42 Sa 6SP JN 16, 23b-28 El Padre Os Dara Lo Que Le Pidáis en Mi Nombre He 18, 23-28
42 Sa 6SP JN 16, 23b-28 El Padre Os Dara Lo Que Le Pidáis en Mi Nombre He 18, 23-28
✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.
✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén
✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: PIDO A DIOS PADRE NO ALEJARME DE TÍ”
«Jerusalén. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos».
1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Sant 5, 7
Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado
• Señor Jesús, vengo a encontrarme contigo al inicio del día, para escuchar lo que
quieres de mí. Enséñame a creerte y a seguirte para experimentar tu Palabra que salva.
Señor quiero encontrarte. Solo dame la paciencia para esperar tu gracia, sabiduría para
verte en donde me muestres tu bondad, entendimiento para comprender lo que me
quieres enseñar y fortaleza para vencer con tus fuerzas. Ayúdame a discernir dónde está
tu voluntad, estar abierto a lo que me pidas y que nunca tenga miedo de hacer tu
Voluntad.
• Señor Jesús, Tú eres mi compañero de camino. Adónde voy, siempre estás Tú a mi
lado. Estás presente en mi vida y me alimentas con tu palabra y con tu Eucaristía.
Ayúdame a confiar siempre en Ti y en este momento de oración, ayúdame a ponerme en
tu presencia para acoger con reverencia tu palabra.
✞ ✞ ✞ Acto penitencial
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Quiero reconocer en tu presencia buen Jesús, que soy pecador. Soy consciente de mis
faltas y pecados, de mi falta de amor. Pero sé también de tu misericordia infinita. Sé
que has venido a salvar y no a condenar. Ayúdame a acogerme a tu perdón y dejarme
sanar por tu abrazo misericordioso.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
Señor, Dios nuestro, que en la humildad y sencillez de san Isidro, labrador, nos dejaste
un ejemplo de vida escondida en ti, con Cristo, concédenos que el trabajo de cada día
humanice nuestro mundo y sea al mismo tiempo plegaria de alabanza a tu Nombre. Por
nuestro Señor Jesucristo.
Señor Dios nuestro: Cuando oramos y te pedimos en el Nombre de Jesús, tu Hijo,
concédenos también la actitud de Jesús. En la oración, danos la gracia de no buscarnos
a nosotros mismos y de no intentar forzarte a hacer nuestra propia voluntad para que
así pudiéramos disfrutar de las islas de paz que nos hemos fabricado. Danos una sana
inquietud para buscar tu voluntad y para entregarnos en tus manos, como hizo Jesús, tu
Hijo, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 18, 23-28
No hay reflexión.
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Deseo. Hechos 18,23-28. Pablo se pone otra vez en camino y regresa a Antioquía.
Visita las comunidades de Galacia y Frigia. Finalmente, llega a Efeso, uno de los
mayores centros comerciales y religiosos del mundo greco-romano. Antes que él había
llegado un judío, originario de la ciudad egipcia de Alejandría y conocido por el nombre
de Apolo. Estamos mal informados acerca de este predicador: era un hombre versado en
la Escritura y anunciaba a Jesucristo, pero su enseñanza parece que era muy arcaica,
incluso de antes de Pentecostés. Lucas dice que Priscila y Aquila completaron su
instrucción antes de enviarle a Corinto, donde hizo un excelente trabajo.
Salmo 46: cfr. viernes de la sexta semana.
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El caso de Apolo nos ayuda a considerar que los dones deben ser puestos al servicio del
evangelio. Su condición de judío, su capacidad de oratoria y su conocimiento de la
Escritura permitieron que muchos judíos creyeran en Jesús. Es necesario tener
conciencia de nuestros dones, de nuestras capacidades, y, con alegría y humildad,
ponerlas al servicio del Reino de Dios.
✞ ✞ ✞ Salmo
Sal 46,2-18-9.10
R/. Dios es el rey del mundo.
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor
altísimo es terrible, emperador de toda la tierra.
R/. Dios es el rey del mundo.
Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios
se sienta en su trono sagrado.
R/. Dios es el rey del mundo.
Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán; porque de
Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso.
R/. Dios es el rey del mundo.
✞ ✞ ✞ Aleluya
Aleluya Jn 16, 28
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
San Josemaría Escrivá, En diálogo con el Señor, Rezar con más urgencia n. 4.
Cuando lo recibáis en la Eucaristía cada día, decidle: Señor, en tu nombre yo le pido al
Padre... Y le pedís todo eso que conviene para que podamos mejor servir a la Iglesia de
Dios, y mejor trabajar para la gloria del Señor: del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;
de la Beatísima Trinidad, único Dios.
Lee con atención la siguiente reflexión que te ayudará a profundizar el evangelio:
El Señor nos invita a pedirle con el corazón abierto. En Jesús, el Padre nos ha regalado
un mediador, pues Él lleva nuestras súplicas al Padre y el Padre escucha a su Hijo. Pero
las preguntas que surgen son cómo pedir y qué pedir. El Señor si bien nos escucha, nos
enseña con el testimonio de su vida que Él ciertamente intercede por nosotros pero
buscando siempre nuestro mayor bien. Muchas veces nosotros estamos pendientes de
cosas pasajeras, pero Dios tiene nuestra mirada en nuestra salvación y felicidad eternas.
Junto con eso, está la actitud que Cristo tuvo en el huerto de Getsemaní: “Padre, aparta
de mí este cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. El Señor nos enseña la
humildad que debemos tener al pedir algo a Dios, pues el Padre que todo lo conoce sabe
qué es lo que necesitamos. Eso no quiere decir que debamos dejar de pedirle por
nuestras intenciones, sino por el contrario, ¡debemos pedirle mucho! Pero con la
humildad de saber que tal vez para el Padre eso no sea lo mejor para nosotros o tal vez
este no sea el momento. Es bueno y necesario pedir, pero con la confianza en que Dios
llevará a cabo lo mejor para nosotros y en el tiempo que sea mejor para nosotros y
nuestra santidad.
