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Piper Scott - Serie Bajo Sus Órdenes 1

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RESUMEN

Stonecrest tomaba omegas que habían sido maltratados, usados o


recuperados de la esclavitud y los convertía en ciudadanos funcionales.
Era la única instalación de este tipo en Aurora. Los omegas en tratamiento
aquí estaban demasiado dañados para ser el “único” para él, sin importar
cuán tentadores fueran sus aromas. Crawford necesitaba a alguien fuerte
y seguro de sí mismo. Alguien ambicioso. Alguien dispuesto a dejarlo todo.
Mónica lo condujo escaleras arriba y él lo siguió sin preguntar. Ella
conversó interminablemente sobre la construcción y las nuevas camas, y
él asintió cuando era apropiado. Mientras caminaban, Crawford la observó
por el rabillo del ojo. Era una mujer de buen aspecto, piel oliva,
impresionantes ojos marrones, cabello corto y con un corte elegante, pero
por muy hermosa y lograda que era, ella no era la “única”. A pesar de todo
su entusiasmo y positividad, faltaba algo, algo que picaba debajo de la piel
de Crawford lo suficiente profundo como para que él no pudiera rascarlo.
Algo como…
Crawford golpeó algo sólido. El algo jadeó.
Resultó que el algo no era algo en absoluto, era alguien. Sin
embargo, Crawford no necesitaba escuchar el jadeo para darse cuenta de
eso. No cuando el olor hablaba por sí mismo.
Un omega.
PRÓLOGO
OWEN

Cuando Owen Ellis se despertó para encontrar su cuerpo empapado


en sudor y su pene duro y suplicando su liberación, supo que estaba en
problemas. Una picazón familiar se arrastró profundamente dentro de él,
despertando su excitación y provocándole un estado de casi
intoxicación. El olor de su fertilidad flotaba en el aire, saturando su
diminuto dormitorio. No había duda de su olor dulce y enfermizo.
Estaba en celo.
- No. – Owen pronunció, derrotado. Tragó saliva y se obligó a
levantarse de la cama, tambaleándose hacia la ventana. Sus muslos ya
estaban empapados con sus fluidos. La necesidad de encontrar algo,
cualquier cosa, para llenarlo y expulsar el calor comenzó a comer en su
cerebro. Era la segunda vez en tres meses que había madurado, y no
estaba preparado para volver a hacerlo. No tan pronto.
Abrir la ventana tomó el esfuerzo que Owen casi no tenía, pero
cuando la primera ráfaga de aire frío le golpeó la cara, estuvo agradecido
de haber ejercido la energía. Owen aspiró el aire fresco en sus pulmones,
codicioso por el frío. Se estaba quemando.
- Tengo que… – Owen miró a través de la habitación. Todavía no
había reabastecido desde la última vez que entró en celo, y se encontraba
tristemente desprevenido. La singular botella semivacía de agua junto a su
cama no iba a durarle una semana. Tampoco había comida en la
habitación. Pensó que tendría al menos otros tres meses antes de que
necesitara preocuparse nuevamente.
OBEDECER
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Se había equivocado.
Tenía que haber comenzado a primera hora de la mañana. Owen
conocía su cuerpo, y sabía que, si todavía tenía la compostura suficiente
para unir algunos pensamientos sensatos, no había estado en celo por
mucho tiempo. Sus ciclos golpeaban fuerte y rápido. Ya había tenido
suficiente de ellos ahora que sabía el proceso por dentro y por fuera.
Con un gemido ahogado, se tambaleó a través del dormitorio y
abrió la puerta. El resto de su apartamento era frío en comparación, y casi
lloró de alivio. El aire frío se sentía tan bien en su piel.
Fue un milagro que llegara a la cocina. Owen abrió la puerta de la
nevera y enganchó tantas botellas de agua como pudo desde el interior.
Owen las tiró en una de sus bolsas de comestibles, y luego allanó su
despensa por sus bienes no perecederos. No había tantos alimentos
enlatados como había esperado, pero aprovechó lo que tenía, arrojando
cada uno en la bolsa. Las barras de sustituto de comida vinieron después.
Entonces, no dispuesto a tentar al destino por más tiempo, Owen recogió
su botín y regresó a la habitación. Puso la bolsa al alcance de la cama,
luego se desplomó sobre su colchón. Las sábanas ya estaban húmedas por
su sudor, y se pegaron a su cuerpo y lo hicieron sentir demasiado caliente.
- Trabajo. – Murmuró. Fue una ocurrencia tardía. – M-mierda.
Su excitación se hinchó y estuvo cerca de consumirlo. Owen sabía
que no pasaría mucho tiempo antes de que sucumbiera. Antes de hacerlo,
necesitaba ponerse en contacto con la consejera Torres. Ella necesitaba
saber que él no estaría disponible durante los próximos cinco o seis días.
Owen tomó su teléfono de la mesa de noche y buscó la información
de contacto de la consejera Torres. Para su consternación, sus manos ya
PIPER SCOTT
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estaban temblando. No pasaría mucho tiempo antes de que fuera inútil,


demasiado caliente y deseoso por reproducirse para funcionar como algo
más que un agujero fértil.
El teléfono sonó y sonó, y cuando la línea se conectó y la consejera
Torres habló, Owen se sintió aliviado.
- ¿Hola? – Ella preguntó.
- Soy Owen. – Owen no podía sostener una conversación educada o
convenciones sociales. No habría una pequeña charla. – Estoy en celo. No
puedo ir.
- ¿Ahora? – La consejera Torres sonó angustiada. – Owen, solo ha
pasado un poco más de un mes.
- Lo sé. – Él murmuró. – Pero no hay forma de que esto no sea un
celo. Me desperté y ya estaba aquí.
- Necesitas hacer que te revisen. – Insistió la consejera Torres. –
¿Has ido a ver al doctor?
La sangre de Owen se enfrió. Los médicos eran los que le habían
hecho esto, y no confiaba en ninguno de ellos. Ni siquiera podía hablar
con las enfermeras del personal en su trabajo. No vería a un médico. No
podía.
- Sí. – Owen mintió. Una erección tensa contra sus pantalones de
pijama, la piel de su pene demasiado sensible. Owen se estremeció y se
quitó la ropa. Lo mantenía demasiado caliente, de todos modos. No podía
tolerarlo. – Dicen que no hay mucho que puedan hacer. Es solo un defecto
genético. Tengo que vivir con eso cuando aparece inesperadamente.
- Tiene que haber alguien que pueda ayudarte.
OBEDECER
9

- Con el debido respeto, Consejera Torres. – Owen dijo con los


dientes apretados. – No soy capaz de hablar en este momento. Necesito
irme.
- Por supuesto. – El ceño fruncido era evidente en su voz. – Voy a
pasar por allí más tarde y me aseguraré de que estés bien. ¿Necesitas
algo?
- Comida. Agua.
Y un alfa que me anude para poder terminar con la maldita cosa.
- Me aseguraré de que estés al día. – Prometió la consejera Torres. –
Tómatelo con calma hoy. Todo va a estar bien.
Owen sabía que lo haría. Había vivido cuatro veces más celos que un
omega promedio de la misma edad, y había sobrevivido a todos ellos,
pero durante la próxima semana estaría incapacitado. Sería el infierno.
Siempre lo era.
- Te veré más tarde. – Owen dijo. – Necesito irme.
No esperó a que la Consejera Torres respondiera. Owen terminó la
llamada y dejó caer su teléfono de nuevo en la mesita de noche cuando
una nueva ola de excitación lo golpeó. Gimió y arqueó sus caderas, luego
embistió en el colchón para presionar su pene.
Otro celo solitario, otra semana infernal.
En el fondo, sabía que se merecía cada segundo de ello.
UNO
CRAWFORD

El Centro de Rehabilitación Omega Stonecrest había sido construido


en un monasterio abandonado hace mucho tiempo. El techo de pátina
azul y los hermosos vitrales le daban al centro una estética que a Crawford
le pareció agradable: su padre tenía un gusto exquisito. Columnas de
mármol adornadas y un jardín central en expansión iluminaban el interior.
Algunos centros de rehabilitación eran prisiones frías e
impersonales, pero Stonecrest era un refugio seguro.
- La construcción en el segundo piso se completó la semana pasada.
– Anunció la burbujeante omega al lado de Crawford mientras lo mostraba
a través de los pasillos. Él había olvidado su nombre. ¿Mónica? Mónica
Torres. Crawford no había contratado al personal, por lo que no era raro
que olvidara sus nombres. Hace un tiempo, fue el deber de su padre.
Crawford atendía las instalaciones ahora por respeto a la memoria de su
padre, pero en su mayor parte, él mantenía las manos fuera. Su billetera
estaba abierta a las necesidades del centro, pero él rara vez se encontraba
en sus pasillos. – La financiación para las camas adicionales nos ha
permitido reducir algo del hacinamiento de los últimos meses. Los omegas
en tratamiento aquí están mucho más cómodos ahora.
- Bien. – Crawford no tenía mucho más que decir que eso. Su mente
ya había comenzado a vagar. El olor a omega saturaba el aire. En la
distancia, recogió el olor a celo. Era suficiente para tentar incluso a los
alfas más fuertes. Se metió las manos en el bolsillo y siguió a Mónica
mientras se dirigían a las escaleras.
OBEDECER
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Stonecrest tomaba omegas que habían sido maltratados, usados o


recuperados de la esclavitud y los convertía en ciudadanos funcionales.
Era la única instalación de este tipo en Aurora. Los omegas en tratamiento
aquí estaban demasiado dañados para ser el “único” para él, sin importar
cuán tentadores fueran sus aromas. Crawford necesitaba a alguien fuerte
y seguro de sí mismo. Alguien ambicioso. Alguien dispuesto a dejarlo todo.
Mónica lo condujo escaleras arriba y él lo siguió sin preguntar. Ella
conversó interminablemente sobre la construcción y las nuevas camas, y
él asintió cuando era apropiado. Mientras caminaban, Crawford la observó
por el rabillo del ojo. Era una mujer de buen aspecto, piel oliva,
impresionantes ojos marrones, cabello corto y con un corte elegante, pero
por muy hermosa y lograda que era, ella no era la “única”. A pesar de todo
su entusiasmo y positividad, faltaba algo, algo que picaba debajo de la piel
de Crawford lo suficiente profundo como para que él no pudiera rascarlo.
Algo como…
Crawford golpeó algo sólido. El algo jadeó.
Resultó que el algo no era algo en absoluto, era alguien. Sin
embargo, Crawford no necesitaba escuchar el jadeo para darse cuenta de
eso. No cuando el olor hablaba por sí mismo.
Un omega.
La firma dulce y seductora llenó sus fosas nasales y se hundió
directamente en su pene. Crawford permaneció donde estaba un
momento más para inhalar profundamente. El algo que le faltaba a
Mónica estaba envuelto en el recién llegado, inextricable y oh, tan
seductor.
PIPER SCOTT
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- Lo siento mucho. – Dijo el omega con el que había chocado. Dio


unos pasos apresurados hacia atrás para poner cierta distancia entre ellos.
– No estaba prestando atención, y…
Crawford lo miró de pies a cabeza, sin molestarse en ocultar el
hecho de que se estaba comiendo al joven con los ojos. El omega tenía
unos veinte años, si tenía que adivinar. Llevaba una camisa con cuello y
una corbata que complementaba sus pantalones grises. Su pelo era corto
y rubio, dejándolo un poco más largo en la parte superior. Los ojos azul
oscuro miraban a Crawford en tono de disculpa. El rastrojo se alineaba en
la mandíbula del omega, como si no hubiera tenido tiempo de afeitarse
esa mañana.
Él era impresionante.
- No necesitas disculparte. – Crawford dijo suavemente. Su mirada
se detuvo en el omega, luego bajó a la carpeta que estaba debajo de su
brazo. Tenía que ser un empleado. Vestido como estaba, se encontró con
que era demasiado profesional para ser una de las almas maltratadas que
Stonecrest cuidaba.
El omega estaba en silencio, los labios ligeramente separados.
Crawford creyó ver que le temblaba el labio inferior, pero antes de que
pudiera decir algo, Mónica interrumpió la conversación.
- Lo siento, Sr. Daniels. El consejero Ellis no se ha estado sintiendo
muy bien últimamente. Tendrás que excusarlo.
¿No sintiéndose bien? Los ojos de Crawford barrieron al consejero
Ellis arriba y abajo, preguntándose cuál podría ser el problema. No se veía
enfermo.
OBEDECER
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- Me iré. – El consejero Ellis murmuró. Bajó la mirada sumisamente


y trató de deslizarse a un costado para rodear a Crawford, pero Crawford
se estiró y le apretó el brazo. El consejero Ellis levantó la vista,
sorprendido. Sus ojos se encontraron. Un escalofrío corrió por la espina de
Crawford y lo atravesó como una flecha a través de una diana de papel.
Quienquiera que fuera este omega, cualquiera que fuera su historia,
Crawford quería conocerlo mejor. La forma en que esquivó su mirada robó
la atención de Crawford y puso a correr su mente a toda velocidad.
La mirada en los ojos del consejero Ellis estaba aterrorizada, pero no
porque le tuviera miedo a Crawford. Crawford vio a través de él. El
consejero Ellis tenía miedo porque también sentía la conexión instantánea
entre ellos, y no tenía ni idea de qué hacer al respecto. Tenía miedo
porque Crawford le hizo darse cuenta exactamente de lo que quería, y no
sabía cómo manejarlo.
El corazón de Crawford se agitó.
Tal vez estaba proyectando, pero maldita sea si la fantasía no era
seductora.
- Fue un placer encontrarme contigo, consejero Ellis. – Crawford
dijo, con su nivel de voz y control a pesar de la eléctrica excitación que
corría por sus venas. – Espero que nos encontremos de nuevo pronto.
Ellis se sonrojó, casi invisible contra su piel bañada por el sol.
Crawford dejó ir a Ellis, y Ellis se apresuró a pasar junto a él y se dirigió a la
sala casi a toda velocidad. El débil clic de sus zapatos de vestir se
desvaneció en la distancia. Crawford respiró profundo para memorizar lo
último de su aroma, luego miró a Mónica. Él asintió. – Bien, ¿debemos
continuar?
PIPER SCOTT
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Para el resto del recorrido, la mente de Crawford estaba en otra


parte.
Había pasado los últimos cinco años de su vida buscando un omega
como Ellis, y ahora que lo había encontrado, iba a hacer todo lo posible
para asegurarse de que se encontraran de nuevo. El extraño omega con el
seductor aroma y los impresionantes ojos azules serían suyos.
DOS
OWEN

- ¿Viste al alfa que acaba de pasar por aquí? – Lucian Bracknell,


paciente de Owen, preguntó. – Él vino al dormitorio con la consejera
Torres y lo vi mientras me dirigía a verte. Estoy bastante seguro de que la
mitad de los otros chicos en este lugar también lo hicieron. ¿Sabes de
quién estoy hablando? ¿El alfa en el traje? ¿Y el rastrojo oscuro? Y esos
ojos.
- La mayoría de la gente tiene ojos, Lucian, alfa o no. – Owen
respondió, esquivando el tema. Él había más que visto al alfa, se había
encontrado con él. Habían pasado algunas horas desde que sus caminos se
habían cruzado, pero la piel de Owen aún se estremecía en anticipación
por el toque del Sr. Daniels.
- Pero sus ojos eran diferentes. Cuando él caminó por el pasillo con
la consejera Torres, yo me dirigía a su oficina y… me miró. Oh Dios mío.
Me sorprende que mis rodillas no se volvieran gelatina. Fue como si esos
ojos me perforaran todo el camino.
Owen se retorció en su silla, esforzándose por no pensar en cómo la
mirada oscura y acerada del alfa lo había atravesado y lo había dejado
sintiéndose vulnerable. Las cosas que esos ojos le hacían sentir no eran
normales. Owen culpó a los remanentes de su celo. Acababa de regresar
al trabajo y, a veces, seguía siendo sensible al olor de un alfa durante unos
días después de que cesaran los últimos síntomas opresivos. Tenía que ser
eso.
PIPER SCOTT
16

- ¿Y el traje que llevaba puesto? – Lucian continuó. – Él era… umph.


Esa es la única manera en que puedo describirlo. Alto, moreno y guapo.
Inquietante. Poderoso…
- Bueno, vamos a tratar de convertir esto en algo positivo. ¿Cómo
podemos convertir esto en una mentalidad de crecimiento? – Owen hizo
clic en la parte superior de su pluma. – Él te miró, pero ¿lo miraste?
- Puedes apostar a que sí. – Lucian se rio. – No creo haber podido
evitar mirar. Ese es el tipo de alfa que exige respeto. ¿Crees que ya tiene
un omega en casa, esperando en sus manos y rodillas?
- Lucian. – Owen frunció el ceño. – Eso no es muy progresista. Los
omegas no estamos destinados a servir.
- Equidad o no, creo que lamería el suelo si un hombre así me lo
pidiera.
- Lucian. Atención.
- Lo siento, consejero Ellis. – Lucian suspiró. – Realmente he estado
escuchando y aprendiendo, e incluso he estado haciendo los ejercicios que
me diste la última vez que nos reunimos. Es solo que… hay algo acerca de
ese hombre.
Owen entendía lo que Lucian sentía demasiado bien. El toque de las
manos del alfa se demoró en su brazo, y el sonido grave de su voz aún
resonaba en la mente de Owen. Las piscinas oscuras de sus ojos atrajeron
a Owen y se negaron a dejarlo ir. Incluso ahora, Owen sentía que se
ahogaba en ellos.
Sr. Daniels. El nombre no era familiar, pero no había manera de que
un hombre así no tuviera influencia. Tan pronto como la sesión de Lucian
terminara, Owen iba a buscarlo en Google. Con un poco de suerte, sería
OBEDECER
17

un donante con una inversión limitada en Stonecrest, y Owen nunca lo


volvería a ver.
Si no…
Owen no quería pensar en ello. Un simple toque fue suficiente para
freír su cerebro y hacer que ansiara el toque del alfa, y él no lo hacía con
alfas. No desde lo ocurrido cuando tenía dieciséis años. Cuanto menos
viera al Sr. Daniels, mejor.
- Vamos a usarlo a él como hipotético, entonces. – Owen dijo,
decidido a continuar la sesión lo mejor que pudiera. Lucian había hecho un
progreso tremendo desde que había sido admitido, pero aún quedaba un
largo camino por recorrer. – Digamos que te encuentras con un hombre
así en público, un alfa influyente que te habla en un nivel que no puedes
comenzar a procesar. ¿Qué haces?
- El Lucian que soy en este momento caería de rodillas y haría lo que
me pidiera que haga. – Lucian sacó la lengua. – Pero estoy bastante seguro
de que debo recordar mis técnicas de conteo para mantener mi mente
enfocada en otras cosas, ¿verdad? Porque la simplicidad de contar es
familiar y sólida, y debería ayudarme a darme la fuerza para comportarme
como su igual, o excusarme de la situación si siento que no puedo
manejarlo.
- Fantástico. – Owen sonrió. – ¿Qué pasa con otras técnicas de
afrontamiento? Es natural sentirse sumiso a veces, especialmente cuando
tu celo invade, pero…
- Pero como seres humanos, todos merecemos ser tratados con la
misma cantidad de respeto, y no tengo que estar subordinado a nadie. –
Lucian dijo. – Entonces, si mi cabeza está lo suficientemente recta, puedo
PIPER SCOTT
18

razonar con mis impulsos primarios usando esa lógica. Al final, todos
somos responsables de la forma en que nos comportamos, y es mi deber
defender mis propios derechos tanto como lo es para el alfa respetar esos
derechos y entender que mis habilidades son tan vastas y variadas. Y tan
valiosas como el de cualquier otro.
- Puntos adicionales para el Equipo V. – Owen dijo, conteniendo una
risita. – Parece que estás armado para tomar mi lugar.
- Estás siendo demasiado agradable. – Lucian le guiñó un ojo. – Ni
siquiera me has escuchado hablar sobre el cuidado personal. Espera hasta
que escuches todas las cosas que he aprendido de ti sobre cómo cuidarme
primero.
Escuchar a un omega maltratado decir esas palabras valía cada
momento de lucha y angustia. Cuando Lucian había entrado en
Stonecrest, se había quedado callado, malhumorado y convencido de que
solo era tan bueno como su boca y su trasero. Desde entonces se había
convertido en un joven inteligente con creciente confianza que sabía que
merecía un lugar en el mundo. No pasaría mucho tiempo antes de que
terminara su rehabilitación y fuera reintroducido en la sociedad. Owen no
podía esperar a ver qué haría cuando estuviera equipado con las
herramientas que necesitaba para tener éxito. Muchos de los omegas que
se graduaron del programa de rehabilitación de Stonecrest estaban
haciendo cosas fantásticas con sus vidas, y Owen estaba orgulloso de cada
uno de ellos.
Estaba seguro de que también estaría orgulloso de Lucian.
- ¿Por qué no me cuentas sobre ellos? – Owen preguntó.
OBEDECER
19

- Bueno. – Lucian sonrió. – Podría, pero tú eres el que me lo dijo en


primer lugar, y no estoy demasiado interesado en repetirme.
Owen resopló de risa y negó con la cabeza. La confianza de Lucian
se estaba mostrando, y eso significaba que estaba listo para salir al mundo
y encontrar un trabajo. Owen buscaría obtener las autorizaciones
adecuadas pronto. Tenía que haber al menos una posición abierta en una
tienda local que Lucian pudiera usar como práctica. – Tu confianza se está
mostrando.
- ¿Lo hace? – Lucian parecía complacido consigo mismo. – Lo siento.
Déjame meterlo de nuevo. A veces simplemente se desliza fuera así.
Owen sonrió.
El resto de la sesión pasó en un abrir y cerrar de ojos, y por un
momento, Owen no pensó en el alfa en la escalera.
Daniels.
Pero cuando Lucian dejó su oficina agitando una mano y una sonrisa
arrogante y juguetona que prometía problemas, la mente de Owen fue
absorbida por la mirada oscura del alfa y su dominante lenguaje corporal.
Tal vez Lucian no era el único que necesitaba que le recordaran que tenía
el mismo estatus. Cuando Owen pensó en esos ojos y en cómo lo habían
perforado, todo lo que quería hacer era obedecer.
No había excusa para pensamientos como esos, ni siquiera cuando
el corazón de Owen latía un poco más fuerte cuando recordaba su
encuentro, o la cantidad de piel de gallina que la idea de Mr. Daniels y su
mirada oscura y sensual enviaban arriba y abajo de sus brazos.
Él era igual. Equidad. No estaba destinado a servir.
Owen solo deseaba poder convencer a su pene de que era verdad.
PIPER SCOTT
20

El día terminó. Owen se pasó una mano por el pelo y se recostó en


su silla, estirándose. El papeleo en su escritorio había terminado, y había
presentado su solicitud para que Lucian participara en un programa de
trabajo con una de las empresas locales que cooperaban. Que día.
Mientras Owen se relajaba, los pensamientos del alfa de la escalera,
Daniels, volvieron a deslizarse en la vanguardia de su mente. La búsqueda
en Google que había hecho no había dado mucho resultado, la
información que tenía era demasiado vaga para obtener buenos
resultados. Aún así, no podía dejar de pensar en la penetrante mirada de
Daniels o el corte robusto de su mandíbula. La forma en que Daniels se
mantuvo, y el traje caro que llevaba, hablaba de poder. Era el tipo de alfa
que podía dar la vuelta al mundo de un omega, el tipo de alfa que podía
poseer a un omega con una sola mirada.
La culpa destrozó la mente de Owen. Era un consejero de
rehabilitación omega, no tenía ningún derecho a pensar en Daniels de esa
manera. Los omegas no eran propiedad, y no eran humanos inferiores. Los
movimientos de igualdad en los últimos cincuenta años habían avanzado
en su lugar en la civilización y les otorgaban derechos básicos.
Owen nunca se sometería a un alfa. No otra vez. Había luchado
demasiado por su lugar en la vida para dejarlo todo.
Un fuerte golpe en la puerta robó su atención. Owen levantó la
cabeza. – Adelante.
La puerta se abrió. Torres, consejera en jefe de Stonecrest, estaba al
otro lado. En su mano llevaba un sobre. Se apoyó contra el marco de la
puerta y lo miró, escéptica. – Esto acaba de llegar para ti.
OBEDECER
21

- ¿Qué? – Owen se levantó de su escritorio. – ¿Correo? Pensé que


recibimos nuestro correo al mediodía.
- Yo también.
Owen se acercó. Mientras lo hacía, la consejera Torres extendió el
sobre en su dirección. El papel tenía un acabado de granito sutil y era lo
suficientemente grueso como para no ser endeble. Owen frunció el ceño
mientras giraba la carta en su mano. En la parte posterior había un sello
de cera negra. El frente no mostraba más que el nombre completo de
Owen en un elegante guion. Las letras eran tan precisas que no estaba
seguro de si fue hecho a mano o impreso a máquina. – ¿Qué es esto?
- Fue una entrega en mano. – Dijo la consejera Torres. El hombre
que lo dejó era joven, probablemente de tu edad. El guardia de seguridad
lo detuvo en la puerta, entregó el mensaje, luego se fue. El guardia no
pensó en sacarle ninguna otra información.
Owen no había pedido nada, ni esperaba ningún tipo de correo.
Incluso si lo hubiera hecho, no había signos de franqueo pagado, o
cualquier rastro en toda la carta de que hubiera sido a través del sistema
postal. Torres no estaba mintiendo, realmente había sido entregado en
mano.
- Yo… gracias. – Él dijo, sin palabras. – Lamento que haya venido
aquí, de todos los lugares. Lo prometo, no esperaba esto.
- Lo sé. Nunca se ha entregado nada aquí antes. – La consejera
Torres se encogió de hombros. – No hay reglas en contra de recibir correo
en el trabajo. Supongo que mientras no sea perjudicial, está bien. Y no fue
perturbador.
PIPER SCOTT
22

Owen aún así estaba avergonzado. Agitó la cabeza y bajó la mirada.


No se sintió cómodo abriendo la carta hasta que estuvo solo. Por más
amable que fuera la consejera Torres, tenía la sensación de que todo lo
que había en la carta era privado. Ya nadie enviaba correo, especialmente
no así.
- ¿Vas a salir? – Preguntó la consejera Torres.
- Sí. Estaba terminando un poco de papeleo cuando entraste. –
Owen frotó su pulgar sobre el sello de cera. La anticipación comenzó a
comerlo. – Probablemente me vaya en unos minutos más.
- Te veré mañana, entonces. – La consejera Torres dijo alegremente.
– Cuídate esta noche. Te veré mañana.
Owen cerró la puerta detrás de ella cuando se fue, luego le puso el
cerrojo. Se hundió contra la puerta y levantó el sobre hacia la luz, tratando
de ver a través, pero era demasiado grueso. La única forma de descubrir
qué había dentro era abrirlo.
¿Por qué estaba tan nervioso? Owen atribuyó su paranoia a los
vestigios de su celo. Todo lo que tenía que hacer era respirar
profundamente, sacar el sello de cera y seguir adelante. Aún así, titubeó.
Giró el sobre y pasó los dedos por las delicadas letras. La atención al
detalle era impresionante. Nunca había visto que su nombre se viera tan
bien.
Ansioso y curioso por saber de quién era la carta, trabajó el sello de
cera con el pulgar y abrió la solapa posterior de la tarjeta. Dentro había un
trozo de papel de cartulina. Sobre ella, en la misma elegante letra del
frente del sobre, había un mensaje. La fecha en la esquina superior
derecha era actual.
OBEDECER
23

Sr. Ellis,
Hay muy pocas cosas en la vida que no tengo el privilegio
de tener, pero no fue hasta que me topé contigo hoy que me di
cuenta de que hay cosas que me faltan que ni siquiera sabía que
existían. Permíteme invitarte a cenar este fin de semana. Estoy
ansioso por encontrarnos de nuevo, y más íntimamente esta vez
que un simple momento en las escaleras.
Estaré esperando en Castyna el sábado por la noche a las
siete. Es totalmente tu decisión si ceno solo o en buena
compañía.
Sinceramente tuyo,
Crawford Daniels
Owen se quedó mirando la carta. La releyó varias veces, y cada vez
sus ojos fueron atraídos al mismo lugar. Crawford Daniels. No había
ningún error en el nombre, el alfa con el que se había topado en las
escaleras ese mismo día era el mismo hombre que se estaba esforzando
para enviarle una carta a Owen.
Owen no tenía ni idea de qué hacer.
Metió la carta de nuevo en el sobre y se apresuró a volver a su
escritorio, hundiéndose para darse un momento para pensar. Era una
locura incluso considerar aceptar. Conoció a Crawford durante unos pocos
segundos, y ni siquiera formalmente. No se sabía qué tipo de hombre era
Crawford, o si serían compatibles, o si Owen no terminaría muerto en
algún lugar porque decidió confiar en la bondad de un extraño.
Pero recordando la forma en que la mirada de Crawford lo atravesó
y lo dejó sin aliento, Owen lo reconsideró. La conexión estaba allí, lo sentía
PIPER SCOTT
24

en sus huesos, incluso si no quería nada más que alejarlo. Había algo en
Crawford que atrajo a Owen y se negó a dejarlo ir.
Algo que necesitaba satisfacer.
Había tiempo para preocuparse por la noche del sábado, decidió.
Solo era martes. Metió la carta en su escritorio, se lo pensó mejor y la
guardó en su maletín. Dejar algo así en el trabajo era una receta para el
desastre. Lo último que Owen quería era que sus compañeros de trabajo
descubrieran que estaba saliendo con un alfa que ni siquiera conocía. Le
gustaba pensar que era más fuerte que eso, pero la sola idea de Crawford
lo debilitaba.
Esa noche, pasó más tiempo del que le importaba admitir haber
leído y releído la breve carta de Crawford, recordándola y evocando la
forma en que Crawford lo había mirado en las escaleras. Los alfas eran
malas noticias. Alfas lo habían lastimado. Owen no quería tener nada que
ver con ellos.
Pero eso no le impidió acariciarse hasta el orgasmo una y otra vez,
temblor en las manos y pensamientos dispersos, pero siempre regresando
a los mismos ojos oscuros. Incluso cuando el sueño lo reclamó, pasó la
noche imaginando las cosas que un poderoso alfa como Crawford podría
hacerle.
No podía culpar a su celo por su comportamiento. La fantasía, tan
degradante y retrograda como era, estaba en él.
Había algo en Crawford que hacía que Owen quisiera ser reclamado.
No había forma de evitarlo por mucho que lo intentara.
TRES
CRAWFORD

Castyna estaba en la esquina de la 93 y Saint Dennis, con su


moderno y elegante exterior y sus elegantes ventanas tintadas. El
restaurante fue remodelado regularmente, y Crawford quedó
particularmente impresionado por su reencarnación más reciente. El
interior era lo suficientemente emotivo como para ser íntimo sin ser
oscuro y melancólico como la mayoría de los restaurantes especializados
en carne. Por otra parte, Castyna no era un restaurante especializado en
carne. Era un tour culinario de fuerza traído a la vida por el chef Hillard, a
quien Crawford tenía en alta estima. La ciudad de Aurora tenía la suerte
de contar con un talento de este tipo.
- Mesa para Daniels. – Crawford dijo a la atractiva anfitriona en el
frente de la casa.
- Por supuesto, señor Daniels. – Dijo la mujer. Ella miró el libro de
reservaciones en su escritorio, luego volvió a mirarlo. Crawford no podía
distinguir el color de sus ojos en la tenue luz, pero los vio mirarlo con
curiosidad. – ¿Habrá un invitado esta noche?
- Quizás.
- Entiendo. – Ella asintió y se apartó de la recepción. – Por favor
sígame. Su mesa está esperando.
La mesa preferida de Crawford estaba a un tercio de la parte trasera
del restaurante, frente al bar. Estaba lo suficientemente lejos de las
puertas de la cocina como para que los camareros no lo interrumpieran,
pero lo suficientemente lejos de la parte delantera de la casa como para
PIPER SCOTT
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que no le molestara el ir y venir de otros huéspedes. La mesa en sí estaba


hecha en madera rica y oscura, su interior hueco como una concha. El
fondo taba cubierto por una lámina de vidrio. En el interior, el personal de
Castyna había instalado un terrario. Las plantas con hojas para las que
Crawford no tenía nombre crecían allí, artísticamente arregladas. Una sola
flor rosa florecía frente a su asiento preferido cerca de la esquina
izquierda. Ocasionalmente, la flor se marchitaba y moría, solo para volver
a crecer. Crawford se alegró de ver que gozaba de buena salud esta noche.
Una parte primordial de él deseaba impresionar a su huésped de
cualquier manera posible, y era un verdadero fanático de los detalles.
Owen Ellis. Había una simplicidad en el nombre que se sentía bien
en la lengua de Crawford y se registraba como placer en su cerebro. Owen
Ellis. Como una canción.
Crawford quería saber más sobre el omega que había hecho lo que
pocos habían logrado hacer, dejarlo deseando más. Había conocido a más
hombres de los que quería admitir a lo largo de los años, pero ninguno de
ellos lo había impactado como Owen. Sus logros fueron matizados por su
ansia de someterse. La mayoría de los omegas estaban tan seguros de sí
mismos que eran criaturas arrogantes y altaneras, o tan sumisos que
rompieron el corazón de Crawford. Los gustos de Crawford eran
específicos. Su padre lo había educado para que respetara a los omegas, y
Crawford no estaba dispuesto a ceder al respecto, sin importar lo difícil
que fuera encontrar a alguien que se ajustara a sus especificaciones.
Pensar que había encontrado un candidato probable en Owen lo
emocionó.
OBEDECER
27

Siete en punto hora de llegada. Crawford había estado


contemplando el curso de la tarde, con la mirada fija en la flor dentro de la
mesa, cuando el movimiento llamó su atención. La atractiva joven de la
recepción estaba regresando a su ubicación, y detrás de ella estaba el
omega por el que Crawford esperaba. Se incorporó un poco más recto en
su silla, observando a Owen mientras se acercaba. La mirada de Owen
bajó y sus mejillas ya estaban enrojecidas de vergüenza.
Crawford reprimió una sonrisa.
- Su invitado, señor. – Le dijo la joven a Crawford con una inclinación
de cabeza. Ella se apartó de la mesa y regresó a través del restaurante,
dejando a Owen de pie junto a la silla vacía. La mano de Owen recorrió el
respaldo de la silla, con la mirada aún baja. Crawford esperó a hablar
hasta que Owen se atrevió a levantar la mirada. Sus ojos se encontraron.
- Es bueno verte. – Crawford dijo. No se levantó. – Por favor toma
asiento. Únete a mí.
- Gracias. – Owen dijo simplemente. Sacó la silla de la mesa y se
sentó. Crawford observó cómo Owen miraba el terrario, luego levantó la
vista y volvió a mirar a Crawford a los ojos. El tímido omega era lo
suficientemente audaz como para encontrarse con él cara a cara.
Crawford amaba la yuxtaposición.
- ¿Quién eres? – Owen preguntó. La pregunta se prolongó entre
ellos, pesada en el aire.
Crawford negó con la cabeza lentamente, ya atrapado por la
naturaleza inquebrantable de Owen. – Crawford Daniels. Pensé que la
carta que envié estaba firmada. Mis disculpas.
PIPER SCOTT
28

