1 Fundamentos Socio Antropologico Del Derecho Penal.
1 Fundamentos Socio Antropologico Del Derecho Penal.
Facilitador: Triunfador:
Prof. José Sarache Edward Gil
C.I. 13.254.548
El derecho penal queda reservado exclusivamente para las formas más graves en las
que se exponen a ser puestos en peligro o ser lesionados esos bienes jurídicos que
protege.
Podemos sostener que si bien su función esta dirigida al control social, no lleva a
cabo la misma de una forma absoluta sino solo en cuanto esta posibilita la vida en
sociedad. Por esto afirmamos que el derecho penal interviene de manera alternativa
cuando no hay otro medio adecuado para alcanzar estos fines que persigue.
Al decir que el derecho penal se aplica solo frente a las agresiones más graves, y solo
ante casos donde sea estrictamente necesario, definimos que este entra en acción
cuando la protección aportada por otros medios con los que cuenta el ordenamiento
jurídico no son suficientes (Principio de intervención mínima o última ratio).
De igual forma la pena es considerada el último recurso del Derecho Penal como
medio de control social, a falta de otros medios, que deben emplearse con la única
finalidad de proteger los intereses que el legislador entiende indispensables para el
funcionamiento del Estado derecho.
Vemos entonces que las bases de las sociedades actuales se centran en la libertad del
individuo, cuestión que representa un límite para la intervención del Derecho y por
tanto del Estado. Esta cuestión inspirará al legislador al momento de elaborar
cada norma, que en este sentido encontrará límites, que permitirán la aplicación de el
Derecho Penal como medio de control social, sin desvirtuar esos principios
fundamentales del orden social
El derecho penal, como rama del ordenamiento jurídico, es aquel conjunto de normas
jurídicas que determina las conductas delictivas y les asigna una sanción. Ahora bien, no
siempre ha tenido el contenido ni la forma que actualmente se le atribuye, dependiendo
éstos del concreto ámbito histórico y cultural en el que uno centre su atención. Así, a lo
largo de la historia se ha pasado del reconocimiento de una responsabilidad colectiva y
objetiva a una responsabilidad individual y subjetiva; de un sistema de arbitrio judicial a un
sistema de legalidad. Esta evolución no ha sido para nada lineal, sino que se ha
caracterizado por una sucesión de marchas y contramarchas que dificultan enormemente la
delimitación de los diferentes períodos que ha atravesado el derecho penal hasta nuestros
días. Por esta razón vamos a publicar una pequeña serie de artículos en los que
estudiaremos dichos periodos bajo una óptica simplificadora, empezando por el derecho de
las sociedades primitivas hasta el movimiento codificador de los siglos XVIII a XX. Todo ello
desde la perspectiva del derecho continental europeo o romano-germánico en el que se
enmarcan la mayor parte de los países europeos, entre ellos España.
Este primer artículo lo empezaremos con unos breves apuntes sobre la prehistoria del
derecho penal, para pasar luego a reseñar, con mayor detenimiento, el derecho de las
antiguas civilizaciones y las contribuciones que éstas hicieron a la tradición jurídica
occidental (en especial Grecia y Roma). Terminaremos con un análisis del derecho en la
Edad Media, desde la caída del Imperio romano hasta el desarrollo de las escuelas de los
Glosadores y Postglosadores.
I. Prehistoria
En las sociedades prehistóricas toda norma de conducta tenía caracteres consuetudinarios,
basados en la repetición de los usos y costumbres seguidos por cada comunidad, y se
presentaba de forma indiferenciada, entremezclándose normas jurídicas con las religiosas,
morales y las del trato social. Las normas penales se enfocaban sobre todo a sancionar las
conductas que resultaban lesivas para el grupo tribal, que reaccionaba mediante una
declaración de guerra ante la ofensa cometida por otra tribu. La responsabilidad, por tanto,
era colectiva. Dentro del propio grupo la sanción se aplicaba al individuo, quien, en caso de
transgredir las normas sociales establecidas, podía enfrentarse a un castigo físico e incluso a
la expulsión (que equivalía a la pena de muerte, ya que no tendría un grupo que lo
protegiese).
