0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 147 vistas101 páginasRest Jaime El Laberinto Del Universo Borges y El Pensamiento Nominalista
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido,
reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF o lee en línea desde Scribd
JAIME REST
El laberinto
del universo
Borges y el pensamiento
nominalista
EDICIONES LIBRER{AS FAUSTO
TEXTOS DE APOYO = ¢ aDisefio de la tapa: Oscar Diaz
1 edicion: noviembre de 1976
Queda hecho el depésito que dispone la ley 11723
‘© EDICIONES LIBRERIAS FAUSTO
Buenos Aires, 1976
| TImpreso en ta Argentina - Printed in Argentina
Como siempre, en el principio inscribo
el nombre de Virginia,
en testimonio de la contigitidad
‘con que compartimos el instante peregrine.
They who one another keepe
‘live, ne'r parted bee.Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato;
empieza, aqui, mi desesperacion de escritor
do lenguaje es un alfabeto de simbolos cuyo
cielo. presupol ado_yueIns~inter
SCOMpArEN; {como tansmitir a Tos
otrosel infinito Aleph, que mi temerosa me
moria apenas abarca? ‘Los misticos, en anilo:
g0 trance, prodigan los emblemas: para signi |
ficar la divinidad, un persa habla de un pajaro
que de algin modo es todos los pajaros; Ala.
nus de Insulis, de una esfera cuyo centro est
en todas partes y la cireunferencia en ningu-
na; Ezequiel, de un angel de cuatro caras que
un tiempo se dirige af Oriente y al Occidente,
al Norte y al Sur.
EL Auge
Las palabras son simbolos que postulan una
~ memoria compartida, La que ahora quiero his-
toriar es mfa solamente; quienes 1a compar
tieron han muerto, Los misticos invocan una
rosa, un beso, un pdjaro que es todos los pi
jaros, un sol que es todas las estrellas y el sol,
un céntaro de vino, un jardin o el act sexu:
De esas metaforas ‘ninguna me sirve para
larga noche de jubilo, que nos dejé, cansados
y felices, en los lindetos de la aurora
EL. ConcresoABREVIATURAS
Las referencias que se hacen en el texto a
las obras de Borges indican la sigla y pagina
del correspondiente volumen, segin la némina
que es proporcionada a continuacién, en Ia que
ademas se especifica entre paréntesis Ia fecha
de la primera edicién, cuando no fue la em-
pleada en el presente trabajo. Todas las remi-
siones a Discusién corresponden a la edicién
de Gleizer, 1932 (D, 1), salvo cuando se trata
de materiales agregados al tomo de las “Obras
Completas” aparecidas en vohimenes indivi-
duales, publicado por Emecé, 1957 (D, 11),
A Bl Aleph, Madrid, Alianza Editorial, 1971
(1949).
AE “An Autobiographical Essay”, incluido
en The Aleph and Other Stories; Nueva
York, E.P. Dutton, 1970; pags. 203-260.
ALG Antiguas literaturas germdnicas. México,
Fondo de Cultura Econémica, 1951
DI Discusién, Buenos Aires, Gleizer, 1932.
DIL Discusién. Buenos Aires, Emecé, 1966
(1957),2 Jats Rest
ES Elogio de la sombra. Buenos Aires, Eme-
cé, 1969 (Coleccién Piragua)
F Ficciones, Buenos Aires, Emecé, 1956
(1944),
H Bl hacedor. Buenos Aires, Emecé, 1960.
HE Historia de la eternidad. Buenos Aires
Emecé, 1953 (1936).
HUI Historia universal de la infamia. Buenos
Aives, Emecé, 1954 (1935).
IB EL informe de Brodie, Buenos Aires,
Emecé, 1970.
LA El libro de arena. Buenos Aires, Emecé,
1975.
LS Libro de sueftos. Buenos Aires, Torres
Agiiero, 1976.
MF El “Martin Fierro”. Buenos Aires, Edi
torial Columba, 1953,
Of — Otras inquisiciones. Buenos Aires, Eme-
eg, 1971 (1952).
OP — Obra postica, Buenos Aires, Emecé, 1969
(1962).
OT — Eloro de los tigres. Buenos Aires, Eme:
6, 1972.
P — Prélogos. Buenos Aires, Torres Agiiero,
1975,
‘También se utilizaron las siguientes obras,
que incluyen declaraciones o participacién de
Borges:
Antologia: Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo
y Adolfo Bioy Casares, Antologia de la i
EL LApERiNro EI 13
teratura fantdstica, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 1940,
Burgin: Richard Burgin, Conversations avec
Jorge Luis Borges. Paris, Gallimard, 1972
[Titulo del original inglés: Conversations
with Jorge Luis Borges.)
Crénicas: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Ca-
sares, Crdnicas de Bustos Domecq. Buenos
Aires, Losada, 1967.
Charbonnier: Georges Charbonnier, El escritor
y su obra. México, Siglo XXI, 1967. [Te
tulo del original francés: Entretiens avee
Jorge Luis Borges.)
Di Giovanni: Borges on Writing, edited by Nor-
man Thomas di Giovanni, Daniel Halpern,
and Frank MacShane. Londres, Allen Lane,
1974,
Milleret: Jean de Milleret, Entrevistas con Jor-
ge Luis Borges. Caracas, Monte Avila, 1970,
[Titulo del original francés: Entretiens
avec Jorge Luis Borges.
Problemas: H. Bustos Domecq [seudénimo de
Jorge Luis Borges y Adoldo Bioy Casares],
Seis problemas para don Isidro Parodi.
Buenos Aires, Sur, 1964 (1942).NOTA PRELIMINAREl presente ensayo no se propone un es-
tudio integral de Ia obra de Borges: apenas
pretende un relevamiento de la concepcién
nominalista que es posible entresacar de los
volimenes en prosa que publics desde 1932
(primera edicién de Diseusidn) hasta 1960
(aparicién de El hacedor). Dichos limites no
han sido impedimento para que se utilizaran
‘otros textos, cuando contribufan all propésito
de esclarecer las ideas examinadas. De cual
quier manera, los aleances de la investigacién
no aspiran a exceter las fronteras sefialadas.
No me considero especialista en la obra de Bor
es y.no me he propuesto manejar la exten:
sima bibliografia que sus escritos han suscita
do, Preferentemente, mi interés se encaminé
al aprovechamiento de la informacién en apa-
riencia extrinseca que permitié construir el
argumento que aqui se ofrece. Este, por lo
demas entrafia una consecuencia que no se cir-
cunscribe al autor estudiado: en ef pensamiens
10 moderno existe una estrecha relacién subs
syacente entre nominalismo filosofico, lenguajes
imistico y concepcién liberal de ta tolerancias
Por encima de cuantas objeciones se le hayan
formulado, personalmente opino que se trata
de una de las corrientes més fecundas en el
desenvolvimiento cultural de los tltimos siglos,no superada hasta aucsros dis; no digo ta
nds fecunda por la exclusiva razén de que
Thurras (no slo dos) por la Ciudad Gales
1 Seu como fer, i tess cota a et
lf celiage aa Conespcion Grate G
{unt supa ave debe tnase eno
(casas restate ere a aes
Borges suele mostrarse dispuesto a reconocer
de manera explcta —y con pleno derecho,
Pues esa reilacin no fe incunte'a dl carey
[ponen sus eecritos por sf mismare tate
Stim ci teraro que nos lita’ atm
entrafa, por afadidura, una interpretacion co-
herent del mundo y del hombre nue debenno
conviciones del stor. Peto arma gee ca
1 r la empleada aqui. En todo caso, cabe
sospechar, an las debidas reservan una fost
ble vets de relecon sobre ln exisenca oe
cua adnan qos Borge sts por
tmuto y al entslann quo he donosirete
por Kafka! In agonfa yl éeampare amas
fe mueitranectechecmnteFlaclonados coe a
Imypstlidad de scceder a una corde
inequivoca. Esto sugiere que acaso ambas pro-
posiciones admitan reconciliarse en una inter
pretacién més amplia_y comprensiva que la
presente. Es licito barruntar que ciertos indi-
ios de nominalismo ya pueden trazarse en los
materiales reunidos por Diels y Kranz en Die
Fragmente der Vorsokratiker; ast parecen in-
dicarlo algunos pasajes que proceden de Leu-
cipo y Demécrito, en los que se enfatiza el
desajuste entre los instrumentos especulativos
del hombre y la naturaleza de la realidad; al
‘menos, en cl tltimo de los pensadores mea-
cionados leemos que “no se sabe por dénde
llegar a conocer lo que verdaderamente cada
cosa es”, Pero el afianzamiento pleno de Ia
joctrina nominalista en el mundo moderno de-
fe expl a lo largo nvolvimiento
filosofico—qué media entre Occam up:
cién del empirismo radical, proceso que cul-
‘ina cuando Hume puntualiza la insuficiencia
de nuestros fecursos intelectuales para descu- ;
brir el ordenamiento iiltimo del universo, afir-
‘macién que nos enfrenta con el hecho de que
formamos parte de una realidad separada det
entendimiento humano por un abismo sobre
el cual jamds se podré tender un puente defi-
nitivo, Enunciado en otros términos, ello nos ~
advierte que a una gnoseologia nominalista
como la que maneja Borges corresponde de
manera casi inevitable una antropologia (y
quizé también una ética) de corte existencial.
Por otra parte, el intento de esclarecer la
rigurosa elaboracién de esta obra no es ajeno
aun aspecto fundamental de la tarea inheren-te a todo hombre de letras. Borges, al igual
que Gustave Flaubert o que Henry James, obli-
ga a replantear el viejo problema de la “ética
del escritor”, de los alcances que entrafia tal
responsabilidad, Cada artista tiene, incuestio-
nablemente, un compromiso moral con Ia so-
ciedad en que desenvuelve su actividad —que
es su tan mentado compromise espectfico—,
pero casi siempre Ja indole de tal obligacion
ha sido interpretada con criterio bastante con-
fuso e inexacto. Para contribuir a la plenitud
del mundo en que vive, Ia tarea del poeta no
consiste en desconocer 0 marginar las carac-
teristicas intrinsecas de su oficio, sino en en-
fatizarlas. Su meta no es internarse en la re-
solucién de problemas sociales o econdmicos
—en los que, por lo menos, no es especialis-
ta—, ni tampoco en vociferar solidaridades
minoritarias 0 masivas. Lo que debe propo-
nerse es subrayar la naturaleza de su actividad.
En los tltimos tiempos, Ia critica ideolégica
hha insistido en que la palabra griega péiesis
fue interpretada maliciosamente en
moderno, pues no significa “creacin” (en sen:
tido magico 0 exquisito) sino “produccién’
(con valor artesanal). Aceptamos este juicio,
sin entrar en polémica acerca de su validez;
ero opinamos que ello desemboca en un print
cipio insoslayable: Ja tarea del escritor apunta
@ que resplandezea Ia produecién en s{ misma,
ues ese es el motivo de que su labor reciba
tal nombre por antonomasia. Es decir, el poe-
ta exalta el trabajo en si mismo, no sus con-
secuencias o su aplicacién, Por lo tanto, los
Ex EABERINTO DEL UNIVERSO 21
méritos del artista suelen ser proporcionales
2 su disciplina e independencia; su funcidn so-
+ cial consiste principal y acaso exclusivamente
4 en obrar con absoluta libertad pero también
con obstinado ¢ inclaudicable rigor intimo, con
b ‘et objeto de desarrollar las posibilidades de su
accién hasta el término que se ha propuesto,
sin concesiones. Esta es una de las cualidades
mas notables de cuanto Borges ha realizado.
