0 calificaciones 0% encontró este documento útil (0 votos) 266 vistas 36 páginas Escatología Lectura de Profundización 03 CDF Temas Actuales de Escatología
CAR:lA A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA
SOBRE ALGUNAS CUES'NONES REFEREN'iES A LA ESCAroLOGíA
TRADUCCI(5N DEL AR]'ÍCULO «CARNÉS RESURRECI'[0NEM»
DEL SÍMBOLO APOSTÓLICA
ALGUNAS CUESHONES ACTUALES DE ESCAFOLOGÍA(1992)
DE LA COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL
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TEMAS
ACTUALES
DE |.
ESCATOLOGIA
DOCUMENTOS:
[CARDA ALOSORISPOSDELA ILESTA CATOLICA
sobRE ALGUNAS CUESTIONES REFERENTES ALA ESPROLOGO
EL presente libro ofrece la «Carta a los Obispos de la
Iglesia Catélica "Recentiores Episcoporum Synodi” sobre
‘algunas cuestiones referentes a la escatologia», promul-
‘ada por la Congregacién para la Doctrina de la Fe el 17
de mayo de 1979, con la aprobacion y por disposicién del
Papa Juan Pablo Tl
'El documento fue publicado en «Acta Apostolicae Se-
diss (71 [1979] 939-943) y busca superar las dificultades y
Jos peligros actuales para la identidad de la fe del pueblo
cristiano en relacién con algunos temas que se refieren a
la escatologia. Partiendo de la situacion de desorienta-
ci6n, difundida incluso entre los creyentes, en relacion,
con las preguntas radicales sobre la existencia de algo
después de la muerte, la Carta denuncia, ante todo, el
riesgo de la «renuncia a pensar» en el misterio de las co-
sas dltimas. Ademas, el documento busca subrayar la im-
portancia del tema y sus contenids, especialmente sobre
lo que sucede entre la muerte de cada uno en particular y
Ia resurreccién universal, haciendo particular referencia,
al «Simbolo bautismals, cuyo ultimo articulo expresa
‘como termina y el fin del plan de Dios. Hay que tener en.
cuenta que las realidades escatolégicas tienen un valor
determinante para que la fe cristiana pueda ser anuncio
de salvacién y camino para la realizacién definitiva del
hombre y dea historia.
El texto va precedido por una Introduccién, firmada
7‘TARCISIO BERTONE
por el Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregacién
para la Doctrina de la Fe, que expone el contexto teol6-
ico y las motivaciones del Documento, sus lineas esen-
ciales y su actualidad.
Después viene el texto de algunas decisiones de la
Congregacién para la Doctrina de la Fe, sobre la cuestin
de la «Traduccién del articulo “Carnis resurrectionem”
del Simbolo Apostolico», transmitidas a la Congregacion
para el Culto Divino en diciembre de 1983 y que fueron
publicadas en «Nottiae» (20 [1984] 180-181). Fsas deci-
siones habfan sido motivadas precisamente por la difu
sin de una visién «espiritualizante> de la resurreccién,
sobre la que ya la Carta de la Congregacién para la Doc-
trina de Ia Fe de 1979 habia llamado la atencién de los
Obispos.
En 1992, la Comisién Teolégica Internacional, par-
tiendo de consideraciones andlogas a las expuestas en la
Carta de la Congregacién para la Doctrina de la Fe, pu-
blicé tun documento sobre «Algunas cuestiones actuales
de escatologia». A pesar de no poseer autoridad magiste-
‘Hal, sin embargo, se trata de un texto con autoridad por
Ja naturaleza del organismo internacional que lo ha re-
dactado y, por ello, se ha considerado oportuno incluirlo
cen este volumen, como dtil complemento eilustracién del
documento de la Congregacién para la Doctrina dela Fe.
Después de una breve introduccién, que expone las per-
plejidades frecuentes hoy dia ante la muerte y ante la exis-
tencia después de la muerte, el texto profundiza de
‘manera especifica en «La esperanza cristiana en la resu-
rrecei6n
‘A continuacién van los articulos que fueron publica
dos en «LOsservatore Romano», como comentario a la
Carta de la Congregacién para la Doctrina de la Fe, para
Slustrar los aspectos fundamentales del documento. Se
trata de articulos de Claudio Sorgi, La objecion y la espe-
ranzay; de Sandro Maggiolini, «Preguntas sin respuesta,
8
PROLOGO
Anticipacioness y de Candido Pozo, «Inmortalidad y resu-
rreccidn
Dado que en el n, 9 del Documento de la Comisi6n
‘Teol6gica Internacional se trata en particular de la elrre-
petibilidad y unicidad de la vida humana. Los problemas
de la reencarnacién», se incluyen también dos articulos
sobre este tema, publicados en «LOsservatore Romano»
en 1990 a peticion de la Congregacién para la Doctrina de
la Fey firmados por dos ilustres tedlogos, que eran miem-
bros de la Comisién Teol6gica Internacional: Christoph
‘Schonbor, «La respuesta cristiana al desaffo de la reen=
carnaciéns, y Walter Kasper, «Reencarnacion y cristia-
El conjunto de estos textos, aunque diferentes en su
‘origen, coincide en tratar de iluminar uno de los aspectos
determinantes de la vida, su destino eterno, y podra servir
de ayuda a quien busque reflexionar seriamente sobre es-
aneinin Sark.
‘© Tarcisio BERTONE.
