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les y escolares de los visitantes del museo, informaciones estadís- PRIMERA PARTE

ticas muy precisas y elaboradas segÚn categorías idénticas sobre la


estructura de las diferentes poblaciones principales (según el sexo, LAS CONDICIONES SOCIALES
la edad, las clases sociales y los niveles de instrucción), sobre los
DE LA PRÁCTICA CULTURAL
flujos de turistas y visitantes en los diferentes museos, así como so-
\ bre el nÚmero y la calidad de las obras expuestas en cada uno de
, los museos, etc. Dado que era prácticamente imposible obtener to-
das estas informaciones en todos los países estudiados y que las
informaciones obtenidas no siempre eran directamente compara-
bles a causa de las divergencias entre los sistemas de clasificación
empleados por los diferentes países, la comparación propiamente
estructural que pudo llevarse a cabo presenta muchas incertidum- «Quienes cultivan las ciencias exactas, cuya independencia y
bres. Si las conclusiones prudentes y con frecuencia más negativas generalidad son por otra parte tan adecuadas para ampliar la men-
que positivas que se desprenden de estos análisis se exponen al ries- te y elevarla por encima de la esfera común, no han rendido a la
go de decepcionar a quienes desearían recibir respuestas simples y filosofía racional todos los servicios que tenía derecho a esperar y
tajantes a preguntas como la de la eficacia relativa de las políticas exigir de ellas. Ocupándose, con su método claro, preciso y feha-
culturales elaboradas por regímenes políticos diferentes, por lo me- ciente, de algunas cuestiones delicadas que ni siquiera se atrevie-
nos el método propuesto tiene el mérito de hacer posible, a partir ron a abordar (...), habrían ahorrado muchas disputas, resuelto di-
del momento en que las informaciones lo permitan, una compara- ficultades muy serias y destruido prejuicios muy antiguos y
ción rigurosa y, sobre todo, poner en guardia contra las compa- arraig~dos; y dos o tres páginas de análisis o, si se prefiere inclu-
raciones imprudentes y desconsideradas que, cuando no se apo- so, una simple fórmula expresada en dos líneas, habrían demos-
yan sobre cifras fantasiosas, siguen siendo ficticias y falaces, porque trado rigurosamente, con esa evidencia que no admite ningún gé-
suponen la puesta entre paréntesis del verdadero objeto de la com- nero de dudas, y que todas las sutilezas y los escrúpulos de los
paración, es decir, de los sistemas de relaciones en los que están sofistas intentarían en vano debilitar, verdades que los filósofos tam-
comprendidos los hechos comparados. bién han descubierto, pero con el auxilio de instrumentos menos
perfeccionados.»

NAIGEON, Encyclopédie méthodique, t. III


Si el análisis de las relaciones empíricamente comprobadas en-
tre la frecuentación de los museos y diferentes características econó-
micas, sociales y escolares de los visitantes, debe permitir la com-
prensión del conjunto de los factores que determinan o favorecen la
frecuentación de los museos, el establecimiento de la importancia re-
lativa de cada uno de ellos y la estructura de las relaciones que los
vinculan (plimera palte), sólo se puede explicar la eficacia de estos
factores explicativos mediante la aprehensión de la génesis y la es-
tructura de la disposición hacia las obras culturales que se expresa
en la frecuentación de los museos (segunda parte). Finitlmente, es
in1portante someter a la prueba de la generalización el sistema de
causas y razones que permite explicar y comprender la frecuentación
del museo, examinando las condiciones más generales de la recep-
ción adecuada de una obra de cultura distinguida, ya se trate de una
obra de teatro, una novela, un concielto o un cuadro (tercera parte).
En proporción directa con el aumento del nivel de instrucción,
la frecuentación de los museos es casi exclusivamente cosa de las
clases cultas,1 La proporción correspondiente a las diferentes cate-

1. Al haberse verificado todas las leyes establecidas a propósito del pÚblico de los
museos de aIte franceses mediante las encuestas sobre los otros países europeos, cualquier
proposiciÓn que avancemos sin mayor precisiÓn, o ilustrada con el solo ejemplo francés,
podrá considerarse como válida para el conjunto ele los países estudiados. Para evitar las
acumulaciones fastidiosas de cifras, sólo se retuvieron, en el caso de los orros países euro-
peos, las ilustraciones paIticularmente sig,nificativas (en el Apéndice 5, se podrán encontrar
los principales datos estadísticos concernientes a los museos europeos).

39
gorías socio profesionales en el público de los museos franceses se
encuentra casi en razón inversa a su proporción en la población
quienes cursaron varios años de estu.dios secundarios sin obtener '
un diploma, En consecuencia, el nivel de instrucción medido por
1)
global. Puesto que sabemos que el visitante modal de los museos la titulación es tal vez menos significativo (al menos en materia de
franceses tiene el título de bachiller (el 55 % de los visitantes tie- prácticas y actitudes culturales) que el nivel cultural de aspiración:
ne, por lo menos, el bachillerato), no hay que extrañarse de que el visitante que se atribuye el nivel de bachillerato cuando sólo po-
la estructura del público distribuida según la categoría social se en- see el primer ciclo de secundaria o que abandonó sus estudios en
cuentre muy próxima de la estructura de la población de los estu- i primaria, ¿iría acaso al museo si no se atribuyera ese nivel cultural
diantes de las facultades francesas repartidos segÚn su origen so-
cial: el porcentaje correspondiente a los agricultores es del 1 % en
el pÚblico de los museos de arte franceses, el de los obreros del
l .que lo legitima para visitar los museos? Sabiendo que el visitante
modal de los museos es bachiller, ¿no existe acaso fundamento pa-
ra suponer que la pretensión al nivel de bachiller interviene para
4 %, el de los artesanos y comerciantes del 5 %, el de los emplea- suscitar entre los no bachilleres una «práctica de bachiller»?
dos y directivos medios del 23 % (entre los cuales el 5 % son maes- El público de los museos es relativamente joven en su con-
tros), y el de las clases superiores del 45 %, La distribución de los junto, porque la proporción de visitantes en edades comprendidas
visitantes según los niveles de instrucción es todavía más elocuente: entre los quince y los veinticuatro años es, en Francia, del 37 %
~ sólo el 9 % de los visitantes -tres cuartos de ellos estudiantes- contra el18 % en la población total, y esta sobrerrepre~entación se
\! carece de cualquier título, el 11 % ha acabado los estudios prima- encuentra particularmente subrayada en las clases populares y me-
~ rios (certificado de estudios primarios), el 17 % posee una titula- dias (el 13 % de los visitantes de las clases populares y medias de-
ción de enseñanza técnica o de primer ciclo de la enseñanza se- clara, además, haber descubierto el museo durante su adolescen-
cundaria (B,E,P,C.), el 31 % son bachilleres y el 24 % posee una cia en compañía de los amigos); la edad media de los visitantes se
titulación equivalente o superior a la licenciatura universitaria, Es incrementa progresivamente a medida en que nos elevamos en la
comprensible, entonces, que la proporción de visitantes que estu- jerarquía social, lo que parece indicar que el efecto de la acción
diaron latín (índice muy revelador de la pertenencia a un medio escolar es tanto más duradero cuanto más elevado sea el nivel es-
culto) alcance el 40 %, distribuidos respectivamente en el 4 %, el colar alcanzado, y, en consecuencia, cuanto más tiempo se haya
24 % Y el 75 % para las clases populares, las clases medias y las ejercido esta acción, cuanto mayor fuera la competencia de que
clases superiores, previamente disponen quienes la experimentaron, adquirida por
Si se comprueba que los visitantes de las clases medias se dis- el contacto precoz y directo con las obras (que es sabido que siem-
tinguen del conjunto de su categoría por un nivel de instrucción pre es más frecuente a medida que nos elevamos en la jerarquía
ligeramente más elevado, eso se debe, por una palte (como de- social), y cua?to más mantenga y prolongue su eficacia una at-
mostró la encuesta de verificación), a que se atribuyen en ocasio- mósfera cultural favorable, Habida cuenta, por una parte, de que
nes un nivel cultural superior al que indican sus titulaciones, ex- los escolares y estudiantes constituyen el 78 % de los visitantes
presando así, como a través de otras muchas conductas, su buena de entre quince y veinte años, mientras que, en las clases de edad
voluntad cultural, pero también se debe a que la titulación no es correspondientes, la proporción de sujetos escolarizados en la po-
siempre un indicador incuestionable del nivel cultural, dado que blación francesa es sólo del 24,5 %, y, por otra parte, de que la ta- \
omite determinados aprendizajes, por ejemplo, en el caso de los sa de frecuentación muestra una caída brutal (del 37 % al 16 %) 1
sujetos que completaron su formación de un modo autodidacta (y cuando nos alejamos de la franja de edad más fuertemente esco- \
que son particularmente numerosos entre las clases medias) o de larizada (de quince a veinticuatro años), para disminuir a conti-

40 41
nuación paulatinamente, y con tanta mayor rapidez, cuanto más
nos aproximamos a las categorías de mayor edad (el 15 %, ellO %,
! con titulación Bj y de profesión Ck, acuda a un museo de alte, Pe-
ro, al encontrarse las diferentes variables en covariación y al cons-
tituir un complejo que puede ser captado gracias a un número más
el 8 % Y el 4 % para las franjas, respectivamente, de treinta y tres
restringido de ellas, nos hallamos a.nte el problema clásico de la
a cuarenta y cuatro años, de cuarenta y cinco a cincuenta y cuatro
colinealidad, Sin embargo, si P (Ai, Bj) = P (Aí, Bj, Ck), o dicho de
años, de cincuenta y cinco a sesenta y cuatro años y de sesenta y
otra forma, si se conoce la edad y el nivel de instrucción, el cono-
cinco años en adelante), podemos preguntarnos si la relación que
cimiento de la profesión no aporta información suplementaria, y
vincula la edad y la frecuentación no traduce simplemente el efec-
tal criterio puede considerarse independiente de la frecuentación
to de la educación, Las relaciones entre la frecuentación y la cate-
(sin que sea verdadera la recíproca, porque el conocimiento de la
goría socioprofesional o la residencia ponen sobre la mesa, efecti-
sola profesión, ligada al nivel de instrucción, aporta una informa-
vamente, la misma pregunta, de tal modo que es necesario ción sobre la frecuentación) y podemos concluir que la profesión
determinar mediante técnicas distintas la influencia respectiva de no ejerce una influencia específica, ya que la relación que la une
los diferentes criterios que, a primera vista, aparentan encontrarse
ala frecuentación no es más que una expresión diferente de la re-
igualmente unidos a la frecuentación, lación entre el nivel de instrucción y la frecuentación,
La bÚsqueda de una explicación exige, por tanto, que se sus-
tituyan las tasas de representación de las diferentes categorías de Las condiciones de la experimentación estadística imponen lí-
visitantes en el conjunto del público de los museos por la proba- mites a este método: al estar vinculados los diferentes Cliterios, al limi-
bilidad que presenta cada sujeto de entrar en un museo, en una tarse el tamaÚo de la muestra, es inevitable que algunas categorías
época determinada, segÚn las diferentes características que lo de- se vean poco representadas y que sólo una mínima cantidad de pro-
finen, Dado que la población potencial de un museo está mal deli- babilidades Pi, j, k, .., sea significativamente calculable, Si es fácil aislar
mitada o es ilimitada (al menos virtualmente), la evaluación de la e1 efecto de la edad~ del sexo, de la titulación o de la profesión, más
población total de las categorías, a las cuales debe remitirse la ma- difícil es captar la influencia simultánea de la titulación y la profe-
sa de visitantes de cada una de ellas, es necesariamente impre- sión, o de la titulación y el hábitat, porque estos criterios están muy
fuertemente vinculados,
cisa, pero tal imprecisión disminuye en la medida en que la uni-
dad espacial y temporal considerada sea mayor: si es absurdo
relacionar el número de visitantes del Museo de Lille con la pobla-
ción de Lille, es razonable, por el contrario, calcular la relación en-
tre el núméro anual de visitantes de cada categoría y la cantidad glo-
¡ De hecho (cuadro 1), una vez establecido el nivel de instruc-
.! ción, el conocimiento del sexo o de la categoría profesional sumi-
d nistran, por lo general, muy pocas informaciones suplementarias,
bal de esta categoría, o incluso entre el número total de habitantes Sin duda, la práctica de los profesores y especialistas en arte es, a
de un país que visitaron uno u otro de sus museos y la población igual nivel, netamente superior a la de las otras categorías socio-
global de ese país, lo que equivale a admitir que los movimientos profesionales; sin duda también, las mujeres de la clase superior
de turismo cultural entre los diferentes países se compensan apro- , acuden con más frecuencia a los museos que los hombres,2 Sin du-
ximadamente,
Puesto que cada visitante se define por un conjunto de crite- 2, El nÚmero de visitantes masculinos que contestaron al cuestionario es ligeramen-

rios (su edad, su titulación y su profesión, simbólicamente desig- te superior al de las visitantes de sexo femenino, sin duda porque, a causa del machismo
de las tradiciones familiares, el marido se considera estatutariamente, sobre todo en las cia-
nados por A, B, Y C), se pueden calcular las probabilidades P (Ai,
ses populares, como el más digno de em'itir un juicio en materia de estética culta, y las mu-
Bj y Ck), es decir, la probabilidad de que una persona de edad Ai,
43
Cuadro 1
da, para justificar la escasa representación de los agricultores (que
TASA DE FRECUENTACIÓN ANUAl SEGÚN lAS CATEGORÍAS*
tiene, en última instancia, significación estadística a causa de la po- (esperanza matemática de visita durante un año, en porcentajes)
ca importancia que reviste esta categoría de visitantes), hay que in-
vocar, además del alejamiento espacial, la influencia poco propi-
cia de la atmósfera cultural perteneciente al medio rural. Pero el
hecho de que los directivos superiores cuyo nivel de instrucción
(primaria o secundaria) es inferior al nivel modal de su categoría
tengan una tasa de práctica inferior a las otras categorías sociales,
nos inclina a concluir, también aquí, que la instrucción tiene una
influencia específica y determinante que no puede compensarse
únicamente por la pertenencia a las clases sociales más elevadas
ni por la influencia difusa de los grupos de referencia, Si los s-uje-
agricultores 0,2 0,4 20,4 0,5
tos clasificados en la categoría de los artesanos y comerciantes po- 1
obreros 0,3 1,3 21,3
seen, en todos los niveles, una tasa de frecuentación más elevada artesanos y comerciantes 1,9 2,8 30,7 59,4 4,9
que las otras categorías, es debido a que pertenecen, en gran me- empleados, directivos
dida, a una subcategoría completamente atípica, tanto por un ni- medios 2,8 19,9 73,6 9,8
vel de instrucción superior a la media de la categoría3 como por directivos superiores 2,0 12,3 64,4 77,6 43,3
opiniones más cercanas a las de las clases superiores que a las de profesores, especialistas
en arte (68,1) 153,7 (163,8) 151,5
las otras clases medias (en particular, sobre la aplicación de flechas
yel tipo de visitas preferido) [véase Ap, 2, cuadro 21:de hecho, el conjunto 1 2,3 24 70,1 80,1 6,2
15 % de ellos ejercen un oficio relacionado con la moda, el 8 %
son libreros o impresores, y el 36 % practican (casi todos en París) sexo masculino 1 2,3 24,4 64,5 65,1 6,1
un oficio relacionado con el arte (anticuario y decorador, ceramis- sexo femenino 1,1 2,3 23,2 87,9 122,8 6,3
ta, alfarero, bisutero y dibujante de paneles).
de 15 a 24 años 7,5 5,8 60 286 258 21,3
de 25 a 44 años 1 1,1 14,7 40,6 70,5 5,7
de 45 a 64 años 0,7 1,5 15,3 42,5 69,8 3,8
de 65 años en adelante 0,4 1,6 5,3 24,6 33,2 1,6

* Para los demás países, véase el apéndice 5,

jeres se abstuvieron con frecuencia a responder al cuestionario cuando lo hacía su marido


(-él sabe más que yo.). La exposición danesa de Lille es una excepción: si las mujeres en- Aunque los visitantes estén de acuerdo, en su gran mayoría,
tregan fácilmente a su marido el monopolio de los juicios .intelectuales», se entiende que,
como detentadoras estatutarias del ejercicio cotidiano del juicio ele gusto, dispensen con
al considerar que los precios de la entrada son muy baratos [véa-
más facilidad su opinión sobre las ohras que peItenecen al orden de los objetos familiares se Ap, 3, cuadro 3], podemos preguntarnos si la renta familiar
y la decoración doméstica, como los muebles y las cerámicas, no ejerce, a pesar de todo, una influencia específica sobre los rit-
3, El 41 % de ellos dice haber estudiado latín, frente tan sólo al 20,5 % de los direc-
mos de frecuentación, ya que el coste de una visita incluye otros
tivos medios y el 22 % de los maestros,

45
44
desembolsos, al menos tan importantes, como son los gastos del una primera ruptura alrededor de los veinticinco años- se expli-l'
transporte o los gastos que comporta toda salida familiar, y si un
ca obviamente por la influencia de la escuela, Entre todos los fac-\
impedimento financiero no sigue acaso actuando, incluso en la hi-
tores, el nivel de instrucciónes, efectivamente, el más determinante, )
pótesis de que las entradas sean gratuitas, Indudablemente, la dis-
Una persona con un nivel de estudios primarios tiene 2,3 proba-
tribución de la renta según la categoría socioprofesional de los vi-
bilidades sobre cien de acudir al museo a lo largo del año, lo que
sitantes coincide con la distribución de la renta de estas categorías
equivale a decir que será preciso aguardar cuarenta y seis años pa-
tal como se muestra en las estadísticas del I.N,S,E,E,[véase Ap, 3,
ra que se cumpla la esperanza matemática de verle entrar en el
cuadros 4 y 5], pero, a falta de poder calcular las tasas de frecuen-
museo:4 al margen de las visitas efectuadas bajo la influencia di-
tación en función, a la vez, de la renta y del nivel de instrucción (al
recta de la escuela, la mayoría de los individuos de esta categoría
no conocerse todavía la distribución de la renta de los franceses se-
nunca acudirá al museo, Al nivel del primer ciclo de secundaria,
gÚn su titulación), no era posible extraer una conclusión, En cual-
es necesario esperar alrededor de cinco años, pero, superada la
quier caso, nada sería más ingenuo que confiar en que la sola baja-
edad escolar, las visitasse efectuarán tan sólo cada seis o siete años,
da del precio de las entradas pudiera aumentar la frecuentación de
En cuanto a los bachilleres, el ritmo de visitas será de tres al año
las clases populares, Si la proporción de los sujetos que acuden al
durante el periodo escolar y de uno cada dos años a partir de en-
museo en domingo -y esto incluso en los casos en que la entra-
tonces, A niveles superiores, la tasa de visita es idéntica a lo que
da no sea gratuita ese día-, en familia, la mayoría de las veces pa-
era, para los niveles precedentes, la tasa en edad escolar, cosa com-
ra acompañar a los hijos, disminuye regularmente a medida en que
prensible porque la influencia de la escuela es comparable en to-
nos elevamos en la jerarquía social, se debe, ante todo, a que el ocio
dos, y luego el ritmo se estabiliza, en las edades post-universita-
de las clases populares se encuentra más estrechamente sometido
rias, alrededor de dos visitas cada tres años,
a los ritmos colectivos [véase Ap, 2, cuadro 16].
Dado que la titulación es un indicador muy burdo del nivel
En cuanto a la influencia específica del hábitat, no pudo ais-
cultural, se puede suponer que existen diferencias que distinguen
larse (salvo en los medios rurales) a causa de los lazos tan estre-
todavía a los visitantes de idéntico nivel escolar, según diferentes
chos que unen esta variable con la categoría socioprofesional y el
características secundarias, y de hecho, en un mismo nivel, quie-
nivel de instrucción, Todo parece indicar, en efecto, que las desi-
nes recibieron una formación clásica siempre están más repre-
gualdades culturales asociadas a la residencia están vinéuladas con
sentados entre el público de los museos que quienes no estu-
las desigualdades de nivel de instrucción y,de situación social. Si,
diaron latín, y presentan ritmos de práctica (declarados) más
al margen de los pequeños museos, a los que la guía verde sólo
intensos, Para evitar la atribución, como se hace a menudo, de
concede una estrella, los museos reciben casi exclusivamente visi-
una eficacia cultural misteriosa, sobre todo en este caso particu-
tantes que habitan en las ciudades universitarias, eso se debe a que
lar, a los estudios clásicos, es necesario evidentemente ver en ello
las oportunidades de residir en una gran ciudad aumentan a medi-
no un factor determinante, sino un índice de pertenencia a un
da en que uno se eleva en la jerarquía social, y también a que las
medio culto, ya que es sabido que la orientación hacia los estu-
pequeñas ciudades ofrecen pocas manifestaciones y estímulos cul-
dios más clásicos se vuelve paulatinamente más frecuente, en
turales,
El hecho de que las clases de edad más jóvenes se encuentren
representadas más acusadamente en los museos -la tasa de fre- 4, En efecto, decir que la tasa anual de visita es, para determinaela categoría estaelís-
cuentación se mantiene estable hasta los sesenta y cinco años, tras tica, igual al 10 'Yo, quiere decir que ser~n necesarios diez años como media para que un
indivieluo ele esta categoría entre en un museo,

46 47
igualdad de circunstancias por lo demás, a medida en que uno paración de la tasa teórica de primeras visitas al museo (calculada
se eleva en la jerarquía social. El tipo de estudios secundarios no i según la hipótesis de que cada categoría sería homogénea en re-
es, por supuesto, la única ni la más determinante de las caracte- I lación con los ritmos de práctica) y de la tasa de primeras visitas
rísticas secundarias que explican que, entre los individuos dotados efectivamente verificadas permite establecer que la tasa de prime-
de un nivel de instrucción determinado -por ejemplo, el nivel de ras visitas es tanto más elevada en una categoría determinada cuan-
bachillerato que puede considerarse como la condición necesaria to más baja sea la tasa de frecuentación de esta categoría, y vice-
pero no suficiente de la frecuentación asidua de los museos-, to- versa,
davía es posible distinguir diferentes grados de devoción cultural.
Es sabido que pueden comprobarse fuertes variaciones en las prác- Si se supone que la población es homogénea y se designa por
ticas culturales y las preferencias artísticas de individuos del mis- p la tasa de frecuentación media anual, el nÚmero de personas que
mo rango escolar o social según el nivel cultural de su familia de visitan por primera vez un museo entre la edad t y la edad t + dt vie-
origen (medida por el nivel de instrucción y por la profesión de ne dada por la expresión (1 - p)' - pdt y la proporción total de las
I

sus antepasados en las líneas paterna y materna), En razón de la "primeras visitas" se formula en una primera aproximación:
lentitud del proceso de aculturación, sobre todo en materia de 1
cultura artística, existen diferencias sutiles, ligadas a la antigüe-
P
I
= -
pT
J
o
T
(l - p)' - I pdt

dad del acceso a la cultura, que continúan diversificando a indi-


en la que T peltenece al orden de la amplitud del periodo de la vi-
viduos aparentemente iguales bajo el aspecto de su situación so- da durante el cual pueden ser efectuadas (digamos 50 o 60 años)
cial e incluso del nivel escolar. La nobleza cultural tiene también De ahí se sigue:
sus abolengos,
Para establecer si, al igual que la tasa de practicantes, la in-
tensidad en la práctica (medida por su frecuencia en el tiempo) se
incrementa a medida que el nivel de instrucción se eleva, hay que con q = 1 - p, Para p muy pequeño, se sigue:
averiguar si los practicantes tienen una práctica más intensa en tan-
PI = 1 _ Tp
to que representan una proporción más importante de su catego- 2
ría, o incluso si las diferentes categorías delimitadas según el gra-
do de instrucción son homogéneas por lo que se refiere a la (tendiendo PI hacia la unidad cuando p tiende hacia cero),
frecuencia de su práctica, Se puede considerar un elemento pro-
batorio el hecho de que las clases sociales más representadas en-
tre el público de los museos sean también las que declaran la más
intensa frecuentación anterior, yeso incluso en un país como Po- el que se encontraban, y, por otra parte, pedirles que citen el nombre de los tres Últimos
lonia, donde el público es más joven y menos competente en ma- museos que habían visitado (véanse cuestionarios [ y 11,preguntas T y X), Además, la en-
cuesta de verificación planteaba, bajo tres formas diferentes, la pregunta directa sobre el
teria de pintura que el público francés u holandés;5 además, la com- nÚmero de visitas anteriores a un museo, cualquiera que fuese, Pero la imprecisión del re-
cuerdo, paIticularrnente fue¡te en el caso de una actividad liberada de los ritmos sociales,
y la tendencia a sobrevalorar la práctica real ql1e se observa comÚnmente en cualquier en-
5, Para evitar poner en peligro el éxito de la encuesta principal al proponer pregun- cuesta sobre las prácticas culturales, tienden a amenazar la calidad de la información reco-
tas demasiado directas a propósito del número de visitas anteriores a un museo, se eligió, gida. El nÚmero declarado de museos visitados precedentemente se mostró, en el análisis,
por una pane, interrogar a los visitantes sobre el nÚmero de visitas anteriores al museo en como el mejor indicador del ritmo de la práctica (véase Ap, 2, cuadros 7 y 8).

48 49
rico y el resultado experimental es tal que la hipótesis de heteroge-
Al contrario, si p es suficientemente grande, PI se encuentra pró-
neidad puede ser rechazada,
ximo a cero, Observemos que basta que p se acerque al 20 % para
que PI se aproxime a la unidad, Se entiende que si la tasa de fre-
cuentación es muy baja, la proporción de primeras visitas será muy Podemos, pues, dar por establecido que las diferentes categorías
elevada y, al contrario, que si la tasa de frecuentación es importan- de visitantes distinguidos segÚn el grado de instrucción son homo-
te, la mayoría de los visitantes serán asiduos, En resumen, PI es una géneos en lo referente a la intensidad de su práctica, que varía co-
función decreciente de p, mo la tasa de frecuentación que las caracteriza, de modo que la prác-
Al conocer por observación que, en el nivel de estudios prima- tica se intensifica a medida que el nivel de instrucción se eleva,
rios, p = 2,3 % con T = 60, se obtiene, por consiguiente, PI = 55 %, Si la frecuentación de los museos es casi independiente, en sus
cifra igual' a la proporción experimental, lo que permite concluir la ritmos, de las regularidades que definen el calendario social, no
homogeneidad de la población de visitantes de este nivel, ya que los por eso deja de participar, a través del turismo, que favorece una
mismos resultados pueden obtenerse formulando que la distribución intensificación de la práctica cultural, en la oposición estacional en-
de las visitas a un museo sigue una ley de Poisson de parámetro tre los periodos laborales y las vacaciones, ¿Quiere eso decir que,
A = Tp, teniendo T y P la misma significación que tenían más arriba,
como se suele afirmar, el turismo ejerce, en cuanto tal, una in-
A modo de verificación, planteemos la hipótesis de la hetero-
fluencia determinante sobre la práctica? Dado que la tasa experi-
geneidad y admitamos que p tenga la forma a PI' en la que PI es la
mental de las primeras visitas al museo nunca excede, incluso en
tasa de frecuentación de una subpoblación de importancia relativa
(y relativamente débil), mientras que a la subpoblación comple- las categorías más favorecidas, la tasa teórica de primeras visitas
mentaria (de magnitud 1 - a) se le atribuye una tasa P2 nula de fre- calculada sobre la hipótesis de que cada una de las categorías con-
cuentación, Se sigue entonces: sideradas fuera perfectamente homogénea desde el punto de vista
de los ritmos de práctica, nada permite inferir que la tasa de fre-
1 a -1 cuentación del conjunto de la población francesa (y, en conse-
P
I
= - -
a Pl T
J T
(1 - p y-I P
I
dt =
ql T log ql
[1 - q T]
I
o 1 cuencia, el público de los museos) se acreciente actualmente de
modo muy apreciable, mientras que, por otro lado, es sabido que
Se encuentra la misma relación que en O); pero esta vez con- la tasa global de los franceses que salen de vacaciones aumenta
cierne a la tasa de frecuentación PI de la subpoblación de los "de- fueltemente, Este hecho bastaría para poner en tela de juicio la efi-
votos", PI se manifiesta próximo a cero, aunque se suponga igual-
cacia específica del turismo si no se supiera, además, que la parte
mente la proximidad de p a cero,
de visitantes que sólo va al museo durante las vacaciones (excep-
De un modo un poco más general, se muestra que si P2 no es
to los maestros) es siempre muy débil y que la proporción de pri-
rigurosamente nulo, tenemos:
meras visitas (indicador de los ritmos de frecuentación) decrece, en
P -1 cada categoría, a medida que la tasa de frecuentación aumenta: lo
PI # - ~ TI [1 -1)
P pz og qz que significa que el turismo no puede ejercer más que un efecto
que se encuentra próximo a cero si pz es desdeñable frente a p, lo que diferencial según las categorías sociales, puesto que, si puede ani-
ha sido admitido por hipótesis6 La divergencia entre el resultado teó-

los diversos factores secundarios ele una manera diferente sobre las diferentes subpobla-
6, En suma, es evidente que semejante cálculo no permite excluir la hipótesis de que ciones (conjuntamente con el factor principal), los fenómenos observados serían, en estric-
puedan existir varias subpoblaciones para las que a', a', a', etc., serían distintos pero per- ta lógica, aleatorios, '
tenecerían a un orden ele magnitud comparable, lo que equivaldría a decir que, al actuar

51
mar a los sujetos menos cultos a realizar una primera visita a un favorecidas visitan el museo de su propia ciudad frente al 52 % de
museo, no puede, por sí solo, determinar «conversiones» durade- los miembros de las clases medias y al 33 % de los miembros de las
ras [véase Ap, 2, cuadro 6], clases altas [véase Ap, 2, cuadro 10].Asimismo, las tres cuartas par-
De hecho, es sabido en primer lugar que el turismo no es in- tes de los visitantes que viven en municipios cuya población es in-
dependiente de la educación porque la amplitud, la duración y la ferior a treinta mil habitantes frecuentan el museo de su ciudad, lo
frecuencia de los desplazamientos turísticos están estrechamente que, entre otras cosas, puede significar que los visitantes origina-
vinculadas a la profesión y a la renta, y por tanto a la instrucción: rios de las ciudades pequeñas o de los pueblos vecinos se sienten
el 23 % dé las familias cuyos recursos son inferiores o iguales a 600 menos desplazados en el museo local, con frecuencia menos so-
francos mensuales sale de vacaciones, frente al 93 % de aquellas lemne, que en un gran museo turístico, o bien, por lo que se re-
cuyas rentas superan los dos mil francos; igualmente, la propor- fiere a los menos cultos de entre ellos, que entraron en el museo
ción de las «personas de vacaciones» varía muy acusadamente se- por casualidad y con el propósito de pasar el rato, con motivo de
gún la categoría profesional, o sea, el 18 % en los agricultores, el una de sus visitas a la ciudad. En efecto, raros en ei conjunto del
55 % en los obreros, el 60 % en los artesanos y comerciantes, el81 0/0 público de los museos (el 8 %), los visitantes que declaran explíci-
en los directivos medios y el 93 % en los directivos superiores y tamente haber entrado en el museo por casualidad pertenecen, so-
profesiones liberales7 bre todo, a las clases más desfavorecidas (el 36 % entre los agricul-
Además, el estilo mismo del turismo y el lugar que ocupan en tores y el 27 % en los obreros) y, al igual que la proporción de los
él las actividades culturales no dependen únicamente del área o la visitantes por casualidad, la proporción de los que declaran haber
duración de las vacaciones, Como una ocasión entre otras para ac- ido para acompañar a sus hijos no deja de disminuir a medida que
tualizar una actitud culta, el turismo cultural, es decir, el turismo nos elevamos en la jerarquía social o a medida que crece el atracti-
que concede importancia a las visitas de museos, depende del ni- vo turístico del museo visitado [véase Ap, 2, cuadro 17], Se deduce
vel de instrucción con mayor fuerza incluso que el turismo normal de todo ello que, incluso en la hipótesis de que las posibilidades tu-
[véase Ap, 2, cuadro 11]. La proporción de los sujetos que,visitan rísticas fueran iguales, las diferentes categorías sociales seguirían en-
los museos gracias al turismo crece a medida que nos elevamos en tregándose desigualmente al turismo cultural.
la jerarquía social: pasa del 45 % en las clases populares al 61 0/0 Es posible observar todavía a partir de numerosos índices que
en las clases medias y al 63 % en las clases superiores [véase Ap, 2, la acción especifica del turismo se reduce a casi nada, Así, la pro-
cuadro 17].8Inversamente, el 56 % de los visitantes de las clases des- porción de visitantes que entraron por primera vez en un museo
gracias al turismo es extremadamente baja (el 8 %) [véase Ap, 2,
7, "Primeros resultados de la encuesta sobre las vacacíones de los franceses en 1964", cuadros 5 y 6]. Sin duda, más de una cuarta parte de los sujetos (el
Études et conjonctures, supl. nº 4, 1965, 28 %) que entraron en el museo entre los quince y los veinticuatro
8, En todos los países, la estructura social del pÚblico de visitantes extranjeros es más
años lo hicieron gracias al turismo, pero apenas constituyen la
elevada que la de los visitantes nacionales, Así, entre los visitantes franceses inteITogados
en agosto en el museo Picasso de Barcelona (cuyo nivel de ofeI1a es medianamente eleva-
cuarta parte del público de los museos; sin duda, la mitad de quie-
do), se encontraba un 1 % de visitantes de las clases populares, un 3,5 % de attesanos y co- nes lo descubrieron pasados los veinticuatro años fueron llevados
merciantes, un 18 % de directivos medios, un 7 % de escolares, un 31 % de estudiantes, a él por el turismo, pero sólo representan el 3 % del conjunto de
un 23 % ele directivos superiores y un 16,5 % de profesores y especialistas en aIte, Basta
los visitantes, En suma, las oportunidades para' descubrir el mu-
comparar esta distribucíón con la del conjunto de los museos franceses para verificar que
el turismo no afecta, por sí mismo, a las regularidades habitualmente comprobadas entre la seo gracias al turismo crecen a medida que avanza la edad, es de-
clase social y la práctica cultural. Cir, a medida que disminuyen 'ras oportunidades de descubrirlo,

