Fuente:
Juan José Saer. En: Poemas. Borradores inéditos 3, Buenos Aires, Seix Barral, 2014.
UN CHOIX DE CENTO E FORTY HAIKÚS
PRESENTACIÓN
El título deliberadamente macarrónico de esta selección alude a los tres idiomas
(principalmente el francés) de los que, entre finales de los años setenta y principios de los
ochenta, fueron traducidos estos poemas, y el tono jovial del mismo intenta inducir al lector
a darse cuenta de que las versiones que se apresta a leer no tienen ninguna pretensión
erudita o académica. El orden que siguen los poemas es arbitrario porque hasta aquel en el
que fueron traducidos fue trastocado, ya que en su mayoría estaban copiados en hojas
sueltas no numeradas, que estuvieron extraviadas durante casi veinte años y que, al
reaparecer, en el momento de la relectura, de la corrección y del pasaje en limpio,
cambiaron muchas veces de posición en el conjunto. Esta aclaración es necesaria, ya que es
sabido que todas las antologías clásicas de haikús siguen un orden preciso, agrupadas por
temas o según las estaciones del año. Mi intención no era ni pedagógica ni erudita sino
poética: sólo conservé los que parecían capaces de suscitar una emoción en su idioma de
llegada, el castellano. La puntuación, que puede parecer un poco arbitraria, intenta marcar
las pausas y la persistencia del sentido con más intensidad que la puntuación corriente. En
cambio, no he querido subrayar demasiado, para no volverla tan evidente, la fineza alusiva
que constituye la característica principal del género. Muchas de estas alusiones son
biográficas, culturales, religiosas, y en este último caso podemos considerarlas también
como intertextuales, ya que se refieren a los clásicos del budismo zen e incluso al taoísmo,
como el tema del soñador, del pez y de la mariposa, que provienen de Tchuang Tse (Libros II
y VI).
El pedantísimo y perentorio René Sieffert, en su libro El haïkaï según Bashô, señala (con
razón) que Bashô, por haber vivido en el siglo XVII, no escribió ningún haikú, ya que esa
denominación recién aparece al final del diecinueve, como contracción de dos formas
clásicas combinadas de la poesía japonesa: el haï kaï y el hokku. Transgredir su prohibición
en este trabajo es un modo de reiterar una vez más su carácter informal y sus intenciones
en cierto sentido lúdicas, que por otra parte son las mismas que el propio Sieffert atribuye
etimológicamente al origen del género. Pero no nos engañemos: si el carácter lúdico está en
la precisión, la elegancia, la economía, la alusión, la capacidad de variación al infinito sobre
un tema obligado, esos atributos son únicamente un medio para obtener vividez,
extrañamiento, epifanía. Ligado a la percepción clara de un instante de lo exterior, el haikú
es el residuo estable de una lucidez momentánea que integra al sujeto en el universo y al
universo en el sujeto. A través de la captación fugaz pero intensa y nítida de un fragmento
del ser, circula la presencia intuitiva del todo al que ese fragmento está ligado. La
concentración radiosa del haikú figura la presencia de la totalidad en el Momento.
JUAN JOSÉ SAER
La laguna.
Salta una rana.
Ruido de agua.
(Bashô)
Desnudo
en un caballo desnudo
bajo el chaparrón
(Issa)
A cada golpe de aire
la mariposa en el sauce
cambia de lugar
(Bashô)
Hago un agujero
cerca de la puerta
orinando en la nieve
(Issa)
Choza de pescadores:
grillos mezclados
entre los camarones
(Bashô)
Viento de otoño
hay pensamientos
en la mente de Issa
(Issa)
Qué extraño
es estar vivo
bajo las flores del cerezo
(Issa)
Sopla el viento de otoño
tú y yo
vivos y visibles
(Shiky)
Hostigadas
las luciérnagas se esconden
en los rayos de luna
(Ryôta)
La mariposa es vieja
pero sobre los crisantemos su alma
juguetea
(La monja Seifu)
A la luz de la luna
regreso acompañado
por mi sombra
(Sodô)
Empezó derribando
espantapájaros
la tormenta de otoño
(Kyoroku)
Enfermo en viaje
mis sueños vagan
por el desierto
(Bashô)
Por sobre las nubes blancas
gritos
de alondras
(Kyoroku)
Sobre una rama muerta
se posó un cuervo.
Noche de otoño.
(Bashô)
Mariposa dormida sobre la piedra
que has de soñar
mi triste vida
(Shiki)
Viento de otoño.
En el establo se oye, leve,
la voz del mosquito
(Bashô)
Insectos de verano
caen muertos
sobre mi libro
(Shiki)
Es el décimo mes
ni salgo
ni nadie viene
(Shôhaku)
Refresca.
Ningún insecto
ronda la lámpara
(Shiki)
Transida de pobreza
la mañana
de otoño
(Buson)
Sopla viento invernal.