Secrtario
"Tabi Suan Pablo It se ha dteido con ampli ens cate
ques del microales sobre los tomas de la resureccin y dea vida
lems, des ol 30 de mato asta ef de agora de 1989, sto eter
ita nidorecoidos en el ibro Creo onl vida toma, ques ha ub
doen esta misma coecctn ibs Palabra nome 32).INTRODUCCION
Al final de los afios cincuenta, el te6logo Hans Urs von.
Balthasar escribia que para la teologia liberal del siglo
diecinueve podsa servir «la siguiente frase de Ernest Tro-
eltsch: “La oficina de la escatologia esté casi siempre ce-
rrada’, por el contrario para el siglo veinte habria que de-
cir que ha hecho horas extraordinarias». El mismo
te6logo no dudaba en concluir que la escatologia es el
«nudo del tiempo» de la teologia de hoy!
En efecto, la teologia contemporsnea, tanto en el
‘campo evangético-luterano como en el campo catélico,
hha vuelto a descubrir la escatologia como una dimensién
esencial del misterio cristiano y no como una seccién
transversal o periférica de la comprensién de la fe, aun
siendo conscientes de la necesidad de una reflexion mas
explicita y orginica de su originalidad. A la vez, y con
‘ese horizonte, la exploracién teolégica sobre el futuro
del hombre y de la historia ha sufrido, especialmente en
Jos ailtimos treinta afios del siglo xx, estimulos fuertes y
contrarios, primero en el dmbito de la teologta protes-
tante, después también en el de Ia catdlica. Este interés
por las realidades dltimas (escatologia procede del grie
‘o.eschaton, que significa ultimo, definitivo) se ha difun-
dido en el contexto de una cultura civil dirgida cada vez
Gf Hans Urs vow Barus. Eschatlople en: Fragen der Thealo-
fe heat, Einsedeln 1959, 403401
uJOSEPH RATZINGER
‘més hacia el futuro y reclamadora de motivos de espe-
ranza validos y convincentes.
Por todo esto no puede sorprender que el Magisterio
de la Iglesia haya intervenido de diversos modos y con
insistencia para volver a proponer 0 para clarificar la
censefianza de la fe en relacién con las verdades que con-
ciernen al destino iltimo del hombre y del mundo. La
presencia del tema en la Constitucion dogmatica Lumen
{gentiw: del Concilio Vaticano IK (cap. VIL, nn. 48-51) y
en la Constitucién pastoral Gaudium et spes (cap. II,
nnn, 38-39), demuestra que el Concilio considera el as-
pecto escatolbgico como doctrina esencial de la Iglesia y
‘como una directriz pastoral de primera importancia en
relacién con los profundos interrogantes de los hom-
bres de nuestro tiempo. Después del Concilio, la Profe-
sidn de Fe de Pablo V1 (el Credo del Pueblo de Dios, 1968)
reafirmé los contenidos esenciales de la doctrina esca-
tol6gica catolica, tanto en lo que se refiere a la espiri-
tualidad ¢ inmortalidad del alma y a la resurreccién de
Ja carne al final de los tiempos, como en lo que se re-
fiere a Ia verdad sobre el premio y castigo finales. Esta
¢s la linea en la que se debe considerat la intervencin
de la Congregacién para la Doctrina de la Fe, que en
1979 publicé la «Carta a los obispos miembros de las
Conferencias Episcopales sobre algunas cuestiones
referentes a la escatologia (17 mayo 1979)». En ella se
resumen en siete puntos los elementos que constituyen
la doctrina de la Iglesia sobre la realidad més allé de la
miterte y, especialmente, «sobre lo que sucede entre
Ia muerie del cristiano y la resurreccién universal». An-
tes de presentar brevemente el contenido del Docu-
‘mento de la Congregacién para la Doctrina de la Fe es
‘oportuno describir mas de cerca el contexto teol6gico
‘que explica la intervencién,
2
eTRODUCCION
1. El contexto teoligico y las motivaciones del documento
Sin pretender resumir aus ni sigueraen modo com
cis, las dieccions a To largo dels que se ha desarro™
lado el debate testi en los simon cincueta af.
Convene indica al menos los principales problemas alr
dedor de los que se ha cenrado la discuston teologic,
gque constitu el content de a intervencion dela Con:
fregacidn para ln Doctrina de la e. Los puntos mas dis
Eutldos, que han levantado no poco malestar en los am
Fremescelesiales y de la anvetigacon teolses, 30
Feforen especialmente ala curstin dl cestado interme
{ior enre la muerte de cada uno en pater la es
‘recon ina a i contin vendo via la terminologla
Sobre el alma y, mas en general, sobre la antropoogia
“Suerpo-alinay ala raldad dela resurreceion del cuerpo
a's significado on relaion con la sparicion de sto
Blonificado, al valor de a purlcacon en el estado escato
fegco, al exstencia de una condenacion cera.
Ten concreto, algunas opiniones tclepias han Sste-
nido ue la dctrna del inmortalidad del alma es ex
trata l pnsnmnientobblicoy que as bien, forma parte
dal bogae Blosohico cultural de matrs helenisticoplat®-
hia, Ast aparece ates de qe a resureesin pat,
{qe enseia laf erstana,ocurre en el momento de la
vert, aunque se admita qu ea resurreccin solamente
Sra compet al final de low tempos, cuando el conmos
entero, como su espacio esencial sea gorificadoy wana
furl. sta entree el concep de eae
ion. qusniega la antropologia scuerpo-lmay, implica,
nur otra cons, abandono de la corporeiad dela re
Sureccion misma No se lala, por anf, en eas opinio-
fen de susttuirel concept de imoralidad de alma con
5 in a on eins de a eso roto eden
1 eco gus han tendo ea algines sures cases se encuenta en
‘omen de Poo que publica en este mismo ibe.