II. Antigüedad
Otras expresiones legislativas procedentes de Asia fueron el Código de Manú, cuyo origen se
sitúa en el valle del Ganges (India) entre los siglos VI y III a. C., y el código impulsado por la
dinastía Zhou en la China del año 223 a. C. (aunque apenas dos años después fue sustituido
por otro). En el norte de África y Medio Oriente también son destacables, por una parte, la
legislación de los egipcios, respecto de los cuales no faltan evidencias de una práctica
elaborada del derecho desde el reinado de Seneferu (unos 3500 años a. C.); y por la otra, el
derecho de los antiguos hebreos, que se encontraba recogido en la Biblia, particularmente
en el Levítico y el Deuteronomio. Al igual que el Código de Hammurabi, estas legislaciones
imponían un sistema talional, y en todas ellas perduraba una concepción teocrática del
derecho (aunque no en la misma medida). El delito aparecía siempre como un atentado a lo
divino, y el fin de la pena era la expiación.
Fueron los griegos quienes empezaron a separar lo jurídico de lo divino. A través de las
obras de autores como Sócrates y Platón, de las que solo se conservan algunos fragmentos,
sabemos que la legislación penal griega se alejó de la divinización del derecho propia de las
culturas anteriores. El delito ya no se consideraba una afrenta a los dioses, sino una afrenta
a la sociedad y al Estado, que aplicaba la pena con el fin de corregir al delincuente y prevenir
el delito. Esa separación adquirió su máxima expresión en el derecho romano, religioso en
su origen pero secularizado a partir de la Ley de las XII Tablas (siglo V a. C.). Dicho texto
establecía una distinción entre delitos públicos (delicta publica), perseguidos por el Estado
en interés del mismo, y delitos privados (delicta privata), perseguidos por los particulares en
su propio interés. No obstante, con la llegada del Imperio el derecho penal en su integridad
adquirió carácter público.
En el siglo VI de nuestra era, el emperador Justiniano mandó a elaborar el que sin duda es el
cuerpo legal más importante de la historia del derecho romano, el Corpus Iuris Civilis. Se
trata de una compilación dirigida por los juristas más destacados de la época (entre los que
destaca Triboniano), y está compuesta por cuatro obras: a) el Digesto, que recoge
fragmentos de las obras de jurisconsultos anteriores; b) las Instituciones, obra destinada a la
enseñanza del derecho; c) el Nuevo Código, una recopilación de constituciones imperiales
prejustinianeas; y d) las Novelas, que contienen las constituciones imperiales promulgadas
por Justiniano hasta su muerte. La importancia del Corpus Iuris Civilis reside haber servido
de base para gran parte de los sistemas jurídicos modernos que pertenecen a la tradición
continental europea.
El declive del Imperio romano de Occidente, marcado por la pérdida de control político
sobre su vasto territorio, dio paso a la soberanía de los pueblos invasores bárbaros (en su
mayoría de origen germánico), que se extendió desde el siglo V al XI d. C. Durante ese
tiempo, el derecho penal germano fue evolucionando por el contacto con la cultura romana,
llegando a perder su carácter privatístico e individualista para adquirir, poco a poco, un
carácter más público.
Tras asentarse en suelo del antiguo imperio, los bárbaros convivieron con la población
romana y paulatinamente fueron aceptando su derecho, sobre todo en las provincias de
Hispania, Italia y las Galias. Así, el derecho romano sobrevivió, aunque de forma vulgarizada,
en las codificaciones romano-germánicas elaboradas por los bárbaros, siendo algunas de las
más importantes el Código de Eurico o Codex Euricianus (480) Edicto de Teodorico (503), el
Breviario de Alarico o Lex Romana Visigothorum (506), la Liber Papiensis o Lex Romana
Burgundiorum (516), y el Libro de los Jueces o Liber Iudiciorum (654).
