100% encontró este documento útil (1 voto)
3K vistas6 páginas

El Gato Negro y Otros Cuentos de Horror

Este documento resume cinco cuentos de terror de Edgar Allan Poe: "El gato negro" trata sobre un hombre que mata a su gato y su esposa debido a su adicción al alcohol; "El caso de Mr. Valdemar" explora los efectos de la hipnosis en un hombre que está muriendo; "El barril de amontillado" describe cómo un hombre encierra a otro en las catacumbas para vengarse; "La máscara de la Muerte Roja" presenta una fiesta de máscaras durante una plaga; y "Hop-F
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
100% encontró este documento útil (1 voto)
3K vistas6 páginas

El Gato Negro y Otros Cuentos de Horror

Este documento resume cinco cuentos de terror de Edgar Allan Poe: "El gato negro" trata sobre un hombre que mata a su gato y su esposa debido a su adicción al alcohol; "El caso de Mr. Valdemar" explora los efectos de la hipnosis en un hombre que está muriendo; "El barril de amontillado" describe cómo un hombre encierra a otro en las catacumbas para vengarse; "La máscara de la Muerte Roja" presenta una fiesta de máscaras durante una plaga; y "Hop-F
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 6

El gato negro y otros cuentos de horror

1. El gato negro

Al principio, el autor no pide a los lectores que crean el suceso pero como al día
siguiente va a morir, quiere descargar su conciencia. Cuenta que en su infancia era
muy bondadoso y le gustaban mucho los animales. Se casó desde muy joven y tuvo
muchos animales, entre ellos, un gato negro llamado Plutón que tenía una muy buena
amistad pero su mujer decía que traía mala suerte. Todo cambió cuando se
sumergió en el alcohol y todos sufrieron las consecuencias de ese cambio que tuvo.
Un día, cuando su gato ya estaba viejo e irritable, le fue a agarrar y el gato,
asustado, le dio un pequeño mordisco en la mano. El demonio se apoderó de él y le
cortó el ojo con una navaja. Al día siguiente, se arrepintió pero ahogó sus penas en
vino. El gato se fue recuperando poco a poco, pero cuando se le acercaba, se
alejaba de él. El instinto de la perversidad se apoderó de él y colgó a su gato en una
rama de un árbol y lo ahorcó. Esa noche, su casa ardió en llamas y al día siguiente,
fue a visitar las ruinas. Todo se había derrumbado menos una pared que estuvieron
observando los vecinos y en ella había una figura de un gato con una cuerda en su
cuello. Él se asombró pero utilizó el sentido común para darle una explicación.
Meses después se lamentaba de lo que había hecho y buscaba de antro en antro
otro gato de la misma especie para que sustituyera al fallecido. Una noche
encontró a un gato encima de un barril en un tugurio pero con una mancha blanca
que le cubría casi todo el pecho, lo tocó y el gato parecía muy cómodo con sus
caricias y se lo llevó. A su esposa le encantó el gato porque era muy afectivo pero
él le empezó a odiar por ser tan afectivo, pero no lo maltrató recordando el
accidente de su otro gato y huía del gato. Un día se dio cuenta que le faltaba un ojo
como a Plutón, lo que le encantó más a su esposa. El gato seguía sus pasos y era muy
cariñoso con él y el protagonista empezó a tener miedo. Un día se dio cuenta que la
mancha blanca tenía la imagen del patíbulo y se horrorizó. El protagonista tenía aún
más miedo y tenía muchas pesadillas. Un día, su esposa y él se fueron al sótano y el
gato casi le hace caer y alzó el hacha y le iba a dar al gato, pero su esposa lo paró
poniéndole la mano y el protagonista, con furia, le hundió el hacha en su cráneo.
Pensó en donde esconder el cuerpo y al final la emparedó en el sótano. Luego fue a
buscar al gato, pero como no lo encontraba pensó en que se había marchado y se
alegró. Cuatro días después, la policía fue a registrar la casa para buscar el cuerpo
pero no encontraron nada hasta que el protagonista les dijo algo de los muros y en
ese momento dio algunos golpes con un bastón a la pared donde tenía el cuerpo y se
oyó un gemido y los policías picaron la pared y vieron el cadáver en pie y sobre su
cabeza apareció el gato que le había llevado al asesinato.
2. El caso de Mr. Valdemar