Dejo el mundo y me voy al Padre
Ama a Cristo porque Dios Padre nos lo dio por amor; amándonos tanto, nos dio a su
único Hijo, para que, matado por nosotros los hombres, nosotros pidiendo perdón a Dios
por su muerte, en su Nombre pidamos a Dios Padre, y Dios Padre, que todo lo puede,
pudo dar a su Hijo a la muerte y Resucitarlo; puede darte todo lo que le pidas en
Nombre de Jesús, de Dios.
Recuerda este Nombre: Jesús, porque es el Nombre de Dios.
P. Jesús
• El fragmento subraya el tema de la oración. La nueva era predicha por el Señor a los
suyos consistirá en la comprensión de la relación recíproca que existe entre el Padre y el
Hijo y en la manifestación de Jesús con el don de la oración eficaz, porque él es el único
camino para la oración dirigida a Dios. Los discípulos no estaban acostumbrados a orar
en el nombre de Jesús (v. 24). Ahora, sin embargo, por medio del Espíritu Santo
enviado por el Padre, se ha inaugurado un tiempo nuevo en el que se pueden dirigir al
Padre en el nombre de Jesús, porque su Señor, en virtud de su paso al Padre, se ha
convertido en el verdadero mediador entre Dios y el hombre.
En consecuencia, Jesús, prosiguiendo el diálogo con sus discípulos, realiza una
constatación sobre el pasado y, a continuación, proyecta una mirada sobre el futuro. Por
lo que se refiere al pasado, que abarca toda su vida terrena, afirma que se ha servido de
palabras y de imágenes que encerraban un significado profundo que ellos nos
comprendían con frecuencia. Por lo que se refiere al futuro, desde el acontecimiento de
la Pascua en adelante, sus palabras dejarán de tener velos y llegarán al fondo de sus
corazones (v. 25). En efecto, con la venida del Espíritu después de la Pascua se inicia la
nueva era en la que Jesús hablará abiertamente y todos podrán comprender la verdad
sobre el Padre y lo que él pretende hacer conocer a los hombres.
En la oración es donde los discípulos conocerán la íntima relación que existe entre Jesús
y el Padre, y la de éstos con ellos. A continuación serán escuchados, porque existirá un
entendimiento perfecto en el amor y en la fe con Cristo, con el que serán casi una sola
cosa. Más aún, serán escuchados porque son amados por el mismo Padre a causa de su
fe en el misterio de la encarnación del Hijo (vv. 26s). La Palabra de Jesús es una palabra
de vida que merece ser custodiada en el corazón.
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No hay Contexto.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Oración inicial
¡Oh Dios!, que por la resurrección de tu Hijo nos has hecho renacer a la vida eterna;
eleva nuestros corazones hacia el Salvador, que está sentado a tu derecha, a fin de que
cuando venga de nuevo, los que hemos renacido en el bautismo seamos revestidos de
una inmortalidad gloriosa. Por Jesucristo nuestro Señor.
Del santo Evangelio según Juan 16,23b-28
Reflexión
• Jn 16,23b: Los discípulos tienen pleno acceso al Padre. Ésta es la seguridad que
Jesús anuncia a sus discípulos: que, en unión con él, pueden tienen acceso a la
paternidad de Dios. La mediación de Jesús conduce a los discípulos hasta el Padre. Es
evidente que la función de Jesús no es sustituir a “los suyos”: no los suplanta mediante
una función de intercesión, sino que los une a sí; y en comunión con Él, ellos presentan
sus carencias y necesidades.
Los discípulos están seguros de que Jesús dispone de la riqueza del Padre: “En verdad,
en verdad os digo: si pedís alguna cosa al Padre en mi nombre, él os la dará” (v.23b).
De esta manera, es decir, en unión con Él, la riqueza pasa a ser eficaz. El objeto de
cualquier petición al Padre debe estar siempre conectado a Jesús, esto es, a su amor y a
su proyecto de dar la vida al hombre (Jn 10,10). La oración dirigida al Padre en el
nombre de Jesús, en unión con Él (Jn 14,13; 16,23), es atendida.
Hasta ahora, los discípulos no habían pedido nada en nombre de Jesús, lo podrán hacer
después de su glorificación (Jn 14,13s) cuando reciban el Espíritu que irradiará
plenamente sobre su identidad (Jn 4,22ss) y operará la unión con Él. Los suyos podrán
pedir y recibir con pleno gozo, cuando pasen de la visión sensible a la visión de la fe.
• Jn 16,24-25: En Jesús tenemos contacto directo con el Padre. Los creyentes
están incluidos en la relación entre el Hijo y el Padre. En Jn 16,26 Jesús insiste en el
nexo operado por el Espíritu, que permitirá a los suyos presentar al Padre cualquier
petición en unión con Él. Esto sucederá “en aquel día”. ¿Qué quiere decir “aquel día
pediréis”? Es el día que vendrá a los suyos y les comunicará el Espíritu (Jn 20,19-22).
Entonces, los discípulos, conociendo la relación entre Jesús y el Padre, sabrán que son
escuchados. No será preciso que Jesús se interponga entre el Padre y los discípulos para
pedir favorecerlos, no porque haya acabado su mediación, sino porque ellos, habiendo
creído en la encarnación del Verbo y estando estrechamente unidos a Cristo, serán
amados por el Padre como el Padre ama al Hijo (Jn 17,23.26). En Jesús experimentan
los discípulos el contacto directo con el Padre.