52 53
Así, aunque sólo se tratara de proporcionar el estímulo inicial, el tu-
rismo no podría compensar la ausencia de formación artística o in- mo que se ha «recorrido" Grecia o Italia, "No iba a marcharme de
Lille sin ver su museo, declara un cuadro superior, me dijeron que
telectual.
Al estar vinculado el turismo al nivel de instrucción por me- contenía hermosos lienzos,,, En consecuencia, el crecimiento de la
diación de la renta, quienes tienen oportunidades más frecuentes representación de las clases social y cultUralmente favorecidas (co-
de visitar los museos y quienes tienen la inclinación más fuerte a rrelativo a un aumento del volumen global de visitantes) que se
hacerlo son los mismos, Es ésta una de las conjunciones que ha- observa en algunos museos con ocasión de las vacaciones es tan-
cen que, en materia de cultura, tanto las ventajas como las des- to más acentuado cuanto mayor es su fuerza de atracción turística
ventajas sean acumulativas, El turismo ejerce, pues, sobre la fre- (definida por la notoriedad de la ciudad en que se encuentran y,
cuentación de los museos una influencia limitada primero en su sobre todo, por la celebridad de las obras que contienen) y, co-
duración, porque se trata de un fenómeno estacional, pero sobre rrelativamente, cuanto más elevado es el nivel de la información
que proponen [véase Ap, 2, cuadro 9)9
todo en su alcance, porque se presenta más como condición per-
misiva que como causa necesaria: puede facilitar la práctica cultu-
ASÍ,el Museo de Autun, gran museo turístico (por las célebres
ral al ampliar el campo de las ocasiones de visita, pero no es sufi-
obras que contiene y la excepcional calidad de la presentación), re-
ciente, por sí solo, para determinar una intensificación de la
cibe casi exclusivamenteun público de turistasculto (el 75 % de ellos
práctica, Dicho de otra manera, si es demasiado evidente que el con estudios secundarios) a diferenéiade las ciudades de importan-
turismo cultural presupone el turismo (a título de condición nece- cia equivalente,como Moulins(una estrella)o Agen (tres estrellas)en
saria), no es menos cierto que varía dentro de los límites así defi- que el pÚblicolocal alcanza respectivamenteel 21 % Y el 14 %, En el
nidos como el nivel de instrucción y no como el turismo, conjunto de los museos que tienen de una a cuatro estrellas, la pro-
Del mismo modo que la exposición, el turismo reactiva los porcipn relativa de los obreros alcanza el 14 % del pÚblico,mientras
sentimientos de obligación que son constitutivos del sentimiento que no supera el 4 % para el conjuntode los demás museos y se anu-
de pertenecer al mundo culto; mientras que la visita ordinaria a un laen los dos museos de París (Jeu de Paume y Attes Decorativas),
museo accesible siempre a todos escapa a los ritmos y a los con- que reciben un público particularmente aristocrático,En cambio, la
troles colectivos, y no debe nada a las presiones difusas que impo- proporción de directivos superiores pasa del 41,5 % en los museos
nen la participación (en tanto que presencia y representación) en de una estrella al 71,3 % en el Museodel Jeu de Paume,
las ceremonias colectivas, todo un programa de prácticas obligadas,
con motivo de los desplazamientos turísticos, se instiga en quienes Ya que los imperativos culturales no pueden obligar sino a
poseen las ambiciones culturales más fuertes, es decir, en quie- quienes creen manifestar su pertenencia al mundo culto mediante
nes pertenecen o aspiran a pertenecer al mundo culto: este progra- la obediencia a las reglas que definen precisamente esta perte-
ma obtiene su fuerza de coerción, al menos en palte, de las normas nencia, la intensificación de la práctica favorecida por el turismo
difusas, definidas y promovidas por los grupos de referencia, amigos es tanto mayor cuanto más se asciende hacia las clases más ins-
ü compañeros de trabajo a quienes se habrá de contar las vaca-
truidas (definidas por un nivel de recepción más elevado), y los
ciones, y también por esos manuales del arte del vivir turístico, co- desplazamientos turísticos sólo pueden ofrecer, como máximo, él
mo son la "Guía Azuh" utilizada sobre todo por las clases superio- los sujetos pertenecientes a las clases populares, que la mayoría de
res, y la "Guía Verde», más cOffiúnentre las clases medias, que
dictan lo que hay que hacer para poder decir y decirse a uno mis- 9 Sobre el nivel ele información (o nivel de ofet1a) y el nivel de recepción (o nivel
de demanda), véase más adelante, en la tercera paIte,

54 ce
las veces no son visitantes más que por casualidad, algunas opor-
tunidades suplementarias de visita, Mientras que los miembros de
I La población de los visitantes que no poseen el título de bachille-
rato es ligeramente menos homogénea, de manera que se ven apare-
cer conelaciones inferiores al umbral de significación, pero ligeramen-
las clases cultas se sienten empujados a cumplir las obligaciones
te más fuertes que en la otra categoría" Esto se explica por el hecho de
culturales que se les imponen a título de deber ser constitutivo de que, por debajo del nivel que define ál visitante modal, el «rendirnien-
su ser social, los miembros de las clases populares que transgre- to" de la enseñanza aumenta acentuadamente, de manera que peque-
dieran en su práctica las normas estéticas y culturales de su entor- ñas diferencias de nivel cultural implican fuertes diferencias de com-
no (al decorar su interior con reproducciones de cuadros, y no de portamiento, mientras que para la población con un nivel superior al
estampas, o al escuchar música clásica, y no canciones) serían cen- bachillerato es verdadero lo contrario [véase Ap, 2, cuadros 22 y 23),
surados por su grupo en estado de alerta para percibir en el es- De ello se sigue, como veremos más adelante, que un año de educa-
fuerzo por «cultivarse" una tentativa de «aburguesamiento»; y de he- ción adicional puede encaminar al museo a un nÚmero suplementario
cho, la buena voluntad cultural de las clases medias es un efecto de visitantes más elevado si afecta a las clases menos cultas que si afec-
del ascenso social al m ismo tiempo que una dimensión esencial ta a los poseedores de un título igualo superior al bachillerato,
de la aspiración a los derechos (y a los deberes) de burguesía, Da-
do que las aspiraciones se miden siempre por las oportunidades La existencia de una relación tan fuerte entre el nivel de ins-
objetivas, el acceso a la cultura docta, tanto como la ambición de trucción y la práctica cultural no debe disimular que, dados los pre-
acceder a ella, no puede ser el producto milagroso de una con- supuestos implícitos que la dirigen, la acción educativa del siste-
versión cultural, sino que supone, en el estado actual, un cambio ma escolar tradicional no puede obtener toda su eficacia más que
de condición económica y social. durante el tiempo en que se ejerza sobre individuos previamente
Así, las relaciones observadas entre la frecuentación del mu- dotados, por la educación familiar, de una determinada familiari-
seo y variables tales como la categoría socioprofesional, la edad o dad Co.n el mundo del arte: resulta entonces que la acción de la es-
el hábitat se reducen casi totalmente a la relación entre el nivel de cuela, que sólo afecta desigualmente (aunque sea tan sólo bajo la
instrucción y la frecuentación, Se puede encontrar una prueba su- relación de la duración) a los niños de las diferentes clases socia-
plementaria en el hecho de que el análisis factorial aplicado sepa- les y que logra un resultado muy desigual en quienes afecta, tien-
radamente a las dos sub poblaciones (lo que tiende a neutralizar la de, al menos en países como Francia u Holanda, lJ a redoblar y a
influencia del nivel de instrucción), la de los visitantes de nivel in- consagrar con sus sanciones las desigualdades iniciales ante la cul-
ferior al bachillerato y la de los visitantes que poseen al menos ese tura, Así, como muestra el hecho de que la proporción de quienes
diploma, no recoge correlaciones significativas entre las diferentes recibieron de su familia una iniciación precoz crece muy fuerte-
variables retenidas (ya se trate de características sociales y cultura-
les o de actitudes y opiniones), mientras que, para el conjunto de
des éditeurs, 1967), muestra que la compra de libros y la lectura dependen estrechamen-
la población, relaciones muy fuertes vinculan cada una de estas va- te del nivel de instrucción y decrecen fuertemente con la edad. Por otra parte, se conoce
riables al nivel de instrucción,lo por la encuesta que la frecuentación del teatro y el concierto se encuentra fuertemente vin-
culada a la frecuentación clelmuseo (véase más abajo, págs, 110)
11, Polonia presenta algunas excepciones a las leyes generales que vinculan la fre-
10. Todo parece indicar que las leyes que rigen la frecuentaciÓn de los museos va-
cuentación del museo con una familiarización precoz, tanto más frecuentemente asegura-
len también para las otras prácticas culturales, aunque la acción de factores secundarios (la
da por la familia cuanto más nos elevamos en la jerarquía social: la proporción de visitan-
residencia o la renta, por ejemplo) pueda afectar a la relación fundamental entre el nivel de
tes que deben a la escuela su primera visi\a es casi igual a la proporción de quienes se la
instrucción y cada una de las prácticas consicleraelas, Así, una encuesta realizada por el IFOP
deben a su familia (Véase Ap, 5, cuadro 5.)
[Instituto Francés de Orinión PÚblica],en 1966-1967 (La clientele du liure, Syndicat national

56 57
mente con el nivel de instrucción, lo que se percibe a través del
Los datos de la experiencia pueden ser expresados así:
nivel de instrucción no es otra cosa que la acumulación de los efec- (1) F = I
tos de la formación adquirida en el seno de la familia y los apren- (2) F = C
dizajes escolares que suponían esta formación, (3) F = R
Los diferentes tipos de relaciones entre las diferentes variables (4) F = A
que acaban de ser descritos pueden resumirse bajo la forma de un (5) F 1:-S
esquema lógico, Y (6) F - I 1:-C (en una primera aproximación)
(7) F - I 1:-R
SIMBOLISMO UTILlZAOO pero (8) F - I = A

Variables Operadores
Esta Última relación (8) traduce, de hecho, la relación causal (9)
E ~ F (acción directa de la escuela),
E Escuela x~ y X es con probabilidad
Es posible entonces inducir la relación causal fundamental:
A Edad causa de y
S Sexo X=y X e y están ligados
estocásticamente (lO) I ~ F
C Categoría profesional
R Renta X~ y implica evidentemen-
I Nivel de instrucciÓn (familiar y te X = Y, pero no lo Es fácil dar cuenta así de todas las relaciones empílicas porque:
escolar) contrario
T Turismo X 1:-Y X e y son indepen- I ~ R lo que implica I = R
P Campo de ocasiones de visita dientes estocástica- I~ C lo que implica I = C
F Frecuentación de los museos mente, lo que implica
que X no es causa de
Si las relaciones (1) a (7) tuvieran un carácter absoluto y no em-
y ni Y de X
X x Y ~ Z X aplicado a y impli- pírico, 'se trataría de una verdadera demostración, Nada impide en-
ca Z; X es causa de Z; tonces determinar F-C o F-R y establecer relaciones:
Yes una valiable per-
misiva, pero no nece- F-C=IyF-C1:-R
sariamente una causa F-R=IyF-R=C
de X,
X-Y Finalmente, si X = Y, De donde resulta que I posee la mayor «virtud"explicativa, En
se definirá el símbolo
cambio, el procedimiento estadístico encuentra aquí su límite y será
X-y como la variable
preciso todavía establecer la lógica de las relaciones causales,
residual obtenida al
neutralizar en X la re- Todavía falta por reintroducir el turismo, La relación (lO) debe
lación empírica com- completarse con la relación evidente:
probada entre X e y;
se podría definir una (ll)TxP~F
variable diferente y-X,
El nivel de instrucción actÚa sobre un campo de ocasiones de
visita P [correspondiente en la tercera pa11e a la suma ID.(x)l.

58 ')9
Si este campo está vaCÍo (es igual a cero), más, en evidencia la existencia de «clases latentes", es decir, de cla-
ses cada una de las cuales se reagrupa prácticamente en un punto
1 x (P = O) ~ O determinado del campo de la variable latente, bien una clase más
allá del bachillerato --que podría cOlJesponderse rigurosamente con
Al formar T parte de P, entonces: lo que comúnmente se llama el público culto- y, al menos, dos más
acá del bachillerato,
(12) 1 x T ~ F

Por el hecho de que se establece por la mediación de diver-


En cambio, si T = O, tenemos siempre 1 x CT= O) ~ F Yla rela-
sas variables, también independientes, la relación entre la variable
ción T ~ F sólo es verdadera si 1 existe,
explicativa y la variable explicada presenta una gran estabilidad,
Finalmente, es posible preguntarse si la relación F ~ F se veri-
que el análisis comparativo de la estructura social del público de
fica, es decir, si la frecuentación puede, por sí misma, comportar una
los museos de países tan diferentes, bajo aspectos tan distintos, co-
intensificación de la frecuentación, De hecho, para los sujetos poco
cultos, una primera visita tiene todas las posibilidades de carecer de mo España, Francia, Grecia, Holanda y Polonia, pone de mani-
continuidad, pero sucede que, más allá de un determinado número fiesto, Todas las diferencias que sólo se refieren a una u otra de las
de visitas, la familiaridad que se deriva de la frecuentación reiterada variables intermediarias, por ejemplO' el turismo o la distribución
debe reforzar la disposición a la frecuentación, por categorías socioprofesionales, no vienen acompañadas por nin-
De donde el gráfico guna modificación importante de la frecuentación, como muestra
el caso de Polonia, que recibe un número muy escaso de turistas
E extranjeros, o la constancia de la estructura de los públicos de paí-
ses dotados de estructuras sociales muy diferentes, En efecto, to-
do sucede como si la eficacia de cada uno de los factores secun-
darios se subordinara a la estructura del conjunto de los factores,
de modo que la modificación de uno de ellos siempre puede com-
T F
pensarse mientras la estructura del conjunto no padezca la trans-
formación sistemática que sería la única capaz, por lo que parece,
de afectar de forma sensible a la relación fundamental entre la ins-
trucción y la frecuentación,
El público de los museos, analizado segÚn las principales va-
En definitiva, si este esquema tiene fundamento, 1 desempeña riables sociodemográficas, presenta características sensiblemente
el papel de una variante latente en el sentido de Lazarsfeld , es decir, comparables en los diferentes países estudiados: así, la proporción
tal que todas las cOlTelaciones parciales como rO, j, I) sean nulas, de- de los visitantes que recibieron una educación secundaria o supe-
signando i y j una variable cualquiera y, en particular, una u otra en- rior alcanza el 89 % en Grecia, el 78 % en Francia, el 63,3 % en Ho-
tre la infinidad de variables de actitud im~ginables, En cambio, cada landa (y el 90,4 % si se incluye la primaria superior) frente a tan
una de estas variables puede ser función de 1. El cálculo de la ma- sólo el 60 % en Polonia [véase Ap, 5, cuadro 1]. Los jóvenes entre
triz [rJ para la subpoblación inferior al nivel de bachillerato y la po- quince y veinticinco años con~tituyen siempre un porcentaje im-
blación superior a este nivel [véase arriba, pág, 57 y Ap, 21pone, ade- portante del pÚblico: el 41 % de los visitantes griegos, el 39 % de

60 61
, Sin embargo, al no poder relacionar la distribución del públi-
los visitantes franceses y holandeses, y el 47 % de los visitantes po-
lacos [véase Ap, 5, cuadro 2], En todas partes las tasas de frecuen- co de los museos de arte de los diferentes países, según las dife-
rentes variables, con la distribución de la población global, según
tación disminuyen con la edad de un modo apreciable según la
misma ley, La estructura social del público difiere poco de un país las mismas variables, nos arriesgamos a atribuir a las diferencias
institucionales o culturales disparidades o similitudes que pueden
a otro: los obreros representan el 2 % de los visitantes griegos y
holandeses, el 4 % de los visitantes franceses y ellO % de los vi- depender de simples diferencias morfológicas, Es evidente, por
ejemplo, que la comparación directa de dos poblaciones de visi-
sitantes polacos, siendo la proporción de los agricultores siempre
tantes sólo tiene sentido si las poblaciones globales correspon-
inferior (o sea, entre el 1 % Y el 3 %); los porcentajes de los direc-
dientes presentan composiciones semejantes, como mínimo, en
tivos medios, los directivos superiores y los profesores o especia-
cuanto a la edad y el nivel de instrucción, y sin duda también en fun-
listas en arte son relevante mente constantes, porque se sitúan res-
ción del conjunto de los factores ligados a la frecuentación, Cuan-
pectivamente alrededor del 17 % (el 13 % en Grecia), el 15 % Ydel
do estas condiciones no se dan, sólo se pueden comparar las ca-
8 % al 10 % [véase Ap, 5, cuadro 3], El porcentaje de pÚblico cuya
racterísticas de categorías dotadas de propi~dades idénticas, y sólo
frecuentación está más estrechamente vinculada a la influencia di-
está completamente fundada esta comparación en la hipótesis de
recta o indirecta de la escuela es también muy estable, ya que los
que la estructura global de las características vinculadas a las dife-
estudiantes y los escolares representan del 31 % al 32 % de los pú-
rentes categorías o a los factores que rigen estas características no
blicos francés, griego y holandés, y el 39 % del público polaco, La
pueda ser considerada también como un factor determinante de
distribución segÚn el sexo es asimismo muy semejante en los di-
los diferentes tipos de práctica: así, una práctica determinada en
ferentes países, y los hombres se encuentran en todas paltes más
su totalidad o en parte por la bÚsqueda de la «distinción", que se
representados que las mujeres: la causa de que, excepto en Fran-
designa.. comÚnmente con el nombre de esnobismo, es función de
cia, la proporción de mujeres sea inferior a la de los hombres, in-
la importancia numérica relativa del grupo o de la clase social que
cluso en los niveles de instrucción más elevados, radica en que la
se entrega a ella y, sobre todo, de su posición en la estructura so-
proporción de mujeres que acaban sus estudios superiores es in-
cial, de modo que toda modificación de una parte del sistema de
ferior a la de los hombres, Así, al menos a primera vista, sólo Po-
las relaciones entre los grupos concernidos comportaría una mo-
lonia se distingue de los demás países por un conjunto de dife-
dificación de las características del conjunto de los glUpOS,La cues-
rencias en el mismo sentido que traducen, al parecer, el efecto de
tión es particularmente importante, ya que se trata de prácticas cul-
una acción escolar más intensa, J2
turales que se sabe que obedecen de modo muy general a la
dialéctica de la divulgación y la distinción,
12, A falta ele elatos estadísticos suficientes, el estudio del pÚblico español debe fun- Con todo rigor, la comparación metodológicamente irrepro-
darse sólo sobre el análisis de la composición del pÚblico de un determinado nÚmero de
museos, de modo que no es posible considerar losresultaelos extraídos de estas observa-
chable de las características de los diferentes pÚblicos supone que
ciones como válidas para el pÚblico del conjunto de los museos espaíloles, Resulta obvio se pueda constnlÍr el sistema de las covariaciones a través de las
que la proporción de mujeres es más baja entre el pÚhlico nacional e;;pañol que entre el cuales la estructura del sistema de relaciones entre las diferentes
pÚblico nacional francés o que entre el pCiI)licode los turistas (el 35 % de mujeres frente al
50 % en Francia). Dado que la población femenina en España se encuentra menos escola-
rizada que la población masculina y que las tasas de escolarización en España son, a todos
seo de Me Moderno, el 56 % en el Museo Picasso y el Prado, el 46 % en el Museo del Pue-
los niveles, inferiores a las de Francia, se puede estahlecer que el nivel de ofena de los mu-
blo Español, y el 43 % en el Museo de AIte Catalán, museo folclórico, mientras que la me-
seos espaí'\oles es la mayoría de las veces menos elevada y más dispersa que el de los museos
dia de los museos franceses supera el 60 %,
franceses, Así, el 57 % del pÚblico posee un nivel superior o igual al hachillerato en el Mu-

63
variables que definen al pÚblico de cada país se transforma en blicos no son el efecto de diferencias en la,estructura demográfica
otra, de modo que sea posible atribuir a cada uno de los siste- y escolar de la población global. Se observa entonces que, como
mas estudiados su posición en el interior del conjunto de los ca- sugería la lectura directa de las distribuciones segÚn la edad, en
sos posibles, entre los que se encuentran los casos realmente ob- Polonia es donde la proporción relativa de jóvenes entre el públi-
servados, Lo que equivale a decir que, al haber establecido co es ma yOL la relación entre la población de visitantes con edades
mediante la encuesta la estructura de los públicos de los dife- comprendidas entre los quince y los veinticinco años, en el pÚbli-
rentes museos europeos, es decir, el sistema de las relaciones di- co de los museos de arte, pasa de 3 en Polonia, a 2,8 en Francia,
rectas o mediatas entre variables dependientes o independientes 2,15 en Grecia y 2 en Holanda, y la disminución de la frecuentación
como el sexo, la edad, el nivel de instrucción, las categorías so- con la edad, al ser más intensa que la proporción de los jóvenes
cioprofesionales, las preferencias en materia de pintura, las pre- entre el público de cada país, es mayor [véase Ap, 5, cuadro 3], Es
visiones concernientes a la organización de los museos y la presen- difícil trazar la separación entre lo que debe atribuirse a la edad y
tación de las obras, etc., se habría pretendido poder considerar los lo que debe atribuirse a la generación, porque, sobre todo en el
valores de posición que cada una de estas relaciones debe a su caso de Polonia, las diferentes generaciones han sido sometidas a
pertenencia a un sistema particular de relaciones: pero semejan- enseñanzas profundamente diferentes y todo induce a suponer que
te comparación sistemática habría presupuesto una información una enseñanza que, al democratizarse, alcanza a clases sociales do-
sistemática sobre el conjunto de las características de los dife- tadas con un capital cultural menos impoltante, pierde, para tales
rentes subsistemas de cada nación y, en particular, un profundo categorías, su eficacia,
conocimiento de los sistemas de enseÜanza, con sus propias tra- Ya es mucho más difícil efectuar una comparación metódi-
diciones pedagógicas, de las diferentes políticas culturales, etc. ca de las relaciones entre la proporción de los visitantes dotados
Para evitar, en cualquier caso, comparar lo incomparable y omi- de dif~rentes niveles de instrucción y la proporción de las po-
tir la comparación de lo comparable, era importante controlar la blaciones correspondientes en la población total. En efecto, to-
acción sistemática que el sistema de las características demográ- das las diferencias sistemáticas entre los diferentes sistemas es-
ficas y sociales pertenecientes a cada país, es decir, la estructura colares se inscriben, de alguna manera, en cada una de las
de la población según el sexo, la edad, el empleo y el nivel de relaciones comparadas: en razón de que la adquisición escolar
instrucción, ejerce sobre cada una de las relaciones, al determi- correspondiente a' un mismo número de años de estudio o a un
nar las leyes de transformación que, aplicadas sistemáticamente título «equivalente" puede variar considerablemente según el con-
a uno u otro de los sistemas de relaciones estadísticas, o, más tenido de la enseñanza y, en particular, de la enseñanza cultu-
exactamente, al principio de estas relaciones, permiten descubrir ral, según los métodos pedagógicos empleados y los valores que
las estructuras de todos los otros sistemas de relaciones, con ex- dirigen implícita o explícitamente la transmisión de la cultura y,
cepción de algunas variables independientes, relativamente po- en palticular, de la cultura artística, según la contratación social
co numerosas y secundarias, cuyas variaciones son independien- de los enseñantes y la selección de los alurrmos, segÚn el modo de
tes de las variables ligadas, atribución de los títulos escolares (concurso, examen, o simple
En un primer momento, se puede remitir la distribución según comprobación de escolaridad), etc., las categorías definidas por
la edad o el nivel de instrucción a la distribución de la población la posesión de diplomas formalmente equivalentes pueden dife-
nacional bajo las mismas condiciones con el fin de determinar si rir profundamente en su aptitud para la práctica cultural y en sus
las diferencias verificadas en la composición de los diferentes pú- actitudes con respecto a la cultura, A pesar de tales reservas, se

64
65
puede observar que la distribución de las ratios de frecuentación
intentar la determinación de los flujos teóricos de visitantes que
obedece en todos los países a la misma ley: las ratios entre la
tendrían los diferentes países estudiados si se les atribuyera las es-
proporción de visitantes dotados de un nivd de instrucción su-
peranzas de frecuentación del público de los museos franceses, es
perior en el público de los museos y la proporción correspon-
decir, en la hipótesis de que los comportamientos de las diferen-
diente de la población son del 17,3 en Holanda, el 12,5 en Francia,
tes categorías de los países extranjeros fueran idénticos a los de las
el 11,7 en Polonia y el 11,5 en Grecia, frente al 20 en Holan-
categorías homólogas de la población francesa; esta comparación
da, el 10,5 en Grecia, ellO en Francia y el 1 en Polonia, en el
entre la afluencia teórica y la afluencia declarada permitiría inte-
nivel secundario, y se sitúan alrededor del 0,5 en todos los paí-
rrogarse sobre los factores explicativos que, excluidos los factores
ses, con excepción de Polonia (el 1,5), en primaria [véase Ap, 5,
demográficos, pueden dar razón de las desviaciones superiores a
cuadro 4].13
los errores de medida,
Para ir más lejos de una simple comparación de las estructu-
Cuando, como en el caso de Grecia, por ejemplo, se dispone
ras del pÚblico, o incluso de estas estructuras corregidas en atenc
del reparto de la población según el sexo, la edad y el nivel de
ción á la importancia de las categorías consideradas entre la po-
instrucción, basta con aplicar las esperanzas matemáticas de visi-
blación global, habría sido necesario, con todo rigor, poder calcular,
, ta de las diferentes categorías de la población francesa (véase cua-
como se hizo en el caso de Francia, las esperanzas de frecuentación
dro 1) para determinar lo que sería la afluencia teórica anual de
vinculadas a cada una de las categorías tomadas como homogé-
visitantes griegos en la hipótesis de que las diferentes categorías
neas en lo concerniente a su frecuentación, Pero, de hecho, los di-
de la población griega tuvieran las mismas esperanzas de visita
ferentes recuentos no siempre proporcionan las distribuciones de
que las categorías correspondientes de la población francesa: al
la población segÚn la edad y el nivel de instrucción, y las estima-
poderse calcular esta afluencia teóÍ-ica en torno a los 640,000 vi~
ciones oficiales de los flujos anuales de visitantes, además de no
sitantes, se observa que los griegos tienen una práctica que se pre-
diferenciar nunca al público nacional, sólo pueden apoyarse en las
senta como netamente más baja que la de los franceses, porque,
estadísticas de entradas en los museos que se establecen sin la
como muestra la encuesta relativa al público de los museos grie-
preocupación de garantizar la comparabilidad entre los diferentes
gos, sobre 1.300,000 visitas registradas en el conjunto de los mu-
países o incluso entre los diferentes museos de un mismo país: las
seos griegos, sólo ellO % corresponden al público nacional. En
visitas gratuitas o las visitas colectivas se detallan, de distinta ma-
el caso de Polonia, la afluencia teórica calculada según el mismo
nera y, a veces, se negligen; las entradas en algunos museos no se
método alcanza 1.850,000 visitas, mientras que el número total de
tienen en cuenta; los procedimientos empleados para enumerar los
visitantes de los cinco mayores museos polacos (Varsovia, Craco-
visitantes, ya se trate de la estimación de los guardas, del torniquete
via, Lodz, Lublin y Wroclaw) se eleva a casi 2,300,000 en 1963 (ci-
o de la célula fotoeléctrica, presentan todos inconvenientes dife-
fra que incluye las visitas gratuitas recontadas mediante una célula
rentes que sólo el recuento de las entradas individuales o colecti-
fotoeléctrica en el Museo de Varsovia, lo que implica, sin duda,
vas permitiría evitar. En tales condiciones, se puede sin embargo
una sobrevaloración): es posible concluir de ello que la frecuen-
tación de los polacos, en condiciones por lo demás iguales, es
13 En Holanda, el modo de atribución ele los títulos hace que el nÚmero de indivi-
ligeramente superior a la de los franceses, En el caso de Holanda,
duos que carecen de diploma sea mucho más elevado que en otras paItes, lo que dehe la carencia de informaciones sobre el reparto de la población en
comportar una sobrevaloración de las ratios del nivel secundario; la tasa muy baja del ni- función de la edad y del nivel c;leinstrucción obliga a efectuar una
vel secundario en Polonia se relaciona con una diferencia de definición.
estimación a partir de los datos existentes y, en consecuencia, a

66
introducir un elemento suplementario de inceltidumbre: por ejem- más claramente de ellos en sus actitudes y sus opiniones, que pare-
plo, fue necesario admitir que el conjunto de diplomados de la cen revelar un nivel de competencia artística más próxima al públi-
enseñanza secundaria y la enseñanza superior eran proporciona- co griego que al de los públicos francés u holandés, En efecto, cuan-
les, en cada nivel de edad, al nÚmero de diplomados de cada uno do se tienen en cuenta indicadores de actitud o de competencia tan
de estos órdenes de enseñanza en la época en que la categoría diferentes como el tipo de visita deseada [véase Ap, 5, cuadro 6],
considerada estaba en edad de obtener diplomas (es decir, por las opiniones sobre las ayudas deseadas [véase Ap, 5, cuadro 61, las
ejemplo, que el nÚmero de individuos de cuarenta a cincuenta preferencias en materia de pintura [véase Ap, 5, cuadro 71o de gé-
años con un nivel de instrucción superior era proporcional al nú- nero artístico [véase Ap, 5, cuadro 7], el tipo de primera visita
mero de diplomas entregados alrededor de los años 1940 y 1950). [véase Ap, 5, cuadro 9], o el nÚmero de museos precedentemente
Sea cual fuere el grado de aproximación de este cálculo, parece visitados [véase Ap, 5, cuadro 101, etc., se observa que Grecia, Po-
posible decir que la frecuentación de los holandeses es aproxi- lonia, Francia y Holanda se sitÚan normalmente en el mismo ran~
madamente igual a la de los franceses, porque la afluencia teóri- go, y la probabilidad de aparición ele actitudes y opiniones que,
ca de 2,300,000 visitantes es inferior a la afluencia oficialmente de- en un determinado país, están unidas a un nivel de instrucción ele-
clarada del público de los museos holandeses (3.500,000), pero vado (y, por ello, a una situación social elevada) son tanto más
igual a la afluencia nacional tal como puede calcularse al sustraer fuertes para el conjunto ele ese país en la medida cuanto más de-
los visitantes extranjeros (o sea, segÚn la encuesta dirigida al pú- sarrollado se encuentra en la jerarquía de los países estudiados, Sin
blico, el 42 % de los visitantes). duela, la distribución de los pÚblicos de los diferentes países según
Así, según la relación de las tasas de frecuentación, Polonia, el tipo ele primera visita al museo revela, con la mayor Claridad, el
Holanda y Francia se oponen con claridad a Grecia, cuyas tasas de modo de transmisión privilegiado de la cultura artística (que es el
escolarización son, como es sabido, muy inferiores a las de los principio de la relación privilegiada con esta cultura) y, por ello, la
otros países y que reserva un lugar muy reducido al dibujo y la his- antigüedad y la fuerza de la tradición cultural: las primeras visitas
toria del arte en una enseñanza primordialmente consagrada a la las fomentan las familias en Holanda y Francia (y más frecuente-
lengua y la literatura antiguas, La elevada tasa de Polonia debe atri- mente en Holanda que en Francia), la escuela es más a menudo
buirse, al parecer, mucho menos a una acción directa que se ejer- su causa en Polonia, y con mucha más frecuencia se deben, en
cería sobre el público adulto (como manifiesta la baja tasa de visi- Grecia, a la casualidad o los consejos amistosos [véase Ap, 5, cua-
tantes que declaran haber entrado por primera vez en un museo a dro 9]. Así, como muestra también la comparación de la cantidad
edad adulta, con ocasión de una visita organizada por las empre- media de pintores o de escuelas pictóricas citados por los visitan-
sas o los organismos de acción cultural) que a una transformación tes, que poseen un nivel de instrucción equivalente, de los dife-
de la significación social del museo y, sobre todo, a una acción di- rentes países [véase Ap, 5, cuadro 7], Holanda y, en un grado me-
recta de la escuela particularmente intensa cuyos efectos se miden nor, Francia, país en el que la tradición altística es a la vez antigua
en el porcentaje tan elevado de escolares y estudiantes entre los y vigente, es decir, se halla profundamente inscrita en las costum-
visitantes (y, correlativamente, en el alto porcentaje de jóvenes) así bres de las clases privilegiadas, se oponen a países como Grecia,
como a la elevada tasa de visitantes que deben su primera visita a en el que la frecuentación de los museos y el gusto por el alte son
la acción de la escuela, De hecho, todo parece indicar que el pÚ- el patrimonio de una minoría de apasionados amantes, o Polonia,
blico polaco, que, en el aspecto de la frecuentación, se sitúa al mis- que tiende a compensar la relativa escasez de su capital cultural
mo nivel que el pÚblico holandés o francés, se distingue mucho mediante una especie de buena voluntad cultural a escala de la so-

68 69
ciedad entera,14Todo parece indicar que las diferentes estlUcturas que el efecto de aceleración del proceso de aculturación que ejer-
de las distribuciones de las actitudes según los niveles de instlUc- ce la intensificación de la acción directa de la escuela se manifies-
ción o las clases sociales pueden obtenerse por transferencia a par- ta de modo más inmediatamente observable en las prácticas que
tir de una u otra de entre ellas, como si el principio de todas las di- en las actitudes y las aptitudes: la disminuciónoparticularmente rá-
ferencias sistemáticas en materia de competencia artística y, sobre pida con la edad de las tasas de frecuentación del pÚblico polaco
todo, quizá, de actitud con respecto a la cultura, que distinguen a los manifiesta, en efecto, que una disposición a la práctica inculcada
visitantes de los diferentes países, no fuera otra cosa que lo que se principalmente por la escuela está abocada a debilitarse con mayor
podría denominar el capital cultural nacional, que se mediría por rapidez que la disposición que produce la acción escolar cuando
el grado de desarrollo del sistema de enseñanza (y por la antigüe- se ejerce sobre individuos provistos, como los niños de las clases
dad de ese desarrollo) y por la importancia del capital artístico, que privilegiadas de los países de «rancia cultura", de una familiaridad
se halla también en función de la antigüedad y la vitalidad de las adquirida a través de experiencias precoces, Habida cuenta de la
tradiciones artísticas (cuyos indicadores se determinarían por la exis- participación que puede adquirir la familia en la transmisión de la
tencia de escuelas de pintura, de colecciones particulares, etc.).1)La cultura artística, se comprende que la práctica cultural y, todavía
doble posición de Polonia se explicaría entonces por el hecho de más, la competencia artística y las actitudes con respecto a las obras
culturales se encuentren estrechamente vinculadas con el capi-
14, Si los visitantes griegos o polacos son más numerosos a la hora de citar, con un tal cultural nacional: toda la tradición cultural de los países de an-
nivel de instrucción equivalente, tres museos precedentemente visitados, es porque, al pa- tigua tradición se expresa, en efecto, mediante una relación tradi-
recer, se preocupan más en responder con exactitud a una. pregunta que podría parecer in- cional con la cultura que sólo puede constituirse en su modalidad
genua o carente de interés a los visitantes ele los países de rancia cultura y, también, qui-
zá, porque deben afirmar con una práctica más asidua un fervor que no sostiene ni
propia, con la complicidad de las instituciones encargadas de 01'-
predispone toda la tradición cultural. ganiz~r el culto a la cultura, en caso de que el principio de la de-
15, Para determinar de un modo aproximado los niveles relativos del capital cultural voción cultural haya sido inculcado, desde la primera infancia, por
nacional de los diferentes países estudiados se podría tener en cuenta, por una parte, el nú-
los estímulos y las sanciones de la tradición familiar.
mero, la calidad y la diversidad de las obras expuestas en los museos, la antigüedad de su
adquisición, la impoItancia del capital anístico acumulado por las clases privilegiadas bajo
forma de colecciones privadas, la irnponancia relativa de las donaciones en las colecciones
públicas, etc" y, por otra parte, los indicadores ele la intensidad del esfuerzo educativo (y
su evolución en el tiempo) al igual que la tasa de escolarización en la enseñanza secunda-
ria y superior (y su tasa de crecimiento). Bastará con indicar aquí que, comparada con la
tasa de escolarizaciÓn de la clase de edades comprendidas entre los quince y los veinti-
cuatro años, la jerarquía de los países estudiados coinciele con la que se desprende de los
indicadores de actitud, ya que la excepción que constituye Polonia es más aparente que real
porque no alcanzó una tasa ele escolarización similar a la de Holanda sino al término de un
proceso de crecimiento rápido y reciente, Además, es sabido que Holanda es, entre todos
los países europeos, el que parece conceeler el papel más impoItante a la enseñanza aItís-
tica, Sería necesario, además, establecer, mediante un estudio comparativo, las relaciones
entre el capital artístico y el capital educativo en los distintos países, lo que permitiría pro-
ria, un nivel determinado de equilibrio entre la ofena y la denunda: del mismo modo que
porcionar una forma operativa a nociones de sociología espontánea como "país de rancia
la constitución ele un patrimonio artístico supone un cieno grado ele competencia aItística, la
cultura" o "país reciente", Asimismo, sería una manera de procurarse el medio para deter-
adquisición de un cieno grado de competencia anística supone un patrimonio previo, de
minar las relaciones que, en cada país, se establecen entre la ofeIta cultural y la demanda
manera que el capital cultural nacional d::signa el resultado, acumulado por las generacio-
cultural y, quizá, los mecanismos de transmisión cultural (entre los cuales deben incluirse
nes sucesivas, ele la interacciÓn de una oferta y una demanda,
los apol1es de otras tradiciones culturales) que tienden a garantizar, a lo largo de la histo-

