0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 370 vistas118 páginasLa Conquista Del Espacio Cubano. Perez de La Riva
La conquista del espacio cubano...
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BIBLIOTECA a CANTRALcafetalera; en fin, que este autor sigue siendo una fuente
de obligada consulta, no sé6lo por sus temas y resultados,
sino muy especialmente por sus métodos, por la constante
problematizacién, su ojo critic y el agudo dominio de las
fuentes. Es una obra fundamental para la nueva hornada
de profesores e investigadores de ciencias sociales y hu-
manidades.
Jess Guaxcne
Algo mds que una introduccién
La obra intelectual de Juan Pérez de la Riva Pons
(1913-1976), tanto la publicada como aquella ma-
nuscrita, recorre el campo de la historia, la geogra-
fia, la demografia, y una gran diversidad de temas
dentro de éstas, y resulta de compleja clasificacion
temitica debido al cardcter multidisciplinario de gran
parte de lo que escribid; aunque muestra como ca-
racteristica comin el tratamiento de lo cubano.
Se exponen a continuacién imprescindibles re-
ferencias de cardcter biografico para facilitar el co-
nocimiento del hombre, del cientifico social tuya
diversidad llamara la atencién, asi como diversos
aspectos relativos a su obra y al método que aplica-
1a; finalmente, la presentacién del contenido de este
volumen cierra esta suerte de introduccién.
‘l autor
Juan Pérez de la Riva, o mejor Juan, como preferia
que le llamaran, sintetiz6 su curriculum en ocasién
«le la edicién para la editorial espafiola Ariel del li-
bro Para la historia de las gentes sin historia, publicado
on 1976, de la siguiente manera, y cito:Naci en 1913. Estudios universitarios en
Grenoble y Parfs. Profesor titular de la Facultad
de Humanidades de La Habana. Profesor invita-
do del College de France y del St. Anthony's
College de Oxford; profesor asociado de Paris.
Nanterre. Geégrafo e historiador. Cubano y re-
volucionario,
El propio Juan, un afio antes, cuando preparaba
su ficha autobiografica para la edicién de los dos
Primeros voltimenes del Anuario de Estudios Cubanos
que Ramén de Armas editara, decfa
En Cuba se me considera més bien como
demégrafo, aunque mi obra en este campo sea
bastante transparente. En Francia, como geé-
grafo —pero en este ambito tampoco he publi-
cado nada muy digno de mencién—. En los pai-
ses socialistas creen que soy historiador. En otras
artes tal vez me tengan por economista o so.
Cidlogo.
La obra de Juan fue comentada pot amigos y co-
laboradores, quienes se pronunciaran al respecto,
sin eludir, logicamente, la necesidad de referirse tam.
bién a las cualidades del hombre para entonces
explicar al cientifico,
El propio Ramén de Armas, en el prélogo que
escribiera en 1973 para la edicin de El barracén y
otros ensayos, decia a propésito de los trabajos de
Juan Pérez de la Riva:
han representado en nuestro pais, un aporte
metodolégico fundamental: la introduccién de
las cifras en el andlisis histérico; la instrumen-
tacién de indices numéricos que permitan ir mas
hondo y més lejos tanto en el conocimiento de
nuestro pasado como en la interpretacién de
nuestro presente.
Angel Luis Fernandez, al hablar de Juan en una
crénica publicada en La Gaceta de Cuba con posterio-
ridad a su muerte, lo calificaba como demégrafo bri-
ante, profundo conocedor de nuestra historia y del
entramado econdmico que la sustenta.
Frank Pérez, en la presentacién a las entrevis-
(as sobre Juan Pérez de la Riva que aparecen publi-
cadas en la Revista Catauro, n° 2 del 2000, lo califica
como:
notable cubano, enciclopédico, erudito, criollo
yuniversal, dotado a su vez de una extraordina-
ria modestia y honestidad intelectual sin limi-
tes [...] métodos novedosos, audaces [...] Juan
conjugaba su rigurosa formacién cientifica con
una profunda vocacién humanistica,
Miguel Barnet, a quien Juan conociera en 1960
cuando ya dirigia la Revista de la Biblioteca Nacional
José Marti, loveia y asf también lo expresa en una de
Jas entrevistas que aparecen publicadas en la revista
ya citada, como:un auténtico intelectual, un intelectual inte-
gral [...] Era un hombre generoso, desprendido,
que no tenfa ese afin desmedido por publicar
(...] de una formacién y una vocacién universa-
les, mas que un poligrafo, fue un verdadero
enciclopedista, y su método constitufa una crea-
cién propia.
Su obra
Su trabajo y su obra tocaron diversos angulos de la
geografia, la historia y la demografia, por lo que con
iguales derechos, tanto geégrafos, como historiado-
res y demégrafos, entienden muy justo identificarle
como tales.
La contribucién cientifica que legé a las dife-
rentes ramas de las ciencias sociales en las que tra-
bajé puede resumirse expresando que Juan devino
el primer demégrafo que la Revolucién Cubana apor-
t6; fue a su vez introductor de las técnicas de medi-
cién cuantitativa en la investigacién histérica, y més
que eso, el precursor en Cuba de una concepcién
nueva de la historia; gedgrafo integrador de la rela-
cién sociedad-hombre-naturaleza a la hora de inter-
pretar la evolucién del poblamiento, a la vez que
intérprete de la dindmica de los paisajes geogréficos
desde el punto de vista histérico-econdmico.
La diversidad y el rigor que distinguen los re-
sultados de su labor cientifica obedecen no sdlo a
10
la influencia positiva que representaron en su for-
macién profesional sus estudios en Francia a fina-
les de los afios 30, sino también al conocimiento
del materialismo historico que adquirié a través de
lecturas organizadas por los presos politicos en el
presidio a inicios de la misma década. Pero a su
vez, la diversidad y alcance de su obra también se
explican debido a su experiencia al frente de la ha-
cienda propiedad de la familia en las serranias
pinarefias, asi como al destino que tomé su propia
vida a partir de 1959, cuando al dejar de ser propie-
tario de tierra, luego de la entrega de éstas al Insti-
tuto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), se
convirtié en asesor de la Coleccién Cubana de la
Biblioteca Nacional, y poco tiempo después direc-
tor de la Revista de dicha institucién, profesor de
la Escuela de Geografia de la Universidad de La
Habana ¢ investigador del Instituto de Geografia
de la Academia de Ciencias, creados ambos en la
primera mitad de los aftos 60.
Su labor como intelectual cubano que publica
fundamentalmente después de 1959, pudiera
resumitse en tres grandes campos de actividad, y a
cada una de ellas vale la pena referirse: la investiga
cién y publicacién cientificas, la docencia y el aus-
picio de innumerables ideas que a través de la
colaboracidn y la asesorfa ofrecié a especialistas de
muchas organizaciones e instituciones del pais. Mas,
todas estas diferentes formas de proyectar su traba-
jo cientifico se caracterizaron a su vez por la cubania,
el sentido critico y la imaginaci6n y creatividad que
ulimprimia a todo lo que hacia, tal como muchos le
reconocen.
Esa pasién por lo cubano es expresiva de
sentimentos de identidad y arraigo patrios, que la
revolucién fertiliz6. El desarrollo de la fantasia, la
imaginacién y la creatividad que matizan su obra
obedece a su propia decisién, cuando decia:
me gusta andar por caminos nuevos, si me limi-
tase a cosas simples, a lo que se encuentra en
los manuales, si no hubiera hecho mas que de-
mografia estadistica e historia narrativa no hu-
biese sido yo mismo.
Su trabajo de investigacién se expresé en mas
de 110 titulos que han sido ya publicados; 72 arti-
culos cientificos, casi a razén de mas de cuatro artf-
culos como promedio anual entre 1960 y 1976,
periodo que comprende su vida intelectual activa,
25 libros y folletos, ademas varias contribuciones
entregadas en eventos cientificos internacionales.
& Ms de la tercera parte de su produccién con-
sistente en articulos, se publicé en la Revista de la
Biblioteca Nacional José Marti y en menor proporcién
en las revistas Bohemia, Economia y Desarrollo, Cuba
Internacional y en el Boletin Demogréfico, Suplemento
del Militante Comunista. La cuarta parte de su pro-
duccién de libros y folletos ha resultado publicada
por la Editorial de Ciencias Sociales, mientras que
una décima parte de ella integré los trabajos publi-
cados por la Escuela de Geografia, Algo menos de la
12
tercera parte de su obra, esta a su vez compilada en
dos importantes trabajos, El barracén y otros ensayos
y Para la historia de las gentes sin historia que aparecie-
ron en 1975 y 1976, respectivamente. Finalmente,
en el 2000 vié la luz su libro escrito antes de 1970,
Los culies chinos en Cuba donde se recogen en mas de
400 paginas una extensa obra sobre todo lo conocido
hasta entonces —porque ya habia sido parcialmente
publicado por Juan antes de su fallecimiento— uni
do a materiales hasta ese momento inéditos sobre
esta salvaje forma de explotacién humana.
