1.
Contextualización
La Noche Estrellada es un cuadro afamado del siglo XIX, pintado por el pintor
holandés pos-impresionista Vincent Van Gogh cuando estaba alojado en un
manicomio ubicado en Saint Rémy, Francia. Aunque fue pintado de día, es de
verdad la vista que tenía Van Gogh desde la ventana de su cuarto allí. En la
actualidad, se guarda en el Museo de Arte Moderno, Nueva York donde ha estado
desde 1941.
Van Gogh era un pintor pos-impresionista, lo cual se diferenciaba del
impresionismo en la manera en que los pintores percibían el arte. Creían que el
arte no debía imitar la realidad sino que debía reflejar la percepción subjetiva del
autor que la experimentaba. Como consecuencia el arte pos-impresionista no se
definía por un estilo específico sino por la personalidad del propio autor.
2. Técnica y Soporte
El cuadro fue pintado al oleo sobre lienzo. No se le permitía a Van Gogh pintar en
su cuarto, así que en realidad abocetó la vista varias veces durante diferentes partes
del día, con tinta o al carboncillo sobre papel para poder pintarla luego, basándose
en los bocetos.
3. Estilo y Contenido
Es fascinante y a la vez conmovedor aprender de las circunstancias en que se creó
esta magnífica obra que hasta hoy les llega al corazón a miles de admiradores. Para
entender y analizar el cuadro, hace falta informarnos de su autor enigmático y
trágico.
A lo largo de su vida Van Gogh padeció de problemas psicológicos que de verdad
eran un arma de doble filo que le destrozaron, conduciéndole a suicidarse a los 37
años, y asimismo le inspiraron a crear obras alucinantes, llenas de sus emociones
turbulentas y capaces de presentarnos con una ventana a su alma.
Tras un episodio especialmente horrendo en que se cortó la oreja, el pintor se
internó a sí mismo en el manicomio. Durante este periodo nació esta creación
deslumbrante…
En segundo plano vemos una noche sobrecogedora, llena de
estrellas en espiral, amarillas, brillantes y gigantescas. Tiene un efecto alucinante
porque los espirales despiertan un sentido de movimiento y un caos bello y vivo.
Las pinceladas pesadas y pastosas con el amarillo cálido y yuxtapuesto con el azul
frío – que nos acerca a esos globos relucientes – contribuyen a este efecto.
Bajo el cielo, se ve un pueblito dormido y tranquilo, el cual parece que no se da
cuenta de la violencia que lo techa. Inspira un sentimiento de apatía e ignorancia.
Interrumpiendo la noche, en primer plano, se ve un ciprés, ominoso e inquietante.
En Europa se asociaba este árbol con la muerte y el luto, por tanto su presencia tal
vez contrapone la vida exuberante representada por la noche estrellada con la
muerte inminente e inevitable de cada criatura de la naturaleza. También simboliza
el estado interior de agonía e ira de Van Gogh que se enfrentó a problemas y
preguntas existenciales durante una época de su vida cuando sintió una soledad
debilitante, sufriendo sin que nadie le pudiera entender – representado por el
pueblo lejano – aun así inspirado y sobrecogido por la belleza de naturaleza.
El uso excesivo y repentino del color amarillo en esta
obra así como en otras durante la misma época ha hecho que crean muchos hoy
que Van Gogh padecería de o una intoxicación por plomo – ya que pintaba con
colores que lo contenía y mordía sus pinceles – o una forma de epilepsia. Los
dos se manifiestan en la apariencia de auras brillantes y amarillentas en la vista.