70 71
SEGUNDA PAETE

OBRAS CULTURALES Y DISPOSICIÓN CULTA

Serpentín: "Cuando pienso en ti, mi pensamiento se refleja en


tu mente porque encuentra en ella ideas que le atañen y palabras
que le convienen, Mi pensamiento se formula en palabras, en pa-
labras que pareces comprender; se reviste con tu propio lenguaje
y con tus frases habituales, Probablemente, las personas que te
acompañan entienden lo que te digo, cada una con sus diferencias
individuales de vocabulario y elocución",
Barnstaple. "y por ese motivo, de vez en cuando, por ejem-
plo (.~,) cuando te elevas hasta ideas que nuestras mentes ni si-
quiera pueden sospechar, no entendemos nada,,,

I-l, G, \"x7ELLS, El señor Barnstaple entre los hom.bres-díos


La estadística revela que el acceso a las obras culturales es un
privilegio de la clase culta; pero este privilegio se presenta bajo la
apariencia de una total legitimidad, En efecto, en este terreno só-
lo son excluidos los que se excluyen a sí mismos, Dado que nada
es más accesible que los museos y que los obstáculos económicos
cuya acción se deja percibir en ,otros dominios no tienen aquí nin~
guna relevancia, parece fundada la invocación a la desigualdad na-
tural de las «necesidades culturales", Pero el carácter autodestructi-
vo d~ esta ideología salta a la vista: si es incontestable que nuestra' \
sociedad ofrece 'a todo el mundo la pura posibilidad de disfrutar
de las obras expuestas en los museos, también es cierto que sólo
unos cuantos tienen la posibilidad real de llevar a cabo esa posi-
bilidad, Dado que la aspiración a la práctica cultural varía tanto co-
mo la práctica cultural y la «necesidad cultural»se redobla a medida
que se satisface, y que la ausencia de práctica viene acompañada
por el sentimiento de la ausencia del sentimiento de esa ausencia,
dado que también en esta materia la intención puede realizarse
desde el mismo momento en que se da, es legítimo concluir que
sólo existe si se realiza; lo raro no son los objetos, sino la incli-
nación a consumirlos, esa «necesidad cultural" que, a diferencia de
las «necesidades primarias", es producto de la educación: de ello \\
se deduce que las desigualdades ante las obras culturales son só- .
lo un aspecto de las desigualdades ante la escuela que crea esa '
«necesidad cultural" al mismo tiempo que proporciona el medio de
satisfacerla,

75
Por lo demás, la práctica y sus ritmos, todas las conductas de Esta misma lógica es la que explica que los visitantes sobre-
los visitantes y todas sus actitudes con respecto a las obras expues- valoren tanto más el ritmo de su práctica cuanto menor es su fre-
tas, están vinculados directa y casi exclusivamente con la instrucción cuentación y su nivel de instrucción es más bajo, y que tiendan,
medida ya sea por los diplomas obtenidos, ya por la duración de la por otra parte, a coincidir en atribuirse un ritmo de tres o cuatro
escolarización Así, el tiempo medio consagrado efectivamente a visitas anuales, que parece definir la imagen que la gran mayoría
la visita, que puede considerarse como un buen indicador del valor se hace de la práctica adecuada [véase Ap, 3, cuadro 2],
objetivamente concedido a las obras expuestas -sea cual sea la ex- El tiempo que el visitante dedica a la contemplación de las
periencia subjetiva correspondiente: placer estético, buena voluntad obras expuestas, es decir, el tiempo que necesita para «agotar"
cultural, sentimiento de obligación o una mezcla de todo ello-, se las significaciones que se le proponen, constituye, sin duda, un
incrementa progresivamente segÚn la instrucciÓn recibida; pasando buen indicador de su aptitud para descifrar y apreciar tales signi-
de veintidós minutos para los visitantes de las clases populares, ficaciones:2 la inagotabilidad del «mensaje" hace que la riqueza de
a treinta y cinco minutos para los visitantes de las clases medias, y la «recepción" (medida, toscamente, por su duración) dependa an-
cuarenta y siete minutos para los visitantes de las clases superiores, te todo de la competencia del «receptor", es decir, del grado con
Como sabemos, por otra parte, que el tiempo que los visitantes de- que domine el código del «mensaje",Cada individuo posee una ca-
claran haber pasado en el museo permanece constante cualquiera pacidad definida y limitada de aprehensión de la «información"pro-
que sea su nivel de instrucción, se puede suponer que la sobreva- puesta por la obra, capacidad que está en función del conocimiento
loración (tanto más fuette cuanto el nivel de instrucción del visitan- global (función, a su vez, de su educación y su medio) que posee
te es más bajo) del tiempo efectivamente pasado en el museo trai- el individuo del código genérico a que responde el tipo de men-
ciona (al igual que otros lndices) el esfuerzo de los sujetos menos saje considerado, ya sea de la pintura en su conjunto, ya de la pin-
cultivados para adecuarse a lo que consideran la nOl¡made la prác- tura eje una época, de una escuela o de un autor determinados,
tica legítima, norma que se mantiene casi invariable,\ en un museo Cuando el mensaje excede las posibilidades de aprehensión del
determinado, para los visitantes de las diferentes categorías, espectador, éste no capta su «intención" y se desinteresa de lo que
se imagina como abigarramiento sin pies ni cabeza, como combi J

Los tiempos medios declarados por los visitantes de cada mu- nación de manchas de colores sin necesidad, Dicho de otra ma-
seo pueden considerarse como indicadores de la norma social del nera, emplazado frente a un mensaje demasiado rico para él o, co-
tiempo de visita que merece cada museo, La jerarquía de los museos mo dice la teoría de la información, «desbordante" (overwhelming),
segÚn la proporción de los visitantes que declaran haber dedicado se siente «ahogado" y no consigue entretenerse,
más de una hora a la visita, corresponde, grosso modo, a la que se
La obra de arte considerada en tanto que bien simbólico sólo :\
podría establecer con ayuda de indicadores tales como el nÚmero
existe para quien posee los medios que le permiten apropiársela,
de estrellas que las guías conceden a los museos: Ruán, el 59,5 %;
es decir, descifrarla, El grado de competencia altística de un agen-
Jeu de Paume, el 58,5 %; Lyon, el 55,5 %; Dijon, el 51 %; Lille, el 47 %;
Colmar, el 46 %; Douai, el 43 %; Tours, el 42 %; Laon, el 40 %; Bourg-
te se mide en función del grado con que domina el conjunto de
en-Bresse, el 37 %; Agen, el 35 %1 los instrumentos de apropiación de la obra de arte disponibles en

1. Hemos visto que las dif'erentes jerarquías de los museos, la que sugieren las guías 2, De ello se deduce que la mejor estimación ele las preferencias reales, que pueden
turísticas, la que se desprende del nÚmero anual ele visitas y la que establecen los conser- no coincidir con los "gustos" declarados,,1a suministraría una meelida (larga y difkil, Y por
vadores (véanse las págs. 27 y 28), coinciden en lo esencial. tanto costosa) del tiempo consagrado por los visitantes a diferentes obras ele un museo,

76 77
un momento dado, es decir, los esquemas de interpretación que nificados (<<esun bosque,,). En el primer caso, el espectador se in-
son la condición de la apropiación del capital artístico, o, en otros teresa por la manera de tratar las hojas o las nubes, es decir, por
términos, la condición del desciframiento de las obras de arte ofre- las indicaciones estilísticas, que sitúan la posibilidad realizada, ca-
cidas por una sociedad determinada en un momento dado, La racterística de un tipo de obras, en oposición al universo de las po-
competencia artística se puede definir, provisionalmente, como el sibilidades estilísticas; en el otro caso, trata las hojas o las nubes
conocimiento previo de las divisiones posibles en clases comple- como indicaciones o señales, asociadas, según la lógica definida
mentarias de un universo de representaciones: el dominio de esta más arriba, por significaciones trascendentes a la propia represen-
especie de sistema de clasificación permite situar cada elemento tación (<<esun chopo, es una tormenta,,), ignorando completamen-
del universo en una clase necesariamente definida por su relación te tanto lo que define la representación en cuanto tal como lo que
con otra clase, constituida por todas las representaciones artísticas le otorga su especificidad, o sea, su estilo como método particular
consciente o inconscientemente tenidas en cuenta que no perte- de representación,
necen a la clase en cuestión, El estilo propio de una época o de La competencia artística se define, por consiguiente, como el
un grupo social no es otra cosa que semejante clase definida en conocimiento previo de los principios de división propiamente ar-
relación con la clase de obras del mismo universo que excluye y tísticos que permiten situar una representación, mediante la clasifi-
que constituyen su complemento, El reconocimiento (o como di- cación de las indicaciones estilísticas que engloba, entre las posibi-
cen los historiadores del arte, sirviéndose del vocabulario de la ló- lidades de representación que constituyen el universo altístico, Este
gica, la atribución) actúa mediante la eliminación sucesiva de las modo de clasificación se opone a aquel que consistiría en clasifi-
posibilidades a las que se remite (negativamente) la clase de la que car una obra entre las posibilidades· de representación que consti-
forma parte la posibilidad efectivamente realizada en la obra con- tuyen el universo de los objetos cotidianos (o, con mayor preci-
siderada, Se observa de un modo inmediato que la incertidumbre sión, ~tensilios) o el universo de los signos, lo que equivaldría a
ante las diferentes características susceptibles de ser atribuidas a la tratarla como un simple monumento, es decir, como un simple me-
obra de que se trata (autores, escuelas, épocas, estilos, temáticas, dio de comunicación encargado de transmitir una significación tras-
etc.) puede ser aclarada por medio de la intervención de códigos cendente, Percibir una obra de arte de manera propiamente esté-
diferentes, que funcionan como sistemas de clasificación, ya sea tica, es decir, en tanto que significante que no significa otra cosa
un código propiamente altístico, que, al permitir el desciframien- que sí mismo, no consiste, como se dice a veces, en considerarla
\1, to de las características específicamente estilísticas, permite asignar
.¡ «sin relación con otra cosa más que ella misma, ni emocional ni in-
JI la obra considerada a la clase constituida por el conjunto de las telectualmente", en suma, en abandonarse a la obra aprehendida
l obras de una época, de una sociedad, de una escuela o de un autor en su irreductible singularidad, sino en identificar sus rasgos esti-
(<<esun Cézanne,,), ya el código de la vida cotidiana que, en tanto lí.,;;ticosdistintivos al ponerla en relación con el conjunto de obras
que conocimiento previo de las divisiones posibles en clases com- que constituyen la clase de la que forma parte y sólo con esas
plementarias del universo de los significantes y el universo de los obras, Contrariamente, el gusto de las clases populares se define,
significados, y de las correlaciones entre las divisiones de uno y las a la manera de lo que Kant describe en la Crítica del Juicio con el
divisiones del otro, permite asignar la representación particular, tra- nombre de «gusto bárbaro", por el rechazo o la imposibilidad (ha-
tada como signo, a una clase de significantes y, con ello, saber, gra- bría que decir el rechazo-imposibilidad) de efectuar la distinción
cias a sus correlaciones con el universo de los significados, que el
entre «lo que agrada" y do ql!e produce placer», y, más general-
significado correspondiente pertenece a determinada clase de sig- mente, entre el «desinterés»,Único garante de la calidad estética de

78 79
la contemplación, y «el interés de los sentidos" que define "lo agra- en relación con el conjunto de su obra, es indisociable de la apre-
dable" o ,d interés de la Razón,,: exige de cualquier imagen que hensión de las redundancias, es decir, de la comprensión de los tra-
cumpla una función, aunque sea la de signo, al poder fundarse es- tamientos típicos de la materia pictórica que definen un estilo: en
ta representación "funcionalista" de la obra de arte en el rechazo resumen, la percepción de las semejanzas supone la referencia im- )
de la gratuidad, en el culto del trabajo o la valorización de lo "ins- plícita o explícita a las diferencias, y viceversa4
tructivo» (por oposición con "lo interesante,,), y también en la im- El código artístico como sistema de los principios de división
posibilidad de ubicar cada obra particular en el universo de las re- posibles en clases complementarias del universo de las represen-
presentaciones, a falta de principios de clasificación propiamente taciones ofrecidas por una sociedad determinada, en un momen-
estilísticos,3 Resulta de ello que una obra de alte de la que se es- to dado, posee el carácter de una institución social. Sistema histó-
pera que exprese inequívocamente una significación trascendente ricamente constituido y fundado en la realidad social, este conjunto
al significante sea tanto más desconcertante para los menos pre- de instrumentos de percepción que constituye el modo de apro-
parados cuanto más completamente revoque (como las artes no fi- piación de los bienes artísticos (y, más generalmente, de los bie-
\ gurativas) la función narrativa y designativa, nes culturales) en una sociedad determinada, en una época dada,
El grado de competencia artística depende no sólo del grado no depende de las voluntades y las conciencias individuales, y se
de dominio del sistema de clasificación disponible, sino incluso del impone a los individuos singulares, la mayoría de las veces sin sa-
grado de complejidad o refinamiento de este sistema de clasifica- berlo, mediante la definición de las distinciones que pueden efec-
ción, y se mide, por tanto, por la aptitud para efectuar un número tuar y las que no pueden entender, Cada época organiza el con-
más o menos grande de divisiones sucesivas en el universo de las junto de las representaciones artísticas según un sistema institucional
representaciones y, por ello, para determinar clases más o menos de clasificación que le es propio, al asemejar obras que otras épo-
sutiles, Para quien sólo dispone del principio de división entre ar- cas dis,tinguían y distinguir obras que otras épocas asemejaban, y
te románico y arte gótico, todas las catedrales góticas se encuen- los individuos encuentran dificultades para concebir otras diferen-
tran situadas en la misma clase y, al mismo tiempo, se perciben de cias que las que el sistema de clasificación disponible les permite
un modo indistinto, mientras que una mayor competencia permi- pensar, "Supongamos, escribe Longhi, que los naturalistas e im-
te advertir las diferencias entre los estilos pertenecientes a las épo- presionistas franceses, entre 1680 y 1880, no hubieran firmado sus
cas "primitiva", "clásica" y "tardía", o incluso reconocer, en el seno obras y que no hubieran tenido a su lado, como heraldos, a críti-
de estos estilos, las obras de una escuela, Así, la aprehensión de cos y periodistas con la inteligencia de un Geffroy o de un Duret.
los rasgos que definen la originalidad de las obras de una época Imaginémoslos olvidados, debido a una inversión del gusto y una
en relación con las obras de otra época, o, en el interior de esta larga decadencia de la investigación erudita, durante cien o ciento
clase, de las obras de una escuela o de un grupo artístico en relación cincuenta años, ¿Qué sucedería, en primer lugar, cuando la aten-
con las obras de otro, o incluso de una obra particular de un autor ción se volviera sobre ellos? No es difícil prever que, en una pri-

3, Más que en las opiniones respecto a las obras de alta cultura, por ejemplo, pintu- 4, Al menos bajo esta relación, el desciframiento de una obra pictórica obedece a la
ras o esculturas, que, por su alto grado de legitimidad, son capaces de imponer juicios ins- misma lógica que el desciframiento de un mensaje cualquiera, AJ comentar la fórmula de
pirados en la bÚsqueda de conformidad, es en la producción fotográfica y los juicios sobre Saussure segÚn la cual ·en la lengua, sólo existen diferencias- (Cours de linguistique géné-
las imágenes fotográficas donde se revelan los principios del ·gusto popular ..(véase P Bour- raje, Payot, 1960, pág, 166), Buyssens establece que, tanto a nivel semántico como a nivel
dieu, Un art moyen. Essai sur les usages sociaux de la photographíe, Éds. de Minuit, París, fonológico, la captación de las diferencias ,supone la referencia implícita a las semejanzas
1965, págs, 113-134) de sonido o de sentido CCahíers Ferdinand de Saussure, VlIT,1949, págs. 37-60)

80 81
mera fase, el análisis comenzaría por distinguir entre esos mate- La legibilidad modal de una obra de arte (para una sociedad
riales mudos varias entidades más simbólicas que históricas, La pri- determinada, en una época dada) está en función de la desviación
mera llevaría el nombre simbólico de Manet, que asimilaría una entre el código que exige objetivamente la obra considerada y el
palte de la producción juvenil de Renoir, e incluso, me temo, al- código como institución históricamente constituida: la legibilidad
gunos Gervex, sin contar todo Gonzales, todo Morizot y todo el jo- de una obra de arte para un individuo particular está en función de
ven Monet: en cuanto al Monet más tardío, también convertido en la desviación entre el código, más o menos complejo y refinado,
símbolo, englobaría casi todo Sisley, una buena parte de Reno ir, y, que exige la obra y la competencia individual, definida por el gra-
peor aún, algunas docenas de Boudin, varios Lebour y varios Lé- do en que se domina el código social, igualmente más o menos
pine, No se excluye de ningún modo que algunos Pissarro, e in- complejo y refinado, Por el hecho de que las obras que constitu-
cluso, recompensa poco halagüeña, más de un Guillaumin, fueran yen el capital artístico de una sociedad determinada, en una épo-
atribuidos en un caso semejante a Cézanne,,,5 Más convincente in- ca dada, exigen códigos de una complejidad y refinamiento desi-
clusoque esta especie de variación imaginaria, el estudio históri- gual, y consecuentemente susceptibles de ser adquiridos con mayor
o menor facilidad y con mayor o menor rapidez por medio de un

i
co de Berne Joffroy sobre las representaciones sucesivas de la obra
del Caravaggio muestra que la imagen pÚblica que los individuos aprendizaje institucionalizado o no institucionalizado, se caracteri-
zan por niveles de emisión diferentes, de manera que la legibili-
I de una época determinada se hacen de una obra es, propiamente
dad de una obra de arte para un individuo particular está en fun-
I hablando, el producto de los instrumentos de percepción, histórica-
ción de la desviación entre el nivel dé' emisión,7 definido como el
¡
I .
mente constituidos, y por tanto históricamente cambiantes, que les
, proporciona la sociedad de la que forman parte: "Sé bien lo que se grado de complejidad y sutilidad intrínsecas del código exigido por
dice de las polémicas de atribución: que no tienen nada que ver con la obra, y el nivel de recepción, definido como el grado e.n que el
el arte, que son mezquinas y que el arte es grande (...). La idea que indiviquo domina el código social, que puede ser más o menos l'
adecuado al código exigido por la obra, Cuando el código de la .'
nos formamos de un artista depende de las obras que le son atri-
buidas, y, lo queramos o no, esta idea global que nos formamos de obra excede en finura y complejidad al código del espectador, és-
él tiñe nuestra mirada ante cada una de sus obras,,6 Así, la historia te no consigue ya dominar un mensaje que le parece desprovisto
de toda necesidad,
de los instrumentos de percepción de la obra es el complemento
indispensable de la historia de los instrumentos de producción de Las reglas que definen en cada época la legibilidad del alte
la obra, en la medida en que toda obra está, en cierto modo, pro- contemporáneo no son más que una aplicación particular de la ley
ducida dos veces, una por el creador y otra por el espectador, o general de la legibilidad, La legibilidad de una obra contemporá-
mejor, por la sociedad a la que pertenece el espectador. nea varía, en primer lugar, según la relación que los creadores man-
tienen, en una época dada, en una sociedad determinada, con el
código de la época precedente: es posible así distinguir, muy tos-
5. R. Longhi, citado por A. Berne-joffroy, Le dossier Caravage, París, Éds. de Minuit, camente, periodos clásicos, en que un estilo alcanza su perfección
1959, págs, 100-101.
6. A. Berne-joffroy, op. cil" pág. 9. Habría que examinar sistemáticamente la relación
7, Es obvio que el nivel de emisión no puede definirse ele forma absoluta por el he-
que se establece entre la transformación de los instrumentos de percepción y la transfor-
cho de que la misma obra pueele ofrecer significaciones de niveles diferentes segÚn la re-
mación de los instrumentos de producción anística, al estar la evolución de la imagen pÚ-
jilla de interpretación que se le aplique y puede, por ejemplo, satisfacer el interés por la
1 \)Iica de las obras del pasado indisociablemente vinculaela a la evolución del ane, Como se-
anécdota o por el contenido informativo (¡:;aIticularmente histórico) o seducir por sus solas
\ ñala Lionello Venturi, Vasari descubre a Giotto a panir de Miguel Ángel, y Belloni vuelve a
propiedades formales,
\ pensar a Rafael a panir ele Carrache y Poussin.

R?
83
y los creadores explotan hasta realizarlas y, quizás, agotarlas, las guna manera a la comprensión de obras que exigen tan sólo que
posibilidades proporcionadas por un arte de inventar heredado, y se rechacen todas las claves antiguas esperando que la obra mis-
periodos de ruptura, en que se inventa un nuevo arte de inventar, ma revele la clave de su propio desciframiento, Evidentemente,
y se engendra una nueva gramática generadora de formas, en rup-
tura con las tradiciones estéticas de una época y de un medio, El
desfase entre el código social y el código exigido por las obras tiene,
evidentemente, todas las probabilidades de ser más reducido en
quienes están menos dispuestos a adoptar esta actitud son los me-
nos preparados con respecto al arte culto: la ideología según la
cual las formas más modernas del arte no figurativo serían más di-
rectamente accesibles a la inocencia de la infancia o de la igno-
))
los periodos clásicos que en los periodos de ruptura, sobre todo, rancia que a la competencia adquirida por una formación consi-
infinitamente más reducido que en los períodos de ruptura conti-
nua como aquel en el que nos encontramos actualmente, La trans-
derada deformadora como la de la Escuela no sólo es refutada por
los hechos; si las formas más innovadoras no se revelan primero
11
formación de los inst~mentos de producción artística precede ne- 1 sino a algunos virtuosos (cuyas posiciones de vanguardia se ex-
cesariamente a la transformación de los instrumentos de percepción ! plican siempre en parte por la posición que ocupan en el campo
artística y la transformación de los modos de percepción sólo pue- I intelectual y, más generalmente, en la estructura social), es porque
de efectuarse con lentitud porque se trata de desarraigar un tipo exigen la capacidad para romper con todos los códigos, comen-
de competencia artística (producto de la interiorización de un có- zando evidentemente por el código de la existencia cotidiana, y
digo social, tan profundamente inscrito en los hábitos y las me- porque esta capacidad se adquiere a través de la frecuentación de
morias que funciona de un modo inconsciente) para sustituirlo obras que exigen códigos diferentes y a través de la historia del ar-
por otro, mediante un nuevo proceso de interiorización, necesa- te como sucesión de rupturas con los códigos establecidos; en su-
riamente largo y difícil.8 La inercia propia de las competencias ar- ma, la aptitud para suspender todos los códigos disponibles con la
tísticas (o, si se quiere, de los habitw) hace que, en los periodos finalidad de entregarse a la obra misma, en lo que tiene de más in-
de ruptura, las obras producidas mediante instrumentos de pro- sólito a primera vista, supone el dominio exitoso del código de có-
ducción artísticos de un nuevo tipo se vean abocadas a ser perci- digos que regula la aplicación adecuada de los diferentes códigos
bidas, durante un cierto tiempo, a través de los instrumentos de sociales objetivamente exigidos por el conjunto de las obras dis-
percepción antiguos, precisamente aquellos contra los cuales se ponibles en una época dada.9
constituyeron, Quienes no recibieron de su familia o de la Escuela los ins-
Lo cual no quiere decir que la carencia de cualquier compe- trumentos que supone la familiaridad están condenados a una per-
tencia artística sea una condición necesaria ni una condición sufi- cepción de la obra de arte que toma prestadas sus categorías de la
ciente para la percepción adecuada de las obras innovadoras o, a experiencia cotidiana y que aboca al simple reconocimiento del
fortiori, de la producción de tales obras, La ingenuidad de la mi- objeto representadC?: el espectador inerme no puede, en efecto,
rada no podría ser aquí sino la forma suprema del refinamiento de
la vista, El hecho de estar desprovisto de claves no predispone de nin-
percibir otra cosa que las significaciones primarias que no carac-
terizan de ninguna manera el estilo de la obra de arte y se ve con-
denado a recurrir, en el mejor de los casos, a «conceptos demos-
j
8. Esto vale para cualquier formación cultural, forma al1ística, teoría científica o leo-
ría política, pues los hahitus antiguos pueden sobrevivir durante mucho tiempo a una re- 9 Puede encontrarse una exposición sistemática de estos principios en P. Bourdieu,
volución de los códigos sociales e incluso de las condiciones sociales de producción ele ..ElemenlOS para una teoría sociológica de la percepción al1ística.., Revue interna!ionale des
esos códigos, Sciences sociales, vol. XX (1968), nº 4,

84 85
trativos» que, como señala Panofsky, no captan ni designan sino principio de la interpretación (...) siempre está constituido por la
las propiedades sensibles de la obra (por ejemplo, cuando se des-
facultad cognoscitiva y por el patrimonio cognoscitivo del sujeto \ 1
cribe una piel como aterciopelada o un encaje como vaporoso) o que lleva a cabo la interpretación, es decir, por nuestra experien- I
la experiencia emocional que tales propiedades suscitan (cuando
cia existencial, cuando únicamente se trata de descubrir el senti-
se habla de colores graves o alegres)lO do de lo fenoménico, y por nuestro saber literario cuando se tra-
«Cuando designo este conjunto de colores claros que se en- ta del sentido del significado,»14Privados del «conocimiento del
cuentran en el centro de la Resurrección de Grünewald como "un estilo» y de la «teoría de los tipos», que son los Únicos capaces
hombre con las manos y los pies perforados que se eleva en el ai- de corregir respectivamente el desciframiento del sentido feno-
re", transgredo (.,,) los límites de una pura descripción formal, pe- ménico y del sentido del significado, los sujetos menos instrui- I
ro permanezco todavía en una región de representaciones de sen-
tidos que son familiares y accesibles al espectador sobre la base de
su intuición óptica y de su percepción táctil y dinámica, en suma,
dos están condenados a aprehender las obras de arte en su pu-
ra materialidad fenoménica, es decir, al modo de simples objetos
mundanos; y si se encuentran inclinados tan fueltemente a bus-
I
i

sobre la base de su experiencia existencial inmediata, Si, al contra- car y exigir el realismo de la representación, es, entre otras razo- )
rio, considero este conjunto de colores claros como "Cristo que se nes, porque, desprovistos de categorías de percepción específicas,
eleva en el aire", presupongo además una adquisición culturaL»!1
no pueden aplicar a las obras otra «clave»que la que les permite
En resumen, para pasar de la «capa primaria de los sentidos que po-
aprehender los objetos de su entorno cotidiano como dotados de
demos discernir sobre la base de nuestra experiencia existencial», sentido,
o, en otros términos, del «sentido fenoménico que puede subdivi- Como todo objeto cultural, la obra de arte puede revelar sig-
dirse en sentido de las cosas y en sentido de las expresiones», a la nificaciones de nivel diferente según el esquema interpretativo que
«capa del sentido, secundario éste, que sólo puede ser descifrado a se le aplique, y las significaciones de nivel inferior, es decir, las más
partir de un saber trasmitido de forma literaria» y que puede deno- I
superficiales, siguen siendo parciales y mutiladas, y por tanto erró- I
minarse «región del sentido del sign!ficado>, 12 debemos disponer de
neas, en la medida en que se sustraen a las significaciones de ni- \
«conceptos propiamente caracterizantes» (por oposición a los «con- vel superior que las engloban y las transfiguran, La «comprensión» \
ceptos demostrativos») que rebasan la simple designación de las de las cualidades «expresivas»y, si se puede decir, «fisionómicas»de J
propiedades sensibles y, al aprehender las características propia-
mente estilísticas de la obra de arte (tales como «pictórica»o «plás-
la obra no es más que una forma inferior de la experiencia estéti- I
ca porque, al no estar sostenida, controlada y corregida por el co- i
tica»), constituyen una verdadera «interpretación» de la obraD «El nocimiento propiamente iconológico, se procura una clave que no
es ni adecuada ni específica, Sin duda, se puede admitir que la ex-
periencia interna, como capacidad de respuesta emocional a la con-
10. E, Panofsky, "Uber eles VerlÚltnis del' Kunstgeschichte zur Kunsttheorie", Zeitsch-
riftfür Aesthetik und allgemeine Kunstwissenschajt, XVlII, 1925, págs, 129 y sigs,
notación de la obra de arte, constituye una de las claves de la ex-
11, E, Panofsky, "Zum Problem der Beschreibung unel lnhalrsdeutung von Werken periencia artística, Pero la sensación o la afección que suscita la
del' bildenden Kunst", Logos, XXI, 1932, págs, 103 y sigs. Es evidente que el saber cultural obra no tiene el mismo valor segÚn que constituya la totalidad de
que condiciona la familiaridad se domina más o menos según el tipo de objeto y según la
una experiencia de la obra de arte reducida a la aprehensión de ,lo
situación social y cultural del sujeto percipiente,
12, E, Panofsky, "Zum Problem del' Beschreibung uncl lnhaltsdelltllng von Werken
der bildenden Kunst", loe. cit,
14, E. Panofsky, "Zum Problem der Beschreibung und lnhaltsdeutung von Werken
13. E, Panofsky, "UiJer des VerlÚltnis del' KUl1stgeschichre Zl1r KUl1sttheorie", loe, cil,
der bilclenclen Kunst", toe. cit.