- No. – Owen apretó sus labios de la manera más encantadora, y el


corazón de Crawford se aceleró ante la vista. El destello de blancos
dientes contra su piel llena y rosada era tentador. El omega era demasiado
bonito para las palabras. – Quiero decir, lo sé. Firmaste la carta. Solo
quiero decir… Te busqué en Google, pero en realidad no surgió nada.
- Trato de minimizar mi presencia en línea. – Crawford respondió. –
Soy un hombre que valora su privacidad.
- Bueno, ciertamente sabes lo suficiente sobre mí. – Owen se
recostó en su silla, cruzando los brazos. El sommelier se acercó y les sirvió
una copa de vino sin preguntar por su selección. Crawford ordenaba lo
mismo cada vez que venía, y el personal conocía sus preferencias.
Sin embargo, el encuentro dejó a Owen desconcertado, y Crawford
lo observó mientras miraba las copas de vino en estado de shock. El
sommelier dejó la mesa sin una palabra. – Y estas personas te conocen lo
suficientemente bien, parece. ¿Eres famoso?
- No. – Crawford contuvo una carcajada. – No por mucho. Soy solo
un hombre que nació de los padres correctos.
- De acuerdo, entonces, ¿qué hacen tus padres?
Ver a Owen retorcerse fue la mitad de la diversión, pero Crawford
no iba a presionar su suerte. Por mucho que le gustara ver a Owen en el
lugar, también quería mostrar su respeto. Si se tomaba en serio lo que
quería de Owen, el respeto era imperativo. – El lado de la familia de mi
padre proviene del dinero viejo, en gran parte de la industria laboral. Por
supuesto, las ganancias de eso son ingresos pasivos, por lo que realmente
no hay mucho trabajo por hacer. Mi padre pasó su tiempo abogando por
OBEDECER
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los derechos omega y financiando programas sociales para los menos


afortunados. Uno de sus mayores logros fue fundar Stonecrest.
Owen se congeló. Sus ojos se abrieron grandemente, y luego
parpadearon con incertidumbre. – ¿Tu padre fundó Stonecrest?
- Lo hizo. – Crawford levantó una ceja. – ¿Es eso tan difícil de creer?
Nos conocimos mientras tu superior me estaba dando un recorrido por las
instalaciones, después de todo.
- No. – Owen negó con la cabeza. – Solo, sé que el hombre que lo
fundó fue Wesley Sykes, un omega. Tu nombre es Crawford Daniels. Creo
que tal vez hay…
- No hay error. – Crawford dejó que su mirada descendiera por el
cuerpo de Owen, saboreando el calce de su traje y la forma debajo de él.
Cuando se encontró de nuevo con los ojos de Owen, Crawford estaba
sonriendo. – ¿Es realmente tan difícil para alguien tan socialmente
progresista como tú creer que mi padre fue el compañero omega? Mi
madre era una poderosa alfa, Catherine Daniels. Ella construyó un imperio
cosmético desde cero.
Desde el momento en que nació, la vida de Crawford había sido
inusual. No era típico de los alfas femeninos tomar parejas omegas
masculinos, pero sucedió. Crawford fue el resultado de una de esas
uniones. La relación de sus padres había formado su visión del mundo y lo
había convertido en el hombre que era hoy. Su padre no era menos
hombre por haber nacido como nació, y su madre no era menos mujer.
Crawford había aprendido a valorar a una persona por lo que él o ella era
en lugar de sus variaciones genéticas, y él consideraba que sus valores
eran una influencia fundamental en sus gustos en parejas románticas.
PIPER SCOTT
30

Los padres de Crawford siempre habían sido fuerzas importantes en


su vida, y los extrañaba mucho a ambos.
Owen lo miró con cautela, pero los labios se curvaron hacia abajo en
la incertidumbre. Cogió su copa de vino y le dio un sorbo, luego hizo una
mueca. – Está seco.
- ¿No te gusta? – Crawford preguntó.
- No lo esperaba. – Owen respondió. – Por lo general prefiero los
vinos dulces.
- Haré que lo arreglen. – Crawford dijo. Apartó la vista de Owen para
ver si podía rastrear al sommelier, pero Owen negó con la cabeza.
- No, está bien. Lo beberé. No quiero que se desperdicie. – Owen
vaciló. – Supongo que no estoy acostumbrado a esto… a nada de esto. Y
no entiendo por qué me invitaste aquí esta noche. No sabes nada de mí.
Crawford murmuró, luego tomó un sorbo de su vino. Lanzó una
mirada irónica a Owen sobre el borde de su vaso. – ¿No es esa razón
suficiente para invitar a alguien a cenar? – Crawford preguntó. – Me
gustaría conocerte mejor.
- Pero… ¿por qué? – Owen volvió a fruncir sus labios y comenzó a
mover nerviosamente las manos.
Crawford consideró la pregunta cuidadosamente. No quería
empujar las cosas demasiado rápido y arriesgarse a asustar a Owen, pero
al mismo tiempo, sabía que necesitaba abordar el tema con el tiempo. –
Porque vi algo cuando miré en tus ojos, y me hizo querer ver si lo que vi
estaba realmente allí.
- ¿Qué fue?
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- Un entusiasmo por complacer. – Crawford dijo. – Y una necesidad


de dejar que todo se vaya.
Owen titubeó. Sus labios se separaron como para hablar, luego
negó con la cabeza, se lamió los labios y volvió a cerrar la boca.
- No lo estás negando. – Crawford comentó. – ¿Es verdad?
Owen le lanzó una mirada que habría sido venenosa si sus ojos no lo
hubieran traicionado. Porque tan severamente como apretó su boca, y tan
profundo como pudo fruncir las cejas, no pudo ocultar la chispa de
esperanza en sus ojos. Había algo en Owen que estaba en problemas y
suplicaba que se corrigiera.
Crawford quería encargarse de eso por él.
Owen no estaba roto, pero tampoco estaba completamente entero.
Como un trozo de madera empapado que con el tiempo se había
deformado. Crawford tenía tantos deseos de ponerlo de nuevo correcto.
Una energía ardía entre ellos, tácita. Se espesó en el aire y levantó
los pelos de los brazos de Crawford. Un escalofrío amenazó con abrirse
paso por su espina dorsal. La mirada que Owen le dio lo hizo desear cruzar
la mesa y besarlo.
Se pondrá mejor, pensó Crawford. Cualquier lucha que estés
enfrentando, mejorará. Todo lo que necesitas hacer es confiar en mí.
- Puedo ser un omega, pero eso no significa que deban cuidarme. –
Owen objetó. Sin embargo, no rechazó por completo lo que Crawford
había dicho, y Crawford encontró ese detalle revelador. – He trabajado mi
trasero para llegar a donde estoy en la vida. He luchado, y vencido, y he
tenido éxito.
PIPER SCOTT
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- No estoy tratando de minimizar tus logros en absoluto. – Crawford


dijo. – Pero después de todo eso, después de trabajar tanto y tan duro
para obtener las cosas que quieres en la vida, tengo la sensación de que lo
que necesitas es algo que no puedes darte a ti mismo.
La expresión de Owen no cambió. – ¿Y qué es eso?
- Una oportunidad de liberarte. – Crawford arqueó una ceja. Volvió
a beber su vino mientras consideraba lo que había dicho. – Y tal vez un
poco de indulgente diversión.
Las palabras rompieron la severidad de la expresión de Owen y lo
dejaron vulnerable. Sus ojos se suavizaron. Se sentó un poco más recto en
su silla y se cruzó de brazos. – No me divierto con los alfas.
- Qué cosa tan terriblemente limitante de decir. – En su visión
periférica, Crawford notó que el camarero se acercaba con sus comidas. El
chef Hillard siempre preparaba una selección fuera del menú cuando
Crawford lo visitaba, y esta noche, Owen también sería tratado. – Me
pregunto, entonces, qué es lo que estás haciendo sentado frente a mí
ahora mismo si no quieres disfrutar de tu velada.
Los ojos de Owen se abrieron enormes y abrió la boca para hablar,
pero antes de que pudiera responder, llegó la comida.
- Su comida, señores, felicitaciones del Chef Hillard.
Crawford no pudo evitar sonreír. Owen era exactamente el tipo de
hombre que quería, y esperaba que para el final de la noche pudiera
probarlo.
CUATRO
OWEN

Los ejercicios de conteo que Owen enseñaba a sus pacientes a


recomponerse en una situación tentadora no funcionaban. No importaba
cuántas veces contaba desde diez, su mente iba una y otra vez al hombre
que estaba sentado frente a él, y su cuerpo le gritaba que se rindiera y
dejara que Crawford lo tuviera.
Crawford era incluso más guapo de lo que Owen recordaba. De ojos
oscuros y silenciosamente dominantes, era el tipo de hombre que Owen
nunca pensó que querría. Había pasado más de una década desde su
última y única experiencia con un alfa, pero Owen aún tenía el daño. Sus
heridas aún no estaban cerradas.
Nunca quiso dejar entrar a otro alfa en su vida y, sin embargo, aquí
estaba cenando con Crawford.
Y lo estaba disfrutando.
Owen permitió que los platos se distribuyeran y dejó que el
camarero volviera al restaurante antes de oponerse. – No me refiero a la
diversión de esa manera, quiero decir que no voy a ir a casa contigo.
- No necesitas hacer eso. – Crawford dijo. – La elección es tuya.
Crawford era diferente a cualquiera que Owen hubiera conocido
antes. Decía sus palabras cuidadosamente, y estaba claro que era
educado, pero todavía había un tono pícaro en su voz que hacía que todo
se sintiera como un juego, y Owen no sabía qué hacer con eso. No tenía la
sensación de que Crawford era un hombre malo, pero había algo
acechando debajo de la superficie compuesta de Crawford que solo
PIPER SCOTT
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dejaba que Owen echara un vistazo de vez en cuando, y Owen quería


desesperadamente saber qué era.
- Entonces no iré a casa contigo. – Owen insistió.
- De acuerdo. El propósito de invitarte a salir esta noche fue llevarte
a cenar, no llevarte a la cama. – Crawford cortó la pechuga de pato en su
plato. Les habían servido un pato sellado con salsa de Oporto,
aparentemente. Owen sabía que una comida como esa no era barata. –
Pero por esta noche, solo por esta noche, si eso es todo lo que quieres,
¿me dejarás que te trate bien? Sin ataduras.
La sinceridad en la voz de Crawford sonó verdadera, y Owen se
sentía cada vez más nervioso. Nunca antes lo habían cortejado. La mayor
parte del tiempo lo guardaba para sí mismo.
- Supongo. – Owen dijo después de un pensamiento. Se sentía
atraído por Crawford, pero eso no significaba que tuviera que actuar en su
atracción. Había trazado la línea en la arena en cuanto a las expectativas.
Crawford sabía que Owen no iba a presentar su trasero al final de la
noche, y mientras Owen se mantuviera firme al respecto, no había razón
para no pasarla bien.
- Bien. – La expresión de Crawford se iluminó, y Owen vio en ella
una belleza simple que previamente había pasado por alto. Crawford sabía
lo que quería y no tenía miedo de perseguirlo, pero era respetuoso y
cortés. Owen estaba empezando a pensar que realmente no quería nada
más que una simple cena.
Era difícil comprender que un hombre tan atractivo como Crawford
Daniels no tuviera con quien compartir su velada.
OBEDECER
35

- Entonces. – Crawford dijo. Su mirada recorrió a Owen, pero la


expresión tierna en su rostro no cambió. Owen fue llevado con él. – Sé
que trabajas para Stonecrest como consejero, pero no sé mucho más
sobre ti. ¿Qué te gusta hacer para divertirte?
- Nada, realmente. – Owen admitió. No estaba tratando de ser
difícil, solo un hecho. La irregularidad de sus celos dificultaba la
planificación de cualquier cosa, y limitó las actividades en las que podía
participar. Todo lo que se reunía regularmente estaba fuera de la escena.
Un lugar demasiado lejos de casa era demasiado arriesgado para que
valiera la pena asistir. Owen necesitaba estar cerca de algún lugar seguro
en caso de que su celo golpeara de repente. A diferencia de otros omegas,
él no podía darse el lujo de saber cuándo sería su próximo celo, ni podría
medicarse contra él.
Crawford se rio entre dientes. – Entonces, lo que escucho es que no
te diviertes con nadie.
- Muy gracioso. – Owen rodó los ojos.
- Yo tampoco tengo muchas aficiones. – Crawford admitió. – Dirijo
varios negocios, y me lleva más tiempo de lo que me gustaría admitir.
- Uno de los cuales es Stonecrest. – Owen miró a Crawford, todavía
no estaba seguro de qué tipo de hombre era realmente Crawford. – ¿Qué
otros negocios tiendes?
- Stonecrest es una cuestión de legado familiar. – Crawford dijo con
un pequeño asentimiento. – Cuido el imperio cosmético de mi fallecida
madre, y tengo viejos lazos con las industrias laborales, como mencioné.
Eso es más que suficiente para mantener a cualquier hombre ocupado. No
paso la mitad del tiempo que quisiera en ninguno de ellos.
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- Eso sigue siendo impresionante. – Owen deslizó sus dedos


alrededor del tallo de la copa de vino. No le gustaba el vino seco, pero lo
tomaba por principio. Estaba dispuesto a apostar que era el vino más caro
que había tenido nunca.
- Siento que lo que tú haces es más impresionante que cualquier
cosa que yo pueda lograr. – Crawford dijo. – ¿Monetariamente? Lo que
hago es asombroso. Pero en términos del trabajo que hacemos, tu trabajo
siempre será más impresionante para mí.
Crawford no hablaba irónicamente.
Owen dudó antes de hablar. – Gracias.
- Mi padre se tomó el tiempo de enseñarme lo que significa ser un
omega. – Crawford explicó. – Él me mostró los tipos de actitudes a las que
fue sometido día a día, y salí de ello entendiendo que el mundo es
verdaderamente injusto. Es asombroso que hayas logrado tanto en la vida
a pesar de las presiones sociales sobre ti. Estoy impresionado.
No desde que había conocido a Silas Rutledge, un alfa que había
dedicado su vida a asesorar a los omegas en Stonecrest, Owen había
escuchado a un alfa hablar con un interés tan genuino en los derechos
omega. Se inclinó hacia delante solo un poco, mirando a Crawford con
renovado interés. Crawford era diabólicamente guapo, pero había una
calma sincera en sus ojos y una ternura en las cosas que decía que
hablaban de conciencia. Su privilegio no lo cegó.
Poco a poco, las paredes de Owen se derrumbaron.
- Está mejorando. – Owen dijo. – Conozco a muchos omegas
expertos en estos días, hombres y mujeres que se están elevando por
encima del estereotipo y le muestran al mundo las cosas de las que son
OBEDECER
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capaces. Incluso nuestros pacientes han ido a hacer cosas excelentes con
sus vidas. El mundo está cambiando. Lo estamos cambiando.
- Tú lo haces. – Crawford corrigió. Hizo una pausa para llevar una
porción de pato a su boca, pero antes de comer, agregó – Yo simplemente
estoy financiando el edificio en el que haces los milagros. Hay poco trabajo
en eso.
Owen no estaba de acuerdo. Sin Stonecrest no habría espacio
seguro para que los omegas rescatados se recuperaran y mejoraran.
Crawford lo proporcionó si lo reconocía o no. – Estás haciendo tu parte.
Solo el simple conocimiento, entender que hay un problema, es mucho
más de lo que la mayoría de la gente puede afirmar.
Crawford masticó y tragó. Bajó el tenedor y miró a Owen con
curiosidad. – Puedo entender por qué no pasas mucho tiempo con alfas.
- ¿Hm? – Owen frunció el ceño en confusión. – ¿Por qué?
- Porque si estás impresionado de que yo creo en la igualdad,
entonces has estado rodeándote de los equivocados. – La mirada de
Crawford se fijó en la de él, y el estómago de Owen se agitó. Una
sensación burbujeante subió por su garganta y levantó los vellos en sus
brazos. – No todos somos imbéciles, Owen. Sé que es tentador pensarlo
en función de la exposición que tienes en el trabajo, pero juro que hay
otros hombres y mujeres como yo que aman libremente y que quieren lo
mejor para todos, sin importar su genética.
Owen no pudo encontrar las palabras que decir. El calor subió por
sus mejillas y su hambre se disipó, como si pudiera mantenerse solo con
las palabras de Crawford. Había algo tan satisfactorio al escucharlo hablar
PIPER SCOTT
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desde su corazón acerca de las cosas que importaban. Hizo que Owen
sintiera que tenían más en común de lo que había pensado.
Crawford no era un idiota rico que buscaba un revolcón fácil, era un
caballero que había tropezado con otra alma que pensó que podría
complementar la suya.
- Creo que, si mantienes la mente abierta, descubrirás que hay
personas que valen la pena conocer, independientemente de su genética.
– La mirada de Crawford se hundió en él, y Owen se sintió ingrávido de la
misma manera que lo hizo cuando conducía rápido por una empinada
colina. La velocidad era adictiva. – Hay alfas en el mundo que saben cómo
respetar adecuadamente a un omega y darle a ese omega los placeres que
merece.
Owen no podía mirar hacia otro lado. Contó desde diez, pero fue un
ejercicio de futilidad. Crawford lo tenía, todo él, y Owen descubrió que no
le importaba. Alrededor de Crawford, Owen sintió que podía dejarlo todo.
El escape fue tentador. Había pasado tanto tiempo desde que se permitió
ser cuidado, tanto tiempo desde que consintió ser tocado…
- ¿Estás insinuando que eres uno de esos alfas? – Owen preguntó.
Su boca estaba seca y su lengua se sentía torpe, pero se mantuvo unido.
La emoción burbujeaba dentro de él y lo mantenía cautivo a cada palabra
de Crawford, ¿era esa atracción?
- El placer es una cosa subjetiva. – Crawford dijo, hablando
lentamente y con un propósito. Owen se aferró a cada una de sus
palabras. – Yo nunca diría eso. Tendrías que probarme y verlo por ti
mismo.
Dios, Owen quería hacerlo.
OBEDECER
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El resto de la noche se perdió en la conversación, a veces agradable,


a veces caliente. Owen se sonrojó más de una vez y, a medida que
avanzaba la noche, encontró su atención en los anchos hombros de
Crawford y el hermoso corte de su mandíbula en más de una ocasión.
Crawford era todo lo que no quería, pero todo lo que necesitaba.
Cuando la cena llegó a su fin, Owen había llegado a una conclusión.
Por esta noche, y solo por esta noche, tal vez un poco de diversión con un
alfa no era tan malo. La conexión entre ellos fue sorprendente, y el aire se
encendió con su química. El corazón y la mente de Owen eran vacilantes,
pero su pene ya había tomado una decisión.
Crawford era a quién él quería. No tenía sentido intentar pretender
lo contrario.
CINCO
CRAWFORD

Crawford pagó la cuenta y vio a Owen fuera de la puerta principal.


La brisa de la noche soplaba, enfriándose. Owen se acercó un poco más, y
Crawford instintivamente lo metió bajo su brazo mientras se dirigían al
estacionamiento. Owen lo miró sorprendido, pero no discutió ni intentó
apartarse.
La cena había ido bien.
Los zapatos de Crawford golpearon el pavimento con cada paso, el
click clack sonaba a través de la noche. Las pisadas de Owen se salieron
del tiempo y se sincronizaron gradualmente, y Crawford se complació al
escuchar que sus pasos caían como uno solo.
- Yo, um – Owen murmuró. – La pasé bien esta noche.
- Yo también. – Crawford dijo. Se detuvieron en el estacionamiento.
El auto personal de Crawford estaba parado frente al restaurante, pero
pensó que Owen había conducido. – Gracias por la compañía.
- Tiempo de partir. – Owen se apartó de Crawford y se quedaron
cara a cara. La distancia entre ellos fue breve, pero se hizo más pequeña
por la forma en que el mundo parecía encogerse cuando Owen estaba
cerca. Crawford fue afectado – Gracias por la cena y por el vino.
- De nada.
Owen se mordió el labio inferior, tímido. Movió inquietamente las
manos de una manera que Crawford encontró adorable. Con los ojos semi
cerrados, se inclinó hacia delante.
OBEDECER
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Crawford no confundió lo que estaba sucediendo, Owen quería


besarlo. No solo lo vio en su cara, sino que también lo sintió en la energía
compartida entre ellos. Por primera vez en su vida, Crawford entendió lo
que la gente se refería cuando decían que sentían electricidad con el
toque de otra persona. Owen ni siquiera lo había tocado todavía, pero el
ambiente era diferente. La noche no se sentía la mitad de fría.
Pero Crawford no lo besaría.
Incluso cuando la excitación creció dentro de él hasta el punto en
que casi se derramó, él lo sabía mejor.
Lo que quería era más que un simple y dulce beso. Lo que él quería
se lograría a través de la fuerza de voluntad y la observación. Si Owen era
el tipo de hombre que Crawford creía que era, reaccionaría a la negación
tan agudamente como lo aceptaría.
Crawford envolvió una mano alrededor de la nuca de Owen y besó
su frente en su lugar. La espalda de Owen se puso rígida y Crawford lo
escuchó inhalar bruscamente. Por un momento, Crawford se detuvo junto
a Owen, respirando su aroma y complaciéndose con su proximidad, luego
retrocedió. La piel de gallina estalló a lo largo de su brazo. El solo beso, tan
inocente como era, lo endureció, pero sabía que eso era todo lo que
compartirían esa noche.
Esperar haría que lo que vendría fuera mucho más gratificante.
- Buenas noches, Owen. – Crawford dijo con determinación. Dio un
paso atrás para dejarle espacio a Owen y hacerle saber que la noche había
terminado.
PIPER SCOTT
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- Buenas noches. – Owen susurró. El enganche en su voz fue muy


marcado, hablando del deseo aún por ser saciado. No discutió, ni detuvo a
Crawford y exigió su atención.
Se sometió a los deseos de Crawford.
Obedeció.
Crawford ocultó una mirada de satisfacción. Sin esperar a que Owen
se fuera, se dio la vuelta y salió del estacionamiento. No miró por encima
del hombro ni una vez.
Crawford tuvo el presentimiento de que no sería la última vez que
se encontrarían. Antes de que eso sucediera, él tenía algunos trabajos de
preparación que hacer.
SEIS
OWEN

Un paquete llegó el lunes por la mañana. La consejera Torres le hizo


un gesto con la mano a Owen desde la puerta de su oficina, con un brazo
cruzado sobre el pecho y enarcando una ceja. – Sé que dije que no estaba
en contra de las reglas recibir correo aquí, pero ¿de verdad?
Las mejillas de Owen se sonrojaron. No había ninguna duda en su
mente de quién era el paquete. – Lo siento.
- Está bien. – La consejera Torres le dio un guiño. Dio un paso
adelante y arrojó el paquete sobre el escritorio. Era pequeño y envuelto
en una burbuja publicitaria. – Supongo que algo ha sucedido desde la
semana pasada si esto va a ser algo habitual. Soy una gran fan de los
admiradores secretos.
Excepto que el admirador de Owen no era tan secreto. Sabía a
ciencia cierta que era Crawford. Un hombre así, supuso Owen, habría
podido averiguar la dirección de su casa si quisiera. El hecho de que
Crawford eligiera mantenerse al margen de su vida personal hablaba de su
carácter tanto como lo hizo su cena juntos.
Owen estaba empezando a pensar que se había equivocado al
descontarlo tan rápido. Crawford era diferente.
- Yo, um, supongo que sí. – Owen dijo en voz baja. Cogió el paquete
y lo giró en sus manos. Era ligero y flexible. Lo que estaba dentro no era
propenso a romperse. – Si alguna vez es un problema, por favor, dime y
averiguaré quién está haciendo esto y lograr que lo detengan.
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44

- Honestamente, en este punto creo que podría ser alguien dentro


del centro. – La consejera Torres dijo encogiéndose de hombros. – Estoy
pensando que alguien se escapa de su hora de almuerzo, quita las manos
del paquete y consigue que un amigo lo entregue. No sé cómo explicar la
falta de franqueo.
Mientras ella seguía pensando eso, Owen lo tenía claro. Dejó el
paquete sobre su escritorio y apartó la mirada. Lo último que quería era
que su jefe descubriera que estaba viendo a Crawford Daniels.
- Eso suena como una explicación probable. – Owen estuvo de
acuerdo con un asentimiento de cabeza. – Si comienza a salirse de control,
supongo que podemos publicar un aviso en la sala de profesores.
- Lo tienes. – La consejera Torres le dio un guiño. – Voy a volver al
trabajo. Si llega algo más, me aseguraré que lo tengas.
- Gracias. – Owen dijo. Dejó el paquete en su escritorio y vio a la
consejera Torres en la puerta. No tenía idea de lo que había en el paquete,
pero tenía la corazonada de que su contenido era privado.
Una vez que ella se fue, él se aseguró de que la puerta estuviera
firmemente cerrada. No había cerraduras dentro de ninguna de las
oficinas de los consejeros, pero Owen pensó que el giro de la perilla y el
sonido del cerrojo serían una advertencia suficiente. Se dirigió de nuevo a
su escritorio y se sentó, mirando el paquete.
Sin franqueo. Sin dirección de retorno. Sin nombre del remitente. La
única información escrita en el paquete era su nombre. El elegante guion
de Crawford le daba vida a las cartas, y Owen pasó un momento solo
mirando las líneas y los trazos de su caligrafía. La escritura de esa manera
OBEDECER
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hablaba de riqueza. Nadie escribía eso bien sin tiempo para practicar la
caligrafía; pocos podían permitirse ese lujo.
El dedo de Owen trazó los lazos en las "l" en Ellis, deteniéndose.
Trató el decirse no abrir el paquete de inmediato, pero no saber lo que
había dentro, estaba empezando a volverlo loco. Había algo allí, algo
físico. Podía sentirlo a través de la envoltura protectora, y él necesitaba
saber qué era.
Owen abrió un cajón de su escritorio y sacó un par de tijeras para
abrir el paquete. Sacó la hoja a través de la parte superior y cortó. El
paquete se abrió, y Owen lo volteó para vaciar su contenido.
Un collar de cuero negro cayó sobre su escritorio.
Owen contuvo un grito ahogado y se apretó contra el respaldo de su
silla como si el collar pudiera golpearlo. Era una cosa simple. El cuero no
tenía más de un par de centímetros de ancho, y estaba lo suficientemente
trabajado como para ser flexible. Una pequeña placa de metal estaba
sujeta en el medio. Estaba del lado contrario a Owen, su propósito
desconocido.
Incapaz de descifrar el aliento atrapado en su garganta, Owen lo
miró por varios segundos más. Su corazón vibraba en su pecho, casi
estallando. Calor se elevó en sus mejillas. ¿Qué estaba haciendo Crawford,
enviándole algo como esto? ¿Y en el trabajo, nada menos?
- Dios, ¿en qué me he metido? – Owen susurró para sí mismo. Con
la mano temblando, la extendió para tocar el collar. El cuero era suave, y
por lo que Owen podía decir, era real. Dejó que sus dedos se arrastraran
sobre la tela, dejando que su toque los calentara. Todavía no había
encontrado el coraje para recogerlo.
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¿Realmente Crawford esperaba que usara algo así?


Owen respiró profundo y se castigó a sí mismo. Era solo un objeto.
Un regalo. No le haría daño si lo tocaba. Con cautela, tomó un extremo y
lo dejó colgar de sus dedos. El lado opuesto a la hebilla estaba marcado
por cinco agujeros espaciados uniformemente. Owen tenía la sensación de
que se ajustaba perfectamente a su cuello.
Giró el collar para que la placa de metal mirara en su dirección. Era
pequeña y liviana, lo suficientemente resistente como para no doblarse o
romperse, pero no lo suficientemente gruesa para ser incómoda. El
acabado plateado brilló. Fue grabada con cuatro letras simples.
Owen.
El pene de Owen se contrajo. Puso el collar en su escritorio y trató
de calmarse. Era la mitad del día de trabajo, y él no se estaba haciendo
ningún favor al tener una erección ahora. Tenía otras tres horas para
terminar antes de que fuera la hora de salir, y desde allí, necesitaba llegar
a casa, y…
Sin importar cómo trató de disuadirse, no pudo evitar que su pene
se endureciera. Las primeras chispas de excitación ardieron
profundamente en su interior y se encendieron en llamas que barrieron su
núcleo y subieron por su columna vertebral.
¿Por qué lo estaba excitando tanto? Owen había pasado su vida
dedicándose a los derechos omega, para asegurarse de que ningún omega
fuera tratado como una criatura inferior, y ahora aquí estaba, poniéndose
duro porque un alfa quería pescarlo y mantenerlo.
Controlarlo.
OBEDECER
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Owen se mordió el labio inferior y trató de razonar consigo mismo.


