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CO SE.JO EDITORIAL
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DIRFCTOR
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Primera ed1rnSn· Abril 2(XJ.5
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INTRODUCCIÓN
«MASON—Vamos, Della, que oiremos
viejas historias y pondremos en marcha
ciertos acontecimientos»
(E. S. GARDNER, El caso de los
herederos asustados)
Cuando se leen con cuidado los libri naturales de Aristóteles se hallan, aquí
y allá, observaciones, teorías y conclusiones que no pueden dejar de llamar la
atención a una mente entrenada en los conocimientos científicos actuales. Es
cierto que precisamente a través de la historia de la ciencia clásica se ha gestado
una suerte de desprecio por el saber científico de nuestro autor; pero nos parece
que en ello ha jugado un papel más importante de lo que se quiere admitir el
aspecto psicológico —filias y fobias— que el verdadero contenido de esos
conocimientos. Pues, por un lado, la especialización llegó necesariamente a un
extremo tal que ya quien se ocupaba del Aristóteles-filósofo perdió todo interés
por lo que aparecía sosteniendo el Aristóteles-científico; y, por su lado, el
hombre de ciencia, ciertamente muy ocupado en desarrollar ese su nuevo campo
del saber, de inmensas promesas, se dio a ello y dejó de lado todo cuanto era
considerado decididamente obsolescente.
Y aquí debe entrar a jugar su papel las filias y fobias que hemos señalado,
pues la misma historia de la ciencia moderna enseña que a partir ya del siglo
XIV se inician querellas entre filósofos y "científicos" —filósofos cientificistas,
mejor— en torno a la figura de Aristóteles; querellas que, pasando por el
momento clave que de hecho representa popularmente Galileo llega, con sus
últimos estertores ya, hasta hoy. Al fin de cuentas el hombre no es una máquina
lógica sino una criatura de su tiempo que se esfuerza por dar aires de eternidad a
su verdad, sea como fuere que la entienda, y pone en ella toda su pasión (y aun
intereses menos recomendables). Pero si esta es una actitud a comprender, más
lo es a corregir; porque hay una eternidad de la verdad que siempre se vislumbra
y debe intentarse alcanzarla venciendo esas actitudes que si bien suelen ser
fuerzas impulsoras, al cabo la anublan y desmerecen a los ojos de los mismos
hombres.
Mas esa corrección del hombre por el hombre gracias al esplendor de la
misma verdad, es tarea prudencial que pide esfuerzos para corregir y reedificar,
y una atención amorosa por la verdad y el hombre que la expresa...lo mejor que
2 Juan Enrique Bolzan
puede. Como contribución a esta obra de esclarecimiento presentamos ahora
nuestro estudio, tratando de entender a Aristóteles en su contexto, en su época y
en su lenguaje, intentando hacer ver cuánto de lo que hoy llamaríamos
conocimientos físico-químicos —tan rudimentarios como se los quiera
considerar— aparece en sus obras. Tratando de evitar pecados de anacronismo
seguimos la evolución histórica de la terminología científica que pretendemos
hallar en Aristóteles, según algunos de sus clásicos comentaristas griegos y
latinos.
Dejando de lado los temas cinemáticos y dinámicos que aparecen en la
Physica, pues estimamos que poco es lo que de nuevo —si lo hay— puede
decirse, nos restringiremos aquí a analizar especialmente tres de sus tratados: el
De cælo, el De generatione et corruptione, y el Libro IV de los Meteorologica;
con las oportunas citas de otras obras suyas que nos lleven a aclarar su
pensamiento. De ningún modo se tratará aquí de un comentario a dichas obras
sino de textos seleccionados que hagan a nuestro interés concreto.
***
Finalmente, quiero expresar mi agradecimiento a la Lic. Azucena A.
Fraboschi por su inapreciable ayuda en la ubicación e interpretación de muchos
de los textos griegos, especialmente durante la época inicial de esta
investigación, de la cual resultaron algunas de las primeras publicaciones sobre
el tema; y a mi hijo Gerardo por su decisiva colaboración en la labor de
formatear el texto original.
J. E. B.
EL TRATADO DE CAELO
LOS ELEMENTOS
CAPITULO I
LAS TEORÍAS PREVIAS
1. Prolegómenos
Aristóteles ha tratado ya en su Physica acerca de los principios de los
cuerpos naturales; ahora, en el De cælo pasa a ocuparse de lo que podríamos
denominar la in-corporación de aquellos principios, esto es: la manifestación en
concreto de los elementos o cuerpos elementales. Y por cuanto ser "natural"
indica para él primariamente una referencia al movimiento, la primera
caracterización de estos elementos la hará por medio del primero de los
movimientos: el movimiento local.
"Puesto que los cuerpos son simples o compuestos de simples (llamo
simples a aquellos que tienen un principio de movimiento según la
naturaleza, tales como el fuego, la tierra y sus especies, y los cuerpos
análogos), los mismos movimientos son necesariamente simples o
compuestos de algún modo: los de los simples, son simples; los de los
compuestos, compuestos; en este último caso, el componente
predominante determina la dirección del movimiento" (268 b 26).
He aquí una primera distinción entre elementos y compuestos en función de
la simplicidad o complejidad del movimiento natural que los anima, ya que:
"sostenemos que todos los cuerpos y magnitudes naturales
[ ] son móviles por sí mismos según el
lugar, pues hemos dicho 1 que la natura es en ellos el principio de
movimiento" (268 b 14);
y
"todo movimiento según el lugar —el que denominamos movimiento de
traslación— 2 es rectilíneo o circular, o bien un compuesto de ambos, los
únicos simples" (268 b 17);
1
Cfr. Phys., 192 b 20; cfr. Phys., 226 a 32.
2
Cfr. Phys., 226 a 32: es el movimiento llamado corrientemente .
18 Juan Enrique Bolzan
resulta que el movimiento de los elementos, en cuanto animados de
movimientos simples,
"necesariamente partirá del centro, o se dirigirá a él, o se producirá en
torno a él" (268 b 22);
tema que dejamos ahora aquí, pues no hace directamente a nuestro cometido.
Sin embargo debe destacarse esa idea aristotélica de natura como principio del
movimiento de los cuerpos naturales, lo cual supone un gran avance “natural”
con respecto a Platón.
Sí es necesaria alguna aclaración en torno al primero de los textos citados (268 b
26). Allí habla Aristóteles de "el fuego, la tierra y sus especies [
]", y de "sus congéneres" [], textos
interpretados variamente: para Simplicio, "son de la especie tierra los cuerpos arenosos
y pétreos [...] y de la especie fuego, el ántrax, la llama y la luz, como dice Platón [...].
Afín al fuego es el aire; a la tierra, el agua; y aun existe otro cuerpo simple; el quinto". 3
Santo Tomás dirá que la llama es una especie de fuego y el bitumen, una especie de
tierra; 4 para Nifo se trata simplemente de un modo de referirse a aire y agua, 5 tal como
a su vez lo define Mauro. 6 Contemporáneamente Guthrie 7 quiere ver en aquellas
"especies" una alusión a Timeo, 58 c ss.; y Tricot, 8 una referencia a cuerpos térreos
(arena, piedra) y combustibles (carbón, llama), tal como lo vimos en Simplicio.
Probablemente sea todo tan simple como admitir que los "congéneres" son los otros dos
elementos intermedios: agua y aire, no siendo ésta, como veremos, la única vez que
Aristóteles se refiere así, simplificadamente, a alguno de los cuatro elementos; 9 y que
por "especies" deban entenderse aquellos "cuerpos simples" que distinguirá en De gen.
corr., 330 b 23 como de natura análoga a los elementos, pero no idénticos con ellos.
Esto vale tanto como distinguir entre elemento en cuanto definido, y elemento en cuanto
realmente existente en la naturaleza 10.
Agreguemos solamente, completando el tema, que el comportamiento de los
diversos cuerpos con respecto al movimiento se debe a que están formados por
elementos, siendo el elemento predominante el que impondrá el sentido del
3
Simplicio [3], 16, 19-26
4
Tomas de Aquino [2], in hoc loc
5
Nifo, L. I, ad loc.
6
Mauro [1], t. III, p. 266 a: "...et corpora his cognata et affinia, ut aqua et aer, ex quibus aqua
est affinis terrae, aer est affinis igni".
7
Guthrie [1], P. 12.
8
Tricot [2], p. 5.
9
Así lo hace en 287 b 21, 298 a 30, 302 a 29, pero utilizando el término . Sin
embargo, en Meteor., 339 a 28, al referirse a la causa material de los sucesos del mundo sublunar,
aparece una frase que es casi repetición de esta de De caelo: “
...". Observación que también hace Longo, in h.l.
10
Véase más adelante De gen. corr., 330 b 2
1. Las teorías previas 19
movimiento resultante: hacia arriba o hacia abajo, según que predominen tierra
y/o agua, o bien aire y/o fuego (269 a 18).
2. El Mundo Sublunar
Y pasemos ahora directamente al Libro III, donde trata Aristóteles
específicamente de los cuatro elementos del mundo sublunar, la parte más
importante de su investigación natural,
"puesto que, de las cosas que se dicen naturales, unas son substancias y
otras, operaciones y afecciones de substancias (denomino substancias a
los cuerpos simples, tales como fuego, tierra y demás elementos de la
serie; 11 y las cosas por ellos compuestas, tales como el conjunto del cielo
y sus partes, así también los animales y vegetales y sus partes; afecciones
y operaciones son los movimientos de cada una de aquellas substancias, y
los de todas las demás cosas de las cuales las primeras son causa gracias a
sus propios potencias, y además sus alteraciones y transformaciones
mutuas), es claro que el estudio de la naturaleza versará en su mayor
parte acerca de los cuerpos, puesto que todas las substancias naturales son
cuerpos o bien dependen de cuerpos y magnitudes. Esto es evidente tanto
por lo dicho cerca de cuáles entes son naturales, cuanto por el estudio
consagrado particularmente a cada uno de ellos" (298 a 27);
tal cual lo ha declarado al comienzo mismo del tratado De cælo, al señalar que:
"la ciencia de la naturaleza tiene claramente por objeto, en su mayor
parte, los cuerpos y sus magnitudes, las modificaciones que sufren y sus
movimientos, y además los principios que pertenecen a esta clase de
substancias" (268 a 1).
Es decir, de la substancia cuantificada y cualificada, sus acciones y su
composición elemental. Y por cuanto
"ya hemos tratado del primer elemento y su natura, habiendo probado que
es incorruptible e ingenerado, nos resta por tratar de los otros dos" (298 b
6).
En efecto: Aristóteles se ha referido largamente al mundo supralunar en el
Libro I; y de la incorruptibilidad de la "quinta esencia" o quinto elemento —o
bien primero, según la dignidad— especialmente en el Libro I, Cap. 2; le
corresponde entonces referirse a los elementos terrestres.
Pero, ¿por qué "de los otros dos" y no de los otros cuatro? En general se acepta, con
Simplicio, que Aristóteles "habla de dos resumiendo los cuatro del mundo sublunar
11
Es decir, agua y aire, según se desprende de De gen. corr., 315 a 21
20 Juan Enrique Bolzan
según los movimientos hacia arriba y hacia abajo, y a las tensiones () con respecto
a lo ligero y lo pesado; luego de mostrar, a partir de los movimientos simples, que son
tres los cuerpos simples según el género: el que se mueve circularmente, el que lo hace
hacia arriba, y el que se mueve hacia abajo, y habiendo ya referido al que tiene
movimiento circular, resta hablar de los otros dos". 12 Temistio tiene análoga opinión, 13
así como S. Tomás 14, los comentaristas de Coimbra, 15 S. Mauro, 16 Oresme, 17 etc.;
Nifo habla de: 1º) tierra y fuego, y 2º) de sus "coordinados", aire y agua. 18
Pues bien,
"al tratar de ellos quedamos obligados a referirnos a la generación y a la
corrupción; porque, efectivamente, o no se da de hecho la generación, o
bien tiene lugar solamente en esos elementos y en los cuerpos por ellos
constituidos. Precisamente, esta es la primera cuestión a examinar: si se
produce o no la generación" (298 b 8).
Es decir que ahora el problema de la caracterización y definición de los
elementos infra-lunares no es independiente de sus transformaciones.
Aristóteles tratará detalladamente el tema en su De gen. corr., mientras que
aquí, en el De cælo, sólo lo hará exponiendo y criticando las teorías de sus
predecesores: ya se trate de quienes, como Meliso y Parménides, niegan la
corrupcio-generación; ya se refiera a aquellos para quienes todas las cosas son
engendradas (Heródoto y los primeros fisiólogos) 19 o fluyen (Heráclito); ya se
trate, finalmente y en el paso más amplio, de quienes sostienen una composición
geométrica de los cuerpos a través de superficies, tal cual lo quiere Platón. 20
12
Simplicio [3], 555,7.
13
Temistio, 146, 22-24: "...y dijo que son dos los elementos en cuanto uno es llevado por su
propia natura hacia arriba: tales fuego y aire; el otro empero, hacia abajo: tales tierra y agua".
14
Tomas de Aquino [2], in h.l., Lect. 1, n. 6: "...esse tria corpora, unum scilicet quod movetur
circa medium [...] aliud quod movetur a medio; et tertium quod movetur ad medium".
15
Coimbra, in h.l.: "...de alii duobus, hoc est de corpore leui & graui disputet: de leui, quod
suopte ingenio sursum tendit, ignemque & aërem complectitur; de graui, quod similiter in locum
infimum fertur, & terram atque aquam comprehendit".
16
"...ergo sequitur, ut agamus de duobus aliis corporibus simplicibus, quae moventur motu
recto, alterum ad medium, alterum a medio", Mauro [1], t. III, in h.l., p. 356 a.
17
"Les autres son .iiii., mais il dist. .ii. pource que il en veult ici determiner selon ce que
appartient a leurs mouvements localz naturelz lesquelz son faiz par .ii. vertus ou qualitéz, c'est a
savoir pesanteur et legiereté", Oresme, p. 586, 35 ss.
18
Nifo, L. III, ii. Como contrapartida Seeck se concreta a decir: "...es bleibt noch über die
<zwei> (die irdischen) zu reden", p. 76
19
Hesíodo, 116. Los primeros fisiólogos serían, para Tricot [2], los componentes de la
legendaria escuela de Orfeo; cfr. Guthrie [3].
20
Platón, Timeo, 53 ss.
1. Las teorías previas 21
Pasamos por alto los textos pertinentes pues no hacen directamente al tema,
reservando los más importantes cuando nos ocupemos del De gen. corr.
Así las cosas, retoma Aristóteles la relación elemento/movimiento,
ocupándose enseguida de demostrar que todos los elementos o cuerpos simples
poseen movimientos naturales,
"ya que estando esos cuerpos evidentemente en movimiento, deben ser
movidos por una fuerza () si no lo son por un movimiento propio; y
«por una fuerza» equivale a «contra natura» (). Mas un
movimiento contranatural supone la existencia de un movimiento natural
contra el cual [precisamente] ocurre el primero. Y aun cuando puedan ser
muchos los movimientos violentos, el movimiento natural es siempre
único puesto que, según la natura, el movimiento de cada cuerpo es
simple, mientras que su movimiento contranatural es múltiple" (300 a
21).
Texto de por sí suficientemente claro: los cuerpos se mueven por sí mismos
o por compulsión; si lo hacen por sí mismos, este es su movimiento natural; si
lo hacen por compulsión, es por oposición al movimiento natural; sea como
fuere, este último es real.
Un punto existe que parece crear alguna dificultad: la multiplicidad de los
movimientos contranaturales o violentos, frente a la unicidad del movimiento natural,
pues antes ha dicho Aristóteles que
"cada cosa no tiene sino sólo un contrario, y el movimiento hacia arriba y el
movimiento hacia abajo son contrarios uno con respecto al otro", (269 a 14)
no pareciendo así dejar posibilidad a la existencia de múltiples movimientos violentos.
Simplicio resuelve la aporía admitiendo, con Alejandro, que el movimiento
es, sí, uno y simple, contrario al movimiento , pero que la
violencia se puede producir con movimientos no simples. 21 Es decir que el movimiento
admite tonalidades que no admite el ; 22 porque al fin de
cuentas un movimiento que es para un cuerpo, ocurre por compulsión
según que otro cuerpo se mueve . 23 Ya había observado Oresme que "las
palabras de Aristóteles son fuertes y oscuras", resolviendo la cuestión con una distinción
análoga, según la cual "contrario" tiene el sentido fuerte de movimientos "contra natura"
y el sentido débil de movimientos "hors nature". 24 En el mismo sentido Mauro, quien
habla de múltiples modos de desviarse del orden natural. 25
21
Simplicio [3], 521, 25 ss
22
Simplicio [3], 581, 23.
23
Simplicio [3], 50, 12-18.
24
Oresme, p. 70-71, 60 a 76: "Les paroles d'Aristote sont fortes et obscures [...] je di que
mouvements sont de .iii. manieres. Un est naturel, si comme du feu droit en haute; l'autre est ne
selonc nature ne contre nature, mais hors nature, si comme le feu en son lieu ou en son spere
estoit selonc partie meu en travers [sentido débil de contrario: contrario por indiferencia] [...] une
22 Juan Enrique Bolzan
En resumen, la solución que nos parece más simple e inmediata es la siguiente: lo
natural y su contrario se oponen uno a uno genéricamente, mas específicamente ("en
grado", de Tricot) lo antinatural puede ser múltiple en tanto guarda su unidad de ser
contranatural siempre y no obstante la diversidad de manifestaciones que de hecho
pueda presentar (el "pluribus modis" de Mauro).
Ahora bien: también la consideración del reposo conduce a aquella exigencia
de movimiento natural (300 a 27-28) puesto que si, como se demuestra,
"existe un reposo natural, debe existir un movimiento natural, a saber:
aquel que lleva al lugar de reposo" (300 b 6).
Prueba que le permite criticar tanto a la teoría del movimiento perpetuo
según Leucipo y Demócrito (300 b 8-15) cuanto a la teoría del movimiento
desordenado de los elementos antes de la creación del mundo (300 b 16-25),
según puede leerse en Timeo, 30 a; y aun de las ideas de Empédocles, 26
concluyendo:
"De cuanto antecede es manifiesto que todo cuerpo tiene un movimiento
natural que se lleva a cabo sin compulsión ni contra natura" (301 a 20).
En otras palabras,
"que existen ciertos cuerpos que necesariamente deben su impulso
() a pesantez o levedad" (301 a 21).
Es decir que ciertos cuerpos —en 301 b 16 y 30 dirá "todos los cuerpos",
pues entonces ya se trata sólo del mundo sublunar con exclusión, por lo tanto,
del éter— poseen naturalmente peso y son necesariamente impulsados por este
peso en sus movimientos naturales. 27
La demostración a que recurre Aristóteles es ingeniosa:
"Aceptamos que [tales cuerpos] necesariamente se mueven; mas, si el
cuerpo no posee ningún impulso natural, es imposible que se dirija hacia
el centro o que de él se aparte. Supongamos un cuerpo A sin peso
() y uno B que posee cierto peso. Admitamos que en el mismo
tiempo el imponderable recorre la distancia CD; y B, la distancia CE,
chose n'a pas .ii. contraries, mais un tant seullement quant est de parfaite contrarieté, si comme
sont contraries tres chaut et tres froit, qua ce qui est tiede est contrarie a touz ces .ii. de contrarieté
imparfaite".
25
Mauro [1] t. III, in h.l., p. 361 b: "natura uniuscujusque rei est determinata ad unum, a quo
tamen potest pluribus modis deviare". Solución que acepta Tricot [2], in h.l.
26
Cfr. Diels-Kranz, frag.B 57. Además, los lugares pertinentes de Kirk-Raven; Guthrie [2];
Bollack; O'brien; etc.
27
Hemos vertido por "impulso". En la versión latina de Argyropylo aparece "momentum"
(cfr. Mauro, in h.l.); Tricot [2], Moraux [2], Guthrie [1] y Stocks lo traducen por "impulso",
mientras que Longo opta por "inclinación".
1. Las teorías previas 23
mayor puesto que el cuerpo pesado llegará más lejos. Supongamos que el
cuerpo pesado se divide según una proporción equivalente a CE:CD
(relación que puede establecerse entre él y una de sus partes); ahora bien:
puesto que todo B recorre la distancia total CE, la parte debe recorrer CD
en el mismo tiempo. Por consiguiente el cuerpo sin peso y el pesado [la
fracción correspondiente a CD] recorrerán la misma distancia, lo cual es
imposible. El mismo argumento vale para la levedad" (301 a 23).
Considerado como una experiencia mental, el texto es claro; y en realidad es
el único modo de considerarlo ya que el mismo Aristóteles está diciendo que un
cuerpo imponderable es un absurdo. Pero enseguida ampliará su conclusión
demostrando que un cuerpo imponderable tampoco puede experimentar
movimiento compulsivo (violento), recurriendo a un ejemplo análogo pero
suponiendo ahora un movimiento debido a una fuerza o causa exterior al
cuerpo. No seguiremos su argumentación (301 b 1-16).
En conclusión:
"Es evidente entonces que todo cuerpo debe poseer un peso o una levedad
determinados" (301 b 16).
El texto:
ha sido diversamente interpretado con relación al participio
pues éste tanto puede afectar a cuanto a ,
traduciéndose en el primer caso: "...todo cuerpo determinado..."; en el segundo: "todo
cuerpo posee determinada pesantez o levedad". En general los autores contemporáneos
prefieren el segundo caso (así Tricot, Longo, Stocks, Guthrie, Elders); 28 pero Moraux se
decide por el primero, 29 sosteniendo que Aristóteles quiere aquí precisar que no habla
de la totalidad de la masa del universo sino más bien de cuerpos determinados,
constituidos a partir de uno o varios elementos sublunares. La explicación es plausible y
tiene a su favor que ni Alejandro ni Simplicio —según lo señala Moraux— han adosado
el participio a ; pero aun así hemos adoptado nuestra versión porque estimamos
que más allá de la oscuridad sintáctica, necesariamente "todo cuerpo" es ya un cuerpo
determinado, así como determinado ha de ser su peso; la construcción gramatical y el
sentido enfático mejor sufren adosar el participio tal cual lo hemos hecho. No
seguiremos ya en detalle el texto aristotélico inmediato (301 b 17-31) pues no interesa
directamente al tema: insiste Aristóteles en que la natura es principio intrínseco de
movimiento, siendo una fuerza también principio pero existente "en otra cosa" o bien
en la misma cosa pero considerada "en cuanto otra"; de donde "todo movimiento
natural —la caída de una piedra— resulta más veloz () por la acción de la fuerza,
mientras que el movimiento contra natura será obra exclusiva de la fuerza" (19-22). Si,
28
En la versión latina de Argyropylo (Mauro [1], t. III, 365 a) se lee: "Patet igitur omne
definitum corpus pondus aut levitatem habere". La versión de Moerbeke, que utiliza Sto. Tomás,
t. III, dice: "Manifestum igitur quod necesse corpus omne gravitatem habere aut levitatem, quod
determinatum".
29
Moraux [2], traduce: "...tout corps séparé doit comporter de la pesanteur ou de la légèreté";
véase su nota en p. 163.
24 Juan Enrique Bolzan
por extensión, trasladamos el por "acelerado" —tal como lo hacen Moraux y
Longo— el texto se parece sorprendentemente a otro célebre de Buridán, donde éste se
refiere precisamente a la aceleración que provoca en un cuerpo que cae, la adición de
una fuerza del mismo sentido. 30
Luego de este largo apartado acerca del movimiento en el mundo sublunar,
"resulta claro de lo dicho que no de todas las cosas puede darse
generación, ni de alguna en sentido absoluto. En efecto: es imposible que
se dé generación absoluta de un cuerpo, a menos que se admita la
posibilidad de un vacío separado; puesto que si se da generación
[absoluta] habrá de estar vacío el lugar que ocupará la cosa una vez
generada, puesto que no podrá haber [allí] cuerpo alguno" (301 b 31-302
a 3).
Ya había negado Aristóteles la realidad del vacío absoluto, 31 y aquí señala,
con una argumentación que "pasa del orden del pensamiento al orden de la
realidad", 32 que es la misma irrealidad de ese vacío lo que impide la generación
absoluta (creación, diríamos ahora). Sin embargo,
"es posible, sí, que un cuerpo pueda generarse de otro, como por ejemplo,
el fuego del aire; pero que se genere sin la preexistencia de otra
magnitud, es imposible. Cierto es que puede surgir un cuerpo en acto a
partir de uno en potencia; pero si ese cuerpo en potencia no era
previamente otro cuerpo en acto, será necesario admitir la existencia de
un vacío separado" (302 a 3).
Doctrina que explicitará en De gen. corr. y que aparece aquí un tanto
extemporáneamente.
Según Stocks, el que introduce la sentencia de 301 b 33, "muestra que la
justificación del enunciado ["resulta claro de lo dicho..."] está por venir. La tesis
se sigue de lo que fue «dicho antes», puesto que en Phys., IV, 6-9 se investigó y
refutó la hipótesis de un vacío, y aquí se demuestra que la generación absoluta o
generación de un cuerpo a partir de un cuerpo, requiere vacío". Tal vez pueda
explicarse este salto de Aristóteles desde el movimiento natural a la generación
aceptando que se trata aquí de una introducción al capitulo siguiente, opinión
plausible en una obra que en más de una ocasión muestra tales discontinuidades;
el cual capítulo comienza inmediatamente con la sentencia:
"Queda ahora por decir de qué [cuerpos] hay generación, y por qué" (302
a 10);
30
Clagett, especialmente su Part III: "Medieval Dynamics" para textos originales y comentario
sobre la teoría medieval del "impetus" (Buridan, Francisco de Marchia, Alberto de Sajonia, etc.).
31
Phys., IV, 6-9.
32
Elders, p. 292.
1. Las teorías previas 25
dando así continuidad al final del capítulo anterior. 33 Mas,
"puesto que en todas las cosas el conocimiento procede de aquello que es
primero, y los elementos son los constituyentes primarios [inmanentes]
de los cuerpos, debemos investigar cuáles son los elementos de tales
cuerpos, por qué lo son y, posteriormente, cuántos son y cuáles sus
características" (302 a 11). 34
Planteo conforme a la doctrina general según la cual si el objeto bajo
investigación posee principios o elementos, por estos se debe comenzar el
estudio, 35 explicitando —tal cual lo señala aquí— cuáles, por qué, cuántos y
cómo son dichos elementos. Ahora bien:
"La respuesta será clara si establecemos primeramente cuál es la natura
de [lo que denominamos] elemento" (302 a 14).
Es decir que se necesita alguna definición como punto de partida y para
saber de qué se está hablando. Por consiguiente:
"Definiremos como elemento de los cuerpos aquello en lo cual se
resuelven otros cuerpos, que está presente [inmanentemente] en estos, sea
en potencia, sea en acto (quede ahora esto sin resolver), y que no se deja
descomponer en partes específicamente diferentes de él mismo. Esto es lo
que, sobre poco más o menos, todos entienden por elemento" (302 a 15).
Es esta la célebre definición aristotélica de "elemento", esencialmente
idéntica a la que aparece en la Metafísica; 36 aquí con la importante aclaración de
su estado en potencia o en acto (esto lo declarará posteriormente), definición
notablemente desconocida en la historia de la química, aspecto del cual nos
ocuparemos más adelante. Por ahora,
"si el elemento queda así definido, es necesario que existan tales cuerpos"
(302 a 19).
En primer lugar, por exigencia lógica de la relación elemento/compuesto; en
segundo término, por exigencia física, ya que la experiencia muestra la
existencia de cuerpos complejos. Así,
"en la carne y en la madera, así como en los demás cuerpos similares,
están contenidos en potencia fuego y tierra, puesto que los vemos
33
Hemos colocado "cuerpos" entre paréntesis, aceptando la opinión de Moraux y de Longo.
34
Traducimos el por "...elementos los
constituyentes primarios [inmanentes]", porque el ser intrínsecos o inmanentes es una
característica de ellos, como lo dice en Met., 1014 a 26: "Elemento significa el componente
primario inmanente [] que constituye una cosa, y que es indivisible en
otra especie".
35
Aristóteles, Anal Pr., 72 a 6; Phys., I, 1.
36
Cfr. nota 32.
26 Juan Enrique Bolzan
desprenderse de aquellas. Por el contrario, en el fuego no están
contenidos, ni en potencia ni en acto, carne o madera; si lo estuvieran,
podrían separarse de él" (302 a 21).
El ejemplo es decididamente arcaico y dependiente de la teoría de los cuatro
elementos, pero es suficiente para demostrar lo que Aristóteles quiere significar
con respecto a la necesidad de que existan elementos y cómo se los justifica
experimentalmente. El caso del fuego, que parece no contener nada en acto o
en potencia, será resuelto por Aristóteles en su tratado De generatione et
corruptione, como veremos. Nótese, de paso, que aquí se resuelve por el estado
potencial de los elementos (fuego y tierra) en el compuesto (carne y madera).
El texto continúa:
"Aun si no existiera sino un único elemento, este no las contendría [a carne y
madera]; y ya se trate de carne, hueso o semejantes, no puede decirse
[simplemente] que estén contenidos en potencia [en la substancia elemental],
siendo menester estudiar el modo de su generación" (302 a 25).
El texto griego es poco claro, y Elders dice que tal vez sea mejor considerarlo una
adición posterior. En nuestra traducción hemos interpretado el original por medio del
artificio que muestran los paréntesis agregados; de este modo parece claro que
Aristóteles hace una referencia un tanto incidental a los fisiólogos, quienes querían
hacer proceder todo de una única substancia originaria, en la cual estarían
potencialmente contenidas las demás substancias. Lo cual no puede ser, pues por la
definición misma de "elemento", este debe estar "contenido en" pero no ser "continente
de" nada; en el elemento se deben resolver las substancias complejas según una vía
analítica simplificativa, no según una vía sintética de complejidad. Sólo aceptando que
la es simplemente (resolución por mera separación) podría admitirse
la solución monista; pero entonces la noción misma de elemento se hace
extremadamente accidental: no tendría sentido la exigencia de alteración ()
como premisa de la transformación, y quedaría sin fundamento la substancialidad
misma del producto del cambio, como se verá detalladamente al tratar el tema en De
gen. corr.
Volviéndose ahora a sus predecesores:
"acerca de los elementos, Anaxágoras sostiene una doctrina contraria a la
de Empédocles: éste dice que fuego, tierra, y demás análogos son los
cuerpos elementales de los cuales se componen todas las cosas.
Anaxágoras afirma lo contrario: los elementos son los homeómeros
(entendiendo por estos carne, huesos y demás cuerpos semejantes), en
tanto que aire y fuego son mezclas de aquellos y de todas las demás
semillas; siendo cada uno de ellos un agregado de todos los invisibles
homeómeros. Porque todo se genera a partir de estos" (302 a 28).
1. Las teorías previas 27
Frente a los cuatro elementos de Empédocles opondrá Anaxágoras sus
infinitas semillas (), 37 infinitas según número y especie,
constituyentes de todos los cuerpos y, por consiguiente, también de los
elementos de Empédocles; teorías sobre las cuales volveremos al ocuparnos del
tratado De gen. corr. Por ahora retornemos, con Aristóteles y un poco
sorpresivamente como lo hace, pero de acuerdo con el contexto todo del De
cælo, al caso del movimiento específico de los elementos, para afirmarlos:
"Mas, puesto que todo cuerpo natural tiene un movimiento propio; y que
los movimientos son o simples o compuestos, siendo así que los
movimientos compuestos pertenecen a los cuerpos compuestos y los
movimientos simples a los simples, es claro que existirán cuerpos simples
puesto que existen movimientos simples. Es así evidente la existencia de
elementos y su razón" (302 b 5).
Es decir que Aristóteles reafirma aquí lo dicho en 268 b 26 con relación a la
estrecha dependencia entre ser tal o cual elemento y las especies de
movimiento; y puesto que deben existir elementos,
"es necesario ahora preguntar si su número es finito o infinito; y si es
finito, cuál es ese número. Comencemos por establecer, contra lo que
algunos creen, que no es infinito. Y en primer término nos referiremos a
quienes consideran, con Anaxágoras, que todos los homeómeros son
elementos: ninguno de ellos tiene un concepto cabal de elemento" (302 b
10).
Acusación bajo la cual caen tanto los anaxagorianos —sólo sabemos
nominalmente de Arquelao, según lo menciona Simplicio— 38 cuanto, en
general, los atomistas. En efecto:
"la observación nos muestra que aun muchos cuerpos compuestos se
dejan descomponer en partes homeómeras, como por ejemplo: la carne,
los huesos, la madera, y la piedra. Por consiguiente, puesto que el
compuesto no es elemento, no todo homeómero será elemento sino sólo
aquel que no se deje resolver en partes específicamente diferentes, tal
cual lo hemos dicho" (302 b 15).
Con lo cual si bien todo elemento es homeómero (cfr. 302 a 15), no todo
homeómero es elemento. Guthrie señala muy bien la diferencia entre
homeómero y elemento al decir que el primero mantiene su especificidad frente
a un proceso de división: las partes que así se obtienen son substancialmente
iguales entre sí y con respecto al todo; en el caso del elemento, cualquiera sea el
37
Cfr. Diels-Kranz, Fr.B 1,B 4-6-11. Asimismo, véase Guthrie [2], vol. II, Cap. IV; y
Gershenson-Greenberg, passim.
38
Simplicio [3], 604, 31.
28 Juan Enrique Bolzan
proceso a que se lo someta, no se resolverá en algo más simple, dando como
ejemplo el de la madera, pues si se frotan entre sí dos trozos, aparecerá fuego,
contenido potencialmente en ella; pero declara injusta la acusación de
Aristóteles a Anaxágoras de mal entender la natura del elemento puesto que,
para Anaxágoras —arguye Guthrie— carne, madera, etc., son simples,
propiamente hablando, con lo cual la argumentación del Estagirita pierde su
valor. 39
Sin embargo, nos parece que esta defensa no es suficiente como para
invalidar la acusación; en primer lugar, porque Anaxágoras nunca podría argüir
simplicidad en aquello que de hecho se descompone, se transforma en otra cosa,
lo cual es imposible de explicar si en la substancia de partida no están
contenidas al menos las semillas de la substancia derivada. En segundo término,
porque la definición aristotélica de elemento se impone en fuerza de su misma
lógica; por donde, nuevamente, el argumento fáctico impide retraerse a una
nueva convención, y Anaxágoras no tiene derecho de considerar como
elemental aquello que de hecho y repetidamente se descompone, como es el
caso de la carne, por ejemplo. Más aun: puesto que "todo está en todo", 40 nada
es simple y en riguroso anaxagorismo no cabe hablar de elementos
estrictamente tales: separar semillas de una especie es separar semillas de toda
especie, o bien habrá que aceptar que no todo está en todo. 41
"Pero aun concibiendo el elemento tal cual lo hacen, no es necesario por
ello hacerlos infinitos [en número] ya que se obtienen las mismas
consecuencias si se acepta la hipótesis del número finito. Se obtendrá el
mismo resultado si se toman sólo dos o tres de tales cuerpos, tal como
intenta hacerlo Empédocles. De hecho, ni aun así pueden aquellos hacer
todas las cosas a partir de homeómeros (así, no hacen una cara compuesta
de caras, ni ninguna otra cosa que posea configuración alguna natural);
por lo cual será evidentemente mucho mejor limitar el número de
principios al menor número posible en tanto pueda demostrarse [con ellos
lo anterior]. Modo de proceder exigido por los matemáticos, quienes
siempre suponen limitados los principios según especie o cantidad" (302
b 20).
De tal modo ahora este "principio ontológico de economía" viene a sumarse
a la argumentación anterior: lo que se puede hacer con pocos no debe hacerse
con muchos, y menos con infinitos entes.
39
Guthrie [1], ad loc. Stocks concuerda en este punto.
40
Diels-Kranz, Frag. 6 y 11.
41
Que es la objeción de Aristóteles en Phys., 187 b 27.
1. Las teorías previas 29
"Además, si un cuerpo se distingue de otro por sus diferencias propias, y
si las diferencias de los cuerpos son limitadas (porque los cuerpos
difieren por sus cualidades sensibles, las que son limitadas [en número];
pero este requiere probarse) es evidente que también los elementos son
necesariamente limitados [en número]" (302 b 30).
El número finito de cualidades sensibles conduce al número finito de
elementos.
Con respecto a la prueba, en general los comentaristas remiten a De sensu, 445 b ss,
como hace Stocks; para Elders no es sencillo relacionar ambos pasos, sosteniendo que
se logra mejor resultado comparando con De gen. corr., II, 2. 42 En realidad ya existe
una solución en Phys., 189 a 10 ss, donde dice Aristóteles que de ser infinitos, "el ser no
sería inteligible"; y en De sensu la argumentación será más física, pues allí dirá,
ejemplificando con ciertas cualidades sensibles como color, sabor y sonido, que la
existencia de extremos (blanco-negro; dulce-amargo) implica la de términos
intermedios en número limitado. 43 Claro es que con ello no se ha resuelto el problema,
porque como Elders lo señala: "Sería difícil probar que dulce-amargo constituye un
nuevo elemento". De acuerdo. Pero ya Aristóteles mismo lo reconoció, como veremos
al referirnos al De gen. corr.; sin embargo el texto de De sensu es claro en cuanto al
número limitado de cualidades sensibles en general. Lo que agregará, especificando, en
De gen. corr., es que de entre las cualidades sensibles son las tangibles las que
constituyen propiamente "las formas y principios de los cuerpos"; pero la solución total
exige ambos textos para obtener aquel "mejor resultado" que quiere Elders.
"Pero existen además las afirmaciones de otros, como Leucipo y
Demócrito de Abdera, cuyas consecuencias tampoco son razonables.
Según estos, las magnitudes primarias () son infinitas en
número e indivisibles en magnitud; lo múltiple no se genera a partir de lo
uno ni lo uno a partir de lo múltiple, sino que todas las cosas lo hacen por
entrelazamiento () y dispersión () de aquellas.
En cierto modo también ellos reducen todos los entes a números y los
constituyen según números; y si bien no lo dicen explícitamente, eso es lo
que vienen a sostener" (303 a 3).
El intento de solución a la antinomia de Parménides-Heráclito conduce a los
atomistas a reducir la realidad de sus magnitudes primarias de modo tal que a
fuerza de ser esencialmente inmutables y, especialmente, indivisibles e infinitas
en número, puede asimilarse a los números pitagóricos, sobre todo teniendo en
cuenta que en otro lugar el mismo Aristóteles ha hecho notar que los pitagóricos
hacen de las cosas números porque hacen de los números, cosas. 44 Hasta aquí
42
Mauro [1], T.III, p. 369, remite también al citado paso de De gen. corr. y dice: "...sed
differentiae sensibilium sunt solum finitae, ut probabitur in libris de Generatione et Corruptione".
43
De sensu, 445 b 20-23. El argumento es retomado en 446 a 16 ss, pero en un texto muy
oscuro que no vale la pena considerar; véase el comentario de Ross [5] al caso.
44
Met., 985 b 15 ss.
30 Juan Enrique Bolzan
parece haber conducido a Demócrito su intento de armonizar experiencia de
múltiples seres con la exigencia del ser único de Parménides, y hasta llegar a
"pulverizar" a ese ser-uno mientras intenta guardar todas las consideraciones
posibles con la unicidad. Más adelante volveremos sobre Demócrito.
La generación de todo por entrelazamiento y dispersión (
) es típicamente una concepción mecanicista, donde todo surge
gracias a corpúsculos y choques debidos al estado de movimiento de esos
corpúsculo, los cuales juegan casi únicamente el papel de unidades matemáticas
cuya simple adición da lugar a los cuerpos. Los corpúsculos mecanicistas son
casi sólo una excusa para la acción; pero entonces no se salva adecuadamente la
novedad que la aparición de los cuerpos comporta, no al menos en sentido
estricto —substancial— pues vale aquí rigurosamente la objeción:
"Es imposible que una substancia provenga de otras, presentes en aquella
en acto: lo que es dos en acto nunca es uno en acto". 45
El término es expresión típicamente atomista y Longo dice que fue
acuñado por Demócrito; en Simplicio aparecen los términos ,
y ; 46 en la versión latina de Temistio se utilizan "connectuntur" y
"complexione", "concursu" y "complexione", "complexione" y "confusione", y aun
"collectione" y "confusione"; 47 los de Coimbra hablan de "complexione", y el texto que
utiliza Nifo dice: "sed arum complexione: amplexioneque omnia generari"; 48 Oresme
traduce: "Touts sont faiz par la complication et circumposicion on application de ces
indivisibles". 49
Pero, además
"sostienen que, puesto que los cuerpos difieren según la figura, y el
número de estas es infinito, existe un número infinito de cuerpos simples"
(303 a 10).
Texto que confirma la analogía que establece Aristóteles entre pitagóricos y
atomistas; como bien observa Elders, hacer depender la infinidad de partículas
de la infinita variedad de figuras "no es una observación casual sino que apunta
a una tesis esencial: en la teoría atomista la variedad de figuras es previa al
infinito número de partículas". 50 Porque, al fin de cuentas, sólo así se justifica la
necesidad atomista de que existan infinitos átomos y, especialmente, el hecho de
45
Met., 1039 a 3
46
Simplicio [3], 609, 25.
47
Temistio, 177, 38 - 178, 7.
48
Texto que comenta: "differt autem amplexio ab ipsa complexione quatenus amplecti est
circum circa plecti; complecti vero est simul plecti". En sentido análogo en el texto que utiliza
Mauro [1], t. III, 369 b: "sed harum complexione motationeve omnia generari".
49
Oresme, 622, 45.
50
Elders, p. 301.
1. Las teorías previas 31
que los átomos posean figura sin que necesariamente haya que justificar por qué
tal figura y no tal otra. 51 Gnoseológicamente hablando, la relación de infinitudes
se establece así porque, como se dice en De gen. corr., 315 b 6, para aquellos la
verdad consiste en la apariencia y las apariencias son contrarias unas a otras e
infinitas en número. Tal vez sea por ello que:
"nunca han explicado con precisión de qué especie y cuál es la figura de
cada elemento, limitándose a atribuir al fuego la esfera. El aire, el agua y
demás [elementos] los distinguen según la grandeza y pequeñez,
considerando sus naturas como una suerte de panspermia de todos los
elementos" (303 a 12).
Extraña la excepción que hace el fuego; sin embargo es claro que éste
siempre ha gozado de cierto privilegio en toda explicación de la estática y de la
dinámica de los cuerpos naturales, aun en Aristóteles. Mas su configuración
esférica no aparece tan clara: Longo la explica señalando que el fuego "todo lo
penetra"; pero entonces parece que mejor se le asignaría la forma piramidal que
quería Platón. 52
Más bien creemos que la esfericidad condeciría con la intimidad que se
establecería entre el fuego —elemento energético por excelencia— y los demás
elementos o cuerpos, pues sea cual fuere la configuración geométrica de ellos,
el contacto con una superficie esférica sería siempre puntual, conduciendo así a
una imagen que arguye de penetración o concentración de actividad. De algún
modo Temistio viene a decir esto cuando señala que el fuego "se introduce y
atraviesa todo cuerpo, ya que carece de ángulos y no puede ser estorbado por
nada"; 53 y Aristóteles le hace decir a Demócrito que "la forma esférica es la más
fácil de mover, siendo tal precisamente la forma de la inteligencia y del
fuego". 54
En cuanto a la , y si la referencia de Aristóteles es correcta, se trata
aquí de revivir la teoría de Anaxágoras, y de hecho en Phys., 203 a 19; De gen. corr.,
314 a 28; y De anima, 404 a 4, se habla de conjuntando
Anaxágoras, Leucipo y Demócrito.
Ahora bien:
"En primer término también ellos cometen el mismo error de no suponer
un número limitado de principios, aun cuando así podrían haber sacado
las mismas conclusiones" (303 a 17).
51
Así lo dice también Simplicio [1], 28, 9-10.
52
Timeo, 55 d - 56 e.
53
Temistio, 178, 32-35. Véase más adelante lo que decimos de la esfera.
54
De anima, 405 a 11; cfr. 404 a 2 y 6.
32 Juan Enrique Bolzan
Ya al comentar 302 b 21 mencionamos este "principio metafísico u
ontológico de economía" o innecesaria multiplicación de principios; de hecho,
Platón recurría, precisamente, a un reducido número de figuras elementales.
"Además: si las diferencias propias de los cuerpos no son infinitas,
evidentemente los elementos no lo serán" (303 a 19).
Se aplica aquí el criterio de 302 b 30 ss; véanse allí las observaciones. 55
Más aun:
"Asimismo: afirmar la existencia de cuerpos indivisibles significa entrar
en inevitable conflicto con las ciencias matemáticas y negar muchas de
las opiniones admitidas y fenómenos sensibles: sobre esto hemos tratado
ya en nuestro estudio acerca del tiempo y del movimiento" (303 a 20).
El conflicto surge cuando frente a los a-tomos aparecen las figuras
necesariamente divisibles de la geometría, pues ningún continuo puede estar
formado por indivisibles: por definición, el continuo es siempre divisible; otra
dificultad se refiere a la existencia real de un número actualmente infinito. 56
Así también,
"es inevitable que se contradigan, puesto que resulta imposible, si los
elementos son indivisibles, que aire, tierra y agua difieran según
magnitud; puesto que entonces no sería posible que uno se genere del
otro porque en el proceso continuo de separación gracias al cual —según
ellos— tiene lugar la generación recíproca de agua, aire y tierra, acabarán
por faltar los cuerpos mayores" (303 a 24).
Es decir que en el proceso de transformación de una cierta cantidad de un
elemento en otro, cuyos átomos poseen un tamaño definido (y definidor de la
especie) necesariamente acabarán por faltar átomos de la dimensión exigida
siempre que el tamaño del átomo del elemento así generado sea mayor que el
del átomo del elemento de partida. Por ejemplo: si los átomos de tierra fueran
mayores que los de aire, no podrá transformarse todo el aire en toda la tierra.
Pero hay más, aunque no lo diga aquí Aristóteles: si el átomo de agua se define
por su magnitud y es verdaderamente á-tomo, no puede transformarse
indivisiblemente en átomo de otra especie.
"Además, aun sus concepciones no parecen exigir un infinito número de
elementos, si los cuerpos —como dicen— difieren según figura, pues
55
El argumento es aun más decisivo frente al pretendido empirismo de Demócrito; como lo
dice Mauro [1], t. III, 370 b: "elementa differunt per ordinem ad qualitates sensibiles; sed
qualitates sensibiles non possunt esse infinitae...; ergo neque elementa specie diversa possunt esse
infinita".
56
La referencia es claramente a Phys., III, 4 ss y VI passim. Según Elders, esta remisión a ese
estudio puede ser una adición posterior.
1. Las teorías previas 33
todas éstas se componen de pirámides: las figuras rectilíneas, según
pirámides rectilíneas; mientras que la esfera se compone de ocho partes.
Pero las figuras deben tener necesariamente sus principios, de modo tal
que si éstos son uno, dos o más, también los cuerpos simples existirán
según esos números" (303 a 29).
Aun en el atomismo debe negarse la existencia de un número infinito de
elementos pues toda figura espacial reconoce a la pirámide (¿tetraedro?) como
elemento básico.
El ejemplo de la esfera es un tanto oscuro. ¿Por qué viene al caso, y de dónde esas
"ocho partes" (), cuando se podría esperar "ocho pirámides"? Que
aparezca aquí la esfera puede explicarse por ser la forma correspondiente al fuego,
según los atomistas; pero queda pendiente la referencia a esas "partes". Como bien
señala Heath, esas ocho partes de la esfera se obtienen cortándola según tres planos
recíprocamente perpendiculares que pasan a través del centro, pero resultan "solo cuasi
piramidales, estando formadas tres de sus caras por tres cuadrantes de círculo; la cuarta,
por parte de la superficie esférica". 57 Esta es también la explicación que da Alejandro,
según Simplicio, quien señala a su vez que esto exige una verdadera adivinanza por
parte del comentarista. 58 En el mismo sentido se expresan Mauro, 59 Nifo, 60 los de
Coimbra, 61 y Oresme. 62 Sin embargo bien puede existir aquí una respuesta sencilla:
mientras que las figuras rectilíneas se componen de figuras rectilíneas (de aristas bien
definidas), en el caso de la esfera y a falta de alguna denominación especial de los
cuerpos que se forman por aquel corte tripartito de que hablan Alejandro y Heath,
Aristóteles se refiere a "partes" y a partes piramidales, es decir, semejantes a la pirámide
(, dice Alejandro según Simplicio). 63
¿Existe alguna influencia de Platón en esto? Es obvia la respuesta por la
afirmativa; y Elders piensa que "todo el capitulo parece ser más bien
primitivo". 64 Bajo esta perspectiva el paso que sigue marcaría claramente la
hesitación de Aristóteles y la reafirmación de su argumento clásico para
distinguir los elementos, insistiendo:
"En fin: si todo elemento tiene un movimiento propio, y si el movimiento
del cuerpo simple es simple, no siendo infinitos ni el número de estos
57
Heath, p. 175.
58
Simplicio [3], 613, 26 ss.
59
Mauro [1], t. III, 370 b.
60
Nifo, in h.l.: "omnes constant ex pyramidibus: rectilineae quidem ex rectilineis, rotundae
autem ex rotundis, ut sphaera ex octo partibus".
61
Coimbra, in h. l.: "quando quidem ipsa etiam sphaera quamvis ex rectis non constet lineis,
tamen ex octo pyramidibus, quae rotundas bases habeant, componi dicitur"
62
Oresme, p. 624, 83: "Et spere est en .viii. pyramides semblables, si comme il appert par les
.viii. pieces d'une pelote ou d'un esteuf".
63
Simplicio [3], 614, 6.
64
Elders, p. 304.
34 Juan Enrique Bolzan
movimientos simples —puesto que ni aun las traslaciones simples son
más de dos— ni el de lugares, no será tampoco infinito el número de
elementos" (303 b 4).
Pues las traslaciones son hacia arriba y hacia abajo, así como los lugares
naturales son alto y bajo.
Por lo tanto,
"puesto que el número de elementos es necesariamente limitado, resta
ahora por considerar si son varios o solamente uno.
Existen quienes suponen sólo uno, siendo para algunos el agua, para otros
el aire o el fuego; en fin: para otros se trata de algo más sutil que el agua
y más denso que el aire, un cuerpo infinito —dicen— que circunda el
conjunto de los cielos" (303 b 9).
Las alusiones son claras, especialmente aceptando la lista de Simplicio: 65 el
agua para Tales e Hippon; el aire para Anaximenes y Diógenes de Apolonia; el
fuego para Heráclito e Hippasus de Metaponto. En cuanto a ese elemento
intermedio entre el aire y el agua, si bien la figura de Anaximandro parece la
más recurrida y la obligada, Ross señala —a propósito de dos textos paralelos
de la Met. 988 a 30 y 989 a 14— que probablemente no se refiera a aquél pues
sorprende aludiera con tal vaguedad a tan conocido pensador; 66 mas Elders,
aceptando esta conclusión para los textos de Met., insiste en que aquí, en De
cælo, es Anaximandro el aludido.
Cabe destacar que si bien Aristóteles habla, en varios lugares, de ciertos cuerpos
intermedios: entre agua y aire, 67 entre fuego y aire, 68 y entre agua y fuego, 69 nunca cita
nombres de quienes hayan sostenido tales ideas. Se trata, pues, de una cuestión abierta
ya que si bien la mayor parte de los autores (Tricot, Elders, Guthrie, Stocks, Burnet,70
Joachim,71 aceptan el nombre de Anaximandro, Longo hace notar que este último no
definió cualitativamente el , pudiendo creerse que este "elemento
intermedio" constituye una interpretación personal de Aristóteles;72 pero precisamente,
65
Simplicio [3], 615, 11 ss.
66
Ross [6], lo dice al comentar Met., 989 a 14 ("...aquellos que hacen al elemento primitivo más
denso que el fuego pero más sutil que el agua") y 988 a 30 ("...un elemento más denso que el
fuego pero más sutil que el aire"). Para Tricot [7], el paso de 988 a 30 se refiere probablemente a
un discípulo de Anaximenes y no a Anaximandro. Cfr. asimismo Ross [2], p. 482.
67
De gen. corr., 332 a 20 y el comentario de Gigon, p. 78; asimismo Met., 989 a 14
68
Phys., 187 a 14 y el comentario de Gigon, p. 75; Met., 988 a 30.
69
Phys., 189 a 14, y el comentario de Gigon, p. 76.
70
Burnet [1], P. 56.
71
Joachim [1], p. 193 y 225.
72
Según Alejandro [3], 60, 7 y 61, 21, la atribución a Anaximandro no se ha hecho sino con
cierta ligereza, por lo cual no se puede apoyar una argumentación efectiva, como se hace
1. Las teorías previas 35
por cuanto en Phys., 187 a 13-21 aparecen distinguidos Anaximandro y aquellos que
sostienen "una substancia más densa que el fuego y más sutil que el aire", no parece
justificada aquí la asimilación. Zeller y Diels citan aquí a un ecléctico poco conocido:
Ideo de Himera.73 Kahn se pronuncia por Anaximandro y sus argumentos merecen ser
tenidos en cuenta, no obstante parecernos inconcluyentes.74 Es curioso que no aparezca
aquí mencionada la tierra, pero ya el mismo Aristóteles había advertido que a causa de
lo basto de sus partes nadie la consideró elemento.75
Sea como fuere,
"aquellos que identifican este elemento único con el agua, el aire, o un
cuerpo más sutil que el agua pero más denso que el aire, y hacen generar
todo el resto a partir de ese elemento por condensación y rarefacción
[], no caen en la cuenta de que ellos mismos
suponen algo anterior a ese elemento. Pues, tal cual lo dicen, la
generación a partir de los elementos es una mezcla (); y la que
se resuelve en los elementos es una disociación (). Pero
entonces un cuerpo cuyas partes son más sutiles tendrá prioridad natural;
y por cuanto sostienen que es el fuego el cuerpo más sutil, a él le
corresponde la prioridad de natura. Mas no importa cual sea [el cuerpo
más sutil]: en todo caso necesariamente habrá prioridad de uno entre
ellos, y no del intermediario" (303 b 13).
El argumento es exigente: si todo se produce por condensación y rarefacción,
mezcla y disociación, entonces necesariamente sólo un elemento puede existir:
precisamente aquel separable según sus partes las más sutiles, y como real
punto de partida de la agregación y término del análisis: el fuego. Ninguno de
los pseudo-elementos (agua, tierra, aire) ni de los términos medios, cumple con
tal requisito. Los fisiólogos se contradicen, pues, inconscientemente.
"Además, hacer generar a través de condensación y rarefacción vale tanto
como hacerlo por adelgazamiento y espesamiento [
], ya que lo delgado es raro y lo espeso, consistente, según
sostienen.
Pero, a su vez, hacerlo por adelgazamiento y espesamiento es equivalente
a hacerlo según grandeza y pequeñez; porque lo delgado es lo que consta
de pequeñas partes; denso, lo que consta de grandes partes. En efecto: es
corrientemente. Gigon, p. 82, precave contra la interpretación cualitativo-material de Aristóteles
(cfr. todo el capítulo "Anaximandro").
73
Tricot [2], p. 138, nota 6. Pero Ross [6], p. 178, señala que el único que lo cita: Sexto
Empírico, dice sin lugar a dudas que para Ideo era el aire la substancia primitiva; y Gigon, p. 80.
considera "arbitraria" esta apelación de Zeller.
74
Kahn, p. 44-45.
75
Aristóteles, Met., 989 a 5.
36 Juan Enrique Bolzan
delgado [raro] aquello que está dispersado en un gran espacio, dispersión
propia de lo que se compone de pequeñas partículas. Por lo cual acaban
por distinguir las substancias de los restantes cuerpos según la grandeza o
pequeñez de sus partes; método que conduce a un relativismo total: no
existirá ya ni fuego ni agua ni aire, en sentido absoluto; sino que una
misma cosa será fuego con relación a algo, y aire con relación a algo
otro" (303 b 22).
Vale decir que no ha de recurrirse simplemente a dimensión para caracterizar
la elementalidad; ni a procesos de generación que echen mano de análoga
explicación, pues de otro modo se justificaría lo físico por lo matemático; y la
acusación de relativismo es obvia si se matematizan las esencias, pues si "ser
esto" significa sólo "ser de tal dimensión", en tanto la extensión es de sí misma
divisible al infinito,76 la substancia se corrompe en todos los casos por simple
partición, ante el asombro de Anaxágoras (mientras que en buen aristotelismo,
sólo tratándose del "mínimo substancial" se daría tal corrupción por simple
división).
Importa destacar el criterio de sutilidad o rarefacción, y de engrosamiento o
condensación, pues se trata en verdad de una observación sagaz: si el cuerpo de
que se trate ha de guardar suficiente coherencia entre sus partes como para
conservar algún tipo de unidad —la suficiente al menos como para poder decir
de algo que "está disperso"— sólo aquel compuesto de pequeñas partes admitirá
dispersión en un espacio relativamente grande, si es que ser delgado significa,
como lo define Aristóteles, estar disperso en un gran espacio; y viceversa, para
lo grueso.
Volviendo ahora a la inadecuación de una solución puramente matemática de
lo físico,
"la misma dificultad enfrentan quienes, afirmando que los elementos son
más de uno, sostienen que difieren según grandeza y pequeñez: puesto
que es la cantidad la que distingue uno de otro, existirá una cierta relación
[] entre los tamaños, de modo que en tanto
mantengan tal [determinada] relación, serán necesariamente aire, o fuego,
o tierra, o agua uno con respecto al otro; y las mismas relaciones pueden
ser halladas tanto entre los cuerpos grandes cuanto entre los pequeños"
(304 a 1).
Nuevamente aquí, la solución matemática es inadecuada77 en función de los
elementos: si la esencia de "ser elemento" reside en sus dimensiones, entonces
ser "tal elemento" es el resultado de guardar determinada relación cuantitativo
76
Phys., VI, 2.
77
Cfr. Platon, Timeo, 56-57.
1. Las teorías previas 37
con otro cuerpo; y por cuanto no existen tamaños absolutos, tal relación podrá
hallarse en muy diversos casos, pues la relación cuantitativa que hace que A sea
fuego con relación a B; y B, agua con relación a C, bien puede hacer a B aire
con respecto a X; y a C, agua con relación a Y, dado que ser tal o cual es
simplemente guardar cierta relación de magnitud. Todo lo cual, como bien lo
dice Tricot, "c'est la ruine de la notion de substance",78 el puro relativismo de la
noción de elemento: éste pasa, a través de lo grande y lo pequeño, ¡a la
categoría de relación!
Pero hay más aun:
"Aquellos que toman como elemento único al fuego, aun cuando evitan
esa dificultad caen necesariamente en otras consecuencias absurdas" (304
a 7);
porque, en efecto, toman un elemento como base, mas yerran en sus
razonamientos, pues
"algunos dan al fuego una figura: tales hay que, por ejemplo, lo hacen
piramidal; de entre estos, unos, hablando con simpleza, sostienen que la
pirámide es la más penetrante de las figuras, tal como lo es el fuego entre
los cuerpos. Otros, con más agudo razonar, sostienen que,
componiéndose todos los cuerpos de aquellos cuyas partes son las más
sutiles, y las figuras sólidas se componen de pirámides, resulta que siendo
el fuego el cuerpo más sutil y la pirámide, la más fina y primaria entre las
figuras, y por cuanto al cuerpo primario ha de corresponderle la figura
primaria, se sigue que el fuego es una pirámide" (304 a 9).
Es este un razonamiento por analogía geométrica, con sus toques físicos,
pues junto a la simplicidad de pirámide y fuego se agrega la capacidad de
penetración, manteniéndose, no obstante, en la línea de prioridad natural de lo
más sutil como el componente primario de todas las cosas.79
Omitimos 304 a 16-17, que sigue siendo discutido, pues admite un doble sentido:
que la pirámide está "compuesta de las partes más pequeñas posibles", o bien que "es la
más pequeña [sutil] y primaria de las figuras". Para Simplicio, "la pirámide sería la
primera y más sutil de las figuras";80 en la versión latina que utiliza Nifo puede
leerse: "pyramidem quidem dicunt figurarum acutissimam" (y en este sentido va su
comentario)81 y Oresme coincide con él;82 pero no así los comentaristas de Coimbra,
para quienes "figuram vero pyramis maxime paruarum est partium".83 Entre los
78
Tricot [2], p. 140, n. 1.
79
Cfr. 303 b 20.
80
Simplicio [3]. 620, 30 - 621,1.
81
Nifo, ad loc.
82
Oresme, p. 626, 52: "de toutes figures pyramide est la plus sutile et la premiere".
83
Coimbra, in h. l.
38 Juan Enrique Bolzan
contemporáneos, las versiones son más concordantes entre sí y con mejor acuerdo con
el texto griego fijado: así, tanto Moraux cuanto Guthrie, Stocks, Tricot y Longo, aceptan
que es la pirámide la primera de las figuras y de partes más pequeñas o sutiles. De
hecho, los tres primeros optan por el texto:
, literalmente: "las partes más pequeñas". Aun Longo,
cuyo griego trae , no habla de "más livianas" sino de "più sottili", y
la sutileza se refiere, según Aristóteles, a lo "compuesto de pequeñas partes" (303 b 26).
Además, y bien pueden considerarse
sinónimos, a menos que se pretenda un muy alto grado de tecnicismo, que no parece ser
aquí el caso según los ejemplos a que recurre Aristóteles. Baste con señalar que la
pirámide es el sólido geométrico más simplemente estructurado pues lo hace en base a
cuatro triángulos —equiláteros, si es un tetraedro— siendo el triángulo, a su vez, la
figura plana más sencilla. Que por ser - sea -, es bien aceptable y no
parece conducir a la dificultad que señala Moraux.84
Más prudentes,
"otros, no hacen referencia a la figura y se reducen a considerarlo [al
fuego] como el cuerpo de partes más sutiles, sosteniendo que los restantes
se generan de la aglomeración de éstas, tal como de la fusión del polvo de
oro se produce el lingote"(304 a 18).
Aquí entraría más propiamente Heráclito puesto que si bien hizo del fuego el
elemento, no le concedió configuración. La sentencia final parece ambigua pues
tanto puede interpretarse como un ejemplo dado por los mismos defensores de
la teoría, cuanto una interpretación del mismo Aristóteles, tendente a demostrar
lo absurdo de tal vía de generación; pues en el ejemplo de la fusión de polvo de
oro (es arena aurífera), oro + oro da sólo oro y el mismo de partida, no
otro cuerpo, tal cual lo exige la hipótesis. Esta última posibilidad ya la señaló
Alejandro,85 pero llama la atención que no la utilice Aristóteles en su crítica que
sigue inmediatamente; y por cuanto no se le puede haber escapado tal
argumento, nos sentimos autorizados a decidirnos por la segunda de nuestras
suposiciones: se trata aquí de una rápida conclusión contra estos pirogenetistas.
Pues bien:
"unos y otros caen en la misma dificultad; porque si, por una parte, hacen
del primer cuerpo un átomo [un indivisible] se encuentran con los
argumentos que ya hemos dado contra esta hipótesis [atomista]. Además,
si han de atenerse a las especulaciones físicas, no pueden sostener una
afirmación tal, porque si todos los cuerpos son recíprocamente
conmensurables según la cantidad, y si existe proporcionalidad recíproca
entre las magnitudes de los homeómeros y los elementos que contienen
(por ejemplo: la totalidad del agua está relacionada a la totalidad del aire
84
Moraux [2], p. 122, n. 1: le parece difícil que la pirámide pueda ser calificada de . :"je
crois qu'en 304 a 16 la leçon des MSS JHE2 [. ]doit Λtre préférée Β celle de ESp [.]".
85
Simplicio [3], 621, 20.
1. Las teorías previas 39
como los elementos de cada uno de ellos lo están recíprocamente, y así
para los restantes), siendo la cantidad de aire [generado] mayor que la de
agua [de la cual procede] —como, en general, es mayor la cantidad de un
cuerpo más sutil que de otro más basto— es evidente que el mínimo
elemental de agua debe ser más pequeño que el del aire.
Pero si la magnitud menor está contenida en la mayor, se sigue que el
mínimo elemental de aire será divisible; y lo mismo ocurrirá para el de
fuego y, en general, para todos los cuerpos constituidos por partes sutiles"
(304 a 21).
Ya se pronunció Aristóteles contra la atomicidad en 303 a 20 ss.
La segunda dificultad: "Además...", resulta algo oscura y una suerte de mezcla
físico-matemática, pues se trata de establecer una proporción tal como la siguiente:
Cantidad total de agua mínimo elemental de agua
=
cant. total de aire mín. elemental de aire
donde, si la relación debe cumplirse, resulta que a mayor cantidad de aire mayor
magnitud de su mínimo elemental, relación que no parece tener sentido. La verdadera
dificultad reside en el sentido que debe darse a las cantidades relativas de aire y agua.
¿Cómo pudo sostener Aristóteles que es mayor la cantidad de aire? ¿Qué sentido tiene
aquí "cantidad"? Porque él exige proceder "físicamente" (),
observacionalmente en sus comienzos; y así, nada parece autorizarlo a alcanzar,
estáticamente, tal conclusión. Sin embargo, dinámicamente considerado, parece
aceptable lo que sostienen Tricot, Elders y Guthrie, en pos de Stocks: el argumento se
refiere a lo que ocurre cuando el agua se transforma en aire (= vapor de agua), pues
entonces el volumen (cantidad) de aire resultante es mucho mayor que el del agua
original; y por cuanto no existe el vacío, tal incremento sólo es explicable si es el nuevo
mínimo elemental el que es mucho mayor. Por otra parte, la explicación de Longo nos
parece una interesante alternativa: "Se a parità di volume la quantitá d'acqua è maggiore
di quella d'aria, ne consegue che gli atomi dell'acqua sono più piccoli di quella
dell'aria".86 Donde, entendiendo ahora por "cantidad" la masa, la conclusión es clara:
admitiendo que todos los átomos de todos los elementos poseen igual masa, a igualdad
de volumen una masa total mayor indica mayor número de átomos. Lo que no acabamos
de entender es la frase que sigue inmediatamente al texto anterior: "e perciò l'elemento
avrà atomi più grandi e più piccoli; non si tratterà più quindi di atomi indivisibili". Aquí
debe distinguirse: es cierto que en tales condiciones los átomos no serán indivisibles —
no serán á-tomos— pues en la transformación específica por hipótesis los átomos de
agua, por ejemplo, dan lugar a átomos de aire (que son mayores) y nada impide pensar
el átomo de un elemento como mayor o menor que el de otro elemento; pero no existe
obligación de admitir diversidad de tamaños entre los del mismo elemento.
Volviendo al texto de Aristóteles, no nos parece lícita la conclusión acerca de la
divisibilidad del mínimo elemental de aire porque "la magnitud menor está contenida en
la mayor": la conclusión sólo es aceptable presuponiendo que la generación sólo tiene
lugar por agregación y disociación (303 b 13 ss) de elementos caracterizados
específicamente por los tamaños respectivos (304 a 1 ss), porque entonces sí
86
Longo, p. 345, nota.
40 Juan Enrique Bolzan
dimensional y físicamente el elemento menor está contenido en el mayor, ¡apareciendo
este como á-tomo divisible! Pero el texto más bien parece una conclusión de Aristóteles,
argumentando desde su propia concepción, y entonces no sería válida pues en tal caso
bien puede una magnitud estar contenida dimensionalmente en otra mayor sin exigir
divisibilidad física de ésta. Es decir que Aristóteles aparece aquí como haciendo un
pasaje de lo matemático a lo físico, sólo aceptable dentro del sistema mismo de los
autores que critica, mas no en el suyo propio. En otras palabras: todo es claro si se
acepta una especie de argumento ad hominem; pero esto no parece surgir directamente
del texto.
Pues bien:
"si es divisible [ese mínimo natural], quienes atribuyen una figura al
fuego habrán de sostener que una parte del fuego no es fuego, puesto que
la pirámide no se compone de pirámides y, además, que no todo cuerpo es
o elemento o compuesto de elementos (ya que una parte de fuego no será
ni fuego ni ningún otro elemento)" (304 b 2).
Nos hallamos nuevamente aquí con la dificultad de la interpretación del
argumento aristotélico, pues si bien es cierto que la pirámide = tetraedro, en
cuanto primer cuerpo geométrico según simplicidad de estructura, no puede ser
resuelto en cuerpos más simples, el texto viene refiriéndose a la divisibilidad del
mínimo elemental de un elemento sin exigir mantenimiento de la especie; pues
el paso de 304 a 21 ss sólo permite, en su contexto, inferir que aquella división
conduciría a mínimos elementales de aquel elemento que se halla en cantidad
proporcionalmente menor, y no más. Es decir: la división —según el contexto—
sería división con resolución de la especie, siendo este el único sentido correcto
en que debe entenderse la argumentación según la proporción matemática dada
en 304 a 21 ss: el mínimo elemental de agua es menor que el de aire y por ello
está dimensionalmente contenido en el mínimo elemental de aire. Si esto es así,
el mínimo elemental de aire es dimensionalmente divisible con respecto a la
dimensión del mínimo elemental de agua, y de esta relación matemática no se
puede sacar ninguna conclusión física directa y sí sólo condicional: si la
divisibilidad llega a ser división, ha de admitirse, estando cada mínimo
elemental condicionado por el tamaño, que el resultado es división dimensional
con resolución específica; pues en caso contrario valdría que "una parte del
fuego no sería fuego". Mas si cada mínimo elemental sólo está condicionado
por la figura geométrica que realiza, podría suceder o no división con
transformación; lo cual ocurriría en el caso de tratarse de una figura
absolutamente elemental (el fuego, p. ej.), pero no si se tratara, digamos, de un
cubo.
"A aquellos que distinguen [los elementos] según tamaño, no les queda
sino admitir un elemento anterior al elemento [considerado], y así en un
regreso al infinito, si todo cuerpo es divisible, aun el elemento de partes
más pequeñas. Además, se verán conducidos a sostener que una misma
1. Las teorías previas 41
cosa es fuego con relación a esto, y aire con relación a esotro; y lo mismo
se diga del agua o la tierra" (304 b 6).
Se complica ahora aquella resolución dimensional con resolución específica
de los mínimos naturales condicionados por el tamaño, pues al fin de cuentas
conduciría a un número infinito de elementos ya que, dimensionalmente
considerado, un proceso de división es de sí inacabable: la dimensionalidad no
se agota en la nada, así como ninguna dimensión resulta de una multiplicidad de
ceros.87 No habrá caso de primer elemento ni caracterización unívoca de
"elemento".
En fin,
"el error común a quienes proponen un único elemento es que no
permiten sino un único movimiento natural y el mismo para todos los
cuerpos. Ya sabemos que todo cuerpo natural posee un principio de
movimiento. Si, por consiguiente, todos los cuerpos se reducen a uno
único, habrá un único movimiento para todos, movimiento que deberá ser
mayor cuanto mayor sea la cantidad del cuerpo, tal cual acontece con el
fuego: cuanto más aumenta, más rápidamente se mueve hacia arriba
según su movimiento propio. Pero, de hecho, el aumento en cantidad
hace que muchas cosas se muevan más rápidamente hacia abajo. Por tales
razones, y pues hemos establecido ya la pluralidad de movimientos
naturales, resulta claramente imposible que exista un único elemento"
(304 b 11).
La experiencia meramente observacional muestra al menos dos especies de
movimiento: hacia lo alto y hacia abajo; y Aristóteles se ha preocupado ya de
establecer la relación entre elementos y movimientos;88 llega así a negar que
exista un único elemento —puesto que hay más de un movimiento— y, a
fortiori, que este elemento sea el fuego —puesto que hay movimiento "hacia
abajo".
La referencia al aumento de velocidad en función directa de la masa
comporta una digresión más bien superflua, pues es suficiente al argumento que
exista movimiento descendente.
No se vea aquí una repetición del "error" de Aristóteles acerca de la caída de los
cuerpos, sino sólo una observación correcta con respecto a la influencia del medio en el
cual se mueven, si bien tratando el tema con cierta falta de precisión. Ya en Phys.,215 a
2 señala que "un mismo peso o cuerpo se mueve más rápidamente que otro, sea porque
existe una diferencia en el medio en el cual se mueve —agua, aire o tierra—, sea porque
a igualdad de circunstancias ambos cuerpos difieren entre sí en peso o ligereza", etc.;
siguiendo inmediatamente un interesante excursus sobre el tema, pero desconociendo la
87
Cfr. 303 b 22 ss y nuestra exposición allí.
88
Cfr. L. I, c. 2 (tema con que comienza este capitulo de nuestra obra).
42 Juan Enrique Bolzan
influencia de la configuración geométrica de los cuerpos, tal vez porque no hacía en este
caso a la argumentación. Más adelante volveremos sobre el tema, al referirnos al
concepto de tensión superficial.
Ahora bien:
"puesto que no existe ni infinidad de elementos ni uno único,
necesariamente existirán varios y en número finito" (304 b 21).
Conclusión final de una argumentación tal vez demasiado apriorística,
especialmente si se la compara con lo dicho en De gen. corr., L. III; contraste
que precisamente lleva a Elders a afirmar que muy probablemente este capítulo
del De cælo ha sido de redacción anterior al De gen. corr.89
89
Elders, p. 310.
CAPITULO II
GENERACIÓN RECIPROCA DE LOS ELEMENTOS
1. Los modos de generación
Habiendo pasado revista a las soluciones propuestas por sus predecesores, y
tras las apuntaciones críticas vistas, encara ya Aristóteles su propio camino
hacia la solución que busca.
"Debe investigarse, primeramente, si [los elementos] son eternos o bien si
se generan y corrompen; pues una vez dilucidada esta cuestión, se harán
claro tanto su número cuanto sus cualidades" (304 b 23).
En primer lugar,
"es imposible que sean eternos: de hecho, comprobamos que el fuego, el
agua y todo otro cuerpo simple, se descompone [];
descomposición que o continúa indefinidamente o bien se detiene. Si
continúa indefinidamente, tanto el tiempo de descomposición cuanto el
de composición serán infinitos —pues descomposición y composición de
cada una de las partes ocurren en tiempos diversos— llegándose así a que
existirá un tiempo infinito más allá de un tiempo infinito, estando
precedido el tiempo infinito de la composición por el tiempo infinito de la
descomposición. De tal modo que existirá un infinito junto a un infinito,
lo cual imposible" (304 b 25).
Mas:
"Si la descomposición se detiene en un cierto punto, el cuerpo resultante
será o indivisible [] o bien divisible mas sin sufrir jamás división,
tal cual parece haberlo sostenido Empédocles. En virtud de los
razonamientos previos, no podrá ser indivisible; así como tampoco podrá
ser un divisible tal que jamás llegue a ser dividido. Un cuerpo pequeño es
más fácilmente corruptible que uno mayor; y si un cuerpo de gran
dimensión está sometido a destrucción por descomposición en cuerpos
más pequeños, con mayor razón el cuerpo más pequeño ha de sufrir
descomposición.
44 Juan Enrique Bolzan
Ahora bien: en el caso del fuego constatamos su descomposición según
dos modos: es destruido por su contrario cuando se extingue, y por sí
mismo cuando se agota. Destrucción a que está más sujeto el cuerpo
menor que el mayor, y con tanta mayor rapidez cuanto menor es" (305 a
1).
La segunda alternativa tampoco puede ser sostenida: en primer lugar, ya que
se ha demostrado que el cuerpo resultante de un proceso de descomposición o
división no puede ser á-tomo; en segundo término y contra Empédocles —para
quien las cuatro raíces o 1 de todas las cosas constituían el paso final
de un proceso de disolución seguido necesariamente por otro inverso de
síntesis— 2 arguye Aristóteles con nuevos razonamientos excesivamente
empíricos y que deben ser completados con el tratamiento más riguroso de De
gen. corr., II, 6, que expondremos en su lugar pertinente.
Sin embargo, su observación acerca de la mayor facilidad de destrucción de
un cuerpo relativamente menor —observación que podría parece un tanto
ocasional y simplista— debe ser relacionada con la más rigurosa acerca de la
facilidad de combinación de los cuerpos finamente divididos, como aparece
situada en un contexto científicamente más correcto en De gen.corr. 3 Pero la
aplicación al caso del fuego tiene una dificultad en cuanto al argumento, pues si
bien se entiende su extinción por sí o por su contrario (el agua), y que se
produzca en este último caso por acción de una cantidad grande, la línea de
argumentación exige, tal cual lo señala Elders, se haga referencia al proceso
considerado sólo en función del tamaño relativo del cuerpo que es destruido y
no al tamaño del que provoca la extinción. 4 Sea como fuere, la conclusión se
impone:
"los elementos de los cuerpos están necesariamente sometidos a
destrucción y generación" (305 a 13)
Veamos ahora cómo se generan:
"Puesto que son generados, la generación habrá de producirse sea a partir
de algo incorpóreo, sea a partir de un cuerpo; Si de un cuerpo, se tratará
de un cuerpo diverso o bien [los elementos se generarán] uno del otro"
(305 a 14).
1
Diels-Kranz, Frag. 6.
2
Diels-Kranz, Frag. 5.
3
Véase más adelante, De gen. corr., 328 a 23 y nuestro comentario.
4
La dificultad es menor, y Longo reemplaza por en línea 12, mientras que Elders
sugiere hacerlo por ; en consecuencia Longo traduce: "Ma a questo il corpo minore Π
soggetto ancor piϕ di quello maggiore, e con piϕ rapiditΒ, quanto piϕ esso Π minore", líneas 11-
12.
2. Generación reciproca de los elementos 45
A continuación, excluye la primera de las hipótesis:
"La teoría según la cual se generan a partir de algo incorpóreo exige la
existencia de un vacío separado, ya que todo cuanto llega a ser lo hace en
algo, y este algo donde se produce la generación debe ser incorpóreo o
bien un cuerpo; mas si es cuerpo, existirán dos cuerpos en el mismo lugar
y al mismo tiempo: el cuerpo engendrado y el preexistente. Si es
incorpóreo, debe existir un vacío separado; pero hemos demostrado ya
que esto es imposible" (305 a 16).
Que no existe el vacío o, por mejor decir, que es innecesaria su admisión lo
explica ampliamente en Phys., IV, 6-9; pero lo que llama la atención aquí es que
nada diga positivamente contra la posibilidad de existencia de dos cuerpos en un
mismo lugar, si bien el contexto: "en el mismo lugar y al mismo tiempo" parece
apuntar a una situación contradictoria para Aristóteles, 5 quien retoma aquí el
tema de 301 b 31 ss.
"Mas tampoco se pueden generar los elementos a partir de un cuerpo,
pues en tal caso existiría un cuerpo anterior a los elementos. Pero si este
cuerpo posee peso o ligereza, será uno de los elementos. Si no tiene
tendencia alguna al movimiento, se tratará de una entidad inmóvil, esto
es: matemática; y siendo tal no ocupará lugar, pues en ese mismo lugar en
que estaría en reposo podría moverse, sea forzadamente y contra natura,
sea según natura, si no es forzado. Es decir: si ocupa lugar en alguna
parte, será uno de los elementos; si no lo ocupa, nada puede provenir de
él puesto que lo generado y aquello de lo cual se genera deben de
necesidad existir conjuntamente" (305 a 22).
Nuevamente apela aquí a la caracterización de cuerpos y elementos por el
movimiento y el lugar; al fin de cuentas el movimiento local es un cambio se-
gún el lugar, y estar en reposo en un lugar significa ser potencialmente móvil,
ya queno es , y sólo puede predicarse de aquello capaz de
movimiento. 6 Los entes matemáticos "no tiene propiamente lugar", 7 y "si bien
cada ser individual posee su lugar, que es la causa de su separación espacial, los
5
Así lo dice Mauro [1], t. III, 375 B. Adoptando el texto de Bekker, Longo traduce algo
diversamente las líneas 16-17, apelando a un aclaratorio "giuoco di parole". "Ma la teoria che fa
nascere le cose da un incorporeo, fa con ciò stesso nascere il vuotto".
6
"Móvil es aquello que puede moverse y cuya inmovilidad es el reposo", Phys., 202 a 2
7
Phys., 208 b 23: aquí mismo dice que "se les puede adscribir según la posición relativa a
nosotros: derecha e izquierda"; pero es claro que se trata, propiamente, de los entes geométricos.
46 Juan Enrique Bolzan
entes matemáticos no están en ninguna parte", 8 y "se sitúan en la clase de los
seres sin movimiento". 9
El texto de Met., 989 b 32 citado en la nota anterior continúa: "excepto aquellos
[entes matemáticos] de los cuales se ocupa la astronomía"; aclaración que suena muy
extraña, pero que tal vez no tenga otro sentido que el asignado análogamente en Phys.,
208 b 23, vale decir: se trataría de un modo relativo a nosotros de referirse a esos entes
en cuanto son determinaciones cuantitativas secundum esse del ser corpóreo. En el
mismo sentido deberá entenderse la atribución de contacto que a esos mismos entes se
hace en De gen. corr., 323 a 1.10
La última sentencia acerca de la concomitancia entre generante y generado la
explica Longo sosteniendo que refiriéndose tal concomitancia al lugar, la frase debe ir
más bien en la línea 20, como antecedente de la conclusión, quedando el texto así:
"...mas si es cuerpo, existirán dos cuerpos en el mismo lugar y al mismo tiempo: el
cuerpo engendrado y el preexistente, porque es necesario que uno y otro existan
conjuntamente [según el lugar]". El texto de línea 30 es suficientemente explícito según
las líneas que lo preceden, pues, como dice Longo: "non essendo in un luogo, sarΒ un
ente matematico, e quindi , e come tale sottrato ad ogni ".11 Sea
como fuere, lo que quiere significar Aristóteles es que "the material cause and that
which es made out of it must be continuous in place; thus if the cause is not in place,
neither will be its effect".12 En Phys., 243 a 3 ss, refiriéndose a la concomitancia entre
motor y móvil, hace una aclaración importante al caso: "Por «conjuntamente» significo
que no existe intermedio entre ellos [
]".
"Y puesto que no es posible se generen ni de un incorpóreo ni de otro
cuerpo, no queda sino que lo hagan uno del otro" (305 a 31).
2.La generación recíproca de los elementos
"Consecuentemente hemos de retornar a la cuestión acerca de cómo se
generan mutuamente [los elementos]: si como lo quieren Empédocles y
Demócrito; o tal como lo sostienen quienes los resuelven en superficies; o
bien si existe algún modo diferente de éstos" (305 a 33).
Es decir que, como acostumbra, prepara aquí Aristóteles su solución previa a
la crítica a sus predecesores. Y en primer lugar
8
Met., 1092 a 18, donde retoma el tema de la generación de los elementos a partir de los
números
9
Met., 989 b 32. En De motu anim., 698 a 25, dirá que "para los entes matemáticos existe sólo
ficticiamente movimiento, pues ninguna entidad matemática se mueve realmente"
10
Cfr. la nota de Tricot [3] a este paso.
11
Longo, p. 346.
12
Elders, p. 314.
2. Generación reciproca de los elementos 47
"los partidarios de Empédocles y de Demócrito no caen en la cuenta de
que reducen a una apariencia la mutua generación de los elementos. En
efecto: sostienen que se trata de un proceso de separación de cosas
preexistentes —tal como si la generación fuera un aflorar desde un
recipiente y no en surgir desde una cierta materia— sin que la generación
exija transformación alguna" (305 b 1).
Estas teorías de Empédocles y de Demócrito serán retomadas más por menu-
do en el tratado De gen. corr., especialmente en el L. II, cap. 6, y allí esperamos
al lector; baste señalar ahora que, como bien lo resume Elders,13 "le era sencillo
a Empédocles concebir tal proceso tras haber admitido la existencia de poros en
el ser concreto; Demócrito aceptó un vacío entre los átomos y así, también para
él, fue fácil pensar en una segregación".14
Pero hay más:
"Aun admitiendo que así fuera, las consecuencias no serían menos
absurdas. En efecto: no se observa que si se comprime una cierta masa,
devenga más pesada; pero es lo que necesariamente deberían sostener si
afirman que el agua preexiste en el aire, del cual proviene por
segregación; ya que el agua generada del aire, es más pesada" (305 b 5).
Aceptada la teoría de Empédocles resulta que "exprimida" una cierta canti-
dad de aire, se debería obtener una cantidad de agua la cual, teniendo mucho
menor volumen —y de aquí probablemente la idea de "exprimir"— es, sin
embargo, más pesada que el aire de partida. Obsérvese: A) que sería más
correcto decir que el agua obtenida es más densa que el aire original;15 sin
embargo el argumento no variaría pues si todo se reduce a "salir de un
recipiente", la densidad de recipiente + contenido (aire + agua, para el caso) ha
de ser distinta de las respectivas densidades de cada uno; y así, la densidad del
aire al cual se le ha extraído el agua no será igual a la del aire original. B) Hoy
admitimos fácilmente que la compresión de un cuerpo lo hace "más pesado"
(más denso) al disminuir su volumen sin variar la masa, pero esto no podían
saberlo Empédocles ni Aristóteles dados los altos valores de compresión
necesarios y las pequeñas variaciones en los valores de la densidad. C) Es,
pues, necesario considerar este argumento como basado en una experiencia
mental, simplificada según los conocimientos de la época; Aristóteles se habría
visto en figurillas si Empédocles hubiera conocido la posibilidad de separar el
13
Elders, p. 315.
14
Cfr. asimismo, para el caso de Empédocles: Diels-Kranz, Frag. 8 y 17; Kirk-Raven, cap. 14;
Guthrie [2], t. II, cap. 3; O'Brien, passim; Bollack, passim. Para los atomistas: Guthrie [2], t. II,
cap. 8; Kirk-Raven, cap. 17; etc.
15
En De gen. corr. veremos que poseía Aristóteles una noción de densidad de los cuerpos (cfr.
asimismo Excursus I).
48 Juan Enrique Bolzan
agua de humedad que normalmente acompaña al aire, y no ya por compresión
sino ¡por expansión! (enfriamiento de la masa de aire). Y no digamos nada en el
caso del aire líquido.
Pero,
"además, cuando se separa un cuerpo de una mezcla, nada obliga a ad-
mitir que uno de los constituyentes ocupe necesariamente un lugar mayor
que la mezcla; mas cuando del agua se genera el aire, éste ocupa un lugar
mayor, pues cuanto más sutiles son las partes de un cuerpo, mayor lugar
requiere al generarse.
Esto puede observarse en el proceso mismo de cambio: cuando un líquido
se convierte en vapor o en aire [
] el recipiente continente a menudo se rompe por
insuficiencia de espacio" (305 b 10).
El proceso inverso al anterior también es observable: la conversión de un
líquido en su vapor (o en aire) a menudo conduce a la explosión del recipiente,
pero más bien por insuficiente resistencia a las fuerzas de expansión que por
falta de espacio, para ser precisos. Importa hacer notar aquí que aparentemente
es para Aristóteles el vapor una substancia diferente del líquido original, ya que
pone al vapor en el mismo nivel que el aire, y éste es una nueva substancia lo-
grada por transformación del agua; hoy sabemos que el vapor es sólo un estado
diferente al estado líquido, y la teoría cinético-molecular da razón del mayor
espacio ocupado por el vapor (o bien del aumento de presión, si se trata de un
recipiente cerrado). Pero, en conjunto, la observación y el argumento son
correctos; y hasta podría decirse que se insinúa en las palabras: "cuanto más
sutiles...", un rudimento de la citada teoría cinética.
"Por consiguiente: si no existe vacío alguno y si, tal cual lo sostienen, los
cuerpos no se dilatan, se hace manifiesto lo imposible de esta explicación.
Mas admitidos el vacío y la expansión, no es lógico que el cuerpo que se
separa ocupe necesariamente siempre un lugar mayor" (305 b 16).
Si no existe vacío —como lo sostiene Aristóteles— ni dilatación —según
quieren los autores criticados— resulta imposible explicar cómo es que existen
tan grandes cambios de volumen, de acuerdo con los ejemplos dados; pero aun
admitidos el vacío y la expansión, de todos modos no se hace aparente razón
alguna necesaria para el mayor volumen ocupado por el cuerpo generado por
separación, y de aquí que también los atomistas sean pasibles de crítica.
Esta explicación de Aristóteles sólo se comprende bien teniendo en cuenta su
opinión acerca del vacío y la dilatación-condensación, tal cual lo expone en la otro
lugar: previo un examen dialéctico de la cuestión, rechazando tanto las opiniones en
contra del vacío (por insuficientes) y a su favor (por erróneas),16 demuestra que no sólo
16
Phys.,IV, cc. 6-7.
2. Generación reciproca de los elementos 49
no es necesario el vacío para explicar el movimiento y el reposo de los cuerpos, sino
que positivamente la admisión de un vacío real haría imposible hablar del movimiento y
del reposo; y, en terreno ya de la hidrodinámica, por cuanto la velocidad de pasaje de un
cuerpo es tanto mayor cuanto más sutil es el medio, se llega al caso de que en el vacío la
velocidad quedaría fuera de toda proporción17 pues no hay caso de comparar valores
concretos de resistencia con resistencia cero (vacío); así como no tiene caso comparar
dichas velocidades en función del peso de los cuerpos, puesto que desde este punto de
vista los cuerpos, a igualdad de configuración, se mueven con tanta mayor velocidad
cuanto más pesados son, pues todo depende de la fuerza con que dividan el medio. Pero
en el caso del vacío, ¿que habría que dividir? Por lo cual concluye que, en este último
caso, sería necesario admitir que "todos los cuerpos habrían de tener igual velocidad.
Pero esto es imposible".18 Observación que constituirá, andando los siglos, piedra de
escándalo para la dinámica galileana y el problema de la caída de los cuerpos. No
vamos a defender aquí a Aristóteles para no desmesurarnos, pero será bueno observar
que esta dinámica de relaciones inversas llevadas al extremo no juega papel alguno en
toda la importante teoría del movimiento, punto clave de su filosofía natural, y sólo
aparece aquí como argumento contra la realidad del vacío, esto es: en un marco
puramente circunstancial.19
La segunda parte de la argumentación contra el vacío se relaciona con los
fenómenos de condensación y rarefacción, pues aquí también lo exigen como
necesidad los partidarios del vacío, so pena de no poder inteligirlos. En efecto:
sostienen, con argumentos que el mismo Aristóteles considera de peso,20 que si
no existiera el vacío serían imposibles lo raro y lo denso, la compresión y la
expansión y, en fin, el movimiento mismo;21 a menos que el movimiento del
universo fuera un simple henchirse del mismo y que, en el caso de la transfor-
mación referida de agua en aire, se produjera con simultánea producción de una
cantidad equivalente de agua. La admisión de circularidad en los movimientos
salvaría esta situación, pero en tanto existen movimientos rectilíneos, el
problema queda en pie.22 Y la solución de Aristóteles va más en profundidad
que la simple pero insuficiente interpretación mecanicista:
"Según nuestros principios que establecimos, existe una materia única de
los contrarios: cálido, frío y demás contrariedades físicas; la generación
acontece como paso de la existencia en potencia a la existencia en acto,
no siendo la materia separable [de los contrarios] pero sí diferente según
17
Phys., 215 b 21.
18
Phys.,216 a 20.
19
"The fame or notoriety which these doctrine of inverse ratio have acquired stands itself in
inverse ratio to their importance in his own system. The history of science may know other
instances in which theories that are of peripheral significance for their proponent later acquire a
central place and become a touchstone for the validity of his system"; Solmsen, p. 138.
20
Phys.,217 a 10.
21
Phys.,216 b 22 ss.
22
Phys., 217 a 18.
50 Juan Enrique Bolzan
la esencia y una numéricamente a través de los diversos cambios
ocasionales de color, calor o frío.
Así también la materia es la misma tanto para un cuerpo grande cuanto
para uno pequeño; lo cual es evidente: así, cuando se engendra aire del
agua, quien sufre generación es la misma materia, sin más, sino sólo
deviniendo en acto aquello que era en potencia. Y lo mismo vale cuando
se genera agua del aire. La generación tanto va de lo pequeño a lo grande
cuanto de lo grande a lo pequeño [...]: es la materia quien, siendo uno u
otro en potencia, deviene uno u otro [...]. Una misma cosa puede ser ora
rara, ora densa, siendo la materia la misma en ambos casos".23
Es decir que rareza y densidad no son estados mecánicos —mera
aproximación o separación de partículas— sino cualidades o estados de la
materia como sujeto. Al menos es esta una interpretación alternativa, de modo
tal que no es estrictamente necesario recurrir a una explicación mecanicista. Es
notable que, a pesar de toda apariencia en contrario, la interpretación físico-
química actual es también aristotélica, al menos en cuanto se habla de "estados"
de la materia y no se admite un vacío real.
Pues bien:
"Es también necesario que la generación recíproca acabe por detenerse, a
menos que una cantidad finita pueda contener en sí un infinito número de
cantidades finitas. Pues cuando se genera agua a partir de tierra, algo ha
sido extraído de la tierra si es que la generación es una separación; y lo
mismo ocurrirá repitiendo la operación.
Ahora bien: si este proceso continúa indefinidamente significará que lo
finito contiene un infinito; puesto que esto es imposible, la generación
recíproca no continuará indefinidamente" (305 b 20).
La argumentación es suficientemente clara de por sí y puede relacionarse
con la crítica que ya ha hecho Aristóteles a la teoría de Anaxágoras, acerca de la
indefinida divisibilidad de la materia; el proceso unidireccional de separación
debe tener un fin y —se podría agregar en buen aristotelismo— ya debe haber
finalizado en un universo eterno como es el de Aristóteles; siendo así que, sin
embargo, se observan aun cambios substanciales (en sentido amplio). Por consi-
guiente,
"queda así dicho que la mutación recíproca de elementos no puede tener
lugar por separación" (305 b 26).
Como alternativa,
23
Phys., 217 a 21.
2. Generación reciproca de los elementos 51
"resta la hipótesis que se originen transformándose uno en otro; y esto de
dos maneras: sea por cambio de configuración, tal como la misma cera
puede tomar la figura de esfera o de cubo; sea, como quieren algunos, por
resolución en superficies" (305 b 28).
La génesis no es ya según se extrae un elemento de otro sino según un
elemento se transforma en otro; y esto, a través de dos posibles vías:
"Si se generan por cambio de figura, necesario será sostener que los
cuerpos son indivisibles; porque si fueran divisibles habría una parte de
fuego que no sería fuego, y una parte de tierra que no sería tierra; ya que
no siempre una parte de pirámide es piramidal, ni una de cubo, cúbica"
(305 b 31);
según ha sido dicho en 304 b 22 ss. Si se admite la generación por cambio de
figura se retorna a la dificultad de la teoría atomista.
"Mas si el proceso consiste en una resolución según superficies, es
absurdo, en primer lugar, negar —tal cual se ven obligados a hacerlo y lo
hacen de hecho— que todos los elementos se pueden engendrar unos de
otros" (306 a 1).
Indudablemente el aludido aquí es Platón:24 si todo consiste en transforma-
ción de figuras, toda figura puede surgir de toda otra siendo, por consiguiente
"absurdo, ya que no es razonable, y aun es contrario a la experiencia, que
sólo un elemento [la tierra] quede excluido de la transformación; lo cual
muestra que todos los elementos deben transformarse recíprocamente"
(306 a 3).
Ese único elemento, como se verá más adelante (línea 18), es la tierra, no
excluida aquí por Aristóteles pensando tal vez —como lo dice Elders— "lo que
nos muestra la experiencia: que la tierra entra a formar organismos vivientes,
los cuales, a su ves, pueden transformarse en fuego, humo y cenizas".25
Recuérdese que para Platón "la exclusión de la tierra del ciclo de
transformación es una simple consecuencia de la decisión de asignar a la tierra
el cubo",26 pues el cubo se compone de triángulos diferentes (isósceles) a los de
los demás elementos (escalenos rectángulos).
Pero,
"de hecho, si bien se refieren a cosas experimentables, sus explicaciones
entran en conflicto con la experiencia; y la razón es que no conciben
24
Timeo, 54 c y 56 ss
25
Elders, p. 318.
26
Cornford [1], p. 216.
52 Juan Enrique Bolzan
adecuadamente los primeros principios, pretendiendo referir todo a
ciertas opiniones predeterminadas" (306 a 5).
Es decir que hacen verdaderos pre-juicios de aquello que pretende explicar,
tal cual ocurre con Platón y sus triángulos elementales primarios, o bien con su
reducción de toda realidad al Uno y la Díada; lo cual es, bien claramente a los
ojos del naturalista que es Aristóteles, un pecado de leso realismo. Por ello
declarará inmediatamente la "regla de oro" de todo método científico:
"Es necesario que los principios sean sensibles para las cosas sensibles;
eternos, para las eternas; corruptibles, para las corruptibles. En términos
generales: deben ser del mismo género que los sujetos" (306 a 9).
Esta total homogeneidad entre los principios y los principiados es impres-
cindible para lograr verdadera demostración (propter quid).
Esto resulta hoy especialmente importante en vista a la excesiva recurrencia
inmediata al método matemático de demostración, el cual puede no ser rigurosamente
válido en física si se requiere comprender en su contexto propio los fenómenos que a
ella pertenecen, precisamente por la diversidad de principios, por un lado; y por otro,
porque "no debe exagerarse el rigor matemático en todo sino sólo cuando se trata de
entes sin materia" (Met., 995 a 15 ss).27 "He aquí la piedra de tropiezo en la historia del
método científico; porque para el Estagirita un término medio matemático no podrá dar
la explicación propter quid de un problema físico, ya que tal término medio pertenece a
otro campo del saber (): esta explicación de principios o
términos medios matemáticos a los fenómenos naturales podrá, cuanto mucho, hacer
surgir un nuevo campo de investigación, una ciencia media (scientia media) entre la
matemática y la ciencia natural, mas no proporcionará explicación adecuada para los
fenómenos naturales".28 Nótese que en línea 9 hemos traducido
afirmativamente, porque el contexto pide referencia a los elementos substanciales según
vienen siendo estudiados y no a los elementos últimos de la realidad física: materia y
forma, como interpreta Tricot29 siguiendo a Simplicio.30
Todo esto es suficientemente claro,
"mas aquellos, por amor a su doctrina, aparecen como quienes, en la
discusión, sólo desean salvar su tesis: convencidos de la verdad de sus
principios, están dispuestos a aceptar cualquier consecuencia, sin admitir
la realidad de principios que deben ser juzgados por sus consecuencias,
en particular por el resultado final" (306 a 11).
Nuevamente aquí la regulación empirista que impide todo racionalismo o
idealismo: los principios no sólo deben ser del mismo orden que los
27
Cfr. también: Anal post., L. I, cap. 14; y el comentario de Sto. Tomás, In I Post. Anal., lect.
25, n. 212
28
Weisheipl [1], p. 135. Cfr. asimismo: Bolzán [18].
29
Tricot [2], in h. l., nota 2.
30
Simplicio [3], 642, 22.
2. Generación reciproca de los elementos 53
principiados sino que, además, deben surgir de una cuidadosa observación y
valoración de los hechos, y ser puestos a prueba en sus consecuencias frente a
esos hechos, especialmente frente al fin último,
"fin que es, para el caso de las ciencias poiéticas, la obra producida; y
para la física, lo que se revela con regularidad ante la percepción
sensible" (306 a 16).31
Pero aquel sistema
"lleva a que la tierra es el elemento por excelencia, la sola incorruptible,
puesto que elemento es aquello indisoluble e incorruptible. De aquí que
[para ellos] únicamente la tierra sea irresoluble en otros cuerpos" (306 a
17).
Es esta una aplicación del criterio finalista enjuiciante de los principios, pro-
clamado más arriba: si son consecuentes, aquellos filósofos deben acabar en el
absurdo de hacer de la tierra el elemento primordial y, por ende, ¡incorruptible!
¿Cómo armonizar esta incorruptibilidad de la tierra con las innegables
transformaciones que pueden observarse? Por otra parte, siempre se ha pensado que lo
elemental debía buscarse más bien en lo sutil e indeterminado, a tal punto que, como lo
consigna el mismo Aristóteles: "ninguno de cuantos afirman que [el elemento] es uno
solo, pretende que lo sea la tierra, evidentemente a causa de la bastedad de sus partes"
(Met., 989 a 5).32 La solución parece residir aquí en la concepción geométrica de los
elementos, y ya Simplicio sostenía que "la tierra, aun cuando se resuelve en planos, no
lo hace en planos de otros cuerpos; también por ello se la dice incorruptible, porque sus
planos permanecen sin generar otros cuerpos".33 Mauro es aun más explícito al señalar
que los demás tres elementos (agua, aire y fuego) están compuestos de triángulos
escalenos y por consiguiente pueden transmutarse recíprocamente, pero no así la tierra,
formada como lo está de triángulos isósceles.34 Nifo se expresa en el mismo sentido;35
pero Oresme parece haber errado en la interpretación del texto al decir que la razón es
que la misma figura de triángulo no puede ser reducida a otra figura, sin tener en cuenta
que existen diversas especies de triángulos.36
31
Cfr. Met., 1025 b 21 ss para la distinción entre ciencias poiéticas y ciencias prácticas.
32
Cfr. asimismo De anima, 405 b 8; y Guthrie [2], t. I, p. 383 ss para una detallada discusión
acerca de la adopción de la tierra por Jenófanes.
33
Simplicio [3], 645, 7 ss.
34
Mauro [1], t. III, p. 378 a, n. 8: "quia ergo tria elementa, aqua nimirum, aer et ignis, constant
ex primis partibus ejusdem rationis, hoc est ex triangulis scalenis, possunt invicem transmutari per
resolutionem in tales triangulos ac per compositionem eorundem triangulorum; terra vero cum
constet ex primis partibus diversae rationis ab aliis elementis, hoc est ex triangulis isoscelibus,
non potest resolvi ac transmutari in alia elementa".
35
Nifo, ad loc.:"sola autem terra ex isochelibus sed quia isocheles non est resolubilis in
scalenonem, nec scalenon in isocheles, cum sit specie diversa".
36
Oresme, 638, 103, dice en su glosa: "Aussi comme triangle ne peut estre resolut en autre
figure comme dit"
54 Juan Enrique Bolzan
Si se acepta que en toda esta argumentación de Aristóteles el aludido es Platón,
entonces la explicación ha de buscarse según se trata no de triángulos sino de especies
diversas de triángulos. En efecto: aceptando Platón los cuatro elementos, les había
asignado a cada uno un sólido geométrico elemental —cuya construcción teórica había
llevado a cabo el matemático Teeteto— y así surgirán: la pirámide o tetraedro para el
fuego, el octaedro para el aire, el icosaedro para el agua, y el cubo para la tierra. Los tres
primeros cuerpos geométricos se componen de superficies que son triángulos
equiláteros, pero en el caso de cubo se trata de caras cuadradas.
"Ahora bien: todos los triángulos derivan de dos [tipos fundamentales], presentando
ambos un ángulo recto y dos agudos. Uno de estos triángulos [el isósceles] posee a cada
lado un ángulo semi-recto determinado por dos lados iguales; el otro [el escaleno] tiene
fracciones desiguales de ángulo recto asignadas a lados desiguales".37
Platón detiene aquí, en ambas especies "elementales" de triángulos: rectángulo
isósceles y rectángulo escaleno, su investigación; sabe, sí, que existen "principios
superiores a estos", pero que ellos quedan reservados "a la divinidad y a los hombres
por esta favorecidos". Sin embargo bien pudo Platón continuar su reducción hasta líneas
y aun números; si no lo hizo fue porque se conformó aquí con "un relato que armoniza
verosimilitud con necesidad",38 siendo de este modo consecuente con el espíritu que
anima al Timeo todo y que lo hace una suerte de racconto, story, fábula o relato de "un
universo que debe ser imagen de otro"39 que ha servido de modelo al demiurgo.40
Adoptada entonces esta explicación de la elementalidad según triángulos, es claro
por qué la tierra resulta incorruptible, ya que estando compuesta por cubos su resolución
final habrá de ser en triángulos isósceles, de cuya recomposición solo puede obtenerse...
tierra, pues todos los otros elementos se componen, el última instancia, de triángulos
escalenos. Vale decir que en definitiva, "la exclusión de la tierra del ciclo de
transformación es simplemente una consecuencia de haber decidido asignarle el
cubo".41
Pero sigue la crítica:
"Además: en la resolución de cuerpos en superficies, no es razonable
dejar triángulos sobrantes; pero esto es lo que acontece en el paso de un
elemento a otro, debido a que el número de triángulos que componen a
uno y otro no es igual" (306 a 20).
Retornando nuevamente a Platón, señala Aristóteles que si se admite la
resolución y transformación de los elementos a través de un intercambio de
figuras geométricas, ha de ocurrir necesariamente que "sobrarán" (así
37
Platón, Timeo, 53 c-d. Vale decir que en el caso de los dichos cuerpos geométricos
fundamentales, han de considerarse sus caras divididas según una diagonal (caso de las caras del
cubo) o bien según una de las medianas (caso de los demás sólidos).
38
Timeo, 53 d.
39
Timeo, 29 b.
40
Timeo, 28 a.
41
Cornford [1], p. 216; en el mismo sentido Elders, p. 319. Véase sin embargo la interpretación
y critica de Pohle a la interpretación de Cornford.
2. Generación reciproca de los elementos 55
interpretamos el raro término ) triángulos elementales. Así,
considerando el fuego como un tetraedro (4 triángulos), el aire como un
octaedro (8 triángulos) y el agua según un icosaedro (20 triángulos),42
acontecerá que si bien en el caso de la transformación de agua en fuego
(relación 20/4) o de aire en fuego (relación 8/4), no sobrarán triángulos, sí lo
hará en el paso de agua a aire (relación 20/8) y viceversa (relación 8/20, o bien
24/20).
Esta es la ejemplificación más habitualmente recurrida y así se la halla en
Stokcs, Longo, Elders, Guthrie; todos los cuales dependen aquí de Simplicio.43
Sin embargo nos permitimos señalar que aun subsiste un error puesto que sien-
do todos los triángulos iguales en todos los casos, la relación:
Fuego : Aire : Agua :: 4 : 8 : 20
admite un factor común 4 = Fuego; siendo entonces posible que en ningún caso
queden triángulos sobrantes, a menos que se exija siempre la transformación en
un único otro elemento. Por ejemplo: si suponemos la transformación de agua
en aire, la "ecuación química" podría escribirse así:
Agua 2 Aire + 1 Fuego,
pues expresado en número de triángulos:
20 = (2 x 8) + 4
Inversamente:
3 Aire Agua + Fuego
24 = 20 + 4
Esto es lo que viene a decir el mismo Platón y si bien, como dice Cornford,
"la descripción de los procesos es extremadamente condensada, habiendo sido,
consiguientemente, mal interpretada",44 queda clara esta posibilidad de que no
"sobren" triángulos. Sólo para el caso de la tierra habla Platón de triángulos que
"quedan a la deriva [...] hasta que las partes se encuentran y adecuan, formando
nuevamente tierra",45 pues la tierra no puede dar lugar a ningún otro elemento;
pero en todo caso tampoco se trata aquí de triángulos "sobrantes".46
42
Estrictamente, deberían duplicarse dichos números para poder hablar de "triángulos
rectángulos escalenos", los verdaderamente elementales; pero el cálculo sería el mismo.
43
Simplicio [3], 647, 9 ss.
44
Cornford [1], p. 224.
45
Timeo, 56 d, principio.
46
Cfr. Cornford [1], p. 224 ss para mayores detalles en los cuales no queremos entrar ahora; y
no se olvide la crítica de Pohle citada.
56 Juan Enrique Bolzan
"Ahora bien: de acuerdo con esta teoría la generación no tiene lugar a
partir de un cuerpo; porque lo que se genera a partir de superficies no
puede ya decirse engendrado a partir de un cuerpo" (306 a 23);
ya que los triángulos no son cuerpos sino superficies, y una superficie es un
, un ente ideal.
"Sobre ello, se ven obligados a sostener que no todos los cuerpos son
divisibles, en contradicción con la más exacta de las ciencias: la
matemática, según la cual aun lo inteligible es divisible; mientras que -
ellos, en su afán por salvar su hipótesis, ni aceptan que lo sea todo lo
sensible; puesto que quienes atribuyan una figura geométrica a cada uno
de los elementos, haciendo de esto la diferencia esencial, están obligados
a hacerlos indivisibles; porque si se divide como se quiera una pirámide o
una esfera, el resto ya no seguirá siendo pirámide o esfera.
De modo tal que o una otra parte del fuego no será fuego y existirá
entonces algo anterior al elemento —ya que todo cuerpo es elemento o
compuesto de elementos— o bien no todos los cuerpos serán divisibles"
(306 a 26).
Ya en 299 a 2 ss y 306 a 20 ss había acusado Aristóteles a los atomistas de
entrar en conflicto con la matemática, justamente la más exacta de las ciencias
( , 306 a 27)47 y a la cual máximamente
deberían respetar quienes operan con figuras y planos.
La argumentación general es clara, mas para la cabal intelección del ejemplo
de la pirámide debe recordarse que se trata específicamente de un tetraedro (el
fuego) y no de cualquier pirámide: sólo el primero es divisible en fragmentos no
tetraédricos, pues en general una pirámide es divisible en pirámides.
Con esta aclaración no es necesario poner un énfasis especial en el de 306 a
33, tal cual lo hace Simplicio exigiendo para el caso dividir la pirámide de modo
particular; por ejemplo, según un plano paralelo a la base.48
Lo que hace perder fuerza al argumento de línea 34 ss ("De modo tal...") si
verdaderamente intenta ser una objeción contra Platón, es que éste —como bien
lo observa Guthrie— sostiene precisamente que hay algo anterior a los cuatro
clásicos elementos;49 y, además, que para él los elementos son los triángulos y
no los sólidos, siendo estos triángulos divisibles indefinidamente.50
47
Para y derivados, cfr. Met., 995 a 15, y el comentario de Sto. Tomás, ad loc., L. II,
lect. 5, n. 336.
48
Simplicio [3], 649, 12.
49
Timeo, 48 c.
50
Cfr. Cornford [1], p. 230 ss.
2. Generación reciproca de los elementos 57
"El intento de asignar, en general, una figura a los cuerpos simples es
irracional. En primer término, porque de este modo será imposible llenar
todo el espacio; de hecho, sólo tres de entre las figuras planas pueden
llenar un espacio: el triángulo, el cuadrado y el hexágono; y sólo dos de
entre los sólidos: la pirámide y el cubo. Pero les es necesario admitir más
que eso, pues sostienen que el número de elementos es mayor" (306 b 3).
En tanto que para Aristóteles el universo es un pleno, la existencia yuxta-
puesta de los diferentes elementos no debe dejar vacíos intermedio o interiores;
por consiguiente sólo los elementos figurados como triángulo, cuadrado y
hexágono —reducible esta lista a solos los dos primeros— para el caso de
planos; y los representados por pirámides (no tetraedros) o cubos para el caso de
sólidos, serán posibles. Pero por hipótesis los elementos son más de dos; ergo...
Esquemáticamente aparecen seis triángulos (hexágono), cuatro cuadrados y
tres hexágonos; figuras todas que pueden completar 360º alrededor de un centro
común.
No obstante, la cosa no es tan clara en el caso de la pirámide, puesto que si
bien es cierto que con pirámides irregulares puede "llenarse el espacio", ello no
ocurre con pirámides regulares (tetraedro); y precisamente es el tetraedro la
figura asignada al fuego.51
"Además, es manifiesto que todos los cuerpos simples reciben su con-
figuración del lugar que los contiene, especialmente en los casos del agua
y del aire; será entonces imposible que persista la figura del elemento, o
no estará ya toda ella en contacto con el continente. Mas si cambia su
figura, el agua dejará de ser agua, ya que es la figura su diferencia
específica.
51
Cfr. el comentario de Heath [1], p. 177-178. Interesante resulta también la amplia explicación
geométrica de Oresme, p. 644-650, en función de las figuras capaces de completar cuatro ángulos
rectos.
58 Juan Enrique Bolzan
Es evidente, pues, que las figuras de los elementos no están
determinadas" (306 b 9).
Inmediatamente surge aquí al pensamiento el caso de los fluidos, que toman
la configuración del recipiente que los contiene; sin embargo el argumento va
más allá y la prueba reposa propiamente en la imposibilidad del vacío y la
inmovilidad del lugar;52 lo cual admitido conduce, si se sostiene la teoría de los
"elementos geométricos", a que el contacto entre contenido y continente debe
dejar algún vacío. Si la configuración del agua es rígidamente un icosaedro,
necesariamente existirá discontinuidad o vacío entre ella como contenido y el
aire (octaedro) y la tierra (cubo) como continentes. Si, por otra parte, no se
produjera tal discontinuidad, será debido a que el agua se adapta completamente
a la configuración del continente; pero entonces deberá dejar su figura de
icosaedro y, en consecuencia, de ser agua.53
"En verdad, la naturaleza misma parece ofrecer testimonio de esto que la
razón demuestra: puesto que, tal como en los demás casos, el substrato
debe estar privado de forma o figura porque así el «receptáculo»
universal del Timeo54 se modela más fácilmente. De modo semejante
hemos de concebir los elementos: como materia de sus compuestos; y por
ello es que pueden transformarse uno en otro, perdiendo sus diferencias
cualitativas" (306 b 15).
Con un cierto argumento ad hominem recuerda Aristóteles que Platón señala
el carácter indeterminado del receptáculo universal,55 soporte,56 madre,57 y
nodriza58 del cambio. Luego, si el substrato del cambio es informe, los
elementos —substratos de los compuestos— lo han de ser también.59
"Más allá de todo esto, ¿cómo es posible la generación de carne, huesos,
o de cualquiera otro cuerpo continuo? No es posible admitir que se gene-
ren de los elementos mismos puesto que lo que surge de la composición
de aquellos no es un continuo; ni lo es lo que se origina según la com-
52
Cfr. Phys., 212 a 7.
53
En De caelo, 287 b 4 ss sostiene que en estado de reposo la superficies del agua corresponde a
la de una esfera; la demostración es muy ingeniosa, si bien el lenguaje carece de precisión (cfr.
Heath [1], p. 172).
54
Timeo, 51 a.
55
Timeo, 50 b-c.
56
Timeo, 52 d.
57
Timeo, 50 d.
58
Timeo, 52 d.
59
Para la línea 17::"sin forma y sin figura", Elders, p. 323, anota que
" does not occurr elsewhere in the Corpus".
