Ejercicios Texto 2
Ejercicios Texto 2
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valores muy extendidos en nuestra época.
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La cultura actual idealiza la «hombría», el machismo, celebra los atributos duros
de la masculinidad, los estereotipos viriles, las imágenes provocadoras del «macho
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bravío». Esta figura suele estar representada por el hombre agresivo, implacable,
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despiadado y siempre seguro de sí mismo. Un ser que reta sin miedo, persigue el
dominio de los otros, tolera el dolor sin inmutarse, no llora y no expresa sentimientos
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afectivos. Los varones jóvenes suelen adaptarse a este estereotipo y manifestar esta
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lecturas, sus programas televisivos, sus deportes y sus juegos de vídeo. Y a medida que
crecen estos ingredientes sirven para justificar la liberación de sus impulsos agresivos
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otras personas.
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Letrinas de internet
Siempre me ha llamado la atención la ingente cantidad de pasiones putrescentes que se
desaguan en Internet. Algunos amigos que mantienen blog me confiesan que con frecuencia se
ven tentados a abandonarlo, ante la avalancha de comentarios ofensivos o desquiciados que
un puñado de sórdidos trolls dejan a sus entradas. Yo mismo, cuando consulto las ediciones
electrónicas de los periódicos, me quedo estupefacto ante la retahíla de obscenidades,
improperios y calumnias que, en mogollón informe y bilioso, se suceden a las noticias. Y me
pregunto si los responsables de tales ediciones electrónicas serán conscientes del daño que tal
acumulación de cochambre hace a la credibilidad y prestigio de sus respectivos medios; y, si lo
son, por qué permiten su entrada y sedimentación. Algún director de un medio digital
especialmente infestado por estos gargajos del odio me ha llegado a confesar –no sé, si
hipócritamente – que no hay manera de contener la avalancha de inmundicia… salvo que se
impida la participación de los usuarios, que es tanto como renunciar a las potencialidades de
Internet.
desagua el odio no estarán siendo la marihuana que aparta la agresividad de la gente de los
artífices de su miseria, para dirigirla contra quienes la denunciamos.
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7000
Que me los presenten. Que me presenten a esos 7000 madrileños que abandonaron a
sus perros para irse con toda tranquilidad de vacaciones. Que me presenten a esos 7000
energúmenos capaces de dejar atrás, con impavidez espeluznante y una pachorra inmensa, los
hocicos temblorosos y las miradas dolientes de sus animales.
Que me presenten a esos tipos que tuvieron el cuajo de tumbarse con la barriga al sol en
una playa, plácidos y satisfechos tras haber condenado a sus perros, en el mejor de los casos,
al exterminio en la perrera, y, más probablemente, a una atroz y lenta agonía en cualquier
cuneta, con el cuerpo roto tras un atropello. O a servir de cobaya en un laboratorio, o a morir
en las peleas de perros, espeluznantes cacerías que, aunque ilegales, parecen estar en pleno
auge como juego de apuestas. Que me presenten a esos seres de conciencia de piedra. Quiero
saber quiénes son, porque me asustan: si han cometido un acto tan miserable e inhumano,
¿cómo no esperar de ellos todo tipo de traiciones y barbaries? Probablemente pululan por la
vida disfrazados de gente corriente: es una pena que las canalladas no dejen impresa una
marca indeleble.
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Rosa Montero
EL PAÍS
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16/06/1998
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a equivocarse también es parte del aprendizaje. Pero vamos, no me engaño, su adolescencia
está ahí y con ella sus hormonas y los millones de peligros externos que como madre veo por
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todas partes. Alcohol, drogas, malas compañías, depresión, angustia. Y buscas la fórmula
mágica que la proteja de todo eso.
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Islandia, (sí, otra vez Islandia, otra vez un país nórdico al que mirar con envidia) ha
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conseguido pasar de ser el país con mayor tasa de alcoholemia entre sus adolescentes en los
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años 90 a invertir esa cifra a mínimos. Y lo ha hecho con la combinación de dos elementos
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básicos: deporte y arte. Hacer ejercicio, cuidar tu cuerpo, y alimentar el alma, música, teatro,
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obras de teatro o clases de música. Porque entendían que la implicación de los padres era
fundamental para atajar este enorme problema. Se prohibió por ejemplo que los menores de
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12 años pudieran andar solos por la calle más tarde de las 8. El toque de queda para los
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menores de 16 es las 10 de la noche. Reglas. Horarios. Aquí se me ponen los pelos de punta
cuando escucho a amigos con hijos de 17, 18 años diciendo que quedan a partir de la una de la
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madrugada. ¡Una de la madrugada!, pero si a esa hora es cuando deberían estar volviendo a
casa, como muy tarde.
Comparar nuestra adolescencia con la suya no sería justo, por muchos motivos.
Muchas cosas han cambiado, redes, conectividad, acceso a información. Ellos lo tienen todo.
TODO. Pero hay algo que no cambia: hay una diferencia abismal entre pasártelo bien después
de haber cumplido con tus tareas, obligaciones, a no tenerlas y a tener que buscar cómo llenar
ese tiempo, inventándote y buscando formas de cómo pasártelo bien.
