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Este documento discute las teorías de la modernización y las distinciones entre sociedades tradicionales y modernas. Inicialmente, estas sociedades se consideraban tipos dicotómicos y cerrados. Sin embargo, en las décadas de 1940 y 1950 surgieron enfoques analíticos más matizados que examinaron indicadores socio-demográficos y estructurales de modernización. Además, los investigadores comenzaron a prestar más atención a las condiciones necesarias para la transición a sociedades modernas y el crecimiento sosten
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Este documento discute las teorías de la modernización y las distinciones entre sociedades tradicionales y modernas. Inicialmente, estas sociedades se consideraban tipos dicotómicos y cerrados. Sin embargo, en las décadas de 1940 y 1950 surgieron enfoques analíticos más matizados que examinaron indicadores socio-demográficos y estructurales de modernización. Además, los investigadores comenzaron a prestar más atención a las condiciones necesarias para la transición a sociedades modernas y el crecimiento sosten
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Tradición, cambio y modernidad: Algunas consideraciones sobre las teorías de la

modernización
Author(s): S. N. Eisenstadt
Source: Revista española de la opinión pública , Apr. - Jun., 1968, No. 12 (Apr. - Jun.,
1968), pp. 61-81
Published by: Centro de Investigaciones Sociologicas

Stable URL: http://www.jstor.com/stable/40199419

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Tradición, cambio y modernidad
Algunas consideraciones sobre las teorías de la moder-
nización 0)

S. N. Eisenstadt

Desde sus principios, finales del siglo xvm y comienzos del siglo xix,
el pensamiento y el análisis social moderno se han interesado, sobre todo,
por la naturaleza de la sociedad moderna como un tipo distinto del orden
social. Es muy natural que ese interés se haya transformado muy rápida-
mente en una confrontación entre sociedad moderna y no-moderna, moder-
na y premoderna, y, dado el concepto de sociedad moderna como una so-
ciedad orientada hacia el "progreso" o hacia el "cambio" esta confrontación
tendía a menudo a ser definida en términos de sociedad moderna frente
a sociedad tradicional.
Esta confrontación entre sociedad moderna y tradicional, en la historia
del análisis social moderno, representó inicialmente a ambas como tipos
dicotómicos, más o menos "cerrados". Estos "tipos" fueron descritos de
distintas maneras ; las más conocidas fueron : la distinción de Tonnies entre
Gemeinschaft (Comunidad) y Gesellschaft (Sociedad), y la distinción ulte-
rior de Redfield, una distinción más antropológicamente orientada, entre
pueblos primitivos y sociedades urbanas.
A pesar de la crítica metodológica y sustantiva, levantada en contra de
esas y otras tipologías, éstos han dominado las consideraciones sobre este
tema durante un período de tiempo muy largo y han inspirado muchas in-
vestigaciones e indagaciones. De esas tipologías surgió la descripción de las
sociedades tradicionales y modernas que prevaleció en el pensamiento socio-
lógico durante muchos años.
En esta descripción, la sociedad tradicional está representada como una
sociedad estática, con poca diferenciación de especialización, con un nivel

(1) Este artículo fue presentado en el coloquio de la Institution Building at


the Center for Afrícan Studies. University of California, Los Angeles.

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S. N. EISENSTADT

bajo de urbanización y de instrucción. Por otra parte, la sociedad mod


concebía como una sociedad con un alto nivel de diferenciación o de urbani-
zación, de instrucción y de exposición a los medios de comunicación de ma-
sas. En el campo político, la sociedad tradicional ha sido descrita como basa-
da en una élite "tradicional" la cual gobierna en virtud de algún mandato del
cielo, mientras que la sociedad moderna está basada en una amplia parti-
cipación de las masas, las cuales no aceptan cualquier legitimación tra-
dicional de los gobernantes a los que consideran responsables con relación
a los valores seculares y a la eficiencia. Sobre todo, la sociedad tradicional
ha sido concebida como limitada por los horizontes culturales fijados por
su tradición, mientras que la sociedad moderna es culturalmente dinámica,
orientada hacia el cambio y la innovación.
Fue en los años cuarenta y cincuenta de este siglo cuando esa manera de
ver se convirtió en enfoques analíticos más profundos y más claros, y tam-
bién empezaron a desarrollarse, respecto a ese área, un nuevo Problemstel-
lungen (planteamiento de problemas). Ciertamente el concepto de la sociedad
moderna en oposición con la sociedad tradicional y la aguda dicotomización
de las dos, se ha vuelto aún más significativo, con la irrupción de nuevos
intereses debido a la penetración de las sociedades no occidentales en la
modernidad y con el nacimiento de los países llamados subdesarrollados,
en desarrollo, "nuevos estados", o nombres parecidos, desde la segunda Gue-
rra Mundial. Así pues, de la convergencia de ese interés creciente por las so-
ciedades subdesarrolladas con el aumento de los medios analíticos en So-
ciología, nació durante los últimos años cuarenta y en los primeros años
cincuenta, un enfoque analítico más claro y más diferenciado.

II

En la primera etapa de este nuevo enfoque, las diferencias entre socie-


dades modernas y tradicionales se analizaron en relación a las "variables
modelo", en las que las sociedades tradicionales se concebían y caracteri-
zaban por el predominio de orientaciones particularistas, difusas y confor-
me a criterios nepotistas frente a orientaciones universalistas de especifi-
dad y en el sentido de logro, consecución o mérito personal en las sociedades
modernas.
Algún tiempo después, con el desarrollo de varios instrumentos con-
ceptuales y metodológicos en las ciencias sociales, se emprendió una bús-
queda más diversificada de los indicadores o de los índices relativos a las
sociedades modernas. En esta etapa de la investigación, basada en unas

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investigaciones extensivas, aparecieron dos importantes tipos de indicado


res - llamados socio-demográfico y "estructural" - como el mayor indica-
tivo de esas diferencias entre sociedades modernas y tradicionales.
El resumen más completo de los índices socio-demográficos de moder-
nización se concreta en un término llamado por Karl Deutsch "movilización
social". Lo ha definido como el "proceso en el cual los principales conglo-
merados de las antiguas implicaciones sociales, económicas y psicológicas
están resquebrajados y rotos, y, por lo tanto, los individuos están dispon
bles para nuevos modelos de socialización y de comportamiento". Indic
que algunos de sus principales índices son la exposición de los nuevos as-
pectos de la vida moderna a través de sus manifestaciones en las con
trucciones mecanizadas, los bienes de consumo, etc., la resonancia de los
medios de comunicación de masas, el cambio de residencia, la urbanización,
el cambio desde sus ocupaciones agrícolas, la instrucción, el aumento de la
renta per capita, etc.
Igualmente, las mayores características estructurales de modernización
han sido identificadas como el desarrollo de una extremada diferenciación
social, de libres arbitrios no condicionados a ningún grupo fijo y estable-
cidos (monárquicos, de casta o territorial), como el desarrollo de tipos
especializados y diversificados de organización social, y el desarrollo con-
comitante, en todas las principales esferas institucionales, de unas organi-
zaciones y de unos mecanismos reguladores y asignativos, tal como los me-
canismos de mercado en la vida conómica, las actividades electorales y de
partido en política, y las diversas organizaciones burocráticas, en la mayo-
ría de las esferas institucionales.

