0% encontró este documento útil (0 votos)
47 vistas7 páginas

Arte Venezolano Siglo XX

Este documento describe el arte venezolano del siglo XX desde dos perspectivas: el Círculo de Bellas Artes y Los Disidentes. El Círculo de Bellas Artes surge en 1912 como un grupo de pintores paisajistas comprometidos con representar la naturaleza venezolana. Uno de sus miembros más destacados fue Armando Reverón, quien se exilió espiritualmente de Caracas al construir una casa en Macuto. En 1950 surgió en París el grupo Los Disidentes, compuesto por artistas venezolanos que quer

Cargado por

Andrés Arias
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
47 vistas7 páginas

Arte Venezolano Siglo XX

Este documento describe el arte venezolano del siglo XX desde dos perspectivas: el Círculo de Bellas Artes y Los Disidentes. El Círculo de Bellas Artes surge en 1912 como un grupo de pintores paisajistas comprometidos con representar la naturaleza venezolana. Uno de sus miembros más destacados fue Armando Reverón, quien se exilió espiritualmente de Caracas al construir una casa en Macuto. En 1950 surgió en París el grupo Los Disidentes, compuesto por artistas venezolanos que quer

Cargado por

Andrés Arias
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 7

El arte venezolano del siglo xx

Entre el exilio y la disidencia*


Resumen:

Desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX el arte venezolano se debate entre las
ideas del nacionalismo y el cosmopolitismo. Poco a poco, el nacionalismo va ganando
terreno en el campo de la literatura y las artes, como muestra de ello cabría mencionar a
los pintores del Círculo de Bellas Artes empeñados, desde 1912, en la representación de
nuestra naturaleza.

Dentro de este grupo destaca la figura solitaria de Armando Reverón, exiliado


espiritualmente de su generación en busca de la representación de la luz. A principios de
los años cincuenta se manifiestan un grupo de venezolanos que se hacen llamar Los
Disidentes, bajo este nombre se reúnen algunos pintores, una bailarina y un filósofo con
la intención de remover los cimientos de la cultura venezolana. En su exilio de París se
atreven a proponer un vuelco radical en el panorama de las Artes Plásticas al introducir
los lenguajes de la abstracción, la preocupación por la investigación de los problemas
formales de la pintura y la propuesta de una representación que fuese más allá del
paisaje y la realidad social.

1. Introducción

Durante los primeros cincuenta años del siglo XX el arte venezolano está marcado por
dos movimientos que se consideran hitos en nuestra historia. Por un lado, encontramos a
los pintores del llamado Círculo de Bellas Artes, una generación de paisajistas que
surge a partir de 1912 y por el otro, el grupo Los Disidentes quienes en 1950
manifiestan su inconformidad con la cultura venezolana desde París.

Nos interesa ver estos dos grupos de artistas desde la perspectiva de la disidencia y el
exilio. En este sentido, cabe aclarar que aplicamos el término disidencia desde su
acepción ideológica, “separarse por cuestiones doctrinales de una comunidad religiosa,
de una escuela filosófica o artística, de un partido político, etc.” (Diccionario Ideológico
de la Lengua Española, 1998: 1088.) También, en su acepción de “grave desacuerdo de
opiniones” (R.A.E., 2001: 564.)

El término disidencia tiene su raíz en el verbo transitivo disidir, cuya acción significa
“separarse de una creencia u opinión” (Océano Uno Color. Diccionario Enciclopédico,
1998: 529.) También encontramos definiciones más completas en diccionarios de
Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, a saber: “Disidencia. Discrepancia o diversidad
de creencias, opiniones o pareceres. Disidente, el que se halla en disidencia (v.) con
otro, que es posición recíproca” (Osorio, 1981: 258.)
O aquella otra que la conceptualiza como un “desacuerdo con respecto a una doctrina,
una opinión o actitud. Rompimiento, disconformidad” (Serra Rojas, 1999: 359.)

En cuanto al término exilio no lo usaremos en su acepción más tradicional “situación de


una persona o grupo de personas fuera de la tierra o país de origen” (Idem., 466), sino
en sentido figurado, más cercano, sobre todo en el caso del pintor Armando Reverón, al
exilio espiritual.

2. Venezuela, primera mitad del siglo XX

Si observamos la producción artística venezolana del Siglo XX hallaremos que ha


respondido al espíritu de su tiempo. Venezuela inicia la centuria en medio de la
dictadura, primero la de Castro y luego la de Juan Vicente Gómez, la más larga de su
historia republicana. Desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX, nos debatimos
entre las ideas del nacionalismo y el cosmopolitismo, así “desaparece el nombre de
patria y queda humanidad: el arte universal; la santa y última expresión de la
confraternidad artística. Pero, diablos – admito el programa siempre que vibre en él la
nota criolla” (Santaella, 1986: 16.)