Los ojos de los gatos
parpadean
(Yasô)
El cachorro que ignora
la vuelta del otoño
es Buda
(Issa)
Invierno.
Una puta joven
raspa una olla
(Issa)
Ante el crisantemo blanco
las tijeras vacilan
unos segundos
(Ryôta)
¿Es otra
este año
la nieve que cae?
(Bashô)
Crisantemos en flor.
También flota en el aire
un olor de orina
(Issa)
El año acaba.
Le oculté a mi padre
mis canas
(Etsuyin)
Si sopla viento norte
las hojas secas
fraternizan en el sur
(Buson)
El sol cintila
sobre las piedras
de este desierto
(Buson)
Los días de lluvia
el monje Ryokan
desmerece
(Ryokan)
Migradores no peleen en vuelo
sean como hermanos
solidarios
(Issa)
No hay ni cielo ni tierra.
La nieve únicamente
que cae sin fin
(Hashin)
Luna altísima.
Atravieso
un barrio pobre
(Buson)
Bajo el viejo paraguas
el murciélago
vive de incógnito
(Budos)
Luna de otoño.
Vagué la noche entera
por el estanque
(Bashô)
Un pájaro
cantó y se calló.
Nieve al anochecer
(Anô)
La vaca emerge
mugiendo
de la niebla
(Issa)
Voy voy gritaba yo
pero a la puerta llena de nieve
seguían golpeando
(Kyotai)
A la mañana
el cardo brilla
después de la lluvia
(Santôku)
Pelo una pera.
Gotas tiernas resbalan
por la hoja del cuchillo
(Shiki)
También es larga para ustedes,
pulgas, la noche.
Larga y sola.
(Issa)
Moribundas
son más ruidosas
las cigarras de otoño
(Shiki)
Matando moscas
empiezo a desear
aniquilarlas todas
(Seibi)
Manchados de barro
por el rocío
los melones emanan frescura
(Bashô)
Un ser humano
una mosca
en la vasta habitación
(Issa)
Vuelan murciélagos
en un pueblo sin pájaros
a la hora de la cena
(Issa)
Nada muestra
en el canto de la cigarra
su fin próximo
(Bashô)
Un caracol.
Un cuerno largo, otro corto.
¿Qué lo atormenta?
(Buson)
El niño perdido
que llora y llora pero corre
tras las luciérnagas
(Ryusui)
¿Cuándo vino a ponerse
tan cerca de mí
este caracol?
(Issa)
La luciérnaga
alumbra
al que la persigue
(Ôemaru)
Mi casa natal —
el del caracol
es el rostro de Buda
(Issa)
Cuando el alba aparece
la luciérnaga
se transforma en insecto
(Aon)
Ni una hoja se mueve
¡Qué terrible
el bosque en verano!
(Buson)
La luciérnaga —
su resplandor frío
en la mano
(Shiki)
Árboles inmensos
de nombre desconocido.
Canto de cigarras.
(Shiki)
El mismo paisaje
oye el canto y ve la muerte
de la cigarra
(Bashô)
Tres veces resonó
y se apagó después
el grito del ciervo
(Buson)
Al atardecer
la sombra del espantapájaros
toca el camino
(Shôha)
Hierba salvaje en flor.
Cuando aprendí su nombre
la vi de otra manera
(Teiji)
Los gorriones vuelan
de espantapájaros
en espantapájaros
(Sazanami)
Rocío blanco en la zarza.
Una gota
en cada espina
(Buson)
Sobre el mar oscuro
el grito lívido
de un pato salvaje
(Bashô)
Soñando cada año
con crisantemos.
Soñando por ellos.
(Shiki)
Ahora que se ensombrecen
los ojos del halcón
las perdices pían
(Bashô)
Con mi paraguas
voy pasando
entre los sauces
(Bashô)
Sol de invierno.
Sobre un caballo
una silueta helada
(Bashô)
Ni una gota de rocío
cae del crisantemo
helado
(Bashô)
Del fondo de la peonía
sale la abeja
contra su voluntad
(Bashô)
Brasa entre la ceniza.
En la pared
la sombra del invitado
(Bashô)
La víbora me elude
pero su modo de mirarme
sigue en el pasto
(Kyoshi)
Un gran viento
se levantó de golpe.
¡La bandera!
(Shiki)
Aun entre los insectos
hay buenos y malos
cantores
(Issa)
Sol púrpura
y ardiente —
pero el viento es de otoño
(Bashô)
Libélulas
en un pueblo apacible.
Mediodía.
(Kyoshi)
Otoño pleno
¿Cómo es la vida
de mi vecino?
(Bashô)
La libélula
se asienta sobre el palo
que la espanta
(Kôkiô)
¿Con qué voz cantarías
y qué canto, araña
en la brisa de otoño?
