Cerrando Las Puertas Al Ocultismo (Enero 2021)
Cerrando Las Puertas Al Ocultismo (Enero 2021)
OCULTISMO
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INTRODUCCIÓN
Son raras las posesiones o las infestaciones de lugares que he atendido en las que
el interesado o la interesada, no haya hecho espiritismo, por ejemplo, mediante
“juegos” de la Ouija o de su versión más reciente, el Charlie Charlie; o mediante la
presentación new-age del espiritismo como channeling o canalización con espíritus,
maestros ascendidos o seres extraterrestres, o acudido a adivinos o curanderos.
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En la mayoría de las afecciones malignas preternaturales la vulnerabilidad del
afectado procede sobre todo de haber realizado prácticas supersticiosas. Y por eso,
después de revisar cómo se encuentra el paciente en vida cristiana, lo primero que
hay que mirar son sus antecedentes idolátricos para que se dedique por un tiempo
a abjurar de ellos de forma sistemática.
Para que la puerta se abra, no es preciso que la práctica ocultista se haya realizado
con intención de invocar a los diablos. Estas prácticas funcionan objetivamente,
aunque el interesado subjetivamente desconozca el alcance de lo que hace. Y por
eso es frecuente que; en cuanto se empiece a hacer la oración de renuncia al
ocultismo, el Espíritu Santo, que es Quien convence al mundo del pecado, revele a
la persona afectada prácticas idolátricas a las que hasta ese momento no había
dado importancia.
Las prácticas ocultistas se han ido introduciendo en la vida de muchas personas sin
que sean conscientes de la gravedad de las supersticiones. Y no digamos ya si se
presentan con apariencia cristiana, como sucede en la santería. En muchos
ambientes antes cristianos se han convertido en algo normal diversos modos de
adivinación – Tarot, y Ching, Runas vikingas- cartas astrales, horóscopos, escritura
automática, curanderismo por contacto, entre otros; así como el uso de amuletos y
talismanes como pirámides, tréboles, herraduras, velas de colores, baritas de
incienso, cuarzos, mano de Fátima, ojo azul, máscaras funerarias africanas y
egipcias, elefantes, búhos, brujas, atrapasueños, llamadores de ángeles, elfos,
gnomos, duendes, y otros muchos más.
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PRIMER DÍA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados y así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me
darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el
fin de mi vida. Amén.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del enemigo malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
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Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
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SALMO 18
R. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
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El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste un bramido,
con tu nariz resoplando de cólera.
Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
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LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 3, 1-15
La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había
hecho. Y dijo a la mujer: «¿Conque Dios te ha dicho que no comas de ningún árbol
del jardín?». La mujer contestó a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los
árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en la mitad del jardín nos ha
dicho Dios: “No coman de él ni lo toquen, de lo contrario morirán”». La serpiente
replicó a la mujer: «No, no morirán; es que Dios sabe que el día en que coman de
él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios en el conocimiento del bien y el
mal». Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno para comer,
atrayente a los ojos y deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y
comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió. Se les abrieron los ojos a
los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se
las ciñeron. Cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la
hora de la brisa, Adán y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre
los árboles del jardín. El Señor Dios llamó a Adán y le dijo: «¿Dónde estás?». Él
contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo y me
escondí». El Señor Dios le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo?,
¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?». Adán respondió: «La
mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí». El Señor Dios
dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?». La mujer respondió: «La serpiente me sedujo
y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre
todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás
polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y
su descendencia; esta te aplastará la cabeza mientras tú le herirás el talón».
Palabra de Dios.
Nosotros nos colocamos a los pies de Jesucristo y nos rendimos a su señorío, nos
atamos a su santa voluntad, nos amarramos con los lazos infinitos de su
misericordia, abrimos nuestros corazones de par en par para que penetre e invada
todo nuestro ser. En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo muerto y resucitado
nosotros clamamos y aplicamos su sangre preciosa sobre nosotros, sobre nuestra
familia, sobre nuestros bienes espirituales y materiales. Nosotros sellamos nuestros
corazones para que con tu sangre preciosa sean limpiados de odios, resentimientos,
temores, angustia, soledad, tristeza, dolor e incertidumbres. Nosotros sellamos
nuestros espíritus en la sangre preciosa de Jesús. Nosotros sellamos nuestra alma
en la sangre preciosa de Jesús. Nosotros sellamos nuestras mentes y nuestra
voluntad en la sangre preciosa de Jesús. Nosotros sellamos nuestro pasado y
nuestro presente en la sangre preciosa de Jesús. Sellamos con la sangre preciosa
de Jesús a nuestros hijos para que ante el sello poderoso de la sangre de Jesús
huya toda fuerza del mal. Aplicamos la Sangre Preciosa de Jesús, sobre nuestras
casas y todos los que habitamos en ellas. Derramamos la Sangre de Jesús en
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nuestro trabajo y en nuestro negocio para que queden sellados y ninguna potencia
del maligno pueda hacernos daño. Amén.
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
San Miguel,
San Gabriel,
San Rafael,
San Elías,
San Juan Bautista,
San José,
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A cada uno respondemos: Ruega por nosotros
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomás,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomé,
San Mateo,
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
San Silvestre,
San Gregorio,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
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San Martín,
San Nicolás,
San Antonio,
San Benito,
San Bernardo,
Santo Domingo,
San Francisco,
Muéstrate propicio,
De todo mal,
De todo pecado,
De tu ira,
De la muerte súbita e imprevista,
De las asechanzas del demonio,
De la cólera, del odio y de toda mala intención,
Del espíritu de fornicación,
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Del rayo y de la tempestad,
Del azote de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu venida,
Por tu nacimiento,
Por tu bautismo,
Por tu santo ayuno,
Por tu pasión y tu cruz,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu santa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
En el día del juicio,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Dios y Padre nuestro, que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad, te rogamos
suplicantes por todos nosotros para que apartes el espíritu del mal y nos restituyas
a la plena libertad de tus hijos para que así, te alabemos siempre con la multitud de
tus santos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Oh Dios uno y Trino, Señor Santo, Dios poderoso, yo: (decir nombre y apellidos)
hoy y por siempre me postro a tus pies para adorarte y glorificarte como: mi Dios,
mi Señor, mi Dueño, mi Amo, mi Rey, mi Todo. Amén.
Señor mío, proclamo con todo mi ser, que mi vida te pertenece por siempre a Ti y
solo deseo vivir bajo tu bendición, tu gracia y protección. Amén.
Proclamo con todo mi ser tu Grandeza y Majestad: Santo Dios Creador, Santo Dios
Salvador, Santo Dios Santificador. Santo eres Dios uno y Trino por los siglos de los
siglos. Amén.
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para que, renunciando al enemigo y a toda maldad, quede libre de las ataduras y
perversidades malignas y este lleno de tu santo y poderoso amor. Amén.
Dios mío, por lo tanto, libre, voluntaria y conscientemente, hoy y siempre, + renuncio
a satanás y a todas sus legiones espirituales y materiales que me atacan para
destruir mi vida presente y futura, a mi familia y todo lo mío. Renuncio a los tres
enemigos de mi alma: el demonio, el mundo y la carne. Proclamo firmemente: que
deseo vivir la libertad de los hijos de Dios sirviéndote solo a ti Dios uno y Trino:
Padre, Hijo y Espíritu Santo; amándote en el amor de María Reina en la Iglesia
Santa, fundada por ti para mi salvación. Amén.
Hoy proclamo que deseo vivir tus Santos Mandamientos y Sacramentos en tu Santa
Iglesia y en el amor de María Santísima y que todo lo que me ataca para que no lo
haga, se aleje de mi vida y quede atado con tu poder a los pies de la Cruz de Tu
Hijo amado Jesucristo por la fuerza del Espíritu Santo. Amén.
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Libérame + oh Dios mío de todas las cadenas que no me permiten amarte y cumplir
Tu Voluntad y aleja de mis esos enemigos que me atacan constantemente para que
no viva tu gracia, tu verdad y bendición. Amén.
Poderoso Señor: libera y aleja de mi todo espíritu de: soberbia, envidia, pereza, ira,
gula, avaricia y lujuria y todos los demonios capitales y maldades que me atacan
para perturbar mi vida de cada día y la de mi familia y no permitirme vivir según tu
verdad. Amén.
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Hoy, Trinidad Santa, pido que + me liberes, desates y sanes y yo renuncio en tu
Nombre al enemigo y sus legiones espirituales y materiales que me aten y hagan
ser víctima de temor al futuro, de miedo al fracaso en lo que haga, de miedo a
afrontar el pasado y dejarlo atrás, de miedo al fracaso en mi vida personal y
profesional, de miedo al fracaso en mi vida sentimental, con mi familia; renuncio al
miedo al fracaso en todos los aspectos, renuncio a todo apego desordenado a
alguna persona, a ser mal esposo, padre o mala esposa o madre, miedo a no ser
entendido y a expresar mis ideas, sueños, anhelos, proyectos por muy difíciles o
imposibles que me parezcan o que le parezcan a otros; renuncio al miedo de ser
mal esposo y padre o mala esposa o madre, mal hijo, mala hija, mal estudiante o
profesional, mal trabajador o en lo que me desempeño, a ser mal amigo o
compañero, renuncio a traicionar a alguien y hacerle daño con palabras, chismes,
calumnias u otras formas de maldad. Libérame con tu poder Señor de todo lo que
esté afectándome para bloquear mi vida y mi camino de cada día, líbrame de toda
persecución contra mi vida y los míos. Eres poderoso, en ti pongo todo mi existir.
Creo, confío y espero en ti amoroso Señor mío. Amén.