2. Generación reciproca de los elementos 59
posición de superficies: de esta composición nacen los elementos, no los
compuestos" (306 b 22).
Si los elementos deben conservar sus configuraciones peculiares, sólo es
posible llegar a un contacto múltiple entre ellos según las superficies que los
limitan; y esto ocurriría no sólo sin continuidad, ya que las figuras "no pueden
llenar el espacio",60 sino, además, sin alcanzar la unidad que exige un continuo
propiamente dicho; el cual ha de serlo no solamente ad sensum sino substancial-
mente.
Es decir que un continuo natural ha de ir más allá de la pura unidad geométrica. Y
sin embargo ha sido Aristóteles mismo el culpable de grave confusión en esto, pues
emplea en dos oportunidades claves la analogía matemática al señalar que "empleo el
término «continuo» cuando el límite de dos cosas que se tocan y se continúan, resulta el
mismo";61 reafirmando: "digo que existe continuidad cuando los límites según los
cuales dos cosas se tocan, son uno y el mismo".62 A partir del primero de estos textos
Ross propone el siguiente esquema:63
Esquema que adoptan en general los autores aristotélicos cuando se trata del tema de
la continuidad del extenso (o del contacto entre extensos). Sin embargo las relaciones de
"consecutividad" () y de "contigüidad" () no pueden, sin más, ser
extrapoladas a la "continuidad (); no al menos en sentido físico —que es el
que importa ahora— ya que tal criterio de co-fusión de límites internos no toca a la
intimidad misma del ser corpóreo: es la substancialidad de éste la que necesariamente
da continuidad a la espacialidad procurada por la cantidad.64
Y no es posible sostener que los compuestos surgirían por reacomodación de
superficies —llegándose tal vez así a completar el espacio según un único
cuerpo resultante— pues según la teoría sólo los elementos se componen de su-
perficies.
"De modo tal que si se intenta pensar cuidadosamente, sin aceptar a la
ligera teorías de este tipo, se verá que ellas hacen desaparecer del ser toda
generación" (306 b 26).
60
Mauro [1], t. III, p. 380 b.
61
Met., 1069 a 5. Cfr. Bolzan [20].
62
Phys., 227 a 10.
63
Ross [6], t. II, p. 345.
64
Para una especulación contemporánea del tema, cfr. Bolzan [21].
60 Juan Enrique Bolzan
Mas no sólo hasta aquí lo expuesto conduce a un simple modo de hablar:
"además, no hay correspondencia entre figuras y cuerpos en cuanto
respecta a afecciones, potencias y movimientos, siendo así que teniendo
en cuentas éstas distribuyen las figuras" (306 b 29).
Efectivamente: las figuras respectivas son atribuidas a los diferentes cuerpos
elementales en función de las propiedades (cualidades pasivas:),
potencias () y las traslaciones o movimientos locales (
).
No resulta claro en este contexto el sentido de , pues en el Corpus
Aristotelicum tiene dos significados: en el sentido activo, indica el poder o la capacidad
efectiva de actuar sobre un paciente; en el sentido pasivo, señala el poder de dejarse
actuar por un agente. Tal vez deba tomarse aquí el término en uno u otro sentido, según
sea el caso.
Pero no parece haber acuerdo entre los autores:
"Por ejemplo, puesto que el fuego es extremadamente móvil y produce
calor y combustión, unos lo hacen esférico y otros, piramidal; figuras
que, efectivamente, son las más móviles —puesto que sus superficies de
contacto es mínima— y menos estables; y las más aptas para calentar y
quemar en cuanto una es toda ella un ángulo, en tanto que los ángulos de
la otra son los más agudos. Pues, según dicen, queman y calientan debido
a los ángulos" (306 b 32).
Según informa el mismos Aristóteles,65 algunos atomistas hacían esférico al
fuego, mientras Platón sostenía que era piramidal; y si bien se entiende la cuali-
dad de movilidad máxima por la agudeza típica que presenta la pirámide (o el
tetraedro) y la hace penetrante, no queda en claro qué significa sea la esfera
"toda ella un ángulo" ( ). Nos permitimos sugerir dos
respuestas: o bien se la dice así porque en su contacto con un plano (o con otra
esfera) se comporta como un ángulo en razón de ser tal contacto puntual en
cualquiera de sus indefinidas posiciones;66 o bien —teniendo en cuenta lo que
se dirá en 307 a 13 ss— porque su señalada gran movilidad la hace penetrante
como si se tratara de una figura puntiaguda. Soluciones que están de acuerdo al
menos con los atomistas, pues si el fuego calienta a causa de sus ángulos y es
máximamente calefactor, será máximamente anguloso; mas siendo esférico, la
esfera ha de ser concebida según su ser máximamente angulosa.
De hecho la esfera puede ser considerada cual un sólido con infinito número de
planos y, por ende, de ángulos, hasta hacer de ella "toda un ángulo". Así, Temistio dirá
que "aquello que por sí mismo es totalmente convexo, es un cierto ángulo",67
65
De caelo, 303 a 12; De anima, 405 a 11.
66
También en Mauro [1], t. III, p. 381 a hemos hallado esta explicación.
67
Temistio, 202, 20-21.
2. Generación reciproca de los elementos 61
pudiendo, en consecuencia, "señalarse en ella infinitos puntos".68 Mas en relación con
nuestra explicación, dice Simplicio que "si lo que se ha plegado es un cierto ángulo, la
esfera, en tanto se ha plegado totalmente sobre sí misma, puede verosímilmente decirse
toda un ángulo".69
Sea como fuere,
"En primer lugar y con relación al movimiento, ambos yerran; pues si
bien es cierto que son aquellas las figuras más móviles, no lo son con
respecto al movimiento propio del fuego: el movimiento del fuego es
ascendente y rectilíneo, en tanto que el de aquellas figuras es circular, por
rodamiento" (307 a 3).
El argumento no es de gran fuerza excepto en el contexto de los "movimien-
tos naturales", de los cuales se trató ya al principio de este estudio; y bajo esta
perspectiva pareciera tal vez más significativo aun oponer la naturalidad del
movimiento ascensional del fuego a la naturalidad del movimiento descendente
de la esfera o del tetraedro. Pero si no se pierde de vista el equívoco con que se
viene jugando entre configuración geométrica y comportamiento físico, la
oposición está bien hecha, pues a la esfera y análogamente a la pirámide en
cuanto figuras geométricas no les compete sino rodar. En verdad no le compete
movimiento alguno, resultando así incomparables fuego y figura asignada. Pero
de algún modo continúa Aristóteles su análisis bajo cierta concesión y hasta
poder concluir en el absurdo de 307 a 19 infra.
"Además, la razón de hacer de la tierra un cubo es su estabilidad e
inmovilidad; mas puesto que es inmóvil no en cualquier lugar sino sólo
en su lugar propio hacia el cual se mueve —si nada lo impide— desde
todo otro, y lo mismo vale para el fuego y demás [elementos], es claro
que aun el fuego y cada uno de los elementos serán esfera o pirámide en
todo lugar distante del [lugar] propio, pero cubo en éste" (307 a 8).
En este juego de relaciones: lugar propio / forma geométrica / estabilidad, re-
sulta que si la estabilidad y reposo es efecto de la "cubidad", todo elemento
considerado según su estabilidad y reposo naturales (en el "lugar propio") será
cúbico; si su movimiento natural se debe a su "no-cubidad", la tierra no será ya
cúbica sino solamente en su lugar natural. En conclusión: la configuración del
elemento no le es esencial sino sólo accidental; luego, no lo define.
"Además, si el fuego calienta y quema a causa de sus ángulos, todo
elemento lo hará en mayor o menor grado ya que todos poseen ángulos,
sea el octaedro, sea el dodecaedro (la esfera misma es considerada por
Demócrito una suerte de ángulo, cortante debido a su movilidad).
68
Nifo, in h. loc.
69
Simplicio [3], 662, 11-12.
62 Juan Enrique Bolzan
La diferencia [entre los elementos] será así sólo de grado, lo cual es
manifiestamente falso" (307 a 13).
Si todo elemento puede hacer, con sus más y sus menos, lo que hace uno
cualquiera de ello y hasta el punto tal que aun el dodecaedro —¡el agua!—
puede suplir al fuego, no hay diferencia esencial entre ellos; y esto va contra
toda experiencia y contra el punto de partida de la misma teoría en discusión.
"Asimismo, se deberá admitir que aun los cuerpos matemáticos calientan
y queman ya que, efectivamente, poseen ángulos, incluyendo esferas y
pirámides indivisibles, especialmente si existen, tal como lo afirman,
magnitudes indivisibles.
Pero si una clase de cuerpos poseen tales propiedades y otra no, deben
explicar la diferencia y no quedarse, como lo hacen, en una simple
aserción del hecho “(307 a 19).
He aquí el absurdo a que apuntábamos: aceptando heurísticamente la posibi-
lidad de comparar lo geométrico y lo natural, se llega extremosamente a la con-
clusión: los entes geométricos poseen acciones físicas.
La posibilidad de existencia de magnitudes indivisibles es negada por Aristóteles ya
en la Physica;70 los aludidos como "afirmantes" pueden ser —como quieren Zeller y
Bréhier—71 ciertos platonistas y especialmente Xenócrates.
Pero hay más aun: por cuanto la experiencia muestra que no todos los cuer-
pos poseen las mismas —y a veces, ni parecidas— propiedades, siendo así que
todos poseen ángulos, toda teoría que pretenda constituirse en verdaderamente
explicativa debe dar razón de ellos y no simplemente verificar el hecho.
"Además, si lo que se quema deviene fuego, y si el fuego es una esfera o
una pirámide, lo que se quema debe necesariamente transformarse en
esferas o pirámides. Pues bien: concedamos que cortar y dividir sea
razonablemente una propiedad de tales figuras; de todos modos resulta
inexplicable que necesariamente la pirámide produzca [así] pirámides, o
esferas la esfera: equivale esto a pretender que el cuchillo o la sierra
divide las cosas en cuchillos o en sierras" (307 a 24).
Argumentación que comporta, en verdad, una burla, tal cual lo dice
Simplicio;72 pero que contribuye a aclarar la improcedencia de la teoría
criticada.
"Además, es absurdo atribuir su figura al fuego sólo en vista a la división,
porque el fuego más bien parece reunir y unificar que separar: separa,
70
Phys., 206 a 17; cfr. asimismo De lineis insecabilibus, tratado atribuido a veces a Teofrasto y
aun a Estrabon, pero que está en línea decididamente aristotélica.
71
Zeller, Parte I, vol II, p. 348; Bréhier, t. I, p.194.
72
Simplicio [3], 665, 27.
2. Generación reciproca de los elementos 63
efectivamente, lo inhomogéneo [] pero reúne lo
homogéneo []. Y la propiedad de reunir le es esencial (pues
reunir y unificar pertenecen al fuego), en tanto que la disociación le es
accidental al reunir lo homogéneo expulsa lo heterogéneo. Por
consiguiente se deberá atribuirle [figura] considerando aquellas dos
funciones o, de preferencia, la función de reunir" (307 a 31).
Estas funciones del fuego son retomadas por Aristóteles más adelante y allí
enviamos al lector;73 por ahora su exigencia es clara: la configuración del fuego
ha de poder dar cuenta de todas sus funciones o, en el peor de los casos, al me-
nos de la principal: reunir; siendo así que la teoría tiene en cuenta precisamente
la opuesta.74
"Por lo demás, puesto que cálido y frío tienen poderes contrarios, es
imposible atribuir figura al frío, puesto que dicha figura deberá ser
contraria a la otra; pero no se da contrariedad entre figuras. Es por ello
que todos se han desentendido del frío, aun cuando debieron definirlo
todo o nada por la figura.
Algunos se contradicen en su esfuerzo por explicar el poder del frío:
afirman que es frío aquello compuesto de partes grandes, las cuales
obturan los poros y no pueden atravesarlos. Es claro entonces que cálido
es aquello que los atraviesa o, en otros términos, lo constituido por
partículas sutiles. De tal modo se llega a decir que cálido y frío se
distinguen por pequeñez o grandeza y no por figuras. Además, si las
pirámides son de diferentes tamaños, la grandes no serán fuego, ni será su
figura causa de la combustión, sino al contrario" (307 b 5).
El hilo argumentativo se sigue sin dificultad. Mas lo que puede llamar pode-
rosamente la atención aquí es la posición puramente crítica de Aristóteles, pues
el tema del calor, y del frío como privación del calor, está bien desarrollado en
el Corpus, como veremos oportunamente, mientras que aquí se contenta con
hacer ver la contradicción en que caen los "figurativos", quienes al distinguir
calor y frío según el tamaño de sus respectivas partículas, no pueden asignar
figura a las de frío, pues "no se da contrariedad entre figuras".75 Sin embargo
téngase en cuenta que —según aparece por el contexto todo— su intención es
argumentar ad hominem. De aquí que acepte conjuntamente la necesidad de
configurar el frío y la teoría de los poros, para acabar en que pirámides (=
fuego) no podrán causar combustión y, en fin, no serán fuego.
73
Cfr. Meteor., 378 b 15 y nuestro comentario.
74
Tal vez tenga presente Aristóteles lo que él mismo dice acerca de la función del fuego (calor)
en la generación y desarrollo; cfr. De anima, 416 a 9-15, y De gen. animal., L. II, cap. 3.
75
Cfr. Cat., 5 b 11 ss.; De sensu, 442 b 19.
64 Juan Enrique Bolzan
"De cuanto ha sido dicho resulta evidente que no es la figura lo que
diferencia entre sí a los elementos. Y puesto que las diferencias más
importantes entre los cuerpos son las referentes a las afecciones, acciones
y potencias [] (en efecto:
decimos de todo ser natural que posee acciones, afecciones y potencias)
por aquí ha de comenzarse, de modo tal que este estudio nos permita
aprehender las diferencias según las cuales se distinguen aquellos entre
sí" (307 b 18).
Así concluye Aristóteles no sólo desechando definitivamente la teoría de
elementos esencialmente definidos según configuración, sino que, además,
señala positivamente la vía correcta de investigación, a saber: aproximarse a los
elementos a través del dinamismo natural. Pero esto no lo desarrolla en este
tratado; no al menos en su totalidad, pues en cuanto sigue se dedica a estudiar
los elementos en función de su ligereza o pesantez.
CAPÍTULO III
LAS NOCIONES DE PESADO Y LIGERO
Llegamos ahora al último libro del tratado De caelo, donde Aristóteles pasa a
estudiar estas nociones de pesado y ligero que, como veremos, tienen estrecha
relación con el tema de los "elementos".
"Acerca de lo pesado y de lo ligero es necesario examinar qué es uno y
otro, cuáles sus naturas, y por qué razón poseen tales potencias" (307 b
28);
dado que hasta aquí sólo esporádica e imprecisamente se han empleado
ambos términos. Pues bien:
"pesado y ligero se dicen en sentido absoluto o en sentido relativo" (308 a
7);
y el lenguaje corriente hace referencia, precisamente, al segundo de los senti-
dos, como constata Aristóteles en sus mismos antecesores (línea 9 ss); pero sería
absurdo negar la existencia de un "alto" y de un "bajo" en el cielo (línea 17 ss),
contra lo que sostienen Anaximandro y Demócrito (y aun Platón), 1
argumentando desde un supuesto universo infinito. Por lo tanto:
"denominamos «alto» la extremidad del todo [], que está en
alto según posición pero, especialmente, por natura"(308 a 21).
Además:
"puesto que en el cielo se distinguen un extremo y un centro, es evidente
que existirá igualmente un alto y un bajo" (308 a 22).
Alto y bajo al cual de algún modo todos hacen referencia, pero poco sa-
tisfactoriamente, precisamente porque no conciben correctamente el universo,
aceptando sólo la existencia del hemisferio superior (línea 25 ss). 2 Por el
contrario,
1
Platón, Timeo, 62 c ss.
2 Véanse, por ejemplo, Khan, p. 75 ss; Gigon, passim.
66 Juan Enrique Bolzan
"denominamos ligero en sentido absoluto a aquello que se mueve hacia lo
alto y la extremidad; pesado, en sentido absoluto, a lo que lo hace hacia
abajo y el centro" (308 a 29).
Asimismo:
"Llamamos relativamente liviano o más liviano al cuerpo que, de entre
dos dotados de peso y a igualdad de tamaño [], es sobrepasado por
el otro según la velocidad de su movimiento natural hacia abajo" (308 a
31).
Se muestra así Aristóteles muy cuidadoso en distinguir los sentidos absoluto
y relativo de "pesantez" y de "ligereza": la absolutez depende, claro está, de su
sistema del mundo, construido en base a sus cuatro elementos, siendo un con-
cepto mucho menos criticable de lo que habitualmente se dice, como veremos.
La relatividad se basa en la diferente velocidad de caída de dos cuerpos de
iguales dimensiones o volúmenes, y ya señala hacia un concepto de densidad,
del cual hablaremos en su momento.
Este texto es bastante oscuro y ha sido variamente corregido; así, Guthrie adopta la
corrección de Prandtl; 3 pero Longo, teniendo en cuenta la propuesta de Bywater, intenta
una solución adecuada con el texto: <
>,...; y
traduce, con ese largo agregado: "In rapporto ad un altro termine invece, diciamo
leggero, e piϕ leggero, quello di due corpi dotati di peso, e aventi mole eguale, che <si
muove verso l'altro piϕ rapidamente, pesante e piϕ pesante invece, quando, avendo due
corpi ambedue peso, e mole eguale>, l'uno dei due per natura si muove verso il basso
piϕ rapidamente". Señala asimismo Longo, haciéndose eco de la opinión de Allan, que
necesariamente debe existir aquí una laguna, faltando una referencia explicita a lo
"relativamente pesado", invocando como testimonio el comentario de Simplicio. 4
Pues bien: nos parece importante traer al caso la traducción que ofrece Oresme:
después del primer texto referente a lo absolutamente liviano (308 a 29), continúa: "Et
la chose est legiére ou resgart d'autre ou plus legiére, ou se .ii. choses on pesanteur et
sont d'une quantité, celle qui par nature descent plus isnelement est la plus pesante". 5
Aparentemente el texto utilizado por Oresme es la nova translatio, iniciada por
Grosseteste y corregida y completada por Moerbeke. Por nuestra parte hemos seguido el
texto de Moraux, traduciendo por "tamaño" como término menos técnico y
que indica sólo un grandor, una magnitud práctica, como sería el caso, por ejemplo, de
dos esferas del mismo diámetro pero sin hacer referencia al material que las constituye.
Se corresponde así con el "mole" latino, como en la versión de Mauro: "Ad aliud autem
leve ac levius id esse dicimus, quod aliquo natura deorsum celerius fertur, utrisque
pondus habentibus aequalemque molem". 6 Simplicio utiliza en su comentario el mismo
término aristotélico, señalando que "verosímilmente atribuye [a los cuerpos] la igualdad
3 Guthrie [1], línea 31: "....
4 Longo, ad loc. y nota en p. 348; cfr. Simplicio [3], 678, 25.
5 Oresme, p. 660, 57.
6 Cfr. Mauro [1], t. III, 384 a.
3. Las nociones de pesado y ligero 67
de tamaño, pues si los tuvieran diferentes, sería posible que el más pesado por
naturaleza cayera no rápida sino lentamente al ser menor; y de esta manera tampoco lo
más liviano según su natura, sería ya liviano". 7
Sea de ello lo que fuere, se trata de un texto sumamente importante pues será
desarrollado más adelante, cuando hablemos del concepto de "densidad".
Dejamos de lado ahora la exposición y crítica detallada que de los monistas
hace Aristóteles, y para quienes todos los cuerpos se componen de partes idénti-
cas de una materia única (308 b 10), no llegando nunca a diferenciar
absolutamente liviano y pesado; en tanto que
"el fuego es siempre liviano y se dirige siempre hacia lo alto; la tierra y
todos los cuerpos térreos se dirigen siempre hacia abajo y al centro" (308
b 13);
independientemente del número de "partes" que los compongan. Y por cuanto
"constatamos, en efecto, que algunos cuerpos de menor tamaño que otros,
son más pesados. Por lo tanto, no es suficiente decir que los cuerpos del
mismo peso se componen del mismo número [de partes] primordiales,
pues en tal caso deberían ser también de igual tamaño" (308 b 33).
Sin embargo,
"vemos que muchos cuerpos de mayor peso que otros, son de menor
tamaño, tal como en el caso del bronce con relación a la lana" (309 a 4).
Diferencia que algunos han explicado recurriendo al vacío, de modo tal que
a igualdad de tamaño o de partes sólidas, resultan más livianos aquellos que
contienen más vacío (línea 6 ss); sin percatarse de que la explicación debe tener
en cuenta no sólo la cantidad o proporción de vacío sino también la de sólido,
pues de otro modo podría acontecer que una gran cantidad de oro que contenga
una mayor cantidad de vacío que una pequeña cantidad de fuego, resultara más
liviana, si no se hace referencia a la cantidad de material sólido (línea 15 ss).
Pero aun habida cuenta de esta corrección, podría ocurrir que en una pequeña
cantidad de tierra se halle menos materia que en una grande de fuego (309 b 2).
En fin: que el vacío mismos encierra un absurdo (línea 15 ss).
Tampoco se salva la situación admitiendo una diferencia de grandeza o pe-
queñez, sea aceptando una única materia común para todos los cuerpos, sea
aceptando múltiples materias pero con una única contrariedad (309 b 29 ss). La
respuesta de Aristóteles apunta en el sentido de mayor simplicidad, pero cala en
profundo. En primer término:
7 Simplicio [3], 678, 30. Cfr. el largo comentario de Nifo, ad loc., quien también señala lo
corrupto del texto.
68 Juan Enrique Bolzan
"El movimiento de un cuerpo hacia su lugar propio debe ser considerado
del mismo modo que para los demás tipos de generación y de cambio"
(310 a 20).
En todos los casos, y tal como ha sido dicho, 8
"el movimiento se cumple desde contrario a contrario y a intermedios
pero no de un sujeto tomado al azar y hacia un estado asimismo
azarosamente considerado" (310 a 25).
Más aun:
"Análogamente: tampoco cualquier cuerpo tomado al azar es capaz de
mover o otro tomado al azar" (310 a 26);
por el contrario, ningún cambio es un proceso azaroso, habiendo señalado en
otro lugar que "el movimiento es el acto de lo potencial en tanto que potencial,
no en cuanto es". 9 Es decir que el acto del movimiento va llenando una potencia
real del cuerpo, y potencia real con respecto —o destinada— a ese tipo de
movimiento, precisamente. Y aun es diverso y específico el agente, pues uno lo
es de la alteración, otro del aumento, y otro de la traslación (línea 28).
Por consiguiente: para el caso concreto de los movimientos ascendente y
descendente,
"aquello que mueve hacia arriba o hacia abajo es lo que los hace pesados
o ligeros; siendo el móvil aquel que es en potencia pesado o ligero; y si el
trasladarse cada cuerpo hacia su lugar propio es trasladarse hacia su
propia forma, [entonces] inquirir por qué se mueve el fuego hacia lo alto
y la tierra hacia lo bajo equivale a preguntarse por qué lo sanable, que se
mueve y cambia en tanto que sanable, marcha hacia la salud y no hacia la
blancura" (310 a 31).
Así, de la definición misma de un determinado tipo de movimiento se
especifican tanto el tipo o la natura del motor, cuanto la natura (como potencia)
del móvil, sin necesidad de buscar fuera otras razones.
Nuestro unitivo "entonces" ha dejado de lado, en pro de la continuidad del discurso
y a fin de hacer más notoria la solución de Aristóteles, un largo paréntesis (310 b 1-15)
que, por controvertido, nos ha parecido oportuno dedicarle un Excursus.10
Habiendo ya definido ligero y pesado en sentido absoluto (308 a 29) y rela-
tivo (308 a 31) en función del movimiento, lo hace ahora en función del lugar
que ocupan —o han llegado a ocupar— definitivamente:
8 Cfr. sobre la teoría de la generación: Phys., L. I, cap. 7. Para la contrariedad de los
movimientos, cfr. Phys., V, 5.
9 Phys., 201 a 29.
10 Véase nuestro Excursus II: "El paso De caelo 310 b 11-14".
3. Las nociones de pesado y ligero 69
"Definimos —según es evidente a todos— como pesado absoluto el cue-
rpo que se sitúa por debajo de todo otro; y como ligero absoluto el que lo
hace por encima de todo otro" (311 a 16).
Y esto, entendido en sentido esencial o genérico (
, línea 18): no importa cuánto del elemento sino cuál elemento; una
cantidad mayor sólo incrementaría el efecto (línea 19). Pero existen también los
elementos intermedios,
"los que se sitúan por encima de algunos cuerpos, y por debajo de otros;
caso de aire y agua, ninguno de los cuales es absolutamente pesado o
absolutamente liviano" (311 a 22).
Los cuerpos compuestos se remiten al caso del comportamiento de sus ele-
mentos constituyentes (línea 29 ss); con una observación muy importante, pues
debido a esa misma composición elemental resulta que
"que los mismos cuerpos no se comportan como pesados o ligeros en
todos los medios, debe explicarse por diferencias en los [cuerpos]
primeros [que los componen]. Por ejemplo: en el aire, un trozo de madera
de un talento pesa más que una mina de plomo; pero en el agua es más
liviano. La causa de esto es que todos [los cuerpos] poseen peso —
excepto el fuego— y ligereza —excepto la tierra" (311 b 1).11
He aquí las primeras observaciones que podrían conducir a Aristóteles al
concepto de densidad o peso específico; sin embargo su misma referencia a los
componentes primordiales nos obliga a desechar, por ahora, tal línea de exégesis
y recordar lo que nos dice en otra obra acerca de la madera en cuanto compuesta
de tierra y aire,12 con predominio de la primera;13 y del plomo, en tanto
síntesis de agua y tierra.14 Por ello es que la madera flota en el y tierra— se
hunde tanto en el aire cuanto en el agua (el aire es liviano con respecto al agua)
pero se hunde en el aire (la tierra es pesada con relación al aire); y el plomo —
constando de agua.
Es decir que, como en otros casos, puede establecerse aquí también una
secuencia en la relación pesantez / ligereza, donde
"la tierra y los cuerpos proporcionalmente más térreos, tienen peso
necesariamente en todos los lugares; el agua, en todos excepto en la
tierra; el aire, en todos excepto en el agua y en la tierra.
11 Recuérdese que: 1 talento ático / 35 kg; 1 mina / 600 g, aproximadamente.
12 Meteor., 384 b 15; 388 a 31.
13
Meteor., 389 a 12.
14
Meteor., 389 a 8.
70 Juan Enrique Bolzan
En la región propia de cada uno todos los cuerpos, excepto el fuego,
pesan; aun el aire" (311 b 6).
La primera parte del texto no ofrece dificultades, estando perfectamente de
acuerdo con la teoría general de Aristóteles; mas la segunda cláusula resulta
bastante llamativa pues no es sencillo entender cuál es la razón por la cual un
elemento ha de pesar en su región propia; al menos se trata de un texto que ha
dado qué hacer a los comentadores. Sin embargo la solución no está tan remota
cuando se repara en el lenguaje utilizado: se habla aquí de "región propia"
() de cada elemento, y no de su "lugar propio" ()
que es donde efectivamente los elementos deben reposar. En la región propia, es
decir: allí donde los elementos se hallan según la estructura real del cosmos,
todavía tienen tendencia hacia el lugar propio o natural, a saber hacia el centro
del universo y por ello presionan uno sobre el otro, manteniendo un universo
compacto. Esta explicación se entiende claramente cuando se la relaciona con
312 b 5, que citaremos infra.
Menos aceptable parece el ejemplo que, para probar que el aire pesa en la
región que le es propia, aduce Aristóteles:
"Se muestra en el hecho de que un pellejo inflado tira () más que
uno vacío. De modo tal que si un cuerpo contiene más aire que tierra y
agua, puede ser más ligero que algún otro en el agua, pero más pesado en
el aire; pues no se eleva en el aire mas sí en el agua" (311 b 9).
La interpretación unánime tiende a hacer de un verbo con significa-
ción de "pesar"; y así, a la pregunta: Un pellejo inflado, ¿pesa, en realidad, más
que vacío?, se responde apelando al principio de Arquímedes, siendo la
respuesta por la negativa. Mas por cuanto un observador tan cuidadoso como
Aristóteles lo dice, y el mismo texto griego deja la clara impresión de alguna
observación real, veremos de salvar la posición del Estagirita, insistiendo en una
consideración lingüística: Aristóteles ha venido hablando hasta aquí, y lo
seguirá haciendo en el resto del tratado, siempre del peso a través de
expresiones compuestas, tales como "lo ligero" () y "lo pesado"
(), "más ligero" () y "más pesado" (); pero
en línea 9 y sorpresivamente, aparece un verbo: que el mismo Aristóteles
utiliza en contadas ocasiones y en la mayoría de los casos no con el sentido de
"pesar" sino de "tirar", "traccionar", "estirar", "atraer"; sentidos más concordes
con el gramatical. Así lo interpretamos nosotros, con lo cual la explicación —
brevemente dicha— de línea 9 es simple: Aristóteles no pesó un pellejo vacío y
luego inflado, sino que observó que un pellejo inflado y hundido forzadamente
en agua, "subía", lo sintió "tirar" con fuerza hacia arriba y, especialmente, lo vio
3. Las nociones de pesado y ligero 71
reposar en la superficie del agua, en tanto que el pellejo vacío decididamente se
hundía y, por consiguiente, desde ese momento lo dejaba fuera de cuestión.
De aquí que del hecho observado según el cual el pellejo inflado tira en el
seno del agua mas no lo hace en el aire sino que se mantiene en la zona
limítrofe agua/aire, y en la cual zona el aire ejerce su efecto pesante "en su
región propia", concluye Aristóteles que tal fenómeno es prueba del peso del
aire en su región y sobre el agua soporte.15
Pero el fuego no posee peso alguno, puesto que se eleva por sobre todos los
elementos (línea 21) dirigiéndose hacia la periferia, en tanto que la tierra lo hace
hacia el centro (línea 27); centro y periferia son lugares reales como términos de
movimiento (línea 32), mostrando la experiencia que estos movimientos se
producen según trayectorias divergentes (los livianos) o convergentes (los pesa-
dos) con respecto al centro (línea 33) de la tierra o del universo, pues son ambos
coincidentes (312 a 1). Es claro que existen también los elementos intermedios,
a la vez ligeros y pesados según los casos: agua y aire (312 a 8); pero la materia
es, en todos los casos, la misma, bien que realizada distintamente como materia
de lo pesado o materia de lo liviano; distinción entre formal y material que
"se halla también en la materia misma de aquello que es pesado y liviano
[del agua y del aire]: en tanto que en potencia de tal modo, es materia de
lo pesado; en tanto que en potencia de tal [otro] modo, es materia de lo
liviano. La materia es la misma, pero no lo es su ser [en concreto]" (312 a
17).
Es decir que si bien la materia es materialmente siempre la misma, formal-
mente, en cuanto posee o poseerá —a través de la forma— la cualidad
perteneciente a uno u otro de los elementos intermedios, será materia de lo
pesado o de lo liviano; en otros términos: la forma determina a la materia. Pues
bien:
"Lo que posee materia de una especie, es liviano y se mueve siempre
hacia lo alto; lo que posee la materia contraria, es pesado y se mueve
siempre hacia abajo. Los que poseen materias diversas de aquellas pero
se comportan una con relación a la otra tal como lo hacen aquellas
materias [entre sí] absolutamente, se mueven tanto hacia arriba cuanto
hacia abajo" (312 a 22).16
En el primer caso se trata de fuego y tierra, elementos ambos con materia
determinada como absolutamente liviana o absolutamente pesada,
respectivamente; en el segundo caso, estamos ante los elementos intermedios y
15
Cfr. nuestro Excursus III: "El peso del aire", para mayores detalles.
16
El texto es difícil por conciso; para no desmesurarnos nos abstenemos de justificar nuestra
traducción-interpretación. Cfr. por ej.: Moraux [2], ad loc., nota 2.
72 Juan Enrique Bolzan
se comportan entre sí como absolutamente liviano (aire) o absolutamente
pesado (agua). Lo cual puede venir expresado según la siguiente relación:
aire/agua :: materia del fuego/materia de la tierra
pues
"el aire y el agua poseen ambos levedad y peso a la vez; y el agua se sitúa
por debajo de todos excepto la tierra; y el aire, por sobre todos excepto el
fuego" (312 a 25).
Existiendo cuatro elementos deben existir cuatro determinaciones primarias
de la materia o, en sentido amplio, cuatro "materias" fundamentales, si bien una
sola en sentido estricto; es una palabra: una única materia primordial, y cuatro
substancias fundamentales (líneas 30-33). Se justifica que los elementos
intermedios sean más de uno porque, en principio,
"nada impide que entre los contrarios [absolutos: tierra y fuego] existan
uno o más intermedios, como es el caso de los colores; pues intermediario
y medio se dice en más de un sentido" (312 a 33),
dependiendo al menos de los extremos considerados; pues lo que es medio
con respecto a uno, puede ser extremo con relación a otro. Así: el aire, que es
medio con relación al fuego y a la tierra, es extremo con respecto al agua; etc.
El ejemplo elegido de los colores es sugerente pues entre dos matices caben
numerosísimas tonalidades; lo cual parece indicar que Aristóteles admite una
inmensa riqueza de cuerpos con sus respectivos pesos relativos.17
Retoma ahora Aristóteles el tema del peso de cada elemento:
"Cada uno de los cuerpos que tienen peso y ligereza, posee peso en su
región propia —la tierra, en todas— pero levedad sólo entre los cuerpos
por sobre los cuales se eleva" (312 b 2).
Agua, aire y tierra —ésta, absolutamente pesada— pesan en sus respectivas
regiones; mas hablar de su ligereza sólo puede hacerse por relación o
comparación con aquel cuerpo o elemento con respecto al cual se elevan.
Aparece aquí Aristóteles como proclamando el carácter absoluto de la
gravedad de todos los cuerpos (excepto el fuego) en función de una tendencia
esencial y no relativa de todos ellos a dirigirse hacia el centro del universo:
17
Así, el clásico círculo cromático de Chevreul consta de 1440 matices, número susceptible de
elevarse a 14.400 si cada uno de los anteriores es mezclado con 10 tonos de gris de una escala de
valores. Aristóteles se ha ocupado de los colores y sus mezclas en De sensu, cap. III; en Met.,
1057 b 8, el blanco y el negro aparecen como los extremos contrarios del género "color", siendo
el negro mera privación del blanco (Met., 1053 b 31) Para el sentido de o cfr.
Tracy.
3. Las nociones de pesado y ligero 73
"por ello resulta que si se retira el [cuerpo inferior] soporte, se mueven
hacia la región inmediatamente inferior: el aire, hacia la del agua; el agua,
hacia la de la tierra" (312 b 5),
mientras que la inversa no es cierta: quitando el fuego o el aire no se elevan,
respectivamente, al aire y el agua si no es violentando la tendencia natural;
como por ejemplo, cuando se succiona el agua en contacto con el aire, y según
un movimiento más rápido que el de descenso (líneas 7-11);
"Mas con la tierra no ocurre así, pues no presenta una superficie
unificada. Y es por tal razón que el agua asciende en un vaso que ha sido
calentado, mas no así la tierra" (312 b 13).
Es esta una experiencia trivial: si se calienta un vaso y se lo hunde de boca
parcialmente sumergido en agua, el agua asciende en tales condiciones precisa-
mente por la depresión (vacío relativo) provocada por el calentamiento del vaso.
¿Lo concibió así Aristóteles? Del contexto no resulta claro pues algunas líneas
antes (10 ss) exige un contacto íntimo y continuo entre las superficies del agua y
del aire, señalando que precisamente por no poseer la tierra unidad sino más
bien cierta porosidad, no es succionada; sin embargo nos parece más decisiva la
razón que —indirectamente— surge del texto de línea 16:
"el fuego [...] ni aun en su región propia posee peso, así como no posee
levedad la tierra" (312 b 16).18
Sea como fuere, lo que Aristóteles pretende mostrar directamente con esta
experiencia es el diferente comportamiento de agua y de tierra.
Este "sistema del mundo" basado en elementos pesados y livianos —relativa
o absolutamente— y el privilegio otorgado a la gravedad, establece una
asimetría que, según Stocks, "inflicts some damage on the doctrina of «places»
—for where a body has weight it cannot be said to 'rest naturally' or to 'be in its
place'— and also on the symmetry of the elementos —for if the fire above air
were removed the air would not move upward, but if the earth below water were
removed the water would move donward".19 Sin embargo nos permitimos
opinar que precisamente aquello que parece "dañar" la teoría en verdad la
enriquece, no sólo porque desde nuestro punto de vista contemporáneo el
término positivo es la gravedad y no la levedad, sino especialmente porque
18
Comenta Mauro [1], t. III, p. 397 a: "Ratio est, quia aqua ejusque superficies est magis una
quam terra ejusque superficies, siquidem in terra semper dantur aliqui pori, secus in aqua; ergo
fistula vel aliud instrumentum, per quod aer trahitur, potest ita conjungi aquae, ut non possit aer
per poros neque alia ratione subintrare loco aeris subtracti, adeoque necesse sit, ut aqua subintret
ad implendum vacuum; at fistula vel aliud instrumentum non potest ita conjungi terrae, ut non
possit aer subintrare ad implendum vacumm, adeoque terra non debet ascendere".
19 Stocks, ad loc.
74 Juan Enrique Bolzan
dentro del sistema mismo de Aristóteles se cierra y completa así una visión que
desde la Physica hasta aquí se va haciendo de más en más dinámica a medida
que agrega nuestro autor detalles a su teoría de los elementos; dinamismo que se
acentúa, desde diversas perspectivas, en De gen. corr. y aun en Meteor., como
veremos.
En cuanto a la asimetría, ella es innegable y la explicación no es difícil;
pues, por un lado, reiteramos una vez más el papel peculiar que el fuego tiene
en la cosmología aristotélica; y por otro, su limitación viene dada por la primera
esfera supralunar, la cual no pertenece, propiamente, a nuestro universo co-
rruptible. Queda con todo ello claro que el fuego es cuerpo limite; y lo que es
límite no pertenece totalmente a lo limitado: es un "ser entre", con la peculiari-
dad que esto significa. Además, si la tierra fuera quitada de debajo del agua,
como supone Stocks, acontecería no ya un desplazamiento "hacia abajo" del
agua sino uno "hacia el lugar de la tierra" del cosmos todo (cfr. 310 b 13).20
El sexto y último capítulo de este Libro IV del De caelo lo dedica Aristóteles
a estudiar las relaciones entre configuración de los cuerpos y sus movimientos.
Tema este que pareciera carecer de interés para nuestro específico cometido;
mas cuando se repara en él con cuidado, se cae en la cuenta que es posible
hallar, al correr del discurso, un claro concepto incoado de tensión superficial.
En efecto: a la pregunta:
"¿Por qué un trozo plano de hierro o de plomo flota sobre el agua,
mientras que se hunden otros cuerpos más pequeños o menos pesados, si
son redondeados o ahusados, como por ejemplo una aguja?" (313 a 15),
responde, luego de desechar la opinión de Demócrito (313 b 4) que
"los cuerpos planos flotan porque cubren una amplia superficie, y una
gran cantidad [de agua] no se deja dividir fácilmente. En cambio, los
cuerpos de figura opuesta [agudos] se hunden porque cubren una pequeña
superficie y así la dividen fácilmente" (313 b 11).
Se está hablando aquí de una ruptura o división del flúido por obra del
cuerpo; concretamente, se trata de una fuerza de superficie de ese flúido en el
cual el cuerpo flota o se hunde; es decir que estamos en presencia de un
concepto de presión o tensión de superficie. A mayor abundancia:
"puesto que el peso tiene una cierta fuerza en virtud de la cual se mueve
hacia abajo, y los cuerpos continuos tienen capacidad para resistir la
división, se hace necesario comparar ambos: si prevalece la fuerza del
peso sobre la de resistencia del continuo a la descomposición y división,
tanto más rápidamente aquella lo llevará hacia abajo; pero si es débil, el
cuerpo flotará" (313 b 16).
20
Cfr. nuestro Excursus I: "El concepto de densidad".
3. Las nociones de pesado y ligero 75
Queda claro que esa fuerza de resistencia que posee el continuo es prime-
ramente una fuerza de superficie, vencida la cual el cuerpo comienza a caer, y
tanto más rápidamente cuanto más sobrepasa la fuerza del peso a la resistencia
—ahora sí de la masa— del continuo. Aristóteles se ha referido ya en la
Physica21 a la velocidad de caída de un cuerpo en función del medio
atravesando, llegando a la conclusión que para un mismo cuerpo la velocidad de
caída es inversamente proporcional a la viscosidad del medio.
Históricamente se ha querido ver en estos pasos del De caelo una referencia
al concepto de densidades relativas, pero el texto habla claramente de la ruptura
de la superficie del líquido, independientemente de lo que ocurra posteriormente
con la magnitud del hundimiento del cuerpo.22
21
Phys., 215 a 25 ss.
22
Cfr. nuestro Excursus IV: "La flotación de los cuerpos".
EL TRATADO
DE GENERATIONE
ET
CORRUPTIONE
CAPÍTULO IV
SOBRE LA GENERACIÓN Y LA CORRUPCIÓN
1. Los antecedentes
Habiendo ya tratado, en parte al menos, acerca de los elementos en De caelo
con un criterio que hoy denominaríamos físico, se ocupará Aristóteles en esta
siguiente obra —que debe leerse como continuación directa del tratado
anterior— del modo según el cual se engendran y corrompen (se transforman)
los cuerpos —criterio químico—, resumiendo así su cometido:
"En lo que respecta a la generación y la corrupción de los seres que por
naturaleza se producen y descomponen, nos es necesario determinar, en
general y para todos, las causas y razones. Además, debemos estudiar qué
son el crecimiento y la alteración [], y si
ambos son de la misma natura o de natura diversa, tal como diversos son
los nombres con que se los designa" (314 a 1).
En efecto: las opiniones están divididas entre sus predecesores, pues:
"De entre los antiguos, algunos afirman que lo que se denomina
generación absoluta, es una alteración; mientras que otros sostienen que
alteración y generación son procesos diversos. Todos los que sostienen la
unidad del universo, generándose todas las cosas a partir de un único
elemento, están obligados a identificar generación y alteración y que lo
que se engendra sufre, en sentido propio, alteración" (314 a 8).
Es decir que para aquellos toda la realidad se reduce a la alteración —al
cambio accidental— de una misma y única substancia; tal como ocurría con
Tales (agua), Anaximandro (ápeiron) y Anaximenes (aire); todos los cuales
aparecían identificando así con . Por otra parte,
"aquellos que, como Empédocles, Anaxágoras y Leucipo, admiten una
pluralidad de materias, deben distinguir entre generación y alteración"
(314 a 11),
pues de otro modo resulta inútil multiplicar las substancias elementales, ya
que la alteración de una única debería ser suficiente; por ello aparece
incomprensible la posición de Anaxágoras, 1 quien
1
Diels-Kranz, frag. 17.
80 Juan Enrique Bolzan
"no ha comprendido sus propias palabras, afirmando que generación y
destrucción es lo mismo que alteración, a pesar de sostener la pluralidad
de elementos" (314 a 13).
De entre los pluralistas,
"para Empédocles los elementos corpóreos son cuatro —seis, teniendo en
cuenta también los principios del movimiento—; mientras Anaxágoras,
Leucipo y Demócrito, admiten una infinidad" (314 a 16).
Se hace aquí referencia a los cuatro elementos según Empédocles: agua,
tierra, aire y fuego (más Amor —— y Odio ——); de las
homeomerías de Anaxágoras; y de los átomos de Leucipo-Demócrito.
"[Anaxágoras] dice que los elementos son los homeómeros, tales como
hueso, carne, medula, y todo aquello donde la parte y el todo guardan
sinonimia; mientras que Demócrito y Leucipo sostienen que todo está
compuesto de cuerpos indivisibles, infinitos tanto en número cuanto en
configuración, difiriendo entre sí los compuestos según la configuración,
la posición y el orden de los componentes [...][Para Empédocles], fuego,
agua, aire y tierra son los cuatro elementos, más simples que [...] los
homeómeros" (314 a 18).
Aristóteles llama homeómeros o bien homeomerías a lo que Anaxágoras
denomina "semillas" (); como señala Joachim, "en el sistema
aristotélico los son los primeros y más rudimentarios cuerpos
naturales compuestos”; es decir que se trata de compuestos de los cuatro
elementos, y caracterizados por su “fórmula de combina-
ción”(), 2 y así veremos en más de una oportunidad —
especialmente al estudiar Meteor.— que son homeómeros: los metales, la
madera, las hojas, la carne, la sangre, los huesos, etc.; constituyentes de los
órganos() o anhomeómeros, más complejos estos y reducibles por
análisis a sus homeómeros; y estos, a su vez, a los cuatro elementos. 3 En cuanto
a la sinonimia, esta se refiere claramente a la natura común del todo y las partes.
Existe, pues, una evidente contradicción —y Aristóteles hará, más adelante,
una crítica detallada de estos autores— en los pluralistas; ya que admitiendo,
por un lado, pluralidad de elementos, por otro se niegan a sacar la conclusión
lógica de esta posición, a saber: que la alteración debe ser diferente de la
generación. Porque la alteración es el cambio accidental que ocurre a un cuerpo
que sin dejar de ser esencialmente el mismo, experimenta alguna modificación;
2
Joachim [1], ad loc.
3
Mucho se ha discutido acerca de si el mismo Anaxágoras utilizó el término ; a
menudo utiliza Aristóteles su propia nomenclatura para traducir los conceptos de sus
predecesores, sin preocuparse por hacerlo notar; cfr. De caelo, 302 a 31 - b 3.
4. Sobre la generación y la corrupción 81
mientras que la generación y la corrupción comportan la mutación misma de ese
substrato. Y es precisamente esto último lo que están sosteniendo
implícitamente cuando dicen que todo es una reunión o separación de elementos
pues, en efecto, si todo se debe a reunión y separación, será cierto que unos
cuerpos se corrompen —por separación de sus elementos— y otros se generan
—por agregación de elementos—; pero debieran aceptar, además, la alteración,
"porque así como, sin variación de la substancia, observamos esos
cambios de magnitud que denominamos de aumento y de disminución,
así también lo hacemos con la alteración" (314 b 12);
mientras que para mantener consistentemente sus teorías deben renunciar a
hacerlo ya que siendo la alteración un cambio según las cualidades de los
elementos (314 b 17), resulta inaceptable dentro de un sistema en el cual esos
elementos no pueden mutar. Mas por cuanto la experiencia muestra la realidad
de las alteraciones,
"se sigue evidentemente que ha de admitirse siempre una materia única
para los contrarios [de todo cambio], sea que se trate de cambio de lugar
o de crecimiento o de disminución o de alteración. Además es claro que
materia y alteración son ambas recíprocamente necesarias; porque si se
produce alteración, el substrato es un único elemento, y existe una única
materia común a todos cuantos se transforman unos en otros; y
recíprocamente: si el substrato es uno, existe alteración" (314 b 26).
Dejando aquí de lado otras consideraciones con relación a las contrariedades
según Empédocles (315 a 3 ss), pasamos directamente a un aspecto más
positivo del razonamiento de Aristóteles.
"Por consiguiente debemos tratar en general de la generación y de la
corrupción absolutas —determinando si esos cambios ocurren o no y [si
lo hacen] cómo acontecen— y de los demás movimientos, tales como el
aumento y la alteración" (315 a 25).
Según Aristóteles, con la sola excepción de Demócrito todos los filósofos
han sido más bien superficiales en el tratamiento de estos cambios, sin llegar a
dar una razón adecuada ni del crecimiento ni de la combinación ni, en general,
de la acción y la pasión según las cuales actúan los cuerpos (315 a 34 ss).
"[Demócrito] no sólo parece haber pensado acerca de todo ello sino que
aun se distinguió por su método. [...]. Postulando Demócrito y Leucipo,
postulan las figuras [de los átomos] y hacen derivar de ellas la alteración
y la generación: por disociación y asociación, la generación y la
corrupción; por ordenamiento y posición, la alteración" (315 a 35).
No obstante, la explicación atomista tiene grandes dificultades cuya solución
es necesario encarar; si bien no parece esto fácil, ya que si, por un lado,
82 Juan Enrique Bolzan
"explicar la generación por [simple] asociación entraña varias consecuen-
cias inadmisibles; por otro, existen argumentos apremiantes y difíciles de
refutar, demostrando que no puede ser de otro modo" (315 b 20).
Es decir que si la simple agregación no parece razón suficiente de la novedad
que comporta la generación, sí parece razón necesaria. Veamos, pues, la
solución intentada por Aristóteles. En primer término, las preguntas:
Primera cuestión: "tanto la generación cuanto el crecimiento y otros
cambios de alteración y sus contrarios, ¿se verifican gracias a magnitudes
primordiales indivisibles, o bien no existe ninguna magnitud indivisible?"
(315 b 24).
Segunda cuestión: "si se trata de magnitudes indivisibles, ¿son ellas
cuerpos, tal cual lo quieren Demócrito y Leucipo; o bien, según se dice en
el Timeo, superficies?" (315 b 27).
Rechazará por absurda la posición de Platón, 4 analizando luego más por
menudo el problema de la indivisibilidad de los cuerpos, también un absurdo; y
en ambos casos todo ocurre porque
"la razón de no poder comprender hechos corrientes reside en la
inexperiencia. Por ello es que quienes tienen mayor familiaridad con los
hechos naturales, son más capaces de establecer principios que permiten
relacionar mayor número de fenómenos. Mas quienes abusan del razona-
miento dialéctico, se pronuncian demasiado fácilmente basados en un
pequeño número de hechos" (316 a 5).
Se trata aquí de la diferencia entre el razonamiento simplemente
de un Platón, y el razonamiento de un Demócrito tratando
de fundamentar sus opiniones con argumentos adecuados y sacados de la misma
física (316 a 10). 5 Esto no indica que Aristóteles mismo esté de acuerdo con
Demócrito y su solución, sino que sólo lo está con su método.
En primer lugar, sería imposible admitir la total división real de un cuerpo ya
que ello significaría agotarlo en lo indivisible por no poseer extensión: y esto es
el punto matemático, ¡la nada física! Considerado esto desde la vía sintética
ahora, habría que admitir la realidad de un extenso compuesto de inextensos: ¡la
suma de nadas acabaría dando lugar a la aparición de un extenso!
"Es absurdo que un extenso se componga de inextensos" (316 b 4).
4
Platón, Timeo, 53 c; cfr. la crítica a Platón en De caelo, III, 1 y IV, 2.
5
Cfr. De caelo, 297 b 22; Anal. post., 81 b 33; etc., para ejemplos.
4. Sobre la generación y la corrupción 83
Ahora bien: esto no implica que la solución sea admitir la indivisibilidad de
los cuerpos (316 b 15), como lo demuestra en otro lugar. 6 Mas para dar una
solución adecuada será necesario
"retomar el problema desde su principio" (316 b 8),
haciendo inmediata aplicación de la doctrina de la potencia y el acto. Así,
"nada hay de absurdo en que todo cuerpo sensible sea, en cualquier
punto, divisible e indivisible; pues será divisible en potencia e indiviso en
acto" (316 b 19).
Esta divisibilidad en potencia no ha de entenderse como que el cuerpo sea
divisible simultáneamente en todos sus puntos:
"Si esto fuera posible, podría darse actualmente; pero ya [el cuerpo] no
sería en acto simultáneamente indivisible y dividido, sino
simultáneamente dividido en todos y cada uno de sus puntos. Pero en tal
caso nada quedará, desvaneciéndose el cuerpo en lo incorpóreo; y
entonces podría generarse nuevamente sea a partir de puntos, sea a partir
absolutamente de nada" (316 b 22). 7
Se arribaría así a la dificultad que se pretende evitar. Según esto, ¿ha de
caerse necesariamente en la posición atomista? Puesto que todo lleva —o así lo
parece— a admitir la necesidad de magnitudes indivisibles.
"Pero es evidente que un cuerpo se divide en magnitudes separables, cada
vez menores, distantes unas de otras y aisladas. Asimismo, en el proceso
de dividir en partes un cuerpo, la división no podrá llevarse al infinito, ni
se lo podrá dividir simultáneamente en todos sus puntos (esto es
imposible) sino que se arribará a un cierto límite" (316 b 28).
Por lo tanto, para los atomistas
"deben existir magnitudes átomas e invisibles, especialmente si la
generación y la corrupción acontecen, respectivamente, según asociación
y disociación" (316 b 32),
pues si el corpúsculo fuera divisible, debería admitírselo como compuesto, en
última instancia, por asociación de nadas de magnitud; y si fuera, asimismo,
6
Cfr. Phys., 231 a 21 ss; donde señala que la línea no se compone de puntos. También en
Phys., 226 b 18 - 227 b 2; Top., 121 b 15; De lineis insec., 971 a 17 - 972 a 6; etc., se muestra
Aristóteles muy interesado en la estructura del continuo. Vid. Joachim [1], p. 80-81 amplia
explicación de la nomenclatura aristotélica referente a las posiciones relativas que pueden adoptar
los seres materiales.
7
Téngase en cuenta que "una cosa es posible si, por el hecho de que tenga el acto de aquello de
lo que se dice que tiene la potencia, no surge nada imposible. Por ejemplo: si es posible que
alguien esté sentado y cabe que se siente, no surge nada imposible si realmente se sienta", Met.,
1047 a 24.
84 Juan Enrique Bolzan
visible (sensible), sería divisible y, sobre ello, nunca desaparecería algo por
corrupción total.
Pero existe una dificultad fundamental en este razonamiento (un
paralogismo, dice Aristóteles),
"Puesto que un punto no es contiguo a otro, la divisibilidad total según la
magnitud es posible en un sentido, mas no en otro. Admitida la
divisibilidad infinita lleva a admitir que el punto se halla en toda y
cualesquiera parte, y así es necesario que la magnitud llegue a quedar
reducida a nada: habiendo punto en todas sus partes, [la magnitud]
consistirá bien de contactos, bien de puntos. Mas la división total sólo es
posible si existe un punto dondequiera, y si todos los puntos,
individualmente considerados, existen dondequiera; pero no existe más
de un punto dondequiera (pues los puntos no son consecutivos), y así la
divisibilidad no puede ser total" (317 a 2).
Es decir que el silogismo implícito en que se fundamenta el argumento es
defectuoso pues la división total —la — no significa
necesariamente y siempre división total simultánea (), caso este último en
que sí valdría la proposición atomista: un cuerpo total y simultáneamente
divisible llega a resolverse en puntos. 8
La solución es elegante: puesto que no existen puntos contiguos —pues a
dos puntos no les queda sino coincidir en uno o hallarse distanciados— no
existe posibilidad de dividir total y simultáneamente un cuerpo según todos sus
puntos; no existe tal cosa como la totalidad en acto de puntos contiguos en un
cuerpo o en una extensión y, por lo tanto, tampoco la división en acto según
esos pretendidamente infinitos puntos. La división es posible según indefinidos
puntos sucesivamente considerados, o bien según un único punto; tampoco hay
posibilidad de dividir una extensión según puntos estrictamente inmediatos a
puntos:
"no puede afirmarse que si [el cuerpo] es divisible al medio, lo será
asimismo en el punto contiguo. No existe una marca [] contigua
a otra, ni existe un punto [] contiguo a otro; lo cual precisamente
hace a la división y la composición" (317 a 11). 9
Esto no comporta negar la existencia de la asociación —pero no ciertamente
de átomos— y de la disociación —pero no ciertamente a partir de átomos ni por
división total del cuerpo: la disociación y la asociación acontecen según
magnitudes pequeñas, todo lo pequeñas que se quiera, pero divisibles (317 a 12
ss).
8
El tema en general del contacto será tratado en nuestro Capítulo VI.
9
Cfr. Mugler [2], p. 80, nota a p. 10.
4. Sobre la generación y la corrupción 85
2. La propuesta de Aristóteles
Tras aquellas explicaciones procederá ahora Aristóteles a proponer su propia
concepción de los procesos de generación y corrupción; pues ahora, frente a
aquella teoría de la asociación () y la separación () como
pretendida explicación, aceptará la existencia de aquellos procesos mas no
como resultado de aquel simple movimiento postulado por los atomistas:
"Pues la generación y corrupción absolutas [ ]
no se deben a asociación y separación sino por una mutación total de tal
cosa en tal otra" (317 a 20).
Este "cambio substancial" implica la aparición de una nueva , una
nueva esencia; no existe aquí simple cambio de ciertas cualidades (alteración)
sino cambio ahora del sujeto mismo de esas cualidades: la generación ()
no es simple síntesis () lograda por reunión (), como
quieren los atomistas. Lo cual no comporta negar toda participación a unión y
separación; pues,
"Las cosas formadas por disociación y asociación son más fáciles de
destruir. En efecto: subdividiendo las gotas de agua, el aire se genera más
rápidamente" (317 a 27),
como veremos que lo dirá más detalladamente al tratar de la combinación (cfr.
328 a 23 ss).
Negada así la posibilidad de la posición atomista, continúa ahora
desarrollando más decididamente su teoría, con las habituales premisas
dialécticas:
"Tras las distinciones dichas, debemos considerar ahora si existe algo que
se engendre y corrompa en sentido absoluto; o bien si no existe
generación estrictamente dicha sino que todo deviene algo a partir de
algo; como, por ejemplo, el sano se genera del enfermo y el enfermo, del
sano; o lo pequeño de lo grande y lo grande de lo pequeño, [etc]" (317 a
32).
Pero,
"Si existe generación absoluta, lo generado debe proceder del absoluto
no-ser, y será así verdad decir que no-ser puede ser predicado de algo. En
efecto: de un cierto no-ser, como del no-blanco o del no-bello, puede
darse alguna generación; mas la generación absoluta deriva del absoluto
no-ser " (317 b 1).
En concreto: ¿se da o no generación en sentido absoluto? Si la respuesta ha
de ser por la positiva, parece que la cosa engendrada provendrá del no-ser
absoluto —lo cual es absurdo pues habría generación de substancia a partir de
86 Juan Enrique Bolzan
no-substancia (317 b 8)— o bien, en un sentido general, lo que se engendra
provendrá del no-ser:
"En otro lugar hemos discutido y definido el tema con mayor amplitud;
resumamos ahora: en un sentido, la generación absoluta tiene lugar a
partir del no-ser; pero en otro, se efectúa siempre a partir de lo que es: de
lo que es en potencia pero no en acto, y preexiste necesariamente, y se lo
enuncia de ambos modos [ser y no-ser]" (317 b 13).10
Consiguientemente la generación tiene lugar a partir de algo que siendo (lo
que actualmente es) no es (lo que será posteriormente al proceso); de aquí que la
generación presupone algo que tanto puede denominarse ser () cuanto no-
ser ().
"Tras estas distinciones, hemos de volver sobre una extraordinaria
dificultad: cómo es posible que exista generación absoluta, sea que surja -
a partir del ser potencial, o de algún otro modo.
Es, en efecto, posible preguntar si verdaderamente hay generación de la
substancia —del «esto»— o más bien de la cualidad, o de la cantidad, o
del lugar (y lo mismo se diga de la corrupción). Porque si algo se
engendra, claro es que existirá una substancia en potencia y no en acto,
desde la cual tendrá lugar la generación, y en la cual necesariamente
cambiará lo que se corrompe" (317 b 18).
Con otras palabras: la generación es formalmente de orden substancial, de tal
modo que la substancia que existe en acto y será corrompida, ella misma es en
potencia la substancia producto del proceso de corrupcio-generación. Pero
entonces,
"A este ente, ¿pueden pertenecer en acto alguna de las otras categorías?
Es decir: ¿pueden aplicarse categorías tales como cantidad, cualidad y
lugar, a eso que es sólo potencialmente un determinado y que sólo
potencialmente existe, no siendo ni determinado ni existente en sentido
absoluto?" (317 b 25).
A un ser potencial no se le pueden predicar actualmente determinaciones
accidentales; por lo tanto:
"Si tal ser no posee en acto ninguna de las categorías sino todas en
potencia, resulta que así entendido este no-ser aparece como con
existencia separada y, lo que es más grave —y que ha constituido la
mayor preocupación de los primeros filósofos— la generación podría
surgir de nada preexistente" (317 b 28).
10
El "otro lugar" hace referencia a Physica, L. I, cc. 6-9 especialmente, donde Aristóteles se ha
ocupado detenidamente de los principios del ente natural: materia, forma y privación.
4. Sobre la generación y la corrupción 87
Tal ser, absolutamente indeterminado, es, en realidad, no-ser: un no-ser exis-
tente y, por consiguiente, imposible de constituir un antecedente en cualquier
génesis; pero hay más aun:
"Si se trata de algo no determinado ni de una substancia, pero posee algu-
nas de las restantes determinaciones señaladas, entonces las cualidades
estarán separadas de la substancia, según dijimos [en 317 b 10]" (317 b
31).
Resultado que supone acabar en otro absurdo. Se impone, pues,
"tratar, en la medida de lo posible, esos problemas, así como de la causa
de la generación continua, tanto de la absoluta cuanto de la parcial" (317
b 33).
Se agrega ahora y cual complemento de la primera pregunta acerca del modo
de ser del substrato, la explicación del hecho observado de la continua
corrupcio-generación en la naturaleza; y como causa tanto de la corrupcio-
generación absoluta (cambio "substancial") cuanto de la corrupcio-generación
parcial o relativa (cambio accidental). Se trata del problema del cambio en
general o , con sus especies: corrupcio-generación
() y movimiento (), pudiendo tratarse, en este
último caso, de movimiento según el lugar (: ), según lo
cuanto (:) y según la cualidad
( :).
"Ahora bien: existe una única causa de la cual decimos que es el principio
del movimiento, y una única materia; aquí trataremos de esta última. De
la primera nos hemos ocupado en nuestra discusión sobre el movimiento"
(318 a 1).
Efectivamente: la causa del movimiento la ha tratado en Phys., VIII
(especialmente Capítulo 6); consiguientemente y en concordancia con el interés
de este De gen. corr., se ocupará ahora de la causa material de la generación,
dejando para más adelante (L. II, cap. 10) el estudio de la causalidad eficiente.
A la causa material
"se debe que nunca falte la corrupcio-generación en la naturaleza, [y cuya
explanación] tal vez nos permitirá aclarar, concomitantemente, el
problema que se nos ha presentado: la cuestión acerca de la corrupción y
de la generación absolutas" (318 a 9).
¿Qué sentido tiene esta causa material? ¿Cómo es posible una continua
corrupción y generación, si la corrupción lleva al no-ente (a la nada) y,
asimismo, no puede ser infinito el material disponible para la generación? En
estas condiciones, ¿cómo es que no ha desaparecido ya nuestro universo? (318 a
13-23). La solución que propone Aristóteles aparece bajo modo de pregunta:
88 Juan Enrique Bolzan
"¿Tal vez porque la corrupción de una cosa es la generación de otra, y la
generación de una es la corrupción de otra, resulta el cambio
necesariamente incesante?" (318 a 23).11
Proposición que, redactada en positivo, resulta ser la solución que propone
Aristóteles (lineas 25-27), y el principio prototipo del tardío: nada se crea, nada
se pierde, todo se transforma (Lavoisier). Todo es, de este modo, transformación
a partir de un ser actual, de una substancia. La corrupción no es aniquilación: no
se alcanza el puro no-ser; la corrupcio-generación significa, en suma, el paso
desde un término positivo (substancia de partida) a otro término positivo
(substancia final), a través de un substrato que es la causa material de esa
corrupcio-generación porque es capaz de transformarse en los contrarios (319 a
18). Este substrato es la materia o no-ente absoluto (319 a 29), la misma como
sujeto último de los contrarios (de los cuatro elementos) pero cuyo existir en
concreto lo es siempre bajo una determinada forma (319 b 3): su ser es existir
en una substancia, y su transformarse es no existir en otra. Su ser-tal-ahora es
ser bajo tal o cual forma; su poder ser-después (no ser-cual-ahora) es estar
privada de tal o cual otra forma. Si se dieran separadamente generación y
corrupción podría ocurrir que en un dado momento todo desapareciera en la
nada, o bien que existieran infinitos seres actuales. Como esto jamás se constata
(318 a 22), para ser precisos con nuestro lenguaje hemos de referirnos siempre a
uno de los extremos, sin perder de vista al otro.12
No seguiremos a Aristóteles en sus ejemplos y razonamientos que le
permiten llegar, refutando a sus predecesores, concretamente a la verdadera
natura de la causa material; ni traeremos al caso algunos de sus argumentos e
ilustraciones que dependen de la ciencia de su época,13 quedándonos sólo con
su conclusión: el modo potencial del ser, la causa material de la generación, es
la materia primera (),que es una misma en cuanto siempre es ser en
potencia o substrato de la corrupcio-generación; pero distinta en su existencia
actual concreta.14
11
Por ello es que para enfatizar esta unidad del proceso, escribimos siempre corrupcio-
generación, así, continuadas por el guión.
12
Posibilidad claramente negada en Phys., L. III, cc. 5-6.
13
Por ejemplo: para Aristóteles el pasaje de tierra a fuego es generación absoluta y corrupción
relativa; en tanto que el pasaje de fuego a tierra es corrupción absoluta y generación relativa; todo
ello en razón de que el fuego significa para él una realidad más positiva que la tierra: el fuego —
caliente y seco— es "más ser" que la tierra —fría y seca. Cfr. 318 b y el comentario de Joachim
[1], pp. 96-97.
14
Cfr. al caso Phys., L. I y II en general. Mucho se ha discutido —y se continúa— acerca de si
Aristóteles tuvo claro concepto de "materia prima", pues los términos griegos que aparecen son,
casi intercambiablemente: materia, materia común, materia primera, sujeto, sujeto primero, etc.
4. Sobre la generación y la corrupción 89
Resumiendo, y adelantando el tema del próximo capítulo:
"Existe alteración cuando el substrato, que es perceptible, permanece y
sólo se transforma según sus afecciones [= cualidades], ya sean contrarias
o intermedias (tal como un cuerpo sano, que enferma y sigue siendo el
mismo; o un trozo de bronce, que puede ser esférico o anguloso, sin dejar
de ser bronce) [...]. Mas cuando es la cosa misma como un todo la que
cambia, sin que nada sensible permanezca idéntico como sujeto [...]
existe generación de una substancia y corrupción de otra" (319 b 10).
En la alteración o cambio según la cualidad, el substrato es un cuerpo
concreto, un o compuesto de materia y forma; en el caso de cuerpo
sano-enfermo, se trata de una transformación de hábito o disposición (); en
el del bronce, de figura ( ). Mas en el caso de cambio por corrupcio-
generación, sólo la persiste como , como sujeto en
sentido lato; mas no es sensible.
De este modo:
"Por consiguiente: cuando el cambio entre contrarios es según la
cantidad, se trata de aumento y disminución; según el lugar, de traslación;
según la afección o cualidad, de alteración; mas cuando ningún substrato
permanece, del cual uno de los contrarios sea una afección o, en general,
un accidente, se trata de corrupcio-generación" (319 b 31).
Joachim resume así la explicación aristotélica del cambio en base al paralelo de
Phys., 224 a 21-226 b 17: "El cambio () es: a) desde un a un
o, inversamente, desde un a un ; el
primero de esos cambios es, y el segundo, , y sus «polos» ( a saber:
y ) se oponen contradictoriamente uno al otro. O
bien: b) el cambio va desde un en un determinado estado, a un en un
estado contrario. Todo cambio de este tipo es , y se subdivide en tres especies.
Para el «polo» de la puede ser: 1) «estados» contrarios en la categoría
Cantidad, es decir: la substancia puede cambiar de tamaño y la es entonces
aumento o disminución; 2) «estados» contrarios en la categoría Lugar, esto es: la
substancia puede cambiar su posición y la es entonces movimiento (); 3)
«estados» contrarios en la categoría Cualidad, es decir: la substancia puede variar
sus (sus cualidades perceptibles) y la es entonces alteración
().
Los «polos» entre los cuales tiene lugar la en todo caso, son «contrarios»,
pero Aristóteles incluye bajo este acápite puesto que funcionan, en relación
Véanse las controversias recientes entre King y Solmsen [2], y Barrington-Jones y Brenner. Y los
estudios de: Happ, Ramos, Cencillo, Charlton, Larre [1,2,3] y Bolzan [22]; etc. Para Joachim [1],
p. 224 es /; así como para Foster, p. 286, nota a.
90 Juan Enrique Bolzan
uno a otro o en relación a cada extremo (o propiamente «contrario») como contra-
rios".15
15
Joachim [1], p. 105-106. Cfr. asimismo: Williams, quien estudiando filológicamente este
paso, concluye en que la alteración es un único proceso que exige un
continuamente perceptible, que cambia en tanto permanece el.
CAPÍTULO V
LOS MODOS DE CRECIMIENTO Y DECRECIMIENTO
Después de haberse ocupado Aristóteles en general de la alteración y de la
generación, pasa a tratar especialmente del cambio cuantitativo:
"Nos queda por tratar ahora del aumento y discutir en qué difiere de la
generación y de la alteración; y cómo aumentan las cosas que aumentan,
y disminuyen las que disminuyen" (320 a 7).
Una primera diferencia entre aumento, alteración y generación reside en la
relación de lo que sufre el cambio —el sujeto— con respecto al lugar, pues ni lo
generado ni lo alterado cambian necesariamente de lugar; mas no así lo que
crece:
"Las partes de lo que va aumentando se extienden según un lugar cada
vez mayor; las partes de lo que decrece, sobre uno cada vez menor" (320
a 24).
Pero este extenderse no significa simplemente una yuxtaposición de cuerpos,
pues en este caso habría, estrictamente, una mera agregación y una distinción
clara entre el —pretendidamente— aumentando, y el aumentante, los cuales
seguirían siendo distintos en acto; por lo cual, si se admitiera que fuera este el
modo del movimiento por crecimiento, se llegaría a que
"dos cuerpos —el aumentando y lo aumentante— ocuparían el mismo
lugar; lo cual es imposible" (321 a 7).
En todo movimiento de incremento en sentido estricto —esto es: con conser-
vación del sujeto que crece— deben cumplirse tres condiciones:
"la primera, que toda parte del aumentando aumente: si crece la carne,
debe hacerlo según todas sus partes; la segunda, que crezca por añadidura
92 Juan Enrique Bolzan
[incorporación] de algo; la tercera, que el aumentando se conserve y
persista" (321 a 18). 1
Es decir que se trata de un proceso por el cual un sujeto va creciendo "desde
dentro" cual un todo, asimilando —haciendo símil-a— aquello que le permite
incrementar, y no simplemente yuxtaponiéndolo, como sería el caso de una
pared en construcción, por ejemplo, donde habría cada vez más pared pero no
un movimiento de aumentación 2 pues no hay aquí realmente un sujeto
persistente. Esto distingue al crecimiento de la corrupcio-generación absoluta,
pues si bien en el primero de estos casos hay cambio (de magnitud), es cambio
de algo que persiste como sujeto físico; mas en el caso de la corrupcio-
generación, no se da tal persistencia: el sujeto mismo es otro, no simplemente
de otro modo (321 a 23).
Ahora bien: si el cambio de magnitud se produce por añadidura, ¿no podría
decirse que el aumento es tanto del alimentado cuanto del alimentante, pues el
resultado parece ser la suma de ambos? (321 a 29). La respuesta de Aristóteles
será una afirmación a su propia pregunta:
"[Si no ocurre así] ¿Podría ser tal vez porque es la substancia del
alimentando la que persiste, y no la del alimentante?" (321 a 34).
Después de discutirlo al correr de algunos ejemplos domésticos, insiste
especialmente Aristóteles en salvaguardar la condición de persistencia del sujeto
alimentando (321 b 10 ss).
Ahora bien: si esto es así, es claro que el crecimiento no se hará gracias al
aumentante (al que provoca el aumento) en tanto que materia, pues esto
conduciría a mera yuxtaposición; sino en tanto que forma. Veámoslo con mayor
detenimiento.
"Dos distinciones nos ayudarán a determinar la causa del crecimiento:
primero, los anhomeómeros crecen según el crecimiento de los
homeómeros (componentes de aquellos); segundo, carne, hueso, y cada
una de tales partes, así como todas las demás cosas que tienen su forma
en la materia, se toman en doble sentido, pues carne o hueso se dicen
tanto forma cuanto materia " (321 b 16). 3
1
De propósito utilizamos aquí el término "añadidura", por "añadir: incorporar una cosa a otra"
(según el Diccionario de la Real Academia), para evitar todo sentido de mera yuxtaposición o
agregado.
2
Perdónesenos el uso de este vocablo ya anticuado, pero que viene aquí muy a cuento.
3
Para Aristóteles homeómeros (= constituidos a partes semejantes) son los tejidos animales
(hueso, carne), de los cuales se constituyen los anhomeómeros u órganos tales como la mano, la
cara, etc. Cfr. nuestro comentario a Meteor., especialmente nuestro Capítulo XVII.
5. Los modos de crecimiento y decrecimiento 93
Todo ello viene a indicar quecuando un cuerpo (orgánico) crece, los que
crecen, propiamente hablando, son sus tejidos y no las manos, los pies, etc.
Pero,
"el aumento de cualquier parte por añadidura de algo es posible sólo con
respecto a la forma, no con respecto a la materia" (321 b 22).
Esto significa un paso de forma a forma, de modo de ser del asimilable al
modo de ser del asimilante; no todo es asimilable sino sólo aquello que es
susceptible de ser trans-formado por la actividad del asimilante (321 b 15 ss), en
el cual se da una unidad de operación gracias a la cual todo él crece según
proporción gracias a un principio rector de actividad (cfr. 321 b 16 supra).
"Que el crecimiento es proporcional se hace más claro en los
anhomeómeros, como por ejemplo la mano: aquí es más evidente la
distinción entre materia y forma que en el caso de la carne y de las partes
homeómeras. De aquí que se diga preferentemente de un cadáver que es
carne y hueso y no mano y brazo " (321 b 28).
Los anhomeómeros, tales como mano, ojo, etc., 4, se logran a través de los
homeómeros —más simples y constituidos por los cuatro elementos en diversas
proporciones— como resultado de una síntesis que comporta una asunción de
los homeómeros de parte de la forma de los anhomeómeros. La prioridad de la
forma sobre la materia se hace clara ya al considerar esa forma como simple
configuración; pero más propiamente con relación al proceso metabólico total,
con la incesante asimilación y desasimilación que tiene lugar en el ser que, no
obstante, permanece idéntico a sí mismo:
"El sujeto ha crecido gracias, por un lado, a la añadidura de aquello que
denominamos alimento y que es contrario [a la carne]; y por otro, gracias
a la transformación de este alimento en la forma [de carne] [...].
Consiguientemente, en cierto sentido lo símil crece por lo símil; pero en
otro sentido, por lo disímil" (321 b 35).
Mas esto sólo es posible si el alimentante es, en potencia, el alimentando
(322 a 5); el cual por medio de un principio interno que le es ínsito transforma
en su propia substancia la substancia del alimentante (322 a 10).
Es claro que el único caso de estricto crecimiento con permanencia de sujeto
se da, para Aristóteles, en el ser viviente: es este quien aumenta por asimilación,
por transformación de los alimentos en su propio ser; ser que comporta la
4
Sto. Tomás, In I Gen, Corr. lect. 15, dice de lo anhomeómero: "membra dissimilium
partium"; cfr. más adelante, cuando comentemos el Meteor.; allí volveremos a encontrarnos con
el tema de la “composición” de un cadáver.
94 Juan Enrique Bolzan
unidad cuerpo-alma y no sólo el cuerpo. 5 Ahora bien: el alma () o forma
significa la perfección propia del modo de ser del viviente, el principio o la
razón de ser de su unidad de ser y de comportamiento, frente a la disparidad de
partes (órganos, sistemas, etc.) que lo constituyen. Lo asimilable es materia en
tanto significa, al cabo, ciertos cuerpos complejos; mas es también forma en
tanto esa composición comporta una relación proporcional entre los elementos
constituyentes: cada asimilable (alimento) es lo que es por su forma propia. De
aquí que si algo puede crecer asimilando, es porque puede imponer su forma, su
principio de orden, su alma, a aquello que él asimila: a aquello que hace símil lo
hace de este modo, redistribuyendo, por así decir, la materia de lo asimilable,
desinformándola como asimilable e informándola como asimilado.
Es posible alimentar al hombre tanto con carne cuanto con pan o verduras: la
asimilación podrá ser más o menos simple, pero nunca un mero agregado o una
simple yuxtaposición. Anabolismo y catabolismo significan el resultado final de
complicados análisis y síntesis químicos, y tanto más complejos cuanto más lo
sea la cosa que servirá de alimento; así, si bien es cierto que pueden inyectarse
en animales y sin mayor objeción ciertos compuestos simples como el cloruro
de sodio o la glucosa, por ejemplos, ello no acontece con otros compuestos más
complejos. En el caso del hombre, un bife de vaca sólo es alimento si las
proteínas-vaca son transformadas en proteínas-hombre, para decirlo brevemen-
te; y si se intentara la inyección de aquellas proteínas directamente al torrente
sanguíneo, no sólo dejarían de constituir alimento sino que conducirían a
gravísimos trastornos y aun a la muerte (shock anafiláctico). Por análogas
razones, ciertos compuesto proteínicos utilizados como medios curativos o
preventivos (vacunas), deben evitar la vía gástrica a fin de no ser destruidos por
asimilación digestiva.
Si la trans-formación se produce es porque el alimento es, en potencia, el
asimilante: las proteínas-vaca son, en acto, tales; mas en potencia son proteínas-
hombre, y el producto final del proceso de crecimiento no es "el hombre" según
la cantidad sino que es "este" o "aquel" hombre en concreto quien aumenta
cuantitativamente según su natura:
"No se genera la cantidad en general, así como tampoco un animal que no
sea un hombre o algún otro animal concreto" (322 a 16).
Los papeles protagónicos los juegan "este alimento que es concretamente tal
cantidad de tal cosa", y el asimilante, que "es concretamente otra tal cantidad de
tal individuo". Sin embargo, aun es necesario distinguir nutrición de aumento,
5
Estamos así aceptando, sin entrar en especulaciones personales, las realidades de las almas
vegetativa, sensitiva y racional, como formas. De este modo es claro que sin alma el cuerpo no
existiría.
5. Los modos de crecimiento y decrecimiento 95
difiriendo ambos según la definición. 6 En tanto las proteínas-vaca son una cierta
"cantidad de proteínas-vaca" en potencia de devenir una cierta "cantidad de
proteínas-hombre", se producirá —puestas las condiciones— asimilación con
aumento y nutrición a la vez; mas en tanto las "proteínas-vaca" son sólo
"proteínas-vaca" en potencia de devenir "proteínas-hombre", únicamente se pro-
ducirá nutrición:
"La nutrición es lo mismo que el crecimiento, mas difiere en cuanto a la
esencia. Pues en la medida en que lo adicionado es, en potencia, cierta
cantidad de carne, produce aumento de carne; mas en cuanto
potencialmente es carne, es alimento" (322 a 25). 7
Que ese material nutricional se lo considere cualitativa o cuantitativamente,
es decir en la medida en que se tome en cuenta cuánta carne se producirá por la
ingestión del alimento, se hablará de aumento; en la medida en que se considere
aquel material sólo en cuanto se transformará en carne, se hablará de alimento.
Aun es posible explicar por esta vía el proceso que conduce a la muerte, pues
distinguido así entre alimento ut sic y alimento en cuanto a la cantidad, resulta:
"que en tanto el cuerpo se mantenga vivo, hay nutrición, aun cuando vaya
decayendo; pero no [necesariamente] crecimiento" (322 a 24) 8
La forma del ser viviente, que le confiere a éste su unidad, su modo de ser,
opera no inmediatamente sino a través de ciertas potencias operativas las cuales
de sí puramente dinámicas, ven no obstante frenada su actividad en razón de la
necesaria incorporación en la materia; las potencias operan a través del ser total
(material) cuyas potencias son, y sobre el ser total (material) que
transitoriamente recibe la operación.
6
Cfr. De Anima, 416 a 19- b 31; y el largo comentario en Coimbra, in h. l., L. I, Cap. V, QQ.
VI-XVI.
7
Es decir que aumento y nutrición "sunt idem subiecto, sed differunt ratione" como dice Sto.
Tomas, In I Gen. corr., lect. 17. Cfr. para todo este tema: De anima, II, 4; Joachim [1], cap. V,
passim; Alejandro [2], 233, 15 ss.
8
Aristóteles, De respiratione, 478 b 22 ss. Volveremos sobre ello al comentar Meteor.
96 Juan Enrique Bolzan
La materia aparece así doblemente afectante y como instrumento desde el
cual y sobre el cual se produce toda interacción; doble oposición de la potencia-
lidad de esta materia que va desgastando la potencia activa del aumentante el
cual, en cuanto tal y en tanto va creciendo su materialidad, se hace en conjunto
y como totalidad menos activo en razón de la oposición que comporta ese
aumento material frente a la correspondiente potencia operativa. Si, por vía de
aclaración, representamos la relación Potencia Operativa (p.o.) vs Potencia
Pasiva (p.p.) (de la materia), se obtendría una hipérbola equilátera del tipo
dibujado, donde p.o. tenderá a ser infinita para p.p. tendiendo a cero; en tanto
que aumentando p.p., p.o. alcanzará un valor mínimo en a, a partir del cual la
rama horizontal tenderá asintóticamente al valor cero de p.o.
Quiere esto decir que la limitación del acto operativo por la potencialidad de
la materia se va manifestando en grado cada vez mayor hasta alcanzar un máxi-
mo y, por consiguiente, un mínimo de p.o.: en esta rama descendente de la curva
todavía la potencia operativa (la "virtus speciei" que dice Sto. Tomás) es capaz
de producir concomitantemente aumento y nutrición. Alcanzado el punto
mínimo a de esta curva se llega al mantenimiento, por nutrición, de la cantidad
alcanzada por el ser. La rama cuasi horizontal, asintótica a p.p., marca
definitivamente la preponderancia de la contrariedad (potencialidad) de la
materia, lo cual viene expresado fenoménicamente por un proceso de nutrición,
sí, pero que ahora puede verificarse aun con disminución por debilitarse debido
a un constante influjo creciente de la oposición representada por la creciente
cantidad de materia incorporada (322 a 28): La p.o. —la forma del
que crece por nutrición— al continuar su acción de incorporar materia ve
aumentar el factor inverso p.p., y llegará a un extremo en el cual no le será
posible producir incremento y, por consiguiente, se producirá disminución (322
a 31).
5. Los modos de crecimiento y decrecimiento 97
En concreto: en tanto haya vida se mantiene la forma y, por consiguiente, la
virtud operativa que la manifiesta; la muerte natural sobrevendrá cuando tal
virtud ya no pueda ni nutrir al ser.
“Pero si la forma ya no es capaz de obrar, ocurrirá [algo así] como en el
caso del agua que se va mezclando al vino en proporción cada vez mayor,
acabando por diluirlo hasta que lo transforma en agua; pues de este modo
habrá disminución de la cantidad mas con permanencia de la forma” (322
a 31).
El ejemplo no es muy claro y ha sido criticado por Joachim [1 ad loc.]
especialmente en cuanto no existiría aquí permanencia de la forma del vino. Lo
que dice Aristóteles es que si la potencia operativa de asimilación se ve
debilitada al punto de no poder obrar por decadencia del animal, se acabará
teniendo “menos cantidad” de animal, pero de todos modos y hasta tanto no
muera, existirá el animal (permanencia de la forma). Si ahora disponemos el
texto de este modo:
“Pero si la forma ya no es capaz de obrar, habrá disminución de la
cantidad mas con permanencia de la forma. Ocurrirá algo así como en el
caso del agua que, agregada al vino en proporción cada vez mayor, acaba
por diluirlo hasta que lo transforma en agua”,
tal vez resulte algo más aceptable, pues allí aparece el ejemplo del agua es
“algo así como...”, valiendo sólo para la etapa de disminución paulatina del
poder del vino, y aquí es donde cabe aquella crítica de Joachim diciendo que
este ejemplo “is rather loosely attached to the main sentence”. Sin embargo nos
parece que la interpretación mejora si esa transformación del vino en agua no se
toma rigurosamente como desaparición total del vino sino sólo en sentido
práctico, en cuanto nadie aceptaría ya, a tal dilución, que se trata de vino; por
esta vía de razonamiento es claro que permanecería la forma de vino porque
éste no desaparecería por simple dilución mas sí habría clara merma de su
“cantidad”, vale decir de su concentración final según el volumen de agua. Esta
interpretación nuestra parece confirmarse reparando en un texto anterior
cuando, preguntándose Aristóteles si el aumento en el proceso de alimentación
no puede decirse tanto del alimentado cuanto del alimento puesto que ambos
comparten el mismo sujeto final (321 a 29 supra), recurre como ejemplo al caso
de la mezcla de agua y vino, donde acepta que ambos líquidos aumentan según
el volumen final común, pero declara que en realidad el que debe ser
considerado aumentado es el vino, pues
“...la mezcla se denomina según el elemento dominante, así como
decimos que se trata de una mezcla de vino cuando el todo produce el
efecto del vino y no el del agua” (321 a 35).
98 Juan Enrique Bolzan
Es decir que el resultado final, esa “persistencia de la forma” del vino, es
juzgada empíricamente: si se aprecia o no suficientemente la existencia de vino
en la mezcla; y no teóricamente: si existe o no ese vino. Sin embargo
volveremos sobre el tema de la mezcla de agua y vino en otro contexto (cfr.
nuestro Capítulo VII, texto de 328 a 26).
CAPÍTULO VI
LA ACCIÓN-PASIÓN
1. La necesidad del Contacto
Habiendo tratado ya de las definiciones y diferencias entre corrupcio-
generación, alteración, e incremento y disminución (temas que serán objeto de
estudios especiales en sus próximos capítulos), comienza ahora Aristóteles
anunciando que debe, primeramente, tratar de la causa material y de los
denominados "elementos" (322 b 1ss), lo cual hará por extenso en el Libro II
(B) de este tratado; 1 y puesto que
"tanto quienes admiten generación a los elementos cuanto quienes
aceptan la generación de cuerpos compuestos de elementos, recurren a la
separación y a la unión, a la acción y a la pasión" (322 b 6),
siendo
"la unión [] una combinación []" (322 b 8),
y estando
"tratadas estas cuestiones hasta imprecisamente" (322 b 5), 2
se halla nuestro autor en la necesidad de emprender el estudio
pormenorizado de todo ello: de la combinación como resultado de la acción-
pasión ().
"Mas si es necesario estudiar la acción-pasión y la combinación, también
lo será hacerlo con el contacto pues, propiamente hablando, no son
susceptibles de acción-pasión aquellas cosas que no pueden entrar en
mutuo contacto; ni tampoco habrá caso de combinación sin llegar
1
Precisamente al De gen. corr., II, suele referirlo Aristóteles como un tratado aparte:
= Acerca de los elementos (p. ej. en De anima, 423 b 29; De sensu, 441 b
12).
2
Del texto no queda claro si se declara Aristóteles él mismo impreciso, o bien si se trata de un
defecto general de los autores.
100 Juan Enrique Bolzan
previamente a algún tipo de contacto. Debemos, pues, definir estas tres
nociones: contacto, combinación y acción" (322 b 21).
Y dejando la acción y la combinación para los próximos capítulos (7-9 y 10,
respectivamente), entra ahora en el estudio del contacto (), y más
precisamente del contacto físico ( ), como dirá al
finalizar. 3
Ya se había referido Aristóteles a este tema en su Physica, afirmando que
"se dicen en contacto aquellas cosas cuyos extremos coinciden []". 4
Mas, como se verá, esta definición resulta insuficiente si ha de adecuarse,
precisamente, a los entes físicos. Por ello dirá ahora que el contacto, en sentido
estricto, sólo puede darse entre cuerpos () los cuales,
ocupando un lugar, coinciden según sus extremos; mas ocupar un lugar significa
ser ligero o pesado; 5 y ser ligero o pesado comporta, a su vez, ser activo y
pasivo. Consecuentemente y en sentido riguroso, el contacto se da entre seres
capaces de actuar y dejarse hacer (322 b 25 - 323 a 10). De aquí su definición de
"contacto":
"En general, la definición de contacto corresponde a los entes que tiene
posición () y donde uno es capaz de mover y el otro de ser movido;
y se relacionan mutuamente como motor y móvil los cuerpos dotados de
acción y de pasión" (323 a 22). 6
Con tales exigencias, y especialmente con la última de acción-pasión, es
claro que únicamente los entes físicos pueden entrar en este tipo de contacto.Y,
en tanto que en nuestro mundo sublunar todo motor mueve porque es movido,
"es necesario que lo tocado toque a quien lo toca" (323 a 30);
es decir que todo contacto resulta ser necesariamente recíproco, 7 como
resultado de una verdadera interacción y no, según lo definía en Phys., 226 b 23,
con características de contacto "superficial" e inerte de estar los cuerpos
simplemente . 8
3
Para una exposición clásica del "contacto": San Alberto, In I Gen. Corr., Tract IV, passim;
Coimbra, in h. l., L. I, Cap. II, Q. 1.
4
Phys., 226 b 23.
5
Cfr. De caelo, II, 2, y nuestro comentario para estas nociones.
6
Véase la discusión gramatical de Verdenius-Waszink, p. 32-33.
7
Sin embargo, "si algo moviera sin ser ello mismo movido, podría tocar al móvil sin ser ello
mismo tocado; así, decimos de quien nos aflige, que nos toca, pero no que le tocamos nosotros"
(323 a 31).
8
Puede encontrarse nuestra crítica a un supuesto contacto "superficial" en Bolzán [20] y [21].
6. La acción-pasion 101
2. Posiciones antecedentes
Entrando ya en el tema de la acción-pasión, refiere Aristóteles dos posi-
ciones disidentes; pues mientras la mayoría de los filósofos sostiene que
"lo semejante no puede ser afectado por lo semejante, puesto que ninguno
es más activo o pasivo que el otro (pues a las cosas semejantes
pertenecen, en grado semejante, las mismas propiedades); sólo las cosas
disímiles y diferentes son naturalmente aptas como para entrar en acción-
pasión recíproca" (323 b 2),
Demócrito, por su lado,
"en desacuerdo con todos los demás, sostiene una teoría personal,
afirmando que agente y paciente son semejantes y lo mismo, ya que no es
posible que cosas diversas y disímiles sufran recíproca acción; y aun si
cosas diversas se afectan recíprocamente, esto ocurre no ya en tanto que
diversas sino en tanto poseen alguna propiedad idéntica" (323 b 10);
y por esto, en cuanto son idénticos precisamente bajo el aspecto en que serían
activos, no hay posibilidad de distinguir entre agente y paciente, los cuales son
"lo mismo".
Joachim 9 se extraña que sólo a Demócrito sea atribuida esta teoría; en efecto: no
sólo líneas más abajo (324 a 22 ss) el mismo Aristóteles se refiere a "quienes" han
tomado una u otra posición, sino que incluso en De anima dirá que "ciertos filósofos
sostienen que lo semejante es afectado por lo semejante",10 precisamente aquellos que
"definiendo el alma por el conocimiento, hacen de ella sea un elemento, sea un
compuesto de elementos [...] diciendo que lo semejante es conocido por lo
semejante".11 Por su lado Tricot anota decididamente el paso anterior como referido a
Demócrito y Empédocles.12
"Tales son las opiniones. Pero parece que quienes así se expresan se
contradicen; y la causa de ello reside en que sólo consideran parcialmente
el problema, mientras que éste debe ser examinado en su totalidad" (323
b 15).
No es cierto que los seres idénticos puedan afectarse entre sí, pues si esto
pudiera darse se perdería la razón misma de ser de motor y de ser móvil —y,
por consiguiente, de referirse al cambio— y aun se llegaría a que toda cosa se
afectaría a sí misma (323 b 18) pues nada sería más idéntico a ella que ella
misma y, podemos decirlo ya, nada resultaría mejor motor que el mismo
movido.
9
Joachim [1], p. 150.
10
De anima, 416 b 33 ss.
11
De anima, 405 b 10 ss.
12
Tricot [5], ad loc.
102 Juan Enrique Bolzan
Tampoco es cierto que se puedan afectar los seres absolutamente deseme-
jantes, pues:
"la blancura no puede ser afectada en modo alguno por la línea, ni la línea
por la blancura, si no tal vez por accidente, esto es: si sucediera que la
línea es blanca o negra; porque ninguna cosa puede modificar la natura de
otra a menos de que ambas sean contrarias o se compongan de contrarios"
(323 b 25).
La línea será afectada por la blancura de algo blanco no en cuanto línea sino
en cuanto línea coloreada. La ejemplificación es clara, pero repárese en que aquí
Aristóteles recurre inmediatamente al ejemplo tras afirmar (línea 24) la
imposibilidad de interacción entre entes totalmente disímiles.
En fin: comportando la acción-pasión una comunicación entre agente y pa-
ciente resultará que ambos:
"deben ser semejantes e idénticos según el género, y disímiles y con-
trarios según al especie" (323 b 30).
Resulta así claro que
"son los contrarios y los intermediarios quienes pueden sufrir y ejercer
recíprocamente la acción; pues, hablando en general, sólo entre ello
existe la corrupción y la generación" (324 a 5),
ya se trate de la corrupcio-generación en sentido absoluto o en sentido relativo
(). Tal como lo dice en otro lugar:
"En un sentido, lo semejante padece bajo la acción de lo semejante; pero
en otro sentido lo hace bajo la acción de lo disímil [...]. Pues quien
padece es lo desemejante, el cual, una vez que ha sufrido la acción, es
semejante" (De anima, 417 a 20),
y semejante al agente, quien se lo asimila al paciente. En otras palabras y con
mayor resonancia metafísico-contemporánea: el agente hace partícipe de su
perfección al paciente:
"Quien padece, necesariamente cambia en el agente, y sólo así será la
generación un proceso hacia lo contrario" (324 a 12).
Para que se dé acción-pasión deben comulgar los entes en algún intermedia-
rio: debe darse una contrariedad (contra Demócrito y los "homogeneistas")
relativa (contra los extremos "heterogeneistas"); no debe tratarse jamás de un
puro agente ni de un puro paciente sino de un agente que lo es en relación a un
paciente, el cual a su vez es tal precisamente por esa relación. Sin embargo, se
muestra aquí Aristóteles comprensivo con ambas posiciones, y haciendo justicia
a "homogeneistas" y "heterogeneistas", va la aclaración:
"es lógico que unos y otros, aun expresándose distintamente, mantengan -
su contacto con la naturaleza. En efecto: decimos a veces pasivo al
6. La acción-pasion 103
substrato (así, decimos de un hombre que es sanado, calentado, enfriado,
y así con las demás afecciones); y otras veces decimos que lo frío es
calentado, o que lo enfermo es curado. De ambos modos son verdaderos
(lo mismo se diga del agente: a veces decimos que es el hombre quien
calienta; y a veces, el calor), pues en un sentido es la materia quien
padece; y en otro sentido, lo es el contrario. Por ello, los que han atendido
al substrato, piensan que agente y paciente deben poseer algo idéntico;
los otros, atentos a los contrarios, sostienen la opinión opuesta" (324 a
14).
Así armonizados ambos modos de pensamiento,
"débese admitir que el mismo argumento que vale para el obrar y el
padecer, vale asimismo para el mover y el ser movido; pues también del
motor se dice en dos sentidos: en uno, parece ser motor aquel en el cual
reside el principio del movimiento (en efecto: el principio es la primera
de las causas); en otro sentido, parece serlo el último relativo a lo
movido y a la generación. Análogamente acontece con relación al agente:
de hecho, decimos tanto del médico cuanto del vino, que sanan.
Nada impide al primer motor permanecer inmóvil durante el movimiento
(y en algunos casos es necesario que así ocurra), pero el último motor
siempre mueve siendo él mismo movido; y en la acción, el primer agente
es impasible, en tanto que el último agente es él mismo afectado. Porque
todo [agente] que no posea la misma materia [que el paciente], actúa sin
ser afectado (así, por ejemplo, la medicina causa la salud sin ser afectada
por parte del sanando); en cambio el alimento actúa experimentando
alguna pasión, y así es calentado, o enfriado, o afectado de algún otro
modo mientras está actuando. Con ello la medicina es como el principio;
y el alimento, el término último en contacto [con el paciente]" (324 a 24).
En todo este largo paso lo que hace Aristóteles es establecer un parangón
entre el movimiento en general —del cual ha tratado largamente en su Physica
y donde ha distinguido entre un necesario Primer Motor inmóvil y los sucesivos
motores movidos— y la acción-pasión, motivo de este tratado actual. Y así
como aquel Primer Motor es el primero en la serie de los motores movidos y
por ello resulta impasible, los demás motores están sometidos —precisamente
porque actúan estos por contacto— a ese generalizado "Principio de acción y
reacción", que formula él mismo en Physica, 202 a 5.13 Aquí Aristóteles exige,
para que ese contacto activo sea real, la continuidad que da la materia común a
ambos. Es decir que en el universo de los cambios, ninguno es motor o móvil en
sentido absoluto: todo depende de las condiciones en que se halle el sistema.
13
"Mover es obrar sobre el móvil en tanto que móvil; pero esto lo produce el motor por
contacto, y de este modo sufre al mismo tiempo una pasión", Phys., 202 a 5 (y 7).
104 Juan Enrique Bolzan
De aquí que:
"De las cosas activas, aquellas que no tienen su forma en materia son
impasibles; pero aquellas que la tienen, son pasibles" (324 b 4);
pues, por un lado, lo materio-formal tiene en sí necesariamente alguna
potencia; por otro, la materia se comporta como una suerte de género que
relaciona a los opuestos y permite la inter-acción (324 b 6).
"El agente es causa en cuanto principio de movimiento; pero aquello por
lo que actúa no lo es (así, la salud no es agente, salvo metafóricamente);
pues cuando está presente el agente, el paciente deviene algo, mientras
que estando [ya] presentes las propiedades, no deviene sino que ya es: las
formas y los fines son una suerte de estados, pero la materia, en cuanto
tal, es pasiva" (324 b 13).
Puede llamar aquí la atención esa aparente eliminación de la causa final
como causa, contra la doctrina general que sostiene Aristóteles en otros lugares,
donde es ésta la causa de las causas, obrando a través de la causa eficiente; sin
embargo debe notarse que tal causalidad final siempre se toma de parte de la
forma,14 mientras que en el caso de la relación salud-enfermedad no se trata en
realidad de una forma (la "forma salud") sino de estados o propiedades de un
ente que ya posee su forma (que es tal ente). Aristóteles viene hablando de inter-
acción entre entes según sus cualidades, en una acción-pasión que se produce
automáticamente, por la mera existencia concomitante de agente y paciente. En
el arte médica, la relación medicamento-enfermedad da (¡o no!) un resultado
automático; otro sería el caso si se tiene en cuenta la intencionalidad del médico
que actúa por el bien del paciente.
En fin y sin entrar en más detalles,
"de este modo proponemos nuestra explicación de la acción y la pasión,
cuándo se dan, por qué y cómo" (324 b 22).
Torna ahora Aristóteles a discutir la posibilidad de la acción-pasión, según
opiniones de otros pensadores, pues
"algunos sostienen que el paciente sufre acción cuando el agente último o
agente en sentido propio, penetra a través de ciertos poros, siendo esta la
vía por la cual vemos, oímos, y tenemos nuestras demás percepciones.
Agregan que los objetos se ven a través del aire y del agua, y de otros
cuerpos transparentes, porque ellos poseen poros, invisibles debido a su
pequeñez pero dispuestos unos juntos a otros y en línea; siendo [esos
14
Así, "la génesis [de un individuo] procede en vista de la existencia y no la existencia en vista
de la génesis", De part. animal., 640 a 18. Cf. asimismo De gen. animal., 734 b 35, sobre la
generación humana.
6. La acción-pasion 105
cuerpos] tanto más transparentes cuanto mayor es el número de esos
poros" (324 b 25).
Esta teoría de los poros parece haber sido propuesta primeramente por Alcmeón de
Crotona pero con respecto a la percepción, la cual se produciría a través de los poros
cerebrales.15 Esta teoría fue asimismo extendida para explicar la transparencia de los
cuerpos y aun la visión.16 Recientemente Guthrie no parece asignarle mayor
importancia.17
Otros, como Empédocles mismo, llegan a decir que aun la combinación tiene
lugar gracias a los poros, precisamente cuando estos poseen el mismo orden de
magnitud, es decir: son conmensurables (324 b 32).18 Sin embargo,
"Son Leucipo y Demócrito quienes han procedido más metódicamente al
explicar todos los fenómenos según un mismo razonamiento, adoptando
un punto de partida natural" (324 b 35);
confiando en lo percibido a través de los sentidos, y no negando ni el cambio ni
la multiplicidad de seres (325 a 23).19 En efecto: los eléatas hablan del ser
como uno e inmóvil, negando el movimiento por negación del vacío en el cual
—o gracias al cual— podría darse el movimiento; y sosteniendo ser imposible
la pluralidad pues nada existe que pudiera aislar una cosa de otra (325 a 2 ss);
"insistiendo en que no hace diferencia decir que el universo no es
continuo sino compuesto de cuerpos en contacto, o sostener que existe
pluralidad —no el uno— y vacío" (325 a 6).
Se ve por aquí que, en racionalismo tal, la negación de la pluralidad y del
movimiento se apoya, en última instancia, en la repulsa del vacío, la cual los
lleva también a sostener la realidad del universo como uno e inmóvil
Parménides) e ilimitado (Meliso); negándose, asimismo, los datos de los
sentidos (325 a 8 ss).
"Y en verdad [dice Aristóteles] bien puede parecer así según la razón;
pero reparando en los hechos parece estarse próximo a la locura, pues no
habrá maniático que haya perdido la razón al punto tal de que el fuego y
el hielo le parezcan la misma cosa" (325 a 17).
15
Diels-Kranz, frag. 14. También Burnet [1], p. 60.
16
Mugler [1] y [3].
17
Guthrie [2], t. I, p. 358.
18
Mugler [2], p. 32, nota 2, para la interpretación de como igualdad de magnitud, y
el sentido de "conmensurable", que aquí nos parece el mejor adaptado. Para la aplicación de esta
teorías de los poros a la combinación entre elementos, véase más adelante nuestro comentario a
Meteor., L. IV
19
Para Joachim [1], el texto podría interpretarse como refiriéndose a Parménides y significando
que Leucipo y Demócrito tomaron como punto de partida esta verdad fundamental: "the Real is".
106 Juan Enrique Bolzan
He aquí al empirista Aristóteles apelando a la fuerza de la experiencia...y al
sentido común. De aquí su alabanza a Leucipo y Demócrito, quienes no sacrifi-
caron a la teoría ni la corrupcio-generación ni el movimiento ni la pluralidad de
entes; a pesar de admitir los datos de la percepción sensorial, por un lado, y
conceder a los monistas, por otro, la realidad del Uno y la irrealidad del movi-
miento sin vacío. Y así
"Leucipo pensaba tener argumentos que, concordando con la percepción,
no anulaban ni la generación ni la corrupción, ni el movimiento ni la
multiplicidad de los entes. Concede lo suyo a los datos de la experiencia
pero acepta, con la teoría de la unicidad del ser, que no hay movimiento
sin vacío, que el vacío es el no-ser, y que ninguna parte del ser es no-ser;
pues, propiamente hablando, lo que es, es absolutamente pleno. No
obstante [continúa] este ser no es uno sino que es una pluralidad infinita
[de unidades] indivisibles debido a la exigüidad de tamaño. Los cuales
[indivisibles] se mueven en el vacío (pues existe el vacío), provocando la
generación —por asociación— y la corrupción —por disociación—, y
actuando y padeciendo según contactos fortuitos (y entonces no es uno),
y la generación se produce por sus combinaciones y entrelazamientos.
Mas de lo que es verdaderamente uno no podrá originarse pluralidad; así
como tampoco de ésta, aquél; transformaciones que son imposibles
[concluye Aristóteles]" (325 a 23).20
Hasta aquí la exposición del atomismo de Leucipo, que hemos citado in ex-
tenso por ser el paso donde aparece más claramente esta doctrina. Pero ahora va
la comparación:
"Pues —y tal como Empédocles y algunos otros filósofos pretenden que
los cuerpos padecen a través de poros— enseña [Leucipo] que toda
alteración y toda pasión ocurre del modo dicho: la disolución y la co-
rrupción se producen gracias al vacío; y análogamente el aumento, por
acceso de partículas sólidas en los vacíos" (325 a 36),
asimismo
"se halla Empédocles casi obligado a sostener, como Leucipo, que existen
sólidos indivisibles, pues de otro modo habría poros continuos sin solu-
ción. Pero esto es imposible, pues entonces nada sólido existirá sino
poros, y todo será vacío. Consiguientemente será necesario que los
cuerpos en contacto sean indivisibles, con intersticios vacíos y a los
20
"Cum igitur Parmenides ac Melissus subsumentes: non potest dari vacuum, concluserint: ergo
non datur motus; Leucipus ac Democritus subsumentes: datur motus, intulerunt: ergo datur
vacuum"; Mauro [1], t. III, p. 435 b.
6. La acción-pasion 107
cuales denomina [Empédocles] poros. Que es también lo que dice
Leucipo tocante a la acción-pasión" (325 b 5).
Joachim sostiene que Empédocles no aceptaría esta conclusión (ya que no
admite el vacío) insistiendo en que sus poros están llenos y remitiéndose a 325 a
6-13 y 326 b 8-10; pero entonces no resulta sencillo hacerse cargo de qué signi-
ficarían "poros llenos". De aquí que a pesar de la intención y la letra de
Empédocles, la crítica de Aristóteles va bien apuntada.
Más aun: en la comparación sale perdiendo Empédocles pues los atomistas
resultan más coherentes en su explicación de la acción-pasión una vez admitido
el punto de partida: sus elementos, átomos inmutables, que sólo difieren por las
figuras y de los cuales se componen los demás cuerpos (325 b 17). No acontece
así con Empédocles pues sin razón alguna acaba su análisis en los cuatro
elementos incorruptibles, sin alcanzar a explicar, por ejemplo, cómo se generan
y corrompen los agregados, ya que sus elementos —que postula
incorruptibles— existen de hecho en masas ponderables (325 b 19 ss);
explicación que en realidad no puede dar al no admitir constituyentes en sus
elementos, ni aun al menos a la manera de Platón y sus superficies (triángulos)
(325 b 24 s).
A continuación deja Aristóteles de lado toda posterior discusión acerca de
sólidos indivisibles (de planos indivisibles ha tratado ya en De caelo, 298 b 33
ss) y se embarca en lo que denomina "una breve digresión" (325 b 36 ss) acerca
del atomismo y su imposibilidad de dar razón de la acción-pasión; aquí,
Primer argumento:21
"es necesario afirmar que cada indivisible es impasible (pues no puede
padecer sino a través del vacío), e incapaz de causar afección, al no ser ni
duro ni frío" (326 a 1).
Segundo argumento:
"Y resulta absurdo asignar forma (esférica) sólo al calor, porque entonces
sería necesario atribuirle a su contrario: el frío, alguna otra de las figuras"
(326 a 3);
donde hemos colocado entre paréntesis "esférica" para mayor claridad del
concepto.
Tercer argumento:
"Es también absurdo atribuir esas cualidades —calidez y frigidez— a los
cuerpos, y negarles pesantez, ligereza, dureza y blandura" (326 a 6),
cualidades que conmúnmente se asignan con mayor inmediatez a los cuerpos.
Cuarto argumento:
21
Adoptamos la subdivisión en argumentos que propone Migliori.
108 Juan Enrique Bolzan
"No obstante, sostiene Demócrito que cada uno de los indivisibles es
tanto más pesado cuanto más grande es, de modo que claramente ha de
ser también más caliente" (326 a 9),
sobrentendiendose el argumento como pensado para el caso de átomos
esféricos.
Quinto argumento:
"Poseyendo esos indivisibles tales cualidades, es imposible que no inter
actúen; por ejemplo: que uno tibio no sufra la acción de otro mucho más
caliente" (326 a 11).
Sexto argumento:
"Asimismo, si existe lo duro ha de existir lo blando; pues lo blando es
denominado así porque puede padecer: es blando lo que cede a la
presión" (326 a 13);
puesto que duro y blando son cualidades relativas, admitir dureza es admitir
blandura y, por consiguiente, posibilidad de padecer.22
Dejaremos ahora de lado otros argumentos —Migliori distingue hasta
once— que van en el mismo sentido: demostrar lo absurdo de negar a los
átomos la acción-pasión. Hasta aquí es claro: admitiendo Demócrito que cuanto
más grande es un átomo, más pesado es, la inmediata inferencia es que también
será más caliente, y por consiguiente un átomo mayor (y más caliente) debe
afectar a uno menor (y más frío). Por cuanto lo mismo vale para todo otro par
de cualidades opuestas y resulta absurdo y arbitrario asignar a los átomos unas
cualidades y negarles otras, es manifiesta la imposibilidad de las teorías de
Demócrito y de Platón; y tanto más cuanto que asignar diferencias de grado en
ciertas propiedades significa que se las puede captar a través de algún tipo de
interacción; estándose así en las antípodas de átomos impasibles y sin
cualidades.23
En cuanto a quienes sostienen que la acción-pasión sólo se da gracias a la
existencia de poros en los cuerpos (Empédocles), resulta ser esta una teoría
rudimentaria, insuficiente y, en general,
"superflua, ya que si el agente no obra por contacto, tampoco obrará
pasando a través de poros; y si opera por contacto, supuestos cuerpos
aptos para la acción-pasión, esta se producirá aun sin poros.
De cuanto hemos dicho se hace evidente que es erróneo o inútil hablar de
poros de esta clase, como postulan algunos; pues siendo los cuerpos
22
Cfr. nuestro Capítulo XIII para un estudio de dureza y blandura en Meteor., L. IV
23
Cfr. para la doctrina general: Phys., 190 b 24 y 192 a 1 ss. Un más amplio comentario de esta
"digresión" en Joachim [1], p. 164 ss.
6. La acción-pasion 109
totalmente divisibles, resulta ridículo suponer poros, pues por cuanto son
así divisibles, puede ser separados" (326 b 21)
El argumento es claro, pues aun en el caso de admitir la necesidad de poros,
la acción-pasión tendrá lugar por el contacto facilitado por aquellos. En otros
términos: que la acción-pasión debe producirse fundamentalmente por contacto,
tal como lo explicará a continuación.24
24
Cfr. Coimbra, in h. l., L. I, Cap. VIII, Explanatio: "nam actio fit per solum contactum, vel non
fit. Si fit, non pori necesarii sunt. Si non fit: ergo quamvis agens poros subintret, non itcirco aget:
quia ingredi non est agere, sed rem applicari, ut agat".
CAPÍTULO VII
LA SOLUCIÓN DE ARISTÓTELES
1. La acción-pasión como totalidad
Después de haber pasado revista crítica a las opiniones de sus antecesores,
presenta Aristóteles la suya: en primer lugar, el paciente padece como un todo
pues su poder padecer, su potencia, no es una parte de él:
"Si existe algo que posee en potencia determinada propiedad, y algo otro
que la posee en acto, padecer como un todo pertenece a la natura misma
del primero y no a una de sus partes con exclusión de otras; precisamente
porque es de tal natura" (326 b 31).
Es decir que si se trata de una cosa, ella no es, en su unidad, el resultado de
"adherir" potencia (o acto) a alguna de sus partes: ella es potencial o actual en
su misma unidad de ser lo que es. Poder ser —por la potencia— y ser —por el
acto— son co-principios ínsitos en la cosa que es tal cosa, siendo ambos
inseparables de ella; pues la potencia es relativa al acto adveniente, y el acto lo
es a la potencia colmada. 1 De aquí que dependa del punto de vista y de las
condiciones bajo los cuales se considere un ser natural determinado, para refe-
rirse a él ya como agente, ya como paciente; términos ambos correlativos.
Ello no obstante, la potencialidad, precisamente por relativa, tiene sus
grados, su medida; grados y medida que bien pueden no estar homogéneamente
repartidos en la totalidad de la masa del cuerpo,
"y, en este sentido, puede hablarse más justificadamente de poros,
extendidos a modo de las venas continuas de pasividad que aparecen en
los metales" (326 b 34). 2
Esto sólo significa que en el todo susceptible existen o se distinguen zonas
que presentan materialmente mayor susceptibilidad al agente; pero ese todo
padece como tal, como una totalidad.
1
Sobre esta doctrina general de Aristóteles, Met., 1045 b 16, y muchos otros textos.
2
Sobre los metales, véase nuestro Excursus 7.
112 Juan Enrique Bolzan
Hoy diríamos que los poros facilitan la acción-pasión precisamente porque
aumentan la superficie de contacto, 3 así como lo hace la pulverización (reacciones en
fase sólida) o la disolución (reacciones en fase líquida) de los cuerpos, tal como el
mismo Aristóteles lo referirá más adelante. Aun la físico-química actual hablará de
corrosiones selectivas en los metales; y la tecnología hará amplio uso de la intimidad de
contacto entre los reactivos para facilitar los procesos.
Queda asumida así en la acto-potencialidad, y más cabalmente, aquella gra-
tuita "porosidad" de los cuerpos; pues
"Todo cuerpo, en tanto es coherente y uno, es impasible" (327 a 1);
precisamente porque no habría caso alguno de relación agente/paciente, por
ser uno y no presentar ni aun heterogeneidad interna que pudiera poner en
contacto dinámico partes reales de un continuo lato sensu. Contacto que con
todo y ser esencial para ese dinamismo, no es menester sea inmediato, como se
deduce del texto siguiente:
"Lo mismo vale para los cuerpos que, pudiendo por natura obrar y
padecer, no están en contacto ni entre sí ni con otros" (327 a 2).
Al menos han de estar, para que efectivamente ocurra acción-pasión, en
contacto mediato; y Aristóteles lo ejemplifica recurriendo al caso del fuego, que
puede calentar estando a distancia del cuerpo de que se trate, en tanto calienta
previamente el aire intermedio (327 a 4).
