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Reseña de La Evolución Urbana de Pamplona.: Desde El Siglo XI Hasta El Derribo de Las Murallas en 1915

Este documento resume la evolución urbana de Pamplona desde el siglo XI hasta 1915. Explica que en el siglo XI, la ciudad estaba compuesta solo por el núcleo original alrededor de la catedral. A mediados de ese siglo, se formaron dos nuevos barrios para francos fuera de las murallas originales, conocidos como burgos. El primero fue el Burgo de San Cernin en 1090, seguido por el Burgo de San Nicolás. La ciudad continuó expandiéndose a través de la adición de nuevos burgos en los
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Reseña de La Evolución Urbana de Pamplona.: Desde El Siglo XI Hasta El Derribo de Las Murallas en 1915

Este documento resume la evolución urbana de Pamplona desde el siglo XI hasta 1915. Explica que en el siglo XI, la ciudad estaba compuesta solo por el núcleo original alrededor de la catedral. A mediados de ese siglo, se formaron dos nuevos barrios para francos fuera de las murallas originales, conocidos como burgos. El primero fue el Burgo de San Cernin en 1090, seguido por el Burgo de San Nicolás. La ciudad continuó expandiéndose a través de la adición de nuevos burgos en los
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Reseña de la evolución

urbana de Pamplona.
Desde el siglo XI hasta el
derribo de las murallas en 1915
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

LA FIJACIÓN DEL TRAZADO URBANO Y SUS VICISITUDES


HASTA EL SIGLO XV

La Navarrería, heredera de la ciudad romana


A mediados del siglo XI, Pamplona estaba integrada exclusivamente por
el núcleo de población original –Iruña– situado alrededor de la Catedral,
cuyos moradores eran en su totalidad labradores autóctonos y dependientes
o servidores de la Catedral de Santa María. Era aquello un ejemplo típico de
civitas episcopalis o de cité, según la terminología acuñada por Pirenne, y
desde luego, como las estudiadas por dicho autor, de extensión muy restrin-
gida y cuyo perímetro urbano venía determinado por la antigua muralla
romana, que los obispos, señores de la ciudad, se encargaban de reparar y
mantener 1.
Según la Crónica del Príncipe de Viana, Carlomagno, el año 778, “fizo
derrocar los muros [de Pamplona], porque los moros non se podiesen otra

1. M.ª Angeles IRURITA publicó en 1959 un documentado libro, El municipio de Pamplona en la


Edad Media, en el cual se ocupa de esa etapa crucial en la historia de la ciudad, referida primordial-
mente a los aspectos políticos e institucionales. La obra fue editada por el Ayuntamiento y consta de
325 páginas. Su apéndice documental recopila 118 piezas.
Posteriormente, en 1974, la Institución Príncipe de Viana publicó mi libro La Pamplona de los
burgos y su evolución urbana, de 351 páginas, cuyo contenido se refiere principalmente a lo urbanísti-
co, y a cuyo texto me remito para cualquier referencia documental, que sería sumamente engorroso
incluir en este breve estudio.

[1] 143
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

vez con eilla alzar”; pero posteriormente la tuvo que cercar otra vez, “ca de
nuevo los moros la habían fortificado de muy fuertes muros”2. Aunque desde
luego estos datos no ofrecen excesiva garantía histórica, es probable sin
embargo que los muros romanos se hubieran conservado, con las mejoras
necesarias, en la época medieval; cosa por otra parte bastante frecuente en
otras ciudades de Europa. Sandoval daba cuenta en 1607 del hallazgo de un
ídolo de bronce, “en una torre cuadrada, obra de romanos como otras que se
ven hoy día en la cerca antigua desta ciudad”3. En el sótano de la casa núme-
ro 19 de la Calle Chapitela vio Taracena hacia 1945 “restos de un tambor y
lienzo de la muralla romana, revestida de sillares de mediano tamaño, lienzo
que va en dirección perpendicular a la calle”. Al parecer estos restos defensi-
vos habían sobrevivido durante la edad media como parte del recinto amu-
rallado de la Navarreria4.
El recinto fortificado desmantelado por Carlomagno nos ha quedado
descrito brevemente en una alabanza de Pamplona, titulada “De laude
Pampilone epistola”, estudiada y publicada por Lacarra5. Este documento
señala para el perímetro de la ciudad romana una longitud de mil diestras, y
dice que el recinto estaba jalonado por 67 torres.
“Quuius murorum turres in latitudine LXIII pedum sita. In altum LXX-
XIIII pedum surgit inmensis. Circuitu urbis mille ambitus dextris. Turrium
sit numero LXVIII...”
Uranga calificó estos datos de inverosímiles, ya que el laude asigna prác-
ticamente a Pamplona la extensión que alcanzó en la edad moderna6. Sin
embargo, los datos antes citados de Sandoval vendrían a confirmar los del
laude, porque la torre a la que hace referencia el obispo cronista “estaba junto
a la iglesia de San Antón”, y fue demolida “derribando los muros viejos de
esta ciudad de Pamplona”; es decir, que se levantaba entre la desembocadura
de las calles de San Antón y Nueva a la Taconera, formando parte del muro
medieval de la ciudad, que fue derribado por aquella parte a fines del siglo
XVI, a raíz de la construcción de la Ciudadela por Felipe II7.
Cuantos han estudiado el tema coinciden en afirmar que hoy nada
podemos aventurar sobre el período anterior al siglo XI, debido a que la
Navarrería, que posiblemente conservaría la estructura de la antigua ciudad
romana, con las naturales modificaciones operadas al paso del tiempo, fue
totalmente arrasada en 1276, con ocasión de la terrible guerra civil desenca-

2. Pp. 36 y 37 de la edición de YANGUAS Y MIRANDA, impresa en Pamplona en 1843. Libro I,


capítulo V de la Crónica.
3. SANDOVAL, Catálogo de los Obispos (Pamplona, 1614), folio 3
4. TARACENA, Excavaciones en Navarra (“Príncipe de Viana”, 1946), pp. 435.
5. LACARRA, Textos navarros del Códice de Roda (“Estudios de Edad Media de la Corona de
Aragón”, 1945), pps. 193-283.
6. URANGA, La población de la Navarrería en 1350 (“Príncipe de Viana”, 1952), pp. 68. Este estu-
dio de Uranga abrió brecha en el campo de la Pamplona medieval, ya que no se limita exclusivamen-
te a lo demográfico. Más modernamente se volvió a ocupar del tema J. CARRASCO, en su libro La pobla-
ción de Navarra en el siglo XIV (Pamplona, 1973).
7. SANDOVAL, vid. nota 3. En 1584, Felipe II escribió al ingeniero Palear sobre la conveniencia de
derribar las viejas murallas medievales por aquella parte. La iglesia de San Antón estaba situada al final
de la calle de este nombre, hacia la Taconera y fue derribada a raíz de la Desamortización. La primiti-
va iglesia medieval, del s. XIV, al construirse la Ciudadela en 1571, quedó englobada dentro de su
recinto, como capilla de la nueva fortaleza.

144 [2]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

denada entre sus barrios8. Esto habría que matizarlo, ya que no tenemos nin-
guna prueba concreta de que en la reedificación ordenada en 1324 no se
hubiera respetado la primitiva disposición o estructura urbana de la vieja ciu-
dad. La realidad es que, como ha señalado M.ª Angeles Mezquíriz, la mayor
parte de la antigua Navarrería conserva todavía hoy en su planta una dispo-
sición típicamente romana9. Volveremos sobre esto.
En cualquier caso, y seguimos con lo referente al perímetro y extensión
de la ciudad, no sería inverosímil pensar en un repliegue urbano, en una
reducción –o mejor, concentración– del perímetro, que se habría operado
durante la época de las invasiones. Ya observó Chueca Goitia que con la caída
del Imperio Romano y de lo que éste representaba en cuanto a organización
política e institucional, las antiguas “civitates” romanas decrecen de tal mane-
ra que muchas de ellas llegan incluso a desaparecer10.
Nacimiento de los burgos
En el caso de Pamplona, nos encontramos que al lado del núcleo origi-
nal, heredero de la antigua ciudad romana y sede del obispo, se van forman-
do casi simultáneamente, en torno al año 1090, dos poblaciones de francos
que no se acogen al derecho local. El caso no es exclusivo de Pamplona.
Pirenne señala que los comerciantes se vieron obligados a instalarse, por falta
de sitio, en el exterior del antiguo perímetro, constituyendo burgos extra-
murales, que por oposición al núcleo ya existente son llamados por los tex-
tos burgos nuevos11. Así sucede en el caso de Pamplona, si bien aquí posible-
mente más que en una falta de espacio en la Navarrería, haya que pensar en
un problema de asimilación, de choque de razas y mentalidades, y desde
luego en una cuestión de Status, ya que la Navarrería, como hemos visto, era
esencialmente un dominio de titularidad episcopal.
Burgo franco de San Cernin
En nuestra ciudad los francos se instalaron primeramente en un llano que
había fuera del muro de la primitiva Iruña, hacia la parte de Barañain. El
emplazamiento era bueno y adecuado, a cierta distancia de la ciudad episco-
pal, en terreno llano casi en su totalidad y, sin embargo, áspero y terraplena-
do hacia la parte lindante con la población preexistente. El barranco de Santo
Domingo, todavía perceptible en la topografía de la ciudad, aunque muy
rellenado con el tiempo, descendía aproximadamente desde el inicio de la
actual calle Calderería, en un derrame progresivo, hasta el río, por donde más
tarde se construyeron el Ayuntamiento, el Mercado, el convento de Domi-
nicos (más tarde Hospital Militar) y el Seminario de San Juan. La pendiente
de las calles Mañueta y Bajada de Santo Domingo nos puede todavía servir
de referencia para formarnos una idea del descenso de nivel que tenía el

8. Esta guerra, que terminó con la destrucción y total despoblación de la Navarrería -la ciudad
primitiva- fue narrada en versos provenzales por Guillaume ANNELIERS, en un extenso poema que fue
publicado por ILARREGUI en Pamplona en 1847, y posteriormente por F. MICHEL en París en 1856, en
una edición monumental, plagada de notas. Recientemente se ha realizado una nueva edición crítica,
a cargo de R. CIERVIDE.
9. MEZQUÍRIZ, La excavación estratigráfica de Pompaelo (Pamplona, 1958), pp. 221.
10. Breve historia del Urbanismo (Alianza Editorial, 1968) p. 87.
11. Las ciudades de la Edad Media (Alianza Editorial, 1972) p. 94.

[3] 145
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

barranco respecto a la meseta donde está emplazada la ciudad. Este barranco


ha ejercido una influencia notable en el desarrollo urbano de Pamplona12. Al
principio contribuyó a robustecer la posición defensiva de la Navarrería,
emplazada en el solar de la antigua población romana, sobre una colina que
dominaba el barranco.
Nace así el Burgo de San Cernin, primer burgo franco de Pamplona, al
que otorgaría fuero algún tiempo después el Rey Alfonso el Batallador, en
1129. Observando su planta, todavía perfectamente reconocible en el plano
actual de la ciudad, parece deducirse que fue trazado de una vez, con arreglo
a un plan urbano preconcebido. El esquema de su estructura afecta un hexá-
gono, cuya arteria longitudinal –la Calle Mayor– se ve cortada perpendicu-
larmente en su mitad por la antigua belena –actual Calle Eslava–, que en
principio tenía esencialmente un fin defensivo. Al principio y al final de esta
calle fundamental se abrían los dos portales principales de la fortificación del
Burgo, defendidos por las torres de las dos iglesias parroquiales: San Cernin,
hacia la Navarrería, y San Lorenzo, hacia la Taconera. Al principio y al final
de la belena se abrían las dos puertas secundarias, los portillos o poternas. Se
trata de una estructura simétrica, que si se doblara en un plano por el eje de
la belena, vendrían a coincidir casi perfectamente los dos sectores o mitades
y las dos iglesias, situadas una a cada extremo de la arteria principal, junto a
los accesos al recinto, en emplazamientos casi idénticos y formando parte
importante del recinto amurallado.
El Burgo de San Cernin se rodeó desde su fundación de un fuerte muro,
con fosos y doble muralla jalonada de torres, excepto a la parte de la
Rochapea y el río, donde debido a lo escarpado del terreno, construyó un
solo muro13.
La Puebla del Mercado
Algún tiempo después, posiblemente a comienzos del siglo XIII, en el
Burgo de los francos se originó un apéndice urbanístico hacia el Noroeste,
cuya población, de componente esencialmente labrador, no les interesaba a
los burgueses asimilar ni asociar a su situación de privilegio. Nace así la lla-
mada Pobla Nova del Mercat, posteriormente Barrio de las Burullerías, cuyo
trazado urbano, circunstancial y sin plan alguno, se mantuvo hasta el siglo
XVII, y hoy lo conocemos gracias a un detallado plano que se hizo cuando
desapareció aquella zona de la ciudad hacia 1640, para construir en su solar
el actual convento e iglesia de los Carmelitas Descalzos14. Tal vez haya que
relacionar con el establecimiento de esta Puebla del Mercado, que ocupaba
también toda la actual zona de la Plaza de Recoletas y Plazuela de la O, –más

12. De este barranco se ocupó URABAYEN en su Biografía de Pamplona (Pamplona, 1952) pp. 33
y 34. En la p. 89 trata de él como obstáculo natural entre la Navarrería y el burgo de San Cernin.
13. Del recinto amurallado del burgo de San Cernin me ocupo en mi libro La Pamplona de los
burgos, pps. 259-282 con bastante detalle. En un plano desplegable que acompaña al texto, se ofrece
la planta o estructura de los tres núcleos de la ciudad en los siglos XIV y XV, antes de la Unión. Un
plano bastante esquemático y con alguna inexactitud, publicó mucho antes URABAYEN en su Biografía
de Pamplona, fig. 11.
14. Conozco este plano desde 1970, a través de una copia realizada por J.J. MONTORO hacia
1920, conservada en el Archivo Municipal, en un manuscrito inédito titulado Iruñeko Inda zarrak (las
viejas calles de Pamplona) y recientemente publicado el original por Arazuri.