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Hoy, Trinidad Santa, pido que + me liberes, desates y sanes y yo renuncio en tu
Nombre al enemigo y sus legiones espirituales y materiales que me aten y hagan
ser víctima de: falta de perdón y amor hacia mí mismo, falta de perdón por mis
pecados pasados, de aceptarme como soy y luchar por mi conversión continua, yo
renuncio a todo maltrato hacia alguien, hacia mí mismo, hacia mi familia y otras
personas de palabra o de obra, de humillación, agresión, de violencia hacia mi
esposa o esposo, hacia mi padre, hacia mi madre, mis hermanos, mis hermanas,
hacia los superiores en cargo, hacia personas que estando en algún sitio de
autoridad ejerciéndola abusaron de mi como persona: en lo emocional, en lo mental,
en lo espiritual, en lo físico, a personas en puestos de gobierno que tratamos con
ellos en algún caso que les competía resolver hacia mi o alguna otra persona con
la cual de alguna manera guardo algún vínculo, etc., en otras palabras todo rencor,
odio, venganza, resentimiento o rechazo hacia personas de cualquier clase o cargo.
Libera las ataduras que se hayan generado por ello en mí y en otros. Libérame con
tu poder Señor y reine en mí el amor verdadero. Creo, confío y espero en ti amoroso
Señor mío. Amén.
Señor Santo, ahora te pido que, con tu poder Trinitario, Creador, Salvador y
Santificador: + laves, limpies, purifiques, liberes, desates y sanes con tu majestad
poderosa, todas estas cosas mencionadas a continuación: toda mi cadena
intergeneracional: Todo mi pasado y el de mi familia. Amén.
Yo (decir nombre completo) soy tuyo Señor, por siempre tuyo, para siempre tuyo.
Profeso que solo deseo vivir mi vida con el corazón puesto en el cielo. Mi principio
y mi fin eres tú y declaro con todo mi ser, que viviré mi batalla de cada día, guiado
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por tu poder y majestad y venceré para llegar a gozar de tu amor en la eternidad.
Me refugio y consagro para ti, en el Inmaculado Corazón de María Reina de los
Corazones, para vivir tu Santa voluntad. Amén.
Proclamo con todo mí ser tu Grandeza y Majestad Señor y Dios mío con todo el
cielo: Santo, Santo, Santo. Amén.
Amadísimo Padre, como hijo tuyo, te pido: Que envíes a la Santísima Virgen María
para que me guíe hacia Jesús y que Jesús me envíe el Espíritu Santo para que
todos ellos me lleven a Ti. Que habites conmigo y en mí, un templo viviente
preparado por María, dedicado por Jesús y purificado por tu Espíritu Santo. Y que
yo siempre esté contigo y en Ti. Que me permitas, como hijo tuyo, ser tu verdadero
e íntimo amigo, uno que te ama por sobre todas las cosas. Y que vengas por mí
cuando muera, para llevarme a casa contigo.
Te pido, además, Padre, por el bien de la humanidad: Que tengas piedad de todos
tus hijos pasados, presentes y futuros. Que traigas la paz al mundo y que reúnas a
todos tus hijos en Ti. Y que venga tu Reino y tu Voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Amén.
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CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones
y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dígnate
formarme con María y en María, según el modelo de tu amado Jesús. Gloria al Padre
Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre auxilio del pueblo cristiano,
continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos
de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los
obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preserva de la impiedad y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos,
el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos
confines de la tierra.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes,
particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a
fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con
nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos
que te conozcan, amen y podamos llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal
manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza y, en fin, el
pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor
que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra
el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte
una corona en el Paraíso. Así sea.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados y así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me
darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el
fin de mi vida. Amén.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
poder del enemigo; Dios santo que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del enemigo malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
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Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
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SALMO 15
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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diciendo: «Desde que sucumbiste, no sube el leñador para talarnos». El abismo se
estremece en lo profundo cuando sale a tu encuentro, despierta a las sombras en
tu honor, a todos los grandes de la tierra, se alzan de sus tronos todos los reyes de
las naciones. Te responden y dicen: «También tú, como nosotros, has perdido tu
fuerza, eres como nosotros: al abismo fue arrojado tu esplendor, el son de tus arpas;
debajo de ti, un lecho de gusanos; tu cobertor, lombrices. ¡Cómo has caído del cielo,
astro matutino, hijo de la aurora! ¡Has sido derribado por tierra, opresor de
naciones! Tú decías en tu corazón: “Escalaré los cielos; elevaré mi trono por encima
de las estrellas de Dios; me sentaré en el monte de la divina asamblea, en el confín
del septentrión escalaré las cimas de las nubes, semejante al Altísimo”. ¡En cambio,
has sido arrojado al abismo, a las profundidades de la fosa!». Los que te ven, miran
estupefactos y reflexionan: «¿Era este el hombre que hacía temblar la tierra y
estremecerse los reinos, que convertía el mundo en un desierto, destruía sus
ciudades y no liberaba a sus prisioneros? Todos los reyes de las naciones reposan
con honor, cada cual en su morada. A ti en cambio te han arrojado de tu tumba
como a un vástago despreciable, cubierto de muertos traspasados por la espada, y
arrojados sobre las losas del sepulcro, como un cadáver pisoteado. No te reunirás
con ellos en la tumba: porque has destruido tu país y asesinado a tu gente. Nunca
más se hablará de la descendencia de los malvados». Preparad a sus hijos para la
matanza por la culpa de sus padres, no sea que resurjan y se adueñen del país, y
cubran el mundo con sus ciudades. Me alzaré contra ellos oráculo del Señor del
universo y extirparé de Babilonia el nombre y la descendencia, posteridad y
progenie oráculo del Señor. Haré de ella propiedad de erizos y la convertiré en un
lugar cenagoso, la barreré con la escoba de la destrucción oráculo del Señor del
universo.
Palabra de Dios.
ORACIÓN DE PROTECCIÓN
Con sus manos colóquese una armadura: Nos ponemos la armadura de Dios, para
estar vestidos de Cristo.
Ponga las manos sobre su cabeza: Nos ponemos el casco de la salvación sobre la
cabeza, y llevamos nuestra mente a la cautividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Sometemos nuestra voluntad a la suya y rogamos porque su voluntad perfecta se
haga en nosotros.
Ponga las manos sobre sus ojos: Nos ponemos el casco de la salvación sobre los
ojos, para ver con los ojos de Jesús.
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Ponga las manos sobre su nariz: Nos ponemos el casco de la salvación en la nariz,
para participar de las fragancias de Nuestro Señor Jesucristo y seamos agradables
a Él.
Ponga las, manos sobre sus orejas: Nos ponemos el casco de la salvación sobre
las orejas, para escuchar la voz del Señor y solamente obedecer su voz.
Ponga las manos sobre su boca: Nos ponemos el casco de la Salvación sobre la
boca para que, las palabras de nuestra boca y las meditaciones de nuestro corazón
sean agradables a ti, oh, ¡Señor! nuestra fuerza y nuestro redentor.
Ponga las manos sobre su pecho: Nos ponemos la coraza de la rectitud sobre el
corazón y te damos gracias por esta vestidura, porque no tenemos ninguna que sea
nuestra.
Colóquese las sandalias en los pies: Nos ponemos las sandalias del evangelio de
la paz, y nos calzamos los pies con el celo por el Evangelio, para ir y proclamar la
buena nueva de Nuestro Señor Jesucristo.
Colóquese con el gesto de sus manos una vallada de Juego: Erige un grueso
escudo de fuego alrededor de nosotros y no permitas que caiga sobre nosotros
ninguna maldad; ponemos a nuestras familias y a nuestros hermanos, nuestra
comunidad y a nosotros mismos, bajo la cruz de Jesús, y la protección de su sangre
preciosa. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
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¿Renuncias al uso de la ouija, al control mental, al manejo del péndulo, a
instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
San Miguel,
San Gabriel,
San Rafael,
San Elías,
San Juan Bautista,
San José,
31
A cada uno respondemos: Ruega por nosotros
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomás,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomé,
San Mateo,
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
San Silvestre,
San Gregorio,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
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San Martín,
San Nicolás,
San Antonio,
San Benito,
San Bernardo,
Santo Domingo,
San Francisco,
Muéstrate propicio,
De todo mal,
De todo pecado,
De tu ira,
De la muerte súbita e imprevista,
De las asechanzas del demonio,
De la cólera, del odio y de toda mala intención,
Del espíritu de fornicación,
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Del rayo y de la tempestad,
Del azote de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu venida,
Por tu nacimiento,
Por tu bautismo,
Por tu santo ayuno,
Por tu pasión y tu cruz,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu santa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
En el día del juicio,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Dios y Padre nuestro, que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad, te rogamos
suplicantes por todos nosotros para que apartes el espíritu del mal y nos restituyas
a la plena libertad de tus hijos para que así, te alabemos siempre con la multitud de
tus santos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Renuncio a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento, codicia,
avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito.
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En el nombre de Jesucristo, renuncio al culto y veneración a la llamada “santa
muerte” y al vampirismo, a todo encantamiento, invocación y evocación de muertos,
a espíritus impuros que son custodios, guardianes cósmicos, protectores, espías,
vigilantes, a seres espirituales nombrados “maestros de sabiduría” o a cualquier
maleficio en forma oculta o manifiesta.
En el nombre de Jesús, renuncio a toda comida o bebida mezclada con brujería que
haya yo ingerido consciente e inconscientemente y a todo lo que haya sido tirado,
rociado o untado en mi cuerpo, ropa, zapatos, casa, trabajo, negocio o cualquier
pertenencia u objeto que esté cercano a mí, que haya sido maldecido o consagrado
al mal.
36
casa, de falta de fe, esperanza y caridad, de falta de interés en la vida, de desprecio
a la eucaristía y de aborrecimiento o flojera para tener vida de oración. Corto,
destruyo y nulifico los medios a través de los cuales fueron hechos los daños antes
mencionados, si fueron veladoras, fotos, ropa, tijeras, agujas, fetiches, entierros, lo
que haya sido.
Renuncio a todo el rencor que yo tenga si fui dado en adopción o abandonado sin
haber conocido a mis padres biológicos o a maldiciones recibidas durante mi
gestación.
Señor Jesús, por tus benditas llagas, nulifica todo mandato de fracaso, muerte en
vida y suicidio que hay en mí por estas causas, la incapacidad para aceptar el amor
de Dios, para aceptarme a mí mismo o a las personas.