En fin: esta concepción del cuerpo natural como un todo que es potencio-
actual, paciente-agente; esta concepción de potencia y acto como correlatos que
se dan en un mismo ser salva el cambio en todo sentido y especialmente en los
casos de la alteración (327 a 15) y del crecimiento (327 a 22), pues mantiene la
continuidad o totalidad del sujeto sometido a mutación: frente a la acción-
pasión gracias al vacío (atomistas) o a los poros internos de cada cuerpo
(Empédocles), y aun a la separabilidad de planos constituyentes (Platón),
sostendrá Aristóteles que el proceso debe ser indivisiblemente de todo el cuerpo
y no sólo de ciertas partes de él, las cuales, estrictamente hablando, no son el
cuerpo. 4
3
"Foramina non sunt causa passionis, sed potius dispositionis materiae", como dice Sto,
Tomás, In I gen corr., lect. 23
4
"A body, if at all, is as a whole, through and through" como bien
dice Joachim [1], p. 172.
7. La solución de Aristóteles 113
2. Combinación y mezcla
Tras el estudio del contacto y de la acción-pasión, el terreno ha quedado
adecuadamente roturado como para intentar dilucidar el problema de la
combinación de los elementos.
Nos será necesario aquí hacer alguna aclaración terminológica: por cuanto
actualmente se utilizan los términos mixtión o mezcla () y síntesis
() en sentidos precisamente inversos a los asignados por Aristóteles,
convendrá fijar desde ahora la terminología que emplearemos: donde Aristóteles
hable de , diremos combinación; y donde se refiera a , lo
traduciremos por mezcla.
Así,
"siguiendo el mismo método, nos queda por considerar la combinación, el
tercero de los temas propuestos originalmente" (327 a 31),
como ha sido dicho en nuestro capítulo anterior (donde ya hemos utilizado el
término ). Echando mano a su habitual procedimiento, comenzará aquí
también con una precisión:
"Debemos estudiar qué es la combinación y qué lo combinable; de cuáles
seres es aquella una propiedad, y cómo ocurre y, además, si la
combinación es algo real o bien algo falso" (327 a 32),
encabezando la respuesta, asimismo según costumbre, con las objeciones:
"En efecto: algunos filósofos han considerado imposible que una cosa se
combine con otra puesto que —dicen— o ambas existen aun y entonces
ninguna ha sufrido alteración ni ambas están más combinadas ahora que
lo estuvieron antes sino que permanecen en el mismo estado original
[]; o bien una de ellas ha sido destruida y entonces no hay
combinación sino que existe una, mas no la otra, siendo así que la com-
binación exige que ambas existan bajo una misma condición
[]. 5
Igualmente acontecería si cada una de ellas desapareciera en el momento
de la unión, pues no podrían combinarse en tanto ya no existirían" (327 a
34).
5
Siguiendo a Joachim [1], p. 178, el . se refiere a la misma condición de los elementos
tanto en el compuesto cuanto antes de producirse la supuesta combinación; mas el .
hace referencia a la uniformidad de condiciones de esos constituyentes con relación uno a otro,
pues ambos han de contribuir al ser de lo resultante.
114 Juan Enrique Bolzan
La argumentación es cabalmente exigente: la existencia se predicará de
ambos componentes (combinables) y el resultado no será otro que una simple
yuxtaposición; 6 o se la atribuirá a uno de ellos con desaparición del otro,
persistiendo entonces sólo uno de los cuerpos de partida; o bien en la
combinación habrá desaparición de ambos, y en este caso no podrá hablarse del
ahora existente como surgido propiamente de la combinación de aquellos
combinables. En fin,
"que esta argumentación parece exigir determinemos la diferencia entre
combinación y corrupcio-generación, y entre lo combinable y lo
corrupcio-generable. Pues es claro que debe existir diferencia si existe la
combinación" (327 b 6).
Distinción que se logra afinando los términos; así, por ejemplo, la combina-
ción no significa
"combinación de la materia [el combustible] con el fuego [...] sino ge-
neración de éste con destrucción de aquélla" (327 b 10).
Como tampoco es combinación el resultado del proceso de alimentación
(línea 13) pues el viviente aparece consumiendo el alimento; en todo caso hay
aquí destrucción de una de las partes.
Para el caso véase lo que dijimos en nuestro Capítulo II. El ejemplo vale solamente
si se comparan directamente y desde el ; pues este sí parece
consumir el alimento tal como el fuego la leña; mas como proceso, la asimilación
comporta análisis y recombinación del alimento en el nivel de lo molecular, con la
subsiguiente absorción asimilante.
Se debe distinguir, pues, la de la, contra la segunda parte de
las objeciones. Mas tampoco hay confusión entre y o
alteración —contra la primera parte de las objeciones— pues
"no puede haber combinación de blanco y ciencia [por ej.], ni de ningún
otro atributo que no tenga existencia separada" (327 b 17),
por la sencilla razón que toda combinación significa el resultado de un
proceso entre sujetos, y las cualidades no son sujeto sino, por el contrario, lo
presuponen: son siempre cualidades de algo (de la substancia), y la combinación
lo es entre "algos". Como bien lo dice Joachim, la combinación es un atributo y
"su esse es inesse, su es". 7
Es interesante verificar la nomenclatura latina de Mauro: "Generatio et mistio
conveniunt in hoc, quod tum mistio tum generatio fit ex aliqua materia; at differunt per
hoc, quod materia, ex qua fit generatio, non dicitur misceri, e converso miscibilia, quae
sunt materia mistionis, dicuntur misceri. Explicatur; generatio ignis fit ex lignis
tanquam ex materia; non tamen ligna, dum injiciuntur in ignem et dum comburuntur,
6
O, como lo dice Mauro [1], in h. l., p. 442 a: "...quaedam localis approximatio".
7
Joachim [1], p. 177.
7. La solución de Aristóteles 115
dicuntur misceri igni, neque particulae lignorum dicuntur nisceri particulis ignis, sed
ligna quidem, quae sunt materia generationis, dicuntur corrumpi, ignis vero dicitur
generari ex lignis. E converso [...]. Alteratio et mistio in conveniunt in hoc, quod tum in
alteratione tum in mistione aliquid additur alteri; at differunt, quia in mistione corpus
separabile et per se existens additur alteri corpori, cui miscetur; in alteratione vero
accidens per se non existens additur corpori, ideoque non dicitur misceri illi. Ex. gr.
cum cerae additur figura, non dicitur figura misceri cerae; cum copori additur albedo,
non discitur albedo misceri corpori...". 8
De aquí que también sea errónea la teoría de algunos filósofos (Anaxágoras
y Empédocles) 9 acerca del estado original de co-fusión y combinación de todo:
"Yerran quienes sostienen la co-fusión y combinación originaria de todas
las cosas: no todo puede combinarse con todo sino que cada uno de los
componentes debe existir previamente separado. Pero ninguna cualidad
puede existir separadamente" (327 b 19).
Consiguientemente las cualidades como tales no pueden combinarse. Aclara-
do lo cual, procede Aristóteles a explicar cómo es posible la combinación, recu-
rriendo para tal finalidad a las nociones de ser en acto y de ser en potencia:
"Puesto que los entes existen unos en potencia y otros en acto, es posible
que los que entran en combinación existan y no existan, según sea el
sentido; pues el compuesto es, en acto, diferente de los componentes de
los cuales proviene, pero cada uno de estos puede ser, en potencia, lo que
era [en acto] antes de entrar en combinación, sin ser destruido" (327 b
22).
Aceptación necesaria la de este estado si ha de explicarse la unidad del
compuesto y su posterior resolución en los elementos de los cuales ha
provenido:
"Porque esa es la dificultad surgida en la argumentación precedente,
siendo claro que la combinación se produce por combinables existiendo
originalmente separados, que pueden separarse posteriormente del
compuesto" (327 b 26).
8
Mauro [1], t. III, p. 442 b.
9
Para Mugler [2], p. 90, nota 1, Aristóteles puede haber pensado también en Anaximandro,
pues "l' initial et final d'une période cosmique a une structure analogue Β celle du
d'Anaxagore, le terme ne désignant pas l'illimité dans le sens des
grandeurs croissantes, mais l'absence de dans le sens des grandeurs indéfiniment
décroissantes".
116 Juan Enrique Bolzan
Sin embargo de lo cual la combinación no comporta un concepto
contradictorio, pues:
"los combinables ni persisten en acto —tal como el cuerpo y lo blanco—
ni son destruidos —uno o ambos— pues se preservan sus potencias
[]" (327 b 29).10
Este "estado potencial" de los elementos en el compuesto ha dado —y continúa
haciéndolo— mucho qué hacer a los comentaristas. Joachim, en denodado esfuerzo por
dar suficiente razón, llega a aceptar un no muy elegante ejemplo de Filopono, quien
compara aquel estado de los elementos en el compuesto con el geómetra que, beodo,
intenta resolver un problema: este geómetra es realmente tal, pero no puede decirse,
estrictamente hablando, geómetra en acto pues no puede ejercer su hábito () aun
cuando se esfuerza a ello. No es, pues, el caso del geómetra que poseyendo su no lo
pone momentáneamente en acto haciendo geometría; ni el del estudiante que va
adquiriendo el conocimiento necesario hasta poseer el geométrico. Ambos casos
representan los ejemplos clásicos de los sentidos corrientes de en Aristóteles;
la relación compuesto / elementos plantea una variante. En su versión inglesa de esta
obra de Aristóteles Joachim propone traducir la última línea como: "...their 'power of
action' is preserved";11 mas en su edición crítica traduce más correctamente: "each of
them may still be-potentially what it was before they were combined";12 veremos sin
embargo que esto exige una aclaración fundamental para ser aceptable.13
Los comentaristas medievales denominaban a este aspecto nuevo de la po-
tencialidad, "estado virtual" o de potencia próxima al acto; explicación que con-
cordaba con la metafísica aristotélica según la cual existe una verdadera escala
de perfección en las formas substanciales, donde las más perfectas contienen
virtualmente a las menos perfectas;14 y con la doctrinas de los "grados de
potencialidad",15 acotados teóricamente por los extremos —naturalmente
irrealizables— de la pura y la pura .
Pero será oportuno abundar un tanto en la explicación de este "estado
virtual", pues tras no ser término común en la ciencia actual, es a menudo mal
interpretado por quienes lo citan. El problema se plantea y resuelve en estos
términos: todo ser substancial debe poseer su propia y única forma substancial,
10
Aristóteles utiliza el verbo , que significa propiamente "salvar" o "mantener"
condicionalmente, no establemente, para lo cual existe el verbo ; de aquí nuestra traducción
por "preservar"
11
Joachim [3].
12
Joachim [1], p. 180-181
13
Cfr. la controversia entre: Leclerc y Treash.
14
De anima, 414 b 28. Claro está que sólo se puede juzgar de la perfección de una forma según
la riqueza de su operar.
15
Por ejemplo: Sto. Tomas, De potentia, 3, 4, 14um; De natura materiae, n. 414 ed. Marietti.
7. La solución de Aristóteles 117
su propia y definitoria morphé; ahora bien: cuando a partir de dos de tales seres
se logra un tercero, que debe poseer, a su vez, su morphé, ¿qué ha acontecido
con las formas substanciales de los primeros? Si se arguye que han desaparecido
a favor de la forma del compuesto, se salva, sí, la unidad de éste; mas por
cuanto la experiencia indica que es posible recuperar del compuesto
precisamente los mismos elementos iniciales —específica, si no numéricamente
los mismos— aquella explicación se muestra insuficiente.
En efecto: si los elementos han desaparecido asumidos por el compuesto,
parecería suficiente argumentar que ello ocurre porque los elementos han
pasado al puro estado potencial de la hyle; mas hyle significa de suyo total
indiferencia hacia una determinada actualización: hyle es apetencia u
ordenación a la forma y no a una determinada forma —pues se trata de un puro
poder ser— quedando de este modo sin causa adecuada aquella experiencia de
recuperación de los elementos a partir del compuesto; pues desde la hyle, desde
el puro poder ser, el compuesto a obtener dependería sólo de la causa eficiente,
en tanto que la experiencia indica que una misma causa eficiente conduce a
resultados diversos si diversas son las substancias a las cuales se aplica, porque
en nuestro universo toda acción es, en realidad, una inter-acción.
Todavía más: recurrir a una intermediaria hyle, tras dejar vacío de sentido el
término "elemento", haría vana la busca de una razón suficiente de la constan-
temente experimentada recuperación de esos elementos, aun cuando se
pretendiera que ello se debe a la constancia operativa de la vía analítica: vale
también aquí lo dicho supra acerca de las inter-acciones.
Por otra parte: si se pretendiera que los elementos subsisten actualmente en
el compuesto, se salvaría fácilmente la reaparición de aquellos, pero entonces
sería ello a costa de la unidad del compuesto; en realidad, no existiría tal com-
puesto substancial sino que se trataría de una simple mezcla de los elementos o,
cuanto más, de una combinación ad sensum.
El estado virtual viene entonces a matizar los extremos marcados por po-
tencia y acto; y tal vez las siguientes palabras del pseudo-Sto. Tomás sean ex-
presión fiel del pensamiento aristotélico: "Las cualidades activas y pasivas de
los elementos son recíprocamente contrarias, aceptando de este modo el más y
el menos [...] constituyendo una cualidad intermedia, que es la cualidad propia
del cuerpo mixto, diferente en los diversos [mixtos] según las diversas
proporciones de combinación; cualidad que es la disposición adecuada a la
forma del cuerpo mixto, así como lo es la cualidad del simple a la forma del
cuerpo simple".16
16
(ps)Sto. Tomas , In I gen. corr., App., L. I, Caput X lect. 24. Cfr. el estudio de Sacchi [1]
118 Juan Enrique Bolzan
Este texto, que aparece como de ignoto autor a continuación del comentario del
Angélico, es muy digno de ser tenido en cuenta y llamativo hasta en su modo de
expresión, pues su: "...propria qualitas corporis mixti, differens tamen in diversis
secundum diversam mixtionis proportionem" es de sabor muy moderno. También aquí
intenta Joachim una respuesta diciendo que "so far as the Elements have lost some
degree of their characteristic qualities, may be regarded as a of them and
as a of the . But as so far as the qualities of the Elements are retained
in the with a diminished and altered intensity, the Elements must be said to be
potentially in the: and they can be re-created from the by processes
which restore the missing degrees of intensity to the tempered contrary qualities".17 Sin
embargo hay alguna imprecisión en el lenguaje (los elementos no se re-crean) y una
explicación defectuosa ("so far as the qualities of the Elements are retained...") que
depende de su ya citada traducción inglesa.
Sea cual fuere la explicación en detalle, ciertamente que, en general, no es
necesario apelar a exótica ejemplificación cual es la del geómetra de Filopono,
aceptada por Joachim. La exégesis inmediata del texto de 327 b 29, en cuanto
ubicado este en el contexto aristotélico total, ya nos pone en camino pues lo que
propia e inmediatamente dice el texto es que "se preservan sus potencias" (de
los elementos); y se debe tratar de en sentido pasivo cual lo pide todo
el contexto inmediato anterior, no en el sentido activo que quiere Joachim con
su "...their 'power of action' is preserved".
Aceptado este paso, el próximo comporta dar contenido a esa "potencia de
ellos"; estimamos que en buen aristotelismo aquí esa "potencia [pasiva] de
ellos" no significa sino —para decirlo en una ligera paráfrasis— "potencia
pasiva de ellos a reactualizarse". Se trata de un estado potencial concreto, de
una potencialidad orientada hacia el estado original de los elementos, indicando
una cierta tensión interna en el mixto por la cual éste se distingue, en su
estructura y estabilidad, del producto de una corrupcio-generación absoluta.
Este "estado virtual" no indicaría, así entendido y directamente, modo alguno de
permanencia de cualidades sino que introduciría un matiz entre los extremos de
ser en acto y de ser en potencia; señalando hacia un estado intermedio más o
menos estable. Este estado intermedio no debe llamar a asombro pues es, en
buena cuenta, el que le corresponde a todo cuerpo real según la actual economía
de la naturaleza, donde todo trozo de substancia en acto de "ser tal" lo es en
tanto perdura en el contexto concreto en que existe: toda entidad substancial
realmente existente —la substancia corpórea concreta— es un en-sí, con-otro, y
aun gracias-a-otro.18 A quien no le convenza aquel "estado intermedio", le
recordamos el estado que entre potencia y acto le corresponde a un móvil en
17
Joachim [2], p. 83.
18
Esta es la noción que defendemos en Bolzán [23]; trabajo corregido e incorporado a Bolzán
[24].
7. La solución de Aristóteles 119
cuanto tal, y que tan bien caracterizó Aristóteles con su "acto del ser en potencia
en tanto que en potencia".19
Entiéndase bien que sólo in recto el texto de Aristóteles no se refiere al modo de
permanencia de las cualidades de los elementos; pues in obliquo el tema es insoslayable
y constituye casi una constante en los comentaristas. Así, San Alberto dirá: "...virtute,
inquam, quae fluunt a tali essentia elementi quam habet in mixto";20 para Sto. Tomás,
"manet enim qualitates propriae elementorum, licet remissae",21 o bien: "manent
accidentia propria elementorum secundum aliquem modum, in quibus manet virtus
elementorum".22 Mientras que Toledo, después de declarar que "Aristoteles autem non
videtur hoc clare determinasse [...] dicit quod actu non manent, sed potentia, quae verba
varios habent sensus", rechaza las opiniones de Avicena, Averroes, Filopono, Alberto
Magno y Juan de Jandun, y expone largamente su propia opinión, acabando en que "ex
omnibus his colligo elementa non manere secundum formas proprias: ac propterea non
manere actu in mixto, manere autem secundum materias, & virtutes temperatas, & loco
illarum formarum elementorum succedere formam mixti, virtutes illas eminenter
complectentem, atque ita manere virtute, & potentia".23
Repárese en que esta "virtualidad" o estado intermedio resulta tan realista
cuanto amplio como para recibir en él a los recentísimos compuestos interme-
dios de la química actual.
Hemos hablado más arriba de "combinación ad sensum"; pues bien: será
ahora
"necesario determinar si la combinación es algo relativo a la sensación"
(327 b 32),
y hasta verificar si puede decirse que
"existe combinación cuando las cosas que se combinan se dividen en
partes tan pequeñas, y se yuxtaponen de tal modo, que resultan in-
discernibles individualmente" (327 b 34).
En otras palabras: para poder hablar de combinación, ¿es suficiente no notar
heterogeneidad en el interior del compuesto? En tal caso, ¿no podrá argüirse
simplemente que
19
Phys., 201 a 10. El estado intermedio y de tensión interna viene admitido implícitamente por
Sto. Tomás al decir: "Virtus autem ad actum pertinet. Et ideo in mixto est unde agatur ad
generationem alterius miscibilium, secundum quod virtus unius miscibilium vincit proportionem,
in qua salvatur forma mixti; unde corrupto mixto generatur corpus simplex"; (ps?) Sto. Tomas, De
natura materiae, Cap VIII, o bien Cap. V, línea 121 ss en la ed. crítica de Wyss.
20
S. Alberto, In I gen. corr., tr. VI, cap. V ,fin.
21
Sto. Tomas, S. Theol., I, 76, 4, 4um.
22
Sto. Tomas, Quaest. disp. De anima, a. 9, 10um.
23
Toledo, Cap. X, q. XVIII, fin. Cfr. asimismo: Sto. Tomas, IV C. gent., cap. 81; Coimbra, in h.
l., L. i. Cap. X. Q. III, art. I-II-III; Q. IV, art. I-II.
120 Juan Enrique Bolzan
"no existe combinación sino mera yuxtaposición de cada parte de uno de
los componentes con cada parte del otro" (328 a 1)?
Para Aristóteles —como para nosotros hoy— podría hablarse, en este caso,
sólo en sentido lato de combinación (328 a 2); y por cuanto
"si todo cuerpo es divisible, y si el cuerpo combinado con otro es homeó-
mero, cualesquiera partes del uno habrá de estar yuxtapuesta a
cualesquiera partes del otro" (328 a 4).
Según Joachim, aquí Aristóteles trae al caso dos opiniones: una, más popular
o vulgar, según el texto de 327 b 34; otra, más precisa y referida a Demócrito y
sus átomos, según el texto de 328 a 1.
La explicación que agrega Joachim aquí es un claro ejemplo de la caducidad de la
química mecanicista: "The reader will observe that, as Aristotle conceives it,
demands a more thorough union of the constituents than that assigned to the
constituents of a chemical compound by modern chemical theory. In so far at least as
modern chemistry regards a compound as a mere re-arrangement or shuffle of the atoms
of the combining constituents, Aristotle would accuse it of confusing
with".24 Mas las cosas han cambiado en la química desde 1922 (fecha de la
obra de Joachim) a hoy: la prioridad que actualmente se otorga a todo compuesto frente
a sus "partes", da la razón a Aristóteles.
En realidad, si bien se mira, se trataría de una única idea, mejor expresada y
fundamentada según la teoría atómica de Demócrito pues a la mera no discerni-
bilidad de las pequeñísimas supuestas partículas, la teoría atómica agrega la
especificación de que tal indiscernibilidad no es accidental —no depende del
poder de visión— sino esencial al ser mismo de los átomos. Aceptado este
punto de vista, se seguirá 328 a 4: en un cuerpo que debe ser homeómero y
divisible sólo podría admitirse composición según los átomos en que se ha
dividido cada componente al entrar en composición. Sin embargo,
"puesto que ningún cuerpo puede ser dividido en partes mínimas
[] y que la mezcla [] no es lo mismo que la
combinación [], es evidente que en tanto se conserven los
componentes según sus pequeñas partículas, no puede hablarse de
combinación" (328 a 5).
Insistiendo aquí en que la combinación no es simple composición en general,
pues la imposibilidad de llegar a "partes últimas" en el proceso de división de
un cuerpo elimina la posibilidad de que se trate de una yuxtaposición de
átomos; en todo caso
24
Joachim [1], in h. l.
7. La solución de Aristóteles 121
"será una mezcla mas no una combinación [/]; y el todo y
sus partes no presentarán la misma proporción de componentes. Pero
nosotros decimos que si ha acontecido combinación, el compuesto debe
ser homeómero; de modo tal que cualesquiera de sus partes ha de ser [de]
igual [natura] que el todo, tal como toda parte de agua es agua. Mas si la
combinación no es sino composición según pequeñas partículas, nada de
aquello habrá acontecido sino sólo una combinación según la percepción;
y una misma cosa resultará «combinación» para quien no posea suficiente
agudeza visual, mas no lo hará para Linceo" (328 a 8).
La exigencia de homogeneidad total de la composición es esencial en el con-
cepto aristotélico de "combinación", pues el producto es, precisamente, una sub-
stancia específica: de aquí que "toda parte de agua sea agua", como repetirá
siglos después Dalton;25 exigencia de todo cuerpos homeómero, pues de otro
modo se alcanzaría una nueva combinación ad sensum, acusada al menos por
Linceo —el proverbial argonauta de la "vista de lince"— como dice
galanamente Aristóteles.
Interesa destacar que en línea 8 aparecen dos términos: y ,
como contrapuestos allí a mezcla; ambos términos significan "combinación",
con la especificación de significar la combinación entre líquidos; a falta
de las equivalencias respectivas castellanas en la química actual hemos optado
por evitar la paráfrasis, traduciendo ambos griegos por el único de
"combinación". Resulta así especie del género .26
En resumen: el concepto aristotélico de combinación no depende —tal cual
tampoco lo hace el de elemento— de la rudimentaria percepción que le era
accesible entonces, y de la cual era él consciente; sino del concepto mismo de la
unidad y homogeneidad de la substancia resultante: es ésta la que proclama las
exigencias de una combinación. Todo cuanto se produzca como simple adición
de substancias será siempre mezcla y heterogénea por lo tanto, si se desciende
suficientemente en línea de la percepción. Aun en el caso que se admitiera la
posibilidad de dividir los componentes en sus partes mínimas y ya no divisibles
—posibilidad negada por Aristóteles— la yuxtaposición de aquellas no iría más
allá de una mezcla como resultado (328 a 16).
25
Dalton, vol. I, p. 142: "Therefore we may conclude that the ultimate particles of all
homogeneous bodies are perfectly alike in weight, figure, etc. In other words, every particle of
water is like every other particle of water...". Cfr. asimismo Joachim [2]; y Bolzán [10].
26
En otro lugar ha aclarado explícitamente Aristóteles ambos términos: "Además, debe tenerse
en cuenta si el adversario no ha tomado el género por la especie; por ejemplo: el continuo por el
contiguo, o la por la [...]. No toda es (pues no lo es la de
cosas secas)...", Top., 122 b 25. Cfr. Joachim [2].
122 Juan Enrique Bolzan
3. Acción-pasión y combinación
Es tiempo ya de buscar una explicación al modo en que se produce la combi-
nación estrictamente dicha. La respuesta ha venido siendo preparada
cuidadosamente, como se ha visto, especialmente con el estudio de la acción-
pasión:
"Ahora bien: tal como hemos dicho, existen entes que son activos, y otros
que reciben la acción de aquellos" (328 a 18);
contexto interactivo que es aun susceptible de posterior distinción por cuanto
"algunos inter actúan: aquellos que poseen idéntica materia; los cuales
actúan y padecen recíprocamente" (328 a 19).
Esto no ocurre con
"aquellos que, actuando, permanecen impasibles, porque en ellos no
existe comunidad de materia [con el paciente]" (328 a 21).
Sólo puede darse combinación en el caso de los primeros, puesto que el
resultado ha de ser un homeómero; y esto es inconcebible en una supuesta co-
fusión combinatoria de dos seres con diversidad de materia. Si existe un ser
capaz de accionar sin mutación de sí mismo, el resultado no puede ser
combinación entre agente y paciente sino cambio no recíproco de este último;
únicamente en caso de agencia y patencia recíprocas —esto es: con comunión
de materia— podrá darse la combinación. Actividad y pasividad que podemos
denominar condiciones formales de combinabilidad; a la cual ha de agregarse la
condición material, derivada ahora de la doctrina acerca del contacto (véase
nuestro Capítulo III).
Si la acción-pasión exige mutuo contacto, entonces se sigue inmediatamente
que ha de verse facilitada por el estado de subdivisión de los cuerpos reaccio-
nantes, ya que ello aumenta la superficie relativa de ambos; y así acontece que:
"entre aquellas cosas que son recíprocamente activas y pasivas, algunas
son fácilmente divisibles" (328 a 23),
pero el resultado de la interacción dependerá ahora de lo que podemos
denominar relación cuali-cuántica entre los reactivos.
En el primer caso:
"si se agrega un gran número [de partes] o una gran cantidad de uno [de
los reactivos] con un pequeño número [de partes] o una pequeña cantidad
de otro, no se produce combinación sino crecimiento del elemento
predominante" (328 a 23);
a la cual llamativa afirmación sigue un ejemplo:
7. La solución de Aristóteles 123
"Así, una gota de vino no se combina con diez mil medidas de agua, pue-
sto que [en estas condiciones] su forma desaparece y todo se convierte en
agua" (328 a 26).27
En esta ejemplificación —ya utilizada en 322 a 31— la afirmación y
exigencia surgen como resultado necesario de una correcta consideración de la
acción-pasión tal cual realmente se da en el plano natural y en el contexto de la
armonía que comporta toda combinación. En efecto: si toda combinación exige
un ser-en-uno de dos seres primitivamente individuados, se deberá establecer
alguna condición de armonía —¡no de igualdad!— entre ambos; y si, por otra
parte, la interacción se da necesariamente entre "cantidades de cosas", la
actividad específica de cada una se verá afectada necesariamente por la
cantidad. Con otros términos: a igual intensidad, mayor actividad total en
cuanto mayor cantidad. Lo cual preludia la conocida "Ley de acción de masas",
una de las bases fundamentales de la química y que formularan los noruegos C.
M. Guldberg y P. Waage en 1863.
Con todo, el ejemplo sigue extrañando. ¿Por qué el mezclamiento de una
gota de vino con un enorme exceso de agua no lleva a combinación o a una
simple mezcla, sino a una corrupcio-generación, esto es a la transformación del
vino en agua? Aceptando que para Aristóteles es el vino una especie, creemos
que reparando en el contexto doctrinario en que el fenómeno es considerado
puede hallarse una explicación plausible: en primer lugar, opera Aristóteles con
líquidos () por la facilidad con que se subdividen (328 a 23) —por la
fácil miscibilidad, diríamos hoy en este ejemplo de agua y vino—; facilidad de
subdivisión que conducirá a tan enorme dispersión de la gota de vino en la masa
de agua que se pierde toda posibilidad de llegar a establecerse aquella exigida
armonía en la interacción, desapareciendo el vino por corrupción accidental y
creciendo simplemente la cantidad de agua.
Que nuestra interpretación de las ideas de Aristóteles sea la verdadera, lejos
de nosotros afirmarlo; sin embargo nos se olvide que él admite que la corrupcio-
generación se ve, también ella, facilitada por la subdivisión, como hemos visto
y lo ha afirmado en otro ejemplo:
"En efecto: subdividiendo las gotas de agua, el aire se genera más
rápidamente" (317 a 27).
Por supuesto que tales procesos son imposibles así, simplemente dichos
como en este caso de agua y vino (suponiendo al vino como una especie
química, que no lo es), tratándose de un proceso físico-químico irrealizable;
27
La "medida" o equivale a 3,25 litros.
124 Juan Enrique Bolzan
mas no por esto maravilla menos el interés detallista de Aristóteles y su
perspicacia en la explanación.28
En función de la química actual, la primera corrección es negarle especificidad
substancial al vino: este no es una especie química sino una mezcla (disolución acuosa)
compleja de colorantes, ésteres, taninos, alcohol, etc., con enorme preponderancia de
agua (ca 85%). Si ese sistema sufriera una dilución tal como la propuesta por Aris-
tóteles, en todo caso se incrementaría el proceso de solvatación por parte de un
dieléctrico tan enérgico como el agua, de modo tal que sus moléculas dipolares,
rodeando las moléculas de las diversas especies químicas que constituyen esa mezcla
que es el vino, conducirían a tal estado de aislación de las mismas que, más allá de la
mera experiencia de “no apreciar el vino” (¡para lo cual no hace falta tanta agua!), éste
en realidad quedaría destruido por desmembramiento de su estructura como mezcla
homogénea.
En el segundo caso:
"cuando existe cierto equilibrio entre las energías [de los reactivos], estos
mutan sus naturas hacia lo dominante: ninguno se transforma en el otro
sino ambos en un intermediario común" (328 a 28).
En este caso sí se dará la armonía necesaria como para que exista combina-
ción como término final de la acción-pasión entre reactivos, cuyas energías de
reacción guardan adecuada proporción: en estas condiciones cada uno de los
cuerpos reactivos, adecuadamente subdivididos tal cual lo exige la condición
inicial (328 a 23), tenderá de sí a ejercer su acción sobre el otro; mas la
proximidad al equilibrio entre sus "potencias activas" —tal como lo dice
literalmente el texto griego— hace que se encuentren, por decirlo así, a medio
camino, en el producto final que es como un común intermedio.
La ha de entenderse aquí en sentido activo. "Cum vero potentias habent
quodammodo aequales", dice el texto que comenta Mauro.29 Hemos preferido traducir
esas potencias activas por el término más contemporáneo de energía por razones de
claridad; pues el "cierto equilibrio" de que aquí se habla debe referirse a la armonía
cuali-cuántica entre los reactivos, según lo indican los textos precedente (desigualdad
especialmente cuantitativa de vino y agua) y consiguiente (desigualdad especialmente
cualitativa de estaño y cobre, que veremos posteriormente).
28
Siguiendo esta línea de pensamiento, Sto. Tomas advierte que: "...ideo in qualibet specie
oportet esse terminum quemdam rarefactionis, ultra quem species non salvantur", In II Sent., d.
XIV, q. 1, a. 1. Tal acontecería “si vero fiat tanta immutatio quod fuisset corrupta substantia panis
aut vini, non remanent corpus et sanguis Christi sub hoc sacramento. Et hoc tam ex parte
qualitatum, sicut cum ita immutatur color et sapor el aliae qualitates panis aut vini quod nullo
modo posset compati natura panis aut vini: sive etiam ex parte quantitatis, puta si pulverizetur
panis, vel vinum in minimas partes dividatur, ut iam non remaneant species panis vel vini", S.
Theol., III, 77, 4, resp.
29
Mauro [1], t. III, p. 444 b.
7. La solución de Aristóteles 125
Hubiera sido por demás interesante dijera Aristóteles claramente en qué
consiste ser "intermediario", pues si bien no parece dudoso quiera decir aquí
que esa medianía indica el estado virtual de los reactivos en la combinación,30
una más generosa explanación habría satisfecho algo mejor a nuestro espíritu
químico de hoy. Los comentaristas latinos clásicos no nos aportan mayormente
luz pues, con sus ligeros matices, todos se reducen a apelar a la virtualidad de
los elementos; y aun Joachim se contenta con decir que "each [element] meets
the other half-way, and the resultant is a compromise between them".31
Para Sto. Tomás32 como para S. Alberto,33 ese "intermedio" participa de todas las
virtudes de los combinados; agregando Alberto una interesante aclaración: "...sicut patet
in carne quae est ex elementis et media secundum qualitates elementales, quia aliter non
sentiret excellentias". Para Egidio Romano se trata de una conversión "in dominans
idest transmutatur in naturam mediam quΦ dominatur in mixtione [...]aliqua natura
media in qua non actu et secundum esse sed potentia et virtute reservatur utrumque
miscibilium".34 Y ya en Paulus Venetus puede hallarse una importante nomenclatura,
tal cual podía esperarse de él, pues habla decididamente de una "latitud" de las
cualidades: "dicitur medium per accessum ad medium gradum latitudinis qualitatum
primarum, cum nullum mixtum possit habere alliquam qualitatem primam in
summo".35 Por su parte Mauro resumirá esto en un enunciado según el cual la
combinación se produce "propter mutuam actionem et passionem contrariorum pΦne
Φqualim in virtute, per quam actionem, quandoquidem nullum, omnia transmutantur in
aliquid tertium medium ac participans virtutes omnium temperatas".36
Sin pretender hacer más vino del que la uva da, estimamos puede quedar
más explícito aquel texto relacionándolo con lo dicho supra acerca del estado
virtual de los elementos en el compuesto —porque de esto se trata aquí— y con
lo que dirá Aristóteles en el L. II, cc. 7-8 acerca de la formación de los
homeómeros (especialmente en 334 b 8; véase más adelante); de este modo el
intermedio es tal entendido primeramente en función de estabilidad:
precisamente porque es más estable, en igualdad de condiciones, que los
reactivos, se produce la combinación; asimismo lo es considerando que se trata
justamente del resultado del inter-dinamismo actual y equilibrado de aquellos
reactivos: un verdadero tertium quid, otro ser (otra substancia química), una
real novedad ontológica concebida —pues se conoce su origen— como aquel
resultado dicho. Repárese bien en esto: la combinación —la substancia nueva—
30
Así Coimbra, in h. l., L. I, cap. X, Explanatio: "...tertium quid commune, in quo ambo
potestate seu virtute maneant".
31
Joachim [1], p. 186.
32
Sto. Tomas, In I gen. corr., lect. 25.
33
S. Alberto, In I gen. corr., tract. VI, cap. 8.
34
Aegidio, in h. l.
35
Paulus V., in h. l.
36
Mauro [1], t. III, p. 445 b.
126 Juan Enrique Bolzan
es el resultado del equilibrio dinámico entre los reactivos, no el equilibrio
mismo;37 de hecho, si no se supiera de dónde proviene esa substancia, se la
trataría como una substancia sin mayor problema. Esto, que parece más bien un
juego de palabras, es fundamental para evitar concebir la combinación a modo
mecanicista y cual un intermedio más bien entendido al modo físico-
matemático.
Claro está que todo ello significa hacerle decir a Aristóteles más de lo que
dice a juzgar por el modo en que se expresa en el citado texto de 334 b 8, y en
otros, en los cuales habla de la relación o proporción () de los cons-
tituyentes elementales o primarios en la substancia compuesta. Pero es siempre
fuertemente tentador continuar sacando consecuencias de las ideas de un genio;
y aun resulta lícito este "aristotelismo" siempre que se lo indique como tal.
Así, en De anima,38 al rechazar la idea del alma como armonía,
dice:[...]; de donde se deduce
inmediatamente —como ya lo señalara Joachim—39 que todo se define
como el : la combinación proporcionada o armónica de los
elementos; es decir que "in mixtione harmonia salvantur, si elementa, quΦ miscentur,
servant proportionem debitan".40
En fin: en un tercer caso —que adelantamos aquí, pues Aristóteles lo pone,
un poco incongruentemente, más adelante— aparece una desproporción de tipo
predominantemente cualitativo:
"Cuando uno sólo de los componentes es pasible —o eminentemente
pasible— siéndolo el otro muy poco, el compuesto resultante no es
mayor, o lo es muy poco, tal como sucede con el estaño y el cobre [...] ya
que el estaño casi se desvanece en una como afección sin materia del
cobre y, tras la combinación, sólo lo colorea" (328 b 6).
Si bien la conclusión es errónea pues el estaño —lo sabemos hoy— hace
más que colorear al cobre,41 el texto nos lo vuelve a mostrar a Aristóteles como
sagaz observador, pues si se agrega, efectivamente, un poco de estaño (P. de
fusión = 231,9ºC) a cobre fundido (P. de fusión = 1083ºC), se observará una
rápida fusión y difusión del primero, pareciendo éste como evanescerse dejando
37
Es el mismo Aristóteles quien lo dirá a su modo cuando defina, como veremos, la
combinación como unificación de los combinables a seguido de sus respectivas alteraciones (328
b 22).
38
De anima, 408 a 13-15. Cfr. también Met., 1092 b 17; De gen. animal., 734 b 33; etc.
Volveremos sobre ello en nuestro comentario a Meteor.
39
Joachim [2], p. 76.
40
Siwek, t. I, p. 79, nota 89.
41
Para el significado de y de , véase más adelante, en nuestro comentario
a Meteor.
7. La solución de Aristóteles 127
una masa metálica —bronce— algo más clara que el "rojo cobre" original: el
estaño se ha comportado como si sólo comunicara una cierta cualidad —un
color— al cobre.42 Constituye este un ejemplo de aquellas cosas que, al decir
del mismo Aristóteles,
"se manifiestan vacilantes y ambiguas una frente a otra, puesto que tanto
muestran una ligera tendencia a combinarse cuanto a comportarse: una,
como receptáculo; y la otra, como forma, respectivamente" (328 b 10).
Dos hechos son de destacarse aquí: el primero, la fuerza de la fundamenta-
ción primera empírica de la teoría aristotélica, pues frente a los hechos obser-
vados no le queda al Estagirita sino admitir una cierta flexibilidad en la teoría;
segundo, que si él no supo decir más acerca de un estado decisivo en este caso,
la química clásica siempre ha tenido sus dificultades en decidir, sin matices,
acerca de las aleaciones y amalgamas en cuanto verdaderos productos de
combinación química.
Completemos la exégesis con una nota lingüística. El paso de 328 b 6 lo traduce
Mugler así: "...le mélange qui en résulte ou bien n'est pas plus susceptible de subir des
actions (sc. que chacun des deux composants), ou il l'est mΛme trΠs peu"; con lo cual
se toma la acción del estaño en sentido eminentemente cualitativo. Hemos de confesar
que hemos hesitado largamente antes de decidirnos por nuestra versión, que pone el
énfasis en el sentido cuantitativo, es decir: significando que el agregado de una pequeña
cantidad de estaño no lleva a un sensible aumento del volumen del cobre. El sentido
cualitativo hallaría su apoyo especialmente en la conclusión acerca de su acción de
colorear al cobre y, en parte, en el paso de 328 b 10; pero parece debe ser preferido el
sentido cuantitativo, especialmente recordando el caso de la gota de vino en el agua
(328 a 26), y el caso que se verá referente a la viscosidad de los líquidos.
En resumen:
a) una conclusión doctrinaria:
"Es evidente que sólo son combinables los [cuerpos] que poseen alguna
contrariedad (pues son ellos recíprocamente activo-pasivos)" (328 a 31).
Si se da una definida preponderancia cuali-cuántica de alguno de ellos, no se
alcanzaría el tertium quid que es el compuesto o combinación: éste significa un
compromiso existencial entre los reactivos los cuales, bajo determinadas condi-
ciones (las "condiciones de reacción" de la química actual) entran en recíproca
interacción corrupcio-generativa simultánea, conduciendo a
"la unificación de los combinables, que se sigue de sus respectivas
alteraciones" (328 b 22);
42
Sto. Tomas, In I gen, corr,, lect. 25: "Si enim in aëre liquefacto miscetur modicum de stanno,
tunc stannum per vehementiam actionis aëris evaporat, et nihil forte remanet nisi color quidam";
análogamente en Mauro [1], t. III, 445 b.
128 Juan Enrique Bolzan
esta unificación así lograda es, propiamente, la combinación, denominándose
"combinable aquello que, siendo fácilmente delimitable, es capaz de
accionar y padecer; siendo combinable con otro de la misma natura (pues
lo combinable es relativo a lo combinable)" (328 b 20).
La combinación es, pues, como un término medio entre la simple mezcla y la
corrupcio-generación; es una suerte de corrupcio-generación fallida, pues los
combinables se van alterando, sí, pero recíproca y simultáneamente, de modo tal
que ninguno llega a corromperse totalmente antes bien: forman el tertium quid
que es el producto de la reacción. La experiencia corrobora esta medianía de la
combinación a través de la mayor o menor facilidad de resolución de la misma;
facilidad que se sitúa entre los extremos que representan el trabajo de
separación entre los mezclados, y la re-generación de las substancias trans-
formadas.
De ello resulta que, dicho de otro modo que supra,
"combinación es la unificación [en el producto] de los combinables [=
reactivos], y resultante de la alteración mutua [de ambos]" (328 b 22).
Siendo por ese carácter de reciprocidad de alteración que "combinable" lo es
con respecto a "combinable": los reactivos son recíprocamente reactivos; no
puede haber aquí unilateralidad, pues uno no sería reactivo en acto —no tendría
carácter de combinable— si al mismo tiempo no lo fuera el otro.43
Visualizando ahora estas ideas aristotélicas desde la perspectiva que
proporciona la química actual, su concordancia con ésta salta a la vista. Vaya, en
primer lugar, su "Principio de acción y reacción",44 que se sigue del estado de
contacto entre los cuerpos y mantiene su validez puesto que todo compuesto
químico surge gracias a la interacción de los reactivos puestos en contacto
adecuado; los cuales reactivos en caso alguno pueden ser considerados sea
como activos, sea como pasivos: ambos inter-accionan simultáneamente, y la
teoría electrónica de la valencia exige, a su modo hoy pero no menos
concretamente, esa contrariedad que da razón de la posibilidad y estabilidad del
compuesto, sea que se trate de compuestos iónicos —donde el ejemplo resulta
muy claro— sea que se trate de compuestos co-valentes, en cuyo caso aquella
contrariedad puede muy adecuadamente ser entendida cual mutua compleción
de una estructura estable y en la cual siempre aparece algún tipo de dipolo
43
No puede haber actividad que no sea re-actividad; toda actividad se da con-otro,
necesariamente. Sobre la causalidad material de los elementos, cfr. Sacchi [3].
44
Principio cuya prioridad enunciativa pertenece a Aristóteles y no a Newton, al decir que
"actuar sobre el móvil en cuanto movible equivale a moverlo; lo cual, ocurriendo por contacto,
significa que el motor sufre concomitantemente una pasión", Phys., 202 a 5. Nuevamente aquí:
toda acción es inter-acción, o no existirá.
7. La solución de Aristóteles 129
marcando los extremos "contrarios". De aquí también que todo compuesto sea,
a su vez, reactivo y pueda entrar en posterior reacción con otro "de la misma
natura", esto es: reactivo.
Pero, además, el compuesto o molécula química es algo más que la suma de
sus componentes (es producto de inter-acción), los cuales ni desaparecen total-
mente a favor de la nueva substancia química —tal cual lo muestra la
posibilidad de análisis— ni están , simplemente, yuxtapuestos, pues las
propiedades de la nueva substancia no son resultado de la adición de las
propiedades de sus componentes.45 Volvemos así a aquel "estado virtual" de los
componentes en el compuesto, y que la físico-química actual conoce y define
con mucho mayor detalle que lo hiciera Aristóteles, por supuesto; pero el
concepto sigue siendo el mismo.
b) la conclusión práctica: por cuanto toda interacción se produce por
contacto, como fue dicho,
"la yuxtaposición [de los reactivos] finamente subdivididos facilita la
combinación, pues así la interacción procede más fácil y rápidamente;
efecto que lleva más tiempo si se opera con grandes trozos" (328 a 33).
La facilidad de combinación está, pues, en razón directa —si bien no
única— con la facilidad de subdivisión de los reactivos:
"Así, cuanto más fácilmente limitables son las cosas divisibles y pasibles,
mejor tienden a la combinación pues la subdivisión en partículas se logra
más fácilmente. Que esto es lo que significa «fácilmente limitable»" (328
a 35).
Excepto tal vez por el lenguaje —ya veremos qué significa "fácilmente limi-
table" para Aristóteles— el lector que tenga alguna experiencia química
elemental sabrá apreciar este detalle de fina observación: una de las primeras
cosas que aprende el incipiente químico es a pulverizar sus reactivos sólidos
para acelerar el proceso de reacción; mas si se desea mayor ejemplificación, a la
mano está:
"Los líquidos son los cuerpos más combinables, ya que un líquido es el
más fácilmente delimitable de los [cuerpos] divisibles; a menos que se
trata de un líquido viscoso (pues éstos sólo conducen a un aumento de
tamaño)" (328 b 3);
45
Hasta el último reducto del mecanicismo ha caído, pues ni la masa del producto de reacción es
rigurosamente la suma de las masas de los reactivos, pues produciéndose siempre una variación
de energía (E), así se verá afectada la masa, según la conocida ecuación debida a Einstein: E =
m . c2.
130 Juan Enrique Bolzan
texto que será más claro aun con sólo sustituir "viscoso ()" por
"inmiscible": en primera aproximación, una tal mezcla conduce sólo a un
aumento de volumen por simple adición.46
Trayendo a colación un texto del De caelo, el ejemplo podría extenderse
hasta la química de los gases —desconocidos estos no sólo por Aristóteles sino
hasta por los químicos del siglo XVII— pues allí se lee: "Es fácilmente divisible
aquello que es fácil de delimitar [o configurar], y tanto más cuánto más
fácilmente lo es. Pues bien: el aire lo es más que el agua; y ésta, que la tierra. Y
en cada género, cuanto menor es el cuerpo, más fácilmente es divisible y
separable".47 Texto que, de paso, contribuye a aclarar aquello de "fácilmente
limitable": es fácil de limitar aquello que lo es de ser configurado, de ser
fracturado; de ser subdividido, en fin.
Como dice Tricot: "Los (bene determinabilia) son aquellas cosas cuya
figura es fácilmente modificable; que toman, en razón de la gran movilidad de sus
partículas, la forma de su continente. Se los puede denominar flúidos o cuerpos
plásticos".48 Para Sto. Tomás: "Requiritur ad facilem mixtionem, quod miscibilia sint
bene terminabilia et adinvicem passiva. Et hoc ideo, quia bene terminabilia, cum sint
subtilia et humida, facilius dividuntur in parva, quae facilius commiscetur quam
magna";49 pues, como dice Mauro: "cur corpora sint facilius aut difficilius divisibilia,
esse, quia sunt magis vel minus terminabilia termino alieno".50
Recapitulando:
"De todo cuanto hemos dicho se hace evidente tanto la existencia, natura
y causa de la combinación, cuanto la natura de los combinables: la com-
binación se debe a que ciertas cosas son de natura tal que las hace
recíprocamente pasibles y fácilmente delimitable y divisibles. Estas son,
precisamente, las que pueden combinarse sin que necesariamente sufran
corrupción ni permanezcan simplemente idénticas a sí mismas
46
Según Meteor., 382 b 15 ss, parece precisamente que lo viscoso es lo no miscible (con agua).
El texto latino que comenta Mauro dice: "modo non sit viscosum atque tenax", y comenta:
"propter suam tenacitatem non facile dividitur in partes parvas, ideoque non facile miscetur";
Mauro [1], t. III, 445 a-b. Para Toledo, "non quodcumque humidum [es fácilmente combustible]
nam viscosum, & unctuosum, quale est oleum, pinguedo & similia, difficile miscentur"; Toledo,
L. I, cap. X, q. XVI (p. 55). Y los de Coimbra hablan de "tenacia & viscosa, ut oleum"; Coimbra,
In I gen. corr., cap. X, Expl. Una discusión más detallada en nuestro Excursus iiii.
47
De caelo, 313 b 8, con nuestro comentario.
48
Tricot [2], p. 176.
49
Sto. Tomas, In I gen. corr., lect. 25.
50
Mauro [1], t. III, 399 b.
7. La solución de Aristóteles 131
[yuxtapuestas], ni que su combinación resulta una combinación ad sen-
sum" (328 b 14).51
Esquemáticamente:
cuerpos (activos) contacto acción-pasión = alteración recíproca
combinación ergo: estado virtual de los elementos en la combinación.
.
51
Una opinión que merece ser tenida en cuenta es la de Toledo, L. I, cap. X, q. XIX: "An mixtio
sit possibilis"; su respuesta por la afirmativa lo lleva a una interesante disquisición acerca del
papel activo de los astros a través del calor —que eleva las exhalaciones terrestres y el vapor de
agua— y del frío —que hace densos a aire y fuego, haciéndolos descender— todo lo cual provoca
el encuentro entre los elementos.
CAPÍTULO VIII
LOS ELEMENTOS Y SUS TRANSFORMACIONES
1. Elementos y cualidades
Con este nuevo capitulo entramos en el Libro II del De generatione et
corruptione. Habiendo ya dilucidado las cuestiones acerca de la combinación, la
corrupcio-generación, y la alteración y sus concomitantes,
"queda por estudiar los denominados elementos de los cuerpos" (328 b
31);
y sus alteraciones, puesto que
"en el caso de las substancias naturalmente constituidas, la corrupcio-
generación no ocurre independientemente de los cuerpos sensibles" (328
b 32).
En cuanto a la natura del substrato material de esos cuerpos sensibles
(homeómeros), las opiniones de los filósofos han sido discordantes. Es correcto
considerar los cuerpos primeros como elementos o principios de los seres mate-
riales, y de cuyas mutaciones se logra la corrupcio-generación; sin embargo las
concepciones de los jónicos, de Empédocles, etc. (328 b 33), así como de
Platón, resultan erróneas en cuanto a la natura de esos elementos:
"Nuestra respuesta es que existe una materia de los cuerpos sensibles,
pero que no existe separadamente sino que siempre lleva consigo alguna
contrariedad; materia de la cual provienen los denominados elementos”
(329 a 24).
Teoría que ha desarrollado por extenso en otros lugares, 1 apelando a sus
nociones de materia prima (), forma (), y privación
(); de modo tal que si bien, por ejemplo, lo cálido proviene de lo
frígido, la calidez no lo hará de la frigidez considerada esta como sujeto sino
que se hará necesaria una materia común de ambos contrarios, un como
"puente" tendido entre dos términos positivos cuales son la conformada en
el punto de partida, y la conformada en el punto de llegada del proceso;
poniendo como condición obvia que la conformada en el punto de partida,
1
Phys., L. I, cc. 6-9; De caelo, L. III (vide supra con nuestros comentarios).
134 Juan Enrique Bolzan
o substancia o incluya la de la forma de la substancia
resultante del proceso de cambio. Por todo ello,
"debemos considerar como primer principio [] a la materia, que no
existe separadamente y es el sujeto de los contrarios (porque no es lo
caliente la materia de lo frío, ni éste la de aquél, sino el substrato la
materia de ambos). Así, principio es, en primer lugar, aquello que es en
potencia un cuerpo sensible; en segundo término, las contrariedades —
por ejemplo: calidez y frialdad—; finalmente, el fuego, el agua, y demás
[elementos] análogos" (329 a 29).
Por donde puede verse que la noción de elemento es una noción análoga:
algo es elemento según el punto de vista del todo del cual se parte. Así, patas,
asiento y respaldo son los elementos de una silla; tela, marco y pinturas, lo son
de un cuadro; etc. Los elementos de que se tratará ahora propiamente, son
aquellos que aparecen como principios inmediatos de una combinación,
constituidos ellos mismos por materia y forma. Estos son los elementos que
cabalmente pueden trans-mutar (contra Empédocles, cfr. línea 37), dando lugar
a cambios según alteración y según corrupcio-generación; pues ni materia ni
forma poseen existencia física más allá de los entes físicos que son materio-
formales: sólo el análisis lógico llevado a su extremo nos permite hablar de
materia prima y de forma como los elementos () últimos, irreductibles,
del ser físico. De aquí que, como ya señalara Joachim, se muestre Aristóteles
cuidadoso en señalar que su materia prima no es lo mismo que el de
Anaximandro (cfr. 329 a 8-14, especialm. l. 12), pues este es algo determinado,
separadamente existente y sin embargo sin determinación alguna.
Veamos, en primer lugar, cuántos y cuáles son los primeros principios for-
males de los elementos,
"dado que los filósofos anteriores los dieron por supuestos, utilizándolos
sin dar razón de por qué son tales y tantos" (329 b 4).
Ahora bien:
"puesto que buscamos los principios del cuerpo sensible o tangible,
siendo tangible lo percibido por contacto, es manifiesto que no todas las
contrariedades constituyen las formas o los principios de los cuerpos, sino
sólo aquellas relacionadas con el tacto" (329 b 7).
Es decir que se intenta determinar los principios del cuerpo sensible en
cuanto sensible, teniendo presente que "lo que puede ser tocado son las cualida-
des distintivas del cuerpo en cuanto cuerpo". 2
Para la psicología aristotélica es la tangibilidad el fundamento de toda sensibilidad;
"ergo prima principia formalia elementorum sunt, per quae corpora primo constituuntur
2
De anima, 423 b 27.
8. Los elementos y sus transformaciones 135
tangibilia per primas qualitates tangibilis: ergo prima principia formalia elementorum
sunt primae qualitates tangibilis", como dice Mauro. 3 Sin embargo Joachim hace un
interesante comentario con respecto a la prioridad natural de la visión. 4 Para la doctrina
general de la derivación de los elementos, cfr. Solmsen, 5 y Seeck. 6
Esto afirmado,
"las contrariedades que se refieren al tacto son: caliente-frío; seco-
húmedo; pesado-liviano; duro-blando; viscoso-friable; áspero-liso;
grueso-fino" (329 b 18).
Así hemos traducido, respectivamente, el texto griego, con cierta confesada
imprecisión debida al mismo Aristóteles; pues correctamente debe deberían entenderse
las cualidades y no (lo)caliente, (lo)frío, etc. Es decir que debería hablarse no de
—por ejemplo— sino de calidez (), frialdad (),
etc. Cfr. la discusión de Joachim; 7 quien en otro lugar agrega que "from some points of
view 'fluid' would be a better translation ofthan 'moist'. But its
contrary,, seems to mean 'dry' rather than 'solid'". 8 Cuando lleguemos al tratado
Meteorologica nos hallaremos con análoga dificultad; remitimos al lector allí y a
nuestro Excursus IX.
En esta enumeración debe hacerse una doble selección: primero, eliminar de
entre ellas aquellas cualidades que no son activas ni pasivas —pues no cooperan
a ninguna transformación— y seleccionar a continuación, de entre las restantes,
aquellas que resultan primarias y a las cuales se reducen las demás. Es este un
modo del principio de economía según el cual no han de multiplicarse
innecesariamente los entes. Procediendo así, elimina Aristóteles al par pesado-
liviano,
"pues pesado y ligero no son ni activos ni pasivos" (329 b 20);
no se predican como acción-pasión sino cual accidentes propios; mas
también quedarán —como lo dirá un poco más adelante— fuera de
consideración
"grueso-fino; viscoso-friable; duro-blando; y demás opuestos que derivan
de húmedo y seco" (329 b 32).
A cuentas echadas, como cualidades primeras e irreductibles no quedan sino
los pares:
"caliente-frío; seco-húmedo; donde el primer par es activo y el segundo,
pasivo" (329 b 24).
3
Mauro [1], t. III. 449 b.
4
Joachim [1], p. 202-203.
5
Solmsen [1], cap. 17.
6
Seeck, p. 38 ss.
7
Joachim [1], p. 204.
8
Joachim [2], p. 81, nota 1.
136 Juan Enrique Bolzan
Un tanto extraña resulta la eliminación del par pesado-ligero, siendo así que
bien puede parecer lo contrario, especialmente si se refiere peso a masa; sin
embargo no debe olvidarse que para Aristóteles ser pesado o liviano significa
fundamentalmente dirigirse-a, buscar su lugar natural "hacia abajo", o "hacia
arriba: recuérdense al caso los ejemplos ya vistos en De caelo; 9 de este modo
no resulta ser el peso lo activo sino más bien el lugar, como contacto dinámico
que es entre ubicado y ubicante. Al fin de cuentas, la activa es la misma
substancia en función de sus pares admitidos de cualidades. Veamos, pues, el
sentido de lo activo y sus derivados:
"Efectivamente: caliente es aquello que reúne las cosas homogéneas —
porque separar, corrientemente atribuido al fuego, comporta reunir lo
homogéneo destruyendo lo extraño—; en tanto que frío es lo que asocia y
reúne tanto lo homogéneo cuanto lo heterogéneo. Húmedo [líquido] es lo
indefinido según límites propios, siendo fácilmente configurable [por el
continente]; en tanto que seco [sólido] es lo fácilmente configurable
según sus propios límites, pero difícilmente según otros [límites]" (329 b
26).
He aquí ya las cuatro cualidades primarias distinguidas en dos grupos:
cálido-frío en cuanto activas; húmedo-seco en tanto que pasivas. Las segunda
dan cierta característica interna a las cosas.
Dice Aristóteles en otro lugar: "Lo homeómeros [...] están materialmente
constituidos por seco y húmedo [...] siendo agentes cálido y frío".10 Siguiendo una
atinada sugerencia de Ogle hemos aceptado que, según los define aquí Aristóteles,
y pueden significar también, respectivamente, flúido y sólido, y así
lo hemos agregado a la traducción.11 El mismo Aristóteles dice que ambos términos se
utilizan en varios sentidos y, por consiguiente, será necesario tener esto en cuenta para
la mejor comprensión de los textos.12
De todas esas cualidades primarias derivan todas las demás, según hemos
visto en 329 b 32; la cual derivación justifica enseguida Aristóteles (329 b 35
ss). Por ejemplo: lo fino se asemeja a lo húmedo en que ambos se dejan
conformar por el recipiente que los contiene y lo llenan sin huecos; lo viscoso
resulta, a su vez, de una cierta modificación de lo líquido;13 y lo blando cede a
la presión, replegándose en sí mismo, tal como en parte le acontece a lo
húmedo. Mas lo grueso deriva, por simple contraposición a lo fino, de lo seco; y
así también lo friable, tan cabalmente seco que precisamente por ausencia total
9
De caelo, 310 b 3 y nuestro comentario allí; cfr. asimismo nuestro Excursus II.
10
Meteor., 388 a 20.
11
Ogle, nota 1 al paso de 646 a 17.
12
De part. animalium, 649 b 9.
13
Cfr. Meteor., 383 b 20 y nuestro comentario allí.
8. Los elementos y sus transformaciones 137
de humedad resulta fácilmente quebradizo; por su parte, duro es aquello que es
sólido, y lo sólido lo es por ser seco.
Obsérvese que la diferencia entre friable y duro parece radicar en el grado de
sequedad, pues tal como se dice en otro lugar: "lo húmedo es causa de la
determinación de lo seco";14 y "todos los cuerpos delimitados de nuestro mundo
contienen tierra y agua en su composición";15 por consiguiente lo friable ha de
ser considerado como "extremadamente seco" más bien que como
"absolutamente seco".16
Nuevamente aquí aparecerá Aristóteles como perspicaz observador al
reconocer que aun aquellos términos fundamentales: seco y húmedo, poseen
múltiples sentidos; pues, por ejemplo: a seco se opone tanto húmedo cuanto
mojado; y a húmedo, sólido y seco. No obstante, aquellas cualidades, tal como
ha sido dicho, derivan de seco y húmedo (330 a 12 ss); etc. Agreguemos ahora
sólo que
"Mojado [] es aquello superficialmente humectado por humedad
que le es ajena; empapado [] es lo humectado en toda su
profundidad [masa]; seco [ ]es lo que ha perdido su humedad [...].
Húmedo [] es aquello que contiene humedad propia en toda su
profundidad [masa], (empapado, lo que contiene humedad extraña);
sólido [], lo que la ha perdido" (330 a 16).
No nos detendremos aquí en explanaciones pues el estudio de Meteor. nos
dará pie para mayores comentarios acerca de las cualidades derivadas.
Finaliza Aristóteles este tema insistiendo en que:
"Es así claro que todas las diferencias se reducen a las cuatro primeras,
las cuales son irreductibles a un número menor" (330 a 24).
Joachim observa que en tal derivación nada se ha dicho acerca de cálido y
frío; en buena parte su dificultad queda respondida por el texto de 329 b 24 y
principio de 329 b 26.
Admitidas así las cuatro cualidades primarias, el cálculo numérico permite
obtener, por combinación de a dos, seis pares; de los cuales dos: caliente-frío y
seco-húmedo no pueden, por ser contradictorios sus componentes, tener existen-
cia real. Quedan, pues,
"cuatro pares de cualidades elementales: caliente-seco; caliente-húmedo;
frió-húmedo; y frío-seco. Atribuibles ellos, según nuestra teoría, a los
cuerpos aparentemente simples: fuego, aire, agua y tierra" (330 a 33).
14
Meteor., 381 b 31.
15
Meteor., 382 a 5.
16
Nuevamente remitimos a nuestro Excursus IX.
138 Juan Enrique Bolzan
En estos cuerpos "aparentemente simples" mas en realidad compuestos al
menos de materia y forma, se combinan así los pares:
"El fuego es caliente y seco; el aire, caliente y húmedo (pues el aire es
como una exhalación []); el agua, fría y húmeda; la tierra, fría y
seca" (330 b 3).
"It is evident to perception that 'air' is hot and moist, if 'air' in understood in
Aristotle's sense a 'a sort of [...]'. This is what must mean, if it is
distinguished from 'fire'", como dice Joachim.17 Isidoro de Sevilla (siglo VII) señala el
carácter intermedio del aire, del cual hace pertenecer "parte a la materia celeste, parte a
la terrena; pues aquel aire sutil en donde no pueden existir movimientos tempestuosos
pertenece a la parte celeste; pero este otro más turbulento, que se condensa con
emanaciones húmedas, pertenece a la tierra".18 Es curioso observar que a fines del
siglo XVIII diga el célebre Lavoisier: "lair [...] cest un fluide particulier combine avec la
matiere du feu".19 Volveremos sobre esto al comentar Meteor.
Es decir que las cuatro cualidades primarias, debidamente combinadas, dan
lugar a los cuatro elementos; los cuales quedan así definidos en función de cada
uno de los pares posibles. De aquí que el elemento propiamente dicho resulte
conceptualmente convertible con el par que lo define, más allá de la real
existencia cósmica de esos elementos: el fuego "natural" es fundamentalmente
la conjunción de calidez y sequedad; el agua "natural" lo es de la frigidez y la
humedad; etc. Y no obstante la complejidad existencial concreta de cada uno de
ellos,
"se arriba de este modo a una distribución racional de las diferencias
entre los cuerpos primeros, resultando su número conforme a la lógica"
(330 b 6).
En otras palabras dicho: si la acción-pasión se da por contrariedad, las
posibles combinaciones mínimas de las cualidades primeras activas y pasivas
no pueden ser sino aquellas; la conclusión lógica es que deben existir cuatro ele-
mentos fundamentales.
2. Elementos teóricos y elementos reales
Se ve así cuánto dista la teoría de Aristóteles de la de Empédocles en punto a
fundamentación lógica; pero todavía el perspicaz Estagirita hará una
interesantísima observación, ejemplo del equilibrio que en él hallan teoría y
experiencia:
17
Joachim [1], ad 330 b 4.
18
Isidoro de Sevilla, L. II, c. 7.
19
Guerlac [1], p. 223. Cfr. a controversia entre Morris y Guerlac [2].
8. Los elementos y sus transformaciones 139
"Sin embargo, ni el fuego, ni el aire, ni cada uno de los elementos me-
ncionados, es simple sino complejo []. Los cuerpos simples son de
natura similar mas no idénticos con aquellos; así, el cuerpo simple
correspondiente al fuego es ígneo mas no fuego; el correspondiente al
aire, aéreo; y así con el resto" (330 b 21).
Esta, que hoy denominaríamos distinción entre elemento "real" y elemento
"teórico" o "según definición", es de gran actualidad y se puede homologar con
la posición que enfrenta la físico-química actual cuando se ve obligada a
distinguir, en el mismo sentido, entre elemento según es caracterizado a través
de la experiencia (análisis) y según aparece —por ejemplo— como raíces
singulares de la ecuación de Schrödinger; de este modo la Tabla Periódica tanto
se va completando con los elementos experimentalmente caracterizados cuanto
con los elementos matemáticamente definidos. En términos más elementales: no
son lo mismo "el elemento Cu" en cuanto definido, y un trozo concreto de
cobre; éste será más o menos puro en sí y como dato del análisis, pero nunca
será "Cu" (y si lo llegara a ser, no podría asegurarse).
Teofrasto20 da una explicación que diríamos "existencial" y empírica de la
complejidad de estos cuerpos: "La natura de los denominados cuerpos simples es
compleja, pues estos se reclaman recíprocamente: así como el fuego no puede existir sin
aire, humedad y materia terrosa, del mismo modo la humedad no puede hacerlo sin
fuego, ni la tierra sin humedad", etc. Un comentario clásico puede verse en los
comentaristas de Coimbra;21 y será muy instructivo comparar estas observaciones de
Aristóteles con las ideas de Paneth,22 reproducción de una conferencia dictada en 1931
por este Premio Nobel de química, lo cual ya indica la pobreza de estudios sobre el
tema. Tal cual dice Seeck: "Der Begriff des Elemente ist also in De Generatione in aller
Schärfe auf die empirisch gegebenen Grundstoffe Feuer, Luft, Wasser und Erde
angewandt".23
Continuando ahora con los elementos "reales",
"el fuego es un exceso de calor, tal como lo es de frío el hielo; pues el
congelamiento y la ebullición son excesos de frío y de calor,
respectivamente. Si, por lo tanto, el hielo es congelación de húmedo y
frío, el fuego será una ebullición de seco y caliente (por lo cual nada se
genera del hielo o del fuego). Los cuerpos simples, siendo cuatro,
pertenecen dos a dos a ambas regiones del espacio: (el lugar del fuego y
del aire es la región orientada hacia el límite; el lugar de la tierra y del
agua es la región central); siendo fuego y tierra los extremos y más puros,
mientras que agua y aire son intermedios y más mezclados" (330 b 25).
20
Teofrasto [3], secc. 8.
21
Coimbra, In II De gen. corr., cap. III, q. I.
22
Paneth.
23
Seeck, p. 73.
140 Juan Enrique Bolzan
Doctrina que retomará en Meteor.; aquí adelantamos solamente un texto muy
ilustrativo: "El cuerpo que está situado por debajo de la traslación circular superior es
como una materia [] [...]. Lo más pesado y lo más frío: tierra y
agua, se sitúan, separados, en el centro y alrededor del centro [respectivamente];
circundándolos [y en contigüidad] se hallan el aire y el habitualmente denominado
fuego, si bien no es fuego puesto que éste es un exceso de calor, una especie de
ebullición".24 E insistiendo en el fuego: "En primer lugar, por defuera de la traslación
circular se halla el caliente y seco que denominamos fuego —pues no existe un término
que se aplique comúnmente a todos los estados de evaporación fumosa—; y por cuanto
aquel elemento es naturalmente el más inflamable de los cuerpos, nos vemos obligados
a servirnos de dicho nombre [...] el cual fuego es como una especie de material
combustible [...] la llama es la ebullición de un espíritu seco []".25
Volveremos sobre ello oportunamente.
Para nuestro interés actual debe destacarse entonces y como resultado, que
los cuerpos más o menos complejos, a los cuales llamamos fuego, aire, agua y
tierra, comportan como una reificación, un a modo de participación de la
elementalidad concretada en los pares clásicos. Sin embargo reducirá aun
Aristóteles esa elementalidad en un texto llamativo:
"No obstante ser cuatro los elementos, cada uno queda caracterizado por
una cualidad propia: la tierra, más bien por lo seco que por lo frío; el
agua, más bien por lo frío que por lo húmedo; el aire, más bien por lo
húmedo que por lo cálido; el fuego, más bien por lo cálido que por lo
seco" (331 a 3).
Existe así un predominio (armonioso) de una de las cualidades en cada par.
El texto no es nada sencillo en cuanto a su intelección y ha sido objeto de di-
versas interpretaciones dando, en general, poca importancia a este desequilibrio
en cada par de cualidades. Sin embargo estimamos de tanta significación tal dis-
cernimiento que hemos dedicado al tema un trabajo especial y allí nos
remitimos: de su lectura surge —así lo esperamos— que tal aclaración sobre
tener repercusión en toda la teoría de los cuatro elementos, comporta aun hoy un
problema para la psicología experimental (concepto de "húmedo").26
Téngase presente que en esta secuencia de textos hemos omitido, en razón de
brevedad y porque no venía sino a trasmano de nuestro cometido interrumpiendo el
discurso, lo que va desde 330 b 7 hasta 330 b 21: allí hace Aristóteles una breve historia
del problema, citando expresamente a Parménides (dos elementos: fuego y tierra),
Empédocles (los clásicos cuatro pero mal justificados por Empédocles), y Platón, al cual
atribuye Aristóteles una doctrina de los tres elementos según unas oscuras "divisiones"
24
Meteor., 340 b 15.
25
Meteor., 341 b 13. Precisamente Solmsen [1], p. 397, nota 20, piensa que el texto del De gen.
corr., 330 b 21-30, es un agregado tardío que depende de estos textos del Meteor.; cfr. asimismo
Strohm, passim.
26
Cfr. Excursus X.
8. Los elementos y sus transformaciones 141
y un "elemento medio" no claramente identificable. Para esto último véase Mugler,27 y
Salviat.28
27
Mugler [2], p. 50., nota 4.
28
Salviat, passim.
CAPÍTULO IX
MATERIA DE LAS TRANSFORMACIONES
Y GENERACIÓN DEL MIXTO
1. Las transformaciones
Ahora bien: la transformación recíproca de los elementos es tanto conse-
cuencia de lo ya expuesto 1 cuanto exigencia que surge de la experiencia misma,
ya que
"de otro modo no habría alteración, puesto que esta tiene lugar según las
cualidades de los cuerpos tangibles" (331 a 9).
Este argumento ha sido calificado, y con razón, de oscuro (Tricot) y débil
(Joachim), ya que no se entiende bien su sentido; y aun forzando un poco la
exégesis no prueba lo que pretende; pues si bien es cierto que la alteración de
los cuerpos es un dato experimental, esta alteración con todo y ser un cambio
cualitativo, implica cuanto más una modificación más o menos profunda en
aquellas cualidades primarias, sin exigir por ello un cambio de elemento a
elemento. Podría argüirse que siendo la tierra —por ejemplo— seca y fría, sin
más, y no como poseyendo cierto grado de frigidez o sequedad, todo cuanto
puede acontecerle en un cambio sería perder alguno de ambos extremos y, por
consiguiente, dejar de ser tierra. Pero no sólo todo cuerpo natural debe estar
compuesto de todos los cuatro elementos (334 b 30) sino que, además y lo
veremos oportunamente (334 b 8), salvará Aristóteles la unidad de la
combinación recurriendo a cierta gradación en las intensidades de aquellas
cualidades elementales en el mixto.
En todo caso lo que se prueba es la alteración de los elementos; y para
demostrar sus mutuas transformaciones hay que aceptar lo dicho en los pasos
citados en nuestra nota 1; lo cual hecho,
1
Cfr. 314 b 15; 329 a 35; además: De caelo, 304 b 23. Joachim [1] estima que es precisamente
a este último lugar al que se refiere Aristóteles.
144 Juan Enrique Bolzan
"débese explicar de qué modo tiene lugar esa transmutación recíproca; si
es posible que todos procedan de todos; o si esto sólo es admisible para
unos e imposible para otros" (331 a 10).
Ahora bien:
"es evidente que todos ellos son, por natura, transformables unos en
otros: toda generación se produce desde y hacia contrarios, y todos los
elementos encierran recíproca contrariedad, dado que poseen cualidades
contrarias" (331 a 12).
La primera condición necesaria aparece cumplida: los elementos pueden, de
sí, sufrir mutua acción-pasión transformante, tanto se trate de que ambas cuali-
dades de los respectivos pares resulten contrarias, tal como en el caso de fuego
(seco-caliente) y agua (húmeda-fría); o bien que sólo lo sean algunas de entre
ellas, como por ejemplo en el caso del aire (húmedo-caliente) y agua (húmeda-
fría) (331 a 15).
"En efecto: todos proceden de todos, pero hay diferencia con respecto a la
velocidad y lentitud, facilidad y dificultad. La transformación es más
rápida para aquellos [elementos] que concuerdan [en alguna cualidad]
que para aquellos que no concuerdan, ya que resulta más fácil cambiar
una sola cualidad que varias" (331 a 22).
"" (línea 24); así dice Aristóteles a la
letra, y este poseer "Symbola" significa propiamente poseer una cualidad en común (un
factor común, mejor que "facteurs complémentaires" como quiere Tricot); mostrar
"convenientiam in aliqua qualitate", según acertadamente dice Sto. Tomás,2 y no como
apunta Mauro: "Elementa, quae in una qualitate conveniunt, dicuntur symbola";3
rigurosamente dicho, no son los elementos los así denominados sino las cualidades que
en un caso dado resultan ser comunes para dos elementos, los cuales entonces "habent
symbola" (Sto. Tomás). Toledo es preciso: "Qualitates symbola vocamus eas, in quibus
duo elementa in se conveniunt". 4
Un simple esquema mostrará lo que Aristóteles dice para el primer caso:
2
Sto. Tomas, In II gen. corr., lect. 4.
3
Mauro [1], t. III, p. 454 b.
4
Toledo, L. II, cap. III, q. 7.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 145
Se ve así la continuidad que establece la concordancia de los elementos en
una cualidad, hasta establecerse un verdadero "ciclo de transformabilidad". Mas
si no se recorre sucesivamente el ciclo sino que se trata de elementos sin con-
cordancia, la dificultad de transformación es mayor; así:
"Si se trata de la transformación de agua en fuego, es necesario que se
destruyan previamente frío y húmedo..." (331 b 7),
pues ese tratará, en este caso, de transformaciones según diagonales (Fig. 2) y,
por consiguiente, exigirán condiciones más drásticas de operación. Queda aun
otra posibilidad, que resultaría ser análoga a la que hoy se denominaría "reac-
ción por doble descomposición":
"Si se corrompe una [cualidad] de cada uno de dos elementos, la tran-
sformación, si bien es más fácil, no va de uno al otro: a partir de fuego y
agua resultarán tierra y aire; a partir de aire y tierra, lo harán fuego y
agua. Resultará aire cuando se hayan corrompido frío del agua y seco del
aire, puesto que restan caliente del aire y húmedo del agua; mas cuando
se corrompen caliente del fuego y húmedo del agua, resultará tierra
gracias a la permanencia de seco del fuego y frío del agua" (331 b 12).
Se trata también de una transformación "en diagonal", que puede simbolizar-
se —remedando la química actual— así:
F + Ag Ω T + Ai
y cuya "dificultad" estaría entre los dos casos anteriores.
Recurriendo a la experiencia se confirma la teoría:
"La percepción sensible confirma el modo [dicho] de generación del
fuego: la llama es fuego por excelencia, pero es también humo ardiente
146 Juan Enrique Bolzan
[β], y este humo está constituido por aire y tierra"
(331 b 24).
El ejemplo, materialmente considerado, deja hoy tanto qué desear como la
teoría de la cual proviene; mas formalmente indica, en primer lugar, que
Aristóteles siempre tiene presente la necesidad de fundamentar empíricamente
—hasta donde le sea posible— sus teorías; y en segundo término, que
"elemento" sigue siendo un concepto subyacente a cualquier cuerpo realmente
existente y más o menos elemental: la llama, que es "máximamente fuego", sólo
surge gracias a un complejo proceso de combustión que significa, en sus líneas
fundamentales, la combinación de combustible y aire, donde el combustible —
terroso, por ejemplo: un leño— aporta la sequedad, y el aire, la calidez.
En otros lugares se ocupa Aristóteles de las exhalaciones; así: "La [exhalación] que
proviene de la humedad que se halla en y sobre la tierra [debida al agua y al aire] es
vapor [] mientras que la de la tierra —siendo esta seca— se asemeja al humo
[]. 5 "La [exhalación] fumosa está compuesta de aire y de tierra". 6
Ampliaremos el tema al ocuparnos de Meteor.
Ha acontecido de este modo pérdida o corrupción de la cualidad esencial o
inercial de la tierra —la frigidez— y de la cualidad fundamental del aire —la
humedad— para dar lugar al fuego —caliente y seco— manifestado en la llama
y ésta "materializada" tangiblemente en humo ardiente. Otro ejemplo, en fin, de
la existencia de los elementos al estado "impuro" y nunca aislados.
Existen, asimismo, combinaciones imposibles:
"Cuando se trata de [elementos] consecutivos, es imposible que de la
corrupción de una de ambas [diferencias = cualidades] de cada uno de
ellos, resulte un cambio hacia cuerpo alguno, puesto que restarían siem-
pre en ambos [cualidades] idénticas o contrarias: ningún cuerpo puede
surgir a partir de cualidades idénticas o contrarias" (331 b 26).
Sigue en pie la exigencia fundamental de la armonía de cualidades activas y
pasivas de un mismo elemento: no puede darse un elemento sólo "caliente", o
bien "seco-húmedo",
"como sería el caso si se corrompieran lo seco del fuego y lo húmedo del
aire (pues quedaría sólo lo caliente de ambos). Mas si desapareciera lo
caliente de uno y otro, restarían los contrarios: seco y húmedo" (331 b
30).
Reparando en la secuencia de Fig. 1 se hará claro lo que sostiene Aristóteles:
en el ciclo de transformación no se puede pasar desde un elemento al subsi-
5
Meteor., 341 b 9.
6
De sensu, 443 a 27.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 147
guiente por eliminación de una cualidad del par perteneciente a cada uno de
aquellos.
En resumen:
"Se sigue, evidentemente, que cuando uno [de los elementos consecu-
tivos] se transforma en otro, la generación resulta de la corrupción de una
sola [cualidad]; si, por el contrario, dos [de esos elementos] se
transforman en un tercero, la generación se logra [por corrupción] de más
[cualidades]" (331 b 35).
Queda así explicado
"que todos los elementos derivan de uno cualesquiera de ellos, así como
el modo en que se produce la conversión recíproca" (331 b 36);
y será oportuno reparar en que este "ciclo de transformación" viene a
constituir el más antiguo enunciado implícito del moderno "principio de
conservación de la materia".
2. Materia de las transformaciones
Algunas reflexiones pertinentes completarán ahora la teoría aristotélica. En
primer lugar, la pregunta por la materia de la transformación; pues no se ha de
confundir elementos y materia: los elementos no son la materia de que constan
los cuerpos naturales (contra los jónicos):
"Estos elementos no pueden ser solamente uno; por ejemplo: no pueden
ser todos agua, o aire, o fuego, o tierra, ya que todo cambio tiene lugar
entre contrarios. Si todos fueran aire y este subsiste, sólo acontecerá
alteración mas no generación" (332 a 6).
Dicho en otras palabras: ninguno de los cuatro elementos puede ser ni
ni —como — porque en tal caso el elemento de que se
tratare debería ser permanente en todo cambio, cambio que sería necesariamente
siempre de simple alteración de ese elemento-sujeto; pues el cambio total por
corrupcio-generación exige la presencia de elementos contrarios. 7 Una solución
—absurda— sería sostener que el aire persiste en el agua que se obtuviere por
su alteración, de modo tal que el resultado fuera agua y aire al mismo tiempo
(332 a 8); pero esto conduciría a negar el principio de no contradicción, o bien a
jugar con los términos. En tal supuesto habría, sí, en las cualidades
7
"Ley fundamental de la naturaleza" denomina Joachim [1]. p. 223, al enunciado: "todo
cambio tiene lugar entre contrarios", y que Aristóteles desarrolla en Phys., 224 a 21-226 b 17.
148 Juan Enrique Bolzan
"una cierta contrariedad o [cualidad] diferenciante y el otro componente
de la contrariedad pertenecerá a algún otro [elemento] como, por
ejemplo, el calor al fuego" (332 a 10).
Esto es: de la supuesta coexistencia de aire y agua surgirá un par extremo
"frío-calor" a través de la compartición de "húmedo", y así habrá que asignar
una de las cualidades contrarias a uno de los elementos —el frío, al agua— y al
otro, la restante. 8 Si se trata de la conversión: Aire 6 Fuego (ejemplo que
implícitamente utiliza Aristóteles en este paso oscuro) el par de contrariedades a
considerar será caliente-frío; pues si lo que se produce, sea cual fuere la
explicación, es el fuego y su cualidad fundamental o manifestativa es el calor,
su contrario será el frío, y entonces —como bien lo dice Joachim— ha de
hacerse una distinción en el aire, pues existirán ahora "aire-materia del cambio"
y "aire-caliente / fuego" o aire en tanto que ha sufrido la alteración.
"Mas el fuego no será ciertamente aire caliente porque ello, sobre
comportar alteración, no es lo que se observa experimentalmente. Si, por
otra parte, es el aire quien proviene del fuego, lo será por conversión del
calor en su contrario. Este contrario pertenecerá entonces al aire, y éste
será una cosa fría. Luego será imposible que el fuego sea aire caliente, ya
que la misma cosa no puede ser al mismo tiempo caliente y fría" (332 a
12).
Por consiguiente:
"ambos [fuego y aire] tendrán algo de idéntico: una materia común" (332
a 17).
Clara conclusión del procedimiento dialéctico: si se admite alteración de un
único elemento, y por cuanto el cambio debe operarse entre contrarios, acabaría
por ser el fuego: caliente en tanto que fuego, y frío en tanto que aire. Si a esta
grave dificultad se agrega el testimonio de la experiencia que no muestra se
transforme el aire en fuego por simple calentamiento sino por un proceso de
corrupcio-generación, la conclusión se impone: debe existir un algo de común,
un "puente", entre los elementos extremos del proceso; el cual substrato, no
siendo en realidad ninguno de aquellos, será idéntico para ambos, una misma
realidad, una materia común (); así habrá continuidad entre ambos
términos del proceso a través de una materia o sujeto común que se comportará
como una suerte de elemento elementalísimo, un "elemento" que debe ser,
potencialmente, todo otro elemento. Pues,
8
Pero la argumentación de Aristóteles es doblemente oscura pues ni dice expresamente
referirse al paso de aire a fuego ni —y esto es más importante— justifica la recurrencia al par
frío-calor, pues bien podría señalarse que la conversión de aire a fuego a través de la compartición
de la cualidad común "húmedo" dejaría el par caliente-seco, y la argumentación se viene abajo.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 149
"no existirá ningún elemento que sea intermediario entre el aire y el agua,
o entre el aire y el fuego, más denso que el aire y el fuego, más liviano
[sutil] que los otros elementos: será aire o fuego con [un par de]
contrarios; mas puesto que una de ambas cualidades contrarias es una
privación, resulta que ese [intermediario supuesto] nunca podrá existir
aislado, tal como lo han pretendido algunos filósofos para lo indefinido o
lo circundante. Este indefinido será entonces uno u otro [elemento] o
bien, nada" (332 a 22).
Precisamente por ser indefinido no existirá, pues lo existente o es de tal
cualidad o es su contrario: o tiene cualidad o tiene privación. Pero la privación
significa posesión de lo contrario con respecto a lo cual es privación. Así, la
privación de calor indica posesión de frío o bien de calor en grado menor; lo
cual equivale a ser no-caliente con relación al calefactor o al calor a recibir. La
privación absoluta negaría la existencia, simplemente, pues privación es, en los
cuerpos existentes, un concepto relativo que necesariamente hace referencia a
dos términos positivos formales: el terminus a quo o perfección actual, y el
terminus ad quem o perfección futura y con relación a la cual existe,
precisamente, privación en el terminus a quo.
Por ello es que esa "materia común" debe ser distinguida inmediatamente del
de Anaximandro, no obstante las reminiscencias que surgieran al caso;
pues este se reduce a la nada o bien a alguno de los elementos indica-
dos, pues para que tal indeterminado fuera capaz de trans-formación habrá de
poseer alguno de los pares de cualidades.
"consiguientemente, si ningún sensible es anterior a dichos elementos,
estos serán todos los existentes" (332 a 26).
Esto es: tierra, agua, aire y fuego; número que va a afirmar ahora insistiendo
desde el punto de vista de la materia:
"Si, por lo tanto, la contrariedad según la cual se transforman los
elementos es una, necesariamente los elementos serán dos, ya que la
materia —imperceptible e inseparable— es un intermedio [entre dos
contrarios]" (332 a 34).
La materia no juega aquí ningún papel activo y sólo será el cuasi-sujeto de
inhesión de los contrarios. Y si existe al menos una contrariedad, existirán al
menos dos elementos, puesto que tal contrariedad no puede darse en un mismo
sujeto; y la materia jugará su papel de necesariamente supuesto puente entre
ambos.
"Ahora bien: por cuanto es claro que los elementos son más de dos, las
contrariedades deben ser al menos dos. Mas siendo esto así, los elementos
deben ser evidentemente cuatro y no tres; en efecto: aquél es el número
de pares, ya que si bien son posibles [teóricamente] seis, resultan
150 Juan Enrique Bolzan
irrealizables aquellos dos en los cuales se darían dos cualidades
recíprocamente contrarias" (332 b 1);
tal como ya se había concluido y lo hemos visto oportunamente. 9 Sin embargo,
"los argumentos que siguen harán claro que transformándose los ele-
mentos recíprocamente, es imposible que cualquiera de ellos —ya se
halle situado al extremo, ya al medio [de la serie]— sea origen [de los
demás]" (332 b 5).
Ni los elementos extremos (tierra y fuego) ni de los medios (agua y aire)
podrán jugar el papel de origen o fuente () del resto:
"no los extremos, porque entonces todos ellos serían fuego o tierra" (332
b 7),
ya que la teoría criticada aquí debe admitir la persistencia del elemento origen
en el elemento originado (332 a 6 supra), no habiendo de este modo
propiamente corrupcio-generación sino sólo alteración. Asimismo,
"no podrá tratarse de un [elemento] medio, tal como ciertos filósofos
suponen que el aire se transforma tanto en fuego cuanto en agua; y el
agua, tanto en aire cuanto en tierra; mientras que los elementos extremos
no se transforman recíprocamente" (332 b 10).
En primer lugar, porque no habrá razón para afirmar la transformabilidad de
los términos medios y negar la de los extremos: si el agua, por ejemplo, puede
mutar en aire, y el aire puede hacerlo en fuego, también ha de ser posible el
camino inverso, y así el fuego daría lugar a aire y agua; lo mismo dígase de la
tierra, como lom muestra el esquema..
La razón es clara: considerando que se trata de hacer de estos elementos
medios el principio material común a los demás resultaría que el agua, por
ejemplo, se transformará en tierra y aire y, a partir de este último, lo hará en
fuego; esto significa que el agua habrá de presentar contrariedad tanto con el
aire cuanto con el fuego, y como son precisamente los contrarios quienes
pueden sufrir acción-pasión, se concluye que el fuego podrá transformarse en
agua. Lo mismos se diga para el caso de aire-tierra. Por consiguiente todo
elemento podrá transformarse, directa o indirectamente, en todo otro, contra la
tesis de aquellos "ciertos filósofos" desconocidos para nosotros (¿Ana-
ximenes?). Por lo demás, si los elementos extremos poseen, tal cual deben
hacerlo, sus cualidades propias, y no transmutan entre sí cerrando la cadena,
habrá que admitir que pueden dar lugar a otros elementos más allá del extremo
que ellos fijan; lo cual exigirá la aparición de una contrariedad nueva entre ese
elemento extremo y el ahora originado, diferente de los anteriores (si no, la
transformación ocurriría "hacia adentro" de la cadena y con reciprocidad). Mas
9
Cfr. también Phys., I, 6.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 151
esta contrariedad nueva ha de tener su origen también en el elemento que dio
origen al elemento extremo; con lo cual este elemento originante —elemento
medio— habrá de poseer tantas contrariedades cuantas transformaciones
sucesivas cumplan los elementos de la cadena; y si esta se admite abierta por
ambos extremos, resultará que a los elementos originantes o elementos medios
será necesario atribuirles infinitas contrariedades.
"De este modo: si los elementos son infinitos [en número], cada elemento
singular poseerá un número infinito de contrariedades. Pero si esto es así,
resultará imposible tanto la definición cuanto la generación de un
elemento cualquiera, ya que si uno de ellos procede del otro, lo hará
pasando a través de todas esas contrariedades, y aun de más.
Consecuentemente, en el caso de algunos elementos que estuvieren
separados por un número infinito de intermedios (como de hecho
ocurrirá, si es infinito el número de elementos) no se producirá nunca
transformación" (333 a 6).
Claro está que ese infinito número de contrariedades será "real" sólo si se
trata de un proceso lineal, pues entonces sí que cada nueva transformación im-
plica una nueva contrariedad, de modo tal que cada elemento debe poseer las
cualidades contrarias correspondientes a todas las contrariedades; además,
siendo el infinito, por definición, inagotable, los obligados infinitos pasos no se
podría cumplir en un tiempo finito. Pero hay más aun: como consecuencia
extrema pero lógica,
"todos los elementos devienen uno, ya que todas las contrariedades de los
elementos por encima de F [fuego] deben pertenecer a aquellos situados
por debajo de F, y viceversa; de modo tal que todos los elementos serán
uno" (333 a 13).
152 Juan Enrique Bolzan
Puesto que el elemento se define por el conjunto de sus cualidades y en este
caso éstas estarían contenidas en todos los supuestos elementos, no existirá sino
un único elemento polivalente.10
Si se rechaza la opinión según la cual los elementos no se transmutan re-
cíprocamente, será menester hacerlo también con la opinión de Empédocles,
según la cual existe multiplicidad de elementos sin que estos sean
recíprocamente transformables, no obstante ser comparables.11 Toda
comparación, sea a través de la cantidad como, analógicamente, de la cualidad
conduce a
"la necesidad de algo idéntico como perteneciente a todos los compa-
rables, gracias a lo cual son medidos" (333 a 20).
En segundo término, Empédocles admite un movimiento de crecimiento al
decir que: "y la tierra aumenta su género; y el aire, el aire";12 pero es claro que
este aumento lo es de simple adición, mientras que se ha visto (Capítulo II,
supra ) que no es tal el significado de un movimiento de crecimiento pues aquí
debe darse una verdadera asimilación de productos heterogéneos por parte del
creciente. Pero a Empédocles
"le es aun más dificultoso dar razón de la generación que acontece en la
naturaleza" (333 b 3).
En efecto:
"todos los seres naturalmente generados surgen, siempre o generalmente,
de un modo determinado; en tanto que los que hacen excepciones a esta
regla, surgen por azar o fortuna" (333 b 4).
La constatada regularidad —absoluta, o en la mayoría de los casos— en la
naturaleza exige su explicación: precisamente aquellos procesos o sucesos
fortuitos debidos al azar () o a la fortuna () son justamente las
excepciones que confirman la regla. El mismo Empédocles admite que tal
regularidad no puede ser originada por el azar y que, en todo caso, los
elementos han de estar en bien determinada proporción (333 b 10); pero su
recurrencia al Amor y al Odio como causas no es suficiente ya que el primero es
sólo causa de unión y el segundo, de separación (333 b 12); en ningún caso, de
proporción;13 por el contrario,
10
Más detalle en nuestro Excursus VI.
11
Diels-Kranz, frag. 17,27.
12
Diels-Kranz, frag. 37, donde hemos vertido por aire y no por éter o fuego, siguiendo
en esto al mismo Aristóteles, Phys., 196 a 22.
13
Cfr. Meteor., 985 a 21-29; 1000 a 24- b 12.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 153
"la causa buscada es la esencia [] de cada cosa y no solamente «la
mezcla y separación de lo mezclado»" (333 b 13),
como en realidad quiere Empédocles.14 La causa, pues, de la uniformidad
operativa de la naturaleza reside en el modo formal de ser de los seres naturales.
La forma, que es la que hace sea el ser en acto tal o cual, no sólo da el ser
específicamente sino también su modo peculiar de operar; la esencia del ser se
expresa dinámicamente en su natura: porque el ser es, obra; y porque es tal ser,
lo hace de tal modo. Luego la natura es la esencia en tanto que operante, es
principio de determinada acción-pasión.15
El azar, en general, no tendrá causa propia y sólo se explicará por la con-
junción fortuita de líneas de operación, cada una causalmente determinada.16
Pero ni aun Amor y Odio quedan bien definidos según sus dinamismos, puesto
que
"no constituye explicación adecuada decir que Amor y Odio mueven, a
menos que sea propio del Amor mover de tal modo; y del Odio, hacerlo
de tal otro modo" (333 b 22).
A saber: a menos de recurrir a las naturas propias de Amor y de Odio —y
entonces debe darse alguna explicación de tales naturas— o bien a alguna
hipótesis más o menos ad hoc, todo resultará gratuito y sobreimpuesto (333 b
25). Decir que el Amor asocia los elementos hasta llegar a constituirse la
"Esfera" o deidad,17 y que el Odio, en movimiento contrario, los disocia,
plantea dos problemas: a) ¿cuál es la causa del estado primero de separación de
los elementos?; como consecuencia: b) ¿no resultará más bien que el disociante
es el Amor, ya que al fin de cuentas el resultado de su acción comporta la
destrucción de las individualidades de esos elementos.
"anteriores a Dios por natura, y dioses ellos mismos?" (333 b 20).18
Además, puesto que existen movimientos naturales y movimientos violentos,
habrá que atribuir unos al Amor y otros al Odio:
"el movimiento [natural], ¿es o no debido al Amor? No lo es; por el
contrario, ese movimiento [natural] lleva la tierra hacia abajo y se
asemeja a una separación; entonces la causa del movimiento natural es
más bien el Odio que el Amor. Por consiguiente, aparecería más bien el
14
Diels-Kranz, frag. 8.
15
Natura acerca de la cual, como dice Aristóteles en humorosa tirada, nada nos dice
Empédocles (siendo así que su poema lo titula precisamente ). Cfr. en general:
Met., 993 a 17; De anima, 408 a 18-23 y 409 b 23-410 a 22.
16
Para la noción de azar, cfr. Phys., II, cc. 4-6. Asimismo: Bolzán-Larre.
17
Diels-Kranz, frag. 27, 18 y 29
18
Cfr. De caelo, 301 a 15-20.
154 Juan Enrique Bolzan
Amor contrario a la natura; y a menos que el Amor o el Odio muevan, los
mismos cuerpos no tendrán en modo alguno movimiento o reposo. Lo
cual es absurdo; y, por otro lado, de hecho se los ve mover" (333 b 30).
Por un razonamiento análogo,
" y aunque el Odio separa, no es por él que el aire [] se dirige hacia
arriba sino, como dice alguna vez Empédocles, por la fortuna" (334 a 1);
siendo esta respuesta un modo de zafar la cuestión, pues debería serlo por el
Amor en tanto se trata de un movimiento natural. Pero, al mismo tiempo y en
cuanto por ello se separa el aire, debe ser el Odio quien entre en juego.
Situación paradojal, que hace pareja con la anterior.
Se dan de este modo Amor y Odio cual causas de movimientos particulares,
mas no de los naturales; faltando, en todo caso, una razón de cuál sea el primer
motor y la causa del movimiento pues es claro que, para Empédocles, Amor y
Odio juegan papeles de causas secundarias, ya que
"el orden cósmico regido actualmente por el Odio, es el mismo que el
original, gobernado por el Amor. ¿Cuál es, pues, el primer motor y causa
del movimiento?" (334 a 5).
La pregunta es muy pertinente pues Amor y Odio aparecen supeditados —
deben estarlo— a un orden primordial. Y por cuanto llega Empédocles a admitir
el alma como compuesta de sus elementos, se desemboca
"en otra paradoja: si el alma se compone de los elementos, o de uno
cualesquiera de ellos, ¿cómo se producen las alteraciones del alma?
¿Cómo, por ejemplo, tendrá lugar el cambio de ser músico a no-músico?
¿Cómo acontecen recuerdo y olvido? Pues evidentemente si el alma es
Fuego, sólo pueden ocurrir aquellas modificaciones características del
Fuego en cuanto Fuego; en tanto que si el alma es un compuesto [de
varios elementos], sólo podrán ocurrirle modificaciones corpóreas. Mas
ninguno de los cambios mencionados es corpóreo" (334 a 10).19
19
Para una crítica detallada véase: De anima, L. I, cc. 4 y 5; especialmente 408 a 18-23 y 409 b
23.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 155
3. La generación del mixto
Ahora bien: ¿Cómo se generan los mixtos o combinaciones, a partir de los
elementos? Porque,
"Quienes sostienen que existe algo de común a todos los elementos o bien
que se transforman unos en otros, han menester, si aceptan una de esas
posibilidades, hacerlo también con la otra" (334 a 16).
Teoría que es, cabalmente, la que el mismo Aristóteles viene exponiendo: si
los elementos tienen un substrato común, pueden transformarse recíprocamente;
si los elementos se transmutan recíprocamente, deben poseer un substrato
común. La opinión en contrario de Empédocles, según la cual no existe
generación de los elementos entre sí y tomados individualmente, sino que, en
todo caso, puede un elemento ser extraído de otro,
"como los ladrillos de un muro, enfrenta al absurdo cuando intentan
explicar cómo provienen de los elementos la carne, los huesos, u otra
[substancia] cualquiera?" (334 a 19).
Problema que es tal también para quienes admiten la generación recíproca de
los elementos, porque,
"¿de qué modo se genera, desde estos elementos, toda cosa diferente de
ellos?" (334 a 22 ).
Vale decir: ¿cómo se explica la aparición no ya de un elementos a partir de
otro, sino la aparición de substancias complejas —los homeómeros— a partir,
precisamente, de los cuatro elementos? Recuérdese que se trata de substancias
homeómeras, no de un conjunto más o menos homogéneo de elementos
resultado de una simple adición, sino de una realidad subsistente, con su modo
peculiar de ser y de obrar. Admitida la teoría aristotélica, se explica que
"el agua provenga del fuego, y viceversa (puesto que el substrato es
común a ambos)" (334 a 23 );
mas, ¿cómo dar razón de la procedencia de lo complejo, como la carne o la
médula (334 a 25)? No cabe aquí apelar al substrato relacionante ya que se trata
de un compuesto de elementos. He aquí dos posibles explicaciones:
"Quienes sostienen la teoría de Empédocles deben concebir la compo-
sición al modo de un muro constituido por ladrillos y piedras; y la mezcla
consistirá de los elementos inalterados, con sólo yuxtapuestas sus
partículas. Esto es lo que ocurriría con [la formación de] la carne y con
los demás compuestos" (334 a 26);
156 Juan Enrique Bolzan
pero esto vale tanto como admitir que no se trata aquí de verdaderasino
de simple : los elementos subsistirían en acto en el compuesto y éste
no sería una verdadera unidad per se sino un unum per accidens. Con lo cual
"no cualquier parte de carne daría origen al fuego o al agua [u otros
elementos]"(334 a 31),
sino que, tratándose de una mezcla, de cada una de las partes provendría el
elemento correspondiente; contra la opinión del mismo Aristóteles para quien es
la experiencia misma la que indica que todo mixto o combinación es
y, por lo tanto, los elementos se generan a partir de cualesquiera de
sus partes; ejemplificando como sigue en el plano accidental:
"si bien de tal parte de un trozo de cera podría surgir una esfera, y de tal
otro, una pirámide, sería posible que cualesquiera de ambas figuras
proviniera [indiferentemente] de cualquier parte" (334 a 32 ),
como en realidad ocurre. Todo esto dicho, no toda dificultad está del lado de
Empédocles y sus partidarios:
"Aun para quienes postulan una materia única de los mismos [elementos],
existe una cierta dificultad en explicar cómo puede provenir algo de la
suma de dos elementos: de lo frío y lo caliente; o del fuego y de la tierra,
por ejemplos" (334 b 2).
Esto comporta un verdadero autodesafío para Aristóteles,
"Porque si la carne consiste de ambos y no es ninguno de ellos, ni se trata
de una mezcla en la cual [esos elementos] permanecen inalterados, ¿qué
queda sino identificar la resultante de ambos elementos con la materia?;
pues la corrupción de uno de ellos producirá el otro, o bien la materia"
(334 b 4).
Hasta ahora la teoría aristotélica de los elementos había hecho aceptable: a)
la realidad del substrato o materia común de la tétrada; b) la consiguiente
posibilidad de transformación recíproca de los elementos, o de ellos en el sub-
strato.
De tal modo, no parece quedar salida alguna porque si la carne no es la suma
de los elementos, esto significa que los elementos no permanecen como tales en
aquella; si no lo hacen, han debido sufrir transformación; si la han sufrido, sólo
podrá quedar como resultado alguno de ellos (o bien la materia común, siendo
absurdo que esta tenga existencia separada); pero hemos aceptado que la carne
es carne y no agua o fuego. Ergo...
"Puesto que existen diferencias de grado en lo cálido y lo frío; cuando
uno de ellos existe absolutamente en acto, el otro lo hará en potencia.
Mas cuando ni uno ni otro existe plenamente (pues al combinarse
destruyen mutuamente sus excesos), existirá un cálido que es
[relativamente] frío, y un frío que es [relativamente] caliente, y la
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 157
resultante de ambos contrarios no es ni la materia ni ninguno de ambos
existiendo en puro acto, sino un como intermediario [].
Intermediario que siendo en potencia más caliente que frío —o
viceversa— poseerá un poder de calefacción doble o triple, o alguna otra
relación, que su poder de refrigeración" (334 b 8).
La solución es ingeniosa e importante: siendo las cualidades primarias de los
elementos capaces de intensión y de remisión —de más y de menos— puesto
que la experiencia muestra que los cuerpos son susceptibles de ser más o menos
cálidos, o secos, etc., se sigue que es posible no sólo la directa transmutación,
por corrupcio-generación, de un elemento en otro —y donde siempre se daría en
acto pleno uno de los pares de cualidades primarias— sino también una cierta
existencia intermedia de esos pares de aquellos elementos, existiendo ninguno
de ello en acto pleno sino virtualmente, en potencia próxima al acto.
He aquí nuevamente al Aristóteles respetuoso de la experiencia; y a tal grado
que ya su "cualitativismo" —sobre el cual tanto se ha exagerado, por igno-
rancia— no desdeña de la expresión cuantitativa, aun cuando parezca
rudimentaria a quien no se cure de anacronismo. Con los datos que hasta aquí
poseemos bien pueden trasladarse las expresiones verbales de Aristóteles a un
lenguaje simbólico más acorde con la química actual, como lo señala
Joachim,20 hablando de "compuestos cuaternarios" y de formulaciones en base a
subíndices que quieren expresar, a su modo, el cuantitativismo esbozado por
Aristóteles: así, un complejo homeómero tal como la carne —para seguir el
ejemplo que propone Joachim— podría quedar representado simbólicamente
como T6Ag4Ai3F2, tal como se hace ahora para el agua (H2O) o la celulosa
(C6H10O5)x; etc. No cabe duda que más allá de toda crítica inmediata, basada
especialmente en los cuatro elementos, la situación no ha cambiado cuando se la
reduce a sus datos mas esenciales, pues tanto la química actual cuanto nuestro
autor basan toda la teoría de la combinación en los dos factores que hoy
denominamos materia y energía; y si alguien, por exceso de precisión pusiera el
énfasis en sólo la energía, tras las huellas de la ecuación de Einstein, la figura
misma de Aristóteles ganará en admiración ya que al fin de cuentas él mismo
trata sus elementos con criterio dinámico.
En efecto: si bien insiste en la corporeidad de los mismos (De caelo, 268 b
26), en su substancialidad (298 a 27), y los define correctamente (302 a 15);
sabe también del matiz que adquieren en la realidad existencial (330 b 21;
Meteor., 341 b 15), y aun —esto es lo decisivo— aquí, en el tratado de la
combinación, los encara decididamente, en cuanto componentes de los cuerpos
complejos homeómeros (de las substancias químicas diríamos hoy), según un
20
Joachim [2], p. 75-76, nota 4.
158 Juan Enrique Bolzan
definido carácter dinámico.21 Y tanto, que a menudo aparecen como
convertidos al par de cualidades que los caracteriza. Ahora bien: decir cualidad
es decir principio del dinamismo del ente. Agréguese a ello, como ya se ha
visto, la homogeneidad substancial que exige para todo compuesto (contra el
mecanicismo de entonces y el que aun intenta persistir en la ciencia actual), y el
estado virtual de los reactivos en el producto de la combinación, y ya no
parecerá exagerado sostener que para su época —y siglos posteriores— ya más
y mejor no pudo decirse.
Retomando el tema: para Aristóteles los cuerpos compuestos resultantes de
una combinación de elementos asimilados a sus cualidades fundamentales:
caliente-frío-seco-húmedo, acaban siendo substancias con un modo de ser inter-
medio entre los cuatro extremos que indican aquellas cualidades pertenecientes
primera y propiamente a los elementos:
"los otros [homeómeros] derivan de la combinación de los contrarios o de
los elementos; mientras que los elementos lo harán de los contrarios en
cuanto existen en potencia en un sentido especial: no como [existe] la
materia sino en el sentido ya indicado. Así se produce la míxis, mientras
que del otro modo [cuando un contrario destruye al otro] se genera la
materia" (334 b 17).
Viene esto a decir que en tanto los demás cuerpos (que aclaramos como
homeómeros en cuanto resultados de míxis) se producen por combinación de
elementos o de contrarios (pues tomados estos de a pares adecuados constituyen
esos elementos), los elementos lo pueden hacer a partir de los contrarios en la
medida en que estos existen en el compuesto: "no como existe la materia" —en
potencia pura y a la que no le caben cualidades— sino en ese estado intermedio
y como atemperado en sus dinamismos, según la teoría del (334 b 8).
Resumiendo:
"Los contrarios padecen del modo ya dicho [cf. 323 b 1ss]: lo cálido en
acto es frío en potencia, y lo frío en acto es cálido en potencia; y se
transforman uno en otro excepto que sean iguales [en poder]; (y lo mismo
vale para los demás contrarios [húmedo-seco]).
Así es como se transforman, primero, los elementos; y a partir de éstos se
generan la carne, los huesos, y semejantes, cuando se hace frío lo cálido y
cálido lo frío, por reducción a un término medio que no es no lo uno ni lo
otro [absolutamente]" (334 b 20).
21
Para reforzar el argumento véase más adelante, el texto de De part. animal., 646 a 13.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 159
El "modo ya dicho" ha sido expuesto (véase nuestro Capítulo VI): toda tran-
sformación se explica a través de acto y potencia, ya se trate de la primacía de
uno de los contrarios sobre el otro haciéndose dominante (328 a 28), ya se trate
de la armonía entre ellos mismos para dar lugar a la aparición de un homeómero
estable: el término medio;
"pero este término medio no es único, y no es divisible" (334 b 28).
Quiere esto decir que puede admitir una amplia escala de valores según sean
los resultados que un cálculo de combinaciones podría dar a partir de una varia
relación entre los cuatro elementos, por un lado; y por otro, de ellos en cuanto
muy diversamente afectados por los grados de frío-caliente-seco-húmedo (cfr.
334 b 8).
De aquí que resulte explicable la gran diversidad de substancias, homeóme-
ras y anhomeómeras, así como de cuerpos complejos cuales son los de los seres
vivientes, a través de que podríamos denominar —con el mismo Aristóteles—
la "escala de grados de composición", pues, como lo dice en otro lugar:
"Aceptado que existen tres especies de composición, aparece en primer
término la que corresponde a la combinación de los denominados
elementos: tierra, agua, aire y fuego; y que tal vez sea mejor llamar
combinación de fuerzas elementales, no ciertamente de todas ellas sino de
las ya dichas. Efectivamente: húmedo, seco, caliente y frío constituyen la
materia de los cuerpos compuestos, derivando de ellas las demás
diferencias, por ejemplo: pesantez, ligereza [...]. El segundo grado de
composición de esos elementos primeros da lugar a las partes
homeómeras de los seres vivientes: hueso, carne, y otros tejidos
semejantes. El tercero y último, numéricamente dicho, es la constitución
de las partes anhomeómeras: rostro, manos, y análogos".22
En definitiva: todo cuerpo homogéneo significa, como resultado, una suerte
de aurea mediocritas, de justo punto de equilibrio entre los elementos —o
mejor: entre las fuerzas elementales— debidamente proporcionados.23
Para completar la exposición, estimamos que se impone defendamos la traducción
adoptada para el paso de 334 b 28: el texto griego
dice:o. Habitualmente los traductores están
contestes en traducirlo aludiendo al como "de gran extensión", en sentido
cuantitativo.24 Sin embargo, Joachim, en su comentario,25 acepta que se trata aquí más
22
De part. animal., 646 a 13.
23
En el mismo sentido Joachim [2], P. 83. Para un amplio tratamiento del véase el citado
trabajo de Tracy.
24
"Of considerable extent" (Joachim [3]); "de grande étendue" (Tricot [3]); "has considerable
extension" (Foster); "Π vasto" (Migliori); "of considerable extent" (Tracy); etc.
160 Juan Enrique Bolzan
bien de entenderlo como algo vario o múltiple, así como a la letra traduce Mugler,26 y
parece aceptar Seeck indirectamente, pues no cita expresamente el paso.27 Quienes
mejor se aproximan a nuestra traducción son Verdenius-Waszink,28 pues si bien
traducen: "It is a mean stretch that the dry and the moist, etc., produce flesh and bone",
sosteniendo que debe considerarse el más bien "in a local sense" —lo que no
concedemos—29 toman motivo de línea 27: = "por
reducción a un término medio", engarzando así, con sintáctica corrección, el "pero..." de
línea 28. Vía de razonamiento que, junto con el contexto general de todo el capítulo, ha
sido lo que nos ha llevado a nuestra traducción en sentido cuali-cuantitativo. Un detalle
final: aun cuando resulta sin dudas algo duro decir en castellano: "y no es indivisible",
hemos respetado la literalidad para enfatizar el sentido secundario que, creemos, da
Aristóteles a la aclaración; pudiendo parafrasearse el todo como sigue: "pero este
término medio no es único, ni tampoco [obviamente] indivisible", puesto que es una
substancia corpórea.
Ahora sostendrá Aristóteles que
"todos los cuerpos compuestos situados en torno a la región central, están
compuestos por todos los simples" (334 b 31).
Y prueba esta afirmación con argumentos que si bien en sí mismos son inge-
nuos, —como que dependen, lógicamente, de la teoría de los cuatro
elementos— hacen patente nuevamente el interés observacional de Aristóteles:
puesto que todo compuesto es grave, debe contener tierra (334 a 31); pero ya
que esta
"no posee cohesión alguna sin humedad, pues es ésta quien la mantiene
unida" (335 a 1),
debe estar presente el agua a fin de permitir la definida configuración de los
cuerpos; como había dicho inmediatamente antes:
"el agua es, de entre los cuerpos simples, el único fácilmente delimitable"
(334 a 35),
25
Joachim [1], p. 244: "the mean is a «stretch» or «scale», not «punctual» or a «point»"; y
acuerda que el"is capable of fluctuation within certain defined limits".
26
Mugler [2]: "mais ce milieu est multiple".
27
SEECK, p. 54 ss, donde hace referencia a las líneas anteriores a la 28.
28
Verdenius-Waszink, p. 65.
29
Ese sentido local lo sustentan con Cat., 14 a 3-4, y a De anima, 424 a 4. Todavía podemos
agregar, por nuestra cuenta, Eth. Nic., 1106 a 26, donde se lee: "En todo lo que es continuo y
divisible, puede distinguirse lo mayor, lo menos y lo igual; sea en la cosa misma, sea con relación
a nosotros. Siendo lo igual un medio entre exceso y defecto. Entiendo por medio en la cosa
aquello que se sitúa a igual distancia de ambos extremos". Pero estimamos que esto no se aplica
aquí con justeza pues se trata de un sentido más bien cualitativo.
9. La materia de las transformaciones y generación del mixto 161
en razón de que de por sí y por su estado líquido adquiere fácilmente la configu-
ración del recipiente que la contiene; siendo capaz de transmitir esta virtud a la
tierra con la cual se mezcla.30 Mas también han de estar presentes fuego y aire:
"puesto que las generaciones [de los cuerpos] se producen a partir de los
contrarios; y por cuanto en todo compuesto existe uno de los pares de ex-
tremos opuestos, necesariamente existen también los otros. Consi-
guientemente, en todo compuesto existen todos los simples" (335 a 6).
La armonía que es el compuesto exige que junto a lo frío-húmedo (agua)
exista lo caliente-seco (fuego); y anexo a lo frío-seco (tierra), lo caliente-húme-
do (aire). Si así no fuera y aceptando, por ejemplo, que sólo existieran agua y
tierra equilibradas según seco-húmedo, no habría equilibrio con respecto al frío
de ambos elementos si no aparecieran presentes fuego y aire —coincidentes
mutuamente en lo cálido— los cuales cerrarán de este modo el circuito a través
de seco-húmedo. El hecho de la nutrición, ya visto, constituye un buen ejemplo:
"En efecto: todos [los entes compuestos] se nutren de substancias
idénticas a sus constituyentes, y todos lo hacen de varios alimentos" (335
a 10).
El fenómeno de nutrición muestra tanto unidad cuanto diversidad en punto al
material asimilable; tal así es que:
"aun los vegetales, que parecieran alimentarse por medio de una única
substancia: el agua, de hecho lo hacen por más de una, puesto que se trata
de una mezcla de agua y tierra" (335 a 11).
