Isleros
Isleros
Resumen
Este trabajo es una primera aproximación a los procesos de identificación y de
territorialidad de ciertos actores sociales en su vínculo con el Bajo Delta del Paraná
Bonaerense. En esta región coexisten actores abocados a distintos tipos de
actividades. Las principales actividades económicas son la producción forestal y el
turismo, aunque también tienen lugar la producción de mimbre, la recolección de
junco, la caza y la pesca.
Existe además una creciente cantidad de residentes temporarios que poseen casas de
veraneo y pobladores instalados en la región recientemente. Intentaremos mostrar
cómo las distintas percepciones del territorio están vinculadas con ciertas estrategias
identitarias, marcadas entre otros factores por el tipo de actividad y de residencia.
Palabras clave: Bajo Delta del Paraná Bonaerense; territorio; procesos identitarios.
Abstract
This paper is a first approach to the identification processes and territoriality among
certain social actors, with regard to their bonds with the Lower Paraná Delta, in
Buenos Aires. Various social actors and activities coexist in this region; commercial
forestation and tourism being the main economic activities, together with wicker
production, bulrush gathering, hunting and fishing.
There is also a growing number of people who own summer houses, and others who
have recently settled in the region. We will propose that the different perceptions of
the territory are linked to certain identity strategies, which are shaped, among other
factors, by the activities and dwelling of each social actor.
Introducción
La configuración territorial del Bajo Delta del Paraná es compleja. Desde mediados
de siglo XIX hasta la actualidad han convivido en la región diversos actores sociales,
abocados a menudo a actividades difícilmente compatibles entre sí, como por ejemplo
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Dinámicas identitarias y territorialidad en el bajo delta del Paraná bonaerense J. E. DE JAGER
la caza y la forestación comercial. La coexistencia de diversos modos de vida conlleva
el encuentro de distintas maneras de concebir y defender el territorio, lo cual ha sido y
es fuente de tensiones y conflictos sociales. En otros trabajos (De Jager, 2015)
procuramos historizar las territorialidades en conflicto, caracterizando las disputas
territoriales que desde mediados de siglo XIX hasta mediados de siglo XX enfrentaron
a los cazadores criollos con los fruticultores y productores forestales gringos.
En el presente trabajo, intentaremos describir cómo diversas variables, como por
ejemplo la residencia, el lugar de nacimiento y crianza y el tipo de actividad económica
desarrollada, influyen en los procesos identitarios, en la búsqueda de status y sentido de
pertenencia y en las disputas territoriales en la actualidad. Veremos también que existe
una continuidad de aquellos tiempos -mediados de siglo XIX- a esta parte, que tiende
a polarizar valorativamente a los actores sociales y sus paisajes asociados, colocándolos
en posiciones variables ubicadas en un continuo, en torno a categorías que la
modernidad creía tener bien delimitadas, como las de naturaleza y cultura (Latour,
1993). Aunque generalmente dichos actores y sus paisajes no pueden escapar de su
caracterización dual y polarizada y tienden a ser ubicados en los extremos (Strang,
2004). Criollos y gringos, así como sus sucesores, han sido consecuentemente
encasillados en categorías derivadas de la oposición central naturaleza-cultura, como es
el caso de bajo-alto, sucio-limpio, desprolijo-prolijo, etc. (Latour, 1993; Strang, 2004).
Al comienzo de nuestro trabajo de campo, asistimos a una asamblea que se
congregó el 1ro de mayo del año 2013 para tomar acciones respecto al proyecto “Plan
de Manejo de las Islas del Delta de Tigre” impulsado por el Municipio de Tigre, que
generaba preocupación entre los pobladores. En los siguientes actos asamblearios,
tuvo lugar una ardua negociación entre los distintos actores sociales involucrados para
definir en carácter de cuál de sus múltiples pertenencias sociales se presentaban en la
asamblea. Observamos que algunos actores se reivindicaban como trabajadores, otros
como pobladores, otros como vecinos, etc. Finalmente, luego de que todos estos actores
se percatasen de que ninguna categoría era lo suficientemente abarcativa y a la vez
precisa para representar a la totalidad de los asamblearios, hubo un acuerdo provisorio
para aceptar la denominación común de isleño.
En aquella época, alrededor de los años 2013 y 2014, el concepto de identidad isleña
estaba en boca de muchos actores sociales vinculados a la región. Incluso un periódico
local, el “Boletín Isleño”, editaba regularmente un suplemento llamado “En busca del
Ser Isleño”. Por su parte, técnicos y funcionarios del Municipio de Tigre aludían a la
necesidad de ‘preservar el patrimonio cultural isleño’ en su promoción del “Plan de Manejo
de las Islas del Delta de Tigre”. En este contexto, durante varias de las entrevistas
semiestructuradas que llevamos a cabo, surgían a menudo reflexiones acerca de en qué
consiste ser isleño. Algunos entrevistados aludían a criterios de residencia, otros
mencionaban la crianza, otros tantos decían haber encontrado su lugar en el mundo,
mientras que otros hacían hincapié en el trabajo que ellos habían invertido en la isla.