Renuncio a todo lo que sea contrario a la salud, el respeto y la dignidad que, como
templo del Espíritu Santo, necesita todo mi ser y que esté impidiendo relacionarme
con Dios, conmigo mismo, con mi entorno en una forma sana, tener una familia y
un trabajo digno y bien remunerado.
Porque Jesucristo se manifestó para deshacer las obras del diablo: habiendo
denunciado, renunciado y echado fuera de mis todos los espíritus del mal, Jesús los
reprende, los ata y los amordaza; y los envía a los pies de su Santa Cruz para tomar
control sobre cada uno de ellos y de sus nefastas obras y a su vez, les prohíbe
regresar en el momento presente, en el futuro o en el momento de mi agonía y
muerte.
37
mi alrededor. Señor Jesús ordena a todo ser demoníaco que despojó a mi familia o
a mí mismo(a), que nos devuelva, todo aquello que nos haya quitado.
Padre Santo, te lo ruego, sana toda mi vida, toda mi histona personal, perdóname,
ayúdame, libérame y bendíceme. Padre Dios, acepto que Tú seas mi Padre,
Jesucristo mi hermano, la Virgen María mi Madre, porque hoy, yo (di tu nombre
completo, con todos los nombres y apellidos) les pertenezco para siempre.
A través de tu Santo Espíritu, guíame para la reparación de todas las faltas que
cometí y enséñame a amar tu voluntad. Gracias Dios amado, Uno y Trino.
La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por
naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios, como algo a qué aferrarse. Por el
contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose
semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí
mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo
nombre.
38
familia a Ti y solemnemente me consagro y consagro a mi familia a Ti, ahora y para
siempre.
Amadísimo Padre, como hijo tuyo, te pido: Que envíes a la Santísima Virgen María
para que me guíe hacia Jesús y que Jesús me envíe el Espíritu Santo para que
todos ellos me lleven a Ti. Que habites conmigo y en mí, un templo viviente
preparado por María, dedicado por Jesús y purificado por tu Espíritu Santo. Y que
yo siempre esté contigo y en Ti. Que me permitas, como hijo tuyo, ser tu verdadero
e íntimo amigo, uno que te ama por sobre todas las cosas. Y que vengas por mí
cuando muera, para llevarme a casa contigo.
Te pido, además, Padre, por el bien de la humanidad: Que tengas piedad de todos
tus hijos pasados, presentes y futuros. Que traigas la paz al mundo y que reúnas a
todos tus hijos en Ti. Y que venga tu Reino y tu Voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones
y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dígnate
formarme con María y en María, según el modelo de tu amado Jesús. Gloria al Padre
Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre auxilio del pueblo cristiano,
continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos
de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los
obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preserva de la impiedad y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos,
el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos
confines de la tierra.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes,
particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a
fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con
nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos
que te conozcan, amen y podamos llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal
manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza y, en fin, el
pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor
que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra
el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte
una corona en el Paraíso. Así sea.
40
TERCER DÍA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados y así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me
darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el
fin de mi vida. Amén.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del enemigo malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
41
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
42
SALMO 91
R. Tú eres Señor, mi refugio.
No se acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
43
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo.
Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en panes». Pero Él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus
ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con
las piedras”». Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y
su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo
Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo
darás culto”».
44
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
45
¿Renuncias al uso de la ouija, al control mental, al manejo del péndulo, a
instrumentos para encontrar tesoros ocultos o dinero enterrado?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
San Miguel,
San Gabriel,
San Rafael,
San Elías,
San Juan Bautista,
San José,
47
A cada uno respondemos: Ruega por nosotros
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomás,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomé,
San Mateo,
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
San Silvestre,
San Gregorio,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
48
San Martín,
San Nicolás,
San Antonio,
San Benito,
San Bernardo,
Santo Domingo,
San Francisco,
Muéstrate propicio,
De todo mal,
De todo pecado,
De tu ira,
De la muerte súbita e imprevista,
De las asechanzas del demonio,
De la cólera, del odio y de toda mala intención,
Del espíritu de fornicación,
49
Del rayo y de la tempestad,
Del azote de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu venida,
Por tu nacimiento,
Por tu bautismo,
Por tu santo ayuno,
Por tu pasión y tu cruz,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu santa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
En el día del juicio,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Dios y Padre nuestro, que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad, te rogamos
suplicantes por todos nosotros para que apartes el espíritu del mal y nos restituyas
a la plena libertad de tus hijos para que así, te alabemos siempre con la multitud de
tus santos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN DE LIBERACIÓN
En el nombre de Jesucristo, te pido, Padre, que liberes esta casa de todo mal, de
todo pecado cometido en contra tuyo en el pasado.
Tomo autoridad sobre el pecado, el mundo, todo el reino de las tinieblas y la muerte,
pues ya Jesucristo pagó el precio con su Preciosa sangre al ganarles la batalla y
guerra a estos que han sido derrotados y aniquilados por su sacrificio, resurrección,
intercesión, segunda venida.
Señor Jesucristo, ordeno que nada ni nadie haga mal a mi familia, vecinos, amigos,
compañeros de trabajo, estudio, jefes y hermanos en la carne y espíritu. En el
51
nombre de Jesús, todo agente del mal quede atado para no perturbar nuestro
trabajo terrenal y espiritual, nuestras súplicas, oraciones y peticiones intercesoras,
nuestros estudios, nuestros negocios, nuestra salud, nuestras finanzas, y toda obra
que hagamos en este día y por siempre.
Que el poder del dulce nombre y la sangre preciosa de Jesucristo cubran este hogar
y que una legión de ángeles escolte a todo espíritu liberado por esta oración. A su
vez, mi Señor Jesucristo siga llenando el cuerpo, el alma y el espíritu de mis
hermanos y el mío con el Espíritu Santo, para que no exista morada para nadie,
más. Amén.
ROMPIMIENTO DE ATADURAS
Señor Jesús, te pido que ates, quemes, claves, ahogues, humilles las potestades
de lo alto que tengan autoridad sobre los espíritus malignos que me estén
oprimiendo, para que no interfieran en algún sentido en el ejercicio del ministerio; lo
mismo ates, encadenes, aísles, azotes, circundes, quemes, claves, ahogues,
humilles, al fuerte, es decir, al jefe que manda los espíritus inferiores, que moren o
influyan en mí.
Señor Jesús te pido que ates y encadenes a las almas de los difuntos que moren
en mí, alrededor mío, en mis lugares de trabajo, descanso, estudio y oración, e
imploro para ellas la gracia de la indulgencia de la Santa Iglesia Católica, para que
descansen en paz. Ofrezco por ellas la oración del Santo Padre, de todos los monjes
y monjas de clausura para que retrocedan de mí y obtengan, por la pura misericordia
de Dios, el descanso eterno. Asimismo, encadenes y ates a las almas de los
condenados que Satanás haya mandado para perturbar mi paz, la de mi ciudad, de
mi barrio, de mi casa, de mi grupo de oración, de mis lugares de estudio, de trabajo,
52
de descanso. Coloco a estas almas en la herida del Costado de Jesús para que les
tenga misericordia. Sé, Señor Jesús, que los caminos de tu misericordia son
infinitos. Tú, Señor, las puedes arrancar de las garras de Satanás. Kyrie eleison.
También ata, encadena, aísla, azota, circunda, quema, clava, ahoga, humilla a
todos los emisarios de las sedes satánicas, y a cualquier reunión de brujas o
hechiceros o adoradores de Satanás que pueden influir y estar presentes en alguna
forma inexplicable. Liga las interrelaciones e interacciones, rompe las
comunicaciones, relaciones y acciones entre los espíritus que estén allí.
Señor Jesús, prohíbe y ata a todos los espíritus perdidos, reuniones de brujas,
grupos satánicos, o emisarios de sus asociados, súbditos o jefes, de hacerme daño
y vengarse de mí, de mi familia, de mis asociados o causarles algún daño o heridas
a los trabajos, bienes espirituales, animales y cosas que tenga. Y así atados,
encadenados, quemados, aislados, amordazados, azotados, circundados,
clavados, traspasados, ahogados, y humillados, se vayan a tus pies para que así tu
dispongas de ellos y no vuelvan nunca jamás a atormentarme y esto lo pido en
Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
También renuncio, ato, amarro y venzo a todos los efectos satánicos como
engendros o gérmenes diabólicos, enfermedades del cuerpo, del alma, de la mente,
del espíritu colocados en mí en este lugar, en cualesquiera de las personas, lugares
y cosas mencionadas traídas a mí, o adquiridas con Satanás o con algún espíritu
inmundo, consciente o inconsciente por cualquier agente o por alguna persona, por
sí mismo, o a causa de mis propios pecados y errores o que vengan conmigo desde
el momento de la concepción y desde el vientre materno, desde la niñez o cualquier
momento de mi vida; por motivo de (se nombra si se conoce) y renuncio a todos los
falsos beneficios recibidos por estos motivos.
53
Si alguna cosa me ha sido enviada o hecha y no es de Nuestro Señor Jesucristo,
en su nombre se lo devuelvo a quien me lo envió y pido al Padre Celestial para que
llegue así a mi hermano, que quiso hacerme daño a mí. Ahora me entrego a mí
mismo a Jesucristo; me consagro completamente al Señor por medio del Corazón
Inmaculado de la Santísima Virgen María y me sello con el poder del Espíritu Santo.
Ahora coloco la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, entre mí mismo, entre todas las
generaciones y mi árbol genealógico. Ordeno en el nombre de Jesús que no haya
comunicación directa entre las generaciones. Toda comunicación será filtrada a
través de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Me entrego al Ministerio
del Espíritu Santo y recibo de él la curación intergeneracional.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ven, Espíritu Santo, penetra las profundidades de mi alma con tu poder. Arranca las
raíces más profundas y ocultas del dolor y del pecado que están enterrados en mí.
