Trabajo Cristología
Trabajo Cristología
FACULTAD DE TEOLOGÍA
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SÍNTESIS TEOLÓGICA
ÍNDICE
I. TEMAS Y HORIZONTES DE LA CRISTOLOGÍA
1. La plenitud histórica de la autorrevelación de Yahveh en Jesús de Nazaret
1.1 Al principio y al centro de la fe cristiana está a figura histórica de Jesús de Nazaret
2. Aspectos generales y esenciales de la cristología
3. Dogma cristológico-soteriológico
3.1 Aspectos esenciales de la fe de la Iglesia en Cristo
3.2 Herejías cristológicas
4. La cristología moderna en la tensión entre el Jesús histórico frente al Cristo de la fe
4.1 La cristología bajo los presupuestos de la orientación antropológica de la filosofía moderna
4.2 La primera investigación: La Old (First) Quest
4.3 La No Quest
4.4 La segunda etapa o New Quest
4.5 La tercera etapa o Third Quest
5. La primitiva síntesis cristológica: el Jesús crucificado es el Cristo resucitado por el Padre
5.1 EL acontecimiento de Pascua como origen del testimonio Pascual
5.2 La unidad de la confesión pascual en la pluralidad de los testimonios bíblicos
INTRODUCCIÓN
En esta breve síntesis del tratado cristológico encontraremos a penas dos partes importantes de
la cristología, la primera tocará al menos esencialmente todo aquello que toca la cristología como
tratado teológico, su objeto, su punto de partida, sus fuentes, etc., así como los temas que aborda
y los principales problemas que han surgido en torno a ellos; por otro lado, la segunda parte de
esta síntesis se concentra en desarrollar brevemente algunos de los misterios centrales de la
persona de Jesucristo narrados en el Nuevo Testamento, desde el inicio de su ministerio público a
partir de su bautismo hasta la Ascensión y el desarrollo del sentido teológico del anuncio de la
venida escatológica del Hijo.
Para desarrollar este trabajo me he basado especialmente en el libro de teología dogmática del
Cardenal Müller que ha sido ofrecido en el seminario de Síntesis Teológica, pero además debo
advertir que para la primera parte, fueron tomados una buena variedad de manuales de cristología
así como de teología fundamental puesto que desarrollan ampliamente los temas ahí tocados, y
para la segunda, he preferido desarrollar la cristología de nuestro amado Papa emérito Benedicto
XVI concentrada especialmente en los tres tomos de su obra Jesús de Nazaret y su Introducción
al Cristianismo, en la que encontramos un desarrollo teológico apasionante en torno a la figura y
obra de Jesucristo.
Con todo lo anterior se pretende ofrecer un esquema general de los contenidos esenciales de la
cristología que nos permita a todos tener una visión panorámica de este tratado, para facilitar
nuestro estudio y despertar nuestro interés en un tema fundamental para todo cristiano.
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TRATADO DE CRISTOLOGÍA
I. TEMAS Y HORIZONTES
1. La plenitud histórica de la autorrevelación de Yahveh en Jesús de Nazaret
1.1 Al principio y al centro de la fe cristiana está la figura histórica de Jesús de Nazaret
La fe cristiana está centrada en una persona: Jesucristo, a quien comprende como el Hijo de
Dios, el Mesías esperado, la Palabra hecha carne, el Hijo del hombre, la segunda persona de la
Trinidad, aquel que había sido anunciado desde el Antiguo Testamento y que con su
proclamación, su muerte en cruz y su resurrección ha dado plenitud a la Revelación, el plan
salvífico de Dios se ha llevado a cabo plenamente en la misión redentora del Hijo, en Cristo se ha
llegado también a la plenitud de la relación entre Dios y su pueblo, es Jesús el mediador de la
alianza nueva y eterna1.
Ahora bien, el Hijo de Dios mesiánico es ungido por el Espíritu Santo y por lo mismo
mantiene una estrecha relación con el Padre, Él lleva vicariamente la consumación escatológica
de la alianza y la relación paternal-filial de Dios con Israel, además, es el único mediador entre el
Dios único y la humanidad entera llamados a la salvación, se trata de la plenitud de los tiempos
donde Dios da testimonio de sí como el Padre de Jesucristo y de toda la humanidad, y muestra su
realidad interna realizada en su autoexpresión como Palabra encarnada (Hijo) y en la identidad de
su voluntad consigo mismo como amor (Espíritu). En esta revelación, el Hijo en cuanto mediador
mesiánico del Reino de Dios que procede de Dios y que mantiene una relación singular y
exclusiva con el Padre se manifiesta y se expresa en el hombre Jesús de Nazaret de manera
inequívoca y bajo una forma humana concreta dentro de la historia2.
Precisamente, que la fe cristiana se centre en la persona de Jesús, un hombre de Palestina que
murió crucificado hacia el año 30 que resulta ser el Hijo de Dios, representa para el hombre algo
incomprensible y escandaloso, pues alguien que se pierde en el pasado resulta ser el centro
decisivo de la historia humana. Lo inaudito, afirma Ratzinger, está en que el Logos se relaciona
con un individuo histórico, afirmando así una decisiva unión entre la fe y la historia pues el
hombre Jesús resulta ser el Hijo de Dios3.