El autor le empezaba a atraer la hipnosis y se dio cuenta que no se había


hipnotizado a nadie al borde de la muerte y le atraía la curiosidad. Dio a pensar en
su amigo Mr. Ernest Valdemar que era compilador de una Biblioteca y que ya lo
había dormido dos o tres veces. Antes de conocerle, le habían diagnosticado
tuberculosis y a veces hablaba de su muerte. El autor le comentó a Valdemar sobre
su hipnosis y el aceptó y dijo que le llamaría 24 horas antes de que muriera. Cuando
el hipnotista entró a su casa, le vio a Valdemar muy enfermo y deteriorado y
estaba escribiendo notas en su cuaderno y junto a él estaban dos doctores que le
dijeron los síntomas que tenía y la hora en la que iba a morir. Los doctores se
fueron y el hipnotista empezó a hablar con el enfermo. Empezó a las 8 de la tarde
del día siguiente donde llegó un estudiante de medicina que era amigo de él y
empezó la hipnosis. El enfermo aprobó que lo hipnotizaran y el amigo del autor lo
apuntaba todo. Poco después llegaron los doctores a la hora acordada. El hipnotista
dejó al enfermo en un trance hipnótico y le dejó con las extremidades rígidas y la
cabeza erguida. Le dejaron descansar hasta las 3 y el hipnotista le preguntó varias
veces que si estaba dormido y al final, con una agitación del cuerpo y unos gestos,
le dijo que sí, pero que se estaba muriendo. Un doctor le tomó el pulso y le hizo la
misma pregunta y le contestó lo mismo. Opinaron que lo dejaran tranquilo hasta que
le viniera la muerte y así hicieron. Al enfermo se le quedaron los ojos en blanco y
abrió la boca donde se vio la lengua negra y repugnante. Ya parecía que estaba
muerto hasta que de pronto pronunció unas palabras que hicieron que el estudiante
se desmayara y los dos enfermeros huyeran y fueron que ya estaba muerto.
Despertaron al estudiante y se ocuparon de Mr. Valdemar que a éste no le podían
coger la sangre ni nada, lo única influencia hipnótica era el movimiento de la lengua
al hacerle una pregunta. Pensaron en que despertar al enfermo, le llevaría a la
muerte directa. Pero al paso del tiempo lo intentaron despertar. Ese día el
hipnotista decía qué sentía el cual le contestó que estaba muerto y que le
despertara de una vez. Cuando el hipnotista lo consiguió despertar, el paciente
exclamó: ¡Muerto, muerto! y su cuerpo se contrajo y se pudrió por completo en los
brazos del hipnotista.

3. El barril de amontillado

El autor quería venganza por las insolencias y los insultos de Fortunato, un experto
en vinos y éste no tenía motivos para dudar del autor. Un día de carnaval, el autor
se encontró con Fortunato y le dijo que tenía un Amontillado que había comprado a
un vendedor y que lo tenía en su bodega y le pidió que si podía asegurarse de que es
un Amontillado o se lo pediría a su amigo Luchresi. El aceptó y fueron a la bodega.
Allí Fortunato preguntaba por el barril y le respondió que estaba más lejos. Empezó
a toser y el autor le dijo que había que regresas y como Fortunato no quería, el
autor le ofreció vino y siguieron. Más adelante le preguntó por el escudo de su
familia, que era un pie de oro aplastando una serpiente y en esto que volvió a toser
y le dio otro poco de vino otra vez. Bebió e hizo un gesto, el cual el autor no
entendía porque era masón. Llegaron a una cripta donde el autor le dijo que pasara,
que ahí estaba el Amontillado y cuando entró le encadenó y empezó a tapar la
entrada con unos bloques de construcción. Cuando los colocaba, Fortunato empezó
a gritar y el autor también gritaba como burla. Cuando casi tapó completamente la
entrada, Fortunato le dijo que parara con la broma, pero el autor lo tapó
completamente y preguntó por Fortunato pero sin respuesta. Cuando terminó, dijo
¡Requiescat in pace! que significa descanse en paz.