Estas y otras construcciones y estrategias identitarias que encontramos a lo largo de la
investigación, nos motivaron a indagar en las diversas distinciones de nosotros/ellos en el
campo social isleño, sin perder de vista la dimensión histórica.
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Cuadernos de Antropología | Núm. 17 | 2017
Ubicación geográfica
Figura 1. Delta del Paraná. El área dentro del círculo muestra el área aproximada de
nuestra investigación. Tomado y modificado de
http://www.unsam.edu.ar/humedales/ Consultado el 5 de julio de 2017.
El Bajo Delta Insular del Río Paraná (en adelante BDI) está conformado por una
vasta extensión de islas, ríos, arroyos y humedales, cubriendo una superficie
aproximada de 3.200 km2 (Quintana et al., 2011). La mayor parte del área donde se
llevó a cabo nuestra investigación es solo accesible por navegación fluvial. Dicha área
se encuentra ubicada en las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos, en la República
Argentina.
Es muy frecuente entre los pobladores de la zona bonaerense del BDI el uso del
singular la isla, para referirse al conjunto de cientos de islas que conforman el BDI.
Adoptaremos el uso de esta categoría nativa y, en el mismo sentido, de las categorías
sinónimas las islas y el Delta para referirnos a la generalidad de las islas del BDI, ya que
se trata principalmente de categorías construidas en oposición a la noción de continente.
Al evocar la isla, se marca implícitamente la diferencia con el continente, así como,
indirectamente, con la ciudad o el asfalto, como veremos más adelante. Nos
concentraremos en el análisis de casos provenientes del trabajo de campo realizado en
los partidos de San Fernando y Tigre, provincia de Buenos Aires.
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Dinámicas identitarias y territorialidad en el bajo delta del Paraná bonaerense J. E. DE JAGER
Caracterización de los actores
Ninguna caracterización que se pueda realizar de los actores sociales vinculados a
cualquier problemática social puede ser objetiva ni definitiva. El carácter
multidimensional de las pertenencias socioculturales hace que un mismo actor pueda
ser adscripto o se pueda autoadscribir a una infinidad de posibles clasificaciones
(Barth, 1976). Ciertos marcadores pueden ser relevantes en un contexto y pasar
desapercibidos en otros (Cuché, 2007). En este trabajo partiremos de una
aproximación inicial, para luego ir afinando las categorías al abordar la problemática
identitaria y territorial. Con esto no se busca escencializar las pertenencias
socioculturales de los actores ni ignorar la importancia de otras esferas de pertenencia
y relaciones sociales. Se trata tan solo de un recurso operativo que pretende captar la
relevancia de ciertas categorías en determinados contextos del campo social.
A continuación referiremos algunas clasificaciones de actores sociales realizadas
por otros autores. En la primera, Camarero (2011) ofrece una categorización basada
en criterios de residencia en la isla, para el caso del partido de San Fernando, que con
algunas modificaciones, puede ser aplicada al caso del partido de Tigre:
1) Familias que históricamente han habitado las islas y aún lo hacen de forma
permanente o intermitente [...]); 2) nuevos pobladores de clase media profesional que
llegan de la ciudad en busca de un lugar más tranquilo donde vivir en contacto con la
naturaleza, y compran propiedades en las islas para usarlas como primeras o segundas
residencias; 3) trabajadores de obraje que, o bien residen por temporadas cortas de
pocos meses (“golondrinas”), o se instalan con sus familias de forma permanente, ya
sea como empleados permanentes de empresas forestales o como trabajadores
independientes; 4) inversores y empresarios del agro que compran tierras en el Delta y
las ponen en producción. (Camarero 2011: 52)
Como señala Camarero (2011), en San Fernando, los actores de la cuarta categoría
no residen por lo general en el Delta, ni tienen vínculos que los afecten más allá de lo
económico. En Tigre, el tamaño de los emprendimientos forestales es menor y hay
una mayor preponderancia de emprendimientos turísticos, a menudo administrados
por familias nucleares de origen continental que se radican en el Delta. Si bien existen
algunos emprendimientos relativamente grandes, ninguno alcanza las dimensiones de
los grandes productores forestales.
Más adelante en su trabajo, Camarero (2011) ofrece un mapeo de actores,
incluyendo esta vez sectores públicos, organismos internacionales supraestatales,
Organismos No Gubernamentales (ONGs), etc., sumando unas quince categorías.