2. Aspectos generales y esenciales de la cristología
La cristología alcanza su culmen expresando, como lo anuncia Juan en su Evangelio, en que la
Palabra es el Hijo (Jn 1, 1ss) y precisamente en esto se centra la fe de la Iglesia, a partir de la
convicción de que Dios ha llevado a cabo escatológica e históricamente en Jesús de Nazaret su
voluntad salvífica universal. En este sentido la cristología se centra en responder a las preguntas
¿quién es Jesucristo? - ¿quién es Jesucristo para nosotros hoy?, esto implica atender al proceso de
cómo y porqué Jesús de Nazaret llegó a ser llamado Mesías o Cristo y lo que se entiende con esta
designación4. La cristología es el tratado teológico que da cuenta y razón de la confesión de fe:
«Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios» (Mt 16,16; Jn 20,31; 1 Jn 2,22; Hch 9,22) mediante la
narración de los hechos de su vida particular (facta) y la proposición de su verdad universal
1
Cfr. G. LUDWIG MÜLLER, Dogmática, Teoría y Práctica de la Teología, Herder, [PDF], p. 257.
2
Ibíd., p. 258.
3
Cfr. J. RATZINGER, Introducción al Cristianismo, Sígueme, Salamanca 20132, p. 163.
4
Cfr. W. KASPER, Jesús, el Cristo, tr. Severiano Talavero, Sígueme, Salamanca 19782, p. 3.
5
(lógos). Con estas palabras está indicado su objeto propio: la realidad histórica a la que remite el
nombre propio (Jesús); su función como Salvador de los hombres en la historia de parte de Dios
(Mesías, Cristo); la relación específica que le une con Dios (Hijo). Cristo es, a la vez, el
fundamento y el contenido de la fe del creyente5.
Jesu-Cristo, no es por tanto, un nombre y un apellido, sino una declaración y confesión de fe,
en la que, quien la dice afirma su convicción de que Jesús es el Cristo y la cristología no es otra
cosa que la interpretación rigurosa de esta confesión. Lo importante es tener en cuenta que Cristo
es persona divina que ha asumido la naturaleza humana, por eso decir Jesucristo es una confesión
de fe, y ver cómo su persona divina asumió la humanidad es hacer cristología, la persona, vida,
muerte y resurrección de Cristo es el centro de la cristología, él nos mostró al Padre, a partir de
Cristo se le da sentido a la teología, el cristianismo mismo es Cristo6.
Por lo anterior, la cristología es el eje central y el punto cardinal de la dogmática cristina y de
la teología en cuanto tal, ya que no aborda solo la persona intradivina del lógos sino al Dios trino
que se ha encarnado por medio de la Palabra en el hombre Jesús de Nazaret, que en la unidad de
su humanidad y su divinidad manifiesta la unidad de la inmediatez y la mediación. Esta
cristología entonces no es un centro estático, sino la expresión de la dinámica interna en el
movimiento de Dios y el hombre en medio del mundo histórico vital. Se sitúa por tanto, en el
horizonte de la realidad trinitaria de Dios pero partiendo del hecho de que solo puede ser
explicada en su contexto antropológico7.
Ahora bien, el punto de partida y de referencia permanente de la cristología es la historia
personal de Cristo. Ella abarca el mensaje, las acciones y el destino de quien vive en relación
obediente a la voluntad de Dios, a la vez que en aceptación de la decisión de los hombres sobre
él. Hablamos del «destino de Jesús». Es así que el objeto formal de la cristología sea la persona
de Jesucristo en cuanto Mesías y Señor, lo que supone conocer su origen y su relación con Dios y
a la vez conocer el designio de salvación de los hombres religado a su destino (su misterio
Pascual); su objeto material se centrará específicamente en la historicidad de su persona: en Jesús
de Nazaret, el hombre terreno que vivió hace más de dos mil años en Nazaret. Y para acercarnos
a este misterio será necesario recurrir a las fuentes en las que el testimonio de fe de la Iglesia en
Cristo expresa sus contenidos centrales y su proceso de conformación, a saber, los cuatro
evangelios canónicos, los escritos de los Padres de la Iglesia, las fuentes judías (i.e. Flavio
Josefo) y las fuentes paganas. Habrá también referencia a los apócrifos pero no en cuanto fuentes
de cristología8.
Los contenidos concretos de la cristología son: la relación singular de Jesús con Dios como
Padre suyo (Abbá); su unidad con el Padre en el Espíritu Santo (en cuanto el
Ungido/Mesías/Cristo), la predicación de Jesús especialmente su proclamación del reino de Dios;
su doctrina del reino y sus actividades salvíficas (= praxis soteriológica); la institución de la
nueva alianza en la última Cena y en la cruz; la resurrección, exaltación y envío del Espíritu; la
5
Cfr. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, =Sapientia Fidei, Serie de Manuales de Teología, BAC, Madrid
2001, pp. 3-4.
6
Cfr. W. KASPER, Jesús, el Cristo, pp. 3-4.
7
Cfr. G. LUDWIG MÜLLER, Dogmática, Teoría y Práctica de la Teología, p. 260.
8
Cfr. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología, pp. 5-16.
6
resurrección es muestra de que Dios ha refrendado personalmente el camino de Jesús sin dejarle
caer, conduciéndolo a la meta vital de su misión, y a la vez representa la culminación del camino
del amor de Dios al hombre14.