Con excesiva facitidad se To ha denunciado por
falta de permeabilidad a factores circunstan-
ciales o se lo ha objetado por seguir sin vaci-
faciones una senda que su propia conciencia
Je dicts, Precisamente, en esta posicién radica
tuna de sus principales virtudes, tal vez la mis
memorable de un compromiso que no tiene
nada de equivoco o extemporineo. Por cierto,
ningtin lector esta obligado a compartir Ia 6p-
tica politica o social de Dante, de Shakespeare
6 de Racine; pero si se los ha reconocide como
Clisicos, elo deriva de que no abrigamos du-
das en compartir la gpriea que tenian con re
to a su oficio. No es una mera reivindi-
Prion del formalismo, téngase bien en eventa
Jes una exaltacién del trabajo como aputud
configuradora por cuyo intermedio cada hom
“bre contribuye, en su campo, al desenvolvi-
miento de la vida comunitaria. Mas alla de
todo debate, esto es lo que queda de la obra
de Borges —y sin duda no es poco— como
porte ejemplar: se propuso desentrafiar una
imagen del hombre que tenia imperiosa nece-
sidad de comunicat. Lo ha hecho en las cir
cunstancias mas dificles, en medio de grandes__ Jame Rest
conflictos y de profundos cambios cuya con-
cresién tantos han querido eapitalizar sin or-
den ni claridad mentales. Cabe preguntar si
tamafio aporte no es més que suficiente para
acallar controversias inetiles y para encauzar
tun estudio riguroso de sus escritos, tinico pro-
cedimiento que justificaré ulteriores diferen-
cias de opinién
__Es indispensable agregar una advertencia
mas, de indole muy diversa. Como bien sabe
todo lector reflexivo y avisado, las “notas pre-
liminares” se escriben cuando el libro ya se
ha terminado de redactar. Por lo tanto, al ce-
rrarlo con estas paginas iniciales, deseo abrir-
To en un aspecto que su desarrollo ha excluido
pero que, sin duda, reviste importancia funda.
mental. Borges ha creado un verdadero mito
de Macedonio Fernéndez, pero curiosamente
ha dicho poco sobre su obra, inclusive en el
Prilogo que le dedics (P, 5261). Por este mo-
tivo, en nuestra persecucién de relaciones y
parentescos literarios a través de la informa
ign que proporciona el autor de Ficciones s0-
bre sf mismo no ha tenido éabida un hecho
que, por consiguiente, es indispensable dejar
registrado aqui, sin mayor elaboracién: en qué
medida el pensamiento de Borges se nutrié en
ideas tan admirabley Que tal ver 16 introduje-
ron en muchos problemas que luego indagé,
© que quizé le ofrecieron pistas para integrar
sus propias preocupaciones ya existentes. AL
respecto, un epigrafe que resumiria definitiva-
mente los argumentos articulados en el estudio
que se intenta a continuacién podria ser éste,
EL. LABERINTO DEL_U
tomado de No todo es vigilia ta de tos ojos
abiertos: “A cosas de nuestra alma vigilia Ha-
ma suefios, Pero hay de ésta también un des
pertar que la hace ensuefio: la critica del yo,
a Mistica”, Pienso que la produccién integra
de Borges ha sido una desesperada biisqueda
de este despertar anunciado por Macedonio
Fernandez.
Una observacién adicional: considero que
el enfoque de Borges proporcionado en estas
paginas es, para mi, provisional. Con respecto
al momento presente, pienso que ya hay un
Borges “tiltimo” 0, por lo menos, “ulterior”;
tes el que esti en los relatos de El informe de
Brodie y de El libro de arena (“Guayaquil
evangelio segin Marcos”, “El informe de Bro-
die, “There are more things”, “Utopia de un
hombre que esta cansado", “El disco”, entre
otros). No es, en esencia, diferente del ante-
rior; pero, como en los poemnas tardios de Yeats
en el Bliot de los “cuartetos”, hay, con res-
pecto a sus textos precedentes, una suerte de
transpareneia, de simplicidad y despojamiento.
Sospecho que acaso sea lo mejor de su obra,
‘Me impide ver con claridad el habito, Ia cir-
cunstancia de que Io he seguido en el curso del
tiempo y de que, al igual que los restantes
lectores que vivieron el crecimiento de su pro-
duccién, estoy deslumbrado por las experien-
cias pasadas, Tal vex. escribo este libro para
despojarme de tal visién y para poder releerlo
en el futuro sin residuos cronoldgicos: quiero
volver @ descubrirlo a partir de las nuevas y
sorprendentes prosas que ha estado escribienm4 _ Jai: Resr
do en el periodo reciente. Por ese mismo mo-
tivo y en razén de esa misma espera, he pre-
ferido fijar el limite de mis indagaciones en
el allo 1960.
Por lo que concierne al aspecto personal,
cl presente trabajo resume las apreciaciones de
muchos afios durante los cuales he seguido con
atencién la trayectoria de Borges, cuyos mate-
riales me han fascinado. Tenia diecisiete afios,
fen 1944, cuando estableci el primer contacto
significativo con su obra, al publicarse Fiecio-
nes. Recuerdo que esta circunstancia me in-
dujo a pergefiar algunas paginas, afortunada-
mente extraviadas en el transcurrir del tiempo,
en las cuales —si la memoria no me es infiel—
algo habia en germen de los argumentos que
terminé por desenvolver. Doce aiios mas tarde,
‘con motivo de un ciclo de exposiciones radio
fonicas sobre aspectos del lenguaje rioplatense,
‘ensayé una nueva incursin en el mismo asun-
to, que tampoco he conservado, En esa oca-
sién, el centro de interés fue la relacién de
Borges con los efectos magicos del lenguaje,
indagada con el auxilio de las observaciones
que proporciona Ernst Cassirer, especialmente
en The Myth of the State.
Pero el estudio mas. sostenido comenzé
hacia 1969, cuando la preparacién de algunos
trabajos sobre cuento moderno me levé a la
actualizacién de las consideraciones sobre el
mng.mgico” de Borges. En 1972, in-
vitado a colaborar en una publicacién dedicada
a la literatura latinoamericana, pensé en ana-
lizar el ingrediente de humor en “El Aleph” y
EL, LAMERINTO DEL_UNIVERSO 25
“El Zain". No obstante, me parecié que con-
‘Veni la'insercién de tal aspecto en Ja totalidad
de problemas que suponia el examen de estas
harraciones, La tarea acabé por erecer © inte-
frarse en los tres capitulos de la obra que
ahora se publica, los cuales fueron redactados,
en el orden en que aparecen, en la primavera
de 1972, en el otofo de 1974 y en la prima-
vera de 1975. B1 epilogo, completado a pri
Cipios de 1975, no fue concebido originalmente
como parte del conjunto, pero sospecho que
én su forma actual ofrece un cuadro de la trae
dlcion en la que se inscribe el pensamiento de
Borges. Por cierto, utilizo la palabra tradicién
en el sentido que sucle otorgarle T. $. Eliot
Como una continuidad dinémica, no como la
refirmacién dogmatica de valores ontolégicos
( Por tanto, inamovibles) que terminan mos-
trindose rigidos y ahistsricos
‘Los tres capitulos de este trabajo aparecie-
ron originalmente en las entregas 3,7 y 11/12
de Ia revista Hispameérica, gracias a la cordial
fcogida que les dispens6 su director, el profe
sor Sail Sosnowski. Dejo constancia asimismo
de mi reconocimiento al doctor Eugenio Puce’
relli, que me alenté en la preparaci6n del ¢7
logo. A la amistad del doctor Donald A. Yates
dbo Ia invitacion a partieipar en el XIV Con-
{reso del Instituto Internacional de Literatura
Tberoamericana, realizado en East Lansing @
fines de agosto de 1973, que me llevé a presen:
tar una ponencia sobre "Borges y la Filosofia
del lenguaje”, incorporada més tarde en la p
‘mera mitad del eapitulo Tt, De manera muy es:26
pecial deseo agradecer a Carlos Gardini, quien
advirtié antes que yo mismo Ia importancia
que para mi tenia el “silencio privilegiado” y
debatié larga y esclarecedoramente el asunto
conmigo. Las partes que fueron publicadas
anteriormente al incorporarse a la redaccién
final han sufrido algunas modificaciones y am-
pliaciones, en su mayoria formales, para subra-
yar Ia unidad y coherencia del propésito. Por
ese motivo, no se han eliminado, en cambio,
las repeticiones que puedan contribuir a la con-
sistencia del argumento expuesto.
La indole sumamente personal de los asuin.
tos desarrollados hace que no slo me declare
exclusivo responsable de estas paginas sino que,
por afiadidura, las considere en mayor grado
mas que cuantas escribi hasta el presente: este
cs el Borges que he leido y que asumo —como
€l diria— “por mi cuenta y riesg
Buonos Aires, I” de julio de 1976.
'
EL “PENSAMIENTO SISTEMATICO”
Nosotros (la indivisa divinided que
‘pera"en, nosotros) hemos "sonado ef
hntundo,"Lo hemos sontado resistente,
Inisterioso, visible, ublewo en ef espa
Glo y firme ‘en el tempo, pero hemos
Conventido. en su arguivectura tenues
SPetemnos interstiios de sinraedn para
Baber que e3 falso,
“avatares de la tortuga” (OI, 156)1. Negacién de la cosmotogia
En 1763, un joven escocés conocié al hom-
bre de letras londinense de mayor prestigio en
Ia época, al que siguié frecuentando para reu-
nir notas sobre su vida y opiniones, con el
seereto propésito de intentar en el futuro una
semblanza biogréfica del gran escritor. Sélo
rnueve afios més tarde el doctor Johnson se en-
ter6 del proyecto que abrigaba su amigo James
Boswell, a cuyas intenciones en apariencia no
‘opuso mayores reparvs. Que Boswell escogiera
al doctor Johnson como motivo de su obra no
resulta extrafio; Jo que realmente habia podi-
do sorprendernos hubiese sido el hecho de en.
contrar en textos tempranos de Johnson la
premonicién de que algin Boswell irrumpiria
en su existencia. Sin embargo, en un cuento
de Borges escrito ya en 1941 encontramos esta
curiosa anticipacién —este conocimiento del
porvenir— que ain demorarfa veinticinco afios
en concretarse: “las noches peripatéticas de
conversacién literaria en las que el hombre que
ya ha fatigado las prensas, juega invariable.
