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Un Oscuro Día de Justicia. Rodolfo Walsh

Este documento narra los eventos de un oscuro día en un colegio religioso, donde los estudiantes se preparan para la llegada de Malcolm. El celador Gielty, quien muestra signos de enloquecimiento, propone una pelea sin guantes entre los estudiantes más pequeños. Aunque los estudiantes dudan al principio, el celador los convence diciendo que deben aprender a defenderse y sobrevivir en un mundo caótico.

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Un Oscuro Día de Justicia. Rodolfo Walsh

Este documento narra los eventos de un oscuro día en un colegio religioso, donde los estudiantes se preparan para la llegada de Malcolm. El celador Gielty, quien muestra signos de enloquecimiento, propone una pelea sin guantes entre los estudiantes más pequeños. Aunque los estudiantes dudan al principio, el celador los convence diciendo que deben aprender a defenderse y sobrevivir en un mundo caótico.

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basura, oblicuo, poderoso y lleno, algo se vaciaba Pero el pequeño Dashwood balbuceaba una canción

también en el corazón de los chicos, influyendo que nadie le enseñó y caminaba hacia su madre.
lentamente, chorreando en sordo gorgoteo. El Gato saltó tras él, y en pocos segundos lo alcanzó,
Y cuando eso estuvo hecho, el pequeño Dashwood no lo tomó del brazo, lo obligó a darse vuelta.
miró siquiera al Gato sino que empezó a alejarse de El fugitivo lo miró sin miedo.
él y del basural y del colegio. Sin prisa caminaba
entre los tardíos visitantes de la niebla que un —Déjame tranquilo —dijo.
viento repentino disipaba a su alrededor, dejando Entonces el Gato hizo algo que no quería hacer.
atrás las apacibles vacas, hacia una franja de Metió la mano en el bolsillo, sacó un pañuelo y
cielo que se iba volviendo azul en la distancia. empezó a desatar el nudo que guardaba su única
Ignoraba dónde estaba, no conocía los puntos fortuna: tres monedas de veinte centavos. Y mien-
cardinales, no había ningún camino a la vista, pero tras desataba el nudo, sintió que estaba desatando
sabía que se estaba yendo para siempre. en su interior algo que no entendía, acaso turbio,
El Gato encendió un pucho, metió las manos en los acaso sucio. Se guardó una de las monedas, dio las
bolsillos y desde lo alto de la pila de basura otras dos al chico que las tomó y siguió su camino
contempló al chico que se iba, volviéndose más sin darle las gracias.
chico todavía.
—Eh, dijo. Y después el Gato, el sobreviviente, el indeseado,
Dashwood no se volvió, y el Gato dio unas pitadas refractario, indeseante, volvió al cajón vacío, lo
más mientras una mueca fea, envejecida, se formaba tomó y cargó al hombro y emprendió el regreso,
en su cara. ajustando la expresión de su cara al gesto del
edificio alto, desnudo y sombrío que lo estaba
—¡Eh, idiota! esperando.

Un oscuro día de justicia


Rodolfo Walsh

Cuando llegó ese oscuro día de justicia, el pueblo como un ciego trozo de metal sujeto a una corriente
entero despertó sin ser llamado. Los ciento treinta todopoderosa y llameando hasta la blancura mien-
pupilos del Colegio se lavaron las caras, vistieron tras buscaba su extinción y su paz.
los trajes azules del domingo y formaron fila con Y ahora rezaba sintiendo venir a Malcolm como
la rapidez y el orden de una maniobra militar lo había sentido venir a través de la bruma de
que fuera al mismo tiempo una jubilosa ceremonia: los días de las semanas, y tal vez de los meses
porque nada debía interponerse entre ellos y la de los años, viniendo y aumentando para conocer
ruina del celador Gielty. y castigar: el hombre cuya cara se multiplicaba
En la penumbra de la capilla olorosa a cedro y a en los sueños y los presentimientos diurnos,
recién prendidos cirios el celador Gielty seguía en las formas de la nube o el reflejo del agua.
rezando de rodillas como rezó toda la noche. Escu- Astuto y seguro venía, labios tachados por
rridizo Dios afluía y escapaba de sus manos, acari- un dedo, sin quebrar un palito del tiempo.
ciándolo igual que a un chico enfermo, maldicién- En el dormitorio chico los doce internos a cargo
dolo como a un réprobo o deslizando en su cabeza del celador Gielty estuvieron solos toda la noche.
esa idea intolerable, que no era a Él a quien Eran los más pequeños del Colegio salvo O’Grady,
rezaba, sino a sí mismo y su flaqueza y su locura. Malone y el Gato, que llegaron tarde, cuando no
quedaban camas en el dormitorio grande, lugar
para la amistad, uvas en la viña: triste descarte de
Porque si bien los signos no fueron evidentes para
escondidas historias de muerte y repudio perdidas
todos, el celador Gielty venía enloqueciendo en los
en la leyenda del verano.
últimos tiempos. Su cerebro fulguraba noche y día
como un soplete, pero lo que hizo de él un loco no El celador Gielty había subido apenas un minuto
fue el resultado de esa actividad sino el hecho para verlos arrodillarse en sus camisones y recitar
de que iba consumiéndose en fogonazos de visión, la oración nocturna que imploraba a Dios la paz y