Pero junto con esos avances metodológicos y conceptuales se desarrolló


también un nuevo Problemstellugen, respecto a los contrastes entre socieda-
des tradicionales premodernas y modernas.
En primer lugar, en vez de concentrarse en las distintas características de
cada uno de esos tipos de sociedades, surge un interés creciente relativo a
las condiciones de aparición de las sociedades modernas ; en vez de aceptar
como un hecho la aparición de esas instituciones y de un orden social
moderno viable, y de concentrarse en la descripción analítica de la natura-
leza de ese orden, el creciente interés respecto a la posibilidad de una tran-
sición relativamente infructuosa de esas sociedades a la modernidad, sus-
cita preguntas sobre las precondiciones de tal "salto" afortunado a la mo-
dernidad.

En segundo lugar, dada la concepción de la sociedad moderna como una


sociedad orientada hacia el cambio, y que debe tratar con un cambio

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continuo, se desarrolla también la búsqueda de las condiciones fav


a tal crecimiento continuo y sostenido en las sociedades modernas.
En las etapas iniciales de esas investigaciones se hicieron relativ
pocas distinciones analíticas entre esos diferentes Problemstellung
lo tanto, inicialmente, en muchos de los trabajos que trataban de
blema, las precondiciones de aparición de las sociedades moder
descritas muy a menudo en los mismos términos que señalaban sus
rísticas (por ejemplo: en términos de universalismo, de orientació
la realización práctica, etc), por lo tanto, en cierto modo, dejaban
las cuestiones más específicas sobre las condiciones de aparició
sociedades modernas, sobre los procesos a través de los cuales hace
rición felizmente - o esta falla - a partir de las sociedades premod
Además, muchas investigaciones hechas a partir de las consider
precedentes estaban basadas en la proposición - normalmente imp
de que las condiciones para un crecimiento sostenido, para un des
continuo y una modernización en los diferentes campos institucion
dependientes o equivalentes a una continua ampliación de esos
índices socio-demográficos y/o estructurales. De acuerdo con lo an
cuanto más expone o desarrolla una sociedad las características bás
una especialización estructural y cuanto más altos son sus distinto
de movilización social y de especialización estructural, mejor será
cidad de desarrollo continuo, de tratar con nuevos problemas y fue
ciales y de desarrollar una estructura institucional en constante e
Esta perspectiva presupone que las condiciones para un crec
sostenido, un desarrollo continuo y una modernización en los dife
campos institucionales dependen o equivalen a la destrucción e
moderna de todos los elementos tradicionales.
Intimamente relacionado con esto prevalece también la opinión de que la
continuidad de la modernización, de un "crecimiento sostenido", de un desa-
rrollo continuo en cualquier esfera constitucional - sea ésta económica, polí-
tica o en la esfera de la organización social - está asegurada, después del
"salto" preliminar, después de la transición inicial de una sociedad premo-
derna a una sociedad moderna, por el hecho mismo de ese "salto".

III

En contra de esos enfoques y proposiciones se desarrollaron varias crí-


ticas que tendían gradualmente a llegar a una total negación de toda la
dicotomía entre lo moderno y lo tradicional, refutando virtualmente la total
validez de cualquier distinción de ese tipo.

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La acumulación de investigaciones en este campo ha mostrado que,


a pesar de que algún desarrollo mínimo de los distintos índices socio-demo-
gráficos, dentro de una sociedad, esté considerado como una condición
necesaria para el desarrollo de cualquier estructura moderna, la expansión
futura de esos índices no asegura necesariamente la expansión continuada
de la modernización, es decir, de la creación de una estructura social y po-
lítica viable, capaz de sostener un crecimiento, de tratar con unos proble-
mas sociales, políticos y económicos en continuo cambio.
En muchos casos - tales como los países de Europa Central y del Este,
de América Latina y de Asia - se ha desarrollado - a ciertos niveles -
una correlación negativa entre un alto grado de desarrollo de algunos índi-
ces socio-demográficos, como el índice de instrucción, la expansión de los
medios de comunicación de masa, la educación metódica o la urbanización
y la capacidad institucional de mantener ese crecimiento.
Por lo tanto, la proposición implícita que existía en muchos de esos
estudios - particularmente que la sociedad menos tradicional es la más
apta para tal crecimiento sostenido - ha resultado ser incorrecta. Los dis-
tintos índices sociodemográficos o estructurales de modernización indican
solamente el límite a partir del cual las sociedades o comunidades tradiciona-
les e íntegras se debilitan o se desintegran, el límite en el cual, para parafra-
sear el título del libro de Dan Lerner - "Traditional Society is Passing" - ,
la sociedad tradicional desaparece. Pero ellos mismos no indican hasta qué
punto una nueva sociedad moderna viable, capaz de tal crecimiento continuo,
puede desarrollarse o exactamente qué parte de tal sociedad se desarrollará
y cuáles serán sus contornos institucionales exactos.
De manera similar, se hizo patente que la simple aniquilación de las
formas tradicionales de vida no asegura necesariamente el desarrollo de
una sociedad nueva, moderna y viable, y que muchas veces el romper con
las situaciones tradicionales - ya sean la familia, la comunidad o aún, a
veces, las orientaciones políticas - tienden más bien hacia la desorganiza-
ción, la delincuencia y el caos que hacia el establecimiento de un orden
moderno viable.
Cada vez más, se tomaban en consideración los hechos básicos según
los cuales la modernización en muchos países ha sido emprendida con éxito
bajo el auspicio de los símbolos tradicionales e incluso de las élites tradi-
cionales. En muchos países, como Japón, e incluso Inglaterra, se mantenían
una gran parte de sus símbolos tradicionales - sean éstos el Emperador, la
Corona Japonesa o los símbolos de la aristocracia en Gran Bretaña o los
tradicionales de la vida provincial en Holanda. En muchos casos, donde

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el ímpetu inicial hacia la modernización se produjo bajo el auspicio


élites anti-tradicionales, fue seguido a continuación de una tentativ
restablecer algunos de los símbolos tradicionales.