Durante los siglos IX a XI florecieron en la Europa occidental los sistemas feudales,
en los que la jurisdicción de la Iglesia católica, que hasta ahora solo se limitaba a
cuestiones de organización y jerarquía dentro de la propia Iglesia, empezó a ir más
allá para abarcar también ciertos aspectos de la vida secular, entre ellos el derecho
penal. De este modo, a la Iglesia se le atribuyó la competencia penal exclusiva en
materia de delitos religiosos, así como una competencia concurrente con los
tribunales seculares en los llamados delitos mixtos, que violaban tanto el orden
humano como el divino.
En cuanto a las fuentes del derecho penal canónico, encontramos una profusa
cantidad de cánones o decretos, emanados de los concilios, y decretales o epístolas
papales, surgidas de las consultas hechas al papa, que, junto con otras fuentes
seculares como el Breviario de Alarico y el Código Teodosiano, fueron recopilados a
mediados del siglo XII en una obra que pasó a la historia como el “Decreto de
Graciano”, llamado así por el monje que la elaboró. Esta compilación marcó el punto
de partida del movimiento recopilador del derecho canónico, que culminó en el siglo
XV con el Corpus Iuri Canonici. Lo integraban el propio Decreto de Graciano, las
Decretales de Gregorio IX o Liber Extra (1234), el Liber Sextus de Bonifacio VIII
(1298), las Clementinas o Liber Septimus (1314), las Extravagantes de Juan XXII
(1500) y las Extravagantes comunes (1503).
El inicio del proceso recopilador del derecho canónico coincidió en el tiempo con el
descubrimiento, por parte de un jurista italiano llamado Irnerio, de un manuscrito del
Digesto, la obra más extensa de la compilación del emperador Justiniano, en una
biblioteca de Pisa. A raíz de este hallazgo, Irnerio fundó la Escuela de los Glosadores
(siglo XII) en la Universidad de Bolonia con el fin de estudiar el derecho romano
justinianeo, empleando para ello un método de trabajo basado en la glosa, esto es,
incorporar aclaraciones a los textos estudiados. Los Glosadores fueron sucedidos por
la Escuela de los Postglosadores o Comentaristas (siglos XIII y XIV), que
convirtieron las construcciones jurídicas de los primeros en un derecho aplicable por
los tribunales de la época. Crearon un nuevo sistema jurídico integrado
principalmente por el derecho romano y canónico que, gracias al apoyo de los reyes
feudales, al impulso de su estudio en las universidades medievales y a la aparición de
la imprenta, logró una gran difusión hasta convertirse en el ius commune o “derecho
común”, durante varios siglos, de toda Europa. Sus principales características
podemos resumirlas de la siguiente forma:
Llegados a este punto, damos por terminado este primer artículo de la serie “Historia
del Derecho Penal”. En la próxima entrada estudiaremos la época de la Ilustración y
las repercusiones que tuvo la Revolución francesa para el conjunto de las naciones
europeas. Asimismo, analizaremos el movimiento codificador y el enfrentamiento
que mantuvieron las diferentes escuelas del pensamiento penal hasta llegar a la época
actual.
El Derecho Feudal: Es aquel que se establece por los señores feudales para regular
la vida, la economía, la política dentro de sus feudos y de los monarcas para regular
la relación feudo vasallatica en sus reinos.
Características generales del derecho feudal:
El Concilio de Trento, entre los años 1536 y 1564 realiza una revisión completa de
las posiciones teológicas y jurídicas de la Iglesia Católica.
Estudio Independiente.
1. Explique las características generales del Derecho feudal. Pág 85.
BIBLIOGRAFÍA
ROJINA VILLEGAS, Rafael; Derecho Civil; Tomo I; Porrúa; 17° edición; México;
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Documento on line:
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