Monografia Convencion de Viena (Corregido)
Monografia Convencion de Viena (Corregido)
INTEGRANTES:
SEMESTRE: XI
HUANCAYO - PERÚ
2020-II
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DEDICATORIA
LOS AUTORES
2
INTRODUCCIÓN
3
ÍNDICE
CARATULA……………………………………………………………………….………..1
DEDICATORIA…………………………………………………………………………….2
INTRODUCCIÓN…………………………………………………….…………………….3
CAPITULO I
1.1. CONCEPTO
1.2. CLASES DE COMPRAVENTA INTERNACIONALES
CAPITULO II
CAPITULO III
CONCLUSIONES…………………………………………………………………………24
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………..25
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CAPÍTULO I
ANTECEDENTES HISTORÍCOS, CONCEPTO Y ASPECTOS
BASICOS RELATIVOS A LA CONVENCION DE VIENA Y LA
REGULACION DE LA COMPRAVENTA INTERNACIONAL
Tiene su origen remoto en la idea de crear una regulación internacional uniforme para la
compraventa internacional de mercaderías que corresponde al gran jurista austriaco Ernest
Rabel, quien comenzó a trabajar en ese sentido en la década de 1920. Poco después el
Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT) fundado en
1926, adoptaría el proyecto sugerido por el profesor Rabel. Sin embargo, los trabajos
habrían de suspenderse por el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Es aquí que Diez Picazo y Ponce de Leon nos expresan el progreso que se logró con la
cercanía del commow law y del civil law, ya que a través de estos y de su adaptación del
resto de los países que se logran mejorar las condiciones del comercio, dejando menos
marcada la diferencia que existe entre los países que deseen hacer uso del derecho
contractual.
Después de 1972 se formó un grupo de trabajo liderado por Jorge Barrera Graf para
redactar un proyecto de convención que pudiera obtener una aceptación más amplia por
parte de la comunidad internacional. El primer proyecto de una ley uniforme en la materia
se terminó en enero de 1976 y poco después fue circulado entre los miembros de las
Naciones Unidas. El proyecto fue examinado por cinco semanas por más de sesenta
naciones, entre marzo y abril de 1980. Según comenta castellano:
Como nos señala Castellanos, fueron varios los asistentes en 1980 en lo que actualmente
conocemos como la Convención de Viena, cuya finalidad primordial fue regular el
comercio internacional entre países a través de un único ordenamiento que fuese
comprensible para todos.
Redactada en seis lenguas, que eran considerados los idiomas oficiales, como: árabe, chino,
español, francés, inglés y ruso entrando en vigor el primero de enero de 1988.
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denominaremos Convención de Viena, es un tratado internacional impulsado por la
Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI). Sin
duda se trata de una de las convenciones internacionales más exitosas, lo que puede
constatarse por el número de países que la han suscrito y ratificado, entre los que se
encuentran los principales actores internacionales del comercio internacional, por lo que se
estima que regula al menos potencialmente más del 80% de las transacciones de
compraventa internacionales. Independientemente de lo anterior, la Convención destaca
por su novedosa regulación de los contratos de compraventa internacionales, lo que le ha
permitido influir sobre muchos derechos nacionales, así como otros instrumentos
internacionales de derecho uniforme y constituirse en referencia indiscutible para el mundo
académico en relación al derecho contractual.
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Nórdicos y otros de la Unión Europea; Japón, China, Argentina y los países francoparlantes
de África se encuentran entre los que ha resentido su influencia.
Para nosotros, el contrato de compraventa internacional es el acto jurídico por el cual más
de dos personas de distinto país transan sobre mercaderías a cambio de un precio
determinado, donde una de las partes resulta vendedora y el otro comprador; el contrato
puede convenirse por la forma que las partes establezcan.
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Caso Núm.1. Una compraventa entre una empresa francesa y una empresa alemana con
establecimientos en sus respectivos países deberá ser objeto de regulación por la
Convención de Viena de 1980, pues los contratantes tienen establecimientos en distintos
Estados parte de la Convención.
Caso Núm.2. Una compraventa entre una empresa francesa y una empresa alemana que
tengan ambas sus establecimientos en España siguen siendo internacional, aunque no le sea
de aplicación la Convención de Viena de 1980, por no cumplir con el elemento
internacional, presupuesto de la aplicación de la Convención, como es el que los
contratantes tengan establecimientos en Estados diferentes.
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1980 para determinar la ley aplicable a las compraventas internacionales de bienes
inmuebles, de bienes inmateriales, de empresas o establecimientos mercantiles.