4. La máscara de la Muerte Roja

Relato en el que una misteriosa peste ataca la ciudad de Próspero, príncipe de una
ficticia nación, al cual le complacía darse todo tipo de placeres, de los que un rey
puede disfrutar, como el buen gusto, las artes, los bailes orquestados y fiestas
rodeadas de diversión y sarcasmo. Al darse cuenta de que la peste atacaba a toda
su región, decide encerrarse en su castillo, junto con varios cientos de nobles de su
corte los cuales intentan escapar de la Muerte roja. Cierta noche, el rey decide
realizar la mejor fiesta de disfraces jamás hecha. Para esto su castillo consta de
siete aposentos pintados cada uno de diferente color y con vitrales del mismo tono
de las paredes, a excepción de una pieza, la habitación negra, la cual tiene los
vitrales pintados de rojo creando un ambiente terrorífico y fantasmal. Mientras
los invitados disfrutan de la fiesta, la gente continúa muriendo fuera, atacada por
la enfermedad y sin ninguna ayuda. Todos en el castillo bailan y se pasean por los
aposentos, excepto por el negro, en el que se encuentra además un reloj de ébano
que da cada hora, interrumpiendo así la fiesta y provocando en ellos un estado de
terror inexplicable. Durante el transcurso de la fiesta Próspero se fija en un
extraño disfrazado con un atuendo negro y el rostro cubierto por una máscara que
representa una víctima de la peste. El príncipe, que se siente gravemente insultado
por ello, requiere al desconocido que se identifique. Para horror de todos, el
invitado no sólo se revela como víctima de la enfermedad, sino como la
personificación de la misma Muerte. A partir de ese momento, todos los ocupantes
del castillo contraen la enfermedad y mueren. 
5. Hop-Frog

Hop-Frog es bufón enano y deforme, por eso es el preferido del rey, este último es
un gran bromista que aprovecha la más mínima ocasión para poder reírse a costa de
la gente junto con sus siete ministros. Un día el rey decide hacer un baile de
máscaras y como no tienen ninguna idea para el disfraz piden consejo a Hop-Frog y
Trippeta (una bailarina que también es enana y muy amiga de Hop-Frog). El rey
quería reírse de Hop-Frog y le empezó a dar copas de vino. Trippeta le pidió de
rodillas que parase, pero le dio un golpe y le echo el vino a la cara. De repente se
oyó un ruido que al rey le pareció que lo había hecho Hop-Frog, pero no le dieron
importancia. Hop-Frog le cuenta al rey que pueden hacer un juego típico de su
tierra que consiste en disfrazarse de orangutanes, así asustaran a todos los
invitados. La idea les encantó tanto al rey como a los siete ministros. El disfraz
estaba hecho de brea y estopa que son materiales muy inflamables, por último el
bufón encadenó entre sí a los "orangutanes". Cuando llegó la hora de poner en
marcha le escena, los orangutanes asustaron como estaba previsto a todos los
invitados, pero engañados por Hop-Frog fueron atados a una cadena y alzados
delante del desconcertado público asustado, que no supo quienes eran los animales
hasta que el bufón se enreda hasta arriba y sorprendiendo a todos los allí
presentes quema a los orangutanes, desvelando su identidad. A continuación Hop-
Frog y Trippeta que fue su cómplice escapan.

6. El pozo y el péndulo

Este cuento relata la condena a muerte de un hombre, anónimo, luego de ser


juzgado, acusado de herejía, por los representantes de la Inquisición. Todo esto
ocurre en Toledo. Comienza cuando es pronunciada la sentencia, por los jueces
integrantes del tribunal inquisidor. El protagonista empieza a desvariar y empieza a
imaginarse cosas como unos ángeles que se convierten en personas oscuras... hasta
perder la conciencia. En ese estado siente que es trasladado y percibe que va
descendiendo inevitablemente por un abismo. Luego recupera la lucidez y ve que se
encuentra en un lugar oscuro, donde no distingue nada y se percata que está en una
mazmorra y pierde la conciencia. Cuando despierta ve que le habían dejado agua y
comida, pero al beber el agua vuelve a caer en un estado de sopor, esto se repite y
descubre que le han estado drogando con el agua. Trata de caminar por su celda y
por poco cae en un profundo pozo en medio de ella. Al despertar de otro episodio
de inconsciencia, se encuentra fuertemente atado a una baja cama de madera.
Duerme durante largo tiempo y al despertar se horroriza al ver, colgado del techo
un inmenso péndulo que tiene en la punta una gran barra afilada y que se empieza a
mover. Intuye la forma en que está siendo torturado y empieza a enloquecer al
saber que el péndulo se mueve cada vez con más rapidez sabiendo que el filo llegara
a cortar su cuerpo muy lentamente. Se le ocurre entonces una idea para escapar, al
ver que del pozo salen cientos de grandes ratas que se han comido su alimento, con
la mano izquierda, que está un poco libre se engrasa las ataduras con los restos del
plato y deja que las ratas se suban sobre él y al olor de la comida, empiezan a
comer y así logra que estas rompan la tela con que está atado. Pero descubre que
esa no era la única tortura pues ve que las laminas de metal que forman la celda se
calientan y ve que se va estrechando el recinto a tal punto que el calor y lo
reducido de su celda es tal que lo tiene al borde del pozo y pierde toda esperanza
de salvarse. De repente, se abre la celda apareciendo un soldado francés, parte de
las tropas de Napoleón, que han conquistado la ciudad poniendo el fin a la acción de
la inquisición y éste le ayuda a salir de allí.