Él quería la igualdad. Él quería ser considerado digno de valor. Más que
nada, quería que los omegas que estaban sufriendo se liberaran de su
opresión y se elevaran. Owen creía firmemente que cada uno de ellos era
capaz de ser grande, sin importar sus impulsos o competencias biológicas.
Celo o no, ningún omega necesitaba un alfa para sobrevivir.
Entonces, ¿por qué quería tanto a Crawford que consideraba hacer
algo como esto?
Owen volvió a pasar sus dedos por el collar, lentamente llegando a
un acuerdo. Experimentalmente, lo recogió de su escritorio y lo sostuvo
contra su cuello. No lo ató, pero los orificios permitieron que se aflojara lo
suficiente como para colgar o lo suficientemente apretado para que se
ajustara firmemente contra su cuello sin abrocharlo.
Imaginó que tan ajustado sería la elección de Crawford.
¿En qué diablos estaba pensando? Owen cerró los ojos con fuerza y
se abrió camino a través de un ejercicio de conteo, pero no sirvió de nada.
¿Cómo podía estar considerando algo como esto después de todo lo que
había pasado?
O tal vez fue porque había pasado por tanto que era débil para los
avances de Crawford.
Abandonado. Solo. Sin esperanza. En ese entonces, ¿qué habría
dado por algo como esto? Owen contuvo el aliento y abrió los ojos. Esto
ya no era la escuela secundaria. No tenía dieciséis años, asustado y
sufriendo su primer celo. No dejaría que Crawford lo reclamara sin
sentido.
PIPER SCOTT
48

Pero después de tanto tiempo solo, tal vez era hora de dejar entrar
a alguien. Owen estaba solo. Podía fingir lo contrario todo lo que quisiera,
pero la verdad era que estaba enfermo de mantener sus paredes en alto.
Después del procedimiento, había pasado tanto tiempo amurallado que
había perdido a todos sus amigos y no le quedaba nadie a quien recurrir.
No quería tener que ser siempre fuerte.
Crawford le estaba ofreciendo alivio, pero Owen no estaba seguro
de poder tomarlo.
Cogió el sobre de burbujas y empujó hacia los lados para que la
brecha se abriera. En la parte inferior había una carta que no se había
caído cuando el collar lo hizo. Owen metió la mano y la sacó. A diferencia
de la carta de la semana anterior, esta no estaba sellada en un sobre.
Owen levantó la solapa y la alisó sobre su escritorio.
Owen,
Me lo pasé muy bien en la cena del sábado. Me gustaría
verte de nuevo. Este viernes por la noche, quiero que nos veamos
en 2749 9th West. Ocho en punto. Vestir apropiadamente.
Estaré esperando. Encuéntrame.
C
Owen miró el reloj. Todavía faltaban diez minutos para que
comenzara su primera consulta de asesoramiento. Necesitaba averiguar
qué tipo de establecimiento alojaba 2749 9th West.
Antes de que lo olvidara, metió las tijeras, el collar y la carta en el
cajón cerrado de su escritorio y se aseguró de que estuviera seguro.
Después de eso, Owen sacó su teléfono de su bolsillo trasero y abrió un
OBEDECER
49

navegador web. Conociendo a Crawford, la ubicación no estaría en un


lugar donde Owen hubiera estado antes.
Ingresó la dirección y esperó a que aparecieran los resultados. La
página se retrasó cuando el mapa se cargó en la parte superior de la
pantalla, y Owen tamborileó nerviosamente sobre el escritorio mientras
esperaba. Finalmente, los resultados en la pantalla se cargaron, y Owen se
desplazó hacia abajo hasta el primer resultado con gran expectación.
2749 9th West era el hogar de un lugar llamado The Shepherd, pero
no fue el nombre lo que llamó la atención de Owen. La descripción debajo
era mucho más reveladora.
El Premier Kink Club de Aurora.
Los labios de Owen se separaron en shock, y dejó el teléfono sobre
la mesa y apagó la pantalla. Con el corazón acelerado, miró el cajón
cerrado de su escritorio. Dentro había un collar, su invitación a una vida
que nunca había imaginado.
Una invitación para apropiarse.
Owen se recostó pesadamente en su escritorio e inclinó la cabeza
hacia arriba, mirando fijamente el techo durante un rato mientras
intentaba frenar los rápidos latidos de su corazón. Él había dado forma a
su carrera liberando omegas oprimidos. ¿Por qué estaba considerando la
idea de poder presentarse ante la idea retorcida de una cita de Crawford?
No era como él. No lo hacía con alfas, y ciertamente no lo hacía con
collares.
Pero a pesar de sí mismo, no pudo escapar de la necesidad
desesperada que se desplegó desde su núcleo y se extendió a cada parte
de su cuerpo.
PIPER SCOTT
50

Crawford era diferente. Crawford era la promesa que necesitaba,


que después de tanto tiempo luchando, su vida iba a estar bien. Si Owen
decidiera que lo que Crawford quería no era para él, se iría. Owen era lo
suficientemente fuerte como para alejarse. Desde que tenía dieciséis años
había tenido el control de su propio destino. La vida lo había endurecido,
pero en lugar de retirarse, se defendió.
Podía defenderse ahora si quería, o podría darse por vencido y ver si
la comodidad que Crawford le ofrecía era lo que realmente necesitaba, o
simplemente una fantasía erótica que debía dejarse sin explorar.
Una voluntad de complacer, y una necesidad de soltar todo…
La forma en que el pene de Owen se agitó al recordar las palabras
de Crawford le dijo todo lo que necesitaba saber.
SIETE
CRAWFORD

Todas las almas tiernas que anhelaban la orientación finalmente


encontraban su camino hacia The Shepherd. Los últimos cinco años de su
vida, Crawford había visto ir y venir a más hombres y mujeres jóvenes de
lo que podía esperar recordar. Algunas caras se hicieron familiares.
Algunas nunca fueron vistas de nuevo. El mundo dentro de los muros de
The Shepherd estaba en un estado de flujo constante, y Crawford había
llegado a aceptarlo. Aprendió a tocar sin esperar nada más. Con los que
vagaban libremente, no había ninguna promesa de un para siempre. El
corazón de Crawford se enredaba con demasiada facilidad para
arriesgarse a la decepción, y él se negó a apegarse.
Pero Owen era diferente.
Crawford nunca había invitado a nadie a unirse a él en sus salidas
nocturnas. Nunca antes había ofrecido un collar. Había habido algunos
jóvenes en el pasado que lo habían hecho considerar la idea, pero nunca
lo habían seguido. Si alguien usara su collar, él quería más de ellos que un
momento fugaz pasado juntos antes de que su fantasía se desvaneciera y
ellos se negaran al acuerdo. Mientras Crawford se recostaba en el sofá de
la parte trasera de The Shepherd, con los brazos extendidos en la parte
superior, consideró las cosas que quería, las que necesitaba y el motivo
por el que había decidido confiar ese regalo a un desconocido.
La mirada en los ojos de Owen cuando Crawford había rechazado su
beso lo había enfurecido.
PIPER SCOTT
52

Crawford estaba familiarizado con los omegas. Durante su juventud,


anticipando que su hijo podría seguir sus pasos, el padre de Crawford lo
llevó regularmente a Stonecrest. Crawford lo había visto todo. Hombres
jóvenes tan arruinados por el contraste entre sus impulsos instintivos y las
demandas de la sociedad de que se habían vuelto flexibles y sin vida.
Mujeres abandonadas con familias tan grandes que no había manera de
cuidarlas. Omegas, jóvenes y viejos, que estaban cansados. Cansados de
ser quienes eran, cansados de ser quienes no eran, y cansados de tener
que resolverlo todo por su cuenta.
Cuando Crawford se anudó en su mano por primera vez a los trece
años, finalmente comprendió por qué le molestaba tanto.
Los omegas merecía independencia, pero también merecían recibir
la atención que sus cuerpos necesitaban. Suprimir el deseo de someterse
de un omega era peligroso para su salud, y aunque Crawford aceptó de
todo corazón que la rehabilitación era mejor para los omegas que habían
sufrido a manos de un abusador, también comprendió que la mayoría de
los omegas tenían una necesidad intrínseca de complacer.
No eran los únicos.
Si Owen venía esta noche, Crawford tenía la intención de mimarlo.
El omega que llevara su collar no sería privado de nada.
- ¿Crawford? – No fue la voz de Owen la que habló tan cerca de la
oreja de Crawford, pero Crawford se alegró de escucharlo de todos
modos. Levantó la barbilla y giró la cabeza hacia un lado para mirar al
joven por completo. Adrian estaba sin camisa, sus pezones ya endurecidos
en guijarros. Los ojos de Crawford se hundieron en el frente de Adrian
OBEDECER
53

hasta que encontraron los límites superiores de los pantalones de cuero


delgados de Adrian. Miró de nuevo hacia arriba.
- ¿Sí?
- ¿Estás ocupado esta noche? – Adrian pasó sus dientes por su labio
inferior y se acercó un poco más. El olor de su celo flotaba en el aire entre
ellos, y Crawford respiró profundo. Adrian todavía no estaba maduro,
pero no pasaría mucho tiempo antes de que lo venciera su instinto natural
para reproducirse. – ¿…O por el resto de la semana?
Otros alfas habían comenzado a invadir la cabina de Crawford.
Ninguno de ellos fue tan tonto como para desafiarlo, pero tampoco
estaban dispuestos a dejar que sus ojos se separaran de un omega fértil.
Ocasionalmente, Adrian era de Crawford. Ambos estaban
familiarizados con el cuerpo contrario. Hubo momentos en que Crawford
pensó en convertir la diversión que tenían en algo más serio, pero Adrian
no era alguien para establecerse. Después de semanas pegado a la cadera
de Crawford, se aferraba a otro alfa y actuaba como si nunca le hubiera
importado Crawford. Crawford estaba cansado de cómo él corría frío y
caliente.
- Lo siento, estoy ocupado. – La mirada de Crawford se quedó en la
cara de Adrián, viendo como se manifestaba su decepción. – Gracias por la
oferta.
- Oh. – Los labios de Adrian se torcieron en un puchero. – ¿Estás
seguro, Crawford? Estoy en lo del control de natalidad, pero no en un
supresor de celo. Podría ser muy divertido.
- No. – Crawford se mantuvo firme. Se recostó contra su cabina,
desviando su atención de Adrian. – Mi decisión está tomada. Lo siento
PIPER SCOTT
54

Adrian. Estoy seguro de que hay muchos hombres y mujeres a los que les
encantaría ayudarte a superar el celo.
El cojín del asiento de la cabina se movió cuando Adrian se puso de
pie. – Bien. Perdón por molestarte.
- No, no eres una molestia. Simplemente no lo sabías. No hay nada
malo en eso.
Adrian no respondió. Por el rabillo del ojo, Crawford observó cómo
se alejaba de la cabina y se deslizaba por las escaleras hacia la pista de
baile. Los alfas que flotaban en las periferias lo siguieron a cierta distancia,
cada uno de ellos ansioso por tener la oportunidad de llevar a Adrian a
casa. Crawford se quedó solo.
Podía dirigirse a la pista de baile como lo había hecho Adrian,
Crawford no era lo suficientemente viejo o prudente como para negarse
un buen momento, pero la compañía tenía que ser la correcta y esta
noche ya estaba comprometido. Owen probablemente no se presentaría,
pero Crawford se aferró a la esperanza de que lo hiciera.
Para ver ese collar alrededor de su cuello, la etiqueta plateada
destellando en las tenues luces del club…
Crawford cruzó un tobillo sobre su muslo y dejó escapar un suspiro
entre sus labios.
Owen estaría radiante.
- De la casa, señor Daniels. – Dijo una de las camareras cuando puso
un whisky, limpio, delante de él. El bar estaba al otro lado de la habitación,
y una de las camareras, Clarissa, era dulce con él. Crawford miró hacia la
barra y la encontró sonriendo en su dirección. Ella levantó una mano para
saludar, y él le devolvió el gesto.
OBEDECER
55

- Gracias, y asegúrate de agradecer a Clarissa también.


- Por supuesto.
Crawford se llevó el vaso a los labios y estuvo a punto de beber
cuando el sonido de pasos lo hizo reconsiderar. El latido lejano del bajo de
la pista de baile del piso inferior no fue suficiente para enmascarar el clic
de una suela dura que se encuentra con el piso de madera.
Los pasos se detuvieron. Crawford dejó el vaso sobre la mesa y
reprimió una sonrisa.
De pie al borde de la cabina estaba Owen Ellis, el omega rubio por el
que había estado sufriendo. Estaba vestido con una camisa Oxford azul
abotonada y un par de pantalones grises, pero detrás del botón superior,
Crawford vio el collar de cuero alrededor de su cuello. Parecía que Owen
estaba tratando de ocultarlo.
- Hola. – Owen murmuró, casi avergonzado. – Yo, um, me dijeron
que estarías aquí. La recepción, quiero decir.
- La recepción tiene razón. – Crawford observó. Nunca había
querido sonreír tanto como lo hacía entonces, pero lo contuvo. Para tan
compuesto y profesional como Owen se pintaba, debajo había una
criatura tímida y asustada que trataba de averiguar qué estaba haciendo
en un lugar como este.
Crawford ya lo sabía. Si Owen estaba dispuesto a escuchar, pronto
se iluminaría.
- Siéntate. – Crawford insistió. – Hay más que suficiente espacio. ¿Te
interesa una bebida?
PIPER SCOTT
56

- Nada con alcohol. – Owen se sentó a su lado, manteniendo una


cantidad respetuosa de espacio entre sus muslos. Crawford se negó a
presionarlo por algo más.
Aún no.
- ¿Agua?
- Por supuesto. – Crawford hizo un gesto hacia el bar, sabiendo que
Clarissa estaba observando su mesa de cerca. En segundos, había
desplegado a una de sus camareras, y Crawford hizo el pedido. La
camarera se fue, y Owen cambió su peso incómodamente.
- Nunca había estado en un lugar como este antes. – Owen admitió
después de que la camarera se fue. – Ni siquiera pensé mucho en su
existencia. Supongo que, en una ciudad como Aurora, es de esperarse,
pero… creo que nunca se me ocurrió.
- Hay mucho sobre el mundo que elegimos ignorar. – Crawford
respondió. – A veces por necesidad, a veces por ignorancia. Trato de
mantenerme abierto a todas las vías y posibilidades hasta que esté seguro
de que no son una buena opción para lo que soy como persona.
- ¿Y qué clase de persona es esa? – Owen preguntó. Se movió con
las manos debajo de la mesa.
Crawford se permitió un momento de introspección, luego negó con
la cabeza. – No te puedo decir. Esa persona cambia día a día, experiencia a
experiencia. Cuanto más me abro al mundo, más descubro quién soy
realmente.
- Bueno, quiero decir… – Owen se negó a mirarlo directamente. –
Sabes algunas cosas sobre ti mismo. Sabes que eres el tipo de persona que
envía a un hombre al que apenas conoce un, um…
OBEDECER
57

- Un collar. – Crawford dijo, sin vergüenza de la palabra. – Supongo


que, si esa faceta de quién soy yo te concierne, puedo poner fin a tus
miedos. Soy simplemente un hombre que sabe lo que quiere, y que no
tiene miedo de conseguirlo.
Owen se mantuvo en silencio.
- Creo que tú también podrías ser ese tipo de hombre.
- ¿Qué? – Los ojos de Owen se agrandaron. Sus iris azules oscuros
eran encantadores.
- Alguien que sabe lo que quiere. – Crawford aclaró. – quién no
tiene miedo de conseguirlo. ¿Por qué si no estarías aquí?
Owen no respondió por mucho tiempo. Crawford observó mientras
bajaba la vista para estudiar el acabado brillante de la mesa. Estaba claro
que se sentía incómodo, pero Crawford sabía que, si Owen no estaba
interesado, no habría venido. Todo lo que necesitaba hacer era descubrir
cómo dar la vuelta a la noche para que Owen se relajara.
La comodidad de Owen era la máxima prioridad de Crawford.
El vaso de agua que Crawford ordenó llegó. La camarera lo puso
sobre la mesa para Owen, luego se fue antes de que cualquiera de ellos
pudiera agradecerle. Crawford observó cómo Owen se ocupaba con el
vaso, dejando que sus dedos presionaran las gotas de condensación para
que corrieran hacia la mesa.
- Cuando vine por primera vez. – Crawford dijo. – Tenía veintisiete
años y no estaba seguro de lo que quería en la vida, ni de cómo
encontrarlo. Fue justo después de que mi madre muriera, y ella siempre
había sido una fuerza tan monumental en mi vida que no estaba seguro de
dónde acudir.
PIPER SCOTT
58

Crawford se inclinó hacia adelante para entretener sus dedos con el


vaso de whisky. Impulsivamente, quería extenderse y pasar los dedos por
el muslo de Owen, pero Crawford esperaría. Todas las cosas buenas valían
la pena esperar. Incluso si no pasaba nada esta noche, ver a Owen usar su
collar era más que suficiente. Owen no lo usaría si no pensara que había
algo más entre ellos. Crawford se negó a creer que alguien tan fuerte y
exitoso como Owen se dejaría llevar por alguien tan despreocupado.
- Fue un accidente cuando vine aquí. Era tarde, había estado
bebiendo, y estaba solo. Estaba llorando mal la muerte de mi madre.
Escuché la música, leí el letrero de neón, y pensé que si nada más, sería
otro lugar para ahogar mis penas.
Una quietud se había instalado entre ellos que ni siquiera la música
distante y en auge podía interrumpir. Owen miró a Crawford por el rabillo
del ojo, y Crawford lo miró de vuelta. Una cena sola no fue suficiente para
solidificar el vínculo entre ellos. Si Owen quería saber quién era Crawford,
Crawford se mostraría libremente. Él no estaba avergonzado.
- Lo que encontré fue algo más. La mujer de la recepción, Rose, me
registró como invitado y me explicó las reglas, pero no fue hasta que
estuve en la pista de baile, viendo a dos hombres frotarse contra la misma
joven que ambos besaban, me di cuenta donde estaba.
- Pero te quedaste. – Owen comentó. Su voz era frágil, como si no
creyera en sí mismo lo suficiente como para comprometerse con sus
palabras.
- Lo hice. Han sido cinco años de fines de semana y de más rostros
de los que podría esperar recordar.
OBEDECER
59

- ¿Entonces por qué yo? – Owen preguntó. – Si puedes tener a


alguien aquí, ¿por qué perseguirme como lo has estado haciendo? Yo…
realmente no debería estar aquí.
Crawford negó con la cabeza lentamente. – Soy un hombre que
sabe lo que quiere, Owen. Te lo dije.
- ¿Y? – Owen tragó saliva. – ¿Qué me hace diferente a alguien más
de aquí?
Las crecientes de las uñas de Crawford tamborilearon el cristal en
sus palmas. Consideró la pregunta el tiempo suficiente para tomar un
sorbo. El whisky era suave y su sabor ahumado era divino.
Crawford dejó el vaso. – Captaste mi atención desde el primer
momento en que nos conocimos, y no he podido sacudirme la idea de ti
desde entonces. Nadie aquí ha podido hacer eso. Y creo que tú y yo
podríamos tener más en común de lo que crees.
- ¿Qué? – La expresión de Owen se tensó. – ¿Qué quieres decir con
eso?
- Quiero decir que hay algo en ti, una mirada en tus ojos, una forma
en que te mantienes… algo, que me lleva a creer que anhelas algo que la
vida aún tiene para ofrecerte.
Owen no dijo nada.
- Todo el día haces lo mejor para guiar a los demás. Creo que, en el
fondo, anhelas la liberación que viene con dejarlo ir. – Si Crawford no
hubiera prestado tanta atención al hombre que estaba a su lado, podría
haberse perdido la ligera forma en que los labios de Owen se separaron. –
Necesitas que te digan qué hacer. Necesitas saber que eres quien está
siendo cuidado en lugar del que cuida.
PIPER SCOTT
60

- Eso no es cierto. – Owen susurró, pero no había convicción en su


voz.
Crawford vio su oportunidad. Se volvió hacia Owen lo suficiente
como para que no fuera incómodo cuando pasó la mano por el cuello de
Owen, acariciando con la palma el suave cuero del collar de Owen. La
intimidad del toque despertó su pene, pero Crawford no dejó que la
excitación nublara su mente. Lo que quería de Owen era más que sexo.
- Entonces, ¿por qué estás aquí y por qué llevas esto?
- Yo… – La mirada de Owen bailó desde los ojos de Crawford hasta
sus labios, luego volvió a subir. Sus párpados cayeron. – Me pediste que lo
hiciera.
- Te pedí que te vistieras adecuadamente. – Crawford susurró. Sus
labios estaban cerca ahora. Uno por uno, él podía decir que Owen estaba
soltando las ataduras que lo detenían. – Envié el collar como una
sugerencia, pero nunca pedí que lo usaras. Hiciste esa elección por tu
cuenta.
- ¿Y qué? – Owen susurró. Sus ojos estaban cerrados ahora, y sus
labios estaban tan cerca que Crawford sintió sus palabras. – Me lo
enviaste para que lo usara, ¿verdad? Claro que lo usaría.
- La vida está llena de elecciones. – Crawford susurró. – La elección
de venir esta noche. La elección de usar el collar que te envié, la elección
de encontrarme en lugar de bailar, la elección de dejarme acercarme
tanto, la elección de dejarme besarte… Antes me preguntabas por qué te
perseguía cuando podría tener a alguien aquí, y la verdad es esta: tú eres
mi elección. Depende de ti si yo también soy la tuya.
OBEDECER
61

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Owen, y Crawford


dejó que sus dedos salieran del cuero del collar de Owen a lo largo de la
línea de su mandíbula. Sus narices se juntaron.
- Si me besas o no, determinará el camino que elijas seguir. –
Crawford susurró contra los labios de Owen. – Nunca forzaré tu mano. Tú
eres el único con todo el poder. Simplemente estoy aquí para guiarte,
Owen, para darte la opción de obedecer. Ya sea que escuches o no, no
está en mis manos.
Un momento pasó. El latido del corazón de Crawford coincidía con
el del bajo. La atmósfera entre ellos se espesó con la excitación, y
Crawford estaba convencido de que no era solo la suya.
Y cuando, por fin, Owen lo besó, los labios mucho más audaces que
su lenguaje corporal sugería que era capaz de hacerlo, Crawford supo que
tenía razón.
Crawford dejó que Owen guiara el beso durante unos segundos
antes de que su mano se apretara alrededor de la nuca de Owen y
asumiera el control. Owen había dejado clara su decisión.
A partir de ahora, la elección siempre sería para Owen, pero
Crawford sería quien le proporcionaría las opciones… y el único que
repartiría las consecuencias que surgieran.
OCHO
OWEN

Los labios de Crawford eran suaves, pero su toque era firme, y la


dinámica atrajo a Owen y se negó a dejarlo ir. Sucumbió a Crawford
mientras tomaba el control del beso, separando sus labios cuando
Crawford exigió que lo hiciera. La lengua de Owen se alzó tímidamente
para acariciar la longitud de Crawford cuando invadió su boca, y Owen
maulló contra ella como si tuviera dieciséis años y estuviera atravesando
su primer celo de nuevo.
Necesitaba esto. No se había dado cuenta de lo profundo que lo
había hecho hasta ese momento, pero ahora que Crawford lo estaba
tocando, Owen no podía imaginar cómo había durado tanto sin contacto
humano. Su pene palpitaba detrás de los confines de sus pantalones, ya
ansiosa.
Un toque fue todo lo que se necesitó para ser adicto.
El beso se rompió cuando Crawford quiso, y aunque Owen persiguió
sus labios, no pudo atraer a Crawford de nuevo. Sus pulmones morían por
aire, Owen aprovechó el momento para recuperarse en caso de que
Crawford regresara por más.
Él no lo hizo.
Al menos, no de inmediato. En su lugar, Crawford se llevó el vaso a
los labios y drenó el líquido ámbar. Owen no bebía con regularidad, y no
podía saber de qué se trataba la bebida. En la lengua de Crawford era
amargo y amaderado. Owen se preguntó si era su primer vaso de la
noche. No quería que esto fuera un asunto de borrachos.
OBEDECER
63

- Quiero bailar contigo. – Crawford dijo cuando bajó el vaso. Golpeó


la mesa con un sólido tintineo que se elevó por encima de los ritmos del
distante baile. – Ven.
Crawford se levantó y salió de la cabina, luego extendió una mano a
Owen para ayudarlo a ponerse de pie. Owen lo miró, luego de vuelta al
vaso de agua sobre la mesa. Bebió la mitad rápidamente, luego se dejó
guiar a sus pies y a los brazos de Crawford.
Permitir que alguien tomara el control era una emoción que Owen
no podía sacudirse. Crawford era poco más que un extraño, pero Owen
confiaba en él. Si era porque el omega en él quería que se sometiera a un
alfa digno, o si era porque Crawford lo había impresionado en un nivel
subconsciente, Owen no estaba seguro. No importaba. Lo que importaba
era que, a pesar de todo, le gustaba lo que Crawford le hacía.
Owen apenas recordaba la última vez que se había sentido tan libre.
- Realmente no bailo. – Owen admitió mientras los brazos de
Crawford lo rodeaban. La excitación de Crawford se presionó contra su
costado, y Owen se estremeció ante la sensación. La idea de que Crawford
estaba duro por él hizo que lo que compartían fuera aún más obsceno. –
Voy a avergonzarte.
- Lo dudo. – Crawford rastreó la parte superior del cinturón de
Owen, pero sus manos no se movieron más abajo. Owen ansiaba su
toque. – Pero antes de bajar, quiero que arregles algo por mí.
- ¿Qué es? – Owen preguntó.
- Tu collar. – Crawford dijo. Se inclinó para susurrarlo al oído de
Owen. – Lo compré solo para ti, mascota. Quiero que el mundo lo vea. No
PIPER SCOTT
64

necesitas quitarte la camisa, pero al menos deshaz tus dos botones


superiores.
Una orden. El corazón de Owen dio un vuelco, e hizo todo lo posible
por no permitir que el tono sensual de Crawford lo superara.
Pero no sirvió de nada.
Su doloroso pene se contrajo, y se presionó contra el alfa más
firmemente para poner algo de presión entre ellos. La última vez que
había estado tan excitado por un hombre fue poco después de su primer
celo, cuando uno de los alfas de su clase olió los restos de su fertilidad y lo
anudó en el armario del conserje. En ese entonces, había sido joven y
tonto, hormonas en marcha y corazón rápido para amar. Ahora, a los
veintiocho años, Owen era diferente. Mayor. Precavido. No había ninguna
razón por la que Crawford lo hiciera sentir como lo hacía.
Los brazos de Crawford se desbloquearon alrededor de la cintura de
su compañero. Owen dio un pequeño paso hacia atrás, luego hurgó con
los botones de la parte superior de su camisa mientras Crawford
observaba. Cuando estuvieron abiertos, se alisó la camisa y asintió.
- Buen chico. – Crawford elogió. Extendió la mano y Owen la tomó
sin pensarlo dos veces. – Ven ahora. A primera hora de la noche, el piso de
arriba está desierto. Quiero mostrarte al mundo.
Bajaron las escaleras juntos. La pista de baile estaba llena de gente,
ocupada por hombres y mujeres en diferentes estados de desnudez.
Según la mujer de la recepción, no se permitía ninguna desnudez
completa en la planta baja, pero algunos de los bailarines definitivamente
se pusieron manos a la obra. Owen mantuvo su mirada en el suelo y trató
de no pensar demasiado en eso.
OBEDECER
65

A Crawford no parecía importarle.


Encontraron su propio lugar en la pista de baile. Crawford tiró de él
y dejó que sus manos rastrearan los costados de Owen, pero nunca
bajaron más. Owen, todavía envuelto en recuerdos de su beso, deseaba
que lo hicieran.
¿Cómo podía un hombre cambiar su opinión de esta manera?
¿Cómo podía un hombre derribar sus muros y hacer que confiara como si
no fuera nada? Owen no necesitaba ser salvado, pero eso no significaba
que no estuviera herido. Nunca se suponía que debía dejar entrar a otro
alfa en su vida, y ahora se estaba dejando llevar por uno.
¿En qué estaba pensando?
Mientras Crawford lo acercaba un poco más y mecía sus caderas
mientras bailaban, Owen lo supo. Esclavizado al ritmo del bajo mientras
reverberaba en su pecho, Owen lo aceptó como verdad. En la superficie
interpretaba un acto duro, pero debajo de todo él seguía siendo el mismo
adolescente asustado cuyo mundo acababa de ser destruido y a quien no
le quedaba nada para girar.
Crawford era la salvación que Owen nunca tuvo, y Owen no quería
dejarlo ir.
Owen igualó el ritmo de Crawford y apoyó la cabeza en el hombro
de Crawford mientras sus vestidas erecciones rozaban una con la otra. No
estaba bailando, estaba lejos de bailar, pero estaba haciendo que Owen se
pusiera duro, y no podía detenerse. No importaba quién lo viera, quién
mirara boquiabierto o quién ocultara la boca y soltara una risita. Ninguno
de ellos iba a avergonzarlo para que se detuviera. Crawford era su
PIPER SCOTT
66

campeón, y Owen sabía que mientras estuvieran juntos, Crawford lo


defendería como tal.
- Te sientes increíble. – La voz de Crawford retumbó como un
trueno en la distancia, la tormenta se dirigió al oído de Owen para que
pudiera escucharla a través de la música. – Lo estás haciendo muy bien.
Sus caderas se juntaron, y Owen gimió y envolvió sus brazos
fuertemente alrededor del cuello de Crawford mientras perseguía el
placer que se disparó a través de él. En algún lugar del camino habían
terminado cerca de la pared. Crawford lo empujó contra él con cuidado de
sujetar la cabeza de Owen, y Owen lo miró con asombro mientras
Crawford lo miraba a cambio. Un giro de las caderas de Crawford robó el
sentido de la cabeza de Owen y lo redujo a gelatina. Contra la pared, no
podía rechazar, todo lo que podía hacer era tomar.
Y tomar. Y tomar.
Los ojos de Owen comenzaron a cerrarse, y dejó caer su cabeza
hacia atrás mientras Crawford trabajaba en él. Owen estaba seguro de que
iba a correrse.
- Estoy tan duro por ti. – Owen susurró. No sabía si Crawford podía
oírlo o no, pero tenía que decirlo. Sus brazos todavía estaban bloqueados
alrededor del cuello de Crawford. Las luces brillaban a su alrededor,
iluminando los rasgos de Crawford a veces, hundiéndolos en la oscuridad a
los demás. – Por favor, llévame a un lugar tranquilo. Por favor.
Owen sabía que era demasiado pronto para el sexo, y sabía que
había una posibilidad de que se arrepintiera en la mañana, pero no podía
evitarlo. Desde el beso en el estacionamiento, había querido más. Sentir a
Crawford contra él, sentir lo duro que estaba por Owen, saber que llevaba
OBEDECER
67

el collar de Crawford… era demasiado. Si Crawford lo quería, lo había


ganado. Owen lo deseaba.
Y cuando la mano de Crawford se hundió para ahuecar al dolorido
miembro de Owen, Owen estaba seguro de que obtendría todo lo que
quería.
La decepción llegó rápidamente.
- No.
Al principio, Owen no entendió las palabras de los labios de
Crawford. La mano de Crawford se apretó contra el bulto de Owen,
poniendo feliz placer donde Owen más lo necesitaba. Owen empujó su
mano en respuesta, deseando fricción.
- No esta noche. – Crawford dijo. Inclinó la cabeza hacia un lado y
apretó los labios, y Owen se inclinó para devolver el beso solo para que
Crawford se echara hacia atrás y lo negara. – No estás listo todavía.
- Estoy listo. – Owen objetó. Una pequeña parte de su mente era
consciente de que todo el club podía verlo, pero no podía importarle. ¿Por
qué Crawford lo tentaría solo para negarlo? Owen se balanceó en el borde
entre el control y la liberación, y todo lo que necesitaba era un pequeño
empujón para que cayera en un placer sin igual. Quería correrse tan mal. –
Por favor, estoy listo.
- No, no lo estás. – Crawford se echó hacia atrás para mirarlo, con
un placer perverso en sus ojos. Owen gimió por necesidad y presionó la
mano de Crawford, suplicando por más. – Aún no. Necesitas más tiempo.
- Por favor.
- Quise decir lo que dije, mascota. – Crawford dijo con firmeza.
Apretó una última vez, luego apartó la mano. – Lo hiciste bien esta noche,
PIPER SCOTT
68

no lo estropees. Ya has pasado por mucho y no quiero abrumarte. Lo que


tienes que hacer ahora es irte.
- Pero…
Crawford puso un dedo sobre los labios de Owen. Owen quería
inclinar la cabeza hacia un lado y decir lo que pensaba, pero él sabía
mejor. Había pedido esto. Crawford había dejado claro lo que se esperaba
de él, y Owen sabía lo que tenía que hacer.
Podría obedecer, o podría desobedecer. La elección era suya.
Y así también sería la consecuencia.
- Te vas a ir. Puedes abrocharte la camisa si quieres, e incluso
puedes quitarte el collar una vez que estés fuera del club. Por ahora estoy
bien con eso. Te iras a casa. Te vas a la cama. Continuarás con tu fin de
semana, e irás a trabajar el lunes.
Owen escuchó. El dedo de Crawford todavía estaba presionado
contra sus labios, exigiendo silencio.
- Lo que no harás en ningún momento este fin de semana, o en
cualquier momento durante la próxima semana, es tocarte.
Un escalofrío recorrió a Owen como la escarcha sobre el rocío de la
mañana. El frío se filtró en sus bolas y se extendió, y él anhelaba
empujarse contra Crawford y trabajar con la delirantemente feliz
sensación. Pero no lo hizo. En cambio, se estremeció de agradecimiento.
¿No tocarse a sí mismo? ¿Después de lo que Crawford le había
hecho?
- Tu pene me pertenece. – Crawford le dijo en poco más que un
susurro. Owen escuchó la música como si la habitación estuviera en
OBEDECER
69

silencio. – No quiero tus manos en él. No quiero que lo coloques en un


colchón, una almohada o un calcetín. No quiero que penetre nada.
Un gemido se elevó en la parte posterior de la garganta de Owen. La
excitación palpitó en sus bolas y extendió el frío. La presión dentro de él
amenazó con apretar y enviarlo al orgasmo en desafío, pero se contuvo.
Quería ser bueno.
- Así que la elección es tuya, mascota. – Crawford dijo. Su dedo se
separó de los labios de Owen. – Puedes obedecer, o puedes desobedecer.
- ¿Cuándo estaré listo? – Owen preguntó, intentando ocultar su
desesperación. – Lo quiero tanto.
- Escucharás de mí en breve. – Crawford prometió. Se inclinó hacia
delante y besó a Owen con dulzura, y Owen le devolvió el beso con diez
veces el hambre de Crawford. Crawford se negó a dejarlo controlar el
beso, y lo rompió prematuramente. A Owen le dolía. – No te dejaré
varado para siempre. Lo prometo. Mientras te comportes, tengo la
intención de consentirte.
- ¿Y si no lo hago? – Owen ya sabía la respuesta, pero quería
escucharla de todos modos.
- Cada elección tiene su consecuencia. – Los ojos de Crawford
estaban oscurecidos por la lujuria, e hicieron que Owen quisiera como
nunca antes. Cuando habló a continuación fue con la finalidad que
congeló a Owen hasta la médula. – Si decides portarte mal, simplemente
tendré que castigarte.
NUEVE
CRAWFORD

No había una ducha lo suficientemente fría como para enfriar el


fuego que Owen encendió en el alma de Crawford. Las gotas de agua
golpearon la piel de Crawford, luego cayeron, y Crawford echó la cabeza
hacia atrás y expuso el gracioso arco de su cuello mientras la ducha
limpiaba el aroma de Owen de su piel. Por mucho que quisiera
mantenerlo allí, no podía. El hombre era una tentación, y Crawford no
confiaba en sí mismo para no rendirse.
Una de sus manos se hundió, los dedos se envolvieron alrededor de
su pene mientras se esforzaba por recordar los recuerdos de su salida
nocturna. El brillo plateado de la etiqueta a la luz del club, la sensación de
la erección de Owen contra su muslo, la forma en que Owen quería
besarlo tan desesperadamente… Crawford silbó entre dientes y dejó caer
su cabeza hacia adelante cuando los primeros espasmos de lujuria
dispararon a través de él.
Si hubiera sido un hombre más débil, habría llevado a Owen
escaleras arriba a una de las habitaciones aisladas cerca de la parte trasera
del club y lo habría follado tan fuerte que sus rodillas cedieran, pero
Crawford no era débil. Cuando llegara el momento de llevar a Owen a la
cama, sería en privado. Quería que los demás vieran a su mascota, para
envidiar y codiciar, pero ¿cuándo se trataba de los placeres de su
mascota?
Eso era para puertas cerradas.
OBEDECER
71

Crawford apretó su pene con el puño, dejando que sus caderas se


sacudieran y su aliento se atascara de manera desigual en su garganta.
Cuando llegara el momento en que llevara a Owen a su habitación, quería
que Owen fuera indiscutiblemente suyo. Un beso no prometía nada. Una
noche en un collar no era un compromiso.
Crawford lo vería someterse.
Dios, lo quería.
El placer se disparó en las entrañas de Crawford, pero contuvo la
creciente ola de éxtasis que amenazó con arrastrarlo. Se sentía barato
llegar tan pronto, sin importar cuán lejos lo empujara Owen. Owen,
ansioso por complacer, dirigiéndose a casa ahora, sabiendo que no había
nada que pudiera hacer con el semen que se acumulaba en sus bolas. Por
Owen y las luchas que enfrentaría la próxima semana, Crawford
necesitaba mostrar algo de respeto.
Él no podía correrse aún. Las necesidades de su omega eran
primero.
Crawford tomó su mano y se frotó más fuerte de lo necesario.
Enjabonado y lavado con champú, libre del distractor olor de Owen, salió
de la ducha y se secó con una toalla. Descalzo y desnudo, viajó desde el
baño a su habitación y seleccionó un par de bóxers de seda limpios de su
cajón. Crawford los deslizó sobre sus caderas, luego se dirigió a la sala de
estar. Su computadora portátil estaba colocada en la mesa de café junto al
sofá.
Antes de que pudiera atender sus propias necesidades, necesitaba
ver algunas cosas. Crawford no conocía a Owen lo suficientemente bien
como para ver sus relatos o confiar en su palabra, y quería asegurarse de
PIPER SCOTT
72

que la próxima recompensa o el castigo de Owen fuera merecedor.


