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Eclesia 06-03 - Las Tentaciones de Jesús en El Desierto

El documento resume los relatos de las tentaciones de Jesús en el desierto según los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. Explica que cada Evangelista presenta detalles diferentes dependiendo de las preocupaciones catequéticas de sus comunidades. Mateo ofrece más detalles y describe tres tentaciones de Jesús que enfrenta citando las Escrituras, representando las tentaciones del pueblo de Israel en el desierto. La Cuaresma es una oportunidad para unirnos a Jesús en su actitud filial, fiel y pobre a través de la gracia.

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Eclesia 06-03 - Las Tentaciones de Jesús en El Desierto

El documento resume los relatos de las tentaciones de Jesús en el desierto según los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. Explica que cada Evangelista presenta detalles diferentes dependiendo de las preocupaciones catequéticas de sus comunidades. Mateo ofrece más detalles y describe tres tentaciones de Jesús que enfrenta citando las Escrituras, representando las tentaciones del pueblo de Israel en el desierto. La Cuaresma es una oportunidad para unirnos a Jesús en su actitud filial, fiel y pobre a través de la gracia.

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Las tentaciones de Jesús en el desierto, y la Cuaresma

(extracto del libro “Escritos catequísticos sobre Jesús”, Ed. La Semilla, 1998)

La escena de las tentaciones de Jesús que nos muestran los Evangelios, nos lleva directamente a uno de los
temas centrales del misterio de Jesús: el hecho de que Él es verdadero Dios y verdadero hombre. La experiencia
catequística suele mostrar que con la primera parte de este enunciado de nuestra fe - “verdadero Dios”- no hay
tantas dificultades como la segunda parte: “verdadero hombre”. Y, sin embargo, ambos aspectos son parte de
mismo misterio, en el que se nos revela el inagotable amor de la Santísima Trinidad por nosotros, los hombres.
En la presente nota, trataremos de ver la escena de las tentaciones de Jesús tal como la presenta cada uno de los
evangelistas, para concluir con una aplicación a nuestra vivencia cristiana.
Cuando abrimos el Evangelio según San Marcos lo primero que encontramos, después de una breve
introducción, es el relato del Bautismo y de las tentaciones de Jesús, escenas que Marcos presenta con menos
detalle que los otros evangelistas. Mateo y Lucas traen un relato más desarrollado de ambas escenas y anteponen
los relatos que se refieren a la infancia de Jesús, y Juan, por su parte, si bien nos ofrece unas palabras de Juan
Bautista sobre el tema del bautismo de Jesús, no nos muestra el momento del bautismo, ni nos habla de las
tentaciones. Además, hay diferencias entre Mateo y Lucas en el orden como presentan las tentaciones de Jesús.
Como sabemos, estos distintos modos de exponer el mismo suceso, dependen de las preocupaciones
catequísticas que tiene cada uno de los autores, atendiendo a la realidad de sus respectivas comunidades.
Así Marcos, que escribe para la comunidad cosmopolita de Roma, presenta a Jesús como el nuevo Adán,
cabeza de la nueva humanidad, y que recupera para nosotros la paz del Paraíso original. Por eso, al igual que
Adán, Jesús sufre tentaciones. Pero Marcos destaca que, a pesar de ellas, Jesús permanece en la compañía
pacífica de los animales del campo y de los ángeles, estado que Adán perdió al pecar. Notemos, por otra parte,
que Marcos no especifica ni la naturaleza ni el número de las tentaciones, sino que sólo menciona que fue
tentado (Mc 1, 12-13).
El relato de Mateo (Mt 4, 1-11) trae muchos más detalles, y es la versión que ha sido más comentada por la
tradición cristiana. Comienza, como Marcos, indicando que Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para
ser tentado por el diablo. Mateo menciona un ayuno de cuarenta días que no figura en Marcos, después del cual
el tentador ataca a Jesús por tres veces. La primera tentación es en relación a la comida, la segunda es una
tentación de vanidad, y la tercera es la más profunda: se refiere a la soberbia y la idolatría. Ya los más antiguos
comentarios cristianos reconocieron en estas tres tentaciones que describe Mateo, una nueva versión de las
tentaciones que sufrió el pueblo de Israel en el desierto, y que nos son relatadas en el libro del Éxodo. Sólo que
allí donde el pueblo fue infiel, allí mismo Jesús sale victorioso. Esta referencia de Mateo a las tentaciones de
Israel en el desierto se explica pues, justamente, Mateo escribe para la comunidad cristiana que habita en
Palestina.
Hay otros detalles del relato de Mateo que son importantes. En primer lugar, es notable que Jesús enfrenta cada
tentación con una frase de la Escritura. Ya los antiguos monjes habían notado este detalle, y por eso hacían de la
meditación de la Palabra de Dios un ejercicio continuo para crecer en su unión con Dios, y poder resistir los
ataques del diablo. También hay que hacer notar que en la segunda tentación, el demonio mismo cita la Biblia, a
lo cual Jesús responde con otra frase de la Escritura, que completa la media verdad que el tentador había
expresado. Porque hay que saber que los engaños más peligrosos son los que tienen una parte de verdad, pues
son más difíciles de discernir que aquellos que son mentiras lisas y llanas. Por otra parte, el hecho de que el
demonio cite la Biblia nos tiene que poner sobreaviso acerca del uso de la Escritura, pues también puede usársela
para el mal. Por último, notemos la “pedagogía al revés” que usa el tentador, atacando niveles cada vez más
profundos: tentación carnal, tentación de vanidad, tentación de soberbia.
El relato de Lucas es parecido al de Mateo, pero con la diferencia que cambia de orden las tentaciones: la
segunda pasa al tercer lugar y viceversa. La razón de esto es porque Lucas quiere dejar para la última escena la
tentación que sucede en Jerusalén, destacando así el papel de la ciudad santa, como hace a lo largo de toda su
obra. Y agrega al final una observación interesante: “Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un
tiempo oportuno” (Lc 4, 13), indicando que en esos tres géneros de tentación se agotan los modos con que el
tentador ejerce su influencia.
La Cuaresma es para nosotros mucho más que una recordación de aquel suceso de la vida de Jesús: es nuestra
unión vital y actual con el Señor, haciendo cada vez más profundas en nosotros su actitud filial, fiel y pobre.
Tengamos en cuenta que, por medio de la gracia, estamos unidos con Él de un modo real, como la vid y los
sarmientos (Jn 15), como la Cabeza con su cuerpo (Ef 1,10), y así, en la medida en que nosotros se lo
permitamos, su Vida se hace nuestra vida. Porque la vida cristiana no es sólo una ética: es sobre todo una
mística.

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