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el sueño o al menos, la merced de no morir en pecado ¿Qué les parece si armamos una peleíta muchachos?,
mortal y cuando la palabra amén huyó aleteando poniendo en marcha un tren de sorpresas, pues a
por la única banderola abierta, fue hacia el Gato, quién se le ocurría pelear de noche en ei dormi-
que sin desvertirse esperaba como de costumbre y torio, en vez de pedir al padre Fagan los guantes
le dijo: que el padre Fagan siempre estaba dispuesto a dar,
fijando el día y la hora, a todo el que quisiera
Acostate vos también, y entonces el pequeño Collins
boxear en el patio bajo los ojos apropiados y las
lo vio acercarse hasta sentir en la frente su cálido
reglas, y sin embargo,
aliento y una mirada más que nunca desesperada
y terrible, burlona o amorosa. Sus dientes cente- ¿Qué les parece, eh?, y sólo entonces Mullahy,
llearon bajo el bigote rojo: que era el lenguaraz de la gente, se atrevió a
preguntar:
No habrá Ejercicio esta noche, y se fue, y bajó a
rezar en la capilla. ¿Con guantes, señor?
Primer indicio que tuvo el pueblo de que el celador Oh no, no con guantes -dijo el celador Gielty- ,
presentía la llegada de Malcolm. Porque el secreto nada de guantes, que son para mujercitas y no
de la llegada de Malcolm a Gielty descansaba para ustedes, que aun siendo los más pequeños
hasta entonces día y noche contra el corazón del del Colegio, deben aprender a pelear y abrirse
pequeño Collins, en el relicario que vació de pelos un camino en la vida, porque Dios ordena -y aquí
y de uñas de santos muertos para guardar el pape- palmeó uno de los libros, que era grande y de tapas
lito en que Malcolm anunciaba que venía. negras- que las más fuertes de sus creaturas sobre-
vivan y las más débiles perezcan, como dice este
No habiendo Ejercicio esa noche, ni autoridad a
otro libro -que palmeó- escrito por un hombre que
la vista, el Gato sacó un pucho y fumó sentado en
conocía la voluntad de Dios mejor que los sacer-
la cama, mientras sus largos ojos relampagueaban
dotes de la Iglesia, aunque algunos sacerdotes de
amarillos, se entornaban con pereza y volvían
la Iglesia no lo acepten. En cuanto a mí, hijos míos,
a dilatarse contra el burbujeante fermento de
no quiero que ninguno de ustedes, que ahora me
ira que brotaba de las camas vecinas, queriendo
miran tan indefensos, ignorantes y tontos, perezca
volverse grande y terrible, diluyéndose en cambio
antes de su hora; y por lo tanto que ninguno de
por falta de número en estériles murmullos o en
ustedes sea un pelele traído y llevado por los
el sofocado pedorreo que surgió en la punta donde
tiempos o la voluntad de los hombres como una
estaba la cama de Scally, la almohada donde Scally
oruga que arrastra el arroyo, sino que aprendan
escondía la cara. Al Gato no le importaba, ni tenía
a ser fuertes y resistir incluso cuando el mundo
miedo. Era fuerte ahora, seguro de sí mismo, los
empieza a derrumbarse, como yo lo he visto derrum-
estigmas de su cabeza habían desaparecido con
barse y por momentos lo veo todavía, estallando y
el recuerdo de pasadas humillaciones, el guarda-
desmigajándose en ardientes pedazos, pero matando
polvo le ajustaba mejor, y aunque nunca engor-
sólo a los flojos, inservibles y miserables. ¿Qué les
daría, estaba crecido, saludable y despegado. De
parece entonces si armamos una peleíta?
modo que cuando Collins fue más allá de sí mismo y
quiso arrastrar al grupo contra el Gato, descubrió Y ahora el pueblo, o esa pequeña parte del pueblo,
que sólo en la teoría del alma estaban con él, y arrastrado por el sonido de las palabras más que
que eso no era bastante. Y así sucedió que el mismo por las palabras mismas que apenas entendió, pero
Collins, sobrino y delegado de Malcolm, profeta de más capturado todavía por la expresión atormen-
su arribo, debió posponer toda idea de castigar tada y anhelante en la cara del celador Gielty,
al Gato quien al fin no era más que instrumento la gota de fuego en cada ojo, el erizamiento del
de Gielty en la diversión siempre sangrienta que bigote y el pelo de cobre, estalló en una gran
llamaban el Ejercicio. ovación que él mismo suprimió en seguida.
Cuyo comienzo databa de dos meses atrás, después Porque esto debe quedar entre ustedes y yo, hijos
que el Gato llegó al Colegio, fue perseguido, míos, y ¿quiénes van a pelear?
golpeado, curado, hizo sus cálculos, indagó en la Todos alzaron la mano. La mirada del celador Gielty
médula de la autoridad hasta descubrir una honda anduvo entre las caras inexpresivas y mudas hasta
corriente de afinidad fluyendo entre él y ese encontrarse con la del Gato, donde se demoró en
hombre ancho, colorado y loco, con quien no cambió apreciativo reconocimiento de la historia pasada
una sonrisa ni tal vez una palabra hasta aquella y el mérito presente:
noche en que el celador Gielty se paseó entre los
chicos que terminaban de desvestirse, dos libros Así que ya no te asusta una trompada.
bajo el brazo y una idea prendida en la cara: El Gato hundió el pescuezo entre los hombros y

