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Rest Jaime El Laberinto Del Universo Borges y El Pensamiento Nominalista

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JAIME REST El laberinto del universo Borges y el pensamiento nominalista EDICIONES LIBRER{AS FAUSTO TEXTOS DE APOYO = ¢ a Disefio de la tapa: Oscar Diaz 1 edicion: noviembre de 1976 Queda hecho el depésito que dispone la ley 11723 ‘© EDICIONES LIBRERIAS FAUSTO Buenos Aires, 1976 | TImpreso en ta Argentina - Printed in Argentina Como siempre, en el principio inscribo el nombre de Virginia, en testimonio de la contigitidad ‘con que compartimos el instante peregrine. They who one another keepe ‘live, ne'r parted bee. Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza, aqui, mi desesperacion de escritor do lenguaje es un alfabeto de simbolos cuyo cielo. presupol ado_yueIns~inter SCOMpArEN; {como tansmitir a Tos otrosel infinito Aleph, que mi temerosa me moria apenas abarca? ‘Los misticos, en anilo: g0 trance, prodigan los emblemas: para signi | ficar la divinidad, un persa habla de un pajaro que de algin modo es todos los pajaros; Ala. nus de Insulis, de una esfera cuyo centro est en todas partes y la cireunferencia en ningu- na; Ezequiel, de un angel de cuatro caras que un tiempo se dirige af Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur. EL Auge Las palabras son simbolos que postulan una ~ memoria compartida, La que ahora quiero his- toriar es mfa solamente; quienes 1a compar tieron han muerto, Los misticos invocan una rosa, un beso, un pdjaro que es todos los pi jaros, un sol que es todas las estrellas y el sol, un céntaro de vino, un jardin o el act sexu: De esas metaforas ‘ninguna me sirve para larga noche de jubilo, que nos dejé, cansados y felices, en los lindetos de la aurora EL. Concreso ABREVIATURAS Las referencias que se hacen en el texto a las obras de Borges indican la sigla y pagina del correspondiente volumen, segin la némina que es proporcionada a continuacién, en Ia que ademas se especifica entre paréntesis Ia fecha de la primera edicién, cuando no fue la em- pleada en el presente trabajo. Todas las remi- siones a Discusién corresponden a la edicién de Gleizer, 1932 (D, 1), salvo cuando se trata de materiales agregados al tomo de las “Obras Completas” aparecidas en vohimenes indivi- duales, publicado por Emecé, 1957 (D, 11), A Bl Aleph, Madrid, Alianza Editorial, 1971 (1949). AE “An Autobiographical Essay”, incluido en The Aleph and Other Stories; Nueva York, E.P. Dutton, 1970; pags. 203-260. ALG Antiguas literaturas germdnicas. México, Fondo de Cultura Econémica, 1951 DI Discusién, Buenos Aires, Gleizer, 1932. DIL Discusién. Buenos Aires, Emecé, 1966 (1957), 2 Jats Rest ES Elogio de la sombra. Buenos Aires, Eme- cé, 1969 (Coleccién Piragua) F Ficciones, Buenos Aires, Emecé, 1956 (1944), H Bl hacedor. Buenos Aires, Emecé, 1960. HE Historia de la eternidad. Buenos Aires Emecé, 1953 (1936). HUI Historia universal de la infamia. Buenos Aives, Emecé, 1954 (1935). IB EL informe de Brodie, Buenos Aires, Emecé, 1970. LA El libro de arena. Buenos Aires, Emecé, 1975. LS Libro de sueftos. Buenos Aires, Torres Agiiero, 1976. MF El “Martin Fierro”. Buenos Aires, Edi torial Columba, 1953, Of — Otras inquisiciones. Buenos Aires, Eme- eg, 1971 (1952). OP — Obra postica, Buenos Aires, Emecé, 1969 (1962). OT — Eloro de los tigres. Buenos Aires, Eme: 6, 1972. P — Prélogos. Buenos Aires, Torres Agiiero, 1975, ‘También se utilizaron las siguientes obras, que incluyen declaraciones o participacién de Borges: Antologia: Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, Antologia de la i EL LApERiNro EI 13 teratura fantdstica, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1940, Burgin: Richard Burgin, Conversations avec Jorge Luis Borges. Paris, Gallimard, 1972 [Titulo del original inglés: Conversations with Jorge Luis Borges.) Crénicas: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Ca- sares, Crdnicas de Bustos Domecq. Buenos Aires, Losada, 1967. Charbonnier: Georges Charbonnier, El escritor y su obra. México, Siglo XXI, 1967. [Te tulo del original francés: Entretiens avee Jorge Luis Borges.) Di Giovanni: Borges on Writing, edited by Nor- man Thomas di Giovanni, Daniel Halpern, and Frank MacShane. Londres, Allen Lane, 1974, Milleret: Jean de Milleret, Entrevistas con Jor- ge Luis Borges. Caracas, Monte Avila, 1970, [Titulo del original francés: Entretiens avec Jorge Luis Borges. Problemas: H. Bustos Domecq [seudénimo de Jorge Luis Borges y Adoldo Bioy Casares], Seis problemas para don Isidro Parodi. Buenos Aires, Sur, 1964 (1942). NOTA PRELIMINAR El presente ensayo no se propone un es- tudio integral de Ia obra de Borges: apenas pretende un relevamiento de la concepcién nominalista que es posible entresacar de los volimenes en prosa que publics desde 1932 (primera edicién de Diseusidn) hasta 1960 (aparicién de El hacedor). Dichos limites no han sido impedimento para que se utilizaran ‘otros textos, cuando contribufan all propésito de esclarecer las ideas examinadas. De cual quier manera, los aleances de la investigacién no aspiran a exceter las fronteras sefialadas. No me considero especialista en la obra de Bor es y.no me he propuesto manejar la exten: sima bibliografia que sus escritos han suscita do, Preferentemente, mi interés se encaminé al aprovechamiento de la informacién en apa- riencia extrinseca que permitié construir el argumento que aqui se ofrece. Este, por lo demas entrafia una consecuencia que no se cir- cunscribe al autor estudiado: en ef pensamiens 10 moderno existe una estrecha relacién subs syacente entre nominalismo filosofico, lenguajes imistico y concepcién liberal de ta tolerancias Por encima de cuantas objeciones se le hayan formulado, personalmente opino que se trata de una de las corrientes més fecundas en el desenvolvimiento cultural de los tltimos siglos, no superada hasta aucsros dis; no digo ta nds fecunda por la exclusiva razén de que Thurras (no slo dos) por la Ciudad Gales 1 Seu como fer, i tess cota a et lf celiage aa Conespcion Grate G {unt supa ave debe tnase eno (casas restate ere a aes Borges suele mostrarse dispuesto a reconocer de manera explcta —y con pleno derecho, Pues esa reilacin no fe incunte'a dl carey [ponen sus eecritos por sf mismare tate Stim ci teraro que nos lita’ atm entrafa, por afadidura, una interpretacion co- herent del mundo y del hombre nue debenno conviciones del stor. Peto arma gee ca 1 r la empleada aqui. En todo caso, cabe sospechar, an las debidas reservan una fost ble vets de relecon sobre ln exisenca oe cua adnan qos Borge sts por tmuto y al entslann quo he donosirete por Kafka! In agonfa yl éeampare amas fe mueitranectechecmnteFlaclonados coe a Imypstlidad de scceder a una corde inequivoca. Esto sugiere que acaso ambas pro- posiciones admitan reconciliarse en una inter pretacién més amplia_y comprensiva que la presente. Es licito barruntar que ciertos indi- ios de nominalismo ya pueden trazarse en los materiales reunidos por Diels y Kranz en Die Fragmente der Vorsokratiker; ast parecen in- dicarlo algunos pasajes que proceden de Leu- cipo y Demécrito, en los que se enfatiza el desajuste entre los instrumentos especulativos del hombre y la naturaleza de la realidad; al ‘menos, en cl tltimo de los pensadores mea- cionados leemos que “no se sabe por dénde llegar a conocer lo que verdaderamente cada cosa es”, Pero el afianzamiento pleno de Ia joctrina nominalista en el mundo moderno de- fe expl a lo largo nvolvimiento filosofico—qué media entre Occam up: cién del empirismo radical, proceso que cul- ‘ina cuando Hume puntualiza la insuficiencia de nuestros fecursos intelectuales para descu- ; brir el ordenamiento iiltimo del universo, afir- ‘macién que nos enfrenta con el hecho de que formamos parte de una realidad separada det entendimiento humano por un abismo sobre el cual jamds se podré tender un puente defi- nitivo, Enunciado en otros términos, ello nos ~ advierte que a una gnoseologia nominalista como la que maneja Borges corresponde de manera casi inevitable una antropologia (y quizé también una ética) de corte existencial. Por otra parte, el intento de esclarecer la rigurosa elaboracién de esta obra no es ajeno aun aspecto fundamental de la tarea inheren- te a todo hombre de letras. Borges, al igual que Gustave Flaubert o que Henry James, obli- ga a replantear el viejo problema de la “ética del escritor”, de los alcances que entrafia tal responsabilidad, Cada artista tiene, incuestio- nablemente, un compromiso moral con Ia so- ciedad en que desenvuelve su actividad —que es su tan mentado compromise espectfico—, pero casi siempre Ja indole de tal obligacion ha sido interpretada con criterio bastante con- fuso e inexacto. Para contribuir a la plenitud del mundo en que vive, Ia tarea del poeta no consiste en desconocer 0 marginar las carac- teristicas intrinsecas de su oficio, sino en en- fatizarlas. Su meta no es internarse en la re- solucién de problemas sociales o econdmicos —en los que, por lo menos, no es especialis- ta—, ni tampoco en vociferar solidaridades minoritarias 0 masivas. Lo que debe propo- nerse es subrayar la naturaleza de su actividad. En los tltimos tiempos, Ia critica ideolégica hha insistido en que la palabra griega péiesis fue interpretada maliciosamente en moderno, pues no significa “creacin” (en sen: tido magico 0 exquisito) sino “produccién’ (con valor artesanal). Aceptamos este juicio, sin entrar en polémica acerca de su validez; ero opinamos que ello desemboca en un print cipio insoslayable: Ja tarea del escritor apunta @ que resplandezea Ia produecién en s{ misma, ues ese es el motivo de que su labor reciba tal nombre por antonomasia. Es decir, el poe- ta exalta el trabajo en si mismo, no sus con- secuencias o su aplicacién, Por lo tanto, los Ex EABERINTO DEL UNIVERSO 21 méritos del artista suelen ser proporcionales 2 su disciplina e independencia; su funcidn so- + cial consiste principal y acaso exclusivamente 4 en obrar con absoluta libertad pero también con obstinado ¢ inclaudicable rigor intimo, con b ‘et objeto de desarrollar las posibilidades