3BJOSEPH RATZINGER
cl de resurreccién, sino de modificar el sentido mismo de
la resurrecei6n del cuerpo (resurreccién dela carne).
En el documento se indican claramente los motivos
{que justifican su publicacién. En primer lugar se encuen-
‘ra la voluntad de la Congregacin de superar las actuales
dificultades y peligros para la identidad de la fe del pue-
bio cristiano. Al describir la situacién del momento hist6-
Fico y eclesial, se pone en evidencia la desorientacién, que
se ha difundido también entre os creyentes, sobre la pre-
gunta radical de la existencia de algo més alla de la
muerte, y se subraya, en particular, el riesgo de exenun-
ciar a pensar» en el misterio de las cosas tiltimas, La
causa de esta situacién se sefala también en las contro-
versias teol6gicas de nuestro tiempo, que provocan turba-
cidn e incertidumbre entre los feles, que con dificultad
escubren el sentido exacto de las doctrinas y que a me-
sudo no son capaces de percibir el significado del len-
uaje que les es familiar. EI Documento describe as el ob-
Jeto de esas controversias ¢ inseguridades teoldgicas: «Se
‘oye hablar de la existencia del alma, del significado de su
supervivencia y se plantea la pregunta sobre lo que sucede
centre la muerte del cristiano y la resurreceién universal»
(cfr Carta, D.
‘Sin embargo, serfa reduccionista pensar que el Docu
‘mento esta motivado solamente por un factor contin-
gente, unido a la urgencia que provocan las controversias
e inseguridades teolbgicas del momento. La importancia
del tema para los fieles se clarifica haciendo referencia al
‘Simbolo bautismal, cuyo tiltimo articulo xexpresa el tér-
‘mino y el fin del designio de Dios, cuyo camino se des-
cribe en el Simbolo» (Carta, 1) Por esto, «si no existe la
resurreccién; todo el edificio de la fe se derrumba..». «Si
el cristiano no esta seguro de la expresion “vida eterna”,
Jas promesas del Evangelio, el sentido de la Creacién y de
la Redencin se desvanecen, y la misma vida presente
queda privada de toda esperanza» (Carta, ). Tratandose,
14
rRopUCcION
por tanto, del sltimo articulo de fe del Simbolo, el Docu-
‘mento es consciente del valor determinante que compete
a las realidades escatolégicas para que la fe cristiana
pueda ser anuncio de salvacién y camino para el cumpli-
:miento definitivo del hombre y de la historia.
2, Lacalificacién teolégica del Documento
En lo que se refiere a la calificacién teologica, antes
‘que nada hay que decir que se trata de un acto de la Con-
‘regacién, aprobado expresamente por el Papa y que, al
tener como objeto la reafirmacion de algunas verdades
dela fe catdlica, es de naturaleza magisterial, yno simple-
‘mente disciplinar. La forma literaria del Documento es
uuna Carta, dirigida alos Obispos de la Iglesia Catdlica. La
cleccién de esta tipologia es debida al hecho de que el
Documento, ademas de hacer referencia a la ensefianza
de la doctrina, pone en evidencia algunos aspectos prin-
cipales de la responsabilidad pastoral de los obispos, en.
su misi6n de vigilante atencién, que esta dirigida a salva-
guardar los contenidos esenciales de la catequesis, y que
debe discernir las obras teolégicas que se difunden entre
los fieles y exhortar para evitar representaciones fanta-
siosas y atificiales del més alla, buscando a la vez que se
dé una correcta interpretacién de las imagenes que uti
liza la Biblia,
En lo que se refiere al perfil estrictamente doctrinal a
Carta se limita a reafirmar lo que la Iglesia ensefia en
nombre de Cristo y juzga como perteneciente ala esencia
de la fe. Desde este punto de vista, a pesar de no tener la
autoridad de una definicién dogmatica, el Documento
‘considera como dogmatica y no sujeta a revision la sus-
tancia de la ensefianza contenida en los siete puntos for-
uilados, limitandose a volver a proponer lo que por otras
fuentes pertenece ala fe de la Tgesia
15JOSEPH RATZINGER
3. Los contenidos docerinales
4) Las dos primeras proposiciones se refieren ala doc-
trina de a resurreccidn. Antes que nada se afirma la ver-
dad fundamental de la fe eristiana sobre la resurreccién
de los muertos, refiriéndose al Simbolo Apostélico (punto
1), Después se ensefia que esta resurreccién se refiere a
‘odo el hombre (punto 2). Esto significa que es algo mas
auc la simple supervivencia del «yo» y se refiere al ser hu-
mano completo, Ademés se precisa que la resurreccién de
Cristo es el punto de referencia interpretativo para expli-
car la resurreccién final de los hombres. Es importante
subrayar que, a pesar de su concisin y sobriedad, el Do-
‘cumento tiene presente la preocupacién de conservar
tanto el valor antropol6gico como el valor cristologico de
contenido de la esperanza escatolégica cristiana: la resi
rrecei6n final es un acontecimiento que se refiere a toda
la realidad antropolégica del hombre, pero no es otra
cosa que la extension a los hombres de la realidad de la
‘misma resurreccién de Cristo.