Para mencionar otras posibles clasificaciones, nos podemos referir al trabajo que
realizó Machain junto a otros autores (Machain et al., 2013). En esta caracterización,
estos autores mencionan alrededor de noventa categorías de actores agrupados según
su pertenencia a la sociedad civil, al sector público y al sector privado. Otras
clasificaciones se basan en el tamaño y tipo de emprendimiento para clasificar las
distintas categorías de productores forestales (Borodowski y Suárez, 2005; Galafassi,
2005; Olemberg, 2015).
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Cuadernos de Antropología | Núm. 17 | 2017
La bibliografía existente sobre la realidad social en el Delta del Paraná se puede
agrupar en dos vertientes, según la construcción que los autores hacen del problema
empírico. Una buena parte de las investigaciones se ha concentrado en ciertos grupos
de actores sociales, caracterizados generalmente a partir de las actividades económicas
que llevan a cabo en la región. Otros trabajos se focalizan en una problemática
puntual, generalmente en torno a un conflicto social o socioambiental. Es así que gran
parte de los estudios del BDI abordados desde las distintas ciencias sociales consisten
en “trabajos focalizados en temas específicos de realidades parciales” (Galafassi, 2004: 112),
mientras que en esta investigación nos enfocamos en las relaciones sociales entre
diferentes actores, desde la perspectiva del interaccionismo simbólico (Barth, 1976;
Bartolomé, 2006; Cuché, 2007) y la territorialidad (Little, 1997, 2002; Torres, 2011).
Dentro de estas áreas, la identitaria y la territorial, enfatizaremos en las perspectivas
constructivistas, interaccionistas e instrumentalistas de las mismas.
En el caso de nuestra investigación, al habernos embarcado en el estudio de los
procesos identitarios y territoriales que se observan en una parte del BDI, no podemos
acotar demasiado el espectro de actores sociales y problemáticas involucradas, ya que
el carácter relacional de los procesos identitarios demanda el análisis de la interacción
de diversos actores sociales (Barth, 1976). Otro tanto sucede con la noción de
territorialidad, entendida como “…una tentativa o estrategia, de un individuo o grupo, para
alcanzar, influenciar o controlar recursos y personas a través de la delimitación y control de áreas
específicas: los territorios” (Torres, 2011: 212). Es decir que los límites de los territorios
también están delineados por la interacción de diversos grupos.
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Dinámicas identitarias y territorialidad en el bajo delta del Paraná bonaerense J. E. DE JAGER
aspectos permiten ser ‘etiquetados’ por otros y de qué aspectos de esa categorización
se hacen cargo.
Debemos reconocer que nos vemos obligados hacer un recorte y una
estandarización de las categorías en juego, ya que necesariamente deben ser acotadas
para comenzar a definirlas. Por ejemplo el caso de las categorías opuestas nacido y
criado/arrimado. Ninguno de los dos términos es utilizado sistemáticamente por todos
los interlocutores que hemos entrevistado. Hemos registrado por ejemplo el uso de
“isleño de toda la vida”, como sinónimo de “nacido y criado” [NyC] y también algunas
variantes con una carga valorativa más evidente, como “isleño de verdad”. En el caso de
“arrimado”, hemos elegido expresamente un demarcador con carga valorativa negativa,
ya que buscamos señalar que existe entre muchos actores una competencia por el
status de isleño, aunque se manifieste con distintos grados de intensidad. Hay por lo
tanto variantes alternativas a “arrimado”, que cambian según los actores involucrados y
el contexto. Algunas son más sutiles, como “la gente que se vino a la isla” y otras aún más
peyorativas, como “los ocupas”. Intentaremos dar cuenta de esta diversidad, señalando
siempre una tensión de base donde lo que está en juego es la legitimación que los
actores hacen de su posicionamiento identitario y territorial.
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Cuadernos de Antropología | Núm. 17 | 2017
mayormente cazadores-recolectores- y los “gringos”, inmigrantes de ultramar que
comenzaron a instalarse en el Delta a mediados de siglo XIX, dedicándose a la
fruticultura y las plantaciones forestales (De Jager, 2015). Asimismo, engloban y
resumen muy acertadamente las problemáticas que caracterizaron una época de la
historia del Delta y su vigencia se mantiene en cuanto categorías analíticas que sirven
para dar cuenta de los procesos identitarios y territoriales actuales. Si bien criollo y gringo
conformaban en el pasado categorías nativas, las tratamos aquí como categorías
analíticas basadas en tipos ideales; las cosmografías.