86 Q7
que puede llamarse su expresividad o que se integre en la unidad namizarlo, Un checo que escucha un poema ruso considera su
de una experiencia adecuada, métrica cuantitativa y todo el poema como bastante monótono, Al
La observación sociológica permite, por tanto, descubrir, rea- contrario, un ruso que escucha por primera vez un poema checo
lizadas efectivamente, las formas de percepción que correspon- se encuentra, por lo general, completamente desorientado y no es
den a los diferentes niveles que los análisis teóricos establecen capaz de decir según qué métrica está compuesto",15 Aquellos pa-
mediante una distinción de razón, Todo bien cultural, desde la co- ra quienes las obras cultas hablan una lengua extraña se ven con-
cina hasta la mÚsica serial pasando por el western, puede ser ob- denados a importar en su percepción y su apreciación de la obra
jeto de aprehensiones que van de la simple sensación actual has- de arte categorías y valores extrínsecos, los que organizan su per-
ta la delectación culta, preparada por el conocimiento de las cepción cotidiana y orientan sus juicios prácticos, A falta de po-
tradiciones y las reglas del género, Si es posible distinguir, por abs- der concebir la representación según una intención propiamente
tracéión, dos formas opuestas y extremas del placer estético, se- estética, no aprehenden el color de un rostro como un elemento
paradas por todas las gradaciones intermedias, el goce que acom- de un sistema de relaciones entre colores (los de la indumentaria,
paña a la percepción estética reducida a la simple aisthesis y a la el sombrero o la pared situada en segundo plano), sino que, «ins-
delectación que procura la degustación culta y que supone, como talándose inmediatamente en su sentido", para hablar al modo de
condición necesaria aunque no suficiente, el desciframiento ade- Husserl, leen en él, ditectamente, una significación psicológica o
cuado, hay que añadir que la percepción más inerme tiende siem- fisiológica, como en la experiencia cotidiana, La aprehensión del
pre a exceder el nivel de las sensaciones y las afecciones, es de- cuadro como sistema de relaciones de oposición y complementa-
cir, la pura y simple aisthesis: la interpretación asimiladora que ridad entre colores presupone no ,sólo la ruptura con la percep-
lleva a aplicar a un universo desconocido y extraño los esquemas ción primera, que es la condición de la constitución de la obra de
de interpretación disponibles, es decir, los que permiten apre- arte COlJlO obra de alte, es decir, de la aprehensión de esta obra se-
hender el universo familiar como dotado de sentido, se impone gÚn una intención en conformidad con su intención objetiva (irre-

I
como medio para restaurar la unidad de una percepción integra- ductible a la intención del altista), sino incluso la posesión de un
da, Los lingüistas conocen los fenómenos de falso reconocimien- esquema de análisis indispensable para apreciar las diferencias su-
to o de falsa apreciación que derivan de la aplicación de catego- tiles que distinguen, por ejemplo, una gama de tintes graduados
rías inadecuadas y de lo que se puede llamar la «ceguera cultural" segÚn las leyes de una modulación refinada en determinado cua-
por analogía con lo que denominan «sordera cultural»: ,<Lamétrica dro de Turner o de Bonnard,lG
rusa, observa N, S, Trubetzkoy, se edifica sobre la alternancia re- Se entiende entonces que la estética no pueda ser, salvo ex- i'
gular de sílabas acentuadas y sílabas no acentuadas: las sílabas cepciones, más que una dimensión de la ética (o mejor, del ethos) J
acentuadas son largas y las sílabas no acentuadas breves, Los lí-
mites de las palabras pueden recaer en cualquier lugar del verso
15 N, S, Trubetzkoy, Príncipes de phonologie, París, Klincksieck, 1957, pág, 56, Vé-
y el agrupamiento siempre irregular de estos límites sirve para di- anse también págs, 66-67,
na mizar y variar las estructuras del verso, El verso checo reposa 16, M, Colin Thompson mostró, mediante una serie de experiencias, que incluso cuan-
sobre un reparto irregular de los límites de las palabras, subra- do es requerida por una consigna expresa, la aprehensión de los colores en sí mismos y
por sí mismos es extremadamente rara (incluso entre adolescentes al final ele sus estudios
yando el comienzo de cada palabra con un reforzamiento de la
secundarios), porque la atenciÓn de los espectadores se dirige prioritariamente a los as-
voz: las sílabas breves y las sílabas largas se reparten, en cambio, pectos narrativos o anecdÓticos de la imag<,;n(e. Thompson, Response lo Colour, Corsham,
irregularmente en el verso y su libre agrupamiento sirve para di- Research Center in Ar1 Education, 1965),

88 89
de clase. Para «gustar», es decir, para «diferenciar y apreciar,,17las zadas que forman parte de un conjunto de saberes acumulativos? ¡\ /
obras expuestas y para justificar la concesión de valor, el visitan- «Acordarme, es diferente, A Picasso, no lo he entendido; no re- I
te poco culto sólo puede invocar la calidad y la cantidad del tra- cuerdo los nombres" (comerciante, Lens). ,<Megustan todos los cua-
bajo, sustituyendo la admiración estética por el respeto moral. «Ha- dros en los que aparece Cristo"(obrero, Lille). Las dos terceras par-
bría que darse cuenta del valor de todo lo que hay aquí, que tes de los visitantes de las clases populares no pueden citar, al
representa un trabajo de siglos, vamos .., Si se ha conservado to- término de su visita, el nombre de una obra o de un autor que les
do esto, es para que nos demos cuenta del trabajo realizado a lo haya gustado, como tampoco extraen de una visita anterior sabe-
largo de los siglos y que todo lo que se hace no es inútil." «Apre- res que podrían ayudarles en su visita actual: así se entiende que
cio mucho la dificultad del trabajo,,, «Para valorar un cuadro, me una visita, a menudo determinada por razones azarosas, no baste
fijo en la fecha, y me quedo pasmado cuando veo cuánto tiempo para animarles o prepararles para emprender una nueva visita, To-
ha pasado y lo bien que se trabajaba entonces,,, Entre las razones talmente tributarios del museo y las ayudas que suministra, se en-
que se esgrimen para dispensar una admiración decidida, la más cuentran palticularmente desconcertados en los museos que se di-
segura, la más infalible, es sin duda la antigÜedad de las cosas ex- rigen, por vocación, al pÚblico culto: el 77 % de entre ellos desearía
puestas, «Está muy bien .., Es antiguo, Quizá podría haber museos recibir la ayuda de un cicerone o de un amigo [véase Ap, 2, cua-
con cosas modernas, pero ya no sería un museo, Lo que hay aquí dro 2], el 67 % querría que la visita estuviera orientada con Hechas
es verdaderamente antiguo, ¿no?" El valor de las cosas antiguas, y el 89 % que las obras estuvieran acompañadas por paneles ex-
¿no está acaso atestiguado por el solo hecho de haber sido con- plicativos [véase Ap, 2, cuadro 31. Más de la mitad de las opinio-
[\ servadas? y la antigÜedad de las cosas conselvadas, ¿acaso no jus- nes que expresan contienen esta expectativa: «Para quien quiere
tifica suficientemente su conservación? El discurso no tiene aquí interesarse, es difícil. Sólo ve pintura, y fechas, Para poder dife-'
otra función que la de otorgar a quien lo profiere las razones de renciar,.J.efalta un guía, Si no, todo es parecido> (obrero, Lille), «Pre-
, una adhesión incondicional a una obra cuya razón no entiende, fiero visitar el museo con un guía que explique y haga entender
¿No es acaso significativo que, requeridos a dar su opinión sobre los puntos oscuros para el comÚn de los mortales" (empleado, Pau).
las obras y su presentación, los visitantes menos cultos den una Los visitantes de las clases populares ven a veces, en la ausen-
aprobación total y masiva que no hace más que expresar, bajo otra cia de toda indicación capaz de facilitar la visita, la expresión de
forma, un desconcierto proporcional a su reverencia? «Está muy una voluntad de exclusión por medio del esoterismo, si no es, co-
bien, No se pueden exponer mejor de lo que están,» «Me ha pa- mo dicen más fácilmente los visitantes rhás instruidos, una inten- ¡,
recido que todo está muy bien,,, Del mismo modo, como si qui- ción comercial (o sea, para favorecer la venta de catálogos), De \
sieran expresar con ello que saben apreciar lo que el museo les hecho, flechas, paneles, guías, cicerones o azafatas no suplirían i\
ofrece en su justo valor, los visitantes que consideran más barato
el precio de la entrada son los menos instruidos [véase Ap, 3, cua-
verdaderamente la falta de formación escolar, pero aprobarían, con I
su simple existencia, el derecho a ignorar, el derecho a estar pre-
dro 3],
¿Cómo es posible que una percepción tan desprovista de prin-
sentes siendo ignorantes, el derecho de los ignorantes a estar ahí; I
contribuirían a aminorar el sentimiento de inaccesibilidad de la obra
cipios organizadores pueda aprehender las significaciones organi- y de la indignidad del espectador que corrobora perfectamente es-
\
ta reHexión escuchada en el castillo de Versalles: «Este castillo no
17, Véase E. Kant, Anthropologíe du point de vue pragmatique, tracl, de M, f'oucault, fue hecho para el pueblo, yeso, no ha cambiado ..,»,
París, Vrin, 1964, pág, 100 (trad, cast.. Antr.opología práctica, Madrid, Tecnos, 1990).

90 91
Toda la conducta de los visitantes de las clases populares ma- rehacer la cubertería, compraría esto", Coge un cuchillo y un tene-
nifiesta el efecto de distanciamiento sacraliza dar que ejerce el mu- dor, finge cortar algo sobre un plato imaginario y se lleva el tenedor
\ a la boca", y los compoltamientos de los visitantes difieren tan pro-
1 seo, El respetuoso desconCIerto de todos los VIsitantes ocaSIOnales,
llevados por la exaltación de un día festivo o la ociosidad de un do- fundamente que el observador, Ileva,do, en un primer momento, a
mingo lluvioso, y condenados a provocar a su paso los comentarios ejercitar la sociología espontánea, atribuye a una diferencia en la fi-
malévolos de los asiduos, las risas de los estudiantes de pintura y las liación social del pÚblico (que el análisis estadístico desmiente) las
llamadas de atención de los guardas, lo evoca Zola cuando describe diferencias que se deben, ante todo, a la significación social del mu-
los recorridos bulliciosos de Gervaise y Coupeau a través de las sa- seo y de una exposición que introduce en él, excepcionalmente, la
las del Louvre: «Elsevero despojamiento de la escalera los volvió gra- atmósfera de un gran almacén, el museo del pobre, no sin suscitar
ves, Un magnífico ujier, con chaleco rojo y librea con galones dora- cierta indignación en los visitantes más acordes con el museo tradi-
dos, que parecía aguardarles sobre el rellano, redobló su emoción, cional. La conversión total de la actitud que llevan a cabo los visi-
Con respeto, caminando con la mayor suavidad posible, entraron en tantes puede resumirse en las oposiciones siguientes, que son las
mismas que distinguen el universo sagrado del universo profano: in-
la galería' francesa",
No hay mejor revelador de la significación objetiva del museo tocable / tocable; ruido / silencio retraído; exploración rápida y de-
sordenada / procesión parsimoniosa y ordenada; apreciación intere-
tradicional que el cambio de actitud que provocaba, en el Museo de
sada de obras venales / apreciación pura de obras «sin precio",
Lille, la transición de la exposición danesa a las salas del museo: "En
la sala de exposición danesa, entró una pareja de avanzada edad; la
mujer lleva un abrigo un tanto deslucido, que le cuelga por delante, Confrontados a la prueba (en el sentido escolar) que repre- \
y calza unos llamativos botines; el hombre tirita todavía dentro de \.10 senta para ellos el museo, los visitantes menos cultos son poco pro-
gabán demasiado largo que roza sus pantorrillas; deambulan al azar, clives a recurrir, de hecho, al guía o al cicerone (si existen), te-
señalan con el dedo, desde lejos, aquello a lo que desean acercarse, miend? revelar así su incompetencia, "A mi modo de ver, una
hablan alto, El azar de sus deambulaciones los conduce a la sala de persona que acude por primera vez se siente un poco perdida, ..
cerámicas del museo, en la que entran, La recorren y rodean lenta y Sí, las flechas, sobre todo, podrían servir de orientación; a uno no
escrupulosamente, inspeccionando cada vitlina, una tras otra; el hom- le apetece mucho preguntar" (asistenta, Lille). Al ignorar la con-
bre lleva ahora las manos en los bolsillos, y ambos han bajado la ducta adecuada y preocupados más que nada por no traicionarse
voz; sin embargo, en ese lugar, están solos,,, También la atmósfera con comportamientos contrarios a lo que consideran que es con-
de las dos partes del museo es diferente: "aquí, reina el silencio re- veniente, se contentan con leer, con la mayor discreción posible,
cogido y el orden tranquilo de las pausadas evoluciones a lo largo las etiquetas, cuando las hay, En resumen, se sienten "desplaza-
de las paredes; allá, con la afluencia vespertina, uno se queda un po-
dos" y se controlan por temor a hacerse notar por alguna incon-
co aturdido por las conversaciones ruidosas, los objetos que se des-
veniencia, "Uno teme encontrarse con un experto ( ..,), Para em-
plazan y se arrastran sobre el embaldosado, los chiquillos que co-
pollar antes, hay que pertenecer a la profesión, ser especialista, No,
rretean mientras los padres les llaman enérgicamente la atención, Por
un muchacho como yo, llega discretamente y se va discretamente"
lo demás, hay muchos niños y el guarda se asombra: "¡No hay co-
(obrero, Lille) , Si los agricultores y los obreros se muestran ligera-
mo las familias numerosas, eh!" Los visitantes lo tocan todo, prueban
los sillones, levantan las colchas de los canapés, se inclinan para mi- mente más partidarios de las flechas que de los paneles, se debe
rar por debajo de las mesas, Golpean con el dedo la madera o el me- quizás a que, a falta de un mínimo de cultura, sienten de manera
tal para evaluar el material y sopesan los cubiertos, Una pareja exa- menos urgente la necesidad ele aclaraciones; quizás expresan tam-
mina los cubiertos de plata: "Mira, dice la mujer, si tuviera que bién de ese modo el sentimiento de extravío Ca veces en el senti-

92 93
"No me gustaría estar completamente solo, sino con alguien cuali-
do primero del término) que suscita en ellos el espacio del museo;
ficado, De lo contrario, uno pasa y no ve nada" (obrero, Lille), A
sin duda, fundamentalmente, encontrarían en ese "camino a seguir"
falta de poder definir con claridad los medios para llenar las lagu-
la primera respuesta a su preocupación de pasar desapercibidos
nas de su jnformación, invocan, casi mágicamente, la intervención
mediante un comportamiento adecuado, «Lasflechas son necesa-
de los más consagrados intercesores y mediadores, capaces de
rias; la primera vez no te aclaras" (obrero, Lille), ,,¡Loque falta son
acercar las obras inaccesibles, y la proporción de visitantes que de-
flechas! Para señalar qué sitios .., Hay momentos en que se ven to-
sean la ayuda de un cicerone (más que la de un amigo compe-
das las obras, uno no sabe por dónde ir" (obrero, Lille). y si los vi-
tente) pasa, en Francia, del 57,5 % en las clases populares al 36,5 %
sitantes de las clases populares prefieren acudir al museo con los
en las clases medias y al 29 % en las clases superiores [véase Ap, 2,
padres o con los amigos es, sin duda, porque encuentran en el gru- cuadro 2):18 "Sí,con un cicerone, uno aprende .., Los cicerones son
po una manera de conjurar su sentimiento de malestar, mientras casi siempre universitarios que conocen esas cosas al dedillo,
que, al contrario, el deseo de visitar el museo solo se expresa con son profesores, es útiL» Es evidente que quienes invocan la re-
mayor frecuencia a medida que uno se eleva en la jerarquía social pugnancia de las clases populares con respecto a la acción esco-
i (por ejemplo, en Francia, el 16 % de agricultores y obreros, el 30 % lar no hacen otra cosa que proyectar sobre ellas, segÚn el etno-
de miembros de las clases medias y el 40 % de las clases superio- centrismo de clase que caracteriza a la ideología populista, su
res) [véase Ap, 2, cuadro 1]. propia actitud en relación con la cultura y la escuela,I9 La cuestión
no consiste tanto en saber si todas las explicaciones proporciona-
La proporción de visitantes que declaran su preferencia por vi- rán «ojos"a quienes no «ven",ni siquiera si los paneles explicativos
sitar solos el museo crece, en todos los países, a medida en que se serán leídos y leídos bien, Aunque no lo fueran, o, como es pro-
eleva el nivel de instruCción o la posición en la jerarquía social, pa-
bable, lo fueran tan sólo por quienes menos necesidad tienen de
sando, en Grecia, del 17 % en las clases populares al 20 % en las cla-
hacerlo, no dejarían sin embargo de desempeñar su función sim-
ses superiores (con una tasa del 13 % en las clases medias), en Po-
bólica,
lonia, del 28 % en las clases populares al 42 % Y 44 % en las clases
Sin duda, no es excesivo pensar que el profundo sentimiento
medias y superiores, y én Holanda, en las categorías correspon-
de indignidad (y de incompetencia) que obsesiona a los visitantes
dientes, del 33 % al 51 % Yel 59 %, La jerarquía que se establece en-
tre los diferentes países parece indicar que la tasa de visitantes que
18. En Polonia, la proporción de quienes prefieren el cicerone es del ,31% en las cla-
desean la visita solitaria es más elevada en la medida en que el capi-
ses populares, del 26 % en las clases medias y del 14 % en las clases superiores, mientras
tal cultural nacional lo sea también [véase Ap, 5, cuadro 5], que el 23 %, el 29 % Y el 35,5 % ele las mismas clases, respectivamente, prefieren mejor la
visita en compañía de un amigo competente, En Grecia, el 33 % de los visitantes de las cia-
Mientras que los miembros de las clases cultas rechazan las ses populares, el 27 % en las clases medias y el 31 % en las clases superiores prefieren una
visita guiada por un cicerone, frente al 17 %, el 40 % Yel 46 % que prefieren recurrir a un
formas más escolares de ayuda, y prefieren al amigo competente amigo. Finalmente, en Holanda, donde el capital cultural es más elevado, todas las clases
antes que al cicerone y al cicerone antes que al guía, de quien se eligen al amigo con preferencia sobre el cicerone, y la separación es tanto más acusada
( burlan con discreta ironía, los visitantes de las clases populares no cuanto más elevado es el nivel de instrucción (de 1 a 1,3 en las clases populares, de 1 a 6

I temen el aspecto evidentemente escolar de una escolta eventual:


en las clases medias y de 1 a 5 en las clases superiores) [véase Ap. 5, cuadro 51.

I "Por Jo que respecta a las explicaciones, cuantas más, mejor", Siem-


19, "El pÚblico medio, escriben Charpemreau y Kaes, no tiene ninguna gana de reci-
bir una "educación" Con razón o sin ella, desconfía ele todo lo que le recuerda la escuela
¡ pre es bueno que se den explicaciones para todo (.. ,). Lo más im- [Jorque desea ser tratado como adulro» (La culture populaire en France, París, Les f:ditions
Ouvrieres, 1962, pág. 122)
pOltante es el guía, que nos orienta y nos explica" (obrero, Lille).

95
94
\ menos cultos, como si se vieran aplastado~ por el respeto frente al los diferentes países ordenados según la importancia de su capital
universo sagrado de la. cultura legítima, contribuye bastante a man- cultural, de tal manera que la explicación invocada para dar razón
,.' tenerlos apartados del museo, ¿Acaso no es significativo que la pro- de las diferencias comprobadas en las actitudes de las diferentes cla-
J\ porción de los visitantes que manifiestan la actitud más sacralizan-
ses sociales de un mismo país se aplica también a las diferencias en-
tre los diferentes países: en efecto, fas visitantes holandeses expre-
te con relación al museo disminuya tan acusadamente cuando la
san una hostilidad claramente más acentuada que los franceses con
posición social se eleva (el 79 % de los miembros de las clases po-
relación a las flechas y los paneles; los polacos, cuya práctica es más
¡ pulares asocian el museo a la imagen de una iglesia, frente al 49 0/0 inmediatamente tributaria de la acción directa de la escuela, ocupan
\ en las clases medias y al 35 % en las clases superiores), mientras una posición intermedia entre los de Francia y los de Grecia, si se
r'ZJ\, ~I que aumenta la proporción de los sujetos que desean que los visi- exceptúan los estudiantes y los profesores que manifiestan su reti-
.....
¡;x, tantes sean poco numerosos (el 39 % en las clases populares, el 67 0/0 cencia con respecto a todas las formas de ayuda más abiertamente
~ . en las clases medias y el 70 % en las clases superiores), al preferir incluso que los estudiantes y los profesores franceses, quizá porque
'-'-'\¡~\' la selecta intimidad de la capilla a la multitudinaria afluencia de la se encuentran mejor situados para apreciar el coste que talés disci-
~1:"""'~
~"_ iglesia [véase Ap, 4, cuadros 7 y 8J? plinas pueden implicar para ellos, Dotados de un nivel de compe-
~ ¿Acaso no es significativo también que la hostilidad con res- tencia poco elevado, los visitantes griegos no pueden sino experi-
mentar, con una fuerza palticular, la necesidad de ser ayudados en
?;:- pecto a los esfuerzos por hacer las obras más accesibles se dé so-
la visita de museos que expongan, sobre todo, vestigios arqueológi-
~ bre todo entre los miembros de la clase culta? Por una aparente
cos [véase Ap, 5, gráfico 6]
paradoja, son las clases' mejor provistas de auxiliares personales,
como guías y catálogos (puesto que el conocimiento de estos ins-
¿Es acaso extraño que la ideología del don natural y de la mi- !\'
trumentos y el arte de utilizarlos es un asunto de cultura), las que
rada virgen estén tan difundidas entre los visitantes más instruidos
rechazan con mayor frecuencia las ayudas institucionalizadas y co-
y entre tantos conservadores, y que los profesionales del análisis
lectivas: «Creo que es inÚtil pretender imponer un sentido a la vi-
culto de las obras de arte rechacen con tanta frecuencia ofrecer a
sita del museo, dice un estudiante, Personalmente, prefiero ser li-
los no iniciados el equivalente o el sustituto del programa de per-
bre, dejarme llevar por mis elecciones y mi inspiración, Sin ir
cepción cultivada que arrastran consigo y que es propio de su cul- .
demasiado lejos, comparo la visita al museo con un viaje, pero un
tura?20Si la ideología carismática que convierte el encuentro con la )
viaje al modo de Montaigne, que se desvía del camino, impulsado
obra en la ocasión de un descenso de la gracia (charisma) procu-
por el aire y el viento, que disfruta del tiempo presente, sin prisas
y sin guía, que sueña con el pasado" (Louviers). «Recuerdo con nos- J
talgia, dice un profesor, el antiguo Salon Carré del Louvre, en el 20. En un aItículo titulado ,Das Problem des Stils in del' bildenden Kunst" (Zeitschriji
que había tantas cosas que descubrir. Ahora, se nos priva de ese lü/" Aesthetik und allgemeine Kunstwissenschaft, X, 1915) Y consagrado a las teorías gene-
rales de Heinrich Wblfflin sobre el estilo en las aItes figurativas, Erwin Panofsky saca a la
intenso placer del descubrimiento y se nos imponen los cuadros
luz la ambigÜeelad fundamental de los conceptos wblfflinianos de "ver",de "ojo"y de "ópti-
separados por tabiques, Nos obligan a mirar sólo ésos, Ya no es ca", empleados comúnmente en dos sentidos diferentes que, "en la lógica de una investi-
una fiesta, sino una escuela primaria, Verlo todo, comprenderlo to- gaciÓn de orden metodológico, deben ser naturalmente distinguidos con rigor". En el sen-
tido estricto del término, el ojo es el órgano de la visión y, en tal sentido, "no desempeña
do, saberlo todo, pedante trinidad, la alegría se disipa" (Lille) ,
ningún papel en la constitución de un estilo", En sentido figurado, "el ojo" (o "la actitud óp- I
tica,) no podría ser otra cosa, con todo rigor, "que una actitud psíquica en relación con lOS)
Las actitudes de los diferentes públicos nacionales en relación datos ópticos", pues "la relaciÓn del ojo con el mundo" es, en realidad, -una relación del es-
con los auxiliares pedagógicos expresan una vez más la jerarquía de píritu con el mundo del ojo,," ,

96 97
ra a los privilegiados la justificación más «indiscutible»de su privi-
La proporción de los visitantes que citan escuelas se incremen-
legio cultural, al inducir el olvido de que la percepción de la obra ta, en todos los países, a medida que se eleva el nivel de instrucción,
es necesariamente culta, y por tanto aprendida, los visitantes de las En Polonia, siempre muy bajo, es del 2 % en las clases medias y del
clases populares se e'ncuentran bien situados para no ignorar que 5 % en las clases superiores, mientras que la proporción de los vi-
el amor al arte nace de asiduas frecuentaciones y no de un fle- sitantes que citan exclusivamente pintores muy célebres pasa del
chazo: «Que guste al primer vistazo, sí, eso puede darse, pero an- 39 % en las clases populares al 24 % en las clases medias yel 15,5 0/0
tes es necesario haber leído bastante, sobre todo cuando se trata en las clases superiores, En Grecia, ninguno para quienes no supe-
de pintura moderna" (obrero, Lille), raron el nivel de enseñanza primaria, mientras que la tasa de visi-
El desconcierto ante las obras expuestas disminuye desde el tantes que citan al menos una escuela de pintura es del 6 % para
momento en que la percepción puede peltrecharse con los sabe- quienes siguieron una enseñanza técnica, el 24 % para quienes tie-
nen el nivel de bachillerato y el 19 % para quienes alcanzaron el ni-
res típicos, por vagos que sean; el primer grado de la competencia
vel universitario, La jerarquía es la misma en el público holandés,
propiamente estética se define por el dominio de un arsenal de pa-
aunque las tasas de citas de escuelas sean globalmente más eleva-
labras que permiten nombrar las diferencias y constituirlas al nom-
das, lo que se comprende fácilmente ya que la escolaridad secun-
brarlas: son los nombres propios de pintores célebres, Da Vinci, daria y superior está claramente más difundida y la riqueza y diver-
'" Picasso, Van Gogh, los que funcionan en tanto que categorías ge- sidad de las colecciones holandesas de pintura confiere a los museos
néricas, porque se puede decir ante cualquier pintura (u objeto) holandeses un nivel de oferta sin parangón con el de los museos po-
de inspiración no realista: "Es Picasso», o ante cualquier obra que lacos y el de los museos de arte griegos, al menos en lo que con-
evoque de cerca o de lejos la manera del pintor florentino: "Se di- cierne a la pintura, Así, el 14 % de los holandeses del nivel prima-
ría un Da Vinci»; también son categorías amplias, como los "im- rio, el 25 % del nivel técnico, el 66 % del nivel de bachillerato y el
presionistas" (cuya definición, análoga a la que ha adoptado el Jeu 43 % del nivel universitario citan al menos una escuela de pintura
de Paume, se extiende comÚnmente a Gauguin, Cézanne y Degas) [vease Ap, 5, cuadro 7l. En Francia, donde las tasas son levemente
o «los flamencos", o incluso "el Renacimiento", Así, por no tomar inferiores, se observa, por otra parte, que el 22 %de los agricultores
\ más que un indicador extremadamente tosco, la proporción de los citan al menos un pintor no representado en el museo, frente al 39 0/0
de los obreros, El 54 % de los artesanos y comerciantes, el 63 % de
\ sujetos que, como respuesta a una pregunta acerca de sus prefe-
los empleados y directivos medios, el 70 % de los directivos supe-
'\ rencias pictóricas, citan una o varias escuelas aumenta significati-
riores, el 77 % de los maestros y el 78 % de los profesores, especia-
vamente a medida que se eleva el nivel cultural (el 5 % para los listas en arte y estudiantes,
poseedores del certificado de estudios de primaria, el 13 % para
los titulares del primer ciclo de secundaria, el 25 % para los ba-
Igualmente, los visitantes de las clases populares se interesan i\
chilleres' el 27 % para los licenciados y el 37 % para los poseedo-
res de un diploma superior a la licenciatura). Asimismo, el 55 % de
más bien en las obras «menores" que les son más accesibles, como ¡
los visitantes de las clases populares no pueden citar ni un solo
Jos muebles o las cerámicas' o los objetos folclóricos o históricos, I
.1
ya porque conocen su uso y disponen de elementos de compara- f
\ nombre de pintor, y quienes lo hacen nombran más o menos siem-
ción y criterios de evaluación (o mejor, de apreciación en el senti-
pre a los mismos autores, consagrados por la tradición escolar y
do verdadero), ya porque la cultura que requiere la comprensión \
por las reproducciones de los libros de historia y las enciclopedias,
de tales objetos, a saber, la cultura histórica, es más comÚn, mien- \ \
Leonardo da Vinci o Rembrandt.
tras que los miembros de las cl~ses altas se dedican más a las obras 1 1
de arte más nobles (pinturas y esculturas) [véase Ap, 2, cuadros 14 ¡

98
99
y 15]21 Del mismo modo, finalmente, la tasa de los visitantes que co- lar como para interiorizar la actitud emancipada con respecto a la
nocían ya las obras que iban a ver en el museo aumenta muy fuer- cultura escolar que enseña una escuela tan profundamente domi-
temente a medida que uno se eleva en la jerarquía social (el 13 % nada por los valores de las clases dominantes que asume por su
en las clases populares, el 25,5 % en las clases medias y el 54,S % en cuenta la devaluación mundana de las prácticas escolares, La opo-
las clases superiores), mientras que el conocimiento previo de las sición escolar entre la cultura canónica, estereotipada y, como di-
obras para una parte de los visitantes (el 26 % en las clases popu- ría Max Weber, «rutinizada", y la cultura auténtica, liberada de los
lares, el 45 % en las clases medias y el 26 % en las clases superio- discursos escolares, sólo tiene sentido para una ínfima minoría de
res) se debe a reproducciones [véase Ap, 4, cuadro 41 En resumen, hombres cultos, porque la plena posesión de la cultura escolar es
los saberes genéricos que son la condición de la percepción de las la condición de la superación de la cultura de escuela hacia esta
diferencias y la fijación de los recuerdos, nombres propios, con- cultura libre, es decir, liberada de sus orígenes escolares, que la
ceptos históricos, técnicos o estéticos, son progresivamente más burguesía y su escuela consideran como el valor de los valores,
numerosos y más específicos a medida que se trata de las clases
más cultas, En Francia, los visitantes de nivel inferior al bachillerato se in-
Hay que ver todo lo contrario de una refutación de estos re- teresan casi exclusivamente por los pintores más renombrados (como
sultados en el hecho de que los visitantes muestren con tanta ma- Van Gogh o Renoir, sobre quienes se han rodado películas, o Picas-
yor frecuencia su preferencia por los pintores más célebres y con- so y Buffet, que forman parte de la actualidad), los más consagrados
sagrados por la escuela cuanto menos instruidos son, y que, al por la tradición escolar (como Da Vinci, Rembrandt o Miguel Ángel)
contrario, los pintores modernos, que tienen menos ocasiones de o por las reproducciones de los manuales (como Le Nain, David, La
encontrar un espacio en la enseñanza, sólo son citados por los vi- Tour, Greuze o Rafael); los visitantes que poseen el bachillerato cee
sitantes más cultos, que residen en las grandes ciudades [véase Ap, d~ menos a las solicitaciones de la actualidad (Van Gogh baja del
2, cuadro 20]. El acceso a los juicios de gusto llamados "persona- primer al segundo puesto, Picasso del tercero al sexto y Buffet del quin-
les» es también un efecto de la instrucción recibida: la libeltad pa- to al decin10sexto) y citan con menos frecuencia a los pintores más
«escolares", que ceden su lugar a Gauguin, Braque, Cézanne, Dufy,
ra desembarazarse de los condicionamientos escolares no está en
Fra Angelico, El Greco y Velázquez, Además de presentar un abani-
poder sino de quienes asimilaron suficientemente la cultura esco-
co electivo claramente más abierto (como manifiesta el hecho de que
los veinte pintores que nombran con más frecuencia sólo constitu-
yen el 44 % de los pintores citados frente al 56 % en las clases me-
21. En todos los países, la proporción de quienes declaran haber acudido para ver
las obras de arte más prestigiosas -pintura y escultura- aumenta al mismo tiempo que se dias y el 65 % en las clases populares), los visitantes de nivel supe-
eleva el nivel de instrucción, mientras que la proporción de quienes acudieron para ver los rior al bachillerato proponen un palmarés que se distingue tanto por
objetos folclóricos e históricos varía en sentido inverso. En Holanda, la proporción de los afi- la originalidad de los nombres citados (porque aparecen Botticelli,
cionados a la pintura y la escultura pasa del 59 % en las clases populares al 71 % en las cIa-
Klee, Poussin, Vermeer, el Basca, Tiziano) como por la jerarquía de
ses medias y el 76 % en las clases superiores, mientras que la proporción de los visitantes
que se interesan en los objetos históricos y folclóricos pasa del 19 % al 12 % Y el 90/0, res-
las preferencias (Van Gogh cae al sexto puesto, Da Vinci al octavo y
pectivamente, Igualmente en Polonia, el 36 0/0,el 57 % Y el 71 % de los visitantes de cada Rafael al decimoquinto): lo más importante es, sin duda, que, alIado
una de estas clases citan la pintura y la escultura. En Grecia, la proporción de los visitantes de los pintores impresionistas, citados con mucha menor frecuencia,
que acudieron para ver escultura pasa del 12 % en las clases medias al 19 % en las clases y de los grandes clásicos, incluidos en todas las listas (Da Vinci, Rem-
superiores, mientras que quienes se interesan en el folclore conSIituyen el 48 % Y el 39 0/0
de estas clases, Se observa, pues, también aquí, una relación entre el capital cultural de los
brandt, Delacroix, ete.), apar~cen, en una posición muy avanzada,
diferentes países y las actitudes de su público [véase Ap, 5, cuadro 8J modernos como Klee (7) y Braque (8) así como clásicos menos afa-

100 101
conjunto del pÚblico holandés [véase Ap, 5, cuadro In Los italia-
mados como Poussin (8), Vermeer (8), Velázquez (8) o Tiziano (5)
nos, muy apegados a sus tradiciones nacionales, y sobre todo re-
[véase Ap, 2, cuadro 211
gionales, colocan en las primeras posiciones a los pintores locales,
Aunque la proporción de las citas originales se incremente a me-
al lado de las glorias más establecidas, Botticelli o Da Vinci, mien-
dida que se eleva la jerarquía social, los visitantes europeos coinci-
tras que Rembrandt, Goya y los im'presionistas sólo aparecen entre
den, con algunas variantes nacionales, en una jerarquía común de
el pÚblico culto de Milán,
las reputaciones en la que entran, en proporciones más o menos
iguales, los valores más clásicos y los revolucionarios de la genera-
ción precedente, como Van Gogh, Rembrandt, Picasso, Gaya, Cé- Los visitantes más cultos se sienten partícipes de una cultura
libre al asignar su elección a los pintores revolucionarios de las ge-
i
zanne, Renoir y Da Vinci, El hecho de que el público de cada uno
de los países tienda a situar a los pintores nacionales en los prime- neraciones precedentes más que a los pintores más antiguos, des-
ros puestos se explica, sin duda, a la vez por la adhesión a los va- valorizados por la costumbre y la falsa familiaridad, o a los crea-
lores nacionales que estimulan las tradiciones escolares (especial- dores contemporáneos más innovadores,
mente las de los manuales de historia) y por el contenido de las
colecciones nacionales, Por ese motivo, los polacos conceden una Una encuesta anterior sobre las opiniones y prácticas de los es-
preferencia muy relevante a pintores (doce entre los veinte nombres tudiantes en materia de pintura mostró que, a pesar de su aspiración
citados) cuya obra se encuentra estrechamente vinculada a su histo- a la originalidad, los estudiantes franceses otorgaban masivamente
ria nacional, mientras que los griegos, que sitúan en primer puesto su preferencia a los pintores más consagrados entre aquellos que se
a El Greco, citan también pintores nacionales, aunque en una pro- proponían a su elección, El apego a los valores seguros se obselva
porción menor que los polacos, sin duda porque la enseñanza no tanto a escala de la historia general de la pintura, encabezando el
concede a la pintura griega de la época moderna un lugar y un sen- palmarés Da Vinci, Poussin, Chardin, Léger y Dalí, como a propósi-
tido análogos a los que le otorga Polonia, y también porque, siendo t~ de la pintura francesa posterior al impresionismo, Sin embargo, al
sus gustos y preferencias menos directamente deudores de una en- igual que los visitantes son tanto más proclives al conformismo en
señanza que concede un lugar extremadamente reducido a la histo- la medida en que se sitúan en lo más bajo de la jerarquía social y
ria del alte, asignan una parte mayor a los pintores extranjeros, El cultural, asimismo los hijos de campesinos y obreros son quienes
hecho de que los veinte pintores citados con más frecuencia repre- prefieren con mayor frecuencia los clásicos más célebres, Un análi-
senten el 94,1 % de las menciones en Grecia, el 81,1 % en Polonia, sis más sutil incluso permitirla distinguir los pintores apreciados con in-
el 60,9 % en Holanda y el 50,8 % en Francia, el hecho asimismo de diferencia a cualquier clase social de origen (Van Gogh, Gauguin, Mo-
que los dos primeros pintores citados representen por sí solos casi net, Buflet), de los pintores cuyo favor crece a medida que el origen
la mitad de las menciones en Grecia y en Polonia (el 54,2 % Yel 46,3 %, social se eleva (Degas, Sisley, Modigliani), los pintores más apreciados
frente al 37,3 % en Holanda y el 16,3 % en Francia) manifiesta que por los estudiantes originarios de las clases populares (Renoir, Cézan-
el campo de los pintores conocidos (y amados) tiende a incremen- ne) y algunos pintores que parecen responder a las preferencias de
tarse a medida en que aumenta el capital cultural nacional. Las dife- las clases medias (Utrillo, Toulouse-Lautrec).
rencias entre las preferencias del pÚblico francés y el público ho-
landés se explican, sin duda, en gran medida, por el contenido de ¿Sorprende acaso que los gustos y el buen gusto que los su- (,
las colecciones artísticas de ambos países; por lo demás, es signifi- jetos más instruidos deben a la acción homogénea y homoge-
cativo que pintores como Klee (que sólo aparece, en Francia, en el neizante, «rutinizada" y "rutinizante" de la institución escolar, sean, ..
palmarés de las clases superiores), o Mondrian y Kandinski, aparez-
en definitiva, muy oltodoxos 7, como subrayaba Boas, «el pensa- \
can en una posición bastante buena entre los pintores citados por el