») La tercera proposicién ensefia directamente la su-
‘pervivencia y subsistencia del alma después dela muerte. EL
texto precisa también cémo se debe entender esa doc:
‘trina: se trata de un elemento espiritual, dotado de inte
ligencia y voluntad, de modo que en él subsiste el «yor
hhumano mientras que carece del complemento de su
‘cuerpo. Se utiliza el termino alma para designar ese ele-
‘mento espiritual, siguiendo el uso que hace la Escritura
(cfr, por ejemplo, el Libro de la Sabidurfa y en los Evange-
lios, Me 10, 28) y la Tradicién, Naturalmente se reconoce
ue el término tiene significados diversos en la Biblia; sin
embargo, el Documento no ve motivos para abandonar el
sentido antropolégico del término usado hasta ahora
«) La cuarta proposicién rechaza cualguier posicion 0
forma de expresian que haga incomprensibles 0 carentes de
sentido las oraciones de la Iglesia en sufragio por ls difan-
16
BeTRODUCCION.
tos. Parece evidente que este enunciado implica, objetiva-
‘mente, un juicio negativo hacia todas las opiniones que
sitdan la resurreccién en el momento de la muerte, De he-
cho, si se resucitase inmediatamente después de la
‘muerte, la persona particular entrarfainmediatamente en
la situacion escatol6gica definitiva final (felicidad 0 cas-
tigo), y carecerian de sentido las oraciones de sufragio
{que necesariamente suponen una situacién previa ala re-
ssurreccién final (purgatorio)
4) La quinta proposicion declara que la parusta, es de-
cir, la manifestacidn gloriosa del Seftor, no es solamente
lun acontecimiento distinto, sino que esta también sepa-
rado temporalmente (el término que se usa en latin es di-
lata) de la muerte de cada persona particular y de la con-
dicion escatolégica post-mortem. Para comprender la
ddoctrina en su conjunto, baste citar la ensefianza de san
Pablo, que pone siempre la resurreccién final en conexién
estzecha con el acontecimiento final de la historia hu-
‘mana, que es la parusta de Cristo glorioso,
‘) La sexta proposicion rechaza todas las explicaciones
teolégicas que quitan al dogma de la Asuncion de la Virgen
Maria «lo que tiene de tinicon, es deci, el hecho de su glri-
ficacién corporal, anticipacién de la glorificaci6n reser-
vada a todos los elegidos. Tanto con referencia a Maria,
‘como con referencia a Cristo, se afirma la posicidn singu-
lary su anticipacion con respecto al destino de todos los
salvados, aunque, evidentemente, ala asuncidn de Maria
no se le aribuye el mismo valor ¢ influjo que son propios
de la resurreccién de Cristo.
1) La séptima proposicion se refiee a la doctrina de la
retribucion final: primero, a la retribucién de los justos;
‘después, ala pena eterna para los condenados y a la even-
‘ual purificacién para los elegidos, previa a la vision de
Dios. Es interesante subrayar que, en lo que se refiere a la
pena eterna, que consiste en la pérdida de la vision de
Dios, se hace ostensible su repercusin en todo el ser del
7{JOSEPH RATZINGER
pecador, abriendo de ese modo el camino para compren-
der la pena de sentido (expresada tradicionalmente con la
{imagen del «fuego»), en estrecha relacion con la pena de
dao (la privacion de la comunién con Dios). Después,
con referencia al Purgatorio, se habla en términos de «pu-
rificacions, precisando la diferencia radical entre este
tipo de «pena y la pena de los condenados.
E] Documento sobre la escatologia cristiana que,
como ya se ha indicado, pide antes que nada la atencién
de los Pastores para salvaguardar algunos puntos esencia-
les de la fe que se refieren a la vida eterna, hace referencia
explicita a los Sinodos de los Obispos, que en los aios se-
tenta se dedicaron a la evangelizacién y a la catequesis,
realidades que son esenciales y no menos actuales y ur-
gentes hay que hace veinte aflos. En este punto defiende,
por un lado, la exigencia de expresar la fe de siempre en
nuevos contextos culturales ¥, por otro, que esa exigencia
no atenta, sino que aumenta el deber dela fidelidad.
Por tanto, la finalidad de la Carta es solamente deli-
near el cuadro doctrinal dentro del que debe colocarse
cualquier teologia que pretenda ser coherente con la ense~
fnanza de la fe catdlica, sin pretender impedir, como se re-
conoce en la Introduceicn del texto el esfuerz0 no solo le-
gitimo, sino deseable de la investigacion teol6gica para
profundizar de modo sistemético en los temas de la esca-
tologia cristiana.
