Reseña de La Evolución Urbana de Pamplona.: Desde El Siglo XI Hasta El Derribo de Las Murallas en 1915
Reseña de La Evolución Urbana de Pamplona.: Desde El Siglo XI Hasta El Derribo de Las Murallas en 1915
urbana de Pamplona.
Desde el siglo XI hasta el
derribo de las murallas en 1915
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
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JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
vez con eilla alzar”; pero posteriormente la tuvo que cercar otra vez, “ca de
nuevo los moros la habían fortificado de muy fuertes muros”2. Aunque desde
luego estos datos no ofrecen excesiva garantía histórica, es probable sin
embargo que los muros romanos se hubieran conservado, con las mejoras
necesarias, en la época medieval; cosa por otra parte bastante frecuente en
otras ciudades de Europa. Sandoval daba cuenta en 1607 del hallazgo de un
ídolo de bronce, “en una torre cuadrada, obra de romanos como otras que se
ven hoy día en la cerca antigua desta ciudad”3. En el sótano de la casa núme-
ro 19 de la Calle Chapitela vio Taracena hacia 1945 “restos de un tambor y
lienzo de la muralla romana, revestida de sillares de mediano tamaño, lienzo
que va en dirección perpendicular a la calle”. Al parecer estos restos defensi-
vos habían sobrevivido durante la edad media como parte del recinto amu-
rallado de la Navarreria4.
El recinto fortificado desmantelado por Carlomagno nos ha quedado
descrito brevemente en una alabanza de Pamplona, titulada “De laude
Pampilone epistola”, estudiada y publicada por Lacarra5. Este documento
señala para el perímetro de la ciudad romana una longitud de mil diestras, y
dice que el recinto estaba jalonado por 67 torres.
“Quuius murorum turres in latitudine LXIII pedum sita. In altum LXX-
XIIII pedum surgit inmensis. Circuitu urbis mille ambitus dextris. Turrium
sit numero LXVIII...”
Uranga calificó estos datos de inverosímiles, ya que el laude asigna prác-
ticamente a Pamplona la extensión que alcanzó en la edad moderna6. Sin
embargo, los datos antes citados de Sandoval vendrían a confirmar los del
laude, porque la torre a la que hace referencia el obispo cronista “estaba junto
a la iglesia de San Antón”, y fue demolida “derribando los muros viejos de
esta ciudad de Pamplona”; es decir, que se levantaba entre la desembocadura
de las calles de San Antón y Nueva a la Taconera, formando parte del muro
medieval de la ciudad, que fue derribado por aquella parte a fines del siglo
XVI, a raíz de la construcción de la Ciudadela por Felipe II7.
Cuantos han estudiado el tema coinciden en afirmar que hoy nada
podemos aventurar sobre el período anterior al siglo XI, debido a que la
Navarrería, que posiblemente conservaría la estructura de la antigua ciudad
romana, con las naturales modificaciones operadas al paso del tiempo, fue
totalmente arrasada en 1276, con ocasión de la terrible guerra civil desenca-
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RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
denada entre sus barrios8. Esto habría que matizarlo, ya que no tenemos nin-
guna prueba concreta de que en la reedificación ordenada en 1324 no se
hubiera respetado la primitiva disposición o estructura urbana de la vieja ciu-
dad. La realidad es que, como ha señalado M.ª Angeles Mezquíriz, la mayor
parte de la antigua Navarrería conserva todavía hoy en su planta una dispo-
sición típicamente romana9. Volveremos sobre esto.
En cualquier caso, y seguimos con lo referente al perímetro y extensión
de la ciudad, no sería inverosímil pensar en un repliegue urbano, en una
reducción –o mejor, concentración– del perímetro, que se habría operado
durante la época de las invasiones. Ya observó Chueca Goitia que con la caída
del Imperio Romano y de lo que éste representaba en cuanto a organización
política e institucional, las antiguas “civitates” romanas decrecen de tal mane-
ra que muchas de ellas llegan incluso a desaparecer10.
Nacimiento de los burgos
En el caso de Pamplona, nos encontramos que al lado del núcleo origi-
nal, heredero de la antigua ciudad romana y sede del obispo, se van forman-
do casi simultáneamente, en torno al año 1090, dos poblaciones de francos
que no se acogen al derecho local. El caso no es exclusivo de Pamplona.
Pirenne señala que los comerciantes se vieron obligados a instalarse, por falta
de sitio, en el exterior del antiguo perímetro, constituyendo burgos extra-
murales, que por oposición al núcleo ya existente son llamados por los tex-
tos burgos nuevos11. Así sucede en el caso de Pamplona, si bien aquí posible-
mente más que en una falta de espacio en la Navarrería, haya que pensar en
un problema de asimilación, de choque de razas y mentalidades, y desde
luego en una cuestión de Status, ya que la Navarrería, como hemos visto, era
esencialmente un dominio de titularidad episcopal.
Burgo franco de San Cernin
En nuestra ciudad los francos se instalaron primeramente en un llano que
había fuera del muro de la primitiva Iruña, hacia la parte de Barañain. El
emplazamiento era bueno y adecuado, a cierta distancia de la ciudad episco-
pal, en terreno llano casi en su totalidad y, sin embargo, áspero y terraplena-
do hacia la parte lindante con la población preexistente. El barranco de Santo
Domingo, todavía perceptible en la topografía de la ciudad, aunque muy
rellenado con el tiempo, descendía aproximadamente desde el inicio de la
actual calle Calderería, en un derrame progresivo, hasta el río, por donde más
tarde se construyeron el Ayuntamiento, el Mercado, el convento de Domi-
nicos (más tarde Hospital Militar) y el Seminario de San Juan. La pendiente
de las calles Mañueta y Bajada de Santo Domingo nos puede todavía servir
de referencia para formarnos una idea del descenso de nivel que tenía el
8. Esta guerra, que terminó con la destrucción y total despoblación de la Navarrería -la ciudad
primitiva- fue narrada en versos provenzales por Guillaume ANNELIERS, en un extenso poema que fue
publicado por ILARREGUI en Pamplona en 1847, y posteriormente por F. MICHEL en París en 1856, en
una edición monumental, plagada de notas. Recientemente se ha realizado una nueva edición crítica,
a cargo de R. CIERVIDE.