mente a ser Monsieur Teste o el doctor Samuel
Johnson” (F, 77). No es cuestién de pregun-
{arse si le tocé en suerte un Paul Valéry 0 un
James Boswell, pero resulta féeil verficar queJaime Rest
sus opiniones han sido registradas en los ulti-
‘mos tiempos por un par de amanuenses fran-
ceses y por otro de lengua inglesa —Ilamados
‘Jean de Milleret y Georges Charbonnier, los dos
primeros; Richard Burgin, el ditimo—, quienes
han producido sendos vohimenes que congre-
gan los testimonios mas ambiciosos de entre:
tiens 0 conversations con Borges, al margen de
otros comentaristas que documentan intentos
mils modestos en idéntico sentido, Tal vez sea
menos imprevisto comprobar que, en cierto
momento de las respectivas entrevistas, un mis-
mo hombre haya formulado a distintos inter-
locutores una misma preocupacién: el deseo de
negar de una vez. por todas la versién —alguna
ver tan difundida entre criticos y lectores—
de que su obra es el producto de una intencién
filoséfica 0 teolégica, de una vocacién cosmo:
I6gica persuadida de su vatidez. A Milleret le
dijo: “quiere hacerse de mi un fildsofo y un
pensador; pero es cierto que repudio todo pen-
samiento sistematico porque siempre tiende a
trampear” (Milleret, 116). Entre las declara-
ciones recogidas por Burgin hallamos una ver-
sién més atenuada de la misma afirmacién,
pero en Ia cual también se entrevé la certeza
de que el pensamiento sistemitico tiene mas
de brisqueda de consuelo que de indagacién de
Ia verdad: “Pienso que la filosofia puede con:
ferir al mundo una especie de vaguedad, pero
esa vaguedad es por entero ventajosa; si uno
es un materialista y cree en cosas duras y 1
das, entonces queda atado a la realidad 0 a lo
que se denomina realidad; de modo que, en
EL LABERINTO DEL UNIVERSO 31
cierto sentido, la filosoffa disuelve Ia realidad,
pero como la realidad no siempre es bastante
placentera, uno resulta beneficiado por est di
solucién” (Burgin, 138). Otra vez més, en el
“ensayo autobiogréfico que dio a conocer en
inglés, Borges, de pasada, intenta desestimar et
propésito secreto e iniciatorio que algunos co
mentaristas suelen atribuir a su obra: “Mi na-
rracién kafkiana ‘La Biblioteca de Babel’ fue
concebida como una versién 0 magnificacién
onfrica de Ia biblioteca municipal [en la que
desempefiaba tareas administrativas], y cier-
tos detalles del texto no poseen significado al:
guno, El nimero de libros y anaqueles que
registré en la historia correspondfa exactaynen:
te al de los que tenfa a mi alcance. Criticos
sagaces se han preocupado por esas cifrs, y
¢generosamente les han conferido un valor m{s
tico” (AE, 243.244). En una respuesta a Mille
ret, Borges sefialé por afiadidura que cuando
se intenta atribuirle una doctrina sistemética y
un “trasfondo metafisico”, el lector que se vom:
porta asi lo hace “por su cuenta y riesgo
(Milleret, 113). Y con respecto a determinadas
interpretaciones que exceden cuanto razonable
mente cabe extraer de sus textos, en el curso
del mismo didlogo observé con ironia: “Todos
son muy amables. Pero creo que puede deci
de esos erfticos lo que dice el proverbio fran:
ccés de los albergues espafioles: encontraron lo
que trafan consigo” (Milleret, 159). En conse
cuencia, hasta cierto punto podria aplicarse
Borges lo que él, por su parte, escribié en clo:
gio de uno de los autores espafioles que mis2 Jame Rest
Fdmira: “La grandeza de Quevedo es werbil.
Juzgatlo un fildsofo, un tedlogo © (como quie-
ze Aureliano Ferndndez Guerra) un hombre de
estado, es un etror que pueden consentir los
~ttulos de sus obras, no el contenido” (O1, 47)
En verdad, cualquier pleza literari, una vez
que ha recibido difusién publica, deja de ser
luna pertenencia o un atributo exclusive de st
autor para convertirse en un texto sujeto a
toda lectura valedera, Pero la insistencia de
{ Borges en este punto resulta harto sugestiva;
) rehiisa ser considerado un pensador quc ela
{ bora teorias originales 0 que disemina claves
{para desentrafiar verdades esotéricas; insiste
en que su labor no va més allé de la literatura
\_(con preferencia, de ficcién). Aunque las obser-
vaciones citadas que formulé sobre sus obras
ertenecen a fos tiltimos afios, esa actitud no
€s nueva: basta un examen cuidadoso de sus
escritos para comprobar que ha sido reiterada
en multitud de ocasiones, alo largo del tiempo
Por lo demas, esta posicién se halla {ntimamen-
te emparentada (y acaso identificada) con un
jtioio que define en su totalidad Ja opinion
J gue le merece la especulacién cosmol
No hay clasificacin del universo que no sea
| arbittariay conjetural ta razén es muy sim-
\__ple: no sabemos qué cosa es el universo” (O1,
142-143), EI fundamento de tal aserto podria
atvibuirse a un escepticismo casi normativo,
sustentado en una ptica que cuestiona de ma.
nera radical la competencia del hombre para
penetrar en los enigmas iiltimos de la realidad
En tal sentido, las dudas que Borges ha mant
JeRINVTO DEL UNIVERSO 3
festado con respecto a la capacidad humana de
(iti an ceciiento tasendente 9 de
formular una metafisica valedera por lo genc-
ral exceden a las de muchos filésofos —de
Pirron en adelante —que se declaran eseépti
cos 0 agndsticos pero que, a partir de esa des
Confianza inicial en nuestras aptitudes. para
aeeeder a la verdad, se consideran autoriza-
dos a desarrollar sistematizaciones del compor-
tamiento y fastidiosas disertaciones morales.
Fara Borges, todo sistema costolésen parce
apoyarse en principios andlogos a los que Her-
ert Ouain reconoeo en uno de sus libros: “Yo
reivindieo para esa obra —Ie of decir— los ras-
gos esenciales de todo, juego: 1a simetria, las
Ieyes arbitrarias, el tedio” (F, 79). De manera,
~ sintomatica, la produccién atribuida a este es-
critor imaginario por momentos tiene el aspec
to de un mordaz comentario sobre los proce:
dimientos que habitualmente exhibe Ia mayoria
iloséficos, cuya arquit
se asctieja a Ta de clertas novelas de intsiga-\
cen las que-a-partir'de cualquier situacién ini-
Gil slo_con-vatetse. de algunos. xcamotens
oportiinos y con respetar la observancia de
pelpios elacionales que dan coherencia al
\ Sistema, se logra comunicar un simulacro de
\ validez irrefutable al desenlace arbitrariamente
lescogido por el autor. Esto permite que, con
l empleo de pequefias sustituciones y reajus-
tes _-como en el experimento narrativo de Her-
bert Quain—, una misma trama sirva por igual
para las demostraciones mis dispares ¢ incom:
patibles y resulte apropiada de manera inter
;Aine Rest
cambiable en la confimacién de hipétesis an-
taginicas yHeterogénens, de lay eles “ana ee
le cardcter simbélico; otra, sobrenatural; ot
Policial; otra, psicoldgica; otra, comunisia;
otra, anticomunista, etcétera’" (F, 80). Con el?
concurso de fabulas de esta especie, Borges
Tega sugerirnos que todo sistema es inevit)
blemente artificial, que a menudo no excede el/
ejercicio de la pura ficcién, que esté muy cet
del mero pasatiempo; ain'mis: parecera juz!
tarlo un perjudiial efecto secundario sega
Se dice en argor médico— del uso que hacemos
del Tenguaje, en tanto suponemos que éste es
un del insruento arn dominar y alae
nar ordenadamente nuestra informacion sobs
el mundo. : .
ae
srees oo on bo ha quedo of gue meena
Tertdumbee de hablar en el came 9 ne
el caos es una méra fantasic I
Miabhey i eaasedaat na Teens |
“ED reconocimiento de Borges a tas ideas de
‘Htume ha sido'tstimoniadofeceentemene, f Bhets
"pate des rgumanios guano en Nucig ete
Glee empst (Gy aa A Ue
lectura de est¢ fildsofo. En la primera parte del men.
itctemo” de Hume Se posits, Ron nia Sea
‘fie Gl intento de Berkeley encaminado a int ic
i activa percepeién aivina, La fuente de Borges: oo
Fortius soci ieio de Hume que pele
gars de Yon may cxpresivor,docantenige a
sispicome maurng (4 Fens; Wena
tee al como ia preschty Bone
scuud Bilin rata tn de wt cestansedesies
mds ategoricon ay nad Ae cose
|
|
|
|
38
idioma analitico del obispo Wilkins, eserbe:
"abe sospechar que no hay universo en el sen
«ido onginico, unificador, que tiene esa ambi
~ciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su
propésito; falta conjeturar las palabras Ins de-
finiiones, las etimologias, las sinonimias, del
fecreto diccionario de Dios” (Of, 143). Nos
hemos perdido en un confuso entrevero de sem
das que el hombre no traz6 y que jemés lle
garda deslindar totalmente, “nti responder
que la realidad también esta ordenada. Quizé
To esté, pero de acuerdo a leyes divinas —tra
dhusco: a leyes inhumanas— que no acabamos,
sunca de pereibir”, Solo “un laberinto urdidot
“por hombres” admite “que lo descifven los hom-
bres" (F, 3334). En cambio, el milenario es
“Tusryo humano por descifrar el laberinto de la
““yealidad desembocard inevitablemente en for
Tnulacions esqueméticas y coetelivas que no
Te njustan ala infinita complejidad del univer
Sorel pensador que se resiste a esta evidencia
incurreen una limitacin frreparable, tal como
fo que declard-Schopenhauer de las doce.cate-
nas: todo To sacrifica a un furor
~e-gorias kantiay
‘geométrico” (F, 81). De esto se puede inferit,}
tal ver, que la demostraci6n razonada y el rigor“
‘del formalisitio I6gico, convertidos en la ideo-
Jogia més persistente y aceptada de nuestra
historia cultural, han impedido que, salvo en
muy contadas excepciones, el hombre —por lo
‘menos, el hombre de educacidn europea— capte
one el cogito cartesiano, Sobre los aleances del es
pticistng de Tlume, ef. A. Tl Basson, David Hume,
etndres, Penguin Books, 168; pays. 78 y ss36
JniME Rest
o avira aplasia yriguen de conrastes
ate preeaten d mens 7 Sone
ce dala de gurl unos fe eae a]
cambio, no eree posible desentrafiar la natty)
Saag
fronora abe
2. Heresiarcas y tedlogos
FrosComsiene empero, hacer una aclaracin
[Borges no ciestiona Jas creencins_sino,-més
bieh, Tos Tnfentos de sistematizarlas, de hacer.
Bs demostrables. Por afadidura, algo hay que
excede su escepticismo y logra imponerse por
una conviccién propia; 68 Ia existencia de Dios.
AL respecto, no debemos incurrir en un facil
equivoeo: no sostenemos que Borges tenga una
Jnnegable conviceién personal de que Dios exis.
ta y de cémo existe, pues “la nocin de un ser
todopoderoso, omnisciente —le confiesa a Mil-
Teret— es mucho mas sorprendente que todos
los caprichos de la narrativa de ficcién cient
fica ysetala que la Ida de lo divino acaso
resulte “inconcebible incluso para los tedlogos”
(Milleret, 114), a lo cual agrega en otras ocasio-
nes que la aspiracién de ser contemplados ©
recompensados por una voluntad sobrenatural
Je parece una mera vanidad de los hombres.
