Evolución de los Derechos Humanos y su consagración en la Constitución
Chilena.
Por:
Natalia Gómez Leyton.
Introducción.
La propia concepción del ser humano como tal ha ido cambiando y evolucionando con el
paso del tiempo, también lo han hecho las concepciones de hombre y mujer como
constructos sociales. El tiempo, así como las costumbres y la cultura, son elementos
significativos que permiten explicar qué se entiende por ser humano, así como qué se
entiende por hombre y mujer, qué concepción del niño existe, cuáles son sus derechos y
obligaciones formales, cuáles son los mecanismos de protección a los que pueden acudir o
recurrir, cuáles son los derechos que se vulneran, etc. De esta forma, cada tiempo y cultura
nos traslada a concepciones dispares y a mecanismos de defensa diferentes. Ello vuelve a
plantear el tema de la universalidad de los derechos humanos.
Los seres humanos, sólo por el hecho de nacer, poseen una serie de derechos. Los mismos
en cualquier lugar del mundo, independientemente de la posición económica, orientación
sexual, religión, sexo, color de piel, etc. Estos derechos están recogidos en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas en su resolución 217 A (III), del 10 de diciembre de 1948. Dicha
declaración contiene los derechos y libertades inherentes al ser humano, al tiempo que se
define como la proclamación internacional básica de los derechos fundamentales de todos
los miembros de la familia humana.
Los Derechos Humanos nacen como reacción ante las barbaridades que vivió la humanidad
durante la primera mitad del siglo XX. El contexto histórico en el que nace la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, en 1948, es precisamente, el del horror ante las
dimensiones, crueldad y aberración del holocausto nazi que afectó principalmente a
personas de religión judía, pero que también tuvo entre sus víctimas a otros colectivos
(gitanos, librepensadores, comunistas), no siempre. Es precisamente como reacción a estos
hechos, que la comunidad internacional de la época, es decir, la anterior a los procesos de
descolonización, se dotó de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y puso las
bases para el posterior desarrollo de todo el cuerpo jurídico del Derecho Internacional de
los Derechos Humanos.
Evolución de los Derechos Humanos.
El conocimiento claro y universal de la existencia de lo que hoy se conoce por derechos
humanos es propio de los tiempos modernos, es decir, es una idea que surge y se consolida
a partir fundamentalmente del siglo XVIII tras las revoluciones americana y francesa. Sólo
a partir de aquí se puede hablar con propiedad de la existencia de los derechos humanos.
Sin embargo, la reivindicación fundamental de lo que se quiere expresar con la idea de los
derechos humanos se remonta a muy atrás en la historia, y atraviesa las diferentes culturas y
civilizaciones.
Cuando se refiere a los derechos humanos se debe tener en cuenta las dos ideas
fundamentales que subyacen en este fenómeno. La primera idea es la dignidad inherente a
la persona humana, es decir, los derechos humanos pretenden la defensa de dicha dignidad.
La segunda idea hace referencia al establecimiento de límites al poder, siendo los derechos
humanos uno de los límites tradicionales al poder omnímodo de los Estados.
Los derechos humanos a los que dio lugar la Revolución francesa fueron los denominados
derechos de la primera generación, los derechos civiles y políticos (libertad de credo,
libertad de expresión, derecho de voto, derecho a no sufrir malos tratos, etc.). Son derechos
en los que prima, ante todo, la reivindicación de un espacio de autonomía y libertad frente
al Estado; lo que plantean estos derechos humanos es la no interferencia del Estado en la
vida de los ciudadanos y ciudadanas. Sin embargo, con el paso del tiempo se fue viendo
que los derechos civiles y políticos eran insuficientes y que necesitaban ser
complementados. No será hasta fines del siglo XIX y principios del XX cuando, debido al
auge del movimiento obrero y a la aparición de partidos de ideología socialista, se empiece
a calificar a los derechos civiles y políticos como meras “libertades formales”, en sentido
marxista, si no se garantizan, a su vez, otro tipo de derechos: los derechos económicos,
sociales y culturales (derecho al trabajo, al alimento, a la educación, etc.). Se considera que
la dignidad humana descansa tanto en el reconocimiento de los derechos civiles y políticos
como en el reconocimiento de los derechos económicos, sociales y culturales.