9. MEZQUÍRIZ, La excavación estratigráfica de Pompaelo (Pamplona, 1958), pp. 221.
10. Breve historia del Urbanismo (Alianza Editorial, 1968) p. 87.
11. Las ciudades de la Edad Media (Alianza Editorial, 1972) p. 94.
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12. De este barranco se ocupó URABAYEN en su Biografía de Pamplona (Pamplona, 1952) pp. 33
y 34. En la p. 89 trata de él como obstáculo natural entre la Navarrería y el burgo de San Cernin.
13. Del recinto amurallado del burgo de San Cernin me ocupo en mi libro La Pamplona de los
burgos, pps. 259-282 con bastante detalle. En un plano desplegable que acompaña al texto, se ofrece
la planta o estructura de los tres núcleos de la ciudad en los siglos XIV y XV, antes de la Unión. Un
plano bastante esquemático y con alguna inexactitud, publicó mucho antes URABAYEN en su Biografía
de Pamplona, fig. 11.
14. Conozco este plano desde 1970, a través de una copia realizada por J.J. MONTORO hacia
1920, conservada en el Archivo Municipal, en un manuscrito inédito titulado Iruñeko Inda zarrak (las
viejas calles de Pamplona) y recientemente publicado el original por Arazuri.
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RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
15. En 1222 se determinó que las casas de la Población que miraban al Burgo tuviesen un basa-
mento de piedra de una altura máxima de tres codos, y sobre él únicamente podían edificar a base de
madera y sólo hasta la altura de una lanza militar. No se permitían puertas ni ventanas hacia el foso.
En la carta de avenencia de 1266 y posterior unión de 1287 se suavizaron aquellas condiciones,
permitiendo a los de la Población que edificasen por encima del basamento hasta una altura máxima
de 15 codos, pudiendo hacer las construcciones de tapia. Se autorizaba también una ventana o hueco
a la parte del foso. En 1390, por orden de Carlos III, se permitió que sobre el basamento de cuatro
codos de piedra pudiesen “edificar de gisso et de fusta tan alto como les plazdrá, sin fazer gramancho-
nes, baillesteras, garitas ni otras cosas que pertenezcan a fecho de fortaleza et de guerra” (Archivo
Municipal, caja 23, núm. 170).
16. LACARRA, J. M., El desarrollo urbano de las ciudades de Navarra y Aragón (Rev. “Pirineos”,
Zaragoza, 1950), p. 6.
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la hora de reconstruir la vieja ciudad. Desde luego, este hecho tuvo que con-
dicionar notablemente el trazado de la nueva estructura urbana, que, a mi
juicio, y salvo algunas rectificaciones convenientes e incluso necesarias, no
habría resultado tan distinta de la primitiva como se ha creído hasta ahora.
Estos tres núcleos urbanos, Navarrería, Burgo de San Cernin y Población
de San Nicolás –los dos últimos unidos en un municipio a partir de 1287–
constituían otros tantos recintos fortificados aislados, con sus portales y
murallas defendidas a trechos por torres cuadrangulares, en los que las igle-
sias desempeñaban un importante papel defensivo.
La casa medieval
La casa urbana de la época medieval responde al tipo unifamiliar, y cons-
ta únicamente de planta baja, en la que se ubica la cuadra, el taller o la “boti-
ga” o tienda, y el piso superior, destinado a vivienda. La planta suele ser rec-
tangular alargada, con la fachada en uno de los lados más cortos, respon-
diendo a la parcelación característica de los burgos y bastidas. Se pueden ver
todavía en Navarra abundantes modelos en pueblos de la Montaña y Zona
Media, muchos de ellos estudiados por J. Caro Baroja. A la parte interior
tenían el corral, y a veces un pequeño huerto. Tal vez el único ejemplar con-
servado en Pamplona sea la llamada “Casa del Músico”, junto a la puerta de
San José de la Catedral. La Cámara de Comptos responde a un tipo más pala-
cial, con un cuerpo más elevado a modo de torre.
La ciudad después del Privilegio de la Unión de los Burgos
Entre la muralla de la Navarrería, que daba al Chapitel y al Prado de
Predicadores, y el recinto de San Cernin y de la Población, se abría un amplio
espacio libre donde tenía lugar el mercado de la Navarrería. A continuación,
hacia la parte del río, se iniciaba el barranco de Santo Domingo. Esta que
pudiéramos llamar tierra de nadie, motivo constante de pleitos y contiendas
a lo largo de la Edad Media, se fue rellenando urbanísticamente a lo largo del
siglo XVI, originándose en su terreno tres plazas, que vinieron a ser el centro
y corazón de la nueva ciudad que surge unida a partir del Privilegio de la
Unión de los Burgos, promulgado en 1423. Las actuales plazas del Castillo,
Consistorial (antes llamada de la Fruta y del Chapitel) y Santo Domingo,
con las manzanas de casas que las separan y la Casa del Ayuntamiento, sir-
vieron para materializar la fusión urbana de los tres burgos, que institucio-
nalmente quedaban unidos con el citado documento de Carlos III.
Aunque el Privilegio de la Unión prescribió claramente que “las fortale-
zas que están al día de hoy que las mantengan, et si cayan, que las reparen,
et las que estan caydas que las pongan en debido estado, segunt solían ser
ante de agora”18, parece que en algunos sectores se derribaron las murallas
medievales para facilitar la fusión urbana de los tres núcleos anteriores. En
1529, el virrey Conde de Alcaudete, prohibió dar a censo los solares de las
murallas, en aquellos puntos en que hubiesen sido derruidas. Lo cierto es que
18. Una transcripción del Privilegio de la Unión de fácil localización, aunque con algunos peque-
ños fallos de transcripción, puede verse en YANGUAS Y MIRANDA, Diccionario de Antigüedades de
Navarra, art. Pamplona.
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a mediados del siglo XVII aún se mantenían en pie diversos tramos y vesti-
gios de las murallas medievales. Dice un testigo en un proceso de 1651: “Y
en el día de hoy se ven muchos pedazos de murallas en diferentes partes y
calles de la dicha ciudad de Pamplona”, y seguidamente pasa a describir algu-
nos de los lugares en que se conservaban restos de importancia19.