Helena Resano
01/11/2017
20 minutos
Cloacas
En la actualidad la cloaca máxima
discurre a través de las redes sociales
El rey de Roma Tarquinio Prisco mandó construir la Cloaca Máxima en el siglo VI antes
de Cristo para canalizar y verter en el Tíber las infectas marismas junto con todos los desechos
de la ciudad. Esa obra monumental ejecutada por etruscos está todavía en servicio. Con el
tiempo sobre ella se levantaron templos, palacios, arcos de triunfo, el foro imperial, el Coliseo,
el Vaticano y las basílicas cristianas. Por la raíz de estos mármoles sagrados discurría una
corriente putrefacta y en ella navegaba toda clase de despojos. El derecho, el arte y la cultura
clásica, que nos han nutrido, se elaboraron sobre esta inmundicia. La cloaca máxima, que en su
origen fue una gran obra de ingeniería, a lo largo de la historia ha tomado otras formas
invisibles e igualmente nauseabundas. El Estado moderno, y todos los crímenes que llevan su
nombre, se asientan sobre una ciénaga semejante a la de Roma. Los bajos fondos del poder
están llenos de reptiles que se pasean con un pistolón colgado de la axila y sobre este pozo
ciego gritan y gesticulan los políticos, dictan sentencias los jueces, desfilan los ejércitos. En la
actualidad, la cloaca máxima discurre a través de las redes sociales. El albañal que soportaba
los mármoles de la ciudad eterna y la caja de Pandora, que contiene un nudo de serpientes,
fundamento del Estado moderno, se han transformado en esa corriente de odio y frustración
que aflora desde el anonimato en millones de tuits llenos de rebuznos, insultos, calumnias,
mentiras y venganzas. Sobre la cloaca de las redes se eleva hoy el trono de un invisible rey
Tarquinio con todo su poder digital, capaz de alterar el curso de la historia solo con los dedos
sobre un teclado. ¿Pero, qué templos, qué palacios, qué arcos de triunfo, qué clase de cultura
se puede levantar sobre este basurero?
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Manuel Vicent
EL PAÍS
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26/11/2017
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amplísimo- supusiera una merma de su virilidad o una injuria; si el 34% juzga aceptable espiar
el móvil de su pareja si sospecha que ésta le es infiel, y el 65% ve en los celos una prueba de
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amor; si todo esto es así, cabe concluir que los adolescentes actuales no se diferencian apenas
no ya de sus padres o abuelos (calculando que los primeros ronden los cuarenta años y los
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segundos los sesenta y cinco), sino de sus bisabuelos. Sin duda estos adolescentes llevarán
vidas muy distintas, pero en lo relativo a su concepción de las relaciones sentimentales, son
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¿Qué diablos se les enseña y transmite? Si los resultados de esta encuesta no resultan
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pondrían fin a las más elementales sandeces y tópicos, que venga la gente de mi generación y
lo vea. O incluso la de la generación anterior.
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Javier Marías
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EL PAÍS
11 DIC 2011
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Espejos
El río en el que nadie se baña dos veces, según Heráclito, está formado por todos los
espejos en los que uno se ha mirado a lo largo de la vida. La conciencia se inicia en el instante
en que el niño se reconoce a sí mismo por primera vez en el espejo familiar del cuarto de baño.
Llega un momento en que ante su propia imagen el niño piensa que ese que aparece allí
dentro es él y no otro, esos son sus ojos, su nariz, su boca, su diente partido. Frente a ese
espejo se establecen a continuación unos ritos inolvidables: su madre le lava la cara y le peina,
unas veces a gritos, otras con lisonjas y allí se reflejan las primeras lágrimas, las primeras risas.
En el azogue del espejo familiar la imagen del niño quedará guardada para siempre en brazos
de Narciso. La edad consiste en ir dejando atrás aquel primer espejo. Un día el chico se afeitará
la pelusilla del bigote y la niña se pintará por primera vez los labios con carmín, pero puede
que sea ya en otro cuarto de baño. Si hubieran sido fieles al primer espejo no se habrían dado
cuenta de que tenían ya quince años. El río de Heráclito discurre sobre nuestra piel, nos
atraviesa por dentro y uno sólo comienza a envejecer cuando abandona aquel espejo que era
un amante verdadero. Cada vez que vuelvas a mirarte en él después de una larga ausencia
entenderás que el tiempo sólo es un cambio de apariencia. Se trata de una experiencia muy
común. Al llegar el mes de agosto te vas de vacaciones a la casa de la playa, entras en el cuarto
de baño, abres la ventana y te miras en el espejo donde había quedado congelado tu rostro
desde el verano pasado. No estaban allí todavía algunas arrugas ni las ojeras que has
cosechado a lo largo del año. Se hace evidente que has engordado. La expresión de los ojos
tampoco es la misma. Pese a todo, durante el verano irás asimilando esta nueva imagen hasta
aceptarla e incluso asimilarla con agrado, pero al volver a la ciudad, cuando apenas ha pasado
un mes, en el cuarto de baño de casa te esperará la imagen que dejaste allí antes de salir de
viaje. También algo habrá cambiado esta vez. El bronceado alegrará la palidez con que te
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recordabas, pero sin duda en la nueva imagen se reflejara una nueva erosión, el rastro de una
aventura, la señal de una caída. Uno va envejeciendo en los sucesivos espejos como si se
reflejara en río de azogue que nos atraviesa. Pese a todo existe un primer espejo que guarda tu
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imagen de niño ante el que tu madre te fregaba la cara con un estropajo. Ése es el que te
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Manuel Vicent
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09/09/2007
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EL PAÍS
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Es probable que, si nos preguntan por la vida de Cristiano Ronaldo o por las últimas
novedades de Facebook, sepamos contestar a la primera. Pero luego se nos escapan detalles
como la profesión de nuestros abuelos o el cantante preferido de nuestra madre. Conocemos
la vida de los famosos a través de redes sociales mejor que la de nuestra propia familia.
Eso es lo que les pasa a los protagonistas del nuevo anuncio de Ikea, Familiarizados,
cuando participan en un curioso concurso: quien falle una de las preguntas que se le plantea,
debe abandonar la cena familiar de Navidad. Todo va bien cuando se trata de cultura general
sobre Internet y redes sociales. Cuando llegan las cuestiones más personales, las mesas se van
quedando vacías.
Los datos de las propias compañías tecnológicas tienen una explicación para esto. Si
tienes un iPhone, lo desbloqueas una media 80 de veces cada día, según cifras de la propia
Apple. Otro estudio anterior apuntaba que los usuarios de Android lo usan en 110 ocasiones
diarias. Vivimos enganchados a las redes sociales y las nuevas tecnologías y apenas sabemos
nada de las personas que nos rodean.
Como demuestran los datos anteriores, esta adicción no es solo cosa de jóvenes. Los
padres cada vez miran más sus pantallas y menos a sus hijos, que a su vez imitarán el
comportamiento de sus padres a medida que se hacen mayores.