7. El corazón delator

El narrador cuenta que es muy nervioso, y dicen que está loco, no sabe porque se le
metió en cabeza, ni que lo había hecho pensar así. Piensa que era su ojo, parecido al
de los buitres, azul pálido, nublado por una catarata, cada vez que lo miraba se le
congelaba la sangre, por eso se fue obsesionado con la idea de matar al viejo. Fue
muy amable con él, durante toda la semana, en las noches abría lentamente la
puerta de la pieza del anciano, metía la cabeza y una linterna y alumbraba
exactamente el ojo del anciano, durante siete noches a la misma hora y encontraba
el ojo cerrado. No podía concretar su propósito, odiaba ese ojo, no al viejo, en las
mañanas hablaba con él, sin que sospechara que durante todas las noches a las 12 lo
espiaba. Finalmente la octava noche, abrió la puerta nuevamente y se sentía
ganador, incluso soltó una risa, y parece que el viejo escuchó, porque se movió en la
cama, pero no se retiró, la pieza estaba completamente a oscuras, por lo tanto el
anciano no podía ver nada, tomó la linterna y un dedo resbaló sobre la perilla de la
puerta, el viejo al escuchar el ruido se sentó en la cama, preguntando quién estaba
allí, el hombre no se movió durante una hora, y el anciano también se quedó sentado
y quieto. De pronto un gemido, un lamento, venía de su alma llena de miedo, el
hombre ya antes lo había sentido en su propio pecho, cuando se llenaba de terror,
el viejo sufría, quiso sentir piedad por él. El terror del viejo iba en aumento
trataba de persuadirse que el miedo era infundado, que no pasaba nada, que debía
ser un ratón en el entretecho. Se intentó calmar, fue inútil, no podía notar la
presencia del hombre. Después de esperar un rato y ver que el anciano no se movía,
encendió la linterna y lo primero que ve, fue el ojo del anciano, se llenó de odio, no
veía nada más que ese ojo. De pronto empezó a sentir el tic-tac de un reloj, una
vibración débil, era el corazón del viejo que latía, se puso furioso, respiraba y
sostenía la linterna en sus manos mientras el latido infernal del corazón del anciano
era más fuerte y sonoro. El pánico que sentía el anciano era monstruoso y el latir
crecía y crecía, trató de controlarse, pero la pulsación se hacía más violenta, el
ruido iba creciendo. Con un alarido encendió la linterna y entró en la alcoba, el viejo
grito, pero lo derribó, tirándolo al suelo y volcando la cama sobre él, aplastándolo
con su peso. El viejo estaba muerto, su corazón no latía, su ojo no podría
atormentarlo más. Descuartizó el cuerpo y lo colocó debajo de las tablas del piso
de madera, ninguna persona podría descubrirlo, ni siquiera una mancha de sangre.
Cuando terminó eran las cuatro de la mañana y alguien llamó a la puerta, eran unos
policías que venían porque un vecino los llamó, porque sospechaba que allí pasaba
algo, porque escuchó un grito. Él confiado los hizo pasar a revisar todo, la pieza del
hombre, incluso llevo unas sillas para conversar más tranquilamente y puso la de él
justo sobre el lugar donde enterró al anciano, estaba tan seguro que no lo
descubrirían que entabló una conversación con ellos, conversaron gratamente,
parecían satisfechos, pero empezó a dolerle la cabeza y sentía un zumbido en los
oídos, sin embargo ellos conversaban, pero el zumbido fue más fuerte y luego
descubrió que el ruido no era en sus oídos. Era una vibración semejante al tic tac
de un reloj. Los policías no escuchaban nada, empezó a decir palabras sin sentido, a
desesperarse a querer que ellos se fueran, pero ¿Por qué no se marchaban?
Caminaba de un lado a otro movía la silla para meter ruido, pero el latido lo
dominaba todo. Los policías seguían divirtiéndose, conversando ¿cómo era posible
que no escucharan?, pensaba él, creyó que si lo hacían, que oían y se estaban
divirtiendo de su terror, no soportaba esa burla, sus hipócritas sonrisas, era
preciso gritar, miserables, exclamó, no disimulen más, lo confieso, arranquen las
tablas, aquí está, es el latido de su implacable

También podría gustarte