Pero se trata, en cambio, de wn postulado util
EL, LABERINTO
y hasta indispensable para auestra condiciéa
Je craturas, cuya, demostracion juzga innece-
seca la actividad divina es una funeién que
TEM su constlacion imaginaria; en con-
{Giiencia, se presenta como una licencia
tica obligada, como una hipétesis de trabajo
@icaz 6, en todo caso, como un asentimiento
al yer estrictamente Hterario— del credo
Guia abvurdum. "al nevesidad se sustenta en
fecho de-que Dios desempenta varias tareas
Grimordiales en la produccién de Borges: es
th se inesrtable, por momentos un demir
sy que al parecer instaurd sw ereacién con
Petbvolo designio de que los hombres se entre
Tran sin deseanso ~eomo Sisifo, como Tints-
fern In empresa de entenderla, aunque jams
CGnseguivn satisiacer ese propésito; e5, asi
Pismo, quien et destinado a eta las habi
nay pero superfluas Iucubraciones que 6
sees Pe desmaela ens fn do ple
ee aturaleza y desempetio divinos, porque
Dios "se interesa tan poco en diferencias reli
Floss" (A, #8) que resulta ser el mis apatico
Sesguiet tambien el mas ignaro— en materia
Greantroversias eol6gicas..Ademds, el simple
‘caso de admitr como hipdtesis la exstencia,
de Dios es guru solapada var de confutarla
error adn, de mostrar nuestra ineptitud para
ae eae see dopende ds asd,
fas contiendas y las contradicciones percept
Hits’ en los peasadores reales 0 fctcios dis
preston a elaborar una interpretacion dela di
vinidad, cuyos juicios y férmulas Borges ha38
ido acumulando con paciente alevos
a través
de sus escritos,
En definitiva, lo tinico cierto
que acaso pueda afirmarse acerca de Dios es
Jo que El mismo ha declarado en el Exodo, TI,
14; “Soy el que soy”. Esta condicién sustantiva
de ser hace intolerable cualquier demostracién,
cualquier procedimiento “que declare y analice,
como Hegel o Anselmo, el argumentum ontolo-
gicun” (OI, 127); la majestad del Dios que es
no admite, de conformidad con esta opinién,
ser rebajada a la condicién de inteligencia que
arguye? Con singular causticidad, indudable
rigor y complaciente juego verbal, a la compro:
bacién ontolégica Borges opone o suplementa
un posible argumentum ornithologicum (H,
17). La naturaleza de Dios es inimaginable y,
tal como lo sugiere el Corpus Dionysiacunt,
“nada se debe afirmar de EI, todo puede negar.
se”, al punto de que —segiin eriterio de Scho-
penhauer— la tinica teologia verdadera es aque-
la que “no tiene contenido” (O/, 200); para
que resulte verosimil su indole prodigiosa, si
Dios es Alguien, ese Alguicn inevitablemente
—en términos humanos— debe ser Nadie. Ello
2 Borges retoma la contestacidn de Jehova a Mok
s§gjon, "Historia dos ecos de tn nombse® (Ol, 295
28)" Agut sdopia el evteio de quienes uses ee
Dios evadis la espaesta para no duedar a mcieed ae
sutinguisitive inteflocutor (an mage que seoee habe
fa podldo aprovecha ta conocinien’s para sometee
4:18 divinidad misma). Segun Faggin, Eats igaereees
facign entrafa una dptica “dferentece ts tadieeerar™
¥ ain, en cambio, a Ia que susthibe: Hekhart win
ere en tas palais de‘bios “una delaras ae
olowia nepativa’ Al respecto, of Giuseppe Fergie
Mester Eebharey ta matin medlergt aera He
hos Altes, atoll Sudamericana, B33" phos tiTig
también tnflnitamente aburrido” (HE, 25)
ges, quien muestra por ellas un notorio entu-
Ben acaso la belleza del diseto lo aproxima
» ala fabula del mistico persa Farin un-din Attar,
21 gat ottamentes has eas habitat
Epeculacion mistica, » partir de la concepcién plot
‘Sibna'de fa unidad divina,. Al respecto, los tedlogos
Bie por i relesion crstologica, De igual modo, en clJaime Rest
aue refiee In pereprinacién inicada por I
jaros en bus de su ry, cl Sinorg cate
de Innimeras perpecia, cinta pent
canzan ln meta y comprvcban as “les cone
Simurg y gue Simury ex cada uns de ea
todos" (Fy). Una sopanda laste hen
Giona certo pooma de Brown, os tons
visto: hay quien pone en vials eaten
Se descent, er el stn vers sue
¥ al eate amigo fuera. Dios?”
En ano de su elts flo xis, ws
ase que decara la existence el dg
sin carn qe hay dtr de los dsee’ (A, 1
123) y alguna piginaanterion del ions ies
anuncia “un sentencia mgs” dela dna
auc “nadie sabe en qué punto ln setae at
Gon qué caracteres, pero nos conta qs Ped
Fay secret, yu fa lend um lide Che TTS)
Oia dels invencionestealigices aue cations
a Borges es In que auibuyes Dios as anion
tes palsbras, para consuclo des dees
ionbund “amp soy yo sat el ms
do como ti sonaste We obit mt Shgksapa
Y entre las formas demi sca te ne
-q-£0m0 yo eres muchos y nadie” (H, 45). Esto
Thos eonducen nade ls imagens dntone a
4 WEI dios sin cara que hay detrs de ls dioses”
sua ince a al a
Ges, ia Divinias de Hekhart'Sn enboigo
$i9ce, gue emplea Borges auiz4 sea tna reminiscencta
Foulac "en el ue detras’ de Seis lguras erie
Inay otras sels, estas tltimas an
hay otras sels, estas‘ wenazadoras © ineser
del Escritor © Sofiador que ha instaurado el
mundo en virtud de tal condicién; ejemplo
de esa preferencia es In observacién acerca de
Dios tomada de Chesterton, que Borges repro-
dlujo al prologar a William James: “lo que me
agrada de este novelista es el trabajo que se to-
‘ma por los personajes secundarios”# Por afiadi-
dura, cabe destacar que Ia relacién del Sofador
con lo sofiado o del Fabulador con el dimbito
que su fabula configura es muy frecuente en
Borges, sea en sus propios textos o en mate:
riales que lia seleccionado para antologias* Se
teata de una
doctr
filosofica serfa absolutamente_ subjetivista,
no media la objetivacién originada en la c
culnstancia de ques] stijeta, pensante.es.la, con”
| cignela. del Creador: en todo caso, nos halla-
| mos en presencia de un solipsismo divino, no
Aphumano,
5 William James, Pragmatismio; Buenos Aires,
_~-Emeoé 1943; pag. Hi. Este prologo io ha sido reco:
ido por Borges en sus Voldmencs de ensayes.
ie P Entre fos cuentos de sofiadores capaces de ope-
a del obispo evieley, cuya_posicin
rar oes sete oad ene
imesoire re deta, Gana ate
Seen cn, te Bo ben,
igh el ata ed
co, 299 2S fer ee a
te i ne ee eo
Hike Pete dis fr es gates hs
Tes Pie ames cts Sane Ete
ig oie 200 Ot Satie cco,
SU eee
Eee ia ea reada Sawer Rest
En sfntesis, el misterio que entrafa la ac-
cidn de una oculta divinidad, sin lugar a du
das, se aduefia del havedor de ficciones con
su poderoso encantamiento, pero ante todo
lo ha reconocido Borges sin circunloquios—
ello consiste en una fascinacién estétien (O1,
263), En cambio, desde un punto de vista reli:
THi0s0, Borges considera que-Dios sdlo puede
~ser_un motivo, de fe, nunca de preseripeiones
doctrinales o demostraciones escolisticas. Co-
mo heredero de Occam, parece rechazar as
fax dogmitica y natural, en las que ad-
rte auclacia y soberbia excesivas; por Io tan-
to, tinicamente admite Ia ensefianza de los mis
ticos, que han afirmado Ia imposibilidadas
fPefietrar en tn naturaleza intima de lo divino.
En tal sentido, su actitud coincide, sin vacila-
ciones, con el pensamiento de Eckhart, quien
sostenia que la posesién de Dios jams se logra
especulativamente pues ello esta mas alla de
nuestro poder: las concepciones humanas son
transitorias y cambiantes y, en consecuencia,
niegan por esta misma circunstancia la condi.
cidn inmutable de la divinidad a la que tratan
de hacer objeto de reflexién? Anéloga idea
fenuncia Swedenborg, cuya imaginacién ha sus-
citado en Borges tantas reverberaciones: “El
ser de Dios escapa a toda descripeién porque
sobrepasa cuanto concepto pueda elaborar el
pensamiento humano; en el cuadro de este pens
samiento s6lo entra To creado y finito, pero no
lo infinito e increado, y por consiguiente tam:
7 Giuseppe Faggin, op. eit, pig, 68.
UUNIVERSO_ 8
EL. LABERINTO i
poco Io divino”* En altima instancia, el ger
men de esta nocién puede trazarse hasta los
origenes mismos de la mistica cristiana, cuan-
do el Pseudo Dionisio afirma que Dios no pu
de ser circunscripto en formulas exactas, que
Ja causa trascendente de lo sensible ¢ inteligi:
ble rehiye todo enunciado construido con la
ayuda de nuestros limitados instrumentos lin-
Blisticos,
Sea como fuere, Borges manifiesta una pre
Faiteccién notoria por aquellos, escritores. visio
Para la historda y doetrina de esta corrient, se
gplmgs o bro de Leste: Kolakowald, Postivst Ph
fosopny from Hume to the Vienna Circle; Londres,
Penguin Books, 1972
“AL respecto, cf, la opinién de David Pears, en
su Wittgenstein (Lontires, Collins, 1971), pay. 76: “Mu.
has de estas” Ideas provenian de. Schopashauer,
bien Wittgenstein hizo un empleo personal de ellas™
‘Bertrand Russell Hisory of Wester Palos
phy; Londres, Allen and Unwin, 1946; pag 8878 Janae Rest
Pero ante todo conviene enfatizar el hecho
de que Borges reconocié explicitamente su inte-
és por Ia filosofia de Fritz Mauthner (F, 116),
cuya labor como uno de los fundadores de Ia
“ritica del lenguaje” y como uno de los reno:
vadores del nominalisino —en la linea de Ernst
Mach y del pragmatismo vitalista— general-
‘mente ha suscitado menos atencién que la de-
bida, si bien su doctrina fue tomada en consi:
deracién sin lugar a dudas por Wittgenstein,
quien declaré no compartir el escepticismo ra-
dical de este pensador (Tractatus, 4.0031). Al
respecto, una clave muy provechosa para des-
cubrir en las ideas de Borges una trayectoria
que exhibe plena coherencia radica en vincular-
Jas a la posicién que Mauthner asumié en su
Beitriige zu einer Kritik der Sprache, donde se
declara que el lenguaje s6lo es un juego, dota-
do de singular eficacia como tal pero exento de
cualquier aptitud para representar, conocer y
entender adecuadamente la realidad, sea “inter-
na” o “exterior” al hombre. Escritor de lengua
alemana ligado a Ia ciudad de Praga —al igual
que Franz Kafka y Gustav Meyrink—~, Mauth-
ner sefial6 que las concepciones del mundo ela-
boradas en el transcurso de la historia pueden
reducirse a tres modelos principales: uno, de
caricter “adjetivo”, que es consecuencia de un
materialismo ingenuo; otro, de indole “‘sustan-
tiva’” que procede del realismo metafisico y, por
fin, un tercero, de naturaleza “verbal”, cuya ine
terpretacién deriva de una dptica nominalista
© heraclitiana. Fi mismo admite ser ubicado en
esta tiltima corriente, en raz6n de que ha sos-
EL LABERINTO DEL UNIVERSO 85
tenido que la falacia habitual de la gnoseologia
consistié en suponer que existe cierto grado
de correspondencia necesaria entre el lenguaje
y Ia realidad, sin que se advirtiera que los
procedimientos enunciativos apuntan exclusiva
mente a trasladar un sistema simbélico en tér-
minos de otro sistema simbélico, Io cual no
permite rehuir el efrculo vicioso de ficciones
que tal itinerario va trazando. Al edimulo de
manifestaciones coneretas e individuales que
oftece el universo, la palabra sélo es capaz de
contraponer un conjunto de abstracciones ¥
generalizaciones que poseen precaria validez.*
En manifiesta coincidencia con tales opiniones,
Borges juzga que Mauthner ha sido “injusta-
mente olvidado” (P, 110) y califica de “admi-
rable” su Worterbuch der Philosophie (D 1,
168), del que confiesa poseer un ejemplar que
ha “telefdo y abrumado de notas manuscritas”
(D 11, 165).
