CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA MOTU PROPRIO
COMO UNA MADRE AMOROSA
Como una madre amorosa la Iglesia ama a todos sus hijos. Pero cuida y protege
con afecto particular a los más pequeños e indefensos, se trata de una tarea que
Cristo confía a toda la comunidad cristiana en conjunto. Con la conciencia de
esto, la Iglesia dedica una atención vigilante a la protección de los niños y de los
adultos vulnerables.
Tal tarea de protección y de atención le corresponde a toda la Iglesia, pero
especialmente a los pastores que esto sea realizado. Por lo tanto los obispos
diocesanos, los eparcas y quienes son responsables de una Iglesia particular,
deben tener una particular diligencia en proteger a quienes son los más débiles
entre las personas que les fueron confiadas.
El Derecho Canónico ya prevé la posibilidad de remoción del oficio eclesiástico
“por causas graves”: esto se refiere también a los obispos diocesanos, a los
eparcas y a quienes están equiparados por el derecho (cfr can. 193 §1 CIC; can.
975 §1 CCEO).
Con la presente carta quiero precisar que entre las llamadas “causas graves” se
incluye la negligencia de los obispos en el ejercicio de su oficio, en particular
cuando se refieren a los casos de abusos sexuales cumplidos contra menores y
adultos vulnerables, previstos por el MP Sacramentorum Sanctitatis Tutela,
promulgado por san Juan Pablo II y ampliado por mi querido predecesor,
Benedicto XVI. En tales casos se observará el siguiente procedimiento.
Artículo 1
1. El obispo diocesano, el eparca, o quien aun a título temporáneo, tiene la
responsabilidad de una Iglesia particular, o de otra comunidad de fieles a esa
equiparada de acuerdo al canon 368 CIC y por el canon 313 CCEO, puede ser
legítimamente removido de su cargo, si por negligencia ha puesto u omitido actos
que hayan provocado un daño grave a los otros, sea que se trate de personas
físicas, sea que se trate de una comunidad en su conjunto. El daño puede ser
físico, moral, espiritual o patrimonial.
2. El obispo diocesano o el eparca puede ser removido solamente si ha
objetivamente faltado de manera muy grave a la diligencia que debe tener por su
oficio pastoral, también sin grave culpa moral de parte suya.
3. En el caso se trate de abusos con menores o adultos vulnerables es suficiente
que la falta de diligencia sea grave.
4. Al obispo diocesano y al eparca se equiparan los superiores mayores de los
institutos religiosos y de las sociedades de vida apostólica de derecho pontificio.
Artículo 2
1. En todos los casos en los que se presenten indicios de acuerdo a lo previsto en
el artículo anterior, la competente Congregación de la Curia Romana puede
iniciar una investigación sobre el mérito, dando noticia al interesado y dándole la
posibilidad de producir documentos y testimonios.
2. Al obispo le será dada la posibilidad de defenderse, lo que podrá hacer con los
medios previstos por el Derecho. Todos los pasos de la investigación le serán
comunicados y le será siempre dada la posibilidad de encontrar a los superiores
de las Congregaciones. Dicho encuentro, si el obispo no toma la iniciativa, será
propuesto por el mismo dicasterio.
3. A continuación de los argumentos presentados por el obispo, la Congregación
puede decidir una investigación suplementaria.
Artículo 3
1. Antes de tomar la propia decisión, la Congregación podrá reunirse, según la
oportunidad, con otros obispos o eparcas pertenecientes a la Conferencia
episcopal, o al sínodo de los obispos de la Iglesia, sui Iuris, de la cual hace parte
el obispo o el eparca interesado, para discutir su caso.
2. La Congregación toma sus determinaciones reunida en sesión ordinaria.
Artículo 4
1.- Si se considera oportuno remover al obispo, la congregación establecerá, de
acuerdo a las circunstancias del caso: dar en el tiempo más breve posible el
decreto de remoción;
2.- exhortar fraternalmente al obispo a presentar su renuncia en un plazo de 15
días. Si el obispo no da su respuesta en el plazo previsto, la Congregación podrá
emitir el decreto de remoción.
Artículo 5
La decisión de la Congregación sobre los artículos 3 y 4, tiene que ser sometida a
la aprobación específica del Romano Pontífice, quien antes de tomar una decisión
definitiva, se hará asistir por un particular Colegio de Juristas, designado cuando
será necesario.
Todo esto que he deliberado con esta Carta Apostólica en forma de Motu
Proprio, ordeno que sea observado en todas sus partes, a pesar de cualquier cosa
en contrario, aun de particular mención, y establezco que sea publicado en el
comentario oficial del Acta Apostolicae Sedis y promulgado en el
cotidiano L’Osservatore Romano, entrando en vigor el 5 de septiembre de 2016.