Tanto su quehacer investigativo como su obra
cientifica misma, es decir lo publicado, puede
clasificarse en cuatro grandes tematicas: estudios re-
gionales, en lo que lo histérico y 1o geogréfico se
entrelazan para apreciar e interpretar la evolucién
del poblamiento cubano a lo largo de los siglos; la
demografia propiamente; la historia de las gentes sin
historia, es decir el interés de la historia del pueblo,
de los cules chinos, los negros esclavos y los anti-
lanos llegados a Cuba, ensayos estos en donde la
demografia histérica y la antropologia social se
solapan con la historia econémica, y por tiltimo el
anélisis de hechos de nuestra historia.
Si asf de voluminosa resulta su obra en tan poco
tiempo publicada, tan importante y cuantiosa lo es
aquella inédita e inacabada, y al respecto habria que
citar la historia de la esclavitud y la trata, la evolu-
cién del poblamiento precolombino de Cuba y Amé-
rica Latina y El niimero de los hombres, obra que
pretendia ser la versién cubana de los anuarios de-
13mogréficos de las Naciones Unidas, sélo que
contentiva también de ensayos, anilisis y comenta-
rios alas tablas y graficos, en donde encontrara que-
hacer cuanto alumno trabajara con Juan
Su método de trabajo y la labor como formador
Quienes valoran a Juan se refieren con especial inte-
rés al método de trabajo, que califican de original.
Juan le imprimfa a todo lo que iba a investigar, a
publicar, una vision de integralidad, visién de con-
junto del objeto en si mismo y del entorno, enten-
dido éste como un momento histérico determinado,
tuna regién, una hacienda, una merced otorgada por
el cabildo, el paisaje, segtin fuera el caso. Luego se
esforzaba por escudrifiar las relaciones entre el pro-
pio objeto de investigacién y su entorno, aspecto
que partia indudablemente de una comprensién y
dominio previo del tema, alcanzados a través de
muchos afios de lectura y del vasto conocimiento
que posefa de las fuentes de referencia y de los ar-
chivos cubanos. No le resultaba necesario explicitar
de forma esquematica todo lo que ahora conocemos
como elementos del disefio de la investigacién, aun-
ue si tenia una claridad meridiana del problema que
queria explicar. Cualquier objeto de investigacion
que abordaba, era presentado en forma desmenuza-
da, transitando de lo més general, a lo particular, y
Iuego se ocupaba de entrelazar todos los hilos de la
madeja que iba abriendo. Hay en el plan de sus obras
14
cespacios ocupados por epigrafes que se suceden unos
tras otros, como respondiendo ala logica del hecho
analizado, los que luego resultan de una forma tan
exhaustivamente tratados que, al final de la obra en
cuestién, cada uno de los epigrafes puede generar
una nueva linea de investigacién. Quien lee su obra
queda impresionado por la erudicién que muestra,
por ese afin que debe animar a todo investigador de
argumentar y probar todo lo que afirma, apoydindose
pata ello en rigurosas citas y referencias 0 notas bi-
bliograticas
Juan desempefié también un papel importante
como auspiciador y promotor de ideas mediante el
Gjercicio de la asesoria a organismos, como fueron
sus colaboraciones con el Ministerio de Salud Pa-
blica y el Ministerio de Educacién, entre otros. Al-
‘gunos quizés no conozcan que el influjo de su obra
—més una serie de coyunturas demograficas exis-
tentes en el pais— explican que en el decenio de los
60 Cuba tuviera, por primera y Gnica vez, una Comi-
sin Demogrifica adscrita al Departamento de Orien-
tacién Revolucionaria del Comité Central que
dirigiera Juan Mier Febles, con la asesorfa cientifica
y ejecutiva de Juan Pérez de la Riva; comisin ésta
que editara el Boletin Demografico, serie interesante,
novedosa y esclarecedora en cuanto a posiciones
demogrificas de trascendencia ideol6gica, de la cual
fuese su redactor principal
Pero si hay algo que resaltar sobremanera en la
obra de Juan es su trabajo como formador de las
nuevas generaciones de demégrafos, gedgrafos e his-
15toriadores que la Revolucién promovid. Lo mejor de
su proyeccién como educador no estuvo en el ma-
gisterio de sus conferencias plagadas de sabiduria y
argumentacién, sino en su didlogo con los estudian-
tes en el contexto del trabajo de gabinete o en el
campo,y lo cito cuando expresara:
Para mi lo mejor de todo han sido las charlas
con los estudiantes, el trabajo de campo en las
Sierras, las discusiones en mi “perrera”” de la
Biblioteca Nacional, todo aquello de lo que no
queda huella visible, las vocaciones orientadas,
Ja metodologia ensefiada de boca a oreja, las
amistades jévenes, la informacién cotidiana a
numerosos compafieros.
Mucho aprendimos trabajando con él, primero
como estudiantes y luego como colaboradores cuando
ya nos sentiamos algo més seguros. Mucho tam-
bién debemos hoy a esa experiencia de trabajo que
siendo estudiantes tuvimos. Pero equivocados estd-
bamos, cuando como estudiantes pensibamos que
s6lo nosotros nos beneficiabamos de aquella rela-
cién. Un dia nos expres6 y asi lo recogié en su auto-
biografia:
La impresién de plenitud que he tenido no ha
sido mas que el reflejo de los afios de trabajo
* Manera que tenia de referirse carfiosamente a su estrecho
Tocal de trabajo eno de ios donde la cscusion centien
siempre estaba presente. ni
16
con ustedes, He sido hasta cierto punto un
amplificador de lo que hay en ustedes. Tal vez
no tienen plena conciencia de ello. El trabajo en
la Sierra y en la Biblioteca fue para mi un esti-
mulante; ideas que ustedes me Ilegaban a for-
mular yo les daba cuerpo, forma, pero a mi solo
no se me hubieran ocurrido.
Juan murié en diciembre de 1976, cuando su
obra cientifica alcanzaba la plenitud de su realiza-
vin y daba los frutos mas valiosos; mas su mejor
obra fue todo lo que con tanto affn se empefio por
brindar.
La presentacién de esta coleccién de ensayos
La tarea de preparar una compilacién resulta enton-
ces algo dificil, no solo por la diversidad ya comen-
tada de su obra, sino también por el alcance y tamafio
delamisma
Manuel Alvarez Mufiiz y Rina Caballero del Ris-
co, ambos gedgrafos y antiguos alumnos de Juan,
contribuyeron con la que suscribe, de igual profe-
sién y también discipula y colaboradora de Pérez de
la Riva, en la preparacién de este volumen. El mis-
mo constituye el primer resultado de un propésito
convertido en proyecto, cual es la tarea de compilar
una parte importante de la obra de Juan, tanto la
publicada, como en una segunda etapa, la inédita
Esta coleccién contiene diferentes articulos y ensa-
7yos publicados todos entre 1965 y 1976, que apare-
cieron en diversas revistas y libros de la 6poca. No
hemos dudado en publicar lo ya publicado, especial-
mente cuando han transcurrido més de 20 afios,
pues hoy conviven en nuestro pais diferentes gene-
raciones de investigadores, y una parte importante
de ellos ha devenido como tal después del Periodo
Especial que lastimé con creces la produccién cien-
tifica y la politica editorial de nuestras institucio-
nes, raz6n por la cual algunas de estas obras, son de
dificil consulta. Por otra parte, la posibilidad de com-
pilar los trabajos, agrupdndolos de una u otra ma-
nera, facilita la aprehensién del conocimiento de
manera sistémica y répida,
Valoramos que resulta posible la publicacion
de diferentes compilaciones, en donde los articu-
los y ensayos que las compongan tengan determi-
nada unidad. Asi por ejemplo, distinguiamos la
posibilidad de compilar todos aquellos trabajos
donde Juan recoge y valora el testimonio que dife-
rentes viajeros y personalidades de ios siglos xvin y
20x escribieron sobre Cuba y en particular sobre la
ciudad de La Habana. De igual manera, los articulos
y ensayos que abordan el tema de la esclavitud y el
trafico de negros durante el siglo xix, constituyen
otra unidad susceptible de ser reunida con vistas a
su ulterior publicacién. La demografia, pudiera tam-
bién convertirse en tema para la publicacién de otro
libro. Y hasta aqui hacemos tan s6lo referencia ala
compilacién de su obra ya publicada, Su obra inédi-
18
\a, dispersa en manuscritos y proyectos inconclu-
sos es mucho més vasta, pero también requiere de
tiempo y de recursos.
La compilacién que recoge el libro que se pre-
senta abarca el tema del proceso de poblamiento
cubano, Este término de cardcter geografico, se re-
serva para describir la forma en que los hombres y
mujeres van asentandose en un territorio, o sea,
van ocupando el espacio geogrifico alo largo de la
historia, Juan pretendia en las postrimerias de su
vida, escribir precisamente un libro donde descri-
biera este proceso, cuyo proyecto denominé “La con-
quista del espacio cubano” y al respecto ya habia
publicado parte de las piezas que comprenderia, y
venia escribiendo y preparando el resto de ese todo.