146 [4]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

otras casas extramurales que desaparecieron por razones defensivas en el siglo


XVI–, la creación en el Burgo de una segunda parroquia, la de San Lorenzo,
acerca de cuya demarcación y territorio adscrito hubo algunas cuestiones, a
lo largo de la edad media, con la parroquia de San Cernin.
La Población de San Nicolás
Poco tiempo después del establecimiento del Burgo de San Cernin, en
torno al año 1100, nace la Población de San Nicolás, llamada al principio
Burgo Nuevo. Su emplazamiento, contiguo al del Burgo, aprovechando tam-
bién lo llano de ese terreno, sería a lo largo de la edad media causa de varias
discordias y litigios, como en 1213 y 1222, en que hubo muchas muertes y
destrucciones, y todavía en 1346, en que afortunadamente, la cosa no pasó
de un largo pleito. Por de pronto, como primera consecuencia del nacimien-
to de la Población, el antiguo foso sur del Burgo quedó privado de su fun-
ción originaria de defensa exterior, para convertirse en separación interna de
las dos poblaciones, fuente continua de cuestiones y litigios, y obstáculo evi-
dente para las relaciones humanas y la fusión urbanística de los dos enclaves.
En las sucesivas concordias de 1213 y 1222, y posteriormente en 1266 y
1287, se regularon minuciosamente las condiciones que habían de reunir,
sobre todo en cuanto a materiales a emplear y a alturas máximas permitidas,
las casas de la Población que mirasen hacia el foso del Burgo de San Cernin,
que en este punto estaba amparado por abusivos privilegios –más o menos
interpolados– que invocaba y hacía valer continuamente15.
La Población adoptó en su trazado urbano un esquema muy similar al de
las bastidas francesas, tipo que se repite varias veces en Navarra, en las pue-
blas y burgos establecidos en tiempo de Alfonso el Batallador (1104–1134).
Chueca Goitia señala Sangüesa y Puente la Reina como los ejemplos más
antiguos y genuinos del reino. El Burgo de San Cernin, que no sigue exacta-
mente ese esquema, es algunos años anterior, y la Población de San Nicolás,
prototipo de bastida no mencionado por Chueca, es prácticamente contem-
poráneo de las dos localidades citadas, o tal vez algo anterior.
Vemos pues que –como observó Lacarra– los barrios formados con arre-
glo a esta política, que pudiéramos llamar de colonización interior, se planean
a base de calles rectas y manzanas regulares, aún cuando en algún caso sea fac-
tor determinante la disposición y características del terreno, al que hay que
acomodarse en última instancia16.

15. En 1222 se determinó que las casas de la Población que miraban al Burgo tuviesen un basa-
mento de piedra de una altura máxima de tres codos, y sobre él únicamente podían edificar a base de
madera y sólo hasta la altura de una lanza militar. No se permitían puertas ni ventanas hacia el foso.
En la carta de avenencia de 1266 y posterior unión de 1287 se suavizaron aquellas condiciones,
permitiendo a los de la Población que edificasen por encima del basamento hasta una altura máxima
de 15 codos, pudiendo hacer las construcciones de tapia. Se autorizaba también una ventana o hueco
a la parte del foso. En 1390, por orden de Carlos III, se permitió que sobre el basamento de cuatro
codos de piedra pudiesen “edificar de gisso et de fusta tan alto como les plazdrá, sin fazer gramancho-
nes, baillesteras, garitas ni otras cosas que pertenezcan a fecho de fortaleza et de guerra” (Archivo
Municipal, caja 23, núm. 170).
16. LACARRA, J. M., El desarrollo urbano de las ciudades de Navarra y Aragón (Rev. “Pirineos”,
Zaragoza, 1950), p. 6.

[5] 147
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Cuando una ciudad ha sido objeto de repoblaciones sucesivas, mediante


distintos privilegios reales, pueden distinguirse perfectamente en su planta
cada una de las diferentes ampliaciones, porque adoptan para sus calles un
trazado especial y característico, que refleja la personalidad de cada barrio,
que tiene sus autoridades propias y está separado de los otros por murallas y
fosos, que sólo al cabo de muchos años desaparecen y se allanan. Es el caso
de Pamplona, donde al Burgo de San Cernin, de planta hexagonal –Lacarra
dice pentagonal– se agrega poco después la Población de San Nicolás, de tra-
zado rectangular. Y al reconstruirse la Navarrería en 1324, se ordena expre-
samente que se tracen calles rectas, lo que se llevó a efecto cuidadosamente,
según puede reconocerse todavía.
El problema de la reedificación de la Navarrería
El problema –o la interrogante– que se nos plantea al llegar a este punto,
es de cuándo data la estructura urbana actual de la Navarrería, que tantas
analogías presenta con la planta de una ciudad romana. Hasta la guerra civil
de los burgos de Pamplona (1276), el núcleo primitivo de la ciudad conser-
varía, más o menos transformado y modificado por las sucesivas destruccio-
nes e incendios, el trazado y perímetro de la antigua civitas romana con el
pequeño anexo del Barrio de San Miguel y la repoblación autorizada hacia
1189 entre Santa Cecilia y el Burgo. Durante bastantes años se ha venido
afirmando –de forma empírica, a mi modo de ver– que en la reedificación de
1324 se trazó una nueva estructura que en nada recuerda a la anterior, pres-
cindiendo totalmente del esquema urbanístico de la población destruida.
Sin embargo –aunque pudiera tratarse de una mera coincidencia– la rea-
lidad es que la planta actual de la Navarrería, al menos en su sector más
amplio, el que viene delimitado por las calles Tejería y Curia, y perpendicu-
larmente por las de Dormitalería y Estafeta, parece corresponder a la de una
ciudad romana. Por otra parte, como han demostrado claramente los estu-
dios y excavaciones realizados por la Dra. Mezquíriz, los restos arqueológicos
hallados en el antiguo Arcedianato y zonas adyacentes seguían en sus vías una
clara dirección Norte-Sur; es decir, paralela a las actuales calles de
Dormitalería, Compañía, Calderería y Estafeta, que corresponden al supues-
to trazado de nueva planta llevado a cabo en 1324. Todo esto condujo a la
citada investigadora a la hipótesis de si en la zona citada de los aledaños de la
Catedral habría que localizar el kardo máximo de la ciudad romana, el cual
tendría posiblemente su intersección con el decumanus máximo en la plaza
que se abre delante de la fachada catedralicia. El decumanus sería natural-
mente la actual calle Curia, o al menos seguiría su misma dirección, caso de
que no coincidieran exactamente17.
Ya antes del privilegio real de 1324 para la reedificación de la Navarrería,
el año 1313, el Rey Luis Hutín autorizó la reconstrucción de todas las casas
propias del Cabildo, tal y como estaban antes de la ruina ocurrida a raíz del
asalto de 1276. Si pensamos por un momento en el elevado número de casas
que constituían la propiedad capitular antes de la cesión al rey del dominio
de la ciudad, valoraremos en su justa proporción lo que esto pudo suponer a

17. MEZQUÍRIZ, La Excavación estratigráfica..., pp. 221.

148 [6]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

la hora de reconstruir la vieja ciudad. Desde luego, este hecho tuvo que con-
dicionar notablemente el trazado de la nueva estructura urbana, que, a mi
juicio, y salvo algunas rectificaciones convenientes e incluso necesarias, no
habría resultado tan distinta de la primitiva como se ha creído hasta ahora.
Estos tres núcleos urbanos, Navarrería, Burgo de San Cernin y Población
de San Nicolás –los dos últimos unidos en un municipio a partir de 1287–
constituían otros tantos recintos fortificados aislados, con sus portales y
murallas defendidas a trechos por torres cuadrangulares, en los que las igle-
sias desempeñaban un importante papel defensivo.
La casa medieval
La casa urbana de la época medieval responde al tipo unifamiliar, y cons-
ta únicamente de planta baja, en la que se ubica la cuadra, el taller o la “boti-
ga” o tienda, y el piso superior, destinado a vivienda. La planta suele ser rec-
tangular alargada, con la fachada en uno de los lados más cortos, respon-
diendo a la parcelación característica de los burgos y bastidas. Se pueden ver
todavía en Navarra abundantes modelos en pueblos de la Montaña y Zona
Media, muchos de ellos estudiados por J. Caro Baroja. A la parte interior
tenían el corral, y a veces un pequeño huerto. Tal vez el único ejemplar con-
servado en Pamplona sea la llamada “Casa del Músico”, junto a la puerta de
San José de la Catedral. La Cámara de Comptos responde a un tipo más pala-
cial, con un cuerpo más elevado a modo de torre.
La ciudad después del Privilegio de la Unión de los Burgos
Entre la muralla de la Navarrería, que daba al Chapitel y al Prado de
Predicadores, y el recinto de San Cernin y de la Población, se abría un amplio
espacio libre donde tenía lugar el mercado de la Navarrería. A continuación,
hacia la parte del río, se iniciaba el barranco de Santo Domingo. Esta que
pudiéramos llamar tierra de nadie, motivo constante de pleitos y contiendas
a lo largo de la Edad Media, se fue rellenando urbanísticamente a lo largo del
siglo XVI, originándose en su terreno tres plazas, que vinieron a ser el centro
y corazón de la nueva ciudad que surge unida a partir del Privilegio de la
Unión de los Burgos, promulgado en 1423. Las actuales plazas del Castillo,
Consistorial (antes llamada de la Fruta y del Chapitel) y Santo Domingo,
con las manzanas de casas que las separan y la Casa del Ayuntamiento, sir-
vieron para materializar la fusión urbana de los tres burgos, que institucio-
nalmente quedaban unidos con el citado documento de Carlos III.
Aunque el Privilegio de la Unión prescribió claramente que “las fortale-
zas que están al día de hoy que las mantengan, et si cayan, que las reparen,
et las que estan caydas que las pongan en debido estado, segunt solían ser
ante de agora”18, parece que en algunos sectores se derribaron las murallas
medievales para facilitar la fusión urbana de los tres núcleos anteriores. En
1529, el virrey Conde de Alcaudete, prohibió dar a censo los solares de las
murallas, en aquellos puntos en que hubiesen sido derruidas. Lo cierto es que

18. Una transcripción del Privilegio de la Unión de fácil localización, aunque con algunos peque-
ños fallos de transcripción, puede verse en YANGUAS Y MIRANDA, Diccionario de Antigüedades de
Navarra, art. Pamplona.

[7] 149
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

a mediados del siglo XVII aún se mantenían en pie diversos tramos y vesti-
gios de las murallas medievales. Dice un testigo en un proceso de 1651: “Y
en el día de hoy se ven muchos pedazos de murallas en diferentes partes y
calles de la dicha ciudad de Pamplona”, y seguidamente pasa a describir algu-
nos de los lugares en que se conservaban restos de importancia19.
La Casa Consistorial
Posiblemente el primer edificio que empezó a construirse en los terrenos
comprendidos entre las murallas de separación interna de los antiguos bur-
gos, fue la Casa Consistorial. Como acertadamente observó Leoncio
Urabayen, este edificio materializaba la fusión urbana, siendo en cierto modo
el pionero de la unificación, de la que por otra parte venía a ser el símbolo.
El capítulo III del Privilegio de la Unión trata detalladamente del empla-
zamiento de la casa del Ayuntamiento. Dice: “Dó se fará la casa de la Jurería
et dó será la campana de los Jurados ... Ayan aber a perpetuo una casa e una
jurería, do se hayan a congregar por los aferes e negocios de nuestra dicha
muy noble ciudat, et ayan a facer lo más antes que pudieren la dicha casa de
la jurería, en el fosado que es enta la torr clamada la Galea, enta la part de la
Navarrería, dejando entre la dicha torr et la dicha casa camino suficient para
pasar, segunt está el día de hoy, o a otra part do bien visto lis será ... Et metrán
en la torr de la Galea, o a otra part do a eillos plazdrá, una campana al toco
de la qual se plegarán los dichos diez jurados ...”20.
Este emplazamiento frente a la torre de la Galea es el que se eligió, como
vemos por un proceso de 1651 cuando todavía se mantenía en pie el portal de
la Galea y los restos de la torre. Se dice en él: “Y cerca de la misma Casa de la
Ciudad, a donde están arrimados los escritorios del alcalde de la Ciudad, está
un pedazo de torre que antiguamente la llamaban la Torre de la Galea. Y al
Portal de la Puerta Lapea le llamaban el Portal de la Galea por estar tan cerca
della, como parece por el capítulo 3 del Privilegio de la Unión” 21.
El Privilegio preveía la lentitud que solía caracterizar a las obras públicas
de aquella época, por lo que sabiamente añadió: “Et ata tanto que la dicha
casa de la jurería sea fecha, los dichos jurados podrán facer su congregación
et plega en el hospital de la iglesia de San Cernin, et si más quisieren en la
casa de la jurería de los dichos Burgo e Población”. Se señaló la cantidad de
setecientas libras anuales, como cupo que habría que separar de las rentas de
la ciudad con destino a la fábrica de la casa consistorial.
Hacia 1483 parece que las obras tomaron un impulso notable. En ese año
la ciudad vendió al rey el privilegio de inmunidad por 400 libras anuales,

19. Este proceso lo manejó F. IDOATE en su trabajo Las fortificaciones de Pamplona a partir de la
conquista de Navarra (“Príncipe de Viana”, 1954). Los datos mencionados y otros de interés de esa
fecha se hallan en la p. 90.
20. Esta torre de la Galea se levantaba con toda seguridad en el callejón que todavía existe per-
pendicular a las escaleras que desde San Saturnino bajan al Ayuntamiento y Cuesta de Santo Domingo.
La Portalapea se mantuvo en pie hasta después de la Guerra de la Independencia. Su planta la publi-
qué en La Pamplona de los burgos, lámina 11, y en la pp. 265 intenté una reconstrucción del alzado a
la vista de los datos existentes. La recoge también J. J. ARAZURI en el tomo II de Pamplona, calles y
barrios, publ. en 1980. p. 349.
21. Proceso citado en la nota 19.