E inmediatamente, la observación doméstica:
"Es por ello que los agricultores riegan tras haber mezclado tierra al
agua" (335 a 12);
mezcla que bien pueden entenderse aquí como algún tipo de abono (=
estiércol;“tierra”, en general) empastado con agua y agregado a la tierra a
irrigar. Es decir que si aun los vegetales, situados en el extremo inferior de la
escala de los nutriendos,31 se alimentan al menos de dos de los elementos,
necesariamente lo harán de los dos restantes;32 y si los vegetales, con mayor
razón los animales que de aquellos se nutren.
30
En cuanto a la limitabilidad, cfr. el comentario a 328 a 35 ss.
31
Vegetales "quae sunt magis terrestres" como dice Sto. Tomas, In II gen. corr., App., lect. 8.
32
Cfr. De gen. animal., 762 b 12-13, donde dice Aristóteles que "algunas [plantas] se alimentan
de tierra y agua; otras, de mezclas más complejas"
162 Juan Enrique Bolzan
Mas el alimento, al nutrir, se transforma en el nutrido, para lo cual han de
comunicar según la materia, pues asimilar es hacer-símil-a (similitud entre ali-
mentante y alimentando); siendo como son los alimentos secos y húmedos,33
deben contener al menos dos elementos —pues ninguno de estos es de por sí
seco-húmedo—, se concluye que el alimento se compone de todos los cuatro
elementos. Luego, aun los compuestos vivientes deben constar de los cuatro
elementos.
33
Así lo exige Aristóteles en De part. animal., 650 a 3 ss.
CAPÍTULO X
LA GENERACIÓN Y LA CORRUPCIÓN
1. Sus causas
Después de ese largo y detallado tratamiento de los elementos y de la co-
rrupcio-generación, comienza Aristóteles a ocuparse de las causas de esa
generación:
"Puesto que existen entes que se generan y que se corrompen, y ya que la
generación se produce en la región central [del universo], debemos
explicar cuántos y cuáles son los principios [] de toda generación;
ya que cuando se conoce la teoría universal se facilita la comprensión de
los casos particulares" (335 a 24).
El lógico Aristóteles establece aquí, a esta altura del estudio, el método
correcto a seguir; pues no hay duda de que una vez establecida suficientemente
la teoría, ésta ayuda a la cabal comprensión de los casos particulares. Se tratará
entonces ahora de establecer de modo genérico los principios de toda
generación, cuáles y cuántos son.
"Estos [principios] son iguales en número e idénticos en género a aque-
llos principios de las realidades eternas y primarias, haciendo uno, de
materia; y otro, de forma. A los cuales se ha de agregar un tercero, ya que
los dos primeros no son suficientes como para explicar la generación de
las cosas, tal como tampoco lo son en el caso de los entes primarios" (335
a 28);
Así como en el caso de los cuerpos celestes o "realidades primarias"
( =), incorruptibles en sí mismas mas
sometidas, al menos, a traslación, es necesario recurrir a tres principios: material
el uno (el cuerpo celeste mismo), formal el otro (el movimiento), eficiente el
tercero (el moviente); así, analógicamente, debe ocurrir en el mundo sublunar
donde serán menester dos principios intrínsecos: la materia (como principio de
poder ser) y la forma (como principio de ser actualmente, en acto, lo que se es);
finalmente, la causa o principio efectivo de la generación:
164 Juan Enrique Bolzan
"Luego: la causa, en el sentido de materia, para los entes generables es la
posibilidad de ser y de no ser. Porque algunos necesariamente son —tales
los seres eternos—; otros, necesariamente no son; (de estos: a los
primeros les es imposible no ser; y a los segundos, ser; ya que no pueden
apartarse de su necesidad y ser diversos de lo que son)" (335 a 33).
He aquí la analogía entre los principios o causas del ser corruptible y del ser
incorruptible: 1 la materia de estos últimos es sólo potencia con respecto al
movimiento y no al ser y no ser, como en los primeros. Existen seres que
pueden ser y no ser (335 b 2), y entre lo necesario —que no puede no ser— y lo
imposible —que no puede ser— se sitúa lo contingente: lo que puede ser y no
ser.
"Por ello es que la generación y la corrupción deben acontecer
necesariamente en el ámbito de lo que puede ser y no ser " (335 b 4);
porque sólo en él se da real existencia (por la forma) y la posibilidad del cambio
(por la materia).
"Tal es, en el sentido de causa material, la causa de las cosas generables;
en tanto que en el sentido de causa final, lo son figura y forma
[]; y esta es la definición de la esencia de cada
una de ellas [de las cosas generables]" (335 b 5).
La causa final, lo que expresa o naturalmente intenta el agente, es la forma
específica según la cual el individuo generado encarna una especie determinada;
todo cuanto llega a ser es, simultáneamente, "esto" y "algo" (hoc aliquid), una
esencia existente individualizada por la forma recibida en la "materia quantitate
signata": en la materia ordenada trascendentalmente a la forma —que le da el
ser específicamente tal o cual— y a la cantidad —que le da el ser individuo de
aquella especie. 2
"Pero es menester, además, agregar la tercera causa, que todos han
entrevisto pero ninguno mencionado" (357 b 7).
Será esta la causa eficiente de la generación, reclamada ya en 335 a 30 y
cuya naturaleza no fue aclarada ni por Empédocles y los atomistas, ni por Platón
con su teoría de las Ideas y la participación de los seres materiales. 3
1
Analógicamente, pues en el supralunar no hay real corrupcio-generación:"Materia enim in
corporibus coelestium est potentia ad motum; at materia corruptibilium est potentia ad essendum
et non essendum et est, per quam possibile est, corpora corruptibilia esse et non esse", como dice
Mauro [1], t. III, 468 a.
2
Con relación al debatido tema del "principio de individuación", véase, por ejemplo: Manser,
parágr. 12; Roland-Gosselin, etc.; asimismo nuestro artículo: Bolzán [25].
3
Platón, Fedon, 96 a - 101 c.
10. La generación y la corrupción 165
"De hecho, ni unos ni otros dicen bien. Porque si las Ideas son causa, y
ellas y los entes que de ellas participan existen siempre, ¿por qué no
generan siempre ininterrumpidamente, mientras que a veces lo hacen y a
veces, no?" (335 b 17).
Efectivamente: ante Ideas de sí activas, y cosas en las cuales existe siempre
la aptitud de la materia, la generación debería ser una realidad constantemente
presente, mientas que lo que acontece es una corrupcio-generación inexplicable
a través de la pura actividad de las Ideas, pues no habría razón precisamente del
aspecto corruptivo de los procesos. Por otra parte, la experiencia misma indica
que, por ejemplo, el médico es causa eficiente de la salud, tal como lo es el
docto de la ciencia, aun cuando exista la salud-en-sí y la ciencia-en-sí, y aun los
seres participantes (335 b 20). Lo cual apunta a la realidad de una causa situada
entre la Idea y el participante; causa que mueve desde la potencia al acto,
"tal como acontece con las operaciones efectuadas según [gracias a] una
potencia []" (335 b 23);
productos logrados por el arte (“products of ”, según Joachim) gracias a
determinada capacidad en la cosa susceptible de ser cambiada. 4 En ambos
ejemplos la causa no es la Idea sino alguna operación llevada a cabo por al-
guien. Nuevamente aquí se halla en Aristóteles el paralelismo entre arte y
natura, sirviendo aquél —más inmediatamente accesible al homo faber— como
ayuda en la explicitación de ésta. 5
"Por otra parte, decir que la materia genera debido a su movimiento es
hablar de modo más concordante con la realidad natural [...pues] lo que
altera y transfigura [] es más verdaderamente causa del
engendrar; y bien que estamos acostumbrados, tanto en los seres naturales
cuanto en los artificiales, a considerar como causa eficiente a aquella que
provoca el movimiento" (335 b 24).
Es decir que un lenguaje y una aproximación no críticos al problema podrían
conducir a sostener la causalidad eficiente de la materia, ya que gracias a su
movimiento provoca las alteraciones y cambios: de aquí que los materialistas
estén más cerca de la verdad —por proceder más científicamente— que Platón.
4
Por una acción , dice el texto y que aquí debe ser interpretado como
; Joachim [1], p. 249, habla de "products of ".
5
"Cum ergo ars imitetur naturam, et in arte inveniamus hanc tertiam causam: ergo in natura est
tertia causa, scilicet movens, praeter materiam et formam", Sto. Tomas, In II gen. corr., lect. 9.
166 Juan Enrique Bolzan
"Sin embargo, tampoco esto es correcto; porque le es natural a la materia
padecer y ser movida, en tanto que mover y actuar compete a otra virtud"
(335 b 29).
A la materia no compete mover-se sino ser movida por alguna otra virtud o
potencia, que corresponde a un agente. 6 La experiencia, nuevamente presente
aquí, así lo dice para las cosas que proceden tanto natural cuanto artificialmente:
ninguna se transforma de por sí sino que es transformada; así, es el arte y no la
madera quien hace un lecho (335 b 32). Error aquel criticado al que debe
sumarse otro y más grave aun, cual es
"omitir la causa más fundamental, al desechar la esencia y la forma
[ 7]" (335 b 35).
Error que aparece así como la contrapartida positiva del error anterior,
puesto que tras confundir mover-se y ser movido, deja de lado la causa principal
de todo dinamismo: la causa formal, el acto, forma, natura o esencia de la cosa.
Lo cual equivale a desechar la cosa misma;
"y de este modo, eliminando la causa formal, atribuyen un carácter
excesivamente instrumental a las fuerzas por medio de las cuales
producen los cuerpos la generación," (336 a 1).
Porque, con toda lógica y puesto que desechan la causa formal, deben serles
atribuidas a aquellos elementos, en cuanto considerados según sus cualidades
activas y pasivas, toda la causalidad eficiente puesto que constituyen tanto los
materiales cuanto las fuerzas según las cuales se generan las cosas: los
elementos juegan así ambos papeles. Todo ello sin caer en la cuenta que, al cabo
y dado que el ser actúa según es y es por la forma, esta será la causa principal
que opera ad extra a través de las cualidades sensibles. De modo tal que se ven
obligados a sostener que
"el calor naturalmente disocia, mientras que el frío congrega; y pues cada
uno de los contrarios restantes actúa o padece, afirman que todo se genera
y se corrompe a partir de ellos y por ellos" (336 a 3).
Sin embargo,
6
Nuevamente, el caso de considerada en sentido activo, contra la pasiva de
la materia; pues todo cuanto acontece se debe tanto a un poder actuar sobre otro (potencia en
sentido activo) cuanto a que este otro permita la actuación (potencia en sentido pasivo). Cfr. Met.,
1019 a 15 ss y 1046 a 5 ss, especialmente.
7
Ríos de tinta han corrido tras esta expresión de Aristóteles; no siendo este el lugar de amplias
discusiones, remitimos sumariamente al lector a Tricot [7], nota a 983 a 28; Ross [6], t. I, p.127; y
García Yebra, t. I, p. XXXVII.
10. La generación y la corrupción 167
"Es evidente que el fuego mismo es movido y paciente" (336 a 6).
Por donde hasta el fuego, "que es formalísima y máximamente activo", 8
acaba siendo movido a actuar por una causa anterior. Mas aceptar tal causalidad
reducida al instrumento equivaldría a
"considerar causa de las cosas producidas a la sierra y los varios ins-
trumentos, ya que necesariamente aserrar es dividir; y pulir es alisar; y
así para los demás instrumentos " (336 a 8).
Por supuesto que tales instrumentos son causas ya que sin ellos no hay serrar
o pulir alguno; así como es cierto que los cuatro elementos y sus pares
cualitativos son causa de corrupcio-generación; mas en ninguno de ambos casos
queda agotada la causalidad sino que es menester "mover", "manejar", hacer uso
inteligente de esos instrumentos que precisamente son tales en cuanto alguien
—como causa principal— los instrumentaliza, los convierte en herramientas
útiles para algo, manipulándolos y ordenándolos a la producción.
Y tal como es menester recurrir al artífice para explicar la acción de esos
instrumentos, análogamente débese recurrir a la forma o quiddidad para
explicar la actividad de las cualidades elementales: quien opera, propiamente
hablando, es siempre la causa principal ("actiones sunt suppositorum"), siendo
el ser total sujeto de atribución del dinamismo que se canaliza a través de las
cualidades. "Operatio sequitur esse", y el esse es por la forma.
"Nosotros mismos nos hemos ocupado, en una obra anterior, de las cau-
sas en general; y ahora [cfr 335 a 32-b 7] hemos distinguido la materia y
la forma" (336 a 13).
En la mencionada obra 9 ha expuesto Aristóteles un tratamiento de las cuatro
causas, agregando en esta de ahora consideraciones en particular acerca de las
causas material y formal.
Sigue inmediatamente una aplicación al tema de la causa eficiente de la
generación según las teorías cosmológicas del mismo Aristóteles,10 de las
cuales surge que la causa eficiente de la corrupcio-generación es el movimiento
zodiacal; comentaremos selectivamente los textos que nos interesan.
"Además, habiéndose demostrado que el movimiento de traslación es
eterno, necesariamente será continua la generación; pues esa traslación,
8
Sto. Tomás, In II gen. corr., lect. 9.
9
Phys., II, cc. 3-9.
10
Cfr. Met., 1073 b 18 - 1074 a 17.
168 Juan Enrique Bolzan
aproximando y alejando la causa generadora, provocará una
ininterrumpida generación" (336 a 15).11
Dentro de esa concepción del movimiento circular eterno del cielo aparece el
sol como generador universal por excelencia de los cuerpos inferiores del
mundo sublunar.
"Al mismo tiempo es también claro que habíamos razón cuando, en un
trabajo anterior,12 afirmamos que el primero de los cambios es la
traslación y no la generación. Porque, en efecto, en mucho más lógico
que el ser sea la causa de la generación del no ser, y no que el no ser lo
sea del ser" (336 a 18)
La prioridad del movimiento según el lugar reside en que supone un sujeto
dado, al cual le ocurre ser trasladado; mas lo que ha de ser engendrado y en
tanto está siendo engendrado, no es engendrado en acto: es engendrando en
acto.
"Mas por cuanto hemos supuesto y demostrado la continuidad de la gene-
ración y de la corrupción en las cosas, y afirmamos que la traslación es la
causa del devenir, es evidente que si la traslación es una, resulta im-
posible que ambos procesos sean simultáneos, ya que son contrarios. (En
efecto: lo que permanece idéntico a sí mismo produce siempre, por su
natura, el mismo efecto, [con lo cual] existirá siempre o generación o
bien corrupción). Además, los movimientos deben ser múltiples y
contrarios, ya sea según la dirección, ya sea por irregularidad; pues
efectos opuestos exigen causas opuestas" (336 a 23).
Ya ha sido probada la continua corrupcio-generación de las cosas (317 b 33
ss); habiendo corrupcio-generación deben existir movimientos de traslación que
se comporten entre sí como contrarios, sea porque se invierte el sentido del
movimiento, sea porque el movimiento no es uniforme (experimenta
aceleraciones, positivas o negativas) por el alejamiento o la aproximación al
sol.13 Es decir que no es el movimiento diurno del primer cielo, monótonamente
uniforme, el responsable de la corrupcio-generación, sino el movimiento del sol
según la eclíptica o movimiento zodiacal, el cual, en tanto que movimiento
eterno, es causa de la generación, y en tanto que movimiento no uniforme —
11
La demostración de la eternidad del movimiento celeste aparece en Phys., VIII, cc. 7-9. Se
trata del movimiento del sol según la eclíptica lo que aparece así como causa eficiente de la
corrupcio-generación universal; idea que guarda aun hoy su vigor. Aristóteles da algunos
ejemplos en otras obras: Meteor., 346 b 16 ss; Phys., 194 b 13; Met., 1071 a 15 y 1072 a 10.
Puede verse en Heath, p. 190 ss un estudio del sistema astronómico de base.
12
Nueva referencia a Phys., ahora a 260 a 26 - 261 a 26.
13
Ampliamente se ocupa de esto Joachim [1], p. 257. Cfr. además: Meteor., L. I, cap. 2, para la
traslación circular.
10. La generación y la corrupción 169
pues acerca y distancia el sol, alternativamente— es causa de las alternadas
corrupciones y generaciones (336 a 31); y por cuanto los períodos de
aproximación y de elongación del sol son iguales, se produce la igualdad de los
períodos corrupcio-genéticos naturales: otoño-invierno y primavera-verano (336
b 18).14
Mas no sólo habrá siempre continuidad de corrupcio-generación según las
causas material (318 a 9 ss) y eficiente, sino que aun es posible una perspectiva
de mayor envergadura:
"Es bien razonable aquella continuidad pues, tal como lo sostenemos, la
natura tiende siempre a lo mejor en todas las cosas, y es mejor ser que no
ser (en otro lugar hemos explicado los diversos sentidos de "ser");15 pero
como es imposible que el ser pertenezca a todas las cosas, pues se hallan
muy alejadas de su principio, opta la divinidad por la única vía restante,
haciendo de la generación un proceso ininterrumpido; de este modo logra
el ser la máxima consistencia posible pues esa continua generación es lo
más próximo que puede darse a la substancia” (336 b 26).
Está ínsito en el "apetito" natural de la materia —como poder ser que es—
desear ser y ser sin limitación, que es el modo perfecto de ser. Mas por cuanto
esta tendencia no puede sino ser tendencia, sin alcanzar el acto perfecto de ser
porque el mundo sublunar se halla sumamente alejado del primer motor, el ser
natural es contingentemente y va conducido a ser sucesivamente lo que no
puede ser simultáneamente. Tal es el orden natural, donde si bien el individuo
es caduco, la especie se mantiene en el ser gracias a esa constante generación: y
esta no es sino la causa final del proceso cósmico de corrupcio-generación: la
consecución de la perfección óntica de la naturaleza en la substancia.16
Esta visión final teológico-natural de Aristóteles muy bien puede ser la res-
puesta que busca Joachim, en pos de Alejandro y de Filópono, al inquirir acerca
de cómo puede ser que la génesis de una cosa sea eo ipso la corrupción de otra y
viceversa:17 "¿Cómo, entonces, puede ser la aproximación del sol causa sólo de
, y su distanciamiento causa sólo de ?". Bien sospecha que "la
solución a esta dificultad depende, tal como debemos suponer, de una diferencia
14
"Videmus enim ad oculum quod sole adveniente ad punctum Arietes, quando directe locum
nostrum tangit, incipit esse generatio terrae nascentibus, recedente autem sole a principio Librae,
incipit rerum deminutio et corruptio", Sto. Tomás, In II gen. corr., lect. 10. Cfr. también Meteor.,
346 b 20 ss.
15
En su Met., en general y especialm. L. IV, c. 7
16
Por eso se explican otras traducciones: Foster: “the nearest approach to eternal being”; Tricot
[3]: “se rapproche le plus de l’Λtre éternel”; Mugler [2]: “étant ce qu’il y a de plus prΠs de
l’existence”
17
Joachim [1], p. 260 ss.
170 Juan Enrique Bolzan
de orden o de grado de realidad en el ", poniendo como ejemplo una
escala de valores según la cual la planta y el animal resultan ser "más reales"
que la simiente; o el aire que el agua, por estar aquél más próximo al primer
motor (); etc. Y aun sus lucubraciones en torno a la
importancia que tienen en Aristóteles los cambios en el ser viviente con su
recurrencia al calor vital y al ciclo vital de las especies, todo ello tiene aquí su
adecuado y bien explotado lugar.
Pero se permanecerá en cierta chatura si no se acompaña al Estagirita en el
vuelo de una visión cósmico-teológica que no se deje arrastrar a la
consideración pormenorizada de cada caso particular, y ni aun a la teoría más
general de los cuatro elementos y sus concomitantes, sino que se eleve rauda y
atrevida, con el atrevimiento sapiente de ordenador: cuando ya Aristóteles se ha
ido por los cielos del saber y las esferas del acontecer en el rápido ascenso que
ahora le permite y aun le obliga toda su teoría, de poca monta puede parecerle
retornar al problema origen de su especulación, bastándole con las indicaciones
que ha ofrecido al lector, según las cuales la actual economía divina mantiene la
variedad y constancia del ser, el orden y la perfección del acontecer universales,
recurriendo a una sostenida corrupcio-generación como medio de mantener
sucesivamente en el ser y sus perfecciones —y en un como remedo de la
eternidad— a ese cosmos que no puede serlo todo simultáneamente.
Desde esta perspectiva se hace necesario que coexistan aun aquellos seres
que se oponen relativamente, porque sólo así se logra un universo dinámico;
"pues aquellas cosas que naturalmente se rechazan entre sí según la contrariedad
de natura, concuerdan en el orden del universo según el cual todas están de
algún modo unidas y coexisten en el mundo. Y esto ocurre por participación en
la paz divina que, en cuanto por todos deseada, tiene razón de fin".18
¿Que nos salimos así de la austeridad científica? ¿Y cómo no, cuando se ex-
trema la explicación buscada? Porque entonces marchamos asintóticamente
hacia lo divino. Buen pie nos ofrece esta causalidad final que es según la natura,
como lo quiere Aristóteles.
Mas retornemos a la sobriedad al uso y resumamos:
"De lo dicho es evidente: que hay corrupcio-generación; cuál es la causa
productora; y cuáles los [cuerpos] generables y corruptibles. Además —
tal como lo hemos explicado en otros tratados— si hay movimiento, debe
haber algún motor; si el movimiento es eterno, habrá un motor eterno; si
es continuo, el motor debe ser uno, idéntico, inmóvil, ingenerado e inalte-
rable. Y si los movimientos circulares son múltiples, múltiples deben ser
18
Sto. Tomás, In De divinis nominibus, cap. X, lect. 1.
10. La generación y la corrupción 171
los motores, pero todos y de algún modo subordinados a un único
principio" (337 a 15).
Resumen este final de una larga argumentación que ha venido desarrollando
Aristóteles por extenso en otras obras, y que acaba desembocando en lo
teológico.19
2. Necesidad de la generación
Aceptado cuanto antecede, será necesario hacer ahora algunas aclaraciones a
modo de completitud:
"Observando que en todo movimiento continuo —sea en orden a la
generación, a la alteración o al cambio en general— existe
consecutividad, es decir: una generación tras otra, sin intervalo, debemos
investigar si existe o no algo que necesariamente existe, o bien si para
todas [y cada una de] las cosas existe la posibilidad de no ser generadas"
(337 a 34).
Es decir que aceptado que el movimiento del cielo es necesario y generante,
¿se sigue de ello la necesidad de su efecto? La observación tópica: "corruptio
unius est generatio alterius", ¿significa la existencia de un movimiento
monótonamente necesario? No caben dudas en cuanto a su esencia, pues toda
generación ocurre a partir de un sujeto que deja de ser substancialmente lo que
es para pasar a ser otro gracias al agente capaz de producir la educción de la
nueva forma. El agente incesante existe; la incesante corrupcio-generación se da
y según la infalible relación ser-no ser del corrupto a no ser-ser del generado; la
experiencia parece exigir la necesidad de la corrupcio-generación. Ahora bien:
¿es esta necesidad extensiva a todos y cada uno de los generados?
"Es evidente que con algunos así ocurre [nunca son generados] y por eso
es menester distinguir entre «será» y «debe de ser». Ya que si puede
decirse con certeza de alguna cosa que «será», debe, en algún momento,
ser cierto decir de ella que «es»; mientras que aun cuando sea cierto decir
«debe de ser», es muy posible para ella no llegar a ser. Así, alguien que
debe de caminar, podría no hacerlo" (337 b 3).20
19
Phys., VIII, 4; Met., XII, 7-8.
20
Nótese que con nuestro "debe de..." queremos indicar —como es correcto en castellano— el
sentido de posibilidad, no de obligación o necesidad: el caso "podría suceder; quizá suceda o
sucederá, o quizá sucedió". Con ello respetamos la diferencia entre que
y
se halla en el texto original.
172 Juan Enrique Bolzan
Debe, pues, distinguirse entre la necesidad del "ser-es" y la contingencia del
"podría ser-es": si se puede ver con certeza, en el ser que ahora es, la necesidad
de su futuro —de su será— se verá asimismo la legitimidad de afirmar que
habrá un es en su debido momento. Mas del hecho no necesario del poder ser
no se seguirá jamás necesariamente el futuro es: "ab esse ad posse valet illatio"
pero no la inversa.
La existencia de la causa hace necesaria con necesidad absoluta la relación
causa-efecto, mas no la necesaria existencia de su efecto propio como
resultante, pues lo que realmente llegue a ser podrá depender de la concurrencia
de otras relaciones causales simultáneas que conduzcan a una compleja con-
causalidad y, por consiguiente, al resultado debido. Las causas física (por
consiguiente, no libres) producen cada una su efecto específico, pero la
necesaria con-causalidad que se da en la complejidad natural hará que las causas
se condicionen ad invicem, influyendo en el efecto propio de cada una de ellas
separadamente consideradas; de tal modo todo efecto cósmico es el resultado de
una múltiple causalidad concomitante y, en última instancia, de la realidad
dinámica del cosmos todo..
"Dicho en general: puesto que entre las cosas existentes algunas podrían
no existir, evidentemente lo mismo valdrá para las cosas generadas: su
generación no acontecerá necesariamente" (337 b 7).
La generación es, tal como el ente, contingente o necesaria; puesto que exis-
ten entes contingentes, habrá generación no necesaria. Ahora bien,
"¿Significa esto que todo cuanto se genera es así? O, por el contrario, ¿les
es a algunas cosas absolutamente necesario ser generadas; y así como en
los dominios del ser se distingue entre lo que no puede no ser y lo que
puede no ser, así acontece en los dominios del generar? Por ejemplo: es
necesario que los solsticios se produzcan y no es posible que no
acontezcan" (337 b 9).
La respuesta ha de ser cauta pues si se cae en la fácil tentación de admitir
que todo es absolutamente contingente, nada sería: ni contingente ni
necesariamente.
"Debemos admitir que si existe el consecuente, el antecedente ha debido
producirse; como, por ejemplo, que han debido echarse los cimientos si la
casa existe, y que debe existir el mortero si lo hacen los cimientos" (337 b
14).
10. La generación y la corrupción 173
Lo que es naturalmente posterior según la vía de generación, arguye necesa-
riamente de la existencia de lo previo. Nuevamente, de la existencia del efecto
se concluye necesariamente la existencia de la causa. Pero:
"¿Es igualmente cierto lo inverso? Si se han echado los cimientos, ¿debe
producirse la casa? ¿O no, si no hay necesidad absoluta de que se
produzca el consecuente?" (337 b 15).
"Ab posse ad esse non valet illatio". Tal como era necesaria la anterior rela-
ción desde el efecto a la causa —o del consecuente al antecedente—, ésta, desde
la causa al (futuro) efecto, es contingente,21 a menos que se sepa que ese efecto
debe existir necesariamente por su propia natura.
“Si es este el caso, echados los cimientos la casa se producirá
necesariamente. Porque [por suposición] están de tal modo relacionados
antecedente y consecuente que si éste existe, necesariamente lo precede
aquél. Si, por consiguiente, es necesario que se genere el consecuente,
también lo es para el antecedente; y si éste lo ha sido, entonces también el
consecuente. No, sin embargo, debido al antecedente sino porque se
supuso necesaria su generación. De aquí que cuando el consecuente exis-
te necesariamente, el nexo es recíproco; y siempre que se genera el
antecedente, lo hará también el consiguiente" (337 b 17).
En tanto que los cimientos son cimientos de la casa, se sigue que el ser de la
casa presupone el ser de los cimientos; pero la inversa sólo surgiría si se
concede necesidad absoluta del ser de la casa: la casa no puede ser sin
cimientos, mas los cimientos pueden quedarse en tales.
"Ahora bien: si existe un proceso descendente al infinito, la generación de
un determinado consecuente no se producirá con necesidad absoluta sino
sólo hipotética" (337 b 25).
Pues en esta secuencia de producción sucesiva, la generación de un término
subsiguiente al que ahora existe debe ser condicional, hipotética, ex
suppositione,
"porque siempre será necesario que existe algún antecedente para que
exista necesariamente el consecuente. Mas por cuanto no existe origen
para lo que es infinito, no existirá ningún primer término que haga
necesaria la generación de los consecuentes" (337 b 27).
Si la secuencia es infinita in recto no puede haber exigencia a la generación
de algo ni desde el extremo originario ni desde el extremo final; porque, de
21
"...quia possit toto, necesse fuit supponi et partem. Et ideo non convertitur", como dice Sto.
Tomás, In II gen. corr., lect. 11. Para esta doctrina del nexo entre antecedente y consecuente
temporales, cfr. Post. anal., 95 a 24 - 96 a 7.
174 Juan Enrique Bolzan
hecho, en una recta infinita no existen actualmente extremos de cadena
exigentes de tal generación.
"Mas tampoco en una serie finita será verdad decir que existe necesidad
absoluta en la generación de uno de los términos, como por ejemplo: la
de una casa, si se han echado los cimientos. Pues a menos que siempre
haya necesidad de producción de una cosa, nos hallaríamos con que
siempre existirá algo que puede siempre no ser. Pero si su generación es
necesaria, la repetición lo es, ya que lo que es de necesidad coincide con
lo que es siempre, pues lo que debe ser no puede no ser" (337 b 29),
y la experiencia nos muestra la contingencia del ser de la casa con respecto al
ser de los cimientos.
"En consecuencia: si la generación de algo es necesaria, esa generación es
eterna, pues lo necesario es también eterno (pues lo necesario no puede
no ser). Y si, por consiguiente, la generación de una cosa es necesaria, su
generación es eterna; y si es eterna, es necesaria" (338 a 1).
Convertibilidad esta de eterno y necesario que aplica, a continuación, a la
generación natural:
"Se sigue que si la generación de algo es absolutamente necesario, ne-
cesariamente debe ser cíclica, volviendo sobre sí. Porque la generación ha
de ser o limitada o bien no limitada; y si es no limitada, será rectilínea o
cíclica. Mas si debe ser eterna no será rectilínea, puesto que no existirá un
punto de origen (sea que la consideremos en sentido descendente —como
hechos futuros— sea en sentido ascendente —como hechos pasados—).
Sin embargo debe tener un principio <si ha de ser necesaria y, consi-
guientemente, eterna>, y si es limitada no puede ser eterna. En con-
secuencia, ha de ser necesariamente cíclica " (338 a 4).22
Ya había demostrado Aristóteles que la generación es necesaria; si es así, no
puede ser rectilínea porque en tal caso no existirá miembro de la secuencia cuya
presencia sea absolutamente necesaria () sino sólo
contingentemente o por hipótesis ( ), pues cada término de la
serie sólo es necesariamente presupuesto por el siguiente: en una tal sucesión no
hay. No resta sino que sea cíclica.
"Por lo tanto la necesidad absoluta se halla en el movimiento y la gene-
ración circulares" (338 a 14).
22
En razón de cierta corrupción aquí del texto griego y de la clarificación que procura, acepta-
mos, con Joachim [3], el agregado de la cláusula entre < >
10. La generación y la corrupción 175
Teoría que debe remitirse, como a su fundamento, a la Physica,23 donde
Aristóteles se refiere al movimiento del cielo, circular, eterno y eternamente
moviente de las esferas inferiores y del sol con ellas; el cual sol,
"moviéndose circularmente, produce cíclicamente las estaciones,
volviendo sobre sí mismas; y así generadas producen, a su vez, cuanto de
ellas dependen" (338 b 3).
Esto es: los fenómenos naturales, y los frutos y seres vivientes.
Se cierra de este modo, con una apelación a la causa primera originante, el
tema de la corrupcio-generación natural.
23
Phys., VIII, cc. 7-9.
EL TRATADO
METEOROLOGICORUM
CAPÍTULO XI
LAS CAUSAS EN LA GENERACIÓN
DE LOS ELEMENTOS
1. Prolegómenos
Entramos ahora de lleno a lo que más corrientemente ha sido considerada "la
química de Aristóteles"; 1 y no sin razón pues aparece en esta obra —especial-
mente en su Libro IV— una sorprendente cantidad de observaciones que muy
bien constituyen los que nos gusta denominar la "química aplicada" del
Estagirita; pues la parte teórica es precisamente la desarrollada en cuanto hemos
expuesto hasta ahora.
Como de costumbre, encabeza Aristóteles este nuevo tratado con un párrafo
introductorio que establece la relación con las dichas obras anteriores:
"Hemos estudiado ya las primeras causas de la naturaleza y de todo
movimiento natural; así como de los movimientos ordenados de las
estrellas en los cielos, y del número, especies y mutuas transformaciones
de los cuatro elementos; y, en general, de la corrupcio-generación" (338 a
20).
De ello ha tratado en la Physica ( I y II: causas del ser natural, y V-VIII:
movimiento); De caelo (I y II: movimiento celeste, y III-IV: transformaciones
de los elementos); y de la generación y la corrupción en De generatione et co-
rruptione (passim).
Como resultado,
"Hemos definido así [...] que hay cuatro cuerpos que deben su existencia
a cuatro principios, con un doble movimiento: desde el centro y hacia el
centro. Esos cuatro cuerpos son: fuego, aire, agua y tierra. Ocupando: el
fuego, el lugar más alto; la tierra, el más bajo; mientras que los otros dos
guardan entre sí una relación similar a la de fuego y tierra (pues el aire es
el más próximo al fuego; y el agua, a la tierra). El cosmos todo que rodea
la tierra se compone de esos cuerpos, y nuestro objetivo consistirá, según
dijimos, en estudiar sus propiedades," (339 a 10).
1
Así lo hace, por ejemplo, Düring.
180 Juan Enrique Bolzan
Posición y composición que ya ha establecido en sus estudios de De caelo, I-
II, y De gen. corr., II, 2-3; será ahora necesario tratar más por menudo de esos
elementos a fin de ir completando un saber cada vez más específico de las
cosas; 2 y hasta tal punto toma en serio Aristóteles este tipo de tarea emprendida
que se abocará al estudio de los fenómenos celestes en general, los cometas, la
Vía Láctea, los vientos y lluvias, los cataclismos, mares y ríos, los temblores de
tierra, el rayo y el trueno, etc., hasta acabar con un estudio del arco iris y lo que
podríamos denominar, con Tricot, la teoría matemática del mismo. Esto abarca
las tres cuartas partes del tratado (Libros I a III); mas como ello no hace especí-
ficamente a nuestro interés actual, pasaremos directamente a los temas desa-
rrollados en el Libro IV y final de Meteorologica.
2. Los procedimientos generales
"Hemos ya establecido que son cuatro las causas de los elementos, de
cuyas combinaciones surgen cuatro elementos" (378 b 10).
Así lo ha hecho en De caelo, 303 b 9, en De gen. corr., 329 b 31, y en esta
misma obra Meteor., I, 2; esas causas formales o cualidades primarias de los
elementos son: caliente, frío, seco y húmedo.
"Dos de ellas: caliente y frío, son activas; dos son pasivas: seco y
húmedo. Algunos ejemplos pueden ser convincentes: siempre se verifica
que son calor y frío los que delimitan, combinan y cambian lo
homogéneo y lo no homogéneo, y los humedecen, secan, endurecen y
ablandan" (378 b 15).
Esa experiencia corriente nos muestra "las siete obras del calor y del frío",
como las denomina y explica Olimpiodoro; 3 y lo confirmará una recurrencia a
las respectivas definiciones.
Lo que parece aquí malsonante es atribuir al calor y al frío la propiedad de
humedecer, que pareciera corresponder eminentemente a lo húmedo.
Olimpiodoro dice que ello acontece porque "lo frío intercepta la humedad"; lo
cual, a su vez, exige una interpretación que podría ser esta: el frío no deja
desprender la humedad de lo ya húmedo y, de alguna manera, es posible
asignarle positivamente la propiedad de humedecer ( = no dejar secar). Pero se
nos ocurre que tal vez no sea excesivamente aventurada la siguiente
explicación: al frío le compete esencialmente enfriar y per accidens humedecer,
2
Pues "manifestum est quod complementum scientiae requirit quod non sistatur in
communibus, sed procedatur usque ad species", Sto. Tomás, In I Meteor., lectio 1.
3
Olimpiodoro, 274, 31 ss.
11. Las causas en la generación de los elementos 181
pues sobre una superficie enfriada se condensa humedad; en estas condiciones,
la causa activa de "hacer húmedo" es, pues, el frío. Si esto parecería hacer decir
a Aristóteles lo que él no pudo haber pensado, nos remitimos al texto que
citaremos más adelante (386 b 16) y donde Aristóteles demuestra haber
conocido la posibilidad de secar por diferencia de temperatura. Cabe señalar que
para Düring, en este texto de 378 b 15 tal vez piensa Aristóteles en los procesos
de cristalización, coagulación, espesamiento, condensación, y, para el caso de
en el hielo. Todo lo cual ya lo había dicho Olimpiodoro. 4
Por su parte,
"Lo seco y lo húmedo —cada uno de por sí o ambos combinados— son
los sujetos de aquella delimitación y de las demás afecciones señaladas"
(378 b 17).
Lo que ha sido "secado" o bien "humedecido" por la actividad del calor y del
frío, está ahora delimitado por ello mismo. Esto se entiende si se acepta la defi-
nición de la natura propia de cada cualidad.
"También podemos verlo por los términos con los cuales definimos sus
naturas: hemos denominado activos a calor y a frío (pues unir es un
modo de ser activo); y a húmedo y seco, pasivos (porque se dice ser fácil
o difícil de delimitar según se sufre naturalmente alguna acción) " (378 b
20).
Todo lo cual debe entenderse en el contexto general de la teoría sobre las
cualidades primarias y la acción-pasión. 5 La experiencia indica que es posible
hablar de estas cualidades distinguiéndolas en activas y pasivas: relativamente
activas y pasivas, según sea el caso; pues de sí mismas todas son activas en
cuanto lo es toda cualidad, no indicando la pasividad sino un grado menor de
actividad según se contraponen dos cualidades. De este modo, calor y frío
aparecen más claramente productivas y modificantes que seco y húmedo, hasta
ser considerados aquellos como las causas activas de "lo humedecido" y "lo
secado".
Recordando la apropiación que hace Aristóteles de una cualidad fundamental
dentro del par característico de cada elemento, resulta entonces que la cualidad
fundamental del agua es el frío y la del fuego, el calor; de aquí se concluye
fácilmente que lo frío —en cuanto activo en un caso dado— reclama
inmediatamente a lo húmedo y no a lo seco, pues "frío" es la cualidad
primordial o fundamental del agua, siendo "húmedo" la complementaria. Lo
frío, en tanto que activo, se da fundamentalmente en el agua, que es al mismo
tiempo húmeda.
4
Cfr. nota anterior.
5
El "hemos denominado" alude a De gen. corr., 329 b 22 ss.
182 Juan Enrique Bolzan
"Es entonces claro que algunas cualidades son activas, y otras, pasivas.
Esto dicho, hemos de describir ahora las operaciones de las cualidades
activas y los modos que toman las pasivas.
En primer término, la generación absoluta y el cambio natural son siem-
pre obra de esas potencias [activas], así como de lo opuesto: la corrupción
natural; procesos que ocurren tanto en las plantas cuanto en los animales
y sus partes" (378 b 28).
Se trata ahora no de la corrupcio-generación artificial o violenta sino de
aquella que naturalmente conduce a los compuestos o combinaciones;
tomándose como ejemplos, más claros por extremos, el caso de los seres
vivientes y sus partes; término este último que apunta inmediatamente a las
combinaciones parciales que constituyen, finalmente, la materia de plantas y
animales; señalando, de paso, la extremosidad de los ejemplos aducidos.
Ahora bien:
"Esta generación absoluta y natural es un cambio provocado por dichas
virtudes en la materia substrato de determinado ente natural, cuando
existe una relación adecuada [virtudes/materia]; materia que no es otra
cosa que las potencias pasivas mencionadas" (378 b 32).
La materia pasiva actualizada y dotada de las potencias o cualidades pasivas
es lo que constituye la materia próxima del cambio, a la cual hay que referirse
inmediatamente en toda generación natural.
"Acerca de la substancia material, es preciso no olvidar que aunque todas las cosas
procedan del mismo elemento primero o de los mismos elementos considerados como
primeros, y aunque la misma materia sirva de principio a todas las cosas que se generan,
sin embargo hay una que es propia de cada cosa; por ejemplo: de la flema es primera
materia lo dulce o lo graso, y de la bilis, lo amargo o algo semejante; aunque quizá estas
cosas procedan de lo mismo. Y llega a haber varias materias de lo mismo cuando una es
materia de lo otro; por ejemplo: la flema procede de lo graso y de lo dulce si lo graso
procede de lo dulce, y de la bilis por resolverse la bilis en la materia primera. Una cosa,
en efecto, puede proceder de otra de dos modos: o bien porque una es previa al devenir
de la otra, o bien por resolución de éste en su principio". 6
Si bien continúa siendo cierto que según la materia prima es posible generar
cualquiera determinada cosa a partir de otra cualquiera, puesto que aquella
materia prima es de sí pura potencia de ser, sin embargo en las condiciones con-
cretas en que se dan los cambios, en toda generación natural —donde se parte
ya de un ser actualmente en acto de ser tal o cual— la potencialidad con que
inmediatamente se debe contar es la potencialidad parcial de la materia
próxima, la potencialidad ínsita en el ente que en acto existe y lo hace con su
actividad específica: el resultado es así el de un compromiso o interacción de
6
Met., 1044 a 15 ss; trad. García Yebra, donde corregimos ligeramente la puntuación.
11. Las causas en la generación de los elementos 183
agente y paciente relativos ad invicem. 7 De aquí que si bien todo compuesto
natural consta de los cuatro elementos, según ha sido dicho, 8 por esa misma
interacción "todo compuesto consiste no de los cuatro elementos arbitrariamente
dispuestos sino dispuestos según proporción y composición"; 9 lo cual no es
más que una aplicación especial de la doctrina general según la cual "«ser»
significa precisamente «estar puesto de tal modo»; y «ser hielo», «estar
condensado de tal manera»".10
Todo procede, pues, ordenadamente de los cuatro elementos según una doble
vía: progresiva y regresiva, hasta alcanzar cuerpos o substancias complejas,
como queda representado en el siguiente esquema:11
De esta visión inter-activa y ordenada se sigue que la causa eficiente —el
agente— del proceso podrá ejercer su virtud en tanto se adapte al modo de ser
del paciente: no se puede esculpir en agua (¡sí en hielo!), tal como no se puede
fundir la madera:
"Caliente y frío generan dominando la materia; si no lo hacen, se produce
una ebullición [] o digestión [] imperfectas" (379 a 1).
7
Recuérdese el "Principio de acción y reacción" de Phys., 202 a 6.
8
De gen. corr., 334 b 31.
9
De anima, 410 a 1.
10
Met., 1042 b 25.
11
Tricot [7], t. II, p. 469.
184 Juan Enrique Bolzan
Comienza aquí Aristóteles a introducir una terminología que le es propia, para
referir la variedad de procesos que pueden verificarse en los cambios naturales,
conforme con su declaración: "A las veces es necesario acuñar palabras si no existen
las que puedan establecer la adecuada correlación explicativa".12 Precisamente es lo que
a él mismo le ocurre aquí: la cuidadosa observación a que somete los procesos le
conduce a distinciones para expresar las cuales debe idear una terminología adecuada.
Intentaremos dar los mejores equivalentes castellanos; mas en razón de la dificultad de
traducir fielmente un vocabulario que ni en sí mismo está bien definido, hemos optado
por poner entre paréntesis el término griego pertinente; sirviéndonos de consuelo que
aun Guillermo de Moerbeke se conformó con transliterar dichos términos, hablando sin
más de pepansis, epsesis, optesis, omotes, molynsis y stateusis; lo que también
actualmente hace Düring.13
Si las cualidades activas se imponen totalmente, así de completa es la
generación; si no lo hacen, se tratará de una generación imperfecta dando como
resultado un producto de equilibrio e intermedio entre las cualidades activas y la
materia sobre la cual actúan.
"Pero, en general, lo opuesto a la generación absoluta es la putrefacción
[]; pues toda corrupción natural conduce a ella como, por ejemplo,
el envejecimiento [] y el ajamiento []. La putridez
[] es el fin de todo lo natural, a menos que se los destruya
violentamente, pues es posible quemar, por ejemplo, carne, huesos, o
cualquiera otra cosa cuya corrupción natural sea la putrefacción. De aquí
que las cosas que se pudren comienzan por ser húmedas y acaban secas;
porque de lo húmedo y de lo seco provienen, siendo determinado lo seco
por lo húmedo gracias a la operación de las cualidades activas" (379 a
2).14
Es decir que la putrefacción se sitúa en el extremo opuesto a la generación; y
si se exceptúa toda violencia, la vía natural significa una progresiva deshidrata-
ción provocada por las cualidades activas limitantes.
Es claro que Aristóteles está pensando aquí en animales y vegetales y sus partes
constitutivas; por ello viene al caso una ampliatoria referencia a la muerte,
distinguiendo:
"La muerte es violenta o bien natural. Es violenta cuando su causa es exterior;
natural, cuando la causa reside en el animal mismo y está implicada desde el principio
en su constitución orgánica [...]. La muerte se debe siempre a alguna falla del calor [...]
perdiéndose la fuente de vida cuando el calor natural ya no es atemperado por
refrigeración sino que se consume por sí mismo. De aquí que cuando, pasado el tiempo,
se deshidratan pulmones y agallas, estos órganos se hacen duros y térreos y por
12
Cat., 7 a 5.
13
Düring, passim.
14
Interpretamos, en estos textos del Meteor., el verbo en el sentido de "determinar a algo
a ser tal o cual cosa", abreviadamente: determinar, y sus derivados
11. Las causas en la generación de los elementos 185
consiguiente incapaces de movimientos de expansión o contracción. Se llega así al
clímax señalado por la consunción del fuego".15
Donde aparecen la teoría del calor vital y el proceso de deshidratación como
conducente a la muerte; temas ambos que, en términos generales, pueden ser
trasladados a un contexto contemporáneamente aceptable.
Ahora bien:
"La corrupción sobreviene cuando lo determinado se impone al determi-
nante con ayuda del medio circundante, (si bien en un sentido especial
putrefacción se aplica a toda corrupción parcial cuando se aparta la cosa
de su natura). De aquí que, con la única excepción del fuego, todo puede
pudrirse: la tierra, el agua, y el aire lo hacen, siendo todos ellos como
materia con relación al fuego" (379 a 11),
"porque la putrefacción se produce cuando lo pasivo de la cosa domina sobre
lo activo que en ella existe; pero es posible que lo cálido del fuego (que es lo
más activo) sea dominado por algo de lo que hay en él: el fuego es fuego", dice
un tanto cándidamente Alejandro,16 para enfatizar la total actividad de ese
elemento peculiar, pues su calidez vence a todos los demás elementos.17 La
corrupción, en sentido amplio, significa todo cambio por alteración y se produce
—así como la corrupción absoluta— por la circunstancialización que comporta
la operación de las cualidades activas a través del medio ambiente. Y siendo la
putrefacción
"la corrupción del calor propio y natural de todo sujeto húmedo por un
calor externo, esto es: por el calor del medio circundante" (379 a 16),
se sigue lo dicho acerca de la incorruptibilidad del calor: él mismo ni tiene
humedad que pueda perder, ni puede imponerse o vencerse a sí mismo.18
"De aquí que siendo el defecto de calor el fundamento de esta afección y
que todo cuanto carece de calor es frío, calor y frío serán las causas de la
putrefacción como resultado común indistintamente del frío del sujeto y
del calor del medio" (379 a 18).
En la putrefacción la agencio-patencia se establece en términos de sujeto-
ambiente, en tanto que en esta interacción dinámica consisten, propiamente, la
vida y la muerte. El resultado final: la sequedad, se explica por la relación calor
15
De resp., 478 b 22 - 479 a 15.
16
Alejandro [1], 183, 26.
17
Así Mauro [2], p. 655: "quia vero res putrefiunt per hoc, quod calor ambientis vincens
subiectam materiam separet humidum a sicco, ideo omnia elementa putrescunt, excepto igne [...]
quia caliditas ignis vincit omnia elementa".
18
Que se trata del calor exterior lo dice a la letra el mismo Aristóteles en De gen. animalium,
784 b 8.
186 Juan Enrique Bolzan
intrínseco del sujeto / calor extrínseco del ambiente; y la causa entonces de
putrefacción tanto puede atribuirse al exceso de calor ambiente cuanto al defec-
to de calor del sujeto.19 El calor animal tiende a mantener la humedad propia y
apropiada; un desequilibrio térmico a favor del ambiente conduce a esa
sequedad "denominada marchitamiento en las plantas, y senilidad en los anima-
les".20
Al cabo,
"Esto explica por qué todo cuanto se pudre se hace más seco y acaba por
convertirse en tierra o estiércol; pues expulsado el calor que le es propio,
se produce la co-evaporación de su humedad natural, y nada queda que
pueda atraer humedad (pues ello es función de su calor intrínseco, que la
atrae y retiene)" (379 a 22).
Explicada la putrefacción en función del calor extrínseco (calor del ambien-
te), aparece esa putrefacción concomitantemente a la sequedad del sujeto: su
húmedo natural se evapora, no siéndole ya posible retenerlo por cuanto se ha
corrompido el calor intrínseco, retenedor natural de la humedad.21 Resulta así
que
"la putrefacción se produce menos en tiempo frío que en cálido (porque
en invierno el aire y el agua circundantes contienen poco calor, de modo
tal que no tienen poder; pero sí lo tienen en verano). Además, lo
congelado no se pudre (ya que su frío es mayor que el calor del aire, y así
no es dominado, pues para afectar una cosa, debe dominársela); ni se
pudre lo que hierve ni lo caliente (porque el calor del aire circundante es
menor que el del sujeto y no prevalece sobre éste ni produce cambio
alguno). También lo que fluye o está en movimiento se pudre menos
fácilmente que lo estático, porque la potencia motriz del calor del aire es
más débil que la del calor del sujeto, y así no produce cambio.
Por la misma razón una gran cantidad se pudre menos fácilmente que una
pequeña, puesto que la cantidad mayor contiene excesivo fuego y frío
intrínsecos como para que los dominen las fuerzas ambientales; así,
pequeñas cantidades de agua de mar se pudren rápidamente, mas no el
todo; y lo mismo se diga de otras aguas.
19
Frío y calor son aquí términos relativos, tal como agente y paciente; si bien, como dice Sto.
Tomás, In IV Meteor., lect. 2: "Caliditas extrinseca est causa principalis, frigiditas est causa
secundaria: quia quod patitur a calido extrinseco, patitur propter defectum caliditatis propriae,
defectus autem caliditatis ponit frigiditatem contrariam abundantem, quae etiam agit ad
expulsionem caliditatis intrinsecae".
20
De resp., 478 b 28.
21
Cfr. De gen. animal., 739 b 12.
11. Las causas en la generación de los elementos 187
También los animales se generan de la putrefacción pues el calor natural
que se desprende organiza el material de desecho.
Queda así completada nuestra descripción de la generación y de la
corrupción" (379 a 26).
Ejemplos todos indudablemente cuidadosos según la observación, e ingenio-
sos según la explicación, siempre en la misma vía doctrinaria, esto es:
explicando la putrefacción y sus consecuencias a través del interdinamismo
entre calor interno y calor ambiente, con prevalencia de este último. Pero el
ejemplo de la incorruptibilidad de lo congelado amplía ahora el panorama en
punto al concepto de calor en Aristóteles: la relatividad de los conceptos de frío
y de caliente a que aludimos ya se extiende ahora en toda su generalidad,
porque este congelamiento supone sólo un extremo de "menor calor", de tal
modo que sigue siendo válida la teoría general de agencia y patencia entre calor
intrínseco y calor extrínseco, con el necesario dominio que debe ejercer el
segundo sobre el primero para que se dé efectivamente la putrefacción. El frío
resulta, pues, un modo de estado térmico (recuérdese la definición de
putrefacción y su causa: 379 a 11 y 379 a 18).
A todo lo cual podría agregarse que se halla también aquí una distinción
entre intensidad y cantidad de calor, al hacer depender la mayor o menor
facilidad de putrefacción de la masa del cuerpo a corromper.
El ejemplo último nos conduce al conocido tema de la generación
espontánea.
CAPÍTULO XII
LOS PROCESOS DE CAMBIO
PROCEDIMIENTOS PRÁCTICOS
1. La cocción
Habiéndose referido hasta aquí Aristóteles a la teoría de los procesos en
general, pasa a ocuparse de ciertos aspectos prácticos tendentes a poner en obra
dichos procesos; es decir: hablará de las operaciones gracias a las cuales se
logra efectivamente el cambio. Y en primer lugar aparecen los procesos
térmicos de digestión o cocción:
"El calor causa la cocción [] en sus especies: la maduración
[], el hervor [] y la asación []. Efecto del frío
es la incocción [] en sus especies: la crudeza [],la
escaldadura [] y la asación imperfecta []. Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que estos términos no denotan con
propiedad los hechos mismos, ni abarcan todas las varias clases de
acontecimientos similares; en consecuencia es menester no considerar
rigurosamente la nomenclatura, sino como expresión general de
fenómenos semejantes" (379 b 12).
Precisamente por la dificultad de que el mismo Aristóteles se hace cargo es que
consideramos oportuno consignar los términos griegos de que hace uso en sus obras; ya
referimos el método adoptado por Moerbecke; en Mauro aparece la siguiente lista:
190 Juan Enrique Bolzan
advirtiendo "quod nomina [...] non dicuntur omnino univoce, cum res significatae
per talia nomina non sint omnino similes, sed dicuntur analogice". 1
De otro modo dicho:
"La cocción es una maduración [] producida por el calor
natural propio a partir de las cualidades pasivas opuestas que constituyen
la materia propia de la cosa. Efectuada la cocción, la cosa ha logrado su
plena madurez [perfección o acabamiento]" (379 b 18).
Es decir que la cocción o digestión significa el resultado del calor natural
operando sobre las cualidades pasivas opuestas, esto es: lo seco y lo húmedo;
opuestas no sólo a lo cálido sino también, y concomitantemente, a lo frío. En
tanto es el objeto apto para ser digerido, la digestión comporta una perfección,
un acto de ser lo que antes era posibilidad de ser. Pero en el proceso ha de dis-
tinguirse entre una causa eficiente principal y una secundaria:
"El principio de esta maduración reside en el calor propio [del cuerpo],
aun cuando influencias externas puedan contribuir. Así, por ejemplo, los
baños y otros medios semejantes pueden ayudar a la digestión de los
alimentos; pero el principio reside en el calor propio del cuerpo" (379 b
21).
Estos procesos no son, pues, exclusivamente intrínsecos con referencia a la
causa eficiente, pues existe influencia del medio circundante.
"En algunos casos el fin [del proceso de cocción] es la natura de la cosa
en el sentido de forma y esencia; en otros, lo es una forma considerada
como substrato, cuando la humedad alcanza cierta calidad o magnitud en
los procesos de asación, de hervor, de putrefacción, o de otro modo de
calefacción; [y es fin] porque entonces [la cosa] tiene utilidad y decimos
que está cocida. Ejemplos son el mosto [], los líquidos
generados en los tumores purulentos, y las lágrimas cuando forman
legaña, etc." (379 b 25).
Se trata ahora de considerar el proceso según su causa final. En el primer
caso se tiende a obtener un nuevo ser perfecto en su orden —o ir perfeccionán-
dolo por repetidas cocciones— tal como acontece, por ejemplo, en la
maduración de un fruto o en el proceso de alimentación: en ambos casos se trata
de una asimilación de ciertos materiales exteriores y de su transformación,
gracias al calor interno —principalmente— y externo —secundariamente— y
su transformación en el ser del nutrido. En lenguaje aristotélico, es una
transformación substancial en sentido total, esto es: alcanzando un estadio final
conducente a aquel ser perfecto en su orden. Sin embargo es posible considerar
sólo procesos parciales, conducentes a un fin relativo representado por el grado
1
Mauro [2], p. 657.
12. Los procesos de cambio 191
de ser húmedo "hasta cierto punto", o grado deseado y detenido
compulsivamente, no naturalmente.
"La cocción se produce en todo aquello que es dominada su materia: la
humedad; pues [la materia / humedad] es lo determinado por el calor
natural [de la cosa]; y en tanto exista [en ella] proporción entre ambos
[humedad y calor], la cosa conserva su natura. De aquí que orina y heces
y las excreciones en general, son signos de salud, diciéndose que se ha
producido su cocción pues muestran que su calor propio ha prevalecido
sobre lo [materia / humedad] indeterminado. Las cosas así digeridas
devienen necesariamente más espesas y calientes, pues la acción del calor
las hace más compactas, espesas y secas" (379 b 32).
Insistiendo sobre la doctrina general del dominio de la humedad por medio
del calor natural, señala Aristóteles aquí que la cosa se mantiene en su natura en
tanto haya armonía interna en el cuerpo; armonía que para el caso del ser
viviente —del animal, concretamente ahora— significa el mantenimiento del
calor natural y de la humedad dentro de límites compatibles, operándose el
equilibrio gracias a la eliminación del los excesos a través de vehículos tales
como la orina y las heces; las cuales, a su vez, son materia espesada y
compactada por la acción predominante del calor. Aun hoy, desde el punto de
vista fisiológico, se exige como norma una adecuada consistencia para las
heces, y densidad normal para la orina; por ejemplo.
"Tal es, pues, la cocción. La incocción [] es una imperfección
debida a la falta de calor propio (y falta de calor es frío); imperfección
debida a [la presencia de] las cualidades pasivas opuestas, que cons-
tituyen la materia natural de las cosas" (380 a 6).
La incocción o indigestión aparece cual una cocción frustrada por falta o
insuficiencia de calor natural, lo cual comporta exceso de frigidez, causa esta
per se de la indigestión; siendo causa per accidens la eliminación de la calidez.
De este modo la definición de incocción es indirecta y en función del término
positivo correspondiente, así como lo fue ya la frigidez. Las cualidades pasivas
opuestas —para el presente caso: la humedad, que se comporta ahora como
materia propia de la digestión— no acaban de ser determinadas, y el estado final
es imperfecto.
192 Juan Enrique Bolzan
2. Las especies de cocción
Habiendo así definido en general el proceso de cocción, pasa ahora Aristó-
teles a hacer lo análogo con las diversas especies de cocción.
"La maduración [] es una cierta cocción, puesto que
denominamos maduración a la cocción que sufre el alimento en el
pericarpio. 2 Y pues la cocción es una perfección, la maduración es
completa cuando las semillas del fruto son aptas para reproducir otro
fruto semejante. Y así entendemos el perfeccionamiento en los demás
casos" (380 a 11).
El crecimiento y perfeccionamiento —acabamiento— del fruto se producen
por digestión asimilativa del alimento de parte del alimentado; y el fruto maduro
o perfecto es aquel ya apto para la generación de otro ser semejante, pues se ha
cumplido así el ciclo de crecimiento tendente a la perpetuación de la especie.
Tal como lo dice en otro lugar: "Nutrición y reproducción se deben al mismo poder
del alma [...]. Puesto que lo correcto es denominar las cosas por los fines que realizan, y
el fin de esta alma [nutritiva] es generar otro ser semejante a aquel en el cual reside, la
primera alma debe ser denominada alma reproductiva". 3
"Tal es, pues, el significado de maduración en cuanto se aplica al fruto.
Sin embargo muchas otras cosas que han sufrido cocción se denominan
maduras, aplicándose metafóricamente el término para procesos que son
específicamente los mismos; ya hemos insistido en la falta de términos
especiales para cada tipo de maduración que acontece cuando el calor y el
frío naturales delimitan la materia" (380 a 15).
Indigencia terminológica especifica de la cual a menudo se ha hecho cargo
nuestro autor, y que le impide asignar un nombre adecuado a los varios procesos
análogos. Para este caso de "maduración",
"tratándose de tumores, flemas y análogos, maduración significa la
cocción de la humedad intrínseca por el calor natural, ya que solo aquello
capaz de dominar puede determinar. De este modo, si lo que madura es
de tipo aéreo [= ¿gaseoso?], pasa a ser acuoso; si es acuo-
so, pasa a terroso; y, en general, lo ligero deviene siempre más denso,
según un proceso en el cual la natura [del madurando] asimila algo y
desecha algo" (380 a 20).
2
Este pericarpio, siendo la parte del fruto que cubre la o las semillas, es habitualmente lo
mismo que la pulpa. Ross [4], comentario a 441 a 12, dice que en Meteor., 380 a 11, el
o debe entenderse como el fruto en total.
3
De anima, 416 a 16 - b 23; convendrá ver todo el L. II, cap. IV para el tema de la
alimentación; así como los comentarios de Rodier, Ross [4], y Hamlyn.
12. Los procesos de cambio 193
Todo ello debido a que oficio del calor es condensar o reunir, hacer más
compacto, según fue dicho (380 a 4). Este calor natural permitirá la asimilación
provocando, por una parte, la aparición de un material con la necesaria consis-
tencia si ha de servir de alimento; y, por otra, eliminando o vaporizando las par-
tes más sutiles entre la inútiles (las más bastas son excluidas como heces y
orina, 380 a 1). 4 En los vegetales —el ejemplo más recurrido entre los
comentaristas medievales— se constata fácilmente este proceso de
condensación que va desde la absorción de sales en disoluciones acuosas
diluidas y fijación de aire (función clorofiliana), hasta el estado "terroso" —más
sólido y seco— representado por las semillas como final del proceso de
desarrollo y en orden a la continuidad de la especie.
Santo Tomás apela al ejemplo de la almendra, "in qua prius a calido separatur
humidum aërem, et convertitur flos in corticem viridem et aquossum, postea separatur
humidum aquossum et convertitur in corticem osseum, et tertio semen intra formatur". 5
Ahora bien:
"Lo opuesto es la crudeza [] siendo, consiguientemente, una
incocción del pericarpio alimenticio; es decir: de la humedad no de-
terminada. Así, la crudeza es de naturaleza aérea o acuosa, o bien de
ambas. Y siendo la maduración perfeccionamiento, será la crudeza un es-
tado imperfecto, debido a la deficiencia del calor natural y a su
desproporción con respecto a la humedad del madurando. (Nada húmedo
madura de por sí sin mezcla de algo seco; pues el agua es el único líquido
que no se espesa). Esta desproporción se debe sea a defecto de calor, sea
al exceso [de materia] a delimitar; de donde se sigue que el jugo de las
cosas crudas sea ligero, más bien frío que caliente, e inadecuado para
alimento o bebida" (380 a 27). 6
La crudeza es, de este modo, un estado imperfecto debido a una discordancia
entre el calor natural disponible y la cantidad de materia (húmeda) a delimitar:
existe una preponderancia parcial por parte del calor, quedando "de lo húmedo"
por digerir.
El texto puesto entre paréntesis 7 se explica teniendo en cuenta el conoci-
miento que acerca de los líquidos debía tener por entonces Aristóteles, siendo el
4
Cfr. Sto. Tomás, In IV Meteor., App., lect. 4 para interesantes ejemplos de esta "pepansis" en
sentido metafórico.
5
Sto. Tomás, In IV Meteor., App., lect. 4.
6
En Probl., 923 a 17 se pregunta: "¿Por qué algunas plantas son comestibles y otras, no? ¿Se
deberá a sus jugos?".
7
Como el texto interrumpe el curso de las ideas, aceptando el parecer de varios autores (Fobes,
Lee, Webster, Tricot [4]) lo hemos puesto entre paréntesis; probablemente debería colocarse al
final de nuestro texto de 379 b 2
194 Juan Enrique Bolzan
agua el único relativamente "puro", en tanto que todos los demás —mostos y
aceites en general— eran mezclas complejas y más o menos alterables, dando
fácilmente como resultado una maduración (caso del mosto) o algún
espesamiento (como en los aceites). Además, siendo el agua, según la doctrina
general, predominantemente fría, queda excluido de ella todo calor natural, por
un lado; y por otro —y ahora en orden a la desproporción— toda asimilación
madurante de parte de un sujeto exige atenuar la humedad de aquella agua
admitiendo algún mezclamiento con materia seca. Pero también en la noción de
crudeza surge cierta ambigüedad, pues
"tal como «maduración», «crudeza» se utiliza en varios sentidos: tanto
orina cuanto heces y catarros se denominan crudos, pues el calor no ha
logrado dominarlos ni darles consistencia. Prosiguiendo, se dice también
de la arcilla, de la leche y de muchas otras cosas, que son crudas si, a
pesar de poder cambiar y ser consolidadas por el calor, aun no han sufrido
su acción" (380 b 3).
Más adelante volveremos a encontrar, y más detalladamente, estos ejemplos
de arcilla y leche. En todos los casos el término se predica metafóricamente a un
conjunto de procesos o de productos no acabados; y nuevamente aquí hace
excepción el agua, pues si bien
"podemos hablar de agua hervida, no así de cruda, pues no se espesa"
(380 b 10);
pues no tiene sentido, ni aun metafóricamente, aplicar un predicado a quien
naturalmente (esencialmente) no lo admite. 8
"Dicho en general, la cocción por ebullición [] es una cocción por
medio del calor húmedo de lo indeterminado contenido en lo húmedo;
pero el término se aplica adecuadamente sólo a lo hervido. Tal como fue
dicho [380 a 29] ese indeterminado es de natura aérea [gaseosa] o
acuosa" (380 b 13).
La digestión por ebullición se produce en el seno del agua hirviente, ac-
tuando el calor por medio del agua y sobre la humedad (determinable) de la
cosa sometida al proceso. Es así como el calor extrínseco del húmedo
circundante (el agua) hirviente determina la humedad intrínseca de la cosa en
cuanto materia propia.
8
"El agua, calentada, no espesa porque no tiene en su substancia sequedad alguna; y es por
ello, entonces, que se evapora y corrompe", Alejandro [1], in h. l.
12. Los procesos de cambio 195
"Exilatio universim est concoctio a calore existente in humido, humiditate
interminata, non autem viscosa, et consistente: ex. gr. exilatio carnium est, per quam
carnes concoqunntur a calido existente in humedo aqueo, hoc est in aqua fervente". 9
Por ello resulta que:
"la cocción es debida al fuego contenido en lo húmedo; y la cosa que es
sometida al fuego en una sartén, es frita10 (afectada por el calor exterior,
afecta a su vez a lo húmedo que contiene, secándolo y absorbiéndolo en
ella misma); en tanto que lo que está siendo hervido produce el efecto
opuesto (pues su humedad es extraída por el calor del húmedo exterior).
Por ello lo hervido es más seco que lo asado ya que, al hervir, las cosas
no absorben humedad pues el calor externo prevalece sobre el interno; si
dominara el calor interno, la humedad sería atraída hacia aquéllas" (380 b
16).
Predominando el calor externo a través del líquido en cuyo seno se produce
la ebullición o cocción por hervido (), la cosa así tratada pierde su
humedad interna, se deshidrata y deviene, por consiguiente, más seca; en tanto
que en la asación se produce una hidratación, resultando entonces siempre más
jugoso un asado bien llevado que una fritura o un hervido.
Según Sto. Tomás: "frixa sunt magis sicca exterius et humida interius: elixa vero e
contrario sunt humida exterius, quia humefiunt ab humiditate circunstante, et magis
sicca interius, quia per actionem humidi extrinseci, sive caliditatis eius, perdunt
humidum proprium et non recipiunt alienum: frixa vero retinent proprium et suscipiunt
alienum".11 Para Olimpiodoro, "las cosas asadas son más sabrosas que las hervidas
porque aprisionan su propia humedad pues se ha tostado su superficie", mientras que en
el caso de las cosas hervidas, "el jugo es más agradable porque participa de la cualidad
de lo cocido; pero lo frito es más agradable que el aceite en el cual se frió porque
participa más del aceite que éste de lo frito".12 Análogamente en Mauro: "...quae
coquuntur in oleo, licet patiantur a calore ignis recepto in oleo, adhuc non patiuntur ab
ipso humido olei sed potius agunt in humidum olei, illudque sibi incorporant, oleum
autem non trahit ad se humidum nativum eorum, quae conquuntur in oleo".13 Pero
dejemos ya aquí este excursus gastronómico.
Mas
"no todo cuerpo admite cocción por ebullición: no lo hace si —tal como
en las piedras— no contienen humedad; ni tampoco si, existiendo
9
Mauro [2], p. 661.
10
El griego dice: ; esto es: "asado en sartén"; lo cual, en buen romance,
significa "frito". Mauro [2], p. 661, habla de "carnes coquuntur in olia [...] per quam aliqua in
sartagine coquuntur in humido olei".
11
Sto. Tomás, In IV Meteor., App. II, lect. V.
12
Olimpiodoro, p. 12.
13
Mauro [2], p. 661. Cfr. De gen animal., 743 a 31 para ejemplo de cómo resultan más
agradables algunas substancias si se las hierve.
196 Juan Enrique Bolzan
humedad, es el cuerpo demasiado compacto como para que pueda ser ella
dominada: tal es el caso de la madera. Sólo [la admiten] aquellos que
contienen humedad afectable por el calor del líquido [circundante]. Y si -
se habla corrientemente de hervir el oro, la madera, y diversidad de otras
cosas, no se trata del mismo tipo de proceso, diciéndolo aquí
metafóricamente en razón de la falta de nombres propios para indicar las
diferencias" (380 b 24).
Para que haya digestión por ebullición debe existir no sólo humedad propia
del cuerpo sino también humedad propia susceptible al calor exterior. Ahora
bien: habla Aristóteles al comienzo de este paso de cuerpos que no contienen
humedad, lo cual tomado estrictamente lo pondría contra la doctrina general
según la cual todo cuerpo del mundo infralunar está compuesto de los cuatro
elementos.14 Sin embargo, repárese en que líneas después especifica: "humedad
susceptible de ser afectada por acción del fuego..."; tal vez podría verse aquí
una implícita distinción entre dos tipos de humedad: una humedad constitutiva y
propiedad de los elementos —específicamente: agua y aire— que constituyen
esencialmente a la cosa; y una humedad libre o agua accidentalmente presente
en aquella cosa. En tal caso, la humedad esencial o constitutiva daría solidez y
determinación, por provenir de los cuatro elementos que esencialmente
constituyen y determinan a un cuerpo;15 la humedad ocasional o libre
significaría simplemente humedad acuosa en exceso. Volveremos sobre ello.
"También de líquidos tales como leche y mosto se dice que sufren ebu-
llición cuando cambia de algún modo el sabor del liquido por la acción
del fuego exterior que los circunda, siendo así el efecto algo semejante al
que hemos denominado cocción por ebullición" (380 b 31).
La fermentación (de ferveo = hervir) del mosto y la ebullición de la leche
conducen a dos estados nuevos, hasta cierto punto, con alguna separación: en el
caso del mosto, se produce vino con desprendimiento tumultuoso de gases;16
en el caso de la leche, una ebullición suficientemente llevada conduce a tres
estadios según sea el caso y siempre con modificación hasta en el sabor:17 1º)
leche simplemente hervida, con separación de crema; 2º) leche condensada,
evaporando suficiente agua; 3º) leche "cortada" —un hecho que debía ser de
observación corriente entonces— con separación de suero y coágulo (crema y
caseína), tal como lo señalará más adelante Aristóteles (381 a 7).
14
De gen. corr., 334 a 31.
15
Cfr. más adelante, Meteor., 388 a 20 ss.
16
"...a musto separatur humidum aërem", Sto. Tomás, In IV Meteor., App. lect. V.
17
Si bien el significa fundamentalmente "jugo" —y así lo hemos traducido siempre—
también puede significar "sabor"; cfr. De sensu, 440 b 24.
12. Los procesos de cambio 197
Todo este tratamiento de la cocción por hervido de las cosas es, sin duda
alguna, poco preciso; y al decir de Düring: "Aristóteles se esfuerza por describir
los procesos de destilación, condensación y coagulación, erróneamente
concebidos como . Para nosotros se trata de una desesperada confusión
de procesos químicos diferentes que debemos tratar de comprender: a) el vapor
se desprende de un cuerpo sometido a —en el sentido de ser
calentado— y se condensa como agua; b) en un cuerpo sometido a —
en el sentido de coagulación— se separa una substancia acuosa (suero). En
ambos casos el resto es más «térreo» que el material original".18
En principio, estamos de acuerdo con Düring y el mismo Aristóteles es cons-
ciente tanto de la falta de precisión en el lenguaje cuanto de la simple semejanza
de los procesos agrupados bajo esa (380 b 31); pero de aquí a una
"hopeless confusion" hay trecho que andar y su mismo resumen ya dice que
puede hallarse un esquema más o menos adecuado; en el cual resumen, apartado
b), caben también por analogía los procesos metalúrgicos, residiendo la
metáfora o similitud en que el metal (el oro aquí; el hierro en 383 a 32 ss)
sometido a fusión se purifica —se modifica— por pérdida (exhalación) de sus
impurezas: se alcanza de este modo una cierta perfección por obra del calor
exterior.
De todos modos estamos en una primera sistematización de procesos bas-
tante semejantes, al cual no restaría méritos ni aun acogerse a la crítica de
Düring. No sólo los tardíos alquimistas hablarán de la "digestión" en sus
procesos metalúrgicos sino que aun los químicos se refieren, por ejemplo, a la
"digestión” de precipitados a fin de aumentar el tamaño de los cristales.
Resumiendo, pues:
"Sufren cocción por ebullición todas aquellas cosas que pueden espesarse
[] o disminuir, o hacerse más pesadas; así como aquellas en
que una parte se comporta así, mientras que el resto lo hace de modo
opuesto: en una de sus porciones se espesa y en otra se aliviana, tal como
se separa la leche en suero y coágulo. Pero el aceite19 no padece, por sí
mismo, cocción por ebullición pues no es afectado por ninguno de
aquellos modos.
Tal es, por consiguiente, la cocción conocida como cocción por ebullición
[]; no haciendo diferencia que se lleve a cabo por medios
artificiales o naturales, pues la causa es la misma en todos" (381 a 4).
18
Düring, p. 71, ad 380 B 15.
19
es normalmente aceite de olivas.
198 Juan Enrique Bolzan
Inmediatamente antes va situado el texto de 381 a 1-4: "El fin por el cual ciertas
cosas son hervidas o cocidas no es el mismo en todos los casos: a veces el fin es la
alimentación, o la bebida; o algún otro propósito: por ejemplo, para obtener fármacos".
El texto parece fuera de lugar pues interrumpe la secuencia lógica; Fobes así lo dice y
pone entre paréntesis, como también lo hace Lee; Düring sostiene que a pesar de las
opiniones en el mismo sentido de Thurot y de Webster, debe ser aceptado. Optamos por
tomar un camino medio, como se ve.
Causa que es siempre el calor, sea el transmitido por medio del agua de
cocción, sea el calor animal naturalmente presente en los cuerpos.
"La escaldadura [] es una forma de incocción opuesta a la
ebullición; y en cuanto opuesta a la ebullición, el sentido primario de
escaldadura será incocción de la materia indeterminada debida a la falta
de calor del líquido circundante (falta de calor que significa, como lo
hemos dicho [379 a 19], presencia de frío): [escaldadura] debida a un
movimiento diferente [del que provoca ebullición], que ocurre cuando el
calor de cocción es expulsado, debiéndose la falta de calor a la cantidad
de frío sea en el líquido circundante, sea en el cuerpo sometido a
ebullición; porque en tales circunstancias el calor del líquido es
demasiado grande como para no producir cambio, pero demasiado
pequeño como para llevar a cabo el proceso de cocción. De aquí que las
cosas escaldadas sean más duras que las hervidas; y la humedad en ellas,
mejor diferenciada [de lo sólido]" (381 a 12).
Si la cocción por ebullición perfecta es debida al calor contenido en el
húmedo exterior (cfr. 380 b 12), la escaldadura se deberá, claro es, también al
calor; mas en tanto que ebullición imperfecta, se deberá al dominio ejercido por
el frío o por la materia húmeda, ambos excediendo el poder del calor. En suma:
que el calor es expulsado o eliminado, prevaleciendo el frío y/o el húmedo.
La observación final ("De aquí que...") indica el cuidado con que Aristóteles
ha conducido su experimentación en materia que pareciera de tan poca monta,
pues sus palabras hacen suponer fundadamente que ha podido distinguir entre
zona y zona, entre parte y parte, del material heterogéneo; pero sobre todo
supone haber sabido apreciar los efectos de esa "ebullición imperfecta". Este
proceso "frustrado" trae como consecuencia la aparición de una heterogeneidad
en la masa, pues el húmedo interno no es propiamente extraído sino sólo
separado, pero de modo tal que queda entremezclado con las partes desecadas.
El producto de cocción perfecta es homogéneo; el de ebullición imperfecta
comporta un proceso a medias tras el cual la humedad interna queda irre-
gularmente distribuida y así "lo hervido es más seco que lo asado".20
Según Düring, tiene aquí Aristóteles presente la imperfecta coagulación de la leche y
de otras substancias flúidas; pudo haber agregado como justificante el texto de Hist.
20
En De part. animal., 653 a 20, aparece el seso hervido como más seco y duro.
12. Los procesos de cambio 199
animal., 515 b 30, donde con motivo de la imperfecta coagulación de la sangre de
algunos animales, dice Aristóteles que si es cierto que ocurre coagulación, no se llega a
la consistencia firme de la sangre propiamente coagulada sino a otra "semejante a la de
la leche que no ha sido sometida al cuajo", o leche que hemos denominado
"condensada"; en el caso de la sangre del antílope y de la liebre, habla de una
consistencia "blanda" () por ausencia de ciertas fibras en dichas sangres.21
Nótese que ya introduce claramente aquí Aristóteles la noción de movimien-
to cual causa eficiente del proceso de cambio cualitativo;22 movimiento
provocado, a su vez y en estos casos, por el calor y el frío; o, más técnicamente
dicho y sin forzar los textos, por diferencias de temperatura o de cantidad de
calor. Factor este último cuya importancia se hace más clara en 381 b 16, y se
refuerza con lo que dice en otro lugar,23 donde señala que si bien, en general, el
movimiento cualitativo y el movimiento local son diferentes, ya que el primero
puede acontecer instantáneamente24 mientras que el segundo es siempre
sucesivo; sin embargo "si lo que se ha de calentar o solidificar fuera mucho, la
primera de sus partes cambia por [la acción misma de] el agente alterante,
siendo las demás sucesivamente afectadas por la parte que le es contigua [a cada
una] no siendo el cambio total necesariamente simultáneo".25
"La asación [] es cocción efectuada por calor seco externo. Por
esto es que si se modificara algo por ebullición pero el cambio se debiera
no al calor del líquido sino al del fuego, una vez completado el proceso la
cosa habría sido asada, no hervida; si se exagera el proceso, se dice
quemada. Si el proceso deja, al fin, la cosa más seca, el agente ha sido el
calor seco. Esta es la razón de por qué, en lo asado, el exterior es más
seco que el interior, ocurriendo lo opuesto en lo hervido.
Como tarea [culinaria], asar es más difícil que hervir, pues es más arduo
calentar uniformemente tanto el interior cuanto el exterior, ya que las
zonas más próximas al fuego son las primeras en secarse y,
consecuentemente, se secan más" (381 a 23).
El proceso se distingue, en última instancia, no por la apariencia del pro-
ducto obtenido sino por la causa real que lo provoca. Pero en 380 b 20 ha dicho
Aristóteles que las cosas hervidas son más secas que las asadas, y parece ahora
contradictorio hablar (segundo párrafo) del proceso de asación como dejando la
cosa "más seca"; adviértase, sin embargo, que la comparación aquí se hace
según los estados inicial y final de la cosa, no según lo hervido y lo asado; tal
21
Cfr. asimismo más adelante, 384 a 25.
22
Cfr. De gen. corr., L. I, cap. 4.
23
De sensu, 446 b 29 ss.
24
"Por ej., el agua se congela toda ella simultáneamente", De sensu, 447 a 2.
25
De sensu, 447 a 3.
200 Juan Enrique Bolzan
cual lo indican, por otra parte, las palabras finales del parágrafo: "...ahora el
exterior...". Cuanto a la dificultad de lograr un buen asado —contra la facilidad
de un hervido o de un frito— no es necesario extenderse en ello: es ya
proverbial la habilidad con que ha de manejarse el fuego para obtener un
exterior "tostado" —sin llegar a quemarse— con un interior "jugoso" —sin
quedar crudo.
Lo realmente importante aquí es que Aristóteles explica dónde reside la
dificultad; parafraseando el texto con ayuda de alguna terminología moderna
utilizada sólo a los efectos de destacar el valor de su observación, lo que viene a
decir es que la escasa conductividad térmica de la carne es responsable de que
se establezca —a poco que haya descuido— un excesivo gradiente de tempe-
ratura entre la capa exterior, en contacto con el fuego, y el interior de la masa en
asación; de tal modo que la superficie —que comienza a secarse primera-
mente— continúa, por un lado, sufriendo la acción del calor y secándose; y por
otro y precisamente por esa deshidratación, se constituye en un aislante térmico
del interior, y aun en un aislante mecánico, pues
"los poros exteriores se contraen, no pudiendo desprenderse la humedad,
quedando atrapada por la oclusión de los poros" (381 b 1).
Atinada explicación y panorama conducente a que en el proceso de asación,
"parvus error in principio magnus est in fine": carne mal asada en sus
comienzos, difícil es de arreglar por tratarse de un proceso que se acelera hasta
que el asado "se arrebata". Dicho más académicamente: "difficilius, operosius
est per artem coquinariam bene assare, quam bene elixare".26
"Si bien la asación y el hervimiento se producen artificialmente, también
en la naturaleza, como fue dicho [379 b 14 - 380 a 16], se producen los
mismos específicamente y las modificaciones son semejante, pero
carecen de nombre propio. El arte imita a la naturaleza. Así, la digestión
[] del alimento en el cuerpo es semejante a la ebullición []
puesto que se produce en un medio húmedo y caliente, bajo la influencia
del calor del cuerpo. Y ciertas formas de indigestión [] se
asemejan al escaldado []" (381 b 3).
Es decir que si materialmente son asación y ebullición productos de una
puesto que no se dan, en los cuerpos naturales, con la violencia que les
es peculiar, formalmente considerados puede asimilárselos a ciertos procesos
orgánicos que conducen a modificaciones análogas; lo que hace el arte es imitar
los procesos naturales llevándolos a cabo más rápida o enérgicamente.
26
Mauro [2], p. 663.
12. Los procesos de cambio 201
En otros lugares hace Aristóteles referencia a la , señalando que "todo cuanto
crece debe alimentarse, estando siempre el alimento constituido por líquidos y sólidos
[...] los cuales son digeridos por medio del calor",27 precisamente del "calor vital"; y
aun habla de este calor vital con relación al alma nutritiva.28
"Y no es verdad, como algunos pretenden, que en la digestión [de los ali-
mentos] sean engendrados ciertos animales: lo son en la excreción que
sufre putrefacción en el intestino bajo, ascendiendo posteriormente.
Porque la digestión se produce en la parte superior del vientre y la
excreción sufre putrefacción en la parte inferior; de lo cual hemos dado
razón en otro lugar" (381 b 9).
Si, como lo ha dicho (379 b 6), ciertos animales son engendrados en o por la
putrefacción, ello no podrá ocurrir en el tracto gastro-intestinal superior (es-
tómago), donde se produce la digestión, sino sólo en el inferior (intestinos),
donde tiene lugar la putrefacción de los residuos.
No se sabe a ciencia cierta cuál es el "otro lugar" de que habla Aristóteles, y en el
cual aparecerían las razones de repartir así las zonas de digestión y putrefacción. En
general se estima que se trata de una obra perdida: el tratado ; si bien se
pueden encontrar detalles en algunas otras obras.29 Sto. Tomás acepta la generación
sólo en el bajo vientre: "in loco putrefactionis superfluitatum cibi", pero por cuanto
"putrefactio fit propter defectum caliditatis digerentis" y por ello "debet fieri in illo loco
in quo est talis deffectus caliditatis", sin embargo ello "intelligi debet ut in pluribus, quia
quandoque propter debilitatem virtutis digestivae, scilicet calidi naturali, ex infirmitate
provenientem, cibus non digeritur, sed putrefit in stomacho", donde normalmente no
debería producirse, "cum sit propinquus cordi in quo est sedes caliditatis naturalis".30
"En consecuencia el escaldamiento [] es lo opuesto a la
ebullición [perfecta: ]; existiendo, análogamente, lo opuesto a la
cocción denominada asación [], pero es más difícil hallarle
nombre: es lo que sucedería en un chamuscamiento [asación
imperfecta:] en lugar de una asación, debido a defecto de
calor, sea por deficiencia de calor externo, sea por exceso de agua
contenida en lo sometido a asación. Pues en tales casos habría demasiado
calor como para que no se produzca cambio, pero muy poco como para
efectuar la cocción" (381 b 13).
27
De part. animal., 650 a 3.
28
De resp., 474 a 25. Cfr. asimismo De anima, 416 a 18 ss.
29
Por ej.: De part. animal., 650 a (y la nota de Ogle); De gen. animal., 740 a 2 - b 12; 743 a 8 y
746 a 28; Hist. animal., 551 a 6; etc.
30
Sto. Tomás, In IV Meteor., App., lect. VI
202 Juan Enrique Bolzan
Nuevamente, la comparación entre procesos y la dificultad terminológica
(cfr. 381 a 12).
CAPÍTULO XIII
LOS FACTORES DE PASIVIDAD
1. Humedad y sequedad
Después de tratar de los efectos del calor y del frío, comienza Aristóteles su
estudio de los factores de pasividad:
"Hemos de tratar ahora acerca de los modos en que aparecen los factores
de pasividad: húmedo y seco: estos los principios pasivos de los cuerpos;
todos los cuerpos son compuestos de ellos y el predominio de uno u otro
determina la natura del cuerpo, pues unos son más secos, otros más
húmedos. Todas [esas cualidades] existen o actualmente o al contrario [en
potencia]: esta es la relación entre fundido [] y fusible [].
Lo húmedo es fácilmente delimitable; y lo seco, difícilmente,
asemejándose su relación a la de un manjar y su condimento, porque lo
húmedo hace que lo seco tome forma, y cada uno de ellos hace como de
adhesivo para el otro, tal como dice Empédocles en su poema sobre la
naturaleza: «aglutinando la harina con agua». Por ello es que el cuerpo
delimitado está compuesto de ambos.
De entre los elementos, la tierra representa especialmente lo seco; el
agua, lo húmedo; de aquí que todos los cuerpos delimitados se componen
de tierra y agua (mostrando cada cuerpo la cualidad del elemento en él
predominante), y que los animales vivan sólo en la tierra y en el agua —
materia de sus cuerpos— y no en el aire o en el fuego" (381 b 23).
Pasivamente considerado, todo cuerpo es seco-húmedo en tanto aparece con
determinada consistencia que lo hace dimensionalmente delimitado de por sí: ni
lo totalmente seco ni lo plenamente húmedo poseen consistencia delimitante
sino que aparecen más bien fluentes; es la co-presencia de sequedad y humedad
—de cierto grado de humedad— lo que es capaz de aglutinar los materiales para
constituir así los cuerpos del mundo sublunar. Es decir que seco y húmedo se
co-determinan o co-delimitan simultáneamente, 1 resultando que "todos los
cuerpos determinados [= sólidos] de nuestro mundo contienen tierra y agua".
1
Cfr. De gen. corr., 328 b 3, para esta noción de determinabilidad o delimitabilidad.
204 Juan Enrique Bolzan
Tal como distingue Olimpiodoro: "Lo húmedo se debe considerar de dos maneras:
en sí mismo y en relación con los cuerpos. En sí mismo, cuando se investiga acerca de
la natura misma de lo húmedo; con respecto a los cuerpos, cuando se considera la
actividad de lo húmedo con referencia a ellos. Cuando dice [Aristóteles] que lo húmedo
es del aire, considera la natura de lo húmedo en sí mismo, pues de entre todos los
elementos es el aire el más húmedo, ya que es más flúido que el agua. Cuando asigna lo
húmedo al agua, lo hace en función de los compuestos, pues más humedece el agua que
el aire". 2
En cuanto al párrafo final, el vivir de los animales ha de entenderse en
sentido estricto, ya que si bien no viven en el aire, por éste se trasladan; de
hecho, en otro lugar distribuye Aristóteles los vivientes según tres de los ele-
mentos: en la tierra, las plantas; los acuáticos, en el agua; y en el aire, los te-
rrestres. Como se ve, no hay lugar para viviente alguno en el fuego.
El espíritu ordenado de Aristóteles no quiere dejar de lado al fuego, y así "sería
conveniente que hubiese alguno adecuado al fuego, pues este es el cuarto entre los
elementos [...]. Pero es preciso buscar este género [de animales] en la luna, ya que ella
parece participar de la cuarta posición [= región del fuego]". 3 En otro lugar cita a la
salamandra, pero sólo haciéndose eco de un decir popular: "Un ejemplo de animales
indestructibles por el fuego es la salamandra la cual, según se dice, mientras camina
sobre el fuego lo va apagando". 4 El espíritu inquieto de Alberto Magno se ha ocupado
del caso de la salamandra, desechando toda pretendida resistencia de este animal al
fuego y las causa atribuidas a este hecho: la no penetración de las llamas a través de sus
poros, o la pretendida "lana de salamandra" que la preservaría de todo daño. Alberto
dice haber hecho la experiencia como para comprobar que una muestra que le han
presentado como de "lana de salamandra", no es animal ni vegetal sino un producto
mineral desprendido en la elaboración del hierro: este producto es incombustible pero
de ningún modo "lana de salamandra". En fin, que si la salamandra resiste el fuego no
ha de ser porque viva en él sino porque —como dice Galeno— se trata de un breve
tiempo de contacto con el fuego, o porque —como dice Aristóteles [¿dónde?]— es un
animal "frigidissimum" y de "spissisimae pellis, ideo non potest ignis intrare poros eius:
sed si diu remanserit, paulatim aperit poros et exurit animal". 5
2. Dureza y blandura
De la consistencia que la conjunción de seco y húmedo procura a los cuer-
pos, se sigue que:
"entre las cualidades de los cuerpos, dureza y blandura son las que
primaria y necesariamente pertenecen a un cuerpo delimitado, pues todo
2
Olimpiodoro, in h. l.
3
De gen. animal., 761 b 15.
4
Hist. animal., 552 b 15.
5
Alberto Magno, Opera..., t. VI: De animalibus, L. XXV, Tract. unicus, pp. 670-671.
13. Los factores de pasividad 205
lo compuesto de seco y húmedo es necesariamente o duro o blando" (382
a 8).
Nuevamente aquí nos hallamos con la primacía de las cualidades tangibles, 6
que enseguida pasa a definir:
"Duro es aquello cuya superficie no cede internamente [a la presión];
blando, aquello que cede, mas no por desplazamiento" (382 a 11). 7
Propiedades de dureza y blandura que deben entenderse, en cuanto a la
definición, en el contexto usual de la tangibilidad. 8 Sin embargo la cosa no es
tan simple, pues resulta llamativo esa exigencia de ceder "internamente" o, lo
que parece equivalente, el no desplazamiento de las partes; tomando por
ejemplo esta última exigencia: es blando lo que cede a la presión mas no en
razón de un desplazamiento relativo de las partes () sino por
estricta contracción o replegamiento de esas partes hacia el interior del cuerpo y
como ocupando lugares vacíos. Así, por ejemplo,
"el agua no es blanda ya que su superficie no cede a la presión hacia su
interior sino que sólo es desplazada" (382 a 13).
La observación es muy aguda y sorprendente, apuntando claramente hacia la
noción de compresibilidad: el agua es, efectivamente, muy poco compresible, y
lo blando viene definido por Aristóteles precisamente según la habilidad que
posee un cuerpo de contraerse por esa acción de presión exterior. Pero
Aristóteles reconoce también un sentido absoluto y otro relativo de duro y
blando:
"Absolutamente duro o blando es aquello que satisface rigurosamente
nuestra definición; lo es relativamente aquello que la satisface
comparativamente. Considerados en relación el uno al otro, duro y blando
son indefinibles, puesto que es una cuestión de más y de menos; pero
puesto que juzgamos de las cualidades sensibles con relación a la
sensación, es claro que duro y blando se definen absolutamente con
relación al tacto; tacto que utilizamos como patrón, denominando duro a
aquello que lo es más [que el tacto], y blando a lo que lo es menos”(382 a
14).
Una cosa es la definición y otra la comprobación o apreciación, que
comporta comparar al menos el cuerpo bajo examen con algún punto de
6
Cfr. De gen. corr., L. II, cap. 2; especialmente 339 b 32.
7
Cfr. también De caelo, 299 b 11, y De gen. corr., 326 a 13.
8
"...quod intelligendum est de tangente naturaliter et sine magna violentia: quia licet lignum
cedat securi et ferrum malleo tangenti cum violentia, tamen dicitur durum quia non cedit tangenti
naturaliter", Sto. Tomás, In IV Meteor., App., lect. VII.
206 Juan Enrique Bolzan
referencia o patrón, para lo cual adopta sensatamente Aristóteles el tacto, 9 él
mismo ni absolutamente duro ni absolutamente blando, puesto que si lo fuera
todo le sería blando o duro, respectivamente. Es decir: no habría sentido del
tacto.
3. Coherencia, humectación y desecación
La consideración en particular de los sólidos obligará ahora la introducción
de otra cualidad peculiar: la coherencia, consistencia o concreción ();
términos más o menos equivalentes en Aristóteles. En efecto,
"es necesario que un cuerpo definido por su propio límite sea duro o
blando (puesto que cede o no)" (382 a 22).
Siendo este "definido por su propio límite" un cuerpo sólido; pues los líqui-
dos son diversamente limitados por el continente.10 Si esto es así, tal cuerpo
"debe ser también consistente [] (pues esto lo delimita). Y
puesto que todo lo delimitado y concreto es blando o duro, y siendo así
que esas cualidades se deben a la consistencia, todos los cuerpos
compuesto y determinados poseen consistencia. Por lo tanto habremos de
discutir esta consistencia" (382 a 23).
Aparece, pues, en la consideración de los cuerpos compuestos ()
sólidos esta nueva cualidad: coherencia, consistencia o concreción (),
a la cual pasa a referirse.
Aristóteles utilizará más adelante el término en el sentido de "sólido",
pero aquí nos parece más adecuado interpretarlo como coherencia o consistencia, según
una especificación que si materialmente no existe en nuestro autor, es formalmente
aceptable según el contexto.11 En otros lugares ha hablado de cuerpos que siendo
líquidos () devienen duros y solidifican
();12 y aun habla de sólidos y flúidos como
.13
"Dos causas existen además de la materia: la eficiente y la cualitativa (la
eficiente como punto de partida del movimiento, y la cualidad como for-
ma). Y se aplican a la coherencia y disgregación [
9
Para este sentido cfr. De anima, L. II, cap. 11.
10
Claro está que también un líquido se define, bajo ciertas condiciones, por su propio límite,
como es el caso de las gotas; pero evidentemente se refiere Aristóteles aquí a los casos más
corrientes.
11
Cfr. Tricot [4], p. 251, note 2.
12
De gen. corr., 327 a 21.
13
De part. animal., 649 b 9.
13. Los factores de pasividad 207
], a la desecación [] y a la humectación
[]" (382 a 27),
de acuerdo todo ello con el múltiple sentido del término "causa": "puesto que
causa se dice en varios sentidos, cuando se busca la causa de algo es menester
enunciar todas las causas posibles [...] y es preciso enunciar las causa próximas
[...]. Así debe procederse con las substancias naturales y generables si se pre-
tende proceder correctamente".14
La cualidad, en sentido genérico, será el instrumento —pasivo o activo
según sea el caso— gracias al cual padecerá el paciente y actuará el agente: en
el primer caso, se tratará de sequedad y humedad como cualidades pasivas; en el
segundo, de calidez y frigidez. Sequedad y humedad se comportarán ahora
como causa material, en cuanto expresan el modo de ser del paciente;
concordantemente, calidez y frigidez lo harán como causa eficiente y como
expresión del ser del agente.
Pero la cualidad a que hace referencia aquí Aristóteles como "causa formal"
significa la cualidad resultante de la acción-pasión verificada en el proceso, esto
es: la coherencia (y disgregación) y la desecación (y humectación); es decir: el
modo o perfección final del sólido considerado.
"Mas por cuanto la consistencia es un modo de la desecación, trataremos
primeramente de ésta.15 La causa eficiente actúa a través de dos
propiedades y el paciente se ve afectado también en virtud de dos
propiedades, tal cual fue explicado [cf. 378 b 21]: la acción se produce
por el calor y el frío; la cualidad, sea por la ausencia, sea por la presencia
de calor y frío; y lo que sufre la acción es o húmedo o seco, o mezcla de
ambos. Hemos dicho que el agua es el cuerpo característicamente
húmedo y la tierra, el seco; siendo esto los elementos pasivos propios de
las cosas húmedas y secas " (382 b 1).
Ese “hemos dicho” corresponde al texto de 382 a 3 (cit. en nuestro 381 b
23); y el párrafo actual concuerda con la división de las cualidades primarias en
activas y pasivas, las cuales convierten al elemento o cuerpo que caracterizan en
agente y paciente, respectivamente. El fuego y el aire son también, a su vez y
respectivamente, seco y húmedo; pero son eminentemente activos con relación
a agua y tierra. Mas también la frigidez entra en la composición de agua y tierra;
por consiguiente:
14
Met., 1044 a 32.
15
Webster sugiere corregir el texto de Fobes, colocando 382 b 1 (... .),
inmediatamente a continuación de 382 a 30( .), para mejor intelección del
texto. Lee sólo cita la sugerencia; Tricot [4] la pone en práctica, tal como lo hacemos nosotros.
208 Juan Enrique Bolzan
"también el frío está más del lado de las cualidades pasivas en cuanto
contenido en la tierra y el agua, a las cuales consideramos frías. El frío es
activo sólo en tanto que corruptivo [379 a 19], o bien accidentalmente,
según lo hemos dicho [347 b 2ss]; porque el frío se dice a veces que
quema o calienta, mas no como lo hace el calor sino como atrayendo y
concentrando calor" (382 b 4).
El frío es de por sí pasivo, mas puede considerarse activo en un doble sen-
tido: a) per se, en cuanto corromper es un modo de obrar, y el frío corrompe el
calor por oposición o consunción, pues siendo el frío un defecto de calor (379 a
20) todo calor entregado a un cuerpo "frío" no significará sino una degradación
energética conducente a un estado de equilibrio térmico entre ambos cuerpos y
siempre a menor nivel que el estado del cuerpo "caliente"; b) per accidens, en
cuanto enfriando, obliga a la actuación del calor, y este procede como
generando.
Esta actividad es así provocada por un movimiento antiperistático
(, dice 382 b 9) o de mutuo reemplazo, y que
halla una inmediata traslación en lenguaje moderno, pues hoy lo expresaríamos
diciendo que cuando un cuerpo frío F actúa sobre otro caliente C, lo primera-
mente producido es un enfriamiento de C —acción per se corruptiva del frío—
siguiéndose inmediatamente otro proceso de afluencia de calor desde los
cuerpos adyacentes hacia C. El sistema (F + C) —frío ahora con relación al
ambiente— actuará como factor corruptivo inmediato, pero per accidens
generativo al provocar nueva afluencia de calor desde el ambiente inmediato;
etc. Y por cuanto todos los cuerpos del universo están en contacto mediato o
inmediato, la acción de una fuente fría desencadenará aquel proceso
antiperistático, que sólo acabaría con el establecimiento de un equilibrio
término final.16
Retornando ahora al fenómeno de desecación, hallamos que:
"Es desecable el agua y los líquidos acuosos, así como aquello que
contiene agua, sea esta adventicia o natural (llamo adventicia a la que
existe en la lana; natural, a la que existe en la leche). Líquidos acuosos
son, por ejemplo: vino, orina, suero y, en general, los que no siendo
viscosos dejan muy poco o nada de sedimento; pues en algunos casos es
la viscosidad la que impide la aparición de posos, tal como acontece con
el aceite y la pez" (382 b 10).
16
Puede verse en 347 a 35 ss una sagaz aplicación de este tipo de movimiento con respecto a la
formación de rocío.
13. Los factores de pasividad 209
Distingue aquí Aristóteles el agua que entra en la constitución misma de
ciertos líquido, de aquella extraña propiamente a la natura de la cosa húmeda —
el "aqua superinductam" según Mauro—; en ambos casos se trata de agua que
de algún modo puede ser eliminada. Y nuevamente una fina observación con
respecto a una ausencia de poso que sólo sería ad sensum, pues aun existiendo,
no se harían notables porque la viscosidad de esos líquidos no lo dejan aposar
"Lo que se deseca lo hace por calentamiento o por enfriamiento, pero en
uno u otro caso el agente es el calor, interno o externo. Porque aun
cuando ciertas cosas en las cuales la humedad existe separadamente —
caso de un vestido— se secan por enfriamiento, es el calor interno quien
las seca; el cual, al ser expulsado por el frío circundante, arrastra la
humedad bajo la forma de vapor, si la cantidad es pequeña" (382 b 16).17
La experiencia corriente indica que es posible secar o deshidratar algo por
simple calefacción: se eleva de este modo la tensión de vapor del agua,
lográndose su expulsión. Pero también aquella misma experiencia muestra que
una corriente de aire frío es capaz de producir el mismo efecto: la ropa se seca
"en tiempo seco" y frío porque la corriente de aire, arrastrando la película de
vapor de agua que siempre existe en la superficie del cuerpo húmedo, destruye
el equilibrio líquido/vapor provocando una posterior evaporación del líquido, la
formación de una nueva capa de vapor, la destrucción de este nuevo equilibrio
líquido/vapor, etc., continuando así el proceso hasta acabar con todo el líquido
evaporable. Pero la producción misma de aquel vapor está condicionada por la
temperatura del cuerpo húmedo puesto que las moléculas de líquido que
escaparán como vapor han menester de alguna fuente de energía —térmica
aquí— de donde tomar la que necesitan para escapar a la atracción
intermolecular. Por consiguiente, si no se entrega calor al cuerpo húmedo, toda
evaporación se hace a costa de su propio calor, y se provoca su enfriamiento.
Esto va dicho en terminología moderna, para que se note más claramente la
agudeza de la observación de Aristóteles, que se reafirma con el siguiente texto:
"Tal como lo hemos dicho, la desecación es siempre debida a calenta-
miento o a enfriamiento; pero el agente es siempre el calor, interno o
externo, que evapora la humedad (entiendo por calor externo, por ejem-
plo, aquel que produce ebullición; y por interno, aquel gracias al cual se
elimina y consume la humedad en tanto que ese calor se disipa)" (382 b
22).
Vale decir que sea cual fuere el camino seguido en la desecación, el término
activo es el calor. Nótese, de paso, la descripción o definición operacional de
calor interno. Y estamos, en todo cuanto va dicho de la termología de Aristóte-
17
"...frigus externum per antiperistasim auget calorem internum, qui proinde resolvit humidum,
illudsque facit evaporare, ita ut vestimeuntum remanens siccum", Mauro [2], p. 667.
210 Juan Enrique Bolzan
les, a un paso de los conceptos de entropía, calor latente, y técnicas de liofili-
zación; pero basta con lo que a la letra dice, que ya es mucho y bueno.18
Existen otros textos notables, que vale la pena citar aquí: "Cuando el calor ha sido
expulsado por el frío, al mismo tiempo se evapora lo húmedo y se solidifica el liquido,
desecado no por el calor sino por el frío".19 "A medida que se expele el calor, se
evapora juntamente la humedad".20 "Es claro entonces que el endurecimiento proviene
del calor y del frío, pues ambos provocan la evaporación de la humedad.21
4. Licuación, fusión y solidificación
Continúa ahora Aristóteles estudiando los cambios de estado:
"Licuación significa, por una parte, condensación en agua; por otra,
fusión [] de un sólido. La condensación se produce por
enfriamiento del aire []; explicaremos qué es la fusión cuando
tratemos de la solidificación []" (382 b 28).
Dos vías se señalan así para alcanzar el estado líquido: desde el estado de
vapor —pues probablemente ese aire signifique aire húmedo, siendo un caso de
, como quiere Tricot— y por enfriamiento; y desde el estado
sólido y por calentamiento.
"Todo cuanto solidifica es acuoso o bien una mezcla de tierra y agua,
[proceso] causado por el calor seco o por el frío. Así, los cuerpos que,
solidificados por el calor o por el frío, son fusibles [], lo son por
los [agentes] opuestos: los cuerpos solidificados por el calor seco son
disueltos [.] por el agua, que es húmeda-fría; mientras que los
solidificados por el frío, funden [.] por el fuego, que es caliente" (382 b
31).
Si bien utiliza aquí Aristóteles un tanto ambiguamente ciertos términos,22 es
claro que para él no tiene cabida una solidificación de aire (gas) o de fuego, sino
de aquello constituido por los dos elementos "inferiores": tierra y agua.23
18
Véase nuestro Excursus XI.
19
De part. animal., 651 a 8.
20
De gen. animal., 783 a 16.
21
De gen. animal., 783 a 33.
22
Por ejemplo: significa habitualmente "disolución"; y , "fusión"; y ambos
términos se oponen a o "solidificación". Para comodidad del lector en los textos traducidos
haremos constar, en cada caso, las letras iniciales del término utilizado por Aristóteles.
13. Los factores de pasividad 211
De paso, recuérdese que recién en 1823 logró Faraday la licuación de algunos gases
(cloro, por ej.); y sólo desde 1908, gracias a los trabajos de Kammerlingh Onnes se
harán corrientes estos procesos.
Ahora bien: si sólo se solidifican el agua y lo acuoso, el agente será, en el
primer caso, el frío (congelación del agua); en el segundo, el calor seco, capaz
de producir la evaporación del agua contenida en lo acuoso, dejando tras sí el
resto térreo. Apelando ahora a la teoría de los contrarios, dirá Aristóteles que
siendo solidificación y fusión24 procesos o efectos contrarios, exigen causas
contrarias: si la solidificación se efectúa por el calor o por el frío, la disolución o
fusión —si tiene lugar (en los fusibles)— se llevará a cabo por medio del agua
(húmeda y fría) o del fuego (caliente), respectivamente. Con otras palabras: el
agua, solidificada por el frío, es licuable por el calor; lo acuoso-térreo, solidi-
ficado por el calor, es licuable o disuelto por el agua en tanto es ella húmeda y
fría. Que la solidificación se logra por el frío como cualidad fundamental
(quoad nos) del agua más bien que por el agua considerada cual un todo,25 se
hace claro según el siguiente ejemplo, aducido por Aristóteles:
"Algunas cosas, como por ejemplo la miel hervida, parecen ser solidi-
ficadas por el agua; pero en realidad no es el agua sino el frío del agua lo
que efectúa la solidificación" (383 a 4).
Texto este que tiene su dificultad ya que más adelante dirá Aristóteles que la
miel no solidifica (385 b 1). Sin embargo la solución se facilita un tanto si se
acepta que la miel no solidifica, y que el "parecen" afecta tanto a "solidificar"
cuanto a "agua"; es decir que la miel hervida "aparentemente" solidifica, y "apa-
rentemente" lo hace por el agua.26 Y si esta explicación nuestra pareciera ado-
lecer de excesiva "apariencia", ténganse en cuenta aun dos detalles: en primer
lugar, que ambos textos (383 a 4 y 385 b 1) difieren en cuanto al producto o
materia del ejemplo: "miel" y "miel hervida", respectivamente; en segundo
término, que aun esta "miel hervida" lo es sólo —¡también ahora!—
"aparentemente", por cuanto, como ha sido dicho (380 b 24) la cocción por
ebullición () sólo puede acontecer en aquello que posee humedad,
negándose, en caso contrario, hasta la posibilidad de ebullición imperfecta
23
La tierra de por sí no puede solidificarse, "quia nihil habet humidi", dice Mauro [2], p. 668.
24
En este contexto traducimos por "fusión" y no por "disolución", pues aquí está
utilizado como correlativo de = "condensación".
25
Cfr. nuestro Excursus X.
26
No es suficiente la explicación de Mauro [2], p. 668, al decir que si bien lo húmedo no puede
producir la solidificación, "in eo casu mel concrescit ratione frigoris, non autem ratione humidi".
En De mirab. auscult., 832 a 1, se afirma que la miel solidifica, pero se trata de una obra
considerada espuria; de paso, allí también aparece una llamativa observación: "dicen [?] que, a
diferencia del agua y demás líquidos, toda miel solidifica sin cambio de volumen".
212 Juan Enrique Bolzan
(; 381 a 12); y la miel "está compuesta por tierra", como dirá más
adelante (384 a 16) y puede espesarse por la acción del frío, no por evaporación
debida al calor (384 a 14).
Pasemos ahora a los cuerpos acuosos:
"Los acuosos no solidifican [.] por el fuego, ya que este es el que los
funde [.]; pues la misma causa y en las mismas condiciones no
puede producir efectos opuestos sobre la misma cosa. Además [dichos
cuerpos] se solidifican por pérdida de calor y evidentemente funden
[.] por adición de calor; de aquí que el agente solidificante deba ser
el frío" (383 a 6).
Los sólidos constituidos predominantemente por agua —tal como el hielo—
son fundidos por el calor entregado (calor latente de fusión, en última instancia)
y solidificados por pérdida de calor, esto es: por aumento de frío. Nótese, de
paso, la libertad con que Aristóteles trata a calor y/o frío como causas; todo
resulta internamente coherente aceptando lo visto en 382 b 4.
"Por ello es que los acuosos no se espesan al solidificarse; porque el
espesamiento tiene lugar con desprendimiento de humedad y
compactación de la materia seca, y el agua es el único líquido que no
espesa" (383 a 11).
El texto, tal cual lo reconocen también Tricot y Webster, es confuso; res-
petando el intento explicativo de ambos nos parece, sin embargo, que la
solución es más simple: estando los cuerpos acuosos constituidos
predominantemente por agua y ninguna o muy poca materia sólida (recuérdense
los ejemplos dados: vino, orina, suero de leche, etc.; cfr. 382 b 13) no habrá
caso de espesamiento: en primer lugar, porque el agua es el único líquido no
espesable (380 a 33); y en segundo término, porque aun cuando se diera
evaporación del agua por el frío —como se admite en 382 b 16 y parece haberlo
olvidado Webster— tal proceso no llevaría a una concentración apreciable y
suficiente de sólidos como para dar lugar a un espesamiento perceptible. Y si se
extremara la evaporación, el líquido acuoso dejaría, en realidad, de ser tal para
convertirse en una mezcla de tierra y agua, o suspensión de una apreciable
proporción de sólido en el líquido; y ahora sí,
"los compuestos de tierra y agua solidifican tanto por el fuego cuanto por
el frío, con espesamiento en ambos casos; siendo el modo de operación
en parte el mismo y en parte diferente: el calor extrae la humedad (la cual
escapa como vapor, espesándose y compactándose lo seco); el frío
expulsa el calor, y la humedad lo acompaña en forma de vapor" (383 a
13).
Vale decir que en tratándose de tierra y agua la solidificación se produce por
vía de un espesamiento, puesto que siempre existe expulsión de agua y conco-
13. Los factores de pasividad 213
mitante concentración de la materia seca. De aquí que tal proceso pueda ocurrir
sea por el calor, sea por el frío; pero en este último caso, por vía indirecta, como
ya ha sido dicho (382 b 16). Sólo en el caso de los cuerpos acuosos (o del agua)
la solidificación se opera únicamente por medio del frío, pues el calor los
disuelve o funde (383 a 6). También aquí, y hablando con propiedad, el agente
es el calor, tal como lo señalara Aristóteles en 382 b 16; de allí las analogías y
diferencias que indica el texto con el "en cierto modo".27
Por su parte,
"los cuerpos blandos pero no húmedos no se espesan sino que solidifican
cuando pierden humedad, tal como la arcilla en la cocción; pero los
mixtos acuosos se espesan al solidificar, como la leche. Los cuerpos
espesados o endurecidos por el frío, al ser calentados a menudo comien-
zan por humedecerse, como sucede con la arcilla la cual, en los inicios de
la cocción, desprende vapor y se ablanda; por lo cual puede deformarse
en el horno" (383 a 19).
Habiendo dicho que "blando es aquello que cede, mas no por desplazamiento
de las partes" (382 a 11), y aclarado que "el agua no es blanda ya que su superfi-
cie no cede a la presión" (382 a 13), es claro que lo blando no ha de incluir sino
un mínimo de agua —si llega a hacerlo—; la humedad que pierda será pequeña
con relación a la masa total y no se observará entonces el paso intermedio que
comportaría el espesamiento sino que aparecen sólidos como paso inmediato y
final del proceso. Mas si para darle cierta consistencia primera fuera necesario
humedecerlo —caso de la arcilla de alfarería— puede ocurrir que el proceso, en
su fase inicial (pérdida de humedad) conduzca a un reblandecimiento del
cuerpo y su consiguiente deformación por el calor. Es decir que tales cuerpos, si
han sido endurecidos por el frío (del agua), serán ablandados por el calor (efec-
tos contrarios de causas contrarias); mas lo serán sólo en tanto que fríos-
húmedos, pues si por pérdida total del frío-húmedo (del agua) se transforman en
"tierra", el calor los endurece.28
Si todo esto pareciera un poco forzado, repárese en lo que aun hoy significa
para un estudiante de química elemental calentar en un recipiente un poco de
Na2CO3.10H2O: el proceso se le aparece como una licuación del sólido,
posterior pérdida abundante de vapor y, finalmente, obtención de un residuo
nuevamente sólido. El caso de la leche corresponde al de un compuesto de tierra
27
Con haber considerado las mezclas de agua y tierra "no hemos agotado todas las
posibilidades: no son sólo los líquidos compuestos de agua y materia terrosa los que se espesan,
sino que también lo hacen los compuestos de agua y aire", De gen. animal., 735 b 8.
28
Para Aristóteles toda el agua que posea la arcilla no es sino "agua adventicia" (según nuestra
nomenclatura; cfr. 382 b 10); y no podría ser de otro modo, pues injusto sería exigirle haber
llegado a conocer el agua de cristalización de muchos compuestos químicos.
214 Juan Enrique Bolzan
(sólido) y agua, siendo esta leche uno de esos mixtos que, sometidos a calor,
pueden espesarse y acabar en sólido (leche condensada y residuo seco final).
"De los compuestos de tierra y agua, donde predomina la primera y son
solidificados por el frío, los que solidifican por desprendimiento del calor,
funden [.] cuando el calor retorna a ellos, como es el caso del lodo
congelado; pero aquellos que solidifican por el frío, evaporándose toda la
humedad y el calor no pueden ser disueltos [.] como no sea por
excesivo calor, pero pueden ser ablandados: así, el hierro y el cuerno.
