República Bolivariana de Venezuela
Universidad Valle del Momboy Vicerrectorado
Centro de Formación Permanente
“Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno”
Sede La Grita
La Casa Bernarda de Alba
(Ensayo)
Olga Yanneth Vega de Moreno
Cedula de Identidad: V.- 15.862.256
Formación General: Ética, Liderazgo y Valores
Facilitadora: Licda. Liliana Rivera
Julio de 2021
La casa de Bernarda Alba escrita por Federico García Lorca, se centra
en la tiránica Bernarda y la relación de ésta con el resto de las mujeres de su
hogar (sus hijas, su madre y dos criadas); Bernarda luego de enviudar por
segunda vez, a la edad de 60 años, decide entregar los próximos 8 años de
su vida a un luto riguroso y asfixiante. A su vez, obliga a sus cinco hijas, su
madre y sus sirvientas, a llevarlo con ella, luciendo vestuarios negros,
manteniéndose en un sepulcral silencio en todo momento y sin oportunidad
de celebrar, o vivir como se espera.
Las obliga a estar Alejadas de todo; del mundo exterior, de los
placeres de la vida, de los amores futuros. Todas las mujeres parecen
aceptar las disposiciones de la matriarca, a excepción de una, Adela, la hija
menor, que representa la rebeldía frente a aquella forma tiránica de mandar.
Adela intenta vivir su vida, aunque esto signifique desafiar a su madre.
En este orden se observa como este libro está centrado en un
conflicto moral donde la honra y la decencia son unos de los aspectos más
importantes al hablar de imagen familiar y personal. El estilo de vida de las
mujeres que habitan aquella casa se envuelve y está influenciada
ciegamente por el qué dirán de los demás. La sociedad en general se rige
por esquemas sociales sesgados por la tradición cultural y social del
momento; asimismo, se establecen ideas sobre lo que es ser una buena
familia y cómo deberían comportarse sus integrantes.
Los males de la familia se desencadenan con la aparición de Pepe el
Romano, hombre de quién Adela está enamorada y él de ella, según cuenta
la muchacha, y la relación de este con la hermana mayor de Adela,
Angustias, con quien va a casarse. Además, Martirio también está
enamorada de Pepe, pero ella prefiere acallar sus sentimientos por temor a
su madre.
La obra, ambientada en el momento contemporáneo al de Lorca, es
una crítica a las costumbres de la época. El honor y las normas de la
sociedad rigen cada movimiento de las personas dentro de aquella España,
personas que llevan máscaras puestas; máscaras que oculten sus
verdaderas historias, sus acciones y emociones, es una sociedad del
aparentar.
En Bernarda se puede encontrar aquella tiranía del supuesto honor y
las normas de la sociedad llevadas de forma realista por la matriarca de su
familia, quien se encarga de ahogar cualquier ansia de libertad y de vida en
sus hijas, sobre todo en Adela. Además, el personaje rebelde, quien intentará
oponerse a las imposiciones de su madre y que no permitirá que ella siga
dominando su vida; la relación de Bernarda y Adela es una representación
del enfrentamiento entre la represión de la sociedad y la libertad de los seres.
Entre las hijas de Bernarda Alba existirán distintas reacciones ante el
comportamiento de la madre; en ellas se verán distintas posturas y distintas
formas de afrontar las estrictas normas y los maltratos de la mujer. Desde la
más pasiva sumisión, que no lleva a otra cosa más que a la frustración, a la
rebeldía más abierta, que resulta ser imposible en una sociedad como esa.
Aquella vida es poseedora de una frustración irreparable; no importa lo que
se haga, el resultado será insatisfactorio para la persona que actúe.
Esta frustración puede ubicarnos en el plano social vivido en la época;
un fuerte componente moral que presionaría a los individuos a actuar tal y
cómo la sociedad exige, que lo hagan por temor al qué dirán; las diferencias
sociales, que darán origen a un orgullo ficticio por sus orígenes y su
ascendencia.
Las apariencias son lo único que siempre debe mantenerse. Las
máscaras no deben caer, ni siquiera tras la muerte. La lucha contra las
imposiciones sociales, contra las reglas De Bernarda, llevarán a Adela, la
única que parece dispuesta a pelear por sí misma, a un destino fatal; pero
incluso aquel destino es mejor que vivir toda una vida bajo el yugo de aquella
déspota madre. Al igual que con Mariana Pineda, la muerte aquí puede ser
vista como una liberación total del cuerpo y del alma.
Adela muere, sí, pero jamás inclina su cabeza ante Bernarda ni ante
sus insensatas y crueles normas. Muere bajo sus propias reglas, muere por
Su propia elección. Adela, quién ya ha elegido su fatídico final, es la única
que está motivada a pelear Por sus propios derechos y su propia vida. El
verde traje que luce revela su vivacidad y vitalidad dentro de aquel mundo
frívolo y cruel; es la única que parece tener decisión y que desea enfrentarse
a todo lo establecido por obtener lo que quiere, ser la mujer legítima de Pepe
el Romano.