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pronunció aquellas tres palabras con que había tiene cintura que valga la pena mencionar, sino
engañado al pueblo una noche memorable: una ollita redonda de panza hinchada que le viene
de pasarse el día entero comiendo miga de pan que
Peleo con cualquiera, sólo que ahora era cierto, y
roba de la mesa de los maestros; si no, de prácticas
todo el mundo lo sabia: el celador Gielty observó
aún más vergonzosas. Por supuesto yo sé que ningún
que los chicos más chicos estaban bajando la mano y
equipo de fútbol del Colegio quiere aceptarlo y
haciéndose los distraídos, salvo Malone y O’Grady,
que nadie nunca lo ha visto correr, porque tiene
que hubieran querido imitarlo pero no podían
pies planos dentro de esos horrendos zapatos orto-
porque aún eran los depositarios de un prestigio
pédicos. Pero, ¿por qué otro motivo? y aquí su voz
fundado en el tamaño o la edad sino en la carga
atronó, por qué sino por eso, habría de elegirlo?
de expectativa que los demás depositaban en ellos,
¿Por qué, sino porque es débil y enfermo e incluso
y por lo tanto mantuvieron en alto los brazos que
un tonto, habría de fortalecerlo y agrandarlo para
temblaban un poco, mientras el tiempo crecía hasta
que sobreviva donde no sobreviviría entre ustedes,
volverse intolerable, y sólo entonces el celador
brutos, tramposos y asesinos, por qué habría de
Gielty dijo:
convertirlo en mi apuesta personal contra la fata-
Está bien, parece que no es a ustedes a quienes hay lidad de las cosas? Porque eso también está escrito
que salvar, de modo que si nadie más da un paso aquí -palmeó el libro negro -y aquí -palmeó el
al frente, seré yo quien elija, y cuando nadie más libro rojo.
dio un paso al frente, empezó ese largo escrutinio,
Y ahora todos comprendieron y el propio Collins
descarte, que el celador Gielty iba a concluir en
asintió como si advirtiera que estaba siendo reco-
el pequeño Collins al señalar:
nocido por primera vez en su vida: no importa qué
Este - al decir: - Collins -al anunciar-: - El pequeño clase de injuria, desprecio, hubiera en ese recono-
Collins peleará con el Gato. cimiento.
Entonces hubo por ahí una risita y el celador ¿Así que pelearás con el Gato, no? preguntó el
Gielty se dio vuelta enardecido para descu- celador Gielty, y Collins dijo:
brir a Malone atragantado, pero ya a su espalda
Sí, señor un brillo de emoción en sus ojos celestes ,
rompía otro pedacito de burla, y el celador Gielty:
haré lo que usted diga, señor.
¿Qué pasa?
Nuevamente fue Mullahy el que explicó:
Buen muchacho murmuró el celador Gielty palmeán-
Collins no puede pelear con nadie, señor. De veras, dole la cabeza . Vamos dijo a los demás, hagamos un
señor. Está lleno de aire como una burbuja, y se ring. Yo seré referí.
hace pis en la cama.
Con cuatro camas armaron el ring y pusieron en
Cosa que nadie sino él se hubiera atrevido a decir, el suelo una colcha para amortiguar el ruido,
porque Mullahy era el bardo y vocero del pueblo, porque en las semanas y meses que duró el Ejer-
perito en rimas, adivinanzas y proverbios, capaz cicio, el celador Gielty no quiso que dejara de ser
de arrastrar a los suyos a extremos de diversión un secreto. Después el Gato se paró en su rincón,
o sumirlos en negros ataques de melancolía, pero alto, suelto, indolente casi, y el celador Gielty le
obligado a pronunciar a cualquier riesgo las pala- preguntó si conocía las reglas, y el Gato dijo que
bras que latían informes en el ánimo general: por sí, que conocía las reglas, y el celador se volvió al otro
eso lo habían desterrado del dormitorio grande, rincón donde Collins preguntó si podía pegarle en la
donde sus historias, circulando de cama en cama cara, y todos volvieron a reír pero el celador Gielty
como una víbora de fuego, mantenían a todos se mordió el labio y dijo que Si, que podía pegarle
despiertos hasta el amanecer. Ahora los chicos al Gato en la cara, y dijo Listos, y dijo Adelante.
engordaban de risa sin dejar de temer el castigo
Los diez chicos que rodeaban el cuadrado sintieron
que caería sobre Mullahy, a quien amaban sin la
que sus propios músculos se movían, pies clavados
envidia que despertaba cualquier otra habilidad
al suelo, brazos a la altura del pecho, mientras
con los puños, los pies o el palo de hurling, como
la sangre saltaba como un caballo, y todo ese
si no existiera por sí mismo sino que fuera una
movimiento estático iba dirigido contra el Gato,
emanación de los demás. Pero el celador Gielty no
su fría cara detestable, queriendo machacarla y
miró siquiera a Mullahy, y su cara se puso muy
destruirla. De modo que nadie se extrañó cuando
triste, tan triste que las risas cesaron en el acto.
semejante carga de participación en el destino de
Por supuesto -dijo en voz casi inaudible- yo sé que Collins, impulso sólido hecho quizá del alma de
Collins no puede pelear con nadie. Por supuesto O’Grady y de Malone y de todas las almas menores
yo sé que sus brazos son demasiado cortos, que no

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circundantes, se arrojó hacia adelante golpeando que era del dormitorio grande: la esperanza de sus
con furor. Pero aún esos gloriosos espíritus partidarios había crecido mucho cuando tres días
naufragaron en la simple elegancia de estilo más tarde el celador Gielty convocó a un nuevo
con que el Gato paró cada atormentado golpe, la Ejercicio.
rapidez con que plegó su largo cuerpo, se agachó El Gato ya no estaba enojado esa noche, sino
bajo los brazos de Collins y apareció intacto a juguetón y tolerante. Collins veía ante él su cara
sus espaldas. El pueblo exhaló en asombro el aire desnuda, a veces muy cercana, casi tocando la
contenido en esperanza. suya, moviéndose como un reflejo en el agua, cinco
El Gato sonreía, parte izquierda de la cara sola- pulgadas más arriba o más abajo de donde acababa
mente, aventura del labio que parecía llegar de estar. Cada largo intervalo el Gato descargaba
hasta el ojo, mientras la mitad derecha seguía de un solo swing bajo o un cross, ya no contra su nariz
madera. Round de Collins apuró el celador Gielty, sino en la parte blanda de los brazos que se iban
y Un minuto de descanso mientras desaparecía tras durmiendo con un sueño casi placentero, hasta que
las sábanas que amurallaban su cama, regresaba no pudo alzarlos al nivel de la cintura y entonces
con una toalla alrededor de los hombros. el celador Gielty detuvo la pelea y anunció que
su pupilo se había desenvuelto meritoriamente,
¿Quería el Gato pegarle a Collins? La respuesta
aguantando casi cinco rounds sin sangrar en abso-
siempre fue dudosa, sobre todo para él que nunca
luto, lo que demostraba que ya estaba más fuerte
se hizo la pregunta. Pero cuando en el segundo
y mejor encaminado para sobrevivir, siempre que
round Collins volvió a atacar y los demás empe-
aprendiera a respirar bien y administrar mejor
zaron a abuchearlo, el Gato dejó de sonreír. Fue
sus fuerzas.
entonces que la voz de Gielty llegó a él y sola-
mente a él, en un sordo ladrido: El día siguiente, sábado, los ciento treinta irlan-
deses lavaron y limpiaron sus cuerpos y sus almas.
Pegale, Gato y cuando éste miró de soslayo al
Después del almuerzo, balde tras balde de pecado
rincón de donde venía la orden, el pequeño Collins,
empezaron a volcarse en los dos confesionarios
ya jadeante, acertó con su única trompada de
de la capilla donde el padre Gormally escuchaba
suerte en la oreja del Gato, que en el acto ya no
con filosófica diversión mientras el padre Keven
estaba allí sino a dos pasos de distancia, aunque
sentía su úlcera extender largas patas frente
volviendo, ligeramente agazapado, y entonces
a tanta violencia arrepentida, gorda gula en
escuchó por segunda vez la sofocada orden:
cuerpos flacos, viciosos intercambios que la fuerza
¡Pégale! podía imponer a la debilidad, la pasión al interés,
El Gato cambió de paso, y aun en el tumulto del la belleza al alma de rapiña. Collins se preguntó
clamorear del público, sacó la mano derecha, que si hablaría del Ejercicio y finalmente se abstuvo,
hasta entonces había mantenido bajo la mandíbula. de modo que su confesión resultó muy corta siendo
No fue una trompada, fue un latigazo, tan instan- como era demasiado chico y bobo para cargar con
táneo que nadie vio regresar la mano a su punto grandes culpas, y cuando las manos del sacerdote
de partida, a su forma de almohadilla debajo del lo absolvieron subió al dormitorio para el baño
mentón, pero una mancha roja empezó a inundar semanal y encontró a todos esperando.
la mejilla de Collins, tardando bochornosamente Se desvistieron en el frío del invierno que duraba
su tiempo bajo la mirada general. Ahora el Gato aún, envolvieron en toallas sus cinturas lampiñas
chapoteaba en ira, volvía a golpear y recuperó y caminaron a las duchas. Dentro del vientre
sus nudillos tintos en la sangre que había saltado cálido que más que ninguna otra cosa le recordaba
como un surtidor de la nariz del adversario. a su familia, Collins se miró los brazos y vio los
La toalla mojada cayó en el ring y el celador moretones producidos la noche antes por los golpes
Gielty dijo que ya bastaba por esa noche, que el del Gato. Después oyó la voz del celador Gielty que
pequeño Collins se había portado muy bien para venía a lo largo del pasillo asomándose por encima
un principiante y que después de todo bien podría de cada puerta y diciendo, “¡Lavarse! ¡Lavarse!”, y
salvar su alma si aprendía a no bajar la guardia cuando llegó frente a la suya el pequeño Collins
ni arrastrar los pies, cosa que el chico creyó a pensó que el agua se había enfriado de golpe y tapó
medias mientras dos de los mayores lo llevaban su gusanito de sexo mientras el celador lo escru-
lagrimeando al lavatorio, y aun la comunidad taba largamente, antes de mover la cabeza a un
pareció creerlo y empezó a volcar consejo en sus lado y a otro, pero lo único que dijo fue ”¡Lavarse!
oídos sobre la forma en que había que pelear al ¡Lavarse!” y siguió de largo, y entonces el agua
Gato. Al día siguiente Malone se ofreció a ense- volvió a ser caliente, lo que tal vez obedecía a
ñarle en los recreos, y después intervino Rositer causas naturales como una canilla que acabara de

