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2. zEs la gentrificacién una
palabrota?
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LamaSiana pet 23 nicrmaré De 1985, los lectores del New York Times se encon-
traron al despertarse que el espacio publicitario mas prestigioso de su perié-
dico matutino habia sido ocupado por una solicitud a favor de la gentrifica- €
cién. Algunos afios antes, este mismo periddico habia empezado a vender la ¢
esquina inferior derecha de su pégina de opinién a la Mobil Corporation, que
1a utilizé para pregonar las ventajas sociales y culturales del capitalismo glo- &
[bal organizado. A mediados de 1980, con un inflamado mercado inmobiliario ¢
en Nueva York, cada vez més personas empezaron a percbir la gentrificacion ¢
como una amenaza para los alquileres, las viviendas y las comunidades; la
‘Mobil Corporation ya no tenia derechos exchisivos sobre la tinta ideoldgica €
de la pagina de opinién del Times. Era «The Real Estate Board of New York,
Inc» [el consejo de bienes inmuebles dé Nueva York] quien ahora compraba
el espacio para llevar a cabo una defensa de la gentrificacién ante los ciudada-
ros de Nueva York. EI anuncio comenzaba con la siguiente afirmacién: «Hay ¢ }
pocas palabras en el vocabulario de un neoyorquino que tengan una carga
emocional tan fuerte como el término “gentrificacién”». El Consejo de Bienes €
Inmuebles admitia que la gentrificacién tenta diferentes significados para dis- (
tintas personas, pero afirmaba que «en términos sencillos, la gentrificacion ge-
nera tuna mejora.en los negocios inmobiliarios y minoristas de un barrio, y por
lo general aumenta la entrada de la inversién privada». El aruncio afirmaba|
que la gentrficacién constituia una contribucién a la diversidad, al gran mo-
saico de la ciudad: «Los barrios y la vida florecen. Ei Consejo sugeria que, si
Ja erecuperacién» del mercado privado de un barrio genera inevitablemente
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un minimo de desplazamiento, «creemos debe ser acompafiado por politicas
piiblicas que promuevan la construccién y la zehabilitacion de viviendas para
familias con ingresos bajos y moderados, y la revisién de la zonificacién, de
forma que se den facilidades a los usos minoristas en lugares menos costosos
ubicados en las calles laterales». Conclaia: «También creemos que la mayor
esperanza de Nueva York reside en las familias, Jos comercios y los prestamis-
tas que desean comprometerse a largo plazo con los barrios que lo necesitan
Eso es la gentrificaciéno.
Era una declaracién realmente sorprendente, no tanto por el previsible
tono ideolégico de lo que afirmaba sino més bien por la afirmacién en si mis-
‘ma. 2Cémo era posible que el tan poderoso Consejo de Bienes Inmuebles de
Nueva York —el lobby profesional. de promotores inmobiliarios més impor-
tantes de la ciudad, una especie de cdmara de comercio para la promocién
de los intereses inmobiliarios— se encontrara en una posicién tan defensiva
como para tener que publicar un anuncio en el Times con el fin de tratar de
redefinir una de sus mayores preocupaciones? ,Cémo es que la gentrifica-
‘in se habia transformado en tuna cuestién tan polémica como para que sus
defensores se vieran obligados a convocar al complemento ideoldgico de «la
familia» y del mercado privado en su defensa?
A.medida que leia este anuncio, apoyado en la cama, reflexionaba acerca
del intenso modo en que habian cambiado las cosas en apenas diez afios.
Comencé a investigar la gentrificacién en Filadelfia en 1976, siendo un estu-
diante universitario que llegaba a Estados Unidos desde un pequefio pue-
blo de Escocia. En aquella época me veia obligado a explicarle a todo el
mundo —amigos, colegas estudiantes, profesores, conocidos, en didlogos
casuales— cyl era el significado de este arcaico término académico. La gen-
trificacién es el proceso, comenzaba a explicar, por el que los barrios pobres
y proletarios, ubicados en el centro de la ciudad, son reformados a partir de
la entrada del capital privado y de compradores de viviendas e inquilinos
de clase media —barrios que previamente habjan sufrido una falta de inver-
sidn y el éxodo de la propia clase media. Los barrios més humildes de clase
trabajadora estan en proceso de reconstruccién; el capital y la alta burguesia
estén volviendo a casa, y para algunos de los que se encuentran a su paso, no
se trata precisamente de algo agradable. La mayoria de las veces esta expli-
cacién daba por terminada la conversacién, pero de vez en cuando también
llevaba a exclamaciones acerca de que la gentrificacién parecia ser una gran|
‘dea: gacaso la habia inventado yo?
‘Lamina 21. Es la gentrificacién wna polabrta? (Real Estate Board of New
York Ine)% Lanueva rontera urbana
Apenas diez afios mds tarde, la notoriedad de la gentrificacién habia alcan-
zado al proceso mismo, un proceso que se encontraba en marcha en muchas
ciudades desde finales de la década de 1950 y comienzos de la de 1960. De
Sydney a Hamburgo, de Toronto a Tokio, activistas, inquilinos y personas
cotrientes saban exactamente qué era la gentrificacién y cémo afectaba a su
vida cotidiana. La gentrificacién era cada vez més reconocida por lo que era:
un cambio dramético pero imprevisto de lo que la mayoria de las teorias ur-
bbanas del siglo XX habian vaticinado como el destino de los barrios pobres del
centro de las ciudades. En tanto tal, el proceso era tan puiblicamente polémico,
en las paginas de los periédicos, en las revistas populares, en publicaciones
académicas y en la calle, que en medio de la mas intensa oleada de gentrifi-
cacién que afect a la ciudad, el espacio publicitario més prestigioso del New
‘York Times fue adquirido por los promotores inmobiliatios, que se sintieron
obligados a defender la gentrificacién de su ciudad.
El Jenguaje de la gentrificacién resultaba irresistible. Y esto tanto para
aquellos que se oponian al proceso y a sus nocivos efectos sobre las humnil-
des viviendas de las areas afectadas, como para aquéllos que simplemente
desconfiaban del mismo; esta nueva palabra, gentrificacién, capturaba con
[precision las dimensiones de clase de las transformaciones que se estaban
|produciendo en la geografia social de muchos centros urbanos de las princi-
[pales ciudades. Muchas de las personas que se mostraban favorables al pro-
ceso recurrieron a una terminologia més anodina —ereciclaje del barrio»,
REESE, Eduardo, 2006 La Situación Actual de La Gestión Urbana y La Agenda de Las Ciudades en Argentina. Puntos 1 y 2. en Revista Medioambiente y Urbanización. Versión Digital PDF