150 [8]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

cuya renta se invertiría en la fábrica del Ayuntamiento, que se había comen-


zado en la Navarrería, delante del Chapitel y muy cerca de los muros del
Burgo. Al parecer las obras se hallaban muy adelantadas para estas fechas 22.
La primitiva casa consistorial, edificada en la segunda mitad del siglo XV,
en el mismo lugar que ocupa la actual, no debía de tener nada de artístico. En
1752 el Ayuntamiento acordó derribarla y construir en su solar un edificio
más espacioso y conforme con los gustos de la época, que quedó terminado
en 1759. El Ayuntamiento actual, construido en 1953-1954 ha conservado la
fachada barroca de esta segunda construcción municipal del XVIII 23.
Muralla común
Lacarra ha escrito que el recinto amurallado externo de la ciudad, común
a las tres antiguas poblaciones medievales, no pudo establecerse hasta muy
tarde, en los finales del siglo XV, dada la rivalidad existente entre dichos
barrios o poblaciones con anterioridad a ese momento histórico24. La reali-
dad es que, apaciguadas definitivamente las discordias a raíz del privilegio de
la Unión de 1423, poco después, en 1432, los reyes Juan II y Doña Blanca
repartieron entre los tres barrios de Pamplona, un cupo contributivo llama-
do “sisa”, destinado a la reconstrucción y fortificación de las murallas de la
ciudad, asignando un tercio a cada barrio, es decir a la Navarrería, San
Cernin y San Nicolás.
Posiblemente fue por esos años, hacia 1440 ó 1450, cuando se trazó el
lienzo de muralla que unía la torre de la Rocha del Burgo –actual Museo de
Navarra– con los muros defensivos del Palacio Real de la Navarrería, lienzo
reformado más adelante hacia 1540, y donde se abrió el nuevo portal de la
Rochapea, en sustitución del primitivo de la Rocha, en 1555.
Por la parte sur del recinto, protegían la separación existente entre la
Navarrería y la Población de San Nicolás, el castillo levantado en tiempos del
rey Luis Hutín y el monasterio fortificado de Santiago o de los Predicadores;
y a partir de la conquista del Reino por Fernando el Católico, el nuevo cas-
tillo mandado levantar por éste en el emplazamiento del antiguo monasterio
dominicano25. Con lo cual vemos que completado el recinto amurallado
exterior de la ciudad, englobando en su interior la casa de la Jurería o

22. YANGUAS, Diccionario de Antigüedades, tomo II, voz “Pamplona”. Los datos proceden del
Registro 516 de Comptos del Archivo de Navarra.
23. La fachada, felizmente conservada en el actual Ayuntamiento, obedece a un proyecto de José
de Zay Lorda, excepto el remate, que fue ideado por Juan LORENZO CATALÁN. La Corporación se tras-
ladó al nuevo edificio en 1760. El edificio primitivo se derribó porque amenazaba ruina a pesar de las
sucesivas reformas llevadas a cabo en él a lo largo de tres siglos.
24. LACARRA, J. M.., El desarrollo urbano, pp. 7.
25. El castillo levantado por Luis Hutín se construyó entre 1308 y 1310, utilizando piedra de la
destruida Navarrería y de las canteras de Ansoáin, Cizur, Ezpilce y Guenduláin. Tras la conquista del
reino en 1512, se vio que aquel castillo quedaba alejado de la línea defensiva exterior, ya que ocupaba
el solar de la actual Plaza del Castillo. En 1513 comenzó la construcción de un nuevo castillo, hacia la
iglesia de San Ignacio actual, del que conocemos no sólo la planta, sino la fisonomía exterior, gracias
a IDOATE, que publicó unos dibujos o trazas del Archivo de Simancas (Vid. trabajo citado en la nota
19). En 1539 existía todavía parte del castillo medieval, al que llamaban “el castillo viejo”.
Posteriormente, con la construcción de la Ciudadela, esta denominación la heredó la fortaleza erigida
en 1513. Durante los trabajos del derribo de las murallas en 1921, aparecieron vestigios de uno de los
torreones de este castillo de principios del XVI.

[9] 151
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Ayuntamiento y más tarde el nuevo convento de Santo Domingo y lo que


luego serían las plazas del Castillo y Consistorial, la ciudad fijaba así la estruc-
tura urbana que iba a presentar prácticamente íntegra hasta principios de este
siglo, y que –a pesar de tantos atentados y mutilaciones– conserva todavía en
buena parte el casco viejo26.

FIJACIÓN DE LA ESTRUCTURA URBANA EN EL SIGLO XVI


El siglo XVI es decisivo en la evolución urbana de Pamplona, ya que en
él se consolida de hecho la unión de la ciudad, existente sobre el papel desde
1423, y se fija la estructura urbana –y en buena parte también la morfolo-
gía– que había de mantener la ciudad hasta la construcción del Primer
Ensanche a finales del siglo pasado. Esta Pamplona que pudiéramos llamar
virreinal, que, salvo las importantes mejoras introducidas en el siglo XVIII,
mantuvo su aspecto hosco y triste prácticamente hasta el derribo de las mura-
llas en la segunda década del siglo actual.
Barrio Nuevo
Ya antes de la conquista del Reino por las tropas de Fernando el Católico
en 1512, la ciudad emprende una importante tarea urbanística: la asimila-
ción y adaptación –hoy diríamos, la reconversión– de lo que hasta el año
1498 había sido la Judería, una vez expulsados del Reino sus moradores por
una orden de Juan de Labrit, calcada de la que dieron para Castilla los Reyes
Católicos en 1492. Nace así lo que a partir de este momento pasaría a lla-
marse Barrio Nuevo, aunque el nombre no duró mucho tiempo.
Comprendía la actual calle de la Merced, el último tramo de Dormitalería y
la parte de la calle Tejería más próxima a la Merced. Lo que fue antiguamente
sinagoga y bastantes casas de aquel barrio fueron derribadas en 1542, para
construir el Convento de la Merced, demolido en 1945, y en parte de cuyo
solar se abre hoy la bonita Plaza de Santa María la Real27.
Modernización del recinto defensivo
A partir de la Conquista de Navarra, la atención de los virreyes e inge-
nieros militares castellanos se centra esencialmente en las murallas. Las anti-
guas defensas medievales, flanqueadas por torres cuadradas, resultan ya débi-
les y desfasadas ante la moderna artillería, por lo que desde 1512 van a sufrir
continuas modificaciones, mejoras y reparaciones. Por orden de Fernando el
Católico, a partir de 1513 se inicia la construcción de un nuevo castillo, muy
cerca del que existía desde 1310, en el solar del monasterio de Predicadores,

26. Ha habido, naturalmente, transformaciones a lo largo del tiempo, pero las más radicales han
tenido lugar en este siglo. Pensemos –por citar tres ejemplos– en la Plaza de San Francisco (1912); la
de Santa María la Real (1948) y la de Compañía; las dos primeras abiertas al tirar viejos edificios, y la
última suprimida en 1954 al edificar allí un grupo escolar. En 1977 se intentó alterar la estructura de
la Plaza Consistorial, dejando sin edificar el solar de la llamada “Casa de Seminario”. Si bien hay que
decir que el edificio levantado en este solar no guarda con el entorno la debida armonía.
27. Todo esto puede verse con más pormenores en La Pamplona de los burgos, pp. 177-189, donde
se hace una breve historia de la Judería, y se dice algo de su transformación en Barrio Nuevo. La
Sinagoga se cedió a la ciudad para hacer el Estudio, y el Fosal a los agustinos para hacer convento.
Parece que ninguna de las dos donaciones tuvieron efecto para los destinos citados.

152 [10]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

donde actualmente se levantan el Archivo de Navarra y la Diputación. Por


los años 1538-40 se estaban construyendo en el recinto amurallado los
baluartes a la moderna –cubos y bastiones se les llama– envolviendo las torres
medievales de Caparroso, la Tesorería, San Llorente y las Torredondas28.
En 1571 se comienzan las obras de la actual Ciudadela, según el modelo
de la de Amberes, y al finalizar el siglo se trazan dos nuevos lienzos de mura-
lla de nueva planta, que, partiendo de la nueva fortaleza, van a empalmar con
la muralla vieja en Santa Engracia, junto al actual Portal Nuevo, por una
parte, y con la Puerta de Tejería, por la otra. Con esto quedó englobada la
Taconera –que entonces comprendía también el actual Paseo de Sarasate y
sus aledaños– en el recinto de la ciudad. Posiblemente en un primer momen-
to se hizo esto con intención de mantener una reserva de suelo edificable para
el futuro, ya que las murallas de la época eran costosísimas y se construían
para siglos. De hecho, la realidad fueque nunca se edificaría ya en la
Taconera, que quedó para paseo, y la ciudad, ahogada y oprimida por las
murallas, prefirió crecer verticalmente. A finales del XVIII había ya casas de
cinco y seis pisos o alturas.
Hacia 1580, o mejor entre este año y el final del siglo, se derriban las vie-
jas murallas medievales en el largo sector comprendido entre el Portal Nuevo
y el de Tejería, aunque el Portal de San Lorenzo y alguna torre próxima se
mantuvieron en pie hasta el año 1800 aproximadamente29.
En 1553, siendo virrey el duque de Alburquerque, se construyen los por-
tales de Francia y de la Rochapea, el segundo de los cuales fue desmontado
para ampliar el acceso por la Cuesta de Santo Domingo en 1914.
Traslado de los conventos al interior
Otro hecho importante en la transformación de la ciudad medieval,
motivado también en su origen por razones militares, es el traslado de los
conventos que desde el siglo XIII existían próximos a las murallas antiguas,
aunque fuera de su recinto, al interior de la ciudad. El antiguo monasterio de
Predicadores de Santiago, derribado como hemos visto para hacer el castillo,
se reconstruye a partir de 1519 en su actual emplazamiento de las calles de
Santo Domingo y del Mercado, donde hasta 1975 funcionó el Hospital
Militar y desde 1995 radica la sede del Departamento de Educación del
Gobierno de Navarra. El de San Francisco, situado en el campo de la
Taconera, se traslada a un nuevo convento edificado a partir de 1524 en la
Cuchillería, actual calle San Francisco, en el solar de las actuales Escuelas
Municipales. El de la Merced, también llamado de Santa Eulalia, que primi-
tivamente estaba junto al de los Franciscanos, cerca del Portal de San

28. A este respecto, pueden verse en el ya citado trabajo de IDOATE Las fortificaciones de Pamplona
..., los documentos 1, 2, 5 y 6 del apéndice. Y también en mis Documentos referentes a las fortificacio-
nes de Pamplona, los que llevan los números 1, 2, 3, 3 bis y 4 (Rev. “Príncipe de Viana”, 1976, pp. 443-
506). Más recientemente he publicado La Ciudadela de Pamplona (Pamplona 1987) y El recinto amu-
rallado de Pamplona, Rev. “Castillos de España”, 1995, pp. 19-32.
29. En 1584 escribía Felipe II al ingeniero Fratín sobre la conveniencia de “que se allanen y derri-
ven los terraplanes de las murallas viejas de la ciudad, de la parte de hacia la Ciudadela, y con la tierra
se inchen los fosos... que por el veneficio que la ciudad recive en quedar con ello mas sana, desahoga-
da y alegre, se procurará con la dicha Ciudad que derrive el dicho terrapleno a su costa o buena parte
dello ...” Servicio Histórico Militar de Madrid, Col. APARICI, tomo I, folio 182.