Sea como fuere, las eoincidencias de Bor
ges con los positivistas ldgicos resultan, en
ciertos aspectos, bastante sugestivas. Su elo-
gio del nominalismo esta totalmente de acuer-
do con uno de los principios que a lo largo de
la historia de la filosofia positivista ha_ sido
respetado en forma escrupulosa.’ Su predilecta
afirmacién de que cl lenguaje es el centro de
los problemas que plantea el pensamiento halla
tuna exacta reiteracién en Wittgenstein cuando
5 Cf nat Comite, Floyd tas formas
Dstoas, t; Mesico, Fondo de Cultura Econdunica, 971;
pig. 14
Ai respecto, cf. Kolakowski, op. cit, pigs. 134686 Janse Rest
declara en el Tractatus que “toda filosofia es
critica del lenguaje". Inclusive, las reflexiones
de George Steiner acerca de Wittgenstein son
aplicables plenamente a Borges:
EI més grande de los filésofos moder-
nos fue fambién el mas profindamente
empefiado en escapar # la espital del
Tenguaje. Toda la obra de Wittgenstein
comienza preguntando si existe alguna
relacign verificable entre la palabra ¥
el hecho, Lo que liamamos hecho puc-
de muy bien ser un velo hilado por el
Ienguaje para proteger la mente'de la
realidad, Wittgenstein nos obliga a pre-
guntamos si se puede hablar de la Fea
fidad cuando la ‘palabra es meramente
tuna especie de. Fegresion inf
labras sobre palabras.
En consecuencia, es Iicito ubicar a Borges en
la orientacién que ha sido legada al pensa-
miento actual por influjo del positivismo 16-
gico, de G. E. Moore y de Wittgenstein, los
que han compartido la presuncién de que la
meta de la filosofia no consiste en describir
© siquiera explicar el mundo, y atin menos en
transformarfo, puesto que su preocupacién es-
pecifica deberia encaminarse exclusivamente a
examinar de qué manera se habla de él: “su
tarea, segiin se ha observado, es discurrir aver-
4 Véase el articulo “The Retreat from the Word
gu George Steiner, “Language and ‘Silencey Londves,
Penguin Books, 190; pat. tl. Seguimos la traduccion
aparecida en fa revista Asomante, XXV, 1 (1003),
lg. 25,
7
ca del discurso”? Cabe agregar, ademas, que
el criterio frecuentemente enunciado por Bor-
ges de que el Ienguaje no es mas que un “jue:
g0 de simbolos” o un “sistema de signos arbi-
trarios” sugiere afinidades con la actitud en
mayor 0 menor grado "‘convencionalista” que
adoptaron Carnap y Ajdukiewicz, set
cl lenguaje crea nuestra imagen de la realidad
y, @ $i vez, esti sujeto a normas instauradas
por medio de un compromiso, las que podrian
sustituirse modificando en profundidad nues-
tra dptica de cuanto tratamos de elaborar con
ayuda del intelecto.” También con Carnap,
Borges comparte la sospecha de que una bue-
na poreién de la filosofia tradicional se limita
‘a formular “seudoproblemas”, originados en el
intento de legitimar especulativamente creen-
cias tales como la validez del realismo o el
desciframiento de las operaciones que cumple
tuna presunta divinidad.” Aqui surge el cties-
tionamento principal que el neopositivismo ha-
ce al pensamiento sistemitico del pasado y que
Borges suscribe sin reservas: puesto que la
filosofia es lenguaje y su tinico objeto Icito
es Ia reflexién sobre el lenguaje mismo, casi
toda Ia especulacién desarrollada en el curso
9.Cf. AL. Ayer, Philosophy and Language; Ox
ford, Citrendon Press, 1960; Pag. 5
Para tina iia, de sia doctring, véange os
trabajos de Adam Sehaff,Infroducctan fa semantica
{iterico, Fonda de Cultura Heonomica, 1968), paps. 88
sso y Lengunje’y conocimiento’ (México, ‘Cri}aibo,
Yogi}, pags, 312213,
ingf, T. M, Bochenski, La filosofia actual: M&
xigo, Fondo’ de Cultura: Beondémica, segunda edicion,
{ssi pag 7638 Jane Rest
de los siglos, en la medida en que se encami-
na a plantear consideraciones de otra indole,
solo es una manifestacion particular de la li-
teratura de ficcién, despojada de todo props:
sito cognoscitivo valedero.* Al respecto, no
debemos olvidar el juicio sin atenuantes que
se desliza en "Tlén, Ugbar, Orbis Tertius”: “la
metafisica es una rama de la literatura fantés-
tica” (F, 23).
No obstante, Borges sélo acompafa a la
filosofia del andlisis Iégico hasta donde Mega
su critica sobre el valor cognoscitivo de la
metafisica tradicional; mas alld de este limite
se aparta de ella, cuando los. neopositivistas
pasan a desechar en todo sentido la validez
de la actividad desarrollada por Ia filosofia
del pasado e intentan formular, por su parte,
una metodologia propia del conocimiento cien-
tifico, Segtin los fildsofos del andlisis l6gico, Ia
metafisica no es més que un menospreciable
subproducto del lenguaje, una materia “resi-
dual”, Borges no se muestra dispuesto a sus-
tentar esta opinién en absoluto, pues juzga
que tales composiciones, si resultan dignas de
ello, merecen ser rehabilitadas como juego,
en virtud de su calidad est es decir, por
su especifico valor literario. En esto, es asi
mismo consecuente con su propia interpreta-
cién de la literatura, a Ia que considera como
un sistema combinatorio cuyos elementos los
proporciona el lenguaje. En la medida en que
Borges cuestiona en forma radical todos los
"Cf. Bochenski, foc. cit. ¥ Kolakowski, op. eit,
lg. 213.
EL_LAReRITO DEL _UNIVERSO 9
esfuerzos encaminados a obtener una penetra-
de la realidad (salvo quiz los
que aspiren a un limitado cardcter operativo),
su posicién acerca de este aspecto del neopo-
sitivismo coincide, por afiadidura, con la que
han asumido en afios recientes algunos estu
diosos, entre quienes merece citarse a Leszek
Kolakowski, autor de un corrosive ensayo so-
bre Ia ideologia del racionalismo.” Por lo tan-
to, mientras los filésofos del andlisis Iégico
tratan de superar la inadecuacién del lenguaje
con el propésito de perfeccionar un vehiculo
aque facilite el acceso discursivo a Ia realidad,
Borges. reiv
gue hablan sido denunciadasy subgsparin(une
Sin potagnia ge desea Hin
al desenvolvimento. de eualguier Sspeote“de
discurso, Tal enfoque se funda en la cireuns-
tancia de que Borges interpreta el nominalis-
mo en términos mucho mas radicalizados, que
los defensores de Ia ciencia moderna, hecho
que en ultima instancia puede remontarse al
influjo que sobre sus ideas ejercié la critica
de Hume al razonamiento experimental." De
cello se deduce que el lenguaje dificilmente pue-
da enlazarse con plenitud a la realidad, ya
fica esas_mismas_limitaciones
1 Vase ef ensayo “EI racionalismo como ideo-
logia”, en Lestek Kolakowski, Tratado sobre la mor
falidad “de Ya ratén: Caracas, Monte Avila, 12: pass
Se
WEI nominalismo de la filosofis moderna admite
aliverss radaclgns, cia variad mas radial el
Densamiehto esceprico de'Hume-es ia que ha gr
Witado en mayor proporcidn en las ideas de Bor
degre de tes graducones Robert Blnchd
digo experimental ¥ te filasojta cde ta fisicas Mex
oy Ponds be Cultura Beondince, 1995, page, 50 y 8hque su naturaleza Io impulsa con preferencia
a suscitar espejismos y ensuefos que se im-
ponen por Ja eficacia de una simetria o pro-
porcién intrinseca, de un equilibrio.primor
dialmente nominal. En todo caso, la cualidad
pristina y de mayor empuje vital que trasun-
tan las palabras —segtin este criterio— radica
en una aptitud de evocacién, mis alli de la
exclusiva descripcién minuciosa y precisa; 0
enunciado de otro modo, radica en la expre
sidn poética feliz (con sus proplas exigencias
de precision), mejor que en Ia directa referen
cia al objeto real. Por consiguiente, en el dis-
curso la palabra no puede. proporeionarnos
tuna satisfactoria interpretacién de la realidad
como descaria cl ¥igoF linglfstico de Ios neo-
positivistas—, sino que se muestra llamada a
agotarse en sf misma, a excluir —o poco me
rnos— la gravitacién directa de la cosa desig.
