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Politica Cambiaria

La política cambiaria busca controlar el tipo de cambio ideal de una divisa mediante instrumentos y medidas implementadas por un gobierno, ya que esto afecta la inflación, las exportaciones, importaciones y por ende el empleo y crecimiento económico. La flexibilidad cambiaria ha permitido a Colombia amortiguar el impacto de choques externos como crisis financieras mundiales, manteniendo la estabilidad económica.
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Politica Cambiaria

La política cambiaria busca controlar el tipo de cambio ideal de una divisa mediante instrumentos y medidas implementadas por un gobierno, ya que esto afecta la inflación, las exportaciones, importaciones y por ende el empleo y crecimiento económico. La flexibilidad cambiaria ha permitido a Colombia amortiguar el impacto de choques externos como crisis financieras mundiales, manteniendo la estabilidad económica.
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Se conoce como política cambiaria la implementación de instrumentos y medidas aplicadas por un

gobierno con el objetivo de regular el tipo de cambio de una moneda.

La política cambiaria busca controlar el tipo de cambio ideal de una divisa, es definitiva en el
manejo de la inflación, las exportaciones e importaciones, lo que a la vez redunda en el empleo y
el crecimiento económico.

El tipo de cambio de un país refleja su oferta y demanda de divisas, en que la oferta proviene
básicamente de las exportaciones y los flujos de entrada de capitales, y la demanda de la
necesidad de importar bienes y servicios.

La estrategia de la política del Banco de la República busca mantener una tasa de inflación baja y
estable, así como alcanzar niveles del producto cercanos a su valor potencial. Asimismo, la política
del Banco contribuye a la preservación de la estabilidad financiera y del sistema de pagos. La
flexibilidad cambiaria es considerada un elemento fundamental para el logro de estos objetivos.
En primer lugar, en un régimen con flexibilidad cambiaria la tasa de cambio opera como una
variable de ajuste ante los choques que recibe la economía, reduciendo la volatilidad de la
actividad económica. En segundo lugar, la flexibilidad cambiaria permite utilizar de forma
independiente la tasa de interés como un instrumento para acercar la inflación y el producto a sus
valores deseados. En tercer lugar, la flexibilidad cambiaria reduce los incentivos a la toma excesiva
de riesgo cambiario por parte de los agentes de la economía, lo cual es vital para mantener la
estabilidad financiera.

No obstante lo anterior, el Banco de la República como autoridad cambiaria tiene la potestad de


intervenir en el mercado de divisas. Dicha intervención no limita la flexibilidad cambiaria, no
pretende fijar o alcanzar algún nivel específico de la tasa de cambio y persigue objetivos
compatibles con la estrategia de inflación objetivo.

Hace 20 años, el 25 de septiembre de 1999, Colombia amaneció con un mercado de divisas


liberado. la Junta Directiva del Banco de la República decidió eliminar la banda cambiaria y
permitir la libre flotación del peso, con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en
el que se establece un programa de ajuste macroeconómico para los próximos tres años. Los
resultados de esa decisión han sido positivos. los resultados exitosos de la decisión de liberar el
tipo de cambio en septiembre de 1999 han generado un intenso debate en contra del Banco de la
República, en el que se acusa a esta entidad por no haberla adoptado con anterioridad.

Por eso, haber tomado la decisión, hace 20 años, de usar un esquema de libre cambio significa que
Colombia llegaba al convencimiento de que tenía cómo enfrentar ese desafío sin necesidad de
intervenir el mercado del dólar.

Durante esta ya larga historia, la moneda norteamericana ha pasado por cotizaciones de $1.000 en
1996, de $2.000 en el año 2000, de $3.000 en 2003 y luego en 2015. Ahora, cuando las tensiones
internacionales han generado enormes volatilidades, muchos se preguntan si le llegó a Colombia
la hora de un dólar a $4.000.
El efecto Lula Da Silva

La primera verdadera prueba del esquema cambiario con libertad total llegó a finales de 2002 y
comienzos de 2003, cuando el líder de izquierda Luiz Inácio Lula Da Silva ganó la presidencia de
Brasil. En ese momento, los inversionistas previeron una catástrofe por cuenta de las políticas que
podría implementar el hasta ese momento dirigente sindical brasilero. Eso hizo que muchos
sacaran su dinero de estos mercados, incluido Colombia, lo que llevó el tipo de cambio en el
mercado local hasta cerca de $3.000.

Pero el choque fue coyuntural. Apenas se posesionó el nuevo presidente brasilero y se reconcilió
con los inversionistas, vino un largo periodo de fortalecimiento de las monedas en toda la región.
En Colombia el dólar tocó precios mínimos en ese período. Algunos expertos sostienen que
durante esa época Colombia sufrió de enfermedad holandesa, lo que golpeó duramente a todos
los sectores.

¿Qué pasó?