de su accién hasta el término que se ha propuesto, sin concesiones. Esta es una de las cualidades mas notables de cuanto Borges ha realizado. Con excesiva facitidad se To ha denunciado por falta de permeabilidad a factores circunstan- ciales o se lo ha objetado por seguir sin vaci- faciones una senda que su propia conciencia Je dicts, Precisamente, en esta posicién radica tuna de sus principales virtudes, tal vez la mis memorable de un compromiso que no tiene nada de equivoco o extemporineo. Por cierto, ningtin lector esta obligado a compartir Ia 6p- tica politica o social de Dante, de Shakespeare 6 de Racine; pero si se los ha reconocide como Clisicos, elo deriva de que no abrigamos du- das en compartir la gpriea que tenian con re to a su oficio. No es una mera reivindi- Prion del formalismo, téngase bien en eventa Jes una exaltacién del trabajo como aputud configuradora por cuyo intermedio cada hom “bre contribuye, en su campo, al desenvolvi- miento de la vida comunitaria. Mas alla de todo debate, esto es lo que queda de la obra de Borges —y sin duda no es poco— como porte ejemplar: se propuso desentrafiar una imagen del hombre que tenia imperiosa nece- sidad de comunicat. Lo ha hecho en las cir cunstancias mas dificles, en medio de grandes __ Jame Rest conflictos y de profundos cambios cuya con- cresién tantos han querido eapitalizar sin or- den ni claridad mentales. Cabe preguntar si tamafio aporte no es més que suficiente para acallar controversias inetiles y para encauzar tun estudio riguroso de sus escritos, tinico pro- cedimiento que justificaré ulteriores diferen- cias de opinién __Es indispensable agregar una advertencia mas, de indole muy diversa. Como bien sabe todo lector reflexivo y avisado, las “notas pre- liminares” se escriben cuando el libro ya se ha terminado de redactar. Por lo tanto, al ce- rrarlo con estas paginas iniciales, deseo abrir- To en un aspecto que su desarrollo ha excluido pero que, sin duda, reviste importancia funda. mental. Borges ha creado un verdadero mito de Macedonio Fernéndez, pero curiosamente ha dicho poco sobre su obra, inclusive en el Prilogo que le dedics (P, 5261). Por este mo- tivo, en nuestra persecucién de relaciones y parentescos literarios a través de la informa ign que proporciona el autor de Ficciones s0- bre sf mismo no ha tenido éabida un hecho que, por consiguiente, es indispensable dejar registrado aqui, sin mayor elaboracién: en qué medida el pensamiento de Borges se nutrié en ideas tan admirabley Que tal ver 16 introduje- ron en muchos problemas que luego indagé, © que quizé le ofrecieron pistas para integrar sus propias preocupaciones ya existentes. AL respecto, un epigrafe que resumiria definitiva- mente los argumentos articulados en el estudio que se intenta a continuacién podria ser éste, EL. LABERINTO DEL_U tomado de No todo es vigilia ta de tos ojos abiertos: “A cosas de nuestra alma vigilia Ha- ma suefios, Pero hay de ésta también un des pertar que la hace ensuefio: la critica del yo, a Mistica”, Pienso que la produccién integra de Borges ha sido una desesperada biisqueda de este despertar anunciado por Macedonio Fernandez. Una observacién adicional: considero que el enfoque de Borges proporcionado en estas paginas es, para mi, provisional. Con respecto al momento presente, pienso que ya hay un Borges “tiltimo” 0, por lo menos, “ulterior”; tes el que esti en los relatos de El informe de Brodie y de El libro de arena (“Guayaquil evangelio segin Marcos”, “El informe de Bro- die, “There are more things”, “Utopia de un hombre que esta cansado", “El disco”, entre otros). No es, en esencia, diferente del ante- rior; pero, como en los poemnas tardios de Yeats en el Bliot de los “cuartetos”, hay, con res- pecto a sus textos precedentes, una suerte de transpareneia, de simplicidad y despojamiento. Sospecho que acaso sea lo mejor de su obra, ‘Me impide ver con claridad el habito, Ia cir- cunstancia de que Io he seguido en el curso del tiempo y de que, al igual que los restantes lectores que vivieron el crecimiento de su pro- duccién, estoy deslumbrado por las experien- cias pasadas, Tal vex. escribo este libro para despojarme de tal visién y para poder releerlo en el futuro sin residuos cronoldgicos: quiero volver @ descubrirlo a partir de las nuevas y sorprendentes prosas que ha estado escribien m4 _ Jai: Resr do en el periodo reciente. Por ese mismo mo- tivo y en razén de esa misma espera, he pre- ferido fijar el limite de mis indagaciones en el allo 1960. Por lo que concierne al aspecto personal, cl presente trabajo resume las apreciaciones de muchos afios durante los cuales he seguido con atencién la trayectoria de Borges, cuyos mate- riales me han fascinado. Tenia diecisiete afios, fen 1944, cuando estableci el primer contacto significativo con su obra, al publicarse Fiecio- nes. Recuerdo que esta circunstancia me in- dujo a pergefiar algunas paginas, afortunada- mente extraviadas en el transcurrir del tiempo, en las cuales —si la memoria no me es infiel— algo habia en germen de los argumentos que terminé por desenvolver. Doce aiios mas tarde, ‘con motivo de un ciclo de exposiciones radio fonicas sobre aspectos del lenguaje rioplatense, ‘ensayé una nueva incursin en el mismo asun- to, que tampoco he conservado, En esa oca- sién, el centro de interés fue la relacién de Borges con los efectos magicos del lenguaje, indagada con el auxilio de las observaciones que proporciona Ernst Cassirer, especialmente en The Myth of the State. Pero el estudio mas. sostenido comenzé hacia 1969, cuando la preparacién de algunos trabajos sobre cuento moderno me levé a la actualizacién de las consideraciones sobre el mng.mgico” de Borges. En 1972, in- vitado a colaborar en una publicacién dedicada a la literatura latinoamericana, pensé en ana- lizar el ingrediente de humor en “El Aleph” y EL, LAMERINTO DEL_UNIVERSO 25 “El Zain". No obstante, me parecié que con- ‘Veni la'insercién de tal aspecto en Ja totalidad de problemas que suponia el examen de estas harraciones, La tarea acabé por erecer © inte- frarse en los tres capitulos de la obra que ahora se publica, los cuales fueron redactados, en el orden en que aparecen, en la primavera de 1972, en el otofo de 1974 y en la prima- vera de 1975. B1 epilogo, completado a pri Cipios de 1975, no fue concebido originalmente como parte del conjunto, pero sospecho que én su forma actual ofrece un cuadro de la trae dlcion en la que se inscribe el pensamiento de Borges. Por cierto, utilizo la palabra tradicién en el sentido que sucle otorgarle T. $. Eliot Como una continuidad dinémica, no como la refirmacién dogmatica de valores ontolégicos ( Por tanto, inamovibles) que terminan mos- trindose rigidos y ahistsricos ‘Los tres capitulos de este trabajo aparecie- ron originalmente en las entregas 3,7 y 11/12 de Ia revista Hispameérica, gracias a la cordial fcogida que les dispens6 su director, el profe sor Sail Sosnowski. Dejo constancia asimismo de mi reconocimiento al doctor Eugenio Puce’ relli, que me alenté en la preparaci6n del ¢7 logo. A la amistad del doctor Donald A. Yates dbo Ia invitacion a partieipar en el XIV Con- {reso del Instituto Internacional de Literatura Tberoamericana, realizado en East Lansing @ fines de agosto de 1973, que me llevé a presen: tar una ponencia sobre "Borges y la Filosofia del lenguaje”, incorporada més tarde en la p ‘mera mitad del eapitulo Tt, De manera muy es: 26 pecial deseo agradecer a Carlos Gardini, quien advirtié antes que yo mismo Ia importancia que para mi tenia el “silencio privilegiado” y debatié larga y esclarecedoramente el asunto conmigo. Las partes que fueron publicadas anteriormente al incorporarse a la redaccién final han sufrido algunas modificaciones y am- pliaciones, en su mayoria formales, para subra- yar Ia unidad y coherencia del propésito. Por ese motivo, no se han eliminado, en cambio, las repeticiones que puedan contribuir a la con- sistencia del argumento expuesto. La indole sumamente personal de los asuin. tos desarrollados hace que no slo me declare exclusivo responsable de estas paginas sino que, por afiadidura, las considere en mayor grado mas que cuantas escribi hasta el presente: este cs el Borges que he leido y que asumo —como €l diria— “por mi cuenta y riesg Buonos Aires, I” de julio de 1976. ' EL “PENSAMIENTO SISTEMATICO” Nosotros (la indivisa divinided que ‘pera"en, nosotros) hemos "sonado ef hntundo,"Lo hemos sontado resistente, Inisterioso, visible, ublewo en ef espa Glo y firme ‘en el tempo, pero hemos Conventido. en su arguivectura tenues SPetemnos interstiios de sinraedn para Baber que e3 falso, “avatares de la tortuga” (OI, 156) 1. Negacién de la cosmotogia En 1763, un joven escocés conocié al hom- bre de letras londinense de mayor prestigio en Ia época, al que siguié frecuentando para reu- nir notas sobre su vida y opiniones, con el seereto propésito de intentar en el futuro una semblanza biogréfica del gran escritor. Sélo rnueve afios més tarde el doctor Johnson se en- ter6 del proyecto que abrigaba su amigo James Boswell, a cuyas intenciones en apariencia no ‘opuso mayores reparvs. Que Boswell escogiera al doctor Johnson como motivo de su obra no resulta extrafio; Jo que realmente habia podi- do sorprendernos hubiese sido el hecho de en. contrar en textos tempranos de Johnson la premonicién de que algin Boswell irrumpiria en su existencia. Sin embargo, en un cuento de Borges escrito ya en 1941 encontramos esta curiosa anticipacién —este conocimiento del porvenir— que ain demorarfa veinticinco afios en concretarse: “las noches peripatéticas de conversacién literaria en las que el hombre que ya ha fatigado las prensas, juega invariable. mente a ser Monsieur Teste o el doctor Samuel Johnson” (F, 77). No es cuestién de pregun- {arse si le tocé en suerte un Paul Valéry 0 un James Boswell, pero resulta féeil verficar que Jaime Rest sus opiniones han sido registradas en los ulti- ‘mos tiempos por un par de amanuenses fran- ceses y por otro de lengua inglesa —Ilamados ‘Jean de Milleret y Georges Charbonnier, los dos primeros; Richard Burgin, el ditimo—, quienes han producido sendos