103
miento de lo que llamamos las clases cultas esté controlada prin- Pero ¿es legítimo sacar la conclusión, de las relaciones que se
cipalmente por los ideales que fueron transmitidos por las gene- establecen entre el nivel de instrucción y todos los caracteres de la
raciones pasadas,,?22Si los más desheredados en materia de cultu- práctica cultural, de una influencia determinante de la Escuela,
ra sostienen y expresan con mayor frecuencia que los demás lo cuando sabemos que, al menos en Francia, a falta de los medios ma-
que se presenta al espectador como la verdad objetiva de la ex- teriales e institucionales más indispensables, la acción directa de la
periencia culta, es porque, al igual que la ilusión de la compren- Escuela (educación artística, enseñanza de la historia del arte, visi-
sión inmediata del entorno cultural sólo es posible en el seno del tas guiadas a los museos, etc.) es extremadamente escasa? Ahora
mundo natal, en el que los comportamientos y los objetos cultu- bien, esta carencia es particularmente grave, puesto que única-
rales se forman segÚn modelos inmediatamente dominados, del mente el 3 % de los visitantes actuales de los museos entraron por
í mismo modo la ilusión carismática, nacida de la familiaridad, sólo primera vez en un museo después de los veinticuatro años (lo que
\ puede desarrollarse en aquellos para quienes el mundo de la alta significa que las suertes fueron echadas muy pronto) y que sólo la
\ cultura es también el mundo natal. Dicho de otra manera, el des- Escuela puede proporcionar a los niños originarios de los medios
concierto y desasosiego de quienes carecen de la «clave"cultural desfavorecidos la ocasión de entrar en un museo [véase Ap, 2, cua-
nos recuerda que la comprensión de una conducta o una obra cul- dro 5), En ausencia de una organización específica, directamente
tural siempre es desciframiento mediado, incluso en el caso par- orientada a la inculcación de la cultura altística y encargada de ra-
ticular en que la cultura objetiva y objetivada se ha convertido en tificar su asimilación, los recursos escolares de difusión cultural se
cultura en sentido subjetivo, al término de un largo y lento proce- abandonan a la iniciativa de los enseñantes, de modo que la in-
so de interiorización, fluencia directa de la Escuela es muy débil: sólo el 7 % de los vi-
Por esta razón, decir que los hombres cultos son hombres que sitantes franceses declaran haber descubierto el museo gracias a la .
poseen una cultura es más que una simple tautología, Cuando apli- Escuela y quienes deben su interés por la pintura a la influencia f
can, por ejemplo, a las obras de su época categorías heredadas e directa de un profesor son relativamente poco numerosos [véase I
ignoran, al mismo tiempo, la novedad irreductible de obras que Ap, 2, cuadro 6J.
llevan consigo las categorías de su propia percepción, los hombres
cultos, que pertenecen a la cultura tanto como la cultura les per- No es comprensible que la enseñanza del dibujo ocupe en
tenece a ellos, no hacen otra cosa que expresar la verdad de la ex- Francia un lugar tan restringido en la programación y que los
periencia culta que es, por definición, tradicional. A los devotos de maestros que se encargan de ella sean tradicionalmente conside-
la cultura, abocados al culto de las obras consagradas de los pro- rados, tanto por la administración como por sus colegas y sus
fetas difuntos, tanto como a los sacerdotes de la cultura, consa- alumnos, como docentes de segundo orden, dedicados a asigna-
grados a la organización de este culto, se oponen por completo, turas secundarias, con todas las consecuencias pedagógicas y ma-
es evidente, los profetas culturales, que hacen vacilar la rutina del teriales que ello implica (falta de locales especializados y de ma-
fervor ritualizado, antes de ser a su vez «rutinizados" por nuevos terial, falta de soporte institucional), tampoco se puede entender
el hecho de que la historia del arte sea confiada no a los profe-
sacerdotes y nuevos devotos,
sores de dibujo, exclusivamente dedicados a la enseñanza de las
técnicas, sino a los profesores de historia que, sometidos a la ti-
ranía de los programas, consagran al arte, como dice uno de ellos,
Q
22. F. Boas, Anth1"opology and Modern Lile, Nueva York, W, W NOIton and C , 1962, «una lección por siglo", si no se comprende que este estado de
pág, 196 cosas expresa la jerarquía de los valores que domina todo el sis-

104
un laborioso escribano forense o incluso al artesano que rellenó
tema de enseñanza y, quizá, todo el sistema social23 La desvalo- el cojín sobre el que se sienta el consejero en su gabinete o el ne-
ración de la educación artística palticipa de la desvalorización de gociante en su mostrador: porque unos tenían como fin la utilidad
cualquier enseñanza técnica, es decir, de cualquier enseñanza de las y el otro tan sólo lo agradable, Por tanto, si uno se muestra cortés y
«artes mecánicas", que exigen sobre todo el trabajo manual, y es amable con el artista, sólo es una' consecuencia de nuestra civili-
significativo que sea únicamente en el universo globalmente de- zación y nuestra bondad, que nos hacen ser amables y frívolos
valuado de la enseñanza técnica donde el profesor de dibujo ad- con los niños y demás personas poco serias",
quiera cierto prestigio, Por lo demás, el hecho de que la enseñanza
de la historia del arte se encuentre disociada de la enseñanza de
Aun cuando la institución escolar no concede sino un lugar
' las técnicas artísticas y confiada a los profesores de historia, disci-
restringido a la enseñanza propiamente artística, aun cuando no
plina canónica, manifiesta la tendencia de todo el sistema de en-
suministra ni un estímulo específico para la práctica ni un cuerpo
señanza francés a subordinar la producción de obras al discurso
, sobre las obras, Pero, por otra parte, la enseñanza del dibujo o de de conceptos específicamente ajustados a las obras de alte plásti-
\ \ la música debe también su situación subalterna al hecho de que la co, tiende, por una parte, a inspirar una cierta familiaridad --cons-
sociedad burguesa que exalta el consumo de las obras concede titutiva del sentimiento de peltenencia al mundo culto- con el
poco valor a la práctica de las artes ornamentales y a los produc- universo del arte, en el que uno se siente como en su propia casa
tores profesionales de obras de arte, Hay que citar las Kreisleria- y entre los suyos en condición de destinatario atraído por obras
na de Hoffman: «Cuando los niños crezcan, es natural que deban que no se entregan al primero que llega, Así, por ejemplo, si el ac-
renunciar a la práctica del arte; pues tales cosas no pueden ser ceso a la universidad desencadena entre la mayoría de los estu-
convenientes para los hombres serios, y con mucha frecuencia ha-
diantes una especie de bulimia cultural, es porque señala (entre
cen que las damas descuiden los deberes superiores del mundo.
otras cosas) la entrada en el mundo culto, es decir, el acceso al de-
A partir de ese momento, no conocen ya más que un disfrute pa-
recho y, lo que viene a ser lo mismo, al deber de apropiarse de la
sivo de la música, que se hacen interpretar por sus hijos o por ar-
tistas profesionales, De esta justa definición del arte puede con- cultura, y es también porque la iniciación en la práctica cultural
cluirse que los artistas -es decir, personas que dedican (¡cierto es ejercida por los gmpos de referencia es, en este caso, particular-
que muy absurdamente!) su vida entera a una ocupación que só- mente fuerte, Asimismo, la separación muy acentuada entre las ta-
lo sirve al recreo y la distracción- deben ser considerados como sas de visitantes dotados de una instrucción primaria y de quienes
gente de rango inferior, y que no se deben tolerar porque practi- realizaron estudios secundarios manifiesta que la enseñanza se- )'
can el miscere utili dulce, Nunca un hombre cabal y de espíritu cundaria -al menos en países y épocas en que la casi totalidad
maduro concederá al artista más excelente la misma estima que a de las clases populares y una fuerte proporción de las clases me-
dias siguen estando excluidas de ella- se asocia, tanto en su sig- )
23, En Francia al menos, la realidad se encuentra generalmente muy alejada de las nificación social como en su significación vivida, a un cierto tipo I

definiciones proporcionadas por los textos oficiales, Los programas prevén en la enseñan- de relación con la cultura que implica la posibilidad de frecuentar (
za primaria una hora y media obligatoria de dibujo y trabajos manuales, atendida en las
grandes ciudades por maestros especialmente seleccionados y en las otras por maestros nor-
el museo,
males, Los programas oficiales no especifican qué lugar haya de concederse a la historia La Escuela tiende, por otra parte, a inculcar (en grados dife-
del aIte, que se inscribe en el seno de la enseñanza de la historia, El dibujo se impaIte en rentes según los distintos países europeos) una disposición culta o
razón de una hora semanal durante los cinco primeros años ele la enseñanza secundaria, y
luego es facultativo. Por lo que respecta a los programas en el extranjero, se consultará: La
escolar, definida por el reconocimiento del valor de las obras de
enseñanza de las artes plásticas en las escuelas primarias y secundarias, publicación de la alte y la aptitud duradera y generalizada para apropiarse de los
Oficina Internacional ele EducaciÓn, nº 164, UNESCO,
107
medios de su apropiación24 Aunque se refiera casi exclusivamen- cultivado, En Polonia, únicamente se encuentran usuarios del ca-
te a las obras literarias, el aprendizaje escolar tiende a crear, por tálogo entre los profesores y maestros (el 14 %), los artistas y los
una parte, una disposición trasladable a la admiración de las obras escritores (el 7 %) o los estudiantes (el 6 %). La utilización de una
guía ,«culta"(Guía Azulo equivalente), e incluso una guía turística
escolarmente consagradas, el deber de admirar y disfrutar ciertas
simplificada (Guía Verde o equivalente), es todavía más baja que
obras o clases de obras que se van presentando poco a poco co-
en Grecia, donde sólo se presenta en el nivel de quienes poseen
mo vinculadas con un determinado estatuto escolar y social; por
el título de bachillerato (respectivamente el 3,5 % Y el 1,5 %) o un
otra parte, una aptitud, igualmente generalizada y trasladable a la diploma universitario (el 5 % Y el 1 %), Igualmente, en Holanda,
clasificación por autores, géneros, escuelas o épocas: el manejo de el 4 % de quienes poseen el título de bachillerato utilizan la Guía
las categorías escolares del análisis literario y el hábito de adoptar Verde y el 6 % la Guía Azul, mientras que la proporción de usua-
una postura crítica predisponen al menos a la adquisición de las rios de guías cae al 2 % entre quienes llevaron a cabo estudios su-
categorías equivalentes en otros dominios y a atesorar los saberes periores,25
típicos que, incluso extrínsecos y anecdóticos, hacen posible una
forma elemental de aprehensión específica de la representación, La mejor prueba de que los principios generales de la transfe-
fundada en el recurso a la metáfora literaria o la invocación de ana- rencia de los aprendizajes valen también para los aprendizajes es-
logías adoptadas de la experiencia visual. Así, puesto que la com- colares reside en el hecho de que las prácticas de un mismo indi-
pra de una guía o un catálogo supone toda una actitud con res- viduo o, al menos, de individuos de una categoría social o de un
pecto a la obra de arte, actitud establecida por la educación, la nivel de instrucción determinado, tienden a constituir un sistema,
utilización de esta especie de manuales que suministran un pro- de modo que un cierto tipo de práctica en un dominio cualquiera de
grama de percepción documentado es, sobre todo, la característi- la cultura se encuentra vinculado con una probabilidad muy fuer-
ca de los visitantes más instruidos, de forma que no inician sino a te a l\P tipo de práctica equivalente en todos los demás dominios, \
los que ya están iniciados, Por eso, una frecuentación asidua del museo se encuentra casi ne-
cesariamente asociada a una frecuentación equivalente de los tea-
El porcentaje de usuarios de Guías Verdes (que proponen pro- tros y, en un grado menor, de los conciertos, Igualmente, todo
gramas livianos y realizables) es, en Francia, del 2 % en las clases parece indicar que los conocimientos y los gustos tienden a cons-
populares, del 7 % entre los miembros de las clases medias y los tituirse en constelaciones (estrictamente ligadas al nivel de ins- ]
directivos superiores, y del 8 % entre los profesores y los espe- trucción) de modo que una estructura típica de las preferencias y
cialistas en arte, que encuentran en la guía azul, más difícil y más
los saberes en pintura tiene todas las probabilidades de encontrarse
completa (utilizada por el 5 % Y el 8 % de ellos, frente al 3 % de
las clases medias), una información exhaustiva cuyo recurso su-
pone una disociación entre la simple percepción y el conocimiento
25, Sin eluda, las diferencias serían más acentuadas si, en los países cuyo capital cul-
tural es más elevado, los directivos superiores (más que los especialistas en arte que per"Ci-
ben en la guía o el catálogo un instrumento de trabajo) no se vieran inclinaelos a rechazar
24, La transmisión escolar cumple siempre una función de le,gitimación, aunque no la utilización de la guía o a declarar que la utilizan por temor a manifestar actitudes "esco-
sea más que por la consagración que confiere a las obras que constituye como dignas de lares, o, peor, "turísticas". Las conductas que, semejantes a éstas, suponen la consideración
ser admiradas por el hecho de transmitirlas, y contribuye por ello a definir la jerarquía de los más inconsciente que consciente del rendimiento simbÓlico de la práctica y, con mayor pre-
bienes culturales válida en una sociedad eleterminada en un momento dado (sobre la je- cisiÓn, de las distinciones entre tipos o modalidades diferentes de la práctica, están, si se
rarquía de los bienes culturales y los graelos de legitimiclad, véase P. Bourdieu y otros, Un puede decir así, reservadas a las clases privilegiadas de los países dotados de un fuerte ca-
art moyen, págs, 134-138). pital cultural. '

108 109
·l ligada a una estructura del mismo tipo de los conocimientos y los
gustos en música, incluso en jazz o en cine,26
cia el cine una actitud idéntica que hacia el teatro o el museo, puede
considerarse que la frecuentación de los cines obedece a una lógica
\
que ya no participa de las prácticas nobles [véase Ap, 3, cuadro 7]27
Los visitantes de los museos declaran ritmos de frecuentación de Puede observarse otra' prueba <;,lela transferibilidad de los apren-
los conciertos claramente inJeriores en conjunto a sus ritmos de fre- dizajes culturales en el hecho de que, contrariamente a ciertas re-
cuentación de los museos: todos los visitantes de las clases popula- presentaciones de la sociología espontánea, un alto grado de com-
res, excepto uno, el 51 % de los visitantes de las clases medias y el petencia en los dominios culturales ajenos a la enseñanza, como el
26,6 % de los visitantes de las clases superiores dicen que no acuden jazz o el cine, tiene muchas posibilidades de estar vinculada con un
nunca a un concierto, y el ritmo modal es, para el museo, de una vi- alto grado de competencia en los dominios directamente enseñados
sita cada tres o cuatro meses, mientras que la distribución de los y consagrados por la escuela, como el teatro, y, por ello, de encon-
visitantes según el ritmo de su frecuentación de conciertos presenta trarse entre Jos estudiantes situados en una posición más elevada en
dos modos, el más elevado en "nunca" y el segundo en «tres o cuatro la jerarquía escolar, yen consecuencia aquellos que poseen una ma-
veces al año,,; como la frecuentación de los museos, la frecuentación yor capacidad para aplicar al cine una disposición culta y para me-
de los conciertos aumenta notablemente a medida en que la jerarquía morizar saberes como Jos nombres de los directores,
social es más elevada, y la correlación entre los ritmos de frecuenta-
ción se incrementa al mismo tiempo cuando se pasa de las clases me- Se podrá objetar que no hay peor modo de abordar las obras
dias a las clases superiores (r = 0,39 y 0,50), lo que tiende a mostrar ele arte que aplicándoles categorías y conceptos tan poco especí-
que la disposición culta como actitud generalizada es cada vez más
ficos como los de la historia literaria, y es un lugar común de la
frecuente a medida que se eleva la jerarquía social. La frecuentación
conversación instruida el contraponer «lasimpresiones ingenuas ele
de los teatros, más intensa que la asistencia al concielto (porque el
una mirada virgen" a los discursos académicos sobre la pintura, De
ritmo modal es de una representación cada tres o cuatro meses), es-
tá también vinculada con la frecuentación del museo er = 0,31 en las
hechQ, se olvida, en primer lugar, que el «rendimiento socialn de la
clases medias y 0,33 en las clases superiores) y varía, por tanto, en cultura artística depende por lo menos tanto de la capacidad para
función de la posición en la jerarquía social y el nivel de instrucción, expresar las experiencias artísticas como de la cualidad intrínseca
El hecho de que los visitantes de las clases populares tengan una prác- e inverificable de estas experiencias, Por lo demás, la representa-
tica del teatro y el concierto extremadamente baja tiende a confirmar ción que enfrenta la actitud auténticamente cultivada, a la vez, al
que su frecuentación de los museos no expresa una verdadera dis- puro disfrute pasivo y a la disposición escolar, sospechosa ésta de
posición culta, Al contrario, la frecuentación de las salas de cine, mu- albergar la virtualidad de una perversión ascética que lleva a pri-
cho más intensa que las otras prácticas culturales (pues el ritmo mo- vilegiar los cOltejos rituales del disfrute en detrimento del disfrute \
dal es de una sesión semanal), no está de ningún modo ligada a la mismo, cumple una función ideológica al considerar una manera )
frecuentación de los museos er = 0,11 en las clases medias y 0,07 en de abordar las obras, que es el producto de un tipo particular de
las clases superiores) y depende escasamente del nivel de instrucción,
aprendizaje, como la única legítima, En efecto, privilegiar entre to-
de modo que, si se exceptúa una minoría de estetas que tienen ha-
dos los tipos de disposición el que menos deja traslucir la huella
de su génesis, es decir, privilegiar la facilidad o lo «natural", equi-
26. Estos enunciados, verificados por diferentes observaciones anteriores (véase en '
particular p, Bourdieu y]. c. Passeron, Les étudiants el leurs éludes, París, tvlouton, 1964, y
p, Bourdieu y otros, Un art moyen), se ven confirmados y precisados por los resultados de 27. Aunque los ritmos declarados sean evidentemente subjetivos y estén sobrevalo-
una encuesta, actualmente en curso de análisis, sobre las variaciones sociales del juicio rados, se cumplen las condiciones del c¡ilculo de los coeficientes de correlaciÓn (propor-
de gusto, cionados a título indicativo).

110 111
vale a establecer una separación infranqueable entre los partida- miliaridad global e inconsciente con sus principios que permite al
rios de la buena manera de consumir los bienes culturales, que ca- espectador culto la asignación inmediata de una obra singular a
racteriza la cualidad del consumidor (y, en ciertos casos, el valor una clase, ya se trate de la manera de un autor, del estilo de una
del bien consumido), y Losadvenedizos de la cultura, que traicio- época o de una escuela, Del mismo modo que el aprendiz o el dis-
I

nan, en los más mínimos detalles de su práctica, las sutiles caren- cípulo puede adquirir inconscientemente las reglas del arte, in-
cias de una cultura mal adquirida, autodidactas cuyos saberes dis- cluidas aquellas que el propio maestro desconoce explícitamente,
cordantes nunca será difícil distinguir de los conocimientos bien al precio de una entrega de sí mismo, que excluye el análisis y la
armonizados del hombre que ha pasado por la escuela por el so- selección de los elementos de la conducta ejemplar, así el aficio-
lo hecho de que no fueron adquiridos según las reglas y el orden nado al alte puede, abandonándose de alguna manera a la obra,
adecuados, «pedantes» y «primarios»que revelan, a través de cono- interiorizar sus principios y sus reglas de construcción sin que és-
cimientos e intereses demasiado exclusivamente escolares, que de- tos se trasladen nunca a su conciencia y se formulen en tanto que
ben todas sus adquisiciones culturales a la escuela, Si ,<el arte infi- tales, lo que expresa toda la diferencia entre el teórico del arte y
nitamente variado de marcar las distancias»,del que hablaba Proust, el experto, la mayoría de las veces incapaz de explicitar los prin-
encuentra su campo de abono en la manera de utilizar los siste- cipios de sus juicios, Tanto en este dominio como en otros (por
mas simbólicos, ornamento y vehículo, indumentaria y mobiliario, ejemplo, el aprendizaje de la gramática de la lengua materna), la
lenguaje y compostura, y sobre todo en la relación hacia las obras educación escolar tiende a favorecer la adopción consciente de es-
de arte, con los redoblamientos y los refinamientos indefinidos que quemas de pensamiento, de percepción o de expresión ya domi-
permite, es porque, en este dominio en el que todo es asunto de nados inconscientemente, al formular explícitamente los principios
maneras, la buena manera sólo se adquiere a través de los apren- de la gramática creadora, por ejemplo, las leyes de la armonía y el
\ dizajes imperceptibles e inconscientes de una primera educación contrapunto o las reglas de la composición pictórica, y al suminis-
1 a la vez difusa y total: en una palabra, los matices ínfimos e infini- trar el material verbal y conceptual indispensable para nombrar las
tos de una disposición auténticamente culta en la que nada debe diferencias experimentadas primero de manera puramente intuiti-
\
I evocar el trabajo de adquisición remiten, en última instancia, a un va, Una enseñanza artística reducida a un discurso (histórico, es-
\ modo particular de adquisición, tético u otro) sobre las obras es, necesariamente, una enseñanza
Por el hecho de que la obra de arte se presenta como una in- de segundo grado: como la enseñanza de la lengua materna, la
dividualidad concreta que nunca se deja deducir de los principios educación literaria o artística (es decir, «lashumanidades" de la en-
y de las reglas que definen un estilo, la adquisición de los medios señanza tradicional) supone necesariamente, al no organizarse mm-
que hacen posible la familiaridad con las obras de alte sólo pue- ca, o casi nunca, en función de esta condición, individuos dotados
de realizarse mediante una lenta familiarización, La competencia de una competencia previamente adquirida y de todo un capital de
del entendido no puede transmitirse exclusivamente mediante pre- experiencias (visitas de museos o monumentos, audiciones de con-
ceptos o prescripciones, y el aprendizaje artístico supone el equi- ciertos, lecturas, etc.) que se encuentran distribuidas muy desi-
valente del contacto prolongado entre el discípulo y el maestro en gualmente entre los diferentes medios sociales,
una educación tradicional, es decir, el contacto repetido con la obra
(o las obras del mismo tipo): así, por ejemplo, la frecuentación asi- La proporción de los visitantes que declaran haber acudido por
dua de las obras expuestas segÚn una clasificación metódica, por primera vez al museo con su f::¡miliacrece muy acusadamente a me-
escuelas, épocas o autores, tiende a producir esta especie de fa- dida que su jerarquía social es más elevada (el 6 % en los agricul-

112 113
~I
~

tir nada que proporcione mejor el sentimiento de familiaridad con


tares, el 18 % en los obreros y las clases medias, y el 30 % en los di-
rectivos superiores). Además, tales desviaciones se minimizan por-
las obras culturales que una frecuentación precoz e inserta en los
que la proporción de los visitantes que declaran haber realizado so- ritmos ordinarios de la vida familiar,
los su primera visita (con razón o sin ella, y en cualquier caso sin Cuando renuncia a trabajar metódica y sistemáticamente, uti-
que eso signifique que no recibieran la influencia difusa o las inci- lizando todos los medios disponibles, desde los primeros años de
taciones formales de su familia) crece a medida que se trata de las escolaridad, para procurar a todos, en la situación escolar, el con-
clases más favorecidas [véase Ap, 2, cuadro 61. La primera visita es tacto directo con las obras o, como mínimo, un sustituto aproxi-
siempre más temprana cuanto más elevado es el nivel de instrucción, mado de esta experiencia, la institución escolar abdica del poder,
pasando la proporción de los visitantes que entraron en un museo que le incumbe exclusivamente, de ejercer la acción continua y
antes de la edad de quince años del 26 % entre los visitantes de las cla- prolongada, metódica y uniforme, en una palabra, universal o ten-
ses populares (cuya primera visita está asociada con frecuencia al tu- pente a la universalidad, que es la única capaz de producir en se-
rismo) al 37,5 % en las clases medias, más fuertemente tributarias de
la escuela, para alcanzar el 56 % en las clases superiores [véase Ap, 2,
cuadro 5].
¡
ríe, para mayor escándalo de los partidarios del monopolio de la
distinción culta, individuos competentes, equipados con esquemas
de percepción, de pensamiento y de expresión que son la condi-
ción de la apropiación de los bienes culturales, y dotados con la
Cuanto más abandona la Escuela la tarea de transmisión cul- I
i disposición generalizada y permanente para apropiarse de tales
tural en manos de la familia, más tiende la acción escolar a consa-
i bienes, La escuela, cuya función específica consiste en desarrollar
grar y legitimar las desigualdades previas, porque su rendimiento
o crear las disposiciones que configuran al hombre culto, y que
está en función de la competencia precedente, repartida de un
constituyen el soporte de una práctica duradera e intensa, a la vez
modo desigual, de los individuos sobre los que se ejerce,28Ade-
cualita!iva y cuantitativamente, podría compensar (al menos par-
más, aunque la institución escolar consiguiera sustituir parcial-
cialmente) la desventaja inicial de quienes no encuentran en el me-
mente a las instancias tradicionales de transmisión mediante el tra-
dio familiar el estímulo para la práctica cultural y la familiaridad con
bajo directo enfocado a procurar la familiaridad con las obras que
las obras que presupone todo discurso pedagógico sobre ellas,
presupone cualquier educación artística, el producto de su acción
con la única condición de que emplee todos los medios disponibles
correría siempre el riesgo de presentarse como el sustituto desva-
para quebrar el encadenamiento circular de procesos acumulativos
lorizado de la disposición adecuada mientras la representación
al que se ve condenada toda acción de educación cultural. Cuando
dominante de la disposición culta siga imponiéndose como la Úni-
se ridiculiza como primaria una enseñanza que pretendería trans-
ca legítima y la acción escolar coexista con los modos de transmi-
mitir mediante técnicas sencillas (por ejemplo, mediante la pre-
sión que se armonizan con esta representación ideológica, porque
sentación de reproducciones y la preparación para la atribución)
le sirven de fundamento y justificación, En efecto, un estímulo que
saberes rudimentarios como fechas, escuelas o épocas, se olvida
no tiene necesidad de ser deliberado y metódico para ser eficaz,
de que tales métodos, por toscos que puedan parecer, transmitirí-
ni mucha necesidad de establecerse por cuanto actúa a menudo
an al menos ese mínimo de conocimientos que no se pueden le-
\ . sin ser sentido, sólo puede reforzar la ilusión carismática, al no exis-
gítimamente desdeñar sino en relación con técnicas de transmisión
más exigentes, Al hacer como si las desigualdades en materia de I\
28, El ejemplo de Polonia muestra con claridad que el graelo de efectividad de una cultura sólo pudieran deberse a desigualdades de naturaleza, es
política de acción cultural no depende sólo de la eficacia de la acción escolar, sino también
de la impoItancia del capital cultural transmitido por otras vías,
decir, a desigualdades de capaCidad, y al omitir la concesión a tO-1 i
1 1 /.
115
dos de lo que algunos deben a su familia, el sistema escolar per- menos célebr.es, como Cranach, Chassériau, Moreau, o, más clara-
petúa y sanciona las desigualdades iniciales, mente todavía, a pintores modernos como Klee, Mondrian o Du- \
~ Si las ventajas o desventajas sociales pesan tan fuertemente en buffet. 29 Por eso, quienes reciben de su familia los estímulos más I
\' las carreras escolares y, más generalmente, en toda la vida cultu- fuertes, explícitos o difusos, para la práctica cultural tienen también
\ ral, es porque, conocidas o ignoradas, son siempre acumulativas las mayores 0poltunidades de mantenerse durante más tiempo en
Al saber, por una parte, que los niveles culturales de los diferentes la institución escolar porque acarrean la «cultura libre" que presu-
miembros de una familia se encuentran fuertemente ligados entre pone y exige sin jamás impartirla metódicamente, y por tanto de
sí, que las oportunidades de realizar estudios en una ciudad im- ver transformadas en disposición culta las predisposiciones forma-
portante o en una pequeña ciudad, en un instituto o en una es- das por los aprendizajes inconscientes de la primera y temprana I
cuela de enseñanza general, de realizar estudios clásicos o de ver- educación,
se condenado a lo «moderno", dependen estrechamente de la Contra la ideología carismática que opone la experiencia au-
posición social de la familia, al saber, por otra parte, que la at- téntica de la obra de arte como «afección" del corazón o compren-
mósfera cultural ele la infancia y el pasado escolar se encuentran sión inmediata de la intuición a la aplicación laboriosa y los fríos
\1 muy estrechamente ligados, incluso en el nivel más elevado de los comentarios de la inteligencia, mientras que se silencian las con-
estudios universitarios, a grados desiguales de conocimiento y prác- diciones sociales y culturales que hacen posible semejante expe-
tica altística, se entiende que el sistema escolar, que sólo contem- riencia y se consideran al mismo tiempo como gracia innata el vir- ,
'Y-.J-..
pla alumnos iguales en derechos y en deberes, no haga la mayo- tuosiSl110adquirido a través de una larga familiarización o de los ~
; ría de las veces más que redoblar y sancionar las desigualdades ejercicios de un aprendizaje metódico, la sociología establece, él la \ ,~">'\¡
\ iniciales ante la cultura, y si las desigualdades con respecto al mu- vez lógica y experimentalmente, que la aprehensión adecuada de
seo son incluso más sangrantes que las desigualdades con respec- la obra cultural, yen particular de la obra de alta cultura, supone,
9

to a la escuela (como manifiesta la comparación de la estructura en tanto que acto de desciframiento, la posesión de la clave según
del pÚblico de los museos con la estructura del público de la en- la cual la obra se codifica, La cultura, en el sentido objetivo de cla-
' señanza superior), es porque la influencia del privilegio cultural ve (o de código), es la condición de inteligibilidad de los sistemas
nunca es tan grande como en el dominio de la cultura «libre",es concretos de significación que organiza y a los que permanece irre-
\ decir, la menos escolar: así, por ejemplo, aunque los estudiantes ductible, como la lengua al habla, mientras que la cultura en el sen-
tengan un conocimiento del teatro tanto más amplio en función de tido de competencia no es otra cosa que la cultura (en sentido ob-
su pertenencia a un medio social más elevado, la inferioridad de los jetivo) interiorizada y convertida en una capacidad permanente y
estudiantes de las clases populares, que se atenúa en los dominios generalizada para descifrar los objetos y los comportamientos cul-
más consagrados de la cultura teatral, es decir, en relación con las turales mediante la utilización del código segÚn el cual están ci-
obras «clásicas",se ve particularmente acentuada en materia de tea- frados, En el caso panicular de las obras de alta cultura, el dOmi-\ .
tro de vanguardia o de comedia ligera; del mismo modo, en pin- nio del cÓdigo sÓlo puede adquirirse completamente por medio
tura, las diferencias, que tienden a anularse en relación con los de los simples aprendizajes difusos de la experiencia cotidiana y
pintores más consagrados (Renoir, Van Gogh, Cézanne), reapare-
cen en toda su crudeza cuando se atiende a conocimientos menos
29, Las mismas observaciones sirven para el conocimiemo ele la mÚsica, el cine y el
directamente vehiculaclos por la enseñanza y, en este caso, por la jaa (véase P 80urclieu y .J .-e. Passeron, l.es,Hériliers, Minuil, págs. 164-170), ILos esludian-
enseñanza secundaria, cuando, por ejemplo, se refiere a pintores les y la cultura, Labor!.

l16 117
supone una preparación metódica, organizada por una institución
. TERCERA PARTE
especialmente habilitada para este fin, De ello resulta que la apre-
hensión de la obra de arte depende en su intensidad, en su mo-
dalidad y en su misma existencia del dominio que el espectador LAS LEYES DE LA DIFUSIÓN CULTURAL
posee del código genérico y específico de la obra (es decir, de su
competencia artística) y que debe, en parte, a la preparación es-
colar; ahora bien, el valor, la intensidad y la modalidad de la co-
municación pedagógica, encargada, entre otras funciones, de trans-
mitir el código de las obras de alta cultura (al mismo tiempo que
el código según el cual efectúa tal transmisión) son, a su vez, fun-
ción de la cultura (como sistema de esquemas de percepción, de
apreciación, de pensamiento y de acción históriCamente constitui- «Laeducación lo puede todo: hace bailar a los osos,,,
do y socialmente condicionado) que el receptor debe a su medio
familiar y que se enc\lentra más o menos próximo, tanto por su LEIBNIZ
contenido como por su actitud respecto a las obras de alta cultura.
o al aprendizaje cultural que implica, de la alta cultura que trans-
mite la escuela y los modelos lingüísticos y culturales mediante los
cuales la escuela efectÚa esta transmisión, Dado que la experien-
cia directa de las obras de alta cultura y la adquisición institucio-
nalmente organizada de la cultura que es la condición de la expe-
riencia adecuada de estas obras se encuentran sometidas a las
mismas leyes, se puede entender hasta qué punto es difícil rom-
per el círculo que revierte el capital cultural en el capital cultural:
de hecho, es suficiente que la institución escolar permita funcio-
nar a los mecanismos objetivos de la difusión cultural y se absten-
ga de trabajar sistemáticamente para proporcionar a todos, en y a
través del mensaje pedagógico mismo, los instrumentos que con-
dicionan la recepción adecuada del mensaje escolar, para que re-
doble las desigualdades iniciales y legitime con su sanción la trans-
misión del capital cultural~

118
En oposición a la frecuentación ocasional, que es a menudo \
,
un simple efecto azaroso, la práctica cultural regular expresa y su- í
pone una adecuación más o menos completa entre las obras Ofre-¡l
cidas y el grado de competencia pictórica de los visitantes, enten-
dido como capacidad de comprender las informaciones propuestas
y de descifrarlas, de ver en ellas significaciones o, mejor, formas
significantes,
Dicho de otro modo, la frecuentación de los museos obedece.
a una l<?gicaque no es extraña a la teoría de la comunicación, por-
que, a la manera de una emisora de radio o de televisión, el mu-
seo propone una información que puede dirigirse a todo sujeto
posible sin que resulte más costosa, y sólo adquiere sentido y va-
'lor para un sujeto capaz de descifrarla y disfrutarla, De ello se de-
duce que el pÚblico adecuado del mensaje se define, a la vez ló-
gica y experinlentalmente, por el «reclamo»que ejercen sobre él los
' museos o, mejor, por la capacidad para recibir la información que
proponen: en efecto, aunque esta información única pueda ser de-
sigual y descifrada de manera distinta por sujetos diferentes, se pue-
de suponer que la frecuentación asidua implica el dominio del có-
digo del mensaje propuesto y la adhesión a un sistema de valores
que funda la concesión de valor a las significaciones descifradas,
al desciframiento de esas significaciones y a la delectación que pro-
cura tal desciframiento, De ello se deduce que la estructura (des-
de el punto de vista de la competencia escolar) del pÚblico asiduo
a los museos (y de todo pÚblico'de un mensaje determinado) pue-