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cerrarse en la ducha vecina o un repentino golpe más sutil y complicado, desde la piel sensible del
de fuego en las calderas. gusano hasta la visión mosaica de los insectos
hasta la primera imagen que tembló como una gota
En la capilla las últimas heces de culpa caían
de agua dentro de la cabeza de un molusco. Y se
en los oídos de los confesores que las dejaban
hundió en las profundidades del mar y las arenas
desaguar al río inmemorial que da siete veces la
del tiempo donde descansaban los ojos más antiguos
vuelta a la tierra y sólo ha de venir a la super-
del mundo hechos de hueso transparente; encontró
ficie en las postrimerías. Los que bajaban de los
los peces telescopios, pupilas que miraban sólo para
baños olían limpio y pensaban limpio, o más bien
adentro y ojos que ardían al mirar durando apenas
habían dejado de pensar hasta la mañana siguiente
un segundo, piedras que veían y extraños seres de
para no caer en la tentación, que era su modo
mirada curva con párpados de espinas que nunca se
normal de pensar, y formaban en hileras ante la
cerraban, ojos copulantes y ojos que veían el pasado
privilegiada cofradía de los lustrabotas para el
o medusas que comían con la vista, ojos en bolsas y
postrer embellecimiento de la jornada. Después de
bolsillos y ojos que escuchaban, retinas donde el
la cena los juegos del patio fueron apacibles, las
día era noche impenetrable y la noche cegadora luz,
voces atenuadas. Los suertudos que disponían de
sin olvidar la pupila que lleva su linterna propia
algunas monedas acudieron a la despensa donde el
ni el ojo líquido derramado de su fosa que volvía
sacristán Brown vendía por cinco centavos chocola-
como gotas de mercurio con la memoria de las cosas
tines delgados como suspiros, los dividieron entre
visitadas o no volvía nunca y rueda todavía por ahí
los amigos con una generosidad que no figuraba
colmado de las escenas capturadas milenios atrás,
en los días comunes y cuando Murphy el Pajero
ni la retina cubierta de piel que sólo a sí misma se
encontró debajo de la etiqueta roja al famoso Pez
contempla ni el ojo pineal de la lamprea o el profé-
Torpedo, nadie se abalanzó sobre él para quitárselo
tico ojo del nautilo.
como habrían hecho un lunes o un jueves, sino que
el propio Dolan sobre quien seguía encaramada el Después se remontó a los reinos intermedios donde el
Aguila del mando le ofreció una escolta personal ojo se trascendía a sí mismo deviniendo voluntad de
que rodeó a Murphy el Pajero y su preciosa figu- conocer, y quiso explicar el portento de la primera
rita mientras se pavoneaba entre los claustros. imagen que ya no quedaba en él sino que viajaba al
cerebro, milagrosa transformación de lo material en
Sonó la campana convocando a la última hora de
inmaterial, punto de nacida del alma donde hasta
estudio antes de la bendición. Los sábados estaban
un mono ciego era a su modo un facsímil de Dios
consagrados a lecturas espirituales donde se
construido en torno a la intención de ver (¿qué era
turnaban sacerdotes y maestros pero en las que
Dios al fin, sino el mundo vidente y visto?) y cuando
el celador Gielty, siendo uno de los hombres más
por último entró en la esfera visualmente superior
doctos del Colegio y acaso una promesa de la
de los ángeles y las aves de presa, antes de recaer
teología o de la ciencia, descollaba. De modo que
en el hombre y Las Partes del Ojo, que era adonde
esa noche cuando todos estuvieron sentados en el
quería llegar y el tema central de su conferencia,
aula magna, el celador Gielty se alzó en la tarima,
el tiempo se había terminado y gran parte de sus
pelo rojo brillando y bigote rojo brillando, y
oyentes dormían con sus propios ojos abiertos, y los
con un mundo de fijeza en la cara transfigurada,
que no se durmieron apilaban montones de evidencia,
anunció que hablaría sobre Las Partes del Ojo.
palabra sobre estulta palabra, en torno a la ahora
¿Quién podría olvidar lo que dijo? Cualquiera, firme leyenda de la locura del celador Gielty, que
porque no había allí terreno fértil para la verdad, el Gato podía desdeñar porque en su opinión locos
sino un tropel de chicos somnolientos, colmados de eran todos pero que terminó por lacrar en Collins
la Gracia obtenida en confesión, hostiles a cual- la conciencia del terror: fue entonces cuando se le
quier cosa que amenazara el sentimiento de segu- ocurrió la grandiosa idea de la salvación a través
ridad y autojusticia que habían conquistado. El de su tío Malcolm.
celador Gielty, sin embargo, habló con la certeza
El celador Gielty no dejó que las consideraciones
de la Revelación, empezando por elementos simples
filosóficas turbaran el negocio práctico del Ejer-
como la luz y los variados artificios que permiten
cicio, que fue debidamente anunciado y ejecutado dos
percibirla a los seres más rudimentarios, plantas y
a tres días más tarde y prosiguió en adelante con una
flores como el girasol o el tallo tierno de la avena
lógica que el pequeño Collins sólo podía comprender
que tiene en la punta una mancha amarilla que es
al revés porque contradecía el recóndito deseo de su
en rigor un ojo.
corazón, llamándolo a pelear cuando más quería que
Después se internó libremente en los reinos vulgares lo dejaran tranquilo, dejándolo tranquilo cuando
de la Naturaleza donde el ojo se hacía cada vez realmente había dejado de importarle.