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CAPITULO II
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Privado prevean la aplicación de la ley de un Estado contratante”.
(CASTELLANOS RUIZ.1998).
2.1.2. AMBITO DE APLICACIÓN TEMPORAL
Esta se divide en dos momentos que resultan relevantes para distinguir, en primer lugar
encontramos a aquellos Estado que han ratificado su participación en la Convención y del
otro lado encontramos a la aplicación a un contrato determinado que se halla en función del
momento de su entrada en vigor en cada uno de los Estados parte, es necesario aclarar que,
como señala Castellanos:
Manifestando en esa idea que los estados pueden actuar conforme a sus propias leyes de
cada país se asemejen, ya que entre países vecinos esto beneficia su relación comercial
existente desarrollando asi el flujo de comercio.
En esta situación encontramos que la idea de Reinhart aclara las ideas de manera adecuada,
al mencionar que: “La Convencion de Viena no define que debe entenderse por contrato
de compraventa” (REINHART. 1991). Se puede entender a raíz de esta idea que, como
existen tantas modalidades de contratos internacionales existen ciertos contratos que
quedan excluidos, como el contrato de permuta. Sin embargo en su mayoría son incluidos
en la Convención de Viena porque busca la unificación de criterios en cuanto materia de
contratos en materia internacional, por lo tanto debe incluir la mayor cantidad de contratos
posibles.
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Por increíble que parezca el régimen jurídico establecido en la Convención de Viena es
dispositivo. Así lo señala su Art. 6 cuando establece que las partes podrán excluir la
aplicación de la Convención o, sin perjuicio de lo establecido en el Art. 12, establecer
excepciones a cualquiera de sus disposiciones o modificar sus efectos. Ha sido
considerado, incluso, el precepto más importante de la Convención, pues basta, para excluir
una compraventa internacional incluida en su ámbito de aplicación, que las partes así lo
decidan (CAIN, 1983). Por este motivo, aunque el estudio del Art. 6 de la CV se establece
en el Capítulo I de la Parte I de la CV, junto a las disposiciones relativas a su ámbito de
aplicación, es más conveniente tratar su estudio en un epígrafe separado, dada la
importancia y la autonomía científica de este tema (Castellanos Ruiz, 1998, 2003). No en
vano, es el artículo de la Convención de Viena que más decisiones judiciales ha generado
en los distintos Estados partes del texto uniforme, tal y como ya se había acreditado con su
precedente: el Art. 3 de la LUVI de la Haya de 1964 (Ley Uniforme sobre la venta
internacional de objetos mobiliarios corporales de 1964).
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de la Ley uniforme sobre venta internacional de 1964, que también disponía el efecto
derogatorio de la voluntad de las partes sobre el Derecho convencional elaborado por
aquella Conferencia.
Debido a esta continuidad, aunque el Art. 6 de la Convención no diga nada al respecto hay
que entender que la exclusión de la Convención de Viena puede hacerse de dos formas: a)
de forma expresa y b) de forma tácita. Si no se menciona expresamente la exclusión tácita
es para evitar que, en todo caso, de manera irrazonable, se considerara excluida de forma
tácita la Convención de Viena. No cabe, pues, la exclusión (total o parcial) unilateral por
una de las partes.
EXCLUSIÓN EXPRESA
EXCLUSIÓN TÁCITA
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La exclusión de la Convención de Viena también puede realizarse de forma tácita. Aunque
a diferencia de la LUVI (artículo 3), la CV guarda silencio sobre este punto, sus redactores
así lo entendieron. Si no se enunció de manera expresa, fue con el fin de evitar que la
referencia específica a la exclusión tácita moviera a los Tribunales a concluir, con
fundamentos insuficientes, que se había excluido la totalidad de la CVS.
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INTERNACIONALIDAD DEL TEXTO UNIFORME
El Art. 7.1 señala, igualmente, que en la interpretación de la Convención de Viena hay que
tener en cuenta la necesidad de promover la uniformidad en su aplicación (Usinor Industeel
vs. Leeco Steel Products Inc., 2002). Este principio de interpretación invita a los jueces a
consultar la jurisprudencia de los diferentes Estados parte y, en concreto, las decisiones
dictadas eventualmente sobre la disposición concreta a interpretar de la Convención
(Herber, 1983; Martiny, 1990; Reinhart, 1991; Sarcevic & Volken, 1986).