4. Lacontinuacion y profundizacion sistematica de
‘algunos temas escatoldgices en el Docuomento de la
Comision Teoligica Internacional
{A propésito de esa profundizacién sistemética, me
rece una mencién especial el Documento, publicado en
afios mas recientes, de la Comisién Teolégica Interna-
cional: Algunas cuestiones actuales de escatologia (diciem-
intRopuccioN
bbre 1992), que busca precisamente los fundamentos prin-
cipales de los contenidos de la esperanza escatologica,
presentando una reflexion orgénica y especulativamente
claborada, empefiada también en dar una respuesta cris-
tiana a las perplejidades y expectativas del hombre con-
tempordneo, ya las de cualquier época. Uno de los rasgos
‘caracteristicos de esta exposicién teoldgica ¢s mostrar
‘como la esperanza escatoldgica cristiana no esta dirigida
solamente a la condicién del ser humano mas allé de la
‘muerte, sino primariamente a desvelar la realizacién del
destino del hombre como «vinculo y relacién de comu-
nin con Cristo», que personaliza el don mismo dela vida
cetera y de la resurreccién de la carne. Por otro lado, en
cesta referencia cristologica determinante, la nocién esca-
tologica de «vida eterna» y de eresurreccién» implica
también un valor comunitario eclesiolégico e histérico
universal. La plenitud de los tiempos leva consigo, en la
perspectiva de la Revelacién cristiana, la realizacion del
‘desarrollo de la Iglesia como comunidad en la que se acoge
plenamente el don de la vida eterna y de la resurreceion
ofrecidas al Padre en Cristo en la potencia del Espiritu
Santo, Mediante el instrumento de esta comunidad es
‘como el Resucitado se hace presente en el tiempo, transfor-
mando la historia humana y eésmica hasta su cumpli-
‘miento escatol6gico que se verificard en la chora» de la pa-
rusia, La afirmacion de la dimension eclesiologica de la
vida eterna inmediatamente después de la muerte y de
la resurreccién final a la conclusin de la historia permite
poder comprender en una unidad profunda e inseparable
los temas de la escatologfa particular y de la escatologia
de la comunidad. El resultado que adquirimos con esta
reflexign sistemstica por parte del Documento de la Co-
isin Teoldgica Internacional, por tanto, es que, en to-
dos sus aspectos y momentos -en el presente terrenal, en
la muerte y en el estado escatolégico intermedio, en la es-
ceatologia final de la parusia y en la resurreceién de los
18JOSEPH RATZINGER
‘muertos-, un discurso escatolégico cristiano siempre de-
beré ser un anuncio de esperanza en la vida eterna, com-
prendida como realidad «en comunién con Cristo», een la
Tlesiao, que, a su vez, en la consumacién escatologica no
dejar atrés Ia historia de Ia humanidad, ni la dimension
cc6smica del ser del hombre y del mundo, sino que los le-
vars a su realizacién y perfeccionamiento definitives. Sin
embargo, todo esto no cancela la posibilidad de la liber-
tad del hombre de rechazar el amor salvador de Dios, por
To que la Ielesia cree que existe un estado de condenacidn
definitiva para quien muere en pecado mortal (cfr n. 82
del Documento}®
Una répida confrontacién con el ambiente cultural
que ha marcado la época mas reciente nos sirve de ilumi:
nnacién. Si es verdad que en los afios transcurridos, a
‘causa del dominio cultural del pensamiento marxista uté-
pico, el ema escatoldgico habia alcanzado una importan-
ia particular, hasta llegar a transformar el mensaje esca-
tol6gico de la Revelacién de Jesucristo en un mesianismo
politico-mundano, con la consecuencia de perder el com:
tenido especifico de la esperanza cristians, también es
cierto que hoy, después de la crisis del marxismo y de las
sustituciones ilusorias del reino de Dios inventadas por
las ideologias secularistas e historicistas, el hombre se en-
cuentra ante la tentacion de renunciar a plantearse las
‘cuestiones sltimas y, por ello, a no hacerse preguntas so-
bre las realidades iltimas que nos esperan después de la
muerte. Es més, el hombre de la civilizacion tecnolégica
actual mantiene una actitud contradictoria ante la misma
muerte. Por un lado querria esconderla y, por eso, la en
fermedad grave y la muerte se convierten en problemas
‘téenicos, que son tratados en instituciones ereadas para
TT dona deaf sabre la existence apron deintiva
Ersedits Ra (Stoo) yogis cna Cnn dopecs
45 Conc Vancano Lumen sta, 8
20
TRODUCCION
‘0s fines, Por otro, la misma sociedad tecnolégica trans-
forma la muerte, a través de los medios de comunicacién
dde masas, en un espectéculo excitante, en un antidoto
frente al tedio general de la existencia. Aunque estas dos
actitudes parezcan oponerse, en realidad, tienen la misma
fuente: haber substraido a la muerte su cardcter de aper-
tura metafisica
La actualidad de la Carta de la Congregacién para la
Doctrina de la Fe y del posterior Documento de la Comi-
sidn Teologica Internacional sobre algunas cuestiones de
escatologia no esta determinada por el hecho de que
Siempre es oportuno recordar a los cristianos que deben
hacer propios con mayor intensidad cada uno de los con-
tenidos especificos de las verdades de fe, sino que debe
‘ser considerada a la luz dela necesidad de los hombres de
nuestro tiempo de volver a descubrir el interés por el des-
tino de la persona y por su muerte, sin por ello descuidar
la necesidad de trabajar por un futuro histérico cada vez
mas humano, en la espera de la realizacién final de la
historia y del cosmos entero. La misma sobriedad y con-
centracién en lo esencial, que son tipicas de ambos Docu-
mentos, aun siendo diferentes en su naturaleza y au-
toridad de magisterio, indican que los articulos de fe
sobre el misterio dela vida eterna ms all de la muerte ¥
de la resurreccién de la care no son una especulacién so-
bre lo desconocido, sino gufa y orientacién, determinadas
por Ia Palabra de Dios, que se ha revelado plenamente en
Cristo, para la esperanza de la humanidad en una trascen-
dencia de la existencia terrena donde tnicamente se
puede completar el sentido definitivo de la vida y de sus
aspiraciones profundas. Sin esas verdades, el hombre no
‘puede encontrar una garantia contra el riesgo de la super-
ficialidad y de Ia desesperanza.