vohimenes que congre- gan los testimonios mas ambiciosos de entre: tiens 0 conversations con Borges, al margen de otros comentaristas que documentan intentos mils modestos en idéntico sentido, Tal vez sea menos imprevisto comprobar que, en cierto momento de las respectivas entrevistas, un mis- mo hombre haya formulado a distintos inter- locutores una misma preocupacién: el deseo de negar de una vez. por todas la versién —alguna ver tan difundida entre criticos y lectores— de que su obra es el producto de una intencién filoséfica 0 teolégica, de una vocacién cosmo: I6gica persuadida de su vatidez. A Milleret le dijo: “quiere hacerse de mi un fildsofo y un pensador; pero es cierto que repudio todo pen- samiento sistematico porque siempre tiende a trampear” (Milleret, 116). Entre las declara- ciones recogidas por Burgin hallamos una ver- sién més atenuada de la misma afirmacién, pero en Ia cual también se entrevé la certeza de que el pensamiento sistemitico tiene mas de brisqueda de consuelo que de indagacién de Ia verdad: “Pienso que la filosofia puede con: ferir al mundo una especie de vaguedad, pero esa vaguedad es por entero ventajosa; si uno es un materialista y cree en cosas duras y 1 das, entonces queda atado a la realidad 0 a lo que se denomina realidad; de modo que, en EL LABERINTO DEL UNIVERSO 31 cierto sentido, la filosoffa disuelve Ia realidad, pero como la realidad no siempre es bastante placentera, uno resulta beneficiado por est di solucién” (Burgin, 138). Otra vez més, en el “ensayo autobiogréfico que dio a conocer en inglés, Borges, de pasada, intenta desestimar et propésito secreto e iniciatorio que algunos co mentaristas suelen atribuir a su obra: “Mi na- rracién kafkiana ‘La Biblioteca de Babel’ fue concebida como una versién 0 magnificacién onfrica de Ia biblioteca municipal [en la que desempefiaba tareas administrativas], y cier- tos detalles del texto no poseen significado al: guno, El nimero de libros y anaqueles que registré en la historia correspondfa exactaynen: te al de los que tenfa a mi alcance. Criticos sagaces se han preocupado por esas cifrs, y ¢generosamente les han conferido un valor m{s tico” (AE, 243.244). En una respuesta a Mille ret, Borges sefialé por afiadidura que cuando se intenta atribuirle una doctrina sistemética y un “trasfondo metafisico”, el lector que se vom: porta asi lo hace “por su cuenta y riesgo (Milleret, 113). Y con respecto a determinadas interpretaciones que exceden cuanto razonable mente cabe extraer de sus textos, en el curso del mismo didlogo observé con ironia: “Todos son muy amables. Pero creo que puede deci de esos erfticos lo que dice el proverbio fran: ccés de los albergues espafioles: encontraron lo que trafan consigo” (Milleret, 159). En conse cuencia, hasta cierto punto podria aplicarse Borges lo que él, por su parte, escribié en clo: gio de uno de los autores espafioles que mis 2 Jame Rest Fdmira: “La grandeza de Quevedo es werbil. Juzgatlo un fildsofo, un tedlogo © (como quie- ze Aureliano Ferndndez Guerra) un hombre de estado, es un etror que pueden consentir los ~ttulos de sus obras, no el contenido” (O1, 47) En verdad, cualquier pleza literari, una vez que ha recibido difusién publica, deja de ser luna pertenencia o un atributo exclusive de st autor para convertirse en un texto sujeto a toda lectura valedera, Pero la insistencia de { Borges en este punto resulta harto sugestiva; ) rehiisa ser considerado un pensador quc ela { bora teorias originales 0 que disemina claves {para desentrafiar verdades esotéricas; insiste en que su labor no va més allé de la literatura \_(con preferencia, de ficcién). Aunque las obser- vaciones citadas que formulé sobre sus obras ertenecen a fos tiltimos afios, esa actitud no €s nueva: basta un examen cuidadoso de sus escritos para comprobar que ha sido reiterada en multitud de ocasiones, alo largo del tiempo Por lo demas, esta posicién se halla {ntimamen- te emparentada (y acaso identificada) con un jtioio que define en su totalidad Ja opinion J gue le merece la especulacién cosmol No hay clasificacin del universo que no sea | arbittariay conjetural ta razén es muy sim- \__ple: no sabemos qué cosa es el universo” (O1, 142-143), EI fundamento de tal aserto podria atvibuirse a un escepticismo casi normativo, sustentado en una ptica que cuestiona de ma. nera radical la competencia del hombre para penetrar en los enigmas iiltimos de la realidad En tal sentido, las dudas que Borges ha mant JeRINVTO DEL UNIVERSO 3 festado con respecto a la capacidad humana de (iti an ceciiento tasendente 9 de formular una metafisica valedera por lo genc- ral exceden a las de muchos filésofos —de Pirron en adelante —que se declaran eseépti cos 0 agndsticos pero que, a partir de esa des Confianza inicial en nuestras aptitudes. para aeeeder a la verdad, se consideran autoriza- dos a desarrollar sistematizaciones del compor- tamiento y fastidiosas disertaciones morales. Fara Borges, todo sistema costolésen parce apoyarse en principios andlogos a los que Her- ert Ouain reconoeo en uno de sus libros: “Yo reivindieo para esa obra —Ie of decir— los ras- gos esenciales de todo, juego: 1a simetria, las Ieyes arbitrarias, el tedio” (F, 79). De manera, ~ sintomatica, la produccién atribuida a este es- critor imaginario por momentos tiene el aspec to de un mordaz comentario sobre los proce: dimientos que habitualmente exhibe Ia mayoria iloséficos, cuya arquit se asctieja a Ta de clertas novelas de intsiga-\ cen las que-a-partir'de cualquier situacién ini- Gil slo_con-vatetse. de algunos. xcamotens oportiinos y con respetar la observancia de pelpios elacionales que dan coherencia al \ Sistema, se logra comunicar un simulacro de \ validez irrefutable al desenlace arbitrariamente lescogido por el autor. Esto permite que, con l empleo de pequefias sustituciones y reajus- tes _-como en el experimento narrativo de Her- bert Quain—, una misma trama sirva por igual para las demostraciones mis dispares ¢ incom: patibles y resulte apropiada de manera inter ; Aine Rest cambiable en la confimacién de hipétesis an- taginicas yHeterogénens, de lay eles “ana ee le cardcter simbélico; otra, sobrenatural; ot Policial; otra, psicoldgica; otra, comunisia; otra, anticomunista, etcétera’" (F, 80). Con el? concurso de fabulas de esta especie, Borges Tega sugerirnos que todo sistema es inevit) blemente artificial, que a menudo no excede el/ ejercicio de la pura ficcién, que esté muy cet del mero pasatiempo; ain'mis: parecera juz! tarlo un perjudiial efecto secundario sega Se dice en argor médico— del uso que hacemos del Tenguaje, en tanto suponemos que éste es un del insruento arn dominar y alae nar ordenadamente nuestra informacion sobs el mundo. : . ae srees oo on bo ha quedo of gue meena Tertdumbee de hablar en el came 9 ne el caos es una méra fantasic I Miabhey i eaasedaat na Teens | “ED reconocimiento de Borges a tas ideas de ‘Htume ha sido'tstimoniadofeceentemene, f Bhets "pate des rgumanios guano en Nucig ete Glee empst (Gy aa A Ue lectura de est¢ fildsofo. En la primera parte del men. itctemo” de Hume Se posits, Ron nia Sea ‘fie Gl intento de Berkeley encaminado a int ic i activa percepeién aivina, La fuente de Borges: oo Fortius soci ieio de Hume que pele gars de Yon may cxpresivor,docantenige a sispicome maurng (4 Fens; Wena tee al como ia preschty Bone scuud Bilin rata tn de wt cestansedesies mds ategoricon ay nad Ae cose | | | | 38 idioma analitico del obispo Wilkins, eserbe: "abe sospechar que no hay universo en el sen «ido onginico, unificador, que tiene esa ambi ~ciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propésito; falta conjeturar las palabras Ins de- finiiones, las etimologias, las sinonimias, del fecreto diccionario de Dios” (Of, 143). Nos hemos perdido en un confuso entrevero de sem das que el hombre no traz6 y que jemés lle garda deslindar totalmente, “nti responder que la realidad también esta ordenada. Quizé To esté, pero de acuerdo a leyes divinas —tra dhusco: a leyes inhumanas— que no acabamos, sunca de pereibir”, Solo “un laberinto urdidot “por hombres” admite “que lo descifven los hom- bres" (F, 3334). En cambio, el milenario es “Tusryo humano por descifrar el laberinto de la ““yealidad desembocard inevitablemente en for Tnulacions esqueméticas y coetelivas que no Te njustan ala infinita complejidad del univer Sorel pensador que se resiste a esta evidencia incurreen una limitacin frreparable, tal como fo que declard-Schopenhauer de las doce.cate- nas: todo To sacrifica a un furor ~e-gorias kantiay ‘geométrico” (F, 81). De esto se puede inferit,} tal ver, que la demostraci6n razonada y el rigor“ ‘del formalisitio I6gico, convertidos en la ideo- Jogia més persistente y aceptada de nuestra historia cultural, han impedido que, salvo en muy contadas excepciones, el hombre —por lo ‘menos, el hombre de educacidn europea— capte one el cogito cartesiano, Sobre los aleances del es pticistng de Tlume, ef. A. Tl Basson, David Hume, etndres, Penguin Books, 168; pays. 78 y ss 36 JniME Rest o avira aplasia yriguen de conrastes ate preeaten d mens 7 Sone ce dala de gurl unos fe eae a] cambio, no eree posible desentrafiar la natty) Saag fronora abe 2. Heresiarcas y tedlogos FrosComsiene empero, hacer una aclaracin [Borges no ciestiona Jas creencins_sino,-més bieh, Tos Tnfentos de sistematizarlas, de hacer. Bs demostrables. Por afadidura, algo hay que excede su escepticismo y logra imponerse por una conviccién propia; 68 Ia existencia de Dios. AL respecto, no debemos incurrir en un facil equivoeo: no sostenemos que Borges tenga una Jnnegable conviceién personal de que Dios exis. ta y de cémo existe, pues “la nocin de un ser todopoderoso, omnisciente —le confiesa a Mil- Teret— es mucho mas sorprendente que todos los caprichos de la narrativa de ficcién cient fica ysetala que la Ida de lo divino acaso resulte “inconcebible incluso para los tedlogos” (Milleret, 114), a lo cual agrega en otras ocasio- nes que la aspiracién de ser contemplados © recompensados por una voluntad sobrenatural Je parece una mera vanidad de los hombres. Pero se trata, en cambio, de wn postulado util