Crawford abrió su computadora portátil, la encendió y navegó a un sitio
con el que ya estaba muy familiarizado. Con un zumbido, Crawford trajo
su información de contacto y encontró el número de teléfono para recibir
asistencia. Marcó el número en su teléfono celular, luego colocó el
teléfono en su oreja mientras se recostaba en el sofá.
Para su deleite, una persona real respondió.
- Deseoso de complacer, habla Benjamín. ¿Como puedo ayudarte?
Crawford inclinó la pantalla del portátil hacia abajo para poder ver
antes de hablar. – Hola Benjamín. Habla Crawford Daniels, número de
cuenta 104500. Dime, si el precio no es un problema, ¿qué es lo más
rápido que puedo enviar por correo a mi puerta?
- Um. – Las teclas del teclado hicieron clic. – En base a su ubicación
registrada y la disponibilidad de stock, puedo tener algo en tus manos a
las once de la mañana siguiente. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte a
encontrar?
- Sí. – Los ojos de Crawford recorrieron la pantalla y él sonrió. – Sí, lo
hay.
DIEZ
OWEN

Owen despertó duro, y su mano estaba a medio camino de su pene


antes de recordar la orden de Crawford. Rodó sobre su estómago, enterró
sus manos debajo de sus almohadas y gimió de frustración.
Dolía
Los recuerdos de la noche anterior eran imposibles de sacudir. Los
labios de Crawford. El muslo de Crawford. Las caderas de Crawford…
Owen se estremeció y salió de la cama, no confiando en sí mismo
quedándose allí sin tocarse. Era demasiado fácil ceder a la tentación de
esa manera. Necesitaba ser bueno.
Mientras se dirigía a la ducha, se le ocurrió que Crawford nunca
sabría si decía la verdad o no. Si quisiera ser malo y no sufrir las
consecuencias, podría hacerlo. La profesión de Owen exigía que
mantuviera una cara seria, después de todo: había momentos en que sus
pacientes le rompían el corazón o agitaban su ira, pero no podía dejar que
se notara. Mentirle a Crawford no sería diferente a esconder lo que sentía
mientras trabajaba.
Solo que Owen no quería mentir.
Dejo correr el agua, pasando ocasionalmente su mano debajo del
flujo para probar la temperatura. Cuando estuvo caliente, Owen abrió la
ducha y se colocó debajo. El agua corrió por su cuerpo, su calor
empapando sus músculos y arrasando los recuerdos de la noche anterior.
La noche no había llegado tarde, Owen estuvo en casa a las once,
pero la intensidad de la reunión con Crawford lo dejó agotado, y se fue a
PIPER SCOTT
74

la cama casi tan pronto como entró por la puerta. Ahora, a juzgar por la
luz, tenía que ser cerca del mediodía. Era raro que él durmiera tan tarde.
- Esto es solo algo que necesitas sacar de tu sistema. – Murmuró
entre dientes. El agua bañó sobre su erección, tentando. No había sido un
día completo todavía, pero Owen ya estaba empezando a resbalar. Él
nunca había sido tan insensato.
Crawford le hizo cosas que Owen no podía racionalizar. No había
manera de que un hombre lo hiciera sentir como lo hacía.
- No pienses en eso. – Owen murmuró. Cuanto más pensaba en
Crawford, más difícil era no tocarse. Sus ojos oscuros y penetrantes y la
confianza engreída en su sonrisa eran demasiado seductores. Y cuando
pensó en la travesura en la expresión de Crawford, fue fácil recordar lo
traviesos que habían sido, y luego… Owen gimió y sacudió la cabeza. – No
lo hagas. Sólo estás haciendo esto más difícil para ti mismo.
Owen se inclinó hacia delante y apoyó las manos contra los azulejos
de la ducha. El frío muro contrastó con el agua caliente, y él dejó que la
división lo volviera a la realidad. La noche anterior podría haber sido la
cosa más caliente que había hecho en años, pero se había acabado. Ahora
estaba de vuelta en su apartamento, solo, tratando de averiguar qué iba a
hacer con respecto a la creciente necesidad entre sus piernas.
El timbre sonó.
Owen saltó y casi se deslizó sobre la porcelana húmeda bajo sus
pies. Todavía tenía que hacer espuma, así que cerró la ducha, agarró su
toalla y salió. No esperaba a nadie, y nadie venía visitarlo de la nada, pero
ahora que Crawford estaba en su vida, no había forma de saber qué podía
pasar.
OBEDECER
75

Si Crawford era lo suficientemente audaz como para enviarle


paquetes en el trabajo…
Owen se dirigió al intercomunicador que había junto a la puerta y
presionó el botón. – ¿Hola?
- Hola. ¿Es el señor Ellis? – Una joven preguntó alegremente.
- Sí, lo soy. – Owen respondió. Su corazón se disparó en su garganta.
– ¿A quién le estoy hablando?
- Mi nombre es Lauren Peters. Me enviaron aquí en nombre del Sr.
Daniels para entregar un paquete. ¿Puedo entrar?
La lengua de Owen se sentía demasiado grande para su boca. Trató
de encontrar las palabras para decir, pero su mente estaba trabajando
más rápido de lo que su boca podía procesar. Por un momento, todo lo
que pudo hacer fue respirar.
- ¿Señor Ellis?
- Estoy aquí. – Owen chilló. – Estoy abriendo la puerta, ¿de acuerdo?
Puedes entrar. Estoy en el tercer piso.
- Gracias. Estaré allí en breve.
Owen apretó el botón para abrir la puerta, luego se recostó contra
la pared y trató de frenar su acelerada mente. Había un paquete.
Crawford le estaba enviando algo. ¿Qué podría ser?
¿Otro collar?
Owen se pasó la lengua por los dientes mientras lo consideraba. El
collar de cuero que tenía ahora era bonito, pero quizás Crawford había
cambiado de opinión.
O tal vez era algo inocente: desayuno, o flores. Algo pequeño para
mostrarle a Owen que Crawford todavía estaba pensando en él y todavía
PIPER SCOTT
76

estaba interesado en perseguirlo. Crawford estaba en el fetichismo, pero


también era un caballero que creía en los derechos omega. Tal vez esto
era sólo un signo de cortejo.
Owen estaba tan envuelto en sus pensamientos que no pensó en
ponerse una bata. Cuando Lauren llamó a la puerta, todavía estaba
goteando de su ducha, con una toalla envuelta alrededor de su cintura.
Tímidamente, Owen mantuvo la toalla en su lugar y abrió la puerta.
Lauren no se veía desconcertada en lo más mínimo.
Era más joven que Owen, probablemente veintiuno o veintidós. Su
suave cabello castaño se enroscaba libremente en su barbilla, y sus ojos
azul celeste lo miraban con interés. Llevaba un pequeño par de pantalones
cortos y una camiseta sin mangas que luchaba por contener su amplio
pecho. Una pequeña caja de cartón estaba metida debajo de su brazo.
- Hola Sr. Ellis. – Ella anunció alegremente. – Encantada de
conocerte.
- Um. – Owen la miró. – Igualmente.
- El Sr. Daniels quiere que tengas esto. – Ella dijo. Sacó la caja de
debajo de su brazo y se la entregó a Owen, quien la aceptó.
El paquete era lo suficientemente ligero como para ser un collar,
pero él tenía la sensación de que no lo era. No había ninguna razón por la
que Crawford lo hubiera puesto en una caja cuando un anuncio de
burbuja funcionaba igual de bien.
- Me aseguraré de que sepa que fue entregado personalmente. –
Lauren dijo.
- Correcto. – Con una mano en su toalla, la otra sosteniendo la caja,
Owen se sintió vulnerable. Lauren no era intimidante, pero él no estaba
OBEDECER
77

acostumbrado a abrir la puerta desnudo. – Um, ¿entonces trabajas para


él, o…?
- Mmhm. Soy una de los asistentes personales del señor Daniels. –
Lauren le dirigió una sonrisa. – Si hay algo que necesites decirle, puedo
transmitir el mensaje.
- Um. – Owen no estaba seguro de si lo que tenía que decir era
apropiado. – Sólo dile que gracias por el paquete.
- Lo haré. – Lauren le guiñó un ojo. – ¡Me voy! Nos vemos más
tarde.
- Adiós.
Cuando ella se giró para irse, Owen cerró la puerta. Una vez que se
restauró su privacidad, soltó la toalla para colgarla de sus caderas y
sostuvo la caja con ambas manos. Con cuidado, la sacudió. Algo en el
interior se sacudió. Fuera lo que fuera, era metálico.
Owen llevó la caja a la cocina y tomó las tijeras del cajón. Cortó la
cinta y abrió la caja.
Doblada encima de un pequeño paquete envuelto para regalo había
una nota.
Mascota,
Hasta que conquiste tu espíritu salvaje, necesito que te
pruebes ante mí. Tu elección está en la caja. Hazlo o no. Te veré
este viernes, a las nueve en punto, en The Shepherd.
CD
Owen dejó la nota y recogió el regalo. Rasgó la envoltura y la arrojó
a un lado para encontrar una caja blanca sin marcar debajo. Su estómago
PIPER SCOTT
78

se agitó cuando lo movió, y sintió que el peso de lo que estaba dentro se


movía mientras giraba la caja para buscar la mejor manera de abrirla.
Había una tapa insertada en una ranura que mantenía cerrada la
parte superior. Owen sacó la tapa, abrió la parte superior de la caja y vació
el contenido en su mano. Por un segundo no tuvo idea de lo que estaba
mirando. Los anillos de acero inoxidable no tenían sentido.
El candado lo unió todo.
Owen se quedó boquiabierto ante el artilugio, girándolo con
incredulidad. Era una jaula de penes. El candado estaba abierto. No
parecía haber una llave.
Owen lo dejó en la mesa de su cocina y miró por segunda vez la caja
de regalo, preguntándose si la llave estaba pegada al fondo. No encontró
una llave, pero sí encontró una segunda nota. Estaba al ras con el lado de
la caja, casi la pasa por alto.
Hay dos números de teléfono al final de esta nota. La
primera te conectará con mi teléfono privado, la segunda con mi
asistente personal, Lauren. Aquí está tu elección, mascota. Usa
tu regalo de inmediato, ciérralo y envía una imagen a mi
teléfono. Notarás que el anillo del medio está grabado con mis
iniciales. Requiero que estén visibles en la foto.
Si la jaula es demasiado pequeña o demasiado incómoda,
contacta a Lauren. Ella te llevará la llave, y te proporcionaré otra
jaula para usar.
El viernes serás libre.
Cuando Owen terminó de leer la nota, le temblaban las manos. Se
hundió en la silla de la cocina y dejó caer la nota sobre la mesa, pasándose
OBEDECER
79

las manos por el pelo. La lujuria aplastante que había sentido la noche
anterior había regresado, y eso no le hacía desear más que desobedecer.
Una jaula de penes. Crawford le había enviado una jaula de penes.
Él quería fotos.
¿Lauren sabía?
Las mejillas de Owen se calentaron. Se cruzó de brazos y hundió la
cara en ellos, mortificado. Lauren tenía que saberlo: su número de
teléfono estaba en la parte inferior de la nota. Si ella era la responsable de
traerle la llave…
La vergüenza se deslizó por el cuello de Owen y sobre su clavícula.
Acababa de salir de la ducha, pero ya se sentía húmedo por el sudor.
¿Realmente se suponía que duraría seis días en una jaula? Si se lo ponía y
lo cerraba, no había forma de poder tocarse. Crawford controlaría su
placer hasta que girara la llave en la cerradura y liberara a Owen.
Tomando una bocanada de aire, Owen tomó el dispositivo y se puso
de pie. Su pecho se levantó y cayó como si hubiera corrido una carrera.
Era solo una pieza de metal.
Sólo eran seis días.
Ya había pasado por su celo, e incluso con su ciclo de fertilidad
extremadamente irregular e hiperactivo, no tendría que volver a sufrirlo
por algunos meses al menos.
Él podría hacerlo.
La toalla cayó de sus caderas y se amontonó alrededor de sus pies.
Su erección había disminuido. Con cautela, Owen insertó su pene a través
de los aros y apretó la parte superior abierta alrededor de su eje, luego
introdujo el candado a través de los aros que lo mantendrían en su lugar.
PIPER SCOTT
80

El metal estaba frío contra su piel, y aunque no era pesado, Owen notó el
peso adicional. Tomó aire, lo sostuvo y cerró el candado.
Está hecho.
Haciendo todo lo posible por no entrar en pánico, Owen regresó a
su habitación. Su teléfono celular estaba en su mesita de noche, y se dejó
caer en su cama al lado. Sosteniendo su pene enjaulado con una mano y
su teléfono con la otra, tomó una foto. Las iniciales grabadas eran visibles.
No había duda de que la imagen era auténtica.
Ver su pene enjaulado e indefenso en su teléfono lo estimuló, pero
no había manera de que pudiera alinear su excitación. Owen apretó los
dientes con frustración y cargó su teléfono fuera de la habitación,
volviendo a la cocina para conectar el número de Crawford de la nota.
Envió la foto sin ningún texto que la acompañara.
Unos segundos más tarde, su teléfono zumbó con una respuesta.
Buen chico.
Dos pequeñas palabras fueron suficientes para que todo valiera la
pena. Owen movió las caderas y contempló una respuesta, pero al final,
dejó el teléfono sobre la mesa de la cocina y volvió a la ducha.
Si Crawford quisiera hablar con él, Crawford lo involucraría en una
conversación.
Hasta entonces, Owen estaría bien.
ONCE
CRAWFORD

La mirada de Crawford recorrió la serie de dígitos que componían el


número de teléfono de Owen. Diez números. Diez simples números y, sin
embargo, Crawford no pudo quitarse el significado de la mente. Dejó que
su pulgar pasara a través de la pantalla, alisando la pantalla mientras su
mente corría.
Owen, masculino pero ansioso por complacer, dolorosamente
guapo, inteligente y realizado, había entregado su cuerpo a Crawford.
El brillo en la jaula hacía difícil ver la piel debajo, pero a Crawford no
le importaba. La imagen era prueba de no actividad masturbatoria. Lo que
hizo que la sangre de Crawford corriera intensamente ante el intento de
sumiso de la imagen, no el tema.
Su omega estaba ansioso por complacer, y Crawford estaba igual de
ansioso por recompensarlo. El viernes no podía llegar lo suficientemente
pronto.
La semana transcurrió a paso de tortuga. Cuando el miércoles llegó,
Crawford estaba inquieto. Owen había estado en su mente toda la
semana. Cuando el día llegó a su fin, Crawford se acomodó en su sofá.
Abrió su teléfono y sacó la foto de Owen por lo que tenía que ser la
centésima vez. Owen no tenía experiencia, no roto y, sin embargo, estaba
dispuesto a complacer.
Crawford lo necesitaba.
- Mascota, ¿estás despierto?
PIPER SCOTT
82

Eran casi las diez de la noche, y Crawford no estaba familiarizado


con la rutina de Owen. Con el tiempo, esperaba que eso cambiara.
- Sí.
La respuesta fue casi instantánea, Crawford movió de lugar su peso
y se estiró en el sofá, con la cabeza apoyada en el brazo.
- ¿Qué estás haciendo?
- Acostado en la cama, deseando que fuera viernes.
Crawford alcanzó sin mirar la bebida en la mesa de café. Sorbió,
arándano amargo con la fuerte cadena de vodka que se extendía por su
lengua. Owen sabía lo que él quería escuchar.
- ¿Quieres tu libertad tan mal, mascota?
- No. Lo único que quiero es verte.
Crawford tosió y dejó la bebida, nervioso. Los textos carecían de
contexto, pero tenía la corazonada de que Owen estaba siendo sincero.
Crawford no estaba acostumbrado a eso.
- El viernes llegará pronto.
- Estoy impaciente.
- Yo también.
Crawford dudó. No estaba seguro de lo que buscaba obtener del
intercambio, pero era raro que fuera tan sincero, especialmente con un
sumiso. Owen, su novato, necesitaba orientación. Crawford lo sabía y, sin
embargo, todavía se encontraba debilitándose ante él por una simple
concordancia.
- Entonces, ¿por qué no nos reunimos antes? – Owen preguntó. – Mi
semana está libre desde las cinco en adelante. Podríamos vernos.
- No estás listo.
OBEDECER
83

- Nunca me he sentido más listo en mi vida.


La confianza todavía estaba allí, Crawford no estaba seguro de si
alguna vez la rompería. Owen se apresuró a dejar de mirar y seguir las
órdenes, pero no se había convertido en un consejero batiendo las
pestañas y negociando con Stonecrest HR. Owen era educado, inteligente
y motivado. Su espíritu era como madera verde, flexible, pero robusta.
Con deseos de aferrarse a la vida.
Crawford quería mantenerlo así.
- ¿Estás en la cama ahora mismo?
- Sí.
- ¿Con las luces encendidas? – Crawford giró la cabeza para mirar
por la ventana. Estaba oscuro. La cobertura de nubes oscureció las
estrellas y la luna.
- Una luz está encendida. ¿Por qué?
- Quiero que te tomes fotos. – Crawford comenzó a endurecerse, y
movió sus muslos para tratar de mover su longitud a una posición más
cómoda. – Si todavía no estás sin camisa, quítatela antes de tomar la foto.
La respuesta de Owen no fue instantánea. Crawford puso su
teléfono en su pecho y alcanzó su bebida. Su garganta estaba seca y sus
dedos picaban por hacer algo.
Cuando finalmente su teléfono sonó, dejó la bebida y levantó su
teléfono. La respuesta más reciente fue un mensaje con imagen, un pecho
desnudo. Pequeños pezones rosados destacando sobre piel pálida. Owen
era delgado pero tonificado. Sus sábanas eran azules.
- Quiero que juegues con tus pezones. Ponlos duros.
PIPER SCOTT
84

Una vez más, no hubo respuesta inmediata. Crawford contuvo el


aliento y esperó. La excitación se deslizó a través de él, construyéndose en
sus bolas y endureciendo su longitud a todo su potencial. Cuando Owen le
envió una respuesta, Crawford ya estaba aflojándose el cinturón.
En la pantalla había una imagen del pecho de Owen tal como lo
había sido antes, solo que esta vez los dedos de Owen pellizcaron su
pezón erecto. Crawford dejó escapar un suspiro y deslizó su mano por
debajo de su bragueta, agarrando su longitud.
- Mira lo bonitos que son, mascota. Eres hermoso.
- Si sigo haciendo esto me voy a poner duro. Ya estoy tan sensible.
¿Puedo parar?
Crawford cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás, encantado.
Imaginar a Owen, desnudo y en la cama, gimiendo de necesidad mientras
que su pene enjaulado le negaba la satisfacción, era casi más de lo que
podía soportar. Se impulsó al pensamiento, aliento rápido y superficial.
- Un poco más.
Owen respondió con otra foto. Ésta era una toma en un ángulo
diferente, apuntando hacia su pecho para que Crawford pudiera ver todo.
La mano de Owen aún jugaba con su pezón, pero esta vez su estómago
plano estaba arqueado de placer. Crawford vio el más leve indicio de vello
púbico marrón claro y el brillo del acero inoxidable antes de que el resto
desapareciera bajo las sábanas.
Owen se estaba burlando de él.
- Vas a ir a la cocina. – Crawford escribió. – En la cocina, vas a abrir
el congelador. Si tienes un cubo de hielo, quiero que lo tomes y lo trabajes
en círculos alrededor de tus pectorales hasta que se encuentre con tu
OBEDECER
85

pezón. Entonces quiero que te tomes una foto. Si no tienes un cubo de


hielo, quiero que tomes lo que tengas que esté congelado y que hagas lo
mismo.
- Me correré.
- No lo harás. Serás bueno para mí.
¿Realmente Owen estaba tan apretado que se correría sólo con
estimular sus pezones? Crawford imaginó que la semilla de Owen goteaba
por el fondo de la jaula, derramándose sobre el piso de la cocina. Se
bombeó más fuerte.
No necesitaba tocar a Owen para que se corriera. El poder en esa
realización era intoxicante.
La pausa fue la más larga hasta ahora. Mientras esperaba, Crawford
imaginó la escena en su mente. Owen, retorciéndose de placer, tratando
de alejarse del orgasmo mientras el hielo se derretía contra su piel. Los
suaves y desesperados jadeos que haría romperían el silencio en la cocina.
El sonido de sus gemidos sonaría fuerte cuando su pene palpitara contra
sus confines y brotara a pesar de sus mejores intentos.
Crawford sabía que, si Owen desobedecía, sería honesto. Por el
momento, había un pequeño vínculo entre ellos, pero Crawford lo sabía.
Owen ya era suyo.
El teléfono de Crawford zumbó. Lo levantó para no encontrar una
imagen, sino un video. La imagen en miniatura del pálido pecho de Owen
y el cubo de hielo que había contra él era erótico, pero lo que atrajo la
atención de Crawford fue el cuero negro que adornaba su cuello.
Owen llevaba puesto su cuello.
PIPER SCOTT
86

Ni siquiera los jóvenes de The Shepherd se portaron tan bien.


Crawford descubrió que la mayoría eran lo suficientemente masoquistas
que disfrutaban desafiándolo.
No Owen.
Precioso, maravilloso, bien portado Owen.
Crawford comenzó el video, sabiendo que se arriesgaba a correrse.
La urgencia de vaciar sus bolas estaba llegando a su punto máximo, y no
había mucho que pudiera hacer para disuadirse de ello.
La iluminación en el video estaba apagada y el ángulo incómodo.
Owen se grabó desde los hombros hacia abajo y Crawford fue recibido por
una vista de su pecho desnudo, estómago y abdomen inferior. El rastro
más débil del tesoro se extendió desde su ombligo y desapareció fuera del
marco. Crawford deseaba que Owen bajara la cámara un poco más para
poder ver la jaula nuevamente.
Mirar lo que le pertenecía.
Owen no habló. Aplicó el cubito de hielo a un lugar cerca de su
esternón, luego lo deslizó en círculos lentos, rodeando ampliamente la
perla de su pezón. Crawford observó, absorto, mientras el cubo de hielo
se cerraba sobre su objetivo. Un tierno gemido escapó de los labios de
Owen, casi un susurró.
La mano que Crawford solía usar para agarrar su pene se quedó
inmóvil, y observó con total satisfacción cómo el cubo de hielo cruzaba la
areola de Owen, luego se encontró con su pezón.
Esta vez cuando Owen gimió, no fue susurrado.
La cámara se sacudió. El cuerpo de Owen se estremeció. Cuando la
cámara volvió a enfocar, Owen estaba de rodillas. El cubo de hielo se
OBEDECER
87

había caído de sus dedos, pero los restos de su agua helada aún brillaban
en el pecho de Owen.
Owen estaba jadeando.
El video terminó.
- ¿Te corriste? – La mano de Crawford temblaba mientras escribía el
mensaje.
- Por favor déjame. Por favor, por favor, por favor.
- No.
La propia liberación de Crawford se hinchó. Contuvo un grito y
empujó su mano, dejando que el placer lo consumiera. Semen cubrió la
mano y empapó su ropa interior, y Crawford se ordeñó antes de soltarse y
volver a la conversación. Owen no podía correrse, pero eso no significaba
que Crawford tuviera que contenerse.
- Ve a dormir. – Crawford ordenó cuando bajó de su liberación. –
Mañana será jueves. Sólo una noche más.
- Lo haré. Gracias. Buenas noches.
- Buenas noches, mascota.
Crawford dejó su teléfono y dejó escapar un largo suspiro. Había
pasado mucho tiempo desde que había hecho algo tan caliente como eso,
y Owen todavía era nuevo e inexperto. ¿Cómo sería cuando Crawford lo
entrenara? ¿Cuándo Owen supiera exactamente cuáles eran las
consecuencias por sus acciones?
Un encuentro casual se había convertido en algo que Crawford
luchaba por creer que era real. No solo había encontrado un omega para
usar su collar, sino que había encontrado uno que estaba programado
PIPER SCOTT
88

para entenderlo de todas las maneras que le importaban. Crawford sabía


que, si no tenía cuidado, comenzaría a enamorarse.
El viernes estaba demasiado lejos.
DOCE
OWEN

El metal alrededor del pene de Owen ya no estaba frío, pero


todavía lo sentía cada vez que se movía. Era casi invisible debajo de sus
pantalones, afortunadamente, pero ya no podía guardar las llaves en los
bolsillos. O mucho de cualquier cosa, para el caso. El riesgo de que la jaula
tintineara ya era demasiado grande, ya que el candado estaba suelto para
que él pudiera moverse como quisiera. Paranoico, Owen lo había envuelto
en cinta cuidadosamente. Tenía que cambiar la cinta con regularidad, pero
era una solución lo suficientemente buena como para pasar un día en el
trabajo.
El miedo nunca lo detuvo de excitarse.
- Escuché que el alfa de hace unas semanas regresó recientemente.
– Lucian dijo. Se reclinó sobre la silla de Owen, con los brazos escondidos
detrás de la cabeza. Sus sesiones de terapia iban mucho mejor. No pasaría
mucho tiempo antes de que Lucian estuviera listo para pararse sobre sus
pies por cuenta propia. – ¿El único por el que todos los omegas en el
edificio estaban languideciendo antes?
Lucian no necesitaba aclarar. Owen era muy consciente de a quién
se refería. – ¿Regresó?
- Esta mañana, al parecer. – Lucian dijo. – Yo no estaba cerca a esa
hora, pero escuché a Brad, quien escuchó a Oli. Aparentemente, Oli
estaba hablando con la consejera Torres cuando apareció el alfa, ¿y sabes
quién es?
PIPER SCOTT
90

Pasó un latido, casi demasiado largo para no ser sospechoso, antes


de que Owen respondiera. – No.
- Su nombre es Crawford Daniels, y aparentemente es el dueño de
Stonecrest. Quiero decir, entiendo el valor social de este lugar, pero no
pensé que un alfa quisiera manejarlo.
Owen sabía por qué Crawford lo guardaba. Habían hablado de ello
durante la cena. No solo fue el legado del difunto padre de Crawford, sino
que Crawford se sintió inspirado para ayudar a los omegas necesitados
gracias a su educación. Pero no había manera de que Owen pudiera
explicarle nada de eso a Lucian, no sin evidenciar que sabía demasiado.
Lucian no podía saber qué estaba haciendo Owen con Crawford.
Nadie podía. Era el secreto de Owen para soportar.
- ¿Consejero Ellis? – Lucian preguntó.
Owen saltó. – Lo siento, ¿sí?
- Realmente estás fuera de esto hoy. – Lucian sonrió y movió una
ceja. – ¿Estás pensando en el señor Daniels?
- No. – Era una mentira, pero algunas mentiras eran necesarias.
- Bueno, no te culparía si lo fueras. Creo que cada omega en este
edificio está pensando en él. Quiero decir, simplemente porque él es sexy
y nosotros nos sentimos atraídos instintivamente por los alfas, no porque
ellos sean débiles y estén desesperados por servir o algo por el estilo. –
Lucian arrugó la nariz. – ¿Es correcto estar loco por el pene incluso cuando
estás socialmente estable?
- Lenguaje. – Owen le recordó en voz baja. – Y… mientras seas fiel a
ti mismo y lo hagas por ti y no por ellos, no veo el problema.
OBEDECER
91

Hace un mes, la respuesta de Owen habría sido diferente. Owen se


había mantenido casto durante tanto tiempo porque realmente creía que
era más empoderado dejar alfas que rebotar de uno a otro, pero su
comprensión del mundo estaba empezando a cambiar. Desde que
Crawford entró en su vida, las cosas eran diferentes. Owen era diferente.
Nunca en su vida pensó que entregaría el control de su castidad a otra
persona, sin embargo, aquí estaba.
- Entonces, ¿crees que puedo ir tras el señor Daniels? – Lucian
sonrió. – Dios, ese hombre. Quiero decir, puntos adicionales porque es
rico, ¿verdad? Él podría anudarme cualquier día que quisiera.
Un pellizco en la parte baja de la espalda de Owen lo hizo
retorcerse. La irritación se elevó en su estómago y se extendió a sus
pulmones como un gas goteando, pero hizo todo lo posible para
comprimirlo y mantenerlo a raya.
¿Eran celos?
- Aprecio que te sientas lo suficientemente cómodo como para
hablar libremente a mi alrededor, pero debo recordarte que soy tu
consejero, no tu amigo. – Owen dijo con firmeza. – Vamos a tratar de
volver a la pista, ¿de acuerdo? Lo que haces con tu cuerpo es tu elección.
En lo que deberíamos centrarnos ahora mismo es asegurarnos de que
tengas tu futuro establecido. ¿Has estado aquí para ver al consejero de
carrera desde la última vez que hablamos? ¿Tienes alguna idea sobre
trabajos que podrías querer tomar?
Lucian frunció el ceño como si estuviera considerando algo. Miró a
Owen de arriba abajo, luego suspiró y sacudió la cabeza. – Correcto.
Trabajos. Asesoramiento. Todas esas cosas raras. He estado hablando con
PIPER SCOTT
92

el consejero Turner sobre cómo trabajar en la florería local. Hasta ahora


las conversaciones parecen positivas.
- Bien. – Owen sonrió. – Eso suena prometedor.
- Bueno, ya sabes, ya que ser un esclavo sexual para el Sr. Daniels
está fuera de la mesa y todo, parecía una buena alternativa.
Si Owen no fuera tan profesional, estaba seguro de que se habría
vuelto rojo remolacha.
Un esclavo sexual en vivo de hecho.
The Shepherd no gritaba club de fetiches desde el exterior. El
edificio se fundía con los que lo rodeaban y, de día, Owen estaba seguro
de que miles de personas pasaban sin darle una segunda mirada. Era solo
en la noche cuando se encendía el letrero de neón, que el nombre del club
brillaba en un azul blanco que llamaba la atención. A diferencia de otros
clubes, nunca había una fila afuera. La entrada era otorgada a los
miembros solo para preservar la seguridad de los que están dentro. Owen
entendió el principio. Bailar y emborracharse era una cosa, pero hacerlo
en un lugar donde los actos sexuales eran bienvenidos era otra.
La primera vez que Owen había venido como invitado, se había
registrado en la recepción, dado su información, y luego había firmado
una renuncia expresa. La segunda vez no fue diferente. La misma mujer de
la última vez estaba sentada junto a las puertas delanteras, mirándolo
desde debajo de unas gruesas gafas con montura de carey. Sus labios eran
de color cereza, y le sonrieron seductoramente. – Te recuerdo. – Ella dijo.
- Yo también te recuerdo. – Owen respondió. Se dirigió hacia el
mostrador. – ¿Eso significa que puedo entrar?
OBEDECER
93

- No. – Ella le guiñó un ojo y deslizó un papel en su dirección. –


Conoces las reglas, lindura. Tienes que registrarte antes de que puedas
venir dentro.
Owen se preguntó si se refería al doble sentido y rápidamente
decidió que lo hacía. En un lugar como The Shepherd, muy poco era
coincidencia.
Cuando Owen completó el papeleo, la mujer detrás del mostrador
se metió un mechón de cabello detrás de la oreja. – El Sr. Daniels ha
estado hablando de ti, ¿sabes?
Los ojos de Owen se levantaron del papel. – ¿Él lo hizo?
- Mmhm. – Ella lo miró como si estuviera buscando algo. – Nada
demasiado revelador, lindura, no te preocupes. Solo… se ha corrido la voz
desde la semana pasada.
- ¿Rumores? – Owen preguntó.
- Mm, bueno, después de tu pequeño show en la pista de baile, los
clientes habituales han estado hablando. Crawford no es ajeno a tomar
amantes, pero nadie ha visto antes su collar en un chico antes.
El cuero alrededor del cuello de Owen picó ante la declaración, y
levantó su mano impulsivamente para rascarla. La mirada de la mujer
siguió su mano, observando el collar todavía parcialmente oculto detrás
de su camisa. Necesitaría deshacer algunos de sus botones antes de
encontrar a Crawford. Después de pasar toda la semana encerrado en una
jaula de penes, Owen necesitaba liberarse. Él no iba a poner en peligro su
placer al comportarse mal.
- Ya sabes. – Ella dijo. – Si yo fuera tú, usaría ese collar con orgullo.
Embolsar al señor Daniels no es nada para que te desanimes. El hombre es
PIPER SCOTT
94

hermoso, pero también es un muy buen dom. Todos los sumisos gay aquí
están locos por caer a sus pies y rogar por su collar.
- ¿Tiene otros sumisos? – Owen preguntó. El pensamiento había
cruzado por su mente, pero nunca se permitió detenerse en ello. Imaginar
a Crawford complaciendo y molestando a otro hombre en la forma en que
había hecho con Owen hacía que Owen se sintiera terrible.
- No regularmente. Nunca mantiene uno. Ciertamente, ninguno al
que le haya puesto un collar. – La mujer frunció los labios e hizo un
puchero, luego sacudió la cabeza. – Hasta ti, eso es. No sé dónde lo
conociste o cómo llamaste su atención, pero deberías saber que
conseguiste uno de los mejores doms en este club… pero no lo escuchaste
de mí.
- Gracias. – Owen terminó de llenar el formulario y lo deslizó de
nuevo en la dirección de ella. – ¿Estoy autorizado a ir ahora?
- Tu cuota ha sido prepagada por el Sr. Daniels. – La mujer dijo. –
Estás autorizado a entrar.
Owen asintió y se dirigió a la puerta de la pista de baile. El ruido
sordo del bajo era apagado y distante, pero acogedor. Dentro, encontraría
al hombre que había estado codiciando toda la semana. Owen no podía
esperar.
Antes de que Owen se abriera paso, vaciló y se volvió para mirar
hacia el escritorio. Había una pregunta que necesitaba hacer. – Sé que ya
dijiste que es uno de los mejores doms, pero… ¿Crawford Daniels también
es un buen hombre?
La mujer en el mostrador se inclinó hacia delante sobre los codos,
con la barbilla apoyada en sus manos. Ella lo miró como si él fuera un niño
OBEDECER
95

de dos años que acababa de preguntar algo adorable. – Crawford Daniels


es un hombre excepcionalmente bueno. – Dijo. – Si él tiene su ojo en ti,
significa que te va a tratar bien. Nunca lo he visto ser menos que un
caballero para nadie.
Owen asintió. Abrió la puerta, permitiendo que la música de más
allá invadiera la habitación. – Gracias de nuevo.
- De nada, lindura. Diviértete esta noche.
Owen se deslizó por la puerta, separando con sus dedos los botones
de su camisa uno por uno.
TRECE
CRAWFORD

Las nueve de la noche de un viernes en The Shepard era temprano,


pero Crawford prefería enormemente a una multitud delgada a los
problemas que atravesaban las puertas después de las once. Con la misma
confianza que Owen se mantuvo, Crawford sabía que no estaba listo para
jugar con los clientes más experimentados. Si era honesto consigo mismo,
Crawford no estaba seguro de que alguna vez quisiera que Owen jugara
con ellos. Nunca había habido un momento en el que se hubiera sentido
tan posesivo con un sumiso. Owen era especial. Y cuando Owen llegó a la
cima de las escaleras y se dirigió al puesto de Crawford, Crawford recordó
lo especial que era.
La camisa de Owen estaba doblada sobre su brazo, su pecho
desnudo en exhibición. Se veía incluso mejor en la vida real que en el
video. Crawford recordó todos los detalles, desde la marca de nacimiento
café con leche cerca de la cadera derecha de Owen hasta el tamaño y el
color de sus pezones. Cada detalle era perfecto.
El collar asegurado alrededor de su cuello doblemente.
- Siéntate. – Crawford ordenó cuando Owen se acercó a la mesa.
Señaló el lugar vacío a su lado.
Owen se sentó.
La piel de gallina se levantó en ambos brazos de Owen y sus
pezones ya estaban erectos. Crawford se preguntó si tenía frío, o si estaba
tan nervioso después de una semana encerrado que no podía evitar su
mayor estado de excitación.
OBEDECER
97

- Háblame de tu semana, mascota. ¿Has estado bien? – Mientras


Crawford habló, deslizó su mano sobre el muslo de Owen, un signo
silencioso de posesión. Tan temprano en la noche, pocas personas se
habían retirado al segundo piso, pero Clarissa observaba desde el otro
lado del camino. The Shepherd era una comunidad tanto para el bien
como para el mal: la palabra se propagaría. Todo lo que se necesitaba era
un par de ojos para verlo. Crawford sabía que ya habían causado un gran
revuelo la semana pasada, y ojos curiosos también estarían observando
para ver lo que hacían esta vez.
Los ojos de Owen pasaron de la mano de Crawford a su cara. Todo
lo que Crawford había hecho era tocar su muslo, pero las pupilas de Owen
ya estaban desbordadas de placer, sus oscuras piscinas azules ahogadas
en negro. Crawford sonrió y se inclinó hacia él, cambiando su posición, de
modo que enfrentó a Owen lo mejor que pudo.
- Mírate. – Crawford murmuró. No le molestó lo más mínimo que
Owen no hubiera respondido a su pregunta, solo mirándolo, Crawford
sabía que Owen había sido bueno. Había sido muy bueno. – No estabas
actuando en ese video, ¿verdad?
- No, señor. – Owen susurró. La palabra salió de los labios de Owen
y se hundió directamente en el pene de Crawford. Crawford levantó una
mano y la pasó por la mandíbula de Owen, saboreando la abrasión de su
rastrojo. – Fui bueno. He sido bueno para ti.
Si Owen estaba tratando de ganar su favor, estaba funcionando. La
mano en la mandíbula de Owen avanzó, hacia su barbilla, y Crawford dejó
que su pulgar corriera por la esquina de la boca de Owen, luego a través
PIPER SCOTT
98

de sus labios. Todavía no estaban hinchados, pero al final de la noche,


Crawford quería verlos rojos y magullados por la pasión.
Owen sería su mascota mimada esta noche. No había lujo que
Crawford no le permitiera a él.
- ¿Señor? – Crawford preguntó, divertido. – Tienes un camino con
las palabras, ¿no es así, mascota? ¿Cómo es que sabes exactamente qué
decir?
- Porque somos más parecidos de lo que piensas. – Owen
respondió. Las palabras hicieron eco a la declaración de Crawford en su
última conversación cara a cara y golpearon a Crawford con fuerza,
dejándolo casi sin aliento con sorpresa. Owen se acurrucó contra la mano
de Crawford y persiguió su pulgar con los labios. – Ambos sabemos lo que
queremos.
- ¿Lo hacemos? – Crawford compensó la petición de Owen y dejó
que su pulgar viajara sobre los labios de Owen. Esta vez los labios de
Owen se separaron, y tomó el pulgar de Crawford en su boca. El deseo se
acumuló en la ingle de Crawford, y su pene se tensó contra sus pantalones
en respuesta. La lengua de Owen se levantó y lamió el pulgar de Crawford
antes de que sus labios se sellaran y chuparan, y Crawford tuvo que
contenerse para no derribar a Owen en la cabina y tomarlo en ese lugar.
Owen sabía exactamente lo que quería.
La boca de Owen era caliente, húmeda y apretada. La succión
alrededor del pulgar de Crawford fue hábil, y la forma en que Owen usó su
lengua lo volvió casi salvaje. Metió el pulgar en la boca de Owen, incapaz
de hablar o hacer mucho más que ver a Owen chuparlo. Los ojos de Owen
estaban parcialmente cerrados, solo lo suficientemente abiertos para
OBEDECER
99

vigilar la reacción de Crawford. La expresión en su rostro era pecaminosa.