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En los habitantes del segregado dormitorio, toda tales cosas, elogiar a quienes podían descubrir
esperanza al principio construida sobre Collins una nueva vuelta de optimismo, cierto color de
estaba muerta. El chico no tenía médula, reflejos, indudada felicidad, o reprimir a los que por pura
voluntad de pelear, nada salvo una especie de distracción se mostraban tibios en el relato de
femenil pudor que le impedía acusar a su verdugo, sus propias vidas. No. Era más bien subversiva y
aceptar ayuda de los otros y aun mostrar las marcas anómala, que necesitaba para circular subversivos
de su cuerpo. Volvía a su cama donde lloraba deses- y anómalos canales, y ésta era la misión de la liga
perado llanto debajo de su almohada, acariciando Shamrock, de la que Collins ignoraba casi todo,
cada alfilerazo de dolor y de vergüenza, cada salvo que existía y que para algunos Shamrock
huella violenta de la piel hinchada donde el Gato significaba “trébol”, cuando para otros quería
había golpeado y vuelto a golpear. decir algo así como carajo.
A principios de setiembre puso dos tiras de papel La Liga jamás había contado a Collins como
secante debajo de las plantas de sus pies, por la miembro, ni su suerte le importaba mucho, ocupada
noche en el rosario ardía, a la mañana siguiente no como estaba en contrabandear a beneficio de su
se levantaba, por la tarde lo llevaron a la enfer- propia jerarquía cantidades de ginebra, cigarri-
mería donde deliró: el tío Malcolm se le aparecía llos y apuestas de quiniela, y aun contando para
limpio, fuerte y vengativo, pleno de cólera y de las mayores citas en el pueblo con heladas mujeres
amor, que eran una misma y sola cosa que el pequeño que acudían a la capilla del Colegio a oír misa los
Collins no entendió en seguida pero que le daba domingos. Pero la conducta y locura del celador
un raro sentimiento de seguridad y de consuelo, y Gielty eran ya una ofensa para todos, y es posible
cuando despertó al día siguiente la carta al tío que alguna de sus bofetadas, arranques insen-
Malcolm ya estaba escrita en su cabeza toda entera satos de furor, sarcasmos que escaldaban el alma,
y no tuvo más que pedir a O’Grady que furtivamente hubieran afectado a miembros verdaderos de la
acudía a visitarlo, lápiz y papel: sentarse en la Liga. De modo que el mensaje del pequeño Collins
cama a escribir la carta que el sueño le dictaba, y ascendió escalón por escalón donde nadie sabía si
entonces escribió: el próximo escalón era un trébol o un carajo pero
donde todos sabían que el mensaje iba subiendo
Mi querido tío Malcolm, dondequiera que estés, te
hasta que llegó al nivel más alto en que se esca-
mando esta carta a mi casa en tu nombre, y espero
paba a la censura y se iba por correo expreso.
que al recibirla estés bien, como yo no estoy, y
sinceramente espero, mi querido tío Malcolm, que El celador Gielty estaba preocupado. Sabía natu-
vengas a salvarme del celador Gielty, que está loco ralmente que el Ejercicio era cruel y casi intole-
y quiere que me muera, aunque yo no lo hice nada, rable para Collins, pero había visto la crueldad
te lo juro mi querido tío Malcolm. Así que si vas inscripta en cada callejón de lo creado como la
a venir, por favor decile que yo no quiero pelear rúbrica personal de Dios: la araña matando la
más en el dormitorio con el Gato, como él quiere mosca, la avispa matando la araña, el hombre
que pelee, y que yo no quiero que el Gato vuelva matando todo lo que se ponía a su alcance, el mundo
a pegarme, y si el Gato vuelve a pegarme creo que un gigantesco matadero hecho a su imagen y seme-
me voy a morir, mi querido tío Malcolm, así que por janza, generaciones encumbrándose y cayendo sin
favor y por favor no te dejes de venir, te lo pide tu utilidad, sin propósito, sin vestigio de inmorta-
sobrino que te quiere y que te admira atentamente. lidad surgiendo en parte alguna, ni una sola justi-
ficación del sangriento simulacro. ¿Podía permitir
que el pequeño Collins se enfrentara solo, con su
No era ésta una carta ordinaria como las que todos caníbal tiempo? No. ¿Pero no estaba yendo dema-
escribían el primero de cada mes con el objeto siado lejos, precipitando lo que quería evitar? Una
de decirte mi adorada mamá que estoy muy bien y otra vez se rezagó en la capilla después de la
gracias a Dios, y con el objeto de decirte mi esti- misa o el rosario, buscando una respuesta, sintiendo
mado padre que mis estudios van muy bien con la que su cerebro ardía más que nunca, perdiendo
ayuda de la Virgen, y con el objeto de decirte mi cada cosa que ganaba porque cada cosa compren-
apreciado hermano que la comida es muy buena y dida significaba un pedacito de sí mismo que se
que los domingos nos dan budín de pan, y con el disipaba en una incandescente partícula: hasta
objeto de decirte mi querido perro Dick que estoy que oyó una voz que le ordenaba seguir adelante
muy bien a Dios gracias aunque siempre sueño con y darse prisa en salvar a Collins, porque alguien
vos: todo lo cual era certificado desde sus tarimas venía desde el horizonte del tiempo a detenerlo.
por el padre Ham Fagan y el padre Ham y el padre Y así fue como Malcolm entró en su cabeza, casi al
Gormally, y quién mejor que ellos para certificar mismo tiempo que en la cabeza de Collins.