18 Josert Card, RATZINGER
Preto
2LA OBJECION Y LA ESPERANZA
‘Cuauo1o Soret
La reciente Carta de la Congregacton para la Doctrina
de la Fe sobre algunas cuestionesreferenes a la escatologta
viene a dar espacio a los principios simples de la fe, por-
que a veces en estos tiltimos tiempos, tal y como recuerda
la Carta, corremos el riesgo de buscar en vano los puntos
de referencia de nuestra antigua fe. En vano, porque a ve-
ces no son recordadios nunca, o en vano, porque son pre-
sentados con cinstrumentos verbales» demasiado aleja
dos de los que utilizamos en los primeros aprendizajes de
la doctrina eristiana. La citada Carta plantea de hecho la
cauestion de los contenidos y del método, preocupandose
no solo de posibles errores en Ia investigacién teol6gica,
sino también del problema de cémo viene epropuesta» la
fe, ya que esta puede ser parcial en los contenidos, ca-
rente 0 incierta en el método, provocando ast peligros
para la salvacién de los files.
‘La Carta repetidamente reconoce el valor y la utilidad
de Ia investigacion teoldgica, tanto para profundizar en la
fe, como para su formulacin por el Magisterio de la Tgle-
sia, Pero este respeto y reconocimiento no puede estar se
parado de la preocupacién fundamental de tener siempre
presente la finalidad de toda la misién de la Iglesia, que es
ade anunciar el Evangelio en su integridad para la salva-
cién del hombre en Cristo Redentor.
La vida etema, es decir, el conjunto de las euestiones
101ccaupio sorct
‘que se refieren a nuestro destino después de la muerte y
{que son enunciadas en el Credo, simbolo y regla de la fe:
este es el objeto de la Carta de la Congregacién para la
Doctrina de la Fe. Se trata, por tanto, de la resurreccién
de los muertos, que se extiende a todo el hombre y es par-
ticipacién en la resurreccién de Cristo, dela existencia y
supervivencia del alma, del culto a los difuntos, del juicio,
de la fe en la Asuncion de Maria, como signo y antici-
pacién de la llamada hecha a todos los elegidos y, por
tanto, del paraiso, del infierno y del purgatorio. Hace
‘tiempo, a todo esto se le Iamaba «los novisimos». Ahora,
‘con raz6n, no se plantea un problema ligado indisoluble-
mente a culturas y épocas hist6ricas particulares. La
Carta subraya el hecho de que los términos no son mas
que «instrumentos verbales», Sin embargo, es una buena
norma no cambiar los instrumentos més que cuando se
than encontrado otros més funcionales para el fin instru:
‘mental que se persigue. Pues bien, sobre «los novisimos>
Jos antiguos tenfan las ideas claras, tanto que decfan que
Ja meditacién de «los novisimos» era fuente de santidad.
Lo era y lo es todavia. Ahi esta el motivo por el que esta
reafirmacién de las verdades concernientes a la vida
‘eterna, al mds allé de la muerte, es mas oportuna y util que
sas verdades, de hecho, constituyen el elemento fun-
‘damental para discernir entre quien cree y practica la re-
ligién trascendente y quien afirma y practica el materia-
lismo, Hagamos un esfuerzo para comprenderlo: la
verdad fundamental es siempre Dios, con los atributos
‘que conocemos por la especulacién filos6fica y teolégica
¥, sobre todo, por su Palabra. Pero sobre Dios pueden fé-
cilmente hacerse irenismos directos o indirectos. Es faci
ble encontrarse con personas que declaran ereer en Dios,
102
LAOBIECION YEA ESPERANZA
pero -aftaden-, a su modo particular, y dificilmente se
‘puede comprobar en estas personas a ortodoxia sobre las
verdades centrales de la religion trascendente, porque a
partir de un cierto momento se refugian en el misterio o
‘en Ia escapatoria nominalista: el Ser Supremo, la Entidad
‘Superior, etc. También sobre Jesucristo puede ser difcil
estamos hablando a nivel del pueblo- tener claros los li-
mites entre ortodoxia y ortopraxis. No existe ya nadie que
no esté dispuesto a reconocer alguna grandeza en Jesu
cristo, y cuando se pretende afirmar la doctrina auténtica
‘y completa sabre Jesucristo se encuentran, sf, los negado-
res, pero més a menudo se encuentra a quienes se ref
gian en el misterio y casi no quieren tomar partido, ya
due la fe en Jesucristo, en todo Jesucristo, parece falsa-
‘mente de que no leve ninguna consecuencia prictica in-
mediata. Dios y Jesucristo pueden ser «sentidos» por
‘quien no quiere tomar postura, como realidades lejanas y
sabstractass, respecto a la vida cotidiana.’A menudo no
sirve la observacisn de que eso no es cierto, de que Jest-
cristo esta vivo, de que Dios es Padre y esta en medio de
nosotros. Permanece el hecho de que ni Dios ni Jesucristo
‘son visibles y esa invisibilidad constituye una «salida de
seguridad» para quien no quiere comprometerse con la fe
y quiere, sin embargo, mantener relaciones de fraternidad
y de comunidad con otros caminos terrenos.
Pero la muerte, sin embargo, se ve es experiencia coti-
diana, nadie puede decir que la muerte no le concieme y
4que, por tanto, es inGtil hablar de ella. En el plano de la
praxis, un cristiano puede encontrarse de acuerdo con
‘buena parte del mundo no creyente, también con el mundo
‘materialisa: la paz, la solidaridad entre los hombres y en-
tre los pueblos, los derechos del hombre, la defensa de la
vida y de la calidad de vida son todos puntos éticos que
pueden ser comunes al creyente y al no creyente. Pero ante
Ta muerte los caminos se separan necesariamente, porque
‘es necesario tomar una postura préctica en relacién con el
103‘CLAUDIO SoRGr
‘gran dilema: trascendencia o inmanencia. ¢Fl destino del
hombre trasciende las realidades materiales o es inma-
nente a ellas y se consume bajo pocos metros de tierra?
