Cansa la monotonía del paraíso, casi como preguntas y respuestas Historia de
la literatura italiana, de Francesco Di Sanctis). La crítica romántica desvalorizó el
paraíso, una condena que ha seguido en el siglo siguiente. El Paraíso es el mas bello de
los tres cánticos de la Comedia, De Sanctis era también un lector dotado de una extrema
sensibilidad, supo ver en su lectura una obra maestra de tormento interior, de reticencia,
de entusiasmo y desconfianza. Se da cuenta en seguida de que Dante tiene allí que
hablar de cosas indecibles, de un “reino del espíritu, que extrañamente puede tener una
representación”. Dante ha imaginado un Paraíso humano, accesible al sentido y a la
imaginación. Por eso intenta encontrar en la luz el enlace con nuestras posibilidades de
comprensión humanas. Las variaciones de color que expresan pasiones humanas. De
Sanctis se ve prisionero de su propia poética, viendo a la poesía como expresión de
humanas pasiones, y si la pasión humana no puede ser sino carnal, ¿Tiene acaso esta
poesía comparación con el beso trémulo de Paolo y Francesca, con el horror de la feroz
comida y demás? Esta contradicción en las que se debate este autor se debe a dos
malentendidos:
Primero, que el querer representar lo divino por intensidades de luz y de color
es un esfuerzo dantesco, original, pero casi imposible para humanizar lo que los
humanos no pueden concebir.
Deshechando la idea de la Edad Media como secuencia de siglos “oscuros”, la
belleza era identificada con la luz y el color, y esto era siempre elemental, como una
sinfonía, sin matices ni claroscuros, donde le esplendor es generado por la armonía del
conjunto, y no por una luz externa. La luz parece irradiar de los objetos.
La luz es para los teólogos, y en las visiones metafísicas, un principio, y se
desarrolla bajo la influencia árabe, de donde proceden las reflexiones sobre las
maravillas del arco iris. Dante no invento su poética de la luz jugando con una materia
reluctante a la poesía. Se la encontraba a su alrededor, y la reformulaba para un publico
de lectores que sentían la luz y el color como pasión. No hay imagen del Paraíso que no
proceda de una tradición que para el lector medieval formaba parte de su propio bagaje,
no digo de ideas, sino de fantasías y sentimientos cotidianos. De la tradición bíblica y de
los padres de la Iglesia proceden esos fulgores, torbellinos, de llamas, lámparas, soles,
esplendores. Esta era la lengua ya constituida para expresar la realidad de la vida del
espíritu, el alma y su experiencia, la gracia como gozo estupendo, preludio a extracción
jubilosa y sagrada. Para el medieval esto era como para nosotros fantasear con una diva,
con la línea de un coche, sobre los amores de amantes perdidos. Y se llama poesía
doctrinal y discusión entre maestro y alumno.
Segundo malentendido que lleva a la contradicción: que no existe poesía de
la inteligencia, que pueda hacer vibrar con la arquitectura de los cielos, en lugar del
beso de Francesca y Paolo. Que hay poesía solo en la representación de las pasiones de
la carne y del corazón, y no puede haber poesía de la pura inteligencia, porque en ese
caso acaba en música. Esto puede derivar en error, porque permite pensar que Bach no
es poesía, por ejemplo, y demás). La evocación a la poesía de la inteligencia puede
hacer fascinante el paraíso también para un lector moderno que ha perdido las
referencias medievales. La poesía puede ser también pasión metafísica, como da
múltiples ejemplos la historia literaria.
La propuesta: leer el Paraíso como una poesía de la inteligencia, como la
apoteosis de lo virtual, de lo inmaterial, del puro Software, sin el peso del hardware
terrestre e infernal, cuyos deshechos se quedan en el purgatorio. Es más que moderno, y
puede volverse algo posible y futuro. El triunfo de la energía pura. Mantiene la promesa
del éxtasis, especialmente en el cántico III.