Poco a poco el nacionalismo va ganando terreno en el campo de las artes y como


muestra de ello mencionaremos a los pintores del Círculo de Bellas Artes. Estos
primeros disidentes de las artes plásticas venezolanas tenían como propósito
fundamental, según Guerrero (1995: 64,) “hacer un arte venezolano, deslindado de
influencias foráneas, y el camino a seguir era el Paisaje, la representación de nuestra
naturaleza, que estaba ante nuestros ojos y no había sido descubierta.”

Además, manifestaban su disenso de forma muy característica ya que no negaron la


historia que les antecedía, pero si enarbolaron la bandera de la libertad de tendencias, tal
y como lo expresa Jesús Semprúm (Citado por Guerrero, Ibidem.: 350) en el discurso de
apertura del movimiento:

“Deseamos que junto a los partidarios del más riguroso clasicismo, junto a los más
convencidos defensores del romanticismo y sus derivados, vengan a reunirse con
nosotros sectarios fervientes de la Escuelas nuevas, por más extravagantes que puedan
parecernos, desde los adscritos al simbolismo esotérico hasta los frenéticos enamorados
de la comunión futurista.”

A la desaparición de Gómez siguen años de intensa convulsión política signados por dos
golpes de estado, en los años cuarenta y un movimientos cívico militar, a fines de los
cincuenta, todos estos acontecimientos nos han permitido desembocar en “La
instauración de un régimen democrático caracterizado por la libertad de expresión , el
libre juego de los partidos políticos (y un especial dominio de los más grandes durante
muchos años); la celebración de elecciones libres y en general, aceptadas como limpias;
un juego cada vez más equilibrado entre los poderes públicos; y una creciente
preocupación, si no siempre respeto, por los derechos humanos y la pulcritud
administrativa” (Caballero, 1998: 114.)
A principios de los años cincuenta se manifiestan, en París, un grupo de venezolanos
que se hacen llamar Los Disidentes, bajo este nombre se reúnen algunos pintores, una
bailarina y un filósofo con la intención de remover los cimientos de la cultura
venezolana. En el número cinco -y último- de la revista que editan, afirman:

“Nosotros no vinimos a París a seguir cursos de diplomacia, ni a adquirir una “cultura”


con fines de comodidad personal. Vinimos a enfrentarnos con los problemas, a luchar
con ellos, a aprender a llamar las cosas por su nombre, y por ello mismo no podemos
mantenernos indiferentes ante el clima de falsedad que constituye la realidad cultural de
Venezuela. A su mejoramiento creemos contribuir atacando sus defectos con la mayor
crudeza, haciendo recaer las culpas sobre los verdaderos responsables o quienes les
apoyan” (Guillent Pérez, 1967:89.)

Los Disidentes serán los llamados a producir un vuelco radical en el panorama de las
Artes Plásticas al introducir los lenguajes de la abstracción, la preocupación por la
investigación de los problemas formales de la pintura y la propuesta de una
representación que fuese más allá del paisaje y la realidad social.

3. Caracas, 1912: el Círculo de Bellas Artes

En el año de 1909 se declara una huelga en la Academia de Bellas Artes, que fue
organizada en contra de su director, el pintor Herrera Toro, recién nombrado luego de la
muerte de Emilio Mauri en 1908, los alumnos se oponían al tipo de enseñanza que se
impartía en la Academia, también a la suspensión de las becas, pensiones, premios y los
concursos de pintura y escultura.

Hasta 1912 se produce una situación de inestabilidad en los estudios de la Academia, ya


que los alumnos elevaron su protesta ante el Ministerio de Instrucción Pública
solicitando sus peticiones, como éstas no fueron atendidas el grupo de alumnos en
discordia se retiran definitivamente de la institución.

El 3 de septiembre de 1912 fue inaugurado el local del Círculo de Bellas Artes en el


Teatro Calcaño, este local fue cedido gentilmente por su dueño el doctor Eduardo
Calcaño. Entre los fundadores del Círculo encontramos, entre otros, a Rafael Aguin,
Cruz Alvarez García, Pedro Basalo, Pedro Castrellón, Manuel Cabré y Angel Cabré,
Pablo Wenceslao Hernández, Juan de Jesús Izquierdo, Leoncio Martínez, Edmundo
Monsanto, Próspero Martínez, Nicanor Mejias y Pedro Zerpa.