La proclamación de la Iglesia: el acontecimiento de la Redención mediante la acción de la
Iglesia por encargo de Jesús, se manifiesta en la proclamación de la Palabra, en la concesión de la
gracia y la vida eterna por medio de los sacramentos, el seguimiento de Jesús y la participación
de la vida comunitaria dentro de la Iglesia. Así mismo, la confesión de fe Jesucristo fue
evolucionando y desarrollándose por medio del dogma cristológico en los primeros siete siglos de
la historia de la Iglesia, el cual declara que en virtud de la unión hipostática, la naturaleza humana
y divina de Jesús están unidas en Cristo inseparablemente, pero sin mezcla ni confusión entre
ellas, es decir, se trata de una persona (la segunda de la Trinidad) en dos naturalezas (la humana y
la divina)15.
3.2 Herejías cristológicas
Gracias a las herejías se suscitó en gran parte el desarrollo y la evolución del dogma. Estos
errores surgían a partir de las contradicciones objetivas que la conciencia de fe de la Iglesia
descubría en el contenido de la palabra y el acontecimiento de la revelación expresado en la
confesión de fe. En relación a las tres perspectivas básicas de la cristología de la primitiva Iglesia
(la humanidad de Jesús, su divinidad y la hipóstasis) existen tres clases de herejías cristológicas16:
Las que niegan (docetismo), mutilan (apolinarismo) o limitan (monofisismo, monotelismo y
monenergetismo) la naturaleza humana de Jesucristo.
Las que niegan la naturaleza divina del ló gos en Jesús y suprimen en consecuencia el misterio
Trinitario (ebionismo, el arrianismo, el empirismo, el positivismo, el agnosticismo, entre
otras).
Las que no asumen la unión hipostática, sino solo una aceptación o adopción de Jesús como
Hijo (adopcionismo). Entran teorías que admiten solo una unión moral (nestorianismo), o que
había dos hijos: el natural del Padre en la Trinidad y el hombre Jesús adoptado como hijo,
entra también la teoría del hábitus (el ló gos no admitió totalmente la naturaleza humana), entre
otras.
4. La cristología moderna en la tensión entre el Jesús histórico frente al Cristo de la fe
4.1 La cristología bajo los presupuestos de la orientación antropológica de la filosofía
moderna
Las fuentes que nos hablan sobre Jesús de Nazaret son principalmente los escritos del
Nuevo
Testamento, y fuera de ellos, los recursos extracristianos son escasos, por eso el punto de partida
para el conocimiento de Jesús es el Nuevo Testamento, donde la primera comunidad cristiana
escribió aquello de lo que fue testigo respecto a la vida, obras y palabras de Jesús con la finalidad
religiosa de manifestar y atestiguar el acontecimiento de la salvación en Jesucristo 17. Pues bien,
14
Cfr. H. FRIES, Teología Fundamental, Herder, Madrid 1987, pp. 374-377.
15
Cfr. S. PIÉ-NINOT, La Teología Fundamental, Ágape, Salamanca 20097, pp. 270-274; 322, 324.
16
Este apartado fue tomado de Cfr. G. LUDWIG MÜLLER, Dogmática, Teoría y Práctica de la Teología, p. 264.
17
Cfr. R. LATOURELLE, A Jesús el Cristo por los Evangelios, tr. Alfonso Ortiz, Sígueme, Salamanca 1982, pp. 19-20.
8
durante dieciocho siglos, se creyó que los evangelios contaban fielmente los hechos y dichos de
Jesús y se deducía que reflejaban exactamente su personalidad, incluso eran considerados
prácticamente como una especie de reportes biográficos, cuya historicidad no constituía
problema alguno18. Pero, en la Ilustración, se comenzó a poner en duda la historicidad de los
evangelios, y pronto se generalizó la idea de que existía una separación radical entre el Jesús que
ellos ofrecían y el Jesús real, hasta que la certeza histórica de los evangelios, fue sustituida por la
desconfianza19.
Fue así como se llegó a hablar por separado del Cristo y de Jesús, como si se tratara de dos
personas distintas, por un lado, el Cristo de la fe se refiere al Jesús proclamado como Mesías,
Señor y Salvador desde el comienzo del cristianismo, tal como la Iglesia lo ha creído, celebrado y
anunciado; y por otro lado, el Jesús histórico o Jesús terreno, de quien se pretendía hacer una
reconstrucción hipotética, al estilo de un retrato biográfico que abarcara la realidad total de su
persona, tal cual como se presentó en la Palestina del siglo I20.
Lo que se pretendió primeramente, fue realizar una biografía de Jesús, para recuperar su
personalidad, su humanidad concreta e histórica, con datos cronológicos y geográficos, libre de
todo dogma y de cualquier revestimiento hieratizado que la primitiva comunidad y los
evangelistas pudieran haber realizado con una finalidad teológica. Sin embargo, esta búsqueda
puso en juego la existencia y naturaleza del cristianismo, ya que la Revelación en la que se
centra, se caracteriza en primer lugar por la historicidad, pues garantiza la intervención gratuita
de Dios en la historia del hombre, de modo que al cuestionar la credibilidad histórica de
Jesucristo que es el contenido primordial de los evangelios, se cuestiona al mismo tiempo la
credibilidad de la fe cristiana21. Esta búsqueda se prolongó por más de doscientos años y para su
estudio se dividen las siguientes etapas.