[11] 153
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Lorenzo, fue reedificado a partir de 1542 sobre la antigua sinagoga de los


judíos, frente al actual Palacio Arzobispal30.
Otros conventos que ya existían desde el siglo XIV dentro de las mura-
llas se reconstruyen a lo largo del siglo XVI, como el de San Agustín, actual
parroquia del mismo nombre, y el de los Carmelitas Calzados de la calle del
Carmen, derribado a finales del XIX.
Un paso importante en la fusión de las distintas poblaciones de la ciudad,
y en el relleno y aprovechamiento urbano de las antiguas tierras de nadie com-
prendidas entre los distintos recintos, lo constituyen la construcción del edi-
ficio del Consejo Real cegando una parte del viejo foso de San Cernin, y la
habilitación de tres plazas diferentes sobre los terrenos del Chapitel y el Prado
de Predicadores.
Construcción de la Casa del Consejo
Hacia 1530 Pamplona necesitaba un edificio amplio y desahogado que
albergase las Audiencias Reales, es decir los tribunales privativos del Consejo
Real y de la Corte Mayor, así como las cárceles y galera. A partir de 1531, en
que se iniciaron obras para rehabilitar con este destino el antiguo Palacio Real
de la Navarrería –más tarde residencia de los Virreyes– se discutieron varios
emplazamientos, aparte del ya citado del Palacio Viejo: las casas de Juan de
Zalba, el antiguo Castillo, que se levantaba desde 1308 en terrenos de la
actual plaza de ese nombre, la casa del Chapitel y Almudí Viejo, y la Torre
de la Galea. Al final después de un largo pleito, prevaleció el parecer contra-
rio a la Navarrería y el Consejo y Cárceles Reales se levantaron entre el Burgo
y la Población, cegando y allanando una parte del antiguo foso medieval y
demoliendo varias casas en la Belena del Burgo y hacia las Tiendas de la
Población31. El edificio, compuesto únicamente de planta y piso, sumamen-
te sobrio y sin el más mínimo detalle ornamental, estaba dotado de un estre-
cho pasadizo que unía la actual Plaza del Consejo con las Tecenderías –hoy
calle de Ansoleaga– y formaba un cuerpo con la cárcel, que ocupaba prácti-
camente todo el solar de la actual Plaza de San Francisco. El caserón del
Consejo Real –Audiencia a partir de 1836– quedó sin uso al construirse el
actual Palacio de Justicia entre 1890 y 1898, y fue derribado en los años 1909
y 1910.
Transformación urbana del antiguo Chapitel
Más decisiva para la fusión urbana de las tres antiguas poblaciones fue la
transformación total operada durante la primera mitad del siglo XVI en los
terrenos del antiguo Chapitel y prado de Predicadores. Esta transformación
se inició a partir de 1514, con la construcción de una nueva fortaleza en el
solar que hoy ocupa el arranque de la avenida de Carlos III, palacio de la
Diputación, Archivo, e iglesia de San Ignacio, que originó el traslado a otro

30. Después de la Desamortización, casi todos los antiguos conventos se destinaron a usos civiles
y militares, para terminar varios de ellos derribados, como los de San Francisco, Carmen Calzado, la
Merced y San Antón. Un interesante panorama del estado de los conventos en 1848-49 puede verse
en MADOZ, Diccionario Geográfico, tomo XII, pp. 635.
31. Las obras duraron de 1541 a 1559. La entrada se abrió hacia la calle Nueva, habilitándose
delante de la fachada una plazuela, que todavía conserva el nombre de Plaza del Consejo. J.J. ARAZURI,
Pamplona, Calles y barrios. T. I, p. 226.

154 [12]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

lugar del convento de Santiago y la inutilización del castillo medieval del


siglo XIV, dando con ello vía libre al nacimiento de la Plaza del Castillo, que
parece ser existía ya como tal plaza en 154532.
Por otra parte, al rebasar sus antiguos límites la rúa de la Salinería –hoy
calle Zapatería–, que se fue prolongando progresivamente hacia la Navarrería
al desaparecer los muros interiores de los Burgos, el antiguo Chapitel quedó
dividido en dos espacios abiertos: la Plaza del Castillo, de la que ya hemos
hablado y cuya estructura se fue completando a lo largo del siglo, y la Plaza
de la Fruta, hoy Consistorial, llamada en esta época Plaza del Chapitel33.
La Plaza del Castillo
Parece ser que hacia 1570 ya había adquirido su configuración urbana la
Plaza del Castillo, la cual quedó complementada con la construcción del con-
vento de Carmelitas Descalzas, inaugurado en 1583, levantado en terrenos
hoy ocupados por la Diputación Foral y el Banco Central, muy cerca del cas-
tillo de Fernando el Católico34. Un plano de esos años, conservado en
Simancas y publicado por Idoate35, representa la plaza prácticamente con su
estructura actual, porticada, y en la explicación se dice que “queda quadrada
haziéndose el monasterio”. En el mismo plano aparecen también representa-
das las casas del lado norte de la plaza, separándola de la calle Zapatería y de
la Plaza Consistorial, que consta como “plaça donde se benden la probisión”.
Estaba formada también la calle Chapitela, llamada entonces del Almudí
Viejo, nombre con el que aparece ya en 1545. Por esos años se habría derri-
bado la vieja fortaleza del siglo XIV, que todavía se mantenía en pie en 1539,
con lo cual quedó desembarazada una buena parte de lo que más tarde sería
Plaza del Castillo, aunque todavía las fachadas que salían a ella eran en reali-
dad traseras de casas cuyos portales y delanteras se abrían a las actuales calles
de Comedias, Pozo Blanco, Zapatería y Estafeta. Puede decirse que hasta el
siglo XVIII o, en algún caso, a finales del XVII, no se orientaron hacia la
plaza los portales y fachadas, y algunos palacios siguieron considerando tra-
sera la parte que daba a la plaza del Castillo hasta el siglo pasado36.
El Hospital General
Aunque no de tanta trascendencia urbanística, también hay otro hecho
que contribuyó a dar una nueva fisonomía a una zona del Burgo de San
Cernin que siempre fue baluarte y avanzadilla frente a la Navarrería; y es la

32. En 1539 existía todavía el castillo medieval. Según la declaración de un testigo en un proce-
so de ese año, se encontraba “enfrente de la fortaleza (de Fernando el Católico), bien cerca de ella”.
Parece que mientras estuvo en pie el antiguo castillo la plaza tendría menos espacio útil. A mediados
del XVI se habría demolido, dejando su solar para ampliar la plaza.
33. ARAZURI El municipio pamplonés en tiempos de Felipe II (Pamplona, 1973), pp. 18.
34. Este convento, suprimido a consecuencia de la Desamortización, fue derruido en 1838, y en
el solar resultante se edificó en 1840-41 el Teatro Principal, derribado en 1931, y entre 1840 y 1851
el Palacio de la Diputación, obra de D. José Nagusía. Desde 1900 las Carmelitas habitan un conven-
to construido de nuevo en la calle llamada de Salsipuedes, próxima a la Catedral. J. J. MARTINENA. El
Palacio de Navarra (Pamplona, 1985), pp. 26-27.
35. IDOATE lo publicó por primera vez en su obra El señorío de Sarría (Pamplona, 1959), pp. 370.
36. Eso explica que los escudos de armas labrados en piedra y las portaladas con algún detalle
ornamental se encuentren siempre en las fachadas que miran a las calles Estafeta o Comedias, y no
hacia la Plaza del Castillo.

[13] 155
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

construcción del Hospital General del Nuestra Señora de la Misericordia,


junto a la muralla exterior de la ciudad en lo que en tiempos medievales se
llamó la Rocha –la roca–, encima de la Puerta del mismo nombre. El amplio
caserón con su iglesia de ladrillo, su portalada renacentista y sus pabellones
orientados hacia el aire de San Cristóbal, se edificó entre 1540 y 1556, a
expensas del arcediano don Ramiro de Goñi y prestó servicio como hospital
hasta el año 1932. En la actualidad, restaurado y convenientemente adapta-
do, alberga las salas y dependencias del Museo de Navarra37.
Transformación del foso del Burgo en Calle Nueva
Más adelante, siendo virrey don Francisco Hurtado de Mendoza, mar-
qués de Almazán (1579-89), se acometió la ardua tarea de convertir en calle
pública el antiguo foso que desde el siglo XII separaba el frente sur del recin-
to amurallado de San Cernin de las primeras casas de la Población de San
Nicolás, causa de continuas discordias a lo largo de la Edad Media. Como
hemos visto, se habían edificado ya en la mitad de su recorrido, hacia 1540,
las casas del Real Consejo y Cárceles Reales, para lo cual se hizo necesario
cegarlo en parte. El resto continuaba ocupado por huertas, desagües, corra-
les y casuchas, “que no sirven a otra cosa –dice un documento de la época–
más que de descargadero de inmundicias de los vecinos y de inficcionar el
aire y otros daños”. En vista de ello, Almazán ordenó cegar e inutilizar el foso
que impedía la normal comunicación entre dos importantes barrios de la ciu-
dad, destinándolo en lo sucesivo a calle pública. Así se originó la que todavía
hoy se llama Calle Nueva.
“He acordado de mandar derribar y arrasar todas las dichas huertas y
corrales –escribía el virrey– y –otros cualesquiere edificios que haya en el
dicho foso, desde la muralla que cae junto a la puerta antigua de la Zapatería
(actual salida de la calle San Antón a la Taconera) hasta la plaza pública desta
ciudad (la del Ayuntamiento), de suerte que el dicho foso quede para calle
pública”. La nueva calle, que al principio se llamó Calle Nueva de Almazán,
supuso un gran avance en el proceso de consolidación de la fusión urbana de
los antiguos burgos y contribuyó a facilitar las relaciones normales entre los
vecinos de San Cernin y de San Nicolás38.

EL SIGLO XVII
Aunque no se puede decir que el siglo XVII fue decisivo en la evolución
urbana de Pamplona, también en estos cien años se operaron cambios en la
fisonomía de la ciudad.

37. Del antiguo Hospital General se han ocupado diversos autores, entre otros NÚÑEZ DE
CEPEDA, en su libro La beneficencia en Navarra a través de los siglos (Pamplona, 1940), pps. 180-194.
También, ARAZURI, en el trabajo citado en la nota 33, pp. 27 a 32.
38. Del antiguo foso del Burgo me ocupo detenidamente en La Pamplona de los burgos, pp.
274-282. MORET cuenta cómo “se cegó y allanó y se formó en él la que llaman en Pamplona calle
Nueva, contigua y de uso común a ambas partes, burgo y población”. Anales, lib. XX, cap. VII, III.
Sobre la orden de cegar el foso y dando citas de procesos de la época, escribió IDOATE, en Las forti-
ficaciones, pp. 79.

156 [14]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

Desaparición del Barrio de Burullerías


Tal vez lo más digno de señalarse, al menos en lo referente a la planta o
estructura de la población, fue la desaparición del Barrio de las Burullerías,
prácticamente en su totalidad. Este enclave, situado junto a la muralla occi-
dental del antiguo Burgo de San Cernin, hacia la Taconera, era el que en
tiempos medievales se conocía como la Pobla Nova del Mercat, y que al
menos originariamente tuvo un componente humano esencialmente labra-
dor. Su desaparición tuvo lugar hacia 1640, para levantar allí el nuevo con-
vento de los Carmelitas Descalzos, todavía existente en la actualidad y cuya
primitiva fundación radicó en la Magdalena39.
Parece ser que aquel barrio del Mercado estaba dividido en dos zonas, una
intramural, que es la que sufre una profunda transformación a mediados del
XVII y otra extramural, en el campo del Arenal o de la Taconera, que desa-
pareció con anterioridad, hacia 1571, cuando se trazó la ciudadela y la nueva
muralla que la enlazaba con el recinto fortificado de la ciudad. Así se dedu-
ce de una declaración del ingeniero militar Fratín, autor de la nueva fortale-
za, el cual decía en un proceso de 1588 “que cuando él trazó la dicha ciuda-
dela, fue menester ocupar y tomar, como se ocuparon y tomaron, muchas
heredades, huertas con sus norias y algunas casillas, y también las iglesias de
San Lázaro y Sant Antón con sus casas y heredades... Y mandaron avisar y lla-
mar a los dueños de cada casa, para que en su presencia o de quien les pare-
ciese, con medidores y estimadores expertos, se midiesen y estimasen cada
casa justamente porque no recibiesen agravio en su valor Su Magestad o los
tales particulares”40.
La zona intramural de la antigua Pobla, el llamado Barrio de las
Burullerías, se vio afectado por los derribos de 1640 particularmente en sus
calles de la Zacudinda o Urradinda, que desapareció por completo y que
venía a discurrir por lo que ahora es nave lateral derecha o de la epístola de
la iglesia de los Carmelitas. La calle de Arrias Oranza quedó integrada como
un tramo más de la calle actual de los Descalzos, y en su solar se abre la facha-
da de la iglesia conventual. La rúa de Sanduandía, hoy de Santo Andía, per-
dió prácticamente todas las casas de uno de sus lados, por donde todavía hoy
se levanta la tapia de la huerta del convento. En total parece que se derriba-
ron sesenta casas, o más bien casuchas, dadas sus reducidas dimensiones41.
La construcción del convento de Carmelitas Descalzos supuso, como
vemos, aparte del cambio de fisonomía producido en aquel sector por la
nueva edificación conventual y su iglesia barroca, la desaparición de lo que
todavía quedaba del viejo enclave medieval de la Puebla Nueva del Mercado.

39. Este convento, que posee una bonita iglesia de estilo barroco, con tres naves y crucero, sub-
siste prácticamente como antes de la Desamortización, albergando en su recinto una comunidad car-
melita. La fachada de la iglesia, de piedra, se abre a la calle llamada de los Descalzos. J.M.
MAQUIRRIAIN. Historia de los conventos de Carmelitas Descalzos en Pamplona. (Estella, 1994).
40. Doc. publ. por F. IDOATE, en el apéndice documental de su trabajo Las fortificaciones de
Pamplona, con el núm. 11. También F. LUBIÁN. Relación de la Santa Iglesia de Pamplona (editada por
J. GOÑI GAZTAMBIDE en 1955), pp. 87-88.
41. Sobre este antiguo y desaparecido enclave de la ciudad puede verse un breve pero interesante
trabajo publicado por E. MARTÍNEZ DE LECEA (bajo el seudónimo de “Un devoto de la Virgen”), titu-
lado Noticia del Barrio pamplonés de las Burullerías y su basílica de la Virgen de la O y que apareció en
el almanaque de bolsillo de la Caja de Ahorros Municipal del año 1973.