121
de ser considerada como un indicador aproximado del nivel de in- mación que contiene; y luego, porque sólo puede ser definido
formación propuesto por los museos; así, por el hecho de que la independientemente de las aspiraciones que le otorgan su ver-
categoría con mucho más representada entre el pÚblico de los mu- dadera significación, ya que la buena voluntad cultural puede lle-
seos sea la de quienes poseen el diploma del final de los estudios var a perseguir como instructiva la contemplación de obras su-
secundarios, por el hecho también de que los visitantes que no periores a su propio nivel.
han alcanzado tal nivel muestran a través de numerosos indicios A falta de poder construir la situación experimental que per-
su desconcierto; se puede concluir que la información ofrecida por mitiría comparar la estructura del pÚblico que responde a infor-
los museos franceses es -permítasenos la expresión- "de nivel maciones de niveles diferentes, pero estrictamente homogéneos,
de bachillerato", se puede intentar verificar, analizando la estructura del público de
De hecho, aunque tenga un gran valor operativo, ya que per-
museos que ofrecen informaciones de niveles diferentes, si las va-
mite dar razón de la estructura del público de los museos, la in- riaciones del nivel de la información ofrecida vienen acompaña-
formación globalmente ofrecida por los museos sigue siendo una
das por variaciones en la estructura del pÚblico, distribuida segÚn
abstracción y, al mismo tiempo, lo es el nivel de esta informa-
la competencia escolar, y si el grado de homogeneidad del públi-
ción, Además de que cada museo ofrece necesariamente una in-
co desde el mismo punto de vista se corresponde con el grado de
formación global cuyo nivel particular se define, a grandes ras-
homogeneidad de las obras ofrecídas,
gos, por el tipo, la cualidad y la cantidad de las obras expuestas,
este mismo nivel no puede definirse con exactitud porque, salvo
Dado que los niveles de información ofrecida no pueden defi-
raras excepciones, el contenido de un museo o incluso de una nirse exactamente y que no se pueden clasificar linealmente los mu-
exposición nunca es perfectamente homogéneo: la mayoría de seos sin ignorar los encabalgamientos debidos al hecho de que ca-
los museos proponen varios tipos de obras, desde objetos fol- da uno ofrece un abanico de obras de niveles diferentes, se puede,
clóricos, recuerdos históricos, mobiliario o cerámica, hasta pin- en un primer momento, clasificar a los emisores, es decir, a los mu-
tura y escultura, y, en el seno de un mismo tipo,yuxtaponen seos, y a los receptores, es decir, a los visitantes, en dos niveles y ad-
obras de desigual legibilidad para los hombres "cultos" de nues- mitir que el mensaje tendrá mayores posibilidades de encontrar una
tras sociedades, por ejemplo, impresionistas y abstractos, A todo resonancia en la medida en que se dirija a receptores del mismo ni-~

·
eso hay que añadir que la misma obra puede ser descifrada se- vel, o, dicho de otra forma, que la recepción se efectuará de mane-~
gún varios criterios y que, del mismo modo que el western pue- ra adecuada en el caso en que los niveles de emisión y de recepción\
de ser objeto de una afición ingenua o de una lectura instruida, sean idénticos, Si se supone que la jerarquía así establecida es con-

l la misma obra pictórica puede ser recibida de manera diferente tinua,como sucede (aproximadamente) cuando se adopta la escala
de los niveles de instrucción, se observa que cada población estará
por receptores de niveles diferentes y, por ejemplo, complacer el
caracterizada por la curva de «demanda" (D), que representa la dis-
interés anecdótico o atraer por sus solas propiedades formales,
tribución de esta población según el nivel de instrucción o, si se quie-
Es evidente entonces que el nivel cultural no puede definirse ya
re, la distribución de los individuos que la componen segÚn su ni-
con exactitud, primero porque siempre está en evolución y cada
vel de recepción; del mismo modo, cada obra (o cada museo) se
nueva percepción de la obra transforma las percepciones ulte-
caracterizará por un determinado nivel de información ofrecida, fi-
riores, en tanto que la percepcíón reiterada es una forma de re- gurada gráficamente por una veltical (O) cuya abcisa Xo señalará el
ducir la "originalidad" de la obra (en el sentido de la teoría de la nivel.
información) al absorber una parte siempre mayor de la infor-

122 123
'CT' "'~-,,,,e
'-~

i
FRECUENCIA cedentemente (primera parte), en que las categorías de visitantes ca-

I
racterizadas por un determinado nivel de instnrcción sean homogé-
Dx neas desde el punto de vista de los ritmos de frecuentación, Dado
que los factores aleatorios (como el mal tiempo o los imponderables
It
de un paseo familiar) parecen influir de un modo uniforme y sus
\ efectos tienden a anularse, dado que, por otra parte, el turismo, ca-
¡ paz de favorecer la práctica, no puede por sí mismo (mientras, por
otra parte, el resto siga siendo igual) crear una práctica duradera ni
modificar de un modo permanente las probabilidades y las tasas de
frecuentación, es legítimo no tener en cuenta estos fenómenos en el
modelo,
X NIVEL CUlTURAL

FRECUENCIA
En otros términos, el mensaje únicamente afectará a la fracción
de población de nivel Xc> y de magnitud D (x); la posibilidad de que
la comunicación se establezca en el curso de un periodo de tiempo D (x)

dado es, por tanto, independiente de xo' Q ex)

(1) t(x) = O para x"* Xo


tex) = tú)para x = Xo

Pero, al no poder ser definido con exactitud (por las razones


aludidas) el nivel de información ofrecida por una obra y, afortiori,
por un museo, sólo puede ser representado por una función de den- d w X NIVEL CULTURAl
sidad añadida a cada nivel de la escala jerárquica, w(x) , que, en la
hipótesis precedente, se consideraba nulo para un determinado va- La probabilidad de ver a una persona de nivel x entrar en el
lor de x, Suponiendo Q(x) la distribución de la oferta, la demanda, museo es, según (1), t(x) = w(x); la proporción de personas de ese
es decir, la capacidad para la recepción de la obra ligada al nivel de nivel que entran en el museo es, por tanto, d(x) , w(x) , y para el con-
instrucción, debe ser objeto de la misma generalización por todas las Junto del intervalo de variación de la variable esta proporción se ob-
razones ya expuestas y también porque la repartición de las capaci- tiene por la suma
dades o de los gustos en un grupo relativamente homogéneo es de
00

carácter probabilista, al seguir, por ejemplo, la distribución de las no- (2) t = I d(x) w(x)
tas de un examen, en general, una ley de Laplace-Gauss, x = o
00

El modelo propuesto es rigurosamente probabilista en tanto que El valor de la suma I d(x) , representa, para cada individuo, un
define el nivel de recepción y el nivel de emisión, no por medio de x=O

un indicador, sino mediante una distribución de probabilidades, En nivel total de demanda, y varía de un individuo a otro en razón de
consecuencia, el conocimiento de la oferta y la demanda no permi- su experiencia cultural; plantearemos que, si por lo demás todo es
te prever quién irá al museo, sino que define la probabilidad de vi- idéntico, las diferencias individ,uales son desdeñables en el conjun-
sitar un museo atribuida a cada sujeto, en la hipótesis, verificada pre- to y que

124 125
00

I d(x) = kd ra del público,l Dicho de otro modo, las leyes de difusión dife-
x=o rencial de la información son un caso particular de la lógica de los
Si nos limitamos a un razonamiento global, la repaltición D (x) préstamos culturales, al igual que la difusión del mensaje proféti-
del pÚblico segÚn la variable x, permitirá hacerse una idea, para un co: «No hay más que imaginar, escribe,]oseph Schumpeter, lo que
país determinado, de la distribución de la demanda, mientras que hubiera sucedido si la yihad hubiera sido predicada a los pacíficos
00

I co(x) adquirirá valores tanto más elevados en la medida en que "pescadores" de Galilea, al "pequeño pueblo" de Palestina, No se-
x'" o ría una exageración afirmar que no habrían respondido a la lla-
las obras expuestas sean más numerosas y mayor su consagración, mada, que no habrían podido responder a ella, que, aunque lo hu-
La tasa de práctica adquiere la forma:
bieran intentado, habrían fracasado miserablemente y destruido su
00
propia comunidad, Y si, al contrario, Mahoma hubiera predicado
t = k", ' kcl'I D(x) , Q(x)
x=O la humildad y la sumisión a sus caballeros beduinos, ¿acaso no se
habrían vuelto contra él? y si le hubieran hecho caso, ¿no habría
00 00

con I D(x) = I Q(x) = 1 perecido su comunidad? Un profeta no es tan sólo quien formula \
X"'O x=O
un mensaje aceptable para sus primeros seguidores; sólo triunfa y \
El producto K = k", ' kd puede interpretarse como un capital cul- se hace comprensible cuando ha formulado también una política
tural nacional. Las variables kwY kclno son, evidentemente, inde- válida para el presente, Eso es precisamente lo que distingue al
pendientes, porque la riqueza del tesoro artístico de un país y la fuerza profeta que triunfa -el "verdadero" profeta- del profeta que fra- ,
de su tradición cultural contribuyen a determinar en cada momento casa -el "falso" profeta-, El verdadero profeta reconoce las exi- f
la intensidad de la aptitud para la práctica, gencias de la situación presente -situación que existe por com-.
Es o~vio que si la forma de la función de ofelta se modifica, se pleto independientemente de él- y, cuando tales exigencias llegan
modifica también la estructura del pÚblico receptor, mientras que si a cambIar, se las arregla para adoptar una nueva política evitando
el nivel de oferta se modifica por simple afinidad con respecto al eje que los fieles experimenten esa transición como una traición,,2
de las x, la tasa de frecuentación se modifica análogamente a la re- '\ Así, todas las veces que se propone un mensaje único a una
lación de afinidad, manteniéndose invariable la estructura del pÚbli- sociedad diferenciada, se convierte en objeto de una recepción
00

co, ASÍ, la exposición, que refuerza la intensidad de la suma Ix co(x) } cuantitativa y cualitativamente diversificada: su legibilidad y su efi-
sin modificar su estructura, atrae un pÚblico más numeroso aunque cacia son tanto más fuertes cuanto más directamente coincida con
de estructura casi idéntica, las expectativas, implícitas o explícitas, que los receptores deben a
su educación y que la presión difusa del grupo de referencia man-
Las leyes que rigen la recepción de las obras de arte son un tiene, sostiene y refuerza mediante incesantes invocaciones de la
caso particular de las leyes de difusión cultural: cualquiera que norma (<<¿Has leído ..'?", ,,¡Hayque ver esto!,,), desempeñando aquí
sea la naturaleza del mensaje, profecía religiosa, discurso políti- las diferentes instancias de legitimidad cultural (academias, uni-
co, imagen publicitaria, objeto técnico, etc., la recepción está en
1. Así, David Riesmann afirma que obras populares idénticas son utilizadas por pú-
función de los esquemas de percepción, de pensamiento y de
blicos distintos de manera muy diferente y con fines diferentes (O, Riesmann, "Listening to
apreciación de los receptores, de tal manera que, en una socie- Popular Music", en Individualism Recansidered, Glencoe, 1954).
dad diferenciada, se establece una relación estrecha entre la na- 2, ]. Schumpeter, 7be Sacialagy allmperialism, traducido del alemán por Heint Nor-
den, Nueva York, Meridian Books, 1951, págs, 39-40,
turaleza y la cualidad de las informaciones emitidas y la estructu-

126 127
función decreciente del cuadrado de la diferencia media entre la
versidades, críticas, jurados de premios literarios y artísticos, etc.)
oferta y la demanda,
y, más directamente, las personas del entorno investidas de auto-
Supongamos, en efecto, que las funciones de oferta y demanda
ridad en materia de cultura, style leaders o taste makers, un papel sin
tengan la forma siguiente:
duda alguna más determinante incluso que los opinion leaders en
materia de predilecciones electorales,3 Cuando el mensaje sólo pue- D = D(x, d)
de ser descifrado por los partidarios de un código que debe ad- Q = Q(x, ro)
quirirse mediante un largo aprendizaje institucionalmente organi-
zado, es ev~dente que la recepción depende del dominio que posee d y ro son dos parámetros, por ejemplo, la media, si existe, o cual-
el receptor del código o, en otros términos, está en función de la quier otro parámetro, como las curvas

\~
distancia entre el nivel de información ofrecida y el nivel de com-
petencia del receptor,

Más precisamente, se deduce de las hipótesis precedentes que


D(x, dl)
Q(x, rol)
Y
Y
(3) por una parte,
(4) por otra,

la tasa de frecuentación es una [unción de la diferencia entre la ofer- se deducen respectivamente una de la otra por traslaciones de am-
ta media (o modal) y la demanda media (o modal), Esta propiedad plitud a y ~,
intuitivamente admisible no concierne a la forma analítica de las fun-
ciones Q(x) o D(x) sea

I
Por medio de ciertas condiciones muy generales de integrabili-
dad o de derivabilidad, se demuestra fácilmente, en primer lugar, que y Q(x + ~, ro2) == Q(x, rol)
t puede ponerse bajo la forma t = t(ro - d), y, en segundo lugar, que,
si las distribuciones son unimodales, la tasa de frecuentación alcan-
za un máximo para un valor de ro - d bastante próximo a cero, pe-
i La integral J= D Q dx es una función de d y ro, o sea, F(d, ro)
()

Para que F sea una función de d - ro es necesario y suficiente


ro que sólo puede ser nulo si las distribuciones Q y D son simétri-
cas; además, en este último caso, interviene una función de (ro - d)2
I
¡
que
ÓF ÓF
y entonces se puede enunciar que la tasa de frecuentación es una !¡~ ód == -&o
¡
Ahora bien,
3. Los estudios de sociología electoral mostraron que las »influencias»personales de-

sempeñan un papel muy imponante en las opciones electorales y mediatizan y reemplazan
la intluencia de los modernos medios de comunicación (véase Bernarel Berelson, Paul F.
ÓF
ód =
¡= D'd Q dx
o y ÓF = J= D Q'OJdx
Lazarsfeld y William Mc Phee, Voting Chicago, 1954; Paul F. Lazarsfeld, Bernard Berelson
óro o
y Hazel Gaudet, The Peapie 's Choice, Nueva York, 1944; Elihu Katz y Paul F. Lazarsfeld, Per- tr La derivación de (3) y (4) da:
sonalInfluence, Glencoe, 1955). El papel de los styles leaders es subrayado en el estudio
!
de Bernard Barber y Lyle S, Lobel, »Fashion in Women's Clothes and the American Social
System», Social Forces, vol. 31, diciembre de 1952, págs, 124-131 La analogía entre los opi-
nion leaders y los style leaders que se sugiere aquí no debe hacernos creer que se pueda
I! D' =D'x-
el
da
dd (5) Y Q'OJ= Q'x dro
d~
(6)

esperar de estos Últimos un papel ele iniciación semejante al que se les atribuye comÚn- I Al atribuir (6) a (5), se sigue:
mente a los primeros: de hecho, control más que iniciación, su influencia depende, como
toela información, de la receptividad ele aquellos a quienes afecta y, en razón de la homo-
geneidad social de las redes de relaciones interpersonales, tiende a reforzar las actitudes y
a ratificar las opiniones individuales,
Ii ÓF
Ód
= da
d~
,JD'Q dx
.
y ÓF _ d~ , J DQ' dx
óro - dO)

t
129
128 t
Al integrar por partes, se sigue: 200 DIEPPE DI)ON DOUA!
"-
ISO

\
100
El primer término es nulo como condición necesaria de inte- f
grabilidad de (Dm t
r
50
I

dx d~ r O ~ ~
Si además - = -
r
dd deo 200 LILLE
~. ¡- LOUVIERS LYON
í
se obtiene
OF OF
od == - oeo

Apliquemos el modelo a un caso particular; supongamos que la


funciÓn de demanda de una categoría de personas que haya reali-
zado d años de estudios sea una ley de Laplace-Gauss con la fOll11a: ~
,I
tI
¡
r
I()Of~
ISO

50

O ~ ~
¡:
kd 1 (x - el!'
1) -- --- . r;::- e-?-'-
- ,,;, 200 [ RUÁN TOURS CONJUNTO
0'(\ "\I2n
150
x es el nivel de demanda medido en años; la desviación-tipo Gel de
esta distribuciÓn es, a su vez, independiente de x; d es entonces el 100 ~ \ \
nivel modal o medio,
La función de ofertá posee la forma:
,~
to.
50
~ ~ ~
k'v 1 (x -w)'
n
~~ = e ----
2 ,,~ r: 250
0'",& f",1
~ 200 ~ ARTES DECORATIVAS \ AUTUN \ COLMAR

150[\
designando k el capital ofrecido por el museo cuya medida es un in- ti
dicador y O'eola desviación-tipo que se supone igualmente indepen-
diente de x, L
d

100
NIVEL CULTURAL DEL PÚBLICO
~
•. 1 50
f'

250
ti O
fj
200 l AGEN ARLES ARRAS ti
<
200 ¡- DREUX )EU DE PAUME LAON

lOol~
FI
~:
ISO

lOol~
150 ~
'1
~I

ti
50 ~ ~ 50
~
Ol htI ~
-- O ~
-- 1
--
1 1 1 1 1 1 1 1 I 1 1

e o 1 I I 1 1
-
L B b e o L B b e o L B h I 1 I 1 1 I

L B b e o L B b e o L B b e o
!1
130 ¡i
[: 12,1
PAU 3r LILLE 1,1 LOUV1ERS LYON
200 _ MARSELLA MOULINS

/ r
4,4
21- / Bimodal
13

:::~~
50 ~
O~ ~
(Representación
imposible)
42
60
88
100
88
~ ~ 60
O L I I I I I I I I I I I

L B b c o L B b c o L B b c o
3r RUÁN 1,20 TOURS 1,25 CONJUNTO 1,0
En abcisas: L Licenciatura -¡ 2,5
DE LOS
B Bachillerato 21- / / MUSEOS / -124
b Diploma del primer ciclo de secundaria
c Diploma de estudios primarios 77

En ordenadas: Relación entre la proporción de inelividuos de este nivel en la muestra y la ol / / / 1


100
proporción en la población francesa total. 95
I
/
1L / I I
En el punto 100, se igualan las dos relaciones. 177

7"°1'
NIVEL MODAL DE LA OFERTA 3~ ARTES 1,35
DECORArS 4,4
Dispersión de la oferta y tasa de frecuentación (con un factor aproximado) 21- ~'O 13
de cada museo en cada nivel de instrucción 42

g
F% 60
3- AGEN 1 = 0,85 ARiES 1,25 ARRAS 1,30 -,1,4 88
(}
4,4 01- .-' lOO

2 13 88
42 60

())
60
88
100
3r DREUX 0,45
JEU71.5 LAON 0,8

r
O 4,4
88
13

:J
60 21- ~
1 42
60
0 DIJO N 1,0 DOUAl 1,30 ~ 1,4 88
3 01- ~ 100
4,4
13 88
2 '7
42 60

1 60
88 3 MARSELLA 1,2 MOULINS 0,9 PAU 1,0 l 1,4
O 100 4,4
88 2 13
1 60 42
60
L B b c o L B b c o L B b c o 88
O lOO
88
60
L--J
L B b e o L B b e o L B b C o

132 133
La tasa de frecuentación adquiere la forma
(1) El nivel modal úl se indica con una flecha veItical (En el caso de Agen, se lee úl ~ 3,7).
Las tasas de frecuentación están dadas: 1 K (úl- d)'
_ como porcentaje y planteando el nivel de la licenciatura arbitrariamente como igual al t f
= D' Q dx = fiit ...)0'2
d
+ 0'2
w
'e-Z(G,i+G;,)
100 % (Escala O.
- como transformada gaussiana (Escala g).
_ La pendiente de la recta de frecuentación se indica en el lado derecho.
Se verifica que es una función decreciente de (m - dY
Además, depende del parámetro 0'2 + O'j + que se puede in- a~W)

NIVEL MODAL DE LA OFERTA y DISPERSIÓN


terpretar como la variancia del conjunto museo y pÚblico,
DE LA OFERTA DE CADA MUSEO En definitiva:
(¡)

3 4 K 111'
0,5 (7) t = ...)2nO' e -2~ planteando L1= m - d
Moda

Las tasas experimentales corresponden a expresiones de este ti-


po, como manifiestan los gráficos (véase págs, 130-134) Puesto que
la forma analítica propuesta da razón de las tasas de frecuentación
establecidas experimentalmente, es legítimo utilizarla para com-
+ Jeu De Paume prender las consecuencias calculables de talo cual acción política
determinada sin adoptar, no obstante, al pie de la letra, los resulta-
+ Artes Decor,Hivas dos de esta verificación, lo que equivaldría a exceder los límites de
+ Arras
la técnica de cálculo,
+ Douai Tours
+ + Aries Si se admite que la demanda d puede identificarse por medio
de cuatro niveles equidistantes, se da un valor 4 al nivel de la Iiceri-
+ Marsella + Ruán
cistura, 3 al del bachillerato, 2 al del primer ciclo de secundaria y 1
al de los estudios de primaria, Hay que señalar que la diferencia en-
+ Lille
tre dos niveles consecutivos se mantiene constante así como la du-
ración media de los estudios requeridos para pasar de uno a otro, es
decir, del orden de tres a cuatro años en general, salvo quizás entre
Conjunto Colmar
+ Pau • Dijon + + + Autun los dos niveles superiores, ya que la enseñanza entra entonces ne-
1
cesariamente en una fase de rendimiento decreciente (desde el pun-
to de vista examinado aquí) Si se conviene en atribuir a los analfa-
betos un nivel cero, es necesario atribuir a los visitantes carentes de
1,1 + Moulins diplomas una calificación situada entre cero y uno, aunque difícil
de fijar sin arbitrariedad, Supongamos ahora que el nivel de infor-
+ Agen
mación ofrecida (la oferta) sea rigurosamente igual a 4, o más ge-
neralmente que coincida con uno de los niveles enteros preceden-
temente definidos, Basta entonces con calcular para cada museo las
1,25

Dispersión
t Dieppe
O' = 1,4
+ Laon relaciones:
t( 4, d)
O' , te 4, 4) = f (d)

135
y luego determinar, por medio de una tabla de la ley de Laplace-
presentación, poseen los niveles de información más elevados y el
Gauss los nÚmeros y tales que
público más aristocrático, al igual que el Museo de Laon (muy di-
1 1 ,
ferente de los precedentes tanto por la cantidad de pÚblico como
- e-"2T = f (d)
fin por la calidad de la presentación) qúe atrae un público culto por
Si la hipótesis es válida, d e y se encuentran linealmente ligados su colección de cántaros griegos, Al contrario, el nivel es bajo en
por la relación el Museo de Dreux, ante tocio histórico,€n el Museo de Douai, crea-
do recientemente, cuyo conservador se esfuerza en atraer un pÚ-
4-d
(8) -() = y blico juvenil, en el Museo de Bellas Artes de Marsella, cuyo pÚbli-
co es el de un pequeño museo de provincias (por celebrarse las
en la que () es la desviación-tipo precedentemente definida, exposiciones en el Museo Cantini, donde reside la dirección, y que
Este caso es, sin duda, relativamente raro y sólo concierne de se encuentra en el centro mismo de la ciudad), en el MLÍseo ele
hecho a algunos museos del muestreo (Autun, Colmar, Dijon), En
Moulins, que expone sobre todo objetos, y, finalmente, en el Mu-
general, sólo se conoce el intervalo en que se sitÚa ese nivel y, la
seo de Louviers, particularmente interesante porque es el Único que
mayoría de las veces, se sabe que es 3 < ú) < 4, De ello resulta que
posee un público bimodal, con una segunda moda comprendida
nos vemos obligados a operar de un modo un poco diferente al plan-
tear f (4) = fo;de donde se deduce: fo(3), fo(2), foO). entre el nivel del certificado de primaria y el nivel de bachillerato,
Se comprueba entonces que siempre existe un valor determi- Las condiciones de experimentación no permiten investigar las di-
nable mediante aproximaciones sucesivas, tal que la ecuación (8) se ferencias -siempre muy exiguas- que distinguen a los buenos
verifique y de donde se deduzca el nivel de oferta y la desviación ti- museos de pintura, de tipo tradicional, como los museos del Jeu de
, po atribuidos a cada museo, Podrá objetarse que es posible poner Paume, de Tours, de Arras, de Arles, de Ruán o de Lille,
de manifiesto semejante forma analítica propuesta de antemano por Pero al volverse el valor del nivel de emisión (o de ofelta) muy
transformación de las variables pertinentes; que el nÚmero de las si- impreciso, como pone de manifiesto el ejemplo de Louviers, cuan-
tuaciones experimentales es bajo y que la demostración (pero ¿no es do la gama de las colecciones se diversifica -hasta el punto de
ese el caso de cualquier verificación experimental?) sigue siendo más que, a veces, varios museos coexisten de hecho en el mismo edi-
negativo que positivo4
ficio--, es posible también considerar la dispersión del público de
los museos distribuido según el nivel de instrucción y verificar si a
De acuerdo con el principio de equivalencia entre la informa-
una escasa dispersión del pÚblico corresponde una fuerte homo-
ción ofrecida y el grado de competencia del receptor, a las dife-
geneidad de las obras expuestas, y viceversa, De hecho, el Museo
rencias que separan el nivel de oferta de los diferentes museos, es-
del Jeu de Paume o el Museo de Artes Decorativas, que exponen
timado por el nivel modal de los visitantes, les corresponden
obras particularmente homogéneas, presentan una dispersión muy
diferencias en la calidad y el tipo de las obras que exponen, Así,
débil, del mismo modo, en menor grado, que todos los museos
el Museo de Colmar, que presenta uno de los cuadros más céle-
que exponen ante todo pintura (Arras, Tours, Douai, ArIes, Ruán,
bres de Francia después de la Gioconda, y los de Dijon y de Au-
Marsella y Lille). En cambio, la dispersión es máxima en el Museo
tun, ricos en obras famosas, el primero situado en una región tu-
de Dieppe, donde el pÚblico está compuesto, a la vez, por visi-
rística y el segundo excelente por la calidad excepcional de la
tantes habituales de los castillos históricos y por aficionados a la
pintura que acuden para ver lflS obras expuestas en una parte del
4. Más adelante se extrae¡'án otras implicaciones de este modelo.
castillo; en el Museo de Laon, cuyo pÚblico comprende, a la vez,

136
137
actuales, o bien que se intente atraer a los museos a visitantes per-
los visitantes tradicionales de un pequeño museo local de arqueo-
tenecientes a clases sociales que, actualmente, no los frecuentan
logía e historia y los visitantes más instruidos, sobre todo pertene-
nada o muy poco, En la medida en que se aspire a uno u otro ob-
cientes al cuerpo de enseñantes, atraídos por la colección de cán-
jetivo, se habrán de emplear medios s:!iferentesy, ,para algunos, ex-
taros griegos; en el Museo de Moulins, que presenta ante todo
clusivos, y el crecimiento global del pÚblico será más o menos im-
objetos, pero también algunos cuadros conocidos por los aficio-
portante, más o menos acelerado y más o menos costoso,
nados y los especialistas; o incluso en el Museo de Agen, que al-
Para mantener la práctica de los sujetos de las clases cultas que
berga objetos prehistóricos y pinturas de la Escuela española,
ya frecuentan los museos, la acción consiste en reavivar el interés,
Así, aunque las condiciones de experimentación impidan je-
a menudo debilitado y apagado, que dirigen a la pintura, volvien-
rarquizar con precisión los museos de arte según el nivel de in-
do a integrar la visita al museo en el calendario social del que se
formación que proponen, parece probado que se pueden distin-
encuentra normalmente ausente, Es ésta, al parecer, la significación
guir algunas grandes categorías de nivel en el seno de tales museos
de la actividad tradicional del conservador tal como la define la
y, a fortiori, en el conjunto de los museos y monumentos, porque
«museología" que, a pesar de su nombre, es, más que una ciencia,
es sabido que un museo o un monumento tiene tendencia a ser
un cuerpo de recetas y preceptos empíricos transmitido de mane-
más atractivo para las clases medias cuando ofrece, además de pin-
ra difusa y oficiosa, Publicar catálogos, modernizar la presentación
tura, objetos folclóricos o recuerdos históricos, En consecuencia,
de las obras, alentar la creación de una asociación de amigos del
se puede también dar por admitido que un museo tiene un públi-
museo y, sobre todo, realizar exposiciones -siendo las más tí-
co tanto más diversificado en la medida en que ofrezca obras más
picas aquellas que reúnen en un lugar desacostumbrado y orga-
diversas y que, aparte de pintura, proponga objetos capaces de
nizadas de una nueva manera, por temas o por autores, obras ex-
atraer a los visitantes de las clases medias, Se puede ver una Últi-
puest?-s permanentemente en museos dispersos, o aquellas que,
ma confirmación de la validez del modelo propuesto en el hecho
durante un periodo limitado, concentran la atención en una obra,
de que las clases populares se mantienen casi completamente al
«la obra de la semana" como en la National GallelY de Washing-
margen del atractivo diferencial de los museos, ya que su fre-
ton-, todo eso contribuye, en definitiva, a mantener y a des-
cuentación se debe más a la casualidad que a una información pre-
pertar el interés de los aficionados hacia un museo ya demasia-

r-
via acerca de las obras expuestas,
La acción que el conservador puede llevar a cabo en su museo
sólo puede ejercerse, por definición, sobre la información ofrecida
do familiar que sólo les hace regresar en la medida en que las
actividades que propone se integren en el ciclo de las celebracio-
nes sociales, o. incluso en suscitar visitas de excepción mediante
y, aunque sea considerablemente limitada, no por ello se privilegia
una valoración excepcional, capaz de conferir a una manifestación
menos: si el único encuentro azaroso con las obras es insuficiente
artística la fuerza de atracción de una ceremonia mundana o de un
para producir un visitante habitual de los museos, corresponde co-
«acontecimiento" social. Iglesia en la que algunos elegidos acuden
mo mínimo al museo no desanimar y tratar de retener al visitan-
para alimentar una fe de virtuosos, mientras que conformistas o fal-
te de un día que la acción publicitaria, el turismo o la casualidad
sos devotos se congregan para cumplir en ella un ritual de clase,
pueden aportarle, Un esfuerzo por incrementar la frecuentación de
el museo puede conveltirse, por un momento, en el lugar de pe-
los museos puede organizarse tomando como referencia dos fina-
regrinación donde se hacinan los apretados tropeles de fieles que
lidades muy diferentes: bien que se «escoja"aumentar la proporción
en Nueva York, en Washington, en Tokio o en París, esperan en
de los usuarios entre las categorías sociales ya más representadas
largas colas para echar un breV'evistazo, con la actitud con que an-
en el pÚblico o intensificar el ritmo de la práctica de los visitantes
139
n8
taño se besaba un cricifijo o un relicario, a una obra maestra en- (956). En contraste con la afluencia global, e! flujo de entrada Cmi-
tregada al fervor colectivo; pero estos deslumbramientos sólo pue- camente en las exposiciones pennanece más o menos constante (con
excepción de los años 1953 y 1956) Y oscila entre 700,000 y 800,000
den suscitar la admiración en quienes quieren ver en las llamaradas
visitas, aunque el número de exposiciones no haya dejado de au-
fugaces de la exaltación popular una manera, sin duda desacrali-
mentar, pasando de 275 en 1952 a '360 en 1961 y 460 en 1962 Esta
zada, de reconocer lo sagrado, observación permitiJia ya dudar de la eficacia de una política que tien-
No se entendería el apasionado interés que los intelectuales de a intensificar el ritmo de las exposiciones (porque semejante ac-
conceden a fenómenos como el éxito de la exposición Picasso o ción parece obedecer a una ley de rendimientos fueltemente decre-
Tutankamón, si no se viera que la relación que el intelectual man- ciente), si no se observara además que, cuando algunas exposiciones
tiene con la cultura engloba toda la cuestión de la relación del in- obtienen un éxito particular, la afluencia total de visitantes a los mu-
telectual con la condición intelectual, que nunca se plantea tan dra- seos y las exposiciones no se eleva otro tanto, porque, con la ex-
máticamente como en la cuestión de la relación de las clases cepción de las dos exposiciones citadas, los "picos"de la periodicidad
populares con la cultura, cuestión que el intelectual plantea para de las exposiciones no se corresponden con los "picos" de la perio-
dicidad del público acumulado de los museos y las exposiciones, de-
las clases populares, es decir, en su lugar, y que enmascara la cues-
bido a que, como por un efecto de compensación, coinciden con
tión de su propia relación con las clases populares como clases ex-
"depresiones" de la peliodicidad de las visitas exclusivas a los museos,
propiadas de la cultura, y para poner de manifiesto que el interés
I-P1x consiguiente, es legítimo concluir que Cmicamente las exposicio-
de los intelectuales por este problema -u otros análogos, ya se l nes excepcionales atraen un público nuevo, pero ocasional, y que e!
trate de la eficacia de los medios de comunicación modernos, de crecimiento regular del público global de los museos es un fenóme-
la «cultura popular", de las Casas de la Cultura o del libro de bol- no independiente de la política de exposiciones que se explica tan
sillo- es directamente interesado, basta con observar con qué sólo por la elevación general del nivel de instrucción y e! incremen-
apresurada precipitación se aferran a los más mínimos índices de ti;) de! turismo cultural' [véase Ap, 5, gráfico 1~

una democratización del acceso a la cultura, «Damas ataviadas con


blanco visón y obreros con mono de trabajo se codean ante las Se- La exposición atrae puntualmente a un número suplementario
ñoritas de Avignon", escriben unos, como otros ven en la televisión de visitantes, pero tiende a reforzar, más o menos claramente, el
el gran vehículo de mensajes culturales al alcance de todo el mun-
do, y por tanto igualmente accesibles a todos, y por tanto idénti-
cos para todos, y por tanto capaces de volver idénticos a todos los
carácter aristocrático del público (la tasa de los sujetos que visita-
ron exposiciones temporales y pueden citar su nombre pasa del
17,5 % en las clases populares, al 30 % en las clases medias yal
\I¡
que los reciben, Frente a tales hechizos, es necesario oponer el rea- 70 % en las clases superiores) [véase Ap, 4, cuadro 5] Por eso, una
lismo decepcionante de las cifras, exposición histórica, y por consiguiente relativamente accesible,

El análisis de las estadísticas de entradas registradas en las ex-


dedicada a "La vida en Pau bajo el Segundo Imperio", atrajo al mu-
seo a un público numeroso, pero en el que la proporción relativa
)
posiciones organizadas en Holanda entre 1950 y 1962 permite esta-
blecer los límites de la eficacia de las exposiciones: durante este pe-
5, Del mismo modo que el turismo, la exposición no puede crear visitantes asiduos,
Iiodo, el número global de visitantes de Jos museos y las exposiciones
Así, la encuesta' realizada en 1953 y 1954 en el Gemeentemuseum de La Haya mostró que
creció de forma muy regular (pasando de 2500000 en 1952 a más una exposición dedicada al Vaticano había atraído a una multitud ele visitantes católicos
de 5000000 en 1962), si se exceptúan dos periodos de pico consti- que, acabada la exposición, nunca volvieron al museo (G, J Van Del' Hoek, ,Bezoekers Be-
tuidos por la exposición Van Gogh (953) y la exposición Rembrandt keken., Medelelingen Gemee17lemuseum' uan der Haag, vol. 2, nº 2)

140 141
e incluso la cantidad absoluta de los visitantes de las clases medias
y populares disminuyó [véase Ap, 2, cuadro 12). Durante la expo-
Museo en periodo
sición en el M,useo de Artes Decorativas titulada «Antagonismos» y Exposición
laboral
consagrada a las formas más audaces del arte moderno, la pro-
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porción de visitantes pertenecientes a las clases superiores alcan- ~:'
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zó el 90 % (el 18 % de directivos superiores, el 33,4 % de estu- QJ~ v~
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diantes, el 21,6 % de profesores y especialistas en arte y el 17 % "00 vo
de mujeres sin profesión casadas con directivos superiores, frente
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al 8,5 % de empleados y directivos medios, el 1,5 % de artesanos VvC'J C3 ,~ C3 ,~