Cada uno sabe que de la respuesta a este dilema se derivan
algunas consecuencias pricticas, inmediatas y a largo
plazo, tanto en relacién con las personas que mueren antes
‘que nosotros, como en relacién con la actitud de cada uno
ante el acontecimiento de la propia muerte.
El shecho crucial» en la historia de un hombre, et he-
cho crucial del que nadie puede escapar es exactamente
ese. Se pueden posponer las cuentas con todas las verda-
des del Credo, incluso con Dios, desde un punto de vista
al menos psicol6gico. Pero no se puede posponer, ni si-
4quiera un instante, las cuentas con la muerte. Preguntarse
por el «después» es inevitable. La respuesta cristiana es
‘completa sobre los dos aspectos del problema, afirmando
Ja continuidad centre la vida presente en Cristo y la vida
furura> y, conjuntamente, «la rotura radical entre el pre-
sente y el futuro con base en el hecho de que el régimen,
de la fe se sustituye por el de a plena luz». Asi se reafirma
em la Carta de la que estamos hablando.
Los tedlogos profundizardn Ia materia tanto desde el
punto de vista del contenido como del método, Pero es
evidente la urgencia pastoral de la invitacién a volver a
proponer la doctrina cristiana en su integridad en este
punto. Silas «realidades dltimas» encuentran cada vez
‘mas un lugar en la reflexin cotidiana de los cristianos y.
Dios lo quiera, de todos los hombres, no es dificil prever
{que se derivarian muchas consecuencias positivas,
Precisamente ante lo que la Carta pone en guardia
son las exageraciones y las representaciones infantiles
de estas verdades. Quiza las dudas que se insindan tam-
108
LAOBIECION Y LA ESPERANZA
bien entre el pueblo cristiano dependen de ciertos erro
res de método,
La Carta constituye también una orientacién para la
predicacién y a catequesis: es necesario presentar la doc-
trina completa, encontrando las palabras adecuadas, uti-
lizando en modo equilibrado las «imagenes».
Gran cantidad de literatura y de cine han hecho hinca-
pié en exageraciones verbales en la presentacién de las
srealidades dtimas», favoreciendo asi Ia huida o el re-
chazo de quien no puede aceptar una visién intimidatoria
+ fantasiosa de la verdad. Si puede surgir el miedo ~mejor
seria decir temor, que es algo completamente diferente-,
debe surgir de una contemplacién serena y equilibrada de
la verdad de f.
Es necesario reconocer que de la contemplacion de es-
tas verdades no puede nacer nada que no sea esperanza,
sas verdades no crean la muerte, sino que la explican y
también explican lo que viene después y dan aliento a la
‘esperanza, pues proyectan una visién de promesas que
hhan tenido ya una realizaci6n en Jesucristo, en la Virgen
¥, al menos parcialmente, en los santos.
‘i no se anuncia todo eso se traiciona al hombre por-
due, tal y como decfa San Pablo, si Cristo no hubiese re-
sucitado, nuestra fe seria vana.
‘Anunciar la resurreccién es posiblemente la tarea fun-
damental de nuestro tiempo, porque nunca como en
‘nuestro tiempo la muerte ha estado tan presente y tan
indtilmente exorcizada, Solo un cristiano podia cantar
‘con tanta serenidad y dulzura: «Alabado seas, mi Senor,
ppor nuestra hermana la muerte corporal, / de la que nin-
‘gin hombre vivo puede escapar; / jay de aquellos que
‘mueran en pecado mortal, /felices aquellos a quienes en-
contrarles en tu santisima voluntad) pues la muerte se-
‘gunda no haré ningtin mal»
‘San Francisco de Asis expres6 de ese modo la fe del
105‘CLAUDIO soar
pueblo cristiano y también laesencia de la reflexion teo-
otc.
‘Sin embargo, la gran objecién permanece: «nadie ha
‘welto nunca aris» slo que dicen Si ha vuelto Cristo y
ellos, los muertos, nos esperan con El. Pero ala gran obj
‘in quiza harfa falta responder con Pascal: vivir como
4. Certamente esto no nos basta, pero si somos capaces
de comunicar al mundo esta gran fe en la segunda vida,
‘en el juiio, en cl encuentro con Jesueristo y con todos
‘aquellos que nos han precedido en el sign de la fe» y en
Intima meta que es lade la resurecci6n, habremos qui-
{ado espacio alas desesperaciones moderns y antiguas ¥
hhabremos dado espacio ala esperanza y por ello, al amor,
‘porque un amor selerno» es eiertamente mas estable ¥
ms motivade que un amor que durase incluso toda una
Vida Una sola vida! Que para el hombre es insuficiente y
‘por eso la muerte «primera» se convertiria en una burla
Insoportable si un hombre, un ser que ha nacido, ha lo
rado, ha sufrido, ha esperado, ha amado, ha proyectado,
ha trabajado, ha Iuchado se encontrase que despues debe
encontrarse con la nada.
