Diferencias entre colonialismo e imperialismo
Los términos colonialismo e imperialismo se suelen utilizar como si fueran lo mismo, sin
embargo, son diferentes. El primero, aparece con el propósito de justificar la expansión
de los países europeos en el siglo XIX al ejercer su poder económico y político sobre
pueblos técnicamente más atrasados de Asia y África; la dominación ejercida será sobre
otro país más débil al que se subordina a la potencia dominante o metrópoli.
En el colonialismo la soberanía de un
pueblo es asumida por otro Estado o
gobierno, mismo que promueve la
implantación de colonos de su propia
nación en el territorio conquistado;
impone su autoridad, toma las decisiones
políticas y da lugar a cambios en las
políticas económicas y sociales.
En este sentido, Balandier (1969)
establece que en el colonialismo una
minoría extranjera ejerce una pretendida superioridad racial y cultural sobre una
mayoría
nativa considerada inferior. Borisov, Zhamin y Makarowa (2009), lo identifican como una
política de los estados capitalistas económicamente más desarrollados orientada hacia
la esclavización y la explotación de los pueblos atrasados en el aspecto económico.
El segundo, es decir el imperialismo, es la doctrina política de un Estado que busca
ejercer su influencia o control sobre otros países o poblaciones. La guerra es uno de los
principales instrumentos para ejecutar dichas políticas de expansión y dominio. El
imperialismo siempre va acompañado de procesos coloniales, de tal manera que cuando
el colonialismo se elimina la posición imperial se debilita. El dominio por parte del Estado
imperial se lleva a cabo mediante diferentes herramientas: políticas, militares,
económicas, culturales o sociales.
En cuanto al colonialismo moderno este fue parte de la expansión política y territorial
de las naciones occidentales a partir del siglo XV. Este proceso alcanzó su apogeo
durante l siglo XIX y concluyó a mediados del siglo XX, cuando la mayoría de las
metrópolis coloniales abandonó sus posesiones en casi todo el mundo.
Es de observar que el colonialismo fue defendido, desde el punto de vista económico,
como parte de la búsqueda de materias primas baratas o exóticas, a cambio de las
cuales se estimulaba la venta de productos manufacturados. En este sentido puede
considerarse como primer paso hacia la constitución de un comercio internacional de
alcance planetario y como el punto de partida a través del cual se intercambian
actualmente gran cantidad de bienes y servicios.
Los movimientos que propugnaban la descolonización destacan que el sometimiento
político de las colonias implicaba una paralela dependencia económica que trasladaba
hacia afuera sus excedentes e impedía el crecimiento. También se habló de una forma
puramente económica de este fenómeno, el neocolonialismo, lo cual implica la
dominación sobre un Estado jurídicamente independiente. En sentido similar se utilizan
los términos imperialismo y nuevo imperialismo.
La importancia colonial y su historiografía han desempeñado un gran rol dentro de las
disciplinas históricas, y se ha visto
robustecida en los últimos años a raíz
de la necesidad de comprender mejor
los procesos globales.
Por su parte, el imperialismo como
doctrina política pretende situar por
encima de otros Estados o
comunidades al propio. El imperialismo
moderno suele referirse a la actitud de
algunas potencias, principalmente
europeas, desde la Edad Moderna
hasta el proceso de descolonización
tras la Segunda Guerra Mundial; y más
específicamente, al periodo que va de 1879 a 1919, el cual también se conoce como: Era
del Imperialismo, en la cual se produjo una carrera para construir imperios,
principalmente con el llamado reparto de África. A ese periodo se refieren dos de los
textos más importantes que fijaron el concepto: Imperialismo: un estudio, de Hobson
(1902), así como: El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin (1916).
Desde una perspectiva marxista el imperialismo no es una fase acabada de la historia,
ni tampoco una forma extinguida de dominación política, sino la manera de como la
propiedad del capital se concentra en los países ricos o desarrollados.
Hobson, citado por Mata de Grossi y Silva Otero (2005), subraya que el imperialismo es
una deformación del capitalismo, se nutre de la necesidad del capital de buscar nuevos
mercados para su excedente y de inversiones que puedan obtener una mayor ganancia
que la generada en las metrópolis, en tanto que la expansión se realizaba no sobre la
base del beneficio de la mayoría sino en función de un proyecto de oligarquía poderosa,
cuyo interés económico se escondía bajo la noble causa de llevar la “civilización” a otros
pueblos; según Hobson:
“Estas son las fuerzas específicamente que fomentan el imperialismo.
Forman un grupo grande y difuso de oficios y profesiones que esperan encontrar
negocios rentables y empleos lucrativos como consecuencia de la ampliación de los
cuerpos militares y civiles, de las sumas gastadas en operaciones militares, de la
ocupación de nuevos territorios y del comercio con ellos, y de la provisión de nuevos
capitales que son necesarios para la realización de estas operaciones, todos ellos
inspirados y dirigidos por el poder de los círculos financieros”.
Lenin, por su parte subrayó:
“Si fuera necesario dar una definición lo más breve posible del imperialismo, debería
decirse que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo. Una definición
comprendería lo principal, pues, por una parte, el capital financiero es el capital
bancario de algunos bancos monopolistas fundido con el capital de los grupos
monopolistas industriales y, por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la política
colonial, que se expande sin obstáculos en las regiones todavía no apropiadas por
ninguna potencia capitalista, a la política de dominación monopolista de los territorios
del globo, en teramente repartido”. (El imperialismo: fase superior del capitalismo
(1965). Partido Comunista del Pueblo de Catalunya, p. 35).
De esto se desprende que los países en vías de desarrollo sufren de este modo la
explotación de los países dominantes. Y aunque el trabajo y los recursos naturales se
concentran en estos países periféricos, no es así en su gestión como tampoco el
consumo.
Doyle, citado por Said (1993), recalca que:
“El imperio es una relación, formal o informal, en la cual un estado controla la efectiva
soberanía política de otra sociedad política. Puede lograrse por la fuerza, por la
colaboración política, por la dependencia económica, social o cultural”. En cambio el
imperialismo es, sencillamente, el proceso o política de establecer o mantener un
imperio”.