• Jn 16,26-27: La oración al Padre. Así pues, orar es ir al Padre por medio de Jesús;
dirigirse al Padre en el nombre de Jesús. Prestemos especial atención a la expresión de
Jesús en los vv.26-27: “y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre
mismo os quiere”. El amor del Padre por los discípulos se basa en la adhesión de “los
suyos” a Jesús, en la fe sobre su procedencia, es decir, en el reconocimiento de Jesús
como don del Padre. Después de haber asemejado a los discípulos con él, parece como
si Jesús se retirase de su condición de mediador, pero en verdad deja que nos tome y
nos atienda sólo el Padre: “Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado”
(v.24). Conectados en la relación con el Padre mediante la unión con Él, nuestro gozo es
total y nuestra oración perfecta. Dios ofrece siempre su amor a todo el mundo, pero
este amor se torna recíproco sólo si el hombre responde. El amor es incompleto si no es
recíproco: hasta que el hombre no lo acepta, permanece en suspenso. Los discípulos lo
aceptan en el momento en que aman a Jesús, y de esta manera se torna operativo el
amor del Padre. La oración es esta relación de amor. En el fondo, la historia de cada uno
de nosotros se identifica con la historia de su oración, incluyendo aquellos momentos
que no parecen tales: el deseo es ya una oración, como también la búsqueda, la
angustia…
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La comunión de los discípulos con Jesús y con su misión les garantiza que el Padre
escuchará su oración como escucha la del Hijo. Del mismo modo que las obras y las
palabras de Jesús no son suyas, sino del Padre, tampoco las obras y las palabras de los
discípulos son suyas, sino de Jesús, presente dentro de ellos: la omnipotencia de Jesús
es la omnipotencia de los discípulos.
El gran mensaje contenido en esta página de Juan me provoca: ¿por qué obtengo tan
poco? ¿Por qué soy tan poco eficaz? ¿Por qué mi alegría es tan raramente plena? Y aún:
¿por qué el misterio de la unión del Hijo con el Padre me atrae sólo de una manera
débil? ¿Por qué siento tan pocas veces la omnipotencia de Dios en mi acción? ¿Y si estas
preguntas estuvieran concadenadas? ¿No estarán por casualidad mis ojos demasiado
vueltos a la realidad de este mundo y demasiado poco al misterio de Dios, al amor del
Padre al Hijo y del Hijo a los discípulos?
La mirada al mundo, aunque necesaria, no me ayuda ciertamente a salvarlo, a no ser
que lo mire con los ojos y con el corazón del Padre, que ha dado al Hijo para la salvación
del mundo y quiere implicarme en esta aventura decisiva, porque es una aventura que
tiene que ver con la eternidad. El ojo de Dios me ayudaría a ver las necesidades -con
frecuencia ocultas- de la gente, a encontrar el remedio «divino» y no sólo humano que
debemos ofrecerles, la alegría plena que hemos de presentar, el amor que lo rescata
todo. ¿Y si mi problema fundamental fuera la débil contemplación?
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Juan 16,23b-28. ¡Dichosos los discípulos que han creído en la palabra de Jesús!
¡Dichosos, porque ahora tienen acceso al Padre! ¡Dichosos discípulos que reencuentran
el Paraíso perdido! La ofrenda amorosa de Jesús abre las puertas del Reino, y el hombre
vuelve a encontrar el camino de la ternura de Dios. Este camino es Cristo mismo. Orar
en el nombre de Jesús es estar unido estrechamente al Hijo por la fe y el amor; orar en
el nombre de Jesús es, sin duda alguna, tocar el corazón del Padre.
¿Cuánto tiempo, Señor? ¿Cuánto tiempo va a durar nuestra prueba? Mira cuántas
angustias, injusticias y violencias: ¡es como para desanimarse! El tiempo de la Iglesia,
mientras dura la espera, es tiempo de paciente súplica. La oración es característica del
tiempo de nuestra «viudedad», pues nos lleva hacia las realizaciones de Dios. Nos
arrastra hacia él. Está llena de futuro, hace que germine en nosotros lo que será.
«Pedid en mi nombre». Cuando Jesús orienta nuestra mirada hacia el Padre «que os
ama», sabe que nuestra existencia se va a «agrietar» en esta atracción. «Pedid y
recibiréis»... Dios quiere dilatarla vida y el mundo de los hombres.
Orar invocando el nombre de Jesús es pedir que venga a nosotros y al mundo el destino
que ha marcado su vida. Orar es recibir su energía y su luz para acelerar, con todos, el
advenimiento de un mundo transfigurado. Es entregarnos ya al futuro.
La Iglesia de la Pascua y de la Ascensión es la Iglesia de la dulce invocación. «El Espíritu
gime en nosotros», escribe Pablo. En el pueblo de los «pequeños», que reemprende sin
cesar su camino de dificultades, de obstinaciones y de amor, los cristianos serán
siempre los hombres vigilantes que creen en la luz y la buscan incluso en medio de la
tempestad. Nada podrá disuadirlos de amar y de esperar: «Pedid y recibiréis». En el
silencio de la oración, acogen ya el mañana: seguirán caminando «como si vieran lo
invisible».
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2. Unidos al Hijo
2.1 En el evangelio encontramos expresiones sublimes del amor de Dios manifiesto en la
voz entrañable de Jesucristo. Este es un texto para contemplar en adoración y gratitud
inacabables. Ya conocíamos por los sinópticos aquella promesa maravillosa: "pidan y se
les dará" (Mt 7,7). Adquiere un nuevo tono en el momento de la cena de despedida.
Cuando parece que se aleja y no hay modo de retenerlo, un modo muy suyo de
asegurar que está cercano es darnos el secreto de su "Nombre": pidan "en mi Nombre,"
les dice (Jn 16,24).
2.2 Todo este pasaje habla en verdad de unidad con el Hijo. ¿Habíamos oído cosa tan
hermosa como "no es necesario que les diga que yo voy a interceder ante el Padre por
ustedes, porque el Padre mismo los ama"? ¡Casi parece que Él se quita sólo por
asegurarnos hasta dónde estamos ya en Él y Él en nosotros!
2.3 Esta unidad ha de ser asegurada precisamente por la frase que oímos al final. Es la
hora de las revelaciones decisivas y Cristo declara la verdad de su propia misión. Hay
una salida desde el Padre hacia el mundo y una salida desde el mundo hacia el Padre.
Ahí está dicho todo. No es un accidente. No es tampoco el puro resultado de las
maquinaciones de sus enemigos. Hay un plan, que no por misterioso es menos real, y
ese plan atraviesa cada fibra del universo para levantarlo todo en ofrenda a la gloria del
Padre.