A veces es inevitable, porque la única forma de conciliar es llevarse el trabajo a casa a
través del teléfono. Pero este comportamiento, que también se da en la mesa a la hora de
comer y de cenar, tiene un efecto negativo en las interacciones familiares y en especial en los
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hijos. La falta de atención de unos padres pendientes continuamente del móvil puede afectar a
su autoestima. Y el problema empieza desde el principio de la relación entre padres e hijos: no
es buena idea recurrir a menudo a las tablets para entretener a los bebés. Ni son niñeras ni
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tampoco son chupetes electrónicos. Los expertos dudan seriamente de que el uso de las
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tabletas ayuden a los niños menores de 30 meses a desarrollar su empatía o su capacidad para
resolver problemas.
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Quizá va siendo hora de desconectar para conectar de nuevo con nuestros seres
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queridos, como plantea este anuncio de Ikea, que además ha lanzado un juego parecido al que
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sólo se podrá jugar con el teléfono en “modo avión”, para que no solo nos desconectemos,
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sino que podamos pasar un buen rato en familia conociéndonos un poco mejor.
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07/12/2018
Verne – EL PAÍS
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Raúl Collado
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En línea
Si no contestas es porque no quieres, o no puedes, o quien te
inquiere no es tu prioridad en ese momento
Estos días, por razones que me ocuparían una columnata y no precisamente la de la
Santa Sede, tengo una desaforada actividad de mensajería telefónica, por lo que estoy en línea
todo el santo día y buena parte de la noche. Hace tiempo que desactivé la confirmación de
lectura de mis mensajes entrantes y la hora de mi última conexión al invento con el fin de no
tener que dar explicaciones a nadie sobre mis andanzas digitales, con el consiguiente peaje de
no saber si mis contactos han leído o no mis recaditos ni a qué hora se retiraron a sus
aposentos analógicos. No diré que no me fastidie, porque mi curiosidad no tiene límites, pero
me parece justo. Tú no te enteras de mi vida ni yo de la tuya. OK. Quid pro quo. Sin embargo,
no hay manera humana de estar hablando con alguien sin que el resto de tu agenda se cosque,
si quiere, de que estás de cháchara con alguien que no es su menda. El dichoso “en línea” es el
nuevo espía legal del prójimo.
No hace tanto, llamar a un ajeno después de las diez de la noche sin una razón de peso
se consideraba una intolerable falta de respeto. Esas últimas horas del día, como las primeras
de la mañana y las de la comida y la sobremesa, se consideraban sagradas salvo cuestión de
vida o muerte. Ahora, sin embargo, se supone que todos estamos para todos las 24/7. Da igual
que sea tu madre que tu suegra que tu ex que tu futuro que un propio a quien alguien alguna
vez le pasó tu número. Si estás en línea, estás disponible. Y si no contestas eres un borde o se
la estás pegando. Me temo, no obstante, que la verdad es peor que todo eso. Si no contestas
es porque no quieres, o no puedes, o quien te inquiere no es tu prioridad en ese momento. Y
dicho esto, que queda tan canónico y tan mono, que levante el Android o el iOs quien no
sienta una lanzada en el plexo, o donde quiera que resida el amor propio, cuando aquel a
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EL PAÍS
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01/03/2018
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La ingeniería genética
fascinante y, en parte, aterrador. Estará en nuestra mano el crear nuevas especies de animales
y plantas no existentes en la Naturaleza.
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Biología hoy
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El videoaficionado
El videoaficionado es quien mejor representa el cambio de lo real en el
capitalismo de ficción. Este artefacto ha aprendido algo capital: el vídeo da vida. Si
antes se filmaban y fotografiaban las bodas, ahora lo más interesante es poner el
vídeo en marcha apuntando, especialmente, al nacimiento de un bebé. Los viajes,
las reuniones familiares son poca cosa para el video-provital y sí, en cambio, es de
condición propia la toma de las catástrofes naturales, los choques de trenes, los
accidentes marinos, los partos en su visión más cruda. Porque el vídeo encierra la
categoría de lo real/real. Las bodas, las primeras comuniones, los bautizos son
demasiado superficiales para la acción del vídeo. El vídeo es, a través de su creciente
uso como máquina de la verdad, un ojo impío que muerde a la realidad en su
momento preciso. La trayectoria final de un suicidio desde el puente, el momento
crítico del magnicidio, la explosión de la bomba lapa, el impacto del avión contra el
hormigón. Puede parecer imposible que en cada esquina de la actualidad se
encuentre un centinela videoaficionado, pero así es. Y es así porque el vídeo se ha
pegado a la vida: no vale para hacer películas de ficción, sino para agarrarse a lo real
mediante el documental o la cinta basada en episodios reales. Esta vocación ha
resultado, además, tan favorecida por el desarrollo de la tecnología y los materiales
que, mediante el vídeo, se accede a los intersticios del organismo, se circula por el
interior de la sangre, el intestino y cualquier oquedad secreta en cuya cavidad la
cámara disfruta de una voluptuosidad inigualable.
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Vicente Verdú
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30/10/2003
EL PAÍS
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Épica y deporte
Los juegos deportivos modernos han venido a satisfacer el ansia de presenciar hazañas.
Sólo que los adalides son hoy nadadores y demás portentos, y los ejercicios se han trocado en
equipos de disciplinados muchachos que atacan y contraatacan, y tienen banderas propias,
himnos y capitanes, y proceden con estrategias muy meditadas. Movidas por el furor épico, las
multitudes se amontonan para ver descender a sus ídolos del autobús, igual que se asomaban
los vecinos de Burgos para ver pasar por las calles a Rodrigo con los suyos. Después asisten a
sus gestas, no limitándose a presenciarlas, sino participando activamente con broncas e,
incluso, tundas. Para quien se queda en casa, está el sucedáneo de las transmisiones
audiovisuales, como antaño estaba la recitación en la plaza del pueblo o en el atrio de la
iglesia. Los locutores de turno ejercen de juglares. "¡Qué bien detiene el balón Molina!", clama
uno, como su predecesor medieval prorrumpía en igual grito exaltado: "¡Quál lidia bien sobre
exorado arzón/ mio Cid Ruy Díaz el buen lidiador!".
de muchos locutores.