Crawford quería saber cómo se verían esos labios envueltos alrededor de
su pene.
- Mascota. – Crawford susurró una vez que las palabras regresaron a
él. – Mira lo que te ha hecho una pequeña semana.
Owen se negó a dejar que sus labios se separaran del pulgar de
Crawford. Él no respondió.
Mientras Owen trabajaba con el pulgar, Crawford dejó que su mano
se deslizara por el muslo de Owen. Había estado esperando más
conversación, pero se estaba engañando a sí mismo. Owen era un sumiso
inexperto y acababa de pasar una semana sin poder correrse. La
conversación no iba a ser una prioridad.
Los dedos de Crawford descubrieron la jaula debajo de los
pantalones de Owen, y antes de que pudiera evitarlo, gimió. Una cosa era
saber que estaba allí, pero ¿sentirlo? Crawford buscó a tientas el metal.
Los anillos se tensaron para contener al hinchado miembro de Owen.
Owen respiró profundo alrededor del pulgar de Crawford y empujó contra
él, desesperado. Después de tanto tiempo, estaba sensible.
Esta noche, Crawford lo haría correrse hasta que estuviera dolorido.
- Linda mascota. – Crawford elogió en un susurro. – Dulce y
obediente. ¿Sabes lo que les pasa a las mascotas que escuchan?
La mirada de Owen se alzó para encontrarse con la suya, los ojos
brillantes de lujuria.
- Van a casa con su maestro. – Crawford dijo. – Duermen en la cama
de su maestro.
PIPER SCOTT
100

La punta de la lengua de Owen se extendió por la parte inferior del


pulgar de Crawford, y Crawford cerró los ojos momentáneamente
mientras incursionaba cada segundo de lo que compartieron en la
memoria. Durante cinco años había estado buscando, y finalmente había
encontrado al hombre que estuvo buscando. Ahora, finalmente, lo tenía.
Owen sería suyo.
Con un gemido, Owen se llevó el pulgar de Crawford a la boca tan
profundo como pudo. Crawford lo dejó chupar por un momento, luego
retiró el dígito, pasándolo por los labios de Owen por última vez antes de
bajar su mano. Apretó la jaula, y Owen contuvo el aliento entre los dientes
en respuesta.
- Levántate ahora. – Crawford dijo. – No estoy interesado en
quedarme aquí por más tiempo del que necesitamos.
- ¿Vamos a casa? – La voz de Owen tembló mientras hablaba, y
Crawford pensó que nada era más hermoso.
- Sí, lo haremos. – Crawford dijo. – Y una vez que estemos allí, te
mostraré qué tan buen chico eres realmente.
El auto privado de Crawford los esperaba afuera de las puertas
delanteras del club. Crawford abrió la puerta trasera del auto para Owen,
y Owen entró y se deslizó por el asiento para dejar espacio para que
Crawford se sentara. El espacio no era necesario. Tan pronto como la
puerta se cerró y Crawford se acomodó, Owen se subió a su regazo y
envolvió sus brazos alrededor del cuello de Crawford.
Esto era lo que Crawford había estaba esperando.
OBEDECER
101

Owen lo había deseado la semana pasada, pero no lo suficiente. El


tímido, respetable y autosuficiente Owen no quería más que estar en los
brazos de Crawford, y Crawford estaba ansioso por tenerlo allí.
El auto comenzó a moverse. Crawford tenía el parasol arriba,
evitando que el conductor mirara hacia atrás. Las ventanas estaban
teñidas. Nadie desde el exterior podía mirar hacia adentro.
- Por favor, déjame besarte. – Owen suplicó. Sus labios estaban
sobre los de Crawford, su cálido aliento dulce. Era como si el omega en sus
brazos estuviera siempre en celo. – Lo necesito.
- Primero, necesitas decirme algo. – Crawford dijo. Por mucho que
quisiera atrapar a Owen y hacerlo suyo, necesitaba ser responsable. Owen
estaba demasiado lejos para pensar en las consecuencias. – ¿Es debido a
tu celo?
Owen retrocedió, con expresión sorprendida. Sacudió la cabeza. –
No.
- Sabes a celo. – Crawford susurró. No quería nada más que
acostarse con Owen todo el fin de semana, pero no si eso significaba que
serían padres por eso. – ¿Eres fértil en este momento?
- No. – El rostro de Owen fue un rictus de dolor. – Acaba de
terminar hace unas semanas. Lo prometo. No te mentiría.
Era un riesgo, pero dormir con omegas siempre era arriesgado.
Crawford sabía las probabilidades. No creía que Owen lo engañara a
propósito.
Tal vez, ahora que había encontrado al omega que quería, Owen
siempre sabría tan bien.
Crawford podría acostumbrarse a eso.
PIPER SCOTT
102

- Lo sé, mascota. – Crawford lo tranquilizó. – Sólo estaba


asegurándome. Si ibas a pasar por tu celo, recogeríamos algunos
bloqueadores en el camino a casa. Eso es todo. No estoy tratando de
ahuyentarte. – Crawford acarició la mejilla de Owen. – No te estoy
abandonando.
El color rosa en las mejillas de Owen era impresionante. Crawford
dejó que su mano vagara hacia la nuca de Owen, y acercó la cabeza de
Owen a la suya para que estuvieran nariz contra nariz.
- Si estuvieras pasando por el celo, pasaría toda la semana
anudándote hasta que bajaras de él. Has sido tan bueno que no podría
imaginarme jamás negarte.
- ¿Me anudarías? – Owen susurró. Inclinó la cabeza y cerró la escasa
distancia que aún separaba sus labios. No se besaron, pero cuando Owen
habló, sus labios se juntaron. El deseo se extendió a través de la ingle de
Crawford al contacto de la de Owen. – ¿Incluso si estuviera en celo?
- Mientras tomaras anticonceptivos, sí. – Crawford cerró los ojos,
deleitándose con la sensación de los labios de Owen. – Soy un hombre
ocupado, pero puedo hacer tiempo para las cosas importantes.
- Como anudar a tu mascota. – Owen susurró.
- Como anudar a mi mascota. – Crawford respondió, las palabras
flotando sobre los labios de Owen. – Creo que es una causa que vale la
pena.
El beso llegó repentinamente, y llegó ardiendo. Owen no pidió
permiso, pero a Crawford no le importó. El dulce sabor de los labios de
Owen, la calidez y el peso de su cuerpo, y la semana de coqueteo al rojo
OBEDECER
103

vivo eran demasiado para superar. Los labios de Owen eran suyos, y sus
labios eran de Owen.
No habría castigo cuando la transgresión era algo que Crawford
deseaba tanto.
La camisa de Owen se veía más bonita en el piso de la habitación de
Crawford que sobre los hombros de Owen. Cuando sus pantalones se
unieron a ella, era la imagen aún más bonita.
Crawford se arrodilló sobre él, mirando la esbelta longitud del
cuerpo de Owen. Hombros fuertes, un pecho firme, caderas estrechas y
muslos musculosos cayeron uno por uno ante la mirada de Crawford, pero
la mejor parte del cuerpo de Owen todavía estaba cubierta. Debajo del
algodón oscuro de sus bóxers estaba el contorno distintivo de su jaula de
pene, cuya llave estaba en la mesa de noche de Crawford.
Los dedos de Crawford se engancharon debajo de la cintura elástica
de los bóxers de Owen, y Owen contuvo el aliento y levantó las caderas
con anticipación. Los músculos del estómago de Owen se apretaron
mientras lo hacía, y Crawford no pudo evitar pasar sus manos sobre el
cuerpo apretado de Owen. Tan pronto como sus dedos rompieron el
contacto con el elástico, Owen gimió de disgusto.
- Pronto, mascota. – Crawford prometió. Se permitió seguir el
escaso rastro de vello del ombligo de Owen hasta que se ocultó con su
última pieza de ropa. – Lo prometo.
- ¿Por favor, señor? – Owen preguntó. Sus ojos rogaban y su labio
inferior temblaba. El acto de sumisión igualado a la intensa necesidad de
Owen, y Crawford se estremeció en respuesta. Su pene lo instó a
deshacerse de su ropa y hacer que Owen fuera suyo por fin, pero se
PIPER SCOTT
104

contuvo. Cuanto más esperaran, mejor sería. – Lo necesito fuera. No


puedo aguantar más.
- Estás tan cerca, lo prometo. – Los dedos de Crawford bordearon el
ombligo de Owen, luego se desviaron hacia abajo para provocar el elástico
de sus bóxers. – Solo espera un poco más por mí.
- Lo he querido tanto toda la semana.
- Y yo también. – Crawford se inclinó y reclamó los labios de Owen
en un corto pero apasionado beso. Con una mano plantada justo por
encima del hombro de Owen para soportar su peso, Crawford miró los
ojos de su mascota. – No creas que no te quiero, que no te deseo. ¿El
espectáculo que hiciste para mí en la cocina?
Owen gimió.
- Me corrí por eso tres veces en una noche, mascota. Anudé mi
mano una y otra vez pensando en ti.
Los ojos de Owen se cerraron y dejó caer la cabeza hacia atrás. La
larga y hermosa curva de su cuello estaba en exhibición, y Crawford besó
su expuesta manzana de Adán. Cuando habló después, lo hizo contra la
piel de Owen.
- Deseé que el viernes llegara tanto como tú, pero debes confiar en
mí cuando te digo que tenemos que tomarnos nuestro tiempo. Quiero
mimarte esta noche, y lo sé, tan pronto como te quite esa jaula y te
prodigue afecto, no podrás contenerlo por mucho tiempo.
- Lo haré. – Owen susurró. – Por favor, lo haré. Te mostrare. Solo lo
necesito fuera. Te necesito.
- Y yo sé sobre límites y estimulación. – Crawford susurró. Besó el
cuello de Owen por última vez, luego se sentó en cuclillas. – Obedecerás.
OBEDECER
105

Owen abrió los ojos y levantó la cabeza, despeinado y con las


mejillas rosadas. Se mordió el labio inferior y asintió lentamente.
Crawford lo tenía.
Era tiempo de jugar.
CATORCE
OWEN

El toque de Crawford era adictivo, Owen ya estaba enganchado. La


cama olía a él, el olor de la colonia de Crawford se compensaba con las
notas del macho alfa. Owen no quería nada más que frotarse contra las
sábanas y enterrar la cabeza en las almohadas de Crawford no solo para
remover el olor de Crawford de la tela, sino también para permitir que su
propio aroma se uniera a él.
Por lo que Owen podía decir, nunca había habido otro omega en el
apartamento de Crawford. El sutil aroma que él asociaba con aquellos que
compartían su variación genética se aferraba a las superficies con la
suficiente facilidad que Owen estaba seguro de haber notado. De ninguna
manera pensó que Crawford era virgen, pero eso le hizo pensar que
Crawford nunca había sido serio con otro hombre antes.
Los pensamientos de Owen se descarrilaron tan pronto como los
dedos de Crawford tiraron del elástico de sus calzoncillos. Con un gemido,
levantó las caderas y las hizo rodar. El candado chocó contra la jaula, y
Owen cerró los ojos cuando la vibración del impacto lo recorrió. Estaba
tan duro como lo permitían sus restricciones, e incluso el más mínimo
toque le daba un abrumador placer.
El aire frío entró en contacto con la piel caliente de su eje. Los
bóxers se deslizaron por sus muslos, luego sobre sus rodillas. Cuando
Crawford los abandonó, Owen los echó y les permitió unirse a sus otras
ropas en el suelo. No los necesitaría pronto.
OBEDECER
107

- Mira esto. – Crawford murmuró, curioso. Trazó la punta de sus


dedos sobre los anillos de metal, y Owen tuvo que hacer todo lo posible
para no retorcerse. La presión era leve, pero todavía estaba allí, y él
estaba loco de necesidad. – Estás duro.
Los dedos dejaron el metal, y la mente de Owen se volvió suya una
vez más. Sus pulmones ardían, pidiendo aire, así que, mientras esperaba,
se concentró en respirar. Dentro, sostenerlo, fuera. Dentro, sostenerlo,
fuera. Crawford anuló algunos de sus instintos y envió a otros a
sobremarcha. Owen nunca se habría acostado con él tan fácilmente si no
fuera por la manera primitiva en que Crawford lo provocó.
Una pequeña y asustada parte de la mente de Owen le suplicó que
lo reconsiderara, antes habían sido herido por entregarse de esta manera.
El alfa que lo había tomado en la escuela secundaria después de su primer
celo fue el último de Owen, y la experiencia lo había derrotado en todos
los niveles. No quería otra relación, y no quería otro alfa.
Pero quería a Crawford.
Quería ser cuidado.
Metal raspó suavemente contra la madera. Owen volvió la cabeza
para ver a Crawford levantar una llave de la mesilla de noche. No había
duda en la mente de Owen sobre lo que desbloquearía.
- Pensé que me fallarías, mascota. – Crawford admitió cuando sus
dedos pasaron por la banda superior de metal, luego adornaron el
candado con su toque. – Pensé que te correrías, especialmente después
de las torturas que te hice soportar.
- No lo hice. – Owen dijo. Él había querido, dios, lo había querido. –
No podía.
PIPER SCOTT
108

- Y estoy tan orgulloso de ti.


Crawford levantó el candado. El corazón de Owen se aceleró cuando
colocó la llave en el agujero, luego la giró. La barra curva se desprendió del
cuerpo de la cerradura. Crawford giró la cerradura hacia un lado y luego
deslizó con cuidado la barra curva fuera de los bucles que los mantenía
unidos.
La jaula se aflojó y Owen casi lloró de alivio. Sin restricciones para
mantenerlo en su lugar, su pene estaba libre y ansioso por complacer.
- No creo que comprendas lo raro que es una mascota bien portada.
– Crawford susurró. Su mano agarró la jaula y tiró suavemente de ella para
liberarla. Owen frunció los labios y arrugó la nariz, sintiéndose extraño sin
el peso adicional del metal y la guía que proporcionaba. Después de tanto
tiempo prisionero, no se sentía bien ser liberado.
No tuvo mucho tiempo para pensar en ello antes de que Crawford
bajara de la cama y hablara de nuevo. – O qué tan bien serás
recompensado por tu buen comportamiento.
El primer toque fue tan delicado que, si Owen no hubiera estado tan
sintonizado con su cuerpo, no lo habría notado. La presión cálida y
húmeda contra su hendidura para orinar era fugaz, pero cuando volvió a
suceder, y luego con más insistencia, Owen supo que no era un producto
de su imaginación.
Miró hacia abajo para encontrar a Crawford lamiendo la corona de
su pene con su lengua.
Owen se congeló. Sus codos se trabaron en su lugar, firmemente
colocados en el colchón de Crawford para mantenerlo elevado. Su cabeza
se negó a moverse. Ni siquiera podía mover los dedos de los pies. Sentía
OBEDECER
109

que incluso el movimiento más pequeño pondría en peligro lo que estaba


sucediendo, como que Crawford podría detenerse si Owen le daba mucha
importancia.
El alfa que le había dado un collar y enjaulado su castidad, quien era
dominante en todos los aspectos, estaba tocando el pene de Owen.
Owen no podía creerlo.
Crawford lo miró con los ojos aguzados por la excitación.
Desafiando a Owen a oponerse, insultarlo o degradarlo por lo que estaba
haciendo. Esa sola mirada le dijo a Owen que Crawford estaba hiper
consciente de su repentino cambio de roles, y que estaba listo para
corregirlos si Owen quería causar una rabieta al respecto.
La boca de Crawford era la recompensa de Owen por su buen
comportamiento. Owen no iba a burlarse de él por eso.
Cuanto más trabajaba la lengua de Crawford, más audaz se volvía.
Al principio, cada movimiento de su lengua apenas rozaba la superficie de
la piel de Owen. Luego, gradualmente, Crawford no solo usó la punta de la
lengua, sino también la parte plana. Trazó a lo largo de la cabeza de Owen,
presionó su hendidura y lamió la piel debajo de la corona de Owen. La
saliva que dejó en su estela comenzó a calentarse, luego se enfrió
rápidamente para aumentar el placer de Owen.
La lengua de Crawford realmente no necesitaba la ayuda, era
excepcionalmente hábil.
Los gemidos de Owen aumentaron de volumen, y con manos
temblorosas se agachó para sostener la nuca de Crawford. Podría haber
sido su imaginación, pero pensó que sintió una bocanada de aire y el ruido
sordo de una risita. Luego, asesinando el pensamiento, los labios de
PIPER SCOTT
110

Crawford se sellaron alrededor de su eje, y dejó que Owen se hundiera en


su boca.
Owen no pudo evitarlo, gritó, delirante de placer.
Después de tanto tiempo sin poder tocarse, la boca de Crawford
derritió a Owen desde adentro hacia afuera. Sus rodillas se volvieron de
jalea, sus extremidades hormigueaban, sus pensamientos inconexos y
febriles, Owen se aferró al cabello de Crawford necesitado y hundió las
caderas en su boca. Crawford gruñó y agarró a Owen por las caderas,
empujándolo hacia la cama para limitar sus movimientos.
Aún así, Crawford no le negó el placer a Owen. Su lengua se curvó y
sus labios se apretaron. Agitó la cabeza, dejando que el pene de Owen se
hundiera profundamente en su boca y luego en su garganta antes de
retroceder y repetir el proceso de nuevo. Las lágrimas brotaron de las
esquinas de los ojos cerrados de Owen y corrieron por los lados de su
cara.
Nunca se había sentido tan bien.
Nunca.
Crawford tenía razón al haberlo hecho esperar. El orgasmo de Owen
ya estaba construyéndose, más poderoso que nunca.
- Crawford. – Owen se atragantó. – Voy a…
Crawford no se detuvo. Inclinó su cabeza hacia adelante, dejando
que la punta del pene de Owen entrara en su garganta. Owen gritó y
agarró las sábanas, apretando con fuerza.
Se iba a correr.
- Por favor, por favor permítemelo. – Owen imploró. No estaba
seguro de si se le permitía o no, Crawford nunca había cambiado su orden,
OBEDECER
111

después de todo. La mamada podría haber sido solo otra tortura para
complementar el flirteo de la semana pasada. – Crawford, no puedo
contenerlo, ¡No puedo! No cuando haces esto. Por favor, por favor
permite que me corra. No quiero desobedecer.
Crawford no se detuvo. Volvió la cabeza hacia atrás, luego presionó
hacia adelante una vez más. Owen gimió y cerró los ojos con fuerza.
Estaba casi en su punto de ruptura. La presión en sus bolas había
alcanzado su punto máximo, y el impulso de disparar casi lo consumía por
completo.
- Crawford. – La voz de Owen se quebró. – No puedo… no puedo
contenerme.
Crawford no respondió. En cambio, su lengua se arremolinó
alrededor del eje de Owen y golpeó un punto que hizo que Owen viera
estrellas. Todo apretado. Owen se resistió contra las manos de Crawford
en vano y disparó.
- Lo siento. – Owen se atragantó mientras se corría. Las lágrimas
cayeron rápidas y gordas de sus ojos, y se retorció mientras se drenaba en
la boca de Crawford. – ¡Lo siento! No pude evitarlo. Te sientes tan bien.
Eres tan bueno. No pude contenerme.
No fue hasta que el pene de Owen dejó de derramarse y Crawford
tomó cada gota que Crawford se retiró. El pene de Owen se deslizó de los
labios de Crawford y se balanceó, ya comenzando a ablandarse.
Nunca se había corrido tan duro antes, o había disparado tanto. Si
iba a ser castigado por eso, eso estaba bien. Owen estaba en paz con eso.
La transgresión valió la pena.
PIPER SCOTT
112

Pero cuando Crawford se arrastró hasta la cama, no se mostró tan


enojado. Una sonrisa estiró sus hinchados labios, y había un hambre
depredadora en sus ojos que hizo que Owen temblara y quisiera a la vez.
Acababa de disparar, pero la excitación lo atravesó de nuevo. Pasaría un
tiempo antes de que pudiera ponerse duro, pero eso no le impedía querer
a Crawford, todo él, no solo su boca.
Crawford se demoró sobre él por un momento, mirando a Owen a
los ojos. Todavía estaba vestido. Owen se estiró y enganchó la parte
delantera de su camisa, tirando de ella hacia abajo como una sugerencia.
La sugerencia fue bien recibida, y Crawford se inclinó sobre Owen para
que estuvieran cara a cara. Sus labios se encontraron, y Owen se probó a
sí mismo.
Fue una bendición.
El beso fue breve y casto. Owen siguió los labios de Crawford para
pedir más, pero antes de que pudiera cerrar la distancia entre ellos,
Crawford lo tomó por la barbilla. Sus dedos se apretaron contra los
costados de la mandíbula de Owen, y Owen abrió la boca en respuesta. El
latido sordo de su corazón después del orgasmo ganó velocidad. Owen
sabía lo que iba a suceder antes de que sucediera, pero no lo hacía menos
satisfactorio.
Crawford selló sus labios y le dio a Owen su semilla derramada.
Owen gimió en la boca de Crawford. Su lengua se elevó para
acariciar a lo largo de la de Crawford, el amargo sabor de la eyaculación
conectándolos. Una vez más, Owen cerró sus manos alrededor de la
cabeza de Crawford. El beso se profundizó. Sus lenguas danzando
mientras Owen tragaba lo que le habían dado.
OBEDECER
113

Se había corrido, pero el mensaje en el beso de Crawford era claro:


la noche aún no había terminado.
Pasó media hora antes de que Owen volviera a estar duro, pero la
espera no disuadió a Crawford. Se besaron y se tocaron, bromeando y
despojando a Crawford de su ropa, hasta que el pene de Owen volvió a su
máxima potencia.
Crawford fue amable. Owen nunca imaginó que alguien con una
inversión tan grande en la comunidad BDSM pudiera ser tierno, pero
Crawford estaba atento a sus necesidades y ansioso por complacer.
Owen no podría haber sido más feliz.
El collar permaneció alrededor de su cuello, incluso cuando su piel
comenzó a humedecerse. Owen se lavaría más tarde. Mientras estuviera
en la cama de Crawford, deleitándose con su toque, era propiedad de él.
El collar no saldría.
El consejero y el abogado omega dentro de él lamentaron la idea,
pero la verdad era que Owen la estaba pasando bien. Crawford despertó
una faceta de su personalidad latente por mucho tiempo, y Owen era más
rico por permitírselo.
- Buen chico. – Crawford murmuró cuando la erección de Owen rozó
su muslo. – Eso es lo que quería. Ahora da la vuelta.
Owen estaba sobre su espalda, con los brazos enganchados
alrededor del cuello de Crawford mientras se besaban y se frotaban entre
sí. Tan cómodo como estaba, no discutió. Con un beso final, se movió
alrededor y se recostó sobre su estómago. La longitud del pene de
Crawford descansaba contra su trasero, y Owen empujó contra ella
cautelosamente.
PIPER SCOTT
114

Lo quería, pero sabía que Crawford era el que tenía el control.


Las yemas de los dedos de Crawford recorrieron la nuca de su
cuello, jugando con el pelo corto de Owen. La sensación envió escalofríos
a través del cuerpo de Owen, y se quedó tan quieto como pudo para
disfrutar de la sensación.
Un ruido detrás de la oreja de Owen volvió a centrar su atención y
fue seguido por un agudo chasquido de plástico. Owen reconoció el ruido.
Respiró profundo y levantó las caderas, ansioso por complacer. Crawford
se mostró igual de dispuesto. Sus dedos lubricados se deslizaron entre las
mejillas de Owen, luego empujaron hacia adentro. Owen resopló y hundió
la cabeza en las almohadas. No era que no tuviera experiencia – cuando su
celo llegaba, se satisfacía con juguetes – pero los dedos de Crawford eran
reales en la forma en que la silicona nunca podría serlo.
Crawford metió sus dedos lentamente en el cuerpo de Owen, y
Owen mantuvo su posición para ayudar. No pasó mucho tiempo antes de
que Crawford empujara lo suficiente como para frotarse contra la próstata
de Owen, y cuando lo hizo, Owen hundió la cabeza en las almohadas y
gimió. La presión en sus bolas aumentó inmediatamente y su pene saltó a
su vez.
- Allí. – Suspiró. – Ahí, es ahí.
- ¿Lo conseguí? – Crawford reflexionó. Sus rodillas separaron los
muslos de Owen un poco más y levantó las caderas de Owen con su mano
libre. La presión aumentó instantáneamente.
Owen jadeó.
- Mmm, diré que lo hice. Los ruidos que haces son demasiado dulces
para ser una coincidencia.
OBEDECER
115

Los dedos de Crawford se curvaron, luego se retiraron. Antes de que


Owen pudiera lloriquear de decepción, estuvieron de vuelta en su lugar y
lo frotaban de la manera correcta. Owen vio estrellas.
- Esta vez, – Crawford susurró. – No quiero que te corras. Quiero
que lo contengas, mascota. En este momento quiero jugar y necesito que
seas bueno.
Era difícil ser bueno cuando Crawford estaba masajeando así su
próstata. Owen ahogó un sonido de acuerdo y se mantuvo quieto,
permitiendo que jugaran con su cuerpo. Ningún vibrador podía
compararse. Ningún consolador era tan bueno. Crawford estaba en un
nivel propio, y Owen no estaba seguro de poder volver a los placeres
artificiales. No cuando tenía el hábil toque de su maestro.
- Cuando eres bueno. – Crawford le dijo con suavidad. – Este es el
tipo de tratamiento que puedes esperar recibir, mascota. Yo prefiero
mimar a mis sumisos que castigarlos. Ocasionalmente, sé que cometerás
un error, pero quiero que siempre busques la excelencia. ¿Lo entiendes?
- Sí. – Owen gimió. Los dedos de Crawford se curvaron dentro de él
para recompensarlo por su respuesta, y Owen se apretó contra ellos con
avidez.
- Algunas veces, las cosas que hago parecen castigos, pero son solo
para asegurarte de que te mantengas bien. Como la jaula de penes. Un
día, ya no la necesitarás, pero hasta que termine de entrenarte,
necesitarás usarla. ¿Está bien?
- Sí. – Los labios de Owen se movieron en piloto automático. Giró
sus caderas y Crawford se encontró con ese lugar dentro de él una vez
más.
PIPER SCOTT
116

- Sé que hago esto para tu beneficio. – Crawford le dio un beso en la


espalda a Owen. – Quiero verte triunfar.
- Quiero hacer lo mejor que pueda por ti. – Owen dijo. La sensación
de los dedos de Crawford era demasiado. – Pero por favor, no voy a poder
ser bueno si sigues así. Voy a correrme otra vez. Lo sé.
- ¿Lo haces? – Los dedos de Crawford acariciaron, y Owen ahogó un
sollozante gemido en respuesta. Era demasiado bueno. – Creo que puedes
durar más tiempo, mascota. Sé que puedes durar más tiempo. Ya te
corriste una vez por mí hoy, ¿recuerdas? Una semana de semilla. Lo
sacaste de tu sistema y ahora quiero que seas fuerte para mí.
Era difícil ser fuerte cuando Crawford se sentía tan bien. Owen cerró
los ojos y apretó la mandíbula, cuanto más luchaba contra el orgasmo,
más retrocedía.
- Estás tenso. – Crawford comentó casualmente. – Mantente suelto,
mascota. Mantente relajado. Permite que el placer te suceda, pero no te
dejes esclavizar por él. Recuerda que no te perteneces, me perteneces a
mí.
El collar alrededor de su cuello. Las órdenes. Las fotos. El video.
Owen le pertenecía. La verdad era indiscutible, había dejado que Crawford
lo poseyera.
Si alguien en Stonecrest se enterara…
Los dedos de Crawford retrocedieron y no regresaron. Vacío, Owen
giró la cabeza hacia un lado para ver qué pasaba, pero para entonces,
Crawford ya estaba sobre él. Owen no vio nada más que su brazo y
hombro. Solo fue un segundo más hasta que sintió que el pene de
Crawford acariciaba su entrada. Él estaba siendo montado.
OBEDECER
117

- Estás usando un condón, ¿verdad? – Owen preguntó. Tan caliente


como Crawford lo puso, todavía era un extraño. Owen quería estar a
salvo.
- Sí, mascota. – Crawford presionó un beso entre los omóplatos. –
No tienes nada que temer.
Owen no lo dudaba.
Las caderas de Crawford se acercaron, la presión adicional obligó a
abrir el cuerpo de Owen. Owen se relajó lo mejor que pudo. La cabeza del
pene de Crawford empujó hacia adentro, dividiendo a Owen. La presión y
el dolor aumentaron, pero Owen reprimió su incomodidad. El placer
llegaría pronto. Su próstata aún palpitaba por el recuerdo.
Con una sacudida repentina, Crawford estuvo dentro de él. El anillo
de Owen se selló debajo de la cabeza del pene de Crawford, y Owen
ahogó un grito de sorpresa mientras Crawford gruñía y bajaba la cabeza
para morder el hombro de su mascota. Crawford empujó hacia adentro,
enterrando más su gruesa pene.
Fue más increíble de lo que Owen podría haber esperado.
Con un grito ahogado, levantó sus caderas solo un poco más y trató
de ayudar a Crawford a hundirse en él. La cabeza del pene de Crawford
puso una presión espectacular exactamente donde necesitaba, e hizo que
Owen quisiera correrse de la peor manera.
Se sentía demasiado bien. Crawford iba a bombear en él.
Owen presionó el rostro contra las almohadas y mantuvo sus
caderas levantadas. Con la poca fuerza que le quedaba en las
extremidades, se impulsó contra su maestro cuando éste se hundió en él.
Los sonidos de sus cuerpos se unieron al silencio, lento al principio, luego
PIPER SCOTT
118

más rápido a medida que Crawford ganaba confianza. Owen estaba listo
para él. Crawford era grueso, y grande, pero Owen había estado deseando
este momento por una agonizante semana. No iba a renunciar ahora.
- Estás apretado, mascota. – Crawford dijo. La forma en que su voz
se quebró de deseo volvió a Owen loco. Crawford, el hombre que no
quería nada, lo deseaba. Lo deseaba tanto que el deseo sombreaba sus
palabras y arrastraba el tono de su voz. – Dios, tan apretado. Tan bueno.
Owen se empujó contra él solo para que Crawford lo tomara por las
caderas y lo forzara contra el colchón. El pene de Owen se presionó en la
cama y pulsó cuando los constantes empujes de Crawford lo obligaron a
follar las sábanas.
Nunca se había sentido tan bien.
Crawford lo llenó, lo estiró y lo llevó a su límite. Su fuerza mantuvo a
Owen en su lugar, y Owen amó probarlo solo para descubrir que no había
forma de que pudiera liberarse. Crawford lo tenía inmovilizado y lo
mantendría así hasta que consiguiera lo que quería.
Owen anhelaba dárselo.
La cabecera chocó contra la pared coincidiendo con las embestidas
de Crawford. Las caderas de Owen se presionaron contra el colchón una y
otra vez, su pene estimulado por los movimientos de Crawford en lugar de
por su propia mano. La piel debajo de su cuello se calentó. Se acercaba el
final, las bolas de Owen se apretaron y su estómago lo instaba a apretar,
pero él lo contuvo. Todavía había pelea en él, y él quería más.
Entonces Crawford le susurró al oído, y Owen perdió la guerra. –
¿Estás listo para mi nudo, mascota?
OBEDECER
119