Cabe aclarar que las cosmografías no son inmutables: “Nuevas cosmografías se suceden
en la historia, no sólo generando conflictos sobre los territorios, sino también situaciones de
incorporación y acomodamiento, que provocan transformaciones continuas de las cosmografías ya
existentes y de los reclamos territoriales. De forma que la superposición de cosmografías crea complejos
dinámicos de poder.” (Ferrero, 2005b: 5)
Estas categorías de criollo/gringo se han construido a lo largo de la historia como
opuestos, polarizando la concepción sobre el trabajo, la propiedad y la relación con el
ambiente. Esto se ve reflejado en lo que los discursos hegemónicos han marcado
como las estrategias económicas “extractivas” de los criollos versus las estrategias
“productivas” de los gringos.
Sostenemos que algunos aspectos de estas cosmografías han sido apropiados y
reinterpretados por las cosmografías que les sucedieron en el tiempo, que no
analizaremos en el presente trabajo. Referiremos solamente una cosmografía que entró
en conflicto con las cosmografías criolla y gringa, a la que hemos definido como
‘empresarial’, para caracterizar a los agentes sociales que surgen a mediados de siglo XX,
introduciendo una nueva modalidad productiva en la región: los emprendimientos
forestales y agrícola-ganaderos en grandes superficies de tierra endicada.
A continuación esbozaremos algunos de los principales ejes de tensión que hemos
abordado. Cabe recordar que las categorías atravesadas por estos ejes no son absolutas
ni objetivas y que la ubicación de un actor social con respecto a cualquiera de ellas está
sujeta al contexto situacional y las particularidades biográficas, y forma parte de un
proceso histórico.
'Tigre' aparece como la otredad con la que estos actores [de San Fernando] se
comparan y definen. El discurso ambiental y sustentable del Municipio de Tigre se
percibe como una estrategia de venta, como un 'producto' pensado para atraer
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Dinámicas identitarias y territorialidad en el bajo delta del Paraná bonaerense J. E. DE JAGER
inversores y consumidores de niveles socioeconómicos altos para el desarrollo de
emprendimientos que en verdad provocan la destrucción del ecosistema y perjudican a
la población preexistente. En cambio, San Fernando se propone acatar los
lineamientos genuinos del desarrollo sustentable contemporáneo. ( 2011: 79)
Siguiendo a Balbi (2007), podemos pensar en lo que Leach (1976) llamaba “formas
de exposición simbólica del orden social” (1976: 36), es decir que los actores evocan un
motivo determinado como origen de una diferencia –en el cuidado del ambiente-,
pero en la práctica tal vez responde a otro nivel del orden social –por ejemplo
diferencias en el poder adquisitivo, posibilidades de inserción sociolaboral o el tipo de
actividad económica desarrollada-.
Por otro lado es frecuente escuchar discursos que diferencian a Tigre de San
Fernando, caracterizando al primero como superpoblado, artificial y turístico, mientras
que el segundo ocupa el imaginario, según quién lo caracterice y en qué contexto,
como el Delta profundo, el Delta natural, o bien el Delta productivo.
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árboles frutales, o bien, de monte forestal. El procedimiento que se elige para llevar a
cabo la transformación es la ‘limpieza’ de todas las especies vegetales y animales que no
se desean en la futura área productiva. Luego de lo cual se opta normalmente por un
sistema abierto o semicerrado de manejo del agua, con el uso de zanjas y/o alteos
(Galafassi, 1999). De este modo, se ha ‘ganado’ terreno al pajonal, principalmente
secándolo con la actividad de zanjeo. Sin embargo, al mantener la regular entrada y
salida de agua, producto de las crecidas del río, el pajonal perdura en el centro de isla,
manteniéndose, aunque acotado, más cercano a la categoría de espacio.
Esta es una de las características que diferencia a la cosmografía gringa de la
cosmografía empresarial –propulsada desde los años cincuenta por el Consejo de
Productores Isleños–, que tiende a eliminar el pajonal y las tierras bajas, a través del
proceso que Galafassi (2005) denomina “pampeanización”. Este proceso es
característico del período que abarca desde mediados del siglo XX hasta la actualidad.
Es usual que las prácticas que asociamos a la cosmografía gringa y a la cosmografía
empresarial sean ubicadas por los discursos hegemónicos en un polo positivamente
valorado, en tanto economías “productivas”, mientras que la polaridad negativa abarca
los conceptos de economía extractiva, economía de subsistencia, e incluso “basado en actividades
‘parasitarias’ ” (Instituto Nacional del Agua, 1984, en Rosato, 1988: 608), donde estos
discursos ubican a las actividades típicas de la cosmografía criolla. Estas
categorizaciones son herederas del discurso decimonónico que sostenía la polarización
civilización-barbarie. En esta línea, las oposiciones salvaje-domesticado, inculto-civilizado y
otras similares, derivadas inicialmente de la oposición naturaleza-cultura, se manifiestan
en representaciones y prácticas sociales del presente como asociadas a distintos modos
de relacionarse y concebir a la naturaleza, en distintas posiciones que se dirimen entre
el rupturismo y el continuismo con el mundo sociocultural. Como plantea Ingold
(2005), en las luchas territoriales, lo que está realmente en disputa es el derecho a
decidir dónde termina la naturaleza y dónde empieza la cultura.