A pesar de no haberse localizado atin los manus-
critos en los que trabajé durante los titimos meses,
dle su vida, se ha preferido utilizar el titulo sugeri-
do por él.
Esta coleccién retine ensayos y varios articulos
sobre este proceso de caracter geogréfico-econémico
chistérico, yel lector, encontraré también la referen-
cia de la fuente bibliogrdfica donde fueron original-
mente publicados. Los textos seleccionados se
disponen en tres grandes partes, cuya disposicién
interna responde a la légica de transitar por las,
condicionantes y las repercusiones, que desde el punto
de vista histérico y econémico implicé este proceso
de ocupacién del espacio geogréfico cubano.
En la primera parte se han reunido dos articu-
Jos y la versién de una entrevista colectiva en donde
19participara Juan y algunos de sus estudiantes cola-
boradores. En ellos se exponen los elementos deter-
minantes del citado proceso. El articulo “Poblamiento
y ciclos econémicos en Cuba” resulta la traduccién
del francés del publicado en Francia en 1973. Tiene
la exclusividad y novedad de analizar la accién del
hombre en la transformacién del paisaje geografico
a través del balance del papel de este dltimo como
recurso, indeferencia o resistencia a la implantacién
humana, y también de identificar diferentes ciclos
enlaevolucién histérica de nuestro pais, asociados
al transito de la flota y al desarrollo de la ganaderia,
el tabaco, el café y el azticar. Se incluye también la
intervencién que hiciera Juan durante una confe-
rencia impartida en 1965 para abordar el tema del
origen y evolucién histérica de los asentamientos
rurales en Cuba, y en particular de los bateyes azu-
careros.
La segunda parte toma su nombre del articulo
titulado “Una isla con dos historias” publicado en
1978 en la revista Cuba Internacional, nimero dedi-
cado a los cien afios de lucha de la nacién cubana.
Este articulo ofrece una interpretacién exclusiva,
hasta entonces no debatida de manera tan sistema-
tica e integralmente expuesta, del desarrollo evolu-
tivo del poblamiento cubano y de las diferencias
geogréficas y econdmicas que implicé. Ese proceso
dié lugar a la aparicién de dos regiones a las que
Juan bautiz6 como la Cuba Ay la Cuba B, al oeste y
este de la llanura de Manacas, con desiguales nive-
les de desarrollo que obedecian a razones de tipo
20
hhistérico-econémico. El segundo de los articulos
contenidos en dicha parte, aunque repite en cierta
inedida los contenidos del anterior ya citado, decidi-
mos ineluirlo pues aporta un nuevo enfoque de ané-
lisis que complementa la interpretacién hasta
entonces existente del desarrollo del proceso politi-
co de Cuba durante el siglo xtx.
El tema de la inmigracién internacional no po-
dria dejar de ser abordado cuando se analiza la evolu-
cin histérica del poblamiento cubano, y por elld
resultaron seleccionados los dos articulos que anali-
an las caracteristicas, las causas y la repercusion de
este fendmeno en el primer tercio del siglo xx, los
cuales integran la tercera y iltima parte de este libro.
Las muestras que hemos recogido para disfrute
del lector, corroboran de manera harto elocuente todo
lo que ya se ha comentado acerca de Juan Pérez dela
Riva y de su obra. Me atrevo esta vez a parafrasear a
Ramén de Armas, cuando en el prélogo de El barra-
cén y otros ensayos, expresara que en la obra de Juan
—aqui hay prueba de ello— el andlisis demogréfico,
el examen econémico, la observacién minuciosa del
paisaje, el cuidadoso abordaje histérico de las cir-
cunstancias se unen a la sagacidad y ala agilidad en
lapercepcién del detalle, que se pone en funcién del
conjunto, y a una fuerte intuicién que sélo resulta
de los afios de profundo trabajo investigativo y de
extensas lecturas.
Sus antiguos estudiantes, que més tarde
devenimos colaboradores, aceptamos el desafio
que entrafia la necesidad de poner en conocimiento
21de las nuevas generaciones de investigadores y de
estudiosos de lo cubano, lo que modestamente po-
damos hacer para contribuir a que toda la dimen-
sién de su creacién pueda ser reconocida. Esta
compilacién es hija de ese empefio, Ojalé crezca, re-
conforte y se multiplique.
BLANCA MorEJON
La Habana, abril de 2001.
22
La conquista
del espacio cubanoDesaparicion de la poblacién
indigena cubana*
|.os demégrafos se han interesado muy poco hasta
thora por la poblacién indigena cubana, y atin el
nionto demografico total sigue siendo objeto de con-
roversias de una amplitud que desconcierta. En
cuanto a la cultura sexual de los indocubanos y al
movimiento natural de su poblacién, poco o nada es
lo que se ha escrito. En una obra en preparacién’
hiemos abordado estos temas, aungue todavia de
modo preliminar. La primera cuestién que se plan-
‘caes el monto demografico, su distribucién y com-
posicién; luego el movimiento de la poblacién, las
tasas de fecundidad, relacionadas con la cultura
sexual de la comunidad, y las de mortalidad depen-
lentes de su nivel de desarrollo tecnolégico asi como
dle las relaciones de produccién imperantes; final-
mente, la desaparicién de la poblacién aborigen. Aho-
1a nos proponemos presentar inicamente esta tiltima
parte, en versin provisional; pero parecié necesa-
rio, sin embargo, decir algo sobre el monto demo-
* Revista de la Universidad de La Habana, n° 196-197, 1972,
pp. 61-84
" El nimero de os hombres, en colaboracién con Blanca Morején
Seijas. (No pudo ser concluido, Existen sélo su proyecto y
algunos borradores primatios.]
25grafico y los distintos valores que sucesivamente le
han dado los diversos autores.
El monto demograiico del archipial
Elmonto demogréfco de archpiéago cubano
No podemos entrar aqui en la discusién de todas las
hipétesis que condujeron a aceptar como 112 000
habitantes la poblacién més probable de Cuba en el
momento de la conquista. Desde el punto de vista
arqueoldgico nos basamos fundamentalmente en la
obra de Ernesto Tabjo y Estrellita Rey? que en nues-
tro criterio reemplaza con ventaja toda la literatura
anterior, pero queda pendiente la antigiiedad del
hombre cubano; si se aceptasen fechas més anti-
guas habria que modificar en consecuencia las ci-
fras aqui sugeridas.
La antigtiedad de la presencia humana en las
Américas es escasa, apenas 42 000 afios contra més
de 1 000 000 en Europa, y en nuestro archipiélago
mucho menos atin: 3 000 afios seguin la opinién de
los mas autorizados arquedlogos en la actualidad
Es bien poco, apenas 7 centésimas del hombre ame-
ricano y 3 diez milésimas del hombre europeo. Los
indocubanos fueron siempre escasos, permanecie-
ron pocos afios en nuestro archipiélago y estuvie-
ron siempre mal equipados para arrancar su
? Emesto Tabio y Estrella Rey: Prehistoria de Cuba, La Habana,
Benes iba, La Habana,
26
subsistencia al medio natural. Un simple célculo nu-
inérico permitiré materializar esta tenue presencia
:penas 30 millones de afios/hombres para toda la
prehistoria cubana, una presién demografica de
3 000 afios/hombres por km?, quince veces menos
que en Francia, en similares condiciones de de-
sarrollo cultural.
Esto explica en parte la escasa huella que los
indocubanos dejaron en el paisaje y 1a improba ta-
rea de los cientificos que tratan de reconstruir su
cultura. Pero hay mas, cronolégicamente, incluso
en sus grupos més adelantados tenian un retraso
cultural de 4 500 afios sobre sus invasores eu-
ropeos del siglo xvi. La ausencia de grandes cua-
dripedos domesticables basta para justificar este
rezago: el caballo y el buey, desconocidos en las
‘Américas, fueron los verdaderos promotores del
desarrollo cultural del Viejo Mundo. La invasion
espafiola de 1511 trastocé las culturas indigenas,
destruyé en un abrir y cerrar de ojos el precario
equilibrio ecolégico que los indocubanos habjan
logrado establecer, provocando su rapid extincién,
Despreciando cuanto no conocia, el conquis-
tador espafiol destruyé todas las manifestaciones
culturales indigenas que pudo y aun los mejores
cronistas, como Las Casas, Pedro Mértir d’Angleria,
Oviedo, es poco, fragmentario y contradictorio lo
que nos dicen sobre la poblacién indigena. Lo cual
no quiere decir que un minucioso andlisis de la
literatura del siglo xvi no aporte un apreciable cau
dal de datos para el estudio cuantitativo de los
27indocubanos; pero hay otra via més directa y mas,
répida: el andlisis de la evidencia arqueolégica acu-
mulada hasta el presente. Esta es la que hemos se-
guido en el presente bosquejo que se fundamenta
en la distribucién y tamafo de los residuarios y en
la reconstruccién cultural que partiendo de ellos
han efectuado los mejores arqueélogos. Cultura,
distribucién geografica y cronolégica son los tres,
elementos en los que se basa la evaluacién que pre-
sentamos. Dicho en otros términos, estimamos que
el monto de una poblacién en régimen demografi-
co natural —no maltusiano— depende de tres va-
riables: espacio, tiempo y trabajo. Las dos primeras,
consideradas como independientes, incluyen los.
recursos y resistencias que la naturaleza ofrece ala
subsistencia del hombre y el ntimero de afios que
ésta emplea en modificarlos mediante la aplicacién
de los medios técnicos a su alcance al objeto de
trabajo, la tierra.