Todas esas consideraciones han contribuido también al quebranta


de la seguridad en la continuidad del crecimiento después del "salto
las esferas económicas y políticas se hizo evidente que no existe nin
garantía de tal continuidad. Argentina, en la esfera económica, Bur
Indonesia en la política, se encuentran entre los ejemplos que mejor
la posibilidad de unos retrocesos después de haberse alcanzado a
peldaños iniciales - o incluso relativamente avanzados - de moderni

Sin embargo, esos ejemplos han mostrado también que la relación


los procesos de cambio que tienden a quebrantar o destruir las soci
tradicionales y el desarrollo de una sociedad moderna viable no
sencilla. Los primeros no conducen necesariamente a los segundos. Se
lentamente la toma de conciencia de que una gran parte de la histo
temporánea en general y las relaciones internacionales en particular
cierto modo, la historia de los retrocesos o del inmovilismo o de lo
menes políticos o de los sistemas económicos que al parecer han "sa
a la modernidad, pero, sin embargo, no han sido capaces de seguir
o de alcanzar mayores altitudes.

Pero el resultado más paradójico de estos procesos fue que tales r


cesos o inmovilismo no conducían necesariamente al total derrumbamiento
de esos nuevos regímenes ni al retorno de determinada forma tradicional
social y política. Tales formas de gobierno y 'le sociedades difieren, cierta-
men y en muchos aspectos, de las más "antiguas" sociedades modernas
(occidentales), pero tampoco se desarrollan necesariamente en el sentido
de esas "antiguas" sociedades. No obstante, no son ya, de ningún modo,
unas sociedades simplemente tradicionales. Además, a pesar de la parali-
zación o de la inestabilidad de esos regímenes, demuestran cierta capacidad
de reorganización y de continuidad, y desarrollan distintos programas polí-
ticos internos y externos con el fin de asegurarse las condiciones de tal
continuidad.

El creciente reconocimiento de la diversidad estructural inherente a la


modernidad estaba también estrechamente conectado con las considera-
ciones precedentes. Se aceptó como un hecho que los contornos estructurales
concretos de las diferentes sociedades modernas tienden a variar entre ellos
y que difieren ciertamente de los de los primeros países modernos, es decir,
europeos.

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IV

Todas estas consideraciones han convergido gradualmente hacia una


aparente recusación de la dicotomía entre las sociedades modernas y tradi-
cionales y de todo el enfoque relativo a la comprensión de los procesos de
cambio en las sociedades contemporáneas no occidentales.
Varios trabajos recientes - de un sociólogo, de un historiador del sureste
de Asia y de un antropólogo especializado en el estudio de la India - pueden
servir para ilustrar adecuadamente la nueva etapa de esta discusión y para
establecer unos puntos de partida para su reconsideración.
Gusfield, un sociólogo que trabajó recientemente en Italia, ha planteado,
sobre la base de la situación en la India, la siguiente objeción a la opinión
sobre la polarización de las sociedades tradicionales y modernas. Sus prin-
cipales argumentos están bien representados en los subtítulos de su artículo
y en su párrafo final.
Los subtítulos son (2):
"La Cultura Tradicional no es un Cuerpo Uniforme y Consistente de
Reglas"...
"La Sociedad Tradicional no es una Estructura Social Homogénea"...
"Las viejas Tradiciones no quedan en mal lugar con los Nuevos Cam-
bios"...
"La Tradición se adapta a la Modernización en 'Contextos Específicos"...
"Tradición y Modernidad no son Unidimensionales"...
"Los procesos de Modernización pueden revivificar las Tradiciones"...
"Tradición, Ideología y Nación"...
Resume su tesis de la forma siguiente:
"La teoría lineal del cambio social, como modelo para la comprensión
del cambio en las nuevas naciones, oculta las ambigüedades de la moder-
nidad e ignora la necesidad de una tradición como base de la solidaridad
social de las unidades nacionales. No podemos separar fácilmente moder-
nidad y tradición de cierta específica tradición y de cierta específica moder-
nidad, que de determinada forma ejerce una función ideológica como meta.
"Lo moderno llega a la sociedad tradicional como una cultura particular,
con sus propias tradiciones. A este respecto ha sido imposible separar la
modernización de ciertos procesos de occidentalización. McKim Marriott ha
concretado este punto analizando las razones de los aldeanos para rechazar a
los médicos occidentales, y occidentalizados. El papel del médico, como ex-

(2) Joseph R. Gusfield: Tradition and Modernity in India: Misplaced Polarities


in the Study o¡ Social Change. (Tentative drft). Presentado en el Metting Annual
of the American Foreign Association. Chicago, 2 de sept, 1962.

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perto técnico, le garantiza autoridad en la cultura moderna, pero n


pueblo indio donde las capacidades técnicas y comerciales no está
aceptadas. Eficiencia y desarrollo, esas dos grandes virtudes occident
son consideradas como tales a los ojos del aldeano de Utter Prade
"...es importante señalar que se puede hacer una distinción en
medicina "occidental" y "científica". Los occidentales conciben la m
occidental como un sistema curativo basado en las técnicas "raciona
en los conceptos "científicos" de causa y efecto. Pero esa característ
determina sólo en parte la total escala de métodos implicados en el
miento y cura. El tratamiento tiene una raíz tanto occidental como ci
y muchos métodos del médico occidental están basados sobre los
culturales y los tipos de relaciones personales particulares de la soc
occidental.