4.2 La primera investigación: La Old (First) Quest
Lo propio de este periodo es el escepticismo histórico, pues se reconoce una sucesión material
o cronológica entre Jesús y la predicación apostólica, pero se declara una ruptura esencial entre
Jesús de Nazaret y el kerigma de los evangelios. Este escepticismo va acompañado, por un
principio: dado que la fe no tiene relación alguna con la historia, no puede ser afectada por ella en
ningún sentido, por ende el creyente y el teólogo no deben afligirse, pues el encuentro en la fe se
realiza entre dos subjetividades que superan toda objetividad22.
La investigación sobre la vida de Jesús, comenzó con H. S. Reimarus que introdujo en la
exégesis un racionalismo exacerbado, pero su postura se dio a conocer después de su muerte,
cuando Lessing publicó en el periodo de 1774 a 1778 un manuscrito en siete apartados que
Reimarus le había compartido previamente, de los cuales el último, llamado De la Pretensión de
Jesús y de sus discípulos, da origen al problema de la disociación del Jesús de la historia y el
Cristo de la fe, pues su tesis fundamental establece que hay una diferencia esencial entre lo que
18
Cfr. J. CABA, De los Evangelios al Jesús Histórico, Introducción a la Cristología, BAC, Madrid 19802, p. 13.
19
Cfr. C. IZQUIERDO URBINA, Teología Fundamental, p. 433.
20
Cfr. A. CADAVID, «La Investigación sobre la Vida de Jesús», pp. 512-540, en Teología y Vida, 43/4, (2002), pp.
514-515.
21
Ibíd., pp. 512-513.
22
Cfr. R. LATOURELLE, A Jesús el Cristo por los Evangelios, p. 22.
9
predicó realmente Jesús y lo que después enseñaron de él sus apóstoles 23. Este texto afirma que
Jesús tenía realmente una pretensión mesiánica política, y estaba ilusionado por implantar un
reino terreno con el que pudiera liberar a los judíos del yugo extranjero, sin embargo, su obra
fracasó al morir en la cruz24 lo que generó frustración en sus discípulos, los cuales comenzaron a
elaborar un sentido universal-salvífico sobre la muerte de su maestro, al estilo del Mesías
apocalíptico de la visión de Daniel, robando su cuerpo y anunciando su resurrección y su futura
venida, pues ellos no querían volver a sus ocupaciones antiguas25.
Posteriormente Strauss, con su obra La Vida de Jesús, Críticamente Elaborada (1835 a 1836),
inició un nuevo derrotero en el proceso explicativo del Jesús histórico, anunciando una nueva
teoría para explicar la vida de Jesús: la del mito, con la que pretendía alcanzar una solución entre
el racionalismo ilustrado y un tradicionalismo conservador. Él asegura que toda la narración
evangélica es la conclusión de una leyenda que se desenvuelve, ofreciendo así un Cristo surgido
de la fe y no la imagen histórica de Jesús: «La figura de Jesús, fue elaborada poéticamente a
partir de lo que se decía en el Antiguo Testamento sobre el Mesías y otros personajes, […], de
este modo, Jesús terminaba siendo más un personaje ideal que histórico». Para Strauss, a pesar
de que afirma la existencia de un sustrato histórico en los evangelios, queda abierto un hiato
infranqueable entre Jesús de Nazaret y el Cristo de los evangelios precisamente por la acción
invasora del mito, por lo que, pretender una vida de Jesús es una empresa imposible de realizar26.
Los exégetas rechazaron el escepticismo total de Strauss y recurrieron a la crítica literaria para
hacer un análisis de los evangelios. En 1838, Ch. H. Weise, discípulo de Strauss, y Ch. G. Wilke,
que de manera simultánea e independiente concluyeron que hay que estudiar los evangelios a
partir de dos fuentes de las que brota la tradición evangélica que son históricamente puras: el
Evangelio de Marcos y una colección de sentencias conocida como fuente Q, a partir de las
cuales pretendían construir una vida de Jesús27. Pero Wrede en 1901, puso fin a estas ilusiones
con la publicación de su tesis sobre El Secreto Mesiánico del Evangelio de Marcos, en la que
manifiesta que este evangelio no es realmente un libro de historia sino un relato influenciado por
motivos teológicos y presupuestos de fe, ya que, Marcos no es un historiador, sino un teólogo, y
en él detecta la intervención teológica de la primitiva comunidad, pues en su vida pública Jesús
no tuvo conciencia de ser el Mesías y jamás expresó esta pretensión, de modo que, los Apóstoles
y la primitiva Iglesia imaginaron este secreto mesiánico para explicar el desnivel entre quien fue
Jesús realmente y el culto que le rendían al Señor resucitado28.
Esta primera etapa de investigación culmina en 1906, con la publicación de la obra histórica
de A. Schweitzer: De Reimarus a Wrede. Investigación Sobre la Vida de Jesús, donde demostró
que el intento de realizar una vida de Jesús tal cual como la vivió en su tiempo es una tarea
imposible especialmente, porque se les pide a los evangelios algo que no se proponen: una vida
de Jesús, aun cuando abundan en datos históricos29.
23
Cfr. J.I. GONZÁLEZ FAUS, La Humanidad Nueva, Ensayo de Cristología, vol. I, Sal Terrae, Santander 20008, p. 4.
24
Cfr. J. CABA, De los Evangelios al Jesús Histórico…, p. 14.
25
Cfr. C. IZQUIERDO URBINA, Teología Fundamental, p. 434.
26
Cfr. R. LATOURELLE, A Jesús el Cristo por los Evangelios, p. 37.
