciona uno en el
mundo?
R. La meditación, que es el soporte de toda actividad, no se ve afectada
por ninguna función. La función tiene lugar en el espacio y el tiempo y es
discontinua. Es experiencia. La meditación es intemporal y continua; es no-
experiencia. En la meditación no hay centro de referencia ni repetición. Es
una postura interior constante de tranquilidad. La acción vive en esta
tranquilidad. La tranquilidad no se ve afectada por la acción o la no-acción.
Puedes desarrollar todas las actividades de tu vida diaria sin que el fondo de
quietud se vea afectado. El fondo es diferente de la actividad o no-actividad,
así que no tiene objeto renunciar a una u otra para “alcanzar” el fondo.
Cuando vives en meditación, todo emana de la inherente inteligencia de la
mente y el cuerpo. Ya no eres propulsado por un centro condicionado.
Quedas liberado para ser realmente creativo. En la meditación viva, la
tranquila luz de la inteligencia creativa ilumina todo funcionamiento y le da
verdadero significado.
Jean Klein, Maestro de la tradición Tantrica de Cachemira (Triká)
LIBRE Y RELAJADO
UN CANTO VAJRA ESPONTÁNEO
Guendun Rimpoché.
La felicidad no se consigue
con grandes sacrificios y fuerza de voluntad;
ya está presente en la relajación abierta y en el soltar.
No te esfuerces,
no hay nada que hacer o deshacer.
Todo lo que aparece momentáneamente en el cuerpo-mente no tiene
ninguna importancia,
sea lo que fuere tiene poca realidad.
¿Por qué implicarse con ello y después apegase? ¿Por qué emitir juicios
sobre eso y sobre nosotros?
Es mucho mejor dejar
simplemente que todo el juego ocurra por sí mismo,
Surgiendo y replegándose como las olas
-sin alterar ni manipular nada-
y observar cómo todo se desvanece y
reaparece mágicamente, una y otra vez,
eternamente.
Es nuestra búsqueda de la felicidad
lo único que nos impide verlo.
Es como perseguir un arco iris de vivos colores que no alcanzas jamás,
o como un perro intentando atrapar su propia cola.
Aunque la paz y la felicidad no existen
realmente como una cosa o como un lugar,
están siempre disponibles
y te acompañan a cada instante.
No creas en la realidad
de las experiencias buenas y malas;
pues son tan efímeras como el buen tiempo y el mal tiempo,
como los arco iris en el cielo.
Deseando aferrar lo inaferrable,
te agotas en vano.
En el instante en que abres y relajas ese apretado puño del aferramiento,
ahí está el espacio infinito, abierto, seductor y confortable.
Sírvete de esta espaciosidad,
de esta libertad y tranquilidad natural.
No busques más.
No te adentres en la enmarañada selva
siguiendo el rastro del gran elefante despierto,
pues ya está en casa descansando apaciblemente
enfrente de tu propio hogar.
Nada que hacer o deshacer,
nada que forzar,
nada que desear,
nada falta.
¡Emahó! ¡Maravilloso!
Todo sucede por sí mismo.
Lama Gendun Rinpoche, Maestro de la tradición Tantrica Tibetana,
linaje Karma Kagyu.
Recordatorio de Asanas
Secuencia de Asanas
Shavasana - postura del cadáver, relajados sintiendo la simultaneidad de sensación y
pensamiento.
Paschimottanasana – punto de “entrada”: Ombligo (nabhi), silaba RAM
Inclinaciones
Tung (la caracola) e inclinaciones – punto de “entrada”: Ombligo, silaba RAM
Inclinación del lado izquierdo – punto de “entrada”: lado derecho del cráneo, silaba
OM
Inclinación frontal – punto de “entrada”: entrecejo, silaba OM
Inclinación de la nuca – punto de “entrada”: Nuca, silaba OM
Inclinación del lado derecho – punto de “entrada”: lado izquierdo del cráneo, silaba
OM
Inclinación frontal – punto de “entrada”: entrecejo, silaba OM
Inclinación de la nuca – punto de “entrada”: Nuca, silaba OM
Inclinación con ambas piernas estiradas, enganchados de los dedos, nuca ligeramente
hacia atrás, punto de “entrada” Nuca, silaba OM
Mahasiddha asana – punto de “entrada”: parte más alta de la cabeza, silaba A
Bhujangasana (cobra) – dinámica 3 veces y en asana mientras sea cómodo.
Vajrasana – punto de “entrada”: Parte más alta de la cabeza, silaba A
Ardhamatsyendrasana – punto de “entrada”: ombligo, silaba RAM
Gomukasana – punto de “entrada”: penetración de sahasrar.
Ustrasana – punto de “entrada”: pecho, silaba YAM
Balasana – punto de “entrada”: cráneo, silaba OM
Padahastasana – punto de “entrada”: aswini mudra
Ascenso suave hasta Tadasana
Vrikasana – punto de “entrada”: espontaneidad del equilibrio
Kakasana- punto de “entrada”: espontaneidad del equilibrio
Bhujangasana- punto de “entrada”: coxis
Krishnasana – descanso igual que en Shavasana
Sarvangasana- punto de “entrada”: base de la garganta, silaba HAM
Halasana- punto de “cuello”: pecho, silaba HAM
Matsyasana- punto de “entrada”: pecho silaba YAM
Vajroliasana- punto de “entrada”: coxis, silaba HAM
Shavasana con estiramientos (manos, ojos, lengua, pies)
POSTURA PARA EJERCICIO ESPECIAL
“Postura del Vajra”
Que todos los seres sean felices, dichosos y plenos!
Que todos percibamos que todas las experiencias son tan insustanciales como el tejido
del sueño de la noche!
Que todo aquel que me vea, me toque, me escuche o se acuerde mí, despierte a su
naturaleza atemporal, más allá del trance a “antes y después”..