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Art. 7.1 lo único que hace es proclamarlo como un principio general (Fernández De La
Gándara & Calvo Caravaca, 1995). Se puede entender que esta disposición permite no
imponer una aplicación literal de la Convención, que iría manifiestamente en contra de la
igualdad en casos especiales, en detrimento de una parte. No se entiende muy bien por qué
alguna decisión jurisprudencial acude, en última instancia, para resolver los problemas de
interpretación que plantea la normativa uniforme, al “Derecho nacional pertinente”, pues el
Art. 7.1 no hace referencia alguna a esta posibilidad (Handelsgericht Des Kantons, 1999c).
El Art. 7.2 formula una regla para las materias que se rigen por la Convención, es decir,
que no están excluidas de su campo de aplicación, ex Arts. 4 y 5 de la Convención, pero
que no están expresamente resueltas en ella.
Para solucionar estas lagunas de reglamentación, el Art. 7.2 establece que, en primer lugar,
habrá que acudir a los principios generales en los que se basa la Convención. Entre los
principios generales en los que se basa la Convención hay que destacar los siguientes: el
respeto de la buena fe contractual, la libertad contractual, la prohibición del abuso de
derecho, la ausencia de formalismos, el deber de cooperar con la otra parte para la buena
ejecución del contrato, y, en particular, el deber de comunicar toda información útil para la
realización de este fin, el deber de evitar pérdidas al cocontratante, el deber de minimizar
sus propias pérdidas, etc. (Magnus, 1990).
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Se trata, por tanto, de un criterio hermenéutico que se inclina por el subjetivismo la
interpretación debe indagar cuál es la voluntad real de cada uno de los contratantes-,
aunque moderado por una exigencia que la otra parte haya conocido o no haya podido
ignorar cuál era la intención del otro contratante. Se refiere, por tanto, a las “declaraciones
y otros actos de una parte” y no a la “voluntad contractual” o “voluntad común de las
partes” (Audit, 1990; Calvo Caravaca, 1993, 1994a, 1994b).
Cuando no sea posible este criterio, se atribuirá a las declaraciones y otros actos de una
parte el sentido que les habría dado en igual situación una persona razonable de la misma
condición que la otra parte (Art. 8.2). Técnicamente no es otra cosa que una auténtica
ficción: como no es posible averiguar la intención real de una de las partes se equipara a
ella la que le hubiera asignado un “hombre razonable” (Berlingieri, 1981). Este standard
del hombre razonable puede encontrarse en otros preceptos de la Convención de Viena:
Arts. 18.2, 33.c), 38.1, 39.1, 43.1, 47, 49.2, 63.1, 64.2.b), 65.1, 65.2, 72.2, 73.2 y 75. Se
recurre, pues, a un concepto jurídico indeterminado complejo, en el que se combina un
elemento subjetivo –que se halle en circunstancias semejantes una persona de su misma
condición- y uno objetivo –el estándar del hombre razonable-, del que hay diversas
manifestaciones en la Convención (Honnold, 1990).
Un elemento común a las dos reglas anteriores son las circunstancias a tener en cuenta para
resolver cuál es la intención de una de las partes o lo que hubiera entendido un hombre
razonable de la misma clase en semejante situación: todas las circunstancias pertinentes del
caso y, en particular, las negociaciones, cualesquiera prácticas que las partes hubieran
establecido entre ellas, los usos y el comportamiento ulterior de las partes (Art. 8.3)
(Mitchell Aircraft Spares Inc. vs. European Aircraft Service Ab, 1998; Honnold, 1990).
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El Art. 9.1 establece que las partes están obligadas por los usos y las prácticas que ellas
mismas han convenido.
a. Esta disposición cubre, por un lado, los usos cuya aplicabilidad han pactado las
partes tanto cuando se acuerdan de forma expresa, como ad ex, cuando las partes
recurren a expresiones o abreviaturas usuales en el comercio internacional,
frecuentemente codificadas por corporaciones profesionales (los INCOTERMS de
la Cámara de Comercio: cláusulas FOB, CIF, etc…), como de forma tácita, en
aquellos casos en los que se infiere del comportamiento del comprador y del
vendedor o de la interpretación de su voluntad conforme a los criterios del
mencionado Art. 8 de la Convención (En la sentencia S.V. Braun Inc. vs. Alitalia
Linee Aeree Italiane, S.P.A. (1994), se había pactado la entrega de las mercaderías
ex work, por lo que dicha práctica debía primar sobre la solución otorgada por la
CV).
b. Por otro lado, también cubre este precepto las prácticas que hayan establecido entre
las partes. Se refiere a aquellos usos que regularmente hayan seguido en sus
relaciones las partes que sirven para determinar a la vez su intención y las
obligaciones existentes entre ellas. (En este sentido puede citarse la sentencia del
Amtsgericht (2000) donde no se demostró la existencia de una práctica seguida por
las partes, ex Art. 9.1; o la sentencia del landgericht (1998a), donde, por el
contrario, se acepta que el lugar del pago debía determinarse conforme a las
prácticas establecidas entre las partes, ex Art. 9.1, y no conforme a lo dispuesto en
el Art. 57 de la CV, que regula la determinación del lugar del pago sólo en defecto
de pacto).