Lávame en la preciosa Sangre de Jesús y aniquila definitivamente toda ansiedad
que traigo en mí, toda amargura, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional,
infelicidad, tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de
culpa y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mí mismo, toda opresión
del maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda perversidad que él coloca en mi mente.
Oh, bendito Espíritu Santo, quema con tu fuego abrasador toda tiniebla dentro de
mí, que me consume y me impide ser feliz. Destruye en mí todas las consecuencias
de mis pecados y de los pecados de mis antepasados, que se manifiestan en mis
actitudes, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera, Señor, a toda mi
descendencia de la herencia del pecado y de la rebelión contra las cosas de Dios
que yo mismo les transmití. ¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, en el nombre de Jesús!
Lávame en la Sangre preciosa de Jesús, purifica todo mi ser, quiebra toda la dureza
de mi corazón, destruye todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo,
maldad, orgullo, soberbia, intolerancia, prejuicios e incredulidad que existen en mí.
Y, en el poder de Jesucristo resucitado, libérame Señor! Cúrame Señor! ¡Ten piedad
de mí, Señor! ¡Ven Santo Espíritu! Hazme resucitar ahora para una vida nueva, llena
de tu amor, alegría, paz y plenitud. Creo que estás haciendo esto en mí ahora y
asumo, por la fe, mi liberación, cura y salvación en Jesucristo, mi Salvador. ¡Gloria
54
a ti, mi Dios! ¡Bendito seas por siempre! Alabado seas, oh mi Dios! En nombre de
Jesús y por María nuestra Madre. Amén.
Amadísimo Padre, como hijo tuyo, te pido: Que envíes a la Santísima Virgen María
para que me guíe hacia Jesús y que Jesús me envíe el Espíritu Santo para que
todos ellos me lleven a Ti. Que habites conmigo y en mí, un templo viviente
preparado por María, dedicado por Jesús y purificado por tu Espíritu Santo. Y que
yo siempre esté contigo y en Ti. Que me permitas, como hijo tuyo, ser tu verdadero
e íntimo amigo, uno que te ama por sobre todas las cosas. Y que vengas por mí
cuando muera, para llevarme a casa contigo.
Te pido, además, Padre, por el bien de la humanidad: Que tengas piedad de todos
tus hijos pasados, presentes y futuros. Que traigas la paz al mundo y que reúnas a
todos tus hijos en Ti. Y que venga tu Reino y tu Voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones
y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dígnate
formarme con María y en María, según el modelo de tu amado Jesús. Gloria al Padre
Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
55
CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre auxilio del pueblo cristiano,
continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos
de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los
obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preserva de la impiedad y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos,
el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos
confines de la tierra.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes,
particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a
fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con
nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos
que te conozcan, amen y podamos llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal
manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza y, en fin, el
pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor
que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra
el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte
una corona en el Paraíso. Así sea.
56
CUARTO DÍA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados y así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me
darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el
fin de mi vida. Amén.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del enemigo malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
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Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
58
SALMO 103
R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: «Señor, hasta los demonios se
nos someten en tu nombre». Él les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo
como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y
todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis
alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres
están inscritos en el cielo». En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo
y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre,
porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie
conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar». Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que
muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo
que vosotros oís, y no lo oyeron».
"Esta es la sangre que sella el pacto que Dios ha ordenado para ustedes"
(Hebr, 9:20).
Señor, me apropio de tu palabra que dice: "Porque ésta es mi sangre con la que se
selló el pacto en el cual es derramada a favor de muchos". Hoy quiero que selles mi
vida personal con todas mis pertenencias, yo (nombre) sello mi salvación con la
sangre preciosa de Jesucristo, para que todos mis afectos sean cubiertos. Yo,
60
(nombre) sello mi corazón para que no entre ningún espíritu de rencor, miedo,
tristeza, amargura. Yo (nombre) sello mi voluntad para que esté siempre dispuesta
a hacer el bien que yo quiero y no hacer el mal que no quiero. Yo (nombre) sello mi
mente para que entren sólo pensamientos que me permitan alcanzar el gozo y la
paz, para que cambiando mi manera de pensar cambie mi manera de vivir. Yo
(nombre) sello con la preciosa sangre de Jesucristo mi cuerpo para que reciba
salud, sea protegido del pecado, de enfermedades, adulterio y accidentes. Yo
(nombre) sello con la preciosa sangre de Jesucristo mi pasado para que toda herida
que esté haciendo daño sea sanada con tu sangre bendita. Yo (nombre) sello mi
presente para que todas mis actividades sean cubiertas con tu sangre preciosa. Yo
(nombre) sello mi futuro para que mis planes y proyectos sean preservados de toda
influencia del mal. Yo (nombre) sello con la preciosa sangre de Jesucristo a mis
hijos (diga el nombre de él o de ellos) para que sean protegidos. Yo (nombre) sello
mi economía, enséñame a dar para recibir. Yo (nombre) sello mi boca para que mis
palabras sean de bendición y no de maldición. Yo (nombre) sello mis oídos para
que sólo escuche la voz de Dios y así hacer su voluntad. Yo (nombre) sello mis
manos para que trabajen en tu obra y para el beneficio de los demás. Amén.
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
61
¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,
espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética y a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
San Miguel,
63
San Gabriel,
San Rafael,
San Elías,
San Juan Bautista,
San José,
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomás,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomé,
San Mateo,
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
64
San Lorenzo,
San Vicente,
San Silvestre,
San Gregorio,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
San Martín,
San Nicolás,
San Antonio,
San Benito,
San Bernardo,
Santo Domingo,
San Francisco,
Muéstrate propicio,
De todo mal,
De todo pecado,
De tu ira,
De la muerte súbita e imprevista,
De las asechanzas del demonio,
De la cólera, del odio y de toda mala intención,
Del espíritu de fornicación,
Del rayo y de la tempestad,
Del azote de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu venida,
Por tu nacimiento,
Por tu bautismo,
Por tu santo ayuno,
Por tu pasión y tu cruz,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu santa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
En el día del juicio,
66
A cada uno respondemos: Te rogamos, óyenos
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Dios y Padre nuestro, que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad, te rogamos
suplicantes por todos nosotros para que apartes el espíritu del mal y nos restituyas
a la plena libertad de tus hijos para que así, te alabemos siempre con la multitud de
tus santos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Señor Jesús, líbrame si algún mal han hecho sobre mí, sobre mi alma, sobre mi
cuerpo, sobre mi trabajo.
67
Y con tu poder, por tu misericordia y por tu voluntad, haz que mi familia, seres
queridos y amigos, desde este mismo momento puedan regresar a la plenitud de tu
gracia, en completa salud y en completa unión con los deseos de la Santísima
Trinidad.
Te lo pido, Jesús, por tus méritos, por tu sangre preciosa, derramada en la cruz, por
los dolores de la Santísima Virgen y por la intercesión del patriarca San José, para
mayor gloria de la Santísima Trinidad. Amén.
Señor Rey soberano, tu gloria domina toda la tierra, tú tienes poder sobre todas las
cosas, porque todo está bajo tu dominio, tú eres Señor de todos, tú lo sabes todo,
tú lo puedes todo, para ti no hay nada imposible; hoy te invito para que vengas a mi
miseria. Ya sé que partiendo de estas ruinas tú puedes recorrer mi vida entera,
trayendo sobre mí la paz que necesito. Te presento mis necesidades, a tus pies dejo
todas mis cargas: entrégale tus problemas.
Espíritu Santo, con tu espada, corta toda atadura, maldición sobre mi economía
familiar, empresarial causada por apegos al dinero, por ataduras a la ruina o las
deudas debido a mi falta de generosidad con la Iglesia, engañado por los espíritus
del mal, resistiéndome a dar los diezmos y las ofrendas, atándome a la mezquindad,
tacañería, crítica y juicio temerario hacia sus ministros. Hoy quiero apropiarme de la
Palabra de Dios que dice: "También recibirán lo mejor de todas las primicias y de
todas las ofrendas que ustedes presenten. Les darán a los sacerdotes, para su pan,
lo mejor de sus masas. Así mi bendición reposará sobre los hogares de ustedes"
(Ezeq. 44:30).
68
Prometo, de ahora en adelante, serte fiel en el diezmo. Abro mi corazón a ti para
recibir toda clase de bendiciones para mí y toda mi familia. Amén.
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Jesús aplastó la cabeza de la
serpiente y también venció su poder sobre mí. Él ganó esta victoria por mí. ¡Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Jesucristo destruyó el poder de
la muerte: en mi corazón y en mi vida también. Él venció a la muerte. ¡Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! El Cordero, el León de Judá,
venció a Satanás y al poder del pecado en mi vida. ¡Jesús es vencedor! ¡Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Jesús puso a todos sus
enemigos bajo sus pies. En mi vida también, el enemigo es vencido. ¡Jesús lo
venció! Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Jesús vino para destruir todas
las obras del diablo. En mi vida también, porque Jesús es vencedor. ¡Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Jesús nos liberó de todo el
poder del pecado, porque dice: "Si el Hijo los libera serán verdaderamente libres".
Él me hizo esta promesa. Jesús vencedor me libró de los lazos del pecado. ¡Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Yo sé que mi Redentor vive.
Me redime y me transforma en una nueva criatura. Jesús me libera. ¡Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Jesús despojó a sus enemigos,
los exhibió públicamente y triunfó sobre ellos en la cruz. Jesús vence sobre el
enemigo, cuando trata de oprimirme ¡Aleluya!
¡En el nombre de Jesús y en sus llagas hay victoria! Jesús tiene las llaves del
infierno y de la muerte. Desde hoy el enemigo no me dañará, por más que "ronde
como león rugiente". ¡Jesús me redimió! ¡Jesús es vencedor! ¡Aleluya!
Padre eterno, tú eres el único Dios inmortal, Dios que es amor, misericordia y
bondad. Mira a tu Hijo Unigénito, Jesucristo y ten misericordia. Yo te ofrezco los
dolores de su flagelación en la columna, sus heridas y Sangre, por todos los de tu
pueblo que estén viviendo bajo el peso de una maldición por sus pecados, por los
69
pecados de sus antepasados, y por la desobediencia al romper el pacto que ellos
hicieron contigo. Libéranos por la flagelación de tu Hijo, sánanos por sus heridas y
sálvanos por su Sangre preciosa. Amén.