"La designación de las formas institucionales específicas por los cientí-


ficos sociales como modernistas, también puede servir como ideología y
como aspiración, especificando lo que, en una cultura particular es emú-
lativo. El concepto del desarrollo político es mucho más complejo y está
más limitado por la cultura que el concepto de desarrollo económico. Incluso
en este último, reconocemos claramente la resistencia de una diversidad de
caminos institucionales hacia la industrialización y hacia rentas más altas.
Parecería ciertamente vano al comentarista, designar, fuera de un contexto
específico, como contrarios al crecimiento económico los sistemas de cre-
cimiento económico, sean estos capitalistas, socialistas o comunistas.
"De igual modo, las sociedades industrializadas e igualitarias occidentales
no han demostrado de ningún modo tener una forma constitucional uniforme
o incambiable. La Unión Soviética, Francia, Alemania y los Estados Unidos
(y también podríamos incluir al Japón) apenas representan una forma única
de estructura política, y cada uno de estos países ha experimentado muchos
cambios durante su historia. Todas son, por supuesto, formas nacionales
de gobierno, y en cada una de esas formas la población se moviliza, hasta
cierto punto, en la participación política y en la lealtad al régimen. Sin
embargo, estos hechos plantean los problemas de una manera más amplia,
sin directrices institucionales específicas.
"En conclusión, todos los métodos, demasiados utilizados, de enfrentar
tradición con modernidad como opuestos tienden a pasar por alto las mezclas
y combinaciones que presenta la realidad. Y, sobre todo, se convierten en
una ideología de anti-tradicionalismo que rehusa ios modos necesarios y
prácticos según los cuales el pasado sirve de soporte al presente y al futuro,
especialmente en la esfera de los valores y de la legitimación política. Ne-

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cesitamos una perspectiva de cambio que no rehuse el carácter específico


y con textual de los acontecimientos..." (3).
Podemos considerar otros investigadores - Harry Benda, un historiador
del sureste de Asia (Indonesia) en general y, dentro de ella, del Islam en
particular, ha desarrollado argumentos que se asemejan a los de Gusfield,
especialmente por sus grandes polémicas en contra de la orientación-occi-
dentalista de la mayoría de los análisis contemporáneos de la situación en
el sureste asiático (4).
Citaremos algunos párrafos de sus recientes artículos:
"La descolonización implica un significado cualitativo cuyas múltiples
ramificaciones hemos tardado en comprender. Estábamos tan aferrados al
engaño rectilíneo, que esperábamos confiados el final democrático - algunos
de nosotros el Islámico - de la Revolución Indonesia una vez liberada de
las trabas que le imponía el militarismo autoritario Japonés. Aplaudimos
el retorno de la "normalidad" democrática en 1946; acogimos con expec-
tación las elecciones libres de 1955 ; y nos quedamos asombrados cuando
la democracia, que había sido experimentada con éxito, desapareció tres
años más tarde. Nos desesperábamos observando cómo la polarización polí-
tica e ideológica creciente enfrentaba a un partido contra otro, concreta-
mente, los Muslim ortodoxos en contra de los Muslim de nombre, y, final-
mente el resto de Indonesia contra Java. Y con creciente alarma hemos
visto disminuir los índices económicos de la prosperidad de Indonesia des-
pués de la expropiación de la economía capitalista extranjera y su sujeción
a los controles burocráticos y militares, en medio del avance del desarrollo
agrícola y de la presión de la población naciente. Los presagios de una inmi-
nente catástrofe se multiplicaron cuando una guerra fratricida amenazó la
unidad de Indonesia, y cuando, consecuentemente, la democracia dirigida
se hizo más flexible en las confrontaciones internacionales.
"Pero, esencialmente, lo que hemos presenciado ha sido el reajuste ago-
nizante y difícil de Indonesia a su propia identidad. No se trata, evidente-
mente, de nada tan simple como un retorno a una continuidad premoderna
y pro-occidental. Es, más bien, un proceso selectivo para adaptar una con-
tinuidad resurgente a una realidad cambiante. Se puede sugerir que la forma
constitucional del centralismo de Java - o más bien el de Djakarta - vuelve

(3) En varios detalles y especialmente en el contenido general de sus argumen-


tos, Gusfield se ha aproximado mucho a otros varios investigadores que se dedica-
ban a ese mismo problema, especialmente Milton Singer, David Apter y Bert
Hoselitz.
(4) Ver H. Benda: Democracy in Indonesia. The Journal oí Asían Studies
XXIII Mayo 1964, pp. 449-450. ídem: Decolonization in Indonesia. The Problem oí
Continuity and Change. Am-Historícal Review LXX. N. Y. Julio 1963, pp. 1058-1073.

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a adoptar algunas de las facetas políticas del pasado, entre las cuale
son más aceptables que otras desde el punto de vista occidental. Si e
samente burocrática, desdeñosa del racionalismo económico, vengati
represiva de la oposición Islámica, celosamente autoafirmativa fre
Islas Exteriores, y, finalmente, grandiosamente espectacular en los
exteriores, está en el análisis final, actuando según su propia ló
un carismático Presidente ha apoyado el establecimiento de restric
constitucionales y se ha rodeado de un ambiente de lujosos pal
medio de una pobreza cada vez más grande, si está buscando unas f
ideológicas y mágicas para restaurar el reino de la armonía y del eq
es con toda seguridad menos maquiavélico que Javanés. Y su verda
solamente suya; se puede aplicar incluso en una medida paradóji
similar a unos personajes dramáticos aparentemente modernos, ta
el cuerpo de Oficiales Indonesios.
"Cualquiera que sea la forma de la democracia dirigida, que p
lado fue recibida con una halagadora aceptación en el país y con de
fuera - es por lo menos indudablemente indonésica, para bien o par
Una por una se derrumban la mayoría de las barreras artificiales,
*nicas, políticas y, sobre todo, psicológicas del dominio extranjero
indonesio corre cada vez más en un cauce indonesio; la táctica
es de nuevo indonesa. Esto, aunque releve de historismo, puede ser
bien el verdadero sentido de la primera fase de descolonización en In
Finalmente, llegamos a Jan Hesteerman - un ideólogo holand
cializado en la India - , muy influido por sus estudios sociológicos y
lógicos. En un artículo que trata de los cambios modernos reciente
sociedad india, Hasteerman estipula (5):
"...Desde hace poco, especialmente desde la Segunda Guerra M
una nueva imagen de la India ha nacido, una imagen en la cual se a
el interés en un cambio rápido, en un desarrollo y una transición d
dición a la modernidad. Sin embargo, parece justificado preguntar
nueva imagen de la India no está de nuevo influida por nuestra prop
o podríamos decir, porque esa avidez de cambio se une además con l
de unas sociedades más sencillas y armónicas, aparentemente libre
tiranteces y de las coacciones que se consideran como un privilegio c
sivo de nuestra sociedad cambiante, en breve, como el Paraíso per
actitud dualista no puede tener más que un impacto en nuestro pens
cuando consideramos el contraste entre tradición y modernidad. E

(5) J. Hesteerman: Tradition and Modernity in India. Bijdragem Tot d


Land en Volkenkunde, deel U9, 1963, pp. 237-253.