La Casa Consistorial
Posiblemente el primer edificio que empezó a construirse en los terrenos
comprendidos entre las murallas de separación interna de los antiguos bur-
gos, fue la Casa Consistorial. Como acertadamente observó Leoncio
Urabayen, este edificio materializaba la fusión urbana, siendo en cierto modo
el pionero de la unificación, de la que por otra parte venía a ser el símbolo.
El capítulo III del Privilegio de la Unión trata detalladamente del empla-
zamiento de la casa del Ayuntamiento. Dice: “Dó se fará la casa de la Jurería
et dó será la campana de los Jurados ... Ayan aber a perpetuo una casa e una
jurería, do se hayan a congregar por los aferes e negocios de nuestra dicha
muy noble ciudat, et ayan a facer lo más antes que pudieren la dicha casa de
la jurería, en el fosado que es enta la torr clamada la Galea, enta la part de la
Navarrería, dejando entre la dicha torr et la dicha casa camino suficient para
pasar, segunt está el día de hoy, o a otra part do bien visto lis será ... Et metrán
en la torr de la Galea, o a otra part do a eillos plazdrá, una campana al toco
de la qual se plegarán los dichos diez jurados ...”20.
Este emplazamiento frente a la torre de la Galea es el que se eligió, como
vemos por un proceso de 1651 cuando todavía se mantenía en pie el portal de
la Galea y los restos de la torre. Se dice en él: “Y cerca de la misma Casa de la
Ciudad, a donde están arrimados los escritorios del alcalde de la Ciudad, está
un pedazo de torre que antiguamente la llamaban la Torre de la Galea. Y al
Portal de la Puerta Lapea le llamaban el Portal de la Galea por estar tan cerca
della, como parece por el capítulo 3 del Privilegio de la Unión” 21.
El Privilegio preveía la lentitud que solía caracterizar a las obras públicas
de aquella época, por lo que sabiamente añadió: “Et ata tanto que la dicha
casa de la jurería sea fecha, los dichos jurados podrán facer su congregación
et plega en el hospital de la iglesia de San Cernin, et si más quisieren en la
casa de la jurería de los dichos Burgo e Población”. Se señaló la cantidad de
setecientas libras anuales, como cupo que habría que separar de las rentas de
la ciudad con destino a la fábrica de la casa consistorial.
Hacia 1483 parece que las obras tomaron un impulso notable. En ese año
la ciudad vendió al rey el privilegio de inmunidad por 400 libras anuales,
19. Este proceso lo manejó F. IDOATE en su trabajo Las fortificaciones de Pamplona a partir de la
conquista de Navarra (“Príncipe de Viana”, 1954). Los datos mencionados y otros de interés de esa
fecha se hallan en la p. 90.
20. Esta torre de la Galea se levantaba con toda seguridad en el callejón que todavía existe per-
pendicular a las escaleras que desde San Saturnino bajan al Ayuntamiento y Cuesta de Santo Domingo.
La Portalapea se mantuvo en pie hasta después de la Guerra de la Independencia. Su planta la publi-
qué en La Pamplona de los burgos, lámina 11, y en la pp. 265 intenté una reconstrucción del alzado a
la vista de los datos existentes. La recoge también J. J. ARAZURI en el tomo II de Pamplona, calles y
barrios, publ. en 1980. p. 349.
21. Proceso citado en la nota 19.
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RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
22. YANGUAS, Diccionario de Antigüedades, tomo II, voz “Pamplona”. Los datos proceden del
Registro 516 de Comptos del Archivo de Navarra.
23. La fachada, felizmente conservada en el actual Ayuntamiento, obedece a un proyecto de José
de Zay Lorda, excepto el remate, que fue ideado por Juan LORENZO CATALÁN. La Corporación se tras-
ladó al nuevo edificio en 1760. El edificio primitivo se derribó porque amenazaba ruina a pesar de las
sucesivas reformas llevadas a cabo en él a lo largo de tres siglos.
24. LACARRA, J. M.., El desarrollo urbano, pp. 7.
25. El castillo levantado por Luis Hutín se construyó entre 1308 y 1310, utilizando piedra de la
destruida Navarrería y de las canteras de Ansoáin, Cizur, Ezpilce y Guenduláin. Tras la conquista del
reino en 1512, se vio que aquel castillo quedaba alejado de la línea defensiva exterior, ya que ocupaba
el solar de la actual Plaza del Castillo. En 1513 comenzó la construcción de un nuevo castillo, hacia la
iglesia de San Ignacio actual, del que conocemos no sólo la planta, sino la fisonomía exterior, gracias
a IDOATE, que publicó unos dibujos o trazas del Archivo de Simancas (Vid. trabajo citado en la nota
19). En 1539 existía todavía parte del castillo medieval, al que llamaban “el castillo viejo”.
Posteriormente, con la construcción de la Ciudadela, esta denominación la heredó la fortaleza erigida
en 1513. Durante los trabajos del derribo de las murallas en 1921, aparecieron vestigios de uno de los
torreones de este castillo de principios del XVI.
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JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
26. Ha habido, naturalmente, transformaciones a lo largo del tiempo, pero las más radicales han
tenido lugar en este siglo. Pensemos –por citar tres ejemplos– en la Plaza de San Francisco (1912); la
de Santa María la Real (1948) y la de Compañía; las dos primeras abiertas al tirar viejos edificios, y la
última suprimida en 1954 al edificar allí un grupo escolar. En 1977 se intentó alterar la estructura de
la Plaza Consistorial, dejando sin edificar el solar de la llamada “Casa de Seminario”. Si bien hay que
decir que el edificio levantado en este solar no guarda con el entorno la debida armonía.
27. Todo esto puede verse con más pormenores en La Pamplona de los burgos, pp. 177-189, donde
se hace una breve historia de la Judería, y se dice algo de su transformación en Barrio Nuevo. La
Sinagoga se cedió a la ciudad para hacer el Estudio, y el Fosal a los agustinos para hacer convento.
Parece que ninguna de las dos donaciones tuvieron efecto para los destinos citados.