EL, LABERINTO y hasta indispensable para auestra condiciéa Je craturas, cuya, demostracion juzga innece- seca la actividad divina es una funeién que TEM su constlacion imaginaria; en con- {Giiencia, se presenta como una licencia tica obligada, como una hipétesis de trabajo @icaz 6, en todo caso, como un asentimiento al yer estrictamente Hterario— del credo Guia abvurdum. "al nevesidad se sustenta en fecho de-que Dios desempenta varias tareas Grimordiales en la produccién de Borges: es th se inesrtable, por momentos un demir sy que al parecer instaurd sw ereacién con Petbvolo designio de que los hombres se entre Tran sin deseanso ~eomo Sisifo, como Tints- fern In empresa de entenderla, aunque jams CGnseguivn satisiacer ese propésito; e5, asi Pismo, quien et destinado a eta las habi nay pero superfluas Iucubraciones que 6 sees Pe desmaela ens fn do ple ee aturaleza y desempetio divinos, porque Dios "se interesa tan poco en diferencias reli Floss" (A, #8) que resulta ser el mis apatico Sesguiet tambien el mas ignaro— en materia Greantroversias eol6gicas..Ademds, el simple ‘caso de admitr como hipdtesis la exstencia, de Dios es guru solapada var de confutarla error adn, de mostrar nuestra ineptitud para ae eae see dopende ds asd, fas contiendas y las contradicciones percept Hits’ en los peasadores reales 0 fctcios dis preston a elaborar una interpretacion dela di vinidad, cuyos juicios y férmulas Borges ha 38 ido acumulando con paciente alevos a través de sus escritos, En definitiva, lo tinico cierto que acaso pueda afirmarse acerca de Dios es Jo que El mismo ha declarado en el Exodo, TI, 14; “Soy el que soy”. Esta condicién sustantiva de ser hace intolerable cualquier demostracién, cualquier procedimiento “que declare y analice, como Hegel o Anselmo, el argumentum ontolo- gicun” (OI, 127); la majestad del Dios que es no admite, de conformidad con esta opinién, ser rebajada a la condicién de inteligencia que arguye? Con singular causticidad, indudable rigor y complaciente juego verbal, a la compro: bacién ontolégica Borges opone o suplementa un posible argumentum ornithologicum (H, 17). La naturaleza de Dios es inimaginable y, tal como lo sugiere el Corpus Dionysiacunt, “nada se debe afirmar de EI, todo puede negar. se”, al punto de que —segiin eriterio de Scho- penhauer— la tinica teologia verdadera es aque- la que “no tiene contenido” (O/, 200); para que resulte verosimil su indole prodigiosa, si Dios es Alguien, ese Alguicn inevitablemente —en términos humanos— debe ser Nadie. Ello 2 Borges retoma la contestacidn de Jehova a Mok s§gjon, "Historia dos ecos de tn nombse® (Ol, 295 28)" Agut sdopia el evteio de quienes uses ee Dios evadis la espaesta para no duedar a mcieed ae sutinguisitive inteflocutor (an mage que seoee habe fa podldo aprovecha ta conocinien’s para sometee 4:18 divinidad misma). Segun Faggin, Eats igaereees facign entrafa una dptica “dferentece ts tadieeerar™ ¥ ain, en cambio, a Ia que susthibe: Hekhart win ere en tas palais de‘bios “una delaras ae olowia nepativa’ Al respecto, of Giuseppe Fergie Mester Eebharey ta matin medlergt aera He hos Altes, atoll Sudamericana, B33" phos tiTig también tnflnitamente aburrido” (HE, 25) ges, quien muestra por ellas un notorio entu- Ben acaso la belleza del diseto lo aproxima » ala fabula del mistico persa Farin un-din Attar, 21 gat ottamentes has eas habitat Epeculacion mistica, » partir de la concepcién plot ‘Sibna'de fa unidad divina,. Al respecto, los tedlogos Bie por i relesion crstologica, De igual modo, en cl Jaime Rest aue refiee In pereprinacién inicada por I jaros en bus de su ry, cl Sinorg cate de Innimeras perpecia, cinta pent canzan ln meta y comprvcban as “les cone Simurg y gue Simury ex cada uns de ea todos" (Fy). Una sopanda laste hen Giona certo pooma de Brown, os tons visto: hay quien pone en vials eaten Se descent, er el stn vers sue ¥ al eate amigo fuera. Dios?” En ano de su elts flo xis, ws ase que decara la existence el dg sin carn qe hay dtr de los dsee’ (A, 1 123) y alguna piginaanterion del ions ies anuncia “un sentencia mgs” dela dna auc “nadie sabe en qué punto ln setae at Gon qué caracteres, pero nos conta qs Ped Fay secret, yu fa lend um lide Che TTS) Oia dels invencionestealigices aue cations a Borges es In que auibuyes Dios as anion tes palsbras, para consuclo des dees ionbund “amp soy yo sat el ms do como ti sonaste We obit mt Shgksapa Y entre las formas demi sca te ne -q-£0m0 yo eres muchos y nadie” (H, 45). Esto Thos eonducen nade ls imagens dntone a 4 WEI dios sin cara que hay detrs de ls dioses” sua ince a al a Ges, ia Divinias de Hekhart'Sn enboigo $i9ce, gue emplea Borges auiz4 sea tna reminiscencta Foulac "en el ue detras’ de Seis lguras erie Inay otras sels, estas tltimas an hay otras sels, estas‘ wenazadoras © ineser del Escritor © Sofiador que ha instaurado el mundo en virtud de tal condicién; ejemplo de esa preferencia es In observacién acerca de Dios tomada de Chesterton, que Borges repro- dlujo al prologar a William James: “lo que me agrada de este novelista es el trabajo que se to- ‘ma por los personajes secundarios”# Por afiadi- dura, cabe destacar que Ia relacién del Sofador con lo sofiado o del Fabulador con el dimbito que su fabula configura es muy frecuente en Borges, sea en sus propios textos o en mate: riales que lia seleccionado para antologias* Se teata de una doctr filosofica serfa absolutamente_ subjetivista, no media la objetivacién originada en la c culnstancia de ques] stijeta, pensante.es.la, con” | cignela. del Creador: en todo caso, nos halla- | mos en presencia de un solipsismo divino, no Aphumano, 5 William James, Pragmatismio; Buenos Aires, _~-Emeoé 1943; pag. Hi. Este prologo io ha sido reco: ido por Borges en sus Voldmencs de ensayes. ie P Entre fos cuentos de sofiadores capaces de ope- a del obispo evieley, cuya_posicin rar oes sete oad ene imesoire re deta, Gana ate Seen cn, te Bo ben, igh el ata ed co, 299 2S fer ee a te i ne ee eo Hike Pete dis fr es gates hs Tes Pie ames cts Sane Ete ig oie 200 Ot Satie cco, SU eee Eee ia ea read a Sawer Rest En sfntesis, el misterio que entrafa la ac- cidn de una oculta divinidad, sin lugar a du das, se aduefia del havedor de ficciones con su poderoso encantamiento, pero ante todo lo ha reconocido Borges sin circunloquios— ello consiste en una fascinacién estétien (O1, 263), En cambio, desde un punto de vista reli: THi0s0, Borges considera que-Dios sdlo puede ~ser_un motivo, de fe, nunca de preseripeiones doctrinales o demostraciones escolisticas. Co- mo heredero de Occam, parece rechazar as fax dogmitica y natural, en las que ad- rte auclacia y soberbia excesivas; por Io tan- to, tinicamente admite Ia ensefianza de los mis ticos, que han afirmado Ia imposibilidadas fPefietrar en tn naturaleza intima de lo divino. En tal sentido, su actitud coincide, sin vacila- ciones, con el pensamiento de Eckhart, quien sostenia que la posesién de Dios jams se logra especulativamente pues ello esta mas alla de nuestro poder: las concepciones humanas son transitorias y cambiantes y, en consecuencia, niegan por esta misma circunstancia la condi. cidn inmutable de la divinidad a la que tratan de hacer objeto de reflexién? Anéloga idea fenuncia Swedenborg, cuya imaginacién ha sus- citado en Borges tantas reverberaciones: “El ser de Dios escapa a toda descripeién porque sobrepasa cuanto concepto pueda elaborar el pensamiento humano; en el cuadro de este pens samiento s6lo entra To creado y finito, pero no lo infinito e increado, y por consiguiente tam: 7 Giuseppe Faggin, op. eit, pig, 68. UUNIVERSO_ 8 EL. LABERINTO i poco Io divino”* En altima instancia, el ger men de esta nocién puede trazarse hasta los origenes mismos de la mistica cristiana, cuan- do el Pseudo Dionisio afirma que Dios no pu de ser circunscripto en formulas exactas, que Ja causa trascendente de lo sensible ¢ inteligi: ble rehiye todo enunciado construido con la ayuda de nuestros limitados instrumentos lin- Blisticos, Sea como fuere, Borges manifiesta una pre Faiteccién notoria por aquellos, escritores. visio Para la historda y doetrina de esta corrient, se gplmgs o bro de Leste: Kolakowald, Postivst Ph fosopny from Hume to the Vienna Circle; Londres, Penguin Books, 1972 “AL respecto, cf, la opinién de David Pears, en su Wittgenstein (Lontires, Collins, 1971), pay. 76: “Mu. has de estas” Ideas provenian de. Schopashauer, bien Wittgenstein hizo un empleo personal de ellas™ ‘Bertrand Russell Hisory of Wester Palos phy; Londres, Allen and Unwin, 1946; pag 887 8 Janae Rest Pero ante todo conviene enfatizar el hecho de que Borges reconocié explicitamente su inte- és por Ia filosofia de Fritz Mauthner (F, 116), cuya labor como uno de los fundadores de Ia “ritica del lenguaje” y como uno de los reno: vadores del nominalisino —en la linea de Ernst Mach y del pragmatismo vitalista— general- ‘mente ha suscitado menos atencién que la de- bida, si bien su doctrina fue tomada en consi: deracién sin lugar a dudas por Wittgenstein, quien declaré no compartir el escepticismo ra- dical de este pensador (Tractatus, 4.0031). Al respecto, una clave muy provechosa para des- cubrir en las ideas de Borges una trayectoria que exhibe plena coherencia radica en vincular- Jas a la posicién que Mauthner asumié en su Beitriige zu einer Kritik der Sprache, donde se declara que el lenguaje s6lo es un juego, dota- do de singular eficacia como tal pero exento de cualquier aptitud para representar, conocer y entender adecuadamente la realidad, sea “inter- na” o “exterior” al hombre. Escritor de lengua alemana ligado a Ia ciudad de Praga —al igual que Franz Kafka y Gustav Meyrink—~, Mauth- ner sefial6 que las concepciones del mundo ela- boradas en el transcurso de la historia pueden reducirse a tres modelos principales: uno, de caricter “adjetivo”, que es consecuencia de un materialismo ingenuo; otro, de indole “‘sustan- tiva’” que procede del realismo metafisico y, por fin, un tercero, de naturaleza “verbal”, cuya ine terpretacién deriva de una dptica nominalista © heraclitiana. Fi mismo admite ser ubicado en esta tiltima corriente, en raz6n de que ha sos- EL LABERINTO DEL UNIVERSO 85 tenido que la falacia habitual de la gnoseologia consistié en suponer que existe cierto grado de correspondencia necesaria entre el lenguaje y Ia realidad, sin que se advirtiera que los procedimientos enunciativos apuntan exclusiva mente a trasladar un sistema simbélico en tér- minos de otro sistema simbélico, Io cual no permite rehuir el efrculo vicioso de ficciones que tal itinerario va trazando. Al edimulo de manifestaciones coneretas e individuales que oftece el universo, la palabra sélo es capaz de contraponer un conjunto de abstracciones ¥ generalizaciones que poseen precaria validez.