Mas el hierro elaborado funde [.] hasta licuarse, solidificándose
nuevamente. Así es como se fabrica el acero: la escoria se deposita en el
fondo y se elimina; esta operación se repite varias veces, purificándose el
metal y obteniendo el acero. El proceso no se reitera excesivamente
porque comporta gran desperdicio y pérdida de peso; sin embargo, a
menor escoria mejor hierro" (383 a 26).
He aquí un caso especial de mixtos compuestos por tierra y agua, así como
una aplicación del principio general según el cual causas opuestas producen
opuestos efectos: lo que solidifica por pérdida de calor, funden por ganancia de
calor (383 a 1). Lo que no aparece claro es la condición de predominancia de
tierra; cierto es que todo mixto de agua y tierra puede solidificar tanto por calen-
tamiento cuanto por refrigeración (383 a 13), resultando claro entonces que aqu-
ellos cuerpos que lo hagan por el frío, se licuarán por el calor; pero aquí parece
no hacer diferencia el elemento predominante.
El caso del hierro, tras resultar más moderno y significando un ejemplo más
claro que el del lodo, tiene un especial interés. En cuanto a la doctrina, señala
aquí Aristóteles una especificación importante, a saber: que si toda la humedad
escapa junto con el calor, el producto resultante es muy difícilmente licuable o
fusible, precisamente porque si "todo cuanto se solidifica lo hace porque es
agua, o bien una mezcla de tierra y agua", y "los cuerpos solidificados por lo
seco-cálido son disueltos por el agua, que es húmeda-fría" (cfr. 382 b 31) y
viceversa, no habrá ya agua (humedad) que facilite la acción contraria a la
solidificación. Siendo, no obstante, el fuego eminentemente activo (cfr. 378 b
10), un calor excesivo podrá compensar, energéticamente considerado, esta
ausencia de humedad, ablandando primeramente, fundiendo después.
Aun cuando Aristóteles no lo dice expresamente, pareciera que debe dedu-
cirse que los procesos de solidificación-fusión se facilitan si la humedad des-
prendida —sea por el calor, sea por el frío— no se pierde totalmente. ¿Por qué
habla de la mayor facilidad de fusión y solidificación del hierro manufacturado?
La respuesta se reduce, en última instancia también aquí, a la existencia de hu-
medad facilitante o, lo que es equivalente, a una disminución de lo seco: las
escorias, eminentemente térreas, son por esto mismo eminentemente "lo seco",
13. Los factores de pasividad 215
y su paulatina eliminación conduce a un hierro cada vez más puro y más
fácilmente fusible:
"La piedra "pirímaca" también funde [.], formando gotas y
licuándose; posteriormente pasa del estado flúido al sólido, recuperando
la dureza. También las piedras de molino funden [.] y fluidifican;
cuando vuelven a solidificar, son de color negro, pero de consistencia
semejante a la cal" (383 b 5).
La piedra "pirímaca" está relacionada con la siderurgia y para su dilucida-
ción referimos al lector a nuestro excursus pertinente;29 en cuanto a las piedras
de molino, hablaremos de ellas comentando el paso siguiente.
"De los que solidifican por el calor seco, algunos son insolubles [.] en
tanto que otros se solubilizan [.] en un líquido. La arcilla [de alfarería] y
algunas especies de piedras logradas por calcinación de tierra, como las
piedras molares, no se disuelven [.]. El nitro y la sal son disueltas [.]
por los líquidos, pero no en todos sino sólo en los fríos" (383 b 10).
Nuevamente aquí la teoría de las causas contrarias: de entre los cuerpos
solidificados por el calor-seco, aquellos solubles lo son por el agua (383 a 1) o
líquidos acuosos en tanto que son húmedos-fríos; aclaración esta última que
vale para el caso del nitro y de la sal, donde "frío" ha de considerarse no en
cuanto a la temperatura actualmente poseída por el líquido —en cuyo caso el
ejemplo sería más corrientemente verificado con disolventes calientes— sino en
tanto que el frío es propiedad o cualidad fundamental del agua; y
"de aquí surge que los fundan [.] el agua y los líquidos acuosos, mas no
el aceite; porque lo opuesto a lo seco-cálido es lo frío-húmedo, y lo que
uno solidifica el otro lo disuelve [.]; pues causas opuestas producen
opuestos efectos" (383 b 13).
Pero el texto anterior (383 b 10) presenta aun dos problemas de identifica-
ción: el caso de las piedras de molino () o piedras molares
(), y el caso del nitro ().
Para el caso de las piedras, dice Düring —haciéndose eco de una sugerencia
según la cual se trataría de un mineral utilizado en la reducción de menas— que
Aristóteles se refiere en ambos casos a un mismo tipo de material volcánico;30
material volcánico que Forbes identifica con probabilidad con la lava.31
También para Eichholz se trataría de una única especie,32 traduciendo el o
29
Excursus VIII.
30
Düring, p. 84.
31
Forbes, t. IX, p. 194. Por consiguiente se trataría de silicatos con o sin SiO2 libre.
32
Teofrasto [2], p. 31 ss.
216 Juan Enrique Bolzan
por "millstones",33 y sosteniendo que probablemente esas piedras de
molino eran, mineralógicamente, lava ácida,34 utilizada —como la piedra
pirímaca— como material de construcción de los hornos siderúrgicos y de
elaboración de cal: en ambos casos aquellas piedras se verían sujetas a la acción
de fundentes, tal como lo deja entender el mismo Teofrasto al decir que ambas
piedras (pirímaca y mylíai) "se fluidifican junto con el material amontonado
encima de ellas".35 Sin embargo nada parece indicar en los textos de Aristóteles
que se trate de materiales de construcción sino que más bien —como lo
sostienen Caly y Richards—36 se trataría de fundentes agregados al proceso.37
Pero ni aun esta respuesta nos tranquiliza, pues si recurrimos a los comentaristas
y naturalistas antiguos, las noticias son oscuras y la perplejidad aumenta. Así,
por ejemplo, Plinio refiere una identificación entre las piedras de molino y la
pirita;38 y en otro paso habla de una especie superior de cal obtenida a partir de
piedras de molino.39 El clásico Alejandro de Afrodisia dice explícitamente que
las piedras molares se originan en la combustión de la tierra y son insolubles;40
con lo cual podría interpretarse estar en presencia de rocas volcánicas (¿lava?);
pero esta vía simple de aproximación queda abruptamente cortada cuando se lee
en Olimpiodoro que piedra molar y piedra de molino son diferentes, pues
mientras hace de esta última un "metal pétreo", dice de la primera que se
descompone por el calor, comportándose de modo semejante a una caliza.41 En
33
Teofrasto [2], p. 61. Así también Lee; pero declara no tratarse del mismo material.
34
Teofrasto [2], p. 94. También Daremberg-Saglio, vol. II, 2a. P., p. 1087, refiriéndose
precisamente a estos pasos de Teofrasto, aceptan esa identificación.
35
Teofrasto [2], II, 9.
36
Caley-Richards, p. 77.
37
Véase lo que acerca de la "piedra pirímaca" decimos en el Excursus VIII citado
38
Plinio, L. XXXVI, cap. 19, n. 137: "Molarem quidam pyritean vocant, quoniam plurimus sit
ignis illi"; pero Eichholz [2] insiste aquí en que el material corrientemente utilizado para fabricar
piedras de molino era la lava.
39
Plinio, L. XXXVII, cap. 51, n. 174: "...utilior e molari, quia est quaedam pingnior natura
eius".
40
Alejandro [1], p. 208, 2-5.
41
Olimpiodoro, p. 310, 17-20: "La piedra de molino es cierta clase de metal pétreo. Otra distinta
es la piedra llamada molar. Pues la una es decididamente piedra; la otra, metal; la una no funde, sí
la otra y no deviene posteriormente compacta sino que, como la cal, permanece desmenuzada". Y
más adelante: "La piedra molar es combustible porque sometida a destilación [ ] se
resuelve en un polvo alcalino [] y se desmenuza, tal como una caliza []" (p.
333, 1-3).
13. Los factores de pasividad 217
fin: Estrabón identifica, sin vacilar, a con lava solidificada.42 Como
puede verse nada sencilla resulta la solución de este problema.
En cuanto el nitro, la respuesta es más llevadera. En primer lugar, si bien es
cierto que modernamente "nitro" y "natron" significan substancias distintas, los
estudios de Partington parecen concluyentes acerca de esta denominación como
significando nitratos:43 el término comienza a utilizarse en este sentido en
Constantinopla ya en el siglo VI; antes de ello, muy generalmente "nitro" se
refiere a "natron",44 siendo el célebre Vanoccio Biringuccio quien distingue cla-
ramente la "soda" (nitro) de la "saltpetre" (sal nitri).45
El natron —a veces denominado "nitron" y "litron" por los autores clási-
cos—46 era poco conocido en la antigua Mesopotamia, donde se lo obtenía por
combustión de ciertas plantas y se lo utilizaba a menudo como sazonador en
reemplazo de la sal común.47 De otro modo acontecía en Egipto, donde era
material tan importante en los servicios religiosos que existía una especial "Casa
del natron" para almacenarlo, junto con el incienso;48 se lo obtenía por
evaporación del agua de ciertos lagos como un producto de composición
variable denominado probablemente "nitiru" o "nitru" —de donde el griego
— y a veces bastante impuro.49 Se conocía también una variedad
42
Estrabon, apud Düring, p. 84: "Cuando un volcán emite roca fundida, la lava fluye como una
masa negra por la ladera de la montaña; al enfriarse solidifica y se transforma en la piedra
denominada , manteniendo el mismo color que tenía en estado líquido".
43
Partington [2] y [3] en varios lugares.
44
Forbes, t. III, p. 181 ss.
45
Partington [4], t. II, p. 35.
46
Plinio, L. XXXIm 106-115, se refiere a la soda, mencionando uso y centros de producción, si
bien confunde "nitro" con "natron" y aun con potasa (carbonato de potasio); por otra parte una
autoridad como Agricola, p. 559 ss, menciona varios métodos de obtener "nitrum", pero siempre
significando soda o potasa.
47
Varron, I, 7.8, relata haber hallado en la Galia Cisalpina un lugar donde se utilizaba en
reemplazo de la sal unos trozos de carbones salados: "...ex quibusdam lignis combustis
carbonibus salsis pro eo uterentur".
48
Véase en Forbes, t. III, p. 181, sobre el carácter religioso de estos productos; y en p. 196, la
utilización del "natron" en el proceso de momificación. Heródoto, II, 86,20, dice que "recubren
secretamente el cadáver con nitro [] durante sesenta días".
49
Plinio, XXXI, 109: "in Aegypto autem conficitur multo abundantius, sed deterius". Isidoro de
Sevilla, L. XVI, c. 2, dice que "toma su nombre del lugar, pues se da en la Nitria, región de
Egipto, y con ella se hacen medicinas y se lavan las manchas del cuerpo y de los vestidos. Su
naturaleza es semejante a la sal y, como ella, se produce cuando se seca en las orillas".
218 Juan Enrique Bolzan
denominada "aphronitrum" o "espuma de soda" (o de nitro),50 aplicándose el
nombre a ciertas eflorescencias salinas de composición muy semejante a la de la
soda.51
Brevemente dicho: el "natron" es teóricamente un sesquicarbonato de sodio
(Na2CO3.NaHCO3.2H2O), y Forbes da como composición: carbonato de sodio =
22-75%; bicarbonato = 5-32%; cloruro de sodio = 4-26% (en algunos casos
hasta 60%); sulfato de sodio = 0,8-39%; residuo insoluble = 0-16%.52 Como se
ve, se trata de una mezcla muy variable de ciertas sales de sodio. Incluso se
conoce un llamado "natron amarillo", pero este parece ser sólo un producto
impuro derivado de la fusión de azufre y carbonato de sodio.
Sea como fuere, recientemente se ha ocupado del tema Gibbs, quien en su
breve pero claro trabajo no parece dejar duda alguna acerca de la identidad
química fundamental entre el "nitron" de los griegos, el "nitrum" de los latinos,
y el "natron" de los árabes: todos se refieren al carbonato de sodio naturalmente
hallado; señala, además, que recién desde el siglo XIV en adelante se
conocieron los nitratos de sodio y de potasio indiscriminadamente como "sal
nitri" y "sal petrae", distinguiéndose más adelante la "sal nitri" como "nitro" y la
"sal petrae" como "saltpetre".53
Retomemos ya el caso de los cambios físicos:
"Los [compuestos] conteniendo más agua que tierra son solamente
espesados por el fuego; y solidificados si contienen más tierra que agua.
Por consiguiente el nitro, la sal, la piedra y la arcilla, contendrán más
tierra que agua" (383 b 18).
Texto este que parece ser una especificación del de 383 a 13, puesto que
ahora se aclara que la solidificación se produce, propiamente, cuando existe
predominio de tierra, mientras que en 383 a 13 se habla de que todos los
compuestos de tierra y agua espesan y solidifican tanto por el calor cuanto por
el frío.54 En particular,
"La natura del aceite presenta el mayor problema: si predominara en él el
agua, el frío debería solidificarlo; si predominara la tierra, debería hacerlo
el fuego. No obstante, de hecho ambos lo espesan y ninguno lo solidifica.
La causa es que [el aceite] está lleno de aire —por ello flota en el agua
50
El "aphronitrum" es "palabra griega: en latín significa espuma de nitro [...]; se recoge en Asia
por destilación en algunas cuevas; después se seca al sol. El mejor es el que no es pesado;
fácilmente se desmenuza y es de color casi purpúreo", Isidoro de Sevilla, sub v.
51
Cfr. Caley [1], P. 1154. En el mismo sentido Berthelot [2], t. I, p. 34, nota 1.
52
Forbes, t. III, p. 181.
53
Gibbs. Mas detalles en: Lippmann [1] y Levey [1].
54
Este predominio se exige asimismo en De gen. animal., 735 b.
13. Los factores de pasividad 219
pues el aire se mueve hacia lo alto— y el frío lo espesa al transformar en
agua el aire; pues la mezcla de aceite y agua es más espesa que la de
cualquiera de los constituyentes.
Además, el fuego y el tiempo lo espesan y blanquean: lo blanquean por
evaporación del agua que contiene; lo espesan por la conversión del aire
en agua en tanto se disipa el calor. En ambos casos es uno y el mismo el
efecto tal como lo es la causa, mas la operación es distinta.
Pero si se espesa tanto por el calor cuanto por el frío, no es desecado por
ninguno (ni el sol ni el frío lo secan) no sólo por debido a su viscosidad
[] sino también al aire que contiene. Viscosidad que impide
pueda eliminarse el agua [que contiene] por evaporación o ebullición"
(383 b 21).
Debe distinguirse aquí entre observaciones y explicaciones. En cuanto a esta
última, conservan en general todo el error pertinente a su dependencia de la
teoría de los cuatro elementos; sin embargo, comportan un modo coherente de
relacionar los hechos concretos con la teoría general. Con respecto a la
observación, es cierto:
a) que el aceite sobrenada en el agua, mas no por contener aire sino por tener
menor densidad relativa;55
b) que, bajo ciertas condiciones al menos, la mezcla de aceite y agua es más
espesa que cada componente considerado separadamente; claro está que hoy ha-
blaríamos de una emulsión o dispersión y por consiguiente de una "viscosidad
aparente", puesto que en estos casos, al no tratarse de un líquido newtoniano no
cabe el preciso término "viscosidad";56
c) que un calentamiento prolongado puede espesar y aclarar (blanquear) el
aceite, pero esto depende de la clase de aceite y de las condiciones de opera-
ción; aquí resulta muy claro el sentido de blanqueamiento, puesto que el texto
dice que ocurre "por evaporación del agua que contuviera": se trataría, pues, de
eliminar la turbidez que presenta un aceite emulsionado con un poco de agua.
55
En De gen. animal., 735 b 26, insiste en el flotamiento debido al aire; porque, como lo explica
en otro lugar, "el agua es el más liviano [] de los líquidos, aún que el aceite, si bien
éste se extiende más que el agua en razón de su viscosidad []; el agua no posee
coherencia, siendo por esto más difícil de retener entre las manos que el aceite. Pero el agua no
parece hacerse más espesa por el calentamiento [como lo hace el aceite]...", De sensu, 441 a 23; y
a continuación saca Aristóteles consecuencias con respecto al sabor del agua, pero la teoría del
espesamiento es análoga en todo caso.
56
En Phys., 215 a 25 ss dice Aristóteles que la velocidad de caída de un cuerpo en el seno de un
flúido es directamente proporcional a la facilidad con que puede "hendirse" dicho flúido,
refiriéndose a este como "más [o menos] incorpóreo []"; el podría
entenderse como "menos viscoso". Véase nuestro Excursus IV.
220 Juan Enrique Bolzan
Sobre ese espesamiento y blanqueo, da el mismo Aristóteles alguna variante:
"Cuando se mezcla [aceite] con aire, se espesa, evaporándose la parte acuosa por obra
del calor".57 Para Olimpiodoro, "tres son las causas de espesamiento y blanqueamiento
del aceite: el calor, el frío y el tiempo. El calor lo espesa no según la natura misma del
aceite sino a causa del agua [...] pues el movimiento que se produce en la mezcla
desprende parte de su humedad y por ello se espesa; y lo blanquea porque lo espiritoso
que hay en él es sometido al movimiento. Se espesa por el frío porque lo espiritoso que
hay en él se hace como agua [...]. Por el tiempo se espesa y se blanquea [...] porque por
el tiempo perece lo cálido y natural que hay en él y se enfría [...]".58 Plutarco admite la
existencia de humedad en el aceite señalando que precisamente por tenerla suficiente es
que el aceite sirve de alimento el fuego;59 ello no obstante, parece claro que al menos al
aceite de oliva utilizado para la iluminación (alimento del fuego) se agregaba a menudo
sal como deshidratante para evitar la salpicadura.60
Pero, en cambio, no es cierto:
a) que el frío no solidifique el aceite, supuesto que —para tomar el ejemplo
que más a mano ha de haber tenido Aristóteles— el aceite de oliva61 ya
comienza a enturbiarse a los 10-18ºC, solidifica a 2ºC, y a 0ºC se presenta como
una masa blanquecina, de aspecto granular, y aquellas temperaturas eran
normales en los inviernos griegos (los demás aceites vegetales solidifican a
temperaturas inferiores); la única explicación que se nos ocurre es que
Aristóteles pudo haber tomado cual paradigma de solidificación de un líquido el
caso del agua, donde esa solidificación comporta un proceso "instantáneo", que
da un producto más francamente solidificado por duro y cristalino; mientras que
ninguna de esas condiciones aparecen en el caso del aceite;
b) que el aceite no hierva —como traducen Tricot, Lee y Webster—; pero
aquí ha de tenerse presente que no se trata del fenómeno de ebullición sino del
más complicado de la,62.] según el cual se exige que exista humedad —
que sí tiene el aceite— en la cosa sometida al proceso pero que además no se
57
De gen. animal., 735 b 15. En Problem., 966 b 21, aparece la pregunta: "¿Por qué el sol
blanquea la cera y el aceite?".
58
Olimpiodoro, 307, 8-23.
59
Cfr. Lippmann [2].
60
Forbes, t. II, p. 156.
61
Para Forbes, t. II, p. 121-122, "the word oil in the western languages can be traced through the
latin oleum and Greek elaia probably to the more ancient Semitic ulu, all meaning «olive oil»[...].
From the eastern Mediterranean the use of olive oil in cooking slowly spread westwards. The
cultivation of the olive reached Rome from Greece by way of South Italy after 580 B.C.". Cfr.
también Goor [2].
62
Cfr. 381 a 4 (espec. línea 8) donde se dice que " el aceite, por sí mismo, no padece cocción
por ebullición [.] porque no es afectado por ninguno de aquellos [modos dichos]". Hemos
adoptado, por razón de claridad, el texto variante: que cita Forbes, si
bien él mismo opta por , simplemente.
13. Los factores de pasividad 221
trate de un cuerpo compacto (; cfr. 380 b 24); y aquí es donde puede
hallarse cierta pauta de explicación, si de algún modo se relaciona
"compacidad" con "viscosidad": si tenemos en cuenta lo que en 380 b 24 (líneas
27 ss) se dice que admiten ebullición "sólo aquellos cuerpos que contienen
humedad susceptible de ser afectada por la acción del fuego a través del líquido
[circundante]", y este líquido es corrientemente agua (baño de María), la
solución parece algo más clara, pues ciertamente que en tales condiciones ni el
aceite ni el agua que contenga llegarán a su punto de ebullición. Que todo esto
comporta una explicación parcial y forzada, va de suyo; pero recuérdese que al
comentar 380 b 31 hemos admitido la polivalencia del término y, por
consiguiente, la dificultad de llegar a aplicarlo claramente.
5. Composición de los mixtos
A continuación se ocupará Aristóteles de aplicar sus ideas a una cierta
cantidad de cuerpos compuestos o "mixtos"; y así,
"Los mixtos de agua y tierra deben ser clasificados de acuerdo al
predominante. Algunos vinos —por ejemplo el mosto— solidifican y
espesan por ebullición.63 En todos estos casos se elimina el agua en la
desecación; y la prueba está en que los vapores desprendidos se
condensan en agua, y si queda algún sedimento, éste es terroso.
Pero, como fue dicho [383 a 13], algunos de estos cuerpos son también
espesados y desecados por el frío; pues el frío no solamente solidifica
sino que también seca el agua, y espesa por conversión del aire en agua; y
hemos dicho [382 b 1] que la solidificación es una forma de desecación.
Ahora bien: las cosas que el frío solidifica pero sin espesar, son en su
mayor parte acuosas, tales como el vino, la orina, el vinagre, la lejía y el
suero; y las que se espesan [por el frío] sin evaporar por el fuego, unas
contienen más tierra, mientras que otras están compuestas de agua y aire:
la miel, por ejemplo, contiene más tierra, mientras que el aceite contiene
aire" (384 a 2).
Nuevamente aquí puede verificarse la seguridad de la observación junto a la
debilidad de la explicación teórica. Conteniendo el mosto gran proporción de
residuo térreo (con relación al vino), es susceptible de ser hervido (380 b 24 ss)
hasta llegar, previo espesamiento, a la solidificación (cfr. 383 a 13); sin
63
Interpretamos así el , pues según ALEJANDRO [1], 209, 26, es
= ; una de las varias acepciones de . y la que aquí resulta más clara. Así
también Tricot [4], ad loc.
222 Juan Enrique Bolzan
embargo, en 385 b 1 dirá Aristóteles que el mosto no solidifica porque no entra
el agua en su composición, y en 387 b 9 puede leerse que el vino dulce —al que
no considera, estrictamente, vino— no solidifica por el frío, pero es capaz de
evaporación y espesamiento (388 a 34). Dejemos, pues, para entonces el
comentario, señalando aquí solamente que no es esta la primera vez que se
enfrenta el Estagirita con problemas terminológicos; dicho sea esto sin negar
que pueda tratarse, calando más en profundo, de alguna comprensible
hesitación.
Sea como fuere, queda de positivo la destacable afirmación —y la razón de
la misma— acerca de la naturaleza del vapor que se desprende de estos cuerpos
acuoso-térreos. Un detalle más del Aristóteles naturalista.64
En cuanto a la solidificación de los demás ácueos: vinagre, orina, lejía y
suero, no existe mayor dificultad; así como tampoco acerca de la miel (cfr. 383
a 4 y 385 b 1); y del aceite y su aire ya se habló en ocasión de 383 b 21. La lejía
() parece ser un lixiviado de cenizas de madera, especialmente de
aquellas que dejan un residuo rico en carbonato de sodio.65
Ocupándose en otra obra de la miel y de las abejas, distingue Aristóteles tres clases
de éstas y dos de reinas, señalando que la cera la fabrican a partir de algunas resinas
vegetales; pero en cuanto a la miel, su opinión no es clara pues si bien dice que la toman
simplemente de aquellas que deposita la atmósfera, a continuación (554 a 13) declara
que las abejas toman el jugo de ciertas flores y lo llevan al panal.66
"La leche y la sangre están ambas constituidas por agua y tierra, pre-
dominando normalmente la tierra; así también ocurre los líquidos de los
cuales se originan el nitro y la sal (y también las piedras están formadas
por mezclas de esta clase). Por ello si el suero no ha sido separado [de la
leche], se consume hirviéndolo al fuego. Pero el constituyente térreo de la
leche puede ser coagulado por el jugo de higos [] si se la hierve tal
como lo hacen los médicos: de este modo separan el suero y el queso.
Una vez separado, el suero no se espesa sino que se consume por
ebullición, como el agua; y si la leche no contiene queso, o contiene muy
poco, entonces predomina el agua y no es nutritiva" (384 a 16).
64
Como ejemplo llamativo de su interés experimental: "Cuando el agua salada se transforma en
vapor, deviene potable; mas, por el contrario, el vapor no vuelve a constituir agua de mar cuando
se condensa: he aquí algo que sabemos por experiencia. Lo mismo se diga de otros caso; así, el
vino y otros licores dan agua cuando son evaporados y se condensa el vapor" (358 b 17). Comenta
Mauro [2], t. III, p. 671: "...quia si ille vapor excipiatur in elambico, concrescit in liquorem
fluidum ad modum aquae".
65
Cfr. lo dicho para "natron", y especialmente nuestra nota 45.
66
Hist. animal., 553 b 9 ss. Thompson considera la primera opinión como un texto espurio. Cfr.
asimismo De mirab. auscult., 831 b 19 ss.
13. Los factores de pasividad 223
La leche, siendo un mixto de agua y tierra, se espesa durante el proceso que
conduce a su solidificación (cfr. 383 a 20), así como también lo hace la sangre
—de la cual hablaremos tras el próximo texto— y las disoluciones acuosas
(concentradas) de sales, dando lugar esta últimas a masas cristalinas ("piedras").
Coagulada por el jugo de higos, se puede separar el coágulo (caseína) del suero,
y este último, siendo esencialmente acuoso, se evapora al calor dejando un pe-
queño residuo de sales y galactosa; residuo cuantitativamente despreciable que
en todo caso colocaría al suero en el orden de los "líquidos que no dejan sedi-
mento, o dejan muy poco" (382 b 10, espec. línea 14) y que frente al volumen
total evaporado permite hablar del "consumo del suero" por el calor.
"Para coagular la leche se emplean el jugo de higos [] y el cuajo
[]. El jugo se exprime sobre lana, ésta se lava repetidamente sobre un poco de
leche, la cual, mezclada con más leche, la coagula. El cuajo es leche, ya que se lo
encuentra en el estómago del animal mientras está mamando; por lo tanto el cuajo
consiste de leche mezclada con queso que en ella existe, puesto que la leche es digerida
por el calor animal".67 Nótese que los textos de Meteor. dicen solamente , pero
según el texto reproduce de la Hist. animal., y la autoridad de Bonitz (" vel
simpliciter dictus ..."),68 hemos utilizado "jugo de higos". En la Ilíada aparece
tambiénen relación con la coagulación de la leche;69 según Plutarco ese jugo
contiene cuajo y una pequeña cantidad es capaz de espesar y coagular la leche.70 Véase,
en general, Hist. animal., L. III, cc. 20-21, para detalladas observaciones con respecto a
la leche.
"Semejante es el caso de la sangre, pues el frío la solidifica al secarla.
Mas en las especies de sangre que no solidifican, como la del ciervo,
predomina el agua y son frías; de allí que no contengan fibras, pues éstas
son compuestos de tierra y sólido. De modo que la sangre de la cual se
han separado las fibras no solidifica, porque no puede desecarse pues
ahora el residuo es agua; como acontece a la leche cuando se le elimina el
queso.
Prueba de ello es que la sangre enferma no solidifica, pues siendo serosa
—es decir: compuesta de flema y agua— no puede ser digerida y
dominada por la naturaleza" (384 a 25)
No es sencillo explicar cabalmente este texto pues si bien es clara la con-
dición exigida para la solidificación: contener fibras;71 así como lo es la apela-
ción general al frío, recordando la doctrina general de causas opuestas para
67
Hist. animal., 522 b 2.
68
Bonitz.
69
Homero [1], V, 902
70
Lippmann [2], p. 12.
71
Misma exigencia en De part. animal., 650 b 13.
224 Juan Enrique Bolzan
efectos opuestos (pues la sangre "es esencialmente cálida"72), pareciera existir
cierta incongruencia en el caso de la sangre desfibrada, pues si es esta predo-
minantemente agua, debe solidificar; y así lo hemos hallado en Olimpiodoro,
quien explícitamente afirma la solidificación por enfriamiento de dicho tipo de
sangre, si bien niega su espesamiento.73 Probablemente todo sería más claro si
en lugar de "solidificar" () apareciera "espesar" (); idea
que también se le había ocurrido...¡a Olimpiodoro!; pero estimamos que nada
autoriza a esto en el texto de Aristóteles,74 sino que más bien debe salvarse la
situación sin extremar mayormente la letra por un prurito de precisión que mal
pudo cumplir nuestro autor.
Bajo tal premisa, el texto total es claro si adoptamos, para su interpretación
general, la perspectiva que pudiera haber sido la del mismo Aristóteles y que
viene señalada por la frase inicial: "El caso de la sangre es análogo" (al de la
leche), porque entonces el suero lácteo y la sangre desfibrada se comportarán
análogamente, reduciéndose ambos al caso ya señalado de líquido con muy
escaso sedimento.
Retomando el caso general:
"Además, algunos de esos cuerpos [constituidos por agua y tierra] son
solubles [.] como el nitro; otros, insolubles [.], como la arcilla. De
entre estos últimos, unos pueden ser ablandados, como el cuerno; otros
no, como la arcilla y la piedra.
La razón es que causas opuestas producen opuestos efectos; y si frío y
seco [producen] solidificación, calor y humedad [producirán]
necesariamente fusión [.]; y así con fuego y agua (que son contrarios): el
agua [disuelve] lo que [solidifica] el fuego solo; el fuego, lo que
[solidifica ] el frío solo" (384 a 33).
He aquí nuevamente la doctrina general de efectos y causas (expuesta en un
griego excesivamente conciso): lo que el fuego solidifica, el agua funde; y
viceversa (cfr. 383 a 13 y 26). Mas cabe otra posibilidad:
"Los solidificados por ambos [fuego y agua] resultan los más insolubles
[.]; porque cuando el calor se desprende evapora la mayor parte de la
humedad y el frío los comprime nuevamente, al punto de no dejar paso ni
la humedad " (384 b 7).
72
De part. animal., 649 b 22.
73
Olimpiodoro, 311, 27-30. En 389 a 10 dirá Aristóteles que el suero solidifica.
74
Olimpiodoro, 316, 25: "Solidificar debe entenderse ahora como espesar [...] pues vemos que
toda sangre solidifica, pero no toda sangre espesa". Así, Olimpiodoro es más taxativo que
nosotros; sin embargo en 389 a 8 reafirmará Aristóteles lo de 384 a 25. agregando que la sangre
contiene tierra, agua y aire.
13. Los factores de pasividad 225
La presencia sucesiva de ambas causas de solidificación sobre algunos
cuerpos los hace más insolubles (infusibles) por aumentar su compacidad; en
general esta insolubilidad extremada debe ocurrir porque habiendo actuado en el
proceso total de solidificación ambas causas contrarias (calor y frío) no resta ya
en disponibilidad una intermedia y contraria, a la vez, de aquellas. Nótese que la
oposición de Aristóteles a una "teoría de los poros" —tal como aparece en De
gen. corr., 326 b 6 ss— no comporta contradicción con lo que aquí surge pues lo
que antes critica no es propiamente una recurrencia a poros, sin más, sino la
explicación de la acción-pasión solamente por la penetración del agente a través
de los poros del paciente.75
Retomando el problema:
"Es por ello que ni aun el calor los disuelve [funde: .], pues lo hace sólo
con los solidificados por el frío; ni lo hace el agua, ya que esta no
disuelve lo solidificado por el frío sino sólo lo solidificado por el calor
seco. Mas el hierro es fundido [.] por el calor y solidificado por el frío
[su solidificación exige ambas acciones resultando así muy infusible].76
La madera está compuesta de tierra y aire siendo, por consiguiente,
combustible pero no fusible ni ablandable por el calor; y flota en el agua,
con excepción del ébano: este no lo hace pues mientras en las otras
especies de madera prepondera el aire, en el ébano negro el aire ha sido
exhalado y prepondera la tierra.
La arcilla de alfarería se compone sólo de tierra, ya que solidifica
paulatinamente durante el secado; el agua no puede volver a penetrar
[como para ablandarla] y sólo el vapor [] puede escapar; ni
tampoco [puede ablandarla] el fuego, que precisamente la ha
solidificado;" (384 b 11).
Ejemplos todos estos de la doctrina general y que, nuevamente y más allá del
aspecto material, muestran el interés y cuidado con que encara Aristóteles su
conocimiento experimental de los fenómenos naturales, sistematizándolos en
una doctrina coherente, aun cuando sea errónea. Merece destacarse aquí —y
precisamente por la escasez de textos al caso— la apelación implícita a una a
"porosidad" que permite el paso del vapor mas no del agua, apuntando de este
75
Cfr. De gen. corr., 324 b 25 y nuestro comentario. En su defensa de la autoría de este
Meteor., L. IV, Düring defiende la teoría aristotélica de los como genuina, dedicándole un
largo y cuidadoso excursus al comienzo de su Cap. IV; puesto que es precisamente la aceptación
que hace aquí Aristóteles de estos poros, contra su ofensiva general en De gen. corr., lo que
esgrimen como principal argumento quienes tienen a Meteor., IV como espurio.
76
Hemos aceptado, con Tricot, el texto traducido y colocado entre corchetes, pues si bien Fobes
y Webster lo rechazan, este último dice muy bien que tal glosa puede ser la correcta interpretación
del ejemplo dado. Por otra parte dicho texto lo traen Alejandro [1] y Olimpiodoro.
226 Juan Enrique Bolzan
modo —aunque más no sea que muy de paso— alguna diferencia de tamaño
entre las partículas del vapor y del agua.77 En 385 a 18 (cf. nuestro capítulo
siguiente) se verá una explícita recurrencia a estos poros.
El término, de amplia y varia aplicación,78 significa en general lo sutil, lo
espiritoso, el aire, etc. Y en los libri naturales de Aristóteles aparece como aire.79
vapor,80 aire caliente,81 viento,82 aire o vapor;83 hasta poder extenderse en algunos
casos a la significación del moderno "gas". Pero sin llegar a esto último, hemos
traducido diversamente el vocablo de acuerdo con el correspondiente contexto en cada
caso. De todos modos téngase en cuenta que "gas" es un término relativamente
reciente;84 y aun en el siglo XIII no existía una clara distinción entre "cuerpo" y
"sólido", y sólo una diferencia práctica entre "cuerpo" (= fijo) y "materia volátil" (=
spiritus).85
En resumen:
"Se ha explicado la natura de la solidificación [] y la fusión
[], de qué modo y en cuáles sujetos ocurren" (384 b 23).
Insistamos todavía un poco más en que en todo este tema de licuación, fu-
sión y solidificación, menudean las explicaciones oscuras, y aun es posible
hallar ciertas contradicciones, como no dejan de apuntarlo los comentaristas.
Sin pretender una ingenua absolución, nos parece necesario, aquí también, tener
presente no sólo la perspectiva histórica de los acontecimientos —esto es
elemental— sino especialmente las circunstancias filológicamente consideradas,
pues no ha de perderse nunca de vista que es un mismo autor quien va
percatándose de los problemas, observando los hechos, ordenándolos,
estableciendo las analogías pertinentes, dándoles explicación y acuñando casi
sobre la marcha los términos técnicos que ha menester para referir
adecuadamente todo ello. Tarea nada liviana y sí muy ingrata si a la postre habrá
77
Mauro, t. III, p. 673: "...quod aqua evaporavit attenuata in vaporem subtilissimus; ergo non
sequitur, quod per eosdem poros possit penetrare aqua crassior, ac non mutata in vaporem". En
385 a 26 puede verse otro uso análogo de "poros".
78
Cfr. Liddell-Scott, s.v.
79
De sensu, 443 b 4.
80
Meteor., 382 b 28; 384 b 21.
81
De gen. animal., 736 a 1.
82
Meteor., 365 b 27.
83
De gen. animal., 735 b 15.
84
Cfr. Partington [4], t.
85
"Scias itaque quod in arte nostra corpus vocatur omne illud quod non evaporat ab igne,
spiritus vero omne illud quod evolat ab igne et adurit et aduritur et non ingreditur et non tinguit";
texto que cita Kibre, p. 309, como atribuido a Alberto Magno; y si no lo fuera de él, al menos
representa una opinión de su época o poco después.
13. Los factores de pasividad 227
de ser juzgada con la simplicidad que supone engastarla, sin más, en nuestro
contexto actual, altamente desarrollado y tecnificado en punto a terminología.
Por otra parte —y lo hemos destacado en sus lugares— es Aristóteles el
primero en darse cuenta de lo rígido y pobre del lenguaje que debe utilizar, fren-
te a la matización de los hechos.
CAPÍTULO XIV
PROPIEDADES FÍSICAS DE LOS MIXTOS
Continúa Aristóteles con el estudio de los homeómeros o verdaderos
productos de , en cuanto distinguidos de las simples mezclas o ;
y ahora se ocupa de estudiar cómo los afectan las cuatro cualidades
fundamentales: calidez, frigidez, humedad y sequedad.
"De todo ello es claro que los cuerpos son formados por el calor y el frío,
los cuales actúan espesándolos y solidificándolos [.]. Y puesto que así
son producidos, todos los cuerpos contienen calor; y algunos, frío, en la
medida en que les falta calor" (384 b 24).
Ya hemos destacado en su oportunidad la agudeza aristotélica de considerar
el frío como término negativo (privativo) de calor; pero aquí hay algo más por
cuanto si bien se observa resulta al cabo que el calor —la energía— juega el
papel preponderante entre todas las cuatro cualidades elementales, pasando seco
y húmedo (y frío, en cuanto privación) a segundo plano. 1
"Y puesto que calor y frío son constituyentes activos; y húmedo y seco,
pasivos, todos ellos están contenidos en los cuerpos compuestos. Por lo
tanto agua y tierra componen los cuerpos homeómeros, ya se trate de
vegetales o de animales; y aun los metales como el oro, la plata, y
semejantes, están compuestos por agua y tierra, y las respectivas
exhalaciones cuando se hallan en sus yacimientos, como se ha explicado"
(384 b 28).
Ya se ha dicho que los cuerpos todos están constituidos por los cuatro
elementos; o bien —lo que es equivalente— por las cuatro cualidades
elementales. 2 Los : los cuerpos homogéneos, son
aquellos formados por partes de la misma natura que el todo y que hoy serían
denominados compuestos químicos, resultados de una ; 3 como se verá más
1
Cfr. nuestro Excursus XI; también en Bolzán [10].
2
De gen. corr., 334 b 30 ss.
3
De gen. corr., 328 a 10; en general, todo el L. I, cap. 10 de esta obra, y nuestros comentarios.
230 Juan Enrique Bolzan
adelante, serán estos homeómeros los constituyentes de los anhomeómeros o
partes complejas (ojos, cara, manos, etc.) del complejo total que es un ser
viviente. En cuanto a las exhalaciones, Aristóteles se refiere aquí a Meteor., 378
b 15 ss; para mayores detalles remitimos al lector al Excursus pertinente. 4
"Estos [cuerpos] difieren entre sí: en primer lugar, por los modos pe-
culiares en que pueden afectar los sentidos (puesto que algo es blanco,
fragante, sonoro, dulce, caliente o frío según actúe sobre los sentidos); en
segundo lugar, por otras afecciones más particulares habitualmente
denominadas pasiva; me refiero a: fusibilidad, solidificación, flexibili-
dad, etc.; cualidades todas ellas pasivas, como lo son húmedo y seco.
Es por estas [cualidades pasivas] que se diferencian el hueso, la carne, el
nervio, la madera, la corteza, la piedra, y todos los demás cuerpos
naturales homeómeros " (384 b 34).
En el cuidadoso empirismo aristotélico no cabe captación alguna directa de
esencias, ni recurrencia a cierta virtus dormitiva, sino la comprehensión del
modo de ser a través del modo de obrar ("agere sequitur esse"); esos “modos
peculiares” de afectación de los diversos sentidos son los "sensibles" que
constituyen los objetos propios de los sentidos y por estos pasa, de algún modo,
todo conocimiento: "nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu", como
lo expresaron posteriormente los escolásticos. 5
"Comencemos por enumerarlas [a esas cualidades pasivas] reuniendo las
que expresan capacidad e incapacidad; las tales son:
Solidificable - no solidificable.
Fusible - infusible.
Ablandable - no ablandable [por el calor].
Ablandable - no ablandable [por el agua].
Doblable - no doblable.
Partible - impartible.
friable - no friable.
Estampable - no estampable.
Plástico - no plástico.
4
Bolzán [7], reproducido en Excursus VII. Pueden hallarse rastros de esta teoría aun en
nuestros clásicos de la lengua: "En esto, cerró la noche y comenzaron a discurrir muchas luces por
el bosque, bien así como discurren por el cielo las exhalaciones secas de la tierra, que parecen a
nuestra vista estrellas que corren"; M. de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, IIa P., cap. 34.
5
Para la distinción entre sensibles propios y sensibles comunes, cfr. De anima, 418 a 18-20, y
De sensu, 437 a 5 ss. Y como texto paralelo a este de Meteor., 384 b 34 véase De part. animal.,
646 a 16.
14. Propiedades físicas de los mixtos 231
Compresible - incompresible.
Extensible - inextensible. 6
Maleable - no maleable.
Hendible - no hendible.
Cortable - no cortable.
Viscoso - dispersable.
Compactable - no compactable.
Combustible - incombustible.
Exhalante - no exhalante " (385 a 10).
Como era de esperarse, las imprecisiones de nomenclatura que hemos apun-
tado aquí y allá al hilo del comentario, se hacen claras en esta lista que es como
un resumen de dificultades; para no distraer en demasía al lector, lo remitimos
al trabajo especial que hemos dedicado al tema. 7
Esto significa que no pueden caber muchas esperanzas de lograr un acuerdo
satisfactorio sobre dicha nomenclatura, pero al menos intentaremos, a partir del
uso que hace Aristóteles de los términos, ser lo menos oscuros posible.
"Estas cualidades diferencias la gran mayoría de los cuerpos; pasamos
ahora a describirlas.
Hemos dado ya [cfr. nuestro capítulo previo] una descripción general
sobre lo solidificable [] y lo no solidificable [.], sobre lo
fusible [] y lo infusible [.]; volvamos sobre ello ahora. Los
cuerpos que solidifican y endurecen lo hacen por el calor o por el frío: el
calor desecando su humedad; y el frío, expulsando su calor. De modo que
sufren el efecto sea por falta de humedad, sea por falta de calor: aquellos
en los cuales predomina el agua, por falta de calor; en los que predomina
la tierra, por falta de humedad. Los cuerpos así afectados por falta de
humedad son fundidos [] por el agua, excepto si poseen
poros demasiados pequeños como parenetren las partículas de agua,
como acontece, por ejemplo, con la cerámica; si esto no ocurre, son
fundidos por el agua, tal como es el caso del nitro, de la sal y del fango
seco. Los solidificados por deficiencia de calor son fundidos [.] por el
calor, tales como el hielo [o], el plomo [] y el cobre
[].
Esto, en cuanto a los solidificables [], fusibles [] e infusi-
bles"(385 a 18).
6
Puede también interpretarse como “dúctil”; cfr. 386 b 11
7
Bolzán [12], reproducido en Excursus IX..
232 Juan Enrique Bolzan
Se repite aquí, de algún modo, la doctrina ya establecida, pero con una
significativa diferencia: en 383 b 10 ss, la cerámica y otras piedras semejantes,
no son disueltas () por el agua, pero sí el nitro y la sal. Nos hallamos
aquí con un claro caso de utilización indistinta de dos verbos. 8 De paso,
repárese en una nueva instancia de explicación por "poros" (cfr. 384 b 11, en
nuestro capítulo anterior).
"No solidificable []son los que no contienen humedad acuosa
[] ni son acuosos, predominando en ellos el calor y
la tierra, como la miel y el mosto (que son como efervescentes); también
aquellos en los cuales, aun conteniendo agua, predomina el aire, tales
como el aceite, el mercurio y los viscosos, como la pez y la cola" (385 b
1). 9
Recordando 383 a 6 —los cuerpos acuosos no solidifican (.) por el fuego,
sí por pérdida de calor, y funden (.) por adición de calor— se entiende mejor
este paso. Pero la miel representa aquí un serio inconveniente pues en 383 a 4 se
la dice solidificar (.) por el frío del agua (si bien se trata allá de miel hervida);
aquí, que no lo hace; y en De mirab. auscult., 831 b 30 vuelve a afirmar la
solidificación, utilizando en todos los casos el mismo verbo (.).
Del aceite y su especial problema ya se dijo en 383 b 21, donde también
queda apuntado el caso de las substancias viscosas, pues se dice entonces (línea
34) que se espesa pero no es desecado "no sólo debido a su viscosidad". Otro
problema es el caso del mosto, pues en 384 a 2 está compuesto de tierra y agua,
sufriendo solidificación (.) y ebullición; y aquí aparece predominando en él
calor y tierra, resultando no solidificable. Retomaremos el problema al hablar
del vino.
Lo que resulta ahora llamativo es el uso de la expresión "humedad acuosa",
expresión que sólo hemos visto en otro lugar, refiriéndose a flúidos acuosos y
flúidos sanguíneos ().10 Que se trate aquí
de alguna especificación técnica de Aristóteles nos parece poco probable pues
no recordamos ningún texto que haga referencia a otra humedad que no sea la
debida al agua; y sólo podemos agregar una remisión a lo dicho con ocasión de
382 b 19.11
8
En otros casos utiliza tanto para lo soluble en agua cuanto para lo fusible por el
fuego.
9
Traducimos por "cola" (de pegar) el griego , que parece ser una especie de pegamento
para cazar pájaros, confeccionado con las bayas del muérdago.
10
Hist. animal., 586 a 29.
11
Como dato curioso, en Kibre, p. 313, puede hallarse una distinción entre humedad "aquosa" y
humedad "unctuosa": "Scias itaque quod licet in sulphure sit humiditas aquosa et evanida mixta
14. Propiedades físicas de los mixtos 233
"Son ablandables [por el calor: ] los sólidos que no están com-
puestos de agua —el hielo es agua— sino que son predominantemente
térreos: la humedad de ellos no debe de haberse evaporado totalmente —
casos del nitro y la sal— ni ser desproporcionadamente pequeña en
cantidad —caso de la cerámica—; mas aquellos que son extensibles
[] sin ser húmedos, o bien maleables [] sin preponderancia
de humedad, son ablandables por el fuego []: casos del
hierro, el cuerno y la madera" (385 b 6).
Todo este texto es sumamente conciso y difícil de interpretar; hemos pun-
tuado el texto como para hacer notar que se trata, en primer lugar, de distinguir
dos grupos de cuerpos ablandables por el calor: los afectados por el calor y
aquellos otros que, exigiendo una acción más enérgica, deben ser sometidos a la
acción del fuego; en segundo lugar, que los ejemplos aducidos por Aristóteles
son ejemplos positivos, es decir: que nitro, sal y cerámica, contienen cierta
humedad y, por consiguiente, son ablandables por el calor.12
Procedamos ahora con la exégesis en particular. En los cuerpos sólidos cuya
compacidad se debe al agua (entrando esta, por consiguiente, en proporción
relativamente elevada) la acción del calor no se traduce en ablandamiento
porque el agua misma no se ablanda por tal proceso: el agua es dura (382 a 13),
desecable (382 b 10) y es el único líquido no espesable (380 a 33), siendo
solidificada por el frío y, consiguientemente, fundida (.) por el calor (382 b 31)
—y de aquí ese inciso un tanto extemporáneo a primera vista: "el hielo es
agua".13 Los cuerpos acuosos son disueltos o fundidos (.) por el fuego; mas,
predominando definitivamente la tierra, pueden llegar a ser ablandados (.) y
hasta fundirse o disolverse si el calor es muy intenso, como lo ha dicho en 383 a
26, repitiendo los ejemplos de hierro y cuerno. Los casos de la cerámica, el
nitro y la sal ya han sido tratados: la arcilla para cerámica debe ser
adecuadamente humedecida (empastada) para poder ser moldeada antes de ser
sometida al horno, en el cual comienza por perder humedad y ablandarse (383 a
19 fin), pero una vez cocida pierde esta última propiedad (384 a 33 y b 11); para
el nitro y la sal, véase también 383 a 19 y el comentario respectivo, reparando
en nuestro ejemplo del carbonato de sodio decahidratado (¡y esto es el nitro!),
cum multo spiritu sicco sed non bene incorporata propter quod fugat ignem valde cum humiditas
sua unctuosa...".
12
Vaya esta aclaración porque Alejandro [1], 215, 9ss, interpreta en sentido contrario: como si
ya, totalmente desecados, comportaran casos de cuerpos no ablandables. Düring, p. 48, sigue esta
misma línea de interpretación, y tampoco repara en el matiz que impone la aparición del fuego en
línea 11.
13
El subrayado es nuestro y puesto para dar sentido enfático a la aclaración, como diciendo:
"¡Atención! El hielo, que es sólido, no está compuesto de agua: es agua"
234 Juan Enrique Bolzan
teniendo en cuenta 383 b 10 y comentario, y en lo que diremos en 385 b 12; y
en todos los tres: nitro, sal y arcilla, predomina la tierra.
En cuanto a la madera, que según 384 b 11 no es fusible ni ablandable,
puede tratarse aquí de una interpolación a eliminar —como quieren Webster,
Lee y Tricot— o de un a lectura aceptable —según Fobes—; mas también debe
tenerse en cuenta la posibilidad de eliminarla allá, en 384 b 11. Si, por molesta
que sea, se la deja aquí conviene recordar que Alejandro habla claramente
acerca de "una madera que puede ser calentada y doblada",14 con lo cual tal vez
esté haciendo referencia al mimbre o al curvado de tablas sometidas al vapor del
agua hirviente; pero entonces no se explica por qué se halla en el texto de
Aristóteles junto a lo "ablandable por el fuego".
"De entre los fusibles [] e infusibles, unos son ablandables [por el
agua: ] y otros, no. Así, el cobre, que es fusible, no lo es; mas sí la
lana y la tierra, pues pueden embeberse. El cobre puede ciertamente ser
fundido, mas no en el [seno del] agua; tampoco son ablandables [por el
agua] ciertos fusibles [= solubles] por el agua, tales como el nitro y la sal;
porque todo lo ablandable [por el agua] se hace más blando [por el calor:
] una vez embebido.
Por otra parte, algunas cosas ablandables [por el agua] no funden, como
la lana y los cereales" (385 b 12).
Es la imbibición (o) la que permite ablandar a los infusibles
tierra y lana; pero el cobre (o bronce) es sólo fusible por el calor. Con el nitro y
la sal (que son más bien solubles que fusibles: ya hemos dicho sobre el uso
ambiguo de los términos) acontece que, embebidos, son fácilmente ablandados
por el calor, y este es el sentido que hemos dado al ejemplo en 385 b 6 y que
ahora queda más claro: si la humedad es suficiente —"no debe haberse
evaporado totalmente" (385 b 6); "una vez embebido" (385 b 12)— el calor los
ablanda (disolución en su agua de imbibición) tanto más fácilmente cuanto
mejor embebidos estén.
"Todo cuerpo térreo cuyos poros sean mayores que las partículas de agua
y más duros que ésta, puede ser ablandado por el agua []. Mas los
fusibles [] por el agua deben ser enteramente [] porosos"
(385 b 19).
El texto original no es muy claro, pero puede interpretarse con cierta
probabilidad: en primer lugar, tanto para que se produzca ablandamiento cuanto
fusión, el agua debe poder penetrar por los poros del cuerpo y de aquí la exigen-
cia acerca del tamaño relativo y de la consistencia de dichos poros, pues de otro
modo o el agua no penetra por razón de tamaño, o bien —probablemente— por-
14
Alejandro [1], 215, 19.
14. Propiedades físicas de los mixtos 235
que los poros ceden y se cierran (o bien ceden y se provoca fusión). Pero si se
trata de un cuerpo totalmente —homogéneamente, nos parece mejor— poroso,
la penetración del agua es abundante conduciendo a un ablandamiento de tal
modo integral que se transforma en una especie de fusión pues el cuerpo se
desmorona por la acción invasora del agua. Es decir que en el simple
ablandamiento los poros se llenan de agua y el todo —cuerpo original ahora
embebido como una esponja— se hace más blando; mas en la fusión (tal vez:
licuación) todo se licua, comenzando por la destrucción de los poros.15
Lo más importante de este paso es la nueva utilización, dentro de los pocos
casos, que hace Aristóteles de los poros en la explicación de los procesos.
Ahora bien:
"¿Por qué la tierra es tanto fusible [.] cuanto ablandable [ por el
agua:.], en tanto que el nitro es fusible pero no ablandable [por el
agua]? Porque el nitro es homogéneamente poroso [],
de modo tal que sus partes se dispersan inmediatamente por efecto del
agua; mas en la tierra los poros se distribuyen discontínuamente
[], de modo tal que el efecto difiere según cómo
penetre el agua" (385 b 21).
Otro oscuro texto, variamente traducido; Webster lo pone entre paréntesis, e
incluso se ha llegado a considerarlo como una interpolación (Ideler);16 y Tricot
opina que tal vez se trate de un texto sacado de otra obra del mismo Aris-
tóteles.17
Sin dudas que el paso resulta un poco extraño ya por su redacción interrogativa, muy
poco usual en Aristóteles pero corriente en Problemata, donde, por ejemplo, se pregunta
por qué la vista no puede atravesar los sólidos en tanto lo hace la voz, resolviendo: "la
vista está impedida de seguir su línea recta porque no existe un pasaje continuo entre el
ojo y el objeto, no pudiendo ver por ello a través de un cuerpo intermedio. Pero el aire y
la voz, pudiendo pasar en cualquier dirección, hallan de todos modos su camino y se
hacen audibles".18
Pero aun las líneas finales son tan dudosas como para merecer diversas traducciones
con respecto al modo de ser de los poros.19 La dificultad consiste en interpretar cómo es
esa estructura porosa: el para el nitro; y el
para la tierra. Por ello es que aparecen las versiones: "...in earth the pores alternate and
15
Así también Alejandro [1], 215, 31-33.
16
Apud Düring, p. 92. ; para Düring se trataría, en todo caso y puesto que Alejandro tiene el
paso por genuino, de un descuidado estilo, aceptable aquí pues todo el Meteor. es más bien una
colección de notas y hechos que una obra de esmerada redacción.
17
Se trataría probablemente de Problem., 905 a 40.
18
Probl., 905 a 3 ss.
19
Véanse ejemplos de utilización de poros en De gen. corr., 322 a 8; De anima, 403 b 7; De
sensu, 437 a 29; etc.
236 Juan Enrique Bolzan
the effect differs according to which set the water enters" (Lee); "...la terre a ses pores
disposés sans correspondance entre eux, de sorte que, suivant qu'elle reçoit l'eau de telle
façon ou de telle autre, elle est affectée de façon différent" (Tricot); "...earth has also
pores which do not connect and is therefore differently affected according as the water
enters by one or the other set of pores" (Webster). Entre los clásicos, Olimpiodoro habla
de poros oblicuos () para el caso del ablandamiento, y de
poros rectilíneos () para la fusión. En la traducción de
Moerbeke: "In terra autem permutatim sunt pori; quare qualitercumque utique suscepit,
differt passio"; y Mauro comenta: "Nitrum habet meatus per totum corpus nitri diffusos,
ideoque aqua ingrediens totum nitrum, dissolvit in partes insensibiles, ac facit fluere: at
terra habet meatus non ita per totum corpus diffusos, ideoque potest humectari absque
eo, quod dissolvatur, licet etiam paulatim, aqua se insinuante, et amplificante meatus
strictiores, possit tandem dissolui, et liquefieri". La idea es, pues, concebir esos canales
como continuos, atravesando de lado a lado el cuerpo; o suponerlos discontinuos, de
modo tal que el agua penetra a medias en la masa de tierra, y su efecto es menor.
Sea como fuere y aceptando la autenticidad del texto, estimamos que la re-
currencia al ejemplo del nitro permite una explicación bastante clara,
recordando especialmente lo dicho en 383 b 10 (y nuestro comentario), donde
ese nitro aparece como "soluble [] en líquidos fríos" —y el agua es
característicamente fría (De gen. corr., 331 a 4; Meteor., 360 a 24) y húmeda o
líquida (Meteor., 382 a 3); en estas condiciones debe interpretarse la fusibilidad
del nitro como disolución, y disolución debido a su desmoronamiento previo
por efecto del agua que invade y destruye "desde dentro", desde los poros, dado
que estos están distribuidos regularmente (con continuidad) a todo lo largo y
ancho del cuerpo, de modo tal que su plena intercomunicación facilita la acción
extremada del contacto entre agua y nitro. Pero en el caso de la tierra, esta
amplia intercomunicación de poros sería más restringida y menos homogénea;
condiciones bajo las cuales resulta comprensible que en parte de ablande (en
zonas de intercomunicación restringida) y en parte funda o licue (en zonas de
amplia intercomunicación). Al cabo, "el efecto difiere según cómo penetre el
agua".
Prosiguiendo con las propiedades físicas,
"Algunos cuerpos son flexibles y enderezables [ ],
tales como la caña y el mimbre; otros, son inflexibles [], como
la cerámica y la piedra. Las cosas que no pueden ser dobladas y
enderezadas [] son aquellas que,
curvadas, no pueden ser enderezadas; y que, rectas, no pueden ser
dobladas; curvar y enderezar es el movimiento o hacia la curva o hacia la
recta, y algo está siendo doblado tanto si lo es hacia arriba cuanto si lo es
hacia abajo. Encorvar [] es, pues, el movimiento hacia lo convexo
o hacia lo cóncavo, sin alteración de longitud; si fuera, asimismo, hacia lo
recto, algo sería simultáneamente curvo y recto, siendo imposible que lo
recto sea curvo. Y si todo encorvamiento es ascendente —hacia lo
14. Propiedades físicas de los mixtos 237
convexo— o descendente —hacia lo cóncavo— tampoco habrá
encorvamiento hacia lo recto, pues encorvamiento y enderezamiento
[] son diferentes uno del otro.
Esto, en cuanto a las cosas que pueden ser o no encorvadas y ser o no
enderezadas" (385 b 26).
Todo este paso es, para Düring,20 de extrema sutileza lingüística; y cierta-
mente no le falta razón, porque Aristóteles se debate aquí, una vez más, entre las
variedades del acontecer natural y su cuidado por expresarlo en una
nomenclatura adecuada. Sucintamente dicho, lo que Aristóteles trata de hacer en
este paso es definir propiamente y en sentido dinámico la flexibilidad en acto,
esto es: la flexibilización o encorvamiento o dobladura de un cuerpo apto a
través del movimiento que ello exige. En tal caso "hacia lo recto" no constituye
un fin sino sólo, en todo caso, un punto singular de entre los indefinidos puntos
intermedios en el pasaje continuo (movimiento) desde lo cóncavo a lo convexo
y viceversa; "hacia lo recto" sólo lo es la finalidad del movimiento de
"rectificación" o enderezamiento.
Repárese, de paso, en la importancia primordial que da Aristóteles aquí al
movimiento de encorvamiento, siendo posible así establecer una clara relación
entre esa prioridad de "lo curvo" en general, y el moderno concepto de "recta"
como curva de radio infinito.
En cuanto a la fragilidad:
"Algunas cosas pueden ser a la vez partibles y friables
[], y otras, lo uno o lo otro. Así, la madera
puede ser astillable [] pero no desmenuzable []; el
hielo y la piedra son desmenuzables pero no partibles, mas la cerámica es
desmenuzable y partible. [Partible y friable] difieren porque partición
[] es división con separación en grandes trozos, pero
desmenuzamiento [] lo es según numerosos —más de dos—
trozos.
De aquí que las que solidifican de modo tal que tienen múltiples poros
discontinuos [no comunicados] son friables (aquéllos facilitan la
división);las que los tienen [dispuestos] longitudinalmente, son partibles;
las que los tienen de ambas clases, son lo uno y lo otro" (386 a 9).
El texto griego es sumamente conciso y hemos puesto entre paréntesis los
términos técnicos para evitar una extrema paráfrasis. Lo más importante, de
todos modos, es el esfuerzo de Aristóteles por reducir la variedad de comporta-
mientos a algunas explicaciones generales, recurriendo una vez más al oficio de
20
Düring, p. 93, comentario a 385 b 30. Pero su acusación de sutileza bien puede recaer sobre su
mismo comentario.
238 Juan Enrique Bolzan
los poros: si la disposición interna de estos mantiene cierta regularidad longitu-
dinal, el cuerpo es partible, tal como se parte (astilla) un trozo de madera; mas si
existe en esa disposición un desorden tal que los poros siguen muy diversas
direcciones entrecruzadamente, una suficiente percusión los desmenuza según
los numerosos límites establecidos por ese desorden de los poros.
"También existen los estampables [], como el cobre y la cera; y
los que no, como la cerámica y el agua. Estampación [] es la
modificación superficial con hundimiento parcial por presión o impacto
o, en general, por contacto; y tales cosas son: o blandas —como la cera,
cuya superficie se hunde parcialmente—, o duras, como el cobre.
Los no estampables [] son o bien duros, como la cerámica (cuya
superficie no cede), o líquidos, como el agua (pues el agua cede, pero no
en partes sino por desplazamiento del conjunto).
Entre los estampables, son plásticos [] los que retienen la
impronta lograda por simple modelado manual. Siendo no plásticos
aquellos que o no son fácilmente moldeables [ ], como la
piedra y la madera; o, siéndolo, no conservan la impronta []
como la lana y la esponja; todos estos son compresibles" (386 a 17).
El texto es comprensible de por sí, en general. Como aclaraciones
particulares: a) ya ha definido Aristóteles su concepto de "dureza" por el cual el
agua es dura (382 a 11 ss); b) la distinción de comportamiento entre la cera y el
cobre (o bronce) es aguda, y hoy provocaría ciertas resonancias metalográficas
llamativas, asociando esa implícita modificación más que superficial del cobre
(en cuanto comparado con la cera) a una diferente estructura cristalina.
Sin embargo lo que aquí quiere decir Aristóteles es que al estampar en
material estampable duro, el gran esfuerzo que ello exige va, como resultado,
más allá de una simple modificación superficial, como puede verse trabajando
sobre una delgada plancha de cobre.
"Son compresibles [] aquellas cosas que, presionadas, pueden
contraerse desplazándose sus superficies hacia el interior, sin ruptura ni
intercambio local de sus partes como le ocurre al agua. Presión es el
movimiento causado por un motor que permanece en contacto; choque, la
acción por impulso. Se comprimen las cosas que tienen poros vacíos de
su propio material y por lo tanto pueden contraerse hacia su propio vacío
interior, esto es: hacia sus poros; a veces esos poros hacia los cuales se
contraen no están vacíos, como acontece, por ejemplo en el caso de la
esponja embebida (cuyo poros están llenos); pero en tal caso el material
que llena los poros debe ser más blando que el cuerpo mismo que se
contrae. Por consiguiente, son compresibles la esponja, la cera y la carne.
14. Propiedades físicas de los mixtos 239
Son incompresibles [] aquellas que no pueden contraerse bajo
presión hacia sus propios poros, sea porque no los poseen, sea porque los
tienen llenos del algo más duro. Así, son incompresibles el hierro, la
piedra, el agua y todos los líquidos" (386 a 29).
El texto es también suficientemente claro; para una mejor intelección del
aparentemente extraño inciso: "vacíos de su propio material", línea que debe
relacionarse inmediatamente con: "a veces esos poros...". Con respecto a
presión y choque, es importante el concepto dinámico que aparece en ambos
casos: la presión es acción motora a través del contacto constante entre motor y
móvil; el choque es resultante de un contacto entre un cuerpo y otro animado de
un movimiento de traslación que lo lleva a aquel contacto; porque —como lo
dice Aristóteles a propósito del sonido— "no existe choque sin un movimiento
de traslación".21
"Extensibles [] son aquellas cuya superficie puede ser desplazada
a los lados; pues ser estirado [] significa el desplazamiento, en
la dirección del motor, de una superficie que se mantiene sin rupturas.
Algunas cosas, como el cabello, el cuero, los nervios, las pastas, y el
pegamento, son extensibles []; no lo son el agua y la piedra.
Algunas cosas son extensibles y compresibles [], como la lana;
pero otras no, como la flema, que no es compresible mas sí extensible; y
la esponja, no extensible pero sí compresible" (386 b 11).
Se trata, pues, de un desplazamiento fundamentalmente en una dirección: la
de tracción (una de las "cuatro especies de transportación"),22 produciéndose así
estiramiento de la cosa extensible.
"Existen también las maleables [] tales como el cobre; y otras que
no lo son, como piedra y madera. Son maleables las cosas que por medio
de uno y el mismo golpe se desplazan, simultánea y parcialmente, a los
lados y en profundidad; no lo son cuantas no pueden hacerlo. Todas las
maleables son asimismo estampables [], pero no a la inversa,
como es el caso de la madera; pero, en términos generales, ambos
términos son convertibles. Entre las cosas compresibles, unas son
maleables, otras, no; la cera y el lodo lo son, mas no la lana" (386 b 18).
La distinción entre extensibilidad y maleabilidad es precisa pues ahora, en el
caso de lo maleable (reducible a láminas) el golpe —acción breve y enérgica del
motor— provoca un doble resultado pues el cuerpo así sometido se aplana y
distiende superficialmente.
21
De anima, 419 b 13.
22
Phys., 243 a 15.
240 Juan Enrique Bolzan
"Algunas son hendibles [], tales la madera; y otras, no, como es el
caso de la arcilla de cerámica. Es hendible aquello cuya división prosigue
más allá de la posición alcanzada por el divisor; pues algo resulta hendido
cuando, sometido a división, se raja más allá del punto alcanzado por el
[instrumento] divisor; lo cual no acontece en el proceso de [simple] corte.
No hendibles son las cosas que no poseen tal cualidad. No es hendible ni
lo blando (hablo de blando en sentido absoluto, no relativo, pues el hierro
puede ser relativamente blando) ni tampoco todas las cosas duras sino
sólo aquellas que no son ni líquidas, ni estampables, ni friables
[]. En general: son [hendibles] las que tienen sus poros, a lo
largo de los cuales se consolidan, dispuestos longitudinalmente y no
transversalmente" (386 b 25).
Lo que viene a decirse aquí es que en lo hendible, el corte produce un efecto
como de cuña y el corte mismo avanza más allá del extremo del instrumento, el
cual separa las partes del sólido siguiendo la dirección de los poros longitudina-
les internamente limitantes. Es claro que "hendible" es una especificación deta-
lladora de "partible"; lo cual es más claro reparando en el ejemplo de la madera
(cfr. 386 a 9).
"Son cortables [] los sólidos, duros o blandos, cuya división no se
continúa necesariamente más allá del instrumento [como ocurre con los
hendibles] ni se desmenuzan en ese proceso: estos y los líquidos no son
cortables.23 Algunas cosas, como la madera, son cortables y hendibles;
pero, en general, las cosas se hienden longitudinalmente y se cortan
transversalmente; pues las cosas son divisibles variadamente, siendo
hendibles cuando sus partes se unen longitudinalmente, y cortable si lo
hacen transversalmente" (387 a 3).
Se especifica "cortable" frente a "hendible" (386 b 25) y "desmenuzable"
(386 a 9): un cuerpo con múltiples poros discontinuos (azarosamente dispuesto)
es friable o desmenuzable; con poros regularmente distribuidos, si lo están
longitudinalmente a la dirección del corte será un cuerpo hendible; y cortable si
lo están transversalmente, pues en este caso no se favorece el efecto cuña.
"Algo es viscoso [o] cuando siendo líquido o blando, es ex-
tensible; tales son los cuerpos de estructura entrelazada, al modo de
cadenas, pues estos admiten extenderse y contraerse considerablemente.
Los que no son así, son dispersables []" (387 a 11).
Es estado viscoso siempre ha sido difícil de definir ya que, en realidad, de él
solo queda excluido el (teórico) estado de absoluta rigidez. Puesto que la rigidez
23
El texto de Fobes dice: ; estimamos que el sentido gana en claridad suprimiendo,
con Bekker, la negación.
14. Propiedades físicas de los mixtos 241
se define por la relación entre la fuerza en equilibrio que provoca deformación,
y la deformación misma, la viscosidad se define por la misma fuerza divida por
el gradiente de velocidad que provoca la fluencia de un líquido. Es decir que la
viscosidad aparece como fricción interna cuando se produce un movimiento
relativo de deslizamiento entre las "capas" (arbitrariamente consideradas) de
una masa líquida, donde las "capas exteriores" aparecen como arrastrando, en
sus movimiento, a las interiores (de aquí la fricción interna); y aun hoy se recu-
rre, en una aproximación elemental, a esquemas de cadenas para explicar ese
arrastre; y en aproximación ya decididamente científica, a "cuerpos de estructu-
ra entrelazada".
"Entre los compresibles [], cuantos retienen establemente [la
forma de] compresión, son compactables []; incompactables,
cuantos o son totalmente incompresibles, o no retienen establemente [la
forma de] compresión" (387 a 15).
Aquí aparece "compactable" como una especie de lo "compresible" (cfr. 386
a 29; asimismo: 382 a 11).
"Existen los combustibles [] y los incombustibles: son combusti-
bles la madera, la lana y el hueso; incombustibles, la piedra y el hielo.
Combustibles son los que tienen los poros adecuados como para que
penetre el fuego: poros longitudinales conteniendo humedad mucho más
débil que el fuego. Son incombustibles los que no [los tienen, o es [en
ellos la humedad] más fuerte [que el fuego], casos del hielo o la madera
muy verde" (387 a 17).
También la combustibilidad se explica por la teoría de los poros; pero el
texto es difícil de interpretar. Parece que Aristóteles exige, para que algo sea
combustible, que contenga "poros adecuados...", y con tal grado de humedad
que ésta pueda ser dominada por el fuego. Mas, ¿en qué consiste la adecuación
exigida? No puede referirse al tamaño de los poros ya que el fuego es capaz de
penetrar cualquiera fuere el diámetro; mas bien pensamos que dicha adecuación
consiste: en recibir y mantener el fuego —pues una simple recepción sin
continuidad es impensable— y estar esos poros llenos de aire (comburente).
Aceptado esto, se hace también claro el sentido del "grado de humedad", pues la
humedad que contengan los poros sólo puede provenir o del aire o del agua;
pero este último caso queda rechazado por la exigencia de poca agua (el agua es
"fundamentalmente húmeda"), y los ejemplos en contrario del mismo texto
(hielo y madera muy verde) para los incombustibles. Así, pues, sólo resta
aceptar humedad del aire (el aire es húmedo y cálido), y poros llenos de aire y
242 Juan Enrique Bolzan
receptivos del fuego por compartir con éste la calidez (hoy diríamos: por con-
tener oxígeno, sin más).24
"Son exhalantes [] los cuerpos que contienen humedad tal que
ella no se desprende independientemente como vapor []
cuando son sometidos al fuego; porque el vapor [] es una
emanación húmeda al aire y al viento, desprendida de un líquido
sometido al calor ardiente. Los exhalantes emanan y cambian en aire en
el transcurso del tiempo y entonces o desaparecen al desecarse, o bien se
transforman en tierra." (387 a 23).
Todo este texto (y hasta finalizar este capitulo) es oscuro: "particularly
corrupt and uncertain" (Webster) y por ello tanto la traducción cuanto la
interpretación que ofrecemos no son todo lo firme que desearíamos; sin
embargo parece claro que Aristóteles distingue aquí entre "evaporación" (vapo-
rización sería hoy más correcto pues un calor ardiente provocará
desprendimiento masivo y tumultuoso de vapor) y esa exhalación o fumosidad
que se desprende de ciertas substancias que acaban desvaneciéndose en el aire o
bien dejando un residuo sólido.
En nuestra versión hemos distinguido —con Webster y Lee pero contra Tricot—
entre "evaporar" ( ) y "exhalar" ();25 considerando como
vapor, y como emanación. Asimismo, Webster suprime "y el viento"
[] considerándolo como una glosa pues "the words are inconsistent with
Aristotle's theory of "; Tricot dice exactamente lo mismo, pero Lee y Moerbeke
admiten ese texto, así como también Olimpiodoro, para quien Aristóteles "dice «hacia el
aire» para dar a conocer la substancia acuosa expelida, y «hacia el viento», por la
substancia misma terrosa, esto es: el hollín".26 Con respecto a la precisión terminológica
que distingue entre "evaporación" y "vaporización", si bien hemos dicho que este último
concepto sería el adecuado hoy, hemos optado por el primero por parecernos un tanto
anacrónico ser tan precisos utilizando el segundo; sin embargo hemos hallado que
Olimpiodoro habla de la exhalación que es "debida al fuego", y de la exhalación que es
"debida al tiempo", insinuando aun otra distinción con respecto a la acción del calor
solar (que debería asociarse al tiempo).27 Alejandro es muy claro en cuanto a la
distinción entre evaporación y exhalación, donde en el primer caso hay consunción de
sólo humedad del cuerpo, y en el segundo, los cuerpos mismos se consumen
conjuntamente con la humedad que contienen.28
24
Sto. Tomas, In IV Meteor., lect. 13: los poros "debent etiam esse pleni humiditate aërea, quia
aër est nutrimentum ignis".
25
En De caelo, 305 b 14, aparecenο = convertirse en vapor; y
= convertirse en aire.
26
Acerca del , ver lo dicho en nuestro Capítulo XIII, comentario a 384 b 11.
27
Olimpiodoro, 334, 19 ss.
28
Alejandro [1], 217, 14 SS.
14. Propiedades físicas de los mixtos 243
"Existe otra forma de emanación que no es húmeda ni se transforma en
viento; siendo el viento una corriente continua de aire en cierta dirección.
La exhalación es una emanación concomitante de seco y húmedo, debida
al calor ardiente; por ello no humedece sino que más bien tizna
[] las cosas" (387 a 30).
Se trata de una exhalación seca; más concretamente:
"la exhalación del material leñoso es humo [], e incluyo en esta
designación a huesos, cabello, y análogos, ya que no existe un término
común para todos sino que se los reúne aquí por analogía [...]. La
exhalación de la grasa es hollín []; la de un cuerpo oleoso, humo
pingüe []" (387 a 32).
Nuevamente es aquí consciente Aristóteles de la pobreza terminológica; en
todos los casos se trata de productos de exhalación muy semejantes entre sí.
"El aceite no sufre ebullición [] ni se espesa puesto que no
produce vapor sino humos; el agua se evapora mas no es exhalante. El
mosto es exhalante porque es graso y se comporta como el aceite pues el
frío no lo solidifica pero puede arder; aunque se denomina vino, no
muestra el comportamiento del vino: no sabe como el vino y no embriaga
como el vino común (exhala poco y por ello es inflamable)" (387 b 7).
Estamos aquí en presencia de un problema, del cual ya había advertido Aris-
tóteles, pues en 383 b 20 ss prevenía: "La natura del aceite presenta el mayor
problema", sosteniendo —entre otras cosas— que lo espesan tanto el frío cuanto
el calor, aunque ninguno de ellos lo solidifica; adviértase, sin embargo, que
aquí habla de la imposibilidad de espesar por evaporación, dado que no
evapora como el agua. En cuanto a la , que ya hemos encontrado y
discutido dentro de la oscuridad de su sentido, en 381 a 4 (Capítulo XII), hemos
señalado que no se trata de una simple ebullición en el sentido corriente del
término —pues entonces sí sería cierto que el aceite hierve— sino de un proceso
complejo, pues bajo tal denominación aparecen reunidos en los textos
aristotélicos muy diversas operaciones. En este caso podríamos recurrir al texto
ya visto de 380 b 27: "sólo aquellos cuerpos que contienen humedad susceptible
de ser afectada por la acción del fuego a través del líquido [circundante]", y
siendo este líquido corrientemente agua (baño de María), ciertamente el aceite
no alcanzará su punto de ebullición; y aun puede relacionarse todo ello con lo
dicho en 381 a 8 (Capítulo XII), hasta considerar quees asimismo
"cocción perfecta por ebullición". Con todo lo cual dejamos al paciente lector
con un problemita digno de ser continuado en busca de solución (si llegare a
existir).
En cuanto a los casos del vino y del mosto, los reservamos para extendernos
sobre ellos más adelante (infra, 388 a 34).
244 Juan Enrique Bolzan
"Combustibles son aquellos cuerpos que se resuelven en cenizas; y esto
lo hacen todos aquellos que se compactan por el calor, por el frío, o por
ambos: frío y calor; todos ellos aparecen dominados por el fuego" (387 b
13).
Antes (387 a 17) ha explicado la combustión en función de una teoría de po-
ros; ahora se trata de juzgar por el resultado del proceso: la transformación del
cuerpo en cenizas por obra del fuego. Según la exigencia primera actual, es
decir: que los combustibles son compactables por calor o por frío, o por ambos,
exige que se trate de cuerpos sin humedad acuosa, pues el agua de por sí no
solidifica al menos por el calor; pero antes (387 a 21) ha dicho que las cosas que
no contienen humedad adecuada son incombustibles: la dificultad ha sido
resuelta allí mismo (supra) cuando apelamos a interpretar esos poros como
llenos de humedad proveniente del aire (cálido y húmedo), no del agua; vale
decir: poros que contengan el comburente (aire) adecuado. La madera,
"compuesta por tierra y aire" (384 b 15) contiene, por ello, humedad del aire
como humedad constitutiva y superable por la actividad más enérgica del fuego;
pero la humedad derivada del agua es...agua, simplemente, nada comburente
por cierto.
En 387 a 17 (supra) ha dicho ya Aristóteles que la piedra no es combustible;
aquí agrega que
"de entre las gemas, la menos afectada por el fuego es el carbúnculo
[]" (387 b 17).
Este nombre , carbúnculo o carbunclo,"así llamado por su color
encendido, como ascua de carbón (ut carbo)",29 abarca probablemente un
conjunto de piedras preciosas y, según Eichholz,30 Plinio incluye bajo tal
denominación algunos óxidos metálicos naturales: rubí (espinela roja y
transparente), granates (silicatos de aluminio, hierro o cromo),31 y "no hay nada
tan difícil como discernir entre tantas variedades" (¡en tiempos de Plinio!);32 de
todos ellos, el verdaderamente inalterado por el fuego es el rubí (Al2O3.Mg). El
29
Isidoro, L. XVI, c. 14. "A similitudine ignium appellati", dice Plinio, L. 37, XXV (92).
30
En Plinio, ibid., nota c, p. 238.
31
Por ejemplos: los silicatos de aluminio y hierro (almandino), así como el de aluminio y
magnesio (piropo) son rojo-sangre.
32
Plinio, 37, XXV (98). Cfr. también Teofrasto [2], III, 18, quien en otro paso la califica de
piedra "muy rara" (I, 8).
14. Propiedades físicas de los mixtos 245
rubí ha sido utilizado como ornato, para tallar sellos,33 y aun se le han atribuido
propiedades tan especiales como evaporar los venenos.34
"De entre los combustibles, unos son inflamables; otros, no; y algunos de
los primeros pueden carbonizarse. Son inflamables los que pueden
producir llama; los que no, son ininflamables. Los cuerpos que no con-
tienen humedad [] pero son exhalantes, son inflamables; la pez,
el aceite y la cera son más inflamables mezclados con otros que por ellos
mismos" (387 b 18).
Se agrega ahora una precisión sobre los combustibles: son inflamables
aquellos que desprenden gases (esto no podría decirlo así Aristóteles) que entran
en combustión (llama). Ya ha exigido algo de humedad para que haya com-
bustión (387 a 21), y para que exista posibilidad de producirse exhalación (387
a 23), por lo cual aparece extraña esa condición de cuerpos exhalantes e
inflamables pero sin humedad. Tal vez la solución se halle recordando aquella
"otra forma de emanación que no es húmeda" y que dejara entonces sin mayor
aclaración (387 a 30), a la cual ha designado ya como (que hemos
vertido como emanación), distinta de la para la cual exige presencia
de humedad.35
En cuanto a la pez, aceite y cera, no queda claro cuáles son esos "otros"
cuerpos; tal vez se trate de algún material diluyente, probablemente él mismo
inflamable y facilitando la ignición. De todos modos,
"los más inflamables son aquellos que desprenden humo" (387 b 23),
pues —como veremos— "la llama es viento o humo ardiente" (infra, 388 a 1);
hoy diríamos, nuevamente, que se trata de aquellos cuerpos que desprenden
substancias volátiles inflamables.
"De ellos, los que contienen más tierra que humo pueden transformarse
en carbón" (387 b 23);
es decir: aquellos que conteniendo relativamente poca materia volátil
inflamable, dejan al cabo un residuo apreciable carbonizado.
Además,
"Algunos cuerpos fusibles [] no son inflamables, como es el caso
del cobre; los hay inflamables pero no fusibles, como la madera; y
33
Alberto Magno, De mineral., L. II, tract. 3, passim. "Ex lapidibus omnium difficillime
comburitur carbunculus, qui dicitur sigillum, quia ex illo per artem gemmariam solebant sculpi
sigilla", Mauro [2], t. III, p. 684
34
Alberto Magno, De mineral., L. II, tract. 2, cap. 3.
35
Tricot y Webster traducen el como cuerpos que "no son líquidos". Según Lipmann
[2], Plutarco conocía los inflamables líquidos tales como la nafta, a la cual dice ser obtenida de un
residuo caliente y graso existente en algunas localidades, como Ecbatana.
246 Juan Enrique Bolzan
fusibles e inflamables: tal el caso del incienso []. La causa es
que la madera tiene su humedad concentrada y distribuida
uniformemente, de modo que puede quemarse; mientras que en el cobre
la humedad existe distribuida sin continuidad y en tan pequeña cantidad
que no puede producir llama; en tanto que en el incienso se dan ambas
condiciones" (387 b 25).
Se trata de una aplicación de teorías ya conocidas: la de los poros (aunque
aquí no se los nombre, pero a través de ellos se distribuye la humedad) en rela-
ción con la combustión (387 a 17 y comentario); mas como aquí se habla de
inflamabilidad, se insiste en la presencia de esa humedad "concentrada y
distribuida uniformemente", para lograr una llama continua hasta la combustión
total (carbonización). En el caso del cobre (o bronce), conocido ya como fusible
(385 b 12), esa humedad debe sobrentenderse como humedad acuosa —¡pues
productos volátiles no tiene!— que no ha de ser normalmente ni abundante ni
uniforme: simplemente se tratará de...cobre mojado. Y con el incienso ocurre
que puede ser fundido y quemado, con inflamación de los vapores
desprendidos; lo cual significa que debe poseer su humedad uniformemente
distribuida (poros). Todavía cabe preguntarse a cuál humedad se refiere aquí
Aristóteles. No ha de ser a la humedad constitutiva, aportada por el Aire o el
Agua como Elementos componentes de todo cuerpo sublunar, pues entonces
estaría aquella siempre y necesariamente presente y repartida con uniformidad
en toda substancia: debe tratarse, pues, de humedad adventicia —según
nomenclatura ya utilizada (382 b 10)— pero aun con una precisión, ya apuntada
en el comentario a 387 a 17 con respecto al caso de la combustión: debe tratarse
aquí también de humedad debida fundamentalmente al aire que llena los poros.
"Los exhalantes que no funden porque prepondera en ellos la tierra, son
inflamables (pues coinciden con el fuego en la sequedad: cuando ésta se
calienta [suficientemente], se produce fuego; por ello es que la llama es
viento o humo ardiente)" (387 b 31).
Quedó dicho que son exhalantes aquellos cuerpos que se desvanecen
paulatinamente ellos mismos en el aire, totalmente o dejando algún residuo
terroso (387 a 23); aquí parece que si este residuo es muy importante, los
exhalantes son también inflamables, esto es: se transforman fácilmente en llama
o fuego porque el predominio de Tierra significa predominio del par frigidez-
sequedad, y si el cuerpo seco se hiciera también cálido, es inmediata la
aparición del Fuego (cálido-seco)36. Por ello es que la llama, como se dice en
340 b 23, es también "un exceso de calor y una suerte de ebullición".37
36
Ejemplo de transformación por compartición de una cualidad elemental.
37
Cfr. también Meteor., 341 b 21; asimismo: De gen. corr., 330 b 25.
14. Propiedades físicas de los mixtos 247
"La exhalación de la madera es humo; mientras que en los casos de cera,
incienso y semejantes, la pez y materiales semejantes o que la contienen,
es hollín; y la del aceite y substancias oleosas, es humo pingüe; y así
acontece con todas las substancias que no queman fácilmente por sí
mismas debido a su escasa sequedad —necesaria para el cambio [en
fuego]— mas lo hacen rápidamente mezcladas [con otras substancias];
porque lo graso es lo seco y oleoso. Por ello los exhalantes como el aceite
y la pez, son predominantemente húmedos; los que arden,
predominantemente secos " (388 a 2).
Distinguiendo tipos de exhalaciones, se repite aquí esencialmente a 387 a 32;
aquella facilidad que a la combustión agrega el mezclar substancias (387 b 18)
se hace más claro ahora, pues se trataría de un dispersante que aumente la se-
quedad.38 En cuanto al distinto comportamiento de aceite y de grasa, se presenta
alguna dificultad. En primer lugar, la frase: "porque lo graso es lo seco y
oleoso", aparece aquí un tanto forzadamente, agregada como un inciso circuns-
tancial —casi una acotación al paso— que pretendiera significar que la grasa es
"aceite + elemento terroso", y de este modo se explicaría que entre más
fácilmente en combustión. La paráfrasis correría así: "El aceite no es, de sí,
combustible debido a la escasa sequedad que contiene; pero sí lo es la grasa,
pues ella no es otra cosa que una combinación de oleoso y seco". Recordemos
una vez más la dificultad en determinar la natura del aceite (383 b 21), no
siendo fácil decir si en él predomina el agua o la tierra, ya que según 383 b 13
no es acuoso, pero según 388 a 34 (infra) está compuesto por agua y aire; sin
embargo al menos es claro que contiene aire (383 b 25; 384 a 16; 385 b 5; etc.)
y por consiguiente un aumento proporcional de sequedad (caso de la grasa)
favorecerá la combustibilidad.
38
Leyendo a Mauro, hemos hallado en él una opinión semejante: "cum adduntur alteri sicco,
tum facillime inflammantur, et ardent, eo pacto, quo multo melius inflammatur ellychnium
inunctum oleo, vel cera, quam oleum, aut cera per se. Ratio est, quia siccum unctuosum facillime,
et citissime inflammatur; sed addendo oleum alicui sicco, eo ipso fit aliquid siccum unctuosum;
ergo etc."; Mauro [2], t. III, 648 b
CAPÍTULO XV
HOMEÓMEROS Y ANHOMEÓMEROS
Retoma nuevamente Aristóteles la temática relativa a los cuerpos homogé-
neos u homeómeros; pero ahora lo hace desde la perspectiva ya alcanzada al
considerar el papel que juegan al caso sequedad y humedad.
"Los cuerpos homeómeros difieren al tacto por las características
señaladas [en 385 a 8]; pero también se distinguen en cuanto al sabor,
olor y color" (388 a 10).
Reconoce así otras cualidades además de la táctiles hasta aquí desarrolladas;
pero para conocer sus opiniones acerca de sabor, olor y color, hay que recurrir a
otras de sus obras; 1 aquí le basta con las táctiles, en consonancia con su
tendencia general a considerar como sentido fundamental el tacto, ya que
"pertenece a todos los animales". 2 Lo que propiamente le interesa a con-
tinuación es la constitución de las substancias homeómeras, con especial refe-
rencia a las relaciones seco/húmedo o agua/tierra que las constituyen:
"Entiendo por homeómeros, por ejemplo, los cuerpos metálicos: cobre,
oro, plata, estaño, hierro, piedra, y demás de este género, y los cuerpos de
ellos extraídos; así como los que se hallan en los animales y en las
plantas, tales como: carne, huesos, nervios, piel, vísceras, pelos, fibras,
venas —elementos que constituyen los anhomeómeros como la cara, la
mano, el pie, y otros semejantes—; y en las plantas, la madera, la corteza,
las hojas, las raíces, etc." (388 a 13).
En 384 b 28 ya apareció una referencia a los homeómeros en cuanto com-
puestos por agua y tierra, aplicando someramente la doctrina a plantas, animales
y metales; acá comenzará a ser más explícito, pudiéndose deducir, en términos
generales, que son homeómeros los minerales y los tejidos animales y
vegetales; y anhomeómeros, los órganos —más complejos, formados por
tejidos— de cuya armonización resultan los cuerpos naturales (cfr. 390 b 19).
1
Por ejemplo: De sensu, cap. 3 (color), cap. 4 y 5 (olor y sabor).
2
De anima, 413 b 4 ss. El tacto "es indispensable" (434 b 11), al punto que su privación hace
que no pueda existir un cuerpo animado sin sensación. Cfr. además los comentarios a estos pasos
de Ross [4], y Rodier; Así como el clásico tratado de Chaignet
250 Juan Enrique Bolzan
Mas aquí surge inmediatamente un problema que parece no haber podido
resolver Aristóteles en sus obras, con respecto a los vegetales; en efecto: aquí
(388 a 13) y en 389 a 13, hojas, madera, corteza y raíces son anhomeómeras 3 —
la corteza también en 385 a 9, cfr. 384 b 34—; 4 pero en De anima las hojas y
raíces aparecen tratadas como "órganos", vale decir: como anhomeómeras. 5
En general los autores destacan esta contradicción o, al menos, imprecisión
terminológica; 6 sin embargo opinamos que se trata más bien de un cambio de
perspectiva, incluyendo algún descuido, pues lo que Aristóteles parece
pretender en De anima con este inciso —incluido precisamente a continuación
de su célebre definición de "alma"— es poner de relieve que también los
vegetales son cuerpos "organizados", pero de tan extremada simplicidad 7 que
sus partes homeómeras funcionan también como órganos: la hoja, que es de sí
homeómera, de facto protege también al pericarpio; y la raíz, de sí homeómera,
hace las veces de boca. 8
"Pero estos [los anhomeómeros] se han constituido por otra causa: la
material es lo seco y lo húmedo —es decir: el agua y la tierra (los que
mejor manifiestan estas cualidades)— siendo la [causa] agente lo cálido y
lo frío (los que constituyen y dan consistencia a partir de aquellas [agua y
tierra])..." (388 a 20).
El final de 388 a 13 se refería a la causa material de constitución de los
anhomeómeros en animales y vegetales, pero nombrando materialmente al final
cuerpos homeómeros; por lo cual la frase comienzo de línea 20
( ...) debe referirse a "éstos", es decir: los homeómeros; 9 los
cuales se estructuran por una causa que no es la composición a través de tejidos
(compuestos) sino gracias a algo más simple y que puede distinguirse entre el
factor o causa material (agua y tierra), y el factor o causa eficiente (lo cálido y
3
Con este sentido puntuamos aquí este paso de Meteor.
4
Así también lo son, reafirmándose la teoría, carne, hueso, etc., en 384 b 34, 390 b 2, y en De
part. animal., 640 b 17 ss (que citamos más adelante).
5
"Así mismo son órganos, si bien extremadamente simples, las partes de las plantas, como
[por ejemplo] la hoja, que protege al pericarpio, y el pericarpio, que lo hace con el fruto. Las
raíces son el análogo de la boca...", De anima, 412 b 1 ss.
6
En este último sentido se pronuncian Lee y Webster, por ejemplo.
7
Así traducimos el , siguiendo la sugerencia de Tricot [4], in h. l., nota 4.
8
Véase el comentario de Ross [4] a 412 b 1-4.
9
Así lo entienden Webster y Tricot, pero no Lee ni Düring; este último zanja ingeniosamente la
cuestión parafraseando así la línea 20: "The genesis of the non-homogeneous organs is a question
which we put aside for the present".
15. Homeómeros y anhomeómeros 251
lo frío).10 Todo lo cual va armónicamente con la exigencia de estructuración a
través de todos los cuatro elementos (De gen. corr., 334 b 30) —porque sólo así
es posible reunir seco y húmedo, cálido y frío— y con la escala de "grados de
composición" que aparece en otra de sus obras:
"Puesto que la composición es de tres tipos, puede ponerse en primer
lugar aquella que resulta de los denominados elementos: tierra, aire, agua
y fuego; tal vez sea mejor decir «combinación de fuerzas fundamentales»
[húmedo, seco, cálido y frío] [...]. La segunda combinación es la de esos
primeros elementos, produciéndose las partes homeómeras de los seres
vivientes: hueso, carne, y otros tejidos del mismo género. La tercera y
final, numéricamente hablando, es aquella que produce las partes
anhomeómeras: cara, manos, etc." (De part. animal., 646 a 12).
Así las cosas:
"...consideremos [ahora] cuáles homeómeros se componen de tierra,
cuáles de agua y cuales de ambas.
Los cuerpos así constituidos, unos son líquidos; otros, blandos; y otros,
duros. Y ya hemos explicado [382 a 25] que duros y blandos son el
resultado de una solidificación" (388 a 25).
Partiendo de su elemental y necesaria composición material por agua y
tierra, una posterior distinción entre los cuerpos "así constituidos" le permite
distinguir líquidos de sólidos, estos últimos ya subdivididos en "blandos y
duros". Hoy hablaríamos de los tres estados de la materia; Aristóteles no
conoció, propiamente, el estado gaseoso, pero con respecto al estado "no
líquido" fue suficientemente sagaz como para no hacerlo, simplemente, sólido
pues "lo blando" genera una duda fundamental acerca de su verdadero estado
(piénsese, por ejemplo, en el problema que supone el caso del vidrio,
considerado científicamente como un líquido sobre-enfriado).11 De aquí que
sea explicable considere a "lo blando" un "estado" de los cuerpos.12
Vayamos ahora al estado líquido:
"Los líquidos vaporizables están constituidos por agua; los que no: o son
de tierra o de mezcla de tierra y agua, como la leche; o de tierra y aire,
como la madera; o de agua y aire, como el aceite" (388 a 29).
10
Esta es "la otra causa": la materio-eficiente, y no la gratuita que suponen Webster y
Tricot.
11
Cfr. Greene; para Jones-Simon, p. 181: "si hallamos dificultades en asignarle [al vidrio] uno
de los estado de agregación convencionalmente definidos, no es por falta de conocimientos sino
porque sabemos demasiado acerca del mismo". Es sabido que en algunos vitrales catedralicios
muy antiguos se ha constatado la fluencia del vidrio hacia las zonas inferiores.
12
Acerca del proceso de solidificación, cfr. 382 a 25 y comentario.
252 Juan Enrique Bolzan
En los líquidos que se evaporan (...) sin dejar residuo,
existe claro predominio del agua (cfr. 387 a 23 y 387 b 7), tal como lo existe de
tierra en el caso de los no vaporizables: así ha de entenderse, opinamos, el "estar
constituidos por..." del texto; pues no cabe en modo alguno un sentido de
totalidad, como se ve claro al considerar líquidos "constituidos por tierra".
Acerca de la leche, que contiene mayor proporción de tierra que el suero, cfr.
384 a 16; sobre la madera, cfr. 384 b 15; para el caso del aceite, cfr. 383 b 21; en
general, para ejemplos de agua y tierra, cfr. 384 a 3 ss.
"Los líquidos espesable por el calor son mezclas" (388 a 32).
Pero, ¿cuáles son los líquidos homeómeros —pues de ellos se trata— que no
son mezclas? Solamente el agua, sin dudas, pues es el único líquido elemental,
no espesable por el calor ni por el frío (cfr. 380 a 34, 380 b 10, 383 a 12) sino
que, en todo caso, solidifica por este último (más precisamente: por pérdida de
calor, según 383 a 6 y 385 a 18 ss, especialmente línea 32) dando hielo (porque
el hielo es agua: 385 b 6).
"De entre los líquidos, el vino constituye una dificultad, porque se
evapora y espesa, como lo hace el vino nuevo. La razón reside en que
existe más de una clase de líquido que se denomina vino, y que clases
diferentes se comportan diferentemente; pues el vino nuevo contiene más
tierra que el viejo y de este modo espesa más por influencia del calor,
pero solidifica menos por acción del frío, porque contiene considerable
calor y gran proporción de tierra, como el de Arcadia, donde el humo lo
seca en los pellejos de tal modo que deben ser raspados para poder
beberlo. Así pues, si todo vino tiene algún sedimento, el predominio de
la tierra o del agua se deduce de la cantidad de sedimento presente)."
(388 a 34).
La dificultad primera que representa el vino para Aristóteles es de si ha de
considerárselo un líquido propiamente dicho por el gran predominio de agua
(pues se evapora), o bien una “mezcla” o un líquido en sentido lato, compuesto
de proporciones variables pero más o menos equilibradas de agua y tierra (pues
se espesa). El vino nuevo, que no ha sedimentado suficientemente, es "más
térreo" (posee más materia insoluble en suspensión, diríamos hoy) y por ello se
espesará más fácilmente y se congelará más difícilmente: se espesará más
fácilmente pues ya posee su masa mayor proporción de materia sólida; se
solidificará más difícilmente porque esa misma materia en suspensión
disminuirá su temperatura de congelamiento. Con respecto al predominio de
tierra o de agua en función de la cantidad de sedimento, recuérdese al caso la
diferencia establecida entre leche y suero (cfr. 384 a 17; 382 b 13; 384 a 11).
Aristóteles había ya analizado el caso del mosto, que no solidifica por el frío pero
solidifica y espesa por ebullición (384 a 4, con lo cual contiene más tierra que agua), y
"aunque se denomina vino, no posee el comportamiento del vino ya que no tiene el
15. Homeómeros y anhomeómeros 253
mismo sabor y no embriaga como el vino común" (387 b 9), y es capaz de arder porque
produce poco humo ( ).13 Desde los días de Homero se sabe
de la afición de los griegos por el vino, y las colonizaciones llevaban siempre consigo la
introducción de esta costumbre. Hacia el fin del siglo V a. C. ya se había industrializado
la vitivinicultura, regulándose asimismo su comercio. Se conocían entonces tres tipos de
mosto: 1º) el obtenido disponiendo los canastos de uvas sobre un plano ligeramente
inclinado, de modo tal que el mosto fluía por la presión misma del peso de la uva; 2º) el
extraído por medio de algún tipo de prensa; 3º) el obtenido mezclando los residuos así
resultantes con agua y prensando esta mezcla, procedimiento que, por supuesto, daba un
vino de muy baja calidad. El mejor vino se lograba por el primer procedimiento, y
podía mantenerse en buen estado por un tiempo prolongado mantenido en bien cerradas
vasijas (pithoi) de cerámica. Aun así este tiempo no podía ser mucho mayor de tres o
cuatro años pues el defectuoso sellado de esas vasijas no podía impedir toda
fermentación durante el almacenaje (pero Homero cuenta que Néstor bebió un vino
añejo de diez años). Se intentaba corregir esta fermentación secundaria acidificante (
alcohol 6 vinagre) por medio del agua de mar, aguarrás, pez, resina, tiza, yeso, cal y
hierbas aromáticas,14 con resultados que hoy nos parecerían poco apetitosos, en verdad.
Tales vinos resultaban excesivamente fuertes y se tomaban por ello diluidos con agua, y
algunos hubo que se diluían hasta veinte veces para poder beberlos.15 Ateneo menciona
no menos de ochenta y cinco variedades de vino.16
Continúa ahora Aristóteles con los cuerpos líquidos:
"Los [líquidos] espesables por el frío son de tierra; los espesables por
ambos [calor o frío], están compuestos por más [elementos]: tales el
aceite, la miel y el vino dulce [ o mosto]" (388 b 8).
Nuevamente aquí ha de tenerse en cuenta lo dicho acerca del predominio de
uno de los cuatro elementos, o bien de la mezcla más o menos equilibrada entre
ellos: los "compuestos por más de un elemento" deben estarlo por todos los cua-
tro según la doctrina fundamental, y siempre crea alguna dificultad ver que en
estos ejemplos se recurre constantemente a dos Elementos: la tierra y el agua.
Mas repárese en que el aire aparece sólo en algunos pocos casos (del aceite; de
la transformación de aire en agua: 384 a 2); y que en todo caso agua y tierra
constituyen los "elementos pasivos" de los cuerpos (381 b 23), por lo cual
tratándose de alguna interacción o acción-pasión conducente, como resultado, a
un homeómero, queda sobreentendida la presencia de ambos "factores activos":
cálido y frío (378 b 15, y en general todo el Cap. I de este Meteor., IV).
Mas no sólo esto es así sino que en el contexto total de este tratado Meteor.
ha de situarse concretamente aquella distinción que aparece en De gen. Corr.,
13
Todo ese texto de 387 b 9 da la impresión de no basarse en la experiencia sino en una
deducción de la teoría: puesto que el vino dulce es poco fumante, ha de ser inflamable.
14
Forbes, T. III, c. IV.
15
Düring dice que "los pastores pobres de Arcadia aun hoy rascan los cueros de vino, mezclan
la masa con agua y disfrutan de este vino barato".
16
Athenaeus, T. I, 26-34.
254 Juan Enrique Bolzan
330 b 22, donde distingue Aristóteles entre los cuatro Elementos lógicamente
conceptualizados —y convertibles con los cuatro pares de cualidades que los
definen en cada caso (330 b 4)— y los cuerpos naturales que se designan con
los mismos nombres. Todo ello da lugar a que el agua tal cual se la puede
experimentar, no sea el Elemento agua sino más bien un cuerpo acuoso, etc.;
concordante esto con 388 a 20 y lo que allí hemos dicho acerca de que
Aristóteles está tratando aquí fundamentalmente de la causa material de los
homeómeros, presuponiendo casi siempre la causa eficiente.
Pasando ahora a los sólidos:
"De entre los sólidos:
1º) aquellos que solidifican por el frío constan de agua, como el hielo, la
nieve, el granizo y la escarcha;
2º) aquellos que solidifican por el calor constan de tierra, como la arcilla,
el queso, el nitro, la sal;
3º) los que solidifican por ambos [calor y frío] se componen de ambos
[tierra y agua] y así [solidifican] por ambas [causas] y contienen ambos
[componentes] (estos son los que solidifican por enfriamiento, esto es:
por privación de calor y de humedad, que se desprende con el calor;
porque la sal y los cuerpos puramente térreos solidifican por la sola
privación de humedad, pero el hielo lo hace por la sola privación de
calor)
4º) los que como la arcilla y el ámbar han perdido toda humedad por
evaporación, se componen de tierra (pues el ámbar y las denominadas
«lágrimas» se forman por enfriamiento, como la mirra, el incienso y la
goma; el ámbar parece pertenecer a esta clase y formarse por
solidificación, tal como lo indican los animales atrapados en ella:17 el
[frío del] río desprende el calor y evapora la humedad [del ámbar], como
en el caso de la miel hirviente cuando es vuelca en agua). Algunos no
funden o ablandan, tales como el ámbar, y ciertas piedras como las
estalactitas de las cavernas, pues se forman del mismo modo
solidificando no por el fuego sino por el frío, que hace desprender el calor
y éste arrastra consigo la humedad. En los otros, el agente es el fuego
exterior;
5º) aquellos donde no toda la humedad ha sido, prepondera la tierra pero
pueden ser ablandados por el calor, como sucede con el hierro y el cuerno
(el incienso y cuerpos similares desprenden vapores como la madera).
17
Por lo visto es antigua la tradición de estas oclusiones en el ámbar, como se deja entender
aquí. Para algunos datos científicos, véase: G. O. Poinar-R. A. Mendez, "Sealed in amber", Nat.
Hist., 1982, 91, n. 6, 26, sobre insectos ocluídos en ámbar en muestras del paleozoico.
15. Homeómeros y anhomeómeros 255
6º) En fin, puesto que debemos considerar entre los fusibles [] los
fundidos por fuego, estos deben contener agua; si bien algunos, como la
cera, se componen de ambos [agua y tierra]; mas los [fundidos] por el
agua se componen de tierra; y los que no lo son ni por el fuego ni por el
agua, [se componen] de tierra o de ambos [tierra y agua]" (388 b 10).
Como se ve hemos intentado hacer más claro este largo y muy conciso texto
numerando sus diversos apartados, como lo hace Lee; no existen aquí
dificultades especiales como no sea la duda en que siempre deja Aristóteles
acerca de la composición elemental de los cuerpos naturales, y por cuanto ya
nos hemos explicado acerca de esto, refiramos ahora sólo una dificultad
especial: en línea 16 se habla de cuerpos "puramente térreos" ( ),
expresión esta sumamente llamativa y embarazosa pues no deja lugar alguno,
por amplio que sea el criterio, a la explicación que antes hemos dado acerca de
estas composiciones parciales como significando el elemento preponderante, sin
exclusiones. Confesemos aquí nuestra imposibilidad de solución, sirviéndonos
de consuelo hallar que Bonitz dice ser este el único paso en que utiliza
Aristóteles en este sentido.
Por otra parte, Fobes pone el texto de líneas 31-32 (“el incienso...”) entre pa-
réntesis tal como lo hemos hecho en nuestra traducción, ya que se trata
claramente de una interpolación fuera de lugar según va el contexto, que mejor
situado estaría a continuación de “...el incienso y la goma”, supra.18 Desde el
punto de vista de la doctrina el paso en general no hace casi más que reunir
cuanto ha sido expuesto ya acerca de la composición y el comportamiento de
los sólidos frente a los procesos de fusión, solidificación y ablandamiento; "los
otros" cuerpos a que alude en línea 29, donde "el agente es el fuego exterior",
son los cuerpos fusibles, como por ejemplo la sal y el nitrón.
Concluyendo:
"Si todos los cuerpos son o líquidos o sólidos, y ya que las cosas que
hemos caracterizado según las cualidades descriptas pertenecen a
aquellas dos clases sin posibilidad intermedia, se sigue que hemos
enumerado todos los criterios por los cuales podemos distinguir si algo se
compone de tierra, o de agua, o de más de un elemento; y si ha sido
formado por el fuego, el frío, o por ambos" (389 a 3).
Texto que resulta incomprensible si no se acepta que se trata siempre de
predominancia de elementos, sin exclusión total de alguno o algunos de las cua-
tro; y el elenco que sigue parece confirmarlo:
18
En el mismo sentido Webster; y Düring hace notar que sería de esperar aquí en
lugar de , pero que podría tratarse de una cierta laxitud terminológica.
256 Juan Enrique Bolzan
"El oro, la plata, el cobre, el estaño, el plomo, el vidrio, y muchas piedras
preciosas sin nombre propio, se componen de agua puesto que funden por
el calor; también son acuosos algunos vinos, la orina, el vinagre, la lejía,
el suero [de leche: ] y el suero [sanguíneo:], pues todas
solidifican por el frío.
La tierra predomina en el hierro, el cuerno, las uñas, los huesos, los
nervios, la madera, los cabellos, las hojas, y la corteza; y también en el
ámbar, la mirra, el incienso, las denominadas lágrimas, las tobas, los
productos tales como legumbres y cereales (todos térreos pero con
variante proporción de tierra, algunos pueden ser ablandables [por el
calor] y otros desprenden humos y se producen por enfriamiento);
también en el nitrón, la sal, y aquellas especies de piedras que no se
forman por enfriamiento ni pueden fundir.
La sangre y el semen están constituidos por todos: tierra, agua y aire; en
la sangre que contiene fibras existe preponderancia de tierra (y así,
solidifica por enfriamiento y funde por el agua); en la sangre que no
contiene fibras, [hay preponderancia] de agua (y por ello no solidifica). El
semen solidifica por enfriamiento, desprendiéndose simultáneamente su
humedad y su calor" (389 a 7).
Paso este que no constituye sino una recopilación ejemplificante de lo ya
dicho. Sobre la sangre se ha pronunciado en 384 a 25 (y comentario), pero nóte-
se que ahora dice que ella contiene aire, y esto es algo que no hemos visto en
ningún otro texto.19 En cuanto al semen, ha dicho en otro lugar que "es un com-
puesto de espíritu [] y agua, siendo el espíritu aire [] caliente", y
que a pesar de ser acuoso "es espeso cuando sale del cuerpo animal, que es ca-
liente, pero se licua al enfriarse [...] no se congela [...]. Debería solidificar por
enfriamiento, pero de hecho se hace semejante al agua".20 Lo cual parece
contradictorio con el texto de 389 a 22 ("el semen solidifica por
enfriamiento..."); sin embargo téngase en cuenta en que para dicha
solidificación se exige simultáneamente enfriamiento y desprendimiento de
humedad y de calor.21 Otra dificultad es que este semen, que aparece aquí
formado por "tierra, agua y aire", lo hemos visto asimismo formado por
19
Para la sangre véase en general Hist. animal., L. III, cap. 19.
20
De gen animal., 736 a 1 y 735 a 29 respectivamente
21
Esto no es forzar la interpretación pues Aristóteles dice
textualmente: [389 a
22]; utilizando así un genitivo absoluto con simultaneidad de tiempos.
15. Homeómeros y anhomeómeros 257
"espíritu y agua"; y en otra obra admite que posee "alguna pequeña cantidad de
material terroso", así como también que "un semen sea más térreo que otro".22
22
De gen. animal., 735 b 36 y 736 a 5, respectivamente. Precisamente de las diferencias que
acerca de la natura del semen pueden observase entre Meteor., y De gen. animal., deduce Düring,
p. 110 (ad 389 a 15) que Meteor., IV es de redacción previa, representando De gen. animal. una
opinión modificada.
CAPÍTULO XVI
LO CÁLIDO Y LO FRÍO
Habiendo tratado ya acerca de las relaciones o proporciones entre húmedo y
seco en los homeómeros, hará aquí lo respectivo con caliente y frío.
"A la luz de lo dicho, debemos estudiar ahora cuáles sólidos y cuáles
líquidos son calientes o fríos.
Los compuestos por agua son corrientemente fríos, a menos que
contengan calor extraño, tal como acontece con la lejía, la orina y el vino;
los compuestos por tierra son generalmente calientes por cuanto
producidos por medio del calor, como la cal y las cenizas" (389 a 24).
Aun cuando en Meteor. es el agua predominantemente húmeda, 1 parece claro
que en este paso y habiendo ya tratado del agua en cuanto responsable del
carácter húmedo de los homeómeros, no le queda a Aristóteles sino referirse a
ella en cuanto fría. También la tierra aparece en un contexto extraño con
referencia a su acción por cuanto en ella nada es caliente; pero es de observar
que no se trata ahora tanto de la tierra misma cuanto del proceso de obtención
de los homeómeros citados, lo que los hace generalmente tales
(): estos homeómeros así obtenidos son como residuos de
un proceso que permite se los denomine "térreos". Algo análogo ocurre con el
agua (de sí húmeda y fría) y los líquidos "calientes", donde el "calor extraño" —
que precisamente lo es por no corresponder al líquido en tanto éste es acuoso—
puede ser interpretado según los casos:
a) el calor de la lejía resulta del proceso de disolución de sólidos con alto
contenido en álcalis, proceso exotérmico que conduce a la obtención de un
"líquido caliente";
b) en el caso de la orina, no se trata más que del calor del cuerpo del cual
proviene;
c) para el caso del vino, todo se reduce a la temperatura del mosto durante su
fermentación.
1
Cfr. Excursus 10.
260 Juan Enrique Bolzan
En todos los tres casos el calor desaparece con el tiempo y no es constitutivo
de esos homeómeros.
"Debemos admitir que el frío es, de alguna manera, materia; porque
siendo lo seco y lo húmedo materia (pues son pasivos), e incorporados
primariamente en los elementos tierra y agua —caracterizados ambos por
el frío— resulta claro que el frío debe predominar en todos los cuerpos
compuestos sólo por uno u otro de esos elementos; a menos que aquellos
contengan calor extraño, tal como el agua cuando hierve, o cuando filtra
a través de cenizas, adquiriendo el calor de las cenizas; porque todo
cuerpo quemado contiene calor en mayor o menor grado" (389 a 29).
Prosigue aquí Aristóteles en la vía reductiva comenzada por los elementos. 2
En el caso de los compuestos homeómeros existe también una reducción del par
seco-húmedo (componente de todos aquellos: cfr. 381 b 24 y 382 a 2) a favor de
lo frío, puesto que se trata en todo caso de la cualidad común a agua y tierra: en
sentido material, existe cierta prioridad de la frigidez.
El ejemplo del agua filtrada a través de cenizas ha de interpretarse a la luz de
lo dicho para el caso de la lejía; y si se admite que esta conclusión de Aristóteles
no es apriorística, ha de aceptarse que aquí debe de haber procedido con esmero
por cuanto dicha elevación de temperatura no es muy notable. El apriorismo
residiría, en todo caso, en la explicación causal: porque "todo cuerpo quemado
contiene calor", debe el agua filtrada adquirir temperatura. Hoy diríamos, con
mejor razón, que es el contacto mismo del agua con las cenizas lo que en-
gendra calor (reacción exotérmica con el álcali); por lo cual un mismo proceso
eleva simultáneamente las temperaturas de agua y de cenizas. Sin embargo
seguirá siendo verdad que ha sido el calor de combustión la causa de que las
cenizas puedan, a su vez, generar calor en contacto con el agua, pudiendo así
decirse, en sentido lato, que "contiene" calor (en potencia) porque ha sufrido
combustión la madera originaria.
Y ahora, una consecuencia un tanto extraña aquí:
"Por ello es que se generan animales de materias en putrefacción, en las
cuales existe un calor que ha destruido el calor que les es propio" (389 b
5).
La putrefacción ( generalmente) ha sido tratada en 379 a 2 ss (y co-
mentario), definiéndose con relación al calor en 379 a 16; constituyendo el
defecto de calor el fundamento de este proceso (379 a 18 ss y comentarios). En
379 b 6 ss se ha referido precisamente Aristóteles a los animales engendrados en
los materiales en putrefacción: véase allí nuestro comentario general. Sin
embargo el texto presente es bastante oscuro y exige alguna interpretación:
2
Cfr. De gen. corr., 331 a 5.
16. Lo cálido y lo frío 261
estimamos que aquí el calor que existe en los materiales en putrefacción y que
destruye el calor (congregante) que le es natural, es justamente el calor que se
produce por el proceso mismo de putrefacción, calor que prevalece sobre el
calor natural y disgrega el material original; pero calor que, a su vez y por su
carácter esencialmente congregante, reestructura el material corrupto y da
origen a otras formas: los animales simples.