27
Cfr. J. CABA, De los Evangelios al Jesús Histórico…, p. 16.
28
Ibíd., pp. 38-39.
29
Cfr. R. LATOURELLE, A Jesús el Cristo por los Evangelios, p. 37.
10
4.3 La No Quest
La No Quest se extenderá en la primera mitad del siglo XX, comenzando con la obra de
Bultmann Historia de la Tradición Sinóptica de 1921, y concluirá con la conferencia de su
discípulo Käsemann El Problema del Jesús Histórico en 1953. En general esta etapa afirma que
es imposible colmar la distancia entre la predicación de la Iglesia primitiva y la historia de Jesús,
por lo que se centra en el Cristo de la fe, según la clásica tradición luterana30.
Surge aquí la postura de la Escuela de la Historia de las Formas que respecto a la historia de la
formación de los evangelios asegura que se elaboraron a partir de pequeñas unidades literarias
impregnadas por la fe comunitaria que fueron copiladas por los evangelistas, esto generó que el
estudio crítico de los evangelios pasara del estudio de las fuentes al estudio de las tradiciones 31.
Los autores de la Formgeschichte se introdujeron en la prehistoria de la formación de los
evangelios, insistiendo particularmente, en Sitz im Leben en el que se desarrolló cada uno de los
fragmentos del conjunto. Por lo anterior, los evangelistas son considerados compiladores y no
autores, pues muchas de las tradiciones tenían su génesis después de la Pascua al querer
responder a diversas situaciones de la vida comunitaria, de modo que al no estar originadas en la
persona de Jesús se pierde la continuidad con el Cristo creído, por tanto, reconstruir su vida sería
una tarea imposible, es así que surge el escepticismo propio de este periodo32.
Estos antecedentes fueron preparando los elementos fundamentales de la teoría de Bultmann
que se centrará fundamentalmente en interpretar existencialmente el Nuevo Testamento que está
configurado por el lenguaje mítico, para descubrir el significado que tiene para el hombre de
hoy33. Según Bultmann, el kerigma no nace de la vida de Jesús, sino del Cristo mitificado por la
primitiva comunidad, pues Jesús anunció la llegada inminente del Reino, pero la primitiva Iglesia
predicó a un Cristo que murió por nuestros pecados y que luego resucitó, convirtiendo al
predicador en el predicado, esto generó una ruptura y discontinuidad teológicas entre el Jesús y el
Cristo, pues el kerigma colocó la figura mítica del Hijo de Dios en lugar de Jesús. Para Bultmann
el kerigma supone la existencia histórica de Jesús, pero lo que le interesa es el Dass o el hecho
mismo de la existencia de Jesús y el Geschichtlich o significado de la misma. Esto supondrá, la
necesidad de un proceso de desmitificación para traducir el evangelio en términos de
significación existencial para el hombre de hoy, suplantando la historiografía por la teología y
hermenéutica del kerigma34.
4.4 La segunda etapa o New Quest
En el lugar donde Bultmann generó más controversias fue en sus discípulos, los cuales
buscaban encontrar un punto medio entre el historicismo exagerado del siglo XIX y la postura
radical de su maestro. Lo que caracteriza a este periodo es el término continuidad con el que se
buscará unir al Jesús con el Cristo35. En este periodo hay una nueva confianza en los evangelios y
en nuevas fuentes, y se tiene un nuevo concepto de la historia y de la biografía, no basadas en la
30
Cfr. S. PIÉ-NINOT, La Teología Fundamental, pp. 341-342.
31
Cfr. S. GUIJARRO OPORTO, «La Investigación sobre el Jesús Histórico», pp. 3-30, en Didaskalia, 32 (2002), p. 10.
32
Cfr. J. CABA, De los Evangelios al Jesús Histórico…, p. 33.
33
Cfr. J.A. SAYÉS, Teología Fundamental. La Razón de Nuestra Esperanza, EDICEP, Valencia 20062, pp. 243-244.
34
Cfr. R. LATOURELLE, A Jesús el Cristo por los Evangelios, p. 40.
35
Ibid., pp. 48-49.
11
metodología de las ciencias naturales, sino en el propio método surgido por la nueva comprensión
de la historiografía. El principal mérito de la New Quest, es el haber reabierto la cuestión del
Jesús histórico partiendo de una nueva metodología: la búsqueda de los criterios de autenticidad
histórica para el estudio de los evangelios36.
El punto que dio cierre a la No Quest, y a la vez dio inicio a la New Quest, fue una conferencia
pronunciada por Käsemann en Marburgo, en octubre de 1953, con el título El Problema del Jesús
Histórico, en la que participaron exalumnos de Bultmann, cuestionando y confrontando la
postura de su maestro. Käsemann acusó a su maestro de haber deshistorizado al cristianismo,
convirtiéndolo en una simple gnosis o ideología y a Cristo en un mito, por eso propone ir más
allá del simple Dass para centrarse en el Jesús terreno, y admitir que el kerigma está contenido
sustancialmente en los dichos y hechos de Jesús, demostrando una identidad y continuidad entre
el Jesús y el Cristo37. Con esto, legitima teológicamente la nueva investigación sobre Jesús,
asegurando que hay elementos auténticos en los sinópticos donde se pone de manifiesto una
cristología implícita (hechos y palabras de Jesús) que gracias al kerigma se convirtió en una
cristología explícita38.