* En manifiesta coincidencia con tales opiniones, Borges juzga que Mauthner ha sido “injusta- mente olvidado” (P, 110) y califica de “admi- rable” su Worterbuch der Philosophie (D 1, 168), del que confiesa poseer un ejemplar que ha “telefdo y abrumado de notas manuscritas” (D 11, 165). Sea como fuere, las eoincidencias de Bor ges con los positivistas ldgicos resultan, en ciertos aspectos, bastante sugestivas. Su elo- gio del nominalismo esta totalmente de acuer- do con uno de los principios que a lo largo de la historia de la filosofia positivista ha_ sido respetado en forma escrupulosa.’ Su predilecta afirmacién de que cl lenguaje es el centro de los problemas que plantea el pensamiento halla tuna exacta reiteracién en Wittgenstein cuando 5 Cf nat Comite, Floyd tas formas Dstoas, t; Mesico, Fondo de Cultura Econdunica, 971; pig. 14 Ai respecto, cf. Kolakowski, op. cit, pigs. 1346 86 Janse Rest declara en el Tractatus que “toda filosofia es critica del lenguaje". Inclusive, las reflexiones de George Steiner acerca de Wittgenstein son aplicables plenamente a Borges: EI més grande de los filésofos moder- nos fue fambién el mas profindamente empefiado en escapar # la espital del Tenguaje. Toda la obra de Wittgenstein comienza preguntando si existe alguna relacign verificable entre la palabra ¥ el hecho, Lo que liamamos hecho puc- de muy bien ser un velo hilado por el Ienguaje para proteger la mente'de la realidad, Wittgenstein nos obliga a pre- guntamos si se puede hablar de la Fea fidad cuando la ‘palabra es meramente tuna especie de. Fegresion inf labras sobre palabras. En consecuencia, es Iicito ubicar a Borges en la orientacién que ha sido legada al pensa- miento actual por influjo del positivismo 16- gico, de G. E. Moore y de Wittgenstein, los que han compartido la presuncién de que la meta de la filosofia no consiste en describir © siquiera explicar el mundo, y atin menos en transformarfo, puesto que su preocupacién es- pecifica deberia encaminarse exclusivamente a examinar de qué manera se habla de él: “su tarea, segiin se ha observado, es discurrir aver- 4 Véase el articulo “The Retreat from the Word gu George Steiner, “Language and ‘Silencey Londves, Penguin Books, 190; pat. tl. Seguimos la traduccion aparecida en fa revista Asomante, XXV, 1 (1003), lg. 25, 7 ca del discurso”? Cabe agregar, ademas, que el criterio frecuentemente enunciado por Bor- ges de que el Ienguaje no es mas que un “jue: g0 de simbolos” o un “sistema de signos arbi- trarios” sugiere afinidades con la actitud en mayor 0 menor grado "‘convencionalista” que adoptaron Carnap y Ajdukiewicz, set cl lenguaje crea nuestra imagen de la realidad y, @ $i vez, esti sujeto a normas instauradas por medio de un compromiso, las que podrian sustituirse modificando en profundidad nues- tra dptica de cuanto tratamos de elaborar con ayuda del intelecto.” También con Carnap, Borges comparte la sospecha de que una bue- na poreién de la filosofia tradicional se limita ‘a formular “seudoproblemas”, originados en el intento de legitimar especulativamente creen- cias tales como la validez del realismo o el desciframiento de las operaciones que cumple tuna presunta divinidad.” Aqui surge el cties- tionamento principal que el neopositivismo ha- ce al pensamiento sistemitico del pasado y que Borges suscribe sin reservas: puesto que la filosofia es lenguaje y su tinico objeto Icito es Ia reflexién sobre el lenguaje mismo, casi toda Ia especulacién desarrollada en el curso 9.Cf. AL. Ayer, Philosophy and Language; Ox ford, Citrendon Press, 1960; Pag. 5 Para tina iia, de sia doctring, véange os trabajos de Adam Sehaff,Infroducctan fa semantica {iterico, Fonda de Cultura Heonomica, 1968), paps. 88 sso y Lengunje’y conocimiento’ (México, ‘Cri}aibo, Yogi}, pags, 312213, ingf, T. M, Bochenski, La filosofia actual: M& xigo, Fondo’ de Cultura: Beondémica, segunda edicion, {ssi pag 76 38 Jane Rest de los siglos, en la medida en que se encami- na a plantear consideraciones de otra indole, solo es una manifestacion particular de la li- teratura de ficcién, despojada de todo props: sito cognoscitivo valedero.* Al respecto, no debemos olvidar el juicio sin atenuantes que se desliza en "Tlén, Ugbar, Orbis Tertius”: “la metafisica es una rama de la literatura fantés- tica” (F, 23). No obstante, Borges sélo acompafa a la filosofia del andlisis Iégico hasta donde Mega su critica sobre el valor cognoscitivo de la metafisica tradicional; mas alld de este limite se aparta de ella, cuando los. neopositivistas pasan a desechar en todo sentido la validez de la actividad desarrollada por Ia filosofia del pasado e intentan formular, por su parte, una metodologia propia del conocimiento cien- tifico, Segtin los fildsofos del andlisis l6gico, Ia metafisica no es més que un menospreciable subproducto del lenguaje, una materia “resi- dual”, Borges no se muestra dispuesto a sus- tentar esta opinién en absoluto, pues juzga que tales composiciones, si resultan dignas de ello, merecen ser rehabilitadas como juego, en virtud de su calidad est es decir, por su especifico valor literario. En esto, es asi mismo consecuente con su propia interpreta- cién de la literatura, a Ia que considera como un sistema combinatorio cuyos elementos los proporciona el lenguaje. En la medida en que Borges cuestiona en forma radical todos los "Cf. Bochenski, foc. cit. ¥ Kolakowski, op. eit, lg. 213. EL_LAReRITO DEL _UNIVERSO 9 esfuerzos encaminados a obtener una penetra- de la realidad (salvo quiz los que aspiren a un limitado cardcter operativo), su posicién acerca de este aspecto del neopo- sitivismo coincide, por afiadidura, con la que han asumido en afios recientes algunos estu diosos, entre quienes merece citarse a Leszek Kolakowski, autor de un corrosive ensayo so- bre Ia ideologia del racionalismo.” Por lo tan- to, mientras los filésofos del andlisis Iégico tratan de superar la inadecuacién del lenguaje con el propésito de perfeccionar un vehiculo aque facilite el acceso discursivo a Ia realidad, Borges. reiv gue hablan sido denunciadasy subgsparin(une Sin potagnia ge desea Hin al desenvolvimento. de eualguier Sspeote“de discurso, Tal enfoque se funda en la cireuns- tancia de que Borges interpreta el nominalis- mo en términos mucho mas radicalizados, que los defensores de Ia ciencia moderna, hecho que en ultima instancia puede remontarse al influjo que sobre sus ideas ejercié la critica de Hume al razonamiento experimental." De cello se deduce que el lenguaje dificilmente pue- da enlazarse con plenitud a la realidad, ya fica esas_mismas_limitaciones 1 Vase ef ensayo “EI racionalismo como ideo- logia”, en Lestek Kolakowski, Tratado sobre la mor falidad “de Ya ratén: Caracas, Monte Avila, 12: pass Se WEI nominalismo de la filosofis moderna admite aliverss radaclgns, cia variad mas radial el Densamiehto esceprico de'Hume-es ia que ha gr Witado en mayor proporcidn en las ideas de Bor degre de tes graducones Robert Blnchd digo experimental ¥ te filasojta cde ta fisicas Mex oy Ponds be Cultura Beondince, 1995, page, 50 y 8h que su naturaleza Io impulsa con preferencia a suscitar espejismos y ensuefos que se im- ponen por Ja eficacia de una simetria o pro- porcién intrinseca, de un equilibrio.primor dialmente nominal. En todo caso, la cualidad pristina y de mayor empuje vital que trasun- tan las palabras —segtin este criterio— radica en una aptitud de evocacién, mis alli de la exclusiva descripcién minuciosa y precisa; 0 enunciado de otro modo, radica en la expre sidn poética feliz (con sus proplas exigencias de precision), mejor que en Ia directa referen cia al objeto real. Por consiguiente, en el dis- curso la palabra no puede. proporeionarnos tuna satisfactoria interpretacién de la realidad como descaria cl ¥igoF linglfstico de Ios neo- positivistas—, sino que se muestra llamada a agotarse en sf misma, a excluir —o poco me rnos— la gravitacién directa de la cosa desig. nada, De cuanto se ha dicho surge que el apro- vechamiento que Borges extrac de sus inquisi- ciones filoséfieas fundamentalmente opera por contraste, como afirmacién decisiva del ambi- to postico, A ello se debe su interés en la pa radoja o el nonsense que puede ser engendrado por una ldgica rigurosa. En la prictica, se tata de una suerte de reductio ad absurdum ‘obtenida con el coneurso de los inntimeros casos en que el lenguaje escapé a las preten- siones de atribuirle una funcién cognoscitiva En consecuencia, al restringir el margen propio de la filosofia a’ un campo tan estrecho como el que proponen los neopositivistas, resulta evidente que la condicién humana es en mu- cho menor grado “filoséfica” que “‘literaria”, segiin lo corrobora —a juicio de Borges— el uso habitual que hacemos de la materia ver- bal; y si levamos el argumento hasta sus de- rivaciones tltimas, aun seria licito sospechar que el margen que estos pensadores se reser- van para el ejercicio de su labor especuilativa es harto dudoso que les pertenezca en exclu- sividad Por lo tanto, una de las circunstancias que areciera garantizar la razén de ser de la lite- ratura en su condicién de tal es la arbitrarie- dad del signo, la imposibilidad de que el len- guaje pueda trasladar fielmente la realidad a tun plano conceptual. Esto ha Hevado a Bor- ges a una sistemitica explicitacién de las fa- Tencias que aquejan el uso del Ienguaje como mediador en nuestra captacién del mundo, en nuestra relacién intelectual con las cosas, Tal posicién se halla especialmente sintetizada en las reflexiones sobre “el idioma