nada, De cuanto se ha dicho surge que el apro-
vechamiento que Borges extrac de sus inquisi-
ciones filoséfieas fundamentalmente opera por
contraste, como afirmacién decisiva del ambi-
to postico, A ello se debe su interés en la pa
radoja o el nonsense que puede ser engendrado
por una ldgica rigurosa. En la prictica, se
tata de una suerte de reductio ad absurdum
‘obtenida con el coneurso de los inntimeros
casos en que el lenguaje escapé a las preten-
siones de atribuirle una funcién cognoscitiva
En consecuencia, al restringir el margen propio
de la filosofia a’ un campo tan estrecho como
el que proponen los neopositivistas, resulta
evidente que la condicién humana es en mu-
cho menor grado “filoséfica” que “‘literaria”,
segiin lo corrobora —a juicio de Borges— el
uso habitual que hacemos de la materia ver-
bal; y si levamos el argumento hasta sus de-
rivaciones tltimas, aun seria licito sospechar
que el margen que estos pensadores se reser-
van para el ejercicio de su labor especuilativa
es harto dudoso que les pertenezca en exclu-
sividad
Por lo tanto, una de las circunstancias que
areciera garantizar la razén de ser de la lite-
ratura en su condicién de tal es la arbitrarie-
dad del signo, la imposibilidad de que el len-
guaje pueda trasladar fielmente la realidad a
tun plano conceptual. Esto ha Hevado a Bor-
ges a una sistemitica explicitacién de las fa-
Tencias que aquejan el uso del Ienguaje como
mediador en nuestra captacién del mundo, en
nuestra relacién intelectual con las cosas, Tal
posicién se halla especialmente sintetizada en
las reflexiones sobre “el idioma analitico de
John Wilkins" (Of, 139-144). Muy certeramen-
te, Michel Foucault ha seftalado un pasaje de
este articulo que posee considerable efecto
e6mico, pero que al mismo tiempo postula
inquietantes reservas acerca de nuestros ins-
trumentos especulativos. Se trata de una cu
riosa clasificacién atribuida a una supuesta
cenciclopedia china:
En sus remotas paginas esté escrito
que los animales se dividen en (a) per
' Michel Foucault, Las palabras y las cosas; Mé-
ico, Siglo XXL 1988) pags £5,2 Jaime: Rest
tenecientes al Emperador, (b) embalsa-
mados, (c) amaestrados, (d) lechones,
(@) sirenas, (F) fabulosos, (g) perros
suelios, (h) incluidos en esta clasifica:
cion, (i) que. se agitan como locos,
(j) innu: ibles, (k) dibujados con
un pincel finfsimo de pelo’ de eamello,
(A) etestera, (im) que acaban de rom:
per el jarrén, (n) que de lejos pare-
cen moscas. (OI, 142)
Hay varios motives para juzgar que este texto
resulta perturbador. En un reconocimiento
apenas superficial, bastaria con que examind-
ramos en forma aislada cada uno de los diver-
sos rubros (en especial, el designado con la
letra). Pero lo mas dramético es ta indole
deliberadamente heteréclita que exhibe el con-
junto de las especies enumeradas, hecho que
nos induce a pensar si acaso no serin arbitra-
vias todas las categorfas ordenadoras que em
pleamos en nuestra construccién de la reali
dad. Estamos acostumbrados a conceder la
arbitrariedad del lenguaje como tal (al menos,
por lo que respecta al vinculo entre significante
Yy significado), pero esto es mucho mas agre-
sivo en virtud de que nos insinéia la hipétesis
casi inadmisible de que las relaciones légicas
por sf mismas se prestan a engendrar discfios,
totalmente caprichosos. Para nuestro esquema
ideolégico ello entrafa, de hecho, Io mismo
‘que cuestionar la validez de la aptitud racio-
nal que, convenientemente ejercida, supone-
‘mos llamada a resolver todos los problemas
suscitados en nuestro trato con el mundo, De
EL_LADERINTO DEL_UNIVERSO 3
todas maneras, Borges no se inmuta, y en una
de sus entrevistas con Georges Charbonnier
aventura la opinién de que las clasificaciones
“slo son comodidades de la inteleccién”
(Charbonnier, 85). Kolakowski quiza se apro-
xime a una consideracién similar cuando re-
conoce que, de no mediar nuestro sentido
préctico, nada nos impide proponer “fantasias
surrealistas”, ordenamientos aparentemente
arbitrarios de la realidad; * pero Rudolf Car
nap y A. J. Ayer jamds se hubiesen atrevido
a llevar sus indagaciones Iogicas del lenguaje
hasta consecuencias tan extremas,
ae tlKolghonsht, Tetado sobre te mortaldad
feta rin pigs, 13878, Sequin eate sat, ef criteria
fe Nerdad' ab Rene un faSiamento: metstisice sing
Tee enn tea
FES ingle liegt aghigheea ee
He EN a ae
Sanh ae Sara
Jo ‘ant, hablando en ‘peneral, nada "nos profbe
Bama etaee Sh bre rah sa res
‘resuntamenteinventades' por ia naturaleza, ino cb-
eine or re Fai ce
oe de'ia fantaea surtatioa st eP mun’ dé og
eee ed ere ae a
habitual es porque sus elementos no tienen nombre ¥
piri ite ene Hema eare
Ee ee attr a ace
Teese Recent
Seoge e sarea Gn ea ae
epey ec mee ter Mig os
sere tae Re cea
ie Sika meres Sheree
ie i tg a ee
Rae eae ge ean sae4
2. Gravitacién de la palabra
‘Sea como fuere, el hecho de admitir las
jtaciones del lenguaje como herramienta
cognoscitiva no entrafia, en absoluto, descono-
cer Ia fuerza de conviccién que la materia ver-
bal ejerce sobre nosotros. Por lo contrario,
aunque sabemos que la realidad existe, nos
amenaza constantemente el peligro de perder
contacto con el mundo al quedar aislados en
Jas palabras, las que revelan su indiscutible
autoridad al imponernos ese modo parad6ji-
co de incomunicacién, Segin este criterio, el
Tenguaje simultineamente limita nuestras po-
sibilidades de conocimiento y nos somete a su
dominio, y esta segunda accién requiere que
Ie prestemos el maximo de consideracién po-
sible, El signo es arbitrario porque obliga a
ingresar en un juego, pero este juego reviste
para nosotros Ia mayor seriedad porque nues-
tra capacidad de relacién con el projimo se
sustenta casi por entero en él, Esto Borges
lo sefiala con respecto a sus propios cuentos:
también ellos son un juego que, en todo caso,
no puede resultar indiferente 0 tedioso para
quien los escribié, ya que al autor Ia tarea de
composicién le fue impuesta por cierta nece-
sidad Sntima que no podia rehuir (Charbon-
nnier, 11). En verdad, cuando denunciamos las
limitaciones del Ienguaje lo que estamos reco-
‘nociendo no es sw impotencia sino Ia nuestra.
De ello se desprende que la palabra —para
Borges— cobra un valor magico, pero no en
un sentido sobrenatural sino exclusivamente
EL_LABERINTO DEL UNIVERSO 95
por el influjo abrumador (aunque casi subrep.
ticio) que sin cesar ejerce en el esfuerzo hu-
‘mano de elaborar una imagen del mundo. Y
cen este aspecto, Borges hace una advertencia
sobre la funcién de la literatura que la eritica
actual debiera tomar muy en cuenta, para no
dejarse atrapar en un puro andlisis de proce-
dimientos vanos; al respecto, seiala que en el
problema literario “existe un misterio” y que
“cuando Stevenson dice que los personajes del
arte —de una novela o de un drama— sélo
son una serie de palabras, al instante sentimos
que esto no es cierto”, ya que en su trato con
nosotros todo signo exhibe un poder evocati-
vo que sobrepasa en mucho su modesta labor
enunciadora; si no admitimos la “voluntaria
suspensién de la incredulidad” que propiciaba
Coleridge y nos mostramos reacios a percibir
que los seres imaginarios instalados en una
obra de ficcién poseen una vida propia y has
ta secreta, entonces a ilusién que hace posible
el advenimiento de Ia poesia se desvanece y cl
texto queda desprovisto de sentido (Charbon-
nnier, 51-52). En todo caso, el aporte del criti
co consiste en desentrafiar la forma en que el
texto suscita ese persuasivo impacto; y aun
entonces, todavia queda un margen acaso ine-
vitable de encantamiento, por minucioso y
preciso que sea el anilisis de las estrategias
artisticas.
Por otra parte, cabe destacar que, en la
producein de Borges, el destino del hombre
y del mundo radica, con fatalidad irreversible,
en transformarse en materia verbal, en com:96 Jame Rest
ponente de ficeién. La condicién humana nos
Iieva inexorablemente a ser olvidados © a con-
vertirnos en literatura. Y en definitiva, Ia li
teratura no puede ser otra cosa que Io que es:
un sistema de signos, un espacio vacio de reali-
dad pero pleno de sortilegios. Alguna vez, Ro
land Barthes sefialé precisamente que, despro-
vistos del don de ubicuidad, debemos resig
nares a que casi todo nuestro conocimiento
de Ja vida contempordnea —aun la més es
tremecedora— se reduzea a signos proporcio-
nados por fuentes periodisticas. Shih Huang
i, aquel emperador de Ia China evocado por
Borges, opinaba lo mismo acerca de cuanto
acaecié en épocas anteriores: abolir el pasado
consiste en quemar Ios anales, en abrogar la
supervivencia de los libros de historia (OI, 9).
La tinica perduracién cierta de que pueden
disfrutar quienes vivieron en etapas pretéritas
consiste en acceder a la frigil pero obstinada
subsistencia nominal que ha quedado asentada
‘en un texto. Borges lo percibe patéticamente,
fen su propia condlicién de escritor cuya fama
va emancipando un apellido y un conjunto de
obras y separindolas de Ia existencia carnal
innominada que slo acepta ser reconocida por
el indistinto y ubieuo pronombre de primera
persona; pocos pasajes de su produccién re-
velan tal dramatismo como el despojado y
jorable fragmento que se titula “Borges y
(H, 5051)." Analogo proceso se aduené
1 En Ia BrhadarenyakaUpanishad bay un su
tivo pasaje sobre Ia Telacion entre el nombre y el Pro:
nombre de primera persona que se presta, quizis, @
‘EL LABBLINTO DEL UNIVERSO 7
de Cynewulf, el remoto poeta anglosajén que
registré su nombre en caracteres riinicos, pero
cuyas cireunstancias personales no han sobre-
vivido en ningiin otro vestigio (ALG, 37). Tam-
bin es el caso de Walt Whitman, que confirié
su propio nombre al legendario protagonista
de Leaves of Grass; de ese modo, su persona-
lidad se desdobl6 entre Ia insipida y omitible
existencia del hombre real y el “amistoso y
elocuente salvaje” que transita los poemas,
pletérico de energia y de fervor (OF, 99). A
Borges lo fascina esa aptitud que tienen los
rsonales de, borrar Ia realidad de
Yos"individuos a quienes designan, para con-
vertirse en ficciones verbales auténomas. Es
‘una taumaturgia que se complace en ejercer
pliblicamente, con el secreto deleite de sospe-
char que su intencién pasard inadvertida, Al
la estrategia més difundida consiste
cidental de seres
reales en el curso de anéedotas fabulosas, ya
se trate de su propio nombre o el de escri-
tores conocidos suyos: Adolfo Bioy Casares,
Ezequiel Martinez Estrada, Pierre Driew La
Rochelle © Alfonso Reyes, en ““Tlén, Ugbar,
Orbis Tertius"; Patricio Gannon y Emir Ro-
‘un iil paraleismo con “Borges y vo". Dice: “Ein el
Drincipig todas Tas cosas fuefon el'Ser en forma de
Personalidad. El miro en tormo de st'y no wo nada,
nlvo a'S! Mismo, Lo primero que dijo fue: ‘Soy Yo!
Bova ave Yo" te coiriera a nombre, Por fo
{anio, hasta et presente, st preguntdis a un hombre
aise To primero_ ie ebpondert es Soy Yo, y
garogara cualquier otro nombre que Shick
Purohit Swamal y WB. Yeats, Phe Tent Priicipal Upa:
rygiads: Londres, Faber, Segunda. ediion, 338; pas__ Jame Rest
driguez Monegal, en “La otra muerte”, Tnge-
ee eee
ee ee
ee ee
rr
Togre impritnir en cuaiquie cjerciclo imagine
ee ea
Ss
eee
ee ere
eee
sss
Alimentar a este monstrue insaclable; goza
ee ees
tcl, toda vez que en el texto cae el nombre
de alguien que fuso o tiene —como el de
una existencia “acaso no imaginaria” (F, 90).