Posteriormente, J. Jeremías, publicó en 1960 un opúsculo llamado Das Problem Des
Historischen Jesus, donde asegura que «tenemos derecho a saber quién era el Jesús de la
historia y cuál era su predicación» por fidelidad a las fuentes y al kerigma, más aún, porque Dios
reconcilió al mundo consigo por medio de un acontecimiento histórico, por lo que es necesario
volver al Jesús de la historia pues la fe no está en el kerigma sino en el hecho histórico de la
persona y vida de Jesús, por tanto, para una cristología históricamente cimentada se tendrá que
recurrir a los auténticos hechos y palabras de Jesús (ipsisima verba et facta Jesu)39.
4.5 La tercera etapa o Third Quest
La Third Quest se comienza a desarrollar desde 1975 en el ámbito norteamericano pero, este
periodo incluye muchos y muy diversos autores, por lo que no es tan fácil definir un momento
preciso en el que se marque su inicio. No obstante, para su estudio se ubica su génesis a partir de
la obra de E. P. Sanders Jesus and Judaism de 198540. Ahora bien, aunque es un periodo muy
variado, hay al menos cinco rasgos generales que caracterizan a esta corriente, tales son41:
a) Tiene un conocimiento más seguro de las fuentes, así como nuevas excavaciones y
hallazgos arqueológicos.
b) Hay una acentuación en la perspectiva histórica gracias a la recuperación alcanzada del
ambiente histórico y cultural del judaísmo.
c) Las palabras y dichos de Jesús se sitúan dentro del conjunto de su contexto histórico,
dejando a un lado la preocupación por la autenticidad de textos aislados.
d) Hay una mayor fiabilidad histórica a los evangelios canónicos y se comprende el género
literario evangelio.
36
Cfr. S. PIÉ-NINOT, La Teología Fundamental, pp. 344-347.
37
Cfr. J. CABA, De los Evangelios al Jesús Histórico…, p. 35.
38
Cfr. S. GUIJARRO OPORTO, «La Investigación sobre el Jesús Histórico», p. 12.
39
Cfr. A. CADAVID, «La Investigación sobre la Vida de Jesús», p. 524.
40
Cfr. S. PIÉ-NINOT, La Teología Fundamental, p. 348
41
Cfr. C. IZQUIERDO URBINA, Teología Fundamental, p. 441.
12
estuvieran contando lo que había sucedido y que usaran casi las mismas palabras. Pero,
obviamente los cuatro escritores no se sentaron juntos y conspiraron para inventar la historia
sobre la resurrección de Cristo, esto explica las aparentes discrepancias entre los relatos, la
naturaleza de los relatos es la que cabría esperar de cuatro relatos separados preparados por
testigos oculares45.
45
Cfr. J. M. BOICE, Los fundamentos de la fe cristiana, Unilit, [PDF], pp. 289-291.
46
Cfr. S. PIÉ-NINOT, La Teología Fundamental, pp. 373-383.
47
Cfr. G. LUDWIG MÜLLER, Dogmática, Teoría y Práctica de la Teología, p. 280.
14
Jesús el Cristo, la comunión de creyentes en él y la Iglesia misma, sin la resurrección Jesús habría
carecido de interés incluso para sus contemporáneos y discípulos48.
«Cristo ha resucitado» es la afirmación más antigua que se encuentra diseminada por el
Nuevo Testamento. Con esas palabras u otras semejantes se expone el núcleo esencial del
anuncio pascual. En general, los textos del Nuevo Testamento ofrecen un cuadro completamente
realista de la resurrección que se centra en una serie de puntos: en que verdaderamente Jesús ha
resucitado, en el testimonio de que Jesús se ha dejado ver y ha sido visto por sus discípulos y
otros testigos, que el sepulcro donde yacía el cadáver del Señor quedó vacío y describen los
efectos de la pascua que se encierran en el kerigma primitivo49.
2. La actividad pública de Jesús hasta su muerte en cruz
2.1 El bautismo de Jesús
Jesús, inaugura su ministerio pidiendo ser bautizado anticipando su muerte en la cruz, pues
aquí se hace solidario con el hombre pecador cargando con sus culpas al descender al Jordán, y se
pone en lugar de la humanidad manchada por el pecado, por lo que este bautismo será
completado con la muerte en cruz. Además, en este pasaje Jesús mantiene un diálogo con el
Padre que lo confirma como el Hijo amado, anticipando así la resurrección. Pero también Jesús es
presentado como el Cordero de Dios, tal expresión se remite a dos alusiones
veterotestamentarias: el siervo doliente de Isaías y el cordero de pascua a la salida de Egipto. La
expresión Cordero de Dios, interpreta el bautismo de Jesús en la perspectiva de la cruz, que es su
descenso a la profundidad de la muerte. Según Ratzinger, a partir de entonces los textos
evangélicos mostrarán una unidad interna en el camino de Jesús desde el primer instante de su
vida hasta su muerte en cruz y su resurrección50.
2.2 El Reino de Dios
Según los evangelios, Jesús se centró en anunciar el Reino de Dios, este tema atraviesa toda la
predicación de Jesús que siempre habla como el Hijo, de modo que el mensaje del Reino es una
cristología que tiene de fondo la relación Padre-Hijo. Esto quiere decir que Dios ocupa el centro
de todo lo que dice y hace Jesús, porque precisamente Jesús es Dios, por lo tanto el Hijo en su
predicación anuncia su propio misterio, pero el Reino que Jesús anuncia consiste en el poder de
Dios que domina por medio de su amor extremo en la cruz, en este sentido para comprender
auténticamente el mensaje de Jesús, será necesario poner la cruz como punto de partida y clave
hermenéutica de Cristo51.