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RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
28. A este respecto, pueden verse en el ya citado trabajo de IDOATE Las fortificaciones de Pamplona
..., los documentos 1, 2, 5 y 6 del apéndice. Y también en mis Documentos referentes a las fortificacio-
nes de Pamplona, los que llevan los números 1, 2, 3, 3 bis y 4 (Rev. “Príncipe de Viana”, 1976, pp. 443-
506). Más recientemente he publicado La Ciudadela de Pamplona (Pamplona 1987) y El recinto amu-
rallado de Pamplona, Rev. “Castillos de España”, 1995, pp. 19-32.
29. En 1584 escribía Felipe II al ingeniero Fratín sobre la conveniencia de “que se allanen y derri-
ven los terraplanes de las murallas viejas de la ciudad, de la parte de hacia la Ciudadela, y con la tierra
se inchen los fosos... que por el veneficio que la ciudad recive en quedar con ello mas sana, desahoga-
da y alegre, se procurará con la dicha Ciudad que derrive el dicho terrapleno a su costa o buena parte
dello ...” Servicio Histórico Militar de Madrid, Col. APARICI, tomo I, folio 182.
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JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
30. Después de la Desamortización, casi todos los antiguos conventos se destinaron a usos civiles
y militares, para terminar varios de ellos derribados, como los de San Francisco, Carmen Calzado, la
Merced y San Antón. Un interesante panorama del estado de los conventos en 1848-49 puede verse
en MADOZ, Diccionario Geográfico, tomo XII, pp. 635.
31. Las obras duraron de 1541 a 1559. La entrada se abrió hacia la calle Nueva, habilitándose
delante de la fachada una plazuela, que todavía conserva el nombre de Plaza del Consejo. J.J. ARAZURI,
Pamplona, Calles y barrios. T. I, p. 226.
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RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
32. En 1539 existía todavía el castillo medieval. Según la declaración de un testigo en un proce-
so de ese año, se encontraba “enfrente de la fortaleza (de Fernando el Católico), bien cerca de ella”.
Parece que mientras estuvo en pie el antiguo castillo la plaza tendría menos espacio útil. A mediados
del XVI se habría demolido, dejando su solar para ampliar la plaza.
33. ARAZURI El municipio pamplonés en tiempos de Felipe II (Pamplona, 1973), pp. 18.
34. Este convento, suprimido a consecuencia de la Desamortización, fue derruido en 1838, y en
el solar resultante se edificó en 1840-41 el Teatro Principal, derribado en 1931, y entre 1840 y 1851
el Palacio de la Diputación, obra de D. José Nagusía. Desde 1900 las Carmelitas habitan un conven-
to construido de nuevo en la calle llamada de Salsipuedes, próxima a la Catedral. J. J. MARTINENA. El
Palacio de Navarra (Pamplona, 1985), pp. 26-27.
35. IDOATE lo publicó por primera vez en su obra El señorío de Sarría (Pamplona, 1959), pp. 370.
36. Eso explica que los escudos de armas labrados en piedra y las portaladas con algún detalle
ornamental se encuentren siempre en las fachadas que miran a las calles Estafeta o Comedias, y no
hacia la Plaza del Castillo.
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JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
EL SIGLO XVII
Aunque no se puede decir que el siglo XVII fue decisivo en la evolución
urbana de Pamplona, también en estos cien años se operaron cambios en la
fisonomía de la ciudad.
37. Del antiguo Hospital General se han ocupado diversos autores, entre otros NÚÑEZ DE
CEPEDA, en su libro La beneficencia en Navarra a través de los siglos (Pamplona, 1940), pps. 180-194.
También, ARAZURI, en el trabajo citado en la nota 33, pp. 27 a 32.
38. Del antiguo foso del Burgo me ocupo detenidamente en La Pamplona de los burgos, pp.
274-282. MORET cuenta cómo “se cegó y allanó y se formó en él la que llaman en Pamplona calle
Nueva, contigua y de uso común a ambas partes, burgo y población”. Anales, lib. XX, cap. VII, III.
Sobre la orden de cegar el foso y dando citas de procesos de la época, escribió IDOATE, en Las forti-
ficaciones, pp. 79.
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RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
39. Este convento, que posee una bonita iglesia de estilo barroco, con tres naves y crucero, sub-
siste prácticamente como antes de la Desamortización, albergando en su recinto una comunidad car-
melita. La fachada de la iglesia, de piedra, se abre a la calle llamada de los Descalzos. J.M.
MAQUIRRIAIN. Historia de los conventos de Carmelitas Descalzos en Pamplona. (Estella, 1994).
40. Doc. publ. por F. IDOATE, en el apéndice documental de su trabajo Las fortificaciones de
Pamplona, con el núm. 11. También F. LUBIÁN. Relación de la Santa Iglesia de Pamplona (editada por
J. GOÑI GAZTAMBIDE en 1955), pp. 87-88.
41. Sobre este antiguo y desaparecido enclave de la ciudad puede verse un breve pero interesante
trabajo publicado por E. MARTÍNEZ DE LECEA (bajo el seudónimo de “Un devoto de la Virgen”), titu-
lado Noticia del Barrio pamplonés de las Burullerías y su basílica de la Virgen de la O y que apareció en
el almanaque de bolsillo de la Caja de Ahorros Municipal del año 1973.
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JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
42. Afortunadamente, también este antiguo convento ha llegado a nuestros días, ocupado por su
comunidad titular. La iglesia, barroca, de una sola nave con crucero, posee unos preciosos retablos chu-
rriguerescos de los primeros años del siglo XVIII, que constituyen un capítulo importante dentro del
patrimonio artístico de Pamplona.
43. Es curioso el testimonio de algunos viajeros franceses de mediados del XVII sobre el estado de
las murallas por aquellos años. Antonio Brunel, que visitó la ciudad en 1655, anotó que “las fortifica-
ciones necesitan repararse en muchas partes, y la guarnición es mezquina”, y François Bertaut que pasó
por aquí en 1659, escribe: “Hay una gran plaza entre la Ciudadela y la Ciudad, que por este lado no
tiene murallas”. IRIBARREN, Pamplona y los viajeros de otros siglos (Pamplona, 1957), pp. 50 y 53.
Sobre el proceso de fortificación a lo largo del siglo XVII se recogen varios documentos contem-
poráneos en los dos trabajos citados en la nota 28.