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Dinámicas identitarias y territorialidad en el bajo delta del Paraná bonaerense J. E. DE JAGER
En el caso del BDI, el “conservacionismo territorializante” (Ferrero, 2005a: 61) se hizo
sentir unos años más tarde que en la selva misionera, siendo su principal conquista la
declaración de las islas del partido de San Fernando como Reserva de Biósfera bajo el
programa MaB-UNESCO3 en el año 2000 (Camarero, 2011). Por un lado, en una
etapa inicial, distintos sectores ambientalistas se han enfrentado a la cosmografía
criolla, principalmente por la actividad de caza, aunque progresivamente comenzaron
a asumir que la veda absoluta no era una solución viable, y comenzaron a surgir
negociaciones con los cazadores, a través de programas en distintos marcos
institucionales.
Por otro lado, la creciente valoración social de los humedales como ecosistemas
que proveen bienes y servicios (Blanco y Méndez, 2010; Kandus et al., 2010), entró en
conflicto con las técnicas de manejo ambiental de la cosmografía gringa y, más aún,
con las técnicas de la cosmografía empresarial. En los últimos años, organizaciones
como la Fundación Humedales/Wetlands International han llevado adelante estudios
para cuantificar el valor económico de los bienes y servicios ecosistémicos provistos
por los humedales (Galperín et al., 2013). Podemos entender esto como una estrategia
de negociación por parte de los sectores ambientalistas, de traducir el aporte de los
humedales a un valor en dólares anuales, para hacerlo asequible desde la cosmografía
empresarial, que tiende a manejarse en la lógica de las ganancias, las utilidades y los
márgenes. El mensaje busca interpelar a los creadores de políticas públicas y a la
opinión pública en general. Cabe destacar que el pajonal es la unidad de paisaje más
representativa de los humedales en el BDI, por lo cual este tipo de campañas
reivindican la utilidad de un ámbito físico que ha sido desprestigiado y asediado desde
las miradas desarrollistas.
A partir de las disputas territoriales desatadas por la construcción de countries o
barrios privados y complejos náuticos, los procesos de ordenamiento territorial y de
gestión ambiental, los actores sociales vinculados al BDI comienzan a incorporar a su
discurso conceptos de la jerga ambientalista-científica, como ‘humedal’, ‘insularidad’,
‘transparencia hidráulica’, ‘efecto invernadero’, entre otros. Por un lado, algunos científicos y
organizaciones ambientalistas se apropian de la lógica del mercado para llevar la lucha
a sus términos, mientras que, por el otro, los pobladores hacen suyo el discurso
ambientalista para hacer frente a los grandes emprendimientos privados y a ciertas
intervenciones estatales. A su vez, las empresas forestales y los mega-emprendimientos
inmobiliarios, apelan a un ‘discurso verde’ genérico para suavizar la manera en la cual
sus actividades son percibidas por la sociedad.
Camarero (2011) señala que en las diversas construcciones del territorio isleño
sanfernandino, abarcado por la Reserva de Biósfera Delta del Paraná, se traslucen
distintas concepciones de la relación naturaleza-cultura, donde no todos los actores
sociales comparten los mismos imaginarios respecto a la noción de reserva, la
preservación del medio ambiente, etcétera, siendo esto la fuente de numerosos
conflictos.
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Cuadernos de Antropología | Núm. 17 | 2017
Productor chico/ Productor grande
En esta dicotomía se pueden percibir numerosas tensiones en torno a la
articulación de las categorías de naturaleza-cultura (Camarero, 2011; De Jager, 2015;
Galafassi, 1999; 2005). En algunas obras de Galafassi (1999; 2005), se puede apreciar
un interesante análisis de las técnicas de manejo de la tierra, las tecnologías y la
“racionalidad productiva” (Galafassi, 1999) de los actores, mostrando el contraste
entre las tradicionales técnicas de zanjeo y las más recientes técnicas de endicamiento.