Señor Jesús, llena todo vacío que haya quedado, en mi alma, en mi corazón, en
mis sentimientos y en mi memoria con el amor de la Santísima Trinidad, de modo
que no quede tristeza, soledad, congoja, ganas de llorar, abandono de la fe,
desánimo o pusilanimidad. Todo queda sellado con el amor maravilloso de la
Santísima Trinidad y la dulce ternura de mi Madre María.
Presérvame del mal y defiéndeme del maligno. En el último día recógeme en tus
brazos. Y como hijo tuyo, preséntame a Jesús. Entonces, el alma mía exultará de
alegría. Empezará mi paraíso. Será un eterno canto de alabanza a Dios, junto a ti,
oh María, Madre de Misericordia. Amén.
Ven, Espíritu Santo, penetra las profundidades de mi alma con tu poder. Arranca las
raíces más profundas y ocultas del dolor y del pecado que están enterrados en mí.
Lávame en la preciosa Sangre de Jesús y aniquila definitivamente toda ansiedad
que traigo en mí, toda amargura, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional,
infelicidad, tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de
culpa y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mí mismo, toda opresión
70
del maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda perversidad que él coloca en mi mente.
Oh, bendito Espíritu Santo, quema con tu fuego abrasador toda tiniebla dentro de
mí, que me consume y me impide ser feliz. Destruye en mí todas las consecuencias
de mis pecados y de los pecados de mis antepasados, que se manifiestan en mis
actitudes, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera, Señor, a toda mi
descendencia de la herencia del pecado y de la rebelión contra las cosas de Dios
que yo mismo les transmití. ¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, en el nombre de Jesús!
Lávame en la Sangre preciosa de Jesús, purifica todo mi ser, quiebra toda la dureza
de mi corazón, destruye todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo,
maldad, orgullo, soberbia, intolerancia, prejuicios e incredulidad que existen en mí.
Y, en el poder de Jesucristo resucitado, libérame Señor! Cúrame Señor! ¡Ten piedad
de mí, Señor! ¡Ven Santo Espíritu! Hazme resucitar ahora para una vida nueva, llena
de tu amor, alegría, paz y plenitud. Creo que estás haciendo esto en mí ahora y
asumo, por la fe, mi liberación, cura y salvación en Jesucristo, mi Salvador. ¡Gloria
a ti, mi Dios! ¡Bendito seas por siempre! Alabado seas, oh mi Dios! En nombre de
Jesús y por María nuestra Madre. Amén.
Amadísimo Padre, como hijo tuyo, te pido: Que envíes a la Santísima Virgen María
para que me guíe hacia Jesús y que Jesús me envíe el Espíritu Santo para que
todos ellos me lleven a Ti. Que habites conmigo y en mí, un templo viviente
preparado por María, dedicado por Jesús y purificado por tu Espíritu Santo. Y que
yo siempre esté contigo y en Ti. Que me permitas, como hijo tuyo, ser tu verdadero
e íntimo amigo, uno que te ama por sobre todas las cosas. Y que vengas por mí
cuando muera, para llevarme a casa contigo.
Te pido, además, Padre, por el bien de la humanidad: Que tengas piedad de todos
tus hijos pasados, presentes y futuros. Que traigas la paz al mundo y que reúnas a
71
todos tus hijos en Ti. Y que venga tu Reino y tu Voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones
y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dígnate
formarme con María y en María, según el modelo de tu amado Jesús. Gloria al Padre
Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre auxilio del pueblo cristiano,
continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos
de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los
obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preserva de la impiedad y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos,
el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos
confines de la tierra.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes,
particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a
fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con
nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos
que te conozcan, amen y podamos llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal
manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza y, en fin, el
pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor
que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra
72
el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte
una corona en el Paraíso. Así sea.
73
QUINTO DÍA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados y así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me
darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el
fin de mi vida. Amén.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del enemigo malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
74
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
75
SALMO 149
R. ¡Cantad al Señor un cántico nuevo!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Y llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó,
le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu
inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie
sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía
las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba
el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con
piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz
potente: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te
lo pido, no me atormentes». Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo,
sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?». Él respondió: «Me llamo
Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no los expulsara
de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del
monte. Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en
ellos». Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron
en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se
ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los
76
campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al
endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se
asustaron. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al
endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su
comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le
pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a
casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido
misericordia de ti». El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo
que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
Yo sello mi corazón para que con tu Sangre Preciosa sea limpiados de odios,
resentimientos, temores, angustia, soledad, tristeza, dolor, etc.
Sello a mis hijos (nombrarlos) para que ante el sello poderoso de la Sangre de Jesús
huya toda la fuerza del mal. Aplico la Sangre de Jesús sobre mi casa y los que
habitan en ella.
ACTO DE RENUNCIA
77
¿Renuncias al pecado para que puedas vivir en la gracia de Dios?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
78
¿Renuncias a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos,
imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
San Miguel,
San Gabriel,
San Rafael,
San Elías,
San Juan Bautista,
San José,
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomás,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomé,
San Mateo,
80
A cada uno respondemos: Ruega por nosotros
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
San Silvestre,
San Gregorio,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
San Martín,
San Nicolás,
81
A cada uno respondemos: Ruega por nosotros
San Antonio,
San Benito,
San Bernardo,
Santo Domingo,
San Francisco,
Muéstrate propicio,
De todo mal,
De todo pecado,
De tu ira,
De la muerte súbita e imprevista,
De las asechanzas del demonio,
De la cólera, del odio y de toda mala intención,
Del espíritu de fornicación,
Del rayo y de la tempestad,
Del azote de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu venida,
Por tu nacimiento,
Por tu bautismo,
82
Por tu santo ayuno,
Por tu pasión y tu cruz,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu santa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
En el día del juicio,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
83
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Dios y Padre nuestro, que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad, te rogamos
suplicantes por todos nosotros para que apartes el espíritu del mal y nos restituyas
a la plena libertad de tus hijos para que así, te alabemos siempre con la multitud de
tus santos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN DE RENUNCIA
Terminamos el Padre Nuestro pidiendo a Dios que nos libre del mal. Es una petición
muy seria que hacemos a Dios Todopoderoso: que nos libre de Satanás, del diablo,
del seductor (Ap 12,9), del padre de la mentira (Jn 8,44). También Jesús lo pidió
para nosotros en la última cena: "No te pido que los retires del mundo, sino que los
guardes del maligno" (Jn 17, 15)
"Al pedir ser liberados del maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos
los males, presentes, pasados y futuros de los que él es autor o instigador. En esta
última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la
liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso
de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo." (Catecismo
n. 2854)
Señor, el demonio anda "como león rugiente buscando a quien devorar" (1Pe 5,8).
No queremos caer en sus garras. Líbranos del mal.
Líbranos del tentador, de sus seducciones y de sus engaños, no dejes que siembre
la cizaña del mal en nuestras vidas.
Líbranos del orgullo, del amor propio y la autosuficiencia.
Líbranos de la idolatría y la vanidad, de toda forma de egoísmo, de ponernos al
centro de nuestros pensamientos e intereses.
Líbranos de ser esclavos de la opinión de los demás, de la cobardía, del respeto
humano y de todo aquello que condicione nuestra autenticidad cristiana.
Líbranos de cuanto nos esclaviza sin que nos demos cuenta.
Líbranos de los malos sentimientos, del rencor, del odio, del deseo de venganza.
Líbranos de cualquier ambición o atadura que nos robe la paz.
Queremos aspirar a las cosas de arriba, no a las de la tierra.
Líbranos de los apegos que nos impiden llegar hasta ti.
Aleja de nosotros toda turbación, angustia, tristeza u obsesión.
Líbranos de las fuerzas del mal, de los maleficios, de las brujerías, de la infestación
diabólica.
Queremos estar siempre en tus brazos y nunca bajo el poder de Satanás.
¡Queremos ser libres, Señor! ¡Queremos ser tuyos, sólo tuyos!
Queremos despojarnos del hombre viejo y que nos revistas del hombre nuevo a
través de la gracia que nos regalas en los Sacramentos.
84
Tenemos la certeza de que, si tú estás con nosotros, nadie podrá contra nosotros
(cfr Rm 8, 31)
Por eso hacemos esta oración llenos de confianza en Ti: Tú has vencido al mundo
(cfr. Jn 16,33)
Todo lo podemos en ti que nos das fuerza (cfr Fil, 4,13)
Por los méritos de la pasión, muerte y resurrección de tu Hijo Jesucristo,
te pedimos, Padre, que nos libres del maligno ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
ORACIÓN DE RENUNCIA
Renuncio al miedo, al fracaso, a ser mal padre o mala madre, miedo a no ser
entendido y a expresar mis ideas, sueños, anhelos, proyectos, por muy locos o
imposibles que me parezcan o que les parezcan a otros, renuncio al miedo de ser
mal hijo, mala hija, mal estudiante, profesional, comerciante o ministro de Dios, a
ser mal amigo o compañero.
85
mi esposa, mi esposo, mi novio, mi novia, hacia mi familia, hacia aquellos que me
traicionaron.
Hoy renuncio a esto, pido y extiendo perdón hacia estas personas y a mi mismo.
Padre yo renuncio en el nombre de Jesús a legiones espirituales que me hagan ser
víctima o causante de falta de perdón hacia mí mismo, yo renuncio a legiones
espirituales de maltratos hacia la mujer, maltratos hacia el hombre, de humillación,
vejación, hacia los niños, hacia los ancianos, de violencia hacia mis padres, hacia
mi madre, mis hermanos, mis hermanas, profesores, personas que estando en
algún sitio de autoridad ejerciéndola, abusaron de mi como persona, en lo
emocional, en lo mental, en lo espiritual, en lo físico.