[15] 157
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Unos años antes, en 1634, se había erigido próximo al de los Descalzos,


el monasterio de Recoletas, situado junto a la puerta e iglesia de San Lorenzo.
El nuevo convento, de ladrillo, construido en estilo barroco castellano, con-
tribuyó también decisivamente a la transformación del aspecto de aquella
parte de la ciudad, por donde antiguamente iba la muralla exterior occiden-
tal del Burgo de San Cernin, cuya piedra se utilizó para hacer los cimientos42.
Obras de fortificación
Por otra parte, puede decirse que lo más importante acaecido en el siglo
XVII, en cuanto a la evolución urbana, fue la construcción del nuevo recin-
to amurallado de la ciudad, conservado todavía en parte. Aunque de hecho
las obras habían dado comienzo hacia 1580, como consecuencia de la edifi-
cación de la Ciudadela, obra de Paleazzo, parece que en una primera fase lo
que se hizo fue únicamente las cimentaciones de los nuevos muros y baluar-
tes, elevándolos después a base de materiales débiles, con carácter provisio-
nal. Los documentos de la época nos hablan de tierra y fajina, de “tepes” o
ladrillos, y de empalizadas o estacadas para impedir el acceso. Ahora, en el
siglo XVII, se van terminando las murallas y baluartes “de cal y canto”, es
decir de piedra y ya con carácter definitivo43.
Una pauta de la marcha de las obras de la fortificación nos la pueda dar
la construcción de los nuevos portales de la ciudad. El de Tejería se terminó
en 1644; los de San Nicolás y Taconera, más artísticos, en 1666, y el llama-
do Portal Nuevo, en 1680. Ya hemos dicho que los de Francia y Rochapea se
hicieron en 1553, lo mismo que los lienzos de muro en los que se abrían.
Según datos que he tenido ocasión de investigar en el Servicio Histórico
Militar de Madrid, los Baluartes de la Reina, San Nicolás y Taconera se ter-
minaron el año 1665, y el de Gonzaga, junto al Portal Nuevo, a finales del
XVII44.
Las casas
Por lo que respecta a casas de vivienda, en este siglo se construyeron
muchas en la ciudad, las cuales respondían a un tipo que casi podríamos lla-
mar de serie, con algunas variantes mínimas; de uno o dos tramos, excepcio-
nalmente de tres, según la capacidad económica del propietario, y compues-

42. Afortunadamente, también este antiguo convento ha llegado a nuestros días, ocupado por su
comunidad titular. La iglesia, barroca, de una sola nave con crucero, posee unos preciosos retablos chu-
rriguerescos de los primeros años del siglo XVIII, que constituyen un capítulo importante dentro del
patrimonio artístico de Pamplona.
43. Es curioso el testimonio de algunos viajeros franceses de mediados del XVII sobre el estado de
las murallas por aquellos años. Antonio Brunel, que visitó la ciudad en 1655, anotó que “las fortifica-
ciones necesitan repararse en muchas partes, y la guarnición es mezquina”, y François Bertaut que pasó
por aquí en 1659, escribe: “Hay una gran plaza entre la Ciudadela y la Ciudad, que por este lado no
tiene murallas”. IRIBARREN, Pamplona y los viajeros de otros siglos (Pamplona, 1957), pp. 50 y 53.
Sobre el proceso de fortificación a lo largo del siglo XVII se recogen varios documentos contem-
poráneos en los dos trabajos citados en la nota 28.
44. Un plano bastante detallado de todo el recinto fortificado de Pamplona, incluyendo la fecha
de construcción de los diferentes portales y baluartes, y las variaciones registradas en su denominación,
puede verse en mi trabajo Documentos referentes a las fortificaciones, pp. 448-449. También, algo mejo-
rado, en el Gran Atlas de Navarra, (Pamplona, 1986), T. 2, p. 187.

158 [16]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

tas generalmente de planta baja y dos pisos, en el tipo más común. El mate-
rial era el ladrillo, sobre una base de piedra en algunos casos, y se utilizan los
balcones, casi siempre con barandilla o antepecho de madera y en muchas
ocasiones sin vuelo fuera de la línea de fachada. El arco del portal era gene-
ralmente de medio punto, y el tejado solía caracterizarse por el amplio vuelo
del alero. Se han conservado algunas de estas casas, de carácter artesano o
menestral, habitadas por familias modestas, que a principios de este siglo
eran muy numerosas todavía en algunas calles de la ciudad. Precisamente por
ser las más viejas de las que componían el número de las casas habitables,
careciendo prácticamente de todo, fueron las primeras en ser derribadas o
reformadas enteramente durante el siglo pasado o principios del actual.
Prácticamente se podría afirmar que donde hoy existe una casa del XIX o de
los primeros años del XX, hubo antes una del XVII.
Afortunadamente, en el Archivo Municipal nos han quedado numerosas
fotografías en que aparecen casas de esta época, lo que facilita en buena parte
el establecimiento de una tipología, junto con el estudio de las que todavía
se mantienen en pie, que no son muy numerosas. Por otra parte, en el
Archivo de Protocolos Notariales se conservan bastantes contratas de edifica-
ción de casas en diversas calles de la ciudad, sumamente interesantes por los
datos que suministran en cuanto a tipos, estilo, técnica constructiva, mate-
riales y precios de los mismos, e incluso porque familiarizan con el léxico uti-
lizado por los arquitectos, maestros de obras, albañiles y carpinteros de la
época 45.
Construcciones notables de finales del XVII y principios del XVIII
También se edificaron a lo largo del siglo XVII algunos palacios y caso-
nas hidalgas, de los que lamentablemente nos han quedado muy pocos ejem-
plares. La Casa de los Cruzat, en la Calle Mayor, es uno de ellos, ya que esta-
ba reconstruida ya en 1659, según el testimonio de Francois Bertaut. De
entonces datan también, al parecer, las antiguas casas de los capellanes, en la
Plaza de Recoletas y las antiguas Escuelas de la Calle Compañía, antiguo
colegio de los Jesuitas hasta 1767. Desde luego, al menos para los de la
segunda mitad del siglo, puede decirse que los tipos varían poco respecto a
los de la primera mitad del XVIII. Son los que, según un informe del secre-
tario don Joaquín López a la Academia de la Historia, se hicieron en tiempos
en que estaban olvidadas las reglas del Arte y reinaba un gusto “depravado”.
Para el erudito secretario, el gusto depravado era el Barroco, sobre todo el
Churrigueresco, y el único arte válido, naturalmente, el Neoclásico. Un pala-
cio representativo de hacia 1700 sería, sin duda, el del Conde de Ezpeleta, en
la Calle Mayor, que llamó la atención de Víctor Hugo. Y entre los desapare-
cidos, cabría recordar el del Barón de Armendáriz, en la calle de San

45. El Archivo de Protocolos Notariales, dependiente del Archivo Real y General de Navarra, se
trasladó en 1975 a la calle Virgen del Puy, número 1, a una bajera habilitada para ese objeto. Existe
impreso un índice de notarías y de notarios, con las fechas límite de su actividad, elaborado por C.
IDOATE y J. SEGURA y también índices manuscritos de las escrituras autorizadas por cada notario o
escribano. No es difícil hallar contratas de construcción de casas del siglo XVII. Yo mismo he maneja-
do algunas en el protocolo de Martín de Sagüés, de hacia 1660.

[17] 159
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Francisco, donde se reunía la Diputación del Reino, derribado en 1903 para


levantar el convento de las Salesas.
Entre 1696 y 1717 se construyó la capilla de San Fermín sobre terrenos
ocupados hasta entonces por el claustro y cementerio de la parroquia de San
Lorenzo. La capilla, concebida en un principio en estilo barroco sumamente
recargado, fue reformada interiormente al finalizar el siglo XVIII, con crite-
rio neoclásico, simplificando su decoración con vistas a los nuevos gustos
artísticos46.
Hacia 1700 se iniciaron las obras para la construcción de la Casa de
Misericordia y Hospicio de la Ciudad, en el actual Paseo de Sarasate, casi
enfrente de la iglesia de San Nicolás. El nuevo edificio, un inmenso caserón
de ningún interés artístico, estaba concluido en 1706. Faltaba todavía mucho
tiempo para que se edificase todo el lado del paseo correspondiente a los
números impares, donde todavía no existía más que el tinglado de la made-
ra para las fortificaciones, más tarde cuartel de Caballería47. En el lado de los
pares, donde ha subsistido alguna construcción de cierto carácter, existía en
el XVIII el cuartel llamado de San Martín, establecido en un palacio barro-
co, con patio claustral, cedido por su propietario. Ocupaba aproximadamen-
te el solar de los actuales números 26 al 32. Otro edificio representativo de
las construcciones señoriales de la primera mitad del XVIII es el Palacio
Episcopal, construido junto al baluarte de Labrit, entre 1732 y 1736. Hasta
entonces y cuando menos desde la segunda mitad del XVI, los obispos habi-
taban el palacio llamado del Condestable en la Calle Mayor, esquina a
Jarauta, que afortunadamente se conserva todavía, aunque con algunas
modificaciones exteriores48.
Por entonces se edificó también el colegio-seminario de San Juan, conti-
guo a la iglesia y convento de los Dominicos, donde entonces funcionaba
una universidad. El colegio, llamado también Seminario de los Baztaneses,
fue erigido a expensas de don Juan Bautista de Iturralde, ministro de Felipe
V, y doña Manuela Munárriz, su mujer, como indica la lápida que adorna su
fachada, que lleva la fecha de 1734. El terreno se compró a los dominicos por
80.000 reales de plata, y el coste de la fábrica alcanzó casi los cien mil reales.
El edificio, de ladrillo, con un bonita portada con la imagen de San Juan y
los escudos de los fundadores, remata en una graciosa solana de arquillos de
medio punto, característica del estilo común en aquella época en casi toda

46. En 1974 publicó una interesante y documentada monografía sobre esta capilla, analizando
aspectos históricos y artísticos, el culto Archivero Municipal don José Luis MOLINS MUGUETA. El libro
fue editado por la Institución Príncipe de Viana, en su colección de arte.
47. El destartalado caserón de la Misericordia -”La Meca” para muchos pamploneses castizos- fue
derribado entre marzo y octubre de 1926. Pocos años antes se había demolido también la casa de los
Hornos o del Vínculo, que databa de 1764, y había sido reconstruida en 1862. El actual edificio de la
Misericordia, en la Vuelta del Castillo, fue levantado entre 1929 y 1932, según proyecto de don Víctor
Eusa, arquitecto cuya obra se está revalorizando en los últimos años.
48. Este palacio perteneció primitivamente al linaje de los Beaumont, condes de Lerín de ahí su
denominación de “Casa del Condestable”, con que aparece en diferentes documentos antiguos. Hacia
1550 pasó a los Duques de Alba, y éstos lo cedieron a los obispos para su residencia hasta la construc-
ción del actual Palacio Episcopal, que fue estrenado por don Francisco de Añoa y Busto en 1736.
Durante los años 1752 a 1759 albergó la sala de sesiones y otras dependencias del Ayuntamiento mien-
tras se reconstruía el edificio consistorial.

160 [18]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

Navarra y en Aragón. Desde 1986 el edificio alberga el Archivo Municipal y


otras dependencias culturales del Ayuntamiento.

EL SIGLO DE LAS MEJORAS URBANAS


Durante el siglo XVIII la estructura urbana de Pamplona no sufre nin-
guna modificación sustancial. Podemos decir que se halla ya plenamente
consolidada. En cambio, lo que va a experimentar una transformación radi-
cal es la fisonomía de la ciudad, la morfología. El siglo XVIII hizo de
Pamplona una ciudad limpia, cuidada, desahogada; en una palabra, una ciu-
dad moderna. Durante la primera mitad podemos decir que continúa la
tónica del siglo anterior, y no se acometen obras de importancia en ningún
sentido, pero a partir de la mitad del siglo la modernización de la ciudad, en
todos los órdenes, toma un impulso verdaderamente asombroso.
En 1749 se aprueban por el Consejo Real las nuevas Ordenanzas para el
gobierno de la ciudad y sus barrios, verdadero ejemplo de sabia administra-
ción y criterio “ilustrado” por parte del Ayuntamiento. Más tarde, al compás
de las mejoras urbanas, vendrían las normas de Policía, en 1772, el alcanta-
rillado, etc.49.
De 1752 a 1760 se construye la nueva Casa Consistorial, con su gracio-
sa fachada barroca, sustituyendo a la vieja Jurería edificada en el siglo XV 50.
Alcantarillado
Entre 1767 y 1773 se acomete la obra del alcantarillado, con cañerías en
cada casa para conducir las aguas residuales hasta las cloacas o minetas; obra
decisiva para la ciudad y que además trajo consigo la del nuevo empedrado
de las calles. Una memoria de 1800 nos describe así estas mejoras: “El pavi-
mento es de empedrado, construido con esmero, asegurado con faxas o hile-
ras de piedra. Las aceras tienen losas para la mayor comodidad de la gente.
Por medio de todas las calles corre la cloaca o mina maestra, de obra sólida y
de suficiente capacidad para recibir las aguas sucias de los conductos de las
casas. Tiene a cortos trechos sus rallos de piedra por donde se descargan las
calles de la agua de lluvia”51.