- Sí. – Owen jadeó. No recordaba haber hablado, pero sus labios


fueron rápidos para suplicar. – Por favor. Por favor, lo necesito.
- También quiero que lo tengas. – Las embestidas de Crawford se
volvieron temerarias. Empujó más profundamente en el cuerpo de Owen
que antes, el frenético balanceo lo forzó más profundo. – Te voy a anudar.
Te haré mío.
- Por favor. – Owen lloró, su necesidad era demasiado grande y el
cuerpo de Crawford demasiado bueno. – Por favor, anúdame. Por favor,
señor.
Con un repentino y sobresaltado gruñido, Crawford empujó
profundamente. Candente dolor cegó a Owen solo por un segundo, luego
retrocedió. El lento pero constante inflamado nudo en la base del pene de
Crawford estiró a Owen cerca de su punto de ruptura, y Owen
instintivamente presionó contra Crawford para tratar de aliviar algo del
dolor. Cuanto más profundo fuera el nudo, menos dolería. Él lo sabía. Se
había aliviado con suficientes juguetes durante su celo para saberlo.
- Owen. – Crawford gimió. Mordió el hombro de Owen de nuevo, y
Owen gritó cuando el dolor y el placer se fundieron en uno. – Dios, Owen,
m-mascota. Cuando me llamas así…
El nudo de Crawford era más grande que cualquiera de los
artificiales con los que Owen había jugado. Era más grande que su amante
de la escuela secundaria, aunque eso no fue una gran sorpresa. Y a
medida que se hinchaba, sellándolos, Crawford se mantuvo frotando.
Cuando al fina Owen no pudo tomar más, Crawford embistió y empujó
contra su próstata por última vez. Owen tuvo que enterrar su cara en las
almohadas para amortiguar su grito. Se corrió en las sábanas sin pausa.
PIPER SCOTT
120

Juego terminado.
Jadeando, exhausto y sudoroso, Owen yacía inmóvil en la cama. La
mancha de humedad no lo molestaba, ni el calor del cuerpo de Crawford
cuando se recostó contra él. El nudo de Crawford estaba enterrado en su
trasero, y por todos los derechos, Owen sabía que se suponía que debía
doler, pero no podía encontrar el dolor a través de todo el placer.
- Entonces. – Crawford murmuró contra la concha de la oreja de
Owen. – ¿Valió la pena esperar?
- Sí. – Owen dijo. No necesitó pensarlo dos veces. – Gracias, señor.
- De nada, mascota. – Crawford dijo. Besó la parte posterior de la
cabeza de Owen, luego se colocó encima de él para esperar a que el nudo
bajara. – Pasa la noche. Siento que tendremos mucho de qué hablar en la
mañana.
QUINCE
CRAWFORD

Pocos placeres eran tan satisfactorios como tener un omega en su


cama. El olor de Owen se filtraba en sus sábanas, el olor de su sexo flotaba
en el aire y el sabor del cuerpo de Owen permanecía en sus labios. Había
habido otros amantes en la vida de Crawford, pero ninguno de ellos había
significado tanto para él como su preciosa mascota.
Veinte minutos después del clímax de Crawford, su nudo se
desinflamó lo suficiente como para poder liberarse del cuerpo de Owen.
Se quitó el condón y lo desechó, luego tomó a Owen en sus brazos y lo
bañó de alabanzas.
Su buena mascota. Su maravilloso omega. Su hermoso compañero.
Cuidadosamente, Crawford desenganchó el collar de Owen y lo
puso en la mesa de noche. Limpió la piel irritada donde el collar frotó a
Owen con una toallita, luego lo masajeó hasta que Owen estuvo tan
relajado que se derritió en la cama. Se besaron. Se tocaron. Se acariciaron.
Crawford no había presionado a Owen a ningún tipo de extremo, pero
quería que Owen supiera que, después de tener sexo, era tan valorado
como durante el mismo. Owen podría no haber sufrido las consecuencias
paralizantes de una sesión de juego intenso esta vez, pero un día lo haría.
La caída secundaria era una cosa muy real, y Crawford la conocía. Cuando
llegara ese momento, Crawford quería que él supiera que lo cuidaría sin
importar qué.
PIPER SCOTT
122

Besar y tocar se volvieron toqueteos. Pronto, Crawford se encontró


sobre su espalda, Owen montando su pene. Crawford no lo anudó esta
vez, pero la tentación estaba ahí.
Cuando Owen se desplomó sobre su cuerpo para yacer pecho
contra pecho, Crawford lo recogió en sus brazos y lo sostuvo cerca. Eran
las tres de la madrugada. Si querían levantarse antes del mediodía,
Crawford sabía que necesitaban dormir.
- Mañana por la mañana podemos retomar esto. – Crawford pasó
los dedos cariñosamente por la parte posterior de los muslos de Owen.
Sus piernas se tejieron juntas y Owen frotó su pantorrilla a lo largo de la
de Crawford con afecto. – Lo prometo.
- No quiero dormir. – Owen murmuró. Su lenguaje corporal sugería
lo contrario, pero Crawford sabía lo que estaba diciendo. Crawford
tampoco quería dormir. Lo que los conectaba era todavía demasiado
nuevo y emocionante como para querer renunciar.
- Yo tampoco, pero eso no cambia el hecho de que tenemos que
hacerlo. – Crawford lo besó suavemente. – Haz lo que te digo, mascota.
Vamos a dormir.
Owen resopló, pero no se opuso. Se movió en una posición cómoda
al lado de Crawford, y Crawford alabó su obediencia acariciando su
cabello.
- No sé si ronco o no. – Owen dijo.
- No me importa si lo haces. – Crawford apagó la luz y cerró los ojos.
– Yo no, o eso me han dicho. Si no es verdad y te molesto, despiértame.
No me importará.
OBEDECER
123

- ¿Así que no eres uno de esos durmientes gruñones? – Owen se rio


entre dientes. – Mi madre solía lanzar golpes cuando alguien trataba de
despertarla. Es uh, bueno, me enseñó a ser delicado por la mañana.
Crawford sonrió. – No diré que nunca lanzaré un puñetazo en mi
sueño, pero hasta ahora no creo haberlo hecho.
- Bien. – Owen bostezó y esponjó una de sus almohadas. – Porque
no puedo garantizar que no lo he heredado. No querría que boxeemos en
nuestro sueño.
Después del sexo, Crawford brillaba. No era nada inusual. El
subespacio no era solo para los subs, el placer que recibió de las sesiones
de juego lo dejaba con buen ánimo durante días, pero él no solo brillaba
de la emoción de su encuentro. Tener a Owen en su cama, tener su collar
en la mesita de noche y ver el placer en su rostro, levantó el ánimo de
Crawford como nada más.
¿Cómo podía un inexperto sumiso moverlo así?
- Buenas noches, Owen. – Crawford dijo después de una larga pausa
entre ellos. Besó la frente de Owen, luego apoyó la cabeza y cerró los ojos.
- Buenas noches, Crawford. – Owen le susurró.
Era la primera vez que un hombre llevaba su collar. Era la primera
vez que un hombre compartía su cama. A los treinta y dos años, Crawford
finalmente estaba feliz. No había más tiempo que perder. Por la mañana
abordaría el tema de hacer lo que tenían en serio.
Ahora que había encontrado al único que quería, no lo dejaría ir.
DIECISÉIS
OWEN

Ni siquiera una cama extraña podría perturbar el sueño de Owen.


No fue hasta que el cuerpo a su lado se agitó que Owen despertó, y para
entonces la habitación estaba bañada por la luz. Tenía que ser tarde.
La noche anterior había sido fantástica, el cuerpo de Owen todavía
zumbaba por lo alto. La dinámica del maestro y el esclavo era más caliente
de lo que quería admitir. Owen nunca cedería ante su creencia de que los
omegas merecían igualdad, pero eso no significaba que no pudiera
divertirse con la dinámica. El juego era diferente a la realidad. Crawford
era demasiado progresivo como para pensar que lo que hicieron en el
dormitorio se transcribiría a la vida real.
Un estándar de respeto como ese hizo que Owen quisiera más. Más
de su conexión. Más de Crawford. Más de todo.
- Buenos días. – Crawford dijo con un bostezo. Se frotó el sueño de
los ojos y retiró las sábanas. Su cuerpo no había sido un sueño. Owen se
permitió beberlo, saboreando el núcleo revelado de Crawford. Crawford
estaba recortado y musculoso sin ser demasiado grande o ancho. Para
Owen, quien nunca había sido fanático de los alfas demasiado musculosos
para empezar, era un sueño hecho realidad.
- Buenos días. – Owen dijo. – ¿Tienes algo para el desayuno?
- No, pero probablemente pueda preparar algo para el almuerzo.
Cuando termine de cocinar, será el mediodía.
- Mmph. – Owen se dio la vuelta y se dejó caer de nuevo en la cama,
así que estaba mirando al techo. – ¿Ya es tan tarde?
OBEDECER
125

- Nos mantuviste despierto hasta tarde. – Crawford dijo.


Owen le lanzó una mirada. – ¿Yo nos mantuve despierto hasta
tarde?
- Me parece recordar que cierto alguien insistió en rebotar en mi
pene hasta que…
- De acuerdo, has hecho tu punto. – Las mejillas de Owen se
calentaron. – Así que tal vez fui yo. Todavía.
Crawford le dio un beso en la sien. – No importa. Eres bienvenido a
quedarte todo el tiempo que quieras. De hecho, esperaba que pudiéramos
hablar un poco más sobre eso después del almuerzo.
Owen miró mientras Crawford se levantaba de la cama. El cabello
oscuro de Crawford sobresalía en ángulos extraños, como si hubiera
estado atrapado en una tormenta de viento. Era lindo. Desnudo, Owen
observó cómo los músculos de Crawford trabajaban bajo su piel, fluidos e
impresionantes. Había confianza en la postura de Crawford que no había
estado allí antes, y eso lo hizo aún más radiante. Owen no podía mirar
hacia otro lado.
Tiró de las sábanas sobre sus hombros y observó cómo Crawford
cruzaba la habitación. En su camino hacia la puerta, Crawford enganchó
una bata de baño y se deslizó dentro de ella. Owen lamentó la pérdida del
cuerpo desnudo de Crawford, pero comprendió por qué era necesario. El
ático de Crawford era casi toda la ventana, probablemente tintada desde
el exterior y tan arriba que no importaba, pero una ventana a pesar de
eso.
O quizás, más probablemente, Crawford anticipó cocinar algo que
podrían saltarle y quemarle. Cocinar desnudo no era tan divertido.
PIPER SCOTT
126

- Podríamos hablar ahora. – Owen dijo antes de que Crawford


tuviera la oportunidad de deslizarse por la puerta. – No me importa.
- Prefiero hacerlo con el estómago lleno. – Crawford reflexionó. Se
apoyó contra el marco de la puerta, mirando a Owen. – Por alguna razón,
me encuentro hambriento. Es como si anoche hubiese puesto mucho
trabajo físico duro.
Owen le sacó la lengua. Sabía muy poco del hombre que Crawford
era, pero estaba empezando a juntar las piezas. Rico era un hecho, lo
sabía desde antes de conocer el nombre de Crawford, pero había más que
saber sobre Crawford que lo que había en su cuenta bancaria. Era
mordazmente sarcástico, descubrió Owen. Divertido. Ingenio agudo.
Veraz. Era el tipo de hombre que Owen quería conocer mejor. La atracción
que sentía Owen era más profunda que el fetiche o el tabú. Crawford era
hermoso, y aunque a veces era retraído y tranquilo, su personalidad era
igual de atractiva.
Después de una década de soltería, tal vez no sería tan malo salir
con alguien… si Crawford estuviera interesado en él más allá de las
parafilias, eso era. Owen todavía no estaba seguro.
Crawford salió de la habitación. Cuando lo hizo, Owen se acurrucó
en la cama y se esforzó por levantar las extremidades. Sus piernas seguían
dormidas, demasiado relajadas para querer hacer mucho de cualquier
cosa. Owen no confiaba en poder llegar tan lejos como al baño adjunto sin
caer de bruces. La noche anterior, Crawford había convertido sus rodillas
en gelatina, y se sentía como si todavía no se hubieran solidificado.
Owen estaba volviendo a la normalidad cuando Crawford regresó a
la habitación, con dos platos balanceados en el brazo y un vaso en cada
OBEDECER
127

mano. Owen lo miró y levantó una ceja. – ¿Alguna vez trabajaste como
camarero?
- No, pero soy notoriamente terco.
- ¿Alguna vez los has dejado caer? – Owen preguntó.
Crawford negó con la cabeza. Se acomodó a un costado de la cama
y Owen se abrió paso para reunirse con él. El simple hecho de que
Crawford había regresado a la habitación era suficiente para despertar a
las mariposas en su estómago, y Owen se acurrucó un poco más cerca de
Crawford de lo que necesitaba para poder tocarlo. A Crawford no parecía
importarle.
Crawford había hecho pizza de bolsillo.
Owen miró su plato, luego de vuelta a Crawford, entornando los
ojos. – ¿Esto es lo que significa para ti hacer el almuerzo? ¿Viniendo del
mismo hombre que tomó vino y cenó conmigo en ese elegante
restaurante con una mesa de terrario?
- Castyna. – Crawford dijo. Le entregó a Owen un vaso de algo que
parecía agua, pero que olía dulce. Owen se agachó para dejarlo en el suelo
al pie de la cama. – Y sí. Me mantengo ocupado, así que es raro que tenga
el tiempo o la energía para cocinar algo que valga la pena. Es por eso que
ceno fuera.
- Así que me estás diciendo – Owen dijo, incrédulo. – que tienes un
cuerpo así, y que comes pizza de bolsillo y comida de restaurante día tras
día.
Crawford frunció el ceño, pero no había mala voluntad detrás de
eso. – Hay otras comidas para microondas, te lo haré saber. Hay algunas
PIPER SCOTT
128

lasañas muy finas por ahí, y sopas que bien podrían haber sido hechas en
casa.
- Correcto. – Owen se rio. – Bien. Te dejaré solo al respecto.
- Supongo que siempre cocinas, entonces.
- Siempre. – Owen asintió. – Si no lo hiciera, no tendría el dinero
para sobrevivir. No es exactamente asequible comer fuera o comer
alimentos procesados todo el tiempo, ¿sabes?
- Mm. – Crawford empujó una de sus pizzas miniatura, entonces
sacudió la mano. Probablemente todavía estaba demasiado caliente.
Owen no había intentado tocar la suya. – Bueno… es una coincidencia que
mencionaras eso.
- ¿Qué quieres decir? – Owen preguntó.
Crawford hizo una pausa. Parecía que estaba debatiendo algo.
Finalmente, colocó su plato en la mesita de noche y cuadró los hombros. –
Quiero pedirte algo.
No era como que Crawford se viera tan rígido. Owen lo miró, la
anticipación construyéndose en su pecho. Lo que Crawford tenía que decir
era grande si estaba luchando por sacarlo. – Bueno.
- Anoche, la semana pasada, si soy honesto, ha superado mis
expectativas. – Crawford hizo una pausa. – He mantenido mi parte justa
de sumisos antes, y he jugado con mascotas ansiosas por complacer,
pero… ninguno como tú.
El calor se deslizó de nuevo en las mejillas de Owen. Se frotó arriba
y abajo la parte posterior de la pantorrilla opuesta para resolver algo de la
sensación de hormigueo que se abrió camino a través de su sistema. La
última semana había sido una de las más calientes de su vida, y ya no se
OBEDECER
129

avergonzaba de admitirlo. Si Crawford quería seguir viéndolo, Owen


también lo quería.
- Nunca le he dado mi collar a alguien. – Crawford admitió. – Nunca
he querido tener una mascota como quiero tenerte.
Owen se mordió el labio inferior, conteniendo una sonrisa tímida.
Su relación con Crawford todavía era nueva, pero Owen se comió sus
elogios a pesar de todo.
Quería ser la persona que Crawford ansiaba más que cualquier otra
cosa. Hubo satisfacción al saber que él era tan deseado. Era contra todo lo
que defendía, pero el doble estándar lo hizo más emocionante.
¿Un consejero de rehabilitación omega que se entregaba
voluntariamente a un alfa? Ponía a Owen tan caliente como nada más.
- ¿Así que quieres… continuar? – Owen preguntó, luego se dio
cuenta que estaba siendo demasiado ambiguo. Las mariposas en su
estómago lo distraían. – Como pareja, quiero decir. ¿Algo más serio?
- Me gustaría eso. – Crawford dijo suavemente. – Quiero seguir
jugando como lo hemos hecho, pero también quiero algo más profundo
de ti. Quiero compromiso. Exclusividad. Quiero mantenerte, Owen, no
solo como mascota, sino también como persona.
No se suponía que se sintiera tan emocionante ser querido. Owen
entrelazó los dedos y los apretó, haciendo todo lo posible por distraerse
de la forma en que esas palabras giraban en su mente. El júbilo infantil, un
producto de maravilla y oportunidad no contada, se filtraba por sus venas
hasta que estuvo a punto de vibrar de alegría.
PIPER SCOTT
130

- Yo también quiero eso. – Owen dijo. – No, no tenemos que firmar


un contrato ni nada, ¿verdad? ¿No verterás cera por todos mis genitales,
ni encerrarme en un calabozo, ni venderme al mejor postor?
- Nunca. – Crawford lo miró pensativo. – Bueno, nunca te vendería,
y actualmente no poseo el equipo correcto para configurar un calabozo
completo, pero la cera es negociable. Sin embargo, nunca lo haría sin tu
consentimiento, y solo lo haría si actuaras de una manera que exigiera el
castigo.
Actuar de una manera que exigiera el castigo. Owen no lo había
considerado antes. Hasta el momento, su mayor placer había sido
obedecer la palabra de Crawford, pero ¿si iba en contra de ella? ¿Cómo se
sentiría ser castigado? ¿Responsabilizarse por sus acciones? Owen no
estaba seguro de si le gustaría o no.
- Pero no, no es necesario un contrato. – Crawford dijo con cierta
finalidad. – Cenas conmigo los fines de semana, cocinando en mi
apartamento, relajándote conmigo en la cama… mi objetivo es hacerte
feliz. Todo lo que quiero es darte la adoración que mereces.
- Y mi objetivo es hacerte feliz, así que merezco tus elogios. – Owen
se acercó más y puso su cabeza en el regazo de Crawford. No pudo evitar
sonreír. – ¿Esto significa que el resto de mi fin de semana está reservado?
Crawford acarició el pelo corto sobre la cabeza de Owen,
suavizando la expresión. Owen pensó que se veía hermoso por su
vulnerabilidad, y Owen besó el muslo de Crawford en agradecimiento.
Una relación. Una relación real, honesta por Dios en la que eran iguales,
pero lo suficientemente cómodos como para jugar con su dinámica de
poder. Crawford no lo iba a empujar a un armario y forzarlo a tener sexo
OBEDECER
131

antes de que estuviera listo. No iba a avergonzar a Owen por su cuerpo ni


a cuestionar su masculinidad porque nació con los genes equivocados.
Crawford era demasiado bueno para eso.
Quizás demasiado bueno para Owen, si Owen estaba siendo
sincero.
- Me gustaría que lo fuera, si eso es lo que tú también quieres. –
Crawford dijo.
- Lo es. – Owen dijo, y nunca antes había estado más seguro.
DIECISIETE
CRAWFORD

Owen no roncaba mientras dormía, ni golpeaba. Crawford esperó


un mes completo antes de probar con cautela lo que sucedía si lo
despertaba, interesado en ver qué pasaría, pero su mascota simplemente
gimió de protesta y abrió un poco los ojos para mirar a Crawford. Era dócil
y tierno, y cuando llegó el segundo mes, Crawford todavía no podía
cansarse de él.
Cada viernes por la noche, Owen hizo aparecía dondequiera que
Crawford pedía. A veces cenaban en Castyna. El personal de servicio creció
para recordar las preferencias de Owen, y pronto el servicio fue tan
sencillo y automático como cuando Crawford asistía cenar solo. A veces,
se reunían temprano en The Shepherd para tomar una copa y comida de
bar, escondidos en su puesto en el segundo piso. En esas noches, Owen se
desnudaba hasta sus calzoncillos y se hundía en el regazo de Crawford,
pecho con pecho. Esas salidas nocturnas generalmente terminaban
temprano, pero se prolongaban durante horas en el dormitorio de
Crawford.
Sin importar cuánto durara su relación, Crawford se negó a dejar
que otros vieran a Owen completamente desnudo. Ese privilegio era solo
de Crawford, y él lo mantenía celosamente.
Cuatro meses después de su relación, mientras esperaban en su
mesa favorita en Castyna, Crawford recibió un mensaje de texto.
Voy a llegar tarde. Tráfico.
OBEDECER
133

Crawford miró la hora, eran casi las siete. No había razón para que
Owen llegara tarde. Él Terminaba de trabajar a las cinco y Crawford estaba
familiarizado con las carreteras. Owen no solo tenía tiempo suficiente
para ducharse y cambiarse, sino que también tenía tiempo suficiente para
llegar a Castyna sin retraso.
¿Porque estás tan retrasado?
Hay un accidente y el tráfico literalmente se detuvo.
Creo que esa no es la historia completa.
Owen sabía cómo era el tráfico alrededor de Castyna, y sabía que
debía irse temprano para acomodarlo. Esta no era su primera vez, después
de todo. Con un zumbido, Crawford abrió su aplicación de tráfico e
inspeccionó la ruta desde el apartamento de Owen hasta Castyna, había
una congestión moderada, pero no informaba de un accidente ni de un
tráfico detenido.
El texto de Crawford no recibió respuesta.
Crawford arqueó una ceja y dejó su teléfono. Hasta ahora, Owen
había sido la mascota perfecta, ansioso por complacer y rápida para
obedecer. Normalmente, Owen ni siquiera se movía por la línea, pero una
indiscreción como esta no era solo la línea del pie, sino la bóveda.
Owen había mentido.
Incluso si era una mentira blanca, Crawford lo había atrapado en
ella. Crawford no tomaba amablemente la mentira.
El sommelier le llevó a Crawford su vino a las siete en punto, y
Crawford le ordenó que también sirviera un vaso para su delincuente
omega.
PIPER SCOTT
134

Cualquiera que fuera su razonamiento, cualquiera que fuera la


causa, Owen había elegido. Las consecuencias eran ahora suyas para
soportar.
- Lo siento. – Owen estaba sin aliento. Se deslizó en el asiento frente
a Crawford, y Crawford lo miró con una mirada nivelada. Había
transcurrido media hora desde el último mensaje de texto de Crawford. –
Fue una locura allá afuera, y luché por encontrar estacionamiento, y…
- Cálmate, mascota. – Crawford dijo. – Sé que has tenido una noche
ocupada. Toma un poco de vino. Relájate. El fin de semana está aquí.
Owen sonrió y toda su cara se iluminó con eso. Sin importar cuánto
tiempo pasara o qué tan mal actuara, Crawford nunca superaría lo
maravilloso que él era. – Me alegro. Ha sido una semana tan difícil. ¿Cómo
ha estado tu semana? ¿El trato comercial con um, Yuliani? ¿Pasó?
- Lo hizo. – Crawford se pasó la lengua por la parte de atrás de los
dientes, mirando a Owen con curiosidad. La pobre criatura realmente no
tenía idea. – Llegamos a un acuerdo esta mañana.
- Sé que serías capaz de hacerlo. – Owen dio un sorbo a su vino,
luego hizo una mueca y lo dejó de nuevo. – ¿Crawford?
- ¿Mm? – Crawford preguntó. – ¿Qué pasa?
- Este no es el Lambrusco que me gusta. Creo que el sommelier
revirtió nuestros pedidos. Esto es seco ¿El tuyo es dulce?
- No.
- No lo entiendo. – Owen frunció el ceño. Empujó el vino a través de
la mesa hacia Crawford. – Ellos nos conocen aquí. ¿Por qué me sirvieron
esto?
OBEDECER
135

- Supongo que el habitual sommelier estaba atascado en el tráfico. –


Crawford reflexionó. La mirada en el rostro de Owen cambió, sus ojos se
ensancharon un poco. Estaba empezando a darse cuenta. – Tal vez en el
mismo tráfico detenido en el que tú estabas. Alguien nuevo debe haber
servido en la mesa.
- Supongo. – Owen miró a Crawford.
- Qué pena. – Crawford dio un sorbo al Barolo en su vaso y miró por
encima del borde a Owen. – Supongo que los accidentes ocurren, ¿cierto?
- Supongo. – Owen se estremeció. Después de tanto tiempo de
buen comportamiento, Crawford supo que él estaba sintiendo la presión.
– ¿Podemos pedir una copa de Lambrusco para mí?
Crawford dejó su vaso, la base de cristal tintineando delicadamente
contra la mesa de vidrio. La flor del terrario estaba nuevamente en flor. –
Por supuesto, mascota. Llamaré al sumiller. Estoy seguro de que nuestro
personal regular ya ha llegado. Podemos preguntarle todo sobre el
incidente del tráfico. Tal vez él sepa lo que pasó allí afuera.
Owen agitó su pulgar debajo de su dedo índice. Por un segundo, no
dijo nada. Entonces, finalmente, habló. – No hubo accidente.
- ¿No hubo accidente? – Crawford no dejó que la diversión se
reflejara en su rostro. – Entonces, ¿por qué llegaste tarde?
- Estaba en la ducha, y… – Owen miró a Crawford, tímido. – El agua
caliente se sentía bien, y estaba pensando en ti, y antes de darme cuenta
me estaba tocando y perdí la noción del tiempo.
- ¿Te corriste?
- No. – Esta vez, Crawford pudo decir que Owen no estaba
mintiendo. – Lo se mejor.
PIPER SCOTT
136

- Pero me mentiste de cualquier modo.


Owen se recostó y cruzó un brazo sobre su pecho. Se frotó
nerviosamente el brazo. – Pensé que te enojarías por llegar tarde a
nuestra cita porque estaba siendo egoísta.
- Tenías razón, pero sabes que mentir no va a arreglar nada. –
Crawford hizo una pausa. – Si no es ahora, más tarde esta noche lo harás.
- ¿Qué quieres decir? – Owen se enderezó un poco, su energía
nerviosa manifestándose tanto en su rostro como en su postura. Crawford
prefería mucho mimar a castigar, pero había un cierto brillo en los ojos de
Owen y una atención que normalmente no poseía y que Crawford
disfrutaba. – ¿Más tarde esta noche?
Pero Crawford no tenía nada más que decir. El camarero les sirvió la
comida, y él continuó la conversación sin regresar para responder a la
pregunta que ardía en la mente de Owen.
Lo que estaba destinado para más tarde esta noche era la decisión
de Crawford, y Owen no necesitaba saber de qué se trataba hasta que su
cita hubiera terminado.
DIECIOCHO
OWEN

Owen había mentido. Todo el camino a Castyna le molestó. Había


mentido para salir de problemas, a pesar de que Crawford no le había
dado nada que temer.
Él había sido malo.
Hace cuatro meses, cuando su relación aún era nueva, Owen no
había entendido por qué los omegas se sentirían tan inseguros como para
mentir. El instinto era un motivador poderoso, pero Owen sabía que podía
superarlo. Había luchado con uñas y dientes para obtener su educación a
pesar de sus debilitantes celos, y se había hecho un nombre por sí mismo
a pesar de sus genes supuestamente inferiores.
Hubo casos en los que había escondido su mirada en presencia de
un alfa, pero nunca había permitido que le pisotearan. Ni siquiera estando
en presencia de Silas Rutledge, un hombre por el que Owen sentía un
tremendo afecto, había cambiado eso. Owen no era débil.
Pero la idea de decepcionar a Crawford hizo que Owen
reconsiderara todo.
No se trataba de debilidad o instinto, al menos, no en su caso. Owen
quería complacer a Crawford porque quería mantener el favor de
Crawford. Ser inferior y sumiso ni siquiera cruzó la mente de Owen. Todo
lo que quería era que Crawford estuviera complacido con las decisiones
que él había tomado, y llegar tarde a su cita porque no podía dejar de
molestarse pensando en las cosas que Crawford le haría más tarde, no iba
a ganarle ningún favor.
PIPER SCOTT
138

Una mentira era simple. Una mentira era fácil.


Una mentira lo había metido en más problemas de los que había
estado para empezar.
Crawford habló sobre su trato comercial con Yuliani durante la cena,
pero Owen se sintió demasiado nervioso como para ser un gran
conversador. Él asintió con la cabeza y empujó la comida en su plato con
su tenedor, pero no pudo salir de sus pensamientos.
Crawford lo castigaría. Lo sabía.
Entonces, ¿por qué Crawford estaba actuando tan casual?
Cuando terminó la cena, Crawford lo tomó de la mano y lo llevó del
restaurante a su automóvil privado. Lauren tenía un juego de llaves de
repuesto de Owen, y ella sería la responsable de asegurarse de que su
auto llegara al estacionamiento debajo del condominio de Crawford, sano
y salvo.
El viaje de regreso a la casa de Crawford nunca había puesto a Owen
tan nervioso como ahora.
Crawford le abrió la puerta como de costumbre, y Owen lo obligó a
subir y deslizarse hacia el otro lado para que Crawford pudiera sentarse.
Una vez que el camino estuvo despejado, Crawford se unió a él. La puerta
del coche se cerró.
- Baja tu cremallera. – Crawford ordenó. No era una sugerencia, era
una orden.
- Pero
- Baja tu cremallera. – Crawford repitió. No había lugar para la
discusión en su voz.
OBEDECER
139

El calor subió por el cuello de Owen. Miró vacilante hacia la


partición que dividía la unidad de los asientos traseros. El vidrio estaba
arriba y las ventanas eran tintadas, pero sus nervios no se detuvieron.
Temblando, Owen se agachó para desabrocharse el cinturón.
La parte racional de la mente de Owen le decía que no se
preocupara. Crawford era un buen hombre, y conocía a Owen el tiempo
suficiente para conocer los límites de Owen. Crawford no lo lastimaría.
Crawford no pondría un dedo sobre él si Owen no quisiera que lo hiciera.
Habían tenido largas conversaciones sobre los niveles de comodidad y
seguridad, y Owen sabía que Crawford respetaba sus límites.
No hizo que el hecho de que él fuera a desnudarse en la parte
trasera del auto privado de Crawford fuera menos angustioso.
El miedo se convirtió en excitación, la línea entre ellos se difuminó.
Owen desabrochó el botón de su bragueta y lo descomprimió. La
expresión de Crawford no cambió.
- Tira de tus pantalones hasta las rodillas.
El coche comenzó a moverse. Owen miró vacilante por la ventana,
luego de vuelta a Crawford. No quería hacerlo. Era demasiado público,
demasiado expuesto.
- No me hagas repetirlo, mascota. – Crawford advirtió. – Estoy
siendo muy paciente. Ya me has hecho esperar una vez esta noche.
El recordatorio hizo que Owen volviera a sus sentidos, e inclinó la
cabeza y levantó las caderas. Su culo dejó el asiento del auto y se bajó los
pantalones hasta que llegaron a sus rodillas. Todo lo que quedaba eran
sus calzoncillos negros. Los comienzos de una erección tensaron el frente
y presionaron contra el botón.
PIPER SCOTT
140

Crawford canturreó en voz baja como si estuviera contemplando


algo. Con pereza, dejó que sus dedos rastrearan la distensión en los bóxers
de Owen, pero el segundo que Owen separó los labios para gemir,
Crawford se los llevó.
- Sobre mi regazo. – Crawford dijo simplemente. Se movió para
sentarse en el asiento del medio. – Quiero que tus pies descansen donde
estuve sentado.
Después de tanto tiempo juntos, Owen sabía que no debía discutir.
El collar alrededor de su cuello servía como un recordatorio de la posición
que había adoptado voluntariamente. Crawford era su elección. Estar con
él en la parte trasera de su coche fue su elección. Escuchar era su elección.
En el momento en que ya no quisiera, en el momento en que
decidiera que Crawford no valía la pena, podía irse.
Owen no estaba interesado en eso. Ahora no.
Con el aliento atrapado en su garganta, Owen se maniobró para
estar sobre el regazo de Crawford. Sabía exactamente lo que iba a pasar,
pero una parte de él todavía se negaba a creerlo. Crawford no podría. No
aquí. No mientras estaban en la carretera en la parte trasera de su coche.
No.
Sin embargo, esto no impidió que Crawford trabajara en la parte
posterior de la ropa interior de Owen para exponer los globos de su
trasero. No impidió que su mano se alisara sobre la piel de Owen con una
ternura efímera. Ni siquiera le impidió elogiar la suavidad que encontró
allí.
El calor de la palma de Crawford dio paso al aire fresco, luego a un
dolor crujiente y ardiente que se manifestó como una bofetada. Owen
OBEDECER
141

hizo una mueca de dolor, pero el dolor era secundario al retorcido deleite
que surgía de sus venas. Crawford lo estaba castigando. Había sido malo, y
ahora Crawford lo estaba corrigiendo.
Dios, hizo que se pusiera cachondo.
Owen se estremeció y hundió la cabeza en el espacio entre sus
brazos cruzados. El dolor se filtró, extendiéndose como fuego a través de
su sensible piel. Crawford acarició el lugar del impacto y, en voz baja y
uniforme, dijo – Dirás la verdad.
- Diré la verdad. – Owen repitió. Se sorprendió a sí mismo cuando su
voz se quebró en desesperación. Quería esto.
Otra nalgada hizo eco en la silenciosa cabina del automóvil, y el
ardor que siguió quemó la carne de Owen. Owen hizo una mueca y se
meneó, pero Crawford trató rápidamente su piel con amabilidad y eliminó
el dolor con su caricia.
- Serás puntual.
- Seré puntual.
Otra bofetada. Owen siseó de dolor, pero su pene palpitaba de
placer. Movió sus caderas de nuevo, parcialmente para acabar con el
fuego extendiéndose por su nalga, y parcialmente para frotar su pene
contra el muslo de Crawford. La vergüenza fue olvidada. A Owen no le
importaba quién mirara por la ventana, todo lo que quería era el cuerpo
de Crawford. Los instintos le rogaban que se arrodillara y se presentara
ante su alfa, pero Owen se contuvo.
No quería meterse en más problemas.
- Respetará a mi Maestro.
PIPER SCOTT
142