analitico de John Wilkins" (Of, 139-144). Muy certeramen- te, Michel Foucault ha seftalado un pasaje de este articulo que posee considerable efecto e6mico, pero que al mismo tiempo postula inquietantes reservas acerca de nuestros ins- trumentos especulativos. Se trata de una cu riosa clasificacién atribuida a una supuesta cenciclopedia china: En sus remotas paginas esté escrito que los animales se dividen en (a) per ' Michel Foucault, Las palabras y las cosas; Mé- ico, Siglo XXL 1988) pags £5, 2 Jaime: Rest tenecientes al Emperador, (b) embalsa- mados, (c) amaestrados, (d) lechones, (@) sirenas, (F) fabulosos, (g) perros suelios, (h) incluidos en esta clasifica: cion, (i) que. se agitan como locos, (j) innu: ibles, (k) dibujados con un pincel finfsimo de pelo’ de eamello, (A) etestera, (im) que acaban de rom: per el jarrén, (n) que de lejos pare- cen moscas. (OI, 142) Hay varios motives para juzgar que este texto resulta perturbador. En un reconocimiento apenas superficial, bastaria con que examind- ramos en forma aislada cada uno de los diver- sos rubros (en especial, el designado con la letra). Pero lo mas dramético es ta indole deliberadamente heteréclita que exhibe el con- junto de las especies enumeradas, hecho que nos induce a pensar si acaso no serin arbitra- vias todas las categorfas ordenadoras que em pleamos en nuestra construccién de la reali dad. Estamos acostumbrados a conceder la arbitrariedad del lenguaje como tal (al menos, por lo que respecta al vinculo entre significante Yy significado), pero esto es mucho mas agre- sivo en virtud de que nos insinéia la hipétesis casi inadmisible de que las relaciones légicas por sf mismas se prestan a engendrar discfios, totalmente caprichosos. Para nuestro esquema ideolégico ello entrafa, de hecho, Io mismo ‘que cuestionar la validez de la aptitud racio- nal que, convenientemente ejercida, supone- ‘mos llamada a resolver todos los problemas suscitados en nuestro trato con el mundo, De EL_LADERINTO DEL_UNIVERSO 3 todas maneras, Borges no se inmuta, y en una de sus entrevistas con Georges Charbonnier aventura la opinién de que las clasificaciones “slo son comodidades de la inteleccién” (Charbonnier, 85). Kolakowski quiza se apro- xime a una consideracién similar cuando re- conoce que, de no mediar nuestro sentido préctico, nada nos impide proponer “fantasias surrealistas”, ordenamientos aparentemente arbitrarios de la realidad; * pero Rudolf Car nap y A. J. Ayer jamds se hubiesen atrevido a llevar sus indagaciones Iogicas del lenguaje hasta consecuencias tan extremas, ae tlKolghonsht, Tetado sobre te mortaldad feta rin pigs, 13878, Sequin eate sat, ef criteria fe Nerdad' ab Rene un faSiamento: metstisice sing Tee enn tea FES ingle liegt aghigheea ee He EN a ae Sanh ae Sara Jo ‘ant, hablando en ‘peneral, nada "nos profbe Bama etaee Sh bre rah sa res ‘resuntamenteinventades' por ia naturaleza, ino cb- eine or re Fai ce oe de'ia fantaea surtatioa st eP mun’ dé og eee ed ere ae a habitual es porque sus elementos no tienen nombre ¥ piri ite ene Hema eare Ee ee attr a ace Teese Recent Seoge e sarea Gn ea ae epey ec mee ter Mig os sere tae Re cea ie Sika meres Sheree ie i tg a ee Rae eae ge ean sae 4 2. Gravitacién de la palabra ‘Sea como fuere, el hecho de admitir las jtaciones del lenguaje como herramienta cognoscitiva no entrafia, en absoluto, descono- cer Ia fuerza de conviccién que la materia ver- bal ejerce sobre nosotros. Por lo contrario, aunque sabemos que la realidad existe, nos amenaza constantemente el peligro de perder contacto con el mundo al quedar aislados en Jas palabras, las que revelan su indiscutible autoridad al imponernos ese modo parad6ji- co de incomunicacién, Segin este criterio, el Tenguaje simultineamente limita nuestras po- sibilidades de conocimiento y nos somete a su dominio, y esta segunda accién requiere que Ie prestemos el maximo de consideracién po- sible, El signo es arbitrario porque obliga a ingresar en un juego, pero este juego reviste para nosotros Ia mayor seriedad porque nues- tra capacidad de relacién con el projimo se sustenta casi por entero en él, Esto Borges lo sefiala con respecto a sus propios cuentos: también ellos son un juego que, en todo caso, no puede resultar indiferente 0 tedioso para quien los escribié, ya que al autor Ia tarea de composicién le fue impuesta por cierta nece- sidad Sntima que no podia rehuir (Charbon- nnier, 11). En verdad, cuando denunciamos las limitaciones del Ienguaje lo que estamos reco- ‘nociendo no es sw impotencia sino Ia nuestra. De ello se desprende que la palabra —para Borges— cobra un valor magico, pero no en un sentido sobrenatural sino exclusivamente EL_LABERINTO DEL UNIVERSO 95 por el influjo abrumador (aunque casi subrep. ticio) que sin cesar ejerce en el esfuerzo hu- ‘mano de elaborar una imagen del mundo. Y cen este aspecto, Borges hace una advertencia sobre la funcién de la literatura que la eritica actual debiera tomar muy en cuenta, para no dejarse atrapar en un puro andlisis de proce- dimientos vanos; al respecto, seiala que en el problema literario “existe un misterio” y que “cuando Stevenson dice que los personajes del arte —de una novela o de un drama— sélo son una serie de palabras, al instante sentimos que esto no es cierto”, ya que en su trato con nosotros todo signo exhibe un poder evocati- vo que sobrepasa en mucho su modesta labor enunciadora; si no admitimos la “voluntaria suspensién de la incredulidad” que propiciaba Coleridge y nos mostramos reacios a percibir que los seres imaginarios instalados en una obra de ficcién poseen una vida propia y has ta secreta, entonces a ilusién que hace posible el advenimiento de Ia poesia se desvanece y cl texto queda desprovisto de sentido (Charbon- nnier, 51-52). En todo caso, el aporte del criti co consiste en desentrafiar la forma en que el texto suscita ese persuasivo impacto; y aun entonces, todavia queda un margen acaso ine- vitable de encantamiento, por minucioso y preciso que sea el anilisis de las estrategias artisticas. Por otra parte, cabe destacar que, en la producein de Borges, el destino del hombre y del mundo radica, con fatalidad irreversible, en transformarse en materia verbal, en com: 96 Jame Rest ponente de ficeién. La condicién humana nos Iieva inexorablemente a ser olvidados © a con- vertirnos en literatura. Y en definitiva, Ia li teratura no puede ser otra cosa que Io que es: un sistema de signos, un espacio vacio de reali- dad pero pleno de sortilegios. Alguna vez, Ro land Barthes sefialé precisamente que, despro- vistos del don de ubicuidad, debemos resig nares a que casi todo nuestro conocimiento de Ja vida contempordnea —aun la més es tremecedora— se reduzea a signos proporcio- nados por fuentes periodisticas. Shih Huang i, aquel emperador de Ia China evocado por Borges, opinaba lo mismo acerca de cuanto acaecié en épocas anteriores: abolir el pasado consiste en quemar Ios anales, en abrogar la supervivencia de los libros de historia (OI, 9). La tinica perduracién cierta de que pueden disfrutar quienes vivieron en etapas pretéritas consiste en acceder a la frigil pero obstinada subsistencia nominal que ha quedado asentada ‘en un texto. Borges lo percibe patéticamente, fen su propia condlicién de escritor cuya fama va emancipando un apellido y un conjunto de obras y separindolas de Ia existencia carnal innominada que slo acepta ser reconocida por el indistinto y ubieuo pronombre de primera persona; pocos pasajes de su produccién re- velan tal dramatismo como el despojado y jorable fragmento que se titula “Borges y (H, 5051)." Analogo proceso se aduené 1 En Ia BrhadarenyakaUpanishad bay un su tivo pasaje sobre Ia Telacion entre el nombre y el Pro: nombre de primera persona que se presta, quizis, @ ‘EL LABBLINTO DEL UNIVERSO 7 de Cynewulf, el remoto poeta anglosajén que registré su nombre en caracteres riinicos, pero cuyas cireunstancias personales no han sobre- vivido en ningiin otro vestigio (ALG, 37). Tam- bin es el caso de Walt Whitman, que confirié su propio nombre al legendario protagonista de Leaves of Grass; de ese modo, su persona- lidad se desdobl6 entre Ia insipida y omitible existencia del hombre real y el “amistoso y elocuente salvaje” que transita los poemas, pletérico de energia y de fervor (OF, 99). A Borges lo fascina esa aptitud que tienen los rsonales de, borrar Ia realidad de Yos"individuos a quienes designan, para con- vertirse en ficciones verbales auténomas. Es ‘una taumaturgia que se complace en ejercer pliblicamente, con el secreto deleite de sospe- char que su intencién pasard inadvertida, Al la estrategia més difundida consiste cidental de seres reales en el curso de anéedotas fabulosas, ya se trate de su propio nombre o el de escri- tores conocidos suyos: Adolfo Bioy Casares, Ezequiel Martinez Estrada, Pierre Driew La Rochelle © Alfonso Reyes, en ““Tlén, Ugbar, Orbis Tertius"; Patricio Gannon y Emir Ro- ‘un iil paraleismo con “Borges y vo". Dice: “Ein el Drincipig todas Tas cosas fuefon el'Ser en forma de Personalidad. El miro en tormo de st'y no wo nada, nlvo a'S! Mismo, Lo primero que dijo fue: ‘Soy Yo! Bova ave Yo" te coiriera a nombre, Por fo {anio, hasta et presente, st preguntdis a un hombre aise To primero_ ie ebpondert es Soy Yo, y garogara cualquier otro nombre que Shick Purohit Swamal y WB. Yeats, Phe Tent Priicipal Upa: rygiads: Londres, Faber, Segunda. ediion, 338; pas __ Jame Rest driguez Monegal, en “La otra muerte”, Tnge- ee eee ee ee ee ee rr Togre impritnir en cuaiquie cjerciclo imagine ee ea Ss eee ee ere eee sss Alimentar a este monstrue insaclable; goza ee ees tcl, toda vez que en el texto cae el nombre de alguien que fuso o tiene —como el de una existencia “acaso no imaginaria” (F, 90). Inchusive, cquién es el mismo Borges, ewando Lr Sonaje Fieticlo? ‘De tal manera, la literatura delimita ‘tin territo virtual que nos permite levar a cabo proeeas a las que se revite ee ear are coutiteacis y sepesor tangles can formes epee eee ey ee ae cee rire eee seria fatigoso escribir (F, 11); atribuir los tra- eee ee ee ee Se ees eee gee ee Fr nard (F, 46 y 47). ee tes, parece ocioso puntullzar que