INTRODUCCIÓN
Los profesionales de la educación contamos con una gran demanda sobre
formación en temas de educación intercultural, que cada vez se presenta más
frecuentemente en las escuelas. La diversidad cultural en el alumnado y el
personal de trabajo se debe trabajar en conjunto con la participación de todos los
miembros de la comunidad educativa en los procesos formativos y en la necesidad
de relacionar los contextos que los rodean.
Según la UNESCO, la interculturalidad es la construcción de relaciones equitativas
entre personas, comunidades, países y culturas. Es la posibilidad de generar
expresiones culturales compartidas, a través del diálogo y el respeto.
A través de la interculturalidad se logra romper esquemas, estructuras y nociones
preexistentes que perpetúan las desigualdades y la discriminación. Las diferencias
son puestas en valor y se construye una identificación mutua y por tanto de
consideración de enriquecimiento entre ambas partes.
En el siguiente documento nos adentraremos más en la interculturalidad, la
ciudadanía, el cómo se trabajan estos dos conceptos dentro del aula y las
estrategias sugeridas para trabajar con los alumnos.
DESARROLLO
1. Características de la interculturalidad, la educación intercultural y la
ciudadanía intercultural
La palabra interculturalidad se refiere a las relaciones de intercambio y
comunicación igualitarias entre grupos culturales diferentes en atención a criterios
como etnia, religión, lengua o nacionalidad, entre otros.
La interculturalidad apunta a construir una sociedad más democrática al visualizar,
describir y valorar igualitariamente los modos de apropiación y reelaboración de
significados entre diferentes grupos.
También, son los procesos de interrelación y comunicación de saberes, códigos,
patrones y valores entre diferentes grupos culturales, entendiendo que existe
igualdad entre sujetos, independientemente de la posición que ocupen en el
sistema.
Los profesores se encuentran con una interculturalidad en las aulas que a veces
puede dificultar el día a día. Fomentar una educación en valores con diferentes
religiones o creencias en clase puede resultar un reto. Se deben tener en cuenta
los siguientes conceptos:
● Convivencia: Hay que aprender a convivir en armonía, ver qué aspectos se
pueden preservar de la cultura que ha venido y cuáles se deben adaptar al
nuevo lugar de residencia.
● Multiculturalidad: Dentro del aula se tiene que valorar la multi-respuesta a
través de la empatía, y esto es resultado del diálogo entre culturas y aporta
una visión más global.
● Tolerancia y respeto: La tolerancia es una actitud de la persona que respeta
las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas aunque no coincidan
con las propias. Aprender y enseñar el respeto hacia la cultura de los demás
es imprescindible para una interculturalidad real y positiva.
● Recursos: Podemos encontrar diversas plataformas que apoyan y
promueven la interculturalidad.
2. Propuestas pedagógicas alternativas o de transformación
La escuela tiene un papel fundamental para el desarrollo de la ciudadanía y la
interculturalidad en los individuos.
La ciudadanía debe ser pensada desde la justicia, la equidad de género y muy
importante, en el diálogo continuo y abierto dentro y fuera de la escuela para que
los alumnos puedan expresara sus ideales sin limitaciones y puedan ir
construyendo su propia identidad representada en la ciudadanía mediante la
cultura colectiva e individual en la que una persona se rodeo en determinado lugar
del mundo.
“Cabe pensar en una ciudadanía intercultural que produzca el diálogo entre las
culturas, que lleve al respeto por las diferencias, y a dilucidar conjuntamente aquello
a lo que sería irrenunciable si se quiere construir una convivencia justa y feliz.”
(Cortina, 1997)
El objetivo del proceso de enseñanza-aprendizaje se centra en desarrollar las
habilidades necesarias en los alumnos para asimilarse a la cultura y a la sociedad
del grupo mayoritario. Y todo ello a través del desarrollo de habilidades cognitivas,
del lenguaje y de los valores del grupo mayoritario.