49. De los distintos mejoras urbanas llevadas a cabo en la ciudad en el siglo XVIII se ocupó P.
GARCÍA MERINO, en un documentado trabajo, escrito en un tono ameno y de divulgación, titulado Obras
y servicios del Viejo Pamplona, publicado en la colección Temas de Cultura Popular de Navarra, núm. 62.
50. En 1752, la Corporación municipal abandonó la antigua Jurería del siglo XV, “por la inmi-
nente ruina que amenaza ..., ínterin se repare aquella o se construya una de nuevo”. La reedificación
comenzó inmediatamente. La fachada se empezó a construir en 1755, según proyecto de don José de
Zay Lorda, excepto el remate, ideado por Juan Lorenzo Catalán. Las estatuas que flanquean la puerta
y las del remate las realizó José Ximénez, cobrando nueve mil reales. La rejería, balconajes y el reloj
–colocado en 1774– fueron obra del maestro Salvador de Ribas. La escalera noble, media naranja y
linterna, lamentablemente demolidas en 1952, las ejecutó el maestro José MARZAL, de Tudela. Además
de la que inserta MADOZ en su Diccionario, una breve descripción de la Casa Consistorial antes de su
derribo en 1952, puede verse en ALVARADO, Guía del Viajero en Pamplona (1904), pps. 79-80.
También J. L. MOLINS Pamplona-Iruña. Casa Consistorial (Pamplona 1995).
51. Diccionario Geográfico-Histórico ... de España, publicado en 1802, por la Real Academia de la
Historia, tomo II, pp. 231. Sobre estas mejoras del XVIII remito de nuevo al trabajo citado en la nota
49. Por mi parte, me ocupo también de ello en mi folleto Pamplona en 1800, número 309 de la colec-
ción Temas de Cultura Popular.

[19] 161
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Traída de aguas de Subiza


Otra obra que pudiéramos llamar colosal, a la vista de los medios con que
se llevó a cabo, fue la traída de aguas de Subiza para el abastecimiento de la
ciudad, construyéndose al efecto el importante acueducto de Noáin, que
continúa la tradición de los mejores levantados en la época romana y que fue
proyectado por Santos Angel de Ochandátegui, conforme al criterio de
Ventura Rodríguez52.
Para esta nueva traída de aguas se construyeron cuatro magníficas fuentes
públicas de carácter monumental, según proyectos del pintor y académico don
Luis Paret y Alcázar (1788). Estas fuentes eran las de la Beneficiencia, en la Plaza
del Castillo, desmontada a principios de este siglo; la de Neptuno, para la Plaza
del Consejo, que todavía se conserva en su emplazamiento; la de la Plaza de
Recoletas, que originariamente se proyectó para delante del Ayuntamiento, y la de
Santa Cecilia, trasladada a principios de siglo a la Plazuela de la Navarrería, desde
su antiguo emplazamiento en la confluencia de Curia, Navarrería y Mercaderes53.
El ilustre académico don Antonio Ponz escribía en 1783: “Pamplona se ha
mejorado mucho de algunos años a esta parte, así en la limpieza de sus calles
como en su excelente enlosado. Es lástima que la ensombrezcan y afeen no
poco los grandes aleros de los tejados, el resalto demasiado de los balcones y las
celosías en las ventanas”. Más adelante se pondría también remedio a esto,
como veremos54.
Alumbrado
Al finalizar el siglo se puso el broche de oro a esta sucesión de mejoras
urbanas con el alumbrado público, establecido en 1799. Al principio se ins-
taló a base de candiles de una sola mecha, metidos en faroles que colgaban
de soportes fijados a las esquinas y fachadas de las casas. Más tarde serían sus-
tituidos por faroles de los llamados de reverbero55.
Construcciones notables
En cuanto a monumentos y edificios artísticos, aparte de los ya citados,
hay que destacar la capilla de la Virgen del Camino, de estilo barroco, edifi-
cada entre 1758 y 1776 en el emplazamiento del antiguo claustro gótico de
la parroquia de San Cernin56 y sobre todo la grandiosa fachada neoclásica de
52. Según GARCÍA MERINO, en 1774 se trajo de París al ingeniero François Gency, que presentó un
proyecto para traer el agua de Subiza por medio de cañerías. Posteriormente, en 1780, vino a Pamplona
Ventura Rodríguez, quien levantó nuevos planos, que fueron aprobados en 1782 y ejecutados por Santos
Angel de Ochandátegui. En 1790 terminaron los trabajos de la nueva conducción. Del proyecto de tra-
ída de aguas y del acueducto de Noáin se ocupó también YÁRNOZ, en su discurso de ingreso en la
Academia de Bellas Artes, titulado Ventura Rodríguez y su obra en Navarra (Madrid, 1944).
53. Sobre las fuentes dieciochescas de Pamplona publicó un estudio J.E. URANGA, den-
tro de su trabajo La obra de Luis Paret en Navarra (Príncipe de Viana, 1948), pps. 265-275.
También ARAZURI en Pamplona Antaño (2.ª Ed.), pp. 26-46, se ha ocupado de todas las
fuentes y fuentecillas del antiguo Pamplona.
La conducción de aguas de Subiza se mantuvo en servicio hasta 1895, fecha en que se
inauguró la traída de aguas de Arteta al depósito construido en el alto de Mendillorri.
54. J. M. IRIBARREN, Pamplona y los viajeros, pps. 96-97.
55. Todo lo referente a la obra del alumbrado público puede verse en el trabajo de
GARCÍA MERINO Obras y servicios del Viejo Pamplona, ya citado.
56. De la construcción de la capilla se ocupó don Juan ALBIZU en su folleto La Virgen del Camino
(Pamplona, 1924) y en su documentado libro San Cernin (Pamplona, 1930), pps. 84-110, dando toda
clase de datos. Más modernamente, se publicó por V.V.A.A. La Virgen del Camino de Pamplona
(Pamplona 1987), con un estudio completo de la capilla.

162 [20]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

la Catedral, tan criticada por algunos viajeros y escritores, proyectada por


Ventura Rodríguez y edificada en los años 1783-1800 por Santos Angel de
Ochandátegui57. También la Escuela de Cristo (1753) y la Capilla o basílica
de San Martín en la Calderería (1775) datan de esta época, aunque más
modestas en su decoración y en sus dimensiones.
Viviendas
Respecto a casas para vivienda, hay que decir que en este siglo tiene lugar
una sustitución masiva y sistemática de las viejas casas de la ciudad, medieva-
les y del siglo XVI en su mayor parte, y unifamiliares casi en su totalidad, por
nuevas casas de pisos, algunas de cuatro, cinco y hasta seis alturas; más sanas,
cómodas y ventiladas, provistas de balcones a la calle, colocados generalmen-
te de forma bastante simétrica. A este respecto, dice una memoria de la época,
dirigida a la Academia de la Historia: “La ciudad se ha renovado tanto de
pocos años a esta parte, y se continúan las obras con tal actividad, que dentro
de breves años apenas se hallará casa alguna antigua ...”58. Así se explica la rela-
tiva abundancia de casas de esta época que han llegado a nuestros días. El
casco viejo de Pamplona está actualmente compuesto en su mayor proporción
por casas de la segunda mitad del XVIII y del siglo XIX.
“Los edificios que forman las calles y plazas por la mayor parte –decía una
descripción del año 1802– son de ladrillo, con tres, cuatro, seis y aún siete altos
o pisos. Muchas casas tienen la fachada de piedra hasta el primer alto y algunas
en su total altura. Se observa en varias portadas mucho trabajo de escultura,
pero el gusto no corresponde al gasto que han tenido. Son obras del tiempo en
que el capricho tenía olvidada la noble sencillez de la arquitectura”59. Esta últi-
ma alusión se refiere a los palacios construidos en estilo barroco, con portadas
recargadas, que desde finales del XVII se venían edificando en las calles más ele-
gantes de la ciudad. Ejemplos característicos serían el Palacio del Obispo, el del
Conde de Ezpeleta en la calle Mayor, el de Navarro-Tafalla en la Zapatería, o
el de Goyeneche en Estafeta, aparte de otros que todavía pueden verse en varias
calles de la ciudad60.
Para favorecer el efecto del alumbrado, el Ayuntamiento mandó que se
revocasen las fachadas de las casas, recubriendo el ladrillo con enlucido, que

57. De la fachada neoclásica de la Catedral han tratado numerosos escritores de ayer y de hoy;
destacaremos únicamente los trabajos de YÁRNOZ, Ventura Rodríguez y su obra en Navarra, pps. 26-50,
y GOÑI GAZTAMBIDE, La fachada neoclásica de la Catedral de Pamplona (“Príncipe de Viana”, 1970),
pps. 5-64.
58. Este párrafo pertenece a una descripción de Pamplona remitida a la Real Academia por el
secretario del Ayuntamiento don Joaquín López en junio de 1801 y conservada en la biblioteca de
dicha Academia. Su texto completo, acompañado de numerosas anotaciones, lo publiqué en 1978 en
el núm. 309 de la colección de Temas de Cultura Popular.
59. Diccionario citado en la nota 51, pp. 232.
60. En un estilo más sobrio, sin los excesos ornamentales propios del churrigueresco, se constru-
yeron en el siglo XVIII varias casas señoriales en distintas calles de la ciudad. Destacaremos únicamente
el Palacio del Marqués de Rozalejo o de Daoiz-Guendica, en la calle Navarrería; el de los Condes de
Guenduláin; la casa llamada de Colmenares en la Plaza del Castillo, y la número 40 de la calle
Zapatería, actualmente sede del área de Promoción Ciudadana del Ayuntamiento.
Por entonces, en 1776, se edificó también el Seminario Conciliar en la calle Dormitalería, ocu-
pando parte de lo que antes era huerto y jardín de los canónigos, con los cuales permutó el Obispo
don Juan Lorenzo de Irigoyen el solar por el de la Torre Episcopal en la calle Curia. El edificio del viejo
Seminario se conserva todavía prácticamente intacto, con una bonita portalada, en cuyo remate hay
una hornacina con la imagen de San Miguel. Junto a ella, en perjuicio del conjunto, se abrió hace años
una horrorosa puerta para paso de vehículos.

[21] 163
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

en algunas casas se hacía con franjas y paneles de distintos colores. Se orde-


nó también recortar los aleros de los tejados de las casas antiguas, que sobre-
salían a veces excesivamente, y reducir el vuelo de bastantes balcones, porque
restaban mucha luz a las calles, como señaló Ponz en 1783. Entrado ya el
siglo XIX, en 1846, Francisco de Paula Mellado anotaría cómo “con la regla
ya establecida de revocar y pintar los frontis de las casas, cuyos aleros y bal-
cones se sujetan a dimensiones fijas (Pamplona) es una de las más bellas ciu-
dades de España”61.
Al finalizar el siglo XVIII Pamplona contaba con 1.632 casas, divididas
en veinte barrios; 2.812 vecinos y 14.054 almas, como se decía entonces. Las
calles se consideraban rectas y despejadas para aquellos tiempos, ya que
medían entre 7 y 12 varas de anchura. La Taconera, que comprendía enton-
ces también el actual Paseo de Sarasate, servía, junto con los paseos estable-
cidos a la salida de los portales de la muralla, para el esparcimiento de los
pamploneses. En el interior del recinto amurallado se abrían varias plazas; en
la del Castillo tenían lugar los festejos taurinos; en la de la Fruta, hoy
Consistorial, y en la de Santo Domingo se celebraban los mercados. La del
Consejo y la de San José, donde estaban la audiencia y las casas de los canó-
nigos, respectivamente, eran algo menos concurridas62.
Aspectos militares
Por lo que respecta al recinto amurallado, hay que decir que a lo largo del
siglo XVIII se fue perfeccionando en sus defensas exteriores, con la cons-
trucción de fuertes, medias lunas, rebellines y aproches, que supusieron una
adaptación de la vieja muralla de los Austrias a las nuevas teorías de Vauban.
De hecho, este proceso de adaptación se había iniciado hacia 1685, con la
construcción de las obras exteriores de la Puerta del Socorro de la Ciudadela
y los rebellines de los portales de Taconera, San Nicolás y Tejería. Entre 1730
y 1760 aproximadamente, se realizaron los fuertes de San Bartolomé y San
Roque, y los baluartes de Guadalupe y del Pilar, con el rebellín de los Reyes,
que completaban la estructura defensiva de la fortificación del Redín y Portal
de Francia, íntegramente conservada en la actualidad, afortunadamente63.
También a lo largo del siglo XVIII se habilitó un cuartel de Infantería –el
llamado de San Martín– en un antiguo palacio que existía en el solar de los
actuales números 26 al 32 del Paseo de Sarasate, que se mantuvo en pie hasta
1855, a costa de continuos añadidos y reparaciones. Hacia 1788 se adaptó
también, para cuartel de Caballería, un tinglado que existía junto al Portal de
San Nicolás para almacenar la madera destinada a la reparación de las mura-
llas. Este cuartel, que también sufrió después diversas modificaciones, existió
hasta 1934, obstaculizando durante algunos años la urbanización de varias
calles del Segundo Ensanche64.

61. IRIBARREN, Pamplona y los viajeros, pp. 175.


62. Datos del Diccionario de la Academia, de 1802, y de la descripción citada en la nota 58.
63. Cfr. el plano y resumen histórico del recinto al que se alude en la nota 44.
64. A este respecto ilustran bastante los documentos núms. 35, 38, 40, 41, 42 de mi trabajo
Documentos referentes a las fortificaciones de Pamplona. ARAZURI en Pamplona antaño (2.ª Ed.) hace un breve
pero denso resumen histórico del cuartel de Caballería (pp. 101) y del de San Martín, pp . 119-120.