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ABC
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Terror
En lo que llevamos de año la cifra de asesinatos de mujeres es espeluznante. La
violencia contra ellas por parte de antiguos amantes salpica a hijos, familiares, amigos
e incluso a quienes pretenden socorrerlas. Tratar este asunto con rigor exige, en
primer lugar, no ignorar el efecto contagio que su exposición mediática provoca con
ese perverso matiz por el cual la plasmación de un daño brutal incita a los criminales a
causarlo con parecidos propósitos sobre nuevas víctimas. Si estas muertes de mujeres
se hubieran producido por actos terroristas habríamos escuchado una respuesta
contundente de las autoridades, con una reunión urgente de partidos y reformas en
los sistemas de protección, vergonzantemente fallidos. La realidad es que nos
encontramos ante un terrorismo cotidiano que amenaza a todas las mujeres y lo peor
es que resulta muy difícil cazar a los criminales antes de que causen el daño. Aquí no
hay planificación, cursillos de adoctrinamiento ni complicidades de grupo. O a lo mejor
sí, también los hay.
Cualquiera que se haya detenido a estudiar las lagunas del sistema de protección
a las mujeres en caso de violencia de género conocerá la inmensa soledad en que se
encuentran muchas amenazadas. En algunos casos sin la justa protección familiar, el
apoyo colectivo y sin que los medios judiciales y policiales tengan ni de lejos los
recursos, la agilidad y el personal necesarios para ser eficaces. De nuevo la
comparación con los actos de terrorismo ofrece un agravio obvio; ni la alarma social, ni
el análisis mediático, ni la respuesta institucional son los exigibles. Nos esforzamos
poco por abrir un debate para atajar estos crímenes. No basta la ley, un teléfono
gratuito o un carné por puntos sentimental, donde al hacer públicas las condenas por
malos tratos se pueda proteger a futuras víctimas de estos conductores de emociones
tan perversos.
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mal en nuestra sociedad. Para empezar, los valores que adornan las relaciones entre
hombres y mujeres continúan siendo perversos y tienden a empeorar con una
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Una narrativa que habla de traiciones y falta de ejemplaridad delata a una sociedad
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David Trueba
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EL PAÍS
28/02/2017
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Abuelos rockeros
Parece mentira la cantidad de tertulianos y especialistas radiofónicos que tenemos en
este país. Algunos, además, son polivalentes y polifacéticos y polimórficos. Debe de ser por eso
que, en este país de navajas, analfabetos y mangantes, ciertos elementos pasan de unas radios
a otras y se perpetúan desde hace años y años, apuntando siempre aquello de ya lo decía yo,
aunque hayan dicho exactamente lo contrario. En otro lugar se les llamaría oportunistas. Pero
aquí son expertos. Expertos de cojones.
El otro día, sin ir más lejos, me calzaron un debate sobre la tercera edad, o sea, los
abueletes. El planteamiento era como sigue: lo que más envejece y machaca es asumir la
vejez. Por eso resulta imprescindible mantener actitudes juveniles y ganas de marcha. Es un
error resignarse a ser viejo. Hay que ser joven de espíritu. Y, para conseguirlo, los tertulianos
expertos, y la conductora del programa daban al personal una serie de consejos .La actitud
ejemplar, señalaba uno, era la de aquella abuela que, en el cumpleaños de su nieto, se vistió
de rockera a base de cuero y guitarra, y le dedicó una actuación a él y a sus amiguetes. El
ejemplo levantó un coro de aprobación en el resto. Qué entrañable, vinieron a decir. Ése es el
camino. Acto seguido, otro invitado animó a los radioyentes de edad avanzada a salir a la calle
para afirmar su existencia individual e inalienable. Nada de grises y tonos oscuros en la
vestimenta, sino colores alegres, vivos, que plasmen la voluntad de vivir. A ver por qué,
puntualizaba con agudeza, un caballero de la tercera edad no va a poder lucir una gorra con el
gato Silvestre o una camiseta de la Guerra de las Galaxias.
Pero lo mejor fue cuando un tertuliano precisó que la mejor terapia contra el
envejecimiento es el sentido del humor. Hay que hacer el payaso, dijo literalmente. Hay que
salir a bailar moderno, reírse de sí mismo y provocar la risa de los demás porque la risa es el
antídoto mejor contra canas y arrugas. Y la conductora del programa y todos los otros
imbéciles dijeron que sí, que naturalmente. Que antes la muerte que las canas y las arrugas.Y
que lo de hacer el payaso era una idea estupenda, porque no hay nada más encantador que un
viejecito bromista que se olvida de que es viejecito y confraterniza con los jóvenes sin
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importarle el qué dirán. Y todo eso, se lo juro a ustedes por mis muertos más frescos, iban
soltándolo en la radio a una hora de gran audiencia, con absoluta impavidez. Tan satisfechos
de sí mismos.
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Hay otra forma de mantenerse joven, pensaba yo al terminar de afeitarme. Por ejemplo,
utilizando la pensión mensual de 38.000 pesetas para ir a la armería de la esquina y comprar
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una caja de cartuchos del doce, descolgar la escopeta de caza de la pared, y luego intervenir en
la radio en directo. Hola, buenas, soy el pensionista Mariano López. Pumba, pumba, pumba. Y
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una camiseta que ponga: Souvenir from Puerto Urraco. Veréis qué juvenil y qué risa. Así, más
sentido del humor, imposible. Y que la gorra del gato Silvestre se la ponga vuestra puta madre.
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Leer
Los editores acaban de lanzar una campaña para fomentar la lectura. Hacen bien: al
parecer, en este país sólo lee a diario un 18% de la población, mientras que todos los días se
aceporran con la televisión el 84%. Y casi la mitad de los españoles mayores de los 18 años
jamás leen nada. Me pregunto sinceramente cómo se las arreglan para sobrevivir: sin los
libros, la existencia se me antoja mucho más gris y más mezquina.