Si bien Colombia logró superar su dependencia del café, lo hizo a costa de volverse dependiente
de las exportaciones de petróleo, gracias al hallazgo petrolero en Cusiana en 1991. Eso llevó a que
el país encontrara la forma de garantizar unos ingresos en dólares considerables durante buena
parte de los primeros 15 años de este siglo.

De hecho, en 2007 y 2011 el petróleo llegó a niveles de precio cercanos a US$120 el barril. A eso
se le sumó el incremento en la producción. Como resultado, durante los primeros 14 años de este
siglo el petróleo representó en promedio ingresos por 4,68% del PIB, y llegó en algunos casos,
como en 2011, 2012, 2013 y 2014, a superar los 5 puntos del PIB.

El efecto en el tipo de cambio fue inmediato y, hacia 2007, el precio del dólar ya había bajado a
menos de $1.700.

Todos se preguntan hasta dónde llegará el dólar en Colombia

Cuando se presenta esta situación –que una sola industria empuja a la baja el precio de la divisa–
sectores exportadores como la manufactura y el agro empiezan a perder terreno. No solo reciben
menos pesos por los dólares, sino que los precios de sus productos en dólares suben
inmediatamente, lo que les resta competitividad frente a otros países. Eso puede significar la
quiebra de muchas empresas.
A eso se le conoce como ‘enfermedad holandesa‘. Por ejemplo, durante esos años se hizo habitual
que muchos empresarios del sector textil decidieran producir en otros países, como China, pues
allí les resultaba más barato hacerlo. Esa revaluación duró una década, con un breve período
excepcional de devaluación abrupta: el originado por la crisis mundial de 2008. A pesar del
enorme choque, esa es una historia colombiana de éxito.

Un ajuste ejemplar

También en septiembre, pero de 2008, se desató la más grave crisis financiera mundial de la
historia. En Estados Unidos cerraron fábricas y grandes bancos tuvieron que pedir auxilio a las
autoridades o inclusive se vieron forzados a cerrar, como el caso de Lehman Brothers, una firma
financiera tradicional que al quebrar detonó el inicio de la crisis mundial.

Los países emergentes como Colombia enfrentaron el problema de conseguir suficiente


financiación. Por ejemplo, en el caso colombiano, justo cuando empezaba un paquete de obras
importantes, muchas concesionarias no tuvieron cómo obtener recursos en el exterior, pues el
efecto contagio fue prácticamente inmediato.

Estados Unidos entró en recesión, en Europa muchos países, como España, Italia y Grecia tuvieron
crisis fiscales que derivaron en dificultades sociales y políticas. Vale la pena preguntarse por qué
razón Colombia no sufrió el mismo impacto, cuando muchos de esos países entraron en recesión.

El precio del dólar expresa la capacidad de un país para traer valor agregado de otras economías.

La respuesta está, en una buena medida, en que el país, gracias a la flotación cambiaria, logró
amortiguar el golpe. Esto permitió a su vez que la política monetaria se ajustara con una baja de
tasas que les facilitó la vida a los colombianos con créditos más baratos. Se trata realmente de un
caso de éxito en la política monetaria. En la crisis anterior, la de 1999, la política cambiaria y
monetaria no hizo otra cosa que agudizar el ciclo. Es decir, las medidas adoptadas con la tasa de
interés y la tasa de cambio hicieron más profunda la caída de la economía colombiana.

Pero en 2008, para la más grave crisis mundial, el país pudo hacer un plan de ajuste casi perfecto.
Dólar: al ritmo del yuan

La prueba está en que en 2009, cuando todo el mundo andaba en recesión, Colombia logró pasar
el año con un crecimiento de 1,2%. El tipo de cambio flexible permitió esa maniobrabilidad.

Algo similar pasó en la reciente crisis originada por los bajos precios del crudo a partir de 2014. Se
trató del más grave choque externo que haya sufrido Colombia, pues perdió prácticamente 30%
de sus exportaciones y unos $21 billones en ingresos fiscales, cuando el petróleo cayó a mínimos
históricos cercanos a US$30 el barril. En ese momento, Colombia también se permitió devaluar,
aunque el déficit externo llegó a estar por encima de 6% en una buen parte de 2015. Hoy, muchos
están preocupados con la nueva tendencia al alza de la divisa. Algunos, como el economista Steve
Hanke, proponen dolarizar la economía.

Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda y Crédito Público; Juan José Echavarría gerente del
Emisor; Miguel Urrutia exgerente del Emisor.

La experiencia ha demostrado que la flexibilidad cambiaria (que implica que el país puede
administrar su política monetaria de manera independiente) es muy útil para enfrentar los duros
choques externos. Colombia ha enfrentado dos grandes devaluaciones en cinco años y aún así la
economía ha venido respondiendo.

Un experimento contrario significa echar a la basura las lecciones aprendidas: enfrentar dos
choques globales sin entrar en recesión. Ese es un bastión de la cultura colombiana y botarla al
trasto de la basura no sería una decisión inteligente. Dolarizar a Colombia, una salida poco viable.

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