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El Libro de La Ley - Código de Vida - Cuauhtémoc D. Molina García

Este documento describe la Biblia como la representación de la Ley Sagrada en la masonería. Explica que la Biblia simboliza las leyes universales que rigen el universo y que fueron concebidas por el Gran Arquitecto del Universo. También señala que aunque otros libros sagrados podrían usarse, la Biblia ha sido tradicionalmente el libro central en la masonería debido a sus orígenes y simbolismo. El documento concluye que para los masones, la Biblia representa la voluntad del Creador y la

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El Libro de La Ley - Código de Vida - Cuauhtémoc D. Molina García

Este documento describe la Biblia como la representación de la Ley Sagrada en la masonería. Explica que la Biblia simboliza las leyes universales que rigen el universo y que fueron concebidas por el Gran Arquitecto del Universo. También señala que aunque otros libros sagrados podrían usarse, la Biblia ha sido tradicionalmente el libro central en la masonería debido a sus orígenes y simbolismo. El documento concluye que para los masones, la Biblia representa la voluntad del Creador y la

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EL LIBRO DE LA LEY: CÓDIGO DE VIDA

Por Cuauhtémoc D. Molina García

Q
uerámoslo o no, tenemos que reconocer la existencia de una Ley Sagrada en el
universo. Siempre que levantamos la vista al cielo vemos la palabra Ley y en todas las
cosas que miramos en torno nuestro vemos también estampada la palabra Ley. ¿Quién
puede negar que haya fuerzas invisibles e irresistibles que actúan sobre nosotros?
Para vivir ¿no tenemos que someternos a las leyes naturales? El mismo hecho de vivir ¿no
es una prueba de conformidad con esas leyes? ¿Quién puede negar la
existencia de una Ley sagrada? ¿Quién puede sustraerse a dicha Ley
cuando la lleva dentro de sí, en su propia naturaleza interior?

El universo está regido por leyes universales concebidas por esa


Inteligencia infinita que denominamos Gran Arquitecto del Universo. Estas leyes son
sagradas, no en un sentido religioso solamente, sino porque no se pueden quebrantar, ya
que rigen en forma inexorable sobre todas las cosas, de tal suerte que nadie puede evadir
las consecuencias de obedecerlas o desobedecerlas. Los seres humanos, todos los días,
debemos enfrentar el juicio final de la Ley de la Causa y el Efecto, y de ella nadie puede
evadirse. La ciencia misma se funda en el concepto del orden y la regularidad, y en la
creencia de que el universo no es arbitrario ni casual, sino que se halla regido por leyes
inquebrantables y por ciclos evolutivos sempiternos. Si no hubiera orden en el universo, no
podrían existir ni la ciencia ni el arte. El viento, las estaciones del año, la materia, la
sociedad, la economía, la política misma, todo, todo se encuentra regido por las leyes de la
causa y del efecto. La acción moral de los hombres esta sujeta al Karma, que no es sino una
Ley espiritual que equivale en el mundo físico a la Ley de la Causa y el Efecto. El que la hace,
la paga inexorablemente, aquí o en el otro mundo.

El Gran Arquitecto del Universo guía el Orden del Mundo por medio de leyes que él mismo
respeta y que todo el universo acata. Todo esta sujeto a leyes inexorables, inmutables e
inflexibles. Por analogía, toda Logia es una representación del orden, el respeto y la
obediencia y es a la vez una representación del cosmos. Por esta razón debemos entender
con prístina claridad, fuera de dogmatismos y de imposiciones, que cuando los masones
hablamos de la Ley Sagrada no estamos hablando de una creencia o de un artículo de fe
como en las religiones positivas, sino del reconocimiento de una realidad existente
independiente a nuestro conocimiento. Y también debemos entender que toda Ley tiene
detrás de sí un propósito y que evidentemente las leyes del universo obedecen a propósitos
superiores, aunque no los podamos ver o comprender, pues tienen un carácter esotérico o
subjetivo; es decir, son agentes de la Voluntad Suprema.

Muchos masones mal informados consideran la masonería como una organización


meramente social y únicamente intelectualista, incluso política, y sostienen que una
Constitución de Gran Logia o de un país o Estado, e incluso un libro de poemas, pueden
sustituir la Ley Sagrada en la masonería. Nosotros sabemos que las obras y leyes humanas,
por ser tales, no pueden representar la Suprema Ley Sagrada que rige el universo y su
réplica que es la Logia misma. Por esta razón, en todo Templo Masónico debe existir una
representación de la Ley Sagrada que sea capaz de canalizar las fuerzas y la espiritualidad
de aquéllos que se reúnen en Nombre del Creador y que dedican sus energías a pulir su
Piedra en Bruto para perfeccionarse a sí mismos como Templos Vivos de Dios en la tierra.
Por ello, ante la Ley Sagrada es forzoso inclinarse con humildad, veneración y respeto, y
ante ella no hay orgullo, altanería o soberbia que valga. Y también es por esta razón que en
toda Logia Masónica que pretenda ser una reproducción simbólica del universo –por eso es
Logia Simbólica-, no puede faltar en su Centro un emblema de la Ley Sagrada. Para los
masones occidentales esta representación de la Ley Sagrada es la Biblia. ¿Por qué la Biblia?