‘la gran objecin y a la gran burla, el cristiano puede
offecer Ia gran esperanza que, para quien no cree, al me-
nos pede serir de consuelo, pero que, para quien cree,
ces seguridad yorientaion para toda la vida «primera»
106
PREGUNTAS SIN RESPUESTA. ANTICIPACIONES,
‘Swxoko Macoiount
Irremediablemente hay preguntas sin respuesta, ade-
ims de ser inadecuadas y datosas: ,Cudntos son los con-
denados? . Asf se ex-
presa la reciente Carta de la Congrepacion para la Doctrina
de la Fe, sobre algunas cuestiones referentes a la escatolo-
‘ga. La misma Carta aftade: «Ni la Sagrada Escritura ni
Tos te6logos nos dan luz suficiente para una adecuada
descripelén de la vida futura después de la muerte. El
Cristiano debe mantener firmemente estos dos puntos
cesenciales: debe creer, por una parte, en la continuidad
fundamental existente, en virtud del Espiritu Santo, entre
Ja vida presente en Cristo y la vida futura-en efecto, la ca-
ridad esa ley del Reino de Dios y por nuestra misma ear
ad en la irra e medliré nuestra partiipacion enlaglo-
ra divina en el Cielo~; pero, por otra parte, elerstiano
debe ser consciente de la ruptura radical que hay entre In
vida presente y la futura, ya que la economia de Io fe ax
susttuia por lade la lena luz: nosotrs estaremos con
Cristo y «veremos a Dos» (cfr {Jn 3,2); promess y mete
rio admirables en los que consiste ezncialmenta Nua
107‘esperanza. Sila imaginacién no puede llegar alli, el cora
26n llega instintiva y profundamente>
{Como se puede traducir ese «corazon»? ¢No se trata,
en términos biblicos, de la experiencia global de la per-
sona,allf donde el «yo» decide por sf mismo y donde solo
puede acceder Dios, sila libertad se le abre? ¢Cual es esa
spromesa», que es «misterio admirable en el que consiste
esencialmente nuestra esperanza»? Ser salgo» total-
‘mente inesperado? Seguro, una sorpresa inefable. Pero
eno existe también «la continuidad fundamental... entre
la vida presente y la vida futuras? Ademés, Ia Carta sigue
afirmando que la Iglesia «cree en la felicidad de los justos,
que un dia legarén a estar con Cristo». ¢Se fuerza el
texto, si se intuye una cierta wanticipacion» de la felicidad
del cielo en aquellos que se han entregado leal (una dificil
yy dulce lealtad) y generosamente al Senor que lama y que
Constituye el ultimo, el nico motivo de alegria también
‘mis allé del tiempo? ¢La «pena que espera al pecador
ppara siempre caer como un destino completamente
fuera de cualquier sospecha o tiene ya en la experiencia
Jumana algun sintoma?
Resulta claro: hoy el acento recae, por necesidades
doctrinales y pastorales, sobre la fisura que se establece
entre lo provisional y lo definitivo. Tampoco se debe olvi-
dar que Dios hace «iodo nuevo» en el umbral de la eterni-
dad, Nuevo como motivo de felicidad o de castigo: un cas-
tigo también motivado por el amor. Sin embargo, el
documento eclesial no se calls ni siquiera sobre el signifi-
cado y la incidencia que las «cosas novisimas» pueden te-
ner sobre la existencia terrestre
Estas explican muchos gestos de la fe. Explican la
misma vida en su orientacién fundamental, en su génesis,
‘en su consistencia y en su responsabilidad: «A nadie se le
‘oculta la importancia del ultimo artulo del Sémbolo bau-
tismal: expresa el término y el fin del designio de Dios,
ccuyo camino se describe en el Simbolo. Si no hay resu-
108
PREGUNTAS SIN RESPUESTA, ANTICIFACIONES.
rreccién, todo el edificio de la fe se derrumba, como vigo-
rosamente afirma San Pablo (cfr ! Co 15). Si el cristiano
no esté seguro del contenido de Ia expresién “vida
cterna’, las promesas del Evangelio, el sentido de la Crea-
ion y de la Redencién desaparecen, e incluso la misma
vida presente queda desposeida de toda esperanza (cfr
Hb AL, Ds
No se trata, es obvio, de «saber» tedricamente y de
sexperimentar» el «contenido» de la «vida eterna» en
cada uno de sus elementos, ni, sobre todo, en su estallar
~o germinar~ concluido e inexpresable. Sino ~de nuevo—
de cémo comprender el «corazén> que «llega instintva y
profundamente» a lo que constituye el misterio del més
allé de la existencia terrena personaly de la historia.
Es posible limitarse a plantear preguntas. Van mejor
las preguntas, porque también el Concilo insist en decir
ue «ignoramos+ muchas cosas cuando reflexionamos so-
bre el ms alla (cfr GS n. 59). Sin embargo, sin identificar
Ia fe con la «gloria», cno parece adecuado admitir que
‘muchos aspectos de la vida cristiana permiten ya intair y
pregustar, de algtin modo y en alguna medida, lo que en el
mis alla serd dado sin velos y en un contacto directo ¥
santificante con Dios? La oracién abierta y humilde, no
‘ofrece momentos de abandono en los que ia presencia del
‘Sefior es advertida de un modo singular como densa y
real y esta plagada de significados y de riqueza? La trama
de las relaciones con los demas, cuando es vivida con ca-
ridad -cuando los otras no son considerados como con-
tendientes o intrusos-, cno se nos revela como motive de
asombro que hace surgir en el énimo de modo esponté-
neo aquel: «jcusn bello y dulce es vivir todos como her-
‘manos!s? Y el trabajo, a pesar del cansancio que exize,
cuando es realizado con fe y con amor, zno es percibido
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