Esta segunda generación de derechos humanos recibirá un apoyo importante con el triunfo
de las revoluciones rusa y mexicana, que tratan de instaurarlos de una manera efectiva. Esta
nueva generación de derechos humanos ya no se va a contentar con un papel meramente
pasivo del Estado, sino que va a exigir una actividad positiva por parte de éste para ser
puestos en práctica. Asistimos así, avalado por el keynesianismo económico, al
advenimiento del Estado intervencionista. A partir de este momento, los ciudadanos van a
comenzar a reivindicar al Estado su intervención para proteger y garantizar derechos tales
como el acceso a la salud, a la vivienda, a la educación, el derecho al trabajo, la Seguridad
Social, etc. Ahora bien, a pesar de la existencia y aparición histórica de las dos
generaciones o tipos de derechos humanos, no se trata de dos categorías completamente
autónomas, sino que ambas categorías van a estar profundamente interrelacionadas. Es lo
que se denomina la indivisibilidad e interdependencia de las dos generaciones de derechos
humanos.
Tras el fin de la II Guerra Mundial en 1945 y el descubrimiento de los horrores ocurridos
en los campos de concentración y del genocidio judío, los derechos humanos se
convirtieron en uno de los objetivos primordiales de la ONU, entonces creada. La Carta de
las Naciones Unidas (1945), el documento constitutivo de la nueva Organización, se iba a
hacer eco de este interés renovado por los derechos humanos, proclamando ya desde el
mismo Preámbulo su “fe en los derechos fundamentales”. Finalmente, el 10 de diciembre
de 1948 tuvo lugar la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La consagración de los Derechos Humanos en la Constitución Chilena.
Los derechos humanos en Chile encuentran consagrados por distintos tratados
internacionales suscritos por el Estado Chileno, como lo son los Convenios de Ginebra, la
Declaración de los Derechos del Niño y la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Y han sido objeto de especial relevancia en la política chilena desde la
suscripción de estos acuerdos y durante gran parte del siglo XX en adelante. En especial
por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar, y por el actuar de
las instituciones armadas y de orden contra dirigentes indígenas, estudiantiles, gremiales y
sindicales, así como contra la población civil durante el proceso de transición a la
democracia.
Durante el desarrollo de la historia, Chile ha vivido diversos conflictos como Guerras
Civiles, Golpes de Estado, y Dictaduras, en las cuales la acción de las fuerzas armadas, así
como de las policías han jugado un papel preponderante para el desarrollo de estos procesos
históricos. Por este motivo es que, desde mediados del siglo XIX en adelante han ocurrido
constantes enfrentamientos entre la sociedad civil y las instituciones armadas, así como
matanzas y revueltas. Siendo así, la preocupación social por el actuar del Estado sobre el
bienestar de sus ciudadanos fue cobrando importancia creciente ya desde principios del
siglo XX y quedó plasmado en cuerpos legales ya desde la Constitución Política de la
República de Chile de 1925.
A contar de 1949 y durante las siguientes cinco décadas, los sucesivos gobiernos
comenzaron a suscribir una serie de tratados internacionales respecto de esta materia, por lo
que el respeto a los derechos humanos y la vigilancia a la acción sistemática de sus
instituciones fue cobrando relevancia, hasta ser tema central en la política chilena
postdictadura, dados los miles de casos de violencia estatal constatados para este periodo,
que incluyen desapariciones, torturas, fusilamientos y atentados, los cuales han llevado a
polémicos procesos judiciales y numerosos cuestionamientos a la forma con la que se han
abordado posteriormente. Al respecto, dos comisiones se conformaron para investigar los
hechos ocurridos durante la dictadura, la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación en
1990, de la cual emanó el Informe Rettig, y la Comisión Valech en 2003 que publicó dos
informes. Sobre la base de estos documentos se constató el asesinato de al menos a 3197
personas y la tortura de más de 29000. Si bien el Poder Judicial condenó a varios agentes de
la dictadura militar, estos casos han llevado años de tramitación y muchos de los acusados
fallecieron sin llegar a concluir sus juicios. También han existido numerosos casos que
quedaron sin condena, y de entre los condenados hay quienes cumplen sentencia en
condiciones de privilegio, en recintos penales especiales como el Penal Cordillera y Punta
Peuco.