A personas en puestos de gobierno que tratamos con ellos en algún caso, que les
competía resolver hacia mi o alguna otra persona con la cual de alguna manera
guardo vínculo, hijo, hermano etc., y no lo hicieron por abuso, falta de
responsabilidad, negligencia, por el motivo que fuera, consciente o
inconscientemente que lo hayan hecho en esta hora, extiendo perdón hacia ellos.
86
público, temor de hablar, violación, soberbia, cizaña, temor a reclamar mis
derechos.
Señor Jesús, quema todas estas cosas con el fuego del Espíritu Santo, quémalas
en mi mente, en mi consciente e inconsciente, en mi corazón, en mi alma y en todo
mi ser y en todos mis caminos, quema todas las imágenes y todos los recuerdos del
pasado, de modo que no queden, ni raíz, ni rama, hoy soy y me declaro libre, libre,
libre, en el nombre de Jesús. Amén.
Ven, Espíritu Santo, penetra las profundidades de mi alma con tu poder. Arranca las
raíces más profundas y ocultas del dolor y del pecado que están enterrados en mí.
Lávame en la preciosa Sangre de Jesús y aniquila definitivamente toda ansiedad
que traigo en mí, toda amargura, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional,
infelicidad, tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de
culpa y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mí mismo, toda opresión
del maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda perversidad que él coloca en mi mente.
Oh, bendito Espíritu Santo, quema con tu fuego abrasador toda tiniebla dentro de
mí, que me consume y me impide ser feliz. Destruye en mí todas las consecuencias
de mis pecados y de los pecados de mis antepasados, que se manifiestan en mis
actitudes, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera, Señor, a toda mi
descendencia de la herencia del pecado y de la rebelión contra las cosas de Dios
que yo mismo les transmití. ¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, en el nombre de Jesús!
87
Lávame en la Sangre preciosa de Jesús, purifica todo mi ser, quiebra toda la dureza
de mi corazón, destruye todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo,
maldad, orgullo, soberbia, intolerancia, prejuicios e incredulidad que existen en mí.
Y, en el poder de Jesucristo resucitado, libérame Señor! Cúrame Señor! ¡Ten piedad
de mí, Señor! ¡Ven Santo Espíritu! Hazme resucitar ahora para una vida nueva, llena
de tu amor, alegría, paz y plenitud. Creo que estás haciendo esto en mí ahora y
asumo, por la fe, mi liberación, cura y salvación en Jesucristo, mi Salvador. ¡Gloria
a ti, mi Dios! ¡Bendito seas por siempre! Alabado seas, oh mi Dios! En nombre de
Jesús y por María nuestra Madre. Amén.
Amadísimo Padre, como hijo tuyo, te pido: Que envíes a la Santísima Virgen María
para que me guíe hacia Jesús y que Jesús me envíe el Espíritu Santo para que
todos ellos me lleven a Ti. Que habites conmigo y en mí, un templo viviente
preparado por María, dedicado por Jesús y purificado por tu Espíritu Santo. Y que
yo siempre esté contigo y en Ti. Que me permitas, como hijo tuyo, ser tu verdadero
e íntimo amigo, uno que te ama por sobre todas las cosas. Y que vengas por mí
cuando muera, para llevarme a casa contigo.
Te pido, además, Padre, por el bien de la humanidad: Que tengas piedad de todos
tus hijos pasados, presentes y futuros. Que traigas la paz al mundo y que reúnas a
todos tus hijos en Ti. Y que venga tu Reino y tu Voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
88
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones
y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dígnate
formarme con María y en María, según el modelo de tu amado Jesús. Gloria al Padre
Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre auxilio del pueblo cristiano,
continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos
de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los
obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preserva de la impiedad y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos,
el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos
confines de la tierra.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes,
particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a
fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con
nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos
que te conozcan, amen y podamos llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal
manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza y, en fin, el
pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor
que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra
el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte
una corona en el Paraíso. Así sea.
89
SEXTO DÍA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados y así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me
darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el
fin de mi vida. Amén.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del enemigo malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
90
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
91
SALMO 136
R. Porque es eterna su misericordia.
92
Arrojó en el mar Rojo al faraón:
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
93
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 6, 12 - 20
Porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso sino contra los
principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de
tinieblas, contra los espíritus malignos del aire. Por eso, tomad las armas de Dios
para poder resistir en el día malo y manteneros firmes después de haber superado
todas las pruebas. Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza
de la justicia; calzad los pies con la prontitud para el evangelio de la paz. Embrazad
el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno. Poneos
el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de
Dios. Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando
juntos con constancia, y suplicando por todos los santos. Pedid también por mí, para
que cuando abra mi boca, se me conceda el don de la palabra, y anuncie con
valentía el misterio del Evangelio, del que soy embajador en cadenas, y tenga valor
para hablar de él como debo.
Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la
habitan (nombrar a cada una de ellas), las personas que el Señor enviará a ella, así
como los alimentos, y los bienes que Él generosamente nos envía para nuestro
sustento.
94
Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar
este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a
tratar (nombrar a cada una de ellas).
Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos
los habitantes y dirigentes de nuestra Patria y de nuestra Iglesia Católica Universal,
a fin de que Tu paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.
Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida, ya que gracias a Ellas hemos
sido salvados y somos preservados de todo lo malo.
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
95
¿Renuncias a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento,
codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
96
CREDO
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
San Miguel,
San Gabriel,
San Rafael,
San Elías,
San Juan Bautista,
San José,
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomás,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomé,
San Mateo,
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
San Silvestre,
San Gregorio,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
San Martín,
San Nicolás,
San Antonio,
San Benito,
San Bernardo,
Santo Domingo,
San Francisco,
Muéstrate propicio,
De todo mal,
De todo pecado,
De tu ira,
De la muerte súbita e imprevista,
De las asechanzas del demonio,
De la cólera, del odio y de toda mala intención,
Del espíritu de fornicación,
Del rayo y de la tempestad,
Del azote de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu venida,
Por tu nacimiento,
Por tu bautismo,
Por tu santo ayuno,
Por tu pasión y tu cruz,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu santa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
En el día del juicio,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Dios y Padre nuestro, que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad, te rogamos
suplicantes por todos nosotros para que apartes el espíritu del mal y nos restituyas
a la plena libertad de tus hijos para que así, te alabemos siempre con la multitud de
tus santos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
101
ORACIÓN DE RENUNCIA
Terminamos el Padre Nuestro pidiendo a Dios que nos libre del mal. Es una petición
muy seria que hacemos a Dios Todopoderoso: que nos libre de Satanás, del diablo,
del seductor (Ap 12,9), del padre de la mentira (Jn 8,44). También Jesús lo pidió
para nosotros en la última cena: "No te pido que los retires del mundo, sino que los
guardes del maligno" (Jn 17, 15)
"Al pedir ser liberados del maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos
los males, presentes, pasados y futuros de los que él es autor o instigador. En esta
última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la
liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso
de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo." (Catecismo
n. 2854)
Señor, el demonio anda "como león rugiente buscando a quien devorar" (1Pe 5,8).
No queremos caer en sus garras. Líbranos del mal.
Líbranos del tentador, de sus seducciones y de sus engaños, no dejes que siembre
la cizaña del mal en nuestras vidas.
Líbranos del orgullo, del amor propio y la autosuficiencia.
Líbranos de la idolatría y la vanidad, de toda forma de egoísmo, de ponernos al
centro de nuestros pensamientos e intereses.
Líbranos de ser esclavos de la opinión de los demás, de la cobardía, del respeto
humano y de todo aquello que condicione nuestra autenticidad cristiana.
Líbranos de cuanto nos esclaviza sin que nos demos cuenta.
Líbranos de los malos sentimientos, del rencor, del odio, del deseo de venganza.
Líbranos de cualquier ambición o atadura que nos robe la paz.
Queremos aspirar a las cosas de arriba, no a las de la tierra.
Líbranos de los apegos que nos impiden llegar hasta ti.
Aleja de nosotros toda turbación, angustia, tristeza u obsesión.
Líbranos de las fuerzas del mal, de los maleficios, de las brujerías, de la infestación
diabólica.
Queremos estar siempre en tus brazos y nunca bajo el poder de Satanás.
¡Queremos ser libres, Señor! ¡Queremos ser tuyos, sólo tuyos!
Queremos despojarnos del hombre viejo y que nos revistas del hombre nuevo a
través de la gracia que nos regalas en los Sacramentos.
Tenemos la certeza de que, si tú estás con nosotros, nadie podrá contra nosotros
(cfr Rm 8, 31)
Por eso hacemos esta oración llenos de confianza en Ti: Tú has vencido al mundo
(cfr. Jn 16,33)
Todo lo podemos en ti que nos das fuerza (cfr Fil, 4,13)
Por los méritos de la pasión, muerte y resurrección de tu Hijo Jesucristo,
te pedimos, Padre, que nos libres del maligno ahora y en la hora de nuestra muerte.
102
ORACIÓN DE RENUNCIA Y LIBERACIÓN
Señor Jesucristo, te pedimos que nos liberes y eches fuera de nosotros a todo
espíritu de traición, destrucción, muerte, esclavitud, ausencia de Dios, miseria,
mendicidad, soltería, infelicidad matrimonial, viudez, orfandad, amargura,
envejecimiento o muerte prematura, persecución, problemas con las leyes o la
justicia humana, esterilidad, humillación, rechazo, insomnio, deseos de suicidio,
aislamiento, locura, soledad, neurosis, depresión, obsesión, miedo, angustia,
debilidad, enfermedades crónicas, invalidez, ceguera, sordera, mudez, falta de
olfato, imposibilidad de saborear la comida, insensibilidad, celos, inconformidad,
incapacidad para vivir, conseguir o conservar un trabajo, una pareja, un matrimonio
o una familia.