En el momento de la conquista el 90% de la po-
blacién indocubana estaba compuesta por tainos que
respondian a un patrén cultural neolitico medio, agri-
cultores ceramistas, y el 10% restante, los grupos
llamados Guayabo Blanco y Cayo Redondo, a.un paleoli-
tico aurifiaciense segiin el patron europeo.?
Los cronistas espafioles contemporaneos de la
conquista no mencionan guerras intestinas entre
grupos indigenas, lo mas que puede sefialarse es
» E. Tabfo y E. Rey: Ob. cit. (Se ha suprimido la caracterizacién
de diversos grupos culcurales indocubanos. (.PR.)]
28
(al vez una subordinacién de los Cayo Redondo a los
uubtainos alli donde habia contacto entre ambas po-
blaciones, aquellos serian los naborios [sic] [naborias],
«jue para Oviedo eran un indio “que no es esclavo pero
ue est obligado a servir aunque no quiera”. Pu-
icra argilirse que la paz que reinaba entre las co-
munidades primitivas de Cuba se debfa a su escasa,
productividad social, la cual no alcanzaba a mante-
nner una clase profesional de guerreros. Sobre la base
«le lo expuesto por los cronistas, Rouse‘ estima que
a productividad de los subtainos “s6lo les permitia
\|macenar para un perfodo maximo de cuatro a ocho
\ligs”, Esto explicaria por si solo la facilidad con que
los espafioles sometieron a una poblacién por lo
menos trescientas veces mas numerosa que ellos y
también su répida disminucién cuando se rompié el
precario equilibrio ecolégico en que vivian.
Monto y distribucién geografica de la poblacién
ub-taina
Sobre la base de cuanto sabemos de los sub-tainos
s posible intentar un bosquejo de distribucién es-
ppacial o proponer algunas densidades maximas. Todo,
obviamente, con carécter conjetural, més como
hipétesis de trabajo que como conclusién cientifica.
ndonos en los residuarios conocidos y en la pro-
lnving Rouse: “The Arawak", en: Handbook of South American
Indians, v° 4, Washington, D. C., 1948,
29ductividad social que se desprende de los testimo-
nios espafioles contemporaneos, nos atrevemos a
proponer las siguientes cifras:
Cuadro 1
Cuba: Poblacién sub-taina hacia 1510
Toman
Ba at
bares Trico
Danco Big eco
Viento eae sean
Perot else (Cte Cus) eo
Conan een nets) ES
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ons ote (Nos Na am «6
Deters aoe to 3 ta
Conasir elaine Vina igu) seman
rt
Fetgowal 20033
‘Veamos ahora cudl podia ser el patrén demogré-
fico de esta poblacién, tomando como marco de re-
ferencia el Neolitico inferior europeo: la esperanza
de vida al nacer podria estimarse entre 20 y 25 afios,
con tasas de mortalidad algo inferiores alas de los.
ciboneyes Cayo Redondo, 28% a 32%, con una natali-
dad més elevada, 35% a 40%, pero también con gran-
des oscilaciones ciclicas. En este supuesto el
crecimiento natural podria oscilar entre un 3% y un
30
‘., con un valor modal probable del 6%. Esto im-
plica una duplicacién cada 115 afios. En los siete
ivlos yalgo més de su existencia en Cuba pudieron
\cctuar casi siete duplicaciones, si los componen-
\es demograficos propuestos se hubiesen manteni-
Jo estables durante este lapso, lo cual es verosimil
Vor consiguiente, si consideramos la regién de Banes
ome centro principal de dispersion de la cultura
uub-taina en la regi6n oriental, bastaria una pobla-
\16n inicial de 1 500 habitantes a comienzos del si-
|o 1 para asegurar el efectivo propuesto. Otras
wviantes podrian barajarse: una de elas seria acep-
|. un efectivo menor para comienzos del siglo wx, y
un poblamiento por contacto de la regién central;
sto daria margen a suponer una corriente migratoria,
continua por lo menos hasta los siglos xu-xIv.
De los tainos sabemos poco atin, el testimonio
«lel padre Las Casas y de otros cronistas hace ascen-
slorla antigiedad de su implantacién a unos 50a 60
viios antes de la Conquista, pero esta fecha tan tar-
lia no concuerda con la importancia de los residuarios
\rqueolégicos descubiertos. De acuerdo con ellos
licmos aceptado un monto demografico posible de
10.000 en 151010 cual implicarfa una intensa inmi-
yacién durante el primer decenio del siglo xvi, 0
‘ina implantacién mucho més antigua, que parece
iinis verosimil. El testimonio de Las Casas no es con-
cluyente pues se trata de informacién verbal de los
propios indios cuyo sentido de la cronologia no po-
lia ser muy exacto, o también referirse s6lo a un
strato de inmigracién reciente.
31Monto demogréfico del archipiélago cubano
en 1510 y su distribucién general
Resumiendo cuanto antecede, podriamos proponer
la siguiente tabla de la poblacién indocubana en el
momento dela conquista.
Cuadro2
Cuba: Evaluacién de la poblacién aborigen hacia 1510
Grupo cultural y nivel de desarrollo
(Ciias conjetrables)
Tempo Mone %
Grupo tort ven pobain
i eden _calral__ Conia _sto_1t0 7810 ama
Recolecores, Aspecto—1000ane. 2000
Chradores Gata Bano 10000
percramists Aspecto, Ine. 1600 11001000
ape Redonto 1600)
Agicutura Mayet seen
imepiente, — Sobtaino
Samia @)
Agticulores — Subtaino 600570) 710 91000 1010
‘hiro 14505500) m0 1000090
eT} To)
Por grandes regiones la distribucién seria la siguien-
te: Oriente 61 000 habitantes, 54.4% de la pobla-
cién total; Camagiiey, 23 000 habitantes, 20.5%; Las
Villas, 18 000 habitantes, 16%; Occidente, 10 000
habitantes, 9.1%.
32
Evaluaciones anteriores del monto demogréfico
En el siglo pasado el monto de la poblacién
indocubana en el momento de la conquista sirvié
de discreta arma en el continuo enfrentamiento
entre cubanos y espafioles, puesto que todos coin-
ciden en que para 1550 ya casi no quedaban indios,
mientras mayor fuese su ntimero inicial mAs grande
seria la culpabilidad de los conquistadores. Mien-
tras los cubanos ponfan el acento en las masacres
y los malos tratos —entonces no se usaba la pala-
bra genocidio—, los peninsulares se extendian so-
bre las epidemias, la debilidad fisica y moral de los
indios y las virtudes del bautismo, tratando de re-
ducir el ntimero de las presuntas vietimas o renun-
ciando, simplemente, como La Sagra’ a evaluarlo,
al tiempo que acusaba a Las Casas de apasionada
exageracién.
En realidad unos y otros utilizaron como tni-
ca fuente el relato de cronistas, mas o menos con-
temporaneos de los hechos, los cuales cayeron en
cl mismo error que sus informantes, los conquis-
tadores, quienes, siguiendo la tradicién de Colén
exageraban la importancia de la conquista para ha-
cer méritos en la Corte, y ademas extrapolaron para
toda la isla las densidades observadas en las regio-
nes de Banes y Bayamo, las mas pobladas. Ningin
“ Ramén de la Sagra: Historia fsica, politica y natural de la isla de
Cuba, Paris, 1842, t. 1, p. 144
33contempordneo, que sepamos, aventura evaluacién
positiva ni digna de crédito; sin embargo, Pedro
Mexia de Ovando‘ escribiendo en 1639, dice que “la
poblacién india era de medio millén de almas”.
Humboldt’ al refutar las exageraciones de los
americanistas franceses del siglo xvit que duplican
la cifra de Mexfa de Ovando, dice que le parece im-
posible que la isla contuviese no ya un millén, pero
ni siquiera 300 000 0 400 000 almas. Esto no impi-
de a Pedro José Guiteras,*tan comedido en otras
ocasiones, escribir que la poblacién “debié ser de
un millén por lo menos como se cree hoy general-
mente entre los cubanos ilustrados”. Los espafio-
les prefirieron atenerse a lo dicho por Las Casas de
que Velazquez al instalarse en Baracoa prometié
repartir entre sus secuaces los 200 000 habitantes
de la regién, tomando esto por una evaluacién para
Iaisla entera.
© Pedro Mexia de Ovando: Libro o memorial préctco del Nuevo
Mand Mati, 1699. Blotcea Naina xpaaMo-308,
© 106, citado por A. Rosemblat: La poblacién indigena y el
imestizaje en América, Buenos Aires [1954], tl, pp. 293-294.