164 [22]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

Destrucción de los barrios extramurales


Durante la Guerra contra la Convención francesa, allá por 1794, y ante el
temor de que el enemigo pusiese sitio a la plaza, se derribaron apresurada-
mente prácticamente todas las edificaciones situadas en los barrios extramu-
rales de la ciudad. Desaparecieron para siempre, por entonces, la ermita y
barrio de la Magdalena; la Rochapea con el convento de Clarisas de Santa
Engracia, fundación del siglo XIII; el Convento de Trinitarios, situado desde
1664 al pie de la carretera de Guipúzcoa, con el vecino barrio de “las Casetas”;
la basílica de San Jorge, que había sido reedificada hacía pocos años, y cuyo
solar fue vendido después al “talaverero” o encargado de la fábrica de porcela-
na “para sacar cascajo”. También se derruyeron la basílica o ermita de San
Roque, construida en 1600, próxima a la Cuesta de la Reina, y la de San Juan
de la Cadena –cuyo nombre se perpetúa en el actual barrio de San Juan–
donde existía también una corraliza y varias casas de labradores. En el Libro
de Oro de la Ciudad, escrito hacia 1830 por el Secretario don Luis Serafín
López y Pérez de Urrelo, de donde proceden los datos anteriores, dice al
hablar de Extramuros, “ya ni vestigios quedan de nada de lo arruinado”.

EL SIGLO XIX, DE LA CIUDAD AHOGADA A LOS ENSANCHES


El siglo XIX, que a efectos de la historia urbana de Pamplona podemos
prolongar hasta 1915, fecha inicial del derribo de las murallas, es el de la
transformación radical de la ciudad. Al principio, ocupando uno tras otro los
pocos espacios libres de que aún se disponía dentro de las murallas, que aho-
gaban las posibilidades de expansión de la ciudad; más tarde, con el naci-
miento del Primer Ensanche, autorizado en 1888, y por último con el derri-
bo de las murallas, entrado ya el siglo XX.
Continúan las mejoras
El siglo XIX empieza siguiendo las mejoras urbanas iniciadas en el siglo
anterior, que culminan con la construcción del Cementerio de Berichitos,
llevada a efecto entre 1805 y 1808, que terminó con la práctica antigua de
enterrar bajo el pavimento de las iglesias65.
Hacia 1810 se derriban los últimos portales que aún permanecían en pie
del primitivo recinto amurallado medieval: la Portalapea, junto a San Cernin,
demolida en 1815, al terminar la Guerra de la Independencia66, y la de San
Lorenzo, al final de la calle Mayor, derribada en 1806, al reedificarse la igle-
sia del mismo nombre con su actual nave neoclásica67.

65. Sobre el origen del cementerio pamplonés puede verse el ya citado folleto de GARCÍA MERINO,
Obras y servicios del viejo Pamplona. Por mi parte, he tratado del tema en artículos de prensa en varias
ocasiones. Vid. “Diario de Navarra”, de 4 de noviembre de 1969, 2 de noviembre de 1971 y 2 de
noviembre de 1977.
66. ILARREGUI recordaba en 1847 que la puerta “formaba un arco de sillería” y anotó que en esa
fecha aún se veían algunas señales de su existencia. (Nota XV de su edición del Poema de ANNELIERS,
que publicó con el título de La Guerra Civil de Pamplona).
67. J. J. MARTINENA. La reedificación neoclásica de la iglesia de San Lorenzo de Pamplona. “Príncipe
de Viana”, 1981, pp. 385-475. En 1843 escribía YANGUAS Y MIRANDA que había sido derruida “hace
algunos años, cuando se reedificó la iglesia”. Alude naturalmente a la parroquia de San Lorenzo, que
fue reconstruida -salvo el campanario- entre los años 1806 y 1815. (Ed. de la Historia de la conquista
del reino de Navarra, de LUIS CORREA), p. 172, nota de Yanguas.

[23] 165
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Viviendas
Continuó también a lo largo del siglo XIX la sustitución de las viviendas
que aún quedaban en pie de época medieval y de los siglos XVI y XVII,
emprendida, como ya hemos visto, durante el siglo anterior. Así Madoz
podía escribir en 1848: “El casco de la población comprende 1.970 casas,
entre las que hay muchas de construcción moderna y con las comodidades
debidas, aunque son muchísimas también las que carecen de ellas por haber
sido edificadas en otros tiempos de menos gusto”68. La sustitución de casas
antiguas continuaría a buen ritmo durante la segunda mitad del siglo, impo-
niéndose un tipo característico de casa de cuatro o cinco pisos, con balcones,
compuestos generalmente de dos módulos o tramos verticales y de tres o más
en las casas de más categoría. Sólo a partir de 1880 y hasta 1915 o 1920 se
edificarán casas del tipo “fin de siglo”, o bien ya dentro de las corrientes
modernistas o eclécticas, aunque éstas dentro del casco antiguo representan
estadísticamente sólo una mínima parte.
Consecuencias de la Desamortización en el hecho urbano
La Ley de Desamortización de las propiedades eclesiásticas y de las órde-
nes religiosas (1836) vino a suponer en Pamplona, como en otras ciudades,
una verdadera revolución urbanística, por las consecuencias que a corto y a
largo plazo produjo en la fisonomía del casco urbano.
La primera consecuencia fue la confiscación y posterior derribo o trans-
formación de los antiguos conventos, y la segunda, la enajenación de las casas
que, desde mucho tiempo atrás, constituían su patrimonio, a través de dona-
ciones, limosnas y mandas pías. El primer convento que cayó bajo la pique-
ta fue el que ocupaba el solar más apetecible: el de las Carmelitas Descalzas
en la Plaza del Castillo. Para 1848 se había derribado ya la iglesia de San
Francisco, formándose en su solar el embrión inicial de lo que más adelante
sería la plaza del mismo nombre; en el convento anejo quedaron establecidas
las Escuelas de párvulos, que sostenía el Ayuntamiento, y el Almudí. Los de
Carmelitas Calzados y Mercedarios quedaron convertidos en cuarteles. El
primero sería derribado al finalizar el siglo, y el segundo en los años 1940-
1945. En el amplio y sólido caserón de los Dominicos se estableció el
Hospital Militar, previas algunas obras de transformación y adaptación de la
fachada, llevadas a cabo en 1876. El de Agustinos se vendió para fábrica –la
llamada de Galbete- y en su iglesia se estableció en 1880 la parroquia de San
Agustín, la más moderna de las cinco del casco antiguo69.
El convento de Trinitarios se había trasladado a finales del XVIII al que
ocupaban anteriormente los Antonianos, en un extremo de la calle de San
Antón, hacia la Taconera. A raíz de la Desamortización el convento fue ena-
jenado y sobre su solar se edificó el palacio del marqués de Echandía, que hoy
está subdividido en dos casas distintas, una de ellas la del Conde de Espoz y

68. MADOZ, Diccionario Geográfico, tomo XII, pp. 644.


69. MADOZ, op. cit. pp. 635-636, ofrece un estadillo referido al año 1849, anotando los diferen-
tes usos a que fueron destinados los antiguos edificios conventuales. Sobre la Desamortización pueden
verse dos interesantes trabajos que ofrecen numerosos datos de interés: MUTILOA, Desamortización en
Navarra (Pamplona, 1972) y DONÉZAR, La Desamortización de Mendizábal en Navarra (Madrid,
1975).

166 [24]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

Mina. Respecto al antiguo convento y colegio de los Jesuitas de la calle


Compañía, pasó también a servir de Cuartel de Infantería, destino que con-
servó hasta la construcción de los nuevos cuarteles del Primer Ensanche entre
1900 y 1910.
Aparte de los edificios conventuales, más o menos artísticos –casi todos
databan del siglo XVI–, las órdenes religiosas y las parroquias poseían casas de
vecindad, alquiladas o dadas a censo a particulares, que suponían un elevado
porcentaje entre las de la ciudad. Al ser enajenadas después de 1836, muchas
de ellas, ya en manos de dueños laicos, fueron reedificadas o reformadas radi-
calmente, dada su antigüedad, para hacerlas más cómodas o más rentables.
Esto explica en parte el considerable número de casas que pueden verse hoy
en el casco antiguo correspondientes a estas fechas entre 1840-6070.
Dentro del número de casas desamortizadas se encontraban las de la plaza
de San José, llamada en tiempos “la Canongía”, porque todos los edificios
que la integraban, además de la Catedral, pertenecían a canónigos y digni-
dades del Cabildo. Algunas de ellas habían sido reedificadas pocos años antes,
en 1830; otras eran de época medieval y tuvieron que ser reconstruidas des-
pués de su enajenación. Sobre el solar de la casa del Canónigo Hospitalero se
edificó en 1865 el Instituto de Segunda Enseñanza, hasta hace poco Escuela
de Comercio y del Magisterio –hoy Instituto Navarro de Administración–,
obra de don Aniceto Lagarde y don Maximino Hijón. Había más casas de
eclesiásticos en la calle Navarrería, que fueron también enajenadas71.
Hacia 1850 se edificaron también casas de vecindad en terrenos que ha-
bían pertenecido anteriormente a la huerta y jardín de los canónigos, y que
hoy forman los números 9 y 11 de la calle Dormitalería.
También fueron derribadas, a consecuencia de la Desamortización, las
ermitas o basílicas de Santa Cecilia, en la esquina de Curia y Navarrería, y de
San Tirso, en la Estafeta; ambas de origen medieval, aunque habían sido
reconstruidas en épocas posteriores72.
Urbanización de la plaza del Castillo y p aseo de Sarasate
Consecuencia directa de la Desamortización fue la construcción del desa-
parecido teatro Principal, en el lado sur de la Plaza del Castillo, y de sus dos
edificios colaterales, uno de ellos el Palacio de la Diputación73.

70. Para determinar el número exacto de casas que pertenecían a los conventos y cabildos parro-
quiales, es imprescindible manejar los libros y expedientes de la Junta de Policía, conservados en el
Archivo Municipal. GARCÍA MERINO hizo un detenido estudio, a la vista de dichos fondos documen-
tales, que por desgracia se limitó únicamente a la Navarrería. En esta serie de trabajos, este autor fue
recorriendo las distintas calles casa por casa, dando datos que van desde el último tercio del XVIII a
mediados del XIX. Vid. revista gráfica “Pregón”, núms. 78 (dic. 63) a 94 (dic. 67).
71. GARCÍA MERINO, La Canongía, Rev. “Pregón”, Navidad 1964.
72. La Basílica de Santa Cecilia, que existía ya en tiempos de Sancho el Mayor, fue derribada en
1575, para construir una fuente pública; pero hubo protesta del barrio y tuvo que ser reedificada en
1583. (IDOATE, Rincones de historia de Navarra, tomo I, pp. 37-39). En 1840 se cerró al culto y en
1853 fue derribada definitivamente, levantándose en su solar la actual casa número 1 de la calle Curia.
La iglesia de San Tirso, también de origen medieval, fue reconstruida en 1774, dada su gran anti-
güedad. Derribada a consecuencia de la Desamortización, en su solar se construyó la casa que hoy lleva
los números 49 y 51 de la calle Estafeta.
73. Vid. la nota número 34.

[25] 167
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Una descripción de la plaza del año 1801 decía: “Uno de sus frentes lo
ocupa el monasterio de Carmelitas Descalzas, la fachada de su iglesia con un
pequeño pórtico, y la cerca de su huerta”74. Confiscado el monasterio a raíz
de la Desamortización, se construyó en el centro del solar un teatro, el lla-
mado Principal, y más tarde Gayarre, del que Pamplona estaba tan necesita-
da, ya que no disponía más que de un antiguo corral de comedias, reforma-
do y “modernizado” en distintas ocasiones. De él tomó su nombre la actual
calle de las Comedias. El nuevo teatro, con una elegante fachada neoclásica,
se inauguró en 1841. A su derecha, mirando desde la plaza, se edificó el
Palacio de la Diputación, entre 1840 y 1851, también neoclásico, y dotado
de una fachada principal a la parte del Paseo. Por último, hacia 1850, se ter-
minó el conjunto con otro edificio de fachada y disposición simétrica a la de
la Diputación, que ocupaba el solar del actual edificio del Banco Central,
anteriormente Crédito Navarro75.
Con la construcción de este señorial conjunto la plaza mejoró notable-
mente su aspecto, adquiriendo una vitola de gran ciudad, de la que los pam-
ploneses de entonces se sentían muy orgullosos. De todo aquello hoy no nos
ha quedado más que la Diputación, ya que el teatro fue derribado en 1931
para dar paso a la Avenida de Carlos III, que desemboca en la plaza del
Castillo por aquella parte. Unos años después se derribó el edificio del
Crédito, sustituyéndolo por el actual. Unicamente el teatro Gayarre, recons-
truido en la avenida Carlos III, ha conservado la fachada del antiguo, aun-
que sin el frontón que la remataba, ni el reloj coronado por el escudo de la
ciudad, ni las figuras alegóricas que representaban a las musas.
Detrás del teatro, junto al polvorín de la muralla, se construyó también
en los años 1843-44 la plaza de toros anterior a la actual, que tenía un aforo,
según Madoz, de 8.000 personas. Fue destruida por un incendio el año
1921. Al construirse esta plaza quedó liberada la del Castillo de los espectá-
culos taurinos, que impedían hacer en ella obras de embellecimiento y que,
a partir de entonces, se sucedieron en distintas fechas76.
En 1855 se construyó en el llamado Paseo de Valencia –hoy de Sarasate–
la Casa de Baños, que vino a sustituir a otras dos anteriores existentes junto
al Palacio de los Virreyes, de origen medieval, y en la Plaza de las Recoletas.
Esta Casa de Baños, en la que se empleó piedra de la antigua torre de San
Lorenzo, se mantuvo en pie hasta el año 196977.
En 1850 el Ayuntamiento construyó un edificio destinado a Alhóndiga
Municipal en el Paseo llamado entonces de Valencia, esquina con la avenida
de San Ignacio, que fue vendido al Banco de España en 189578.

