Corrientes Del Normalismo
Corrientes Del Normalismo
espiritualismo.
1
sujeción. (Del lat. subiectĭo, -ōnis). f. Acción de sujetar.
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Maldad infantil y sugestión2 pedagógica
2
sugestionar. tr. 2. Dominar la voluntad de alguien, llevándolo a obrar en determinado sentido. || 3. Fascinar a alguien,
provocar su admiración o entusiasmo. || 4. prnl. Experimentar sugestión
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al padre del psicoanálisis con los pedagogos tradicionales, distanciándolos de los
seguidores de Rousseau de “la nueva pedagogía”.
Desde allí podría sostenerse que Mercante y Freud compartían al menos esta
tesis polémica y a la vez más realista. Pero considerada científica, sobre la naturaleza
infantil.
Cifali aduce que la idea de una educación psicoanalítica se plantea como fin el
“dominio de las pulsiones”.
3
auscultar. (Del lat. auscultāre). || 2. Sondear el pensamiento de otras personas, el estado de un negocio, la disposición
ajena ante un asunto, etc.
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diferencias no debía partir de las manifestaciones libres de los alumnos, sino que debía
ser el resultado de la construcción científica de tipologías. Según Mercante los efectos
diversos en cada individuo del medio y de la herencia, puestos en juego en el estado de
plasticidad y de moldeabilidad de la infancia, debían ser traducidos en clasificaciones,
que se tornaron un esquema explicativo y ordenador de la niñez.
Si, según Mercante, la herencia era concebida como una fuerza transmisora
potente” (Mercante, citado en Carli, 2002) dotando al niño de una primera naturaleza, la
escuela debía constituir una segunda naturaleza cultural que favoreciera la adaptación
del niño a la sociedad. Para ello era necesario el “estudio del niño” como sustrato desde
el cuál se pudiera diseñar la adecuada acción escolar. La “paidología” o “estudio del
alumno” se fue desarrollando en las primeras décadas del siglo XX bajo la égida del
positivismo pensado como una ciencia de base de la pedagogía. En 1897, Mercante lo
definió como un nuevo campo de investigación. Años más tarde Julio del Moreno
valorizó aquellos estudios de la masa escolar que debían fundamentar una metodología
didáctica.
La experiencia escolar desafiaba al maestro a encontrarse con lo que Mercante
definía como “una colección infusa de muchachos de toda calaña”. Argumentaba que el
estudio del alumno era necesario, entre otros objetivos, para adquirir procedimientos
eficaces que previnieran sus “propensiones malignas”.
La didáctica positivista
“Es injusto atribuir ya a los programas, ya a los maestros, ya a los gobiernos, ya a las
modificaciones introducidas por un decreto de efímera duración , defectos que fluyen de
una juventud escolar heterogénea, porque es el producto natural de seis, siete u ocho
razas que la evolución rezagada y tardía arrojaron a estas playas después de sentir en
los flancos el acicate de la miseria; no nos puede asombrar la intriga en unos, la
hipocresía en otros, el rencor en este, la envidia en aquel, exteriorizados por la
maledicencia, el chisme, la soberbia mal disimulada y una sed de aplastar y reducir a
nada al semejante, un eterno contendor creado por una imaginación enviciada con las
pequeñeces de una vida primaria todavía.
Este frondoso árbol que, en cada hoja esconde una vanidad, arraiga en un cerebro duro,
perezoso , indócil y arrogante a veces… al tender cada año, mis ojos sobre el libro de
la matrícula , no dejo de sentir escalofríos cuando descubro las imperfecciones de un
hogar lleno de exigencias, si el hogar existe. Aquí una columna de jóvenes sin padres;
allá otra de huérfanos; allá otra donde la madre, único sostén de seis hijos, hace
esfuerzos sobrehumanos para ganar cosiendo o planchando, los dos o tres pesos
diarios con los que alquila dos cuartos, viste y alimenta a su prole; acullá, otra donde la
hermana mayor, o el tutor, o un presente pariente reniega de un fardo que desea
abandonar cuanto antes; por fin, otra, donde el padre es pudiente, pero los hijos llevan
la llave de la puerta de la calle. Pocos son aquellos que dentro de un familia acomodada,
buena, sin miserias, ni angustias, ni sufrimientos, van a la escuela llevados por el solo
afán de perfeccionarse y pocos aquellos que alcanzan la cima de sus deseos”.
Tal como puede apreciarse, aquí están los contenidos que explican los rasgos
más característicos de la didáctica positivista: el centro del proceso de aprendizaje debe
estar en el maestro ya que espontáneamente, los alumnos tienden a la pasividad: la
acción del maestro debe estar regulada hasta los mínimos detalles y la estimulación
debe apelar a todos los sentidos posibles. El autoritarismo docente aparece, de esta
forma fundamentado en que la acción del maestro constituye la única garantía para que
el proceso de aprendizaje se cumpla adecuadamente”.
Para Vergara: “… cada organismo y cada órgano (…) es una resultante de la acción que
ese órgano o ese organismo ha realizado a través de innumerables generaciones”. Todo
el desarrollo – sea cual fuere el organismo del cual nos ocupemos- depende de la
actividad que desarrolle. El significado de esa actividad tiene connotaciones importantes
para nuestro análisis: en primer término, Vergara concibe la actividad como expresión
de un plan predeterminado en cada organismo, plan que resulta de la acción de todas
las generaciones anteriores. Este determinismo natural absoluto es, sin embargo, la
base de su postulado central sobre la libertad, porque en la medida en que dicho plan
esta preformado, lo importante será garantizar su expresión evitando cualquier traba
que impida su desarrollo libre y espontáneo.
Estos dos rasgos – libertad y espontaneidad- son centrales en la definición del concepto
de acción.
“Así como la Naturaleza para formar y perfeccionar los individuos y las especies obra
por la influencia del medio ambiente, así también debe procederse siempre en la
educación. Si la naturaleza siempre obra por influencia del medio ambiente para dirigir
y transformar las especies, es sí como deberían proceder los educadores; y casi todo lo
que hay que decir sobre la educación debe referirse a la preparación del medio ambiente
adecuado, para que el alumno desarrolle los mejores impulsos que la Naturaleza puso
en su alma”
El principio Nº 2 sostiene:
“En el alma humana pugna por manifestarse el espíritu divino, y lo más y mejor que
pueda hacerse por un niño o por un joven es favorecer los buenos impulsos ya
existentes en él, alejándole lo adverso y acercándole lo favorable.”
Bibliografía de consulta:
• Puiggrós, A., (2002) “Qué pasó con la educación Argentina”. Edit., Galerna, Bs.
As.
• Puiggrós, A.; (2006), “Sujetos, disciplina y currículo, en los orígenes del sistema
educativo argentino (1885- 1916)”; Editorial Galerna. Bs. As.