Éste es un artículo apasionado. Una carta de amor a la literatura. Las novelas son como
sueños de la Humanidad: ponen palabras a lo que no tiene nombre, dan forma a ese rugiente
magma que nos habita. No hay ningún libro, ningún autor imprescindible. Si Shakespeare, si
Cervantes no hubieran existido, el devenir del mundo hubiera sido probablemente idéntico.
Pero los libros, en su conjunto, sí son imprescindibles. Si se les impide soñar, las personas
enloquecen: está comprobado. De la misma manera, sin novelas, la humanidad sería mucho
más triste y más enferma.
Hay algo substancial que nos une a la narrativa. Quizá sea, como dice Vargas Llosa,
porque la novela pone un simulacro de orden en nuestras azarosas y caóticas existencias:
porque restaña, por tanto, la herida del vivir, el mal oscuro. Pero no quiero ponerme
trascendente: lo que sí sé es que las novelas me han dado muchas vidas. He visitado cientos de
mundos, he sido dama victoriana, rey medieval y bucanero. He conocido el odio y el amor, la
aventura y el vértigo. Todos tenemos un libro que nos espera, de la misma manera que a todos
nos aguarda un amor en algún sitio: la cosa es descubrirlo. Los que no disfrutan con la lectura
son aquellos que no han encontrado aún ese libro, esa obra que les atraparía y les dejaría
temblorosos y exhaustos, como siempre dejan las grandes pasiones. Lo siento por ellos.
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Rosa Montero
13/02/1993
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EL PAÍS
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No negativo
Últimamente el idioma se nos está complicando más de la cuenta allá donde menos
podíamos esperar. El lío se produce con dos monosílabos que creíamos elementales. El sí y el
no. O, si lo prefieren, la afirmación y la negación, lo positivo y lo negativo. Parecían dos
nociones manejables, pero dejan de serlo cuando uno lee, por ejemplo, la noticia de que el
ciclista Astarloza ha dado “no negativo” en el contraanálisis de sangre. Todos entendemos que
quieren decir dopado, o si lo prefieren, positivo; pero entonces, ¿por qué someter las palabras
a la incertidumbre de estos acertijos? No hay ninguna necesidad de sumar dos negaciones
para construir una afirmación, y sin embargo es lo que se hace, como si de esa manera el
positivo del deportista fuera más venial, menos culposo. En el mismo orden de cosas, la
medicina empieza a llamar “heridas incompatibles con la vida” a lo que antes eran,
tajantemente, heridas mortales. Negar para afirmar, otra vez.
Por supuesto, todo esto es producto de la vieja obsesión eufemística. Las palabras ya no
están para designar a las cosas con la mayor precisión posible, sino para dulcificar lo hiriente y
enmascarar lo feo y lo dramático. Cuando algo nos incomoda, en vez de hacerle frente o tratar
de cambiarlo resulta mucho más sencillo intervenir sobre las palabras que lo designan. Piensen
en ese “crecimiento negativo” del que nos hablan tanto los economistas y los políticos. “El PIB
en Italia registrará un crecimiento negativo del 5,2% en 2009”; o este es ya para troncharse, “el
IPC ha crecido un menos 0,2 puntos”. ¿No existía el verbo “decrecer”? U otros verbos como
menguar, bajar, reducirse, caer. Si una cosa aumenta de tamaño, crece. Pero es difícil entender
que también crezca al encogerse. Y así el lenguaje va perdiendo su silueta diluido en la bruma,
zarandeado por estos giros tan innecesarios como diabólicos que lo van haciendo
irreconocible.
om
Tal vez de eso se trata, de confundirnos poquito a poco hasta que todo sea uno y lo
mismo, y las palabras signifiquen lo que cada uno quiera que signifiquen. Nos guste o nos
disguste. Sí o sí (otra moda que se las trae, ésta de la falsa alternativa entre dos afirmaciones
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iguales). Por de pronto, la verdad matemática ya se tambalea desde que no sabemos qué es
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más y qué es menos, dónde está lo positivo y dónde lo negativo. Ya falta poco para que
logremos no distinguir entre lo cierto y lo falso.
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El Correo
12/09/2009
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Según se dice, las facultades que el humanismo pretende desarrollar son la capacidad
crítica de análisis, la curiosidad que no respeta dogmas ni ocultamientos, el sentido de
razonamiento lógico, la sensibilidad para apreciar las más altas realizaciones del espíritu
humano, la visión de conjunto ante el panorama del saber, etc. Francamente, no conozco
ningún argumento serio para probar que el estudio del latín y el griego favorece más estas
deseables cualidades que el de las matemáticas o la química ...]
Sin dudar del interés intrínseco de ninguno de tales saberes, ¿cómo establecer que es
más enriquecedora humanamente la filología de las palabras que la ciencia experimental de las
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cosas? Considero muy valioso estar advertido de que las enfermedades «venéreas», por
ejemplo, nada tienen que ver etimológicamente con las venas, así como conocer la leyenda
mitológica de la amable diosa a la que deben su nombre, pero tampoco me parece desdeñable
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informarme del desorden fisiológico que suponen tales dolencias así como de la composición
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El valor de educar
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Fernando Savater
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perspectiva? Fui consciente de la existencia del artefacto. Perpleja, los veía a todos
extendiendo los brazos y sonriendo, deseosos de perpetuar el instante de sus rostros;
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repitiéndose y, a la vez, repitiendo, imitando, la acción de los otros, en una especie de fiesta de
la insignificancia o de la banalidad.