De los miembros de la junta militar, el propio Augusto Pinochet tuvo que enfrentar a
acusaciones por violaciones a los derechos humanos entre 1973 y 1990, y por delitos
financieros durante y después de aquel período4, enfrentando un proceso en Inglaterra
ordenado por el juez Baltasar Garzón, del cual sería liberado por el entonces ministro del
interior inglés Jack Straw. En Chile, el proceso contra el dictador fue interrumpido por
razones de salud alegadas por su defensa, y concluyó definitivamente con su muerte el 10
de diciembre de 2006. En tanto Fernando Matthei enfrentó dos solicitudes de
procesamiento por el asesinato del General Alberto Bachelet, las cuales no fueron acogidas
a trámite. Mientras que en el caso de los demás integrantes no llegaron a enfrentar a la
justicia en ningún momento. Y ejercieron sus roles como oficiales hasta 1997.
La problemática por el respeto a los derechos humanos volvió a ser tema en boga con las
sucesivas manifestaciones que comenzaron a darse desde mediados de los años 90,
cobrando visibilidad por el actuar de carabineros durante la movilización estudiantil en
Chile de 2006 donde se observó la represión policial dirigida contra menores de edad. A
partir de entonces, y especialmente durante las movilizaciones estudiantiles en Chile de
2011 la acción represiva de Carabineros de Chile comenzaría a ser un problema cada vez
más frecuente en la discusión pública, siendo la represión policial condenada por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Este actuar seguiría dándose en las
sucesivas manifestaciones ciudadanas, hasta que producto del estallido social de octubre de
2019 quedó de manifiesto el actuar sistemático de las policías y las responsabilidades
gubernamentales al respecto. Varios informes nacionales e internacionales reportaron uso
excesivo y sistemático de fuerza, maltrato y abuso sexual por parte de policías y militares.
Por otra parte, se detectó abuso físico y hacinamiento en cárceles. Y se reportaron casos de
abuso sexual infantil y trata de blancas en los centros del Servicio Nacional de Menores.
Conclusión.
Los derechos humanos son una valiosa herencia que el siglo XIX ha legado. Siendo normas
que reconocen y protegen la dignidad de todos los seres humanos. Estos derechos rigen la
manera en que los individuos conviven en sociedad y se relacionan entre sí, al igual que sus
relaciones con el Estado y las obligaciones del Estado hacia ellos. Las leyes relativas a los
derechos humanos exigen que los gobiernos hagan determinadas cosas y les impide hacer
otras. Las personas también tienen responsabilidades; así como hacen valer sus derechos,
deben respetar los derechos de los demás. Ningún gobierno, grupo o persona individual
tiene derecho a llevar a cabo ningún acto que vulnere los derechos de los seres humanos.
La universalidad de los Derechos Humanos es una magnitud histórica. Pero la historicidad
de los seres humanos, del Derecho, así como de los derechos humanos, no significa tan sólo
que estén presentes meramente de hecho en el tiempo y la historia (como la materia, las
plantas, los animales); significa más bien que tienen historia, que su ser se define a lo largo
del tiempo y de la evolución. La historicidad es por ende un factor de orden objetivo y no
arbitrario para la configuración del Derecho. Aun cuando no tenga la misma validez
siempre y en todas partes, un orden jurídico puede, perfectamente, ser el orden
incondicionalmente debido de ese tiempo y de ese ámbito cultural.