Es bueno acotar que Armando Reverón no aparece en la lista de fundadores,


reconocidos por la historiadores del arte venezolano, ya que se encontraba realizando
estudios en España. Según Guerrero (Ibidem.: 348,) “Reverón regresa a Venezuela por
breve tiempo en 1912, pero aparece participando en la Primera Exposición del Círculo a
comienzos de 1913.” Este dato nos resulta de vital importancia puesto que, a pesar de
no aparecer entre los fundadores del Círculo de Bellas Artes, al artista se le considera
como uno de los miembros más destacados de este grupo y también, para el
planteamiento que pretendemos hacer de Reverón, quien encarna la figura del primer
artista exiliado, por voluntad propia y sin salir de las fronteras venezolanas.

El poeta José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 1890 - Ginebra, 1930), de alguna manera
también podría ser considerado dentro del planteamiento que nos proponemos en cuanto
al exilio y la disidencia en el arte venezolano del siglo XX. Signado por la soledad y
atormentado por el insomnio, que lo lleva al suicidio, a diferencia de sus compañeros de
generación, que se dedican a la vieja retórica tradicional y giran en torno a su propia
individualidad, cultiva la prosa y gravita en una posición impersonal y atemporal. En La
vida del maldito dijo:

“No me seducen los placeres mundanos y volví espontáneamente a la soledad, mucho


antes del término de mi juventud, retirándome a esta mi ciudad nativa, lejana del
progreso, asentada en una comarca apática y neutral”

4. Macuto, 1922: el exilio espiritual de Armando Reverón

Armando Reverón (Caracas, 1889-1954), forma parte del grupo de pintores paisajistas
que se reúnen en el Círculo de Bellas Artes. A diferencia de sus compañeros de
generación el artista abandona voluntariamente la ciudad de Caracas, de esta manera en
1923 inicia la construcción, con sus propias manos, de una humilde vivienda en la
localidad de Punta de Mulatos, ubicada cerca del Puerto de La Guaira.

Según ha referido Juanita, la compañera del artista desde 1919 hasta su muerte, en 1954,
y luego relatado por Juan Liscano a Nicolás Ferdinandov, el ruso, uno de los profesores
de Reverón en España, le aconsejó que para vivir como pintor en Venezuela debía
conseguir un dinero para invertirlo en una casa, que le permitiera aislarse, además de
buscar la compañía de una mujer humilde (Ferdinandov, 1988: 54.).

El exilio de Reverón en el Castillete de Macuto “no sólo consistía en despojarse de los


útiles de la civilización industrial. No sólo consistía en rechazar los objetos de metal.
No sólo consistía en simplificar al extremo el vestido, la higiene, la alimentación, los
procedimientos plásticos, los implementos, las relaciones sociales, el hábitat mismo”
(Idem.: 55,) más bien creemos entraña una búsqueda espiritual.

En el siglo XIX los impresionistas cambiaron el curso de la historia del arte al


empeñarse en pintar los efectos de la luz sobre los objetos. Por su parte, Reverón
cambia el curso de su vida empeñado en pintar la luz, ya no como fenómeno pictórico
sino como búsqueda espiritual, en su deseo de alcanzar la unión con Dios no le basta
vivir en castidad absoluta. A partir de 1923 el artista se aparta de la vida mundana, se
exilia dentro de símismo, inicia un periplo interior a la espera de que la luz se
materialice. Poco a poco el color desparece de su paleta y sus cuadros se inundan de
blanco, de esta manera los paisajes de Reverón adquieren, según la tradición hindú, la
cualidad de una de la tres fuerzas que mueven el mundo, sattva, a través del
“entendimiento; reposo en el conocimiento divino; pureza” (Zaniah, 1962: 210.)
Las otras dos gunas de la sustancia cósmica o prakriti son: rajas o “cualidad de
impureza; ambición; codicia” (Ibidem., 195) y tamas: “oscuridad, inercia, pesadez;
pereza, ignorancia, apatía” (Ibidem.: 282.)

5. París, 1950: los Disidentes

En El Tesoro de la Fuente Cegada escribió José Antonio Ramos Sucre, como aludiendo
a la Venezuela en la que surgen los Disidentes:

“Yo vivía en un país intransitable, desolado por la venganza divina. El suelo, obra de
cataclismos olvidados, se dividía en precipicios y montañas, eslabones diseminados al
azar. Habían perecido los antiguos moradores, nación desalmada y cruda”.

