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Thuillier

Este documento proporciona consejos sobre cómo preparar y redactar un trabajo de historia. Explica que primero se debe definir claramente el objetivo y las conclusiones del trabajo, y trazar un plan con introducción y conclusión. Luego, se debe escribir el borrador organizando la información en capítulos, y revisar aspectos como citas, notas al pie y bibliografía. Finalmente, da consejos sobre la preparación del manuscrito para su publicación, incluyendo revisión del texto, ilustraciones e índices.

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Este documento proporciona consejos sobre cómo preparar y redactar un trabajo de historia. Explica que primero se debe definir claramente el objetivo y las conclusiones del trabajo, y trazar un plan con introducción y conclusión. Luego, se debe escribir el borrador organizando la información en capítulos, y revisar aspectos como citas, notas al pie y bibliografía. Finalmente, da consejos sobre la preparación del manuscrito para su publicación, incluyendo revisión del texto, ilustraciones e índices.

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CÓMO PREPARAR UN TRABAJO DE HISTORIA: LA PREPARACIÓN DEL TRABAJO

Guy Thuillier y Jean Tulard

Resumen

La introducción a este tema comienza por la habitual falta de motivación en esta parte final

de la investigación que es la de comunicar los resultados. Por un lado la elección del público al que

va dirigido y, por otro, la necesidad de utilizar adecuadamente las reglas tradicionales de claridad.

Para ello plantea tres preguntas: “¿Cómo preparar el trabajo de redacción?¿Cómo redactar? ¿ Cómo

publicar?

1. La preparación del trabajo

Primeramente, habremos de saber qué queremos decir y demostrar. De la idea original con

la que se haya comenzado el proyecto hasta la que posteriormente hemos alcanzado, habrá que

definir las preguntas que nos han hecho cambiar de parecer y aclarar qué respuestas hemos

alcanzado y cuáles no. El siguiente paso es mostrar las conclusiones, ya sean provisionales o, con

prudencia, generalizables, así como abrir nuevas preguntas que orienten a futuras investigaciones.

Una vez que tenemos los objetivos que queremos alcanzar se hace necesario trazar un plan,

el cual debe justificarse también en la introducción. Este puede modificarse, también puede haber

varios, es flexible, pero necesario para comenzar con orden.

Este plan debe contener al menos una introducción y una conclusión. En el texto se apuntan

algunos modos de abordar diferentes temas.

. Si se ha pensado esta estructura al comenzar la investigación las carpetas estarán ya


ordenadas, si no nos dispondremos a repartir el material en los capítulos previstos, reservando las

fichas bibliográficas y las que nos permitan situar las fuentes, así como las referentes a la

introducción y conclusiones. Estas carpetas pueden estar organizadas en diferentes apartados de

modo que la redacción cada vez esté más preparada.

2. Los principios de la redacción

Una vez que nos disponemos a escribir deberemos saber a quién nos dirigimos y mantener el

discurso en un registro coherente. En todo caso, sea un público erudito o un artículo con fines

divulgativos se debe escribir con claridad, evitando el aburrimiento del lector. La prudencia,

aconseja, debe estar por encima de la imaginación y de la retórica, no asegurar lo que sólo es

probable. Una idea clara de lo que queremos decir, evitando divagaciones, para lo que ayuda

escribir previamente las conclusiones. Por último, las lagunas que surjan habrá que tener el coraje

de reconocerlas. Una escritura ligera, con razonamientos dudosos harán efímero el trabajo, pues no

tiene utilidad para el que lo recoja posteriormente.

La propia redacción debe suponer un cierto placer, entregarse a ésta descansado, al ritmo

que sea necesario, sin prisa. Si se utilizan borradores, esquemas o se escribe directamente depende

del hábito de trabajo de cada uno. Hay algunos puntos específicos que se aclaran, pues pueden ser

más complicados de abordar:

− Las citas, si fueran un poco largas, se debe evitar copiarlas varias veces.

− Las notas: Recomienda que se coloquen a pie de página en caso de ser extensas, para

que puedan ser leídas conjuntamente con el texto. Las notas son tan necesarias como una
selección de ellas que evite sobrecargar el texto de cifras y datos que entorpezcan la

comprensión del texto. Las notas deben escribirse al terminar el texto de cada capítulo,

deben ser una prolongación de éste en le que mostrar nuevos puntos de vista o apoyar lo

expuesto.

− La conclusión: debe quedar reflejada en la introducción también, por lo que es

aconsejable escribir primero la conclusión para definir exactamente los límites del

ejercicio, generalizar sólo cuando hay certeza de la afirmación y tomar como provisional

aquello que no podamos asegurar.