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Una de las noticias más hermosas que Jesús les da a sus discípulos en estos discursos
de despedida es decirles que el Padre les ama; como cuando nuestro mejor amigo nos
dice que no sólo somos importantes para él sino para su familia. Es importante notar
que el Padre ama a los discípulos por una razón fundamental, “Porque ustedes me aman
y porque han creído en mi“.
El apóstol san Juan no se cansa de confirmarle a la comunidad que el Padre nos ama, sin
embargo, mantiene la invitación a que nosotros amemos a Jesús y sobre todo, le
creamos. Es cuestionante ver cómo hoy tantos discípulos de Jesús, hombres y mujeres
bautizados, dicen amarle pero ya no le creen y no lo obedecen, lo que seguramente
entristece al Padre y al mismo Jesús, que en el capítulo anterior nos llama "amigos".
Si pudiéramos comprender lo que este amor significa, buscaríamos la forma de que esta
relación con Jesús creciera para que el amor del Padre fuera cada día más pleno y
prefecto en nosotros. Cierto que no todo lo que nos dice Jesús es fácil de cumplir y que
mantener una relación con Él no es fácil pues es exigente, pero con lo que hoy nos ha
dicho, vale la pena. Busca la forma de que tu relación con Cristo sea más cercana e
íntima, cree firmemente en él, en su palabra y en su amor y verás cómo se derrama el
amor del Padre en tu vida.
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Maternidad de Dios. Una verdadera madre no sabe ignorar las necesidades de sus
hijos.
Cada uno de nosotros podrá hacer una inmensa lista de peticiones, pero lo importante
no es sólo el hecho de hacer la lista sino la actitud con la que se hace.
La actitud deberá estar llena de confianza como la de un niño que levanta su pequeña
voz hacia su madre. Esto se hace con sencillez y espontaneidad manteniendo una
verdadera relación entre la persona que habla y la que escucha.
La esperanza jugará un papel importante para saber esperar lo que se pide en el
momento justo. Se trata de recordar el tesoro de la filiación adoptiva que hemos
recibido de Dios. Puede ser que Él sepa exactamente lo que nos hace falta, pero el
hecho de pedírselo provoca en nosotros el recuerdo de que nos ama sin medidas. La
confianza que surge en nosotros se convierte y transforma en una seguridad. Así,
podremos ser conscientes de que Dios no se atreve a poner medidas en su generosidad.
Imaginemos el gozo que tiene una madre ante la oportunidad de dar a su hijo lo que le
pide y que al dárselo se cree en el niño la conciencia de que es amado infinitamente.
Pero por mucho que la madre dé a su hijo, el hijo nunca sabrá cuánto se le ama.
• La Iglesia es madre y nos recibe a todos como madre: María madre, la Iglesia madre,
una maternidad que se expresa en las actitudes de humildad, de acogida, de
comprensión, de bondad, de perdón y de ternura. Donde hay maternidad y vida hay
vida, alegría, paz, se crece en paz. Cuando falta esta maternidad solamente queda la
rigidez, esa disciplina, y no se sabe sonreír. (Homilía de S.S. Francisco, 15 de
septiembre de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy pediré por mi madre.
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23. En aquel día: Véase 14, 20. No me preguntaréis más: Cf. Hb. 8, 11; Jr. 31, 34.
24. En mi nombre: por el conocimiento que tenéis de mi bondad, y de todas mis
promesas. La falta de este conocimiento es lo que explica, según S. Agustín, que tantas
veces la oración parezca ineficaz, pues se pide en nombre de un Cristo desfigurado a
quien el Padre no reconoce por su Hijo. Véase 14, 13 s.; 14, 20; 15, 11; 1 Jn. 5, 14; Mt.
7, 7; Mc. 11, 24; St. 1, 6 s.; 4, 3. Pedid, etc.: Algunos traducen: “pedid que vuestro
gozo sea completo, y recibiréis” (lo que pedís), lo cual significaría que se nos promete
no ya tales o cuales bienes pedidos, para que nos gocemos en ellos, sino que se nos
promete el gozo mismo, como un bien inmenso, el gozo que el propio Jesús tenía (17,
13), la alegría del corazón que debe tenerse siempre (Fil. 4, 4; Tob. 5, 11) y que, siendo
un fruto del Espíritu Santo (Ga. 5, 22), es explicable que se conceda a todo el que lo
pida, pues si los malos sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, mucho más nos dará
el Padre Celestial su buen Espíritu (Lc. 11, 13 y nota); ¡Admirable promesa de felicidad!
Porque conceder así el gozo permanente a todo el que lo pida, no es sólo hacernos
seguramente felices, sino también darnos una fuente inexhausta de santidad (Si. 30, 23,
Vulgata). ¿No es esto lo que se nos enseña a pedir ya en el Sal. 50, 10 y 14? No quiere
Jesús que pongamos nuestra felicidad en la posesión de determinados bienes, que
pueden no convenirnos, y por eso Santiago enseña que a veces pedimos y no recibimos
(St. 4, 3); sino que pidamos el don del gozo espiritual, que es en sí mismo alegría
inalterable, como la de aquel “hombre feliz que no tenía camisa”.
26 s. No digo que rogaré. Rasgo de indecible delicadeza. Bien sabemos que rogará
siempre por nosotros (Hb. 7, 24 s.), como que tal es su Ministerio de Sacerdote Eterno
(Hb. 8, 2; 9, 11 y 24). Y Él mismo nos dijo: “nadie va al Padre sino por Mí” (14, 6). Pero
aquí muestra su empeño de que la gloria y el amor sean para el Padre, y por eso, para
inclinar hacia Éste nuestro agradecimiento, nos dice que el mismo Padre nos ama. El
ideal de Jesús es que nos ame tanto como a Él (17, 26). Y esa verdad de que no vamos
al Padre sino por Él, se cumple también aquí, pues Jesús ha sido el instrumento de
propiciación (Rm. 3, 25), y si, además del perdón, gozamos de ese amor del Padre es
por haberlo amado a Jesús, como dice también en 14, 23: “Si alguno me ama... mi
Padre lo amará”.