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El chico había tenido suerte. El viejo doctor que último lo mató con la culata del fusil descargado
vino del pueblo a revisarlo diagnosticó una especie antes de volver herido y sediento para desplo-
de influenza virulenta. Una semana de reposo en marse a los pies del comandante en jefe que sobre
la enfermería significaba, por lo general, total el campo de batalla lo ascendió a coronel, o tal
soledad y aburrimiento, ver los días que entraban vez a capitán.
y salían por la ventana interrumpidos solamente Los retratos de Malcolm eran ya más grandes, acer-
por el enfermero que llegaba con la aguachenta cándose al punto en que se convertirían en afiches.
taza de té o el plato de sopa desmayada, pero Este proceso, aunque espontáneo, surgido de la
Collins admitió que se le estaba dando un respiro, entraña de la gente, tuvo sus tropiezos antes de
y no tenia apuro por sanar aunque mejoraba casi asumir la forma grandiosa que finalmente tuvo.
insensiblemente: los moretones de sus brazos se Cuando al promediar el cuarto día, por ejemplo, se
volvieron grises, al fin amarillos y el calor y el supo que Malcolm había sido campeón juvenil de
sudor huyeron de su cuerpo, dejándolo fresco y boxeo, que llegó a pelear con Justo Suárez y que
apacible cuando volvió el doctor, le acarició el únicamente el destructivo amor de una actriz de
pelo, dijo: cine le impidió obtener el cetro mundial, fue casi
Ya estás bien, muchacho, el lunes puedes levan- irresistible la tentación de pintarlo con pantalon-
tarte. Esto sucedió un sábado. Así que el lunes citos y guantes de box, los biceps como bochas, la
se levantó, algo tembloroso sobre sus piernas, cintura más angosta y el tórax mas ancho, tatuado
y cuando los otros chicos lo vieron en el patio con una mujer rubia y tetona.
acudieron a saludarlo y a conversar con él, todos Prevaleció sin embargo el buen sentido artístico, y
muy amables, le estrecharon la mano y uno que se la imagen final adoptada por el sentimiento colec-
llamaba Brennan, a quien apenas conocía, le apretó tivo mostraba un Malcolm que a pesar de cada embe-
la mano más fuerte que los otros y cuando retiró llecido detalle se parecía a la versión original:
la suya había un pedacito de papel sin sobre: sobriamente vestido con un traje de corte más bien
Y ésa era la carta del tío Malcolm. inglés, la mano derecha curvada en torno al puño
del bastón, el dorso de la izquierda apoyado en
Que decía simplemente: ”El domingo iré, trompearé
la cintura que adelantaba medio paso al pie, el
al celador Gielty hasta la muerte”.
sombrero y la cara arrojados para atrás en un
Y así fue como el pueblo empezó a prepararse gesto seductor de optimismo y desafío. Cuando se
para la batalla y a medida que la semana se iba llegó a esta condensación, el tiempo ya era pobre
inflando despacito como un globo, llenándose de para cortar grandes rectángulos de cartulina y
expectativa, se vio lo grande que iba a ser esa de sábanas robadas, hervir en agua o disolver en
batalla. alcohol las tapas rojas de la gramática, verdes
Malcolm, en la versión inicial de Collins, era un del catecismo, azules del libro de lectura, obtener
hombre más bien alto y rubio, de unos treinta años, en el campo una raíz que secada era un pigmento
rientes ojos verdes, sombrero de ala ancha y un amarillo y unas bayas que daban el índigo, pintar
bastón que blandía con despreocupada gracia: así la figura y exclamar al pie de cien pendones: ¡Viva
fue representado en los toscos dibujos que empe- Malcolm!, o, simplemente, MALCOLM.
zaron a surgir sobre hojas de canson o cuaderno. El celador Gielty no había reanudado el Ejercicio.
Sutiles cambios aparecieron el segundo día de la Sentía el temor de la gente esfumarse, la hosti-
espera: Malcolm era ya decididamente alto, imper- lidad crecer como una marea y asumir formas cada
sonal, la sonrisa se había convertido en mueca vez más abiertas: conversaciones interrumpidas,
irónica mientras el celador Gielty se reducía a un marchas militares de ambiguo estribillo, inscrip-
pigmeo que sollozaba abyectamente en su presencia. ciones en paredes, la cruda pantomima que una y
Estos, sin embargo, no era más que contornos, límites otra vez representó ante sus ojos la derrota de
vacíos. Collins se sintió llamado a colmarlos, cada un impostor o un payaso, encarnado por Murtagh,
vez con mayor apremio, y no tuvo dificultad en frente a un héroe sin mancha en el que todos
recordar la naturaleza feliz de Malcolm, su querían turnarse. Dudaba. Su cubículo de sábanas
fortuna con las mujeres, sus aventuras en cuatro permaneció iluminado noches tras noche. Se murmu-
rincones del mundo, En la mañana del tercer día se raba que leía y releía el libro negro, el libro rojo,
supo que Malcolm había sido un héroe en la guerra y en una ocasión, antes del alba, un testigo oyó su
del Chaco o de España, donde fue condecorado por voz profiriendo un torrente de terrible y sofo-
el presidente de Bolivia o por el general Miaja, cada obscenidad. A medida que el tiempo se acer-
pero lo que realmente importaba era que él sólo caba, emergía de su muralla un poco más febril y
liquidó a diez enemigos, si no eran quince, y que al consumido, con un sedimento de barro en el fondo

