¿Cuáles son las principales necesidades psicológicas del adulto mayor?
Una necesidad nace de una carencia. Si bien es cierto que el desarrollo
psicológico del ser humano llega a un estado de “madurez” en la edad adulta este
cambia conforme va pasando el tiempo, los cambios en la vida, en la familia, en el
estado físico, intelectual e incluso en la vida diaria desencadenan diversas
necesidades, el objetivo es llenar estas para llegar a brindar calidad de vida al
adulto mayor.
La calidad de vida del adulto mayor es la resultante de la interacción entre las
diferentes características de la existencia humana (vivienda, vestido, alimentación,
educación y libertades humanas); cada una de las cuales contribuye de diferente
manera para permitir un óptimo estado de bienestar, teniendo en cuenta el
proceso evolutivo del envejecimiento, las adaptaciones del individuo a su medio
biológico y psicosocial cambiante, el cual se da en forma individual y diferente;
adaptación que influye en su salud física, fallas en la memoria y el temor, el
abandono, la muerte, la dependencia o la invalidez. (Velandia, 1994).
Entonces las necesidades de los ancianos dependen del contexto, de cómo se ha
vivido, de sus relaciones interindividuales e intraindividuales. En el adulto mayor
es importante resaltar la necesidad de adaptarse a un cuerpo con funcionalidades
diferentes, un ritmo de vida, una economía, una familia y una concepción del yo
desde una perspectiva más madura y con nuevos retos. Estos aspectos
desencadenan necesidades afectivas, de autoconcepto, de reconocimiento de
capacidades y limitaciones físicas, económicas y emocionales. Los adultos
mayores se pueden llegar a sentir tan útiles como inútiles.
Una de las principales necesidades que tienen los ancianos es la afectiva ya que
muchos al sentirse viejos, cansados y poco productivos requieren apoyo. Otros
factores que pesan son la jubilación, la disminución de ingresos y las molestias
físicas. “Dicho deterioro funcional provoca afecciones emocionales y cognitivas
que agravan la situación del anciano, aumenta la tensión de los miembros de la
familia y se hace más difícil la tarea del cuidado para quienes asumen esta
responsabilidad dentro de ella” (Espín, 2012).
Nuestros ancianos necesitan de mayor apoyo y unión familiar, tristemente vemos
como cada día algunos se van convirtiendo una carga en el hogar y son alejados,
creando en ellos un sentimiento de frustración, soledad y un deterioro emocional.
En muchos casos se está categorizando esta población como un objeto, cuanto
más tiempo viven más obsoletos se vuelven.
Hoy empezamos a sentirnos, vernos y considerarnos menos productivos desde
muy tempranas edades, alimentando el pensamiento que con el pasar del tiempo
no podemos llegar a desempeñarnos de la misma forma y generando un temor a
llegar a la edad en la que esto suceda. Ya habiendo interiorizado este temor se
empieza a generar un sentimiento negativo de autoconcepto y una necesidad
afectiva más fuerte que con el paso del tiempo va creciendo.
¿Cuál es la influencia de la educación en estas necesidades?
Nos encontramos en la actual llamada sociedad del conocimiento por lo que la
educación de adultos mayores se ha convertido en un imperativo tanto para la
propia comunidad como para el mundo de trabajo. La educación busca fomentar
en los adultos mayores la iniciativa para convertirlos en ciudadanos activos, que
tengan la capacidad de participar en los diferentes aspectos de la sociedad. El
aprender es intrínseco al ser humano, por lo tanto, cualquier individuo tiene
derecho a la educación sin importar su edad.
Si nos referimos a los aspectos psicológicos y sociales más importantes podemos
decir que en el proceso de envejecimiento normal existe un deterioro de algunos
procesos psíquicos los cuales pueden ser compensados, teniendo en cuenta que
en esta etapa de la vida existen factores estresores como el aislamiento, perdida
de la salud, la soledad, etc. Desde este punto de vista debemos cuestionarnos
sobre cómo hacer para apoyar el desarrollo del anciano y lograr que viva esta
etapa de la vida desde una perspectiva positiva.
Por lo anteriormente mencionado se plantea la educación en el adulto mayor como
una necesidad que busque el bienestar del anciano y de esta manera haga frente
a las represiones pesimistas de sí mismo, logrando de esta manera subir su
autoestima y una autovaloración adecuada. Sabemos que en la vejez el proceso
psíquico se hace más lento a causa de la merma neuropsicológica propias de esta
edad tales como: perdida de la memoria, alteraciones en el pensamiento, pero
estos trastornos pueden ser superados por la motivación del aprendizaje que
puede ser más lento pero que será más significativo para el adulto mayor.
Nuestro sistema educativo parte de una visión gerontológica que considera al
envejecimiento como un periodo de involución, decrementos, déficits y perdidas en
las capacidades y la educación sería un medio para la ejercitación y el
entrenamiento de las capacidades. (Moddy,1988)
Esta educación debe partir de que sea ofrecida al anciano para conservar su
autosuficiencia y su adaptación al mundo actual.
La educación tiene una influencia importante durante la etapa de la vejez ya que
por medio de esta el anciano se siente parte de la sociedad y se interese por el
futuro, con roles y funciones dentro de la sociedad. Desde este punto de vista la
educación gana gran importancia ya que con ella puede lograrse un mejor estilo
de vida en el adulto mayor, en la cual exista la esperanza, proyectos y
conocimiento real de sus potencialidades, esto permite preparar al anciano para
llevar una vida más saludable física y psicológicamente.
La calidad de vida del adulto mayor es una vida satisfactoria, bienestar subjetivo y
psicológico, desarrollo personal y diversas representaciones de lo que constituye
una buena vida, y que se debe indagar, preguntando al adulto mayor, sobre cómo
da sentido a su propia vida, en el contexto cultural, y de los valores en el que vive,
y en relación a sus propios objetivos de vida (Eamon O'Shea ,2003)