A fines de la década del cuarenta comienzan a llegar a París un grupo de pintores


venezolanos, estos artistas habían protagonizado en su país de origen una serie de
protestas en contra de las enseñanzas impartidas en la Escuela de Artes Plásticas y
Aplicadas Cristóbal Rojas, que sustituyó a la Academia de Bellas Artes a partir del año
de 1936, a las que consideraban al margen de la historia. A partir de 1945 se inician una
serie de huelgas en la Escuela de Artes Plásticas, los huelguistas reclamaban
fundamentalmente la necesidad de ponerse al día con las propuestas vanguardistas,
surgidas en Europa a principios del siglo XX, reclamaban en su formación una
propuesta menos realista y más acorde con los problemas formales de la pintura. Esto
es, rechazaban aquella pintura de corte naturalista y descriptiva y pedían el
acercamiento a las propuestas constructivas y sobre todo abstractas del arte.

Esta generación de venezolanos reunida en la capital francesa estuvo conformada por un


grupo de pintores como Aimeé Battistini, Narciso Debourg, Perán Erminy, Carlos
González Bogen, Luis Guevara Moreno, Dora Hersen, Mateo Manaure, Pascual
Navarro, Rubén Núñez, Alejandro Otero; también por una bailarina, Belén Núñez y un
filósofo, José Rafael Guillent Pérez.

A su llegada a París los venezolanos parecen tomar conciencia del atraso en que se
encuentra la cultura venezolana, entonces se plantean la creación de un grupo al que
bautizan Los Disidentes. Entre sus objetivos se proponen editar una revista, que en un
principio pensaron podía ser de corte latinoamericanista y que, al final, termina siendo
la tribuna para manifestar el descontento de “una juventud rebelde que se proponía
desenmascarar la inautenticidad y falsedad de lo que hasta ese entonces se entendió
como haber cultural de Venezuela.” (Guillent Pérez, Ibidem.:83).

Ya en el quinto - y último número- de la revista Los Disidentes aparece claramente la


posición del grupo (citada por Guillen Pérez, 1967:89):

“NO a la Escuela de Artes Plásticas y sus promociones de falsos impresionistas.

NO a las exposiciones de mercaderes nacionales y extranjeros que se cuentan por


cientos cada año en el Museo.
NO a los falsos críticos de arte.

NO a los falsos músicos folkloristas.

NO a los falsos poetas y escritores llena-cuartillas.

NO a los periódicos que apoyan tanto absurdo, y al público que va todos los días
dócilmente al matadero.

Decimos NO de una vez por todas al consumatum est venezolano con el que no seremos
nunca sino una ruina.”

El caso de estos artistas disidentes es muy particular, no se sienten limitados para


expresar su disenso con el ambiente cultural en el que se habían formado a pesar de
recibir becas del gobierno. Pareciera que encuentran fuerzas en esa suerte de
expatriación, entendida -en el mejor sentido de la palabra- como el “abandono del
territorio nacional para evitar peligros o amenazas, procesos o condenas, pero puede ser
voluntario” (Diccionario Jurídico Venezolano, 1988: 68.) Justamente, es en ese
alejamiento voluntario donde encuentran el ímpetu necesario para reaccionar ante el
anquilosamiento cultural, propiciando asíuna reflexión seria sobre las posibilidades del
arte en Venezuela.

6. Algunas conclusiones

Concluiremos por aceptar la particularidad del exilio en los dos momentos que hemos
aludido: principios y mediados del siglo XX. Si bien los ejemplos que hemos traído a
colación no llenan los requisitos semánticos del término exilio, ya que ni Reverón ni los
artistas que conformaron la generación de Los Disidentes fueron perseguidos por causas
políticas ni mucho menos religiosas, si podemos afirmar que la reclusión de Reverón en
El Castillete respondía a una particular búsqueda espiritual, que se manifiesta en sus
paisajes del denominado periodo blanco. Asímismo, Los Disidentes sólo alejándose del
país adquieren la fuerza para denunciar, de manera contundente, lo que ellos consideran
los vicios de la cultura venezolana.

Por otra parte, no podemos dejar de reconocer la capacidad de disenso que


manifestaron, tanto el solitario artista de Macuto como la generación rebelde de los años
cincuenta. El primero se aparta de las búsquedas iniciadas por Círculo de Bellas Artes
para adentrarse, como ningún otro artista lo había hecho antes, en los misterios de la luz.
Los otros abandonan el camino fácil de los premios y reconocimientos, para abonar el
terreno de la discusión sobre el devenir del arte venezolano. La ocasión es propicia para
recordar que Armando Reverón encontró un lugar al lado de los genios del arte
occidental de la primera mitad del siglo XX: el 11 de febrero de este año el Museo de
Arte Moderno de Nueva York inauguró la primera retrospectiva de su obra.

Disidencia y exilio han ido de la mano anunciando nuevos tiempos para el arte
venezolano del siglo pasado; no en vano, Armando Reverón y Los Disidentes son cita
obligada al referirnos a los cambios suscitados en el arte venezolano de la primera mitad
del siglo XX.

También podría gustarte