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y comerciantes, el 0,5 % de obreros, mientras que los agricultores
estuvieron completamente ausentes).
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Una situación experimental se dio en Lille con la presentación Agricultores 0,4 1,5 O O
simultánea de tres exposiciones de «niveles" muy diferentes, res- Obreros 1,0 4 1,2 1
Artesanos y comerciantes 1,9 8 7,2 7
paldadas por una fortísima acción publicitaria (emisiones de radio
Empleados y directivos medios 6,4 27 21,2 21,5
y televisión, artículos en los periódicos locales, carteles, etc.)' Al mis- Maestros 0,8 3,5 5,2 5,5
mo tiempo que el museo, los visitantes podían ver una exposición Estudiantes 6,4 27 31,6 32
de pintura del siglo XVIII, clásica por el tipo de obras expuestas y Directivos superiores 4,0 17 18,8 19
por la presentación (paredes desnudas, simples etiquetas al lado de Profesores y especialistas en arte 2,9 12 14,0 14
los cuadros), una exposición de arte egipcio patrocinada por la Uni-
versidad de Lille y, finalmente, una exposición consagrada a las «Ar-
tes decorativas en Dinamarca», que presentaba objetos cotidianos, L~ distribución del pÚblico segÚn el nivel de instrucción con-
yerres y cristalería, cerámicas y muebles, firma que quienes más se beneficiaron de esta tentativa de vulga-
Se habría podido suponer que la simultaneidad de exposicio- rización fueron las clases privilegiadas, porque la tasa de visitantes
nes de estilos y «niveles" tan diversos permitiría acumular públicos de nivel inferior al bachillerato en el público de las exposiciones
socialmente diferentes, pues la exposición danesa atraería al museo es claramente inferior que en el público del museo en periodo la-
y quizás a las demás exposiciones visitantes de las clases medias y boral, mientras que la proporción de licenciados aumenta del 18,5 %
populares, De hecho, aunque el número de entradas cotidianas ca- al 34,5 % en el conjunto de las exposiciones y al 36,5 % en la ex-
si se duplicó, la estructura social del pÚblico de las tres exposicio- posición danesa, manteniéndose más o menos semejante la pro-
nes siguió siendo semejante a la estructura del público habitual del porción de visitantes con un nivel de bachillerato,
mismo museo, disminuyendo la representación de las clases popula- Aunque la exposición danesa presentaba objetos que podían
res (del 5,5 % al 1,20/0, Y de 1,36 visitantes de promedio a 1,20).6 ser ofrecidos al público por un gran almacén, su localización y la
propia publicidad que la había precedido la convertían en un acon-
6, Igualmente, se comprobÓ que, en el Museo ele Toronto, la composición del pú- tecimiento cultural y, por esta razón, se dirigía más específicamente
blico durante las exposiciones siguió siendo similar a la habitual, incluso en el transcurso a un público culto, El solo hecho de que fueran consagradas por
de una exposición que fue "an impoItant paIt of the program to build a new audience to
the Metropolitan Toronto Area" (Tbe Museologist, Rochester, nº 80, septiembre ele 1%1, págs,
su exposición en un lugar consagrado bastó por sí mismo para
11-16) transformar profundamente la ,significación (y con . mayor exactitud I
I

el nivel de oferta) de obras que, presentadas en un lugar familiar,


142
14~
serían más accesibles, ¿Acaso no es lo que expresaba el guarda de censados, se dirija privilegiadamente a las categorías más ricas en
la casa de Jacques Coeur en Bourges cuando contestaba al con- devotos, Es comprensible que la Asociación de Amigos del Museo
servador: "Si la convirtiera en un museo, no vendría nadie,,?7 La es- sea, junto con la exposición, el segundo foco de la solicitación «mu-
casa representación de las clases medias y populares es tanto más seológica»,
significativa cuanto que casi la tercera parte (el 27 %) de los visi-
tantes acudían por primera vez al museo (el 68,5 % de los cuales Quienes se inscriben en la Asociación de Amigos del Museo
con la intención precisa de ver esa exposición) y que el 80 % eran creen garantizarse las ventajas que les procura esta organización, pe-
originarios de LiBe y alrededores, Sin duda, del mismo modo que ro también, sobre todo quizás en las ciudades pequeñas, constituir-
los monumentos y emplazamientos destacados en los programas se como fervorosos practicantes de las manifestaciones culturales que
turísticos, las obras expuestas adquirieron una significación social les propone esta agrupación: el 23 % de los miembros de la Asocia-
que convirtió la visita en una verdadera obligación, Pero el incre- ción de Amigos del Louvre declaran que participan en todas las vi-
mento de valor conferido a las obras por su exhibición «extracoti- sitas propuestas (más de veinte anuales)8 La intensidad completa-
diana" y por las manifestaciones públicas de solemnización sólo mente excepcional de esta práctica se entiende si se sabe que los
miembros de esta Asociación pertenecen casi todos a las clases cuI-
puede ser percibido y apreciado por quienes pertenecen a la so-
tas (el 77,5 % de directivos superiores y mujeres de directivos supe-
ciedad para la cual esas obras existen como valor, de manera que,
riores frente al3 % únicamente de artesanos o comerciantes, yal 0,5 %
en este dominio más que en cualquier otro, los estímulos propor-
de agricultores y obreros). La distribución de los afiliados según el
cionados por los contactos sociales y por la información boca a nivel de instrucción no es menos significativa: mientras que el visi-
boca como técnica social de int1uencia son más efectivos que las tante modal del pÚblico de los museos es bachiller, el 47 % de los
técnicas modernas de publicidad, y además, puesto que la visita a afiliados de la Asociación de Amigos del Louvre son licenciados
la exposición como tarea obligatoria no se impone con la misma fuer- (o.1¡lndo los licenciados sólo representan el 1,8 % de la población to-
za a los visitantes de los diferentes medios, los visitantes de las cla- tal en Francia), el 30 % bachilleres y el 19 % sólo poseen un diplo-
ses más favorecidas son también los que en mayor nÚmero visitaron ma inferior al bachillerato,
una exposición distinta a la que era el objeto inicial de su asisten- , Una prueba de que la Asociación sirve más para agrupar a los
cia; dicho de otra forma, la fuerza del programa cultural propues- 1 devotos que para atraer a los neófitos es que los miembros de la Aso-

\
to se experimenta con mayor fuerza cuanto más grande es la ad- ciación ya estaban relacionados con el museo antes de su adhesión,
incluso al margen de su categoría social. En el 90 % de los casos, el
hesión a los valores culturales y más fuerte la presión del grupo de
primer contacto con el museo tuvo lugar antes de los dieciocho años,
referencia,
y el 55 % de los miembros declaró haberse inscrito en la Asociación
Como el sermón religioso, la prédica cultural sólo tiene plenas
por la recomendación de un amigo o para continuar una tradición
garantías de ser exitosa cuando se dirige a conversos, Y es natural familiar, ASÍ,la Asociación ofrece a sus miembros el medio de con-
que el conservador que no se vea instigado por el espíritu de pro- tinuar entregándose a una actividad cultural cuyo hábito fue adqui-
selitismo y que se preocupe ante todo por comprobar inmediata-
mente el éxito de sus esfuerzos, medido por el número de fieles r
J rido en la infancia o la adolescencia, en el medio familiar, y desa-
rrollado gracias a una escolaridad prolongada, Contrariamente a los

8, La Asociación de Amigos del Louvre fue f1lOdada en 1897: sus fundadores se pro-
7. Informe del señor conservador de Bourges en el curso de la jornada ele estudios ponían "solicitar al pÚblico su contribución al enriquecimiento del Louvre". En 1922, la so-
de la Asociación General de Conservadores de las Colecciones PÚblicas de Francia (21 ele
ciedad estaba ya fOffi13dapor tres mil miembros, y entre 1897 y 1922 había donado más de
mayo de 1965),
un millón al museo, sin contar las muy numerosas donaciones de cuadros,

144
145
cuadros 14 Y 15), es posible concluir que los museos que se con-
deseos expresados por su presidente, la Asociación no es en ab-
sagran exclusivamente a las obras más nobles y difíciles podrían
soluto un medio para acercar a la práctica de los museos a quie-
captar a los visitantes de las clases medias si acogieran objetos que
nes su entorno y falta de cultura mantienen apartados: 2,500 nue-
vos miembros se inscriben cada año (mientras que, más o menos, forman parte de la experiencia estéti~a cotidiana, como muebles,
otros tantos no renuevan su adhesión), pero las características so- vajillas o porcelanas, o incluso los objetos históricos, folclóricos y
ciales de los recién llegados son rigurosamente idénticas a las de hasta etnológicos, al responder así a los intereses estéticos desa-
los antiguos miembros, Sin duda, se trata de una asociación parisi- rrollados por el gusto en la decoración interior de las habitaciones
na, cuya composición social es pal1icularmente aristocrática, pero o al satisfacer la curiosidad por los objetos históricos que legitiman
todo parece indicar que las asociaciones provinciales reúnen per- tanto la reputación de las revistas de historia de gran difusión co-
sonalidades e intelectuales (asÍ, en la Asociación de Lille, el 19 0/0 mo la dimensión (mucho más importante) y la estructura (mucho
de miembros de las clases medias y el 81 % de las clases superio- más democrática) del público de los museos instalados en los cas-
res, y, en la Asociación de Douai, e! 2 % de miembros de las cla-
tillos y los monumentos históricos,
ses populares, el 11 % de las clases medias y el 87 % de las clases
superiores) y se proponen como ambición explícita la de agrupar
Si parece imposible rebajar el nivel de oferta modal de los mu-
en torno al museo a la elite del pÚblico, Aunque se propusieran el
seos, quizá pueda modificarse su variancia (0'2 en el modelo), al di-
objetivo de atraer a un nuevo público, no serían el medio adecua-
versificar el tipo y la calidad de las obras expuestas, La forma analí-
do para alcanzarlo,
tica de la tasa t de frecuentación muestra que según sea la variancia
inferior, igualo superior al cuadrado de la diferencia .ó2 entre la ofer-
Si sólo se propone como objetivo llevar al museo al mayor nÚ-
ta y la demanda, la tasa resulta una función creciente, estacionaria o
mero posible de visitantes, sin otra preocupación, los medios ac-
decreciente de 0'2, Un incremento de la dispersión del nivel de las
tualmente empleados en la inmensa mayoría de los casos son, sin obras podría determinar una baja de la tasa de frecuentación de
duda, los más adaptados e idóneos para la "vocación" del personal las categorías más instruidas (cuyo nivel de demanda es más eleva-
actual de los museos, Muy al contrario, una política inspirada por do), si este incremento de la dispersión no viniera acompañado de
la voluntad de atraer al museo a quienes no sienten la necesidad hecho por un incremento de la oferta o de la magnitud de! museo y
de frecuentarlo no podría tener a corto plazo más que una efica- si la consagración que e! museo les confiere no aumentara automá-
cia extremadamente limitada y exigiría, sin duda, el recurso a otros ticamente e! nivel de las obras presentadas, como se vio en el caso
medios, y, al parecer, un personal dotado de una formación y un de la exposición danesa de! museo de Lille, En cualquier caso, este
espíritu muy diferentes, incremento de la dispersión tendería a determinar un ligero aumen-
Entre los datos que intervienen en la definición del nivel de to de la representación de los visitantes menos instruidos interesa-
oferta de los museos, y la significación social del museo no es el dos por las obras más cercanas a su experiencia y más conformes \
menos importante, los únicos que dependen (al menos parcial- con sus intereses, Los miembros de las clases medias cuyas actitudes
mente) de la acción de los responsables de los museos son el tipo se organizan en torno a la oposición entre "lo interesante" y «lo ins-
tructivo", oposición que establecen, por ejemplo, entre los objetos
de obras expuestas y el modo en que éstas se presentan, Sabien-
familiares de la exposición danesa, totalmente confolmes con sus in-
do que la proporción de visitantes que se interesan, primordial-
tereses, y los objetos propuestos por e! museo, que exigen, al con-
mente, por los objetos históricos, folclóricos o etnográficos, por las
trario, un interés decisorio y forzado, tan diferente del "interés" co-
cerámicas o el mobiliario, se incrementa de forma paulatina y ace-
mo del placer estético, podrían'acceder, por el mismo motivo, a obras
lerada a medida que se desciende en la escala social [véase Ap, 2,

147
que no constituían el objeto prioritario de su visita y encontrar así vertido en uno de los lugares comunes de la conversación dis-
una oportunidad para expresar su buena voluntad cultural. tinguida, se expresan en realidad las reglas que deben definir, pa-
ra la elite, la contemplación estética: como los fanáticos del pe-
La Única manera de rebajar el nivel de emisión de una obra queño formato que rinden sacrificio"a la ascesis laboriosa de la
consiste en suministrar, al mismo tiempo que la obra, el código se- acumulación de recuerdos o los cinéfilos capaces de recitar los
gún el cual la obra está codificada, a través de un discurso (verbal
o gráfico) cuyo código ya domina (parcial o totalmente) el recep-
I títulos de crédito de películas que no han visto, estos visitantes
de museo que, ocupados por completo en acumular saberes anec- '\

\
tor o que revela de manera permanente el código de su propio
desciframiento, de conformidad con el modelo de la comunicación
pedagógica perfectamente racional. Dado que los visitantes de las
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dóticos, atienden menos a las obras mismas que al análisis que
proporciona el catálogo, ignoran el arte de abandonarse a la emo-
ción inmediata y fugaz que define el desapego distinguido del
clases populares que se atreven a visitar los museos se sienten en f esteta,
ellos a menudo desplazados y siempre desorientados, por falta de tt Aunque estimularan una forma de contemplación que se
preparación para afrontar las obras expuestas y en ausencia de in-
dicaciones, en el propio museo, que faciliten su visita, se puede
conjeturar que, sin alterar la dificultad de las obras expuestas, se-
,f puede considerar inferior, las informaciones históricas o técnicas
colmarían al menos las expectativas de los miembros de las cla-
ses medias para quienes ver y saber, comprender y aprender se
ría posible reducir el desconcierto de los sujetos menos instruidos
al ofrecerles la ayuda que esperan, Temer que las informaciones
t confunden, y para quienes el interés educativo se antepone al
simple placer, al mismo tiempo que contribuirían a atenuar el
escritas o habladas a propósito de las obras que se exponen des- desconcierto de quienes, al haberse aventurado en el museo sin
víen la atención de los visitantes de la contemplación de las pro- la debida preparación, encontrarían en el esfuerzo por suminis-
pias obras interesándoles por contenidos extrínsecos y anecdóticos, trar los. medios de aprendizaje y comprensión un reconocimien-
equivale a ignorar que el ideal de la contemplación sin palabras ni to implícito del derecho de no comprender y de solicitar com-
gestos pertenece a quienes no deben el poder de realizarla sino a prensión,
la familiariadad inmediata que les proporcionan los aprendizajes
imperceptibles de una larga frecuentación; equivale también a ig- Para evitar que los paneles que facilitan aclaraciones sobre las
norar que el interés por la obra en sí misma y por sí misma, y la obras deformen el juicio de los visitantes y pe~udiquen la estética
indiferencia hacia el contenido informativo que puede, suplemen- del museo, como parece temerse a menudo, bastaría con confiar su
tariamente, proponer, define una actitud estética que, del mismo redacción a los especialistas y la presentación a los altistas, Y sin
modo que la experiencia popular de lo bello, está socialmente pretender que se ofrezca al visitante, en el interior mismo del mu-
condicionada y que, en cualquier caso, nunca es independiente de seo, una documentación científica sobre las obras expuestas, como
hace la National Gallery de Washington, o que se utilicen aparatos
las condiciones sociales, que son la _condición de posibilidad de la
de proyección fija o los medios audiovisuales que se ven, por ejem-
«gente de gusto», La significación y la función de esta definición so-
plo, en el British Museum, ¿acaso no podría esperarse que cada mu-
cial de la actitud estética nunca se manifiestan con tanta claridad
seo pusiera a disposición del visitante un catálogo, por sumario que
como en los dominios en que la «competencia" de las clases me-
fuera, o incluso algunas hojas en multicopista, que incluyeran un
dias y populares amenaza el <<ffionopolio»cultural y las certezas es- plano y que el visitante podría comprar a buen precio, o consultar,
téticas o éticas de las clases superiores, Así, a través de la sátira de o incluso utilizar gratuitamente durante la visita? .Nada ilustra mejor,
los fotógrafos apasionados y de la manía fotográfica que se ha con- f~ en efecto, el malentendido q~e separa al conservador de los visi-

148
I 149
tantes de las clases desfavorecidas: si el conservador, ocupado por
otras obligaciones y deseoso de presentar un objeto de saber indis- rismática de la relación con la obra de arte que los expertos, pa-
cutible, demora en ocasiones mucho tiempo la publicación de un radójicamente cautivados por el mito de da mirada virgen", de-
catálogo, el pÚblico se contentaría la mayoría de las veces con algu- nuncian y rechazan como pura profanación todos los esfuerzos
nas hojas, incluso con informaciones superadas en algunos puntos, para reducir la distancia reverencial in te lo sagrado mediante la
pero que lo ayudarían a conjurar la angustia que experimenta al sen- eficacia de una pedagogía racional. De hecho, tanto las eleccio-
tirse solo ante una obra de alte indescifrable, Los museos extranje- nes de los conservadores como las ideologías con que las justifi-
ros utilizan numerosas técnicas capaces de hacer más accesibles los can son menos deudoras de la lógica de la deliberación racional
museos, Paneles explicativos ayudan en su visita a los visitantes del que de las condiciones objetivas que definen la profesión y to-
Rijksmuseum. En el Fitzwilliam Museum de Cambridge, ancianas da- davía más de las características sociales que la convierten en un
mas que hacen calceta ante pequeñas consolas sustituyeron a los islote de tradicionalismo,
guardas somnolientos o severos que siguen paso a paso al visitan-
El cuerpo de conservadores presenta, en efecto, todos los
te en los museos provinciales: las sillas plegables que los visitantes
rasgos que se consideran característicos de un grupo tradicional.
de la National Gallery transportan consigo tienen también como
En Francia, en las ciudades de provincias, eran los archivistas,
efecto transformar la atmósfera de la visita, porque evocan más el
paseo por el parque que el recogimiento de la iglesia, ¿Por qué no los bibliotecarios o los pintores locales quienes, hasta 1945 (y to-
idear una música que proporcione a los visitantes el sentimiento de davía actualmente en numerosas ciudades), garantizaban, por
que pueden pronunciar algunas palabras sin pelturbar un silencio añadidura, la función de conservadores para la cual, salvo ex-
religioso? ¿Por qué no contratar algunas azafatas que podrían, even- cepciones, carecían de vocación y cualificación,' En París, en
tualmente, aconsejar o informar a los visitantes poco instruidos o a ausencia de cualquier definición racional de las condiciones de
quienes quieran profundizar en sus conocimientos? ¿Por qué no re- contratación y de cualquier explicitación de los criterios de selec-
forzar los servicios educativos (casi siempre más importantes en Es- ción, las conservadores elegidos por cooptación, segÚn el juego
tados Unidos que el servicio de conservación) y dotar a los museos de las relaciones personales y las tradiciones familiares, eran, la
de bibliotecas, salas de concierto, librerías y tiendas, que ofrezcan mayoría de las veces, ricos aficionados a los que el museo no ase-
reproducciones, bisutería y objetos folclóricos? ¿Por qué no volver el guraba ni carrera, ni retribución (o Únicamente simbólica), al me-
museo más acogedor habilitando en él bares, salones o restaurantes
nos hasta el grado de conservador, pero que hallaban en la tarea
que permitan a los visitantes pasar el día en el museo? ¿Por qué no
de conservar e incrementar, con una «rapacidad desinteresada", las
facilitar a los profesores de dibujo el medio de realizar sus clases, co-
colecciones públiéas, la consagración de una vocación de colec-
mo se ve con frecuencia en Estados Unidos, en las mismas salas del
cionista,9 Muy poco proclives a la función de administradores y,
museo?
menos todavía, a la de pedagogos, bastante mal preparados pa-
Si, entre las dos políticas objetivamente posibles, los conser- ra los trabajos propiamente científicos, se contentaban con un' es-
tauto global, ambiguo y, por eso mismo, prestigioso, que les per-
vadores eligen casi siempre la que tiende objetivamente a acen-
mitía aparecer ante los creadores como custodios del Arte y
tuar el carácter aristocrático del museo y su pÚblico, no es, sin
depositarios de la Tradición, ante los universitarios como hom-
duda, porque sean conscientes de que la acción directa del con-
servador no pueda, por sí sola, contribuir de manera decisiva a
la democratización de la cultura de la que son depositarios; al 9, Por dar sólo un ejemplo lomado del pasado, el 15 de enero de 1856, Sauvageot
contrario, con frecuencia es en nombre de una representación ca- (que habría servido de moelelo a Balzac para El primo Pons) legó su colección al Louvre; el
4 de marzo siguiente fue nombrado conservador, con el privilegio de alojarse en el museo.

150
siguió siendo letra muerta, Ni el concurso ni los estudios poste-
bres de acción y técnicos del arte, y ante los marchantes como
riores facilitaron el acceso a los museos: en 1961, Únicamente el
estetas desinteresados, Así, más que un cuerpo profesional en
37 % de los diplomados de la sección superior de la Escuela del
sentido propio, los consérvadores parisinos y algunos grandes
Louvre se incorporaban a los museos, que continuaban contratan-
conservadores de provincias constituían una «sociedad" (en el
do como asistentes de los museos nacionales a candidatos que no
sentido restringido del término), un conjunto de personalidades
poseían el diploma de la Escuela del Louvre, yel Consejo de Esta-
unidas (y divididas) por relaciones de conocimiento mutuo muy
do rechazaba el recurso interpuesto por la Asociación pe Alumnos
estrechas e intensas, Agregados de la Escuela del Louvre contra una de estas nomina-
El principio de todas las características sociológicas de este
ciones,lO A pesar de algunas concesiones a los nuevos principios,
grupo no debe buscarse ni en la escasa importancia numérica ni
los ascensos seguían obedeciendo a la lógica de las relaciones
en el sistema de contratación, que sólo expresa su lógica y ase-
personales, mientras que los conservadores que acumulaban
gura lógicamente su perpetuación; de hecho, reside en la suce-
siempre las funciones administrativas y científicas resistían, como
sión de azares, de iniciativas individuales y de decisiones admi-
mejor podían, a toda tentativa de racionalización y, por ejemplo,
nistrativas que tienden más a legalizar un estado de hecho que a
recurrían a los servicios benévolos de colaboradores surgidos de
organizarlo, de donde surgió una institución con funciones diver-
su mundo más que a subordinados técnicamente preparados para
sas y mal definidas, y sobre todo en la imagen subjetiva yobjeti-
tareas de ejecución, De hecho, en este universo cerrado y res-
va de una «misión» que, al participar del arte y los valores sagra-
tringido, en el que la mayoría de los cargos se habilitan y a me-
dos e inefables de la salvación cultural, se resiste a dejarse encerrar
nudo se crean por y para una persona, cualquier tentativa para
en los marcos burocráticos de un simple oficio, Por eso, la verdad
introducir una reglamentación impersonal parece casi necesaria-
profunda de esta «sociedad» tradicional nunca se mostró con ma-
mente ~nmascarar la arbitrariedad de favores y disfavores perso-
yor claridad que frente a la prueba suscitada por el estatuto de
nales, lo que contribuye para muchos a suscitar resistencias sub-
1945, tímida tentativa de racionalización, En efecto, el estatuto de los
terráneas de ligas unidas por relaciones personales o intereses
museos, contemporáneo de la creación de la Escuela Nacional de
comunes,ll
la Administración, se esforzaba por imponer al cuerpo de conser-
Científico, comerciante (el conservador, digan lo que digan los
vadores las reglas que rigen a los servicios públicos tanto en ma-
textos administrativos, se encarga de realizar las adquisiciones y,
teria de formación y contratación -mediante la creación de un
por tanto, de competir con los marchantes ante los coleccionistas
concurso seguido por varios años de estudios especializados-
y eventuales donantes, de interceptar las obras en la aduana, etc.) ,
como en materia de carrera o de definición de funciones, al diso-
responsable administrativo, pedagogo, el conservador de los mu-
ciar, por ejemplo, los cargos administrativos de los cargos cientí-
seos franceses puede invocar la multiplicidad de sus funciones, que
ficos, o al crear un cuerpo de personal ejecutivo, La prueba de ra-
otros países (Polonia o Estados Unidos) encomiendan a diferentes
cionalidad -entre otras causas- desencadenó en esta sociedad
funcionarios y diferentes servicios especializados, para justificarse
tradicional, según un proceso conocido por los especialistas en
aculturación, un conflicto agudo intergeneracional que fue vivido
por los más veteranos como el enfrentamiento entre aficionados 10, RajJjJortsur les diplómes d'Études supérieures de l'École du Louvre, multicopis-
desinteresados y «científicos" ambiciosos, Y, concretamente, hasta ta, 1961
11. Y del mismo modo, el análisis so~iológico más impersonal se expone a aparecer
el estatuto de 1964 (que apenas entra en aplicación y cuyas con-
como repaIticiÓn parcial de elogios y descalificaciones,
secuencias no pueden manifestarse todavía), el estatuto de 1945

153
1 C;?
por privilegiar a quienes concuerdan mejor con la imagen que se
tísticos de una elite de aficionados o, si se prefiere, de taste ma-
hace de su vocación, Más precisamente, la preocupación por las
kers,13 ¿Y acaso no cumplen su propia función, o sea, la de con-
obras entra sin cesar en conflicto, en cada conservador, con la preo-
sagrar los valores establecidos, cuando organizan una exposición
cupación por el público, Pero, a pesar de concesiones, sobre todo
de Chagall en 1947, de Klee en 1948,'de Villon en 1951, de Dufy
verbales, al deseo de democratizar el acceso al museo, gran nÚ-
en 1953, de Max Ernst en 1959o incluso de Miró y Le Corbusier en
mero de estos coleccionistas celosos de su colección se conforman
1963 (Museo Nacional de Arte Moderno), o cuando crean o re-
de hecho con el estado del museo y su público Y la incompren-
crean a tal o cual pintor desconocido o mal conocido de épocas
sión de visitantes poco capaces para apreciar los esfuerzos que lle-
pasadas?
van a cabo con ocasión de las exposiciones o las hazañas que
Por ese motivo se entienden las contradicciones de la repre-
representan determinadas adquisiciones los arrastraría a un pesi-
sentación que los conservadores se hacen de sus relaciones con el
mismo aristocrático, si no conocieran, por experiencia directa o
pÚblico, Un pequeño conjunto de temas tradicionales, ritualmente
mediata, la vanidad de los esfuerzos por atraer a un nuevo públi-
evocados en las asambleas nacionales o internacionales -gratui-
co, Y, al igual que algunos conservadores de museos polacos, sur-
dad de la entrada, ampliación del horario de apertura-, presenta
gidos todavía, la mayoría de las veces, de las capas privilegiadas,
la coartada más segura a la inquietud «democrática»,porque, sin
y confinados por el reglamento a un papel de pedagogos, confir-
impedir la evocación de los principios sagrados (a propósito de la
man con sarcasmo la limitada eficacia de una acción que aborre-
publicidad, por ejemplo) y la reafirmación los valores comunes,
cen, del mismo modo numerosos conservadores franceses en-
dispensa de formularse interrogaciones capaces de amenazar los
contrarán sin duda en la descripción científica de los límites de su
valores y los principios, al consentir el indefinido debate sobre la
poder un estímulo para entregarse Únicamente a la acción sobre
eficacia de recetas (tan mágicas corno técnicas) que la gran mise- '
el público que les parece digno de su vocación, como guías ar-
ria de l®smuseos nunca permitirá poner a prueba, Y la dualidad
que habita en el corazón del museo, con las salas abiertas al gran
público y las reservadas sólo a los especialistas, expresa sin duda
12, Al oponer la idea del museo moderno a la colección, Penguilly-I'T-laridon sugie-
re qué es lo que debería diferenciar al conservador de museo del coleccionista: "Laidea ele muy agudamente la conciencia dividida y contradictoria de la ma-
un museo como el Museo de AItilleria es una idea moderna, Deducir una enseñanza de una yoría de los conservadores, escindidos entre las inclinaciones al J )'
serie de objetos reunidos y aglUpados según una clasificación razonada y metódica, poner esoterismo aristocrático que han recibido de su medio o de su ofi-
a disposición del público este medio fácil y riguroso de instlUcción, tal es el objetivo que
se propone la organización de un establecimiento de esta naturaleza, La enseñanza puesta
cio y las solicitaciones de una sociedad y una época que impugna
así al alcance de todo el mundo forma paIte de las ideas de nuestra época. No hay que sus adhesiones exclusivas,l4
confundir una colección y un museo, La colección es la reunión de un determinado nú-
mero de obras interesantes por una razón cualquiera, aglUpadas a menudo sin mucho or-
den y que atraen la atención, ya por una especialidad curiosa, ya por las riquezas del alte
13, Se encontrará un estudio sistemático del papel de los conservadores como laste
y las ~naterias empleadas, Un museo como el' que nos ocupa debe investigar, en cada una
makers en la obra de Raymonde Moulin, Le Marché de la peinlure (m hance, Essai de so-
de las series que lo componen, los orígenes más alejados, establecer el orden cronológico
ciologie économique, París, Éditions de Minuit, 1967,
entre los objetos que forman estas series, poniendo de relieve las obras más interesantes
14, Es significativo que la división interior de los museos sea el tema dominante de
por la nitidez de su carácter, su valor histórico y la belleza de su trabajo, y presentar un con-
los Cahiers de la répuhlique des lettres, des sciences el des arts (XIIf, "Musées", París, sin fe-
junto que pueda hacerse comprender por el espíritu sin demasiado esfuerzo, además de
cha) Si la decisión de exponer una paIte ele las obras almacenadas en los depÓsitos tuvo
ofrecerle algunos conocimientos novedosos ;¡dquiridos en su provecho." (Penguilly-I'Hari-
una gran repercusión en el pÚblico (se cita a menudo en las entrevistas), fue evidentemente
don, ,>LeMusée d'Artillerie", en Paris Cuide, par lesprincipau.x écrivains el artistes de la Fran-
también porque provocó en los simples aficionados el sentimiento de que iban a penetrar
ce, l' parte, París, 1867, pág, 478)
en los arcanos del aIte,

154
1'5'5
Pero, de hecho, los límites que se imponen a la acción de los racterísticas sociales y culturales del público siguen siendo aproxi-
conservadores, se imponen también a cualquier posible instigación madamente constantes, cualesquiera sean los medios directos a los
directa a la práctica cultural. Quienes creen en la milagrosa efica- que se recurra para atraerlo, Así, por ejemplo, la experiencia que rea-
cia de una política de estímulo a la frecuentación de los museos y, lizó la UNESCO en 1956, en Limoges, incluía, en primer lugar, una
en palticular, de una acción publicitaria a través de la prensa, la ra- exposición de cuadros en el museo, con visitas comentadas y distri-
dio o la televisión, sin darse cuenta de que no haría más que añadir bución de tres mil catálogos; en segundo lugar, una exposición en
paneles desmontables de reproducciones a doble ejemplar pre-
'redundancia a las informaciones que suministran ya en abundan-
sentadas por dos representantes de los museos nacionales en la sa-
cia las guías, las oficinas de turismo o los paneles colocados a la
la de festejos de los ayuntamientos de doce cabezas de partido de la
entrada de las ciudades turísticas, se parecen a esa gente que cree Haute-Vienne, al igual que en Limoges en algunas fáblicas y algunas
que, para hacerse entender mejor por un extranjero, basta con ha- escuelas; en tercer lugar, dos exposiciones en paneles desmontables
blarle más fuelte, en el vestíbulo de la estación de Limoges, en el vestíbulo de Co-
Sin duda, los esfuerzos de incentiva ció n directa pueden ha- rreos, en la biblioteca municipal y en algunas escuelas; en cuarto lu-
cer caer las resistencias sociales y facilitar una primera visita, de gar, una exhibición de películas "destinadas a sensibilizar al público
modo similar al turismo, pero, si no se es capaz de crear una dis- popular por la pintura moderna" por un equipo de la dirección de la
posición a la práctica regular, están condenados a ser éxitos sin por- juventud y los deportes; y finalmente, una distribución a lo largo de
venir. Por eso, aunque se trate de la acción informativa o de estí- la biblioteca municipal de libros consagrados al arte,l\ Todas estas
mulo ejercidas por los modernos medios de comunicación o las manifestaciones estaban respaldadas por una fuelte campaña publi-
citaria, carteles, paneles en tela expuestos en el instituto masculino
empresas de difusión cultural dirigidas por organismos de «cul-
y en la estación de Limoges, artículos en los periódicos y emisiones
tura popular", la acción directa sólo puede ser eficaz si se ejer-
de Radio Limoges,
ce sobre sujetos a los que la acción sistemática y prolongada de
• Esta experiencia permite, por tanto, evaluar la eficacia de la ac-
¡ la escuela ha preparado para recibir su efecto, Así se explica, al
\
I~arecer, el fracaso parcial, comprobado con frecuencia, de los es-
ción directa en el caso más favorable, al reforzar los medios de in-
formación más modernos, prensa, radio y publicidad, a los medios
i fuerzos de formación altística que se dirigen a los niños, Si ape- considerados más tradicionales, conferencias o libros, Ahora bien, la
I nas abandonan la escuela, gran número de niños renuncian a una estructura del público del museo donde se expusieron las obras de
i práctica que la escuela se esforzó en inculcarles, no es, como se arte en el tiempo que duró la experiencia no se vio de ninguna ma-
cree a menudo, porque esta formación precoz hubiera tenido co- nera modificada, lo que es comprensible si no se ignora que la in-
J mo consecuencia la asociación de escuela y museo, y que la rup- fluencia de los medios directos, y en palticular la acción informati-
I va mediante la prensa, la radio o la televisión, se ejerce siempre de
I tura con una provoque la lUptura con el otro, sino, al contrario,
manera diferencial. 16
porque la escolarización no fue lo suficientemente larga y la edu-
cación lo suficientemente profunda como para constituir, en aque-
\ llos que no reciben de su medio el estímulo difuso a una prácti-
\ ca regular, la actitud instruida, una de cuyas manifestaciones es la
\ frecuentación de los museos, 15, Agradecemos aquí a M. J Dumazedier que nos comunicara la descripción de la
experiencia y los resultados de la encuesta,
16, Asimismo, menos del 1 % de los visitantes de la exposición del Museo de TorOlltO
Asimismo, todas las tentativas que han sido realizadas hasta aho- declaraban haber visto previamente los caIXeles colocados en la ciuelad ('{he Museulo¡¿,iSI,
ra para incitar a la frecuentación de los museos muestran que las ca- Rochester, nO80, septiembre de 1961, págs. 11-16)

156 ]57
más exitosa en la medida en que más instruidos sean aquellos a
quienes alcanza, 18
Público del museo Público de los
Forzados por los imperativos de la tirada a elaborar una socio-
de Limoges % museos franceses %
logía espontánea fundada en el método de ensayos y errores, los pe-
1
riodistas se abstienen de utilizar las potencias milagrosas que a veces
Agricultores 2
4 5 se atribuye a los medios modernos de comunicación, El semanario
Obreros
Artesanos y comerciantes 5 6 Elle, cuya ambición pedagógica es, sin embargo, manifiesta, nunca
Empleados y directivos recomendó, en el curso de los años 1963 y 1964, la visita a un mu-
medios 15,5 23 seo, Si se exceptúa un artículo dedicado a la manera de orientar la
Estudiantes, 18} 56 visita de los niños en el museo y dirigida más bien a las madres de
11 } 54,5
43,5
Profesiones liberales y docentes 38 familia que, de hecho, encuentran a menudo en el deseo de acom-
Otros 21 9 pañar a sus hijos un estímulo a la visita, en el espacio de dos años,
Total 100 100 este semanario, que dedica secciones permanentes al teatro, a la li-
teratura y al cine, sin mencionar las secciones propiamente femeni-
nas, se contentó con ofrecer la lista de los museos de Francia, con
Es el momento de recordar que la acción de la radio y la tele- indicar las exposiciones temporales, con recomendar una especie de
visión no se ejerce de forma sistemática y homogénea, Aparte de excursión turística a la exposición de los artesanos de la Alta Pro-
que la posesión de aparatos receptores de televisión sigue estando venza y, finalmente, con ofrecer una reproducción en colores en e!
desigualmente repartida entre las diferentes categorías socíales -pa- número de Navidad, No se trata de negar que un semanario como
sando del 3,8 % en los asalariados agrícolas, al 5,9 % en los agri- éste pueda determinar en un público que se circunscribe en su ma-
cultores, el 20,8 % en los obreros, el 31 % en los directivos medios yoría en las clases populares y medias (el 4 % de agricultores, e! 22 %
y el 35,5 % en los directivos superiores-, la receptividad a la in- de.obreros, e! 10 % de artesanos y comerciantes, el 25 % de directi-
formación varía considerablemente según el tipo de información re- vos medios, e! 18 % tan sólo de directivos superiores y el 21 % de
cibida y según las características sociales y culturales de los sujetos categorías diversas y parados) un alza repentina de interés o inclu-
que la reciben, Dado que la escucha de las emisiones «culturales" so una expedición cultural, sino que no podría provocar conversio-
de la radio y la televisión (emisiones teatrales, conciertos, etc.) está nes duraderas y una práctica permanente,
en función del nivel de instrucción y de la posición en la jerarquía Las limitaciones que se imponen a toda acción directa de estí- ~
social,17 no es necesario recurrir a la experiencia para tener la cer- mulo a la práctica cultural pesan también sobre las Casas de la Cul-
teza de que las informaciones sobre los museos o sobre las exposi- tura, Aunque se apoye en e! museo, como en Le Havre, o en e! tea-
ciones tienen todas las probabilidades de no alcanzar y, a fortiari, tro, como en Caen, la Casa de la Cultura atrajo y reunió ~ quienes
no influir más que en la fracción más cultivada de los televidentes, su formación escolar o su medio social predisponía a la práctica cul-
o más precisamente, de no alcanzar y no influir en la audiencia si- tural. En la Casa de Le Havre, e! número de afiliados osciló muy am-
no en razÓn directa a su nivel de instrucción, Sin duda, son los oyen- pliamente de 138 a 3,500 entre los años 1961 y 1964, pero la estruc-
tes más preparados por su cultura los que mejor y con mayor fre- tura de! público, siempre muy cercana a la estructura del público de
cuencia reciben las emisiones consagradas al arte e, indiferentemente los museos, se mantuvo sumamente constante: la proporción de di-
de los medios que pueda emplear, la acción de estímulo cultural es rectivos superiores, de miembros de las profesiones liberales y de

18, La encuesta del IFOP, ya citada, muestra que el tres por ciento de las compras de
17, Véase "Une enquete par sondage sur I'écoute radiophonique en France", Études libros fueron inspiradas por la televisión y el uno por ciento por la radio.
el conjoncture, octu bre ele 1963.