Los usos prevalecen, al igual que cualquiera otra cláusula pactada por las partes, sobre
las disposiciones de la Convención de Viena, dada su naturaleza dispositiva (Art. 6). En
caso de incompatibilidad entre un uso convenido y la práctica hasta entonces seguida
por las partes, cabe interpretar que deberá prevalecer el uso convenido (Bianca &
Bonell, 1987; Calvo Caravaca, 1993, 1994a, 1994b).
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CAPITULO III
Se inscribe dentro de los instrumentos tendientes a la unificación del derecho o hard law,
cuya naturaleza es vinculante. Al ser un tratado internacional constituye derecho interno e
idéntico para todos aquellos Estados que la suscriben y ratifican, por lo que su aplicación es
obligatoria respecto de los contratos de compraventa internacionales que caen dentro de su
ámbito de aplicación. En esto se diferencia de otros instrumentos de derecho uniforme no
vinculantes o soft law, que también regulan los contratos y que caen en el esquema de
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armonización del derecho, como los Principios UNIDROIT o los Principios de Derecho
Europeo de los Contratos (PECL), que constituyen instrumentos opcionales a los que las
partes se someten voluntariamente y cuya efectividad se basa en el convencimiento, dada
su calidad interna y el prestigio de las instituciones y de los juristas que los promueven y
redactan.
Tiene una vocación eminentemente internacional, pues sus redactores quisieron restringirla
a ese tipo de contratos con el objeto de lograr que más países la suscribieran al no incidir
sobre sus regulaciones nacionales. Por tanto, la Convención no es aplicable a las
compraventas internas o domésticas.
Por otro lado, la Convención regula exclusivamente algunos aspectos del contrato de
compraventa internacional de mercaderías: su formación y las obligaciones de las partes.
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No trata –salvo disposición expresa- sobre los efectos del contrato en la propiedad de las
mercaderías, ni sobre la validez del contrato entre otras materias excluidas. La CISG no es
ni aspira a ser una regulación completa del contrato de compraventa.
La Convención no fue redactada para cubrir las necesidades de los tribunales o de los
abogados postulantes. Por el contrario, se desarrolló pensando en los requerimientos
prácticos de los hombres de negocios y de los demás operadores del comercio internacional
que no necesariamente tienen conocimientos legales especializados en la materia.
Sus normas tienen como característica un lenguaje simple, accesible y efectivo. De igual
modo, se eliminaron todas las referencias a los distintos derechos nacionales, tan cargados
de doctrina y dogmatismo propio de sus idiosincrasias.
En los negocios internacionales los usos y prácticas (costumbres) existentes en cada una de
sus ramas transporte marítimo, seguros, banca, comercio de commodities, etc.
Por ello constituyen una parte fundamental del derecho del comercio internacional, cuyo
propósito es encontrar soluciones prácticas para las transacciones que regula.
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En los términos de la Convención, los usos y prácticas constituyen normas especiales que
reflejan las prácticas comúnmente aceptadas en cada rama del comercio. Por ello
prevalecen incluso sobre las normas de la Convención a falta de acuerdo en contrario.
En relación a los principales instrumentos de derecho uniforme que regulan los contratos
internacionales, la Convención es una de las principales fuentes de inspiración de los
Principios UNIDROIT Sobre los Contratos Comerciales Internacionales (publicados por
primera vez en 1994 y con ediciones en 2004, 2010 y 2016), de los Principios de Derecho
Europeo de los Contratos (PECL) de 1999,30 del Draft Common Frame of Reference
(DCFR) conformado en 2008 y del Draft Common European Sales Law (EESL). Todos
estos instrumentos internacionales no vinculantes (soft law) claramente son afluentes de la
Convención, no solo en cuanto a su aproximación sistemática, es decir, el uso de los
conceptos generales de la Convención de Viena señaladamente el concepto de
Incumplimiento esencial- sino en cuanto a la regulación de los mecanismos denominados
derechos y acciones en caso de incumplimiento del contrato o remedios por
incumplimiento (remedies) entre otras aportaciones.