Inchusive, cquién es el mismo Borges, ewando
Lr
Sonaje Fieticlo? ‘De tal manera, la literatura
delimita ‘tin territo virtual que nos permite
levar a cabo proeeas a las que se revite
ee ear are
coutiteacis y sepesor tangles can formes
epee eee ey ee ae
cee rire eee
seria fatigoso escribir (F, 11); atribuir los tra-
eee ee ee ee
Se ees
eee gee ee
Fr
nard (F, 46 y 47).
ee
tes, parece ocioso puntullzar que a Borges
EL LADERINTO DEL. UNIVERSO
nada Jo apasiona en tal medida como la gra-
vitacién del lenguaje en Ia existencia human:
Ja literatura es un asunto constante de su lit
teratura. Pero ello se pone de relieve no slo
cen sus meditaciones o experimentos Tinglifsti
cos sino también en el empleo habitual que
hace de las palabras. La maestrfa que Borges
exhibe en Ia composicion de la prosa (e igual-
mente del versa) ha sido elogiada y examinada
‘en multitud de ocasiones: los procedimientos
hhan sido analizados; los usos verbales, tabu:
lados; las imagenes, aisladas; la complejidad
del estilo, desmenuzada en sus elementos. Co
mo ha reconocido el autor mismo, las condi-
‘clones en que fueron elaboradas las piezas que
Ja integran hacen que el lenguaje desemperie el
papel protagénico de Historia universal de la
infamia, libro del que se pueden desgajat in-
nimeras muestras de los usos que, acaso mas
atenuados, habrian de convertirse en tpicos
de Borges." También la noticia sobre “el arte
de injuriar” (HE, 145-155) proporciona ejem-
plos tan agudos como felices de la diatriba
solapada que se origina en un excepcional ma-
nejo de la materia verbal. Un breve catélogo
de esta destreza debe incluir la exactitud en
I seleccién de los términos, el oportuno enla-
AL respecto, Borges escribe en AF, 239: “Las
piezas estaban destinadas un consumo popular, en
Ellario.Critfeg, © intencionalimente eran pintorescas.
‘Ahora pienao que el secreto valor de estos. bocetos
Ziidems del mero placer que sentt al eseribirlos—
Gonsiste-en el hecho de que eran eereieios narratvos,
Fucato ae Tas rama ereunstancian me-eran da
ks, cuahto tenla que Hacer era adornarlas eon una
ferle‘de vividas vatlaclones”100 ___taime Rest
‘ce de vocablos que llega a sorprendernos con
sobrentendidos mas precisos que la explicita-
ccién, Ia economia de la adjetivacién, los va-
riados y permanentes empleos de una ironia
que se torna mis corrusiva por su aire de
inadvertida despreocupacién:
Hollywood, por tercera vez, ha difams
do a Robert Louis Stevenson. Esta di
famacion se ttula EI hombre y la bes
fia: la ha perpetrado Victor. Fley
que repite con aciaga fidelidad los
errores estéticos y morales de la ver
sién (de la perversion) de Mamoulian,
( U, 179)
Estas pocas lineas elegidas casi al azar (y le-
Jos de ser las mas representativas) darfan para
‘una pormenorizada disertacién sobre el aspec-
to de malicioso desliz que comunica la presen-
cia de Ios verbos difamar y perpetrar, sobre
las reverberaciones seminticas que imparten
al giro aciaga fidelidad una textura antitética
y manierista, inclusive sobre la cualidad oral
del rectificador aparte que se introduce con Ia
sagaz ubicacién del paréntesis. Muchas veces
se ha ensayado esta labor y se repite a diario,
transformada en compulsiva tarea escolar. Sin
embargo, conviene tener presente que esta vir-
tuosidad del estilo no es, para Borges, ni un
preciosismo ocioso ni un formalismo vacio que
se agota en si mismo y que puede estudiarse
aisladamente, sino que se halla ligada de ma:
nera {ntima a una concepeién del Ienguaje se-
sgtin Ja cual la palabra se apodera del hombre
en azn de su fuerza persuasiva, del férreo
{10 _DEL_UNIVERSO. tor
dominio que ejerce sobre nuestra imaginacién.
No cabe duda de que los escritos de Borges
sefialan una verdadera revolucién en las letras
argentinas y aun en las de toda el area his.
panohablante: por contraste con la prosa or-
nada de herencia modernista o con el lenguaje
descuidado de otros escritores que lo prece
dieron inmediatamente, propone un estilo fun-
cional que se caracteriza por la expresividad
ograda con una utilizacién rigurosa, cefiida,
de las palabras, Pero, al mismo tiempo, no
admite ni justifica la inagotable —y, a su jui
cio, superflua— diligencia de quienes se dis
traen en Ia computacién de efectos “actistico-
decorativos" (D I, 45). Ya en 1930 anotaba
tuna observacién que no ha desmentido en el
curso de los afios:
La condicion indigente de nuestras le-
tras, su incapacidad de atraer, han ope-
rado entre nosotros una supersticion
del estilo, una distraida lectura de aten-
tiones parciales. Los que adolecen de
esa. supersticién entienden por estilo
no la efectiva representabilidad de una
pagina, sino las habilidades aparentes
del escritor: sus comparaciones, su
aciistica, los episodios de su_puntua-
Gidn y de su sintaxi, Son indferenes
a la propia conviecién 0 propia emo-
cidn: buscan tecniquerias (la. palabra
es de Miguel de Unamuno) que les co-
municaran si lo escrito tiene el dere-
cho o no de agradarles. (D1. 43)
Borges comparte con aquellos a los que de-
nuncia Ia certidumbre de que el lenguaje lo102 __ Jaime Rest
es todo en el texto, pero a la vez discrepa con
ellos porque se limitan a una viviseccién des-
humanizada, exenta de sentido o fundamenta-
cién, ajena a las secretas claves antropolégicas
‘que —en su opinién— han permitido al signo
adquirir su prestigio y autoridad. Por consi-
guiente, su excelencia artistica resulta indis-
cutible; pero no es el mero producto de una
artesania verbal (por importante que ello pa-
rezca), sino que ademis responde a las neces
dades clementales del hombre en su condicis
de habitante —muy probablemente, prisione-
ro— de un mundo nominal. Desde su punto
de vista, el escritor tiene que desarrollar un
dominio pleno de las estrategias retoricas, pero
no como una via de exclusive “embellecimien-
to” textual, sino como un instrumento que en
forma operativa contribuya a explorar las re-
Taciones del lenguaje con la experiencia huma-
na, hasta el deslinde de sus posibilidades ex:
temas,
3. Realidad y ficcidn
En suma, las relaciones que mantenemos
con los signos constituyen el eje en torno del
cual se organiza en su totalidad el pensamien-
to literario de Borges. Los hombres se hallan
instalados simultineamente en dos universos
que de algiin modo son andlogos y coextens
vos, pero que al mismo tiempo se oponen en:
tre si tal como la imagen de un espejo se
‘opone al objeto reflejado. Estamos insertos
Ex Lamerinro pL UNtvERSO 103
en uno de estos universos, del que formamos
parte; el otro, en cambio, consiste en el siste-
ma de simbolos que utilizamos para interpre.
tar al anterior. Por su naturaleza intrinseca, el
primero es real; el segundo, ficticio. El mun-
do real es un laberinto del que no es posible
escapar; el ficticio es Ia imagen registrada en
al espejo de nuestra reflexidn sistematizadora.
En tanto existimos somos una porcién de esa
realidad cuyas caracterfsticas, empero, resultan.
inexplicables para nosotros pues tan pronto
como tratamos de enunciarlas —y aun de pen-
sarlas— se convierten en ficcién. Por con:
guiente, la realidad en si misma se nos presen
ta cadtica, dura, rigida, inescrutable. De all
surge que nuestro destino “no es espantoso
por irreal; es espantoso porque es irreversible
y de hiero” (OI, 256). En sus declaraciones,
Borges llega casi a una interpretacién materia
lista de la realidad, interpretacién que se pro-
pone justificar el ejercicio de la filosofia como
tuna forma de evadirse de lo que es inflexible
y opresivo: “si uno es materialista y cree en
las cosas duras y rigidas, entonces queda ata-
do a la realidad 0 a lo que se denomina reali-
dad” (Burgin, 138). En la medida en que esta
observacién hace equivalentes el mundo ma-
terial y la realidad, Borges dificilmente pueda
ser considerado por entero subjetivista e in-
clusive parece escapar a la posible acusacién.
de solipsista.” Sin embargo, sus textos decla-
Cabe destacar, empero, que en este punto Bor-
‘ges no mantiene una lines que pueda ser considcrada
Thequivoca. Por ejemplo, en la Brevisima pieza titula:108 __Jawer Rest
ran de manera constante que, en cuanto inten-
tamos transmitir u ordenar nuestra experien-
cia de esa realidad, inevitablemente quedamos
atrapados en el lenguaje, el cual nos impone
tuna sustitueién de los datos concretos que pre-
tendemos comunicar o estructurar. Por lo tan-
to, nuestro esfuerzo de concebir 0 declarar, a
causa de la indole misma de la accién, nos
ubiea en un dmbito sustitutivo, ficticio, De
esto se desprende que ficcién es todo aquello
que enunciamos por medio del lenguaje, sea
Jo que fucre. Tal aserto es igualmente vilido
para la formulacién cientifica, filoséfica 0
poética, ya que el acto de decir entrafia por
si una transposicién cualitativa del objeto real
y del circuito de relaciones en que se halla in-
serto. Ademis, ello no sélo es aplicable a las
interpretaciones que extracmos de nuestro con-
tacto con los hechos y cosas que nos circun-
dan, sino que también resulta extensivo a las
expresiones utilizadas para manifestar nuestra
propia conciencia, pues el lenguaje es el con:
junto de ““grunidos y chillidos” —segiin dice
‘Chesterton— que imaginamos capaces de “sig-
nificar todos los misterios de la memoria y
todas las agonfas del anhelo” (OI, 212). En de
finitiva, no queda al respecto ninguna alterna-
tiva: cuanto enunciamos —por extremada que
sea nuestra biisqueda de exactitud verbal— es
inevitablemente ficcién. La palabra cuenta con
tuna excepcional aptitud persuasiva porque es
tun recurso que parece prestarse con plastic
da, “Ta” (OT, 69) cada hombre es “uno", es “nico”
yisiempre été solo"
BL LAMERINTO DEL. UNIVERSO 105
cidad y eficacia a nuestra instrumentacion
ordenadora; pero a la vez se muestra harto
traicionera porque, sin que prestemos debida
atencién al hecho, nos traslada a un plano de
presencias fantasmales.