Señor Jesucristo, te pedimos que nos liberes y eches fuera de nosotros, todo
espíritu de alcoholismo o de cualquier otra adicción, de mal carácter, de falta de
memoria, de falta de control y dominio de mi ser, irrealidad, inconsciencia, envidia,
abandono, gula, suciedad, desorden, malos olores crónicos en mi cuerpo, ropa o
casa, de falta de fe, esperanza y caridad, de falta de interés en la vida, de desprecio
a la Eucaristía y de aborrecimiento o flojera para tener vida de Oración.
Señor Jesucristo, corta, destruye y nulifica los medios a través de los cuales fueron
hechos los daños antes mencionados: si fueron veladoras, fotos, ropa, tijeras,
agujas, fetiches, entierros o lo que haya sucedido.
Señor Jesús, echa fuera de mí todo aquello con lo que haya intentado sustituir el
amor y la confianza de Jesús. Renuncio al rechazo de mis padres, desde el instante
de mi concepción, y durante mi vida en el seno materno.
Renuncio al mal que me causaron por intentar abortarme: con yerbas, sustancias
químicas, o con objetos punzo cortantes.
Renuncio a todo el rencor que tengo si fui dado en adopción, o abandonado sin
haber conocido a mis padres biológicos, o a maldiciones recibidas durante mi
gestación.
103
Señor Jesús, por tus llagas, nulifica todo mandato de fracaso, muerte en vida y
suicidio que haya en mí por estas causas, la incapacidad para aceptar el amor de
Dios, para aceptarme a mí mismo o a las personas, para estudiar, trabajar y ser
feliz.
Renuncio a todo lo que sea contrario a la salud, el respeto y la dignidad que, como
Templo del Espíritu Santo, necesita todo mi ser y que esté impidiendo relacionarme
con Dios, conmigo mismo, con mi entorno en una forma sana, tener una familia
unida, y un trabajo digno y bien remunerado. Porque Jesucristo se manifestó para
deshacer las obras del Diablo (1 Jn 3,8). Habiendo denunciado, renunciado y
echado fuera de mí todos los espíritus de mal, Señor Jesús te pido que tomes control
de todos ellos y prohíbeles que nunca jamás vuelvan a regresar.
Habiendo nulificado todos los efectos, causas y consecuencias, Señor Jesús, con
tu autoridad has que caigan todos los bloqueos, tinieblas y barreras que Satanás
construyó a mi alrededor y ordénale a todo ser demoníaco que despojó a mi familia
o a mí mismo, que nos devuelva todo lo que nos quitó.
Padre Santo, te lo ruego, por favor sana toda mi vida, toda mi historia personal;
¡perdóname!, ayúdame, libérame, instrúyeme, bendíceme.
A través de tu Santo Espíritu, guíame para la reparación de todas las faltas que
cometí, y enséñame a amar tu voluntad. Gracias Padre. Amén, Amén, Amén.
En el Nombre de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, sello y protejo, con el
Poder de la Sangre de Jesucristo el Señor, a: (en este momento nombre a todos
sus hijos), sello su consciente, inconsciente, subconsciente; ser físico, ser biológico,
psicológico, material, y espiritual. Los sello y los protejo, con el Poder de la Sangre
Preciosa, de Jesucristo el Señor, de todo accidente, dentro y fuera de la escuela o
trabajo, de cualquier atropello, al cruzar calles o avenidas; de alcoholismo,
tabaquismo, drogadicción, sexualidad, sensualidad, lujuria, obscenidad.
Los sello y los protejo, con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, de sufrir
algún secuestro, o de alguna enfermedad; de sufrir algún robo, abuso de autoridad,
por parte de cualquier maestro, o abuso de cualquier compañero; de riñas dentro y
fuera de la escuela, o de su trabajo.
Los sello y los protejo con el Poder de la Sangre de Jesucristo el Señor, de cualquier
maldición, de parte de cualquier maestro, compañero, o jefe de trabajo, u otras
personas. De abuso de autoridad, física y verbal, psicológica y mental. De cualquier
persona que los quiera engañar, sonsacar o involucrar en cualquier problema que
no les corresponda.
104
Los sello y los protejo con el Poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, de cualquier
desilusión, obsesión, depresión; enfermedad física y mental.
Señor Jesucristo ¡derrama tus Bendiciones sobre mis hijos! ¡Derrama tu Preciosa
Sangre sobre su cerebro!, para que tengan buena retención en sus clases. Que tu
Sangre Señor Jesucristo, fluya por sus venas. En el Nombre del Padre, del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.
Señor Jesús, ata todo principado, poder y fuerza espiritual del mal, en las regiones
de maldad, que están influenciando a: (mencione los nombres de sus hijos...).
Señor Jesucristo, declara anulados por completo, todos los males en la vida de mis
hijos, todo mal debe irse, en el Nombre de Jesucristo. Mis hijos van a ver la Luz del
Evangelio de Jesús, para que sean enseñados por Él, y se multiplicará su paz.
Padre Celestial, Creador de todas las cosas, te doy las gracias por el regalo que
nos has dado en nuestros hijos, te pido que mandes ángeles que los guarden, y los
protejan en todos sus caminos. Te pido que proveas para ellos amigos cristianos,
que puedan ayudarlos con buenos consejos y buenas influencias. Dios, que
maravilloso privilegio y responsabilidad es ser padre; ayúdanos a discernir cuando
mis hijos necesitan de nuestras oraciones y ayuda. Danos Sabiduría, para ser los
padres que debemos ser, y ayúdanos a ser comprensivos con ellos. Padre Santo,
permite que nuestros hijos cumplan el Plan que tú has diseñado para sus vidas.
Que el Espíritu de Dios, Espíritu de Sabiduría, Espíritu de Inteligencia, Espíritu de
Consejo y Poder, Espíritu de Conocimiento y, sobre todo, el Espíritu de Temor de
Dios, repose sobre ellos.
Ven, Espíritu Santo, penetra las profundidades de mi alma con tu poder. Arranca las
raíces más profundas y ocultas del dolor y del pecado que están enterrados en mí.
Lávame en la preciosa Sangre de Jesús y aniquila definitivamente toda ansiedad
que traigo en mí, toda amargura, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional,
infelicidad, tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de
105
culpa y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mí mismo, toda opresión
del maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda perversidad que él coloca en mi mente.
Oh, bendito Espíritu Santo, quema con tu fuego abrasador toda tiniebla dentro de
mí, que me consume y me impide ser feliz. Destruye en mí todas las consecuencias
de mis pecados y de los pecados de mis antepasados, que se manifiestan en mis
actitudes, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera, Señor, a toda mi
descendencia de la herencia del pecado y de la rebelión contra las cosas de Dios
que yo mismo les transmití. ¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, en el nombre de Jesús!
Lávame en la Sangre preciosa de Jesús, purifica todo mi ser, quiebra toda la dureza
de mi corazón, destruye todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo,
maldad, orgullo, soberbia, intolerancia, prejuicios e incredulidad que existen en mí.
Y, en el poder de Jesucristo resucitado, libérame Señor! Cúrame Señor! ¡Ten piedad
de mí, Señor! ¡Ven Santo Espíritu! Hazme resucitar ahora para una vida nueva, llena
de tu amor, alegría, paz y plenitud. Creo que estás haciendo esto en mí ahora y
asumo, por la fe, mi liberación, cura y salvación en Jesucristo, mi Salvador. ¡Gloria
a ti, mi Dios! ¡Bendito seas por siempre! Alabado seas, oh mi Dios! En nombre de
Jesús y por María nuestra Madre. Amén.
Amadísimo Padre, como hijo tuyo, te pido: Que envíes a la Santísima Virgen María
para que me guíe hacia Jesús y que Jesús me envíe el Espíritu Santo para que
todos ellos me lleven a Ti. Que habites conmigo y en mí, un templo viviente
preparado por María, dedicado por Jesús y purificado por tu Espíritu Santo. Y que
yo siempre esté contigo y en Ti. Que me permitas, como hijo tuyo, ser tu verdadero
e íntimo amigo, uno que te ama por sobre todas las cosas. Y que vengas por mí
cuando muera, para llevarme a casa contigo.
106
Te pido, además, Padre, por el bien de la humanidad: Que tengas piedad de todos
tus hijos pasados, presentes y futuros. Que traigas la paz al mundo y que reúnas a
todos tus hijos en Ti. Y que venga tu Reino y tu Voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones
y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dígnate
formarme con María y en María, según el modelo de tu amado Jesús. Gloria al Padre
Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre auxilio del pueblo cristiano,
continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos
de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los
obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preserva de la impiedad y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos,
el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos
confines de la tierra.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes,
particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a
fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con
nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos
que te conozcan, amen y podamos llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal
manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza y, en fin, el
107
pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor
que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra
el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte
una corona en el Paraíso. Así sea.
108
SÉPTIMO DÍA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera
impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis
pecados y así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que
los perdonarás, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me
darás gracia para enmendarme y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el
fin de mi vida. Amén.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica, tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Verbo de Dios Padre, Dios de toda criatura, que diste a tus santos
Apóstoles la potestad de someter a los demonios en tu nombre y de aplastar todo
poder del enemigo; Dios santo, que al realizar tus milagros ordenaste: huyan los
demonios; Dios fuerte, por cuyo poder Satanás, derrotado, cayó del cielo como un
rayo; ruego humildemente con temor y temblor a tu santo nombre para que,
fortalecido con tu poder, pueda arremeter con seguridad contra el espíritu maligno
que atormenta a esta criatura tuya. Tú, que vendrás a juzgar al mundo por el fuego
purificador y en él a los vivos y los muertos.
Antes de pedir a Dios nuestro Señor que nos libere de toda atadura y de todo mal
operado sobre nosotros, oremos a nuestra Madre Santísima, para que nos defienda
del enemigo malo y extienda su amor entre nosotros. Pues donde está ella no puede
prevalecer el enemigo, ya que su pureza lo ciega y derrota.
109
Recordando la profecía del Eterno Padre, te invocamos, Mujer Santa, Virgen María
elegida por Dios para traernos al Salvador, ¡Oh, Madre del Descendiente Poderoso!
que aplastaste la cabeza de la Serpiente, acompáñanos ahora porque nuevamente
tu Hijo, a través de nuestra humilde oración, habrá de enfrentar al autor del pecado
y del dolor.