"Mas los compuestos de ambos [ tierra y agua] contienen calor, pues en
su mayoría han sido cocidos por calor, aunque algunos son
putrefacciones, como los productos de desecho [del organismo]" (389 b
7).
En 379 b 13 ss (y comentario) ha señalado Aristóteles que es el calor la
causa de la cocción (), entendida, en términos generales, como una
operación conducente a un cambio substancial; por consiguiente los
homeómeros constituidos por agua y tierra como materia resultan calientes
gracias a la causalidad eficiente de la cocción. Cuanto a los productos de
desecho, aclara Aristóteles en otro lugar:
"Entiendo por secreción o excreción el residuo del alimento; por producto
de desecho [] aquel que es expulsado por los tejidos a causa de
una descomposición no natural" (De gen. animal., 724 b 27). 3
Para nuestro comentario remitimos a los pasos citados con ocasión de 389 b
5.
"Así, son naturalmente calientes la sangre, el semen, la medula, el jugo de
higo [] y semejantes; mas en cuanto se corrompen y pierden su
natura, pierden su calor y todo cuanto resta es su materia: tierra y agua"
(389 b 9),
dejando así de participar del calor natural del cuerpo a que pertenecen, según la
doctrina general: "las cosas que se pudren comienzan por ser húmedas y
terminan siendo secas" (379 a 8), pues la pérdida del calor natural entraña la
evaporación de su humedad propia (379 a 22). Mas no sólo por estar dentro del
cuerpo natural son estos compuestos calientes, pues entonces la pregunta se
traslada simplemente, sin lograr respuesta. En efecto: por cuanto los cuerpos
naturales anhomeómeros se componen de homeómeros, es claro que el "calor
natural" de aquellos no puede ser sino una resultante de la composición a través
de estos; en otras palabras: que los homeómeros deben su calor no a sus propias
composiciones de tierra y agua sino a la retención del calor (energía térmica)
que ha sido necesario para lograr la composición o combinación misma de
homeómero en que consiste el cuerpo natural (anhomeómero). Traducido en
conceptos actuales: hace falta, en general, una energía de combinación (calor
3
Para cfr. Platt, in h. l., trad., nota, y su explicación en Addenda, al final del tratado.
262 Juan Enrique Bolzan
como congregante) para lograr la combinación de homeómeros; los cuales,
mientas se mantengan cual componentes del compuesto estructurado,
participarán del calor congregante necesario para mantener como tal a ese
cuerpo.
Todo esto es sumamente interesante, apuntando indudablemente a la priori-
dad y novedad que comporta un todo resultante frente a sus todos originantes; el
caso, que pareciera excepcional, de los productos residuales se explica así muy
naturalmente, pues entonces puede decirse de ellos que participan sólo acciden-
talmente (sub conditione) del calor natural o de constitución del cuerpo.
"De aquí proceden dos opiniones; pues unos los consideran fríos, y otros,
calientes; pues reparan en que en tanto mantienen sus naturas, son
cálidos; mas cuando se apartan de ella, solidifican" (389 b 12).
Pues bien:
"Así, tal como lo establecimos, los cuerpos en los cuales la materia
predominante es el agua (que es lo más opuesto al fuego) son fríos; aque-
llos en los cuales predominan la tierra o el aire, son más calientes" (389 b
15).
Los cuerpos predominantemente acuosos son activamente fríos y pasiva-
mente (materialmente) húmedos; los térreos son más o menos calientes por lo
dicho más arriba (389 b 9 y comentario). Precisamente el texto puesto entre
paréntesis pareciera reafirmar que, en efecto, todo el paso debe entenderse en
sentido experimental-dinámico, donde aun hoy corrientemente siguen siendo
agua y fuego enemigos irreconciliables. 4
Una observación final:
"Suele ocurrir que los cuerpos muy fríos pueden devenir extremadamente
calientes por acción del calor externo; porque los más sólidos y duros son
también los más fríos si se los priva de calor, pero los que producen más
calor después de exponerlos al fuego. Así, el agua quema más que el
humo, y la piedra más que el agua" (389 b 18).
Esta observación reviste gran importancia vista desde la perspectiva de la
ciencia moderna, porque lo que aquí aparecen son rudimentarios conceptos de
calor específico y de cantidad de calor. En forma más próxima a la intención y
expresión de la experiencia en Aristóteles —y aun en la concepción vulgar de
hoy— puede decirse que una piedra, "sólida y dura", puede alcanzar extremos
de temperatura y (a igualdad de masa) de cantidad de calor imposibles para el
4
Es de imaginarse la sorpresa de los alquimistas cuando verificaron que en la combustión del
alcohol, éste se consumía totalmente, produciendo ¡agua y fuego! Ya Isidoro de Sevilla, L. XVI,
cap. 4, señalaba un asombro semejante cuando se constataba que el agua, echada sobre cal viva
(¡tierra y agua!), entraba en ebullición.
16. Lo cálido y lo frío 263
agua, especialmente con respecto a las altas temperaturas (más fáciles de
alcanzar que las bajas), pues entonces el agua no puede sobrepasar los 100ºC;
análogamente vale para los humos desprendidos en esa misma combustión que
calienta al agua y a la piedra. 5
5
Véase nuestro Excursus 11.
CAPÍTULO XVII
NATURALEZA DE HOMEÓMEROS
Y ANHOMEÓMEROS
Ahora bien:
"habiendo explicitado cuanto antecede, nos ocuparemos en particular de
la carne, los huesos, y demás homeómeros" (389 b 23).
En varias oportunidades se ha referido Aristóteles a carne, huesos, y
análogos; procederá a continuación, en el capítulo final de su obra, a tratar en
detalle acerca de ellos en sus causas: material, formal, eficiente y final:
"Conocemos la composición natural de los homeómeros, las clases en
que se ordenan, y a cual pertenece cada uno, a partir de su generación;
pues de los elementos surgen los homeómeros, que constituyen a su vez
la materia de todas las obras naturales. Materia de todos [los
homeómeros] son los elementos mencionados [tierra y agua], mas la
esencia está determinada por la definición formal []; lo
cual es siempre más claro en productos posteriores [de mayor comple-
jidad] y , en general, en aquellos que son como instrumentos en orden a
un fin.
Es clarísimo que un cadáver es hombre sólo por homonimia [equí-
vocamente]; así como la mano de un hombre muerto es por homonimia
mano —como flauta lo es una de piedra— pues [esa mano] es también de
algún modo instrumento" (389 b 23).
El texto es en sí mismo un tanto complejo, pero la doctrina es clara: los
homeómeros se componen, materialmente hablando, de tierra y agua; a su vez
los anhomeómeros lo hacen de homeómeros. Mas la definición sólo se logra
según la forma, 1 pues a ésta compete dar a la cosa ser lo que es: de aquí los
ejemplos a que recurre Aristóteles, ya que un hombre muerto, aun guardando
materialmente la apariencia de hombre, no es hombre sino equívocamente; por
lo cual,
1
Phys., 193 a 1 ss; Met., 1042 a 16.
266 Juan Enrique Bolzan
"tendemos a suponer que un cadáver es más bien carne y hueso, que no
mano o brazo" (De gen. corr., 321 b 31). 2
¿Por qué?
"Porque no existe cara o carne sin vida o alma en ellas; y es sólo
equívocamente que se las puede llamar así una vez que ha desaparecido
en ellas la vida" (De gen. animal., 734 b 24).
Si se quieren sacar todas las consecuencias de este "no ser" de lo que no
existe in-formado, bien puede decirse que un cadáver no es rigurosamente un
cadáver pues en verdad no tiene unidad alguna más allá de la aparente: la prue-
ba está en que se descompone espontáneamente. No existe, pues, la "forma
cadáver", tema este muy discutido otrora por los escolásticos.
Y esto mismo, junto a los ejemplos citados de Aristóteles, hace más com-
prensible el elemento oscuro del paso de 389 b 24, a saber: la claridad con que
se manifiesta la esencia o forma en los productos más complejos o de orden
superior. En efecto: si bien la forma o la especie se da en todos los seres
naturales, se hace ella tanto más aparente en cuanto se asciende en una escala de
complejidad y riqueza de ser y de expresión de los seres; de modo tal que la
distinción específica se hace algo más fácil pasando desde los minerales a los
vegetales, y de estos a los animales, culminando en la indudable distinción
específica del hombre. O bien, para mantenernos dentro de los límites del
presente texto: en tanto se va desde los elementos a los homeómeros, y desde
estos a los anhomeómeros, a los seres vivientes, y al hombre: en todos los casos
la unidad de ser —la forma o especie— aparece tanto más necesaria cuanto más
complejo es el ser de que se trate. 3
Invirtiendo los términos:
"en el caso de carne y huesos ello no es tan claro; y menos aun lo es en el
de fuego y agua; porque la finalidad es menos obvia allí donde
predomina la materia" (390 a 1);
es decir: el elemento estático o potencial. Mayor —o mejor— formalidad
comporta mayor —o mejor— dinamismo y, por consecuencia, más fácil
asignación de finalidad; de aquí que resulte más dificultoso apreciar esta
finalidad en los elementos que en los homeómeros, y en los homeómeros que en
los anhomeómeros, no obstante cumplir incluso los elementos con sus propias
finalidades, ya que de otro modo no se comprendería la finalidad de nada de lo
constituido por ellos (¡y todo está, en última instancia, formado por esos
elementos!).
2
Cfr. De part. animal., 640 b 34; De anima, 412 b 20; De gen, animal., 726 b 22.
3
Para una ejemplificación con relación al crecimiento, véase De gen. corr., 321 b 10 ss.
17. Naturaleza de homeómeros y anhomeómeros 267
"Considerando los dos extremos, la materia no es sino materia, y la esen-
cia [] no es sino definición [formal: ]; y los cuerpos
intermedios se relacionan al más próximo de aquellos extremos" (390 a
4).
Todo cuerpo natural se sitúa entre los extremos (teóricos) de la pura poten-
cialidad de la materia, y de la pura actualidad de la forma: cuanto mayor sea la
aproximación hacia el extremo potencial, su actualidad será tanto menor y más
rudimentariamente se expresará, haciendo de este modo más precario su recono-
cimiento. Ahora bien:
"Cada uno de aquellos elementos [de 389 b 23] existe en razón de un fin,
no tratándose simplemente de agua o fuego, o de carne y de vísceras; y
esto es más cierto aun dicho de la cara y de la mano" (390 a 7).
Texto este importantísimo pues lo que viene a decir Aristóteles es, en buena
cuenta, que nada en el universo puede ser dicho con absoluta prescindencia del
resto cósmico, simplemente porque cada cosa que aisladamente se considere en
puridad fáctica es en razón, mediata o inmediatamente, de todas las demás: un
elemento no es tal sino referido a su compuesto; la carne y las vísceras, la cara y
las manos, son carne y vísceras, cara y mano, de algún ser viviente (actualmente
viviente) en concreto. No hay caso de definiciones aisladas y estáticas porque
ningún ser es aislada ni estáticamente: 4
"Toda aquellas cosas están determinadas por sus funciones: tal cosa es
realmente ella cuando puede cumplir su función" (390 a 10).
Operatio sequitur esse : "La perfecta operación es el bien de las cosas", 5 y el
único acceso al ser es a través de su operar, de lo que él manifiesta en su
dinamismo; o se acepta este principio o se renuncia a todo saber. De este modo:
"Un ojo [es ojo] cuando puede ver; si no puede, sólo lo es por homoni-
mia, tal como lo es uno muerto o de piedra; y una sierra de madera no es
sino el simulacro de una sierra. Lo mismo vale para la carne, si bien su
función es menos clara que, digamos, la de la lengua. Y así también con
el fuego; pero su función es aún más difícil de especificar experimental-
mente [...] que la de la carne. Igualmente cierto es esto
con relación a las plantas y los cuerpos inanimados, tales como el cobre
y la plata: todos ellos son lo que son gracias a cierto poder de acción y
pasión, tal cual acontece con carne y nervios; pero sus exactas
4
"Si se destruye el cuerpo como un todo, no habrá ya pie o mano como no sea dicho por
homonimia", Pol., 1253 a 23. En esta misma obra la relación parte a todo se explicita
concretamente: "Tal como un individuo, también una ciudad tiene una obra que cumplir", Pol.,
1326 a 12; es decir: "existe en razón de algo", como dijo en 390 a 7.
5
Ethica Nic., 1097 b 26.
268 Juan Enrique Bolzan
definiciones formales no son claras, no siendo fácil, por consiguiente,
decir cuando les son aplicables y cuando no. A menos que el cuerpo esté
muy corrompido, permaneciendo sólo su configuración, como en el caso
de los cadáveres antiguos, los cuales se convierten súbitamente en cenizas
en sus tumbas; y algunos frutos muy viejos, que conservan sólo sus fi-
guras pero no sus cualidades sensibles; así también con los sólidos
formados de la leche" (390 a 11).
Lista esta de ejemplos varios, donde aparecen cuerpos naturales y artefactos,
animados e inanimados, homeómeros (carne) y anhomeómeros (lengua); donde
la sola apariencia inmediata no basta para decir con precisión "qué cosa es"
pues —para referirnos ahora al cadáver—,
"un cadáver posee exactamente la misma configuración que un hombre
viviente, pero de ningún modo es un hombre" (De part. animal., 640 b
30).
El engaño por analogía de simple configuración puede obviarse si acontece
que ésta se nos desvanezca de entre las manos al desmoronarse el cuerpo en
consideración —como ha sido experimentado por los arqueólogos al destapar
ciertas tumbas muy antiguas— porque entonces surge claramente que el
comportamiento no iba más allá de una primera apariencia dada por la figura: es
necesario que la cosa sea lo que es para poder definirla, pues la definición no
agrega nada a la cosa sino a nuestro conocimiento de ella. Conocimiento que en
punto a las cosas naturales debe ser primordialmente físico (el
... de 390 a 11).
En fin:
"en tanto la solidificación se produce por el calor y el frío, éstos y los
movimientos que ellos provocan, son suficientes para formar las partes
homeómeras tales como carne, hueso, cabello, nervio, etc. Porque todos
ellos se distinguen según las diferencias dichas: tensión, ductilidad, fria-
bilidad, dureza, blandura, y otras; todas las cuales derivan de calor y de
frío y de la combinación de sus movimientos" (390 b 2).
Calor y frío aparecen entonces como las causas eficientes de la formación de
homeómeros, los cuales se manifiestan según ciertas cualidades sensibles que
les son intrínsecas (cfr. 385 a 10 ss.).
"Mas esto [la composición según calor y frío] no ha de considerarse
suficiente en el caso de los anhomeómeros que aquellos [homeómeros]
componen, tales como cabeza, mano y pie, por ejemplo; porque aun
cuando frío y calor y sus movimientos puedan dar razón de la formación
de cobre o de plata, no lo hacen con respecto a una sierra, un vaso o un
cofre: aquí la causa es la artesanía [], y en los otros casos lo es la
natura, o alguna otra causa" (390 b 9).
17. Naturaleza de homeómeros y anhomeómeros 269
Los cuerpos heterogéneos exigen causalmente: a) cierta o artesanía, si
se trata de artefactos; b) la espontaneidad de la de los homeómeros, si
son entes naturales, los cuales se combinan (repárese en el reflexivo) para dar
lugar a los anhomeómeros. La "otra causa" no es clara, pero tal vez haga
referencia a la causa final. 6
Pues bien:
"Conociendo ya el género de cada uno de los homeómeros, se debe
averiguar la esencia [] de cada uno: qué es la sangre; qué, la
carne; qué, el semen, etc. Porque conocemos la causa y esencia cuando
conocemos lo material o lo formal de ella, o mejor aun ambos, con
respecto a su generación y corrupción, así como el origen del
movimiento" (390 b 14).
Para agotar el tema, es menester llegar hasta el conocimiento pormenorizado
de las especies a través, fundamentalmente ahora, de las causas material y
formal, las causas intrínsecamente constitutivas de una cosa; mejor aun será si
puede asociárselas a la causa eficiente (el "origen del movimiento" de
generación y corrupción). 7
Finalmente,
"Explicados así los homeómeros hemos de considerar igualmente los
anhomeómeros y, finalmente, los cuerpos por estos constituidos, tales
como el hombre, las plantas, y demás semejantes" (390 b 19).
Continuando con la misma línea especificandora, insiste Aristóteles en la
necesidad de ir ampliando detalladamente una ciencia de la naturaleza que, co-
menzando en la Physica con los principios más generales del ente natural,
progrese matizando su objeto según una experiencia rigurosamente analizada lo
permita y obligue; pasando, de este modo, sucesivamente por los tratados: De
caelo, De generatione et corruptione, y Meteorologica; tetralogía que ahora
dejamos aquí, pero que en sus tramos finales empalman con el De anima (suerte
de biología teórica de Aristóteles) y los tratados propiamente biológicos. 8
Tratados que ha prometido al comienzo de Meteorologica (en 339 a 5), y
reafirmado con las palabras de comienzo de su estudio acerca de la materia y la
forma en su tratado anatómico:
"Si los hombres y los animales y sus varias partes, son seres naturales,
será entonces necesario considerar carne, hueso, sangre y demás partes
homeómeras; y asimismo las anhomeómeras: cara, mano, pie; mostrando
la natura de cada una de ellas y especificando su función.
6
Para el tratamiento en general de las causas véase Phys., II, 3; Met., V, 2.
7
Cfr. De gen. corr., 335 a 24 ss.
8
Un tratado De plantis parece haberse perdido.
270 Juan Enrique Bolzan
En efecto: no es suficiente señalar los elementos a partir de los cuales se
han formado tales partes —por ejemplo: de fuego, o de tierra— pues
cuando nos referimos a un lecho u otro artefacto semejante, nos
esforzamos más bien por determinar la forma que la materia [...]. Porque
la natura formal tiene más importancia que la natura material" (De part.
animal., 640 b 17).
Todo ello es así porque, en términos generales de doctrina,
"definir algo significa relacionarlo con algo otro, jugando una parte de la
definición el papel de materia, y la otra el de forma" [Met., 1043 b 30].
Así, pues, es la de Aristóteles una aspiración a alcanzar la unidad del saber a
partir de unos principios primeros que van desarrollándose en la medida en que
los elementos se van combinando hasta alcanzar los compuestos de orden
superior.
EXCURSUS
Se ofrece a continuación un conjunto de trabajos oportunamente aparecidos
en revistas especializadas, y que estimamos pueden ser de utilidad, ya sea para
ampliar algunas cuestiones tratadas más brevemente en el cuerpo de la obra; ya
sea como resumen del tema y a fin de que el lector logre una visión de conjunto
de textos que aparecen a veces dispersos en aquella. Claro está que por eso
mismo se producirán inevitables repeticiones.
EXCURSUS 1: EL CONCEPTO DE DENSIDAD 1
El tratado De caelo aparece, en cuanto se refiere al tema de la densidad,
dominado por las nociones de "pesado" y de "liviano", tanto en sentido absoluto
cuanto en sentido relativo. Y tal vez por no reparar en este último es que
Sambursky llega a sostener, en acuerdo pleno con lo consuetudinario, que
"before Archimedes, greek physics has for nearly four hundred years been
unable to free itself, despite all efforts, from the vicious circle of 'heavy' and
'light', because of its inability to define specific weight". 2
El juicio es, en principio, correcto y aun sería necesario extenderlo mucho
más allá de la Grecia clásica, hasta bien entrada la Edad Media, pues por
entonces subsisten todavía oscuridades en cuanto al sentido del posteriormente
denominado "Principio de Arquímedes". 3 Sin embargo es posible hallar en
Aristóteles, precisamente cuando se dedica al estudio detallado de "lo pesado" y
de "lo liviano", ciertos textos que significan una primera y decisiva
aproximación al tema. Así, luego de definir liviano y pesado en sentido absoluto
(308 a 29), lo hace según el sentido relativo de liviano:
1
Trabajo originalmente publicado en Scientia (Milano), 1974, 109,229.
2
Sambursky [1], p. 41.
3
Cfr. Moody-Clagett para un estudio general; cfr. también nuestro Excursus 3.
272 Juan Enrique Bolzan
"Llamamos relativamente liviano o más liviano al cuerpo que, de entre
dos dotados de peso y a igualdad de tamaño [] es sobrepasado por
el otro según la velocidad de su movimiento natural hacia abajo" [308 a
31].
Este texto es bastante oscuro y ha sido variamente corregido: Guthrie 4 adopta la
corrección de Prantl (línea 31: "..."), pero Longo, 5 desecha esta corrección (así
como otra propuesta por Bywater) e intenta una solución adecuada con su texto
agregadoy traduce: "In rapporto ad un altro termine invece, diciamo leggero, e piϕ
leggero, quello di due corpi dotati di peso, e aventi mole eguale, che [si muove verso
l'altro piϕ rapidamente, pesante e piϕ pesante invece, quando, avendo due corpi
ambedue peso, e mole eguale], l'uno dei due per natura si muove verso il basso piϕ
rapidamente"; señala, asimismo y haciéndose eco de la opinión de Allan, que
necesariamente debe de existir aquí una laguna, faltando una referencia explícita a lo
"relativamente pesado", tal cual lo dice también Simplicio. 6 Sin embargo intentaremos
demostrar que tal referencia no es necesaria, y por ahora nos parece importante citar la
traducción que ofrece Oresme, quien después del texto referente a lo absolutamente
liviano (308 a 29), continúa: "Et la chose est legiere ou resgart d'utre ou plus legiere, ou
se .ii. choses ont pesanteur et sont d'une quantité, celle qui par nature descent plus
isnelement est la plus pesante". 7 Aparentemente el texto utilizado por Oresme es la
Nova translatio, iniciada por Grosseteste y corregida y completa por Moerbeke.
Por nuestra parte hemos seguido preferentemente el texto que trae Moraux, 8
traduciendo por "tamaño" como término menos técnico y suficiente
como para indicar magnitud sin referencia a material alguno. Se corresponde así
con el "mole" latino, y el todo concuerda con la versión que comenta Mauro:
"Ad aliud autem leve ac levius id esse dicimus, quod aliquo natura deorsum
celerius fertur, utrisque pondus habentibus aequalemque molem". 9 Por otra
parte, Simplicio utiliza, en su comentario, el mismo término aristotélico,
señalando que "verosímilmente atribuye [a los cuerpos Aristóteles] la igualdad
de tamaño, pues si los tuvieran diferentes sería posible que el más pesado por
naturaleza, cayera no rápida sino lentamente al ser menor; y de esta manera
tampoco lo más liviano según su natura sería ya liviano".10
Sea como fuere, se trata de un texto sumamente importante y no obstante
todas las observaciones vistas es claro que se muestra aquí Aristóteles muy
cuidadoso al distinguir esta relatividad del peso en base a la diferente velocidad
4
Guthrie [1].
5
Longo, texto de 308 a 32 bis y nota a 308 a 32.
6
Simplicio [3], p. 678, 25.
7
Oresme, p. 660, línea 57.
8
Moraux [2].
9
Mauro [1], t. III, p. 384 col. A.
10
Simplicio [3], 678, 30. Cfr. el largo comentario de Nifo, quien también señala lo corrupto del
texto.
EXCURSUS 1: El concepto de densidad 273
de caída de dos cuerpos de iguales dimensiones, puesto que de este modo
demuestra hacerse cargo de que una correcta comparación de pesos debe
hacerse manteniendo constante aquella igualdad de volumen. En efecto: según
la experiencia,
"vemos que muchos cuerpos de mayor peso que otros son de tamaño
menor, tal cual es el caso del bronce con relación a la lana" (309 a 4).
Mas este hecho no puede ser explicado, en pos de Platón,11 sosteniendo que:
"es más pesado aquello constituido por un número mayor de partículas
idénticas; y más ligero, aquello que lo está de un número menor" (308 b
5),
pues ello sólo sería posible si, como sostienen quienes así opinan,
"todos los cuerpos están formados por partículas idénticas de una misma
materia; pero este no parece el caso" (308 a 10),
pues como el mismo Aristóteles lo demostró, existe diversidad de substancias
según los cuatro elementos,12 tratándose sólo de una materia única entendida
como substrato común de todos ellos. En general,
"el fuego es siempre liviano y se dirige hacia lo alto; la tierra y todo
cuerpo terroso se dirige hacia abajo y el centro" (308 b 13).
Más aun: si quienes definen "más pesado" o "más liviano" según el número
de partículas tuvieran razón, entonces,
"una cantidad mayor [de fuego] se elevará con menor velocidad y será
más pesada, puesto que estará constituida por un número mayor de
triángulos. Pero en verdad la realidad muestra lo contrario: cuanto más
fuego existe, más ligero es y con mayor velocidad se dirige hacia lo alto"
(308 b 16).
Es decir que es por su misma natura que el fuego resulta liviano y los demás
elementos lo son menos cada vez, según la secuencia aire/agua/tierra. Por otra
parte, si fuera cierto que el comportamiento se debe, en estos casos, al número
de partículas,
11
Platón, Timeo, 63 C, y comentario de Cornford [1].
12
"Según nuestros principios existe una materia única como sujeto de los contrarios: cálido,
frío, y demás contrariedades físicas; la generación acontece como paso de la existencia en
potencia a la existencia en acto, no siendo la materia separable [de los contrarios] pero sí diferente
según la esencia y manteniendo su unidad a través de los diversos cambios ocasionales de color,
calor o frío. La materia es así la misma tanto para un cuerpo grande como para uno pequeño [...]
la generación tanto va de lo pequeño a lo grande cuanto de lo grande a lo pequeño [...]: es la
materia quien siendo uno u otro en potencia, deviene uno u otro [...]. La misma cosa puede ser
rara o densa y para ambas cualidades existe una misma materia", Phys., 217 a 21.
274 Juan Enrique Bolzan
"los cuerpos de un mismo peso deberían ser también iguales en volumen"
(308 b 33),
pues todos contendrían el mismo número de iguales partículas; lo cual va contra
la experiencia, como se ha visto (en 309 a 4).
Otros han razonado por recurrencia al vacío, sosteniendo que los cuerpos
que siendo "más grandes" son más livianos, lo son por contener "más vacío"
(309 a 6 ss); sin embargo esta explicación, que no tiene en cuenta el "contenido
en sólido", conduce al siguiente absurdo:
"bien puede acontecer que una gran cantidad de oro, conteniendo más
vacío que una pequeña cantidad de fuego, resulte más liviana que éste"
(309 a 16).
Pero ni aun teniendo en cuenta la cantidad de materia sólida es posible dar
una explicación satisfactoria de "pesado" y "liviano" absolutos; pues si algo es
pesado porque contiene más materia sólida, entonces,
"existirá una cantidad tan pequeña de tierra que contenga menos sólido
que una gran cantidad de fuego" (309 a 33),
etc., pues
"se afrontan si se propone una explicación diferente y ya sea que se
recurra al grandor o pequeñez cual causas del peso o la levedad relativos
de los cuerpos, ya sea que se eche mano de alguna otra explicación; pues
en todo caso se supone la misma materia única para todos los cuerpos, o
bien se admite pluralidad de materias pero una única contrariedad" (309 b
29),
tal como lo demuestra a continuación (309 b 33 ss); pasando luego a exponer su
propia concepción de "pesado" y "ligero" en sentido absoluto.
En primer término, en función del movimiento: Este, "el acto de lo potencial
en tanto que potencial, no en cuanto lo que [la cosa] es",13 significa llenar una
potencialidad real del móvil, y real precisamente con relación a ese determinado
movimiento concreto; para el caso de los movimientos ascendente y
descendente,
"aquello que mueve hacia arriba o hacia abajo es lo que los hace pesados
o livianos, siendo el móvil aquel que es, en potencia, pesado o ligero. Y
si el trasladarse cada cuerpo hacia su lugar propio es hacerlo hacia su
propia forma [...] preguntar por qué se mueve el fuego hacia lo alto y la
tierra hacia lo bajo equivale a preguntar por qué lo sanable —que se
13
Phys., 201 a 29.
EXCURSUS 1: El concepto de densidad 275
mueve y cambia en tanto que sanable— va hacia la sanidad y no hacia la
blancura" (310 a 31 ss.).
Esto es: que de la definición misma de un determinado tipo de movimiento
quedan especificados tanto la natura del motor cuanto la natura (como potencia)
del móvil, sin necesidad de buscar otras razones.
En segundo lugar, en función del lugar, pues teniendo en cuenta que en el
universo pueden distinguirse dos lugares absolutos: el centro y la extremidad
(312 a 7), entre los cuales están contenidas todas las cosas pesadas y livianas
(310 b 7), resulta que:
"lo absolutamente pesado es el cuerpo [tierra] que se sitúa por debajo de
todos los otros; y lo absolutamente liviano, aquel [fuego] que se eleva por
sobre todos los demás" (311 a 16);
en tanto que:
"en el caso del aire y del agua, ni uno ni otro es absolutamente pesado o
liviano: ambos son más ligeros que la tierra [...] pero más pesados que el
fuego [...]. Mas el uno con respecto al otros es, en sentido absoluto,
pesado [agua] y liviano [aire]" (311 a 23).
Y recordando que el lugar se comporta como "forma" del cuerpo,14 aparece
ahora más claramente que el lugar es, en fin, quien da razón del movimiento
tendencial de los elementos. El sistema aristotélico del universo se rige, en
última instancia, por un orden de ubicación al cual responde un orden tendencial
en los cambios;15 se trata, en todo caso, del famoso y a veces no bien entendido
"lugar natural" hacia el cual se dirigen los elementos, salvo que algo lo impida
(311 a 7),16 y lugar tan primordial que Aristóteles no vacila en decir que cuando
un elemento se genera a partir de otro, el generando,
"yendo de la potencialidad a su actualidad, va hacia el lugar, la cantidad y
la cualidad propias de su actualidad" (311 a 3).
Queda, pues, en claro que pesantez o levedad pertenecen, en sentido
absoluto, a los elementos correspondientes "por natura" y no por referencia a un
tertium quid: para un elemento, ser "pesado" o "liviano" constituye una
propiedad elemental irreferible a nada anterior, como no sea el orden cósmico; y
es propiedad intensiva, pues no importa cuánto de elemento se trate sino sólo de
cuál elemento (311 a 19). La aplicación ahora a los cuerpos compuestos es
14
Cfr. para este sorprendente y debatido texto, nuestro Excursus 2.
15
Por ello es que "si colocamos la tierra en el lugar de la luna, los varios fragmentos de tierra se
moverán hacia el lugar en que precisamente está ahora, no hacia ella" (310 b 3). Vid. nuestro
Excursus 2; y una aplicación en el Excursus 12.
16
Nuevamente remitimos a nuestro Excursus 2.
276 Juan Enrique Bolzan
inmediata: puesto que todos los cuerpos compuestos lo están a partir de los
elementos, y por cuanto:
"todos poseen: unos, pesantez, y otros, levedad, es claro que la causa de
ello es, en todos los casos, la diferencia hallada en sus componentes
[elementos]; y de este modo, unos serán ligeros y otros, pesados, según la
proporción de los elementos que contienen" (311 a 29).
De tal modo que los compuestos siguen la ley de los simples (311 a 34); por
ejemplo:
"Los mismos cuerpos no se comportan siempre como pesados o como
ligeros en todos los medios, y ello acontece por los diferentes [cuerpos]
primeros [que los componen]. Por ejemplo, un trozo de madera de un
talento pesará en el aire más que una mina de plomo; pero en el agua será
más liviano. La causa de esto es que todos [los cuerpos] poseen peso —
excepto el fuego— y levedad —excepto la tierra" (311 b 1).
En otro lugar ha dicho Aristóteles que la madera se compone de tierra y
aire;17 y el plomo, de agua y tierra;18 siendo por ello que la madera flota en el
agua (el aire es liviano con respecto al agua) pero se hunde en el aire (la tierra
es pesada con relación al aire); y el plomo se hunde tanto en el aire cuanto en el
agua (por análoga razón). E insistiendo en el último párrafo citado, dirá que:
"en la región propia de cada uno, todos los cuerpos, excepto el fuego,
pesan; aun el aire" (311 b 6).
Sea cual fuere la interpretación total de este texto,19 lo que importa ahora es
su insistencia en la prioridad de "peso" —con la excepción del fuego (311 a
15)— resultando la levedad una propiedad sólo relativa, pues teniendo cada
elemento peso en su región propia, no tiene levedad sino en el seno del
elemento sobre el cual se eleva (312 b 2). Es decir que Aristóteles está
proclamando así el carácter absoluto de la gravedad de los cuerpos en función
—lo hemos visto— de una tendencia esencial y no relativa de todos ellos a
dirigirse hacia un lugar privilegiado: el centro del universo; y por ello,
"resulta que si se les quita el [cuerpo inferior] soporte, se mueven hacia la
región inmediatamente inferior: el aire, hacia la del agua; el agua, hacia la
de la tierra" (312 b 5),
17
Meteor., 384 b 15 y 388 a 31. Recuérdese que un talento ático equivale a unos 35 kg, y una
mina a 600 g.
18
Meteor., 389 a 8.
19
Cfr. nuestro Excursus 3.
EXCURSUS 1: El concepto de densidad 277
mientras que la inversa no es cierta: quitando el fuego o el aire no se elevan,
respectivamente, el aire y el agua, si no es violentando sus tendencias naturales
(312 b 7 ss.).
Sistema del mundo y densidad
Este sistema aristotélico del universo es sobradamente conocido y ha sido
expuesto y criticado casi a saturación, de modo tal que concretaremos nuestra
conclusión al tema específico de nuestro estudio.
La explicación de Aristóteles en cuanto basada en elementos "pesados" y
"livianos" —relativa o absolutamente considerados— y el privilegio otorgado a
la gravedad establece, para Stocks,20 una asimetría que "inflicts some damage
on the doctrine of places —for where a body has weight it cannot be said to
'rest naturally' or to 'be in its place'— and also on the simmetry of the elements
—for if the fire above air were removed the air would not move upward, but in
the earth below water were removed the water would move donward".21
Observemos, en primer lugar, que Stocks cae en la confusión habitual entre
lugar propio () y región propia () y ya hemos
demostrado22 que es sólo en la región propia —la zona que efectivamente ocupa
el elemento en el universo— y no el lugar propio —el centro del universo,
único "lugar natural" de los pesados— donde los elementos pesan. Sólo
cuando alcanzaren el centro o medio del universo, todos los elementos (excepto
el fuego) "reposarán naturalmente" y "estarán en su lugar"; en todos los demás
casos "pesarán" como tendencia a alcanzar el reposo natural del centro.
Pero, además, precisamente aquello que parece "dañar" la teoría es, en
verdad, lo que la enriquece pues aun desde nuestro punto de vista
contemporáneo sigue teniendo privilegio de positividad la gravedad y no la
levedad; y desde el punto de vista intrínseco del sistema aristotélico culmina así
una visión que comenzada en la Physica desde un aspecto más teórico, se irá
haciendo de más en más dinámica a medida que se explaya en el De caelo y se
completa con los detalles más existenciales del De gen. corr. y del
Meteorologica.23 Aun la asimetría de que lo acusa Stocks tiene claro sentido,
pues, por un lado, el fuego es elemento límite —viniendo dada su limitación por
la primera esfera supralunar— y lo que es verdaderamente límite no pertenece
20
Stocks, nota 3 a 312 b 19.
21
También se queja, entre otros, Temistio, 231, 18 ss.
22
Véase Excursus 3.
23
Hemos destacado esta dinamicidad creciente de los elementos en nuestro Excursus 2.
278 Juan Enrique Bolzan
totalmente a lo limitado sino que es más bien un "ser entre", con la peculiaridad
que esto significa; y la tierra, por su parte, siendo el cuerpo inferior de una
estratificación regida por la actividad "pesante" o gravitacional de los
componentes, ha de ser necesariamente "pesada" en sentido absoluto, haciendo
su misma posición central que si fuera ella quitada de debajo del agua, no sólo
esta no se desplazaría "hacia abajo" —contra lo que afirma Stocks— sino que
precisamente lo haría el universo todo "hacia el lugar en que la tierra está" (310
b 3). Ya dijimos que es el lugar quien condiciona finalmente estos movimientos,
y el lugar de la tierra —esté ella donde esté— es el centro del universo hacia el
cual los demás elementos se dirigen.
Asimismo, en este universo de elementos que son en sí mismos pesados
(excepto el fuego) y componen variamente los cuerpos complejos corrientes, la
observación práctica de 309 a 31 —junta a las críticas a las teorías del vacío y
de los neoplatónicos, pero especialmente la observación aguda de 308 b 33—
muestra claramente que tuvo Aristóteles una precisa noción de densidad o
gravedad específica, tanto como relación entre peso y volumen de un cuerpo,
cuanto como relación de flotación o hundimiento entre cuerpo y medio
circundante. Con respecto a su explicación causal en función del carácter
absoluto de los cuatro elementos, por disonante que hoy parezca no lo es ya
cuando se repara en que, al fin y al cabo, nuestro actual concepto de densidad
depende también del carácter absoluto de nuestras "partículas elementales",
componentes de todo cuerpo, y del mayor o menor número que de ellas se halle
por unidad de volumen. Son ahora los "tres elementos" (simplificadamente por
electrones, protones y neutrones) quienes componen materialmente todos los
cuerpos; a los cuales "elementos" se les asigna masa (pero no densidad), siendo
así ellos y sus naturas (¡mayor cantidad de sólidos: 309 a 15!) los responsables
de la densidad de una determinada substancia. De modo tal que, ¿quién no
suscribiría hoy que:
"lo denso difiere de lo raro por tener mayor abundancia a igualdad de
volumen"? (299 b 8).
En última instancia, poseer masa o peso es un dato primitivo e inexplicable
en función de otro anterior, y sólo sistematizable en términos de gravedad. Por
ello es que con toda razón se ve obligado Aristóteles a sostener que todo cuerpo
pesa, a dar prioridad al peso sobre la levedad, y a recurrir, por vía causal
explicativa, a las primeras determinaciones de la materia prima.
En fin: ¿resultan las teorías de Aristóteles y de Arquímedes tan contradicto-
rias como lo quiere Sambursky?24 Tras nuestro análisis no lo parece sino que
24
Sambursky [2], p. 82. En esa misma página puede leerse: "Aristotle occasionally mentions
that 'dense differs from rare in containing a greater quantity in an equal volume' [...] casual
remark [that] was nor pursued or amplified, nor was any scale of varying densities ever
EXCURSUS 1: El concepto de densidad 279
más bien se complementan como los aspectos teórico y práctico de un mismo
problema.
considered, to replace the extreme opposites 'dense' and 'rare'". El lector puede hacer su propio
juicio al caso.
EXCURSUS 2: EL PASO DE CAELO, 310 B 11-14 1
Todo el tratado De caelo es de redacción más bien dificultosa, tal cual lo
confirman en general los comentaristas; y aun las aclaraciones clásicas de
Simplicio dejan bastante que desear. Dificultades que pueden muy bien
explicarse aceptando, tal cual lo propone Paul Moraux, que "nous avons de
bonnes raisons pour y voir plutôt le texte d'un ou plusieurs cours professés par
Aristote devant un groupe, sans doute restreint, d'auditeurs specialisés". 2 Y el
texto que ahora nos ocupa no ha hecho excepción, pues ni las explicaciones
corrientes coinciden acerca de su sentido, ni las soluciones propuestas nos
parecen totalmente acertadas. El texto dice:
"(I) Porque los cuerpos sucesivos son semejantes unos a otros. Por
ejemplo: el agua es semejante al aire, y el aire lo es al fuego. Procediendo
a la inversa, lo mismo puede decirse de los cuerpos intermedios, pero no
de los extremos; así, el aire se parece al agua, y el agua, a la tierra.
(I') Porque el cuerpo superior se encuentra siempre en relación al que está
debajo como la forma a la materia" (310 b 11-14).
Este texto ha sido variamente comentado y creemos necesario reproducir a la
letra las opiniones más importantes, comenzando por la de Stocks (a quien
adhieren otros autores) quien centra su comentario en una larga nota al final de
la línea 14:
"In a sense, then, if the potential is like the actual, it moves "to its likes'.
The in l. 11 forestall an objection. 'There remains the intermediate
bodies: what of them?' These are given form or determined by the
extreme bodies, and thus mediately determined by the 'place'. Instead of
saying 'are given form' or 'are determined' Aristotle says 'are like'; being
entitled to do so by the meaning just given to 'like'. The like to which
earth moves is that from which it receives its form, and the like to which
water and air move is the extreme body —earth in the one case, fire in the
other— from which each receives its form. Thus 'like' means 'receptive of
form from'. In this sense water is like air [...] but the extremes
themselves, earth and fire, are like nothing but their places. The relation
of likeness is reciprocal (i.e. determination is mutual) only between the
intermediates; and the chain of resemblances breaks off in each direction
short of the extreme. Starting from the centre, we find in the three terms,
1
Trabajo originalmente publicado en J. History of Philosophy, 1973, XI, 443.
2
Moraux [2], p. clviii.
282 Juan Enrique Bolzan
water, air, fire, a gradual approximation () to the form
realized in fire [y viceversa...]. Therefore the intermediate bodies, as well
as the extremes, may be said in moving to their places to attain their
form". 3
Tricot 4 hace suya la opinión de Stocks, sin agregar nada importante; y lo
mismo sucede con Guthrie, pero con respecto a la línea 14, agrega:
"the last sentence is confusing, seeing that earth, which is lower than
water, yet gives it its form [...]the argument is isolated and unsatisfactory,
and the clause is probably influenced by what
was A.'s real belief, that the upper part of the Universe, the region of fire
[...] stood for form, perfection [...] and the lower part for the reverse". 5
Por su parte Longo divide su explicación en dos partes; en su nota a líneas
11-12 habla, en primer lugar, de la con relación a De gen. corr., II, 4,
es decir, a la semejanza entre las cualidades compartidas entre los cuatro
elementos (no siendo éste el sentido del texto aristotélico del De caelo, como
veremos). Sólo en segundo término admite como "posibilidad" que la relación
de semejanza se establezca en función de pesadez y ligereza:
"L'acqua Π simile all'aria in quanto sono entrambe leggere (l'acqua
relativamente alla terra, l'aria relativamente alla terra e all'acqua), e lo
stesso dicasi per l'aria e il fuoco. Ogni rapporto d' resterebbe
in tal modo escluso per la terra e il fuoco, in assoluto rispettivamente
pesante e leggero", 6
apuntando así a la verdadera interpretación del texto. Mas su nota a las líneas
12-14 no parece admisible pues según se desprende de la misma, Longo
entiende que la inversión del proceso de que allí se habla debe incluir los cuatro
elementos:
"non si vede perché il rapporto di se considerato ,
debba valere per i medi e non per gli estremi, quando per questi ultimi
valesse prima";
pero, ¡es que tampoco la vía directa primera incluye los cuatro elementos!
Acaba Longo con una crítica:
"quali termini poi si debbano considerari 'estremi' e quali 'medi' non Π
chiaro".
3
Stocks, in loc.
4
Tricot [2].
5
Guthrie [1].
6
Longo, in l.c.
EXCURSUS 2: El paso De caelo, 310 b 11-14 283
Con el amplio comentario de Elders las cosas no parecen mejorar; con
relación a línea 12 () aclara:
"the meaning of these words is difficult. They are often understood as
asserting that the relation between the intermediate bodies may be
converted [...]. Between water and earth, however, the order cannot be
converted. One can say 'water is like earth', but not 'earth is like water'.
Yet this interpretation does not make sense. The meaning apparently is
the following: when we compare the relation between two elements to
that between two other elements, we cannot reverse the order in the case
one of them is an extreme", 7
agregando en nota al pie de página:
"when an extreme (i.e. either fire or earth) is the first term of a
relationship used as comparison, the direction of the ratio cannot be
inverted so that this extreme would retain its first place. Air : fire :: earth :
water; air : water :: earth : X (impossible)".
Y con respecto a la línea 14 simplemente destaca que:
"to Aristotle the upper elements (fire, air) are more active than water and
earth, which are more like matter". 8
Por su parte Seeck, en su amplia monografía dedicada precisamente a
estudiar los "elementos" aristotélicos, lamentablemente no se refiere para nada
al paso que nos ocupa, concretándose a analizar De caelo, III y De gen. corr.,
II. 9
Nuestra propuesta
En primer lugar, debense poner en su contexto las líneas 11-14 a fin de
considerarlas en su marco adecuado. En efecto: el texto es parte final de un
largo paréntesis que hace comenzar Aristóteles en 310 b 1, y precisamente
cuando acaba de asentar que:
"(II) Trasladarse cada cuerpo hacia su lugar propio es trasladarse hacia su
forma propia []" (310 a 33).
7
Elders, in loc. cit.
8
Elders, in loc. cit.
9
Seeck. Seeck busca determinar los esquemas generales, por lo cual se restringe a decir al caso:
"Die dort [Kap. 3] gegeben Interpretation der Bewegung zum 'eigentümlichen Ort' als Bewegung
zum Eidos ist für unsern Zusammenhang ohne Belang, es kommt uns jetz nur auf das System an",
p. 110.
284 Juan Enrique Bolzan
Por consiguiente surge inmediatamente que el paréntesis debe tender a
aclarar precisamente este sentido; y es lo que hace Aristóteles cuando dice:
"(III) porque todo semejante se mueve hacia lo semejate
[]" (310 b 2),
señalando así el sentido en que ha de entenderse el como cierta virtud
que hace tender hacia..., pero no hacia lo semejante secundum naturam, tal cual
querían los antiguos (líneas 1-2), porque
"(IV) si colocamos la tierra en el lugar de la luna, los varios fragmentos
de tierra se moverán hacia el lugar en que precisamente está ahora, no
hacia ella" (310 b 3).
Es, pues, el lugar quien da razón del movimiento tendencial, no la natura de
la cosa: precisamente la tierra se ha formado porque los fragmentos térreos se
han dirigido al centro, produciéndola por reunión de masas.10 Vale decir que el
movimiento hacia la tierra se produce por el lugar en que la tierra está y no por
ser tierra. Aclarando ahora que:
"(V) El lugar es el límite del continente, y la extremidad y el centro
contienen todas las cosas que se mueven hacia arriba y hacia abajo,
constituyendo de algún modo la forma del contenido" (310 b 7).
Es decir que:
"(VI) los lugares son dos: el centro y la extremidad" (312 a 7).
De donde se sigue que:
"(VII) moverse hacia el lugar es moverse hacia lo semejante" (310 b 10).
Y a continuación siguen los textos (I) y (I') referidos al comienzo de este
trabajo.
Llegándonos ya a nuestra explicación, señalemos que en el contexto todo del
De caelo subyace que tanto el movimiento "hacia arriba" cuanto el movimiento
"hacia abajo" constituyen parte esencial de la definición aristotélica de "ele-
mento", cuando los cuatro clásicos se analizan en función de los movimientos y
lugares naturales que les competen;11 es decir que la noción de elemento se
completa formalmente cuando cada uno de ellos, cumpliendo previamente como
condición el movimiento natural pertinente, alcanza a reposar en su "lugar
natural" (texto II): precisamente por ello es que Aristóteles puede afirmar el
texto (IV). Por consiguiente, en el contexto del De caelo semejanza es
semejanza en cuanto a la tendencia hacia el lugar propio (textos III y VII) como
condición completiva de ser elemento. De este modo, considerando los
elementos intermedios qua livianos, la tendencia es: agua 6 aire 6 fuego (fin); y
10
Acerca de la fuerza centrípeta que provoca la reunión de las partes de la tierra, cfr. 297 a 7 ss.
11
Cfr. De caelo, I, 8 ss.
EXCURSUS 2: El paso De caelo, 310 b 11-14 285
qua pesados: aire 6 agua 6 tierra (fin); excluyéndose en cada caso los extremos
ya que ni fuego ni tierra pueden considerarse qua: ambos son, absolutamente
hablando, liviano y pesado respectivamente.
"(VIII) Lo absolutamente pesado es el cuerpo que se sitúa por debajo de
todos los cuerpos; y lo absolutamente liviano, el que se eleva por sobre
todos los demás..." (311 a 17),
refiriendose a la tierra y al fuego, respectivamente. Mientras que en
"(IX) el caso del aire y del agua: absolutamente ni uno ni otro es liviano o
pesado, siendo ambos más ligeros que la tierra [...] y más pesados que el
fuego [...]; pero el uno con respecto al otro es, en sentido absoluto,
pesado [agua] y liviano [aire]" (311 a 23 ss).
En resumen:
"(X) Los cuerpos simples [...] pertenecen dos a dos a ambas regiones: el
fuego y el aire tienen por lugar la región orientada hacia el límite; la tierra
y el agua tienen por lugar la región orientada hacia el centro" (De gen.
corr., 330 b 31).
Es decir que los elementos no se sitúan, como ya lo señalamos en otro
trabajo,12 con recíproca simetría; por lo cual podemos proponer el siguiente
esquema de tendencias:
Mas nos queda aun por analizar el texto (I'), el cual también, según vimos,
ha sido calificado sea de oscuro, sea de improcedente.
Recordemos que Aristóteles ha definido el lugar como
"(XI) el límite inmediato e inmóvil del continente" (Phys., 212 a20);
12
Véase nuestro Excursus 10.
286 Juan Enrique Bolzan
y aquí, en De caelo, lo hace según el texto (V); con lo cual resulta claro que
lugar es más propiamente la superficie del cuerpo envolvente, la cual en tanto
que terminativa y conformativa del volumen del cuerpo contenido se relaciona a
éste como la forma lo hace con la materia, esto es: completando, pero no dando
simplemente el ser, según interpreta, escandalizado, Guthrie: él tendría razón si
el como hubiera de interpretarse stricto sensu; lo cual es impensable en
Aristóteles, como veremos (textos XVIII a XX).
Pues bien: el "movimiento hacia arriba" no sólo significa de por sí tender
hacia una actualidad o forma qua movimiento, sino que en el caso de la
transformación de un elemento en otro ese "movimiento hacia..." es movimiento
hacia la forma substancial y hacia el lugar natural, concomitantemente, del
nuevo elemento generado. Esto vale tanto para la secuencia de transformación
ascendente cuanto la descendente, coincidiendo la tendencia hacia la forma
accidental (según traslación) y la forma substancial (según corrupcio-
generación), con relación causal que va desde ésta hacia aquella. En 311 a 1 ss.
ejemplifica Aristóteles con la vía ascendente: el aire procediendo del agua; pero
la doctrina vale en general:
"(XII) Cuando el aire se genera a partir del agua —lo ligero de lo
pesado— se dirige hacia lo alto. En cuanto ya es ligero, acaba la
generación y es allí" (311 a 1).13
Ejemplo este de la concomitancia entre corrupcio-generación y traslación
que se sigue necesariamente de la primera, porque, tal como lo dijimos, en la
definición de elemento entra necesariamente el lugar propio y, si es menester
por las condiciones dadas, la traslación hacia ese lugar, pues,
"(XIII) es evidente que siendo [el elemento generando] en potencia, al
dirigirse hacia su actualidad lo hace hacia el lugar, la cantidad y la
cualidad, pertenecientes todas a su actualidad" (311 a 3);
esto es:
"(XIV) hacia su lugar propio, si nada lo impide" (311 a 7).
Es decir que existe una movilidad natural generalizada con relación a un
centro desde el cual y hacia el cual se producen los movimientos naturales de
los cuatro elementos (311 b 29), tanto porque es necesario un término de todo
movimiento (311 b 32) cuanto porque
"(XV) cuando el fuego se dirige hacia lo alto, y cuando la tierra y todo
cuerpo pesado lo hace hacia lo bajo, [las trayectorias] forman ángulos
iguales" (311 b 33).
13
Es claro que la cursiva es nuestra.
EXCURSUS 2: El paso De caelo, 310 b 11-14 287
Estos ángulos iguales han de entenderse con relación a la tangente tirada por
los puntos de contacto entre la trayectoria y la superficie de la tierra (o a la
superficie terrestre considerada rectificada en esos puntos).14 Más aun: reitera
aquí el texto (VI), agregando que
"(XVI) entre estos lugares existe un intermediario el cual, con relación a
cada uno de esos lugares, recibe el nombre del otro; porque el
intermediario es, en un sentido, extremidad; y en otro sentido, centro"
(312 a 8).
Todo intermediario se comporta como centro con respecto a la extremidad
absoluta (fuego) y como extremidad con relación al centro absoluto (tierra); y
por cuanto
"(XVII) el continente pertenece a la forma; y el contenido, a la materia"
(312 a 12),
valiendo que
"(XVIII) esta distinción se halla en todos los géneros" (312 a 13),
ocurrirá
"(XIX) del mismo modo en lo que respecta al lugar: lo alto pertenece a lo
determinado []; lo bajo, a la materia" (312 a 15),
pudiendose traer al caso un texto del De gen. corr., según el cual:
"(XX) sólo el fuego pertenece especialmente a la forma, por estar
naturalmente orientado hacia el límite. Ahora bien: cada elemento es
conducido naturalmente hacia la región que le pertenece, residiendo en
los límites la forma y la figura []" (De gen.
corr., 335 a 18).15
Hemos dejado para el final la paráfrasis de S. Mauro, muy clara dentro de su
brevedad: "terminus habet quodammodo ratione formae: ergo locus
quodammodo habet rationem formae [...] ergo duo praecipua loca, hoc est
medium et circumferentia, quodammodo habent rationem formae respectu
corporum locatorum"; pero la similitud no queda suficientemente clara, pues
sólo dice: "nam supra terram est aqua, quae est similis terrae", etc., agregando,
sin más: "et quia elementum superius et continens se habet ad elementum
inferius et contentum sicut forma ad materiam, ideo unumquodque elementum
14
Esta extraña afirmación está de acuerdo con lo que dice Aristóteles en 297 a 6 ss acerca de la
esfericidad de la tierra; pero parece muy dudoso (para decirlo suavemente) que haya conocido
algún hecho experimental que así lo probara (cfr. Moraux [2], p. cxxxi, nota 2). Por cierto que la
conclusión se sigue inmediatamente de la existencia de un centro del universo.
15
"But the 'figure' —i.e. the 'form'— of them all is at the limits", traduce Joachim [3].
288 Juan Enrique Bolzan
movetur ad suam formam, siquidem unumquodque elementum per motum se
constituit su elemento superiore".16
Pero de todos modos es claro que con su insistencia reiterada del
"quodammodo" ha captado precisamente el sentido en que Aristóteles refiere la
relación según el texto (I'); y tal vez no se le pueda pedir mucho más en esta
coyuntura, teniendo en cuenta que toda su obra pretende sólo ser "brevi
paraphrasi et litterae perpetuo inhaerente expositione", como reza el subtítulo de
la misma.
Podemos ya, a esta altura, proponer nuestra paráfrasis total a los textos (I) y
(I'):
"Porque los cuerpos consecutivos tienden formalmente unos a otros como
a sus semejantes ubicantes; y según se los considere en tanto que livianos
o en tanto que pesados, pueden establecerse las secuencias tendenciales
siguientes: agua 6 aire 6 fuego (como ); o bien: aire 6 agua 6 tierra
(como ). Pero en ningún caso puede partirse de los elementos
extremos, siendo ellos mismos absolutamente pesado (tierra) y
absolutamente liviano (fuego). Puede, además, establecerse la siguiente
analogía: el cuerpo superior (continente) es al inferior (contenido) como
(quodammodo) la forma es a la materia".
Lugar y lugar natural
Se impone ahora alguna aclaración, aunque breve, de la relación entre lugar
tal cual aparece definido en la Physica y tal cual es tratado en De caelo. En
efecto: en la Physica ha definido Aristóteles el lugar sin relación con el ser
substancial ubicado o ubicante; de modo tal que, como bien lo dice Solmsen,
"what we read in the Physics about place would leave us with the impression
that a thing may be anywhere",17 ya que aquella definición hace del lugar una
realidad totalmente extrínseca a la cosa, siendo simplemente la superficie
interna del continente. Mientras que en De caelo en general, y en nuestros
textos en particular, el lugar se establece como resultado de una relación real
entre contenido y continente y hasta hacer de esta relación un análogo de
aquella otra entre forma y materia, en un contexto que ha despistado un tanto a
sus comentaristas.
16
Mauro [1], t. III. p. 390.
17
Solmsen [1], p. 129.
EXCURSUS 2: El paso De caelo, 310 b 11-14 289
Así, Elders18 tiende a explicar algunas discrepancias (¿aparentes?) del
tratado De caelo con otras obras de Aristóteles considerándolo un trabajo
primitivo y poco preciso en algunos aspectos; y ya hemos citado al comienzo la
opinión de Moraux según la cual el tratado es del tipo esotérico,19 originado en
cursos repetidos en diversas oportunidades, con las consiguientes correcciones
responsables de las oscuridades y contradicciones observables20 y que impiden
sea el De caelo un tratado coherente.21 Recientemente Sokolowski, refiriéndose
al uso de los términos "substancia" y "forma" en De caelo y en Metaphysica,
sostiene que en el primero trata evidentemente Aristóteles del tema de acuerdo
con opiniones comúnmente aceptadas entonces y sin el rigor metafísico
necesario.22
Todo ello puede tener su parte de verdad; pero siempre nos ha parecido más
conducente, frente a semejantes problemas aceptar, como hipótesis de trabajo al
menos, que el genio tiene razón, atacando por nuestra parte la dificultad desde
esta perspectiva. Así lo hemos hecho aquí, y lo haremos ahora con relación a
"lugar" y "lugar natural".
La solución a la aparente discrepancia no parece difícil cuando se considera
el fin de cada uno de los tratados.23 En la Physica se trata del ser natural en
general, definiendo en los términos más esenciales sus principios y causas
(Libros I y II), el cambio en general y sus concomitantes (Libros III a VII); en
De caelo se tratará ya de considerar en particular el movimiento de traslación24
según se da concretamente en la realidad física.25 Por consiguiente, en el primer
caso se tratará de la definición de "lugar" en condiciones estáticas, cual mera
relación superficial entre contenido y continente, considerando el tema "more
geométrico": será el lugar como pura denominación extrínseca. Pero en De
caelo se toma ya en cuenta toda la realidad natural, como se da complejamente
y donde los movimientos reales serán simples o compuestos, según que lo sean
los cuerpos (cfr. 268 b 7). Aquí, movimiento es movimiento real de algo
complejo y no un simple pasando de la potencia al acto, o de un punto a otro de
18
Elders, p. 7.
19
Moraux [2], p. clviii.
20
Moraux [4], p. 170 ss.
21
Moraux [3]: "plus on scrute le De caelo, et mieux on s'aperçoit qu'il est impossible d'y
découvrir un systΠme cohérent, une représentation du ciel précise et claire", p. 193.
22
Sokolowski, p. 267 ss.
23
Solmsen [1]: "Once more departmentalization appears as a significant characteristic of
Aristotle's scientific work", p. 128.
24
Muy a menudo aparece o como especie de .
25
Cfr. para el caso Meteor., I, 1.
290 Juan Enrique Bolzan
una trayectoria ideal; es movimiento "hacia arriba" y "hacia abajo" porque la
natura misma de los cuerpos en movimiento así lo exige.26
Hay, por consiguiente, movimiento natural y, concomitantemente, lugar
natural como fin del movimiento natural; lugar que ha de definirse ahora no
"more geometrico" sino dinámicamente, porque el ser natural es esencialmente
dinámico. En tales condiciones "estar en un lugar" es "estar en contacto
dinámico ubicado y ubicante", es interaccionar. La simple denominación
extrínseca de lugar se convierte así en el predicamento "ubi" como afección
intrínseca del ubicado en dinámico contacto con el ubicante.27
Es decir que en la natura del elemento entra tanto el tipo de movimiento
(descendente o ascendente) cuanto el lugar que debe ocupar como resultado
inmediato de su movimiento natural, y mediato de su forma específica. Por lo
cual tanto esta forma cuanto el lugar natural juegan un papel determinante pues
a ellos tiende cada elemento: si nada se lo impide" (texto XIV). El lugar es,
pues, el resultado de la relación de todo el ubicante con todo el ubicado, en
equilibrio dinámico a través del contacto de sus "superficies", y que en cuanto
actividad se debe principalmente a la forma de cada uno de ellos como origen
primero del modo de obrar.28
Al fin de cuentas nuestra concepción del lugar ocupado por un cuerpo
significa algo que le corresponde al cuerpo según un equilibrio dinámico entre
él y el resto cósmico, sea que espontáneamente alcance su lugar sin
impedimentos —según una relación de densidades, por ejemplo— sea que se lo
lleve compulsivamente a determinada situación.
Como quiera que fuere, se muestra aquí también Aristóteles respetuoso de la
experiencia, sin forzar —conscientemente— la realidad,
"como si algunos principios no debieran ser juzgados por sus resultados,
especialmente por su resultado final [..]: la evidencia soberana de la
percepción sensible" (306 a 15).
26
Como lo dice aun en Met., 1067 a 23" "si todo cuerpo sensible está dotado de pesantez o
ligereza, se trasladará hacia el centro o hacia lo alto".
27
Cfr. nuestros trabajos [20], [21] y [26].
28
Solmsen [1]: "Surely even 'natural places' are neither the substratum nor the form of a body
occupying them —for we should not make too much of a passage where Aristotle goes so far as
to call the natural place of an element its 'form'. Yet the place of an elemento belongs to its physis
and cannot be as extrinsic to it as the 'place' which Aristotle investigates in the Physics". Solmsen
se refiere al texto de 310 a 33, y en nota 40 de la misma página dice: "see also b 9 where,
however, the surrounding elemento is only 'in some way' the Form of the surrounded", por donde
se ve que ha entendido correctamente el "quodammodo" que sostenemos.
EXCURSUS 2: El paso De caelo, 310 b 11-14 291
La teoría del lugar natural completa, por lo tanto, la definición in vitro dada
en la Physica.29 No existe aquí, en De caelo, ni descuido, ni inmadurez, ni duda,
sino completitud.
29
Solmsen [1]: "The doctrine of place as set forth in the Physics is in its way and for some
purposes [...] as satisfactory as the theory of natural places in its cosmological context. But it
remains true that De caelo establishes a more organic connection between the elements and their
places", p. 129.
EXCURSUS 3: EL PESO DEL AIRE 1
De entre los varios problemas que aun presenta una adecuada interpretación
del tratado De caelo, uno de los más curiosos es el que se refiere al peso que
atribuye Aristóteles a los elementos cuando se hallan situados en sus respectivas
regiones propias, y en particular el caso del aire. Estimamos que las soluciones
hasta ahora propuestas no acaban por dar satisfactoria respuesta al problema,
tanto porque no distinguen suficientemente entre "lugar propio" y "región
propia" de los elementos, cuanto porque de algún modo intentan contrastar lo
dicho por Aristóteles con la hidrostática clásica. En nuestra hipótesis recurrimos
a una vía de razona miento más simple y que salva a la letra el texto aristotélico.
En dicho tratado se refiere ampliamente Aristóteles a los problemas de lo
pesado y lo liviano, especialmente en sentido absoluto (tierra y fuego) y relativo
(agua y aire), pero con alguna mención también al comportamiento de los
cuerpos compuestos; todo ello hasta alcanzar una conclusión, de carácter
general:
"(8) En la región propia [] de cada uno, todos los cuerpos
[tierra, agua, aire] excepto el fuego, pesan, aun el aire
(9)
tal cual lo demuestra el hecho que un pellejo inflado pesa/tira[]
más que uno vacío.
(10)
De modo tal que si un cuerpo contiene más aire que
(11)
tierra y agua, puede ser más ligero que algún otro en el agua,
(12)
pero más pesado en el aire; pues no se eleva en el aire
(13)
mas sí en el agua" (311 b 8-13). 2
Especialmente son las líneas (8) y (9) las que ofrecen grave dificultad, no
estando los comentaristas, en general, acordes en sus interpretaciones; y
existiendo variantes tanto en la apreciación de cuanto en la
determinación del peso del aire por flotación de un pellejo inflado (el lector verá
más adelante por qué hemos puesto dos términos para traducir el verbo
).
1
Originalmente publicado en Archives Internat. d'Histoire des Sc. (Academie Intern. d'Hist.
des Sc), 1982, XXXII, 52.
2
Utilizamos el texto crítico de Longo; los números volados indican las líneas del griego, al
sólo efecto de posteriores citaciones.
294 Juan Enrique Bolzan
Los intentos de solución
Una primera recurrencia a Temistio 3 nos lo muestra —en un largo texto y
tras poner ciertas objeciones por la ausencia que nota de una paralela
consideración de la levedad junto a la gravedad— como pareciendo admitir que
en su lugar (locus) propio tanto aire cuanto agua y tierra, pesan. En cuanto al
pellejo inflado, sostiene que aquí el sentido y la razón pugnan porque debiendo
dicha vejiga, según la doctrina, pesar en el aire, resulta que "el pellejo inflado,
colocado en el aire, no cae más que si no estuviera inflado". 4
¿Llevó a cabo Temistio la experiencia? Así al menos parece decirlo algo
más explícitamente Simplicio, pues a continuación de citar a "Ptolomeo el
matemático, quien sustenta en su obra una opinión contraria a la
de Aristóteles, procurando demostrar que en su región propia [.] ni el agua ni
el aire tienen peso [...] partiendo, para el caso, de la referida prueba del pellejo
[...] pretende que se vuelva más liviano cuando ha sido inflado", 5 decidirá,
frente a la antítesis Temistio-Ptolomeo y "en base a un minucioso examen del
problema", afirmar la opinión del primero, a quien parece aludir cuando indica
que "uno de mis predecesores, habiéndolo investigado, escribió haber hallado el
mismo valor" para ambos casos: inflado y vacío. Y critica a Ptolomeo
sosteniendo que si aconteciera tal cual él lo dice, habría que concluir que el aire
es más liviano en su lugar () propio; de modo tal que entonces
necesariamente hay que admitir que moviéndose naturamente ()
este aire hacia arriba, intentará apartarse de su lugar propio. Sin embargo —
continúa Simplicio— "aun cuando el pellejo inflado experimentara menor
tensión [] que el inflado, ni tampoco en este caso estimo necesario que los
elementos experimenten cierta tracción [] en sus lugares propios, sino que
esto más bien muestra su inconmovilidad []. Pues el aire del pellejo
mantiene a éste en su lugar propio; mas el pellejo vacío, debido a la consistencia
terrosa y a la privación del aire, experimenta mayor tracción hacia abajo". 6
Como se ve, sostiene Simplicio aquí un estricto aristotelismo; pero
explicando la caída del pellejo según predomina en la tierra y está ausente el
aire, aporta lo suyo al responder ingeniosamente con su apelación a la
inconmovilidad que naturalmente le compete al aire en su lugar propio. Razón
por la cual el pellejo, por natura térreo y pesado, aparecería más liviano,
precisamente porque el aire, manteniéndose él mismo impasible en su lugar
natural, se opondría —relativamente— al movimiento descendente que
3
Temistio, 231, 18 ss.
4
Temistio, 233, 7-10.
5
Simplicio [3], 710, 14 ss.
6
Simplicio [3], 712, 1.
EXCURSUS 3: El peso del aire 295
pertenece al pellejo como tal. Consiguientemente declara paradójico sostener
que, puesto que el pellejo cae, el aire tiene peso en la región que le es propia,
pues en tal caso —dice— "el aire se inclinaría desde su propia región y
naturalmente, hacia abajo; lo cual estimo fuera de razón, y evidente para
Aristóteles". 7 Continuando en la misma línea de razonamiento, niega que el
pellejo inflado sea más pesado y que, por consiguiente, lo sea el aire en el aire;
mas "por cuanto dice Aristóteles que el pellejo inflado pesa [] más que
vacío, y pues no puede pasarse por alto ligeramente el juicio de un hombre tan
preciso, jamás [bastará argüir] que la pequeña diferencia de peso [observada] se
debe a que el aire, introducido en el pellejo soplando continuamente a boca
directa según es habitual, es naturalmente más húmedo: ni aun un cuidadoso
estudio podrá despreciar [la opinión de Aristóteles]". 8
Y sin embargo debemos confesar que esta solución, apelando al peso extra
del agua introducida inadvertidamente por soplado a boca directa, fue la que
inicialmente se nos ocurrió cuando por primera vez reparamos en aquel paso.
Pero también notamos inmediatamente que tal solución se deja en el tintero
nada menos que la doctrina fundamental, de la cual el caso del pellejo aparece
simplemente como un hecho circunstancial. Habiendo aceptado Simplicio, 9 sin
mayor aclaración y con sólo una breve paráfrasis, que el aire pesa en su lugar
propio, no atina aquí a salvar el ejemplo de "un hombre tan preciso". El mismo
Simplicio cita también escuetamente a Siriano: "debe mencionarse que estas
cosas [la opinión de Ptolomeo] son aceptadas por Siriano";10 aportando, a
continuación y sin más su propia crítica, la cual puede resumirse en una de sus
frases: "El aire no puede pretender apartarse de su lugar propio".
Tampoco parece lucirse en esta instancia el Comentador. En efecto: niega
Averroes que el aire pese en su lugar: "in suo loco habeat grauitatem ad
mouere", pues "alioquin staret in proprio loco violenter, & ideo congrueret esse
aquae, & terrae"; y así, "intelligendum est quod dicere aerem habere grauitatem
in loco proprio, & in loco ignis, aequiuoca appelatione dicitur impedit".
Prometiendo a continuación resolver el problema del pellejo inflado por
similitud con la flotación de la madera, la cual "mouetur autem in aere deorsum
propter exuberantiam elementi apti nati in aere moueri deorsum, quale est aqua,
terra, & ob ipsius aeris, qui mobili ibi est, consensum, & paucitatem eius
procliuitatis ad prohibendum illorum motum deorsum. & haec est trabis
disposita, inflateque vtris, & olei", sin más.11
7
Simplicio [3], 712, 9-10.
8
Simplicio [3], 712, 11.
9
Simplicio [3], 710, 10.
10
Simplicio [3], 711, 26.
11
Averroes, t. V, L. IV, Summa tertia, caput secundum, folio 333v.
296 Juan Enrique Bolzan
Para S. Alberto Magno12 no caben dudas de que el pellejo inflado y
suspendido en uno de los brazos de una balanza, desciende más rápido que uno
vacío; y curiosamente señala que si la experiencia indica lo contrario cuando se
opera inflándolo a boca directa —"si uter insuffletur spiritu hominis"— ello se
debe a la calidez propia del aire pulmonar, pues es el calor quien eleva el aire,
apareciendo de este modo como más liviano el pellejo. Opinión llamativa ahora
si se la compara con aquella que desechaba Simplicio (sobrepeso del agua) pues
se constata inmediatamente que dos atentos comentaristas, y uno de ellos muy
renombrado en cuanto observador de la naturaleza, interpretan un mismo texto
acentuando en cada caso sólo una de las cualidades del aire espirado: la
humedad (Simplicio) o la temperatura (Alberto), escapándosele a cada uno el
otro factor.
Pero aun alcanzando a Oresme —"the foremost French savant of the
fourteenth Century", al decir de Menut— el problema continúa insoluble pues si
buen hace constar Oresme que quienes se han ocupado científicamente de medir
los pesos, han hallado que ningún elemento es ligero o pesado en su lugar (lieu)
propio,13 cuando llega al ejemplo del pellejo asombra verle citar como
testimonio a S. Tomás de Aquino14 para confirmar la disparidad de resultados
que informan Temistio y Simplicio, además de otros que han conducido la
experiencia "a grant diligence" y conformado la discrepancia. Y la solución
personal de Oresme se reduce a una mera opinión: "et peut estre que plus
souvent plus pour ce que le aer de cibas est mixtioné de vapeurs et plus froit que
pur aer, ou pour ce que en emplant tel vaisel le aer estoit alteré et engroucié et
refredi et appesanti, et aucune fois estoit alteré au contraire et alegi".15
Casi un siglo más tarde, Cayetano de Thienis (+1465) utiliza también en su
comentario indistintamente los términos región y lugar —no obstante la
traducción latina que comenta dice "ipsius regione"— limitándose a decir que
en su lugar o región propios "confirmatur per experientiam Aristotelis de utre
pleno aere qui in loco aeris plus gravitat utre consimile vacuo"; pero más
adelante cita las opiniones de Temistio y de Averroes, señalando que este último
12
Alberto Magno, In IV De caelo, cap. V, 191-192.
13
Oresme, p. 688, línea 90. En línea 86 habla de "Le aer en sa region et en son tout", pero sin
sacar provecho de esta distinción; el traductor inglés comete innecesariamente un error al agregar
aquí: "...in its proper region or place", p. 689, línea 6 desde fin.
14
S. Tomás acaba su comentario al De caelo en el L. III, cap. 2, lectio 8. Seguramente Oresme
desconoció el caso, pero ya Ptolomeo de Luca —alumno que fuera de Tomás en Nápoles—
declara que "hos libros [De caelo et De gen. corr.] complevit Magister Petrus de Alvernia,
fidelissimus discipulus eius". Cfr. Tomas de Aquino [1], vol. III, p. XII ss; además: Weisheipl [3],
p. 49 ss.
15
Oresme, 690, líneas 98 ss.
EXCURSUS 3: El peso del aire 297
juzga que los resultados divergentes de Temistio y de Aristóteles tal vez se
deban a la diferente calidad de los pellejos utilizados. Finalmente, propone
Cayetano su propia opinión: "ego etiam puto quod si uter impleretur aere
vaporoso aut grossi exhalationibus permixto: aut preternaturaliter condensato et
gravefacto: quod redderetur in aere gravior seipso vacuo".16
Nada mejora con Nifo,17 Mauro,18 o los comentaristas de Coimbra,19 pues en
todos estos casos sólo se hallan ligeras paráfrasis al texto mismo de Aristóteles.
Pero es interesante citar, cual claro ejemplo de errónea interpretación de ese
texto, al averroísta de Pisa, Hieronymus Borrius, quien describe en una obra de
1576,20 una experiencia tendente a resolver el caso: deja caer repetidamente y
desde una cierta altura un pequeño trozo de plomo y otro de madera, ambos del
mismo peso; halla de este modo que la madera siempre llega al suelo con
prioridad, concluyendo de esto —y puesto que la madera contiene más aire que
el plomo— que el aire posee peso en su lugar propio.
Pasando ahora a los comentaristas contemporáneos, Tricot confunde también
"lugar" con "región", pues a su traducción: "L'emplacement qui leur est propre"
(línea 8), agrega a modo de nota: "C'est-Β-dire leurs lieux naturels"; y a línea
(9) sólo agrega como explicación: "L'air est donc pesant".21 Por su parte, Longo
sólo anota las opiniones de Temistio y de Simplicio, sin agregado alguno.22 Así
como tampoco nada aclara Seeck en su estudio,23 no obstante citar por dos
veces el texto que nos importa.
Quien más por menudo se ocupa del tema es Moraux en su amplia introduc-
ción a su edición bilingüe del De caelo; refiriéndose al caso del pellejo inflado
hace una importante observación: puesto que utilizando una balanza —y, por
consiguiente, considerando equivalente a "pesar"— necesariamente la
experiencia conduce a que ambos pellejos pesan igual, precisamente por ello
mismo "paraî-il infiniment plus probable qu'Aristote entendait, par cette
remarque, établir la légereté de l'air dans l'eau: l'outre gonflée et immergé 'tire'
vers le haut bien plus violemment que l'outre vide".24 Sin embargo, así tampoco
16
Cayetano, ad loc. (ed. sin foliar).
17
Nifo.
18
Mauro, t. III, 393, col. B.
19
Coimbra, in IV de coelo, ad loc.
20
Hieronymus Borrius Arretinus, de motu gravium et levium, Florence, G. Marescottus, 1576;
apud Wallace, vol. I p. 238, nota 110.
21
Tricot [2].
22
Longo, ad loc.
23
Seeck, pp. 114 y 117.
24
Moraux [2], p. CLIII.
298 Juan Enrique Bolzan
se resuelve el problemas pues lo que dice Aristóteles en 311 b 8-9 es que el aire
pesa en su región propia, sin necesidad de referirse a su peso relativo al agua:
esto quedó ya dicho en 311 a 22 ss.
En fin: Elders,25 sin citar texto alguno en apoyo de su opinión, arguye que
"the reason [de línea 8] probably is that the universe should remain tightly
united by some sort of centripetal force", y se remite al principio de Arquímedes
para señalar la incorrección del ejemplo del pellejo, agregando que los
resultados de Ptolomeo se pueden deber al empleo de un pellejo rígido. Es
claro que todo esto resulta al fin más un juego de ingenio que una plausible
solución, pues debería suponerse que Ptolomeo ha pesado un pellejo tan rígido
como para que pudiera soportar la presión atmosférica una vez evacuado; y,
además, que ha llevado con tal cuidado y técnica la experiencia como para
poder operar con un recipiente suficientemente estanco, en el cual la más
mínima pérdida de vacío habría de desbaratar la observación, habida cuenta de
la muy pequeña diferencia de peso a apreciar con las balanzas de su época.
La hidrostática clásica
Ahora bien: todos estos comentarios incongruentes resultan más llamativos
cuando se recuerda que los célebres trabajos de Arquímedes tienen su origen ya
en el siglo III a.C., plasmados posteriormente en su tratado
(el De insidentibus aque, de los latinos) y de acuerdo con el cual pudo haberse
dado una solución adecuada al texto aristotélico. Pero como bien dice Duhem:
"nous saisissons ici un exemple remarquable d'une incertitude qui embarrasa
fort l'Hydrostatique de l'Antiquité et du Moyen Age";26 y tal vez todo ello sea
cierto hasta un extremo que no sospechó Duhem, pues no sólo es verdad que la
obra de Arquímedes fue inexplicablemente ignorada en su tiempo y por siglos,
sino que aun en la Edad Media —época en que se dispuso de una traducción del
De insidentibus aque llevada a cabo por Moerbeke en 1269— el tratado que se
popularizó fue en realidad el breve De insidentibus in humidum, de influencia
en los numerosos tratadistas medievales de hidrostática o "scientia de
ponderibus". Pero el texto genuino de Arquímedes tiene una redacción algo
diferente, si bien a la postre los significados en ambas no son tan opuestos.27
25
Elders, p. 351-352.
26
Duhem, t. IX, p. 177.
27 Este tratado, que sólo parece intentar enseñar a determinar prácticamente los pesos específicos
como se hace claro por una simple lectura, no es el mismos de Arquímedes (Moody y Clagett
estiman que difícilmente pueda ser del mismo Arquímedes). En efecto: cuando se comparan los
textos del De ins. aque y el De ins. in humidum, dos detalles entre varios llaman la atención en la
EXCURSUS 3: El peso del aire 299
En efecto: el De ins. in humidum es más claro y taxativo: "Nullum corpus in
se ipso grave est; ut aqua in aqua, oleum in oleo, aer in aere, non est alicuius
gravitatis"; pero estimamos que Duhem se equivoca cuando sostiene: "Que l'eau
demeure pesante mΛme quand elle réside dans sa propre sphere, c'est se que
suppose toute la théorie d' ArchimΠde. L'un des premiers postulats de cette
théorie, c'est que 'chacune des parties du fluide est pressée par tout le fluide qui
est verticalement placé au-dessus d'elle'".28 Pero Arquímedes no dice
exactamente eso y el error de Duhem estimamos que se debe a haber citado sólo
la segunda parte del texto, el cual, completo, expresa: "Supóngase un flúido tal
que sus partes sean homogéneas y continuas, y en el cual la parte que recibe
mayor empuje impele a aquella que lo recibe menor; y que cada una de sus
partes es forzada por el flúido situado verticalmente por encima de ella si el
flúido tiende a sumergirse o es comprimido por otra porción". Si no existen
tales variantes, esto es: si el flúido ni tiende a sumergirse ni es comprimido por
otras porciones —tal es lo que acontece en una masa en reposo— no le ocurrirá
sufrir influencias y por consiguiente no "pesará" sobre ninguna de sus porciones
masa vertical alguna.
Precisamente es este "Postulado" el que permitirá a Arquímedes probar, en la
"Proposición 2", que "la superficie de todo flúido es reposo es una esfera con
centro en el centro de la tierra". Con términos más técnicos: la resultante de las
presiones que actúan sobre una cierta porción de una masa flúida es igual al
peso de dicha porción y está dirigida de abajo hacia arriba, pasando por su
baricentro. Además, puesto que otra de sus conclusiones —la más célebre— es
que "todo cuerpo sumergido en el seno de un flúido sufre un empuje de abajo
hacia arriba equivalente al peso de flúido desplazado",29 resulta que nunca
podrá apreciarse el peso de aire encerrado (a presión atmosférica) en el dicho
pellejo pues éste, al ser inflado, sufrirá un empuje equivalente al peso del aire en
él introducido, y así, el peso del pellejo no habrá variado en comparación con el
peso vacío.
redacción de este último: en primer lugar, aparece una "Petitio" expresando: "Nullum corpus in se
ipso grave esse; ut aqua in aqua, oleum in oleo, aer in aere, non est alicuis gravitatis"; lo cual
indica, probablemente, que se trata de una toma previa de posición frente al texto de Aristóteles;
en segundo término, aparece una "Definitio 6: Corpus naturaliter descendens grave dicitur
respectu eorum que habent ex natura ascendere", con una redacción ahora que parece señalar la
mano de un "intérprete" aristotélico que haya puesto lo suyo en ella. Cfr. Moody-Clagett para una
colección de tratados medievales de hidrostática.
28
Duhem, IX, 178-179.
29
O bien, tal cual lo dice el mismo Arquímedes: "Si se coloca en un flúido un sólido más pesado
que aquél, el sólido descenderá al fondo; y si se lo pesa en el flúido, será más liviano que su peso
real en proporción al peso del flúido desplazado". Cfr. Heath [2], 258, Prop. 7.
300 Juan Enrique Bolzan
Mucho más tarde dirá Simon Stevin (+ 1620) que el agua sumergida en el
agua, pierde su peso : ninguna porción de un flúido "pesa" en el seno de su
masa total, porque si lo hiciera —tal razona Stevin— acabaríase por obtener un
perpetumm mobile, ya que toda porción "pesada" se hundiría y sería
reemplazada por otra porción también "pesada", y el fenómeno se repetiría
dando lugar a la aparición de un proceso monótonamente continuable.
Nuestra propuesta
Si bien se repara, toda la revisión anterior nos deja aun perplejos en cuanto a
una real solución del texto de Aristóteles; por lo cual nos atreveremos a encarar
una nueva respuesta, subdividida según dos cuestiones fundamentales —líneas
8 y 9— del paso en análisis.
El peso de un elemento en su región propia. ¿Por qué sostuvo Aristóteles que
todo elemento, con excepción del fuego, pesa en la región que le es propia? El
texto griego no parece dejar lugar a dudas en cuanto a este sentido, y así lo
hemos traducido. Por otra parte, será el mismo Aristóteles quien dirá un poco
más adelante:
"Si [a los elementos] se les quita el [cuerpo inferior] soporte, se mueven
hacia la región inmediatamente inferior: el aire hacia la del agua, el agua
hacia la de la tierra" (312 b 5).
De este modo es posible aceptar, en primera aproximación solamente, la
opinión de Elders; opinión que podemos reforzar ahora con el paso siguiente:
"El mundo que circunda la tierra está compuesto de esos cuerpos [los
cuatro elementos] y se halla necesariamente en continuidad con las
traslaciones superiores, de modo tal que todo su poder depende de éstas
[...]; este elemento es eterno y su traslación no tiene límites según el lugar
[se trata de un movimiento circular] sino que siempre está completa, en
tanto que todos los demás cuerpos ocupan distintos lugares que se limitan
recíprocamente" (Meteor., 339 a 20).
Con otras palabras: los elementos constituyen un universo compacto y se
delimitan recíprocamente, pudiendo tal vez ser el peso la causa de ese orden. La
excepción del fuego confirma la regla acerca del carácter especialísimo de ese
elemento en toda la filosofía antigua y que hace le sea predicado a él sólo
aquello que indica, directa o indirectamente, dinamismo o actividad.
Sin embargo, la verdadera razón del peso del elemento en su región cala más
en profundo y ha sido señalada en parte por el mismo Duhem al echar mano de
la distinción aristotélica entre lugar propio [.] y región propia
[.] de los elementos, cuando analiza el caso del peso del agua cual tema
EXCURSUS 3: El peso del aire 301
discutido en la escolástica medieval en el contexto del problema del equilibrio
de tierras y mares.30 Señala Duhem allí que si bien la región propia del agua es,
efectivamente, la capa acuosa que rodea la tierra, en realidad su lugar propio es,
como para todos los elementos "pesados", el centro del universo, hacia el cual
no deja nunca de tender, "pesando", por consiguiente, en la "región propia".
Mas la aplicación al caso del aire no resulta inmediatamente pues este elemento
está clasificado entre los "livianos" por Aristóteles y dotado, en consecuencia,
de un natural movimiento "hacia lo alto" (De caelo, 269 a 18).
Intentemos, por nuestra cuenta, llevar más adelante la explicación de
Duhem. No sólo es cierto que Aristóteles utiliza en línea 8 la expresión
. y no . o con la cual designa siempre el "lugar natural",31 sino
que sobre ello es doctrina en él corriente que los elementos
"se dirigen hacia sus lugares naturales, si nada se lo impide" (De caelo,
311 a 7);
lugar natural que no es sino
"un centro hacia el cual necesariamente se mueven los cuerpos pesados"
(De caelo, 311 b 35);32
y centro que es, a su vez, centro del universo (De caelo, 296 a 12). Este
universo aristotélico está limitado así por dos lugares precisos: el centro y la
extremidad [ , De caelo, 312 a 8], ocupando los
elementos respectivamente aquel que le es propio: tierra y agua, el centro;
fuego, la extremidad. ¿Y el aire?
Pues bien: este elemento ha aparecido siempre como un tanto incómodo en
la cosmología aristotélica; lo cual no es de asombrar si se repara en su carácter
"gaseoso" —para utilizar una nomenclatura muy posterior a Aristóteles— y,
consiguientemente, con una "incorporeidad" tal que lo hace difícilmente
clasificable con precisión. De este modo, en De gen. corr. el aire aparece, tal
como el fuego,
"orientado hacia el límite" (De gen. corr., 330 b 31 ss.);
con lo cual debería ser tratado como "liviano"; pero, además se dice que a
pesar de darse por pares las cualidades elementales,
"cada [elemento] está caracterizado por una cualidad propia: la tierra,
más bien por la sequedad que por la frigidez; el agua, más bien por la
frigidez que por la humedad; el aire, más bien por la humedad que por la
30
Duhem, t. IX, p. 177 ss.
31
Por ejemplo: Phys., 253 b 34; De caelo, 310 a 33 y 311 a 7; etc.
32
Para el caso de la tierra, cfr. De caelo, 296 a 6.
302 Juan Enrique Bolzan
calidez; el fuego, más bien por la calidez que por la sequedad" (Gen.
corr., 331 a 2).33
Esta singularización de esas cualidades que en otro lugar hemos denominado
"cualidades fundamentales" (distinguiéndolas así de sus respectivas
complementarias o "cualidades esenciales"),34 debe ser estimada en su contexto
más bien teórico y completado por la consideración más existencial y
comprehensiva que aparece en De caelo y en Meteorologica, pero también
apuntada en De gen. corr. al distinguir Aristóteles entre elementos en cuanto
definidos y elementos en cuanto realmente hallados.35
En De caelo, establecidos ambos lugares —centro y extremidad— aparece el
fuego ocupando incompartidamente la extremidad gracias a su movimiento
natural "ascendente y rectilíneo" (307 a 6) por ser "siempre liviano" (308 b 3) y
represen- tar "lo absolutamente liviano, el cuerpo que se eleva por sobre todos
los demás" (311 a 7). En tanto que aire y agua, "absolutamente ni uno ni otro es
liviano o pesado, siendo ambos más ligeros que la tierra [...] y más pesados que
el fuego" (311 a 23) y ocupando precisamente por ello un lugar intermedio (312
a 8). Cuando se refiere a la "materia" de lo liviano y de lo pesado, dice que
"el [elemento] que posee [absolutamente] materia de una especie, es
liviano y se mueve invariablemente hacia lo alto; el que posee
[absolutamente] la materia contraria, es pesado y se mueve siempre hacia
abajo. Los que poseen materias diferentes a aquellas pero que se
comportan uno con relación al otro tal cual lo hacen aquellas materias
[entre sí] absolutamente, se mueven tanto hacia arriba cuanto hacia abajo.
Por ello es que el aire y el agua poseen ambos levedad y pesantez a un
mismo tiempo" (De caelo, 312 a 22)
Y dentro del contexto tendencial en el cual se caracterizan
fundamentalmente los elementos en este tratado De caelo,
"los cuerpos consecutivos son semejantes unos a otros. Por ejemplo: el
agua es semejante al aire, y el aire lo es al fuego. Procediendo a la inversa
[...] el aire se parece al agua; y el agua, a la tierra" (De caelo, 310 b 11).
De modo tal que, resumiendo estos tres últimos textos y recordando que "lo
semejante se mueve hacia lo semejante" (310 b 2), resulta que los cuerpos
consecutivos tienden formalmente unos a otros como a sus semejantes
33
En De sensu, 443 b 3, el aire es "esencialmente húmedo".
34
Cfr. nuestro Excursus 10, donde justificamos nuestra nomenclatura.
35
"No se trata de que el fuego, el aire, y cada uno de los elementos sea simple; de hecho, cada
uno es complejo. Los cuerpos verdaderamente simples son de la misma natura, pero no idénticos
con aquellos. Así, el cuerpo simple correspondiente al fuego es ígneo, mas no fuego; el
correspondiente al aire, aéreo;[...]", De gen. corr., 330 b 2
EXCURSUS 3: El peso del aire 303
ubicativos; y según se los considere qua livianos o qua pesados, las secuencias
tendenciales serán, respectivamente:
agua aire fuego
y: aire agua tierra.36
Luego, en tanto que a ese intermediario que es el aire lo considera "pesado",
tiende hacia el agua.
Más aun: llegando ahora al Meteorologica, donde el aspecto práctico de los
elementos según la realidad existencial cósmica se acentúa, hallamos el agua
conside- rada "especialmente representativa de lo húmedo" (Meteor., 382 a 3)
en cuanto causa de la determinación de los cuerpos mixtos;37 y de aquí la
relación existencial de semejanza entre el aire —que es "fundamentalmente
húmedo" según De gen. corr., pero que en tanto que pesado relativo está
tendencialmente orientado hacia el agua, según De caelo— y el agua, en cuanto
esta es también relativamente pesada y —ya en la perspectiva decididamente
compositiva y práctica de Meteorologica— especialmente húmeda.
Si a todo ello agregamos que, al fin de cuentas y en la práctica
"hemos de entender bien que de aquello que denominamos aire, la parte
circundante inmediata a la tierra es húmeda y caliente en tanto que
compuesta, a la vez, de un vapor y de una exhalación seca proveniente de
la tierra; mas la parte superior a esta es caliente y seca debido a que el
vapor es naturalmente húmedo y frío y la exhalación es caliente y seca. Y
el vapor es, en potencia, acuoso; la exhalación, ígnea" (Meteor., 340 b
24),
parece, por todo ello, muy justificada una posición no muy clara del aire, ese
cuerpo "sombrío y glacial" (De mundo, 392 b 6).38
En conclusión: a excepción del fuego, todos los demás elementos, aun el
aire, reconocen como lugar natural el medio [] del universo y, como
36
Para una justificación detallada de esta conclusión véase nuestro Excursus 2.
37
Meteor.: "Lo húmedo es causa de la determinación de lo seco" (381 b 31) y "un cuerpo
determinado se compone de ambos [agua y tierra]" (382 a 2).
38
En general, el aire pasa de ser "cálido y húmedo" (De gen. corr., 330 b 4) a ser "más bien
húmedo" (ibid., 331 a 2), "esencialmente húmedo" (De sensu, 443 b 3), un algo "aéreo" (De gen.
corr., 330 b 22), que "contiene un vapor [o] y una exhalación seca" (Meteor., 340 b 24);
es, en fin, un o (Meteor., 341 b 7); etc. Es decir que su caracterización
aparece de más en más compleja a medida que se lo considera de más en más real".
304 Juan Enrique Bolzan
consecuencia, desde sus regiones propias expresan esa tendencia pesando y
comprimiendo cada uno al que le es inferior.39
Cabe, no obstante, todavía una aclaración: repárese en que lo que dice
Aristóteles es que los elementos pesan en la región propia de cada uno y no que
una porción cualquiera de uno de ellos pesa en el seno de su masa, según lo
justificaremos luego de considerar el caso del pellejo inflado. Al perspicaz
Estagirita difícilmente puedan habérsele pasado por alto las objeciones que hará
Simplicio,40 concretadas en las observaciones de Stevin acerca del movimiento
perpetuo que de ese modo se establecería. Por otra parte, claramente aparece
indicado en el citado paso de 312 b 5.
Con esta aclaración y las explanaciones anteriores, se disipan todas las
objeciones sin necesidad, por otra parte, de forzar el texto de Arquímedes, tal
como parece hacerlo Duhem, obligado por su errónea interpretación del peso de
un elemento en su región propia como peso de una porción del mismo en el
seno total.
El caso del pellejo inflado.
Pero si hoy se nos propusiera determinar el peso del aire encerrado en un
pellejo, por diferencia de peso en el aire entre los estados vacío y lleno de ese
pellejo, rápidamente nos excusaríamos de tener que hacer la experiencia
escudados, precisamente, en el "Principio de Arquímedes" (dando así la razón a
Temistio), insistiendo, en todo caso, en utilizar un recipiente de paredes rígidas.
Mas si, por otra parte, no dejamos de lado la prudente admonición de
Simplicio en punto a la pulcritud observacional de Aristóteles y aceptamos que,
sea como fuere, reparó él en alguna diferencia entre los pesos del pellejo vacío y
lleno, no nos queda sino intentar una explicación plausible.
Consideremos, en primer término, la opinión del mismo Simplicio con
respecto al exceso accidental de peso en cuanto debido a la humedad
subrepticiamente introducida inflando el pellejo a boca directa. Tal
eventualidad debe ser tenida en cuenta y ya referimos nuestro primer
movimiento en su favor. Pero ahora el problema adquiere otro matiz: ¿Pudo
Aristóteles —aun cuando equivocara la razón— constatar tal diferencia de
peso? Veamos cuanto podría montar dicha discrepancia.
39
Aun la tierra, situada ella ya inamoviblemente en el medio (De caelo, 296 b 25), debe
considerarse que pesa pues este medio es el punto de convergencia de toda porción de tierra y por
cuya razón es ella esférica (297 a 8).
40
Cfr. la cita de nota 7.
EXCURSUS 3: El peso del aire 305
La presión parcial del vapor de agua en el aire alveolar saturado es de 47,0
mmHg a 37ºC;41 valor que corresponde a aproximadamente 6,2% de vapor de
agua en el aire espirado.42 Reducido este valor a peso de agua en estado
líquido, resulta ser 0,045 g de agua por litro de aire espirado (valor corroborado
si se calcula según aire espirado en 24 horas).43 Si, por razones de
simplificación, suponemos utilizar un pellejo de 2 litros de cabida, ingresarán
con los dos litros de aire unos 0,090 g de agua como sobrepeso; diferencia que
deberá acusar la balanza.
Pero existe otra posibilidad, en función de una posible sobrepresión de sólo
aire insuflado (aire seco). Por simple soplado bucal de aire seco es posible
alcanzar a producir —lo hemos comprobado experimentalmente— una
sobrepresión de unos 120 mmHg, equivalente a 0,15 atm; de este modo los dos
litros de aire a presión atmosférica y equivalentes a 2,586 g, pasarán a
transformarse en 2,973 g y la diferencia de 0,387 g es la que deberá poder
acusar en este caso la balanza (hemos despreciado la pequeña elasticidad del
pellejo). Y sobre ello, no se deje de lado que Aristóteles conoció el uso de los
fuelles de forja44 y pudo haber experimentado aumentando sensiblemente la
sobrepresión con el consiguiente aumento de peso a apreciar.
Cabe todavía considerar ambos efectos: sobrepresión y humedad; en cuyo
caso la diferencia sería mayor aun, por simple adición. Y dejamos de lado la
explicación vista de S. Alberto pues la diferencia de temperatura a que alude,
real como es y eficaz en su electo elevador, no sería nunca suficiente como para
poder ser apreciada prácticamente.
Todo ello dicho: ¿Pudo haber estimado Aristóteles tales diferencias en el
peso, con las balanzas y pesas a su disposición? De hecho, puede aceptarse que
41
Según valores de Selkurt, p. 449.
42
Cálculo:
[1] x = (47,0 / 760) 100 = 6,18% a 37ºC (vol/vol)
[2] Reducción a 0ºC:
x = 6,18 (273/310) = 5,4% de agua líquida a 0ºC
[3] Conversión a peso:
x = (0,054 x 18,016) / 22,4 = 0,045 g agua/litro aire
43
Tomando como datos promedios:
agua eliminada en 24 horas pro respiración = 400 g
volumen de aire por cada espiración = 500 cm3
respiraciones por minuto = 14;
resulta un valor aproximado de 0,040 g de agua/litro aire espirado.
44
De resp., 474 a 12. Los egipcios ya los utilizaban para sus hornos en la XVIII Dinastía; cfr.
Forbes, vol. VI, p. 83 ss., y vol. VIII, 111 y ss.
306 Juan Enrique Bolzan
poseía alguna idea de peso de la sensibilidad de las balanzas, refiriéndose
específicamente a las comerciales utilizadas en los mercados;45 pero no
sabemos directamente mucho más. Es a partir de otras fuentes de donde
podemos sacar datos más importantes, especialmente con respecto a las
balanzas de doble platillo, las cuales fueron evolucionando en estructura y
sensibilidad, de modo tal que entre los años 5000-1500 a. C. dicha sensibilidad
oscilaba entre 2 granos (0,13 g) con un peso de 100 granos (6,48 g) en cada
platillo, y 30 granos (1,94 g) con 2000 granos (130 g) por platillo; desde el 1500
a. C. y hasta el siglo IV d. C., la sensibilidad era de 1 grano (0,065 g) y de 5
granos (0,324 g) con 100 y 2000 granos en cada platillo, respectivamente.46 Las
pesas, en la Grecia clásica, eran de plomo y raramente de bronce, estando estas
últimas destinadas a ser utilizadas como pesas de referencia en los templos;47 la
unidad de peso era el o, equivalente a 0,091 g;48 todo lo cual da clara
idea de la sensibilidad de las balanzas de entonces. Posteriormente, hacia el 780
d. C., se hallan en el Islam y para uso de los acuñadores, pesas de vidrio que no
diferían entre sí en más de 0,0003 g, valor notablemente pequeño.49
En consecuencia: si estimamos, para simplificar también ahora, que la vejiga
de 2 litros pesa, vacía y seca, 200 g, hemos de admitir que es muy poco
probable haya podido Aristóteles detectar alguna diferencia de peso debida al
agua arrastrada por el aire insuflado; además de resultar inadmisible, a poco que
se piense en ello, que haya cometido la torpeza de ignorar la existencia de vapor
de agua en el aire espirado, ya que constituye una de las experiencias más
vulgares reparar en la "niebla" que se forma en el aire espirado en un día frío.
Más aceptable sería admitir el error debido a la sobrepresión de inflado, pues si
bien es cierto que tenía él una noción bastante clara de lo que significaba la
densidad como relación entre peso y volumen,50 ello sólo acontece cuando trata
de ciertos sólidos mas nunca con el aire; excepción plenamente explicable por
cuanto se trata de un gas. Sin embargo, la probabilidad de que tal error haya
acontecido tampoco alienta suficientemente como para acudir a esta solución,
pues tal experiencia exige un rápido y cuidadoso cierre del pellejo el cual,
precisamente por seco y rígido, lleva a que una vez inflado no tienda a
aplastarse sino a permanecer establemente esférico y así un experimentador
poco habituado a tales procedimientos no se vería llevado a tener en cuenta la
45
De mechanica, 848 b 1 y 853 b 25. Si este tratado no fuera de Aristóteles, como sostienen
algunos autores, las ideas son fundamentalmente aristotélicas, y eso nos basta aquí.
46
Singer-Holmyard-Hall-Williams, t. I, p. 781.
47
Kisch, pp. 80-81.
48
Kisch, p. 219.
49
Kisch, p. 8. También Singer et alii, t. II, p. 744.
50
Cfr. nuestro Excursus 1.
EXCURSUS 3: El peso del aire 307
importancia de ocluir rápidamente el recipiente, y la sobrepresión no llegaría a
concretarse. Por otra parte, el sobrepeso debido al aire que excediera de la
presión atmosférica estaría al borde mismo de la sensibilidad de la balanza; y
aun cuando al menos fuera aceptable la observación de tal variación, el
panorama en total de esta experiencia la hace altamente improbable.
Pero, nuevamente: ¿Cómo debe interpretarse el texto aristotélico con
respecto al pellejo inflado? Aristóteles realizó una observación concreta, pero,
¿cuál?
Nuestra línea positiva de razonamiento reposará en un detalle gramatical: en
todo el Libro IV de este tratado De caelo ha venido refiriéndose Aristóteles al
"peso", sin emplear nunca un verbo sino expresiones compuestas tales como "lo
ligero" y "lo pesado" [-], y "más ligero" y "más pesado"
[-]; y únicamente en la línea 9 que nos importa,
aparece un verbo: (vertido por traho por los latinos),51 verbo que
Aristóteles utiliza sólo en contadas ocasiones y en la mayoría de los casos en
sentido diferente de "pesar", pues aparece a menudo como "tirar", "traccionar",
"estirar", "atraer".52
Frente a este vario uso de y al llamativo hecho del giro gramatical
señalado cual nota discordante en línea 9, y sumando todo ello al resultado
alcanzado en el apartado anterior con referencia al peso del elemento en su
región propia, nos estimamos autorizados a interpretar ese en el sentido
más habitual en Aristóteles de "tirar", hacia arriba en este caso concreto.
Como consecuencia final, nos atrevemos a decir que Aristóteles ni observó
ni llevó a cabo experiencia alguna de pesar una vejiga con y sin aire, sino que
simplemente reparó en que, inflada y hundida forzadamente en el agua, dicha
vejiga tendía violentamente hacia arriba —hacia la región propia del aire— y
restaba flotando en la superficie del agua, ocupando ipso facto un lugar en la
zona más baja de la región propia del aire.
Repárese en que, según nuestra interpretación, no vio "bajar" un pellejo
inflado, ni hacerlo "más" o "más rápidamente" que el mismo pellejo vacío:
observó, que, hundido, subía; lo sintió "tirar" con fuerza hacia arriba hasta saltar
desde agua al seno del aire; pero sobre todo lo vio reposar en la superficie del
agua. En tanto que el pellejo vacío, predominantemente " de tierra", se hundía
51
: utilizado siempre en sentido de estirar (cuerda de arco), tirar, arrojar con violencia,
tirar hacia sí, aspirar, etc. Cfr. Liddell-Scott.
52
Por ejemplo: Hist. animal., 595 b 2 (pesar); Phys., 244 a 3 ss. (tirar, traccionar); Meteor., 360
a 7 y 343 a 3 (extraer la humedad), 386 b 12 (estirar), 359 a 6 (pesar); Met., 1091 a 17 (atraer);
Probl., 914 a 24 (arrojar); etc. No obstante, Elders, p. 352, señala que ya en Heródoto aparece con
el sentido de "pesar".
308 Juan Enrique Bolzan
decidida- mente puesto en las mismas condiciones y, por consiguiente, desde
ese mismo momento quedaba fuera de cuestión.
Vale decir que en una suerte de argumentación a contrario sensu el
razonamiento es claro: un pellejo inflado, que "contiene más aire que tierra y
agua" (línea 10), es ligero en el agua —pues "tira" hacia arriba— pero pesa en
el aire, ya que aquí no es capaz de elevarse como en el agua (líneas 12-13). Con
otras palabras: del hecho observado y según el cual un pellejo inflado "tira"
['] en el seno del agua más que uno vacío, pero no "tira" en el aire sino que
sólo se mantiene en la superficie del agua o zona limítrofe en la cual el aire
ejerce su efecto pesante, concluye Aristóteles que tal fenómeno es prueba de
que el aire, como totalidad, pesa en su región propia y sobre el agua soporte.
EXCURSUS 4: LA FLOTACIÓN DE LOS CUERPOS 1
En su complejo pero interesante tratado De caelo se ocupa Aristóteles de una
notable cantidad de temas científicos que merecen ser rescatados sin dejarlos
diluir, sea por un consuetudinario pero injustificado desprecio del sistema
aristotélico del mundo, sea por la extrañeza de un lenguaje que indudablemente
no es el nuestro contemporáneo. Ahora queremos centrar nuestra atención en el
concepto de tensión superficial tal cual aparece implícito en una atenta lectura
del Libro IV, capítulo 6, de la citada obra. Allí se detiene Aristóteles a estudiar
las relaciones entre configuración geométrica de los cuerpos y los movimientos
que sufren, apareciendo al hilo del discurso un claro concepto incoado de
tensión superficial y su justificación.
En cuanto a la relación configuración/movimiento:
"Las configuraciones no son la causa de los movimientos absolutos hacia
arriba o hacia abajo, sino de la rapidez o lentitud [de los mismos]" (313 a
14).
Esos movimientos absolutos son ascendentes o descendentes según la
composición intrínseca de los cuerpos, es decir y dentro de la antigua teoría de
los cuatro elementos, según el elemento predominante; pero la velocidad del
movimiento sí depende de la configuración del cuerpo de que se trate. Y a fin de
evitar las dificultades de las grandes velocidades que acaecerían en el aire,
recurre Aristóteles a ejemplificar con el agua como medio en el cual puede
observarse bien esta relación movimiento/medio, refiriéndose explícitamente a
la experiencia de flotación:
"¿Por qué un trozo plano de hierro o de plomo flota sobre el agua,
mientras que se hunden otros cuerpos más pequeños o menos pesados si
son redondeados o ahusados, como por ejemplo una aguja?" (313 a 15).
Un ejemplo también corriente, pero menos llamativo, lo constituyen los
polvos finísimos que flotan en el aire (313 a 19). Pero volviendo al caso del
agua, a continuación menciona Aristóteles la explicación de Demócrito, según
la cual
"las partículas calientes que se elevan en el seno del agua sostienen los
cuerpos pesantes que son chatos, en tanto que los cuerpos estrechos se
1
Publicado originalmente en Diálogos (Pto. Rico), 1981, XXXVII, 109.
310 Juan Enrique Bolzan
hunden a causa del pequeño número de aquellas partículas que los
resisten" (313 a 22).
No es claro qué son realmente esas o partículas
calientes que existirían en el agua, si bien Simplicio señala que se trata, para
Demócrito, de partículas formadas porque "el agua, más basta y sólida [que el
aire] compone y condensa los calores que ascienden" 2; agregando Temistio que
son "corpúsculos indivisibles [insectilia] dotados de fuego por esencia"; 3 para
San Alberto Magno se trata de "vapores latos & spissos egredi a fundo aquae ad
superficiem"; 4 y Nifo habla de "...corpuscula quaedam: que physici uapores
appelant". 5Sea como fuere, este fenómeno —y aquí concuerdan Demócrito y
Aristóteles— debería producirse mejor aún en el aire, lo cual de hecho no
acontece. El mismo Demócrito intenta una explicación:
"El impulso [de las partículas del aire] no tiene dirección única,
designando [Demócrito] con impulso [ ] el movimiento
hacia arriba de los cuerpos" (313 b 4). 6
Aristóteles califica en general a la explicación de Demócrito de "débil", por
las razones que veremos, no obstante cuán atractiva nos pueda parecer hoy en
función de la teoría cinético-molecular de la materia, puesto que entonces
parece clara la explicación de Demócrito en el caso del agua, donde las
partículas más calientes son las más enérgicas y parecieran las más efectivas
para "sostener" un cuerpo; repárese, sin embargo, en que la tensión superficial
disminuye de hecho con la temperatura. En cuanto al caso del aire, no anda
descaminado Demócrito porque, efectivamente, las partículas de un gas se
mueven con un "desorden total" —como diría hoy un físico—, pero entonces
será cierto que el empuje se hará sentir en todas las caras del cuerpo, Por ello es
que tanto Temistio cuanto Simplicio coinciden en afirmar que en el aire
prevalece la dispersión de aquellas partículas calientes. 7
Ahora bien: la solución de Aristóteles marcha por otros carriles, basando su
respuesta en el interdinamismo que se pone en juego siempre que se trate de
fenómenos naturales. En efecto: consecuente con su principio de acción y
2
Simpllclo [3], p. 730,17
3
Temistio, p. 246, 39.
4
Alberto Magno, De caelo, Lib. IV, cap. X, p. 198 b.
5
Nifo, p. LXXVI v.
6
El = impulso, es un término típicamente democríteo; Guthrie [1] lo considera un
laconismo y remite a Platon, Cratilo, 412 b.
7
Simplicio [3], p. 730, 20; Temistio, p. 247, 7.
EXCURSUS 4: La flotación de los cuerpos 311
reacción, 8 todo suceso o fenómeno físico ocurre por las energías puestas en
juego por parte de todos los agentes que intervienen —y de aquí la "debilidad"
de la explicación unilateral de Demócrito— los cuales, llevados al contacto,
entran en un juego de acción-pasión cuya resultante pone de manifiesto a dicho
fenómeno. Consiguientemente, responder a por qué flota un cuerpo en el agua
comporta hacer ingresar en la explicación ambos factores: cuerpo y agua; y
hacerlo dinámicamente. Bajo estas premisas,
"puesto que ciertos [cuerpos] continuos se dejan dividir más fácilmente
que otros y las cosas que producen división son más eficaces unas que
otras, ha de admitirse que aquí reside la causa del hecho" (313 b 6).
Es decir: si un cuerpo se hunde hendiendo el cuerpo soporte, la razón debe
hallarse en la interrelación entre ambos actores: lo divisible y el divisor.
"Es fácilmente divisible aquello que es fácil de delimitar; y lo es tanto
más cuanto más fácilmente delimitable es. Pues bien: el aire lo es más
que el agua; el agua, que la tierra. Además, en cada especie, cuanto menor
sea su cantidad más fácilmente se separa e hiende" (313 b 8).
Por consiguiente la facilidad de división está regulada por la facilidad de
delimitación —que es una forma de división— o circunscripción, siendo por
ello para Aristóteles el agua y el aire —los fluidos, diríamos hoy— los más
fácilmente divisibles: basta, para mostrarlo, distribuir una cantidad de agua en
pequeños recipientes. 9 Aplicado al caso:
"Los cuerpos planos flotan porque cubren una amplia superficie, y una
gran cantidad [de agua] no se deja dividir fácilmente. En cambio, los
cuerpos de figura opuesta [agudos] se hunden porque cubren una pequeña
superficie y la dividen fácilmente. Todo esto ocurre aún más fácilmente
en el aire, en cuanto éste es más fácilmente divisible que el agua" (313 b
11).10
Es decir que según prive o no la tendencia a la continuidad de parte del
fluido con relación a la potencia activa del divisor—el cuerpo chato o agudo—
se producirá flotación o hundimiento; y en términos generales:
8
Principio que formulara el primero según Phys., 202 a 8. Para los temas del contacto y la
acción-pasión, cfr. De gen. corr, caps, 6-9.
9
"Los (bene determinabilia) son aquellas cosas cuya figura es fácilmente
modificable y que toman, en razón de la gran movilidad de sus partículas, la forma de su
continente", anota muy bien aquí Tricot [2]. Aristóteles hará uso de esta determinabilidad en la
explicación de la mayor facilidad de combinación de líquidos y sólidos pulverizados; cfr. nuestro
trabajo: Bolzán [10].
10
"Quanto enim aliqua fuerint acutiora & grauiora & duriora, tanto diuidunt & penetrant faci-
lius", Alberto Magno, in De caelo, p. 199 a. En el mismo sentido Nifo y los de Coimbra (ver nota
siguiente).
312 Juan Enrique Bolzan
"puesto que el peso tiene una cierta fuerza según la cual es llevado hacia
abajo, y los cuerpos continuos [poseen cierta fuerza] para resistir la
división, se hace necesario comparar ambos: si prevalece la fuerza
[] del peso sobre la del continuo a la ruptura y división
[], tanto más rápidamente aquella fuerza
acelerará el movimiento hacia abajo; si, por el contrario, es más débil, el
cuerpo flotará" (313 b 16).
Texto del cual resulta claro que la fuerza o capacidad que posee el continuo
resistente es una fuerza de ruptura —como aparece señalado de paso por los
comentaristas de Coimbra—11 y en primer lugar de ruptura superficial. Claro
está que el fenómeno no acaba aquí pues lo que viene a decir explícitamente
Aristóteles es que vencida la resistencia del fluido —no necesariamente sólo su
resistencia superficial— se producirá el movimiento del cuerpo en el seno de
dicho flúido y el fenómeno de fisión es, en total, un fenómeno de masa, siendo
la resistencia del flúido a ser dividido en todo su volumen la que entra en
juego.12 Así lo ha analizado el mismo Aristóteles en su Física,13 donde llega a
la conclusión de que la velocidad de caída de un cuerpo en un fluido es
directamente proporcional a la mayor facilidad del medio, de modo que
"cuanto más incorpóreo [], menos resistente y más
fácilmente divisible sea el medio, más rápido será el movimiento" (215 b
10).
Texto donde el : lo incorpóreo, puede muy bien trasladarse
por "menor viscosidad".14 Por lo cual y a primera vista podría pensarse también
aquí, en nuestro problema, en una cuestión de densidades relativas, sosteniendo
que la solución ya fue dada por Arquímedes, como quiere Moraux15 y ya lo
había sostenido Nicolas Oresme.16
Pero insistimos que en estos textos del De caelo se trata primordialmente de
flotar o no flotar; de atravesar o no la superficie del flúido; es decir, de vencer o
11
Coimbra, p. 481: "Si vis ponderis vim continui superadit ad rumpendum, graue deorsum
feretur, sit vero imbecillior fuerit nixu continue sustinebitur". Simplicio [3] utiliza los mismos
verbos que Aristóteles ( y ); y en la versión latina de Temistio se lee,
invertido el orden, "secant et disrumpunt".
12
Tal vez por eso Elders, p. 363, sostiene que Aristóteles se refiere aquí a la fuerza de cohesión;
sin embargo el término aristotélico para cohesión es constantemente (Meteor., 382 a 23
ss), el cual no aparece en nuestros textos.