Las hermanas, por otro lado, parecen dispuestas a seguir viviendo
bajo el yugo de su Madre, siendo incapaces de enfrentarse a ella aunque sus
decisiones no les parezcan correctas; si bien todas desean escapar de aquel
hogar, ninguna es capaz de actuar para hacer su deseo realidad. Cada una
de ellas, Angustias, Magdalena, Amelia y Martirio se somete al dolor y la
pena ocasionada por su progenitora y cada una lleva sobre sí una cruz que
cargaran hasta el desenlace de la obra. Además, sus nombres parecen
significar algo; Angustias vive llena de inseguridades y atormentada, incapaz
de hacer algo por sí misma, mientras que Magdalena está deprimida y
sufriendo. Amelia comparte con ella las lágrimas y su dolor. Martirio, por otro
lado, guarda para sí un secreto el amor que siente por Pepe que parece
dolerle en las entrañas.
Pero aquel dolor es preferible a tener que soportar la ira de su madre.
Todas las pasiones de estas mujeres se ven llevadas a nada debido al luto.
La naturaleza, la vida, se ve extinta a nada frente a los ritos que deben
llevarse a cabo por ley, ritos que las consumen muy lentamente. Esto
desencadenará otra lucha, entre la pasión y las costumbres, dentro de la
obra; la negativa de Adela a soportar el matrimonio de su hermana con el
hombre que ama, los celos de su hermana Martirio y la sumisión de las otras
ante las normas evidencian las luchas entre lo humano y las apariencias.
Las cuatro muchachas han sido consumidas por las normas, los
maltratos y, en el caso de Martirio, por la envidia. Las máscaras se han
adherido a ellas y no planean abandonarlas, no mientras Bernarda siga con
vida. En una sociedad donde el honor es entendido como una buena
reputación, un buen nombre y, sobre todo, una buena imagen pública el
conflicto se desata cuando los deseos personales están por encima de las
normas. Es por ello que Bernarda es la imposición, es dolor, pero también es
hipocresía.
Pero, tarde o temprano, el ser humano se cansa de aquellas reglas.
Siendo una criatura que presume de tener libertad para elegir, el verse atado
a normas inherentes que obstaculizan o limitan su accionar, provoca en la
persona una reacción. Y aquí se ve en el modo de las hermanas de afrontar
los problemas; por un lado, algunas se someten a aquella terrible vida. Por el
otro, Adela enfrenta y cuestiona las reglas establecidas. Y aunque sólo una
de cinco hermanas haya decidido alzar su voz, una chispa es suficiente para
encender una llama.
Es la lucha entre Adela y Bernarda, entre el libre albedrío y las fuerzas
mayores, las que desencadenan tan trágico final. Bernarda Alba, negándose
a aceptar la relación de su hija menor con Pepe el Romano, e incapaz de
aceptar que este haya manchado el honor de su hija al tener relaciones con
ella, decide acabar con él, fallando en su intento. Sin Embargo, una corroída
Martirio, llena de envidia y de odio, confirma que el hombre ha muerto,
causándole un terrible dolor a la menor.
Adela, cegada por el dolor y la ira, decide acabar con su vida,
suicidándose en su habitación. Bernarda, incluso con Adela muerta, toma el
control de la situación y defiende el honor y las apariencias de su hija,
declarando que esta ha muerto virgen (cosa que es falsa) mientras todo a su
alrededor parece querer derrumbarse. Bernarda le pone una máscara a la
fallecida Adela, intentando proteger su reputación incluso en el mundo de los
muertos, donde cualquier máscara es destapada y todas las verdades son
reveladas.
Con la muerte de Adela se puede interpretar una victoria para la
sociedad y sus leyes moralistas, pues el libre albedrío ha sido doblegado y
exterminado, pero no es así. Adela ha muerto en sus términos; su alma ha
abandonado su cuerpo en el momento que ella quiso, y como ella lo quiso,
siendo su último acto uno de rebeldía y valentía absoluta. Su único momento
para ejercer una libertad total. Y se evidencia, en la forma en la que todo
parece descontrolarse y la velocidad con la que intenta reaccionar Bernarda;
entre los murmullos, el alboroto, los choques entre personas, la mujer mayor
intenta obtener el control nuevamente, gritando un desgarrador “silencio” que
culmina con la obra.
Como conclusión se puede decir que, la honra y la decencia son las
bases de una familia tradicional de la época, y todos, incluyendo Bernarda,
intentan encajar en este estereotipo. Debido a que Bernarda es quien
controla la casa, toda la obra gira alrededor de sus principios. La imagen
familiar es lo más importante para ella y tratará de conservarla intacta cueste
lo que cueste, despreciando así los deseos de sus hijas.
Las imposición de medidas extremas tuvieron consecuencias muy
trágicas; sin embargo, Bernarda no cambiaría su forma de pensar pese a
ellas. Se puede decir que gran parte de veces, dejarse influenciar por el qué
dirán de los demás no es la mejor opción. Muchos deseos y ambiciones
quedan únicamente en palabras debido a la desvalorización de lo que uno
piensa. Bernarda tenía la mente muy cerrada y tradicional por lo que no
podía ver la realidad de sus hijas y lo que sentían.