− Prólogo e introducción: El prólogo presenta el trabajo, cómo se ha abordado, las

dificultades encontradas, el método seguido, la limitación precisa de la investigación, la

elección de dicho tema, así como apunta a posibles trabajos futuros. Puede estar escrito

en un estilo personal, en el que mostrar la capacidad al abordar el tema. La introducción,

sin embargo, se centra exclusivamente en el tema, presentando el contexto y explicando

el plan y su justificación.

− El estilo: Los consejos se centran respetar las normas gramaticales, utilizar con cierto

gusto el lenguaje (no abusar de las terminaciones en -ión,...) y evitar la escritura

irreflexiva, que no suele aportar nada nuevo. Los razonamientos deben tener una medida

razonable, que no resulten inconexos por su poca extensión, ni farragosos por exceso.

Los razonamientos del tipo filosófico deben ser evitados, siempre es mejor una buena

cita.

Tres consejos más cierran el capítulo. Primero, tener en cuenta el aburrimiento del lector,

no sobrecargar el texto de detalles innecesarios, así como tener respeto por el lector. El segundo es
dejar reposar el escrito hasta tener suficiente perspectiva para ver los fallos y aquello que no se ha

explicado bien. Por último, darle a leer el texto a una tercera persona porque es difícil percibir

aquellas explicaciones que nos parecen comprensibles o las que no.

3. Cómo preparar la publicación

Consejos prácticos para la preparación del manuscrito

Algunos consejos se centran en el texto que se entrega a “la mecanógrafa” [sic!]. Que sea

legible, especialmente nombres propios y cifras, además de revisarlos con especial atención, esto y

el entrecomillado a principio y final de cada cita. Revisar la paginación del manuscrito. Numerar

cuidadosamente las notas que, de ser destinado a la impresión es mejor colocar al final del capítulo,

pues a pie de página “complica inútilmente el trabajo de la mecanógrafa” [sic!]. Para las referencias

de libros recomienda subrayar el título y no indicar formato y sólo en ciertos casos la editorial. Para

las de artículo, el título aparecerá entre comillas y el nombre de la revista subrayado. Los nombres

de los autores no deben aparecer subrayados. Antes de enviarlo a un editor el manuscrito debe ser

revisado y volver a mecanografiar aquello que sea necesario.

Problemas particulares

El prólogo puede dar un valor añadido a un libro, pues aporta el razonamiento de la

necesidad de ese trabajo y puede ser un gancho para el lector.

Los documentos justificativos o anexos, si son documentos inéditos que lo merecen, a ser
posible se adjuntan en los anexos con una breve introducción. Si son documentos de difícil acceso

son muy interesantes para el historiador.

Los cuadros con cifras y gráficos es conveniente insertarlos en el texto, con la información

de dónde se han extraído y además indizarlos.

La relación de las fuentes de archivo es la parte que más va a consultar el historiador que

recoja el testigo, haciéndose necesario qu ese distingan bien las fuentes de acceso público y las

privadas y quede claro cómo poder encontrarlas.

La bibliografía en principio no es importante si se ha reseñado correctamente en las notas,

pero se puede realizar seleccionando de cara a orientar en la lectura o realizarla de manera

exhaustiva, normalmente por orden alfabético. Es necesario que la presentación sea homogénea en

los libros o artículos, indicar las páginas de éstos, limitarla, pero nunca hinchar la bibliografía, y en

el caso de un libro raro indicar el depósito.

. Sea por orden alfabético, cronológico o por temáticas, debe orientar a la lectura, por tanto,

es mejor evitar las obras muy generales, a veces es esta la parte del libro más consultada.

Las ilustraciones es mejor que las elija el propio investigador, intentando que sean

contemporáneas e indicando autor, fecha, técnica y todos aquellos datos que tengan relevancia.

Estas también deben indizarse e incluso dedicarles una explicación si el tema se presta y

especialmente si pertenecen a fondos privados.

La utilidad de los índices para el que consulta la obra recomienda las siguientes opciones:

Por nombres de personas(todos los citados sin excepción), por nombres de lugares (en índice
aparte), temático o analítico. Este último índice es el más útil, y requiere cierta destreza para

identificar las palabras claves a las que va a recurrir el que consulta la obra.

Una vez que se hace la primera prueba de imprenta la revisaremos al menos dos veces

respecto a la copia manuscrita, y después es conveniente que la lea un amigo no historiador. La

siguiente prueba la revisaremos con las correcciones sobre la prueba, pues al corregir algo en la

imprenta, puede modificarse algo que previamente estaba correcto y además revisar los índices.

Una vez redactado el libro o artículo se deben recopilar y volver a ordenar las notas, bien

para la revisión del manuscrito, bien para un trabajo posterior.

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