13
Phys, 215 a 25 ss.
14
Para la facilidad de o combinación química entre líquidos en relación con la
viscosidad de los mismos, véase De gen. corr., 328 b 3, y nuestro Excursus 13.
15
Moraux [2], pp. CL-CLl.
16
Oresme, p. 716.
EXCURSUS 4: La flotación de los cuerpos 313
no esa fuerza de resistencia que presenta dicho fluido según su naturaleza,
según toda su masa, pero ahora referida sólo a su superficie, la primera a vencer
para hacerlo con el resto. Por eso decimos que hay en Aristóteles una implícita
noción de tensión superficial como fuerza de superficie de un líquido. En el
caso ejemplificado, no se trata sólo de una fuerza del agua sino además de una
tensión (presión) superficial pues su vencimiento depende de la extensión de la
superficie de apoyo del cuerpo pesado.
EXCURSUS 5: DE GENERATIONE ET CORRUPTIONE, 327 A 6-14 1
Es el tratado De generatione et corruptione de densidad y complejidad tales
que al decir de Joachim, "reclama un comentario casi a cada sentencia". Un
ejemplo de ello viene representado por el paso de 327 a 6-14, cuya segunda
parte (líneas 9-14) es calificada de "oscurísima" tanto por Joachim cuanto por
Tricot; será, pues, oportuno, nos detengamos en él intentando darle suficiente
claridad.
El dicho paso pertenece al Cap. 9, del Libro I; capítulo en el cual continúa y
culmina Aristóteles el tratamiento que acerca de la acción-pasión ha comenzado
en el Cap. 7. En este último ha procedido a analizar y rechazar, en primer lugar,
la opinión de quienes sostienen que la acción-pasión no puede acontecer entre
los seres que son semejantes entre sí (323 b 2); en segundo término, lo ha hecho
con la de Demócrito quien, si bien es más personal en sus ideas, no acaba de
acertar pues al cabo afirma que:
"agente y paciente son semejantes y lo mismo" (323 b 10).
Sin embargo, prosigue Aristóteles, ambas opiniones, lejos de ser
contradictorias presentan aspectos verdaderos de una misma cuestión (323 b
17), pues ni es correcto sostener que sean los seres idénticos quienes pueden
afectarse recíprocamente, ni lo es que lo puedan aquéllos absolutamente
desemejantes: en el primer caso, porque se acabaría perdiendo la razón misma
de ser motor y de ser móvil y hasta tener que aceptar que toda cosa se afectaría
a sí misma puesto que nada es más semejante a algo que a sí mismo (323 b 18);
en el segundo, porque
"ninguna cosa puede modificar la natura de otra a menos que ambas sean
contrarias o compuestas de contrarios" (323 b 28).
Y ello porque la acción-pasión comporta una comunicación entre agente y
paciente, de modo tal que ambos deben ser semejantes e idénticos según el
genero, y disímiles y contrarios según la especie (323 b 30); tal como lo dice en
otro lugar,
"en un sentido lo semejante padece bajo la acción de lo semejante, pero
en otro sentido lo hace bajo la acción de lo disímil [...]. Pues quien
padece es lo desemejante el cual, una vez que ha sufrido la acción, es
semejante" (De anima, 417 a 20).
1
Publicado originalmente en Intern. Studies in Philosophy,1976, VIII, 167.
316 Juan Enrique Bolzan
Y semejante precisamente al agente el cual, para decirlo ya de una vez, hace
partícipe de su propia perfección al paciente:
"Quien padece necesariamente cambia en el agente, ya que sólo así será
la generación un proceso hacia lo contrario" (324 a 12).
Debe darse, pues, contrariedad (contra Demócrito y los "homogenistas")
pero contrariedad relativa (contra los "heterogenistas" extremos). El
intermediario que tiende el puente entre ambos —agente y paciente— será la
materia
"que es, por así decirlo, la misma para ambos términos opuestos, siendo
como el género" (324 b 6). 2
En el capítulo siguiente (el 8) se enfrenta Aristóteles con la concepción
eleática de un mundo uno, inmóvil e ilimitado,
"y en verdad bien puede que así sea según la razón pura; mas reparando
en los hechos, parece estarse próximo a la locura pues no habrá maniático
que haya perdido la razón al punto tal que el fuego y el hielo le parezcan
lo mismo" (325 a 17).
Dos variantes surgen ahora con Empédocles y Leucipo-Demócrito. Para el
primero,
"el paciente sufre acción cuando el agente último o agente stricto sensu
penetra a través de ciertos poros" (324 b 25);
llegando a sostener que aún la combinación () tiene lugar gracias a esos
poros y precisamente cuando ellos poseen el mismo orden de magnitud, es
decir: cuando son conmensurables. 3 Pero Leucipo-Demócrito
"han procedido más metódicamente [...] tomando como punto de partida
aquello que es naturalmente primero" (324 b 35);
esto es: lo percibido por los sentidos, sin negar ni el cambio ni la multiplicidad
no obstante conceder a los monistas la realidad del Uno y la irrealidad del
movimiento sin real existencia del vacío (325 a 23). 4 Sin embargo, al cabo unos
y otros —Empédocles y Leucipo-Demócrito— aceptan, en la práctica, una
misma teoría con respecto a la acción-pasión ya que siempre les es necesario
admitir ser y no-ser, sea bajo la forma de átomos y vacío, sea bajo la de sólidos
y poros (325 b 2 ss.); con lo cual la acción-pasión se ha de producir única y
2
Para esta conocida analogía véase Grene.
3
Adoptamos aquí la sugerencia de Mugler [2],”Notes complémentaires”,p.86, nota a p.32,note
2,para la interpretación de como significando "conmensurable"; cfr. Euclides, L. X.
4
Como bien resume Mauro: « Cum igitur Parmenides ac Melissus subsumentes: non potest
dari vacuum, concluserint: ergo non datur motus; Leucipus ac Democritus subsumentes: datur
motus, intulerunt: ergo datur vacuum», Mauro, vol. III, p. 435, col. B.
EXCURSUS 5: De generatione et corruptione., 327 a 6-14 317
exclusivamente en lugares privilegiados. Decimos única y exclusivamente y no
primordialmente, porque este último caso es admitido por el mismo Aristóteles
al aceptar él como posible una susceptibilidad selectiva en el todo, tal como
acontece, por ejemplo,
"en las vetas continuas que aparecen en los metales” (326 b 34).
Ahora bien: para Aristóteles, si algo es pasible
"la potencia de padecer pertenece a la natura misma de la cosa y no a
alguna de sus partes" (326 b 31).
Consiguientemente:
"Con respecto a la suposición de que [un cuerpo] puede padecer en unas
[partes] y no en otras, hemos de hacer ahora una precisión según las
distinciones previas [de 316 a 14. 317 a 17]. Pues si, por una parte, la
magnitud no es totalmente divisible [] existiendo,
por el contrario, cuerpos o superficies indivisibles, no habrá [cuerpo]
alguno totalmente pasible, ni continuo" (327 a 6-8).
"Mas por cuanto esto es falso ya que todo cuerpo es divisible, no existe
diferencia alguna entre haber sido dividido [ya] en partes que se hallan
[actualmente] en contacto, y ser divisible; pues si, tal como sostienen
algunos, puede [un cuerpo] ser separado según sus puntos de contacto,
aún si no está dividido actualmente llegará a estarlo, siendo posible la
división ya que de ello no se sigue imposibilidad alguna” (327 a 9-14). 5
Alcanzamos de este modo nuestro texto clave motivante de este trabajo, y
que hemos subdividido en dos partes para su análisis.
En el caso de las líneas 6-8, nos declaramos solidarios con Joachim cuando
afirma la claridad de la conclusión de Aristóteles, especialmente si se recuerda
que ya al principio mismo de su tratado (Cap. 2) ha criticado la teoría de la
división total y simultánea mas aceptando, sí, la divisibilidad monótonamente
continuable en cualquier punto de un continuo, pues
5
En línea 6 Joachim supone una laguna: ***, y en su comentario aclara:
« it seems more probable from the next sentence (27 a 7 14) that refers to the elaborate
discussion (16 a 14-17 a 17) of the sense in which every magnitude is divisible through and
through. I have accordingly ventured to mark a lacuna before , and to interpret the
passage as follows: —'The supposition of partial susceptibility <is possible only for those who
hold an erroneous view concerning the divisibility of magnitudes. For us > the following account
results from the distinctions established at the beginning of our treatise'; cfr. Joachim [1], p. 173.
Sin embargo Mugler [2] pone simplemente una coma luego de , lo cual se justifica si se acepta
—tal cual lo hacemos nosotros y aún Joachim— que "las distinciones hechas" se refieren a las de
316 a 14 - 317 a 17, donde se habla de las teorías con respecto a la divisibilidad de los cuerpos
pero no de pasibilidades parciales. De este modo [...]introduce casi epigráficamente todo
el tratamiento posterior y no es necesario suponer tal dicha laguna.
318 Juan Enrique Bolzan
"no tiene nada de paradójico que todo cuerpo sensible y en cualesquiera
de sus puntos, sea tanto indivisible cuanto divisible: divisible en potencia
e indivisible en acto" (316 b 19).
Sin embargo no se tratará de una divisibilidad simultánea, lo cual es impo-
sible por clara razón: siendo posible () aquello que puede llegar al acto
sin contradicción , 6 una posibilidad en potencia indica que el acto pertinente
puede acontecer —y debe acontecer en el universo eterno de Aristóteles—; mas
entonces, para este caso en concreto de una divisibilidad total y simultánea,
"nada quedaría, desvaneciéndose el cuerpo [así pretendidamente dividido
en acto] en lo incorpóreo (316 b 25).
Bajo estas premisas debe entenderse, por consiguiente, la crítica de
Aristóteles (líneas 6-8) trasladando la divisibilidad a la patencia en general: de
este modo todo cuerpo puede padecer división en todos y cada uno de sus
puntos; consiguientemente, puede padecer en todos y cada uno de sus puntos, y
en la medida en que se admitan magnitudes indivisibles, en aquella misma
medida resultará impasible esa magnitud o cuerpo. Adviértase, no obstante, que
la segunda parte de la línea 8 ("... no habrá caso de cuerpo continuo ") sólo se
entiende admitiendo el concepto que de continuo tiene Aristóteles según el
conocido paso:
"Es claro que todo continuo es divisible en divisibles, éstos a su vez
infinitamente divisibles; pues si lo fuera en indivisibles tendríamos un
indivisible en contacto con un indivisible ya que los extremos de las
cosas que son continuas entre si, son uno y están en contacto" (Phys., 231
b 15).
Sin embargo nos parece éste un menguado concepto de divisibilidad por ser
el resultado de un estrecho concepto de continuo, fuertemente influidos ambos
por la imagen que procura la matemática y que Aristóteles adopta a menudo
para referirse al tema del continuo, definiéndolo así sólo en función de su
divisibilidad al infinito. 7 Precisamente la constante recurrencia de Aristóteles a
la analogía del continuo con la relación de la línea a sus puntos le conduce a que
el concepto mismo de punto hace imposible la resolución del continuo (línea) en
indivisibles (puntos). He aquí a Aristóteles cometiendo un paralogismo
semejante a aquel de que acusa a los atomistas (317 a 1), pues mientras éstos
tomaban el como siendo necesariamente , Aristóteles lo
hará como siendo necesaria e indefinidamente sucesivo al extremar el cuerpo
6
Met., 1047 a 24. Véase el comentario de Reale a este paso.
7
Por ej.: "El continuo es divisible al infinito", Phys., 185 b 10; es "lo divisible en divisibles que
son infinitamente divisibles", Phys., 232 b 24 y otros; " una magnitud divisible según una
dirección, es una línea; según dos, una superficie; según tres, un cuerpo", De caelo, 268 a 7.
EXCURSUS 5: De generatione et corruptione., 327 a 6-14 319
natural (substancial) en el ente simplemente geométrico. Mas si se libera ahora
el concepto de continuo de la estrechez en que lo pone su matematización y se
lo coloca en su debido nivel de lo físico, resultará que el verdadero criterio de
continuidad se expresará según la substancia extensa y un continuo será,
concordantemente, un extenso intrínsecamente uno según la substancia; esto es,
sin heterogeneidades substanciales.
Es decir que el uso indiscriminado que hace Aristóteles entre magnitud
() y cuerpo () es lo que le lleva al equívoco de hacer depender
la continuidad primordialmente de las dimensiones, y no de la substancia, al
concebir al cuerpo more geometrico y siendo, en verdad, más clara y sencilla la
divisibilidad matemática. Mas si en cabal aristotelismo no se olvida que siempre
el cuerpo es cuerpo de determinada substancia y se trae el caso, además, su
crítica a Anaxágoras, 8 la solución es inmediata: no existe una monótona
divisibilidad de ningún cuerpo natural en cuanto tal. Lo cual no es sino la
verdad parcial que vieron Leucipo y Demócrito, expresándola con sus átomos.
Desde este punto de vista los átomos de Leucipo-Demócrito serían,
estrictamente hablando, continuos, pero es claro que más allá de cada átomo no
habría caso de continuos: ningún cuerpo (macroscópico) compuesto sería,
absolutamente dicho, continuo. Resulta así que sólo en sentido oblicuo o
secundario es la divisibilidad indicio de continuidad; de aquí que no nos
detengamos ahora en el caso de las superficies indivisibles (Platón), pues nada
tienen que ver con la física.
Entremos, pues, ya en la línea 9, comienzo del texto propiamente "oscu-
rísimo". Aquí sí cabe que un extenso es, en cuanto tal, divisible sin solución de
continuidad, siendo de intuición inmediata que toda extensión, por el hecho
mismo y único de ser tal, es partible al medio. Y por cuanto esta posible
partición no entraña, por lo dicho, contradicción, la eternidad de los procesos
cósmicos necesariamente ha de pasar de la posibilidad-potencia a la realidad-
acto en algún momento.
"Si, tal cual lo hemos dicho, es cierto que lo posible lo es en tanto que
realizable, es claro que no podrá sostenerse con verdad que una cosa es
posible pero que no habrá de realizarse jamás: ello llevaría a la
desaparición de la noción misma de imposibilidad" (Met., 1047 b 1). 9
Precisamente es en los procesos naturales aconteciendo en un universo
eterno cual el de Aristóteles, donde se hace bien clara la correspondencia y
correlatividad de acto y potencia, donde ninguno de ambos pueden definirse sin
relación al otro siendo por consiguiente imposible exigir una definición no
8
Phys., 187 a 26 ss.
9
Como dice Reale: « La possibilitΒ reale di una cosa e la sua attualizzazione o realizzazione
risultano, quindi, inscindibili: data l'una, Π, insieme, data anche l'altra », vol. 2, p. 72.
320 Juan Enrique Bolzan
tautológica de ambos. Por ejemplo, en Met., 1048 a 25 ss., refiriéndose
Aristóteles a potencia y acto, despista constantemente al lector recurriendo no a
definiciones sino a analogías para dar a entender cada uno de aquellos
principios, y sólo es claro cuando señala que el nexo entre potencia y acto es
nexo o relación de analogía: sólo comparativamente es posible distinguir acto y
potencia. Quede así indicado, de paso, que la distinción entre posible y
potencial no es válida en el realismo filosófico-natural aristotélico.
Pues bien, si todo ello es así, si todo cuerpo es divisible y, por consiguiente,
se hará real esta división en algún momento, resulta claramente que"no existe
diferencia alguna entre haber sido dividido [ya] en partes que se hallan [actual-
mente] en contacto, y ser divisible... ", etc. Se sigue así que la acción-pasión es
de todo el cuerpo pues todo él es susceptible según sus indefinidos puntos de
divisibilidad (no simultánea); su padecer, su potencialidad, no es una "parte" de
él:
"Si existe alguna cosa que sea en parte en potencia y en parte en acto, la
potencia de padecer pertenece a la natura misma de la cosa y no a una de
sus partes con exclusión de otras sino de manera absoluta; precisamente
porque ella es de tal natura" (326 b 31).
El texto de 327 a 9-14 no es, estrictamente, " most obscure" en su significado
sino, cuanto más, en su redacción y por ser ésta de una extrema concisión, tal
cual ocurre a menudo en este tratado De generatione et corruptione.
EXCURSUS 6: EL PASO DE GENERATIONE ET CORRUPTIONE, 333 A
13-15 1
Este paso, según el cual Aristóteles concluye en que si se admite una
argumentación anterior, todos los elementos serían uno, es calificado por
Joachim como "unsound argument" porque "what Aristotle says is that 'all the
contrarieties of the elements above Fire must belong to the elements below
Fire, and vice versa': but we cannot infer from this that the 'elements' are
identical. The contrarieties hot-cold and dry-moist belong to Earth, Air, Fire and
Water on Aristotle's own theory: but these 'elements' are not on that account 'all
of them one'". 2
Sin embargo estimamos que Aristóteles tiene razón en concluir como lo
hace; para demostrarlo, hagamos una rápida síntesis de su argumentación.
En el Cap. IV ha expuesto Aristóteles su propia teoría de la transformación
de los elementos recíprocamente y cómo esto se verifica de tres modos:
[a] cuando los elementos comparten una misma cualidad elemental, y así el
Fuego cambia en Aire por cambio de una sola de sus diferencias, pasando lo
cálido-seco a ser cálido-húmedo (331 a 20);
[b] cuando se cambian simultáneamente dos cualidades elementales, tal
como ocurre cuando el Fuego pasa a ser Agua; o el Aire, Tierra (331 b 4);
[c] cuando dos pares de cualidades elementales de dos elementos no
consecutivos se recombinan para dar otros dos elementos, en una especie de
reacción por doble descomposición, tal cual acontece cuando Fuego + Agua dan
lugar a Aire + Tierra: cálido-seco + frío-húmedo 6 cálido-húmedo + frío-seco
(331 b 12). Y de este modo
”(331 b
36).
En el Cap. V retoma Aristóteles su teoría (332 a 4-332 b 5), negando el
monismo elementalista de quienes sostienen que todo proviene del agua, o del
fuego, o del aire o de la tierra; porque en esos casos sólo se daría alteración y no
generación (caso del Aire en 332 a 8). Es decir que ninguno de los elementos
puede constituirse en materia-sujeto (la) de la cual deriven
1
Trabajo publicado originalmente en Journal of the History of Philosophy, 1976, XIV, 202.
2
Joachim [1], p. 230.
322 Juan Enrique Bolzan
los otros (332 a 6) y, por consiguiente, todos los (línea 4).
Ejemplificará su aserto con el supuesto caso de transformación de Aire y Fuego,
llegando a que es necesario admitir una materia distinta de ellos, pero común a
ambos (
[332 a 17-18]) y, por consiguiente, común a ambos elementos (líneas 19-20).
Argumentación que también acepta Joachim, agregando que se trata "of course
[of] Aristotle's ."
Todavía más, sigue Aristóteles: ni aun puede aceptarse algún intermediario
entre sus cuatro elementos, intermediario del cual provendrían (línea 20 ss.),
sino que, siendo necesario admitir que todo cambio es por alguna contrariedad,
la admisión de estas, o de una al menos, conduce a la multiplicidad de
elementos, como ya lo ha demostrado en Phys., 189 b 10 ss., y aquí, en De gen.
corr., II, 2-3; llegándose a dos elementos extremos (Fuego y Tierra) y dos
elementos medios (Aire y Agua). Pero tampoco estos elementos, ya se trate de
los extremos o de los medios ([332 b 7]) pueden ser,
estrictamente,. Para probar lo cual utiliza Aristóteles sorpresivamente dos
tipos de argumentos:
Primer Caso: elementos extremos. El argumento sostiene que si se admite a
uno de ellos como , ambos serán o Fuego o Tierra, y entonces no son dos
elementos; o bien uno de ellos proviene de la alteración del otro y en definitiva
todos los elementos de uno de ellos, lo cual ya había sido negado (332 a 6-20).
Segundo Caso: elementos medios. Aristóteles no recurre aquí a la misma
argumentación sino que se embarca en un complicado desarrollo (332 b 10-333
a 15). En primer término, niega que sea cierto lo que pretenden "algunos": que
" el aire se transforma en fuego y en agua; y el agua, en aire y en tierra;
en tanto que los elementos extremos no se transforman uno en otro" (332
b 10 ss).
Es decir, como si existiera una secuencia "hacia arriba" y otra "hacia abajo"
en las transformaciones de esos elementos, y no más. Si esto fuera así, el
proceso debe llegar a detenerse sin poder continuar al infinito en ningún sentido
de la recta,
"pues de otro modo cada elemento habría de poseer infinitas
contrariedades" (332 b 14).
Esto lo va a probar ahora a través de una ejemplificación un tanto elaborada
pero claramente expuesta (332 b 15-333 a 15) y para cuyo comentario nos
remitimos a Joachim, haciendo aquí sólo las observaciones que estimamos
modifican las opiniones de Joachim.
Para este autor, "it is clear why Aristotle confines this argument [el utilizado
para los elementos extremos] to the 'end-elements'. It would apply equally —if
it applies at all— whatever 'element' is selected as the of the rest" (p.
EXCURSUS 6: El paso De generatione et corruptione, 333 a 13-151 323
227). En primer término, la duda apuntada en "if it applies at all" debe
resolverse afirmativamente en el contexto total de la argumentación previa. En
segundo término, acerca de por qué no utiliza Aristóteles la misma
argumentación para los elementos medios, tal vez la respuesta pueda ser la
siguiente: Aristóteles se ha referido claramente a que la no puede ser
ningún elemento ni extremo ni medio; por lo tanto va de suyo que el argumento
para una de las clases se aplica inmediatamente a la otra: esto es elemental y
Aristóteles no repite la argumentación, dejando el trabajo a cargo del lector,
tomando literalmente una de las clases, precisamente "fuego y tierra, que son
extremos y los más puros" (330 b 35) —pues "agua y aire, por el contrario, son
medios y más semejantes a mezcla"— la considera paradigmática y por lo tanto
suficiente para el caso; aplicando el otro argumento, más complejo, ahora sí a
ambas clases.
Por otra parte, Aristóteles finaliza su Cap. V, y con él su dicha compleja
argumentación, sosteniendo que —como consecuencia de la teoría que ataca y
que en verdad conduce a tener que admitir en cada elemento "infinitas
contrariedades" (332 b 14)—
"todos los elementos son uno, porque todas las contrariedades de los
elementos por encima del fuego deben pertenecer a los elementos
situados por debajo del fuego, y viceversa" (333 a 13).
Joachim llama a este argumento "unsound", porque si bien Aristóteles "has
proved that each new 'element' above Fire in the 'upward' line of transformation
implies a new contrariety: and from this is follows that a contrary from each
new contrariety must belong to all the 'elements' below Fire. Similarly, if we
suppose the line of transformation to be reversed, each new 'element' below Fire
in the 'downward' transformation implies a new contrariety, a contrary form 3
which must belong to all the 'elements' above Fire". Pero ahora arguye Joachim
que "it does not follow from this that the elements above and below Fire
aridentical, since they will not have the same contraries (i.e. qualities)" (p.
230). 4 Sin embargo el mismo Joachim ha reconocido antes que el argumento de
332 a 7-9, si es aplicable "it would apply equally whatever 'element' es selected
as the of the rest".
Pues bien: ya hemos demostrado que es aplicable y por consiguiente todos
los elementos, tanto por encima cuanto por debajo del fuego, tienen
efectivamente las mismas cualidades; más aun: posee cada uno todas las
cualidades, porque cada elemento es la materia del siguiente y debe para ello
contener en sí todo lo que caracteriza a sí mismo y a los otros. Por todo ello es
que si el proceso continúa al infinito, cada elemento será fuente del siguiente y
3
"from" en el original; estimamos que se trata de una errata.
4
En el mismo sentido Seeck, p. 20.
324 Juan Enrique Bolzan
de todos los de la serie; luego, ha de contener en sí todas las contrariedades de
todos los elementos. Consiguientemente cada elemento es igual a cada otro y, en
fin, existirá un único elemento.
No obstante, insiste Joachim en que de la argumentación de 333 a 13 (supra)
no se sigue que todos los elementos sean idénticos, ya que "the contrarieties
hot-cold and dry-moist belong to Earth, Air, Fire and Water on Aristotle's own
theory: but these 'elements' are not on that account 'all of the one'" (p. 230). La
respuesta es simple: no lo son precisamente porque Aristóteles nunca ha hecho a
ninguno de sus elementos (332 a 6) y por lo tanto no es
necesario admitir que cada uno de sus elementos posea todas las cualidades en
acto. De hecho Aristóteles distribuye claramente sus cuatro cualidades
elementales por pares (330 a 30 ss) y hasta sostiene que es posible caracterizar
fundamentalmente a cada elemento por una sola de ellas. 5
Precisamente quienes no reconocen una materia común a todos los
elementos sino que hacen a cada uno de estos, o a cualesquiera de ellos, la
materia de los demás, están obligados a admitir sólo alteración y no verdadera
generación (332 a 8), debiendo contener actualmente ese elemento-materia
todas las cualidades que contendrán los elementos desde él originados. Y si el
proceso es abierto e infinitamente continuable, es claro que tal elemento-materia
contendrá infinitas cualidades; mas por cuanto cualquier elemento-materia será
así, todos contendrán las mismas infinitas contrariedades, resultando
indistinguibles. En otras palabras: habrá un único elemento, puesto que los
elementos se definen por sus cualidades.
En resumen: que la falla del argumento de Joachim reside en haber olvidado,
paradójicamente, el papel fundamental de la y de los estados de
y que tan bien ha venido él mismo analizando en las
páginas anteriores de su erudito y cuidadoso comentario. 6
5
Para el caso del agua, que una vez es fundamentalmente húmeda (Meteor., 382 a 3) y otra,
fundamentalmente fría (De gen. corr., 331 a 4), véase nuestro Excursus 10.
6
Por ej.: en pág. 94 comenta Joachim: "Aristotle is repeating in different words what he had
already said above (b 23-25). The completely indeterminate, though determinable, basis of
substantial , which is really only isolable by definition, threatens to become a really-existent
antecedent of ."
EXCURSUS 7: LA FORMACIÓN DE METALES Y MINERALES 1
La teoría Aristotélica acerca de la formación de minerales no es una cuestión
acabada. En un erudito artículo publicado más de veinte años atrás 2 y
reproducido luego en su edición del De lapidibus, 3 Eichholz ha marcado
algunos rumbos importantes sobre el caso; mas la investigación que sobre la
química toda de Aristóteles venimos llevando a cabo hace algún tiempo, nos
permite ahora apuntar cierta novedad y corrección con respecto a las ideas de
Eichholz.
Aristóteles explica la formación de minerales y metales en función de la
transformación que pueden sufrir las dos clases de exhalaciones que se
producen por acción del sol sobre la tierra:
"Cuando el sol calienta la tierra, la exhalación () es de dos
clases: la una es más bien de la natura del vapor () la otra,
de la natura del viento (). La que proviene de la
humedad que se halla en y sobre la tierra es vapor (), mientras
que la de la misma tierra —la cual es seca— se asemeja al humo
(). De ellas, la ventosa, siendo caliente, se eleva por sobre el
vapor —más húmedo y pesado— que queda debajo" (341 b 6). 4
Desde esta declaración inicial sacará Aristóteles todas las consecuencias
posibles de la combinación entre ambas exhalaciones, así como del calor solar y
de otros cuerpos celestes (346 b 23) con respecto a la producción de rocío,
lluvia, nieve, etc., de parte de la exhalación húmeda; y de viento, rayos
terremotos, etc., de parte de la exhalación seca o fumante. De este modo.
"El vapor () es por natura húmedo y frío; la exhalación, cálida y
seca. Y el vapor es, en potencia, semejante al agua; la exhalación,
semejante al fuego" (340 b 27).
siendo
"el vapor agua dividida ()"
(340 b 3).
y:
1
Originalmente publicado en Anuario Humanitas (México), 1973, XIV, 218.
2
Eichholz [1].
3
Teofrasto, [2]
4
Fobes.
326 Juan Enrique Bolzan
"la exhalación acuosa es una cierta humedad; pero la fumosa está
compuesta de aire y tierra. La primera, por condensación, se transforma
en agua; la segunda, en especies particulares de tierra" (De sensu, 443, a
26).
Ahora bien:
"la exhalación es la causa material de todos esos fenómenos
[atmosféricos], y la causa eficiente es, unas veces la traslación superior,
otras la contracción o condensación del aire reunido" (342 a 27) 5.
Esto en cuanto a los fenómenos que ocurren con la exhalación libre; pero
"queda aún por tratar de los que ocurren cuando [la exhalación] se halla
encerrada en la tierra" (378 a 15).
En tal caso, y puesto que las exhalaciones son dos: húmeda y fumosa,
"a ellas corresponden dos clases de cuerpos formados en el seno de la
tierra: minerales () y metales ()"
(378 a 20).
Webster traducecomo "fossiles", 6 traducción correcta
etimológicamente pero más bien arcaica y que ya no puede ser utilizada so pena
de grave equívoco ; nos parece suficiente traducir como "minerales", pues al fin
de cuentas lo que pretende Aristóteles es distinguir simplemente en dos grandes
grupos los cuerpos inmersos en la tierra: los no fusibles (minerales) y los
fusibles o dúctiles ( , 378 a 27). 7
Los minerales
Según Aristóteles.
"la exhalación seca produce, por acción de su calor, los minerales; por
ejemplo: las piedras no fusibles, el ocre, el minio, el azufre y demás
substancias de este género. Siendo la mayoría de los minerales un polvo
coloreado o bien piedra formada por esta composición, tal como el
cinabrio" (378 a 21). 8
5
En el mismo sentido en 370 b 13.
6
Webster.
7
Para el sentido de véase 385 a 16; y por los varios sentidos de ambas expresiones cfr.
Vicomercatus. Muy interesante es la distinción que hace Veiaranus, p. 332: "Metalla sunt
liquabilia, lapides autem pulverizabilia; ergo isti sunt terrae, illa autem aquea".
8
Hemos traducido por minio siguiendo la autoridad de Berthelot [3], vol. 1, p. 261; y
de diversos comentarios latinos. En Hist. animal., 559 a 26 aparece el mismo término para indicar
EXCURSUS 7: La formación de metales y minerales 327
Es decir que surge de este texto que la exhalación seca es, como señala
Eichholz también, la causa eficiente de la formación de los minerales. Mas,
¿sobre qué actúa el calor? ¿Cuál es la causa material correspondiente? Eichholz
no se pronuncia claramente, pues su traducción: "It is the dry exhalation, then,
that forms all the 'fossiles' by burning them", 9 no es nada clara, pues pareciera
significar que los minerales existen antes de ser producidos. Cierto es que dicha
exhalación seca entra fácilmente en combustión (341 b 18), siendo como fuego
en potencia (340 b 29), y produciendo por ignición, según se pone en
movimiento fuera de la tierra, rayos, truenos, etc. (341 b 1 ss.; 369 a 1 ss.); y
esto le ocurre también dentro de la tierra (367 a 9).10 Eichholz se hace cargo de
todo ello, pero los "right materials" con los que entra en contacto según él la
exhalación seca, transformándolos en "fossiles", quedan indecisos.
Pues bien, estimamos que es posible agregar alguna precisión al caso. En
primer lugar, la exhalación seca es causa eficiente, pero además es causa
material tal cual lo exige Aristóteles en general para toda exhalación, al menos
para los procesos que ocurren fuera o por sobre la tierra (342 a 27), actuando
como causa eficiente el calor engendrado por los movimientos de los cuerpos
celestes (341 a 15).11 Admitimos, sí, que la exhalación seca opera gracias a su
calor, tal cual se dice en 378 a 21; pero no se olvide que tras ser de natura
fumosa hasta poder tiznar (371 a 20), produce por condensación "especies
particulares de tierra" (De sensu, 443 a 26 cit.). Este proceso de tiznado aparece
la rojez de los huevos de cernícalo; y Thompson, pone "bermellón". S. Tomás, Mauro [2], y
Perion trasladan por "minium".
9
Eichholz [1], p. 143. En su comentario Mauro dice: "Fossilia generantur ex sicca exhalatione
ardore incensa. Dum spiritus siccus accensus adhaeret material, illamque quasi ignit, & exurit,
transmutat illam in fossilia (...). Duo igitur sunt genera fossilium ex siccis spiritibus generatorum:
puluis nimirum coloratus, & lapis genitus ex concretione talis pulueris": Mauro [2],t. III.
Vicomercatus traduce : "sicca igitur ex ardore incensa".
10
"La causa del fuego que se genera en la tierra es ésta: el aire se subdivide en pequeñas
partículas y entonces el viento es batido y se enciende" (367 a 9).
11
De caelo, 289 a 22: "Exhalatio sit materia ex qua fiunt (sc. los fossiles). Sed calidum igniens,
secundum quod commensuratur frigido a virtute caelesti, mediante continuitate, est quodammodo
principium activum", S. Tomás [1], In III Meteor., lect. 9, n. 308. Aristóteles se refiere a la
continuidad en 341 b 5. El su comentario los de Coimbra son más explícitos: "ultra terrae
superficiem in abditos terrae specus non peruadunt procul coelestes radii: nec calor ab iis
productus tam alte penetrat; aut cum tanta vi & intensione ad loca bitume & sulphure scatencia
peruenit, ut ignem excitare valeat; cum experimento compertum sit, sulphur nec in terrae
superficie positum, nisi raro admodum, ex repercussu Solarium radiorum subterraneum
inflammari ab exhalatione Spirituve cauernis incluso, qui spiritus dum in locorum angustias per
antiperistasim frigoris cogitur, Coimbra, in Meteor., tract. XII, c. 2.
328 Juan Enrique Bolzan
en otro contexto como atribuido a que la exhalación juega el papel de causa
material, pues cuando atraviesa los cuerpos,
"los cuerpos que se oponen son afectados; los que no se oponen, no" (371
a 24).
Y específicamente de esas exhalaciones,
"unas son muy tenues y por eso pasan rápidamente sin poder inflamarlos
ni permanecer suficiente tiempo como para ennegrecerlos; otras son más
lentas, ennegrecen el objeto pero no alcanzan a inflamarlo" (371 a 21).
Es decir que esas exhalaciones dejan en su interacción con ciertos cuerpos su
residuo. Ahora bien, si aceptamos que la exhalación fumosa se compone de
"aire y tierra" (De sensu, cit.) y que el fuego se genera por aire subdividido y en
movimiento (367 a 9), ese residuo será tierra,12 la cual condensada y
comprimida (De sensu cit., y 378 a 26, texto que se reproduce infra) dará lugar
a "diversas clases de tierra", esto es, a los diversos minerales. Y también así se
explicaría —pero en este caso lo proponemos con menor seguridad— que "la
mayoría de los minerales es un polvo coloreado o bien piedra", según sea el
grado de compacidad y las transformaciones cromáticas que el tiznado pueda
sufrir por acción del fuego.
Es de destacar que en 387 a 31 vuelve Aristóteles a referirse a una
exhalación que tizna o colorea () las cosas, y en 383 b 10 habla de
cuerpos solidificados () por el calor seco. Se explica de este modo
otra de las dificultades con que tropieza Eichholz: el significado de
y que él traduce: "Coloured powder-ash",13
traducción que corresponde muy bien con el sentido del texto pues se trata de
polvos formados como consecuencia de un proceso de calefacción más o menos
enérgico, y que resultan diferentemente coloreados durante ese proceso.14 En
principio estamos de acuerdo con la larga interpretación que hace Eichholz,
pero agregamos alguna reflexión que responda a su inquisición: "May not
Aristotle have supposed that exposure to fire causes earth to assume not only
various flavours but also various colours?". Nuestra respuesta es afirmativa y
está implícita en otro texto —que también conoce Eichholz pero al cual le
concede sólo probabilidad o analogía en cuanto aquí aplicable— donde
Aristóteles se refiere a la formación de salinidad en ríos y fuentes, diciendo no
12
"De los combustibles inflamables [...] algunos se carbonizan", 387 b 18.
13
Eichholz [1], p. 144 fin.
14
Cfr. S. Tomás, loc. cit, n. 308: "et horum fossilium quaedam fiunt sicut pulvis coloratus [...]
alia autem sunt quasi lapides aggregati per condensationem ex pluribus partibus, et generantur ex
eadem exhalatione a calido exhalante humidum superflum, et fortiter terminante humidum cum
sicco".
EXCURSUS 7: La formación de metales y minerales 329
sólo que la tierra, a traves de la cual han percolado las aguas, sigue siendo
semejante a "polvo y cenizas" (, 359 b 7), sino que
además
"cuando la tierra es sometida a diferentes grados de calor, toma en mayor
o menor grado toda especie de matices y sabores" (359 b 10).
En el texto crítico de Fobes se lee: "...: "matices de
sabores", no citando variante alguna. En nuestra traducción hemos seguido a
Tricot,15 interpretando como " .Alejandro trae el
siguiente sugestivo texto:
“
";16
y la versión latina de Moerbeke dice:
"Usta enim terra, eo quod magis et minus uratur, omnimodos colores et
sapores accipit".17
Y en general, y en el mismo, sentido se pronuncian los principales
comentaristas latinos.18 Pero aun cuando se discuta el derecho a tal
interpretación del texto, lo cierto es que el contexto inmediato conduce a la
misma conclusión, pues al decir Aristoteles que la tierra, por aquel proceso,
"se llena de alumbre, polvo y otras substancias semejantes" (359 b 12),
está aceptando implícita pero necesariamente que tales procesos térmicos
conducen a diversas substancias con sus diversos matices.19
Los metales
Continuemos ahora:
"De la exhalación vaporosa proceden los metales, todos ellos fusibles o
dúctiles, tales como el hierro, el oro y el cobre. La exhalación vaporosa
encerrada produce todas estas cosas, especialmente [la ocluida] en las
piedras, comprimida y condensada []
por la sequedad; tal ocurre con el rocío o la helada blanca, cuando [la
15
Tricot [4], in h. loc.
16
Alejandro [1].
17
Alejandro [3].
18
Por ej.: "varias saporum colorumque formas" (Vatable); "Omnis generis colorum saporumque
species" (Ideler); "Omnis generis colorum saporumque species accipit" (Vicomercatus)
"Omnifarias accipit formas, & colores saporum" (S. Maurus).
19
Teofrasto [2], 54, se refiere al cambio de color del ocre por acción del fuego.
330 Juan Enrique Bolzan
exhalación] ha sido separada. Pero [los metales] se generan antes de que
tenga lugar la separación." (378 a 26).
Este es el otro gran grupo de los cuerpos sepultados en la tierra, y que son
fusibles o dúctiles. La exhalación vaporosa, comprimida y condensada
generalmente en el interior de las piedras —es decir, de los "fossiles" o
minerales, secos, según se ha explicado— da lugar a los metales; los cuales, por
esto mismo, se hallan habitualmente ocluidos en su ganga. El proceso es algo
semejante al que conduce a la formación de rocío y helada,20 pero la diferencia
reside en que en el caso de los metales el proceso de compresión y
condensación se produce antes de que la exhalación vaporosa se desprenda del
seno de la tierra. Aquí Eichholz trae otra explicación: según él, la separación se
refiere a ambas exhalaciones, de modo tal que los metales se forman de ambas,
aduciendo a su favor que normalmente las dos exhalaciones se hallan unidas y
que los metales contienen de hecho exhalación seca.
Todo lo cual es muy cierto.21 Pero profundizando el texto de 358 a 19 es
posible agregar nuevos detalles, pues allí se lee:
"Todo el material terroso de la exhalación seca es de esta especie
[residual, tipo tierra calcinada...] y puesto que, como hemos dicho, las
exhalaciones húmedas y secas se hallan mezcladas, una cierta cantidad
[de aquel material terroso] debe siempre acompañar a las nubes y al agua
que se forma por condensación, y debe retornar a la tierra con las lluvias"
(358 a 19).
Se deduce de aquí que además de explicarse la salinidad del aguade mar —
que eso intenta directamente Aristóteles en este lugar— se explica que la
exhalación húmeda contenga exhalación seca, y se refuerza la idea de las
"especies particulares de la tierra" ya referida. Pero aún opinamos que la
"separación" se refiere más directamente a "separación de la tierra", pues el
texto no dice nada de la coexistencia de ambas exhalaciones y la comparación
obvia y directa entre rocío-helada y metales con respecto a la exhalación
20
"Se foma helada blanca cuando el vapor se congela antes de condensarse en agua [...]; se
foma rocío cuando el vapor se condensa en agua" (347 a 16).
21
Alberto Magno, de Meteoris, lib. IV, tract. V : "Materia etiam aliquando composita est in
fumo terrestri adurente et coquente, et vapore aqueo, qui terrestrem subtiliter se habet admixtum:
et ex illa materia fit lapis in parte solubilis, in parte non solubilis; et est lapis in se habens
metallum aliquod quo Arabice almarcassica, et Graece dicitur cathitheos: ille enim lapis qui est
solutus, calore in aes vertitur; eo quod in se habet venas minerales admixtas. Talia enim omnia
tam ex vapore quam ex fumo recipiunt generationem; nec debet intelligi, quod ex simplici fumo
vel vapore aqueo haec generentur". Flavius: "At metallica licet ex consimili exhalatione fiant".
Mauro [2]: "... metalla generantuI ex halitibus concrescentibus, dum adhuc ab iis non est separata
materia sicca",
EXCURSUS 7: La formación de metales y minerales 331
húmeda cual causa material, se establece con relación a la dicha exhalación
según esté dentro o sobre la tierra. Pues aun en el caso del rocío y la helada, por
cuanto ambos suponen la previa existencia del vapor de agua, vale el texto de
358 a 19 ss, debiendo entonces contener ambos materia terrosa o, en términos
generales, ser productos de las dos exhalaciones, en todo caso. Es decir, que no
se producen con necesaria separación de ambas exhalaciones, pero sí con
separación (rocío, helada) o no (metales) de la tierra.
Cuanto a la compresión y condensación causada por las piedras, Eichholz
interpreta como si fuera una conclusión indirecta de Aristóteles fundada en su
teoría general según la cual toda disolución()y toda solidificación(),
en tanto que procesos contrarios, deben tener causas contrarias,22 de tal modo
que si los metales son "fundidos por el calor", deben ser solidificados por el
frío.23 Pero estimamos que también admite una explicación directa: la
exhalación, atravesando las piedras según sus poros, entra en interacción según
dijimos, y por cuanto nada obliga ni permite aceptar una disposición tan
peculiar de los poros de modo tal que la exhalación pueda atravesar totalmente
dichas piedras,24 es de esperar que finalmente la exhalación quede atrapada al
menos en parte,25 siendo comprimida por más exhalación como en un "cul de
sac", enfriándose posteriormente (recuérdese que tanto la tierra cuanto los
minerales son secos y fríos).
Aceptando, pues, que los metales se forman fundamentalmente —no
exclusivamente— por exhalación vaporosa,
"es por ello que en un sentido son agua, pero no en otro sentido. En
potencia, su materia era [materia] del agua, pero de hecho no lo es ya; ni
tampoco son debidos, como en el caso de los sabores, a un cambio
cualitativo producido por el agua". (378 a 32).
Son agua en el sentido en que la misma exhalación vaporosa "es, en
potencia, semejante al agua" (340 b 27 cit.); pero una vez "condensada y
22
Doctrina común en Aristóteles.
23
Según Veiaranus, p. 333, la causa eficiente de la formación de metales "est frigiditas terrae".
Y los de Coimbra, tract. XIII, c. 2:: "causa vero instrumentaria quae proxima concurrit ad genera-
tionem metallorum, est partim calor, partim frigidus; calor enim, cuius est attenuare, humidum
expirationem gignit & conquit [...] frigidus vero, quod suopte ingenio congregat eandem
expirationem condensat & constipat ".
24
"La tierra es tanto fusible cuanto ablandable por el agua [...] estando sus poros distribuidos
(regular e) irregularmente" (385 b 21).
25
Para la doctrina aristotélica de los poros cfr. 385 b 22 ss., y los comentarios in h.l. de
Olimpiodoro y Mauro.
332 Juan Enrique Bolzan
comprimida" ya no lo son.26 Estamos aquí de acuerdo con Eichholz en que para
explicar tal inconvertibilidad en agua, el proceso debe ser más complicado que
la simple condensación y compresión de la exhalación vaporosa, debiéndose
aquí incluir la concomitante exhalación seca y —agregamos nosotros— la
concomitante presencia activa de los minerales ocluyentes.
La comparación negativa con la formación de sabores se entiende fácilmente
si se recuerda que en De sensu, 441 b 17, estos sabores se producen cuando el
agua percola a través de diversos materiales terrosos; pues bien: en el caso de
los metales, en tanto que éstos no son actualmente agua, el proceso no puede ser
el mismo.
"En efecto, el oro y el cobre no se forman así, sino que tanto para el uno
como para el otro la exhalación se ha condensado antes [de transformarse
en agua]" (378 b 1).
Y por cuanto se han condensado por el frío,
"todos son afectados por el fuego, conteniendo tierra puesto que encierran
exhalación seca. Únicamente el oro no es afectado por el fuego" (378 b
3).
Precisamente, todos excepto el oro, al ser afectados por el fuego, dejan un
residuo terroso (escorias). El oro no sufre afección alguna y excepto fundirse —
debemos suponer que esto lo observó Aristóteles— el fuego no produce cambio
en él. Téngase en cuenta, además, que el oro aparece naturalmente como metal
u "oro nativo"; no así la mayoría de los demás metales.27
26
Mauro [2]: "sunt quidem humida, & aquea, in quantum in eis praedominatur materia humida:
at non ita sunt humida, ut non includant etiam multus materia siccae. Sunt igitur metalla quoad
materiam humida, & aquea potentia, non actu [...] ex halitibus humidis elevatis, & coagulatis,
antequam resoluantur in aquam fiunt singula metalla". Para Veiaranus, p. 332: "metallum est
corpus fossi1e mixtum, durum, igne liquabile, & post separationem ab igne reducitur ad suam
pristinam consistentiam".
27
Según Tomás, in Meteor., n. 310: el oro "est genitum ex sicco et humido subtilissimus, et non
habentibus aliquid impurum admixtum quod per ignitionem separari possit". Para Mauro [2], p.
652, "ex metallis solum aurum igne non consumitur, quia habet siccum ita perfecte commistum
humido, ut non possit separari ab humido". Finalmente, "terramque admixtam habent quod in eis
aridus halitus insit", Perion, p. 114.
EXCURSUS 8: ARISTÓTELES Y LA ANTIGUA SIDERURGIA 1
Existe un pasaje en el Meteorologica de Aristóteles que aún parece dar qué
hacer a los comentaristas. Refiriéndose nuestro autor a los fenómenos de
licuación y solidificación que ocurren diferentemente en los cuerpos según que
en ellos predomine el agua o la tierra, al tratar de aquellos en los cuales lo hace
esta última habla de los que
"solidifican por enfriamiento, donde toda la humedad se ha desprendido
como vapor junto con el calor, tal como es el caso del hierro y del cuerno
[los cuales] no pueden ser disueltos como no sea por excesivo calor; pero
pueden ser ablandados []. Pero el hierro en bruto funde
hasta hacerse flúido (...),
solidificándose () nuevamente después. Así es como se
fabrica el acero: la escoria () se deposita en el fondo y se
elimina: operación que repetida varias veces permite purificar el metal y
obtener el acero. La operación [generalmente] no se repite muchas veces
porque esta purificación del metal comporta gran desperdicio y pérdida
de peso; sin embargo, a menor escoria mejor hierro" (383 a 29 ss).
La interpretación de este texto ha traído más de un problema, desde la
asombrosa afirmación de que las escorias "se depositan en el fondo", hasta la
correcta interpretación de otros términos técnicos, tales como las
denominaciones de "hierro en bruto" (), acero
(), y aún la terminología referente a la fusión o ablandamiento
del hierro.
Ahora bien: como la solución del paso citado depende en gran parte de un
correcto conocimiento de la antigua siderurgia, por una breve exposición de ella
comenzaremos nuestro trabajo, para acabar dando luego una interpretación
plausible del texto y sus detalles.
La antigua siderurgia
La historia de la metalurgia en general y de la del hierro en particular es de
cronología incierta en cuanto se refiere a sus comienzos, 2 e incluso existen
1
Originalmente publicado en Miscelánea nº 52 (Academia Nacional de Ciencias, Córdoba,
Argentina), 1972.
334 Juan Enrique Bolzan
grandes dificultades —como era de presumirse— en lo que respecta a la
etimología de la misma palabra "hierro", 3 haciéndolo derivar del egipcio bin-n-
pet : "metal del cielo" (tal vez por referencia al hierro meteórico, primeramente
conocido), y hacia el griego, de etimología este mismo desconocida, y
al latino sidus-eris: "cuerpo celeste" más la terminación eris. Todo lo cual hace
que si bien la Edad del hierro pueda situarse inicialmente hacia el 1100-1200 a.
C. en la zona asiático palestinense, no pueda llevarse esta fecha más allá del 600
a. C. en la zona europea. 4 Sin embargo ciertos descubrimiento, si bien aislados,
son llamativos; así, en la tumba del famoso Tutankhamon (XVIIIa. Dinastía:
1500-1314) se hallaron amuletos de hierro muy puro; 5 y en un cuneiforme del
1275 a. C. aparece el rey hitita Hattusilis III refiriéndose a la manufactura del
hierro en su pueblo. 6
Pero subsiste la dificultad de determinar cómo pudo haberse desarrollado la
siderurgia, aun habida cuenta de la ya conocida metalurgia del cobre; y a tal
punto que Tylecote llega a decir que el descubrimiento de la manufactura del
hierro "es uno de los grandes misterios de la técnica", 7 pues resulta difícil
imaginar cómo, en condiciones prácticas aceptables y en función de la referida
obtención de otros metales, pudo haberse descubierto el modo de trabajar los
minerales de hierro según las condiciones de operación que estos exigen y la
alta temperatura que debió alcanzarse (mayor de 800ºC) frente a la
relativamente baja que necesitan los minerales de cobre (aprox. 400ºC). 8
Descartando "la afirmación según la cual fue un filósofo quien descubrió las
minas de hierro y cobre cuando la tierra, el rojo vivo gracias al incendio de
bosques, vomitó de sí venas fundidas de minerales: tales cosas sólo son halladas
por quienes las buscan", 9 parece claro que ciertas condiciones fortuitas fueron
las que condujeron a los fundidores de bronce al descubrimiento del hierro;10 y
2
Puede consultarse: Forbes, vol. IX; Tylecote; el breve pero documentado artículo de Wertime
tiene mapas de yacimientos y lugares donde por primera vez se trabajaron el bronce y el hierro.
Las referencias bíblicas pueden hallarse en Isserow-Zahnd y en Zahnd-Gillis.
3
Cfr. el erudito trabajo de Persson.
4
Véanse las "Chronological Tables" de F. E. Zeuner en Singer-Holmyard-Hall-Williams, vol.
I. Ya Lucrecio, señalaba que "et prior aeris erat quam ferri cognitus usus, quo facilis magis est
natura et copia maior".
5
Según relato del descubridor de la tumba, Howard Carter, The Tomb of Tut-ankh-Amen,
London, 1927, vol. II; apud Ceram, p. 218.
6
Needham. Otros ejemplos en Wertime y en Forbes, vol. IX.
7
Tylecote, p. 184.
8
Más detalles en Tylecote, p. 185 (bibliografía).
9
Séneca, Carta a Lucilo, XC.
10
Cfr. las hipótesis de Forbes, IX, p. 198 ss.
EXCURSUS 8: Aristóteles y la antigua siderurgia 335
los trabajos arqueológicos llevados a cabo en los últimos cien años
especialmente, permiten dar las líneas generales de operación en la antigua
siderurgia.11
Sea como fuere, la primera dificultad la representan los minerales mismos.
En efecto: la limonita (2Fe2O3.3H2O), si bien pudo haber llamado la atención
por sus tonos amarillentos, debe de haber sido de muy difícil trabajo debido al
alto contenido de agua y de sílice; el hierro espático (siderita: FeCO3) exige
previamente a la obtención del hierro un tostado o calcinación dando un residuo
que no tiene el aspecto metálico que pudiera llamar la atención del eventual
operador como para incitarle a continuar con su experimento, además de no ser
un mineral abundante en el Oriente antiguo; la hematita en sus variedades roja y
parda (Fe2O3 y Fe2O3.nH2O, respectivamente), de amplia difusión, de tonos
rojizos llamativos, con brillo metálico a veces y aptas para provocar la
imaginación del curioso fundidor, suelen convertirse con cierta facilidad en
limonita amarillenta por acción del anhídrido carbónico del aire húmedo; la
magnetita (FeO.Fe2O3) es la que cumple con las condiciones ideales pues tras
tener un alto contenido en hierro, posee notable apariencia metálica y es muy
común en lechos montañosos de Armenia y de Egipto, pero exige muy altas
temperaturas de trabajo; sin embargo, se ha sugerido que pudo habérsela
utilizado recogiéndola bajo forma de granos depositados por el lavado de arenas
auríferas.12
En cuanto al combustible utilizado: carbón de leña, resulta imposible con él
lograr la temperatura mayor de 1500ºC que exige el hierro para fundir, a lo cual
debe agregarse el desconocimiento del tiraje forzado; siendo utilizado, excepto
en el caso de uso de fuelles simples, el tiraje natural, en general disponiendo de
algún tipo de tubo que permitiera el acceso de aire a la masa o bien disponiendo
el horno en la ladera de una colina, contra el viento, a fin de que éste hiciera las
veces del tiraje forzado.13 Bajo estas condiciones la operación se conducía
esquemáticamente así: el mineral de hierro, groseramente pulverizado y tal vez
lavado y tostado previamente, como según Bellamy lo hacían ciertas tribus
11
Datos y bibliografía en Forbes; Tylecote; y Singer-Holmyard-Hall-Williams. Además LEE,
"Note on ancient iron making".
12
Forbes, IX, 201.
13
Así, las excavaciones de N. Glueck en Tell-el-Kheleifh condujeron a descubrir lo que
aparentemente es el más grande horno de fundición de la antigüedad de que se tenga noticias.
Construido de modo tal que los vientos naturales que soplan sobre Wadi Arabah constituyeran un
fuelle natural, hace decir al mismo Glueck que "el principio de Bessemer de corriente de aire
circulante descubierto hace menos de un siglo, era ya familiar hace tres milenios": Glueck, p. 163
ss.
336 Juan Enrique Bolzan
africanas,14 se colocaba, mezclado con el carbón, en un horno primitivo
constituido por una simple excavación en forma de fuente más o menos honda,
de 1-2 m. de diámetro y recubierta posiblemente de arcilla o material
refractario, cuyas paredes se prolongaban algunos decímetros por sobre el nivel
del suelo con ayuda de piedras y tierra, dejando espacios a modo de chimeneas;
el aire necesario se procuraba como ha sido dicho.
De este modo, y luego de un proceso que puede llevar de 8 a 10 ó más horas
alcanzándose temperaturas del orden de los 1000º C, se obtiene una masa de
hierro bruto, muy impuro, que no ha llegado a fundir sino que sólo ha alcanzado
el estado pastoso, y unas escorias que sí han fundido gracias a su menor punto
de fusión y han escurrido hacia el fondo del recipiente. Este hierro impuro
puede mejorarse con un posterior tratamiento, incluso con el agregado de
fundentes —cuya utilización parece haber sido conocida— que ayudan a
eliminar las escorias; este hierro ya puede ser forjado con éxito e incluso
convertirse en "acero", como diremos más adelante.
Resulta sumamente interesante al caso citar como comprobación de la
factibilidad de este reconstruido proceso, la experiencia llevada a cabo por
Wyme y Tylecote15 quienes, trabajando con un pequeño crisol revestido
interiormente de ladrillos refractarios y utilizando fuelles, llegaron a
temperaturas medias de 1150ºC, logrando así reducir hematitas de alta calidad,
y hallando al cabo de 9 horas de trabajo que las escorias fundidas se recogían en
el fondo del crisol; sobre estas escorias aparecía un lecho de partículas del
mineral de hierro purificado en gran parte de su ganga; y aun sobre este lecho se
disponía otro en el cual las escorias no habían llegado a fundir pero podían ser
fácilmente desprendidas del hierro por simple martillado. Sucesivos
tratamientos de este material impuro a temperaturas no mayores de 1050ºC
condujeron a obtener un hierro puro (contenido en carbono no mayor de
0,05%), fluyendo siempre las escorias en su mayor parte y eliminando las
restantes por martillado.
Con esto parece justificado concluir que la observación de Aristóteles acerca
de que "la escoria se deposita en el fondo", es correcta a pesar de las dudas
expresadas por eruditos autores, tales como Webster,16 Tricot,17 Düring,18
Garcia Castellanos,19 etc.,20
14
Forbes, IX, 200 ss.
15
Wynn-Tylecote.
16
"It does not, but Aristotle may have thought that it did, especially as the iron would be of the
nature of the earth. It is hard to make the text mean the opposite, which is true, with Ideler";
Webster.
17
Tricot [4], "en réalité, la scorie surnage et le fer tombe au fond".
EXCURSUS 8: Aristóteles y la antigua siderurgia 337
Con lo cual parecería terminado nuestro cometido primero. Mas como
opinamos que el texto aristotélico citado tiene además otras dificultades a
solucionar, estimamos oportuno continuar este tema de la siderurgia primitiva, y
que en sus líneas generales se mantiene hasta bien entrado el siglo XVIII, para
luego volcar las conclusiones a dicho texto.
El hierro fundido
Aceptar, pues, que en general los viejos siderurgistas han debido trabajar a
temperaturas inferiores a la de fusión del hierro (1540º C) trae como
consecuencia una dificultad en la interpretación de la línea 32 del texto de
Aristóteles, donde éste habla de que Lee21 interpreta
como "wrought iron" y que nosotros hemos traducido por "hierro en bruto", con
el amplio sentido, por simple prudencia, de hierro manufacturado en primera
aproximación o según el primer paso del método descrito; esto es, hierro sin
purificar. El cual hierro es posteriormente fundido "hasta hacerse flúido" y así
se purifica de las escorias restantes. La dificultad reside precisamente en el uso
que de (de :fundir, derretir) hace Aristóteles; y que si bien
puede aceptarse la interpretación no rigurosa que da Lee sosteniendo que el
Estagirita "habría entendido significar que el «hierro forjado» se ablanda y se
hace flexible por calentamiento más bien que licuarse", existen dos dificultades
mayores pues en línea 31 ya utilizó (del ático: ablan-
dar) y bien pudo repetirlo aquí si era su intención referirse al ablandamiento y
no a la fusión del material; pero no sólo no hace tal cosa sino que aún agrega el
de la línea 33. Y esto ya parece un poco demasiado, pues cierto es que
puede significar blando y flexible, como también señala Lee, pero la
excesiva "interpretación" hace que los textos aparezcan así muy forzados, con la
debilidad que tanta fuerza se hace sólo en base a una supuesta imposibilidad de
haber los antiguos conocido la fusión real del hierro.22
18
Para Düring, p 84: " is in some way or another wrong. Either Aristotle did believe that
the dross sinks to the bottom, or our interpretation is wrong".
19
Comentando el paso dice García Castellanos, p. 25: "Sin embargo, son manifiestos algunos
errores al respecto, como aquello de que en la fusión del hierro (...) cuando en realidad lo que
ocurre es, precisamente, lo contrario".
20
Singer-Holmyard-Hall-Williams, T. I, p. 593, dicen también que el hierro se recogía
esponjoso al fondo del horno.
21
Lee, p. 327.
22
Ha sido repetidamente dicho que Aristóteles utiliza aquí en Meteor. indistintamente a veces
los términos (disolución) y (fusión). Sin embargo, habiendo recorrido cui-
338 Juan Enrique Bolzan
Pero, ¿desconocieron los antiguos el modo de fundir el hierro? Porque si
bien es aceptable que, según los actuales conocimientos, no utilizaron aquéllos
el hierro fundido en moldes, las opiniones acerca de no poder fundir el hierro se
basan en el bajo poder calorífico del carbón de madera y el desconocimiento de
los medios adecuados de obtener una suficiente corriente de aire. Todo lo cual
parece aceptable, excepto que ciertos textos clásicos, por traer aquí análogas
dudas y obligar a forzadas interpretaciones, merecen un análisis cuidadoso y sin
prejuicios. Así, Hesíodo (siglo VIII a.C.) utiliza ya el mismo término
para referirse a la fusión del hierro,23 no obstante negar Forbes que quiera decir
hierro verdaderamente fundido,24 y lo mismo dice este autor de otro texto, de
Plinio ahora (siglo I de nuestra era), según el cual "para fundir el bronce y el
hierro nada hay mejor que la madera de pino",25 con la notable diferencia que
aquí utiliza Plinio no el verbo excoquo: purificar por el fuego y que aparece a
menudo en su obra, sino fundo: fundir; para Forbes esto también carece de
importancia26 y continúa sosteniendo que no es indicio de verdadera fusión. Sin
embargo hemos hallado en el mismo Plinio otro texto que parece haber
escapado a Forbes y donde explícitamente aparece que "cum excoquatur vena,
aquae modo liquari ferrum, postea in spongeas frangi",27 hierro al que se lo
trabaja luego, endureciéndolo a golpes de martillo para que no se oxide, lo cual
debe hacerse a la temperatura del rojo blanco.28 Este segundo texto parece dejar
pocas dudas acerca de lo que quiere significar Plinio sobre la obtención de
hierro "licuado como agua: aquae modo licuari ferrum", no obstante no ser
autor siempre excesivamente puntilloso en cuanto a tecnicismos se refiere.
dadosamente el Libro IV de dicha obra, hemos hallado que son escasos los lugares en los cuales
tal uso es, verdaderamente, indistinto; y donde lo es, se debe a la comprensible imprecisión de los
conocimientos de la época. Para el caso del hierro y en el texto ya citado repetidamente, habla
primero Aristóteles (líneas 30 - 32 del texto griego) de disolución () por exceso de calor, de
ablandamiento () y de fusión () hasta la fluidificación.
23
Hesiodo, p. 864 ss: "el hierro, que es sumamente fuerte, dominado por el fuego ardiente en los
valles de las montañas, se funde en la tierra por el divino poder de Hefaistos".
24
Forbes, IX, p. 205.
25
Plinio, XXXIII, 30 (94): "pineis optume lignis aes ferrumque funditur".
26
Forbes, IX, 206.
27
Plinio, XXXIV, 41 (146): "una vez purificado el mineral, se licua el hierro como agua y luego
se lo parte en trozos esponjosos". Si el hierro obtenido se presenta esponjoso, opinamos que la
licuación "como agua" sólo puede entenderse como licuación externa de los trozos de hierro, un
como escurrimiento del metal según su superficie, directamente sometida al calor intenso.
28
"Ferrum accensum igni, nisi duretur ictibus, corrumpitur. Rubens non est habile tundendo
neque antequam albescere incipiat"; Plinio, t. XXXIV, 43 (149).
EXCURSUS 8: Aristóteles y la antigua siderurgia 339
Un tercer testimonio, entre varios, que nos parece oportuno traer aquí, es el
de Teófilo el Presbítero, quien en el siglo XII de nuestra era,29 dice que el hierro
se obtiene procesando los minerales así: "[el mineral] en terrones se mezcla
[con el carbón], luego se lo licua en el horno del herrero y entonces se lo
martillea a fin de hacerlo apto para todo uso".30
Hawthorne y Smith traducen: "smelted into lumps. Then it is melted [sic] on
an ironworker's forge and hammered, so that it becomes suitable for any kind of
work"; afortunadamente ponen en nota el texto latino que hemos reproducido
sosteniendo que si bien "ciertamente las palabras confunditur y licuatur
implican real licuación, no hay ni pizca de evidencia acerca de la producción
intencional de hierro fundido en Europa partir del mineral, antes del siglo XV",
repitiendo el lugar común de que los hornos de entonces operaban por debajo
del punto de fusión del hierro.31 Para estos autores, pasajes como el de Meteor,
que nos importa han de interpretarse como un error por falta de suficiente
distinción entre la metalurgia del hierro y de los otros metales no ferrosos, o
bien cual una simple imprecisión de lenguaje, no distinguiendo entre licuación y
ablandamiento.
¿Existe una solución? Por supuesto que no nos atrevemos a afirmarlo, pero sí
a proponer una opinión que tenga en cuenta los extremos a conciliar: los
actuales conocimientos histórico-metalúrgicos, por un lado; y por otro, la fuerza
de los textos aducidos. Tal vez se trate aquí de uno de esos casos en que
proyectamos nuestra mentalidad de habitual precisión conceptual a una
situación histórica que no la admite, tratándose entonces de un verdadero
desbordamiento de lo que los autores clásicos querían decir a su modo y según
la observación accesible por entonces se lo permitía u obligaba. Bajo esta
perspectiva, bien puede tratarse de una verdadera licuación del hierro, pero
plausiblemente de una licuación superficial y no necesariamente masiva: un
escurrimiento del hierro impuro exterior a los terrones de mineral tratado.
Téngase en cuenta para ello precisamente, que en todos los casos se trataba de
hierro impuro; muy impuro generalmente, casi una mezcla de hierro y escorias,
en cuyo caso la temperatura de fusión de esta masa sería sensiblemente inferior
29
No es posible por ahora ser más precisos, pues existe una larga disputa acerca de su
identificación; probablemente se trata de Rogerio de Helmarshausen, siendo el manuscrito com-
puesto entre 1100 y 1140. Cfr. Hawthorne-Smith.
30
"in massa confunditur, deinde in fornace ferrarii liquatur et percutitur, ut aptum fiat unicuique
operi"; ed. citada, p. 183.
31
No alcanzamos a comprender por qué Hawthorne y Smith traducen "confunditur" por
"smelting", pues además de ser el término inglés demasiado técnico para el texto, "confundo"
siempre significa mezclar, distribuir, repartir, poner en confusión, etc., pero en ningún caso
"fundir" y sus derivados. Cfr. Forcellini, Lexicon totius latinitatis, s.v.
340 Juan Enrique Bolzan
a la del hierro puro, tal vez del orden de 1100 - 1200ºC; la cual no es tan
impensable en cuanto alcanzable por entonces.
Esta solución aparece así como una suerte de exigencia mínima y obligada
por la prudencia frente a tanta opinión en contrario; pero hasta nos atrevemos a
proponer que también se daba una fusión masiva del hierro, tratándose de
pequeñas masas o partículas de mineral o de hierro a licuar, pues entonces la
temperatura seria suficiente para que toda la masa —impura— fundiera. No se
olvide que Aristóteles sabe de la disolución "por excesivo calor",
distinguiéndola del proceso de ablandamiento, y refiriendo a continuación
inmediata la fluidificación del hierro; y Teofrasto (contemporáneo de Aristóteles
y sucesor de éste en el Liceo) llega a decir que "la acción del fuego funde y
fluidifica [ciertas piedras] como las metalíferas. Cuando se fluidifican la plata,
el cobre y el hierro, también lo hacen sus piedras",32 esto es, conjuntamente
metal y escorias y por consiguiente la aplicación del verbo deja lugar a pocas
dudas (nuevamente ).
El acero
En el texto Meteor.,383 a 33 - 34, tras haber hablado Aristóteles de hierro
(), lo hace ahora de , traducido en general como "acero" y
obtenido —u obtenible, según dice Aristóteles que la operación no suele
practicarse a menudo— por repetida purificación del hierro impuro. Mas, ¿qué
contenido se ha de asignar, propiamente, a ?
Según Forbes,33 el acero fue descubierto probablemente por los celtas
alrededor del 500 a.C. y en forma accidental, al utilizar en su metalurgia
minerales con alto contenido en manganeso y libres de fósforo, arsénico y
azufre; con tal tipo de mineral se puede llegar a producir un buen acero
maleable a poco que se tenga cuidado de no descarburar excesivamente el hierro
impuro obtenido en el crisol.34 Sin embargo, esto es más fácil de suponer que de
llevar a cabo en las condiciones imperantes entonces, y así la obtención de acero
debe haber sido más bien cuestión de suerte pues la necesaria carburación del
hierro por recalentamiento en aquellos hornos de carbón vegetal no podía dar un
producto muy homogéneo que digamos. De aquí que afirme Forbes que "el
contenido en carbono del hierro antiguo es a menudo enteramente fortuito,
32
Teofrasto [2], II, 9.
33
Forbes, IX, 206.
34
Así, en algunas muestras de ángulos de hierro utilizados para sujetar bloques de mármol del
Partenón, se hallan contenidos de carbono que van desde 0 a 1%; Forbes, IX, 263.
EXCURSUS 8: Aristóteles y la antigua siderurgia 341
siendo el templado un difícil arte. Por consiguiente el término acero ha de
aplicarse solamente cuando el análisis haya demostrado que lo es".35
Este problema de la terminología no debe sobreestimarse pues sería pedir
desconsideradamente —insistimos una vez más en esto— una precisión que la
misma tecnología estaba lejos de pretender; de aquí que pueda
considerarse "acero" en el sentido amplio de "hierro endurecido", más duro que
el normal, y que por consiguiente admitía ser aguzado o afilado.
Esta consecuencia etimológica parece muy plausible cuando se repara en la
secuencia tecnológica. El más famoso "acero" de la antigüedad era el fabricado
por los cálibes, tribu que residía en las proximidades de Anatolia al sur del Mar
Negro, y cuyo nombre está rodeado de amplia imagen legendaria;36 de ella se
acuña el término latino "chalybs" para el acero,37 si bien del griego
deriva el "acies" latino significando preferentemente la agudeza o el filo que
puede adquirir un arma de hierro correctamente tratada. Cuando Plinio se refiere
a las variedades "duras" de hierro, las denomina "stricturae [... ] a stringenda
acie vocabulo inposito",38 y que aquí vale tanto como "compactado" o
"endurecido" en sentido amplio, y de donde acaba por designar la arista
"acerada" y aguzable o afilable de un instrumento, lograda por un forjado y
posterior templado al menos rudimentario. El mismo Plinio señala que existen
grandes diferencias entre las calidades de hierro según el tratamiento a que se lo
somete en horno, pero que "la mayor diferencia reside en el agua en la cual se
sumerge una y otra vez el metal candente", añadiendo que "se acostumbra
calmar [enfriar] pequeñas piezas de hierro en aceite, a fin de que el agua no las
endurezca hasta la fragilidad";39 y sabe que existen ciudades célebres por el
35
Forbes, IX, 262.
36
Comisión Internacional... T. II: El mundo antiguo, 1200 a. de C. a 500 d. de C., a cargo del
L, Pareti y col, p, 163 n. 16.
37
Así, Teófilo, cap. XCI, dirá que "el acero debe su nombre a las montañas de Chalybs, donde
se lo halla en grandes cantidades". Y hasta en el siglo XVII puede hallarse esta nomenclatura:
Mauro, [2], p. 669: "chalybs (...) nihil est aliud quam ferrum multiplici liquefactione
purificatum'', no fabricándose a menudo "qui ferrum purificatum minuitur pondere, & mole, &
etiam quia cum nimis induratur, evadit minus malleabile, ac ductile, adeoque ineptum ad multos
usos, ad quod est utilius ferrum minus purificatum". Compárese esta última observación con lo
que diremos más adelante acerca de cierta dificultad que en el texto de Aristóteles halla Lee con
relación a la múltiple purificación del hierro bruto.
38
Plinio, XXXIV, 41 (143).
39
"... summa autem differentia in aqua, cui subinde candens inmergitur (...) teniuora ferramenta
oleo restingui mos est, ne aqua in fragilitatem durentur", Plinio, XXXIV, 41 (144 y 146). En
Isidoro, XIX, 10, puede leerse: "Intinctio ferri in aqua strictura est; nisi enim candens tingatur,
stringi et cohrere non potest ferrum: el temple del hierro en agua significa su contracción, el cual
342 Juan Enrique Bolzan
hierro que producen (aun sin poseer ellas mismas yacimientos de mineral),
debido a la calidad excepcional de sus aguas. Finalmente, el afilado de tales
"aceros" se hace con ayuda de piedras al agua o, preferentemente, al aceite.40
Es decir que si no somos en exceso susceptibles en punto a la nomenclatura,
hemos de admitir que en cuanto a "hierro excepcionalmente duro" existe en
época de Aristóteles un "acero", ya en Plinio claramente conocido en cuanto
templable y aguzable por piedras al agua o al aceite, todavía hoy utilizadas.
Los fundentes: la "Piedra Pirímaca"
No nos detendremos a analizar si los antiguos conocieron o no el uso de
fundentes, pues lo único que nos importa ahora, al correr del tema, es la
identificación de la o "piedra pirímaca"; porque siendo
como es un enigma aún no resuelto satisfactoriamente, aparece en el tratado
pseudo-aristotélico De mirabilibus auscultationis con una bastante clara
referencia a su uso como fundente básico.
En efecto: dice allí el autor (no Aristóteles, pero ciertamente un aristotélico)
que
"el hierro de Chalybs y de Amiso es muy particular porque surge, según
dicen al menos, en las arenas arrastradas por los ríos. Unos las lavan y
purifican al horno; otros, luego de varios lavados del depósito primero, lo
queman agregando piedra pirímaca, abundante en el país. Mas si no es
quemado en el horno [en las condiciones dichas, i.e., con el agregado de
la piedra] no parece diferente de la plata" (De mirab. ausc., 833 b 21-
30.).41
Así interpretado el texto, con nuestro agregado entre paréntesis, no caben
dudas acerca del carácter purificador de la piedra pirímaca. ¿Qué es, pues, tal
piedra?
En Meteor., 383 b 5 y a continuación inmediata con el texto ya citado al
principio de este trabajo, dice Aristóteles que
"la piedra pirímaca también funde, formando gotas y licuándose, y luego
pasa del estado flúido al sólido, endureciéndose";
hierro no puede endurecerse y adquirir cohesión si no se lo templa candente". Para otros
antecedentes, cfr. Lee, p. 327.
40
Plinio, XXXIV, 41 (145-146).
41
No existe un texto seguro de De mirab. ascult. por lo cual no se justifica una exégesis de-
masiado detallista; hemos adoptado el texto griego de Bekker, cotejando nuestra traducción con la
versión inglesa de Dowdall.
EXCURSUS 8: Aristóteles y la antigua siderurgia 343
y la exégesis de este paso ha conducido a una varia opinión. Así Daremberg y
Saglio42 opinan que se trata de una variedad de silex, "el silex pirómaco"; sin
embargo, diciendo Aristóteles que por fusión fluye formando gotas, no puede
referirse directamente a ese compuesto, cuyo alto punto de fusión (ca. 1600ºC)
haría imposible fluyera en las condiciones de la experiencia, pareciendo más
bien tratarse de algún silicato alcalino o alcalino-térreo, o feldespatos, todos
ellos más fácilmente fusibles.
Por otra parte, un pasaje de Teofrasto resulta muy aclaratorio al caso,
especialmente teniendo en cuenta De mirab. auscult. Dice Teofrasto que la
piedra pirímica (y la mylíai, pero la dejamos de lado ahora) fluidifica junto con
el material (metalífero) cuando se somete todo al horno.43 Según el comentario
de Caley y Richards,44 ambas piedras son fundentes adicionados al proceso;
para Eichholz45 la piedra pirímaca era probablemente una roca silícea
refractaria, señalando que tanto lo dicho en Meteor., 383 b 5 cuanto el contexto
de Teofrasto sugieren que se trata más bien de material para la construcción de
hornos de cal y de fundición de hierro, en los cuales justamente "el material
amontonado encima" que dice Teofrasto, se veía sujeto a la acción de fundentes
(cal).
No obstante, la opinión de Eichholz no parece convincente; en primer lugar
porque nada en el contexto de Meteor. citado sugiere materiales de construcción
pues allí "piedra pirímaca" sólo aparece como continuación enumerativa de
materiales y su comportamiento frente a la acción del calor, mientras que
Teofrasto hace clara referencia al uso de fundentes. Y este fundente, volviendo
ahora nuestra atención al De mirab. auscult., bien podría ser uno alcalino si la
coexistencia de hierro y arena que allí se cita quiere significar hierro con ganga
silícea (ácida, por consiguiente, y exigiendo fundente alcalino). Lo cual podría
quedar mejor afirmado —contra toda apariencia inmediata— con la etimología
misma del término si se lo interpreta a su vez.
En efecto, equivale tanto como "resistente al fuego" o "a prueba
de fuego",46 y en Heródoto47 puede encontrarse una referencia en sentido
moral. Persson traduce el término por "feuerkämfenden Stein",48 refiriéndose al
42
Dict. des ant. gr. et latins, voc. "Ferrum", apud Tricot [4], p. 258, nota 3.
43
Teofrasto [2], II, 9:
.
44 Caley- Richards.
45
En Teofrasto [1], nota 32, p. 94 y la "Introduction", p. 31 ss.
46
Liddell-Scott, s.v.
47
Herodoto, I, 143: "... había sido sólo un piromis, hijo de otro piromis (...) sin que ninguno de
ellos descendiese de dios o héroe alguno"; es decir, un hombre honrado, de confianza.
48
Persson, p. 124 y 146.
344 Juan Enrique Bolzan
De mirab. auscult., y le parece poco probable que en este paso se trate de una
piedra solidificada por el fuego ("eine 'feuerfester' Stein"), llegando a la
conclusión que la piedra pirímaca es una piedra caliza. Conclusión que nos
parece muy atinada porque explicaría ese "combate contra el fuego" y, al mismo
tiempo, su fusión hasta formar gotas.
En efecto, una caliza sometida a la alta temperatura de un horno metalúrgico
produce, en su descomposición, abundante desprendimiento de CO2, pareciendo
así como "luchar contra el fuego" en una efervescencia que acaba por dejar un
residuo "apaciguado" de CaO; y si esto ocurre estando el horno cargado de
mineral metalífero, el CaO bien puede formar los silicatos fusibles ya referidos,
según la ganga del mineral ,49 combinándose de este modo ambas
observaciones, de Meteor., y De mirab, auscult.; y tal vez a esos silicatos se
refiera Olimpiodoro cuando dice que "la piedra pirímaca tampoco es
combustible porque no se disuelve en cenizas; por el contrario, solidifica lo que
destila".50
Todo esto no obstante, dada la precariedad terminológica de los antiguos, y
de la cual el mismo Aristóteles es consciente,51 nada impide que con el término
se dignara entonces más de una especie mineralógica.
Conclusión: Aristóteles y la siderurgia griega
No parece que los griegos se distinguieran por su metalurgia en general; y en
lo referente al hierro, si bien existían yacimientos de antiguo conocidos —
especialmente en Samotracia, Euboea, Esparta y Beocia— se conformaban con
importarlo semi terminado;52 y aun en tiempos de Creso (siglo VI a.C.) el
trabajo del herrero era tan poco común que "Liches, favorecido de la fortuna y
de su buen discurso (...) observaba lleno de admiración la operación de
martillado del hierro".53
49
Cfr. también Forbes, IX, 193, en el mismo sentido. Como curiosidad y ejemplo de la
dificultad de identificación dicha, puede verse que en Mauro [2], p. 669 se trata de "lapidis
Pyrimachi seu marchesitae"; y aún en Alessandri, I, p. 50, se la identifica con la piedra de sílice o
piedra de toque de los joyeros.
50
Olimpiodoro, vol. XII, pars II.
51
"A veces es necesario acuñar palabras si no existen las que puedan establecer la adecuada
correlación explicativa", Categ., 7 a 5; trabajo que se tomó a menudo nuestro autor.
52
Forbes, IX, 261.
53
Herodoto, I, 68.
EXCURSUS 8: Aristóteles y la antigua siderurgia 345
De aquí que llame más aún la atención el paso de Meteor., citado al
comienzo, porque supone una observación de un hecho no corriente para
Aristóteles. Texto del cual proponemos, luego del largo excursus llevado a cabo,
la siguiente interpretación: parece ya seguro que en la siderurgia que conoció
Aristóteles —y por mucho tiempo después— las escorias escurrían hacia el
fondo del horno en tanto que el hierro, que sin alcanzar a fundir totalmente sí lo
hacía superficialmente, se retiraba de la parte superior de la masa final. Este
hierro así obtenido ("hierro en bruto") era sometido a repetidos procesos de
refinación en condiciones análogas, de modo tal que se purificaba más y más de
su ganga y escorias, lográndose al mismo tiempo cierto grado de carburación
hasta obtener un hierro más puro y duro: el acero, lato sensu. A todo lo cual
ayudaba el martillado o forjado.
Este proceso de purificación, si bien suficientemente repetido daba lugar a la
aparición de un mejor hierro, en la práctica no se llevaba a cabo sino hasta
cierto punto, dada la pérdida de peso que comportaba y el consiguiente
encarecimiento del producto final. No nos parece que haya en este paso la
dificultad que ve Lee,54 para quien Aristóteles aparece como contradiciéndose al
sostener que la operación se repite "varias veces" y "no se repite muchas veces":
para nosotros el sentido es obvio y en nuestra versión queda claro, pues desde el
punto de vista de la pureza del metal, "a menor escoria [por repetición de la
operación] mejor hierro", pero desde el punto de vista comercial esta
"purificación del metal conduce a gran desperdicio" y, en general, resultaba
aconsejable no excederse en la reiteración. Casos análogos ocurren hoy día en
nuestra industria, donde llegar a un producto "químicamente puro" puede no ser
necesario, aun cuando sea posible.
Cuanto a la piedra pirímaca, sólo el texto de De mirab. auscult. hace directa
referencia a su uso como fundente y permite asignarle con probabilidad
aceptable una composición correspondiente a una caliza; el paso de Meteor, deja
en mayor duda y hace nos inclinemos por admitir que con el mismo término se
designaban dos realidades mineralógicas distintas, si bien la observación de
Meteor. podría referirse al resultado de la reacción entre la piedra pirímaca-
caliza y una ganga ácida.
54
Lee, p. 329.
EXCURSUS 9: LAS CUALIDADES SEGÚN METEOROLOGICA, 385 A
10 1
La lista que presenta Aristóteles en Meteor., 385 a 10 acerca de las
cualidades empíricas que "diferencian la mayoría de los cuerpos" (a 18) se ha
mostrado siempre un paso difícil para traductores y comentaristas cuando se
trata de trasladar unívocamente los términos griegos, y de explicar el porqué de
tal lista y no otra.
En términos generales, es comprensible la dificultad con que se halló el
mismo Aristóteles, no sólo desde el punto de vista lingüístico —problema que
explícitamente refiere en más de una ocasión— 2 sino también y en primer
término por las dificultades derivadas de su propia vía empírica, intentando
reconocer y distinguir aquello mismo a clasificar. Vale todo ello decir que es la
labor pionera que emprendiera Aristóteles la causa fundamental y originante de
toda otra complicación.
Lo que resulta sencillo es determinar el criterio de selección de las
cualidades, pues al principio mismo del texto se declara que se comienza
"por enumerar aquellas cualidades que expresan aptitud o ineptitud de
algo para ser afectado de determinado modo" (385 a 10);
tratandose entonces de la clásica "segunda especie de cualidad" según la
conocida clasificación de Categ.,VIII. Estas cualidades son derivadas con
respecto a las cuatro fundamentales: humedad, sequedad, calidez y frigidez, las
cuales "constituyen la materia de los cuerpos compuestos", 3 y podrían
denominarse aquí cualidades de primera especie (hábito y disposición); pero
que se especifican en la realidad fáctica de la existencia de innumerables
cuerpos a través de las cualidades de segunda especie, las más inmediatas éstas
y útiles en una clasificación empírica. Con lo cual queda, en principio,
justificada la lista dicha pues recoge el conocimiento empírico de Aristóteles
según
"las afecciones más características que expresan las posibilidades [del
cuerpo mixto] de sufrir acción" (384 b 34 ss);
1
Originalmente publicado en Anuario Humanitas (México), 1977, XVIII,113.
2
Por ej. Categ, 7 a 5; Meteor, 387 a 32 ss.
3
De part. animal., 645 a 16; cfr. también De gener. corr.,329 b 32.
348 Juan Enrique Bolzan
es decir, de ejercer sobre ellas alguna actividad del tipo experimental. Sin
embargo, la justificación no es definitiva pues recabando del mismo Aristóteles
una defensa aducida en otro contexto,
"debemos tener en cuenta que estos términos no denotan con propiedad
los hechos mismos, pues no todas las varias clases de acontecimientos
similares tienen nombres que les sean propiamente aplicables; en
consecuencia es menester considerar las especies enumeradas como no
siendo exactamente lo que indican las palabras, sino algo semejante"( 379
b 12 ss.). 4
Bajo tales premisas intentaremos dar una versión castellana de dicha lista,
tomando como base el texto crítico de Fobes; 5 versión que justificaremos a
continuación presentando comparativamente las traducciones de Vicomercatus
(V), 6 Lee (L) , 7 Webster (W), 8 y Tricot (T), 9 citando también la opinión de
Düring (D),10 y, finalmente, nuestra propia versión (en cursiva). El comentario
que seguirá en cada caso intenta justificar nuestra nomenclatura castellana en
base al uso que el mismo Aristóteles hace de esos términos en diversas
ocasiones.
Texto
"Comencemos por enumerarlas [a aquellas cualidades pasivas] reuniendo
las que expresan capacidad e incapacidad; tales son: solidificable, no
solidificable (); fusible, infusible ();
ablandable por el calor, no ablandable por el calor
(); ablandable por el agua, no ablandable por el
agua (); doblable, no doblable
(); partible, impartible ();
friable no friable (); estampable, no estampable
4
Estableciendo allí su terminología con relación a los procesos naturales de cambio:
, etc.
5
Fobes.
6
Vicomercatus.
7
Lee.
8
Webster.
9
Tricot.
10
Düring. En la sección correspondiente a su traducción omite Düring el paso de 385 a 10 ss.,
saltando desde 385 a 8 hasta 385 a 20; pero en sección "Commentary" refiere muy brevemente el
problema y de allí lo tomamos.
EXCURSUS 9: Las cualidades según Meteorologica., 385 a 10 349
(); plástico, no plástico ();
compresible, incompresible (); extensible,
inextensible (); maleable, no maleable
(); hendible, no hendible ();
cortable, no cortable (); viscoso, dispersable
(); compactable, no compactable
(); combustible, incombustible
(); exhalante, no exhalante
()" (385 a 10 ss).
Comentario
I. : concretile, inconcretile (V);capable or incapable
of solification (L); to be apt or inapt to solidify (W); solidifiable, non
solidifiable (T); solidify, congeal, freeze, by cold as well as by heat (D);
solidificable, no solidificable.
En varios pasos de Meteor., cap. VI, estudiando precisamente los cambios de
estado, utiliza Aristóteles indicando indudablemente el proceso de
solidificación, y oponiéndolo a (fusión: 382 b 30) o bien al
correlativo (disolverse: 382 b 33). Un caso claro aparece en 38 3 a 6 ss,
donde "los cuerpos acuosos no son solidificables por el fuego, ya
que es éste el que los disuelve ( ); y efectos contrarios
piden causas contrarias: precisamente "solidifican por pérdida de calor y
disuelven por agregado de calor". Dado el claro ejemplo utilizado (cuerpos
acuosos, agua, líquidos) el uso que hace de está bien definido: se trata de
solidificación, o también congelamiento (como dice Düring). Y que ello
acontezca no sólo por el frío sino también por el calor vale para el caso de los
compuestos por tierra y agua: por el frío, en cuanto éste expulsa conjuntamente
el calor y la humedad que lo acompaña; por el calor, ya que éste provoca el
escape de la humedad bajo forma de vapor (383 a 13 ss). Pero el ejemplo más
conspicuo y que ya no puede dejar dudas es aquel que se refiere a la siderurgia,
proceso en el cual el hierro sólido se funde y solidifica posteriormente
(; cfr. 383 a 26 ss).11
II. : liquabile, ineliquabile (V); meltable or unmeltable
(L); to be apt to melt (W.); fusible, non fusible (T); liquefy, melt by heat,
be dissolved (D); fusible, infusible.
11
Cfr. también el caso de la arcilla en su proceso de cocción, 383 a 19 ss.; hemos tratado
extensamente de la siderurgia en el Excursus 8.
350 Juan Enrique Bolzan
En 382 b 28 ss, aparece como una especie de , y en
los pasos ya citados de 382 b 31 y 383 a 6 ss. utiliza Aristóteles indistintamente
y (cfr. I); esto puede verificarse fácilmente en 383 b 12, donde
"" y, por
consiguiente, debe referirse a la disolución, no a la fusión; y en 387 b 25 ss.
aparecen como ejemplos de "fusibles" el cobre y el incienso.12
III.: emollibile, inemollibile ( V); softenable or
unsoftenable by heat (L); be softened by heat (W); amollisable, non
amollisable par la chaleur (T); be softened by fire (D); ablandable por el
calor, no ablandable por el calor.
Ejemplos claros de este uso en 383 a 19 ss. (especialmente a 25) —donde la
arcilla aparece ablandándose por el fuego, pudiendo de este modo sufrir
deformación en el horno— así como los casos del hierro y el cuerno,
fluidificables sólo en presencia de calor excesivo pero ablandables
( : 383 a 29-32; el cuerno también en 384 b 1) a menores
temperaturas; mientras que en 384 b 15 ss. la madera no es ablandable
( ) por el calor. En 385 b 6 ss. se reúnen como materiales
ablandables por el fuego, en diversas circunstancias, el nitro, la arcilla, la sal, el
hierro y el cuerno ; distinguiéndose entre ablandables por el calor (los tres
primeros) y ablandables por el fuego (los dos últimos). Debe destacarse, sin
embargo, que el mismo término (o sus derivados) lo emplea Aristóteles: para
significar ablandamiento o blandura sin necesaria referencia al calor o al fuego;
en una serie de textos acerca de la cualidad "blandura" (382 a 8); en las
definiciones de "duro" y "blando" (382 a 11), y aún al medio (tacto) utilizado
para discriminar entre lo duro y lo blando (382 a 14 ss.).
IV. : humectile, non humectile (V); softenable or
unsoftenable by water (L); be softened by water (W.); amollisable, non
amollisable par l'eau (T.); be absorbent (D); ablandable por el agua, no
ablandable por el agua.
Traducir este término como "ablandable por el agua" no es absolutamente
correcto, según veremos a través del uso que de él hace Aristóteles; pero
estimamos que la dificultad está más bien de parte de la empiria que de la
semántica, y tal vez la justificación global más sólida resida en que el Estagirita
compara claramente, en 385 b 12 ss., y cuando dice que "el
bronce,siendo fusible( ), no es ablandable (); en tanto que sí lo
son lana y tierra, pues pueden embeberse" (385 b 13-14). Esta imbibición
() es previa al ablandamiento, el cual resultará entonces ser un
ablandamiento por el agua (de imbibición); pero todo ello no justifica la
traducción de Düring. No obstante, estamos de acuerdo con Düring en que
12
Cfr. 383 b 13 y 384 a 33 para otros ejemplos.
EXCURSUS 9: Las cualidades según Meteorologica., 385 a 10 351
debe incluir tanto cuanto aun
cuando el mismo Düring no da la razón de ello.13 En efecto, en 385 b 6 (citado
supra) los casos del nitro, la sal y la arcilla muestran un ablandamiento por el
calor () en presencia de una cierta proporción de agua, siendo a su vez
diferente de un ablandamiento por el fuego (casos del hierro y el cuerno, líneas
11-12); no obstante, en 385 b 15 se dice del nitro y de la sal que son fusibles por
el agua ( = ¿solubles?) mas no ablandables (),
sobrentendiéndose "por el agua". Más aun: en 385 b 19 se habla de cuerpos
porosos que pueden ser si los poros son mayores que las partículas de
agua; mientras que si son, además, homogéneamente porosos, resultan
. Es decir que supone "por acción del agua",
dándose ejemplos en 385 b 21.
V. : flexile, inflexile (V); flexible or inflexible (L);
bend (W); flexible, non flexible (T); apt to bend, of flexible bodies (D);
doblable, no doblable.
El texto fundamental al caso es el de 385 b 26 ss., donde se habla de cuerpos
que pueden ser (doblados y enderezados), tales como la
caña y el mimbre"; y de aquellos otros que "como la cerámica y la piedra, son
(inflexibles)". Todo este paso (385 b 26 - 386 a 9) es de considerable
sutileza lingüística y constituye eficaz ejemplo de las dificultades con que se las
hubo Aristóteles, pues aparece él debatiéndose aquí entre el vario acontecer
natural y la ausencia de una adecuada nomenclatura. Lo que aquí se halla en
juego es —propiamente y tal cual lo dice el párrafo final del
texto:
386 a 7— el poder o no ser encorvado o enderezado algo por medio de
un movimiento (
[...] , 385 b 31-33). Es por ello que lo más
correcto es referirse a esta cualidad como la de aquello que es "doblable o no
doblable" más bien que "flexible" (pues flexible tiene una connotación tendente
a "elástico"), como puede verificarse cuando dice
[…]
, 385 b 29-31; donde más bien se trata de
cosas plásticas.
VI. : ruptile, non ruptile (V); breakable or
unbreakable (L); break (W); frangible, non frangible (T); apt to be
cracked (D); partible, impartible.
Aristóteles trata en un mismo paso (386 a 9 ss) de lo y de lo
(cfr. VII infra); y ambos "difieren porque partición () es
13
Pero remite a dos trabajos: K.B. Hoffmann, Zeit. f.d. Osterr. Gymn., 1884, 35, 573; Y J. Cook
Wilson, Trans.Oxford Philolog. Soc., 1884-5, p.11.
352 Juan Enrique Bolzan
división con separación en grandes trozos, pero desmenuzamiento () lo
es según numerosos trozos menudos" (386 a 12-14); y las cosas partibles, tales
como la madera (= astillable) tienen sus múltiples poros dispuestos
longitudinalmente(a 16 - 17). Por esto, y por cuanto se dirá en el caso siguiente
(el VII), no nos parece correcta la aclaración de Düring según la cual, al
referirse a , "he [Aristóteles] thinks of brittle things, of a splinter and
the like''.
VII.: fragile, non fragile (V); capable or
incapable of fragmentation (L); be comminuted (W); friable, non friable
(T); apt to break into small pieces, be comminuted (ice) into a granular
condition (D); friable, no friable.
Hemos referido ya la distinción de 386 a 12-16 (VI supra). Precisamente es
"friable" aquello más o menos fácilmente desmenuzable, tal cual acontece con
el hielo y la piedra —para tomar ejemplos del mismo Aristóteles en línea 10—
y, según se proceda, también con la cerámica, que es
(líneas 11-12) porque aplicando al caso la
teoría de los poros (líneas 14-17), tiene los suyos dispuestos en parte
discontinuamente y en parte longitudinalmente. Para Düring la distinción entre
y es "artificial", pero ello se explica por su errónea
concepción de lo . Téngase en cuenta que la teoría general de poros
señala dos modos bien diferenciados de comportamiento frente a la percusión:
si los poros de un determinado material son numerosos y se hallan dispuestos al
azar el resultado será una múltiple fragmentación de la cosa según los múltiples
límites internos que dichos poros establecen; si, por el contrario, esos
numerosos poros se hallan regularmente distribuidos siguiendo una dirección
preferencial, se producirá una ruptura en pocos trozos de mayor tamaño.
VIII. : impressibile, non impressibile (V); capable
or incapable of taking an impression (L), be impressed (W); apte Β
conserver les empreintes, inapte Β conserver les empreintes (T); apt to be
impressed, e. g. by stamp or signet (D); estampable, no estampable.
El texto fundamental (386 a 17-25) no deja lugar a dudas en cuanto al
sentido de esta cualidad pues se describe allí la como "modificación
superficial con hundimiento parcial por presión o impacto o, en general, por
contacto; y tales cosas son o blandas, como la cera —cuya superficie se
modifica sólo parcialmente— o bien duras, como el cobre" (386 a 18-22). A
contrario sensu, son los materiales duros (cerámica) o líquidos
(agua); pues en el caso de la cerámica, ésta no cede según su superficie; y en el
caso del agua existe, sí, cesión pero ahora de toda su masa pues toda ésta es la
EXCURSUS 9: Las cualidades según Meteorologica., 385 a 10 353
que se desplaza por acción de la presión.14 Repárese, de paso, en la cuidadosa
observación que hace Aristóteles con relación al cobre: éste es duro, pero
estampable porque a diferencia del agua y de la cerámica, cede en su superficie
y, en parte, en su masa.
IX. : formabile, non formabile (V); plastic or non
plastic (L); be moulded (W); plastique, non plastique (T); apt to be
formed, moulded (D); plástico, no plástico.
Para Aristóteles las substancias son una especie de las estampables,
Y lo son "cuantas retienen la impronta lograda por simple modelado manual"
(386 a 25). Las son aquellas que o no son fácilmente moldeables
() —tales como la piedra y la madera— o, siéndolo, no
conservan la impronta —caso de la lana y de la esponja" (386 a 26). De aquí
que se justifique la traducción por "plástico".
X.: compressile, non compressile (V); capable or
incapable of being squeezed (L); be squeezed (W); compressible,
incompressible (T); apt to be squeezed, compressible ( D); compresible,
incompresible.
En el paso de 386 a 26 (citado supra) dice Aristóteles de las substancias no
plásticas y de sus ejemplos, que son ; en un largo texto (386 a 29 - b 11)
retoma el vocablo para aclarar que son “ aquellas cosas que, al ser
estrujadas, pueden contraerse por desplazamiento de sus superficies hacia el
interior, sin ruptura ni intercambio local de sus partes"; ocurriendo esto porque
dichas cosas "tienen sus poros vacíos (vacíos del mismo [material que el]
cuerpo)". Por consiguiente "son cuantas pueden contraerse hacia su
propio vacío o hacia sus poros [...] tales como la esponja, la cera y la carne"; y
son " aquellas cosas que naturalmente no pueden contraerse bajo
presión hacia sus propios poros, sea porque no los poseen, sea porque los tienen
llenos de algo más duro [que el mismo cuerpo]. De este modo, son
incompresibles el hierro, la piedra, el agua, y todo otro líquido". Las exigencias
fundamentales de compresibilidad con relación al desplazamiento de partes
deben ser referidas a lo ya dicho en VIII y nota 13.
XI. : tractile, non tractile (V); ductile or non ductile
(L); to be tractile or non tractile (W); étirable, non étirable (T); apt to be
stretched (D); extensible, inextensible.
El texto explanatorio es el de 386 b 11-18: " son aquellas cosas cuyas
superficies pueden ser desplazadas hacia los lados; pues ser estirado
() significa el desplazamiento, según la dirección del motor, de una
14
Recuérdese que para Aristóteles el agua es dura (= incompresible) pues su superficie es capaz
de ceder, pero con desplazamiento de las demás partes. Cfr. 382 a 11-14 y nuestro n. XI infra.
354 Juan Enrique Bolzan
superficie que [no obstante] permanece continua". Se trata, pues, de un
desplazamiento según un movimiento de tracción,15 produciéndose una
elongación de la cosa. Estamos así en el caso de cosas extensibles (cfr. también
XV). Por otra parte, los ejemplos a que recurre Aristóteles: cabello, cuero,
nervios, pastas, pegamento, lana, flema (líneas 13-18), más bien parecen indicar
cosas elásticas, es decir: alargables con recuperación espontánea del tamaño
original; no obstante, la letra del texto por un lado ("cosas cuyas superficies
pueden ser desplazadas hacia los lados"), y por otra lo que se dirá en XV acerca
de los cuerpos que "pueden extenderse y contraerse considerablemente" (387 a
14), nos hace preferir aquí la terminología propuesta (extensible, inextensible),
desechando totalmente "dúctil".
XII. : ductile, non ductile (V); malleable or non
malleable (L); malleable or non malleable (W.); ductile, non ductile (T.);
apt to be wrought, specially by forging, malleable (copper) (D); maleable,
no maleable.
"Existen también cosas tales como el cobre; otras , tales
como la piedra y la madera. Son aquellas cosas que por un mismo golpe
pueden, al mismo tiempo y parcialmente, desplazarse según su superficie hacia
los lados y en profundidad" (386 b 18-21). Se trata, por consiguiente, de un
proceso de laminación por percusión, resultando el cuerpo achatado y
extendido; de aquí también la comparación: "Todas las son también
(= estampables)" (b 22). De modo tal que resultan el cobre
dicho, pero también la cera y el lodo (b 24-25); no lo son la piedra, la madera (b
19) ni la lana (b 25), no obstante ser todas ellas compresibles (b 24).16
XIII. : fissile, non fissile (V); fissile or non fissile
(L); fissile or non fissile (W); fissile, non fissile (T); fissile (D); hendible,
no hendible.
"Es aquello cuya división puede extenderse más allá de la posición
alcanzada por el agente divisor; pues algo resulta cuando, previa
división, se raja más allá del punto alcanzado por el divisor" (386 b 27-29). Y
recurriendo explicativamente otra vez a una estructura porosa, resulta que
"[] son las que tienen sus poros —a lo largo de los cuales se
consolidan— dispuestos longitudinalmente, no transversalmente" (387 a 1-3).
En tales condiciones se llega a producir un efecto de tipo cuña de parte del
instrumento y el material se hiende o raja pues los poros, longitudinalmente
ordenados, favorecen el astillamiento; caso típico es el de la madera (386 b 26).
15
Recuérdense las "cuatro especies de traslación" de Phys., 243 a 15.
16
En línea 25 aparece el agua como compresible (), siendo así que en otros lugares no
lo es (vid. nota 13). Fobes pone el texto entre corchetes: [] pero Thurot lo elimina, sin
más.
EXCURSUS 9: Las cualidades según Meteorologica., 385 a 10 355
Ejemplo este último que muestra, además, que "hendible" es un caso particular
de "partible"; residiendo estructuralmente la diferencia en la disposición de los
poros (cfr. VI y XIV).
XIV. : dividuum, individuum (V); cuttable or
incuttable (L); apt or inapt to be cut (W); sécable, insécable (T); apt to be
cut (D); cortable, no cortable.
Al referirse a lo hendible, aclara Aristóteles que la prosecución espontánea
del efecto del agente divisor no se produce en el proceso de (386 b 30).
Ahora dirá, más explícitamente, que son "los sólidos, duros o blandos,
que sometidos a división no se desmenuzan, ni [el tajo] va necesariamente más
allá de la división. Pero cuantos no sean húmedos, son " (387 a 3-6). Se
trata entonces de un proceso de corte donde el resultado de la acción no se
extiende allende el término alcanzado por el instrumento. Y apela una vez más a
una razón estructural: "Algunas cosas, como la madera, son tanto cortables
cuanto hendibles (); pero, dicho en general, [es]
longitudinalmente hendible y transversalmente cortable; pues tratándose de algo
múltiplemente divisible, es hendible cuando la separación [de las partes] se
produce longitudinalmente, y cortable si ocurre transversalmente" (387 a 7-11).
XV. : lentum, friabile (V); viscous or friable (L); to
be viscous or friable (W); visquex, broyable (T); viscous, friable, granular
or pulverous, guttiform (D); viscoso, dispersable.
Es éste el único caso en que Aristóteles se aparta de su criterio fundamental
de "aptitud o ineptitud",17 para echar mano más bien —en cuanto a lo viscoso—
a las cualidades de primera especie (hábito o disposición): "Algo es
cuando, siendo líquido o blando, es extensible. Tales son los cuerpos de
estructura entrelazada, al modo de cadenas, ya que pueden extenderse y
contraerse considerablemente. Los que no son así, son " (387 a 11-
15). En términos generales indica una cierta consistencia
gelatinosa,18 escurridiza,19 elástica.20 En particular, lo deriva de lo
húmedo pues se trata de una especie de líquido modificado, tal como es el caso
del aceite,21 cuya impide la aparición de sedimento (382 b 13-16,
donde cita también la pez), así como también que llegue a desecarse (383 b 34).
17
Algo semejante ocurre con nuestro n. Xl, pero allí podría recurrirse a "moldeable, no
moldeable", por ejemplo.
18
Hist. animal., 518 b 14.
19
Hist. animal., 5 27 a 2 7.
20
De part. animal, 652 a 18.
21
De gen corr. , 330 a 4 ss.
356 Juan Enrique Bolzan
El "estado viscoso" ha sido siempre difícil de conceptualizar y describir
puesto que, en realidad y científicamente hablando ahora, todo cuerpo posee
cierta fluidez, determinada viscosidad, excepto el cuerpo (teóricamente) rígido.
La viscosidad aparece así como fricción interna cuando se produce un
movimiento relativo de deslizamiento de las capas —arbitrariamente
consideradas— de una masa flúida y donde las capas superiores aparecen como
arrastrando, en sus movimientos, a las inferiores.22 Como en muchos otros casos
no existe aquí en Aristóteles una delimitación neta de lo viscoso sino que se
incluyen bajo este término todos los cuerpos que "pueden extenderse y
contraerse considerablemente"; pero el intento de teoría de la estructura ayuda a
definir la terminología, siendo posible, además y nuevamente, observar la
perspicacia demostrada por nuestro autor al reparar en que la elasticidad forma
parte de lo viscoso: desde hace unos pocos años la ciencia ha debido crear,
como una rama especial, la rheología para sistematizar los estudios de fluencia
precisamente por aquellos casos que, en términos generales, incluyen
conjuntamente viscosidad y elasticidad (líquidos no Newtonianos).
En cuanto a Aristóteles se reduce a incluir bajo esta propiedad a
todos los demás cuerpos. ¿Cuáles son éstos? Parece, simplemente, que aquellos
que "no son así", esto es: los que siendo líquidos o blandos no son extensibles y
contráctiles, no se deslizan con cierta elasticidad. Muy pocas veces ha utilizado
Aristóteles dicho término en sus escritos y la dificultad de acertar con su sentido
y traducción merece nos detengamos un tanto en él. En De Anima, 419 b 35,
refiriéndose al papel del aire en la transmisión del sonido, dice Aristóteles que
éste no se produce [],es decir, debido a la
dispersión del aire; y esto aparece como contrapuesto a un aire que se mueve
con continuidad: , caso en el cual sí se producirá el
sonido; contraposición, pues, de algo algo uno y continuo. Hamlyn
traduce aquí por "lack of coherence";23 Siwek por "partículas
minutas friandum",24 y Tricot por "friabilité" ("tres impropement d'ailleurs",
reconoce en nota).25 En sus respectivos comentarios, Ross habla de "friable",26
y Rodier dice que "l'air n'est pas consistant".27 En De sensu, 441 a 23-26 se
comparan agua y aceite diciendo de la primera que es el más ligero de los
líquidos, aún que el aceite; pero éste, debido a su viscosidad, se extiende más
22
De aquí que resulte tan llamativa la recurrencia de Aristóteles a una estructura "entrelazada, a
modo de cadenas", imagen aún hoy utilizada.
23
Hamlyn.
24
Siwek.
25
Tricot [5].
26
Ross [4].
27
Rodier.
EXCURSUS 9: Las cualidades según Meteorologica., 385 a 10 357
que el agua, mientras que siendo el agua es por ello más difícil de
retener entre las manos que el aceite. Mugnier traslada aquí por
"fluide";28 Beare lo hace por "incohesive".29 Otros dos usos, pero de menor
cuantía: en Hist. animalium, 510 b 26 (y 517 b 6) aparece una referencia
, las típicas ovas o cúmulos de huevecillos; y en
Problem., 927 b 27 se habla de loo por ser .
Es decir que en todos los casos se alude con el término a algo que
es discontinuo, que aparece como desmenuzado; a algo cuya coherencia es muy
lábil y que por ello se dispersa más o menos fácilmente al no poseer,
justamente, la "estructura entrelazada, al modo de cadenas" de los cuerpos
viscosos; se trata, pues, de alguna denominación muy general, tal cual parece
darlo a entender el paso de 387 a 15 al reunir bajo precisamente a
cuantos "no son así": no son viscosos. Si se recuerda lo dicho supra para la
viscosidad, lo contrario a esta propiedad sería la rigidez absoluta; pero pensar
así sería un anacronismo, y en consonancia con lo que creemos es la "intentio
auctoris", estimamos que basta con la aproximación que se logra traduciendo
por "dispersable": es dispersable todo aquello que pierde fácilmente
su cohesión, provocándose bajo determinado esfuerzo no una deformación
reversible (elasticidad) o irreversible (fluidez) según un deslizamiento de las
partes con el arrastre parcial que corresponde a lo viscoso, sino la separación,
sin mas, de las partes.
XVI. : subactile, insubactile (V); compressible,
incompressible (L); to be compressibile or incompressibile (W.); foulable,
non foulable (T.); apt to be kneaded ( D); compactable, no compactable.
"Entre los compresibles, son cuantos retienen establemente la
compresión; son cuantos o son absolutamente incompresibles o no
retienen establemente la compresión" (387 a 15-17). Es decir que es
una especie de (cfr. X). Aristóteles utiliza el verbo y sus
derivados en otros lugares con sentido constante de "compresión";30 aquí se
trata de retener o no establemente el resultado del esfuerzo de compresión, lo
cual sólo puede acontecer en el caso de sólidos que, por compresión, devienen
coherentes; y en esto consiste ser compactable.
28
Mugnier.
29
Beare .
30
Cfr.: Phys., 213 b 16, 216 b 24, 230 b 3; Meteor., 366 b 13 (compresión de aire formándose
viento); Hist. animal., 622 a 16: en el sentido de "apretar" al pulpo el cual, siendo
resbaladizo, puede escapar (curiosamente Thompson, nota ad 622 a 16, dice: ", i.e.
to mak it tender").
358 Juan Enrique Bolzan
XVII. : ustile, non ustile (V); combustible or
incombustible (L); combustible or incombustible (W); combustible,
incombustible (T); combustible (D); combustible, incombustible.
La traducción del término griego no parece aquí nada dudosa, y hasta la
grafía en los diversos idiomas modernos citados es coincidente. Aristóteles
utiliza y sus derivados con el sentido de quemar y de combustible,31 y
aquí, en Meteor., 387 a 17-22, una nueva apelación a la teoría de los poros hace
definitiva la noción pues además de sostener que madera, lana y huesos son
—siendo la piedra y el hielo— se dice que las primeras son
así porque poseen poros adecuados como para recibir el fuego, y siempre que la
humedad presente no sea excesivamente resistente a ello (precisamente, por
ocurrir esto último es que resultan incombustibles el hielo y la madera verde).
Juzgando ahora desde uno de los resultados del proceso, los combustibles
producen cenizas (387 b 13). Aristóteles retomará más adelante el tema de los
combustibles, relacionando la combustibilidad con otras varias cualidades vistas
(con exhalabilidad: 387 b 21, b 31, 388 a 2; con fusibilidad: 387 b 25) y
distinguiendo, además, entre combustión e inflamación (387 b 18 ss.).
XVIII. : suffitu aptum, suffitu ineptum (V);
capable or incapable of giving off fumes (L); to be apt or inapt to give off
fumes (W); vaporisable, non vaporisable (T); fumigable, like
frankincense (D); exhalante, no exhalante.
Aristóteles ha establecido antes (341 b 6 ss.) su teoría de las dos
exhalaciones, que se producen cuando el sol calienta la tierra, diciendo que la
es de dos clases: una, más bien de la natura del vapor
(); la otra, de la natura del viento ().32
De esta división general sacará posteriormente conclusiones con relación a la
producción de rocío, lluvia, nieve, rayos, terremotos, etc.; y aún se referirá a la
formación de minerales y metales ;33 tratándose siempre de cierto
desprendimiento de un cuerpo sutil —gas, vapor, humo— por acción del calor
sobre ciertos sólidos. Y esto, en castellano, es exhalar. Pero existe en Aristóteles
una posterior precisión pues en 387 a 23 ss. exigirá, sí, que los cuerpos
exhalantes contengan humedad, pero la exhalación misma es algo más que
desprendimiento de vapor)por obra del calor: de hecho es
desprendimiento junto con el vapor (: 387 a 23-24) de algo que es, por
natura, cálido y seco —semejante al fuego: 340 b 27-29; con lo cual resulta, fi-
nalmente, "una segregación concomitante de seco y húmedo, debida al calor
31
E.g.: Phys., 251 a 16(y); De caelo.,307 a 1 (); De anima,
417 a 8 ( ); De part. animal., 648 b 18().
32
Cfr. para esta distinción: De caelo, 305 b 14
33
Cfr. nuestro Excursus 7.
EXCURSUS 9: Las cualidades según Meteorologica., 385 a 10 359
ardiente" (387 a 30). La llama es humo ardiente (388 a 1); la exhalación del
material leñoso es humo (387 a 32 y 388 a 2); la de la grasa, hollín (387 b 6); la
del aceite y de los cuerpos oleosos es humo pingüe (387 b 6 y 388 a 5), así
como también lo es en los casos de la cera, la pez, el incienso y materiales
análogos. Como resultado, el cuerpo exhalante desaparece totalmente o bien se
transforma en tierra (387 a 26). En algunos casos podría hablarse de
vaporización pues se trata de un líquido sometido a "calor ardiente"
(, línea 25), con lo cual provocará el
desprendimiento masivo de vapor.34
*
No esperamos que hayan quedado así resueltas todas las dudas y
ambigüedades de la lista de cualidades de Meteor., 385 a 10 ss.; en todos los
casos hemos debido optar por los términos castellanos actuales que mejor
representan —a nuestro juicio— las cualidades que, según Aristóteles,
"expresan aptitud o ineptitud de algo para ser afectado de determinado modo".
Mas en casos concretos podrá ser aconsejable recurrir a ciertos términos que
más adecuadamente expresan la experiencia, varios de los cuales han aparecido
al correr del comentario.
34
Esta diferenciación entre evaporación y vaporización puede aparecer como un anacronismo;
sin embargo vid. Olimpiodoro 334, l9 ss. También Alejandro [1], 217. l4 ss.
EXCURSUS 10: EL AGUA, ¿FUNDAMENTALMENTE HÚMEDA O
FUNDAMENTALMENTE FRÍA? 1
No obstante cuán sorprendente y, a primera vista al menos, risueño parezca
el título de este trabajo, opinamos interesante dilucidar la cuestión de una
prioridad entre las cualidades del elemento agua en el contexto físico-químico
aristotélico, puesto que tal aclaración tiene repercusión en toda la teoría de los
cuatro elementos.
De Generatione et corruptione II
Habiendo dilucidado en Gen. Corr., L.I, las cuestiones acerca de la
combinación, la corrupcio-generación, la alteración y sus concomitantes, resta,
dice Aristóteles,
"estudiar los denominados elementos de los cuerpos" (328 b 32)
y sus alteraciones, puesto que
"en el caso de la substancia natural la corrupcio-generación no ocurre
independientemente de los cuerpos sensibles" (328 b 34).