La perfidia del lenguaje, que convierte en
ficcién cuanta realidad es asimilada en el rea
de su influjo, constituye una de las preocupa-
ciones constantes de Borges; en especial, ello se
observa en algunos cuentos en que este asun-
to suele presentar un aspecto bastante com-
plejo ¢ indirecto, al punto de que es posible
sospechar un premeditado disimulo, el que no
obstante ha sido conecbido tal vez no con el
propésito de velar intenciones sino, mas bien,
de reerear por medios poéticos Ia forma sola:
pada en que opera Ia palabra cuando desen-
vuelve su intrineado juego de encubrimiento y
transposiciones, esa accién tan suya de disgre-
gar los hechos a través de una labor piblica
yy desembozada pero que, en razén de nuestros
hhabitos negligentes, permanece casi ignorada
y secreta. Un ejemplo inicial puede extraerse
de ta pieza titulada “Historia del guerrero y de
Ja cautiva” (4, 4954), que segiin apunté ef
mismo autor “se propone interpretar dos he-
chos fidedignos” (A, 181); es decir, que tuvie
ron consistencia real, si nos atenemos a las
fuentes utilizadas: por una parte, el episodio
fen que el lombardo Droctulft abandona a: su
gente y muere defendiendo Ravena, asediada
por quienes habian sido sus compaiteros de
armas; por la otra, la anéedota de la cautiva
inglesa que prefirié continuar su vida en las106 Jaume Rest
tolderias indigenas, en lugar de regresar al
mundo del que habia sido arrebatada. AL su
perponer ambas historias, Borges destaca una
polarizacién de actitudes: el guerrero se iden-
tifica con las formas de vida mas claboradas
y urbanas, en tanto que la cautiva escoge las
‘condiciones mas primitivas y risticas. Sin em-
bargo, al mismo tiempo hay algo que confiere
tuna profunda ¢ inequivoca afinidad a las dos
decisiones, pues sus protagonistas —separados
por “mil trescientos afios y el mar”— acata-
ron un mismo “impetu secreto” que fue “més
hondo que la razén” y que “no hubieran sa-
bido justificar”, impetu que los Hevé a consus:
tanciarse con un orden al que no pertenecian
por origen y formacién pero en el que estaban
Hamados a integrarse. Cabe destacar una cit-
‘cunstancia bastante curiosa: el hecho de que
este comentario sobre dos episodios reales ha-
ya sido recogido en un volumen de ficciones.
Tal decisién pone en un primer plano, impli-
cito pero muy significativo, las opiniones que
el autor sustenta acerea de la palabra y su
capacidad estructuradora: basta la yuxtapost
cién que conduce al mutuo esclarecimiento
para que dos sucesos que pertenecian a la
realidad se conviertan, sin tropiezos, en ingre-
| diente de un ejercicio imaginative. Aqui de
\ nuevo se torna ostensible Ia extrema tenuidad
del matiz que separa la crénica veridica de la
fabula, cuando Ia intervencién del medio na-
rrativo disuelve la consistencia de ambos per-
sonajes y los transforma en exclusiva materia
nominal, tinea esperanza de supervivencia que
DeL_UNIVERS
Jos seres humanos pueden abrigar con alguna
certeza. Para perdurar, el hombre y el mundo
se tienen que volver ficticios, se deben some
ter a las normas que imperan en la literatura
Al respecto, en la “Pardbola de Cervantes y
de Quijote” (H, 38) Borges recuerda que el
novelista espaiiol, al concebir su. produccién
mds memorable, quiso mostrar la oposicién
entre Io cotidiano y real, por un lado, y los
vanos prodigios de las narraciones caballeres-
cas, por el otro; para ello, imagind a un lector
enloquecido por la frecuentacién de tales his-
torias y lo ubicé en el muy concreto paisaje
hrispanico de la Mancha y de Montiel; pero no
pudo evitar que “los afios acabaran por limar
Ia discordia” y que ese ambito real en el que
transcurre la accién terminara adquiriendo
caracteristicas “no menos poéticas que las eta-
pas de Simbad 0 que las vastas geografias de
Ariosto” (y aqui el significado de postico se
aproxima al de “fabuloso”, o tal vez inclusive
al de “irreal"). En suma, que el lenguaje po-
see un espacio propio que es inviolable por-
que nada puede ingresar en él sin adecuarse a
Jas leyes que alli imperan. En consecuencia,
no es posible en modo alguno que la realidad
logre penetrar o arraigar en el mundo de la
ficcién, a menos que la naturaleza de esa rea-
lidad sufra una transformacién radical
Por lo contrario, la fiecién tiene una inst
diosa aptitud mimética que le permite infiltrar-
se en la realidad, la que resulta muy permea-
ble a pesar de su solidez concreta. Dos relatos
de Borges parecen deliberadamente concebidos108 Jane Rest
con el propésito de ilustrar esta aseveracién:
uno es “Tema del traidor y del héroe” (F, 137-
141); el otro, “Emma Zunz” (A, 6168). La
primera de estas composiciones bosqueja las
intrigas revolucionarias que tienen lugar “en
tun pais oprimido y tenaz”. Fergus Kilpatrick,
reconocido jefe de la conspiracién, es desen-
mascarado por uno de sus Iugartenientes como
traidor a la causa emancipadora; condenado
& muerte por sus secuaces, se pretende evitar
que trascienda Ia felonia ‘del héroe popular,
para lo cual se disimula la ejecucién tras la
mise en scine de un atentado pablico cuya
trama es cuidadosamente elaborada sobre el
modelo que proporcionan dos tragedias de
Shakespeare. De tal modo, las calles de Du-
lin se convirtieron en un inmenso tablado en
el que se desenvolvié una vasta representa:
cidn, con el concurso de una muchedumbre de
actores. Segtin admite el mismo Borges, el epi-
sodio se inspira en las paradéjicas fantasias
de Chesterton;.pero la lad-tel-asun:
consiste en introducir 1 aparato histriénico
‘como parte integral de la eonfaridido
con ella hasta el punto de que es inverosimil
declarar lo acontecido, es irrelevante denunciar
la simulacién. Por contraste, “Emma Zunz”
presenta una narracién de apariencia mucho
més simple pues entrelaza un grupo de situa-
ciones aisladas que vive un mismo personaje
y que nada tienen de insélitas 0 descomuna-
Tes, Jo cual en una primera lectura puede le.
varnos a suponer que nos hallamos ante una
pieza de ficcién naturalista. Lo singular es la
EL LABERINTO DEL UNIVERSO 109
forma en que Ja protagonista cumple su plan
vengativo urdiendo un relato que prescinde de
la inconexién entre los hechos y que enkebra
Ja realidad fragmentada en una continuidad
fingida, cuya persuasién verbal elimina toda
fisura y fragua una coherencia causal ausente
cen Ia serie de acontecimientos congregados.
Por esta via el lenguaje sistematiza un eonjun-
to de particulas dispersas y postula una su-
cesién eslabonada, una historia que “era in-
erefble, en efecto”, pero que sin embargo "se
impuso a todos” porque respondia de algin
modo a nuestra idea de verosimilitud. Con.
vertida en un juego de signos relacionados, Ia
azarosa y fracturada realidad acaba por fun-
dirse y vertebrarse en lo que es apenas un espe-
Jismo. Cabe sospechar que esta arbitraria con-
‘eatenacién de los datos utilizados se propone
sugerirnos algo asf como un modelo de los pro-
cedimientos en que se sustenta Ia elaboracién
del pensamiento cientifico. Para lograr su ob
jeto, Borges ensaya la operacién contraria a la
{que cumplié David Hume con anélogo propé:
sito: en tanto ef filésofo desmonta y analiza
Jos mecanismos que intervienen para infundir
solidez aparente @ nuestra exégesis conjetural
de los procesos naturales, el cuentista procura
trazar Ia sintesis que conduce a tales interpre-
taciones; pero en ambas direcciones se pone al
descubierto un mismo problema, un idéntico
cuestionamiento de las aptitudes humanas para
desentrafiar cémo funciona el mundo en que
vivimos. Los instrumentos especulativos de que
disponemos limitan nuestra posibilidad de al-110
canzar con certeza un pleno domi
dad”
De cualquier manera, la situacién del hom-
bre no admite ninguna alternativa: pese a las
restrieciones que nos impone, el lenguaje apa-
rece como nuestra tinica via satisfactoria de ex:
presién, Por consiguiente, no se debe desesti-
mar totalmente Ia opinién de Letbniz —que
compartié el zarandeado profesor Pangloss—
acerca de las presumibles ventajas que entrafia
el Ambito de nuestra existencia: aunque nos
precipite sin cesar en la ambigtiedad y el equt-
vyoco, la abstraccién proporcionada por los con-
‘ceptos tal vez resulte més soportable para nues-
tro entendimiento que la cadtica ¢ ilimitada
conerecién de los hechos individuales. Segin
declaré Borges, este es el hilo conductor que
debe entresacarse de “Funes el memorioso”:
“un buen hombre, un hombre muy ignorante,
tiene una memoria perfecta, tan perfecta que
las generalizaciones le estan prohibidas; muere
‘muy joven, agobiado por esta memoria que po-
dria soportar un dios, no un hombre” (Char-
» Por supesto a idea de gus el mundo no pus.
de ser captarado por nuestros medios conceptuales ¥
Ghupeiativos es tipiea, del nominalismo. Pere a ell,
Tambien es caracteristiea de otra corriente de pense”
miento. En ia medida en que la experiencia de lo dk
Mino ite concebida coma realidad, fos mstcos perc!
bleron acimismo esta faleneta del lenguaje, a la que
taigron de aabeepanere ens ecto coh yada
de la metsforar prensese, a respecto, en ef ejemplo
memorable que ofrece fs poesia de San Juan de ta
EAE Suchtionamionto del lengua coin rea
Epareve expliitado, por lo dems, en las postrimering
Gel siglo vide muesis ers, en la Teotogta mistiea del
Pseudo Dionisio.
bonnier, 77). El protagonista del cuento (F,
117.127) no olvida ningtin detalle, y a causa de
ello descubre que las palabras s6lo consienten
tun margen de representacién limitado e incier-
to. Funes advierte que la exactitud de nuestros
enuneiados requeriria un vocabulario infinito,
pues en su recuerdo cada hoja de drbol se dis
tingue de las demas y tiene que contar con un
término que la designe; pero inclusive esta
multiplicacién de nombres propios resultaria
insuficiente, porque cada hoja modifica su apa-
riencia en instantes diferentes, por obra del sol,
de la Muvia, del viento, del cielo biol6gico. La
prodigiosa retentiva permitié a Funes aprender
sin esfuerzo multitud de lenguas; en cambio,
Jo inhabilité para el pensamiento, ya que esta
actividad consiste en cierto grado de negligen-
cia: “pensar es olvidar diferencias, es generali-
zar, abstraer” (F, 126). Al llegar a esta com-
probacién, Borges formula sw circunseripta
rehabilitacién de las ideas platénicas, no por
el cardcter sustancial que les atribuye el realis
mo filosofico sino porque glorifican un medio
que, dentro de su precariedad, se presta para
enuneiar nuestros juicios, para organizar nues-
tra existencia, para permitimos el trato con
nuestros semejantes. El hombre es, en esen-
cia, un animal lingifstico que se halla recluido
inexorablemente en un espacio nominal. Le su
cede Io que al pajaro cautive que ha legado
a familiarizarse en demasfa con su jaula y ha
perdido por completo su disposicién para vivir
en libertad: es incapaz de sobrellevar intelec-
ceso de realidad. Esta es la
tualmente un
También podría gustarte
Resumen, CAP 5,6,7, Breve Historia Contemporanea de La Argentina, Romero
Aún no hay calificaciones
Resumen, CAP 5,6,7, Breve Historia Contemporanea de La Argentina, Romero
21 páginas
Perpetua
Aún no hay calificaciones
Perpetua
21 páginas
Los Cautivos
Aún no hay calificaciones
Los Cautivos
87 páginas
La Mampara
Aún no hay calificaciones
La Mampara
4 páginas
CAVERNÍCOLAS
Aún no hay calificaciones
CAVERNÍCOLAS
11 páginas
Fogwill
Aún no hay calificaciones
Fogwill
7 páginas