? Baron Alexandre de Humboldt: Essai politique su 'ile de Cuba,
Paris, 1826, tI, pp. 149, 153-154. "
* Pedro Jou Guieras (1814-1880): israel de Cub
a. ed, Habana Cultural 1928, t. Il, p. 261 (I*ed., La Haba.
nna, 1865) hin
» Fray Bartolomé de Las Casas: Historia de las Indias, FCE, Méxi-
co, [1951], & Il, p. 525: “[..] comenz6 Diego Velézques a
pensar en repartir los indios [.] y para esto consticuyé una
villa en Baracoa (..] la cual por ser la primera villa decta que
habia que repartr alos vecinos della 200 000 indios (..)"
34
El siglo xx disipa todas estas fantasfas al co-
menzarse los estudios arqueolégicos serios, y la ci-
fra mas aceptada es 100 000 habitantes"* hasta que
Steward! Ja reduce a 80 000 para la época del descu-
brimiento y Coscullucla'*a 60 000 para la misma
fecha. Todavia hay una evaluacién mucho mas baja:
16,000, que cita Hugh Thomas, pero que nos parece
simplemente absurda. En 1966 Dobyns, empleando
cl andlisis demografico —método del nadir—, pro-
puso para todas las Antillas un minimo de 443 000
habitantes y un maximo de 553 750, sin detallar la
poblacién de cada isla. Si se aceptasen las propor-
Giones que propone Rosemblat'*le tocarfan a Cuba
dle 120 000 a 130 000 habitantes. Lo cual parecerfa
Jo mas verosimil, si no se tiene en cuenta una ma-
yor antigiiedad de la implantacién.
Pero hay motivos para suponer que cuando se
multipliquen las exploraciones cientificas de los
residuarios aborigenes y se generalice el empleo del
C,, para obtener fechas més precisas, se rectficarén
» Ramiro Guerra y Sinchea: en Historia de ta Nacién Cubana, La
Habana, 1952, «1, p. 228; Emeterio , Santovenia: Historia de
Cuba, Tropico, La Habana, 1939, t., p. 84; Rafael Azcirate y
Rosell: Historia de los nds de Cuba, La Habana, 1931, pp. 93-94.
JH, Steward: “The nature of population of South America”,
ten: Handbook of South American Indians, 1949, v° 5, pp. 661-664.
= Juan Antonio Cosculluela: {Cuba precotombina] en Historia
de la Nacién Cubana, La Habana, 1952, v° I, p. 38. Véase
también del mismo autor: Prehistoria documentada de Cuba y
Haiti, La Habana, 1947,
© Hugh Thomas: Cuba for the pursuit of freedon, London, 1971.
» Rosemblat Lo. cit. (6), p. 102.
35sustancialmente los lapsos de implantacién. A la luz
de la nueva informacién asi obtenida es mas que
probable que sea necesario aumentar el monto de-
mogréfico aborigen. éEn qué cuantfa? Tal vez hasta
200 000, es dificil predecirlo. Entre tanto hemos
preferido mantener una poblacién minima de
112 000 habitantes para el archipiélago cubano en
1510, o sea en visperas dela invasién.
Si quisiéramos retrotraerlo a la tiltima década
del siglo xv, a la que parecen referirse los autores
citados, habria que disminuir la poblacién en unos
diez mil habitantes para tener en cuenta el creci-
miento natural durante casi dos decenios, mas la
huida de los tainos de Haiti hacia Cuba que debid
ser importante después de 1500, Asi nuestra eva-
Iuacién concuerda con las imprecisas cifras de
Ramiro Guerra’ més que con las de otro autores,
pero el debate queda abierto. Veamos sin mas
preambulo cudles fueron las causas del aniquila-
miento de esta poblacién, establecido ya su orden
dedimensién.
* Ramiro Guerra y Sanchez: “Historia social, econémica, aa-
bajo y poblacién (hasta 1697)", en: Historia de la nacién cuba-
na, Habana, 1952, tI, pp. 227-228: “El nimero de indios que
poblaba a Cuba no ha podido fijarse ni aun aproximadamente
[1 los indios cubanos pueden considerarse incluidos en el
tercer grupo de la clasificacién de Ratzel [...] 0 sea 22 00 de
88 000 personas [...] si fuesen incluidos en el cuarto grupo
[...] su nimero podria elevarse hasta una cifra maxima de
220 000 personas [...]. Después de atenta consideracién [...]
parece razonable estimar [...] el nimero de indios en una
‘cantidad menor de cien mil.”
36
La desaparicién de la poblacién indigena
cubana, 1511-1550
La rapida despoblacién de laisla, efectiva en menos
dle treinta afios, sorprendié a los propios conquista-
dores y aterr6 al buen Padre Bartolomé de las Casas;
Oviedo'® relatando en La Espafiola, en 1535, lo que
presenciara en Cuba hacia 1520, decia: “e assi quassi
se despoblo la isla de Cuba e acabose de destruir en
se morir los indios por las mismas cusas que gallaron,
en esta isla Espafiola, e por la dolencia pestilencia
de las viruelas [..
Pero las epidemias y otras enfermedades infecto-
contagiosas introducidas por europeos y africanos, de
las que luego hablaremos, asi como las indiscriminadas
matanzas efectuadas en los primeros afios por los con-
quistadores, no fueron las Gnicas causas de esta dra-
matica despoblacién, otras y muy variadas concurrieron
y tal vez las més importantes son las que menos se
han puesto de relieve hasta ahora.
choque de dos civilizaciones
La invasién espafiola provocé en el taino y en el
ciboney un trauma psicoldgico de una intensidad
dificil de imaginar. Los 300 expedicionarios que des-
» Gonzalo Fernindez de Oviedo y Valdés (1478-1557): Histo-
rin general y natural de las Indias [..], Madrid, 1851, t. 1
pp. 499-500, (El autor estuvo varias veces en Cuba entre
1514 y 1520).
37embarcaron con Velézquez en la regién oriental de
Cuba a principios de 1511 estaban conscientes del
peligro que corrian si no se imponian rapidamente
por el terror. Era oro lo que buscaban individual-
mente y sélo oro; y esto era también lo que interesa-
baa Fernando el Catélico, aunque la fachada de estas
codiciosas expediciones predatorias fuese siempre
“poblar”, someter, civilizar y convertir al catolicis-
mo las poblaciones indigenas.
En Cuba la produccién de oro fue siempre alwvial
yllos placeres se encontraron casi siempre muy lejos,
de los poblados indios, pues a éstos no les interesa-
ba en lo mas minimo el metal amarillo que tanto
codiciaban los espafioles. Como primera providen-
cia fue pues necesario desplazar importantes masas,
de poblacién a lugares apartados de su asentamien-
to, esto.con tragicas consecuencias tanto fisicas como
morales.
Fernando Ortiz""ha dicho acertadamente que “el
sometimiento a las minas, a su labore monétono,
insano y duro, sin sentido tribal, sin ritualidades
religiosas fue como arrancarle al indio la raz6n de
su vida”. Destruidos sus idolos, escarnecida su reli-
gién por frailes fandticos que predicaban otra in-
comprensible para ellos; asesinados o continuamente
vejados y humillados sus jefes tradicionales, deshe-
cha la sociedad ancestral que al menos le garantiza-
© Fernando Ortiz Fernindez: “Introduccién” en José A. Saco:
Historia de la esclavitud de los indios en el nuevo mundo, Cultu-
ral, La Habana, 1932, ¢. 1, p. XXXVIL
38
ba cierta seguridad en el seno de una comunidad
stable; arrebatadas sus mujeres ¢ hijas por los es-
pafioles; el indio solo e indefenso frente a un grupo
extranjero poderoso y cruel, perdié todo interés en
una vida ya carente de sentido para él
Mientras los conquistadores pensaron que la
poblacién india estaba repartida uniformemente por
toda la isla, mataron indiscriminadamente,
acuchillando o despedazando por gusto a los indios
con sus perros de presa. Dispersaron poblados que
hubiesen podido ser luego titiles centros de produc-
cién. El resultado de este bafio de sangre y del tras-
plante, repartimiento, de grandes masas de tainos
no se hizo esperar, la nica regién realmente pobla-
dda de laisla, al norte y centro-occidente de Oriente,
se despoblé répidamente.
El padre Bartolomé de las Casas'*da un testi-
monio directo y emocionado de lo que acaecié en-
tonces “y porque no dejaban ni hombre ni mujer
que se pudiese tener sobre sus piernas que no lleva-
sen a los trabajos, a las mujeres paridas que tenian
hijos e hijas, secéndoseles las tetas con la poca co-
mida y el trabajo, no teniendo con que criarlos, se
les morfan; por esta causa se murieron en obra de
tres meses 7 000 nifios e nifias; y asi se escribié al
Rey Catélico por persona de crédito que lo habia
® Fray Bartolomé de Las Casas: Historia de ls Indias, Edicién de
‘Agustin Millares Carlo y estudio preliminar de Lewis Hanke,
FCE, México, [1951], t. Ill, p. 91 (1 ed. Academia de la
Historia, Madrid, 1876. La obra fue escrica entre 1527 y 1559).