a Borges EL LADERINTO DEL. UNIVERSO nada Jo apasiona en tal medida como la gra- vitacién del lenguaje en Ia existencia human: Ja literatura es un asunto constante de su lit teratura. Pero ello se pone de relieve no slo cen sus meditaciones o experimentos Tinglifsti cos sino también en el empleo habitual que hace de las palabras. La maestrfa que Borges exhibe en Ia composicion de la prosa (e igual- mente del versa) ha sido elogiada y examinada ‘en multitud de ocasiones: los procedimientos hhan sido analizados; los usos verbales, tabu: lados; las imagenes, aisladas; la complejidad del estilo, desmenuzada en sus elementos. Co mo ha reconocido el autor mismo, las condi- ‘clones en que fueron elaboradas las piezas que Ja integran hacen que el lenguaje desemperie el papel protagénico de Historia universal de la infamia, libro del que se pueden desgajat in- nimeras muestras de los usos que, acaso mas atenuados, habrian de convertirse en tpicos de Borges." También la noticia sobre “el arte de injuriar” (HE, 145-155) proporciona ejem- plos tan agudos como felices de la diatriba solapada que se origina en un excepcional ma- nejo de la materia verbal. Un breve catélogo de esta destreza debe incluir la exactitud en I seleccién de los términos, el oportuno enla- AL respecto, Borges escribe en AF, 239: “Las piezas estaban destinadas un consumo popular, en Ellario.Critfeg, © intencionalimente eran pintorescas. ‘Ahora pienao que el secreto valor de estos. bocetos Ziidems del mero placer que sentt al eseribirlos— Gonsiste-en el hecho de que eran eereieios narratvos, Fucato ae Tas rama ereunstancian me-eran da ks, cuahto tenla que Hacer era adornarlas eon una ferle‘de vividas vatlaclones” 100 ___taime Rest ‘ce de vocablos que llega a sorprendernos con sobrentendidos mas precisos que la explicita- ccién, Ia economia de la adjetivacién, los va- riados y permanentes empleos de una ironia que se torna mis corrusiva por su aire de inadvertida despreocupacién: Hollywood, por tercera vez, ha difams do a Robert Louis Stevenson. Esta di famacion se ttula EI hombre y la bes fia: la ha perpetrado Victor. Fley que repite con aciaga fidelidad los errores estéticos y morales de la ver sién (de la perversion) de Mamoulian, ( U, 179) Estas pocas lineas elegidas casi al azar (y le- Jos de ser las mas representativas) darfan para ‘una pormenorizada disertacién sobre el aspec- to de malicioso desliz que comunica la presen- cia de Ios verbos difamar y perpetrar, sobre las reverberaciones seminticas que imparten al giro aciaga fidelidad una textura antitética y manierista, inclusive sobre la cualidad oral del rectificador aparte que se introduce con Ia sagaz ubicacién del paréntesis. Muchas veces se ha ensayado esta labor y se repite a diario, transformada en compulsiva tarea escolar. Sin embargo, conviene tener presente que esta vir- tuosidad del estilo no es, para Borges, ni un preciosismo ocioso ni un formalismo vacio que se agota en si mismo y que puede estudiarse aisladamente, sino que se halla ligada de ma: nera {ntima a una concepeién del Ienguaje se- sgtin Ja cual la palabra se apodera del hombre en azn de su fuerza persuasiva, del férreo {10 _DEL_UNIVERSO. tor dominio que ejerce sobre nuestra imaginacién. No cabe duda de que los escritos de Borges sefialan una verdadera revolucién en las letras argentinas y aun en las de toda el area his. panohablante: por contraste con la prosa or- nada de herencia modernista o con el lenguaje descuidado de otros escritores que lo prece dieron inmediatamente, propone un estilo fun- cional que se caracteriza por la expresividad ograda con una utilizacién rigurosa, cefiida, de las palabras, Pero, al mismo tiempo, no admite ni justifica la inagotable —y, a su jui cio, superflua— diligencia de quienes se dis traen en Ia computacién de efectos “actistico- decorativos" (D I, 45). Ya en 1930 anotaba tuna observacién que no ha desmentido en el curso de los afios: La condicion indigente de nuestras le- tras, su incapacidad de atraer, han ope- rado entre nosotros una supersticion del estilo, una distraida lectura de aten- tiones parciales. Los que adolecen de esa. supersticién entienden por estilo no la efectiva representabilidad de una pagina, sino las habilidades aparentes del escritor: sus comparaciones, su aciistica, los episodios de su_puntua- Gidn y de su sintaxi, Son indferenes a la propia conviecién 0 propia emo- cidn: buscan tecniquerias (la. palabra es de Miguel de Unamuno) que les co- municaran si lo escrito tiene el dere- cho o no de agradarles. (D1. 43) Borges comparte con aquellos a los que de- nuncia Ia certidumbre de que el lenguaje lo 102 __ Jaime Rest es todo en el texto, pero a la vez discrepa con ellos porque se limitan a una viviseccién des- humanizada, exenta de sentido o fundamenta- cién, ajena a las secretas claves antropolégicas ‘que —en su opinién— han permitido al signo adquirir su prestigio y autoridad. Por consi- guiente, su excelencia artistica resulta indis- cutible; pero no es el mero producto de una artesania verbal (por importante que ello pa- rezca), sino que ademis responde a las neces dades clementales del hombre en su condicis de habitante —muy probablemente, prisione- ro— de un mundo nominal. Desde su punto de vista, el escritor tiene que desarrollar un dominio pleno de las estrategias retoricas, pero no como una via de exclusive “embellecimien- to” textual, sino como un instrumento que en forma operativa contribuya a explorar las re- Taciones del lenguaje con la experiencia huma- na, hasta el deslinde de sus posibilidades ex: temas, 3. Realidad y ficcidn En suma, las relaciones que mantenemos con los signos constituyen el eje en torno del cual se organiza en su totalidad el pensamien- to literario de Borges. Los hombres se hallan instalados simultineamente en dos universos que de algiin modo son andlogos y coextens vos, pero que al mismo tiempo se oponen en: tre si tal como la imagen de un espejo se ‘opone al objeto reflejado. Estamos insertos Ex Lamerinro pL UNtvERSO 103 en uno de estos universos, del que formamos parte; el otro, en cambio, consiste en el siste- ma de simbolos que utilizamos para interpre. tar al anterior. Por su naturaleza intrinseca, el primero es real; el segundo, ficticio. El mun- do real es un laberinto del que no es posible escapar; el ficticio es Ia imagen registrada en al espejo de nuestra reflexidn sistematizadora. En tanto existimos somos una porcién de esa realidad cuyas caracterfsticas, empero, resultan. inexplicables para nosotros pues tan pronto como tratamos de enunciarlas —y aun de pen- sarlas— se convierten en ficcién. Por con: guiente, la realidad en si misma se nos presen ta cadtica, dura, rigida, inescrutable. De all surge que nuestro destino “no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hiero” (OI, 256). En sus declaraciones, Borges llega casi a una interpretacién materia lista de la realidad, interpretacién que se pro- pone justificar el ejercicio de la filosofia como tuna forma de evadirse de lo que es inflexible y opresivo: “si uno es materialista y cree en las cosas duras y rigidas, entonces queda ata- do a la realidad 0 a lo que se denomina reali- dad” (Burgin, 138). En la medida en que esta observacién hace equivalentes el mundo ma- terial y la realidad, Borges dificilmente pueda ser considerado por entero subjetivista e in- clusive parece escapar a la posible acusacién. de solipsista.” Sin embargo, sus textos decla- Cabe destacar, empero, que en este punto Bor- ‘ges no mantiene una lines que pueda ser considcrada Thequivoca. Por ejemplo, en la Brevisima pieza titula: 108 __Jawer Rest ran de manera constante que, en cuanto inten- tamos transmitir u ordenar nuestra experien- cia de esa realidad, inevitablemente quedamos atrapados en el lenguaje, el cual nos impone tuna sustitueién de los datos concretos que pre- tendemos comunicar o estructurar. Por lo tan- to, nuestro esfuerzo de concebir 0 declarar, a causa de la indole misma de la accién, nos ubiea en un dmbito sustitutivo, ficticio, De esto se desprende que ficcién es todo aquello que enunciamos por medio del lenguaje, sea Jo que fucre. Tal aserto es igualmente vilido para la formulacién cientifica, filoséfica 0 poética, ya que el acto de decir entrafia por si una transposicién cualitativa del objeto real y del circuito de relaciones en que se halla in- serto. Ademis, ello no sélo es aplicable a las interpretaciones que extracmos de nuestro con- tacto con los hechos y cosas que nos circun- dan, sino que también resulta extensivo a las expresiones utilizadas para manifestar nuestra propia conciencia, pues el lenguaje es el con: junto de ““grunidos y chillidos” —segiin dice ‘Chesterton— que imaginamos capaces de “sig- nificar todos los misterios de la memoria y todas las agonfas del anhelo” (OI, 212). En de finitiva, no queda al respecto ninguna alterna- tiva: cuanto enunciamos —por extremada que sea nuestra biisqueda de exactitud verbal— es inevitablemente ficcién. La palabra cuenta con tuna excepcional aptitud persuasiva porque es tun recurso que parece prestarse con plastic da, “Ta” (OT, 69) cada hombre es “uno", es “nico” yisiempre été solo" BL LAMERINTO DEL. UNIVERSO 105 cidad y eficacia a nuestra instrumentacion ordenadora; pero a la vez se muestra harto traicionera porque, sin que prestemos debida atencién al hecho, nos traslada a un plano de presencias fantasmales. La perfidia del lenguaje, que convierte en ficcién cuanta realidad es asimilada en el rea de su influjo, constituye una de las preocupa- ciones constantes de Borges; en especial, ello se observa en algunos cuentos en que este asun- to suele presentar un aspecto bastante com- plejo ¢ indirecto, al punto de que es posible sospechar un premeditado disimulo, el que no obstante ha sido conecbido tal vez no con el propésito de velar intenciones sino, mas bien, de reerear por medios poéticos Ia forma sola: pada en que opera Ia palabra cuando desen- vuelve su intrineado juego de encubrimiento y transposiciones, esa accién tan suya de disgre- gar los hechos a través de una labor piblica yy desembozada pero que, en razén de nuestros hhabitos