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TRADICIÓN, CAMBIO Y MODERNIDAD

inclinados a acentuar la estabilidad de la sociedad tradicional y los disturbios


causados por la modernización. Por otra parte, tendemos a infravalorar la
capacidad de la tradición para el cambio interno y la acomodación a la
circunstancias modernas. Esto nos lleva a la conclusión predeterminada de
que existe una ruptura infranqueable entre tradición y modernidad...
"...Los desarrollos modernos no refuerzan la tradición, sino que le dan
una nueva dimensión. Tomaremos un ejemplo muy conocido: los medio
modernos de comunicación de masas, tales como la radio y el cine, pro
curan una expansión sin precedente de la cultura tradicional (difundiendo
los textos sánscritos, o la música clásica india, las películas sobre tema
mitológicos). Al mismo tiempo, las representaciones culturales tradicionales
no han perdido su importancia, como lo demuestra el hecho de que tanto
el gobierno como los partidos políticos tratan, casi siempre con éxito, de
incluir dramas con danza, narraciones y otros programas de difusión tradi-
cional para su propaganda..."
Después, sigue diciendo:
"...Es evidente que de esta manera el ideal "samnyasa" fue demasiado
lejos, pues tendía a limitar la vida en el mundo. Esto podía ser posible
porque la parte opuesta - es decir, la vida material - era consecuencia de
valores extranjeros. Cuando estos extranjeros desaparecieron, la polaridad
original se restableció ; una polaridad como la que existe entre el "santón"
y la "burocracia". Un "santón" como Vinoba Bhave, cuya campaña de
redistribución de la tierra y obras similares están basadas en una ideologí
de renunciación, y por otra parte la "burocracia", la maquinaria guberna-
mental con su economía modernamente planificada.
"Sus respectivas ideologías son diametralmente opuestas ; Bhave - como
su maestro Gandhi - tiene como objetivo el "cambio del alma" y su ideal
para la India es de hecho el asram, una colonia de ermitaños que se basta
a sí misma, basada en la ideología de la renunciación, mientras que, po
otra parte, el gobierno tiene como objetivo unos fines materiales con medio
materiales. Sin embargo, lo importante es que ambos se respeten y se adap-
ten y traten de colaborar en la orientación del destino de la India.
"El intercambio de acción y reacción entre estos dos polos de la tradi-
ción india ha sido decisivo para los cambios y desarrollos que el hinduismo
llevó a cabo en el curso de su historia.
"En el pasado ha permitido que el hinduismo siga siendo vital y se re-
mueve. Con el modernismo ha encontrado nuevos medios y oportunidades
para expresarse. Tal vez podríamos decir que este intercambio de acció
es el secreto de la continuidad india, es decir, su capacidad de retención y

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capacidad de absorción que constituyen el rasgo más notable de la


zación india. No hay duda de que hoy la India y su tradición es
biando. Sin embargo, este proceso de cambio seguirá estando dete
con todas sus apariencias, por el intercambio de acción de los dos
hinduismo, como ha ocurrido en el pasado. Esto significa que ten
que pensar en la modernidad india en relación a la continuida
tradición incambiable de este país..."

A primera vista parece que los estudios de estos investigadores - por


una parte, Gusfield (y hasta cierto punto Singer y quizá Apter) y por otra
parte Benda y Hesteerman - coinciden en rechazar la dicotomía entre las
sociedades tradicionales y modernas, en resaltar el hecho de que las defi-
niciones prevalentes de la modernidad parten del occidente, en actuar la
importancia y la persistencia de las formas tradicionales de vida en Asia,
y en el hecho de que, cualquiera que sean los cambios, éstos se sitúan
en unas estructuras básicamente tradicionales.

Pero examinándolos más detenidamente veremos que de hecho esos


estudios son, desde el punto de vista del tema que estamos tratando, dia-
mentralmente opuestos. Esto se observa mejor si examinamos de cerca uno
de los puntos centrales de esa aparente conformidad, o sea, su común
énfasis en la persistencia de las formas tradicionales de la organización social
y de las orientaciones culturales, y en la relación de éstas con el desarrollo
de la modernidad en esas sociedades.

Hesteerman y Benda afirman que, en cierto sentido, el impacto de la


modernidad y de las fuerzas sociales modernas en la sociedad India o In-
donesia ha sido más bien superficial o una fase pasajera. Según ellos, no
cambiaron realmente las estructuras, las orientaciones y los símbolos básicos
centrales y tradicionales ni la identidad propia de esas sociedades.
Es verdad que este impacto, que se dio principalmente bajo el dominio
colonial, ha implantado en esas sociedades muchos nuevos tipos de orga-
nizaciones o de instituciones, tales como industrias, escuelas y universidades,
las cuales derivan históricamente de las sociedades modernas (occidentales)
y que, en las sociedades donde han nacido, se desarrollan, en efecto, dentro
de una estructura de sociedad completamente moderna.
Además, el impacto de la modernidad ha cambiado mucho la situación
internacional dentro de la cual se desarrollaban esas sociedades y las ha

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llevado a un intercambio más acentuado con las sociedades modernas e


industrializadas.

Pero cuando desaparecieron los regímenes colonialistas se derrumbaron


igualmente todas las estructuras institucionales orientadas hacia la moder-
nidad, surgiendo a su vez nuevos tipos de estructura social parecidos a, y
derivados de, su situación tradicional anterior, a pesar de que hayan expe-
rimentado naturalmente, un cambio considerable.

En esas nuevas estructuras de los estados independientes de la India


y de Indonesia, muchas de las realizaciones modernas u occidentales - es-
cuelas, industrias o ciertas asociaciones modernas - , implantadas durante
el régimen colonial, han continuado, en efecto, existiendo y funcionando.
Pero a pesar del éxito de esas organizaciones dentro de su limitado campo
de operación, se orientaron cada vez más hacia la nueva situación "tradi-
cional", cambiando no solamente las orientaciones generales, sino que, pro-
bablemente por necesidad, también muchas de sus propias características
de estructura interna.

Si estudiamos de cerca el análisis de Gusfield veremos en él un enfoque


bastante diferente. Al contrario que Benda o Hesteerman, Gusfield parece
presuponer que la sociedad india tiene en su conjunto, en sus estructuras,
en su núcleo central institucional algunas de las características de la sociedad
moderna o al menos unas orientaciones centrales básicas hacia la modernidad.
Sin embargo, señala que dentro de la estructura de esas nuevas orientaciones,
no solamente persisten muchas formas de vida tradicionales "premodernas",
sino que, muy a menudo, pueden incluso facilitar enormemente la transición
hacia la modernidad o también la continuidad de unas situaciones modernas
viables.