39inquirido. También acaecié entonces que habiendo
dado en repartimiento a oficial del Rey 300 indios
tanta priesa se dio, echdndolos a las minas y en los
dems servicios, que en tres meses no les restaron
mas del diezmo vivos”
Los espajioles acabaron por comprender que si
segufan exterminando a los indios no tendrian mas
que dos caminos a elegir: abandonar la isla, lo que
muchos hicieron en los afios veinte; 0 ponerse a
trabajar con sus manos para poder subsistir; cosa
inimaginable para ellos, pues el conquistador haba
venido a tan lejanas tierras para todo menos para
eso. Hubo pues alguna mejoria en el trato a los in-
dios después de 1515, en el sentido de que una par-
te se destiné a las siembras, se abrieron “conucos”
cerca de los lavaderos de oroy la hambruna fue des
apareciendo, pero... ia qué precio!
Las Casas, testigo presencial, en 1514 dice: “[..] en
mi presencia y de otras personas nos contd uno
[de los encomenderos] como si refiriera una muy
buena industria o hazafia, que con los indios que
tenia en su repartimiento habia hecho tanto mil
montones [de yuca] envidndoles cada tercer dia 0
de dos en dos dias, por los montes a que comiesen
los frutos que hallasen y con lo que traian en los
vientres los hacia trabajar otros dos o tres dias en
la dicha labranza sin darles de comer de cosa algu-
na un solo bocado [...] Asi que por esta hambre,
no teniendo qué comer y metiéndose en tan gran-
des trabajos, fue mas vehemente y mas en breve la
40
muerte de aquellas gentes que en otra parte”. A lo
jue habfan quedado reducidos los poblados indios,
otrora apacibles y desbordando infantil alegrfa, tam-
bién ha dejado Las Casas una imagen vibrante, de
rara intensidad: “[...] y quedaban en los pueblos
solos los viejos y enfermos, sin que persona los
socorriese y remediase, alli perecian todos de an-
gustiay enfermedad sobre rabiosa hambre, yo vide
\lgunas veces andando camino aquellos dias (1513-
1514] por aquella isla, entrando en los pueblos,
lar voces alos que estaban en las casas; y entrando
1 vellos, preguntando que habian, respondfan: ham-
bre, hambre [...].”
Se ha acusado a Las Casas de exageracién en
cuanto a las masacres, y es probablemente cierto; de
listorsionar la verdad hiistérica, y es verosimil; pero
no cabe duda que la imagen de aquello que realmen-
te vio quedé grabada en su memoria y, gran escritor,
supo hacerla palpable a las generaciones futu-
ras.” Pero estos parrafos admirables son los que
menos han sido citados.
‘Apesar del esfuuerzo realizado para crear una base
alimenticia adecuada a la explotacién aurifera, el
indocubano siguié escaseando, la poblacién se fun-
dia como nieve bajo el sol tropical. Los sobrevivien-
tes —tal vez hacia 1525 ya sélo la cuarta parte dela
poblacién inicial— no alcanzaban para abastecer a
EI Padre Las Casas ordené en su testamento que su historia
ro fuese publicada hasta 40 afios después de su muerte. En
realidad no lo fue hasta 1876, ut supra, loc. cit. (18), p-
XXXVIL
41los buscadores de oro ya la creciente poblacién eu-
ropea que la ficticia prosperidad de los primeros afios
habria atraido.2*La reaccién inmediata de los con-
quistadores fue importar esclavos, primero indios
de Tierra Firme y de otras islas* que se vendieron
como esclavos legitimos: reos de culpas imagina-
rias, sodomia, apostasia, rebelién a los conquista-
® La extraccién anual de oro subi6 a un valor de 100 000 ps.
cn los aftos 1517-1519 para caer después répidamente y el
promedio para los afios 1527-1529 parece haber sido de
20 000 ps. Hubo una nueva subida en la produccién en los
primeros afios del decenio treinta pero al final de éste una
brusca cafda con el agotamiento de los placeres. Levi
Marrero: Historia econdmica de Cuba, Universidad de La
Habana, Instituto Superior de Estudios Hispanicos [La
Habana], 1956, p. 68.
% El testimonio de Bernal Diaz del Castillo es concluyente
Estando en Santiago en 1515 mientras se organizaba una
expedicién contra cierto lugar en Meso América, al mando
de Hernindez de Cérdoba —rico vecino de Cuba, con pue-
blo de indios— Velézquez ofrecié fiada otra embarcaci6n
que con las adquiridas por Hernandez de Cérdoba comple-
‘arfan ka expedici6n, pero “con candiciéa que primero que
nos lo diese, nos aviamos de obligar que aviamos de ir con
aquellos tres navios a unas isletas que estaban entre Cuba y
Honduras [..] y que aviamos de ir de guerra y cargas los
navios de indios de aquellasislas para pagar con indios el
barco para servirse dellos como esclavos”. Frente a la resis-
tencia de Hernndez de Cérdoba que no queria probable-
mente perder tiempo, Velézquez se avino a que el pago
fese con el oro que pudiesen rescatar. Historia verdadera de
la conguista de Nueva Espaia por (..J, Edicién critica, Ma-
drid, 1950, «1, p. 4 (Consejo Superior de Investigaciones
Cientificas, Instituto Gonzalo Fernéndez de Oviedo).
42
dores después de haber aceptado (?) su dominacién,
ctc.* También se trajeron africanos, pero de la Pe-
ninsula y ya esclavizados alli —siempre por justa
causa (/)—. Sin embargo, esta mano de obra
supletoria fue escasa y dio mal resultado, los escla-
vos africanos se alzaron y los indios importados
murieron igual que los indocubanos.
©" Sino hubiese sido por la fantastica multiplica-
cién de los puercos trafdos por Velazquez de La Es-
paola, los propios conquistadores hubiesen tenido
que abandonar su conquista, sefiores absolutos de
cien mil kilémetros de fértiles tierras cubiertas de
bosques y sabanas, pero tan imitiles para ellos como
las arenas de un desierto.
Bn 1513 se reunié en Burgos por orden de Fernando el
Catlico una junta de te6logos los cuales acordaron “que el
Paga habia podido dar aquella tierra al Rey Catélico, e que el
rey les podfa enviar a requerir [2 los indios] que se la diesen,
ce que si no se Ia quisiesen dar, les podtia hacer la guerra
tomarsela por fuerza e matarlos e prenderlos sobre ella e
«que los que fuesen presos los podia dar por esclavos". Mar-
lin Fernandez de Enciso: Suma de geografia que trata de todas
las partes del mundo, Sevilla, 1519, 2* ed., 1846. Véanse
también Oviedo: Loe. cit. (16), t IIL, pp. 27, 28, 31; Las
Casas: Loc. cit. (18), t. Il; Antonio de Herrera: Historia
general de los hechos de fos castellanos en las Islas y Tierra Firme
del Mar Océano, etc,, Madrid, 1726-1730, Década Il, Libro I,
Cap. IL, pp. 3-4, Comentarios y critica moderna: Silvio,
Zavala: La encomienda indiana, Madrid, 1935, p. 36; Juan
‘Manzano Manzano: La incorporacién de las Indias a la corona
dle Castilla, Madrid, 1948, pp. 27-42.
43El cerdo, recurso y resistencia®®
El puerco europeo encontré en el monte tropical un
habitat adecuado y se multiplicé con fantastica ra-
® ‘Sobre la propagacién del cerdo en Cuba y en el resto de las
‘Américas conocemos poca literatura, Puede consultarse sin,
embargo: Espafia. Ministerio de Trabajo y Previsién: Apar-
tacién de los colonizadores espatioles ala prosperidad de América
(1493-16...) Madrid, 1923, p. 122. “Ocurri6 que, en los
primetos tiempos, después de realizado el segundo viaje
del Almirante (1493) una pareja de animales o bien alguna
cerda con sus ctias de los llevados por Colén, huyeron al
monte y alli se reprodujeron en tal abundancia, en estado
‘montés, que por los dafios que causaban y por servirse de
ellos pars el sustento de los colonos, llegaron a pedirse ala
Penfnsula perros para cazar dichos cerdos, peticién que ve-
‘mos especificada en la R.C. de 1508, Burgos al Gobernador
Ovando". En 1521 los puercos estaban tan abundantes en
Jamaica como para mandar al gobernador que suministrase
ala recién fundada ciudad de Panamd “mil cabezas de puer-
cos”, p. 125. “Francisco Pizarro fue quien en 1533 Ilevé los
primeros cerdos al Peri donde se propagaron con toda rapi-
ez [..] en. 14 de agosto de 1536 el cabildo de Lima ordena-
ba que diariamente se matase un cerdo para el abasto de la
recién fundada poblacién”, p. 135. Al principio los cerdos
alcanzaron precios considerables. “De los vientres de las
uercas compraban los lechones a diez pesos y més, dice
Cieza de Leén”. El testimonio de Oviedo, loc. cit. (16), t. 1,
. 400, merece citarse: “De puercos ha avido grandes hatos
en esta isla, e después que se dieron los pobladores
a la granjeria de los agcucares, por ser dafiosos los puci
cos para las haciendas de campo, aquellos se dexaron de
tales granjerias; pero todavia hay muchos en los campos y
estin lenos de salvajina". En muchos lugares el factor
limitante a la multiplicacién del cerdo, antes de que se le-
gase al punto de saturacién, fue el desarrollo paralelo del
44
pidez en tanto tuvo suficiente comida con los frutos
y tubérculos silvestres as{ como con la fauna rastre-
rajDe esa forma permitié valorizar rapidamente un,
recurso natural, el monte, con muy poca inversién
de trabajo. Los espafioles introdujeron también re-
ses y caballos, pero el poder multiplicador de estas
especies es por lo menos 15 veces inferior a] del cer-
do, en igualdad de condiciones ecolégicas.