Owen contuvo el aliento y hundió el rostro en sus brazos. No era


muy frecuente que llamara a Crawford Master, pero el título había ido
avanzando lentamente en su vocabulario mientras jugaban.
Involuntariamente, las caderas de Owen se movieron hacia
adelante, y Crawford fue rápido para azotarlo de nuevo. – No. Repetirás
después de mí. Respetaré a mi Maestro.
- Respetaré a mi Maestro. – Owen jadeó. Sus exhalaciones dejaron
sus brazos húmedos, pero no fue hasta que su mejilla se presionó contra
su piel húmeda que se dio cuenta.
Otro golpe fuerte resonó en la parte trasera del auto, y Owen tomó
aliento y eso no hizo nada por sus pulmones marchitos. La excitación
brotó dentro de él, ahogándolo. No importaba cómo lo intentara, no
estaba dispuesto a recuperar el aliento.
- Respetaré a mi Maestro. – La voz de Owen se elevó, temblorosa y
delicada.
Otra bofetada. Las lágrimas goteaban en los ojos de Owen y sus
dedos se curvaban. Siseó de dolor, pero la agonía duró poco antes de que
se convirtiera en una felicidad absoluta.
- ¡Respetaré a mi Maestro!
- Bien. – La mano de Crawford acarició donde había golpeado, y
Owen parpadeó para contener las lágrimas. Estaba duro, y lo dejó
queriendo a Crawford de la peor manera. Estirándolo para él, para tomar
su nudo, para someterse debajo de él y darle a Crawford el control total
de su cuerpo… Owen ansiaba hacerlo. – Eso es un buen comienzo.
- ¿Un buen comienzo? – Owen susurró con asombro.
OBEDECER
143

- No pensaste que todo había terminado, ¿verdad, mascota? –


Crawford sonrió. – Acabamos de empezar.
Cayeron juntos en la cama. Owen más allá de sí mismo con
necesidad, y Crawford aún firme y férreo. Con fuerza, el Maestro
inmovilizó a su mascota en el colchón. Segundos después, la camisa de
Owen golpeó el suelo.
- Maestro. – Owen jadeó. El frío del aire libre extendió la piel de
gallina a lo largo de sus brazos y sus pezones ya estaban duros, Crawford
ya lo había visto en el auto.
- No necesitas hablar. – Crawford dijo. Ambas manos viajaron por el
pecho de Owen, luego sobre sus pezones endurecidos. El primer pase fue
superficial, pero el segundo curvó los dedos de los pies de Owen. El dolor
se disparó a través de él, sendas cuchilladas perforaron cuando Crawford
torció las endurecidas protuberancias.
Owen echó la cabeza hacia atrás y gritó. Su espalda se arqueó.
Quedarse quieto era imposible cuando Crawford lo estaba tocando así.
El castigo nunca había sido tan bueno.
- Lo que quiero que hagas. – Crawford continuó torciendo los
pezones de Owen, cegándolo con dolor antes de soltarlos y lamiendo su
lengua sobre cada uno. – Es estar quieto. No quiero que te muevas. No
quiero que levantes la cabeza. Todo lo que vas a hacer es esperar aquí
como la buena mascota que eres, ¿entiendes?
- Sí, Maestro. – La palabra aún era exótica, y salió de la lengua de
Owen pesadamente. Jadeando, vio que Crawford se alejaba. El colchón se
movió, y Owen escuchó los pies descalzos de su maestro tocar el suelo.
Crawford cruzó la habitación, abrió un armario y chasqueó la
PIPER SCOTT
144

lengua. Owen no se atrevió a mirar. Permaneció donde estaba, con el


cuerpo zumbando de anticipación. Un dolor sordo palpitaba en sus
pezones. Cada pulso de agonía era un placer como Owen nunca había
sentido antes.
- Mascota. – Crawford llamó. – He cambiado de opinión. Quiero que
te muevas. Da la vuelta y preséntate para mí. Asegúrate estar cómodo.
Durante todo el viaje a casa, Owen no quería nada más que levantar
el culo y rogarle a Crawford que lo montara. Se dio la vuelta de inmediato
y se puso de rodillas, luego extendió los muslos para presentarse a
Crawford. Sus bolas colgaban entre sus piernas, pero su pene hizo todo lo
posible por permanecer presionado contra su estómago. Una hebra
lechosa de presemen se extendía desde su punta.
Lo quería tanto que estaba goteando.
La puerta del armario se cerró. Crawford se acercó a la cama de
nuevo.
Algo metálico resonó en su mano.
- La huella de mi mano todavía está en tu trasero. – Crawford
reflexionó mientras se subía a la cama. Owen jadeó cuando la mano de
Crawford le corrió la nalga, calmando un dolor desvanecido hace largo
tiempo. – Tu piel es muy sensible. Lo amo.
La mano de Crawford se movió en círculos lentos, luego se hundió
hacia abajo por el muslo de Owen. Las yemas de sus dedos viajaron a lo
largo de la piel, haciendo que Owen se estremeciera, luego se movió hacia
adentro hasta que la mano de Crawford estuvo entre sus piernas. Owen
dejó caer la cabeza y cerró los ojos mientras Crawford acariciaba sus
bolas. La excitación corrió a través de su pecho como agua por un arroyo.
OBEDECER
145

El orgasmo acechaba en la distancia, pero si Crawford seguía tocándolo


así, no pasaría mucho tiempo antes de que Owen lo enfrentara cara a
cara.
- Cuando me mientes, mascota, hay consecuencias. – Crawford le
dijo. El afecto continuó, pero estaba atado con algo más oscuro.
Él había sido malo. Estaba en problemas.
El tierno afecto de Crawford prometía el dolor por venir. – Cuando
me haces esperar, también hay consecuencias. ¿Cuándo te tocas sin mi
permiso? – Crawford apretó suavemente, y los labios de Owen se
separaron con silenciosa incomodidad cuando la presión del agarre de
Crawford se dirigió hacia lo excesivo. – Hay consecuencias para eso,
también, mascota. Después de este fin de semana, tendré que encerrarte
de nuevo. Pensé que habíamos superado eso.
La jaula de penes.
Owen resistió un gemido. La semana que pasó encerrado antes de
la primera vez que se había acostado con Crawford fue uno de los más
calientes de su vida, pero Crawford no había visto la necesidad de repetir
la experiencia hasta ahora.
- Eres mejor que eso, ¿verdad, mascota?
- Sí, Maestro. – Owen estuvo de acuerdo.
- Qué pena es que de repente hayas retrocedido en tu
entrenamiento. Tal vez he sido demasiado generoso en los últimos meses.
Tendremos que reconsiderar lo que es apropiado y lo que no lo es.
Owen se imaginó a sí mismo encadenado a la cama de Crawford,
cumpliendo su castigo extendiendo sus piernas y soportando todo lo que
PIPER SCOTT
146

Crawford le diera. Placer delirante, tiempo difuso, la única sensación de


movimiento por las olas de dolor y placer que Crawford le brindara.
Owen lo ansiaba.
- Pero no te preocupes, mascota. – La mano de Crawford se aflojó,
pero no se separó de sus bolas. – Sabes que es en tu mejor
interés. Cuando terminemos serás dócil y agradable. Recordarás qué
elecciones me hacen feliz.
Dios, ¿quería hacer feliz a Crawford? Un gemido surgió en la parte
posterior de la garganta de Owen, pero lo contuvo lo mejor que pudo.
Crawford se rio entre dientes.
- Admito que fue parcialmente mi error. Eres joven e inexperto, y
debería haber sabido que no debía confiar en ti para comprender la
gravedad de tus acciones. Prometo que lo arreglaré bien, a partir de esta
noche.
El metal sonó. El frío acero se unió a la parte posterior de los muslos
de Owen, provocando un sobresalto de sus labios. Lo que sea que
Crawford ajustaba contra su cuerpo era lo suficientemente largo como
para cubrir la distancia entre sus muslos y lo suficientemente fuerte como
para que no se deformara.
- Lo que he ajustado contra tu cuerpo en este momento es algo
llamado “humbler1”. – Crawford explicó. Le acarició la espalda de Owen. –
Es un dispositivo parecido a una abrazadera que se ajusta contra la parte
posterior de los muslos. En un segundo, lo que haré es sacar tus bolas a

1
Literalmente “Más Humilde”, consiste en un dispositivo de manguito de testículo que se sujeta
alrededor de la base del escroto, montado en el centro de una barra que pasa detrás de los muslos en la
base de las nalgas. Esto obliga al usuario a mantener sus piernas dobladas hacia adelante, ya que
cualquier intento de enderezar las piernas incluso levanta con fuerza el escroto, causando una
considerable incomodidad.
OBEDECER
147

través de la abertura, luego cerrarlas y apretarlas hasta que se mantengan


firmes.
Le tomó a Owen toda la moderación no mirar por encima del
hombro para mirar de reojo lo que Crawford estaba haciendo. Nunca
antes había oído hablar de algo así, y no entendía lo que haría.
Crawford leyó sus inseguridades. – No tienes que preocuparte.
Mientras estés quieto, el dispositivo es completamente inofensivo. Se
llama “humbler” porque… bueno, quizás es mejor que lo descubras por ti
mismo.
Con una gentileza no apta para la situación, Crawford sacó las bolas
de Owen a través del metal. Owen escuchó el giro de un tornillo cuando
Crawford apretó el dispositivo, luego el peso adicional cuando se trabó en
su lugar y atrapó sus bolas. Había un poco de dolor, y Owen se preguntó si
Crawford no lo había atado bien. Se suponía que debía doler, ¿no? Este
era su castigo.
- Lo estás haciendo muy bien, mascota. – Crawford elogió. Extendió
la mano y la envolvió alrededor del eje de Owen. – Un chico tan bueno y
obediente. Todo lo que necesitas hacer es recordar tu lugar. ¿Lo
recordarás?
- Sí, Maestro. – Owen dijo. El metal contra la parte posterior de sus
muslos era frío e incómodo, pero no era el fin del mundo. Sabía que
Crawford prefería los elogios sobre el castigo, y Owen pensó que, como
era su primera transgresión, Crawford pensaba que las nalgadas eran
suficientes. Owen se relajó, permitiendo que el placer de la mano de
Crawford lo llevara a ahuyentar los vestigios de su dolor. Pronto Crawford
PIPER SCOTT
148

lo montó y metió su nudo en el culo de Owen, y se olvidaron de las


transgresiones de Owen.
- El humbler te ayudará. – Crawford prometió. Bombeaba de
manera constante, el ritmo se aceleraba a medida que pasaba el tiempo. –
Sé que no lo olvidarás.
- No, Maestro. – Owen casi lo ronroneaba. La mano de Crawford era
su segunda cosa favorita en el mundo, la primera, el nudo de Crawford. –
¿Eso es todo? ¿He sido castigado?
- Sí, mascota. Estamos trabajando a través de nuestro último castigo
ahora. No veo necesario continuar después de esto. Has aprendido tu
lección.
¿Cómo es que un trabajo de mano era un castigo? Owen sonrió,
sabiendo que Crawford no podía verlo. Su maestro era bondadoso y
suave. Owen había visto a otros sumisos en The Shepherd sufrir penas
públicamente peores, él la estaba teniendo fácil.
- Gracias maestro.
- De nada, mascota. – Crawford no se movió para unirse a él, ni hizo
un movimiento para montarlo. Por ahora, no importaba. Su mano se
sentía lo suficientemente bien como para que a Owen no le importara. La
presión en el agarre de Crawford era la correcta. Encontró el ritmo
perfecto, y Owen gimió de satisfacción.
Owen se inclinó hacia la mano de Crawford, o al menos, lo intentó.
El dolor atravesó la parte inferior del cuerpo de Owen y trajo
estrellas a sus ojos. Una sensación de hormigueo se arrastró sobre su
lengua y lo obligó a separar sus labios. Owen no se dio cuenta de que
había gritado hasta que el eco llegó a sus oídos. Con sus bolas sostenidas
OBEDECER
149

por el humbler, cada vez que estiraba las piernas, le arrancaba el escroto.
El dolor era insoportable.
- Shh. – Crawford susurró. Su mano continuó moviéndose,
bombeando a Owen para ahuyentar el dolor. – Está bien, mascota. Ahora
lo sabes. Estará bien. Todo lo que necesitas hacer es quedarte quieto. Eso
no es tan difícil, ¿verdad?
No habría sido difícil si no fuera por la mano de Crawford. Owen
quería empujar, pelear y enterrarse profundamente, pero cualquier
movimiento le traería dolor. Necesitaba soportar el placer con el que
Crawford lo molestaba y rechazaba sus instintos.
Necesitaba quedarse completamente quieto y dejar que Crawford
tomara el control total.
La mandíbula de Owen se aflojó. Sus muslos temblaron. El dolor
palpitaba en sus bolas y se enroscó profundamente dentro de su cuerpo,
pero el placer de la mano de Crawford le rogaba que lo ignorara y se
hiciera daño de nuevo. Estaba bajo el control de su maestro y no había
nada que pudiera hacer.
Su cuerpo pertenecía a Crawford, el humbler lo dejó claro.
- Quiero que te corras. – Crawford dijo como si fuera la cosa más
simple del mundo. – Cuando te corras, el castigo terminará y te dejaré ir.
- M-Maestro…
- ¿Mm, mascota?
- No puedo. – Sus extremidades temblaban, su cuerpo se mantenía
rígido, no había manera de que Owen pudiera hacerlo. Necesitaba girar
sus caderas, empujar la mano de Crawford o hacer algo para resolverlo. El
más humilde le impidió hacer nada de eso.
PIPER SCOTT
150

- Eso no es lo que quiero escuchar. Sé que puedes, y así lo harás.


Estaba indefenso. Owen apretó los puños y tembló, pero incluso el
ligero balanceo de su cuerpo fue suficiente para tirar de la barra de metal
tirando de sus bolas. No era suficiente para doler, pero le recordaba a
Owen lo mucho que tenía que perder.
Todo lo que quería era ser bueno para Crawford. Todo lo que quería
era ser un buen chico.
- Maestro. – Owen ahogó un sollozo. El mundo había comenzado a
encogerse a su alrededor. Lentamente, perdió su control sobre la realidad.
Todo lo que existía era Crawford, él mismo, y la pequeña esfera que
ocupaban. – No puedo.
- Puedes. Sé que puedes. – Crawford murmuró suavemente. – Tal
vez todo lo que necesitas es un poco de ayuda extra.
La mano cayó y Owen gritó como si hubiera perdido una
extremidad. El alivio fue asombroso, pero su cuerpo anhelaba el placer
que había perdido. Estaba enfermo, lo deseaba tanto, incluso sabiendo
que eso le haría daño. Estaba mal, y torcido, y terrible.
Pero era así, tan correcto.
Crawford se dejó caer sobre el colchón, y antes de que Owen
supiera lo que estaba sucediendo, algo cálido y húmedo chupó su pene en
sus profundidades. Owen gritó de sorpresa y lo empujó, el dolor lo
atravesó a la par con el placer de otro mundo. Se echó hacia atrás para
aliviar la presión sobre sus bolas, pero la succión continuó.
Estaba en la boca de Crawford. Crawford lo estaba chupando,
lamiéndolo, burlándose de él, y no había nada que Owen pudiera hacer al
respecto.
OBEDECER
151

Crawford levantó la cabeza, chupando el pene de Owen en su


garganta. Owen nunca había estado tan profundo dentro de él antes, y
quería enterrarse aún más profundamente. La parte primordial de su
mente luchó por tomar el control, y Owen tuvo que luchar para no
lastimarse otra vez. Necesitaba quedarse quieto hasta que se corriera, no
importaba lo difícil que fuera.
Necesitaba ser bueno para Crawford.
Necesitaba ser bueno para el Maestro.
Owen parpadeó las lágrimas, respirando tan rápido y tan profundo
como pudo. El placer se levantó. Sus bolas lucharon por levantarse, pero
no irían a ninguna parte mientras aún estuvieran encerradas en el
humbler. La incomodidad trató de castigarlo, pero Owen no pudo ser
derribado.
Estaba volando.
El amor fluyó a través de él y se comió el dolor. Si lo soportaba, se
probaría a sí mismo. Sería bueno para su maestro. Todo lo que quería era
ser bueno, y eso significaba que tenía que quedarse quieto sin importar
cuánto deseaba embestir, sin importar lo hábil que fuera la boca de su
Maestro. Los húmedos sorbidos, golpes y sacudidas resonaban en los
oídos de Owen. Sus bolas lucharon contra sus restricciones.
Se iba a correr.
El cuerpo entero de Owen se sacudió. No creía tener suficiente
aliento para gritar, pero cuando el clímax lo golpeó y su visión se volvió
blanca, aulló como el animal que era: la mascota perfecta y servil. Cada
pulso se disparó en la boca de Crawford, y el pene de Owen se sacudió y
se estremeció al mismo tiempo. El pequeño mundo en el que habitaban
PIPER SCOTT
152

giraba, y Owen luchó con todo lo que tenía para no lanzarse hacia
adelante y lanzar su semilla más profundo.
Crawford bebió y bebió, hasta que no hubo nada más que Owen
pudiera darle.
Con un pop húmedo, se separaron. Crawford se deslizó por debajo
de él.
Owen no escuchó que el humbler se aflojara, pero sintió un alivio
inmediato cuando sus pelotas se colocaron entre sus piernas. Aún así,
mantuvo su posición. Sus extremidades temblaron y su cuerpo le gritó que
se hundiera en la cama, pero se mantuvo firme.
Necesitaba respetar la palabra de Crawford. Necesitaba
complacerlo.
Él lo amaba.
- Eres libre, mascota. – Crawford concedió mientras colocaba el
humbler en la mesita de noche. – Relájate.
Owen se dejó caer en la cama. Él estaba frio. La habitación no era
diferente a la anterior, pero se sentía como si Crawford hubiera abierto las
ventanas en pleno invierno. Owen no tenía la fuerza para tirar de las
sábanas. Ni siquiera podía mantener los ojos abiertos.
- Lo hiciste muy bien. – Crawford se hundió en la cama junto a él,
envolviendo a Owen en una bata que tenía el olor de Crawford antes de
que él cubriera sus cuerpos con las mantas. Tiró de Owen y Owen
encontró la fuerza para presionarse contra el pecho de Crawford. Todo lo
que quería era estar cerca. Ahora que la tortura había terminado, él
estaba vacío. Crawford perdió algo de esa pérdida. – ¿Qué estás
sintiendo?
OBEDECER
153

- Frío. – Owen susurró. Apenas podía hablar. – Débil. Maravilloso.


- Buen chico. – Crawford besó su frente y le acarició el cabello. –
Nunca es fácil bajar después de algo así. El chocolate te ayudará. ¿Quieres
algo?
- No. – Owen no podía soportar la idea de estar solo en la cama sin
Crawford allí para sostenerlo. – Todo lo que quiero es estar aquí contigo.
Todo lo que quiero es hacerte feliz.
- Me has hecho muy feliz. – Crawford prometió. Su erección
presionó contra el muslo de Owen, sin ser atendida, y Owen deseó tener
la fuerza para enfrentarlo. – Has hecho un gran trabajo.
Todo lo que Owen pudo hacer fue aferrarse a él y deleitarse con la
forma en que el elogio de Crawford lo hizo sentir.
- Te amo, Crawford. – Owen susurró. Nunca había significado más.
- Y yo te amo, Owen. – Crawford susurró.
No mascota.
Owen.
Owen estaría encantado de sufrir la agonía del humbler mil veces
más solo para volver a escuchar esas palabras.
DIECINUEVE
CRAWFORD

Owen todavía no había entrado en celo.


Seis meses se convirtieron en siete, y para ese momento, Crawford
estaba empezando a ponerse nervioso. Los machos omega eran fértiles
dos veces al año, y Owen estaba muy atrasado. Si no hubiera sido por el
hecho de que usaban condones cada vez que tenían sexo, Crawford habría
estado seguro de que ya estaba embarazado, pero siempre tenían
cuidado.
La falta de preocupación de Owen por su falta de celo era inusual.
- ¿Mascota? – Crawford preguntó un sábado por la mañana
mientras se acurrucaban en el sofá.
- ¿Mm? – Owen levantó la cabeza, brillando por el orgasmo que
Crawford había trabajado fuera de él quince minutos antes.
- Estoy preocupado. Me gustaría llevarte a ver al médico.
El resplandor se desvaneció. Owen juntó los labios y se apartó del
pecho de Crawford. Era como si se hubiera levantado un muro entre ellos,
como si hubieran vuelto a los primeros días de su relación cuando Owen
había insistido en que no se divertía con los alfas. – ¿Para qué?
No era como si Crawford tuviera miedo de decir lo que pensaba. Los
negocios que orquestaba y las inversiones que hacía requerían una
comunicación directa y audacia, pero Owen no era un negocio. Owen era
su mascota y su amante, y Crawford estaba empezando a pensar que
pronto podría ser incluso más. Habían pasado seis meses y Crawford
todavía estaba enamorado. Su madre no había pasado la mitad del tiempo
OBEDECER
155

cortejando y seduciendo a su padre, y Crawford pensó que ya era hora de


llevar su relación con Owen al siguiente nivel.
Owen era maravilloso. Crawford no quería a nadie más. Si Owen
estaba enfermo, Crawford estaba decidido a cuidarlo.
- Han pasado seis meses, mascota. – Crawford dijo. Besó a Owen
para aliviar cualquier posible pánico. – Siete, realmente, si cuentas el día
que nos encontramos en las escaleras. Estás retrasado.
- Oh. – Owen frunció el ceño y miró hacia otro lado con desdén. – Yo
no me preocuparía por eso.
- ¿Usas supresores? – Crawford preguntó. Había medicamentos que
disminuían la intensidad del celo de un omega, pero incluso los más
efectivos no eliminaban completamente el olor de la fertilidad
elevada. Por otra parte, Owen siempre olía dulce, como si su celo
estuviera a la vuelta de la esquina. El olor era tan débil que fue fácilmente
enmascarado por su colonia, pero Crawford lo probó en sus labios e
incluso en el semen de Owen.
- No. – Owen no lo miraba. – Escucha, es… ¿podemos dejarlo por
favor?
- No. – Crawford no iba a dejarlo pasar. La fertilidad de Owen era
una preocupación compartida. Si Crawford se despertaba una mañana
para encontrar a Owen fuera de sí con el celo, la habitación saturada de
sus feromonas, no había ninguna garantía de que Crawford tuviera las
facultades mentales para ponerse un condón, y mucho menos dejar la
habitación. No estaba preparado para ser padre. – Necesito saber. Si es
una cuestión de dinero, puedes dejar de preocuparte. Pagaré por
PIPER SCOTT
156

cualquier gasto médico. Cubriré el costo de cualquier medicamento. Todo


lo que quiero es asegurarme de que estés saludable.
- Es demasiado tarde para eso, Crawford. – Owen murmuró. Se
negó a encontrarse con la mirada de Crawford. – Es mi cuerpo. Lo que
hago con eso es mi negocio.
- Puede ser tu cuerpo, pero eso no significa que no sea un problema
que nos afecte a los dos. – Crawford no iba a dejarlo. Owen nunca fue tan
irritable. – Quiero que te revisen.
- Y dije que no. – Owen se apartó de él. Se deslizó por el sofá,
frunciendo el ceño. – Sé que te preocupas por mí y que la fertilidad es algo
importante, y que el celo no es algo con lo que deberíamos meternos,
pero no estoy interesado en tener esta conversación en este momento.
¿Puedes por favor dejarlo pasar?
¿Cómo podía hacerlo?
Durante seis meses habían compartido sus fines de semana,
obteniendo el mayor placer de cada segundo de tiempo que tenían juntos.
Había juego, pero también había emociones. Conexión.
Crawford estaba enamorado.
Comenzó el segundo en que Owen lo había encantado en la cena, y
ahora se convirtió en algo de otro mundo que Crawford no podía esperar
controlar. No había manera de que pudiera dejar sufrir a Owen.
Cualquiera que fuera el problema, Crawford lo resolvería. No era solo su
deber como maestro de Owen, sino su deber como su novio.
- Mascota, sé que estás molesto, pero esto es algo que es muy
importante. Si tienes miedo de los médicos, podemos buscar alternativas.
OBEDECER
157

Tengo amigos. Ni siquiera lo sabrás. Si la idea de visitar un hospital es lo


que te molesta…
- Crawford. – La voz de Owen era aguda de una manera que
Crawford nunca había escuchado antes. – Déjalo caer.
- ¿Cómo quieres que lo deje caer cuando es algo de lo que ambos
debemos preocuparnos? – Crawford se negó a estar enojado, pero no
evitó que la irritación se deslizara por su cuello como una araña por su
hilo. Crawford ansiaba abofetearlo. – Los omegas les hablan a sus alfas
sobre el celo. Cualquier alfa responsable querrá escuchar.
- Y cualquier alfa responsable escuchará a su omega cuando su
omega dice que no es asunto suyo. – Owen se levantó del sofá y se dirigió
hacia la ventana. Su espalda estaba tensa y sus omóplatos apretados,
estaba molesto. Crawford se levantó para consolarlo, pero Owen giró
sobre sus talones y señaló con un dedo acusador en su dirección. –
¿Cuándo te has preocupado antes?
- ¿De dónde viene esto? – Crawford preguntó. Permaneció donde
estaba, sin querer empujar a Owen más allá de sus límites. – ¿Cuándo te
he tratado mal? Todo lo que quiero hacer es hablar.
La duda brilló en los ojos de Owen, y él miró a un lado por un
minuto antes de negar con la cabeza y encontrarse con la mirada de
Crawford de nuevo. Incluso enojado, era precioso. En los últimos meses
había crecido su cabello rubio. Crawford todavía se deleitaba con lo suave
que se veía. El color claro resaltaba el azul oscuro de los ojos de Owen y el
estilo enmarcaba bien su rostro.
Pero había más que eso.
PIPER SCOTT
158

Crawford conocía los contornos y las crestas del cuerpo de Owen.


Recordaba las pecas y las marcas de nacimiento, las motas de color en los
ojos de Owen y la forma en que se veía cuando sonreía o fruncía el
ceño. La emoción en su risa. La forma en que se mantenía.
Owen era hermoso por lo que era, no solo por su aspecto. Eran
todos los pequeños detalles dentro y fuera que se unían y lo hacían quien
era.
Cuando estaba enojado de esta manera, Crawford todavía veía esa
belleza. Incluso cuando hablaba palabras llenas de veneno y odio,
Crawford no podía apartar la mirada.
- No voy a ir a un médico. Preferiría dejarte antes que ir.
- Entonces supongo que tienes una opción, ¿cierto? – Crawford
apretó la mandíbula. No quería presionar a Owen, pero Owen estaba
ocultando información y era irrazonable. No había ninguna razón para que
no viera a un médico.
- Supongo que sí. – Los ojos de Owen eran como brasas ardientes,
su tono implacable.
La mascota perfecta que Crawford había elogiado y apreciado se
estaba volviendo hacia él, y Crawford no tenía ni idea de cómo arreglarlo.
Sin otra palabra, Owen salió de la habitación. La puerta del
dormitorio se cerró de golpe, y Crawford lo escuchó estrellarse al otro
lado. Preparándose para una confrontación, Crawford lo siguió. Algo
andaba mal. Owen estaba sufriendo y no sabía por qué.
Necesitaba descubrirlo.
- Estoy abriendo la puerta. – Crawford dijo. Se quedó con la mano
sobre el pomo de la puerta, esperando una respuesta.
OBEDECER
159

Ninguna llegó.
Crawford giró la manija y abrió la puerta. – ¿Owen?
Owen no se volvió hacia él. Tiró de un par de pantalones vaqueros
sobre sus caderas, con los del pijama a un lado.
- Sinceramente no entiendo por qué estás tan enojado. Sé que todo
lo que dije te hizo daño, pero no sé por qué, y quiero hablar de ello.
- Todo lo que vas a querer hacer es llevarme a un médico. – Owen
murmuró. Sacudió la cabeza. – No puedo, Crawford. No puedo.
- ¿Por qué? – Crawford se acercó a la cama, pero mantuvo su
distancia de Owen. – ¿Podrías por favor hablarme a través de esto? Si
duele, podemos sentarnos. Incluso podemos tener una conversación
escrita, si te sientes más cómodo con el texto que con el habla. Todo lo
que quiero es saber qué te molesta y qué puedo hacer para ayudar.
- Puedes comenzar nunca llevándome a ver a un médico. – Owen
murmuró. La ira comenzó a desvanecerse de su lenguaje corporal, y
Crawford estaba eternamente agradecido de verlo funcionar. – No iré. No
lo hare. Preferiría dejarte antes que ir a ver uno.
- Está bien. – Crawford se sentó en la cama. Hablar con Owen de su
temperamento repentino resultó ser más fácil de lo que creía, pero la
angustia en la voz de Owen lo sacudió. Todo lo que quería hacer era tomar
a Owen en sus brazos y mantenerlo a salvo. Si Crawford solo pudiera
mantener a su omega cerca, podría asegurarse de que lo que lo había
lastimado tanto nunca lo haría de nuevo. – Eso es un buen comienzo. Un
muy buen comienzo. ¿Por qué no hablamos de eso?
Owen soltó una risa seca y sacudió la cabeza. – ¿Estás jugando al
consejero en este momento? Sabes que no va a funcionar conmigo. Pasé
PIPER SCOTT
160

seis años de mi vida estudiando para poder aconsejar a otros, y otros dos
como pasante no remunerado acumulando créditos y experiencia en la
universidad. Hablar de mis sentimientos no va a funcionar.
- ¿Por qué no?
- Porque… – Owen se pasó las manos por el pelo. Estaba en el perfil
de la posición de Crawford, y Crawford vio que cerraba los párpados. Poco
a poco, perdió fuerza. – Porque los sentimientos no siempre lo cortan. Si
hubieras ido a la escuela y lo hubieras estudiado como yo, lo sabrías. Si
tuvieras experiencia de campo, lo sabrías. Cuando atraviesas un trauma,
los sentimientos no son suficientes. Hay algunas cosas con las que solo
puedes hacer frente y rezar para que te dejen en paz.
- Entonces, ¿qué podemos hacer? – Crawford preguntó. – Quiero
estar ahí para ti, pero en este momento no sé cómo. Enséñame.
Los hombros de Owen se desplomaron. Se hundió en la cama y le
lanzó a Crawford una mirada triste. – Estoy hablando en serio cuando digo
que todo lo que necesitas hacer es nunca llevarme a un médico.
- ¿Qué pasa si te enfermas?
- No importa. – Owen miró las sábanas. Arrancó un hilo suelto. – No
lo haré.
- No puedes decir eso. – La ira se había ido. Crawford lo tomó como
su señal para reducir algo de la distancia entre ellos. Se deslizó por el
borde de la cama para acercarse a Owen de modo que sus manos
estuvieran una al lado de la otra, pero sin tocarse. – Enfermarse no es algo
que puedas controlar, pero obtener lo que te impide recibir atención
médica lo es.
OBEDECER
161

- No es… – Owen se pasó los dientes por el labio. – No quiero que te


enojes. No estaba… no fue mi culpa.
Lo que fuera que molestaba a Owen se estaba acercando a la
superficie. Si Crawford podía convencerlo un poco más, estaba seguro de
que Owen lo diría.
- Sé que la relación que tenemos es diferente a la mayoría de las
personas, y que te sientes obligado a complacerme, pero nunca te juzgaré.
Lo que sea que hiciste o lo que no hiciste, lo que haya pasado, no
cambiará nada. – Crawford dijo.
Había lágrimas en las esquinas de los ojos de Owen, y Crawford tuvo
que contenerse para no secarlas.
- Cuando tenía dieciséis años, – Owen murmuró. – Me enviaron a la
escuela demasiado pronto después de mi primer celo, y uno de los chicos
alfa de mi clase me llevó al armario de un conserje y me anudó.
La sangre de Crawford se enfrió. La idea de otro alfa tocando a
Owen, reclamándolo, anudándolo, despertó a la bestia protectora y
posesiva en el alma de Crawford. Puede haber ocurrido hace más de diez
años, pero no importaba. Si encontraba al hombre que lo hizo…
- Yo lo quería. – Owen admitió. – Yo estaba sumido en el celo y él
estaba… él estaba caliente. Cuando terminó, me llevó de vuelta a su
automóvil y lo hicimos de nuevo en su asiento trasero, luego me llevó a
casa y nos acostamos juntos. Pensé que era así como funcionaba. Yo era
feliz. Pero cuando sus padres nos encontraron anudados, ellos no lo
estaban. Su habitación apestaba a mí. Mis feromonas estaban en todas
partes.
PIPER SCOTT
162

- Entonces, ¿por qué tienes miedo de los médicos? – Crawford


preguntó. – No entiendo.
- Mi celo casi había terminado, pero no del todo, y concebimos. –
Owen se pasó los dedos por las rodillas, empujando la mezclilla. – Estaba
embarazado de él, y él me abandonó tan pronto como se enteró. Su
familia se mudó fuera del estado para sacarme de su vida, y yo… no sabía
qué hacer.
Un bebé. Crawford se enderezó un poco y envolvió su brazo
alrededor del hombro de Owen, tirando de él. No sabía que Owen era un
padre. El instinto protector, una vez destructivo, se suavizó. Los
pensamientos de un Owen en miniatura, de ojos azules brillantes, una
sonrisa maliciosa con la juventud, convirtieron la agresión de Crawford en
un instinto paterno.
Crawford no creía que estuviera listo para tener un hijo, pero al
escuchar que Owen era un padre cambió de opinión. Si podía cuidar a
Owen como lo había estado haciendo, también podría cuidar de un bebé.
Un niño, supuso. Casi un adolescente.
Dios.
Crawford besó la sien a Owen, lleno de alegría, pero Owen no había
terminado todavía.
- Yo era joven, tonto y roto. Así que yo… – Owen titubeó. – Encontré
este lugar que gratis me haría… deshacerme de él. Ni siquiera era un
hospital o una clínica, era un laboratorio privado, y el médico… hizo algo, y
nunca volvió a ser lo mismo. Mi celo no funciona como debería desde que
él me tocó, y ya no confío en ninguno de ellos. Él me hizo algo. Estoy roto.
OBEDECER
163