Por lo tanto, estos dos enfoques son diametralmente opuestos en su ma-


nera de concebir la situación. Según Gusfield la transición hacia la moderni-
dad ha tenido lugar (al menos en la India) a pesar de que la modernidad
difiere, en su estructura y carácter, de las formas conocidas en el Occidente.
Benda y Hesteerman, por otra parte, opinan que una transición de ese tipo
es más bien superficial o transitoria y que las antiguas orientaciones tradicio-
nales tienden básicamente a prevalecer en la India y en Indonesia.
Por lo tanto, aunque estos investigadores coinciden en muchos detalles
de esta situación, tales como el análisis del cambio de las estructuras en
muchas organizaciones e instituciones concretas, o en la persistencia de unas
formas tradicionales en la vida social y en las organizaciones, difieren en
gran medida respecto al grado de evolución hacia el que tienden las socie-

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dades asiáticas para adquirir algunas de esas características bási


modernidad.

Pero, de manera bastante paradójica, todos opinan - al menos im


tamente, y en cierto modo en contra de sus propios argumentos ex
que el término sociedad "moderna" y la dicotomía entre sociedades
cionales y modernas no carecen necesariamente de sentido. Sus desa
implícitos con respecto a la evaluación de la situación en Asia,
sus polémicas sobre las formas antiguas de definir las diferenc
sociedades "tradicionales" y "modernas", no tendrían sentido si no
ran, de una manera o de otra, que la distinción entre una sociedad m
un orden social moderno, y otros tipos de sociedades o de orden s
significativa, aunque no definen la naturaleza de este orden (6).
Así pues, estas diferentes consideraciones necesitan, en efecto, un
definición de la naturaleza de la distinción entre los sistemas socio-
y culturales tradicionales o modernos. Esta nueva definición puede
vada a cabo sobre Ja base de las distintas críticas mencionadas anteriormente
o también, con referencia a los numerosos estudios emprendidos por los
científicos sociales en la última década, al haberse despertado un gran inte-
rés por esos problemas.
Todos estos factores parecen señalar que, dentro del orden socio-político,
la distinción entre un orden cultural o político tradicional o moderno, no
se basa en el desarrollo, dentro de cualquier esfera institucional, de las ca-
racterísticas estructurales específicas que han sido calificadas de modernas
- sean éstas la fuerza industrial o los mercados libres en la esfera econó-
mica, o una administración centralizada y un sistema legal unificado - en
la esfera política. Más bien se debe considerar hasta qué punto los antece-
dentes básicos simbólicos y culturales del tradicionalismo, con sus limita-

(6) Una ilustración interesante - y quizá paradójica - de la forma en que la


crítica de las aplicaciones corrientes de la dicotomía entre sociedades tradicionales
y modernas implica la aceptación de la legitimidad de esta distinción, se puede
encontrar en la afirmación de que todas las definiciones de la modernidad parten
de Occidente. Por lo tanto, Gusfield, por ejemplo, afirma que la mayoría de los
investigadores que han hecho resaltar la distinción entre sociedad moderna >
tradicional son necesariamente occidentales y da por supuesto la existencia de un
paso unilateral de evolución que todas las sociedades tienen que atravesar hasta
llegar a una modernidad de tipo occidental. Sin embargo, es interesante señalar
que a pesar de la exactitud de esta afirmación general, semejante a la mayoría
de las ilustraciones históricas concretas, utilizadas por Gusfield, o por otros autores,
se puede observar el mismo proceso en la historia de la experiencia europea de
modernización. Por lo tanto, justifican esta proposición señalando la diversidad
estructural de las así llamadas sociedades en vías de modernización en general, y
en particular la gran preponderancia de las distintas formas de organización social
y de las orientaciones culturales.

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dones estructurales y culturales, son o no mantenidos en los niveles centrales


de los órdenes sociales.

Los antecedentes más importantes en el campo político consisten en la


diferenciación constante simbólica y cultural entre lo central y lo periféri-
co, y la limitación concomitante puesta a los miembros de los grupos más
amplios para acceder al centro, o a los centros políticos, y a la participación
en ellos.

Esos antecedentes estaban, en los regímenes tradicionales, estrechamente


conectados, primeramente, con el hecho de que la legitimización de los go-
bernantes estaba redactada en términos básicamente tradicionales y religio-
sos, y en segundo lugar, con la falta de distinción entre el "rol" político de
base y los "roles" sociales de los individuos, tal como, por ejemplo, el ser
miembro de las comunidades locales; y si muchos ciudadanos pertenecían
a tales grupos no tenían nigún derecho político directo o simbólico a través
de un sistema de voto o de libertad de opinión.
En la esfera cultural, los antecedentes básicos del tradicionalismo, co-
munes a todas las sociedades "tradicionales", a pesar de las grandes dife-
rencias que podían existir entre ellos, parece ser que es la aceptación de la
tradición el considerar cualquier acontecimiento, orden o representación del
pasado (ya sea real o simbólica) como el mayor foco de su identidad co-
lectiva, como la extensión y naturaleza y de su orden cultural y social, como
la última legitimización del cambio y también como lo que establece los
límites de la innovación. En las sociedades tradicionales, la tradición no se
considera solamente como un símbolo de continuidad, sino también como
lo que marca los límites legítimos de creación y de innovación y como el
mejor criterio para su legitimidad, aún si, de hecho, cualquiera de esos
símbolos de tradición haya sido elaborado como una gran creación inno-
vadora que destruyese lo que hasta ahora se había considerado como el
mayor símbolo del pasado legítimo.
Estos atributos culturales del tradicionalismo tenían unas implicaciones
estructurales definidas. La más importante de éstas era que determinadas
partes de la estructura social y algunos grupos eran - o trataban de ser-
designados como el legítimo defensor y guardián de esos símbolos colec-
tivos, como sus legítimos soportes e intérpretes, y también los arbitros le-
gítimos de cualquier innovación o cambio. En las más diferenciadas de las
sociedades tradicionales esas funciones se cristalizan en una diferenciación
simbólica e institucional entre los focos centrales de los sistemas políticos y
culturales, y la periferia. Aquí, esta diferenciación simbólica e institucional
de centro, en las sociedades tradicionales, se manifestó en una triple limita-

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ción, eran: á) Limitación en términos de referencia a algún aco


pasado, del alcance, del contenido y del grado de los cambios e in
b) Limitación de acceso a las posiciones en las que los benef
cargo son los intérpretes legítimos de ese alcance del contenido
diciones ; y c) Limitación del derecho de participación en esos ce
elaborar los contenidos y símbolos legítimos de los sistema
culturales.