2.3 La confesión de Pedro y la Transfiguración
Estos dos acontecimientos, contienen la novedad que Jesús encarna, y por eso son sumamente
importantes. Lo que subyace al pasaje de la confesión de Pedro es que Jesús camino a Jerusalén
pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? (Lc 9, 18; Mt 16,13; Mc 8,27), con lo
que busca conocer dos cosas: la opinión de la gente (externa y superficial) y la convicción de sus
48
Cfr. H. FRIES, Teología Fundamental, pp. 374-375.
49
Cfr. C. IZQUIERDO URBINA, Teología Fundamental, pp. 493-496.
50
Cfr. J. RATZINGER-BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret, Desde el Bautismo a la Transfiguración, tr. Carmen Bas
Álvarez, Planeta, México 20139, pp. 40-47.
51
Ibíd., pp. 73-90.
15
52
Ibíd., pp. 337-356.
53
Cfr. J. RATZINGER, La Infancia de Jesús, tr. J. Fernando del Río, Planeta, México 2012, pp. 90-93.
54
Cfr. J. RATZINGER, Introducción al Cristianismo, p. 173.
55
Cfr. J. RATZINGER, Jesús de Nazaret, Desde la Entrada en Jerusalén Hasta la Resurrección, tr. J. Fernando del
Río, Encuentro, Madrid 20112, pp. 125-138.
16
Isaías (Mc 4, 10ss; Is 6) dejando todo el mensaje del Reino bajo el signo de la cruz que es la
extrema radicalización del amor incondicional de Dios que a pesar del rechazo de los hombres se
entrega. Es por eso que los evangelios deben ser interpretados según la cruz y el mensaje del
Reino (Mt 13, 10-17; Lc 8, 9), pues no hay contradicción entre el mensaje misericordioso de
Jesús y su cruz, más aún en la aceptación de su muerte redentora el mensaje de la gracia alcanza
toda su profundidad, en la Eucaristía «Jesús es capaz de entrelazar sobrenaturalmente los hilos
de la Ley y los Profetas e total fidelidad a la Escritura y en la novedad total de su ser Hijo de
Dios»56.
3.3 Jesús crucificado, pleno cumplimiento de la Revelación
La crucifixión es narrada por los cuatro evangelistas que coinciden en lo esencial en medio de
matices y detalles diferentes, estos relatos están impregnados por muchas referencias al Antiguo
Testamento, pero solo dos son fundamentales: el Salmo 22 e Isaías 53, ya que a partir de ellos el
acontecimiento de la cruz es iluminado teológicamente, mostrando así la unidad entre el Antiguo
Testamento y el acontecimiento Cristo57. Esta expiación que Cristo ha otorgado al mundo en la
cruz no ha sido a causa de un Dios cruel que al haber sido ofendido infinitamente exigiera una
expiación infinita, pues la Biblia nos presenta la cruz como expresión del amor radical de una
vida que es «ser para los demás», donde Dios mismo se pone como lugar de reconciliación, y en
su Hijo toma el dolor sobre sí. Es así como Dios se acerca al hombre para darle el don de su
perdón, donde el derecho violado queda reestablecido por la iniciativa del Amor que justifica y
da vida, esta justicia es gracia, y este es precisamente el sentido de la cruz: un movimiento que va
de arriba abajo donde Dios se anodada para salvar al hombre. En consecuencia, Jesús es Cristo y
es Rey en cuanto que fue crucificado, en su crucifixión se encuentra su realeza, y precisamente en
su realeza está el don de sí mismo a los hombres. A partir de la cruz, el proceso de fe de los
cristianos identificó persona, palabra y obra. Por eso la confesión de fe puede limitarse a unir el
título Cristo al nombre Jesús porque aquí se dice todo, contemplar a Jesús desde la cruz nos dice
que él es Cristo y nada más, por lo que esta fe no es un mero contenido doctrinal sino la
referencia a una persona concreta: Jesús que es Palabra, Hijo y plena apertura58.
4. La resurrección de Jesús de entre los muertos como el reconocimiento por parte del
Padre de que Jesús es su Hijo
4.1 El kerigma pascual (testimonio y confesión)
La resurrección de Jesucristo es el fundamento para el cristianismo, de modo tal que, asegura
San Pablo «Si Cristo no hubiera resucitado nuestra predicación carecería de sentido y vuestra fe
lo mismo» (I Cor 15, 14). Si se prescinde de la resurrección de Cristo la fe quedaría muerta,
Jesucristo quedaría como una personalidad religiosa fallida, su figura queda pendiente de este
acontecimiento, no obstante, históricamente este testimonio se presenta de forma compleja y
suscita muchas interrogantes59.
56
Cfr. J. RATZINGER, Jesús de Nazaret, pp. 481-482.
57
Cfr. J. RATZINGER, La Infancia de Jesús, pp. 57-60.
58
Cfr. J. RATZINGER, Introducción al cristianismo, pp. 173-174; 235-237.
59
Cfr. J. RATZINGER, Jesús de Nazaret, Desde la Entrada en Jerusalén Hasta la Resurrección, pp. 281-283.