28. Retorno al Padre: allí, hecho causa de eterna salud (Hch. 5, 9) y ofreciendo por
nosotros su sacrificio del Calvario (Hch. 7, 24 s.; 8, 1 ss.; 9, 11-14), Jesús es el Pontífice
(Hb. 5, 10; 6, 20; 7, 28; Sal. 109, 4 nota), el puente entre Dios y nosotros (Hb. 13, 10
y 15), el Don del Padre a nosotros (3, 16) y Don de nosotros al Padre. Es la “respiración
del alma” que continuamente lo recibe a Él como oxígeno de vida (cf. 15, 1 ss.) y lo
devuelve, para gloria de Ambos. Al Padre que tiene en Él toda su complacencia (Mt. 17,
5). Todo el Evangelio está aquí, y sus discípulos no tardan en advertirlo (v. 29 s.),
dejando sus inquietudes del v. 19, si bien creen erróneamente que ya llegó el feliz día
del v. 28 (cf. v. 16 y nota). De ahí la rectificación que el divino Profeta les hace en v. 31
s.
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Hace poco me comentaba un buen amigo y mejor creyente que esto de la oración de
petición no es tan sencillo como parece a primera vista. Para despejar algunas dudas, no
estoy hablando ni del estudiante que ora para aprobar un examen (más vale que
dedique su tiempo a estudiar la asignatura) no del que ruega con mucha intensidad y
enciende velas a san Pancracio para que le toque la lotería (más vale que gaste el dinero
en algo más útil que un billete de lotería. Esa forma de oración de petición no es más
que un intento de manipular a Dios, de usarle para nuestros fines. Y Dios, siempre
libérrimo, no se deja manipular. Está claro que no va a cambiar ni un aprobado ni un
premio en la lotería por unas oraciones y unas velas. La relación con Dios no puede ser
una especie de relación comercial en el que si yo le doy unas oraciones, con eso me
gano el derecho de reclamar que me dé lo que le pido.
Pero es que a veces pedimos desde lo más profundo de nuestro ser. Pedimos la salud
para un ser querido, pedimos para que su gracia se haga presente en la vida de nuestro
vecino o nuestro amigo o nuestro familiar, que sabemos que es infeliz y que se está
perdiendo. Lo pedimos con toda la fuerza y con toda la fe porque hay situaciones en que
nos sentimos absolutamente impotentes y del fondo de nuestro corazón brota la
oración: “Señor, ayúdanos / ayúdame”.
Lo malo es que muchas veces no sucede nada. A pesar de nuestra oración llena de fe,
¡no sucede nada! ¿Qué pasa entonces? ¿Es que Dios no escucha las oraciones de sus
hijos? ¿Es que nuestra oración no pasa de ser un grito en el vacío? ¿Es que no hay nadie
al otro lado?
No sólo eso, Jesús dice en el Evangelio que él mismo pedirá al Padre por nosotros. Y nos
dice que recibiremos respuesta. Pero... nada.
Aquí entramos en los terrenos de la fe, de la confianza. Creemos que estamos en las
manos de Dios padre bueno que nos ama. Y eso lo creemos a pesar de los pesares. No
tengo más que recordar las palabras de una gran minusválida a la que conocí hace años.
Ella podía contar lo que era vivir una vida de limitaciones físicas, de enfermedades y
dolores sin cuento. Pero también se podía oír cómo decía: “Yo estoy segura de que Dios
me quiere, de una forma un poco rara pero me quiere.” Que el Señor nos conceda a
todos esa fe y esa confianza en su amor, a pesar de todos los pesares que nos vengan
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Reflexión: 16,23b-28
No podemos llegar a nuestro Padre si no es por Jesús. Para establecer una relación con
Él, antes debemos haber abierto nuestro corazón a Jesucristo. Amando al Señor, Dios
nos abre las puertas del Reino, al extremo que ya no será preciso acudir a Cristo para
que Dios nos conceda lo que le pedimos. Pero es preciso que entendamos cuál es el
Camino para establecer esta relación. Nadie puede ir al Padre sino es por Cristo. Pero
una vez que hayamos llegado, seremos como pez en el agua, nadando libremente por
los dominios de Dios. Entre tanto y hasta que lleguemos, amemos al Señor, que solo
este nos puede garantizar llegar al Padre y con Él a la Vida Eterna, causa de la alegría
perfecta. ¿Cómo podemos manifestar nuestro amor a Jesucristo? Haciendo lo que nos
manda. Solo si guardamos Su Palabra pondremos en evidencia este amor y si le
amamos, el Padre vendrá y hará su morada en nosotros. Así, todo se reduce al amor,
pero un amor que no es teórico, sino que se expresa en obras. Pero, ¿cómo podemos
amar a Dios si no lo vemos, si no lo tocamos, si no podemos interactuar con Él? El Señor
nos enseña que a Dios lo encontramos en el prójimo, en los que menos tienen, en los
más pobres, en los que sufren, en los enfermos, en los encarcelados, en los huérfanos,
en los desterrados, en los refugiados, en los ancianos, en los no nacidos, en los que son
despreciados por humildes, sencillos o pequeños. Por lo tanto, es amando a ellos que
estaremos amando a Cristo y entonces el Padre nos amará y concederá todo lo que le
pidamos en el Santo Nombre de Jesús. El Camino es Jesús. Por eso es a Él que tenemos
que conocer, escuchar y obedecer. Él es el Principio y Fundamento. Es la Luz, la Verdad
y la Vida. Luz porque necesitamos de Su Palabra que nos alumbre la realidad en la que
vivimos. Verdad, porque solo Su Palabra es confiable, inamovible y clara; en ella no hay
engaño, ni malicia, ni conveniencia, ni intereses subalternos. Y la Vida, porque sólo
prestando oído a Su Palabra y obedeciéndola ciegamente alcanzaremos la Verdad y con
ella, la Vida Eterna. Porque la Verdad es plenitud que solo podremos alcanzar por la fe,
una vez que hayamos cruzado el umbral, el Puente que nos separa del Reino de los
Cielos, una vez que hayamos llegado al ágape nupcial, en el que tenemos preparado un
sitio, en presencia de Dios Padre Celestial, de Jesucristo Su Único Hijo, de la Virgen
María, los ángeles y todos los santos. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre.
Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta.
¿Qué tenemos que hacer para alcanzar estas promesas de Jesucristo? Entregarnos a
guardar Su Palabra. Cumplirla cada día, amando a nuestro prójimo. ¿Cómo se expresa
este amor al prójimo? Poniendo a ellos por encima de nosotros. ¿Cómo se expresa esto
en nuestra vida cotidiana? Bueno, cada uno de nosotros sabemos con quiénes vivimos y
a quienes debemos mayor atención y amor. Desde luego, no siempre se trata de hacer
lo que los demás quieren, porque a veces, como en el caso de los padres, es preciso
saber imponer la autoridad a los hijos, por ejemplo, para que aprendan a distinguir
claramente el Bien del Mal, prefiriendo siempre el Bien, aunque sea más costoso,
sacrificado y doloroso. Ser tolerantes y permisivos casi nunca es amar, como
erróneamente creemos algunos. Los padres no deben renunciar a educar a sus hijos
ante todo y sobre todo con el buen ejemplo. Educar a los hijos en virtud, es una
responsabilidad y una obligación, que no siempre es fácil y que exige de parte de quien
educa ser poseedor de estas virtudes. La autoridad viene de la coherencia, de la verdad,
de la humildad, de la paciencia, de la voluntad, de la perseverancia, de la comprensión
razonable, en suma, del amor. Hay que amar para ser amado y respetado, sin embargo
debemos estar dispuestos a amar, sin buscar reconocimiento ni gratitud. Debemos estar
dispuestos a amar incluso a aquel que no lo reconoce ni retribuye. Debemos amar a
nuestros enemigos, a los que nos desean mal. Esta es una tarea imposible, sin la Gracia
de Dios. Se engaña quien cree que puede hacerlo confiado en sus propios atributos
personales. Mientras no pongamos nuestra confianza en Dios estaremos tratando de
abordar por nuestra cuenta una tarea que desde ya podemos anticipar como
IMPOSIBLE. Reflexionemos muy seriamente en lo que estamos diciendo e
interioricémoslo, porque no habrá forma de cumplir con la misión que nos encomienda el
Señor si no confiamos en Él. Sin Su intervención no será posible. Será un error de necios
ignorarlo. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán
una alegría que será perfecta.
¿Cómo hacemos que el Señor participe en esta tarea? Invocando la ayuda de Su Espíritu
Santo antes de emprenderla. No apartándonos de Él mientras la ejecutamos y buscando
solamente la mayor Gloria de Dios al finalizar. Es a Él y no a ninguno de nosotros que
deben volverse los ojos de nuestro prójimo. Esto exige humildad, pero también y ante
todo fe, creyendo firmemente que la tarea será posible solo si esta es la Voluntad de
Dios y si Él mismo nos da Su ayuda. Creer que con su participación no habrá nada
IMPOSIBLE. Por eso es preciso llevar una intensa vida de piedad, una vida de oración
permanente, en la que prime el constate acercamiento a Dios, pidiendo a Nombre de
Jesucristo, Su Hijo, todas las Bendiciones que requerimos para que se haga realidad el
Bien que pedimos y deseamos para nuestros hermanos. Sin oración, nada de esto será
posible. Él único modo de llegar al Padre es a través de la oración y por intercesión de
Jesucristo, Su Hijo. Entendamos que bajo esta perspectiva la oración es a la Vida Eterna
lo que el oxígeno para esta vida; si nos falta, fallecemos. Si no oramos, si no pedimos
incansablemente la ayuda del Espíritu Santo en cada una de las actividades que hemos
de desplegar durante el día, nos será imposible amar y por lo tanto, imposible alcanzar
la vida eterna. ¿Quiere decir que no seremos capaces de amar como Dios manda sin
vida de oración? ¡Exactamente! Se equivoca quien deja librado este cumplimiento a su
capacidad. Se equivoca quien minimiza el valor de la oración y cree que solo es
necesaria para los momentos de dificultad. La oración ha de ser permanente, en todo
momento y lugar, bajo cualquier circunstancia. Obviamente solo puede orar así quien es
consecuente con la Voluntad el Padre y pide que acuda en su ayuda. Dios no te dará la
mano para que realices tus proyectos mezquinos, de despojo y traición a tus hermanos.
La oración busca asegurarnos plena sintonía en todo lo que hacemos con la Voluntad de
Dios y puesto que se trata de Su obra, le pedimos Su intervención, en la cual podemos
confiar si efectivamente lo que pedimos se alinea con Su Voluntad. La oración nos lleva
a ponernos plena y absolutamente al servicio de Dios, sirviendo a nuestros hermanos.
Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría
que será perfecta.
Oremos: Padre Santo, ayúdanos a entender que es a hacer Tu Voluntad que debemos
dedicar nuestras vidas y que ello será imposible sin tu ayuda, la que debemos implorar
por la oración incansable…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina
contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
Roguemos al Señor… Te lo pedimos Señor.
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El discípulo logra una comunión tal con el Padre y el Hijo, que su oración llega a ser
escuchada. Sin embargo, esto no significa que la oración deba entenderse como el
resultado de pedidos y requerimientos personales o individuales, ni mucho menos como
si Dios atendiera nuestra oración caprichosa de necesidad de bienestar. El verdadero
discípulo vive en comunión plena con el Padre, y por lo tanto, su oración es conforme a
la voluntad del Padre.
1. “Les aseguro que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, Él se lo
concederá”
En este hermoso Evangelio, Jesús no dice: Les aseguro "que todo lo que pidan al Padre
en mi Nombre, él se lo concederá. Es una promesa de mucho optimismo.
En el comienzo de este versículo, Jesús les decía a sus discípulos: “en aquel día no me
preguntaran nada, en verdad, en verdades les digo” El poder de su oración en aquel día.