Como señala Strang (2004), los actores sociales tienen por lo general la certidumbre de
que su técnica es la mejor para administrar los recursos y relacionarse con el ambiente
en general y con el agua en particular. La preferencia por un sistema u otro dependerá
de los diversos actores sociales y cómo cada cual construye el ambiente. Según
Galafassi: “[entre] aquellos pequeños productores más antiguos, una opinión frecuentemente hallada
no es favorable al proceso de endicamiento [...]. Al ser el sistema de endicamiento relativamente
moderno y solo accesible a grandes productores, se explica que los tradicionales métodos basados en el
zanjeo sean considerados como la forma correcta de manejar el campo”. (1999: s/n).
Esto se encuadra con la diferencia que existe entre la cosmografía gringa, con su
costumbre artesanal de realizar las obras “a pala” versus la cosmografía empresarial,
que realiza grandes movimientos del suelo con maquinarias. A diferencia de lo que
observado por Galafassi (1999), Borodowski y Suárez (2005) señalan que los pequeños
productores manifiestan una tendencia a endicar. Según nos manifestaba una bióloga
del Laboratorio de Ecología Teledetección y Ecoinformática de la Universidad de San
Martín: “Los productores [forestales] tipo PyME, son laburantes, de clase media. Endican más que
nada por consejo del INTA4.” (Entrevista realizada en enero de 2016).
Hemos observado además que los pequeños productores señalan que existe una
diferencia en las condiciones de negociación que les impide colocar sus productos en
el mercado, regulado por las grandes empresas y los acopiadores “que no les dejan
levantar cabeza”. El rol de estos últimos ha sido estudiado en otras áreas del Delta del
Paraná por Balbi (2007) para el caso de la pesca, y por Rosato (1988) para el caso del
comercio de pieles. Un factor que es recalcado por los pequeños productores es que
los grandes productores no habitan las islas, y por tanto, los consideran agentes
externos al Delta, que sólo se interesan en los beneficios comerciales que puedan
obtener. Otro problema que se señala es el impacto que los endicamientos tienen
sobre las propiedades circundantes, no endicadas: “Los pequeños productores, cuyas
explotaciones tienen bajo nivel de sistematización, suelen sufrir inundaciones de sus terrenos durante
crecidas o inundaciones extraordinarias, lo cual se vería intensificado por el efecto acumulado de
grandes endicamientos.” (Machain et al., 2013: 16).
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Dinámicas identitarias y territorialidad en el bajo delta del Paraná bonaerense J. E. DE JAGER
quieren que nada cambie después de que ellos llegaron. Es un poquito molesto tanto para los que
vienen después de ellos como para los isleños”. Observamos que, al decir “isleños”, desde su
posición biográfica de “arrimado”, el entrevistado se refiere a los isleños nacidos y criados.
Por otro lado, una isleña nacida y criada, de unos setenta y cinco años de edad, nos
refería: “Estos no son isleños de verdad, son arrimados. Vienen con malas intenciones, te hace
usucapión. Digo yo ¿no?, si quieren quedarse con algo que no es de ellos; no está bien ¿no? Andá vos
a Uruguay, a ocupar algo, ¡te sacan a escopetazos! También la isla se llenó de paraguayos...”
(entrevista informal, realizada en enero de 2016).
En las narrativas que hemos analizado en torno a la construcción de las categorías
NyC-arrimado, hemos encontrado algunas estrategias que hacen hincapié en legitimar la
pertenencia a la isla y el status de isleño a través de la genealogía, mientras que otras dan
cuenta del proceso en construcción que los vincula al ambiente isleño. En el trabajo de
Pizarro (2014) se señala que entre los productores del núcleo forestal, especialmente
los “vascos del Carabelas”5 (Pizarro, 2014: 8ss), hay una tendencia a enfatizar la
pertenencia heredada, como un legado que se pasa de generación en generación desde
la gesta de sus antepasados, los colonos vascos en el siglo XIX. En el caso presentado
por Astelarra y Domínguez (2015) en base a su trabajo con los junqueros de la
“Cooperativa Isla Esperanza”, se tiende a enfatizar en cambio la relación construida e
indisociable del ambiente isleño.
Por otro lado, los marcadores que distintos actores sociales utilizan para señalar
diferencias, construyendo oposiciones del tipo nosotros-ellos, están sujetas al contexto y
los actores involucrados. Por ejemplo, en una hipotética contienda entre un poblador
nacido y criado que no desempeña una actividad económica ‘tradicional’ del Delta, y un
poblador arrimado que se desempeña en una actividad considerada tradicional, el
primero podría remarcar su status de isleño apelando a sus antepasados: ‘yo soy cuarta
generación de isleños’ mientras el segundo hará tal vez hincapié en la construcción del
vínculo: ‘yo la isla me la gané, laburando a machete y pala’. Ahora, si cualquiera de los dos
actores se tiene que diferenciar frente a un tercero, tal vez lo haga apelando a otros
marcadores identitarios, como por ejemplo el principio de residencia o el vínculo
afectivo. A menudo, la legitimación del status puede apelar complementariamente a
varios diacríticos. Astelarra y Domínguez señalan: “...los junqueros apelan a la legitimidad
que otorga su condición de ‘hacedores de islas’ en el doble registro de primer ocupante y de merecedor
laborioso: a) de quienes ‘estamos de antes’ y b) de quienes ‘hemos caminado’ y ‘puesto el lomo’.”