La educación para la ciudadanía reclama el desarrollo de las competencias, de las
habilidades, de las actitudes, de los valores y de los conocimientos que permiten
ejercer activamente el rol de ciudadano sensible, comprometido y solidario con su
medio, que ponen de manifiesto que otro mundo y otra educación son posibles.
Como indica Mayor Zaragoza (2003), educamos para formar ciudadanos del
mundo capaces de reflexionar sobre grandes cuestiones externas y personales, y
para actuar de forma consecuente sin dictados exteriores. Según Marco (2002), las
competencias necesarias para ello serían:
• La competencia crítica como desarrollo de la actitud y de la capacidad del sujeto
para preguntarse y cuestionarse ante los hechos, las informaciones, explicaciones y
valoraciones realizadas, analizándolas, aceptándolas o rechazándolas.
• La competencia emocional y afectiva que potencia el desarrollo emocional a
la vez que el cognitivo.
• La competencia comunicativa, imprescindible ante el diálogo y la toma de
decisiones.
• La resolución de problemas y la regulación de conflictos que ayudan a enfrentar
situaciones problemáticas y conflictivas, y a la no violencia.
• La competencia cibernética que alude al conjunto de conocimientos y habilidades
en torno a las nuevas tecnologías de la información.
La escuela precisa de cambios para abordar con toda su complejidad las exigencias
actuales, en torno a los aspectos siguientes:
• Una estructura organizativa que promueva una educación inclusiva
• Un currículum que sea la síntesis y el proyecto tanto de las concepciones
pedagógicas expresadas como de las propuestas reales de una educación abierta a
la diversidad
• Los procesos de enseñanza-aprendizaje deben entenderse como
instrumentos que cristalizan experiencias para todos los alumnos y promuevan
contextos interactivos
• Los profesionales de la educación que son los verdaderos artífices del
cambio en el currículum (Arnaiz, 2003).
3.- Estrategias de intervención en el aula
Trabajar la interculturalidad en la escuela implica dar una mirada distinta a una serie
de aspectos de nuestra labor educativa. Exige repensar toda nuestra práctica
docente y analizar su pertinencia a la luz de las características socioculturales de los
niños y las niñas con quienes trabajamos y de sus necesidades como personas y
como miembros de un grupo social particular. Nos desafía a revisar las
competencias que queremos desarrollar, los contenidos que vamos a trabajar, las
estrategias que vamos a usar y los criterios y procedimientos con los cuales vamos
a evaluar.
Se recomienda hacer un pequeño diagnóstico de la procedencia socio geográfica y
cultural de cada alumno, para lo cual se puede diseñar un instrumento con todos los
datos que se consideren importantes para conocerlos mejor. Con la información
obtenida, se podrá conocer la tradición cultural y lingüística de los estudiantes, y se
podrá entender mejor sus actitudes. Este conocimiento, asimismo, permitirá
planificar mejor la labor educativa y realizar un trabajo más pertinente.
También se sugiere abordar diferentes niveles del trabajo educativo. El tratamiento
de la diversidad sociocultural y lingüística y la construcción de relaciones
interculturales requieren de un trabajo integral, que abarque distintos aspectos del
quehacer educativo. Si bien la interculturalidad está principalmente relacionada con
cambios en nuestras actitudes y en la forma de relacionarnos con los demás,
existen otros elementos importantes que deben considerarse. Implica también
abordar de manera diferente los contenidos de las distintas áreas del currículo y
repensar las estrategias de enseñanza-aprendizaje que se desarrollan en el aula.
Se propone trabajar la interculturalidad considerando tres niveles:
● La interculturalidad en el tratamiento de los contenidos curriculares de
las diferentes áreas: Supone desarrollar los contenidos de las diferentes
áreas tomando en cuenta los aportes de diversas culturas. Es importante que
al tratar cada tema curricular, cada contenido, nos preguntemos de qué
manera se expresa y se concibe dicho concepto o tema en mi cultura, y la de
los niños y niñas, y en lo posible, nos aproximemos a lo que se concibe en
otras culturas.