Cristo les invita también, “Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre”. Hoy, así es como él
nos motiva a que pidamos al Padre en “su nombre.” Todos han de rogar al Padre por la
fe en Cristo, el Hijo de Dios encarnado. Hasta ahora los discípulos sabían el gran poder
intercesor de Cristo (Jn 11:22). Pero no lo habían puesto a Él como intercesor, no
habían pedido en su “nombre” de Hijo de Dios encarnado.
Al decir Jesús “Les aseguro que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, Él se lo
concederá” nos garantiza el éxito de la oración así hecha al Padre y de “lo que pidan”.
Como en otros relatos evangélicos, (Jn 14:13.14), por el “paralelismo” de estos
contextos, es una enunciación de tipo de la sabiduría o relacionado con ella, que supone
restricciones o condiciones con las que ha de entenderse. Tal es también su formulación
sapiencial en los Evangelios sinópticos (Mt 7:7-11 par.). La misma conclusión de esta
enseñanza: que pidan en su nombre “para que vuestro gozo sea cumplido,” hace ver
que esta oración será escuchada dentro de la finalidad que aquí se establece: “para que
su gozo sea cumplido.” ¿Cuál es éste? Esta frase aparece con perspectivas distintas en
san Juan (Jn 15:11; 17:13). Pero si, “en aquel día,” ya iluminados por el nuevo estado
de cosas, tendrán el gozo cumplido al ser escuchados por pedir en el nombre de Cristo,
supone esto que lo que piden los apóstoles está en consonancia con este nuevo estado
de cosas y con el Espíritu que entonces los moverá en su actuación.
2. Confiemos en Jesús y su promesa de oír nuestras oraciones y concedernos lo
que le pidamos.
Dice Jesús “Y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes” Y como nueva
garantía, les dice que no necesitarán que El ruegue por ellos ante el Padre. No es que
niegue la necesidad de su intercesión (Jn 15:5; Heb 7:25), lo que les quiere destacar es
la confianza y seguridad con que deben hacer esta oración en su “nombre,” pues deben
saber que ya el Padre los “amó,” porque han creído en que El “ha salido de Dios.”
Nos asegura Jesús que todo lo que pidamos, nos lo concederá el Señor, el asunto ahora
es como debe ser nuestra petición, esta ha de ser confiada, porque cuando nuestra
confianza es débil, nos damos cuenta que no conseguimos lo que pedimos.
Dios es nuestro Padre, cuando nos presentemos a Él, hagámoslo del mismo modo
cuando éramos pequeños y al pedir a nuestro padre pedíamos sabiendo lo que
conseguiríamos, con confianza de hijos, con esa confianza en la maravillosa
misericordia, la gran ternura y bondad que hay en nuestro Padre celestial.
Confiemos en Jesús y su promesa de oír nuestras oraciones y concedernos lo que le
pidamos. Si bien es cierto que a veces no sucede, es porque pedimos mal y no es por la
ineficacia de la oración.
3. No debemos dejar de lado la perseverancia, porque Jesús nos promete que
nos oirá nuestras oraciones
Por eso la oración debe cumplir ciertos requisitos tales como la confianza de ser hijos de
Dios y de amistad con Jesús. Además debe hacerse con humildad, porque estamos
necesitados y delante del Padre somos indigentes y tenemos que reconocer que
necesitamos mucho de Él. Y no debemos dejar de lado la perseverancia, porque Jesús
nos promete que nos oirá nuestras oraciones. Pero no nos dijo cuántas veces tenemos
de pedir. También estemos dispuestos al orar a recibir la voluntad del Señor y confiados
que nuestro Padre siempre nos dará lo que es mejor para nosotros, incluso no
coincidiendo a veces con lo que nosotros deseemos.
Luego Jesús les dice: Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Muchas veces tuvo
que hablar en forma figurada, en parábolas. La grandeza del tema y la rudeza de ellos
hicieron a Cristo utilizar este sistema pedagógico. Pero “en aquel día” ya les hablará
claramente del Padre. El Espíritu Santo, que les enviará, les iluminará de tal manera que
no necesitarán preguntarle nada, porque estarán suficientemente ilustrados, por las
luces del Espíritu, para conocer óptimamente al Padre. Se cumple así lo del profeta:
“Vienen días en que no tendrán que enseñarse unos a otros, diciendo: “Conoced a
Yahvé,” sino que todos me conocerán, desde los pequeños hasta los grandes”
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- Mi oración personal y comunitaria, ¿se realiza en un estado de quietud, de paz y de
gran tranquilidad?
6.- ¿Con qué empeño me dedico a crecer en la amistad con Jesús? ¿Estás convencido de
que puedes lograr una identificación real a través de la comunión con Él y del amor al
prójimo?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 ¡Señor, enséñanos de nuevo a orar! Danos tu Espíritu, palabra nueva que despierta
nuestros corazones lánguidos, fuego devorador que nos abrasa de deseos de buscarte.
Que nuestra vida sea entregada al amor, ahora y por todos los siglos.
En verdad es bueno glorificarte. Señor, en cualquier tiempo y circunstancia, pero mucho
más hoy, cuando tu Iglesia celebra la gloria de tu Hijo. Exaltado en la gloria, Él no deja
de interceder por nosotros y por la alegría de su Iglesia, y Él envía al Espíritu de verdad,
al defensor de los creyentes. Fiel hasta el final a tu mandamiento, Él ha vencido a la
muerte; y, resucitado, vive junto a ti y nos permite vivir de tu vida. Unidos a todos los
que han creído en tu prometa a lo largo de los tiempos y las edades, te cantamos, oh
Dios, nuestra esperanza. www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
2 ¡Pedir en tu Nombre, oh mi amadísimo Salvador, no sólo pronunciar tu nombre, sino
hacer mía tu causa, perseguirla con tu corazón, ver el mundo con tus ojos, comprender
tu alegría, querer entregarme como te entregaste tú! ¡Qué lejos estoy de todo esto! Por
eso me quedo en ocasiones decepcionado en mi oración; por eso pierdo el ánimo en mi
compromiso con tu servicio; por eso, ante a la escasez de resultados, me viene la
tentación de abandonar.