74. Diccionario Geográfico-Histórico de España (1802), tomo II, pp. 232.


75. En un cuadro de M. Sanz y Benito que se conserva en la Casa Consistorial, fechado en 1849
y que representa el paso de la procesión del Corpus por la Plaza del Castillo, aparecen ya construidos
el teatro y el palacio de la Diputación; el solar de lo que más tarde sería Crédito Navarro estaba toda-
vía sin edificar y allí existía el vivac de la guarnición. Ver nota 34
76. De esta primera plaza de toros fija se ocupó L. DEL CAMPO en la Colección Temas de Cultura
Popular, número 164. Y de los festejos taurinos en la Plaza del Castillo, ha tratado este mismo autor
en dicha colección, números 168 y 250.
77. De la construcción de aquel edificio, que tenía únicamente planta baja y un piso, y un boni-
to patio interior con surtidor, se ha ocupado ARAZURI en Pamplona antaño (2.ª Ed.), pps. 126-128.
78. El edificio actual del banco no se levantaría, sin embargo, hasta 1927. Su elegante
fachada está rematada por un escudo nacional con una gran corona real.

168 [26]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

En 1862 se reconstruyó y amplió la casa del Vínculo del Pan, llamada


también “Los Hornos de la Ciudad”, que ocupaba un amplio solar desde la
Casa de Misericordia del Paseo hasta la actual calle Estella y el lado de la calle
del Vínculo y acera este de la Plaza del mismo nombre. Una parte de aquel
caserón se vendió en 1918 para levantar allí la Casa de Correos y el resto fue
derribado en 1939 con destino a casas de vecindad79.
Por entonces –hacia 1860– se derribó en el paseo el antiguo Cuartel de
San Martín y algunas construcciones colindantes, para levantar casas de
vivienda, la más importante de las cuales fue sin duda la llamada de
Alzuragay, donde funcionaron las dependencias del Gobierno Civil hasta
principios de este siglo80.
Vemos como poco a poco el paseo de Valencia, que el empezar el siglo
XIX era todavía una parte de la Taconera, con hierba, árboles, las cruces de
un antiguo Calvario y, prácticamente, sin construcciones en su lado sur, a lo
largo del siglo se va urbanizando y embelleciendo, para tomar por fin, con la
construcción del Primer Ensanche, su característico aspecto de Bulevar “fin
de siglo”, que al menos en parte conserva todavía81.
Algunas mejoras urbanas anteriores al nacimiento del Primer Ensanche
fueron la creación del cuerpo de serenos, en 1818; la municipalización del
Cementerio en 1828 y obras posteriores en su recinto, cuya serie se inicia en
1832; la instalación de los nuevos faroles de reverbero para el alumbrado
público, en 1839, y, por último, la iniciación de las obras de adoquinado de
las calles de la ciudad, que comenzó en 1849, y que poco a poco iría sustitu-
yendo al antiguo empedrado del siglo XVIII, que, al parecer, era muy frágil
para los nuevos tipos de carros y galeras, que hacían en él continuos socavo-
nes y quebraban las piedras y losas82.
En 1842 fueron trasladadas al Cementerio las antiguas cruces del
Mercado o de la Taconera, construida en 1520, y del Mentidero o de los
Mercaderes, que estaba en la esquina de Curia y Navarrería y databa del año
150083.
En 1876 se reedificó de nueva planta el mercado de Santo Domingo,
detrás de la Casa Consistorial.

79. ARAZURI, op. cit., pp. 124-125.


80. De aquella casa, que tenía un gran empaque señorial, me he ocupado en dos ocasiones: una
en “Diario de Navarra”, de 27 de febrero de 1971, y posteriormente en la rev. Pregón, de otoño-invier-
no de 1973. Planos del antiguo cuartel, del año 1757, en J.J. MARTINENA, Cartografía navarra en los
archivos militares (Pamplona, 1989)
81. ARAZURI ha trazado un interesante bosquejo histórico del Paseo en su libro, varias veces cita-
do, Pamplona antaño (2.ª Ed.), pps. 113-147.
82. MADOZ, Diccionario Geográfico, tomo XII, p. 658.
83. La cruz del Mentidero fue traída de nuevo a la ciudad en 1961 y colocada junto al Mesón del
Caballo Blanco en el Redín. En ella hay una inscripción que dice: “A honor y reverencia de Nuestro Señor
Jesucristo y de la Virgen María ficieron fazer esta cruz GARCÍA DE LANZAROT, mercader vecino de Pamplona,
y Joaquína MARTÍN DAOIZ, su mujer, la quoal fue puesta a cinco de noviembre de mil quinientos”.
La de la Taconera fue restituida a su primitivo emplazamiento en 1946. Tiene también una ins-
cripción cuyo texto es el siguiente: “Esta obra fizo fazer MARTÍN DE ESPINAL, carnicero vecino de esta
Ciudad de Pamplona, a honor y reverencia de Dios y de su Santa Pasión y remisión de sus pecados, a doce
de abril de mil quinientos veinte años”.

[27] 169
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

El Primer Ensanche
En octubre de 1887, el concejal don Serafín Mata y Oneca presentó al
Ayuntamiento un proyecto de ensanche por el Suroeste, en el cual, respetan-
do el recinto amurallado exterior de la plaza –intocable por entonces–, se
partía de la base de derribar únicamente dos baluartes de los cinco con que
contaba la Ciudadela: los de la Victoria y San Antón, que eran los que mira-
ban hacia la ciudad. Tras laboriosas gestiones, se consiguió de las autoridades
militares la correspondiente autorización para lo referente a las fortificacio-
nes, y por fin, el 22 de agosto del año siguiente, apareció el decreto-ley de
aprobación84.
En abril de 1889 daban comienzo las obras de derribo de los dos baluar-
tes afectados y la explanación y acondicionamiento de los terrenos, base del
futuro ensanche.
En pocos años se construyeron seis manzanas de viviendas, señaladas en
el plano de la ciudad con las letras de la A a la F, que naturalmente respon-
dían arquitectónicamente al estilo de la época –el “fin de siglo”– que ahora
tiende a revalorizarse en las grandes ciudades y que en la historia de los esti-
los está perfectamente estudiado y delimitado cronológicamente. Según sus
cánones, se edificó en Madrid el barrio de Salamanca y más cerca de noso-
tros el Ensanche de San Sebastián, que es hoy la zona céntrica de la ciudad,
tan amenazada por la especulación hacia 1960-70. Eran aquellas casas de
corte aristocrático, con elegantes fachadas de amplios balcones y miradores
encristalados y portales decorados con profusión de molduras y adornos de
yesería. En algunos edificios incluso se empleó piedra en las fachadas85.
Aquel ensanche resultó pronto insuficiente. Se habían previsto 22.736,39
metros cuadrados de superficie edificable, descontando los nuevos cuarteles,
que se construyeron entre 1900 y 1910, en la zona más próxima a la
Ciudadela. De las cinco manzanas con destino civil, una se destinó a
Audiencia Territorial, enorme edificio de 3.318 metros cuadrados.
La nueva Alhóndiga, edificada por estos años, se llevó otros 2.484 metros
de solar. Así pues, según la Guía de Alvarado, quedó disponible para edifi-
cios de viviendas un espacio de 16.934, 39, en el cual se establecieron ade-
más, andando el tiempo, cuatro conventos: Ursulinas, Maristas,
Concepcionistas y Reparadoras, los dos primeros derribados hacia 1970 y el
último reedificado enteramente, sin ningún respeto a las características arqui-
tectónicas del entorno.
Las viviendas particulares que se construyeron, por su elegancia, calidad,
comodidades –para aquella época–, amplitud y céntrico emplazamiento,
adquirieron en seguida carácter prohibitivo para economías modestas, que
entonces eran las de casi todos los pamploneses, por lo que en realidad aque-
llas casas no vinieron a solucionar ningún problema, sino a ciertos niveles
sociales y económicos; ni a cumplir plenamente el objeto expreso para el cual
aquel ensanche se había proyectado, que era fundamentalmente la descon-

84. Alvarado, Guía del viajero en Pamplona, pps. 12-13.


85. A. ORBE, Arquitectura y urbanismo en Pamplona a finales del s. XIX y comienzos del XX.
(Pamplona1985).

170 [28]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

gestión del casco urbano –el actual casco viejo– ahogado ya desde hacía tres
siglos por las murallas de los Austrias.
Con este ensanche, primero de los realizados en Pamplona, culminaba
una dilatada etapa de la historia de la ciudad, la que Leoncio Urabayen llamó
el relleno 86. En efecto, con la construcción de estas cinco manzanas de casas,
experimentó una alteración considerable y renovadora la fisonomía urbana
de la ciudad, cuya estructura no había variado en lo esencial desde los tiem-
pos de Felipe II. Podemos decir que la vieja estampa de la Pamplona virrei-
nal se mantuvo inalterable, en muchos aspectos, hasta la construcción del
Primer Ensanche87.
Los gastos de urbanización supusieron al Ayuntamiento Constitucional
la cantidad –considerable para entonces– de 408.436 pesetas; desglosando
por partidas, vemos que las obras de desmonte y excavación –“la terrera”
como se le llamaba– se llevaron 73.436; el alcantarillado costó 250.000. El
importe de las obras de pavimentación de calles y enlosado de las aceras
supuso otras 85.000 pesetas.
Durante la década de los 60, este primer ensanche, una de las zonas de la
ciudad más apetecibles para las empresas constructoras, sufrió una radical
transformación, que estuvo a punto de acabar con él por completo. Ya que
no puede hacerse otra cosa a estas alturas, convendría garantizar la conserva-
ción de las casas más representativas de la zona, como afortunadamente se ha
hecho con la Audiencia futura sede del Parlamento88.
Con el derribo de las murallas, autorizado por ley de 7 de enero de 1915,
siendo Alcalde don Alfonso de Gaztelu, podemos considerar que termina la
historia de la ciudad antigua, para entrar en el campo de la Pamplona actual.
Derribados los muros y baluartes entre los años 1915 y 1921, en el frente
comprendido entre Labrit y la Ciudadela –los portales habían sido amplia-
dos ya en 1905-1907– se acometió la decisiva obra del Segundo Ensanche,
según proyecto del arquitecto municipal D. Serapio Esparza, que no se ter-
minaría hasta la década de los 50.
El Tercer Ensanche y los barrios extramurales son cosa de nuestros días.

RESUMEN
El trabajo constituye una síntesis de historia urbana, que arranca a
mediados del siglo XI, cuando únicamente existía el núcleo inicial de
la Navarrería, dominio episcopal heredero de la antigua civitas roma-
na. Describe luego el nacimiento de los burgos de San Cernin y San

86. URABAYEN, Biografía de Pamplona, pps. 138-139.


87. En la Historia de Pamplona recopilada por J. M. JIMENO JURÍO, se incluyen unos planos de la
ciudad en distintos momentos de su historia urbana, que ayudan a contemplar el proceso evolutivo de
Pamplona. Existe también, a este respecto, un breve trabajo de V. GALBETE, Bosquejo histórico-urba-
nístico de la ciudad de Pamplona, publicado en la “Revista Nacional de Arquitectura” junio 1950, pps.
239-51.
88. El edificio de la Audiencia levantado entre 1890 y 1898, según planos del arquitecto don
Julián ARTEAGA, estuvo amenazado por la piqueta en los años 60. Hoy parece garantizada, la conser-
vación de algunas casas de vecindad de este Primer Ensanche que tiene una personalidad tan definida
dentro del conjunto urbano.

[29] 171
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Nicolás, en torno al año 1100, y su posterior unificación por Carlos III


en 1423, que se iría consolidando a lo largo de los siglos XV y XVI,
sobre todo tras el trazado de la nueva muralla de Felipe II, comenzada
en 1571. Es ya la Pamplona virreinal, cuya estructura urbana llegaría
sin cambios notables hasta la construcción del Primer Ensanche a par-
tir de 1887. El derribo de las murallas, en los años 1915-21, posibili-
tó el trazado del Segundo Ensanche, es decir, el nacimiento de la
Pamplona moderna.

ABSTRACT
The work constitutes a synthesis of urban history beginning in the
middle of the 11th century when only the intial population centre of
Navarrería existed, which was an episcopal domaine and heir to the old
roman civitas. It goes on to describe the birth of the boroughs of San
Cernin and San Nicolás, aroud the year 1100, their subsequent unifi-
cation by Carlos III in 1423, and their gradual consolidation during
the 15th and 16th centuries, above all after the construction of Felipe
It’s new city wall which was started in 1571. It had now become vice-
royal Pamplona whose urban structure would develop without any
notable change until the initiation of the construction of the Primer
Ensanche district from 1887. The demolition of the city walls from
1915 to 1921, made way for the Segunda Ensanche district and the
birth of modern Pamplona.

172 [30]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

La Navarrería y los burgos de Pamplona (hacia 1360-1423)., (según Juan José Martinena).

[31] 173
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

La Pamplona de la época virreinal (s. XVI-XIX) con el nuevo recinto amurallado de la Casa de
Autria, (según Juan José Martineana).

174 [32]
RESEÑA DE LA EVOLUCIÓN URBANA DE PAMPLONA

Plano de 1608 que representa la Ciudadela y la nueva muralla de Felipe II, el castillo erigido por
Fernando el Católico y la vieja muralla medieval modificada por Carlos V, (archivo de Simancas).

[33] 175
JUAN JOSÉ MARTINENA RUIZ

Vistaa aérea de Pamplona en 1935, en la que se aprecia la trama urbana medieval del casco viejo, las
manzanas más regulares del primer ensanche y la primera fase del segundo ensanche hasta la actual
avenida de la Baja Navarra, (Servicio Catastral del Gobierno de Navarra).

176 [34]

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