Los detalles se erosionaron, pero Crawford juntó el significado de


Owen. La imagen en su cabeza de un preadolescente Owen se rompió.
- Así que no iré a ver a un médico. – Owen dijo. – Tomo los
anticonceptivos de venta libre, y si puedo predecir cuándo estoy cerca de
entrar en celo me encierro, pero no tengo idea de cuándo comienza, y es
peligroso llevar ese tipo de medicamentos demasiado lejos. Lo que sea
que el doctor me hizo en su laboratorio, él… cambió lo que estaba dentro
de mí. Mi celo llega en una sucesión rápida de meses, luego se seca
durante un tiempo anormalmente largo, luego vuelve, y no puedo
controlarlo. Todo lo que quiero es que termine. Es lamentable tener que
sufrir cuatro, cinco, seis tandas en un año, incapaz de reprimirlos. Todo lo
que quiero es ser normal.
- Lo sé. – La voz de Crawford bajó y besó la sien de Owen de
nuevo. No era extrañó por qué él había actuado así. – Gracias por
decírmelo. Quiero trabajar para hacerlo mejor.
- No hay nada que puedas hacer para mejorarlo. – Owen susurró,
derrotado. – No hay manera de recuperar las elecciones que hice,
Crawford. Lo sabes. No puedes azotar esto lejos. Elegí interrumpir el
embarazo y ahora estoy roto. Este es mi castigo por hacer una mala
elección.
- No estás roto. – El cuerpo de Owen estaba receptivo, por lo que
Crawford lo empujó en su regazo. Owen resopló y parpadeó para contener
sus lágrimas no derramadas. – Eras joven e hiciste lo que tenías que hacer
con los recursos disponibles. Nadie puede culparte. No hiciste una mala
elección. Todavía eras un niño.
PIPER SCOTT
164

- Tenía edad suficiente para quedar embarazado y lo hice. – Owen


murmuró. – Ni siquiera sé si puedo concebir más, o si todos estos celos
son inútiles. – Todas las cosas que me inyectó, diciéndome que iba a estar
bien, y que era solo una parte del proceso… Yo… no sé qué fueron, ni qué
me hicieron.
- Y lo descubriremos juntos, si confías en mí. – Crawford prometió.
La suavidad de su instinto paternal se mantuvo. La réplica del pre-
adolecente Owen él que estaba dispuesto a llevar bajo su ala no existía,
pero el asustado adolescente que solía ser Owen era real. Crawford le
daría el cierre, incluso si era una década demasiado tarde. – Es posible que
no podamos hacerlo bien, pero puedo conseguir tus respuestas. ¿Me
dejarás hacer eso por ti, mascota?
Owen cerró los ojos y se frotó contra la mejilla de Crawford. En los
momentos en que el mundo estuviera más oscuro, Crawford esperaba que
su vínculo le diera luz a Owen. Crawford juró cuidar de él. Nunca
decepcionaría a Owen.
- Sí. – Owen susurró. Su cuerpo se hundió contra Crawford, y
Crawford lo mantuvo cerca y lo protegió de todo lo que era y todo lo que
sería. Te dejaré, pero tienes que ser paciente. Tienes que ser comprensivo.
Me enferma pensar en eso, como si tuviera que correr.
- Lo sé. – Crawford le acarició la espalda. – Tienes derecho a sentirte
así después de todo lo que sucedió. Iremos despacio. Pero te quiero
saludable, mascota. Quiero asegurarme de que nada está mal, y si algo lo
está, tomaremos medidas para solucionarlo antes de que sea demasiado
tarde o antes de que sufras más dolor.
OBEDECER
165

- Te amo, Crawford. – Owen susurró. Sus brazos se apretaron


alrededor del cuello de Crawford.
- Yo también te amo. – Crawford susurró. – Voy a hacer esto bien,
Owen. Lo juro.
Para Crawford, no había otra opción. Protegería a Owen hasta el
final. Lo juró.
VEINTE
OWEN

Crawford nunca presionó demasiado. Una semana presentó a Owen


a un amigo en la cena. Durante el postre, casualmente surgió en una
conversación que el hombre, un beta, era un experto en la salud
reproductiva de omegas masculinos. Owen estuvo en silencio, pero no
corrió.
Fue un comienzo.
El séptimo mes se convirtió en el octavo. Owen nunca estuvo todo
un año sin celo, pero se encontró esperando que su cuerpo finalmente lo
hubiera bloqueado y eliminado su fertilidad para siempre. Siempre sería
un omega, pero no se preocuparía por cuándo llegaría su próximo celo,
eso sería un alivio.
Al final del octavo mes de Owen sin celo, mientras seguía volando
alto en la escena de ser un sumiso y ansioso por complacer a Crawford
como pudiera, Crawford probó los límites de Owen al llevarlo a la sala de
espera de un hospital con el pretexto de preguntar por un paciente que no
existía. Owen con las pupilas dilatadas de placer, un tapón vibrante
empujado en su culo y un anillo de pene que lo mantenía duro, apenas
sintió el pánico. En el camino de regreso al condominio de Crawford, en la
intimidad del auto de Crawford, Owen montó el pene de Crawford hasta
que ambos se corrieron.
Después de eso, el hospital dio un poco menos de miedo.
OBEDECER
167

Para el noveno mes, Owen estaba enviando mensajes de texto al


amigo médico de Crawford regularmente. Brad Niegels era encantador y
amable.
Para el mes diez, Owen estaba en la mesa de examen de Brad con
una bata azul de hospital mientras Crawford le sostenía la mano.
- Lo que vamos a hacer es realizar algunos análisis de sangre. – Brad
explicó. Se había quitado sus ropas médicas blancas en favor de un
atuendo casual. Ayudó a Owen a olvidar lo que estaba pasando. –
Crawford dice que eres adverso a las agujas, pero prometo que no vamos
a poner nada. Todo lo que estamos haciendo es tomar un poco de tu
sangre para analizar.
- Bien. – El temor se hinchó en el pecho de Owen, pero no dejó que
tomara lo mejor de él. – Bueno.
- Después de extraer sangre, haré un examen físico y luego
usaremos un ultrasonido para ver tu interior. Podría enviarte por
radiografías después de eso.
En lo alto había una luz blanca brillante. Owen la miró fijamente. Él
no quería hacer ninguna de esas cosas, pero eran importantes para su
salud.
- ¿Puede Crawford quedarse conmigo? – Owen preguntó. No quería
estar solo.
- Absolutamente. La única vez que a Crawford no se le permite
permanecer es en la cámara de rayos X, pero la única persona en esa
habitación serías tú. Los técnicos de laboratorio se quedan en una
habitación diferente para evitar la radiación.
Owen asintió con la cabeza.
PIPER SCOTT
168

La mano de Crawford se apretó alrededor de la suya. – Estás


haciendo un buen trabajo, mascota. Estoy orgulloso de ti.
- Entonces, ¿estás listo? – Brad preguntó.
- Creo que sí. – Owen no miró a Brad. Brad era amable, y Owen
había llegado a confiar en él, pero la incomodidad de estar en una mesa
de examen como lo había hecho cuando tenía dieciséis años no le sentaba
bien. Todo lo que Owen quería era que se terminara.
Brad limpió el brazo del brazo de Owen con algo que hizo que la piel
de Owen se enfriara, luego Owen sintió el pinchazo cuando una aguja se
deslizó debajo de su piel. Apretó la mandíbula y volvió la cabeza.
- Buen chico. – Crawford susurró. Le acarició el pelo a Owen. – Ya
casi termina.
Casi duró cerca de un minuto. Por fin, Brad presionó contra el hueco
del brazo de Owen y sacó la aguja. Cuando Owen giró la cabeza para
mirar, vio ocho viales de sangre alineados en el carro donde descansaba el
equipo médico de Brad.
Brad se apresuró a explicar. – Quiero realizar una serie de diferentes
pruebas, por lo que la sangre se enviará a diferentes laboratorios. Cuanto
más tengamos, mejor podremos entender lo que está sucediendo contigo
hormonalmente.
- ¿Cuánto tiempo va a tomar? – Owen preguntó. No quería estar en
la oficina de Brad por más tiempo del necesario.
- Unas pocas semanas. Trataré de apresurarme, pero realmente no
está en mis manos.
OBEDECER
169

- ¿Hay laboratorios privados que puedas contratar? – Crawford


preguntó. – Sabes que el dinero no es un problema. Si podemos obtener
los resultados antes, pagaré generosamente por ello.
Owen miró a Crawford. Había llegado a reconocer la escena de la
sumisión y las cosas que le hacían, y ahora mismo era tan flexible e
ilimitado como lo estaba mientras lo empujaban a sus límites. Era un tipo
de sensación diferente, un poco más soso y un poco más de pánico que la
adrenalina que recibía de un castigo duradero, pero era similar, y con
Crawford allí para guiarlo, Owen sabía que estaría bien.
- Dame un segundo para obtener algunos recursos. – Brad dijo. – Es
raro que consigamos a alguien que pague de su bolsillo estos días.
Mientras Brad investigaba en la terminal de la computadora al otro
lado de la habitación, Owen se relajó. Tan asustado como estaba,
Crawford estaba allí para él. Incluso si algo salía mal, Crawford lo
protegería.
Crawford no era el alfa de su infancia. Crawford nunca lo
abandonaría cuando Owen lo necesitaba más.
Si conseguían embarazarse, Crawford sería el mejor padre del
mundo.
El pensamiento destilaba en la mente de Owen, y Owen volvió la
cabeza para mirar a Crawford. Rasgos oscuros, rostro atractivo, buena
postura y crianza excepcional. Si tuvieran un bebé, sería hermoso. Las
mejillas de Owen ardieron ante el pensamiento. Después de todo lo que
había pasado, se había dicho a sí mismo que nunca volvería a
embarazarse, pero Crawford lo estaba tentando.
PIPER SCOTT
170

¿Haría feliz a Crawford si tuvieran un bebé? Owen no sabía por qué


otra cosa Crawford estaría tan preocupado por su salud reproductiva.
Tal vez el próximo año concebirían.
- Puedo reservar un laboratorio privado para hacer el trabajo y
obtener los resultados en tres días. – Brad dijo. – Un pedido urgente es
caro, pero…
- No importa lo que cueste. Envíalo allí.
- Lo tienes. – Brad escribió algo y luego volvió a la mesa de examen.
– Voy a pasarle esto a la enfermera, luego vamos a poner en marcha el
resto del examen, ¿de acuerdo?
- Está bien. – Owen asintió. – Estoy listo.
Brad se hizo cargo de las muestras, luego trajo una máquina con una
pantalla. Puso una manta sobre el regazo de Owen, luego levantó la parte
inferior de la bata de Owen para exponer su vientre. El gel frío se encontró
con la piel de Owen, y Brad lo masajeó con un aparato redondeado.
Empujó hacia abajo con firmeza, y Owen hizo una mueca cuando se ajustó
a la repentina presión.
Él era sensible allí.
- Está bien, así que tenemos… – Brad se calló. La sonda empujó unos
pocos lugares diferentes.
- ¿Qué? – Crawford preguntó. Owen quería saber lo mismo. Las
imágenes en la pantalla eran grises y grumosas. No significaban nada para
él.
- Bien. Tenemos el útero, luciendo como debe. – Brad dijo. – Parece
que hay una pequeña cantidad de tejido cicatricial atrás, lo cual esperaba
según el historial médico que recibí. No es suficiente para causar algún
OBEDECER
171

problema o poner en peligro un futuro embarazo. Pero lo que estoy


viendo es… extraño.
- Explica. – Crawford ordenó. Las bajas y retumbantes notas de
influencia alfa llevadas en su voz. Crawford lo estaba cuidando. Era
fantástico.
- Bueno, estos aquí, – Brad señaló en la pantalla, moviendo la sonda
de lado a lado para mostrar las áreas de las que estaba hablando. – Son
los ovarios. Ahí es donde se almacenan los óvulos de Owen. El celo se
produce cuando uno de los óvulos alcanza la madurez y se separa del
ovario, deslizándose hacia abajo en el útero para la fertilización. La
mayoría de las veces, los ovarios son pequeños. Los de Owen no lo son.
- ¿Y qué significa eso? – Crawford insistió.
- No estoy seguro. Podría suponer un desequilibrio en las hormonas
reproductivas que debe abordarse, pero con un desequilibrio que causaría
un crecimiento como este, también habría otros aspectos femeninos.
Owen no tiene pechos, y ciertamente tiene una apariencia mucho más
masculina que la mayoría de los omegas que entran por estas puertas.
Tendremos que esperar a que los análisis de sangre revelen algo más.
Serían los tres días más largos de la vida de Owen.
Los análisis de sangre llegaron. Brad los llevó a su oficina.
- Será mejor que te sientes. – Él dijo.
Owen nunca había querido correr más en toda su vida.
VEINTIUNO
CRAWFORD

- El laboratorio realizó las pruebas que pedí. – Brad explicó. Se


sentó frente a ellos, con las manos juntas sobre una carpeta de papel. – La
mayoría de las cosas que examiné volvieron a ser normales.
- Entonces, ¿cuál es el problema? – Crawford preguntó. Owen se
encogió a su lado, intimidado. Después de pasar casi un año cuidando a su
sumiso, Crawford leía la postura de Owen como si Owen fuera una
extensión del propio cuerpo de Crawford. Owen no quería estar aquí, y
Crawford necesitaba ser fuerte para él. – ¿Es el tejido cicatricial?
- Aparte de esa pequeña cicatriz, los órganos reproductores de
Owen gozan de una salud excepcional. – Brad dijo sacudiendo la cabeza. –
Él será capaz de gestar niños y concebir sin ningún problema.
- Entonces, ¿qué le está haciendo esto? – Crawford exigió. Brad
tenía que tener respuestas.
- Bueno… el laboratorio probó todas las cosas que pedí, pero
durante la prueba, siguieron encontrando algo inusual. – Brad descruzó
los dedos y abrió la carpeta. – Te ahorraré la larga
explicación. Básicamente, hay una hormona sexual adicional en el torrente
sanguíneo de Owen que ninguno de nosotros ha visto antes. Tres días no
son suficientes para realizar pruebas exhaustivas en él, pero la evidencia
preliminar muestra que acelera enormemente la maduración del óvulo, lo
que significa que Owen no solo entra en celo más rápidamente, sino que
también es hiperfértil cuando está en celo.
Hiperfértil. Crawford apretó los labios. – ¿Te refieres a múltiples?
OBEDECER
173

- Esa es la hipótesis. – Brad dijo. – Sin estudios, será difícil de


verificar. Podría ser de uno a tres óvulos maduros por celo, o podría ser
más. No puedo explicar la presencia continua de esta nueva hormona
sexual, o por qué el celo de Owen se ha desvanecido durante casi un año,
pero estoy dispuesto a apostar a que se está produciendo por una
mutación en los ovarios, por lo tanto, su tamaño ampliado. Si un
experimento médico mal orientado produjo estos resultados, opino que
sus ciclos son tan irregulares porque el procedimiento fue defectuoso o
poco desarrollado. No me sorprendería si el hombre que hizo esto usó a
Owen como conejillo de indias. El comercio de omegas en el mercado
negro sigue siendo popular incluso aquí en Aurora, y hay hombres
dispuestos a gastar fortunas para tener acceso a omegas en celo. Cuanto
más a menudo entran en calor, más dinero hay que hacer.
Cuanto más habló Brad, más de la ira Crawford se acumuló. Owen,
pequeño y asustado a su lado, se encogió aún más. Pensar que alguien
había atraído a Owen y lo había convertido en un experimento médico
solo para dejarlo sufrir hacía que Crawford quisiera arrancar a la persona
responsable de una extremidad a otra.
Pensar que Owen podría haber sido esclavizado y forzado a
prostituirse hizo que la ira estallara.
- ¿Hay otros casos como este con los que has lidiado? – Crawford
preguntó, haciendo todo lo posible por mantener sus emociones ocultas
por el bien de Owen. – ¿Atrapaste al hombre responsable?
- No he visto ningún otro caso como este, no. – Brad hizo una pausa.
Deslizó uno de los papeles de la carpeta hasta Crawford. En ella había una
foto de un hombre delgado con una cara demacrada y ojos cansados. – El
PIPER SCOTT
174

año pasado, poco después de la redada policiaca en el burdel The White


Lotus, uno de mis colegas fue arrestado por su participación en el anillo.
Crawford levantó la foto, pero su mano se detuvo cuando Owen
jadeó. Bajó la foto y se volvió hacia Owen para encontrar a Owen
presionado contra el respaldo de su silla.
- Es él. – Owen pronunció, el terror vivo en su voz. – Ese es el.
- Entonces te alegrará saber que ya está tras las rejas. – Brad dijo. –
Desearía tener mejores noticias para ti. Planeamos continuar realizando
pruebas con la hormona. Probablemente hay otras víctimas, todas ellas
sufriendo de manera similar. Cuanto más sabremos, más podemos ayudar.
- Pero puedes ayudar, ¿verdad? – Crawford preguntó. – Puedes
desarrollar algo para suprimir la hormona, o… o deshacerte de ella. ¿Algo
para ayudar a Owen a llevar una vida normal?
Brad frunció el ceño. – Sé que piensas muy bien de mí, pero no soy
un científico farmacéutico, Crawford. Estamos haciendo lo mejor que
podemos, y me aseguraré de que se plantee el problema, pero Owen es
un caso entre miles de millones de personas en el mundo. Prioridades…
No. Crawford no permitiría que esto sucediera. Se levantó de
repente de su silla, con los puños apretados. – No me importan las
prioridades. ¡No lo voy a dejar sufrir!
- La forma más rápida de eliminar su sufrimiento sería que le
extirparan los órganos reproductivos. – Brad dijo. – Sin óvulo para
madurar, incluso si la hormona todavía estaba presente, nada sucedería.
Eliminar los órganos reproductivos de Owen significaría que nunca
volvería a entrar en celo. Él nunca concebiría. Crawford apretó la
OBEDECER
175

mandíbula y miró a Owen en busca de orientación, pero Owen se quedó


en silencio en su silla, mirando hacia abajo.
- Necesitamos tiempo para pensar. – Crawford dijo. Hizo todo lo
posible por calmarse. – Gracias por tu tiempo hoy, Brad. Realmente lo
apreciamos.
- Estaremos en contacto. – Brad prometió. – No seas tímido en
llamar.
- Gracias, Brad. – Owen murmuró mientras se levantaba. Crawford
vio la debilidad en las piernas de Owen, envolvió un brazo alrededor de
Owen y lo atrajo hacia sí para apoyarlo y consolarlo. Había sido un infierno
de un día, y no iba a dejar que Owen se sintiera abandonado o no
deseado. Ahora no. – Te veremos pronto.
- Cuídate. – Brad dijo.
No dijeron nada en el viaje en coche a casa. Todo lo que Crawford
podía hacer era mantener a Owen cerca de su pecho, una promesa
silenciosa de que él estaba allí y que siempre lo estaría.
Estaban juntos en esto sin importar nada.
VEINTIDÓS
OWEN

Owen se reportó enfermo en el trabajo al día siguiente y se quedó


la noche en el hogar de Crawford. Se acurrucó bajo las sábanas de la cama
de Crawford y respiró el olor reconfortante de sus aromas mezclados: el
olor amaderado y dominante del alfa de Crawford contra el dulce y suave
del omega de Owen.
Crawford nunca dejó el lado de Owen por mucho tiempo.
Comieron sopa juntos en la cama esa noche, a pesar de que Owen
no tenía mucho apetito. Crawford encendió la televisión, una rareza
cuando estaban acostados juntos, y Owen vio una película en Netflix.
Cuando se quedó dormido, soñó con sus ovarios, hinchados tan grandes
por el óvulo que brotaba dentro de él.
Se despertó gritando, y Crawford estaba allí para besar el dolor.
- Los quiero fuera. – Owen sollozó en el pecho de Crawford. –
Quiero que se vayan.
- Lo sé. – Crawford dijo. Le acarició la espalda a Owen y lo abrazó. Le
rompió el corazón a Owen por lo triste que sonaba. – Los sacaremos. Lo
haremos parar.
Programaron la cirugía cuatro meses después de esa mañana, pero
Owen encontró poca alegría al pensar en ello.
Ellos iban a vaciarlo.
Los meses pasaron. En su primer aniversario, Owen se mudó al
condominio de Crawford. Su celo aún no había llegado.
OBEDECER
177

Ocasionalmente, Brad pasaba a saludar. No era un cirujano, pero


estaba trabajando estrechamente con el hombre que operaría a Owen.
Brad, astuto y vibrante, le aseguró a Owen que el Dr. Williams era un
cirujano sobresaliente y que no había nada que temer, pero Owen no
podía sacudir el miedo que tenía todo apretado en su pecho.
Nunca tendría hijos. Nunca podría compartir algo tan especial con
alguien que amara.
Nunca le daría un hijo a Crawford.
Tres semanas antes de la cirugía, Owen se despertó en medio de la
noche empapado en sudor. Se abanicó la cara e hizo un movimiento para
retirar las sabanas de su cuerpo, pero al hacerlo, su olor se elevó en una
columna concentrada de calor dulce y pegajoso.
Estaba aquí.
- ¿Crawford? – Owen gritó en la oscuridad de la habitación.
Crawford dormía al otro lado de la cama, pero Owen no podía confiar en sí
mismo para volverse, para no perturbar el olor atrapado bajo las mantas e
inundar la habitación con sus feromonas. Crawford todavía podría
conseguir salir mientras Owen mantuviera su olor contenido. – Crawford,
despierta. Necesito que despiertes.
Los muslos de Owen estaban mojados con su fluido, y también la
apretada sábana. Su calor había golpeado repentina y brutalmente, y
sabía que estaba a horas de perder la mente por completo. No tenía
mucho tiempo antes de que necesitara un nudo dentro de él, y no quería
que Crawford estuviera allí para eso, especialmente desde que había
dejado de tomar sus anticonceptivos en preparación para su cirugía. Si
Crawford no salía pronto, sería demasiado tarde.
PIPER SCOTT
178

Crawford no dijo nada cuando se despertó, pero Owen sintió que la


cama se movía. Para horror de Owen, Crawford se acercó.
- No. No, tienes que irte. – Owen dijo. – Estoy en celo. No pasará
mucho tiempo antes de que esté en todas partes, y…
- ¿Quieres tener un bebé? – La voz de Crawford no estaba cargada
con lujuria o gruñó con intenciones salvajes. Sonaba como si todavía
estuviera en su sano juicio.
Owen no tenía ni idea de qué decir.
- Podemos reprogramar tu cirugía. – Crawford dijo. – Podemos
eliminar lo que sea necesario inmediatamente después de que nazca el
bebé, pero esta es nuestra última oportunidad si realmente queremos
hacer esto… si realmente quieres hacerlo.
La mente de Owen discutió a pesar de que su corazón decía que sí. –
No quiero que hagas esto solo porque no volveré a ser fértil.
- No estoy haciendo esto por ti. No lo pediría a menos que yo
también lo quisiera.
Había una ventana estrecha en la que discutir. La voluntad de Owen
vacilaba, y sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que Crawford
fuera seducido por sus feromonas. No era el mejor momento para tener
una conversación que cambiaría su vida, pero nunca tendrían otra
oportunidad como esta otra vez.
- Te amo, Owen. – Crawford dijo. Deslizó una mano por el costado
de la cara de Owen. – Te amo y quiero estar contigo. ¿Cuánto tiempo
llevas usando mi collar?
- Un poco más de un año. – Owen murmuró. Presionó su mejilla en
la mano de Crawford.
OBEDECER
179

- Y ni una sola vez lo he lamentado. Ni una sola vez he pensado en


ello. – La habitación estaba oscura, pero Owen aún veía a Crawford
sonreír. – Pero esto no se trata de hacerte mío. No se trata de marcarte.
Quiero esto porque te amo y porque quiero compartir mi vida contigo. Los
últimos meses he estado lamentando el hecho de que nunca tendré una
familia, y me hizo darme cuenta de que realmente espero pasar el resto
de mi vida contigo. Quiero esto para nosotros, siempre y cuando sea algo
que tú también quieras. Creo que tendríamos hermosos hijos.
Un último celo. Un último embarazo. Owen parpadeó las lágrimas
de sus ojos y alcanzó a Crawford a través de la oscuridad. El movimiento
interrumpió las sábanas y el olor de su celo entró en la habitación. A Owen
no le importó.
- Nuestros bebés serán hermosos. – Owen susurró. Ya estaban
desnudos bajo las sábanas, habían tenido sexo antes de acostarse a
dormir, y el cuerpo desnudo de Crawford cubrió a Owen con un alivio
refrescante. Sus piernas se tejieron juntas, el muslo de Crawford rozando
la mancha que goteaba sobre las piernas de Owen. – Voy a hacerte muy
orgulloso.
- Sé que lo harás, mascota. – Crawford susurró. Cuando se besaron,
el alma de Owen se iluminó. – Sé que ellos también lo harán.
Las caderas de Crawford empujaron a Owen dentro del colchón, su
desnudo pene deslizándose profundamente. Sus fluidos aumentando.
Owen se estremeció y presionó para encontrarse con él. Estaban pecho
con pecho, y Crawford besó sus labios hasta que estuvieron doloridos.
El celo llegaba rápidamente, pero Owen tenía suficientes recursos
para internalizar la pasión que compartían. Cada empuje fue más
PIPER SCOTT
180

significativo, cada gemido y gruñido cargado con un propósito nunca antes


allí. Crawford lo iba a engendrar. Cuando esto terminara, Owen iba a
hincharse con sus hijos.
Ellos iban a ser felices.
Owen pasó las piernas por encima de las caderas de Owen y se
levantó hacia el cuerpo de Crawford mientras Crawford se abalanzaba
sobre él. El celo estaba presente, pero Owen no sufrió. Crawford estaba
allí. Crawford lo hizo mejor.
Crawford cuidaría de él.
- Voy a anudarte. – Crawford dijo. Mordió el lóbulo de la oreja de
Owen, y Owen chilló de placer. – Te voy a llenar de bebés.
- Por favor. – Owen suplicó. – Por favor, lo necesito.
- Eres mío. – Crawford embistió profundamente y aró en él, y Owen
casi se desmayó de placer. – Siempre. Te haré feliz, lo prometo.
El calor robó a Owen el pensamiento. Envolvió sus brazos alrededor
del cuello de Crawford y cantó una cadena de síes que crecieron en
desesperación con cada uno de las embestidas de Crawford. Labios
magullados por besar, culo lleno y estirado con el pene de Crawford, su
celo siendo follado fuera de él, Owen nunca había sido más feliz.
Él iba a ser papá.
Después de la angustia, la decepción y la soledad, iba a ser papá.
Luego, Brad y el Dr. Williams le quitarían el sufrimiento y nunca más
tendría que pasar por otra situación. Nunca.
El nudo de Crawford explotó tan rápido que ninguno de los dos tuvo
la oportunidad de prepararse para ello. Se hinchó y se estiró detrás del
OBEDECER
181

anillo de Owen, y Owen se retorció contra él para tratar de enterrarlo más


profundo. Crawford soltó un gruñido y un jadeó.
Cuando su semilla inundó las entrañas de Owen, Owen lanzó un
grito de asombro.
- Anúdame. – Owen jadeó mientras trabajaba en el eje de Crawford.
– Anúdame. Lléname, maestro. Lo necesito.
Crawford lo silenció con un beso, y cerraron los labios hasta que su
nudo retrocedió y sus cuerpos se separaron. El vacío era solitario, pero
Crawford no le dio tiempo a Owen para detenerse en ese pensamiento: le
dio la vuelta a Owen y lamió el fluido de su culo, la lengua se lanzó dentro
para devorarla desde su origen, hasta que Owen no pudo más y disparó en
las sabanas. Crawford lo montó entonces, deslizando su pene de regreso a
casa donde pertenecía, y cuando se anudó dentro de Owen por segunda
vez, Owen se corrió en secó y todavía se encontraba desesperado por
más.
Se anudaron hasta la mañana antes de descansar. Para entonces,
Owen se había perdido por su celo.
Cuántas veces más tomó el nudo de Crawford antes de que la niebla
se levantara y su calor retrocediera, no lo sabía. Todo lo que sabía era que
cuando volvió a sus sentidos envuelto en los brazos de Crawford, cuidado
y cómodo, estaba satisfecho. No tenía sed ni hambre. En algún momento
durante la niebla, incluso se había duchado, el olor del gel de baño de
Crawford todavía se aferraba a su piel. Crawford había ido más allá de
cuidarlo cuando Owen no podía cuidarse solo.
PIPER SCOTT
182

- ¿Estás de regreso? – Crawford besó la parte posterior de su oreja,


y Owen cerró los ojos y dejó escapar un último suspiro. – Mm, voy a tomar
eso como un no. ¿Quieres mi nudo otra vez, mascota?
- No, estoy aquí. – Owen dijo. – Nunca me he sentido tan bien
después de un celo. Usualmente los paso solos, y… esto es bueno. No es lo
suficientemente bueno como para querer pasar por ellos cada pocos
meses durante los próximos veinticinco años, pero es bueno.
- Mm. – Las manos de Crawford se inclinaron hacia abajo para cubrir
el abdomen bajo de Owen. En los próximos meses, comenzaría a estirarse
a medida que su hijo creciera.
¿Niños?
Brad afirmó que ahora era hiperfértil, pero Owen no sabía
exactamente qué significaba eso.
- Igual de bien. Los celos están sobrevalorados. – Los dedos de
Crawford vagaron, trazando patrones al azar en la piel de Owen. – Uno es
suficiente. Pronto estaremos demasiado ocupados para tomarnos una
semana para sacarte de tu celo.
- ¿Una semana? – Owen gimió. – No llamé para trabajar. ¿Tú lo
hiciste?
- Estaba exagerando. Fueron tres días. Debes haber concebido
anoche. – Los labios de Crawford sonrieron contra la nuca de Owen. – He
estado manteniendo actualizado a Stonecrest. Mónica Torres ha sido muy
comprensiva. Ella está emocionada por nosotros.
- Así que ahora lo saben. – Owen se sonrojó. – Supongo que no
podríamos seguir ocultándolo por mucho más tiempo.
OBEDECER
183

- Un año es bastante tiempo para mantener en secreto el hecho de


que estás saliendo con el hijo del fundador. – Crawford reprimió una
carcajada. – No creo que puedas mantener el hecho de que estás
cargando a su hijo en secreto. No quisiera que lo hicieras incluso si
pudieras. Quiero que sepan que somos una familia.
Una familia. Owen se retorció contra Crawford y sonrió. Qué
extraño y maravilloso viaje había sido.
Y qué extraño y maravilloso viaje sería.
EPÍLOGO
CRAWFORD

- Están pateando. – Owen hizo una mueca. Se pasó una mano por el
hinchado estómago y miró a Crawford. – Haz lo que haces y haz que se
detengan. Es raro.
- ¿Cómo vas a superar tus últimos dos meses? – Crawford preguntó
con una sonrisa. Su mano se deslizó debajo de Owen, y frotó el lugar
donde pateaban los bebés. Gemelos. Brad les dijo que tenían suerte de
haberlo conseguido tan fácilmente. – Sólo se van a poner más activos.
- Brad dice que, con los múltiples, el nacimiento a menudo ocurre
prematuramente. – Owen se acomodó en el respaldo del sofá, con las
manos alejándose de su cuerpo para darle a Crawford acceso libre. –
Espero que hagan su debut más temprano que tarde.
El retorcimiento se detuvo. Los gemelos se calmaron. Crawford ya
podía decir que iban a ser un puñado, pero él esperaba el desafío.
Después de años de vagar, llegó el momento de establecerse.
Él estaba listo.
- Más pronto sería bueno, siempre y cuando estén sanos. –
Crawford estuvo de acuerdo. – Me gustaría que estén allí.
- ¿Estar dónde? – Owen entrecerró los ojos con curiosidad.
- En la boda. – Crawford reprimió una sonrisa. – Odiaría que se la
perdieran.
- ¿Quién se va a casar? – Owen arrugó la nariz. – ¿Brad? No sabía
que Brad estaba saliendo con alguien.
- No, mascota. – Crawford besó su sien. – Nosotros.
OBEDECER
185

Hubo un momento de silencio cuando las palabras se hundieron.


Crawford lo usó para liberar la caja del anillo desde donde la había
escondido al lado del sofá. Abrió la parte superior para exponer la banda
de oro dentro.
Owen no dijo nada.
- Entonces, la elección es tuya, mascota. – Los labios de Crawford se
curvaron en una sonrisa. – ¿Lo harás o no?
- Eres terrible. – Owen acusó, pero ya estaba empezando a llorar.
Las lágrimas corrían por sus mejillas en arroyos silenciosos y brillantes. –
¿Qué tipo de elección es esa?
- Algunos dicen que es la más importante que harás, pero no estoy
de acuerdo. Ya hicimos la elección más importante que jamás hayamos
hecho, y la consecuencia de esto está creciendo dentro de ti en este
momento. Pero esto viene en segundo lugar.
Los ojos de Owen brillaban con lágrimas. Sacudió la cabeza
lentamente. – Sí. Por supuesto que diré que sí. No es realmente una
elección en absoluto.
- Siempre ha sido tu elección. – Crawford dijo. – Todo este tiempo
has sido el que tiene el control, mascota. Soy esclavo de tu palabra.
Owen soltó un resoplido entre feliz e incrédulo, pero cuando
Crawford liberó el anillo de la caja y lo deslizó en su dedo, su expresión se
iluminó. Con su mano libre, se secó los ojos. – Sabes que eso no es cierto.
- Y tú sabes que lo es. – Crawford tomó la mano de Owen y la besó.
– Desde el primer día que nos conocimos he estado bajo tu hechizo. No
creo que eso vaya a cambiar en el corto plazo.
PIPER SCOTT
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Crawford siempre supo que el guapo omega con los asombrosos


ojos azules sería el suyo. Ahora ese deseo era realidad.
Owen no solo usaría su collar, sino que usaría su anillo.
Crawford lo cuidaría por el resto de su vida.
- Te amo, Crawford. – Owen dijo. El anillo se veía bonito en su dedo,
y Crawford sonrió.
- Y yo te amo.
Los gemelos hicieron que acercarse fuera difícil, pero Owen
maniobró en el sofá para poder besarse. Crawford lo abrazó con
delicadeza, leyó los signos de su cuerpo y le dio a Owen el placer que
merecía. Había pasado demasiado tiempo manteniendo su corazón
protegido, temiendo hacer conexiones por temor a perder a otro ser
querido. Owen era el bálsamo que su alma necesitaba, su familia una
promesa de que, sin importar lo que pasara, Crawford nunca tendría que
estar solo otra vez.
El corazón de Crawford había hablado, le decía que era digno de ser
feliz y que su felicidad estaba en Owen. Pero, por supuesto, la elección de
escuchar era suya. Para Crawford, la decisión fue fácil.
Crawford obedecería.

FIN

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