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nosotros. Seguía yo dándole vueltas al asunto. “Hoy el ojo de Dios acaba de ser reemplazado
por la cámara”, decía Kundera en La inmortalidad, él, que tanto ha escrito sobre los excesos
a
del exhibicionismo, sobre el ansia de celebridad, sobre la velocidad a la que todo sucede. Todo
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corre veloz, sí. La celebridad hoy es una celebridad de andar por casa, fabricada a medida. He
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Emma Rodríguez
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02/03/2015
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EL PAÍS
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De ahí que la educación liberal sea una invitación a "cultivar la humanidad", según había
sentenciado Séneca y recoge ahora en título un reciente libro de Martha C. Nussbaum. Ese
"cultivar lo humano" significa, pues, un afán de estimular y perfeccionar las aptitudes de los
individuos, hombres y mujeres, para convivir en libertad y con una conciencia crítica y
responsable del mundo y la época en que les toca existir. (Recordemos que en latín cultura
significa "cultivo", y así, en fácil metáfora, el buen educador resulta un experto agricultor del
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La gente todavía tiene cierto respeto a los científicos. Los políticos nos parecen unos
cantamañanas, los periodistas unos mentirosos, los abogados unos mangantes y así
sucesivamente a lo largo de casi todo el espectro profesional, pero los científicos aún
conservan su prestigio y mantienen una imagen idealizada de seres austeros, honestos y
entregados a la búsqueda de la verdad. Por eso los fraudes científicos escandalizan tanto:
porque empañan una de las últimas credulidades que nos quedan.
El reciente caso del coreano doctor Hwang ha sido un ejemplo clamoroso de este abuso
de confianza. En primer lugar, porque sus supuestos logros en la obtención de células madre
hicieron concebir ansiosas esperanzas a una infinidad de enfermos graves; pero además
porque, al parecer, el tal Hwang tiene un descaro monumental y se ha inventado todos sus
hallazgos.
Resulta curioso que los medios repitamos una y otra vez el adjetivo prestigioso con
referencia a las revistas científicas, porque lo cierto es que estos fraudes son mucho más
abundantes de lo que queremos creer y las revistas meten la pata una y otra vez. Pocos días
después del escándalo del coreano se descubrió otra estafa científica cometida por el doctor
Ram B. Singh, un experto en alimentación indio que supuestamente había demostrado en un
estudio que las frutas, la fibra y los vegetales disminuían hasta el 50% el riesgo de ataques de
corazón en personas con dolencias cardiacas. Por lo visto la investigación había sido
totalmente manipulada.
No me digan que todo esto no es muy raro. No digo ya el afán de mentir, de medrar y de
destacar aunque sea a través del engaño, un vicio muy humano y tan antiguo como el mundo,
sino el hecho asombroso de que tantos investigadores puedan inventarse resultados
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espectaculares como quien se inventa un cuento de hadas, que alteren los experimentos, que
carezcan por completo de pruebas de lo que hacen y que, sin embargo, todo el mundo parezca
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Rosa Montero
EL PAÍS
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29/01/2006
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nuestros balbucientes 'tuiteos' de 140 caracteres como máximo. Quedan algunos esforzados
que, contra la corriente dominante, porfían en otorgar a sus conversaciones una cierta
dignidad de escritura. A veces llegan a la condensación del aforismo, a la contenida lírica del
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haiku, a la apretada filosofía del 'dictum', y de esa manera nos reconcilian con una tecnología
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portadora de talento. Pero son los menos. Casi todos los inventos del hombre puestos al
servicio del confort comunicativo han ido engendrando sus monstruos a la vez que resolvían
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25/03/2011
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Universitarios analfabetos
Los universitarios españoles sacan un dos en exámenes destinados a alumnos de
2º de ESO, lo cual invita a pensar que, o bien nuestros universitarios rozan el
analfabetismo o bien nuestros escolares son unos superdotados. La paradoja, sin
embargo, es sólo producto de la insensatez del sistema educativo, un laberinto ideado
por Sade en el que las víctimas, en largas noches de codos gastados y mañanas de
taquicardia, deben ir adquiriendo informaciones que vomitarán sobre el papel el día del
examen y olvidarán minuciosamente cinco minutos después del vómito.
Supongo que hace años que supe cuáles son las características de las células
eucarióticas y que en alguna madrugada remota pinché con alfiler los datos que me
permitieran contestar correctamente en un examen a la pregunta de ¿quién organizó el
Congreso de Berlin de 1855 y qué se decidió en él? Pero la mariposa voló de mi
memoria como vuela la mayoría de informaciones que retenemos durante un breve
lapso temporal, utilizamos puntualmente y arrojamos a la bruma del olvido con la
certeza de que no las echaremos de menos. Que el sistema educativo potencie la
memorización banal de informaciones contra el lento despertar de la curiosidad y la
gimnasia persuasiva de los conocimientos implica que su objetivo no es formar a los
escolares. El cúmulo de información con que se les atosiga impide que surja el
conocimiento, pues si es cierto que la información (1o informe) es siempre un paso
necesario hacia el conocimiento (lo ya formado), no es menos cierto que el exceso de la
primera impide que florezca el segundo por lo mismo que la glotonería perjudica a la
digestión.
que nuestros escolares no son unos superdotados, sino tan sólo lo que hemos sido todos:
máquinas de retener chucherías, mantenerlas en la boca unos días y escupirlas en un
examen al que, si fuéramos sometidos años después, no podríamos presentarnos con
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que para conseguir eso harían falta maestros, una especie que no sólo corre peligro de
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Juan Bonilla
La Vanguardia
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12/05/2009
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El objetivo principal es que lo peor no nos ocurra a nosotros. Nuestro legado no puede
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ser más miserable. Agacharnos para esquivarla y que la pedrada de un cambio climático
catastrófico le pegue en la frente a los que vengan detrás. Ésa es la cobarde estrategia que
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incómoda pregunta que nos harán cuando lo que sabemos suceda: ¿por qué no hicisteis nada
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para evitarlo?