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de los ojos, y hasta las puntas de los bigotes leve- Formaron, bajaron, entraron en la capilla donde lo
mente caídas. primero que vieron fue el celador Gielty, todavía
acurrucado en un banco del fondo, moviendo los
Todo esto alentó inmensamente a la comunidad.
labios descoloridos, los ojos clavados en nada. El
Ahora nadie dudaba el resultado del combate,
padre Fagan salió en su caparazón de oro y su
pero todos querían que fuera además una fiesta
cortejo de púrpura.
y en esos enloquecidos preparativos se fue la
semana sin que nadie estudiara una línea, cosa Mientras duró la misa no hubo noticias de los
que inquietó mucho a sacerdotes y maestros que cuatro centinelas que arriba atisbaban el primer
veían el Colegio sustraído al flujo regular de las signo de Malcolm. Tras el desayuno una décima
cosas, transportado en una nube de excitación, sin parte de la población se turnó en las guardias, y
poder descubrir el motivo que no fue traicionado antes de las nueve se supo que un bulto negro avan-
ni siquiera en el secreto del confesionario. zaba por el camino: minutos después era la madre
de O’Neill, que acudía a visitarlo el único día de
Si hubo una mancha en ese panorama, pasó inadver-
visita, y apenas O’Neill fue a la rectoría a recibir
tida. El viernes por la noche los mayores quisieron
su dádiva de lágrimas y besos con quizá un frasco
oír la opinión de Pata Santa Walker, que fue dada
de miel, caramelos, cualquier otra ternura que la
en la oscuridad de la leñera ante un círculo de
pobreza, la viudez, el cansado amor podían permi-
atentos cigarrillos. Pata Santa, acuclillado,
tirse, el gran ómnibus rojo de la ciudad chirrió en
meditó largamente, como si sus famosos poderes
el macadam, una figura bajó del estribo, y no era
estuvieran sometidos a prueba.
Malcolm sino el padre de Murphy el Pajero, que
Está viniendo murmuró al fin y bajó la frente casi debía ser tan pajero como él, aunque lo que era,
hasta tocar su enorme botín de madera, oír en la era en realidad un viejo triste y tembleque con
vibración del suelo el paso anunciado. un tortuoso chambergo y un chaleco raído que se
Los puchos respiraron desengaño, porque quién quedó espiando a un lado y otro del camino antes
no sabía que Malcolm estaba viniendo, y hubo una de abrir la tranquera.
pausa de nuevo muy larga, a cuyo término Pata La tardanza de Malcolm planteaba ahora la posi-
Santa reveló su cara adusta y afilada, agregando bilidad de que el padre Ham o el padre Keven
esa única frase: salieran a dar un paseo entre los grupos fami-
No vendrá de gusto, cuyo sentido fue soplado como liares que empezaban a sentarse en el pasto,
una vela navegante en dirección favorable por el abrir sus paquetes, comer pan y salame, cambiando
ruido de la campana que llamaba al estudio en el nostalgias y esperanzas. Se ordenó esconder las
aula donde Pata Santa ocupó su banco, que era el insignias, cada una debajo de su almohada al pie
último, y nadie vio las dos lágrimas que rodaron de cada ventana.
de pronto, una de cada ojo, sobre la página más Este movimiento, ejecutado a las diez, debió ser
aburrida de su gramática. pero no fue motivo de aflicción porque nada podía
¿Qué fue el sábado? Un pasaje, un suspiro, un sacudir la fe de la gente, sobre todo cuando Collins
destello, una hojita podrida del tiempo que cayó por admitió que su tío nunca se levantaba temprano, y
la noche cuando el celador Gielty bajó a la capilla que bien podía llegar una hora más tarde que un
mientras en los dormitorios la gente pronunciaba madrugador.
su propia plegaria: ”Mañana Malcolm vendrá, trom- A las once, nadie cejaba: más bien empezaron
peará al celador Gielty hasta la muerte”. Sobre a preguntarse dónde andaba Malcolm cuando
esta certeza durmieron. Llegó al fin ese día, y a escribió su mensaje a Collins, en qué remoto campo
la hora en que el sol de costumbre brillaba en de batalla, qué ciudad china, qué llanura ártica y,
los vidrios, el sol del domingo encontró cien caras en ese caso, cómo podían reprocharle que demorase
despiertas mirando el camino, la tranquera y el un poco.
parque, y un centenar de estandartes bajaron de
La mitad de los pupilos estaban en el parque, la
las altas ventanas.
otra mitad asomados a las ventanas. Un puntito
La primavera había venido y muerto, regresado, colorado apareció lejos en el cielo, describió un
vencido: tempranas rosas centelleaban entre las ancho círculo. Al volver rugía a baja altura,
araucarias, chingolos saltaban sobre el pasto rozaba las puntas de pinos y cipreses, pasaba
mojado, retumbaba un tren, mujeres acudían a la aterradoramente sobre los rosales chasqueando
misa, el mundo se desnudaba en pliegue y repliegue las dos alas en el viento y un hombre se asomaba
de arboleda, campo, paz, sobre la que se estrellaron a la carlinga, tan próximo que todo creyeron ver
las primeras campanas. sus ojos que sonreían detrás de las enormes anti-