En principio porque la regularidad de las Logias masónicas se encuentra regida por los
acuerdos de constitución de la Gran Logia Unida de Inglaterra, y éstos acuerdos establecen
que toda Logia debe reunirse a cubierto de la indiscreción de los profanos y que en trabajos
abiertos debe haber una Biblia abierta, y sobre ella una Escuadra y un Compás, rodeado
todo de tres luces menores. Esta es una práctica inmemorial en los usos de los masones
desde los remotos orígenes del Gremio Pero además, es de admitirse que la estructura
simbólica de la Logia se halla extraída de pasajes bíblicos, así en la masonería azul del
Antiguo Gremio inglés de York, como en las Logias simbólicas latinas, malamente
denominadas “escocesas”. Lo mismo podemos decir de los ritos masónicos más aceptados
mundialmente y tenidos por regulares: el de York, que es el más antiguo, y el escocés que es
el más difundido fuera de Inglaterra, Estados Unidos y países anglosajones: en todos ellos la
estructura de sus grados se halla inspirada en los pasajes bíblicos, sus argumentos,
personajes y enseñanzas. En el marco de la libertad, se podría usar cualquier otro Libro
Sagrado sin mayor problema espiritual y que correspondiese a la cultura espiritual de otros
pueblos y latitudes, pero no representaría la forma de la Institución, y la leyenda de los
grados masónicos sería disonante con las de esos textos.

Muchos discuten la obligatoriedad de la masonería regular respecto del uso de la Biblia en


sus trabajos formales aludiendo al ambiente de libertad de conciencia que la masonería
proclama. Por esta razón, un sector de la masonería francesa (el Gran Oriente de Francia)
declaró hacia 1870, en un alarde de intelectualismo racionalista, que no se sentía obligado a
usar la Biblia, ni tampoco a invocar al Gran Arquitecto del Universo, ni en sus trabajos ni en
sus documentos oficiales. De inmediato la Gran Logia Unida de Inglaterra, y la masonería
regular del mundo, le retiraron el reconocimiento de regularidad a esta Potencia masónica
latina, la que con esas disposiciones dejó entreabierto el pasaje de las Logias a los ateos.

Una Logia, de conformidad con los Antiguos Límites, no puede caer en posturas de
libertinaje irreligioso, ni en ateísmos estúpidos, al decir de las Constituciones de Anderson,
que son el documento fundacional de la masonería moderna mundial. Por lo tanto, no debe
confundirse la libertad con el distanciamiento de los postulados básicos de la Orden. La
libertad absoluta no existe y toda organización proclama su “derecho de admisión”, y quien
decide pertenecer a la Orden debe decidir también si acepta sus principios fundamentales,
pues de lo contrario no ayuda al trabajo consciente colectivo de Construcción Divina, pues
no solo engaña a sus hermanos, sino que se engaña él mismo.
Todos sabemos que la Biblia es el conjunto de los libros sagrados de los hebreos y de los
cristianos, tal y como los Vedas lo son de los hinduistas, los Tipikas de los budistas, el
Zendavesta de los parsis y el Corán de los musulmanes. También sabemos que la Biblia no
es la misma para los católicos romanos que para los cristianos separatistas de Roma,
vulgarmente denominados “protestantes”. La Biblia oficial del cristianismo católico romano
es la denominada Vulgata, o versión latina hecha por San Jerónimo, y la protestante, a su
vez es la de Casiodoro de Reina revisada por Cipriano de Valera. Los conocedores dicen que
las diferencias entre ambas oscilan en torno de la interpretación de los textos y pasajes y en
relación a los Libros del Canon, pues mientras la versión católica contiene más libros, la de
Valera comprende menos. Los problemas de traducción siempre han inquietado a los
especialistas, pues del hebreo y del arameo pasaron los textos al griego, aunque algunos
fueron escritos en este idioma originalmente, de ahí al latín, de éste al español, al inglés y a
todos los idiomas del mundo.

Respecto de la antigüedad de La Biblia, los autores y teólogos romanistas, tan afectos a


falsear la historia de modo que parezca corroborar sus tendencias sectarias, afirman que la
Biblia es el libro más antiguo del mundo, no obstante que Los Vedas y otras Escrituras
Sagradas, entre ellos el famoso Libro de los Muertos del Antiguo Egipto, le lleven siglos de
antelación. Sin embargo, no se trata aquí de discutir respecto de las antigüedades y los
méritos que de ellas puedan derivarse, sino de ubicar el carácter y la naturaleza de La Biblia
en el contexto de la espiritualidad masónica.

Un masón que se precie de tal debe asumir que la masonería se sustenta en la existencia de
Dios y de una Ley Sagrada, misma que caracteriza a todas las escuelas iniciáticas. Por otro
lado, debe asumir también que el trabajo masónico se inspira en una actitud de
espiritualidad y por lo tanto en un Templo Masónico no debe faltar un símbolo de dicha Ley.
Los masones usamos la Biblia no porque sea el mejor de los libros sagrados, el más antiguo
o el único que garantice la salvación o la verdad suprema. Hemos de admitir, sin embargo,
que para muchos la Biblia es fuente de vida y de inspiración; para otros es un hermoso libro
de cuentos judíos; para otros más es la historia de Israel y de sus gobernantes y por
supuesto la de Jesús, en sus respectivos Testamentos. Muchos han fundado verdaderos
sistemas de creencias y de dogmas a partir de los textos bíblicos, y se han constituido
también en déspotas espirituales por medio de religiones, iglesias y organizaciones que se
consideran propietarias absolutas de la verdad y detentadoras de la única posibilidad de
salvación.

Pero ¿qué es para los masones la Biblia? Para los masones la Biblia es solamente el libro de
la Ley Espiritual y Moral, es la Voluntad del Supremo Creador del Universo, es el continente
de la Ley Sagrada que rige al cosmos, a la creación y a la naturaleza. Es un referente de
conducta y el origen simbólico y espiritual de nuestros grados y Ritos.

Xalapa, Veracruz, julio 24 de 2004.

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