negligentes, permanece casi ignorada y secreta. Un ejemplo inicial puede extraerse de ta pieza titulada “Historia del guerrero y de Ja cautiva” (4, 4954), que segiin apunté ef mismo autor “se propone interpretar dos he- chos fidedignos” (A, 181); es decir, que tuvie ron consistencia real, si nos atenemos a las fuentes utilizadas: por una parte, el episodio fen que el lombardo Droctulft abandona a: su gente y muere defendiendo Ravena, asediada por quienes habian sido sus compaiteros de armas; por la otra, la anéedota de la cautiva inglesa que prefirié continuar su vida en las 106 Jaume Rest tolderias indigenas, en lugar de regresar al mundo del que habia sido arrebatada. AL su perponer ambas historias, Borges destaca una polarizacién de actitudes: el guerrero se iden- tifica con las formas de vida mas claboradas y urbanas, en tanto que la cautiva escoge las ‘condiciones mas primitivas y risticas. Sin em- bargo, al mismo tiempo hay algo que confiere tuna profunda ¢ inequivoca afinidad a las dos decisiones, pues sus protagonistas —separados por “mil trescientos afios y el mar”— acata- ron un mismo “impetu secreto” que fue “més hondo que la razén” y que “no hubieran sa- bido justificar”, impetu que los Hevé a consus: tanciarse con un orden al que no pertenecian por origen y formacién pero en el que estaban Hamados a integrarse. Cabe destacar una cit- ‘cunstancia bastante curiosa: el hecho de que este comentario sobre dos episodios reales ha- ya sido recogido en un volumen de ficciones. Tal decisién pone en un primer plano, impli- cito pero muy significativo, las opiniones que el autor sustenta acerea de la palabra y su capacidad estructuradora: basta la yuxtapost cién que conduce al mutuo esclarecimiento para que dos sucesos que pertenecian a la realidad se conviertan, sin tropiezos, en ingre- | diente de un ejercicio imaginative. Aqui de \ nuevo se torna ostensible Ia extrema tenuidad del matiz que separa la crénica veridica de la fabula, cuando Ia intervencién del medio na- rrativo disuelve la consistencia de ambos per- sonajes y los transforma en exclusiva materia nominal, tinea esperanza de supervivencia que DeL_UNIVERS Jos seres humanos pueden abrigar con alguna certeza. Para perdurar, el hombre y el mundo se tienen que volver ficticios, se deben some ter a las normas que imperan en la literatura Al respecto, en la “Pardbola de Cervantes y de Quijote” (H, 38) Borges recuerda que el novelista espaiiol, al concebir su. produccién mds memorable, quiso mostrar la oposicién entre Io cotidiano y real, por un lado, y los vanos prodigios de las narraciones caballeres- cas, por el otro; para ello, imagind a un lector enloquecido por la frecuentacién de tales his- torias y lo ubicé en el muy concreto paisaje hrispanico de la Mancha y de Montiel; pero no pudo evitar que “los afios acabaran por limar Ia discordia” y que ese ambito real en el que transcurre la accién terminara adquiriendo caracteristicas “no menos poéticas que las eta- pas de Simbad 0 que las vastas geografias de Ariosto” (y aqui el significado de postico se aproxima al de “fabuloso”, o tal vez inclusive al de “irreal"). En suma, que el lenguaje po- see un espacio propio que es inviolable por- que nada puede ingresar en él sin adecuarse a Jas leyes que alli imperan. En consecuencia, no es posible en modo alguno que la realidad logre penetrar o arraigar en el mundo de la ficcién, a menos que la naturaleza de esa rea- lidad sufra una transformacién radical Por lo contrario, la fiecién tiene una inst diosa aptitud mimética que le permite infiltrar- se en la realidad, la que resulta muy permea- ble a pesar de su solidez concreta. Dos relatos de Borges parecen deliberadamente concebidos 108 Jane Rest con el propésito de ilustrar esta aseveracién: uno es “Tema del traidor y del héroe” (F, 137- 141); el otro, “Emma Zunz” (A, 6168). La primera de estas composiciones bosqueja las intrigas revolucionarias que tienen lugar “en tun pais oprimido y tenaz”. Fergus Kilpatrick, reconocido jefe de la conspiracién, es desen- mascarado por uno de sus Iugartenientes como traidor a la causa emancipadora; condenado & muerte por sus secuaces, se pretende evitar que trascienda Ia felonia ‘del héroe popular, para lo cual se disimula la ejecucién tras la mise en scine de un atentado pablico cuya trama es cuidadosamente elaborada sobre el modelo que proporcionan dos tragedias de Shakespeare. De tal modo, las calles de Du- lin se convirtieron en un inmenso tablado en el que se desenvolvié una vasta representa: cidn, con el concurso de una muchedumbre de actores. Segtin admite el mismo Borges, el epi- sodio se inspira en las paradéjicas fantasias de Chesterton;.pero la lad-tel-asun: consiste en introducir 1 aparato histriénico ‘como parte integral de la eonfaridido con ella hasta el punto de que es inverosimil declarar lo acontecido, es irrelevante denunciar la simulacién. Por contraste, “Emma Zunz” presenta una narracién de apariencia mucho més simple pues entrelaza un grupo de situa- ciones aisladas que vive un mismo personaje y que nada tienen de insélitas 0 descomuna- Tes, Jo cual en una primera lectura puede le. varnos a suponer que nos hallamos ante una pieza de ficcién naturalista. Lo singular es la EL LABERINTO DEL UNIVERSO 109 forma en que Ja protagonista cumple su plan vengativo urdiendo un relato que prescinde de la inconexién entre los hechos y que enkebra Ja realidad fragmentada en una continuidad fingida, cuya persuasién verbal elimina toda fisura y fragua una coherencia causal ausente cen Ia serie de acontecimientos congregados. Por esta via el lenguaje sistematiza un eonjun- to de particulas dispersas y postula una su- cesién eslabonada, una historia que “era in- erefble, en efecto”, pero que sin embargo "se impuso a todos” porque respondia de algin modo a nuestra idea de verosimilitud. Con. vertida en un juego de signos relacionados, Ia azarosa y fracturada realidad acaba por fun- dirse y vertebrarse en lo que es apenas un espe- Jismo. Cabe sospechar que esta arbitraria con- ‘eatenacién de los datos utilizados se propone sugerirnos algo asf como un modelo de los pro- cedimientos en que se sustenta Ia elaboracién del pensamiento cientifico. Para lograr su ob jeto, Borges ensaya la operacién contraria a la {que cumplié David Hume con anélogo propé: sito: en tanto ef filésofo desmonta y analiza Jos mecanismos que intervienen para infundir solidez aparente @ nuestra exégesis conjetural de los procesos naturales, el cuentista procura trazar Ia sintesis que conduce a tales interpre- taciones; pero en ambas direcciones se pone al descubierto un mismo problema, un idéntico cuestionamiento de las aptitudes humanas para desentrafiar cémo funciona el mundo en que vivimos. Los instrumentos especulativos de que disponemos limitan nuestra posibilidad de al- 110 canzar con certeza un pleno domi dad” De cualquier manera, la situacién del hom- bre no admite ninguna alternativa: pese a las restrieciones que nos impone, el lenguaje apa- rece como nuestra tinica via satisfactoria de ex: presién, Por consiguiente, no se debe desesti- mar totalmente Ia opinién de Letbniz —que compartié el zarandeado profesor Pangloss— acerca de las presumibles ventajas que entrafia el Ambito de nuestra existencia: aunque nos precipite sin cesar en la ambigtiedad y el equt- vyoco, la abstraccién proporcionada por los con- ‘ceptos tal vez resulte més soportable para nues- tro entendimiento que la cadtica ¢ ilimitada conerecién de los hechos individuales. Segin declaré Borges, este es el hilo conductor que debe entresacarse de “Funes el memorioso”: “un buen hombre, un hombre muy ignorante, tiene una memoria perfecta, tan perfecta que las generalizaciones le estan prohibidas; muere ‘muy joven, agobiado por esta memoria que po- dria soportar un dios, no un hombre” (Char- » Por supesto a idea de gus el mundo no pus. de ser captarado por nuestros medios conceptuales ¥ Ghupeiativos es tipiea, del nominalismo. Pere a ell, Tambien es caracteristiea de otra corriente de pense” miento. En ia medida en que la experiencia de lo dk Mino ite concebida coma realidad, fos mstcos perc! bleron acimismo esta faleneta del lenguaje, a la que taigron de aabeepanere ens ecto coh yada de la metsforar prensese, a respecto, en ef ejemplo memorable que ofrece fs poesia de San Juan de ta EAE Suchtionamionto del lengua coin rea Epareve expliitado, por lo dems, en las postrimering Gel siglo vide muesis ers, en la Teotogta mistiea del Pseudo Dionisio. bonnier, 77). El protagonista del cuento (F, 117.127) no olvida ningtin detalle, y a causa de ello descubre que las palabras s6lo consienten tun margen de representacién limitado e incier- to. Funes advierte que la exactitud de nuestros enuneiados requeriria un vocabulario infinito, pues en su recuerdo cada hoja de drbol se dis tingue de las demas y tiene que contar con un término que la designe; pero inclusive esta multiplicacién de nombres propios resultaria insuficiente, porque cada hoja modifica su apa- riencia en instantes diferentes, por obra del sol, de la Muvia, del viento, del cielo biol6gico. La prodigiosa retentiva permitié a Funes aprender sin esfuerzo multitud de lenguas; en cambio, Jo inhabilité para el pensamiento, ya que esta actividad consiste en cierto grado de negligen- cia: “pensar es olvidar diferencias, es generali- zar, abstraer” (F, 126). Al llegar a esta com- probacién, Borges formula sw circunseripta rehabilitacién de las ideas platénicas, no por el cardcter sustancial que les atribuye el realis mo filosofico sino porque glorifican un medio que, dentro de su precariedad, se presta para enuneiar nuestros juicios, para organizar nues- tra existencia, para permitimos el trato con nuestros semejantes. El hombre es, en esen- cia, un animal lingifstico que se halla recluido inexorablemente en un espacio nominal. Le su cede Io que al pajaro cautive que ha legado a familiarizarse en demasfa con su jaula y ha perdido por completo su disposicién para vivir en libertad: es incapaz de sobrellevar intelec- ceso de realidad. Esta es la tualmente un

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