Virgen María, hemos vuelto contigo al Calvario, aquí está tu Hijo Jesucristo
muriendo por amor, Jesucristo, tu Hijo, está venciendo al Maligno. Tu Descendiente
Santísimo, en este mismo momento, está pisando la cabeza del dragón; ven, María,
a auxiliarnos para que se cumpla la Palabra de Dios, déjanos ocupar el lugar del
discípulo amado y junto a ti contemplar la redención. Amén.
110
SALMO 18
R. El cielo proclama la gloria de Dios
111
También tu siervo es instruido por ellos
y guardarlos comporta una gran recompensa.
¿Quién conoce sus faltas?
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra
desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que
descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha
adornado para su esposo. Y oí una gran voz desde el trono que decía: «He aquí la
morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y
el “Dios con ellos” será su Dios». Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá
muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido. Y dijo el que
está sentado en el trono: «Mira, hago nuevas todas las cosas». Y dijo: «Escribe:
estas palabras son fieles y verdaderas». Y me dijo: «Hecho está. Yo soy el Alfa y la
Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la
vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para
mí hijo. Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, impuros, hechiceros,
idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y
azufre, que es la muerte segunda».
112
infinitos de su misericordia,
abro mi corazón de par
en par para que penetre
e invada todo mi ser.
En el nombre de nuestro
Señor Jesucristo,
muerto y resucitado,
yo clamo y reclamo su
preciosa sangre sobre mí,
sobre mi familia,
sobre mis bienes
espirituales y materiales.
Yo (Diga su Nombre)
sello mi espíritu
en la sangre preciosa
de Cristo.
Yo (Diga su Nombre)
sello mi alma
en la sangre preciosa
de Jesús.
Yo (Diga su Nombre)
sello mi mente y mi voluntad
en la sangre preciosa
de Jesús.
Yo (Diga su Nombre)
sello mi pasado
y mi presente en la sangre
preciosa de Jesús.
113
Sello con la sangre preciosa de Jesús
a mis hijos (nombrarlos)
para que ante el sello
poderoso de la sangre de Jesús
huya toda fuerza del mal.
Aplico la sangre de
Jesús sobre mi casa,
los que habitan en ella.
ACTO DE RENUNCIA
¿Renuncias con todo tu corazón a todo lo que el enemigo del alma ha introducido
en nuestro mundo para alejarnos del Señor?
R. Sí, renuncio.
¿Renuncias a toda práctica supersticiosa, como son las limpias y las barridas?
R. Sí, renuncio.
114
¿Renuncias a todo rito que hayas vivido tú o tu familia de iniciación chamánica,
espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética y a toda secta o
sociedad secreta?
R. Sí, renuncio.
Que el Señor te mantenga siempre lejos del pecado y te dé la salud del alma y del
cuerpo.
R. Amén.
CREDO
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
San Miguel,
116
San Gabriel,
San Rafael,
San Elías,
San Juan Bautista,
San José,
San Pedro,
San Pablo,
San Andrés,
San Juan,
Santo Tomás,
Santiago,
San Felipe,
San Bartolomé,
San Mateo,
San Simón,
San Tadeo,
San Matías,
San Bernabé,
San Lucas,
San Marcos,
117
San Lorenzo,
San Vicente,
San Silvestre,
San Gregorio,
San Ambrosio,
San Agustín,
San Jerónimo,
San Martín,
San Nicolás,
San Antonio,
San Benito,
San Bernardo,
Santo Domingo,
San Francisco,
Muéstrate propicio,
De todo mal,
De todo pecado,
De tu ira,
De la muerte súbita e imprevista,
De las asechanzas del demonio,
De la cólera, del odio y de toda mala intención,
Del espíritu de fornicación,
Del rayo y de la tempestad,
Del azote de los terremotos,
De la peste, del hambre y de la guerra,
De la muerte eterna,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu venida,
Por tu nacimiento,
Por tu bautismo,
Por tu santo ayuno,
Por tu pasión y tu cruz,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu santa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
En el día del juicio,
119
A cada uno respondemos: Te rogamos, óyenos
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
Dios y Padre nuestro, que nos ves quebrantados por nuestra fragilidad, te rogamos
suplicantes por todos nosotros para que apartes el espíritu del mal y nos restituyas
a la plena libertad de tus hijos para que así, te alabemos siempre con la multitud de
tus santos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Renuncio a toda práctica de brujería, magia blanca, magia negra, cualquier color,
santería, brujería o vudú. Renuncio a toda purificación por huevo, hierbas, bálsamo,
120
vino, sangre o fuego. Renuncio a todos los pactos, invocaciones, sellos, uniones u
ordenanzas diabólicas; renuncio a los hechizos, perjurios, maleficios e invocaciones
diabólicas. Renuncio a toda maldición, lujuria maligna, envidia, odio, malicia,
resentimiento, codicia, avaricia, tacañería, soborno, robo, engaño, hurto y
enriquecimiento injusto.
Recorto, destruyo y cancelo los medios por los que se hizo el daño mencionado, ya
sean velas, fotos, ropa, tijeras, agujas, fetiches, funerales o lo que sea.
Renuncio a todo lo que sea contrario a la salud, al respeto y a la dignidad, que todo
mi ser como templo del Espíritu Santo necesita y que me impide tratar a Dios, a mí
mismo y a mi entorno de forma saludable, tener una sola familia y un trabajo decente
y bien remunerado.
Porque Jesucristo vino a destruir las obras del diablo: Señor Jesucristo, reprende y
expulsa de mí a todos los espíritus malignos, y envíalos sometidos bajo tus pies
para que nunca regresen a hacerme ningún daño.
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Después de haber eliminado todas las consecuencias, causas y efectos, Señor
Jesucristo con tu autoridad, elimina todos los bloqueos, la oscuridad y los obstáculos
que Satanás ha erigido a mi alrededor y ordena a cualquier ser demoníaco que me
haya robado a mí o a mi familia que nos devuelva todo lo que nos ha quitado.
Santo Padre, te pido que me cures toda mi vida, toda mi historia personal,
perdóname, ayúdame, libérame y bendíceme.
Padre de Dios, acepto que Tú eres mi Padre, que Jesucristo es mi hermano, que la
Virgen María es mi madre, porque hoy les pertenezco para siempre, yo (di tu nombre
completo).
Guíame con tu Espíritu Santo para que pueda corregir todos los errores que he
cometido, y enséñame a amar tu voluntad. Amén.
Ven, Espíritu Santo, penetra las profundidades de mi alma con tu poder. Arranca las
raíces más profundas y ocultas del dolor y del pecado que están enterrados en mí.
Lávame en la preciosa Sangre de Jesús y aniquila definitivamente toda ansiedad
que traigo en mí, toda amargura, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional,
infelicidad, tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de
culpa y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mí mismo, toda opresión
del maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda perversidad que él coloca en mi mente.
Oh, bendito Espíritu Santo, quema con tu fuego abrasador toda tiniebla dentro de
mí, que me consume y me impide ser feliz. Destruye en mí todas las consecuencias
de mis pecados y de los pecados de mis antepasados, que se manifiestan en mis
actitudes, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera, Señor, a toda mi
descendencia de la herencia del pecado y de la rebelión contra las cosas de Dios
que yo mismo les transmití. ¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, en el nombre de Jesús!
Lávame en la Sangre preciosa de Jesús, purifica todo mi ser, quiebra toda la dureza
de mi corazón, destruye todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo,
maldad, orgullo, soberbia, intolerancia, prejuicios e incredulidad que existen en mí.
Y, en el poder de Jesucristo resucitado, libérame Señor! Cúrame Señor! ¡Ten piedad
de mí, Señor! ¡Ven Santo Espíritu! Hazme resucitar ahora para una vida nueva, llena
de tu amor, alegría, paz y plenitud. Creo que estás haciendo esto en mí ahora y
asumo, por la fe, mi liberación, cura y salvación en Jesucristo, mi Salvador. ¡Gloria
a ti, mi Dios! ¡Bendito seas por siempre! Alabado seas, oh mi Dios! En nombre de
Jesús y por María nuestra Madre. Amén.
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agradezco por haberme dado la vida y por todo lo que has hecho por mí. Te ofrezco
todo lo que tan generosamente me has dado.
Estoy sinceramente arrepentido por no haberte conocido, amado, servido y honrado
como debía. Abrazo mi herencia como hijo tuyo, tanto el gozo como la
responsabilidad. Te doy mi "Sí" para poder ser un instrumento de tu Voluntad.
Amadísimo Padre, como hijo tuyo, te pido: Que envíes a la Santísima Virgen María
para que me guíe hacia Jesús y que Jesús me envíe el Espíritu Santo para que
todos ellos me lleven a Ti. Que habites conmigo y en mí, un templo viviente
preparado por María, dedicado por Jesús y purificado por tu Espíritu Santo. Y que
yo siempre esté contigo y en Ti. Que me permitas, como hijo tuyo, ser tu verdadero
e íntimo amigo, uno que te ama por sobre todas las cosas. Y que vengas por mí
cuando muera, para llevarme a casa contigo.
Te pido, además, Padre, por el bien de la humanidad: Que tengas piedad de todos
tus hijos pasados, presentes y futuros. Que traigas la paz al mundo y que reúnas a
todos tus hijos en Ti. Y que venga tu Reino y tu Voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Amén.
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que
te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes
de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y
todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones
y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dígnate
formarme con María y en María, según el modelo de tu amado Jesús. Gloria al Padre
Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre auxilio del pueblo cristiano,
continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos
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de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los
obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro
infalible; preserva de la impiedad y del vicio a la incauta juventud; promueve las
vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos,
el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos
confines de la tierra.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes,
particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a
fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con
nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos
que te conozcan, amen y podamos llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal
manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza y, en fin, el
pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor
que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra
el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte
una corona en el Paraíso. Así sea.
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