159
158
estudiantes varió en el mismo sentido que el número total de afilia- ción que una detenninada mística de la cultura popular le atribuye,
dos (según una lógica que pudo observarse también a propósito de la Casa de la Cultura sigue siendo la casa de los hombres cultos,
las exposiciones), oscilando entre el 57,2 % Y el 67,2 % del conjun-
to de afiliados, Si la Casa de la Cultura de Le Havre atrajo a un pú- Dado que el interés que un oyente puede conceder a un men- "
blico que se aproxima por su estructura al público de los museos saje cualquiera, y, todavía más, la comprensión que puede tener )
que ofrecen obras de un nivel particularmente elevado, como el de
Artes Decorativas o Autun, sin duda es porque, al apoyarse en un
museo de arquitectura audaz y dedicado a obras modernas, atrajo
de él, está directa y estrechamente en función de su «cultura", no
se puede no poner en duda la eficacia de todas las técnicas de ac-
ción directa, desde las Casas de la Cultura hasta iniciativas de edu- ~
¡
naturalmente a los visitantes habituales de ese tipo de museos,
cación popular, que, mientras se perpetÚen las desigualdades con
La Casa de la Cultura de Caen, que concede una preeminencia
a las actividades teatrales, recibe (a fecha del 30 de mayo de 1964, o respecto a la escuela, que es la Única capaz de crear una actitud
sea, tras un año de existencia) un público compuesto en sus tres cuar- instruida, sólo pueden paliar (en el sentido preciso de disimular)
tas partes de escolares y estudiantes, a los que se añaden el 7,8 % de las desigualdades culturales que son incapaces de reducir realmente
directivos superiores y docentes, el 8,5 % de empleados y comer- y, sobre todo, duraderamente, No hay atajo en el camino que con-
ciantes, y el 0,7 % únicamente de obreros y agricultores19 Asimismo, duce a las obras culturales, y los encuentros artificialmente prepa-
el público de la Casa de la Cultura de Bourges está formado (a fecha rados y directamente provocados carecen de porvenir, ,
del 30 de. junio de 1964, o sea, un año después de su creación) por La mayoría de las iniciativas de educación popular y, muy par-
el 26,8 % de escolares y estudiantes, el 52,2 % de directivos superio- ticularmente, las Casas de la Cultura, se inspiran en una ideología
res y docentes, el 22,6 % de directivos medios y empleados, el 9,6 % que, por encima de las variantes y las variaciones, se organiza en
de obreros y el 1,2 % de agricultores20 Si la actividad de organiza-
torno a un cuerpo común de tópicos y se manifiesta la mayoría de
ciones profesionales deportivas o familiares, preexistentes, pudo in-
las vec~s como la expresión sistemática de un determinado tipo
citar a una parte de la.s clases medias y a una minoría de las clases
populares a una práctica cultural que no les era familiar, la Casa de de situación social. Como si creyeran que la sola inaccesibilidad fí-
la Cultura se vio investida con las características de instituciones, tea- sica de las obras impide abordarlas, contemplarlas y disfrutarlas a
tros o museos, que pretendía redoblar o reemplazar: los miembros la gran mayoría de la gente, los responsables y los animadores pa-
de la clase culta se sienten con el derecho y en el deber de frecuen- recen pensár que basta con acercar las obras al pueblo a falta de
tar esos elevados lugares de la cultura de donde los demás, a falta de poder llevar el pueblo a las obras, Las exposiciones de cuadros en
una cultura suficiente, se sienten excluidos, Lejos de cumplir la fun- las fábricas Renault o las representaciones teatrales para los obreros
de Villeurbanne son experiencias que no pueden demostrar nada
19, M, Y R. Fichelet, Maisons de la culture et développement économique: Caen, mul-
porque eclipsan el objeto mismo de la experiencia, al dar por so-
ticopista, 1965, cap, 1, pág, 12. lucionado el problema que pretenden resolver, el de las condicio-
20, S, de Schonen y E. Matalon, Une enquéle par sondage sur la{réquentation de la nes de la práctica cultural como actividad deliberada y regular, aun-
Maison de la culture de Bourges, multicopista (Comité nacional para un aprovechamiento
de los tiempos de trabajo y los tiempos de ocio), 1965, Un estudio estadístico referido a
23715 afiliados a la Casa de la Cultura ele Grenoble revela que, en julio de 1968 (tres me-
--
que, de todos modos, tienen como efecto el convencer a quienes
....
las llevan a cabo de la legitimidad de su empresa,¡Más realistas en
ses después de su apeItura), el público incluía un 38,7 % de estudiantes y aprendices, un apariencia porque cuentan con la intervención del los animadores
10,8 % de docentes, un 31 % de empleados, directivos medios y at1esanos, un 3,8 % de para incitar y preparar a los miembros de las clases culturalmente
miembros de profesiones liberales y directivos superiores, frente a un 9,7 % de obreros y
capataces, y un 0,1 % de agricultores (véase ·Nos adherents, qui sont-ils?·, Rouge el Noir,
desfavorecidas en las prácticas culturales, las iniciativas de educa-
nº 1, juliO de 1968, pág, 1) ción popular nunca se liberan de la ideología segÚn la cual el en-

160 161
frentamiento con la obra es suficiente por sí solo para determinar una las profesan a ser coherentes y sostenerse en una falsa situación,
i disposición duradera hacia la práctica cultural. Así, convencidos de les impiden, sin ninguna duda, encontrar alguna de las maneras,
que las clases menos instruidas y, en consecuencia, las menos per- aparentemente razonable, de salir de ella, Ciertas evidencias del
vertidas por la influencia rutinaria de la enseñanza universitaria, están fracaso enVuelven implícitamente, sin embargo, las condiciones de
predispuestas por el estado de inocencia cultural en que se encuen- su superación,
tran a acoger sin prejuicios las formas más auténticas y más audaces
del arte, los animadores de las Casas de la Cultura imaginan poder Así, después de haber descrito la acción desplegada en las Ca-
conciliar sin contradicción las investigaciones de una vanguardia es- sas de la Juventud de la Puerta Brancion, de la calle Mercoeur, de
tética con la demanda de un pÚblico popular. Tal actitud no contri- París-Centro y de París-Charonne, donde «el resultado es decepcio-
buye poco para explicar que, de hecho, no consigan conectar sino nante porque los jóvtnes que frecuentan la Casa tienen un nivel cul-
con los destinataJios reales de su mensaje, o sea, los intelectuales que tural demasiado limitado", M, Eyraut, director de Bellas Artes, Juven-
deben a la Escuela no sólo una cultura clásica, es decir, una cultura tud y Deportes en la prefectura del Sena, concluyó, «en primer lugar,
escolar, sino también la capacidad y el deseo de superarla, que el público popular no siente la necesidad de visitar los museos
A pesar de que tengan quien las anime, estas iniciativas de re- y no se encuentra a gusto en ellos; en segundo lugar, que, para em-
pujarlo, es indispensable que un animador se ocupe particularmen-
cuperación cultural se sitúan objetivamente en los márgenes de la
te de esta actividad; y en tercer lugar, que sólo se cosechan los fru-
institución escolar, a la que refuerzan, en lugar de combatir, y es-
tos de tal acción después de un determinado número de meses e
ta situación de duplicación inútil y marginalidad encuentra natu-
incluso de años,,22Esto significa que la acción cultural directa que se
ralment~ su justificación en una ideología que, de la crítica de las ejerce, como es sabido, sobre voluntarios (verosímilmente más ins-
insuficiencias de la institución escolar, concluye en la impugnación truidos que la media de su categoría), no obtiene resultados apre-
genérica de la legitimidad y la eficacia de la acción específica de ciables sino a condición de emplear métodos escolares y conceder-
la institución, o sea, la inculcación, mediante la enseñanza y el ejer- se plazos no inferiores a aquellos de los que se sirve la escuela para
cicio, de ese sistema de hábitos y capacidades que define la acti- formar hombres «cultos",
tud culta, Dado que estas organizaciones, amenazadas siempre con
asemejarse a una escuela de segundo orden, ofrecen a muchos de En su forma actual, las experiencias de acercamiento directo a
los que pa11icipan en ellas carreras y trabajos que la institución uni- las obras culturales obedecen a una ley que no ignoran los espe-
versitaria les negaría, es posible entender que tantos entre quienes cialistas en los fenómenos de aculturación: una técnica puede
pretenden ocuparse de la difusión y acción cultural conviertan la aprenderse o comprenderse perfectamente, y luego olvidarse por-
impugnación del papel de la escuela en el primer artículo de su que no se dan las condiciones de actualización de esa técnica y no
credo,2J Si tales convicciones ideológicas pueden ayudar a quienes se integra en el sistema completo de actitudes y hábitos que son
los únicos que podrían otorgarle un fundamento y una significa-
ción, Por eso, de entre las jóvenes esteticistas cuyo programa de
21. Puede verse un ejemplo típico de esta ideología en la obra de Jacques Charpen-
treau y René Kaes, La Culture populaire en France (Éditions Ouvrieres, 1962), Así, a pro- estudios tenía prevista, con la ayuda del servicio educativo del Mu-
pósito del proyecto Billieres, estos autores escriben: "El proyecto BiUieres convieIte la es- seo del Louvre, la visita de diversos museos, sólo el 19 % había
cuela en el eje central de la labor de educación pennanente, Es una de las debilidades del vuelto a un museo durante los cuatro meses que siguieron al tér-
proyecto, Es difícil imaginar, por razones psicológicas, a la totalidad de los franceses aceptan-
do como medio cultural el retorno a la escuela. La cultura se vive, se experimenta, se crea:
no "se aprende en los bancos de una escuela" Cpág, 145), 22, Informe dactilografiado, febrero de 1965,

162 163
mino de las visitas obligatorias, aun cuando en su mayoría proce- Así, para volver al caso específico de los museos, a un aumen-
dían de la enseñanza secundaria;23 del mismo modo, los primeros to relativo de la dispersión de la información ofrecida conesponde-
maestros que enseñaron en Kabilia, a finales del siglo pasado, no ría un aumento relativo de la tasa de frecuentación (o una "elastici-
dejaban de lamentarse de que sus alufnnos parecieran olvidar, ape- dad" É) igual, segÚn lo que precede, a E = 6.: -
0'-
1, Para un museo
nas abandonada la escuela, todo lo que allí habían aprendido, ya
en que el nivel modal de la información ofrecida es el del bachille-
fuera la tala de árboles o el cálculo, técnicas solidarias con toda
rato (m = 3 niveles), con una dispersión de un nivel (que es el caso
una actitud con respecto al mundo que la escuela, en este caso,
observado con más frecuencia), una acción sobre la información ofre-
no sabía o no podía por sí sola transmitir. cida que tienda a incrementar la dispersión de un nivel determina-
¿Quiere eso decir que tales iniciativas no pueden obtener nin- ría un triplicación del nÚmero de visitantes del nivel del certificado
guna eficacia sino asignándose los medios de que dispone la es- de estudios (porque E = (3 - 1)2 - 1 = 3), resultado que, evidente-
cuela? De hecho, además de que toda tentativa para imponer ta- mente, sólo podría obtenerse al precio de una conversión profl..lI1da
reas y disciplinas escolares en los organismos marginales de de la política actual de los museos y de un refuerzo considerable de
difusión cultural choca con las resistencias ideológicas de los res- los medios de los que dispone Puesto que sabemos que las tasas
ponsables, que oscilan la mayoría de las veces entre las ventajas de frecuentación se incrementan de uno a diez entre los niveles de
de la integración en la institución educativa legítima y las venta- primaria superior [C.E,P,]y del primer ciclo de secundaria [B,E,P,C.l,
jas de la marginalidad, podemos preguntarnos por el coste de la se observa que el efecto de la escuela es, en este nivel, como mí-
nimo, tres veces más impoltante que el de toda acción directa so-
intervención, cuando es sabido que el rendimiento de estas orga-
bre la oferta, yeso en la hipótesis menos favorable porque, para el
nizaciones en el estado actual es casi desdeñable, y por la verda-
visitante del nivel de primer ciclo de secundaria, el efecto de esta
dera función de la política que consiste en fomentar y sostener or-
acción directa sobre la oferta, medido de la misma forma, sería nu-
ganizaciones marginales y poco eficaces mientras que no se han lo (E = C3 - 2)2 - 1 = O),
puesto en marcha todos los medios para forzar y permitir que la Así, la elevación general del nivel de instrucción tal como resul-
institución escolar cumpla la función que le incumbe de hecho y ~ ta de la comparación de los censos de 1954 y 1962, da cuenta, por sí
de derecho, a saber, el desarrollo en todos los miembros de la so- sola, de un incremento del nÚmero anual de visitantes del 1,6 % Y la
ciedad, sin distinciones, de la capacidad para ejercer prácticas cul- ~ expansión demográfica de un crecimiento anual del 1,1 %, debiendo
I
turales comúnmente consideradas como las más nobles, ¿Acaso no imputarse, sin duda, la diferencia (0,3 %) entre esta tasa obtenida me-
es legítimo plantear esta pregunta cuando se puede comprobar
~I'! · diante el cálculo y la tasa anual de crecimiento del 3 % -empírica-
científicamente que la prolongación de la escolaridad y el aumen- mente comprobada por los museos nacionales-24 al aumento del
to de la proporción reservada en los programas a la educación ar- turismo cultural.
tística permitirían por sí solos romper el círculo vicioso en el que
se encuentran encerradas todas las técnicas de acción directa, ya se Si imaginamos que se eleva en tres años (o sea, un nivel) el
trate de animación cultural o de publicidad a través de la prensa, nivel cultural de los franceses que están actualmente en el nivel de
primaria superior, y alcanza de ese modo el nivel del primer ciclo
la radio o la televisión?
de secundaria, a la vez que los poseedores de este Último se alzan
al nivel del bachillerato, se puede comprobar mediante un cálcu-
23 Además, hay que suponer que una paIte de estas jóvenes obedeció a una preocupa-
ción de "responder bien" a una encuesta que, realizada en la escuela responsable del progr,lIna
de visiws, fue percibida por ese motivo como un control de los resulwdos de esa acción, 24, Véase H, Landais, Musées el collections jJubliques de France, 1965, nº 1.

165
sumos y las condiciones económicas y sociales que serían la con-
lo elemental que, a largo plazo, es decir, en el espacio de tres ge-
dición de posibilidad de otro tipo de opiniones o de consumos, en
neraciones, la tasa de frecuentación global de los franceses crece-
suma, sancionando, a falta de enunciar o denunciar su causa, la di-
ría del orden del 150 %, Al valer el modelo que proponemos aquí,
visión qe la sociedad entre quienes experimentan «necesidades cul-
con algunos matices, para todas las formas de práctica cultural, se
turales» y quienes se encuentran privados de esta privación, Por el
da por sentado que la intensificación de la acción de la escuela es
hecho de que la obra de arte sólo existe como tal en la medida en
el medio más eficaz para incrementar la práctica cultural -la fre-
que es percibida, es decir, descifrada, es evidente que las satisfac-
cuentación de los museos, los teatros o los conciertos, tanto como
ciones vinculadas a esta percepción -ya se trate del disfrute pro-
la lectura o la audición de los programas culturales de radio y te-
piamente estético o de gratificaciones más indirectas, como el efec-
levisión-, al mismo tiempo que es la condición necesaria de la
to de distinción- sólo son accesibles a quienes están dispuestos a
eficacia de cualquier otro medio; en otros términos, las inversio-
apropiárselas porque les conceden valor, y obviamente no pueden
nes dedicadas a los equipamientos culturales son poco rentables
concederles valor más que si disponen de los medios para apro-
an ausencia de inversiones dedicadas a la institución escolar, que
piárselas, En consecuencia, la necesidad de apropiarse de bienes
es la única capaz de «producir» a los usuarios de esos equipa-
que, como los bienes culturales, sólo existen en cuanto tales para
mientos, quien ha recibido de su medio familiar y de la escuela los medios
Pero si es cierto, como se ha demostrado por otra parte, que
para apropiárselos, sólo puede presentarse en quienes pueden sa-
el grado por el cual la Escuela en su forma tradicional logra trans-
tisfacerla y puede satisfacerse desde el mismo momento en que se
formar a quienes le son confiados y comunicarles una disposición
presenta, Resulta que, por una parte, a diferencia de las necesida-
duradera para la práctica culta se encuentra en función, en el esta-
des «primarias», la «necesidad cultural» como necesidad instruida
do actual, de la cantidad y la cualidad de las adquisiciones previas
aumenta a medida que se satisface, porque cada nueva apropia-
que exige de ellos implícitamente, es previsible que la importante
ción ti'ende a reforzar el dominio de los instrumentos de apropiación
expansión del público escolar que resultaría de una verdadera de-
y, por tanto, las satisfacciones ligadas a una nueva apropiación; y
mocratización de las inscripciones, se acompañaría necesariamen-
que, por otra parte, la conciencia de la privación decrece a medi-
te por un debilitamiento progresivo de la eficacia de una acción es-
da que la privación aumenta, y quienes más completamente des-
colar estrictamente adaptada a los individuos dotados, gracias a una
poseídos se hallan de los medios de apropiación de las obras de
especie de una armonía preestablecida, de las predisposiciones que
arte son también quienes se hallan más completamente desposeí-
esa acción presupone implícitamente, a menos que no se lleve a
dos de la conciencia de esta desposesión,
cabo una transformación radical de la pedagogía 0, mejor, de los
postulados implícitos que fundan todas las elecciones pedagógicas,
Definir científicamente las condiciones sociales y culturales de
la frecuentación de los museos y, más generalmente, de cualquier
ocio culto, equivale a romper radicalmente con la ideología de las
«necesidades culturales» que conduce a algunos a considerar las opi-
niones o las preferencias efectivamente expresadas y efectivamen-
te recogidas en las encuestas de opinión o de consumo cultural
como aspiraciones auténticas, ignorando los condicionamientos
económicos y sociales que determinan estas opiniones o estos con-
167
"

'T""
CONCLUSIÓN
f

II
t

"The laws formulated above, if they be true (.. ,), may be


truisms,»

A, R. RADCLIFFE-BROWN,
Stnlcture and function in primitive society

"Para el que lleva gafas, este útil, a pesar de hallarse en el sen-


,tido de la distancia tan cerca que lo tiene "sobre las narices", está
mucho más alejado en el mundo circundante que el cuadro col-
gado en la pared de enfrente, La proximidad de este útil es tan exi-
gua que con frecuencia pasa desapercibido,»

HEIDEGGER, El Ser y el Tiempo


Sin duda, quienes se extrañen de que nos hayamos tomado
tanto trabajo para enunciar unas cuantas verdades evidentes, serán
los mismos que se indignen por no reconocer en absoluto en ta-
les perogrulladas el sabor, a la vez evidente e inefable, de su ex-
periencia de la obra de alteo Qué impolta, se dirá, saber dónde y
cuándo nació Van Gogh, qué importancia tienen las peripecias de
su vida y los periodos de su obra, pues lo que cuenta, en definiti-
va, para los verdaderos aficionados, es el placer que experimen-
tan a0te un cuadro de Van Gogh. ¿Yacaso no es eso lo que la so-
ciología se empecina precisamente en ignorar mediante una
especie de agnosticismo reductor y descorazonador? De hecho, el
sociólogo siempre es sospechoso (en nombre de una lógica que
no es la suya, sino la del aficionado) de impugnar la autenticidad
y la sinceridad del placer estético por el solo' hecho de describir
sus condiciones de existencia, Eso se debe a que el amor al arte,
como todo amor, detesta reconocer sus orígenes y, en lugar de las
condiciones y los condicionamientos comunes, prefiere, después
de todo, los azares singulares que siempre consienten en ser ex-
plicados como predestinación,
La conciencia oscura de la arbitrariedad de las admiraciones
siembra la inquietud en la experiencia del placer estético: la historia
del gusto, individual o colectivo, basta para desmentir la convic-
ción de que objetos tan complejos como las obras de alta cultura,
producidas segÚn leyes de construcción que fueron elaboradas en
el curso de una historia relativamente autónoma, sean capaces por

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su sola virtud de suscitar preferencias naturales, Únicamente una lo que agrada es aquello cuyo concepto se posee, o, más exacta-
autoridad pedagógica puede romper el círculo vicioso de la "ne- mente, que Únicamente aquello cuyo concepto se posee puede
cesidad cultural" que pretende que una disposición duradera y asi- agradar; que, en consecuencia, el placer estético en su forma cul-
dua para el ejercicio de la cultura sólo pueda establecerse por me- ta presupone el aprendizaje y, en este caso particular, el aprendi-
dio de una práctica asidua y prolongada: los niños de familas cultas zaje por medio del hábito y el ejercicio, de manera que, producto
que acompañan a sus padres en sus visitas a los museos o las ex- artificial del arte y del artificio, tal placer que se vive o se cree vi-
posiciones adoptan de ellos, en cierto modo, su disposición para vir como natural es, en realidad, un placer cultivado,
la práctica, al tiempo que adquieren a su vez la disposición para prac- Si lo que Kant llamaba ,<el gusto bárbaro", es decir, el gusto po-
ticar que nacerá de una práctica arbitraria, y, ante todo, arbitraria- pular, parece contradecir la descripción kantiana del gusto cultiva-
mente impuesta, En efecto, al designar y consagrar determinadas do en todos los puntos y, muy particularmente, en el hecho de que
obras o determinados lugares (tanto el museo como la iglesia) co- siempre se arropa con conceptos,] no hace, en realidad, más que ma-
mo dignos de ser frecuentados, las instancias investidas con el po- l!ifestar con claridad la verdad oculta del gusto cultivado, Del mis-
der delegado de imponer un arbitrario cultural, es decir, en el ca- mo modo que Hegel oponía a la moral de la intención pura el et-
so particular, una determinada delimitación entre lo que es digno hos como "moral realizada", se puede oponer a la estética pura la
o indigno de ser admirado, amado o reverenciado, pueden de- estética realizada en el gusto cultivado que, en tanto que manera
terminar la frecuencia a cuyo término estas obras se mostrarán co- de ser permanente, no es otra cosa que una "segunda naturaleza"
mo intrínsecamente o, mejor, naturalmente, dignas de ser admira- como naturaleza primera superada y sublimada, Puesto que es la
das o disfrutadas, En la medida en que produce una cultura "estética realizada" o, inás precisamente, la cultura (de una clase o
(habitus) que no es más que la interiorización de la arbitrariedad de una época) convertida en naturaleza, el juicio de gusto (y su
cultural, la educación familiar o escolar tiene como efecto en- acompañamiento de placer estético) puede transformarse en una
mascarar cada vez más completamente, por la inculcación de lo experiencia subjetiva vivida como libre e, incluso, como triunfo
arbitrario, la arbitrariedad de la inculcación, El mito de un gusto frente a la cultura comÚn, Las contradicciones y las ambigüedades
innato, que no debería nada a las exigencias del aprendizaje o a de la relación que los sujetos cultos mantienen con su cultura se
los azares de las influencias porque vendría dado en bloque des- ven, a su vez, favorecidos y autorizados por la paradoja que defi-
de el nacimiento, no es más que una de las expresi<;mes de la ilu- ne la realización de la cultura como proceso de conversión en na-
sión recurrente de una naturaleza culta que preexistiría a la edu- turaleza: si es cierto que la cultura no se realiza más que negán-
cación, ilusión necesariamente inscrita en la educación como dose en cuanto tal, es decir, en cuanto artificial y artificialmente
imposición de una arbitrariedad capaz de imponer el olvido de lo adquirida, se comprende que los virtuosos del juicio de gusto pa-
arbitrario de las significaciones impuestas y de la forma en que se rezcan acceder a una experiencia de la gracia estética tan perfec-
imponen, tamente exenta de las exigencias de la cultura (que nunca realiza
.El sociólogo no se propone refutar la fórmula de Kant, para tan perfectamente como cuando la supera), y tan poco marcada
quien "lo bello es lo que agrada sin concepto", sino más bien de- por la prolongada paciencia de los aprendizajes de la que es pro-
finir las condiciones sociales que hacen posible esta experiencia y ducto, que la evocación de las condiciones y los condicionamien-
aquellos para quienes es posible, aficionados al arte u "hombres
de gusto", y determinar de ese modo dentro de qué límites puede 1. Véase P. Bourdieu y otros, Un art rnoyen, primera pane, segundo capítulo, págs,
existir en tanto que tal. Establece, lógica y experimentalmente, que 113-134 '

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tos sociales que la han hecho posible se manifiesta, a la vez, co- rencia cultural y legitima su transmisión al disimular que cumple
mo una evidencia y como un escándalo, esta función: la Escuela es, en efecto, la institución que, a través
Para que la cultura cumpla su función de encantamiento, es de sus veredictos formalmente irreprochables, transforma las desi-
necesario y suficiente que pasen desapercibidas las condiciones gualdades socialmente condicionadasJrente a la cultura en desigual-
históricas y sociales que hacen posibles tanto la plena posesión de dades de éxito, interpretadas como desigualdades de dotes que son
la cultura -segunda naturaleza en que la sociedad reconoce la ex- también desigualdades de mérito,
celencia humana y que se vive como un privilegio natural- como Al desplazar simbólicamente el principio que las distingue de
la desposesión cultural, estado de «naturaleza» que corre el riesgo las demás clases del terreno de la economía al ámbito de la cultu-
de presentarse como fundado en la naturaleza de los hombres que ra, o mejor, al redoblar las diferencias propiamente económicas,
están condenados a ella, las que crea la pura posesión de bienes materiales, por las dife-
La puesta entre paréntesis de las condiciones sociales que ha- rencias que crea la posesión de bienes simbólicos como las obras
cen posible la cultura y la cultura convertida en naturaleza, la na- de arte o por la persecución de distinciones simbólicas en la ma-
turaleza cultivada, provista de todas las apariencias de la gracia y nera de usar esos bienes (económicos () simbólicos), en resumen,
del don y, sin embargo, adquirida, y por tanto «merecida», es la al convertir en un hecho natural todo lo que define su «valor»,es
condición de posibilidad de la ideología carismática que permite decir, tomando el término en el sentido lingÜístico, su distinción,
conferir a la cultura y, en particular, al «amor al arte» el iugar cen- marca diferenciadora que, como dice el Littré, aleja de lo vulgar
tral que ocupan en la «sociodicea» burguesa, Al no poder invocar «por un rasgo de elegancia, de nobleza y de buen tono», las clases
el derecho de sangre (que su clase ha rehusado a la aristocracia) privilegiadas de la sociedad burguesa sustituyen la diferencia en-
ni los derechos de la Naturaleza, arma antaño dirigida contra las tre dos culturas, productos de la historia reproducidos por la edu-
distinciones nobiliarias que amenazaría volverse contra la «distin- cación, por la diferencia de esencia entre dos naturalezas: una na-
ción» burguesa, ni las virtudes ascéticas que permitían a los em- turaleza naturalmente cultivada y una naturaleza naturalmente
presarios de la primera generación la justificación de su éxito en natural. Así, la sacralización de la cultura y el arte, esa «moneda del
función de sus méritos, el heredero de los privilegios burgueses absoluto», que adora una sociedad esclavizada al absoluto de la
puede recurrir a la naturaleza cultivada y a la cultura convertida en moneda, cumple una función vital al contribuir a la consagración
naturaleza, a lo que en ocasiones se denomina «la clase», median- del orden social: para que los hombres cultos puedan creer en la
te una especie de lapsus revelador, a «la educación», en el sentido barbarie y persuadir a sus bárbaros, desde el interior, de su pro-
de un producto de la educación que nada parece deber a la edu- pia barbarie, es necesario y suficiente con que logren disimularse
cación, a la distinción, gracia que es mérito y mérito que es gra- y disimular las condiciones sociales que hacen posible no sólo la
cia, mérito no adquirido que justifica las adquisiciones no mereci- cultura como segunda naturaleza, en que la sociedad reconoce
das, es decir, la herencia, Para que la cultura pueda cumplir su la excelencia humana y que se vive como privilegio de nacimiento,
función de legitimación de los privilegios heredados, es necesario sino también la dominación legitimada (o, si se quiere, la legitimi-
y suficiente con que el vínculo, a la vez manifiesto y encubierto, dad) de una definición particular de la cultura, y para que el CÍrcu-
entre la cultura y la educación sea olvidado o negado, La idea con- lo de la cultura quede perfectamente cerrado, basta con que en-
tranatura de una cultura innata, de un don cultural, otorgada a al- cuentren en una representación esencia lista de la bipaltición de su
glJOOSpor la Naturaleza, supone y produce la ceguera respecto a sociedad entre bárbaros y civilizados la justificación del monopo-
las funciones de la institución que asegura la rentabilidad de la he- lio de los instrumentos de apropiación de los bienes culturales,

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Si tal es la función de la cultura y si el amor al arte es la mar- por sí misma las condiciones de su propia difusión, en conformi-
ca de la elección que aparta, como mediante una barrera invisible dad con el principio de las místicas emanatistas, omne bonum est
e infranqueable, a quienes no han recibido esta gracia, es com- diffusivum sui, equivale a atribuir, en todos los casos, a los azares
prensible que los museos traicionen, en los menores detalles de su insondables de la gracia o la arbitrariedad de los "dones" aptitudes
morfología y su organización, su función verdadera, que consiste que siempre son el producto de una educación desigualmente re-
en reforzar en unos el sentimiento de pertenencia y en los otros el partida y, por tanto, a tratar como virtudes propias de la persona,
sentimiento de exclusión. Todo concurre para señalar, en estos san- al mismo tiempo naturales y meritorias, las aptitudes heredadas,
tos lugares del arte en que la sociedad burguesa almacena las re- El museo ofrece a todo el mundo, como un legado público,
liquias heredadas de un pasado que no es el suyo, antiguos pala- los monumentos de un esplendor pasado, instrumentos de la os-
cios o grandes mansiones históricas a los que el siglo XIX ha tentosa glorificación de los magnates de antaño: liberalidad artifi-
añadido edificios imponentes, construidos a menudo en el estilo ciosa, porque la entrada libre es también una entrada facultativa,
grecorromano de los santuarios cívicos, que el mundo del arte se reservada a quienes, provistos de la facultad de apropiarse de las
opone al mundo de la vida cotidiana como lo sagrado a lo profa- obras, tienen el privilegio de utilizar esta libertad y se encuentran
no: la intocabilidad de los objetos, el silencio religioso que se im- de ese modo legitimados en su privilegio, es decir, en la propie-
pone a los visitantes, el ascetismo puritano de los equipamientos, dad de los medios de apropiación de los bienes culturales o, para de-
siempre excepcionales y poco confortables, el rechazo casi siste- cirlo como Max Weber, en el monopolio de la utilización de los bie-
mático de toda didáctica, la grandiosa solemnidad de la decoración nes culturales y de los signos institucionales de la salvación cultural,
y el decoro, columnatas, vastas galerías, techos pintados, escaleras
monumentales, todo parece concebido para recordar que el trán-
sito del mundo profano al mundo sagrado supone, como dice
Durkheim, «una verdadera metamorfosis", una conversión radical
de los espíritus, que la relación entre ambos universos «siempre es,
por sí misma, una operación delicada que exige precauciones y
una iniciación más o menos complicada», que "no es siquiera po-
sible sin que el profano pierda sus características específicas, sin
que, en cierta medida y en cierto grado, se convierta él mismo tam-
bién en sagrado>,,2Si, por su sacralidad, la obra de arte exige dis-
posiciones o predisposiciones particulares, confiere recíprocamen-
te su consagración a quienes satisfacen sus exigencias, a esos
elegidos que se han elegido a sí mismos por su capacidad para res-
ponder a su llamada, Conceder a la obra de arte el poder de des-
pertar la gracia de la iluminación estética en cualquier persona, por
poco preparada que se encuentre culturalmente, y de producir

2, E. Durkheim, Les Formes élementaires de la vie religieuse, París, PUF, 1960, 6ª ed"
págs, 55-56

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