44. Un plano bastante detallado de todo el recinto fortificado de Pamplona, incluyendo la fecha
de construcción de los diferentes portales y baluartes, y las variaciones registradas en su denominación,
puede verse en mi trabajo Documentos referentes a las fortificaciones, pp. 448-449. También, algo mejo-
rado, en el Gran Atlas de Navarra, (Pamplona, 1986), T. 2, p. 187.
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RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
tas generalmente de planta baja y dos pisos, en el tipo más común. El mate-
rial era el ladrillo, sobre una base de piedra en algunos casos, y se utilizan los
balcones, casi siempre con barandilla o antepecho de madera y en muchas
ocasiones sin vuelo fuera de la línea de fachada. El arco del portal era gene-
ralmente de medio punto, y el tejado solía caracterizarse por el amplio vuelo
del alero. Se han conservado algunas de estas casas, de carácter artesano o
menestral, habitadas por familias modestas, que a principios de este siglo
eran muy numerosas todavía en algunas calles de la ciudad. Precisamente por
ser las más viejas de las que componían el número de las casas habitables,
careciendo prácticamente de todo, fueron las primeras en ser derribadas o
reformadas enteramente durante el siglo pasado o principios del actual.
Prácticamente se podría afirmar que donde hoy existe una casa del XIX o de
los primeros años del XX, hubo antes una del XVII.
Afortunadamente, en el Archivo Municipal nos han quedado numerosas
fotografías en que aparecen casas de esta época, lo que facilita en buena parte
el establecimiento de una tipología, junto con el estudio de las que todavía
se mantienen en pie, que no son muy numerosas. Por otra parte, en el
Archivo de Protocolos Notariales se conservan bastantes contratas de edifica-
ción de casas en diversas calles de la ciudad, sumamente interesantes por los
datos que suministran en cuanto a tipos, estilo, técnica constructiva, mate-
riales y precios de los mismos, e incluso porque familiarizan con el léxico uti-
lizado por los arquitectos, maestros de obras, albañiles y carpinteros de la
época 45.
Construcciones notables de finales del XVII y principios del XVIII
También se edificaron a lo largo del siglo XVII algunos palacios y caso-
nas hidalgas, de los que lamentablemente nos han quedado muy pocos ejem-
plares. La Casa de los Cruzat, en la Calle Mayor, es uno de ellos, ya que esta-
ba reconstruida ya en 1659, según el testimonio de Francois Bertaut. De
entonces datan también, al parecer, las antiguas casas de los capellanes, en la
Plaza de Recoletas y las antiguas Escuelas de la Calle Compañía, antiguo
colegio de los Jesuitas hasta 1767. Desde luego, al menos para los de la
segunda mitad del siglo, puede decirse que los tipos varían poco respecto a
los de la primera mitad del XVIII. Son los que, según un informe del secre-
tario don Joaquín López a la Academia de la Historia, se hicieron en tiempos
en que estaban olvidadas las reglas del Arte y reinaba un gusto “depravado”.
Para el erudito secretario, el gusto depravado era el Barroco, sobre todo el
Churrigueresco, y el único arte válido, naturalmente, el Neoclásico. Un pala-
cio representativo de hacia 1700 sería, sin duda, el del Conde de Ezpeleta, en
la Calle Mayor, que llamó la atención de Víctor Hugo. Y entre los desapare-
cidos, cabría recordar el del Barón de Armendáriz, en la calle de San
45. El Archivo de Protocolos Notariales, dependiente del Archivo Real y General de Navarra, se
trasladó en 1975 a la calle Virgen del Puy, número 1, a una bajera habilitada para ese objeto. Existe
impreso un índice de notarías y de notarios, con las fechas límite de su actividad, elaborado por C.
IDOATE y J. SEGURA y también índices manuscritos de las escrituras autorizadas por cada notario o
escribano. No es difícil hallar contratas de construcción de casas del siglo XVII. Yo mismo he maneja-
do algunas en el protocolo de Martín de Sagüés, de hacia 1660.
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46. En 1974 publicó una interesante y documentada monografía sobre esta capilla, analizando
aspectos históricos y artísticos, el culto Archivero Municipal don José Luis MOLINS MUGUETA. El libro
fue editado por la Institución Príncipe de Viana, en su colección de arte.
47. El destartalado caserón de la Misericordia -”La Meca” para muchos pamploneses castizos- fue
derribado entre marzo y octubre de 1926. Pocos años antes se había demolido también la casa de los
Hornos o del Vínculo, que databa de 1764, y había sido reconstruida en 1862. El actual edificio de la
Misericordia, en la Vuelta del Castillo, fue levantado entre 1929 y 1932, según proyecto de don Víctor
Eusa, arquitecto cuya obra se está revalorizando en los últimos años.
48. Este palacio perteneció primitivamente al linaje de los Beaumont, condes de Lerín de ahí su
denominación de “Casa del Condestable”, con que aparece en diferentes documentos antiguos. Hacia
1550 pasó a los Duques de Alba, y éstos lo cedieron a los obispos para su residencia hasta la construc-
ción del actual Palacio Episcopal, que fue estrenado por don Francisco de Añoa y Busto en 1736.
Durante los años 1752 a 1759 albergó la sala de sesiones y otras dependencias del Ayuntamiento mien-
tras se reconstruía el edificio consistorial.
160 [18]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
49. De los distintos mejoras urbanas llevadas a cabo en la ciudad en el siglo XVIII se ocupó P.
GARCÍA MERINO, en un documentado trabajo, escrito en un tono ameno y de divulgación, titulado Obras
y servicios del Viejo Pamplona, publicado en la colección Temas de Cultura Popular de Navarra, núm. 62.
50. En 1752, la Corporación municipal abandonó la antigua Jurería del siglo XV, “por la inmi-
nente ruina que amenaza ..., ínterin se repare aquella o se construya una de nuevo”. La reedificación
comenzó inmediatamente. La fachada se empezó a construir en 1755, según proyecto de don José de
Zay Lorda, excepto el remate, ideado por Juan Lorenzo Catalán. Las estatuas que flanquean la puerta
y las del remate las realizó José Ximénez, cobrando nueve mil reales. La rejería, balconajes y el reloj
–colocado en 1774– fueron obra del maestro Salvador de Ribas. La escalera noble, media naranja y
linterna, lamentablemente demolidas en 1952, las ejecutó el maestro José MARZAL, de Tudela. Además
de la que inserta MADOZ en su Diccionario, una breve descripción de la Casa Consistorial antes de su
derribo en 1952, puede verse en ALVARADO, Guía del Viajero en Pamplona (1904), pps. 79-80.