Señor, mira con piedad mis veleidades al servirte, ven al encuentro de mis ilusorias
esperanzas de gratificaciones, para sostenerme y purificarme. Forma en mí un corazón
semejante al tuyo. Dame el impulso desinteresado de tu amor. Átame continuamente
con el amor del Padre, para que pueda amar a mis hermanos como Él los ama, como tú
los amas, como yo quisiera amarlos. Y los amaré si vienes en mi ayuda. Ven, Señor, no
me abandones. Envuélveme con tu luz y con tu amor. www.santaclaradeestella.es
3 Es rey de toda la tierra: ¡tocad para Dios con destreza! Reina Dios sobre todas las
naciones, Dios, sentado en su trono sagrado. (Sal 47,8-9) www.ocarm.org
4 ¡Oh Padre Generoso y Bondadoso! Te damos nuestra oración para decirte que nos
perdones tanto «pedir» y no darte nada. O mejor, es tan poco lo que tenemos para
ofrecerte, que permítenos entregarte totalmente la vida que nos has concedido, nuestra
debilidad, con todas nuestras iniquidades; para darte gracias porque siempre nos
escuchas, y a tu tiempo y santa voluntad nos respondes a nuestros pedidos en Nombre
de tu Hijo Jesucristo, nuestro Divino Maestro y Pastor. Te amamos con toda nuestra
fuerza y damos gloria y alabanzas a Ti por tu eterna Misericordia. Amen. www.dario.res
5 Tu mensaje, Señor, me provoca: ¿Cómo es que obtengo tan poco y soy tan poco
eficaz? ¿Cómo es que mi alegría es tan raramente plena? Y ¿cómo es que tu misterio de
unión con el Padre me atrae solo débilmente? ¿Cómo es que siento tan raramente tu
omnipotencia en mi acción? Y Si estas preguntas estuvieran concatenadas ¿Acaso mis
ojos están demasiado dirigidos a la realidad de este mundo y demasiado poco al amor
del Padre a ti y de ti a nosotros, tus discipulos? La mirada al mundo, aunque necesaria,
no me ayuda ciertamente a salvarlo si no lo miro con tus ojos y con tu corazón y si no
me implico en esta aventura decisiva, que tiene que ver con la eternidad.
Que tu Espíritu nos ayude a ver las necesidades frecuentemente ocultas de la gente, a
encontrar el remedio «divino y no solo humano que debemos ofrecer, la alegría plena
que debemos presentar, el amor que lo rescata todo. Señor, tal vez el problema que
tenemos tus discipulos de hoy es la débil contemplación. Ayúdanos en esto.
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
🙋 Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu
atención, tu interés?
Ayer hablábamos de la tristeza y para llegar a la alegría o gozo del Señor, hay que pasar
por un proceso, en el cual algunos pedimos al Señor o a veces no lo hacemos. ¿En mis
problemas, en mi diario vivir que tan frecuente pido al Señor, al rostro del Señor que es
un familiar, un amigo, alguien cercano?, ¿Agradezco al Señor (al rostro del Señor) por
venir al mundo y enseñarnos el camino de la alegría, de la felicidad, del amor?
🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?
Señor, pedir en tu Nombre es la Alegría más grande que podemos darte, porque es ahí
donde nos encontramos contigo, tu viniste a salvarnos y es así como nos muestras que
tu gran pasión “El dar la vida por nosotros” no fue en vano, gracias mi Señor. También
quiero pedirte perdón porque muchas veces me olvido pedir y agradecer en tu nombre,
pero a pesar de ello, estas en mi corazón.
🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?
A no olvidar nunca, que desde las cosas más pequeñas, hasta las más grandes, de las
más complicadas, hasta las más simples, siempre debo pedir por la bendición del Señor
✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)
*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Acepta y santifica, Señor, estos dones de pan y de vino, fruto de la tierra que cultivó san
Isidro, labrador, regándola con el sudor de su frente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: A veces nos cansamos de orar quizás porque la oración nos
recuerda que no somos autosuficientes por nosotros mismos. Ayúdanos a pedirte no
tanto que nos concedas las cosas que pensamos necesitar, sino que nos enseñes a
darnos a nosotros mismos a ti y a los otros, como Jesús lo hizo y sigue haciéndolo con
nosotros, Él que es nuestro Señor y Salvador por los siglos de los siglos.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El
sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de
las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Plegaria Eucarística IV.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú
eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz
sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus
bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te
sirven siempre y te glorifican sin cesar.
• Gracias Jesús por estar a mi lado, por caminar conmigo y traer luces a mi vida, en
especial en los momentos en que las cosas parecen confusas y difíciles. Ayúdame a
crecer en la fe y a buscarte siempre en la Eucaristía. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz, las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.
a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.
Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de la comunión Cf. Sant 5, 18
Oró, y el cielo dio la lluvia y la tierra produjo su fruto. [T.P. Aleluya].
O bien: Jn 15,1
Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. [T.P. Aleluya].
Te pedimos, Señor, que el alimento santo que hemos recibido sea en nosotros siembra
prometedora de cosecha abundante de caridad, para que, a imitación de san Isidro,
cuya memoria hemos celebrado, sepamos compartir nuestro pan de cada día con
nuestros hermanos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: Hay veces en que la oración se nos hace fácil y entonces podemos
abrirte nuestros corazones. Esto nos puede ayudar mucho espiritualmente, pero
ayúdanos también a reservar tiempo para ti cuando no nos sea fácil orar, para que te
escuchemos cuando nos hablas en tu palabra, en la gente y en los acontecimientos de la
vida, que interpretan y detallan para nosotros tu amorosa voluntad; pero, de una
manera especial, haznos escuchar a tu Hijo, que es tu Palabra viva encarnada aquí entre
nosotros: Jesucristo nuestro Salvador y Señor por los siglos de los siglos.
4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.
✞ ✞ ✞ Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
✞ ✞ ✞ Bendición
Hermanos: Estamos seguros de que Dios nos ama y de que Él nos dará cualquier cosa
buena que necesitemos y pidamos en Nombre de Jesús. Que Dios nos dé esta certeza de
fe.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, ✠ Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
nosotros y permanezca para siempre.
R/ Amén
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.
✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16