● La interculturalidad en las estrategias de enseñanza y aprendizaje. La
didáctica no es ni puede ser neutra, tiene un sesgo cultural. Por ello, muchas
de las estrategias usadas, por mucho que se les trate de aplicar siguiendo
todos los pasos y las recomendaciones de los expertos, no logran desarrollar
las competencias que se espera en los estudiantes. Los procesos de
socialización vividos por los niños y niñas en sus hogares y en la comunidad,
antes de su ingreso en la escuela, condicionan luego su desempeño en ésta.
Los estudiantes viven particulares situaciones que estructuran el tipo de
interacción que establecen entre sí y con los adultos. Igualmente, desarrollan
procedimientos de aprendizaje que van constituyendo esquemas mentales
que servirán de base para futuros aprendizajes. La escuela, sin embargo, ya
tiene estructurada una forma de interacción y de enseñanza, propia de la
cultura hegemónica y urbana, y no considera los procesos vividos por los
niños en sus hogares. El resultado: muchos niños y niñas que fracasan por
falta de métodos y técnicas adecuadas que recojan formas y estrategias de
interacción propias; es decir, por falta de una didáctica intercultural que
considere las diferentes formas de aprender y de construir saberes que cada
cultura tiene.
Es probable que la raíz de los problemas de bajo rendimiento de los niños y
niñas de zonas rurales de las distintas regiones del país, e inclusive de las
zonas urbano-marginales, se encuentre no sólo en los contenidos
curriculares que se les enseña, sino también, a las formas en las cuales se
pretende que aprendan. Los procedimientos metodológicos propuestos por la
pedagogía moderna deben ser también revisados a la luz de las pautas de
socialización vividos por estos niños y niñas en su medio sociocultural. Con
ello no se pretende dejar de lado los métodos y técnicas de aprendizaje
provenientes de distintas experiencias y corrientes pedagógicas del mundo,
sino que es necesario, por un lado, diversificarlas y recrearlas, y, por otro
lado, incorporar otros procedimientos de aprendizaje que provengan de la
cultura local.
● La interculturalidad en las actitudes y la interrelación con los otros.
Conocer y valorar a los otros, y desarrollar una actitud de reconocimiento y
respeto a sus derechos es un reto para todos. Cuando hablamos de “los
otros”, nos referimos tanto a aquellos que están cerca y con quienes
convivimos en nuestra comunidad, como a los que están más lejos, con
quienes también nos relacionamos directa o indirectamente.
Nos encontramos con distintas maneras de pensar y de entender, y con
distintas maneras de explicar y de hacer las cosas. Por ello, es importante
desarrollar en los niños y niñas una forma diferente de actuar y de
relacionarse en un país tan diverso sociocultural y lingüísticamente: una
forma que asegure la disposición de comprender y asumir las diferencias
como una manera de enriquecerse individual y colectivamente. Desarrollar
una educación intercultural implica un cambio en las actitudes de los
diferentes actores de la educación y el desarrollo de una visión particular de
concebir la escuela y los roles que debe cumplir cada actor.
BIBLIOGRAFÍA
Arnaíz Sánchez,P. (2003) Educación inclusiva: una escuela para todos. Málaga:
Aljibe.
Arnaíz Sánchez, P., & De Haro Rodríguez, R. (2004). Ciudadanía e
interculturalidad: claves para la educación del siglo XXI (22nd ed., Vol. 1). Educatio.
https://revistas.um.es/educatio/article/view/97/82
Cortina, A. (1997) Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía.
Madrid: Alianza Editorial.
Marco, B. (2002) (Coord.) Educación para la ciudadanía. Un enfoque basado en el
desarrollo de competencias transversales. Madrid: Narcea.