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internacional también siguió de cerca a la Convención al redactar su código civil de
1999.32 Holanda, Egipto33 y Japón34 son otros de los países que han resentido la
influencia de la Convención de Viena. En la Unión Europea la influencia de la CISG se
refleja en la Directiva en Ventas al Consumidor de 1999 (Directive 1999/44/EC) formulada
con base en el tratado internacional.
En Alemania, la CISG tuvo un fuerte impacto por lo menos en los trabajos preparatorios de
la Ley de Modernización del Derecho de las Obligaciones (Schuldrechtsreform) de 2002,
considerada como la más importante revisión del Código Civil Alemán (BGB), desde 1900
en que entró en vigor. Aunque los legisladores al votar la reforma modificaron el proyecto
inicial basado en la CISG y el derecho europeo, para asegurar la compatibilidad de la
reforma con el sistema alemán tradicional del derecho de las obligaciones, puede
distinguirse la influencia de la Convención de Viena, no solo en relación al régimen de la
compraventa, sino al régimen de las obligaciones en general.
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autoridades europeas la necesidad de un derecho de los contratos común para el continente
europeo. El tercer fenómeno, más difuso, es el fortalecimiento y la mayor toma de
conciencia impulsada principalmente por la Banca mundial- de una mayor concurrencia
normativa entre los derechos de los distintos países y la consecuente necesidad de
uniformar el derecho contractual internacional. Todo ello llevó a la reforma del Código
Napoleón, la cual, al menos indirectamente a través de los Principios del Derecho Europeo
de los Contratos- recibió la influencia de la Convención de Viena.
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c. Otro aspecto de la influencia internacional que ha tenido la Convención de
Viena se refiere a su utilización para resolver controversias en materia de
comercio internacional.
Al parecer la utilización cada vez más frecuente de la CISG por los tribunales,
sobre todo los arbitrales, evidencia el éxito que ha tenido ese instrumento
internacional.
Cada vez es más frecuente que dichas disputas se resuelvan por árbitros
internacionales y no por los tribunales nacionales.
Esos árbitros utilizan los instrumentos de derecho uniforme para fundar sus
resoluciones, por ser estos los más adecuados para normar las transacciones
internacionales, pues para ello fueron creados.
Como vimos, el auge de esos instrumentos internacionales de derecho uniforme se
debe en gran medida al impulso inicial que les otorgó la Convención de Viena, al
imponer un nuevo estilo de regulación, un nuevo lenguaje jurídico y una nueva
apreciación jurídica internacional a las transacciones comerciales, pues ahora es
indiscutible las ventajas que otorga el instrumento internacional sobre los
ordenamientos domésticos.
No obstante, la Convención de Viena no ha sido tan exitosa como se esperaba en
los países de la tradición del common law. Hasta ahora ninguno ha modificado sus
derechos nacionales de acuerdo con la CISG y dos de sus principales economías
Reino Unido y la India no la han suscrito. Son dos las principales razones de lo
anterior. La primera tiene que ver con la redacción de la Convención. No obstante
que en lo sustantivo coordina las posiciones de las tradiciones del common law y el
civil law respecto a un número importante de cuestiones, su estructura y lenguaje
corresponde más bien al civil law. La segunda tiene que ver con una cuestión
práctica en el comercio internacional. Resulta que las leyes sobre compraventa
internacional de mercaderías vigentes en los países del common law,
principalmente las de Reino Unido y de los Estados Unidos, son ampliamente
reconocidas y utilizadas internacionalmente. Es un hecho que el Banco Mundial y
muchos de los operadores del comercio internacional consideran más adecuadas
dichas leyes, por tener una aproximación más práctica en la solución de problemas
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a diferencia de las leyes del civil law, mucho más dogmáticas- y por ello las
consideran como más amigables al comercio transfronterizo (market friendly).
Sin embargo, se espera que con el tiempo se irá superando esta condición, a medida
que se complete la curva de aprendizaje de los abogados de ambas tradiciones
legales y sobre todo por la tendencia moderna hacia la uniformidad del derecho
contractual internacional.
CONCLUSIONES
27
refiere a los derechos y obligaciones sustantivos de comprador y vendedor
derivados del contrato. La Parte IV contiene las disposiciones finales de la
Convención relativas a asuntos tales como el modo y el momento de su entrada en
vigor, las reservas y declaraciones que se permite hacer y la aplicación de la
Convención a las compraventas internacionales cuando ambos Estados interesados
se rigen por el mismo o semejante derecho en esta cuestión.
BIBLIOGRAFÍA
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