(2015: 148).
Por otro lado, debemos aclarar que existen situaciones contextuales en las que se
aprecian excepciones a esta tendencia general a enfatizar y defender el status isleño. En
un intercambio cotidiano donde los actores sociales no se sienten obligados a legitimar
su pertenencia al ámbito isleño, puede ocurrir incluso que esta tendencia aparezca
invertida. En una entrevista informal que mantuvimos en octubre de 2015 con una
mujer arrimada, de alrededor de cuarenta años, cocinera, y un joven lanchero6 NyC de
alrededor de dieciocho años, la primera manifestaba que, a pesar de que había
encontrado en la isla su “lugar en el mundo”, no se consideraba isleña. Afirmó: “isleño para
mí es el que nació acá, como vos”, a lo que el joven lanchero respondió: “no, gracias, ¡te la
regalo! A mí la isla no me gusta. Por eso vivo en Rincón...”7. Vemos que además del contexto
de interacción, la biografía de cada actor social influye en los procesos identitarios.
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Cuadernos de Antropología | Núm. 17 | 2017
Poblador permanente/ poblador de fin de semana
Hemos mencionado que el principio de residencia juega un papel importante en la
negociación del status isleño. En este sentido, entrevistamos a algunos interlocutores
que tenían su residencia principal en el continente y frecuentaban el Delta en su tiempo
de ocio, teniendo allí una segunda vivienda. Algunos de ellos estaban intentando dar el
paso de convertir su casa de la isla en vivienda permanente. Muchos manifestaron que
se sentían algo incómodos con las actitudes de otros pobladores arraigados con
anterioridad, tanto NyC como arrimados, que les hacían ‘pagar derecho de piso’.
En una “charla-reflexión” sobre problemáticas socioambientales, organizada en
agosto de 2014 por la “Asamblea Delta y Río de la Plata”, se entregaba a los
participantes una tarjeta de identificación y un alfiler, como es uso y costumbre en
congresos y conferencias, con la intención de facilitar las presentaciones entre
personas que no se conocían entre sí. Se solicitaba a todos escribir su nombre y el
nombre del río o arroyo en donde vivían en la tarjeta. Algunos de los presentes, si bien
estábamos de algún modo biográficamente vinculados a la isla, no teníamos residencia
en ella. El no haber contemplado esta posibilidad de antemano, hizo que algunos de
los organizadores se apresuraran a aventurar algunas categorías para abarcar también a
quienes no vivíamos en la isla. Las dos primeras categorías propuestas —“asfalto” y
“continente”— fueron bruscamente rechazadas por una participante que residía en la isla
desde hacía unos cinco años. La mujer, una profesional de aproximadamente cuarenta
años de edad, se solidarizó con nosotros los ‘continentales’, ya que consideraba que la
clasificación podía resultar discriminatoria o incluso ofensiva. Como nos comentó en
otra oportunidad, ella aún estaba “pagando el derecho de piso”, sintiéndose a menudo
discriminada no sólo por los isleños “de toda la vida”, sino también por quienes se
habían instalado en el Delta apenas unos años antes que ella. “Es muy feo porque te hacen
sentir como sapo de otro pozo y se olvidan que ellos mismos, o sino sus padres o sus abuelos, también
tuvieron que llegar acá en algún momento”. Vemos que la tensión de este binomio poblador
permanente/ poblador de fin de semana muestra muchas similitudes con tensión NyC/
arrimado, solo que esta última exalta el nacimiento y la crianza, mientras la primera
alude al principio de residencia.
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Dinámicas identitarias y territorialidad en el bajo delta del Paraná bonaerense J. E. DE JAGER
vos cómo estaban antes las lanchas colectivas, los marineros las lustraban por adentro después de cada
viaje. Ahora de la mugre que hacen, ya ni se toman el trabajo de pasar la escoba, porque es al divino
botón”.
Por su parte, otra maestra de escuela primaria –arrimada a las islas hace algunos
años- nos manifestó respecto a los hijos de los isleños tradicionales en comparación con
los hijos de los hippies: “Los pibes son todos un amor, pero vos te das cuenta que el hijo del isleño,
si bien hace lío como todos los chicos, te respeta como autoridad. Ahora; los chiquitos de los hippies,
son como los qom... te dicen: ‘mi mamá me dijo que no te escuche’, y fin de la discusión, no te dan
pelota...”