Sea cual sea la extensión y el alcance de la persistencia de las


formas tradicionales de vida en las diversas esferas de la sociedad, sólo
cuando los cambios en los atributos de la tradición se sitúan en los niveles
centrales es - según nuestra opinión - cuando presenciamos la penetración,
que puede ser gradual o repentina, de cierta clase de orden moderno socio-
político o cultural. Al contrario, si los cambios en los atributos de la tradi-
ción no se han efectuado en los niveles centrales, entonces cualquiera que
sea la extensión de los cambios estructurales o de una posible transformación
de la tradición en distintas partes de la sociedad, nos encontramos todavía,
según nuestra opinión, delante de cierto tipo de orden tradicional.
Esos cambios en los atributos de la tradición y en sus implicaciones
estructurales, son los que impulsan hacia unos procesos continuos de cam-
bio y hacia una percepción de éste como valor positivo en sí mismo, y que
hace del problema de la absorción del cambio el mayor requisito de la
modernización (7).
El análisis precedente ha tratado, en su mayor parte, de la distinción
entre lo tradicional y la modernidad en la esfera del orden socio-político
y cultural y, por añadidura señala un punto importante: que es necesario
hacer tales distinciones entre las diferentes esferas institucionales de una
sociedad. El análisis anterior, así como el material sobre el que está basado,
pone de relieve que, dentro de cualquier esfera constitucional de una socie-
dad, se pueden, en efecto, desarrollar algunas organizaciones "modernas"
sin que el conjunto de la esfera se haya modernizado ; y además, lo que es
más importante, que los prerrequisitos de la modernización en los distintos
campos institucionales son diferentes y no necesitan desarrollarse simultá-
neamente en cualquier momento determinado.
Es de especial interés en este contexto el hecho de que las características
y los prerrequisitos de la modernización y del "crecimiento sostenido" en
las esferas económicas e industriales, no son necesariamente los mismas

(7) Ver sobre esto, con más detalles:


S. N. Eisenstadt: Modernización, Protest y Cambio. Prentice Hall, Englewood
Cliffs, 1966, especialmente el capítulo III.

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TRADICIÓN, CAMBIO Y MODERNIDAD

que en las esferas sociales, políticas y culturales y que no necesitan desarro-


llarse simultáneamente.
Los datos de que disponemos indican que se desarrollan en distintos
momentos, y que estos momentos pueden influir en gran manera en la
totalidad del proceso de cambio y de modernización de una sociedad.

VI

Aunque el análisis anterior parece demostrar que la distinción entre


sociedades tradicionales y modernas sigue siendo válida, también indica
que esta distinción debe ser definida según una nueva orientación, y - lo
que es probablemente más importante - suscita una serie de nuevos enfoques
de los problemas de modernización y desarrollo.
Es necesaria una nueva formulación de algunas de las proposiciones
que han servido para el enfoque de esos problemas y de algunas de las
cuestiones sobre las cuales hemos investigado en este trabajo.
Quizá las conclusiones más importantes que pueden deducirse de este
análisis que hemos realizado, y que exigen una reconsideración del con-
traste o dicotomía entre las sociedades tradicionales y modernas, se basan,
en primer lugar, en el hecho de que es equivocado querer obtener, con la
modernización un cambio de gran alcance en las sociedades tradicionales.
Aunque se produzca un gran cambio dentro de las sociedades tradicionales,
algunos tipos de cambio, que destruyen esas sociedades tradicionales, pueden,
no obstante, no llegar a una cristalización en forma de sociedades modernas
viables. En segundo lugar, es necesario un nuevo examen de las relaciones
entre la persistencia de ciertas formas tradicionales de la organización s*?cial
y el desarrollo de unas nuevas estructuras sociales en su conjunto, sea éste
tradicional o moderno. En tercer lugar, se necesita también la reconsideración
de las relaciones entre tradición y cambio, y un análisis de las fuerzas, que
ayudan o facilitan el proceso del cambio, en contra de las que lo obstacu-
lizan, dentro de una tradición o una sociedad tradicional dada.
El análisis anterior señala igualmente la necesidad de examinar las ca-
racterísticas de esos procesos que pueden conducir a la transición hacia la
modernidad, así como de los que pueden obstaculizarlo, y de los procesos
que conducen al desarrollo y a la continuidad de las estructuras modernas
o que impiden la viabilidad de tales estructuras, una vez establecidas. Por
último, señala la necesidad de relacionar todos los problemas precedentes
con el problema de la gran variedad estructural concomitante con la mo-
dernización.

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A fin de poder acercarnos a estos problemas tenemos que dis


diversos aspectos del desarrollo de la modernidad.
Hay que distinguir, en primer lugar, entre el impacto de las
de la modernidad y el consecuente derrumbamiento de las situacio
dicionales existentes; en segundo lugar, la "penetración" de la mod
en los distintos niveles estructurales y culturales y, en tercer lugar, la
en que los nuevos sistemas sociales que surgen tratan estos proble
Dada la propagación de la modernidad desde los siglos xvii/xvm
hoy, casi todas las sociedades tradicionales han estado, o están, im
en ellas, según el "impacto" que las fuerzas modernas producen so
destruyendo las situaciones ya existentes de, al menos, tres maneras dis
En primer lugar, actúan sobre las bases de las distintas esferas
cionales tradicionales existentes - económicas, políticas o vida com
u organización social - creándoles nuevas exigencias y abriendo a su
bros distintas sociedades modernas y en vías de modernización, res
intensidad de este impacto y a su posición institucional específica
En segundo lugar, estas fuerzas contribuyen a la creación de un
internacional en el que las diferencias en los términos modernos (ec
o sociales) constituyen el mayor factor determinante del relativo
internacional. Aquí también se observan, sin embargo, grandes va
en cuanto a la importancia del impacto de las fuerzas internaciona
las distintas sociedades tradicionales, así como en el grado hast
están expuestas a ese impacto.
En tercer lugar, las fuerzas de la modernización tienden a actua
muchas sociedades tradicionales creando nuevas modas o la demanda de
una participación creciente de los ciudadanos en el núcleo social central,
más claramente manifestada en la tendencia a establecer una ciudadanía
y un sufragio universal y un orden social o político "participante".
Estas diferentes fuerzas pueden actuar en distintas esferas, en diferentes
casos históricos y, cada una de ellas, tiende a crear diferentes tipos de
penetración hacia la modernidad y diferentes problemas institucionales y
culturales con los que deberán tratar estas sociedades y las nuevas estruc-
turas que tienen que alcanzar.
Tal transición o penetración hacia la modernidad puede darse bajo
múltiples condiciones. Puede darse naturalmente, bajo distintas condiciones
estructurales, bajo diferentes tipos de impacto de las fuerzas modernas sobre
las esferas institucionales básicas, como la económica, la política, o en la
esfera de la organización y estratificación social.