‘Mas si el puerco resolvié casi instantareamente
las necesidades de la poblacién europea en grasas y
carnes, y al cabo de un lustro 0 algo més también
las de la poblacién india sedentaria, constituy6 des-
pués de 1520 un serio problema para el indio fugiti-
vo pues lo privé de los recursos alimenticios que el
monte podia brindarle y también dificulté, cuando
no hizo imposible, sus siembras en los pequefios
claros abierto en lo més intrincado del bosque.
Mas tarde también resulté molesto aun para los
propios europeos, pues obligé a cercar las labran-
zas, los sitios de labor. Sélidas cercas de postes y
trozos de madera o rajas de cedro, que requerfan una
agobiante suma de trabajo, Nunca en ningiin pais
llegé a ser mas cierto el viejo adagio castellano: crian-
za quita labranza.
perro j{baro. Oviedo da también testimonio de ello en el
texto antes citado: “e los campos estan Hlenos {...] de mu-
chos perros salvajes que se han ido al monte e son peores
que lobos e mas dafio hacen”, Ramén de la Sagra: Historia
Fisica, Politica y Natural de fa Isla de Cuba, Parfs, 1842, t. Il
Apéndice, p. 4; Diego Velazquez a S.A., I de abril de 1514
“Los puercos que se trajeron se han multiplicado hasta trein-
a mil”La rebelién india
Hacia 1520 también empezé a hacerse notar la pre-
sencia de los palenques indios, los mas audaces y
vigorosos de los tainos y ciboneyes abandonaron con
sus familias los lavaderos de oro y los conucos de
las haciendas refugiéndose en lo més intrincado del
monte. Esto debid de ocurrir desde mucho antes,
sin que los espafioles, teniendo atin brazos suficien-
tes, se molestasen en perseguirlos. Las cosas cam-
bian cuando la densidad de los puercos jibaros fue
tal que el indio apalencado no pudo ya sembrar.
Ya se habian familiarizado con algunos elemen-
tos de la civilizacién espafiola, sobre todo con los,
que antes més aterraban, los caballos y los perros, y
aun aprendieron a servirse de ellos. Entonces baja-
ron a las haciendas en busca de comida y ayuda de
sus hermanos de raza. Los caminos perdieron segu-
ridad para los espafioles y cuando transitaban aisla-
in ser atacados por un grupo de indios
Tiene lugar entonces en Cuba la primera guerra
de guerrillas de cardcter nacional, y la reaccién es-
pafiola, dictada por el miedo, fue atroz, como era de
esperarse: Velazquez en comunicacién a Rodrigo de
% Cuba. Academia de la Historia. Papeles (...] existentes en ef
Archivo de Indias [...] Donativa Néstor Carbonell, La Haba-
na, 1931, tI, p. 89. No hemos podido consultar la obra de
Jorge Castellanos: La primera rebelién india de Cuba, asi como
tampoco la de Jorge Ibarra sobre el mismo tema, Sensible
laguna que lamentamos.
Lamayo, vecino de Bayamo, designandolo para com-
hhatir alos indios alzados, dice: “[...] 0s doy licencia
para que los podays, partir y partays entre vos ¢ los
‘otros espafioles que con vos fueren a la dha con-
uista e los podays bender, trocar, cambiar y enagenar
yendo herrados con el hierro que yo en nombre de
1 mag, deposytar en podr. de Pedro Morén” (en
sayamo)..
Parece que la empresa de Rodrigo Tamayo no
tuvo todo el éxito que se esperaba pues Manuel de
Rojas, sucesor de Velazquez, vuelve a dirigirse a él
ch 1525 en estos términos: “os mando q avida
ynformaon de a donde andan los dhos indios alza-
clos vays con la gente de espafioles que vierds ser
necesariaa hazer guerra alos dichos yndios cayos a
los cuales podais prender e si es os defendieren asy a
cllos como a los demas yndios que en su campalia
iniduviesen los podais ferir 0 matar e a los que asy
«lcllos tomaredes os los doy por esclavos para que
como tales los podays traer ala dha villa [Bayamo] y
\nte los [alcaldes] hordinarios della los poddis he-
ivar e asy herrados desgobernarlos de un pie
(lesjarretares) y repartizlos entre los que con vos
tueren [..]”
Las cuadrillas tuvieron algin éxito y una man-
dada por el propio Rojas logré en la region de Baracoa
«lar muerte al cacique Guamé y exterminar a sus
compajieros. Los ataques de los indios alzados con-
\inuaron no obstante, aunque intermitentes, man-
Loc. cit, (24), p. 91.
47teniendo viva la la inquietud entre los espafioles.
En 1532 Rojas*escribia a la Corte “(...] los indios.
cimarrones se alzaron otra vez con mayor atrevimien-
to e comenzaron azer mucho dafio en espafioles e
indios. Especialmente en la villa de Puerto Principe
quemaron el pueblo de los espafioles [...].”
EI 15 de agosto de 1539 desde Santiago, el Obispo
Sarmiento” se dirige a Carlos V quejandose de
Hernando de Soto que al partir de su desgraciada
expedicién a la Florida habia dejado la isla
desguarecida y arruinada: ‘Afiédase que lleva la gente
della util para la guerra. De ahi es alzarse los indios
ede temer que no dejen cristiano vivo. Vasco Porcallo
tenia su asiento en medio de la Isla; era poderoso
esforzado y temido; se lo ha llevado y con su ausen-
cia cosa el temor de los indios”
En efecto, hubo alzamientos en Baracoa y
Bayamo, y las cuadrillas de espafioles y negros or
¢ganizados para perseguirlos tuvieron esta vez seve-
ras pérdidas sin lograr éxito alguno; entonces
acordaron los cabildos de Santiago, Puerto Princi-
pe y Sancti Spiritus®* utilizar contra los alzados a
indios traidores, espafiolizados; asi en 1541 “se hizo
® Jacobo de la Pezuela: Historia de la isla de Cuba, Madrid, 1868,
cl, p. 132.
® Pezuela: Lo. ct. (26), p. 171
® Espafia. Real Academia de la Historia: Coleccién de documen-
tos inéditos relativos al deseubrimiento, conquista y colonizacién
de las antiguas posesiones de Ultramar. Segunda Serie. Madrid,
1891, t.6, p. 175 (28 de abril de 1542).
48
una cuadrilla de 24 indios naturales de esta isla
dellas de los que estan en libertad y algunos esco-
sidos por buenos de algunos pocos vecinos [...] a
los que se les dio todo lo necesario para la guerra
|...] Estos fueron rastreando e buscando la Isla;
dieron en el rancho donde estaban los alzados, con
los que tuvieron recia pelea, en la que mataron diez
y seis hombres e prendieron otros tantos hombres
mujeres y otros se les fueron, e quemaronles los
ranches [...].”
La resistencia india tocaba a su fin, pero con
lla también la poblacién indigena, y los escasos
-spafioles que vivian en los raquiticos pueblos de la
Ja, encontraron seguridad... en la soledad. Dos fac-
ores contribuyeron de modo bien diferente a este
\riste resultado. Primero, el advenimiento de una
nueva generacién de indios, traidores a su raza,
inestizos o criados junto a los espafioles y ya algo
\similadosa su cultura. Algunos de ellos, probable
mente monteros de cochinos, eran buenos cono-
lores del terreno y recios en cl andar monte a mon-
. Por otra parte la infinita multiplicacién de los
juercos en los bosques de la isla, fue el segundo
\,ctor adverso para la presencia de las guerrilas in-
dias por las razones ya sefialadas.
Ju reaccién humanitaria y sus resultados
|.) primera reaccién publica contra el trato a que era
inetido el indigena se manifest6 en 1510 en La
49Espafiola. Fray Antén Montesino”en sus sermones
“troné contra la crueldad de aquellos oyentes suyos
para con los indios”. Otros clérigos censuraron con
mayor 0 menor vehemencia la politica colonial de
Fernando el Catélico, pero fue el Padre Las Casas
quien va a simbolizar la reacci6n humanitaria.