Por otro lado, quienes son etiquetados como hippies, pueden reconocerse o no
como tales, si bien son por lo general conscientes de ser adscriptos por otros en esta
categoría. Un interlocutor etiquetado como hippy nos manifestó: “Pasa lo mismo en
lugares como Tras la Sierra [provincia de Córdoba] o El Bolsón [provincia de Río Negro], el hippy
cuando llega quiere agradar y encajar con el lugareño. Un poco lo admira porque supone que tiene una
historia con ese lugar y todo, y el otro no quiere saber nada. Al principio decís: fue, son medio parcos,
pero después cuando ves que siempre te cortan el rostro, te deja de importar y seguís haciendo la
tuya...”.
Conclusiones
Entendemos que no se puede comprender los procesos sociales actuales –
específicamente las tensiones territoriales e identitarias– si no se contextualizan con
los procesos sociohistóricos y la relación con el ambiente en los cuales se enmarcan y
cobran significado. Procurando historizar las construcciones identitarias y territoriales
que tienen lugar hoy en día en el BDI, hemos esbozado las cosmografías criolla y
gringa, que pueden ser útiles para comprender de mejor modo los aspectos del
pasados y los actuales, especialmente en las maneras características de establecer los
límites entre la naturaleza y la cultura y, consecuentemente, de definir y defender sus
territorios.
Hemos mostrado que los principios de residencia, de lugar de nacimiento y crianza
y el tipo de actividad económica desarrollada son factores importantes –aunque no
son los únicos, ni actúan unilateralmente– en los procesos de construcción identitaria,
a la vez que son recursos estratégicos para fortalecer el status y defender el territorio.
Otros principios, como la vinculación afectiva y el activismo socioambiental también
son tropos donde se acude para fortalecer el sentido de pertenencia al campo social
isleño.
Por otro lado, la identificación con cierto tipo de paisaje forma una parte central
del ejercicio de la territorialidad: los grandes productores forestales y agro-ganaderos
defienden los endicamientos, los ambientalistas argumentan a favor del humedal.
Algunos actores abogan por la pulcra sistematización de sus quintas, mientras otros
prefieren el desborde vegetal del monte y el pajonal. Estos paisajes y los actores a ellos
asociados han sido colocados por los discursos hegemónicos en distintas posiciones
entre la naturaleza y la cultura: el pajonal y otras unidades de paisaje anegadizas han
sido caracterizadas negativamente, como tierras improductivas, a lo largo del siglo
XIX y gran parte del siglo XX, mientras que en las últimas décadas han sido
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Cuadernos de Antropología | Núm. 17 | 2017
reivindicadas como prestadoras de bienes y servicios ecosistémicos (Galperín et al.,
2013).
Consideramos estos avances como un paso necesario para abordar futuros análisis,
y reconocemos asimismo el carácter exploratorio que tiene nuestro trabajo, dado que
es sólo una aproximación inicial. Queda pendiente profundizar el trabajo de campo
para dilucidar y caracterizar las cosmografías que hoy en día se disputan el espacio del
Delta. Por el momento, creemos haber mostrado que los criollos y los gringos han dejado
una marca duradera en la manera de pensar y construir el ambiente isleño de los
actores sociales del presente.
Notas
1 Nos referimos principalmente al Estado Nacional. El proceso de
‘descubrimiento’ y promoción del Delta impulsado por Domingo Faustino Sarmiento
desde 1855, se dio en un momento en que Buenos Aires se encontraba segregada de la
Confederación Argentina, entre 1852 y 1861. Buenos Aires podía beneficiarse de las
tierras del Delta, de las cuales obtenía muchos productos difíciles de encontrar en la
Pampa Húmeda y que en otros tiempos obtenía de las otras provincias, con las cuales
estaba ahora enemistada. Hasta mediados del siglo XIX, el interés de Buenos Aires en
el Delta estaba relegado a un segundo plano. Es a partir de esa época, que comienzan
a surgir disputas, que continúan hasta el presente, sobre los regimenes de tenencia y
usos de la tierra. A partir de 1861, con una Argentina ya unificada, las políticas
favorables a la inmigración de ultramar se fortalecieron. Sobre todo después de 1876
con la aprobación de la ley 817 de inmigración y colonización durante la presidencia
de Nicolás Avellaneda.
2 “Nutria” es el nombre con el que generalmente se designa a los coipos
(Myocastor coypus).
3 Esta clase de reservas surgió en los años setenta como alternativa a los modelos
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Recibido: 20 de febrero 2017.
Aceptado: 15 de marzo 2017.
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