También J. L. MOLINS Pamplona-Iruña. Casa Consistorial (Pamplona 1995).
51. Diccionario Geográfico-Histórico ... de España, publicado en 1802, por la Real Academia de la
Historia, tomo II, pp. 231. Sobre estas mejoras del XVIII remito de nuevo al trabajo citado en la nota
49. Por mi parte, me ocupo también de ello en mi folleto Pamplona en 1800, número 309 de la colec-
ción Temas de Cultura Popular.
[19] 161
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
162 [20]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
57. De la fachada neoclásica de la Catedral han tratado numerosos escritores de ayer y de hoy;
destacaremos únicamente los trabajos de YÁRNOZ, Ventura Rodríguez y su obra en Navarra, pps. 26-50,
y GOÑI GAZTAMBIDE, La fachada neoclásica de la Catedral de Pamplona (“Príncipe de Viana”, 1970),
pps. 5-64.
58. Este párrafo pertenece a una descripción de Pamplona remitida a la Real Academia por el
secretario del Ayuntamiento don Joaquín López en junio de 1801 y conservada en la biblioteca de
dicha Academia. Su texto completo, acompañado de numerosas anotaciones, lo publiqué en 1978 en
el núm. 309 de la colección de Temas de Cultura Popular.
59. Diccionario citado en la nota 51, pp. 232.
60. En un estilo más sobrio, sin los excesos ornamentales propios del churrigueresco, se constru-
yeron en el siglo XVIII varias casas señoriales en distintas calles de la ciudad. Destacaremos únicamente
el Palacio del Marqués de Rozalejo o de Daoiz-Guendica, en la calle Navarrería; el de los Condes de
Guenduláin; la casa llamada de Colmenares en la Plaza del Castillo, y la número 40 de la calle
Zapatería, actualmente sede del área de Promoción Ciudadana del Ayuntamiento.
Por entonces, en 1776, se edificó también el Seminario Conciliar en la calle Dormitalería, ocu-
pando parte de lo que antes era huerto y jardín de los canónigos, con los cuales permutó el Obispo
don Juan Lorenzo de Irigoyen el solar por el de la Torre Episcopal en la calle Curia. El edificio del viejo
Seminario se conserva todavía prácticamente intacto, con una bonita portalada, en cuyo remate hay
una hornacina con la imagen de San Miguel. Junto a ella, en perjuicio del conjunto, se abrió hace años
una horrorosa puerta para paso de vehículos.
[21] 163
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
164 [22]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
65. Sobre el origen del cementerio pamplonés puede verse el ya citado folleto de GARCÍA MERINO,
Obras y servicios del viejo Pamplona. Por mi parte, he tratado del tema en artículos de prensa en varias
ocasiones. Vid. “Diario de Navarra”, de 4 de noviembre de 1969, 2 de noviembre de 1971 y 2 de
noviembre de 1977.
66. ILARREGUI recordaba en 1847 que la puerta “formaba un arco de sillería” y anotó que en esa
fecha aún se veían algunas señales de su existencia. (Nota XV de su edición del Poema de ANNELIERS,
que publicó con el título de La Guerra Civil de Pamplona).
67. J. J. MARTINENA. La reedificación neoclásica de la iglesia de San Lorenzo de Pamplona. “Príncipe
de Viana”, 1981, pp. 385-475. En 1843 escribía YANGUAS Y MIRANDA que había sido derruida “hace
algunos años, cuando se reedificó la iglesia”. Alude naturalmente a la parroquia de San Lorenzo, que
fue reconstruida -salvo el campanario- entre los años 1806 y 1815. (Ed. de la Historia de la conquista
del reino de Navarra, de LUIS CORREA), p. 172, nota de Yanguas.
[23] 165
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
Viviendas
Continuó también a lo largo del siglo XIX la sustitución de las viviendas
que aún quedaban en pie de época medieval y de los siglos XVI y XVII,
emprendida, como ya hemos visto, durante el siglo anterior. Así Madoz
podía escribir en 1848: “El casco de la población comprende 1.970 casas,
entre las que hay muchas de construcción moderna y con las comodidades
debidas, aunque son muchísimas también las que carecen de ellas por haber
sido edificadas en otros tiempos de menos gusto”68. La sustitución de casas
antiguas continuaría a buen ritmo durante la segunda mitad del siglo, impo-
niéndose un tipo característico de casa de cuatro o cinco pisos, con balcones,
compuestos generalmente de dos módulos o tramos verticales y de tres o más
en las casas de más categoría. Sólo a partir de 1880 y hasta 1915 o 1920 se
edificarán casas del tipo “fin de siglo”, o bien ya dentro de las corrientes
modernistas o eclécticas, aunque éstas dentro del casco antiguo representan
estadísticamente sólo una mínima parte.
Consecuencias de la Desamortización en el hecho urbano
La Ley de Desamortización de las propiedades eclesiásticas y de las órde-
nes religiosas (1836) vino a suponer en Pamplona, como en otras ciudades,
una verdadera revolución urbanística, por las consecuencias que a corto y a
largo plazo produjo en la fisonomía del casco urbano.
La primera consecuencia fue la confiscación y posterior derribo o trans-
formación de los antiguos conventos, y la segunda, la enajenación de las casas
que, desde mucho tiempo atrás, constituían su patrimonio, a través de dona-
ciones, limosnas y mandas pías. El primer convento que cayó bajo la pique-
ta fue el que ocupaba el solar más apetecible: el de las Carmelitas Descalzas
en la Plaza del Castillo. Para 1848 se había derribado ya la iglesia de San
Francisco, formándose en su solar el embrión inicial de lo que más adelante
sería la plaza del mismo nombre; en el convento anejo quedaron establecidas
las Escuelas de párvulos, que sostenía el Ayuntamiento, y el Almudí. Los de
Carmelitas Calzados y Mercedarios quedaron convertidos en cuarteles. El
primero sería derribado al finalizar el siglo, y el segundo en los años 1940-
1945. En el amplio y sólido caserón de los Dominicos se estableció el
Hospital Militar, previas algunas obras de transformación y adaptación de la
fachada, llevadas a cabo en 1876. El de Agustinos se vendió para fábrica –la
llamada de Galbete- y en su iglesia se estableció en 1880 la parroquia de San
Agustín, la más moderna de las cinco del casco antiguo69.