Las Casas vino a Cuba con Velazquez y recibid
indios encomendados en sociedad con Pedro de
Renteria, teniendo su hacienda en las cercanias de
‘Trinidad; pero advirtiendo la catastrofe que se ave-
cinaba por la gran mortalidad de los indios que pre-
senciaba, decidié entrevistarse con Velézquez para
pedirles sustanciales cambios. Esto ocurrié en 1514,
en larecién fundada Sancti Spiritus. El gobernador
se mostré inflexible y entonces Las Casas decidié
apelar directamente al rey, y el afio siguiente ya es-
taba en Sevilla con ese propésito. Durante cincuenta
afios, hasta su muerte ocurrida en 1566, no cejé
en su combativa campafia en pro de todos los in-
dios de América. Esta lucha tenaz es acreedora de
un emocionado recuerdo, pero esto no debe hacer
olvidar que Las Casas fue, como los demés espafio-
Jes de su tiempo, un colonialista convencido y no
podia ser de otro modo en aquella coyuntura his-
torica.
Mas lo que cuenta fue que, consciente 0 no
de ello, promovié una nueva politica de poblacién
® José M+ Chacén y Calvo: Criticismo y calonizacién, Madrid,
1935; Emeterio S. Santovenia: Historia de Cuba, Tr6pico, La
Habana, 1939, tI, p. 210.
50
tendiente a crear una base demogréfica estable para
la dominacién espafiola, y si el fracaso fue rotun-
do, se debid a que las leyes protectoras de los in-
dios entraron en contradiceién con la politica
econémica seguida, que se mantuvo invariable. Es
injusto por otra parte hacerlo responsable del ul-
terior desarrollo de la trata de negros, sobre la
que va a sustentarse durante tres siglos la politi-
ca demografica de Espafia en Cuba. Ya habia en Li
Espafiola y en Cuba esclavos africanos cuando Las
Casas llegé a la Peninsula (1515), y los hubiera
habido de todos modos. La trata fue un corolario|
de la politica colonial en América. Nadie en part
cular fue responsable de ella, sino el modo de pro-,
duccién existente.
“La experiencia del indio”
En 1528 Manuel de Rojas, sucesor de Velazquez,
habiendo perdido la esperanza de acabar con las gue-
rrillas indias, expuso pablicamente la idea de liber-
tara los indios “para ver si ellos solos, sin presién
por parte de los espafioles podian vivir”. La Corona
icepté la sugerencia® y en 1531 Gonzalo de Guzmén
llegé a Santiago con un proyecto de ensayo de co-
munidades indias auténomas. El proyecto fracas6
" José MY Chacén y Calvo: La experiencia del Indio. (Un antece
dente a las doctrinas de Vitoria), Madrid, 1934, p. 76; Santovenia:
oc. cit. (29), pp. 223-226.
51antes de comenzar tanto por la hostilidad unénime
de los espafioles que tenian indios encomendados,
como por el escaso mimero de sobrevivientes y el
trauma psicosocial de que habfan sido victimas. Sin
contar con la impreparacién de los propios encarga-
dos de realizar la experiencia,
Se creé sin embargo una aldea india experimen-
tal (iguan{?); el fiasco fue total y en 1532 Vadillo,
designado por Rojas para que inspeccionase el lu-
Sar, reporta que muchos indios habfan muerto, otros.
se habfan fugado, los restantes estaban exacerbados
y hambrientos, y Vadillo estimé que de todos los
sobrevivientes sdlo uno estaba capacitado para la li-
bertad. La conclusién a que Ilej6 Rojas,en comu-
nicacién a Carlos V, fue que lo tinico prdctico era
“dar libertad s6lo a aquellos indios que pedfan ese
privilegio y que podfan demostrar su habilidad para
usar sabiamente de ella”. Argumento que serd des-
pués incansablemente esgrimido por los esclavistas
del siglo xrx.
* Lewis Hanke: The first social experiments in America. A study in
the development of Spanish indian policy, Harvard Univ. Press,
Cambridge, 1935, (en Santovenia: Loc. ct. (29), p. 226. El
texto de una carta de Manuel de Rojas al Emperador, Santia-
g0 de Cuba, 10 de noviembre de 1531 relacionado con esta
‘experiencia esté publicado en Real Academia de la Historia
Loc. it. (28), t. I, pp. 532-553. “[..] y en laverdad nunca en
ellos conoci el deseo que naturalmente debian tener a su
libertad por ningin respecto més de para vivir libres y
descanséndose como ellos lo han estado tres afios sin haber-
se sacado ningiin otro provecho”,
52.
Las Leyes Nuevas. Fin de la servidumbre india
En Espafia, entre tanto, siguieron derrochéndose
torrentes de elocuencia sobre si el indi
apto para la libertad, y mientras la cuestién no se
dilucidaba, se importaban directamente de Africa las
primeras cargazones de esclavos.
Conocidas son las “Leyes Nuevas” de 1542 que
declaraban libre al indio y stibdito de la Corona al
igual que los espafioles, pero su aplicacién fue re-
tardada en Cuba por consulta del propio Consejo de
Indias,”*que en 1543 informé al Emperador “que la
libertad de los indios traerfa gran inconveniente
porque los espafioles son pocos [...] asf parece a los
més del Consejo que por ahora no se ejecute en
Cuba”, Més de ocho afios demoré la promulgacién
‘) Peauela: Loe. cit. 27), 1, p. 136: “[a] en 1522 se trajeron
300 [negros) a Santiago [..] la superioridad de los afticanos
sobre los indigenas por su mayor fortaleza y sumiston para
Jos trabajos fatigosos, indujo desde Iuego a los pobladores
preferir esos brazos forasteros alos naturales. Fue esa prefe-
rencia desde un principio tan marcada y absoluta que no se
contentaron con los pocos negros que se tafan entonces con
ppermiso sino que cada cual segin su arte y recursos se pro-
porcionaba los que venian de contrabando o podia adquirir de
otras colori
Reales cédlulas para el buen trato a los indios de 20 de no-
viembre de 1542 y de 4 de julio de 1543. [Torres y Mendoza:]
Coleccion de documents inéits relativos al deseubrimiento, Ar-
chivo de Indias, Primera serie, t. 16, pp. 385-408.
" Espafia, Real Academia de la Historia: Loc. cit. (28), t. VI
p. 182.de la ley por la resistencia de los colonos. Pero ésta
no parece haber sido tanto a causa de los indocu-
banos encomendados, sino de los importados de
otras islas o del continente y que fueron vendidos
como esclavos. En 1548 Pérez de Angulo, apremia-
do por la Corte para que promulgase la ley, suspen-
dié la ejecucién ante el alegato de los colonos de
que los indios que tenian los habian adquirido en el
exterior de acuerdo con la legislacién anterior y pre-
vio el pago de derechos fiscales. Con estos tramites
se ganaron de nuevo cuatro afios, pero en noviem-
bre de 1552 el gobernador promulgé en La Habana
laley de 1542 que declaraba libres a los indios. En
marzo del afio siguiente se hizo lo mismo en Santia-
g0, Bayamo y asi sucesivamente en los demas pue-
blos de la isla*
El resultado de esta tardia liberacién, que pone
punto final a la tragedia de los indocubanos, fue
escaso: sélo fueron hallados 1 800 indigenas que
liberar y unos 200 indios esclavos trafdos del conti-
nente. Tal vez quedasen algunos miles més, cima-
rrones, vagando por los montes. Estos tristes
despojos fueron encontrados en tres 0 cuatro luga-
res para formar algunos pueblos: Guanabacoa, cerca
de La Habana; Jiguani, en el valle del Cauto; y El
Caney, cerca de Santiago de Cuba, Alli se extinguie-
ron en las primeras décadas del siglo xvu, fundién-
dose por mestizaje en la poblacién blanca.
* Marrero: Op. cit., pp. 57, 60, 195-196; Santovenia: Op. cit.
pp. 223-230 ,
54
Principales causas de la extincién
de la poblacién aborigen
En cuarenta afios una poblacién de 100 000 indivi-
duos asentada en tierras fértiles fue reducida a la
mifsera cantidad de menos de 5 000 por obra y gracia
de la colonizacién espafiola, y parecidas hecatombes
ocurtieron también en México y Perit, pero en el
continente fueron millones y no decenas de miles
Jas victimas de la “civilizaci6n” occidental, y de an-
sia de oro y plata que la caracteriz6 en el siglo xvi.
> éCudles fueron en Cuba las principales causas
de este desastre y su relativa importancia?
La primera y mds mencionada causa de despobla-
cién fueron las masacres perpetradas por los con-
quistadores para imponerse por el terror, asi como
los homicidios, mas bien asesinatos, cometidos por
los colonizadores para mantener sujeta, también por
cl terror, la masa indigena que les habfa sido “enco-
mendada” por leyes emanadas dela corona de Castilla
Pero a pesar del horror que inspira la salvaje y
sistemtica crueldad de los “pobladores” de la épo-
a, no cabria imputar a esta sola causa més del 10%
de la pérdida demogréfica sufrida por los indigenas.
Otro tanto es imputable a la hambruna provo-
cada por los rapidos desplazamientos de la pobla-
cién hacia nuevos lugares de trabajo sin crear
previamente una base de alimentacién. Por una par-
ic los invasores estaban demasiado apurados para
“Ja saca del oro” y crefan inagotables las reservas
humanas de que disponfan, y por otra carecian de
55
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