(Bashô)
La hembra del grillo
comido por el gato
cantará su responso
(Kikaku)
Donde yo vivo
hay más espantapájaros
que hombres
(Chasei)
Sembradoras de arroz.
Todo está sucio en ellas
menos su canto
(Raizan)
El gatito que pesan
sigue jugando
en la balanza
(Issa)
El niño boquiabierto
que mira caer las flores
es Buda
(Kubutzu)
La camelia
que estaba por caer
se enredó entre las hojas
(Shôha)
Al vasto campo
el faisán lo borró
de un solo grito
(Yahei)
Cayó una camelia.
Cantó un gallo.
Cayó otra.
(Baishitsu)
La alondra lucha
contra el viento
de primavera
(Yasui)
La golondrina
da media vuelta.
¿De qué se olvidó?
(Otsoyu)
Aún perseguida
la mariposa
no parece apurada
(Garaku)
Por estornudar
perdí de vista
a la alondra
(Yayu)
De un sacudón
el ciervo aleja a la mariposa
y se vuelve a dormir
(Issa)
Templo de Buda —
a lo lejos
el mar de junio
(Shiki)
En el aguacero tibio
una muchacha hermosa
bosteza largamente
(Issa)
Pobre pobre
la provincia más pobre
¡Pero qué frescura!
(Issa)
Cuando me di vuelta
el hombre que cruzaba
se perdió en la niebla
(Shiki)
Labores del campo.
La nube inmóvil
desapareció
(Buson)
En silencio
el huésped el invitado
y el crisantemo blanco
(Ryôta)
Captando el reflejo
de la roca amarilla
la primavera es amarilla
(Rasetsu)
Bajo la lluvia de otoño
andar sobre la hierba
sumergida
(Buson)
La luna pasa al oeste.
La sombra de las flores
se estira hacia el este
(Buson)
Un buda en el campo.
De su nariz
cuelga escarcha
(Issa)
Orquídea nocturna
que oculta en su perfume
su flor blanca
(Buson)
Desolación de invierno.
Detritus sumergidos
en el fondo del río
(Ichiku)
En el agua que saco
brilla el comienzo
de la primavera
(Ringai)
Noche corta.
En las afueras del pueblo
un negocio abierto
(Buson)
Medianoche de invierno.
Se oye un serrucho —
ruido de pobreza
(Buson)
Tocada por el filo
de la caña de pescar
la luna de verano
(Chiyo-ui)
Fuego de carbón.
Nuestros años declinan
del mismo modo
(Issa)
Arde la lámpara todavía.
Dan las cuatro.
Noche corta.
(Shiki)
Luna de medianoche.
Una bola
de frescura
(Teishitsu)
Chaparrón de verano.
Sola una mujer sueña
junto a la ventana
(Kikaku)
Sobre el puente colgante
en desorden
rastros de lluvia fresca
(Shiki)
Lentitud del día —
un faisán
se instala en el puente
(Buson)
Únicamente el ruido
del chaparrón de estío
al anochecer
(Issa)
Cortarla qué pena.
Dejarla qué pena
la violeta
(Naojo)
Delicia de cruzar
el río de estío
con las sandalias en la mano
(Buson)
Quién sabe
de qué árbol en flor.
¡Pero qué perfume!
(Bashô)
Día largo —
gasté mis ojos
contemplando el mar
(Taigi)
El monje enfermo
limpia el jardín.
Ciruelos en flor
(Sora)
Un duelo de miradas
entre yo
y la rana
(Issa)
La brisa de la mañana
sopla en el vello
de la oruga
(Buson)
Cantan en primavera
las ranas.
En verano ladran.
(Onitsura)
Noche corta.
Sobre la oruga velluda
gotas de rocío
(Buson)
Inmóvil y serena
la rana mira
las montañas
(Issa)
Parecieran moverse
las piedras del fondo.
Agua clara.
(Sôseki)
Brisa ligera.
La sombra de la glicina
tiembla apenas
(Bashô)
A caballo
aflojé las riendas.
Agua clara.
(Shiki)
¡Qué tierna
es con las muñecas
la mujer sin hijos!
(Ransetsu)
Salta una trucha.
Las nubes se agitan
en la corriente
(Onitsura)
Vive pulga arisca.
Por mi mano
vuélvete Buda
(Issa)
Anochecer de otoño.
Pasa un cuervo
en silencio.
(Kishû)
Estoy en Kyoto
soñando con Kyoto.
Canto del cucú
(Bashô)
Anochecer de otoño.
También hay dicha
en la soledad
(Buson)
Silencio.
El canto de la cigarra
taladra la roca
(Bashô)
Medianoche.
La Vía Láctea
cambió de lugar
(Ransetsu)
Ni sonrisa
ni lágrimas
en el hibisco
(Ransetsu)
Estiré la mano pero no la corté.
Seguí de largo.
El hibisco
(Sampû)
Un hibisco
al borde del camino.
Lo tascó el caballo
(Bashô)