El convento de Trinitarios se había trasladado a finales del XVIII al que
ocupaban anteriormente los Antonianos, en un extremo de la calle de San
Antón, hacia la Taconera. A raíz de la Desamortización el convento fue ena-
jenado y sobre su solar se edificó el palacio del marqués de Echandía, que hoy
está subdividido en dos casas distintas, una de ellas la del Conde de Espoz y
166 [24]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
70. Para determinar el número exacto de casas que pertenecían a los conventos y cabildos parro-
quiales, es imprescindible manejar los libros y expedientes de la Junta de Policía, conservados en el
Archivo Municipal. GARCÍA MERINO hizo un detenido estudio, a la vista de dichos fondos documen-
tales, que por desgracia se limitó únicamente a la Navarrería. En esta serie de trabajos, este autor fue
recorriendo las distintas calles casa por casa, dando datos que van desde el último tercio del XVIII a
mediados del XIX. Vid. revista gráfica “Pregón”, núms. 78 (dic. 63) a 94 (dic. 67).
71. GARCÍA MERINO, La Canongía, Rev. “Pregón”, Navidad 1964.
72. La Basílica de Santa Cecilia, que existía ya en tiempos de Sancho el Mayor, fue derribada en
1575, para construir una fuente pública; pero hubo protesta del barrio y tuvo que ser reedificada en
1583. (IDOATE, Rincones de historia de Navarra, tomo I, pp. 37-39). En 1840 se cerró al culto y en
1853 fue derribada definitivamente, levantándose en su solar la actual casa número 1 de la calle Curia.
La iglesia de San Tirso, también de origen medieval, fue reconstruida en 1774, dada su gran anti-
güedad. Derribada a consecuencia de la Desamortización, en su solar se construyó la casa que hoy lleva
los números 49 y 51 de la calle Estafeta.
73. Vid. la nota número 34.
[25] 167
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
Una descripción de la plaza del año 1801 decía: “Uno de sus frentes lo
ocupa el monasterio de Carmelitas Descalzas, la fachada de su iglesia con un
pequeño pórtico, y la cerca de su huerta”74. Confiscado el monasterio a raíz
de la Desamortización, se construyó en el centro del solar un teatro, el lla-
mado Principal, y más tarde Gayarre, del que Pamplona estaba tan necesita-
da, ya que no disponía más que de un antiguo corral de comedias, reforma-
do y “modernizado” en distintas ocasiones. De él tomó su nombre la actual
calle de las Comedias. El nuevo teatro, con una elegante fachada neoclásica,
se inauguró en 1841. A su derecha, mirando desde la plaza, se edificó el
Palacio de la Diputación, entre 1840 y 1851, también neoclásico, y dotado
de una fachada principal a la parte del Paseo. Por último, hacia 1850, se ter-
minó el conjunto con otro edificio de fachada y disposición simétrica a la de
la Diputación, que ocupaba el solar del actual edificio del Banco Central,
anteriormente Crédito Navarro75.
Con la construcción de este señorial conjunto la plaza mejoró notable-
mente su aspecto, adquiriendo una vitola de gran ciudad, de la que los pam-
ploneses de entonces se sentían muy orgullosos. De todo aquello hoy no nos
ha quedado más que la Diputación, ya que el teatro fue derribado en 1931
para dar paso a la Avenida de Carlos III, que desemboca en la plaza del
Castillo por aquella parte. Unos años después se derribó el edificio del
Crédito, sustituyéndolo por el actual. Unicamente el teatro Gayarre, recons-
truido en la avenida Carlos III, ha conservado la fachada del antiguo, aun-
que sin el frontón que la remataba, ni el reloj coronado por el escudo de la
ciudad, ni las figuras alegóricas que representaban a las musas.
Detrás del teatro, junto al polvorín de la muralla, se construyó también
en los años 1843-44 la plaza de toros anterior a la actual, que tenía un aforo,
según Madoz, de 8.000 personas. Fue destruida por un incendio el año
1921. Al construirse esta plaza quedó liberada la del Castillo de los espectá-
culos taurinos, que impedían hacer en ella obras de embellecimiento y que,
a partir de entonces, se sucedieron en distintas fechas76.
En 1855 se construyó en el llamado Paseo de Valencia –hoy de Sarasate–
la Casa de Baños, que vino a sustituir a otras dos anteriores existentes junto
al Palacio de los Virreyes, de origen medieval, y en la Plaza de las Recoletas.
Esta Casa de Baños, en la que se empleó piedra de la antigua torre de San
Lorenzo, se mantuvo en pie hasta el año 196977.
En 1850 el Ayuntamiento construyó un edificio destinado a Alhóndiga
Municipal en el Paseo llamado entonces de Valencia, esquina con la avenida
de San Ignacio, que fue vendido al Banco de España en 189578.
168 [26]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
[27] 169
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
El Primer Ensanche
En octubre de 1887, el concejal don Serafín Mata y Oneca presentó al
Ayuntamiento un proyecto de ensanche por el Suroeste, en el cual, respetan-
do el recinto amurallado exterior de la plaza –intocable por entonces–, se
partía de la base de derribar únicamente dos baluartes de los cinco con que
contaba la Ciudadela: los de la Victoria y San Antón, que eran los que mira-
ban hacia la ciudad. Tras laboriosas gestiones, se consiguió de las autoridades
militares la correspondiente autorización para lo referente a las fortificacio-
nes, y por fin, el 22 de agosto del año siguiente, apareció el decreto-ley de
aprobación84.
En abril de 1889 daban comienzo las obras de derribo de los dos baluar-
tes afectados y la explanación y acondicionamiento de los terrenos, base del
futuro ensanche.