Cuanto a la natura del substrato material de esos cuerpos sensibles, las
opiniones de los filósofos han sido discordantes; puesto que siendo correcto
considerar a los cuerpos primeros como elementos o principios de los seres
materiales —y de cuya mutación se sigue la corrupcio-generación— los
conceptos tanto de los jónicos, etc., cuanto del mismo Platón son erróneos con
respecto a la natura de esos elementos:
"Nuestra respuesta es que existe, sí, una materia de los cuerpos sensibles;
materia de la cual provienen los denominados elementos, pero no existe
separadamente sino siempre conllevando alguna contrariedad" (329 a 24).
Teoría que ha desarrollado por extenso en Phys., I, 6-9 y en De caelo, III.
Para el caso bastará ahora con señalar que
"debemos considerar como primer principio a la materia que, sin estar
nunca separada, es el sujeto de los contrarios; puesto que ni lo caliente es
1
Originalmente publicado en Sapientia, 1967, XXII, 277.
362 Juan Enrique Bolzan
materia de lo frío ni lo frío de lo caliente, sino que existe un substrato que
es la materia para uno y otro contrario. Consiguientemente, principio es,
en primer lugar, aquél que es en potencia un cuerpo sensible; en segundo
término, las contrariedades, como por ejemplo calor y frío; y, en tercer
lugar, el fuego, el agua y los demás análogos" (329 a 30).
Donde se ve claramente que la noción de elemento es una noción análoga:
algo es elemento porque se comporta como tal desde el punto de vista del
complejo en el cual entra como constituyente parcial. Así, en el orden de la
substancia los elementos son materia y forma; en tanto que en el orden
complejo del elemento mismo los primeros principios son cálido y frígido
(activos) y húmedo y seco (pasivos).
Los elementos de que se trata propiamente ahora son los que aparecen como
principios inmediatos de la combinación o "mixis", constituidos ellos mismos
por materia prima (elemento "en primer lugar") y forma substancia, y las
cualidades contrarias: calidez, frigidez, humedad y sequedad. Que son estas
cuatro y sólo ellas las cualidades primarias que dan lugar a los pares primarios:
"caliente-frío, húmedo-seco, donde el primer par es activo y el segundo,
pasivo" (329 b 24),
lo demuestra Aristóteles muy ingeniosamente. En efecto, recurriendo al tacto
(329 b 26) como el sentido capaz de captar
"las cualidades distintivas del cuerpo en tanto que cuerpo" (De Anima,
423 b 29),
señalará que
"las contrariedades que se refieren al tacto son: caliente-frío; seco-
húmedo; pesado-liviano; duro-blando; viscoso-friable; rugoso-pulido;
grueso-fino" (329 b 18).
Numeración según la cual debe elegirse, dentro de las contrariedades activas
y pasivas —únicas que pueden dar lugar a transformación— aquellas que
resultan primeras por no derivadas y a las cuales se pueden reducir las demás
(principio de economía metafísica: no multiplicar los entes sin necesidad).
Eliminando así pesado-liviano, par ni activo ni pasivo (329 b 20), y no
predicándose como acción-pasión sino sólo como accidentes propios
"lo grueso y lo fino, lo viscoso y lo friable, lo duro y lo blando y demás
diferencias que derivan de lo húmedo y lo seco" (329 b 34),
restan como contrariedades irreductibles las dichas.
Por combinación numérica de estas cuatro cualidades primarias pueden, en
realidad, obtenerse seis grupos binarios; mas de ellos dos combinaciones:
caliente-frío y seco-húmedo, no pueden tener existencia real por ser
contradictorias. Quedan, pues.
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 363
"cuatro pares de cualidades elementales: caliente-seco; caliente-húmedo;
frío-húmedo; frío-seco. Atribuibles ellas, según nuestra teoría, a los
cuerpos aparentemente simples: fuego, aire, agua y tierra" (330 b 1).
Estos cuerpos aparentemente simples pero en realidad compuestos al menos
de materia y forma, combinan así los pares:
"El fuego es cálido y seco; el aire, cálido y húmedo; el agua, fría y
húmeda; la tierra, fría y seca" (330 b 4).
Es decir que las cuatro cualidades primarias debidamente combinadas dan
lugar a los cuatro elementos, los cuales vienen definidos, en consecuencia, en
función de cada una de los pares posibles. De aquí que el elemento propiamente
dicho sea conceptualmente convertible con el par que lo define y más allá de su
real existencia cósmica: el fuego "natural" es fundamentalmente la conjunción
de calidez y sequedad; el agua "natural" lo es de frigidez y humedad; etc., no
obstante la complejidad existencial de cada uno de esos elementos. Los cuerpos
más o menos complejos que designamos como fuego, agua, etc., significan una
corporización (incorporación), una a modo de participación de la elementalidad
concretada en los pares mencionados.
"No se trata que el fuego, el aire y cada uno de los elementos sea simple:
de hecho, cada uno es complejo (). Los cuerpos verdaderamente
simples son de la misma natura, pero no idénticos con aquéllos. Así, el
cuerpo simple correspondiente al fuego es ígneo, mas no fuego; el
correspondiente al aire, aéreo; etc." (330 b 22).
Con lo cual distingue Aristóteles, con matices muy actuales, los elementos
en tanto que definidos (teóricos) y los elementos en tanto que experimentados,
naturalmente existentes. Así, el agua resulta más bien un "cuerpo acuoso" que
no agua teóricamente elemental; cuerpo acuoso con el cual, extremando una de
las cualidades: el frío, se produce hielo, "congelación de húmedo y frío", donde
la humedad es constante mas el frío alcanza su máximo:
"el hielo es un exceso de frigidez" (330 b 25).
Asimismo,
"El elemento que corrientemente denominamos fuego, no es fuego
porque el fuego es un exceso de calor y una especie de ebullición"
(Meteor., 340 b 22). 2
Sin embargo —y llegamos ya al punto específico nuestro— todavía va a
reducir Aristóteles esta elementalidad en un texto sorprendente:
"No obstante ser cuatro los elementos, cada uno está caracterizado por
una cualidad propia: la tierra, más bien por lo seco que por lo frío; el
2
Sobre distinción entre elementos "teóricos" y "reales", vid. 341 b 14 ss y Gen. corr., 330 b 25.
364 Juan Enrique Bolzan
agua, más bien por lo frío que por lo húmedo; el aire, más bien por lo
húmedo que por lo cálido; el fuego, más bien por lo cálido que por lo
seco" (331 a 2).
Texto que indica el predominio armonioso de una de las cualidades en cada
par; es decir que dentro del binomio de cualidades propias existe una
fundamental para cada elemento y que serían las señaladas en el texto; y otra
esencial, representada por las respectivas completantes. 3 Texto que se confirma
por otro paso y donde Aristóteles habla también de los elementos considerados
en sí mismos:
"... el fuego, como substancia natural, es seco. Sin embargo, la propiedad
fundamental del fuego es el calor, así como la sequedad lo es de la tierra,
tal como hemos dicho en nuestro tratado sobre los elementos" (De sensu,
441 b 10 ss.). 4
Texto éste que simplemente parafrasea Ross 5 al decir que "en el sistema
aristotélico, cada uno de los cuatro elementos está caracterizado por dos
cualidades [...] Pero [...] cada uno de los elementos está caracterizado por uno
de sus dos atributos; el fuego es primariamente caliente; el aire, húmedo; el
agua, fría; y la tierra, seca", aceptando así explícitamente el paso de Gen. corr.,
331 a 2 sin ninguna aclaración. Así como sin ninguna aclaración distingue
también Cosme Alamannus 6 entre cualidad y cualidad, si bien estableciendo una
gradación similar. Y el P. Barbado retoma toda una tradición escolástica cuando
dice que "cada uno de los cuatro elementos poseía, según los antiguos, una de
estas cualidades en sumo grado (el fuego, el calor; el aire, la humedad; el agua,
el frío; y la tierra, la sequedad), y al mismo tiempo poseía una de las otras en
grado excelente (el fuego, la sequedad; el aire, el calor; el agua, la humedad; la
tierra, el frío)"; 7 y donde esas cualidades poseídas "en sumo grado"
corresponderían a nuestras fundamentales, en tanto que lo harían a nuestras
esenciales las de "grado excelente".
3
La nomenclatura es nuestra.
4
El "tratado sobre los elementos" hace referencia a Gen. corr., 328 b 33 ss.
5
Ross [5], p. 205. Vale la pena destacar que allí dice "air (is) fluid".
6
Alamannus, sect. III, Q. 45 a. VIII: "Utrum elementa habeant utramque qualitatem in
summo"; respondiendo: "... quod unumquodque elementum habet unam qualitatem sibi
propriissimam ac primo et immediate convenientem. Cum enim ignis sit siccus in summo, ut
dictum est, dicitur a Philosopho magis calidus quam siccus, quia magis proprie qualitas ejus est
calor quam siccitas; unde de sensu et sensibili dicit Philosophus quod sicca est natura ignis; sed
proprium illius calidum est...".
7
Barbado, t. II., p. 349.
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 365
Mas con todo esto más bien se declara un hecho que se aclara; pues lo que
no parece fácil de interpretar en el texto de 331 a 2 —tal cual lo señalan Tricot, 8
Lee 9 y Joachim,10 por ejemplo— es, en primer lugar, la distinción entre ambas
categorías de cualidades propias y, en fin, especialmente el caso del agua, la
cual ha sido siempre la típica representante de "lo húmedo",11 como el mismo
Estagirita lo dice en otro lugar:
"De entre los elementos, la tierra es especialmente representativa de lo
seco; el agua, de lo húmedo" (Meteor., 382 a 3).
Según Joachim12 en todo caso Aristóteles sólo desearía así señalar dentro de
cada elemento la cualidad propia por excelencia (aquella que hemos
denominado fundamental) mas no establecer comparación alguna entre esos
elementos; opinión de que se hace eco también Lee al decir haberse insistido en
demasía sobre este texto 331 a 2 y donde Aristóteles habla desde un punto de
vista particular.13 Sin embargo más bien parece que "the particular point of
view" lo es el de Meteor., 382 a 3, donde se trata no de tierra y agua en cuanto
elementos separados sino en cuanto constituyentes de todos los cuerpos por
otorgarles "consistencia" y determinación, como veremos en nuestra segunda
parte de este trabajo.
Por todo lo cual este tipo de solución nos parece más bien esquemático y
verbal que resolutivo, manteniéndose en pie el problema pues sigue siendo
necesaria una aclaración acerca del sentido de esa prioridad de una de las
cualidades propias, sea la humedad, sea la frigidez; sin que las respuestas de
Joachim o de Lee nos releven del problema; y contra Lee tenemos que es
precisamente el punto de vista del De gen. corr. —tal puede verse en el texto—
el que exige, precisamente, la definición que buscamos.
Nos atrevemos, consiguientemente, a intentar otra respuesta. En primer
lugar, una solución de tipo general: en este plano de consideración, el
predominio de una de ambas cualidades del par aparecería como una condición
necesaria para explicar los "movimientos elementales" a que hace referencia
8
Tricot [3], p. 108.
9
Lee, p. 312, nota c.
10
Joachim [1].
11
Vale la pena hacer notar que siempre se ha asociado domésticamente "lo líquido" y "lo
húmedo", y esto es lo que hace tan singular el caso del mercurio "que no moja". Tomás de
Aquino, In lV Meteor., lect. 7, señala que "ea quae sunt liquida actu, dicuntur actu humida"; y en
los célebres tratados médicos y químicos árabes, "agua" significa a menudo "líquido" y "jugo", y
hasta "extracto"; cf. Levey [3], p. 24.
12
Joachim [1].
13
Lee, p. 312: "perhaps too much stress should not be laid on what Aristotle says in De Gen. et
Corr., 33l a 3-6 when he is speaking from a particular point of view".
366 Juan Enrique Bolzan
Aristóteles en De caelo, III, 2 y, en consecuencia, los lugares que naturalmente
deben ocupar los cuatro elementos.
Adoptando para estos elementos primarios una escala jerárquica dinámica,
resulta que siendo la tierra lo máximamente bajo, pasivo y grosero, ha de venir
caracterizada fundamentalmente por su sequedad que significa, como resultado,
pesadez. Si el fuego ha de ocupar, como lo hace, el extremo superior como
máximamente activo que es, su cualidad fundamental será el calor: el fuego es
más bien cálido que seco, pues lo seco tendería a aproximarlo a la tierra, en un
plano inferior; siguiendo el aire inmediatamente por debajo en dignidad al
fuego, ha de ser más bien caracterizado por su humedad que por su calidez, pues
de otro modo estaríase en el caso del fuego; en fin, si el agua aparece ahora
situada inmediatamente por encima de la tierra y por debajo del aire, su cualidad
fundamental ha de ser el frío y no la humedad.
Escala esta que se justifica si tomando, con Aristóteles,14 como extremos
ubicantes tierra y fuego, con sus respectivas cualidades fundamentales:
sequedad (inactividad o, mejor, mínima actividad) y calidez (actividad
máxima), se sitúan intermediariamente agua y aire, porque
"sólo existe un cuerpo que flota sobre todas las cosas, y sólo otro que se
hunde en todas las cosas, debiendo existir otros dos que floten o se
hundan relativamente" (De caelo, 312 a 30).
Pero estos elementos no se hallan colocados según recíproca simetría, como
surge claramente considerando el contexto 330 b 31-331 a, pues allí se hace
claro que se trata también de la ubicación de los cuatro elementos en dos
regiones asimétricamente dispuestas: tales cuatro elementos se disponen en dos
sub-regiones:
"Los cuerpos simples, siendo cuatro, se reparten en dos pares, situados
cada uno de estos en una región: fuego y aire se sitúan hacia el límite
[superior]; en tanto que tierra y agua lo hacen hacia el centro [del
universo]. Fuego y tierra son los elementos extremos y muy puros; agua y
aire, los intermedios y menos puros" (330 b 31-33l a).
Esquemáticamente:15
14
Cf. De caelo, IV, 4-5 especialmente; Gen. corr., 330 b 30; Meteor, I, 3-4; y el excursus de
Lee, p. 24: "Note on the strata in Aristotle's universe"
15
Esta posibilidad de situar un "arriba" y un "abajo" precisos es discutida en De caelo, 308 a 14
ss., donde, entre otras cosas, dice que "denominamos «arriba» al extremo del universo que tanto
es primero en posición cuanto en natura [... ]"; posiciones hacia las
cuales "naturalmente" se dirigen cuerpos y elementos. Para esta topología cósmica de Aristóteles
vid. De mundo, 392 a 33 ss., y especialmente 393 a.
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 367
CIELO
FUEGO
AIRE
AGUA
TIERRA
Ahora bien:
"los elementos de un par son contrarios a los elementos del otro par,
siendo el agua contraria al fuego y la tierra al aire" (331 a 2);
mas guardando la disimetría entre ambos pares. Y desde el orden dinámico
aceptado esto equivale a asignar al agua la frigidez y al aire la humedad como
cualidades fundamentales.
Pero es posible todavía asignar al agua su puesto jerárquico no sólo por
eliminación, como lo hemos hecho hasta ahora, sino aun positivamente, al
menos según el pensamiento del Estagirita. En efecto, si para él,
"el fuego es un exceso de calor y el hielo un exceso de frío, donde
congelación y ebullición significan, respectivamente, exceso de frigidez y
de calidez" (330 b 25),16
parece claro que el agua se concreta como hielo por alcanzar el máximo de
frigidez, no de humedad: el máximo de la cualidad fundamental que podríamos
denominar ahora cualidad existencial o comunicante (frigidez), no de la esencial
o inercial (humedad). Con lo cual estamos ya distinguiendo dos modos de
prioridad o fundamentalidad entre las cualidades primarias: un modo o plano
esencial, estático o inercial; y un modo o plano existencial, dinámico o
comunicante. Con otras palabras, un modo característico in se y un modo
característico quoad nos, del modo de ser de los cuatro elementos. El modo
quoad nos, siendo el activo, ha de corresponder precisamente a aquella cualidad
dentro del par que pueda experimentar variación intensiva, pues es precisamente
este cambio el que más inmediatamente pone en contacto los seres, los
transforma en ob-jecta desafiantes y, por ende, captables.
El modo in se es menos dramático, menos llamativo, pero ciertamente más
fundamental y ha de corresponder, para el caso ahora, a la otra cualidad del par,
a aquella que precisamente por invariable no es tan inmediatamente importante
16
Cf. también Meteor, 340 b 22.
368 Juan Enrique Bolzan
en cuanto a la captación experimental del ser; mas ciertamente lo es en cuanto al
modo intrínseco de ser del ser cuya es.
Así, el agua es (esencialmente, in se) más bien húmeda que fría; y es
(existencialmente, quoad nos) más bien fría que húmeda: su humedad no admite
grados, pero sí su frigidez (su temperatura).
Ahora bien: si se extiende esta línea de razonamiento al resto de los
elementos, resultarán: el fuego in se más bien seco que cálido, quoad nos más
bien cálido que seco; el aire, in se más bien cálido que húmedo, quoad nos más
bien húmedo que cálido, la tierra, in se más bien fría que seca, quoad nos más
bien seca que fría. Lo que varía es, en cada caso y primordialmente, la calidez
(para el fuego), la humedad (para el aire), la frigidez (para el agua) y la
sequedad (para la tierra); todas variaciones en las cualidades consideradas
existencialmente, operativamente, en el plano comunicante, o cualidades
fundamentales, como las hemos denominado.
No obstante lo extraño que aparezca ahora caracterizar a fuego, aire y tierra
según las cualidades esenciales de sequedad, calidez y frigidez, res-
pectivamente, esto resulta perfectamente lógico desde la perspectiva dinámica
adoptada. Si a la escala aceptada según criterio de pesantez y ligereza de De
caelo, 312 a 25 ss., se agrega el modo de recíproca transformación de los
elementos según Gen. Corr., II, 4, aparece clara la idea de subdivisión de las
cualidades primarias en esenciales (in se) y fundamentales (quoad nos).
En el esquema anterior la escala muestra la continuidad que puede
establecerse entre los elementos a través de la compartición de cualidades,
donde la cualidad compartida resulta ser esencial (en bastardilla) para uno y
fundamental para otro. De aquí resulta un primero y más fundamental modo de
transformación: el fuego (s-c) y el aire (c-h), que convienen en c, pueden dar lu-
gar a través de la transformación de una sola de las cualidades, sea a aire o a
fuego respectivamente, según que predomine lo húmedo sobre lo seco o
viceversa (331 a 24 ss.). Se puede así cerrar un ciclo de transformaciones que,
yendo desde el fuego al aire, agua y tierra, vuelva desde ésta al primero.
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 369
Los otros dos posibles modos de transformación de elementos son más
difíciles por cuanto suponen interacción entre elementos que o no comparten
cualidad alguna —transformación según las diagonales del cuadro II; cf. 331 b
8— o bien se dan por corrupción de una de las cualidades en cada uno de un par
de elementos (cf. 331 b 12); transformación también según las diagonales pero
dando ahora lugar a dos elementos resultantes: fuego más agua dan tierra más
aire, por ejemplo y según se corrompa lo seco del fuego y lo frío del agua, o
bien lo cálido del fuego y lo húmedo del agua. Mas siempre el primer modo de
transformación será el más inmediato y armonioso (ciclo de transformación),17
el modo por excelencia de transmutación natural de los elementos, favorecido
por la cualidad compartida, que será la esencial con relación al elemento "su-
perior" y la fundamental con relación al elemento "inferior". En este orden de
valores la tierra resulta esencialmente fría; el agua, húmeda; el aire, caliente; el
fuego, seco. Pero en el orden dinámico, la tierra es fundamentalmente seca; el
agua, fría; el aire, húmedo; el fuego, caliente.
Todavía es posible agregar otro argumento positivo, recurriendo al criterio
aristotélico de reducción de elementos y sus pares cualitativos a aquellas
cualidades contrarias y así discriminadas según el tacto (cf. 329 b 7 ss.). Si
"lo tangible son las cualidades distintivas de un cuerpo en tanto que
cuerpo [...]: caliente y frío, seco y húmedo" (De anima, 423 b 27),
17
Ciclo que constituye, si bien se mira, el primer enunciado implícito del principio de conser-
vación de la "materia".
370 Juan Enrique Bolzan
bien podría argüirse que en punto a la sensación táctil de los elementos se daría
una prioridad de una de ambas cualidades identificantes por la inmediatez
psico-fisiológica de sensación. Y así se explicaría la sequedad de la tierra (lo
"terroso" es más bien lo seco que lo frío)18 y la calidez del fuego, como
extremos más claros de ejemplificación.
No tan inmediatamente aceptable aparecería ahora el aire; y en el caso del
agua parecería que estamos en el típico representante —aun a la sensación— de
"lo húmedo". Sin embargo la sensación de humedad nos resulta menos primaria,
menos inmediata, que la de frialdad: un líquido aparece al tacto como
primordialmente frío que no húmedo; lo húmedo significa una elaboración
posterior, un análisis algo más profundo de las características de un "líquido" tal
como el agua. "Mojar" es algo más complejo de sentir, percibir y definir que
"enfriar". Con otras palabras, que "lo húmedo" no sería objeto inmediato del
tacto sino que más bien se trataría de una percepción, resultante de sensación
compuesta19 más un previo concepto de líquido, al cual se asocia
consuetudinariamente la idea de "mojar" (y de aquí, en parte al menos, la
maravilla que significa para el vulgo el caso del mercurio, como hemos
dicho).20
Y si esas lucubraciones parecieran demasiado aventuradas, sírvanos de
excusa, a quienes no somos peritos en materia de psicología experimental, la
indecisión de los mismos psicólogos, quienes no sólo carecen de una definición
precisa del sentido del tacto hasta incluir en él todo sentido que perciba
cualidades no captadas por los otros cuatro,21 sino que aun restringidos al tacto
externo aceptan generalmente con Wundt las sensaciones de presión, calor, frío,
dolor, posición, movimiento, hambre y cansancio; o con Blix, sólo las de
presión, frío, calor y dolor, y aun discutiendo la legitimidad de inclusión de este
último. Para Myers resulta dudoso si aspereza, sequedad, suavidad y humedad
son o no sensaciones primarias; Barbado22 dice claramente no haber razones
suficientes para su admisión, aceptando como sensibles táctiles simples los
puntos de frío y calor, siendo la de humedad una sensación táctil compuesta, sea
18
Sequedad que se apreciaría tal vez como conjunción de resistencia a presión y dolor; cf.
infra.
19
Compuesta de frío + presión, por ej., y entendiendo por presión en este caso y en sentido
amplísimo, la resistencia ofrecida por el líquido.
20
Posteriormente a la redacción de estas ideas, hemos podido ver en Frobes, t.1, p. 144, que
Malmud ha llegado, como conclusión de sus experiencias, a que la sensación de humedad no es
"pura", y "sospecha (...) que falta la sensación propia de humedad y que solamente se da junto a la
sensación de contacto un saber el líquido".
21
Barbado, p. 353.
22
Barbado, p. 170. En el mismo sentido se expresan de la Vaissière - Palmes, p. 37.
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 371
de frío y suave (Helmholtz), sea de frío y contacto (Tung), sea sólo de frío
(Thunberg).23
Pero aun si todo esto es así, es claro que ahora el panorama aparece
complejo para el caso del aire, porque si la sensación de temperatura es más
inmediata que la de humedad, la argumentación hasta aquí seguida no resultaría
válida. Y tal vez así sea, debiendo ahora hacer intervenir otros factores para
justificar la cualidad fundamental del aire: su humedad. En primer lugar,
habiendo asignado ya más claramente las correspondientes a los demás
elementos, por eliminación corresponderá forzosamente la humedad al aire; en
segundo término, es cierto que en lenguaje corriente la gente más bien habla de
la "humedad" del aire que de su temperatura, atribuida ésta comúnmente "al
ambiente". Finalmente, la noción misma de "cuerpo gaseoso" surge como una
suerte de extensión de la noción de líquido, por cuanto un gas aparece como una
exhalación o espíritu (Geist) 24 desprendido de algo más palpable,25 como un
enrarecimiento de un líquido, una evaporación, en fin, y donde el líquido pri-
mitivo se hace ya impalpable hasta "gasificarse".26
No decimos que esto sea correcto sino sólo que constituye el panorama
vulgar de las relaciones entre líquido y gas. Obsérvese, por ejemplo, que tales
gases fueron denominados, por los primitivos químicos, "espíritus sutiles", y
que van Helmont —en pleno siglo XVII— hablaba de "gas sylvestre (sive
incoërcibile, quod in corpus cogi non potest visibile)" para señalar la dificultad
de su manejo. Mas siempre se asoció el gas (spiritus) con la volatilidad, con
aquello que escapa o es producto de la conversión de un líquido (más raramente
un sólido); así, el alcohol etílico era el "espíritu de vino"; y todavía hoy se
denominan "espiritosas" las bebidas alcohólicas.27
23
Barbado, p.409.
24
"Conocemos dos clases de evaporaciones: una húmeda y una seca. La primera se denomina
vapor, en tanto que para la otra no existe un nombre general sino que debemos denominarla como
especie de humo, aplicando al conjunto una denominación que sólo es propia de una de sus
partes"; Meteor., 359 b 26 ss. Claro preludio de la noción de gas.
25
Con lo cual no pretendemos sea ésta la etimología de "gas"; bien dice Partington [4], t, II, p.
227, que van Helmont —aparentemente el primero en utilizar el término— "derived the name gas
from the Greek chaos".
26
De Anima, 424 a 13: "Lo intangible es aquello que como el aire posee alguna cualidad de las
cosas tangibles, pero en grado mínimo".
27
Resulta al caso muy interesante notar que cuando Tomás comienza a tratar de la creación en
orden a las obras de distinción, dice que Moisés no nombra aire y fuego entre los elementos "quia
non est ita manifestum rudibus" (S. Theol., I, 66,1, 2um: quod obiicitur in contr.), puesto que
"solum eis proposuit, quae manifeste sensui apparent. Omnes autem, quantumcumque rudes,
terram et aquam esse corpora sensu deprehendunt. Aer autem non percipitur ab omnibus esse
corpus: intantum quod etiam quidam philosophi aerem dixerunt nihil esse, plenum aere vacuum
372 Juan Enrique Bolzan
Mas será bueno ahora volvamos nuestra mirada a lo que S. Tomás pueda
decirnos al caso. Comentando el paso de Gen. corr., 331 a 2 ss., dice:
"ostendit quae qualitas in quolibet elemento dominetur, dicens quod
elementa cum sint quattuor, et quodlibet habeat duas qualitates, non
tamen habet eas aequaliter, sed unumquodque est unius, id est in
unoquoque dominatur una, sicut (...) in aqua magis (dominatur) frigiditas
quam humiditas".28
Pero su explicación no aparece acabada, pues si bien precave:
"non est autem intelligendum, ut quidam dicunt, quod terra licet sit magis
sicca quam frigida, quod propter hoc sit siccior igne",
establecerá una secuencia descendente de los elementos según la temperatura y
humedad concomitante, con lo cual explica que sea la materia del aire
"humida magis quam calida [...] in aqua est frigiditas faciens ad se fluere
humidum [...] et ideo aqua est magis humida quam aer [...] manifestum
est autem omnibus habentibus sensum tactus, quod aqua humidior est
quam aer. Est tamen et minus frigida quam terra [...] cum ergo inter
caetera elementa terra magis distet a caelo, necessario sequitur quod terra
frigidissima sit inter omnia elementa".
De todos modos este razonamiento del Angélico no explica cabalmente el
texto, pues se sigue sin saber por qué es el "aqua autem frigidi magis quam
humidi" como reza la versión latina del texto aristotélico que comenta; si bien
está apuntando en la misma dirección que nosotros, esto es: distinguir las
cualidades según sean esenciales o fundamentales, al decir que algunas de ellas
sean "dominantes" ("in unoquoque dominatur una") —nuestras
fundamentales— y de otras como "esenciales" ("quod propter hoc sit [sc. terra]
siccior igne"). Y sin embargo sus conclusiones parecieran inversas a las
nuestras, al señalar que "sensu enim sensibilia iudicamus: manifestum est autem
omnibus habentibus sensum tactus, quod aqua humidior est quam aer", No
obstante, todo el contexto del comentario apunta no tanto a separar las
cualidades en fundamentales y esenciales sino más bien a comparar la
intensidad de manifestación de algunas de ellas, habiendo tomado como pauta el
fuego en tanto que estáticamente es seco ("...propter hoc est siccior igne...") y
dinámicamente, cálido ("ignis est calidissimum omnium calidorum"); y la tierra,
nominantes" (Ibid., I, 68, 3, resp.). Más aún: "... aer, quia insensibilis est, non per seipsum
connumeratur, sed cum allis: partim quidem cum aqua, quanto ad inferiorem partem, quae
exhalationibus aquae ingrossatur; partim etiamn cum caelo, quamtum ad superiorem partem"
(Ibid., I, 71, 3um.).
28
Tomás, In Gen. corr.,... Appendix I... continuatio per ignotum auctorem... lib. II, lect. 3, No.
207 de ed, Marietti.
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 373
en cuanto "frigidissima sit inter omnia elementa" (estáticamente). Donde los
elementos intermedios: aire y agua, ven derivadas sus cualidades según sufran
la influencia especial del fuego o de la tierra, de acuerdo con el dinamismo
propio de cada uno de estos; dinamismo que se refiere, en último término, al
movimiento del cielo. En estas condiciones el aire, calentado "immo quasi
minime", condensa humedad pero muchísimo menos que en el caso del agua, y
así podrá ser puesto de manifiesto por el sentido: el agua aparece más húmeda
que el aire.
Lo cual equivale a decir que sólo en el caso de los elementos extremos es S.
Tomás terminante respecto de la cualidad "esencial": frigidez para la tierra,
sequedad para el aire. Y al caso resulta curioso recordar un paso de la Summa
Contra Gentiles, L. II., cap. 77, donde dice, a modo de simple y trivial ejemplo
de ser en acto y ser en potencia, que: "...aer enim est actu humidus et potentia
siccus, terra autem e converso"; y donde podría hacerse coincidir este "estar en
acto" con nuestras cualidades fundamentales: un acto ejercido quoad nos.
No obstante, nos permitimos insistir en nuestra tesis, puesto que
sensitivamente —y para tomar ahora sólo los elementos extremos— el fuego es
cálido y la tierra, seca más bien que fría. Incluso a igualdad de temperatura, el
agua "se siente" más fría que la tierra, por ejemplo, debido a la diferente
conductividad térmica de ambas; lo mismo ocurre cuando se toca un objeto de
madera y otro de metal, ambos a la misma temperatura.
Claro está que aun así subsistiría el problema de justificar la posición del
aire; pero ya el mismo Aristóteles sabía del carácter un tanto ambiguo de este
elemento (Meteor., 340 b 22), y así hemos insistido en nuestro concepto de
"gas".
En resumen: toda solución que se intente ha de ser dentro de los cánones que
rigen el tratado De generatione et corruptione; el cual comporta un estudio y
caracterización por separado de cada uno de los cuatro elementos, en sí mismos
y con prescindencia de toda otra posterior combinación: la tierra, situada en el
extremo inferior de la escala fundamental, es definitivamente fría, pero puede
humedecerse más o menos y ser así más o menos seca; el agua es
definitivamente húmeda, sin admitir variación en esta su cualidad esencial, mas
puede enfriarse hasta convertirse en hielo (extremo inferior) o calentarse hasta
devenir aire (extremo superior: "el aire es una suerte de exhalación", 330 b 5) en
coincidencia con el concepto de "gas"; el aire que en tanto resulta más próximo
al fuego —comparativamente con agua y tierra— es caliente pero admite —
como exhalación especial que es— ser más o menos húmedo; el fuego es, en fin,
definitivamente seco pero máximamente caliente, pudiendo aceptar mayor o
menor calidez según la reciba del movimiento celeste. No se olvide que el
mismo Aristóteles admite que
374 Juan Enrique Bolzan
"fuego y tierra son los elementos extremos y más puros, en tanto que aire
y agua son intermedios y más mezclados" 330 b 33).
Y de aquí la menor nitidez de separación y caracterización entre ellos.
El Meteorologicon D
Ahora bien: ¿Cómo conjugar esta explicación con el paso de Meteor., 382 a
3:
"De los elementos, la tierra es especialmente representativa de lo seco; el
agua, de lo húmedo"?
Pues aquí, tras afirmar lo contrario, aparentemente, de Gen. corr., 331 a 2,
todavía se dan, como cualidades características de dichos elementos, una in se
(caso del agua) y una quoad nos (caso de la tierra). El problema parece
agravarse ahora. Sin embargo, observando el contexto puede verificarse que en
estas circunstancias no se trata tanto de caracterizar cada elemento, sea tanto in
se cuanto quoad nos, sino más bien de señalar el papel que compete a cada uno
—en este caso concreto: agua y tierra como "elementos pasivos" (cf. 381 b
24)—29 en cuanto a la estructuración de los cuerpos reales, pues:
"todos los cuerpos mixtos están compuestos de ellos y según el que
predomine, así será la natura de aquellos" (381 b 25).
Se trata aquí del papel que juegan los elementos dando razón de las
cualidades activas y pasivas de los cuerpos compuestos. Y por cuanto
"el cuerpo determinado se compone de ambos" (382 a 2),
puesto que lo seco es determinable, siendo su determinación lograda por la
presencia de humedad:
"lo húmedo es causa de la determinación de lo seco" (381 b 31),
necesariamente se sigue que el agua y la tierra entrarán en la composición de
todo mixto, como cualidades pasivas primordiales; debiendo ser consideradas,
desde este punto de vista, como aportando: el agua, específicamente la
humedad; y la tierra, la sequedad;30 los otros dos pares posibles: frío-húmedo y
29
"...quia humidum et siccum sunt prima passiva omnium corporum mixtorum", Tomás, In
Meteor., App. II..., L. IV, lect. 7, No. 325 ed. Marietti.
30
En el mismo sentido Tomás, In II Sent, d. l. q, I. a. I: "primum dicitur dupliciter: scilicet
primum simpliciter, et primum in genere vel ordine aliquo. [...] ad diversa rerum genera,
inveniuntur diversa prima principia in diversis etiam secundum idem genus causae; sicut in
liquabilibus prima materia est aqua, et in aridis terra...".
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 375
seco-frío, no darían razón de esta determinación o configuración requerida. Otro
paso aún:
"Los homeómeros [...] están materialmente constituidos por lo seco y lo
húmedo, es decir, por agua y tierra —elementos los que mejor
manifiestan la propiedad de cada una de aquellas cualidades— siendo
agentes lo cálido y lo frío, pues ambos constituyen y solidifican los
cuerpos a partir del agua y la tierra" (388 a 20);
apareciendo aquí también el agua como húmeda, pero en el contexto de su
coparticipación en la estructuración de los compuestos.31 Que es ésta la
intención del Estagirita en su Meteorologicon, esto es: referirse a los elementos
en función de los compuestos de que forman parte, es bien claro reparando en lo
que se dice al comienzo del capítulo IV:
"Debemos ahora referirnos a las especies de las cualidades pasivas, es
decir, a las especies de lo húmedo y lo seco" (381 b 22);
y así lo ha entendido no sólo S. Tomás, por ejemplo,32 sino que aun Lee acepta
este cambio de perspectiva, como no podía ser de otro modo:33 no se trata ahora
de las cualidades que caracterizan cada elemento individualmente considerado
sino de aquellas que juegan su papel en el complejo resultante; y en primer
lugar con respecto de la pasividad o carácter de pacientes de esos cuerpos según
la primaria determinación que es la consistencia, captada según dureza o
blandura.
Precisamente aquí es donde aparecen las dudas e imprecisiones, de las cuales
el mismo Aristóteles se hace cargo al señalar el carácter más o menos indefinido
de los elementos "in actu exercito", pues no sólo
"se sitúan en el centro y a su alrededor el elemento más pesado y el
elemento más frío: la tierra y el agua" (340 b 20),
sino que, además,
31
En Gen. corr., 344 b 34, el agua actúa como típicamente humectante y, en este sentido,
"determinante"; sin embargo, no se sigue del texto que tal deba ser su característica primordial.
32
"Postquam Philosophus in superioribus determinavit de particularibus
transmutationibuselementorum, quibus secundum se transmutantur tam in alto quam infra terram,
hic determinat de passionibus seu transmutationibus eorum, secundum quod veniunt in com-
positionem mixti", In IV Meteor., Lect. I, No. 311.
33
Lee, p. XXI: el IV Meteor. "deals also with various secondary properties of matter, secondary,
that is, to the four «prime contraries», which have also dealt with in De Gen. et Corr.".
376 Juan Enrique Bolzan
"a su alrededor se hallan el aire y lo que habitualmente denominamos
fuego, bien que no es fuego en tanto que éste es un exceso de calor y una
especie de ebullición" (340 b 22).
Imprecisión de este fuego "real" que se acentúa en el caso del aire, como era
de sospecharse luego de cuanto antes dijimos, pues
"hemos de entender bien que de aquello que denominamos aire, la parte
circundante inmediatamente a la tierra es húmeda y caliente, en tanto que
compuesta, a la vez, de un vapor y una exhalación seca proveniente de la
tierra; mas la parte superior a ésta es caliente y seca. Esto es así porque el
vapor es naturalmente húmedo y frío y la exhalación, caliente y seca; y el
vapor es, en potencia, acuoso; y la exhalación, ígnea" (340 b 24).34
Insistiendo más adelante:
"lo caliente y seco, que denominamos fuego (pues carecemos de término
común aplicable a todas las especies de exhalaciones fumosas, adoptamos
aquél en razón de ser el fuego el más inflamable de todos los cuerpos)
[...] el cual fuego se extiende por defuera de la esfera terrestre, semejante
a una especie de materia inflamable" (341 b 14).
Es decir que en tanto pasamos del tratado Gen. et corr. al Meteor., vamos
desde la definición del elemento a su modo concreto de existir; transformándose
ahora aquella definición en una descripción, donde faltan —al menos en
Aristóteles— los matices terminológicos necesarios como para expresarse
unívocamente respecto de aquéllos.35
En Meteor. se trata fundamentalmente de los cuerpos infralunares, los cuales
se constituyen según mutua y simultánea determinación que comportan seco y
húmedo, tierra y agua: éstos se relacionan a través de su co-efecto, pues todos
aquellos cuerpos se individualizan según co-limitación de estos dos elementos:
"Todos los cuerpos delimitados de nuestro mundo abarcan tierra y agua
en su composición" (382 a 5);
en esta perspectiva el agua no puede sino aparecer en función de su humedad.36
34
Cf. el texto de Meteor., 359 b 26 citado en nota 24.
35
Deficiencia del lenguaje que hemos visto repetidamente reconocida por Aristóteles al
comentar en general Meteor., IV., en el corpus de nuestra obra. Cfr. también Categ., 7 a 5.
36
Un texto curioso de Tomás: "Nam oleum et vinum et omnia huiusmodi resolvuntur ultimo in
aquam vel aerem, qui in omnibus est radix humiditatis"; In V. Met., Lect. 7 No. 860 (la cursiva es
nuestra).
EXCURSUS 10: El agua, ¿fundamentalmente húmeda o fundamentalmente fría? 377
Con todo lo cual, dicho sea de paso, no pretendemos ni negar toda
contradicción —o al menos vacilación— en Aristóteles, ni comprometerle en
nuestra solución.
EXCURSUS 11: LA TEORÍA DEL CALOR
Si bien desde siempre debe de haber distinguido el hombre las sensaciones
de frío y de calor, admirando especialmente esta última en cuanto producida por
ese singular astro del cual dependía, al cabo, su vida —y al punto que
Aristóteles se atreve a decir que "el sol y el hombre engendran al hombre"—, el
desarrollo de la ciencia del calor es tema muy reciente para la historia de la
física.
En efecto: a esta ciencia del calor o termología se la hace arrancar, en
general, con la invención del termómetro por obra de Galilei hacia fines del
1500; e independientemente por el holandés Drebbel pocos años después.
Dispositivos estos muy rudimentarios, fueron evolucionando sufriendo
sucesivas modificaciones hasta alcanzar su forma habitual hoy; asimismo, las
escalas adosadas fueron modificadas entre 1710 y 1750. Pero todavía hubo de
transcurrir su tiempo para que la aplicación de este simple pero útil instrumento
rindiera sus frutos primerizos en el desarrollo de la ciencia del calor. Desde este
aspecto la obra de Joseph Black es de primera magnitud: hacia 1760 emprende
Black sus exitosos estudios sobre varios de los aspectos del calor. En primer
lugar, distinguió entre "cantidad de calor" e "intensidad de calor": la primera era
la cantidad de "calórico" o "matter of heat" o calor-substancia, un flúido
imponderable capaz de ser transferido de uno a otro cuerpo; la segunda, era la
intensidad térmica de ese flúido en cuanto apreciada por el termómetro. Al
mismo tiempo desechó el frío en cuanto concebido como una real cualidad de
los cuerpos, puesto que todo era explicable en función del "calor", apareciendo
en todo caso el frío como una simple ausencia o poquedad de calor pues —
decía— no existe razón para considerarlo como algo real más allá de ser una
disminución del calor; punto de vista que aun hoy sostiene la ciencia.
Asimismo, pudo observar Black en sus experimentos sobre el fenómeno de
la fusión del hielo, que necesitaba una gran cantidad de "calórico" al efecto pero
que, sin embargo, la temperatura del sistema hielo-agua permanecía constante.
Había, pues, gran absorción de calórico pero no cambio de temperatura; y a este
calor puesto en juego pero no revelado por el termómetro lo llamó Black "calor
latente" o calor que debía suministrarse al sistema para que se produzca el
cambio de estado a temperatura constante. Posteriormente se determinó que
todo cambio de estado: fusión, ebullición, evaporación, tiene su correspondiente
"calor latente".
Sus múltiples y cuidadosas experiencias llevaron a Black a descubrir
asimismo el llamado "calor específico" de los cuerpos: observando que
necesitaba una mayor o menor cantidad de calórico según fuera mayor o menor
380 Juan Enrique Bolzan
la masa de agua a calentar hasta una misma temperatura; o bien: que
análogamente acontecía aquella variación si se trataba de calentar a una misma
temperatura masas iguales de diversas substancias, llegó a la conclusión de que
existía una cantidad de calórico que resultaba regulada por la especie de
substancia de que se tratara: por ejemplo: hacía falta más calórico para calentar
una piedra de 50 g hasta los 40ºC que para hacerlo con 50 g de agua.
Por esas mismas fechas otros investigadores estaban preocupados por la
natura del calor, especialmente en cuanto a su relación con el movimiento. Y es
así que ya en 1620 —fecha de aparición del Novum Organum— decía Francis
Bacon que "el calor mismo, en su esencia y quiddidad, no es sino movimiento";
y algunos años después el célebre Robert Boyle, tras una experiencia
consistente en el martilleado vigoroso y sostenido de un trozo de hierro,
sostendrá que el calor así producido se debía a "una vehemente y azarosa
agitación de las partículas del hierro".
En general, esta idea de la relación calor-movimiento fue la imperante en
todo aquel período empírico-mecanicista inglés del siglo XVII; siendo posible
hallarla en filósofos como Hobbes y Locke; y en científicos como los dichos
Black y Boyle. Pero será necesario aguardar los casi ciento ochenta años que
van desde Bacon a Benjamin Thompson (conde de Rumford) para avanzar en
esta dirección. Ocupado Thompson en la fabricación de cañones, se interesó
vivamente por el calor generado en el taladrado de las barras de bronce,
llegando a la conclusión que ese calor así producido sólo podría provenir del
movimiento y fricción de la herramienta con el bronce, y así lo sostuvo en una
memoria de 1798. Otros cincuenta años habrían de transcurrir hasta que los
célebres experimentos de James Prescott Joule le permitieran a este establecer el
conocido "equivalente mecánico del calor", tras la determinación precisa de la
relación calor/trabajo. Lo cual, de paso sea dicho, acabó también
definitivamente con el "calórico": el calor no era ahora sino una forma de
energía; y de aquí a la teoría cinética del calor no había más que un paso.
Con este muy apretado panorama del desarrollo de la ciencia del calor en
sus más elementales pero fundamentales temas damos por acabada su historia;
historia que, como hemos visto, se concretó entre los años 1500 y 1850, y más
hacia este extremo. Es tiempo ya de volver nuestra atención al viejo Aristóteles
sobre el mismo tema.
Las ideas de Aristóteles sobre el calor
No será inoportuna una aclaración de base, para no desorbitarnos luego en
nuestros juicios: cuanto digamos de Aristóteles y sus conocimientos en esta
materia no se referirá exactamente a lo mismo que hasta aquí hemos
EXCURSUS 11: La teoría del calor 381
desarrollado; y esto es así simplemente porque la perspectiva desde la cual lo ha
encarado la ciencia moderna no es la de Aristóteles ni aun cuando éste hable de
hecho, según veremos, como científico y con una decidida recurrencia a lo
experimentado. Precisamente en la experiencia, su concepto y evaluación,
reside la diferencia que anunciamos.
Para Aristóteles la experiencia o empiria es el resultado de un más o menos
largo proceso donde —como él mismo lo dice—
"de la sensación procede el recuerdo, y del recuerdo suficientemente
repetido surge la experiencia; pues una experiencia se constituye a partir
de una multiplicidad numérica de recuerdos" (Anal. Post., 100 a 4); 1
y es desde esta experiencia de donde nacen la ciencia y el arte o técnica una vez
que sea analizada en cuanto sometida a los principios del conocer y del ser. Mas
en la ciencia tomada en sentido moderno, si bien se acepta, al menos
implícitamente, aquella cadena: sensación-recuerdo-experiencia, el
conocimiento científico se logra específicamente sometiendo esa experiencia a
una abundante, variada y a menudo compleja experimentación, sometida, a su
vez, al cálculo: "mida y calcule, calcule y mida para comprobar", será la nueva
orden. Y no por capricho o mero espíritu de novedad, sino porque para este
nuevo hombre de ciencia —como para Galilei— el universo está escrito en
lenguaje matemático y por allí hay que entrarle. Aclarado esto, procedamos.
En primer lugar, sabe Aristóteles que ese tema de calor y frío, con ser estos
tan ubicuos, no es de sencilla comprensión; y si bien es cierto que
"las propiedades naturales de muchas substancias se refieren a esos dos
principios fundamentales" (De part. animal., 648 a 3),
eso no obstante, las discusiones acerca de lo que en concreto son calor y frío le
hacen exclamar:
"Si calor y frío —las cualidades mejor determinadas entre las captadas
por la sensación— originan tal controversia, ¿qué decir de las demás
cualidades?" (De part. animal., 648 a 34).
De hecho, lo cálido y seco que es el fuego se presenta de muy diversas
formas, pues
"el mundo en torno a la tierra se ordena así: en primer lugar y por debajo
de la traslación circular, se halla lo seco y cálido que denominamos fuego
(pues no existe un término común aplicable a todos los diversos estados
de evaporación fumosa, y si utilizamos resumidamente el término
«fuego» se debe a que este es por naturaleza el más inflamable de los
cuerpos)..." (Meteor., 341 b 13).
1
También Met., 980 a 29.
382 Juan Enrique Bolzan
Así es de varia la presencia de lo cálido. A lo cual debe agregarse que el
fuego es, para Aristóteles, uno de los cuatro elementos o substancias
fundamentales, siendo el calor solamente una cualidad, precisamente la
cualidad propia del fuego (De gen. corr., 331 a 3). Con lo cual debe quedar ya
bien en claro que para él el calor no es una substancia, contra lo sostenido por
la ciencia hasta mediados del siglo XIX. 2
A mayor abundancia: tan no es substancia el calor para Aristóteles que él
mismo observa que es producto del frotamiento, pues
"el calor que existe en el movimiento produce calor en el cuerpo" (Met.,
1034 a 26);
siendo así como procede el médico,
"pues en la curación el principio es claramente el calor, que el médico
produce por fricción" (Met., 1032 b 25).
Y ya en térmicos cósmicos,
"El calor y la luz que irradian los astros surgen del frotamiento violento
de esos astros con el aire, durante los movimientos de traslación.
Asimismo, el movimiento lleva hasta la incandescencia la madera, las
piedras y el hierro [...] y los proyectiles lanzados por la artillería llegan a
calentarse al punto de fundir las balas de plomo; y estando éstas
incandescentes, el aire mismo que las rodea sufre análoga modificación"
(De caelo, 289 a 19).
Sobre todo ello, todavía una declaración importante, mostrando la precisión
con que se expresa Aristóteles:
"No es movimiento el calor sino el calentamiento" (Met., 1067 b 11).
Vale decir: mientras hay movimiento, lo que hay es la acción de ir
calentando, no el resultado terminal. Lo cual se entiende muy bien hoy, con la
teoría cinética del calor, según la cual es precisamente el rápido movimiento de
las partículas de un gas, por ejemplo, lo que produce no precisamente el calor
sino el calentamiento, ya sea de la masa del gas, ya del instrumento registrador.
Si bien se repara, el calor —tal como la luz— no se experimentan directamente.
Ahora bien: hablar del calor trae inmediatamente a colación el tema del frío,
al cual la ciencia no concede ninguna importancia al punto de negar su realidad,
haciéndolo simplemente una pura sensación: la de "menos caliente que..."; lo
cual se entiende bien, nuevamente en pos de la teoría cinética del calor-
2
Será oportuno recordar que un científico de la talla de Lavoisier llega a colocar el calórico en
su famosa "Tabla de Elementos"; y que todavía en 1842 publica Sadi Carnot, fundador de la
moderna termodinámica, su célebre trabajo "La potencia motriz del fuego", todo él desarrollado
en función del calórico.
EXCURSUS 11: La teoría del calor 383
movimiento o del calor-energía, pues resulta impensable lo contradictorio del
movimiento o de la energía. Y si bien esa desaparición del frío como entidad
física aconteció hacia 1750 y por simple aplicación de la "navaja de Ockham",
refiriéndolo todo al mayor o menor contenido de calórico, no obstante hubo de
aguardarse todavía un siglo más para fundamentar físicamente esa eliminación.
Ahora bien: Aristóteles se pronuncia también aquí claramente, y si habla a
menudo de la "sensación de frío" considerándola, con razón, positivamente,
cuando se refiere a calor y frío como realidades naturales y residentes en las
cosas sometidas a cambios, dirá claramente no sólo que
"la afirmación es anterior a la privación como, por ejemplo, lo cálido es
anterior a lo frío" (De caelo, 286 a 25),
sino que, ya decididamente afirmará:
"El calor es una categoría y una forma; el frío, una privación" (De gen.
corr., 318 b 16).
En su Metafísica también aparecen calor y frío como forma y privación,
respectivamente, es decir: como aquello gracias a lo cual algo es actualmente
caliente, y aquello gracias a lo cual algo puede llegar a serlo, o a ser más
caliente. Pero siempre se trata del frío como estado de privación relativo al
estado actual: éste es el que realmente existe en acto y justifica la referencia al
frío a modo de privación.
Hemos visto ya que es Aristóteles consciente de las dificultades que presenta
el tema del calor. Pues bien: ¿Cuál es realmente la causa de esta situación?
"La controversia proviene de los múltiples sentidos de la expresión «más
caliente»; porque es aquí donde todos parecen tener razón, aun cuando
sostengan opiniones contrarias" (De part. animal., 648 a 36).
Claro está —continúa Aristóteles— que todo puede deberse a la disposición
de quien lo experimenta (aspecto subjetivo); pero no conforme con esta parcial
consideración del problema enfoca la situación ahora a partir del objeto que se
dice más o menos caliente, y llega a expresar de este modo el estado de cosas:
"Es «más caliente» aquello que funde más rápidamente una substancia
fusible, o inflama una inflamable. Asimismo, de dos cantidades de una
misma substancia, la mayor será más caliente que la menor. Y cuando se
trata de enfriamiento, será más caliente el cuerpo que tarde más en
enfriarse [...]. La piedra, el hierro y otros cuerpos similares tardan más
que el agua en calentarse; pero una vez calientes, queman más que ella"
(De part. animal., 648 b 18).
Aun cuando Aristóteles no llega a sacar las conclusiones, y que el texto
mismo no es todo lo preciso que desearíamos hoy, es claro que estas
observaciones conducen inmediatamente a la distinción entre intensidad y
384 Juan Enrique Bolzan
cantidad de calor; distinción que hubo de aguardar a los trabajos de Black para
que la ciencia los conociera.
Asimismo, ese texto de Aristóteles apunta hacia otro de los importantes
temas de la ciencia del calor: hacia el calor específico o capacidad térmica de
los cuerpos, propiedad que la ciencia conoció también por Black, significando
con ese término la cantidad de calor necesaria para elevar hasta determinado
grado la temperatura de un cuerpo. La última línea de Aristóteles, donde habla
del mayor tiempo que lleva calentar el hierro o la piedra frente al agua, y su
posterior poder diverso de calentar, está apuntando a la cantidad de calor que se
acepta, en cada caso. A mayor abundancia:
"Suele ocurrir que los cuerpos más fríos pueden hacerse extremadamente
calientes por acción del calor externo; porque los cuerpos más sólidos y
duros son los más fríos si se los priva de calor; pero los más ardientes
cuando son expuestos al fuego. Así, el agua quema más que el humo, y la
piedra más que el agua " (Meteor., 389 b 18).
Vale decir: tal la especie, tal la cantidad de calor admitido o desprendido. Y
todo queda a un paso de ser transformado en el moderno calor específico.
Nuestro último tema será el del denominado "calor latente" o calor que
realmente debe ser suministrado a un sistema para que tenga lugar un proceso,
pero cuya presencia no es revelada por el termómetro. También aquí debe
atribuirse a Black su estudio, observando que para mantener agua en ebullición
debía suministrar calor constantemente, pero que de todos modos el termómetro
señalaba constantemente los 100ºC de temperatura. Pero una observación de
Aristóteles es reveladora al caso:
"El fuego no continúa calentando el agua en la proporción en que él
mismo aumenta, sino que existe un límite fijo para el calor que el agua
puede aceptar. Si se aumenta el calor [más allá de ese punto] el agua no
se hará más caliente por eso sino que se evaporará hasta desaparecer, al
cabo" (De gen. animal., 772 a 12)
Todo ello está dicho en términos menos técnicos, pero hay una total
coincidencia con lo expresado por Black; pues aquí Aristóteles se está refiriendo
a la temperatura de ebullición (su "límite fijo para el calor que el agua puede
aceptar"), y al calor latente, ese por el cual "el agua no se hará más caliente sino
que se evaporará hasta desaparecer". Y aun nos queda el rabo por desollar.
Modernamente, la ciencia ha distinguido entre evaporación y vaporización:
la evaporación es el paso del estado líquido al estado de vapor y se produce en
todo líquido y cualquiera sea la temperatura del mismo, pues una elevación de
la temperatura sólo provocará una aceleración del proceso. La vaporización es
un proceso semejante, puesto que también en él pasa un líquido al estado de
vapor; pero mientras la evaporación es un proceso espontáneo, producido en la
EXCURSUS 11: La teoría del calor 385
superficie libre del líquido, la vaporización es un proceso en general provocado,
que se produce en la masa del líquido cuando éste ha alcanzado su punto de
ebullición.
Aristóteles no llega a hacerse cargo de tal diferenciación; no al menos como
para acuñar términos técnicos en cada caso; pero no menos cierto es que tiene
una clara noción de ambos procesos, pues ahora se referirá al de evaporación, al
decir:
"La desecación puede lograrse por calentamiento o bien por enfriamiento,
pero el agente es siempre el calor: interno o externo. Y aun cuando ciertas
cosas, en las cuales la humedad existe separadamente, se sequen por
enfriamiento —caso de un vestido, por ejemplo— es el calor interno
quien las seca; el cual calor, siendo arrastrado por el frío circundante,
arrastra a su vez la humedad bajo la forma de vapor" (Meteor., 382 b 16).
Es este un texto realmente llamativo; porque si bien se trata de una
experiencia común y cualquiera sabe que un vestido húmedo pude secarse sea
por el sol, sea por el viento; o que la evaporación de un líquido sobre la piel
produce un enfriamiento apreciable, la explicación que da Aristóteles acerca de
la causa del proceso es verdaderamente notable pues si hoy preguntáramos a la
ciencia por dicha causa, la explicación sería más o menos esta: en función de la
teoría cinética del calor, a cualquier temperatura se establece un sistema en
equilibrio líquido/vapor, y una evaporación significa el escape, bajo forma de
vapor, de las moléculas más rápidas o con mayor energía del líquido; pero como
estas moléculas son, precisamente, las más calientes (recuérdese la relación
directa entre calor y energía), si se destruye aquel equilibrio arrastrando las
moléculas de vapor por el pasaje de una corriente de aire, por ejemplo, el
sistema tenderá a restablecer su equilibrio a costa de la energía del líquido y la
evaporación proseguirá, continuando asimismo el enfriamiento del líquido,
pudiendo llegarse hasta su congelación si no se le suministra calor
suplementario. Aplicada esta explicación al caso del vestido, el caso es que las
moléculas de agua escapadas como vapor van siendo continuamente arrastradas
por el aire; y si el proceso puede continuar hasta la total eliminación del agua es
porque el vestido suministra suficiente calor como para dotar de la necesaria
energía de escape a las moléculas de agua. En resumen: la desecación del
vestido (= evaporación del agua) se produce siempre gracias al calor que el
vestido suministra; y este es precisamente el llamado calor latente de
evaporación.
Una aclaración todavía con relación a esos calores: interno y externo, de que
habla Aristóteles:
"Entiendo por calor externo, por ejemplo, aquel que produce ebullición; y
por interno, aquel gracias al cual se elimina y consume la humedad en
tanto que ese calor se disipa" (Meteor., 382 b 25).
386 Juan Enrique Bolzan
Este calor interno está siempre presente en esas cosas:
"Todos los cuerpos contienen calor; y algunos contienen frío en la medida
en que está ausente el calor" (Meteor., 384 b 27).
Con esta clara declaración de universalidad y primacía del calor sobre el frío
y su total armonía con la ciencia moderna, cerramos nuestra exposición. Este
tema del calor es en Aristóteles mucho más amplio, como puede verificarse en
el corpus de nuestro comentario al Meteorologica (cfr. nuestros Capítulos XI a
XVII). Ahora sólo hemos elegido aquellos pasos que se refieren a temas
fundamentales de la moderna termología, llamando la atención al lector sobre el
cuidado que debió tenerse con la lectura de las obras naturales de Aristóteles de
parte de los científicos: en todo caso se habría adelantado por siglos en ese
campo del saber.
EXCURSUS 12: DESDE LA TIERRA FIJA DE ARISTÓTELES A LA
TIERRA MÓVIL ARISTOTÉLICA 1
El nombre de Aristóteles está fuertemente asociado con la estructura
geocéntrica del universo y al punto tal que, en cierto modo, hablar del uno es
hablar de la otra. Intentaremos ahora demostrar que en riguroso aristotelismo—
vale decir: por una rigurosa prosecución de la misma doctrina de Aristóteles y
tal cual aparece según algunos de sus textos claves— la tierra pierde, en
realidad, su posición privilegiada y su fijeza.
Se ocupa Aristóteles del problema astronómico de la tierra en De caelo, III,
pasando revista a las opiniones de sus predecesores (cap. 13), para explicar a
continuación su propia teoría (cap. 14). Luego de una argumentación plena de
ingeniosidad, afirma:
1. "El centro de la tierra y el del universo es uno y el mismo" (De caelo,
296 b 15).
2. "Es claro que la tierra debe estar situada en el centro y ser inmóvil [...]
que la tierra no se mueve y no está fuera del centro" (De caelo, 296 b 21
y 26).
De entre los antecesores de Aristóteles que sostenían la movilidad de la
Tierra, algunos la tenían por una de las numerosas estrellas del universo (296 a
25), mientras que otros la colocaban precisamente en el centro del todo, no fija
sino como oscilante y moviéndose alrededor de un eje medio (296 a 26) . 2 La
respuesta general de Aristóteles a esas explicaciones dinámicas reposa en la
imposibilidad de las mismas, puesto que en todo caso el movimiento de la tierra
sería forzado; de lo cual se siguen dos inconsecuencias:
Primera:
"siendo como es ese movimiento violento y antinatural, no puede ser
eterno; pero el orden del universo lo es" (296 a 32)
1
Originalmente publicado como: “From Aristotle’s fixed earth to the mobile aristotelia earth”,
Philosophical Inquiry (Grecia), 1979, I, 154. Volumen conmemorativo Aristotle (2300 years from
his death).
2
En 293 b 30 este oscilar y moverse ( ) de la tierra es referido a
Platón, Timeo, 40 B.; paso que precisamente constituye un locus desperatus para los
comentaristas de Platón, como bien señala Moraux. No es aquí el lugar de discutir acerca de la
verdadera opinión de P1atón con relación al movimiento de la tierra, siendo suficiente citar los
trabajos de Archer-Hind; Heath [3]; Taylor; y Cornford. En todos esos trabajos podrán hallarse
las referencias fundamentsles a los trabajos pioneros de Boecklh, Gruppe, Teichmüller, etc.
388 Juan Enrique Bolzan
Segunda: teniendo en cuenta las trayectorias de los cuerpos que caen, no será
válido apelar al movimiento violento para explicar el movimiento mismo de la
tierra, puesto que si así fuera,
"cualquiera porción de ella tendría este movimiento; pero de hecho toda
parte se mueve en línea recta hacia el centro" (296 a 30).
Este argumento basado en trayectorias rectilíneas aparece en el siguiente
paso con una notable explicación, ya que dicha rectitud
"viene indicada por el hecho que los cuerpos pesados que se mueven -
hacia la tierra no lo hacen según líneas paralelas sino formando ángulos
iguales; por consiguiente se mueven hacia un mismo centro: el de la
tierra" (296 b 18).
Enunciado que se reafirma en 297 b 17; y un poco más adelante sostiene,
curiosamente, que la inmovilidad de la tierra se manifiesta también porque
"a las razones anteriores podemos agregar que si se arrojan verticalmente
cuerpos pesados, estos vuelven a su punto de partida, aun si se los
arrojara a distancia infinita" (296 b 23).
Lo cual, según la dinámica de Aristóteles, no podría acontecer si la tierra
estuviera en movimiento. 3 Equivale todo esto a decir que no caben dudas de
que la tierra está fija y en el centro del universo. Sin embargo, prestando
atención a algunos textos que aparecen aquí, en De caelo, y en otras obras, es
posible argumentar a favor de una tierra móvil y no central.
En primer lugar: ¿a cuál tierra se refiere Aristóteles? La pregunta es bien
pertinente puesto que en De generatione et corruptione muestra Aristóteles su
perspicacia distinguiendo entre lo que podríamos denominar "elementos
teóricos" y "elementos prácticos":
"De hecho, fuego y aire, y cada uno de los cuerpos que hemos men-
cionado, no son simples sino complejos. Los cuerpos simples son, sí,
similares en natura a ellos, mas no idénticos. De este modo el cuerpo
simple correspondiente al fuego es ígneo, no fuego; el correspondiente al
aire, aeriforme; etc." (Gen. corr., 330 b 22).
Si llamamos "fuego" al fuego doméstico, el elemento verdaderamente tal, el
Fuego, 4 es "algo ígneo" más bien que fuego; y así con el resto de los elementos.
Por consiguiente la tierra doméstica, esa tierra de la experiencia común y en la
cual vivimos, no es precisamente el elemento Tierra. Pero entonces la tierra
3
Ambos argumentos son extremadamente interesantes y suenan como muy modernos; sin
embargo, la pregunta surge: ¿cómo pudo observar Aristóteles esa igualdad de ángulos? Este
argumento de la igualdad se repite en 311 b 34 al referirse a lo absolutamente pesado y lo
absolutamente liviano.
4
Utilizamos mayúsculas para designar los elementos verdaderos o cuerpos simples.
EXCURSUS 12: Desde la tierra fija de Aristóteles a la tierra móvil aristotélica 389
"que está en el centro e inmóvil", ¿es tierra o Tierra? En base a los textos de
Aristóteles, debe tratarse de la tierra, de nuestro planeta. Pero entonces debe
poder aplicarse a esta tierra la doctrina común según la cual
"Todos los cuerpos compuestos que existen en la región alrededor del
centro están compuestos de todos los cuerpos simples [...] de modo tal
que todo compuesto incluirá todos los cuerpos simples" (Gen. corr., 334 b
32-335 a 2).
Consecuentemente la tierra es en sí misma un cuerpo complejo, y tanto como
para incluir en cada uno de sus componentes todos los cuatro elementos. Más
aún: tales homeómeros podrían representarse simbólicamente, como lo señala
Joachim, de modo análogo a como representamos el agua por H20; de modo tal
que un compuesto de los cuatro elementos podría simbolizarse, por ejemplo, del
siguiente modo: T6 Ag4 F3 Ai2. 5
Así las cosas, a la pregunta acerca de cuál "tierra" debe estar en el centro del
universo y ser inmóvil: la tierra o la Tierra, ahora la respuesta debe ser
precisamente la inversa de la dada antes, porque de acuerdo con lo dicho acerca
de la composición compleja de todo lo existente alrededor del centro, debe ser
el elemento Tierra el que debe estar en el centro, según la conocida secuencia de
esferas: Tierra, Agua, Aire, Fuego; sobre ello, es justamente esta secuencia de
ubicación de los elementos la causante de los movimientos naturales —hacia
arriba y hacia abajo— de los mismos elementos y de los complejos por ellos
formados. De hecho:
"Puesto que los cuerpos son simples o compuestos de simples (por
cuerpos simples significo aquellos que poseen naturalmente un principio
de movimiento, tales como el fuego, la tierra y sus clases, y todo lo
semejante a ellos), necesariamente los movimientos serán también
simples o de algún modo complejos: simple, en el caso de los cuerpos
simples; complejos en el caso de los compuestos; y en este último caso el
movimiento será el correspondiente al cuerpo simple que prevalece en la
composición" (268 b 26). 6
El principio de movimiento pertenece, propiamente hablando, a los
elementos y sólo derivadamente a los cuerpos complejos y en tanto están ellos
formados de elementos. Ese principio intrínseco de movimiento es la natura del
elemento 7 y los movimientos naturales están definidos por los lugares que
5
Joachim [2], pp. 75 y 76, nota 4
6
Por supuesto que aquí no estamos interesados en el cuerpo sometido a movimiento circular o
"quinto elemento", De caelo, I, 2-3.
7
Cfr. Phys., 192 b 20.
390 Juan Enrique Bolzan
pueden ocupar los elementos. Esta es, al cabo, la tesis fundamental del De
caelo, y a tal punto es así que
"si se llevara la tierra hacia el lugar de la luna, los varios fragmentos de
tierra se moverán no hacia ella sino hacia el lugar que ahora ocupa" (310
b 3).
Es decir que los fragmentos de tierra se mueven hacia el nuevo lugar debido
a que es lugar, y no debido a la atracción de lo semejante por lo semejante sino
al hecho de que el nuevo lugar de la tierra es el lugar a ser alcanzado ahora por
el movimiento natural de aquellos fragmentos atraídos naturalmente por el
centro; y el centro está donde está la tierra: el lugar es la causa del movimiento
como tendencia.
Ahora bien:
"los lugares son dos: el centro y la extremidad" (312 a 7).
Consecuentemente los movimientos de los cuerpos son o hacia el centro o
hacia la extremidad, de acuerdo a peso o ligereza; y
"puesto que el lugar es el límite del continente, y puesto que el continente
de todas las cosas que se mueven hacia arriba y hacia abajo son la
extremidad y el centro, este límite llega a ser, en un sentido, la forma de
lo contenido; por consiguiente, cuando un cuerpo se mueve hacia su lugar
propio, se mueve hacia su semejante" (310 b 7). 8
Este movimiento hacia su semejante como tendencia a su forma queda
afirmado en las líneas justamente anteriores a este texto como siendo la causa
de pesantez y ligereza:
"Ahora bien: lo que produce el movimiento hacia arriba y hacia abajo es
lo que produce peso y liviandad; y lo movido es aquello que es
potencialmente pesado o liviano; y el movimiento de cada cuerpo hacia
su lugar propio es movimiento hacia su propia forma" (310 a 30).
Tan importante es para Aristóteles la naturalidad del lugar natural que de
hecho es este lugar uno de los factores primordiales en la definición de
elemento, tal como lo muestra el siguiente paso:
"Siempre que se genera el aire a partir del agua —lo liviano a partir de lo
pesado— se dirige al lugar superior. En cuanto ya es ligero, acaba la
generación y es allí" (311 a 1).
Más aun:
"es evidente que siendo el elemento generando en potencia, al dirigirse
hacia su actualidad lo hace hacia el lugar, la cantidad y la cualidad
pertenecientes a su actualidad. Y por la misma razón aquello que es ya
8
Para el límite como "forma", véase nuestro Excursus II.
EXCURSUS 12: Desde la tierra fija de Aristóteles a la tierra móvil aristotélica 391
actualmente fuego o tierra se mueve, si nada lo impide, hacia su lugar
propio" (311 a 3).
Consiguientemente la Tierra es realmente Tierra según su más pura forma de
elemento cuando está en su lugar propio o natural. En otras palabras: el lugar
natural de la Tierra y centro del universo debe estar ocupado por, y sólo por, la
Tierra elemental o teórica, no por el planeta tierra.
Primera conclusión: la tierra verdadera o común no está situada en el centro
del universo.
Mas siendo el centro el lugar natural de la Tierra —la cual es uno y el más
fundamental de los componentes del planeta tierra— constituye el punto de
atracción de los cuerpos térreos, de modo tal que el planeta tierra debe
comenzar a moverse hacia tal centro desde el momento mismo de su existencia,
si nada lo impide; y debe estar ahora en movimiento hacia un fin (télos)
siempre perseguido mas nunca alcanzado, puesto que tales cuerpos térreos
nunca serán pura Tierra
Segunda conclusión: El planeta tierra debe estar en movimiento hacia el
centro del universo aristotélico.
Ahora bien: este movimiento hacia el centro debe proceder sin alcanzarlo
efectivamente en tanto la tierra sea tierra. Tipo de movimiento que puede ser
llevado a cabo si la tierra está en revolución alrededor del centro del universo o
bien —puesto que existirá siempre una efectiva tendencia de la Tierra de la
tierra hacia su lugar natural— si aquel movimiento se cumple según una
trayectoria correspondiente a una espiral de paso infinitamente pequeño.
Tercera y final conclusión: El planeta tierra se mueve alrededor del centro
del universo, describiendo una trayectoria en espiral.
Echando mano de algunos textos fundamentales de Aristóteles —
especialmente de su distinción entre elementos prácticos y teóricos— hemos
llegado a un universo aristotélico centrostático, en el cual la tierra aparece en
movimiento alrededor de un punto ideal. Tal vez podría argüirse, siguiendo la
misma línea de razonamiento, que debería haber no sólo una tierra doméstica
sino todo un universo doméstico, es decir: un sistema de las cuatro esferas
formado por reales cuerpos complejos rotando alrededor del centro de un
universo ideal: si esto fuere así, entonces la tierra podría estar en el centro de
este "universo real". Mas no es ésta, en verdad, la intentio Aristotelis.
No dejará de ser interesante al caso señalar que el sistema del mundo según
Copérnico no es heliocéntrico. Tal como lo dice Koyré: "Si el universo de
Copérnico es heliocéntrico, no lo es su astronomía: ella es solamente
heliostática"; 9 ya que si bien Copérnico pone el sol en el centro de su sistema
9
Koyré, p. 155.
392 Juan Enrique Bolzan
("in medium omnium residet Sol"), el centro alrededor del cual se mueve la
tierra no es precisamente el sol sino otro punto, situado a una distancia del sol
equivalente a aproximadamente tres diámetros solares.
EXCURSUS 13: LA COMBINACIÓN QUÍMICA 1
El tema de la o, en lenguaje contemporáneo, de la combinación
química según las ideas de Aristóteles, no parece merecer aún suficiente
atención de parte de los historiadores de la química. Sin desconocer el
importantísimo trabajo de Joachim, 2 así como el erudito y admirable resumen
que hace Partington 3 de las ideas científicas de Aristóteles, y el breve artículo
de Stephánides, 4 estimamos poder contribuir, con nuestras observaciones, al
esclarecimiento del tema. Nos ocuparemos, en primer lugar, del concepto de
"elemento", pasando posteriormente a su tratamiento de la o combinación
entre elementos, poniendo el énfasis en aquello que signifique un avance con
relación a los trabajos citados, evitando, hasta donde sea posible, superposición
con el fundamental de Joachim.
El concepto de elemento
El concepto aristotélico de "elemento" es claramente un concepto análogo
pues algo resulta ser elemento en tanto puede ser referido a un complejo dado.
Para nuestro interés actual:
"Debemos considerar como primer principio a la materia la cual, no
existiendo jamás separadamente, resulta el sujeto de los contrarios [. . .].
Consiguientemente, en primer término es "principio" aquel que es en
potencia un cuerpo sensible [la materia]; en segundo término, las
contrariedades [e. g. calor, frío]; en tercer lugar, son principios el fuego,
el agua, y demás análogos" (Gen. corr., 329 a 30 ss.).
Resulta de este texto que los clásicos cuatro elementos sólo en tercer orden
son elementos; y éstos para Aristóteles y contra lo que sostiene Empédocles
(Gen. corr., 329 a 36), pueden transformarse recíprocamente, precisamente
porque están, a su vez, compuestos y relacionados entre sí por una materia
común, sujeto de los contrarios. Vale decir que "elemento" es siempre algo que
está componiendo actualmente a algo otro, pero él mismo es simple:
1
Publicado originalmente en Ambix (London), 1976, 23, 134.
2
Joachim [2].
3
Partington [4], vol. I, Part. I, ch. 6.
4
Stephanides.
394 Juan Enrique Bolzan
"Elemento es el componente primario e inmanente de una cosa, e
indivisible según su especie" (Met., 1014 a 26).
Pero corrientemente basta con una referencia a los elementos consi-
derándolos en tanto que separables y separados de los compuestos:
"Denominaremos «elemento» a un cuerpo en el cual pueden ser resueltos
otros cuerpos, que se halla presente en éstos actual o potencialmente —
queda esto así por ahora— no siendo él mismo divisible en cuerpos de
natura diferente" (De caelo, 302 a 16).
Texto gracias al cual se hace claro que los elementos son substancias
corpóreas y no propiedades fundamentales de la materia, como erróneamente se
dice a veces; 5 si bien, como veremos, pueden ser convertibles con las
propiedades fundamentales que los caracterizan. 6 Y es muy interesante
comparar esta definición con la clásica de Boyle:
"I now mean by elements, as those chymists, that speak plainest, do by
their principles, certain primitive and simple, or perfectly unmingled
bodies; which not being made of any other bodies, or of one another, are
the ingredients, of which all those called perfectly mixt bodies are
ultimately resolved". 7
Y aún con la de Lavoisier:
" . . . if we apply the term elements, or principles of bodies, to express
our idea of the last point which analysis is capable of reaching, we must
admit, as elements, all the substances into which we are capable, by any
means, to reduce bodies by decomposition". 8
Comparando las tres clásicas definiciones puede constatarse que tanto la de
Aristóteles cuanto la de Boyle comportan una verdadera definición operacional
de lo que es "elemento", pues ambos declaran elementos de una substancia
compleja a aquello que resta después de haber efectuado sobre la substancia
determinadas operaciones destinadas a alcanzar un estado de simplicidad. La
definición de Lavoisier es, por el contrario, totalmente empírica e inferior a las
otras; 9 existiendo incluso prioridad de parte de Aristóteles pues no sólo se
5
Cfr. R. Taton, Vol. 1, livre 1: "La science hellene" (P.H. Michael);, Stillman, p. 125; Weeks
[2], p. 4; etc.
6
Véase más adelante, texto del De part. animal., 646 a 13.
7
Boyle, vol. I, p. 562. Para Partington [4], vol. 11, p. 501, "Boyle's definition is practically
identical with the stoic doctrine", sin más.
8
Lavoisier, p. XXIV.
9 "
All we dare venture to affirm of any substance is, that it must be considered as simple in the
present state of our knowledge, and so far as chemical analysis has hitherto been able to show",
Lavoisier, p. 177.
EXCURSUS 13: La combinación química 395
adelantó en veinte siglos a Boyle sino especialmente porque su definición
general de Met. 1014 a 26 es válida bajo cualquier circunstancia (e. g. en la
actual teoría atómica y sus "partículas elementales"), y no sólo "[according to]
those chymists, that speak plainest". Pero aún queda algo más de que
asombrarse en Aristóteles, porque si bien se equivocó al hacer de fuego, aire,
agua y tierra sus "elementos",10 no obstante llegó a darse cuenta de que no es lo
mismo definir qué es elemento, y distinguirlo según existen ellos en la
naturaleza:
". . . no se trata de que el fuego, el aire, y cada uno de los dichos
elementos, sea simple: de hecho, cada uno de ellos es complejo. Los
cuerpos verdaderamente simples son de natura similar, mas no idénticos
con aquéllos. Así, e.g., el cuerpo simple correspondiente al fuego es
ígneo, pero no fuego; el correspondiente al aire, aéreo; etc." (Gen. corr.,
330 b 22).
Aquí se muestra tan perspicaz Aristóteles como para distinguir entre lo que
podemos llamar "elementos teóricos" y "elementos prácticos", reconciliándose
eficazmente metafísica y empirismo y adelantando, a su modo, lo que
actualmente acontece con respecto a la Tabla Periódica estructurada
empíricamente, y los elementos según surgen de las raíces de la ecuación de
Schrödinger.11
Teoría de la combinación química
En el tratado De generatione et corruptione, L. I, cap. 10, expone Aristóteles
resumidamente lo que podría denominarse su "teoría de la combinación"; y es
sobre este capítulo donde ha insistido primordialmente Joachim en su conocido
trabajo. Sin dejar de referirnos a estos textos, insistiremos posteriormente en el
L. II, cap. 7, pues allí se hallan datos que resultan sumamente esclarecedores
para una cabal comprensión del tema. De este modo, en L. I, cap. 10, sitúa
Aristóteles con su habitual encabezamiento dialéctico el problema de la :
"Debemos preguntarnos ahora qué es la combinación y qué los
combinables; de cuáles cosas y bajo cuáles condiciones se predica [la
combinación] y, además, si de hecho se da combinación o sólo se trata de
un error" (Gen. corr., 327 a 32).
10
Pero nótese que Boyle no se atrevió a indicar cuáles eran verdaderos elementos; y que Lavoi-
sier llegó a incluir en su "Tabla de substancias simples" a luz y calórico.
11
Cfr. Paneth para verificar el avance que significa esta distinción de Aristóteles, pues lo que
Paneth refiere en 1931 todavía es necesario repro- ducirlo en 1962, dada la escasez de estudios
sobre el tema.
396 Juan Enrique Bolzan
La pregunta es muy pertinente y el planteamiento mismo del problema nos
permitirá su correcto enfoque:
"Algunos filósofos han sostenido que es imposible exista combinación
entre dos cosas distintas puesto que —así argumentan— o ambas
persisten [siempre] y entonces ninguna ha sufrido alteración ni están
ambas más combinadas que antes sino que permanecen en sus estados
originales; o bien una de ellas ha sido destruida y entonces no existe
combinación sino que resta una mas no la otra. En tanto que la
combinación exige que ambas existan bajo una única condición. Lo
mismo ocurriría si cada una de aquellas desapareciera a continuación de
la unión, pues no podrían llamarse tampoco combinadas en tanto que ya
no existirían" (Gen. corr., 327 a 34 ss.).
La exige que los elementos que se han combinado existan "bajo una
única condición"; y esto lo explica Aristóteles recurriendo a las conocidas
nociones de "ser en acto" y "ser en potencia":
"El compuesto puede ser actualmente diverso de los componentes de los
cuales procede, en tanto que cada uno de los componentes puede ser en
potencia lo que era [esencialmente] antes de entrar en combinación, sin
que necesariamente haya desaparecido" (Gen corr., 327 b 24).
Y esto ocurre precisamente porque los componentes persisten, de algún
modo, en el compuesto: esto diferencia la de la generación y corrupción.
En efecto, en este último caso el resultado del proceso es una nueva substancia a
partir de la cual no se obtienen, por su análisis, necesariamente las substancias
originales porque éstas han pasado, por corrupción, a la pura potencialidad de la
materia. Y desde una pura potencialidad puede ser actualizada cualquier
substancia y no necesariamente las substancias de partida. Pero en la substancia
resultante de un proceso de mixis, los combinables () o reactivos
se hallan en un estado particular: ni totalmente en acto —pues en tal caso no
habría habido producción de nueva substancia— ni totalmente en potencia —
pues si así fuera se trataría de un proceso de corrupción y generación pero no de
mixis—; se trata aquí de un estado intermedio (327 b 29), que la escolástica
denominará posteriormente "estado virtual", y con cuyo término se quiere
significar precisamente la recuperabilidad de los reactivos sin desmedro de la
unidad que es la substancia mientras no se la descomponga en esos reactivos
originales.
Repárese en que lo que está salvando, al fin de cuentas, Aristóteles con estas
ideas, es justamente la razón última de la posibilidad de la química analítica, así
como también lo hará, según veremos, con la síntesis química.
Gracias a toda su exposición previa llegará ahora a definir la combinación
como
EXCURSUS 13: La combinación química 397
"La unificación de los combinables, que han padecido mutua alteración'
(Gen. corr., 328 b 22).
Estos combinables o reactivos reaccionan recíprocamente (328 a 26), y ello
acontece porque poseen "cierta contrariedad" (328 a 32): ella les permite, de ese
modo, dar lugar a la aparición de una substancia verdaderamente nueva, donde
los componentes no están en simple yuxtaposición (tal como acontece en una
o mezcla) sino de tal manera que el compuesto es de textura
uniforme, siendo cada una de sus partes igual al todo (328 a 10). Existe, pues,
una real "unificación" de los reactivos en una substancia homogénea que es
"toda ella" tal o cual substancia.
Un aspecto práctico de las observaciones de Aristóteles merece ser
destacado: el proceso de combinación tiene lugar tanto más fácilmente cuanto
más subdivididos estén los reactivos (328 a 33) siendo por ello mismo
máximamente combinables los líquidos, entre los cuales el contacto entre las
partes es más inmediato
"a menos que se trate de líquidos viscosos" (Gen. corr.,328 b 3).
Con estas agudas observaciones prácticas dejamos resumido muy
apretadamente el L. I, cap. 10. Antes de emprender el estudio del L. II, cap. 7,
consideramos muy importante referir las ideas de Aristóteles con respecto a las
transformaciones que sufren sus cuatro elementos, ya que forman éstos las
demás substancias y es lógico que cuanto les acontezca tenga su repercusión en
el resto y, más aún, resulte normativo de alguna manera. Por ello es que
"Débese explicar de qué modo tiene lugar esa transmutación recíproca en
los elementos, si es posible que todos procedan de todos, o si esto sólo es
admisible para unos e imposible para otros (Gen. corr., 331a 10).
Es sabido que para Aristóteles todos los elementos son naturalmente
transformables unos en otros (Gen. corr., 331 a 12 ss.), pero
"existen diferencias con respecto a la velocidad y lentitud, facilidad y
dificultad [del proceso]: la transmutación es más rápida para aquellos
[elementos] que concuerdan [en alguna cualidad] que para aquellos que
no concuerdan; ya que resulta más fácil cambiar una sola cualidad que
varias" (Gen. corr., 331 a 22).12
12
o
(línea 24), dice Aristóteles; y este poseer
"symbola" significa propiamente poseer una cualidad en común (un factor común, más bien que
"facteurs complémentaires", como traduce Tricot [3]) mostrando "convenientiam in aliqua
qualitate", según acertadamente lo dice S. Tomas, In II De generatione et corruptione, lectio 4, n.
210 (ed. Marietti). Mauro [1], t. III, p. 454, no está acertado cuando explica: "Elementa, quae in
una qualitate conveniunt, dicuntur symbola", pues no son los elementos los así denominados sino
398 Juan Enrique Bolzan
Esta concurrencia de elementos según una cualidad que les es común
permite establecer un verdadero "ciclo de transformación" (Fig. 1). Pero si se
trata de elementos que no comparten ninguna de sus cualidades características,
la dificultad de transformación es mayor. Por ejemplo:
"Si se trata de la transformación de agua en fuego, es necesario que se
destruyan previamente frío y húmedo" (Gen. corr., 331 b 7).
En este último caso estamos en transformaciones que se producen según una
diagonal (Fig. 2) exigiendo condiciones más drásticas de operación. Pero aún
subsiste otra posibilidad, que hoy denominaríamos "reacción por doble
descomposición":
"Si se corrompe una [cualidad] de cada uno de dos elementos, la
transformación, si bien es más fácil, no va del uno al otro: a partir del
fuego y del agua resultarán tierra y aire; a partir del aire y de la tierra, lo
harán fuego y agua. Resultará aire cuando se hayan corrompido frío del
agua y seco del aire, puesto que quedan caliente del aire y húmedo del
agua; mas cuando se corrompen caliente del fuego y húmedo agua,
resultará tierra gracias a la permanencia de seco del fuego y frío del agua"
(Gen. corr., 331 b 12).
las cualidades que resultan, en un caso dado, ser comunes a dos elementos: "qualitates symbola
vocamus eas, in quibus duo elementa in se conveniunt", según Toledo, L. 11, c. 3, q. 7.
EXCURSUS 13: La combinación química 399
Se trata también de una "Transformación en diagonal", que puede
simbolizarse, por analogía con la química actual, de este modo:
y cuya "dificultad" estaría situada entre la de los dos casos anteriores.
Recurriendo a la experiencia se confirma la teoría:
"La percepción sensible confirma el modo [dicho] de generación del
fuego: la llama es fuego por excelencia, pero es también humo ardiente
[] y este humo está constituido por tierra y aire"
(Gen. corr., 331 b 25).
El ejemplo, materialmente considerado, deja hoy tanto que desear como la
teoría de la cual proviene; pero formalmente indica, en primer lugar, que
Aristóteles siempre tiene presente la necesidad de fundamentar empíricamente
—hasta donde le es posible— sus teorías; y, en segundo término, que
"elemento" sigue siendo un concepto subyacente a cualquier cuerpo realmente
existente y más o menos simple: la llama, que es "máximamente fuego", sólo
surge gracias a un complejo proceso de combustión o combinación de
combustible (terroso) y aire. El combustible (e. g. un leño) aporta la sequedad, y
el aire, la calidez; se pierde la frigidez de la tierra y la humedad del aire para dar
lugar al fuego (caliente y seco) manifestado en la llama, y éste se materializa
cual "humo ardiente".13 Pero existen, además, combinaciones imposibles:
"Cuando se trata de [elementos] consecutivos, es imposible que de la
corrupción de una de ambas [cualidades] de cada uno de ellos, resulte un
cambio hacia algún cuerpo, puesto que restarían siempre en ambos
[cualidades] idénticas o contrarias. Ningún cuerpo puede surgir a partir de
ninguna de aquellas" (Gen corr., 331 b 26).
Sigue en pie la exigencia fundamental de la armonía de cualidades activas y
pasivas en un mismo elemento: no puede existir un elemento que sea sólo
"caliente", ni tampoco "seco-húmedo",
"tal como seria el caso si se corrompieran lo seco del fuego y lo húmedo
del aire, pues quedaría sólo lo caliente de ambos. Por otra parte, si
13
"La [exhalación] que proviene de la humedad que se halla en y sobre la tierra [debida al agua
y al aire] es vapor [], mientras que la de la tierra misma —siendo ésta seca— se asemeja
al humo []" (Meteor.,341 b 9); "La [exhalación] fumosa está compuesta de aire y de
tierra" (De sensu, 443 a 27). Hemos estudiado el caso de las exhalaciones en cuanto aplicadas al
origen de metales y minerales en nuestro Excursus 7.
400 Juan Enrique Bolzan
desapareciera lo caliente de uno y otro, restarían los contrarios: seco y
húmedo" (Gen corr., 331 b 30).
Observando la secuencia de la Fig. 1 se hace claro lo que sostiene
Aristóteles: en el ciclo de transformaciones no se puede pasar desde un
elemento al subsiguiente por eliminación de una sola de las cualidades per-
tenecientes a cada uno de ellos. En resumen:
"Se sigue evidentemente que cuando uno [de los elementos consecutivos]
se transforma en otro, la generación resulta de la corrupción de una sola
[cualidad]; si, por el contrario, dos [de esos elementos] se transforman en
un tercero, la generación se logra [por corrupción] de varias [cualidades]"
(Gen. corr., 331 b 35).
Queda de este modo explicado
"que todos [los elementos] derivan de uno cualesquiera de ellos, así como
el modo en que se produce la conversión recíproca" (Gen. corr., 331 b
36).
Será oportuno aquí reparar en que este "ciclo de transformación" viene a
constituir el más antiguo enunciado del moderno "Principio de conservación de
la materia".
Con todo esto podemos ahora afrontar el clásico paso del L. II, cap. 7, para
determinar el modo en que según Aristóteles se generan las substancias
complejas homogéneas (homeómeros) a partir de los cuatro elementos. En
primer lugar:
"Las teorías que señalan, por una parte, que existe algo de común a todos
los elementos y que, por otra, admiten sus recíprocas transformaciones,
han menester, si aceptan una de las partes, hacerlo también con la otra"
(Gen corr., 334 a 16).
Teoría que es, precisamente, la que el mismo Aristóteles ha venido
exponiendo en los capítulos anteriores (cap. 4 y 5) de esta misma obra: si los
elementos tienen un substrato común, pueden transformarse recíprocamente; si
los elementos se transforman recíprocamente, deben poseer un substrato común.
La opinión en contrario de Empédocles, según la cual no existe generación de
los elementos entre sí ni tomados individualmente sino que, en todo caso, puede
un elemento ser extraído de otro
"cual ladrillos de un muro, se enfrenta a una paradoja: ¿cómo es posible
que de la pluralidad de elementos provengan la carne, los huesos, y otra
[substancia] cualquiera?" (Gen. corr., 334 a 19).
Problema que es tal también para quienes admiten la generación recíproca de
los elementos, porque
EXCURSUS 13: La combinación química 401
"¿de qué modo proceden de esos elementos toda otra cosa diferente de
ellos?" (Gen corr., 334 a 22).
Vale decir: ¿Cómo se explica la aparición no ya de un elemento a partir de
otro, sino el surgimiento de substancias complejas —los homeómeros— a partir,
precisamente, de los cuatro elementos? Recuérdese que se trata de substancias
homeómeras, no de un conjunto más o menos homogéneo de elementos y
logrado por simple adición, sino de una realidad subsistente, con su modo
peculiar de ser y de obrar. Admitida la teoría aristotélica se explica que
"el agua provenga del fuego, y éste de aquélla, puesto que el substrato es
común [a ambos]" (Gen. corr., 334 a 23).
Mas, ¿cómo explicar la procedencia de lo complejo, tales como la carne o la
médula (334 a 25)? No cabe aquí apelar al substrato relacionante ya que se trata
de un compuesto de elementos:
"Quienes sostienen la teoría de Empédocles deben concebir la
composición al modo de un muro constituido por ladrillos y piedras; y la
mezcla a que se refieren consistirá de los elementos, pero mantenidos
inalterados y sólo yuxtapuestos sus mínimos uno a uno" (Gen. corr., 334
a 26).
Pero esto equivale a admitir que no se trata aquí verdaderamente de
sino de simple mezcla (): los elementos subsistirán en acto en el
compuesto y éste no será ya una verdadera unidad per se sino un unum per
accidens; con lo cual
"no cualquier parte de carne daría origen al fuego y al agua [u otros
elementos]" (Gen. corr., 334 a 31).
Por el contrario, de una parte provendría el fuego y de otra parte, el agua,
contra la opinión de Aristóteles, para quien es la experiencia misma la que
indica que todo mixto o combinación es y, por consiguiente, los
elementos se generan a partir de cualesquiera de sus partes. Sigue un ejemplo:
"[aceptado lo anterior] se sigue que si bien de tal parte de un trozo de cera
podría surgir una esfera, y de tal otro una pirámide, [no] sería posible que
cualesquiera de ambas figuras proviniera [indiferentemente] de cualquier
parte" (Gen. corr., 334 a 32).
Pero en realidad acontece así. No obstante cuanto se ha dicho, no toda la
dificultad está del lado de Empédocles y de sus partidarios:
"Aun para quienes postulan una materia única de los mismos [elementos]
existe una cierta dificultad en explicar cómo puede provenir algo de la
suma de dos elementos: de lo frío y de lo caliente; o del fuego y de la
tierra, por ejemplo" (Gen. corr., 334 b 2).
402 Juan Enrique Bolzan
Esto comporta para Aristóteles un verdadero autodesafío, pues él mismo ha
sostenido que los elementos se transforman unos en otros, precisamente porque
existe
"cierta materia [común] […] de la cual provienen los denominados
elementos"(Gen. corr., 329 a 25);
materia que
"debemos considerarla como primer principio, que no existe se-
paradamente y subyace a los contrarios" (Gen. corr., 329 a 29).
En estas condiciones,
"si la carne consiste de ambos y no es ninguno de ellos ni se trata de una
composición en la cual [los elementos] permanezcan inalterados, ¿qué
otra alternativa queda sino identificar la resultante de ambos elementos
con sus materias, puesto que la corrupción de uno de ellos producirá el
otro o bien la materia?" (Gen corr., 334 b 4).
Hasta aquí la teoría de los cuatro elementos había hecho aceptable: 1º) la
realidad del substrato o materia común de la tetrada; 2º) la consiguiente
posibilidad de la transformación recíproca de los elementos o de ellos en el
substrato. De tal modo no parece quedar salida alguna, porque si la carne no es
la suma de los elementos, esto significa que los elementos no permanecen como
tales en ella; si no permanecen así, han debido sufrir transformación; si la han
sufrido, sólo podrá quedar como resultado alguno de ellos. Pero hemos aceptado
que la carne es carne y no agua o fuego (o bien la materia común, pero es
absurdo admitir que esta tenga existencia separada). Ergo...
"La solución tal vez sería la siguiente: existen diferencias de grado en lo
cálido y en lo frío; cuando uno de ellos existe absolutamente en acto, el
otro lo hará en potencia. Mas cuando ni uno ni otro existe según la plena
totalidad de su ser sino que al combinarse destruyen mutuamente ambos
sus excesos, existiendo ahora un cálido que es [relativamente] frío, y un
frígido que es [relativamente] caliente, la resultante no será ni la materia
ni ninguno de ambos contrarios existiendo en acto puro, sino que existe
un intermedio []. Intermedio que siendo en potencia más
caliente que frío, o viceversa, poseerá un poder de calefacción doble o
triple que su poder de refrigeración; o alguna otra relación de la misma
especie" (Gen corr., 334 b 8).
La solución es ingeniosa e importante: siendo las cualidades primarias de los
elementos capaces de admitir intensión y remisión —de admitir el más y el
menos— puesto que la experiencia muestra que los cuerpos son susceptibles de
ser más o menos cálidos, o secos, etc., se sigue que es posible no sólo la directa
transmutación de un elemento en otro por corrupción y generación (en cuyo
caso siempre se daría en acto pleno uno de los pares de cualidades primarias)
EXCURSUS 13: La combinación química 403
sino también una existencia como intermedia de esos pares,14 de aquellos
elementos; los cuales existirán ahora no en acto pleno sino virtualmente o en
potencia próxima al acto.
He aquí nuevamente a Aristóteles respetuoso de la experiencia y a tal grado
que ya su "cualitativismo" (sobre el cual tanto se exagera) no desdeña de la
expresión cuantitativa, aun cuando parezca rudimentaria su aplicación. Con los
datos que hasta aquí poseemos bien pueden trasladarse esas expresiones
verbales de Aristóteles a un lenguaje simbólico más acorde con la química
actual, como lo dice Joachim15 hablando de "Quaternary compounds" y de
formulaciones en base a subíndices que expresan, a su modo, el cuantitativismo
esbozado por Aristóteles. De este modo un complejo homeómero como la carne
—para seguir el ejemplo que propone Joachim— podría quedar representado
simbólicamente: T6Ag4Ai3F2, así como hoy se expresa el agua: H20.
Es decir que contra lo que sostiene Ogle,16 no sólo ha sabido distinguir
Aristóteles entre mezcla y combinación (y esto lo concede Ogle) sino que
también defendió una especie de "Ley de las proporciones definidas" (lo cual
niega Ogle), un ,17 como es claro aun cuando más no sea
que por la negativa al afirmar que una mera yuxtaposición de átomos
"será una mezcla mas no una combinación; y el todo y sus partes no
presentarán la misma proporción [que sus componentes][...][en una
combinación], cualesquiera de sus partes ha de ser de la misma natura
[que el todo], tal como toda parte de agua es agua" (Gen corr., 328 a 8).
Pues el producto de una combinación es una substancia específica: de aquí
que —tal cual lo repetirá Dalton siglos después—18 toda parte separada del agua
sea agua. En otro texto insiste:
"La proporción en que se combinan los elementos [] no
es la misma en el caso de la carne que en el caso de los huesos" (De
anima, 408 a 14).
14
Para un desarrollo en general de este "término medio", cfr. Tracy.
15
Joachim [2], p. 75 y p. 76, nota 4.
16
Ogle, nota a 646 a 18: "But thought A. thus distinguished chemical combination from
mechanical mixture, he had no notion of preferential affinities, nor, of course, of combination in
definite proportions. The elementary bodies combined with each other with perfect indifference
and in any chance proportions. There was thus no such thing as definite composition, and
consequently no such thing as definite properties, in substances".
17
Aristóteles, De anima, 408 a 14.
18
Dalton, vol. 1, p. 143: "Therefore we may conclude that the ultimate particles of all
homogeneous bodies are perfectly alike in weight, figure, etc. In other words, every particle of
water is like every other particle of water...".
404 Juan Enrique Bolzan
Vale decir que:
"Todo compuesto consiste no de los [cuatro] elementos arbitrariamente
dispuestos, sino ordenados según proporción y composición" (De anima,
410 a 1).
Todo lo cual no resulta sino de la aplicación a este caso concreto de lo que
podríamos denominar "Principio de armonía ontológica", según el cual
"Ser significa, precisamente, estar dispuesto de tal modo; y ser hielo,
estar condensado de tal manera" (Met., 1042 b 25).
Para Aristóteles los cuerpos compuestos y resultantes de una combinación de
elementos —asimilados éstos ahora a sus cualidades primaria— acaban siendo
substancias con un modo de ser intermedio entre los cuatro extremos que
indican aquellas cualidades pertenecientes primera y propiamente a los
elementos:
"Los [homeómeros] restantes provienen de los contrarios o [mejor] de los
elementos [en tanto que estos se combinan]; mientras que los elementos
lo harán de los contrarios [en cuanto esos elementos] existen en potencia
[en un sentido especial]: no como existe la materia sino en el sentido ya
indicado" (Gen. corr., 334 b 17).
Equivale esto a decir que mientras la combinación proviene de los elementos
como de su materia propia, los elementos lo pueden hacer a partir del mixto
sólo por resolución de éste y en tanto se actualizan sus respectivos estados
virtuales bajo los cuales subyacen dichos elementos en el compuesto, "no como
existe la materia" —en pura potencia y a la cual no le caben cualidades— sino
en dicho estado intermedio y como atemperados en sus dinamismos.
En resumen:
"Los contrarios padecen del modo ya dicho en la primera parte de este
trabajo; y así lo cálido en acto es frío en potencia, y lo frío en acto es
cálido en potencia; y se transforman uno en otro excepto que sean iguales
[en energía]. Lo mismo vale para los demás contrarios [e.g. húmedo-
seco]".
"Así se transforman, primero, los elementos; y a partir de éstos [se
generan] la carne, los huesos y semejantes, haciéndose frío lo cálido y
cálido lo frío, por reducción a un término medio que no es ni lo uno ni lo
otro absolutamente" (Gen. corr., 334 b 20).
El "modo ya dicho" ha sido expuesto por Aristóteles en L. I, cap.7-8: toda
transformación se explica a través del acto y de la potencia, ya se trate de la
prevalencia de uno de los contrarios sobre el otro y haciéndose así dominante
(cfr. 328 b 28), ya se trate de la armonía entre ellos mismos para dar lugar a la
aparición de un homeómero estable: el "término medio ";
EXCURSUS 13: La combinación química 405
"pero este término medio no es único, y no es indivisible" (Gen. corr.,
334 b 28).
Quiere esto decir que ese término medio puede admitir una gran escala de
valores intermedios según sean los resultados de un cálculo de combinaciones a
partir de una variada relación entre los cuatro elementos, por un lado; y por otro,
de esos elementos en cuanto afectados por muy diversos grados de frío-caliente-
seco-húmedo (cfr. 334 b 8). De aquí que resulte explicable la gran diversidad de
substancias, homeómeras y anhomeómeras; así como también de cuerpos
complejos, cuales son los vivientes, a través de lo que podríamos denominar —
en pos del mismo Aristóteles— la "Escala de grados de composición":
"Aceptado que existen tres grados de composición, aparece, en primer
término, el que corresponde a la combinación de los denominados
elementos: tierra, agua, aire y fuego, y que tal vez sea mejor llamar
combinación de las fuerzas [elementales] no ciertamente de todas sino de
las ya dichas. Efectivamente: húmedo, seco, caliente y frío constituyen la
materia de los cuerpos compuestos, derivando de ellos las demás
diferencias, por ejemplo: pesantez, ligereza […].
El segundo grado de composición de esos elementos primeros da lugar a
las partes homeómeras de los seres vivientes: hueso, carne, y demás
tejidos semejantes. El tercero y último grado, numéricamente dicho, es la
constitución de las partes anhomeómeras: rostro, manos y análogos" (De
part. animal., 646 a 13).
En definitiva, todo cuerpo homogéneo significa, como resultado de una
combinación, una suerte de aurea mediocritas, de justo punto de equilibrio entre
los elementos o, mejor aún, entre las fuerzas elementales, debidamente
proporcionadas.
Para completar esta exposición estimamos necesario defender un poco
nuestra traducción del texto de 334 b 28. El texto griego dice:
""
Los traductores, en general, están de acuerdo en hacer del : "de gran
extensión";19 sin embargo Joachim acepta en su comentario que se trata aquí
más bien de entenderlo como algo vario y múltiple,20 tal cual lo traduce a la
letra Mugler21 y acepta Tracy22 no obstante dar su propia traducción; y aún lo
19 "
of considerable extent", Joachim [3]; de grande étendue", Tricot [3]; "... has considerable
extention", Foster.
20
Joachim [1], p. 244: "The mean is a «strecht» or a «scale», not «punctual» or a «point»";
aceptando que el o "is capable of fluctuations within certain defined limits".
21
Mugler [2]: "... mais ce millieu est multiple".
406 Juan Enrique Bolzan
hace Seeck, indirectamente, pues no cita expresamente el paso.23 Quienes más
se aproximan a nuestra interpretación son Verdenius-Waszink,24 pues si bien
dicen: "It is a mean strecht that the dry and the moist, etc., produce flesh and
bone", defienden que debe considerarse al término medio más bien "in a local
sense" —con lo cual no estamos de acuerdo— tomando motivo de la línea
27: ("by reduction to a mean term"),
armonizando así con corrección sintáctica el de la línea 28.25
Un detalle final: aun cuando resulta sin dudas muy duro decir en español: "y
es no indivisible", hemos respetado la literalidad del texto griego para enfatizar
el sentido secundario que creemos da Aristóteles a esta línea aclaratoria;
pudiendo decirse, en paráfrasis también aclaratoria: "...pero este término medio
no es único ni tampoco [obviamente] indivisible", puesto que se trata de una
substancia corpórea.
El atomismo aristotélico
Tan se está acostumbrado asociar a Demócrito con el atomismo que bien
puede llamar la atención el título de este apartado. Y sin embargo nada difícil
resulta justificarlo a poco que se lean con cuidado ciertos textos aristotélicos,
precisamente aquellos en los cuales se refiere el Estagirita a la teoría de las
"semillas" según Anaxágoras, de acuerdo con la cual todo se compone de
, infinitas según el número y la especie,26 existiendo todas las
especies posibles en cada una de las cosas,27 sin que nunca pueda llegarse a un
22
Tracy, p. 172-173: "This mean is not the same for all compounds but is of considerable
extent".
23
Seeck, vid. especialmente p. 54 ss.
24
Verdenius - Waszink, p. 65. El "local sense" lo sustentan remitiendo, por ej., a Cat., 14 a 3-4,
y De anima, 424 a 4. Podemos agregar a estos textos Eth. Nicom., 1106 a 26: "En todo cuanto es
continuo y divisible, puede distinguirse lo mayor, lo menor y lo igual; sea en la cosa misma, sea
con relación a nosotros. Siendo lo igual un medio entre exceso y defecto. Entiendo por medio en
la cosa aquello que se sitúa a igual distancia de ambos extremos". Pero opinamos que no se aplica
aquí con justeza pues se trata de un sentido más bien cualitativo.
25
Para Alejandro [2], "... llega a formarse un único cuerpo, no sólo según el sustrato sino
también con respecto a la cualidad; el cual no es en acto cuerpo alguno de los que se han
combinado, sino un cierto todo en potencia, tanto porque carece de la conservación actual de los
cuerpos en él combinados cuanto porque éstos han sido anulados en la acción-pasión, por la
virtud de cada uno".
26
Diels-Kranz, Frag. 4.
27
Frag. 6.
EXCURSUS 13: La combinación química 407
estadio final en la división de los cuerpos: la "materia" ha de ser infinitamente
divisible porque de otro modo habría que admitir que el simple proceso de
partición conduciría a la aniquilación del ser.28 Situación que criticará
Aristóteles distinguiendo, en primer término, entre divisibilidad matemática y
divisibilidad física; sólo en cuanto extenso es el continuo divisible al infinito29
pues
"toda magnitud es divisible en magnitudes" (Phys., 232 a 23);
porque en tanto haya extensión, en cualesquiera de los estadios en que se
detenga el proceso de división, será siempre admisible posterior partición, al
menos en cuanto posible. Mas en tanto se trate de un cuerpo específico, que no
sólo comporta cantidad sino que es una cantidad de determinada substancia, las
cosas cambian fundamentalmente: aquí debe admitirse ya necesariamente punto
o puntos de detención en aquella monótona secuencia separante. Ha de
aceptarse que existiendo naturas —es decir, substancias en tanto que activas—
ha de existir la cantidad concomitante, pues que el cuerpo natural es siempre
una cantidad de substancia; cantidad que habrá de tener un valor mínimo
compatible con ser el ser de tal o cual natura o especie, pues la cantidad es el
accidente primero y específico del ser material y, por consiguiente, el accidente
necesario y generalísimo de aquel ser ya dentro del orden físico.
Esta necesidad de admitir una cantidad mínima de substancia la
ejemplificará Aristóteles con una experiencia ideal, dirigida precisamente contra
la teoría de Anaxágoras según la cual todo está en todo y de cualquier cosa
podría extraerse otro cualquiera por simple separación.30 Si es esto cierto,
"extráigase carne a partir del agua, repitiendo el proceso de separación
sobre los sucesivos restos: ocurrirá entonces que aun cuando la cantidad
separada disminuya constantemente, no caerá por debajo de cierta
magnitud. Por consiguiente, si el proceso tiene un fin, no todo estará en
todo, porque entonces no habrá ya carne remanente en el agua Mas si no
se llega a un fin, siendo posible siempre una posterior extracción, existirá
una multitud infinita de partículas finitas iguales en una cantidad finita, lo
cual es imposible. Más aún: puesto que todo cuerpo ha de ver disminuido
su tamaño cuando se le quita algo, estando la carne definida tanto en
grandor cuanto en pequeñez, es claro que nada podrá separarse de la
cantidad mínima de carne ya que la carne restante sería entonces menor
que el mínimo de carne" (Phys., 187 b 27-188 a 1).
28
Frag. 3.
29
Phys., 185 b 10.
30
Frag. 6 y 11.
408 Juan Enrique Bolzan
Texto del cual surgen inmediatamente tres importantes consecuencias: a) No
se da división al infinito de un ser substancial en cuanto tal; b) toda división real
de tal ser debe acabar en "partículas finitas iguales"; c) tales partículas son los
minima naturalia —como los denominó posteriormente la tradición latina— de
la substancia y que se definen como la mínima cantidad de una substancia que
es aún tal substancia; concepto que coincide adecuadamente con los actuales de
átomo y molécula.
Sin duda alguna que no es Aristóteles demasiado explícito en su atomismo
naturalista, ni se ocupó ya casi del desarrollo de esta idea fundamental; y tal vez
precisamente por esa su fundamentalidad que la hacía tan obvia como para
excusar aclaraciones de poca o ninguna monta y cabida dentro del marco de sus
intereses filosófico-naturales, como resulta claro a poco que se lean sus tratados
naturales, donde ninguno de los problemas que allí trata exige una paladina
recurrencia a los "mínimos". No obstante, en IV Meteor., verdadero tratado de
química práctica, hará algunas referencias que pueden considerarse bastante
claras respecto al tamaño relativo de ciertos mínimos; así, al referirse al proceso
de solidificación de ciertos materiales por sucesivos calentamiento y
enfriamiento, sostiene que en tales condiciones
"el enfriamiento hace tan compactos a esos cuerpos que no puede
penetrar ya ni la humedad" (Meteor., 384 b 9);
y en el caso de la arcilla de alfarería, que sólo se compone de tierra,
"el agua no puede penetrar a través de sus poros, los cuales sólo dejan
escapar el vapor [durante la cocción]" (Meteor., 384 a 20).
Material sobre el cual insistirá como ejemplo de una conclusión general:
"Los cuerpos [que solidifican] por ausencia de humedad, funden por el
agua, a menos que su estructura sea tal que resulten sus poros demasiado
pequeños como para dejar penetrar las partículas de agua, tal como ocurre
con la arcilla" (Meteor., 385 a 28).
Análogamente con el fuego:
"Son combustibles aquellas cosas cuyos poros son tales que permiten
pasar el fuego" (Meteor., 387 a 20).31
Sea como fuere en el detalle y dejando de lado ahora todo desarrollo
histórico posterior,32 esta idea aristotélica, tras ser metafísicamente
incontrovertible, está en pleno acuerdo con la experiencia tanto vulgar cuanto
31
Cfr. un curioso caso de poros y asado de carnes en 381 b. Otros ejemplos de uso de "poros"
para explicar comportamiento de los cuerpos en 386 a 15; 386 b 2; 387 a 2; etc. Doctrina esta de
los poros que es discutida entre los eruditos y que aparece bien resumida por Lee, p. XVII; lo
cual no quiere decir que estemos siempre de acuerdo con sus opiniones.
32
Podrá consultarse al caso: Van Melsen, y Maier [3].
EXCURSUS 13: La combinación química 409
científica: sus mínimos naturales poseen todas las muy pocas ventajas de los
átomos de Demócrito sin sus defectos y además están concordes con la línea de
razonamiento que, precisamente ahora, cuando se ha mostrado desde la ciencia
de la materia y muy claramente la insuficiencia de toda imagen mecanicista de
la realidad, adopta la atomística actual, la cual habiendo pasado desde el átomo
de Dalton al modelo de Rutherford-Bohr, y desde éste al cuasi-esquema de los
orbitales y, finalmente, al concepto de átomo como un ente que se comporta
según determinadas ecuaciones matemáticas, ha mudado desde un "modelo" a
la expresión matemática de un comportamiento, de una natura. El átomo actual
resulta así una cantidad mínima de cierta especie, una natura cuanta, un mínimo
natural, si no queremos seguir soslayando ya una concordancia que se está
imponiendo hasta en la nomenclatura.
La rigidez improductiva del atomismo democríteo brota de su carácter
fundamentalmente apriorístico e impuesto a la naturaleza como consecuencia de
una previa posición metafísica, parmenídea en esencia; por el contrario, el
atomismo naturalista de Aristóteles—atomismo relativo pues sus átomos son
tales sólo en cuanto substancias— mantiene aún hoy su valor precisamente por
la flexibilidad que le otorga tener en cuenta no sólo las exigencias filosóficas
pertinentes sino también las condiciones experimentales decisivas; de aquí que
no temamos hablar de atomismo pero agregando inmediatamente nuestro
epíteto de "naturalista" y donde se admite multiplicidad tanto numérica cuanto
específica de los tales mínimos, pero estando regulado el número en ambos
casos por lo que diga la experiencia, sin imposiciones previas.
De aquí también —consecuencia que no explicitaremos por ahora— que la
teoría atómica de Dalton y la nuestra actual sea no ya democrítea sino
fundamentalmente aristotélica.
*
Acabamos así este resumen de la química aristotélica, de la que podríamos
denominar "química teórica"; de propósito dejamos de lado la "química
práctica" y de la cual trata ampliamente Aristóteles en su ya mencionado
Meteor. IV, pues por depender en sus muchos detalles de los conocimientos y
aun de la nomenclatura de su época —nada fácil ésta de definir— exigiría de
por sí otro más amplio trabajo. Nuestro intento ha sido simplemente llamar la
atención sobre un tema casi desconocido en la historia de la química por su
dificultad misma, exigente a doble extremo —filosofía aristotélica y química—
y que tal vez explique cómo es posible pueda decirse todavía hoy que
"Aristotle's chemistry, like Socrates' books, does not exist".33 Y tema a cuyo
33
Cfr. Horne; breve trabajo que conteniendo casi tantos errores cuanto párrafos, constituye
paradigma de la dificultad de extractar o buscar ideas en Aristóteles sin conocer su filosofía.
410 Juan Enrique Bolzan
valor intrínseco de tan actuales ideas ya en el siglo IV a.C. ha de agregarse el
panorama que queda abierto con respecto a las vicisitudes de esta físico-química
aristotélica a través de los siglos que van desde Teofrasto y Estratón de
Lampsaco hasta el renacimiento mecanicista del siglo XVII, por lo menos. No
resulta aventurado decir que de haberse mantenido hasta entonces y
correctamente esas ideas aristotélicas, muy otro y más fructífero habría sido el
desarrollo de la físico-química y de toda ciencia de la materia, pues en tal caso
el mecanicismo, que es buena muleta pero magra pierna, se hubiera mantenido
en su apta condición de andamiaje circunstancial mas no como estructura
fundamental de la naturaleza, tal cual lo fue para la ciencia hasta bien entrado
nuestro mismo siglo.
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