17
60
Cfr. J. RATZINGER, Jesús de Nazaret, Desde la Entrada en Jerusalén Hasta la Resurrección, pp. 283-285.
61
Ibid., pp. 285-289.
18
nueva era capaz de hacer posible el anuncio apostólico, en su osadía y novedad este anuncio
adquiere vida por la fuerza impetuosa de un acontecimiento que nadie había ideado y que supera
cualquier imaginación. Algo propio del misterio de Dios es actuar discretamente, poco a poco
construye su historia en la historia de la humanidad, se hace hombre y puede ser ignorado por los
hombres de su tiempo, padece y muere y como Resucitado quiere llegar a la humanidad solo
mediante la fe de aquellos a quienes se manifiesta. Es el estilo divino que no arrolla sino que da
libertad, da y ofrece amor62.
4.4 La presencia actual del Señor exaltado en el Espíritu Santo
Este apartado, se refiere concretamente al acontecimiento de la Ascensión, cuando Jesús sube
a los cielos los discípulos se llenaron de gozo pues descubrían que no se trataba de un abandono
sino de una presencia nueva de Jesucristo, estaban seguros que el Resucitado se encontraba con
ellos de una manera nueva y poderosa, la derecha de Dios implica un nuevo modo de su
presencia, un modo en el que únicamente Dios puede sernos cercano. La Ascensión es la
permanente cercanía que los discípulos experimentan con tal fuerza que les produce una alegría
duradera. Jesús se despide porque entra en la comunión de vida y poder con el Dios viviente, en
la situación de superioridad de Dios sobre todo espacio, por eso no se ha marchado sino que está
siempre presente junto a nosotros y por nosotros. En los discursos de despedida de Juan, Jesús
dice a sus discípulos me voy y vuelvo a vuestro lado (14, 28) pues bien, aquí está sintetizada
maravillosamente la peculiaridad del irse de Jesús que es al mismo tiempo su venir63.
4.5 El descenso de Cristo al reino de los muertos
Debemos partir del hecho de que la palabra infierno traduce incorrectamente sheol-hades que
era el lugar con el que los judíos se referían al estado de ultratumba. La proposición quiere decir
que Jesús entró en el sheol, es decir, simplemente murió. Ratzinger no obstante, afirma que el
problema está en lo que pasa al momento de morir, lo cual para nosotros es desconcierto pues no
hay hombre vivo que pueda decir lo que en ese momento sucede, pero se pueden hacer ciertas
aproximaciones, en donde lo central del descenso de Jesús a los infiernos es la participación que
Él tuvo del destino mortal de todos los hombres, donde se revela la soledad radical y el abandono
absoluto. La soledad es la angustia propia de aquel que está llamado al ser y que sin embargo le
resulta imposible, este miedo no puede vencerse solo con la razón sino con la presencia de
alguien que lo ama. Así pues, el infierno es la soledad en la que la palabra amor no puede resonar
por la inseguridad de la existencia que causa la soledad, y en lo más hondo de nuestra existencia
mora el infierno, la inevitable y tremenda soledad. Ahora bien, la proposición afirma que Cristo
franqueó la puerta de nuestra más profunda soledad, que con su pasión penetró el abismo de
nuestro abandono, de modo que allí donde no podemos oír ninguna voz está Él. Por tanto la
muerte y el infierno ya no son lo mismo, porque hay vida en medio de la muerte pues el amor
habita en ella, la muerte ya no conduce a la soledad pues las puertas del sheol han sido abiertas de
par en par. En este sentido se deben interpretar los textos de los Padres así como el pasaje de
Mateo (27, 52) que narra que al morir Jesús se abrieron los sepulcros y resucitaron los muertos64.
62
Ibid., pp. 316-321.
63
Ibid., pp. 323-330.
64
Cfr. J. RATZINGER, Introducción al Cristianismo, pp. 248-252.
19
4.6 La revelación plena del reino de Dios en la nueva venida de Jesús en el Juicio Final
Nuestra fe en el retorno de Jesucristo y en la consumación del mundo es la convicción de que
la historia se dirige a un punto omega donde veremos que lo estable es la inteligencia que soporta
al ser y le confiere realidad. El cristiano cree en el fin del mundo pero esto es una fe en la
definitiva unión de lo real por el espíritu, un final donde triunfa el espíritu, es decir, la verdad, la
libertad y el amor que tiene un rostro concreto. El mundo va hacia la unidad en la persona que es
quien le da sentido a todo. El retorno del Señor es salvación, pero sobre todo es la omega que
todo lo arregla, por tanto, es también juicio. El sentido del juicio aquí es el resultado de la
responsabilidad en libertad, por eso el Nuevo Testamento como mensaje de gracia afirma que el
hombre será juzgado por sus obras y que nadie podrá eludir este juicio sobre la conducta de su
vida, hay de por medio una libertad que la gracia no elimina, sino que perfecciona. La suerte
definitiva del hombre no será ajena a las decisiones que haya tomado en vida, pues aunque cuenta
con la tranquilidad liberadora de la justicia divina que es Jesucristo, el cristiano sabe su obra es
una encomienda que le ha hecho su Señor, al cual tiene que responder y dar cuentas de lo
confiado. Con la oración Ven Señor Jesús se expresa la esperanza y la alegría que hay en el
cristiano respecto al retorno del Señor como el momento de la consumación al cual se orienta65.
65
Ibid., pp. 266-273.
20
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