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Eldiario.es
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experimentaron un incremento menor fueron Marbella con 3.200 euros por metro
cuadrado, un 6 por ciento más, y Palma de Mallorca, con un alza del 5 por ciento, hasta
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CincoDías
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Porque de entre los grupos de hablantes que ejercen un influjo más enérgico en
el estado y en el curso de la lengua, destaca el formado por los periodistas, de modo
principal si hablan en la radio y en la televisión, o si escriben para ellas: son muchos
más los oyentes, si bien suele concederse más autoridad en materia de lenguaje a lo
que se ve escrito. No cabe olvidar, por otra parte, que muchos profesionales actúan
indistintamente en ambos medios. Y distan de ser unánimes sus pareceres acerca de
si deben actuar ralentizando o acelerando la evolución del sistema, si han de acogerse
a banderas sosegadoras o si deben, al contrario, sumarse a los insurgentes.
Y es que el periodismo del papel o del micro es un fenómeno muy complejo, que
no permite decidir entre una u otra opción sin matices. Un diario escrito o un programa
hablado en todas sus secciones con el mismo tono formal resultaría insufrible. Al
contrario, un lenguaje sostenidamente desenfadado y desinhibido –pienso en ciertos
cronistas deportivos-, conquista sin duda adeptos, muchos tal vez, pero provoca el
desdén y la irritación de quienes rebasan un cociente intelectual mínimo; aparte la
responsabilidad en que incurren por el afianzamiento de sus leales en la ignorancia.
(Duda: ¿y si no saben hacerlo mejor?) Parece evidente que el lenguaje empleado
debe corresponderse con el género o subgénero: la libertad idiomática que concede
una noticia es mucho menor que la disponible al comentar una corrida o un partido,
por ejemplo. En cualquier caso, ese lenguaje resulta de la persona que escribe o habla
para el público, a la cual condicionan su cultura idiomática y su idea acerca del modo
más eficaz de establecer comunicación con los lectores y oyentes.
El dardo en la palabra
Fernando Lázaro Carreter
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Y luego está la mentira sin más, la mentira asquerosa contra la que nos educaban de
niños, mentiras negras y viscosas como sanguijuelas, armas de guerra para manipular al
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prójimo. Creo haber dejado claro que todos los humanos mentimos de diversas maneras, pero
también creo que todos sabemos perfectamente cuándo se cruza la línea de la mentira
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criminal. Es el tipo de embuste condenado por los Diez Mandamientos, por el imperativo
categórico kantiano y por el sentido común. Pues bien, me parece que esa condena se ha
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acabado. Tengo la inquietante sensación de que la mentira venenosa incluso se está poniendo
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de moda. Ahora, de hecho, parece que se admira al mentiroso y al cínico. Tengo amigos
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(exagero: conocidos) a los que he visto calumniar sabiendo que calumnian sin que se les
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mueva una pestaña, una desfachatez difamadora que me parece que hace algunos años no
existía. Me temo que se excusan diciendo que el fin justifica los medios. Yo creía que esa
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aberración ya estaba superada, pero se ve que siempre hay que volver a empezar por el
principio.
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Rosa Montero
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16/122018
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EL PAÍS
El hábito de dormir después de comer de los españoles y la palabra que lo define -siesta,
o más en concreto spanish siesta- fue uno de los términos más conocidos por los foráneos que
visitaban nuestro país algunos años atrás. Hoy, España se ha convertido en un país que ha
adoptado actitudes y hábitos de anglosajones, franceses y americanos en multitud de facetas
de la vida y el trabajo, y con ello se ha perdido un hábito que nos era consustancial: el de la
siesta.
Diversas fuentes sitúan en este orden el ranking de países por media anual de horas
trabajadas: 1.904 en Estados Unidos, 1.722 en España, 1.720 en Italia, 1.693 en Reino Unido,
1.605 en Francia y 1.557 en Alemania. Es decir, ¡aquí se trabaja un 10% más que los alemanes!
¡Pero si en Alemania o Bélgica se comienza a trabajar hacia las ocho o las nueve (como aquí) y
a las cinco de la tarde ya no hay nadie en la mayoría de oficinas! Es más, si en estos países
alguien sale después de las cinco y media se le tilda de incompetente, al interpretar que es
incapaz de realizar su trabajo en el horario laboral asignado. Pero hay más: según la Academia
Americana de Neurología, en Alemania y Reino Unido duerme la siesta laboral el 22% de la
población; en Italia, el 10%, y en España, solamente el 7%. En Japón y China se despliega un
biombo en los comercios y lugares de trabajo y se duerme por turnos al mediodía.
La siesta, como lo bueno: si breve, dos veces buena. ¿Es beneficioso haber abandonado
la siesta laboral? ¡No! Se ha comprobado empíricamente que la siesta tiene efectos
beneficiosos sobre la productividad. En un estudio realizado en países industrializados se
determinó que el 92,5% de los trabajadores que echaban una siesta mejoraba su
productividad. En Norteamérica han denominado a la siesta power nap, un nuevo vocabulario
para evitar ser tachados de vagos sin renunciar al necesario descanso del mediodía. ¡Hay
incluso un gurú nortemericano de la siesta! Se llama James Maas, de la Universidad de Cornell,
especializado en asesorar a empresas en materia de siesta.
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debemos quitarnos complejos de encima y recuperar la siesta. Las cosas irían mejor; el estrés,
los errores en el trabajo y los accidentes laborales se reducirían. A los españoles nos faltan
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09/01/2005
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EL PAÍS
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Y aun así, pese a esta certidumbre, no puedo por menos que sentir cierta angustia ante los modelos que
la sociedad actual ofrece a los jóvenes. Hace 100 años los héroes sociales (bien es verdad que no había
heroínas) eran los intelectuales, los científicos, los artistas, los gobernantes o los revolucionarios, dependiendo
del sesgo ideológico. Décadas después, pongamos hace 30 años, se admiraba a los deportistas, los cantantes o
incluso a tiburones como Mario Conde, el cual tampoco es un ejemplo muy provechoso, desde luego. Pero es
que hoy el hombre de moda en el mundo es un chisgarabís italiano de 49 años, el supuesto millonario Gianluca
Vacchi, y digo supuesto porque dicen que tiene empresas de empaquetado de medicinas, pero lo único que le
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vemos hacer, día sí y día también, es bailar en traje de baño, todo tatuaje y músculos, junto a una maciza (a la
sazón su novia jovenzuela), en lujosos entornos de cielos rutilantes y piscinas turquesa.