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parras, gritaron ¡Malcolm!, y volvieron a gritar, en un sitial de privilegio sobre el retrato más
y la tercera vez se quedaron mudos con la boca grande de Malcolm, multiplicado en una fantástica
abierta porque el aeroplano ya estaba lejos y se selva de banderas, gallardetes y caricaturas de
iba hasta perderse en una línea recta que partía el último momento.
corazón. Y ahora sí, el espíritu del pueblo pareció Malcolm depositó en el pasto el sombrero y el
flaquear por primera vez, el almuerzo transcu- bastón, se quitó el saco, lo plegó cuidadosamente
rrió en silencio, por la tarde se jugó el partido y lo dejó también. En un gesto lleno de nobleza
de fútbol más aburrido en la historia del Colegio, adelantó un paso tendiendo la mano al adversario
donde hasta Gunning hizo un gol en contra y el antes del combate.
celador Dillon, que estaba a cargo de los deportes,
repitió cinco veces la palabra vergüenza. Pero el celador Gielty simplemente se escupió los
nudillos y se puso en guardia.
Cuando volvieron al patio quedaban las sobras
del domingo. Las últimas visitas empezaron a Atacó, lanzando dos golpes a la zona alta, y
decir adiós, los puestos de los centinelas estaban cuando Malcolm bloqueó el más peligroso, eludió el
desiertos y ya nadie creía realmente en la llegada segundo con un movimiento muy sobrio de la cabeza,
de Malcolm. Hay un momento, en esas tardes de se oyó la primera ovación y las banderas ondearon.
fines de setiembre, en que el sol entra casi hori- Gielty arremetió de nuevo, encorvando la espalda
zontal por las ventanas del comedor, sale, cruza el y de pronto se vio lo poderosa que era esa espalda,
patio y echa sobre la pared del este una explosión cómo se hinchaba al descargar un puñetazo. Pero
anaranjada. Era ese momento el que Pata Santa Malcolm tornó a esquivar con facilidad y mientras
Walker, armado de una lupa, estudiaba en aquellos giraba a su alrededor en un círculo muy estrecho
días, y debió ser ese momento el que de golpe captó desplegó esos primeros toques de arte que tanto
en su plenitud, su irrevelado misterio escrito en alegraron el corazón de los entendidos: sus pies
la pared, porque gritó, y al mirar a sus espaldas se movían como si cantaran. Y ahora el poderoso
vio que la muchedumbre entera corría hacia las y rítmico coro se alzó de las tribunas: ¡Malcolm!
dos esquinas del patio en un movimiento que nunca ¡Malcolm!
fue explicado, se atropellaba en las escaleras, ¿Fue eso lo que irritó a Gielty, precipitándolo
se clavaba a las ventanas desplegando los estan- a una furiosa embestida? Malcolm ya no podía
dartes y lanzaba una sola inmensa exclamación. eludir sin responder, y lo hizo con un cross que
Y allí, frente a todos, junto a la tranquera, estaba sonó redondo y hueco en la cara de Gielty, y mien-
Malcolm. tras el clamor arreciaba, lo frenó con un swing al
cuerpo que extenuó cada garganta, inflamó cada
Respondía con los brazos abiertos al clamor de la estandarte.
multitud, el bastón en una mano, el sombrero en
la otra, y aunque tal vez no fuera tan alto como ¡Oscuro, insomne, empecinado Gielty! Una vez más
habían imaginado, su pelo pareciera demasiado escupió en sus nudillos, una vez más hundió la
rubio (pero ésa pudo ser una última trampa del cabeza entre los hombros y echó para adelante, en
sol de azafrán) y sus ropas no estuvieran recién su guardapolvo gris, su apostura desgraciada, su
salidas del sastre ni aun de la tintorería, cuando fe santa y asesina. La combinación que lo recibió
se practicaron todos los descuentos necesarios tuvo tal belleza en su impresionante rapidez que
entre los sueños y los hechos resultaba más satis- sólo con dificultad pudo un intelecto ajeno recons-
factorio que los sueños, porque era verdadero y truirla o creerla, y más tarde se discutió mucho si
caminaba hacia ellos. fue un jab, un hook y un uno-dos, o sólo el jab y
el uno-dos, pero el resultado estaba a la vista y
El celador Gielty salió de la capilla. regocijo general, aquel hombre acérrimo frenado
Los chicos que lo vieron en escorzo, el paso sonám- como un toro por la maza, en el centro del parque,
bulo, el guardapolvo gris y arrugado, se pregun- jadeando hondamente y bamboleándose contra las
taron cómo habían podido temerle; esa repentina oscuras araucarias, el sol poniente y el perfume
vergüenza desató una abrumadora silbatina mien- cercano de la noche. Y cuando esta cosa tremenda
tras el celador Gielty avanzaba hacia Malcolm sucedió, el corazón del pueblo empezó a arder en
hasta que se enfrentaron en el centro del parque. una ancha, arrasadora, omnipotente conflagra-
ción que sacudió toda la hilera de ventanas hama-
El mundo estaba muy tranquilo, ni un pájaro
cándola de parte a parte, el amigo abrazando al
cantaba ni una hoja se movía y el silencio se tornó
enemigo, la autoridad festejando al hombre común,
aplastante en la hilera de altas ventanas donde
el individuo fundiéndose en sentimiento general
los ciento treinta irlandeses se apiñaban, sin que
mientras Collins era besado y el Gato refractario
faltara ni siquiera el Gato, y mucho menos Collins

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se retiraba a una segunda línea desde donde aún Allí acabó la felicidad, tan buena mientras duraba,
podía ver sin perjuicio de escapar. tan parecida al pan, al vino y al amor. Recuperado
Y cuando Malcolm, Malcolm, se sintió confron- Gielty sacudió al saludante Malcolm con un mazazo
tado con esta demostración, qué otra cosa podía al hígado, y mientras Malcolm se doblaba tras una
hacer, qué habría hecho cualquiera sino abrir los mueca de sorpresa y de dolor, el pueblo aprendió,
brazos para recibirla y guardarla hasta su vieja y mientras Gielty lo arrastraba en la punta de sus
y gloriosa edad, saludando a la derecha, y salu- puños como en los cuernos de un toro, el pueblo
dando a la izquierda y saludando especialmente aprendió que estaba solo, y cuando los puñetazos
al centro, donde vos estabas, mi querido sobrino que sonaban en la tarde abrieron una llaga incu-
Collins, por quien vine de tan lejos. Y esto refu- rable en la memoria, el pueblo aprendió que estaba
taba acaso para siempre la pregunta que semanas solo y que debía pelear por sí mismo y que de su
propia entraña sacaría los medios, el silencio,
más tarde formularía Geraghty: ¿qué necesidad
la astucia y la fuerza, mientras un último golpe
tenía de saludar?
lanzaba al querido tío Malcolm del otro lado de la
Entretanto hubo alguno que no quiso sobrevivir a cerca donde permaneció insensible y un héroe en la
una culminación, que experimentó ese instantáneo mitad del camino.
deseo de la muerte inseparable de la extrema dicha
Entonces el celador Gielty volvió, y con la primera
y cayó ocho metros desde una ventana agitándose
sombra de la noche en los ojos, miró una sola vez
en alegría sobre unos matorrales donde no murió.
la hilera de caras majestuosamente calladas y de
Se llamaba Cummings.
banderas muertas, se persignó y entró rápido.

Carta Abierta de un Escritor


a la Junta Militar
Rodolfo Walsh
1. La censura de prensa, la persecución a inte- democrático donde el pueblo remediara males
lectuales, el allanamiento de mi casa en el que ustedes continuaron y agravaron.
Tigre, el asesinato de amigos queridos y la
pérdida de una hija que murió combatiéndolos,
son algunos de los hechos que me obligan a Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes
esta forma de expresión clandestina después ejercen pudo legitimarse en los hechos recupe-
de haber opinado libremente como escritor y rando el programa en que coincidieron en las
periodista durante casi treinta años. elecciones de 1973 el ochenta por ciento de
los argentinos y que sigue en pie como expre-
El primer aniversario de esta Junta Militar ha sión objetiva de la voluntad del pueblo, único
motivado un balance de la acción de gobierno significado posible de
en documentos y discursos oficiales, donde lo
que ustedes llaman aciertos son errores, los ese “ser nacional” que ustedes invocan tan a
que reconocen como errores son crímenes y lo menudo.
que omiten son calamidades. Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a la corriente de ideas e intereses de minorías
un gobierno del que formaban parte, a cuyo derrotadas que traban el desarrollo de las
desprestigio contribuyeron como ejecutores de fuerzas productivas, explotan al pueblo y
su política represiva, y cuyo término estaba disgregan la Nación.
señalado por elecciones convocadas para Una política semejante solo puede imponerse
nueve meses más tarde. transitoriamente prohibiendo los partidos,
En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron interviniendo los sindicatos, amordazando la
no fue el mandato transitorio de Isabel prensa e implantando el terror más profundo
Martínez sino la posibilidad de un proceso que ha conocido la sociedad argentina.

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