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TRADICIÓN, CAMBIO Y MODERNIDAD

Esta transición o penetración hacia la modernidad puede darse en unas


sociedades cuyos grupos y élites muestran diferentes grados de adaptabilidad
o de resistencia al cambio, y de capacidad de transformación, y también
donde los nuevos núcleos muestran diferentes grados o clases de potencia
o impotencia.
También puede darse bajo diferentes grados de diferenciación estruc-
tural en un amplio estrato que demuestra tener un nivel relativamente alto
de resistencia al cambio en la nueva coyuntura, o, al revés, un alto nivel
de adaptabilidad a ella; en la» élites secundarias y especialmente en las
élites más próximas al núcleo social central que pueden ser resistentes al
cambio, o sea, las élites "traditionalistas", en las élites que son altamente
adaptables a las nuevas coyunturas, pero con pocas orientaciones de trans-
formación - en las élites que poseen unas orientaciones transformativas -
o en las élites que poseen una capacidad de transformación de un modo
flexible o coercitivo.

Esta transición o penetración se puede dar también bajo diferentes


momentos temporales del desarrollo en diferentes esferas institucionales, los
cuales pueden influir mucho sobre los problemas que estas sociedades
tenían planteados y sobre la forma de solucionarlos.
Estas distintas diferencias estructurales y temporales afectan en gran
medida la naturaleza de los problemas concretos que surgen dentro de esas
sociedades - o sea, los niveles de aspiraciones y conflictos dentro de varios
grupos, tanto como algunos aspectos o condiciones de la habilidad de las
élites del núcleo social central para tratar con esos problemas - y espe-
cialmente afectan al nivel de los recursos económicos, organizacionales y
educacionales, que condicionan la cristalización de nuevas formas institu-
cionales.

Cada esfera de estos procesos tiende a impulsar la penetración de la


modernidad en el orden socio-político y cultural, y simultáneamente a im-
pulsar también un cambio intensivo continuo. Pero cada una de esas esferas
específicas tiende también a crear distintos tipos o modelos de esa penetra-
ción, diferentes tipos de problemas institucionales y culturales con los cuales
estas sociedades y sus nuevas estructuras salientes han de tratar, y crean
también los modelos de respuesta institucional al problema del cambio
de los diferentes grados y tipos de habilidad o falta de habilidad para tratar
con estos problemas (8).

(8) Para un estudio preliminar de este problema ver también: S N. Eisenstadt:


Modernization, Protest and Change, especialmente el capítulo VIII.

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S. N. EISENSTADT

Son las esferas de esas diferentes fuerzas las que crean las cris
cíficas en cada tipo de sociedad moderna o en vías de modernizac
El número de casos que muestran unas características, unos pr
y unas crisis específicas es, naturalmente, muy elevado. Rebasaría
de este trabajo emprender siquiera una investigación preliminar
ellos. Nos limitaremos a mencionar algunos tipos de especial inte
el punto de vista de los problemas africanos.
A este respecto, es de especial interés la posibilidad de desarro
que se puede llamar una situación de transición inefectiva de una
tradicional a una sociedad moderna, y especialmente la posibilidad
arrollo de los así llamados débiles e inefectivos núcleos centrales. Estos
débiles núcleos pueden desarrollarse cuando el derrumbamiento de las es-
tructuras tradicionales y el resquebrajamiento de las implicaciones tradicio-
nales sin consecuencia de unas actitudes tradicionalistas de no adaptación,
las cuales están, sin embargo, virtualmente separadas de todas las impli-
caciones en un orden aceptado y significativamente tradicional, o resultan
de unas demandas no reguladas debidas a los diversos y nuevos fines mo-
dernos. Estas actitudes pueden entonces dar lugar, por una parte, a una
mayor apatía y desinterés a la participación en unas coyunturas más amplias,
y por otra, a un nivel creciente de conflictos no regulados dentro de esas
coyunturas.
Las crisis o los problemas específicos con los que estos regímenes tienen
que enfrentarse son, en primer lugar, el problema de su efectividad en la
nueva escena moderna internacional; en segundo lugar, el problema de la
aparición, cada vez mayor, de unas demandas no reguladas por parte r
diversos grupos más amplios, las cuales son a menudo alimentadas por la
actitud de las élites y por el mal empleo concomitante de los recursos. Se
enfrentan con unos conflictos potencialmente continuos dentro de la élite
y de los nuevos núcleos. Las crisis y los problemas que se desarrollan a
partir de la gran intensidad de los conflictos entre las élites tradicionalistas
y las más modernas, las formas modernas con las que muchos de estos
grupos formulan sus demandas, y las opiniones contradictorias de estos
grupos con relación a la naturaleza del núcleo central mismo y a las
bases de su legitimización, pueden minimizar las posibilidades de establecer
nuevos centros estables y viables de cualquier clase.
El denominador común de tales núcleos centrales puede ser definido
como pura patrimonialidad, o sea, el establecimiento o el mantenimiento
de nuevas estructuras centrales políticas y administrativas, las cuales tienen
una tendencia a mantener el contenido externo de los símbolos tradicionales

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TRADICIÓN, CAMBIO Y MODERNIDAD

o modernos, sin mantener simultáneamente ninguna profunda relación con


ellos. Al mismo tiempo, el núcleo social central presenta un interés casi
exclusivo en la protección de las estructuras débiles existentes de poder que
dan lugar, por lo tanto, a una sucesión continua de núcleos centrales débiles.
Uno de los mayores problemas de investigación sobre modernización y
desarrollo en general - y en África en particular - es la búsqueda de unas
condiciones y formas de gobierno a través de las cuales se pueda superar
efectivamente esas tendencias que tienen como consecuencia el desarrollo de
núcleos sociales centrales débiles.

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6.- OPINIÓN PUBLICA.

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