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Y son estas prendas, a saber, tener músculos, descaro y egolatría, alardear del dolce far niente y de la
opulencia más petarda y ser un fantasmón de discoteca, las que le han convertido en un modelo aspiracional
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para la gente. ¡Pero si incluso se nos ha informado puntualmente de que Gianluca acaba de romper con su
novia maciza! Vivimos en una sociedad en la que puede morirse nuestro vecino sin que nos enteremos, pero si
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este mendrugo tose, lo sabemos corriendo. Tiene más de 10 millones de seguidores en Instagram y es la
estrella del momento, sin que para ello haya dado muestra de poseer ninguna habilidad especial, más allá de
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una jeta superlativa. Mario Conde era por lo menos un laborioso liante. Lo pagó con la cárcel, por fortuna, pero
seguro que se trabajaba sus chanchullos duramente.
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Hoy, en cambio, impera la pereza. Hoy lo que vende es hacerse rico y famoso sin dar un palo al agua y
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pensando lo mínimo. He aquí el máximo modelo aspiracional, del que Gianluca constituye una obra cumbre.
Pero tenemos otras muestras nacionales más accesibles, chicos y chicas populares por haber intervenido en
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programas de telerrealidad. Suelen ser guapos, descarados y narcisos, todo muy en la onda de Gianluca. No
dudo que sean buena gente, pero muchos de ellos parecen unos marmolillos. Es importante que demuestren
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que no tienen ni idea de nada, porque así cualquier borrico puede acariciar el sueño de ser como ellos. En el
último programa de Supervivientes, que consiste en meter a un puñado de personas en una isla, les hicieron un
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test de cultura general a los concursantes. Eran siete, y sólo una mujer atinó con todas las respuestas, aunque
eran cuestiones elementales. Hubo quien escribió Sherby en vez de Shakespeare, o quien dijo que el autor de la
famosa línea Ser o no ser era Cela. Varios respondieron que una tetralogía constaba de 30 partes, y hubo una
pregunta, “¿Los reyes de qué país vivían en el palacio de Oriente?”, que desencuadernó a los participantes;
tuvieron que repetirla seis o siete veces, porque la mayoría no conseguía entenderla (es lo que se llama
analfabetismo funcional). Uno contestó que eran los Reyes Magos.
Todo esto hace reír, pero más nos valdría llorar, porque no es baladí. Sí, ya sé que, como muestran las
pintadas de las pirámides, a los mayores siempre nos da por vaticinar tontas catástrofes, pero es que me temo
lo peor: nunca ha habido antes en la historia ejemplos tan globalizados y persuasivos de que, para alcanzar el
triunfo social, la manera más cómoda, accesible y rápida es ser simplemente un botarate.
Rosa Montero
06/08/2017
EL PAÍS
Tristezas y alegrías
Como dejó escrito Spinoza, “la tristeza es el paso del hombre de una mayor a una menor
perfección”. Como una sensación de impotencia en su hacer. Hay tristezas y tristezas: la
tristeza que llega como un golpe inesperado y doloroso como la muerte de una persona amada
o, por ejemplo, la tristeza que acompaña a una pérdida de salud temporal. Aunque parece ser
que la tristeza –como sigue diciendo Spinoza– es una cuestión de humor, y en cambio la
alegría es una cuestión de voluntad, es evidente que las dos son afectaciones del alma. Quizás
las dos sean reacciones pasajeras y transitorias del mismo vivir. Quizás, en la mochila que
traemos al nacer, ya están las dos de manera latente y se desarrollan según como sea el hecho
de vivir de cada persona.
Parece que ahora, en nuestro tiempo, no se tiene en cuenta esa mochila innata, es decir,
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la tristeza es vilipendiada como una plaga y en cambio la alegría está exaltada en desmedida.
Se diría, pero, que la alegría no es un fin en sí misma, sino que acompaña de manera constante
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en el trabajo bien hecho, sea cual sea, trabajo o relaciones. Y que la tristeza puede salir de la
mochila innata en cualquier momento en que no se la espera –de hecho, se podría decir que
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no se la espera nunca– pero aquello que dijo Pascal (siglo XVII) –“el corazón tiene razones que
la razón no comprende”– nos da la pauta de que en el alma anidan muchos afectos
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incomprensibles. No podemos saberlo todo, sino muy poco, tan sólo podemos ir viviendo de la
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mejor manera posible con lo que hay. Podemos hacer pequeñas cosas para mejorar nuestro
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entorno, las cosas y las relaciones, sin euforia alguna, con modestia y constancia, y a la vez,
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intentar cambiar lo que causa dolor, como la violencia, el orgullo, la estulticia o la soberbia.
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Es un gran trabajo el hecho de vivir, “el oficio de vivir” como decía Pavese, porque sí que
realmente es un oficio que aprender cada día del mundo; un mundo cambiante con unas
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personas que cambiamos. Dicho esto, lo que no se puede perder de ninguna manera es el
convencimiento de que formamos parte de la naturaleza y que todo lo que la beneficia nos
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beneficia a todos, y todo lo que la estropea nos estropea a todos, sin excepción.
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Remei Margarit
La Vanguardia
15/12/2018
Supernovas
Las supernovas surgen a partir de la explosión muy violenta de una estrella. A diferencia
de las novas, la formación de una supernova es un proceso de muerte de la estrella: en este
caso, la estrella que sufre la explosión queda destruida tras la catástrofe. En pocos meses, esta
estrella emite la misma energía que el Sol durante toda su vida.
Desde el punto de vista del estudio del Universo, las supernovas tienen una curiosa
utilidad: se ha observado que la luminosidad (y, por consiguiente, la magnitud absoluta) de
diferentes supernovas de tipo I es prácticamente la misma. Por tanto, a partir del valor
numérico de la magnitud absoluta y de la magnitud aparente puede calcularse la distancia a la
galaxia en la que se ha observado la supernova.
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Laura Mendoza
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