En pocos años se construyeron seis manzanas de viviendas, señaladas en
el plano de la ciudad con las letras de la A a la F, que naturalmente respon-
dían arquitectónicamente al estilo de la época –el “fin de siglo”– que ahora
tiende a revalorizarse en las grandes ciudades y que en la historia de los esti-
los está perfectamente estudiado y delimitado cronológicamente. Según sus
cánones, se edificó en Madrid el barrio de Salamanca y más cerca de noso-
tros el Ensanche de San Sebastián, que es hoy la zona céntrica de la ciudad,
tan amenazada por la especulación hacia 1960-70. Eran aquellas casas de
corte aristocrático, con elegantes fachadas de amplios balcones y miradores
encristalados y portales decorados con profusión de molduras y adornos de
yesería. En algunos edificios incluso se empleó piedra en las fachadas85.
Aquel ensanche resultó pronto insuficiente. Se habían previsto 22.736,39
metros cuadrados de superficie edificable, descontando los nuevos cuarteles,
que se construyeron entre 1900 y 1910, en la zona más próxima a la
Ciudadela. De las cinco manzanas con destino civil, una se destinó a
Audiencia Territorial, enorme edificio de 3.318 metros cuadrados.
La nueva Alhóndiga, edificada por estos años, se llevó otros 2.484 metros
de solar. Así pues, según la Guía de Alvarado, quedó disponible para edifi-
cios de viviendas un espacio de 16.934, 39, en el cual se establecieron ade-
más, andando el tiempo, cuatro conventos: Ursulinas, Maristas,
Concepcionistas y Reparadoras, los dos primeros derribados hacia 1970 y el
último reedificado enteramente, sin ningún respeto a las características arqui-
tectónicas del entorno.
Las viviendas particulares que se construyeron, por su elegancia, calidad,
comodidades –para aquella época–, amplitud y céntrico emplazamiento,
adquirieron en seguida carácter prohibitivo para economías modestas, que
entonces eran las de casi todos los pamploneses, por lo que en realidad aque-
llas casas no vinieron a solucionar ningún problema, sino a ciertos niveles
sociales y económicos; ni a cumplir plenamente el objeto expreso para el cual
aquel ensanche se había proyectado, que era fundamentalmente la descon-
170 [28]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
gestión del casco urbano –el actual casco viejo– ahogado ya desde hacía tres
siglos por las murallas de los Austrias.
Con este ensanche, primero de los realizados en Pamplona, culminaba
una dilatada etapa de la historia de la ciudad, la que Leoncio Urabayen llamó
el relleno 86. En efecto, con la construcción de estas cinco manzanas de casas,
experimentó una alteración considerable y renovadora la fisonomía urbana
de la ciudad, cuya estructura no había variado en lo esencial desde los tiem-
pos de Felipe II. Podemos decir que la vieja estampa de la Pamplona virrei-
nal se mantuvo inalterable, en muchos aspectos, hasta la construcción del
Primer Ensanche87.
Los gastos de urbanización supusieron al Ayuntamiento Constitucional
la cantidad –considerable para entonces– de 408.436 pesetas; desglosando
por partidas, vemos que las obras de desmonte y excavación –“la terrera”
como se le llamaba– se llevaron 73.436; el alcantarillado costó 250.000. El
importe de las obras de pavimentación de calles y enlosado de las aceras
supuso otras 85.000 pesetas.
Durante la década de los 60, este primer ensanche, una de las zonas de la
ciudad más apetecibles para las empresas constructoras, sufrió una radical
transformación, que estuvo a punto de acabar con él por completo. Ya que
no puede hacerse otra cosa a estas alturas, convendría garantizar la conserva-
ción de las casas más representativas de la zona, como afortunadamente se ha
hecho con la Audiencia futura sede del Parlamento88.
Con el derribo de las murallas, autorizado por ley de 7 de enero de 1915,
siendo Alcalde don Alfonso de Gaztelu, podemos considerar que termina la
historia de la ciudad antigua, para entrar en el campo de la Pamplona actual.
Derribados los muros y baluartes entre los años 1915 y 1921, en el frente
comprendido entre Labrit y la Ciudadela –los portales habían sido amplia-
dos ya en 1905-1907– se acometió la decisiva obra del Segundo Ensanche,
según proyecto del arquitecto municipal D. Serapio Esparza, que no se ter-
minaría hasta la década de los 50.
El Tercer Ensanche y los barrios extramurales son cosa de nuestros días.
RESUMEN
El trabajo constituye una síntesis de historia urbana, que arranca a
mediados del siglo XI, cuando únicamente existía el núcleo inicial de
la Navarrería, dominio episcopal heredero de la antigua civitas roma-
na. Describe luego el nacimiento de los burgos de San Cernin y San
[29] 171
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
ABSTRACT
The work constitutes a synthesis of urban history beginning in the
middle of the 11th century when only the intial population centre of
Navarrería existed, which was an episcopal domaine and heir to the old
roman civitas. It goes on to describe the birth of the boroughs of San
Cernin and San Nicolás, aroud the year 1100, their subsequent unifi-
cation by Carlos III in 1423, and their gradual consolidation during
the 15th and 16th centuries, above all after the construction of Felipe
It’s new city wall which was started in 1571. It had now become vice-
royal Pamplona whose urban structure would develop without any
notable change until the initiation of the construction of the Primer
Ensanche district from 1887. The demolition of the city walls from
1915 to 1921, made way for the Segunda Ensanche district and the
birth of modern Pamplona.
172 [30]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
La Navarrería y los burgos de Pamplona (hacia 1360-1423)., (según Juan José Martinena).
[31] 173
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
La Pamplona de la época virreinal (s. XVI-XIX) con el nuevo recinto amurallado de la Casa de
Autria, (según Juan José Martineana).
174 [32]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA
Plano de 1608 que representa la Ciudadela y la nueva muralla de Felipe II, el castillo erigido por
Fernando el Católico y la vieja muralla medieval modificada por Carlos V, (archivo de Simancas).
[33] 175
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ
Vistaa aérea de Pamplona en 1935, en la que se aprecia la trama urbana medieval del casco viejo, las
manzanas más regulares del primer ensanche y la primera fase del segundo ensanche hasta la actual
avenida de la Baja Navarra, (Servicio Catastral del Gobierno de Navarra).
176 [34]